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El séptimo don del Espíritu Santo es el temor de Dios.

No se trata de un
miedo, ni distancia, sino el humilde reconocimiento de la infinita
grandeza del Creador. Es temor a ofender a Dios, reconociendo la
propia debilidad. Sobre todo: temor filial, que es el amor a Dios. El alma
se preocupa de no disgustarlo, de "permanecer" y de crecer en la
caridad 
El temor de Dios se refiere al miedo o un sentido específico de
respeto, asombro y sumisión a una deidad. En ese sentido,
muchos religiosos «temen» a la Justicia divina, al Juicio Final, al
infierno o la omnipotencia.
¿Cuál es el fruto del don de temor a Dios?
Concede una confianza plena en Dios nuestro Padre. Don de temor de
Dios: Ser temeroso de Dios, no es tenerle miedo. Es más bien todo lo
contrario, es conocer que Él es el sumo bien y que fuera de Él y de su
voluntad sólo se encuentra tristeza y perdición.

¿Qué dice la Biblia sobre el temor de Dios?


El temor del Señor rechaza el mal y los caminos errados (8,13), es el
comienzo de la sabiduría (9,10), prolonga la vida (10,27), es refugio
seguro y fuente de vida (14,26-27), es el más grande de los tesoros
(15,16), es escuela de sabiduría (15,33), es mejor que el oro (16,6), da
la vida y ofrece satisfacción

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