Se considera literatura colombiana a un sistema literario nacional que existe desde el siglo XIX con el surgimiento del estado-nación colombiano pero que se retrotrae al periodo de la conquista española del territorio de lo que hoy en día es Colombia. Sebastián Pineda, en su libro Breve historia de la narrativa colombiana apunta que la literatura colombiana es una literatura que ha hecho posible desde el siglo XVI “la peculiaridad diferenciadora de Colombia como ente cultural, social y político desde el cual narrar”. De esta manera se afirma que la primera obra literaria de Colombia fue El carnero de Juan Rodríguez Freire, una obra escrita en 1638 y publicada solo hasta 1859. Se trata de uno de los textos más representativos del periodo colonial americano que comparte características de la crónica historiográfica de Indias y elementos propios del discurso jurídico. Otra autora relevante de la literatura virreinal en la Nueva Granada es la madre Francisca Josefa del Castillo y Guevara.
Durante el siglo XVIII la literatura colombiana se encuentra
específicamente en los escritos de los viajeros naturalistas como Alexander von Humboldt y José Celestino Mutis con su expedición botánica donde se registran las condiciones naturales del paisaje americano mediada por una concepción ilustrada y científica propia del periodo. Así mismo se consideran las crónicas geográficas de la Comisión Coreográfica dirigida por Agustín Codazzi como parte del acervo literario colombiano.
En 1844 Juan José Nieto publica en Jamaica la novela Ingermina o la hija
del Calamar. Esta obra es considerada un texto fundante de la literatura colombiana, la primera novela posterior a la independencia y, en rigor, la primera novela colombiana. En ella, como apunta uno de sus muchos críticos, se “narran acontecimientos relacionados con el encuentro de dos culturas, ubicados espacio-temporalmente en Cartagena de Indias y sus alrededores, sucedidos, según la voz narrativa y la declaración de la portada de la novela, entre 1533 y 1537”.
En 1858 Eugenio Díaz publica la novela Manuela, en el marco de una forma
de narrar el proyecto de construcción nacional en Colombia durante el periodo del liberalismo radical (1848-1860). En Manuela, como señala Sebastián Pineda, es narrado “el contraste entre un hombre letrado y cosmopolita dentro de una comunidad profundamente provinciana y casi analfabeta”. Esta novela hace parte de una posición crítica de las ideas liberales de la época trasladadas al mundo ficcional de la literatura.
Otra obra central de la literatura colombiana del siglo XIX es la
novela María de Jorge Isaacs, publicada en 1867. Esta novela, narrada por un poeta e inscrita en la tradición del Romanticismo latinoamericano, da cuenta del universo de las haciendas del Valle del Cauca a través de una historia de amor entre sus protagonistas María y Efraín. La crítica Doris Sommer en su libro Ficciones fundacionales: las novelas nacionales de América Latina considera a María de Isaacs como una de las ficciones fundacionales del continente, junto con Amalia, del argentino José Mármol, entre otras.
Hacia finales del siglo XIX el Modernismo latinoamericano resonó dentro
de la literatura colombiana. Ejemplo de ello es la obra del poeta José Asunción Silva, autor de la novela De sobremesa (1896), una novela característica de la narrativa de fin de siglo en América Latina que Silva dejó sin publicar antes de su muerte. En ella se narran, a manera de diario, las peripecias de José Fernández de Sotomayor quien, como apunta Klaus Meyer en su artículo “De sobremesa de José Asunción Silva”, es un “protagonista que lee pasajes del diario, del que es autor, a un pequeño círculo de amigos en la sobremesa que sobreviene a una refinada comida”. La obra de José Asunción Silva es representativa también de la poesía Modernista de América Latina y de la conexión que esta hace con las vanguardias del siglo XX. Prueba de ello son sus poemas “Nocturno” o “Mariposas”, así como los poemas reunidos en el volumen Gotas amargas donde se lee el poema “Avant-Propòs” que dice:
Prescriben los facultativos
cuando el estómago se estraga, al paciente, pobre dispéptico, dieta sin grasas. Le prohiben las cosas dulces, le aconsejan la carne asada y le hacen tomar como tónico gotas amargas.