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Ludwig Wittgenstein

Ludwig Wittgenstein, fue un filósofo nacido en Viena el 26 de abril de 1889, fue el


más joven de ocho hijos, y perteneció a una de las familias más ricas del imperio
austrohúngaro; años después nacionalizado británico, para posteriormente ser
discípulo de Bertrand Russell en el Trinity C

ollage de la Universidad de Cambridge, donde él también llegó a ser profesor,


falleció el 29 de abril de 1951 a los 62 años de edad en Cambridge.

Sus pensamientos y filosofía influyo de manera notable en los positivistas lógicos


del círculo de Viena y sus principales obras fueron dos, el Tractatus logico-
philosophicus y las Investigaciones Filosóficas, la primera fue publicada en 1923 y
la segunda en 1953, dos años posteriores a su fallecimiento. Ambas obras versan
sobre pensamientos filosóficos distintos por parte del autor, es por eso que se
consideran dos pensamientos de Wittgenstein.

Su primer libro, el Tractatus logico-philosophicus, resultó ser el único libro


publicado en vida, el cual contenía distintas lecturas, la primera de estas,
Wittgenstein pretende explicar de manera clara el funcionamiento de la lógica y su
organización, a su vez trataba de demostrar que la lógica resulta ser la estructura
sobre la cual funciona nuestra ciencia y nuestro lenguaje descriptivo en su relación
con el mundo (que para Wittgenstein no era más que todo aquello que describe
nuestro lenguaje o ciencia). Por lo que el objeto principal del Tractatus resulta ser
el vínculo que existe entre nuestro lenguaje y el mundo a través del pensamiento
lógico, es decir, el uso de la lógica para describir al mundo.

En esta primera obra de Wittgenstein el mundo se traduce o significa una totalidad


de hechos que acontecen. Estos hechos se entienden como un conjunto de
objetos que mantienen entre si alguna especie de relación; un claro ejemplo que
describe en su primer pensamiento es el siguiente:
Un hecho es que “el libro está sobre la mesa”, lo cual se revela como una relación
entre "el libro" (que podemos llamar objeto "a") y "la mesa" (que podemos llamar
objeto "b"); por lo que se está ante una estructura lógica que efectivamente
sucede y se describe mediante el lenguaje.

De la misma manera en que un hecho es concebido como una relación entre


varios objetos, surgen las “proposiciones”, las cuales según describe Wittgenstein
como una concatenación de nombres (los cuales hacen referencia a los objetos).

En el Tractatus, Wittgenstein establece su propia teoría, la cual funciona a partir


de proposiciones, por lo que el mismo autor menciona que una proposición
adquiere valor al representar un estado de las cosas las cuales sean lógicamente
posibles o mantengan una relación entre estas. Que la proposición cuestionada
sea verdadera o falsa es tema aparte. Wittgenstein menciona la acción de figurar
proposiciones a partir de su posibilidad lógica, es decir, que puedan darse bajo el
lenguaje descriptivo y que existan en el mundo de alguna manera.

Para que una proposición resulte verdadera Wittgenstein menciona que el hecho a
describirse debe ser posible o darse efectivamente, si la proposición descrita no
resulta ser posible, entonces la proposición resultaría falsa. Para ambos casos,
tratándose de falsa o verdadera tal proposición, se hace referencia al sentido de la
misma, debido a que supone un estado de las cosas posibles, en este caso, el
mundo constituye la realidad, por lo que se traduce a una totalidad de hechos
posibles en los que tales proposiciones pueden darse o no darse.

En otro orden de ideas, Ludwig Wittgenstein basaba su tesis fundamental en el


pensamiento y su lenguaje significativo, es decir, pensaba que nuestros
pensamientos se regían bajo la lógica mencionada anteriormente, o sea, a partir
de proposiciones lógicas de nuestra mente, por lo que Wittgenstein creía que si
algo se puede pensar, ha de resultar posible, se puede realizar una proposición
lógica de dicho pensamiento, sin importar si esta resultare falsa o verdadera.

Wittgenstein concebía al pensamiento como una representación de nuestra


realidad, por lo que la realidad significaba para él, todo aquello posible de
describirse mediante el lenguaje descriptivo, mismo lenguaje que daba origen a
esta tesis fundamental del Tractatus.

El mismo autor revela en esta obra de que se puede hablar con sentido y de que
no se puede hablar con el mismo sentido a partir de proposiciones ya sean
verdaderas o falsas, también menciona que habrá que apegarse a un lenguaje
descriptivo para figurar dichas proposiciones del estado de una cosa (hechos
posibles en el mundo).

Las investigaciones filosóficas fueron las que definieron a un segundo Ludwig


Wittgenstein; una de sus características más trascendentes fue su cambio de
pensamiento en relación a su primer postura ya mencionada en el Tractatus, en el
primero hacía referencia al uso del lenguaje descriptivo y su relación con el
mundo, para el segundo Wittgenstein considera en primer plano al pragmatismo
en nuestro lenguaje en lugar de las estructuras lógicas del mismo, es decir,
consideraba primordialmente el comportamiento de quienes utilizan el lenguaje.

Wittgenstein en esta segunda obra difiere al Tractatus y señala que el significado


de las proposiciones y las palabras que en ellas se utilizan tienen su propio
funcionamiento, por lo que su uso versa en el lenguaje. El criterio de Wittgenstein
para considerar el uso práctico del lenguaje se determina por el contexto en que
se esté utilizando, que siempre ha de ser reflejo de la forma de vida de los
hablantes y sus usos prácticos.

Una de las tesis fundamentales de las Investigaciones Filosóficas es la


imposibilidad de establecer un lenguaje de carácter privado, ya que para
Wittgenstein el lenguaje se encuentra regido por sus propias reglas, por lo que el
único criterio para establecer las reglas de uso del lenguaje es el uso habitual de
un determinado grupo de personas. Los juegos del lenguaje son considerados de
manera colectiva y no privada.
Existe una marcada diferencia entre el Tractatus logico-philosophicus y las
Investigaciones Filosoficas, en el primero, Wittgenstein considera la existencia de
un solo lenguaje descriptivo ideal en base a proposiciones sin importar que estas
sean verdaderas o falsas, basta con que sean posibles.

En las investigaciones Filosóficas, Wittgenstein cambia su postura y hace


referencia a una pluralidad de los juegos del lenguaje (en esta postura considera
al lenguaje descriptivo solo como uno de los tantos juegos del lenguaje).

Para el primer Wittgenstein el significado de las palabras que no figuraban ningún


hecho o ninguna proposición simplemente carecía de sentido, por lo que resultaba
imposible asignarle un determinado valor de verdad. Para el segundo, el
significado de las palabras o el sentido de las proposiciones gravitaban en su
función y en el uso que se le daba a la misma, por lo que el lenguaje en las
Investigaciones Filosóficas se apegaba más al pragmatismo (uso práctico).

Tanto la primer postura como la segunda, resultan ser trascendentes conforme a


su aplicación en nuestro día a día, y en todas las disciplinas de la ciencia, en el
caso del Derecho resultan aplicables los dos pensamientos de Ludwig
Wittgenstein, ya que el uso y prácticas de las normas jurídicas constituye también
la comunicación de un lenguaje descriptivo, en medida de figurar proposiciones en
los casos prácticos que el Derecho nos permite resolver.

La aplicación de las tesis fundamentales de Wittgenstein encuadran perfectamente


en la rama jurídica de nuestra sociedad, ya que cada uno de los integrantes de la
misma constituyen una colectividad de individuos que desarrollan un lenguaje
practico y debidamente establecido para su aprendizaje a través del pragmatismo;
las normas que regulan la conducta del hombre en la sociedad no resultan ser
más que el uso del lenguaje descriptivo a través de las figuradas proposiciones
que menciona el autor, donde se discute la veracidad o falsedad de uno o diversos
hechos en medida de que estos resulten ser posibles.

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