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Introducción
2.2. Metodología
Introducción
escolaridad. Entre los que tienen primaria, cinco de cada diez. En secundaria,
cuatro de cada diez. En bachillerato, tres de cada diez. En licenciatura dos de
cada diez. Y en posgrado sólo uno de cada diez. Las personas dejan atrás la
intolerancia conforme tienen mayor grado de estudios (ENADIS, 2011).
En el país, Veracruz y Tabasco (22.3) e Hidalgo, Morelos, Puebla y Tlaxcala
(18.9%), son los lugares donde dos de cada diez personas justifican más
oponerse al matrimonio entre personas del mismo sexo y en los demás estados,
50% dicen que no se justifica en nada; en Oaxaca la justificación es casi nula: uno
de cada diez dice que se justifica y casi siete de cada diez que no se justifica en
nada (ENADIS, 2011).
La percepción que la gente tiene sobre una sociedad en la que las personas
tienen diferentes orientaciones es también diferente. Según los grupos de edad, la
gente más joven piensa que es positivo que la sociedad esté compuesta por
personas que tienen diferentes orientaciones o preferencias sexuales y los que no
son tan jóvenes piensan lo contrario. Tres de cada diez personas mayores de 40
años creen que es negativo y muy negativo que la sociedad esté compuesta por
personas que tienen diferentes orientaciones o preferencias sexuales. Esta
relación es inversamente proporcional al hecho de que tres de cada diez personas
jóvenes, que tienen entre 18 y 39 años, lo consideran positivo.
Siguiendo la línea de la percepción que tienen de una sociedad diversa, según
niveles económicos, en el más bajo se observa el mismo porcentaje de personas
que consideran que es positivo (32.2%) que haya diversidad sexual en la
población y quienes opinan que es negativo y muy negativo (32.3%). En los
niveles de bajo hasta medio alto y alto, el porcentaje de quienes lo consideran muy
positivo y positivo aumenta. En cambio, el porcentaje de quienes lo consideran
como algo negativo es menos a medida que aumenta el nivel socioeconómico. La
percepción sobre una sociedad diversa se modifica según el nivel educativo que
tienen las personas. En lo general, a mayor nivel escolar mayor aceptación de una
sociedad con personas con orientaciones sexuales diferentes. Cuatro de cada diez
personas sin escolaridad consideran negativo que la sociedad esté compuesta por
personas con diferentes orientaciones o preferencias sexuales. Con primaria, tres
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1
La encuesta se aplicó vía telefónica a 800 habitantes del Distrito Federal.
2
La encuesta se aplicó vía telefónica a 500 personas mayores de 18 años, mediante un muestreo
aleatorio simple a partir de un listado de teléfonos del país.
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La Encuesta Nacional sobre Discriminación 2010 también registra que para uno de
cada dos lesbianas, homosexuales y bisexuales el principal problema es la
discriminación con 52%, en segundo lugar la falta de aceptación con 26.2%, en
tercer lugar las críticas y las burlas con 6.2% y el 6.1% el respeto. Así mismo, la
diferencia en la percepción por sexo es notoriamente diferente, pues tres de cada
diez mujeres homosexuales piensan que el problema principal que enfrentan los
homosexuales y bisexuales es la falta de aceptación, mientras que cinco de cada
diez hombres creen que el problema más álgido es la discriminación. Por grupos
de edad, la discriminación es el principal problema para las personas
homosexuales y bisexuales según las propias personas que pertenecen a grupos
distintos al heterosexual. Así lo confirman ocho de cada diez personas
homosexuales de entre 50 y 54 años, siete de cada diez de entre 30 y 34 años y
entre 40 y 44 años, y cuatro de cada diez entre 15 y 29 años y entre 35 y 39 años
(ENADIS, 2011).
Según el nivel económico, seis de cada diez personas homosexuales
pertenecientes al sector económico alto considera que el principal problema de
homosexuales y bisexuales es la falta de aceptación, mientras que cinco de cada
diez personas homosexuales del nivel bajo y muy bajo creen que el principal
problema es la discriminación (ENADIS, 2011).
Por otro lado, según el nivel socioeconómico, cuatro de cada diez personas
homosexuales de nivel económico muy bajo, consideran que la discriminación es
su principal problema. En contraste, en el nivel económico alto, tres de cada diez
personas consideran que su principal problema es la falta de aceptación. Según la
distribución por sexo, dos de cada diez hombres homosexuales consideran que la
discriminación y la falta de aceptación son sus principales problemas, así mismo,
para una de cada diez mujeres homosexuales son las críticas (ENADIS, 2011).
No todas las personas han expresado su preferencia social diferente a la
comunidad que le rodea. Siete de cada diez personas sí han comunicado su
orientación y preferencia sexual a su madre y a sus amigos, seis lo han
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La diversidad sexual tiene que ver con la condición de ser diverso, con el hecho de
ser diferente y desigual, estableciendo una separación de la “norma” llamada
heterosexualidad (Weeks, 2000). Para Weeks, la diversidad tiene que ver con un
continuum de conductas en el que un elemento no vale más que otro u otros.
Durante el siglo XIX en las sociedades industriales se manifestaron diversas
identidades y comunidades políticas emergentes compuestas por lesbianas y
homosexuales. Los travestis, transexuales, bisexuales, transgénero, prostitutas y
otros grupos han levantado la voz para exigir su derecho a la libre expresión y a la
legitimidad. Diversas prácticas han surgido, como el voyerismo, el sadismo, la
cleptomanía y el masoquismo, el travestismo, la coprofilia, el frotamiento, el
ondinismo, la satiriasis crónica, la ninfomanía, la pederastia y la necrofilia (Weeks,
2000).
También han surgido otras categorías y minorías eróticas, como las parejas
que se intercambian, los gays y lesbianas sadomasoquistas, lesbianas leather y
locas de mezclilla. Según los autores, la lista se amplía cada vez más, pues cada
deseo específico se llega a convertir en afirmación política y una posible identidad
social.
La diversidad sexual es extensa, abarca sexualidades poliformas, plurales y
placenteras, como el caso de la homosexualidad, el lesbianismo, la bisexualidad y
el trasgénero (travestis y transexuales), ya sean identidades esencializadas o
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vista y maneras de vivir con igual valor, siempre y cuando no dañen y afecten a los
demás, y en donde los acuerdos que se tomen sean consensados previamente
por los participantes (Flores, 2007).
La diversidad sexual y sus estudios han traído como consecuencia que se
redefinan los significados de la sexualidad y se tome una actitud ética acerca de
sus prácticas. En particular, las teorías feministas dividen los estudios en cuanto a
entender el sistema sexo – género. Según el feminismo, se compone por el sexo,
a partir de las determinaciones biológicas desde el momento de nacer mujer u
hombre, y por el género, que no es otra cosa que las representaciones culturales
sobre la sexualidad, o sea, lo masculino y lo femenino (Firestone, 1999).
El sexo está determinado por los órganos biológicos, en cambio el género
se obtiene mediante la socialización humana, lo que conforma que mujeres y
hombres adquieran actitudes, puntos de vista, actividades aprendidas y
asignadas, comportamientos, gustos, etcétera, como propias de su sexo, es decir,
“lo que es de los hombres” y “lo que es de las mujeres”.
Según algunos puntos de vista feministas, el sistema sexo- género es
opresivo para las mujeres, debido a que al considerarlo “natural”, se limita la
posibilidad de considerar la orientación sexual más allá de la heterosexualidad y
se prohíbe o limita toda posibilidad a la homosexualidad y el lesbianismo. La
creencia popular de que el sexo determina el género, vincula usualmente a las
mujeres con la reproducción, negando la posibilidad de considerar las relaciones
sexuales como placenteras. Al asociar a las mujeres con la capacidad de
reproducción humana, se les vincula como género con la crianza, la alimentación y
la educación de los hijos, así como con el cuidado de los ancianos y los
discapacitados (Jaggar y McBride, 1990).
La orientación sexual está relacionada con el objeto sexual y de deseo, es
decir, hacia qué sexo se dirige el deseo sexual y amoroso; el cual es
independiente del sexo y género de la persona y se concentra en la organización
específica del erotismo y el vínculo emocional de un individuo. La orientación
sexual de una persona se manifiesta por medio de comportamientos, fantasías,
deseos sexuales y pensamientos.
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Latina pues las condiciones propias de nuestras naciones exigen matices distintos
a los ofrecidos por las visiones anglosajonas.
Finalmente, la orientación sexual como elemento central de la vida es una
imposición del patriarcado y su visión heteronormativa. La vida es mucho más. El
escritor argentino Manuel Puig en "El error gay" dice: “El ejercicio de la sexualidad
no puede convertirse en una definición de lo que somos.
Una tercera que postula la necesidad de la integración de las minorías
sexuales desde el punto de vista político, jurídico, económico y social. Un ejemplo:
Si se exige para un trabajo ser casado y varón, no debería haber ningún problema
en que el varón en cuestión fuese casado con un hombre o una mujer. Las
organizaciones no gubernamentales venezolanas se identificarían con esta
posición, entre ellas Lambda de Venezuela, Divas de Venezuela, Unión Afirmativa,
Reflejos de Venezuela.
Por supuesto, entre estas posiciones caben matices, como la teoría Queer,
a la que se han afiliado últimamente los críticos radicados en Estados Unidos. No
puede considerarse una tendencia más de los estudios de minorías sexuales sino
una problematización de los mismos. Tanto los estudios de minorías sexuales
como la teoría Queer, cuya mayor y más conocida representante es Judit Butler,
están en deuda con el posestructuralismo francés –especialmente con Michel
Foucault, pero también con la concepción del sujeto formulada por Jacques
Lacan– y con los caminos abiertos por los estudios de la mujer, en sus diversas
tendencias, particularmente con la idea de que el género es una construcción
cultural y no una simple consecuencia de nacer varón o hembra. Pero, más allá de
estas fuentes comunes, la diferencia entre los estudios de minorías sexuales y la
teoría Queer es palpable: Para ésta, la identidad del sujeto es cambiante,
compleja, múltiple. La heterosexualidad y la homosexualidad, entre otras
variaciones sexuales, no son condiciones establecidas a partir de las cuales
constituimos una identidad definitiva. La audacia de la teoría Queer reside en
saltar los límites impuestos por la heteronormatividad, pues en lugar de dividirnos
tranquilamente entre "homo" y "hetero", con derechos civiles debidamente
25
El poder
etcétera, por lo que controlan, deslegitiman, inhiben, incluso niegan las acciones
de los otros, mientras ellos obtienen para sí cualquier tipo de beneficio simbólico
(moral, estético o prestigio), económico, político y se autorreconocen como
“mejores”, “elegidos por Dios” o “normales”.
Las representaciones de la realidad establecen principios de diferenciación
social, de distinción social, entre individuos, grupos y clases sociales, debido a que
establecen lo que es “valioso” y “lo que no es valioso”, lo que es “normal”, sobre
“lo que no es normal”, lo “admirable” sobre lo “despreciable”, etcétera, otorgando a
los que poseen las cualidades “positivas” diferentes tipos de capital político,
simbólico y económico por sobre los que no lo tienen, dando a los primeros
autoridad, superioridad, dominio y privilegios.
Núñez retoma aquí la noción de hegemonía, diciendo que es la “forma de
ejercicio del poder que organiza una relación de autoridad y dominación entre
individuos, grupos y clases sociales, no sólo a través de la violencia o la
posibilidad de ellas sino a través del consenso que genera la difusión e imperio de
ciertas representaciones de la realidad sobre la mayoría de la población...” (1999:
31). El concepto de hegemonía y las dinámicas de poder en una sociedad se
pueden explicar cuando se considera que las prácticas sexuales entre hombres o
entre mujeres son “sucias”, “anormales” o “enfermas”, ejerciéndose la censura, la
violencia, el ostracismo en contra de las personas que ejercen esas prácticas.
Existen representaciones hegemónicas de la sexualidad que construyen
relaciones de poder sobre hombres y mujeres que mantienen relaciones eróticas
con personas de su mismo sexo.
Identidad genérica
Es el rol sexual que desempeña un individuo en sociedad y que tiene que ver o no
con su identidad genital. De esta manera, los órganos sexuales del individuo no
necesariamente corresponden al papel masculino o femenino que desempeña en
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La existencia sexual
Sexo y género
Como primer punto se hace la distinción entre sexo y género. Cuando se habla de
sexo nos referimos al conjunto de características físicas, biológicas y anatómicas
con las que nacen las personas y, por tanto, las determinan en hombres o
mujeres.
El género tiene que ver con las particularidades sociales y culturales que
caracterizan a los individuos en relación a su sexo, es decir, las representaciones
que la sociedad les asigna a los hombres y las mujeres, según los grupos en los
que interactúa, como la familia, la iglesia, la escuela, el ámbito laboral, etcétera.
31
De esta manera, la sociedad establece una estricta división social del trabajo, en
donde los hombres son los proveedores económicos y las mujeres son las que
deben dedicarse a la crianza de las niñas y los niños y al cuidado del hogar.
Distinguimos así el sexo como algo con lo que se nace y el género lo que la
sociedad enseña, que el individuo aprende que así “debe de ser”, según el tiempo
y el lugar en el que se vive, los valores imperantes, etcétera (Derecho de las
personas Lesbianas, Gay, Bisexuales, Transexuales, Transgénero, Travestis e
Intersexo, 2014).
En nuestra vida el sexo y el género se utilizan de manera indistinta, pero
debemos tener claro que el primero tiene características fisicobiológicas y el
segundo es una construcción sociocultural de la sociedad a la que pertenecemos.
Sin embargo, la vida cambia, actualmente el sexo y el género tienden a
modificarse de manera parcial o total, pues si una persona quiere modificar su
sexo y/o su género, tiene la oportunidad de realizarlo mediante una serie de
intervenciones quirúrgicas, la adopción de manierismos, la transformación de su
comportamiento y el estilo de vida, entre otros aspectos. Estos cambios han traído
como consecuencia que se modifique el léxico, que ya no se hable de “género”,
sino de los “géneros”, en los que cabe hablar de los transexuales, travestis y
transgénero.
Para establecer el marco referencial de los derechos humanos de las
personas LGBTTTI, también han surgido los conceptos de orientación sexual e
identidad de género.
Según el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED,
2010), la orientación sexual se entiende como la atracción erótico afectiva entre
mujer y hombre, hacia el mismo sexo o ambos. La orientación sexual no se elije,
se descubre y no tiene la posibilidad de cambiarse. Mientras que en la identidad
de género el individuo está plenamente convencido de que forma parte del género
masculino o femenino. No se puede modificar y es ajena a la voluntad de la
persona.
Heteronormatividad
prácticas que hacen ver a la heterosexualidad como algo no sólo coherente –es
decir, organizado como sexualidad– sino también privilegiado o correcto [...].
Consiste menos en normas que pueden ser organizadas como una doctrina, que
en un sentido de justicia tiene manifestaciones contradictorias –a menudo
inconscientes, inmanentes a las prácticas o a las instituciones. Entornos que
tienen algunas relaciones visibles con la práctica del sexo, tales como identidad
generacional, pueden ser heteronormativas en este sentido, mientras en otros
contextos el sexo entre hombre y mujer podrían no serlo. Heteronormatividad es,
pues, un concepto distinto a heterosexualidad” (Cosme et al., 2007: 21). (Jaime,
2013).
Esta realidad no sólo puede ser vista dentro de los discursos analizados
anteriormente, también puede ser encontrada en múltiples dimensiones de la
cultura y la sociedad. Por ejemplo en los medios de comunicación, en la literatura o en
otras narrativas.
La pregunta que por muchos años interpeló a la categoría analítica género
fue aquella que buscaba respuestas sobre el ser mujer u hombre, desde luego
“heterosexuales”. Actualmente, esta categoría ha sido desbordada a causa de la
visibilidad de otras maneras de ser hombre o mujer, desde las prácticas
homoeróticas y transgeneristas. En las sociedades moderno/coloniales, bajo el
discurso de la sexualidad subyace una visión naturalizada (biologicista) del
cuerpo, la cual se establece discursivamente mediante la categoría sexo; es decir,
una persona posee cierta forma de ser rígida e inalterable debido a su genitalidad.
2.2 Metodología
Diseño de la investigación
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Revisión bibliográfica
Variables de análisis
no deben ser un obstáculo para el ejercicio pleno de los derechos humanos de las
personas, en especial de los (as) individuos/as LGBTTTI.
Principios de Yogyakarta
Los Principios de Yogyakarta son una propuesta específica para defender los
derechos humanos de la comunidad LGBTTTI, con base en la legislación
internacional. El Diagnóstico de Derechos humanos del Distrito Federal (2008)
dice que contempla los derechos económicos, sociales, culturales, civiles y
políticos. Según el documento, los derechos sexuales y la igualdad de género se
interconectan intrínsecamente con el rango de derechos humanos. De manera
particular, abordan la violación y diversas formas de violencia sexual; los abusos
médicos; las torturas y otros tratos inhumanos, degradantes y crueles; las
ejecuciones extrajudiciales; la represión del derecho a la libertad de asociación y
expresión; la coacción del derecho a la salud, al trabajo, a la vivienda, a la
educación y el acceso a la justicia. Los Principios de Yogyakarta también ofrecen
recomendaciones a los Estados acerca de cómo detener los abusos y la
discriminación, también brinda acciones a diversas instancias: el Sistema de
Naciones Unidas, las organizaciones de la sociedad civil, las instituciones
nacionales que se dedican a los derechos humanos (o comisiones
gubernamentales), los medios de comunicación y otros más.
La Observación General 20 del Comité de Derechos Económicos, Sociales
y Culturales, Comité DESC (2009) –que incluye la orientación sexual como
categoría de discriminación prohibida-,añade la frase cualquier otra condición
social, como una forma de contemplar la orientación sexual y la identidad de
género:
Los Estados partes deben cerciorarse de que las preferencias [u
orientaciones] sexuales de una persona no constituyan un obstáculo
para hacer realidad los derechos que reconoce el Pacto, por ejemplo,
a los efectos de acceder a la pensión de [… viudez]. La identidad de
género también se reconoce como motivo prohibido de
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matrimonio es un acto llevado a cabo por un solo hombre y una sola mujer con el
propósito de perpetuar la especie; este amparo permitió llevar a cabo el
matrimonio, pues la SCJN consideró que el artículo del Código Civil era
claramente discriminatorio.
esta realidad, no hay que pensar solamente en la efectividad que puede o no tener
una cierta inclusión, sino en la imposibilidad de incorporar las demandas TLGBI en
el núcleo del debate político.
En las políticas de la nación y de la entidad contra la discriminación, no se
contemplan las demandas LGBTTTI. En el Código Penal local, no se tipifica el
delito de discriminación. Ante la ineficacia del Estado por implementar políticas de
promoción, uno de los ámbitos más urgentes es la protección de la vida y la
seguridad personal. En esta investigación algunas personas de la diversidad
sexual entrevistadas han expuesto su experiencia al enfrentarse a delitos insertos
en una homofobia estructural. En otras palabras, el grado de discriminación y
exclusión por parte del Estado reduce las demandas de los colectivos sólo al
aspecto de la sobrevivencia, el cual está mucho más relacionado a implementar
medidas de control que a promover el desarrollo humano de las personas
LGBTTTI.
En la Ley de Derechos de los Pueblos y Comunidades Indígenas solo aparece
caracterizada la discriminación cultural, mientras que en el artículo 12 de la Ley de
Desarrollo Cultural del Estado de Oaxaca, se precisa que el ejecutivo del estado a
través de la Secretaría de Cultura llevará a cabo acciones en materia de políticas
culturales para evitar toda discriminación cultural motivada por la preferencia u
orientación sexual, condición social, religión, discapacidad, estado civil, origen
étnico o nacional, idioma, opinión, edad, género, condiciones de salud y cualquier
otro acontecimiento que vaya en contra de la dignidad humana y que tenga el
propósito de eliminar o disminuir las libertades y derechos de los seres humanos.
Otras leyes locales, como el artículo 3 de la Ley de Igualdad entre Hombres y
Mujeres del Estado de Oaxaca, determina que las mujeres y los hombres que se
encuentren en el territorio estatal son sujetos de los derechos que protege dicha
Ley, sin considerar su edad, profesión, estado civil, cultura, religión, origen étnico,
condición social, preferencias sexuales o capacidades. También el artículo 25
apartado V de la Ley de Seguridad Pública del Estado, menciona que los
miembros de los cuerpos de seguridad pública, fuera de las obligaciones a las que
les obligan las leyes federales y estatales, la Ley de Responsabilidades de los
51
González considera que las prácticas homoeróticas son uno de los caminos
posibles del erotismo, tan válidas y valiosas como las heteroeróticas, pero no
comparte la posición esencialista de que la identidad homo o heterosexual
involucre al ser. Quién le gusta al individuo y con qué disfruta sexualmente,
suponiendo sin conceder una esencia humana, no le hace pertenecer a otra
especie.
La identidad colectiva es una confrontación entre dos dimensiones: el
conocimiento de su propia acción por parte del actor y el reconocimiento del actor
por los demás. Algunos grupos emergentes reivindican elementos de orden
cultural, exigiendo sus derechos (grupos gay, ancianos, raciales, étnicos,
feministas, etcétera) (Melucci, citado por González, 2004). Estos colectivos
emergentes surgen como una forma de respuesta contracultural a discursos
occidentales que los hacen a un lado. Es un intento de ser vistos y hacer patentes
diferencias en comportamientos, prácticas y deseos considerados anormales,
debido a que se impone un modelo a seguir caracterizado como hombre joven
heterosexual blanco que vive en las ciudades.
Estos colectivos van construyendo un nuevo discurso de sí mismos que se
contrapone a los discursos moralistas que las instituciones científicas, religiosas,
políticas habían determinado para identificarlos hasta entonces, y que la mayoría
de la población había hecho suyos.
En el proceso de construcción de una identidad colectiva (nosotros (as)
somos), necesaria para afirmarse como diferentes (lo que nos hace particulares)
para el caso de las prácticas homoeróticas, los otros son los heterosexuales. Al
plantear las prácticas homoeróticas en términos de identidad homosexual (como
opuesta y excluyente de la heterosexual) está presente el riesgo de la
generalización (todos somos así). Cualquier intento de generalización resulta
reduccionista; decir que feministas, gays o indígenas somos de tal o cual forma
refuerza los estereotipos y limita la diversidad (González, 2004).
Pongamos un ejemplo, en los grupos gays la identificación se da a partir de
reconocer que se comparte un deseo homoerótico; en lo demás, es patente la
diversidad de formas de vivirlo y actuarlo por cada una (o). En este sentido, el
59
Identidad y discriminación
3
Palabra de origen anglosajón que se refiere a lo raro.
61
escandalizar a la sociedad que lo ha visto todo, sin embargo, se les oculta otros
estilos de vida, esos tipos de relaciones hasta ahora impensadas.
Las nuevas identidades, sexual y de género, son una unidad política
necesaria para combatir las relaciones de poder que inhiben la autonomía, las
posibilidades de elegir la expresión del yo y el logro de la solidaridad humana.
Gloria Careaga (2004) dice que la identidad es la posibilidad de
distinguirnos de las otras personas, al mismo tiempo que da a la sociedad
elementos para percibirnos y reconocernos. Es el sentido del yo, del sí mismo (a),
lo cual es simultáneamente privado y público. Retoma los elementos de nuestra
subjetividad y los lleva al mundo de significados sociales en el marco de las
relaciones de poder. No son hechos dictados por la naturaleza, sino fenómenos
históricos y culturales que se construyen, se mantienen y se expresan en los
proceso de interacción y comunicación social. Aunque la identidad es constitutiva
de sí mismo, se encuentra en una tensión constante ante la dificultad para
asumirla como la sociedad intenta imponerla. Las identidades son así reflejo de
necesidad y posibilidad, de imposición y decisión. Al parecer existen unos límites
muy rígidos para la definición de identidades, sobre todo en torno a las identidades
de género y sexuales. Afortunadamente, cambian a través del tiempo, bajo el
impacto de transformaciones económicas, sociales y culturales.
Para algunos, saber quiénes somos implica a la sexualidad, en virtud del
peso que esta tiene en la sexualidad y a que, al poseer una definición diferente a
la hegemónica a partir de la sexualidad, tiene un sinnúmero de implicaciones,
principalmente cuando se es consciente de ellas y se reconocen las
consecuencias debido a la discriminación.
Así, la definición de una identidad diferente posibilita el sentido de
pertenencia, de búsqueda y de encuentro con otras y otros semejantes, la
posibilidad de la reconstrucción y resignificación e incluso de defensa y de lucha
(Careaga, 2004).
No obstante, la fortaleza que implica asumir una identidad sexual, su
búsqueda han resultado también posibilidades para constituir identidades de lo
más cambiantes, y hoy, tan amplias que las categorías resultan insuficientes. Aun
62
así, para las y los sexualmente marginados, enfrentar los estigmas y estereotipos
que se les atribuyen y la construcción de la identidad sexual, parece ser un ideal
esencial y herramienta fundamental para enfrentar el presupuesto heterosexual,
hoy tan cuestionado (Careaga, 2004).
Weeks (2000) concibe a la diversidad sexual, que diferencia las
identidades, las orientaciones y las prácticas sexuales, para ocuparse de las
orientaciones sexuales alternativas como constituyentes de la identidad. Es decir,
las personas que se conciben como integrantes de un grupo social que, más allá
de sus prácticas sexuales, conforman un estilo de vida.
Es frecuente que la orientación sexual disidente genere confusión en las
personas viviendo en sociedades donde se niega la sexualidad, o la existencia de
diferentes orientaciones. Pero más que una confusión de identidad, es un
problema de opresión que tampoco es fácil reconocer cuando se personaliza y no
se identifica como elemento del control social. Lo que distrae a la sociedad del
interés central del cómo se enfrentan los retos para establecer y construir una
relación sana, respetuosa y satisfactoria, independientemente de las diferentes
orientaciones (Careaga, 2004).
Aunque incluso, el proceso de reconocimiento y construcción de una
identidad es muy variable, de acuerdo con las oportunidades y circunstancias, este
no necesariamente se da a través de una práctica sexual, sino de la identificación
con quienes se consideran como iguales, sexualmente hablando.
Desafortunadamente, el trabajo en torno a la diversidad sexual y su
expresión al interior de las categorías dadas es aún incipiente, incluso los estudios
de caso desarrollados no dan elementos suficientes para nuevas construcciones
teóricas. Careaga (2004) parte de procesos generales a través de los que se
conforman estas identidades.
Identidades sexuales
lugar. Las identidades sexuales tampoco son exhaustivas, es decir, pueden dirigir
parcialmente la vida de alguien, pero otras situaciones sociales las pueden
debilitar, como las relaciones de género, de clase o raciales.
La identidad sexual se enfrenta actualmente al reto de colocar en el centro
del debate a la sexualidad misma. Es importante reconocer la posibilidad de una
práctica sexual específica que trascienda lo que la práctica sexual exige para
provocar el reconocimiento y la diferenciación sexual mutua. Por eso es
importante sacar a la sexualidad del clandestinaje y el silencio en el que se
encuentra.
Apropiarse de un estilo de vida particular y reconocerse mutuamente son
características determinantes para construir la propia identidad, así como la
posibilidad de construir una identidad social que sea la base de la política sexual
de una sociedad.
La identidad sexual es una cuestión de autodefinición, y cada persona tiene
la capacidad para definir y comprender su propia sexualidad, incluyendo los
cambios de definición a lo largo del tiempo. Es importante comprender también
que cualquier identidad monolítica excluye parte de nosotros (as) mismos (as),
focaliza solo algunos aspectos de la persona.
A pesar de que reconocemos que la sexualidad es una dimensión
trascendental en la construcción de la identidad de las personas que tienen
prácticas disidentes, no es posible conocer y explicar las formas de
comportamiento a partir de la identidad sexual, debido a que cada orientación se
comporta como un caleidoscopio de situaciones, sería como el caso de interpretar
comportamientos por el simple hecho de ser heterosexual.
Partamos a reconocer a la primera identidad sexual: la identidad lesbiana.
La identidad sexual se ha interpretado desde diferentes marcos, se debate entre la
identidad homosexual o gay y la lésbica; y entre las posturas feministas y no
feministas, lo que ha dificultado sobremanera su comprensión y la ha llevado a
confrontar las diferentes distorsiones que pretenden su definición (Careaga, 2004).
Para algunas feministas la identidad lésbica es concebida como una
vertiente fundamental del feminismo. Es decir, no se fundamenta en lo sexual, sino
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que dicen, “ay, es que está lleno de „lenchas‟ ”, “es que está lleno de
esto”, los lugares en que…, así les dicen, no sé si decirlo despectivo o
una forma de llamar a las lesbianas, ¿no?, igual que decirles “jotas” a
los homosexuales, ¿no? (…) (Rosario).
La decisión misma de expresarse y formar una pareja tiene necesariamente
implicaciones políticas, sociales y personales; es decir, como ya se había
señalado, no está simplemente en la relación entre la práctica y la identidad. La
identidad lesbiana como resultado histórico, aunque pueda verse hoy como una
etiqueta que limita, es aun políticamente indispensable, puesto que evidencia la
relación entre la restricción y la oportunidad, la necesidad y la libertad y el poder y
el placer. Las identidades lesbiana y gay, según Bell y Weinberg (1979),
constituyen al final una forma más de estar en el mundo o el intento de configurar
y desarrollar un estilo de vida que no siempre es comprensible.
(…) Uno puede identificar, obviamente, a una mujer lesbiana, muchas
veces por la forma de vestir, porque la mayoría de las veces -aunque
no es una cosa definitiva-, sí hay ciertas cosas que definen a una
mujer lesbiana, puede ser que use a veces el cabello corto, su forma
de vestir, los zapatos, el tipo de ropa, ¿no? No son tan femeninas,
aunque hay mujeres lesbianas muy femeninas, la mayoría se puede
distinguir por ser un poquito menos femenina en la forma de vestir,
sobre todo, incluso en la forma de caminar, de moverse. No se nos da
ser muy femeninas, de por sí no se puede ser tan femenina, ¿no?
(Apple)
Hablemos ahora de la identidad gay. Badinter (1995) afirma que los hombres en
nuestra sociedad tenemos ansiedad a lo “femenino” en sí mismos porque hemos
aprendido a valorarlo como inferior y degradante. La masculinidad hegemónica
está motivada por una inmensa misoginia. Ser hombre, ser masculino,
necesariamente está asociado con el rechazo a lo femenino y a la orientación por
la heterosexualidad. Guillermo Núñez Noriega (1999) afirma que sólo los hombres
que han sido capaces de resistir el proceso de aculturación del modelo
hegemónico de masculinidad o que han sido creados en contextos culturales con
otras propuestas de masculinidad menos ansiosas, tendrán relaciones
heterosexuales u homosexuales diferentes.
La autodefinición es un momento central en el proceso de construcción de
la identidad homosexual, lesbiana o gay al introyectar las concepciones
diferenciales de las representaciones hegemónicas. Este proceso exigiría de una
redefinición del concepto que no siempre se logra. Se convierte entonces en un
ser diferente, donde la diferencia sexual, con la carga social que conlleva, se
convierte en el más importante eje definitorio de su identidad, aun y cuando no se
exprese públicamente. En la ciudad de Oaxaca, las nuevas identidades, son
“como una libertad al cuerpo y una libertad a la sexualidad” (Yoshio); “Bueno,
básicamente es una preferencia sexual, sí, únicamente es ese el significado”
(Carlos).
El asumirse como gay conlleva entonces una serie de afirmaciones y
contradicciones. Por una parte, reafirma su masculinidad y su distancia respecto a
lo femenino, al mismo tiempo que asume muchas de las expresiones culturales del
68
ser mujer. Esta condición resulta una de las más importantes amenazas al orden
establecido, al no reconocer la posibilidad de que un sujeto desde la posición de
poder se desvalorice y asuma la identidad del subordinado, en este caso la mujer.
Desde la concepción patriarcal de la sociedad, el que un hombre busque
asemejarse o comportarse como mujer es francamente incomprensible y retador,
lo que provoca desde la extrañeza hasta el abierto rechazo:
Bueno, en Oaxaca ser gay, para empezar para mí, yo como gay me
identifico porque me gustan las personas de mi mismo sexo, soy
hombre y me gustan otros hombres. Para mí más que orientación
sexual lo identificaría como una orientación genérica, porque me
gustan los hombres masculinos, no me gustan los hombres femeninos.
Entonces lo veo más como una atracción hacia un género más que
hacia un sexo. Este ahora en el caso específico de la ciudad de
Oaxaca (Diego).
La autodefinición y la aceptación son procesos que frecuentemente
caminan paralelos, pero no siempre se dan de manera similar. La autodefinición
consiste en que el individuo se coloca a sí mismo dentro de la categoría cognitiva
de “homosexual”, sin que esto implique la aceptación de tal condición. Se
caracteriza por: representarse como “diferente” por sus sentimientos o deseos
sexuales; se siente incapaz de deshacerse de sus sentimientos y deseos sexuales
hacia personas de su mismo sexo y existe ausencia o insatisfacción en los
contactos eróticos o afectivos con el otro sexo: “Es un complejo de deseos,
sensaciones y emociones, prácticas sexuales, deseos y erotismo entre personas
de mí mismo sexo” (Manuel). Sin embargo, lograr la aceptación se refiere a otro
proceso, el significado social del ser homosexual, asociado a imágenes
denigrantes y peyorativas, dificulta la aceptación y requiere de un análisis personal
y pertenencia social para asumirse realmente. Las posibilidades para el cambio de
significados se encuentran en campos muy restringidos: lecturas sobre el tema,
producciones culturales, psicoterapia o en el contacto con otros similares, es decir,
con el establecimiento de contactos, entre iguales que se convierte en más o
menos frecuente (Careaga, 2004).
69
Adscripción bisexual
misma manera, los gay consideran que el bisexual está mancillado por su relación
con las mujeres.
Existen muchos estereotipos acerca de los bisexuales, la mayoría
provienen de concepciones tradicionales de la sexualidad. Se piensa que una
persona que es bisexual está confundida o se encuentra en un proceso de
indefinición. La persona se afirma bisexual pero en realidad es un gay o una
lesbiana que no quiere asumirse por los costos que esto implica. O se dice
bisexual, pero es un heterosexual que quiere asumir una actitud progresista y
darse oportunidades:
Yo no me enteré hasta hace unos años, de cómo…incluso puedo decir
que hasta hace dos años yo asumo este estereotipo. Primero creí que
hace cinco años yo era lesbiana, ya después dije “no, creo que no es
por ahí”. Fue hace muy poco. Aun cuando yo desde niña, ya con esta
información que empecé a tener acerca de cómo vivir nuestra
sexualidad o tener más información de ella, entonces veo primero la
cuestión de atracción con otra niña. Entonces ahí yo empecé a
plantearme, dije “qué está pasando”. ¿Cuántos años tenía?, como ocho
años, siete años o algo así. Y era como un juego, pero entonces era
como nada más la atracción, y ya. Referente a mi edad (Edita).
Dentro del movimiento lésbico- gay y feminista progresista, persiste la
invisibilidad de las personas bisexuales, la negación de su identidad, incluso por
decisión propia, ante la bifobia y discriminación que existe hacia ellas y ellos, por
su supuesta ambigüedad:
Ahora, estoy como más fuerte en la organización de los movimientos
de la diversidad sexual. Hicimos una primera marcha lésbica, esta
parte de que los bisexuales todavía no estamos visibles, ¿no? Me
asumí como lesbiana políticamente hablando, entonces, fui a un
encuentro en Guadalajara, un encuentro feminista, y como grupo de
lesbianas, estuvimos posicionando todas estas cuestiones que no se
hablan, esto de la salud que tú también planteas y que no la enarbola
el movimiento gay. Entonces como mujeres también estamos
74
Identidad trans
¿no? ¿Y después qué viene?, pues las cirugías, que buscas ponerte
pechos, en mi caso yo estoy operada, que buscas feminizar el cuerpo,
¿no?, para que vaya de acuerdo con lo que tú quieres demostrar que
eres. En este caso, la cirugía de reasignación sexual, que es el nombre
que se le puede dar a la cirugía de cambio de sexo, pues en este caso
muchas no nos atrevemos a hacerlo o más bien no hay las posibilidades
económicas también de hacerlo, pues es una cirugía que es muy cara, y
aparte que es de un riesgo muy alto. En mi caso he querido hacerlo, sí
está en mis planes hacerlo, no he podido llevarlo a cabo porque pues las
circunstancias en cuanto al trabajo no me lo han permitido, pero es una
cirugía que hay que pensarlo mucho, porque pues una vez hecha, no hay
como que vuelvas a hacerlo, ¿no? (Jessica).
El ser travesti
El punto crucial de este tema es problematizar los medios por los cuales las
sociedades –en especial la oaxaqueña- han marginalizado a las personas
LGBTTTI y cómo les afecta en su salud. En las percepciones de la comunidad
LGBTTTI entrevistados, vemos la importancia que le conceden a visibilizar cómo
los mecanismos de la heteronormatividad afectan la propia vida de las personas,
logrando identificar un continuum desde las condiciones socioeconómicas, la vida
cotidiana, los espacios públicos hasta el ámbito de la intimidad.
87
corporales producidas por la hostilidad del mundo exterior), y la injuria lleva como
consecuencia establecer relaciones particulares con los otros y con el mundo,
mientras se forma la personalidad, la subjetividad, el ser mismo de un individuo
(López, 2008).
En la homofobia se justifica “matar sin leyes”, aplicando la fuerza y
abusando del poder, con el objetivo de sentenciar al silencio, para minimizar y
oprimir, para perseguir y exterminar impunemente. La dinámica de la homofobia
es la siguiente: se estigmatiza a la homosexualidad para tener un pretexto de
exclusión de la defensa y aplicación de sus derechos fundamentales; después se
niega que tengan valor como seres humanos para justificar su persecución y se
les denomina amenaza social para dar paso a inhumanas e irracionales conductas
discriminatorias (López, 2008).
Otros autores piensan que la homofobia debe ser entendida como un
prejuicio sexual, heterosexismo y estigma, pero no como una enfermedad que
causa rechazo social. Herek (2004) dice que este término fue utilizado desde los
años sesenta, y fue utilizado para cuestionar al pensamiento tradicional sobre la
homosexualidad, con el fin de mostrar que los estigmas y prejuicios en contra de
este grupo sexual minoritario son una real preocupación, por lo que se requiere
replantear el concepto para avanzar en esta área.
De manera más general, la bifobia es el rechazo que existe hacia las
personas que son bisexuales, la lesbofobia se ejerce contra las lesbianas y la
transfobia contra las personas transgéneros.
4
Sí, claro que sí, uno puede identificar, obviamente, a una mujer lesbiana, muchas veces por la
forma de vestir, porque la mayoría de las veces -aunque no es una cosa definitiva-, sí hay ciertas
cosas que definen a una mujer lesbiana, puede ser que use a veces el cabello corto, su forma de
vestir, los zapatos, el tipo de ropa, ¿no? No son tan femeninas, aunque hay mujeres lesbianas muy
femeninas, la mayoría se puede distinguir por ser un poquito menos femenina en la forma de vestir,
sobre todo, incluso en la forma de caminar, de moverse. No se nos da ser muy femeninas, de por
sí no se puede ser tan femenina, ¿no? (Martha)
92
preferencia por el sexo receptivo no está bien vista por las personas que tienen
sexo activo. La gente que tiene una exagerada tendencia femenina también es
segregada. La gente de diferente nivel cultural, de diferente nivel económico. Hay
una discriminación muy grande dentro de la misma comunidad gay” (Carlos).
Transgénero, travestis y transexuales son descalificadas/os y agredidas/os
principalmente por ser “vestidas”, afeminadas, por arreglarse y querer tener un
poco de mujer. Las o los transgénero y transexuales rechazan al travesti por no
tener implantes, por no querer operarse para tener un cuerpo femenino, por vivir la
dualidad o “desequilibrio”, en términos de imagen, hombre- mujer; los travestis
rechazan a los transexuales y transgénero en sentido contrario, por no poder vivir
la dualidad. Entre transexuales y transgénero existe el rechazo ligado a la clase
social, quienes tienen una posición socioeconómica media, rechazan a quienes
viven marginalmente y se dedican a la prostitución, por tener conductas
inapropiadas: “Las que trabajan en la calle, no puedes pasar por ahí, porque ya te
están golpeando. Es muy muy feo, lo que yo no entiendo” (Shantal). Las
bisexuales son despreciadas por igual entre lesbianas y gay, debido a su práctica
sexual hacia hombre y mujeres. Las lesbianas son excluidas simplemente por su
condición de género y edad. Ser lesbiana implica la posibilidad de ser rechazada
por su condición de género, su edad –en el caso de las ancianas- y su posición
económica:
Yo creo que hay un grupo de gay, hombres, vaya, que sí tienen una
cuestión en general contra la mujer. Entonces cuando hay una mujer
lesbiana, critican mucho el aspecto físico de las lesbianas, ¿no?,
porque como ellos son muy arregladitos y la mujer lesbiana no
siempre es muy arreglada, como que siempre critican o juzgan
mucho a la mujer lesbiana por su forma de vestir. Yo he percibido de
hombres que son gay que tienen cierto grado como de ser misóginos,
y entonces son muy duros con las mujeres, las critican mucho…
(Aple).
Según las narrativas de los sujetos/as entrevistados, en esta sociedad sin
derechos, donde los miembros de la comunidad LGBTTTI no son considerados
94
Consecuencias de la discriminación
5
Dedicarse al estilismo es un oficio muy recurrente para gente transexual, transgénero y algunos gays, sin
embargo, consideramos que la sociedad misma ha estereotipado como “ideal” esta actividad económica,
para estas personas por su condición sexual.
96
Para poder tener un buen trabajo, la gente recurre a fingir una conducta
heterosexual, es decir, “tratan de tener una apariencia muy varonil o exagerar a
veces sus comportamientos heteronormados para que puedan tener acceso a
ciertas actividades” (Carlos).
En la niñez, la adolescencia o la juventud, enfrentan serios conflictos por
tratar se ser enmendados en esta sociedad heteronormativa y son inducidos al
alcoholismo, al suicidio o viven en constante depresión y estrés.
Finalmente –sin agotar las consecuencias-, algunos miembros de la
comunidad LGBTTI asumen los prejuicios, la falta de oportunidades, el lenguaje
ofensivo o la falta de derechos como parte de la vida que deben vivir por
pertenecer a la diversidad sexual y minoritaria; el lenguaje ofensivo ahora es
utilizado por ellos para comunicarse cuando se hayan en confianza; el trato
degradante en la clínica de salud, al asociarlos con el VIH, como algo normal,
etcétera.
Discriminación y salud
El grado de discriminación
Pobreza y discriminación
6
No fue posible entrevistar a transexuales, transgénero y travestis que se dedicaran a la prostitución, pero
las pláticas realizadas con las personas que no se dedican a esto y las y los conocen, nos dio un panorama de
la situación.
101
entendemos que: “la pobreza no es un hecho fortuito o inevitable sino más bien
una opción política” (Gordon, 2007: 105).
En decir, los asesinatos, la violencia, la discriminación laboral, las
limitaciones del reconocimiento a formar familia o al derecho a la identidad son
parte de un régimen de la pobreza, el cual no es fortuito o inevitable, que
condiciona el acceso a otros bienes. Para las personas LGBTTTI, uno de los
escenarios donde la discriminación y la pobreza se concretiza es en el ámbito de
la salud. No olvidemos que son los espacios cotidianos en donde el conjunto de
discursos (jurídicos, médicos, entre otros) llevan a cabo la subalternización de las
personas y sus demandas. Los malos tratos por parte del personal de salud, el
difícil acceso a los tratamientos y medicamentos, la invisibilización de la
orientación sexual y la identidad de género en la atención y provisión de servicios,
por ejemplo la atención ginecológica para mujeres lesbianas, los tratamientos
hormonales para personas trans, son parte de una cadena que limita y pauperiza
la existencia de quienes acuden al sistema de salud. En la cotidianeidad, la
importancia de la salud es fundamental para poder mantener las capacidades y
gozar de las posibilidades de construir un proyecto de vida. “Es por las razones
antes mencionadas que la salud es […] un derecho fundamental al estar asociada
a la vida misma y la integridad de la persona, condición sin la cual no es posible
hablar de derechos. La salud, por ello, tiene la característica de ser un activo
inalienable de la persona. Constituye, además, una forma de capital humano muy
especial al estar sujeta a grandes incertidumbres, riesgos imprevisibles, y
eventualmente catastróficos […] (OPS, 2005: 68).
Por tanto, la importancia de hablar de la salud y en especial del derecho a
la salud como realidad política en relación con las personas LGBTTTI, resulta de
la aceptación de la propia materialidad de la vida (muchas veces, limitada,
violentada). En el discurso de los derechos humanos, la primera mención a esta
realidad se realiza en la Declaración Universal (1948), donde se afirma en el
artículo 25 que: “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le
asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la
alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales
102
2005: 68- 69). Es decir, “en otras palabras, nos enfrentamos a los problemas de
las formas de respuesta social ante el proceso salud-enfermedad, además no
como caridad, beneficencia o dádiva, sino como derecho social de la ciudadanía”
(OPS, 2005: 68).
Esta respuesta articulada frente a un proceso salud-enfermedad, llamada
políticas en salud, está basada en los discursos de la salud pública. En primer
lugar, desde una perspectiva LGBTTTI, hay que advertir que los prejuicios
heteronormativos instaurados en la salud pública desdibujan un acercamiento
verosímil sobre el proceso salud-enfermedad de dichas personas. Este prejuicio
se acrecienta si tomamos en cuenta que “el escaso desarrollo de las
investigaciones en salud pública con enfoque de derechos humanos no sólo ha
dificultado una visión comprensiva del proceso salud-enfermedad, sino que
también ha limitado el establecimiento de vínculos entre los problemas de salud, el
ejercicio de los derechos y el cumplimiento de las responsabilidades del Estado.
Desde esta perspectiva el análisis que se pretende realizar trata de establecer
estos tres puntos de encuentro […]. La incorporación del cumplimento de las
responsabilidades del Estado en el análisis de estos problemas resulta clave, pues
se constituirá en uno de los principales factores […]” (Ríos, 2004: 35-36) para el
mantenimiento de la vulneración de derechos, que contribuye a la mortalidad, la
discriminación y la insatisfacción.
En la práctica, la atención de salud tiende a reproducir prejuicios ya que
“[…] parte de la información sobre salud pública tiende a culpar a la víctima por su
mala salud. La información sobre la salud tiende a concentrarse en temas como el
no fumar, el no tomar demasiado alcohol, hacer más ejercicio, tener una mejor
dieta. Así las desigualdades en salud se enfocan en el comportamiento saludable”
(Gordon, 2007, citado por Jaime, 2013). Desde una perspectiva LGBTTTI,
podríamos añadir que la información sobre salud pública tiende a concentrarse en
las prácticas sexuales y las “conductas de riesgos”, tratando de desplazar la
responsabilidad de las estructuras de discriminación y de vulnerabilidad hacia las
conductas personales. Por ello, “[…] un enfoque basado en los derechos humanos
aleja el énfasis de los debates sobre la pobreza de los errores personales y se
104
tendería a garantizar que las personas reciban atención sanitaria para preservar
su vida, su integridad y su dignidad, y también implicaría la garantía del derecho al
diagnóstico, a todo tratamiento para lo propio y a la atención de urgencia, siempre
que sea requerida. Todo ello, genera la condición de contar con mecanismos para
exigir el derecho a la salud (Corcuera, 2006, citado por Jaime, 2013).
La accesibilidad de la salud se refiere a que los establecimientos, bienes y
servicios de salud deben ser accesibles a todas las personas sin discriminación
alguna. La accesibilidad, según el Comité, posee cuatro dimensiones: el primero
es el mandato de no discriminación; el segundo, la accesibilidad física; el tercero,
la accesibilidad económica o asequibilidad y el cuarto el acceso a la información,
que incluye el derecho de recibir, solicitar y difundir información sobre cuestiones
relativas a la salud, sin menoscabar la confidencialidad de los datos personales.
De esta manera, la prohibición constituye uno de los pilares de los derechos
económicos, sociales y culturales (DESC). En su manifestación negativa, el
principio de no discriminación en el acceso a la salud consiste en la prohibición de
discriminar a los/as usuarios/ as en razón de la raza, el idioma, la religión, el sexo,
la identidad de género y la orientación sexual. La manifestación positiva de este
principio se refiere a las obligaciones de cada Estado relativas a que los
establecimientos, bienes y servicios de salud integren una mirada diferencial, y a
poner en marcha acciones afirmativas que permitan la igualdad de oportunidades
de los grupos vulnerables en el acceso a establecimientos, bienes y servicios. Por
otro lado, el derecho a la información en salud consiste en la apertura de canales
de información y la puesta en marcha de programas de educación en dichas
materias para favorecer el acceso, y además, se refiere también a la garantía del
principio del consentimiento informado en la relación personal de salud-usuario/a
(Corcuera, 2006, citado por Jaime, 2013).
La aceptabilidad de la salud consiste en el respeto por parte de los
establecimientos, bienes y servicios de salud de la ética médica y culturalmente
apropiados, además, según el párrafo 12c de la observación general 14 del
CDESC, sensibles a los requisitos del género y los ciclos de vida. Dentro de este
principio se plantean dos aspectos fundamentales, el primero es el respeto de la
107
Por último, es importante resaltar que dentro del movimiento TLGBI uno de los
elementos más importantes, para darle contenido a la pobreza, es el no
reconocimiento a la identidad, especialmente a la población trans. La pobreza
estaría íntimamente vinculada así a la ausencia del libre ejercicio de la identidad,
aspecto que, desde una sociedad con un modelo cultural rígido de
correspondencia entre sexo y género, se niega a otros derechos fundamentales.
En este mismo sentido de protección a la identidad se podría vincular a la
pobreza, también, con el no reconocimiento de los proyectos afectivos de las
personas TLGBI, a partir del cual se reduce significativamente el bienestar y la
libertad (Jaime, 2013).
Las políticas públicas en salud de la región han visto al sujeto TLGBI a través de
los usos y las prácticas de la medicina sobre el VIH/sida, con lo cual la práctica
homoerótica y transgenerista es vista ahora en el ámbito de la enfermedad y la
anomalía, aplicando antiguos significantes como la promiscuidad y el deseo
descontrolado. Después de los primeros casos de VIH/ sida en Oaxaca y México,
las personas homosexuales han sido vistas como grupos de riesgo. Cabe señalar
que las referencias a la orientación sexual y la identidad de género en las leyes
más importantes del ordenamiento normativo referido a salud son casi
inexistentes. Consideramos dentro de este grupo de normas a las constituciones,
la leyes generales de salud, la leyes sobre seguridad social y, finalmente, las
referidas a la salud sexual y reproductiva. Si bien algunos procesos de ampliación
de los derechos de la comunidad LGBTTTI tienen como efecto menos rigidez y
censura hacia la sexualidad en general, la normativa secundaria ha continuado
desconociendo la diversidad sexual y, en general, a los grupos LGBTTTI, no sólo
por lo que expresa sino por todo aquello que no dice, lo cual se traduce en la
negación, a este sector, de su condición de ciudadanía y sujetos jurídicos.
El derecho a la salud se sustenta en el artículo 25 de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos y en el artículo 12 del Pacto de los Derechos
109
a las situaciones de riesgo – es decir las que podrían propiciar las infecciones por
VIH- como aquellas condiciones en las cuales existe la posibilidad de exposición a
fluidos potencialmente infectantes, lo cual deja de relacionar a la preferencia
sexual o la identidad de género como factor de riesgo y se considera que cualquier
persona que esté expuesta a una conducta de este tipo –incluyendo a las
heterosexuales– está en posibilidades de infectarse por VIH Constitución
(Coordinación para la Atención de los Derechos Humanos del Estado de Oaxaca,
2013).
El panorama epidemiológico realizado por los Servicios de Salud de
Oaxaca (2012) colocó cifras para diferenciar los casos identificados entre 1986 y
2012 por factor de riesgo ubicando a las preferencias sexuales como uno de esos
factores, sin embargo, éstas ya no puede ser consideradas como factores de
riesgo que propicien la infección por VIH de acuerdo con la NOM-010-SSA2-2010
mencionada anteriormente. Aunque la terminología utilizada por los Servicios de
Salud de Oaxaca no es adecuada a los estándares internacionales y a la actual
normatividad nacional, es importante mostrar dichos datos desagregados pues
ilustran parcialmente la situación que enfrenta la población lGbttti que vive con VIH
en Oaxaca Constitución (Coordinación para la Atención de los Derechos Humanos
del Estado de Oaxaca, 2013).
Como se observa, dentro de la población LGBTTTI los casos de Sida se
concentran en hombres bisexuales y homosexuales. No obstante, estas cifras
pueden no ser precisas ya que varias personas heterosexuales pudieron haber
tenido prácticas sexuales con personas de su mismo sexo sin considerarse
homosexuales o bisexuales, e incluso pudieron haberse declarado heterosexuales
por temor a ser discriminados Constitución (Coordinación para la Atención de los
Derechos Humanos del Estado de Oaxaca, 2013).
Nunca se podrá decir con suficiente insistencia la manera en que el modelo
de intervención del VIH/sida configura cómo el sistema de salud público ha
limitado la capacidad de las personas TLGBI de articular sus demandas frente al
Estado, no sólo si tomamos en cuenta su capacidad de interlocución con el Estado
frente a la gestión pública de salud, sino principalmente en relación en la
113
transformación de los mecanismos que permiten acceder a dicho bien. Sin duda el
problema no consiste en formular o implementar políticas sobre VIH/sida, sino en
plantearlas como un único modelo de intervención. Si tenemos en cuenta que en
Oaxaca existe una epidemia concentrada en hombres bisexuales y homosexuales,
debemos decir que cualquier esfuerzo en torno a mejorar los servicios de VIH/sida
siempre es beneficioso, ya que construye mecanismos para reducir la desigualdad
en lo concerniente al acceso de los servicios en salud; sin embargo, el problema
con respecto a la normativa en VIH/sida está relacionado, primero, con el hecho
de una grave tendencia a invisibilizar a la orientación sexual y la identidad de
género de las personas (hombres bisexuales y homosexuales) que lo requieran y,
por otro lado, con una seria reducción en la implementación del servicio público,
con lo cual otras demandas en salud, diferentes al VIH/sida, no son tomadas en
cuenta, y en particular, si hablamos de los requerimientos en salud de las mujeres
lesbianas, hombres trans e intersexuales, tampoco. De esta manera, se configura
un sistema en el que se incrementa la inequidad y la desigualdad en el acceso a
los servicios.
Las prácticas y actitudes discriminatorias en contra de las personas con el
VIH o Sida, siguen siendo, desafortunadamente, muy comunes en nuestro país.
Desde el inicio de la epidemia, existen una serie de prejuicios e ideas falsas que
contribuyeron a la discriminación y a la violación al derecho de la protección de la
salud. Debido a estas concepciones erróneas sobre la enfermedad [sic], en
México las personas con VIH o Sida enfrentan múltiples formas de discriminación,
las cuales van desde las más sutiles y difíciles de detectar, como las que se
expresan a través de la utilización del lenguaje o chistes ofensivos y
discriminatorios, hasta las más crudas y evidentes, como las formas de exclusión
o restricción de derechos por vivir con VIH. A estas formas de discriminación se
añaden otro tipo de atropellos igualmente graves, como la negación de servicios
de salud o la negativa de acceso a medicamentos necesarios para el cuidado de
la salud (Consejo Estatal para la prevención y Control del Sida en Oaxaca, 2012).
Un aspecto importante a considerar dentro de esta normativa referida al
VIH/sida es el que aborda el acceso a los medicamentos desde la misma entrega
114
Seguridad social
son insuficientes por falta de personal y equipo médico. Pero esta situación es
más preocupante cuando afecta el estado de salud de la población que vive en
situación de pobreza y pobreza extrema, quienes generalmente no tienen
disponibilidad a los servicios de salud. La accesibilidad implica reconocer la
ubicación a la clínica, la distancia que se debe recorrer a las unidades, los factores
económicos, como el gasto en pasaje y de los servicios médicos; la energía que
se pueda gastar, los inconvenientes que se presenten, finalmente, la percepción
que el paciente pueda tener de la calidad y conveniencia de los servicios.
En la zona metropolitana, el municipio de Oaxaca de Juárez se caracteriza
por ser la sede del control político y económico de Oaxaca, y el centro de
atracción poblacional, lo cual se ve reflejado en la infraestructura en salud
disponible para la población. En los 23 municipios de la zona metropolitana existen
143 instituciones públicas y privadas. El municipio de Oaxaca de Juárez concentra
el 46 por ciento de toda la infraestructura en salud de los programas de salud de la
ciudad: IMSS, IMSS Oportunidades, ISSSTE estatal, SSO y DIF estatal, servicios
privados –en el norte de la zona metropolitana-, así como profesionales del más
alto nivel y especialidad; a excepción de San Bartolo Coyotepec, donde están dos
clínicas de especialidades.
En la zona metropolitana predominan las clínicas preventivas de primer
nivel en el municipio de Oaxaca de Juárez, mientras que dos de tercer nivel están
desconcentradas en el municipio de San Bartolo Coyotepec.
En diez municipios7 de la zona metropolitana sólo hay una clínica de primer
nivel de la SSA y de IMSS Oportunidades en cada municipio; los municipios son
pequeños y aparentemente la cobertura es suficiente. En tres municipios sólo
existe una clínica de segundo nivel por cada unidad territorial. Los hospitales de
tercer nivel están distribuidos de la siguiente manera: uno del Instituto de
Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado (ISSSTE) en
Oaxaca de Juárez y dos de los Servicios de Salud de Oaxaca (SSO) en San
Bartolo Coyotepec (ver Cuadro núm. 41).
7
San Agustín de las Juntas, San Agustín Yatareni, San Andrés Huayapam, San Antonio de la Cal, San Pablo
Etla, San Pedro Ixtlahuaca, Santa Cruz Amilpas, Santa María Coyotepec y Santo Domingo Tomaltepec.
125
8
No fue posible comparar a toda la población del sector salud en el año 2000, pues el anuario estadístico
edición 2000 no contenía datos de todos los municipios de la zona metropolitana de Oaxaca
127
Conclusiones
Anexo
sonrojamiento
21. Sudoración (no
debida al calor)
Guía de entrevistas
Proyecto: Diversidad sexual en la zona metropolitana de Oaxaca
Entrevista para comunidades homosexuales, transexuales, bisexuales, transgénero,
travestis e intersexo
1. ¿Qué es para usted ser gay, homosexual, transexual, lesbiana, bisexual, transgénero,
travesti, intersexo o de la diversidad sexual en la ciudad de Oaxaca?
2. ¿Cuáles son las características que le identifican con otras personas gays, homosexuales,
transexuales, lesbianas, bisexuales, transgénero, travestis o intersexo? ¿Podemos
encontrar esas similitudes? ¿Por qué?
3. ¿Cuáles son las características que le diferencian de personas que no son como usted:
heterosexuales, gays, homosexuales, transexuales, lesbiananas, bisexuales, transgénero,
travestis o intersexo?
4. ¿Qué piensa usted de otras personas de la diversidad sexual con las que no comparte su
orientación sexual? (ejemplo: homosexuales de travestis)
5. ¿Cuáles son las experiencias por las que ha pasado para afirmarse como gay,
homosexual, transexual, lesbiana, bisexual, transgénero, travesti o intersexo en la ciudad
de Oaxaca?
Servicios
Salario
21. ¿En algún momento ha sentido que su vida peligra por ser parte de la diversidad sexual?
22. ¿La exclusión sexual le ha llevado a experimentar prácticas sexuales clandestinas y
riesgosas?
23. ¿Conoce usted lugares donde se reúne la gente de la diversidad sexual?
24. ¿En esos lugares se pueden reunir libremente, sin sentir presiones? Explique
25. ¿Qué piensa la sociedad en general de esos sitios?
26. ¿La policía discrimina a la gente de la diversidad sexual?
27. ¿Cómo puede la policía discriminar a la gente de la diversidad sexual?
28. Según su opinión, ¿puede existir discriminación entre los grupos de la diversidad sexual?
¿Quién discrimina a quién? ¿Por qué?
29. (DIRIGIDO A TRANS) ¿A ustedes quién o quienes los discriminan? ¿Por qué?
30. Según su opinión, ¿la comunidad de la diversidad sexual puede acceder a servicios,
empleo, aumentar su salario, tener buen trato cotidiano, como los heterosexuales?
Explique.
31. Según su opinión, las experiencias de discriminación que puede padecer una persona de
la diversidad sexual, pueden afectar sus condiciones de vida/ calidad de vida? ¿Cómo?
32. Según su opinión y experiencia, explique de qué manera el trato desigual puede hacer
pobres o más pobres a las personas de la diversidad sexual.
33. ¿Ha sufrido alguna carencia o carencias (pobreza) debido a su orientación sexual?
Explique.
34. ¿Ahora se considera más, igual o menos pobre? ¿Por qué?
43. ¿La clínica se encuentra en óptimas condiciones higiénicas, el personal está capacitado,
está suficientemente equipada y cuenta con suficientes medicamentos?
44. ¿En la consulta clínica declara usted su orientación sexual? ¿Por qué?
45. ¿Preferiría que en los sistemas de salud le preguntaran su preferencia sexual, atendieran
sus demandas y la atención deseada se orientara de la misma manera? ¿Por qué?
46. ¿De qué manera quisiera que se orientara la atención?
47. ¿Las consultas dirigidas a la diversidad sexual se limitan a la salud sexual? ¿Por qué?
48. ¿La atención y el diagnóstico hacia la diversidad sexual lo amplían hacia otras posibles
enfermedades y al entorno, o sea, es integral?
49. (EN CASO DE MUJERES BISEXUALES) ¿Asiste a consultas ginecológicas periódicas?
¿Por qué?
50. (EN CASO DE MUJERES BISEXUALES) ¿En la consulta ginecológica llegan ustedes a
hablar de sus prácticas sexuales?
51. ¿En las clínicas públicas y privadas le han negado la atención, le han tratado mal o
negado la confidencialidad, por relacionarlo con problemas de VIH y SIDA y/ o por ser
moreno, de la diversidad sexual, pobre, mal vestido, etcétera?
52. (EN CASO DE SER BISEXUAL) ¿Asiste a consultas ginecológicas periódicas? ¿Por
qué?
53. (EN CASO DE SER BISEXUAL) ¿En la consulta ginecológica llegan ustedes a hablar de
sus prácticas sexuales?
54. (EN CASO DE SER TRANS) ¿Le siguen considerando o tratando como hombre en el
centro de salud?
55. (EN CASO DE SER TRANS) ¿En los servicios de salud tienen algún servicio especiado
de transformación del cuerpo?
56. (EN CASO DE SER TRANS) ¿Ha llegado usted a utilizar sustancias peligrosas y
hormonas sin prescripción que puedan perjudicar su salud, porque se los nieguen en
algún centro de salud?
57. ¿Conoce si existen programas específicos hacia la diversidad sexual? ¿Cuáles son?
58. ¿Quisiera que los programas de salud incluyeran la salud de la diversidad sexual? ¿Por
qué?
138
Guía de entrevistas
Proyecto: diversidad sexual en la zona metropolitana de Oaxaca
Entrevista para comunidades lésbicas
Servicios
139
23. ¿En esos lugares se pueden reunir libremente, sin sentir presiones? Explique
24. ¿Qué piensa la sociedad en general de esos sitios?
25. ¿La policía discrimina a la gente lesbiana o a otras personas de la diversidad sexual?
26. ¿Cómo puede la policía discriminar a la gente de la diversidad sexual?
27. Según su opinión, ¿puede existir discriminación entre los grupos de la diversidad sexual?
¿Quién discrimina a quién? ¿Por qué?
28. Según su opinión, ¿la comunidad de la diversidad sexual puede acceder a servicios,
empleo, aumentar su salario, tener buen trato cotidiano, como los heterosexuales?
Explique.
29. Según su opinión, las experiencias de discriminación que puede padecer una persona de
la diversidad sexual, pueden afectar sus condiciones de vida/ calidad de vida? ¿Cómo?
30. Según su opinión y experiencia, explique de qué manera el trato desigual puede hacer
pobres o más pobres a las personas de la diversidad sexual.
31. ¿Ha sufrido alguna carencia o carencias (pobreza) debido a su orientación sexual?
Explique.
32. ¿Ahora se considera más, igual o menos pobre? ¿Por qué?
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