Está en la página 1de 18

Obj: Reconocer las causas de la crisis en la iglesia

católica.
La crisis de la Iglesia
https://www.youtube.com/watch?
v=T2jGQwTr1tE&t=23s

En el siglo XVI se produjo una gran crisis en la Iglesia católica en Europa


Occidental, debido a las numerosas acusaciones de corrupción eclesiástica,
simonía y falta de piedad religiosa que aireó la imprenta, y se originaron muchas
guerras de religión, que cesaron al fin en 1648.
La riqueza material de esta época hizo que se produjera corrupción y relajación
de las costumbres entre parte del clero, lo que afectaba hasta las más altas
jerarquías, incluido el papado. Todos buscaban aumentar al máximo sus propios
lujos, y necesidades.
A principios del siglo XVI, la Iglesia se encontraba en un profundo estado de
decadencia y de crisis. La riqueza material de esta época hizo que se produjera
corrupción y relajación de las costumbres entre parte del clero, lo que afectaba
hasta las más altas jerarquías, incluido el papado. Todos buscaban aumentar al
máximo sus ingresos, ya sea para velar por el futuro de sus familias, satisfacer su
gusto por el lujo o proteger a sus artistas favoritos.

Se sabía que el Papa Alejandro V de Borgia llevaba una vida escandalosa, y que
el Papa León X sólo se había ocupado de las bellas artes. El resto del clero no lo
hacía mal; se dice que los obispos, en Alemania, poseían la tercera parte de las
tierras y vivían como grandes señores.

Tales excesos despertaron poderosas críticas e insistentes exigencias en favor


de una reforma que los suprimiese de raíz.}

¿Cuáles fueron las causas de la crisis de la Iglesia


católica?
 
Obj: Reconocer las características del
Luteranismo.

Los alumnos, realizan un breve informe


escrito y gráfico, sobre el surgimiento del
Luteranismo, sus características, principios y
consecuencias.

Lutero
La Reforma protestante (1517-1648) se refiere a la amplia
revuelta religiosa, cultural y social de la Europa del siglo
XVI que rompió el yugo de la Iglesia medieval, permitió el
desarrollo de interpretaciones personales del mensaje cristiano
y condujo al desarrollo de las naciones-estado modernas.
La Reforma protestante sacudió fuertemente el destino de
Europa a partir del siglo XVI. Significó, básicamente, la división
de la Cristiandad occidental en dos partes: una católica, que
sigue reconociendo la autoridad del Papa y que mantiene una
organización única, y otra que adopta después el nombre de
“protestante” y que se subdivide, a su vez, en una serie de
grupos y sectas.
También ayudaron las ideas de teólogos como Wiklif y Hus que
pregonaron que la fuente de autoridad para el cristiano no era
la Iglesia sino la Biblia, y en lengua nacional. Estas ideas
fueron abonadas también por la difusión que hizo la imprenta
de la Biblia y los inteligentes comentarios de los intelectuales
del Humanismo a los Evangelios.
Como veremos, el protestantismo puso especial énfasis en la
justificación por la fe (la fe, única fuente de salvación) en un
momento en que los papas apelaban a la venta de
indulgencias. Los creyentes veían, con mucho escepticismo, la
posibilidad de “comprar” su salvación; por eso, pusieron tanto
énfasis en que, al final, la fe es el camino más correcto para
conseguir la salvación.
Se llama luteranismo a una corriente religiosa derivada del
catolicismo, fundada por el monje y teólogo alemán Martín
Lutero, a principios del siglo XVI. El luteranismo es una de las
ramas de la Reforma protestante, que también integran el
calvinismo, el anglicanismo, el anabaptismo y el
presbiterianismo.
Lutero creía que la salvación sólo se logra mediante la fe
personal y la lectura directa de las Sagradas Escrituras y que
cualquier persona tenía derecho a leerlas y estudiarlas, sin
depender del magisterio de la jerarquía eclesiástica.
Los tres principios fundamentales del credo reformado son: la
justificación por la fe, el sacerdocio universal, y la autoridad de
la Biblia.
Las consecuencias más importantes de la irrupción
del luteranismo fueron las siguientes:
 La división de la cristiandad occidental en dos grandes
ramas: ...
 El enfrentamiento entre el emperador del Sacro Imperio
Romano Germánico, el católico Carlos V (1520-58), y los
príncipes alemanes que adhirieron al luteranismo.

¿Quién es Lutero?
¿Qué defendía la Iglesia luterana?
¿Cuáles son los principios de la Iglesia luterana?
UN AMBIENTE DE REFORMA.- Ya desde finales de la Edad
Media, una serie de catástrofes y pruebas sacuden a la
Cristiandad occidental. Por citar sólo algunas tenemos la Peste
Negra de 1348 y su secuela de muerte y desesperación; la
Guerra de los Cien Años que también produjo muertes y sobre
todo hambre y destrucción; y, finalmente el Gran Cisma de la
Iglesia, con dos y hasta tres papas disputándose el gobierno de
la Iglesia.
Para la mayoría, estos dramas eran signos de un castigo
divino. Había un miedo colectivo, quizá el peor de toda la
historia. Los europeos viven en la angustia. Muchos creen que
está cerca el fin de los tiempos, el Juicio Final, el Apocalipsis.
Centenares de predicadores ambulantes, amparados en las
tragedias, alimentan ese miedo.
En efecto, luego de las grandes calamidades del siglo XIV, la
religión cristiana tendió al misticismo bajo la influencia de estos
predicadores. Pero estas corrientes místicas estaban, a
menudo, próximas a la herejía. Junto a este tipo de herejía de
carácter “popular”, surgieron otras dos que dieron origen a los
dos grandes movimientos heréticos de ese tiempo:
a. John Wyclif (1330-1384).- Como teólogo oficial del rey de
Inglaterra, puso énfasis en revisar la Biblia y traducirla al inglés.
Cuestionó la necesidad de tener un Papa si existe la Biblia
(predicó su libre interpretación); también era prescindible la
Iglesia como institución. Fue condenado pero protegido por el
rey.
b. Jan Hus (1369-1415).- Fue un sacerdote de Bohemia
(República Checa) influido por las ideas de Wyclif. Postuló que
había que predicar la Biblia en cada idioma y que cada región
debía tener su propia iglesia. Por ello, se le considera el
precursor del nacionalismo checo. Llamado al Concilio de
Constanza, fue condenado a la hoguera por hereje. Pero su
muerte fue la chispa de la insurrección de sus seguidores
contra la Iglesia oficial: la rebelión de los husitas tuvo como
centro la ciudad de Tabor y se organizó de forma que
recordaba a la Iglesia primitiva (pobre y comunitaria).
Pero ese ambiente que alimenta un profundo sentimiento
religioso también impulsa el deseo de reformar la Iglesia. A
principios del siglo XV se celebra el Concilio de Constanza que
pone fin al Cisma. Ahora es tiempo de emprender las reformas
bajo la autoridad de un papa único. Se reúnen algunos
concilios más pero la reforma no llega a realizarse.
Por ello, a principios del siglo XVI la reforma se hace más
necesaria. Hay abusos: obispos y papas que viven como
señores feudales, y se preocupan más por sus intereses
terrenales que por los espirituales. Se critica el lujo y la riqueza
de la Iglesia: en Alemania la tercera parte del país le pertenecía
al clero. Lo mismo sucedía en Francia, Inglaterra y España.
También se reprocha los duros impuestos (diezmos) que la
Iglesia cobraba a sus fieles.
Así como se criticaba el lujo del alto clero, también se
reprobaba la ignorancia de la mayoría del bajo clero. Se trataba
de sacerdotes con escasa formación religiosa y muchas veces
analfabetos. Lo que se reclamaba era un clero cuyos miembros
no sean simples administradores de sacramentos, sino
hombres capaces de enseñar la Palabra de Dios y responder
inteligentemente a las inquietudes y preocupaciones del
cristiano moderno.
La frustración histórica de la Iglesia es que no fue capaz de
reformarse por sus propios medios. En este sentido los papas
del Renacimiento (Alejandro VI, Julio II y León X) sólo hicieron
reformas en la imagen de la Iglesia. Al reconstruir y embellecer
el Vaticano, por ejemplo, sólo quisieron dar la ilusión de una
Iglesia poderosa, opulenta, pero sin cambios de fondo. Incluso
buena parte del dinero que sirvió para remodelar la iglesia de
San Pedro provino de un medio muy cuestionado: la venta de
indulgencias.
También es importante el surgimiento en toda Europa de
sentimientos de “identidad nacional” alimentado por el
absolutismo. Lutero, por ejemplo, llama a la unión de los
alemanes contra un poder extranjero (Roma) que domina a
cada país. Para príncipes y monarcas este discurso sonaba
muy atractivo en su interés por consolidar su poder absoluto en
cada uno de sus territorios. Este sentimiento también mueve a
Enrique VIII cuando rompe con Roma y expropia para la corona
de su país los bienes del clero.
Por último, hay que mencionar la falta de formación religiosa de
la mayoría de los europeos. El hombre común, especialmente
el del campo, no tenía una sólida formación cristiana. Su
sentimientos religiosos eran muy sencillos y muchas veces
supersticiosos. Por eso, luego de la rebelión luterana hay un
esfuerzo, tanto de los protestantes como de la Iglesia católica,
de evangelizar (militarizar) a la gente. En este sentido, todas
las iglesias en Europa occidental se vuelven militantes.
LA REFORMA LUTERANA.- Martín Lutero (1483-1546), hijo
de un campesino, gozó de la educación que su padre le
patrocinó en la Universidad de Erfurt (Alemania). Fue allí, en
medio de una tormenta, que recibe el “mensaje” que lo lleva a
tomar la decisión de vestir los hábitos de la Orden de San
Agustín. Poco tiempo después, lo nombran profesor de teología
en Wittemberg, donde llega a la convicción, a través de algunos
escritos de san Pablo y san Agustín, que:
a. La conducta humana (y en especial las indulgencias) no
juegan ningún papel importante en la salvación individual: sólo
la fe en Dios puede hacer que un hombre sea justo y se salve.
De esta forma, Lutero da en el clavo a las expectativas de
muchos hombres de su tiempo.
b. También consideró que todos los cristianos son iguales por
el bautismo y, por lo tanto, todos son sacerdotes (habló del
“sacerdocio universal”). Esto lo llevó a rechazar la superioridad
espiritual del Papa, de los obispos y de toda autoridad
eclesiástica en general.
c. Por último, si bien reconoce cierto valor a la Tradición, afirmó
que la Revelación está totalmente dicha en la Biblia (postula la
libre interpretación de la Biblia).
A partir de estos tres “hallazgos”, Lutero rechaza la función del
clero. Los sacerdotes, que no están obligados al celibato, son
simples fieles cuya principal función es enseñar la Palabra de
Dios. De allí aparece la figura del “pastor” protestante. También
rechaza el papel de “intermediarios” a la Virgen María y a los
santos. Finalmente, sólo acepta dos sacramentos pero como
simples ritos, sin ningún contenido: el bautismo y la Cena o
Eucaristía (en ella sólo admite la consubstanciación, más no la
transubstanciación).
Todo esto le valió la excomunión papal en 1520. Antes de esa
fecha, a Lutero se le había encomendado viajar a Roma para
solucionar con la Santa Sede algunos inconvenientes que
sufrían los agustinos en Alemania. Pero su llegada a Roma le
produce una terrible impresión: creyendo que se encontraría en
un ambiente piadoso, descubre que en su lugar reina el caos,
el afán del Papa por acrecentar su poder temporal y,
especialmente, la venta de indulgencias. Por ello, en 1517,
publicó en Wittemberg (1517) sus famosas “95 tesis” en las que
expuso lo principal de sus ideas y condena enfáticamente la
venta de indulgencias.
La reacción en Alemania.- Carlos V, como emperador del
Sacro Imperio Romano-Germánico (así se le llamaba a
Alemania por entonces), convoca a la Dieta de Worms en la
que Lutero se niega a retractarse de sus opiniones. Condenado
a muerte, se escapa con la ayuda del príncipe de Sajonia, y se
refugia durante un año en el castillo de Wartburgo donde
traduce la Biblia al alemán. A partir de ese momento, muchos
nobles y ciudades de Alemania apoyan la rebelión luterana: se
vendieron unos 300 mil ejemplares de sus escritos. También se
confiscan muchos bienes del clero y los distintos príncipes
toman bajo su control las iglesias de sus dominios.
Rápidamente, por ejemplo, 51 de las 65 ciudades alemanas
habían adoptado el luteranismo. La nueva doctrina se había
desbordado también por Dinamarca, Suecia, Noruega,
Finlandia e Islandia.
Ante este panorama, Carlos V convocó a la Dieta de Spira
(1529) donde invoca a los príncipes a que se reconcilien con el
Papa. Éstos hacen la Protesta y desde allí los llaman
“protestantes”. Fue la última vez que se reúnen como católicos,
hacen una liga de defensa y es el comienzo del fin del Sacro
Imperio. En la Dieta de Ausburgo (1530), Melachton, discípulo
de Lutero, presenta a Carlos V la Confesión de Ausburgo,
donde se delinearon las doctrinas del luteranismo.
Finalmente, en 1555, se estableció la Paz de Ausburgo. En ella
se instauró la concordia religiosa en Alemania confiriendo a los
príncipes protestantes todos los derechos episcopales: se les
reconoció libertad de consciencia y culto; además, sus súbditos
tenían la alternativa de aceptar la religión de su soberano o
emigrar a otro territorio.
¿Qué pasó con Lutero? A los 42 años terminó casándose con
una joven de 26 que había dejado su orden religiosa para
seguir el luteranismo. Con ella tiene seis hijos e inicia una vida
de excesos. Para mantener a su familia se dedica a vender
libros, reparar objetos y dictar clases en la Universidad. Muere
contradiciendo muchas de las creencias y votos que practicó
durante su juventud rebelde.
La importancia histórica de Lutero es que fue el fundador de
una iglesia cristiana no católica. También se le reconoce haber
difundido la Biblia (más de 100 mil ejemplares de la Biblia en
alemán se distribuyeron). Asimismo, impulsó una mejor
educación religiosa del pueblo y fomentó el nacionalismo
alemán. Hoy en día el 51% de la población alemana es
protestante, en su mayoría luteranos. Se calcula que en el
mundo existen actualmente, incluidos los alemanes, 100
millones de luteranos.
EL CALVINISMO.- Fue una orientación más radical y espiritual
de la reforma luterana. Fue propagada por el francés Juan
Calvino (1509-1564). Nacido en París en el seno de una familia
burguesa, su conversión no fue tan apasionada como la de
Lutero, aunque sintió sus influencias. Publicó, hacia 1536, en
latín, la “Institución de la religión cristiana” en la cual expuso lo
esencial de su doctrina. Luego de algunas persecuciones
contra su persona, Calvino se dirigió a ciudad de Ginebra
(Suiza) desde donde se difundió su prédica religiosa.
Al igual que Lutero, Calvino funda su doctrina en la justificación
por la fe, el sacerdocio universal y la autoridad indiscutible de la
Biblia, pero modifica ligeramente estos tres aspectos.
Para Calvino, la justificación por la fe postula la predestinación:
el hombre está predestinado para la salvación o la
condenación. En otras palabras: Dios, en virtud de su
omnipotencia y de su amor, desde antes de nacer la persona,
le asigna su destino, y éste es invariable. Cierto número de
personas está destinado a vivir eternamente con Cristo, sin
tener para nada en cuenta su fe ni sus obras. La suerte del
resto es vivir para siempre en el pecado y en la condenación.
Por lo tanto, el Dios de Calvino era un Dios que infundía temor
entre las personas. Pero así nacía el deseo ardiente de llevar
una vida conforme a los preceptos de las Escrituras: la doctrina
de la predestinación tuvo como resultado el imponer a los
calvinistas una vida rigurosamente conforme a las exigencias
de la Iglesia, básicamente una ética económica.
De este modo, el calvinismo imponía un estilo de vida metódico
y racional para sus fieles. Exigía la represión de los instintos, la
transformación del hombre impulsivo e instintivo en el hombre
racional: No hagáis ni toméis nada por el mero hecho de que
los sentidos o el apetito lo pidan, sino cuando haya razón para
ello, decía Calvino.
Exigía, entonces, la laboriosidad (no a la ociosidad); el
ocuparse de cosas útiles (no, por ejemplo, al juego, al baile o a
la caza); a la templanza (no a los deleites carnales, a la gula o
a la embriaguez); y fomentaba el espíritu de ahorro: había que
economizar todo, las mismas palabras, los gestos, la
decoración de los templos y los feriados del año. Los templos
calvinistas, por ejemplo, no debían tener altares o imágenes.
En lugar de ellas, podían reproducirse, en sus muros, pasajes
de la Escritura.
Para algunos, las exigencias del calvinismo cuajaban
perfectamente con el ideal burgués. El buen calvinista es el
buen burgués. En este sentido la religión (la predestinación) es
un premio a su esfuerzo, a su trabajo y a su espíritu de ahorro
e inversión. Por ello, el calvinismo habría estimulado el
desarrollo del capitalismo en Europa. Incluso también de la
democracia, pues el calvinismo exigía una consciencia cívica:
ser honesto, ser respetuoso con los demás, reconocer los
derechos del otro y tener un espíritu de servicio.
De otro lado, si para el calvinismo la Biblia era la única
depositaria de la Revelación, cada persona tenía el derecho de
acceder a ella mediante una lectura directa y cotidiana.
Además la Cena, es decir, la Eucaristía, no es sino una unión
espiritual con Cristo: la Cena de nuestro Señor es un signo por
el cual bajo el pan y el vino se representa la verdadera
comunicación espiritual que tenemos en su cuerpo y en su
sangre, escribió Calvino.
Con estos contenidos es lógico suponer que el calvinismo
penetró con más facilidad en los medios cultos y acomodados
que en el mundo campesino, iletrado y conservador.
Geográficamente se propagó por Alemania, Francia (allí se les
llamó hugonotes), Holanda, Inglaterra (puritanos) y Escocia (la
Iglesia Presbiteriana fundada en 1560 por John Knox).
EL ANGLICANISMO.- Inglaterra tuvo un destino reformista
original, impuesto por sus soberanos de la dinastía Tudor.
Enrique VIII impuso el cisma en el “Acta de Supremacía” (1534)
que transfería al Rey todos los poderes de jurisdicción sobre la
Iglesia de Inglaterra. Y todo comenzó por la negativa de Roma
a anular su matrimonio con Catalina de Aragón. En este sentido
la actitud de Enrique VIII fue una posición radical basada en
sentimientos de independencia nacional y, también, de
voluntad de reforma.
En toda Inglaterra los monasterios quedaron disueltos, y sus
tierras y demás propiedades pasaron a la Corona la que, a su
vez, entregó estos bienes a los nobles que apoyaron a Enrique
VIII en su ruptura con Roma. Pero aunque el Rey reformó el
gobierno de la Iglesia se negó a que se hicieran cambios en su
doctrina. Incluso antes de su divorcio, se había opuesto a
Lutero asesorado por el humanista Tomás Moro.
Después del cisma con el papado, Enrique VIII persiguió, con
igual severidad, a los católicos que no le reconocían como jefe
de la iglesia de Inglaterra, y a los protestantes que proponían
cambios en el dogma.
Luego, su hija, Isabel I, fundó realmente la Iglesia Anglicana
por el “Acta de Uniformidad” (1559) que imponía una política de
sumisión de sus representantes al Estado. En 1563 se
promulgan los Treinta y nueve Artículos. Según sus términos, la
liturgia y la jerarquía eclesiástica son parecidas al catolicismo,
pero abandona el uso del latín, el culto a las imágenes y el
celibato sacerdotal. El dogma defiende la justificación por la fe,
la autoridad exclusiva de la Biblia y el rechazo a los
sacramentos (menos el bautismo o la cena).
Como vemos, el culto anglicano conserva las apariencias
católicas y sus principios son de inspiración calvinista. Su fe se
cimienta en el mensaje de los Padres de la Iglesia y en lo
acordado por los concilios cristianos antes de la ruptura entre
Oriente y Occidente en 1054. Pero básicamente lo que
caracteriza al anglicanismo es su posición intermedia entre el
catolicismo y el protestantismo surgido en el resto de Europa.
Insiste en la supremacía de la Biblia, como único fundamento
de la fe, y reconoce dos sacramentos principales: bautismo y
eucaristía. Desde la ruptura con Roma, son los soberanos de
Inglaterra los que nombran a los obispos; actualmente son
nombrados a propuesta del primer ministro.
LA IGLESIA ANGLICANA HOY.- Se divide en dos tendencias:
la High Church (o Alta Iglesia) que insiste en la importancia de
la Iglesia como institución y que celebra sus ritos y
sacramentos en forma muy próxima al catolicismo romano; por
su lado, la Low Church (Baja Iglesia) defiende la idea de una
religión más personal, más íntima, e influenciada por los
preceptos calvinistas y luteranos.
Los anglicanos reconocen la autoridad espiritual del Arzobispo
de Canterbury, quien vive en Londres. Actualmente cuenta con
más de 70 millones de fieles de los cuales casi la mitad vive en
las Islas Británicas. El resto se reparte principalmente en
Estados Unidos, Canadá y Australia. Los obispos anglicanos
del mundo se reúnen desde 1867 en la Conferencia de
Lambeth, y sus representantes forman, cada dos años, un
Consejo Consultivo Anglicano que puede dictaminar algunas
cuestiones de fe o política eclesial que, a su vez, deben ser
aprobadas por el Parlamento británico.
LA REFORMA CATÓLICA.- La reforma protestante tropezó
con la férrea oposición de la Europa latina: Francia, España y la
península italiana. El papado buscó ayuda y protección de la
monarquía más fuerte de entonces, la española, y sus
soberanos, Carlos V y, sobre todo, Felipe II se convirtieron en
el brazo político y militar de Roma en su lucha contra los
protestantes.
Este movimiento emprendido por Roma, desde 1540 más o
menos, más conocido como la Contarreforma, fue una reacción
de defensa (no sólo doctrinal, sino a menudo violenta) frente a
los postulados protestantes.
La Contrarreforma impulsó una reafirmación vigorosa de la
visión mística del mundo. Se reavivó la llamada de la fe. Fue un
llamado a las armas contra todo aquello que ponía en peligro
los cimientos del catolicismo: había que crear una iglesia
militante.
Y es que el enemigo del catolicismo podía presentarse en
muchas formas. Ya no sólo eran los protestantes. También
eran las nuevas religiones paganas que los colonizadores
habían descubierto en las culturas de América, Asia o África.
Enemigos eran también los intereses materialistas de la
burguesía en ascenso, así como los sentimientos
“nacionalistas” de las monarquías europeas. Finalmente, el
espíritu crítico del Humanismo era peligroso porque alentaba la
libre investigación y la curiosidad científica.
La Iglesia se dio cuenta que si era aceptada por todos la
imagen mecánica del mundo como una “máquina en
movimiento” (recordemos el heliocentrismo de Copérnico), la
creencia en los milagros se iba a desvanecer, se destruiría la
noción de la intervención de Dios en los asuntos del mundo y
quedaría fuera de las mentes de los católicos la noción del
“misterio”.
Por ello, la iglesia se interesó no tanto en especulaciones
teológicas sino de alentar en los creyentes un misticismo
práctico, una experiencia religiosa concreta. En este sentido, el
ritual se modificó y se convirtió en algo más espectacular,
apoteósico, capaz de conmover al creyente. La difusión de las
procesiones por las calles alentó este nuevo misticismo, por
ejemplo. También la vida ejemplar, pública, de algunos santos
como Teresa de Jesús o Juan de la Cruz.
La Compañía de Jesús.- En 1534, san Ignacio de Loyola
funda la Societas Jesu (S.J.), una nueva orden religiosa
aprobada por Paulo III en 1540. Sus integrantes, más
conocidos como “jesuitas”, trataron de interpretar a esta nueva
Iglesia militante de la Contrarreforma. Los jesuitas llegaron a
adaptar la doctrina cristiana a las difíciles circunstancias de la
época. Se enfrentaron a las realidades políticas y morales de
su siglo y tomaron parte activa en la educación, asuntos
públicos y obras misioneras. Actuaron, por ejemplo, en las
cortes reales como confesores y educadores de príncipes y
nobles. Fundaron muchos colegios e impulsaron muchas
misiones no sólo en Europa sino en las tierras recién
conquistadas por españoles y portugueses.
Bajo su autoridad máxima y vitalicia, el General, un jesuita se
consideraba a sí mismo como soldado de Dios bajo la bandera
de la cruz, listo para luchar por la propagación de la fe ante los
protestantes, los herejes o los infieles. La Orden, por ello,
estaba organizada con criterios militares: rígida disciplina, voto
de obediencia al Papa y prohibición de cualquier crítica a los
superiores. Bajo estos criterios, todo el mundo fue dividido en
provincias jesuitas, y su “ejército” de sacerdotes siguió los
caminos trazados por los navegantes y conquistadores
europeos.
El Concilio de Trento (1545-1563).- Promovido por iniciativa
del papa Paulo III, en él se reunieron obispos católicos, en su
mayoría italianos y españoles, en la ciudad italiana de Trento.
No trataron en establecer un diálogo con los protestantes. En
este sentido no fue el Concilio de la reconciliación sino el de un
catolicismo que se negaba a transigir o por lo menos a dialogar
con los protestantes. Tras varias interrupciones y
reanudaciones este Concilio estableció con mucha claridad que
antes los puntos del dogma criticados o cuestionados por los
protestantes, condenándolos sin miramientos. En Trento se
estableció, por ejemplo:
a. La reafirmación del papel de la conducta de los hombres en
su propia salvación. En este sentido, reconoció el libre albedrío.
Admite el valor de las buenas obras y la eficacia de las
indulgencias y sufragios (aunque restringe su uso).
b. Defendió la vigencia de la Tradición, junto a la Biblia, como
elemento de la Revelación. La interpretación que hace la
Iglesia de la Biblia es la única válida. Además, la única versión
aceptada de la Biblia es la Vulgata Latina de San Jerónimo, por
lo tanto, la Biblia había que leerla en latín y no en idioma
“vulgar”.
c. La misa debía seguir siendo celebrada en latín, así como
cualquier liturgia. También defendió la presencia de Cristo en la
Eucaristía. En otras palabras: en el sacramento de la Eucaristía
(o Cena) se conmemora la última comida de Cristo durante la
cual transformó el pan y el vino en su cuerpo para dárselos a
sus discípulos. Para los obispos de Trento, entonces, hay
presencia real del cuerpo y la sangre de Cristo, con
transubstanciación.
d. Reafirmó el carácter sagrado del clero y el celibato
sacerdotal. En materia de disciplina condenó los anteriores
abusos del clero (obispos). Recomienda la fundación de un
seminario en cada diócesis para la formación moral, intelectual
y religiosa de los futuros sacerdotes a fin de hacerlos más
capaces de transmitir la fe a través del catecismo y la
predicación. Para el clero era obligatorio el uso de los hábitos y
ropa talar. Defendió el derecho de cada parroquia de llevar los
libros de bautismos, matrimonios y defunciones.
e. Defendió la vigencia de los siete sacramentos, el valor del
culto a los santos y, especialmente, el culto ala Virgen María
tan cuestionado por los protestantes. También reafirmó la
existencia del Purgatorio.
f. Finalmente defendió la infabilidad papal. Trento insistió en
reafirmar la autoridad papal y sus interpretaciones del dogma.
Toda jurisdicción procede del Papa.
En síntesis, los obispos de Trento condenaron, sin ninguna
consideración, al protestantismo e intentaron darle al papado
mayor autoridad (y credibilidad). Pero el Concilio también
termina sancionando la división de la cristiandad en Europa
occidental: unos europeos que siguen siendo católicos y otros
que siguen el protestantismo bajo las formas luterana,
anglicana o calvinista. Esto sin mencionar a los europeos del
Este que desde la Edad Media profesan el cristianismo
ortodoxo. Esta división se va a mantener, casi sin mayores
cambios, hasta nuestros días.
VOCABULARIO
baptistas.- iglesia protestante creada en Londres en 1611.
Proclama la suprema autoridad de la Biblia, el derecho a la
libertad religiosa y la completa separación de Iglesia y estado.
barroco.- es un término de origen portugués que quiere decir
“piedra irregular”, para caracterizar lo extravagante en la
arquitectura y a partir de allí, un estilo que da la impresión de
irregularidad, de rareza e incluso de fantasía.
celibato.- estado de soltería.
cisma.- división o separación.
concubinato.- convivencia de una pareja.
dieta.- asamblea o parlamento de los príncipes que formaban
parte del Sacro Imperio Romano-Germánico (Alemania).
indulgencia.- perdón, total o parcial, de la pena del purgatorio
por los pecados perdonados: para ganar las indulgencias, el
creyente debe realizar las obras prescritas (oraciones
especiales, confesión, comunión).
infabilidad.- que no puede engañar ni engañarse.
metodistas.- iglesia protestante surgida en Inglaterra en el
siglo XVIII. Insiste en la necesidad de la santificación. Los
creyentes son bautizados en edad adulta pero suele
“presentarse” a los niños lo que sustituye de alguna forma al
bautismo. Su doctrina se asemeja a la baptista.
misticismo.- estado de quien se dedica mucho a dios o a las
cosas espirituales. También se aplica a la doctrina que enseña
la comunicación directa entre el alma y su Creador en la visión
intuitiva o el éxtasis.
órgano.- instrumento de tecla y tubería llamado el rey de los
instrumentos. Conocido ya desde la Antigüedad fue introducido
como instrumento típico de la liturgia cristiana hacia 1400.
Puede tener hasta cinco teclados escalonados, y en 1500 se le
añadió el pedal en Alemania.
Revelación.- para los cristianos es la manifestación del Espíritu
y de la Palabra de Dios en la Biblia y la Tradición.
sacramentos.- signos instituidos por Cristo para producir la
gracia divina y santificar las almas. Para los católicos son siete:
bautismo, confirmación, penitencia (o confesión), eucaristía (o
comunión), matrimonio, orden sacerdotal y extremaunción.
sufragio.- ayuda, favor, socorro. Obra buena aplicada por las
ánimas del Purgatorio
transubstanciación.- significa el cambio de la substancia del
pan y del vino en la substancia del cuerpo y de la sangre de
Cristo, y no sólo la consubstanciación, esto es, el
mantenimiento de la substancia del pan y del vino junto a la del
cuerpo y la sangre (así lo planteaban los luteranos); para el
calvinismo sólo hay presencia espiritual, simbólica.
Tradición.- para los cristianos es la revelación de la Palabra de
Dios de forma distinta a la que se produce en la Biblia. Son las
decisiones de los concilios, los escritos de los Padres de la
Iglesia y de teólogos avalados por la Iglesia oficial.
violín.- instrumento de cuerda creado en el siglo XVIII. Consta
de cuatro cuerdas y se tañe con un arco. Por su brillante y
expresiva sonoridad, junto con sus inmensas posibilidades
virtuosísticas, es la base de la orquesta clásica.

También podría gustarte