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TEMA 8:

DISCAPACIDAD SENSORIAL

Asignatura: Psicología de la Discapacidad

*Este documento ha sido elaborado por José Luis Castillo Laderas y Miguel
Ángel Verdugo Alonso, como material didáctico para uso exclusivo de los alumnos de
la asignatura*
Contenido
0. Orientaciones al tema..............................................................................3
A. Objetivos y contenidos.........................................................................3
B. Materiales............................................................................................3
C. ¿Cómo estudiarlo?...............................................................................3
1. Discapacidad visual..................................................................................4
A. Definición, clasificación y características.............................................4
B. Impacto de la discapacidad visual en el desarrollo infantil y
adolescente 6
C. Impacto de la pérdida visual en la edad adulta...................................7
2. Discapacidad auditiva..............................................................................8
A. Definición, clasificación y características.............................................8
B. Impacto de la discapacidad auditiva en el desarrollo y en el
funcionamiento........................................................................................................11
3. Bibliografía.............................................................................................12

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A. Orientaciones al tema.

B. Objetivos y contenidos
En este tema realizaremos una introducción al colectivo de personas con
discapacidad sensorial, en concreto, nos centraremos en dos de los grandes grupos de
discapacidad, la discapacidad visual y la discapacidad auditiva.
Los objetivos fijados para este tema son:
- Conocer qué es la discapacidad visual y cómo se clasifica.
- Identificar las principales áreas afectadas en el desarrollo en personas con
discapacidad visual.
- Conocer el proceso de adaptación cuando se adquiere una discapacidad
visual.
- Acercarnos a los diferentes conceptos de discapacidad auditiva.
- Comprender el impacto que tiene la discapacidad auditiva en el desarrollo.
C. Materiales
Este tema cuenta con 4 documentos básicos, que el alumno deberá manejar:
Guion del Tema, Documento de estudio del tema, Presentación de la clase teórica,
Presentación de la clase práctica y Documento de orientación a la tarea alternativa.
Además, cuenta con dos actividades: Actividad práctica (con una actividad alternativa,
para aquellas personas que no puedan asistir a la clase presencial) y cuestionario del
tema.
D. ¿Cómo estudiarlo?
Para estudiar este tema, podréis utilizar el Documento de estudio del tema y las
Actividades prácticas (Presentación de clase práctica y Documento de orientación a la
tarea alternativa). También, se recomienda el uso de las presentaciones de teoría para
completar el tema.

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E. Discapacidad visual

A. Definición, clasificación y características


a) Precisiones terminológicas
Tradicionalmente, se ha utilizado el término discapacidad visual (DV, en
adelante) para designar a un “amplio espectro de condiciones oculares y de
capacidades visuales de modo que aglutina tanto la ceguera como la deficiencia visual
en sus distintos grados de pérdida de visión” (OMS, 2007). Este concepto, aunque es el
más extendido, plantea una crítica, su vinculación a estructuras y funciones corporales,
dejando de lado otros aspectos como la limitación en actividades y las restricciones a
la participación, de acuerdo a la Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la
Discapacidad y de la Salud (OMS, 2001). Además, este concepto plantearía que todas
aquellas personas con problemas de visión presentarían una DV. Esto se hace
altamente difícil debido a la gran prevalencia de problemas de visión.
En este sentido, surge el concepto de ceguera legal, que hace alusión a aquel
perfil de personas susceptibles de beneficiarse de servicios, prestaciones y
desgravaciones (Caballo y Núñez, 2013). Sin embargo, plantea que puede existir un
conjunto de la población que presenten alteraciones en estructuras y funciones
corporales, que no reciban la atención adecuada a sus necesidades, aun existiendo
limitaciones en actividades y restricciones a la participación.
b) Clasificaciones clínicas. Parámetros a tener en cuenta
Respecto a las clasificaciones clínicas y basadas en el déficit, se utilizan dos
parámetros básicos para determinar la existencia de la DV y su extensión o grado.
Estos pueden utilizarse de forma aislada o de forma conjunta. Los parámetros son:
- Agudeza visual. Hace alusión a la Habilidad para discriminar detalles finos
en objetos o símbolos a una distancia determinada. Es evaluada mediante
los optotipos, un conjunto de tablas con objetos y símbolos en diferentes
tamaños. Esta prueba proporciona una razón que permite conocer la
relación entre la distancia para observar un objeto por una persona con
visión “normal” y la distancia que necesita la persona evaluada. El optotipo
más utilizado es el de Snellen que evalúa la agudeza visual a 6 metros de
distancia (Caballo y Núñez, 2013).
- Campo visual. Capacidad para percibir el espacio físico visible, cuando el ojo
está mirando a un punto fijo. En este caso, lo que se evalúa es la amplitud
del campo visual, para ello se utiliza la campimetría. El campo visual del “ojo
normal” permite ver objetos en un ángulo aproximado de 180º.
La OMS (2007) establece un continuo de DV con 4 categorías diferentes en base a la
agudeza visual:
- Visión normal. Se caracteriza por una agudeza visual de 6/6
aproximadamente.

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- Discapacidad visual leve. La agudeza visual es inferior a 6/12 (Significa que
una persona puede discriminar detalles finos a 6 metros de distancia,
cuando otras personas con visión “normal” pueden hacerlo a 12 metros) o
igual o superior a 6/18.
- Discapacidad visual moderada. La agudeza visual es menor que 6/18 pero
igual o mayor a 6/60.
- Discapacidad visual severa. La agudeza visual es menor a 6/60, pero mayor
que 3/60.
- Ceguera. La agudeza visual es inferior a 3/60, categoría que se subdivide en
función de la percepción o no de luz.
La Organización Nacional de Ciegos de España (ONCE) considera como criterio de
inclusión en su organización a quienes, con lentes correctamente graduadas, no
consigue tener, ni con el mejor de sus dos ojos, una agudeza visual igual a 1/10 (escala
Wecker) y/o presenta un campo visual reducido en su periferia a los 10º centrales o
inferior (Caballo y Núñez, 2013).
Sin embargo, este tipo de criterios no proporcionan información de utilidad ni en
cuanto al desempeño visual real de la persona durante la realización de actividades
(visión funcional), lo que tendrá consecuencias en cuanto a la inclusión y percepción de
servicios.
c) Clasificaciones funcionales. Categorías
Respecto a la clasificación funcional de la DV, tiene en cuenta no solo los
déficits, sino un conjunto de factores adicionales. Estos son los siguientes:
- Características relacionadas con la visión de la persona. Agudeza visual de
cerca, sensibilidad al contraste, visión cromática, visión binocular, control
del deslumbramiento, entre otros.
- Características personales y del entorno.
En nuestro país, la ONCE tiene en cuenta no solo aspectos sensoperceptivos, sino
también de acceso a aprendizajes para la operativización de la clasificación funcional.
Así, distingue entre:
- Ceguera total. Hace alusión a ausencia total de visión o percepción aislada
de luz, sin proyección. Implica un aprendizaje háptico-táctil y código Braille.
La percepción de luz facilita la movilidad y la orientación.
- Ceguera parcial. Hace alusión a la percepción de luz, bultos y algunos
colores. Necesita de información háptico-táctil y Braille. Adquiere más
información del medio a través de la modalidad visual que el anterior
grupo.
- Baja visión. Percepción de objetos a pocos centímetros. Precisa de
información háptico-táctil como apoyo a la modalidad visual.
- Visión límite. Hace alusión a la conservación de capacidades visuales que
permite el aprovechamiento funcional en condiciones óptimas (iluminación

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adecuada, distancia conveniente de materiales, contrastes adecuados,
utilización de apoyos).
d) Descripción de la población
La OMS (2022) estima que “en el mundo hay al menos 2200 millones de
personas con deterioro de la visión cercana o distante”. Esta suele estar vinculada a
diferentes condiciones de salud. Las principales son las siguientes: la degeneración
macular, las cataratas, la retinopatía diabética, el glaucoma o los errores de refracción
no corregidos.
Como podemos ver por las diferentes causas y las clasificaciones, la población de
personas con DV es diversa. Algunos de los factores a considerar cuando trabajamos
con personas con DV relacionadas con la pérdida visual son los siguientes:
- Grado de pérdida visual, relacionado con la agudeza y el campo visual.
- Momento de aparición, si es congénita o adquirida en los diferentes
períodos vitales de la persona (primera o segunda infancia, adolescencia,
adultez o vejez).
- Progresión de la pérdida, si la pérdida es estable o progresiva.
- Asociación con otras condiciones de salud, puede venir acompañado o no
de otras condiciones sistémicas, degenerativas, otras discapacidades, etc.
- Inestabilidad de la visión, es decir, hace alusión a la forma de ver en
diferentes momentos del día, tareas y/o condiciones ambientales.
Además, no solo será necesario tener en cuenta la situación de la propia visión, sino de
forma general de la persona. Esto implica conocer su contexto social, así como otras
características de la persona (p.ej., género, clase social, lugar de origen, orientación
sexual, etc.).
B. Impacto de la discapacidad visual en el desarrollo infantil y adolescente
Durante todo el desarrollo, la vista será una de las principales fuentes de
estimulación y de información del medio. Así, el impacto que la pérdida visual tenga en
el desarrollo dependerá de múltiples factores:
- El grado de pérdida y resto visual,
- El momento de aparición,
- La estimulación visual temprana,
- Atención temprana.
Se ha observado que hay menores con DV cuyo desarrollo se ajusta a las normas
típicas. Esto indica que la DV en sí misma no es la que produce los retrasos en el
desarrollo, será el entorno de las personas la que influya en dicho proceso. Incluso, las
investigaciones actuales sugieren que las personas con DV pueden tener sus propias
normas de desarrollo. Por tanto, las secuencias de desarrollo pueden ser diferentes a
las de otras personas sin DV (Caballo y Núñez, 2013).

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Respecto al movimiento y exploración tempranos, hay que tener en cuenta su
importancia en la maduración del sistema motor, en las oportunidades para
interactuar con el contexto y consecuentemente en la internalización del mundo físico.
Así, la DV puede limitar el movimiento voluntario y propositivo. En concreto, se ha
visto que hay conductas vinculadas al desarrollo motor que aparecen más tarde, entre
ellas:
- El control de la cabeza y postural,
- Conductas de activas para dirigirse hacia los objetos para alcanzarlos, gateo
y la marcha (Otros sentidos, sobre todo el oído, pueden indicar la existencia
de un objeto, una vez adquirida la noción de sustancialidad (relacionar
sonido con objetos). Sin embargo, la habilidad de dirigirse a objetos que
producen sonidos no se adquiere hasta más tarde incluso en el niño que ve,
- La exploración de objetos del medio (el retraso en este aspecto puede tener
consecuencias negativas sobre el desarrollo de la motricidad fina).
En cuanto al desarrollo cognitivo, se han observado diferencias entre personas con DV
y sin DV (a pesar de ello, es necesario tener en cuenta que las evaluaciones realizadas
suelen hacerse mediante metodologías generadas por personas sin DV). Algunas de las
áreas afectadas son en cuanto a la comprensión, comparación y clasificación de
conceptos, muy vinculadas a:
- Permanencia de objeto (no existen diferencias su el seguimiento se realiza
por vía táctil o auditiva),
- Conservación de la masa y el volumen (evaluado por tareas visuales),
- Dificultad en conceptos observables (p.ej., colores, tamaños, objetos que no
son accesibles al tacto como las nubes).
- Retraso en el pensamiento abstracto (p.ej., relaciones causa efecto).
Finalmente, en lo concerniente al desarrollo comunicativo y social, observamos
dificultades en la comunicación entre personas con discapacidad visual y aquellas que
no la presentan. Específicamente, se han observado un retraso en la adquisición del
lenguaje (específicamente, se mantiene el uso del lenguaje sin significado, ecolalias o
retrasos en la diferenciación del yo y otras cosas que no son la persona). También, se
han descrito limitaciones en la adquisición de habilidades sociales (relacionadas con el
aprendizaje vicario). En este sentido, se han descrito diferentes programas de
entrenamiento de las habilidades sociales de los menores, sobre todo durante la
adolescencia (p.ej., Celeste, 2007).
C. Impacto de la pérdida visual en la edad adulta
La pérdida de visión durante la edad adulta implicará en muchos casos
consecuencias a nivel social, emocional y conductual, afectando a las actividades de la
vida diaria, la participación y la salud y la calidad de vida.
En cuanto, a las actividades de la vida diaria, se ha observado que los aspectos más
resaltados por las personas son la movilidad, el desplazamiento a diferentes lugares y

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el acceso a la información a través de la lectura. Por otro lado, los aspectos
relacionados con la participación estarán muy vinculados a una disminución de las
interacciones sociales y con el empleo (Boey et al., 2022).
Todo ello, unido al duelo de las capacidades pérdidas, puede dar lugar a un importante
impacto en la salud psicológica de la persona, siendo muy frecuente la depresión
durante estos momentos.
Se ha estudiado mucho el ajuste posterior a la pérdida visual en adultos desde las
teorías de la adaptación al estrés y el afrontamiento. Checa et al., (2003) proponen un
modelo de 7 componentes diferentes:
- Alteraciones vinculadas a la pérdida visual, que implican las características
específicas del déficit, así como las posibles limitaciones.
- Recursos sociales proporcionados por las redes de apoyo de la persona,
referido a familia y amigos, que pueden (o no) proporcionar apoyo social e
instrumental.
- Contexto/ambiente de la persona.
- Recursos personales, como pueden ser las estrategias de afrontamiento
que utilizan las personas, las actitudes positivas hacia la discapacidad o la
sensación de control.
- Valoración que se haga de la pérdida y la situación.
- Afrontamiento que se realice de la situación.
- Consecuencias para la salud y bienestar de la persona.
Los recursos personales y sociales son vistos como factores de protección frente a
consecuencias negativas para la persona. Por otro lado, existen otros factores de
vulnerabilidad que facilitarán el desarrollo de consecuencias negativas (p.ej.,
problemas de salud concurrentes, cantidad de cambio en la visión e inestabilidad de la
misma, pérdida de la capacidad funcional, aspectos socioeconómicos y educativos,
etc.).
Algunos de los programas más exitosos para trabajar con adultos en esta situación
incluyen: la activación conductual, rehabilitación dentro del contexto de la terapia
ocupacional, terapia de solución de problemas y promoción de relaciones sociales con
iguales (Barber et al., 2021).

D. Discapacidad auditiva

A. Definición, clasificación y características


a) Precisiones terminológicas
A la hora de definir la discapacidad auditiva, observamos que hay dos
tendencias muy importantes, que será necesario considerar: la perspectiva audiológica
y la perspectiva sociocultural. Ambas son contrapuestas y presentan planteamientos
diferentes.

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Respecto a la perspectiva audiológica, se concibe la discapacidad auditiva y/o sordera
como la pérdida o anormalidad de una función anatómica y/o fisiológica del sistema
auditivo, lo que impide oír y, por tanto, el acceso al lenguaje oral. Este modelo se
identifica con el modelo del déficit y, da lugar a actuaciones como el análisis del grado
de pérdida auditiva, la identificación de la localización del déficit, la rehabilitación de la
pérdida auditiva o el desarrollo de medidas compensatorias. En línea con este modelo,
durante mucho tiempo llevó a prácticas que implicaban el aprendizaje de la lengua
oral.
En cuanto a la perspectiva sociocultural, las personas sordas se definen no por lo que
les falta (la audición), ni por lo que no son (oyentes), sino por lo que son, personas con
capacidad que además comparten con otros semejantes una lengua, una historia y una
cultura propia, que les confiere una identidad que debe ser aceptada y reconocida en
una sociedad que abogue por la justicia social (Domínguez y Velasco, 2013).
La suma de estas dos perspectivas nos lleva a otra nueva, la perspectiva
multidimensional, que plantea que las personas sordas tienen una pérdida auditiva de
la que se derivan una serie de dificultades en distintas áreas, pero además disponen de
unas capacidades que les permiten adquirir tempranamente una lengua (ya sea oral,
de signos o ambas) y tener un desarrollo armónico siempre que el entorno lo posibilite
(médico-audiológica). También se entiende la discapacidad desde un plano social y no
individual (sociocultural).
b) Clasificaciones de la discapacidad auditiva
La discapacidad auditiva, desde una perspectiva audiológica, se ha clasificado
en función de 3 criterios diferentes:
- Localización. Distingue los tipos de discapacidad en función de la
localización de la lesión, planteando 3 tipos: Conductiva o de transmisión
(cuando la afectación se produce en el oído medio), neurosensorial o de
percepción (cuando se produce en el oído interno) o mixta (cuando afecta a
ambos).
- Momento de aparición. Puede ser de tipo prelocutiva (anterior a la
aparición del lenguaje) o poslocutiva (posterior a la aparición del lenguaje).
- Etiología. Puede ser de tipo congénito o adquirido.
- Grado de pérdida auditiva.
Respecto a este último criterio, el grado de pérdida auditiva, hace alusión al tipo de
sonidos que se pueden escuchar, distinguiendo entre:
- Sin discapacidad auditiva. Se perciben sonidos entre los 10 y 20 decibelios
(dB) y superiores. En estos casos, puede haber algún tipo de pérdida tonal
de carácter ligero, pero sin incidencia a nivel social.
- Discapacidad auditiva ligera. Se perciben sonidos entre los 21 y 40 dB y
superiores. Las voces lejanas se perciben con dificultad, mientras que los
ruidos familiares son percibidos.

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- Discapacidad auditiva media. Se perciben sonidos entre los 41 y 70 dB y
superiores. El habla es percibida si se eleva la voz.
- Discapacidad auditiva severa. Se perciben sonidos entre los 71 y 90 dB y
superiores. El habla es percibida si se da una voz fuerte cerca del oído.
Asimismo, se perciben ruidos fuertes.
- Discapacidad auditiva profunda. Se perciben sonidos entre los 91 y 120 dB
y superiores. No se percibe el habla, solo aquellos ruidos muy potentes.
- Cofosis o pérdida auditiva total. Solo se perciben sonidos superiores a 120
dB. Prácticamente, no se percibe ningún sonido.

c) Comunidad y cultura sordas


Como se ha planteado antes, tradicionalmente, se ha seguido una perspectiva
del déficit para definir y clasificar la discapacidad auditiva, la audiológica. Como
reacción a la misma en los años 70, dentro del colectivo de las personas sordas, surge
un cambio que pretende reivindicar a las personas sordas como parte de un grupo
minoritario, con su historia, cultura y lengua, la comunidad sorda (similar a otros
colectivos, p.ej., personas racializadas o personas LGBTIQ+). Este es denominado el
“Deaf Power” y surge en Estados Unidos.
En este contexto, es necesario diferenciar dos conceptos: Comunidad y cultura sorda.
La Comunidad Sorda hace referencia a un grupo de personas en el que también puede
haber personas oyentes. La cultura sorda hace alusión a aquel grupo de personas
sordas que comparten una serie de valores culturales y posee un lenguaje específico
(Padden y Humphries, 1988). En concreto, implica un sistema de creencias, valores,
prácticas compartidas y de producciones culturales. Estas giran entorno a una cultura
de carácter visual, una serie de manifestaciones entorno a la Lengua de Signos y el
arte, así como unas tradiciones, historia y costumbres.
Esto implica que no todos los miembros de la Comunidad Sorda pertenecen a la
Cultura Sorda. Generalmente, serán aquellas personas con una sordera prelocutiva las
que accedan y sean partícipes de esta cultura.
Hemos planteado que la comunidad sorda tiene su propia lengua, la Lengua de Signos,
está es definida por la Confederación Estatal de Personas Sordas como la “Lengua
natural de carácter visual, gestual y espacial con gramática propia que reúne todas las
características y cumple las mismas funciones que cualquier otra lengua. No hay una
única lengua de signos en el mundo, cada país tiene una o varias lenguas de signos que
han evolucionado en el seno de sus comunidades lingüísticas, con independencia de
las lenguas orales. En España, está la lengua de signos española y la lengua de signos
catalana” (CNSE, 2023).
Durante mucho tiempo, se evitaba el uso de esta lengua y se prohibía a las personas
pertenecientes a la Comunidad Sorda su acceso a la misma. Sin embargo, en la Ley
27/2007 del 23 de Octubre, se reconoce la Lengua de Signos y se regula el derecho a su

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aprendizaje, conocimiento y uso, y se garantizan los medios de apoyo a la comunicación
oral de las personas sordas, con discapacidad auditiva y sordociegos.

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B. Impacto de la discapacidad auditiva en el desarrollo y en el funcionamiento
Uno de los aspectos que se plantea desde la Comunidad Sorda, es que son las
barreras que los entornos construyen alrededor de las personas de la Comunidad las
que generan dificultades para el acceso a la información y, las que, por tanto, impiden
el pleno desarrollo de las personas con discapacidad visual. Así, “Eliminadas estas
barreras las niñas y niños sordos pueden tener un desarrollo adecuado en todas sus
dimensiones su sordera, por sí misma, no limita su desarrollo emocional, cognitivo,
lingüístico, y/o relacional” (Fundación CNSE, 2007).
Ahora bien, los entornos no accesibles y no adaptados a sus características en
conjunción con estas (con sus características), derivan en una serie de consecuencias
y/o dificultades en distintas áreas del desarrollo de la persona. Algunos ejemplos de
estas consecuencias son:
- Menor capacidad de autorregulación y planificación de la propia conducta.
- Menor capacidad de reflexibilidad.
- Dificultad en la discriminación de sonidos.
- Alteraciones en morfología del lenguaje escrito.
- Dificultades de interacción comunicativa.

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C. Bibliografía

Barber, C., Gould, C., Guillermo, G., Dupree, J., McLeer, M., Benevides, T., & Rosche, M.
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Boey, D., Tse, T., Lim, Y. H., Chan, M. L., Fitzmaurice, K., & Carey, L. (2022). The impact
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Caballo, C., y Núñez, M.Á., (2013). Personas con Discapacidad Visual. En Verdugo,
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Checa, J., Díaz, P., Pallero, R. (2003). Manual para la intervención psicológica en el
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Padden, C. y Humphries, T. (1988). Deaf in America. Voices from a culture. Harvard
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