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Doina Munita
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Caracterización, Reparación, Conservación y Difusión Sitios Bahía Ilque 1 y 2, X Región de Los Lagos View project
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Doina Munita*
INTRODUCCIÓN
Los sitios arqueológicos emplazados en el borde costero del Extremo Sur Septentrional, son identificados
inicialmente a través de una serie de indicadores fisiográficos, contextuales y materiales, diagnósticos de
ocupaciones especializadas en el modo de vida canoero. Extensos conchales que ocupan las terrazas marinas
bajas, grandes montículos de depósitos conchíferos asociados a sectores estuariales y áreas de campo visual
amplio y desembarco, lugares de procesamiento y consumo de alimentos (y probablemente conservación)
como los fogones acotados tipo curantos y, corrales de pesca únicos o formando grandes sistemas de es-
tructuras, son los tipos de yacimientos recurrentes a lo largo de las costas de las islas y continente desde el
seno de Reloncaví por el norte, hasta el archipiélago de Los Chonos por el sur. Como parte de los contextos
o en directa asociación, es frecuente el hallazgo de restos líticos que presentan características tecnológicas
comunes y que muchas veces no permiten establecer una cronología relativa de los componentes culturales,
dada la tradicionalidad de las técnicas. En relación a esto, la utilización de materias primas líticas, puede ser
considerada como uno de los escasos elementos materiales que nos permite distinguir algunas diferencias o
segregaciones entre ocupaciones tempranas, interpretadas como momentos de transición entre modos de
vida propios de cazadores-recolectores marítimos, con un énfasis en la caza de grandes presas marinas y fau-
na terrestre y un segundo gran momento, en el cual la recolección de recursos marinos menores (moluscos,
bivalvos, crustáceos y peces) se intensifica, evidenciándose en la depositación de conchales densos.
Nuevos resultados y una sistematización inicial de la información arqueológica del área de estudio, se ha
logrado a través de proyectos de investigación, conservación y puesta en valor del patrimonio arqueológico y
ambiental, esto último desarrollado gracias a la legislación nacional vigente. A través del registro proveniente
de las fuentes mencionadas, este trabajo pretende contribuir al conocimiento específico de un área relevante en
términos culturales, prehistóricos y etnográficos, dando cuenta de los últimos datos con que se cuenta acerca
de la dispersión y aprovechamiento de los recursos líticos reconocidos en diferentes yacimientos, evaluando
la posible distinción de sus componentes a través de la información proveniente de las materias primas de
los conjuntos líticos.
El Archipiélago de Chiloé está constituido por la Isla Grande y 40 islas menores (Figura 1). La Isla Grande
posee forma rectangular y alcanza una superficie aproximada de 800.000 hás. Su clima, puede ser clasificado
como marítimo templado-frío lluvioso de la Costa Occidental. La precipitación media anual se mantiene entre
2.200 y 2.500 mm y la temperatura media anual es de 11,3º C. La vegetación del área en estudio se encuen-
tra clasificada como Bosque Laurifolio de Chiloé, correspondiendo en la tipología forestal al Tipo Forestal
Siempreverde. El paisaje de esta región presenta fragmentos de bosques con distintos estados de alteración
antrópica, ubicados en terrenos planos (20–50 msnm). Estos bosques se encuentran generalmente insertos
en una matriz de turberas, praderas artificiales o matorrales con drenaje pobre desprovistos de vegetación
arbórea.
En relación con los suelos, tanto en la costa como en el sector interior, éstos derivan de cenizas de origen
piroclástico depositadas sobre material fluvioglacial o morrénico con drenaje pobre. Son delgados a modera-
damente profundos (50 cm a 1 m), de texturas medias y presentan fierrillo independientemente del relieve en
que se encuentren, exceptuando a los suelos derivados de esquistos ó de cenizas volcánicas que descansan
directamente sobre éstos. El contenido de materia orgánica es muy alto, sin embargo presentan fertilidad natural
baja. A su vez, la capacidad máxima de retención de agua es muy elevada, generalmente superior al 100% del
*
O’Higgins 395, Gorbea, Región de La Araucanía. E-mail: doinamunita@yahoo.com
189
Munita, D.
A pesar de que el límite geográfico norte de los archipiélagos se encuentra en la isla Grande de Chiloé
(Legoupil 1985-86), la tecnología lítica y los diferentes contextos registrados desde el archipiélago de Los
Chonos, hasta la costa de la provincia de Valdivia, amplían dicha “frontera” en términos culturales a tierras
continentales en latitudes menores (Navarro y Pino 1999; Ocampo y Rivas 2004).
Si bien, las similitudes existentes entre algunos yacimientos costeros de la cuenca de Valdivia fueron
inicialmente advertidas por Menghin (1962) y consideradas bajo el llamado complejo Chanchanense, este
concepto es superado con la información proveniente de sitios emblemáticos como Conchal Gamboa en el
fiordo de Castro (Díaz y Garretón 1972-73), Puente Quilo 1 ubicado en el Golfo de Quetalmahue (Aspillaga
et al. 1995; Rivas et al. 1999), GUA-010 emplazado en la isla Gran Guaiteca (Porter 1992), Chan-Chan 18
en la costa de la provincia de Valdivia (39º30’S-73º15’W) (Navarro y Pino 1999; Pino y Navarro 2005), y
Conchal Piedra Azul en la bahía Chamiza del seno de Reloncaví (Gaete et al. 2001, 2004; Gaete y Navarro
2004). Las coincidencias culturales entre estos sitios arqueológicos, se suma a la información recopilada de
las referencias de Junius Bird (1993 [1976]), quien entrega algunos datos acerca de conchales registrados en
las islas del Seno de Reloncaví (p.ej.: Capera huapi). Estas referencias, además de los hallazgos y revisión de
colecciones privadas realizados por Vázquez de Acuña (1963) en las localidades de Chepu y Cucao en la costa
Pacífica de la Isla Grande, Castro, Quellón y Quemchi (islas Butachauques) en la costa interior, han permitido
presentar un panorama arqueológico coherente y particular para el área, definiendo lo que se conoce como el
Núcleo ecotonal septentrional, que se extendería a lo largo del borde costero Pacífico e interior, comprendido
aproximadamente entre los 39°30’ y 47° (Rivas et al. 1999; Ocampo y Rivas 2004).
A las referencias anteriores, se suma aquella proveniente del registro desarrollado estos últimos años en el
yacimiento de Isla Tenglo (Gaete et al. 2002; Gaete y Navarro 2004), Centro de acuicultura Metri (10PM009)
en el Seno de Reloncaví (Mera y Gaete 2000; Ciprés consultores Ltda. 2005), Puntilla Ten Ten en el fiordo de
Castro (Mera y Munita 2005) y los sitios excavados por Legoupil (2005) en los fiordos de Yaldad y Chadmo
en la costa sureste de la Isla de Chiloé (conchales Yaldad 2 y 7). Por último, se integran los datos provenientes
de las extensas prospecciones realizadas en el marco del proyecto FONDECYT 10203263, información que
ha venido a complementar las propuestas previas acerca de la coherencia espacial y temporal del Núcleo
septentrional.
2
Los datos ambientales han sido tomados de Gutiérrez (2002).
3
Procesos y orígenes del poblamiento marítimo de los canales Patagónicos: Chiloé y el Núcleo septentrional (Ocampo et al. 2002).
3
Este número no corresponde al total de sitios registrados durante el Proyecto FONDECYT 1020616, aumentando esta cifra considerablemente
al incluir los datos provenientes de las islas del sector de Calbuco en el seno del Reloncaví y los sitios de la costa Pacífica noroeste de la
Isla de Chiloé.
190
Materias primas líticas en sitios costeros del extremo Sur septentrional de Chile.
Este último “núcleo”, siguiendo la propuesta de los núcleos de poblamiento planteada por Legoupil y
Fontugne (1997) para los canales meridionales, se configura como una macrounidad cultural que si bien
presenta vínculos en la industria lítica principalmente (Orquera et al. 1997; Rivas et al. 1999; Morello et
al. 2002; Ocampo y Rivas 2004; Gaete et al. 2004; Gaete y Navarro 2004), con sitios y hallazgos en los
canales meridionales, posee características particulares que lo distinguen. Para el Núcleo septentrional, se
ha señalado tres aspectos representativos: los tipos de asentamientos, la industria artefactual y las dataciones
de los contextos (Ocampo y Rivas 2004).
En cuanto a los contextos y tipos de sitios, aquellos descritos para los canales septentrionales se conocen
como depósitos estratificados, que en sus niveles superiores presentan potentes conchales monticulares de
ocupaciones reiteradas, con cronologías que van desde el sexto milenio AP, hasta componentes alfareros.
Los niveles inferiores de estos depósitos, corresponderían a ocupaciones sin conchal y con un predominio de
sedimentos inorgánicos. Adyacentes al conchal, o en estos mismos, se advierte diferentes áreas de actividad,
como sectores de enterramientos humanos (individuos depositados decúbito lateral, flectados e hiperflectados),
talleres líticos y áreas de fogones o estructuras tipo curanto.
La industria lítica registrada, se caracteriza principalmente por la elaboración de instrumentos biacuminados
de talla bifacial: puntas de proyectil, raederas y cuchillos de borde cubriente, gran cantidad de preformas con
y sin utilización posterior a su descarte como instrumentos terminados, de morfologías foliáceas y lanceo-
ladas. Solamente las puntas parecen evidenciar zonas de enmangue y las matrices base corresponden casi
exclusivamente a cantos rodados. La segunda gran categoría de artefactos que se distingue en esta industria,
son los cantos astillados.
OBJETIVOS Y METODOLOGÍA
Como parte de las características particulares que hemos considerado para los canoeros septentrionales
del extremo sur, se aborda tres aspectos esenciales de la tecnología lítica: disponibilidad, aprovisionamiento y
utilización de materias primas. Se evalúa la posibilidad de dar cuenta de relaciones intra e inter-sitio existentes
entre estas variables en el área de estudio. Además de estos objetivos, se pretende evaluar la presencia de las
diferentes materias primas identificadas en los conjuntos líticos de yacimientos que cuentan con información
estratigráfica, con relación a sus componentes más generales.
A través de prospecciones arqueológicas realizadas en la franja costera de la Isla Grande de Chiloé, fue
posible cubrir más de 300 km de borde costero, desde la desembocadura del río Pudeto (extremo norte de
la isla) por la costa interior, hasta el estero Huildad (cercano a la localidad de Quellón), e incluyendo algunos
sectores recorridos en la costa Pacífica entre las playas de Cocotué y Chepu, la localidad de Huentemó hasta
Río Anay, y las playas de Rahue y Quilán. Considerando también las islas interiores Lemuy y las costas oeste
y suroeste de la Isla Caucahué. Además de un tramo de la costa del seno de Reloncaví, entre el sector de
Panitao y la bahía Chamiza. Se ha registrado hasta ahora, un total de 4784 sitios, de los que 436 de ellos
se encuentran en la costa interior, 27 en la costa Pacífica y 15 en el seno Reloncaví. Los resultados de tales
prospecciones en los tramos mencionados, nos han permitido configurar un panorama arqueológico local
acerca de la naturaleza, emplazamiento, componentes y características culturales generales y particulares
según las diferentes áreas recorridas. De este universo de yacimientos y sus sectores de emplazamiento surgen
diferentes observaciones, entre las que la utilización de las materias primas líticas locales se constituye como
una constante en aquellos sitios en los que fue posible recuperar restos culturales en superficie y provenientes
de cortes estratigráficos5. Los resultados de terreno, por lo tanto, se refieren a las observaciones superficiales
de los sitios, donde la intensidad de la observación no es homogénea para todos los yacimientos, a lo que
debemos agregar el sesgo producido por las diferentes condiciones de visibilidad y perceptibilidad (obstrusi-
vidad) propias de este tipo de registro.
Del total de yacimientos registrados, se recuperó muestras líticas de 92 sitios, de las que se realizan observaciones
generales. De acuerdo al mencionado uso de materias primas locales, la presencia de restos artefactuales elaborados
principalmente sobre andesitas, basaltos porfíricos y afaníticos, dacitas y riolitas (obsidianas negra translúcida y gris
opaca con cristales de plagioclasas), se convirtió en un indicador particular para el área en estudio. Como información
anexa, se considera el registro de materias primas observadas en prospecciones controladas en variados sectores
del archipiélago de Chiloé y el seno del Reloncaví. También se considera algunos resultados preliminares en cuanto
a materias primas líticas, de una muestra representativa de los materiales culturales recuperados en el sitio Puente
4
Especialmente en conchales que en la actualidad se encuentran bajo un constante proceso de erosión, producto de la acción marina
sobre las terrazas costeras.
5
A pesar de que existen algunos ejemplares formatizados (n=19) que no corresponden a la categoría de acuminados, al momento del análisis
estos fueron clasificados como artefactos, teniendo en cuenta las siguientes definiciones de Instrumento: “Formatizado en su totalidad y
con morfología definida” y Artefacto: Herramienta formatizada parcialmente “con su base en un núcleo, o en un derivado de núcleo (lasca
o lámina)” (Mera y Becerra 2001:8).
191
Munita, D.
Quilo 1 (Aspillaga et al. 1995; Rivas et al. 2000) y las recientes labores de protección en el conchal Ten Ten, en la
comuna de Castro (Mera y Munita 2005).
En cuanto al material de Puente Quilo 1, la muestra de material formatizado (categoría acuminados) alcanza
las 284 piezas completas y fracturadas, y corresponden a piezas adscritas a esta categoría que cuentan con
referencias de su procedencia estratigráfica en 9 unidades de excavación realizadas entre los años 1999 y
2000. Sólo se considera tal categoría dado que ésta agrupa a la totalidad de los instrumentos formatizados del
material analizado6. Mientras, la muestra de desechos y derivados7 sólo corresponde a materiales recuperados
durante una excavación de rescate llevada a cabo en 1995 (n = 643), estratigráficamente provenientes del
denominado nivel de arena (70 cm prof. aproximada).
Por su parte, la muestra del conchal Ten Ten (n = 81), corresponde a la totalidad de restos líticos recupe-
rados en los sedimentos derruidos del corte expuesto del conchal y depositados en la base del mismo. Estos
sedimentos fueron harneados sin conocer su procedencia estratigráfica, por lo que la información proveniente
de tales materiales sólo debe ser considerada en términos generales.
El registro de materias primas líticas y su clasificación, fue realizada a partir de la observación macroscópica
de las muestras, utilizando lupa monocular de aumento 15x. Se privilegió la observación de cortes frescos y se
realizó un registro de la presencia de pátinas y sus tipos en cada clase de materia prima, con el fin de lograr
determinarlas sin intervenir las piezas.
OBSERVACIONES MACRORREGIONALES
La disponibilidad y el aprovechamiento de las materias primas líticas, son variables y decisiones tecnológicas
relevantes al momento de la definición cultural y descripción de los contextos materiales comunes a los grupos
canoeros septentrionales. Según lo observado, existe una clara relación entre la disponibilidad y calidad de tales
recursos, consideradas como variables causales de estrategias socio económicas y tecnológicas (Nelson 1991),
como la estandarización de las conductas de talla, movilidad de los grupos en función del aprovisionamiento
y el nivel de formatización del instrumental (Andrefsky 1994).
En términos generales hemos podido identificar la utilización extendida de materias primas locales, disponibles
en las numerosas playas de guijarros existentes en el borde costero del archipiélago de Chiloé y seno de Reloncaví.
Tales playas, tienen un origen local, producto de la degradación paulatina de morrenas y depósitos fluvioglaciales,
que son erosionados en forma constante por la acción marina. A su formación también contribuye el aporte de
sedimentos y cantos rodados en forma de arrastre desde otros sectores del mar marginal8, seguramente arrastra-
dos por los antiguos cursos fluviales continentales, como se observa para el caso de Chan-Chan 18: “...basaltos
y andesitas se depositaron, probablemente, como rodados en la costa durante el período glacial Llanquihue,
cuando los ríos habrían formado abanicos fluviales sobre la plataforma continental transportando material
detrítico desde la Cordillera de los Andes.” (Pino y Navarro 2005: 61).
Bajo esta perspectiva, las mencionadas playas de guijarros se encuentran en un proceso dinámico de
formación, puesto que la erosión de las morrenas y depósitos fluvioglaciales es un fenómeno constante desde
comienzos del Holoceno. Tal fenómeno es perceptible en la costa interior de la isla Grande de Chiloé, islas
interiores del archipiélago y el seno de Reloncaví, donde la presencia de morrenas y terrazas fluvioglaciales
- principalmente de la última glaciación Llanquihue - se hace evidente en innumerables cortes expuestos a lo
largo de la costa. Cabe mencionar, que el área noroeste de la Isla Grande, no fue alcanzada por la influencia
de los hielos durante la última glaciación, situación que la diferencia del resto del archipiélago en cuanto a la
presencia de sedimentos glaciares (Heusser 1990). Por tanto en dicho sector, la procedencia de cantos rodados
costeros se asocia a su arrastre a través de las corrientes marinas y la erosión de sedimentos de depositaciones
previas a la glaciación Llanquihue.
Las materias primas que debieron ser aprovechadas por los grupos de cazadores-recolectores marítimos,
habitantes de las costas de los canales septentrionales durante el Holoceno medio – específicamente entre el 7º
y 4º milenio AP -, son posibles de observar aún en la actualidad en las superficies costeras. Estas se encuentran
disponibles desde ca. 14-12 Ka AP, cuando se hace efectiva la apertura continental y entrada del mar en los
antiguos lagos glaciares, dando forma a lo que hoy conocemos como la región de los canales patagónicos.
6
Se utilizó los conceptos de desechos de talla y derivados de núcleo según de J.L. Bate (1971:5) que define a los derivados como: “las
astillas de cualquier forma o tamaño desprendidas de un núcleo o matriz, con o sin astillamiento posterior. /.../ También se clasificarán
como derivados de núcleos las astillas desprendidas en la confección de artefactos en cantos rodados, estableciéndose su origen en los
casos en que sea posible”.
7
Se utiliza el término “mar marginal” en reemplazo de “mar interior”, pues su definición es más adecuada. Mar marginal, corresponde
a la porción de mar cerrada parcialmente pero que tiene una abertura significativa hacia el océano. No se encuentra más allá de la
plataforma continental, sino en una parte deprimida de ésta, mientras que el concepto de mar interior alude a una gran masa de agua
salada o salobre aislada, sin conexión con el mar abierto (Whittow 1988:312).
8
En dichas estructuras es posible registrar no sólo guijarros de basaltos y andesitas, sino también todas aquellas rocas que presentan
características de tamaño, dureza y/o granulometría similares. Esta coincidencia nos demuestra una selección de las rocas, en la que la
constitución de los fogones está lejos de ser una acumulación de piedras al azar.
192
Materias primas líticas en sitios costeros del extremo Sur septentrional de Chile.
CONSIDERACIONES MICRORREGIONALES
Tras una prospección intensiva a través de las costas del archipiélago de Chiloé, fue posible identificar
la presencia de andesitas, basaltos, granodioritas, granitos y granitoides, dacitas, cuarcitas, dioritas, lavas y
tobas, como materias primas que en forma de guijarros en las playas de cantos rodados no representan un
problema al momento de la identificación de sus fuentes de aprovisionamiento. De acuerdo a su fácil detección
y alta recurrencia, esta situación es resuelta, haciendo alusión al término empleado por Molinari y Espinosa,
a nivel “microrregional” (1999).
En cuanto a las andesitas (afaníticas y porfíricas) y basaltos (porfíricos en su mayoría), estos han sido
identificados como los más representados en casi la totalidad de las playas recorridas y los sitios en los que se
recuperó material cultural. Tales restos han sido identificados en forma de derivados y desechos de núcleos,
núcleos agotados, guijarros astillados y material formatizado. Cabe observar también, que por ser las rocas más
representadas en las diferentes playas registradas, han sido identificadas como las mayormente seleccionadas
en las estructuras de fogones con piedras o de tipo curanto (Rivas 2004), frecuentes en los asentamientos
y conchales de los canales septentrionales. Estas estructuras, en las que los cantos pueden presentar o no,
evidencias de alteraciones térmicas, se mantienen desde los contextos más tempranos conocidos en la zona
(p.ej.: conchal Piedra Azul y Puente Quilo-1), hasta momentos tardíos, desde el 2º milenio AP a tiempos
subactuales (p.ej.: Catrumán, Huicha, Playa Nal alto) 9 (Op. cit.).
Otra materia prima importante es la dacita, que si bien no ha sido registrada con una alta frecuencia en los
sitios del área en estudio, es relevante luego de identificar con qué contextos y tipos de artefactos se encuentra
relacionada. Esta roca, cuyo origen primario se encontraría en la cordillera de los Andes y se observa en forma
de guijarros costeros como parte de la erosión de sedimentos glaciares y el consecuente arrastre marino sobre
las costas del archipiélago (p.ej.: isla Tabón en el seno de Reloncaví), no presenta la facilidad de identificación
ni la alta recurrencia de las materias primas anteriormente mencionadas.
Andesitas, granitos, granitoides, dioritas y tonalitas se encuentran representados en cantos astillados,
siendo recurrente que muchas piezas interpretadas como tajadores se encuentren aún en proceso de rebaje
correspondiendo a núcleos con y sin marcas por uso.
9
En dichas estructuras es posible registrar no sólo guijarros de basaltos y andesitas, sino también todas aquellas rocas que presentan
características de tamaño, dureza y/o granulometría similares. Esta coincidencia nos demuestra una selección de las rocas, en la que la
constitución de los fogones está lejos de ser una acumulación de piedras al azar.
193
Munita, D.
Figura 2. Piezas provenientes del sitio Puente Quilo 1 elaboradas en calcedonias y sílices.
194
Materias primas líticas en sitios costeros del extremo Sur septentrional de Chile.
Si bien la fuente de origen de las obsidianas negra translúcida y gris oscura con cristales de plagioclasas,
se encuentra en el Volcán Chaitén, la amplia dispersión reconocida en yacimientos arqueológicos desde las
costas de Chan Chan hasta al menos la isla Goñi, es sugerente de un transporte antrópico a través de canoas
(Stern y Porter 1991; Stern et al. 2002). El escasísimo registro de cantos rodados de obsidiana presentes en
las costas de los canales, provenientes de la erosión de sedimentos glaciares arrastrados desde el continente, en
contraste con la relativa alta frecuencia de obsidianas en los sitios arqueológicos (Cuadro 1) – situación que ha
permitido plantear una tecnología significativa de obsidiana (Stern y Porter 1991: 208) – permite contrastar
la hipótesis acerca de la alta movilidad de las sociedades canoeras a través de los canales septentrionales,
advertida etnográficamente para los grupos chono y káweskar (Laming-Emperaire 1972) y permite sugerir
la hipótesis acerca de posibles redes de traspaso o intercambio entre los diferentes grupos que ocuparon las
costas del área.
De acuerdo a los antecedentes bibliográficos y los resultados del registro de yacimientos en el archipiélago
de Chiloé, se observa que tanto la presencia como la frecuencia de las materias primas líticas en los sitios
costeros (de grupos cazadores-recolectores marítimos del Holoceno medio), presentan diferencias según su
emplazamiento, las características geológicas y geomorfológicas de los lugares de asentamiento y las diferentes
ocupaciones observadas en los contextos. A pesar de que a la fecha contamos con más de 500 sitios arqueoló-
gicos registrados en la zona, aún es escasa la información acerca de las características particulares de ellos.
En relación a las observaciones realizadas durante las prospecciones en el área de estudio, las categorías
tecnológicas y materias primas registradas con mayor frecuencia, están representadas por derivados en
forma de lascas y desechos de talla sobre basaltos y andesitas, aunque también se ha reconocido materiales
formatizados (instrumentos y preformas). Sobre esta materia prima, otro grupo menos representado corres-
ponde a los artefactos confeccionados a partir de láminas [hojas largas en Piedra Azul (Gaete et al. 2004),
Conchal Gamboa y Puente Quilo-1] y otro, escasamente representado, son los núcleos, destacando un canto
Cuadro 1. Tipos de obsidiana reconocidos por Stern en el área de estudio
(Adaptado de Stern y Porter 1991; Stern y Curry 1995; Stern et al. 2002).
Obsidiana Procedencia Dispesión Sitios/Localidad Característica
400 km al sur y 400 al norte de la fuente de origen
Puente Quilo
Nercón
Isla Grande de Chiloé Llicaldad
Punta Peulla
Negra (o Gris) Conchal Gamboa Obsidiana riolítica
translúcida Volcán Chaitén Isla Gran Guaiteca GUA-010 altamente silicificada
con (0.3 + 0.1 Ma) con cristales de
cristales de Isla Traiguén Pose Las Conchillas plagioclasas
plagioclasas
Isla Goñi (archipiélago No especificado
de Los Chonos)
Isla Rojas No especificado
Isla Acuao No especificado
Costa de la cuenca Chan Chan 18
de Valdivia
Nercón Quimicamente similar
Gris
Llicaldad a la obsidiana negra
oscura con Volcán Chaitén Isla Grande de Chiloé (gris) translúcida,
cristales de Punta Peulla aunque más hidratada.
plagioclasas
Conchal Gamboa Presenta plagioclasas
Negro opaca Sin referencia Isla Grande de Chiloé Cucao Andesita
Gris oscura Probablemente de algún No posee cristales
(o negra) sin Isla Grande de Chiloé Puente Quilo
volcán del cordón del Caulle de plagioclasa
cristales
Afloramientos de obsidiana No identificada en
Isla Grande de
Sin referencia de edad miocénica en la costa contextos o instrumentos Obsidiana riolítica
Chiloé (Duhatao)
Pacífica, al sur de Quilo arqueológicos
195
Munita, D.
rodado de basalto, de tamaño grande (aproximadamente 40 cm), trabajado en su parte superior y hallado
en un potente conchal monticular en la poza de Pureo (sitio Chadmo 041), en el sector de Paildad de la Isla
Grande de Chiloé.
Otra categoría advertida durante la prospección, tanto en contextos como en sitios arrasados y hallazgos
aislados en playas, son los cantos astillados elaborados sobre andesitas, basaltos, granitos, granitoides, dioritas
y tonalitas. En muchos casos, la funcionalidad de estas piezas es difícil de precisar debido al grado de alteración
(pátina y pulimento) que presentan, correspondiendo en algunos casos a matrices en proceso de desbaste.
Esta observación se condice con lo observado por Galarce para el bloque inferior de PM009 (2005b: 28): “Un
tercer grupo de materias primas corresponde a aquellas como los granitos y esquistos, cuyas secuencias
de reducción se orientan preferentemente a actividades como el desbaste de núcleo principalmente, así
como al trabajo reductivo inicial de matrices. Estas materias primas son caracterizadas por una utilización
fundamentalmente expeditiva dentro del conjunto (Binford 1979, Bamforth 1986)”.
En cuanto a los sitios arqueológicos documentados, para el caso de Chan-Chan 18, se ha descrito una
amplia variedad de materias primas, tanto locales como de origen alóctono. Mientras las locales corresponde
a basaltos, cuarzos, cuarcitas, ‘chert’, serpentinita (cuya fuente de origen se encuentra en Caleta Bonifacio
30 km al sur del sitio arqueológico) y esquistos, las materias primas foráneas, menos representadas que las
anteriores, corresponden a obsidiana, calcedonia y obsidiana gris translúcida proveniente del volcán Chaitén
(Pino y Navarro 2005: 62). En este sitio, los fechados obtenidos demuestran dos momentos de ocupación
contrastados y coherentes con los resultados de análisis geoarqueológicos realizados en el yacimiento (Pino
y Navarro 2005).
Por su parte en Puntilla Tenglo, las materias primas identificadas se condicen con las registradas para el
resto de sitios en la zona, basaltos porfíricos y afaníticos, andesitas basálticas, cuarcitas, riolitas, obsidiana
negra del Chaitén (sólo un ejemplar), granitos y granitoides, areniscas, tobas, materias primas silíceas y cal-
cedonias (Gaete et al. 2002).
En conchal Piedra Azul, se menciona que el conjunto lítico fue elaborado sobre recursos locales cuya forma
original correspondería a guijarros y bloques de basaltos porfíricos y afaníticos, andesita basáltica, cuarcita,
granito, granodiorita, cuarcita y cuarzo. Las materias primas alóctonas representadas serían las obsidianas y
riolitas (Gaete y Navarro 2004). En este sitio: “Es preciso destacar, que los artefactos formatizados en basalto
porfírico y afanítico, se registran en prácticamente toda la ocupación arcaica (estratos II, III y IV), al igual
que los elaborados en riolita (estratos III, IV, V y VI), mientras que las piezas en obsidiana muestran una
mayor popularidad en los estratos II y III, aunque también están presentes en el IV, y los confeccionados
en cuarcita se asocian al estrato IV.” (Op. cit.: 228). Los estratos mencionados corresponden a ocupaciones
de cazadores-recolectores. El estrato II fue fechado en 4.140 a 3.700 cal. años AP y 4.410 a 3.960 cal. años
AP, el estrato IV fue datado en 5.290 a 5.150 cal. años AP y 5.560 a 5.300 cal. años AP y el estrato VI en
6.430 a 6.290 cal. años AP. Los estratos III y IV (reocupación del sitio) corresponden al miembro transicional,
mientras que el V (playa estéril) y VI al litoral.
En Piedra Azul, la mayor densidad de los depósitos de conchal a partir del estrato IV (Op. cit: 219) demues-
tra una diferencia en dos grandes miembros o bloques estratigráficos. Esta observación relevante, se condice
con lo registrado en otros sitios del área como PM009 (Flores y Lira 2005) y Puente Quilo.
Para PM009 se reconoció recursos líticos ígneos, sedimentarios y metamórficos, cuya frecuencia presenta
fuertes diferencias entre los llamados bloques de ocupaciones, inferior y superior. Para el “bloque inferior” se
identificó que más del 90% de los casos, corresponden a andesitas y riolitas (Galarce 2005a: 16) y las cate-
gorías más frecuentes son las puntas de proyectil y preformas bifaciales, evidenciándose un mayor énfasis en
la caza y procesamiento con respecto a las ocupaciones subsecuentes.
En cuanto a los instrumentos, para el llamado “bloque superior” se observó un predominio de categorías
instrumentales que tienen como matriz base, guijarros, destacando la presencia de sobadores, percutores y
soportes sobre granito, pumicita y andesitas, mientras que en menor frecuencia se registró puntas de proyectil
elaboradas sobre andesita basáltica porfírica y cuarcita y artefactos de corte y raído, desconchadores y soportes.
Para el mismo bloque, como resultados del análisis de los desechos y derivados, se resalta la predominancia
de materiales termoalterados y la importancia secundaria de materias primas propias para la talla (Galarce
2005b: 18). En síntesis, las materias primas registradas tanto en los bloques inferior y superior, corresponden
principalmente a andesitas basálticas porfíricas, andesitas basálticas afaníticas, esquistos, granitos, riolita sili-
cificada, obsidiana (Op. cit.: 11), cuarcíferas, cuarcitas, riolitas y limolitas (Op. cit.: 21) existiendo diferencias
en cuanto a las frecuencias relativas para cada macro-componente ocupacional (Op. cit.: 17).
Por su parte, en el sitio Puente Quilo 1, también se advierte una diferenciación en la presencia de mate-
rias primas líticas en relación a sus ocupaciones. El registro estratigráfico permitió discriminar al menos 4
componentes que son agrupados en dos grandes bloques (Cuadro 2).
196
Materias primas líticas en sitios costeros del extremo Sur septentrional de Chile.
197
Munita, D.
andesitas 38
andesitas 16 basaltos (porfírico
basalto porfírico 10 21
y afanítico)
calcedonias 7 calcedonia 21
obsidianas del obsidianas del
Chaitén (negra y 18 Chaitén (negra y 22
gris c/plagioclasas) gris c/plagioclasas)
dacitas 4 cuarcitas 2
obsidiana negra dacitas 3
translúcida 1 toba 1
s/cristales
Figura 5. Frecuencias absolutas de materias primas Figura 6. Frecuencias absolutas de materias
líticas, categoría de instrumentos acuminados del nivel primas líticas, categoría de instrumentos
superior (0-40 cm), sitio Puente Quilo 1 (n= 56). acuminados del segundo nivel superior (40-
70 cm), sitio Puente Quilo 1 (n= 108).
andesitas 45
basalto porfírico 24 andesitas 2
calcedonia 27 basaltos 3
obsidianas del cuarcita 1
Chaitén (negra y 6 riolita 1
gris c/plagioclasas)
obsidianas
dacitas 4 del Chaitén
granodioritas 2 2
(gris c/
m.p.alterada plagioclasas)
2
(caolinita)
probable toba 1
Figura 7. Frecuencias absolutas de materias primas líticas, Figura 8. Frecuencias absolutas de materias
categoría de instrumentos acuminados del primer nivel primas líticas, categoría de instrumentos
inferior (70-120 cm), sitio Puente Quilo 1 (n= 111). acuminados del segundo nivel inferior (bajo
los 120 cm), sitio Puente Quilo 1 (n= 9).
198
Materias primas líticas en sitios costeros del extremo Sur septentrional de Chile.
199
Munita, D.
CONCLUSIONES
12
“Bennet (1948), al formular el concepto de Co-tradición, indica que un “área de co-tradición es la unidad total de la historia cultural
de un área dentro de la cual las culturas componentes han sido interrelacionadas por un período de tiempo”, lo cual quiere decir que
no se debe confundir el área de una cultura (Área Cultural) con el área co-tradicional. De acuerdo a esta formulación, es posible que en
un área co-tradicional, las áreas culturales (áreas de expansión de una cultura), pueden ser varias y a la vez diferentes en cada uno de
los períodos de tiempo.” /…/ La intensidad con que se reflejan los rasgos de una cultura dentro de un territorio, permiten reconocer una
región dentro del área de co-tradición, región que representa el territorio, “promedio” dentro del cual se percibe con mayor intensidad la
tradición de una cultura. /…/ el concepto de de Co-tradición implica relaciones interculturales que permiten reconocer rasgos comunes
dentro de las culturas diferenciadas.” (Lumbreras 1966:65).
200
Materias primas líticas en sitios costeros del extremo Sur septentrional de Chile.
relación estratigráfica (Flores y Lira 2005), se advierte que existe una selección de materias primas líticas algo
diferenciada entre los niveles inferiores y superiores de los sitios, situación que se convierte en otro indicador
para la propuesta de los diferentes bloques ocupacionales. Por su parte la tecnología lítica no presenta mayores
variaciones en cuanto a la morfología de los artefactos. Si bien existen diferencias entre los yacimientos, dadas
por las características internas de cada sitio, en ellos se observa el uso de las materias primas más frecuentes
desde las ocupaciones más tempranas.
Como parte de la discusión, es posible hipotetizar una etapa de ocupación a través de la vía marítima, por
parte de grupos portadores de una tecnología lítica eficiente para la obtención de recursos terrestres y marí-
timos tales como guanacos (restos mayoritarios en Ponsonby) (Legoupil 2003), otáridos, cérvidos y cetáceos
(presentes en los niveles inferiores de Puente Quilo 1). El conjunto artefactual se mantendría como un medio de
obtención y procesamiento altamente eficiente hasta tiempos más tardíos. Ante esto cabe la discusión acerca
del alcance conceptual del llamado Núcleo septentrional, que alude directamente a un proceso de poblamiento
y, es más, a un proceso de transición de grupos con adaptaciones terrestres a marítimas, evidenciado en el
término ecotonal. Los datos recolectados en el área de estudio, aún no permiten demostrar un proceso de
transición de grupos de adaptación terrestre a marítima, si no que más bien pareciera que nos enfrentamos
a grupos con una subsistencia basada en la caza de presas mayores y un movimiento a través de las costas
que debió ser realizado en embarcaciones. Ahora, si consideramos a este primer momento identificado como
un proceso de colonización inicial (sensu Borrero 1989-1990), es posible asumir una segunda gran etapa de
ocupación efectiva (Op. cit.), que se expresaría en la masificada extracción de peces y recursos marinos como
moluscos, bivalvos y crustáceos.
Este esquema sugiere que el llamado Núcleo septentrional correspondería a un núcleo de dispersión, en el
que veríamos con mayor intensidad la manifestación de algunos elementos culturales. Es posible que el factor
geográfico se haya comportado como facilitador de este proceso, existiendo verdaderas fronteras naturales
(península de Taitao por el sur y el término de los archipiélagos por el norte) que serían superadas en menor
frecuencia a través del tiempo, observando con mayor definición a los grupos culturales en momentos más
tardíos. Es posible entonces, considerar una co-tradición temprana para los pueblos canoeros del extremo sur,
en cuanto la tecnología lítica se convierte en un indicador o elemento diagnóstico similar a lo observado para
grupos etnográficos chono y káweskar a través de técnicas de extracción de recursos ampliamente expandi-
das como son los corrales de pesca (Munita et al. 2004). En ambos casos, la técnica trasciende las fronteras
territoriales y/o étnicas en pos de una extracción u obtención y procesamiento eficiente de los recursos.
AGRADECIMIENTOS
A mi compañero de ruta Rodrigo Mera, pues este trabajo es fruto de nuestras prospecciones por las costas
del archipiélago de Chiloé e innumerables conversaciones a lo largo de más de 600 km. A Carlos Ocampo y
Pilar Rivas, por su apoyo durante la participación en las jornadas y a Marejke Van Meurs, junto a quienes tra-
bajan en el Museo Regional de Ancud, por su disposición y facilidades prestadas para acceder a los materiales
de estudio del sitio Puente Quilo 1. A la evaluadora de este trabajo, Mariana Carballido, por sus importantes
sugerencias y comentarios. Este trabajo fue realizado en el marco del proyecto FONDECYT 1020616.
201
Munita, D.
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