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La Música y el niño pequeño” Frances Webber Aronoff. Introducción pp. 3, 4 y 5.

Ed
Ricordi. Buenos Aires 1974.
“Las recientes investigaciones sobre el desarrollo infantil subrayan la importancia de las
experiencias tempranas del niño para su desarrollo intelectual total. Aceptando que algunos
factores son innatos, la inteligencia está considerada principalmente ahora como una
consecuencia, más que como una condición previa, de los estímulos del ambiente; el
desarrollo emocional del niño también es una consecuencia de sus oportunidades para
recibir, manipular y vincularse con la gente y los objetos. Estudios realizados sobre niños,
pertenecientes principalmente a dos grupos “especiales” –los menoscabados culturalmente y
los talentosos- han destacado la importancia de las formas no verbales de adquisición de
conocimiento y han demostrado que los aspectos cognoscitivo (intelectual) y afectivo
(emocional) del crecimiento del niño están estrechamente entrelazados.
Este enfoque sobre la temprana infancia ha provocado muy naturalmente una revisión de
los materiales y métodos de enseñanza utilizados en las guarderías y jardines de infantes. Sin
embargo, la atención prestada al método y a los recursos de la enseñanza musical y del
movimiento ha sido generalmente insuficiente. Las actividades musicales de los niños han
sido vinculadas tradicionalmente a su desarrollo afectivo, pero han faltado comúnmente
objetivos claros de aprendizaje en el área cognoscitiva. Se ha estimulado el movimiento unido
al canto y las grabaciones, pero pareciera que sólo se ha comprendido de manera superficial
la relación del movimiento corporal con la música.
El planteamiento profundo de las actividades tradicionales se impone. ¿Qué beneficios
pueden obtenerse de las rimas infantiles y cantos tradicionales, con y sin acción corporal?
¿Cuáles son los valores comparativos de los esquemas de movimiento y de los “ritmos
creativos”? ¿Qué objetivos generales y musicales pueden lograrse con discos elaborados
especialmente para acompañar marchas, saltos y efectuar otros movimientos? ¿Se necesitan
otros materiales y otras técnicas?
Cuando se quieren fundamentar las actividades de movimiento y música, es típico que los
maestros hablen de la necesidad que sienten los niños de liberar energía después de estar
sentados inmóviles (El énfasis sobre la actividad física per se puede causar el descuido, más
que el conocimiento y la orientación del aprendizaje correspondiente).
Oímos constantemente que la música constituye un medio de expresión personal (La
oportunidad para que el niño se exprese puede estar descuidada en las actividades
tradicionales; se produce solamente cuando el repertorio preestablecido de música y
movimiento coincide con los sentimientos y actitudes del momento).
Especialmente con el reciente enfoque sobre el desarrollo cognoscitivo, el uso de la
música en el desarrollo del lenguaje se ha aclarado; los niños mejoran en su percepción y
comprensión y, como consecuencia, siguen mejor las indicaciones ( Los niños
indudablemente aprenden más rápido y mejor en la atmósfera apacible de la actividad
musical, pero esos beneficios “extra-musicales” pueden ser muy mejorados con un
planeamiento más específico del desarrollo musical).
Ya que la experiencia fundamental en materia de música es en realidad no-verbal y
debido a los nuevos descubrimientos sobre la naturaleza de la inteligencia, se necesita una
fundamentación más profunda de las actividades de música-movimiento en la temprana
infancia. Las posibilidades de la interrelación del desarrollo cognoscitivo y afectivo a través de
la disciplina de la música no pueden ser ignoradas. ¡El niño está aprendiendo todo el tiempo!
Puede ser ayudado a descubrir formas propias de entendimiento a través de las experiencias
planeadas con este objetivo. No es suficiente que aprenda las palabras de las canciones y
adquiera habilidad para cantarlas; debe ir más allá del aprendizaje y utilizar este material para
comprender y expresar sus sentimientos. El éxito en la tarea de encontrar sus propios
significados es posible cuando el niño está directamente vinculado con los elementos de la
música en forma adecuada a su experiencia y desarrollo, y flexible como para ser usados
productivamente en la clase. La música a través del movimiento puede ser una parte
importante del programa para niños. Proporciona diversas oportunidades para integrar el
crecimiento cognoscitivo y afectivo porque, por su verdadera naturaleza, implica percepción y
participación y los sentimientos correspondientes del perceptor-participante.
Con el fin de preparar un programa amplio de música, que incluya el énfasis necesario
sobre el aspecto cognoscitivo, el maestro necesita algo más que directivas sobre lo que debe
hacer y cómo hacerlo. Debe comprender la naturaleza dual de la música y su uso como
medio de desarrollo intelectual y emocional en el programa total. Si comprende cómo el niño
aprende a través de la acción y de la organización de sus percepciones, el maestro puede
planear más fácilmente experiencias de movimiento corporal y audición, mediante las cuales
la estructura básica de la música resulta accesible al niño pequeño. Si el maestro tiene
perfecta noción de los procesos y objetivos, podrá desarrollar actividades adecuadas a las
experiencias vividas por el niño y a su ambiente, permitiendo al niño organizar sus
percepciones dentro de conceptos musicales, adquirir técnicas básicas en las áreas vocal e
instrumental, y desarrollar actitudes positivas en relación con la percepción musical y la
participación. A menudo, la espontaneidad y la confianza generadas por la libre expresión a
través de la música y del movimiento, son transferidas a otros campos de aprendizaje en el
aula.”

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