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Los fracasos de

nuestro sistema
político:
¿Por qué no logramos acuerdos?

Imaginaccion Asuntos Públicos - 28 de agosto 2023

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Es esencial para el bienestar de una democracia mantener acti-
vos el diálogo y la búsqueda constante de acuerdos. Estas diná-
micas deben, por supuesto, respetar las diferencias inherentes a los
tomadores de decisiones cuando se trata de elaborar políticas pú-
blicas, ya que es a través de esta diversidad de enfoques que se
logra captar las múltiples facetas de la sociedad. Sin embargo, este
valor fundamental parece haberse desvanecido entre nuestras
élites. El fenómeno subyacente en varios eventos que hemos
presenciado es la pérdida de la habilidad de nuestra élite polí-
tica para alcanzar consensos. Vemos una fragmentación y polari-
zación preocupante. Este cambio no es reciente; de hecho, durante
un poco más de una década ha ido en aumento, transformándose
en una nueva norma de comportamiento. Sin embargo, la preocu-
pación radica en que las respuestas a los desafíos actuales parecen
ser superficiales y circunstanciales, desplazando alternativas que
puedan prolongarse en el tiempo.

En este contexto, nuestra perspectiva busca distanciarse de los


problemas inmediatos, aquellos que suelen atraer más la aten-
ción cuando se analiza la situación. Es innegable que las noti-
cias de cada día capturan más fácilmente nuestra atención que
aquellas que demandan un análisis más profundo. Con el pro-
pósito de arrojar luz sobre estos asuntos, nuestra investigación
se adentra en factores de largo plazo, desentrañando las com-
plejidades que subyacen en la dinámica política actual.

Mientras avanzamos, es fundamental tener en cuenta que la inca-


pacidad de las élites para llegar a acuerdos no solo afecta la efica-
cia de la toma de decisiones, sino que también tiene implicaciones
más amplias en la percepción pública de la política. Explorar las
razones detrás de esta tendencia y su impacto continuo nos permi-
te vislumbrar soluciones potenciales que podrían restaurar la cola-
boración y el entendimiento en el seno de nuestras élites políticas.
Planteado esto es que en las siguientes páginas intentaremos
encontrar los fenómenos, decisiones, variables que explicarían el
por qué nuestras élites políticas no logran grandes acuerdos en
cuestiones fundamentales durante casi las últimas dos décadas.
En primer lugar, identificamos diversas problemáticas que, durante
al menos las últimas tres administraciones gubernamentales, han
quedado sin resolver. Nuestro objetivo fue examinar cómo el siste-
ma político ha perdido la capacidad de satisfacer las expectativas
ciudadanas en áreas prioritarias como pensiones y salud. Además,
abordamos temas como el sistema tributario y el modelo de desa-
rrollo, en los cuales, aunque se han presentado proyectos en el
caso del primero, no se han logrado establecer consensos mínimos
entre diferentes gobiernos. En el caso del modelo de desarrollo, la
situación es aún más compleja, ya que si bien existe un consenso
general sobre la pérdida de capacidad del país para lograr creci-
miento, tanto intelectuales como líderes políticos no han llegado a
un acuerdo sobre el rumbo que debería tomar Chile en este aspec-
to. Finalmente, hacemos mención del Acuerdo por la Paz y la
Nueva Constitución como una excepción, aunque con un grado de
escepticismo bajo nuestra evaluación.

En segundo lugar, y en respuesta a este panorama, decidimos em-


prender la búsqueda de explicaciones. Para ello, recurrimos a fuen-
tes teóricas, políticas y sociales con el objetivo de entender por
qué, tanto en los casos específicos mencionados como en general,
nuestra élite política parece carecer de la habilidad para alcanzar
acuerdos. Como mencionamos anteriormente, optamos por alejar-
nos de los eventos contingentes para explorar cuestiones de me-
diano y largo plazo. ¿Por qué esta elección? Porque aunque algu-
nas respuestas puedan ser plausibles en relación con los acon-
tecimientos cotidianos, estos son el resultado de situaciones
que tuvieron lugar previamente y que hoy en día se han con-
vertido en patrones consolidados.
Las discordancias de nuestra élite
A lo largo de los últimos quince años, ha sido palpable la carencia de acuerdos genui-
nos. A pesar del entusiasmo inicial que nuestros líderes exhiben en torno al diálogo,
los resultados tangibles desaparecen con rapidez y los canales de comunicación se
desgastan en poco tiempo.

Nuestro enfoque de análisis abarca los tres más recientes períodos presidenciales, lo
cual abarca las últimas tres legislaturas también. En dicho lapso, la polarización y la
fragmentación han dominado el escenario político, minando la capacidad de
respuesta de nuestro sistema político. Aunque en la coyuntura actual la seguridad
y el orden público acaparan la atención como prioridades, hasta hace unos meses los
temas en primer plano eran diferentes. Las pensiones y la salud encabezaban la lista
de prioridades ciudadanas. No obstante, a pesar de la perentoria naturaleza de estos
asuntos, el sistema no ha logrado articular soluciones efectivas, pese a los numerosos
proyectos de ley presentados.

Además, tanto en las administraciones de Bachelet, Piñera como en la actual de


Boric, se han propuesto reformas al sistema tributario con marcadas diferencias
entre ellas, especialmente en los dos primeros casos. Esto ha generado una incerti-
dumbre en las normativas y reglamentos tributarios. Por último, existe un asunto aún
más trascendental donde se admite la necesidad de cambios, pero donde los consen-
sos han resultado esquivos: el modelo de desarrollo.

A pesar del deterioro en la calidad del diálogo que hemos constatado en nuestro
período de estudio, identificamos una instancia en la que los líderes de los partidos
políticos lograron alcanzar un punto de convergencia: el Acuerdo por la Paz.
Salud
La Reforma de Salud es uno de los puntos en que mayor esfuerzo han centrado los
últimos Gobiernos. Entre los aspectos que se han buscado abordar en las reformas
destaca: ampliar la red pública de salud, aumentar el gasto en salud para dar priori-
dad a una política de atención y prevención, disminuir el gasto en medicamentos,
modernizar la infraestructura, terminar con las brechas que existe entre los sistemas
públicos y privados, entre otras. En síntesis, en los últimos tres Gobiernos ha sido
un punto clave el buscar hacerse cargo de la inequidad existente en el acceso y
calidad de atención en el sistema de salud, sin embargo, ninguna de ellas ha
logrado acuerdos que permitan cambios sustanciales.
Un aspecto que ha sido abordado de manera transversal en los últimos Gobiernos
dice relación con la reforma a las Isapres. Además, este es un punto que siempre ha
sido de interés para la ciudadanía y, que hoy en día suscita aún más interés producto
de los fallos de la Corte Suprema.
Durante su segundo gobierno, la presidenta Bachelet creó una comisión asesora para
reformar la ley de isapres, sin embargo, producto de diferencias dentro de esa misma
comisión relacionadas con el establecimiento de modelos de multiseguros y el modo
de inclusión de los seguros privados, el informe elaborado no fue considerado
para generar un nuevo proyecto de ley ni para presentar indicaciones al fallido Plan
Garantizado de Salud (PGS) propuesto en el primer mandato del expresidente Piñera.

Por su parte, durante su segundo mandato el presidente Piñera promovió una refor-
ma integral al Sistema de Salud, la cual tenía por objeto fortalecer Fonasa e instaurar
un sistema privado solidario e inclusivo. Ahora, si bien se logró ingresar un proyecto
de ley al Congreso, la reforma del exmandatario fue criticada y acusada de defender
los intereses del sector privado, ya que sostuvo que la medida impulsa a que los sec-
tores de clase media compren su acceso a una mejor salud.1
El actual Gobierno ha hecho énfasis en que la salud no puede ser un negocio, motivo
por el cual es relevante garantizar que no exista inequidad en el acceso y atención al
sistema de salud. Ante este escenario, durante su primera cuenta pública el Presiden-
te Boric anunció que había llegado el tiempo para una reforma integral al sistema de
Salud, la cual principalmente se materializaría en un proyecto de ley que crearía un
Fondo Universal de Salud. Dicha propuesta tenía por objeto dejar a las Isapres como
seguros complementarios voluntarios, algo similar a lo propuesto por la expresidenta
Bachelet, y, también similar a lo contemplado en la propuesta de Constitución que
fue rechazada en septiembre de 2022. Este proyecto fue arduamente criticado sobre
la base de que esto implicaría un colapso en el sector público y una crisis de incerti-
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dumbre en el sector privado.
De esta manera, un año después este proyecto se ve cada vez más lejano, ya que
si bien continúa el compromiso de garantizar el derecho y cobertura universal a
la Salud, durante la segunda cuenta pública no hubo mención a este proyecto,
y, de hecho, de lo que sí se habló fue de reducir las listas de espera, el copago cero,
inversión en salud mental y, del fallo de la Corte Suprema.
Ante este escenario, y, en el marco de la crisis actual de las Isapres, en mayo de este
año el Gobierno presentó un proyecto conocido como “Ley Corta de Isapres”, que
actualmente está siendo tramitado por el Senado y que tiene por objeto crear un
nuevo modelo de atención en Fonasa, otorgar facultades y atribuciones a la Superin-
tendencia de Salud, y modificar normas relativas a las instituciones de salud previsio-
3
nal. En palabras del Ejecutivo, este proyecto busca materializar el fallo de la Corte
Suprema.
Paralelo a este proyecto se encuentra otro proyecto
presentado en diciembre del 2022 por un grupo de
Senadores, que tiene por objeto regular las bases para
la determinación de las tarifas y ajustes de los planes
de salud. El Gobierno fue crítico respecto a esta moción
parlamentaria, en tanto consideran que contrario al
proyecto presentado por ellos, este tiene por objeto
anular el fallo de la Corte Suprema.

Actualmente, el foco en este ámbito está en cumplir lo dictado por la Corte Suprema.
No se logró acuerdos en las segundas gestiones de los expresidentes Bachelet y
Piñera, a pesar del permanente análisis sobre la necesidad de mejorar la calidad en la
atención pública y también algunos aspectos en el sector privado. Esta inacción ha
tenido como resultado que sea el Poder Judicial la que en distintas ocasiones -en este
último año dos veces- corrija reclamos sobre el sistema.

Pensiones
Con respecto a pensiones, existe un prolongado historial de reformas que no han
logrado contar con el consenso político necesario para abordar el problema de
forma integral. Las últimas tres Administraciones han presentado iniciativas que
buscan los caminos para modificar el esquema de seguridad social en Chile. Sin em-
bargo, no se ha contado con la capacidad para encontrar una salida satisfactoria a las
necesidades en materia previsional.
Durante el segundo periodo presidencial de Michelle Bachelet, se expuso que los
ajustes previsionales de su primer mandato fueron posibles debido a diversos facto-
res. En primer lugar, se indica que la disposición política era mucho mayor en el
primer proyecto, debido a que este era de carácter elemental al incluir a personas que
estaban apartadas del sistema. En esta línea el Ministro del Trabajo de su primera
gestión, Osvaldo Andrade, analizó las diferencias entre los debates del primer perio-
do con respecto al segundo; señala que otro factor que posibilitó el destrabe del
primer proyecto, fue el apoyo de la Superintendenta de la época, Solange Bernstein.
Sin embargo, al ser una discusión mucho más incipiente destaca la falta de ajustes al
modelo de AFPs (como el porcentaje de cotización en un mercado del trabajo menos
consolidado).
Al comparar el primer periodo presidencial de Michelle Bachelet respecto al segundo,
podemos observar que a medida que se complejiza la ecuación en el paquete de mo-
dificaciones al sistema, el debate comienza a encontrar sus primeros obstáculos: a)
primeras discordancias en el panel de expertos; b) menor disposición política en el
Congreso; c) menor apoyo desde organismos técnicos y la industria; d) fallas en el
timming legislativo.
En el caso del segundo periodo presidencial de Sebastián Piñera, el contexto
sociopolítico era mucho más crítico con el sistema de AFPs. En aquel entonces, la
oposición (actual oficialismo) argumentaba que el rechazo de la reforma previsional
respondía a un sentimiento ciudadano reflejado en el movimiento “No+AFP”. Se
argumentó que la discusión del proyecto era la contraposición entre el lucro en la
garantización de derechos sociales en contraposición al trabajo de los ciudadanos.
Asimismo, se rechazaba la idea en la continuidad del sistema previsional de las Fuer-
zas Armadas, señalando que los montos de estos grupos eran muy superiores a los
entregados a través de la solidaridad social.
El debate de la propuesta del Presidente Piñera se enfrió, hasta que en octubre de
2019 el estallido social y la génesis de la cuestión constitucional absorbieron la
agenda; hecho que se agravó con la llegada de la pandemia y la cobertura de la
emergencia sanitaria correspondiente.

En la actual administración del presidente Gabriel


Boric, la reforma de pensiones ha encontrado sus
principales obstáculos en aspectos técnicos y políti-
cos; en donde los principales nudos radican en la nueva
cotización, el esquema vigente de la industria, y los efec-
tos que tendrían las modificaciones en el mercado del
trabajo como el mercado de capitales en general. Estos
cuestionamientos han obligado al Ejecutivo a replantear
la hoja de ruta en la tramitación del proyecto, teniendo
que reflexionar profundamente sobre la eventual profun-
dización en la participación del Estado.
Como podemos observar, uno de los grandes puntos de conflicto ha sido la dicoto-
mía entre capitalización individual y pilar solidario o la actual PGU. Si bien se han
planteado alternativas con respecto a estos aspectos desde la esfera política, hasta el
momento no se ha llegado a un acuerdo que aborde la problemática integralmente,
lo que se traduce en una ausencia de estrategias a largo plazo. Parte de este escena-
rio puede ser explicado por los elementos que hemos descrito anteriormente: dife-
rencia de posturas técnicas, disposición política, consecuencias en la industria y tim-
ming legislativo.
La necesidad de modificaciones a nuestro sistema previsional es un acuerdo en
las declaraciones de técnicos y dirigentes políticos de diversas sensibilidades.
Con sus matices, todos acuerdan que tenemos una necesidad en aumentar las pen-
siones ya que hoy las tasas de retorno no son suficientes, por lo tanto también se
debe evaluar el porcentaje de cotización. Adicionalmente, se valora la creación de
pensiones solidarias asociadas al Estado, también se acuerda la necesidad de aumen-
tarla hasta un piso y que se amplíe su cobertura. Hasta hace algunos meses este tema
era parte de la prioridad ciudadana número uno, de esta forma logró convertirse en
parte importante de los Programas de Gobierno de Michelle Bachelet, Sebastián
Piñera y Gabriel Boric, pero ninguno de los tres hasta ahora logró aunar las volunta-
des necesarias para tramitarlo.

Reformas Tributarias

Durante los últimos 9 años en materia tributaria se ha tenido un enfoque marcado


por cada gobierno, variando según su postulados ideológicos, alejandose de una po-
lítica de Estado sostenida, debido a la falta de diálogo para llegar a consenso, de esta
manera es que se puede diferenciar la ruta tomada por cada gobierno.

En 2014 fue presentada la reforma tributaria en el gobierno de Michelle Bachelet, en


la cual se tomarían diferentes medidas para una mayor recaudación con el fin de
financiar proyectos, incentivar al ahorro y mejorar la distribución del ingreso. La
reforma tuvo muchas críticas por diversos actores, el actual Presidente Gabriel Boric
se mostró a favor de la misma, pero recalcó la falta de incluir aspectos de una mayor
recaudación en la industria del cobre y de no mencionar cambios al IVA.
En suma, el diario El Mercurio publica el 6 de septiembre del 2014, un apartado deno-
minado ‘’Gratuidad Universal: Una medida regresiva’’, con la firma de 47 personalida-
des, entre las cuales se encuentran ex ministros de diferentes gabinetes y figuras pú-
blicas del Banco Central, de estos destacan Joaquín Lavín, Felipe Larraín, Fernando
Coloma y Mariana Aylwin, en dicho apartado dictan una pauta de cómo debe actuar
el Congreso ante la reforma con una clara oposición en la aprobación de la misma, lo
que fue tachado por Gabriel Boric en calidad de Diputado como ‘’no se dan cuenta
de cuán hondo calan estas acciones y afectan la legitimidad de la política (…) y que
de esta manera se redibuja como comedia, la autoritaria y estrecha política de los
acuerdos, sin democracia y de espaldas a la sociedad’’. Bajo la misma línea, la reforma
recibe críticas desde EE.UU., por parte de The Wall Street Journal, calificando el pro-
yecto como un atentado al milagro chileno y al embajador Michael Hammer, quien
pide escuchar a todos los actores y establecer reglas claras para la inversión.

El expresidente Sebastián Piñera en 2018 presentó una reforma tributaria que


sería aprobada el año 2020, con un énfasis en el crecimiento y la inversión, me-
diante una modernización de la legislación tributaria con el objetivo de simplifi-
car las normas y procesos tributarios, y avanzar en la equidad y justicia en la dis-
tribución de los tributos. Apuntaba a rediseñar lo aprobado en la gestión de su
antecesora, bajo el precepto de modernización. Las críticas hacia la reforma se con-
centraban en los siguientes puntos, la reforma no es de tipo progresiva, ya que bene-
ficia a quienes tienen más ingresos, Francisco Vidal exministro de Defensa, asegura
que existen 150.000 PYMES que recibirán un 20% del potencial beneficio y que el otro
80% del beneficio, será repartido para 1.000 grandes empresas. El actor principal pro-
pulsor de la reforma fue el ex Ministro Felipe Larraín, señala como potencial beneficio
que la reducción del IVA, la cual oscilaba entre 20-24%, se reducirá y que, por tanto,
existirán más ingresos. Bajo la misma línea Juan Coloma en su cargo de Senador,
señala que el crecimiento del PIB potencial de la propuesta, hará que se tenga un
mayor ingreso en comparación al beneficio directo. Cabe destacar la declaración del
periodista Daniel Matamala, el cual explica que en términos tributarios se considera
PYME a una empresa que vende hasta 113 millones de pesos al mes y que por el
contra parte, una familia de 4 integrantes con un ingreso de 1,5 millones de pesos, se
encuentra dentro del 20% más rico de Chile.

La reforma fue ampliamente discutida y aprobada


luego de más de un año y medio de tramitación, la ciu-
dadanía demostró un constante descontento ante la
implementación de IVA para los medios digitales y
como señalan los resultados de la encuesta CADEM
2022, el 40% de los chilenos se encuentra a favor de la
modernización tributaria del año 2018 y un 26% en
desacuerdo.
El gobierno del actual presidente Gabriel Boric, presenta una reforma tributaria en el
año 2022, con objetivos similares a los de la reforma del 2014, con medidas para una
mayor recaudación con el fin de financiar las reformas sociales del programa de
gobierno y mejorar la justicia distributiva, sumado a algunos de los objetivos de
la reforma tributaria de 2018, como modernizar aspectos tributarios.
Por parte de la ciudadanía, la presentación de la reforma tributaria del 2022 es la que
tiene menor aprobación, con tan solo un 34% a favor y un 45% en desacuerdo. La
reforma tributaria hacia un pacto fiscal por el desarrollo y la justicia social fue recha-
zada por quórum simple, al tener como resultado 73 votos a favor, 71 en contra y 3
abstenciones, su estado actual es de insistencia. Boric señaló la importancia de la
reforma tributaria para poder llevar a cabo su proyecto de gobierno y la Secretaria
General de Gobierno, Camila Vallejo, recalcó en avanzar en las deudas que se le
tienen al país, pero manteniendo un equilibrio fiscal.
Chile ha tenido cambios importantes al sistema tributario en los dos últimos periodos
presidenciales, y aunque el proyecto de reforma del presidente Boric fue rechazado
en marzo, la idea era nuevamente generar otra serie de modificaciones. Lo llevado
adelante en el Gobierno de Bachelet, la gestión Piñera vino a realizar importantes
transformaciones, bajo el argumento de una modernización. Resulta atendible el
argumento de aumentar la recaudación con el objetivo de crear nuevas políticas pú-
blicas, lo que puede resultar cuestionable es la necesidad de que en los últimos tres
Gobiernos no sólo se opte por ese camino sino que se sumen cambios a la configura-
ción del mismo. La falta de consensos en esta materia se vuelven preocupantes
cuando hablamos también de una materia altamente técnica.

Modelo de Desarrollo
En la actualidad, el modelo de Desarrollo en Chile ha sido ampliamente cuestionado,
este basa la economía chilena en un comercio exterior puertas abiertas, siendo Chile,
el primer país con una experiencia sostenida de liberalización de la economía,
sumado a esto, las exportaciones cobre, litio, yodo y productos agrícolas, en conjunto
al sector que más aporta en el PIB, el sector de los servicios con un 54% del producto
interno bruto (PIB) chileno en 2022.
El modelo es conocido mundialmente por sus efectos positivos y negativos, entre los
aspectos positivos es relevante mencionar el crecimiento económico respaldado en
un crecimiento constante del PIB y uno de los sueldos mínimos más altos en Latinoa-
mérica. Los efectos negativos se centran en la desigualdad dentro del país y la inca-
pacidad de garantizar derechos sociales como la salud, educación y pensiones acorde
a los estándares mínimos que solicita la sociedad chilena.
Los efectos positivos y negativos son tomados en cuenta en gran parte por los
partidos políticos para basar sus fundamentos, un indicador clave es el IDH, en el
caso de Chile es de 0,819, lo que lo sitúa en el top 40 a nivel mundial y número 1
dentro de Latinoamérica. Este indicador evalúa longevidad, educación e ingresos y la
respuesta de los partidos ante estas necesidades ha generado un debate constante.
Durante el Gobierno de Bachelet en el 2014, se establecieron metas educacionales
nacidas a partir de las manifestaciones del año 2011, en donde se proyectaba un 70%
de personas con gratuidad para el 2018 y gratuidad universal el 2020. Ante esto, las
críticas por parte de Chile Vamos, llevaron a un requerimiento en el Tribunal Constitu-
cional, firmado por 31 diputados de la alianza, se destacan las declaraciones de José
Edwards que califica la Glosa propuesta para la gratuidad, como la ‘’glosa de la discri-
minación’’ fundamentando en que ejerce discriminación al establecer requisitos para
las universidades, lo que haría que ciertas universidades quedarán fuera del proyecto,
lo que se traduce en miles de estudiantes fuera del beneficio, el resultado de aque-
llo fue que el TC dicta sentencia que declaró inconstitucionalidad de requisitos
para gratuidad incluidos en presupuesto de educación 2016, generando tensio-
nes políticas por parte de los extremos y no llegando a consenso sobre la política de
estado respecto a educación.
En su segundo periodo, Piñera establecía que su meta sería que Chile en el 2025 sería
el primer país Latinoamérica en superar el subdesarrollo, sin embargo, el estallido
social del 2019 lograría visibilizar malestares de la sociedad en diferentes mate-
rias, las que requerirían mayor intervención del Estado, la primera respuesta del
ex mandatario fue clasificar a los manifestantes de adversarios con su declaración
‘’estamos en guerra contra un enemigo poderoso’’. Establecer a las demandas de los
ciudadanos como estar en guerra, trajo como resultado que el estallido comenzará
en octubre de 2019 y acabará en marzo de 2020. A partir de aquello, surgen nuevos
partidos con una clara crítica a la élite política y coaliciones, dentro de las que se des-
taca la coalición Apruebo Dignidad, que llegó a ser la coalición oficialista con el go-
bierno de Gabriel Boric.
El gobierno de Gabriel Boric ha presentado a la fecha, diversas dificultades en su ges-
tión, ante el rechazo de la propuesta constitucional del año 2022, hace un llamado a
que este nuevo proceso de propuesta constitucional sea considerando la gran diver-
sidad de chilenos y chilenas, el proceso está compuesto por mayoría del partido Re-
publicano. Declaraciones como las de Luis Silva, miembro de la asamblea constitu-
yente, retratan la visión del partido Republicano ante el proceso, mencionando que
‘’siempre hemos querido lo mejor para Chile y por esa razón, nunca quisimos un pro-
ceso constitucional ya que definitivamente no pensamos que fuera el camino, ahora
estando embarcados en el proceso, quisimos participar porque estamos convencidos
de que el resultado va a ser mejor con nosotros presentes que el resultado ausentes’’
A partir de las diferentes medidas implementadas por cada gobierno, es evidente la
falta de consenso entre los partidos de izquierda y derecha en Chile, ya que cada go-
bierno implementa medidas que son interpretadas como regresivas por la oposición,
aquello trae como resultado que cada medida adoptada por un gobierno sea reverti-
da por el que le sigue y creando un avance con una dirección difusa en materia de
desarrollo, haciendo cada vez más necesario un pacto.

A pesar de la transversalidad de las críticas ante el modelo de


desarrollo chileno no ha existido un esfuerzo de las mismas
características para acordar algunos nuevos ejes. El principal
cuestionamiento de continuar con el actual modelo que po-
seemos radica en el agotamiento a la hora de debatir el
techo del crecimiento de nuestra economía, desde algunas
voces continúan focalizándose sólo en cuestiones políticas
contingentes lo que no permiten avanzar en el diálogo.

Acusaciones constitucionales
Desde el año 2014 a la fecha se han presentado 19 Acusaciones Constitucionales. De
estas solo una ha sido aprobada, y fue la del Ministro del Interior Chadwick el
año 2019 en el marco del estallido social. El resto de las acusaciones han sido
rechazadas (12) o se ha acogido la cuestión previa (6), lo que implica que la acusación
se toma por no interpuesta. Ahora, si observamos el detalle de las acusaciones pre-
sentadas de los últimos gobiernos a la fecha, el 15,7% se presentó en el segundo Go-
bierno de Michelle Bachelet, el 57,8% en el segundo Gobierno de Sebastián Piñera, y
el 26,3% corresponde a lo que va del Gobierno del Presidente Gabriel Boric.
Es importante destacar que en 16 meses del Gobierno actual se han presentado cinco
acusaciones constitucionales contra Ministros –o ex Ministros- de Estado. De estas,
una corresponde a un exministro del segundo Gobierno del expresidente Piñera y fue
presentada desde el PDG, pero el resto han sido presentadas por parlamentarios de
oposición. Por su parte, durante el segundo gobierno del expresidente Piñera las 11
AC fueron presentadas por la oposición, ahora oficialismo, y, de estas dos fueron
contra el Presidente de la República (una de hecho fue admitida y luego rechazada),
seis contra Ministros de Estado, dos contra Ministros de la Corte Suprema y de Apela-
ciones, y una en contra de un Intendente.
En relación el anunció de la segunda AC contra el Ministro Jackson, el Presidente de
la República declaró que si bien este es un mecanismo legítimo “tienen que tener sus-
tento jurídico y no ir inventándose sobre la marcha” dando a entender que las recien-
tes AC presentadas por la oposición han carecido de sustento. Respecto de esto se
presenta una disyuntiva, ya que fue justamente en el segundo gobierno del expresi-
dente Piñera en donde gran parte de las AC presentadas fueron impulsadas desde el
Frente Amplio. De esta manera, si bien el fin de las AC es entablar un juicio político
para exigir responsabilidad política a autoridades de Gobierno respecto del ejercicio
de sus cargos, el hecho de que 19 de 20 acusaciones presentadas en los últimos
tres gobiernos hayan sido rechazadas, refleja un juicio más bien hacia el gobier-
no de turno que busca presionar cambios.

Acuerdo por la Paz


Una de las pocas excepciones en que las élites han logrado adoptar amplios acuerdos
fue la firma del denominado “Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución”, pac-
tado el 15 de noviembre de 2019, a raíz de las consecuencias del denominado “esta-
llido social”. Respecto a este último, cabe señalar que el 18 de octubre del año 2019,
Chile experimentó una serie de manifestaciones sociales en diferentes partes de la
capital, exteriorizando la molestia en contra de un alza de precios en los pasajes de la
locomoción colectiva y la creciente desigualdad en diversos factores. Dichas protes-
tas se intensificaron con el pasar de los días, multiplicando su adherencia a lo largo
del país y, en una cadena nacional convocada por el ex Presidente Sebastián Piñera,
se declaró “Estado de Emergencia” en diversas provincias de Santiago.
Después de un mes de masivas protestas sociales, entre estas la que ha sido conside-
rada la con mayor concurrencia no sólo en Plaza Italia sino a nivel país, diversos líde-
res y militantes de partidos políticos suscribieron un pacto que tuvo por finalidad
garantizar la paz y justicia social a través de un procedimiento democrático. En con-
creto, el acuerdo garantizó la redacción de un nuevo texto constitucional, estable-
ciendo un plebiscito de entrada y de salida, un quórum de dos tercios para la aproba-
ción de sus artículos y el compromiso de redactar dicha carta en una “hoja en blanco”.
Cabe destacar, sin embargo, que dicho pacto no estaba contemplado dentro de las
demandas de la ciudadanía, sino que, antes bien, surgió como una medida de los par-
tidos políticos - Élites - para atenuar el descontento social acaecido en ese entonces.
Lo anterior, podría interpretarse como una medida de “salvataje” político, en que los
partidos buscaron posicionarse como canalizadores de las demandas ciudadanas, en
un contexto de alta deslegitimación producida por los bajos niveles de confianza.
Los partidos firmantes fueron el Partido Demócrata Cristiano (PDC); el Partido por la
Democracia (PPD); el Partido Liberal (PL); la Unión Demócrata Independiente (UDI);
Renovación Nacional (RN); el Partido Socialista (PS); Revolución Democrática (RD); el
Partido Comunes (COM); Hernán Larraín (representante de Evpopoli); y, Gabriel Boric.
Si bien el acuerdo alcanzado contó con la firma de una cantidad importante de parti-
dos y representantes políticos, no incluyó a ciertos partidos tradicionales tales como
el Partido Comunista.
Es importante destacar que este episodio se trató de
un oasis en medio de nuestro análisis, sin embargo
tenemos una visión crítica del mismo. Durante las
movilizaciones dentro de contextos sin violencia, las
personas congregadas ahí hacían referencia a dife-
rentes demandas. Pensiones, salud, educación,
vivienda, certezas sobre su futuro en general eran los
temas protagonistas, pero no un cambio constitu-
cional. Es así que el Acuerdo el 15 de noviembre de
2019 parece resultar ser un mecanismo de supervi-
vencia por parte de nuestro sistema político a los
hechos que eran inéditos para nuestra vida demo-
crática nacida en 1990. Esta respuesta institucional
marginó a otros debates que estaban siendo trata-
dos, como la reforma previsional presentada por el
expresidente Piñera y que no prosperó a cambio de
aumentos en el Pilar Solidario.

¿Cuáles son las variables que nos han llevado a este escenario?

En el actual panorama político de gran complejidad, la fragmentación y la polariza-


ción se han erigido como fuerzas trascendentales que modelan las interacciones
sociales y los sistemas gubernamentales. A continuación abordaremos el análisis de
una serie de variables entrelazadas, con el objetivo de desentrañar cómo contribuyen
a la generación de fragmentación y polarización en el ámbito político.
Las variables subyacentes adoptan diversas dimensiones, abarcando desde las
estructuras electorales hasta las variables sociopolíticas. En la esfera electoral, se des-
tilan atributos inherentes a los sistemas de votación, que gravitan en la conformación
de la representación política y la arquitectura de partidos. En la esfera social, factores
como la pluralidad cultural y la disparidad económica, pueden avivar tensiones que
fracturan la cohesión social. Así, las variables políticas ejercen una influencia determi-
nante, en términos de su capacidad para fomentar o mitigar la polarización.
A medida que trascendemos hacia la era digital, las redes sociales se erigen como
canales orquestadores que tienen el potencial de amplificar las fisuras y propiciar la
polarización. El modo en que la información se difunde y se consume en estas plata-
formas puede proyectar un impacto en la conformación de la percepción y la con-
ciencia pública.
No menos importante, la observación de nuevos o el resurgimiento antiguos para-
digmas internacionales y cómo diversas naciones han enfrentado estos desafíos. El
análisis de casos extranjeros coadyuva en brindar reveladoras perspectivas sobre
estrategias de algunos dirigentes políticos..

En las secciones subsiguientes, se emprenderá un escruti-


nio de cada una de estas variables, con el propósito de
examinar su efecto y la manera en que convergen para
conferir forma a los fenómenos de fragmentación y pola-
rización en el tejido político contemporáneo chileno. Bus-
caremos, a lo largo de los siguientes párrafos, establecer la
correlación que demuestre cómo estas variables han sido
nutriente constante de la fragmentación y polarización
política durante un período considerable, arrojando como
resultado una marcada ausencia de acuerdos efectivos.

Variables político-electorales.

Impacto del fin al sistema binominal en la fragmentación de las elites en Chile.


En 1989, se promulgó la Ley Nº 18.799, la cual estableció el Sistema Electoral Binomi-
nal en Chile. Según esta ley, el país se dividió en sesenta distritos para la Cámara de
Diputados y trece circunscripciones senatoriales. Además, el artículo Nº 109 de esta
norma estableció que se proclamarían como electos a los dos candidatos con más
votos de las dos listas más populares, o a ambos candidatos de una lista si esta dupli-
caba los votos de la lista siguiente.
A pesar de los argumentos a favor del sistema, como la estabilidad que generaba al
consolidar dos bloques, las voces críticas siempre abogaron por su modificación. Uno
de los principales argumentos en contra provenía de su origen: el sistema había sido
diseñado e implementado durante el Régimen cívico-militar de Augusto Pinochet.
Además, se criticaba que privilegiaba a las segundas mayorías y, en lugar de estabili-
dad, promovía empates persistentes. Esto, a su vez, afectaba la representatividad al
reducir las probabilidades de candidatos independientes y de terceras fuerzas. Aun
así, también había argumentos a favor: el sistema binominal inducía a los partidos a
adoptar posturas moderadas debido a su naturaleza centrípeta, algo incentivado por
las elecciones presidenciales, donde la mayoría requería el 50% más 1 de los votos.
Durante los Gobiernos de la Concertación, las críticas al sistema binominal no dismi-
nuyeron. Los distintos Programas de Gobierno de este sector siempre incluían pro-
puestas para cambiarlo. Finalmente, en el segundo mandato de Michelle Bachelet, se
promulgó la Ley 20.840, que reemplazó el sistema binominal por uno proporcional
inclusivo. Esta ley conllevó cambios significativos: se establecieron 28 distritos y 15
circunscripciones senatoriales, con distritos de entre 3 y 8 diputados, y circunscripcio-
nes de entre 2 y 5 senadores. El propósito era lograr mayor representatividad,
aumentar la cantidad de parlamentarios en las regiones, garantizar la presencia políti-
ca de las mujeres y reducir las barreras para los candidatos independientes.
En el ámbito de la politología, existe un consenso en que aumentar la representa-
tividad implica ciertos sacrificios en términos de gobernabilidad. Aumentar el
tamaño de los distritos disminuye los escaños de las grandes coaliciones, lo que
puede amenazar su cohesión. La naturaleza proporcional del sistema tiende a frag-
mentar estas coaliciones, ya que proporciona garantías de representación según um-
brales más bajos. Por tanto, cuando los partidos de un mismo bloque compiten de
forma individual en un sistema proporcional, los resultados suelen perjudicar al
bloque en su conjunto.
Se sostiene además, que en un sistema proporcional es más probable que se constru-
yan gobiernos presidenciales que no cuentan con un respaldo parlamentario fuerte,
provocando dos posibles escenarios. El primero, la adopción de una actitud pasiva
donde los mandatarios se reducen a la simple administración del Estado. El segundo,
enfrentamientos permanentes entre la mayoría legislativa y el poder Ejecutivo.4
De esta manera, mientras el sistema binominal estuvo
vigente en Chile se pudo presenciar la existencia de dos
coaliciones que definían la política parlamentaria desde
1990. La primera, la “Concertación de Partidos por la
Democracia” que tenía como referentes al Partido De-
mócrata Cristiano (DC), Partido Radical Socialdemócrata
(PRSD), Partido por la Democracia (PPD), y, Partido So-
cialista de Chile (PS). La segunda, la “Alianza por Chile”,
compuesta por Renovación Nacional (RN) y la Unión
Demócrata Independiente (UDI).
Posterior al cambio del sistema electoral del año 2015, las dos coaliciones tradiciona-
les comenzaron a desintegrarse. En su reemplazo, aparecieron múltiples coaliciones
(Tabla 1 y anexos). Estas nuevas coaliciones han estado marcadas por diferencias
ideológicas que le han impedido a la élite política llegar a acuerdo en temas que son
trascendentales para la ciudadanía desde hace varios mandatos. Cuestión que no es
de extrañarse, pues como dice la teoría, el sistema proporcional provee garantías de
representación de acuerdo a umbrales inferiores, lo que provoca que los partidos po-
líticos moderen menos sus posiciones ideológicas. Además, propicia un escenario
conflictuado para que el Ejecutivo pueda materializar su programa de gobierno.
Tabla 1: Composición de la Cámara de Diputadas y Diputados

Número de Coaliciones electo- Partidos políticos


Periodo legislativo Sistema electoral
Diputadas/os rales con escaños con escaños

2010-2014 Binominal 120 2 9

2014-2018 Binominal 120 2 9

2018-2022 Proporcional 155 4 16

2022-2026 Proporcional 155 5 21

Elaboración propia en base a datos de la BCN

En este informe se sostiene que el cambio del sistema binominal al sistema de


representación proporcional ha agudizado la fragmentación de las élites políti-
cas. Sumado a lo anterior, dicho impacto se ha visto potenciado por ciertos cambios
relacionados con las leyes de conformación de partidos políticos.
En abril del año 2016 se publicó en el diario oficial la ley 20.915, que tuvo por objeto
fortalecer el carácter público y democrático de los partidos políticos, así como tam-
bién facilitar su modernización. Dicha normativa modificó sustancialmente la orgáni-
ca de los partidos políticos, así como también sus formas de financiamiento y gasto
electoral. Es importante señalar que esta nueva legislación estuvo asociada a los
votos que negoció la administración Bachelet para obtener el cambio al binominal,
específicamente con el Partido Amplitud de centroderecha.
En concreto, la ley 20.915 modificó, entre otros aspectos, la personalidad jurídica de
los partidos, quienes transitaron desde un régimen de derecho privado a uno de
carácter público, otorgándoles un estándar de probidad pública. Asimismo, se preci-
saron sus objetivos con la finalidad de promover la participación política activa de la
ciudadanía; contribuir a la formación cívica; promover una participación política inclu-
siva y equitativa de las mujeres; interactuar con organismos e instituciones represen-
tativas de la sociedad civil; entre otros.
Respecto a su constitución, la normativa aumentó las exigencias, estableciendo que
un partido existirá cuando estuviere legalmente constituido en al menos ocho regio-
nes o tres regiones contiguas. Anteriormente, bastaba con que los partidos estuvie-
sen constituidos en una región del país. Asimismo, un cambio no menor fue estable-
cer un órgano ejecutivo, un órgano intermedio colegio, un tribunal supremo y tribu-
nales regionales específicos para el cumplimiento de ciertas tareas. En cuanto a la
afiliación, la legislación mantuvo el requisito del 0,25% del electorado que hubiere
sufragado en la última elección de Diputados en cada una de las regiones donde
estuviere constituyéndose dicho partido, añadiendo una cláusula de un mínimo de
500 electores. En definitiva, la legislación buscó elevar los estándares democráticos
de los partidos, otorgándoles un estándar jurídico diferente, modificando sus objeti-
vos y aumentando levemente las exigencias para su constitución.

Las modificaciones a la ley de partidos políticos no tuvie-


ron el resultado esperado. Si bien las exigencias para su
constitución y afiliación se intensificaron, en el año 2016
hubo un aumento explosivo en la cantidad de partidos
legalizados – contemplando partidos en formación y
constituidos –, formándose aproximadamente 8 colectivi-
dades después de publicada la ley. Lo anterior, puede
explicarse, entre otras razones, por el debut del nuevo
sistema electoral en las elecciones municipales de dicho
año, generando alta expectación por parte de las élites
para obtener puestos importantes en las diferentes
comunas.
En la actualidad existen 20 partidos políticos constituidos
y 7 colectividades en formación, de los cuales, tal como se
exhibió anteriormente, 21 tienen representación en el
Congreso Nacional. El cambio en el sistema electoral,
sumado a la ausencia de una legislación fuerte - que
aumente de forma considerable las exigencias para cons-
tituir un partido -, han provocado una creciente prolifera-
ción de partidos políticos. Lo anterior ha ocasionado ine-
vitablemente una fragmentación gradual al interior del
Congreso Nacional, pues han surgido múltiples visiones
sobre determinados temas, resultando más complejo
converger tales opiniones en determinados acuerdos.

A lo anterior debemos sumarle otro factor que influyó en este escenario, el voto
voluntario. En el año 2012 se publica la Ley N° 20.568 sobre inscripción automática y
voto voluntario, lo que venía a cambiar las reglas del juego que hasta ese entonces el
registro era voluntario y su votación obligatoria, dejando mayores libertades ciuda-
danas a las personas. Sin embargo, lo que pudo significar un avance en algunas ma-
terias tuvo importantes consecuencias cuando le sumamos el sistema representativo
a la hora de votar a nuestros congresistas se llega a una ecuación donde los candida-
tos optan por buscar nichos electorales más bien que les asegure su elección. Estos
nichos regularmente son de carácter identitario, dejando de lado la búsqueda de ma-
yorías. Este resultado tiene como consecuencia secundaria aumentar los grados de
fragmentación y posterior polarización.
Variables sociopolíticas

Confianza institucional
Esta discusión se da en un marco en donde las instituciones políticas arrastran una
connotación de desconfianza y desinterés por parte de la ciudadanía. En este sentido,
la falta de acuerdo político ha generado las condiciones para que materias que son
fundamentales para el bienestar de la población no hayan encontrado respuestas
satisfactorias. De esta forma, ámbitos como salud, pensiones, educación y más
recientemente seguridad, no han logrado ser resueltas de manera integral desde la
política.
El desinterés por la actividad política se viene dando por lo menos desde comienzos
de siglo. Así, en 2005 un 7% de la población declaraba estar “muy interesado” en la
política; un 26% se mostraba “bastante interesado”; un 24% “algo interesado; un 39%
“nada interesado”.
Por su parte, en 2017 solo un 7% de la población declaró estar “muy interesado” en
la política; un 12% estar “bastante interesado”; un 33% “Algo interesado; y un 47%
“Nada interesado”. (CEP, 2017.)

Gráfico 1 - Interés en política encuesta CEP

50
Año 2005

40 Año 2017

30

20

10

0
Muy interesado Bastante interesado Algo interesado Nada interesado NS/ NC
Elaboración propia en base a datos encuesta CEP

Como podemos observar las diferencias más importantes entre 2005 y 2017 para
efectos de este análisis, se observan en una disminución de la categoría “bastante
interesado”, que desciende de un 26% a un 12%; y un aumento de la categoría “nada
interesado” que aumenta de 39% a 47%. Lo que demuestra una reducción significati-
va en la valoración que tiene la población sobre la actividad política
Llevando el análisis a datos más actuales, en agosto de 2021 durante los últimos
meses del segundo mandato del presidente Piñera, al consultar al preguntar por la
confianza en las instituciones, el peor desempeño se evidenció en los Partidos Políti-
cos (4%), seguido del Congreso (8%) y el Gobierno (11%). (CEP, 2021.)
En lo que va de la Administración del Presidente Boric (julio de 2023) los Partidos Polí-
ticos siguen ocupando el último lugar de las preferencias con respecto a la confianza
en las instituciones (3%); asimismo, el Congreso se mantiene en penúltimo lugar (8%);
siendo el gobierno la única institución que muestra una mejora en su posicionamien-
to de confianza (18%) superando a las redes sociales (13%), la televisión (14%), los
tribunales de justicia (16%) y el Ministerio público (17%). (CEP, 2023.) 5
Ante este escenario de desconfianza y recelo frente al quehacer político, las élites po-
líticas han buscado la fórmula para revertir esta situación. Por ejemplo, en 2015 se
estableció el Consejo Asesor Presidencial contra los conflictos de interés, el tráfico de
influencias y la corrupción, también denominado “Comisión Engel”. Como parte fun-
damental del diagnóstico, se expuso una resistencia a modificar la regulación política,
en donde los mismos actores políticos no demostraron voluntad para redefinir las
reglas bajo las que se rigen.

Como podemos observar, las medidas que han buscado dar solución a la falta de
acuerdo político no han logrado cumplir su objetivo. Esta situación -sumada a la falta
de legitimidad por parte de la población- han propiciado el escenario para la diversi-
ficación de los liderazgos políticos. Cabe mencionar que este aspecto también ha
estado condicionado por los cambios en el sistema electoral, los que han permitido
la variación del abanico de partidos.
Algunos de los cambios más importantes que podemos señalar como parte de
la diversificación partidista son, por un lado, el surgimiento del Frente Amplio
como opción en la izquierda ante el debilitamiento de los partidos tradicionales
del sector; y, por otra parte, la aparición del Partido Republicano como alterna-
tiva a la derecha tradicional.
Sin embargo, uno de los puntos más críticos en el surgimiento de estos nuevos lide-
razgos ha sido la apertura de espacios a fuentes políticas no tradicionales de corte
populista, las que han llegado a tener representación en el Congreso y participacio-
nes importantes en procesos electorales. Como ejemplo de este fenómeno, podemos
encontrar a Pamela Jiles y el Partido de la Gente (PDG) en la Cámara de Diputados o
a Franco Parisi en la última carrera presidencial. Estas figuras se caracterizan por auto-
referenciarse fuera del marco político institucional, generando un discurso antipolíti-
co en favor de las demandas ciudadanas. Asimismo, las soluciones que se ofrecen al
electorado carecen de sustancia y tienden a la irresponsabilidad en materia fiscal,
como lo fueron la seguidilla de proyectos de ley que proponían el retiro anticipado
de fondos previsionales, los que afectaron gravemente la estabilidad financiera del
país y de los cuales la tendencia inflacionaria aún no logra recuperarse del todo.
Existen un sinnúmero de iniciativas que han respondido
a esta tendencia populista. Por ejemplo, conocemos las
dificultades que existen con respecto al gasto fiscal, su
distribución y capacidad de reasignación. En esta línea,
tanto el PDG, como de otros partidos políticos, han insi-
nuado una reducción del gasto fiscal en diversas mate-
rias para poder financiar derechos sociales; enfatizando
en pensiones, salud y educación. Sin embargo, estas
propuestas carecen de viabilidad, convirtiéndose más en
una declaración de intenciones que en una herramienta
efectiva para combatir el descontento ciudadano.

Debemos señalar que, como parte de la diversificación


del sistema de partidos, los discursos han tendido a
extremar sus argumentos. Este elemento ha dificultado
aún más la posibilidad de llegar a acuerdo, en la medida
que las instancias de diálogo y negociación se vuelven
cada vez más volátiles.

Redes sociales y la inmediatez de la información


6
En el 2000 existían 361 millones de usuarios de internet este número ha crecido sig-
nificativamente en los últimos 23 años, pues acorde a reportes de We are social
7
(2023) en la actualidad hay 5.160 millones de usuarios de internet en el mundo, lo
que representa al 64,4% de la población mundial. A nivel nacional más de 17 millones
de personas (un 90,2% de la población) tiene conexión a internet, de estos, un 84,4%
son usuarios activos en redes sociales.
Acorde al mismo informe, las principales razones de las personas para utilizar internet
son encontrar información (77,6%); investigar cómo hacer cosas (72,3%); estar en
contacto con cercanos (70,2%); mantenerse al día con las noticias y eventos (66,3%):
acceder y escuchar música (65,6%).
Estas cifras dan cuenta de que hoy en día el internet y, en particular, el uso de las
redes sociales, son una herramienta y un medio de comunicación que representan
una nueva forma de socialización, la cual ha permeado todas las aristas de la vida de
las personas, tales como social, política, económica, etc.
8
De esta manera, y como señala López se puede establecer que el internet es una
forma de cultura, pero también un producto de la misma, pues se ve inmersa en un
contexto social, en una cultura determinada, en donde el producto que se crea y con-
sume, así “internet como cultura significa reconocer que en la red existe un espacio
social en sí mismo, que comparte características con otros espacios sociales externos
a ella”. En esta era de un mundo conectado, en donde prima la inmediatez de la
información, es importante resaltar que las personas son consumidores y simul-
táneamente productores de contenido.
En lo que refiere a la relación entre el mundo de las redes sociales y la política, la cam-
paña electoral de Obama en el año 2008 fue una de las primeras instancias en que se
utilizaron las redes sociales como parte de la estrategia electoral. Este es un ejemplo
de cómo la aparición de las redes sociales ha revolucionado la forma en la que los
actores políticos se comunican con la ciudadanía, lo que, a su vez, ha establecido a las
redes sociales como un nuevo medio de participación ciudadana, que permite a la
gente difundir información u organizarse para manifestarse. A nivel nacional un ejem-
plo es lo ocurrido durante las movilizaciones estudiantiles del 2011 o el estallido
social del 2019, ambas instancias en que las redes sociales jugaron un papel impor-
tante.
Una de las razones para el auge de las redes sociales es la inmediatez de la informa-
ción que provee su uso, y la posibilidad de poder intercambiar y recibir información
al minuto en que algo sucede. De esta manera, las redes sociales se han transformado
en un ámbito de participación ciudadana, en donde en el ámbito de la política esto
ha permitido que los políticos puedan llegar a las personas rápida y directamente, y
viceversa. A raíz de esto es que se vuelve relevante analizar la relación entre el uso de
las redes sociales y la participación política.
9
Un estudio realizado por Gómez y González (2022) analizó el uso informativo de las
redes sociales sobre la participación electoral en Chile, y da cuenta de que existe evi-
dencia de que las redes sociales son parte de las dinámicas de activismo político a
nivel nacional. Ahora bien, en lo que respecta a participación electoral y participación
contestataria, el estudio da como resultado que el uso de Facebook y Twitter con
fines informativos no se relacionan con la participación electoral, lo que, a su vez, no
descarta la posibilidad de “que otras actividades, tales como dar la opinión o compar-
tir información sobre temas políticos con otros usuarios, tenga consecuencias en la
participación electoral.”.
Esto se puede –en parte- explicar por el hecho de que las redes sociales son un medio
ante el cual la ciudadanía tiene poca confianza. De hecho, desde el 2019 a la fecha el
nivel de confianza en las redes sociales ha bajado un 15%, posicionándose actual-
mente como una de las tres instituciones con menor nivel de confianza acorde la
10
encuesta CEP. Y, no solo eso, sino que dentro de los medios de comunicación, las
redes sociales son el medio que menor nivel de confianza tiene, versus las radios que
son el que mayor confianza recibe.
Gráfico 2 - Confianza en Redes Sociales

30

25

20

15

10
Dic19 Agos21 Ab-May22 Nov-Dic22 Jun-Jul23

Elaboración propia en base a datos encuesta CEP 2023

Ahora, lo anterior no supone que a través de las redes sociales los usuarios no tengan
una participación positiva en el ámbito político, por el contrario, hoy en día se habla
de que las redes sociales han sido un factor que ha agudizado la polarización política.
11
En este sentido, Jonathan Haidt habla de los efectos que han tenido las redes socia-
les, y da cuenta que además de una serie de externalidades negativas que producen
en las personas (depresión, ansiedad, etc.), también brinda a los usuarios la percep-
ción de estar en un conflicto constante, lo que él considera es la causa de que tantos
países democráticos estén teniendo problemas simultáneamente.
Este escenario se ve agudizado en un mundo digitalizado con la propagación de las
fake news y la inmediatez de la información, en donde finalmente las redes terminan
por contribuir en la crisis de representatividad y con ello, ha generar a usuarios
críticos y desconfiados.
En lo que refiere a la polarización política que se da en este medio, Pablo Barberá
(2020)12 explica que lo que sucede es que en las redes sociales un gran número de
interacciones se dan entre usuarios con distintas posiciones políticas, lo cual tiene su
base en el hecho de que si bien nos vemos expuestos a información de nuestros
círculos cercanos, también nos relacionamos con contactos no cercanos a nosotros, o
más bien conocidos como lazos débiles. Son estos contactos los que son política-
mente heterogéneos y también quienes acorde a los datos contribuyen en gran parte
a la difusión de información que se da en las plataformas sociales, de manera que
esto explica que el consumo de información política se polarice.
De esta manera, a través de las redes sociales los usuarios tienen una participación
activa de manifestación, lo cual ha afectado a la agenda pública, en el sentido de que
los “políticos se han vuelto hipocondríacos en relación a su visibilidad, reputación e
interacción social: miden y miran sus redes compulsivamente, conscientes de su vul-
nerabilidad y de las oportunidades” (Gutiérrez-Rubí, 2016).13
Un ejemplo del poder que guardan las redes sociales es el famoso escándalo de Cam-
bridge Analytics, instancia en que una consultora recopiló millones de datos de usua-
rios de Facebook con el objeto de promover propaganda e información falsa en favor
de los candidatos Donald Trump y Ted Cruz.
Los expertos hablan de que las redes sociales han con-
tribuido a una descentralización del poder, en donde
tanto los actores y partidos políticos ya no se relacionan
exclusivamente con sus militantes o personas con ideo-
logía similar, sino que también con personas contrarias
a sus ideologías que incluso pueden ser bots o perfiles
falsos (Gutiérrez-Rubí, 2016). Esto permite – en parte-
entender cómo la inmediatez de la información, que es
el foco principal de las redes sociales, permear la
agenda pública y cómo esto a su vez, afecta la confianza
de la ciudadanía hacia sus representantes, especialmen-
te en un país como Chile donde más de 14 millones de
personas son usuarios activos en redes sociales.

Un ejemplo del poder que guardan las redes sociales es el famoso escándalo de Cam-
bridge Analytics, instancia en que una consultora recopiló millones de datos de usua-
rios de Facebook con el objeto de promover propaganda e información falsa en favor
de los candidatos Donald Trump y Ted Cruz.

Contexto internacional

En un mundo cada vez más interconectado, resulta innegable que Chile no se


encuentra exento de los fenómenos sociales y políticos que marcan la pauta en otras
partes del globo. Durante la última década, hemos sido testigos de situaciones
que podríamos considerar ajenas a los sistemas democráticos liberales. Incluso
países altamente modernizados como Estados Unidos y Europa han experimentado
estas transformaciones. En este contexto, destacan dos fenómenos de relevancia: el
surgimiento de liderazgos populistas y la creciente polarización política.
En primer lugar, es esencial reconocer la emergencia de los populismos como un
fenómeno que ya no está confinado a la periferia de la política, sino que ha encontra-
do espacio incluso dentro de los partidos políticos tradicionales. Un ejemplo destaca-
do es el caso de Donald Trump, quien buscó la presidencia desde las filas del Partido
Republicano en Estados Unidos. Esta internalización del populismo desafía las con-
cepciones previas y plantea interrogantes acerca de la relación entre estos líderes y
las estructuras políticas establecidas.
En segundo lugar, la polarización política ha dejado de ser una característica limitada
a liderazgos populistas, extendiéndose también al seno del establishment político. Un
ejemplo claro lo proporciona nuevamente el Partido Republicano, donde se observa
un espectro cada vez más amplio de posturas políticas. Este fenómeno, que en oca-
siones trasciende los límites de la racionalidad, se manifiesta en discursos y acciones
que dificultan la búsqueda de consensos y la cooperación política efectiva.
Estos fenómenos no son exclusivos de Chile. La proliferación de actores con enfo-
ques populistas es evidente en toda América Latina, como lo ilustra el caso del
presidente salvadoreño Nayib Bukele. El llamado "efecto Bukele" refleja la búsque-
da de respuestas pragmáticas a desafíos como la seguridad y el orden público, en
medio de una crisis que afecta a toda la región.
Finalmente, dentro de la élite política chilena, se está observando un aumento de
posturas extremas que trascienden la esfera de las políticas públicas para infiltrar
incluso el lenguaje cotidiano. Es alarmante constatar cómo dirigentes políticos, en
diferentes contextos, adoptan comportamientos y realizan declaraciones que soca-
van la búsqueda de acuerdos y el entendimiento mutuo.

Chile no es inmune a las dinámicas globales que definen la política contemporánea.


Los populismos y la polarización, fenómenos que han reconfigurado escenarios polí-
ticos alrededor del mundo, también han dejado su huella en el sistema político chile-
no. La comprensión de estos desafíos y su abordaje responsable son cruciales para
garantizar un futuro político y social más cohesionado y constructivo

En consecuencia

En Chile, hemos observado una persistente falta de con-


senso dentro de nuestra élite política. En los últimos
tres períodos presidenciales, se ha evidenciado la
incapacidad del sistema para abordar las principales
demandas de la ciudadanía. Si hace algunos meses las
prioridades eran las pensiones y la salud, ahora la aten-
ción se centra en el orden y la seguridad. Lamentable-
mente, en todos estos casos, el diálogo ha fallado en
generar resultados concretos y respuestas efectivas, lo
cual debería ser el papel fundamental de los actores po-
líticos.
Identificamos al menos cuatro ejemplos que han ilustra-
do esta tendencia en la última década: pensiones, salud,
sistema tributario y modelo de desarrollo. En todos
estos casos, existe un consenso técnico, político y social
en la necesidad de alcanzar acuerdos transversales para
abordar cuestiones cruciales como la creación de siste-
mas más legítimos y eficientes en pensiones y salud, la
reestructuración del sistema tributario y la definición de
un nuevo modelo de desarrollo. Sin embargo, el actual
estado de polarización política y fragmentación ha
impedido que se logren avances significativos en estas
áreas.
Un ejemplo ilustrativo es el aumento en el uso de las
Acusaciones Constitucionales en los últimos cinco
años, lo que muestra cómo una herramienta que origi-
nalmente debería ser excepcional se ha vuelto rutinaria.
Esta polarización y fragmentación política han sido la
norma, con la excepción del Acuerdo por la Paz y la
Nueva Constitución en noviembre de 2019, que fue mo-
tivado principalmente por circunstancias excepcionales
de agitación social.

¿Qué factores explican esta situación en Chile? Identifi-


camos cuatro variables de largo plazo que se retroali-
mentan entre sí. En primer lugar, el cambio al sistema
electoral para el Congreso, orientado a aumentar la
representatividad, ha llevado a la proliferación de par-
tidos políticos sin barreras de entrada claras. En
segundo lugar, la crisis de confianza en las instituciones
políticas, tanto a nivel nacional como internacional, ha
llevado a la búsqueda de nuevos liderazgos y com-
portamientos políticos. Tercero, las redes sociales, si
bien pensadas para mejorar la democracia, han permiti-
do la propagación de desinformación y discursos po-
larizantes. Finalmente, la adopción de modelos políti-
cos y retóricas extranjeras, como el populismo y la pola-
rización, ha contribuido a profundizar las divisiones
en lugar de fomentar el diálogo.
Estas variables han llevado a una fragmentación y pola-
rización crecientes en la élite política chilena, obstaculi-
zando la búsqueda de puntos de convergencia y diálo-
go. Estos patrones se han gestado durante al menos
una década y han generado una crisis de representación
y confianza en el sistema político. Los resultados de
esta dinámica podrían incluir la aparición de popu-
lismos y un posible quiebre del sistema, escenarios
que otros países de América Latina han experimentado
en algun grado. La interacción de estas variables ha
generado un ambiente político en Chile que está cada
vez más fragmentado y polarizado. La combinación de
un sistema electoral diseñado para promover la repre-
sentatividad con la eliminación de barreras de entrada a
la formación de nuevos partidos ha dado lugar a una
proliferación de actores políticos. Si bien esto tenía la
intención de diversificar las voces y aumentar la repre-
sentación, en la práctica ha contribuido a una fragmen-
tación del panorama político, con múltiples partidos
compitiendo por la atención y el apoyo de los votantes.
Esta fragmentación política se ha agravado por una
crisis de confianza y representación en las instituciones
políticas tradicionales. A medida que la ciudadanía ha
percibido que las élites políticas no logran abordar sus
preocupaciones fundamentales, se ha producido una
pérdida de fe en la capacidad del sistema político para
generar soluciones efectivas. Esto ha llevado a la bús-
queda de alternativas, dando lugar a la emergencia
de nuevos líderes y movimientos políticos que pro-
meten ruptura con el status quo y en algunos casos con
enfoques y retóricas disruptivas y antiestablishment.
Las redes sociales, en teoría diseñadas para conectar a
las personas y promover el diálogo democrático, han
tenido efectos paradójicos. Si bien han permitido una
mayor participación y una plataforma para la expresión
ciudadana, también han servido como canales para la
difusión de desinformación y mensajes polarizantes. La
velocidad y el alcance de la información en línea
pueden llevar a una simplificación extrema de los
problemas y una polarización exagerada de los
puntos de vista, lo que a su vez refuerza las divisio-
nes existentes.
Finalmente, la adopción de modelos políticos y discur-
sos extranjeros ha aportado a la creación de un clima
político cada vez más tenso. La observación de estrate-
gias populistas y discursos polarizados en otros lugares
del mundo ha llevado a algunos miembros de la élite
política chilena a imitar estos enfoques, en un intento
de movilizar a sus bases y ganar apoyo. Sin embargo,
esto ha tenido el efecto de profundizar las divisiones y
dificultar aún más la posibilidad de encontrar terreno
común y establecer un diálogo constructivo.
En resumen, el cóctel de una fragmentación partidis-
ta creciente, una crisis de confianza en las institucio-
nes, el impacto de las redes sociales y la adopción de
modelos políticos polarizados ha llevado a la élite
política chilena a un punto donde el diálogo y la
convergencia se han vuelto difíciles de alcanzar.
Estos factores han tenido un tiempo de incubación de al
menos una década, y el resultado es un escenario en el
que los sistemas políticos pueden verse amenazados
por la aparición de líderes y movimientos populistas o
incluso por el colapso de las estructuras políticas tradi-
cionales, como ha ocurrido en otros países de América
Latina.
Referencias

1.- Bernales.P. (2019). Columna de Opinión “Lo público para los pobres: vacíos y
aciertos de la reforma “integral” de salud de Piñera”. CIPER Chile.

2.- Santelices.E. (2022). Columna de Opinión “Propuesta de nueva Constitución y


Salud”. El Mostrador.

3.- Boletín Nº 15896-11. Congreso Nacional.

4.- Guzman, E. 1992. “Reflexiones sobre el sistema binominal”. Estudios Públicos.

5.- Los porcentajes mencionados corresponden a la suma de las categorías


“Mucha” y “Bastante confianza”.

6.- Pingdom. (2010). The incredible growth of the internet since 2000.

7.- We are Social. (2023). Digital 2023: Global overview report.

8.- López, J. (2017). Internet en la cultura. Observatorio de la juventud en Iberoamé-


rica.

9.- Gómez, M, y González, F. (2022). Información política en plataformas de redes


sociales y participación electoral: evidencia desde Chile utilizando Full Matching.

10.- CEP. (2023). Encuesta CEP N° 89, Junio-Julio 2023.

11.- Haidt, J. (2019). "Con las redes sociales tenemos la sensación de conflicto con-
tinuo". La Nación

12.- Barberá, P. (2020). Internet y política: Consecuencias políticas y sociales de la


revolución digital. Revista de las Cortes Generales.

13.- Gutiérrez-Rubí. (2016). La batalla política se libra en Twitter.


Anexos

Tabla 2: Coaliciones electorales en el periodo 2022-2026.

Coalición Partidos políticos que conforman Escaños en la Cámara de Diputa-


la coalición das y Diputados

Chile podemos Más RN, UDI, EVÓPOLI y PRI. 53

Nuevo Pacto Social PL, PS,PPD, DC, Ciudadanos y PR 37

Apruebo Dignidad RD, Comunes, CS, PCCH y FRVS 37

Frente Social Cristiano PREP y PSC 15

Dignidad Ahora PI y PH 3

Elaboración propia en base a datos de la BCN

Tabla 3: Coaliciones electorales en periodo 2018-2022

Partidos políticos que conforman Escaños en la Cámara de Diputa-


Coalición
la coalición das y Diputados

Chile Vamos EVÓPOLI, PRI, UDI y RN 72

La Fuerza de la Mayoría PS, PRSD, PPD y PCCH 43

Frente Amplio RD, PL, PH, PEV y PI 20

Convergencia Democrática Izquierda Cristiana, MAS y DC 14

Elaboración propia en base a datos de la BCN

Tabla 4: Coaliciones electorales en el periodo 2014 - 2018

Coalición Partidos políticos que conforman Escaños en la Cámara de Diputa-


la coalición das y Diputados

Nueva Mayoría DC. PRSD, PPD, PS, PCCH, MAS, 67


Izquierda Ciudadana

Alianza por Chile UDI y RN 49

Elaboración propia en base a datos de la BCN

Tabla 5: Coaliciones electorales en periodo 2010 - 2014

Coalición Partidos políticos que conforman Escaños en la Cámara de Diputa-


la coalición das y Diputados

Alianza por Chile UDI y RN 58

Concertación de Partidos por la DC. PRSD, PPD y PS 57


Democracia.
Elaboración propia en base a datos de la BCN
Los fracasos de
nuestro sistema
político:
¿Por qué no logramos acuerdos?

Imaginaccion Asuntos Públicos - 28 de agosto 2023

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