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Créditos

Moderadora
Lu_Rodriguez
Traductoras
Lu_Rodriguez ♥KeSofy♥
Auro Kyle Kenia20
PrisAlvS covibg
Thelovestory guga
Jhos Jeni♥

Correctoras
Auro Kyle Ama
Pily Mayelie
maniarbl Marisaruiz
Cristinita <3
Revisión y Recopilación
Auro Kyle
Diseño
Auro Kyle
Contenido
Sinopsis ................................................................................................................................................................. 5
Prólogo ................................................................................................................................................................. 6
Capítulo 1 ............................................................................................................................................................ 11
Capítulo 2............................................................................................................................................................ 24
Capítulo 3............................................................................................................................................................ 32
Capítulo 5 ............................................................................................................................................................ 45
Capítulo 6 ........................................................................................................................................................... 52
Capítulo 7 ............................................................................................................................................................ 65
Capítulo 8 ............................................................................................................................................................ 70
Capítulo 9 ........................................................................................................................................................... 77
Capítulo 10 .......................................................................................................................................................... 86
Capítulo 11 .......................................................................................................................................................... 92
Capítulo 12 .......................................................................................................................................................... 96
Capítulo 13 ........................................................................................................................................................ 100
Capítulo 14 ........................................................................................................................................................ 111
Capítulo 15 ........................................................................................................................................................ 117
Capítulo 16........................................................................................................................................................ 126
Capítulo 17 ........................................................................................................................................................ 130
Capítulo 18 ........................................................................................................................................................ 135
Capítulo 19........................................................................................................................................................ 142
Capítulo 20 ....................................................................................................................................................... 149
Capítulo 21 ........................................................................................................................................................ 158
Capítulo 22........................................................................................................................................................ 170
Capítulo 23........................................................................................................................................................ 177
Capítulo 24 ....................................................................................................................................................... 184
Capítulo 25 ........................................................................................................................................................ 191
Capítulo 26 ....................................................................................................................................................... 203
Siguiente libro:..................................................................................................................................................... 212
Sobre la autora: ................................................................................................................................................... 213
Sinopsis
Cuando los chicos de campo conocen a una chica de ciudad, todo el mundo está en
un paseo salvaje.

Slade Bower y Mustang Jackson están viviendo la gran vida en el circuito de monta
de toros profesional. El premio en dinero es grande, los toros son de calidad, y las mujeres
están dispuestas. Pero les falta algo.

Para Slade, el despertar en una ciudad diferente, con una mujer diferente cada mañana
es una tendencia cada vez menos atractiva. Incluso los intentos creativos de Mustang para
agitar las cosas no ayudan. Entonces viene una gran autora de ciudad quien es como nada de
lo que hayan encontrado alguna vez. Algo en ella hace que Slade se siente y tome nota –y
Mustang está siempre para todo.

La escritora de romance Jenna Block tiene un problema: su agente piensa que un


libro de vaqueros saltara el principio de su carrera. Como neoyorkina, no hace vaqueros, no
sobre el papel, y definitivamente, no en la vida real. Por suerte para ella hay dos vaqueros
listos, dispuestos y capaces de sacarla de su zona de confort en cada forma que cuenta…
y algunas formas que ella no había contado.
Prólogo
Traducido por Lu_Rodriguez
Corregido por Pily

—Entonces, ¿Qué piensas? —Como si fuera un hombre acusado viendo la cara del
jurado regresando con su veredicto, Jenna Block contiene su respiración mientras estudia la
expresión de su editora intentando determinar la respuesta a la pregunta.

Marge Collins de la agencia Collins tenía una reputación por no andarse con rodeos.

Tragando saliva, Jenna adivinó bien los labios fruncidos de Marge y la indecisión no
era una buena señal. Tenía la sensación de que su delicado ego de escritora estaba a punto de
recibir una lección de humildad.

El manuscrito estaba puesto entre ella como un gorila de ochocientas libras. Su agente
suspiró. Otra mala señal.

De repente sintiéndose como un niño sentado en frente de una amplia mesa de


trabajo, Jenna enderezó la espalda. ¿Su silla era más baja que la de Marge? Que astuto, tomar
poder por parte de su agente no sorprendía a Jenna ni un poquito.

Marge le miró por encima de sus gafas de lectura.

—Jenna, realmente no hay mercado para los contemporáneos ahora mismo.

Jenna frunció el ceño, confundida. Ella asumía que la venta de este libro sería pan
comido.

—Había mercado el año pasado cuando vendió mi último contemporáneo. De hecho,


no tuviste problema vendiendo mis últimas tres novelas.

Marge asintió.

—Tienes razón, pero la tendencia en la industria ha cambiado.

—¿En menos de un año?


—Es por eso que se llama tendencia, supongo. —Frunció los hombros.

Mordiéndose el labio inferior, Jenna intentó digerir la idea de tener que desechar la
novela. Gastó una parte considerable del año pasado escribiendo y empezar de nuevo con
una, con un género diferente, no le atraía. La idea estuvo en su estómago retorciéndose con
miedo.

¿Cómo en el mundo iba a escribir un nuevo libro y conseguir venderlo antes de que
este aparentemente voluble y cambiante mercado romántico cambie nuevamente?

—Entonces, ¿Cuál es la nueva tendencia? —preguntó Jenna vacilante. Por favor, no


digas romance histórico. Absolutamente detestaba la investigación; una de las razones del
por qué solo escribe contemporáneas.

Marge se echó hacia atrás y juntó los dedos.

—Los editores quieren cruce de géneros, salir de la caja de historias.

¿Qué infiernos quiere decir eso? Presa del pánico, Jenna hizo lo mejor para mantener
su expresión neutral.

—¿Está bien, como qué, por ejemplo?

—Bueno, justo vendí una erótica, multi-pareja, romance paranormal con elementos
de bondage sobre piratas vampiros en el espacio. —Marge esperó expectante, como si Jenna
fuera a saltar de arriba abajo y dijera que había escrito un libro justo como eso y lo tenía
debajo de su cama.

Jenna se sentó perfectamente inmóvil, esperando que su rostro no mostrara su horror.


Aparte del bondage —como hizo una búsqueda de ese tema— su cerebro se estancó con la
visión de su hermano ocultando el control remoto y haciéndola ver agonizantes horas del
Canal de SciFi en la televisión cuando eran niños.

Ciencia ficción. Huh. ¿Estaba destinada ahora a pasar sus días escribiendo cuentos de
calientes vampiros y piratas espaciales?

Jenna tragó el creciente nudo en su garganta.

—¿Um, alguna otra cosa vendiéndose?

Marge barajó unas cuantas páginas en su escritorio.


—Hay una editorial que puso una convocatoria abierta para la presentación de su
nueva línea de romance de vaqueros.

Vaqueros. Bien, podía hacer vaqueros.

—¿Vaqueros piratas espaciales? —Jenna probablemente pidió la última pregunta con


más de actitud de la que era prudente teniendo en cuenta que su carrera como escritora y el
destino de sus futuros manuscritos estaban en manos de esta mujer.

Con los ojos entrecerrados, Marge frunció los labios pero de todos modos le
respondió.

—No, vaqueros regulares.

—¿Contemporáneos o históricos?

Jenna podía saber sobre vaqueros falsos. Solo los tenía usando Jeans y botas y
masticando un pedazo de heno o escupiendo tabaco o algo así. Sin embargo, escribir sobre
el viejo oeste requería investigación real. Incluso si Jenna tuviera el deseo, no tenía tiempo
para eso. Un escritor solo era tan bueno como su libro más reciente y demasiado tiempo había
pasado desde su última publicación.

Marge finalmente finalizó el suspenso de Jenna.

—Cualquier género está bien, siempre y cuando tenga de tema un vaquero.

Eso era una buena noticia, al menos. Aun abrumada por la idea de volver a empezar
desde cero, Jenna dejó escapar un suspiro.

—¿Cuándo es la fecha límite para presentarlo?

Marge miró el papel en su mano y se encogió de hombros.

—Mes y medio a partir de ahora.

—¡Un mes y medio!

—¿Puedes hacer eso? —Marge levantó una ceja dubitativa.


Con una convención de romance viniendo al oeste, firmas de libros programados, al
tope de entrevistas de radio y un tour virtual por varios chats y blogs, Jenna tenía un
sinnúmero de otras cosas que hacer en las próximas semanas, aparte de tramar y completar
este nuevo libro. Ella no era una escritora lenta, pero tampoco muy rápida.

—Quieren entre cincuenta y sesenta mil palabras. Y buscan historias que sean
divertidas y ligeras de tono.

Jenna resopló una carcajada.

—¿Cincuenta mil palabras en mes y medio encima de todo lo demás por lo que tengo
que ir? Va a ser ligero. No te preocupes por eso. —Aseguró que no tenía tiempo para hacerlo
pesado, aunque dudaba que esto fuera divertido.

Levantándose de su asiento, Jenna dejó escapar un suspiro demasiado duro.

—Supongo que mejor me voy a casa y empiezo.

Ahí estaban sus planes para ir de compras en las tiendas mientras estaba en la
cuidad por el día. Tendría que saltar directo al próximo tren y volver a su ordenador en su
apartamento en los suburbios.

Marge empujó el manuscrito de Jenna a través del escritorio.


—No te olvides de esto.

Jenna miró el fajo de papeles con repentino odio merecido.

—¿No quieres que quedártelo, por si acaso?

—Supongo que podría intentar tirarlo a uno de los correos de los editores más
pequeños. La mayoría de ellos no pagan por adelantado, pero es mejor que nada. Envíame el
archivo cuando llegues a casa y veré lo que puedo hacer.

Tirarlo. Genial.

Jenna forzó una apretada y lejos de ser sincera sonrisa.

—Gracias Marge. Eres un amor.

—No hay problema, Jen. Nos vemos en seis semanas.


Marge deslizó sus gafas de regreso a su nariz y volvió su atención a la siguiente pila
de papeles sobre su desordenado escritorio. Al parecer Jena había sido despedida. Ahogando
un gemido, murmuró un adiós y con mucho gusto se retiró de la oficina.
Capítulo 1
Traducido por Kenia20
Corregido por Pily

—Slade Bower necesita un ochenta y nueve para tomar la delantera en esta


competición. ¿Qué piensan, amigos? ¿Puedo hacerlo Slade? Está montando a One-Night
Stand de Contratistas Doble J Stock. Esta noche es la primera del toro en estas series. Dado
que no lo hemos visto antes, no se podría decir como él va a salir de la rampa. Slade está
definitivamente en desventaja en ésta partida.

En el filo de su consciencia, Slade podía oír las altas divagaciones del anunciador de
la plaza. El continuo parloteo entretenía al público en las gradas mientras Slade se
concentraba en mantenerse apropiadamente sentado en el amplio lomo del toro. Mientras
tanto, la bestia hacia todo lo que podía para ponérselo difícil. Incluso aunque fuera la primera
noche que el animal estaba fuera en una gran competición, el maldito toro de alguna forma
ya sabía unos pocos de los trucos por la antigüedad. Slade intentó llevar su pierna cubierta
con vaqueros de cuero en posición pero el toro se fue en su contra inclinando todo su peso
contra la red trasera de la rampa para asegurarse de que el vaquero que no quería en su
espalda, no pudiera mover la pierna hacia abajo.

Slade vio un pie embotado oscilar sobre la baranda superior de la rampa y apoyarse
contra el costado del animal. Su amigo, Mustang Jackson, estaba tratando de ayudar
empujando al toro lejos de la pared. Slade rápidamente deslizó su pierna abajo entre el
pequeño espacio que Mustang había creado para él mientras el toro intentaba inclinarse otra
vez y aplastarlo.

El toro ya se había sacudido una vez en la rampa cuando uno de los chicos ajustó la
soga que se estiraba debajo del estómago de One-Night Stand, entonces Slade podía
envolvérsela alrededor de su mano izquierda. No iba a esperar para que el animal lanzara un
ataque en la rampa una vez más. Rodeado por el metal en un increíblemente ajustado espacio
con un par de miles de libras de toro de rodeo, era una buena manera de ser noqueado frio o
peor antes de que el paseo incluso comenzara.

Suficiente con el toro. Hora de comenzar el espectáculo. Slade acomodó su trasero


una última vez en el lomo del toro y asintió. La puerta se abrió y One-Night Stand salió de la
rampa, empezando a sacudirse antes de que su costado despejara el carril de metal.

El toro se fue, dando vueltas a la izquierda y entre las riendas de Slade, antes de
volverse y redondeando a la derecha. Slade sintió su cuerpo deslizarse a un lado después de
que se volviera pero hizo la corrección, reajustando y centrando su peso.
Ya no consciente del anunciador o cualquier cosa más fuera del campo de su visión,
la cual estaba estrechada a una pequeña área entre la espaldilla del toro, Slade se comprometió
en una batalla de voluntades e ingenios con las dos mil libras del animal de rodeo debajo de
él. Manteniendo sus pies ajustados y sus espuelas1 presionadas contra la piel del animal,
Slade se sujetó con fuerza mientras One-Night Stand le dio un rodeo de infierno.

El animal era inteligente y fuerte. Cuando el peso de Slade se deslizó a un lado, el


toro giró bruscamente y dio fuertes sacudidas en la dirección contraria, intentando cualquier
cosa para conseguir al jinete fuera de su lomo.

Por desgracia para el toro, Slade era tanto como inteligente y un infierno más
obstinado cuando hacia incontables correcciones de su posición y usaba todo de su fuerza
para mantenerse a sí mismo arriba a la altura de la soga.

Las posibilidades eran buenas para Slade para hacer los ocho segundos, hasta que el
astuto animal sumergiera su extremo delantero abajo, entonces llevara su lomo hacia arriba,
fuerte y rápido, casi causando que Slade besara la parte posterior de la cabeza grande y
huesuda.

Tirando de su torso hacia atrás, Slade intentó no golpear al toro con su mano libre.
Eso hubiera terminado el rodeo para él inmediatamente. Si Slade era agitado, que así sea,
pero se maldeciría antes de quedar descalificado por un golpe. Los jueces podrían y harían
eso por romper las reglas, si su mano derecha tocaba al animal o a él mismo.

Trató de mantener su mano libre arriba y despejada, pero el movimiento del toro tuvo
a Slade inclinándose demasiado cerca a sus bolsillos y su mano izquierda se deslizó libre de
la soga envuelta alrededor de su guante.

Slade se suspendió en el aire justo cuando el timbre sonó por encima del ruido de la
multitud.

Los toreros se movieron inmediatamente para distraer al aún animal de rodeo mientras
Slade aterrizaba sobre su hombro con un gruñido y luego rodaba de las pezuñas mortales que
azotaron la tierra a pulgadas de su rostro.

Saltando a sus pies, llegó a la relativa seguridad de los rieles antes de localizar el
marcador, inseguro de si él lograría la totalidad de ocho segundos. El primero de los cuatro
puntajes de los jueces apareció en el monitor y Slade azotó el aire en victoria. Lo había hecho.
Montar a One-Night Stand hasta el timbre. A duras penas.

1
Espuelas: Son espigas metálicas que se colocan en el talón de las botas de quien cabalga, con el propósito de
dirigir los movimientos del caballo.
Volviéndose a lo que estaba sucediendo alrededor de él, Slade una vez más escuchó
la voz del anunciador vibrando a través del coliseo.

—Noventa punto cinco es el puntaje. Con solo un torero más esta noche para desafiar
su posición, Slade Bower toma la delantera.

El toro corrió a la puerta que lleva a los corrales y desapareció fuera del coliseo, y
Slade sonrió, dándole los cinco a uno de los toreros.

—Buen rodeo, Slade. —Shorty, otro de los toreros, lo felicitó y le tendió la soga que
había caído del toro momentos después de que Slade lo hiciera.

Slade tomó la soga del toro, luego haló la boquilla desde entre sus dientes, ocultándola
en un bolsillo.

—Gracias, Shorty.

Los bordes de las chaparreras2de cuero de Slade se agitaban, golpeando sus piernas
mientras caminaba por el coliseo y se dirigía detrás de las rampas de rodeo. Envolvió la
cuerda sobre una baranda y se giró para ver la acción en la rampa donde su competidor, el
único torero quien podía costarle el triunfo esta noche, estaba a punto de montar.

—Hola, hombre. Buen rodeo.

—Gracias, Mustang. —Sus ojos todavía preparados en el jinete montando las rieles
sobre el toro en la rampa, Slade aceptó la palmada de felicitación de Mustang en la espada
mientras desgarraba el cierre velcro antes de desabrochar su chaleco protector cubierto con
su logo patrocinador.

Su amigo se aclaró su garganta.

—¿Uh, Slade?

—¿Si? —Slade mantuvo su mirada en el jinete posicionándose sobre el toro.

—Tengo algo para ti.

2
Chaparreras: Pantalones de cuero sin asiento, usados por un vaquero/jinete sobre los pantalones normales
para proteger las piernas.
Frunciendo a la interrupción, Slade giró hacia Mustang, y estaba enfrentado por un
par de braguitas rojas de encaje colgando del dedo índice de su amigo.

—¡Jesús, Mustang! —Slade agarró la vergonzosa prenda de vestir y la metió dentro


de su chaleco mientras miraba alrededor por cualquier cámara de televisión que pudieron
haberlo agarrado en la increíble falta de buen juicio de Mustang.

—¿Dónde diablos conseguiste estas?

—De ése número caliente quien estaba dándonos una mirada desde las gradas más
temprano.

Slade levantó una ceja y, bueno, distraído ahora, estaba a penas consciente de la
puerta abierta al siguiente y último encuentro de la noche que estaba empezando.

—¿Te refieres a la de los senos?

Una gran sonrisa de niño-en-una-mañana-de-navidad iluminó el rostro de Mustang.

—Sip. Esa de allí.

Slade soltó un respiro lento. Notó al jinete en el coliseo coger una cara llena de
suciedad, unos completos dos segundos antes del timbre. Su triunfo era seguro ahora, se podía
concentrar en otras cosas.

—¿Tiene una amiga?

—La tiene, pero la cosa es que su amiga está actualmente ida en su auto después de
decorar el piso de la habitación de las damas con algo de vomitadas papas fritas empapadas
de bourbon. —Slade se encogió ante la vivida descripción—. Pero no dulce, estoy
perfectamente dispuesto a compartir porque ese es el tipo de chico que soy.

Slade rodó sus ojos a la falsa generosidad de Mustang. Los dos compartían mujeres
mucho más de lo que no lo hicieran.

—¿Ella está bien con eso? Tú sabes... ¿Con ambos?

—Oh, sí. De hecho, está realmente en ello. O al menos esa es la impresión que tuve
cuando me preguntó si yo y mi alto, oscuro, y apuesto amigo —el cual supongo eres tú—
quería hacer un sándwich de vaquera con ella después de que la competencia terminara. —
Mustang sonrió más ampliamente, si eso era posible.

—¿Un sándwich de vaquera? Ella definitivamente no dijo eso.


—Demonios, si, lo hizo.

Slade corrió la punta de su lengua despacio sobre sus dientes en anticipación.

—Está bien entonces. Déjame ir a retirar mi pago y te encontraré en el tráiler.

—¿El tráiler? —Mustang sacudió su cabeza y resopló una bocanada de aire fuerte—
. No puedo creer que todos los hoteles cercanos fueron vendidos por ese juego de “regreso a
casa” de la universidad excepto por uno que tú te niegas a quedarte porque cuesta demasiado.
Cualquiera que esté a cargo de elegir las citas y lugares para estas series debería echar un
vistazo a cosas como estas. Terminamos durmiendo en ese tráiler demasiado para mi gusto.

Incluso aunque Slade estaba alejándose con un maldito buen pago por el triunfo de la
noche, no había manera que estuviera dispuesto a gastar trescientos cincuenta dólares por
una cama para una noche, especialmente cuando Mustang tenía un perfecto y bonito tráiler.
Además, ambos estaban siempre alejándose de una herida que podía dejarlos fuera de la
competencia por meses, si no era por siempre. Era inteligente no despilfarrar dinero en cosas
como trescientos-cincuenta-dólares-una-noche de dormitorios de hoteles. Una cama era una
cama. ¿A quién le importaba si era un tráiler o algún hotel de fantasía?
No había alguna otra razón por la que Slade prefiriera no dormir en un hotel.

—Me gusta quedarme en el tráiler. Es siempre más fácil de conseguir que las mujeres
se vayan después de que terminamos con ellas. Tienden a andar alrededor demasiado si la
habitación del hotel está muy bonita.

Rodando sus ojos, Mustang haló su sombrero de vaquero con un dedo.

—Tú eres el mayor fóbico al compromiso que he visto alguna vez. Solo porque se
queden la noche no significa que tengas que casarte con ellas. Además, sucede que me gusta
realmente el sexo de mañana, algo que no consigo disfrutar después, contigo botándolas al
minuto que acabaste.

—Lo que sea —refunfuñó Slade—. Te encontraré en el tráiler en un rato.

—Sí, sí. Te veo en el tráiler.

Con eso, Mustang se fue para recuperar los ingredientes para el sándwich, dejando a
Slade con visiones de los placeres que estaban por venir. Él giró sobre el talón de una bota y
se dirigió a sonreír en grande para las cámaras y obtener su cheque aún más grande.

Metiendo las braguitas rojas más profundo en su chaleco, dio la más rápida entrevista
de su vida al reportero, sonriendo, y luego aceptando el gigante cheque de cartón mientras
los flashes hacían clic alrededor de él.
La prensa hecha, agarró la soga de la barandilla, colocándola dentro de su bolsa de
quipo con el resto de sus cosas, y silbando el camino entero al tráiler y la bien-dotada número
caliente que esperaba por él ahí.

Era bueno saber que este mundo de decepción, la chica del coliseo no haya hecho
ningún falso aviso cuando se había pavoneado vistiendo pantalones vaqueros pintados y una
blusa que dejaba nada a la imaginación. Cuando Slade abrió la puerta del tráiler, se vio cara
a cara con un precioso, en forma de corazón, desnudo trasero decorado con un tatuaje de
mariposa puesto derecho en el aire en frente suyo.

La chica no perdía tiempo. Le gustaba eso en un área de descanso.

La dueña del artístico trasero estaba actualmente en la cama sobre sus rodillas, los
senos balanceándose mientras se sacudía sobre Mustang, cuyo pene estaba ya enterrado en
su garganta. Lo sostenía con ambos puños y luchaba para tomar la cosa entera. Había una
razón por la que el hombre era llamado Mustang, y no tenía nada que ver con el modelo de
auto.

Con una sonrisa a su amigo, Slade cerró de golpe y bloqueó la puerta. Lanzó su bolsa
de equipo en el piso y empezó a deshacerse de sus chaparreras. No le tomó demasiado arrojar
fuera su chaleco, camisa, botas, y vaqueros. Pronto, aun vistiendo su sombrero, se arrodilló
en la cama detrás de la chica.

Mustang volcó una tira de condones y Slade cogió uno en la mano. Rasgó el papel de
aluminio con sus dientes rodó uno sobre él, más para prevenir enfermedades que miedo por
embarazo, aunque él no quería tener que lidiar con una posible demanda de paternidad ahora
que su carrera había despegado.

Infiernos, si nunca veía a esta mujer otra vez, eso estaría genial para él. Ellos
disfrutarían esta noche y luego él y Mustang partirían mañana a la siguiente ciudad en la línea
de competiciones. Pero Slade estaba seguro que ellos dejarían a esta pequeña vaquera con
algunos malditos buenos recuerdos después de que se hubieran ido.

Una inmersión de un dedo dentro de ella le dijo a Slade que estaba más que lista para
él. Sujetándola con una mano en cada cadera bien formada, se hundió con un buen, duro
empuje.

La adrenalina del rodeo nunca se desvaneció. Estaba metido y usualmente duro lo


suficiente para cortar diamantes después de cada competición. Por suerte, siempre había una
cantidad de mujeres esperando en los bastidores para ayudarlo.

Slade golpeó dentro de la chica, sin preocuparse sobre la técnica o cualquier cosa más
además de su objetivo, el cual era liberar la tensión construyéndose dentro de él entonces
podría relajarse y hundirse profundo dentro de la suave sensación que su cuerpo sucumbía
después de que el asalto de adrenalina disminuyera.

Concentrado en la mariposa entintada justo sobre la abertura de su sacudido trasero


en frente suyo, Slade incrementó su velocidad hasta que escuchó a Mustang aspirar un siseo
de una respiración.

—Cuidado con los dientes, cariño. Ahí está esa preciosa carga en tu boca.

Slade no podía controlar su risa al comentario de su amigo.

—Terminaré en un segundo, Mustang. Luego ella es toda tuya.

No había razón para prolongarlo. Él no estaba realmente dentro de esto esta noche,
excepto por la liberación que le proporcionaría. Cerrando sus ojos, las manos de Slade se
apretaron… Maldición, él ni siquiera sabía su nombre. Ese hecho no hacia ninguna
diferencia.

Con sus ojos cerrados, Slade podía olvidar que ella era solo otra mujer al azar que
nunca vería otra vez. No importaba que no supiera su nombre, o la mañana siguiente que
despertaría solo en el tráiler con nada más que los ronquidos de Mustang para perturbarlo y
estar agradecido por eso porque la última cosa que quería era ver esta mujer sin rostro, sin
nombre, otra vez. No que tuviera miedo de verla otra vez. Mañana ellos estarían en otro
pueblo.

Se hundió una última vez, sostuvo profundo, y se corrió con rápidos, poderosos
chorros.

Después de una sacudida final, Slade se salió. Trató con el condón y luego se lanzó a
sí mismo a una silla justo al lado de la cama más larga en el abarrotado tráiler. A través de
sus ojos, observó el resto del espectáculo.

Mustang rasgó un condón para él mismo antes de decir:

—Brinca aquí, cariño, y mira si puedes manejar este rodeo.

—Puedo manejarlo. No te preocupes.

Sus ojos llorosos por estar casi amordazada por Mustang, la chica se veía aliviada y
ligeramente tambaleante mientras subía a la cima de Mustang. Luego tenía que esforzarse
para bajarse a sí misma sobre él y su alivio desapareció.
—No estoy preocupado, cariño. Tómatelo con calma. Oh sí, eso se siente bien. —Las
manos en su cintura presionándola sobre su pene, Mustang se inclinó y sonrió a la chica
mientras ella trabajaba para complacerlo—. Un poco más. Ah. Ahí vas. ¿Cómo se siente?

—Bueno. —Su voz sonaba sin aliento—. Realmente bueno.

La vaquera no había mentido. Ella podía manejar a Mustang y por las miradas de ella,
lo estaba disfrutando.

Slade sacudió su cabeza y sonrió mientras él escuchaba todo desde su silla. Siempre
lo entretenía, a diferencia de sí mismo, Mustang era un hablador durante el sexo, y él
continuamente tranquilizaba y alentaba a las chicas con cumplidos y comentarios.

El corrido diálogo de sexo de Mustang probablemente venía de años de tener que


convencer a féminas que su enorme pene cabría dentro de ellas, si ellas solamente le dieran
una oportunidad. Slade no era ningún principiante en el área de la medida, pero aun así tenía
que admitir que Mustang merecía su sobrenombre. Al hombre le colgaba como a un caballo.
Slade había estado ahí como testigo de los poderes de persuasión verbal de Mustang más de
unas pocas ocasiones.

—Solo déjame poner la punta dentro, cariño. Eso es todo. Lo juro —arrullaría
Mustang a la insegura y asustada fémina.

Por supuesto, Mustang inevitablemente terminaría consiguiendo su camino, aun con


la mujer más insegura y los lugares más apretados.

La única virgen que habían encontrado no había sido inmune a la lengua de plata
tampoco. Había tomado toda la noche, pero el argumento solo la punta, cariño la había
eventualmente llevado a ya no ser una virgen, y desde que ella había estado extra-asustada
de la circunferencia de Mustang, Slade había sido el primero en montar a esa potra.

Algo así como el jinete de calentamiento antes de que Mustang saltara por la gran
carrera.

No podía quejarse. Mustang era bueno en compartir. Slade siempre se beneficiaba de


sus poderes de persuasión, pero había veces cuando las cosas que Mustang les decía a las
mujeres que compartían, eran una mierda, Slade tenía que cubrir su boca con su mano para
esconder su sonrisa.
Esto probaba ser una de esas veces. Slade casi rió en voz alta ahora cuando Mustang
decía: —Recordaré esta noche por siempre, cariño.
Distraídamente, Slade se preguntaba si Mustang había tenido su nombre antes de
sacudir su pene en su boca al momento que la había traído al tráiler. No era que realmente
importaba.

Maldición. ¿Qué estaba pasando con él esta noche? Usualmente no se sentía tan frío
sobre las mujeres que ellos entretenían. Se estaban acercando al final de la temporada. Eso
era probablemente. Él y Mustang podían ambos tener un descanso por unos pocos meses, no
que Mustang pareciera como si se sintiera de la misma forma. Parecía un niño que acababa
de robar una tienda de dulces mientras bombeaba a la vaquera sobre su pene.

Slade disfrutó unos pocos minutos de ver sus tetas sacudiéndose y los cachetes de su
trasero antes de que Mustang se corriera con un grito y una maldición, después la chica se
dejó caer jadeando en la cama, viéndose como si hubiera obtenido más de lo que negoció
cuando se ofreció al sándwich de vaquera con dos jinetes de toros llenos de adrenalina.

Después de capturar los ojos de Slade y, obviamente, viendo la mirada cansada en su


cara, Mustang dijo:

—¿No crees que mejor irías a ver a tu amiga, cariño? Estoy preocupado por ella. He
visto a personas verse realmente enfermos, morir así, por envenenamiento de alcohol.

Sus ojos se abrieron ampliamente y su cara palideció.

—Oh, Dios mío. ¿Crees que ella podría…?

—No soy un doctor. Solo estoy diciendo que no hay manera de saber lo que puede
pasar. Yo sé que querría chequearlo si estuviera a Slade solo en un carro posiblemente
ahogándose a muerte en su propio vómito.

Ante esa colorida escena, ella se levantó de la cama para buscar sus ropas en el tráiler.
Slade se dio cuenta que ella no encontraría sus braguitas desde que Mustang se las hubiera
dado a él en el coliseo. Desnudo excepto por sus únicas medias blancas y su sombrero negro
de vaquero, Slade se levantó con un poco de esfuerzo y sin pudor para recuperar su ropa
interior en medio de la pila de la ropa que había dejado caer cerca de la puerta.

Apenas haciendo contacto con la mirada, ella las tomó de regreso para él con un
balbuceo.

—Gracias.

—No hay problema.


Tirando de su propia ropa interior, Slade vio como ella tiró de su ropa de nuevo. Se
veía ansiosa de salir de allí tanto como él lo estaba porque ella se fuera ahora que había
terminado. Esa comprensión le hizo sentir extrañamente triste por ambos.

Cuando la puerta finalmente se cerró detrás de ella, dejándolo a él y Mustang solos,


Slade dejó salir un suspiro y se recostó en la silla.

Mustang le disparó una mirada no tan feliz.

—¿Qué pasa contigo esta noche?

—¿A qué te refieres?

—Me refiero a que estas actuando como si apenas pudieras reunir la energía para
follar a una increíble chica caliente.

Slade se encogió de hombros.

—No lo sé. Solo ya no es tan divertido como solía serlo.

Mustang frunció el ceño y lo miró fijamente como si a Slade le hubieran crecido


cuernos en el pene.

—¿Follar no es divertido como solía serlo?

Slade consideró eso por un segundo.

—Quizás ese es el problema. Solo es follar.

Mustang se veía horrorizado.

—Entonces, ¿Qué estás diciendo, Slade? ¿Quieres encontrar una chica, casarte,
comprar una casa con una cerca blanca, y asentarte en un bonito, aburrido, trabajo seguro?
¿Sabes cuánto sexo los hombres casados consiguen con sus esposas? Cerca a nada, eso es
cuánto. Pregúntale a Jorge. Él te lo dirá.

¿Una esposa, un trabajo real, y una casa con cerca blanca? No. Definitivamente, no.
¿Una bonita granja y una novia estable para ir a casa y entre competiciones? Eso no sonaba
tan mal. Quizás.

Slade guardó sus pensamientos para sí mismo.


—No, eso no es lo que estoy diciendo. Pero se vuelve viejo. Una chica diferente cada
noche. Ni siquiera conociendo sus nombres.

—Tú puedes no conocer sus nombres, pero yo sí. —Después de calzarse su bóxer,
Mustang se sentó al frente de la cama y apoyó los antebrazos sobre sus rodillas mientras
enumeró una lista de datos para Slade—. Ella dijo que su nombre era Brandi, deletreado con
una “i”. Solo por conocerla una noche, estoy apostando que ella puntea esa “i” con un corazón
cuando la escribe. Se acaba de graduar de la universidad local. Su hermano está en el ejército
en Irak ahora mismo. Su madre piensa que los vaqueros no son nada más que problemas, lo
cual es probablemente por lo que estuviera aquí esta noche con nosotros. Oh, ella no hace ni
pío cuando se viene, pero ella se sacude como una hoja pegada en el limpiaparabrisas de un
camión a toda velocidad por la carretera.

Maldita sea. Mustang había hecho su tarea. Eso hacía sentir a Slade más como la
mierda desde que él no había tenido ninguna inclinación por conocer nada más sobre la chica,
además de que ella tuviera lo que él necesitaba por unos pocos minutos que estaba dentro de
ella. De alguna forma, eso se veía muy mal.

—Mmm. No me di cuenta de su venida —comentó Slade distraídamente.

—Eso es porque me hice cargo de ella antes de que llegaras aquí.

—Oh. Dios. —Se sintió un poco mejor sabiendo eso.

¿De dónde diablos estaba viniendo este pesar?

Slade estaba ocasionalmente feliz de solo follar y relajarse. Este auto-análisis e


introspección no se parecían a él en absoluto.

—Estoy contento de que conseguiste conocerla un poco, de todas formas.

—No hice preguntas y escuché sus respuestas por alguna repentina culpa sexual que
tú pareces estar sufriendo. —Mustang rechazó el comentario de Slade con un bufido y un
gesto de su mano—. Tú sabes malditamente bien que me gusta coquetear con chicas bonitas.
Cuando la noté mirándonos desde las gradas, sabía que todo lo que tomaría era un poco de
acaramelarla para llevarla a la cama. Deberías estar malditamente agradecido de que me guste
la parte de endulzar desde que al final de la competencia ella se estaba ofreciendo a si misma
a ambos como un sándwich de vaquera en una bandeja de plata, bonitas braguitas rojas y
todo eso.

Mustang sonrió a su propia descripción, mientras Slade presionaba sus labios juntos
y soltaba una profunda respiración a través de su nariz.
—Supongo que no he estado poniendo mi peso en el departamento de endulzar. Lo
siento.

Mustang se veía disgustado, elevando más el nivel de molestia de Slade mientras se


defendía a sí mismo.

—¿Qué? Maldita sea, Mustang. Dije que lo siento. La siguiente mujer, la pescaré.
¿Está bien?

—Ese no es el problema. La caza es la parte divertida para mí, bien, lo segundo es


follar. Pero tú ganaste la competencia esta noche y follaste, y ni siquiera tuviste que hablar
con la chica para hacerlo. Entonces, ¿Por qué luces tan malditamente deprimido? Estás
empezando a hacerme preocupar por ti.

Slade suspiró y consideró la pregunta cuidadosamente.

—Infiernos. No lo sé, Mustang. Supongo que estoy aburrido.

—¿Aburrido? Bien, está bien entonces. Eso por lo menos puedo entender. La próxima
vez conseguiremos un par de chicas. Dos, o tres, incluso. Quizás deberíamos detenernos en
la siguiente tienda que veamos y recoger algunos juguetes. Uno de esos vibradores. A las
chicas les gustan. Se nos está acabando el lubricante, de todos modos.

—Bien. Suena bien. —Incluso en su estado de mierda, Slade tuvo que sonreír a las
nuevas ideas de Mustang para sus actividades extracurriculares.

Visiones de la chica que ellos habían tenido la semana pasada y recuerdos vividos de
lo que le habían hecho, la razón por la cual estaban casi sin lubricante, revolotearon a través
de su cabeza. Esa había sido una mujer que ellos, o mejor dicho Mustang, no habían tenido
que persuadir. Ella ni siquiera había tenido que dirigir una mirada al pene de Mustang, o a
sus sugerencias de como dentro de ella, encajaría muy bien. Tomó la mitad de un tubo de
lubricante, pero Slade era un testigo de que eso había encajado demasiado bien.

Mustang sonrió y se levantó de la cama, golpeando a Slade sobre el hombro.

—Esto también pasará, mi amigo. Ya te estás viendo más feliz. Voy por una ducha.

Slade asintió. Una ducha, una sólida noche de sueño, y luego la carretera abierta y
todo estaría bien. Para la siguiente ciudad, habría sacudido su humor y estaría de regreso en
acción.

—Mustang —llamó lo suficientemente alto para que su amigo lo escuchara a través


del sonido del agua corriendo.
—¿Si?

—Mantén tu ojo en la audiencia por gemelas. Siempre he querido tener algunas


gemelas.

Slade escuchó la fuerte risa de Mustang a través de la puerta del baño y sonrió. Ya se
sentía más ligero.
Capítulo 2
Traducido por Covibg
Corregido por Pily

La mejor amiga de Jenna, Astrid, entrecerró los ojos hacía una de las dos docenas de
pantallas de televisión que adornan las paredes cubiertas de neón en el bar de los deportes.

—¿Ese caballo tiene cuernos?

—¿Qué?

Jenna tenía unas cuantas preguntas más que eso. En primer lugar, ¿Por qué diablos
había insistido Astrid que nosotras dos viniéramos al equivalente masculino de Disneyland
para tener nuestra noche de chicas? Y, más importante, ¿Por qué Astrid no llevaba sus gafas
o sus lentes de contacto si ella realmente no podía ver? Jenna odiaba pensar cómo su amiga
era capaz de conducir y leer las señales de tráfico con su obviamente horrible visión.

Con un suspiro de resolución, Jenna se giró en su asiento para ver lo qué Astrid estaba
diciendo.

—Eso no es un caballo, tonta. Es un toro.

Nacida y criada una sub urbanita, Jenna en realidad nunca había visto a un toro en
persona, pero los había visto en ese anuncio de televisión... uno para el queso con el niño y
la niña hablando con vacas.

—¿Un toro? Eso es una locura. ¿Quién iba a llegar a la cima de un toro y tratar de
montarlo? Además, pensé que los vaqueros cabalgaban caballos.

Astrid negó con la cabeza, movió su corto cabello negro oscilante alrededor de su
cara. Los reflejos azules que había añadido recientemente recogieron la luz de la señal de
cerveza detrás de ella. Un día, Astrid se daría cuenta de que una mujer de más de treinta no
debía tener el pelo azul.

Jenna prestó más atención ahora que sabía que era un rodeo lo que estaba en la
televisión. Donde había un rodeo, debe haber vaqueros, ¿Verdad? Por el momento, Jenna
necesitaba un buen vaquero o dos. Con aire ausente, ella mordió la pajita de su vodka y
arándanos.

—¿Te he dicho que ahora estoy escribiendo una novela romántica de vaqueros?
Astrid casi se atragantó con su cerveza light.

—¿En serio? ¿Cómo vas a hacer eso? Lo más cerca que has estado de un vaquero fue
el chico con el sombrero grande que chocó contigo en la estación de Grand Central el
diciembre pasado. ¿Recuerdas cuando fuimos a ver la iluminación del árbol de Navidad en
el Rockefeller Center?

Jenna se encogió de hombros mientras miraba al jinete en la televisión que era lanzado
fuera del toro con el sombrero de vaquero y todo, consiguiendo ser casi pisoteado
mortalmente por el animal por escasos centímetros.

—Acabo de empezar el libro, pero me imagino que no puede ser tan difícil. Quiero
decir, realmente, ¿Cómo de complicados pueden ser los vaqueros? Voy a tener que cabalgar
mucho en caballo.

Astrid la miró con recelo.

—Ni siquiera tienes una mascota en casa. ¿Qué sabes tú de los caballos?

—Por lo menos sé que no tienen cuernos.

Astrid le disparó a Jenna una mirada desagradable.

La verdad sea dicha, Jenna no podía ni siquiera mantener sus plantas de interior con
vida, y mucho menos a un animal, pero ese no era el punto.

—Además voy a investigar —continuó Jenna.

—¿Investigación de vaqueros y caballos? ¿Cómo?

—Internet. La biblioteca. Y vi alguna competencia de hípica en ESPN el otro día.


Trajes bonitos, por cierto. Muy a lo Ralph Lauren con pantalones estrechos, botas altas y
abrigos de terciopelo. Espero que el estilo vuelva a estar otra vez de moda. Me gustó mucho
la primera vez.

Astrid frunció el ceño.

—Todo eso no suena muy occidental.

—Estaba mirando para aprender acerca de los caballos. Me refiero a que los caballos
son caballos. ¿Cierto? No importa si los montas mientras que estas usando denim o
terciopelo. No es la parte del caballo que me preocupa. El problema es que estoy teniendo
problemas para llegar a una buena trama de la historia. Mi héroe sigue sonando demasiado
soso para mí. Si a mí ni siquiera me gusta el héroe, ¿Cómo puedo esperar que mi lector si?

Sus ojos no se desviaron nunca de la acción en la televisión, Astrid remontó


lentamente con la punta de un dedo la condensación de su botella.

—Tú héroe debe ser un vaquero de rodeo. Estos chicos son sexys. Se arriesgan a
morir montando un toro tan grande. Y mmm mmm, mira esas chaparreras de cuero. Apuesto
a que se verían bien sin jeans debajo.

Observaciones obscenas de Astrid a parte, Jenna consideró la sugerencia.

—Mmm. Un vaquero de rodeo. Podrías estar en lo cierto. Todo ese riesgo se sumaría
a la tensión de la historia.

Jenna buscó una pluma en su desordenado bolso y luego agarró una servilleta de papel
de la pila en la barra para tomar notas.

—¡Oh! ¿Qué pasa con esto? Su nombre podría ser Buck Wild. ¿Lo tienes? Porque él
monta toros y podría ser el nombre del libro también. ¿Qué piensas?

Astrid se echó a reír.

—Creo que suena como una típica novela romántica de mala calidad. Así que sí, es
perfecto.

Ignorando el comentario de "mala calidad", Jenna escribió la idea del título y luego
volvió a mirar en la televisión como otro hombre caía al duro suelo y aún así se levantó
sonriendo. Estos chicos estaban obviamente todos locos, pero Astrid tenía razón, también
eran sexys.

Detrás de la barra, la sonrisa del camarero y el balanceo constante de cabeza llamaron


la atención de Jenna lejos de la pantalla del televisor. Ella frunció el ceño.

—¿Ocurre algo?

—No, señora. No pasa nada. —Su voz rezumaba lento y suave como la melaza. Y su
"señora"...

El diálogo de su libro estaba cobrando vida ante sus propios ojos.


Con los ojos muy abiertos, Jenna se inclinó hacia delante por el sonido de su profundo
acento y lo que significaba para ella y su posible futuro libro. Vio a Astrid levantar una ceja
como interesada señaló también su acento.
—¿De dónde eres

Salió sonando más como una acusación que como una pregunta, Jenna se fijó en su
camisa de estilo occidental, pantalones de mezclilla y botas de vaquero. Antes de oírlo hablar,
ella había asumido que era una especie de disfraz requerido por el bar para el personal o algo
así.
—No soy de aquí.

Cogió otro vaso empapado del estante y lo secó con una toalla blanca hecha jirones.
Jenna no se iba a disuadir tan fácilmente por su vaga respuesta evasiva.

—Sí, me di cuenta de eso. Entonces. ¿Exactamente de dónde eres?

Él sonrió, pero no hizo ningún movimiento para acabar con el suspenso de Jenna.

—Texas —una camarera respondió por él, para obvio disgusto del vaquero, antes de
añadir— y necesito otra jarra de cerveza con tres jarras heladas.

El descontento tejano fue a llenar la jarra y Jenna aprovechó la oportunidad para


preguntar más a la camarera.

—Él no sabrá nada sobre rodeos, ¿verdad?

La camarera se rió.

—¿Él? Nah. No lo creo. Creo solía trabajar en plataformas petroleras.

—Oh. Bueno. Gracias.

El corazón de Jenna se desplomó. Las plataformas petroleras. Sabía todavía menos


acerca de ellas que de los caballos, por lo que dar a su vaquero de ficción esa profesión estaba
descartado, sobre todo a la vista de la falta de amabilidad del camarero tejano hasta ahora. El
vaquero regresó con la orden de la camarera, sonriendo.

—Lo siento, cariño, pero no todos los vaqueros montan toros o incluso para el caso
caballos.

Con un largo vistazo del hombre desde la parte superior de su cabeza oscura hasta la
punta de los dedos de los pies con botas, Astrid saltó en la conversación.
—Tú debes saber algo sobre rodeos. Quiero decir, hay un montón de toros y caballos
en Texas, ¿verdad?
Él se rió, un sonido bajo y sordo, y Jenna, ahogando un gemido, miró a su amiga
derretirse un poco más sobre él. La razón por la que Astrid había cambiado la noche de chicas
por este pozo de testosterona se estaba haciendo bastante evidente. Ella estaba de cacería esta
noche.

—Estoy seguro de que sé más que ustedes dos, señoras, pero no, no sé lo suficiente
como para que ella me cite en su pequeña servilleta blanca.

Señaló con un pulgar en la dirección de Jenna y su pluma, que estaba preparada y lista
para la acción por encima de la servilleta de papel antes mencionada. Críticas a su estilo de
investigación aparte, Jenna decidió que si él sabía algo acerca de rodeo, sería mejor de que
lo que ella sabía, que no era nada.

—¿Cuál es tu nombre?

—Tex.

Levantó una ceja.

—¿En serio?

—Sí.

De alguna manera convirtió una sílaba más como tres así como lo dijo, largo y lento.

—Está bien, Tex, estaría feliz de dejar una propina muy generosa si tú estuvieses
dispuesto a darme unos pocos detalles sobre el rodeo que pueda usar en mi libro.

Astrid se inclinó aún más sobre la barra atraída como un imán por un gran trozo de
atractivo metal, Jenna consideró lanzar a su amiga al camarero a cambio de algunos datos
sobre el rodeo. Estaba bastante segura que a Astrid, viéndola ilusionada y prácticamente
babeando, no le importaría.

Tex. Jenna tendría que considerar el nombramiento de un personaje secundario.


Quizás Buck Wild podría tener un mejor amigo.

El hombre en cuestión sacó un bolígrafo de detrás de la oreja, cogió otra servilleta de


papel y escribió algo. Empujó al otro lado de la barra y se fue a ayudar a un cliente.

Astrid golpeó con fuerza sobre la barra superior y se giró para enfrentar a Jenna.
—¡Dios mío! Si él te dio su número de teléfono, voy a gritar. ¿Cómo es que los guapos
siempre te prefieren?
Si eso fuera verdad, entonces ¿Porqué Jenna estaba sola? Muy, muy sola. Ah, sí,
porque todos los hombres están absorbidos, es por eso. Incluso los altos, oscuros y tejanos,
estaba segura.

Jenna miró la servilleta en la mano y sacudió la cabeza. El berrinche de Astrid fue por
nada, porque todo lo que había recibido de Tex era una palabra.

Google.

Hmm, quien sabía de vaqueros que sabían acerca de los motores de búsqueda de
Internet. ¿Incluso un gigante como Google? Quizás los vaqueros no eran tan aislados o
retrógrados como había pensado.

Jenna le metió la servilleta a su amiga y le disparó una mirada nada amable en


dirección a Tex y murmuró, "sabihondo".

Lo miró de arriba abajo con detenimiento, Astrid sonrió.

—Sí lo es y creo que me gusta. Maldita sea, desearía que todas estas personas lo
dejasen solo, volvería.

Lo mismo pensó Jenna, porque no estaba muy convencida de que no hubiese montado
un toro o dos ya puestos y si fue así, quería saberlo, incluso si tenía que sacrificar la dudosa
virtud de Astrid en ello.

Con un suspiro, Astrid renunció a disparar miradas sucias a los clientes que mantenían
Tex alejado de ella y se volvió hacia Jenna.

—Entonces. ¿Qué es lo que quieres hacer la próxima semana para tu cumpleaños?

Jenna gimió.

—Ignóralo.

—Oh, vamos. Es una señal. Tenemos que hacer algo.

—Treinta y cinco no es una señal.

Treinta, sí, que había sido una grande. Cuarenta, que Dios me ayudase, sería aún peor.
Pero los treinta y cinco era algo que estaba dispuesta a ignorar.
—Voy a estar lejos, de todos modos. ¿Te acuerdas?
Astrid frunció la nariz, pero Jenna no estaba segura de si estaba relacionado con la
ausencia persistente de Tex desde su extremo de la barra o por el viaje inminente de Jenna
en su cumpleaños.

—Oh, vale. Se me había olvidado. ¿A dónde vas esta vez?

—A una conferencia de escritores de romances en Tulsa, Oklahoma, de entre todos


los lugares. ¿Qué demonios podré hacer en Tulsa cuando tengamos un descanso de las cosas
de la convención? Va a ser muy aburrido. —Jenna rodó los ojos.

Aparte de la película de Oklahoma, que estaba bastante segura también había sido un
musical, no sabía nada sobre el estado, excepto que estaba en medio del campo de algún lugar
y que había que sufrir a través de los controles de seguridad del aeropuerto para llegar allí.

—¡Dios mío! ¡Jenna!

La mano de Astrid se cerró sobre el antebrazo de Jenna y ella entrecerró los ojos a
algo sobre el hombro de Jenna.

—¿Qué?

Astrid estaba preparada para girarse.

—Echa un vistazo detrás de ti a la televisión.

Jenna se dio la vuelta justo a tiempo antes de que acabase un corte comercial para ver
una imagen de publicidad en la pantalla —Oh Dios mío era cierto— la próxima semana había
una competición de montar toros en Tulsa.

—Mierda.

Se volvió hacía Astrid y esta sonrió.

—Parece que acabas de encontrar algo que hacer en Tulsa la próxima semana, y
podrás entrevistar en persona a los vaqueros del rodeo al mismo tiempo.

Jenna consideró su buena fortuna. Realmente era una casualidad, pero una pregunta
le rondaba.

—¿Qué se pone una en un rodeo?

—¿Qué tal un vaquero?


La cara de Astrid brilló con una sonrisa maligna antes de que ella se animase como
un perro que le acaban de enseñar un hueso.

—Um, Jen. No te enfades, pero nuestras citas acaban de llegar.

Trató de tragar el sorbo que acababa de tomar de su copa en lugar de ahogarse con
esta revelación, Jenna dejó la copa en el bar no muy gentilmente y entrecerró los ojos a su
supuesta amiga.

—¿Qué quieres decir con nuestras citas?

—¿Sorpresa?

La sonrisa de Astrid vaciló un poco ante la falta de entusiasmo de Jenna.


Jenna abrió la boca, a punto de dejar que Astrid supiese exactamente lo que estaba pensando
de la sorpresa, cuando ella la hizo callar frenéticamente.

—Shh. Escucha. Los encontré en un sitio de emparejamiento en línea y son perfectos.


Solo tienes que seguir con esto. ¿De acuerdo? —Astrid susurró, antes de orientar su taburete
para enfrentarse a los dos hombres sonrientes que se acercaban.

Con un gemido Jenna también se volvió en su taburete, pero hacia la barra en lugar
de a las dos citas no deseadas. Levantó su vaso casi vacío en el aire.

—Otra copa por favor, Tex. Mejor que sea fuerte.

La visión de uno de los chicos sacando el culo para subirse al taburete, hizo que Jenna
tuviese la sensación de que iba a necesitarlo.
Capítulo 3
Traducido por Kenia20
Corregido por Pily

La seguridad en el aeropuerto Newark Liberty Internacional era peor de lo que


recordaba, incluso peor ahora de lo que había sido después de los ataques 9/11 como las
restricciones nuevas y más ridículas sobre los viajeros aéreos que eran instituidos
diariamente. No líquidos. No zapatos. No abrigos. Al momento que Jenna atravesó el detector
de metales, estaba descalza y prácticamente en topless, auto-conscientemente vistiendo nada
más que pantalones ajustados y una delgada, demasiada pequeña blusa después de tener que
quitarse su chaqueta de cierre y colocarla en la cinta transportadora con sus zapatos y bolsa.

El guardia de la Administración de Seguridad en el Transporte, el cual tomó menos


tiempo estudiando la imagen del rayos-x de su bolsa de mano, lo hizo mirando sus senos,
preguntó:

—Entonces, ¿Qué hace una chica bonita como tú, aun siendo, soltera?

Él miraba fijamente su dedo sin anillo como si el hecho de que ella no estaba marcada
como casada con un anillo significaba que estaba disponible y dejaría caer sus pantalones,
recostarse sobre la cinta transportadora, y hacérselo allí mismo detrás de la máquina de rayos-
x.
Resistiendo la urgencia de cruzar sus brazos sobre su pecho debajo de la mirada
lasciva del sonriente guardia, Jenna mintió mientras agarraba sus pertenencias tan rápido
como podía sin parecerse a una terrorista huyendo de la seguridad.

—En realidad, no utilizo ninguna clase de joyería cuando viajo, y no estoy


exactamente soltera. Dejé mi anillo de compromiso en casa. Estoy en camino a reunirme con
mi prometido. Él es un vaquero de rodeo y está ingresando en una competencia de rodeo de
toros esta semana en Tulsa, Oklahoma.

Siempre tira algo de hechos reales con tus mentiras para hacerlas más creíbles.

Era bueno que Jenna fuera una escritora y podía venir con esas ridículas historias en
el momento. La creatividad venía útil en los momentos más extraños. Si este tipo, por algún
extraño giro del destino, era un fan del rodeo y le preguntaba cual jinete de toros era su
prometido, estaba jodida totalmente.

Quizás no lo había pensado muy bien. Aunque, por la apariencia de él, no era un fan
del rodeo.
Parecía como si la amenaza del desconocido aunque posiblemente grande y
amenazante prometido, jinete de toros, a unas miles de millas de distancia no iban a
desalentar los avances del guardia. A pesar del incremento de número de viajeros
impacientemente esperando en línea detrás de ella, él aun no la dejaba ir. Por suerte, el
teléfono de Jenna sonó.

—Ahora, ése es mi prometido. Tengo que atenderlo. Me voy. —Jenna forzó una
sonrisa y luchó por localizar su teléfono en el bolsillo exterior de su bolsa mientras caminaba
con pasos firmes, tan rápido como podía alejarse del puesto de control de seguridad, aun
descalza, caminó a una silla alrededor de la esquina y fuera de la línea de visión para
colocarse la chaqueta y zapatos de regreso mientras la voz de Astrid venía a través del celular.

—¿Cómo va el viaje, hasta el momento?

Jenna gruñó.

—Acabo en este minuto de atravesar seguridad. Y te estoy diciendo ahora, el siguiente


vuelo voy a llevar el anillo de matrimonio que mi abuela me dejó en su testamento porque
aparentemente las mujeres solteras son presa fácil para ser cogidas por la AST.

—¡Jenna! ¿Fuiste cogida en la seguridad? A veces, realmente te odio. ¿Sabes eso?

—Astrid, ¿estás loca?

Jenna aún no se podía quitar la sensación de ser violada por el encuentro con la bolsa
de baba y Astrid, ¿estaba celosa?

Finalmente completamente vestida y sintiéndose un poco más protegida y más que


aliviada de que la parte de quitarse la ropa del viaje había terminado, al menos para este tramo
del viaje, Jenna miró para arriba a los números de las puertas y comenzó el camino hacia
ellas. Localizando su puerta no demasiado lejos de la fila, Jenna se sentó en una vacía silla
de vinilo por la hora extra hasta que su vuelo abordara.

Aún sonando infeliz, Astrid siguió de todas formas.

—Lo que sea. ¿Tim, de la otra noche, te llamó?

Teniendo en cuenta que Jenna había, sin saberlo Astrid, dado un número de teléfono
falso, la respuesta a esa pregunta era fácil. Sacando su laptop fuera de su bolso de mano,
Jenna rezó por internet inalámbrico entonces ella podía revisar su e-mail mientras le
contestaba a Astrid con toda la inocencia que pudiera reunir.
—No. ¿Él…eh, como-sea-su-nombre te llamó?

—Jeremy. Y no. —Astrid dejó ir un gran suspiro.

—No me digas que te gusta —acusó Jenna.

—Sí, algo. ¿Por qué?

—¿Por qué? —El hombre no había sido capaz de mantener sus ojos lejos de los senos
y el trasero de Jenna, y se suponía que era la cita de Astrid, ese era el por qué. Pero Jenna no
le podía exactamente decir a su amiga eso, por lo que lanzó su siguiente mejor parte de
municiones—. Por una cosa, Jeremy casi justo llegó y sugirió que los cuatro de nosotros
regresemos a su lugar y tengamos algo de diversión.

—¿Y?

—Y, no pienso que estaba sugiriendo jugar Scrabble3. Astrid, ¡ellos estaban buscando
algún tipo de intercambio de parejas, grupo de sexo, o una orgia! —Jenna bajó su voz
mientras notaba al hombre de negocios en traje negro sentado al frente de ella, verse un poco
interesado en la conversación.

—No. No lo creo —dudó Astrid dudó por un segundo—. ¿Lo crees?

—Uh, si, lo hago. Y además de eso, no hay manera que ambos trabajen en Wall Street.
Lo siento, pero hombres que hacen el tipo de dinero que ellos pretendían hacer, no visten
chaquetas baratas de poliéster. ¡Y esos zapatos! —Jenna quizás puede no saber mucho sobre
algunas cosas, pero sabía sobre ropa y zapatos.
Astrid suspiró.

—Sí, tienes razón probablemente. Maldición. ¿Dónde están todos los tipos buenos
escondiéndose? Posiblemente debería haber esperado a que Tex salga del trabajo. Puede que
él sea solo el chico de la barra pero al menos yo sabía eso por adelantado.

Jenna odiaba enfrentarse a los coqueteos de Astrid con cualquier hombre más allá,
pero ir a casa con Tex hubiera sido un mejor plan que recoger dos chicos de Internet e
invitarlos por unas bebidas. Luego, quizás, si Astrid estuviera saliendo con Tex, Jenna podría,
al menos, conseguir un buen diálogo vaquero de escucharlo hablar.

—Oh, bien. Será mejor que vuelva al trabajo. La bruja mala está vagando y ¡no quiero
que me agarre en el teléfono en una —horrible— llamada personal!

3
Scrabble: un juego de mesa en el que los jugadores utilizan fichas de letras para crear palabras en forma de
crucigrama
Jenna sonrió, agradecida no por primera vez de que ella no tenía una jefa a quién
reportarse. Pero si no tenía este nuevo libro escrito, ese quizás no sería el caso por mucho
tiempo. Diciendo adiós a Astrid, Jenna se conectó al internet inalámbrico del aeropuerto y
navegó a través de sus correos electrónicos que había acumulado desde la noche pasada.

En medio del correo basura, un e-mail sobresalió. Romance con las Reseñas de
Romance. RRR fue tristemente célebre por ser duro. Tragando fuerte, Jenna dio clic para
abrir el e-mail, golpeteando con su pie contra el palo de la silla, mientras el navegador parecía
tomar una eternidad cargándose. Finalmente, la reseña estaba frente a ella.

Jenna echó una ojeada al resumen de su trama de su último lanzamiento, dirigiéndose


directamente al final. Esa era siempre la parte más importante para leer, la opinión del crítico,
en la cual Jenna soltó un sonoro:

—¿Qué?

Eso tuvo al hombre de negocios frente a ella, alzando una ceja.

Jenna leyó a través de la reseña otra vez, y luego otra vez, pero eso no cambiaba nada.
El crítico encontraba la historia “bastante entretenida” y los personajes “moderadamente
convincentes”, pero nada de eso importaba porque superando todos los elogios no tan
gratuitos estaba la línea devastadora que eclipsó el resto.

Desafortunadamente, No puedo dar a la Srta. Block una crítica favorable ni


recomendar este libro a los demás a causa de mi decepción con las escenas sensuales, lo que
eran de ellas, que me aburrían casi hasta las lágrimas.

Mientras Jenna se sentaba en un silencio atónito, contemplando si su agente había


leído esa crítica y estaba listo para echarla porque sus escenas sexuales estaban “aburridas”,
un anuncio cortó a través del aire.

—Atención todos los pasajeros del Vuelo 921 a Tulsa. El despegue del vuelo ha sido
retrasado por una cantidad indeterminada de tiempo.

¿Puede este viaje volverse peor? Honestamente, ¿Qué más podría posiblemente salir
mal?

Una sombra cayó frente a la laptop de Jenna, bloqueando la luz de las bombillas
fluorescentes del techo. Su mirada viajó hacia arriba de los zapatos marrones desgastados, al
traje gris a rayas de poliéster sujetado con un cinturón negro, y terminado finalmente en el
horrendamente mal peluquín.
—¿Viajas sola, dulzura? —El hombre mostró dientes amarillentos con cursi, sonrisa
lasciva.

Jenna ahogó un gemido. Ella había tenido que preguntar, y ahora la respuesta era
obvia. Si, el viaje, de hecho, podría empeorar. Aparentemente su infierno había solo
comenzado.

—Santa mierda —silbó Mustang un soplo mientras la mujer acostada entre sus
muslos extendidos raspó sus dientes no muy gentilmente por última vez sobre el pene ahora
gastado. Su cuerpo se crispó mientras el placer y el dolor mezclado se volvía casi, pero no
cerca, insoportable.

—Mierda, puedes volver a decir eso. —Slade rió junto a él, mirando a su propia mitad
del par de mejores amigas de-dieciocho-años que habían recogido. Habían encontrado a las
chicas en el bar, después de parar en el pueblo para descansar por la noche.

La chica de Slade rodó fuera de él para descansar sobre su espalda, jadeando por el
paseo salvaje que Slade le había proveído. Sus tetas llenas-de-silicón se levantaron,
saludando al techo del tráiler.

Mustang bajó la mirada a su porción que hace juego mientras que su boca finalmente
lo aliviaba con un audible pop y se acostaba relajadamente a su lado.

Mirando a sus tetas-parecidas-a-torpedos como desafiaban la gravedad, se preguntó


si las dos amigas habían obtenido un trato dos-por-uno en su cirugía de implantación de
senos.

La cuarta parte de su acogedor cuarteto empezó con ella corriendo la uña por encima
de él, juguetonamente trazando la línea de su pelo que corre desde su estómago hacia el
órgano con el que ella se había familiarizado en la pasada hora. Prácticamente ronroneando,
ella preguntó:
—¿Estás listo para ir de nuevo, vaquero?

Mustang miró hacia Junior, quien estaba curvado en una muy parecida posición fetal
en el momento después de la lamida que había acabado de recibir. Mustang se consideraba a
sí mismo en buena forma, pero demonios…

—Un hombre necesita un poco de tiempo de recuperación. Tienes que darme unos
pocos minutos, cariño.
Mustang buscó en su memoria por el nombre de la morena. Sabía que una era Candy
y la otra era Destiny. Destiny tenía cabello oscuro porque ambas palabras empezaban con
una “d”.4 Eso significaba que la chica de Slade, la rubia, era Candy.

—Eso está bien. Tú puedes mirar por ahora —sugirió Destiny con una sonrisa
satisfecha.

Mustang miró, sin entender lo que ella quería decir hasta que se arrastró sobre Slade
y se colocó a si misma entre las piernas de su mejor amiga. Sus manos separaron la carne
allí. Lo que Mustang creía que era una lengua muy talentosa, salió disparada empujando
dentro de su amiga, causando a la otra chica, a la que Mustang notaba por primera vez que
tenía cabello rubio en su cabeza y pelo oscuro en su monte, jadear y luego hacer algún tipo
de ronroneo por su cuenta.

Junto a él, las cejas de Slade salieron disparadas a la cima de su cabello. Sus ojos
nunca dejando a las dos féminas en la cama, Mustang dijo:

— Tú sabes, Slade. Me gusta tu idea sobre intentar encontrar gemelas, pero no hay
manera de que las hermanas harían eso.

Si lo hacían, no había manera de que quisiera estar alrededor para verlo. Eso sería
malditamente demasiado extraño.

Después de unos pocos momentos sin hablar durante el cual, ambos, él y Slade
miraban la acción chica-a-chica con embelesada atención, Mustang se sentó.

—Bueno, eso es todo. Estoy listo para ir otra vez.

Mustang volteó una pierna por encima de Candy, quien estaba recostada sobre su
espalda. Se arrodilló detrás de su cabeza, y se deslizó dentro de su boca mientras la otra chica,
con el trasero en el aire, continuaba su trabajo entre los muslos de su amiga.

Slade se quedó inmóvil, mirando como la punta de la lengua rosada de la chica


continuaba chasqueando fuera para burlarse del clítoris de la otra chica, ahora hinchado y
distendido por haber sido trabajado muy duro.

—Vamos, Slade. Hay mucho espacio para que te deslices en cualquier parte.

Mustang sonrió a la digna escena de porno frente a él, disfrutando de la vista tanto
como Slade.

4
Mustang hace una comparación del nombre Destiny y el Dark Hair (cabello oscuro) por eso dice que ambas
palabras empiezan con “D”.
—Dame otro minuto, Mustang. Eso fue como un gran entrenamiento que acabo de
tener.

Mustang rió.

—Muy bien. Tú te lo pierdes.

Luego Candy se comenzó a correr, sus gritos amortiguados por su circunferencia en


su garganta. Mustang cerró sus ojos y gimió, amando las vibraciones de los gritos de la chica.
Eso debió finalmente haberlo hecho por Slade, quien a pesar de su supuesto cansancio había
comenzado a sentarse y tomar asunto al momento que las dos chicas se dejaban ir. Ahora
estaba completamente erecto para la ocasión.

Slade agarró un paquete de aluminio, para cubrirse a sí mismo, cuando Mustang se


cansó de estar siendo chupado y le apeteció algo diferente.

—Hey, Slade, ¿quieres cambiar?

Slade rió.

—Claro. Lo que sea.

Mustang cogió el condón de Slade y se cubrió a sí mismo, caminando de rodillas a


través de la cama, y deslizándose con un empuje dentro del acogedor coño de Destiny,
suspendido en el aire ante él.

No queriendo dejar a Destiny fuera de la cuenta de los múltiples orgasmos de Candy,


mojó su pulgar con saliva y lo metió dentro del trasero de Destiny mientras su otra mano
alcanzaba y encontraba su clítoris. Presionó su dedo profundamente dentro y ella empezó a
temblar.

Con sus párpados apretados y fuertemente cerrados, Mustang se permitió a si mismo


solo sentir. Con sus ojos cerrados, él se podía concentrar en todas las sensaciones que lo
bombardeaban. La esencia del sudor y sexo que impregnaba el aire. El calor del cuerpo
rítmicamente presionando a su pene y su dedo. El sentir de su trasero golpeando hacia atrás
contra él mientras machacaba dentro de ella.

Esta noche se había convertido en ser el infierno de un buen tiempo. Mañana ellos
estarían en Tulsa. ¿Quién sabía lo que esa ciudad traería? Mustang no podía esperar a
descubrirlo.

En el otro final de la cadena de cuerpos entrelazados, Slade se corrió. Poniendo de


lado pensamientos sobre Tulsa por un momento, Mustang se dejó a si mismo seguir, después.
Capítulo 4
Traducido por ♥KeSofy♥
Corregido por Auro Kyle

—Mustang Jackson ha sacado un toro de categoría para la ronda larga, JW. El


Ballbreaker5 viene de Contratistas Ganaderos B&G y seguro que los está haciéndolos sentir
orgullosos. No ha sido domado durante las últimas dieciséis ocasiones.

Jenna se sentó en el borde de la cama de la habitación del hotel, transcribiendo cada


palabra que los comentaristas de la televisión dijeron. Bueno, la mayoría de las palabras de
todos modos. Estos chicos hablaban rápido. Añade el grueso acento vaquero del hombre, y
su trabajo de capturar su conversación palabra por palabra se hacía aún más difícil.
Pero, ¿quién era ella para mirarle el diente al caballo regalado? Sabía que había tenido mucha
suerte cuando tropezó con la monta de toros en uno de los muchos, muchos canales de
deportes por cable en su habitación del hotel en Tulsa, sorprendentemente bonito después de
que haberse presentado para la convención de romance.

—Tienes razón, Jim. Este toro es seguramente decisivo. Se presenta a Toro del año,
pero si Mustang Jackson puede permanecer en él, asegurará su lugar en la ronda corta y
podría ganar la competencia de esta noche.

—¿Cuál es tu predicción, JW? ¿Montará Jackson este toro esta noche y romperá el
récord perfecto de Ballbreaker de buck-offs6?

—Bueno, Jim, Mustang tiene la costumbre de conseguir lo que quiere, así que no lo
sé.

—Una cosa que sí sabemos, JW, es que Mustang Jackson no puede permitirse el lujo
de cometer errores aquí esta noche en la ciudad de Kansas, la última parada antes del
campeonato de la próxima semana en Tulsa.

Jenna frunció el ceño. ¿Qué quisieron decir con la próxima semana en Tulsa? La
competencia era esta semana. De hecho, ya había hablado con el conserje y averiguado la
hora, el lugar y cuánto le costaría que un taxi la llevara allí mañana por la noche.

5
Ballbracker es el nombre del toro, significa Rompebolas en español.
6
Buck off: Es un intento de un caballo o animal parecido de deshacerse de su jinete. Resistirse.
Los hombres siguieron charlando en la pantalla mientras Jenna cambió a su navegador
web e hizo una búsqueda en la programación de televisión. Y maldición, cuando lo hizo,
estaban diciendo todo tipo de cosas buenas que quería escribir.

—Parece que están teniendo algunos problemas para que Mustang selle la disputa con
Ballbreaker. Él está fuera de sí, de nuevo, así que seguiremos más a Slade Bower, ya en la
rampa del hipódromo con el as bajo la manga. ¿A quién escoges en este partido, JW?

—Slade a veces tiene la costumbre de inclinarse un poco hacia atrás, Jim. No sé lo


suficiente sobre este toro para decirlo con seguridad, pero tan cerca del campeonato, Slade
tiene que centrarse y montar cada toro.

—Tienes razón, JW. Mustang Jackson ha estado persiguiendo a Slade Bower en la


clasificación durante todo el año y, como has dicho, cada toro cuenta aquí esta noche con
Tulsa a sólo una semana de distancia.

Tratando de memorizar las frases claves como “Inclinarse hacia atrás” y algo acerca
de ser perseguido en la clasificación hasta que pudiera anotarlas, Jenna encontró el
espectáculo que estaba viendo listado en la guía de programación.

—¡Presentación Encore! —Doble maldición. No es de extrañar. El espectáculo era


una repetición. Ella cambió de nuevo hacia el documento en la pantalla de su ordenador y
empezó a teclear frenéticamente de nuevo, enojada de que había perdido un buen diálogo,
justo cuando el teléfono sonó.

— ¡Mierda!

Escribir este estúpido libro vaquero iba a matarla... o por lo menos darle una úlcera.
Jenna cogió el teléfono de la habitación en la mesita de noche y casi tiró su portátil al piso en
el proceso.

— ¿Hola? — Ella balbuceó con el receptor sobre su hombro y trató de escuchar,


escribir, y hablar, todo a la vez.

—Hey Jenna. Es Barb. — La voz animada de una de sus amigas autoras más cercanas
llegó a través de la línea telefónica. — Estoy en el bar con algunas de las otras chicas y
estamos a punto de dirigirnos a la Cena de Bienvenida del Salvaje Oeste. ¿Vas a venir?

Jenna suspiró, dividida entre el hambre y la investigación del rodeo por televisión. El
hambre finalmente ganó. Además, era más que probable que conseguiría todo lo que
necesitaba mañana por la noche en el rodeo. Esperaba...

—Sí, ya voy. Te veré en el salón de baile, supongo.

—¿Ya te vestiste? El tema del traje es vaquero, recuerda.


Dios la ayude, ¿por qué cada comida en estas convenciones requería algún tipo de
disfraz ridículo por parte de los autores? Jenna vio las botas que había tirado en su maleta
para usar en el rodeo, pensando que luciría inapropiada en tacones altos en medio de las
vaqueras y el estiércol de vaca. Después de registrarse y desempacar, ella ya se había
cambiado los pantalones vaqueros de su chándal de viaje. Aquellos, en combinación con las
botas, tendrían que hacerlo.

—Um, sí. Estoy vestida. —Dicho así, Jenna no lo consideró una mentira en absoluto.

—Está bien. Bueno. Te guardaremos un lugar en la mesa. No me puedes faltar. Seré


la única con sombrero vaquero de color rosa y una rubia peluca de Dolly Parton.

Jenna se rió de esa imagen. —Gracias, Barb. Te veo en un minuto.

A regañadientes apagó el televisor justo cuando el vaquero, Slade cómo-se-llame,


golpeó la tierra.

Slade... Buen nombre. Jenna tendría que escribir eso y usarlo en su libro.

Acampando con el itinerario de conferencias, Jenna se desplomó en una silla en el


vestíbulo del hotel, su cabeza dando vueltas.

Barb se dejó caer pesadamente en la silla a su lado. —Ya estoy cansada.

Con un suspiro, Jenna estuvo de acuerdo. —Lo sé. ¿Crees que hay café en alguna
parte?

—Hay un descanso después de la próxima sesión. Soda y galletas.

Jenna gimió. Genial. Otra conferencia donde volvería a casa más pesada de lo que
había llegado. Dejó caer el itinerario en su regazo, incapaz de mirarlo por más tiempo. —¿A
dónde vas ahora?

—Tengo una cita con el editor. Voy a hablarles de mi nuevo libro. Con suerte,
solicitarán el manuscrito completo.

—¿Qué tipo de libro es?

—Uno multi-parejas, fantasía urbana oscura.

Jenna levantó una ceja. —¿En serio? ¿Estás escribiendo de un triángulo?

—Cuarteto en realidad, pero sólo tres de ellos son humanos. —Ella sonrió. —¿En qué
estás trabajando tú?
Junto al libro de Barb, el de Jenna parecía francamente aburrido. Se sentía
avergonzada incluso de responder a la pregunta. —Um, sólo otro contemporáneo.

Barb negó con la cabeza. —No lo digas así. Me encantó tu último libro.

Dile eso a mi agente. —Gracias, Barb.

Barb señaló el programa de conferencias abandonado en el regazo de Jenna. —¿A


dónde te diriges ahora?

Jenna suspiró. —Buena pregunta. Estoy dividida entre Las Primicias Secretas sobre
las Tendencias editoriales Futuras y Hazte más Atractiva Agregándole Fuego a tu Escritura.
—Lamentablemente, era evidente que necesitaba las dos sesiones por igual.

—Mi amiga está en el panel de la sesión de las tendencias futuras. Ella me dio su
impreso. Lo copiaré para ti si deseas omitir esa sesión e ir a la otra. Ella dijo que lo que los
editores están buscando hoy en día es en su mayoría géneros cruzados. Nada de un género
heterosexual más, a menos que tenga cierto atractivo.

—De ahí lo multi-parejas y la fantasía urbana oscura que estás escribiendo.

—Con un poco de bondage lanzado dentro. —Barb sonrió.

¿Bondage de nuevo? Mierda. Jenna mejor debería tirar algo extra en este libro
vaquero suyo o correría el riesgo de ser rechazado. ¿Pero qué? Ella sabía menos acerca del
bondage de lo que lo hacía sobre los caballos.

—Mi amiga también dijo que los editores quieren pasión. Entre más caliente, mejor.
Cuando creas que hay suficiente sexo, añádele un poco más, —añadió Barb.

Con eso, combinado con su reseña de un libro reciente describiendo sus muy pocas
escenas de sexo como aburridas, la decisión de Jenna de a qué sesión asistir fue hecha. —
Supongo que Hazte Atractiva, entonces.

Barb se echó a reír. —Déjame saber cómo va.

Jenna frunció el ceño. —No te preocupes. Estaré tomando notas.

—Oh, antes de que se me olvide. Una de los autores con los que desayunamos es local
y nos dio el nombre de un gran restaurante a poca distancia de aquí. Tengo que llamar para
hacer reservaciones. Me imagino que nos dirigiremos aproximadamente a las siete y así
tendremos tiempo para cambiarnos después de la última sesión. ¿Te apuntas?

El rodeo comenzaba a las ocho y Jenna tenía que tomar un taxi y, ella suponía,
comprar un billete en el momento de su llegada. —En realidad, voy a...
Antes de que pudiera terminar la frase, Lizzie Lundgren dobló la esquina. Una sonrisa
falsa cruzó la cara de Lizzie cuando vio a Barb y a Jenna y se dirigió directamente hacia ellas.

Una campana súbita de advertencia se disparó en la cabeza de Jenna y le cortó el resto


de lo que había estado a punto de decir a Barb e instantáneamente forzó una sonrisa propia.
—Hola, Lizzie.

—Jenna. Barb. —Lizzie las miró por encima del hombro. —¿Qué están haciendo?

Era increíble cómo un lugar en la lista de los más vendidos del New York Times venía
junto con un palo en el culo y un complejo de superioridad. Hace sólo dos años Lizzie había
sido como ellas, ganándose la vida escribiendo, pero atrapada en semi-oscuridad. Entonces
ella tuvo suerte y firmó un contrato con una gran editorial de Nueva York y eso fue todo,
golpeó a lo grande. No tanto como Nora Roberts, pero lo suficientemente bien para poner a
Jenna verde de envidia y teniendo que tragar el ácido en la garganta cuando veía que el nuevo
lanzamiento de Lizzie entraba en la lista de los más vendidos.

El último libro de Lizzie había sido uno del oeste contemporáneo. Se fue directo a la
lista de los más vendidos al igual que su primero, incluso si era una mierda o no. No es que
Jenna haya leído en realidad todo el libro. Ella no iba a comprar una copia y añadirle a las
ventas de Lizzie. Sin embargo, el extracto y la propaganda habían hecho a Jenna rodar los
ojos ante la absoluta ridiculez de la trama y los personajes. No es de extrañar, todas las críticas
lo ponían por el cielo. Ellos nunca llamaban a las escenas de sexo de Lizzie aburridas.

Puede ser que sea mezquino, pero Jenna estaría condenada antes de dejar a Lizzie
saber que había encontrado por ahí unos vaqueros reales en vivo acampando al otro lado de
la ciudad y que ella iba a entrevistarse con ellos para su próximo libro esa misma noche.
Dejaría a Lizzie hacer su propia maldita investigación para su próximo best-seller. El ángulo
de vaquero de rodeo era de Jenna y, tan egoísta como podía ser, no compartía. Cada autor
estaba por sí mismo y ella necesitaba cualquier ventaja que pudiera obtener.

—Estamos haciendo planes para la cena. —Barb vaciló, luego añadió con poco
entusiasmo, —Eres bienvenida a unirte a nosotros si quieres.

—Gracias, pero estoy teniendo una cena arriba en el restaurante de cuatro estrellas en
la última planta del hotel, con el jefe de redacción de mi editor. Su invitación.

Por supuesto que Lizzie estaba siendo invitada para una cena de cuatro estrellas por
su editor. Perra.

—Está bien, entonces. ¿Jenna? ¿Vienes? —Barb se volvió hacia Jenna y puso los ojos
en blanco sin que Lizzie pudiera ver.
—Um, no. No puedo. Tengo ah... um... unos primos que viven cerca. Prometí que
cenaría con ellos.

Barb levantó una ceja con interés. — ¿Primos? ¿En Tulsa? ¿Masculino o femenino?

Hmm, esta mentira iba a meter en problemas a Jenna, eventualmente. Pero una mirada
a Lizzie, todavía rondando, y Jenna lanzó otra mentira de mierda. —Las dos cosas. Quiero
decir, mi prima y su marido... y sus hijos. Ya sabes. Una gran familia feliz.

Por Dios. Esto se complicaba por momentos. Pronto tendría que empezar a tomar
notas para mantener sus mentiras a la raya.

El rodeo estaba compuesto por tres competiciones repartidas en cuatro días. Con
suerte, esta noche tendría suficiente información para terminar el libro y no tener que ver a
sus primos dos veces más durante el resto de la conferencia. Todo este engaño era suficiente
para darle una indigestión de chica.
Capítulo 5
Traducido por thelovestory
Corregido por Auro Kyle

Evaluando las posibilidades de la noche, la mirada de Mustang barrió a las mujeres


en las gradas hasta que aterrizó en una mujer que le hizo detenerse muerto en su lectura.

Saltó sobre el carril de la tolva y le silbó a Slade, —Segunda sección, la cuarta fila de
atrás, pelo rojizo-castaño recogido en una cola de caballo, vistiendo de negro.

En el proceso de estirar de la cuerda que se extendía por debajo del toro y girarla de
una vez alrededor de su mano enguantada, Slade frunció el ceño hacia Mustang desde el lomo
del animal. —Estoy en el medio de mi rodeo y ¿tú estás señalando a una mujer para mí? En
un cuello alto, ¿nada menos? ¿Desde cuándo te interesan las mujeres cuyos pechos no están
saliéndose?

—Esta mujer es diferente, Slade. Puedo decirlo. —El toro saltó una vez en la rampa
y Mustang rápidamente se acercó y agarró la parte posterior del chaleco de Slade,
estabilizándolo en el lomo del animal.

—Maldita sea, Mustang, deja de distraerme, —gruñó Slade. Acomodándose de


nuevo, Slade hizo un gesto y el vaquero en el suelo abrió la puerta para liberar tanto al toro
y al jinete en la arena.

—Hablare más contigo cuando te bajes, —Mustang llamó después de él, luego vio a
su amigo desaparecer en una nube de polvo.

Chase Reese, uno de los jinetes más jóvenes, que había sido escogido como el Novato
del Año hasta que golpeó una racha seca, saltó sobre la barandilla junto a Mustang. —Slade
es increíble. Es como si estuviera pegado a ese toro. Me gustaría poder hacer eso. Hice dos
de las últimas diez series.

—Miras hacia abajo, —dijo Mustang simplemente, siguiendo el progreso de Slade


mientras el toro giraba hacia la izquierda sin desviación, desde un extremo de la arena a la
otra.

A medida que el timbre de los ocho segundos sonaba, Slade soltó la cuerda envuelta
alrededor de su mano. Saltó del toro, golpeó el suelo con el hombro, y luego rodó para evitar
una pezuña en la caja torácica antes de que los toreros redirigieran al animal embistiendo
lejos de él.
—¿Hago qué? —Preguntó el novato.

Al ver que su amigo estaba a salvo, Mustang finalmente miró a Chase y respondió a
su pregunta. ¡Maldita sea! ¿Alguna vez había sido tan joven? El chico probablemente ni
siquiera tenía que afeitarse una vez por semana.

—Estabas mirando hacia el suelo. Si miras allí, acabarás allí. Ahora, discúlpame.
Tengo que hablar con Slade.

Dejando al niño de pie allí con una expresión sorprendida en su rostro, como si le
hubieran sido entregados todos los secretos del universo, Mustang saltó para ir a encontrarse
con Slade detrás de las rampas.

—Hey, hombre. Buena montada. Ese toro era una maldita ruleta, ¿eh?

Slade se rió y se quitó la cinta alrededor de su muñeca donde sostenía el guante en su


mano de montar firmemente en su lugar. —Claro que sí. No estaban bromeando cuando
dijeron que él salió de una pluma giratoria. Se sintió como si estuviera en un paseo en la feria
del condado.

—Así que tenemos que formular un plan, —comenzó Mustang.

—¿Para qué?

—Para atraer la atención de esa mujer de la que te hablé.

—Solo haz lo que sea que sueles hacer.

Mustang negó con la cabeza. —La mierda de costumbre no va a funcionar con ella.

Slade suspiró. —¿Dónde has dicho que estaba sentada?

¡Ja! Slade había cedido y en realidad estaba mostrando algo de interés. Sonriendo,
Mustang entrecerró los ojos y fácilmente la encontró de nuevo en las gradas. Ella escribía
febrilmente, mientras trataba de ver al jinete en la arena al mismo tiempo. Él inclinó la cabeza
hacia la sección directamente detrás de ellos. —Extremo de la cuarta fila.

—¿Qué diablos está haciendo? —Slade frunció el ceño mientras la miraba.

—No tengo ni idea, pero creo que está tomando notas. ¿Ves lo que digo? Esta mujer
es especial. Ella no va a simplemente caer en nuestra cama.

Su cabello no era enorme, ella no estaba maquillada como una cabaretera, y su ropa
mostraba curvas, pero ni un centímetro de piel. Ella era diferente, que fue lo que llamó la
atención de Mustang en primer lugar.
Desde que Slade había estado en su extraño malhumor últimamente, Mustang se
imaginó que intentaría algo inusual. Demonios, incluso las dos jóvenes de dieciocho años
que iban delante de ellos apenas consiguieron hacerle perder los estribos a su amigo. Mustang
se estaba quedando sin ideas, pero esta mujer... ella era más o menos lo contrario de sus
conquistas de costumbre y eso podría ser exactamente lo que necesitaban. Valía la pena un
intento para animar a Slade. Además, nunca se opuso a probar cosas nuevas, le vendría bien
un poco de cambio de sí mismo de vez en cuando.

—Mustang, ella es probablemente una maldita periodista. Eso es todo lo que necesito,
ser mencionado en alguna exposición. Puedo ver el título ahora. Slade Bower, el tercer jinete
de toros del ranking mundial, le propone a una reportera hacer un trío con el ex Novato del
Año, Mustang Jackson. Eso ira muy bien con los fans en Bible Belt7. —Slade frunció el ceño
a Mustang. —Elige a alguien más, hombre. ¿Qué tal aquella que está rebotando allí? Está a
punto de estallar fuera de ese top. Es posible que desees mantener un ojo en ella.

Mustang miró en su dirección. —Sí, la he visto ya. Me quedo con la otra.

Riendo, Slade negó con la cabeza. —Buena suerte, porque puedo ver el palo en su
culo desde aquí. Aquella es una apretada, pero ve por ello, hombre, y yo estaré disfrutando
de ver cómo te disparan.

Mustang alzó una ceja. —¿Eso es un reto, amigo mío?

Slade soltó una breve carcajada. —No, es la verdad.

—Bueno, creo que te equivocas. A veces son las más calladas las que son los más
salvajes una vez que las desnudas.

—¿Y piensas que puedes desnudarla?

Mustang asintió. —Sí. Lo hago.

—Bueno, me gustaría ver eso.

Sonriendo, Mustang le dio una palmada a su amigo en la espalda. —No te preocupes.


Estarás allí también.

Slade negó con la cabeza. —Tal vez, y eso es un gran tal vez, tu podrías ser capaz de
conseguir a esa mujer desnuda, sin suficiente alcohol y mierda, pero no hay una maldita
manera de que ella esté de acuerdo con nosotros dos. Ni en un millón de años.

7
Bible Belt: zona de Estados Unidos de América dónde la religión católica y protestante es altamente
significativa.
Sintiéndose engreído y sin poder resistirse a un desafío, Mustang dijo, —Ya veremos.
¿Estás dispuesto a hacer una apuesta en eso?

Slade cruzó sus brazos sobre el pecho. —Sí, vamos a ver y, sí, lo estoy. ¿Qué quieres
apostar?

Mustang sonrió. Slade estaba mostrando más interés en sus actividades extra-
curriculares de lo que había hecho en semanas. Tal vez había estado realmente aburrido como
dijo. Tal vez lo que ambos necesitaban era un buen reto. Mustang sabía en su interior que
esta mujer proporcionaría al menos eso, pero probablemente más, mucho más.

Ahora, para esta apuesta... —¿Qué tal si el perdedor tiene que comprarle al ganador
un nuevo par chaparreras?

Slade sonrió. —Me vendría bien un nuevo par de chaparreras, entonces estoy dentro.

Mirando de nuevo hacia la tribuna para buscar de nuevo al objeto de su discusión,


Mustang frunció el ceño. ¿Dónde diablos estaba ella?

—¡Se ha ido! ¡Mierda! ¿A dónde se fue.?.. —Mustang se giró hacia Slade y se


encontró adivinen a quién de pie allí.

—Discúlpenme. Me preguntaba si podría hacerles a ustedes dos algunas preguntas.

Su ángel en negro habló con la voz más sexy que había oído jamás. Y sí, por el sonido
de ella, era proveniente del este. Mustang sólo esperaba que la otra parte de la teoría de Slade,
sobre ella siendo una periodista, estuviera equivocada.

Vio a Slade levantar una ceja y arrogantemente girar hacia él, esperando expectante
que Mustang contestara su pregunta, ¿Qué había sido eso de nuevo? Oh, sí, ella quería
hacerles preguntas. Interesante.

De pronto enfrentado cara a cara con ella, Mustang tropezó con su lengua por lo
general suave. —Um... sí... claro, cariño. ¿Qué necesitas?

Ella extendió la mano y estalló en una sonrisa. —Genial. Déjenme presentarme


primero. Soy Jenna Block.

No recordando la última vez que una mujer les había dado la mano antes de que
follaran, Mustang sonrió. Él la tomó de la mano, notando cómo sus ojos color avellana tenían
matices de oro y verde en ellos.

Ella tenía un buen agarre, fuerte, también. A él le gustaba eso en una mujer. —Un
placer conocerla. Soy Mustang Jackson.
Se volvió para presentar a Slade, sólo para descubrir que el hombre se encontraba en
medio de un barrido visual del cuerpo completo de la Srta. Jenna Block.

Ah, sí, ¿ahora quién de ellos quería ponerla borracha y desnuda en la cama?

Slade estudió a Jenna, desde la punta de su cola de caballo morena a la parte superior
de sus negras brillantes, botas de vaquera puntiagudas — y si aquellas botas suyas habían
caminado por cualquier lugar, además de las aceras de cemento de una de las calle de la
ciudad antes de esta noche, Mustang se comería su sombrero.

Después del barrido visual rápido por su cuenta, él continuó las presentaciones. —
Este aquí es Slade Bower.

Jenna se volvió y estrechó la mano de Slade mientras él murmuraba un saludo y


apenas arrancaba su mirada del contorno de su suéter cubriendo pechos a tiempo, antes de
que ella lo atrapara con sus ojos donde no deberían haber estado.

Mustang sonrió. Sí, Slade ya no parecía aburrido.

—Wow, —suspiró ella, sacudiendo la cabeza y mirando de uno a otro.

Mustang alzó una ceja ante eso. —Wow, ¿qué?

Ella se ruborizó bellamente. —Lo siento, estoy haciendo el tonto. Es sólo que
reconozco sus nombres de la televisión. Es bastante coincidencia que lo viera por televisión
ayer y ahora estoy hablando con ustedes en persona.

—¿Ves la monta de toros por televisión? —Slade sonó sorprendido.

—Mmm hmm. Bueno, no quiero decir normalmente, pero lo hice recientemente. Es


una larga historia. Miren, ¿estarían dispuestos a dejar que les invite a una copa para que
podemos sentarnos mientras hablamos y poder hacerles algunas preguntas?

La conmoción en el rostro de Slade a su proposición de conseguir una copa juntos


casi hizo a Mustang reír a carcajadas. Ah, sí, esas nuevas chaparreras eran tan buenas como
las suyas, y sería la billetera de Slade la que estaría un poco más ligera después de la compra.

Mustang controló su alegría y respondió por los dos, obligándose a sonar casual. —
Supongo que podríamos sentarnos con usted... por unos minutos, de todos modos. —Antes
de que volvamos al remolque y le muestre a Slade que no hay un palo en tu culo, aunque
fácilmente podría haber algún Mustang ahí si te gustaría...

Ooh, él era un niño sucio. Tal vez la Srta. Jenna Block debería azotarlo. Mustang
nunca había probado eso. Podría ser interesante. Mantendría eso en mente para más adelante.
Mustang disfrutó esa visión mientras la mujer en su más reciente fantasía le mostraba
su perfecta sonrisa de nuevo. —Genial. ¿Hay algún lugar a una distancia para ir caminando
al que podamos ir? Llegué en un taxi.

—Bueno, esta nuestro remolque. Está cerca y las bebidas son gratis, —Mustang
ofreció con una sonrisa, esperando su reacción a eso, a la vez sabiendo que no había manera
de que ella cayera presa de ellos tan fácilmente. ¿Cuál sería la diversión si no había ni siquiera
un poco de un desafío?

Ella no demostró que estaba equivocado cuando levantó una ceja arrogantemente.
¿Hay algún lugar público al que podemos ir?

Mustang sonrió a su esquive de la invitación mientras Slade le ofreció amablemente,


—Hay un bonito bar público en la calle, y podemos caminar hasta allí.

—Maravilloso. —Ella miró alrededor de la rápidamente vacía tribuna. —¿Esta cosa


ha terminado por la noche o se trata de un intermedio?

—No, hemos terminado por esta noche. Sólo tenemos que guardar nuestro equipo. —
Y ducharnos en caso de que todos terminemos desnudos. Mustang nunca había deseado a una
mujer desnuda tanto. —¿Nos puede dar diez minutos y luego nos encontraremos allí por la
salida?

Ella asintió con la cabeza. —Claro.

Mientras ella esperaba con seguridad detrás de ellos junto a la entrada, ambos salieron
de la parte pública de la arena, agarrando sus cuerdas de donde ellos las habían atado sobre
la barandilla a lo largo del camino.

—Está bien, admítelo. Te gusta, —Mustang acusó a Slade una vez que estuvieron
fuera del rango de audición.

Slade le frunció el ceño mientras caminaban. —No importa de cualquier manera. No


vamos a llevarla al remolque porque te estoy diciendo que estoy convencido más que nunca
de que ella es una especie de reportera proveniente del este. Ella sacudió tu mano por el amor
de Dios.

Mustang considero eso como su extraña elección por el cuello alto cuando el resto de
las mujeres en la multitud llevaba camisetas o enseñaban las tetas con escotes bajos. Sus
oscuros jeans azules tenían un pliegue real bajando por la pierna como si ella los hubiera
planchado. Y luego estaban esas brillantes botas negras que llevaba la gente de la ciudad por
moda sin utilidad, la enorme cartera de cuero negro colgada en su hombro que muy
probablemente llevaba el cuaderno en el que la había visto escribiendo antes, la forma en que
se conducía, con confianza y elegancia...
El hecho de que ella parecía saber sus nombres, pero no sabía nada más acerca de la
monta de toros confundía a Mustang un poco. Si ella era una verdadera fan o una periodista
deportiva, habría sabido que con Slade estaba el tercer lugar, excluyendo cualquier re-monta,
los jinetes de segundo y primer lugar que le seguían eran las dos últimas montas por la noche
y la competencia continuaría mañana.

Mustang sacudió la cabeza. —Ella es algo, te voy a dar eso como mucho, pero no
creo que sea una periodista.

—Ya veremos. —Slade empujó su chaleco y la cuerda en su bolsa de equipo.

—Sí, lo haremos. —Y en pocos minutos también. Esto podría ser lo más divertido
que él y Slade habían tenido en mucho tiempo, y Mustang no podía esperar.
Capítulo 6
Traducido por Lu_Rodriguez
Corregido por Auro Kyle

—Ni siquiera sé por dónde empezar. —La sofisticada, morena guapa suspiró y miró
el bloc amarillo cubierto de garabatos. Slade supuso que eran las notas que había garabateado
durante la competencia.

—Me parece que lo mejor es empezar con cerveza y pasar a las cosas difíciles más
tarde. —Mustang sonrió, todo su cuerpo se volvió hacia ella, mientras los tres se sentaron en
una pequeña, ligeramente pegajosa mesa del bar rápidamente lleno al otro lado de la arena.

Ella se rió de la escasa broma de Mustang y Slade sacudió la cabeza asombrado, como
siempre, ante como Mustang podía encantar a la hembras de cualquier edad, incluyendo,
aparentemente, incluso a las periodistas de ciudad más refinadas.

Inclinándose de regreso a su silla, Slade ignoró las miradas interesadas que, como un
improbable trió, fueron recibiendo de los otros jinetes de toro entrando lentamente en el bar.
En su lugar, vio como la mujer misteriosa, aun sonriendo, rodaba sus ojos juguetonamente a
Mustang.

—Quiero decir que no sé por dónde empezar con mis preguntas, pero sí, vamos a
pedir una jarra, si eso está bien para ustedes. —Miró de Mustang a Slade.

—¿Bebes cerveza? —Slade levantó una ceja.

—Sí. ¿Por qué? —ella le desafió levantando su ceja.

Slade no ocultó cómo dejó que su mirada vagara sobre ella. —Por cómo luces, parece
que serias más del tipo Chardonnay.

Ella frunció los labios ante el insulto escondido. —En realidad, cuando no bebo vino,
prefiero un buen Merlot.

Bajo la luz de la señal de neón de cerveza, Mustang señaló a la camarera por una jarra
antes de mirar a Slade. —En todos los años que te conozco, no creo que haya una sola vez
en la que te oí decir la palabra Chardonnay.

Slade frunció el ceño a su amigo. —Oye, sé cosas. Sólo porque no elija compartirlas
contigo… ¿Qué diablos estas escribiendo?
Slade se volvió hacia la maldita mujer, que había volteado a una página en blanco de
su libreta y estaba garabateando furiosamente mientras él y Mustang peleaban.

Ella se detuvo y lo miró. —Um, estoy tomando notas.

—¿De nuestra conversación? —farfulló Slade.

Bolígrafo puesto sobre la página, ella asintió. —Sí, este es un muy buen dialogo.

La boca de Slade se torció en una mueca. —No es un dialogo. Se trata de dos amigos
hablando tomando unos tragos después de un rodeo.

Y él no estaba muy seguro de quererla escribiendo todo.

—Bueno, será un dialogo una vez que lo escriba.

Slade se inclinó hacia delante de su silla, al otro lado de la mesa y más cerca de la
mujer y sus notas infernales.

—Sobre eso. Antes de que vayamos más lejos con esto, creo que tenemos que saber
exactamente lo que eres y lo que estás haciendo aquí.

—Soy Jenna Block y soy escritora…

—Una escritora. —Slade le disparó a Mustang una mirada de te lo dije.

Ella asintió. —Sí. Escribo novelas románticas.

Con una enorme sonrisa, Mustang le volvió a Slade la mirada de te lo dije dos veces
antes de volverse a ella.

—Novelas románticas. ¿En serio? ahora, eso suena interesante.

Jenna Block, escritora de novelas románticas, se encogió de hombros.

—Puede ser, pero la investigación en este caso me está matando. Estoy escribiendo
sobre un vaquero y decidí hacerlo cabalgar toros en un rodeo.

—Bueno, eso explica las notas. —Mustang miró fijamente a Slade. —Mi sospechoso
amigo aquí pensó por un minuto que tú podrías ser una periodista escribiendo una exposición
sobre los dos jinetes de toros más calientes en el circuito.

Ella se rio. —Si lo fuera, entonces probablemente sabría sobre qué diablos estaba
escribiendo. Tal y como es, estoy totalmente perdida y me temo que si no soy precisa con los
hechos, me mataran los editores.
La sonrisa imán de chicas patentada de Mustang apareció de nuevo. —Bueno
entonces, es algo bueno que nos hayas encontrado, porque no vas a encontrar dos vaqueros
con más conocimientos en cualquier lugar cuando se trata de toros.

O mierda de toro. Sin que Jenna lo notara, quien más allá de toda razón parecía
completamente cautivada por el encanto de Mustang, Slade rodó los ojos.

Jenna. Al menos la mujer no tenía un nombre que terminara en “y” o “i” y sonaba
como si perteneciera a una stripper. Slade podría incluso tener oportunidad de recodarlo por
el resto de la noche. Al menos lo recordaba ahora mientras él estaba aquí hablando con ella.
Eso era más de lo que podía decir de la última media docena de chicas con las que había
tenido sexo.

El tren de pensamiento de Slade con respecto a los nombres femeninos fue


interrumpido cuando Jenna sorprendió a ambos al preguntar, completamente de repente: —
¿Qué pasó con Ballbreaker?

Mustang casi se atragantó ante la pregunta de Jenna. —¿Disculpa?

—Tú estabas teniendo problemas para mantenerte sobre Ballbreaker en la ciudad de


Kansas. Los locutores dijeron que él estaba, —Jenna arrastró una página impresa en papel
blanco y leyó—, No había sido montado luego de dieciséis veces fuera. ¿Qué pasó? ¿Tú lo
montaste?

Slade disfrutó de poder darle la respuesta en nombre de Mustang para esa pregunta.

—No. Mustang golpeó la tierra en dos segundos. Ballbreaker todavía no ha sido


montado luego de diecisiete fueras.

—¡Oye! Él estaba amontonado atrás en la tolva. Nunca llegue a sentarme bien.

—Sí, sí, lo que sea. —Slade sonrió.

Mustang frunció el ceño.

Mientras tanto, Jenna escribió furiosamente y luego miró a los dos—. Muchas gracias
por haber accedido a ayudarme. Es decir escucho a los locutores que hablan de “el empate”
y luego “el proyecto” y “lejos de sus manos”. —ella vaciló—. Y tengo otras preguntas…
más personales también.

Intrigado, Slade no pudo contenerse—. ¿Cómo qué tipo de preguntas personales?

Bajo el azul neón, mientras la camarera puso en seco la jarra y tres vasos plásticos,
Slade podría haber jurado que Jena se sonrojó ante su pregunta.
—Como, um. Veo algunos chicos que usan sombreros y otros no y que todos parecen
llevar esos gruesos, chalecos rígidos, de protección, pero ¿también usan, um, conchas? —
ella susurró la última palabra.

Al otro lado de la mesa Mustang se atraganto de nuevo con la cerveza que había
servido y tomado mientras Jenna hacia esa pregunta. Uno pensaría que el hombre iba a
aprender a no beber mientras esta sorprendente mujer preguntaba.

Slade sonrió a cuan vergonzosa ella se había puesto. Sabiendo exactamente lo que
quería decir, se hizo el tonto y le preguntó de todos modos, —¿Conchas? ¿Qué quieres decir?

Con la cara roja y luciendo lista para meterse debajo de la pequeña mesa de centro,
Jenna murmuró—, Ya sabes, ¿Cómo un suspensorio?

Mustang, finalmente recuperado de su tos y balbuceo, negó con la cabeza.

—No, señora. No usamos conchas.

Tomando un trago de su cerveza, Slade disfrutó viendo los ojos abiertos de Jenna a la
respuesta de Mustang.

—¿Ustedes no? Pero hay un montón de… rebote y… es decir, parece realmente
peligroso. ¿Qué si te pisa, ya sabes, ahí abajo?

—En primer lugar, ninguna pequeña concha plástica va a ayudar en cualquier caso si
un toro de dos mil libras te pisa. Además, he estado viajando durante seis años y he montado
un montón de veces en muchos lugares y todas mis partes están todavía en perfecto estado
de funcionamiento. ¿Quieres ver?

Mustang alcanzó la muy gastada hebilla de novato del año en su cinturón, burlándose
de ella.

—Eso está bien. Quizá más tarde. —Ella arqueó una ceja, recuperándose de su
encuentro temporal de timidez para derribar a Mustang, lo cual Slade disfrutó un poco
demasiado.

Dejando su cinturón, Mustang alzó su vaso de plástico a ella en modo de salud. —


Okey, más tarde, entonces. Es una cita. Ah, y en caso de que te estés preguntando, Slade aquí
hace parte de todo el trabajo también. La mayoría del tiempo, de todos modos.

Slade frunció el ceño y entrecerró los ojos a su supuesto amigo por ese comentario.

Evitando contacto visual con Slade, por lo cual él estuvo agradecido por el momento,
Jenna asintió a Mustang.

—Es bueno saberlo, gracias.


¿Estaba sonrojada de nuevo?

—Eres un idiota —murmuró Slade, antes de darse cuenta de que ella estaba
escribiendo de nuevo. Él la señaló.

—¡Mira, Mustang! Ahora ella está escribiendo toda esa mierda.

Jenna dirigió su atención a Mustang.

—Mustang. Acerca de eso. ¿Cómo conseguiste eso nombre de todos modos?

Saltando a la oportunidad de vengarse, Slade saltó directamente—. Eso es simple. Es


porque está dotado al igual que un caballo.

—Sí, claro. Muy divertido. —Jenna le frunció ceño a Slade y luego se volvió a
Mustang—. Vemos. En serio ¿Cómo conseguiste el apodo? ¿Eres dueño de un Ford Mustang
o algo así?

—No. —Mustang sonrió ampliamente.

—¿Tu primer caballo fue un Mustang?

Sin dejar de sonreír ampliamente, él negó con la cabeza hacia ella una vez más. —
No.

—Eres realmente llamado así por el tamaño de tu… —sus ojos bajaron a la
entrepierna de Mustang antes de que les diera un tirón hacia arriba.

Slade se rió de ella

—Bueno, no es que su mamá lo mirara desnudo en el hospital y lo nombrara así


cuando nació. Su nombre de pila es Michael Jackson, ¿pero quien quiere ser un vaquero con
el mismo nombre que el extraño cantante pop?

—¡Slade! Santo Dios. Muchas gracias. —Mustang frunció el ceño por encima del
borde de su vaso de cerveza.

—¿Qué? ¿Me permites decirle sobre el tamaño de tu pene, pero no que tu nombre
real es Michael Jackson?

Mustang frunció el ceño. —Es correcto.

Slade rodó los ojos y volvió a Jenna, quien lucía todavía estar teniendo problemas
para encontrar un lugar seguro donde mirar cuando él hizo contacto visual con ella.
—De todos modos, una vez Mustang aquí, intentó ir por Mike Jackson, pero una vez
nos enteramos que todos en la secundaria solían llamarlo Mustang porque una de las chicas
había pillado un comentario sobre lo grande que era, el nombre se quedó.

Slade notó el rubor en las mejillas de Jenna otra vez mientras ella lo escuchaba antes
de recuperar la compostura y dijo: —Está bien gracias.

Mustang, aparentemente superando la ira que Slade había provocado al revelar su


nombre real, se volvió a Jenna

—Estaría encantado de mostrártelo, si lo deseas. Por tu investigación.

—Gracias. Lo tendré en cuenta. —Aun sonrojada, Jenna se quedó mirando fijamente


su libreta, hojeando las páginas garabateadas de nuevo.

Slade tomó un sorbo de cerveza y esperó que ella encontrara lo que sea que estaba
buscando mientras él disfrutaba mirándola nerviosa.

—Mi cabeza da vueltas. No tengo mucho tiempo aquí en Tulsa, pero hay tantas cosas
grandes que ustedes dos me pueden dar.

Mustang negó con la cabeza y se echó a reír. —Oh cariño. No tienes ni idea.

Ella le lanzó una mirada indulgente. —Me refería para el libro.

—Claro, para eso también. —Mustang sonrió encantadoramente, deslizando su


cerveza intacta hacia ella no tan sutilmente.

—¿Qué tienes hasta el momento para este libro tuyo? Tal vez deberíamos empezar a
echarle un vistazo —Ofreció Slade, ansioso por una conversación aparte de la polla de
Mustang.

Jenna lo miró sorprendida por su sugerencia. Demonios, él se sorprendió como la


mierda por estar realmente interesado, en ambos la mujer y su libro.

Slade se dio cuenta de que esto probablemente era la mayor conversación que había
intercambiado con una mujer en años.

Por lo general omitía la parte de hablar y se iba directo de beber a follar, a veces
saltándose la parte de beber por completo, dependiendo de qué tan dispuesta estaba ella.

Jenna metió la mano en su bolso.

—Imprimí lo que he escrito hasta ahora. Sé que es mucho pedir, pero ¿podrían echarle
un vistazo, sólo a las cosas de montar toros, y tal vez algunas cosas del tipo de vaqueros, y
dejarme saber si es correcto?
Slade miró la gruesa pila de páginas impresas, lamentando lo que había pedido,
cuando Mustang dijo: —Claro lo leeremos. Vallamos los tres a nuestro remolque. La luz es
mejor allí y entonces todos podemos estar cómodos mientras leemos.

Ella apretó los labios y negó con una excelente imitación de una maestra de escuela.

—No lo creo. Además, no espero que lo lean todo en este mismo momento. Puedo
dejarlo con ustedes y volver mañana por la noche. ¿Tal vez podamos hablar de nuevo luego
de que el espectáculo esté terminado?

El espectáculo. Slade sofocó un bufido ante eso.

—No es un espectáculo. De hecho, no es un rodeo tampoco. Sigues diciendo eso pero


hay una gran diferencia. Esto aquí es una competencia de jinetes de toros profesionales. Más
importante aún, es el campeonato.

—Campeonato de jinetes de toros. Bien, lo tengo. —Ella asintió con la cabeza,


escribiendo todo.

Slade suspiró por su constante toma de notas. La mujer era como una maldita esponja.

Mientras tanto, Mustang se inclinó hacia atrás del anuncio de cerveza iluminando la
resma de papel impresa que ella había puesto sobre la mesa, y empezó a ojearlo. De repente,
se echó a reír—. ¿Buck Wild8? ¿En serio nombraste a tu jinete de toros Buck Wild?

Ella entrecerró los ojos a Mustang—. Sí. ¿Qué? Es una novela romántica. Se supone
que debe ser divertido. Además un hombre llamado Mustang probablemente no debería
estarse quejando sobre el nombre de mi jinete.

Mustang se echó a reír. —Está bien, voy a concederte ese punto, pero no puedes
pelear conmigo por esto. El toro no está en un recinto. Es un chute. O un chute tronzado.
Nadie, excepto tal vez la gente de ciudad, lo llama recinto.

Garabateando con furia, ella escribió eso. —¡Bien! Gracias. ¿Ves? Este es
exactamente el tipo de cosas que necesito de ustedes. Eso es perfecto. ¿Pueden hacer
comentarios en las márgenes cuando encuentren errores como ese?

Sin recordar la última vez que había escrito nada, aparte de firmar cheques de pago
en planco o autógrafos en las gradas, Slade tenía que pensar si incluso tenía un bolígrafo o
un lápiz en el remolque. No lo creía. Ellos tenían que deslizar uno del bar.

8
Buck Wild: macho salvaje.
Mientras Slade meditaba sobre su falta de instrumentos de escritura, se dio cuenta de
que Mustang se había mantenido bastante silencioso, absorto en las páginas. De repente, las
cejas de Mustang se dispararon hasta la línea de su pelo.

—Te estás saltando directo a las escenas de sexo, ¿no es así? —acusó Jenna,
obviamente notando la reacción de Mustang también.

¿Escenas de sexo? Los oídos de Slade se animaron ante eso. Hmm. Tal vez él no
sentiría ofrecerse a leer esto.

Jenna alcanzó los papeles, pero Mustang fue más rápido y los azotó por sobre su
cabeza y fuera del alcance de ella—. No lo harás, cariño. Aquí está la parte interesante. No
es realista, pero interesante de todos modos.

Sus ojos se abrieron de par en par—. ¿Qué quieres decir con que no es realista?

Slade se preguntó lo mismo, muriendo por conseguir sus manos en esas páginas.

Mustang rodó los ojos, refiriéndose a los papeles de nuevo—. Vamos. Las mujeres
no se vienen tan rápido o tan fácil. Confía en mí, lo sé. Él apenas la toca en esto y ella está
toda ooh, ahh, me estoy viniendo. Dame un respiro.

¿Viniendo? ¿Qué clase de libros escribe esta mujer? Slade tuvo que apretar su puño
para detenerse de agarrar los papeles de Mustang.

Jenna, la autora aparentemente traviesa, frunció el ceño. —El romance se supone que
es fantasía.

Mustang resopló. —Oh, es fantasía de acuerdo. Y las partes del chico… —él negó,
riendo.

Jenna se cruzó de brazos, con los ojos entrecerrados hacia Mustang. —¿Qué,
exactamente, está mal con las parte del chico?

Mustang agitó las páginas hacia ella. —Los hombres no piensan así y definitivamente
no actúan o hablan como este, sobre todo a mitad de estar follando… uh, quiero
decir haciendo el amor como dices tú.

Slade estaba a segundos de arrebatar aquellas páginas lejos de Mustang para ver de
qué demonios estaba hablando.

—Oh en serio. Así que dime, Mustang, ya que eres tan inteligente cuando se trata de
hombres y mujeres, ¿Qué harías diferente?
Mustang se inclinó hacia delante en su silla, abandonado las páginas sobre la mesa,
pero Slade estaba demasiado intrigado por la acción en vivo ahora para preocuparse mucho
por las cosas escritas.

Su rostro cerca al de Jenna, Mustang mantuvo su voz tan baja que Slade tuvo que
apoyarse para escuchar lo que él le dijo—, ¿Quiere saber lo que enciende a una mujer,
señorita Bolck? ¿Cuál es la forma más rápida para un hombre la consiga caliente y con las
bragas húmedas?

Jenna entrecerró los ojos, pero no antes de que Slade notara su mirada un poco
sorprendida por el comentario de las bragas. —Dime, ya que eres tan experto.

—Es esto. —Mustang se acercó y golpeó ligeramente su frente. —Una zona erógena
de la mujer está justo ahí, en su cabeza. Tú escribes acerca de tocar esto o besar, pero los
juegos previos empiezan en la cabeza de una mujer. Si un hombre puede entrar ahí,
entonces todo lo demás es una formalidad. Escribe sobre eso, lo que hay dentro, y no te
preocupes tanto de quien está poniendo qué donde.

Mustang trazó un camino con sus dedos lentamente por un lado de su cara y en sus
labios antes de romper el contacto y recostarse en su silla de nuevo. Slade vio a Jenna
inclinarse y seguir a Mustang como la flecha de una brújula señala al norte, antes de aclarar
su garganta y enderezarse en su silla.

El hombre era un maestro en enrollarlas, y por primera vez desde que habían estado
saliendo juntos, Slade se sintió un poco celoso. A pesar de que sabía que siempre estaría
invitado a la acción, esta vez, con esta mujer, Slade deseó haber sido el que manejaba el sedal
de pesca en vez de Mustang

Slade vio la garganta de Jenna trabajando mientras ella tragaba antes de decir: —Es
tarde. Mejor llamo un taxi.

Mustang negó, capturando y sosteniendo su mirada. —No es tan tarde, cariño.

Jenna sacudió su cabeza con nerviosismo —Tengo una conferencia en el hotel que
empieza a las nueve de la mañana.

Mustang se inclinó cerca de nuevo. —Slade y yo podemos llevarte de vuelta a tu hotel


con un montón de tiempo para tu conferencia en la mañana. Lo prometo.

Ella negó con la cabeza. —No puedo.

El rostro de Mustang se iluminó con una sonrisa. —Pero quieres.

Eso sonaba más como una declaración de un hecho que una pregunta para Slade. Era
seguro como el infierno que parecía que Jenna quería.
Ella trago saliva de nuevo y sin admitir nada, Jenna repitió. —No puedo.

La mano de Mustang cubrió la de ella. —Dame una razón de por qué no.

De alguna forma la conversación se había ido de la investigación para el libro al tema


de ellos tres metiéndose en la cama o no en un abrir y cerrar de ojos. Slade ni siquiera se
había dado cuenta de que esto ocurría, pero algo tenía. De alguna forma Jenna y Mustang se
encontraban negociando sexo. ¿Cómo demonios había sucedido?

Jenna respiró hondo. —No voy a pasar la noche con ustedes dos porque no soy una
de sus tontas groupies, disculpa, groupies montadoras de toros.

—Las groupies generalmente no montan a los toros y se les conoce como conejitas
de hebillas. Puede que desees escribir eso para tu libro. —Mustang golpeó la mesa cerca de
su cuaderno mientras sonreía ante su endeble broma, antes de volverse serio otra vez. —
Sabía que no eras una tonta el momento en que te vi en las gradas en tu pequeño suéter negro,
tomando notas durante una corrida de toros.

—¿Me notaste?

—Oh, sí. Slade casi nos mantuvo fuera de la tolva porque yo estaba tratando de
indicarte mientras él tomaba su abrigo.

Decir la verdad para conseguir a una chica en la cama, esa era una nueva estrategia
para Mustang, y para asombro de Slade estaba funcionando.

Jenna miró a Slade y él tuvo que reír mientras confirmaba la declaración de Mustang.
—Es cierto. —Mientras ella digería eso, Mustang se puso de pie.

—Toma tus cosas, cariño. Slade conseguirá la factura y regresara aquí y luego te
conduciremos de vuelta a tu hotel.

—No. Les dije que yo pagaría. Y puedo tomar un taxi. —Jenna buscó en su gran
bolso, en busca de algo, más probablemente su cartera.

—No. Las damas no pagan. Además, Slade ocupó el tercer lugar en el mundo. Él
puede darse el lujo de comprarnos una jarra de cerveza de cinco dólares. Y no hay manera
de que te deje sola en un taxi tan tarde cuando Slade tiene un buen coche perfectamente
sentado al lado en un lote que nunca conduce, porque siempre está siendo remolcado detrás
de mi tráiler cuando viajamos juntos.

Jenna miró a Slade, luego volvió a estudiar a Mustang un rato antes que finalmente
asintió. —Está bien, agradecería un aventón hasta el hotel. Gracias.
Mustang le sonrió a Slade. —Vamos. Iré contigo a la barra para que puedas pagar la
cuenta.

—Sí, gracias —murmuró Slade, no es que se preocupara por pagar por la jarra. Lo
que le molestaba era que Mustang no sólo había hecho progresos, lo cual por alguna razón
hizo a Slade celoso, pero ahora Mustang de repente fue dando y dando hasta cerrar el acuerdo
cuando él había estado tan cerca. Mustang nunca cedía hasta que conseguía a la chica, pero
esta noche, eso era exactamente lo que parecía estar haciendo.

Cuando habían llegado a la barra, Slade se volvió hacia Mustang. —¿Qué diablos
estabas pensando allí? Nunca he visto que cedas sobre una mujer tan fácilmente. ¿Cómo es
que no estas ordenándole una bebida con sabor a frutas y emborrachándola y luego de vuelta
al remolque?

—Porque esta es especial. Esto va a tomar un señuelo diferente para enrollarla.

Sí, ella era especial y diferente, y eso es exactamente el por qué Slade no quería correr
el riesgo de dejarla escapar. —¿De verdad crees que tenemos la oportunidad de una bola de
nieve en el infierno de volver a verla si la dejas ir ahora?

—Es nuestra única oportunidad. Te lo estoy diciendo, ella no va a volver al remolque


esta noche y si presionamos demasiado, te garantizo que nunca vamos a verla otra vez. Ella
estará asustada y se esconderá de nosotros hasta que se valla de Tulsa. —Mustang enganchó
el tacón de bota en el riel de la barra de latón y se inclinó, bajando la voz. —Ella está
interesada ahora. Esperaremos hasta mañana, deja la idea establecerse, y ella será toda
nuestra, por el tiempo que este aquí en la ciudad.

Slade consideró eso, recordando con envidia la expresión en el rostro de Jenna cuando
Mustang la había tocado. —Sí, quizás. Pero ella no está interesada en nosotros dos.

Mustang sonrió. —Oh, sí que lo está. En ambos.

—Estás haciendo toda la charla y ella casi ni siquiera me miró.

—Esa es la cosa. Ella evita mirarte demasiado duro y cada vez que lo hace, se sonroja.
¿No te has dado cuenta? La pones nerviosa. —Mustang rió de eso.

Nerviosa. Genial. —¿Eso es algo bueno?

—Con las mujeres lo es. Y puedo decir que no te he visto tan interesado por una mujer
en meses, tal vez un año incluso.

—Yo no… —Mustang levantó una ceja con escepticismo y Slade se detuvo, a mitad
de la negación. —Bien, estoy interesado. Lo admito.
La única vez en que a Slade le importase si conseguían la chica o no, ellos estaban de
buena gana llevándola a su casa antes de que algo pasara. —¿Estás seguro de llevarla de
vuelta al hotel ahora?

Mustang asintió. —Sí. Positivo.

—¿Crees que podría invitarnos a su habitación? —esperanza eterna surgió dentro de


una vaquero caliente.

—Si lo hace, le decimos que no —ordenó Mustang.

—¿Decir no? ¿Qué? ¿Estás loco? ¿Por qué?

—Mira. Tenemos su libro. —Mustang sostuvo el puñado de páginas que había


agarrado de la mesa. —Ella nos necesita antes de que pueda terminar esto. Más importante
aún, sabe muy bien que no puede hacerlo sin nosotros. No va a ninguna parte. Créeme,
mañana por la noche estará allí en la arena de nuevo con nosotros pidiendo que le demos un
poco más de nuestro valioso tiempo.

—¿Así que ahora estamos jugando duro para conseguirla?

—Sí. —sonrió Mustang.

—Mejor que este plan funcione. —Slade ajustó sus jeans ligeramente, dándose cuenta
de que había empezado a endurecerse sólo de pensar en Jenna pidiéndoles por algo.

Mustang le dio una palmada en la espalda. —Es bueno tenerte de vuelta en la acción,
mi amigo.

Slade rodó los ojos.

—Sí, sí. Sólo no jodas esta. ¿De acuerdo?

—No lo haré. No te preocupes. La quiero como tú lo haces. —Mustang suspiró y miró


hacia la mesa. —Maldita sea, ella es caliente, y esas nuevas chaparreras que vas a
comprarme serán una ventaja también.

Slade siguió la mirada de su amigo hacia donde Jenna estaba sentada sola, esperando
por ellos y disfrutando de la multitud con lo que sospechaban era su curiosidad habitual.
Ambos se quedaron allí como idiotas mirando a la mujer que ninguno de ellos tendría esa
noche hasta que Mustang finalmente suspiró ruidosamente.

—Maldición. Vamos antes de que cambie de opinión y ordene esa bebida de frutas.
Y necesitare el baño de primeras cuando regresemos. —Mustang acomodó dentro de sus
Jeans, sacudiendo la cabeza. —Ha sido mucho tiempo desde que de buena gana he tenido
que frotarme por mi cuenta después de una competencia.
Exactamente los pensamientos de Slade, sin embargo no podía decir que estaba
decepcionado por usar su mano derecha esta noche en lugar de ir con una chica sin nombre,
ni cerebro. Una vez que había fijado su mirada en el purasangre ganador del premio, no lo
haría cualquier yegua.

Slade empujó uno de cinco hacia la camarera para cubrir la jarra y su propina. —Voy
por el auto. Mantén a los dos jinetes que están mirando a Jenna lejos de ella y no hagas nada
estúpido como para espantarla antes de que yo vuelva. —Mustang sonrió muy amplio, Slade
tuvo que parar a medio paso hacia la puerta. —¿De qué te ríes?

—Sabes su nombre.

Sí, Slade había notado eso pero estaba intentando no pensar demasiado en ella. Negó
con la cabeza y no dijo nada.

—Te veré afuera con el auto.


Capítulo 7
Traducido por PrisAlvS
Corregido por Maniarbl

—¡Feliz cumpleaños! —la alegre y emocionada voz de Astrid llegó por el teléfono
celular, fuerte y clara.
—Gracias, Astrid. —Jenna reprimió un gruñido. Entre una agenda llena de
conferencias y esos dos tentadores vaqueros que ella parecía no poder sacar de su cabeza,
ella había logrado olvidar su cumpleaños número treinta y cinco.
Hasta ahora.
—¿Qué harás para celebrarlo? Oh, y antes de que lo olvide, ¿ya fuiste al rodeo?
Jenna rió.
—La respuesta a esas dos preguntas están en una sola. Estuve ahí anoche, y volveré
esta noche, pero no es un rodeo. Es una competencia de monta de toros.
—¿Cuál es la diferencia?
—No estoy del todo segura pero parece significar algo para los dos montadores de
toros con los que estuve bebiendo anoche. Los mismos con los que me reuniré hoy para
discutir mi investigación para el libro.
—¿Saldrás a tomar algo con dos vaqueros atractivos?
—Para discutir mi libro —Jenna le recordó a Astrid, intentando convencerse a sí
misma de eso, justo como había hecho toda la noche y media mañana, mientras su mente
seguía regresando a los dos.
—Estoy tan celosa. Sabía que debí haber ido contigo —ella podía casi escuchar el
puchero de Astrid por el teléfono.
—Te dije que podías venir conmigo. Tengo una habitación toda para mí —con una
cama extra grande que probablemente acomodaría a Jenna y a dos vaqueros. Ella apartó la
mirada del caro colchón y se sacudió esa visión.
—Sabes que no podía tomarme una semana libre del trabajo. Pero maldición, habría
sido perfecto. Un vaquero atractivo para ti y uno para mí. ¡Maldición, maldición, maldición!
Estoy enfadada. ¿Cuándo te vas para el rodeo?
Sabiendo que no sería de utilidad, Jenna no se molestó en corregir a Astrid sobre la
terminología de rodeo/monta de toros de nuevo.
—Ya. Acabo de llamar el taxi por lo que estoy por dirigirme al elevador en un minuto
y esperar escaleras abajo en el vestíbulo.
Ella escuchó a Astrid emitir un suspiro de molestia.
—Quiero una llamada mañana para que me cuentes todo. Promételo, ¿sí?
—Lo prometo. —Jenna colgó y consideró la conversación por un momento.
Si Astrid hubiese estado ahí, ¿cuál hombre Jenna hubiese estado dispuesta a cederle?
El gracioso y lindo con cabello color arena Mustang con esa personalidad más grande que la
vida, esos soñadores ojos azules y los supuestamente más grandes… Ella sintió su cara
calentarse de solo pensar en cómo él había llegado a ella con solo usar un dedo y unas pocas
palabras. Su corazón se saltó un latido al pensar en qué más podría hacerle con el dedo, no
por mencionar el súper grande resto suyo.
Y luego estaba Slade, tan sexy, oscuro y misterioso, oculto detrás de una pared
dejando que su amigo hiciera toda la charla, siempre manteniéndose a distancia
emocionalmente. Él la hacía querer remover sus tantas capas, al igual que su ropa, segura
que lo que estaba por debajo, en ambos casos, merecía el esfuerzo. Era como si la forma en
que la hacía sonrojar y enviaba un escalofrío por su espalda cuando lo veía era una indicación.
Jenna fácilmente se imaginó rompiendo las paredes de Slade y él finalmente se
entregaba mientras se tropezaban juntos hacia la cama. Pero ella también podía imaginar a
Mustang sobre ella mientras la observada a los ojos y ella se perdía en su eterna sonrisa.
Sería una decisión imposible, pero juzgando por la forma en que Mustang la seguía
invitando al tráiler de los dos para que los tres pudieran ponerse cómodos, ella obviamente
no necesitaría elegir si no quería hacerlo.
Mientras descansaba en la cama la noche anterior, caliente y molesta e imaginando a
los dos vaqueros, habían demasiados escenarios pasando por su cabeza donde no elegía. Su
sueño había sido malo, pero sus fantasías habían sido bastante buenas.
Las mujeres normales, comunes, rayando lo aburrido de los suburbios no tenían un
ménage a troi9 con vaqueros que apenas conocían y que nunca volverían a ver. ¿No era así?
Por el otro lado, ella tenía treinta y cinco y estaba soltera, y era muy capaz de tomar
decisiones propias. Tragando con fuerza, Jenna intentó ignorar, no por primera vez ese día,
la humedad empapando sus pantaletas. Ella miró su sonrojado reflejo en el espejo de cuerpo
completo de la habitación, analizó de nuevo por qué se había dejado el cabello abajo, o más
acertadamente, por qué lo había dejado suelto. Quería verse más atractiva para dos vaqueros

91
Ménage a trois: trío completa y absolutamente con connotación sexual.
que solo se suponía que la ayudarían con los hechos de la monta de toros. Poco había sabido
que en su lugar le inspirarían fantasías sexuales. Jenna estudió su reflejo con detenimiento.
Había elegido un vestido negro hasta la rodilla que se veía sorprendentemente bien cuando
se lo probó con las piernas desnudas y sus botas negras de vaquero.
¿Qué si sí tenía sexo con ambos? ¿A quién le haría daño? Mientras Jenna tomaba su
bolso con sus notas y cartera supo la respuesta a esa pregunta. Ella podría salir herida, ella
era el quién. Pero maldición, a su cuerpo, el cual ya había empezado a excitarse con solo
pensar en ver a los dos de nuevo, no parecía importarle eso.

En la arena, Jenna se acercó a la ventanilla, la cartera en la mano. No había mucha


fila porque aparentemente todos los demás habían comprado los tiquetes por adelantado y
entrado.
—Un tiquete, por favor.
La joven detrás del cristal la miró de cerca.
—Oye, tu nombre no resulta ser Jenna Block, ¿o sí?
Desconcertada, Jenna asintió.
—Sí, lo es.
La chica deslizó un sobre por debajo de la partición.
—El tiquete fue dejado para ti.
—Uhm. Bien. Gracias.
Las cosas se volvieron más extrañas cuando le mostró el tiquete al tipo en la puerta.
Si su ceja levantada y expresión entretenida que la observó de pies a cabeza no la alertaba de
que algo estaba mal, el hecho de que el hombre la dirigiera directamente a la fila de delante
directamente detrás las puertas sí lo hizo.
Ella se sentó y miró a su alredor. De ahí podría contar los cabellos en la espalda de
los toros.
—Oye, lo lograste.
Jenna entrecerró sus ojos hacia Mustang mientras él se subía a la baranda para estar
a su nivel.
—Me dejaste ese tiquete, ¿no?
—Claro que sí. Excelente asiento, ¿huh?
—Sí, pero creo que esta es la sección para la tonta fanática de la monta de toros.
—Shh. Mantén la voz baja. La mujer a dos asientos es la esposa del mejor montador
del mundo. Pero, realmente, creo que es brasileña y no sabe hablar inglés por lo que creo que
de todas formas no te entendió.
Jenna cruzó sus brazos.
—¿Y la chica de la blusa ajustada a su lado?
Mustang sonrió.
—Muy bien, puede ser un poco tonta, pero es la novia de uno de los novatos. Él es
joven y no conoce nada mejor. Aprenderá que no tienes que enamorarte con cada mujer que
j… uhm, con quien duermas. Y deja de fruncir el ceño. Creí que te gustaría estar cerca para
poder tomar notas.
—No si hará que todos crean que estoy durmiendo contigo —siseó Jenna.
Ella notó que Mustang no podía controlar su sonrisa con su mera mención de dormir
con él.
—Ah, entonces ese es el problema. Quizás esto ayude. Nunca en mi vida como
montador he dejado un tiquete VIP para una mujer con la que he tenido sexo. ¿Eso te hace
sentir mejor?
—Tristemente sí —Jenna se rió de sí misma—. Lo siento. Estoy siendo ridícula. Fue
increíblemente lindo y dulce de tu parte pensar en mí.
Mustang torció su sombrero encantadoramente con una mano.
—Vaya, gracias, madame. De verdad lo intento.
—¿Pero cómo supieron que era yo cuando llegué a la ventana?
—Simple. Le dije a la chica de los tiquetes que buscara a una hermosa morena
citadina vestida de negro —los ojos de Mustang cayeron para mirar el vestido negro—. Quien
se viera como si nunca antes hubiese ida a una monta de toros. Te ves genial esta noche, por
cierto.
Un ligero revoloteo apareció en el pecho de Jenna y bajó mucho más. Ella sintió sus
mejillas calentarse ante el cumplido.
—Gracias. Entonces, uhm, ¿dónde está Slade?
—Atrás preparando su cuerda —ante la mirada en blanco de Jenna, Mustang rió—.
Repasaremos las cuerdas y todo el equipo para tu libro luego. ¿Bien?
Ella asintió, aliviada. Ellos realmente la iban a ayudar. Ella había temido un poco que
solo intentaran coquetear y llevarla a la cama.
—Tal vez incluso te deje tocar el mío, si eres realmente buena. —Mustang batió sus
cejas.
Sintiéndose valiente, Jenna dijo: —Bien, es una cita.
Mustang empezó a reír ante la respuesta. Sus ojos la recorrieron de nuevo antes de
sacudir la cabeza.
—Oh, hombre. Jenna, querida, será mejor que vaya y me aliste antes de que me
pongas un estado en el que no pueda montar.
Jenna sonrió. Él estaba a punto de saltar cuando ella lo detuvo.
—Mustang.
Él hizo una pausa, suspendido sobre la baranda.
—¿Sí, querida?
—¿Es mala suerte desearte buena suerte?
Él sonrió.
—Para nada, pero un gran beso es de mejor suerte.
Lanzando una mirada a las esposas y novias rodeándola, por no mencionar las
cámaras y los miles de espectadores, Jenna decidió que no podía hacerlo tanto como quería.
En su lugar, rodó los ojos hacia él.
—Buena suerte, Mustang.
Jenna lo escuchó reír mientras sus botas golpeaban el suelo y se alejaba. Observando
su bien formado trasero cubierto con tela enmarcado por chaparreras hasta que salió de vista,
ella suspiró, sabía que no tenía oportunidad. Sería una tonta fanática con una pancarta para
el final de la noche. Con una mirada hacia un lado a la chica de la blusa ajustada, Jenna
decidió que, a pesar de lo que hacían las tontas fanáticas, al menos sería una bien vestida.
Capítulo 8
Traducido por Guga
Corregido por Auro Kyle

—Estoy aquí con Slade Bower, actualmente tercero a nivel mundial y en segundo en
puntos en este campeonato, día dos de competencia en Tulsa, Oklahoma. ¿Slade, cuál es tu
estrategia para esta noche? ¿Vas a entrar en la noche con el objetivo de alcanzar a los chicos
que están por delante de ti?

En este punto de su carrera Slade podía responder esas preguntas hasta durmiendo.
Se paró al lado de la reportera así el camarógrafo podía tenerlos en la misma imagen. —Nop,
no pienso en los otros chicos. Cuando dejo la tolva la competencia es entre el toro y yo. Sólo
voy un toro a la vez.

—Lo oyeron, amigos. Un toro a la vez. Bien, esto seguro parece estar funcionando
para ti. Buena suerte esta noche, Slade.

Inclinó su sombrero. —Gracias, madam.

Después de terminar su entrevista con la reportera, Slade se encamino a prepararse


detrás de las tolvas de salida… y entonces la vio. Justo arriba en primera fila, sentada casi al
lado de la esposa del primer rankeado, estaba Jenna.

Slade presintió la mano de Mustang en esto y sacudió la cabeza. Debería haber


pensado en dejar un ticket para Jenna en la boletería él mismo. Mierda. ¿Y por qué diablos
lo molestaba que fuera Mustang quien había arreglado un asiento para ella y no él?

Entonces Mustang, el buen samaritano mismo, apareció.

—¿Hey, viste donde le conseguí asiento a Jenna?

Slade frunció el ceño, —Sí, ya vi.

—¿Qué pasa contigo? Pensé que estarías feliz con que le haya conseguido un buen
asiento. El estadio está repleto excepto por los palcos VIP y unos pocos asiento en la parte
trasera.

—No me dijiste que le habías dejado un boleto.

Mustang se encogió de hombros. —Lo siento, se me pasó. ¿Por qué no vas a hablar
con ella?

—¿Por qué no vas tú? — De pronto, Slade se veía enojado.


Mustang le frunció el ceño. —Porque ya lo hice.

Eso imaginaba. —¿Cómo diablos se supone que me concentre en la tolva sabiendo


que ella está sentada tan cerca, justo a mi lado, tomando sus notitas?

Mustang dejó salir un sonido de disgusto. —Oh, vamos. Sabes que podrías
desconectar un huracán cuando cabalgas.

Normalmente eso podría ser verdad, pero la noche anterior Slade había pasado horas leyendo
el libro de Jenna en su cama, luego pasó las horas restantes hasta el amanecer imaginándosela
en esa cama con él.

Finalmente se había quedado dormido y durmió hasta tarde, pero su concentración


aún estaba lejos, incluso luego de haber lidiado con la furia con la que se había levantado.
Falta de concentración era lo último que él quería antes de treparse a un enojado bovino de
dos mil libras de peso.

—¿Qué pasa contigo hoy? ¿Pensé que te gustaba?

—Me gusta. —Ese era el problema.

—Entonces deberías estar feliz. Jenna apareció, justo como dijo que lo haría. Todo lo
que debemos hacer es cabalgar un par de toros, —Mustang golpeó con el codo a Slade en las
costillas y bromeó, —y luego la cabalgamos a ella.

Slade frunció el ceño con disgusto y Mustang elevó sus manos en el aire.

—¿Qué demonios, Slade? Vamos hacer nuestras dos cosas favoritas en el mundo,
cabalgar y follar, ambas en la misma noche, y tú tienes esa cara otra vez.

Slade achicó sus ojos hacia Mustang, —No deberías decir mierda como esa.

—¿Cómo cuál?

—Como cabalgarla y follarla. Diablos, Mustang. Jenna es una dama. Si te oyera


decir mierda como esa, se termina todo.

Las cejas de Mustang se elevaron hacia la línea de su cabello. —Sé eso, Slade, pero
ella no puede oírnos con lo separados que estamos.

—Sólo deja de hablar así. ¿Okay?

—Muy bien. Me disculpo.

Él aceptó la disculpa con un asentimiento, luego significativamente ignoró a Jenna en las


gradas y se concentró en el principiante en la tolva. —Voy a ayudar al chico con la soga.
—Ok, Slade.

Slade sintió a Mustang aún mirándolo fijamente mientras se alejaba.

—¡Eso fue absolutamente increíble! Slade, cuando ese toro se mantenía cambiando
de dirección y tú igualmente permanecías sobre él. Y, Mustang, casi muero cuando saltaste
y el toro vino detrás de ti y trató de embestirte en el trasero con sus cuernos.

Mustang hizo muecas a Jenna. Ella había estado hablando sin cesar acerca de la
competencia todo el camino entre el estadio y el bar. —No te preocupes, cariño. Los
luchadores de toros de la pista están justo ahí para salvar mi trasero. Está todo bien.

Jenna continuó sacudiendo la cabeza. —Aún así, Jesús. Si estoy así de emocionada
de sólo verlos, lo que ustedes chicos sienten luego de una cabalgada debe ser increíble.

Los ojos de Mustang encontraron los de Slade sonriendo a sabiendas de cuan cierto
era eso. La ráfaga de adrenalina era adictiva, y se quedaba en ti luego de la cabalgada. Aunque
ellos usualmente tomaban ventaja de la energía contenida hundiéndose inmediatamente en la
primera chica, o dos, que podían encontrar, aunque ambos vaqueros habían renunciado a ese
alivio sexual post cabalgata por dos noches consecutivas. La razón estaba sentada,
sonrojada, emocionada, e increíblemente tentadora en la mesa con ellos.

—Sí, es bastante increíble. —Mustang concordó. Mientras la chica de los


cocteles llegó, le preguntó a Jenna, —¿Qué bebes esta noche, cariño?

—¿Um, vodka y arándanos?

—Sabía que ella no era una verdadera bebedora de cerveza, —Slade masculló tan
bajo que sólo Mustang lo oyó.

Él ignoró el mal humor de Slade y volvió hacia la camarera. —Un vodka con
arándanos para la dama. Yo tomaré cualquier cerveza local que tengas en una botella, ¿y
Slade?

—Whisky, después, una cerveza.

—Okay. —Mustang elevó una ceja ante la orden de Slade, luego se volvió hacia la
mesera. —Eso nos servirá por un tiempo. Gracias cariño.

Jenna hurgó dentro de su bolso gigante y dejó caer una tarjeta de crédito en la bandeja
de la mesera. —¿Podrías asegurarte que lo que sea que sume la cuenta al final de la noche
sea cargado a esta tarjeta?
—No, yo pago. —Mustang alcanzó su billetera cuando Jenna sacudió la cabeza y
habló directamente a la mesera.

—Ponlo en mi tarjeta, por favor.

—Está bien. Volveré enseguida con las bebidas y tu tarjeta. —La boca de Mustang
se torció porque la mujer en la que estaba interesado estaba comprando sus tragos. Él
disfrutaba haciéndolo pagar desde que Slade había estado ganándole la posición todo el año,
pero Jenna era una historia diferente. —No tienes que hacer eso, cariño.

—Y tú no necesitas ayudarme con mi libro, pero lo haces. —Se opuso.

Ante la oportunidad, Slade tiró del montón de páginas enrolladas del bolsillo trasero
de sus jeans y los ojos de Jenna se encendieron ante la visión. —¿Alguno de ustedes tuvo la
oportunidad de leerlo?

Slade elevó una ceja ante la pregunta, —Por supuesto que lo hicimos. Prometimos
que lo haríamos, ¿no?

—Lo sé, pero pensé que estarían muy ocupados. ¿Entonces? ¿Qué piensan?

Ella mordió su labio y Mustang se encontró teniendo problemas para quitar sus ojos
de su boca. —Está bien.

Jenna puso sus ojos en blanco, —Detente. No me digas que está bien. Dime que está
mal con esto así puedo mejorarlo.

Slade empujó los papeles más cerca de ella. —Hay unas pocas cosas que podrías
querer cambiar. Terminología mayormente. Puse notas en los márgenes para ti.

—¿Lo hiciste? Gracias Slade. —Jenna miró fijo a Slade, viéndose sorprendida, antes
de volverse hacia Mustang. —¿Qué piensas? Y no digas que está bien de nuevo.

Mustang se encogió de hombros. —Concuerdo con lo que Slade escribió. Él agarró los
papeles y los leyó primero. —Porque en ese momento yo estaba ocupado masturbándome
en el baño del tráiler mientras te imaginaba desnuda…

Jenna saltó a través de las páginas mientras los tragos llegaban. Mustang notó que ella
agarraba la pajilla mientras leía y sorbía la mitad de la bebida sin siquiera notarlo. Él lo
consideró atrapando la vista de la mesera y ordenando otro trago cuando ella levantó la vista
y dijo. —No puedo agradecerles lo suficiente por hacer esto para mí. Ustedes se están
dedicando.

Opuesto a Mustang, Slade terminó el whisky y sacudió la cabeza. —No hay necesidad
de eso. Realmente.
—Sí, no fue nada cariño, —agregó Mustang.

Tomando su cerveza para bajarla totalmente, Slade asintió. —En realidad, fue una
lectura bastante buena.

Ambos Jenna y Mustang miraron a Slade luego del impactante comentario, luego
Jenna volvió esa penetrante mirada suya hacia Mustang expectante y él no tuvo otra elección
que decir algo. La verdad, él estaba por lejos más interesado en ella que en el libro.

—Um, me gustó también.

Ella frunció el ceño a su respuesta. —Eres un maldito mentiroso, Mustang.

—Ahora, eso es una cosa terrible para decirle a un hombre. —Haciendo muecas,
Mustang se levantó de su asiento. —Vamos, cariño. Me gusta esta canción. Vamos a bailar.

Mustang tomó su mano, tirándola de la silla mientras ella chillaba. —Pero no puedo
bailar música country.

—Seguro puedes. Sólo sígueme. —Mustang sostuvo a Jenna cerca de él y, con su


pierna enlazada entre las de ella, la condujo alrededor de toda la pista.

Ella pronto aprendió el ritmo del movimiento y dejó de verse tan atemorizada, lo cual
no era bueno porque ahora ella decidió preguntarle. —Así que realmente no te gustó mi libro.
Puedo notarlo.

Mustang abrió su boca para protestar pero ella lo cortó de raíz. —Realmente, está
bien. Vaqueros de monta de toros no es exactamente mi blanco de mercado así que no se
supone que te guste. Pero aún así me gustaría saber qué piensas que está mal con él. Tal vez
pueda arreglarlo.

Con una sensación de abatimiento de saber que sólo podía decir que amaba el libro o
significaría que él estaría solo con su mano nuevamente esta noche, fue por esto igualmente.
La honestidad siempre era la mejor política…bien, no siempre pero él no podía salir con una
mentira creíble ahora mismo con Jenna presionada contra él. —Muy bien, Así está la cosa.
La historia está bien.

—¿Sólo bien?

Él asintió, mirando su rostro mientras veía sus oportunidades con ella desaparecer. Él
luchó para recuperarlas. —Sí, pero como dijiste, no soy tu mercado ¿correcto?

Jenna estuvo de acuerdo con un asentimiento. —Correcto. ¿Qué más?

Ella se detuvo completamente ahora, pegada al piso de madera justo en el medio de


la pista.
—Nada. Está bien… correcto.

—Mustang, dime —Su voz sonó como la de su mamá lo hacía cuando ella estaba
infeliz con él. La parte triste era que, aún eso no suavizaba su deseo de tomarla justo ahí y
ahora.

Mierda. —De acuerdo. Las escenas de sexo…

Jenna dejó salir un gruñido.

—Lo siento cariño. Realmente, las escenas de sexo están bien. Como dijiste, no soy
tu lector usual.

—No, Mustang. Tienes razón. Aún los críticos concuerdan contigo. —Jenna
suspiró. —Pienso que estoy en la profesión equivocada.

Mustang tomó su cara con ambas manos y la hizo mirarlo. —No. Escucha. Realmente
eres buena escritora. Realmente me gustó.

—Excepto por la historia y las escenas de sexo, —agregó con el ceño fruncido.

Mustang se sintió como mierda. Él simplemente había destruido su autoconfianza,


para no mencionar su oportunidad con ella esta noche. Slade iba a matarlo. Dando una mirada
a la mesa, Mustang se dio cuenta que los ojos de Slade nunca los habían abandonado. —
Vamos. Vayamos a sentarnos y conseguirte otro trago.

—Seguro, por qué no. Es mi cumpleaños y mi carrera se está yendo por el inodoro.
Podría emborracharme igualmente.

Se alejó de él y giró hacia donde Slade aún los estaba mirando.

—¿Es tu cumpleaños?

—Sip, y no preguntes cuantos años tengo porque no quiero hablar de ello. —Jenna se
sentó y, desechó la pajilla, bajando lo que restaba de su trago en un gran trago. Llamó a la
mesera, Slade le dio a Mustang una mirada que claramente preguntaba ¿Qué demonios
sucedió?

Él lo había jodido regiamente. Eso era lo que había sucedido.

Mustang sacudió su cabeza y envió una cálida mirada a Slade para que permaneciera
tranquilo, luego se volvió a Jenna.

—Por qué no quieres hablar de tu cumpleaños. ¿Tienes cuántos, como veinticinco?

Jenna rió amargamente, —Sí, es correcto. Veinticinco hoy.


Cuando llegó la mesera, Jenna miró de Slade a Mustang. —¿Ustedes dos aún tienen
algo de beber en la parte trasera de su remolque?

La botella de cerveza se detuvo a mitad de camino de la boca de Slade ante aquella


pregunta.

Mustang elevó una ceja, —Sí, tenemos.

—Okay —Jenna miró hacia la mesera. —¿Podría por favor cerrar nuestra cuenta?
Nos estamos yendo.

—Seguro. Sólo déjeme buscar su recibo.

—Iré con usted. —Agarrando su bolso Jenna se puso de pie y miró hacia ellos. —
Vuelvo enseguida.

—Seguro, cariño. —Mustang asintió, Jenna se fue con la mesera, y Slade saltó sobre
él.

—¿Qué demonios sucedió ahí en la pista de baile?

—No estoy muy seguro. —Mustang sacudió la cabeza. Él había hecho todo mal y de
alguna manera ella aún así sugirió ir con ellos al remolque. Sin cuestionar su buena suerte,
Mustang bajó lo último de su cerveza. Cuando Jenna volvió, él dijo. —Vamos.

Antes de que ella cambie de parecer.


Capítulo 9
Traducido por thelovestory
Corregido por Maniarbl

El corazón de Jenna golpeó mientras subía los escalones para llegar a lo que resultó
ser nada en absoluto como se imaginó que un remolque luciría. Era más como un enorme,
caravana de lujo, con una pequeña cocina, dos camas, una grande, otra más pequeña, con otra
zona de desván al fondo. Incluso había un inodoro y una pequeña ducha.
—Guau. Esto es lindo —Jenna tenía problemas para desviar sus ojos de la gran cama.
El corazón le latía con fuerza. Estaba nerviosa, muy nerviosa, y generar conversación
parecía la mejor manera de posponer lo inevitable, estar ella y dos vaqueros que apenas
conocía, juntos en la cama grande. Pero en el momento que ella había sugerido que vuelvan
al remolque, había tomado su decisión. Después de ver las miradas en sus dos caras, estaba
bastante segura de que ellos lo sabían también.
No había vuelta atrás. No es que ella quisiera. El debate interior de Lo hago o No lo
hago estaba hecho, ella solo esperaba que su bravuconería durara lo suficiente para que ella
fuera realmente a través de ello sin desmayarse de los nervios.
—Me gusta tratar de quedarme en los hoteles durante las competiciones, pero estaban
todos reservados —Mustang explicó en tono de disculpa—. Además de las finales de la
monta de toros, hay una enorme convención de romance en la ciudad, o eso me dijeron.
Como Mustang le sonrió intencionadamente a ella, Jenna se mordió los labios y se
encogió.
—Sí, esa sería en la que estoy yo. Lo siento por eso.
Mustang se echó a reír.
—No lo estés. No es tu culpa. Además, a Slade en realidad le gusta más el remolque
de todos modos.
Jenna miró a Slade, quien la observaba a ella y a Mustang de cerca mientras no decía
mucho, o en realidad, nada, como de costumbre.
—No lo culpo por gustarle. Es un buen remolque.
—¿Exactamente en cuántos remolques has estado, cariño? —preguntó Mustang, con
la ceja levantada en desafío.
—¿Contando éste? Um, uno —Jenna sintió sus mejillas calentarse.
Mustang sonrió.
—Eso es lo que pensé. Ponte cómoda. Iré al baño, luego nos conseguiré esas bebidas.
Después de que Mustang se encerrara en el cuarto de baño minúsculo, Slade
finalmente habló.
—¿Qué es todo esto, Jenna? Devorando tú bebida en el bar. Pidiendo por volver aquí
al remolque cuando ayer por la noche no querías nada que ver con eso. Has hecho un giro
total de ciento ochenta grados desde ayer. ¿Qué pasa?
Ella consideró su pregunta y su respuesta con mucho cuidado.
—Hoy es mi cumpleaños, Slade.
Inclinó la cabeza una vez en un asentimiento.
—Feliz cumpleaños.
—Es mi trigésimo quinto —ella intentó no hacer una mueca.
Slade se encogió de hombros.
—¿Y qué?
—¿Y qué? —Jenna se rió—. Es fácil para ti decirlo. ¿Qué tienes? ¿Cómo veinticinco?
—Estoy cambiando a los veintisiete el próximo mes en realidad. Mustang tiene
veinticinco años, sin embargo.
Ella puso los ojos en blanco.
—Genial, eso es simplemente genial. Bueno, al menos yo no soy lo suficientemente
mayor como para haberles dado a luz.
Slade negó con la cabeza.
—¿Qué importa? Solo eres tan vieja como te sientes.
—Tal vez ese es mi problema, Slade. Me siento vieja. Tengo treinta y cinco años, no
tengo novio, y estoy empezando a dudar seriamente de mi elección de carrera. No estoy
donde pensé que estaría en este momento de mi vida.
—En primer lugar, no luces como de treinta y cinco.
Jenna resopló.
—Gracias.
—En cuanto al resto, no sé una mierda sobre escribir libros o qué planes tenías para
tu vida, pero en cuanto a la parte de no tener novio... no puedo decir que estoy descontento
con eso.
Ella levantó la mirada para encontrarse con la suya.
—¿En serio?
Eso había sido toda una revelación del hombre de pocas palabras. Por primera vez
desde el encuentro con él, Jenna realmente miró a Slade, sin apartar la mirada esta vez.
Ella lo miró profundamente a sus ojos oscuros y vio al hombre debajo de la capa dura
exterior, mientras él asentía y decía en voz baja: —Sí. En serio.
Tal vez había sido el vodka y su pesimismo sobre la profundización de su libro
vaquero de mierda, además de ser un año más vieja, lo que había impulsado a Jenna a sugerir
que volvieran al remolque en primer lugar. Pero en este momento, era Slade y su sinceridad
lo que hizo que Jenna no dudara de su decisión ni un poco. Ella quería esto. Demonios, estaba
bastante segura de que necesitaba esto.
Jenna se adelantó y se inclinó hacia él. No había mucha distancia entre ellos, para
empezar, dado el tamaño del remolque, y ahora Slade estaba justo en frente de ella, sus
cuerpos casi tocándose.
Slade todavía era demasiado alto para que ella alcanzara lo que quería, hasta que, sin
dejar de mirarla, él bajó la cabeza un par de centímetros, encontrándola a la mitad. Inclinando
la cabeza hacia arriba para cerrar el último espacio tentadoramente pequeño, ella tocó sus
labios con los suyos. Oyó la respiración fuerte que él arrastró por la nariz al contacto.
Como las palmas ásperas de Slade se acercaron y le acarició la cara, su boca presionó
más fuerte contra la de ella... y entonces el pestillo en el baño del remolque se sacudió.
En un abrir y cerrar de ojos, Slade levantó la cabeza y dio un paso gigante hacia atrás,
dejando a Jenna sola con sus hormonas en ebullición.
Ella y Slade mantuvieron el contacto visual durante lo que pareció una eternidad antes
de Mustang llegara para estar junto a ellos de nuevo. Jenna se giró a tiempo para ver la mirada
interesada que Mustang les dio a ambos.
—Hola —Jenna le sonrió.
Mustang alzó una ceja y arrastró las palabras lentas y bajas.
—Hey, cariño —el sonido envió un estremecimiento directamente a través de Jenna.
Oh, chico, ella estaba en problemas.
Fue Slade quien finalmente se movió y rompió el silencio.
—Necesito un trago —se fue a un armario empotrado en la pared del remolque, sacó
una botella de whisky y un vaso y se sirvió una cantidad saludable—. ¿Quién más quiere
uno?
Mustang miró inquisitivamente a Jenna.
—Tengo una cerveza en la nevera, si lo prefieres.
Jenna negó con la cabeza. Si no podía hacer esto sobria, o al menos lo bastante sobria,
ella probablemente no debería estar haciéndolo en absoluto. Además, esto era por cierto un
evento de una vez en la vida y quería recordarlo.
—Nada para mí. Gracias. Estoy bien.
Con la botella aún suspendida en el aire, Slade esperó a que Mustang negara con la
cabeza antes de beberse su propio trago de un solo trago, se sirvió otro, entonces tapó la
botella y la puso de nuevo en el armario.
Mustang miró el consumo de bourbon de Slade con una ceja levantada, antes de
girarse a Jenna.
—Así que... ¿quieres ir un poco más sobre las notas que hicimos en tu…?
—No —ella le respondió a Mustang simplemente, notando que los ojos de Slade rara
vez la dejaron.
Mustang pasó una mano por el brazo de ella.
—¿Por qué no? ¿Debido a lo que dije? Te dije que no sé de qué demonios estoy
hablando cuando se trata de novelas románticas. No me hagas caso.
Ella frunció el ceño. —No, tienes razón. Apesta.
—No apesta. Es solo que...
Jenna interrumpió a Mustang.
—No importa, porque incluso si se me ocurre una mejor idea de la historia y consigo
ponerlo por escrito antes de la fecha límite, aún dijiste que el sexo es una mierda.
—¿Dijiste que el sexo es una mierda? —Slade acusó a Mustang.
Luciendo incómodo, Mustang volvió a Slade.
—Yo no he dicho eso.
—Pero es lo que querías decir —Jenna hizo un mohín.
—No, no lo era —él negó con la cabeza.
—Está bien, Mustang, es cierto —Jenna volvió a suspirar—. Mis escenas de sexo son
aburridas.
—Yo no diría aburridas... —comenzó Mustang.
—No, está bien. Eso es exactamente lo que escribió un crítico. Aburridas. —Jenna
resopló una carcajada amarga.
Mustang pasó un dedo arriba y abajo de su brazo hasta que ella lo miró de nuevo.
—No es aburrido. Solo... bidimensional. La mecánica está allí, pero todo lo demás
está perdido.
Ella entrecerró los ojos hacia él.
—¿Qué otras cosas?
Él sonrió.
—Todas las cosas buenas.
—Necesito un poco más que eso, Mustang —Jenna frunció el ceño. Se sentía más
frustrada de lo que ella había estado en mucho tiempo. De muchas maneras.
—Ven aquí —Mustang sostuvo sus dos manos hacia ella. Ella vaciló, luego dio un
paso hacia adelante en sus brazos. Él la atrajo hacia sí y le dijo—: Bien. Ahora, cierra los
ojos.
Jenna tragó saliva e hizo lo que le dijeron.
Sintió a Mustang moverse aún más cerca. Cuando él hablaba, estaba lo
suficientemente cerca de su rostro que podía oler la cerveza que había bebido en el bar.
—Dime lo que sientes.
Nerviosa. Caliente. Todas las cosas que ella sentía, pero no estaba dispuesta a admitir
en voz alta. Tal vez no era eso lo que quería decir.
—No estoy segura de lo que quieres que diga.
—Está bien, yo voy primero, y luego será tu turno —Mustang respiró hondo antes de
hablar de nuevo—. Puedo oler tu champú. Es algo afrutado pero agradable, ligero. Puedo ver
el pulso latiendo en tu garganta. Rápido. Mmm. Me gusta hacer que tu pulso se acelere,
cariño.
—No dejes que se te suba a la cabeza —ella se las arregló para decir.
Él se echó a reír.
—No te preocupes. No lo haré. Bien, ¿qué más? Puedo sentirte sacudir un poco, me
gusta eso también. Y tu brillo labial... —Su lengua le hizo cosquillas en los labios y sus ojos
se abrieron ante el contacto.
Él se echó hacia atrás lo suficiente como para decir—: Sabe a bayas. ¿Ves, cariño? El
olfato, la vista, el tacto, el gusto. Eso es lo que falta en tu libro. El sexo es algo más que las
partes del cuerpo.
Jenna sintió el calor de sus partes más bajas. Estaba tan excitada en este punto que si
él la tocaba ella se vendría justo ahí en el acto. Este vaquero diez años menor que ella, muy
probablemente un jugador que tenía una chica diferente en su cama cada noche, sabía más
que ella, no solo sobre sexo, sino sobre la sensualidad.
Ella miró hacia donde Slade todavía los miraba en silencio, copa en mano, con una tentadora
erección claramente delineada en sus vaqueros. Jenna tragó saliva y miró a Mustang mientras
hablaba con ella de nuevo.
—Ahora te toca, cariño. Cierra los ojos.
Jenna frunció el ceño.
—Tú mantuviste los ojos abiertos.
Mustang le sonrió desde tan cerca que su impresionante erección presionaba en su
cadera. A juzgar por la evidencia física, parecía que la excitación estaba por igual extendida
por todas partes entre ellos tres.
Mientras ella luchó contra el impulso de llegar abajo y tocar a Mustang y sentir lo que
había inspirado su nombre por sí misma, él asintió.
—Sí, mantuve mis ojos abiertos, pero soy mejor en esto que tú. Tú necesitas toda la
ayuda que puedas conseguir. Puedes omitir la parte de la vista y solo usar los otros sentidos.
Ahora, los ojos cerrados.
Con el ceño fruncido, Jenna dejó que sus párpados se cerraran. La mano de Mustang
se movió de su brazo por un momento, y luego regresó, justo antes de que un segundo cuerpo
duro se apretara contra su espalda y otro par de brazos se deslizaran alrededor para envolverla
desde atrás.
Slade. Dejó dos grandes manos firmemente sobre su cuerpo, presionando una muy
bajo sobre su estómago tembloroso, y la otra un poco más alta, justo debajo de su pecho.
—¿Qué sientes, cariño?— Susurró Mustang, su aliento calentando su garganta donde
la tocaba incluso mientras un escalofrío le recorría el cuerpo.
Con el corazón desbocado, Jenna respiró hondo y soltó el aire lentamente.
—Puedo sentir tu cálido aliento contra mi piel, haciendo cosquillas en mi garganta.
Jenna sintió la sonrisa de Mustang.
—Bien. ¿Qué otra cosa?
—Puedo sentir los latidos del corazón de Slade contra mi espalda. Él huele a una
mezcla de whisky y algo más, algo fresco y limpio. Es o jabón o desodorante, tal vez, pero
es bueno. Y lo siento... su... ya sabes... presionando en mí.
Slade tomó un aliento agudo. Ella daría cualquier cosa para llegar atrás y tocarlo.
Todo de él. Jenna satisfecha con ella misma por colocar una de sus manos sobre la suya y,
haciendo el movimiento más audaz que jamás había hecho, guiarlo hacia arriba y sobre su
pecho. Él lanzó una ráfaga de aire inestable, luego la voz de Mustang interrumpió sus
pensamientos.
—¿Qué otra cosa, cariño? —continuó Mustang.
Esto es todo. Ahora o nunca. Jenna se lanzó y dejo que una mano se desviara hacia
abajo entre ellos, haciendo una pausa en las proximidades de su erección.
—Te puedo sentir contra mi cadera. Estas duro... —ella tragó, luego continuó—: y
grande. —No un gran monstruo de circo, que es un poco de lo que ella había tenido miedo al
contemplar este trió, pero sin duda más grande que el hombre promedio.
La profunda risa de Mustang vibró a través de ella, al igual que su voz, baja y ronca
mientras su boca se movía cerca de su cara.
—Ah, querida, tienes razón en eso. Estoy ambos. Muy. ¿Crees que puedes manejarlo?
—Por favor. Yo no soy una de las de dieciocho años tuyas. Tengo juguetes debajo de
la cama más grandes que tú —Jenna frunció el ceño exageradamente, jugando con él.
La profunda risa de Mustang reverberó a través de los dos.
—Es bueno saberlo, cariño.
Dividida entre apoyarse en Mustang o contra Slade, dejó escapar un gemido
satisfecho cuando ambos presionaron más contra ella.
Ella abrió los ojos de nuevo justo cuando la boca de Mustang estaba sobre ella, su
lengua no tomándose tiempo para atravesar sus labios. Jenna le dio la bienvenida al beso, y
luego dejo vagar mano por donde había querido ir antes, todo el camino para trazar el
contorno tentador de él dentro de sus vaqueros mientras él presionaba con fuerza contra ella.
Detrás de ella, las manos de Slade se pusieron en movimiento. Mientras la que
ahuecaba su pecho comenzó a trabajar el pezón ahora endurecido a través de la tela de su
vestido, y la otra fue en la dirección opuesta, hacia abajo para levantar el dobladillo de su
vestido y acariciar la piel desnuda de su muslo.
Mientras la boca de Mustang consumía la suya, el cálido aliento de Slade torturó los
espirales de su oreja. Los dedos de Slade levantaron más su vestido y encontraron al borde
de sus bragas, y luego se deslizó en su interior. Jenna apoyó las manos contra el pecho de
Mustang por apoyo, mientras Slade alcanzaba el punto que ella necesitaba de él y sus rodillas
se debilitaron.
Mustang rompió el beso. Respirando tan rápido como ella, se agachó y agarró la parte
inferior de su vestido, ya sostenido alrededor de sus caderas por Slade.
Mustang levantó la prenda lentamente, hacia arriba y sobre la cabeza.
—Esto tiene que salir. Quiero verte, cariño.
Ella dejo salir una respiración inestable mientras, en algún lugar más allá de la bruma
de placer Slade estaba causando con solo la punta de un dedo sobre su clítoris, los
pensamientos femeninos típicos la agredieron. ¿Qué pensarían al verla desnuda? La pequeña
pancita que había aparecido recientemente en su vientre anteriormente plano la volvía loca.
¿Y estarían sus pechos a la altura de las animadas chicas de dieciocho años de edad que había
visto en la audiencia mirando a sus dos vaqueros toda la noche?
A pesar de todo eso, Jenna no protestó de Mustang desnudándola. Ella había
imaginado este momento, sin embargo la realidad era mucho más intensa que la fantasía que
había tenido en la habitación del hotel, cuando ella había elegido su sujetador más bonito y
la ropa interior para llevar esta noche solo por si acaso.
Mustang dejó escapar un suspiro largo y lento.
—Maldita sea. Eres un espectáculo.
Jenna estaba segura de que era cierto, en nada más que botas negras de vaquero, un
sujetador de encaje negro y unas bragas a juego, que actualmente tenían la mano de Slade en
el interior del frente de ellas.
Él había dado un paso atrás mientras Mustang deslizaba el vestido por su cabeza, pero
Slade había vuelto de inmediato a trabajar, seriamente ahora. Se concentró de nuevo y con
una precisión increíble, Slade encontró el lugar garantizado para hacer que sus rodillas se
doblaran con un golpe seguro.
Jenna dejó escapar un grito ahogado cuando su dedo conectó con su clítoris de nuevo.
Ella se apoyó contra la pared dura de pecho detrás de ella, llevando a una mano para sostener
la cabeza de Slade en su lugar. Ella quería evitar que él dejara ese lugar tan sensible en su
cuello, que sus labios ahora atormentaban mientras su mano la torturaba abajo.
Mientras los dedos ásperos de su única mano rodaban la punta de su pecho a través
del encaje de su sostén, el toque de Slade entre sus piernas se aceleró, más fuerte, y los latidos
del corazón y la respiración de Jenna mantuvieron el ritmo. Dejó que su cabeza caer contra
él.
Frente a ella, Mustang arrastró un dedo por su mejilla con ternura. Ella abrió los ojos
y lo vio sonreír.
—Voy a disfrutar viéndote venir, cariño.
Jenna no tenía la oportunidad o el ingenio para responder a eso antes de que él se
inclinara y tirara de sus bragas hacia abajo sobre sus botas, todo el camino hasta sus tobillos.
De alguna manera se las arregló para salir de ellos sin caerse.
Dolorida por ser llenada, Jenna dejó deliberadamente las piernas más separadas de lo
que habían estado. Como si él pudiera sentir lo que ella necesitaba, Mustang deslizó un dedo
en sus entrañas palpitantes. Toco un punto que hizo que la respiración de Jenna de quedara
atrapada en la garganta, provocando un gemido salvaje de parte de él.
Mustang trabajó ese lugar sin descanso, mientras que al mismo tiempo su clítoris se
hinchó en respuesta a los servicios de Slade. La combinación de sensaciones casi la llevó a
sus pies.
El brazo libre de Slade abandonó su pecho y lo envolvió apretadamente a su alrededor
justo a tiempo antes de que ella estuviera en verdadero peligro de derrumbarse.
—No te preocupes. Te tengo —la voz de Slade cerca de su oído, tan profunda y suave,
la envió en un último paso por el borde. Él la tenía. Ambos lo hicieron. Inexplicablemente
ella confiaba en Slade, al igual que ella confiaba en Mustang, así que se dejó llevar,
totalmente, por primera vez en mucho tiempo.
Mientras luchaba por mantener los ojos abiertos se dio cuenta de que la mirada de
Mustang nunca abandonó su rostro. La boca de Slade todavía vagaba por su cuello mientras
los espasmos comenzaron profundamente dentro de ella. Abrumada, ella estalló.
Incapaz de controlar cualquier parte de su cuerpo por más tiempo, sus párpados
cerrados incontrolablemente, ella se vino, largo, fuerte y alto, presionada entre los dos
vaqueros que había conocido solo veinte cuatro horas antes. De alguna manera, eso estaba
bien.
Capítulo 10
Traducido por ♥KeSofy♥
Corregido por cristinita <3

Slade la sostuvo con más fuerza, disfrutando del peso de Jenna desplomada contra él
cuando su orgasmo se desaceleró hasta detenerse y ella trató de recuperar el aliento.

Decidiendo darle un descanso por unos minutos, dejó su clítoris hinchado solo y
trasladó esa mano hasta la copa de un pecho cubierto de encaje. Eran reales y perfectos y
Slade descubrió que no podía tener suficiente de tocarlos, o tocarla.

Él no tenía ninguna prisa por mover el brazo alrededor de su cintura, sin embargo.
Todavía muy felizmente, sostuvo su cuerpo medio desnudo fuertemente contra él. La presión
de ella contra su polla endurecida era agradable. Estando dentro de ella, con suerte muy
pronto, sería aún más agradable.

Slade estaba a punto de tomar medidas para convertir ese deseo en una realidad
cuando Jenna dijo sin aliento, — Oh Dios mío, Mustang. ¿Qué fue lo que me hiciste?

Mustang arrastró un dedo por su estómago juguetonamente, y Slade sintió los


músculos de Jenna saltar.

— No me extraña que tengas problemas con la escritura de tus pequeñas escenas de


sexo, cariño, si nunca has tenido un orgasmo antes.

Jenna golpeó en la mano a Mustang.

— No me toques ahí. Mi vientre es gordo. Y he tenido orgasmos antes. Quiero decir,


¿qué has hecho dentro de mí?

Mustang sonrió ampliamente a esa pregunta y siguió moviendo su mano hasta la


entrepierna de Jenna.

— Eres todo menos gorda, y eso querida, era tu punto G. Te gustó eso, ¿verdad?

Desde detrás de ella Slade no podía ver, pero a juzgar por la forma en que el cuerpo
de Jenna se sacudió, Mustang había deslizado un dedo o dos dentro de ella otra vez para
ilustrar su punto. Jenna se quedó sin aliento cuando Mustang obviamente localizó el punto
en cuestión por segunda vez.

Ella soltó un suspiro tembloroso. — Pensé que el punto G era un mito.

Mustang alzó una ceja. — ¿Se siente como un mito para ti?
Jenna se inclinó con más fuerza contra su pecho. Su voz tembló cuando ella contestó.
— No.

Mustang sonrió con malicia. — Bueno, está bien entonces.

Slade había visto el intercambio entre Mustang y Jenna durante más tiempo de lo que
debería, considerando lo mal que necesitaba hundirse a sí mismo en esta mujer.

Ya basta. Jenna comenzó a temblar por lo que Mustang estaba haciéndole. Si ella se
venía otra vez, debía ser con la polla de Slade en su interior, no los malditos dedos de
Mustang.

— No es que esta conversación no fuera fascinante, pero en este momento tengo


algunos asuntos pendientes para cuidar.

La única protesta de Jenna fue un chillido sorprendido cuando Slade la levantó en sus
brazos y la llevó a la más grande de las camas. Con Jenna acostada de espaldas en nada más
que botas y sujetador y luciendo increíblemente tentadora, Slade rápidamente arrancó su
propia ropa y se arrodilló entre sus piernas desnudas.

Siendo útil por una vez, Mustang sacó una tira de preservativos del cajón y se los
lanzó a Slade antes de establecerse a sí mismo en la silla con una botella de lubricante,
dándole a Slade y a Jenna algo de espacio.

Tal vez era egoísta, pero Slade quería que esta primera vez con Jenna fuera sólo él y
ella a solas. Consciente de Mustang en la silla cercana, con el cinturón desabrochado,
pantalones vaqueros abiertos por la cremallera, acariciando su polla ya lubricada, Slade
modificó eso. Él y Jenna no estaban solos, pero al menos sería sólo él quien hacía a Jenna
venir esta vez.

Necesitándola tan mal, Slade se permitió sólo un momento para disfrutar de su dulce
boca mientras la besaba apasionadamente antes de obligarse a sí mismo a alejarse de la magia
de sus labios. No escapó de la embriaguez de ese beso. Su boca lo volvió tan loco que
necesitaba degustar más de ella y se deslizó por su cuerpo hasta instalarse entre sus piernas.

Ella separó sus muslos para él. Él bajó su cabeza y tomó una larga y lenta probada de
los cielos mientras ella jadeaba en su toque. Su clítoris se asomó por él, todo rosado y
hermoso. Slade corrió por primera vez su lengua, luego sus dientes sobre ella. Ella tiró
encima de él y él le sonrió antes de levantar sus caderas con sus manos y enterrando su lengua
profundamente dentro de ella.

El cuerpo de ella temblaba, y enderezando su cabeza, Slade recordó lo mal que


necesitaba estar dentro de ella. La torturó durante unos minutos más, justo al borde de otro
orgasmo, antes de que se levantara sobre sus rodillas, se cubrió rápidamente y puso su cuerpo
sobre el de ella. Se deslizó en Jenna, de quien sabía de primera mano estaría caliente, húmeda,
y más que lista para él.

Debajo de él, el aliento de Jenna quedó atrapado en su garganta y sus ojos se cerraron
cuando la penetró. Entonces esos hermosos ojos estaban abiertos de nuevo, mirando hacia él
con una mirada de asombro.

Slade estaba bastante sorprendido de sí mismo. Mientras que las manos de ella
recorrían su piel, dejando rastros de piel de gallina a su paso, se dio cuenta de que había
pasado un tiempo desde que había tomado a una mujer cara a cara. Había pasado mucho más
tiempo desde que había querido ver la cara de una mujer mientras la amaba, y como que
quería ver desesperadamente las facciones de Jenna reaccionando a cada movimiento que
hacía dentro de ella ahora.

Deslizando un brazo debajo de sus caderas, Slade anguló su pelvis por lo que dio en
el dulce clavo en su interior en cada embestida. Mustang no era el único que sabía cómo
frotar a Jenna de la manera correcta, y Slade pretendía demostrárselo en ese mismo momento.
A juzgar por las respiraciones jadeantes y la forma en que sus uñas se clavaron en la piel de
su espalda, estaba haciendo un buen trabajo.

Enterrado profundamente dentro de ella, Slade besó sus labios, mordisqueando el


inferior que había visto mordiéndose innumerables veces desde que la había conocido.
Todavía sosteniendo su cara, dejó de besarla para disfrutar de las adorables mejillas
encendidas y los ojos iluminados por el sexo.

Ella gritó su nombre y un escalofrío le recorrió el cuerpo al sonido del mismo. Él


tanto la oyó como la sintió que se preparaba para venirse otra vez, y cuando sus músculos lo
apretaron, pensó que había muerto e ido al cielo.

— Ah, Jenna. Sí. — Slade permaneció profundo y disfrutó de cada pulso de su cuerpo
rodeando el suyo.

Se quedó profundamente dentro de ella hasta que los espasmos finalmente se


desaceleraron y se detuvieron. Slade se dio cuenta del error que había cometido cuando había
empujado fuerte y rápido y por demasiado tiempo para finalmente hacerse venir. El exceso
de licor fuerte siempre le hacía eso y, aunque él nunca quiso abandonar el calor del cuerpo
de Jenna, temía provocarle dolor. Además, Mustang seguía esperando su turno.
Por primera vez, Slade sintió un vuelco en su estómago al pensar en Mustang deslizándose
justo después de él.

Tal vez Mustang se conformaría con una mamada en su lugar. La imagen de Jenna y
Mustang como que no hizo a Slade sentirse mucho mejor al imaginar lo bonito que sería tener
la boca de Jenna envuelta alrededor de su propia polla en lugar de la de Mustang.
Con un suspiro, Slade no podía retrasarlos por más tiempo. Él salió de Jenna. Ella todavía
estaba jadeando cuando Mustang no perdió el tiempo en moverse.

— Eso tomó un jodido siempre, — Mustang murmuró, antes de acostarse al otro lado
de Jenna.

— Hola, cariño.

Ella le devolvió la sonrisa débilmente.

— Hola.

— ¿Estás bien?

— Si.

Mustang deslizó una mano entre sus magníficos muslos y ella tomó una fuerte
respiración.

Una arruga apareció entre esos hermosos ojos, con lo que el ceño fruncido a la propia
cara de Slade. — ¿Qué pasa?

— Estoy un poco sensible. Tomó un largo tiempo... um, finalizar. — Ella se sonrojó
más profundo y no se podía decir la palabra siguiente.

Slade sintió su propio color en las mejillas.

— Lo sé. Lo siento.

— Está bien, tenía miedo de que hice algo mal.

— No. Por supuesto que no. — Slade levantó la vista y vio a Mustang con el ceño
fruncido.

— Está bien. — Su voz sonaba tan pequeña y vulnerable.

Genial. Ahora Jenna se sentía como un fracaso absoluto porque a él le tomó tanto
tiempo venirse. Slade se dejó caer sobre su espalda a su lado, mirando al techo.
Slade volvió la cabeza a tiempo para ver a Mustang arrastrarse desde su posición en el borde
de la cama para estar entre las piernas de Jenna. Sus dedos trazaron líneas de arriba a abajo
de su estómago, dejándole la piel erizada.

— No es nada que hiciste, cariño. Slade aquí no puede terminar cuando bebe bourbon,
o incluso demasiada cerveza. Siempre pasa. Nada que ver contigo.

— ¿Siempre?
— Sí.

— ¿Cómo lo sabes?

Mustang se inclinó hacia adelante para tocar un pezón sobre su sujetador y picarlo
antes de contestar.

— Porque usualmente estoy allí, cariño.

En el momento en que las palabras salieron de boca de Mustang y Slade vio la mirada
en el rostro de Jenna, Slade supo que Mustang debería haber mantenido la boca cerrada. Él
sonrió ante la mirada afligida en el rostro de Mustang cuando hizo la misma comprensión.

— ¿Exactamente con qué frecuencia ustedes dos hacen esto juntos? — El fuego en la
voz de Jenna hizo a Slade sonreír.

Con un firme empujón de su pequeña mano en su hombro, Mustang ya no estaba


disfrutando del sabor de Jenna, para gran disfrute de Slade.

Mustang se volvió a Slade en busca de ayuda, pero todo lo que Slade estaba dispuesto
a hacer era darle una mirada de tú solo hiciste eso, pendejo. Como si Slade iba a sacar a
Mustang del lío que había hecho. Slade estaba demasiado ocupado disfrutando del hecho de
que había llegado a tener a Jenna, aunque la haya molestado porque le había tomado mucho
tiempo para terminar, lo cual era su propia maldita culpa por beber whisky. Pero aun así,
mientras tanto Mustang era el que tenía la polla lo suficientemente fuerte para clavar clavos,
la mujer ahora molesta entre sus piernas parecía que no iba a ayudarlo con eso.

Slade miró a la cara de Jenna y la encontró esperando con impaciencia la respuesta


de Mustang a su pregunta sobre la frecuencia con la que compartían las mujeres.

— Um... bueno, verás... — Mustang se volvió a Slade nuevo y esta vez, él obedeció.

— Cada oportunidad que podemos conseguir, — Slade respondió por los dos.

Ahora fue el turno de Mustang para darle a Slade la mirada de pendejo. Slade sonrió
y se encogió de hombros. Mirando hacia atrás a Jenna para ver su reacción a ese pequeño
chisme, la encontró con el ceño fruncido.

— Um... ¿Estás bien con eso, cariño? — Preguntó Mustang.

Ella suspiró profundamente.

— Supongo que habría sido estúpido suponer que yo era la primera.

Pero la expresión de su rostro dijo que había asumido justo eso.


Slade esperó a que Mustang saliera con una de sus líneas habituales. Eres la mejor. Sí, ha
habido otras pero tú eres especial. En su lugar, conmocionó la mierda de Slade y optó por la
verdad.

— No importa quién haya estado aquí antes que tú, o incluso quién estará aquí
después de ti. En este momento, te quiero tan mal que ni siquiera podría recordar otra de esas
chicas. Demonios, apenas y puedo siquiera recordar el propio nombre de mi mamá.

Entonces Mustang la besó, largo y duro, y ella le devolvió el beso, sus caderas
levantándose ligeramente de la cama cuando la mano de Mustang se desvió entre sus muslos.

— ¿Te sientes en condiciones de hacer esto, cariño? Quiero estar dentro de ti más que
nada en el mundo, pero podemos ser creativos si estás demasiado dolorida.

Slade miró la pequeña mano de Jenna bajarse y agarrar la erección de Mustang


mientras sonreía tímidamente.

— Creo que voy a estar bien. Quiero darle una oportunidad.

Mustang sonrió.

— Eso está bien para mí.

Mustang deslizó una pierna entre las de ella mientras Jenna de buena gana lo dejó, y
Slade sintió un puño agarrar su corazón y apretarlo.
Capítulo 11
Traducido por PrisAlvS
Corregido por Auro Kyle

—¿Jenna? Hoooolaaa. Tierra llamando a Jenna.

Ella levantó la mirada para encontrar a Barb moviendo una mano frente a su rostro.

—¿Juh? ¿Dijiste algo?

—Uhm, sí. Te hice una pregunta. ¿Dónde está tu cabeza hoy? Estás completamente
distraída.

Su cabeza estaba donde el resto de ella quería estar, de regreso en ese tráiler con esos
dos vaqueros. Jenna se sacudió las imágenes de la noche anterior fuera de su cerebro.

—Lo siento. Solo estoy cansada.

—Eso diría. Te vez como si no hubieses dormido anoche. ¿Estás bien?

—Sí, bien. Sabes cómo soy. No duermo bien si no estoy en casa en mi propia cama.

De hecho, Jenna no había estado en su cama para nada la noche anterior. A penas
había habido tiempo después de que Slade y Mustang la habían llevado de regreso al hotel
esa mañana para ducharse y llegar a su primera sesión, olvida tomar una siesta. Jenna de
seguro no podía decirle a Barb que había estado despierta teniendo sexo con dos jinetes de
toros profesionales en su tráiler en el estacionamiento de la arena deportiva durante la mayor
parte de la noche.

Con ese pensamiento, los recuerdos inundaron su mente de nuevo, y también el resto
de su cuerpo. Mustang empujando su muy impresionante erección dentro de ella. Como ella
había mentido en susurros y lo había molestado luego diciendo que no era tan grande después
de todo. Luego, después de una hora o dos de cansado sueño entre dos calientes, duros y
masculinos cuerpos, se despertó con la luz del amanecer para descubrir a Slade deslizándose
dentro de ella mientras Mustang roncaba a su lado. Slade la había amado lenta y
silenciosamente hasta que ambos temblaron con el orgasmo y su boca cubría la de ella con
un profundo beso. Ella se había sentido extrañamente triste y vacía después de que él
finalmente había salido de ella y se había bajado de la cama para usar el servicio. La salida
de Slade de la cama, o quizás el sonido de la puerta del baño cerrándose, había despertado a
Mustang, quien aparentemente estaba tan listo después de su corta siesta como Slade lo había
estado.

En medio del salón, Jenna se removió en su silla y sintió un doloroso tirón en los
músculos que no era consciente de que existía y partes del cuerpo que tristemente no se
usaban muy a menudo.

Ella dejó salir un suspiro y notó que Barb la observaba con preocupación.

—Por suerte no estaremos aquí por mucho más tiempo. Entonces podrás irte a casa a
Nueva York y descansar.

Jenna asintió incluso cuando su estómago dio un vuelco con la idea de irse. Ella
regresaría a Nueva York.

Slade y Mustang irían a algún lugar que ella no sabía, pero estaba segura de una cosa,
a donde fuera que fueran, habrían muchas mujeres dispuestas. Los chicos se olvidarían de
ella. Infortunadamente, ella no sería capaz de sacar a cualquiera de los dos de su mente
fácilmente.

El equipo de trabajo rodeaba su mesa como tiburones y Jenna notó que había limpiado
los platos de todos menos el de ella, el cual estaba casi sin tocar. Mientras ella comía de su
ensalada Ceasar de pollo sin ganas, Barb sacó el itinerario de la conferencia.

—Entonces tenemos la firma de libro durante el resto de la tarde y luego de eso la


cena de los premios. Ugh. ¿Viste quién está nominado para Autor del Año?

Jenna lo había visto. Había estado verde de la envidia el día que la lista había
aparecido en línea.

—Sí. Lizzie.

La boca de Barb se contorsionó en una sonrisa.

—Sí. Oh, bueno. Al menos acabará temprano. No hay nada planeado para después de
los premios.

Jenna asintió ausentemente, su mente obsesionada por lo que Slade y Mustang harían
mientras ella estaba aplaudiendo renuentemente por los ganadores de los premios sobre su
costilla de primera calidad, patatas, arvejas y pastel de fresa, o cualquier otra comida típica
de que el hotel hubiese planeado para alimentarlos esa noche.

Los dos jinetes de toros no estarían montando, de eso Jenna estaba segura porque le
habían dicho que tenían el día libre de la competencia para que los jinetes pudieran descansar
para la última ronda la noche siguiente. La pregunta era ¿qué, o más bien a quién, estarían
montando?

Que no se dijera que Jenna no estaba dispuesta para un poco de celos anticuados, ya
fuese en su vida personal o profesional.

—Unos pocos de nosotros estábamos hablando de salir después de la cena. Tal vez
encontrar un bar, comprobar el color local. ¿Te anotas?

Triste y a un paso de hacer pucheros por los pensamientos sobre Slade y Mustang en
un bar conociendo a un par de chicas de dieciocho, Jenna sacudió su cabeza.

—Creo que me iré a la cama temprano.

—Oh, vamos. No nos quedaremos hasta tarde.

Jenna tomó un trago de su no endulzado té e hizo una mueca ante el sabor, se estiró
hacia la taza con los endulzantes en el centro de la mesa.

—Pero todos tenemos ese desayuno con el publicista temprano con el amanecer.

—Sí, ya veo. Justo de regreso aquí en el buen Gran Salón, que es donde estaremos
cenando esta noche. —Barb consultó el itinerario una última vez, luego lo metió en su
bolso—. Realmente creo que sería una lástima que no vieras nada más que este maldito salón
antes de irnos a Tulsa. ¿No quieres absorber algo de la verdadera cultura de Oklahoma?
¿Quizá conocer un vaquero o dos?

Con eso Jenna casi se ahogó en su segundo trago de té. Sin notarlo, Barb miró
alrededor.

—Me preguntó si uno de los empleados sabe dónde hay un buen lugar de inmersión
cultural. Ya sabes, el tipo de bar en donde un pichel de cerveza no cuesta casi nada y todos
los hombres usan sombreros de vaqueros y bailan con cualquier canción country que suene
en la rocola.

Jenna se mordió la lengua para no soltar accidentalmente el hecho de que sabía dónde
exactamente estaba ese bar. Luego los celosos y posesivos engranajes en su cabeza
empezaron a girar. Ella imaginó la arrogante sonrisa de Mustang mientras hacía reír a alguna
vaquera. Jenna imaginó la oscura mirada de Slade concentrarse en otra mujer y no pudo
soportarlo más.

Un plan empezó a formarse. ¿Por qué no podía solo mostrarse en el bar? Era un país
libre. Si sucedía que Slade y Mustang estaban ahí, y sucedía que Jenna se veía increíble en
su vestido para la ceremonia de premiación, ¿entonces qué?
Antes de poder detenerse, sus labios se estaban moviendo y las palabras salían.

—Uhm. Escuché de un bar así.

—¿En serio? ¿De quién?

—Uhm, de mi prima. ¿Recuerdas? La que vive cerca de aquí. Bueno, no tan cerca,
pero lo suficiente.

—Lo recuerdo. Ahí era dónde estabas anoche en lugar de la fiesta de Vampire Ball.
Era el cumpleaños de la hija de tu prima o algo así.

—Ajá. Ese mismo. De todas formas, su esposo me dijo sobre este bar. —Maldición.
Jenna mejor lo dejaba mientras podía antes de ser atrapada en la mentira. La paranoia sobre
Lizzie robando su fuente de vaqueros puede haber empezado esa cadena de mentiras, pero
ahora Jenna se sentía estúpida diciéndole la verdad a Barb. Era completamente vergonzoso
que hubiese pasado días mintiendo. Había parecido más simple seguir haciéndolo, hasta
ahora.

—¡Genial! Vayamos ahí entonces. Esto será tan divertido. Nunca puedo salir cuando
estoy en casa.

Jenna intentó imitar la alegría de Barb mientras su corazón empezó a palpitar


aceleradamente por la anticipación de ver a Slade y a Mustang de nuevo. ¿Cuándo
exactamente había perdido la cabeza por esos dos vaqueros? A ella le gustaría atribuirle ese
momento a algún punto entre su tercer y cuarto orgasmo. Realmente no le importaría ir por
unos de esos esa noche. Infortunadamente, temía que los orgasmos eran solo una pequeña
parte de su atracción por los dos hombres.

Ese pensamiento fue interrumpido cuando el teléfono celular de Jenna empezó a


sonar. Ella bajó la mirada a este, vio el nombre de Astrid en el identificador y presionó el
botón de silencio.

Astrid querría saber lo que pasó la noche anterior. Jenna no podía admitirse a sí misma
lo que había sucedido en ese tráiler. ¿Cómo le iba a admitir eso a Astrid? Jenna estaba segura
de una sola cosa. Quería que sucediera de nuevo. Con un rápido mensaje de texto a Astrid
explicándole por qué no podía hablar y que la llamaría después, Jenna entrelazó una mentira
más en su creciente red.
Capítulo 12
Traducido por Auro Kyle
Corregido por Maniarbl

Con una estirada de músculos rígidos, acompañada por el estallido de las


articulaciones y un gemido, Slade se dio la vuelta en la cama estrecha y miró el reloj en el
otro lado del remolque.
Mirando a través de la penumbra, Slade notó a Mustang todavía tendido inconsciente
a través de la más grande de las camas del remolque. Mustang había pasado la noche tan
ocupado como Slade, y de la misma manera exacta... con Jenna en esa cama grande. Slade
trató de no pensar demasiado en eso.
La hora que se mostraba en el reloj digital le dijo que ya era tarde, pero Slade no podía
lamentar dormir todo el día, especialmente teniendo en cuenta la razón por qué. Él dormiría
con gusto todo el día, todos los días si fuera porque había estado haciéndole el amor a Jenna
casi toda la noche.
Maldita sea. Solo la idea de Jenna tenía a Slade duro de nuevo.
Realmente buenos recuerdos de ella le golpearon con fuerza. Sus suaves suspiros
cuando se habían deslizado dentro de ella temprano esa mañana.
La sensación de ella bajo sus manos.
Luego estaban las imágenes de ella que no tenían nada que ver con el sexo. La forma
en que se rió cuando Mustang hizo una broma estúpida, o cómo escuchaba atentamente a
todo lo que Slade dijo, como si fuera la persona más interesante del mundo.
Mierda. Tenía que detenerse de pensar en Jenna más porque además de estar duro
como una roca, él también tenía que orinar. Era hora de levantarse y ocuparse de al menos
una de sus necesidades corporales actuales.
Ahogando otro gemido, Slade se levantó de la cama al ritmo de un hombre de ochenta
años de edad, o el de un jinete de toros que se había roto más huesos a lo largo de su carrera
de lo que podía contar.
A la vuelta del cuarto de baño, el estómago de Slade gruñó en voz alta y se dio cuenta
de que tendría que hacer frente a esa necesidad pronto también.
Mustang se rió desde la cama.
—Sí, yo podía comer también. Pero, maldita sea, todavía estoy cansado.
Arrastrándose de nuevo en su propia cama por solo uno o dos minutos, Slade tuvo
que coincidir.
—Sí. Yo también. ¿Cree que entreguen una pizza al trailer?
Mustang volvió a reír.
—Podría valer la pena intentarlo. Me vendría bien otra hora de sueño sin embargo.
Follar toda la noche y la mitad de la mañana seguro se lleva un montón de un hombre.
Slade frunció el ceño.
—Cállate, Mustang. Odio cuando dices cosas así.
Mustang suspiró.
—Muy bien, ¿Qué hice mal ahora?
—No importa —murmuró Slade.
—No. No “no importa”. Estás haciendo una cara y apenas me hablas. Estás enojado.
—No es nada. Vuelve a dormir.
—No. Dime qué diablos está mal o voy a seguir preguntando hasta que lo hagas...
todo el día —Mustang miró el reloj —o durante toda la noche, si tengo que hacerlo.
Slade no tenía ninguna duda, por lo que cedió.
—Simplemente no me gusta que el uso de esa palabra cuando se está hablando de
Jenna.
Mustang se empujó a sí mismo en posición vertical para inclinarse hacia atrás contra
la cabecera, con el ceño fruncido.
—¿Qué palabra? ¿Follar?
—Sí.
—¿Estás molesto porque dije follando? ¿Me estás tomando el pelo? Utilizo esa
palabra todo el tiempo, por todo, y tú también. ¿Cuál es el problema?
—Dilo todo lo que quieras, pero no lo utilices para lo que tú y yo hicimos con Jenna.
¿De acuerdo? —Cuanto más la conversación continuó, Slade se sentía más ridículo por
ponerla en marcha. Especialmente cuando Mustang alzó una ceja y miró a Slade con una
mirada de asombro en su rostro.
—Te estás poniendo muy raro últimamente.
—¿Solo porque no quiero que insultes a Jenna? Eso no es raro. Vuelve a dormir,
Mustang —Slade cerró los ojos, deseando silencio.
—Esa es otra cosa. No solo recuerdas su nombre, pero en realidad lo dijiste mientras
estabas f… teniendo sexo con ella.
Slade gimió y deseó de nuevo que nunca hubiese empezado esto.
—Yo dije su nombre. ¿Y eso qué?
—¿Y eso qué? Nunca lo haces. Nunca. Generalmente, no puedes incluso recordar sus
nombres y si lo haces, nunca lo dices durante el sexo.
Esta conversación iba a lugares que Slade no quería que fuera.
—Cállate, Mustang.
Hubo silencio por unos breves momentos, apacible, luego se acabó cuando los labios
de Mustang comenzaron a batirse de nuevo.
—La besaste también.
Slade mantuvo la boca cerrada, pegada, con la esperanza de que Mustang tomara la
pista y haría lo mismo. No lo hizo.
—Nunca las besas. Y fuiste abajo en ella. Nunca haces eso. No delante de mí, de
todos modos.
Mierda. Slade realmente no quería hablar de esto.
—¿Qué demonios, Mustang? ¿Vas a analizar la manera en que follo ahora también?
Nunca lento cuando se trataba de enfrentamientos verbales, Mustang disparó de
vuelta: —Pensé que no estábamos usando esa palabra, y, de hecho, sí, voy a analizar el cómo
follas. La encaraste. Siempre se los haces desde atrás.
—¡Jesucristo! En primer lugar, me está asustando que me estuvieras viendo tan
condenadamente cerca.
—Bueno, no lo diría así. Yo no estaba babeando sobre tu culo, ni nada. Estaba
viéndote verla, lo que hiciste todo el tiempo, por cierto. Nunca quitaste los ojos de su cara y
nunca lo haces e…
Slade cortó la recapitulación sexual de Mustang.
—¿Hay un punto a todos para esta mierda?
—Sí, lo hay.
—Y estoy seguro de que vas a iluminarme. —Dejando escapar un suspiro, Slade se
resignó al hecho de que Mustang no había terminado todavía. Debería haber solo mantenido
la boca cerrada, para empezar o haber salido y traer esa maldita pizza. Ahora es demasiado
tarde.
Desde el otro lado del remolque, Mustang le sonrió.
—Por supuesto que sí. El punto es que te gusta Jenna.
—Así que me gusta. Gran cosa. A ti también. —Slade golpeó su almohada en su lugar
y se enfrentó a la pared con la esperanza de que callaría a Mustang y pondría fin a esta
conversación una vez por todas.
—Claro que me gusta. Jenna es genial. Ese no es el punto. Quiero decir que te gusta-
gusta.
—¡Me gusta-gusta! —Slade se dio la vuelta y se levantó sobre un codo para mirar a
Mustang en la otra cama. —¿Qué, estás en quinto grado?
—Tú eres el que actúa como algún estudiante de escuela media con un flechazo. Estás
tan tranquilo que apenas hablas con ella, pero siempre la estás mirando. —Cuando Slade se
dejó caer sobre el colchón con una rabieta, Mustang continuó—. ¿Y qué demonios con todos
los tragos de whisky la noche anterior? ¿Sabes lo que te pasa cuando tú…
—¡Mustang, es suficiente! —gruñó Slade.
—Admite que te gusta y me callo.
—Tengo serias dudas de eso —¿cómo diablos podría Slade admitir a Mustang lo que
ni siquiera podía admitirse a sí mismo?—. Solo vuelve a dormir.
Mustang se echó a reír.
—Está bien, Romeo.
Luego, afortunadamente, estaba tranquilo, a excepción de los pensamientos
increíblemente fuertes moviéndose a través de la cabeza de Slade y haciendo eco en la
observación del Mustang.
Te gusta Jenna.
Sí, Slade se dio cuenta, lo hacía, y su único pensamiento tras admitirlo a sí mismo fue
Mierda.
Capítulo 13
Traducido por Guga
Corregido por Auro Kyle

Cuando el taxi se detuvo frente al ahora familiar bar y las cuatro autoras se
metieron dentro, tiró dinero al conductor, Jenna comenzó a darse totalmente cuenta de su
error al sugerir que ellas vinieran aquí.

¿Qué si Slade y Mustang estaban aquí? Ellos lo más probable, vendrían


enseguida y le plantarían un gran beso justo frente a sus amigas. ¿Luego qué? Ella tendría
que explicar a sus compañeras autoras que ella había tenido una pequeña fantasía de un trío
vaquero para ella misma la última noche. No había manera que hiciera eso.

Ella tendría que alcanzarlos primero y decirles que se lo tomaran con calma y
pretendieran que recién la habían conocido.

Mientras Jena se deslizaba fuera del taxi y tiraba hacia abajo del dobladillo de
su vestido, se dio cuenta que el escenario era el mejor. Lo peor, y por lejos lo más probable,
sería que a esta hora tardía los dos vaqueros estuvieran ya profundamente absortos en recoger
otra mujer en ese bar.

Entonces Jenna se paró, mirando fijo a la puerta, demasiado temerosa de abrirla,


temerosa de enfrentar lo que podría estar dentro.

Ella casi da la vuelta y corre tras el taxi cuando Barb abrió la puerta y Ann y
Megan, las otras dos escritoras detrás de ella, bastante mejor físicamente la cargaron a través
de la entrada. Cada una en su fiesta, excepto Jenna, tenía un nuevo entusiasmo para entrar.
Ellas ahora sabían que allí habría vaqueros luego de que Barb leyera en voz alta el mensaje
en el cartel luminoso del estadio en la calle de enfrente acerca de la competencia de rodeo de
toros.

Dentro, las acompañantes de Jenna no fueron defraudadas por el mar de


sombreros vaqueros de pared a pared. Aparentemente un día de descanso de la competencia
significaba para todo jinete de toros en el evento no tenía nada más que hacer que venir al
bar. Con el corazón en la garganta, Jenna rápidamente escaneó la habitación y suspiró una
mezcla de alivio y decepción. Docenas de ojos miraron en la dirección de ellas, pero los dos
pares que ella específicamente buscaba no estaban allí.

Jenna sopesó la razón por la que Slade y Mustang estaban llamativamente


ausentes. Obviamente ellos ya habían seleccionado una sabrosa golosina del buffet de
conejitas de hebillas y estaban disfrutándola atrás en su remolque.
Jenna sintió su corazón estrujarse incluso cuando Barb tiró de su mano, jalándola
a través de la multitud hacia la mesa por lo que, mientras continuaba en su ensoñación
autocompasiva, Jenna no había notado a sus dos compañeras llamándolas desde la esquina
más lejana. La misma mesa que había compartido con Slade y Mustang esa primera noche.

El anuncio de cerveza de neón azul aún colgaba donde había estado, excepto que
ahora iluminaba a cuatro chicas de ciudad en vez de los dos jinetes quienes le habían hecho
el amor apenas veinticuatro horas antes. Aquel pensamiento causó un toque de deseo en la
cintura baja de Jenna, mientras al mismo tiempo se sentía asqueada pensando con quien
estarían ellos ahora.

Una camarera apareció, la misma que los había servido la noche anterior. Jenna
mordió su labio, rogando que la mujer no mencionara su presencia por tres noches seguidas
ahora, o el hecho que se había ido con los mismos dos vaqueros ambas noches.
—¿Qué tal una jarra de cerveza, damas?
Asentimientos siguieron a la sugerencia de Barb.
—¿Que querrán de barril? ¿Cualquiera fabricada localmente? —Preguntó Barb
Aquella pregunta hizo levantar la ceja de la mesera.
—Tomaremos Bud10 de barril. Eso es todo.
—Okay. Bud es entonces, y cuatro vasos.

Jenna sonrió para sí misma, sabiendo por experiencia que les traería cuatro vasos
plásticos, no de vidrio. Ella podía estar fuera de lugar aquí, pero al menos tenía algo de
experiencia en el tema. Las otras tres estaban como pez fuera del agua.

—¡Miren a todos los bonitos vaqueros! —Ann miró alrededor con los bien
abiertos.
—Sí, y todos son de la misma edad de mi hijo, —comentó Megan.
—Ellos supuestamente deben ser jóvenes para montar toros. Él último jinete de
toros en competencia tiene 38 años...

Jenna dio una mirada alrededor y se dio cuenta que todos los ojos estaban sobre
ella.
—¿Cómo sabes todo eso? —preguntó Ann, también una chica de ciudad.
—Ella está escribiendo un libro de vaqueros, —respondió Barb.

10
Bud por Budweisser.
Jenna asintió con la cabeza, agradecida por la explicación de Barb. Ella
finalmente le había confesado a Barb que lo que actualmente estaba escribiendo era sobre
vaqueros pero sólo eso.

—Yep. He estado haciendo mis investigaciones. Se asombrarían de lo que


pueden encontrar en internet.

Megan asintió. —Oh, sí. Deberían ver todas las cosas que encontré en
tratamientos contra la demencia durante el período de la Regencia en Inglaterra.

Con lo cual, la conversación se convirtió en lo que siempre hacía cuando los


autores se juntaban, no importaba el libro en que estuvieran trabajando.

Jenna suspiró con alivio porque el centro de atención no estaba en ella y se tomó
el tiempo para mirar alrededor del bar. Resignada al hecho que Slade y Mustang no estaban
allí, de alguna manera la hacía sentir mejor el hecho de poder identificar a algunos de los
jinetes de la competición.

Con sus ojos vagando, notó un par de ojos apuntando hacia ella. El vaquero
atrapó su mirada y antes de que ella pudiera evitar la mirada; él estaba sonriendo y
dirigiéndose en su dirección.

Con los ojos muy abiertos, lo observó lanzarse a la mesa, tocando su sombrero.
Toda la conversación se detuvo nuevamente cuando las tres autoras de romance, más ávidas
por una buena historia de vida que en el papel, observaron la acción entre Jenna y el joven
jinete de toros.

Él le dio un, —Qué tal, madam —que en cualquier otra situación le hubiera
bajado su ropa interior. Si, dado el caso, él no fuera un niño y si ella ya no estuviera medio
enamorada de Slade y Mustang.
—Um, hola.
—Te reconocí de las gradas y pensé que debería decirte hola.

Jenna dio una mirada de soslayo a las interesadas miradas de sus amigas. —Um,
lo siento. Debes estar equivocado.

—Anoche. Estabas sentada con las esposas y novias de los jinetes… tú sabes,
justo detrás de las tolvas de salida
—Um, no. Lo siento. Debe haber sido alguien más.

Extrañamente, su cara se iluminó. —¿Realmente? Hmm. Bien. Me disculpo por


mi error y me gustaría invitarla a bailar.
Con otra mirada a las mujeres en la mesa, Jenna estaba desgarrada acerca de
qué hacer. ¿Ir con él a la pista de baile así al menos él estaba lejos de sus amigas y no podría
descubrirla? O decir no gracias y esperar que él se fuera.

Aparentemente no tenía opción en este caso porque sus amigas prácticamente la


arrojaron de la mesa al mismo tiempo que el joven jinete la tomaba de la mano y la conducía
a la pista de baile.

Antes de que Jenna lo supiera, estaba encapsulada en sus brazos y dando vueltas
por el piso de madera, exactamente donde había estado la noche anterior pero en el abrazo
de Mustang. ¿Cuándo exactamente su vida se había puesto tan extraña?

—Así que tengo que admitirte algo. Estoy feliz de haber cometido un error
contigo acerca de que estuvieras en la pista anoche.

Su curiosidad de escritora de elevó. Jenna no pudo aguantarse y preguntó, —


¿Por qué es eso?

Él gruñó encantadoramente, sus ojos azules centelleando. —Porque si hubieras


sido tú en la sección VIP, eso hubiera significado que tú estabas con uno los otros jinetes.

Jenna suspiró mientras evaluó si el chico era lo suficientemente adulto para


legalmente siquiera estar en el bar y beber. —Escucha, um, ¿cuál era tu nombre?
—Chase. —Él sonrió de nuevo.
—Hola, Chase. Soy Jenna.

Chase hundió su cabeza una vez a modo de saludo, —Jenna, ese es un bonito
nombre. Te queda perfectamente. Un bonito nombre para una bonita mujer.

Diablos, el chico tenía todos los piropos del bar ya listos. Ella ignoró su coqueteo
y volvió al tema que la ocupaba, al hecho que Chase la reconoció en la competición. ¿Qué si
él sacaba el tema nuevamente acerca de cómo él la había visto anoche y las otras escritoras
comenzaban a hacer preguntas? Él podía exponerla frente a sus amigas como una mentirosa
y una soplona, sin mencionar una puta si le agregabas a los dos chicos con los que había
tendido sexo.

—Escucha Chase. Voy a decirte un secreto y te voy a pedir que no se lo digas a


nadie. ¿Puedes hacer eso?

—Seguro. —Él se veía divertido porque ella estaba deseando compartir un


secreto con él.
—Yo estaba en la pista anoche pero le mentí a mis amigas ahí y les dije que
estaba en otro lugar.
Chase frunció el ceño y miró de reojo hacia la mesa llena de mujeres, —¿Por
qué?

Suspirando, Jenna decidió intentar algo nuevo para variar y le dijo la verdad…
la mayoría de todas maneras.
—Es en cierto modo complicado, pero haciéndolo corto, soy escritora.
—¡Wow! ¿He leído algo de lo has escrito?

—Lo dudo, pero el punto es, este es un negocio extremadamente competitivo y,


por ciertas razones, no quería que una autora en particular supiera que yo estaba en la
competencia anoche investigando para mi libro.
Chase asintió, —Porque ella podría robarte la idea.

Jenna sonrió, —Sí, algo así. Para que ella no se enterara, mentí a todas mis
amigas acerca de esto. ¿Así que entiendes porque no puedo permitir que ninguna de mis
amigas allí sepa que me viste anoche?

Chase miró de reojo nuevamente a la mesa de mujeres, quienes sin duda aún
seguían mirándolos como halcones, luego se inclinó conspirativamente. —No te preocupes.
Tu secreto está a salvo conmigo.

Él no se inclinó hacia atrás luego del susurro, sino que permaneció con su
cabeza presionada contra la suya. Él era más alto que ella, pero con su cabeza inclinada hacia
abajo, los rulos color arena de Chase hacían cosquillas en su cara.

Ella podría haber estado tentada, en otra vida donde ella era diez años más joven
y aún un poco dolorida de una noche de sexo no con uno, sino con dos compañeros jinetes
de toros del chico. Pero como estaban las cosas, Jenna era vieja y, a pesar del trío de anoche,
no era una mujer suelta de cuerpo lo suficiente para dormir con todo el ranking superior de
vaqueros de toros, aún cuando Chase era absolutamente adorable y obviamente interesado en
ella.

Dependía de Jenna inclinar su cabeza hacia atrás, entonces podría señalarle el


punto obvio a él. —Chase. ¿Cuántos años tienes?
Él sonrió orgulloso. —Veintiuno hoy, madam.
Veintiuno. Jesús. Jenna ahogó un gemido ante aquella revelación.

Él debería saber que la constante cosa de madam no lo estaba ayudando con


ella ni un poquito. —Chase, escucha. Soy demasiado vieja para ti.

—Diablos no, no lo eres. Me gustan las mujeres con unos pocos años más que
yo.
¡Unos pocos! Ella controló una explosión de sonrisas amargas hacia su
descripción de ella. Pero esto explicaba porque él estaba molestándose con ella y no con una
de las jóvenes dispersas por el bar que le daban a Jenna miradas endiabladas por estar
bailando con Chase. Ella se permitió otra mirada hacia ellas, y si ellas eran lo suficientemente
mayores para beber legalmente, ella se comería el sombrero de Chase.

Jenna dirigió su atención de nuevo a Chase, quien estaba obviamente teniendo


su fantasía hombre joven-Sra Robinson, así que el tema de la edad no lo iba a disuadir. Ella
tendría que intentar otra táctica.

—No estoy precisamente disponible, Chase. Eso no era realmente una mentira
tampoco. No, no estaba saliendo con Slade o Mustang de ninguna manera, pero ellos eran
los únicos en los que ella estaba interesada por el momento, así pues, eso la hacía no
disponible.
Aún si ellos estaban probablemente con alguna otra mujer. El resurgimiento de aquel
pensamiento retorció su intestino agradablemente.

—¿Está él aquí ahora? —Chase miró alrededor del bar, sabiendo bien que ella
había entrado con tres mujeres y ningún hombre puesto que todo el bar se había dado vuelta
para observar su entrada.
—No, —Desafortunadamente.
Ella odiaba pensar donde ellos estaban y lo que estaban haciendo.

Chase sonrió dulcemente. —Entonces no te preocupes por esto. Es sólo un baile,


Jenna. Haz feliz a un vaquero en su cumpleaños y dale sólo un baile. ¿Okey?
Sintiéndose un poquito aliviada, Jenna le devolvió la sonrisa. —Okey.

Mientras Chase la conducía expertamente alrededor de la pista en la presión de


algunas canciones country sobre corazones rotos, ella se permitió relajarse y disfrutar del
baile y la atención. ¿Quién sabía cuándo ella conseguiría tal constante devoción masculina
de nuevo una vez que dejara Tulsa?

¿Dónde estaban este tipo de chicos cuando ella estaba creciendo? Ciertamente
no en los suburbios de Nueva York. Aparentemente, hace años debería haber venido a Tulsa.

—En el caso que no tenga la oportunidad más tarde, quería agradecerte por el
baile, Jenna.

—De nada. Es lo menos que puedo hacer por tu cumpleaños número 21. —Ella
ahogó un estremecimiento ante el número que no había sido capaz de decir por un largo,
largo tiempo.
—¿Entonces tal vez pueda conseguir sólo un besito? Tú sabes, por mi
cumpleaños. —Chase elevó su ceja expectante y le obsequió a Jenna con una dulce traviesa,
mueca de ángel que la hizo reír.

—No presiones, vaquero. —La presión de Jenna probablemente tenía menos


peso considerando que ella estaba tratando de no reír hacia su creativa táctica mientras lo
dijo.

Chase sonrió. —Veremos. Pienso que estarás de acuerdo con mi forma de


pensar.
Ahora Jenna rió abiertamente hacia él. —Oh chico, eres de los persistentes.

—Tienes que ser persistente en este negocio. ¡Hey! ¿Sabes que estoy nominado
para el novato del año? Hay una buena posibilidad que lo consiga también, tan pronto como
haga mis dos rodadas mañana por la noche.

Jenna se dio cuenta que había estado dando vueltas por este ambiente demasiado
cuando se escuchó preguntar. —Novato del año. ¿Obtienes una hebilla por eso?

Chase sonrió más abiertamente. —Sí, madam. Lo haces. ¿No estás interesada en
hebillas, o sí?

Obviamente el término conejita de hebilla era familiar incluso para los vaqueros
jóvenes y su interés en hebillas colgantes había elevado las esperanzas de Chase aún más.
Jenna rió nuevamente a la ridiculez de toda la situación pero aún no estaba en ella el romper
totalmente sus expectativas.

—Estoy interesada en muchas cosas. Es uno de los efectos secundarios de ser


escritora.

Ya que se sentía egoísta, estaba realmente disfrutando la atención. Esto


hacía que su decepción por la ausencia Slade y Mustang y sus preocupaciones acerca de
dónde y con quien estarían, desaparecieran un poco. La canción terminó y Jenna aprovechó
la oportunidad de desengancharse de los brazos del muchacho lo suficientemente joven
como para ser su hijo biológico en ciertos países del tercer mundo. —Gracias por el baile
Chase. Lo disfruté, pero mejor vuelvo con mis amigas ahora.

Chase miró de reojo nuevamente a la mesa y sonrió abiertamente. —Okey, pero


pienso que lo están haciendo bien sin ti.

Jenna siguió su mirada y no pudo creer lo que vio. ¿Qué estaba pasando?
La mesa estaba totalmente inundada de jinetes de toros, y por las expresiones en las caras de
sus amigas les encantaba. —¿Cómo sucedió eso?
Chase rió, —¿Qué puedo decir? Somos un grupo acogedor. Vamos, te
acompañaré a tu mesa.
Ellos no habían hecho todo el camino hacia la esquina aún cuando uno de los
jinetes los divisó.
—¡Hey, Chase! ¿Sabes que todas esas mujeres escriben novelas de romance?
De acuerdo a los estereotipos de los caballeros vaqueros, el vaquero que había
hablado abandonó la silla que ocupaba y la zambulló detrás de Jenna para que pudiera
sentarse. Jenna no podía recordar la última vez que un hombre le había dado su asiento en
Nueva York.

—Este es mi amigo, Garret. —Chase le informó, luego elevó una ceja. —


¿Romances, eh? Tú dijiste que eras escritora pero no dijiste de romances.

Jenna se encontró no sólo sentada, sino también con una copa de cerveza. Esta
misteriosamente apareció y fue empujada en su mano. Tomando un trago a falta de algo más
para beber, ella dejó la espuma fría deslizarse por su inesperada garganta seca.

Levantó la vista hacia Chase que estaba sobre ella y se encogió de hombros. —
Eh, tú sabes, me gusta permanecer misteriosa.

Chase se agachó al lado de la silla y llevó su sombrero hacia atrás para poder
mirarla.
Él rió. —Tú eres eso, Jenna. Definitivamente eres eso. Misteriosa y hermosa.
Jenna sacudió la cabeza hacia él. —Y tú, Chase, eres un adulador y un coqueto.

Ella vio otra sonrisa curvando sus labios y suspiró mientras intentaba ignorar lo
bien que se sentía la atención.

Ella descartó esto de su psique de treinta y cinco años disfrutando las atenciones
de un joven ok, de un hombre mucho más joven. ¿Pero un pequeño inocente coqueteo no
podría herir a nadie, o sí?
A su alrededor, las otras tres escritoras nunca se habían visto más felices, cada
una flanqueada por al menos un vaquero. El que estaba cerca de Barb, Garret, Chase lo había
llamado así, tomó ahora la jarra vacía y mientras iba al bar a llenarla, Barb se inclinó muy
cerca de Jenna. —¡Oh, mi Dios! ¡Estos son verdaderos vaqueros!
Jenna rió y le susurró, —Sí, lo sé.

—Quiero decir reales, no sólo chicos que les gusta usar botas y
sombreros. — Barb corrigió.

Sí, ella había notado la distinción por sí misma. Aún riendo, Jenna elevó la voz.
—Bárbara, este es Chase. Él está compitiendo en las finales del rodeo de toros y está
nominado para Novato del Año.
Chase se puso de pie y tocó su sombrero hacia Barb. —Madam.

Jenna no podía evitar reír hacia la ceja elevada de Barb mientras miraba de Jenna
a Chase y de nuevo a Jenna. Si esa mirada no insinuaba que Jenna debía decidirse por esto,
ella no sabía que quería decir.

Si sólo Barb supiera que Jenna ya había conseguido un vaquero, dos en realidad.
Aquel pensamiento había tenido a Jenna dando miradas alrededor del bar una vez más,
buscando a los dos hombres perdidos.

Chase se apretó más detrás suyo cuando el otro vaquero volvió con otras dos
jarras llenas de cerveza y las puso sobre la mesa. Barb aprovechó la oportunidad de inclinarse
nuevamente. —Chase es adorable.
—Sí, adorable, justo como un cachorro. —Jenna rodó sus ojos.

Barb se encogió de hombros. —Así que es joven. Gran cosa. No es que vayas a
casarte con él. Pienso que conseguirías más en una noche con él que con aquella sesión que
tomaste acerca de escribir sexo caliente.

—¡Oh, mi Dios, Barb! ¡Eres tan mala! —Jenna bufó y sintió su rostro caliente.
Aventuró una mirada en la dirección de Chase y vio que él la miraba y sonreía. Sí, las
probabilidades eran buenas que él supiera que era el tema de conversación, lo cual tenía a
Jenna con las mejillas cada vez más encendidas, ella estaba segura.

—¿Cuándo más puedes ser mala, Jenna? Vamos. Lo que sucede en la


convención de escritores de romance en Tulsa, se queda en la convención de escritores de
romance en Tulsa.

Jenna dudaba seriamente que eso fuera cierto, considerando los notorios
chismosos que asistían a la conferencia.
El vaquero de Barb finalmente terminó de servir la cerveza en la mesa,
incluyendo a Jenna, ella notó mientras daba una mirada a su casi colmado vaso. Jenna estaba
feliz cuando él volvió a concentrarse en Barb, lo que significaba que Barb no tenía tiempo
para concentrarse en la vida sexual de Jenna de nuevo.

Sintió una mano en su hombro justo antes de sentir un cálido suspiro haciendo
cosquillas en su oreja. —Seguro eres adorable cuando te sonrojas.

Jenna sintió el sonrojo profundizarse y desparramarse por su ya encendidas


mejillas ante el comentario. Chase rió más abiertamente ante esto. Ella elevó el vaso plástico
y tomo un enorme trago e intentó ignorar que la atención de Chase estaba comenzando a
calentar otras partes de su anatomía también.
Mientras el nivel de ruido se había elevado y la cerveza comenzaba a irse a su
cabeza, Jenna vio una docena de tragos repentinamente aparecer sobre la mesa y ella estaba
tragando algo que quemaba su garganta y la hacía toser. Agarró su vaso de cerveza y bajó
su contenido para suavizar el fuego del trago. Antes de darse cuenta, estaba teniendo
dificultad para caminar erguida hacia el baño del bar.

En el baño de damas, Jenna no estaba tan borracha como para no pensar en


chequearse como se veía en el espejo mientras se lavaba las manos. Ni olvidó re-aplicarse
lápiz labial, aunque a decir verdad parecía que requería más concentración que lo que solía
requerir. Pasando sus dedos por su cabello, consultó a su sonrojado reflejo una última vez y
agarró la manija de la puerta, agachándose porque sobreestimó el peso de la puerta y la azotó
contra la pared.

Pretendiendo que ella no había causado el barullo, se deslizó por el corredor que
contenía las puertas de los baños de damas y caballeros como así también un antiguo teléfono
prepago, y encontró a Chase esperando por ella.

—Hola. —Él puso una mano en su hombro y le sonrió, pero no era en el modo aw
diablos madam como cuando él recién se había acercado aquella noche. Era en un modo
seductor y muy adulto soy un hombre, tú eres una mujer, así que, ¿qué tal? que hacía retorcer
su estómago y partes bajas.
—Hey. —Su voz sonaba ronca en sus propios oídos.

Chase enfatizó el gesto al consultar la pantalla digital de su celular antes de


sostenerlo para que ella lo viera. —Aún me quedan unas horas de mi cumpleaños. Hay tiempo
para que me des ese beso de cumpleaños que me prometiste.

¿Ella lo había prometido? Entre los tentadoramente sexies labios de Chase y el


alcohol, honestamente no podía recordar. Cuando él inclinó su cabeza para que su boca
estuviera prácticamente a un suspiro de la suya, Jenna dejó de intentar recordar y en su lugar
lo dejó cerrar la pequeña distancia para encontrarla.

Las cosas rápidamente se convirtieron en un borrón mientras las manos de Chase


subían para enmarcar su rostro, luego se enredaron en su cabello. La besó más profundo y
ella se lo permitió, abriendo su boca cuando su lengua se deslizó entre sus labios.

Con su corazón golpeando, se encontró presionada contra la pared por la


inclinación del duro cuerpo de Chase. Ella envolvió los brazos alrededor de su cintura
mientras el volcaba su cabeza y la besaba más fuerte. Aquel pequeño cambio de su posición
presionó su cadera más cerca entre la suya y se dio cuenta cuan bien esa presión se sentía.
Demasiado bien. Ella quería más. Ella no quería querer más.

Jenna lo empujó lejos y rompió el beso. Chase se lo permitió, inclinando su


cabeza contra la suya por el tiempo suficiente para dejar salir un gemido satisfecho.
—Gracias, Jenna. Ese fue el mejor regalo de cumpleaños que he tenido en mucho
tiempo. —Luego se paró derecho, agarró su mano, ajustando el ala de su sombrero, y
conduciéndola nuevamente a la mesa, donde demasiados pares de ojos se abrieron de par en
par y más de un par de cejas se elevaron.

Jenna dio una mirada hacia Chase y vio que estaba manchado con su lápiz de
labios. Le envió una rápida señal de limpiar su boca mientras su compañero vaquero se reía
por lo bajo. Ella rápidamente se tomó un momento para limpiar su propia boca
horrendamente manchada con el labial.

Horrorizada, dio una mirada a sus amigas y las encontró riendo a lo grande tan
borrachas como ella se sentía. Barb elevó un trago hacia ella a modo de saludo, justo antes
que el vaquero de Barb agarrara su mano, tirando de ella fuera de la silla y conduciéndola
por el mismo corredor.
A mitad de camino, Barb se volvió. —Lo que sucede en Tulsa…

—Se queda en Tulsa, —hizo eco Megan, mientras ella era tirada hacia el regazo
de un vaquero. Ann no dijo una palabra ya que su boca fue ocupada por un cuarto vaquero.
Jenna elevó una ceja y dio una mirada a Chase, quien se encogió de hombros, luego comenzó
a masajear su cuello y hombros suavemente. —Te dije que éramos un grupo acogedor.

Mientras su cabeza se recostaba hacia un lado, Jenna dijo, —Puedes decirlo de


nuevo.
Capítulo 14
Traducido por Kenia 20
Corregido por Auro Kyle

Mustang se inclinó en su silla y frotó su estómago. —Oh, sí. Eso estuvo bueno. Estaba
tan hambriento que mi estómago se estaba comiendo a mi columna.

Slade reflejó la postura de Mustang, y se inclinó en la silla del salón de pizza. —Sí,
pero estoy pensando que probablemente no debimos habernos comido la cosa entera.

Probablemente no, desde que una barriga llena podría ser incómoda. Especialmente
para la siguiente actividad que Mustang anhelaba hacer. —Entonces, ¿Quieres ir al bar y ver
quién está?

—Estoy seguro que cada jinete de toros en la competencia estará ahí, ya que tuvimos
el día libre.

—Seguramente, pero no estaba hablando de jinetes de toros —sonriendo de manera


insinuante, Mustang arrugó su servilleta en una bola, la lanzó sobre su plato de plástico
manchado de grasa y empujó todo el desastre lejos de él mientras Slade reflexionaba sobre
algo.

Cuando Mustang miró otra vez, vio una extraña expresión en la cara de Slade. —Nah,
anda si quieres. Probablemente regresaré al tráiler para dormir un poco.

—¿Después de que ambos durmiéramos todo el maldito día? —balbuceó Mustang.

Slade no contestó, solo se encogió de hombros y miró a todos lados excepto a


Mustang.

¿No era esto interesante?

Decidiendo probar su nueva teoría, que Slade estaba interesado en Jenna para más de
solo-una-ronda-de-noche, Mustang casualmente dejó ir la idea del bar. —Tienes razón. Cada
vaquero y su hermano estarán en ese lugar frente a la calle del estadio esta noche. Oye. Sé
que podemos hacer.

Slade miró hacia arriba. —¿Qué?

Mustang no podía controlar la gran sonrisa que sentía dibujarse en su rostro. —Quizás
podamos ir al bar en el hotel de Jenna.
La cara de Slade claramente demostró sus sentimientos sobre la idea. —No.

—¿Por qué no?

—Porque ella no nos invitó a fisgonear alrededor de su hotel.

—No estaríamos fisgoneando. Prometimos que la ayudaríamos con el libro. Tiene


que arreglar todos esos datos que desordenó. Todas esas cosas que corregiste. No hemos
realmente discutido su libro con ella —Porque todos estábamos demasiado ocupados
teniendo sexo, para trabajar en cualquier libro. —Entonces, ves, le estaríamos haciendo un
favor.

—Sí, y estoy seguro que esa es la única razón por la que quieres ir a su hotel. Para
trabajar en su libro —Slade frunció el ceño. —Además, si nos quisiera en su hotel, ella no
nos hubiera pedido escondernos esta mañana para que nadie la vería salir de mi auto.

—Oh, vamos. No puedes juzgarla por eso. Ninguna mujer quiere ser sorprendida
haciendo el paseo de la vergüenza la mañana después de la noche que nunca llegó a casa. Ser
vista saliendo de un auto con dos vaqueros dentro lo habría hecho peor —el ceño de Slade le
dijo a Mustang que no le gustó la referencia al paseo de la vergüenza respecto a Jenna. Otra
vez, muy interesante. —Entonces, de todas formas, voy al hotel. Si quieres regresar al tráiler
eso está bien. Le daré a ella lo mejor de ti.

Eso obtuvo la reacción deseada de Slade. —No dije que no iría, solo que no creo que
sea una buena idea. Dudo que nos quiera allí.

Mustang sonrió. Oh. Ella los quería, y el sentimiento era mutuo. Empujó atrás su silla
de la mesa con un fuerte chirrido. —Venga, vamos.

Slade tomó una profunda respiración y luego finalmente siguió a Mustang fuera de la
puerta.

Estacionaron el auto de Slade en el solar del hotel por primera vez, teniendo siempre
básicamente parado y dejado a Jenna antes. Y por primera vez, caminaron en el vestíbulo.
Miraron alrededor.

Mustang dejó salir un largo, bajo silbido. —Maldición, este lugar es bonito.

Estaba también lleno a estallar con mujeres de todos los colores, formas, y tallas, y
Mustang una vez más sintió intensamente lo que se estaban perdiendo por quedarse en ese
tráiler la mayor parte del tiempo y no en un bonito hotel.

La boca de Slade de torció. —Supongo que está bien. Vamos. Encontraremos el bar.
Mustang frunció el entrecejo. —Espera. ¿No quieres intentar encontrar a Jenna
primero?

—¿Cómo demonios propones que hagamos eso?

—Bien, primero podríamos preguntar y encontrar si hay algo pasando para su


conferencia, Tú sabes, como una cena o algo.

Slade lanzó una mirada alrededor de ellos. —Pienso que, juzgando por las miles o
algo de mujeres vistiendo etiquetas con nombres y paseando en el vestíbulo del hotel, no hay
nada pasando o estarían allí.

Mustang tomó nota de las etiquetas con nombres idénticas colgando de cada uno de
los cuellos. No los había notado antes. Él debió haber estado mirando a alguna parte más,
como a todos los escotes expuestos. —Bien, entonces encontraremos una cabina telefónica
y pediremos a la recepción que llame a su habitación. Veremos si ella está aquí. Si no, hay
buena posibilidad que este paseando por sí misma. Y mira, hay un bar justo allí en el medio
del vestíbulo.

Slade suspiró, mirando a donde un grupo de asistentes de la conferencia se


congregaron, esperando por bebidas. —Bien, ve a encontrar el teléfono. Dudo que
encontraremos asiento pero iré a conseguirnos un par de cervezas.

—Buen trato —Mustang sonrió. Cada vez que Slade iba por las bebidas estaba bien
para él.

Cuatro cervezas cada uno y unas pocas horas después, y Mustang estaba empezando
a dudar de su plan. La multitud de mujeres había disminuido y dispersado, probablemente a
sus habitaciones y a dormir, pero no antes que él y Slade hubieran tenido unas pocas miradas
interesadas. De cualquier forma, aun no estaba Jenna. —Voy a intentar llamar a su habitación
otra vez.

—Solo vámonos —Slade frunció el ceño, colocando su botella de cerveza vacía sobre
la barra con un sonido.

—Una llamada más. Si ella no contesta, nos iremos. ¿Bien?

—Bueno. Iré a orinar, de todas formas —Slade se deslizó del taburete que habían
alcanzado cuando la multitud se alejó.

—Bien, hay una cabina telefónica justo al lado del baño.

Ellos cruzaron el amplio vestíbulo, Slade desapareció dentro del lujoso baño de
mármol de hombres y Mustang, una vez más, marcó al operador.
—La habitación de Jenna Block, por favor —golpeteando la punta de su bota
impacientemente, Mustang escuchó como el teléfono de Jenna sonaba y sonaba, pero ella no
contestaba.

Slade emergió del baño y lo vio aun al teléfono. —Venga, vamos. Ella no está allí.

Con un suspiro, Mustang estaba a punto de rendirse cuando se giró y vio una señal
que lo hizo romper en una enorme sonrisa. —No, tienes razón. Ella no está en su habitación,
porque ella está justo aquí.

Slade siguió la mirada de Mustang. —Santa mierda. Luce como si estuviera hecha
polvo.

—Sí, lo hace —Mustang sonrió y pesó las posibilidades de eso.

—Mustang… —la voz de Slade vino con un bajo gruñido. —No vamos a tomar
ventaja de ella mientras esté borracha.

Jenna aún no los había notado incluso aunque ella estaba dirigiéndose directamente a
ellos, o quizás a los elevadores justo a su izquierda.

—Slade, si nosotros no hubiéramos ya folla-dormido con ella, podría estar de acuerdo


contigo. Pero como son las cosas, lo hemos hecho, y yo por una vez intento volver a hacerlo
—observó mientras ella pulsaba el botón del ascensor y luego miró alrededor.

Vio el momento en que Jenna los reconoció. Mustang había acabado de discutir con
Slade cuando miró la cara de ella iluminarse.

—Los dos están aquí —su voz sostenía ese alto tono que venía con beber unos pocos
tragos.

Mustang sonrió. —Sí, lo estamos, cariño. Esperando por ti.

Él vio como ella se derretía por eso. —¿Estaban esperando por mí? Ambos son tan
dulces.

Junto a él, Slade frunció el ceño. —Sí, así somos. Solo un par de dulzuras.

La puerta del ascensor se abrió. Por suerte, estaba vacío por lo que Jenna no se
encontraría con nadie que conociera mientras subía con dos vaqueros. Antes de que pudiera
existir cualquier discusión o negociación sobre quien iría arriba, Mustang dio un paso
adelante y condujo a Jenna dentro, por el codo. Le dio a Slade una mirada. Slade finalmente
entró después de ellos y las puertas se deslizaron cerrándose.
—No puedo creer que estén aquí —anunció Jenna otra vez. Esa era otra señal de los
pocos y muchos tragos, repetidamente notando lo obvio y mostrando gran asombro sobre
eso. Jenna continuó. —Pensé... tenía miedo que estuvieran saliendo con otra mujer.

Jenna estaba celosa. Eso era todo lo que Mustang necesitaba para dar un paso hacia
ella y demandar su boca con un caliente, húmedo beso, el cual ella regresó con gusto.

Una divertida sonrisa curvó los labios de Mustang. —¿Es eso cerveza lo que pruebo,
cariño?

Jenna se vio avergonzada, —Supongo. Eso o los chupitos.

—¿Estabas con chupitos? —balbuceó Slade desde su lugar detrás de Jenna donde se
apoyó infelizmente contra la baranda de metal del ascensor.

Jenna se giró hacia él. —Sí, los chicos continuaban comprándolos para nosotras.

—¿Los chicos? —Slade levantó una asombrada ceja tan alto que causó a Mustang
reír.

—¿Qué chicos eran esos, cariño? —preguntó Mustang tan interesado como divertido.

Mustang vio a Jenna sonrojarse hermosamente. —Chase y unos pocos de los otros
jinetes de toros.

—¿Chase? ¿Chase Reese? ¿El chico para novato del año? —refunfuño Slade.

—Si. Ese es él —lanzó una mirada sobre su hombro a Slade, luego se volvió a
Mustang. —Él probablemente conseguirá ser el novato del año si hace ambos rodeos la noche
de mañana. Consigues una hebilla por eso, sabes.

—Eres tan hermosa —Mustang agarró su rostro y plantó otro beso en sus labios. —
Y si, sé sobre la hebilla del novato. Incluso te dejare deshacer la mía cuando lleguemos a tu
habitación, si quieres.

Mustang haló a Jenna fuera mientras la puerta del ascensor se abría, luego miró a
Slade, quien seguía de pie dentro haciendo pucheros. —¿Vienes?

—Sí, voy —con una mirada molesta en su cara, Slade finalmente se movió antes que
las puertas del ascensor se cerraran y estuviera forzado a tomar un paseo de regreso al
vestíbulo.

Aun divertido por la reacción de Slade por la pequeña competición del novato,
Mustang se giró hacia Jenna. —¿Qué camino a tu habitación, cariño?
Ella lo pensó por un segundo antes de tomar un vacilante, casi ebrio paso en la
dirección del pasillo a la derecha.

Slade la vio tropezar, con un ceño, mascullando. —Chase Reese.

Mustang rió en voz alta. —Sí, pero ¿Quién va a llevarla de vuelta a su habitación? No
Chase, eso es jodidamente seguro.

La boca de Slade continuaba arrugada en una expresión infeliz. —Espero que ella
tenga una cama tamaño King allí.

Mustang no podía estar más de acuerdo. Lo que tenía en mente para los tres requería
demasiada superficie.

Se volteó y dejó a Jenna seguir un poco delante de ellos mientras ella lideraba el
camino a su habitación. —Veo que has terminado de pelear conmigo sobre si nosotros
debemos “tomar ventaja de ella”.

—Sí, terminé. Chase jodido Reese. —Slade sacudió su cabeza.

Mustang rió de nuevo. Nada como algo de buenos celos pasados de moda para hacer
a un hombre ver claramente.

—Sí, lo sé. El chico tiene pelotas. Le daré eso. ¿Supongo que mejor le mostramos a
ella lo que un hombre de verdad puede hacer para ella, huh?

—Oh, sí. —Slade dejó salir un bufido. —Consigues una hebilla por eso, sabes. Si.
Apuesto a que él se aseguró de que ella supiera eso.

Con una risa demasiada alta para un pasillo de hotel en medianoche, Mustang palmeó
a Slade en la espalda mientras ambos veían a Jenna en frente de la puerta, luchando con su
tarjeta llave y gruñendo. —Vamos. Parece como si necesitara ayuda para conseguir abrir la
puerta.

Luego ellos podían ayudarla a salir de sus ropas y ayudarla a tirar los recuerdos de
Chase y cualesquiera posibilidades con respecto a su hebilla, fuera de su cabeza.
Capítulo 15
Traducido por Covibg
Corregido por Ama

—Sé que piensas que estoy borracha —dijo Jenna, justo después de que se cayese y
aterrizase en la cama mientras intentaba quitarse los zapatos. Mustang se echó a reír.

—No te preocupes, querida. Todos hemos estado así. Por suerte, estamos aquí para
cuidar de ti.

Slade frunció los labios. Cuidar de ella. Sí. Eso no era todo lo que Mustang tenía en
mente.

Mustang empujó las manos de Jenna a un lado y se arrodilló para desabrocharle del
tobillo las correas de un par de las más sexys sandalias rojas de tacón alto que Slade había
visto jamás. Por desgracia, cualquier disfrute que pudiese conseguir a partir de ver a Jenna
con ellas fue arruinado por el pensamiento de que el novato de Chase Reese disfrutara de la
vista en primer lugar.

Slade se cruzó de brazos y miró Mustang arrojar un zapato a la esquina de la


habitación y pasar a liberar el otro pie mientras Jenna seguía protestando.

—No, en serio. No estoy borracha.

Slade soltó un bufido. Al menos sabía que no tenía el coche aquí, así que no había
conducido en esta condición.

—Muy bien, cariño. No estás borracha. Ahora deslízate hacia adelante para que pueda
sacarte el vestido.

Ella hizo lo que Mustang le dijo, deslizándose hacia el borde de la cama mientras
envolvía sus brazos alrededor de ella para descomprimir su muy tentador vestido rojo.

Jenna miró por encima del hombro de Mustang y sus ojos soñolientos buscando
reunirse con Slade.

—¿Por qué está Slade de pie ahí lejos?

Mustang se volvió para mirarle antes de que volver a mover el tejido apretado hacia
arriba y sobre las caderas bien formadas de Jenna mientras esta se sostenía sobre sus hombros
para apoyarse.
—Porque él cree que está siendo un caballero al permanecer alejado.

Slade frunció el ceño mientras Jenna lo fruncía hacía Mustang.

—¿Qué?

—Él piensa que estás demasiado borracha y nos estamos aprovechando de ti, cariño.

Al igual que Chase se hubiese aprovechado, probablemente, de ella si se hubiese


quedado en el bar por más tiempo. Slade le lanzó una mirada menos amable a Mustang.

—No creo que ella está demasiado borracha. Lo sé.

—Te lo dije, no lo estoy.

Con eso, dejó escapar un increíblemente adorable eructo de cerveza. Abrió los
desmesuradamente y la mano Jenna voló para cubrir su boca.

—Ups. Lo siento. Quizás estoy un poco borracha.

Slade levantó una ceja.

—¿Tú crees?

Sus ojos se estrecharon hacia él.

—Eso no significa que no pueda tomar una decisión racional.

Slade la fulminó.

—Eso es exactamente lo que significa.

—¡No! Yo estuve sobria durante todo el día y todo en lo que podía pensar era en tener
sexo con ustedes dos de nuevo. Por eso fui al bar en primer lugar. Para encontrarlos. ¡Así que
vamos!

El rostro de Mustang estalló en una sonrisa divertida.

—Y esto es todo, Slade, ella tomó la decisión antes de emborracharse.

—¡Exactamente!

Jenna asintió de acuerdo tan fuerte con la cabeza hacía Mustang que perdió el
equilibrio y apenas pudo atraparse a sí misma antes de caer de lado sobre la cama.

Slade sacudió la cabeza y suspiró. Ella parecía tan condenadamente tentadora,


encaramada en el borde de la cama en nada más que unas bragas y sujetador de encaje.
Simplemente debería haber sido fácil dejarse hundir en ella. En cualquier otro momento, con
otra mujer lo habría hecho. ¿Por qué el hecho de que fuera Jenna y no cualquier otra mujer
sin nombre le hiciese cambiar las reglas? Tenía miedo de responder a esa pregunta.

Jenna levantó un brazo oscilante hacia él.

—Ven aquí.

Contra su mejor juicio, Slade hizo justo eso, dejando que le agarrara la mano y le
tirase más cerca.

—Bésame.

Slade miró a Mustang, quien, terminó de desvestir a Jenna, ahora estaba sentado en
la silla justo a un lado de la cama para que poder quitarse las botas. Mustang levantó su frente
y dijo:

—Es mejor que hagas lo que dice la señora, Slade.

Mirando hacia abajo a Jenna y viendo la necesidad en su rostro, Slade se dio por
vencido.

Miró de nuevo Mustang.

—¿Vienes preparado?

Mustang resopló.

—Por supuesto que lo hice. ¿Con quién crees que estás hablando?

Arrastrando una respiración para tranquilizarse, Slade cedió. Empujó a Jenna sobre
la cama, se subió encima de su cuerpo desnudo en su mayoría e hizo lo que le pidió, besándola
con todo lo que tenía, sabiendo que había perdido no solo la batalla sino también la guerra.

Slade finalmente abrió los ojos, volvió a la realidad de nuevo cuando el colchón cedió
y Mustang se arrastró sobre la cama. Mustang colocó tanto un tubo de lubricante como una
tira de condones a su lado.

Tragando saliva, Slade miró a Mustang, sospechando lo que su amigo tenía en mente
para Jenna a juzgar por los artículos que puso tan inocentemente en la cama. La idea
emocionó tanto a Slade que podía sentir el latido de su corazón rápido hasta el fondo de su
erección. Slade miró de nuevo a Mustang.

—¿Estás seguro de que está lista para esto?

Mustang asintió.

—Creo que sí, y si ella no lo está, nos lo dejara saber. Ella es una chica grande, Slade.
Mientras tanto, Jenna estaba luchando por conseguir quitarle los pantalones vaqueros
a Slade, lo que demostraba el punto de Mustang, que estaba por lo menos dispuesta.

Después de una pequeña vacilación, Slade se levantó y rápidamente desabrochó los


botones de su camisa. El cinturón y los vaqueros pronto la siguieron. Slade se sentó en la
misma silla que Mustang había ocupado y observó a Mustang arrastrarse más arriba en la
cama.

Los ojos de Slade nunca abandonaron la cama mientras que con una sonrisa Mustang
rodó encima de Jenna y deslizó una mano entre sus piernas. Doblando ambas rodillas, Jenna
abrió las piernas más separadas para Mustang. Slade se tragó el ácido de su garganta mientras
Jenna levantó las caderas de la cama y gimió mientras Mustang la acariciaba.

Tirando de sus botas en un tiempo récord, Slade las arrojó al suelo, se quitó el resto
de su ropa y se dirigió a la cama justo a tiempo para ver cuando Jenna comenzó a temblar.
Con uno de ellos detrás de su cabeza, Slade fijó su boca sobre la de ella y la besó por todo lo
que valía la pena. Puede ser que Mustang la hiciese venir, pero ella estaría besando Slade
mientras lo hacía.

Sus temblores cesaron y Mustang se desplazó en la cama.

—Rueda encima de Slade, cariño.

Slade yacía de espaldas mientras Jenna rodó su cuerpo hacía la parte superior de él, a
horcajadas sobre él como le había pedido Mustang.

Jenna apoyada en sus brazos se inclinó para besar a Slade nuevo, lo cual estaba bien
con él, excepto que también metió su hermoso culo justo en frente de Mustang. Conociendo
a Mustang, él iba a sacar el máximo provecho de este hecho.

El corazón de Slade latió más rápido cuando Mustang introdujo entre los muslos de
Jenna de nuevo una mano, mientras luchaba por encontrar a ciegas el lubricante con la otra.

Cuando Mustang se arrodilló en la cama detrás de Jenna, su mano finalmente alcanzó


el tubo y él sonrió.

La mano de Mustang se retiró de Jenna cuando abrió la tapa.

Slade trató de ignorar el leve temblor de sus manos mientras estas estaban enredadas
en el pelo de Jenna y mantuvo la cabeza para darle un beso más profundo. Cerró los ojos,
sabiendo lo que Mustang iba a hacer y no quería verlo.

Él sintió su cuerpo inmóvil, la escucho contener el aliento en la garganta y Slade se


heló imaginando el dedo de Mustang presionando contra su ano. Con una mínima presión
tendría la punta del dedo resbaladizo deslizándose en su interior. Slade sintió a Jenna tensarse
encima de él, sintió cada músculo de su cuerpo apretarse y la oyó tomar una fuerte
respiración.

—¿Estás bien, cariño? —le preguntó Mustang a su espalda.

Jenna asintió pero aún tenía su cuerpo rígido encima de Slade. Él tomó el rostro de
Jenna y la hizo mirarlo.

—¿Estás segura, Jenna?

—Sí.

Ella tomó otra respiración rápida cuando el dedo de Mustang empujó más hondo.

—Estoy bien.

Mustang alcanzó la parte delantera de Jenna con la otra mano y conectó con su
clítoris.

—Relájate, cariño, deja al viejo Mustang que se ocupe de ti.

Los ojos de Jenna prácticamente rodaron hacía atrás en su cabeza y empezó a gemir
de cualquier forma desde que Mustang estaba tocándola entre los muslos. Slade sintió la
tensión salir de los músculos de Jenna. Mustang la trabajó más, y se relajó hasta que su pecho
se colocó plano sobre Slade, su culo todavía estaba en el aire para la toma de Mustang.

Mirando más allá del cuerpo de Jenna mientras se retorcía encima de él, Slade vio a
Mustang disponer de un segundo dedo. La espalda de Jenna se inclinó, presionando la espalda
contra su mano y obligando a profundizar dos dedos dentro de ella mientras trabajaba su
clítoris.

Slade tragó saliva mientras sentía que su cuerpo comenzaba a temblar. Ella estaba
cerca de llegar de nuevo a partir de las atenciones de Mustang y una vez más, Slade no estaba
involucrado en ella.

Vio cómo, con una sola mano, Mustang apretó más lubricante y lo extendió en sí
mismo lo mejor que pudo.

Mustang retiró sus dedos y los reemplazó con la cabeza de su pene, apretando
lentamente contra Jenna, y Slade nunca se había sentido tan celoso en toda su vida.

Slade sabía exactamente lo que estaba por venir. Había participado en esto suficientes
veces. Cuándo Jenna empezó a venirse, Mustang empujó dentro de ella antes de que ella
tuviese tiempo de ponerse nerviosa y tensa.
Jenna se quedó sin aliento cuando la cabeza ancha se internó en su apretado anillo de
músculos. Apoyó una mano a cada lado de sus magníficas caderas cuando Mustang empujó
más profundo, más allá de la resistencia. Una vez allí, Mustang se mantuvo inmóvil.

Slade sintió que Jenna respiraba con dificultad encima de él mientras se ajustaba a la
sensación de que sospechaba que ella no estaba acostumbrada.

—¿Estás bien? —preguntó Slade.

Ella se quedó inmóvil y respiró profundo. Con los ojos apretados, ella asintió con la
cabeza.

—¿Has hecho esto antes?

Al abrir los ojos, Jenna dejó escapar una risa entrecortada, de repente sonó bastante
sobria.

—¿Qué? ¿El anal? ¿O dos hombres a la vez?

Mientras Mustang se mantenía así mismo presionado profundamente dentro de ella,


listo para seguir, Slade le besó la boca temblorosa.

—Ambos supongo.

—Sí a la primera, no a la segunda.

Luego se echó a reír de nuevo.

—Pero nunca con nadie tan grande como Mustang.

Mustang se rió a pesar de que su rostro mostraba la tensión de permanecer inmóvil


dentro de ella cuando quería moverse.

—Va a estar bien, cariño. Lo prometo. Solo relájate.

—No tenemos que hacer esto si te duele. Mustang puede sacarla.

A Slade le gustaba esa idea más de lo que podía decir. Lo que habría dado para estar
a solas con Jenna esta noche o incluso apenas intercambiar posiciones con Mustang para que
él pudiera ser el que estuviese en su lugar.

Mustang se inclinó sobre su espalda, moviendo su pelo mientras besaba arriba y abajo
de su cuello. Una mano movió el pulgar por su pezón mientras la otra empezaba a moverse
en su clítoris de nuevo.

—¿Estás bien? ¿Verdad, cariño?


Jenna asintió, temblando levemente bajo sus manos.

Cansado de quedarse fuera de la fiesta, Slade se acercó, cogió un condón y lo abrió.

Sintió como Jenna exhalaba un profundo suspiro a la vista.

—¿Crees que puedes manejar a Slade también, cariño? Si no, podemos llegar a
arreglos alternativos. Tú decides.

Ella se enderezó poco a poco en posición vertical que hizo que Mustang exhalara un
suspiro propio mientras Slade solo podía imaginar lo que su cuerpo le estaba haciendo
mientras lo apretó en formas nuevas y maravillosas. Slade esperó, inmóvil, impaciente por
su respuesta antes de penetrarla.

Jenna sonaba ahora totalmente lúcida cuando dijo.

—No, en serio, está bien. Quiero esto. Quiero sentirlos a los dos dentro de mí. He
estado pensando mucho en ello los últimos días.

Eso fue todo lo que Slade necesitaba oír.

Jenna se inclinó hacia atrás otra vez en Mustang y Slade vio la mano de Mustang
vagar envuelta alrededor de su clítoris a su vientre, mientras otra mano ahuecó un delicioso
pecho. Era tan hermosa, incluso con las manos de otro hombre sobre ella.

El cuerpo de Jenna se sacudió cuando la lengua de Mustang se puso en contacto con


su oreja, y Slade aprovecho la oportunidad para moverse dentro de ella, deslizándose hasta
el fondo de su estrechez.

Sintiéndose como empezaba a deslizarse fuera de ella y como ella se tensaba, Slade
sostuvo sus caderas y empujó un poco más profundo. Sintió la respiración de ella acelerarse.

Slade consiguió desconectar su cerebro por un momento y simplemente sentir lo que


era amar a Jenna por unos momentos breves, momentos felices, hasta que las manos de
Mustang se apretaron a su alrededor y se posicionó para comenzar a moverse también.

Manteniéndose inmóvil y profundo en Jenna, Slade apretó los dientes, preparándose


para lo que él sabía que se avecinaba. El espacio ya apretado dentro Jenna era aún más
estrecho con Slade y Mustang dentro. Mustang comenzó a moverse, lento y profundamente
y con cada golpe se frotaba contra Slade. Separados por solo una pared delgada de músculo,
Slade sintió el roce de la de Mustang contra el interior de Jenna y recordó exactamente por
qué rara vez lo hacían. Estaban demasiado cerca para su comodidad.
Slade llegó a su mano entre las piernas de Jenna, a punto de tratar de que se corriese,
cuando se dio cuenta de las bolas de Mustang estaban prácticamente justo allí. Retiró su mano
y la dejó en la cintura de Jenna en su lugar.

—Haz que se venga, Mustang. Por favor. Necesito sentir algo más que tú estando ahí.

Mustang se rió y deslizó una mano alrededor y hacia abajo para encontrar el clítoris
hinchado de Jenna.

Slade cerró los ojos y se movió en un ritmo contrario a Mustang, decidiendo que las
cosas estaban mejor si el empujaba hacía fuera mientras Mustang estaba dentro, pero una vez
que Jenna se inclinó sobre el pecho de Slade, el sintió el comienzo de un orgasmo sacudir su
cuerpo, nada más importaba. Se agarró con fuerza y disfrutó de la cabalgada, terminando con
una infernal sacudida de cuerpo por el clímax.

Se estremeció y luego se retiró con cuidado, triste por dejar su calor, pero
permaneciendo dentro después de llegar, sintiendo a Mustang frotarse contra él, estaba siendo
demasiado.

Slade se puso aún más triste cuando se dio cuenta de lo que Mustang tenía en mente
ahora que él había retrocedido.

Observó a Mustang sacar y ajustar la posición de Jenna, dándole la vuelta su sobre su


espalda para que ella yaciese en la cama. Mustang le empujó las rodillas hasta el pecho, con
su longitud a punto de nuevo a la entrada que acababa de abandonar.

—Me gusta ver tu cara, cariño.

Jenna trabajó su garganta, tragando saliva cuando Mustang empujó hacia su interior.

—Tú me haces sentir tan condenadamente bien. Necesito moverme más. Quiero
follarte rápido y duro. Eh, Jenna. ¿Por favor? ¿Puedo?

Jenna tomó una respiración profunda y temblorosa.

—¿Podemos utilizar un poco más de lubricante en primer lugar?

Mustang se echó a reír.

—Claro que sí, cariño.

Con algo más que un poco de celos, Slade miró a Mustang sacarla de nuevo y usar
sus dedos para extender más lubricante en el interior del enorme agujero de Jenna, que se
extendía desde su polla. Luego empujó dentro de ella otra vez.
Slade oyó a Jenna tomar aliento cuando Mustang se deslizó profundamente dentro de
su entrada recién lubricada. Desapareció lentamente dentro de su culo mientras ella lo tomó
de nuevo.

Vio la mirada de puro éxtasis en el rostro de Mustang cuando centímetro a centímetro


el cuerpo de Jenna lo envolvió por completo. Entonces los dedos aparentemente talentosos
de Mustang se deslizaron entre sus muslos una vez más y al momento tenía a Jenna
viniéndose otra vez, en voz alta, como él se la follaba, y sí, esta era la única palabra para
describir lo que Mustang estaba haciéndole a Jenna en esa gran cama mientras Slade miraba.

¿Por qué demonios Mustang simplemente no terminaba ya? Mejor aún, ¿Por qué no
podía haber llegado justo cuando Slade lo había hecho?

No estaba seguro de que era peor, verlos juntos o saber lo que estaba ocurriendo
mientras no los veía, Slade finalmente decidió ir al baño para limpiarse. Pero incluso el
murmullo del agua corriendo en el lavabo no cubrió el sonido de cuando su mejor amigo se
vino en el interior de la mujer que Slade quería toda para sí mismo y esto realmente le jodió.
Capítulo 16
Traducido por Auro Kyle
Corregido por Ama

Mustang estiró los brazos por encima de la cabeza y giró lentamente, con la esperanza
de trabajar los problemillas de sus músculos con una noche de sexo pervertido con Jenna
antes de que él montara. No siempre calentaba tanto como debería antes de montar, sobre
todo cuando estaba demasiado ocupado revisando la escenografía. Pero esta noche, sobre
todo porque se trataba de la ronda de campeonato cuando estaba seguro que estarían
enfrentando los toros más rancios en el circuito, Mustang se aseguró de estirar.

Se inclinó hacia un lado y alcanzó a ver el ceño de Slade.

—¿Qué demonios te pasa?

—¡Tú!

—¿Yo? ¿Qué he hecho? —Ahora que lo pensaba, Mustang se dio cuenta de que Slade
había estado extrañamente tranquilo y más malhumorado de lo habitual desde que se habían
deslizado fuera de la cama king-size de Jenna temprano esa mañana.

—Nada, olvídalo —gruñó Slade.

—No, no voy a olvidarlo. Si estás enojado, dime por qué. —Todas y cada una de las
montadas podría ser la última y Mustang no estaba a punto de subir a la parte trasera de un
toro de dos mil libras sabiendo que su mejor amigo no le estaba hablando.

—Está bien. ¿Tenía que... ya sabes... hacer eso con Jenna ayer por la noche?

Mustang frunció el ceño.

—No, no lo sé. ¿Hacer qué? ¿De qué estás hablando?

Cuando un par de otros corredores pasaron por delante, Slade bajó la voz tanto, que
Mustang tuvo que inclinarse más cerca para oírlo.

—¿Tenías que tomarla así? Ya sabes. De esa forma. ¿Y tan duro? Tal vez ella no
quería hacer eso.
¿Qué? Mustang no hacía lo que había hecho con Jenna anoche tan a menudo como le
gustaría, pero aun así lo había hecho antes, y con Slade allí mismo en el viaje, ¿así que cuál
era su problema ahora?

Mustang sospechaba que esto no tenía nada que ver con lo que Mustang había hecho
con Jenna, y todo que ver con la forma en Slade se sentía al respecto.

Todo esto era mentira y Mustang lo sabía. Slade nunca se había preocupado en el
pasado cuando Mustang se deslizó en cualquier lugar, ya sea inmediatamente después de él,
o antes de él, o al mismo tiempo, para el caso.

Mustang podía ver que el verdadero problema de Slade era que se estaba enamorando
de Jenna, pero tenía la sensación de ni siquiera un toro de carga podría conseguir que Slade
admitiera eso.

En lo que él creía que era un volumen apropiadamente discreto, Mustang dijo entre
dientes, —Slade, le pregunté primero y me dijo que estaba bien. ¿Qué más querías que
hiciera? Además de eso, a juzgar por la forma en que se corrió, a ella le gusto. Mientras más
duro y más rápido, mejor, al parecer.

—¡Shh! —Slade miró a su alrededor. Parecía que se estaba resistiendo el impulso de


golpear a Mustang cuando él apretó los dientes y siseo—. Deja de decir mierda como esa de
ella.

Mustang se echó a reír, lo que volvió el rostro de Slade una sombra preciosa de rojo
furioso. Oh, sí. Slade estaba cayendo fuerte y rápido, y Mustang tenía toda la intención de
torturarlo en el camino hacia abajo.

—Bueno. Entonces, ¿qué quieres que diga? —Mustang bajó la voz de nuevo y decidió
empujar a Slade un poco más, sólo por diversión—. Tal vez quieres que empiece a hablar en
código ahora. Aquí, ¿cómo es esto? Ya que ella dijo que su capullo ya había sido desflorado
antes de llegar a ella, me di cuenta que estaba bien si yo disfrutaba totalmente del sabor de
su fruta prohibida. Ya está. ¿Eso fue mejor? Pero espera, estoy mezclando mis, ¿cómo se
llaman? Metáforas. Eso es todo. ¿Nos referiremos a esa parte de la anatomía de Jenna como
una fruta o una flor, qué te parece?

La expresión del rostro de Slade a esa pregunta hizo que Mustang se alegrara de soler
echar un vistazo a las novelas románticas de su madre cuando era un niño para poder ser tan
creativo en su tortura.

—Puedes ser un imbécil. Esa mierda no es mejor así que cállate sobre todo este
asunto. —Slade frunció el ceño.

Mustang sonrió.
—Sí, no pensé que te gustara eso tampoco. Ahora, será mejor que lo superes porque
dejé una entrada para Jenna en la taquilla. Ella prometió que va a estar aquí esta noche y
tengo la intención de aprovechar al máximo lo que es muy probable que nuestra última noche
con ella. ¿Entendido?

Si la teoría de Mustang era correcta y Slade lo tenía mal por Jenna, las cosas solo iban
a ir cuesta abajo para su pequeño trío feliz. Si pensaba que Slade estaba de mal humor ahora,
Mustang podía imaginar lo insoportable que iba a ser cuando Jenna se fuera a Nueva York y
ambos se fueran a casa para la temporada baja.

Iba a ser un infierno largo y horrible en coche de vuelta a casa a Texas con Slade
molesto como una escopeta de montar en el asiento del pasajero.

Chase Reese pasó con su colegial sonrisa habitual y saludo amistosamente a los dos
y Mustang observó el rostro de Slade volverse a un más duro que lo había sido antes. De
hecho, incluso creyó oír un gruñido sordo en el pecho de Slade.

Mustang sonrió. El pobre chico no tenía idea de lo que había hecho. Por simplemente
comprar un par de tragos a una mujer bonita en un bar había probablemente hecho un
enemigo de por vida. Sí, Slade estaba loco, y si no lo pusiera tan condenadamente de mal
humor, Mustang estaría realmente disfrutando ver al poderoso caer. Pero en este momento,
Mustang tenía un paseo en toro de que preocuparse.

—Voy a salir.

—Está bien.

—¿Vienes?

—No.

Muy bien, entonces. Mustang dejo a su amigo malhumorado lamiendo sus heridas en
el vestuario y se dirigió a detrás de las rampas, manteniendo un ojo hacia fuera por Jenna en
las gradas.

Él siguió buscándola en la tribuna de honor, pero para el momento en que los paseos
comenzaron, ella todavía no había aparecido, y Mustang tuvo que preguntarse, si quizás
Slade no estaba loco. Tal vez la habían llevado demasiado lejos la noche anterior y estaba
evitándolos.

Después de haber pasado toda una temporada de trabajo evitando la confrontación


del día después con sus conquistas y las de Slade a toda costa, la ironía del pensamiento de
Jenna evitándolos definitivamente no pasó desapercibida para Mustang.
Mustang lanzo una mirada melancólica más al asiento vacío en la tribuna de honor y
luego fue a buscar su cuerda.
Capítulo 17
Traducido SOS por Lu_Rodriguez
Corregido por Ama

—¡Oye, hola hermosa! ¿Cuándo entraste aquí? —Chase montó la baranda frente al
asiento de Jenna, sonriendo ampliamente.

Jena gimió.

—Lo sé, estoy tarde. Tuve una cena a la que no podía faltar. Vine tan pronto como
pude.

—¿Tus amigas no están contigo? Los chicos van a estar decepcionados.

Jenna rió.

—Estoy segura de que lo estarán. Pero lo siento, no les dije que iba a venir.

—¿El libro secreto? —Chase bajó su voz con complicidad.

—Sí.

Algo pasando en el centro de la arena llamó la atención de Jenna. Chase siguió su


mirada y luego la miró de nuevo a ella.

—¿Qué ha conseguido fruncir tu ceño así, hermosa?

Jenna no se había dado cuenta de que había estado frunciendo el ceño. Tenía que
intentar recordar dejar de hacer eso antes de que llegaran las arrugas.

—¿Qué está pasando ahí? —Jenna asintió en dirección a la línea de jinetes que se
formaban en el centro de la arena—. ¿Es como una entrega de premios?

Chase rió.

—No. Es la preliminar. Los primeros quince pilotos van a escoger que toro quieren
montar en la marcha corta del campeonato. No puedo quedarme aquí mucho tiempo, tengo
que estar en esa línea también. Solo quería decir hola.

Ella vio a Slade encabezando la fila. Decir hola era más de lo que Slade se había
molestado en hacer. Incluso si había llegado tarde, aún pensarías que él y Mustang al menos
habrían saludado con la mano o algo así.
Deben haber notada su eventual llegada. Chase lo había hecho.

Sofocando un mohín ante eso, Jenna reunió una sonrisa para Chase.

—Gracias. Eso es dulce de tu parte. Pero pensaba que a los chicos se les asignaba qué
toros montar.

—Eso se llama el sorteo, pero es para la ronda larga. Para la ronda corta, los mejores
jinetes pueden elegir.

Hmm. Tenía sentido. Un poco.

—Así que te gustaría elegir el toro más fácil para que no te caigas, ¿no?

Chase la miró como si le hubiera crecido otra cabeza.

—¡Claro que no! Uno trata de escoger el toro más reacio de manera que obtendrá una
mayor puntuación. Los jueces no dan puntos por uno fácil.

—Ah. —Este deporte era mucho más complicado de lo que había pensado al
principio. De hecho, probablemente había hecho la cosa más estúpida jamás haciendo a su
héroe un jinete de toros, no es que su libro vaquero volviera a ver la luz del día. Estaba
considerando seriamente el descartar todo su proyecto.

Pero si hacia eso, ¿luego qué? Si dejaba de ser escritora, ¿cómo sería? Claro ella
diseñaba gráficos por otro lado para hacer algo de dinero extra, pero su corazón estaba en
escribir… o por lo menos solía estar.

Jenna sintió el surco en su frente de nuevo ante aquel pensamiento y resistió la


tentación de suavizar las arrugas con su mano. En su lugar, miró hacia arriba a Chase cuando
recordó que él tenía que montar dos toros está noche para ganar el novato del año.

—¿Ya montaste esta noche?

Su rostro casi brilla mientras respondía.

—Sí, señora. Tengo un ochenta y nueve.

Ella sonrió como si supiera qué significaba ese número.

—¡Bien por ti! Tienes que montar una más para conseguir la hebilla, ¿verdad?

Chase sonrió amplio.

—Sí, solo tengo que montar uno en la ronda corta.


—Pero espera… entonces tú no deseas elegir un toro fácil en el sorteo, es decir la
preliminar. ¿No te gustaría elegir un toro fácil para así tener una mejor oportunidad de
permanecer encima?

Chase rodó los ojos.

—No hay toros fáciles en la ronda corta, Jenna. Estos son los toros más reacios en el
circuito. Algunos de ellos van para el Toro Del Año.

¿Toro Del Año? Jenna sofocó una risa ante esa revelación. Luego se ahogó el temor
de que cuanto más aprendía, más se daba cuenta de que no sabía.

—Ten cuidado, ¿de acuerdo? No elijas uno demasiado reacio. —Y si esa no era la
palabra más espantosa que había oído en su vida, no sabía lo que era, pero el uso de ella le
valió una sonrisa de Chase.

—No lo haré, Jenna. Lo prometo. Además, los jinetes que encabezan pueden escoger
primero y van a tener los toros más reacios antes de que yo llegue allí. —Él miró el centro
de la arena—. Voy a tener que irme pero ¿sabes qué me haría montar mucho mejor?

Sospechando, Jenna preguntó dubitativa—: No. ¿Qué seria eso?

—Un beso de la chica más guapa de aquí.

¿Cómo podía un chico lucir tan inocente y tan pecador al mismo tiempo? Pero
teniendo en cuenta cuan dulcemente le había preguntado, ¿cómo podía decir que no?

Además, la forma en que Slade y Mustang la estaban ignorando, no era como si


estuvieran actuando como si les interesara qué hacia ella o con quien, incluso después de
todo lo que habían hecho juntos la noche anterior. Sus mejillas se calentaron al recordar a
Slade debajo de ella, deslizándose dentro mientras Mustang iba detrás, enredándose
profundamente dentro de ella… Jenna sacudió ese recuerdo lejos.

—Está bien, pero solo uno rápido. En la mejilla —añadió rápidamente.

—¡Suena bien! —Chase se dobló más cerca cuando Jenna se inclinó hacia delante,
pero su objetivo se desvió y Chase no ayudo volviendo la cabeza para asegurarse de que
seria, y el beso aterrizó justo en los labios.

El rostro de Jenna se sintió en llamas mientras miraba alrededor para ver quien lo
había notado mientras Chase saltó al suelo, sonriendo.

—Ahora, definitivamente voy a ganar el novato del año.

Ella no pudo evitar sonreír. Poniendo los ojos, lo envió a escoger su toro con una
despedida,
—Me alegra poder ayudar.

Como el primer lugar en la clasificación de los jinetes bromeó con el locutor y


discutían qué toro elegirían para la ronda corta, Slade cometió el gran error en dejar que su
mirada se extraviara en la gradas.

Con el ceño fruncido ante lo que vio, Slade dijo.

—Jenna está aquí.

Mustang, de segundo en la línea de jinetes detrás de Slade, se giró para mirar.

—He estado revisando toda la noche y ella no estaba allí.

—Está aquí ahora.

Mustang miró a la gradas.

—¿Dónde está ella?

Slade resopló una carcajada amarga.

—Justo detrás de Chase Reese, ahí es donde está.

—¿Qué? —Mustang debió haberla visto por fin también, solo cuando Chase se
inclinó y la besó—. Que me condenen. ¡Mira eso! Este chico no se rinde, ¿verdad?

—Con la forma en que ella lo está alentando, ¿por qué debería renunciar? —Slade
adivinó que Chase sería el único en la cama grande de Jenna esa noche. Con ese pensamiento,
se preguntó con enojo si la limpieza había cambiado las sabanas de Jenna manchadas de
lubricante o si Chase tendría que revolcarse en ella sucias.

Chase, aparentemente besando a Jenna, corrió hacia el centro de la arena y tomó su


lugar cerca de la parte posterior de la línea mientras era el turno de Slade de subirse a la
plataforma del locutor y escoger su toro.

—¡Slade Bower! Entraste en esta competición clasificado con el número tres en el


mundo, vas a entrar a la ronda de campeonato de la temporada final en la posición de número
dos. Dado cuan apretada es la clasificación, la posición de número uno está en juego y al
alcance para ti. Tienes experiencia con algunos de los toros en esta preliminar. ¿Cuál vas a
elegir esta noche?
Un micrófono fue empujado delante de su rostro mientras el anunciador ángulo la
lista de quince toros hacia Slade, no tenía que verla. Solo un toro había sido tachado de la
lista hasta el momento, el toro que el jinete número uno había elegido.

Slade había estudiado la lista de nuevo en el vestuario, y había tomado la decisión


allí, pero no dijo el nombre que había circulado en su propia lista. En su lugar, se oyó decir—
: Voy a tomar a Ballbreaker.

—¡Ballbreaker! Esa es una decisión audaz, Slade. Ese toro es de no montar luego de
dieciocho veces fuera. Él se resistió al jinete número uno la primera noche de esta serie.

—Sí, señor.

El locutor rió.

—Está bien, entonces. Slade Bower toma a Ballbreaker.

Slade se quitó el sombrero, dio media vuelta y caminó de regreso por las escaleras,
notando la mirada de sorpresa en el rostro de Mustang.

—¿Estás loco? —siseó Mustang cuando Slade pasó. Él hizo una pausa, a medio paso.

—Lo siento, ¿lo quieres?

Mustang frunció el ceño.

—¡Por supuesto que no! —luego Mustang fue llamado a la plataforma y las bromas
del locutor para el público continuaron.

Con su elección hecha, Slade tenía que montar a Ballbreaker al timbre. Pan comido.

Slade pasó por delante de los jinetes al final de la línea, incluyendo a Chase. Se detuvo
ante lo que vio.

—Tienes lápiz labial en la cara.

El novato ni siquiera tuvo el buen sentido de parecer avergonzado. En su lugar, Chase


se limpió la boca con el dorso de la mano y sonrió a Slade.

—Gracias.

Slade gruñó su respuesta a las gracias del chico, pero estaba bastante seguro de que
lo que salió sonaba más como un gruñido.
Capítulo 18
Traducido por Jeni♥
Corregido por mayelie

—¿Sabes lo que estás haciendo?


Slade frunció el ceño y miró a Mustang.
—¿De qué hablas?
—¡Ballbreaker! ¿Qué demonios Slade? ¿Qué pasó con One-Night Stand? Él estaba
en esto para la ronda corta, ya lo has montado, y obtuviste una puntuación de noventa puntos
sobre él.
Algunos días simplemente no había manera de hacer feliz a Mustang, suspiró.
—Sí, bueno, tú deberías estar feliz, no lo pedí para la ronda, tú podrías hacerlo.
Entonces ahora lo tienes y podrías obtener la mayor puntuación.
Mustang sacudió la cabeza.
—No sé qué es lo que quieres probar afuera.
La voz del anunciante le llamó la atención.
—Chase Reese, como el novato del año, llega a Good Night Ladies.
Frunció el ceño, todo su concentración se enfocó en el novato subiendo por la rampa.
—No quiero probar nada. Ahora cállate. Estoy intentando ver.
Mustang siguió su mirada.
—¿Esto es sobre Chase? ¿Estás loco?
Estando más interesado en ver al bastardo que había besado a Jenna en su paseo, no
contestó, pero inmediatamente saltó sobre la barandilla para tener una mejor vista.
Finalmente, afortunadamente, fuera del tema sobre la elección sobre toros de Slade
por un segundo, Mustang trepó junto a él mientras la puerta se abría y el toro con el jinete
salían.
— Chase en vez de ser el mejor vestido debería mejorar su montada si quiere una
puntuación más alta que un ochenta sobre todo con el toro yendo en contra como lo está
haciendo esta noche.
—Tal vez él debería haber elegido un mejor toro. —Levantó una ceja y le dedicó una
mirada a Mustang.
Mustang resopló.
—¿Dices uno como Ballbreaker?
Se encogió de hombros
—La puntuación no importa de todos modos, si él cubre la cabalgata, gana la hebilla
de novato —señaló Mustang
Centrado en la acción ocurriendo en la arena, dejó de oírlo mientras el toro seguía
persiguiendo a Chase.
Entrando al paseo del niño, Mustang comenzó a comentar a su lado. Empezó bastante
suave, pero terminó gritando, molestándolo aún más.
—El toro está más lento. ¡Estácalo, Chase! ¡Sí, eso es! —Mustang lo manoteó en el
brazo—. Chase luce asombroso. Ese muchacho hace todo correctamente.
—Sí, lo que sea. —Su lado competitivo dio una patada mientras Chase lo sostenía,
estimulando al toro con la superficie de su pierna para mantenerlo doblado hacia la derecha,
intencionalmente mostrando un poco de luz entre la pierna y el toro mostrándose para el
paseo.
El novato lucía perfecto, hasta zumbó cuando saltó, aterrizando en sus pies con una
sonrisa.
Sí, Chase era del tipo que siempre aterrizaba sobre sus pies. Odiaba eso.
—Ochenta y ocho punto cinco —anunciaron por el parlante a la multitud.
—¡Ooh! Esa es una buena puntuación.
—Sí —refunfuñó—. Considerando que era el toro más fácil en la preliminar, —y el
miserable niño ni siquiera se ensució para embestirlo.
—Ningún toro de la ronda corta es fácil. Y tú sabes eso. Good Night Ladies estaba
teniendo una mala noche, pero Chase lo logró. Tienes que reconocerlo.
Se alejó de la arena mientras que Mustang a su lado seguía hablando sobre Chase. Lo
ignoró mayormente hasta que le sacudió el brazo.
—Hey, Slade. Jenna nos está saludando.
Jenna. Perfecto. Seguro vino a saludar a Chase.
—¿Sí, entonces?
—Dado que no tenemos tiempo para despedirnos antes de que viaje, sería bueno si la
saludaras ahorita —Mustang le frunció el ceño.
Se bajó de la barandilla, sin intención de mirar en su dirección.
—Voy a estirar.
Mustang se bajó siguiéndolo, sacudiendo su cabeza.
—De verdad espero que Ballbreaker sacuda ese mal humor tuyo.
Como Slade vio a Chase corriendo hacia el asiento de Jenna en las gradas y a ella
saltando para abrazarlo, decidió que ni siquiera Ballbreaker podría con esa importante
misión.
Las rondas cortas en las finales siempre fueron rápidas. Estar entre los primeros
quince jinetes, montar los mejores toros de la temporada, no había rodeos en las rampas.
Todo el mundo, humano o bestia, apenas entraban tenían el derecho de trabajar.
En lo que parecieron solo minutos, los otros trece jinetes, incluyendo Mustang, habían
pasado, y ahora era su turno en la arena.
—Bueno gente, Slade Bower comenzó la temporada llevando en número nueve en su
espalda, después de obtener el ese puesto a nivel mundial la temporada pasada. Ha trabajado
al respecto para comenzar esta serie de campeonato en la posición número tres de la
temporada y el segundo lugar este campeonato, y si él puede conseguir una buena
clasificación con su cabalgata en la ronda corta esta noche, se podría ganar el número uno en
su chaleco cuando regrese el próximo año. Pero de pie en su camino se encuentra
Ballbreaker. Dieciocho veces sin poder dominarse, este toro venció al mejor amigo de Slade,
Mustang Jackson, en la ciudad de Kansas la semana pasada.
Slade trabajaba para poder desconectarse de su entorno, tanto el eco de la voz del
anunciador como del hecho de que Jenna, cuyo brillo labial se había untado sobre toda la
boca de Chase Reese, no estaban sentados lejos de él, justamente detrás de las barandas.
Mientras trepaba sobre la baranda de la encorvada rampla, Mustang estaba ahí justo
a su lado.
Aun usando su chaleco cubierto de polvo de estar saltando en One-Night Stand
después de una asombrosa cabalgata, Mustang seguía evaluando para ver qué era lo que había
de malo con el cerebro de Slade desde el momento que él decidió elegir a Ballbreaker para
esto.
—Recuerda que este toro no deja de cambiar. Va a ir bien a la primera, pero entonces
va a revertirse y va a ir por la izquierda, entonces arremete directamente. De eso es lo que te
tienes que preocupar. La forma en que chasquea su espalda...
Asintió.
—Okey, Mustang, lo tengo. Te escuché las dos primeras veces que me lo dijiste.
Con la cabeza hacia abajo, sacó la cuerda y la envolvió con fuerza alrededor de su
guante. Se colocó el sombrero con su mano libre. Sujetó las piernas contra los lados del toro
y asiente. La puerta se abrió de golpe y se fueron alejando.
Tacones adentro, dedos de los pies hacia afuera, se preparó para el primer ataque de
Ballbreaker. Tironeó hacia abajo, se quedó sobre el toro incluso con sus potentes chasquidos
y giros.
Cuando habían pasado ocho segundos que se habían sentido más como ocho minutos
Slade hacia correcciones de su posición, cuando oyó finalmente el zumbido, justo cuando
Ballbreaker sacudió su trasero tan duro hacia el aire que voló y pasó por encima de sus
cuernos.
Atrapado con su cuerda bien apretada, quedó colgado como una muñeca de trapo con
una sola mano. Estaba consciente de los movimientos bruscos del toro cuando intentaba
liberar su mano de la cuerda. Sabía que tenía que mantenerse de pie incluso mientras
Ballbreaker continuaba sacudiéndose y dando vueltas, arrastrándolo con él.
Sentía su mano intentando liberarse de la cuerda mientras que el toro saltaba,
tirándolo por el aire sobre sus pies. Cuando aterrizó en la tierra sobre su trasero, su mano aún
atrapada, vio pezuñas y cuernos viniendo hacia él.
Volteó su cabeza, y por primera vez en mucho tiempo, rezó.
Con todo borroso, le parecía que su brazo estaba siendo sacado fuera de su órbita, a
continuación fue que estaba acostado en el piso sobre su espalda, mirando el resplandor de
las luces de la arena con ninguna idea de cómo había llegado a esa posición. Sintió algo
caliente en su ojo y gasa presionándose contra su cabeza.
El equipo de medicina deportiva lo rodeaba, haciéndole preguntas, pero parecía estar
más allá para responderles en ese momento.
—¿Puedes decirme donde te duele?
¿Dónde no duele? Comenzó a reírse, pero luego se dio cuenta de que dolía mucho
como para hacerlo.
Cuando no contestó, el médico le preguntó otra vez, y esta vez respondió.
—Todo. —Con esa respuesta tan vaga, el doctor cambió de técnica y lo hizo más
específico.
—¿Puedes mover tu pie?
¡Oh Dios! ¿Ellos piensan que estoy paralizado? Horrorizado por ese pensamiento, se
concentró y movió primero una pierna, doblándola por la rodilla, y después la otra.
—Sí.
—Okey, bien. ¿Tu cuello te duele?
Negó lentamente, lo que lo hizo sentir como si en su cabeza hubiera un destornillador
atascado detrás de su ojo, pero al menos su cuello no le dolía...o al menos no tanto, por lo
menos.
Ese pequeño movimiento parece que los hizo felices. El doctor se movió para hacerle
otras preguntas considerando que el examen físico había terminado. Mientras tanto, todo lo
que de verdad quería hacer era cerrar sus ojos por un momento. La tierra era suave y fresca
y de verdad servía para ser una cama en un apuro. Si solo lo dejaran en paz y solo podría
descansar.
—¿Puedes decirme tu nombre? —escuchó la pregunta vagamente como si estuvieran
en algún lugar distante.
Cuando no respondió de inmediato, su mejilla fue cachetada suavemente. Con el ceño
fruncido, abrió sus ojos y respondió:
—Slade Bower.
—¿En qué ciudad estamos?
—Kansas... no, Tulsa. —Esperando que esa respuesta significará que ya habían
acabado con las preguntas, se decepcionó cuando el doctor siguió preguntándole.
—¿A qué toro montaste esta noche?
Esa sí era fácil.
—¡Ballbreaker!
El doctor sonrió ligeramente.
—Sí, lo hizo. ¿No?
—Sí —dejó escapar una pequeña risa. Dándose cuenta de inmediato que fue un gran
error porque comenzó a dolerle todo—. ¿Cuál fue mi puntuación?
El doctor comenzó a reír otra vez.
—Cuando comienzan a preocuparse por su puntuación, es cuando sé que ya están
bien. Nosotros la buscaremos por ti en un segundo. ¿Quieres intentar sentarte o quieres
esperar a una camilla?
Obstinado hasta la médula, dijo:
—Sin camillas —pero eso significaba que tenía que sentarse, y varias manos
empezaron a tirar de él para levantarlo de la tierra y ahí se dio cuenta de su brazo de jinete,
colgado muy dolorosamente, estaba inútil—. Mi brazo...
—Sí, esta dislocado. Vamos a que te lo arreglen en la parte posterior.
Genial. Eso siempre era divertido.
Ya sentado trajo a la luz nuevos dolores. Dejó salir un resoplido de aire por el dolor.
—Creo que tengo las costillas rotas.
El doctor asintió.
—Sí, no estaría sorprendido. Conseguiste una buena pisoteada. Podrías necesitar unos
puntos de sutura en esa herida de la cabeza y apostaría a que tienes una muy buena contusión
también.
Dejó salir una risa seguido por un gemido.
—Oh. Supongo que eso es una buena cosa, así tendría unos meses de descanso ¿No
es así?
El doctor sonrió.
—Debido a que esta no era la última cabalgata de la temporada tú tendrías que estar
montando un toro la próxima semana, ¿No es así?
Le sonrió de vuelta.
—Demonios. ¡Sí!
Sacudiendo la cabeza, el doctor envuelve su brazo alrededor de su cintura,
apoyándolo igual que el público en la arena, se dio cuenta de que hasta este momento estaba
increíblemente silencioso, de repente estallaron en aplausos.
Mustang estaba justo a su lado desde el momento en que dejaron la arena, bajando
por el pasillo largo y aparentemente interminable a la sala llena de camas y la mitad estaba
llena por los jinetes de toros que estaban siendo atendidos por la enfermera con diversos
grados de lesiones.
Mustang dio un vistazo rápido a la sala.
—Parece que los doctores han tenido sus manos llenas esta noche.
Ayudándolo a subirse a una cama disponible, el doctor asintió, riendo.
—Siempre cuento con ustedes muchachos para que me mantengan ocupado. Eso es
una buena cosa, ya que mi señora tiene la vista puesta en un nuevo carro. Te voy a dar algunos
relajantes musculares, y entonces podremos poner ese hombro otra vez en su posición.
A medida que el médico se alejaba. Mustang le levantó una ceja.
—Buena montada.
Se rió, agarrándose las costillas.
—Sí, hasta el final.
Mustang dirigió su vista al televisor que se encontraba en la esquina.
—Parece que terminaste de segundo lugar.
—¿Segundo? —Puso mala cara.
Mustang asintió.
—Sí, Jorge lo hizo muy bien también. Mantuvo el primer puesto, incluso con tu
puntuación de noventa punto cinco en la ronda corta.
Sonrió.
—¡Noventa punto cinco! Te dije que Ballbreaker no era una mala decisión.
Dando un paso hacia atrás para que el doctor pudiera ofrecerle a Slade las pastillas,
Mustang dijo:
—Vamos a ver si sigues sintiendo lo mismo después de que el doctor te sacuda el
brazo para volverlo a poner en su lugar.
Slade fue a encogerse de hombros y se dio cuenta que no podía.
—No sería la primera vez.
Asintió.
—Tampoco la última, si Dios quiere.
—Si Dios quiere —estuvo de acuerdo, y con unas rápidas palabras silenciosas
agradeció por la bendición de poder caminar una vez más.
Capítulo 19
Traducido por Covibg
Corregido por mayelie

Jenna se abrió paso entre las rodillas de las personas de su fila, tropezó con los pies
de alguien en su lucha para bajar a donde se acababan de llevar a Slade apenas un minuto
antes. Sí, él había estado de pie cuando se lo llevaron, pero sólo debido a los dos hombres
que lo agarraban a cada lado mientras se aguantaba un brazo mientras que un tercer hombre
presionaba contra la cabeza de Slade un paño que se iba empapando de sangre.
Las lágrimas desdibujaban sus ojos y su corazón latía tan fuerte que ahogaba el ruido
de la multitud, Jenna giró la cabeza hacia Chase. Agarró sus dos brazos.
—Jenna. ¿Qué te pasa?
—¿Qué que me pasa?
¿No había visto Chase a Slade siendo arrastrado debajo del toro? ¿No le había visto
quedarse ahí quieto después de que el animal se abalanzó sobre él?
—Tengo que llegar a Slade.
—Está con el equipo de medicina deportiva.
Chase no le soltó los brazos, pero la sostuvo incluso mientras ella luchaba para
empujar más allá de él para ir a buscar a Slade. Entonces los ojos de Chase se abrieron
mientras la miraba a la cara.
—Dios mío. ¿Estás con Slade?
Sin preocuparse por los detalles, Jenna logró asentir.
Podía ver como todas las piezas comenzaron juntarse en el cerebro de Chase.
—Por eso estás en los asientos VIP. Es por eso que en el bar dijiste que no estabas
realmente disponible.
Chase dejó de agarrarle los brazos y se pasó una mano por la cara.
—¡Santo cielo! Te besé. ¡Mierda! Besé a la chica de Slade Bower.
Chase paseaba en un círculo cerrado.
—Jenna! ¿Por qué no me lo dijiste?
—Porque es más complicado de lo que te puedes imaginar.
Dejó escapar un suspiro de frustración.
—Escucha. ¿Me puedes llevar con él?
—No me extraña de que pareciese tan enfadado durante el preliminar después de que
te besé. Tengo suerte de que no moliera a golpes.
—Chase. ¡Para!
Jenna se debatió en qué decir y finalmente soltó:
—Slade y yo no vamos en serio así que no te preocupes. ¿Vale? —Mmm,
pronunciado en voz alta la verdad duele más de lo que había previsto.
—¡Slade seguro como el infierno que se puso serio cuando vio tu lápiz labial en mi
cara durante la preliminar!
Jenna decidió que Chase estaba yendo demasiado lejos con su culto al héroe de Slade
para pensar con claridad. Renunció a tratar de hacer que se sintiese mejor mientras estaba
demasiado alterada para pensar en sí misma, se dio la vuelta. Su intención era seguir la misma
sala en la que había visto a Slade desaparecer y tratar de encontrarlo.
Estaba a punto de iniciar sola la búsqueda cuando un hombre que llevaba una especie
de tarjeta de identificación alrededor de su cuello y un sombrero de vaquero en la cabeza se
colocó delante de ella.
—¿Dónde cree que va, señorita?
Tal vez si ella actuase como si perteneciera allí, la dejaría pasar. Llevando a cabo su
dura actitud de New Yorker, Jenna anunció con tanta autoridad que pudo reunir en el
momento.
—Voy a ver Slade Bower.
—Sólo los miembros de la familia se les permite ir allí. ¿Es usted familiar?
Jenna se debatió entre que mentira usar. Es mi hermano, se le paso por la cabeza, pero
ella no sabía si Slade tenía una hermana o si este tipo lo sabría.
—Está bien. Ella es su novia. —Chase dio un paso detrás de ella.
Cuando el hombre levantó una ceja dubitativa, Chase continuó.
—¿No ves que está en los asientos VIP? La seguiré y me aseguraré de que llegue a
donde tiene que ir, si tú quieres.
Esa promesa les consiguió un movimiento favorable de cabeza y el hombre se apartó
de su camino.
Aliviada finalmente de poder continuar, Jenna miró a Chase mientras se abrían
camino por un largo pasillo.
—Gracias. Te debo una.
Chase dejó escapar una carcajada.
—Dile a Slade que no me mate por besarte y estamos en paz.
Entraron en una habitación llena de lo que parecía camas o mesas de examen. Vaqueros en
varios estados de desnudez descansaban en algunas de ellas.
Recorrió todas las caras de forma rápida hasta que encontró la de Slade, estaba pálido
sobre la mesa, inmóvil, con los ojos cerrados. La camisa manchada con la sangre de su herida
en la cabeza estaba arrugada en una bola sobre la mesa con él.
¿Por qué nadie lo atiende? Jenna tragó saliva con miedo. ¿Y si tenía lesiones internas
y nadie lo estaba vigilando? ¿Y si estaba muerto y nadie se había dado cuenta todavía? Ese
pensamiento casi la hizo desmayar.
Dio un paso más cerca, temblaba tanto que apenas podía estar de pie. Comenzó a
sentirse mareada y todo se volvía negro, oyó las botas en el suelo de baldosas. Ella se giró
para mirar la puerta y vio como un rostro familiar apareció.
—¡Mustang!
Empujó pasando a Chase y se arrojó hacía Mustang. Todo el horror de ver a Slade
siendo pisoteado, de aguantar la respiración, el silencio sepulcral en la arena mientras
esperaba junto a miles de personas para saber si todavía estaba vivo, ahora el miedo de que
este inconsciente, posiblemente muerto, en el trayecto el parecía tan horrible... todo
finalmente llegó a un punto crítico y se puso histérica, llorando en los brazos de Mustang. La
sacó al pasillo y no protestó.
Una vez fuera le dijo:
—Shh. Está bien, cariño.
Apenas coherente, le preguntó:
—¿Qué le pasa?
—¿A Slade? Va a estar bien.
¿Bien? No se veía bien. Tragó el nudo en su garganta.
—Parecía... muerto. —Mustang sonrió de modo tranquilizador.
—No está muerto, cariño. Está durmiendo. Estaba roncando antes cuando me fui. No
hay nada malo con él que no se cure.
Jenna dejó caer la cabeza sobre el pecho de Mustang y lanzó una carcajada de alivio
en medio de sus lágrimas.
—Gracias a Dios. Estaba muy preocupada. Cuando lo vi con ese toro.
Jenna estaba a punto de lanzarse a preguntas más específicas sobre las lesiones de
Slade cuando de Chase dio un paso adelante.
—Escucha, Mustang. Tengo que pedir disculpas, hombre. No tenía ni idea de que ella
estaba con Slade. Honestamente. Si hubiera sabido que Jenna era su novia, nunca me hubiese
acercado a ella. Ya sabes que respeto Slade más de lo que puedo decir. Los admiro chicos.
Mustang arqueó una ceja mientras miraba a Jenna, antes de responder a Chase.
—Relájate, chico. Está bien. En serio.
Chase parecía un niño que acababa de ser perdonado por el robo del tarro de las
galletas de la cocina.
—¿De verdad?
—Sí. Tú y yo estamos bien. No te preocupes.
Vacilando, Chase miró a la puerta que acababan de salir e hizo una mueca.
—¿Qué pasa con Slade? Estaba bastante enfadado conmigo durante el rodeo.
—Le contaré lo que has dicho. Va a estar bien.
Dejó escapar un gran suspiro, parecía aliviado.
—Bueno. Gracias, hombre. Mmm, me voy a ir. Tienen que hacerme una entrevista.
—Sí. Felicitaciones por el Novato del Año, por cierto.
—Gracias.
Avergonzado y arrepentido, Chase miró por última vez a Jenna y luego salió por el
pasillo, Mustang se giró para preguntarle a Jenna:
—Así que... ahora eres la novia de Slade. ¿Eh?
Mustang le pasó una mano por la espalda arriba y abajo consolándola, parecía
divertido. Todavía temblorosa, Jenna sacudió la cabeza ante Mustang.
—Nunca dije eso. Chase lo asumió. Yo no podía explicarle exactamente la verdad.
¿Ahora puedo hacerlo?
—No. Supongo que no. Está bien. Mis sentimientos no se hieren tan fácilmente. Estoy
seguro de que si yo estuviese en esa cama en vez de Slade, estarías igual de preocupada.
Mustang alzó una ceja de interrogación, esperando su respuesta. Pero no estaba de
humor para bromas. Todo lo que quería hacer era ir de nuevo a ver Slade y que abriese los
ojos para demostrar que no estaba muerto.
—¡Por supuesto que estaría igual de preocupada por ti!
—Oh, sí, estoy seguro.
Perdiendo la paciencia, ella escupió:
—¡Es cierto!
—Lo sé, cariño. Sólo estaba bromeando.
Mustang sonrió mientras pasaba las manos por su espalda, finalmente colocando una
a cada lado de su cara mientras bajaba la cabeza la besó suavemente. Jenna se apartó y le
frunció el ceño.
—Mustang. Slade podría haber muerto. No estoy de humor para esto ahora.
—Te lo dije, Slade va a estar bien. Puede estar fuera de servicio de momento para lo
que tengo en mente para ti y para mí, pero está bien. —Se empujó más cerca de ella,
mordisqueándole brevemente una de sus orejas.
—Mmm. Me preocupaba que no vinieses esta noche has llegado tan tarde. Sin
embargo, me alegro de que estés aquí ahora.
La boca de Mustang cubrió la de ella otra vez, antes de que ella lo rechazara.
—No puedo hacer esto.
Miró hacia la puerta de la habitación donde yacía inconsciente Slade.
Con los labios trazándole un camino por su garganta mientras sus manos se dirigían
a su trasero, Mustang le dijo:
—Sé que estás preocupada, pero no es necesario. Sólo está durmiendo. Slade duerme
como un tronco con normalidad, y entre estar agotado por la noche anterior pasada contigo
y aturdido por los relajantes musculares que le dio el médico, está totalmente fuera de
combate. Va a estar desconectado alrededor de un par de horas. Puede unirse a nosotros
después de la segunda ronda.
Jenna se agachó y se quedó quieta al lado de Mustang, cuando una mano se dirigió a
la entrepierna de sus pantalones vaqueros.
—En serio. Mustang. Ahora no. Se sentiría como... no sé... como que estamos
engañando a Slade.
Mustang se retiró y miró a Jenna detenidamente.
—¿De verdad? ¿Eso es lo que sientes?
Se encogió de hombros.
—Sí.
Pareció sorprendido. Dejó escapar un suave:
—Mmm. Interesante.
Jenna frunció el ceño.
—¿Por qué? ¿No te sientes de la misma manera?
Mustang se rió y bajó la mirada hacia el gran bulto en sus pantalones vaqueros.
—No exactamente, no.
Dejó escapar una risa que no sabía que tenía en ella.
—Ya lo veo.
Uno de los jinetes llegaron al final del pasillo y Jenna se retiró de Mustang. Si se
suponía que debía ser la novia de Slade, no debía estar presionada contra Mustang. Levantó
la vista para encontrar Mustang observándola de cerca otra vez.
—¿Quieres que te lleve de vuelta al hotel?
No. Ella quería ver a Slade.
Jenna volvió a mirar la puerta, pero antes de que pudiera decir nada, Mustang
continuó:
—Van a llevarlo al hospital en unos pocos minutos.
—¿Al hospital? —Chilló—. ¡Tú me dijiste que estaba bien!
—Para algunas radiografías —dijo, interrumpiendo su siguiente análisis—. Tú no
quieres quedarte a esperar. Sólo Dios sabe cuánto tiempo van a necesitar. Va a estar en mejor
forma mañana. Lo puedes ver entonces.
—Me voy mañana.
La realidad de lo que significaba la golpeó duramente. Mañana se iría y posiblemente,
probablemente, nunca volvería a ver Mustang o a Slade de nuevo.
—¿A qué hora es tu vuelo?
—Cogeré un taxi para el aeropuerto a las diez.
—No lo harás. Te llevaremos.
De alguna manera eso hizo que Jenna se sintiera mejor. ¿Por qué? No lo sabía, ya que
se iba y probablemente nunca volvería a verlos. Por lo menos la llevarían al aeropuerto y
podría ver por sí misma que Slade estaba bien... o que por lo menos no había muerto.
—¿Slade estará bien para sentarse en el coche?
—¿Slade? —Mustang rió— Cariño, si esta no fuera la última noche, estaría en la parte
posterior de un toro de nuevo mañana. Infierno, yo también lo haría si fuese yo. Los jinetes
de toros somos duros.
Otro jinete pasó cojeando por delante, resumiendo vívidamente su viaje a otro
vaquero y riendo, incluso mientras una bolsa de hielo estaba atada con una gasa a su hombro,
Jenna comenzó a apreciar lo duros que eran.
—Así que, ¿Me dejarás que te lleve a tu hotel?
—¿Vas a anotar mi número de móvil y llamarme si algo cambia con Slade? —
Mustang sonrió.
—Claro que sí. Con mucho gusto voy a anotar tu número de teléfono, cariño. —Jenna
puso los ojos y el añadió—. Por Slade. Lo Prometo.
—Que no se te olvide, puedes llamar al hotel y que te pasen a mi habitación, si por
alguna razón mi móvil no tuviese señal. ¿De acuerdo? Por si acaso. —Sin dejar de sonreír,
Mustang asintió.
—Sí, señora. Creo que puedo hacer eso.
Con una última mirada hacia atrás donde estaba la puerta de la habitación, Jenna
suspiró y finalmente asintió.
—Está bien.
Capítulo 20
Traducido por Kenia20
Corregido por Marisaruiz

Slade abrió la puerta del tráiler, y lentamente entró con un gemido.

—Dios. Siento como si hubiera sido atropellado por un tren.

—Toro. Tren. Da lo mismo. —Recostado en la cama, Mustang le sonrió abiertamente


a Slade—. Entonces, ¿qué han encontrado en el hospital? ¿Algo?

—Nada que ya no supiera. Un par de costillas fracturadas. Conmoción. Lo usual.

Mustang señaló la venda en la frente de Slade, donde una pezuña lo había golpeado
en algún momento, mientras Ballbreaker le estaba dando una paliza.

—¿Necesitaste puntos para eso?

Slade se apoyó en el borde de los armarios, seguro que se veía tan agotado como se
sentía.

—No. Me pusieron algún tipo de apósito líquido.

—Eso está bien. No querrás una cicatriz que arruine esa bonita cara tuya. —Con eso,
Mustang osciló las piernas desnudas hacia el suelo, sacó un pedazo de papel del bolsillo de
sus vaqueros, que estaban allí tirados, y se lo acercó a Slade—. Esto es para ti.

Slade frunció el ceño al número de teléfono garabateado.

—¿Qué es esto?

—El número de teléfono de Jenna. Pensé que quizás te gustaría tenerlo.

Slade miró fijamente a la hoja de papel por un segundo. Cuando levantó la vista,
Mustang lo estaba mirando.
—Entonces, ¿hablaste con Jenna?

—Sí. De alguna manera, regresó al hospital para verte. No estoy seguro exactamente
de como paso, pero parece como que consiguió atravesar los controles diciendo que era tu
novia. —Alzó una ceja y esperó, mientras esa declaración captaba la atención de Slade.

—¿Lo hizo?

Mustang asintió.

—Sí. Oh, y por cierto, hablé con Chase, y el chico quiere que sepas, y cito, que si él
hubiera tenido idea de que Jenna estaba contigo, no se habría acercado a ella en ningún
momento.

Jenna. Su novia. Hmmm. Miro de nuevo hacia abajo, al número que tenía en la mano,
mientras consideraba eso. Cuando finalmente levantó los ojos, se encontró a Mustang
estudiándolo una vez más.

—Entonces, ¿qué más sucedió mientras estuve fuera? —Conociendo a Mustang, y


habiendo visto personalmente cuanto exactamente disfrutaba Jenna de su compañía, las pocas
veces que todos ellos habían estado juntos en la cama, Slade odiaba considerar las
posibilidades.

—Si me estas preguntando si Jenna y yo tuvimos sexo otra vez sin ti, la respuesta es
no. Intente llevármela a la cama, y me rechazó rotundamente.

Slade sintió sus cejas elevarse, y conscientemente borró la expresión de su cara.

—Eso no era lo que estaba preguntando —negó, aunque era duro negar lo feliz que
se sintió al escuchar que Jenna lo había rechazado.

—Sí, seguro que no. —Mustang alzo una ceja risueña en dirección a Slade—. Oh, y
le dije que la llevaríamos al aeropuerto por la mañana.

El humor de Slade dio marcha atrás, y cambio una vez más, en esta ocasión a peor,
ante la idea de Jenna volando de regreso a Nueva York.

—¿Se va por la mañana?


—Sí, se va. ¿Quieres saber algo? Me he acostado antes con mujeres mientras tenía
alguna costilla rota. También con un hombro dislocado, una vez o dos. Nada de eso interfiere
demasiado, si escoges tus posiciones cuidadosamente. —Mustang dejó la tacita propuesta
colgando en el aire.

Slade se rió, contradiciendo su hombro y sus costillas doloridas.

—¿Estás sugiriendo que nos dejemos caer por donde Jenna ahora?

—No. Estoy sugiriendo que tú te dejes caer por donde Jenna ahora. Solo.

Slade inspiró profundamente, y se arrepintió inmediatamente, cuando sintió otro


doloroso tirón en el tórax.

—¿Por qué quieres que vaya solo? ¿Tienes otros planes?

Mustang bajó la mirada sobre sí mismo. No llevaba nada más que una camiseta, unos
bóxer y calcetines.

—¿Parece que tenga otros planes?

Recelosamente, Slade empujó un poco más.

—Entonces, ¿por qué no quieres venir conmigo?

Mustang movió la cabeza, riéndose.

—Realmente no lo ves, ¿no?

—¿Ver qué?

—La forma en la que ella te mira. Slade, Jenna está loca por ti.

—No, no lo está. —Si lo estuviese, Slade no habría tenido que soportar ver la mirada
de satisfacción en su cara todas las veces que Mustang la había hecho correrse en esos últimos
pocos días. Y no habría estado besando a Chase en el estadio.

—Sí, lo está. ¿Por qué sino me habría rechazado de plano esta noche?

—No lo sé. Tendrá sus razones, estoy seguro. Quizás son sus… ya sabes… días
femeninos. —Fue la explicación más fácil que Slade pudo idear, después de todo.
Mustang sonrió.

—No, no son sus días femeninos. Simplemente dijo, que estar a solas conmigo sería
como si te estuviera engañando.

¿En serio? El estómago de Slade dio un pequeño salto.

—¿Dijo eso?

—Sí. Ve al hotel solo, Slade. Comprueba si realmente hay algo cuando estén solo
ustedes dos. Si no lo haces, me temo que te arrepentirás.

Slade entrecerró los ojos hacia Mustang.

—Primero que nada, ¿cuándo alguna vez has renunciado a la oportunidad de tener
sexo? Y segundo, ¿desde cuando eres un casamentero?

—La respuesta a la primera pregunta es nunca, así que deberías apreciar lo que estoy
haciendo en este momento. —Mustang se rió—. Y a la segunda, supongo que la respuesta a
eso es, justo ahora. Justo en el momento en que te dije que Jenna se llamó a si misma tu novia
y no nos hiciste recoger el tráiler y dirigirnos a las montañas para alejarnos de ella.

—No soy tan terrible —masculló Slade.

Mustang elevó una ceja, desafiando silenciosamente esa respuesta.

De acuerdo, tal vez, había estado un poco esquivo últimamente cuando se trataba de
mujeres, pero dado a algunas de las chifladas que a Mustang le gustaba traer para ellos, ¿quién
podía culparlo? Desafortunadamente, incluso si no tenía el instinto de huir, las cosas podían
no funcionar.

Slade sintió la necesidad de señalar eso, y recordarle a ambos ese hecho.

—Se va mañana a Nueva York, y nosotros volvemos a Texas.

—Todavía tienes toda la noche antes de que se vaya, y la gira de la próxima temporada
empieza en Nueva York en solo dos meses, ¿o has olvidado eso?
No, no lo había olvidado. En realidad, había considerado ponerse en contacto con
Jenna mientras estuvieran allí, incluso antes de la reciente conversión de Mustang en
casamentero.

Antes de que Slade tuviera la oportunidad de contestar algo, Mustang alcanzó otra
vez sus vaqueros del suelo.

—Toma. —Su juego de llaves del coche vino volando hacia Slade. Estiro el brazo y
las agarró en pleno vuelo con su único brazo sano, mientras Mustang preguntaba—. ¿Te
acuerdas en cual habitación está?

—Sí. —Como si pudiera olvidar alguna vez el tiempo que habían pasado allí la noche
pasada.

—Entonces, ¿a qué estas esperando? Vete.

Slade tragó fuerte, asustado de cuanto quería estar con Jenna en ese preciso momento.
Se giró hacia la puerta, y luego se volvió.

—Te recogeré por la mañana y la llevaremos juntos al aeropuerto. ¿Vale?

Mustang asintió.

—Gracias. Me gustaría tener oportunidad de verla partir.

Slade asintió de nuevo. A medio camino hacia la puerta, escuchó a Mustang decirle
por detrás.

—Diviértete.

—Te veo por la mañana. —Slade ignoró la agitación en su estómago, mientras abría
la puerta del tráiler y se dirigía a su coche, y a Jenna.

En tiempo record, estaba parado fuera de la habitación de hotel de Jenna. Con el


corazón palpitando, intentó ignorar el temblor de su mano, mientras la elevaba para llamar.

Jenna debió haberlo visto a través de la mirilla, porque enseguida escuchó la cerradura
deslizarse y la puerta se abrió de golpe.

—¡Slade! Gracias a Dios.


Y entonces, ella estaba en sus brazos, llorando. Slade los hizo entrar a ambos en la
habitación, cerrando la puerta tras ellos, mientras notaba lo increíblemente bien que se sentía
tener a Jenna, incluso a una Jenna llorosa, en sus brazos.

Maldita sea. No debería sentirse tan bien, porque después de mañana ella se habría
ido. Algo bueno también, porque una chica de Nueva York y un vaquero de Texas,
simplemente no se mezclaban. Unas pocas noches eran una cosa. Una vida entera era otra.
Jenna era el tipo de chica que un hombre estaría tentando a mantener por un tiempo.

Mustang había tenido razón. Por lo menos, tenía esta noche. Quizás, con suerte, él y
Jenna tendrían unas pocas noches más en Nueva York, cuando la gira los llevara allí en un
par de meses. Después de eso… bueno, Slade tendría que lidiar con eso más tarde.

En sus brazos, Jenna se echó hacia atrás y se secó los ojos, así podía examinarlo de la
cabeza a los pies.

—¿Estas realmente bien? Te veías tan horrible cuando te vi acostado en esa


habitación. —La voz se le quebró, y las lágrimas comenzaron de nuevo.

—Lo sé. Mustang me contó que estabas disgustada. Eso es por lo que vine. —Una de
las razones, de cualquier manera.

Tembló contra él, mientras continuaban sus sollozos. Tiró de Jenna más cerca,
estremeciéndose cuando lo abrazó y lo apretó, casi lo suficientemente fuerte para romperle
unas cuantas costillas más.

—Shh. Está bien, Jenna. Estoy bien. En serio. Solo unos pocos golpes y moretones.
Nada que no hubiera tenido antes.

Jenna se rió en su pecho, el cual se estaba humedeciendo rápidamente con sus


lágrimas.

—¿Unos pocos golpes y moretones? Los jinetes de toros están locos.

—Nunca dije que no lo estuviéramos. —Sonrió, acariciándole el pelo, y disfrutando


de la sensación de tenerla pegada a él ahora que ella había aflojado el agarre a sus costillas.
Ahora podía sentir el beneficio de lo bien que estaba presionada contra su entrepierna.
—¿Jenna?

Se echó hacia atrás para mirarlo con los ojos brillantes.

—¿Si?

Él tenía algunos trucos para conseguir desnudarse ya, pero no le parecía correcto.
Mustang era el rey de los trucos, no Slade. Así que en lugar de eso, hizo lo que sentía correcto.
Inclinó la cabeza y le tocó los labios con los suyos.

Si la habitación estuviera más oscura, probablemente habría visto chispas de


electricidad fluyendo de él y entrando en ella. Reclamo la boca de Jenna como suya, y ella,
con gusto, lo dejó. Sus manos lo mantenían cerca, incluso mientras su boca se movía para
devorarlo.

Antes, siempre le había encantado besar a Jenna. Le gustaba, incluso más ahora que
estaban completamente solos, sin Mustang entre ellos. Deseaba a Jenna, toda ella, desnuda.
A pesar de que el sedoso pijama que llevaba, definitivamente se sentía bien, sabía de primera
mano que lo que estaba debajo se sentía incluso mejor.

La mente de Jenna, afortunadamente, estaba en el mismo lugar que la de Slade.


Aparentemente, su meta era también conseguir que se desvistiesen. Jenna le desabrochó la
camisa, y lo besó en el pecho, mientras sus manos bajaban entre ellos y empezaba a trabajar
en su cinturón. Slade gimió mientras ella triunfaba, no solo sobre la hebilla, sino también
sobre el botón y la cremallera.

Slade alcanzó los botones de la chaqueta del pijama, justo mientras Jenna llegaba
dentro de sus calzoncillos y lo liberaba. Luego, se olvidó de todo sobre su objetivo de tener
a Jenna desnuda, cuando ella hizo algo que nunca antes le había hecho a él o a Mustang.
Empujó a Slade hacia abajo, al borde de la cama, arrodillándose entre sus piernas y
deslizándolo, todo entero, entre sus labios.

Con un gemido, la observó hacerle el amor con la boca. Pensó en subirla sobre la
cama, así podría complacerla, mientras ella lo complacía, pero se quedó paralizado
observándola. Nunca tuvo la intención de dejarla continuar por tanto tiempo, pero se sentía
tan bien, y antes de darse cuenta, sintió el hormigueo comenzar.
Su cuerpo entero se tensó, y Slade soltó un profundo suspiro.

—Jenna, me voy a correr.

Le había dado una clara advertencia, así podía parar si no quería que él lo hiciera,
pero en vez de eso, Jenna redobló sus esfuerzos, trabajándolo con más fuerza y más rápido.
Echó la cabeza hacia atrás e intentó no correrse aún, pero fue inútil. Finalmente, entregándose
a lo inevitable, agarró la cabeza de Jenna con ambas manos, sosteniéndola y gritó, mientras
lo drenaba hasta dejarlo seco.

Solo después de que dejo de estremecerse en su boca, recuperó la suficiente cordura


para soltarla. Se quitó las botas y los pantalones de una patada y empujó a Jenna sobre la
cama, donde descansaron uno junto al otro jadeando.

Él le acarició el pelo.

—Lo siento.

Jenna se rió.

—¿Lo sientes por qué? ¿Por correrte?

Slade se encogió de hombros, arrepintiéndose inmediatamente del gesto, cuando el


dolor le atravesó el hombro. Bajó la vista a su cara, la cual yacía contra su pecho.

—Sí, y por correrme sin, ya sabes, hacer alguna cosa por ti al mismo tiempo.

—Está bien. —Jenna se ruborizó y se mordió el labio inferior. Se veía inocente y


traviesa al mismo tiempo—. He estado esperando para hacerte eso por un tiempo. Fue bueno
concentrarme solo en ti por una vez. Algunas veces, la multitarea está sobrevalorada.

Él se rió ¿Quién era él para discutir eso?

Incluso aunque había deseado tan desesperadamente deslizarse en su interior desde el


momento que entró por la puerta, fue probablemente lo mejor que se hubiese corrido en su
boca, ya que no había pensado en traer protección. Por la manera en que se había sentido
desde que vio la preocupación en su cara, y la sensación de verla aferrarse a él, tomar a Jenna
sin condón, y decir al infierno las consecuencias, fue una clara posibilidad.
Infiernos, aún estaba luchando con la urgencia de deslizarse en su interior ahora y que
se corriera con él.

Pero su estupidez y el hecho de que se hubiera olvidado de traer lo necesario, no


significaba que hubieran terminado de tener diversión por esta noche. Había todavía muchas
cosas que podían hacer, y le debía a Jenna un orgasmo. Deslizando una mano dentro de la
cintura elástica de los pantalones del pijama, sintió lo mojada y caliente que estaba Jenna. La
deseaba de nuevo.

Sacándole los pantalones, Slade se situó entre sus piernas abiertas y bajó la cabeza.
Escuchó su brusca inhalación, mientras su lengua conectaba con ella, y sonrió. Por la forma
en que sus músculos ya estaban tensos por el más pequeño de los contacto, Slade predijo que
la tendría corriéndose en poco tiempo.

Dándose un festín con ella, le devolvió el favor que le había hecho, hasta que estuvo
estremeciéndose, retorciéndose y gritando. Jenna le rogó que se detuviera, diciendo que era
demasiado bueno, así que Slade añadió su mano y continuó.
Capítulo 21
Traducido por guga
Corregido por Marisaruiz

—¿Por qué lo haces? Montar toros, quiero decir. — Jenna le pasó una mano por la
suave piel del pecho, y sintió la calidez de su piel. Se encogió interiormente ante las zonas
púrpuras que comenzaban a formarse en el rostro y en las costillas de Slade, donde el toro lo
había golpeado.

Llevando sólo la parte superior del pijama, los pantalones estaban aún en algún lugar
en el suelo, se inclinó y plantó un ligero beso sobre el peor de los moratones. Él se encogió
de hombros, y luego hizo una mueca de dolor. Jenna se preguntó cuánto le dolería. No se
molestó en preguntarle, puesto que él nunca lo admitiría.

—No lo sé. Puedo decirte esto…a día de hoy, recuerdo cada latido, cada olor, cada
sonido e imagen de mi primera cabalgada.

Slade le estaba revelando más de sí mismo de lo que nunca había hecho antes. Jenna
le preguntó para que siguiera hablando.

—¿Cuantos años tenías?

Él miró sin ver, como si estuviera viendo los recuerdos en el techo, mientras los
contaba.

—Tenía dieciocho la primera vez que me subí a un toro. Podría decirte, que mis
compañeros estaban hablándome, pero era como si fuera desde lo lejos, ¿entiendes? Cuando
asentí con la cabeza, la puerta pareció como si se tomara una eternidad en que abrirse lo
suficiente...chirriando lentamente. Entonces, comenzamos a movernos.— Slade inspiró
profundamente, y miró a Jenna con una sonrisa. —Desde entonces, estoy enganchado.
Siempre quise montar después de aquello.
—Guau. —A Jenna se le cortó la respiración por la pasión en las palabras murmuradas
por Slade.

Por primera vez, ella sintió que realmente había llegado a su interior. Sin barreras.
Sin paredes. Sólo Slade, descarnado, abierto de par en par para que ella lo viera. En ese
momento, lo quiso más de lo que nunca había querido cualquier cosa en su vida. Tragó con
fuerza, dándose cuenta también, que si no retenía fuertemente su corazón en ese mismo
momento, se enamoraría totalmente de este hombre, el hombre que estaría dejando en unas
pocas horas.

Parpadeando para alejar la neblina que amenazaba con desbordarse de sus ojos, Jenna
trepó sobre Slade, procurando evitar sus hombros y sus costillas, mientras bajaba la boca a
la de él. Las manos de él se elevaron para rodearle la cintura, mientras le devolvía el beso
con tanta necesidad y desesperación como ella sentía.

Slade le dio la vuelta a ambos, y Jenna siseó con preocupación por sus heridas.

—Ten cuidado. —Él gruñó, mientras le deslizaba un muslo entre las piernas.

—Al diablo con ser cuidadoso. Estoy bien. —Mientras su boca cubría la de ella, no
discutió con él, pero cuando él puso fin al beso, y maldijo, apartándose de ella, el miedo
conquistó su deseo de atraerlo de nuevo encima de ella.

—¿Qué sucede?

—No traje protección, y tú eres demasiado tentadora. No confío en mí para retirarme


a tiempo. —Slade se veía absolutamente abatido—. Lo siento Jenna. No podemos hacerlo.

—¿Ese es el único problema? Sí tuviésemos protección estaríamos, bueno…tú sabes.

Slade asintió.

—Sí, y lo sé. Fui un estúpido al olvidarlo. —Con una mueca malévola, Jenna salió de
la cama, tomó una pequeña bolsa de plástico de la cómoda y se la lanzó a Slade.

—¿Qué es esto?

Jenna sonrió.
—Mi bolsa de obsequios de la cena de despedida de la conferencia de anoche. Por
eso fue que llegué tarde a la competición. El primer orador de la cena llegó tarde, yo estaba
en una mesa justo delante, así que no podía salir furtivamente de allí, y que todos me vieran.
¿Vale? ¡Ábrelo!

Pareciendo dudoso, Slade volcó la bolsa. Cuando el contenido cayó en cascada sobre
la cama, su expresión cambió. Slade levantó e inspeccionó, primero, un condón envuelto
como una piruleta, y luego, un paquete de lubricante con sabor a chocolate. El calienta penes
con forma de elefante le provocó una cómica reacción cuando leyó la etiqueta y descubrió lo
que era. Apartó a un lado la baraja de cartas que mostraba modelos masculinos parcialmente
desnudos.

Finalmente, Slade levantó la vista de entre las cosas esparcidas en la cama.

—¿Te dieron este tipo de cosas en la cena? ¿Qué clase de conferencia es esta?

Jenna se sentó a su lado y cogió un condón verde fluorescente de la cama,


sosteniéndolo de modo tentador entre ellos.

—¿Vas a quedarte sentado sin hacer nada y quejándote, o serás agradecido y me


harás el amor?

Slade sonrió y le arrancó el paquete de los dedos.

—No hay disputa en esto. Tan feliz como estoy de ver este pequeño ejemplar, a pesar
del extraño color, estoy un poco intrigado por el lubricante de chocolate. Dice que se calienta.

Jenna se rió

—Podemos probarlo también.

—¿Sí? ¿Dónde deberíamos ponerlo? —Slade se veía diabólicamente atractivo, y


Jenna sintió un cosquilleo atravesarla.

Se mordió el labio, mientras consideraba las posibilidades, que estaba segura, pasaban
por la mente de ambos.

—Donde quieras.
En menos de un segundo, Jenna se encontró lanzada sobre su espalda, mientras sobre
ella yacía un pesado jinete de toros armado con lubricante de chocolate y un pene verde
fluorescente. Estaba totalmente acorralada y sin aliento de reírse, pero no le importó lo más
mínimo.

Lo que debieron ser horas más tarde, aunque pareció como si acabara de cerrar los
ojos después de hacer el amor con Slade, ella escuchó:

—Jenna, nena. Tenemos que levantarnos e irnos.

Ella gimió, y se acurrucó más entre los cobertores.

—No. Cansada.

Unas grandes manos la rodearon desde atrás. Jenna sintió su calidez difundiéndose
por todas partes, incluso en las que estaban lejos de sus dedos.

—Lo sé. Pero necesitamos recoger a Mustang y llevarte al aeropuerto.

Jenna abrió un ojo y trató de enfocarlo en el reloj.

—Tenemos tiempo. —Y sabía exactamente como quería usarlo. Una sonrisa se


extendió por su cara—. ¿Dónde está el condón de piruleta?

Jenna oyó una profunda risa.

—¿Esa cosa se puede usar?

—Sí. —Al menos estaba bastante segura de que sí. De cualquier manera, tampoco le
importó cuando, después de unos segundos, sintió la erección de Slade presionándola por
detrás.

Se deslizó en su interior lentamente, imponiendo un perezoso y suave ritmo, que era,


de lejos, mucho más agradable para despertarse que cualquier despertador.

Jenna suspiró.

—Mmmm. Me podría acostumbrar a esto.

Slade inhaló profundamente detrás de ella. Su voz fue suave cuando dijo:
—Yo también.

Slade detuvo el coche lentamente en el área de estacionamiento del Aeropuerto


Internacional de Tulsa, y la realidad golpeó a Jenna como una bofetada en el rostro. Se estaba
yendo, y probablemente nunca volvería a ver a ninguno de estos hombres.

La garganta se le cerró. Tragar era casi doloroso.

—Así que, supongo que lo mejor será que entre.

Slade abrió de golpe la puerta del lado del conductor sin mirarla.

—Sacaré tus maletas del maletero.

Jenna se volvió hacia Mustang, quien había estado sentado a su derecha durante el
trayecto, mientras ella se apretujaba en el centro del asiento delantero del vehículo. No le
había importado la ajustada posición entre los dos hombres. En realidad, considerando que
probablemente nunca estaría tan cerca de ellos de nuevo, le había gustado.

Levantó la mirada y se encontró a Mustang observándola.

—Tenemos tu número de teléfono. Te llamaremos más tarde para asegurarnos que


llegaste bien a casa.

Jenna asintió, tentada de señalar que como era que no tenía los números de ellos, pero
luego lo pensó mejor. Si no tenía sus números era porque ellos lo querían así. Dudaba que
cualquiera de sus aventuras de una noche, o aún de tres noches, tuvieran sus números de
teléfono.

En el momento que saliera del coche, estaría en las filas de aquellas que la
antecedieron. Ella estaría en su pasado, y un nuevo desfile de mujeres entraría en su futuro.

El triste ensimismamiento de Jenna llegó a un abrupto final cuando Slade abrió de un


tirón la puerta de Mustang, y se inclinó hacia dentro.
Sus ojos se encontraron con los de Jenna por el más breve de los momentos, luego
los apartó. Pensó que había visto un indicio de tristeza o arrepentimiento, hasta que se dirigió
a Mustang.

—Mejor nos movemos. La policía me está mirando mal por estacionar aquí tanto rato.

Estaba insinuando, no muy sutilmente, que ella debía irse. Aparentemente, Slade no estaba
teniendo tantos problemas con su partida como ella.

Mustang sacó su gran cuerpo por la puerta, y luego se inclinó hacia dentro para ayudarle.

—Podríamos aparcar y esperar contigo, si quieres.

Elevando una ceja expectante, Mustang esperó a que dijera algo, y estaba segura que él haría
exactamente lo que le había ofrecido. Nada le gustaría más que tenerlos esperando con ella,
pero ¿para qué prolongar lo inevitable?

—No, está bien. Tengo que facturar para mi vuelo en la puerta de embarque, y tendré que
pasar por seguridad para hacer eso. No los dejarán pasar sin boleto.

A diferencia de Slade, quien había estado frío y distante todo el camino hasta la terminal, al
menos Mustang era lo suficientemente decente para parecer decepcionado por eso. Él le pasó
las manos arriba y abajo por sus brazos.

—Jenna, sólo quiero decir que nunca olvidaré la semana pasada, y eso es completamente por
tu causa.

Oh chico.

Iba a llorar. Realmente no quería hacerlo. Jenna se rió y parpadeo para evitar llorar.

—Puedo decir honestamente, que yo tampoco olvidaré nunca esta semana.

Mustang le tomó el rostro con ambas manos, y la besó en los labios.

—Dales una patada con ese libro tuyo. ¿Vale, cariño?

Olvida el estúpido libro. Era por su corazón por el que ella estaba preocupada.
Cuando Jenna asintió, sin confiar en su voz, Mustang la dejó ir, y después de lanzarle
una rápida ojeada a Slade, rodeó el coche hacia el lado del conductor.

Observando a Mustang, Slade frunció el ceño.

—¿Qué estás haciendo?

—Me estoy montando y poniendo el coche en marcha, así parece que nos estamos
yendo. De esta manera la policía no nos echara, y ustedes dos tendrán unos minutos para
despedirse.

Eso dejó a Jenna sola en la acera con su equipaje y con Slade, quien parecía tener ojos
para todo menos para ella. Él le echó un vistazo a su maleta.

—Hum, entonces, lo tienes todo, ¿no?

Ella le dio una palmadita a la bolsa de su portátil, que se acababa de colgar al hombro,
y le echó un vistazo a la gran maleta con ruedas dispuesta a su lado.

—Sí. Esto es todo. Sólo las dos bolsas.

Él asintió.

—Entonces, vale.

Antes del gran rechazo de Slade, había estado preocupada por lo que los policías
podrían pensar si notaban que besaba a ambos vaqueros. Pero justo cuando decidió que no le
importaba lo que pensaran, parecía como si Slade pudiera dejarla allí, sin ni siquiera un beso
en la mejilla o un apretón de manos.

Más cerca de las lágrimas de lo que incluso había estado durante la conmovedora
despedida de Mustang, Jenna estaba por decir adiós y huir hacia el baño para gritar en
privado, cuando Slade la envolvió con un fuerte brazo, arrastrándola hacia él, y le plantó un
beso afloja piernas en la boca. La soltó tan de repente, que la dejó tambaleándose.

—Que llegues bien a casa, Jenna.

Slade agarró la puerta del pasajero, se deslizó dentro y la cerró de golpe sin mirar
atrás. Mustang sacó el coche, y otro vehículo lleno de pasajeros, inmediatamente, estacionó
en su lugar. El significado de eso no le pasó desapercibido. Ella sería reemplazada igual
de rápido en sus vidas.

Se quedó observando desaparecer el coche de Slade entre el tráfico, hasta que la


humedad caliente de sus mejillas la hizo volver en sí.

Agarró el asa de su maleta, y se dio vuelta. Al ver un mostrador de facturación en la


acera para su maleta, se las arregló para entregársela, junto con el billete, al empleado, sin
perder totalmente la compostura. Después de lo que pareció una eternidad, él, finalmente,
terminó con el papeleo y las preguntas usuales, y Jenna se pudo ir. Atravesó a trompicones
las puertas correderas de vidrio buscando la señal de los baños, con los ojos llenos de
lágrimas.

Atravesar la seguridad aeroportuaria era una mierda en un buen día, pero hoy
demostró ser peor de lo normal. Había agarrado algunas toallas de papel del baño para secarse
los ojos y se había puesto en la cola, sólo para descubrir, que aún no había terminado de sentir
lástima de sí misma. Tuvo que dejar la cola para regresar al baño, y apretujada en un diminuto
compartimento, con el equipaje de mano colgando de un gancho detrás de la puerta, lo dejó
salir todo.

Finalmente, cuando las lágrimas dejaron de fluir, se lavó la cara, e intentó una vez
más atravesar el control de seguridad sin gritar.

Después de un rato, pasó por el detector de metales, con los ojos rojos e hinchados.
Sin zapatos ni chaqueta, estaba justo metiendo nuevamente el portátil en su funda, cuando
escuchó una voz familiar, y se congeló. Sólo unas personas más atrás estaba parada Lizzie,
quejándose a un oficial de seguridad porque él no tenía el suficiente cuidado con su premio
de Autora del Año.

El añadido perfecto para un día perfectamente infernal.

—No, por favor no. —Jenna susurró para sí misma.

—¿Perdón?

Jenna levantó la vista para ver al guardia de seguridad mirándola.


—Ee, nada. Es esta estúpida cosa, que nunca entra a la primera una vez que la sacas.
Me la llevaré así, y lidiare con ello en la puerta de embarque.

Con otra mirada que sugería que ella debería quitarse de en medio y hacer justamente
eso, él se volvió a la siguiente persona detrás de ella.

Renunciando a poner todo en su sitio hasta estar fuera del alcance de Lizzie, agarro
con fuerza el portátil contra su pecho. Agarró los zapatos y la chaqueta en una mano, y la
funda del portátil en la otra, y en calcetines, se alejó tan rápido como sus pies se lo
permitieron.

Localizó la puerta de embarque, y se hundió agradecida en una silla, descargando las


cosas en el asiento de al lado. Metódicamente, se volvió a poner los zapatos y la chaqueta.
Estaba justo decidiendo si podría soportar ver su penoso libro medio escrito e intentar
trabajar algo durante la espera, cuando miró hacia arriba, y vio una muy indeseada visión.

Parecía que los dioses de los viajes, tanto como los dioses del amor, no estaban con
Jenna esta semana. Primero, había tenido la desgracia de enamorarse de dos vaqueros que
nunca vería de nuevo, y ahora, la última persona con la que quería pasar las próximas dos
horas de espera de un vuelo, se encaminaba hacia ella.

—¡Jenna! ¿También estás en este vuelo?

Consideró seriamente negarlo, pero ¿qué haría cuando fuera el momento de


embarcar?

—Hola Lizzie. Sí, lo estoy. Es por eso que estoy sentada aquí en la puerta.

Lizzie se colocó justo en el asiento opuesto al de Jenna, y reclamó otro para su Premio
de Autora del Año. Vaya broma.

Jenna culpaba al maldito premio de Lizzie de su propia disposición a emborracharse


en aquel bar, y consecuentemente, morrearse con aquel vaquero de veintiún años en el pasillo
de los baños. Aunque no se arrepentía para nada de lo que había sucedido cuando, finalmente,
volvió al hotel, y se encontró a Mustang y a Slade esperándola.
El recuerdo de Slade y de Mustang trajo de vuelta el sentimiento de pesadez en el
pecho.

—Así que, veo que has sacado el portátil, lista para trabajar. —Lizzie irrumpió en los
pensamientos de Jenna.

—Sí, bueno, ya sabes… las fechas límite llegan para todos.

—Yo realmente debería trabajar algo también. Mi editor quiere que se repita lo de mi
último bestseller en el New York Times tan pronto como sea posible. —Jenna frunció el ceño,
pero Lizzie era demasiado egocéntrica como para darse cuenta, y continuó. —De todos
modos, suficiente de hablar de mí.

¡Sí, perfecto!

—Dime. ¿Quiénes eran esos dos macizos con sombreros de vaquero y ese cochazo, a
los que vi dejándote?

Oh, oh.

—Eh… —¿Cuánto había visto Lizzie? Jenna no podía decir que eran sus primos, si
los había visto a ambos besarla, y no precisamente con besos en las mejilla tampoco. Jenna
necesitaba una buena mentira, y rápido—. Fui al colegio con ellos.

—Creí que habías ido a la escuela en la parte norte de Nueva York.

Mierda. Necesitaba dejar de poner tanta información personal en su biografía pública,


si gente como Lizzie la iba a usar en su contra—. Sí. Ya sabes lo que hay en el norte.
Toneladas de granjeros, caballos y esas cosas. Así que, allí es donde los conocí. Nos
mantenemos en contacto, ya sabes, por cartas o con llamadas telefónicas de vez en cuando.

Lizzie asintió.

—¿Viven aquí, en Tulsa?

Claro, eso sonaba bien.

—Sí. Claro que sí. Gran coincidencia, ¿eh?


—Sí. Bastante. —Lizzie se rió, y agitó la cabeza—. Tenía la sensación de que era
algo por el estilo. Me bajaba del transporte del hotel con Carolina Braun, y ella juró que los
reconoció. Dijo que los había visto en el bar de nuestro hotel.

Jenna casi se ahogó.

—¿De verdad? Hmmm. Esa debió haber sido la noche que pasaron a saludarme.

—Sí. Me lo imaginaba. Carolina se montó la película de que te habías encontrado a


esos dos extraños en el bar y los habías subido. No sólo uno, sino ¡dos vaqueros! Sabía que
eso no podía ser verdad. Eso suena más al argumento de una mala novela romántica, que a
tu vida.

No, sonaba como el argumento de una gran novela romántica. ¿Por qué no lo había
pensado ella? Era mucho mejor que la que había comenzado a escribir. Hasta Mustang se
había dado cuenta que la historia original no tenía potencial. Con su mala intención, su
trastorno pasivo-agresivo y sus despectivos comentarios sobre la aburrida vida de Jenna,
Lizzie le había dado la idea perfecta para su historia, y la iba a escribir, mierda, justo como
ella la había vivido.

Jenna se rió con ganas con la idea, y Lizzie elevó una ceja. Jenna ocultó estar de
acuerdo con ella.

—¿Carolina realmente pensó que había recogido dos vaqueros extraños en el bar y
los había llevado mi habitación de hotel para algún sucio menage a trois? Que gracioso. Creo
que el riesgo de ser autora de romances es que sufrimos de una hiperactiva imaginación.

—Algunos quizás, pero yo no. Me las apaño para ser capaz de separar la vida real de
mis libros.

Jenna ignoró la petulancia de Lizzie, y en su lugar abrió la tapa del portátil. El libro
completo estaba ahí, justo en su cabeza. Lo podía ver. Todo lo que tenía que hacer era ponerlo
en papel. Conteniendo el aliento por la excitación, Jenna abrió un nuevo documento, y
comenzó a teclear.

Ignorando a Lizzie, trabajó hasta que anunciaron la última llamada para embarcar, y
aún entonces, se llevó el portátil abierto hasta su asiento. Sólo cerró la tapa durante el
despegue, luego la abrió de nuevo, en el momento que la asistente de vuelo anunció que
estaban permitidos los aparatos electrónicos.

Sus dedos no podían teclear tan rápido como su cerebro formaba las palabras. Los
personajes, el conflicto, las puntos clave, los giros de la historia… el corazón le palpitaba, se
dio cuenta que todo estaba ahí, al alcance de su mano.

Esto iba a ser bueno. No, iba a ser genial. Tal vez. Diablos. Su inseguridad comenzó
a golpearla, pero se negó a permitírselo, y lo aplastó. De cualquier forma, realmente no
importaba, porque, bueno o no, necesitaba sacarse esta historia de la cabeza, y ponerla sobre
el papel.
Capítulo 22
Traducido por KeSofy
Corregido por Marisaruiz

Mustang bebió un último sorbo de cerveza y se levantó.

—¿Puedo tener el número de teléfono de Jenna de nuevo un segundo?

Mientras iba de nuevo al cuarto de baño, también podría utilizar el teléfono público y
llamar a Jenna. Ya debería haber aterrizado, y le había prometido que ellos la llamarían para
ver cómo estaba.

—¿Qué? ¿Por qué? —Slade se puso irracionalmente a la defensiva ante la simple


petición de Mustang.

—Quiero llamar y asegurarme que regresó bien a Nueva York.

—Estoy seguro que está bien. —Slade tomó otro sorbo de su cerveza, y no hizo
ningún movimiento para darle a Mustang el número.

—Yo también estoy seguro que está bien. Pero le prometí que la llamaríamos, así que,
necesito su número. —Slade no hizo ningún movimiento, por lo que, Mustang reiteró. —Así
que, ¿lo puedo tener, por favor?

Slade plantó la botella en la mesa con la fuerza suficiente para hacer que burbujas de
espuma salieran de la parte superior.

—¿Por qué prometiste que la llamaríamos? ¿En qué diablos estabas pensando?

Pillado por sorpresa por esa loca pregunta, Mustang frunció el ceño.

—Estaba pensando en que quería asegurarme que la mujer con la que acababa de
pasar los últimos días y noches llegara a casa sin incidentes. ¿Qué, Slade? ¿Cuál es tu
problema?

Slade había estado de mal humor y raro desde que habían dejado a Jenna en el
aeropuerto.
—Mi problema es, que esta cosa entre nosotros y ella no puede ir a ninguna parte, y
llamándola, o incluso prometiéndole llamarla, le das esperanza de que podría ocurrir algo.

Nosotros. La forma en que Slade dijo esa única palabra llamó la atención de Mustang.
Lo dejó pasar, pero lo guardó como una prueba más de que Slade estaba actuando como un
tonto, porque estaba enamorando de Jenna.

—Eso es mentira, Slade. Jenna es inteligente. No se va a volver loca sólo porque


llamemos para chequearla.

—Sí que lo hará. Las mujeres son así. —Slade negó con la cabeza. —¿Y qué
demonios fue esa mierda que le dijiste en el coche? ¿Era realmente necesario que le
mintieras?

Mustang suspiró.

—¿De qué estás hablando ahora?

—Nunca voy a olvidar esta semana gracias a ti, cariño... —Slade hizo una menos que
favorecedora imitación de Mustang.

Sacudiendo la cabeza, Mustang dijo:

—Eso no era una mentira, Slade.

Slade resopló.

—Oh, vamos, Mustang. Les dices eso a todas las chicas con las que estamos.

No a todas, pero aun así, Mustang no se molestó en negarlo.

—Sí, a veces lo hago, y la mayoría de las veces es simplemente una manera de


mantenerlas felices, pero esta vez no era una mentira. Jenna fue... es especial, y tú lo sabes
tan bien como yo.

—Así que, ¿qué estás diciendo exactamente? —preguntó Slade en tono acusador.

Mustang se encogió de hombros.

—No estoy diciendo nada, Slade. Sólo que Jenna es diferente.


—¿Quieres decir que quieres volver a verla?

—Claro que sí. Me encantaría verla de nuevo, y espero que nos encontremos cuando
estemos en Nueva York. —Pero justo ahora, había querido, simplemente, mantener su
promesa y llamarla.

Slade entrecerró los ojos amenazadoramente, y de repente, lo entendió todo, Slade


estaba actuando como un tonto porque estaba locamente celoso de él. Y no sólo eso, Slade
también tenía miedo de que Mustang estuviera enamorado de Jenna. Bueno, eso lo explicaba
un poco.

Armado con ese conocimiento, Mustang podía tratar con Slade un poco mejor.

—¿Sabes qué?, no tengo que llamarla. ¿Por qué no la llamas tú?

—¿No has estado escuchándome en absoluto? No voy a llamarla. No vas a llamarla.


Nadie va a llamarla. Además, rompí el maldito número y lo tiré. —Slade tomó su cerveza de
nuevo y miró hacia otro lado.

Mustang sacudió la cabeza ante la estupidez de Slade. ¿Qué pasaría cuando Slade,
finalmente, superase lo que sea que se le había metido en el cuerpo? Cuando cambiara de
opinión y quisiera llamar a Jenna, ¿qué iba a hacer, dado que había tirado su número?

Mientras tanto, Mustang había prometido llamarla, y ahora no podía. Sabía en qué
compañía de transportes había volado, y la hora en la que habían despegado. Probablemente
no sería demasiado difícil llamar a la aerolínea, localizar su número de vuelo, y luego
confirmar que el vuelo había aterrizado de manera segura. Sería mucho más difícil hacerlo,
sólo porque Slade era un idiota, y Jenna todavía pensaría que Mustang no había cumplido su
promesa de llamarla. Quizás podría localizar su número a través de la información.

Le echó un vistazo más a la imperturbable expresión de Slade. Estaba considerando


seriamente sugerir que condujeran a Texas el día siguiente por separado, pero decidió dejar
las cosas como estaban. Se temía que el viaje en coche de mañana iba a ser un infierno. La
cabina de su camión era demasiado pequeña, y el estado de ánimo de Slade demasiado
asqueroso para que Mustang escapara indemne del viaje.
Quizás Slade tendría la idea por su cuenta y se ofreciera para conducir de casa a Texas
en el coche, mientras Mustang conducía el camión. Slade podría conducir de Oklahoma a
Texas solo. No era como si estuvieran pegados a la cadera. Slade era un adulto, aunque ahora
no estuviese actuando como tal.

Pero más urgente que lo de mañana era que Mustang todavía tenía que hacer pis.
Suspiró y se levantó de su silla.

—Ahora vuelvo.

Slade se encogió de hombros, su voz sonó plana.

—Sí. Bien.

Mustang negó con la cabeza y se volvió hacia la parte trasera del bar. Sí, esto
seguramente iba a ser un infierno de viaje.

Jenna escribió hasta que el avión aterrizó en Nueva Jersey. Recogió su coche del
aparcamiento de largo duración, y aunque iba conduciendo, todavía no pudo dejar de pensar
en lo que escribir en todo el recorrido desde el aeropuerto a casa. Cuando llegó a su
apartamento, arrojó la maleta junto a la puerta y abrió el ordenador portátil.

Reviviendo cada momento de la última semana, se rió y lloró. El libro, al igual que
su vida, en los últimos días, era una montaña rusa emocional. Se rió en voz alta de la escena
en la que su heroína les pregunta a los dos héroes si usaban un suspensorio cuando montaban,
recordando la mirada en los rostros de Slade y Mustang a esa pregunta.

Se rió, sabiendo que lloraría con facilidad más adelante, cuando escribiera la parte en
la que la heroína tenía que dejarlos, pero estaba bien. Escribir este libro era una especie de
terapia. Estar ocupada, mantenía su mente alejada de echarlos de menos. Necesitaba una
distracción del hecho de que no la habían llamado para asegurarse que había llegado bien a
casa. Lo más probable es que nunca la llamaran. Nunca oiría sus risas o sentiría sus toques
de nuevo.
Empujó esos pensamientos y el dolor que causaban a un lado. Se sentó y trabajó en
el libro hasta altas horas de la noche, o en realidad, hasta la mañana siguiente. Se detuvo sólo
para hacerse una taza de té y orinar.

Escribió hasta que las muñecas le dolieron, la espalda se le acalambró y no pudo


sentarse por más tiempo. Incluso entonces, colocó el ordenador portátil en el mostrador de la
cocina, y se puso a escribir durante otra hora. Sólo se detuvo cuando sus ojos finalmente se
dieron por vencidos y se negaron a centrarse por más tiempo en las palabras en la pantalla.

Cuando se rindió y se fue a la cama, su cabeza seguía dando vueltas con fragmentos
del diálogo. Apretó los ojos y deseo que le llegase el sueño, pero el torbellino en su cerebro
no se iba. Luchó contra la tentación de volver a levantarse y anotarlo todo. Por último, se dio
cuenta que era inútil. Se levantó y garabateó unas cuantas líneas, y luego dejó la pluma y la
libreta de papel al lado de la cama, por si acaso le llegaba la inspiración de nuevo durante la
noche... err, más bien mañana.

Finalmente, se quedó dormida justo cuando el sol comenzaba a deslizarse por las
persianas.

Parecía como si apenas hubiera cerrado los ojos cuando un sonido desagradable, que
su agotado cerebro tardó demasiado tiempo en identificar como su teléfono celular, se
entrometió en su descanso. ¿Qué había conseguido, unos diez minutos de sueño? Ciertamente
se sentía de esa manera. Apenas podía concentrarse para ver el nombre en el identificador de
llamadas.

Pensando que podrían ser los chicos llamándola, dejó de intentar ver quién era, y
simplemente abrió el teléfono, pero cuando Jenna oyó la molesta voz de Astrid, no pudo dejar
de lamentar su impulsiva decisión. Prácticamente sin dormir, no estaba de humor para que
su mejor amiga le gritara.

—¿Por qué has estado evitando mis llamadas?

Jenna ahogó un gemido, mientras se frotaba el sueño de los ojos. Su voz sonó áspera
cuando respondió.

—No lo he hecho. Te dejé mensajes.


—Sí, en mi teléfono del trabajo, cuando sabías que no estaba en el trabajo.

—Ah, ¿llamé a tu número del trabajo? Lo siento, simplemente le di a tu nombre en


mi lista de llamadas. Pensé que era tu celular. —Sintió la necesidad de comprobar el cielo
por la ventana para ver que no se caía por esa gran mentira. Sin embargo, estaba muy
impresionada consigo misma por inventarse esta tan rápidamente, especialmente teniendo en
cuenta su actual falta de sueño.

Prácticamente podía oír el ceño fruncido de Astrid por el teléfono.

—¿Cómo es que nunca contestaste cuando te llamé?

—Ya te he dicho cómo son estas conferencias, Astrid. No puedo contestar el teléfono
en medio de una sesión o un discurso, ¿verdad? Nos tienen en movimiento desde la mañana
hasta tarde por la noche. —Por no hablar de las actividades extracurriculares que Jenna había
logrado encajar por sí misma en las horas libres.

—¿Por lo menos, saliste para ver Tulsa? Uno de mis compañeros de trabajo me dijo
que hay algunos hermosos edificios art-deco en el centro. Se supone que también hay una
casa de Frank Lloyd Wright.

Normalmente, Jenna hubiera estado metida en todo eso, pero en este viaje estuvo más
metida en ver a sus chicos del campo que en ver el campo.

—No. El único turismo que hice fue lo que vi desde el asiento trasero del taxi entre
el aeropuerto y el hotel.

—¡Oh! ¿En serio? Y sin embargo, te las arreglaste para salir y encontrarte con esos
dos jinetes de toros en tu cumpleaños. De los que nunca me hablaste, por cierto.

Jenna suspiró, y se preparó para otra ronda de estirar la verdad.

—Fui al complejo deportivo para ver la competición de monta de toros para la


investigación de mi libro, y luego me reuní con ellos en un local al cruzar la calle después de
que me devolvieran mi manuscrito, que habían revisado para mí. Tomé exactamente una
bebida. Eso es todo, Astrid.
Jenna miró el manuscrito original, el que Slade le había corregido. Se encontraba en
la mesa donde lo había dejado después de revisarlo y subrayar cualquier escena taurina que
él hubiera escrito a lápiz y que ella creyera que podría utilizar para el nuevo libro. En medio
de la historia de amor quería incluir alguna monta de toros, y Slade le había dado algunos
excelentes detalles, por no hablar de su conmovedor recuerdo del alma de cuando él hizo su
primera monta. Eso, definitivamente, estaba incluido en el libro.

—¿Y? ¿Cómo es que se lo dejaste a tus dos vaqueros de rodeo? ¿Vas a seguir en
contacto con ellos para conseguir cosas para tu libro?

—No tengo el número de teléfono de ninguno de los dos. —Jenna puso mala cara,
porque en medio de todas las mentiras que había estado vomitando recientemente, esa parte
era, por desgracia, absolutamente verdad.

—¿Los dejaste ir sin conseguir sus números? ¡Oh Dios mío, Jenna! ¿No te he
enseñado nada?

—¿Qué se supone que debería hacer? No se ofrecieron a dármelos. —Pero tenían su


número. Aunque, ya que no habían llamado para ver si había aterrizado bien, como le habían
prometido, si la llamaban, sería un completo milagro.

Con ese deprimente pensamiento, escuchó el sermón de Astrid un poco más, mientras
sacaba el portátil de debajo de la cama. Acurrucándose debajo de las mantas, encendió y
abrió el archivo para su nuevo libro, escribiendo tan silenciosamente como le fue posible,
mientras que, con suerte, respondía con un “mmm hmm” ocasional o “tienes razón” en los
momentos adecuados durante el monólogo de Astrid.
Capítulo 23
Traducido por thelovestory
Corregido por Marisaruiz

El teléfono sonó y Jenna vio el nombre de su agente en el identificador de llamada.


Con el corazón desbocado, respondió a la llamada con manos temblorosas.

—Hola.

—Me encanta.

El aliento que había estado conteniendo, salió silbando en un gran estallido.

—¿Te encanta? ¿En serio?

—Es exactamente lo que los editores están buscando. Vaqueros, mucho sexo caliente,
un ménage Hombre/Mujer/Hombre. Es perfecto.

Gracias a Dios.

—Gracias, Marge.

—Me gustaría hacer una sugerencia, sin embargo.

Aquí viene. El corazón de Jenna se hundió tanto como se había elevado unos
momentos antes.

—¿Cuál sería?

—Estoy presentándoselo a la editorial, así como está, pero es posible que desees
considerar crear un verdadero ménage para tu próximo libro.

Almacenó la alegría de la referencia de Marge sobre un próximo libro y frunció el


ceño.

—¿Qué quieres decir con un verdadero ménage?


No podría haber mucho más sexo ahí. Tenía a los personajes haciendo casi todo lo
posible. Las partes inferiores se calentaron al recordar que ella también había hecho casi todo
lo posible con sus dos vaqueros en la vida real. Maldita sea, los extrañaba.

—Ya sabes. Hombre/Hombre/Mujer. Las ventas más calientes en este momento son
los libros donde los hombres tienen una relación sexual entre sí, así como con la mujer.

Jenna sintió que el color se le drenaba del rostro, mientras consideraba lo que Slade
y Mustang pensarían si ella escribía una relación sexual para los dos personajes de su libro.
No creía que su reacción fuera bonita.

—Uh, está bien. Lo tendré en cuenta. Quizás para el próximo libro... —Uno sobre
vaqueros totalmente ficticios, y no jinetes de toros de verdad que estarían muy descontentos
con ella.

—Bien. Porque creo que aquí tienes el comienzo de una completa línea de temática
sobre rodeo y ménages románticos del oeste. Tus detalles son geniales.

—No es un rodeo.

—¿Hmm?

—No es...—Oyó el ruido de papeles sobre el escritorio de Marge, y se dio cuenta que
la limitada capacidad de atención de Marge había expirado. —No importa. Um, así que ¿cuál
es el siguiente paso?

—Ponte a trabajar, y comienza a escribir el próximo libro. Estoy segura que este
manuscrito no sólo conseguirá un contrato, sino que probablemente querrán contratar los
próximos uno o dos de la serie, de antemano. ¿Podrías inventarte historias para los personajes
secundarios?

—¿Un contrato para una serie? Guau. Sí, claro que puedo inventar más historias.

—Genial, porque hay una buena probabilidad de que este libro sea un bestseller para
ti.

Bestseller. El corazón de Jenna se aceleró por las palabras.


—Escucha, mi otra línea está sonando. Tendré el contrato para que lo firmes en el
momento en que lo reciba.

—Está bien. Gracias.

Cuando Marge colgó, Jenna no pensó más que en llamar a Mustang y a Slade y
hablarles del libro y de la reacción de su agente, pero no podía. No la habían llamado, y ella
no podía llamarlos. Eso eclipsaba todo lo demás.

Frustrado, Mustang apretó el teléfono con más fuerza, y trató de dominar su fastidio
con el operador que tenía en línea. ¿Quién hubiera pensado que encontrar un simple número
de teléfono podía ser tan difícil?

Chase dobló la esquina y puso una enorme sonrisa.

—Ey, ¡Mustang! ¿Puedes creer que estemos realmente en Nueva York?

Mostrándole a Chase el receptor del teléfono público que sostenía en la oreja,


Mustang le frunció el ceño al novato, y se puso un dedo en los labios, justo cuando la voz del
operador volvía a sonar y le pedía que deletreara el nombre de Jenna.

—Jenna Block. B-L-O-C-K... No, supongo que no estoy seguro de en que qué ciudad
vive. Pensé que era en Nueva York... No, no sabía que había cinco condados diferentes en la
ciudad de Nueva York. ¿No puedes comprobarlo en todos? O en realidad, mejor que
compruebes en todo el estado. —Tal vez, ella no vivía en la ciudad. Nunca dijo que lo hiciera,
él simplemente lo había asumido.

Mustang miró con impaciencia a los arañazos en el separador acrílico que rodeaba al
teléfono público del vestíbulo del hotel, mientras esperaba. Por alguna razón, Chase se quedó
allí, y esperó con él. Mustang abrió la boca para preguntarle al chico por qué, justo cuando
la condescendientemente y servicial voz al otro lado de la línea le dio un absurdamente alto
número de J. y/o Jenna Blocks que vivían en el estado de Nueva York, y la poca esperanza
que tenía de rastrear a Jenna mientras estaban en Nueva York se desvaneció.
Mustang se pasó una mano por la cara, y resistió el impulso de golpearse la cabeza
contra la pared

—Oh. Tantas, ¿eh? Está bien. No importa. Gracias.

Con un gran suspiro, estrelló el receptor en la base, con más fuerza de la necesaria, y
sin saber que hacer a continuación, se volvió para regresar a su habitación, sólo para encontrar
a Chase observándolo.

—¿Slade no tiene el número de teléfono de Jenna?

—Es complicado, chico. —Mustang se alejó, pero Chase lo siguió. Los cachorros y
los jóvenes jinetes de toros tendían a seguir a Mustang. Nunca había entendido el por qué.

—¿Qué pasó? ¿Acaso Slade perdió su número? ¡Oh, hombre! Ella va a estar enojada
con él.

Lo más probable seria que Slade estuviera enojado con Mustang, posiblemente lo
suficiente como para darle una paliza cuando se enterara de la intromisión de Mustang.

Slade había roto y tirado el número de teléfono de Jenna por una razón, aunque muy
probablemente no por la razón que Slade había dado. Había dicho que era para que Mustang
no pudiera llamar a Jenna y darle falsas esperanzas. Mustang tenía otra teoría. Estaba
convencido de que Slade se deshizo de ese número porque estaba demasiado tentado de
llamarla él mismo.

Estaba empezando a comprender, que cuando se trataba de abnegación y decisiones


estúpidas, Slade era un verdadero campeón. El número uno.

Parar cuando por fin llegó a los ascensores, se dio cuenta que el chico todavía estaba
detrás de él. Se volvió con un suspiro, con la esperanza de que el novato no lo siguiera hasta
su habitación.

—Lo que no entiendo es por qué tú estás tratando de encontrar el número de Jenna en
lugar de Slade. Quiero decir, ella está saliendo con él, no tú.

Este chico realmente necesitaba aprender cuándo dejar las cosas como estaban.

—Slade es demasiado terco, es por eso.


Chase se paró delante de él, sonriendo. Mustang no estaba de humor para cualquier
persona que estuviese sonriendo.

La puerta del ascensor se abrió, y Mustang estaba a punto de poner un poco de


distancia entre él y el sonriente novato, cuando lo siguiente que Chase dijo lo detuvo en seco.

—Así que, supongo que es una suerte para Slade que le pueda conseguir el número
de Jenna. ¿Eh?

—¿Puedes? —Las puertas del ascensor se cerraron de nuevo, y Mustang no hizo


ningún intento de detenerlas, de repente no tan molesto con Chase.

—Sí, estoy bastante seguro de que puedo conseguir su número, o al menos darle un
mensaje.

—¿Cómo? —¿Jenna le había dado su número a Chase en Tulsa? Esto era demasiado
bueno. ¿Por qué no pensó en preguntarle al chico de inmediato, en lugar de tener todos esos
problemas llamando al servicio de información, tratando de seguir su rastro en el maldito
teléfono público?

—Cuando Jenna y sus amigas estaban en el bar en Tulsa, una de las otras autoras,
Barb era su nombre, paso la noche con Garret James. Garret consiguió el número de Barb, y
han estado enviándose mensajes de texto desde esa noche. Él podría preguntarle a su amiga
Barb por el número de Jenna. Apuesto a que ella lo tiene.

Para un hombre que todavía tenía que ceder y comprarse un teléfono celular, todo
sonaba intrigante, pero también bastante complicado. Por suerte, Chase no parecía
preocupado. En su lugar, sacó su propio teléfono, pulsó unos cuantos botones, y en no más
de unos pocos segundos más tarde, la maldita cosa sonó.

Chase miró hacia abajo, y luego levantó la vista del teléfono, sonriendo.

—Garret dice que ahora le escribirá a Barb y le pedirá el número de Jenna. Me


responderá cuando lo tenga.
Escéptico, se cruzó de brazos y se apoyó contra la pared, esperando. He aquí, que un
minuto más tarde, el teléfono de Chase volvió a sonar. El chico leyó la pantalla, luego le
enseñó el teléfono a Mustang para que viera los dígitos por sí mismo.

—Ahí tienes. El número de Jenna. ¿Quieres que marque por ti?

Mustang se quedó mirando el teléfono en la mano de Chase por un segundo,


considerándolo. Por último, suspiró.

Qué demonios. ¿Por qué no?

¿Cuánto podría Slade lastimarlo, de todos modos? No podía hacer nada peor que lo
que conseguía cada vez que saltaba sobre la espalda de un toro.

Decisión tomada, él asintió con la cabeza.

—Sí. Sigue adelante. Llámala.

Después de unos pocos timbrazos llenos de estática, la voz que Mustang no había
oído durante meses, le llegó a través del teléfono.

—¿Hola?

Mustang tragó, extrañamente nervioso.

—Ey, cariño.

Ella también reconoció su voz. Hubo un momento de silencio, seguido por una breve
carcajada que no sonaba del todo feliz.

—Mustang.

Esto podría necesitar de un poco de encanto.

—Así es. Él único e inigualable. ¿Cómo has estado, cariño?

—Bien.

Chase había estado en lo correcto. A juzgar por las respuestas monosilábicas, Jenna
estaba muy enojada porque no habían llamado.
—¿Te gustaría una entrada junto a la rampa de entrada para ver una monta de toros
en el Madison Square Garden?

Ella se quedó en silencio, y Mustang deseó, no por primera vez, no estar en deuda con
Chase por el uso de su teléfono, porque realmente quería que el chico se fuera para poder
tener un poco de intimidad para hablar con ella y, tal vez, explicar las cosas.

Jenna se quedó callada por tanto tiempo, que Mustang finalmente preguntó:

—Eh, ¿hola?

—Estoy aquí. —La oyó expulsar una larga bocanada de aire—. ¿Qué día?

Mustang sonrió.

—Mañana por la noche. A las ocho de la tarde. Voy a dejar la entrada a tu nombre en
la ventanilla de recogidas.

Una vez más, ella se tomó un largo tiempo para responder.

—Está bien.

—Muy bien, ¡genial! Nos vemos entonces, cariño.

—Muy bien. Adiós. —Y la llamada se cortó.

Mustang respiró hondo, y le devolvió el teléfono a Chase.

Parecía que Jenna iba a requerir ser calmada. Volver a congraciarse con ella y a su
cama, iba a tomar un montón de trabajo.

Maldito Slade.
Capítulo 24
Traducido por Jhos
Corregido por Pily

Slade miró el papel desechado hecho jirones que tenía entre los dedos. La tinta estaba tan
gastada y desvanecida de ser llevado alrededor en su cartera durante meses que los números
eran apenas visibles.
¿Cuántas veces había tomado este papel y considerado en llamarla?, no podía
contarlas. Pero esta vez no estaba a miles de kilómetros de distancia y llamarla no parecía
tan inútil.
Acerando sus nervios, se sentó en el borde de la cama y cogió el teléfono en la mesita
de noche la habitación de dos camas.
Había marcado tres números cuando oyó el desbloqueo de la puerta y se abrió.
Slade estrelló el receptor y se puso de pie, ocultó el papel profundo en el bolsillo
delantero de sus vaqueros mientras Mustang entró en la habitación.
Slade se metió las manos en los bolsillos y trató de parecer casual.
—Entonces, ¿qué pasa?
—No mucho. —Mustang apenas miró a Slade, haciendo una línea recta directamente
por el mando a distancia.
Slade respiró más libre cuando la concentración de Mustang se centró en la televisión,
mientas este saltaba a la vida. Slade se sentó de nuevo, estirando las piernas en la fea colcha
mientras oía la música cursi del canal de información del hotel iniciar.
Slade no podía llamar a Jenna si Mustang se quedaba plantado allí toda la noche. Miró
el reloj.
—Así que, ¿Tienes algo planeado para más tarde?
Mustang negó con la cabeza, los ojos todavía en la televisión mientras hace clic a
través de los canales por cable.
—¿Yo? Nop.
—¿Cualquiera de los otros chicos va a hacer algo?
Mustang asintió.
—Los chicos están saliendo de bar en bar por la noche. Oye, mira. Tenemos dos
canales de películas.
—¿No quieres salir con ellos? —preguntó Slade esperanzado, aunque el
descubrimiento de Mustang de HBO puede haber hundido alguna esperanza de que dejaría
la habitación.
Echando un vistazo a Slade, Mustang respondió:
—En realidad no. ¿Tu si?
—Nah. No quiero estar con resaca para mañana.
—Sí, yo tampoco. No para el primer encuentro de la temporada después de haber
estado fuera durante tanto tiempo.
Parecía como si estuvieran en un punto muerto, Mustang no salía de la habitación,
Slade no estaba dispuesto a ceder e ir a buscar un teléfono público. Eso estaba bien. Slade
pensó que podía esperar a que el saliera hasta que Mustang casualmente añadió:
—Oh, y Jenna va a estar en la audiencia de mañana.
La cabeza de Slade se dio la vuelta para mirar a Mustang.
—¿Qué?
Sin dejar de mirar la televisión, Mustang no reaccionó ni un poco a la dureza de la
única palabra gruñida de Slade.
—Jenna. La dejé un billete en la sección VIP para mañana.
—¿Llamaste a Jenna?
¿Acaso Mustang tuvo el número de Jenna todo este tiempo y toda la farsa de Slade
de arrojarla fue para nada?
Por último, Mustang lo miró a los ojos.
—En realidad, Chase lo hizo. —Y como Slade casi se atragantó con eso, Mustang se
rió—. Sí, pensé que tú ibas a reaccionar de esa manera.
—¿Chase tenía el número de teléfono de Jenna?
—Estaba en su teléfono. —Mustang se encogió de hombros y volvió a cambiar los
canales.
Slade frunció el ceño, ya no está en el humor para hablar de casi nada más. No pudo
conseguir sacar el pensamiento de su cabeza, sin embargo. Jenna le dio a Chase su
número. Mierda.
Consuelo sexual.
Ese fue el único término en que Jenna podría llegar a describir la forma en que
Mustang y Slade la habían ignorado durante meses y luego la llamó ahora que estaban en
Nueva York. Querían acostarse con ella de nuevo.
Y ella había accedido a reunirse con ellos. Dejó escapar una risa amarga.
¿Qué diablos dice eso sobre ella?
Cuanto más pensaba en ello, más enojada se ponía. Por último, tomó su teléfono
celular, encontró el número del que Mustang había llamado desde su registro de llamadas
entrantes y pulsó la tecla de envío.
Cuando escuchó el "hola" con el receptor, puso en él.
—¿Por qué has esperado tanto tiempo para llamarme?
—¿Eh? Quién es?
Eso imaginó. Él ni siquiera sabía quién era ella. Aunque no era de extrañar. ¿Quién
sabe cuántas chicas lo llaman día y noche? Ella dejó escapar un suspiro de frustración en voz
alta.
—Es Jenna.
¡Por Dios! Acababa de hablar con ella.
—¡Jenna! Hey. Es Chase.
—¡Chase? —¿Por qué diablos estaba Chase respondiendo el teléfono de Mustang?
Le oyó reír.
—Sí. Soy yo. ¡Cómo estás?
Ahora que ella realmente estaba escuchado, Jenna escuchó la diferencia en la voz de
Chase en comparación con la de Mustang, algo que no había notado antes, durante el inicio
de su ¿por qué no me has llamado? berrinche.
—Um, estoy bien, gracias. ¿Y tú?
—Bueno, estoy usando mi hebilla de Novato del año, estoy en la ciudad de Nueva
York por primera vez en mi vida y estoy montando mañana por la noche en el Madison
Square Garden. Yo diría que la vida es bastante buena.
—Sí, suena como si lo es.
La exuberancia juvenil de Chase era contagiosa. Jenna no pudo evitar sonreír.
—Entonces, ¿cómo va ese súper libro secreto que estabas investigando en Tulsa?
—Realmente bien en realidad. —Jenna no entró en los detalles, por muchas razones,
pero terminar a tiempo y conseguir un contrato definitivamente calificaba como muy bueno,
teniendo en cuenta lo mal que su primer intento en el libro de vaqueros había ido.
—¡Eso es genial!
Jenna pudo oír la sonrisa en su voz y se rió. Él realmente estaba emocionado por ella.
—En realidad, ya comencé a escribir otro.
—¿Este es sobre uno de los jinetes de toros, también?
—Sí. Se trata de un joven novato montador de toros con un gusto por las mujeres
mayores. —Jenna sintió que se sonrojaba y esperó la reacción de Chase.
—¡De ninguna manera! ¿En serio?
Jenna sonrió. —En serio.
Oyó la risa de Chase.
—¡Guau! ¡Eso es genial! Voy a tener que leer ese.
Por supuesto que le pareció genial. Chase podía entusiasmarse acerca de casi
cualquier cosa. En comparación con los esnobs, idiotas egoístas que ella y Astrid habían
encontrado en línea y en su última cita a ciegas, Chase era refrescante, por decir lo menos.
Si solo Jenna fuera diez, de acuerdo, unos quince años más joven...
—¿Tú? ¿Leyendo una novela romántica? Eso debe ir muy bien con los jinetes —se
burló de él.
—Eh, no les importará. Especialmente cuando se enteren que te conozco y como que
te inspiré. Lo hice, ¿no es así?
—Sí, lo hiciste. —Jenna se rió, recordando su sesión de besuqueo en el bar de Tulsa
y sintió sus mejillas calentarse. Hablando de Tulsa... —Um, Chase, ¿por qué estás
contestando al teléfono de Mustang?
Eso suscitó otra carcajada de Chase.
—En realidad, Mustang te llamó de mi teléfono. Mustang y Slade no tienen teléfonos
celulares.
—¿Qué? ¿Hablas en serio? ¿Por qué no?
—Bueno, la historia de los viejos es que en el principio, no estaban haciendo
suficiente dinero montando para pagar las facturas de teléfono. Luego se convirtió en una
especie de cosa con ellos. Mantenerlo y no conseguir uno incluso aunque podrían
permitírselo si querían. Burlándose del resto de nosotros por textear o estar en nuestros
teléfonos todo el tiempo. ¿Sabes?
Jenna negó con la cabeza.
—Al igual que la forma en que duermen en el remolque en vez de en un hotel.
Chase se rió.
—Sí, justo así. A pesar de que están en un hotel aquí. Volaron. No es un buen lugar
para estacionar el remolque esta competición.
—Hmmm. Supongo que no. —Jenna se sintió extrañamente triste en eso. Había un
lugar especial en su corazón para ese remolque. Entonces pensó en algo—. ¿En qué hotel
están ustedes?
Chase le dijo el nombre.
—¿Por qué? ¿Quieres venir y visitar?
Jenna se rió.
—No. No lo creo.
—No te enojes con Slade, Jenna.
Este chico era demasiado perspicaz.
—¿Qué te hace pensar que estoy molesta?
—La forma en que te pusiste cuando conteste el teléfono y pensaste que era Mustang
me hizo pensar que no estás muy feliz con él y Slade en este momento. Pero no debes estar
molesta.
—Está bien, hipotéticamente, vamos a suponer que yo estaba molesta. ¿Por qué no
debería estarlo?
—¿No has oído esto de mí, pero en respuesta a tu pregunta hipotética, Mustang me
dijo que Slade perdió su número. Es por eso que no te llamó.
Los ojos de Jenna se nublaron por las lágrimas de alivio. Slade era un idiota torpe
para perder su número, pero era mucho mejor que la suposición de que había estado
ocurriendo desde hace meses, que ninguno de los dos nunca quiso hablar con ella de nuevo.
—Oh. Gracias por decírmelo, Chase.
—No hay problema. Eso sí, no les digas que te lo dije.
Ella sonrió.
—No hay problema.
—Así que, he oído decir a Mustang que vas a venir a vernos montar mañana por la
noche.
Jenna se aclaró la emoción de su garganta.
—Sí, ese es el plan.
—Bueno. Voy a buscarte en las gradas para saludar.
—Me gustaría eso.
—Odio tener que cortarte, Jenna, pero los chicos están fuera esperándome para coger
un taxi con ellos. Vamos a ir a algún lugar en el puerto.
Jenna sonrió.
—¿South Street Seaport?
—¡Sí! Eso es.
—Está bien, pero ve con cuidado y solo usa los taxis amarillos. Cualquier otro no
están regulados. No utilices esos. ¿De acuerdo? —Esos taxistas gitanos tomarían una mirada
a un grupo de jóvenes vaqueros dulces y triplicarían el precio.
—Solo taxis amarillos. Lo tengo. Gracias, Jenna. ¿Te veré mañana?
—Sí, lo harás. Buenas noches, Chase.
—¡Buenas noches, Jenna!
Jenna cerró su teléfono celular y se frotó los ojos mientras digería todo lo que acababa
de aprender.
No le habían dado sus números de teléfono celular porque no poseen ninguno. Si ella
había oído de alguien además de Chase, quien probablemente no sería capaz de decir una
mentira aunque lo intentara, no lo habría creído.
De repente, Jenna tuvo que repensar todo lo que ella había sentido en los últimos
meses en relación con Slade y Mustang. Pero primero, tenía algo que hacer. Jenna se agachó
y sacó una caja de fuera de debajo de su cama. Desde el interior de ella agarró una fotocopia
de su libro vaquero.
Jenna tomó una gran respiración, dejándola salir de nuevo poco a poco mientras pasó
una mano por la portada. Su corazón y alma estaban contenidos dentro de esas páginas.
Enviárselo a los chicos sería equivalente a confesar todo lo que sentía por ellos, acerca de su
tiempo juntos, el dolor, el amor, el sexo...
Se quedó congelada en sus rodillas delante de la resma de papel durante mucho
tiempo.
Quien no arriesga, no gana. Además, ser un escritor, si resultara que no se sentían lo
mismo respecto a ella, lo negaría todo y lo llamaría ficción.
Gallina, gritó su subconsciente. Protegiéndote a ti misma, el lado blandengue
contrarresto.
Dejó que su propia duda dijera lo que quisiera. Agarró su bolso y abrigo y se dirigió
hacia la puerta.
Hizo una pausa, manuscrito en la mano. Podría conducir a la ciudad y dejarlo en la
recepción del hotel, pero ya temblaba solo de hablar con Mustang. No estaba dispuesta a
luchar contra el tráfico en el puente y en el centro de Manhattan, en este estado de ánimo.
Además, nunca sería capaz de encontrar un lugar en la calle cerca de su hotel para aparcar.
Tomando un tren de ida y vuelta tomaría una eternidad. Sería muy tarde para cuando llegara
a casa.
Miró su reloj. El lugar del envío seguía abierto. Durante la noche lo empacó. Sería
más barato enviarlo a pagar por los peajes y estacionamiento de todos modos.
Ellos lo tendrían en sus manos a las diez de la mañana siguiente. Entonces, en el
momento en que los viera en el Garden la noche siguiente... Jenna se detuvo, su mano todavía
en el pomo de la puerta mientras la cerraba detrás de ella.
¿Entonces qué?
Consideró si quería salir de esa relación extraña pero maravillosa con los dos
vaqueros.
Entonces vamos a tratar con ello, nosotros tres, juntos.
Eso lo resuelve. Jenna se dirigió hacia el ascensor. Había logrado enviar por correo el
paquete y luego tuvo que llegar a casa y averiguar qué ponerse para un ruedo en Manhattan.
Eso fue un infierno de una dicotomía de la moda.
Lo bueno es que Jenna disfrutaba de un desafío. Debía. Ella estaba a punto de obtener
dos playboys vaqueros.
Capítulo 25
Traducido por Jhos
Corregido por Pily

Con su bolsa de equipo colgando en una mano, Slade entró en el Madison Square
Garden y tomó en la enormidad de la cavernosa arena.
No importaba que él estaba lejos de ser un novato más, o que él había montado allí
muchas veces antes, todavía lo golpeaba cada vez que entraba exactamente cuán grande era
para un chico que creció en la pobreza en Texas para estar montando en una de las arenas
más famosas del país.
Slade se frotó un punto situado en algún lugar entre la parte inferior de su caja
torácica y la hebilla de su cinturón, tratando de querer alejar el revoloteo allí.
¿Por qué demonios estaba nervioso? Lo sabía; simplemente no quería admitirlo.
Maldita sea.
Slade estaba exactamente donde quería estar. Montando en los pros. Clasificado con
el número dos del mundo. Apoyándose haciendo lo que amaba y, si Dios quiere, seguiría lo
suficientemente saludable para continuar haciéndolo. Debía estar en la cima del mundo, y
sin embargo, nunca se había sentido tan inseguro sobre las cosas en su la vida. Todo por
culpa de una chica de la ciudad de cabello castaño de ojos color avellana y su libro sobre el
enamoramiento de dos vaqueros.
Mustang, corriendo a su lado, interrumpió el ensueño de Slade.
—Acabo de comprobar. La taquilla tiene el billete de Jenna manteniéndolo por ella,
así que estamos bien para irnos.
Bien para ir. Sí, claro.
Slade miró a las gradas vacías, mirando la sección donde el año pasado, antes de que
él hubiera oído el nombre de Jenna Block, se sentaron las novias y las esposas de sus
compañeros de equipo.
Él y Mustang habían llegado temprano, por lo que las gradas todavía estaban vacías,
pero pronto en medio de miles de fans estaría Jenna, sentada en algún lugar de esa sección
VIP.
No hay duda de que estaría en la primera fila en un asiento directamente detrás de la
tolva. Allí sería tanta distracción como fuera posible, gracias a la compra de entradas que
Mustang había dejado para ella, después de que Chase la había llamado.
Había demasiados hombres en la vida de Jenna para el gusto de Slade. Mustang.
Chase. Y esos eran solo los que él conocía. ¿Quién sabía cuántos más estaban persiguiéndola
en Nueva York. Pero Jenna no era suya, así que ¿cómo podría Slade estar enojado en nada
con Mustang, o Chase, o cualquier otro hombre con respecto a ella?
La mano de Slade se trasladó hasta frotar una mancha en el lado izquierdo de su pecho
mientras consideraba eso. Pensó sobre el final del libro donde el personaje principal no puede
elegir entre los dos vaqueros y les pide a ambos estar con ella. ¿Cuánto de Jenna estaba en
ese libro y cuánto era invento? La pregunta había estado comiéndolo desde que lo había leído.
Su mano se movió hacia abajo para frotar su estómago dolorido.
—¿Qué pasa contigo esta noche?
Slade se volvió a Mustang, que lo observaba.
—Nada. ¿Por qué?
—Estas nervioso. Puedo verlo en tu cara. Diablos, está escrito en todo su cuerpo.
Estás actuando como... no lo sé, alguna novia virgen en su noche de bodas.
Slade levantó una ceja ante esa comparación.
—No he sido una virgen en un tiempo muy largo, Mustang.
—Tal vez tu pene no lo ha sido, pero tu corazón sigue siéndolo.
De ningún humor para los acertijos filosóficos de Mustang en este momento, Slade
negó con la cabeza.
—¿Qué se supone que significa eso?
Una ceja se levantó.
—Piensa en ello.
Slade dejó escapar un suspiro.
—No tengo tiempo para juegos de palabras. Tengo que untar mi cuerda.
—Sí, tengo que hacer eso también. —Mustang se movió para seguir a Slade y luego
se detuvo—. ¿Quieres estar solo o puedo ir?
Slade frunció el ceño.
—¿De qué demonios estás hablando ahora? ¿Por qué tengo que estar solo para
preparar mi cuerda?
Mustang se encogió de hombros.
—No lo sé. Solo preguntaba. Has estado actuando de manera extraña últimamente,
pensé que tal vez te gustaría privacidad o algo.
—Sigue con esta mierda rara y podría. —Slade frunció el ceño y se dirigió a los
vestuarios para dejar caer su bolsa y conseguir prepararse, mental y físicamente, antes de que
Jenna llegara y disparara toda su concentración al infierno.
Mustang sería un idiota que Slade podía ignorar, había tenido suficiente práctica de
hacerlo, pero el ver a Jenna de nuevo por primera vez en meses, iba a ser más difícil para
Slade de poder sacar de su mente.
El tiempo nunca pasa tan lentamente como cuando estas esperando algo. Slade miró
el reloj más veces de las que podía contar. Preparó su cuerda por mucho más tiempo de lo
necesario. Incluso verificó los toros atrás en los corrales, algo que no había hecho desde antes
de que él comenzara a montar profesionalmente, en la época en que no tenía ni idea de qué
tipo de toro conseguiría en el sorteo.
Finalmente, Slade se obligó a sentarse y tratar de relajarse, hasta que escuchó los
ruidos típicos de la multitud comenzando a llenar el estadio. Entonces la relajación estaba
fuera de la cuestión.
No falta mucho. Con los codos apoyados en las rodillas, Slade hundió el rostro en sus
manos y trató de depurar la tensión.
—Sabía que había venido.
Slade levantó la vista y se encontró Mustang de pie delante de él, sonriendo.
—¿Jenna está aquí?
Mustang asintió.
—Sí. Ven. Vamos a saludar.
Slade tragó saliva y su ritmo cardíaco se duplicó.
—No se supone que salgamos antes de hayamos sido presentados durante la gran
apertura.
Mustang se agachó y comenzó a desabrochar sus chaparreras. Se quitó el chaleco y
empujó el sombrero bajo sobre los ojos.
—Ya está. Ahora nadie sabrá quién soy.
Mustang esperó a que Slade hiciera lo mismo.
Sopló un gran aliento, y dejó que saliera muy lentamente, Slade se levantó. Se quitó
todo lo que tenía un logotipo del patrocinador en él, se limpió el sudor de sus manos en sus
vaqueros y luego dijo:
—Está bien. Vamos.
El comentario de “la novia virgen” siguió corriendo por la cabeza de Slade cuando se
dio cuenta de que sus manos estaban temblando. Mierda.
Si él había leído en el libro correctamente, Jenna les estaba diciendo que era de ellos
para tomar, ambos si querían. ¿Qué demonios quiere él? Slade consideró a medida que se
acercaban a Jenna.
Entonces, antes de que él se diera cuenta, Mustang había agarrado la mano de Jenna
y estaba tirando de ella fuera de su asiento. No había más tiempo agonizante para Slade sobre
lo que quería o no quería, porque el objeto de sus cavilaciones estaba justo delante de él,
derritiéndolo desde el interior con una sola mirada.
—Mustang. Slade. —Jenna sonrió y puso a aletear el estómago de Slade.
—Shh. Estamos de incógnito, cariño. Ven.
—¿A dónde vamos?
Mustang le sonrió, luego a Slade.
—A algún lugar en el que podemos decir un hola adecuado.
Slade tragó, con la boca seca de repente mientas anticipaba los labios de Jenna bajo
los suyos, sus manos en su cuerpo. Mustang encabezó el grupo, arrastrando a Jenna de la
mano detrás de él, y Slade siguiendo de buena gana, preguntándose a dónde iban, pero sin
importarle en absoluto, siempre y cuando llegaran allí, y solos, rápido.
Con una mirada por encima del hombro, Mustang empujó a través de una puerta que
decía Prohibida la entrada y los tres se encontraron en una gran y, por suerte, sala vacía.
—Maldita sea, te he extrañado. —Mustang negó con la cabeza y le sonrió—. Te ves
mejor de lo que recuerdo.
Los ojos de Jenna se dispararon a Slade y luego de vuelta a Mustang.
—También los he extrañado. Mucho.
Sus ojos todavía sobre Jenna, Mustang dijo:
—Slade, ven aquí y dale a Jenna un saludo adecuado.
Mustang se ángulo e hizo espacio, y Slade dio un paso adelante. Él de alguna manera
encontró su voz.
—Hola.
Jenna miró hacia él con la misma mirada en sus ojos que él vio por última vez esa
noche en su habitación de hotel cuando había recogido el condón verde y se atrevió a usarlo.
A su lado, Mustang le pasó una mano arriba y abajo del brazo de suéter negro de
Jenna.
—Querida, espero que no creas que soy grosero, pero si no te beso en este momento,
creo que me muero.
Echando un vistazo rápido a Slade, se rió antes de responderle a Mustang.
—Sé exactamente cómo te sientes.
Mustang bajó la cabeza.
—Es bueno escucharlo.
Luego, su boca cubrió la de ella mientras Slade miró, envidia, deseo, hasta que la
mano de Jenna se acercó y agarró un puñado de su camisa. Ella le daba vueltas y entonces se
separó de la boca de Mustang y se inclinó hasta tocar sus labios a los de Slade.
Él se hundió en su beso, sintiendo como si hubiera vuelto a casa.
Cuando ella se apartó, solo tenía una cosa que decir.
—Jenna.
Ella sonrió.
—He oído que tienes una habitación de hotel en esta ocasión. Espero que este cerca.
A su lado, Mustang se rió.
—Suficientemente cerca.
—Bueno. Pero será mejor que salgamos de aquí antes de que nos metamos en
problemas. —Jenna volvió hacia la puerta y luego se detuvo—. Tienen condones en su
habitación de hotel, espero. Si no, uno de ustedes mejor los consiga en algún lugar después
de la competencia.
La risa de Mustang resonó en las paredes de la sala vacía mientras la seguían hacia la
puerta.
—No te preocupes, querida. Lo tengo cubierto.
Slade soltó un suspiro largo y lento mientras Jenna empujó la puerta por delante de
ellos.
—Guau.
Mustang se echó a reír.
—Puedes decir eso otra vez.

Slade estaba de pie, una bota sobre el carril, la otra en el suelo, y resopló.
—Pronto —dijo Mustang suavemente a su lado.
Slade se permitió una mirada en la dirección del asiento de Jenna en las gradas.
—No lo suficientemente pronto.
—Solo relájate.
Slade disparó a Mustang un vistazo.
—Estoy relajado.
Una ceja se levantó bajo el sombrero de Mustang mientras miraba fijamente a la mano
de Slade. Slade había estado tamborileando un ritmo fuerte, impaciente, sin melodía en el
carril sin siquiera darse cuenta. Aquietó sus dedos.
—Lo siento.
—Nunca te he visto así por una chica.
—¿Quién dice que es por una chica? —Mentira.
Mustang dejó escapar un bufido.
—Es seguro que no es por el toro que te tocó. Mi abuela podría montarlo.
La abuela de Mustang puede muy bien haber estado montando esa noche. Slade no lo
habría sabido de cualquier manera.
No tenía atención de lo que estaba ocurriendo en la arena, excepto para desear que
fuera más rápido.
Cuarenta y cinco toros y jinetes toma mucho tiempo para cargar en las rampas de una
en una, y desde que Mustang se clasificó cuarto y Slade segundo, significaba que tenían que
enfriar sus talones y esperar a que casi todos los otros a montaran delante de ellos. También
significó que Slade se arrastraba fuera de su piel para conseguir pasar a través de ellos.
Mustang tenía razón. La ansiedad de Slade no tenía nada que ver con nervios por su ruedo.
Se atrevió a mirar en dirección a Jenna de nuevo y dejó escapar un gruñido casi salvaje
al ver que lo saludó.
—Dios maldiga a ese chico.
Mustang se volvió para mirar, luego se rió.
—Hey, si no fuera por Chase, ella ni siquiera estaría aquí. Él nos consiguió su número,
recuerda.
Recordar eso enojaba a Slade aún más, pero mantuvo la boca cerrada, ya que no estaba
a punto de decirle a Mustang que había tenido el número de Jenna todo el tiempo. Solo había
sido demasiado estúpido o demasiado terco... diablos, tal vez simplemente había estado
demasiado asustado de usarlo. No importa cuál fuera la razón, no se sentía como para
confesar nada de eso a Mustang justo ahora. Ya era bastante duro enfrentar personalmente
las realizaciones.
Miró hacia arriba y vio a Mustang riéndose de él.
—Sigues dándome miradas desagradables como esa y podría no decirte lo que estaba
a punto de contarte.
Mustang se encogió de hombros.
Slade negó con la cabeza, frunciendo el ceño.
—Creo que no voy a estar escuchando, entonces.
—¿Seguro? Te gustará. ¿No tienes un poco de curiosidad?
—No. —Mierda, tenía curiosidad ahora. Slade odiaba eso. Dijo tan casualmente
como pudo—: Todo bien, solo sácalo de tu sistema. Sé que te mueres.
Mustang se echó a reír.
—Sí. ¿Quieres que te diga para mi beneficio, y no para el tuyo?
—Está bien, no me digas entonces. No me importa.
Mustang siempre había actuado como un menor de edad, pero ¿cuándo exactamente
Slade comenzó a actuar como un chico junto con él? Oh, sí. Justo en el momento en que él
desarrolló el enamoramiento colegial por Jenna.
Sacudiendo la cabeza, Mustang cedió, aunque por ahora, Slade estaba demasiado
enfadado tanto con su amigo y con él mismo como para importarle mucho lo que el gran
secreto había sido, para empezar... hasta que Mustang reveló el secreto.
—Sé que te deje creer que Jenna le dio su número de teléfono a Chase, pero no lo
hizo.
—¿Qué?
Mustang sonrió más amplio.
—Sí. Él lo recibió de una amiga suya que conectó con Garrett esa noche que estaba
fuera bebiendo con todos ellos en Tulsa. ¿Te acuerdas?
Slade recordaba. Diablos, que nunca olvidaría cualquier parte de esa noche, o
cualquier parte de su tiempo en Tulsa.
—¿Qué demonios, Mustang? ¿Por qué me dejaste creer que ella le dio su número a
Chase?
Mustang había permitido deliberadamente que se fuera creyendo que Chase había
estado hablando con Jenna en los últimos dos meses.
—Debido a que era divertido.
Slade lanzó una mirada desagradable al perfil de Mustang.
—Sí, muy divertido.
—¿Cuántas mujeres estaban contigo durante la temporada baja, Slade?
¡Santo cielo! ¿De dónde había venido de esa pregunta?
Slade miró a su alrededor para asegurarse de que nadie más lo había oído.
—Eso no es asunto tuyo.
Mustang frunció el ceño y susurró:
—Por Dios, Slade. Hemos estado dentro de la misma chica a la vez. No actúes como
si estuviera invadiendo tu privacidad o algo así. Solo tienes que responder la maldita
pregunta.
Ni siquiera estaban a mitad de camino a través de la línea de arriba, así que no era
como que Slade podría salvarse de tener que alistarse para montar. Mustang y su pregunta
no se irían a ninguna parte así que bien podría responder.
Slade evitó el contacto visual.
—Ninguna.
—Ninguna —repitió Mustang, pareciendo satisfecho de sí mismo—. ¡Ves! ¿No te
das cuenta de lo que eso significa?
—En realidad no, no.
—No puedo contar con cuántas chicas estuve los últimos dos meses.
—¿Al igual que eso es algo para presumir? —Slade frunció el ceño.
Mustang se echó a reír.
—No estoy presumiendo. Estoy tratando de probar un punto. Slade. Escúchame. Sí,
me gusta Jenna. Un montón. Pero yo estuve con otras chicas después de ella y tú no. Estas
enamorado de Jenna.
Slade entrecerró los ojos a esa acusación.
—Yo no la amo.
—Seguro como el infierno que lo haces. Puedo verlo. Pareces ser el único que no
puede.
—Admito que me gusta.
—Está bien. Llámalo como te haga feliz, pero las acciones hablan más que las
palabras.
—¿Qué acciones? Si estamos hablando de sexo, has tenido tanto de ello con ella como
lo he hecho.
—No exactamente desde que tú tuviste esa noche solo con ella antes de que dejara
Tulsa, pero no estoy hablando sobre sexo de cualquier manera. Quiero decir la forma en que
estas listo para matar a Chase por solo mirar en su dirección. La forma en que nunca te gustó
compartirla conmigo.
—Yo... —Slade trató de interrumpir para negarlo, pero Mustang bombardeó directo
sobre él.
—No. Déjame terminar. ¿No lo ves, Slade? No me siento de la misma manera. No
tengo ningún problema contigo y ella pasando la noche juntos con o sin mí allí. Caray, yo no
habría tenido un problema si ella hubiera llevado a Chase a su cama.
Slade se sintió mal mientras esa imagen retorcía sus entrañas.
Mustang continuó.
—No debería sentirme así, ¿tendría que hacerlo? Quiero decir que ella es divertida e
inteligente y me encanta pasar tiempo con ella y el sexo... Bueno, ya sabes, que siempre es
increíble...
—Bueno, suficiente. Lo entiendo.
Mustang se echó a reír.
—Ves. Estás probando mi punto. Yo, obviamente, no siento de la forma en que tú lo
haces por ella.
Slade dejó escapar un suspiro.
—Eso puede ser cierto. Tal vez me gusta más de lo que te gusta.
—Y eso es exactamente por lo que necesitas, para empezar, llevar esto al siguiente
nivel.
Slade se rió.
—¿El siguiente nivel? Ya hemos hecho casi todo lo que un hombre y una mujer
pueden hacer juntos, Mustang. —Con unas pocas excepciones que no le importaría intentar.
—Estoy hablando de una cita. Invitarla a salir. Iniciar una relación. Piensa en ella
como una novia, ya que es más que obvio para mí, y debe serlo para ti también, que ella es
mucho más que una aventura de una noche.
Eso era cierto.
—¿Qué pasa con Jenna?
—¿Qué pasa con Jenna? —preguntó Mustang.
Slade pateó el suelo con la punta de la bota, tratando de encontrar las palabras.
—Creo que es bastante obvio a ella le gusta estar contigo, también.
—¿En la cama, te refieres?
Slade bajó la voz aún más.
—Tanto en la cama como fuera. La haces reír.
El dolor de esa declaración, entró por el corazón de Slade, lo que confirmaba la
acusación de Mustang que de que a Slade probablemente le gustaba, no iba a decir amaba,
Jenna demasiado para su propio bien.
—La harías reír si no fueras todo cara de piedra siempre que estamos juntos. Y en
cuanto a la parte de la cama... podemos trabajar alrededor de eso.
La frente de Slade se disparó.
—Trabajar en torno a eso, ¿cómo?
—Bueno, no es que no hemos estado juntos todos ya, ¿sabes? No hay nada para que
deje de ser tu novia exclusivamente, pero todavía podría, uh... unirme a ustedes dos en
ocasiones, si tú quieres.
No, Slade no quería Mustang uniéndose a él y Jenna en la cama, pero temía que Jenna
podría querer exactamente eso.
Mustang se echó a reír.
—No eres demasiado aficionado a esa idea, ¿verdad? Esa cara parece que acabas de
morder un limón.
Por una vez, Mustang tenía razón. Slade no era aficionado a la idea y el ácido en la
parte posterior de la garganta puede ser que bien pudo haber sido jugo de limón crudo. Al
igual que el ácido en la boca, Slade le resultaba difícil tragar la idea de compartir a Jenna con
Mustang, una vez que se hubiera convertido verdaderamente en su chica. Su orgullo no se lo
hizo más fácil, pero lo forzó hacia abajo de todos modos.
—Bien.
Los ojos de Mustang se abrieron.
—Bien, ¿qué?
Slade soltó una amarga carcajada al darse cuenta de que para mantener a Jenna feliz,
haría casi cualquier cosa, sin importar cuán desagradable fuera.
—Si eso es lo que quiere Jenna, entonces sí, supongo que tendría que trabajar con
ello.
Mustang se rió y Slade miró hacia arriba y vio a su amigo sacudiendo la cabeza.
—¿Qué?
—Solo viéndote, pareciendo tan miserable, como que espero no encontrar a la
indicada durante bastante tiempo. Estoy feliz tal y como soy. —Mustang palmeó la espalda
de Slade—. Creo que todos caemos finalmente. Estoy feliz de que caíste primero.
Slade miró hacia el reloj de la arena, deseando que esta noche pasara ya para que
pudieran llegar a Jenna. Incluso si sería compartida con Mustang. Simplemente pensar en
ella hizo su corazón acelerarse.
Se rió de sí mismo. Lo curioso era, tan miserable como era, tener a Jenna en sus brazos
de nuevo había hecho que su corazón se elevara. Cuando Slade pensó de nuevo en la noche,
en que él y Jenna pasaran solos en su habitación del hotel, y cuando pensó que podría ser
solo una de las muchas noches si ella se convertía en su novia, él no podía sentirse más feliz.
Slade no estaba tan seguro, cómo diablos había ocurrido pero Mustang tenía razón en
una cosa: era demasiado tarde porque estaba bien atrapado, trabado por una chica de la
ciudad.
Capítulo 26
Traducido por thelovestory
Corregido por Pily

Jenna contuvo la respiración mientras Mustang se sentó en el lomo del toro. Después
de ver a Slade arrastrado y pisoteado en la última competición, apenas había sido capaz de
ver a los otros jinetes sin sentir su corazón acelerado y su estómago retorcido por la
preocupación. Había sido bastante difícil ver a los extraños, incluso peor viendo a Chase, y
ahora Mustang, chicos que realmente conocía y se preocupaba.
Mustang asintió y la puerta se abrió.
De alguna manera los ocho segundos parecieron una eternidad. Ver el hombro de
Mustang golpear la tierra, justo después de que el timbre sonara tenía a Jenna tapándose la
boca para no gritar en voz alta. Verlo saltar hacia arriba y ser lanzado lejos de la carga del
toro, casi para su corazón. Cuando chocó los cinco con los otros chicos en la arena mientras
el público empezó a aplaudir, los ojos de Jenna se empañaron con alivio.
Entonces, antes de que lo supiera, antes de que apenas tuviera la oportunidad de
recuperarse del estrés de la cabalgata de Mustang, Slade estaba en la rampa y la horrible
anticipación comenzó toda de nuevo. Tendría que recordar empacar algunos antiácidos en su
bolso antes de la competencia de la noche siguiente porque esta preocupación iba a darle una
úlcera.
Pero Slade montó como si lo hubiera estado haciendo toda su vida. El timbre sonó y
en lo que parecía en cámara lenta, Slade soltó la mano de la cuerda y saltó al suelo,
aterrizando sobre sus pies casi con gracia en un desmonte que era exactamente lo contrario
de la caída desordenada de Mustang. No le importaba lo bonito que cualquiera de ellos se
bajara del toro, siempre y cuando los dos estuvieran fuera y seguros.
Un tipo más montó después de Slade, aunque Jenna no podría decirte si él llegó a la
chicharra o no, y luego la noche se terminó. Los jinetes estarían de regreso la noche siguiente
y, si todo iba bien esta noche con Slade y Mustang, Jenna también volvería a verlos.
A juzgar por la cálida recepción en el pasillo, estaban tan felices de verla como ella
de verlos. Ese momento, con los dos allí abrazándola, disipó casi las veinticuatro horas de
preocupación y duda que al enviarles su libro los enviaría corriendo en la dirección opuesta.
Tal vez no lo leyeron.
El corazón de Jenna pateó a toda marcha cuando el pensamiento la golpeó. Ella dejó
escapar un suspiro largo y lento y trató de tranquilizarse. Si no lo leyeron todavía, tal vez
podría robarlos de su habitación de hotel. Claro, ella podía hacer eso. Buen plan. Podría
funcionar.
El trazado de su atraco fue interrumpido por Mustang.
—¿Lista, cariño?
Ella miró con aire de culpabilidad hacia él.
—Sí. ¿Dónde está Slade?
—Solo está firmando algunos autógrafos por allí, pero me imaginé que vendría a
recogerte así podremos salir de inmediato cuando él termine.
Los ojos de Mustang brillaron y Jenna sabía que él estaba pensando más allá de irse,
probablemente hasta ellos quitándose la ropa en la habitación del hotel.
Ella estaba en perfecto acuerdo con Mustang. La mirada de Jenna buscó el otro objeto
de su deseo, pero cuando encontró a Slade, lo que vio la dejo inmóvil.
La mano de Mustang le tocó el brazo.
—¿Qué pasa?
Se dio cuenta que su boca estaba completamente abierta y la cerró para que ella
pudiera responder.
—Parece que hay una barbie pegada a los labios de Slade.
Las palabras de Jenna pueden haber sonado como una broma, pero la náusea
creciendo rápidamente en su vientre a la vista de Slade besando a otra mujer no era divertido.
Mustang dio la vuelta para ver de lo que Jenna estaba hablando y se echó a reír.
—Ella es solo una fan al azar, Jenna. Esa mierda sucede todo el tiempo.
—¿Lo hace? —Ella mantuvo sus ojos en Slade mientras él agarraba a la mujer por las
muñecas y daba un paso gigante hacia atrás y lejos de su boca. Jenna se sintió un poco mejor,
pero no mucho.
—Sí, tuve que firmar la parte delantera de la camiseta de una mujer antes, mientras
ella la llevaba puesta, lo que en realidad era preferible porque tuve que firmar las tetas
desnudas de una chica una vez.
Jenna frunció el ceño.
—Sí, estoy segura de que lo odiaste mucho.
—No es nada por lo qué preocuparse, cariño. Créeme. Me gusta una mujer que ofrece
un poco más de desafío. —Pasó su mano arriba y abajo del brazo de ella.
No le gustaba el giro de la conversación ni un poco, pero al menos Slade se había
zafado de la zorra y se dirigía hacia ellos.
Cuando llegó, Slade echó un vistazo a la cara de Jenna y le preguntó:
—¿Qué pasa?
¡Como si él no lo supiera! Jenna torció su boca en lo que estaba segura era un puchero
muy poco atractivo, pero a ella realmente no le importaba.
—Ella está enojada por esa fan... ya sabes... besándote. —Mustang movió un dedo en
la dirección en la que Slade había sido abusado sexualmente.
Slade bajó la cabeza en la dirección de Jenna.
—No la culpo. Estaba bastante enojado por mí mismo. La chica cree que solo puede
ir por ahí besando a cualquiera que le guste.
Golpeó el sombrero hacia atrás con ira y Jenna sonrió, aliviada.
—Vamos, vayámonos.
—Suena como un plan. —Mustang sonrió y continuó haciéndolo mientras cruzaban
la calle, entraron en el vestíbulo, y se dirigieron al ascensor. Él sonrió hasta que los tres
estaban de pie frente a la puerta de la habitación, y entonces dudó en la puerta—. Saben, creo
que voy a correr a la tienda y recogernos un poco de cerveza y aperitivos.
Slade estrechó su mirada hacia Mustang.
—Podrías haber pensado en eso mientras estábamos en la planta baja.
—Bueno, no lo hice, ¿ahora lo hago? —Mustang encontró la mirada de Slade con una
mirada de inocencia y luego se dirigió a Jenna—: Vuelvo en un rato, cariño.
Le dio un beso rápido a Jenna y corrió hacia el ascensor. Volviéndose, Jenna vio a
Slade sacudiendo la cabeza.
—¿Qué está mal?
—Él necesita cerveza y bocadillos como necesita un agujero en la cabeza.
Jenna frunció el ceño y miró por el pasillo, justo a tiempo para ver desaparecer a
Mustang a través de las puertas del ascensor. Ellas se cerraron detrás de él con un susurro y
oyó el traqueteo del coche en el eje.
—¿Qué fue todo eso?
Los labios de Slade se cerraron con desagrado.
—Mustang piensa que necesitamos un poco de tiempo a solas.
Él abrió la puerta con su tarjeta de acceso, alcanzando y encendiendo la luz. Si bien
sigue de pie en el pasillo, Slade abrió la puerta de par en par con un brazo así Jenna podía
entrar en la habitación antes que él.
Ella entró y luego se giró hacia él.
—¿Por qué debemos estar solos?
—Para hablar. —Slade hizo una mueca. Actuaba como si Mustang le hubiera
entregado un plato de hígado crudo para comer en lugar de una oportunidad de estar a solas
con ella para hablar.
—Está bien. —Jenna se sentó en el borde de la silla en la habitación—. Podemos
hacer eso. ¿De qué te gustaría hablar?
Slade se apoyó en la mesa y cruzó los brazos sobre su pecho.
—Um, he leído tu libro.
Ah. Las cosas estaban empezando a tener sentido.
Los nervios de Jenna dieron patadas a toda marcha.
—¿Y?
—Fue bueno. Realmente bueno.
—No estaba buscando elogios. ¿Qué piensas de la historia?
Slade sonrió.
—Utilizaste lo que te dije sobre mi primer monta de toro.
—Sí. Lo hice. —Casi palabra por palabra. Jenna se encogió—. ¿Eso está bien? Fue
tan hermoso... lo siento.
Él levantó una mano.
—Está bien. No me importa. En realidad fue algo halagador. No me dolió que la chica
se encendiera por ello en la historia, que saltara sobre él.
Las mejillas calentándose, Jenna asintió.
—Sí. Eso es un poco cómo sucedió en la vida real.
Slade soltó una breve carcajada.
—Sí. Lo recuerdo. De hecho, no he olvidado nada. Ni uno solo minuto del tiempo
que pasamos juntos.
Todo el cuerpo de Jenna reaccionó a esa proclamación. Calentándose. Derritiéndose.
—Yo tampoco.
Él sonrió.
—Sí, incluso lo escribiste todo.
—Fue un error de mi parte no pedir permiso primero...
—No, eso no es a lo que quiero llegar, Jenna. Además, has cambiado nuestro
nombre. No es que alguien lo sabrá.
Ella asintió, sin mencionar que si alguna vez Chase consigue agarrar el libro, él sabría
que ella estaba escribiendo acerca de Slade y Mustang. Pero Jenna realmente esperaba que
al pasar eso, Chase creyera que todas las aventuras sexuales eran creadas a partir de su
imaginación y no registradas de la realidad.
—Lo que estoy tratando de decir es... Lo que estoy preguntando es... La mujer en el
libro, ella se enamora de los dos vaqueros, bastante fuerte en realidad.
—¿Y quieres saber si me siento de la misma manera?
Slade se encogió de hombros.
—Sí. ¿Lo haces?
Jenna tragó saliva.
—Sí.
Slade inhaló profundo y luego lo dejó escapar lentamente.
—Entonces creo que mi siguiente pregunta es, ¿te imaginas a nosotros, a los tres,
quiero decir, terminando así?
—¿Puedo hacerte una pregunta primero?
—Um, seguro.
—En el libro, los vaqueros se enamoran de la chica también.
Slade asintió.
—Sí. Lo hacen.
—¿Y? ¿Te sientes de esa manera por mí?
Pateando en la alfombra con la punta de su bota de vaquero, Slade finalmente forzó
sus ojos hacia arriba.
—Um, supongo que se podría decir que sí.
Temblando, Jenna se levantó de la silla y se acercó a él.
—¿En serio?
Slade dio un paso adelante, poniéndose a un suspiro de distancia de Jenna. Echó la
cabeza hacia abajo para que pudiera sentir el calor de sus palabras.
—Sí. En serio.
Jenna tragó.
—Entonces supongo que debo decirte que en mi primer borrador la tenía eligiendo
solo un vaquero, pero mi socia crítica dijo que se vendería mejor si todos terminaban juntos.
Ella miró sus ojos abriéndose ligeramente más con eso. Sus manos se levantaron para
agarrar sus hombros y Jenna creyó ver la inseguridad brillando a través de una grieta en su
dura fachada.
—¿Cuál elegiste... ella eligió? En tu primer borrador, quiero decir.
—La heroína eligió el vaquero que la hizo enamorar de él con esa historia de su
primera monta de toro.
Los ojos de Slade expresaron todo lo que estaba sintiendo, a pesar de que dijo una
sola palabra.
—Bien.
Luego, sus labios estaban sobre los de ella, su boca caliente cuando su lengua buscó
la suya. Sus manos recorrían su cuerpo como si estuviera tratando de memorizar cada
centímetro de ella. Sus manos hicieron lo mismo, extrañándolo todo de nuevo después de los
meses que habían pasado separados.
—Quiero que seas mía, Jenna. Me refiero a realmente mía. Sé que va a ser una larga
distancia, pero a lo mejor puedo visitarte entre las competiciones, y tal vez tú puedas venir a
verme también.
—Podemos hacer que funcione, pero vamos a tener que conseguirte un teléfono
celular —advirtió.
Slade sonrió.
—Bien. Trato.
Jenna asintió y se apartó, con el ceño fruncido.
—¿Mustang estará bien contigo y conmigo, ya sabes, siendo una pareja?
—Él sabe lo que siento. —Slade rió—. Mustang lo supo mucho antes que yo, o al
menos antes de que yo estuviera dispuesto a admitirlo.
—Él nos dejo solos para hablar, pero espera a volver aquí y —ella hizo un gesto a la
cama —, ya sabes.
—Creo que eso depende de ti. —Slade la observaba de cerca, su cara de repente un
libro cerrado una vez más.
—¿Es eso lo que quieres? Sé que ustedes comparten mucho...
—Jenna, yo sería muy feliz de no compartirte de nuevo con otro ser viviente. Mierda,
estaría aún más feliz si pudiera legalmente pegarle a todos los hombres que alguna vez
incluso te miren.
Ella se echó a reír mientras su corazón dio una pequeña voltereta. Ningún hombre
había querido golpear a alguien en su nombre antes.
—Bien.
El rostro de Slade permanecía estoico.
—Pero quiero que sepas esto. Haré cualquier cosa que se necesite para mantenerte en
mi vida y si quieres... si lo que necesitas...
—¿Qué está tratando de decir, Slade?
Dejó escapar un suspiro.
—Estoy diciendo que sé que te gusta estar con Mustang, y si eso significa que tengo
que compartirte con él de vez en cuando, en ocasiones, en lugar de que perderte por completo,
estoy dispuesto a darle una oportunidad.
Jenna sintió que sus cejas se disparaban hasta el nacimiento del pelo.
—Ese es un ofrecimiento, Slade.
Él asintió solemnemente.
—Sí.
La concesión de Slade era a la vez magnánima e increíblemente intrigante al mismo
tiempo.
—¿Estarías dispuesto a hacer eso por mí a pesar de que preferirías pegarle por solo
mirarme?
Él bajó la cabeza otra vez.
—Sí.
Allí estaba el hombre de pocas palabras del que se había enamorado. Jenna se inclinó
hacia él y se levantó de puntillas.
—No te asustes, pero creo que te amo, Slade Bower.
—Nunca he dicho esas palabras antes, Jenna. Tal vez a mi mamá, pero no de esa
manera a una mujer.
Jenna respiró profundo, resignándose después de su confesión a que ella no estaría
escuchándolo ahora.
Su agarre se apretó en sus brazos.
—Nunca lo dije porque nunca lo sentí. Pero estoy bastante seguro de que lo siento
ahora contigo. —Él se rió—. Guau. Decir eso no fue tan difícil como pensé que sería.
Jenna también se rió.
—Me alegro, porque no debería ser difícil, Slade.
El timbre del teléfono del hotel interrumpió el beso que Slade estaba a punto de
entregar. Con un profundo suspiro, soltó su agarre sobre ella y contestó.
—¿Hola? —Escuchó durante un segundo y luego cubrió la boquilla—. Es
Mustang. Dice que algunos de los chicos van a salir y él necesita saber si debía ir con ellos o
volver aquí.
La pregunta quedó fuertemente en el aire entre ellos.
—Dile que como nativa de Nueva York, le sugiero salir y disfrutar de la ciudad. Solo
que tenga cuidado.
La mirada de resignación en el rostro de Slade desapareció cuando estalló en una
enorme sonrisa. Transmitió el mensaje, colgando el teléfono después y volviendo a ella.
—Así que, ¿eso significa que la respuesta a la cuestión de compartir es no?
Jenna asintió y las manos de Slade la recompensaron haciendo un viaje por su espalda
para asentarse en su trasero.
—Por esta noche, de todos modos —agregó. Slade frunció el ceño y ella se rió de
él—. Hey. ¿Qué mujeres podrían totalmente cerrar la puerta a una oferta para tener a dos
vaqueros dedicados a complacerla en la cama?
Los ojos de Slade se estrecharon.
—Has estado escribiendo demasiados de esos libros de romance traviesos, mujer.
—Debes agradecerle a Dios que escribiera ese libro. Es lo que nos ha unido.
—Sí, lo hizo y por eso siempre tendré un lugar especial en mi corazón para libros de
romance traviesos.
—¿Y para autoras de novela romántica traviesas?
Slade sonrió—. Solo la indicada.
Jenna también sonrió. Más feliz que nunca.
—Bien.

Fin
Siguiente libro:
Este vaquero está buscando más que una monta de ocho
segundos.

Mustang Jackson hace dos cosas, montar toros y amar


mujeres. Así que la lesión que lo saca de la arena le deja
sólo una forma de ganarse la vida. Desafortunadamente,
cobrar por ser un semental delante de la cámara no es tan
divertido como las conquistas privadas. Cuando atrapa
la vista de la pequeña Sage Beckett, sin gafas, brackets y
coletas que recuerda, pasar tiempo en su ciudad natal de
repente se vuelve algo mucho más interesante.

Sage estaba enamorada de Michael desde mucho tiempo


antes de que comenzara a usar ese ridículo apodo
“Mustang”. Aunque por lo que oye de casualidad sobre
su serie de conejitas de hebilla, el hombre le hace honor a este. En el pasado, él siempre veía
a través de ella. Ahora que está de nuevo en casa, ella está decidida a capturar y domesticar
a este semental salvaje, no importa lo que necesite.

Ella tiene la intención de satisfacer su curiosidad y seguir adelante, pero con cada toque está
menos segura de que alguna vez lo vaya a purgar de su sistema. Una vez acorralado entre sus
brazos, Mustang se encuentra pensado que la domesticación puede no ser tan mala después
de todo.

Salvo que, una vez se entere de su trabajo, ella podría no quedarse para la siguiente ronda.
Sobre la autora:
Todo comenzó en el primer grado cuando Cat Johnson
ganó el concurso de ensayos en la Escuela Primaria
Hawthorne y llegó a montar en el coche del Jefe de la
Policía en el desfile del Memorial Day... y el resto,
como dicen, es historia. Como adulta, Cat
generalmente intenta mantenerse alejada de los coches
de policía y está encantada de escribir para ganarse la
vida. Ha sido publicada con un nombre diferente en el
género Adulto joven, pero lanzó su primer romance en
2006.

Hoy, es una best-seller de NY Times y USA Today, galardonada autora de romance


contemporáneo y contratada con Kensington & Samhain Publishing. También está
patrocinando verdaderos vaqueros de monta de toros.
Traducido, corregido y
diseñado en:

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