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Gobierno del Estado de Oaxaca

Dirección General de Población

Diagnóstico integral sobre la situación de las


personas con orientación sexual diferente

Ciudad Judicial a 6 de diciembre de 2014


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Introducción

I. El problema: la situación de las personas LGBTTTI en México


y la Zona Metropolitana de Oaxaca

1.1. Discriminación, percepción propia y del otro

1.2. La percepción propia

II. Los estudios sobre la diversidad sexual

2.1. Los estudios desde la academia

2.2. Metodología

III. Políticas sobre derechos humanos y leyes antidiscriminación


en México y Oaxaca

3.1. Leyes nacionales

3.2. Leyes antidiscriminatorias en Oaxaca

3.3. Políticas en derechos humanos

IV. La identidad y alternativas. Lo hetero/ homoerótico

V. Discriminación, pobreza y salud

5. 1. Discriminación, leyes y derechos humanos

5.2. Discriminación, pobreza y salud en la Zona Metropolitana de


Oaxaca
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5.3. Leyes sobre la comunidad LGBTTTI, salud y VIH

5.4. Gestión y servicios de salud en la zona metropolitana de


Oaxaca

5.5. Problematización del VIH y la población LGBTTTTI

5.6. Pobreza y salud


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Introducción

Hasta el año 2012, la situación de los derechos humanos de las personas


transexuales, travestis, transgénero, lesbianas, gays, bisexuales e intersexuales
(LGBTTTI) ha revelado diversos aspectos específicos a partir de los cuales el
estigma y la discriminación se han seguido reproduciendo dentro de la sociedad
mexicana y de Oaxaca. Desde luego, algunos casos han mostrado avances en la
promoción y protección de los derechos humanos de las personas LGBTTI. Por
ello, la presente investigación tiene como objetivo analizar las dinámicas que
permiten la conformación de este escenario, integrado por diversos niveles y
agentes que confluyen en la instalación de la pobreza y vulnerabilidad de las
personas con deseos y prácticas homoeróticas y transgeneristas.
Específicamente, la discriminación en todas sus formas y el sistema público de
salud en Oaxaca son ámbitos que revelan una serie de complejas dinámicas para
las personas TLGBI, desde el ejercicio del derecho a la salud hasta el acceso a
servicios de calidad. Aún más, si tenemos en cuenta que la principal estrategia de
“inclusión social” del gobierno dirigidas a dichas personas fueron las políticas de
salud, esto permite reflexionar sobre las limitadas condiciones de su ciudadanía.
Podríamos afirmar que este conjunto de dinámicas en torno a este tema constituye
el síntoma de la participación política de las comunidades TLGBI en Oaxaca y
México.
Esta investigación se orienta a conocer las diferentes formas y caras que
tiene la discriminación, en especial hacia la comunidad LGBTTTI, las
consecuencias que acarrea en los seres humanos y cómo algunas personas se
acostumbran a ella. Por medio de las percepciones de los actores participantes en
la comunidad LGBTTI, sobre las experiencias de discriminación que han padecido
a lo largo de su vida y las posibles consecuencias que pueden acarrear en su
salud.
El estudio considera en primer término cómo se abordó el problema de la
discriminación y las consecuencias en la pobreza y la salud de los seres humanos,
así como los diferentes estudios que se han realizado en este tema. En seguida se
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abordan los estudios que se han realizado sobre la diversidad sexual.


Posteriormente, las leyes y decretos en materia nacional e internacional que
existen para proteger los derechos de la comunidad LGBTTTI. En la cuarta parte
se diserta acerca de la identidad sexogenérica y la manera de percibirla por parte
de la diversidad sexual, de acuerdo a sus testimonios. En el capítulo quinto nos
enfocamos a conocer las diferentes formas en que se manifiesta la discriminación,
las consecuencias que acarrea, su relación con la salud de los seres humanos y la
pobreza a la que les puede conducir. De igual manera, enfocamos la atención en
cómo elEstado ha respondido a las necesidades de salud de la comunidad
LGBTTTI.
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I. El problema: la situación de las personas LGBTTTI en


México y la zona Metropolitana de Oaxaca

Cómo viven las personas LGBTTTI (lesbianas, gays, bisexuales, transexuales,


transgénero, travestis e intersexo), en relación a su salud y la pobreza que pueden
padecer en la Zona Metropolitana de Oaxaca, en constante relación con la
discriminación de la sociedad mayoritaria, es una amplia problemática con varias
dinámicas, desde el ejercicio del derecho a la salud, el acceso a los servicios y
una mejor calidad de vida. La comunidad se inserta en políticas de “inclusión
social”, que constituyen también las posibilidades de enfrentar la pobreza y
construir sus propias estrategias de desarrollo.
Al considerar esta problemática, debemos interrogarnos sobre qué significa
“inclusión social” para la sociedad misma. La vulnerabilidad -nos plantea una
situación de cambios continuos que se deben analizar históricamente para evaluar
el peso y la duración que tiene la combinación de factores sociales que los
producen; asimismo, se debe situar espacial y socialmente a la población
vulnerable de acuerdo con la edad, el género y la salud física, además de criterios
socioculturales como etnicidad y clase social- y la pobreza van de la mano,
expresadas en hechos, relatos y evidencias, dentro de la estructura que los
conforma.
A pesar que existen un conjunto de leyes y normas que conforman los
derechos de las personas LGBTTTI, aún hay mucho por hacer, además de que
hay una profunda invisibilización de la temática, por lo que no se puede dar una
respuesta integral en el país, el estado de Oaxaca y la Zona Metropolitana de
Oaxaca.
La discriminación en contra de las personas LGBTTTI tienen aún una
notable presencia en los sistemas públicos y privados. En la vida pública, al
interior de las familias, en la escuela, la iglesia, en el trabajo, etcétera, muchos
miembros de la comunidad sufren maltrato, desprecio o reciben un mal servicio,
mientras otros ocultan su orientación sexual de manera parcial o total.
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Las personas LGBTTTI son catalogadas como sujetos de control en la


normativa analizada. Esto se expresa en la diferencia de la incorporación de las
demandas que tiene cada comunidad. Entre algunas personas de la comunidad
LGBTTTI, su problemática ni siquiera se visibiliza en los debates públicos, como
las lesbianas, los intersexuales, las y los transgénero y transexuales; presentan
bajas posibilidades de acceso a servicios de salud por el temor a ser
discriminados en los servicios públicos, lo que se agrava debido a que no existen
protocolos de atención en los que se consideren prácticas sexuales distintas a las
exclusivamente heterosexuales.
Otra problemática que se detecta es la falta de procedimientos en los que
se consideren la orientación sexual y la identidad de género en diferentes niveles
de atención, por lo que se puede decir que no se puede poner en práctica un
servicio en el que se tome en cuenta las demandas que portan las y los usuarios.
En el caso de existir guías de atención, estas limitan el acceso a la detección y
tratamiento de VIH y SIDA. La situación nos dice cómo los servicios de salud
dirigidos a gay y trans, al estar limitados al VIH, propician situaciones de
discriminación e impiden una adecuada integralidad.
Las condiciones donde se ubican las posibilidades del ejercicio del derecho
a la salud y a la calidad de vida tienen consecuencias que pueden ser muy graves
en la calidad de vida de las personas LGBTTTI y constituyen algunas de las
causas estructurales de su vulnerabilidad y pobreza. Las relaciones son productos
sociales que se insertan en procesos materiales de producción de sentido, de esta
manera visibilizamos el hecho que tanto los discursos como las personas son
resultado de relaciones de poder que se construyen desde el momento en que se
redistribuyen los bienes económicos, sexuales y culturales, que conforman
estrategias de acceso, que pueden ser justas o injustas, que pueden propiciar
riqueza o pobreza.
Cualquier explicación sobre la situación de las personas LGBTTTI se
encuentra en el estudio de las relaciones de redistribución. Así, la inclusión/
exclusión debe ser comprendida como algo que sucede al interior de procesos
materiales de significación, donde la clase social, el color de piel y la sexualidad
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colocan a cada individuo en determinadas posibilidades de acceder al goce de sus


demandas.
¿Cómo se construyen las relaciones de redistribución? ¿Cómo pueden
propiciar ambigüedad y su “inclusión”? Podemos decir que la discriminación y la
exclusión activan estas relaciones. También que la heteronormatividad es la base
de la discriminación y exclusión, de la generación de pobreza, en un entorno de
relaciones redistributivas. En este sentido, nos preguntamos por las causas, las
características y las consecuencias de la exclusión y la discriminación de las
personas LGBTTTI en relación a su salud, al derecho a la salud, al derecho al
trabajo, a una mejor calidad de vida, y cuáles son las relaciones entre la
discriminación, el color de piel y la clase social como elementos que constituyen el
lazo entre pobreza y heteronormatividad.
Nos interesa conocer cómo se desarrolla la pobreza y la vulnerabilidad en
las comunidades LGBTTTI desde los procesos de exclusión y discriminación que
se construyen desde la heteronormatividad, por esta razón nuestra pregunta de
investigación fue la siguiente: ¿De qué manera la sociedad heteronormativa
promueve la exclusión y discriminación en la Zona Metropolitana de Oaxaca,
promoviendo la pobreza y la desigualdad hacia esta población, en especial el
deterioro de su salud y la ausencia de derechos?
También nos concentramos en las leyes antidiscriminación creadas para
combatir la exclusión en los servicios públicos de salud y la percepción que tienen
sobre la atención en la salud. Se abordan también las percepciones sobre la
pobreza en las personas LGBTTTI, las consecuencias en sus vidas y como la
pobreza daña su salud.

1.1. Discriminación, percepción propia y del otro

La sociedad mexicana no está muy de acuerdo con la existencia de la diversidad


sexual. Según la Encuesta Nacional Sobre Discriminación en México, (ENADIS,
2010), cuatro de cada diez personas consideran que las preferencias sexuales
provocan divisiones entre las personas y 40 por ciento de ellos consideran que las
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preferencias sexuales provocan muchas divisiones entre la gente. Esta percepción


se mantiene casi igual entre casi todos los rangos de edad, sin embargo, es más
alta entre personas de 60 años y más. La percepción es mayor entre habitantes de
la zona metropolitana Puebla-Tlaxcala y Toluca, pues cinco de cada diez personas
opinan que la preferencia sexual origina mucha división; y cuatro de cada diez
personas en la zona metropolitana de León y Torreón. En contraste, en la zona
metropolitana de Ciudad Juárez, dos de cada diez personas consideran que la
preferencia sexual genera divisiones entre la gente.
Según la encuesta de María de las Heras, el 74 por ciento de las personas no
conocen a parejas de homosexuales que vivan juntos, sin embargo, el 44 por
ciento de ellos se oponen de manera enfática a que las leyes reconozcan como
matrimonio la unión entre personas del mismo sexo (2010). Hablando de la
adopción de niños, por parte de parejas homosexuales, la ENADIS dice que ocho
de cada diez personas del grupo de edad de más de 50 años opinan estar en
desacuerdo y muy en desacuerdo con que a las parejas de hombres
homosexuales se les permita adoptar niñas y niños. Pero esta opinión no sólo se
manifiesta entre personas de edad madura, también siete de cada diez personas
entre 30 y 49 años opinan lo mismo. En cuanto a la población del área
metropolitana, en la de Guadalajara, León, Puebla- Tlaxcala, Querétaro, Toluca y
Torreón, siete de cada diez personas no están de acuerdo o muy en desacuerdo
con que las parejas de homosexuales adopten a niños y niñas. En seguida se
encuentra el área metropolitana de la ciudad de México, Monterrey y Tijuana,
donde seis de cada diez tienen la misma opinión (2010).
Siguiendo con la misma tónica, siete de cada diez personas mayores de 40
años opinan estar en desacuerdo y muy en desacuerdo con que parejas de
mujeres lesbianas adopten niñas o niños. Así mismo, seis de cada diez personas
que se encuentran entre los 12 y 39 años, opinan lo mismo. Comparando la
opinión en torno a lesbianas y homosexuales, la población en México tolera más la
adopción de niñas y niños por parte de las primeras que los segundos (ENADIS,
2011).
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En las zonas metropolitanas de Torreón, Toluca, León y Guadalajara, siete de


cada diez personas están en desacuerdo y muy en desacuerdo con permitir la
adopción a parejas de mujeres lesbianas. Les siguen con seis de cada diez las
zonas metropolitanas de Monterrey, la Ciudad de México, Puebla- Tlaxcala,
Querétaro y Tijuana (ENADIS, 2011).
La ENADIS 2010 afirma que en el país cuatro de cada diez personas no
estarían dispuestas a permitir que en su casa vivieran personas homosexuales o
mujeres lesbianas. Así mismo, cuatro de cada diez personas piensan lo mismo
con respecto a las personas que viven con VIH/ sida (ENADIS, 2011).
En cuanto a las personas según el nivel económico, las que pertenecen al
económicamente alto y medio alto son las más tolerantes ante la diversidad
sexual: siete de cada diez personas de nivel económico alto y medio alto estarían
dispuestos a vivir en la misma casa con personas homosexuales. Cinco de cada
diez personas de nivel económico muy bajo no estarían dispuestas a hacerlo. Para
las personas de nivel bajo y medio esta proporción es de cuatro y tres
respectivamente (ENADIS, 2011).
En la República Mexicana los estados con mayor tolerancia hacia la
homosexualidad son los del norte: Durango, San Luis Potosí y Zacatecas (66.5%),
Sinaloa, Chihuahua y Sonora (65.9%), Baja California y Baja California Sur
(53.5%), en una situación similar los del Golfo de México: Veracruz y Tabasco
(55.6%). En sentido contrario están los de la región del Bajío, donde no desearían
compartir el hogar con personas homosexuales: Aguascalientes, Guanajuato y
Querétaro (53.3) y Jalisco, Colima, Michoacán y Nayarit (52%). En Oaxaca,
Chiapas y Guerrero (54.1%), la aprobación está ligeramente arriba del Distrito
Federal y el Estado de México (53.8%); en Oaxaca, Guerrero y Chiapas, la
desaprobación hacia los homosexuales es mediana (42.5%) (ENADIS, 2011).
El nivel de estudios también influye en la percepción y rechazo o aceptación
hacia la diversidad sexual. A menor escolaridad se incrementa la intolerancia
hacia las personas homosexuales. Seis de cada diez personas sin escolaridad no
estarían dispuestos a permitir que en su casa vivieran personas con preferencia
sexual diversa. La proporción va disminuyendo a medida que aumenta la
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escolaridad. Entre los que tienen primaria, cinco de cada diez. En secundaria,
cuatro de cada diez. En bachillerato, tres de cada diez. En licenciatura dos de
cada diez. Y en posgrado sólo uno de cada diez. Las personas dejan atrás la
intolerancia conforme tienen mayor grado de estudios (ENADIS, 2011).
En el país, Veracruz y Tabasco (22.3) e Hidalgo, Morelos, Puebla y Tlaxcala
(18.9%), son los lugares donde dos de cada diez personas justifican más
oponerse al matrimonio entre personas del mismo sexo y en los demás estados,
50% dicen que no se justifica en nada; en Oaxaca la justificación es casi nula: uno
de cada diez dice que se justifica y casi siete de cada diez que no se justifica en
nada (ENADIS, 2011).
La percepción que la gente tiene sobre una sociedad en la que las personas
tienen diferentes orientaciones es también diferente. Según los grupos de edad, la
gente más joven piensa que es positivo que la sociedad esté compuesta por
personas que tienen diferentes orientaciones o preferencias sexuales y los que no
son tan jóvenes piensan lo contrario. Tres de cada diez personas mayores de 40
años creen que es negativo y muy negativo que la sociedad esté compuesta por
personas que tienen diferentes orientaciones o preferencias sexuales. Esta
relación es inversamente proporcional al hecho de que tres de cada diez personas
jóvenes, que tienen entre 18 y 39 años, lo consideran positivo.
Siguiendo la línea de la percepción que tienen de una sociedad diversa, según
niveles económicos, en el más bajo se observa el mismo porcentaje de personas
que consideran que es positivo (32.2%) que haya diversidad sexual en la
población y quienes opinan que es negativo y muy negativo (32.3%). En los
niveles de bajo hasta medio alto y alto, el porcentaje de quienes lo consideran muy
positivo y positivo aumenta. En cambio, el porcentaje de quienes lo consideran
como algo negativo es menos a medida que aumenta el nivel socioeconómico. La
percepción sobre una sociedad diversa se modifica según el nivel educativo que
tienen las personas. En lo general, a mayor nivel escolar mayor aceptación de una
sociedad con personas con orientaciones sexuales diferentes. Cuatro de cada diez
personas sin escolaridad consideran negativo que la sociedad esté compuesta por
personas con diferentes orientaciones o preferencias sexuales. Con primaria, tres
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de cada diez personas opinan lo mismo, y con niveles de secundaria y hasta


posgrado son dos de cada diez personas quienes lo consideran negativo. En
particular, a nivel licenciatura cuatro de cada diez personas opinan que es positivo
que la sociedad esté compuesta por personas con diferentes orientaciones o
preferencias sexuales (ENADIS, 2011).
De acuerdo con la Primera Encuesta Nacional sobre Discriminación en México
(SEDESOL y CONAPRED, 2005), la homosexualidad sigue siendo causa de
exclusiones y rechazo. De los mexicanos, 48.4% no permitiría que en su casa
viviera una persona homosexual, mientras que desde la propia perspectiva de los
homosexuales, 43% dice haber sido víctima de un acto de discriminación en el
último año y 54.5% dice sentirse rechazado por la sociedad (Bárcenas, 2010).
En una encuesta realizada por la empresa Gabinete de Comunicación
Estratégica para el periódico Milenio,1 2, 49.9 por ciento de los habitantes de la
capital de la República Mexicana está de acuerdo con que se unan en matrimonio
personas del mismo sexo, en tanto que 50.1 por ciento dijo estar en contra
(15/01/2010). A nivel nacional, según la encuesta de María de las Heras (2010) 2
para el periódico El País, únicamente 39 por ciento está a favor que se otorgue el
estatus de matrimonio a las uniones legales entre parejas del mismo sexo,
mientras que 41 por ciento está en contra; 12 por ciento dijo estar de acuerdo sólo
en parte y 8% no fijó alguna postura al expresar que «no sabe» (Bárcenas; 2010).
Según la encuesta, 61 por ciento de los entrevistados, dijeron estar en
desacuerdo con el reconocimiento de los matrimonios entre parejas del mismo
sexo, sustentándose en principios morales y religiosos, hecho importante en tanto
da cuenta de la perspectiva de una gran parte de la sociedad mexicana respecto
de la homosexualidad en relación con instituciones como el matrimonio y la
familia, pero que al mismo tiempo deja de sorprender si consideramos el peso de
la religión católica en la construcción histórica de un orden moral sustentado en el
reconocimiento de la familia nuclear patriarcal como el modelo a seguir (Bárcenas,
2010).

1
La encuesta se aplicó vía telefónica a 800 habitantes del Distrito Federal.
2
La encuesta se aplicó vía telefónica a 500 personas mayores de 18 años, mediante un muestreo
aleatorio simple a partir de un listado de teléfonos del país.
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1.2. La percepción propia

La Encuesta Nacional sobre Discriminación 2010 también registra que para uno de
cada dos lesbianas, homosexuales y bisexuales el principal problema es la
discriminación con 52%, en segundo lugar la falta de aceptación con 26.2%, en
tercer lugar las críticas y las burlas con 6.2% y el 6.1% el respeto. Así mismo, la
diferencia en la percepción por sexo es notoriamente diferente, pues tres de cada
diez mujeres homosexuales piensan que el problema principal que enfrentan los
homosexuales y bisexuales es la falta de aceptación, mientras que cinco de cada
diez hombres creen que el problema más álgido es la discriminación. Por grupos
de edad, la discriminación es el principal problema para las personas
homosexuales y bisexuales según las propias personas que pertenecen a grupos
distintos al heterosexual. Así lo confirman ocho de cada diez personas
homosexuales de entre 50 y 54 años, siete de cada diez de entre 30 y 34 años y
entre 40 y 44 años, y cuatro de cada diez entre 15 y 29 años y entre 35 y 39 años
(ENADIS, 2011).
Según el nivel económico, seis de cada diez personas homosexuales
pertenecientes al sector económico alto considera que el principal problema de
homosexuales y bisexuales es la falta de aceptación, mientras que cinco de cada
diez personas homosexuales del nivel bajo y muy bajo creen que el principal
problema es la discriminación (ENADIS, 2011).
Por otro lado, según el nivel socioeconómico, cuatro de cada diez personas
homosexuales de nivel económico muy bajo, consideran que la discriminación es
su principal problema. En contraste, en el nivel económico alto, tres de cada diez
personas consideran que su principal problema es la falta de aceptación. Según la
distribución por sexo, dos de cada diez hombres homosexuales consideran que la
discriminación y la falta de aceptación son sus principales problemas, así mismo,
para una de cada diez mujeres homosexuales son las críticas (ENADIS, 2011).
No todas las personas han expresado su preferencia social diferente a la
comunidad que le rodea. Siete de cada diez personas sí han comunicado su
orientación y preferencia sexual a su madre y a sus amigos, seis lo han
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comunicado a su padre y a la gente con quienes trabajan o estudian. Sólo cuatro


de cada diez lo han comunicado a su comunidad religiosa o congregación.
Relacionando la comunicación hacia padre, madre y amigos: tenemos los
siguientes resultados: Las mujeres con preferencia sexual distinta a la
heterosexual comunican en menor porcentaje que los hombres, su orientación
sexual a la madre y al padre (cuatro de cada diez no se lo han dicho a ninguno).
Seis de cada diez hombres con preferencia sexual distinta a la heterosexual se lo
comunican al padre, siete a la madre. Cinco de cada diez mujeres lo comunican
tanto a uno como al otro. Siete hombres y siete mujeres de cada diez comunican
su orientación sexual a todos sus amigos, y dos de cada diez lo comunican a
algunos amigos. En el espacio laboral o escolar, la proporción de las mujeres es
mayor que en los hombres, siete de cada diez en contra de seis de cada diez. La
congregación religiosa no es un grupo en el cual la gente tienda a brindar su
confianza y expresar su orientación sexual, pues sólo dos de cada diez mujeres lo
ha comunicado, y únicamente cuatro de cada diez hombres lo ha manifestado
(ENADIS, 2011).
Las mujeres homosexuales son más proclives a expresar su preferencia sexual
que los varones. Ocho de cada diez mujeres homosexuales piensan que es mejor
que las personas hagan pública su preferencia sexual, mientras que siete de cada
diez hombres homosexuales coinciden con ese planteamiento. En sentido
contrario, una de cada diez mujeres homosexuales piensa que es mejor que no
hagan pública su preferencia sexual y dos de cada diez hombres homosexuales
también lo piensan así (ENADIS, 2011).
En cuanto a los estratos socioeconómicos, las personas que tienen el nivel
más alto, piensan que es mejor que las personas hagan pública su preferencia
sexual. Conforme van descendiendo en la escala socioeconómica, va
disminuyendo el número de personas que así lo piensan, debido a que nueve de
cada diez personas homosexuales de nivel socioeconómico alto consideran que
es mejor que las personas hagan pública su preferencia sexual en contra de cinco
de cada diez de nivel muy bajo (ENADIS, 2011).
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Continuando con la percepción que los homosexuales tienen de su propia


condición en sociedad, la Encuesta Nacional Contra la Discriminación 2010,
sostiene que siete de cada diez personas homosexuales y lesbianas señalan estar
totalmente de acuerdo y de acuerdo en parte en que en México no se respetan los
derechos de los homosexuales y bisexuales. Una de cada diez considera no estar
ni de acuerdo ni en desacuerdo (ENADIS, 2011).
A nivel geográfico, en la mayor parte del país las personas homosexuales y
bisexuales entrevistados dijeron estar totalmente de acuerdo y de acuerdo en
parte en que en México no se respetan sus derechos, sin embargo, en los estados
de Hidalgo, Morelos, Puebla y Tlaxcala, la mitad de los entrevistados señaló estar
totalmente en desacuerdo y desacuerdo en parte. Particularmente en Oaxaca,
nueve de cada diez personas dijeron que en la República Mexicana no se
respetan sus derechos como homosexuales y bisexuales (ENADIS, 2011).
Así mismo, las personas homosexuales y bisexuales consideran que los
sectores más intolerantes son en primer lugar, la policía, después su iglesia o
congregación que frecuentan, en contraste con los amigos, la familia y los
servicios de salud, donde son más tolerantes. En cuanto a los servicios de salud,
una de cada diez mujeres homosexuales opina que los servicios de salud son
intolerantes. Lo mismo sucede con uno de cada diez hombres homosexuales. No
obstante, si se observa por porcentajes, es levemente mayor esta apreciación
entre las mujeres. Las personas homosexuales perciben que la policía es la
institución más intolerante, incluso que la familia. De acuerdo a los sexos, los
hombres homosexuales perciben más intolerancia en la policía que las mujeres
homosexuales (ENADIS, 2011).
Aunado a esto, la situación de las personas LGBTTTI (lesbianas, gays,
bisexuales transexuales, transgénero e intersexuales) en la sociedad mexicana y
oaxaqueña es una problemática que revela una serie de complejas dinámicas,
desde el ejercicio de sus derechos hasta el acceso a servicios de salud de calidad.
La relación establecida entre la sociedad mayoritaria y las personas LGBTTTI en
Oaxaca, expresa el carácter limitado de la subjetividad política de dicha
comunidad, inserta en políticas de “inclusión social” que constituyen también las
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posibilidades de enfrentar la pobreza y construir sus propias estrategias de


desarrollo.
Al enfrentarnos a esta problemática, nos deberíamos interrogar sobre qué
significa “inclusión social” en la sociedad mexicana y sus instituciones, que en el
caso de la comunidad LGBTTTI oaxaqueña y mexicana siempre debe ser puesta
entre comillas. Al rastrear los elementos de la estructura que los conforman, una
serie de hechos, relatos y evidencias surgen para mostrar una cantidad de
relaciones que establecen el entramado entre la pobreza y la vulnerabilidad. A
pesar que en México y en el estado de Oaxaca existe un número de leyes, normas
y jurisprudencia que integran los derechos de las personas LGBTTTI, igualmente,
afrontamos una profunda invisibilización de la temática, con niveles diferenciados,
la cual no facilita la creación de una respuesta integral a nivel nacional (ENADIS,
2011).
Las personas LGBTTTI enfrentan diversos obstáculos para ejercer su
derecho a la salud al igual que el resto de la población, sin embargo, resulta
importante visibilizar algunas situaciones específicas por las que atraviesan: la
falta de protocolos de atención para garantizar su acceso a los servicios salud y a
la calidad en la atención médica sin discriminación; la prestación de servicios
médicos para las necesidades específicas de las personas transgenéricas
(reasignación integral para la concordancia sexogenérica); la atención de las
personas LGBTTTI que viven con VIH, y la incorporación de las parejas del mismo
sexo a los servicios de salud como parte de la seguridad social (CDHDF, 2008).
Raphael (2012) advierte que la población LGBTTTI enfrenta graves actos
discriminatorios en los sistemas de salud, es un “hecho probado que el personal
médico llega a expresar tratos discriminatorios argumentando razones
supuestamente morales o médicas, tales como que esta población puede estar
afectada con enfermedades infectocontagiosas. Más grave es la expresión de
tratos homofóbicos dentro de los servicios públicos de salud” (p.72).
La negación de los servicios es otra constante a la que se enfrenta la
población LGBTTTI, durante la mesa de trabajo se mencionó que los tratos
excluyentes fundados en la preferencia sexual o la identidad de género de parte
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del personal de salud generaban desconfianza y rechazo hacia las personas


LGBTTTI, por lo cual, varios de ellos y ellas preferían evitarlos para así también no
arriesgarse a ser humillados. Así, la discriminación es un factor que impide a las
personas lGbttti acceder a los servicios de salud y, más aún, les priva de recibir un
servicio de calidad y acorde a sus necesidades.
De acuerdo con el Consejo Estatal para la Prevención y Control del Sida,
actualmente prevalece el estigma de que el VIH se concentra en determinados
grupos de población, uno de ellos es el LGBTTTI, lo cual se traduce en pensar que
las preferencias u orientaciones sexuales y la identidad de género son factores
que propician o facilitan las infecciones por VIH.
Por ello, es importante explicar que de acuerdo a la NOM-010-SSA2-2010
(apartado 3.1.16) sobre la prevención y atención de la infección por VIH, se define
a las situaciones de riesgo – es decir las que podrían propiciar las infecciones por
VIH- como aquellas condiciones en las cuales existe la posibilidad de exposición a
fluidos potencialmente infectantes, lo cual deja de relacionar a la preferencia
sexual o la identidad de género como factor de riesgo y se considera que cualquier
persona que esté expuesta a una conducta de este tipo –incluyendo a las
heterosexuales– está en posibilidades de infectarse por VIH.
De acuerdo con los Servicios de Salud de Oaxaca (2012), en la entidad se han
registrado 5,489 casos de SIDA entre el año 1986 y la semana número 44 del año
2012. Tan sólo en 2012 (considerando hasta la semana 44) se registraron 150
nuevos casos. Los datos desglosados por jurisdicción sanitaria y sexo podemos
observarlos en el cuadro 4.
Los municipios mayormente afectados fueron: Oaxaca de Juárez (974 casos);
San Juan Bautista Tuxtepec (401 casos); Juchitan de Zaragoza (269 casos),
Salina Cruz (256 casos); Santiago Pinotepa Nacional (237 casos); Loma Bonita
(174 casos); Santo Domingo Tehuantepec (166 casos); Villa de Tututepec de
Melchor Ocampo (154 casos); Santa Cruz Xoxocotlan (127 casos) (Derecho de las
personas Lesbianas, Gay, Bisexuales, Transexuales, Transgénero, Travestis e
Intersexo, 2013).
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II. Los estudios sobre la diversidad sexual

Las miradas elaboradas desde el campo de la discriminación y la salud en relación


a las personas LGTBI nos permiten comprender los campos epistemológicos y
metodológicos por medio de los que se ha intentado comprender la realidad de
esta minoría humana. La premisa fundamental es sin duda la muy poca existencia
de literatura existente sobre estos temas que ofrezcan una visión exhaustiva sobre
el estado de Oaxaca.

2.1 Los estudios desde la academia

La diversidad sexual tiene que ver con la condición de ser diverso, con el hecho de
ser diferente y desigual, estableciendo una separación de la “norma” llamada
heterosexualidad (Weeks, 2000). Para Weeks, la diversidad tiene que ver con un
continuum de conductas en el que un elemento no vale más que otro u otros.
Durante el siglo XIX en las sociedades industriales se manifestaron diversas
identidades y comunidades políticas emergentes compuestas por lesbianas y
homosexuales. Los travestis, transexuales, bisexuales, transgénero, prostitutas y
otros grupos han levantado la voz para exigir su derecho a la libre expresión y a la
legitimidad. Diversas prácticas han surgido, como el voyerismo, el sadismo, la
cleptomanía y el masoquismo, el travestismo, la coprofilia, el frotamiento, el
ondinismo, la satiriasis crónica, la ninfomanía, la pederastia y la necrofilia (Weeks,
2000).
También han surgido otras categorías y minorías eróticas, como las parejas
que se intercambian, los gays y lesbianas sadomasoquistas, lesbianas leather y
locas de mezclilla. Según los autores, la lista se amplía cada vez más, pues cada
deseo específico se llega a convertir en afirmación política y una posible identidad
social.
La diversidad sexual es extensa, abarca sexualidades poliformas, plurales y
placenteras, como el caso de la homosexualidad, el lesbianismo, la bisexualidad y
el trasgénero (travestis y transexuales), ya sean identidades esencializadas o
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también prácticas sexuales sin carácter identitario (Weeks, 2000). Es más, se


considera que la diversidad sexual es relativa, esto es, que es movible y abierta al
cambio, de acuerdo al contexto cultural que se viva y al momento histórico.
También se considera que la diversidad sexual considera identidades plurales
diversas a su interior.
En realidad los estudios sobre el tema son relativamente nuevos y han sido
fruto de la lucha por reivindicar sus derechos como minorías sexuales. Después
de los estudios de lesbianas y gays, así como de los queer, los estudios de la
diversidad han contribuido a eliminar el carácter peyorativo y se han vuelto
espacios de reflexión sobre las diferentes expresiones de la sexualidad.
Para algunos autores, los estudios sobre la diversidad sexual buscan
comprender acerca de los significados que tienen las identidades y prácticas
sexuales en específicos contextos socioculturales, por lo que algunos modelos
teóricos pueden ayudar a interpretar y explicar dichas expresiones (Hernández,
2001). También analizan la reproducción de los significados culturales que tienen
las prácticas sexuales en la vida social.
Flores (2007) dice que las categorías y nociones sobre diversidad sexual
son modificables y temporales, siempre han estado en constante movimiento. La
noción de la diversidad sexual ha cambiado con el tiempo; en la actualidad ha sido
desechada del lenguaje especializado la idea de “perversión”. Ahora se concibe
que la perversión es la “forma erótica del odio”, centrada no en los tipos de actos
sexuales sino en su contenido hostil (Stoller, 1979).
Martha Lamas afirma que los estudios sobre la diversidad sexual han sido
una oportunidad para discutir cuáles son las prácticas sexuales positivas y
negativas; discutir sobre todo en torno a la dignidad y la no dignidad, el abuso y el
forzamiento de las expresiones sexuales (Lamas, 1997). Para ella, se debe asumir
una posición de búsqueda de libertad o libertaria al asumir que lo ético de los
actos sexuales radica en el mutuo acuerdo y en la mutua responsabilidad y no en
el uso de los orificios corporales.
Esta idea es similar a la propuesta del pluralismo abanderada por la
democracia liberal, que postula la aceptación de diferentes posiciones, puntos de
20

vista y maneras de vivir con igual valor, siempre y cuando no dañen y afecten a los
demás, y en donde los acuerdos que se tomen sean consensados previamente
por los participantes (Flores, 2007).
La diversidad sexual y sus estudios han traído como consecuencia que se
redefinan los significados de la sexualidad y se tome una actitud ética acerca de
sus prácticas. En particular, las teorías feministas dividen los estudios en cuanto a
entender el sistema sexo – género. Según el feminismo, se compone por el sexo,
a partir de las determinaciones biológicas desde el momento de nacer mujer u
hombre, y por el género, que no es otra cosa que las representaciones culturales
sobre la sexualidad, o sea, lo masculino y lo femenino (Firestone, 1999).
El sexo está determinado por los órganos biológicos, en cambio el género
se obtiene mediante la socialización humana, lo que conforma que mujeres y
hombres adquieran actitudes, puntos de vista, actividades aprendidas y
asignadas, comportamientos, gustos, etcétera, como propias de su sexo, es decir,
“lo que es de los hombres” y “lo que es de las mujeres”.
Según algunos puntos de vista feministas, el sistema sexo- género es
opresivo para las mujeres, debido a que al considerarlo “natural”, se limita la
posibilidad de considerar la orientación sexual más allá de la heterosexualidad y
se prohíbe o limita toda posibilidad a la homosexualidad y el lesbianismo. La
creencia popular de que el sexo determina el género, vincula usualmente a las
mujeres con la reproducción, negando la posibilidad de considerar las relaciones
sexuales como placenteras. Al asociar a las mujeres con la capacidad de
reproducción humana, se les vincula como género con la crianza, la alimentación y
la educación de los hijos, así como con el cuidado de los ancianos y los
discapacitados (Jaggar y McBride, 1990).
La orientación sexual está relacionada con el objeto sexual y de deseo, es
decir, hacia qué sexo se dirige el deseo sexual y amoroso; el cual es
independiente del sexo y género de la persona y se concentra en la organización
específica del erotismo y el vínculo emocional de un individuo. La orientación
sexual de una persona se manifiesta por medio de comportamientos, fantasías,
deseos sexuales y pensamientos.
21

En los estudios sobre la diversidad sexual se prefiere hablar de “orientación


sexual” y no de “preferencia sexual” con el objeto de no dar tanta importancia al
hecho de preferir. Los interesados se han puesto de acuerdo en considerar que la
orientación sexual establece una tendencia erótica personal hacia ciertos sexos,
pero no niega la cuestión de la elección.
La cercanía entre los conceptos de género, sexo y orientación sexual se
refiere a la estrecha relación entre los estudios de género y los estudios de la
diversidad sexual. Algunos investigadores conciben que la homosexualidad es
usualmente concebida como una transgresión de género. Así, la homosexualidad
es entendida como una amenaza no porque cuestione o sea diferente a la
heterosexualidad, sino porque cuestiona los roles tradicionales de género.
¿Los hombres y las mujeres homosexuales son menos hombres y menos
mujeres por sus preferencias sexuales? Existe una estrecha relación entre el
machismo, concebido como llevar al extremo los roles de género asignados por
una sociedad, y el rechazo a la homosexualidad, entendido como una amenaza
para los estereotipos de género usualmente aceptados y que existen hacia los
hombres y las mujeres (Castañeda, 1999).
Los hombres que son heterosexuales pero que son afeminados, que se
mantienen solteros a los 40 años, que les gustan artes como la danza o la música,
también son considerados homosexuales y víctimas del rechazo social, a pesar de
no tener esa orientación sexual distintiva. Situación similar ocurre con las mujeres
que no usan maquillaje, que prefieren no tener hijos o no casarse, o que
sobresalen por su liderazgo, son discriminadas y calificadas como machorras,
marimachas, tortillas o lesbianas por atentar en contra de estereotipos de género
socialmente aceptados, por no realizar lo que la sociedad tradicional espera que
realicen (Flores, 2007).
Los estudios sobre diversidad sexual estarían definidos por el
reconocimiento de la importancia que en la época contemporánea ha tenido el
ejercicio de la sexualidad como un modo de ser y de estar en el mundo. Se trata
de reconocer que este importante aspecto de la vida humana se expresa en
conductas variables en las que la biología, el género y la cultura se combinan de
22

modos diversos y n definitivos. La pareja heterosexual como centro del mundo se


desplaza para dar cabida a la homosexualidad, masculina o femenina, y la
transexualidad, la bisexualidad y la transgeneridad. Los estudios sobre diversidad
sexual deberían entenderse entonces como un área transversal que analizaría
desde el ejercicio de la sexualidad y de los roles de género el devenir histórico,
cultural, social y político de diversas comunidades humanas.
Los estudios de minorías sexuales podrían verse como un área dentro de
los estudios sobre diversidad sexual. No obstante su carácter reivindicativo
política, social y culturalmente hablando los distancia de la heterosexualidad por el
hecho de que esta como norma ha copado todas las áreas del saber humano. Es
preciso entonces que estas minorías reivindiquen un espacio dentro de los
estudios académicos y para ello deben –estratégicamente- diferenciarse del
estudio de la heterosexualidad. Además, el hecho concreto es que en la práctica
no suelen predominar las grandes visiones de conjunto sino que se hacen
estudios sobre heterosexuales, homosexuales, sobre lesbianas, transexuales,
transgéneros y, en menor medida, sobre bisexuales.
Los estudios sobre las minorías sexuales y los estudios sobre la mujer
tienen un carácter multidisciplinario: La interrogante sobre las minorías sexuales –
homosexuales, lesbianas, transexuales, transgéneros- se ha hecho desde la
economía y la política, el psicoanálisis y la crítica literaria, la sociología y la
antropología, la medicina y el derecho. Los problemas se ven desde una
perspectiva multifocal, sin atenerse a un solo punto de vista. Al igual que los
estudios de la mujer, estos estudios tienen un carácter transversal: Podemos
plantearnos un problema histórico, un asunto político o jurídico, un análisis de los
medios de comunicación, o las características específicas de una literatura,
tomando en cuenta la variable de las minorías sexuales (Flores, 2007).
Por supuesto, existe una visión política explícita, entendiendo aquí por
política un ejercicio tendiente a transformar la sociedad y la vida cotidiana. Se trata
de entender la discriminación y el silenciamiento como formas perversas con las
que los poderes políticos, religiosos, intelectuales y sociales tienden a ocultar las
diferencias entre los individuos y justificar el rechazo familiar, el exilio laboral, la
23

represión y las prohibiciones. Estos estudios de minorías sexuales examinan las


representaciones y expresiones, y también la significativa ausencia, de las
minorías sexuales en los medios de comunicación, la literatura, el arte, el cine, el
discurso político, la historia, las leyes y, en fin, en cualquier manifestación de la
vida social. Con este fin utilizan las herramientas propias de cada disciplina –
historia, crítica literaria, sociología, análisis político–, o simplemente toman de
cada disciplina lo que les interesa, y ofrecen un discurso que –a pesar de las
limitaciones de público de los estudios rigurosamente académicos– cumple la
función que se asigna al saber universitario: Propiciar los cambios no sólo a corto
sino también a mediano y largo plazo.
Sin duda, la manera de plantearse los estudios de minorías sexuales
variará de acuerdo con las influencias teóricas, el tipo de disciplina, los intereses
políticos y el trabajo personal de los investigadores. Existen desde los estudiosos
que se dedican exclusivamente a ellos hasta los que los incluyen como una
perspectiva a considerar en el estudio de la cultura. Pero, desde luego, el espectro
es mucho más complejo, y tal complejidad ha aumentado con la aparición de la
teoría Queer. Sumariamente, las tendencias podrían cambiar (Flores, 2007).
La perspectiva más radical, que considera que la orientación sexual implica
una identidad definida y definitiva a partir de la cual se genera un estilo de vida,
una manera de ver el mundo, una manera de relacionarse con los demás sectores
sociales, de crear arte y literatura, imágenes en los medios de comunicación,
modas y patrones de consumo y formas específicas de afectividad. Es éste el
sentido de los primeros trabajos de Daniel Balderston, José Quiroga, Alejandro
Varderi, Silvia Molloy, Paul Julian Smith, Elena Martínez, Agnes Lugo-Ortiz,
quienes hacen una relectura de la literatura y la cultura latinoamericana desde
este ángulo. Todos ellos residen en Estados Unidos, pero algunos españoles
como Mercedes Bengoechea comparten esta visión.
Una perspectiva que asume la orientación sexual como un aspecto más de
los que conforman la identidad de los sujetos: La nacionalidad, la etnia, la cultura,
el género, la clase social, entre otros posibles. Esta perspectiva rige en América
24

Latina pues las condiciones propias de nuestras naciones exigen matices distintos
a los ofrecidos por las visiones anglosajonas.
Finalmente, la orientación sexual como elemento central de la vida es una
imposición del patriarcado y su visión heteronormativa. La vida es mucho más. El
escritor argentino Manuel Puig en "El error gay" dice: “El ejercicio de la sexualidad
no puede convertirse en una definición de lo que somos.
Una tercera que postula la necesidad de la integración de las minorías
sexuales desde el punto de vista político, jurídico, económico y social. Un ejemplo:
Si se exige para un trabajo ser casado y varón, no debería haber ningún problema
en que el varón en cuestión fuese casado con un hombre o una mujer. Las
organizaciones no gubernamentales venezolanas se identificarían con esta
posición, entre ellas Lambda de Venezuela, Divas de Venezuela, Unión Afirmativa,
Reflejos de Venezuela.
Por supuesto, entre estas posiciones caben matices, como la teoría Queer,
a la que se han afiliado últimamente los críticos radicados en Estados Unidos. No
puede considerarse una tendencia más de los estudios de minorías sexuales sino
una problematización de los mismos. Tanto los estudios de minorías sexuales
como la teoría Queer, cuya mayor y más conocida representante es Judit Butler,
están en deuda con el posestructuralismo francés –especialmente con Michel
Foucault, pero también con la concepción del sujeto formulada por Jacques
Lacan– y con los caminos abiertos por los estudios de la mujer, en sus diversas
tendencias, particularmente con la idea de que el género es una construcción
cultural y no una simple consecuencia de nacer varón o hembra. Pero, más allá de
estas fuentes comunes, la diferencia entre los estudios de minorías sexuales y la
teoría Queer es palpable: Para ésta, la identidad del sujeto es cambiante,
compleja, múltiple. La heterosexualidad y la homosexualidad, entre otras
variaciones sexuales, no son condiciones establecidas a partir de las cuales
constituimos una identidad definitiva. La audacia de la teoría Queer reside en
saltar los límites impuestos por la heteronormatividad, pues en lugar de dividirnos
tranquilamente entre "homo" y "hetero", con derechos civiles debidamente
25

repartidos entre todos, sugiere una posibilidad futura de verdadera liberación: No


ser ni una cosa ni la otra, sino todas y mucho más.
No obstante, las limitaciones de la teoría Queer en el campo político son
evidentes: Para transformar una situación de discriminación y exclusión es
indispensable el establecimiento de una identidad a la cual se defiende. La
situación venezolana, para ejemplificar, exige el asumir identidades concretas –
homosexual, lesbianas, transexual, transgénero– en vistas a lograr
reivindicaciones en el terreno de los derechos humanos, civiles y laborales. Es un
primer paso que no podemos obviar inclusive los que pensamos que la obligación
de definirse por la orientación sexual es una imposición que restringe las
libertades individuales: Aunque no queramos identificarnos, la sociedad
heteronormativa sí lo hará (Flores,2007).

El poder

La noción de poder es esencial para comprender el contexto sexual en el que se


llevan a cabo las prácticas sexuales en general. En particular nos referiremos a las
prácticas cotidianas en las que todos nos desenvolvemos, de manera consciente e
inconsciente.
El poder más llano es el que utiliza las formas más evidentes de coerción,
como la sujeción, la dominación, e incluso la fuerza física: el poder que ejerce el
patrón para despedir al subordinado, el que realiza el soberano sobre sus súbditos
(decidiendo incluso quitarles o dejarles vivir), el poder que tiene el propietario para
vender, enajenar, cambiar o usufructuar un bien, el que tiene el gobierno para
utilizar la fuerza pública, el poder de las leyes o los reglamentos para imponer que
se cumplan ciertos, etcétera.
Sin embargo, las relaciones sociales de poder no sólo se establecen de
manera obvia, mediante el control, agresiones verbales o físicas, dominio o
control, acotando, estableciendo el dominio de unos sobre otros, entre otras. Las
relaciones de poder también se pueden expresar mediante formas más sutiles, en
la definición/representación de la realidad, mediante lo que pensamos que es lo
26

deseable o indeseable, permitido o no permitido, normal o anormal, posible o


imposible, bueno o malo, feo o hermoso, etcétera. Participamos en relaciones de
poder cuando en el contexto de determinadas representaciones (conceptos,
valoraciones) que se puedan dar sobre la realidad o partes de ella, se inhiben,
acotan, limitan, influyen o condicionan las posibilidades de actuar o las acciones.
En estas relaciones de poder no hay gritos, ni encarcelamientos ni golpes, sobre
los sujetos se ejerce presión para que actúen de una manera y no de otra,
controlando sus posibilidades de actuar y de ser.
Dentro de las relaciones de poder, unos seres humanos condicionan las
posibilidades de acción de otros seres humanos, mediante la fuerza física o la
amenaza de ella, o simplemente representando como “negativo”, “enfermo”,
“malo”, “sucio”, sus acciones, sus objetos o a los mismos seres humanos. Esto es,
participamos en relaciones de poder, cuando las representaciones de la realidad o
parte de ella inhiben, limitan e influyen en las acciones o en las actuaciones
posibles (Núñez; 1999: 27-28).
En la relación de poder, dentro de un marco de posibilidades de actuar o de
elegir una variedad de posibles acciones, un individuo o grupo de individuos,
condicionan las posibilidades de acción de otro o de otros, a través de la fuerza
física o amenazando con ella, o también a través de la representación de las
acciones, objetos o individuos del entorno, como “sucios”, “malos”, “negativos”,
“antinaturales” o “enfermos”. El poder permite que las posibilidades de acción de
los sujetos sean controladas, limitadas, inhibidas, influidas o limitadas. También la
elección contraria a lo que se prohíbe explícitamente, lo que se desprecia y
denigra por medio de las representaciones/valoraciones de la realidad, lleva
adherente un acto de violencia sobre la condición humana: el cuerpo, las
posibilidades de movimiento, o sobre el sentido de valía, autoestima o dignidad
(Núñez; 1999: 28).
El “poder de la representación” se refiere al papel de las valoraciones y
conceptualizaciones que compartimos acerca de la realidad en la planeación de
cómo podemos actuar todos como individuos, acompañado de nuestros tipos y
posibilidades de experiencia cognitiva, emocional, corporal durante nuestras vidas:
27

entra en juego la percepción de lo que queremos, quiénes somos, qué podemos


hacer o ser, cuáles son nuestros valores y la capacidad que tenemos, cómo
sentimos y cómo nos relacionamos con los seres humanos y con el medio
ambiente.
Núñez (1999) dice que el poder de la representación se encuentra entre
nosotros, planifica nuestras prácticas más insignificantes, habita en lo más íntimo
de nosotros, guía nuestros deseos, modela nuestros enojos y miedos, nuestras
manías, histerias, guía nuestras formas de placer, etcétera. Siempre estamos
disputando las valoraciones u opiniones que otros dan sobre lo que hacemos o
dejamos de hacer, a nuestras acciones o intenciones, a nuestra manera de
vestirnos, los deseos que manifestamos, a nuestras acciones o intenciones,
etcétera. Las acciones de poder sobre nosotros se ejercen mediante la
representación de lo que somos, hacemos o dejamos de hacer.
Sin embargo, no todo lo aceptamos, el ejercicio del poder también implica la
“resistencia” al mismo. Resistimos el ejercicio del poder en la vida cotidiana
cuando nos negamos a aceptar las valoraciones o concepciones que imponen
sobre nuestras vidas, que denigran, inhiben e inducen a que pensemos, sintamos
y vivamos de una manera específica.
Siempre hay acciones y representaciones que son más dominantes que
otras: sin más, los seres humanos las recreamos y aceptamos tal cual son,
creemos que son “naturales” y en ocasiones se encuentran expresadas mediante
leyes. Estas representaciones y valoraciones son dominantes y están siempre
presentes entre nosotros, a tal grado que creemos que es “natural” que así se
manifiesten y cualquier intento de transformación o cuestionamiento de su razón
de ser, cuestiona resistencias. Según Bourdieu (1990) en cada sociedad existe
una lucha por imponer las representaciones y valoraciones morales, económicas,
éticas, estéticas o de conocimiento, de reconocerlas como las únicas “legítimas”
(Núñez, 1999).
Cuando un grupo o individuos representan la realidad y la imponen sobre
otros, están ejerciendo relaciones de poder sobre otros. Ellos tienen la posibilidad
de hacer valer sus representaciones morales, éticas, políticas, económicas,
28

etcétera, por lo que controlan, deslegitiman, inhiben, incluso niegan las acciones
de los otros, mientras ellos obtienen para sí cualquier tipo de beneficio simbólico
(moral, estético o prestigio), económico, político y se autorreconocen como
“mejores”, “elegidos por Dios” o “normales”.
Las representaciones de la realidad establecen principios de diferenciación
social, de distinción social, entre individuos, grupos y clases sociales, debido a que
establecen lo que es “valioso” y “lo que no es valioso”, lo que es “normal”, sobre
“lo que no es normal”, lo “admirable” sobre lo “despreciable”, etcétera, otorgando a
los que poseen las cualidades “positivas” diferentes tipos de capital político,
simbólico y económico por sobre los que no lo tienen, dando a los primeros
autoridad, superioridad, dominio y privilegios.
Núñez retoma aquí la noción de hegemonía, diciendo que es la “forma de
ejercicio del poder que organiza una relación de autoridad y dominación entre
individuos, grupos y clases sociales, no sólo a través de la violencia o la
posibilidad de ellas sino a través del consenso que genera la difusión e imperio de
ciertas representaciones de la realidad sobre la mayoría de la población...” (1999:
31). El concepto de hegemonía y las dinámicas de poder en una sociedad se
pueden explicar cuando se considera que las prácticas sexuales entre hombres o
entre mujeres son “sucias”, “anormales” o “enfermas”, ejerciéndose la censura, la
violencia, el ostracismo en contra de las personas que ejercen esas prácticas.
Existen representaciones hegemónicas de la sexualidad que construyen
relaciones de poder sobre hombres y mujeres que mantienen relaciones eróticas
con personas de su mismo sexo.

Las comunidades LGBTTTI

Identidad genérica

Es el rol sexual que desempeña un individuo en sociedad y que tiene que ver o no
con su identidad genital. De esta manera, los órganos sexuales del individuo no
necesariamente corresponden al papel masculino o femenino que desempeña en
29

la sociedad; si una persona tiene genitales masculinos, pero mantiene un rol


femenino, es precisamente ese papel el que será su identidad genérica. De esta
manera, se admiten identidades genéricas diferentes a la heterosexualidad, tales
como la homosexualidad (cuando un hombre se siente atraído sexualmente por
otro hombre), el bisexualismo (cuando una persona se siente atraída por
miembros de ambos sexos), y otras más.
Reconocer la identidad genérica que poseemos es el primer paso para
entender la diversidad. De esta manera, no existe un comportamiento
genuinamente masculino o femenino, es decir, no es posible entender a ciencia
cierta qué actos, sentimientos o comportamientos corresponden en exclusiva a
uno u otro sexo. Por lo tanto, la identidad genérica es un fenómeno social
vinculado con la identidad genital por medio del cual asignamos el papel que
desempeñan los sujetos en sociedad de acuerdo con su sexo.

La existencia sexual

La noción de qué es sexual y qué no lo es lo determina cada cultura en específico.


Lo sexual es relativo, pues un sentimiento, comportamiento o un pensamiento
puede ser tratado como “sexual” en una sociedad mientras en la otra no lo es. Lo
sexual varía no sólo de cultura a cultura, también en cada sociedad es diferente de
una generación a otra, de una época a otra, de una región a otra y de una clase
social a otra
¿Qué es lo “sexual” para nuestra cultura? Existen muchas maneras de
definir lo sexual, dependiendo del punto de vista de la religión, la psicología, la
medicina, la medicina, la biología, la antropología, etcétera, y según diferentes
movimientos sociales (como el feminismo, de corte artístico, gay, lésbicos y
bisexuales). Foucault (1988) dice que el término “sexual” ha cambiado de manera
paulatina con el transcurso del tiempo, y cómo en Occidente se asoció al
surgimiento de un discurso llamado “sexualidad”. La “sexualidad” pasó de ser
asociada con lo biológico (que tiene que ver con lo genital-reproductiva) a lo
subjetivo (psicoanalítico) y mental (psiquiátrico). El psicoanálisis revela que
30

nuestros comportamientos cotidianos, deseos, comportamientos culturales,


nuestros chistes, tienen una connotación sexual, lo sexual es ampliado a todos los
confines de la existencia humana, haciéndose siempre presente. La antropología y
la sociología también han dado su aportación, ampliando el reino de lo sexual a
las normas, los valores, las identidades y las costumbres, dándole un valor relativo
a la moral sexual de cada cultura.
En la actualidad existe un gran cúmulo de tradiciones de reflexión y
movimientos sociales y políticos que amplían el abanico de lo que es lo sexual, e
incluso hay una lucha en el terreno de la representación por legitimar e ir en contra
de la estigmatización de prácticas sexuales, grupos sociales y ´personas. En
nuestro tiempo hay una lucha por abanderar criterios como ser “normal”, “pecado”,
o “decencia”. Existe una arena en la que unos se abrogan el derecho de defender
lo “natural” u “orden moral”, mientras otros defienden la democratización y el
respeto a la diversidad sexual en donde no existan prejuicios hacia la sexualidad.
Entonces, existe un campo sexual (Bourdieu; 1990: 282) de lucha al nivel
de las representaciones de la existencia sexual de los individuos, en el cual unos
buscan imponer, por medio de las prácticas sociales, determinadas
representaciones sobre la existencia sexual, mientras otros –individuos e
instituciones- se resisten y buscan que no haya la imposición de dichas
representaciones, buscando nuevas maneras de representar la sexualidad.

Sexo y género

Como primer punto se hace la distinción entre sexo y género. Cuando se habla de
sexo nos referimos al conjunto de características físicas, biológicas y anatómicas
con las que nacen las personas y, por tanto, las determinan en hombres o
mujeres.
El género tiene que ver con las particularidades sociales y culturales que
caracterizan a los individuos en relación a su sexo, es decir, las representaciones
que la sociedad les asigna a los hombres y las mujeres, según los grupos en los
que interactúa, como la familia, la iglesia, la escuela, el ámbito laboral, etcétera.
31

De esta manera, la sociedad establece una estricta división social del trabajo, en
donde los hombres son los proveedores económicos y las mujeres son las que
deben dedicarse a la crianza de las niñas y los niños y al cuidado del hogar.
Distinguimos así el sexo como algo con lo que se nace y el género lo que la
sociedad enseña, que el individuo aprende que así “debe de ser”, según el tiempo
y el lugar en el que se vive, los valores imperantes, etcétera (Derecho de las
personas Lesbianas, Gay, Bisexuales, Transexuales, Transgénero, Travestis e
Intersexo, 2014).
En nuestra vida el sexo y el género se utilizan de manera indistinta, pero
debemos tener claro que el primero tiene características fisicobiológicas y el
segundo es una construcción sociocultural de la sociedad a la que pertenecemos.
Sin embargo, la vida cambia, actualmente el sexo y el género tienden a
modificarse de manera parcial o total, pues si una persona quiere modificar su
sexo y/o su género, tiene la oportunidad de realizarlo mediante una serie de
intervenciones quirúrgicas, la adopción de manierismos, la transformación de su
comportamiento y el estilo de vida, entre otros aspectos. Estos cambios han traído
como consecuencia que se modifique el léxico, que ya no se hable de “género”,
sino de los “géneros”, en los que cabe hablar de los transexuales, travestis y
transgénero.
Para establecer el marco referencial de los derechos humanos de las
personas LGBTTTI, también han surgido los conceptos de orientación sexual e
identidad de género.
Según el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED,
2010), la orientación sexual se entiende como la atracción erótico afectiva entre
mujer y hombre, hacia el mismo sexo o ambos. La orientación sexual no se elije,
se descubre y no tiene la posibilidad de cambiarse. Mientras que en la identidad
de género el individuo está plenamente convencido de que forma parte del género
masculino o femenino. No se puede modificar y es ajena a la voluntad de la
persona.

Las comunidades de la diversidad sexual


32

Actualmente las comunidades de la diversidad sexual en México se reconocen por


las siglas LGBTTTI, incluyendo a los grupos de lesbianas, homosexuales,
bisexuales, transexuales, travestis, transgéneros e intersexo. La tesis central de
esta investigación parte de reconocer el pluralismo igualitario. Es decir, de
reconocer la existencia de las diversas expresiones de la diversidad sexual, sin
hacer juicios de valor sobre si son buenas o malas desde el punto de vista moral o
si son naturales o antinaturales a partir de lo biológico. No se investiga las causas
de la transexualidad, el lesbianismo o el homosexualidad, sino que se parte del
principio político liberal que postula la pluralidad de diversas formas de vida.
Primero partamos de qué es un homosexual. Para contestar esto, debemos
centrarnos en el tipo de actos que llevan a cabo las personas o en el objeto de su
deseo. Por una parte, se puede considerar como homosexual a un hombre si es
penetrado y asume el rol pasivo, que tradicionalmente es asignado a las mujeres.
También se puede decir que una mujer y un hombre son homosexuales si el
objeto de amor o de deseo es alguien de su mismo sexo. Incluso, muchos
hombres realizan actos sexuales con gente de su mismo sexo, asumiendo el rol
pasivo y activo, y no se conciben como homosexuales.
La homosexualidad en términos de identidad es una construcción social que
ha creado sobre la sexualidad. Michel Foucault decía que antes del siglo XIX la
idea del homosexual no existía y las prácticas eróticas entre personas del mismo
sexo ocurrían de por sí y desde mucho tiempo antes, por lo que es una práctica
ideológica cargada de estigma. Según Foucault, estas prácticas consideradas
anteriormente inmorales, fueron vistas por la psiquiatría, la psicología y la ciencia
médica, como propias de personas con una naturaleza diferente; con una
“naturaleza homosexual” (Núñez, 1994). El término homosexual ha devenido en
una categoría cargada de una naturaleza diferente para las personas que
practican su sexualidad con individuos del mismo sexo. Es decir, surgió una nueva
identidad con un fuerte contenido sexual.
“Homosexual” y “heterosexual” son consideradas categorías de poder en
donde se contrastan distinciones y diferenciaciones muy marcadas cultural e
33

históricamente. Desde hace mucho tiempo, la homosexualidad fue adoptada como


parte del discurso –y como una categoría más- de la medicina y la psiquiatría, y no
ha podido desligarse se ser considerada como un estigma de la enfermedad y la
patología, a pesar de que en 1973 la Asociación Psiquiátrica Americana la eliminó
de su manual de patologías. Desde hace mucho tiempo, cuando la medicina se
metió en terrenos de la moral y la religión, comenzaron a preguntarse: ¿de dónde
surgió la homosexualidad?, ¿hay explicaciones psicológicas, biológicas, culturas o
genéticas? Sin embargo, hasta la fecha poco se sabe sobre esto, posiblemente se
deba a causas múltiples, pero nada es hasta la fecha determinante (Weeks, 2000).
El homosexualismo, desde el punto de vista político, ha sido creado
socialmente para dar connotaciones negativas y significados denigrantes a las
personas que tienen prácticas homosexuales o que se identifican como
homosexuales. Desde el punto de vista sociológico, el homosexualismo tiene
escaso capital simbólico, a comparación de la heterosexualidad, que tiene mucho
prestigio social (Núñez, 1994).
Las mujeres lesbianas son “invisibles” para la sociedad mayoritaria, que no
las quiere ver y niega su existencia, debido a que son doblemente transgresoras
en comparación con los hombres homosexuales, debido a que con su existencia
rompen con los roles de género tradicionalmente asignados a los sexos, pues
rechazan el falo como símbolo esencial de la cultura machista, y adoptan un estilo
de vida contrario a la “heterosexualidad obligatoria” y a la “maternidad
compulsiva”.
La identidad lesbiana es difícil de definir, debido a que el universo femenino
es muy variado y complejo, pues al interior de la identidad lésbica se mezclan
membresías de raza, estatus educativo, religión, ideología política, etnia, clase
social, etcétera (Echols, 1989). Sin embargo, no nos interesa saber sobre el origen
del lesbianismo, si hablamos de un marco de democracia como realización plena
de la vida de todos los individuos. Castañeda (1999) dice que lo homosexual de
una persona tiene que ver con la construcción de su identidad, con el tránsito que
ha tenido, superando situación difíciles y nuevos aprendizajes. Entonces, es inútil
asumir preguntarse si la homosexualidad es natural o social, pues la identidad gay
34

es un proceso de autoidentificación, opcional y asumido en el ámbito público y


privado (Castañeda, 1999).
Según los estudios psicoanalíticos freudianos, la bisexualidad tiene un
carácter natural en todos los seres humanos, sin embargo, desde los tres a los
cinco años de edad, el ser humano va definiendo su identidad sexual. Hoy en día
la bisexualidad asume que sólo existen opuestos binarios en torno a la identidad:
homosexual y heterosexual, femenino y masculino.
La bisexualidad tiene como característica sentir atracción y amor erótico
hacia personas de ambos sexos, ya sea concurrentemente o de manera
consecutiva. El centro de atención erótica de la bisexualidad se encuentra más
ligado a las personas y menos a su sexo. Y también puede ser una posición
identitaria adoptada, pues hay muchas personas heterosexuales y homosexuales
que se sienten bisexuales pero nunca han tenido relaciones sexuales con
personas de otro sexo o del suyo, sin embargo, se sienten atraídos por personas
de ambos sexos y gustan de compartir muchos momentos de su vida con uno y
otro sexo, indistintamente.
Entonces, la homosexualidad y la bisexualidad sólo pueden adoptarse
desde el punto de vista político, asumiéndose como una opción muy importante de
auto adscripción identitaria.
En México se dice que la bisexualidad masculina tiene un carácter cultural:
proviene de una forma de conceptualización de las relaciones homosexuales y la
masculinidad en formas distintas a lo observado en otras culturas: los hombres
identificados como heterosexuales que participan en encuentros homosexuales no
se definen como tal y no ven amenazada su virilidad, mientras jueguen el papel
anal insertivo y no muestren rasgos de femineidad, manteniendo los roles
sexuales masculinos, y mientras exista falta de parejas sexuales disponibles de
sexo femenino. Esta falta de parejas potenciales, a su vez está fundamentada en
una doble moral, bajo la cual hay mujeres buenas y mujeres para tener relaciones
sexuales (Izazola, 2007).
Como vocablo el término bisexualidad es nuevo, incluso más reciente que
el de homosexualidad, ambos utilizados para describir los comportamientos
35

sexuales humanos, presentes desde hace un número indeterminado de años en


diversas sociedades. El concepto de homosexualidad, según lo conocemos en
occidente, no es conocido en otras culturas no occidentales, pero tampoco es
conocido en otras culturas occidentales específicas; lo que provoca un problema
desde el punto de vista transcultural de estas expresiones de la sexualidad. Parte
del problema proviene de la utilización del término homosexual, y el posterior
término bisexual. Desde el punto de vista cultural, la homosexualidad en occidente
dejó de ser algo que se hace, para transformarse en algo que se es (lo mismo
aplica para la bisexualidad) (Izazola, 2007).
Debido a la intolerancia hacia el comportamiento homosexual, la homofobia,
y algunos planteamientos psicológicos de homosexualidad latente, no se excluye
que cualquier contacto con personas de su mismo género, fuese indicativo de
homosexualidad, sin importar cuán heterosexualmente activo fuera en su
comportamiento, por lo que se excluye a la opción bisexual como viable. La
confusión ser amplía con el supuesto común de la multiplicidad de parejas
sexuales, de uno y otro género, para poder determinar bisexualidad (Izazola,
2007).
El comportamiento de la bisexualidad tiene numerosas posibilidades en
cuanto a la orientación sexual de los individuos, entre las que se pueden
encontrar: los que están en un proceso transicional hacia la homosexualidad, en
un principio de aceptación de la heterosexualidad y negación de la
homosexualidad (consciente e inconsciente); los que tienen relaciones
homosexuales para experimentar, y su “verdadera” orientación es la
heterosexualidad; los que experimentan la homosexualidad como un intento
frustrado de la transición hacia la aceptación de orientación homosexual, quienes
sin embargo, regresan a la práctica heterosexual por cualquier razón; la expresión
comportamental no sancionada cuando la alternativa es la homosexualidad
exclusiva; los individuos que han sido considerados como ambisexuales por
Master y Johnson, y que se interesan con igual interés en parejas de su mismo
género y del opuesto, pero que igualan no sólo el interés, sino también el número
de parejas de cada género (Izazola, 2007).
36

Entonces, la bisexualidad puede definirse como un suceso dinámico, en el


cual la atracción de algún individuo determinado, no está determinada a uno de los
dos géneros de manera particular, y que puede o no manifestarse como contacto
físico sexual en forma simultánea, concurrente o serial. Se define como simultáneo
al hecho de tener relaciones sexuales al mismo tiempo con al menos un hombre y
una mujer; la concurrencia se refiere al hecho de tener relaciones con hombres y
con mujeres en un mismo periodo, pero en forma independiente; y serial, que
equivaldría a tener en forma alternada parejas hombre o parejas mujer,
considerando la monogamia como una opción, dando la impresión de vida
heterosexual u homosexual en cada una de sus fases (Izazola, 2007).
En la comunidad LGBT también se encuentran los grupos transgéneros; o
sea, transexuales y travestidos. En realidad la palabra engloba a los dos últimos
grupos pues significa el tránsito de un género a otro; la diferencia está en que los
travestidos transitan temporalmente, mientras los transexuales de manera
permanente. Otros autores piensan que cuando hablamos de transgénero nos
referimos a aquellas personas que no han cambiado de sexo de manera completa,
en tanto que los transexuales ya han cambiado completamente de identidad de
género y han pasado al siguiente escalón que es recurrir a una cirugía mayor para
hacer una reasignación sexual. Entre estos grupos lo más importante es la
identidad sexual (Flores, 2007).
La palabra “transexual” comienza a utilizarse desde los años 40 del siglo XX
y se refiere a las personas que no están contentas con el cuerpo que tienen y
quieren cambiar al sexo opuesto, por lo que recurren a cirugías mayores para
reasignar el sexo. Estas personas piensan que son hombres que se sienten
atrapados en cuerpos de mujer, o mujeres que se sienten cautivas en cuerpos de
hombres.
Cuando las personas viven “transtornos de identidad de género”, la
alternativa consiste en dejarse intervenir clínicamente y someterse a procesos de
hormonación para suprimir los caracteres sexuales secundarios del sexo original.
Debido a las consecuencias irreversibles de este proceso, existen protocolos muy
37

estrictos para hacer diagnósticos sobre la factibilidad de realizar la reasignación de


género y sexual de un individuo (Flores, 2007).
En particular sobre el travestismo, el individuo siente mucho placer cuando
utiliza ropa, objetos, manerismos o formas de comunicación, considerados por la
sociedad donde vive como propias del otro sexo. En este tipo de comportamiento
humano, existen grados, desde el individuo que de vez en cuando utiliza ropa o
adornos del otro sexo, o aquellos que realizan cambios físicos en su pelo, su vello,
se administran hormonas para provocarse cambios en su cuerpo. En el caso
masculino, un individuo gozaría vistiéndose como mujer, y posiblemente gozaría si
lo confundieran con una; sin embargo, esto no lo haría para tener relaciones
sexuales (Delfín, 2007).
El travestismo no es exclusivo de los homosexuales, pues hombres y
mujeres lo practican. No puede ser posible determinar si son homosexuales,
heterosexuales o bisexuales, sin embargo, la mayoría de los practicantes son
varones. Muchas personas que practican el travestismo, lo hicieron desde que
eran niños, sin tener nunca un comportamiento afeminado. Muchos varones se
casan y sus esposas permiten que de vez en cuando se travistan durante la
realización de sus encuentros sexuales. También han aparecido lugares en donde
se permite a las personas realizar este tipo de conductas, como ejemplo se
encuentra la Beaumont Society (Delfín, 2007).

Heteronormatividad

Definimos la heteronormatividad como el sistema rector de las dinámicas sociales. Este


sistema se caracteriza porque los centros del poder definen la heterosexualidad como
única forma válida de ser-estar en el campo de la sexualidad y la afectividad y definen,
también, tanto una manera de ser varón y de ser mujer en nuestras sociedades, como la
subordinación de lo “femenino” respecto a lo “masculino”. Estas (i) lógicas específicas se
enmarcan dentro de esta mayor que denominamos justamente heteronormatividad
(Jaime, 2013).
Lauren Berland y Michael Warner afirman que: “por heteronormatividad
entendemos las instituciones, estructuras de pensamiento y orientación de
38

prácticas que hacen ver a la heterosexualidad como algo no sólo coherente –es
decir, organizado como sexualidad– sino también privilegiado o correcto [...].
Consiste menos en normas que pueden ser organizadas como una doctrina, que
en un sentido de justicia tiene manifestaciones contradictorias –a menudo
inconscientes, inmanentes a las prácticas o a las instituciones. Entornos que
tienen algunas relaciones visibles con la práctica del sexo, tales como identidad
generacional, pueden ser heteronormativas en este sentido, mientras en otros
contextos el sexo entre hombre y mujer podrían no serlo. Heteronormatividad es,
pues, un concepto distinto a heterosexualidad” (Cosme et al., 2007: 21). (Jaime,
2013).
Esta realidad no sólo puede ser vista dentro de los discursos analizados
anteriormente, también puede ser encontrada en múltiples dimensiones de la
cultura y la sociedad. Por ejemplo en los medios de comunicación, en la literatura o en
otras narrativas.
La pregunta que por muchos años interpeló a la categoría analítica género
fue aquella que buscaba respuestas sobre el ser mujer u hombre, desde luego
“heterosexuales”. Actualmente, esta categoría ha sido desbordada a causa de la
visibilidad de otras maneras de ser hombre o mujer, desde las prácticas
homoeróticas y transgeneristas. En las sociedades moderno/coloniales, bajo el
discurso de la sexualidad subyace una visión naturalizada (biologicista) del
cuerpo, la cual se establece discursivamente mediante la categoría sexo; es decir,
una persona posee cierta forma de ser rígida e inalterable debido a su genitalidad.

2.2 Metodología

El presente estudio se realizó durante dos años, dividiéndose en cinco etapas, de


acuerdo al siguiente orden:

Diseño de la investigación
39

En esta primera etapa llevamos a cabo el diseño del protocolo de investigación,


consultando algunas investigaciones realizadas en Oaxaca, con el objeto de
conocer si era relevante realizarla.

Revisión bibliográfica

Realizamos varias visitas a bibliotecas públicas y privadas de ciencias sociales de


la ciudad de Oaxaca y consultamos con miembros de organizaciones no
gubernamentales que se dedican a promover los derechos de la población
LGBTTTI, para hacer una revisión temática y escoger la bibliografía que nos
ayudaría conocer sobre la discriminación, la homosexualidad, heterosexualidad,
bisexualidad, transexualidad, transgenerismo, lesbianismo, travestismo, intersexo
y otras expresiones sexogenéricas. También consultamos información bibliográfica
sobre los derechos de la comunidad LGBTTTI y la normatividad jurídica existente
a nivel internacional, nacional e internacional.

Búsqueda y detección de actores sociales

Realizamos una agenda de las organizaciones no gubernamentales en defensa de


los derechos de la población LGBTTTI y de individuos que promueven la defensa
de estas personas. Teniendo detectados a los actores sociales, tuvimos cinco
reuniones con ellos, para explicarles el propósito de la investigación y la
posibilidad de que participaran en su ejecución. Se aclaró a todos los participantes
que si ellos gustaban, las entrevistas serían anónimas, con el objeto de no
poberlos en algún predicamento.
En algunas reuniones, llevamos los instrumentos de investigación ya
elaborados y solicitamos que la gente opinara sobre su contenido, con el objeto de
enriquecerlos.
Los miembros convocados nos ayudaron a levantar algunos instrumentos
de investigación o los enviaron por correo a personas que conocía. Algunas
40

personas participantes en estas reuniones, colaboraron contestando el


instrumento, a manera de prueba piloto.

Diseño de instrumentos de investigación

Los instrumentos de investigación fueron de dos tipos: se utilizó un test para


recabar el nivel de ansiedad que puede tener un ser humano, desde el más leve
hasta el más intenso:
- Poco o nada
- Más o menos
- Moderadamente
- Severamente
Los resultados del test fueron comparados con las historias de
discriminación que han padecido los miembros de la comunidad LGBTTTI, para
tener un panorama de cómo la discriminación puede afectar el estado de salud las
personas.
También se diseñaron entrevistas semiestructuradas cualitativas, divididas
en cinco partes:
- Información personal
- Identidad
- Servicios con que cuenta la persona
- Salario que percibe
- Discriminación
- Experiencia sobre la discriminación
- Experiencia personal sobre la situación de salud y el sistema de salud
El instrumento de investigación constó de 58 preguntas divididas en las cinco
partes expuestas. En diversas entrevistas realizadas con el grupo de miembros de
la comunidad LGBTTI, se discutió y modificó el instrumento de acuerdo a las
experiencias que han tenido sobre cómo es la gente, si quedarían o no claras las
preguntas, de acuerdo a los objetivos de la investigación.
41

El instrumento de investigación se aplicó entre diversas personas de la


comunidad LGBTTTI, empezando con las personas con las que establecimos el
primer contacto. La idea original fue aplicar 30 cuestionarios a todos los
representantes de la diversidad sexual, pero no pudimos conocer a alguna
persona intersexo. La técnica de la bola de nieve nos permitió ir de una persona a
otra, para tratar de alcanzar la meta planeada. Al final, el tiempo del proyecto y la
dificultad para conseguir nuevos y nuevas entrevistadas, obligaron a tener
solamente el testimonio de 18 personas -dos de ellas por internet, debido a que
prefirieron guardar el anonimato-.

Variables de análisis

Una vez que se realizaron las entrevistas se procedió a la transcripción de las


mismas y al proceso de análisis. Con base en las variables que se presentan en la
guía de entrevista realizada (ver Anexo), se construyeron los campos
correspondientes a fin de realizar el análisis de resultados que se presenta en los
siguientes capítulos.

III. Políticas sobre derechos humanos y leyes antidiscriminación


en México y Oaxaca

La lucha de las/los sujetos LGBTTTI ha sido largo hacia la visibilización de sus


demandas. Nadie puede soslayar que estos sujetos/tas han politizado
gradualmente sus demandas, expresadas en procesos de debate constitucional,
que han desencadenado respuestas del Estado en relación a sus exigencias.
En los últimos tiempos, la aparición en la escena política de diversas
organizaciones e instituciones han intentado llevar a cabo un debate público sobre
las formas de vida y las demandas de las personas LGBTTTI en Oaxaca y en
México. Las dificultades y logros en este camino son configurados por una serie
42

de relaciones establecidas entre los/ las sujetos, el Estado y la sociedad, donde


podemos ver los límites y posibilidades de politizar la propia condición humana, o,
mejor dicho, politizarla desde otras miradas y dimensiones. Principalmente,
analizar este proceso nos permite evaluar el carácter de las dinámicas, la
capacidad de enfrentar los conflictos y el nivel de los avances en torno al
reconocimiento de los derechos de las personas LGBTTTI.
El diagnóstico Derechos de las personas lesbianas, gays, bisexuales,
transexuales, transgénero, travestis e intersexo (2013), dice que ellas tienen los
mismos derechos que el resto de la población, y las amparan las normas
internacionales que han desarrollado hasta el momento.
El informe presentado por la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones
Unidas para los Derechos Humanos (OACNHDH, 2011), delante del Consejo de
Derechos Humanos sobre leyes y prácticas discriminatorias y actos de violencia
cometidos contra personas por su orientación sexual e identidad de género, dice
que la aplicación de las normas internacionales de los derechos humanos tiene su
base en los principios de universalidad y no discriminación que se encuentran
consagrados en el artículo 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos
[DUDH], la cual expresa que todos los seres humanos nacemos libres, somos
iguales, con la misma dignidad y derechos (Coordinación para la atención de los
derechos humanos del estado de Oaxaca, 2014: p. 40).
Por lo tanto, todos los individuos/as, incluidas las LGBTTTI, tienen todo el
derecho de obtener la protección de las normas internacionales de derechos
humanos, tienen total derecho a la vida, a su seguridad y a la intimidad, también
tienen el derecho a no ser torturados y que no les detengan de manera arbitraria,
el derecho a que no los discriminen por ninguna razón, así como el derecho a la
libertad de expresión, asociación y reunión pacífica (Coordinación para la atención
de los derechos humanos del estado de Oaxaca, 2014: p. 40).
En los últimos años se han generado diversos instrumentos que tienen
como base el derecho a la igualdad y a la no discriminación, en relación a los que
debe entenderse que la orientación o preferencia sexual y la identidad de género
43

no deben ser un obstáculo para el ejercicio pleno de los derechos humanos de las
personas, en especial de los (as) individuos/as LGBTTTI.

Principios de Yogyakarta

Los Principios de Yogyakarta son una propuesta específica para defender los
derechos humanos de la comunidad LGBTTTI, con base en la legislación
internacional. El Diagnóstico de Derechos humanos del Distrito Federal (2008)
dice que contempla los derechos económicos, sociales, culturales, civiles y
políticos. Según el documento, los derechos sexuales y la igualdad de género se
interconectan intrínsecamente con el rango de derechos humanos. De manera
particular, abordan la violación y diversas formas de violencia sexual; los abusos
médicos; las torturas y otros tratos inhumanos, degradantes y crueles; las
ejecuciones extrajudiciales; la represión del derecho a la libertad de asociación y
expresión; la coacción del derecho a la salud, al trabajo, a la vivienda, a la
educación y el acceso a la justicia. Los Principios de Yogyakarta también ofrecen
recomendaciones a los Estados acerca de cómo detener los abusos y la
discriminación, también brinda acciones a diversas instancias: el Sistema de
Naciones Unidas, las organizaciones de la sociedad civil, las instituciones
nacionales que se dedican a los derechos humanos (o comisiones
gubernamentales), los medios de comunicación y otros más.
La Observación General 20 del Comité de Derechos Económicos, Sociales
y Culturales, Comité DESC (2009) –que incluye la orientación sexual como
categoría de discriminación prohibida-,añade la frase cualquier otra condición
social, como una forma de contemplar la orientación sexual y la identidad de
género:
Los Estados partes deben cerciorarse de que las preferencias [u
orientaciones] sexuales de una persona no constituyan un obstáculo
para hacer realidad los derechos que reconoce el Pacto, por ejemplo,
a los efectos de acceder a la pensión de [… viudez]. La identidad de
género también se reconoce como motivo prohibido de
44

discriminación. Por ejemplo, los transgénero, los transexuales o los


intersexo son víctimas frecuentes de graves violaciones de los
derechos humanos, como el acoso en las escuelas o en el lugar de
trabajo” (Observación General 20 del Comité de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales, Comité DESC, 2009, citado por
Derechos de las personas lesbianas, gays, bisexuales, transexuales,
transgénero, travestis e intersexo, 2013)
La Corte Interamericana de Derechos Humanos (COIDH) (2012, pp. 33),
según un caso llamado Atala Riffo y niñas VS Chile, dijo que el Comité para la
Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer; el Comité
Contra la Tortura; y el Comité de los Derechos del Niño, han hecho observaciones
y recomendaciones, considerando que debe incluirse que no debe haber
discriminación hacia las personas por su orientación sexual.
Siguiendo el mismo caso, la Corte Interamericana de Derechos Humanos,
mencionó que la identidad de género y la orientación sexual están protegidas por
la Convención Americana de Derechos Humanos. Por lo tanto, está prohibida
cualquier ley, decisión o aplicación de la misma que discrimine a la persona por
basarse en su orientación sexual. Por lo tanto, ninguna ley, decisión o práctica de
derecho interno, realizada por autoridades estatales o particulares, puede
disminuir o restringir los derechos que tiene una persona, por basarse en su
orientación sexual.
La Declaración Sobre los Derechos Humanos, Orientación Sexual e
Identidad de Género, que adoptó la ONU en 2008, reafirmó que hay un principio
de no discriminación, que exige que los derechos humanos se deben aplicar de la
misma manera a todos los seres humanos, independientemente de su orientación
sexual o identidad de género.
En cuanto a la identidad de género, son importantes dos normas no
vinculantes. La Declaración Internacional de los Derechos de Identidad de Género,
aprobada en 1995, a partir de la Conferencia Internacional de Legislación Sobre
Transgeneridad y Política de Empleo, que se llevó a cabo en Texas en 1993.
Engloba diversos principios con base en los siguientes derechos: a) “El derecho
45

que tienen las personas a determinar la identidad de género; b) El derecho a la


libre expresión de la identidad de género; c) El derecho al libre acceso a cualquier
lugar sin que se lo quieran impedir por cuestiones de género, así como a la
participación en actividades genéricas; d) Derecho a la exención de diagnóstico o
tratamiento psiquiátrico; d) Derecho a determinar y modificar el cuerpo propio; e)
Derecho a un servicio médico especializado y profesional; e) Derecho al libre
ejercicio de la orientación sexual; f) Derecho a conseguir y conservar un empleo,
así como a recibir una remuneración adecuada; g) Derecho a establecer
relaciones amorosas comprometidas y a contraer matrimonio; h) Derecho a
concebir, criar o adoptar hijos, a su educación y custodia, y a las relaciones
paterno-filiales” (Coordinación para la Atención de los Derechos Humanos del
Estado de Oaxaca, 2014: pp. 52).
La segunda es la adición del Derecho a la Identidad Sexual en el artículo 14
del Convenio Europeo Para la Protección de los Derechos Humanos y de las
Libertades Fundamentales.
Asimismo, el Comité de Derechos Humanos de la ONU, con base en los
casos y declaraciones que ha conocido, las observaciones finales que ha emitido
respecto a los informes presentados por los Estados, y las resoluciones que ha
aprobado, ha manifestado su preocupación por los reiterados actos de
discriminación fundados en la orientación o preferencia sexual y la identidad de
género (Coordinación para la atención de los derechos humanos del estado de
Oaxaca, 2014).

3.1. Leyes nacionales

La Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación, se creó en el año 2003,


en los artículos 4 y 9 fracción XXVIII prohíbe la discriminación por motivos de
preferencia sexual, al considerar que discriminación es “toda distinción, exclusión
o restricción que, basada en el origen étnico o nacional, sexo, edad, discapacidad,
condición social o económica, condiciones de salud, embarazo, lengua, religión,
opiniones, preferencias sexuales, estado civil o cualquier otra, tenga por efecto
46

impedir o anular el reconocimiento o el ejercicio de los derechos y la igualdad real


de oportunidades de las personas” y que establece como conducta discriminatoria
“realizar o promover el maltrato físico o psicológico por la apariencia física, forma
de vestir, hablar, gesticular o por asumir públicamente su preferencia sexual”
(Coordinación para la Atención de los Derechos Humanos del Estado de Oaxaca,
2014: pp. 46).
También se creó el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación
(CONAPRED) cuyo propósito es impulsar acciones para contribuir al desarrollo
cultural, mejorar la inclusión social y garantizar el derecho a la igualdad. Este
Consejo también recibe y resuelve reclamaciones y quejas de personas que
presuntamente sufrieron discriminación (también por preferencia u orientación
sexual e identidad de género) por parte de autoridades federales y por
particulares, sin embargo, no tiene la capacidad de sancionarlas.
Por esta razón el CONAPRED envió al Congreso de la Unión una iniciativa
para reformar varios artículos de la ley federal para prevenir y eliminar la
discriminación, con el propósito de fortalecer a la institución con instrumentos
jurídicos que le permitan sancionar a los servidores públicos que incurrieran en
actos de discriminación contra cualquier individuo (Gaceta Parlamentaria, 2012,
párr. 6, citado por Coordinación para la Atención de los Derechos Humanos del
Estado de Oaxaca, 2014).
También se ha buscado el reconocimiento del derecho a la identidad, en el
caso de las personas trans. Según el Código Civil Federal, existen dos supuestos
para el proceso de rectificación de las actas de nacimiento, por falsedad y por
enmienda cuando se solicite variar el nombre, y cualquier otra circunstancia
esencial o accidental.
En este último caso, la Tercera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación (SCJN), emitió un criterio jurisprudencial, con el rubro: registro civil,
rectificación del nombre del acta de nacimiento para ajustarla a la realidad social,
que permite cambiar el nombre, no solo por error, también cuando la persona lo
quiera, cambio considerado un logro para las personas transexuales o
transgenéricas. Pero lo que no está contemplado es el cambio de sexo, para las
47

personas trans, pero pueden recurrir a la interpretación y al principio de legalidad


para hacer válido este precepto.
En el año 2007 se presentó en la Cámara de Diputados la propuesta de ley
llamada Ley Federal para la no Discriminación de los Derechos Humanos y Civiles
de las Personas Transgéneros y Transexuales, con el propósito de garantizar por
medio de las leyes que a toda persona se le reconozca en su identidad, que
desarrolle su personalidad, que sea respetada su dignidad y que los servicios de
salud que se le brinden sean integrales (CDHDF, 2008: pp. 50, citado por
Coordinación para la Atención de los Derechos Humanos del Estado de Oaxaca,
2014).
Finalmente, en el año 2008 se reformaron el Código de Procedimientos
Civiles, el Código Financiero del Distrito Federal y el Código Civil para permitir que
las personas trans exigieran el reconocimiento jurídico de su identidad. También,
la reforma al artículo 135 bis del Código Civil permitió que los miembros de este
grupo solicitaran una nueva acta de nacimiento de acuerdo a su nueva identidad
sexogenérica, anotándolo en su primera acta de nacimiento (la negación de este
derecho para esta población hubiera sido grave, debido a que la inexistencia de
este documento modificado, hubiera significado múltiples barreras para conseguir
empleo o servicios públicos o privados). El nuevo derecho no depende de la nueva
cirugía de reasignación sexual (CONAPRED, 2008, citado por Coordinación para
la Atención de los Derechos Humanos del Estado de Oaxaca, 2014).
En la Constitución mexicana, apenas se pudo incorporar la palabra
preferencias en forma general en la reforma de 2001, y no fue sino hasta 2011 que
se pudo arreglar sexuales con mucha resistencia de grupos parlamentarios y del
ejecutivo. El Diagnóstico de Derechos Humanos del Distrito Federal (2008) dice
que en año 2006 presentaron una iniciativa de ley ante la Cámara de Diputados
para hacer modificaciones a varias leyes: Ley del Seguro Social, Ley del Instituto
de Seguridad Social para las Fuerzas Armadas Mexicanas, la Ley Federal del
Trabajo, la Ley General de Salud, la Ley del Instituto de Seguridad y Servicios
Sociales de los Trabajadores del Estado, para reconocer la personalidad jurídica
de las personas del mismo sexo que mantienen un lazo, pero que no son
48

reconocidos sus derechos como en el matrimonio de personas de sexo diferente


(Perelman, 2012).
No fue sino hasta diciembre de 2009 que se reformó el Código Civil del
Distrito Federal para facilitar que se casaran las personas del mismo sexo. Un año
después, la Suprema Corte de Justicia de la Nación aprobó constitucionalmente la
reforma y aclaró que aunque cada estado tiene su propio cuerpo jurídico, un
matrimonio celebrado en la ciudad de México tiene el mismo carácter legar en
cualquier otro estado del país, así como un acta de nacimiento es legal en
cualquier entidad (Conapred, 2010, p.16).
La Suprema Corte de Justicia ha marcado claramente el rumbo al declarar
constitucionales las reformas sobre matrimonio igualitario y el derecho de
adopción por parejas del mismo sexo, y de la posibilidad de obtener actas de
nacimiento que concuerden con la identidad de género. Hoy está establecido en
una ley del Distrito Federal con validez en todo el país lo que hasta hace algunos
años eras inimaginable (Perelman, 2012).
La Suprema Corte de Justicia de la Nación señaló también en la crónica de
la controversia constitucional 13/ 2010, que los efectos jurídicos que tengan estos
matrimonios, mientras no exista una ley reglamentaria, se resolverán en cada
entidad federativa en donde se lleven a cabo y eventualmente los jueces de cada
uno de estos atenderán los conflictos de leyes que puedan llevarse a cabo “en
relación al estado civil de las personas”.
En el año 2010, en la República Mexicana se decretó que el día 17 de mayo
se celebraría el Día de la Tolerancia y el Respeto a las Preferencias, en referencia
a la fecha en la que la Organización Mundial de la Salud (OMS) quitó a la
homosexualidad el calificativo de enfermedad mental.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) a través de su Segunda
Sala, volvió a intervenir en marzo de 2012, al ordenar al Instituto Mexicano del
Seguro Social (IMSS) que asegurara a una pareja del mismo sexo. En diciembre
de ese mismo año, la Primera Sala otorgó un amparo a personas del mismo sexo
que pedían unirse en matrimonio ante el Registro Civil de Oaxaca de Juárez, pero
se los impedía el artículo 143 del Código Civil de Oaxaca, que dice que el
49

matrimonio es un acto llevado a cabo por un solo hombre y una sola mujer con el
propósito de perpetuar la especie; este amparo permitió llevar a cabo el
matrimonio, pues la SCJN consideró que el artículo del Código Civil era
claramente discriminatorio.

3.2. Leyes antidiscriminatorias en Oaxaca

Para el CONAPRED (2013), 21 estados del país disponen de leyes


antidiscriminatorias, de las que 15 definen a la discriminación como “la anulación,
exclusión o restricción de derechos basada en la orientación o preferencia sexual
e identidad de género” (CONAPRED, 2010, p.16, citado por Coordinación para la
Atención de los Derechos Humanos del Estado de Oaxaca, 2014).
La Constitución Política del Estado de Oaxaca no establece que la
discriminación deba prohibirse debido a la orientación o preferencia sexual e
identidad de género. Únicamente en el artículo 12 asienta que todos los habitantes
de la entidad gozan de las garantías y libertades escritas en la Constitución, sin
importar el color de piel, su origen, raza, religión, idioma, actividad o condición
social y opinión política, y que las mujeres y los hombres tienen los mismos
derechos y obligaciones ante la ley.
Debemos ver la dificultad de incluir la orientación sexual y la identidad de
género en debates políticos en donde no se haya aprovechado la crisis social de
la estructura política. En Oaxaca diversos movimientos sociales han tenido un
claro protagonismo, y un compromiso con agendas subalternizadas, pero no así el
movimiento LGBTTI. La crisis ha llevado al fortalecimiento de las instituciones de
control, la inclusión LGBTTTI en los debates constitucionales ha sido imposible. La
conformación de las personas LGBTTTI como sujetos de derecho es un proyecto
que aún se enfrenta a grandes obstáculos. El principal de ellos está referido a la
incapacidad de la entidad de reconocer las demandas integralmente, más allá de
la elaboración y aplicación de ciertas herramientas jurídicas. El ejercicio de los
derechos de las personas LGBTTTI queda restringido a algunos ámbitos, como el
de la salud, discriminación, entre otros, o sean jurisprudenciales. Es decir, frente a
50

esta realidad, no hay que pensar solamente en la efectividad que puede o no tener
una cierta inclusión, sino en la imposibilidad de incorporar las demandas TLGBI en
el núcleo del debate político.
En las políticas de la nación y de la entidad contra la discriminación, no se
contemplan las demandas LGBTTTI. En el Código Penal local, no se tipifica el
delito de discriminación. Ante la ineficacia del Estado por implementar políticas de
promoción, uno de los ámbitos más urgentes es la protección de la vida y la
seguridad personal. En esta investigación algunas personas de la diversidad
sexual entrevistadas han expuesto su experiencia al enfrentarse a delitos insertos
en una homofobia estructural. En otras palabras, el grado de discriminación y
exclusión por parte del Estado reduce las demandas de los colectivos sólo al
aspecto de la sobrevivencia, el cual está mucho más relacionado a implementar
medidas de control que a promover el desarrollo humano de las personas
LGBTTTI.
En la Ley de Derechos de los Pueblos y Comunidades Indígenas solo aparece
caracterizada la discriminación cultural, mientras que en el artículo 12 de la Ley de
Desarrollo Cultural del Estado de Oaxaca, se precisa que el ejecutivo del estado a
través de la Secretaría de Cultura llevará a cabo acciones en materia de políticas
culturales para evitar toda discriminación cultural motivada por la preferencia u
orientación sexual, condición social, religión, discapacidad, estado civil, origen
étnico o nacional, idioma, opinión, edad, género, condiciones de salud y cualquier
otro acontecimiento que vaya en contra de la dignidad humana y que tenga el
propósito de eliminar o disminuir las libertades y derechos de los seres humanos.
Otras leyes locales, como el artículo 3 de la Ley de Igualdad entre Hombres y
Mujeres del Estado de Oaxaca, determina que las mujeres y los hombres que se
encuentren en el territorio estatal son sujetos de los derechos que protege dicha
Ley, sin considerar su edad, profesión, estado civil, cultura, religión, origen étnico,
condición social, preferencias sexuales o capacidades. También el artículo 25
apartado V de la Ley de Seguridad Pública del Estado, menciona que los
miembros de los cuerpos de seguridad pública, fuera de las obligaciones a las que
les obligan las leyes federales y estatales, la Ley de Responsabilidades de los
51

Servidores Públicos del Estado y Municipios de Oaxaca, y otras leyes, deberán


“no discriminar en el cumplimiento de sus funciones a persona alguna en razón de
su raza, religión, sexo, condición social, preferencia sexual, ideología política o por
algún otro motivo” (Coordinación para la atención de los derechos humanos del
estado de Oaxaca, 2014).
El artículo 62, inciso III, de la Ley Orgánica del Ministerio Público del Estado
de Oaxaca, dice que los servidores públicos del Ministerio Público tienen la
obligación de cumplir con sus funciones de manera imparcial sin discriminar a
cualquier persona por su raza, sexo, religión, condición económica o social,
ideología política, preferencia sexual o por otra causa.
El artículo 2 de la Ley de la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo
de Oaxaca señala que esta institución tiene el propósito de defender, estudiar,
proteger, promocionar y divulgar los derechos humanos, pero también la
erradicación, atención y prevención de la discriminación que sufren las personas
debido a su posición y condición social, política, económica, identidad cultural,
económica, orientación y preferencia sexual, religión, migración, discapacidades,
ideología, origen, migración, ciudadanía, sexo, salud, nacionalidades, género, u
otro que vulnere la dignidad de la persona.
El 16 de mayo de 2012, nació el Acuerdo Interinstitucional sobre Criterios de
no Discriminación por Preferencia Sexual e Identidad de Género en el Gobierno de
Oaxaca, que obliga a las y los funcionarios del gobierno del estado a garantizar los
derechos humanos de todas las personas, independientemente de su orientación
o preferencia sexual, prohibiendo cualquier acto discriminatorio que afecte a la
población, a otros servidores públicos y a subalternos, en las declaraciones que
expresen y en la aplicación de programas y acciones gubernamentales. El
acuerdo señala que la no discriminación por preferencia sexual e identidad de
género debe resultar una política transversal que se aplique de manera integral en
todo el gobierno. Pero estas acciones deben ir acompañadas de leyes que ayuden
a prevenir, sanciones y eliminen la discriminación por preferencia sexual e
identidad de género.
52

El acuerdo norma las actividades de las y los trabajadores de la educación


pública; las y los trabajadores de los servicios de salud; las y los servidores
públicos de la Procuraduría General de Justicia de Oaxaca y el personal de la
policía, con el objeto de prevenir y eliminar la violencia en sus actividades.
La consecuencia de un ordenamiento normativo indiferente a la
problemática LGBTTTI, basada en una homofobia estructural, no ha permitido un
desarrollo integral en la sociedad oaxaqueña con respecto a las demandas
planteadas por las organizaciones y los colectivos. Esta situación se comprueba al
analizar la escasa normativa que ha abordado problemáticas específicas y
además, al hacerlo, lo hace muchas veces con restricciones, tanto de contenido
como procedimentales. Por ejemplo, en la Ley Federal del Trabajo no existen
ordenamientos que castiguen la discriminación en contra de las personas
LGBTTTI.
Sin duda, uno de los ámbitos más difíciles es la educación, ya que no sólo
opera el prejuicio contra la inclusión de contenidos explícitos con respecto a temas
LGBTTTI –debido al “pánico moral” de que estos contenidos sirvan para “alentar”
deseos y prácticas considerados anormales–, sino también contra la posibilidad de
que los niños, las niñas y adolescentes puedan asumir en libertad procesos de
reflexión o aceptación frente a su propia orientación sexual o identidad de género.
Otro caso de omisión es la Ley Estatal de Educación del estado de Oaxaca,
del 7 de noviembre de 2009, que no contempla evitar la discriminación por
razones de orientación y preferencia sexual. El artículo 6 solo dice que se evitará
la discriminación por razones de origen, sexo, edad, religión, ideología, idioma,
lengua, identidad étnica o cualquiera otra razón.
Por ejemplo, en el ámbito laboral no existe ninguna normativa a nivel nacional que
proteja los derechos de las personas TLGBI.

3.3. Políticas en derechos humanos

Podemos empezar señalando la existencia de informes de derechos humanos en


el estado de Oaxaca, que dan cuenta de la vulneración de los derechos humanos
de la población LGBTTTI, producidos por instituciones públicas, académicas y
53

organizaciones activistas. Una serie de obras importantes sobre la situación de la


población LGBTTTI en México es, en primer término, el Diagnóstico sobre la
situación de los derechos humanos en México, producido por la Oficina del Alto
Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en México. El
informe indica que las personas con preferencia sexual y de género distintas a la
heterosexual, aunque han incrementado su organización, han ido dejando su
invisibilidad política más no jurídica. También indica que todavía enfrentan serias
violaciones a sus derechos económicos, sociales, culturales, políticos y civiles y la
falta de un organismo estatal que proteja específicamente sus derechos (Oficina
del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en
México, 2003).
El diagnóstico Derecho de las personas Lesbianas, Gay, Bisexuales,
Transexuales, Transgénero, Travestis e Intersexo, forma parte de un diagnóstico
integral de derechos humanos del estado de Oaxaca, que realizó la Coordinación
para la Atención de los Derechos Humanos del Estado de Oaxaca. El diagnóstico
informa que en Oaxaca las personas LGBTTTI no son tratados en igualdad de
oportunidades y son discriminados por su preferencia sexual. Las personas trans
no tienen derecho a la identidad que ellas desean. También se les niega el
derecho a la libertad y seguridad personal y el derecho al acceso a la justicia,
violaciones relacionadas con prácticas discriminatorias que se fundamentan en la
criminalización de la preferencia u orientación sexual y la identidad de género. El
diagnóstico indica también el derecho a la salud, sustentado en el artículo 25 de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos y el artículo 12 del Pacto de los
Derechos Económicos, Sociales y Culturales, que dicen que todas las personas,
sin discriminación que valga, tendrán acceso al nivel más alto de salud física y
mental, entendiendo la salud no sólo la ausencia de enfermedades o infecciones,
también el estado de bienestar integral, considerando que agentes externos como
el medio ambiente y las condiciones sociales son factores determinantes sobre
ella (2013).
El diagnóstico dice que las personas LGBTTTI enfrentan diversos
obstáculos para ejercer su derecho a la salud, al igual que el resto de la población:
54

la falta de protocolos de atención para garantizar su acceso a los servicios salud y


a la calidad en la atención médica sin discriminación; la prestación de servicios
médicos para las necesidades específicas de las personas transgenéricas
(reasignación integral para la concordancia sexogenérica); la atención de las
personas LGBTTTI que viven con VIH, y la incorporación de las parejas del mismo
sexo a los servicios de salud como parte de la seguridad social (2013).
También suelen discriminarlos por cuestiones laborales, como la negación
del empleo, despidos injustificados, negación de ascensos y prestaciones a las
parejas del mismo sexo, despidos injustificados, acoso y autoexclusión, y otras
más.
Algunas personas LGBTTTI en Oaxaca son despedidas sin una justificación
válida desde el momento en que se declaran parte de la diversidad sexual o
expresan libremente su identidad de género. Incluso quienes son parte de la
comunidad LGBTTTI y son portadores del VIH, se encuentran más expuestas a
perder su trabajo.
El diagnóstico también dice que la participación política de la población
LGBTTTI aún es incipiente, pues únicamente ha habido una candidata a un puesto
de elección popular. Así mismo, podría ocurrir que las personas trans pudieran ver
coptado su derecho al voto al no tener una credencial de elector acorde a su
identidad de género.
En materia de derecho a la protección jurídica de las personas
homoparentales, en Oaxaca ha existido una disminución en el ejercicio de los
derechos de las personas que han decidido cambiar sexogenéricamente y las
parejas del mismo sexo que viven unidas, ya que no cuentan con un marco legal
que les permita acceder a la seguridad social, adoptar niños u obtener una
credencial oficial que vaya de acuerdo a su identidad sexogenérica (Coordinación
para la Atención de los Derechos Humanos del Estado de Oaxaca, 2013).
Para cumplir con los derechos de las personas LGBTTTI en el estado de
Oaxaca, el Programa de Derechos Humanos de Oaxaca –elaborado por diversas
instituciones gubernamentales, académicas y de la sociedad civil- establece
diversas estrategias, líneas de acción y responsables directos para llevarlas a
55

cabo, provenientes de diversas instancias estatales. La primera es garantizar el


derecho a la igualdad y a la no discriminación de las personas LGBTTTI. La
segunda es garantizar el derecho a la identidad y a la personalidad jurídica de las
personas trans. La tercera garantizar el derecho a la libertad y a la seguridad
personal de las personas LGBTTTI. La cuarta garantiza progresivamente el
derecho a la salud y a la seguridad social de las personas LGBTTTI. La quinta
garantizar el derecho a la participación y a la representación política de las
personas LGBTTTI. Finalmente, el propósito de la la sexta es garantizar la
protección de las familias homoparentales (Gobierno del Estado de Oaxaca,
2014).

IV. La identidad y alternativas. Lo hetero/ homoerótico

Si hablamos de las diferencias, es inevitable incluir el tema de la identidad, pues si


pensamos en lo propio (“quién soy”), también debemos hablar de lo ajeno (“quién
no soy”). La identidad es una característica humana para autoconocerse; según
56

Kojeve “El hombre es autoconsciente, consciente de su realidad y de su dignidad


humana, y en esto difiere esencialmente del animal, que no supera el nivel del
simple sentimiento de sí. El hombre toma consciencia de sí mismo en el momento
en que, por primera vez dice Yo” (Kojeve, 1987).
Cuando la persona dice “yo” se refiere a sí misma, término que se
construye a partir de la diferencia con la otredad (“no -yo”). De igual manera ocurre
cuando un grupo se identifica con un “nosotros”. Entre los individuos como entre
los grupos sociales, la noción de identidad y los límites entre el “yo” y el “nosotros”
se construyen en oposición a los (as) otros (as) (Falomir, 1991). La identidad se
construye a través de la vida como un acto de conciencia y de palabra (yo
soy/nosotros somos) (González, 2004).
La identidad no es únicamente una actividad subjetiva, también se concibe
como una práctica social. La identidad se construye en la frontera entre la
conciencia y la práctica social, pero la práctica es fundamental, pues ahí es donde
el individuo la construye como tal (Díez, citado por González, 2004).
Desde el punto de vista del psicoanálisis, el concepto de proyecto
identificatorio permite una mayor posibilidad de diferencias. Este proyecto
identificatorio es un conjunto de representaciones e imágenes que permite
pensarse/ sentirse como una individualidad unificada, que es distinta y diferente a
las demás. El proyecto estructura ofrece coordenadas desde donde reconocerse,
posibilita el juego del pensamiento, la temporalidad y el sentido.
La idea de proyecto cuestiona la identidad de género como algo
permanente y acabado, como señala la psicología. Las representaciones
identificatorias emergen ante la presencia de lo ajeno.
Aulagnier (1994) identifica dos certezas que estructuran psíquicamente: “yo
soy yo y este es mi cuerpo”. La primera enunciación apoya el sentimiento/
pensamiento de mismidad en contraposición con la otredad. La segunda certeza
se refiere a cómo me apropio de mi cuerpo (este es mi cuerpo), un cuerpo que
reconozco sexuado. El resto de representaciones identificatorias son una pregunta
abierta dirigida al otro.
57

Preguntarse por la identidad sexual –estar consciente de que tengo un


cuerpo con determinadas características físicas- se realiza dentro de las certezas.
Quien es transexual masculino está seguro que se encuentra dentro de un cuerpo
de hombre que no le satisface, por lo tanto, decide cambiarlo. Preguntarse por la
identidad de género –saber qué significado tiene ser mujer/ hombre-, es una
interrogante que dirijo a los demás, en especial cuando siento amenazada la
noción de mismidad, o bien cuando me confronto con lo diferente (González,
2004).
Las diferentes imágenes y representaciones que construimos de nuestra
identidad, se deben a la apropiación sesgada que hacemos de los diferentes
discursos que se elaboran en torno a nuestra práctica social. Esta identidad nos
permite reconocernos a través de diversos elementos, sin embargo, no tienen
carácter de certeza pues competen al pensar/ hacer y no a la estructuración
psíquica (la que nos posibilita pensar/ hacer).
González (2004) se cuestiona acerca del sentido que puede tener hablar de
una identidad hetero/homosexual. Para ella, las prácticas sexuales, cualesquiera
que sean éstas, no estructuran psíquicamente al individuo desde el momento en
que no alteran el pensamiento/ sentimiento de mismidad y otredad –no me
confundo con los (as) otros (as)- ni la certeza de que el cuerpo (sexuado) le
pertenece. Las prácticas sexuales condicionan el pensar y hacer eróticamente,
como lo perciben los demás, pero no son un elemento de estructuración psíquica.
Pensarse el individuo como hetero/ homosexual es una pregunta abierta a
los (as) demás acerca del significado que tiene este pensarse de una forma u otra.
Modificar las prácticas eróticas habituales (con personas del mismo sexo, con
ambas u otras) siempre es posible. Una práctica sexual determinada no
condiciona la estructuración psíquica.
Tomando en consideración el predominio de las prácticas heteroeróticas, el
pensarse como homo o heterosexual, modificar las prácticas sexuales de hetero a
homoeróticas o viceversa tiene consecuencias importantes tanto acerca del
concepto que el individuo tiene acerca de sí mismo, como de su vida cotidiana
(González, 2004).
58

González considera que las prácticas homoeróticas son uno de los caminos
posibles del erotismo, tan válidas y valiosas como las heteroeróticas, pero no
comparte la posición esencialista de que la identidad homo o heterosexual
involucre al ser. Quién le gusta al individuo y con qué disfruta sexualmente,
suponiendo sin conceder una esencia humana, no le hace pertenecer a otra
especie.
La identidad colectiva es una confrontación entre dos dimensiones: el
conocimiento de su propia acción por parte del actor y el reconocimiento del actor
por los demás. Algunos grupos emergentes reivindican elementos de orden
cultural, exigiendo sus derechos (grupos gay, ancianos, raciales, étnicos,
feministas, etcétera) (Melucci, citado por González, 2004). Estos colectivos
emergentes surgen como una forma de respuesta contracultural a discursos
occidentales que los hacen a un lado. Es un intento de ser vistos y hacer patentes
diferencias en comportamientos, prácticas y deseos considerados anormales,
debido a que se impone un modelo a seguir caracterizado como hombre joven
heterosexual blanco que vive en las ciudades.
Estos colectivos van construyendo un nuevo discurso de sí mismos que se
contrapone a los discursos moralistas que las instituciones científicas, religiosas,
políticas habían determinado para identificarlos hasta entonces, y que la mayoría
de la población había hecho suyos.
En el proceso de construcción de una identidad colectiva (nosotros (as)
somos), necesaria para afirmarse como diferentes (lo que nos hace particulares)
para el caso de las prácticas homoeróticas, los otros son los heterosexuales. Al
plantear las prácticas homoeróticas en términos de identidad homosexual (como
opuesta y excluyente de la heterosexual) está presente el riesgo de la
generalización (todos somos así). Cualquier intento de generalización resulta
reduccionista; decir que feministas, gays o indígenas somos de tal o cual forma
refuerza los estereotipos y limita la diversidad (González, 2004).
Pongamos un ejemplo, en los grupos gays la identificación se da a partir de
reconocer que se comparte un deseo homoerótico; en lo demás, es patente la
diversidad de formas de vivirlo y actuarlo por cada una (o). En este sentido, el
59

proceso de identificación colectiva necesaria para afirmarse y reconocerse


conlleva la limitante de caer en estereotipos, fuente directa de prejuicios y
chouvinismos, no sólo de los que se viven al margen de la colectividad, sino
también de aquellos (as) que la integran (González, 2004).
González afirma que las prácticas homoeróticas o heteroeróticas no son
esencialistas, desde el punto de vista biológico o cultural; por lo que una práctica
sexual determinada no apela al ser sino al hacer y desear.
Las identidades colectivas surgen desde discursos contraculturales de los
grupos que son sido excluidos. En tanto las prácticas heteroeróticas se considera
la norma, no ha habido una colectividad que se agrupe para definirse a sí misma a
partir de estos criterios (que cuentan con el aval de las instituciones) (González,
2004).
Decíamos atrás que dos certezas estructuran el proyecto identificatorio: yo
soy yo y este es mi cuerpo, pues la identidad de género es siempre un
interrogante acerca de qué significa ser hombre o mujer. Para pensar la identidad
homo/heteroerótica hace falta un movimiento más: ¿qué me gusta? ¿Qué me
gusta y no quién. Otra limitante de concebir las prácticas eróticas en términos de
identidad (homo o hetero) es considerar que sólo estos dos caminos agotan la
sexualidad humana (González, 2004).
Uno de los estereotipos que se tejen en torno a la homosexualidad es que
las mujeres con prácticas homoeróticas son “masculinas” y que los hombres
homoeróticos son “femeninos”. Con demasiada facilidad se confunde el cómo soy
(identidad de género) con quien me gusta (identidad homoerótica); la pregunta por
el homoerotismo es diferente a lo que puede representar ser hombre o mujer, e
implica la elección de objeto (González, 2004).
Las prácticas eróticas en el humano pueden ser diversas, se puede llegar a
ellas por diferentes caminos, ya que buscan el placer y no tienen como fin último la
reproducción. El definir la identidad homosexual si bien amplía la concepción de
heterosexual como única forma de práctica sexual, restringe otras formas de
60

búsqueda de placer como aquellas prácticas sexuales agrupadas bajo el concepto


de lo queer.3
La idea de “elección de objeto” no se refiere a la persona (sino a la pulsión),
ni es una actividad que dependa solo de la voluntad. Cada quien, de acuerdo con
las circunstancias en que construye y desconstruye su historia, va delimitando los
caminos de placer (que son variados, aunque no se cambia de “objeto”
fácilmente).
El fin que persigue el erotismo es el placer (no la reproducción) y las
prácticas sexuales por las que pretende lograrlo son de lo más variadas. Freud
señala como formas de búsqueda de placer las prácticas fetichistas, el sadismo o
la creación intelectual (epistemofilia) y artística, entre otras.

Identidad y discriminación

El heterosexualismo es una causa directa de las vidas frecuentemente silenciadas.


Sufrir el estigma por la comunidad hetero a menudo confunde y hace sentir culpa
de la propia sexualidad. Tal heterosexismo es conducido por la familia y las
amistades y continúa porque la información alternativa es muy limitada, las
contradicciones entre los mitos y exigencias heterosexuales y la realidad de la
propia experiencia es un reto que generalmente se tiene que enfrentar de manera
aislada. El heterosexualismo tiene un gran impacto sobre las comunidades
diversas, y se refleja en las múltiples expresiones de automarginación,
devaloración y confusión, en las tasas de desajuste emocional, en los suicidios y
las diferentes formas de adicción en que, a falta de referentes sociales, caen
algunas (os)
La intolerancia imperante ante la condición homosexual, trans, gay o
lesbiana, no nada más se centra en la reproducción de roles y de relaciones de
inequidad que contribuyen al patriarcado y la misoginia, denota también la
preocupación por la presencia en la escena social de signos subversivos y
cambios en las formas de relación. Los actos sexuales son solo el pretexto para

3
Palabra de origen anglosajón que se refiere a lo raro.
61

escandalizar a la sociedad que lo ha visto todo, sin embargo, se les oculta otros
estilos de vida, esos tipos de relaciones hasta ahora impensadas.
Las nuevas identidades, sexual y de género, son una unidad política
necesaria para combatir las relaciones de poder que inhiben la autonomía, las
posibilidades de elegir la expresión del yo y el logro de la solidaridad humana.
Gloria Careaga (2004) dice que la identidad es la posibilidad de
distinguirnos de las otras personas, al mismo tiempo que da a la sociedad
elementos para percibirnos y reconocernos. Es el sentido del yo, del sí mismo (a),
lo cual es simultáneamente privado y público. Retoma los elementos de nuestra
subjetividad y los lleva al mundo de significados sociales en el marco de las
relaciones de poder. No son hechos dictados por la naturaleza, sino fenómenos
históricos y culturales que se construyen, se mantienen y se expresan en los
proceso de interacción y comunicación social. Aunque la identidad es constitutiva
de sí mismo, se encuentra en una tensión constante ante la dificultad para
asumirla como la sociedad intenta imponerla. Las identidades son así reflejo de
necesidad y posibilidad, de imposición y decisión. Al parecer existen unos límites
muy rígidos para la definición de identidades, sobre todo en torno a las identidades
de género y sexuales. Afortunadamente, cambian a través del tiempo, bajo el
impacto de transformaciones económicas, sociales y culturales.
Para algunos, saber quiénes somos implica a la sexualidad, en virtud del
peso que esta tiene en la sexualidad y a que, al poseer una definición diferente a
la hegemónica a partir de la sexualidad, tiene un sinnúmero de implicaciones,
principalmente cuando se es consciente de ellas y se reconocen las
consecuencias debido a la discriminación.
Así, la definición de una identidad diferente posibilita el sentido de
pertenencia, de búsqueda y de encuentro con otras y otros semejantes, la
posibilidad de la reconstrucción y resignificación e incluso de defensa y de lucha
(Careaga, 2004).
No obstante, la fortaleza que implica asumir una identidad sexual, su
búsqueda han resultado también posibilidades para constituir identidades de lo
más cambiantes, y hoy, tan amplias que las categorías resultan insuficientes. Aun
62

así, para las y los sexualmente marginados, enfrentar los estigmas y estereotipos
que se les atribuyen y la construcción de la identidad sexual, parece ser un ideal
esencial y herramienta fundamental para enfrentar el presupuesto heterosexual,
hoy tan cuestionado (Careaga, 2004).
Weeks (2000) concibe a la diversidad sexual, que diferencia las
identidades, las orientaciones y las prácticas sexuales, para ocuparse de las
orientaciones sexuales alternativas como constituyentes de la identidad. Es decir,
las personas que se conciben como integrantes de un grupo social que, más allá
de sus prácticas sexuales, conforman un estilo de vida.
Es frecuente que la orientación sexual disidente genere confusión en las
personas viviendo en sociedades donde se niega la sexualidad, o la existencia de
diferentes orientaciones. Pero más que una confusión de identidad, es un
problema de opresión que tampoco es fácil reconocer cuando se personaliza y no
se identifica como elemento del control social. Lo que distrae a la sociedad del
interés central del cómo se enfrentan los retos para establecer y construir una
relación sana, respetuosa y satisfactoria, independientemente de las diferentes
orientaciones (Careaga, 2004).
Aunque incluso, el proceso de reconocimiento y construcción de una
identidad es muy variable, de acuerdo con las oportunidades y circunstancias, este
no necesariamente se da a través de una práctica sexual, sino de la identificación
con quienes se consideran como iguales, sexualmente hablando.
Desafortunadamente, el trabajo en torno a la diversidad sexual y su
expresión al interior de las categorías dadas es aún incipiente, incluso los estudios
de caso desarrollados no dan elementos suficientes para nuevas construcciones
teóricas. Careaga (2004) parte de procesos generales a través de los que se
conforman estas identidades.

Identidades sexuales

Las identidades sexuales son definiciones sociales, sujetas a cambios y


negociaciones; sus significados no son algo fijo, válido para cualquier tiempo y
63

lugar. Las identidades sexuales tampoco son exhaustivas, es decir, pueden dirigir
parcialmente la vida de alguien, pero otras situaciones sociales las pueden
debilitar, como las relaciones de género, de clase o raciales.
La identidad sexual se enfrenta actualmente al reto de colocar en el centro
del debate a la sexualidad misma. Es importante reconocer la posibilidad de una
práctica sexual específica que trascienda lo que la práctica sexual exige para
provocar el reconocimiento y la diferenciación sexual mutua. Por eso es
importante sacar a la sexualidad del clandestinaje y el silencio en el que se
encuentra.
Apropiarse de un estilo de vida particular y reconocerse mutuamente son
características determinantes para construir la propia identidad, así como la
posibilidad de construir una identidad social que sea la base de la política sexual
de una sociedad.
La identidad sexual es una cuestión de autodefinición, y cada persona tiene
la capacidad para definir y comprender su propia sexualidad, incluyendo los
cambios de definición a lo largo del tiempo. Es importante comprender también
que cualquier identidad monolítica excluye parte de nosotros (as) mismos (as),
focaliza solo algunos aspectos de la persona.
A pesar de que reconocemos que la sexualidad es una dimensión
trascendental en la construcción de la identidad de las personas que tienen
prácticas disidentes, no es posible conocer y explicar las formas de
comportamiento a partir de la identidad sexual, debido a que cada orientación se
comporta como un caleidoscopio de situaciones, sería como el caso de interpretar
comportamientos por el simple hecho de ser heterosexual.
Partamos a reconocer a la primera identidad sexual: la identidad lesbiana.
La identidad sexual se ha interpretado desde diferentes marcos, se debate entre la
identidad homosexual o gay y la lésbica; y entre las posturas feministas y no
feministas, lo que ha dificultado sobremanera su comprensión y la ha llevado a
confrontar las diferentes distorsiones que pretenden su definición (Careaga, 2004).
Para algunas feministas la identidad lésbica es concebida como una
vertiente fundamental del feminismo. Es decir, no se fundamenta en lo sexual, sino
64

en la hermandad, solidaridad y afecto entre mujeres. Podríamos decir que los


debates centrales en torno a la naturaleza del lesbianismo se sostienen en el
desconocimiento y el dilema no resuelto acerca de la sexualidad femenina,
fundados precisamente en la concepción masculina de la sexualidad, donde sin un
pene no hay actividad sexual posible. A partir de ahí se generan grandes
interrogantes y sospechas que constituyen la base de la descalificación y la burla
que pretenden ocultar el temor y la ignorancia. Se ha buscado, también, definirla a
través de los modelos concebidos a partir de las estrategias y del mantenimiento
del contacto personal en las expresiones sexuales manifiestas y en la duración de
las relaciones, categorías que son el resultado de indagaciones en la práctica de
la homosexualidad masculina.
La discusión actual sobre la identidad lesbiana se encuentra en torno a la
diferenciación de género y a la especificidad sexual de algunas mujeres, como sus
principales interrogantes por despejar. Sin embargo, algunas feministas sostienen
que la existencia lesbiana está dada por el sentido que le imprimen las mujeres
vinculadas a otras mujeres, sexual y emocionalmente independientes de los
hombres. La expresión lésbica la constituyen experiencias que van más allá de la
práctica genital: compartir vida íntima, luchar contra la opresión masculina, el
apoyo práctico y político, la resistencia al matrimonio y las redes de apoyo
femenino, es decir, la amplia experiencia entre mujeres que recorre la vida de las
propias mujeres:
Bueno, el ser persona también, porque involucra todo mi ser,
compromiso como ciudadana, como trabajar con otras personas iguales
a mí, para poder tratar de buscar juntas una mejor forma de ser, para
ver la cuestión de la sociedad que nos sataniza y poder erradicar toda
esa lesbofobia que hay (Gonzala).
El lesbianismo es el punto vital de resistencia a la heterosexualidad
obligatoria, centrado en la realización del potencial que tienen las mujeres de
liberarse sexual y emocionalmente de los hombres. Sin embargo, también resisten
el embate de la comunidad gay lesbofóbica:
(…) He escuchado varios comentarios de hombres, de homosexuales
65

que dicen, “ay, es que está lleno de „lenchas‟ ”, “es que está lleno de
esto”, los lugares en que…, así les dicen, no sé si decirlo despectivo o
una forma de llamar a las lesbianas, ¿no?, igual que decirles “jotas” a
los homosexuales, ¿no? (…) (Rosario).
La decisión misma de expresarse y formar una pareja tiene necesariamente
implicaciones políticas, sociales y personales; es decir, como ya se había
señalado, no está simplemente en la relación entre la práctica y la identidad. La
identidad lesbiana como resultado histórico, aunque pueda verse hoy como una
etiqueta que limita, es aun políticamente indispensable, puesto que evidencia la
relación entre la restricción y la oportunidad, la necesidad y la libertad y el poder y
el placer. Las identidades lesbiana y gay, según Bell y Weinberg (1979),
constituyen al final una forma más de estar en el mundo o el intento de configurar
y desarrollar un estilo de vida que no siempre es comprensible.
(…) Uno puede identificar, obviamente, a una mujer lesbiana, muchas
veces por la forma de vestir, porque la mayoría de las veces -aunque
no es una cosa definitiva-, sí hay ciertas cosas que definen a una
mujer lesbiana, puede ser que use a veces el cabello corto, su forma
de vestir, los zapatos, el tipo de ropa, ¿no? No son tan femeninas,
aunque hay mujeres lesbianas muy femeninas, la mayoría se puede
distinguir por ser un poquito menos femenina en la forma de vestir,
sobre todo, incluso en la forma de caminar, de moverse. No se nos da
ser muy femeninas, de por sí no se puede ser tan femenina, ¿no?
(Apple)

Según Rich (1980) es una experiencia profundamente femenina que aspira


a un nuevo y poderoso erotismo, no restringido a una parte del cuerpo, ni siquiera
al cuerpo en sí, sino a la expresión de una energía fortalecedora. Incluso algunas
veces esta postura coincide con las visiones feministas de los años setenta de
concebir a las mujeres, y en este caso también a las lesbianas, como producto de
un proceso “natural”, esencialmente bueno, en el cual –desde la perspectiva
66

radical separatista- se identifica a los hombres con el enemigo y a la


heterosexualidad obligatoria con la perversión.
El lesbianismo es una identidad elegida, relacionada históricamente con
una serie de prácticas sexuales e institucionalizada en las más diversas formas
culturales, tanto dentro del movimiento feminista como lejos de él, ya que la
identidad lesbiana es una identidad relacionada con la práctica sexual, pero
cambiante en cuanto a la actividad de las autodenominadas como lesbianas: “Es
importante porque soy yo, porque es mi vida, mi derecho al goce del placer como
persona, ni ser lesbiana es lo más importante, pero es parte de mi ser persona”
(Gonzala).
Habría que reconocer también que las lesbianas, lo mismo que las mujeres
heterosexuales, son diversas y tienden a elegir los espacios donde revelan su
identidad sexual, lo que diluye la noción de identidad lésbica. Algunas mujeres
lesbianas en Oaxaca asisten a este tipo de lugares, no exclusivos para lesbianas:
Aquí en Oaxaca realmente son muy pocos esos lugares que yo
conozca. Porque como yo tengo amistades de todo tipo, voy en un 90
por ciento a lugares de heterosexuales, a todo tipo de bares
herterosexuales. Pero hay uno que otro, por ejemplo, el 500, aunque
está más enfocado a hombres, pues van también mujeres lesbianas, la
Luna Rosa, este… Realmente conozco como cuatro bares exclusivos
aquí en Oaxaca, como para mujer dos, los demás son para todos
(Apple).
Sin embargo, estos los sitios donde se reúne la diversidad sexual no son
exclusivos para lesbianas:
(…) Son antros para hombres donde van muy poquitas mujeres. Sí,
varios antros. Casi no van mujeres, mucho más hombres que mujeres.
Se llaman La Luna Rosa, el 502 que es para los de “pipa y guante”, la
Luna Rosa que está medio decentita, puede uno entrar ahí, por lo
menos a platicar, a platicar con los cuates, a estar ahí oyendo un rato.
Pero hay otros, no conozco los nombres (Gonzala).
67

Por otro lado, de manera creciente el análisis de expresiones diversas a


partir de las diferentes dimensiones sociales como la etnia, la raza o la edad nos
ofrecen nuevas realidades, las cuales exigen trabajar en intersecciones que
permitan el reconocimiento de las lesbianas invisibles entre las indígenas, las
monjas, las ancianas, por ejemplo (Careaga, 2004).

Identificarse como homosexual

Hablemos ahora de la identidad gay. Badinter (1995) afirma que los hombres en
nuestra sociedad tenemos ansiedad a lo “femenino” en sí mismos porque hemos
aprendido a valorarlo como inferior y degradante. La masculinidad hegemónica
está motivada por una inmensa misoginia. Ser hombre, ser masculino,
necesariamente está asociado con el rechazo a lo femenino y a la orientación por
la heterosexualidad. Guillermo Núñez Noriega (1999) afirma que sólo los hombres
que han sido capaces de resistir el proceso de aculturación del modelo
hegemónico de masculinidad o que han sido creados en contextos culturales con
otras propuestas de masculinidad menos ansiosas, tendrán relaciones
heterosexuales u homosexuales diferentes.
La autodefinición es un momento central en el proceso de construcción de
la identidad homosexual, lesbiana o gay al introyectar las concepciones
diferenciales de las representaciones hegemónicas. Este proceso exigiría de una
redefinición del concepto que no siempre se logra. Se convierte entonces en un
ser diferente, donde la diferencia sexual, con la carga social que conlleva, se
convierte en el más importante eje definitorio de su identidad, aun y cuando no se
exprese públicamente. En la ciudad de Oaxaca, las nuevas identidades, son
“como una libertad al cuerpo y una libertad a la sexualidad” (Yoshio); “Bueno,
básicamente es una preferencia sexual, sí, únicamente es ese el significado”
(Carlos).
El asumirse como gay conlleva entonces una serie de afirmaciones y
contradicciones. Por una parte, reafirma su masculinidad y su distancia respecto a
lo femenino, al mismo tiempo que asume muchas de las expresiones culturales del
68

ser mujer. Esta condición resulta una de las más importantes amenazas al orden
establecido, al no reconocer la posibilidad de que un sujeto desde la posición de
poder se desvalorice y asuma la identidad del subordinado, en este caso la mujer.
Desde la concepción patriarcal de la sociedad, el que un hombre busque
asemejarse o comportarse como mujer es francamente incomprensible y retador,
lo que provoca desde la extrañeza hasta el abierto rechazo:
Bueno, en Oaxaca ser gay, para empezar para mí, yo como gay me
identifico porque me gustan las personas de mi mismo sexo, soy
hombre y me gustan otros hombres. Para mí más que orientación
sexual lo identificaría como una orientación genérica, porque me
gustan los hombres masculinos, no me gustan los hombres femeninos.
Entonces lo veo más como una atracción hacia un género más que
hacia un sexo. Este ahora en el caso específico de la ciudad de
Oaxaca (Diego).
La autodefinición y la aceptación son procesos que frecuentemente
caminan paralelos, pero no siempre se dan de manera similar. La autodefinición
consiste en que el individuo se coloca a sí mismo dentro de la categoría cognitiva
de “homosexual”, sin que esto implique la aceptación de tal condición. Se
caracteriza por: representarse como “diferente” por sus sentimientos o deseos
sexuales; se siente incapaz de deshacerse de sus sentimientos y deseos sexuales
hacia personas de su mismo sexo y existe ausencia o insatisfacción en los
contactos eróticos o afectivos con el otro sexo: “Es un complejo de deseos,
sensaciones y emociones, prácticas sexuales, deseos y erotismo entre personas
de mí mismo sexo” (Manuel). Sin embargo, lograr la aceptación se refiere a otro
proceso, el significado social del ser homosexual, asociado a imágenes
denigrantes y peyorativas, dificulta la aceptación y requiere de un análisis personal
y pertenencia social para asumirse realmente. Las posibilidades para el cambio de
significados se encuentran en campos muy restringidos: lecturas sobre el tema,
producciones culturales, psicoterapia o en el contacto con otros similares, es decir,
con el establecimiento de contactos, entre iguales que se convierte en más o
menos frecuente (Careaga, 2004).
69

Para afirmarme como gay, creo yo que ha sido conocer a otras


personas como yo, que han pasado por el mismo proceso, he grupos de
pares, amigos de mi edad primero, conocí a un chico en la escuela que
me contó su experiencia, me dio confianza de platicarle lo que me
ocurría a mí, lo que yo sentía, lo que yo pensaba y me hizo saber que
yo no era el único, saber que no eres un bicho raro que anda en el
mundo por ahí perdido, igualmente en la escuela yo creo que fue
decidido saber que hay personas que te apoyan y no te dan la espalda
porque? porque los medios de comunicación o a veces otras
instituciones de control como la iglesia te dicen nooo es una
enfermedad, noo es un pecado entonces desmitificar esto y quitarle el
peso, ese peso simbólico de negatividad ayuda mucho para auto
aceptarse (Diego).
Leo Bersani (1998) también reconoce que la búsqueda del fortalecimiento
de la identidad gay requiere de un distanciamiento de la mirada y del modelo
heterosexual tradicional. Sin embargo, no siempre se busca; lo cual limita el
proceso mismo de identificación real y de construcción de la propia identidad.
Incluso, puede impedir la posibilidad de asumir una posición política de
reconocimiento, orgullo y defensa de los propios derechos, pues los involucrados
se encuentran sumidos en la ignorancia y la culpa por ser diferentes de los demás,
pero también involucra el riesgo de no reconocerse. El gay, en sus deseos de
reconocimiento y poder, se aventura a identificarse con imágenes culturales
asociadas a la masculinidad. Esta simpatía más o menos oculta por la misoginia
heterosexual masculina, mantiene asociada la recompensa narcisista gratificante
de confirmar su pertenencia a una sociedad masculina privilegiada:
Bueno, volvemos a lo mismo, o sea, se supone que el ideal es de
respeto, pero llegando también a nuestra realidad, pues a veces sí,
entre nosotros mismos somos muy discriminativos entre las otras
poblaciones, o sea nos burlamos, llegamos hacer chistes ofensivos,
¿no?, que ahí viene la vestida, que viene la torcida o viene esa
machorra, ¿no?, sin que lo sepa. Si es entre nosotros, entre el circulo
70

inmediato no hay ningún problema, pero si lo hacemos como lo


abrimos ese abanico, segurísimo vamos a resultar en un conflicto, tan
probablemente sea verbal y hasta ahí termine, pero hay casos que ha
dado que termina hasta en los golpes (Julio).
La distancia en sus relaciones con las mujeres, posibilita una franca y
amplia expresión de sus concepciones hacia las mujeres, dando lugar a una mejor
comprensión de la visualización, aunque tan vez extrema, que los hombres tienen
en torno a las mujeres. La identidad homosexual masculina siempre se ha
presentado como una mezcla particular de transgresión y conformismo. De esta
manera, los hombres gay son un grupo oprimido no solo atraído por el sexo que
utiliza el poder, sino también, perteneciente a él. Como gay de clase media, se
parecen mucho al grupo opresor, lo que significa que nunca son suficientemente
oprimidos:
Son también pequeñas diferencias, digo, todas las personas somos
diferentes de entrada, pero cuando vamos rascándoles más, empezamos
a encontrar la orientación sexual, la identidad, la raza, bueno, el color de
piel más bien dicho, el estatus socioeconómico, y vamos viendo que nos
empezamos a dividir, eso creo que nos diferencia de entrada (Yoshio).
La paradoja es que esta sociedad se presta a darle igualdad de
oportunidades a un hombre, gay, si este se presta a no dar a conocer su condición
(Careaga, 2004).
Pero también la identidad sobrevive de manera marginal, con pocas
posibilidades de expresarse abiertamente y ante los demás. Se expresa desde la
preferencia sexual, hasta buscar estilos de vida propios, en el marco de las
relaciones de poder:
¿Qué significa ser gay para mí? Yo creo que es un tabú y un estado de
conveniencia. ¿Por qué?, porque se dice que te aceptan, pero es como
un secreto a voces. Por lo menos así me ha tocado vivirlo y me ha tocado
observarlo en otros casos. Este… por mucho que digan que en Juchitán
hagan las velas muxes o que aquí en la capital exista una que otra
convivencia entre la diversidad sexual, en realidad es muy… este… bajo
71

el agua, y lo hacen en estado de conveniencia. O sea, la gente dice “te


acepto, pero siempre y cuando me produzcas económicamente”, de lo
contrario no, no te aceptan, entonces es una aceptación o una tolerancia
a medias, realmente (Diego).
De esta manera, desde una mirada de poder y desde la perspectiva en la
que la sociedad los coloca, como hombres independientes, aparentemente son
privilegiados, comparándolos con grupos oprimidos como los indígenas, los
migrantes o los campesinos; pero no es así, pues medidos por la aceptación social
de las actitudes hostiles que aún existe hacia ellos, están en peor situación que la
mayoría de estos.
Otro nivel de la identidad es cómo el grupo y el individuo observan al “otro”,
al que no es como ellos. De manera particular, la comunidad gay tiene la
percepción de que el grupo más visible y más discriminado, los transexuales,
transgénero y travestis, “viven en un mundo de así como de muchas agresiones,
gente que está acostumbrada a tener una respuesta agresiva siempre ante
cualquier cuestionamiento” (…). Su percepción del “otro” de las comunidades
minoritarias (incluidos indígenas, clases sociales de menores recursos
económicos, etcétera) es que también son excluidos, con los que comparten una
mayor sensibilidad para conocer los problemas sociales que existen en el mundo.
Críticamente, algunos miembros de la comunidad gay reconocen que
discriminan de manera reiterada a otros grupos miembros de la diversidad sexual
por no ser como ellos o por sus propias características: Desconocen a
laslesbianas por ser mujeres, a los y las bisexuales por “ambiguos”, a las
vilipendiadas comunidades transgénero, transexual y travestis por ser como son:
Bueno, volvemos a lo mismo, o sea, se supone que el ideal es de
respeto, pero llegando también a nuestra realidad, pues a veces sí
entre nosotros mismos somos muy discriminativos entre las otras
poblaciones, o sea nos burlamos, llegamos hacer chistes ofensivos,
¿no? que ahí viene la vestida, que viene la torcida o viene esa
machorra, ¿no?, sin que lo sepa. Porque volvemos a lo primero, si es
entre nosotros, entre el circulo inmediato, no hay ningún problema,
72

pero si lo hacemos como lo abrimos ese abanico, segurísimo vamos a


resultar en un conflicto, tan probablemente sea verbal y hasta ahí
termine, pero hay casos que ha dado que termina hasta en los golpes
(Julio).

Adscripción bisexual

Empecemos por definir qué es ser bisexual, en voz de dos personas


entrevistadas: “Pues tener la orientación sexual, tener la atracción y la afectividad
con una persona, tenga su sexo masculino o femenino o el género, como también
se le llama, sea un hombre o una mujer” (Edita); “Pues precisamente esta
posibilidad de poder elegir los sexos de hombres y mujeres para definir una
relación erótica- amorosa” (Coca).
La bisexualidad es una condición que no es fácil de aceptar, debido al
predominio del pensamiento bipolar, razón por la que atrae muchos temores y
sospechas. Aún más, el mundo bisexual se enfrenta al rechazo de los
homosexuales, de los cuales debiera esperarse que ofrecieran una mayor
apertura y apoyaran a las sexualidades alternativas, por ser otros representantes
de una opción sexual diferente. El homosexualismo cierra los espacios al
bisexualismo. Los espacios ganados por el bisexualismo son alcanzados en contra
de los mitos y la presión del homosexualismo. Incluir a los y las bisexuales en el
mundo de la diversidad sexual es visto como negativo por parte del mundo
homosexual, tal vez debido a que detrás existe una concepción tradicional de la
sexualidad y un gran temor. Las lesbianas reproducen de manera involuntaria esta
situación al considerar que el predominio del pene traerá como consecuencia que
las mujeres bisexuales abandonarán su relación lésbica por un hombre. De la
73

misma manera, los gay consideran que el bisexual está mancillado por su relación
con las mujeres.
Existen muchos estereotipos acerca de los bisexuales, la mayoría
provienen de concepciones tradicionales de la sexualidad. Se piensa que una
persona que es bisexual está confundida o se encuentra en un proceso de
indefinición. La persona se afirma bisexual pero en realidad es un gay o una
lesbiana que no quiere asumirse por los costos que esto implica. O se dice
bisexual, pero es un heterosexual que quiere asumir una actitud progresista y
darse oportunidades:
Yo no me enteré hasta hace unos años, de cómo…incluso puedo decir
que hasta hace dos años yo asumo este estereotipo. Primero creí que
hace cinco años yo era lesbiana, ya después dije “no, creo que no es
por ahí”. Fue hace muy poco. Aun cuando yo desde niña, ya con esta
información que empecé a tener acerca de cómo vivir nuestra
sexualidad o tener más información de ella, entonces veo primero la
cuestión de atracción con otra niña. Entonces ahí yo empecé a
plantearme, dije “qué está pasando”. ¿Cuántos años tenía?, como ocho
años, siete años o algo así. Y era como un juego, pero entonces era
como nada más la atracción, y ya. Referente a mi edad (Edita).
Dentro del movimiento lésbico- gay y feminista progresista, persiste la
invisibilidad de las personas bisexuales, la negación de su identidad, incluso por
decisión propia, ante la bifobia y discriminación que existe hacia ellas y ellos, por
su supuesta ambigüedad:
Ahora, estoy como más fuerte en la organización de los movimientos
de la diversidad sexual. Hicimos una primera marcha lésbica, esta
parte de que los bisexuales todavía no estamos visibles, ¿no? Me
asumí como lesbiana políticamente hablando, entonces, fui a un
encuentro en Guadalajara, un encuentro feminista, y como grupo de
lesbianas, estuvimos posicionando todas estas cuestiones que no se
hablan, esto de la salud que tú también planteas y que no la enarbola
el movimiento gay. Entonces como mujeres también estamos
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invisibilizadas. Entonces es como ir buscando esos terrenos, esos


espacios, esas agendas, es por eso que me asumí como lesbiana en
Guadalajara en el encuentro, y luego acá en la marcha (…)
No dijimos un poco más de la bisexualidad. Sí es cierto que las
mujeres lesbianas me dijeron: “bueno, te asumes o no te asumes,
porque no te veo así como…” Me dicen que identifican. Yo digo: “pues
sí, puede ser”, ¿no? Pero entonces sí hay como esta cuestión de
agresión de… “pero entonces no eres no eres (lesbiana)”, y yo digo,
“sí soy, sí soy, pero no como…” Puede existir cierta atracción, pero
quieren entrar así de esa forma. Yo también así veo que las relaciones
dentro de estos grupos o comunidades también son violentas.
(…) “Incluso nuestra playera del encuentro dice: “Por un buen trato
entre las lesbianas”. Nosotras fuimos y les dijimos: “no se vale, no se
vale”. Yo digo que sí tuvimos cierta simpatía porque me eligieron en el
momento de estar en el encuentro, ser la portavoz, a pesar de los
cuestionamientos: “es que ella ni es”, “cómo se va a parar una persona
que ni es” (Edita).
Según las experiencias de negación de la identidad bisexual, por parte de
las entrevistadas, las relaciones de poder son más profundas, pues existe una
doble crítica: no nada más son “anormales” por ser mujeres lesbianas, también
son “anormales” por salirse del comportamiento esperado en cualquier mujer
lesbiana: no tienen oportunidad de expresar su preferencia, su orientación sexual:
“Eso para mí es maltrato” (Coca).
También se piensa que debido a que los bisexuales y las bisexuales
participan en dos mundos a la vez –heterosexual y homosexual-, al tener el doble
de oportunidades y disfrutar plenamente su sexualidad, se convierten en
promiscuos, ya que les pueden atraer mujeres y hombres. En las entrevistas
realizadas a mujeres lesbianas de la comunidad, algunas ven a las bisexuales
como promiscuas, por lo tanto, como posibles portadoras de VIH. De esta manera,
no son monógamos (as) y no son capaces de comprometerse afectivamente.
También se piensa que por el hecho de no poder comprender ese gusto
75

indiscriminado, se piensa que se aprovechan y toman ventaja de su pareja


(Careaga, 2004).
Gloria Careaga (2004) afirma que estos estereotipos demuestran que como
sociedad somos divagantes en torno a nuestra sexualidad. Somos sexofóbicos y
sexocentrados, el sexo es considerado sucio, incómodo y malo, sin embargo,
también nos da prestigio y aspiraciones. Según Udis-Kessler (1996) mantener una
identidad bisexual no implica romper con la heterosexualidad, pues les coloca en
una posición en la que los mundos gay, hetero y lésbico son permanentemente
negociados. Algunos individuos alcanzan las dos preferencias en diferentes
momentos de su vida, otros logran moverse de un lado a otro de las preferencias,
entre las dos, pero otros son completamente bisexuales (Eadie, 1996). El
problema es que la mayoría de las personas no son capaces de reconocer que las
relaciones heterosexuales y homosexuales pueden coexistir, fluctuar y cambiar a
lo largo del tiempo.
El bisexualismo en sí es subversivo, incluso despierta el rechazo de la
propia comunidad LGBTTTI: “tener la atracción y la afectividad con una persona,
tenga su sexo masculino o femenino o el género, como también se le llama, sea
un hombre o una mujer” (Edita); “Pues precisamente esta posibilidad de poder
elegir los sexos de hombres y mujeres para definir una relación erótica- amorosa”
(Coca).
Ser bisexual es para algunas personas no sólo anunciar su sexualidad,
también manifestar abiertamente su identidad sexual y poner su granito de arena
para reconocer que la bisexualidad es otra alternativa más de la diversidad sexual.
La bisexualidad de las feminista va más lejos de la preocupación de con quién se
acuestan. También es importante mostrar cómo se vive la vida, siendo siempre
visible (Came, 1989). La invisibilidad en que se haya la bisexualidad le exige tener
una amplia definición y exposición como una propuesta alternativa en el sistema
de relaciones.
Reconocer que la bisexualidad existe como una sexualidad distintiva y real
es importante para su bienestar y sobrevivencia, pero no puede caerse en una
ortodoxia bisexual que establezca qué es el bisexual real pues puede ser alienante
76

y destructivo. No puede caerse en una ortodoxia que intente definir si se es


bisexual o mono sexual, y todavía menos, definiendo si una es mejor que la otra,
cayendo de nuevo en la valoración tradicional.
A pesar de las aperturas de los últimos tiempos, en general, la no
heterosexualidad no existe o es un vicio maligno relacionado con la enfermedad y
el pecado. Las y los bisexuales son acosados en el trabajo o lo pierden, son
atacados, asesinados, pierden sus casas, sus hijos. Para los medios de
comunicación, los gay y las lesbianas son pervertidos, enfermos y están invisibles;
mientras que los bisexuales son invisibles, tendientes a la promiscuidad, además
de ser enfermos.

Identidad trans

Se utiliza el término trans para denominar todas aquellas identidades que no se


ajustan a la estructura dicotómica de género imperante, hombre- mujer. Dentro de
este término se incluye a transexuales y transgénero. La definición de la
transexualidad es heredada, y la definición de lo transgenérico, de las ciencias
sociales y del movimiento social. Si la persona transexual se entiende como
aquella que nace con unos genitales determinados y consecuentemente es
catalogada con el género que se le adjudica a dicha genitalidad pero que con el
tiempo siente que pertenece al género opuesto y desea transitar también
corporalmente al mismo; la persona transgénero se entiende como aquella que
transgrede el género que se le adjudica al nacer sin ubicarse en ninguna de las
dos categorías estancadas hombre- mujer. Podría incluirse la transexualidad como
transgenerismo, y de hecho se hace, pero también existen tendencias separatistas
al respecto (Pons, 2011).
La identidad de las personas transexuales y transgénero está marcada por
la exclusión. Sobre estas colectividades recae la injusticia social, que incluye
dimensiones político- económicas y culturales valorativas.
En la definición de la identidad trans, se da un desplazamiento a la
definición hegemónica del ser hombre o del ser mujer. Las personas se definen
77

mayoritariamente como “encerradas en un cuerpo equivocado”, lo que genera una


línea divisoria rígida entre sexo- cuerpo y género. Esta fragmentación refuerza la
aceptación de que la identidad de género viene determinada por la posesión de
cierta corporalidad (y genitalidad) para ser coherente (no equívoca), y a su vez de
que el deseo debe focalizarse hacia la identidad de género asociada a la “otra”
corporalidad complementaria.
Yo desde que tengo uso de razón, digamos cinco o seis años, es cuando
te das cuenta que tú no perteneces a lo que físicamente ves. Entonces te
siente atrapada, ¿no? Entonces es cuando empiezas una lucha contra el
tiempo, porque tú tienes que llegar a materializar lo que tú crees que
eres. Entonces, ¿qué pasa?, que te enfrentas a muchos problemas, a
muchas circunstancias, y pues sufres, porque lo que tú ves no es lo que
tú sientes. Entonces las personas transexuales nos identificamos porque
muchas empezamos a corta edad, yo por ejemplo, empecé desde los 15
años con el cambio, a empezar a hormonizarme, a buscar información, a
saber a qué género pertenecía, porque muchas veces confundimos el ser
transexual con ser homosexual o cualquier otro tipo de género y lo que
falta es información, informarse acerca de lo que es la transexualidad,
porque muchas transexuales se reprimen y se quedan enfrascadas en
ser homosexuales o en ser gay varoniles y no llegan a materializar el
hecho de ser una transexual, muchas se quedan estancadas (…).
Así, la definición de la identidad trans sigue naturalizando el propio
concepto de identidad de género y entendiéndolo como algo estable, no como
algo relacional y dinámico como se entiende desde el discurso más transformador
(Pons, 2011).
La necesidad de intervención corporal (quirúrgica y hormonal) de las
personas trans que apuestan por este discurso normalizador, regulada tanto
médica como jurídicamente, evidencia esta concepción naturalizada de la
identidad y del género (Pons, 2011):
Entonces empiezas con el cambio de un tratamiento hormonal, en este
caso, para la voz, para la piel, para que te ayude en el desarrollo físico,
78

¿no? ¿Y después qué viene?, pues las cirugías, que buscas ponerte
pechos, en mi caso yo estoy operada, que buscas feminizar el cuerpo,
¿no?, para que vaya de acuerdo con lo que tú quieres demostrar que
eres. En este caso, la cirugía de reasignación sexual, que es el nombre
que se le puede dar a la cirugía de cambio de sexo, pues en este caso
muchas no nos atrevemos a hacerlo o más bien no hay las posibilidades
económicas también de hacerlo, pues es una cirugía que es muy cara, y
aparte que es de un riesgo muy alto. En mi caso he querido hacerlo, sí
está en mis planes hacerlo, no he podido llevarlo a cabo porque pues las
circunstancias en cuanto al trabajo no me lo han permitido, pero es una
cirugía que hay que pensarlo mucho, porque pues una vez hecha, no hay
como que vuelvas a hacerlo, ¿no? (Jessica).

En Oaxaca, algunos individuos transgénero y transexuales, huyen de la


estaticidad del concepto tradicional y de la supuesta “naturalidad” del mismo.
Rechazan las categorías hombre- mujer como únicos horizontes identitarios y,
consecuentemente, conductuales y cognitivos, posibles; otras, quieren ser como el
grupo femenino. Entre las personas entrevistadas, unas manifestaron el deseo
imperioso de modificar su cuerpo mediante cirugías y tratamientos, para así ser
“chicas trans”, no como las mujeres:
Para mí ser trans significa -por ejemplo, yo tengo implantes, modifiqué
mi cuerpo, me hice algunas cirugías para exteriorizar, como ya
mencioné, lo que yo me siento por dentro-. Una transexual es aquella
que se siente mujer, que quiere ser una mujer o aparentar ser una
mujer, o porque para mí somos mujeres amazonas, mujeres diferentes,
mujeres fuertes, nuestra estructura ósea es diferente, nuestra voz es
más gruesa y eso es lo atractivo para los amantes de las chicas trans, y
para mí me encanta ser lo que yo soy (Karla).
Otras se identifican como chicas trans y quieren ser como el grupo femenino:
Desde mi perspectiva y punto de vista, yo creo que (la (el) transexual)
es una persona que nace con determinado órgano sexual que no va de
79

acuerdo a los sentimientos y el carácter de la persona. Yo creo que


somos mujeres que nacemos con un aparato sexual contrario al cual
nosotras nos identificamos. En este caso yo nací con masculinidad, y
aun así mis pensamientos y mis actos van enfocados hacia lo que
habitualmente tendría que hacer una mujer. Eso es como yo defino ser
transexual (Jessica).
Una consecuencia de la vulnerabilidad de las personas transgénero y
transexuales es la negación del derecho a la identidad. Este problema es
determinante al momento de comprender la vida de las personas trans. La
identidad y el reconocimiento son importantes para la identidad y el
reconocimiento de las personas transexuales y transgénero; la falta de
reconocimiento impide que se sientan cómodas de acceder, por ejemplo, al
servicio de salud, a la escuela superior o a solicitar cualquier servicio. En México
ya se modificaron las leyes para que la población transexual y transgénero pueda
modificar sus documentos personales, sin embargo, los trámites burocráticas
requieren realizarse únicamente en el Distrito Federal:
Lo que a menudo se da con las chicas trans… Yo legalmente ya soy
Melissa, yo me cambie el nombre, ya mis documentos, gracias a Dios ya
están como Melissa, ocurre a menudo de que por ejemplo, si tú eres
Juan Pérez, y socialmente te conocen como María, pues te deben llamar
como María, ni te deben de decir: “haber”, y tratarte como una chica.
Entonces, en ese aspecto yo creo que falta mucha sensibilización y dar
talleres para explicarles cómo deben de comportarse los que brindan los
servicios a la ciudadanía (Melissa).
Sí, pero no lo he hecho (cambiar el acta de nacimiento e IFE) porque
tiene poco que se aprobó la ley y creo que hasta marzo entraba en vigor
y, ahorita, la verdad, no me he dado el tiempo de informarme, el trabajo a
veces me absorbe mucho. Entonces no he tenido tiempo. Y para poder
cambiarlo, necesito hacer un viaje al Distrito (Federal) para saber cuáles
son los requisitos. Aquí todavía no se puede. Creo que las personas que
están en el movimiento están luchando por eso, están luchando para...
80

Me la puedo hacer (por el hecho de ser mexicana), sólo que


tendría que ir allá. En los juzgados de allá mandan oficios a todos lados
para que se arreglen los papeles. Es un trámite muy sencillo, se podría
hacer mediante un juicio, pero te costaba alrededor de 60 mil pesos, 70
mil pagarle al abogado y que llevara el juicio, y haber si te lo dan o no te
lo dan, porque tenías que someterte a exámenes médicos y todo, para
comprobar que tú ya llevabas…todo ese tipo de cosas. Ahorita creo que
el trámite ya es más sencillo, porque los doctores ya te diagnostican
(Jessica).
Esta demanda por la identidad trans se inserta en un proceso mucho
mayor, el cual se desplaza en la propia corporalidad. Un conjunto de factores
constituyen este puente ya que “la identidad de género femenina de la población
trans se visibiliza físicamente a través de la adquisición paulatina de
características femeninas, que se van logrando a través de un largo proceso, físico
y psicológico que en muchos casos se realiza de manera empírica, poniendo en
riesgo la vida de ellas. Este proceso no corresponde únicamente a una cuestión
estética, sino que implica la realización personal sobre cómo ellas se ven a sí
mismas y cómo quieren ser vistas por los demás” (Salazar et al., 2010: 16). Así
pues, la búsqueda del reconocimiento de la identidad interpela directamente al
sistema a transformar la naturalización del cuerpo biológico como un destino
inalterable, y sin duda, a quebrar el imaginario dimórfico de la sexualidad. “La
identidad no sólo se refleja en el cuerpo, sino en la necesidad de ser tratada en la
vida cotidiana de acuerdo a esta identidad, lo cual expresaría el respeto y
legitimación social de la misma” (Salazar et al., 2010: 16).
Mucho (a) s personas transgénero y transexuales recurren a diversos
tratamientos hormonales y quirúrgicos para transformar su cuerpo, poniendo en
riesgo su salud. En primera instancia recurren a los servicios de salud, pero al no
ser atención en salud, prioritaria, se aplican ellos mismos diversos aceites e
implantes para modificar su cuerpo, con funestas consecuencias en muchos
casos. Volveremos a este problema de salud, en los capítulos siguientes.
81

Al reconocer al “otro”, las personas transgénero y transexuales construyen


la imagen de que el grupo discriminador y abusivo, está representado por los
gays, a quienes ven como misóginos y xenofóbicos. En su discurso unificador, se
identifican más con los travestis, sin embargo, los perciben como provocadores,
como personas “vestidas” de manera temporal, que solo buscan llamar la
atención. En cambio ella(o) s no viven en el error, pues visten de manera
permanente.

El ser travesti

Para hablar de la construcción de la identidad travesti, hay que hacerlo desde el


uso de la discriminación hacia ellos -como el caso de los transgénero, los
transexuales y las homosexualidades en general. El travesti sufre el rechazo y
discriminación por romper con lo normado en el ámbito de la sexualidad y las
identidades sexuales (Pollak, en Ariés, 1987). Esta discriminación es vivida desde
distintos ámbitos, convirtiendo a los travestis en un grupo ampliamente
postergado; primero, por su condición homosexual y el peso que ello significa en
nuestra sociedad; postergado también, por las mismas personas con orientación
homosexual que no utilizan vestimenta femenina, ni tienen aspecto afeminado.
Debido a esta apariencia física no pueden ingresar al mundo laboral formal,
ejerciendo, por lo general, el comercio sexual callejero, lo cual implica la
pertenencia a un mundo marginal, ligado a condiciones de pobreza.
La discriminación, por tanto, hacia este grupo se desarrolla, en gran
medida, desde los prejuicios que rodean su vida y desde el gran desconocimiento
que existe acerca de quiénes y cómo son realmente. Un gran prejuicio es la idea
de que todos son sexoservidores/ sexoservidoras o estilistas; en el caso de
algunas personas travestis que tienen estos oficios, la causa principal es la
discriminación imperante, que obliga a muchos de ellos a dedicarse a esas
actividades económicas, pues la sociedad les impide dedicarse a otras actividades
o les cohersiona a realizarlas.
Soy estilista y bailarín, hice teatro, hice muchas cosas en mi vida.
82

Afortunadamente he contado con la fortuna de tener una madre, más que


nada es la madre la que te ayuda y te soporta en estos casos, porque es
muy difícil para la familia, de hecho desde ti mismo empieza la dificultad
para superarte. Desde ahí empieza. Entonces, afortunadamente he
contado con una madre que me ha apoyado, que me ha tolerado, que me
ha aceptado, que me quiere. Entonces eso me ha ayudado a hacer
ciertas cosas y a tener el apoyo. Hay gente que en el ambiente que
conozco, que por esa falta de cariño, más que nada por parte de la
madre, tienen que optar por otras situaciones en su vida, por caminos
más difíciles o más fáciles para obtener un ingreso, porque es difícil la
situación de una persona gay. Ahorita ya es un poco más fácil, de un
tiempo, de una generación para acá ya es un poco más fácil. En mi
generación era un poco más difícil, porque tenías que esconderte, tenías
que comportarte, tenías que hacer muchas cosas para que no fueras tan
rechazado. Entonces ahorita esa es mi situación (Gabriel).
¿Qué es el travesti? Travestirse es utilizar ropa, maquillaje y todo lo
necesario para tomar la apariencia del otro sexo (Crepault, 1997, citado por
Espinoza, 1999). Ésta es la única condición compartida por todas las definiciones
sobre el tema. Como forma de delimitar aún más lo que consideramos como
travesti, diremos que se refiere a aquel sujeto de sexo biológico masculino, que se
identifica poderosamente con el género femenino, pudiendo de manera compatible
vestirse de mujer y adoptar el papel femenino en su vida diaria:
El homosexual travesti es el hombre o la mujer que tienen una
orientación sexual hacia gente de su mismo sexo, igual otro hombre u
otra mujer. Yo soy un travesti (…). Uso ropas femeninas, entonces tengo
un proceso de reemplazo hormonal, es un proceso un poquito largo. Pero
mi forma de vida es como una mujer (Gabriel)
Ahora, este vestir, actuar y tener aspecto de una mujer, parecen ser
suficientes para él, ya que no le gustaría recibir operación transexual que lo
transformaría genitalmente en una mujer, a pesar de que sí puede consumir
83

hormonas femeninas e incluso puede someterse a diversos procedimientos para el


agrandamiento de las mamas.
Al igual que la mariposa, que para llegar a convertirse en tal, debe pasar su
tiempo de oruga; el travesti necesita su tiempo de infancia para elaborar la
inquietud de querer constituirse en otro ser, intuyendo que el devenir traerá
consigo nuevos rumbos (la transformación):
Desde muy pequeño me di cuenta que me gustaban los niños, desde la
primaria, siempre me gustó un niño, me gustó otro niño, vivía yo
enamorado de un tío, que hasta la fecha, en paz descanse; en mi caso
no aplica el que me violaron, me hicieron esto, me consintieron, etcétera,
eso es algo que yo desde muy temprana edad me di cuenta que me
gustaba el hombre, me gustaba mi compañero de primaria, me gustaba
un vecino. Entonces, desde los seis, siete años mi madre se daba
cuenta. Entonces mi primer acercamiento al travestismo fue a los 17
años y todo porque…por la educación y el qué dirán de mi familia, mi
mamá siempre me decía “compórtate”, porque la gente habla, porque la
gente viene y dice que te ven, equis cosa, ¿no? Entonces siempre estaba
yo como niño vestido normal. Entonces una ocasión que nos invitaron a
un evento, un concurso que se llama “Chica 502”, entonces los amigos
estaban “vístete, vístete”, digo “no, no, no, no, no tengo ropa, etcétera”.
Total que terminan por convencerme, me prestan ropa, me prestan
peluca, zapatillas y resulta que gano el concurso, yo lo gané.
Lo que pasa es que entre amigos, en el ambiente y en todos los ámbitos
así es…(me convencieron) esa bolita de amigos “te vas a ver bien, te vas
a ver bien”, yo les decía “no, no”, yo pensando en la familia, ¿no? Y no
tanto en la familia, sino que si me ven, le van a decir a mi mamá y mi
mamá me va a regañar o me va a llamar a atención o me va a decir algo.
Entonces, ahí fue donde empezó este travestismo en mi vida. Y de ser
“Chica 502”, pasó que me invitaron a otro evento y a otro evento, y tenía
que volverme a arreglar, ¿no? Y desde ahí a los 17 años que fui “Chica
502” he seguido en este camino del travestismo (Gabriel).
84

La transgresión cumple un rol muy importante en las vidas de los travestis.


La transgresión es el fundamento mismo del travesti, manifestándose desde
distintos ámbitos. En primer lugar, con su anatomía, nos demuestran que no es
tan sencillo designar a un hombre o a una mujer a través de su cuerpo,
interrogando (por medio de su transgresión) el límite de lo que viene a ser un
hombre o una mujer.
Es complicado adscribir al travesti a un género u otro, ya que el travesti en
sí es una transgresión al género; si bien pudiera pensarse, inocentemente, en una
adscripción al género femenino, éste exagera el molde, yendo más allá de la
mujer.
A su vez, la transgresión que representa el travesti, este semblante de
mujer en cuerpo de hombre, se manifiesta a través del lenguaje con que se ha
designado al travesti, nombrándolos indistintamente en femenino y masculino, o
sea, como «ellas» o «ellos», lo cual refleja lo difícil y complicado que puede llegar
a ser, dar cuenta del travesti y su vivencia (Espinoza, 1999).

VI. Discriminación, pobreza y salud

5.1. Discriminación, leyes y derechos humanos

Las limitaciones del discurso jurídico para el reconocimiento de las personas


LGBTTTI como sujetos/as de derecho, nos introducen directamente en una
reflexión sobre aquello que se ha dado por llamar ciudadanía y, sin duda, sobre
las posibilidades del discurso de los derechos humanos y en especial el derecho a
la salud. El desarrollo de una visión crítica frente a estos conceptos ha sido ya
85

propuesto desde diversos movimientos sociales y posturas académicas. Desde el


feminismo, el debate ha construido suficientes rutas para visibilizar que las
construcciones normativas fueron elaboradas a partir de un modelo de sujeto
universal, impuesto desde una sociedad androcéntrica y patriarcal que excluye a
las mujeres. Las mismas argumentaciones se han presentado desde diferentes
líneas como, por ejemplo, el movimiento afrodescendiente y el movimiento
indígena, los cuales visibilizan la opresión producida por el racismo y/o
etnocentrismo en América Latina. De esta manera, el derecho aparece como una
construcción social y cultural bajo la cual subyace una lógica de redistribución que
configura la discriminación y la vulnerabilidad.
Desde las demandas de la personas LGBTTTI, la diferencia entre
categorías como “promover”, “respetar” o “garantizar” termina siendo, muchas
veces, un juego de palabras ante el hecho de que los Estados, a todas luces, en la
práctica, hacen poco o nada por mejorar el goce de las mismas. A pesar de ello,
los espacios generados en el mismo discurso jurídico –los cuales aparecen debido
a la presión de los colectivos LGBTTTI y otros movimientos– se presentan como
posibilidades a partir de los cuales las personas pueden interpelar al Estado.
Esta relación entre derecho y demandas, mediada tanto por la
“inclusión/exclusión” como por la discriminación, nos interpela a reflexionar sobre
las implicancias de la construcción de una subjetividad de derecho y de una
ciudadanía para las personas LGBTTTI, colocadas en condiciones de
vulnerabilidad y pobreza, y, sobre todo, cuáles son los usos del discurso de
derechos humanos que podemos hacer.
La subjetividad de derecho y la ciudadanía tal como se dibujan en el
ordenamiento normativo, y en particular leídas desde las demandas LGBTTTI,
resulta ser una imagen ausente, cuya cartografía trae consigo discriminación y
exclusión. Sin duda, también lo son para muchos otros movimientos sociales y
personas. La fuente de esto se puede encontrar en un cierto ascetismo político,
situado en la formación histórica de la ciudadanía, que está basado en la
erradicación de una pragmática corporal, haciéndonos parte de un mundo
extremadamente subjetivo, normativo y jerárquico.
86

Por ello, sobre un modelo de sujeto se levanta un interdicto a la


participación en el mundo de la democracia política, haciéndola limitada –
representativa–, difícil –participativa– y desigual –deliberativa. Esta racionalidad
excluye nuestra particularidad, cuando ejercemos el quehacer político,
colocándonos en la dicotomía de las imágenes de lo privado y lo público, lejos de
toda práctica liberadora y transformadora (Jaime, 2013).
A lo largo de los últimos siglos, el discurso sobre los derechos humanos ha
sido modificado, interpretado y utilizado desde diversos lugares de enunciación.
En muchos casos, ha justificado tanto invasiones armadas como reivindicaciones
de demandas específicas. Su devenir en la historia del pensamiento ha pasado
por argumentaciones desde el iusnaturalismo, el racionalismo, el derecho positivo,
la ciudadanía, la dignidad y la libertad humanas, entre otros. Nada de esto ha
evitado que sus demandas se diluyan muchas veces en simples buenas
intenciones o en agresivas campañas que las vulneren.
Un buen ejemplo de la transformación del discurso de los derechos
humanos en un significante cero, como diría Laclau, ha sido la actitud de los
Estados frente a las demandas TLGBI. Según hemos visto anteriormente,
inclusión, exclusión, negociación, indiferencia, son palabras que definirían bien las
condiciones en las cuales se va constituyendo la incorporación de la orientación
sexual y la identidad de género (Jaime, 2013).

5.2. Discriminación pobreza y salud en la Zona Metropolitana


de Oaxaca

El punto crucial de este tema es problematizar los medios por los cuales las
sociedades –en especial la oaxaqueña- han marginalizado a las personas
LGBTTTI y cómo les afecta en su salud. En las percepciones de la comunidad
LGBTTTI entrevistados, vemos la importancia que le conceden a visibilizar cómo
los mecanismos de la heteronormatividad afectan la propia vida de las personas,
logrando identificar un continuum desde las condiciones socioeconómicas, la vida
cotidiana, los espacios públicos hasta el ámbito de la intimidad.
87

Discriminación simple y llana

En nuestro país no existe el reconocimiento legítimo de la existencia de las


minorías sexuales, así como la igualdad de derechos y ser considerados incluidos
socialmente. Los diagnósticos indican que en México predominan las prácticas
homofóbicas, discriminatorias y excluyentes, que plantean grandes retos si
queremos vivir en una sociedad igualitaria e incluyente (Flores, 2007).
Entendemos por discriminación a cualquier práctica que intente jerarquizar
o establecer diferencias entre a las personas o sus actos, establecer identidades,
acciones o actos que se consideren superiores frente a otros que se crean
inferiores. Gómez (2004) dice que discriminar quiere decir distinguir, separar o
diferenciar una cosa de otra o también dar un trato inferior a una persona o grupo
por motivos religiosos, políticos o raciales.
Excluir significa rechazar, negar o descartar la posibilidad de alguna cosa o
que dos cosas sean incompatibles. La diferencia con la discriminación es la
siguiente: Por un lado, discriminar consiste en establecer jerarquías y mostrar la
superioridad o inferioridad de algunos grupos, la exclusión intenta establecer que
diferentes elementos son incompatibles entre sí. La exclusión son prácticas que
suprimen o tratan de eliminar lo incompatible y que se vive como amenaza para la
existencia presente y futura (Gómez, 2004).
Al hablar de prácticas discriminatorias y excluyentes nos referimos a lo que
se ha dado en llamar homofobia, que tiene que ver con el odio, la opresión
sistemática y el rechazo hacia las personas que tienen relación de manera erótica,
amorosa y sexual con personas de su mismo sexo (Blumenfeld, 1992).
La homofobia tiene como centro principal la repulsa irracional, el desprecio
y odio hacia gays, lesbianas, bisexuales, transexuales y transgéneros, por no
acoplarse al modelo tradicional más visible en la sociedad: hombre y mujer o de
pareja heterosexual.
88

La homofobia es el odio, temor o repulsión irracional hacia quienes tienen


una orientación y práctica sexual diferente a la establecida o dominante (López,
2008).
La homofobia es un problema complejo que se refleja en determinadas
actitudes, como las bromas vulgares para ridiculizar al afeminado, o actitudes
extremas como el insulto público, formas brutales como el exterminio durante la
Alemania nazi o los casos recurrentes de asesinatos en el México actual.
La homofobia es una manifestación arbitraria y hostil que también señala y
califica a otros seres humanos como inferiores, contrarios y anormales,
restándoles categoría de ser humano.
La homosexualidad, ya sea una elección de vida sexual o sea cuestión de
una característica del deseo erótico hacia las personas del mismo sexo, es una
variante constante y regular de la sexualidad humana, debe considerarse como
una práctica tan legítima como la heterosexualidad, pues no es otra cosa que una
manifestación del pluralismo sexual (López, 2008).
En México existen otras manifestaciones menos groseras de la homofobia,
pero no menos insidiosas, más eufemizada y de tipo social, que ejercen su
violencia de manera cotidiana, que hunden sus raíces en la actitud de desprecio
constitutivo de una manera ordinaria de considerar y categorizar al otro.
Aunque la homofobia afectiva (o psicológica) promueve el rechazo o
condena de la homosexualidad, la homofobia cognitiva (social) valida la tolerancia
o clemencia de parte de los ortodoxos hacia los heréticos, sin embargo en este
tipo de homofobia nadie se preocupa por los derechos de los homosexuales a la
par que los tienen los heterosexuales (derecho a contraer matrimonio, derecho a
la adopción de menores, etcétera).
¿Dónde está presente la homofobia? En los insultos, las caricaturas, las
bromas y el lenguaje coloquial, representando a las personas que integran el
mundo LGBT como objetos de escarnio, en caricaturas grotescas, perversas,
etcétera.
Las agresiones verbales se convierten en traumas que se marcan en la
memoria y en el cuerpo (pues la timidez, el malestar o la vergüenza son actitudes
89

corporales producidas por la hostilidad del mundo exterior), y la injuria lleva como
consecuencia establecer relaciones particulares con los otros y con el mundo,
mientras se forma la personalidad, la subjetividad, el ser mismo de un individuo
(López, 2008).
En la homofobia se justifica “matar sin leyes”, aplicando la fuerza y
abusando del poder, con el objetivo de sentenciar al silencio, para minimizar y
oprimir, para perseguir y exterminar impunemente. La dinámica de la homofobia
es la siguiente: se estigmatiza a la homosexualidad para tener un pretexto de
exclusión de la defensa y aplicación de sus derechos fundamentales; después se
niega que tengan valor como seres humanos para justificar su persecución y se
les denomina amenaza social para dar paso a inhumanas e irracionales conductas
discriminatorias (López, 2008).
Otros autores piensan que la homofobia debe ser entendida como un
prejuicio sexual, heterosexismo y estigma, pero no como una enfermedad que
causa rechazo social. Herek (2004) dice que este término fue utilizado desde los
años sesenta, y fue utilizado para cuestionar al pensamiento tradicional sobre la
homosexualidad, con el fin de mostrar que los estigmas y prejuicios en contra de
este grupo sexual minoritario son una real preocupación, por lo que se requiere
replantear el concepto para avanzar en esta área.
De manera más general, la bifobia es el rechazo que existe hacia las
personas que son bisexuales, la lesbofobia se ejerce contra las lesbianas y la
transfobia contra las personas transgéneros.

En los testimonios recabados encontramos que la exclusión se expresa en


todos los ámbitos de la vida de la comunidad LGBTTTI. Sin embargo, aflora y
afecta más a las personas cuando manifiestan directamente su identidad sexual,
sea de manera explícita y consciente –cuando dicen que son gay, bisexuales o
lesbianas- o de manera indirecta -como los transexuales, transgénero y travestis-
cuando son actores sociales muy visibles.
90

Este primer acercamiento es problematizado cuando a través de los


testimonios podemos ver cómo cada una y uno plantea con mucha claridad
condiciones de opresión y exclusión vividas por las personas LGBTTTI. Es difícil
distinguir cuáles son los espacios y los grupos sociales en donde se discrimina y
se violenta más a la población LGBTTTI. Posiblemente el grupo social en el que el
impacto discriminador es mayor es el núcleo familiar, porque la persona prescinde
del apoyo decisivo que le puedan brindar para resistir y superar la exclusión. Entre
las personas entrevistadas, quienes aseguraron gozar del apoyo familiar, dicen
poder enfrentar la discriminación en cualquier momento en que se presente. La
explicación estriba en que la cohesión social ayuda a enfrentar la marginación, la
exclusión y la pobreza. En algunas de estas narrativas, la vida relativamente
asegurada en términos económicos y de cohesión social (el posicionamiento de
clase), permite vivir la exclusión con las herramientas necesarias para enfrentarla:
“(…) al menos el gay ha adquirido... es el qué… el que está soltero pero que
trabaja, el que va a Fabricas de Francia a comprar, ¿no? ja, ja. Mínimo el gay se
liga un poder adquisitivo” (Diego). La precariedad de vida y la pobreza se
encuentran asociadas a la discriminación y la exclusión social contra la que luchan
estas personas. No es nombrada como tal –lo que plantea una limitación en la
conceptualización propia desde el movimiento–, pero es claramente identificada
como consecuencia de la marginación y del no acceso a los derechos.
El gay es discriminado severamente, siempre y cuando manifieste una
conducta sexual, por todos los sectores de la sociedad, incluso por otros sectores
socioculturales igualmente discriminados:
Cuando me agarro de la mano con alguien, bueno, con un hombre
más que nada, empiezan, ah, los mismos niños que son de
comunidades indígenas que venden dulces, luego empiezan a insultar
a decir, ¡ah malditos putos! Te empiezan a botar piedras. Me ha
tocado en el zócalo, los chiapanecos y todos ellos, de parte de ellos,
de las demás personas, ¿no?, y pues de alguno que otro trajeado,
pues, de esos no los tomo en cuenta, pues no tienen calidad moral
para decirme nada (Yoshio).
91

Sólo cuando tengo novio y lo agarro de la mano y lo beso, cuando


agarro una pareja sexual en la calle; lo clásico, ¿no?, se paran los
coches, nos chiflan, nos dicen “putitos”, cosas así. Y por ejemplo, a mí
me molesta mucho el sol, luego ando con mi sombrilla, así. Entonces,
he pasado por lugares con mi sombrilla y me chiflan, me dicen
“mujercito” y cosas así (Manuel).

Como en todos los miembros de la comunidad LGBTTTI, los gay ceden


ante el poder de las manifestaciones, porque su comportamiento no es “decente”.
Por medio del lenguaje también son excluidos en todos los ámbitos de la vida
social, incluido el familiar:
No, no, no, no, mi madre… cuando yo le dije, hace aproximadamente
como… y eso tiene muy poco, eh… tendrá como unos diez años que
yo me abrí plenamente ante ella, que fue quien más me importaba, me
dijo: “ah, pues sí, yo lo sabía, yo sabía que eras jootita”, ¿no? ja, ja.
Fue así como que… ps, como que hasta me esperé mucho tiempo…
no llegué a pensar (Julio).
No nada más el gay es discriminado, también la lesbiana se enfrenta a la
exclusión en todos los ámbitos de su vida pública y privada. Muchas veces puede
ser invisible, por no denotar características que la identifiquen de manera precisa 4,
sin embargo, es discriminada por el simple hecho de ser mujer:
Me hacen sentir mal (las diferencias), ¿no?, mal porque yo pertenezco a
una minoría, a una minoría que es discriminada y nos cierran muchas
puertas, por ejemplo, yo soy creyente, yo tengo mucha fe, pero no
soporto la idea de ir a parame a una iglesia, a una misa, porque sé que
ahí no me quieren, ahí me rechazan, pues, o en la misma biblia

4
Sí, claro que sí, uno puede identificar, obviamente, a una mujer lesbiana, muchas veces por la
forma de vestir, porque la mayoría de las veces -aunque no es una cosa definitiva-, sí hay ciertas
cosas que definen a una mujer lesbiana, puede ser que use a veces el cabello corto, su forma de
vestir, los zapatos, el tipo de ropa, ¿no? No son tan femeninas, aunque hay mujeres lesbianas muy
femeninas, la mayoría se puede distinguir por ser un poquito menos femenina en la forma de vestir,
sobre todo, incluso en la forma de caminar, de moverse. No se nos da ser muy femeninas, de por
sí no se puede ser tan femenina, ¿no? (Martha)
92

también, pero las enseñanzas…yo soy creyente y creo en Jesús. Jesús


es el máximo símbolo de la iglesia y él vino a predicar otras cuestiones.
Y ahorita la iglesia tergiversa, y pues a mí me afecta por lo mismo de
que a mí me gustaría compartir esa fe, esas creencias con esas
personas, pero no se puede tan abiertamente, pues si yo me acerco, de
alguna manera me van a rechazar (Rosario).
Las y los bisexuales también son excluido/as por la sociedad mayoritaria si
expresan sus preferencias sexuales.
Los más vistos y más vilipendiados son las y los transgéneros, transexuales
y travestis, en los espacios públicos y privados, al interior de la familia, en el culto
religioso, en fin, en todos los grupos sociales y lugares en los que puede coexistir:
“En la vía pública no falta el que se quiera hacer el chistosito y…frases, silbidos,
frases, groserías igual, pero pues nunca le he dado importancia a eso. Pero sí,
falta de respeto físicamente, porque luego pasas y te quieren tentonear. ¡Ahí sí, ya
no!” (Shantal). Ellos y ellas sufren intentos de persecución en la vía pública, que
puede mantenerlos en una situación de estrés constante y/o poner en riesgo su
vida:
Sí, yo creo que eso se da mucho en los caballeros, porque creen que
tú andas buscando a un chico, pues si te ven si te siguen, te acosan,
te hacen sentir la verdad mal.
Agresivamente, de todo tipo, te quieren someter a algo que tú en
realidad no quieres, eso hablamos otra vez de la cultura, ¿no?, porque
existe el machismo y piensan que tú vas a acceder o vas (a) hacer lo
que ellos dicen, cuando pues eso no debería de ser así, porque tiene
que ver precisamente con esa orientación sexual o preferencia que tú
tienes, ¿no? (Melissa).
Podemos decir que en la comunidad LGBTTTI existe un campo en el que
se expresa una lucha entre contrarios. Aquí predomina el poder de los varones
gays misóginos, que descalifican, que construye fobias por igual en contra sí
mismos, en contra de transexuales, transgéneros, travestis, lesbianas y
bisexuales. Los gays se descalifican entre sí debido a que “la gente que tiene
93

preferencia por el sexo receptivo no está bien vista por las personas que tienen
sexo activo. La gente que tiene una exagerada tendencia femenina también es
segregada. La gente de diferente nivel cultural, de diferente nivel económico. Hay
una discriminación muy grande dentro de la misma comunidad gay” (Carlos).
Transgénero, travestis y transexuales son descalificadas/os y agredidas/os
principalmente por ser “vestidas”, afeminadas, por arreglarse y querer tener un
poco de mujer. Las o los transgénero y transexuales rechazan al travesti por no
tener implantes, por no querer operarse para tener un cuerpo femenino, por vivir la
dualidad o “desequilibrio”, en términos de imagen, hombre- mujer; los travestis
rechazan a los transexuales y transgénero en sentido contrario, por no poder vivir
la dualidad. Entre transexuales y transgénero existe el rechazo ligado a la clase
social, quienes tienen una posición socioeconómica media, rechazan a quienes
viven marginalmente y se dedican a la prostitución, por tener conductas
inapropiadas: “Las que trabajan en la calle, no puedes pasar por ahí, porque ya te
están golpeando. Es muy muy feo, lo que yo no entiendo” (Shantal). Las
bisexuales son despreciadas por igual entre lesbianas y gay, debido a su práctica
sexual hacia hombre y mujeres. Las lesbianas son excluidas simplemente por su
condición de género y edad. Ser lesbiana implica la posibilidad de ser rechazada
por su condición de género, su edad –en el caso de las ancianas- y su posición
económica:
Yo creo que hay un grupo de gay, hombres, vaya, que sí tienen una
cuestión en general contra la mujer. Entonces cuando hay una mujer
lesbiana, critican mucho el aspecto físico de las lesbianas, ¿no?,
porque como ellos son muy arregladitos y la mujer lesbiana no
siempre es muy arreglada, como que siempre critican o juzgan
mucho a la mujer lesbiana por su forma de vestir. Yo he percibido de
hombres que son gay que tienen cierto grado como de ser misóginos,
y entonces son muy duros con las mujeres, las critican mucho…
(Aple).
Según las narrativas de los sujetos/as entrevistados, en esta sociedad sin
derechos, donde los miembros de la comunidad LGBTTTI no son considerados
94

como sujetos/as de derecho, debido a la exclusión, la pobreza y la vulnerabilidad


en que se encuentran, parece que realmente la única manera que existe para no
ser maltratados/as es pasar desapercibidas y desapercibidos:
Y sí, me ha tocado estar en situaciones en donde yo como transexual
estoy en un lugar público y llegan personas transexuales también, y he
visto que sí las han discriminado, en cuestión en que voltean a verlas, o
luego les hablan refiriéndose a ellas en forma masculina, cuando
realmente no es lo que están viendo, la apariencia que están viendo. Sí
me ha tocado muchas veces. Yo tengo la fortuna de no ser tan alta y
robusta, pero es a lo que iba hace rato, yo empecé mi cambio desde
muy pequeña. Hay personas o compañeras transexuales que empiezan
su cambio a destiempo, cuando ya su organismo o su físico ya sufrió su
proceso de hormonización a la que correspondía según su organismo,
su género sexual. Entonces están demasiado robustas, y pues se nota
mucho. Entonces es cuando yo te puedo decir que es cuando más se
discrimina a las personas (Jessica).
En las entrevistas realizadas, las personas que han tenido menos
experiencias de discriminación son las que no expresan su identidad sexogenérica
en todos los espacios. Quienes han “salido del closet” y han asumido una actitud
más contestataria ante la sociedad heteronormativa, han tenido sufrido momentos
muy amargos de discriminación y violencia.

Consecuencias de la discriminación

Las consecuencias de la discriminación son muchas y afectan de manera


determinante la vida de los seres humanos. En el apartado siguiente hablaremos
de los impactos que la discriminación puede provocar en la salud de los miembros
de la comunidad LGBTTTI. La discriminación también afecta los proyectos de vida
que la gente pueda tener, el querer ser tratado como ciudadano, cuando en la
práctica no ocurre así.
95

Las narrativas de nuestros entrevistados nuevamente expresan los


proyectos truncos que tienen que pasar o las oportunidades que no tienen o
pueden padecer por pertenecer a la comunidad LGBTTTI. Una grave
consecuencia en contra de los miembros de la comunidad es la negación de sus
derechos: el derecho al matrimonio, a la adopción, al concubinato, a un buen
empleo, a la salud, a estar en el lugar que deseen o a una buena educación. La
expresión de los afectos está prohibida para cualquier miembro de la comunidad
LGBTTTI en cualquier espacio y grupo social.
Muchos solo alcanzan la secundaria y la preparatoria, y ya no quieren
seguir estudiando por el bulling al que se enfrentaron al manifestar su preferencia
sexual. Desde niños y adolescentes son enviados con psicólogos prejuiciosos, e
incluso con el cura del lugar, para tratar de modificar su conducta “desviada”.
Algunos no logran tener la cartilla militar por miedo al rechazo de los miembros del
ejército y los compañeros del servicio. La mayor parte de la gente transexual,
transgénero y travesti son rechazadas y rechazados en muchos trabajos por su
condición, y solo les queda ser estilistas5, dedicarse a la prostitución, ser
bailarinas en bares y cabarets o dedicarse al comercio informal. La vida de
privacidad induce a mucha gente transexual o transgénero que se dedica a la
prostitución a utilizar la violencia como una forma de sobrevivencia ante el
hostigamiento de la policía o de los clientes. A todos se les niega cambiar sus
documentos –o los trámites burocráticos son exhaustivos- de acuerdo a su nueva
vida o se les nombra de acuerdo al género equivocado.
A lo largo de su vida tienen que soportar actitudes, opiniones y juicios
prejuiciados sobre su vida personalidad, calificándolos de violadores potenciales
de niños, promiscuos y otros epítetos funestos.
Los y las pocas que logran romper la barrera de la exclusión y estudian una
carrera universitaria, difícilmente pueden acceder a puestos de mayor jerarquía y
se tienen que someter a las burlas constantes de sus compañeros de trabajo, por
ser transexuales, transgénero, bisexuales, lesbianas.

5
Dedicarse al estilismo es un oficio muy recurrente para gente transexual, transgénero y algunos gays, sin
embargo, consideramos que la sociedad misma ha estereotipado como “ideal” esta actividad económica,
para estas personas por su condición sexual.
96

Para poder tener un buen trabajo, la gente recurre a fingir una conducta
heterosexual, es decir, “tratan de tener una apariencia muy varonil o exagerar a
veces sus comportamientos heteronormados para que puedan tener acceso a
ciertas actividades” (Carlos).
En la niñez, la adolescencia o la juventud, enfrentan serios conflictos por
tratar se ser enmendados en esta sociedad heteronormativa y son inducidos al
alcoholismo, al suicidio o viven en constante depresión y estrés.
Finalmente –sin agotar las consecuencias-, algunos miembros de la
comunidad LGBTTI asumen los prejuicios, la falta de oportunidades, el lenguaje
ofensivo o la falta de derechos como parte de la vida que deben vivir por
pertenecer a la diversidad sexual y minoritaria; el lenguaje ofensivo ahora es
utilizado por ellos para comunicarse cuando se hayan en confianza; el trato
degradante en la clínica de salud, al asociarlos con el VIH, como algo normal,
etcétera.

Discriminación y salud

El impacto de los problemas sociales sobre la salud

Según algunas investigaciones realizadas en las últimas décadas, el estrés de la


exclusión social se puede comprender mejor que antes. Las agresiones que se
producen en el entorno producen una respuesta hormonal que lleva a padecer
estrés, ansiedad y depresión; fenómenos que desencadenan señales neurológicas
que, en algunos casos, deprimen la respuesta inmunológica de la persona y la
hacen susceptible a una serie de procesos patológicos, incluyendo infecciones,
alteraciones funcionales, y neoplasias. Otra consecuencia de estos problemas
puede darse en la esfera psicológica; por ejemplo, una mayor incidencia de uso
problemático de alcohol y drogas o de intentos de suicidio o suicidio efectivo.
Considerando las agresiones directas o indirectas que las personas de las
comunidades LGBTI pueden percibir hacia sí o su forma de vivir, a lo largo de su
vida la existencia de problemas reactivos psicosociales es bastante frecuente,
97

percibir hacia sí o su forma de vivir, a lo largo de su vida la existencia de


problemas reactivos psicosociales es bastante frecuente, y estos pueden, por lo
señalado, asociarse a una mayor incidencia de otros problemas. Las agresiones y
manifestaciones de hostilidad más frecuentes incluyen situaciones descritas como
de desdén, desafecto, desapego, maltrato, inequidad, discriminación, tratamiento
degradante e indigno, persecución, tortura, y negación de derechos.
Adicionalmente, puede haber una exposición a agentes patógenos especiales, en
relación con las características de las exposiciones. Por ejemplo, la exclusión
sexual puede llevar a prácticas sexuales clandestinas y riesgosas, con mayor
exposición a infecciones de trasmisión sexual (ITS), VIH/SIDA y hepatitis viral, y
con menor búsqueda de medidas preventivas y de atención médica. En estos
casos, el ambiente es poco favorable para la prevención, con un control limitado
sobre los riesgos (lo que se relaciona con el concepto de vulnerabilidad).
Hace algunos años se acuñó el concepto de sindemia para referirse a
epidemias paralelas y se considera que estas son frecuentes en poblaciones
LGBTTTI. Por ejemplo, la exclusión social y el menor acceso a servicios múltiples
lleva a los hombres gay a epidemias de depresión, uso problemático de alcohol y
drogas, ITS y VIH/SIDA.

Consecuencias de la patologización de algunas sexualidades

La patologización de algunas sexualidades puede tener claras consecuencias


sobre las opciones de vida privada y pública (laboral, profesional) y experiencia de
salud de las personas. Por ejemplo, puede llevar a dictámenes civiles, penales,
laborales, y administrativos desventajosos; puede exponer a las personas a
prácticas médicas nocivas; suele conllevar una limitación de los derechos
ciudadanos de las personas (incluidos los relativos a custodia, adopción,
convivencia); y suele ser una justificación para la opresión, el escarnio social y el
maltrato. Todo esto es incompatible con un estado de bienestar completo en todas
las facetas de la vida personal e interpersonal de las personas LGBTI.
98

La insuficiente respuesta del sector salud

Una gran limitación de esta respuesta está en la ausencia de servicios de salud


pensados en responder a necesidades específicas de esta comunidad, o en la
limitada voluntad o capacidad para ofrecerles servicios adecuados. Todo esto
llega a tener una expresión negativa extrema en situaciones en las que hay
demora sustancial en el otorgamiento de servicios, humillaciones públicas, y
abuso verbal y físico. Puede haber también abuso sexual, procedimientos no
consentidos, e incluso tortura.

El grado de discriminación

Realizamos el levantamiento de un test para registrar el nivel de ansiedad de las


personas de la comunidad LGBTTTI y lo relacionamos con las experiencias de
discriminación que han sufrido a lo largo de su vida, para tener un panorama de
cómo la exclusión y la violencia pueden ser factores para alterar su salud. En él se
indica que 7 de 16 personas alcanzaron el estado “moderadamente”, en alguno de
los 21 rubros señalados. Recuperando las narrativas de los que tuvieron los
puntajes más altos, notamos lo siguiente: quien alcanzó el puntaje más alto es una
persona gay que ha padecido extrema violencia en la familia, en los centros de
recreación, en la calle, a lo largo de su vida escolar, incluso intento de asesinato
por su condición sexual. Otra persona travesti ha sido excluido en muchos sitios
públicos, en la escuela sufrió bulling por su condición sexual, por lo que perdió
interés en estudiar y sólo terminó la secundaria; en el ámbito familiar, fue
discriminado por la policía; no hizo el servicio militar por ver la discriminación hacia
personas como él; incluso su vida ha corrido riesgos por realizar prácticas
sexuales clandestinas. Una persona más transgénero sufrió la discriminación
desde su infancia, en su familia, sufrió bulling en la escuela por doble motivo: ser
obeso y afeminado.
Las narrativas también nos han indicado que todas las personas han
padecido la discriminación, a pesar de que el 81 por ciento tienen nivel
99

universitario, por una razón importante: en algún momento de su vida han


declarado su preferencia sexual o son visibles públicamente (como el caso de los
transexuales, transgénero y travestis). 10 de 16 personas que contestaron el test
dijeron padecer más o menos ansiedad. El nivel económico y el educativo no
siempre son barreras efectivas para enfrentar y superar la discriminación. Las
narrativas también nos indican que la mayor parte de las personas que han
mantenido semioculta su preferencia sexual e identidad de género (y no son
travestis, transgénero y transexuales), han sufrido menos la discriminación sexual;
quienes son activistas por los derechos de la comunidad LGBTTTI y han
declarado más abiertamente su preferencia sexual y de género, han sufrido más la
exclusión y la violencia en todos los ámbitos, espacios y grupos sociales; la gente
transexual, transgénero y travesti son objeto de todo tipo de discriminación y
violencia a lo largo de su vida, a pesar de su origen de clase o nivel educativo.

Pobreza y discriminación

Muchas veces la discriminación está referida estrictamente al ámbito de la


sexualidad, pero también hay que tomar en cuenta otros factores de exclusión que
les afecta, como la clase y el género. Aquí abordamos también la pobreza
multidimensional desde el punto de vista del Consejo Nacional de Evaluación
(CONEVAL), sin embargo también reflexionamos otros niveles de exclusión.
En las entrevistas que hicimos a miembros de la comunidad LGBTTTI,
quisimos conocer su situación de pobreza multidimensional. Notamos que
únicamente 12.5 por ciento de nuestras entrevistadas y entrevistados viven en
pobreza de ingreso, por tener salarios esporádicos. En cuanto a servicios: luz, red
de agua potable, drenaje, teléfono, celular, computadora e internet, sólo 12.5 por
ciento de las personas tienes entre una y tres carencias. En el acceso a la
seguridad social, solo el 31 por ciento de las y los consultados no disponen de
ningún tipo de servicio de seguridad social.
En las percepciones de la de la comunidad LGBTTI entrevistados podemos
entender la importancia que le conceden a visibilizar como los mecanismos de la
100

heteronormatividad afectan sus propias vidas, estableciendo una correlación entre


sus condiciones socioeconómicas y su propia intimidad.
En estas narrativas es posible conocer cómo han vivido las condiciones de
exclusión y opresión que la sociedad heteronormativa les ha impuesto. En estas
narraciones están ligadas la precariedad de la vida, en ocasiones la pobreza, así
como la exclusión y la discriminación contra las que muchos luchan.
La mayoría de las personas que entrevistamos no asociaron la
discriminación y la exclusión con el condicionamiento de clase, pues han tenido
acceso a mayores oportunidades socioeconómicas. Sin embargo, existen otros
niveles de pobreza, expresados por las personas a las que entrevistamos. En el
caso de las personas transgénero y transexuales, es diferente la pobreza de
quienes viven y sufren en la calle, y se dedican al trabajo sexual, que entre las
personas que no tienen estas precariedades, pero aun así sufren la exclusión
imperante.6 Distintas demandas en salud, que se verán posteriormente, plantean
formas y contextos diferenciados de pobreza, lo cual exige su abordaje no
homogéneo, siendo posible así analizar a partir de los síntomas y cuadros de
salud de los cuerpos, los contextos de pobreza en los que se habita.
La pauperiazación es vivida a través de las experiencias del cuerpo, las
cuales son limitadas por la heteronormatividad con pretensiones clasistas, pues “la
amenaza de la homosexualidad tiene una complejidad distintiva, especialmente en
aquellas coyunturas donde la heterosexualidad obligatoria funciona al servicio de
mantener las normas hegemónicas clasistas” (Camacho, 2007: 81).
El tema de la exclusión, está fundamentalmente asociado al tema de la
pobreza y está vinculado a otras fuentes de exclusión como el género, la edad, la
discapacidad, la ubicación geográfica, entre otras. Las personas en situación de
pobreza disfrutan mucho menos de sus derechos fundamentales; la pobreza
propicia la negación y privación sistemática del ejercicio pleno de los derechos, y
hace más difícil el logro y disfrute del bienestar, el acceso a oportunidades y
posibilidad de elegir entre varias opciones” (Angarita, 2007, 323). En ese sentido,

6
No fue posible entrevistar a transexuales, transgénero y travestis que se dedicaran a la prostitución, pero
las pláticas realizadas con las personas que no se dedican a esto y las y los conocen, nos dio un panorama de
la situación.
101

entendemos que: “la pobreza no es un hecho fortuito o inevitable sino más bien
una opción política” (Gordon, 2007: 105).
En decir, los asesinatos, la violencia, la discriminación laboral, las
limitaciones del reconocimiento a formar familia o al derecho a la identidad son
parte de un régimen de la pobreza, el cual no es fortuito o inevitable, que
condiciona el acceso a otros bienes. Para las personas LGBTTTI, uno de los
escenarios donde la discriminación y la pobreza se concretiza es en el ámbito de
la salud. No olvidemos que son los espacios cotidianos en donde el conjunto de
discursos (jurídicos, médicos, entre otros) llevan a cabo la subalternización de las
personas y sus demandas. Los malos tratos por parte del personal de salud, el
difícil acceso a los tratamientos y medicamentos, la invisibilización de la
orientación sexual y la identidad de género en la atención y provisión de servicios,
por ejemplo la atención ginecológica para mujeres lesbianas, los tratamientos
hormonales para personas trans, son parte de una cadena que limita y pauperiza
la existencia de quienes acuden al sistema de salud. En la cotidianeidad, la
importancia de la salud es fundamental para poder mantener las capacidades y
gozar de las posibilidades de construir un proyecto de vida. “Es por las razones
antes mencionadas que la salud es […] un derecho fundamental al estar asociada
a la vida misma y la integridad de la persona, condición sin la cual no es posible
hablar de derechos. La salud, por ello, tiene la característica de ser un activo
inalienable de la persona. Constituye, además, una forma de capital humano muy
especial al estar sujeta a grandes incertidumbres, riesgos imprevisibles, y
eventualmente catastróficos […] (OPS, 2005: 68).
Por tanto, la importancia de hablar de la salud y en especial del derecho a
la salud como realidad política en relación con las personas LGBTTTI, resulta de
la aceptación de la propia materialidad de la vida (muchas veces, limitada,
violentada). En el discurso de los derechos humanos, la primera mención a esta
realidad se realiza en la Declaración Universal (1948), donde se afirma en el
artículo 25 que: “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le
asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la
alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales
102

necesarios”. Si leemos este enunciado, claramente, constituye un registro donde


la salud está relacionada con lo necesario y lo adecuado (entendido desde la
concepción de un sujeto universal y abstracto que representa un momento
histórico). Posteriormente, en 1966, el sistema internacional, con el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC), expresó
la obligación de los Estados de reconocer el derecho a la salud, para lo cual afirma
en su artículo 12: “Los Estados parte en el presente Pacto reconocen el derecho
de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental”.
Aquí, nos encontramos con una ampliación, al menos ideal, del propio derecho
ubicado ya en el más alto nivel, sin embargo la adjetivación de posible configura
una suerte de limitación, principalmente, si entendemos que cada Estado puede
discrecionalmente no cumplirla debido a argumentos de tipo técnico o económico.
En este contexto, el concepto de salud sostenido en la propia Constitución
(1946) de la Organización Mundial de la Salud (OMS), resulta interesante de
analizar. Dicho documento afirma: “La salud es un estado de completo bienestar
físico, mental y social y no simplemente la ausencia de infecciones o
enfermedades. El goce del grado máximo de salud que se pueda lograr es uno de
los derechos fundamentales de todo ser humano sin distinción de raza, religión,
ideología política o condición económica o social”.
Nos enfrentamos, entonces, al hecho de una dificultad conceptual dentro
del campo de los derechos humanos, en la cual se ha establecido una diferencia
entre salud y atención en salud, la cual determina las mismas prácticas y usos de
la llamada salud pública. “Las consideración anteriores permiten distinguir con
claridad la salud como proceso salud-enfermedad, de la atención de salud como
parte de la respuesta social organizada ante el mismo. Para resolver los
problemas planteados por la atención de salud, incluyendo su concepción integral,
surge como respuesta social un conjunto de estrategias de intervención que se
conocen como políticas de salud, las que pueden ser de alcances nacional,
regional o local. Sin embargo, el carácter multicausal y complejo de la salud hace
que las políticas de salud sean insuficientes dado que sólo afectan uno de los
determinantes de la salud que, además, no es siempre el más importante” (OPS,
103

2005: 68- 69). Es decir, “en otras palabras, nos enfrentamos a los problemas de
las formas de respuesta social ante el proceso salud-enfermedad, además no
como caridad, beneficencia o dádiva, sino como derecho social de la ciudadanía”
(OPS, 2005: 68).
Esta respuesta articulada frente a un proceso salud-enfermedad, llamada
políticas en salud, está basada en los discursos de la salud pública. En primer
lugar, desde una perspectiva LGBTTTI, hay que advertir que los prejuicios
heteronormativos instaurados en la salud pública desdibujan un acercamiento
verosímil sobre el proceso salud-enfermedad de dichas personas. Este prejuicio
se acrecienta si tomamos en cuenta que “el escaso desarrollo de las
investigaciones en salud pública con enfoque de derechos humanos no sólo ha
dificultado una visión comprensiva del proceso salud-enfermedad, sino que
también ha limitado el establecimiento de vínculos entre los problemas de salud, el
ejercicio de los derechos y el cumplimiento de las responsabilidades del Estado.
Desde esta perspectiva el análisis que se pretende realizar trata de establecer
estos tres puntos de encuentro […]. La incorporación del cumplimento de las
responsabilidades del Estado en el análisis de estos problemas resulta clave, pues
se constituirá en uno de los principales factores […]” (Ríos, 2004: 35-36) para el
mantenimiento de la vulneración de derechos, que contribuye a la mortalidad, la
discriminación y la insatisfacción.
En la práctica, la atención de salud tiende a reproducir prejuicios ya que
“[…] parte de la información sobre salud pública tiende a culpar a la víctima por su
mala salud. La información sobre la salud tiende a concentrarse en temas como el
no fumar, el no tomar demasiado alcohol, hacer más ejercicio, tener una mejor
dieta. Así las desigualdades en salud se enfocan en el comportamiento saludable”
(Gordon, 2007, citado por Jaime, 2013). Desde una perspectiva LGBTTTI,
podríamos añadir que la información sobre salud pública tiende a concentrarse en
las prácticas sexuales y las “conductas de riesgos”, tratando de desplazar la
responsabilidad de las estructuras de discriminación y de vulnerabilidad hacia las
conductas personales. Por ello, “[…] un enfoque basado en los derechos humanos
aleja el énfasis de los debates sobre la pobreza de los errores personales y se
104

enfoca en el error de las estructuras macroeconómicas y las políticas creadas por


las naciones y los organismos internacionales –organización Mundial de
Comercio, Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, etcétera–. De ahí que la
pobreza, en este contexto, ya no es descrita como un problema social sino como
una violación de derechos” (Gordon, 2007, citado por Jaime, 2013). Además, “al
enfocar el derecho de los seres humanos a la salud, se debe abordar la
distribución de los recursos y eso siempre es político” (Gordon, 2007, citado por
Jaime, 2013). Resta complementar que además de las estructuras
macroeconómicas, promovidas por los organismos mencionados, también se
encuentra la matriz heteronormativa, promovida por agentes conservadores de
diverso origen y procedencia.
Si “la salud es un fenómeno complejo y difícil de mensurar debido a que
está enmarcado en un contexto socioeconómico y cultural que cambia en el
tiempo y que está pautado por la posición que cada persona o familia tiene en la
estructura social” (Iglesias, 2007, citado por Jaime, 2013), una investigación como
ésta debe observar las relaciones que dinamizan la discriminación basada en la
homofobia, lesbofobia y transfobia, las cuales ubican a las personas LGBTTTI en
un lugar específico construyendo limitaciones para acceder al goce de su derecho
a la salud. Este escenario nos exige plantear la importancia de releer el régimen
de la pobreza a partir de las exclusiones surgidas por la heteronormatividad, lo
cual requiere entremezclar tanto factores económicos como libidinales.
La relación entre el derecho, la discriminación, la pobreza y las demandas
es muy compleja, principalmente si tenemos en cuenta las continuas
reterritorializaciones de la hegemonía. De manera específica, frente al desarrollo
del derecho a la salud, realizada en el sistema internacional de los derechos
humanos, observamos algunos elementos valiosos que ayudan a operacionalizar
el mismo goce de la demanda, ya que, al menos idealmente, estos principios
parecen corresponder a su complejidad.
Tal como lo señalan diversos autores/as, la interpretación del derecho a la
salud, ha sido uno de los trabajos de la Comisión de Derechos Humanos de
Naciones Unidas (Foro Salud, 2005: 85-98; Yamin, 2002: 9-51; Villanueva, 2009).
105

Particularmente, su relator especial Paul Hunt ha contribuido a incorporar


elementos muy importantes. En 2003, Hunt plantea que el derecho a la salud debe
incluir tres consideraciones. La primera es que es incluyente, pues abarca no
solamente la atención oportuna y adecuada a la salud sino también los
determinantes subyacentes a ella, entre los cuales señalaba el acceso a la
educación e información. La segunda consideración plantea que el derecho a la
salud se debe entender como la posibilidad de disfrutar de los establecimientos,
bienes y servicios necesarios para lograr el más alto nivel posible de salud. La
tercera, que los establecimientos, bienes y servicios de salud, incluidos los
determinantes subyacentes, deben estar disponibles y ser accesibles, aceptables
y de buena calidad (Corcuera et al., citado por Jaime, 2013).
En otro informe del mismo año, Hunt afirma que cuando se habla de
libertades y derechos, en el ámbito del derecho a la salud, hay que considerar el
derecho a controlar la propia salud, y el derecho relativo a un sistema de
protección en torno a ella que brinde a las personas iguales oportunidades para
disfrutar del más alto nivel posible de salud. De esto, queda claro que dos
elementos esenciales del contenido del derecho a la salud son la no
discriminación y la igualdad de trato, las cuales permitirían o no el acceso de las
personas a lo antes referido. También, se plantea que existen exigencias por parte
de los Estados que trascienden la realización progresiva y obliga a observar de
qué manera cada Estado las enfrenta mediante programas o políticas concretas
(Corcuera, 2006, citado por Jaime, 2013).
Los cuatro componentes básicos del contenido del derecho a la salud
son la disponibilidad, accesibilidad, aceptabilidad y calidad, y señala también que
los niveles esenciales del derecho a la salud corresponden a la atención primaria
básica de la salud. La disponibilidad está referida a la obligación del Estado a
poner a disposición de los/as usuarios/as un número suficiente de
establecimientos, bienes servicios y programas de salud, así como de
profesionales de la salud y de medicamentos esenciales. En función de la
disponibilidad de la salud, también se plantea lo que podría denominarse un
derecho individual a la atención sanitaria. Este derecho, de manera general,
106

tendería a garantizar que las personas reciban atención sanitaria para preservar
su vida, su integridad y su dignidad, y también implicaría la garantía del derecho al
diagnóstico, a todo tratamiento para lo propio y a la atención de urgencia, siempre
que sea requerida. Todo ello, genera la condición de contar con mecanismos para
exigir el derecho a la salud (Corcuera, 2006, citado por Jaime, 2013).
La accesibilidad de la salud se refiere a que los establecimientos, bienes y
servicios de salud deben ser accesibles a todas las personas sin discriminación
alguna. La accesibilidad, según el Comité, posee cuatro dimensiones: el primero
es el mandato de no discriminación; el segundo, la accesibilidad física; el tercero,
la accesibilidad económica o asequibilidad y el cuarto el acceso a la información,
que incluye el derecho de recibir, solicitar y difundir información sobre cuestiones
relativas a la salud, sin menoscabar la confidencialidad de los datos personales.
De esta manera, la prohibición constituye uno de los pilares de los derechos
económicos, sociales y culturales (DESC). En su manifestación negativa, el
principio de no discriminación en el acceso a la salud consiste en la prohibición de
discriminar a los/as usuarios/ as en razón de la raza, el idioma, la religión, el sexo,
la identidad de género y la orientación sexual. La manifestación positiva de este
principio se refiere a las obligaciones de cada Estado relativas a que los
establecimientos, bienes y servicios de salud integren una mirada diferencial, y a
poner en marcha acciones afirmativas que permitan la igualdad de oportunidades
de los grupos vulnerables en el acceso a establecimientos, bienes y servicios. Por
otro lado, el derecho a la información en salud consiste en la apertura de canales
de información y la puesta en marcha de programas de educación en dichas
materias para favorecer el acceso, y además, se refiere también a la garantía del
principio del consentimiento informado en la relación personal de salud-usuario/a
(Corcuera, 2006, citado por Jaime, 2013).
La aceptabilidad de la salud consiste en el respeto por parte de los
establecimientos, bienes y servicios de salud de la ética médica y culturalmente
apropiados, además, según el párrafo 12c de la observación general 14 del
CDESC, sensibles a los requisitos del género y los ciclos de vida. Dentro de este
principio se plantean dos aspectos fundamentales, el primero es el respeto de la
107

autonomía del usuario/a y del consentimiento informado en la relación personal de


salud-usuario/a y el segundo es el respeto de la diversidad cultural en la
prestación de los servicios de salud. Estos principios reconocen el derecho de
cada persona, con base en la autonomía, de decidir sobre los aspectos relativos a
su salud y su tratamiento (Corcuera, 2006, citado por Jaime, 2013).
Por último, la calidad de la salud estipula que además de la aceptabilidad
cultural, los establecimientos, bienes y servicios sean apropiados desde el punto
de vista científico y médico. Según el Comité, la calidad demanda personal médico
capacitado, medicamentos y equipo hospitalario científicamente aprobados y en
buen estado, agua potable y condiciones sanitarias adecuadas (Corcuera, 2006,
citado por Jaime, 2013).
Desde la perspectiva TLGBI, son evidentes las restricciones que la pobreza,
el desempleo y las desigualdades sociales imponen al acceso a la atención de
salud, al mismo tiempo que el estado abandona su rol social en esta y otras áreas.
En ese sentido, hay que considerar los procesos de reforma sanitaria que
responden a criterios economicistas y no a la búsqueda de la equidad, de tal forma
que no han hecho sino ahondar las desigualdades en el campo de la salud, entre
otros (Iglesias, 2007).
Se puede entender la importancia de que la salud sea entendida como
derecho y en ese sentido garantizada por el Estado para todos y todas, y no como
un servicio al cual pueden acceder los que pueden pagar una atención. Al
respecto, la activista trans Charlotte Schneider, para quien el sistema de salud
actúa bajo una lógica “perversa”, comenta: “El núcleo tiene que ser el derecho, no
puede ser lo prestacional”. Mientras que Diana Navarro, se explaya vinculando la
historia del estigma por VIH con el servicio de salud colombiano como una fórmula
excluyente:
El énfasis en el derecho estaría en el/a usuario/a al servicio (el o la
ciudadano/a), sin embargo bajo la lógica “prestacional”, el énfasis está en los
servicios y en las instituciones que lo llevan a cabo.
Hay una relación entre pobreza y negación del acceso a la salud, con cuya
formulación se le otorga contenido real y material a la demanda de carácter legal.
108

Por último, es importante resaltar que dentro del movimiento TLGBI uno de los
elementos más importantes, para darle contenido a la pobreza, es el no
reconocimiento a la identidad, especialmente a la población trans. La pobreza
estaría íntimamente vinculada así a la ausencia del libre ejercicio de la identidad,
aspecto que, desde una sociedad con un modelo cultural rígido de
correspondencia entre sexo y género, se niega a otros derechos fundamentales.
En este mismo sentido de protección a la identidad se podría vincular a la
pobreza, también, con el no reconocimiento de los proyectos afectivos de las
personas TLGBI, a partir del cual se reduce significativamente el bienestar y la
libertad (Jaime, 2013).

5.3. Leyes sobre la comunidad LGBTTTI, salud y VIH

Las políticas públicas en salud de la región han visto al sujeto TLGBI a través de
los usos y las prácticas de la medicina sobre el VIH/sida, con lo cual la práctica
homoerótica y transgenerista es vista ahora en el ámbito de la enfermedad y la
anomalía, aplicando antiguos significantes como la promiscuidad y el deseo
descontrolado. Después de los primeros casos de VIH/ sida en Oaxaca y México,
las personas homosexuales han sido vistas como grupos de riesgo. Cabe señalar
que las referencias a la orientación sexual y la identidad de género en las leyes
más importantes del ordenamiento normativo referido a salud son casi
inexistentes. Consideramos dentro de este grupo de normas a las constituciones,
la leyes generales de salud, la leyes sobre seguridad social y, finalmente, las
referidas a la salud sexual y reproductiva. Si bien algunos procesos de ampliación
de los derechos de la comunidad LGBTTTI tienen como efecto menos rigidez y
censura hacia la sexualidad en general, la normativa secundaria ha continuado
desconociendo la diversidad sexual y, en general, a los grupos LGBTTTI, no sólo
por lo que expresa sino por todo aquello que no dice, lo cual se traduce en la
negación, a este sector, de su condición de ciudadanía y sujetos jurídicos.
El derecho a la salud se sustenta en el artículo 25 de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos y en el artículo 12 del Pacto de los Derechos
109

Económicos Sociales y Culturales. En ellos se establece que toda persona sin


discriminación alguna tendrá acceso al nivel más alto posible de salud física y
mental, lo cual significa que no sólo se considerará a la salud como la ausencia de
enfermedades o infecciones, sino como un estado de bienestar integral donde los
agentes externos como el medio ambiente y las condiciones sociales también son
factores determinantes sobre ella (Coordinación para la Atención de los Derechos
Humanos del Estado de Oaxaca, 2013).
El Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos
Humanos en Materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (Protocolo
de San Salvador), en su artículo 2, establece que los Estados Parte se
comprometen a reconocer la salud como un bien público y particularmente a
adoptar las siguientes medidas para garantizar este derecho:
a. la atención primaria de la salud, entendiendo como tal la asistencia sanitaria
esencial puesta al alcance de todos los individuos y familiares de la comunidad;
b. la extensión de los beneficios de los servicios de salud a todos los individuos
sujetos a la jurisdicción del Estado;
c. la total inmunización contra las principales enfermedades infecciosas;
d. la prevención y el tratamiento de las enfermedades endémicas, profesionales y
de otra índole;
e. la educación de la población sobre la prevención y tratamiento de los problemas
de salud, y
f. la satisfacción de las necesidades de salud de los grupos de más alto riesgo y
que por sus condiciones de pobreza sean más vulnerables (Coordinación para la
Atención de los Derechos Humanos del Estado de Oaxaca, 2013).
El artículo 4 de la CPEUM establece el derecho a la salud y, “de esta forma,
[…] asume el papel de garantizar este derecho, no sólo como un derecho social,
sino como un derecho individual. Por otro lado, la Ley General de Salud reconoce
que la protección de este derecho es fundamental para el desarrollo integral del
ser humano y la sociedad” (CDHDF, 2010, p.96).
La Ley Estatal de Salud de Oaxaca considera en su artículo 2 que el
derecho a la protección de la salud tiene las siguientes finalidades:
110

I. El bienestar físico, mental y emocional de los seres humanos para contribuir al


ejercicio pleno de sus capacidades;
II. La prolongación y el mejoramiento de la calidad de la vida humana;
III. La protección y el acrecentamiento de los valores que coadyuven a la creación,
conservación y disfrute de condiciones de salud que contribuyan al desarrollo
social;
IV. La extensión de actitudes solidarias y responsables de la población en la
preservación, conservación, mejoramiento y restauración de la salud;
V. El disfrute de servicios de salud y asistencia social que satisfagan eficaz y
oportunamente las necesidades de la población;
VI. El conocimiento para el adecuado aprovechamiento y utilización de los
servicios de salud; y a lo que dispone la fracción XVI del artículo 73 de esta
Constitución (Coordinación para la Atención de los Derechos Humanos del Estado
de Oaxaca, 2013).
Un balance de la normativa leída, nos permite afirmar que en el ámbito
estudiado, las personas LGBTTTI no están presentes, atestiguamos una precaria
construcción de la subjetividad de derecho en salud. Normativamente no hay
protección en el ámbito de la salud de las personas trans, lesbianas, gay,
bisexuales e intersexuales. Cabe señalar que las referencias a la orientación
sexual y la identidad de género en las leyes más importantes del ordenamiento
normativo referido a salud son inexistentes.
Por otro lado, debemos evidenciar que existe una invisibilización en las
leyes del Seguro Social Y EL ISSSTE, entre las cuales ninguna hace la referida
mención a las personas LGBTTTI.
El Plan Estatal de Desarrollo 2011- 2016, reconoce la existencia de la
diversidad sexual en Oaxaca. Reconoce que el estado no cuenta con leyes
específicas para la prevención y eliminación de la discriminación. Este plan
expresa que es necesario legislar en materia del reconocimiento a la nueva
clasificación de familias que existen actualmente. También que es importante
contar con una actualización de las leyes que correspondan a la realidad de la
entidad (Plan Estatal de Desarrollo, 2011).
111

Las personas LGBTTTI enfrentan diversos obstáculos para ejercer su


derecho a la salud al igual que el resto de la población, sin embargo, resulta
importante visibilizar algunas situaciones específicas por las que atraviesan: la
falta de protocolos de atención para garantizar su acceso a los servicios salud y a
la calidad en la atención médica sin discriminación; la prestación de servicios
médicos para las necesidades específicas de las personas transgenéricas
(reasignación integral para la concordancia sexogenérica); la atención de las
personas lGbttti que viven con VIH, y la incorporación de las parejas del mismo
sexo a los servicios de salud como parte de la seguridad social (CDHDF, 2008).
Raphael (2012) advierte que la población LGBTTTI enfrenta graves actos
discriminatorios en los sistemas de salud, es un “hecho probado que el personal
médico llega a expresar tratos discriminatorios argumentando razones
supuestamente morales o médicas, tales como que esta población puede estar
afectada con enfermedades infectocontagiosas. Más grave es la expresión de
tratos homofóbicos dentro de los servicios públicos de salud” (p.72).
La negación de los servicios es otra constante a la que se enfrenta la
población LGBTTTI, durante la mesa de trabajo se mencionó que los tratos
excluyentes fundados en la preferencia sexual o la identidad de género de parte
del personal de salud generaban desconfianza y rechazo hacia las personas
LGBTTTI, por lo cual, varios de ellos y ellas preferían evitarlos para así también no
arriesgarse a ser humillados. Así, la discriminación es un factor que impide a las
personas LGBTTTI acceder a los servicios de salud y, más aún, les priva de recibir
un servicio de calidad y acorde a sus necesidades.
De acuerdo con el Consejo Estatal para la Prevención y Control del Sida,
actualmente prevalece el estigma de que el VIH28 se concentra en determinados
grupos de población, uno de ellos es el LGBTTTI, lo cual se traduce en pensar que
las preferencias u orientaciones sexuales y la identidad de género son factores
que propician o facilitan las infecciones por VIH Constitución (Coordinación para la
Atención de los Derechos Humanos del Estado de Oaxaca, 2013).
Por ello, es importante explicar que de acuerdo a la NOM-010-SSA2-2010
(apartado 3.1.16) sobre la prevención y atención de la infección por VIH, se define
112

a las situaciones de riesgo – es decir las que podrían propiciar las infecciones por
VIH- como aquellas condiciones en las cuales existe la posibilidad de exposición a
fluidos potencialmente infectantes, lo cual deja de relacionar a la preferencia
sexual o la identidad de género como factor de riesgo y se considera que cualquier
persona que esté expuesta a una conducta de este tipo –incluyendo a las
heterosexuales– está en posibilidades de infectarse por VIH Constitución
(Coordinación para la Atención de los Derechos Humanos del Estado de Oaxaca,
2013).
El panorama epidemiológico realizado por los Servicios de Salud de
Oaxaca (2012) colocó cifras para diferenciar los casos identificados entre 1986 y
2012 por factor de riesgo ubicando a las preferencias sexuales como uno de esos
factores, sin embargo, éstas ya no puede ser consideradas como factores de
riesgo que propicien la infección por VIH de acuerdo con la NOM-010-SSA2-2010
mencionada anteriormente. Aunque la terminología utilizada por los Servicios de
Salud de Oaxaca no es adecuada a los estándares internacionales y a la actual
normatividad nacional, es importante mostrar dichos datos desagregados pues
ilustran parcialmente la situación que enfrenta la población lGbttti que vive con VIH
en Oaxaca Constitución (Coordinación para la Atención de los Derechos Humanos
del Estado de Oaxaca, 2013).
Como se observa, dentro de la población LGBTTTI los casos de Sida se
concentran en hombres bisexuales y homosexuales. No obstante, estas cifras
pueden no ser precisas ya que varias personas heterosexuales pudieron haber
tenido prácticas sexuales con personas de su mismo sexo sin considerarse
homosexuales o bisexuales, e incluso pudieron haberse declarado heterosexuales
por temor a ser discriminados Constitución (Coordinación para la Atención de los
Derechos Humanos del Estado de Oaxaca, 2013).
Nunca se podrá decir con suficiente insistencia la manera en que el modelo
de intervención del VIH/sida configura cómo el sistema de salud público ha
limitado la capacidad de las personas TLGBI de articular sus demandas frente al
Estado, no sólo si tomamos en cuenta su capacidad de interlocución con el Estado
frente a la gestión pública de salud, sino principalmente en relación en la
113

transformación de los mecanismos que permiten acceder a dicho bien. Sin duda el
problema no consiste en formular o implementar políticas sobre VIH/sida, sino en
plantearlas como un único modelo de intervención. Si tenemos en cuenta que en
Oaxaca existe una epidemia concentrada en hombres bisexuales y homosexuales,
debemos decir que cualquier esfuerzo en torno a mejorar los servicios de VIH/sida
siempre es beneficioso, ya que construye mecanismos para reducir la desigualdad
en lo concerniente al acceso de los servicios en salud; sin embargo, el problema
con respecto a la normativa en VIH/sida está relacionado, primero, con el hecho
de una grave tendencia a invisibilizar a la orientación sexual y la identidad de
género de las personas (hombres bisexuales y homosexuales) que lo requieran y,
por otro lado, con una seria reducción en la implementación del servicio público,
con lo cual otras demandas en salud, diferentes al VIH/sida, no son tomadas en
cuenta, y en particular, si hablamos de los requerimientos en salud de las mujeres
lesbianas, hombres trans e intersexuales, tampoco. De esta manera, se configura
un sistema en el que se incrementa la inequidad y la desigualdad en el acceso a
los servicios.
Las prácticas y actitudes discriminatorias en contra de las personas con el
VIH o Sida, siguen siendo, desafortunadamente, muy comunes en nuestro país.
Desde el inicio de la epidemia, existen una serie de prejuicios e ideas falsas que
contribuyeron a la discriminación y a la violación al derecho de la protección de la
salud. Debido a estas concepciones erróneas sobre la enfermedad [sic], en
México las personas con VIH o Sida enfrentan múltiples formas de discriminación,
las cuales van desde las más sutiles y difíciles de detectar, como las que se
expresan a través de la utilización del lenguaje o chistes ofensivos y
discriminatorios, hasta las más crudas y evidentes, como las formas de exclusión
o restricción de derechos por vivir con VIH. A estas formas de discriminación se
añaden otro tipo de atropellos igualmente graves, como la negación de servicios
de salud o la negativa de acceso a medicamentos necesarios para el cuidado de
la salud (Consejo Estatal para la prevención y Control del Sida en Oaxaca, 2012).
Un aspecto importante a considerar dentro de esta normativa referida al
VIH/sida es el que aborda el acceso a los medicamentos desde la misma entrega
114

hasta las condiciones estructurales para proveerlos. Esto resulta de importancia


para observar cómo el país y el estado de Oaxaca construye mecanismos reales
para garantizar el dicho acceso. En términos generales, el país presenta
dificultades operativas para brindar este acceso, sin embargo mediante diversos
medios se mantiene un acceso medio.
En el ámbito de la salud LGBTTTI, otro de los resultados de este pánico
moral ha sido la metonimia entre VIH/sida y las personas gays y mujeres trans, ya
que, según Simon Watney “[la] „verdad‟ del sida insiste en que el punto de
emergencia del virus sea identificado como su causa. Así, la aproximación
epidemiológica es reemplazada por una etiología moral de la enfermedad que
únicamente puede concebir el deseo homosexual como inmerso en una metáfora
de contagio” (Llamas, 1995: 36), sin embargo, esto no significa una atención
dirigida y de calidad, sino, todo lo contrario, lo cual cierra un círculo vicioso en
donde para Butler “La categoría “sexo” no sólo se construye al servicio de la vida o
de la reproducción, sino que también, y esto puede ser un corolario lógico de lo
anterior, se construye al servicio de la regulación y dosificación de la muerte
(Llamas, 1995: 11).
La salud pública, al abordar la cuestión gay y trans, “[…] ha surgido para
gestionar y reproducir la epidemia del sida, el poder jurídico y el poder productivo
convergen en el establecimiento del sujeto homosexual como portador de muerte”
(Llamas, 1995: 11). Contra este carácter mortífero, la salud pública establece
estrategias de control.
En relación con el VIH/sida, el hecho de que la normativa estudiada lo haya
planteado como de interés público, no significa nada para las personas LGBTTTI,
debido a la invisibilización recurrente que recae sobre estas personas al momento
de elaborar las políticas públicas.
Entonces no es casual que en torno a esta constitución del sujeto TLGBI, el
segundo paso sea constituir un proyecto de sociedad, donde las personas olviden
su fragmentación constitutiva y su capacidad política. Este proyecto de sociedad
se basa en la producción de una criatura vacía y alienada, cuya capacidad de
115

acción en el mundo es ocultada y, luego, prohibida, generando un discurso de los


derechos humanos a partir de la ausencia.
Los diversos discursos sociales han colocado a las personas TLGBI dentro
de un espacio caracterizado por dinámicas de discriminación y exclusión,
desarrolladas a través de mecanismos específicos, es decir, las personas con
prácticas y deseos homoeróticos y transgeneristas han sido insertadas dentro de
una estructura económica y libidinal, la cual constituye formas concretas de
subjetividad, en cuya existencia se relacionan las condiciones socioeconómicas
con una cartografía de la libido.
Esta investigación no concibe de manera lineal la existencia del sujeto
hegemónico y en consecuencia la del sujeto contra hegemónico. Entendemos que
tanto la prohibición como la posibilidad aparecen en cuerpos reales ubicados
dentro de situaciones reales y usualmente se conjugan en los mismos cuerpos.
Esta circunstancia problematiza el abordaje del análisis de la pobreza cuando
hablamos de personas LGBTTTI, ya que la discriminación y la exclusión
responden a una lógica difusa donde ciertos eventos ocurren en diversos niveles
de interacción social.
¿Cuáles son las condiciones de vida de las personas LGBTTTI en la ciudad
de Oaxaca? Una mirada panorámica nos muestra que viven una situación de
vulnerabilidad, donde la discriminación, la violencia y el prejuicio socavan su
capacidad para obtener recursos con los cuales puedan construir sus proyectos de
vida. De esta manera, para emprender nuestro análisis, en un primer nivel, nos
podemos acercar a las condiciones de violencia e inseguridad en las que la vida
de las personas LGBTTTI están sometidas. Los reportes de derechos humanos
sobre población TLGBI muestran, en primer lugar, un conjunto de estadísticas que
intentan construir evidencia sobre este problema. Sin embargo, cabe aclarar, otra
vez, que dichas investigaciones señalan el amplio subregistro de estos datos,
debido a que las instancias públicas no han desarrollado un sistema de
información que permita conocer con profundidad dicha realidad.
En México y Oaxaca la vida de la personas LGBTTTI tiene serias
limitaciones. Así, se hacen pertinentes otras preguntas: ¿cómo llevar la vida a
116

cabo dentro de estos contextos de vulnerabilidad?, ¿cómo construir proyectos de


vida en estas condiciones, donde el reducido acceso a múltiples bienes es
restringido?, y ¿cómo es posible articular una respuesta por parte de las personas
LGBTTTI, frente a una realidad que las pauperiza? ¿Cómo desear lo que tienes
cuando sólo aparece la muerte? Preliminarmente, el marco de una repuesta se
debería dar siendo conscientes de que “los derechos fundamentales y las
libertades civiles; lo principios en los que se basan los ordenamientos de las
sociedades democráticas, los conceptos de ciudadanía e incluso de salud pública,
camuflan bajo una apariencia honrosamente respetable y difícil de cuestionar en
términos morales, un sistema tanatocrático, en el que el poder se expresa a través
de la regulación, la gestión, la administración, la dosificación y la asignación de la
muerte” (Llamas, 1995: 3).
Una segunda instancia para reflexionar sobre las condiciones de vida está
referida a analizar las condiciones materiales con las que una persona tiene
acceso a diferentes bienes y servicios, posibilitando analizar la capacidad de
construir un proyecto de vida a la población LGBTTTI. Para algunos autores estas
condiciones podrían ser incorporadas en la categoría de nueva pobreza, la cual
consiste en una situación social caracterizada por el aumento de la pobreza
urbana y el cambio de la composición en lo que se refiere a la complejidad y
heterogeneidad de dicho fenómeno. “En Latinoamérica, décadas atrás, la pobreza
se circunscribía con fuerza a las áreas rurales en declinación. Hoy en día, las
grandes ciudades y sus periferias registran un rápido aumento de población pobre,
y algunas de sus zonas van convirtiéndose en enclaves ampliados de pobreza”
(Meccia et al., 2004: 8).
La pobreza vivida entre las personas TLGBI de la región presenta múltiples
niveles. La representación de estas condiciones de vida entrelaza un puente
desde las problemáticas de orden social y económico hasta las de orden íntimo.
De esta manera, ¿cómo se configura la pobreza en el orden social y económico
para las personas TLGBI? En términos generales, a través de la discriminación
basada en la orientación sexual y la identidad de género.
117

Un acercamiento a esta realidad, lo tomamos del planteamiento del


problema que hemos expuesto en la unidad I de esta investigación. Frente a esta
situación, lo más preocupante es la decisión de no denunciar, lo cual permite
observar cómo las dificultades se insertan en relaciones de exclusión mucho más
profundas, donde “sólo una de cada siete personas, denuncia los actos de
violencia de las que son víctimas. En ese contexto, la marginación, la pobreza, la
falta de acceso a la educación, salud, protección y la falta de reconocimiento son
situaciones que conllevan una dimensión estructural, de tal manera, que además
es un imperativo el cambio de la sociedad con mira de crear condiciones de
igualdad, proceso que demanda varios años (Jaime, 2013).
Paralelamente, en Ecuador, Margarita Camacho, en su libro Diversidades
sexuales y de género: exclusión social e inserción laboral en Quito, plantea un
estudio pionero a partir del cual plantea relaciones entre el ámbito laboral y la
discriminación por orientación sexual e identidad de género. Para ello, utiliza datos
elaborados mediante una encuesta dirigida a recabar las percepciones sobre las
condiciones de vida, en donde compara las percepciones de personas
heterosexuales, homosexuales y transexuales. Los datos presentados muestran
cómo las personas gays, lesbianas y trans presentan menor inserción en el
mercado laboral que las personas heterosexuales; sin embargo, hay que resaltar
que en su estudio se hace mayor énfasis en el hecho de que las personas trans
son las que menos acceden al mercado formal del trabajo, y cuyas principales
actividades económicas están referidas al trabajo sexual y las peluquerías,
“espacios donde las trans y los homosexuales asumidos públicamente no tienen
los beneficios de ley ni acceden a servicios básicos como la atención médica,
estabilidad laboral, seguridad social, etcétera” (Camacho, 2009: 116).
También señala que, en algunos casos, la intolerancia normativa en el
ámbito laboral llega a excluir, aislar e inclusive subordinar a la mayoría de
personas TLBGI, insertas “en ambientes heterocentrados de trabajo”, donde
tienen que desempeñarse y negociar en condiciones inequitativas, ya que el
sistema político entiende al “principio de igualdad en su escueta y originaria
versión liberal como simple producto de la condición de „generalidad‟ que debe
118

predicarse de la relación que liga a la ley con el ciudadano”, en palabras de Ángel


Garrorena (Camacho, 2009: 118).
Camacho se interroga si “¿la práctica sexual “chueca” y la condición de
género, pueden excluir laboralmente a algunas personas?” (Camacho, 2007: 43).
Ella responde que “la desigual distribución de los recursos, es sin duda la base de
la desigualdad global y local. Pero en el caso de las trans y de algunos
homosexuales varones de Quito, estas personas se encuentran en condiciones
aún más precarias que otros actores sociales en condición de riesgo; como
consecuencia de haberse feminizado abierta y frontalmente en la esfera social. Lo
que ha implicado que la mayoría de los casos no hayan podido mantenerse dentro
de la red del sistema educativo formal; de donde fueron rechazados,
avergonzados y violentados” (Camacho, 2007: 50). También señala, citando a
Chamberland, que “las lesbianas son más reticentes que los hombres gays para
revelar su orientación sexual en el centro de trabajo, ya que ellas temen ser
discriminadas también como mujeres” (Camacho, 2007: 76).
Es importante resaltar cómo su análisis yuxtapone diversas dimensiones de
análisis, intentando mostrar las relaciones dadas entre la discriminación laboral
por orientación sexual e identidad de género y otros ámbitos como la educación y
la vivienda. “De hecho, es muy difícil para lesbianas, bisexuales, trans, gays,
homosexuales e intersexuales acceder a una vivienda o a una plaza de trabajo
bien remunerada en condiciones de respeto y dignidad si se llega a conocer su
orientación sexual y de género” (Camacho, 2007: 117).
Entre sus conclusiones anota que los grupos de personas trans, gays y
lesbianas, en comparación con el grupo de personas heterosexuales, dentro de la
muestra analizada, “están en condiciones precarias: dedicadas/os a las labores
informales e independientes” (Camacho, 2007: 110), sin acceso a la seguridad
social, ni a otros derechos laborales. “En la muestra investigada se observa que
un poco más de la mitad de los individuos pertenecientes al grupo hetero tienen
seguridad social y están afiliados al IESS; a diferencia del grupo trans, donde
apenas dos de cada diez individuos tienen afiliación al IESS” (Camacho, 2007:
137). En particular señala que “en el caso del grupo trans, la actividad laboral en la
119

que se insertan, la suelen conseguir prioritariamente por vínculos relacionales con


personas conocidas previamente, en su lugar de procedencia o en el vecindario.
Es en estos espacios urbanos donde ellas, construyen nuevos sistemas de vida,
estructurados a base de nuevos modelos familiares, cimentados en necesidades y
circunstancias similares que las identifica, con lazos de amistad y compañerismo
de un claro matiz comunitario” (Camacho, 2007: 111).

5.4. Gestión y servicios de salud en la Zona Metropolitana de


Oaxaca

Es importante tener en cuenta que las personas TLGBI y sus respectivas


problemáticas en salud se incorporan dentro de un sistema de salud específico, el
cual posee algunas características en la zona metropolitana de Oaxaca. En esta
sección hablaremos de la salud como un derecho que el Estado debe garantizar a
todos los habitantes de la zona metropolitana de Oaxaca, de nuestra entidad y del
país. Exponemos cuál es el área de cobertura de los servicios de salud, el tipo de
atención que el sector salud brinda a los habitantes, el número y tipo de personal
médico que existe en la ciudad y la transición epidemiológica, acompañada de un
tránsito demográfico.
La promoción y protección de la salud son muy importantes para lograr el
desarrollo económico y social sustentable, ya que contribuyen a mejorar la calidad
de vida de las personas. Para tener bienestar, se requiere gozar de salud, tener
una buena educación, vivir en un ambiente de seguridad social, vivir en un medio
ambiente sano, hacer deporte periódicamente, tener tiempo y recursos para
recrearse, así como obtener ingresos suficientes para alcanzar el desarrollo social.
El bienestar requiere también crear condiciones que permitan satisfacer las
necesidades materiales (alimento y techo), sociales (trabajo, derechos y
responsabilidades), ecológicas (medio ambiente sano) y psicológicas (afecto y
seguridad). Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), entidad de las
Naciones Unidas, y la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, para
tener salud es necesario el más alto disfrute de bienestar físico, mental y social, no
únicamente no tener enfermedades.
120

Los servicios públicos de salud y la atención médica son muy importantes


para lograr el bienestar de la población, por la aplicación de la medicina en sí
misma y por las medidas preventivas que pueden lograr. Aunque también son un
medio estratégico para satisfacer las necesidades de la población de bajos
recursos y avanzar en su desarrollo integral. Los servicios de salud también son
importantes porque ayudan a disminuir la morbilidad y mortalidad, y disminuyen el
gasto que se genera en los hogares por diversas afecciones que comprometen el
bienestar de las familias.
Desde el punto de vista del nivel de vida, tener servicios de salud es muy
importante, ya que proporciona las bases necesarias para la vida humana y su
eficaz funcionamiento físico y mental. Desde el momento en que los individuos no
pueden acercarse a los servicios de salud oportuna y efectivamente, surgen
gastos para atender enfermedades consecuentes o accidentes que pueden alterar
y perjudicar el ingreso, el patrimonio de la familia o incluso su integridad física.
El artículo 4° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos
dice que toda la población mexicana tiene derecho a la protección a la salud. En
términos de la Ley General de Salud (LGS) este derecho constitucional se refiere
al derecho de todos los mexicanos a ser incorporados al Sistema de Protección
Social en Salud (artículo 77 bis1 de la LGS). De esta forma, las familias y
personas que no sean derechohabientes de las instituciones de seguridad social,
o no cuenten con algún otro mecanismo de previsión social en salud, deben ser
inscritas en dicho sistema (artículo 77 bis3 de la LGS).
La norma establecida en la LGS brinda un piso mínimo que debe ser
garantizado por el Estado para que toda persona pueda ejercer su derecho
constitucional a la protección de la salud y, por tanto, al acceso a los servicios de
salud. Sin embargo, las titularidades asociadas al derecho a la salud deben incluir
un sistema de acceso y protección que esté disponible, sea accesible, aceptable y
de calidad (OACDH, 2004).
Sin embargo, para que la población goce de cabal salud, el Estado debe
invertir en salud de manera satisfactoria, por medio del gasto en salud. El gasto en
salud como porcentaje del PIB mide la importancia relativa del sector salud en una
121

economía. En los países de Europa occidental este porcentaje varía entre 7 y 10


por ciento. En Canadá asciende a 9.1 por ciento. En Estados Unidos el gasto en
salud representa más del 13 por ciento del PIB.
En América latina el promedio de gasto en salud como porcentaje del PIB
es de 6.1 por ciento. Existen, sin embargo, enormes variaciones. Uruguay dedica
el 10 por ciento de su riqueza a la salud. En contraste, Guatemala dedica apenas
el 3 por ciento.
En los países de mayores ingresos, el grueso del gasto en salud es público.
En los países de menores ingresos, el peso relativo del gasto público es menor
que en los países con mayores ingresos. En México, el gasto total en salud
representa el 5.7 por ciento del PIB. Poco menos de la mitad de este gasto es
público. Las diferencias entre entidades, sin embargo son importantes. El
Presupuesto de Egresos de la Federación para el año fiscal 2014 en materia de
salud fue de $4, 789, 598,170.00.
Un cálculo de la Secretaría de Salud en 2001 indica que en el estado de
Oaxaca el gasto público en salud como porcentaje del gasto público total fue
aproximadamente de 15.3 por ciento, mientras que el estado de México gastó 36
por ciento y Jalisco 33 por ciento (Secretaría de Salud, 2002).

Seguridad social

Según la CEPAL (2006), la seguridad social es el conjunto de elementos que se


elaboran para proporcionar los medios de subsistencia de las personas y sus
familias ante imprevistos, ya sean accidentes o enfermedades, o ante situaciones
que son socialmente reconocidas, como los embarazos o la vejez. Cuando se
excluye de los mecanismos de protección se vulnera la capacidad que tienen los
individuos para enfrentar contingencias que escapan de su control, que pueden
disminuir de manera importante su nivel de vida y el de sus familias (CEPAL,
2006). Ampliando esto, la seguridad social es el derecho del trabajador y su familia
a recibir plena protección de parte del Estado en caso de accidentes en el trabajo,
enfermedades, maternidad, cesantía, muerte y otros más; préstamos para
122

vivienda y personales, etcétera. La seguridad social se basa en la solidaridad, el


colectivismo y la universalidad. Estos principios crearon instituciones como el
Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el Instituto de Seguridad y Servicios
Sociales para los Trabajadores del Estado (ISSSTE), que proporcionan sus
servicios a trabajadores asalariados y derechohabientes que viven en todo el país,
que han llegado a ser espacios claves para la protección social de los trabajadores
y sus familias, destacándose en las prestaciones de atención médica, seguridad
social y servicios de salud en general.

Cobertura de la infraestructura y servicios de salud en la zona


metropolitana de Oaxaca

La salud como condición privilegiada para la población, requiere la ejecución de


planes, programas, proyectos y acciones personales, comunitarias e
intersectoriales que propicien entornos favorables para que esta se lleve a cabo.
En el cumplimiento de este objetivo se requiere tener recursos humanos,
económicos y materiales, pero también es necesario contar con una amplia,
funcional y suficiente infraestructura en salud.
La calidad y suficiencia de los servicios que brindan las instituciones
públicas y privadas de salud son importantes para los derechohabientes, por el
número y capacidad de sus recursos humanos en relación al universo de atención.
Estos son aspectos prioritarios que influyen en la competitividad social para
garantizar la salud de una ciudad y sus habitantes.
La diferencia entre la población derecho habiente y no derecho
habiente en la zona metropolitana de Oaxaca se explica en parte por el cada vez
más creciente porcentaje de personas que se adhieren a la economía informal, en
trabajos temporales y de autoempleo, con salarios que sólo les permiten vivir en la
subsistencia. Con el paso de los años disminuye el porcentaje de personas que
trabajan en instituciones públicas y privadas, las cuales aportan cuotas para
atender a sus trabajadores en el sistema de seguridad social nacional. Esta
carencia se refleja en el mayor porcentaje de no derechohabientes a nivel estatal
123

que metropolitano. Entre el total de los derechohabientes metropolitanos, la


mayoría están adscritos al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), al Seguro
Popular y al Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del
Estado (ISSSTE). Comparando con la derechohabiencia del estado de Oaxaca, la
mayoría de los inscritos en el IMSS, ISSSTE e instituciones privadas pertenecen al
nivel metropolitano.
En los municipios de la zona metropolitana de Oaxaca, gran parte de la
población no tiene seguridad social, debido a que es población que se ocupa en el
sector informal: 13 de 23 municipios tienen de 40 a 56 por ciento de población no
derechohabiente. En esta zona metropolitana no existe una gran concentración de
la población derechohabiente en Oaxaca de Juárez, como existe en otras zonas
metropolitanas de México. La actividad económica primordial en la ciudad es el
turismo, sin embargo, de éste se ven beneficiados los municipios aledaños a
Oaxaca de Juárez, pues son parte del atractivo turístico de los Valles Centrales.
Entre los derechohabientes, 12 de 23 municipios tienen población que se
adscribe mayoritariamente al programa Seguro Popular (surgido durante la
administración de Vicente Fox, y ampliamente promocionado con Felipe Calderón,
para dar protección social a la población del sector informal de bajos recursos
económicos que no disponían de atención a la salud), sobre todo la de San
Agustín Yatareni, en segundo sitio se encuentran los derechohabientes del IMSS y
en tercer sitio los trabajadores del gobierno que pagan cuotas al ISSSTE (ver
Cuadro núm. 41). Lo mismo ocurre a nivel estatal, pues la población
derechohabiente se adscribe al Seguro Popular, el IMSS y el ISSSTE.

Cobertura de servicios de salud

Si consideramos que en la zona metropolitana de Oaxaca existen 571, 880


habitantes y sólo 374, 119 son derechohabientes (65.41 por ciento), tenemos una
necesidad básica insatisfecha, pues un gran sector de población no tiene acceso a
un derecho primordial que es la salud humana, existe falta de cobertura, y los
servicios que se prestan en los centros de salud de primero, segundo y tercer nivel
124

son insuficientes por falta de personal y equipo médico. Pero esta situación es
más preocupante cuando afecta el estado de salud de la población que vive en
situación de pobreza y pobreza extrema, quienes generalmente no tienen
disponibilidad a los servicios de salud. La accesibilidad implica reconocer la
ubicación a la clínica, la distancia que se debe recorrer a las unidades, los factores
económicos, como el gasto en pasaje y de los servicios médicos; la energía que
se pueda gastar, los inconvenientes que se presenten, finalmente, la percepción
que el paciente pueda tener de la calidad y conveniencia de los servicios.
En la zona metropolitana, el municipio de Oaxaca de Juárez se caracteriza
por ser la sede del control político y económico de Oaxaca, y el centro de
atracción poblacional, lo cual se ve reflejado en la infraestructura en salud
disponible para la población. En los 23 municipios de la zona metropolitana existen
143 instituciones públicas y privadas. El municipio de Oaxaca de Juárez concentra
el 46 por ciento de toda la infraestructura en salud de los programas de salud de la
ciudad: IMSS, IMSS Oportunidades, ISSSTE estatal, SSO y DIF estatal, servicios
privados –en el norte de la zona metropolitana-, así como profesionales del más
alto nivel y especialidad; a excepción de San Bartolo Coyotepec, donde están dos
clínicas de especialidades.
En la zona metropolitana predominan las clínicas preventivas de primer
nivel en el municipio de Oaxaca de Juárez, mientras que dos de tercer nivel están
desconcentradas en el municipio de San Bartolo Coyotepec.
En diez municipios7 de la zona metropolitana sólo hay una clínica de primer
nivel de la SSA y de IMSS Oportunidades en cada municipio; los municipios son
pequeños y aparentemente la cobertura es suficiente. En tres municipios sólo
existe una clínica de segundo nivel por cada unidad territorial. Los hospitales de
tercer nivel están distribuidos de la siguiente manera: uno del Instituto de
Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado (ISSSTE) en
Oaxaca de Juárez y dos de los Servicios de Salud de Oaxaca (SSO) en San
Bartolo Coyotepec (ver Cuadro núm. 41).

7
San Agustín de las Juntas, San Agustín Yatareni, San Andrés Huayapam, San Antonio de la Cal, San Pablo
Etla, San Pedro Ixtlahuaca, Santa Cruz Amilpas, Santa María Coyotepec y Santo Domingo Tomaltepec.
125

Existen cuatro clínicas de IMSS Oportunidades: una en Cuilapam de


Guerrero, otra en San Lorenzo Cacaotepec; una en San Pablo Etla y una más en
Santa María del Tule. El IMSS tiene cuatro clínicas en Oaxaca de Juárez y una en
Santa Lucía del Camino. Las del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la
Familia (DIF) están concentradas en Oaxaca de Juárez. En Oaxaca de Juárez hay
tres clínicas del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores
del Estado (ISSSTE). Los servicios médicos estatales se distribuyen de la
siguiente manera: cuatro en Oaxaca de Juárez; uno en Santa Cruz Xoxocotlán; y
dos en Santa Lucía del Camino. La Secretaría de Comunicaciones y Transportes
sólo tiene una clínica en Santa Lucía del Camino. Finalmente, 46 servicios
médicos privados en 10 municipios de la zona metropolitana de Oaxaca
Por cada tres mil habitantes existe un equipo de salud en el primer nivel, y
explica cómo están integradas las clínicas de primer nivel.
Como parte de la infraestructura, en los hospitales de la zona metropolitana
de Oaxaca, las unidades médicas de primero a tercer nivel cuentan con 537
consultorios y 792 camas, con un promedio de 722.07 habitantes por cama.
Otro problema que perjudica el derecho de los ciudadanos a recibir una
adecuada salud es la carencia de adecuados hospitales, debido a la limitación
presupuestal gubernamental por aumentar el presupuesto al sector salud, a causa
de la transición poblacional: el aumento gradual de la población dependiente, de la
población anciana mayor de 65 años, que cada vez exige una mejor atención por
parte de las instituciones públicas y privadas de salud.
Al aumentar el sector de los ancianos, estos aumentan la demanda de
servicios preventivos de primer nivel, y de ahí los canalizan a segundo y tercer
nivel, donde en ocasiones no están preparados para recibirlos, por carecer de
personal especializado (en geriatría) o no disponer de otro tipo de personal
especializado.
El personal médico y las enfermeras son primordiales para brindar al
paciente las mejores condiciones de salud para aliviar las dolencias que padezca.
La Organización Mundial de la Salud recomienda que debe haber uno o dos
médicos por cada mil habitantes.
126

En relación a la infraestructura, sí es suficiente, el problema es que no hay


personal suficiente, se ha trabajado más en construir que en contratar personal
que pueda estar laborando en los centros de salud que ya están establecidos.
En el estado de Oaxaca hay más médicos por habitante, pues existe un
profesional de la salud por cada 655 pacientes. En el municipio de Oaxaca de
Juárez hay menos profesionales de la salud y mayor población: 4, 027.32
pacientes por médico y 4, 144.5 personas por enfermera, mientras que en el resto
de la zona metropolitana hay menos población y más médicos y enfermeras: son
2, 776.11 pacientes por médico y 2, 497.29 pacientes por enfermera.
Juntando toda la zona metropolitana, hay mayor número de
profesionales de la salud para atender a la población. Existen 1, 643.33 pacientes
por médico, 1, 558.25 pacientes por enfermera y 17, 329. 69 personas por
promotor de salud. Comparando en años el crecimiento del personal en salud,
notamos que en la ciudad de Oaxaca, la población ha pasado de 908
profesionales en el año 2000 a 1, 259 en 2010, con un crecimiento del 72 por
ciento.8
El personal médico se concentra en la ciudad central de Oaxaca de Juárez,
donde también está la mayor parte de la población, los poderes administrativos y
los servicios de salud (ver Cuadro núm.). Según datos de los Servicios de Salud
de Oaxaca, IMSS e IMSS Oportunidades, los médicos están concentrados en los
municipios mayormente poblados, como Oaxaca de Juárez, Santa Cruz
Xoxocotlán y Santa Lucía del Camino, sobre todo en San Bartolo Coyotepec,
donde se encuentran dos centros de especialidades de tercer nivel: el Hospital de
la Niñez Oaxaqueña y el Hospital Regional de Alta Especialidad; sin embargo, en
estos aún hace falta más personal especializado.
Los Servicios de Salud de Oaxaca adolecen de algunas especialidades,
sólo tienen seis técnicos en atención primaria a la salud en cinco municipios, un
brigadistas en salud en Oaxaca de Juárez, un radiólogo y/o técnico radiólogo en
Oaxaca de Juárez, un terapistas del lenguaje en Oaxaca de Juárez, dos

8
No fue posible comparar a toda la población del sector salud en el año 2000, pues el anuario estadístico
edición 2000 no contenía datos de todos los municipios de la zona metropolitana de Oaxaca
127

optometristas en Oaxaca de Juárez, un técnico en programas de salud en Oaxaca


de Juárez y 11 químicos en el municipio de Oaxaca de Juárez.
La Secretaría de Salud ha estado trabajando desde hace algunos años con
el personal de salud del estado de Oaxaca, para subsanar el problema de la
atención, el trato y la discriminación hacia todas las personas, incluida la
comunidad LGBTTTI. Según esta evaluación, la atención médica es buena en la
mayoría de los centros de salud del área metropolitana, sólo es medianamente
baja en algunos centros, como el Urbano núm. 1, de Oaxaca de Juárez, el de San
Agustín Yatareni o el de Tlalixtac de Cabrera (SSA, 2014).

5.5. Problematización del VIH y la población LGBTTTI

La situación en salud y el modo en que se gestiona, en lo que respecta a la


población LGBTTTI, está concentrada principalmente en la atención del VIH/sida.
Esta suerte de metonimia de las personas de la comunidad LGBTTTI a través del
VIH/sida imprime una estructura política que limita el acceso de dichas personas a
innumerables otros servicios que requieren, pero que los Estados no les brindan.
Las personas TLGBI, como cualquier otra persona, están insertas en la
problemática general de todo el sistema; sin embargo, resulta importante decir que
existen diversos mecanismos de exclusión y discriminación que los alejan del goce
de sus derechos y demandas. Ya que las políticas sobre VIH/sida están insertas
dentro de las reformas analizadas, en un modelo poco eficiente, el pertenecer a un
grupo discriminado es causa de más exclusión.
De esta manera, no es casual que en la actualidad la misma composición
demográfica de la epidemia muestre una estructuración específica, donde, según
Miguel Muñoz, “la incidencia del VIH está distribuida con mucha disparidad a
través del mundo. Mientras que 920 mil personas han sido infectadas en Norte
América, existen 25,3 millones de personas en centro y sur de África, y 1,4
millones en Latinoamérica. Es decir, la concentración de la infección se da en los
países pobres donde además se encuentran otros problemas serios de salud
pública” (Cáceres et al., 2011: 112).
128

Hasta el 30 de junio de 1994 se habían notificado 19, 090 casos de VIH en


México, delos que 15, 530 eran hombres adultos (81 por ciento), 2, 540 mujeres
adultas (13 por ciento) y 551 menores de 15 años. El número de infectados por
VIH entre homosexuales fue de 1, 412 casos en 1993, y de 667 entre bisexuales
(Izazola, 1995).
Desde la perspectiva LGBTTTI, el tener en cuenta esta situación, nos
advierte de las dificultades para abordar la problemática de manera integral, donde
hay que ser conscientes que el campo de la salud es estructurado por variables
intervinientes, es decir, pobreza, orientación sexual e identidad de género, que
aunque no son causales entre sí necesariamente, conforman un régimen de la
pobreza, dentro de un contexto mayor. “En este contexto de pobreza, racismo,
inequidad de género y opresión sexual es que el VIH continúa creciendo en las
poblaciones más excluidas en todo el mundo. Del mismo modo, contribuyen a esta
situación la creciente polarización entre los ricos y los pobres, la diferencia
perversa entre el aislamiento de algunos segmentos de la población y la
integración de otros a un sistema internacional del crimen que parece ser parte de
una política económica neoliberal global. Toda esta situación nos alerta sobre
algunas posturas optimistas que consideran que la epidemia del VIH está
controlada y que ya no se justifica la emergencia” (Cáceres et al., 2011: 112).
El modelo instaurado a partir de la gestión del VIH/sida ha servido para
crear una serie de estrategias y dinámicas elaborada desde el discurso de la
salubridad pública, en donde el/la sujeto LGBTTTI ha quedado reducido(a) a la
problemática del VIH/sida. Muestra de ello es que en ningún país de la región se
han implementado acciones que vayan más allá de esta epidemia, es decir,
acciones que contemplen otros servicios como, por ejemplo, atenciones
ginecológicas, urológicas, de salud mental, tratamientos hormonales o cirugías de
reasignación de sexo. Propiamente, observamos cómo la gestión en VIH/sida se
ha transformado en un modelo hegemónico de intervención.
Aunque es cierto que una falta de inclusión integral de la orientación sexual
y la identidad de género resulte problemática, el principal obstáculo está presente
en una inadecuada gestión de los servicios, cuando una persona LGBTTTI es
129

atendida en el sistema de salud. Desde nuestra perspectiva, los diversos niveles


de dicho sistema deben estar preparados para acoger y tratar adecuadamente las
múltiples demandas, que siempre irán más allá del dispositivo de la sexualidad,
mediante la construcción de un sistema que responda a los criterios de
disponibilidad, accesibilidad, aceptabilidad y calidad. En términos generales, el
marco de las intervenciones de salud constreñidas únicamente a la gestión del
VIH/sida no responde a los múltiples intereses de las personas LGBTTTI, e incluso
esta implementación no reúne los estándares de salud necesarios. En ese sentido,
por ejemplo, desde una mirada lésbica, los sistemas de salud son completamente
ineficaces, ya que ellos no las consideran una “población de riesgo”, con lo cual
sus intereses en materia de salud no suelen formar parte de las agendas de
negociación.
En relación con la implementación de este modelo hegemónico de
intervención, sin duda debemos recordar las palabras de Miguel Muñoz, en las
cuales nos habla de aquella violencia que conforma las mismas prácticas dentro
del referido campo. “Entendemos violencia simbólica como el proceso a través del
cual sistemas simbólicos (tales como palabras, imágenes y prácticas) promueven
los intereses de grupos dominantes, al mismo tiempo que profundizan diferencias
jerárquicas y legitiman el dominio de los grupos de mayor poder „convenciendo‟ a
los dominados a través de procesos de hegemonía. Mientras que las reglas están
basadas en coerción directa, políticas sociales y culturales que organizan los
significados dominantes y los valores a través del campo social con la intención de
legitimar las estructuras de inequidad social (Gramsci, 1970; Williams, 1977,
1982)” (Cáceres et al., 2011: 114). En el caso de las personas TLGBI, esta
violencia simbólica se aplica mediante la discriminación, la invisibilización, la
negación del acceso a servicios de salud, entre otros.
Considerando que los trabajos sobre el prejuicio contra homosexuales son
escasos, la situación se complica cuando se intenta relacionar homosexualidad,
prejuicio y SIDA. Los trabajos que tratan de la relación entre estos fenómenos lo
estudian a nivel individual, investigando las consecuencias psicológicas del
130

prejuicio y de la estigmatización para los homosexuales y/o portadores del


VIH/SIDA. En otros casos, los estudios se centran en la prevención del SIDA.
Una consulta hecha en el Scientific Electronic Library Online – Scielo, en el
día 21/01/07, teniendo como palabra-clave “prejuicio” mostró la existencia de
varios trabajos sobre prejuicio racial y apenas uno sobre prejuicio y
homosexualidad (Lacerda et al., 2002). Relacionando VIH y prejuicio existe un
trabajo (Goldsteen & Goldsteen, 1990), realizado en los Estados Unidos. Los
resultados de este estudio mostraron que las explicaciones dadas por los
participantes en este trabajo para la discriminación fueron la intolerancia a la
homosexualidad y la falta de credibilidad en las intervenciones derivadas de las
políticas de salud para el control de la epidemia del SIDA (Rosas, 2008).
Prejuicio y discriminación no acontecen en un vacío social. Los
posicionamientos de los individuos, de forma general, se encuentran anclados en
sus pertenencias a distintos grupos sociales, así como en sus sistemas de
creencias etc. (Doise, Clémence, & Lorenzi-Cioldi, 1993). Regato y Assmar (2004),
por ejemplo, demostraron que cuanto mayor es la creencia en un mundo justo,
más atribuciones a causas internas son hechas para la infección por VIH/SIDA.
Así, podemos argumentar que ese sistema de creencias puede tener un
importante papel en la responsabilidad del homosexual portador del VIH/SIDA.
Para los participantes con alta CMJ, también el efecto de la orientación sexual en
la atribución de responsabilidad es significativo cuando la enfermedad es el SIDA.
En este caso, existe mayor responsabilidad para los homosexuales que para los
heterosexuales. Cuando la enfermedad es cáncer, la relación entre orientación y
responsabilidad no es significativa. En conjunto, el responsabilizar al individuo por
su enfermedad no es un proceso neutro, de carácter puramente cognitivo, sino
que está influido por la orientación sexual, el tipo de enfermedad y las creencias
que el observador posee. En tal caso, la CMJ funciona como una visión del mundo
que modera la atribución de responsabilidad al individuo contaminado por el
VIH/SIDA (Rosas, 2008).
131

Conclusiones

A lo largo de la presente investigación, hemos mostrado las particulares relaciones


entretejidas entre la pobreza y la heteronormatividad, conformadas entre lo
económico y lo subjetivo a través de dispositivos como la clase y la sexualidad. En
ese sentido, hemos planteado algunos elementos para poder comprender el
desarrollo más allá de la necesidad.
También hemos tratado de demostrar cómo la discriminación que la
sociedad heteronormativa impone a la comunidad LGBTTTI, se manifiesta en
diversos espacios, prohibiéndoles algo que es de suma importancia para ellos: su
derecho a la identidad. Los efectos de la discriminación se manifiestan de diversas
formas y con consecuencias funestas, que muchas veces van en contra de su
propia salud. Con la aplicación del test para medir la ansiedad, intentamos
demostrar que una vida cercada por la discriminación, conduce a tenerla en
permanente angustia y preocupación. Esto intentamos comprobarlo, relacionando
cada test aplicado con la historia de discriminación vivida por la persona.
Finalmente, llegamos a la conclusión que en esta sociedad, donde no existen
derechos reales para la comunidad LGBTTTI, y donde la palabra ciudadanía es
vana, la única manera de no ser discriminado es pasar invisible para la sociedad
mayoritaria, es decir, no revelar la identidad sexogenérica; esta estrategia para no
ser agredido o agredida no es invento nuestro, es una forma que muchos de ellos
han adoptado desde que tuvieron sus primeras experiencias de exclusión y
discriminación desde la niñez o la adolescencia.
Sin embargo, no sólo la sociedad mayoritaria heteronormativa discrimina,
también existe entre la propia comunidad LGBTTTI. Quien mantiene el poder y la
hegemonía intenta excluir a los demás de los sitios públicos de esparcimiento,
132

construye frases ofensivas en contra de las identidades más visibles, etcétera,


dice que es normal y qué no. ¿Quiénes son los más discriminados entre la propia
comunidad?, depende del discurso ofensivo o el espacio del que se apropian los
que discriminan y no dejan que los otros se apropien de él.

Si bien entre la población que consideramos como sujeto de investigación


no existen síntomas de pobreza, en realidad existe desde el momento en que la
sociedad heteronormativa les niega el derecho a la identidad.
En la atención a la salud, la comunidad LGBTTTI pide que no se le
discrimine y se le relacione necesariamente con el VIH-SIDA, que se le permita
donar sangre y no se le satanice. Para la mayor parte de ellos, el derecho a la
salud no existe, por el trato imperante que reciben, por no darles una atención
holística, por no haber programas en salud que contemplen sus propios problemas
como comunidad LGBTTTI, por no proporcionarles hormonas bajo prescripción
médica que les ayuden a modificar su cuerpo, lo que les obliga a conseguirlas de
manera “clandestina”.
133

Anexo

Señale una respuesta Poco o nada Más o Moderadamente Severamente


en cada uno de los 21 menos
rubros
1. Entumecimiento,
hormigueo
2. Sentir oleadas de
calor (bochorno)
3. Debilitamiento de
las piernas
4. Dificultad para
relajarse
5. Miedo a que pase lo
peor
6. Sensación de mareo
7. Opresión en el
pecho o latidos
acelerados
8. Inseguridad
9. Terror
10. Nerviosismo
11. Sensación de
ahogo
12. Manos
temblorosas
13. Cuerpo
tembloroso
14. Miedo a perder el
control
15. Dificultad para
respirar
16. Miedo a morir
17. Asustado
18. Indigestión o
malestar estomacal
19. Debilidad
20. Ruborizarse,
134

sonrojamiento
21. Sudoración (no
debida al calor)

Guía de entrevistas
Proyecto: Diversidad sexual en la zona metropolitana de Oaxaca
Entrevista para comunidades homosexuales, transexuales, bisexuales, transgénero,
travestis e intersexo

Nombre (primer nombre o seudónimo):____________________


Edad:______________________
Nivel de estudios:_____________
Orientación sexual:_____________________________

Ser un@ y de la diversidad

1. ¿Qué es para usted ser gay, homosexual, transexual, lesbiana, bisexual, transgénero,
travesti, intersexo o de la diversidad sexual en la ciudad de Oaxaca?
2. ¿Cuáles son las características que le identifican con otras personas gays, homosexuales,
transexuales, lesbianas, bisexuales, transgénero, travestis o intersexo? ¿Podemos
encontrar esas similitudes? ¿Por qué?
3. ¿Cuáles son las características que le diferencian de personas que no son como usted:
heterosexuales, gays, homosexuales, transexuales, lesbiananas, bisexuales, transgénero,
travestis o intersexo?
4. ¿Qué piensa usted de otras personas de la diversidad sexual con las que no comparte su
orientación sexual? (ejemplo: homosexuales de travestis)
5. ¿Cuáles son las experiencias por las que ha pasado para afirmarse como gay,
homosexual, transexual, lesbiana, bisexual, transgénero, travesti o intersexo en la ciudad
de Oaxaca?

Servicios

6. ¿De cuáles servicios no dispone en su hogar?


-Luz
135

-Red de agua en casa


- Drenaje
- Teléfono
- Computadora
- Internet

Salario

7. ¿Gana menos de $7, 350.00 por mes?

Experiencia personal sobre la discriminación

8. ¿Explique qué es para usted la discriminación?


9. Según su opinión, explique qué diferencias establece la sociedad oaxaqueña entre
personas de la diversidad sexual y los heterosexuales.
10. ¿Estas diferencias cómo pueden hacer sentir a la persona que es parte de la diversidad
sexual?
11. ¿Usted ha tenido experiencias de discriminación por identificarse o sentirse parte de la
diversidad sexual?
12. ¿Qué experiencias de exclusión y rechazo ha padecido en la vía pública?
13. ¿Qué experiencias de exclusión y rechazo ha padecido en la escuela?
14. ¿Qué experiencias de exclusión y rechazo ha padecido en su vida religiosa?
15. ¿Qué experiencias de exclusión y rechazo ha padecido en su familia?
16. ¿Qué experiencias de exclusión y rechazo ha padecido en su trabajo?
17. ¿Qué experiencias de exclusión y rechazo ha padecido en los sitios en donde acostumbra
a hacer deporte?
18. ¿Qué experiencias de exclusión y rechazo ha padecido cuando asiste a lugares
recreativos? (fiestas, reuniones, discotecas, etcétera).
19. ¿En su vida ha experimentado frecuentes situaciones de hostilidad como desdén,
desafecto, desapego, maltrato, inequidad, tratamiento degradante o indigno, debido a su
orientación sexual?
20. ¿En su vida ha experimentado intentos de persecución debido a su orientación sexual?
136

21. ¿En algún momento ha sentido que su vida peligra por ser parte de la diversidad sexual?
22. ¿La exclusión sexual le ha llevado a experimentar prácticas sexuales clandestinas y
riesgosas?
23. ¿Conoce usted lugares donde se reúne la gente de la diversidad sexual?
24. ¿En esos lugares se pueden reunir libremente, sin sentir presiones? Explique
25. ¿Qué piensa la sociedad en general de esos sitios?
26. ¿La policía discrimina a la gente de la diversidad sexual?
27. ¿Cómo puede la policía discriminar a la gente de la diversidad sexual?
28. Según su opinión, ¿puede existir discriminación entre los grupos de la diversidad sexual?
¿Quién discrimina a quién? ¿Por qué?
29. (DIRIGIDO A TRANS) ¿A ustedes quién o quienes los discriminan? ¿Por qué?
30. Según su opinión, ¿la comunidad de la diversidad sexual puede acceder a servicios,
empleo, aumentar su salario, tener buen trato cotidiano, como los heterosexuales?
Explique.
31. Según su opinión, las experiencias de discriminación que puede padecer una persona de
la diversidad sexual, pueden afectar sus condiciones de vida/ calidad de vida? ¿Cómo?
32. Según su opinión y experiencia, explique de qué manera el trato desigual puede hacer
pobres o más pobres a las personas de la diversidad sexual.
33. ¿Ha sufrido alguna carencia o carencias (pobreza) debido a su orientación sexual?
Explique.
34. ¿Ahora se considera más, igual o menos pobre? ¿Por qué?

Experiencia personal sobre la situación de salud y el sistema de salud

35. ¿Ha tenido problemas de abuso de alcohol a lo largo de su vida?


36. ¿Ha tenido problemas de consumo de drogas a lo largo de su vida?
37. ¿Ha tenido problemas de tumores cancerígenos?
38. ¿Ha tenido algún intento de suicidio?
39. ¿Cree que existen suficientes centros de salud en la ciudad? ¿Dónde está el más cercano
a su casa?
40. ¿El centro de salud está en un lugar accesible?
41. ¿El pago en los centros de salud es accesible a su bolsillo?
42. ¿El trato del personal de salud hacia usted es con respeto y honestidad?
137

43. ¿La clínica se encuentra en óptimas condiciones higiénicas, el personal está capacitado,
está suficientemente equipada y cuenta con suficientes medicamentos?
44. ¿En la consulta clínica declara usted su orientación sexual? ¿Por qué?
45. ¿Preferiría que en los sistemas de salud le preguntaran su preferencia sexual, atendieran
sus demandas y la atención deseada se orientara de la misma manera? ¿Por qué?
46. ¿De qué manera quisiera que se orientara la atención?
47. ¿Las consultas dirigidas a la diversidad sexual se limitan a la salud sexual? ¿Por qué?
48. ¿La atención y el diagnóstico hacia la diversidad sexual lo amplían hacia otras posibles
enfermedades y al entorno, o sea, es integral?
49. (EN CASO DE MUJERES BISEXUALES) ¿Asiste a consultas ginecológicas periódicas?
¿Por qué?
50. (EN CASO DE MUJERES BISEXUALES) ¿En la consulta ginecológica llegan ustedes a
hablar de sus prácticas sexuales?
51. ¿En las clínicas públicas y privadas le han negado la atención, le han tratado mal o
negado la confidencialidad, por relacionarlo con problemas de VIH y SIDA y/ o por ser
moreno, de la diversidad sexual, pobre, mal vestido, etcétera?
52. (EN CASO DE SER BISEXUAL) ¿Asiste a consultas ginecológicas periódicas? ¿Por
qué?
53. (EN CASO DE SER BISEXUAL) ¿En la consulta ginecológica llegan ustedes a hablar de
sus prácticas sexuales?
54. (EN CASO DE SER TRANS) ¿Le siguen considerando o tratando como hombre en el
centro de salud?
55. (EN CASO DE SER TRANS) ¿En los servicios de salud tienen algún servicio especiado
de transformación del cuerpo?
56. (EN CASO DE SER TRANS) ¿Ha llegado usted a utilizar sustancias peligrosas y
hormonas sin prescripción que puedan perjudicar su salud, porque se los nieguen en
algún centro de salud?
57. ¿Conoce si existen programas específicos hacia la diversidad sexual? ¿Cuáles son?
58. ¿Quisiera que los programas de salud incluyeran la salud de la diversidad sexual? ¿Por
qué?
138

Guía de entrevistas
Proyecto: diversidad sexual en la zona metropolitana de Oaxaca
Entrevista para comunidades lésbicas

Nombre (primer nombre o seudónimo):____________________


Edad:______________________
Nivel de estudios:_____________
Orientación sexual:_____________________________

Ser un@ y de la diversidad

1. ¿Qué significado tiene para usted ser lesbiana en la ciudad de Oaxaca?


2. ¿Cuáles son las características que le identifican con otras personas lesbianas o de la
diversidad sexual?
3. ¿Cuáles son las características que le diferencian de personas que no son como usted:
heterosexuales, gays, homosexuales, transexuales, bisexuales, transgénero, travestis o
intersexo?
4. ¿Qué piensa usted de otras personas de la diversidad sexual con las que no comparte su
orientación sexual? (ejemplo: homosexuales de travestis)
5. ¿Cuáles son las experiencias por las que ha pasado para afirmarse como lesbiana en la
ciudad de Oaxaca?

Servicios
139

6. ¿De cuáles servicios no dispone en su hogar?


-Luz
-Red de agua en casa
- Drenaje
- Teléfono
- Computadora
- Internet

Experiencia personal sobre la discriminación

7. ¿Explique qué es para usted la discriminación?


8. Según su opinión, explique qué diferencias establece la sociedad oaxaqueña entre
personas de la diversidad sexual y los heterosexuales.
9. ¿Estas diferencias cómo pueden hacer sentir a la persona que es parte de la diversidad
sexual?
10. ¿Usted ha tenido experiencias de discriminación por identificarse o sentirse parte de la
diversidad sexual?
11. ¿Qué experiencias de exclusión y rechazo ha padecido en la vía pública?
12. ¿Qué experiencias de exclusión y rechazo ha padecido en la escuela?
13. ¿Qué experiencias de exclusión y rechazo ha padecido en su vida religiosa?
14. ¿Qué experiencias de exclusión y rechazo ha padecido en su familia?
15. ¿Qué experiencias de exclusión y rechazo ha padecido en su trabajo?
16. ¿Qué experiencias de exclusión y rechazo ha padecido en los sitios en donde acostumbra
a hacer deporte?
17. ¿Qué experiencias de exclusión y rechazo ha padecido cuando asiste a lugares
recreativos? (fiestas, reuniones, discotecas, etcétera).
18. ¿En su vida ha experimentado frecuentes situaciones de hostilidad como desdén,
desafecto, desapego, maltrato, inequidad, tratamiento degradante o indigno, debido a su
orientación sexual? Explique.
19. ¿En su vida ha experimentado intentos de persecución debido a su orientación sexual?
20. ¿En algún momento ha sentido que su vida peligra por ser parte de la diversidad sexual?
21. ¿La exclusión sexual le ha llevado a experimentar prácticas sexuales clandestinas y
riesgosas?
22. ¿Conoce usted lugares donde se reúne las mujeres lesbianas?
140

23. ¿En esos lugares se pueden reunir libremente, sin sentir presiones? Explique
24. ¿Qué piensa la sociedad en general de esos sitios?
25. ¿La policía discrimina a la gente lesbiana o a otras personas de la diversidad sexual?
26. ¿Cómo puede la policía discriminar a la gente de la diversidad sexual?
27. Según su opinión, ¿puede existir discriminación entre los grupos de la diversidad sexual?
¿Quién discrimina a quién? ¿Por qué?
28. Según su opinión, ¿la comunidad de la diversidad sexual puede acceder a servicios,
empleo, aumentar su salario, tener buen trato cotidiano, como los heterosexuales?
Explique.
29. Según su opinión, las experiencias de discriminación que puede padecer una persona de
la diversidad sexual, pueden afectar sus condiciones de vida/ calidad de vida? ¿Cómo?
30. Según su opinión y experiencia, explique de qué manera el trato desigual puede hacer
pobres o más pobres a las personas de la diversidad sexual.
31. ¿Ha sufrido alguna carencia o carencias (pobreza) debido a su orientación sexual?
Explique.
32. ¿Ahora se considera más, igual o menos pobre? ¿Por qué?

Experiencia personal sobre la situación de salud y el sistema de salud

33. ¿Se enferma usted con frecuencia? ¿De qué?


34. ¿De manera frecuente su estado de ánimo es bajo?
35. ¿De manera frecuente siente desagrado hacia sí mismo?
36. ¿De manera frecuente pierde interés y el gusto por realizar actividades?
37. ¿De manera frecuente hay una disminución del interés por realizar algunas actividades, y
en el afecto o preocupación por otras personas?
38. ¿Usted llora sin razón aparente, tiene más ganas de llorar o lo hace con más frecuencia
que cuando no está deprimida?
39. ¿Tiene una actitud pesimista en el presente y hacia el futuro?
40. ¿Ha tenido problemas de abuso de alcohol a lo largo de su vida?
41. ¿Ha tenido problemas de consumo de drogas a lo largo de su vida?
42. ¿Ha tenido problemas de tumores cancerígenos?
43. ¿Ha tenido algún intento de suicidio?
44. ¿Cree que existen suficientes centros de salud en la ciudad? ¿Dónde está el más cercano
a su casa?
141

45. ¿El centro de salud está en un lugar accesible?


46. ¿El pago en los centros de salud es accesible a su bolsillo?
47. ¿El trato del personal de salud hacia usted es con respeto y honestidad?
48. ¿La clínica se encuentra en óptimas condiciones higiénicas, el personal está capacitado,
está suficientemente equipada y cuenta con suficientes medicamentos?
49. ¿En la clínica usted dice que es lesbiana? ¿Por qué?
50. ¿En las clínicas públicas y privadas le han negado la atención, le han tratado mal o
negado la confidencialidad, por relacionarla con problemas de VIH y SIDA y/ o por ser
morena, lesbiana, pobre, mal vestida, etcétera?
51. ¿Asiste a consultas ginecológicas periódicas? ¿Por qué?
52. ¿En la consulta ginecológica llegan ustedes a hablar de sus prácticas sexuales?
53. ¿Preferiría que en los sistemas de salud le preguntaran su preferencia sexual, atendieran
sus demandas y la atención deseada se orientara de la misma manera? ¿Por qué?
54. ¿En la clínica la atención a las lesbianas y el resto de la población de la diversidad sexual
se enfoca a la salud sexual?
55. ¿La atención y el diagnóstico hacia las lesbianas lo amplían hacia otras posibles
enfermedades y al entorno, o sea, es integral?
56. ¿De qué manera quisiera que se orientara la atención a la salud?
57. ¿El o la especialista en salud le ha maltratado por su preferencia sexual?
58. ¿El o la especialista en salud le ha negado el servicio por su preferencia sexual?
59. ¿Conoce si existen programas específicos hacia la diversidad sexual? ¿Cuáles son?
60. ¿Quisiera que los programas de salud incluyeran la salud de la diversidad sexual? ¿Por
qué?
142

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