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ISBN 978-950-592-247-5
Consejo Editorial
Lic. María Soledad Herrera
Maura Ooms
Mg. Oscar De Majo
Dra. Marina Liliana Guidotti
Mg. Santiago Marcó.
Prólogo
Osvaldo Bayer ....................................................................................................... 7
La mirada de la academia
“La comunicación es una de las armas y herramientas más fuertes para presionar a
los gobiernos para reformar sus políticas”
Relmu Ñamku (Pueblo Mapuche) - Gastón Wahnish ................................ 149
“Es necesario un periodismo indígena que visibilice la lucha, que se sume a la agen-
da diaria y que hable del territorio”
Félix Díaz (Pueblo Qom) - Emilia Ferreiros .................................................. 179
“Los pueblos indígenas tenemos que recuperar nuestra propia palabra, hablarla no-
sotros y para nosotros”
Cipriana Palomo (Pueblo Pilagá) - Mariano González .............................. 191
Osvaldo Bayer
Buenos Aires, marzo 2017
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Entre la utopía y la realidad.
Hacia un periodismo que visibilice
las luchas indígenas.
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Entre la utopía y la realidad. Hacia un periodismo que visibilice las luchas indígenas
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Hacia un periodismo indígena
Con esta formación y con las nuevas tecnologías, lo que los nuevos
periodistas deben hacer es crear sus propios periódicos. El conse-
jo que yo daría a un o una joven periodista hoy -me refiero a los
países europeos- es el siguiente: no busque entrar en este o aquel
gran medio de comunicación (…). En lugar de eso, busque crear su
propio medio de comunicación con sus compañeros; hoy eso es po-
sible. Produzca una información diferente, inteligente, verdadera,
confiable, creativa, adaptada a las nuevas tecnologías (De Moraes,
Ramonet & Serrano, 2013, pp. 96-97).
Tiene que ver con una concepción que, rechazando las falsas ale-
gaciones sobre “neutralidad” y “objetividad”, inscribe el trabajo
periodístico en el campo de conflictos y disputas que configuran la
batalla de las ideas por la hegemonía. Los medios alternativos casi
siempre parten de una comprensión crítica de la realidad y preten-
den ser canales de aspiraciones y demandas de grupos sociales que
no encuentran ecos de sus reivindicaciones en los medios comercia-
les. (De Moraes, Ramonet & Serrano, 2013, pp. 103-104)
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tuar como un instrumento político de las clases subalternas, comprometerse
con una sociedad igualitaria y justa, combatir la concentración monopólica
de los medios y visibilizar la variedad de mundos que el mundo contiene4.
Entendiendo que el periodismo no es neutral y que tanto en la academia
como en los medios hay luchas por el sentido válido, Hacia un periodismo
indígena reconoce su carácter político y propone pensar al periodismo indí-
gena en el marco de la comunicación alternativa, la sensibilidad social y el
pensamiento crítico.
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Hacia un periodismo indígena
De modo profesional, todo tiene que ver con una inclinación mía de
plantear o ver los problemas de la sociedad, y cómo se podían re-
flejar a través del periodismo. E intervenir en cuestiones de la lucha
social. En Argentina la cuestión indígena estaba muy invisibilizada
y, luego de la represión a los Qom en 2010, adquiere una centrali-
dad con el acampe en la 9 de Julio. En ese sentido, el periodismo
puede aportar en su visibilización. El periodismo debe estar para
eso, para mostrar aquello que no se ve (Rojas, comunicación perso-
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nal, 13 de agosto de 2015).
Hay una historia oficial que está ocultando otra. Y esas otras memo-
rias ocultas están en la memoria oral. La memoria oral de los pueblos
originarios preserva algo que no quisieron contarnos por una razón:
detrás de la construcción de la Argentina existió un genocidio tan
vergonzoso, tan cruel, tan grande, tan grave y tan planificado que
no se cuenta. Fue deliberadamente ocultado por la historia oficial.
Te parece imposible que haya sucedido y, sin embargo, los relatos
coinciden. Realmente pasó. Es un espejo en el que los argentinos nos
vemos de una forma distinta. Cuando ellos empiezan a contar esas
historias, el argentino blanco que se ha criado en una escuela y ha
mamado la historia oficial se ve en un espejo distinto. Me parece in-
teresante para comenzar a pensar de otra manera nuestra identidad
(Mapelman, comunicación personal, 22 de agosto de 2015).
Si bien se suele pensar que los pueblos originarios son un grupo homogé-
neo, esto no es así: cada nación tiene sus propias características, mientras
que las comunidades que las integran también presentan diferencias entre
sí. Asimismo, la cosmovisión aborigen tiene una lógica diferente al pensa-
miento occidental y, por lo tanto, demanda que los comunicadores estemos
abiertos a la interculturalidad, a aprender de ellos y aprehender miradas
diferentes sobre la vida y nuestra relación con la Madre Tierra. Por eso, es
necesario escuchar con atención.
La interculturalidad es fundamental para pensar un periodismo espe-
cializado en pueblos indígenas. Es importante estar abierto a conocer otras
lógicas de ver el mundo. Valeria Mapelman explica que los preconceptos
tienen que quedar afuera: “Todo lo que hemos leído y sabemos -o lo que
creemos saber- no es cierto. Fue una imagen construida por gente que tenía
un objetivo” (comunicación personal, 22 de agosto de 2015).
Un gran error que se suele cometer al comenzar a interactuar con los
pueblos indígenas es tener una mirada paternalista hacia ellos. De hecho,
no son pocos los que se equivocan y utilizan una vara para medir a una
comunidad indígena y una diferente para medir a otros actores sociales.
Más allá de descentrarnos de nuestra lógica, debemos realizar coberturas
sin exaltar la subjetividad ni distorsionar la realidad.
Por otro lado, como otros grupos en situación de vulnerabilidad, los in-
dígenas ven al periodismo como un posible aliado y son proclives a colabo-
rar. Para ello, es necesario trabajar en el terreno y tener una mirada de cerca:
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lo obvio no siempre es lo real y es necesario conocer bien. Vivir la realidad
indígena y escuchar los problemas sin intermediaciones resulta fundamen-
tal para poder comprender sus demandas.
Como bien hemos dicho, la cobertura de las luchas indígenas está acom-
pañada de un sentimiento de injustica. De acuerdo con Pablo Badano:
7. Al respecto, sugerimos la lectura del artículo de Ana Laura García Luna y Fran-
cisco Arri “¿Es posible incluir el periodismo indígena en la formación académica
universitaria?”
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Hacia un periodismo indígena
tigación no cree que se trate de una cuestión de plan de estudios, sino de los
ejemplos de los docentes:
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En este sentido, la enseñanza de un periodismo indígena en la forma-
ción de profesionales en las universidades y terciarios sería una contribu-
ción esencial para difundir las reivindicaciones y multiplicar la cantidad de
estudiantes interesados y formados, para que luego puedan llevarlos a su
práctica profesional.
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Hacia un periodismo indígena
¿Por qué pensar un periodismo que cubra las problemáticas y las luchas
indígenas con una especialización técnica? Porque el mundo no es como
nosotros querríamos. A algunos periodistas les duelen las consecuencias
nocivas del extractivismo en los cuerpos de las personas; a otros no les pa-
rece ético que la corrupción del Estado y las corporaciones se queden con
recursos que son de la sociedad; hay quienes se molestan por la opresión
de las clases dominantes sobre una mayoría dominada o bien consideran
injusto que una historia oculte a otras, sobre todo si esconde un genocidio.
¿Y qué hacen? Lo muestran. Lo investigan, lo cubren, lo escriben, lo gra-
ban, lo filman, lo relatan. Dan testimonio de ello. Son mediadores. Visibili-
zan lo que otros quieren que permanezca oculto. Y no lo hacen ni por fama
ni por dinero, sino porque están convencidos de que mostrar empodera a
los débiles e incomoda a los poderosos. Convencidos de que con la difu-
sión, comienzan a tejerse las redes de solidaridad entre las personas. Porque
es muy difícil conocer el dolor humano y no solidarizarse con él.
Pero, ¿solo los pueblos indígenas? Por supuesto que no. Un periodismo
indígena estaría inmerso en el campo más amplio de la comunicación alter-
nativa que incluye y visibiliza otros tantos temas sociales como el género,
los trabajadores, los movimientos sociales o el extractivismo. Y si bien este
libro refiere al ámbito académico y a la práctica periodística, no solamente
se limita a ellos: las redes sociales y las nuevas tecnologías permiten que
cualquiera participe de estas construcciones colectivas de la información.
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La comunicación es como la levadura que levanta la masa. Ahora bien, sere-
mos sinceros: es nuestro deseo que cada vez más periodistas profesionales
y estudiantes de periodismo se vuelquen a él.
¿Cómo? Simplemente contando: en todos los espacios a los que uno ten-
ga acceso. Ya sea en medios alternativos o en medios comerciales. Con solo
una persona que la lea ya empieza a cambiar el mundo. La comunicación es un
derecho humano y, en estos casos, también es una herramienta para las
luchas indígenas.
Entonces, ¿qué contar? Todo lo que afecte los derechos humanos de los
pueblos originarios. Sabiendo que sus principales luchas se vinculan al res-
peto por sus tierras y territorios –amparados por la Constitución Nacional–,
al reconocimiento de la identidad indígena por parte del Estado y a la per-
durabilidad de las lenguas ancestrales. Tengamos en cuenta que, si bien el
principal interpelado será el Estado que no garantiza el cumplimiento efec-
tivo de los derechos, serán también confrontados los poderes económicos,
que afectan la vida de los pueblos en pos de lucro privado.
Y una vez más, ¿por qué? Porque al ver las injusticias te agarra un
fuego. Te indignás. Pero va más allá. Te hierve la sangre. Esa llamarada
no se apaga ni con agua ni mirando hacia otro lado. Te interpelan todo el
tiempo. Y si las ideas y prácticas del capitalismo salvaje, el individualis-
mo postmoderno y el poder político están estrelladas, no tenemos ningún
problema en formar parte de un colectivo más amplio que busque ende-
rezarlas. Y lo hacemos con lo que sabemos hacer. Del mejor modo que
conocemos: comunicando.
Referencias
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Las luchas indígenas
desde el periodismo
El oficio del periodista, las luchas indígenas
y el modelo extractivista1
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El oficio del periodista, las luchas indígenas y el modelo extractivista
3. Para una mayor aproximación sobre el fracking en Argentina y las resistencias in-
dígenas, sugiero el artículo “Petróleo y resistencias”: http://www.darioaranda.com.
ar/2014/06/petroleo-y-resistencias/
4. El artículo 75, inciso 17 de la Constitución Argentina estipula: “Reconocer la pre-
existencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos. Garantizar el respeto
a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural; reconocer la per-
sonería Jurídica de sus comunidades, y la posesión y propiedad comunitarias de las
tierras que tradicionalmente ocupan; y regular la entrega de otras aptas y suficientes
para el desarrollo humano; ninguna de ellas será enajenable, transmisible ni suscep-
tible de gravámenes o embargos. Asegurar su participación en la gestión referida a
sus recursos naturales y a los demás intereses que los afecten. Las provincias pueden
ejercer concurrentemente estas atribuciones”. También está vigente el Convenio 169
de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que establece que debe realizarse
una consulta previa, libre e informada a las comunidades indígenas en cada actividad
que pudiera afectarlos.
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5. El documental fue dirigido por Patricio Escobar y Damián Finvarb y está disponible
en línea: https://www.youtube.com/watch?v=Nfm-f2yJa0g
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El oficio del periodista, las luchas indígenas y el modelo extractivista
cos. Creo que falta una profunda autocrítica de los que hacemos los medios
de comunicación, de los periodistas de a pie. No podemos alegar obedien-
cia debida para ocultar lo que pasa. Hoy sucede eso en Argentina, se alega
obediencia debida para ocultar lo que pasa. Si voy con una nota y digo en
Página/12 que el fracking de YPF está contaminando y el editor me dice que
eso no se publica porque el medio está con YPF, no puedo volverme a mi
escritorio y no escribir nada. No lo podré escribir en Página/12. Pero es enor-
me la cantidad de medios de comunicación alternativos y cooperativos que
hay. O redes sociales. O lo que sea.
La “Carta abierta de un escritor a la Junta Militar”6, que hoy es un em-
blema del periodismo no se la pidió ni se la hubiera aceptado ningún editor
a Rodolfo Walsh. La escribió porque lo sentía en las tripas y se jugó la vida
con eso. Entonces no podemos alegar hoy obediencia debida para ocultar
lo que pasa. Decía una colega en la radio: “Escribamos lo que pasa en cual-
quier lado: en medios alternativos, en Twitter, en Facebook. En las paredes
si es necesario. Pero escribamos lo que sucede, esa es la esencia del perio-
dismo”.
Hagamos un repaso:
• No somos soldados de nadie, de ningún medio, de ningún patrón;
siempre podemos decir que no.
• No hagamos periodismo de escritorio, el periodismo se cubre desde
los territorios, escuchando a los afectados.
• Aprovechar las grietas que hay en el periodismo. En cada medio
hay grietas para aprovechar y filtrar las notas que el poder no quiere
publicar.
• Crear nuestros propios medios. Las academias de periodismo mu-
chas veces no nos forman para crear nuestros propios medios. Pode-
mos ejercer el periodismo directamente en nuestros propios medios.
Algunas cooperativas: 8300 en Neuquén, Revista Ajo en Mar del Plata,
Tinta Verde en La Plata, Revista Sudestada, La Vaca y La Brújula en Rosa-
rio. Innumerables cantidad de periodistas que trabajan, viven y ejercen
el oficio con enorme dignidad.
• No alegar obediencia debida, no ocultemos lo que pasa.
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¿Es posible incluir el periodismo indígena
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Madrid Agustín de la Herrán (2005), este segundo enfoque sería “un recur-
so y una estrategia planificadora orientada a la plenitud de la comunicación
didáctica, pero también metodológico e intrínsecamente motivador, inters-
ticio educativo, base de tejido curricular y sobre todo fundamento de cohe-
rencia pedagógica orientada a la apertura, la flexibilidad, la compleción y la
complejidad” (p. 245).
Para el autor español, el desarrollo de temas transversales en la univer-
sidad tiene múltiples utilidades:
a. Eje sociocultural
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Hacia un periodismo indígena
los sujetos desde un abordaje psicosocial. En ellos, las nociones más impor-
tantes se relacionan con la subjetividad, la intersubjetividad, el sujeto y las
comunidades en torno a la cuestión indígena. Desde este enfoque, propo-
nemos generar espacios de reflexión respecto de las maneras de representar
las creencias indígenas, analizar las coberturas de periodistas no indígenas
sobre la temática y promover el propio potencial de los estudiantes.
b. Eje humanístico
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d. Eje periodístico
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¿Es posible incluir el periodismo indígena en la formación académica universitaria?
En este sentido, los alumnos deberían poder aplicar los formatos perio-
dísticos más funcionales para la cobertura de las problemáticas y luchas
indígenas. Varios autores recomiendan la utilización de estructuras infor-
mativas tradicionales, mediante las cuales se puede potenciar y visibilizar
el rol de los pueblos originarios como actores indispensables en la vida
democrática de una sociedad. Se refieren, específicamente, a la entrevista,
el reportaje, la crónica y la encuesta de opinión. Cabe destacar, asimismo,
la necesidad de que los docentes piensen consignas originales referidas a
las problemáticas de los pueblos indígenas, para que los estudiantes pue-
dan aplicar los mencionados géneros en sus trabajos prácticos.
La entrevista permite consultar informaciones y opiniones a los indíge-
nas a través del formato de pregunta y respuesta, lo que genera un efecto
de credibilidad en la comunicación y una mayor cercanía entre el lector y
el entrevistado. Asimismo, también podrían realizarse entrevistas de sem-
blanza para conocer las historias de vida de los líderes.
El reportaje implica sumergirse en profundidad en un tema a partir de
la investigación periodística: recoge testimonios de primera mano, explora
e indaga desde la perspectiva de la descripción objetiva de los hechos. De
más está decir que las problemáticas indígenas precisan de un conocimien-
to profundo de la tierra y el territorio, y el impacto de la industria maderera,
el desmonte, la quita de tierras, las represiones o las consecuencias de la
megaminería.
La crónica, en tanto, permite centrarnos en el relato de historias de vida
y en el detalle pormenorizado de los personajes que la componen –colores,
olores sensaciones, sonidos, texturas y maneras de hablar–. Al mismo tiem-
po, es apropiada para describir cronológicamente las protestas que llevan a
cabo para visibilizar sus luchas.
Si lo que se pretende es generar opinión frente a ciertos aspectos poco
trabajados por los medios de comunicación, pueden hacerse encuestas a un
número reducido de personajes significativos del ámbito social y divulgar
sus opiniones. Otra variante es consultar a un público más masivo para
identificar, por ejemplo, el conocimiento que tienen respecto de alguna pro-
blemática en particular de los pueblos originarios.
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Hacia un periodismo indígena
El área es, sin duda, la más interesante para los estudiantes porque implica
la conjunción de los saberes y destrezas aprendidos en el recorrido aca-
démico y su vinculación con el mundo del trabajo. Consideramos que las
prácticas educativas son el marco curricular más indicado para que los es-
tudiantes conozcan y formen parte de los medios comunitarios. Estos espa-
cios, que entienden que la comunicación es un derecho humano esencial,
no persiguen un fin de lucro y son gestionados en forma democrática y
participativa por agrupaciones como asociaciones civiles, vecinales o coo-
perativas. En el mismo sentido, se debe incentivar el trabajo en grupo e
integrado con organizaciones sociales para la creación de nuevos medios,
sean periódicos, radios o canales de televisión comunitarios.
Mientras mayor sea la cantidad de medios comunitarios de calidad, más
puertas se abren a la democratización de la comunicación y se amplía la
posibilidad de que la comunidad se exprese, esté bien informada y constru-
ya como colectivo. Puesto que el fin de ese tipo de emisoras es generar un
ambiente en el que los diferentes grupos sociales estén representados sim-
bólicamente y en el que sus propuestas sean escuchadas, es muy positivo
para las comunidades indígenas que estos medios proliferen.
Reflexiones finales
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Referencias
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Ven y dime todas esas cosas,
invítame a sentarme junto a ti.
Escucharé todos tus sueños en mi oído.
Y déjame estrechar tus manos
y regalarte unas pocas ilusiones.
Ven y cuéntame una historia
que me haga sentir bien.
Yo te escucharé
con todo el silencio del planeta.
Y miraré tus ojos
como si fueran los últimos de este país.
Las Flores - Café Tacvba
Cuando nos invitaron a escribir un artículo para este libro colectivo nos sen-
timos muy entusiasmados por el desafío de tener que repasar nuestra his-
toria, sistematizarla, comunicarla y poder generar una reflexión expresiva,
y multiplicadora de experiencias de comunicación y periodismo, sobre el
mundo indígena desde el mundo no indígena. Esta propuesta nos remonta
a los principios de nuestro proyecto, y al modo en que surgió.
La Agencia Periodística Timbó está integrada por dos compañeros co-
municadores sociales, en parte formados en la Facultad de Periodismo y
Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata. Decimos en
parte porque los estudios en ámbitos formales solo constituyen una dimen-
sión de las trayectorias de aprendizaje. En la facultad recorrimos espacios,
teorías, perspectivas y prácticas que nos generaron inquietudes sobre el tra-
bajo con los pueblos indígenas y sus posibilidades.
Consideramos que es en la academia donde se eligen los recorridos re-
lativos a la reflexión y transformación de los escenarios políticos y sociales,
así también como los de la perpetuación del sistema hegemónico. En este
proceso de elecciones e inclinaciones tuvimos la posibilidad de conocer cá-
tedras, profesores y autores que nos afianzaron en la idea de una comunica-
ción como proceso social de producción de sentidos, como derecho, como
parte esencial de estrategias de lucha, como territorio a recuperar y no como
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proyecto que iba en sintonía con lo que estábamos pensando. Nos propo-
nían participar del diseño de la primera Tecnicatura Superior en Comunica-
ción Social Indígena Bilingüe Intercultural del país, en el también naciente
Centro de Estudios Superiores Bilingüe Intercultural gestionado por la mis-
ma organización.
Era transformador poder debatir, pensar, soñar, diseñar un plan de es-
tudios que intentara generar una ruptura en el sistema educativo tradicio-
nal, con la premisa de alcanzar un posicionamiento del conocimiento y la
cultura qom, equitativo con el del conocimiento no indígena, occidental.
Además de la colaboración en el diseño, aportamos la mirada no indígena
sobre la comunicación, escuchamos cómo los ancianos y miembros de la
organización exponían su cosmovisión, su historia y su cultura, y desem-
peñamos roles de coordinación, investigación y educación dentro de ese
proyecto durante cuatro años. Lo que esa experiencia provocó, transformó,
enriqueció y fortaleció nuestro trabajo como comunicadores sería tema de
reflexión para otro artículo.
Pero lo que significaron estos trabajos de educación en espacios popula-
res, autogestivos, y también en los diálogos con los espacios llamados for-
males, tiene que ver con los inicios del proyecto de la Agencia Periodística
Timbó.
Con el transcurso de los años empezamos a entender que podíamos con-
cretar una convicción inicial que todavía nos acompaña: el fortalecimiento
y posicionamiento de los discursos sociales de los pueblos indígenas, desde
los pueblos indígenas, en los espacios públicos, para el reconocimiento y
fortalecimiento de la interculturalidad de nuestra sociedad.
¿Y qué es la interculturalidad para nosotros? A partir de la lectura de
autores como Paulo Freire, Jorge Huergo, Jesús Martín-Barbero, Antonio
René Machaca, Adolfo Colombres y Silvia Hirsch, sumada a la experiencia
y la conversación con indígenas, fuimos configurando una idea alrededor
de este concepto. Hoy en día, la interculturalidad para nosotros no es un
contenido, sino una perspectiva, un abordaje, una práctica y un modelo teó-
rico y relacional en construcción.
En resumen, para la Agencia Periodística Timbó la interculturalidad es
un proyecto político que lucha contra la colonización, la discriminación y la
inferiorización de los pueblos indígenas. Por lo tanto, la interculturalidad
se presenta como un movimiento que aspira a una sociedad con relaciones
entre las culturas más equitativas, manteniendo el respeto, la independen-
cia y autodeterminación de cada una de ellas.
Estas reflexiones trajeron aparejada una fuerte necesidad de expresar
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A principio de los 80, las organizaciones indígenas de los pueblos qom, wi-
chí, pilagá y moqoit comenzaron a tomar un protagonismo creciente, luego
de una serie de factores relacionados con la titularización de parte de sus
territorios; con la reflexión, propuesta y materialización de las primeras le-
yes vinculadas a la realidad indígena desde una perspectiva más amplia
(Ley Integral del Aborigen Nº 426, de Formosa y Ley Nº 3258 de las Comu-
nidades Indígenas de Chaco) y con un importante protagonismo inicial de
organizaciones no gubernamentales, organizaciones de la sociedad civil e
iglesias cristianas que aportaron recursos económicos y capacitación para
alentar procesos organizativos a largo plazo, concordantes con los planteos
y necesidades de los Estados.
Fueron los 80, en las provincias de Chaco y Formosa, los años en los
que comenzaron a exponerse públicamente, y de manera manifiesta, los
discursos de las comunidades indígenas y las propuestas que planteaban
vinculadas al territorio, a los derechos humanos y a la necesidad de generar
canales de diálogo con el Estado y el mundo no indígena. Toda esta etapa
desembocó en un momento fundamental en el año 1994 cuando, por prime-
ra vez en la historia, la Constitución Nacional reconoció la preexistencia de
los pueblos indígenas en el artículo 75 inciso 17, y una serie de derechos que
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lación directa con los intereses económicos y políticos. Por un lado, los indí-
genas son caracterizados como vagos, sucios, débiles, borrachos, incapaces,
atrasados o ladinos. Esto suele utilizarse de excusa para justificar el despojo
del territorio, la ausencia de políticas públicas que garanticen la reparación
histórica y atiendan a las necesidades básicas de los pueblos indígenas con
respecto a su cultura. También se los compele a “integrarse” a la sociedad
no indígena sin más resistencia, lo que significa abandonar su idioma, su
forma de organización, su espiritualidad y su territorio.
Por otro lado, se observa un fuerte discurso en contra de las luchas indí-
genas, en el cual se afirma que las iniciativas reivindicativas asumidas por
las organizaciones son impuestas, inoculadas por actores sociales no indí-
genas como las ONG, los militantes sociales o los partidos políticos. Este
discurso busca pintar a los pueblos originarios como si fueran menores,
manipulables e incapaces de reclamar por sus derechos a los protagonistas
de estas luchas.
Frecuentemente, ante a una situación de conflicto como por ejemplo un
corte de ruta, los medios locales y provinciales no se acercan a conversar so-
bre los motivos, causas o situaciones que motivaron la medida. Por el con-
trario, pasan horas especulando y promoviendo la violencia, convocando a
la represión y reafirmando que cualquier manifestación social solo busca el
asistencialismo por parte del Estado.
Por último, se observa una tendencia de los medios hegemónicos –y
también de algunos medios alternativos carentes de perspectiva intercul-
tural– a representar a los pueblos indígenas como pobres, vulnerables, ca-
rentes, abandonados, enfermos, “incivilizados” o en “vías de extinción”.
Esto deja de lado el poder, la organización, la lucha y la capacidad de los
pueblos; los invisibiliza y crea una imagen de mendicidad.
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Leña al fuego
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Octubre de 1947: historia oficial versus
memoria oral
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del Chaco (1872), en el que menciona como elemento fundamental que “los
indios aprendan el castellano” y dejen de lado su idioma, que pasaría a ser
un dialecto de segundo orden. El empresario propuso que la educación y
la enseñanza del español estuviera a cargo de religiosos: “Los indios re-
ducidos y educados en las misiones son un elemento de tercer orden para
la fundación de colonias en su mismo territorio”. Además, consideró que
el conocimiento del idioma extranjero acrecentaría su rendimiento en es-
tancias, ingenios y obrajes: “No se precisa más que dar al indio trabajo sis-
temado (sic), alimento y vestido, bajo una vigilancia activa, formal y bien
armada, así el Chaco vendrá a ser fácil y económicamente una nueva, culta
y rica posesión de la Nación Argentina”.
En 1880, Julio Argentino Roca organizó exploraciones preliminares. For-
mosa fue “reconocida” por el Coronel Solá con una expedición que partió
desde Salta, el Jefe de la línea Norte de Santa Fe, Manuel Obligado “em-
prendió una batida a su frente” y Bosch lo hizo desde Resistencia. En 1884,
el ministro de Guerra y Marina, Benjamín Victorica, relató en su diario de
“exploración, ocupación y dominio de todo el Chaco argentino” que la re-
gión estaba “en las miras del Jefe de Estado como un propósito constan-
te desde los primeros días de su administración”. La campaña militar de
1884 fue guiada por tres comandancias diferentes, una expedición fluvial
y varias comisiones científicas, y logró penetrar con 1500 hombres hasta el
corazón de la actual provincia del Chaco “a fin de alejar a los indios, ocu-
pando el lugar de sus tolderías y arrojándolos, así a las costas del Bermejo”.
El Chaco Austral “debía ser atravesado, haciendo una batida general de los
restos de los Tobas y Mocovíes que inutilizaban miles de leguas de uno de
los territorios más ricos de la República; debía trasladarse la línea militar
sobre el Bermejo dejando así completamente libre del amago del salvage
(sic) aquel territorio, practicado y garantido un camino de rodados desde el
litoral a Salta, Tucumán y Jujui (sic) y protegida la navegación”.
En su diario, Victorica documentó las tácticas defensivas y la resistencia
que opusieron los pueblos del Gran Chaco y dejó constancia de cómo un
Estado debía justificar su propia violencia transformando estas tácticas en
actos criminales:
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libro donde los mensajes no solo se verbalizaban, sino que podían verse es-
critos en un papel. Era un hombre políticamente poderoso, su fama recorrió
Formosa y los pilagá caminaron muchos kilómetros desde diversos parajes
para conocerlo. El punto de encuentro fue el paraje de La Bomba, en las
afueras de Las Lomitas, un pueblo que nació y fue creciendo en torno a la
instalación del antiguo ejército de línea y que era entonces sede del escua-
drón 18 de Gendarmería Nacional.
1. Los testimonios citados forman parte del documental Octubre Pilagá, relatos sobre el
silencio (2010).
2. Los ancianos pilagá poseen el nombre originario que les es dado al nacer, pero este
no siempre es el mismo que puede leerse en su documento de identidad. En este texto
adoptamos como convención el uso de los dos nombres.
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La orden había sido dada, los gendarmes, divididos en dos grupos ar-
mados con ametralladoras pesadas y fusiles rodearon a la multitud. Emi-
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Ese día Crítica dio algunas pistas sobre la represión en uno de sus
titulares: “Avanzaron sobre Las Lomitas y los dispersó la Gendar-
mería”. Y agregaba en el cuerpo de la noticia:
Intervino la Gendarmería que tiene un destacamento importante en
Las Lomitas y los indios emprendieron la fuga buscando refugio en
los montes (…) Temiendo que los sucesos fueran más graves, desde
esta ciudad (Formosa) fueron enviados 70 hombres de la Gendar-
mería y se trasladó al sitio de los sucesos al Comandante de la zona.
Pero ese mismo día, La Razón citó al gobernador del territorio, cambió de
rumbo y afirmó que “nuevas noticias” quitaban “el carácter sangriento que
se atribuyó en el primer momento a la represión”, y que “bastó una orden
para que los indígenas se replegaran sin deponer empero su rebeldía” (13
de octubre de 1947). Por su parte, El Intransigente de Salta agregaba que el
5. La SI estaba dirigida por Raúl Apold, quien también era jefe de la División Ad-
ministrativa de la Presidencia y dirigía el diario Democracia editado por Alea SA, de
propiedad del Mayor Carlos Aloé (Gené, 2008).
6. El Instituto Étnico Nacional se encargaba de elaborar lineamientos para las políticas
de mejoramiento físico y moral de la población (Lazari, 2004).
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Hacia un periodismo indígena
Oralidad y justicia
Como suele ocurrir en la mayoría de los genocidios, las víctimas del año
1947 fueron criminalizadas por los represores en documentos oficiales y
por sus cómplices en los periódicos. La justificación fue construida con éxi-
to y fue excusa suficiente para perseguir, asesinar a las familias que huían
o someterlas al trabajo esclavo en las colonias aborígenes. La masacre de La
Bomba tuvo como resultado un número indeterminado de muertos, heri-
dos y desparecidos, sobre todo ancianos y niños que eran los más vulnera-
bles. Por otro lado, las memorias orales también dan cuenta de violaciones
de mujeres, y numerosos muertos por hambre y sed durante el éxodo que
emprendieron para salvarse.
Durante el mes de junio de 2010, los sobrevivientes pudieron declarar
ante el juez de la causa iniciada por la Federación de Comunidades del Pue-
blo Pilagá contra el Estado nacional. Es cierto que debieron pasar 66 años
para poder narrar fuera de las comunidades y ante un juez los detalles del
genocidio, pero sin la memoria de los ancianos la masacre habría permane-
cido en silencio por mucho tiempo más. Un resumen de sus declaraciones,
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Escuchar es un acto revolucionario
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Escuchar es un acto revolucionario
El lenguaje de la memoria
10. “En el Congreso Nacional, el senador Aristóbulo del Valle afirmaba en 1884: “He-
mos tomado familias de los indios salvajes, las hemos traído a este centro de civiliza-
ción, donde todos los derechos parece que debieran encontrar garantías, y no hemos
respetado en estas familias ninguno de los derechos que pertenecen, no ya al hombre
civilizado, sino al ser humano: al hombre lo hemos esclavizado, a la mujer la hemos
prostituido; al niño lo hemos arrancado del seno de la madre, al anciano lo hemos
llevado a servir como esclavo a cualquier parte; en una palabra, hemos desconocido
y hemos violado todas las leyes que gobiernan las acciones morales del hombre”. Del
Valle denuncia que “cada nueva campaña convierte a las mujeres y los niños en botín
de guerra, y acusa a la opinión pública de complicidad.” (Delrio, Lenton Musante,
Nagy, Papazian, Perez, 2010).
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Referencias
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La mirada de la academia
Comunicar con identidad, un camino hacia
la soberanía comunicacional
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Si la mirada se pierde a un lado y a otro de la ruta, no hay qué la detenga.
Un manto verde intenso, casi artificial, como el que propone la soja, se ex-
tiende en un territorio de apariencia inhóspita. Son kilómetros y kilómetros
desde Buenos Aires que no harán más que exhibir esa alfombra verde de los
terratenientes que parece ganarlo todo.
En la Ruta 11, camino hacia el norte, a 160 kilómetros de la capital de
Santa Fe, en el departamento de San Justo, un cartel interrumpe la monoto-
nía: “Primer municipio indígena del pueblo mocoví. Dalagaik Lesallakâ Kuvu
Amakoit”. Se abandona la ruta y aparecen silenciosas las calles de tierra. El
polvo vuela y los rayos de sol parecen haber ahuyentado a todos. Son 557
habitantes que desafían las estadísticas nacionales porque son más varones
que mujeres, algo que no ocurre en el resto del país.
El primer hecho distintivo a los ojos del forastero son los carteles de la
comisaría y el dispensario de salud escritos en lengua mocoví. Sobre una
casita blanca se levanta otro letrero en madera, anuncia que se trata del
museo de la Cultura Mocoví de Colonia Dolores: “Nelovek qobo´ Mokoit” que
significa “se despertó el pueblo mocoví”.
Y eso es lo que puede notarse al entrar. Que el pueblo mocoví se “des-
pertó”, se levantó y se propuso derribar décadas de persecución, doblega-
miento y silenciamiento. En el siglo xxi, las armas ya no son los caballos y
las flechas porque la batalla ya no es solo territorial. Hoy las armas son una
antena, un museo que profundiza la memoria, una escuela bilingüe y el
coraje de un pueblo que sabe que hoy la batalla es cultural.
Aim Mokoilek, “soy Mocoví”, grita otro cartel de la casita blanca, con
una amplia sala de recepción, un estudio de radio y una biblioteca desde
donde empiezan a ponerle palabras a siglos de opresión. Aim Mokoilek es
lo que enuncian los más jóvenes, quienes empuñaron micrófonos y gra-
badores para ganarle al olvido. Para recuperar su cultura y su historia,
y contarla con sus propias palabras; ya no a través de mediadores con
intereses ideológicos, políticos y económicos tan diferentes, que llegaban
a manipular las palabras. O a estigmatizar y asociar a los pueblos origina-
rios con la vagancia.
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Comunicar con identidad, un camino hacia la soberanía comunicacional
veinte audiencias públicas en las cuales se expresaron las ideas, las opinio-
nes y los reclamos de oyentes y televidentes, a fin de reparar los daños cau-
sados en diferentes medios de comunicación, y en los encuentros y talleres
para poder crear y gestionar una radio o un canal de televisión.
Un vínculo virtuoso, consecuencia de la batalla popular para democra-
tizar la palabra.
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Comunicar con identidad, un camino hacia la soberanía comunicacional
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Comunicar con identidad, un camino hacia la soberanía comunicacional
1. Los monitoreos anuales abarcan un corpus que toma la primera semana de los me-
ses pares (febrero, abril, junio, agosto, octubre y diciembre) e incluyen todos los noti-
cieros que se emiten de lunes a viernes en los canales de aire de CABA (en promedio,
19 noticieros por día, es decir, 45 noticieros semanales).
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Hacia un periodismo indígena
Porque los chicos van con más entusiasmo a la escuela si hay una radio,
porque la voz del estanciero y el peón conviven en un mismo estudio y pue-
den dialogar a través del dial, porque muchos conflictos se solucionaron
por la mediación de la palabra que se puede ejercer a través de un micró-
fono. Porque la radio es el aula del siglo xxi, hay que seguir multiplicando
nacimientos como el de Radio Origen, la primera emisora de la Unión de
los Pueblos de la Nación Diaguita en Tucumán.
En ese nacimiento también participó la Defensoría del Público, que
acompañó los pasos previos a la puesta al aire con diagnósticos participati-
vos junto a la comunidad, para que el diseño de la programación y la ges-
tión de este nuevo medio fuesen realizadas colectivamente. No solo para
ejercer el derecho a recibir o buscar información, sino también a emitir en
su propia lengua, con sus propias temporalidades, narrativas, músicas y
cosmovisiones.
Que las voces de los pueblos originarios sean públicas es inexorable
para el desarrollo de la democracia. La LSCA vino a desalambrar la palabra
de los habitantes del territorio argentino, que exigen ser escuchados y tie-
nen derecho a que eso ocurra. En las expectativas y las certezas con que los
pueblos originarios de todo el país piensan sus propios medios, para acom-
pañar las convicciones, para diseñar y fortalecer la gestión de los medios de
esas comunidades estuvo y estará la Defensoría del Público. Porque la radio
y la televisión tienen la potencia de unir múltiples hogares, con realidades
y mensajes diversos, historias y palabras que, al ser dichas, fortalecen a las
comunidades.
Por eso, es necesario revertir la estigmatización y la invisibilización de
los pueblos originarios con nuevos mensajes dichos por comunicadores con
una perspectiva no mercantilista, sino inclusiva y democratizadora, que re-
conozcan la interculturalidad. Esta es la hora de los pueblos que caminan
hacia la soberanía comunicacional. Y solo con sus voces en igualdad de con-
diciones será realidad.
Referencias
Curapil, L., Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audio-
visual, y Comunicadores de Pueblos Originarios (25 noviembre
2015). La comunicación en lenguas originarias. Recuperado de http://
www.elorejiverde.com/toda-la-tierra-es-una-sola-alma/571-la-co-
municacion-en-lenguas-originarias
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La Tribuna y El Nacional: la cobertura
de la prensa escrita sobre la
“Conquista del Desierto”
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- ¿Dónde están los oficiales de la Nación?
- En el desierto, batallando con todo heroísmo para
el triunfo de la civilización contra la barbarie.
La Tribuna, lunes 18 de noviembre de 1878
Breves consideraciones
1. Llamaremos “Conquista del Desierto” a este acontecimiento histórico por ser la de-
nominación más frecuente. Sin embargo, para nosotros la denominación es errónea,
entre otras razones, porque un desierto no se conquista, se ocupa; por añadidura, si
hay personas que lo habitan no es un desierto.
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La prensa de la época
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La Tribuna y El Nacional: la cobertura de la prensa escrita sobre la “Conquista del Desierto”
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Hacia un periodismo indígena
2. La Generación del ´37 estaba integrada por jóvenes de las elites intelectuales de Bue-
nos Aires y el interior que compartían las ideas del romanticismo y el socialismo utó-
pico. Se opusieron al gobierno de Juan Manuel de Rosas y abogaban por un progreso
a partir de la inserción de la Argentina en el mundo mediante la vinculación entre los
países industriales y los periféricos.
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La Tribuna y El Nacional: la cobertura de la prensa escrita sobre la “Conquista del Desierto”
¿Y pensáis que con eso solo va a dejar de ser salvaje? (…) Hablando
de él, describo la situación de la América del Sur (…) Es un desierto
a medio poblar y a medio civilizar (Alberdi, 1981, p. 243).
Esta visión sobre los pueblos originarios propuesta por Alberdi se ex-
tendió a lo largo del tiempo. Por supuesto que, al ponerse en marcha la
denominada “conquista”, los diarios publicaron distintos artículos sobre
la cuestión del indio. En uno sobre el ejército, La Tribuna se preguntaba:
“¿Dónde están los oficiales de la Nación? En el desierto, batallando con
todo heroísmo para el triunfo de la civilización contra la barbarie” (18 de
noviembre de 1878, p. 1). Asimismo, el diario publicó otro artículo titulado
“Las razas aborígenes” que pretende, indagando en la historia, la filosofía,
y la ciencia, encontrar los argumentos para analizar cuál es la realidad de
quienes sufrirán la campaña:
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La Tribuna y El Nacional: la cobertura de la prensa escrita sobre la “Conquista del Desierto”
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La Tribuna y El Nacional: la cobertura de la prensa escrita sobre la “Conquista del Desierto”
el interés de cada uno de los medios, que se combinaba con sus afiliaciones
políticas.
Se caracterizaban por publicar, en su primera o segunda página, en su
totalidad o parcialmente, las leyes que iban sancionándose junto a los de-
bates parlamentarios que las habían acompañado. Si bien no siempre se
las analizaba, es necesario señalar que, según los intereses del diario, se
seleccionaban solo algunas partes del debate. De este modo, la realidad se
construía a través de la visibilización u omisión de fragmentos4.
En el caso de la llamada Conquista del Desierto, esta tensión se com-
plejiza más. Claramente el gobierno de Avellaneda y, principalmente, su
ministro de Guerra necesitaron justificar la campaña militar que se estaba
por emprender; pero la pregunta que nos deberíamos hacer es: ¿qué se ne-
cesitaba justificar? Creemos que se debe hacer hincapié en este punto por-
que si solo hacemos un análisis superficial podríamos abrazar la idea de
que los diarios debían convencer al lector del “problema del indio”. En ese
momento, la elite porteña no dudaba de la necesidad de combatir al indio
y su desinterés por lo que les pudiese ocurrir era claramente manifiesto.
Sin embargo, otras cuestiones eran el financiamiento de la expedición y la
importancia de lo que se haría en esas tierras conquistadas.
Los diarios reproducían el ánimo de la época cuando se referían a los
indígenas como “salvajes” o sujetos “imposibles de civilizar” pues había un
consenso al respecto. Por otro lado, la construcción de una realidad era un
requisito para la consecución de un proyecto económico, social y político.
Era necesario convencer al público, apelando a los beneficios para el país.
A fin de ejemplificar este punto, veamos un fragmento del debate legis-
lativo publicado por El Nacional, en el cual se discutía el otorgamiento de
los fondos para la campaña. Reparamos en tres puntos: a. la cohesión de
4. Para una mayor aproximación al debate respecto al periodismo como espejo que
refleja la realidad o, en cambio, una construcción , se puede revisar el clásico La cons-
trucción de la noticia de Rodrigo Alsina. A nuestro entender, en la actualidad este de-
bate ya ha sido zanjado: “La idea de noticia como espejo de la realidad corresponde
a la concepción tradicional de las noticias. De parte, desde este punto de vista, de
la objetividad como clave de la actividad periodística. Como este tema ya ha sido
suficientemente tratado no voy a profundizar en él. He de señalar, no obstante, que
dentro de esta concepción lo máximo que se suele admitir es la posibilidad de que en
las noticias aparezca ineludiblemente el punto de vista del periodista. De forma que
se acepta que la noticia solo dé cuenta de algunos elementos del acontecimiento. Ya
Walter Lippman en 1922, citado por Mc Quail, señalaba que ‘la noticia no es un espejo
de las condiciones sociales, sino la constatación de un aspecto que se ha vuelto sobre-
saliente”’ (Alsina, 1992, p. 184).
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Hacia un periodismo indígena
Sr. Torrent5- Pido la palabra. La pido solamente para decir que voy
a votar en contra de este proyecto en general. (…) Viene fundado
por una ley vigente, viene patrocinado por la opinión de hombres
entendidos, viene anhelado si puedo expresarme así, por una im-
portante porción de nuestros compatriotas, que más directamente
son beneficiados o resultarán beneficiados con la traslación de la
frontera al Rio Negro (…) Tiene en su apoyo y en su defensa intere-
ses, fuerzas e inteligencias que no puedo destruir (18 de noviembre
de 1878, p. 2).
5. Juan Eusebio Torrent fue electo diputado Nacional en 1862 y desde 1871 se desem-
peñaba como Senador por la Provincia de Corrientes. Fue aliado político de Bartolo-
mé Mitre.
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Conclusiones
Referencia
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Fuentes
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La comunicación popular y comunitaria
desde una perspectiva intercultural
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Presentación
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Hacia un periodismo indígena
De esta forma se cortaron los hilos que entretejían las historias familiares
de esas culturas y daban continuidad a sus tramas históricas ancestrales.
Una vez que el Estado nación logra afianzar una unidad lingüística y cultu-
ral, al mismo tiempo que consolida su modelo político-económico, empieza
a “soltar amarras” en beneficio de una pluralización cultural, étnica y terri-
torial desigualmente realizada.
En este marco, la pregunta por la comunicación intercultural conserva y
renueva su vigencia e incluye en su interrogación tanto a los marcos teóri-
cos y conceptuales, como también la preocupación por el tipo de prácticas
que puedan encarnar estos procesos.
El artículo presentará un breve recorrido por la perspectiva general de
la comunicación popular y comunitaria, hará referencia a algunas de las
discusiones en torno al concepto de interculturalidad y se propondrán cru-
ces entre ambas dimensiones con el fin de aportar riqueza analítica en los
complejos contextos de estos tiempos.
La comunicación desde una perspectiva popular y comunitaria
La comunicación popular y comunitaria conforma un campo caracteri-
zado por la polisemia, la complejidad y la pluralidad. A diferencia de otros
objetos de estudio, se define no por su estatuto epistemológico, sino por una
praxis histórica: una historia social y política de intervención, investigación-
acción y reflexión, de distintas experiencias culturales, sociales y políticas
en torno a una comunicación cuyo horizonte es la producción de un tipo
de relación comunitario. Este busca la transformación social –en un sentido
muy amplio y desde escalas diversas– que tradicionalmente se dio por fue-
ra de la institucionalidad académica y de las disciplinas científicas (Amati,
Jaimes & Lois, 2015; Isella & Lois, 2014).
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La interculturalidad en disputa
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La comunicación popular y comunitaria desde una perspectiva intercultural
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Hacia un periodismo indígena
no porque no tenga qué decir, sino porque sus aspiraciones son im-
pronunciables (De Sousa Santos, 2006, p. 146).
Las preguntas “¿comunicar para qué y para quién?” y “¿con qué objeti-
vos y desde qué puntos de vista?” se tornan ineludibles. Lo mismo acontece
con el dilema de cómo hablar desde el silencio o cómo escuchar aquellos
otros lenguajes de una manera que produzca autonomía.
Una comunicación intercultural tendrá significación, impacto y valor
cuando esté asumida de manera crítica, como práctica que procura inter-
venir en la refundación de la sociedad, como decía el pedagogo brasileño
Paulo Freire (2004) y, por ende, en la refundación de sus estructuras que
racializan, inferiorizan y deshumanizan.
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La comunicación popular y comunitaria desde una perspectiva intercultural
Referencias
Amati, M.; Jaimes, D. & Lois, I. (agosto de 2015). 30 años de Comunicación Co-
munitaria: algunas memorias y varios horizontes. Congreso Latinoame-
ricano de Comunicación. Congreso llevado a cabo en la Facultad de
Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires.
Bourdieu, P. (1994). Razones Prácticas. Sobre la Teoría de la Acción. Barcelona:
Editorial Anagrama.
Cardoso, N. (Comp.) (2015). Recorridos desde la Comunicación Comunitaria.
Publicación del Taller Cuatrimestral de Comunicación Comunita-
ria. FSOC-UBA.
De Sousa Santos, Boaventura (2001). “Los nuevos movimientos sociales”.
En: OSAL, 5, La protesta social en Argentina. Buenos Aires: CLACSO.
De Sousa Santos, Boaventura (2006). Renovar la teoría crítica y reinventar
la emancipación social (encuentros en Buenos Aires). Buenos Aires:
CLACSO.
Fasano, P. (2015). “La investigación en comunicación comunitaria y popu-
lar: el uso de la etnografía como enfoque”. En: AVATARES de la Co-
131
Hacia un periodismo indígena
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La comunicación popular y comunitaria desde una perspectiva intercultural
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De la Zanja de Alsina a los imaginarios
nacionales: el tajo, el Remington y los ecos
de La Marsellesa
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Introducción
La zanja de Alsina
En algún punto se puede afirmar que tanto los indígenas como el General
Julio Argentino Roca coincidían en que la construcción de la Zanja Nacional
era una boludez1 de Adolfo Alsina. Los primeros porque confirmaron con
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De la Zanja de Alsina a los imaginarios nacionales: el tajo, el Remington
y los ecos de La Marsellesa
3. Según Ebelot, el foso que se intentaba excavar a lo largo de la nueva línea se exten-
dería en una longitud de 400 kilómetros, con una abertura de 2,60 metros de ancho,
y una profundidad de 1,75 metros. El taludi de los bordes había sido determinado
según la consistencia de los terrenos que se atravesaran para evitar así los derrumba-
mientos. Por el lado de adentro se guarnecería el foso con un parapeto de adobe de un
metro de alto, contra el cual se echaría la tierra sacada de las excavaciones. En las par-
tes donde el subsuelo estuviera formado por rocas duras, se reemplazaría la trinchera
por un terraplén sostenido entre dos muros de adobe, lo cual presentaría en relieve el
mismo perfil que la trinchera en hueco. La obra bastaba para impedir la salida de los
rebaños, aunque los salvajes los arrearan y los aguijonearan, y haría casi imposible el
paso de los abundantes caballos de repuesto sin los cuales los indios no cometerían
la locura de intentar una invasión. Fue inútil reducir a lo estrictamente necesario las
dimensiones de esa barrera encespedada; había que remover dos millones de metros
cúbicos de tierra y mandar ejércitos de zapadores hasta el corazón del desierto para
que ejecutaran el trabajo (Saer, 2011, p. 146).
139
Hacia un periodismo indígena
que hacer ningún comentario por el riesgo objetivo de fusilamiento que eso
suponía. A los efectos de la supervivencia: pico, pala y silencio. Mientras
tanto reinaba el desánimo entre la tropa y los gauchos dedicados al trabajo
forzoso, porque nada en el suelo podía quedar fijo por mucho tiempo y así
debían trasladarse con carpa, cama, fusil, ollas y jarros. A veces solo a unos
metros, con el General Godoy al frente. Todos siempre con los uniformes
mojados ya que, durante los desplazamientos que se hacían en trechos cor-
tos, no alcanzaban a secarse.
Esta versión moderna y criolla de la Gran Muralla China, pionera de
la burocracia estatal que fracasaba en su eficacia, podría haber inspirado
una novela de Kafka ante litteram (Saer, 2006, p. 147). La Zanja Nacional era
la expresión del sentimiento de nostalgia del presente que hace un siglo y
medio debió haber sentido aquel ingeniero positivista al observar la última
expresión de episteme integracionista bajo la forma de la guerra defensiva.
En palabras del ingeniero:
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De la Zanja de Alsina a los imaginarios nacionales: el tajo, el Remington
y los ecos de La Marsellesa
Es, pues, indudable para mí que si los indios invaden con frecuen-
cia, es porque en Chile se consume el robo, y, como consecuencia
necesaria, que si queman poblaciones, se hacen tantas víctimas y se
cautivan tantas mujeres, es por la misma causa (Alsina, 1877, p. 56).
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Hacia un periodismo indígena
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De la Zanja de Alsina a los imaginarios nacionales: el tajo, el Remington
y los ecos de La Marsellesa
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Hacia un periodismo indígena
Conclusiones
Referencias
Alsina, A. (1877). La Nueva Línea de Fronteras. Memoria Especial. Presentada
al H. Congreso Nacional por el Ministro de Guerra. Buenos Aires: El
Porvenir.
Bizzio, S. (2001). En esa época. Buenos Aires: Emecé.
Buck-Morss, S. (2005). Hegel y Haití. La diléctica amo-esclavo: una interepreta-
ción revolucionaria. Buenos Aires: Norma.
Byung-Chul, H. (2016). Topología de la violencia. Madrid: Herder.
Ebelot, A. (1968). Relatos de la frontera, Buenos Aires: Solar Hachette.
Forte, M. A. (2014). “La nave de los locos”. En: El Banquete de los Dioses, 3,
pp. 229-237. Recuperado de: http://publicaciones.sociales.uba.ar/
index.php/ebdld/article/view/550/487
Foucault, M. (1993). Genealogía del racismo. Buenos Aires: Altamira.
Hacking, I. (1991). La domesticación del azar. La erosión del determinismo y el
nacimiento de las ciencias del caos. Barcelona: Gedisa.
Marramao, G. (2006). Pasaje a Occidente. Filosofía y Globalización. Buenos Ai-
res: Katz.
144
De la Zanja de Alsina a los imaginarios nacionales: el tajo, el Remington
y los ecos de La Marsellesa
145
En primera persona: la opinión de lideresas y
líderes indígenas
Relmu Ñamku: “La comunicación es una de
las armas y herramientas más fuertes para
presionar a los gobiernos para reformar sus
políticas”
149
Gastón Wahnish: ¿Cuál es tu historia previa a ser reconocida como una
lideresa del pueblo mapuche?
Relmu Ñamku: Cuando yo nací fui dada en adopción y la familia que me
adoptó, por suerte nunca, me negó la identidad. Eso generó en mí una bue-
na predisposición para hacer después todo el camino de la recuperación
de mi identidad y de sentirme parte del pueblo mapuche. En el año 2001
conocí a mi mamá biológica, que es Marina Ñamku; por ella yo después,
con el tiempo, recupero el apellido como parte de mi identidad. En el le-
gajo de adopción, mi nombre era Alejandra Ñamku y, cuando me adop-
taron, mis padres me pusieron Carol Soaez, el apellido de mi papá: así mi
nombre y apellido originarios quedaron disueltos. “Relmu” me pusieron
unos hermanos mapuches con los que yo vivía en Neuquén y a partir de
ahí –hasta casi inocentemente– asumí ser Relmu, y siempre la cuestión de
ser Ñamku. Después, todo esto me llevó a muchas situaciones de conflicto
porque en realidad mi nombre en el documento es Carol Alejandra Soaez
y no Relmu Ñamku. Alguien que no conoce toda mi historia dice “ah, esta
es una trucha”; así sufrí muchas descalificaciones, sobre todo durante el
juicio. Pero bueno, adopté Relmu, y sin renegar de ser Carol porque hay
mucha gente en Esquel que me conoce como Carol. Es un momento en el
que estoy decidiendo qué voy a hacer porque, por un lado, cambiarme el
nombre sería bueno para toda la cuestión de papeles pero, por otro lado
me pregunto: ¿por qué yo tengo que estar certificando quién soy a través
de un DNI que es un documento impuesto? Dicho todo esto, me crié con
un hermano también adoptivo y, a los 18 años, me fui a estudiar y vivir a
Córdoba por cuatro años. Hice un año de Biología y después me metí en el
Instituto de Culturas Indígenas (ICA). Terminé esa pequeña carrerita como
Técnica en Idiomas y Culturas Indígenas y, de alguna manera, más allá de
toda la carencia que tiene la institución en términos de conocimiento real de
los pueblos indígenas, de lo que implican los derechos de los pueblos origi-
narios, a mí me sirvió ese espacio para nutrirme de algo que yo no tenía. Si
bien yo sabía que era mapuche y que mi mamá era Ñamku, me sirvió como
un proceso inicial para poder después recuperar mi identidad plenamente.
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Hacia un periodismo indígena
Dentro de todo lo que fue el espacio de formación del ICA, conocí a unos
hermanos mapuches de Neuquén y dije “es Neuquén”. Entonces me decidí
a ir a vivir a Neuquén. Este relato está basado en una historia personal, que
muchas veces no nos gusta focalizar en esto porque los pueblos originarios
somos producto de un colectivo, entonces verlo desde una cuestión indivi-
dual a veces es chocante. El proceso que yo hice es el proceso que pueden
vivir muchos miembros de pueblos originarios que les tocó vivir una histo-
ria parecida a la mía.
G. W.: ¿Cómo fue el proceso que llevó a que formaras parte de la comuni-
dad mapuche Lof Winkul Newen?
R. Ñ.: Cuando vivía en Córdoba dudaba si volver a Chubut o a Neuquén,
donde me parecía que la lucha mapuche estaba mucho más organizada y
fortalecida. Me decidí por Neuquén y me sumé a la Coordinación Mapu-
che que nucleaba a diferentes organizaciones, entre ellas la Confederación
Mapuche de Neuquén. Allí comencé a militar de otra manera la cuestión
mapuche, por un lado fortaleciendo mi identidad como parte del pueblo
mapuche a través del rescate de la cultura –el telar, la alfarería, el mapu-
zugún– y, con el correr del tiempo, empecé a fortalecer el aspecto más po-
lítico. Aunque el rescate de la cultura también es político, me refiero a que
empezamos a trabajar en el acompañamiento de algunas comunidades que
estaban en proceso de restructuración como lof 1. En el año 2002 conocí a mi
compañero, Martín Maliqueo y, a los tres años ya con nuestra primera hija,
nos trasladamos de Neuquén capital a vivir en la comunidad, en uno de
los momentos más críticos: cuando la empresa petrolera Pioneer pretendía
avanzar sobre el territorio comunitario. Allí empezamos a hacer un trabajo
fuerte en la zona centro de Neuquén, en donde está la comunidad Winkul
Newen, que en su momento era la comunidad Lonko Purrán. Aproximada-
mente en 2010, por diferencias políticas internas (un sector quería acordar
con una empresa petrolera y nosotros teníamos otra posición), tuvimos un
quiebre y formamos una nueva comunidad, que es actualmente Winkul
Newen. La decisión fue tomada cuando vimos que no teníamos posibilidad
de coincidir políticamente con la comunidad Lonko Purrán.
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Relmu Ñamku: “La comunicación es una de las armas y herramientas más fuertes para
presionar a los gobiernos para reformar sus políticas”
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Hacia un periodismo indígena
3. Cabe destacar que el artículo 75, inciso 17, reconoce los derechos de los pueblos
indígenas. Entre ellos, “asegurar su participación en la gestión referida a sus recursos
naturales y a los demás intereses que los afecten”.
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Relmu Ñamku: “La comunicación es una de las armas y herramientas más fuertes para
presionar a los gobiernos para reformar sus políticas”
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Relmu Ñamku: “La comunicación es una de las armas y herramientas más fuertes para
presionar a los gobiernos para reformar sus políticas”
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Relmu Ñamku: “La comunicación es una de las armas y herramientas más fuertes para
presionar a los gobiernos para reformar sus políticas”
partido de turno, por los intereses de turno y donde los indígenas estaban
obligados a cumplir un mandato de gobierno y no cuestionarlo. Por un
lado se veía un gobierno que incorporaba a la función pública a los pueblos
indígenas pero, por otro lado, cuando había problemas fuertes o cuando
los derechos indígenas estaban sumamente vulnerados no se los escucha-
ba ni se los tenía en cuenta. Entonces eso fue generando un quiebre. Las
agrupaciones indígenas más organizadas políticamente en todo el país se
quebraron o se dividieron durante el gobierno Cristina Kirchner. Este fue
el caso de la Confederación Mapuche. El gobierno, en ese caso, se llevó tres
o cuatro werquenes5 a trabajar con un sueldo y hasta ahí llegó la organiza-
ción, entonces hoy tenemos que estar en un proceso de reconstrucción. Y
así pasó con otras tantas como la Unión de Pueblos y Naciones Diaguitas,
Kollamarka y demás organizaciones. Fuimos las que nos visibilizamos en
el Bicentenario, en 2010, para decir que este no era un país europeo y que
no se podía seguir mirando para otro lado. El segundo Acampe Qopiwini
generó nuevas condiciones para el movimiento indígena. Era un cachetazo
a la cara del gobierno decir que los pueblos indígenas seguíamos estando
vigentes, acampando diez meses en el centro de Buenos Aires y generando,
a través de uno de sus máximos referentes, Félix Díaz, una publicidad en
los medios sobre la problemática indígena desde una posición nueva. Si
bien todos los pueblos indígenas queremos decir lo mismo, Félix con un
discurso muy seductor tuvo la capacidad para llegar, no solamente a los
políticos, sino a toda una población que desconocía la cuestión indígena.
En tiempos tan violentos, que haya un originario hablando en términos de
la no violencia, contando la realidad más cruda de los pueblos, fue una
estrategia muy buena para lograr la atención de un sector mayoritario de
la población. Estas personas reconocen a Félix y se dan cuenta de que los
indígenas vivimos en las peores condiciones y que somos los más pobres
del país. En medio de una campaña política electoral, el actual presidente
Mauricio Macri lo utilizó como parte de su campaña y otros, como Daniel
Scioli, desperdiciaron esa posibilidad, porque el acampe estaba dispuesto a
hablar con todo el mundo. Macri en eso fue muy bicho, vivo y astuto, lo uti-
lizó a su favor y eso también generó hoy un nuevo rebrote del movimiento
indígena en el país. A partir de la instalación de esta mesa de diálogo se
fue generando una mirada sobre los pueblos indígenas. Sin duda, más allá
de los cuestionamientos y de las afinidades, esa actitud de un diálogo con
el gobierno, que el acampe asumió, terminó demostrando que en este país
los pueblos indígenas estamos vivos y somos más. Creo que, más allá de
la coyuntura en que nos encontramos, todo este proceso es saludable. Si
hoy esto nos permite mostrarle al país que los pueblos indígenas estamos
vivos, bienvenido sea, porque la Argentina todavía es un país que cree que
a los indios los mataron a todos o que acá nunca existieron indios. Hoy hay
un movimiento indígena, quizás no es el perfecto o el más unificado, pero
tiene un objetivo a largo plazo: poder unificar un espacio organizativo con
el nombre que sea, que nos identifique como pueblos indígenas en el país
y que logre sacarnos del sometimiento. Hasta el momento esto no existe,
hay expresiones y organizaciones que no podemos desconocer, pero algo
unificado como la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador
(CONAIE) no tenemos. Es una tarea compleja porque crear instancias de
participación dentro del Estado es una decisión que lleva a una disputa per-
manente, pero entendemos que para ir transformándolo y caminar hacia
las mejores cosas que tiene Bolivia, debemos tener una participación fuerte
dentro de él. No es un tabú para nosotros decir “queremos ser parte del
Estado” porque justamente él nos está oprimiendo hoy. Vamos generando
mejores condiciones para nuestro horizonte: tener una autonomía y la libre
autodeterminación.
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Relmu Ñamku: “La comunicación es una de las armas y herramientas más fuertes para
presionar a los gobiernos para reformar sus políticas”
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Hacia un periodismo indígena
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Moira Millán: “Los medios de comunicación
se han encargado de demonizar la imagen de
los pueblos originarios”
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Conocí a Moira Millán en una asamblea a comienzos del 2015. Allí se dis-
cutía la organización de la I Marcha de Mujeres Originarias por el Buen Vi-
vir. Me impactaron su mirada profunda y oscura, detrás de sus ojos negros
bien delineados, y la fuerza eminentemente inspiradora que brotaba de esta
mujer, indígena y luchadora. Nunca más nos volveríamos a cruzar, pero en
esta entrevista pude preguntarle quién es y qué hace. Qué quiere destruir
y con qué sueña.
165
Hacia un periodismo indígena
irme. También cuando me separé y mis hijos eran más grandes y tenían que
ir a la escuela. Pero finalmente este año resolví instalarme de manera defini-
tiva. Mis hijos ya están grandes y eligen la ciudad para seguir sus estudios. Y
bueno, ahí quedé, solita en el campo. Está mi papá, mi hermano también. La
comunidad se llama Pillán Mahuiza. La verdad es que en marzo de este año
me instalé. Hasta el 13 de diciembre estaré en San Marcos Sierra, porque me
encuentro escribiendo una novela que será editada por una importante edito-
rial de habla hispana. Con ella me convertiré en la primera novelista indígena
en ser publicada en la Argentina. Soy activista. Soy weichafe. Soy weichafe1 no
porque estudié para ello ni porque las personas que me rodean me confirma-
ron o me dieron ese título, sino porque hace muchísimos años, cuando fui a
visitar o consultar a una machi2 en el Gulumapu –así le llamamos a Chile–, ella
vio en mi orina que yo era weichafe y me explicó todo lo que me pasaba. Y a
partir de allí, cada vez que voy a ver una machi lo que hacen es confirmarme
mi nehuen3 de guerrera. Siempre me dicen “usted es weichafe”, entonces siento
que soy eso. Que soy weichafe. Que lo reafirman los ngenechén –los espíritus
ancestrales– en la voz de mis machis. Soy ideóloga y fundadora de la “Primera
Marcha de Mujeres Originarias por el Buen Vivir”. Actualmente coordino ese
movimiento que está compuesto por centenares de mujeres de las 36 nacio-
nes indígenas de la Argentina. También soy inan longko4 de mi comunidad y
participo activamente de la lucha mapuche, tanto de este lado como del otro
lado de la cordillera. Además, he ganado el premio Doctv con mi película
“Pupila de mujer, mirada de la tierra”, que se realizó durante el 2012. Es la
primera vez en la historia argentina que una guionista indígena logra ganar
ese certamen de cine documental para televisión. A partir de ahí, de la lucha
que di ante el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA),
pude instalar una nueva categoría que es la de guionista indígena.
1. Guerrera o guerrero. Esta y el resto de las traducciones que aquí se ofrecen son
una aproximación de la lengua mapuche, el mapudungun, a categorías asimilables al
castellano.
2. Autoridad religiosa.
3. Fuerza.
4. Autoridad comunitaria.
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Moira Millán: “Los medios de comunicación se han encargado de demonizar la imagen de
los pueblos originarios”
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Moira Millán: “Los medios de comunicación se han encargado de demonizar la imagen de
los pueblos originarios”
Originarias por el Buen Vivir. Pronto vamos a realizar un foro sobre pueblos
originarios, genocidio y argentinización en San Marcos Sierra. Allí, también
armé un nuevo grupo, un colectivo de alrededor de 15 personas, que se die-
ron a llamar a sí mismas Taypichin, que significa “lugar bello”, un nombre
ancestral en la lengua camiaré. Conjuntamente, con la Marcha de Mujeres
Originarias, estamos queriendo armar este foro. Y, por otro lado, está la
agenda que tiene que ver propiamente con la comunidad a la que pertenez-
co, la comunidad Pillán Mahuiza. Estamos enfrentando una situación ame-
nazante con seis represas que quieren inundar la zona. Estamos tratando
de consolidar nuestra vida en el lugar, reafirmando nuestro derecho en ese
territorio. También acabo de llegar de visitar a los presos políticos en Chile,
en particular, a los machis. Me preocupa mucho la situación de persecución,
la cacería que están haciendo con ellos. He estado allí charlando con Fran-
cisca Linconao en la cárcel de Temuco. He visto también a Checho Katrilaf.
He visitado a la familia de Celestino Córdoba. He recorrido los lugares en
conflicto, tratando de entender para dónde va la política del Estado chileno
y cómo el acuerdo bilateral entre Chile y Argentina afectará la hipótesis de
conflicto mapuche de este lado.
6. Tierra.
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Hacia un periodismo indígena
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Moira Millán: “Los medios de comunicación se han encargado de demonizar la imagen de
los pueblos originarios”
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Hacia un periodismo indígena
I. M.: ¿Por qué la lucha de los pueblos originarios no puede pensarse es-
cindida, separada de la pelea por la cuestión de género?
M. M.: La mujer de los pueblos originarios está absolutamente invisibili-
zada en Argentina, omitida. Y somos justamente las que estamos en los te-
rritorios resguardando la vida. Muchos de los pueblos originarios tienen
un proceso de neutralización de su resistencia porque los han invadido de
droga, de alcohol y, entonces, los hombres no resisten. Algunos incluso via-
jan o se van de sus comunidades en busca de trabajo y dejan a sus mujeres
y niños en el territorio. Entonces las mujeres se convierten en guardianas
de la tierra, en las guerreras que deben resguardar la vida allí. Y son ellas
las principales víctimas del extractivismo. Con sicarios contratados por la
empresa que sale a matarlas y a mutilarlas, como es el caso de las hermanas
guaraníes en Misiones. Con patoterismo de parte de los trabajadores con-
tratados, que no son en realidad trabajadores, sino fuerza de choque, simu-
lada, para empresas petroleras y mineras. Lamentablemente, hay mucha
vulnerabilidad de las mujeres originarias, pero también en este momento
están emergiendo con mucha fuerza porque van descubriendo el poder que
tenemos para resguardar la vida.
I. M.: ¿Cuáles eran los objetivos que perseguía la Primera Marcha de Mu-
jeres Originarias por el Buen Vivir?
M. M.: El objetivo principal era establecer el tema en la mesa de discusión
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Moira Millán: “Los medios de comunicación se han encargado de demonizar la imagen de
los pueblos originarios”
social y política de todos los sectores. Entrar con nuestra agenda. Sabíamos
que la ley por el Buen Vivir como un derecho no iba a ser aprobada, porque
es un sueño utópico e inalcanzable, pero sí empezamos a plantear qué es el
Buen Vivir. Consensuamos que el Buen Vivir era la reciprocidad entre los
pueblos con la naturaleza. Desde esa perspectiva, todo, todo lo que repre-
senta este sistema no encaja. Entonces decíamos “el Buen Vivir es el hori-
zonte al que debemos caminar” y para caminar hacia él, hay que realmente
plantearse la construcción y articulación de un proceso, radicalmente revo-
lucionario, que surja a partir de esta plataforma de pensamiento indígena
que tiene Indoamérica. Sostenemos que es posible recuperar la armonía con
la naturaleza, la reciprocidad entre los pueblos. Así que empezar a trabajar
esa agenda implicó, como disparador, la marcha.
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Hacia un periodismo indígena
I. M.: ¿Cuál pensás que ha sido el rol tradicional de los medios de co-
municación hegemónicos sobre la visibilización, las problemáticas y las
luchas indígenas?
M. M.: Los medios de comunicación han sido difamadores, han sido men-
tirosos o también han silenciado y han omitido nuestras acciones y luchas.
Fundamentalmente, han contribuido a seguir estigmatizándonos. Los me-
dios de comunicación se han encargado de demonizar la imagen de los
pueblos originarios. En el caso de los pueblos mapuches, demonizarlos
como terroristas, como violentos y como invasores. Hasta se dice que somos
chilenos. En el caso de los demás pueblos, ha habido siempre una presen-
tación muy sesgada de las problemáticas, muy sectorial, que alega que son
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Moira Millán: “Los medios de comunicación se han encargado de demonizar la imagen de
los pueblos originarios”
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Hacia un periodismo indígena
I. M.: En pocas palabras, ¿qué reflexión final te merece todos los temas
que estuvimos tocando?
M. M.: Estamos en un contexto histórico muy crítico, frente a un colapso
prácticamente planetario. Esta matriz civilizatoria que nos invadió, que nos
ahogó, que nos asfixió, que nos cercenó, ahora ha colapsado para todo el pla-
neta, no solamente para Indoamérica. Me parece que hay una oportunidad,
que esta crisis tremenda no nos encierra, sino que nos permite justamente
encontrar fisuras en el sistema para poder salir con una luz de esperan-
za. Una luz de esperanza en la recuperación de nuestra espiritualidad, de
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Moira Millán: “Los medios de comunicación se han encargado de demonizar la imagen de
los pueblos originarios”
9. Conocimiento, sabiduría.
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Félix Díaz: “Es necesario un periodismo
indígena que visibilice la lucha, que se sume
a la agenda diaria y que hable del territorio”1
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Hacia un periodismo indígena
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Félix Díaz: “Es necesario un periodismo indígena que visibilice la lucha, que se sume a la
agenda diaria y que hable del territorio”
que nunca se nos cruzó por la mente que íbamos a ser perseguidos así por el
sistema y este poder político, que es tan fuerte. Cuando te identificás como
indígena, hablás como indígena o denunciás las injusticias, al poder político
no le gusta porque es una realidad diferente a la que muestra el gobier-
no. Cuando construyen una vivienda dicen: “Nosotros hacemos viviendas
para todos, le damos agua a todos”. Pero vos te vas y no hay agua, no hay
acceso a la salud, no hay trabajo. No hay nada. Yo sé perfectamente lo que
está pasando y por eso no me da miedo de decir la realidad del mundo in-
dígena. Si me pasa algo es porque tengo razón. Cuando digo una cosa, em-
piezan a querer desacreditarme. El gobernador Gildo Insfrán manda gente
para que me golpeen, para que me atropellen como lo hicieron en agosto
con una camioneta polarizada. Entonces, ¿por qué me hacen esto? Porque
les molesto. Y es injusto que a un indígena que trata de exigir justicia, se le
quiera quitar la vida. Eso es lo más triste para mí.
E. F.: ¿Los pueblos originarios tienen una cosmovisión diferente del te-
rritorio?
F. D.: Para nosotros el territorio no tiene una mirada económica, sino que
está ligado a la vida misma y esa vida misma no tiene precio porque la
vida del ser humano, al igual que las de otras especies, fue creada por la
naturaleza. Ese respeto nadie lo entiende porque nadie nos pregunta ni nos
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Hacia un periodismo indígena
escucha. Los blancos nos preguntan: “¿Para qué quieren tierras si no las
trabajan?”. Nuestra respuesta es que somos conscientes que tener recursos
naturales disponibles fortalece nuestra identidad, ahí está nuestra historia,
nuestra escuela, y está la sangre derramada de los mayores que están ahí
enterrados. ¿Cómo enseñás a los menores los nombres de peces y pájaros
cuando no hay monte ni agua? ¿Cómo enseñás la medicina si ya no hay?
A los pueblos nos hacen ir a la escuela a aprender historia de Francia y de
Estados Unidos, mientras que para pasar de grado el chico estudia inglés,
alemán, portugués. Por su lado, la política provincial nos enseña a estudiar
guaraní en vez de estudiar nuestra propia lengua.
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Félix Díaz: “Es necesario un periodismo indígena que visibilice la lucha, que se sume a la
agenda diaria y que hable del territorio”
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Hacia un periodismo indígena
de Roberto López, él fue un hombre que dio su vida por la causa, una fi-
gura muy importante para nosotros como indígenas. Es un orgullo porque
llevamos nuestra voz hacia afuera de la comunidad. El periodismo es una
herramienta muy valiosa, es un medio que nos permite llegar a lugares que
no podemos visitar, sobrepasa fronteras, no tiene ideología, no tiene color,
no tiene partidos políticos. Entonces, pensamos que si realmente se usara en
beneficio de la relación social, el periodismo podría ser una herramienta del
cambio de conciencia. Por otro lado, nos tenemos que adecuar al lenguaje
de la sociedad: como indígenas debemos usar el lenguaje con el respeto
que merece, pensar en informar a la gente y no provocar al otro, pacificar
el ánimo para que el otro entienda el mensaje que se está transmitiendo,
que es un mensaje de bienestar para todos, es un producto del aprendizaje
que estamos realizando como comunidad qom Potae Napocna Navogoh.
En la actualidad, vas a ver a la radio de nuestra comunidad en crecimiento y
también podrás notar cómo ayudó a los jóvenes, como en el caso de Aurelio
Maldonado, que en su programa habla en lengua qom.
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Félix Díaz: “Es necesario un periodismo indígena que visibilice la lucha, que se sume a la
agenda diaria y que hable del territorio”
E. F.: ¿Y en Formosa?
F. D.: Los medios acá son muy pocos. Hay una mirada muy discriminato-
ria en Chaco, Formosa y Salta porque la mayoría de quienes viven en esta
región son gente que viene del Paraguay, y la gente criolla de ahí es muy
discriminadora; habla del porteño como curepy2 en una manera despectiva.
Si ellos están discriminando la zona de Buenos Aires, y del otro lado los
porteños a los paraguayos, imaginen que esa pelea del racismo para con
nosotros es mucho peor. Pero como no estamos en esa discusión, escucha-
mos las dos partes. Mientras tanto, siempre nos ven como si fuéramos ani-
males, no nos ven como sujetos de derecho, nos ven como algo raro, como
una especie rara. Cuando salimos a la ruta los medios dicen que queremos
vivienda para no trabajar o se preguntan para qué queremos celulares o
motos si somos indios. Esa mirada negativa la vimos en el programa Caiga
Quien Caiga (CQC), cuando se hizo una investigación, y hablaban los crio-
llos del olor que tienen los indios. Dicen que somos privilegiados que tene-
mos luz y agua. Esa mirada discriminatoria no está bien, y para peor nace
de la educación o de la misma familia. Hubo confrontación en un momento
entre blancos e indígenas: muchos indígenas mataron blancos y viceversa.
Este enfrentamiento, que sucedió en épocas anteriores, no se puede borrar
porque aún quedan muchas víctimas y se pasó de gen en gen. Las maes-
tras no soportan cuando ven a un indígena tratándose de superar o cuando
quiere tener un título de escuela secundaria. Y la mayoría de los jóvenes de
esta zona se han convertido en jóvenes discapacitados, se les da pensiones,
2. Es un vocablo del guaraní que significa “piel de chancho” y es el modo como los
paraguayos se refieren a los argentinos. El concepto viene de la Guerra de la Triple
Alianza, cuando los combatientes argentinos usaban unas botas de piel de chancho
cuyo color era rosado y llamaba la atención.
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Hacia un periodismo indígena
el Estado les mata el futuro y viven de esas migajas que le da el Estado: con
esa pensión ya no pueden trabajar, entonces al mismo tiempo necesitan la
plata y quedan maniatados.
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Félix Díaz: “Es necesario un periodismo indígena que visibilice la lucha, que se sume a la
agenda diaria y que hable del territorio”
E. F.: ¿Siente que los pueblos originarios han ido perdiendo su identidad?
F. D.: Nuestros mayores tenían códigos: cuando una mujer perdía el marido
o hijo: se cortaba la cabellera y, viendo esa imagen, ya uno sabía que había
muerto alguien y no era necesario preguntar. Con esa imagen se transmitía
lo que había pasado. Cuando a un indígena se le muere un pariente ya no lo
nombra, está prohibido. Hay que enterrar las cosas con su cuerpo, porque
ese cuerpo está descansando en paz en el seno de la Madre Tierra. Y cuando
lo nombrás o tenés sus cosas encima, estás molestando al que descansa, y
esa figura enterrada sale de ahí y entra al corazón, lo tenés constantemen-
te acompañándote. Esa mirada del pueblo indígena se terminó porque las
religiones nos ponen cruz, nombre y apellido. Se impuso esto. Ahora se
celebra el cumpleaños, pero esa no es una costumbre nuestra. Sin embargo,
la sociedad no indígena va imponiendo su costumbre y desplaza nuestras
formas, nuestra pauta cultural.
E. F.: ¿Se siente acompañado por los otros pueblos originarios del país?
F. D.: Sí. Con mi hijo noté mucho la solidaridad y el apoyo enorme de todo el
pueblo argentino. Y eso me da mucha fuerza para continuar porque cuando
yo decidí dejar mi liderazgo, después de la golpiza a mi hijo, la comunidad
me dijo que no podía alejarme. Me siento presionado por ella, porque esta
tarea que me toca nadie la hace. Soy el único que se anima a hacerla. Pero
no quiero que esto sea para mí una carga. A mí me gustaría que fuera una
carga de todos. Porque la lucha es nuestra, no es mía ni de mi familia. Sino
que es una lucha de todos los pueblos indígenas, de toda mi comunidad y
de todo el pueblo argentino. No puedo yo decir que soy el único. Porque
no me gusta aparecer yo en los medios y que digan que soy un héroe, el
mejor. El único que no tiene miedo. Miedos todos tenemos, no hay ninguna
persona que no tenga miedo. Todos tenemos miedo de fracasar, miedo de
tener hambre, miedo de enfermarnos. Yo también tengo miedo de que esto
189
Hacia un periodismo indígena
quede a mitad de camino. Por eso trato de compartir con mis hermanos lo
que yo siento y pienso, para que ellos puedan continuar esta tarea y no la
dejen a mitad de camino. Que lo terminen.
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Cipriana Palomo: “Los pueblos indígenas
tenemos que recuperar nuestra propia
palabra, hablarla nosotros y para nosotros”
Tigre. En ese entonces, por los años 70, las mujeres comenzaron a organi-
zarse alrededor del trabajo en telares y la hilada de lana que vendían a unas
monjas de La Compañía de María. Entonces ahí quedamos estables, dejan-
do de lado el constante movimiento nómade al que nos veníamos acostum-
brando y yo pude ir a la escuela. En esos años no había escuela secundaria
en Barrio Qom-pi y tuve que terminarla en la ciudad. Viví un año en Buenos
Aires estudiando para ser asistente social, pero por un tema familiar tuve
que volver y ya me quedé aquí. Con la muerte de mi papá, mi mamá quedó
sola, ella no fue una dirigente como lo soy yo, eran tiempos muy distintos
a los de hoy y siempre tuvo que dedicarse a criar a sus hijos, que éramos
muchos. En esa época era todo mucho más duro, pero mi mamá siempre se
las ingenió para criarnos.
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Cipriana Palomo: “Los pueblos indígenas tenemos que recuperar
nuestra propia palabra, hablarla nosotros y para nosotros”
M. G. V.: ¿Cómo ves el desarrollo del rol de las mujeres dentro de las co-
munidades y en la lucha indígena en general?
C. P.: Creo que la mujer, hoy en día, tiende a salir de la casa, aunque sin
abandonarla. Veo que ahora tomó otras funciones que antes no tenía. No
es más solo la madre que tiene que criar a los hijos, quedarse en la casa,
esperar al marido o cocinar. Ahora cambió. Ya dejó de estar callada, aunque
muchas veces tiene que pelear para obtener ese espacio porque cuesta que
respeten el lugar que nos corresponde. Hay veces que pasa que el hombre
mezquina ese lugar, ese nuevo rol. Hoy en día, muchas mujeres llevan y
lideran la familia, la comunidad, el pueblo y la lucha. Hay un cambio muy
grande en estos tiempos sobre el rol de las mujeres, se han capacitado mu-
cho, tratan de mantenerse informadas y sabiendo de todo un poco, crecien-
do mucho. Y eso genera que a algunos hombres, a veces, les cueste aceptar
ese nuevo papel; hay resistencias. Yo veo que las mujeres siempre están
más predispuestas a organizarse y a caminar juntas, a diferencia de algunos
hombres que, por cuestiones de poder, les cuesta aceptarlo y reconocer los
espacios que nos fuimos ganando y construyendo.
M. G. V.: ¿Tiene la Federación Pilagá algún proyecto para generar sus
propios medios de comunicación?
C. P.: Nosotros estamos intentando tener nuestra propia herramienta
de comunicación. Estamos en la etapa final para cerrar un proyecto por
el que la Federación Pilagá tendría su radio comunitaria y así lograría
estar comunicada con todas las comunidades. La idea es que haya una
participación masiva de todo el pueblo pilagá en la programación y los
contenidos. Tenemos que pensar en una radio que esté al servicio de las
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Cipriana Palomo: “Los pueblos indígenas tenemos que recuperar
nuestra propia palabra, hablarla nosotros y para nosotros”
M. G. V.: Siendo hija de una de las sobrevivientes de la masacre del 47, ¿te
criaste escuchando la historia del genocidio de Rincón Bomba?
C. P.: La verdad que no y eso es algo muy raro. Yo recién empecé a escuchar
del tema hace diez años. Nunca mi mamá nos habló de lo que sucedió en el
47. Era algo de lo que no se hablaba en la casa. No se contaba. En mi vida
nunca supe nada sobre la masacre de Rincón Bomba. Además de ser una
historia muy dolorosa, es una historia muy escondida y guardada, que re-
cién cuando fuimos grandes, 40 años después de la masacre, nos enteramos.
Hubo un doble silencio porque muchos sobrevivientes callaban por ese do-
lor y, por otro lado, la sociedad tampoco estaba informada de lo sucedido.
Los medios y la historia ocultaban ese tema también. Mi mamá comenzó a
197
Hacia un periodismo indígena
hablar recién después del documental Octubre Pilagá3. Era un tema muy do-
loroso para los ancianos y muchos lo tuvieron guardado adentro, sin poder
hablarlo por el dolor que causaba revivirlo. Después de que mi mamá pudo
hablar, empecé a llevarla a la escuela de mi comunidad para que pudiera
contarles a los niños lo que pasó en esa época. Eso siempre me sorprende
mucho a mí, imaginar cómo aguantaron los ancianos tantos años ese dolor
adentro. Muchos hermanos recién se enteraron de todo lo que había suce-
dido después de que vieron el documental. Cuando yo me enteré, recién
ahí pude preguntarle a ella a dónde fueron masacrados nuestros hermanos,
por dónde se escaparon y con qué familias lo hicieron. Hacia dónde fueron
y dónde se ocultaron de la Gendarmería, durante días y días. La verdad,
recién ahora comienza a salir a la luz. Estaba muy tapada. Con el correr del
tiempo, muchos ancianos, sobrevivientes de la masacre, fueron muriendo
sin ver justicia. Otros ya están muy viejitos y lamentablemente van quedan-
do cada vez menos sobrevivientes.
M. G. V.: Con respecto a los medios de aquella época, ¿cuál fue el rol que
jugaron respecto a la masacre?
C. P.: Nosotros, los pilagá, antes no teníamos acceso a diarios ni radio ni a
ningún tipo de medio de comunicación. Los medios en ese entonces eran
muy pocos y nosotros ni siquiera podíamos acceder. Las semanas previas a
la masacre, dijeron que la ceremonia político-espiritual que estaban hacien-
do los pilagá cerca de Las Lomitas era un malón que estaba por saquear en
el pueblo, lo cual es totalmente una mentira. Eso generó mucho miedo y
enojo en la población del pueblo contra nosotros. La realidad es que en las
cercanías del Madrejón, se encontraba el líder espiritual, Tonkiet, Luciano
Córdoba, que según dicen tenía los poderes de sanar, era una persona muy
poderosa, un pioxonaq4, como decimos nosotros a las personas que tienen
el poder de sanar a otras. Esto generó que mucha gente empezara a venir a
verlo y a celebrar la espiritualidad con danzas y cantos. Venían desde muy
lejos, caminando cientos de kilómetros durante días y días. Era una congre-
gación muy grande la que se fue formando. Yo creo que lo que sucedió es
que intentaron justificar la masacre que estaban por hacer demonizando a
198
Cipriana Palomo: “Los pueblos indígenas tenemos que recuperar
nuestra propia palabra, hablarla nosotros y para nosotros”
los pilagá. Es lo mismo que pasa en estos días. Hoy en día se reprime a una
comunidad y los medios confunden a la gente con información falsa para
justificar esa represión. Acusan de cualquier cosa a las comunidades. Dicen
que son violentos, que roban, que usurpan, todo para justificar la repre-
sión y ocultar el verdadero reclamo de las comunidades. Lo mismo cuando
uno reclama por sus derechos, en seguida te hacen una causa judicial para
hacerte caer, asustarte y hacerte callar. Van siempre buscando la forma de
silenciarnos. Los de hoy en día son métodos muy parecidos a los de aquella
época. Sigue habiendo persecución pero de otra manera.
M. G. V.: ¿Sentís que los medios de comunicación le dan hoy más visibi-
lidad a la masacre de Rincón Bomba?
C. P.: Yo creo que no, que sigue siendo muy reducido. Llega en dosis muy
chicas a la población. Hasta ahora no hemos llegado a informar a la mayo-
ría sobre la masacre. Lo que hemos alcanzado tiene mucho que ver con la
voluntad de la gente que está impulsando esta causa, y el esfuerzo de los di-
rigentes de la Federación Pilagá, para poder poner el tema en los medios de
comunicación y así informar a la mayor cantidad de gente. Pero los medios
masivos de comunicación no lo toman todavía, lo esquivan porque hay, de
por medio, muchos intereses económicos, pero sobre todo responsabilida-
des políticas. Solo los medios alternativos lo toman. Tenemos que dar ese
salto para tratar de llegar a la mayoría de la población e informar sobre este
gran dolor que sufrió nuestro pueblo, para que no se vuelva a repetir.
199
Hacia un periodismo indígena
Siempre se les consulta a los ancianos, en nuestra sociedad era lo más im-
portante, algo de mucho valor. Ahora eso parece que está cambiando un
poco. Yo creo que estamos en un tiempo de crisis de identidad. Me refiero
a una encrucijada en la que estamos viendo cómo seguimos: si con nues-
tras costumbres o si el mundo blanco invade más todavía nuestra cultura
y nuestras formas. Estamos en una crisis de no saber cómo van a convivir
estas dos culturas porque con todos los medios de comunicación, la radio,
televisión, la computadora y el celular, hay un gran desequilibrio que tene-
mos que resolver.
200
Una propuesta para toda Latinoamérica
Los medios de pueblos originarios en América
Latina: historia, aproximaciones y desafíos
203
Introducción
205
Hacia un periodismo indígena
gente que hablaba única o principalmente idiomas nativos, con los cuales
trasmitían desde las radios.
En buena parte de los casos, se trataba de medios pensados y nombrados
principalmente como campesinos o mineros, y la indigeneidad de sus pro-
tagonistas quedaba solapada por la pertenencia de clase. En efecto, omitir
la indigeneidad de sus participantes y audiencias respondía a operaciones
medulares de formaciones de alteridad (Briones, 2005) que, en el contexto
político y cultural de aquellos años, circunscribían los modos hegemónicos
de definir a los pueblos indígenas. En otros términos, las políticas indige-
nistas integracionistas, implementadas en América Latina desde la década
de los 40 en el marco del desarrollismo (Díaz Polanco, 1998), asumían que
la población indígena era “atrasada” y estaba “refugiada” en la tradición
y, por ende, consideraban que los elementos o señales de la identidad in-
dígena eran “obstáculos a superar” (Bello, 2004, p. 62). Más tarde, a fines
de los años 50, algunos gobiernos de la región –es el caso de Bolivia (1953),
Chile (1962), Ecuador (1964) y Perú (1969)– impulsaron reformas agrarias
que funcionaron como plataforma para el desarrollo de organizaciones
campesinas e indígenas. Muchas de estas, a su vez, estuvieron vinculadas
a intelectuales y organizaciones de la izquierda latinoamericana que –salvo
el caso de José Carlos Mariátegui o Carlos Guzmán Böckler– tenían cierta
reticencia para aceptar una movilización política solamente indígena. La
tendencia fue, entonces, absorber las luchas de los pueblos originarios en la
campesina. Así, durante aquellos años, la indigeneidad se subsumía a iden-
tidades de clase; en referencia a esas operaciones de formación de alteridad
debe entenderse el modo en que se (auto)definió la comunicación masiva
con participación indígena.
El escenario comenzó a cambiar lentamente desde fines de los años 80,
cuando en América Latina cobró fuerza un proceso político, cultural y eco-
nómico de promoción, al menos en el plano discursivo, del respeto a dife-
rencias antes invisibilizadas. Y, en ese marco, paulatinamente se produjo
la conversión de los pueblos indígenas en sujetos de derecho internacional
(Briones, 2002). Esta conversión no ha sido fruto de meras concesiones por
parte de los Estados nacionales y los organismos de cooperación interna-
cional, sino de arduas luchas de los pueblos originarios. Sus batallas se ins-
criben en un contexto general de transformaciones económicas y políticas
ocurridas, sobre todo, entre los años 70 y 90 –esto es, la internacionalización
de la retórica de la diversidad como derecho humano y la multiplicación
de agencias involucradas en la gestión de la diversidad–, que habilitaron
la manifestación de un nuevo “interés” internacional por la problemática
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Los medios de pueblos originarios en América Latina: historia, aproximaciones y desafíos
Y los análisis que se desarrollan o describen los usos que los comunicadores
indígenas hacen de los medios o, por otro lado, plantean que es la propie-
dad del medio la que permite o impide la participación de los pueblos indí-
genas en el sistema de medios. En todo caso, se omite la densidad política,
económica y cultural que toda tecnología porta.
Finalmente, desde mediados de la década pasada, y enmarcados en un
enfoque cultural y político sobre los medios y en el interés por indagar los
procesos de configuración de identidades en el espacio público mediatiza-
do, se han venido produciendo trabajos que aportan fundamentales pautas
teóricas y metodológicas para el abordaje de este fenómeno. Muchos de
estos textos se inscriben en el consenso que adquirieron, en la antropología
y en las ciencias sociales, las teorías performativas de la identidad desde las
cuales se asume el carácter descentrado de los sujetos y se piensan las iden-
tidades en tanto fragmentadas, flexibles y disputadas. En ese marco, los
medios son considerados espacios de negociación en las disputas político-
identitarias libradas por los grupos indígenas. Y en algunos casos se plantea
que, a su vez, en la práctica del uso de medios, las propias identidades y
luchas políticas se reconfiguran de diversos modos.
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Los medios de pueblos originarios en América Latina: historia, aproximaciones y desafíos
tina: los medios masivos suelen hablar de los pueblos originarios o como
una problemática para resolver o en términos paternalistas y, para reac-
cionar a eso, surgieron proyectos comunicacionales que apuntan a generar
un contrapeso informativo y contrarrestar esa estigmatización que instala
estereotipos en el imaginario común (Yanniello, 2014).
En otros términos, los medios indígenas existen porque hay una reali-
dad y una versión de la historia que se necesita comunicar y que no aparece
en los otros medios (Salazar, 2003). Esta abarca la vida cotidiana y las luchas
de las comunidades indígenas (Salazar, 2010), y transforma las prácticas co-
municacionales en un tipo de “mediactivismo” de los pueblos originarios:
esto es, la experimentación táctica y, a menudo, en red de formas de auto-
gestión de la comunicación arraigadas en lo local pero que intervienen en
lo global, con contenidos alternativos y miradas contra-hegemónicas (Pas-
quinelli, 2002). Se abren espacios discursivos y performativos desde donde
los pueblos originarios hacen su cultura visible y, a la vez, delinean un ima-
ginario activista que permite revitalizar la lucha para la autodeterminación
(Salazar, 2014). El caso del pueblo mapuche es una vez más ejemplar: como
destaca Yanniello (2014), los medios indígenas de la Patagonia comparten la
inquietud de lograr la reconstrucción y la unidad de ese pueblo, de “gene-
rar un espacio en donde discutir, problematizar y deconstruir los discursos
de los medios comerciales [zonales]” (p. 39).
En efecto, debido a que los medios juegan un rol central en la naturali-
zación de los discursos etnocéntricos, el objetivo y, a la vez, el desafío prin-
cipal que los medios indígenas se proponen es descolonizar la comunica-
ción pública mediatizada (Doyle, 2013a; 2015): ello involucra, por un lado,
representar mediáticamente en el espacio público la identidad cultural y
política de cada pueblo originario e instalar discursos alternativos sobre au-
todeterminación política y reconocimiento étnico (Salazar, 2002). Por otro
lado, descolonizar este espacio significa también articular “las prácticas
que los indígenas desarrollan desde [las] tecnologías de la comunicación,
y las prácticas de comunicación tradicionales de sus comunidades” (Doyle,
2015, p. 106), sabiendo que cada pueblo tiene su propia concepción de la
comunicación que, por cierto, preexiste a la colonización. La comunicación
precolombina, de hecho, materializaba en distintos lenguajes y soportes –es
decir, la oralidad en lenguas nativas, los libros mayas, las representaciones
iconográficas, las artes corporales y sonoras o los monumentos– los proce-
sos de producción, circulación y uso de significaciones y sentidos vincula-
dos a una vida comunitaria fuertemente organizada en torno a experiencias
religiosas y espirituales. Por ejemplo, para detenernos en el caso del pueblo
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Conclusiones
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Referencias
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Pukara: una experiencia de comunicación
de los indios para los indios
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Antecedentes históricos
Han pasado más de cinco siglos desde que los primeros españoles llegaron
a estas tierras, lo que dio inicio a una era de sometimiento, opresión y, sobre
todo, de negación de la naturaleza de los pueblos indígenas originarios. El
problema es que a los indios siempre los denominan los otros. Eso sucedió
ya en los inicios, con la equivocación de que se llegaba a las Indias y no
así a un nuevo continente. Y la moda sigue, se los designa según los usos
y costumbre del invasor. Quién es realmente el indígena es una pregunta
pendiente y solo puede ser respondida mediante una acción social e histó-
rica. Ese es uno de los primeros aspectos que explican el nacimiento y tarea
de Pukara.
La tarea de emancipación de estos pueblos indios ha sido permanente,
especialmente, en lugares donde la población nativa era y continúa siendo
mayoritaria. Ahí están las experiencias de países como Guatemala, México,
Ecuador, Perú y Bolivia, donde la población autóctona es mayoría y donde
se han desarrollado diferentes movimientos de liberación. Llenaríamos li-
bros enteros describiendo lo sangriento e inhumano que fue este proceso de
descolonización que llevó cientos de años1.
En el siglo xx, Bolivia era un Estado cuya estructura determinaba que los
indígenas solo fueran pongos2 y no tuvieran acceso a la educación, y menos
aún a la ciudadanía. Tuvo que advenir la guerra del Chaco, entre 1932 y
1935, en la que se encontraron los aimaras del altiplano, los quechuas del
valle y los guaraníes del oriente, además de los mestizos citadinos, defen-
diendo un país del cual no eran ni se sentían parte, y en el que fueron “ca-
zados” a la fuerza. Ahí el indígena se mostró a los jóvenes citadinos que no
entendían cómo podían ser tan extraños y diferentes los miembros de un
mismo país.
Fruto de esa perplejidad, fueron los jóvenes de clase media que comba-
tieron en la guerra del Chaco quienes generaron lo que terminaría siendo la
Revolución de 1952. Este fue uno de los procesos más importantes del Es-
tado boliviano dirigido a la inclusión de los indios a la vida política. Fue en
esta transformación que se realizó la reforma agraria (“la tierra es de quien
la trabaja”), se implementó el sufragio universal (hasta entonces los indios
no tenían derecho a votar en elecciones) y se realizó la nacionalización de
las minas. Como dijimos: todo un intento serio de hacer que los indios sean
parte del Estado boliviano.
Evidentemente, la Revolución del 52 tuvo un gran apoyo de las masas
indígenas, se cambiaron las estructuras casi feudales que hasta ese momen-
to regían en el país y se dio inicio a la modernización de la sociedad boli-
viana. Pero, como proceso que no tomó en cuenta la verdadera situación
colonial de los indios, estaba destinado al fracaso. Como todo proyecto ho-
mogeneizador, los nuevos dueños del poder optaron por convertir al indio
o indígena en “campesino” pues, según los movimientistas3 se los estaba
convirtiendo en “verdaderos ciudadanos bolivianos”. Era una manera de
asimilar al indio a un proyecto nacional que no era el suyo. De esta forma,
los nuevos dueños del poder creían que habían resuelto el problema cen-
tral: la no existencia de un Estado nación, a través de la construcción de un
Estado centralizado que incorporaba al “indígena-hecho-campesino”.
En realidad lo que esta situación representó para los indios fue el intento
más serio de desestructurar el ayllu, las formas comunales de organización:
si bien es cierto que por un lado se abolieron las haciendas con patrones,
por otro lado las tierras comunitarias fueron parceladas y se implementó
la propiedad individual de la tierra. Después de una primera etapa de to-
tal apoyo al proceso, las cosas fueron cambiando con el transcurrir de los
años. Es posible que la comunidad originaria exigiera cambios para poder
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Pukara: una experiencia de comunicación de los indios para los indios
4. Para tener una idea del origen e importancia del MITKA, así como del contexto que
generó su implosión como movimiento político, recomendamos leer la obra de Pedro
Portugal Mollinedo y Carlos Macusaya Cruz, El indianismo katarista. Una mirada crítica
(2016). Ese libro puede ser bajado en internet en el siguiente enlace: http://www.perio-
dicopukara.com/archivos/el-indianismo-katarista.pdf
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Pukara: una experiencia de comunicación de los indios para los indios
Los primeros números que tuvieron gran acogida en cuanto a ventas fueron
el Nº 5, cuyo artículo central era un trabajo sobre “El Willka Pablo Zarate”,
y el Nº 8, con el artículo “La Mama T’alla Bartolina Sisa”. Ambos textos,
firmados por Marina Ari, fueron muy requeridos a causa de los nuevos da-
tos acerca de estos personajes históricos, muy cercanos al discurso político
indianista katarista. Lo mismo sucedió con el polémico escritor e ideólogo
boliviano Fausto Reinaga, quien fue la figura central de los números 25,
71 y 82. Esos datos evidenciaron la necesidad, por parte de los lectores, de
referencias históricas sobre personajes concretos.
En efecto, los números que tuvieron mayor difusión están ligados pre-
cisamente a la temática histórica. Entre ellos, el 12 y el 46, referidos al 12 de
octubre, o el 9, el 33 y el 83, dedicados a la gesta independentista de Pedro
Domingo Murillo, en La Paz5. Todos fueron muy polémicos e interpelaron
a los historiadores oficialistas por su visión tradicional del papel de Murillo
en los hechos de 1809 y, sobre todo, en el rol que jugó este personaje en la
represión a los indígenas que seguían a Tupak Katari.
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Pukara: una experiencia de comunicación de los indios para los indios
interés por ese artículo nos señala que parte de nuestros lectores consideran
también serios los artículos de Pukara que no se relacionan estricta y direc-
tamente con el tema indígena. Cabe destacar que Santa Cruz es un departa-
mento en el que el tema indianista en sí tiene menos acogida que en otros.
Para el N° 38, nuestro colaborador en Estados Unidos, Elmer Herrera,
miembro de Jach’a Uru Indigenous Organization, envió un artículo titula-
do “Ni indio de América, ni de la India, pero sí del Gobierno indígena de
Bolivia” sobre el entonces embajador de Bolivia ante la Organización de Es-
tados Americanos (OEA), Reynaldo Cuadros, quien era miembro del grupo
religioso hinduista Krisna. Esta nota provocó que el diplomático viniera
hasta la redacción del periódico a reclamar de una forma poco amable por
el contenido del artículo. Tiempo después, el mismo Cuadros se vio envuel-
to en un escándalo: una empleada de la gobernación de Cochabamba lo de-
nunció por agresión física y psicológica mediante un video, que mostraba al
irascible embajador golpeándola. Haciendo una crítica bien fundamentada
de los nuevos miembros de la diplomacia del Estado Plurinacional, Pukara
demostró que la mayoría pertenecía a grupos religiosos o esotéricos como
los krisnas y artistas, que veían más conveniente hablar de política que de
sobrevivir trabajosamente en su especialidad. Todo ello es denominado “la
diplomacia de los pueblos” por el gobierno, pero ciertamente no deja bien
parado al cuerpo diplomático del país.
Asimismo, el periódico Pukara no solo se limitó a informar y visibilizar
la situación de los indígenas bolivianos, sino también se ocupó de la situa-
ción de otras realidades como la de los mapuches de Chile y Argentina, los
indígenas de Perú y los pueblos de la Confederación de Nacionalidades
Indígenas del Ecuador (CONAIE). Otro tema abarcado en varios números
fue la defensa real del medio ambiente y de la pachamama. Nuestro periódi-
co denunció abiertamente el intento de destrucción del Territorio Indígena
y Parque Nacional Isiboro-Secure (TIPNIS) por parte del gobierno, mien-
tras que en diciembre de 2010 fuimos los primeros en señalar el peligro
que corría el Lago Poopo, el segundo más grande de Bolivia después del
Lago Titicaca, de sufrir un daño ambiental irreversible. Lamentablemente,
eso sucedió cinco años después, cuando sus 2.400 kilómetros cuadrados se
secaron totalmente.
Uno de los hechos más destacables fue la toma de posición y distancia,
desde los primeros números, de Pukara frente al actual gobierno. En el edi-
torial del Nº 2, antes de las elecciones que ganó el MAS, decíamos:
231
Hacia un periodismo indígena
Roman Loayza terminó siendo uno de los primeros disidentes del MAS,
en un proceso ininterrumpido en el que, primero, la izquierda criolla se
apoderó del denominado “proceso de cambio” con un barniz folklórico de
lo indio, que luego le sirvió para acoger a toda la derecha a la que combatía
originalmente.
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Pukara: una experiencia de comunicación de los indios para los indios
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El discurso mediático sobre los índios
en Brasil: de las coberturas no indígenas
a la autorrepresentación1
2. Esta y las siguientes traducciones del portugués al castellano son propias de los
autores.
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Hacia un periodismo indígena
3. Ver el relatorio “Pesquisa Brasileira 2015: hábitos de consumo de mídia pela popu-
lação brasileira” realizado por la Secretaria de Comunicação Social da República do
Brasil (2014).
4. Se puede visitar la web de la radio en el siguiente link: http://radioyande.com/de-
fault.php?pagina=a-radio.php
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El discurso mediático sobre los índios en Brasil:
de las coberturas no indígenas a la autorrepresentación
sobre sus propias realidades, lo que se presenta como una alternativa para
la no omisión, valorización y (re)afirmación de esas culturas y lenguas.
De este modo, nuestra propuesta de reflexión radica en indagar sobre el
papel de los medios de comunicación alternativos para dar voz a las comu-
nidades indígenas, a sus demandas reales y a la promoción de la diversidad
sociocultural y lingüística brasileña. Para ello, reflexionaremos sobre algu-
nos ejemplos de discursos contrahegemónicos promovidos por indígenas
de diferentes etnias en las plataformas digitales: a. los videoclips del grupo
de rap indígena Brô Mc’s que utilizan un lenguaje multimedia en Youtube,
b. los sitios de noticias que privilegian el código escrito acompañado de
fotografías y el formato audiovisual, y c. el ciberactivismo de una radio en
internet en el que predomina, claro está, la oralidad. Pero antes se hace ne-
cesario contextualizar la cuestión indígena en nuestro país.
5. El IBGE (2010) contabilizó 274 lenguas indígenas, números diferentes a los de Eth-
nologue (Lewis, Simons, Fennig; 2016), cuyo estudio indica un total de 216 lenguas,
siendo 201 indígenas.
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Hacia un periodismo indígena
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El discurso mediático sobre los índios en Brasil:
de las coberturas no indígenas a la autorrepresentación
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Hacia un periodismo indígena
(Brô Mc’s, 2009), con sus canciones disponibles online en el canal de You-
Tube9, además de realizar shows y participaciones en programas de los me-
dios de prensa. Con sus canciones, los jóvenes buscan denunciar las proble-
máticas de la comunidad:
En el rap “Nos dias de hoje”10 del disco Koangagua, Brô Mc’s canta en gua-
raní su mirada sobre la prensa local y la realidad que construyen sobre las
aldeas indígenas:
Ndo alei reñe’e reñe’e mbarei Pero existen personas con fuertes ideas
Ellos no saben
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El discurso mediático sobre los índios en Brasil:
de las coberturas no indígenas a la autorrepresentación
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El discurso mediático sobre los índios en Brasil:
de las coberturas no indígenas a la autorrepresentación
El mapeo16 hecho por Mizukami, Reia y Varon (2014) tiene como objetivo
relevar la prensa digital en Brasil para conocer “el impacto de la digitaliza-
ción en el periodismo y en los medios de comunicación”. Según el informe,
los periodistas entrevistados consideran que existen cuestiones más “deli-
cadas” en Brasil:
Todas estas cuestiones que incluyen a los pueblos indígenas son evita-
das, ocultadas o silenciadas. Según el informe, “acostumbran aparecer en
la programación de la prensa tradicional solo cuando son desencadenadas
por eventos específicos –como homicidios, accidentes, protestas, etc.– o
cuando surgen a partir de intereses económicos y políticos particulares”
(Mizukami, Reia & Varon, 2014, p. 9).
En este contexto, los medios alternativos surgen como una herramienta
para aumentar el alcance de voces y dar visibilidad a las realidades históri-
camente ocultas. Volvamos al caso de los guaraní y kaiowá. Los constantes
y violentos conflictos, la mayoría de las veces relacionados con la cuestión
territorial que deja sin norte a las comunidades indígenas, son generalmen-
te objeto de noticias para la prensa. Si consideramos los reclamos indígenas
y los factores apuntados por el mapeo de Mizukami, Reia y Varon (2014),
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El discurso mediático sobre los índios en Brasil:
de las coberturas no indígenas a la autorrepresentación
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El discurso mediático sobre los índios en Brasil:
de las coberturas no indígenas a la autorrepresentación
Consideraciones finales
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Referencias
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El discurso mediático sobre los índios en Brasil:
de las coberturas no indígenas a la autorrepresentación
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Una mirada a los derechos de los pueblos
indígenas en México
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Introducción
Ahí está nuestra historia y ahí sus paradojas. Como parte de ellas ano-
tamos que la rebelión zapatista dio inicio el día que entraba en vigencia el
Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos.
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Una mirada a los derechos de los pueblos indígenas en México
3. El EZLN decidió ceder la mesa del diálogo a todos los pueblos indígenas del país,
a fin de evitar asumirse como representante de todos ellos y reproducir la exclusión
histórica. Ello explica el compromiso de los pueblos con los Acuerdos, pues les son
propios.
4. Esta negociación tiene base jurídica en la Ley para el Diálogo y la Conciliación ex-
pedida por el Congreso de la Unión en marzo de 1995. Por acuerdo de las partes se
definió una agenda para abordar las causas que dieron origen al conflicto armado y
definieron los temas relacionados con derecho y cultura indígena, democracia y justi-
cia, bienestar y desarrollo, mujer indígena, reconciliación y distensión. Cada tema se
abordaría de manera sucesiva en las mesas correspondientes.
5. Se utiliza este concepto para definir el proceso de los pueblos al decidir luchar por
el reconocimiento jurídico de sus demandas históricas. De ello da cuenta la participa-
ción de líderes en el Grupo de Trabajo de la Organización de las Naciones Unidas a
partir de 1982 que elaboró lo que sería el proyecto de declaración aprobado el 13 de
septiembre de 2007.
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Una mirada a los derechos de los pueblos indígenas en México
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Hacia un periodismo indígena
La reforma mutilada
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Una mirada a los derechos de los pueblos indígenas en México
Perspectiva
14. En especial, tratándose del EZLN, ¿qué mayor audacia?: justo el día que entra-
ba en vigor el TLC le asestó al Gobierno de Carlos Salinas de Gortari la sorpresa de
una organización político militar, de composición mayoritariamente indígena que le
declaró la guerra al gobierno por la vía armada. Al estupor gubernamental le siguió
el mensaje social masivo a favor de la paz, que obligó al cese unilateral al fuego de-
cretado por Salinas de Gortari, a escasos 12 días de iniciado el conflicto. El zapatismo
supo escuchar y se sumó a una tregua que ya cumplió 22 años, tiempo en el cual, pese
a múltiples provocaciones y agresiones, se ha sostenido. En el camino, el EZLN ha
impulsado muy diversas iniciativas, unas más exitosas que otras, pero la más desta-
cada y triunfante es la construcción de autonomías de hecho expresadas en las Juntas
de Buen Gobierno, y sus derivados como la “Escuelita Zapatista” y el seminario “El
pensamiento crítico y la hidra capitalista”.
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Una mirada a los derechos de los pueblos indígenas en México
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Bibliografía
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Una mirada a los derechos de los pueblos indígenas en México
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De la explotación colonial a la explotación
nacional: el caso ecuatoriano
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Introducción
Nosotros somos como los granos de quinua, si estamos solos, el viento lleva lejos.
Pero si estamos unidos en un costal, nada hace el viento.
Bamboleará, pero no nos hará caer.
Somos como la paja de páramo que se arranca y vuelve a crecer…
y de paja de páramo sembraremos el mundo.
Mama Dolores1
El carácter homogeneizante2 con el que fue tomada América Latina por par-
te de Occidente significó la continuidad de la dominación: “La República ha
significado para los indios la ascensión de una nueva clase dominante que
se ha apropiado sistemáticamente de sus tierras” (Mariátegui, 1928, p. 24).
Así se creó el imaginario de superioridad –en sentido jerárquico- y otredad–
“Ese Otro no fue ‘des-cubierto’ como Otro, sino que fue ‘en-cubierto’” (Dus-
sel, 1994, p. 8). Sumando el neoliberalismo, la globalización, la exclusión
social y la invisibilización total de los indígenas, a mediados de la década de
los 80, la reivindicación por los derechos de los pueblos originarios y afro-
descendientes ha sido una constante lucha y resistencia desde la colonia. En
esta coyuntura cobran relevancia los movimientos indígenas en el escenario
social y político.
Una de sus principales demandas fue el reconocimiento de derechos co-
lectivos3, es decir, “derechos culturales, territoriales, de autonomía, de re-
presentación especial, jurisdicción y administración de justicia por las auto-
1. Dolores Cacuango fue una indígena ecuatoriana, líder y activista política que luchó
toda su vida por los derechos de los indígenas.
2. Se alude a la percepción totalizadora de Occidente en torno a América Latina, es
decir, se invisibilizan las diversidades y heterogeneidades de cada región y se nos
engloba dentro de un todo (un todo inferior).
3. Recordemos que la organización original de los pueblos en la región andina era
el ayllu, tribus de no más de 200 personas, en las que la propiedad de la tierra era
comunitaria.
271
Hacia un periodismo indígena
4. Nicaragua (1987), Brasil (1988), Colombia (1991), México (1992 y 2001), Paraguay
(1992), Perú, (1993), Honduras y Argentina (1994), Ecuador (1998), Venezuela (1999) y
Bolivia (1994 y 2004) (Nercesian & Rostica, 2014, p. 223).
272
De la explotación colonial a la explotación nacional: el caso ecuatoriano
mulación originaria”. En él, da cuenta del rol que jugó América Latina en el
despegue del capitalismo como sistema mundo, hecho que sigue operando
sobre la base del despojo, la explotación y la depredación de los recursos y
de la fuerza de trabajo de América Latina.
Así, los recursos procedentes de las colonias en América Latina fueron
fundamentales para el nacimiento del sistema capitalista mundial. Dentro
de este sistema mundo (Wallerstein, 2005), el rol que le tocó a América Latina
fue –y lo sigue siendo– el de proveedor de materias primas y alimentos.
Posteriormente, el desarrollo de productos industrializados de baja compo-
sición de valor agregado (en relación a aquellos de los países centrales) para
abastecer y sostener las economías primarias; todo esto sin dejar de ser una
economía básicamente primarizada. Como resultado, nuestras economías
quedaron relegadas como periféricas y dependientes.
Los rezagos heredados del colonialismo son latentes, visibles y naturali-
zados hasta nuestros tiempos. Ya en los años 20, José Carlos Mariátegui avi-
zoró, en los 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana, las problemáticas
que padecía el indio: “La suposición de que el problema indígena es un pro-
blema étnico, se nutre del más envejecido repertorio de ideas imperialistas.
El concepto de las razas inferiores sirvió al Occidente blanco para su obra
de expansión y conquista” (Mariátegui, 1928, p. 21). La deuda histórica que
tienen los colonizadores con los pueblos originarios es inconmensurable. Y
el tiempo solo ha reforzado la naturalización de la idea de otredad y supe-
rioridad del blanco sobre cualquier cultura, etnia o nación.
Entonces, podemos decir que las razas7 no son sino construcciones histó-
ricas basadas en construcciones de poder, en donde una se impone a la otra.
A partir de esta construcción van a aparecer nuevas razas e identidades
raciales –los europeos se autodenominaron blancos; los asiáticos fueron de-
nominados amarillos; los africanos, negros y los americanos, indios– como
principio básico clasificatorio. De tal suerte que, el etnocentrismo, el racis-
mo y la discriminación que dejó la conquista fueron los mecanismos ideológi-
cos de dominación y disciplinamiento que utilizó la colonización.
Las guerras de independencia que se desarrollaron en América desde
1791 a 1824, y que forjaron con sangre indígena el nacimiento de los Estados
latinoamericanos entre 1800 y 1880, culminaron con un período republica-
no en toda la región americana, marcado por rasgos de dominación oligár-
quica (Nercesian & Rostica, 2014).
274
De la explotación colonial a la explotación nacional: el caso ecuatoriano
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Hacia un periodismo indígena
10. Se concibe como ideología porque está ligada a una forma de ver y aprehender la
realidad.
11. Althusser hace una lista empírica de instituciones consideradas como aparatos
ideológicos del Estado: la institución religiosa, escolar, familiar, jurídica, política, sin-
dical, cultural y de información en la cual incluyó prensa, radio, televisión (Althusser,
1989, p. 190).
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De la explotación colonial a la explotación nacional: el caso ecuatoriano
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Hacia un periodismo indígena
Conclusiones
278
De la explotación colonial a la explotación nacional: el caso ecuatoriano
Referencias
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Hacia un periodismo indígena
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De la explotación colonial a la explotación nacional: el caso ecuatoriano
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