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Unidad quirúrgica: Conjunto de instalaciones y de servicios auxiliares que alberga a las

zonas de restricción quirúrgica: central de esterilización, área blanca (sala de


operaciones), área gris (sala de pre anestesia, área de lavabos quirúrgicos, zona de
lavado y preparación de instrumental, sala de recuperación post-operatoria, pasillos
semirrestringidos) y área negra (cuarto séptico, oficinas, transferencia de pacientes,
vestidores y baños).

Antisepsia: Método en el que se utilizan soluciones químicas para reducir la


concentración bacteriana en piel y mucosas

Área blanca: Zona restringida correspondiente a la sala de operaciones.

Área de transferencia: Espacio de transición que dispone de un elemento físico de


separación, entre áreas con diferentes condiciones de asepsia que controla el paso de
pacientes y personal de salud en condiciones especiales

Área gris: Zona semirrestringida a la que ingresa el paciente a través del área de
transferencia en camilla que lo transporta a la sala de operaciones, pasillo para ingreso a
sala quirúrgica de personal, zona de lavado de manos así como sala de recuperación que
incluye las áreas de trabajo de anestesia y enfermería.

Área negra: Zona no restringida que incluye los vestidores y servicios sanitarios externos
a la Unidad Quirúrgica.

Áreas de restricción o de operación: Son las barreras de acceso a las fuentes de


contaminación bacteriana, con el objeto principal de conservar la sala de operaciones
como zona estéril, se denominan así a las áreas blanca, gris y negra de la Unidad
Quirúrgica.

Asepsia: Conjunto de procedimientos y técnicas empleadas para conservar el


instrumental y material de curación o de consumo en estado de esterilidad.

Bultos quirúrgicos: Conjunto de sábanas y campos quirúrgicos con dimensiones y


colocación determinadas que han sido esterilizados para su utilización en la sala de
operaciones. También puede incluir bata, compresas e instrumental.

Carta de consentimiento bajo información: Documento escrito y signado por el


paciente, su representante legal o el familiar, mediante el cual se acepta un procedimiento
médico o quirúrgico con fines diagnósticos, terapéuticos, rehabilitatorios, paliativos o de
investigación, una vez que se ha recibido información de los riesgos más frecuentes y de
los beneficios esperados para el paciente.

Equipo quirúrgico: Conjunto de profesionales de la salud que participan en una


intervención quirúrgica, integrado por: MNF Cirujano, ayudante de cirujano, anestesiólogo,
Enfermera Especialista Quirúrgica y Enfermera circulante

Mesa quirúrgica: Mesa de operaciones donde se coloca al paciente, de acero inoxidable


con sistema eléctrico, hidráulico o digital para su movilización, dividida en tres
compartimientos: para cabeza, tronco y extremidades inferiores; adopta diferentes
posiciones quirúrgicas y forma parte del mobiliario básico indispensable de la sala de
operaciones

Protocolo universal: Conjunto de acciones y responsabilidad del equipo quirúrgico con


tres componentes: a) Proceso de verificación preoperatorio; b) Marcado del sitio
quirúrgico (cuando se cumplan los tres requisitos: bilateralidad (derecho-izquierdo),
niveles (cervical, torácico, lumbar, etc.) o multimiembros (dedos de la mano o del pie) y c)
Tiempo fuera “time out”, (antes de realizar la incisión se corrobora el nombre del paciente,
procedimiento y sitio de intervención).
Terapia transfusional

En el pasado, las complicaciones más temidas fueron la transmisión de enfermedades


infecciosas y las reacciones hemolíticas por incompatibilidad ABO y Rh, que con el
desarrollo de técnicas de laboratorio y el diseño de protocolos para donación y
administración de las transfusiones han reducido significativamente su frecuencia y han
permitido incrementar ostensiblemente la seguridad del paciente. (Delgado, 2012). La
terapia transfusional, es uno de los mayores logros de la medicina moderna, la cual ha
permitido disminuir la mortalidad, prolongar y mejorar la calidad de vida de muchas
personas con diferentes trastornos. (Salazar, 2003).

Las acciones de enfermería con los pacientes que necesitan apoyo transfusional
requieren doble esfuerzo en sus cuidados ya que el acto transfusional, en sí, es un
proceso de alta responsabilidad que demanda extremo cuidado, adicional a las
intervenciones propias de su patología (Zamudio, 2011).

Revisar las indicaciones médicas para confirmar la prescripción de la transfusión y la


forma en que ha de realizarse constatando: Componente Cantidad Velocidad de
transfusión Tipo de filtro Y si se ha de administrar alguna premedicacion.

Las reacciones transfusionales están en función del tiempo de almacenamiento de los


eritrocitos, que producen liberación de sustancias proinflamatorias, reducción de los
niveles de 2,3-difosfoglicerato con el consecuente incremento de la afinidad de la
hemoglobina de los glóbulos rojos empacados por el oxígeno y la reducción de la entrega
de este en los tejidos una vez que son transfundidos.

Hacer una pausa para confirmar que se trata del paciente correcto, procedimiento
correcto y elemento correcto previo inicio a la administración del elemento sanguíneo.

La toma de temperatura se realiza para valorar en caso de hipertermia si se realiza o no la


transfusión (por indicación médica o situaciones de urgencia), así como también, para no
confundir una reacción febril pre administración con una transfusional.

Los componentes sanguíneos empleados para una transfusión deben infundirse por un
acceso vascular distinto a donde se aplican medicamentos, y utilizar un calibre grueso.

El pasma fresco congelado y los crioprecipitados deberán descongelarse en bolsa de


plástico individual a una temperatura de 30 a 37°C para no desactivar los factores de la
coagulación. Una vez descongelados deberán transfundirse en un período no mayor de 6
horas.

Los concentrados eritrocitarios deben administrarse preferentemente en 2 horas; la


transfusión no tendrá que superar las 4 horas por la posibilidad de hemólisis y
proliferación de bacterias, ya que aumenta la temperatura del hemocomponente con el
tiempo de permanencia en el ambiente (tabla 3).

Regular el goteo inicialmente a 30 gotas por minuto y observar la presencia de alguna


manifestación clínica de reacción y posteriormente graduar el goteo a 60 gotas por
minuto, verificando el ritmo de infusión, al añadir aditivos al producto sanguíneo se puede
provocar hemólisis del hemocomponente.

No mezclar el hemocomponente con ningún fármaco o fluido de reposición, con excepción


de solución salina al 0.9% de forma simultánea por un equipo alterno.

Orientar al paciente sobre los signos y síntomas de una reacción transfusional (ansiedad,
escalofríos, cefalea, prurito, mareo, náuseas, vómito, taquicardia, sensación de calor,
disnea, dolor lumbar y dolor torácico) para su notificación oportuna.

En caso de reacción alérgica ministrar de acuerdo a la prescripción médica:


Difenhidramina 25 mg por vía intravenosa. Hidrocortisona 100 mg por vía intravenosa. En
casos graves usar adrenalina 0.5 ml por vía intravenosa

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