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Lección 1: ¡Una causa de la decadencia de la fe cristiana en nuestro tiempo!

Texto: Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el
tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del
Señor. No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, hablando
entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros
corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Efesios 5:15-20

Introducción: Estamos viviendo tiempos de decadencia. Así como la verdad, la razón, la economía, la
naturaleza y los recursos decaen día a día, así también la fe de los cristianos está sufriendo una decadencia
espiritual. Estamos viviendo tiempos de corrupción los cuales pueden contaminar a los hijos de Dios si estos
no están firmes y arraigados en el Señor Jesucristo (Is. 1:2-3). El llamado del Señor ahora es poner a un lado
las contiendas y que la única preocupación sea caminar humildemente con Él y perfeccionar la santidad en
el temor del Señor, ejercitando todo amor y mansedumbre los unos hacia los otros, esforzándose cada uno
por dirigir su conducta tal como se presenta en el evangelio y que en esta época de decadencia no gastemos
nuestras energías en quejas improductivas con respecto a las maldades de otros, sino que cada uno pueda
empezar en su hogar a reformar, en primer lugar, su propio corazón y sus costumbres; que después de esto,
agilice todo aquello en lo que pueda tener influencia.

Desarrollo: Ciertamente existe un origen y una causa para la decadencia de la religión en nuestro tiempo,
algo que no podemos pasar por alto y que nos insta con empeño a una corrección. Se trata del descuido de
la adoración a Dios en las familias por parte de aquellos a quienes se ha puesto a cargo de ellas
encomendándoles que las dirijan. (Dt. 6:7-9)
Los padres han descuidado los mandamientos frecuentes y solemnes que el Señor impuso sobre ellos para
que catequizaran e instruyeran a los suyos y que su más tierna infancia estuviera sazonada con el
conocimiento de la verdad de Dios, tal como lo revelan las Escrituras (Pr. 22:6) Asimismo, su propia omisión
de la oración y otros deberes de la religión en sus familias, junto con el mal ejemplo de su conversación
disoluta, los ha endurecido llevándolos en primer lugar a la dejadez y, después, al desdén de toda piedad y
aunque sabemos que esto no excusará la ceguera ni la impiedad de nadie, ¿no se les reclamará su sangre a
aquellos bajo cuyo cuidado estaban y que han permitido que partiesen sin advertencia alguna? ¡Los han
llevado a las sendas de perdición! ¿No saben que la diligencia de los cristianos en el desempeño de estos
deberes?
Tal puede ser el caso de muchos jóvenes que hayan sido instruidos en tantas cosas mas no en buscar y
conocer más de Dios, pero aun así Dios por su gracia los escogió y los llamó del mundo para ser lumbreras
delante de sus familias, sus amigos, es decir, todo su entorno en el que se mueven. Teniendo en cuenta tal
verdad, su deber es esforzarse para vivir conforme al evangelio y ser ejemplo de buenas obras para las
cuales fuimos llamados (1 Tim. 4:12) de manera que todos aquellos a su alrededor principalmente sus propias
familias puedan ser influenciados para conocer a Dios (Hc. 16:31)
Conclusión: Como joven, ¿Qué puedo hacer para trabajar por mi familia?
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Textos de apoyo:
1 Cor. 15:33
Col. 4:6

Rom. 1:16
1 Ped. 2:9

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