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Dependencia Emocional

Somos seres para el amor y el encuentro. ¿Qué significa esto?

Por: Humberto Del Castillo Drago | Fuente: Psicología y virtud/ Areté

1.    Invitados a la permanencia y el despliegue viviendo el amor:


Al abordar el tema de la dependencia afectiva o emocional es clave
recordar que como seres humanos poseemos dos dinamismos
fundamentales (permanencia y despliegue) y dos necesidades
psicológicas (seguridad y significación) que nos invitan a vivir
cotidianamente el amor.

Somos seres para el amor y el encuentro. ¿Qué significa esto? Que


hemos sido creados, que existimos para vivir el amor, la comunión, la
donación y entrega a los demás.

Todo ser humano entonces tiene la capacidad de amar y dar cariño. 


Obviamente este tema del amor está íntimamente relacionado con la
estima de sí mismo, recta valoración personal o lo que algunos llaman
autoestima.

El drama del ser humano se agudiza cuándo nos olvidamos que DIOS,
nuestro creador, nos ama sin límites, infinitamente.

Por eso, buscamos el sentido de nuestra vida en lugares equivocados.


Tomamos cualquier agua cuando sentimos sed y nos olvidamos de quién
es el Agua Viva.
La Dependencia emocional muchas veces empieza con la pérdida de
norte de mi existencia, es decir, no sé para qué existo,  o cuál es el
sentido de mi vida.
También muchas veces busco el amor o cariño desordenadamente
exigiendo ser el centro del mundo y tener yo toda la atención de las
personas que están a   mi   alrededor.  
2.    ¿Qué es la dependencia emocional o afectiva?:
Distintos autores definen la dependencia emocional como un patrón
crónico de demandas afectivas frustradas, que buscan
desesperadamente satisfacerse mediante relaciones interpersonales
estrechas.

El dependiente tiene una carencia o vacío, una herida afectiva-


emocional, por tanto, muchas veces sin darse cuenta, reclama afecto,
cariño y valoración. Dichos reclamos se llaman también demandas. En
este caso son demandas de afecto, de atención

Es importante resaltar que dichas demandas o reclamos son muchas


veces no conscientes, es decir, la persona no se da cuenta de sus
reclamos.

Él busca desesperadamente llenar dichas carencias en su relación con


otras personas. No se da cuenta que depende de ellos. No se da cuenta
que está apegada a ellas: es decir, que tiene un apego desordenado a
tal o cual persona.

El dependiente emocional o afectivo  quiere disponer continuamente de


la presencia de la otra persona como si estuviera “enganchado” a ella.

Llamará continuamente a su pareja al trabajo, le pedirá que renuncie a


su vida privada para estar más tiempos juntos, demandará de ella
atención exclusiva y todavía le parecerá insuficiente, etc.

No debemos perder de vista que el motivo subyacente no es la posesión


o el dominio, sino la tremenda necesidad afectiva de estas personas. En
cualquier caso, es comprensible la sensación de agobio que produce en
sus parejas o amigos.   

La persona dependiente magnifica, exagera el hecho de ser querido.


Depender de alguien de una forma enfermiza no es amor, es una
adicción psicológica.  Un amor auténtico no es adictivo, no posee, ni
destruye la identidad del otro.
El sentimiento de dependencia es una forma de esclavitud.  La persona
dependiente es esclava de los sentimientos con los que el “otro” le
adorna. Para amar hay que ser libres, porque si uno no se tiene a sí
mismo no puede darse a los demás.

En estos casos la necesidad de la pareja o del amigo o hijo es realmente


una dependencia como se produce en las adicciones, lo que genera que
el otro se sienta con frecuencia invadido o absorbido. El otro se siente
saturado, sin espacios personales.

Sus relaciones no llenan el vacío emocional que padecen, pero sí lo


atenúan.

Estas personas están tan poco acostumbradas a quererse y a ser


queridas que no esperan cariño de su pareja, simplemente se
enganchan obsesivamente a ella y persisten en la relación por muy
frustrante que ésta sea.

3.    ¿Cómo surge la Dependencia?:


Las dependencias pueden surgir por  una combinación de factores.

En primer lugar hay que mencionar el tema de la Estima de sí y la


búsqueda de sentido de la vida.  Si no me valoro o percibo que no me
valoran normalmente busco esa valoración en algún otro lado. Hoy se
ha perdido en muchas casos el entender al Creador como quién orienta
nuestras vidas e incluso que es el que le da el sentido a nuestras vidas.
Existe un Plan de Dios, un designio amoroso para cada uno de nosotros.

Su pobre estima de sí, y la elección frecuente de parejas explotadoras


conducen al dependiente emocional a una continua y progresiva
degradación. Tienen que soportar desprecios y humillaciones, no reciben
verdadero afecto, en ocasiones pueden sufrir maltrato emocional y
físico, observan continuamente cómo sus gustos e intereses son
relegados a un segundo plano, renuncian a su orgullo o a sus ideales,
etc. Su papel se basa en complacer el inagotable narcisismo de sus
parejas, pero lo asumen siempre y cuando sirva para preservar la
relación.
Dicha subordinación es un medio, y no un fin. Los dependientes
emocionales se dan para recibir por su terrible anhelo de mantener la
relación, igual que el jugador patológico gasta todos sus ahorros por la
irresistible necesidad de continuar jugando.
Necesitan excesivamente la aprobación de los demás. Por supuesto, a
medida que el vínculo es más relevante la necesidad es mayor, pero
también hay cierta preocupación por “caer bien” incluso a desconocidos.
Lo excesivo de esta necesidad genera en ocasiones rumiaciones sobre
su aceptación por un determinado grupo, empeños en tener una buena
apariencia, o demandas más o menos explícitas de atención y afecto.

Al no sentirse valioso, una persona puede buscar quién lo reconozca y lo


adule. La falta de estima de sí, de sentido de su vida y el concepto
negativo de sí mismo facilitan el desarrollo de una  dependencia
emocional con alguien que le demuestra admiración.

Quien depende del otro se niega la posibilidad de amarse a sí mismo. No


se puede amar a uno mismo si uno nunca ha sido adecuadamente
amado ni valorado por las personas más importantes en su vida. Es tan
poco el amor que se tiene alguien que depende de otro que, a pesar de
lo autodestructiva que es la relación y el enorme sufrimiento que le
causa, no es capaz de renunciar al otro. Está dispuesto a tolerar hasta la
mayor de la humillaciones con tal de no perderlo.

La persona apegada se estanca, se olvida de sí mismo. No es capaz de


asumir su propia vida y por eso utiliza el apego como una fuente de
seguridad.

Si una persona no se quiere a sí misma proyectará ese sentimiento y


pensará que nadie podrá quererla. El amor se refracta siempre en lo que
somos. El miedo al desamor (carencia afectiva) se transforma en
necesidad de ser amado.

La persona dependiente o apegada buscará pertenecer a un grupo de


referencia para poder “sobrevivir psicológicamente”

Es importante mencionar la importancia de los padres y de la familia


como el lugar donde se educa nuestra capacidad de amar.  Son nuestros
padres los primeros que nos aman. Es en nuestra familia donde
aprendemos a manifestar nuestras emociones y afectividad.

Definitivamente la familia influye en el desarrollo del sentimiento de


dependencia o en la autonomía o independencia.  

Otro factor puede ser la sensibilidad o el temperamento de la persona.


Un  chico frágil e inseguro puede ser más  vulnerable al desarrollo de
una personalidad dependiente.

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