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Nueva Exposicion
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En 1941, Bagnold marcó un hito al cuantificar las características del viento y los procesos de
transporte. A partir de este momento, la fotografía aérea se convirtió en un apoyo importante,
pero fue con la investigación de imágenes de satélite cuando se demostró fehacientemente la
acción modeladora del viento. Con estos avances tecnológicos, fue posible analizar sistemas de
Yardangs en diversos desiertos, que ocupan vastas extensiones de terreno.
No solo en la Tierra encontramos procesos eólicos significativos, sino que las investigaciones
de imágenes orbitales de Marte y Venus, realizadas en la década de 1980, pusieron de
manifiesto la importancia de los procesos eólicos en estos planetas.
Las décadas de 1980 y 1990 estuvieron marcadas por los estudios de campo del flujo del viento
y la arena en dunas individuales. A mediados de la década de 1990, se comenzaron a analizar
las estructuras turbulentas en el flujo, lo cual resulta importante para explicar el flujo arenoso.
Se han utilizado modelos numéricos complejos basados en la dinámica de fluidos con
computadoras (CFD) y se ha empleado la metodología de radares para conocer la estructura
interna de las dunas.
Composición diversa: Los materiales transportados por el viento son variados y pueden incluir
fragmentos de rocas, minerales y partículas orgánicas como restos de mochas.
Tamaño de los materiales: Los tamaños predominantes de las partículas movilizadas son arena
y limo, aunque ocasionalmente también pueden transportarse agregados de arcilla en
presencia de sal.
Peso específico, tamaño y forma: Estas son las principales características físicas que influyen en
la credibilidad y capacidad de transporte por el viento. Los pesos específicos pueden variar
debido a las diferencias mineralógicas. La forma de los granos también afecta su movilidad,
siendo los granos redondeados más propensos a ser transportados que los aplanados.
Origen de los materiales: Las partículas de las acumulaciones eólicas de los desiertos pueden
tener diferentes orígenes. Algunas pueden derivar del arranque de los granos superficiales
alterados de una roca, mientras que la mayoría proviene de materiales sueltos.
Playas marinas: Las playas marinas son una importante fuente de partículas eólicas, y pueden
dar lugar a la formación de cordones eólicos litorales. Durante épocas de descenso paulatino
del nivel del mar, vastas superficies submarinas se transforman en regiones subáreas,
afectadas por la acción eólica.
Movilización de limos: Además del transporte de partículas de tamaño arena, los limos
también pueden ser movilizados por el viento, generando tormentas de polvo capaces de
alcanzar distancias de miles de kilómetros.