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FALLAS DE MERCADO Y SU RELACION CON VENTAJAS DIFUSAS

Existen "fallas de mercado" cuando los precios no reflejan adecuadamente todos los
beneficios y costos asociados a las transacciones entre los agentes. En estos casos, el
sistema de precios en el mercado libre no lleva a una óptima asignación de los recursos
(Lugones, 2012). Teniendo en cuenta que los precios relativos constituyen los parámetros
a partir del cual los agentes toman las decisiones en un sistema capitalista, las mencionadas
distorsiones pueden llevar a que los actores económicos tomen decisiones equivocadas.

Las fallas de mercado se presentan cuando los mercados no funcionan correctamente,


porque son incompletos o deficientes por la presencia de economías de escala o de
externalidades (Lugones, 2012).

Estas fallas de mercado pueden llevar a que no se consideren en forma adecuada


proyectos que a corto plazo parecen inviables en relación a las señales de precios, pero
que tienen grandes potencialidades de convertirse en ventajas competitivas ciertas y
concretas en el mediano o largo plazo si el proyecto evolucionara y se desarrollara. Además
estos proyectos pueden generar externalidades que beneficien a toda la actividad
económica, como ser los desarrollos científicos y tecnológicos, que inicialmente implican
un alto costo de investigación y desarrollo, por lo cual es difícil que puedan competir con
sectores ya instalados y que constituyen economías de escala (recuérdense que estas
generan barreras para el ingreso de nuevos competidores).

A este fenómeno el economista Ffrench Davis lo denomina “ventajas difusas”, que no son
visibles a corto plazo en el mercado pero, bajo ciertas circunstancias, tienen buenas
posibilidades de concretarse en ventajas competitivas reales. El economista chileno plantea
que estas ventajas son difíciles de identificar en un mercado abandonado a su
autorregulación, por eso es necesario el involucramiento del sector público a través de
políticas de desarrollo productivo, en particular en los países periféricos con economías más
incipientes. En estas naciones, el desarrollo exige un esfuerzo significativo de adquisición de
ventajas comparativas y de identificación de las áreas o rubros con mayores potencialidades
para concentrar esos esfuerzos (Ffrench Davis, 1990). Este autor plantea que las ventajas
difusas son difíciles de identificar porque contienen un componente adquirible que es más
importante que el natural, dicho de otro modo, son más fácilmente visualizables las
ventajas basadas en recursos naturales, clima, geografía o en alguna cualidad ya adquirida.
Si una economía descansa demasiado en estas “ventajas comparativas fáciles”,
desaprovechará oportunidades de inversión potencial. También plantea que cuanto mayor
sean las externalidades y las economías de especialización, mayor será la tendencia a la
presencia a que las ventajas comparativas sean difusas, y esto resulta en mayor necesidad
de intervenir en la economía. En un marco de libre mercado es difícil desarrollar las
ventajas difusas, a raíz de las distorsiones planteadas y entonces, el volumen de inversión
tiende a ser menor al potencial, se obtiene una asignación ineficiente de un volumen de
recursos subóptimos. Siguiendo a este autor, en las situaciones donde priman las ventajas
comparativas relacionadas principalmente a atributos adquiribles, la eficiencia requiere
selectividad y la coordinación de esfuerzos entre sector público y privado.

Continuando con lo planteado por Lugones, las fallas de mercado otorgan argumentos
para la intervención estatal con políticas activas para compensar a los agentes y
economías de menor tamaño relativo o de desarrollo tardío, para así poder captar las
externalidades que se generen y que benefician al conjunto de la actividad económica. Si
no se hiciera esto, no se desarrollarían estas externalidades positivas, dado que las mismas
requieren de incentivos para su desarrollo, tales como subvenciones, exenciones fiscales,
etc. Entonces, las políticas activas para promover estas actividades, son necesarias para
aprovechar estas ventajas difusas.

Estas políticas activas se argumentan y plantean desde diferentes lugares: la promoción de


asociaciones entre empresas y las constitución de redes de productores, clientes e
instituciones, para promover así externalidades reales dadas por los encadenamientos y las
complementariedades productivas entre agentes; promover investigación y desarrollo
(I+D), dado que este es un sector que tiene una tendencia hacia la desinversión por el alto
costo que implica, por lo que, a menos que se incentive la actividad , se pierden
externalidades que otorgarán ventajas genuinas para penetrar en los mercados; la
necesidad de producir externalidades dinámicas a través de la acumulación de
conocimientos, para reducir la brecha tecnológica que separa a las economías de los países
periféricos de las de los desarrollados. Asimismo, las políticas activas también son
necesarias para promover el comercio intraindustrial de bienes diferenciados, puesto que
este presenta mayores ventajas para las economías en desarrollo.

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