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ué grande eres, Señor omnipotente!

Nosotros mismos hemos aprendido que no hay nadie


como Tú y que aparte de Ti no hay Dios.

¿Cómo es tu ritmo de vida? ¿Duermes lo suficiente? ¿Trabajas de más? ¿Pierdes mucho tiempo
en llegar a tu trabajo? ¿Te gustaría ganar más dinero? ¿Te gustaría salir de vacaciones? ¿Te
gustaría comprar una casa? ¿Te gustaría tener otro auto? ¿Piensas que te hacen falta muchas
cosas? ¿Estás enojado? ¿Estás preocupado? ¿Estás triste?
¿Dónde y cómo entra Dios en tu vida?
Cuando leo las características de Dios, grande, omnipotente y no hay nadie como Tú, me doy
cuenta del camino equivocado que he tomado. Me estoy preocupando por el día a día ¡y
también por el futuro! por mi trabajo, mi familia, por la salud, por tener ahorros, por ser
responsable, etc. Seguro preguntarás ¿y eso está mal? No. No lo está. El problema no es
buscar ser responsable sino el poner por encima de Dios nuestras necesidades terrenales.
Buscar primero lo que creemos necesitar y luego el reino de Dios. Querer mi crecimiento
profesional por encima de mi crecimiento espiritual. Aumentar mis responsabilidades y
actividades y disminuir mi tiempo con Dios. ¿Ya has puesto en una balanza el tiempo de
calidad que dedicas a Dios contra tus demás actividades?
El mundo gira más rápido que nosotros. Nos gusta intentar alcanzarlo pero en realidad no
podemos y más importante aún, NO DEBEMOS. Ese camino no nos lleva a ninguna parte. Ese
camino nos aleja de Dios.
Has una pausa. Reflexiona. ¿Tiene sentido tu vida? ¿Qué piensas de tu relación con Dios?
Hoy quiero animarte a que reenfoques tu atención, tus esfuerzos y tus metas. Que todo gire
alrededor de Dios. Hoy quiero que después de meditar en tu vida y en lo que Dios quiere y
tiene para ti, puedas decir: ¡Cuán grande eres Señor! ¡En verdad no hay nadie como Tú!
Estas palabras las dice David en agradecimiento a Dios. Hay que buscar la perspectiva
correcta, aquella que está en la palabra de Dios.
Al principio pregunté tu estado de ánimo y por aquellos pensamientos que traes en la mente.
Lo que te quita el sueño y lo que no te deja descansar. Recuerda que todo se mueve
rápidamente pero en ti está el decidir por dónde quieres ir.
Espero que hoy puedas entender que es necesario hacer ajustes en tu vida, que puedas
reconocer que Dios es grande y omnipotente y estés deseoso de cambiar tus prioridades y tu
enfoque para buscar su reino y su gloria por encima de todo.
¡Cuán grande eres Señor!

No hay nadie como Tú!

¡Qué grande eres, Señor omnipotente!  Nosotros mismos hemos aprendido que no hay nadie como tú, y
que aparte de ti no hay Dios.  
2 Samuel 7:22.

Lectura diaria: 2 Samuel 7:18-28.  Versículo principal: 2 Samuel 7:22

REFLEXIÓN
El Señor tiene lo mejor; más de lo que esperamos.  Su amor es incondicional e inmutable al igual que su
Palabra, y en su Palabra, las promesas son incuestionables y verdaderas.   Dijo que no estaríamos solos
que estaríamos en su mano; que nos guiaría y consolaría, que velaría por nosotros y nos daría nuevas
fuerzas.  Solamente nos pedía ser valientes y fuertes continuando la marcha sin desmayar, y lo dicho se
cumple. 
En Daniel nos lo afirma categóricamente: “No tengas miedo; tu petición ya fue escuchada” porque “Tan
pronto como empezaste a orar, Dios contestó tu oración” (Daniel 10:12 y 9:23).   ¡Qué grande eres
Señor!  ¡No hay nadie como tú!  ¡Tu fidelidad nunca se agota!
Acudimos a nuestro Gran Dios desbordando nuestro corazón ante Él, poniendo nuestras cargas a sus
píes e inmediatamente el Señor comienza a actuar.  El rey David nos lo enseña en esta lectura; se
acerca humildemente: “¿Qué más te puede decir tu siervo David, que tú no sepas, Señor mi Dios?” (v.
20).  Se acerca con fe, porque sin esta es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6), con la certeza plena
de que Dios es fiel: “Cumple tu Palabra” (v. 25).   Si nos asevera: “Te daré los tesoros de las tinieblas y
las riquezas guardadas en los lugares secretos” (Isaías 45:3), es porque así es.  El Señor no cambia de
parecer ni hay engaño en su boca: siempre cumple lo que promete, porque no hay otro igual a
Él.  ¡Definitivamente no hay, no existe ni existirá nadie como tú Señor!

Oración
Padre: en verdad eres todopoderoso. Hoy vengo ante Ti con mi corazón humillado pidiendo
perdón. Te pido que cambies mi vida y pueda tener la perspectiva correcta poniendo tu reino
y tu gloria por encima de todo. Te pido que pueda ver lo lejos que están de ti mis prioridades
y que pueda ser sabio para corregir y cambiar todo lo que no esté en línea contigo. En Cristo
Jesús te lo pido. Amén

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