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La Tempestad
La Tempestad
Por otro lado, para Valdés en su texto, Calibán se indisciplina, establece una especie de
contraste y logra mostrar al personaje como la víctima, el dueño de la isla que fue
brutalmente sometido a obedecer, como sucede en cualquier proceso de colonización, quien
logra realizar un proceso de antropofagia, es decir, logra, con los insumos culturales que le
provee su amo (la lengua y la capacidad de pensar), revelarse y hacer todo lo contrario de lo
que quiere que haga quien busca subyugarlo: “CALIBÁN. - ¡Me habéis enseñado a hablar,
y el provecho que me ha reportado es saber cómo maldecir! ¡Que caiga sobre vos la roja
peste, por haberme inculcado vuestro lenguaje!” (p.14) Como es evidente, Calibán los para
convierte en herramientas de las que puede sacar provecho desde su realidad inmediata y no
desde la perspectiva de quien se los enseñó y es así como se vuelve un ícono del deber-ser
latinoamericano, ya que estos pueblos han pasado por situaciones similares a las del
protagonista y la manera en la que el actúa es la propicia, si de derrotar al verdugo se trata y
hacerlo es importante, porque por lo general, desde sus perspectivas se han construido
narrativas sobre los pueblos dominados para su conveniencia, ya ha hablado Edward Said
de ello en sus estudios de orientalismo, los cuales tratan del hecho de que Europa hable de
oriente desde sus prejuicios y no desde lo que es real para, con este discurso, crear una
fachada de superioridad a su favor, lo que generó, posteriormente, que su cosmovisión se
volviera una especia de ley a nivel mundial, haciendo lo mismo, no sólo con Oriente, sino
con América Latina, el Caribe. Valdés refiere esta situación en su texto en el siguiente
apartado:
Los valores occidentales se naturalizaron como el deber ser de las cosas, al mismo
tiempo que se convirtieron en válidos siempre y en todo lugar. Estos, de ralea
cristiano-liberal, se convirtieron en los valores de la humanidad, una vez que la
Modernidad europea invadió toda forma diferente de ver y de conceptualizar. El
espacio europeo, antaño acorralado por el Islam y el mundo árabe, se autoconstituyó
referencia para los otros, se ubicó en la fase superior y dibujó un mapamundi que le
atribuía centralidad. De ello no escapó la filosofía, como ingrediente central en la
constitución de esta perspectiva, la cual, al mismo tiempo que se hizo forma de
saber, norma o molde, se estableció como dominante. (p. 15)
Como se evidencia, Occidente logró que su palabra fuera asumida por los demás países;
orientales, latinoamericanos, caribeños, etc. terminaron siendo definidos desde el lente
occidental sin importar sus propias dinámicas, necesidades y condiciones generadas en sus
espacios, y es apenas normal que quieran salir de ello, aunque para algunos sea más
complejos que para otros, como es el caso de las islas caribeñas, que puede ser concebido
como un hibrido por la diversidad que se encuentra en sus islas debido a los numerosos
imperios que se apoderaron de tan pequeña, pero dividida localidad. Dice Valdés al
respecto:
Las islas –repetidas una y otra vez, continuas y discontinuas, disímiles y próximas,
con dos y más historias en una misma porción insular y en un mismo tiempo– son
espacios que se hacen difíciles para ser visibilizarlas como un todo. Aquí no se
intenta entonces forzar, sino encontrar unidad entre lo diverso, y ver lo común, lo
repetible, lo estable, no obstante la obstinada realidad heterogénea y única. (p. 22)
Y es por eso que puede ser más complejo el buscar sus raíces filosóficas con respecto a
otros territorios; hace falta una investigación profunda para llegar a una respuesta conjunta
que tenga validez desde el conjunto caribeño. Construir una mirada propia puede no ser lo
más sencillo, pero si se hace un buen trabajo pueden llegar a constituirse identidades patrias
con fuertes raíces, para esto hay que recurrir a, como señala Valdés, no solo una
independencia jurídica-política, sino a cambiar estructuras trascendentales como son los
modos de ver y actuar. En concordancia con esto, las naciones que fueron oprimidas deben
sacudir de sus cabezas el comparar su idiosincrasia, su cultura, con países que tienen
cualidades diferentes, deberían proponerse trabajar con lo que se tiene, como Calibán hizo
con el lenguaje que le heredó su amo con la finalidad de conseguir la emancipación y no
seguir imitando, complaciendo y perpetuando a quienes vendieron una diatriba, de la que,
antaño, costó tanto liberarse. Esa es la manera en la que la descolonización llega a su
apogeo.
BIBLIOGRAFIA