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Datos Antropométricos_Aplicación 1

LAS DIMENSIONES HUMANAS EN LOS ESPACIOS INTERIORES


Julius Panero - Martin Zelnik

Datos antropométricos. _Aplicación


1. Adecuación
En virtud de la abundancia de variables que entran en juego, es esencial que los datos que se seleccionan sean los que
mejor se adapten al usuario del espacio u objetos que se diseñan. De aquí la necesidad de definir con exactitud la
naturaleza de la población a servir, en función de su edad, sexo, trabajo y etnia. Cuando el destinatario es un individuo, o
un grupo reducido, y en ciertas circunstancias especiales, el desarrollo de la propia información antropométrica a partir
de una toma de mediciones contiene un índice de fiabilidad suficiente. Es indudable que si uno está dispuesto a conceder
el tiempo necesario a la confección de un traje o vestido, lo estará también para hacer otro tanto respecto a un entorno
interior o los componentes del mismo, sobre todo cuando estos últimos suponen generalmente una fuerte inversión
económica. Las medidas deben tomarse con instrumental apropiado, manejado por personas preparadas para esta
misión. En aquellas oportunidades que imponen la medición de dimensiones corporales concretas, se carece de datos
relativos a un sector de población particular, o el tiempo y el dinero impiden emprender estudios meticulosos, se
recomienda consultar con un ingeniero antropometrista que oriente acerca de los métodos estadísticos idóneos para
obtener la información que se precisa.
2. Falacia del «hombre medio»
Ya se ha expuesto que en la aplicación de datos es un craso error dar por sentado que las
dimensiones del percentil 50° representan las del «hombre medio» y hacer uso de sus datos
para crear un diseño adaptado al mismo. La falacia de dicha suposición reside en la misma
definición, según la cual de antemano la mitad del grupo sufrirá las consecuencias de este
planteamiento. Sencillamente, el «hombre medio» no existe. Acorde con el carácter del
problema que suscita el diseño, éste se combina para ajustarse al percentil 5o o al 95°, y así
servir a la mayor proporción de personas.
Por tanto, cabe rechazar la idea de un hombre que reúne las diez dimensiones medias, el
concepto de "hombre medio" es fundamentalmente incorrecto. Los lugares de trabajo para
garantizar su eficacia se diseñarán de acuerdo a la gama de medidas del cuerpo humano».
3. Extensión, holgura y adaptabilidad
La selección de datos antropométricos se funda en la naturaleza del diseño y los problemas que
éste conlleva. Si el diseño comporta del usuario una extensión, sea desde una posición sedente o
erecta, se emplearán datos correspondientes al 5° percentil que, en lo que respecta a la
extensión del brazo, indican que el 5 % de la población tendrá una dimensión pequeña y el 95 %
restante, la amplia mayoría, la superará con creces. Un diseño encaminado a cubrir una
extensión que abarque la fracción de menor extensión, comprenderá también la de mayor
extensión; evidentemente lo contrario no es cierto, como se ve en la figura A.
Para diseños en que entre el factor de holgura han de considerarse los datos mayores o el 95°
percentil, lo cual es de pura lógica.
Si el diseño es eficaz para los usuarios de dimensiones más grandes, lo será, obviamente,
para los de menores. La figura B prueba también aquí que lo contrario es falso.
En otras situaciones es obligado dotar al diseño de una adaptabilidad, como resulta en
algunos modelos de sillas, en estanterías regulables, etc. El alcance de adaptación deriva de los datos antropométricos
del usuario, de la clase de actividad y de las limitaciones físicas y mecánicas en juego; de cualquier forma, el diseño
tendrá una capacidad de adaptación tal que comprenda como mínimo al 90 % de la población receptora del mismo.
Subrayamos que los ejemplos precedentes se emplean para poner de manifiesto la lógica que subyace en la elección de las
dimensiones corporales que incluyen y los percentiles concretos que éstas deben acomodar. Siempre que sea posible debe
tenderse a satisfacer al mayor porcentaje de usuarios, para lo cual nada mejor que servirse del sentido común. Si un
estante puede colocarse dos o tres centímetros más bajo, fácilmente y sin repercusiones en costos, y gracias a esto se
adapta al 98 o 99 % de los usuarios, ésta es la decisión acertada para el diseño.
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4. Dimensiones ocultas
La antropometría aplicada es una herramienta sumamente útil en el proceso de diseño cuando se emplea sabiamente y
dentro de una amplia visión de otros factores humanos que influyen en el mismo. Los factores que inciden en la misión de
ajustar el cuerpo humano al entorno no pueden limitarse a medidas y distancias, en el sentido estricto de estos términos.
Distancia, holgura y espacio generalmente encierran connotaciones más sutiles y relacionadas.
Como dice Hall, hay «dimensiones ocultas». Declarar que los límites de las personas empiezan y acaban en la piel es no
acertar a «captar la importancia de muchos elementos que conforman el sentido espacial del hombre». A manera de
ejemplo, Hall sostiene que las personas actúan en cuatro zonas de «distancia», cada una de las cuales posee una fase
«próxima» y una fase «lejana». En cualquier momento la zona que se elige para utilización está predeterminada por la
naturaleza de la actividad o trato social a desarrollar. La figura B presenta las zonas a que se refería Hall y las
actividades con éstas asociadas.
Hace algunos años, Horowitz y colaboradores afirmaron que todo ser humano, sea hombre o mujer, tiene una proyección
interior del espacio envolvente al que denominaron «zona tope» y cuyas dimensiones, forma y penetrabilidad, sugirieron,
estaban vinculadas a las actuaciones interpersonales y al historial cultural y psicológico del individuo. Opinaron que los
individuos tienden a mantener con otras personas y objetos una separación característica.
5. Personas en movimiento
Archie Kaplan escribe en un artículo sobre diseño y locomoción humana: El movimiento es un estado natural del hombre y
esencia de su ser. La vida humana es un estado no estático, desde el guiño del ojo hasta la velocidad máxima al correr,
durmiendo o despierto, el hombre se mueve... Teniendo esto en cuenta es preciso reconocer que, junto a los factores
psicológicos, la dinámica espacial también afecta a la relación de las personas con el entorno. Estas, como bien dice
Kaplan, están constantemente en movimiento. El cuerpo humano, aun cuando no esté comprometido a ninguna actividad o
trabajo concreto, nunca está quieto o en reposo absoluto e, incluso en estado de completa rigidez, realmente oscila en toda
dirección. El cuerpo es flexible y puede estirarse. Las extremidades tienen movimiento de rotación y la energía muscular
puede captarse para poner máquinas en funcionamiento.
El diseñador, al aplicar datos antropométricos, en ciertos aspectos poco correctos, procurará conciliar su carácter
estático con la realidad dinámica de los movimientos del cuerpo y, por lo menos, deberá conocer las limitaciones
inherentes. La figura C muestra un diagrama antropométrico clásico para medir el alcance del brazo, dato que sirve para
saber la distancia máxima a la que colocar, por ejemplo, un estante o un elemento de control, de modo que sea operativa
para la mayoría de los usuarios. ¿Qué factores podrían influir, además, en la dinámica y / o geometría de la actividad?
Hasta cierto punto intervendrán la capacidad de alcance y la idiosincrasia de la
postura que tenga el cuerpo del usuario. Más aún, ¿qué hay respecto a las
posiciones reales del cuerpo y movimientos que preceden al flujo de los que
comportan la realización de un trabajo específico? La posición del cuerpo y el
impulso que crean los movimientos inmediatamente anteriores a la actividad
afectan a ciencia cierta a la extensión del usuario.
Los requisitos espaciales antropométricos en las holguras de paso proporcionan
otro ejemplo excelente de la importancia que tiene el movimiento corporal y sus
implicaciones en el proceso de diseño. La zancada y la forma de andar intervienen
en la determinación de las holguras a dejar entre las personas y los obstáculos
físicos. Lamentablemente, las tablas no reflejan ninguno de estos factores, pero,
aunque escasos, es posible obtener algunos trabajos de investigación publicados
que tratan de esta materia.
Frecuentemente se tiene como estática la acción de sentarse. Gran equivocación. En
realidad, la consecución de la misma guarda una ininterrumpida serie de posturas
en respuesta a las demandas que ofrecen las distintas actividades a desarrollar. Por
otra parte, no procede atender exclusivamente al cuerpo en dicha posición; es
imprescindible considerar los movimientos que se hacen para sentarse o erguirse.
Todo el proceso de tomar asiento también se debe percibir como una serie de
movimientos.
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6. Amplitud del movimiento de las articulaciones
Es incuestionable que el grado de movimiento o rotación de las articulaciones del cuerpo
influyen sobremanera en la interfase de la persona y su entorno físico. Por ejemplo, y como
indica la figura D, el movimiento de la cabeza aumentará notablemente la visibilidad.
La capacidad de inclinarse hacia delante, figura E, incrementará el alcance funcional, y lo
mismo sucederá cuando de arrodillarse o ponerse de puntillas se trata. Si no esencial, sí es
útil que el diseñador disponga de algún conocimiento acerca del movimiento de las
articulaciones.
La amplitud de este movimiento en un momento dado se determina por el ángulo que forman
dos partes del cuerpo o una y un plano vertical u horizontal. La amplitud total se mide por el
ángulo comprendido entre las dos posiciones extremas, sin olvidar las normales limitaciones
que imponen la constitución ósea y la estructura muscular.
La figura F ayudará a comprender el movimiento de las articulaciones, al representarlo como
un sistema de enlaces que, teóricamente, se ven como líneas rectas indicativas de la
separación entre centros de rotación.
Las articulaciones móviles se dividen en tres tipos. En el primero, desde una posición de
partida se tiene un solo plano de libertad de desplazamiento. Ejemplos de estas
articulaciones, (gínglimo), son el codo y la rodilla. En el segundo, y con igual origen, los
planos son dos. A éste pertenece la muñeca. Por último, el tercero, denominado articulación
esférica, faculta a una rotación o movimiento tridimensional, como ocurre en el hombro y
cadera.
Los tipos de movimiento que pueden interesar en especial al diseñador son flexión, extensión,
abducción, aducción, rotación media, rotación lateral, pronación y supinación. Varios son los
factores que influyen en el alcance de los movimientos que nos ocupan, entre
los que sobresale el sexo. Un estudio del tema indica que, en general, las mujeres aventajan a los hombres en todos los
movimientos de articulaciones, salvo en el de la rodilla. En ambos sexos se produce la mayor amplitud en los individuos
más delgados y lo contrario en los gruesos. Sorprendentemente la edad, en sí misma,
no merma o inhibe el movimiento; entre la primera y séptima década de vida el
decremento es aproximadamente del 10 %, del que una parte mínima se padece en la
pubertad.
Hacemos notar que la artritis, cuya incidencia aumenta después de la media edad,
supone una reducción en el promedio de movilidad de toda población.
7. Limitaciones
Corresponde aquí advertir al estudiante, diseñador de interiores o arquitecto la
falibilidad de unos datos antropométricos que se presentan como información
precisa y «científicamente correcta».
Hacemos hincapié en que en la actualidad la antropometría no es una ciencia tan
precisa como sería de desear. Los datos han de aceptarse como una fuente de
información o una herramienta de trabajo más de las que se dispone. El peligro
reside en que el diseñador sustituya los datos tabulados por el sentido común, la
función o la sensibilidad de diseño, todas ellas partes fundamentales del proceso. De
hecho, se carece de datos relativos a la población infantil, senil y minusválida.
También se nota la ausencia de información sobre dimensiones funcionales.
Por último, para situar el uso de los datos que se brindan últimamente, lo prudente
es prestar atención a la dinámica tridimensional del «hombre en movimiento», a los
aspectos psicológicos del espacio y el usuario, y a los factores proxémicos (espacios
interpersonales) que participan.
El tamaño físico del cuerpo es tan sólo uno más del cúmulo de factores humanos que
intervienen en la determinación dimensional de espacios interiores.

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