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RESILIENCIA SOCIOCOMUNITARIA E INTERVENCIÓN PSICOPEDAGÓGICA


PARA UNA SOCIEDAD INCLUSIVA

Chapter · July 2018

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Antonio Coronado Hijón


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CAPÍTULO Nº 33

RESILIENCIA SOCIOCOMUNITARIA E
INTERVENCIÓN PSICOPEDAGÓGICA PARA UNA
SOCIEDAD INCLUSIVA.

Antonio Coronado-Hijón

Universidad de Sevilla

Introducción

En las décadas finales del siglo XX, surge en el ámbito de la


Psicología y Ciencias Sociales (Seligman, 1990), un creciente interés por las
emociones positivas desde una visión proactiva, alrededor de tres ámbitos
interrelacionados: las experiencias subjetivas; los rasgos de personalidad; y,
también el ámbito de las instituciones (familias, colegios y comunidades).
Estos tres ámbitos que actúan como sistemas interrelacionados
(Bronfenbrenner, 1979), pueden coadyuvar en el desarrollo de experiencias
de emociones subjetivas positivas para construir rasgos de personalidad
positivos (Oros, Manucci & Richaud de Minzi, 2011). Es en este área
disciplinar donde se ubica el constructo de resiliencia.
La primera utilización de este término, dentro de una teoría
fundamentada, la realiza Bolwby (1992), destacando la relevancia del apego
en el desarrollo de la resiliencia, que define como "resorte moral, cualidad
de una persona que no se desanima, que no se deja abatir".
El término resiliencia procede del latín y tiene su origen en el
vocablo resilio que significa volver al estado anterior. La resiliencia es un
término que surge de la física en relación con la resistencia y capacidad de
recuperación, a su estado anterior, de algunos materiales después de haber
sido sometidos a diferentes presiones y fuerzas. Posteriormente, este término
fue adoptado por las ciencias sociales para describir la capacidad que
presentan algunas personas para, a pesar de vivir en situaciones de
vulnerabilidad y riesgo, desenvolverse de manera exitosa, recuperándose y
sobreponiéndose a las adversidades.
Desde éste ámbito disciplinar, la primera generación de
investigadores, centró sus estudios exploratorios en describir los factores de
riesgo y, en especial, los factores protectores que hacían que algunos sujetos
superaran adversidades cuando la norma de su grupo era el fracaso.
Estas investigaciones tenían como destinatarios a niños y niñas y un
hito de esta primera generación fue el estudio de Werner (1992) sobre una
muestra de 500 niños en Hawai, que convivían con progenitores alcohólicos
y sometidos a diversas situaciones de estrés. Estudiaron los factores
protectores que más correlacionaban directamente en la superación de éstas
condiciones y que estaban presentes en una tercera parte de estos niños y
niñas.
Desde esta denominada escuela anglosajona, desarrollada en EEUU
y Reino Unido, los primeros estudios se centran en la infancia en riesgo y en
la identificación de los factores de protección y características de
personalidad que hacen posible la recuperación ante una adversidad.
Una vez desarrollada esta etapa de investigaciones exploratorias, una
segunda generación de estudios enfoca sus trabajos desde una perspectiva de
procesos de interacción dinámica entre factores de riesgo y factores
resilientes, así como el diseño de programas de intervención. Del interés
primero en los factores protectores personales se transita hacia la
comprensión de mecanismos de relación e interacción, dentro de una
concepción de la resiliencia basada en la teoría ecológico sistémico de
Bronfenbrenner (1981; 1986), donde se entiende al individuo inmerso en una
ecología, determinada por diferentes sistemas que interactúan: el individual,
el familiar, el comunitario y el cronológico. Desde este segundo enfoque
procedente de la denominada escuela europea, la resiliencia se conceptualiza
como un proceso diacrónico y proactivo de interrelación (situado en la
intersección entre el sujeto y su contexto sociocultural) como resultado de la
respuesta ante la adversidad (Coronado-Hijón, 2016). A rebufo de esta
segunda generación de estudios, la denominada escuela latinoamericana se
ha diferenciado por su interés en la resiliencia comunitaria, enfocando el
objetivo investigador, al terreno social del bienestar comunitario.

Resiliencia comunitaria.

En el área sociocomunitaria de la intervención psicopedagógica, la


promoción de la resiliencia pretende promover procesos que involucren al
individuo a la participación en su ambiente social, para desarrollar la
capacidad de superar adversidades, en aras de la consecución de una buena
calidad de vida.
La Comunidad es una entidad social con tres características
importantes: la dimensión espacial, relacionada con un territorio, relaciones y
características compartidas por sus miembros, así como la participación y
relación de cooperación de los sujetos para superar una adversidad o
necesidad compartida.
Melillo y Suárez Ojeda (2001), identifican como los pilares de la
resiliencia comunitaria: la autoestima colectiva, la identidad cultural, la
honestidad social o estatal, el humor social y la espiritualidad. Estos
investigadores, definen a la resiliencia comunitaria, como: “las condiciones
colectivas de los grupos humanos o sociedades para enfrentar las
adversidades y buscar en conjunto, el logro de su bienestar”. (Suárez &
Melillo, 2005, p. 41)
La resiliencia sociocomunitaria es la “capacidad de fomentar,
involucrarse y mantener relaciones positivas, resistiendo y recuperándose de
los estresores vitales y del aislamiento social” (Cacioppo, Reis & Zautra,
2011, p.44).
El estudio de la resiliencia comunitaria tiene como objetivo
identificar la forma en que los grupos sociales responden a las adversidades
que como colectivo les afectan en un espacio y tiempo compartido y
dimensionarla a través de los recursos con los que cuenta el grupo social o
comunidad.
Como nos resaltan Maguire & Cartwright (2008), esta
dimensionalización incluye tanto los recursos tangibles, es decir, los recursos
materiales, humanos y procedimentales que funcionan como factores
resilientes, como los intangibles, que son aquellos que empoderan a los
sujetos y comunidades en la superación de las adversidades y, en
consecuencia, en una adaptación social inclusiva y participativa. En este
proceso de participación y empoderamiento, son los recurso propios e
inherentes de cada comunidad los prioritarios para su desarrollo, por delante
en prioridad de los recursos externos que se pudieran añadir.
La resiliencia comunitaria, pues, está basada en un enfoque de
recursos y competencias de las comunidades, en base a tres principios:
 aceptación de que el cambio es inevitable y, a veces,
impredecible.
 interés por los recursos y capacidades de adaptación que una
comunidad tiene disponible para coadyuvar en la superación
de las adversidades, en vez de centrarse en las posibles
debilidades.
 priorizar los recursos disponibles, en cada comunidad, para la
superación de las dificultades, en vez de depender
exclusivamente de recursos externos.
A nivel internacional, la Comisión Económica y Social de las
Naciones Unidas para Asia y el Pacífico [UNESCAP], define la resiliencia
comunitaria, propia de los sistemas socioecológicos, como “la capacidad
para absorber perturbaciones, cambiar y luego volver a organizarse y seguir
teniendo la misma identidad (mantener la misma estructura básica y los
mismos modos de funcionamiento). Incluye la capacidad de aprender de la
perturbación"(UNESCAP, 2008).
La promoción de la resiliencia comunitaria es un contenido del
denominado desarrollo comunitario, el cual es uno de los ámbitos de
actuación mejor valorado dentro de la acción social y sociocomunitaria, al
posibilitar una intervención en el propio contexto social de forma holística e
integral mediante la participación y empoderamiento de las personas a las que
va dirigida la intervención. Esa necesaria participación y acción conjunta
hacia un objetivo común, requiere, como mecanismos resilientes
coadyuvantes, una metodología que oriente la planificación social y un tejido
social dinámico que facilite la organización de la comunidad (Marchioni,
2002). Desde el enfoque del desarrollo comunitario, la intervención no se
hace para la comunidad sino con la comunidad.
Tal es la importancia que está protagonizando la promoción de la
resiliencia comunitaria, que el Informe sobre Desarrollo Humano de 2014,
elaborado por el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo), lleva por título: “Sostener el Progreso Humano: reducir
vulnerabilidades y construir resiliencia”. En él se argumenta que los
ciudadanos deben desarrollar competencias para construir un futuro menos
vulnerable y para ello es necesario promocionar la resiliencia intrínseca de las
comunidades y los países (PNUD, 2014).

Orientación e intervención psicopedagógica socicomunitaria.

La intervención psicopedagógica inclusiva, de la acción social,


aglutina la organización de los recursos, la participación y la coordinación
ciudadana, no de manera puntual, sino desde una visión más amplia e
inclusiva y de forma coordinada con los demás servicios (escolar, sanitaria,
social, etc.), para desarrollar un adecuado grado de compromiso y fidelidad
(engagement) en aras del empoderamiento (empowerment) de los sujetos,
insertos en comunidad.
La orientación comunitaria es un marco completo de ayuda, que está
fundamentado en competencia multicultural y orientada a la justicia
social. Debido a que el comportamiento humano es poderosamente
afectado por el contexto, los orientadores comunitarios usan
estrategias que facilitan el sano desarrollo de ambos: sus clientes y
las comunidades que los nutren. (Daniels, D’Andrea, Lewis y Lewis,
2011, p. 9)
La acción social referenciada a un contexto, se ubica en el ámbito de
desarrollo de la educación no formal. Diferenciando entre acción educativa la
que se produce en los centros educativos mientras que acción social o, más
específicamente, sociocomunitaria es la que se genera fuera de ellos. De tal
manera que educativo hace equivalente a formal y social o sociocomunitario
a no formal. La comunidad es el contexto no formal, donde situar las
actuaciones, donde las familias son el núcleo fundamental y primer ámbito de
socialización (Coronado-Hijón, 2010). En este espacio de actuación que
estamos delimitando, la orientación y acción psicopedagógica en el contexto
sociocomunitario se desarrolla mediante las actividades y programas
realizados por la red de servicios sociales que, inmersas en la política social
de una sociedad, vertebran las diversas comunidades que la integran.
La acción psicopedagógica sociocomunitaria, desde esta perspectiva, es:
• la que se realiza desde los servicios sociales.
• integrada en equipos multiprofesionales
• que desarrollan acciones técnicas dirigidas a determinadas
comunidades de sujetos, enmarcadas dentro de las líneas que define
una política social concreta
Si el sector público cobra un especial protagonismo en la acción social en
el ámbito sociocomunitario, el tercer sector social, constituido por
organizaciones de titularidad privada inscritas en un registro público con
personalidad jurídica y que no tienen ánimo de lucro (reinvirtiendo sus
beneficios en la propia actividad), se rigen por finalidades de promoción de la
ciudadanos y para la inclusión de los colectivos vulnerables, y por ello están
asumiendo un protagonismo incipiente en la acción social en los tiempos
actuales (Coronado-Hijón, 2018). Así pues, uno de los agentes claves en la
promoción de la resiliencia sociocomunitaria, es el tercer sector social.
Centrados en la promoción de la resiliencia sociocomunitaria, hemos de
atenernos al carácter multidimensional de ésta, alrededor de tres grupos de
capacidades y competencias de: afrontamiento, adaptativas y
transformadoras (Keck & Sakdapolrak, 2013).
El ámbito sociocomunitario, por tanto, es un macrosistema que se
caracteriza por constituir una estructura de interrelaciones entre
organizaciones y grupos.
Estos componentes del macrosistema sociocomunitario se definen como:
a) infraestructura o subsistema de elementos económicos, ecológicos y
demográficos;
b) estructura o subsistema político-social, que comprende las
organizaciones políticas, servicios sociales, culturales, económicos;
colectivos ciudadanos, etc…
c) supraestructura o subsistema cultural en el que encontramos los
elementos ideológicos, creencias y valores... de cada grupo o
comunidad y que están inmersos también en un tiempo y época
determinada.
La intervención psicopedagógica para la promoción de la resiliencia
sociocomunitaria ha de considerar tres ámbitos (Fig. 1) básicos
interrelacionados:
• Ámbito psicológico (individuos).
• Ámbito psicosocial (organizaciones y grupos); y
• Ámbito sociocomunitario (sociedades y comunidades).
Esta perspectiva de la resiliencia sociocomunitaria define un “modelo
ecológico humano y social de la resilencia” (Malaguti, 2005).

Figura 1: interrelación de subsistemas sociocomunitarios.

Para Vélaz de Medrano et al., (2003) las características más


definitorias de la acción psicopedagógica sociocomunitaria son:
– El principal objetivo educativo consiste en el trabajo con grupos para su
organización en redes de colaboración y comunicación, aumentando así sus
recursos sociales e influencia social a nivel organizativo, incrementando su
grado de compromiso (engagement) en aras del empoderamiento
(empowerment) de los sujetos, insertos en comunidad.
– El proceso de asesoramiento gira en torno a tres grandes dimensiones: el
sentido de comunidad (creación de una identidad colectiva); la gestión,
conservación y desarrollo de los recursos de la comunidad; y la capacitación
de sus miembros para la participación democrática en la vida de la
comunidad a la que pertenecen.
– Utiliza la promoción de la autoayuda o empoderamiento, el desarrollo y
mantenimiento de los propios recursos y la aplicación de métodos de
resolución de problemas de manera participativa y consensuada.
El modelo del empowerment (Rappaport, 1981), identifica tres
componentes básicos: conocimiento social, acción social y desarrollo de
recursos. Del desarrollo holístico de estos factores se genera dos importantes
competencias: la competencia del sujeto sobre su propia vida y la
competencia de participación social comunitaria a través de estructuras
sociales. Recientes perspectivas del empowerment lo consideran como un
constructo multi-nivel de enfoques prácticos y aplicativos, procesos de acción
social y resultados individuales y colectivos (Jennings, Parra-Medina,
Hilfinger & McLoughlin, 2013)
La metodología que más se ajusta a la promoción de la resiliencia
sociocomunitaria es la de la investigación y acción participativa (IAP).
La IAP, como método (Balcazar, 2003; Lewin, 1946; Martí, 2014),
tiene como objetivo el desarrollo y fortalecimiento de la toma de conciencia
de los problemas y adversidades, la capacidad reflexiva y participativa, la
capacidad de trabajo colaborativo y el fortalecimiento del comportamiento
político (Obando-Salazar, 2006). Dentro de las diversas técnicas de estudios
de caso, el uso de modelos lógicos es un método de análisis recomendado
(Yin, 2014) en casos de cambios y desarrollo comunitario, por su facilidad
para encontrar coincidencias de patrones (pattern matching) y para analizar
los datos a través de la generación de explicaciones (explanation building).
Esta metodología de IAP debe contextualizarse en un proceso que
adaptamos del sugerido por Maguire y Cartwright (2008):
1. Definición de la cuestión: la comunidad deben trabajar
conjuntamente para identificar su identidad colectiva:
participantes, proceso de cambio aversivo ocurrido o que
probablemente ocurrirá, valores y actitudes que tiene la
comunidad hacia este proceso de cambio y cuáles recursos son
susceptibles de ser afectados por el cambio.
2. Estructura interna de la comunidad: identificación de los
subgrupos sociales clave que pueden verse afectados por el
cambio, las intra e interrelaciones de éstos, los valores, las
actitudes y las creencias sostenidas por diversos grupos en la
comunidad sobre los recursos y respecto al cambio.
3. Historia de la comunidad: analizar cómo se ha respondido a este
cambio o parecidos, en el pasado.
4. Vulnerabilidades de la comunidad: identificar factores no
resilientes (anti-pilares) dentro de una comunidad, y los recursos
y las capacidades de adaptación que permiten a la comunidad
superar estas vulnerabilidades que han de ser consideradas de
manera holística y sistémica.
Un informe realizado por la Organización de Cooperación y
Desarrollo Económico (OCDE, 2011), definió la vulnerabilidad
como posible pérdida de bienestar a causa de la carencia de
“activos que son cruciales para fortalecer la resiliencia ante los
riesgos” y propuso un conjunto de indicadores para la evaluación
de la vulnerabilidad social y comunitaria basándose en la
facilidad de acceso a los diferentes tipos de capital: económico
(pobreza), humano (educación) y social (redes de apoyo), así
como los gestionados de forma colectiva.
5. Activos y recursos comunitarios resilientes. Estos activos y
recursos tienen que ver con la inclusión social, los niveles de
cualificación y educación y la calidad de vida.
6. Capacidades de adaptación: a través de la movilización de sus
recursos para la adaptación y superación de la crisis con
flexibilidad.

Conclusiones

La resiliencia es una necesidad de personas y comunidades en


desventaja social. Su promoción es una obligación de los Servicios
Sociales de las sociedades. Tal es así que el Informe sobre Desarrollo
Humano 2014, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para
el Desarrollo (PNUD, 2014), alerta de la necesidad de promoción de
las oportunidades de vida de las personas así como de proteger los
logros alcanzados en el desarrollo humano actual. El Informe
fundamenta que las vulnerabilidades y riesgos, constituyen una
amenaza para el desarrollo humano y, sin un abordaje sistemático, el
progreso no será equitativo ni sostenible.
La resiliencia sociocomunitaria promovida desde la
intervención psicopedagógica ecosistémica, se desarrolla desde los
servicios sociales, de manera interdisciplinar en procesos colaborativos
y participativos que tienen como objetivo el empoderamiento
individual, a través de la inclusión social.
El Informe sobre Desarrollo Humano de 2016, (PNUD, 2016),
sostiene que son necesarias estrategias políticas, para atender a las
personas en desventaja social, estructuradas alrededor a cuatro ejes de
actuación a escala nacional: la atención a los ciudadanos en desventaja
mediante la promulgación de políticas universales, disponer de
actuaciones y medidas dirigidas a los grupos con necesidades
especiales, construir un desarrollo humano resiliente y empoderar a los
excluidos.
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