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El documento describe el temor de Dios como el séptimo don del Espíritu Santo. No es un miedo sino el reconocimiento humilde de la grandeza de Dios como Creador. Implica temor a ofender a Dios debido a la propia debilidad y fragilidad como pecadores. Cultivar el don del temor de Dios requiere reflexionar sobre la propia condición de criatura, tratar a Dios con respeto y reverencia en la oración, y estar consciente y arrepentido del pecado.
El documento describe el temor de Dios como el séptimo don del Espíritu Santo. No es un miedo sino el reconocimiento humilde de la grandeza de Dios como Creador. Implica temor a ofender a Dios debido a la propia debilidad y fragilidad como pecadores. Cultivar el don del temor de Dios requiere reflexionar sobre la propia condición de criatura, tratar a Dios con respeto y reverencia en la oración, y estar consciente y arrepentido del pecado.
El documento describe el temor de Dios como el séptimo don del Espíritu Santo. No es un miedo sino el reconocimiento humilde de la grandeza de Dios como Creador. Implica temor a ofender a Dios debido a la propia debilidad y fragilidad como pecadores. Cultivar el don del temor de Dios requiere reflexionar sobre la propia condición de criatura, tratar a Dios con respeto y reverencia en la oración, y estar consciente y arrepentido del pecado.
Dios. No se trata de un miedo, ni distancia, sino el humilde reconocimiento de la infinita grandeza del Creador.
Es temor a ofender a Dios, reconociendo la
propia debilidad. Sobre todo: temor filial, que es el amor a Dios. El alma se preocupa de no disgustarlo, de "permanecer" y de crecer en la caridad ¿Amor o temor?
Sin embargo, hay motivo para mantener "temor“ , pues se
falsifica nuestra relación con Dios si nos olvidamos de quienes somos, de nuestra condición de criaturas y especialmente de nuestra fragilidad como pecadores: de los pecados cometidos, y del peligro de cometerlos.
En la oración, cuánto más auténtica es nuestra toma de
conciencia de la presencia de Dios, queda mas protegida el alma de cada uno, temerosa de no estar a la altura, de no prestarle al Señor la reverencia que merece. ¿Cómo cultivar el don de temor de Dios?
Para el don del temor de Dios, podemos reflexionar sobre nuestras
actitudes como criaturas. Sobre la seriedad que damos a la cita con Él en la meditación. Sobre el trato que le damos: el respeto, la reverencia, la atención, las posturas. Sobre la sinceridad de nuestra pena cuando nos percatamos de las distracciones involuntarias. Sobre cómo reaccionamos cuando hay cansancio, calor o aridez: ¿es enojo, molestia? ¿o pena, vergüenza? Luego, de manera más importante, sobre nuestra conciencia y nuestro sentido del pecado. Nuestro deseo de ser puro y santo en su presencia, de que él nos purifique. ¿Cómo vivimos con y sin el temor de Dios?
Vivimos con ‘’temor’’ a Dios
dándole respeto y reconociendo todo lo con lleva a El. Vivimos sin temor a Dios cuando una persona va por el mal camino ¿tienen temor de Dios?
Creer en El Espíritu Santo Es Perder El Miedo A Que El Fuego Divino Queme en Nosotros Las Escorias Que Nos Corrompen y Obstaculizan Nuestras Relaciones Con Dios y Con El Prójimo