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Democracia
• •• además (los del Sillón) rechazan el programa recordado por León XIII
sobre los principios esenciales de la sociedad, colocan la autoridad en
el pueblo, es decir, prácticamente la suprimen y toman como ideal la
nivelación de las clases. Van, pues, en contra de la doctrina católica,
hacia un ideal condenado.
DEMOCRACIA : INTERVENCIÓN
DEL PUEBLO EN EL GOBIERNO
DEMOCRACIA : MEJORAMIENTO
DE LA CONDICIÓN DEL PUEBLO
* * *
En resumen :
La única acepción aceptable de la voz democracia es la deduci-
da de su interpretación etimológica. Las dos registradas en el
Diccionario de la Academia, son absolutamente impropias, y se-
ría deseable que la docta corporación las rectificara. Pero en !a
casi absoluta seguridad de que esto no ha de suceder en algún
tiempo, sólo aspiraríamos a que todos los que vemos en el gobier-
no del número y en la soberanía del pueblo el verdadero enemigo,
declaremos rotunda y francamente la guerra a la democracia.
Renunciando a la estéril tentativa de engañar al adversario con
la adopción de su léxico, y a la habilidad maligna que denuncia la
frase atribuida a los demócratas cristianos franceses, llamemos
siempre democracia a la democracia, y si para expresar el deseo de
mejoramiento de los humildes no encontramos en nuestro léxico
palabra más adecuada, seamos ingenuos como los constituyentes
gaditanos diciendo que nos preciamos de ser justos y benéficos.
El ser de la H i s p a n i d a d
como M. Daniel Rops, nos dice en su libro último Les années tonr-
nantes, que la Patria «no es un Moloch... Es un ser de carne y de
sangre, de nuestra carne y nuestra sangre», no se sabe si M. Rops
ha meditado bien las consecuencias de su aserto, porque si la
Patria es un ser de carne y sangre, como sólo metafóricamente se
puede hablar de la carne y la sangre de Francia, mientras que la
carne y la sangre de los franceses son de una realidad indiscutible,
resultará quf Francia no es más que un nombre y que no hay
más real-dad que la de los franceses, con lo que se suprime la
cuestión, que consiste precisamente en esclarecer en qué consiste
la esencia de las naciones, la esencia de Francia. De las palabras
de M. Rops se deduciría que no la tienen y que el patriotismo de
los franceses no les obliga más que a ayudarse unos a otros, lo que
es insuficiente, porque esta ayuda mutua puede ser muy cómoda
para los que la reciben, pero muy molesta para los que la dan, lo
que hará probablemente preguntarse a éstos por la razón de que
se hayan de sacrificar por sus hermanos, y a esta pregunta no haj'
ya respuesta, porque la razón de los deberes de solidaridad de los
compatriotas ha de buscarse en la autoridad superior de la Patria,
de la misma manera que las obligaciones de hermandad de los hom-
bres dependen de la paternidad de Dios.
Esta autoridad superior de la Patria sobre los individuos es lo
que quiso expresar nuestro Cánovas con su magnífica sentencia :
fCon la Patria se está con razón y sin razón, como se está con el
padre y con la madre.» Sólo que estas palabras no se deben en-
tender literalmente, sino en su sentido polémico. Lo que quería
decir Cánova." es que se debe estar con la Patria, porque de hecho
su discurso se dirigía también a algunas gentes que no estaban
conformes con su política ni con su sentido de la Patria. Quizás
penetrara mejor en el espíritu de las naciones Mauricio Barres
al definirlas como «la tierra y los muertos», aunque tampoco se
ha de entenderle al pie de la letra, porque en ese caso describirían
sus palabras más la esencia de un cementerio que la de una na-
ción. Los muertos de Barres no son los cadáveres, sino las obras,
las hazañas, los ideales de las generaciones pasadas, en cuanto
marcan orientaciones y valores para la presente y las que han de
sucedería.
Pero lo mismo estos conceptos que el de don Antonio Maura,
EL SER DE LA HISPANIDAD 235
RAMIRO DE MAEZTU
Hacía una España corporativa
I V y i'xTiMo
EL RÉGIMEN SINDICAL
EDUARDO AUNOS
Breve historia de Cataluña
republicana
II
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{Concluirá.)
CARLOS FERNANDEZ CUENCA
La verdadera doctrina sobre el acata-
miento y reconocimiento de los
poderes constituidos ^'^
H) Puede verse esta doctrina expuesta, con la claridad que ellos acos-
tumbran, en los tratadistas teólogos modernos, v. g., en Palmieri, Men-
dive, Dickmann, Franrelin. Véase especialmente Muncunil, De Ecclesia,
-1- 611 y siguientes.
28? ACCIÓN B S P A S O L A
los hombres que forman el partido de Dios. Véase para más de-
talles a Barbier (1).
E n este artículo para nada nos hemos referido a la presente
situación de España bajo el nuevo régimen de la república ; no
hemos pretendido definir si el régimen actual es o no Gobierno
de mero hecho, o más bien de hecho y de derecho a la vez. Tam-
poco nos creemos autorizados para dirimir la contienda, ,ya an-
terior a la Tiepública, de si a España es o no aplicable la doc-
trina de León X I I I en orden al reconocimiento y adhesión de
los Poderes de hecho establecidos. Los que tal piensan y sostie-
nen no pueden decir con verdad, según queda expuesto, que
León X I I I puso tal precepto en Francia. Aunque fuera verdad
que lo hubiesen puesto, ¿son iguales las circunstancias de E s -
paña a las de Francia? ¿ E s iguai una República de pocos meses
y aun acaso no del todo cimentada por las disensiones de los
partidos y en particular por la reacción saludable que se advier-
te en los católicos, es igual, decimos, a una República consolida-
da poderosamente después de veintidós años de existencia y apo-
yada en fuertes mayorías después de repetidas elecciones? ¿ E l
precepto dado a un país tiene valor en otro, fuera del puramente
directivo si las circunstancias son iguales o bastante parecidas ?
A todas estas interrogaciones que dejamos sin contestación
esperando la autorizada de quienes pueden darla, tenemos que
añadir una diferencia, a nuestro juicio, muy notable entre F r a n -
cia y España respecto a los partidos católicos. La culpa en bue-
na parte de los males gravísimos que padecía en el orden reli-
gioso, recaía en las disensiones de los partidos católicos entre sí
divididos. No diremos que algo de esto no haya sucedido en E s -
paña, pero a nuestro modesto parecer, la culpa principal en E s -
paña no la llevan sobre sí los beneméritos partidos ni los perió-
dicos católicos, a pesar de algunas deficencias inevitables, sino
los católicos tibios y apáticos que por su abstención e indiferen-
te cobardía no han engrosado los partidos católicos y militan-
X. X. X.
LAS IDEAS Y LOS HECHOS
E L SOFISTA Y LA PATKI'»
como con el rigor genérico. Aman a los dioses lares, a los muertos
heroicos, al labrador de los fundos próximos y al herrero de la
esquina. Creen en la existencia de la verdad y en que ésta puede
ordenar la vida de los seres que le son queridos. La verdad que
han visto se la hacen ver al de al lado. Su método consiste en la
intuición y el testimonio.
Muy otro es, en cambio, el tipo de filósofo de profesión, que
no se siente en dependencia de un cielo y de una tierra. Escéptico,
ateo y liberal, marcha de urbe en urbe, con su bazar de ideas por
los caminos nómadas. Donde hay coloquio y discípulos, allí se le
ve. La larga túnica de pedante lo delata. Pero aun se le reconoce
mejor por su fácil elogio de «estos medios tan cultos del extran-
jero» .
Pienso en un caso ejemplar : la conmovedora muerte de Sócra-
tes. Cuando la democracia lo aprisiona, los amigos le brindan la
liuída. A una existencia sin raíces prefiere la cicuta. Perseguido
por el populacho como sofista, quiere probar que no lo es. Protá-
goras puede ir errante ; Sócrates, no. Sócrates tiene una patria
y sólo una. Lo mataron porque era suyo. Porque, a pesar de la
miseria de Atenas, no sabía ser más que ateniense.
EUGENIO MONTES
Actualidad española
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les... Y este momento actual es tanto más grave, cuanto que la Re-
pública tiene una significación socialista incompatible con la tradi-
ción republicana española, fundamentalmente liberal.»
Nos sería fácil reunir nuevos testimonios, para demostrar cómo
en este segundo aniversario de la República son más los desencan-
tados que líos satisfechos; muchos más los que han visto desplo-
marse en fracaso el castillo de sus ilusiones, que los que han en-
contrado en la nueva política aquellos bienes y aquella felicidad
que les brindaban los que hace dos años embobaban al pueblo,
con sugestiones y promesas, a sabiendas de que nunca podrían
cumplir.
JOAQUÍN ARRARAS
Política y Economía
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JOSÉ C A I . V O SOTELO
Actualidad internacional
poder bastante para hacer cumplir los Tratados, Pero, ¿qué dia-
blejo se le ha metido a usted en el alma ? Eso equivale a gritar :
«j Viva la anarquía!» Aplique esa teoría a la vida social. Vaya
mañana al Banco a pedir una parte del dinero que le guardan, y
que le contesten que han decidido no darle más porque lo derro-
cha usted... ; que el Derecho en que se basaba su contrato, al
abrir cuenta corriente para sus ahorros, no estaba bien emplaza-
do en el plano de la Moralidad y el Bien común!
»Ya sé que todo esto es pura perogrullada ; pero no encuentro
otra manera de expresar los elementales sentimientos que e.i mi
espíritu ha removido la lectura de su defensa de la agresión ja-
ponesa y el cinismo de la conducta del Japón ante la Comunidad
de naciones civilizadas.
»¡ Y se critica a la Sociedad de las Naciones porque avanza len-
tamente, porque casi no avanza!...
»Le estrecha la mano, con pena,» pero con la cordialidad de
siempre, su viejo amigo,
X. X.»
R. M..
* * •
Un proceso sensacional.
Desarme y revisión.
JORGE V I G O N
Lecturas
E. M. DE LA E.
ilt it¡ *
J. V. S.
E. V. Iv.
J. V. S.
34 ACCIÓN BSPAfiOLA
m* *
Son muchos los textos que en las páginas del folleto quedan
recogidos : textos irrecusables de hombres y de periódicos poco sos-
pechosos de reaccionarios que pintan la situación actual en España.
La pluma, buida de ironía, ha dejado luego, clavada en el papel,
la que fué, hace do años justamente, una maravillosa promesa. El
13 de abril de 1930 decía en Valencia el Sr. Alcalá-Zamora : «Nos-
otros tenemos el deber de decir, aún cuando a algunos elementos
les duela, que hay en España una cosa facilísima ; la proclama-
ción de la República es u^a cosa relativamente fácil ; pero hay
otra muy difícil : la consolidación de ella... Yo os digo que con ser
tan templada mi significación, no creo viable una República en que
yo fuese la derecha, sino una República en la que yo estuviera en
€l centro, es decir, una República a la cual se avinieran a ayudar-
ía, a sostenerla y a servirla gentes que han estado y están muy a
la derecha mía... Una República viable, gubernamental, conserva-
dora, con el desplazamiento consiguiente 'hacia ella de las fuerzas
gubernamentales de la mesocracia y de la intelectualidad espa-
ñola, la sirvo, la gobierno, la propago y la defiendo. Una Repú-
blica convulsiva, epiléptica, llena de entusiasmo, de idealidad,
falta de razón, no asumo la responsabilidad de un Kerensky para
implantarla en mi país».
•K ••< *
336 ACCIÓNESPAÑOLA
J. V. S.
ADVERTENCIA^