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UNIVERSIDAD MICHOACANA DE

SAN NICOLÁS DE HIDALGO


INSTITUTO DE INVESTIGACIONES
HISTÓRICAS
MAESTRÍA EN HISTORIA

TESIS

LA OBRA DE THOMAS GAGE: UNA MIRADA HACÍA


AMÉRICA DESDE AFUERA.

QUE PARA OBTENER EL GRADO DE:


MAESTRA EN HISTORIA
OPCIÓN HISTORIA DE AMÉRICA

PRESENTA:
LIC. LUCÍA MÉNDEZ GONZÁLEZ

ASESORA:
DRA. LOURDES DE ITA RUBIO

Morelia, Michoacán. Febrero/2010

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Muchas gracias a mi familia por su ayuda incondicional,
especialmente a mis papas por su apoyo y paciencia; a la
institución que me enriqueció con dos años de enseñanza
académica que me retroalimentaron con buenos y malos
momentos; a mi asesora por su paciencia, ayuda y
comprensión total, por haber sido propositiva y nunca
impositiva; a mis compañeros y amigos de la maestría por
compartir todas las experiencias del posgrado; al personal de
la biblioteca de la Facultad de Historia por su amabilidad; y
a esa fuerza superior que todos llamamos de diferente
manera, pero que en esencia sigue siendo la misma.

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CONTENIDO.

Introducción…………………………………………………………………………..4.
Capítulo 1. En contexto: España e Inglaterra hasta el siglo XVII.
1.1. Antecedentes: La península Ibérica y la isla Británica…………………………..16.
1.2. Las relaciones entre España e Inglaterra a partir del siglo XV………………….35.
1.3. La situación religiosa: Protestantismo-Catolicismo……………………………..44.
1.4. América en escena………………………………………………………………59.

Capítulo 2. La vida de un viajero fraile inglés: fr. Thomas Gage o Tomás de Santa
María y su contacto con la Nueva España.
2.1. El catolicismo en el entorno familiar de los Gage……………………………….78.
2.2. El escenario evangélico en la Nueva España…………………………………….86.
2.3. La experiencia en el viaje a América: “el territorio vedado”……………………93.
2.3.1. La trayectoria del viaje de Gage en América………………………………...98.
2.4. El regreso a Inglaterra y el panorama Cromwell……………………………….118.

Capítulo 3. La obra del “inglés americano” Thomas Gage: Un Nuevo


Reconocimiento de las Indias Occidentales.
3.1. El “Western Design” y los intereses de Oliver Cromwell en la obra de Gage…155.
3.2. La cuestión geográfica………………………………………………………….179.
3.3. El elemento religioso…………………………………………………………..218.
3.4. El Inglés Americano en sus ediciones…...……………………………………..248.

Conclusiones……………………………………………………………………….253.

Fuentes……………………………………………………………………………..256.

4
INTRODUCCIÓN

En 1492 el encuentro con América vendría a cambiar desde ese año las relaciones, que
tenían los países de Europa entre si y con el Oriente asiático. Dicho acontecimiento vendría
a transformar el desarrollo de los nexos políticos que hasta entonces se sostenían entre las
potencias hegemónicas del Viejo Mundo, por la entrada en escena de un nuevo y vastísimo
continente.
El descubrimiento de América vino a trastocar y polemizar todos los ámbitos que la
cultura Occidental tenía por válidos y casi inamovibles, desde los elementos más tangibles
como la economía, la política y la geografía, hasta los elementos ideológicos y sociales. A
este respecto, Inglaterra vino a ocupar un nuevo papel, mucho más protagónico por el
cambio de la nodalidad náutica del mar Mediterráneo –especial foco de comunicación para
la Europa medieval- hacía el Atlántico, cuyo tránsito por los navegantes ingleses y
franceses, representó uno de los puntos más difíciles de negociar y de asimilar por España
con respecto a sus nuevos reinos americanos.
Desde entonces, la mera ubicación geográfica de Inglaterra le permitió reclamar e
introducirse en los tratos con las Colonias americanas vedadas, lo cual le acarreó varios de
los más complejos conflictos posteriores con la Península Ibérica, agravados, aún más, por
las enredos dinásticos europeas y por la posición religiosa antitética que tomaron cada una
de estas dos potencias marítimas.
Continuando este panorama de contradicciones para acentuarse desmesuradamente con
la subida al trono de Isabel I de Inglaterra en 1558, quien debido a su política exterior, a sus
tácticas “diplomáticas” para con España y a su definitiva resolución religiosa a favor del
protestantismo, la llevaría a entrar en conflicto directo con la monarquía católica española,
sobre todo cuando los ataques de Francis Drake y las exploraciones clandestinas de Walter
Raleigh en América, serían protegidas y avaladas por la misma Bretaña, que aunque fueron
sabidas a todas luces por España, no le quedo más que reprimir sus reclamos efectivos ante
la negativa de la Reina Virgen sobre tales acontecimientos.
Así, el siglo XVII transcurrió en diatribas españolas e inglesas, enmarcadas por luchas
intestinas dinásticas por el poder británico y su consolidación como líder marítimo, por el

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desarrollo y afianzamiento de las instituciones coloniales en América y por el protagonismo
que España seguiría ejerciendo en el Viejo Continente, concerniente a la repartición de los
territorios europeos que se encontraban en pugna de ser apropiados por las otras potencias
occidentales.
Es de esta manera, que encontramos nuestro tema de estudio insertó en todo este
entramado conflictivo de relaciones anglo-españolas.
Fray Thomas Gage –fraile dominico- fue uno de los pocos ingleses que tuvieron
acceso, debido a su vocación religiosa católica, a conocer directamente el territorio que se
encontraba “vedado” para la mayoría y el resto de los europeos no españoles de la época,
debido a la política española que se cerró aún más con Felipe II, con respecto a la
prohibición para la entrada de extranjeros a sus colonias transatlánticas. Por lo cual,
ciertamente, la travesía de Thomas Gage, en sí misma, representó una proeza para la época
y para los ojos del resto de Europa. De aquí la atracción que produjo ante el Parlamento
inglés de la época de la Commonwealth la experiencia americana que tuvo Gage, misma que
supo verter en una obra escrita sobre su viaje a los territorios ultramarinos que eran vedados
celosamente por España.
Por ello y debido a que nuestro objeto de estudio se circunscribió a la obra de dicho
personaje inglés, para lograr su contextualización tomamos como fecha inicial de nuestra
investigación, de manera relativa, la etapa que despunta en 1558, como el periodo en que las
relaciones anglo españolas se hicieron más puntillosas, debido a la decidida política
expansionista imperial de Isabel I, con la cual se vio refrendado definitivamente el faro
inglés hacía América; tocando al mismo tiempo, de manera tangencial, épocas anteriores
desde una perspectiva del tiempo orgánica, para hacer más comprensivo el proceso que le
dio el sello único a las características particulares inglesas que le brindaron el toque
imperial, en el sentido material y religioso, a sus incursiones en el Nuevo Mundo. Pero
además por desenvolverse en este mismo contexto la vida familiar de los Gage como
protagonistas de la vida política-religiosa inglesa.
Para finalmente terminar nuestro estudio en el año de 1656, por ser en esta fecha
cuando murió Thomas Gage, ya convertido al protestantismo, en la expedición fallida
dirigida por Oliver Cromwell para invadir las Antillas, conocida como el “Western Design“,
y por cesar aquí el intento expansionista inglés por apropiarse territorialmente de América a

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gran escala.
Así al habernos acercado a la obra de tal fraile inglés nos percatamos de que, cuando se
ha abordado la obra escrita de Thomas Gage: El inglés americano, sus viajes por mar y
tierra o Un Nuevo Reconocimiento de las Indias Occidentales, se han suscitado polémicas
entre los académicos que se han acercado a ella debido, entre otras causas, a todo el contexto
que rodea al libro y a su autor, a las pretensiones “maliciosas” cromwellianas que lo
circundaron y al hecho de provenir de un nativo de una de las potencias europeas más
contrapuestas al expansionismo español de la época: Inglaterra.
Tales circunstancias han puesto en tela de juicio la imparcialidad y confiabilidad de
las informaciones y apreciaciones que contiene dicho libro sobre el territorio
iberoamericano. Lo que al mismo tiempo dicho fenómeno, lo constituye en un atractivo
objeto de estudio debido a la polisemia en su significado de la obra de Thomas Gage.
Por otro lado, tal escrito constituye, una de las pocas fuentes de primera mano sobre el
siglo XVII de Hispanoamérica en general, y aunque puede encerrar numerosos
cuestionamientos sobre la objetividad de su autor por los enjuiciamientos que hace del orden
social, político y espiritual que se vivía en Iberoamérica, en cambio, también atesora una
rica descripción, percepción y aprehensión, vista “desde afuera”, de la tierra, de la población
y de la religiosidad americanas. Las experiencias de Gage y el hecho de haber sido un
extranjero, hasta cierto grado, a las ideologías y cultura españolas, lo convierten en un
singular observador de lo “iberoamericano” y en un muy raro ejemplo de cómo se veía
desde el exterior el régimen español y su implantación en el Nuevo Mundo.
Dichas características convierten al autor y a su obra en un atrayente objeto de estudio
para analizarlo, sobre todo cuando por lo anteriormente dicho, para todos aquellos
estudiosos de las vertientes sociales, culturales, económicas, religiosas y políticas de la
época colonial americana y en concreto de la Nueva España del siglo XVII, les ha
significado sumamente útil, el abordar y citar la obra de Gage para acercarse a la realidad de
dicho periodo, tal es así, que en obras clásicas del México colonial de historiadores como
François Chevalier, Lesley Byrd Simpson, Antonio Rubial García y Jonathan I. Israel, por
mencionar algunos, es citado el libro de Thomas Gage.
Esto aunado a que la existencia de estudios referentes al siglo XVII americano, y en
particular novohispano, son muy escasos, y si a esto le agregamos que son todavía menos

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numerosos y aún más raras las obras escritas de extranjeros en la citada centuria, debido a la
propia política “restrictiva” de España para la entrada de europeos “no españoles” a las
“Indias Occidentales”, comprenderemos la originalidad y exclusividad del libro de Thomas
Gage para un estudio detallado.
Finalmente, para darnos una idea de la relevancia e influjo que tuvo en Europa y en los
territorios no iberoamericanos el libro del “inglés americano”, y de hasta qué grado moldeó
la concepción occidental sobre el Imperio español en América, diremos que en 1677
Colbert, el ministro de Luis XIV “el Rey Sol” de Francia, lo tradujo al francés para motivar
a su monarca hacía los mismos fines que movieron a Oliver Cromwell en 1654 a aventurarse
en la expedición hacía las Antillas mayores conocida como el “Western Design“; y que, en
1758 se distribuía por entregas en Norteamérica, contribuyendo así a la formación de una
conciencia muy peculiar sobre Latinoamérica en dicha nación.
Y para mejor enmarcar nuestro tema de estudio y situarlo en cabalidad, recurrimos a
las obras de las que mencionaremos el trabajo de John H. Elliott con El viejo mundo y el
nuevo (1492-1650), en el cual hace un balance sobre las dimensiones y la repercusión real
que tuvo en Europa el encuentro con América y el intercambio profundo en todos los
ámbitos que se tuvo entre los dos continentes, así como la influencia de América en el
devenir europeo, lo que nos permitió tener una visión equilibrada sobre el impacto de
América en Europa y vislumbrar el interés de las potencias europeas por tener acceso al
territorio recién descubierto. De la misma forma, Clarence Haring con Comercio y
navegación entre España y las Indias, analiza el movimiento comercial entre éstas dos
regiones para así brindar una idea de la importancia de América para España en el plano
náutico y económico y, cómo las otras potencias europeas que habían quedado excluidas del
intercambio comercial con el Nuevo Mundo se fueron infiltrando a pesar de las restricciones
iberas; Marino J. Inchaustégui con La gran expedición inglesa contra las Antillas Mayores.
El plan antillano de Cromwell (1651-1655, libro en el que el autor comienza por hacer una
biografía detallada sobre el “Lord Protector“, para después introducirnos en los designios
políticos, económicos y religiosos que dicho personaje planeaba para su amada Inglaterra,
con el plan llamado “Western Design”, el cual tenía como objetivo arrancar el imperio
transatlántico a España iniciando el ataque en las Antillas; Juan Ortega y Medina con El
conflicto anglo-español, por el dominio oceánico (siglos XVI y XVII), obra medular en

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donde expone cómo las relaciones de mayor tensión entre estas dos potencias marítimas
llegaron a su clímax en estas centurias, por el dominio Atlántico como llave al Nuevo
Mundo, haciendo un análisis de los antecedentes nacionalistas, geográficos y religiosos que
llevaron a estos dos países a protagonizar el antagonismo por el predominio en el mar;
William Maltby con La leyenda negra en Inglaterra. El desarrollo del sentimiento
antiespañol, estudia la opinión que el español se forjó en Inglaterra a raíz de la anexión de
América, de la política imperial ibera que se desplegó en el Viejo Continente y cómo fue
entendida tal empresa en dicho país, para así formarse el estereotipo del español de esa
época en la ideología inglesa; Héctor Feliciano Ramos con El contrabando inglés en el
Caribe y el Golfo de México (1748-1778), que aunque no coincide con nuestra delimitación
temporal, nos fue de significativa ayuda porque en éste explica las tácticas comerciales
implantadas por los ingleses para su introducción en el comercio clandestino con las
colonias americanas, de aquí su papel relevante en los terrenos de los que legalmente se
habían visto excluidos, lo que al mismo tiempo los ponía en trato directo y en conocimiento
con las posesiones iberoamericanas, así como la preponderancia comercial que tuvieron ya
en el siglo XVIII, con respecto al comercio español; George Trevelyan con Historia política
de Inglaterra, en la que hace un recuento completo sobre el desenvolvimiento político de la
isla y de ahí el carácter particular que la diferenció del resto de Europa por su calidad de
insularidad y en su trato con los demás países europeos; Richard Konetzke con América
latina. La época colonial, en la que destaca los motivos fundamentales y los principios
jurídicos en los que descansó la apropiación de América por España, para legitimarse frente
a sus vecinos europeos. Así, como también la obra de Frances Yates, La filosofía oculta en
la época isabelina, que nos fue de capital importancia, ya que en ella la autora aborda en un
análisis peculiar cómo se desarrollo la principal corriente intelectual filosófica que dominó
el periodo isabelino y orientó para darle el sustento final a los proyectos imperialistas que
Inglaterra forjó durante este periodo.
Todos estos estudios generales y a macro escala nos ayudaron a definir el contexto
histórico, político, económico y sociocultural en el que se inscribió nuestro tema.
En lo que respecta a investigaciones sobre el virreinato novohispano, destacaremos los
clásicos dentro de la temática, como el de Robert Ricard y la Conquista espiritual de
México, que trata precisamente la tarea evangelizadora que España desplegó en Nueva

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España y sus características; la obra clásica de François Chevalier, La formación de los
latifundios en México, en donde se cita un fragmento de la obra de Gage, Jonathan Israel con
Razas, clases sociales y vida política en el México colonial. 1610-1670, en el cual también
se cita a Gage como exponente y testigo del mosaico multicultural y la efervescencia social
que se vivía en la colonia novohispana; y otras obras como las de Peña, Farris, Brading y
Pietschmann nos ofrecieron un panorama de la realidad novohispana del siglo XVII, lo que
nos sirvió para hacer la comparación con lo apreciado por Gage en su obra.
Asimismo, revisamos las introducciones pequeñas que se le han hecho a las ediciones
que el libro de Gage ha tenido, como las de Newton, Thompson, Brian Conaughton,
Salvador Bueno, Dionisia Tejeira, Alicia Ramírez y la de Eugenio Martínez, de las que
adquirimos información clave sobre la biografía del citado personaje inglés, así como
apreciaciones y críticas antecedentes que se le hicieron a él como a su obra tanto desde la
perspectiva europea como americana; de las que sin embargo, a pesar de su aportación, nos
percatamos no profundizaron por contextualizar la obra de Thomas Gage en su cabalidad
para darle una mayor explicación a la intencionalidad del inglés en la escritura de su libro y,
que por ello, se disiparon, la mayoría de estas introducciones, en enjuiciamientos
preferenciales sobre el autor y la obra.
De esta manera y ante las contradicciones y controversias que nos suscitó la lectura de
la obra del “Inglés americano”, nos brotaron las siguientes interrogantes:
¿Cuál fue el verdadero interés que motivó a Gage a embarcarse hacia el territorio
novohispano?
¿Por qué una vez que Thomas Gage se encontraba misionando en el virreinato
novohispano decidió regresar a Inglaterra?
¿Cómo fue que la vida familiar y su resolución por la profesión en la fe católica
influyeron en el devenir de los hechos y acciones del propio Gage?
¿Qué situaciones influyeron en Gage a su regreso a Inglaterra, que lo hicieron cambiar
de bando religioso y acercarse al partido del Lord Protector?
¿Cuáles fueron los verdaderos motivos o los más importantes que le hicieron escribir a
Gage una obra sobre su experiencia en la colonia novohispana?
¿Con qué fines Thomas Gage escribió su libro, en qué contexto lo hizo y a quién iba
dirigido?

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¿Qué diferencias encierra, la visión de un inglés, sobre el virreinato novohispano con
respecto a la mirada clásica que nos ha dejado la versión del mundo español?
Así, para lograr comprender la encrucijada que nos presentaba el escrito de Thomas
Gage, nos propusimos como objetivos: -Conocer y explicar el entramado conflictivo de las
relaciones políticas entre España e Inglaterra, para así entender la dinámica de la época en la
cual se movían éstas dos potencias marítimas y, en consecuencia, entender el por qué de las
medidas restrictivas de España para la entrada de los demás europeos, particularmente
ingleses, al territorio americano. Para también con ello, contextualizar la obra y travesía de
fr. Thomas Gage quien fue uno de los pocos británicos privilegiados en entrar al dominio
iberoamericano en el siglo XVII.
-Entender el contexto geopolítico del siglo XVII, con sus naturales antecedentes del
XVI, con el fin de poder enclavar la obra y aventura de Thomas Gage en la época en la que
le corresponde hacerle un análisis moderado, para de ésta forma también formarnos una idea
de lo valioso que era en ese periodo para Inglaterra y para cualquier país europeo, en
general, el allegarse información de las tierras a las que les estaba restringido el paso legal y
de las que se decía venía el poderío de España.
-Conocer el contexto interior de la Nueva España, para tratar de hacer un análisis
comparativo entre lo escrito y apreciado por Gage y lo estudiado por otros investigadores
del siglo XVII, y así conformar un estudio equilibrado y complementario entre las
apreciaciones de Gage y la realidad del México colonial.
-Comprender el contexto interno de la Inglaterra del siglo XVII, el periodo político
turbulento por el que pasaba dicho país, con el objeto de explicar cabalmente la experiencia
y la relevancia de Gage y sus viajes a las Indias Occidentales en el posterior
desenvolvimiento de los hechos ingleses en la vida del citado viajero.
-Analizar y explicar el interés de Oliver Cromwell por el Nuevo Mundo, para así,
hacer un balance de la importancia real que pudo tener el libro de Thomas Gage en el
desenvolvimiento y apreciación de los hechos para animar la posterior expedición inglesa al
Caribe.
-Explicar el conflicto religioso entre el protestantismo y el catolicismo y el papel que
desempeñaban Inglaterra y España en cada una de estas facciones, para así comprender la
enemistad que se vivía entre éstos dos países y lo contradictorio que significó ello para

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Gage, lo cual reflejó en su obra, al debatirse entre éstas dos instancias espirituales. Para
también para comprender el sentido religioso que encierra la obra de Thomas y su
aportación para el fin providencial que la Inglaterra del siglo XVII sentía dirigir.
-Comprender la verdadera intención que movió a Gage a darle ese tono controversial a
su escrito, para con ello darle la explicación cabal a la obra de del “inglés americano”, el
apodo que el mismo Gage tomó cuando regresó a su natal Inglaterra para denotar su calidad
como inglés que había logrado penetrar la barrera española que implantaba en su imperio
americano.
-Entender la conflictiva y contradictoria historia familiar del propio Gage, para con
ello comprender los motivos del viaje que emprendió al Nuevo Mundo y para la posterior
unión de éste al bando del “Lord Protector” y su participación en éste.
Ante lo que nos surgieron las siguientes respuestas como tentativas:
En un primer momento el interés de fr. Thomas Gage por venir a las “Indias
Occidentales”, no lo constituyó el formarse como un espía del régimen inglés, sino fue
movido por el impulso de la vida de un religioso aventurero, en busca de la libertad de la
atadura familiar que lo hostigaba por su decisión religiosa monástica para probar suerte con
el sueño americano y las fortunas que ofrecía.
Por ello, la propensión por constituirse como un agente de información importante y
estratégico para Inglaterra vendrá después, con el desenvolvimiento apresurado y latente de
las guerras intestinas en la isla Británica y con la ascensión de Oliver Cromwell al gobierno
británico. Será entonces cuando Gage decida tomar el partido del “Lord Protector” y cuando
se presentará, con el apadrinamiento de otro parlamentario poderoso como lo fue Thomas
Challoner, a si mismo como un informante de primera mano, valioso para los planes de
Cromwell por arrebatarle a su enemigo español uno de sus más grandes tesoros: América.
Así, el interés de Gage por hablar en su obra sobre la religión católica y su
implantación en el Nuevo Mundo, no será sólo por el afán de desprestigiar a España y a su
argumento que justificaba la posesión de América, sino también, lo hará por un sentimiento
lógico de un regular que ve con resentimiento la manipulación del camino espiritual al que
dedicó su vida y por el que pasó peligros.
Así como, la descalificación que hará Gage en su libro, Un Nuevo Reconocimiento de
las Indias Occidentales, de ciertas prácticas seculares y religiosas españolas en el Nuevo

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Mundo, será ocasionada, además de las intenciones políticas que en ese momento movían su
pluma, por ésta incomprensión entre culturas distintas que representaban las de Inglaterra y
España, y de las cuales, Gage formaba parte de la primera, a pesar de su educación familiar
católica.
El mayor desmérito que posee la obra escrita de Gage es que generalmente se sitúa él
mismo como juez de todo lo que aprecia en América, especialmente en Nueva España. Esta
posición es la que no lo dejará escribir con mayor despego la realidad que está recreando.
La obra de Gage, encierra muchas controversias por venir de un inglés que habla sobre
las posesiones españolas en América en un periodo turbulento dentro de la misma isla
Británica, pero no por ello, podemos dejar de negar su importancia como información de
primera mano para todo aquel que se ocupe de la historia social y política de la Colonia
Novohispana en el siglo XVII. Su libro constituye una visión muy singular desde afuera del
mundo colonial iberoamericano a pesar de las polémicas que encierra.
Además de la información sobre la situación política, social, cultural y económica de
la Nueva España durante el siglo XVII, la obra de Gage nos permite percibir aspectos de la
idiosincrasia y cultura del autor.
Los errores que Gage cometió en la narración de los sitios geográficos estratégicos de
la Nueva España, tendrán su explicación en la vocación y el interés personal de su autor, ya
que si a Inglaterra le faltaba por redondear la justificación, legitimación moral y espiritual
para disputarle a España sus posesiones ultramarinas, Gage con su obra vendrá, al igual que
Hakluyt en el rubro geográfico, a brindarle a su país natal dicho requerimiento.
Así, para lograr nuestro cometido consideramos adecuado utilizar como una de las
principales herramientas metodológicas la hermenéutica, entendida ésta en su acepción más
llana y simple, como la disciplina de la interpretación de los textos, debido a que el objeto de
nuestro estudio era un texto, la obra de Thomas Gage, la cual nos pareció encuadrar en el
objeto de estudio que tiene dicha corriente: los textos que contienen múltiple significado 1, a
lo que la obra de dicho inglés cumple sobradamente con tal requisito, sobre todo si tenemos
en cuenta las polémicas que ha suscitado entre los mismos académicos.
Por tanto, pretendimos atender al esencial de los planteamientos que propone la

1
BEUCHOT, Mauricio. Perfiles esenciales de la hermenéutica. México, Instituto de Investigaciones
Filológicas, Universidad Nacional Autónoma de México, 2005. P., 11.

13
hermenéutica para la comprensión de un texto en su cabalidad, es decir, al elemento que se
le ha denominado como sutileza, el cual
“…consistía en la capacidad de traspasar el sentido superficial para llegar al
sentido profundo, inclusive al oculto; también de encontrar varios sentidos cuando
parecía haber sólo uno; y, en especial, de hallar el sentido auténtico, vinculado a la
intención del autor, plasmado en el texto y que se resistía a ser reducido a la sola
intención del lector”2.
Usando como elemento intermediario, a su vez, el código que propone dicha
disciplina, el cual nos permitió acercarnos al contenido significativo que le dio su autor, es
decir Thomas Gage, código que se da en llamar como contextuación, éste que se define y
aplica como: “Es poner un texto en su contexto y aplicarlo al contexto actual, que puede ser
muy distinto”3.
Por ello, atendiendo a tal consejo nos remitimos a un contexto que pretendió ser
profundo y orgánico, de aquí que nos remontáramos incluso a siglos atrás y a corrientes
religiosas ocultas que parecieron dominar la vida intelectual de la época inglesa en la que se
desenvolvió la vida e intereses de nuestro autor, para entender a cabalidad y en toda su
riqueza las intenciones de el “inglés americano” para la creación de su obra y por tanto, con
ello lograr la comprensión de su texto.
Teniendo como eje esta máxima: “Precisamente la sutileza interpretativa o
hermenéutica consiste en captar la intencionalidad significativa del autor, a pesar de la
injerencia de la intencionalidad del intérprete”4. En lo cual, ciertamente y tomando como
precedente las experiencias de casi todas las introducciones que se la han hecho a la obra de
Thomas Gage, lo utilizamos como advertencia de las intenciones propias que en exceso
pueden llegar a distorsionar el contenido significativo que le dio el autor a su obra.
Al mismo tiempo y atendiendo a la otra vertiente que conllevaba las intenciones de
nuestro autor para la escritura de su obra, echamos mano de un análisis comparativo que nos
llevó a poder contraponer posiciones entre la realidad novohispana apreciada por estudiosos
del siglo XVII y la rescatada en la obra de Thomas Gage, para así tener una mejor posición
con respecto al análisis del citado libro y su verdadera trascendencia para el mundo del siglo

2
Ibíd., p., 12.
3
Ídem.
4
Ibíd., p., 115.

14
XVII.

Finalmente, ofrecemos a los posibles lectores de nuestro trabajo dicho estudio como un
aporte humilde a la dilucidación y debate sobre la obra del “inglés americano”, que tantas
controversias ha generado.

15
Aún en 1434, en el Concilio de Basilea, Alfonso de Cartagena, obispo de
Burgos y jefe de la embajada castellana, recordará a los ingleses que no
se puede comparar un rey que reina sobre islas excéntricas con su “Señor,
el rey de Castilla” que gobierna un reino en el que además crecen el olivo
y la vid, como en los países bíblicos.

Adeline Rucquoi. “De los reyes que no son taumaturgos: los fundamentos de la realeza en
España”.

16
CAPÍTULO I.
EN CONTEXTO: LAS RELACIONES ANGLOESPAÑOLAS HASTA EL
SIGLO XVII.

1.1 Antecedentes: la Península Ibérica y la Isla Británica.

En el actual apartado pretendemos explicar los antecedentes de, por un lado, la imperial
España, y por otro, la pujante Inglaterra -punta de lanza para la época que más tarde sería
nombrada como la Modernidad-, para así plasmar las diferencias y particularidades de cada
uno de éstos reinos, mismas que las harán inmiscuirse en el siglo XVI de manera
protagónica en el desarrollo de los acontecimientos europeos y americanos.
La Península Ibérica como la Isla Británica presentaron germinaciones muy distintas,
algo que parecería obvio, pero que acercándose con mayor detenimiento nos mostrará
elementos característicos para entender cómo Inglaterra llegó a constituirse para el momento
del contacto español con América, en la rival más poderosa de España y, en consecuencia, la
que tuvo mayor injerencia en los asuntos americanos a principios y mediados de la
colonización iberoamericana.
España e Inglaterra, engarzadas cada una en contextos espaciales muy diferentes, la
primera en contacto directo con el Mediterráneo y próxima a las costas del norte de África ,
sólo separada por el estrecho de Gibraltar; y la segunda una ínsula cortada del Continente
europeo por el Canal de la Mancha, ubicada al oeste, rodeada por agua, el Mar del Norte y el
Atlántico, cercana a las costas occidentales de Francia y los Países Bajos.
Tal disposición geográfica marcará el rumbo de las influencias y rompimientos en la
historia de cada uno de estos dos reinos, después convertidos en potencias marítimas.
El mar y la cuestión de la insularidad dotará a Inglaterra de una característica
demasiado peculiar, no sólo en el sentido espacial -al encontrarse separada del resto del
continente europeo-, sino también en el sentido político, económico, social y cultural.
Los ingleses fueron formando una característica conciencia de lo que significaba ser
isleño de Britania y con ello del desarrollo en sus instituciones de convivencia social. Como

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bien lo señaló Ortega y Medina “Desde tiempos remotos las aguas del Canal de la Mancha
habían separado tanto cuanto habían unido…”5, separaron para hacerlos independientes de
los procesos latinizadores del centro de Europa, y los unieron cuando la Conquista
Normanda los puso en injerencia directa con las enredos dinásticos del corazón europeo. De
aquí en adelante, los británicos aprendieron a utilizar su posición espacial privilegiada -
aumentada con el descubrimiento de América-, que en un tiempo se vio como una
desventaja.
Pero este sentimiento de insularidad6 de los ingleses también los dotó de un orgullo
particular7 que fueron construyendo para contrarrestar el hecho de sentirse aislados,
marginados y hasta despreciados por el resto del “Continente” (como llamaban al resto de
Europa, muestra de su condición como isleños), y que plasmaron al dejarse sentir por vez
primera en el Viejo continente, cuando en la “Guerra de los Cien Años” demostraron su
potencial frente a Francia, tal como lo escribe el inglés Trevelyan que hace patente esta
condición: “Los guerreros feudales del continente no se habían tomado interés por
semejantes guerras oscuras y bárbaras, y se quedaron pasmados cuando, en la batalla de
Crécy, los despreciados isleños se revelaron como los maestros de toda Europa en el arte
militar”8.
Tal pasaje, muestra este sentimiento de marginalidad y subestimación que percibían de
si mismos los ingleses con respecto de los demás europeos y la forma en cómo éstos los
veían: una isla invadida y poblada de bárbaros, que ni siquiera podía argumentar el haber
tenido una herencia rica y sólida de la civilizada y cristiana Roma, como España y Francia:

“Los territorios que habían atraído a los montaraces y paganos sajones se


encontraban en Britania, provincia tan remota de Roma que el imperio la abandonó a
principios del siglo V […] La isla no sólo se encontraba aislada por la distancia y el
Canal de la Mancha, sino que su cultura latina era tan superficial que, después de que
partieron los romanos, los britanos retornaron a sus idiomas célticos y a sus maneras

5
ORTEGA Y MEDINA, Juan A. El conflicto anglo-español, por el dominio oceánico (siglos XVI y XVII).
México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1981. P., 25.
6
Ibíd., p., 23.
7
Ibíd., p., 29.
8
TREVELYAN, George Macaulay. Historia política de Inglaterra. México, Fondo de Cultura Económica,
1984. P., 174.

18
de vida tribal”9.
Aislamiento geográfico, una isla ubicada en el extremo occidental de todas las cosas
europeas10 que influyó para una poca recepción de la herencia romana -porque no es que no
la hubiera, pero ésta se marginó en Gales, y a sus habitantes nunca les interesó cristianizar a
sus vecinos anglos bárbaros11-, puntos centrales que dieron las bases para que las maneras
tribales anglosajonas persistieran y vinieran a configurar, todos estos elementos combinados
la creación que duró varios siglos, en el forjamiento de una identidad material y religiosa
inglesa muy divergente del resto de la Europa romana.
Tales maneras tribales, traídas en un primer momento por los anglosajones, cuando
empezaron las invasiones bárbaras en forma masiva al imperio romano alrededor del siglo
V, tuvieron persistencias mucho más marcadas en la isla, que de aquí en adelante, dejará de
ser llamada Britania para tomar el toponímico de Engle-Land, Inglaterra: tierra de los
anglos12. Lo cual, denotaba aún más este carácter nórdico - en comparación con una España
derivada del nombre latino Hispania-, “Los invasores sajones -junto con sus parientes
cercanos, los anglos y los jutos- pudieron desarrollar su sociedad con un mínimo de
resistencia cultural interna y de injerencia militar externa”13.
La mínima herencia romana de la isla, hizo más fácil el arraigo de las costumbres y
tradiciones bárbaras representadas por los anglosajones, aunado al cerco natural que
constituía el Canal de la Mancha y, a la problemática interna que cada provincia romana se
encontraba lidiando con sus propios grupos invasores nórdicos, como para tratar de penetrar
en la isla. Todo ello reforzó su libertad de acción y le dio a Inglaterra el toque peculiar para
preservar, con poco sincretismo latino, los valores bárbaros de los anglosajones que
imprimieron la concepción para los fundamentos del poder político y religioso que marcaron
el carácter distintivo de los ingleses.
Fundamentos del poder político que tomaron sus bases de los valores anglosajones que
concebían como virtudes: la temeridad, la fiereza, el valor, la fuerza y la pasión por la
guerra, vistas en contraparte, la cobardía y la debilidad como dos de los peores defectos del

9
SIMONS, Gerald. Las grandes épocas de la humanidad. Historia de las culturas mundiales. Los orígenes de
Europa. México, Time-Life, 2002. p., 35.
10
Véase la introducción de TREVELYAN…,Op. Cit.
11
Ibíd., p., 21.
12
Ibíd., p., 39.
13
SIMONS…, Op. Cit., p., 35.

19
humano14. De aquí, que la autarquía fuera una de sus consecuencias dibujada en su forma de
gobierno, “La forma anglosajona de gobierno era la monarquía autocrática, ejercida por
algún miembro de una familia real que se suponía descender de los dioses…”15, reflejada en
una autosuficiencia que también implicaba un “[…]obstinado sentido de la independencia
política y personal…”16. De esta variante bárbara, que se maximizaba, por las condiciones
naturales del territorio al que los anglosajones habían llegado, se desprende el sentimiento
nacionalista precoz de los ingleses.
Sin embargo, este sentido de independencia también propició la división de Inglaterra
en una heptarquía anglosajona que resultó propicia para las segundas incursiones bárbaras a
Europa en el siglo VIII, las de los vikingos.
El espacio de mayor influencia de los vikingos será toda la costa norte de la Europa
occidental17, por ello, la fragmentada Inglaterra será uno de los puntos propicios para una
mayor intromisión vikinga, junto con el reino franco. De las costas de estos dos reinos,
moviéndose a través del Canal de la Mancha, los daneses crearon sus dos más imponentes
plazas de ataque portuario a todo el continente europeo: “El más pequeño que tallaron en el
reino franco, tomó de ellos el nombre de Normandía; el mayor consistía en toda la Inglaterra
oriental…”18. De aquí, el parentesco que se formó para la posterior Conquista Normanda a
Inglaterra.
Los daneses poco a poco ganaron terreno en la Tierra de los Anglos aprovechando sus
disensiones; suelo que al final de cuentas se convirtió también en su reino, cuando Canuto,
rey de la Casa de Dinamarca, subió al trono inglés en 1016.
Dicho rey se dedicó a la tarea de igualar a sus coterráneos, los daneses, con los
anglosajones, en calidad de sus súbditos19. El corto reinado de los daneses afianzó a la isla
inglesa y le imprimió otras de sus características vitales, gracias a esta igualación que los
fusionó lentamente con los anglosajones.
Además y mayormente factible para esta mezcla resultó el hecho de que los vikingos
venían de una raza afín a los sajones, “[…]pero aún más llena de energía, temeridad e

14
Ibíd., p., 51.
15
TREVELYAN…, Op. Cit., p., 31.
16
SIMONS…, Op. Cit., p., 156.
17
Ibíd., p., 127.
18
TREVELYAN…, Op. Cit., p., 66.
19
Ibíd., p., 81.

20
independencia […] Trajeron de nuevo a la isla aquellos hábitos marineros que los sajones
habían perdido en su permanencia en las tierras del interior…”20, de aquí emerge otra de las
características que definirán a los ingleses posteriormente en el siglo XVI.
Incluso en la época isabelina, es interesante ver como el patrón de conducta vikinga -
con cierta variantes, claro-, se vuelve a repetir con los marinos británicos, al hablar de los
escandinavos: “Sus hijos menores, desheredados constituían un amplio círculo selecto y
peligroso de guerreros que se veían obligados a abrirse camino por cualquier medio, ya
fuesen conquistas en el país o piratería en el exterior. Es de suponer que este grupo
proporcionó casi todos los jefes para la invasión vikinga de Europa”21.
Los ingleses por esta herencia aprendieron a reconocer las virtudes que por medio del
mar se podían explotar y, volvieron a reproducir los beneficios que sus antepasados les
habían enseñado por medio de la piratería, “Los vikingos pusieron una energía muy suya en
la práctica tanto de la piratería como el comercio […] añadiendo a esto grandes cualidades
militares…”22.
Los escandinavos fueron excelentes navegantes, “[…]un pueblo anfibio […] el mar
fue su camino de establecimiento […] y su única comunicación con el mundo exterior…”23.
Percepción del mar que le heredó al posterior reino inglés de Isabel I, aunado a la propia
naturaleza geográfica de la isla, éstos se constituyeron en los antecedentes del poderío naval
británico del siglo XVI.
La predisposición espacial de la Isla británica rodeada por mar, la constituyó por si
misma, en un terreno favorable para el establecimiento vikingo-danés; su afinidad racial y
cultural con los anglosajones, así como, su escasa romanización, fueron elementos que
sembraron el terreno para proyectar una mayor receptividad del carácter danés en Inglaterra;
en comparación con Francia donde se había formado otro Danelaw, pero que a causa de la
cristianización permanente del reino galo -donde residía el poder de los carolingios-, los
danés terminó siendo absorbido y fusionado con la cultura latina. No así, con el reino
anglosajón, donde la característica vikinga tuvo mayor alcance.
Pero la costumbre de surcar los mares, sólo fue uno de los otros rasgos que los

20
Ibíd., p., 60.
21
SIMONS…, Op. Cit., p., 126.
22
TREVELYAN… Op. Cit., p., 65.
23
Ibíd., p., 63.

21
escandinavos le aportaron al reino británico y, que a posteriori definió una de las
particularidades de la identidad inglesa.
Otro de los rasgos vikingos que vinieron a mezclarse con sus filiales anglos, fue la
concepción que tenían de la ley, “[…]los códigos de los bárbaros […] reflejan una vigorosa
adhesión a la idea de que la ley era una posesión del pueblo, posesión que debían defender,
y el rey por igual contra los transgresores”24.
Si tenemos en cuenta que parte del derecho medieval se basó en los códigos
germánicos de sus usos y costumbres, los que dictaban las reglas de su comunidades y, que
vinieron a combinarse con el derecho romano para crear la legislación medieval,
comprenderemos la relevancia que para Inglaterra tiene este elemento. Donde tal idea,
parece haberse arraigado de mayor manera, ya que esta concepción de la ley como posesión
del pueblo y el rey como defensor de ella, es sumamente reveladora para la actitud de los
ingleses en la época de Carlos I y su decapitación, debido a la tenacidad que éste mostró por
querer constituirse en un monarca absolutista, anacrónico y falto de esta sensibilidad para la
defensa de las leyes como posesión del pueblo, plasmada en su irrespetuosidad hacia el
Parlamento.
El Parlamento, otra institución que si bien tuvo su definición acabada con la invasión
Normanda, de la cual, incluso, tomó el nombre, proveniente del verbo francés Parler,
hablar; pero que si como lo han señalado otros autores, la Conquista Normanda vino a
Inglaterra a organizar y centralizar los elementos político-sociales -con sus razonables
adiciones-, que ya existían en la isla25, podemos encontrar su raíz en la tradición del Witan
anglosajón -Consejo formado por los magnates del reino-, y en el Thing danés -Asamblea
pública vikinga-26, elementos que constituyeron otra de las peculiaridades del temperamento
inglés, una sociedad que tomaba como suya la posesión de la ley, con una Asamblea para
discutir los asuntos del reino.
En consecuencia es que:

“El carácter electivo de la monarquía inglesa se destaca más claramente en esta época
[anglo danesa y de invasión Normanda] que en ninguna otra […] Canuto, Haroldo, y

24
SIMONS…, Op. Cit., p., 84.
25
Ibíd., p., 156.
26
TREVELYAN…, Op. Cit., p., 68 y 71.

22
Guillermo el Conquistador no tenían ninguno de ellos título legal válido al trono, salvo
la elección del Witan […] pero semejante elección era bastante para dar legalidad a
los resultados de la conquista o a los deseos de la nación […] la idea de un derecho
divino de sucesión encarnado en un individuo y no susceptible de alteración por
ninguna autoridad humana fue, en lo que se refiere a la historia inglesa, una invención
de la mente sobrecargada de Jacobo I”27.

Peculiaridad inglesa que marcará el consiguiente desarrollo de su historia en el siglo


XVII.
Sin embargo, este carácter de la elección en la monarquía británica, también estuvo
influida por los valores bárbaros que se apreciaban como virtudes para reconocer a un
gobernante como tal, los vikingos “Con demasiada frecuencia demostraban su
independencia y su desdén por la autoridad ahogando a un rey, o eliminándolo por algún
otro medio violento”28. Autoridad que sólo era reconocida en función de la demostración de
valor, temeridad, capacidad, fiereza, cualidades guerreras y de la identificación con la ley
del pueblo; de lo contrario, la cabeza del gobierno no merecía la admiración ni el respeto de
sus sometidos, tal como le pasó a un Everaldo “el Indeciso”, a los incapaces descendientes
de Canuto, a un frágil y afrancesado Eduardo “el Confesor”, a un débil Enrique IV que
fracasó en la “Guerra de los Cien Años” contra Francia y, a una manipulable y católica
María I; detrás de los cuales, los ingleses apoyaron a sus relevos en el trono.
De esta manera, un cronista francés, Froissart lo había apreciado:

“Los ingleses […] nunca amarán u honrarán a su rey, a menos que sea victorioso y
aficionado a las armas y la guerra contra sus enemigos y en especial contra los que son
más grandes y más ricos que ellos mismos […] son desmedidamente ávidos y envidiosos
de las riquezas de otros hombres. El rey de Inglaterra debe necesariamente obedecer a
su pueblo y hacer toda su voluntad”29
Así de igual manera, en esta fórmula se expresa también un nacionalismo inglés
temprano, sobre todo, después de Eduardo “el Confesor”, justo en el periodo de la fusión
anglo-danesa.
Otra característica más de esta mezcla escandinava fue, el haber dividido a Inglaterra

27
Ibíd., p., 80.
28
SIMONS…, Op. Cit., p., 127.

23
en condados para su administración. De esta manera, vamos asistiendo a la formación de
varias de las características más puntillosas sobre la identidad inglesa, las cuales tuvieron
sus bases aquí, a lo cual el inglés Trevelyan lo enmarcará: “El establecimiento de los
pueblos nórdicos en nuestra isla es el hecho decisivo de la historia inglesa…”30.
Desde este momento se advertirá el carácter distintivo de los ingleses, el cual se
pondrá de relieve cuando en el siglo XVI le toque llevar la batuta como el equilibrista de
Europa frente a España.
Pero antes, tendrá lugar el último retazo en la formación británica, que la diferenció en
el siglo XVI: la Conquista Normanda, “[…]las conquistas sajona, danesa y normanda […]
contribuyeron […] al lento trabajo de los reyes sajones y normandos para unir a Inglaterra
como un solo estado y formar la nación inglesa”31.
Y es que, si el periodo anglo-danés le había dado ya algunos de sus aspectos más
distintivos a Inglaterra, aún faltaba el organizarlos, centralizarlos en instituciones y,
uniformizarlos bajo un control administrativo: “[…]los normandos se distinguieron por una
cualidad que les faltaba a los escandinavos en su país y en Inglaterra, el instinto de la unidad
política y la consolidación administrativa. Este fue el más valioso de los muchos dones
hechos a Inglaterra por el Conquistador”32.
Don que tiene su origen en la romanización de los normandos en Francia, y de los
cuales gozó la Isla Británica de manera indirecta.
Dicha desorganización anglo danesa, originada por el sentido de la independencia
política y personal de los bárbaros que con la Conquista normanda será encauzada pero
hacía el exterior y, no ya al interior, fue lo que permitió que en 1066 cuando Guillermo II de
Normandía (el antiguo Danelaw francés, ubicado en las costas frontales a Inglaterra,
formado por los descendientes de Rollo “el Vikingo” y, por tanto al fin y al cabo,
escandinavos) reclamará derechos al trono inglés después de la muerte del rey Eduardo “el
Confesor”, sin haber dejado descendencia, por ser pariente de éste por la parte paterna y por
haber sido su vasallo en vida, y subiera al trono británico33.
La fragmentación política que ofrecía la Isla y, el terreno favorable que había

29
TREVELYAN…, Op. Cit., p., 170.
30
Ibíd., p., 29.
31
Ibíd., p., 42.
32
Ibíd., p., 83.

24
condicionado el propio Eduardo, del linaje de Wessex, pero más francés que inglés, con una
política de gobierno que consistió en otorgar algunos cargos de gobierno a normandos
conocidos suyos, así como ir introduciendo los ritos cristianos de forma masiva y más
profunda, hizo que la “Batalla de Hastings” fuera decisiva para que Guillermo “el
Conquistador” entrara a tomar el trono inglés, de manera relativamente fácil.
La cercanía geográfica de Normandía con Inglaterra, el tronco común racial, el terreno
de afrancesamiento que provocó el rey Eduardo y, el parentesco filial que tenían, fueron
elementos que propiciaron la subida al trono británico de Guillermo I; pero también tendría
su participación esta evocación de admiración y respeto que el pueblo inglés debió de sentir
por las cualidades guerreras superiores que presentaba el mismo Conquistador y sus huestes,
con una caballería francesa que apabulló a la infantería inglesa -ironías de la historia que
después se tornaría, pero a la inversa, contra los franceses en la “Guerra de los Cien Años”-,
para aceptarlo como monarca de forma más o menos pacifica. Caracteres de naturaleza
bárbara que junto con el Witan, terminarán por legitimarlo como rey inglés.
Así, después de la “Batalla de Hastings” en 1066 y la toma del poder Real por
Guillermo “el Conquistador”, éste y su descendencia se dieron a la tarea de unificar y
convertir en un solo reino el territorio que recién habían adquirido, para ello
institucionalizaron varias de estas prácticas consuetudinarias anglosajonas, medida que les
permitió centralizar el poder y afianzarse sobre los demás señores poderosos. De esta
manera, comenzaron por constituir las “Constituciones de Clarendon”, para reglamentar y
legitimar sus acciones y superioridad sobre la nobleza y el clero.
Pero al mismo tiempo, esta clase social supo usar dicho instrumento constitucional en
las asambleas del Parlamento para ir limitando el poder de la monarquía que crecía con
temor, uno de estos instrumentos que surgió fue la “Carta Magna”, de la que se supieron
aprovechar para imponérsela a un rey débil como Juan “sin Tierra”34.
Desde entonces se puede apreciar como irá creciendo la autoridad del Parlamento -de
un Witan renovado y afrancesado-, para aprobar decisiones del reino, hasta la aprobación de
un Enrique IV de Lancaster como rey inglés o de la decapitación de un Carlos I.
Pero los normandos no sólo llegaron a imponerse a la Isla como realeza gobernante,

33
SIMONS…, Op. Cit., p., 156.
34
FREMANTLE, Anne. Las grandes épocas de la humanidad. Historia de las cultura mundiales. La Edad de

25
sino que también aprovecharon otras de las características que tenían en común con los
daneses, como “[…]la costumbre de formar comités entre los hombres libres en el tribunal,
lo cual tal vez hizo de Inglaterra terreno favorable para el desarrollo del sistema de
jurado…”35. Otro elemento significativo de esta concepción de la ley y la aplicación de la
justicia, por ello se le ha atribuido al régimen normando el establecimiento de la moderna
monarquía en la Isla36.
Sin embargo, la conquista normanda a Inglaterra no significó únicamente el
afianzamiento, enriquecimiento y las formas acabadas a los modos de convivencia social,
que más tarde definirán a los ingleses como ingleses, como el asegurar su costa, “Invadir
Britania era singularmente fácil antes de la conquista normanda, singularmente difícil
después…”37. Sino que también, los colocó en contacto directo con las reyertas
continentales de Europa y, en consecuencia en desgaste a causa de las enredos dinásticos
que se entretejieron.
Como ejemplo de ello, fue la “Guerra de los Cien Años” (1337-1453), un conflicto
bélico iniciado por el problema de la sucesión al trono francés. Tal litigio que en un
principio pareció darle la victoria a Inglaterra con la memorable batalla de Crécy, terminó
por desgastarla y mostrarle que era mejor replegarse de nuevo en sí misma que, desangrarse
por la injerencia militar en la Europa continental.
Guerra de la cual, a pesar de la derrota, Inglaterra proyectó otra de sus particularidades
nacionales, “Los hábitos de pensar y sentir contraídos durante la Guerra de los Cien Años
con Francia definieron marcadamente el nuevo sentimiento patriótico en forma de odio
racial a los franceses […] contribuyó a poner fin a la subordinación de la cultura inglesa a la
francesa establecida por la conquista normanda”38.
Y es que, si bien el reino inglés se encontró subordinado a lo francés, también supo
absorber y fusionar parte de la cultura normando-francesa, al tiempo que la aprendió a
filtrar, con lo cual afianzó su sentimiento de independencia político anglosajón para ir
conformando su precoz nacionalismo. Otro ejemplo será cuando en la “Guerra de las dos
Rosas” (1455-1485), el reino británico deseche al último monarca Plantagenet francés, para

la Fe. México, Time-Life, 2002. P., 141.


35
TREVELYAN…, Op. Cit., p., 72.
36
FREMANTLE…, Op. Cit., p., 146.
37
TREVELYAN…, Op. Cit., p., 11.

26
elevar al trono al primer Tudor, Enrique VII (1485-1509) -quien casó con Isabel de York,
hija de Eduardo IV, sellando así la unión de Inglaterra-, abuelo de la netamente inglesa
Isabel I, sobre la que se simbolizó todo el peso del nacionalismo inglés que se venía
cimentando anteriormente.
De aquí, su aceptación y aclamación por parte del reino británico como gobernante
legítimo, pues en ella confluían siglos de creación de la identidad inglesa y con su reinado se
potencializaron sus particularidades: el gusto vikingo por surcar las aguas se convirtió en
experiencia marítima para convertir a Inglaterra en una potencia del mar; la piratería y el
comercio que se extendía por medio del océano en el periodo danés se oficializó como
política Real que aprobaba y promovía la guerra de corso; la costumbre de discutir los
asuntos del reino en el Parlamento se extendió cuando la reina Virgen otorgó mayor número
de representantes al pueblo inglés; el sentimiento precoz de independencia política
anglosajón se puso de relieve cuando Isabel I rechazó la opción a tener un esposo extranjero
a la Isla que viniera a gobernar, en función de su calidad de consorte, a los ingleses y
condicionará el desarrollo de éstos al beneficio de otro reino europeo, decisión que expresó
de igual manera este nacionalismo británico que se venía construyendo; asimismo, la
posición insular de Inglaterra se consolidó como una ventaja: después de la “Guerra de los
Cien Años”, la Isla aprendió la lección de replegarse para su resguardo y a inmiscuirse en el
Continente sólo cuando era necesario.
Motivo significativo que reflejó todo ello fue la derrota de la “Armada Invencible”
española a manos de los ingleses en 1588, dicha victoria británica mostró que se podía medir
en fuerza con la poderosa España, y que, Isabel I tenía las aptitudes anglosajonas para ser
admirada, respetada y reconocida como monarca y líder inglés39.
De esta manera, el orgullo inglés vino a consolidarse y a jugar un papel crucial para
diferenciarse frente a sus vecinos europeos, cuando le tocó colocarse en la nueva situación
de combatiente frente a su enemiga España, la poderosa Iberia que estaba rompiendo el
“equilibrio europeo”.
Como signo de ello, está el poema del literato más importante de la era isabelina:
Shakespeare, quien simboliza al tiempo que hace evidente, de forma extraordinaria la

38
Ibíd., p., 177.
39
Véase la cita de Froissart para las cualidades que debía tener el rey inglés para ser amado por sus súbditos.

27
cumbre de esta época inglesa, expresando sus características vitales:

“Este real trono de reyes, esta isla consentida


Esta tierra de majestad, esta mansión de Marte
Este otro Edén, semiparaíso,
Esta fortaleza por la naturaleza misma construida
Contra la infección y la acción de la guerra

Esta feliz progenie de hombres, este pequeño mundo


Esta preciosa esmeralda engarzada en el mar de plata,
Que le sirve de muralla
O como foso defensivo a una fortaleza,
Contra la envidia de países menos venturosos,
Esta bendita parcela, esta tierra, este reino, esta Inglaterra”. 40

Así pareció que la Isla inglesa en una primera época se ensimismó para ir tomando las
características que más tarde le diferenciarían y la afianzarían, para posteriormente
proyectarse orgullosamente sobre el mundo como la potencia que comenzaba a ser en el
siglo XVI.
Con la Conquista Normanda que la colocó en conexión directa con el resto de Europa,
Inglaterra dejó de ser aquella isla oscura, para empezar a vislumbrarse como una feroz
competidora, debido al hecho de verse mezclada con los linajes Reales de la Europa central,
primero con el francés, que quedó zanjado con el fin de la “Guerra de los Cien Años” y la
“Guerra de las dos Rosas”; y después, con el español, con el matrimonio de Enrique VIII
con Catalina de Aragón -hija de los reyes católicos-, y posteriormente con el de su hija
María I con Felipe II. Versión que no se resolverá con una guerra, ya que Inglaterra no era la
misma que en 1453, sus intereses habían cambiado, su enemigo también era otro, y ahora,
tomaba el relevo de Francia para convertirse en la contraparte europea más fuerte de España.
España, un reino divergente a la Isla Británica, que siguió una germinación muy
distinta, con un arraigo fortísimo de la tradición romana, con todas las connotaciones que
ello implicaba, entre ellas su toponímico procedente del latín Hispania, la antigua provincia

Supra, p., 8.
40
Citado en ORTEGA Y MEDINA…, Op. Cit., p., 21. Poema que se ha convertido en un clásico para todo

28
romana.
Territorio que fue incorporado a los romanos desde el siglo II A.C., su incorporación
introdujo al mismo tiempo que las instituciones latinas de gobierno, un cristianismo
lentamente difundido en la Península a partir del apoyo en las jurisdicciones romanas en que
se dividió. Por ello, a diferencia de Britania, cuando en el siglo VI, en 569, los visigodos se
establezcan en la Península Ibérica no comenzarán desde cero, sino que basarán su régimen
en el terreno ya favorecido por los romanos:

“Con la llegada de Leovigildo [el jefe de los visigodos] al trono toledano finalizaba el
largo periodo de instalación de los visigodos en la Península Ibérica. Bien establecidos,
mediante una progresiva ocupación de las zonas de poder dejadas por los […] romanos
[…] la colaboración y el mantenimiento de la infraestructura romana y de gran parte
de la administración antigua, los visigodos dominarían […] por siglo y medio la
historia de la Península”41

Dominación visigoda que hallará sus bases en la fusión con la cultura romana que
encontró ya plenamente establecida en la Hispania, la cual desde hacía siglos había
pertenecido exclusivamente al imperio romano42, hecho que marcará el carácter único del
proceso de implantación bárbara que se siguió en España, a diferencia de la demás Europa
septentrional43.
Así, la unificación y subordinación que conllevaba aquella del reino hispano bajo el
rey visigodo Leovigildo necesitó de la ayuda y colaboración de los restos del poder romano
que habían quedado en la Península, “Al tiempo que los miembros de la alta administración
romana desaparecían […] y que los antiguos curiales se empobrecían, los obispos que
gozaban de amplio poder jurisdiccional […] habían ido asumiendo […] gran parte de las
funciones civiles anteriormente ejercidas por los administradores romanos”44.
De aquí, la inmediata alianza bárbara con los obispos y poderes de la Iglesia, cuando
al ir desapareciendo, materialmente el Estado romano, los clérigos tomaron como suyas tales

aquel que se inmiscuya en la historia de Inglaterra.


41
RUCQUOI, Adeline. Historia medieval de la Península Ibérica. México, Colegio de Michoacán, 2000. P.,
36.
42
Ibíd., p., 25.
43
Ibíd., p., 55.
44
Ibíd., p., 39.

29
atribuciones y que, en consecuencia dará la profusa combinación del poder temporal con el
espiritual que caracterizará a España.
La monarquía visigoda que se fue edificando se definió como una teocracia, en la que
el rey bárbaro se asoció con el poder eclesiástico -que quedaba en la península como el
legítimo contenedor del poder romano que había gobernado en dicho territorio y, en el cual
había echado profundas raíces-, para lograr la unidad política que requería para fincar su
imposición sobre la nueva jurisdicción adquirida, así el programa visigodo “[…]había
echado las bases de un alianza entre el poder regio y el poder eclesiástico”45.
De esta manera, los clérigos hispanos supieron elaborar un compromiso con la
elección de la realeza, de la que se constituyeron en legitimadores, en virtud de haber sido
los herederos del gobierno romano-hispano:

“Una de las primeras manifestaciones de la unión entre el poder civil y el […]


eclesiástico fue pues el mantenimiento de un sistema de acceso al poder que no
descansaba en el principio dinástico, sino que otorgaba a la Iglesia, mediante la unción
del 633, el poder legitimador […] El detentador del poder regio fue por lo tanto
legitimado y sacralizado por la intervención de la Iglesia […] la Iglesia suministró al
poder visigótico sus fundamentos intelectuales y jurídicos, heredados de Roma y
Constantinopla”46

Peculiaridad que dará uno de los más fuertes arraigos a la identidad española, una
sociedad con un vigoroso sentido de la religiosidad cristiana, sentido que a la vez la dotará
de unidad, al ser la depositaria de la designación legitima de la monarquía.
Tal facultad de la Iglesia, pronto se evidenció cuando de la misma manera como
sucedió en otros reinos bárbaros, la jurisdicción visigoda comenzó a tener fragmentaciones a
causa de las peleas por el poder Real.
Las monarquías visigodas en España, al igual que otras monarquías bárbaras como en
Inglaterra, podían sustituir reyes no forzosamente de acuerdo a una descendencia o dinastía
hereditaria, sino por acciones militares, de batalla, lo que demostraba esta persistencia del
sistema de valores de las sociedades nórdicas, sus tradiciones y costumbres para elegir
individuos como reyes, pero a diferencia de Britania donde descansaba en un Witan el poder

45
Ibíd., p., 43.

30
legitimador para legalizar al nuevo monarca ascendido, en España este poder descansaba en
la Iglesia y sus miembros, debido al peso de la tradición romana en la Península.
Así, se precisó a poner por escrito las reglamentaciones de este nuevo régimen con lo
diversos Concilios del siglo VII en España, que tuvieron como finalidad establecer los
fundamentos jurídicos para la legitimación de los reyes visigodos como verdaderos dueños y
señores de Hispania, entre ellos, se estableció: “[…]que la sucesión regia se hiciera por
designación de los magnates del pueblo y los obispos […] que el rey era el protector de la fe
católica, que debía defenderla frente a la perfidia de los judíos […] y los herejes […] y
extirpar la fe judaica que nace por doquier…”47.
Elementos que darán los fundamentos de la realeza en España48. Fundamentos ya
establecidos cuando una invasión -muy diferente a la de los vikingos en Inglaterra-, de
musulmanes ataque a la Iberia en el siglo VIII, “La caída del poder visigótico en 711, frente
a los musulmanes, fue tan rápida […] y fue debida a la lucha por el poder entre los clanes
visigodos, la independencia de los nobles y la crisis económica, dio termino a la
protofeudalización….”49 de España. Una invasión que además la había propiciado su
cercanía geográfica con la Península ibérica.
Desde entonces, los habitantes cristianos se replegarán cada vez más hacía el norte,
debido al poderío bereber; sin embargo, ante las constantes disensiones dentro del mismo
gobierno árabe en el Califato de Córdoba que se llego a construir -lo que nunca lo dejó
fortificarse sólidamente-, los hispanos se lanzarán a la Reconquista de su territorio, ya que
nunca llegaron a concebir fusionarse, por completo en una situación de igualdad con sus
nuevos vecinos - a diferencia de Inglaterra con los daneses y los anglosajones-, a los que
siempre vieron como intrusos y símbolos de la herejía.
Tal hecho hizo a los hispanos unirse y consolidarse como miembros de una misma
idea religiosa, que se compartía frente a un enemigo en común; este significado se vio
magnificado con el descubrimiento de la tumba del apóstol Santiago en Compostela,
Galicia, lo que refrendó la posición de España como la elegida por Dios para su obra, por

46
Ibíd., Págs. 44-46. Las negritas son mías.
47
Ibíd., Págs. 46 y 47.
48
Léase todo el artículo de RUCQUOI, Adeline. “De los reyes que no son taumaturgos: los fundamentos de la
realeza en España”. Relaciones. Estudios de historia y sociedad. Revista del Colegio de Michoacán, Vol. XIII,
n° 51, Zamora, Michoacán, verano de 1992. Pp. 55-100.
49
RUCQUOI… Historia medieval…, Op. Cit., p., 67.

31
ello el que se halla tomado como patrón de la causa española.
Así desde el año 740 los cristianos hispanos reemprendieron la Reconquista,
aprovechando las luchas intestinas de los musulmanes, al mando de Alfonso “el Católico” -
apodo significativo-, de Castilla, como cabeza de todo el movimiento cristiano50.
Al mismo tiempo la invasión musulmana a Hispania la privó de otras incursiones que
se cernían con amenaza sobre el resto de Europa, las segunda incursiones bárbaras, las de
los vikingos, las que a partir de 844 “[…]empujó a los emires […] a promover la
construcción de astilleros navales en Sevilla, de una base naval en Almería y de una flota
que pudo rechazar victoriosamente los ataques efectuados…”51. De aquí, que la influencia
vikinga halla minado muy poco o nada a la identidad española, muy en contraste con
Inglaterra.
Sin embargo y a pesar de los triunfos que iban consiguiendo los cristianos españoles,
no se piense que eran un grupo unificado, al contrario, éstos se encontraban profundamente
fragmentados en reinos que se disputaban entre sí los territorios que tenían bajo su mando.
La división del territorio de la Península Ibérica en diversos reinos que sólo podían ser
unidos -aunque fuera en forma temporal en ocasiones-, por medio de matrimonios,
fraccionaron la poca unidad que podía caber para ir formando un sentimiento nacional que
no se basara únicamente en la religión -muy en contrapartida con lo que sucederá en
Inglaterra con la invasión normanda-. Incluso dentro de un mismo reino tendía a
fragmentarse al repartirse la herencia del rey entre sus hijos52, recuérdese el “Cantar del
cerco de Zamora”.
No obstante, la Reconquista de Hispania necesitaba de un dirección única y fuerte:

“Los reyes de Castilla-León se sintieron designados para desempeñar ese papel. A


diferencia de los aragoneses y de los navarros […] de los gallegos […] los reyes de
León, luego de Castilla y León, podían valerse de una rica tradición literaria e
historiográfica que […] fundaba su poder en una legitimidad -la estirpe de los
visigodos- y una misión, la restauración de la España gobernada por sus
antecesores”53.

50
Ibíd., p., 129.
51
Ibíd., p., 81.
52
Ibíd., p., 200.
53
Ibíd., p. 197.

32
De esta manera fue surgiendo el reino de Castilla (que absorbió al de León) como la
cabeza del movimiento reconquistador, en función de heredero legítimo de la realeza
visigótica.
Empresa militar-religiosa, la Reconquista significó más que intereses económicos y
materiales, la Reconquista se ungió como un mito unificador54, maximizado, cuando
después de predicada la primera Cruzada en 1095, Pascual II “[…]prohibió a los hispánicos
que participaran en las cruzadas ultramarinas, encomendándoles la liberación de su propio
territorio, liberación que se dotaba con todas las indulgencias y privilegios concedidos a los
cruzados en Tierra Santa”55. Así, los reyes españoles se constituían como defensores de la fe
por excelencia, debido a los Concilios del siglo VII y a su herencia visigoda. Éstos
encauzaron sus aptitudes guerreras a favor de la religión cristiana, la guerra Santa, justa y de
cruzada se plasmó en la Reconquista, de aquí que “[…]El poder de los príncipes hispanos
les venía ante todo del cumplimiento de una misión divina, la de la reconquista de la
península de los infieles para devolverla a la cristiandad”56.
De la misma manera, la Reconquista también organizó y formo una sociedad hecha
para la guerra57, pero para la guerra santa, religiosa y, dotó al monarca de una de sus bases
del poder Real, “[…]permitió al rey ser un defensor patrie perpetuo, un noble y un
caballero, y ejercer así al más alto grado la función guerrera, propia de la casta nobiliaria
medieval”58.
No obstante, para llevar a cabo tal tarea sobre los infieles musulmanes, el reino de
Castilla, tuvo que echar mano de otro elemento heredado del derecho romano: el concepto
de imperium, que se empezó a usar desde el siglo XII para designar al Señor de los señores
de la Iberia cristiana59. Al encontrarse fraccionada, la Península, en reinos cada uno con un
rey que dirigía su jurisdicción y con nobles poderosos, el imperium se erigió como otra
herramienta en los fundamentos del poder Real, pues:

“El imperium no presupone la unidad política, lingüística, fiscal o religiosa […] exige

54
Ibíd., p., 247.
55
RUCQUOI… De los reyes…, Op. Cit., p., 68.
56
-------------… Historia medieval…, Op. Cit., p., 247.
57
Ibíd., p., 249.
58
RUCQUOI… De los reyes…, Op. Cit., p., 68.
59
-------------… Historia medieval…, Op. Cit., p., 247.

33
[…] que todos los que le están sometidos, independientemente de sus costumbres,
lengua o religión reconozcan su autoridad […] el territorio sobre el que se ejerce […]
no necesita, pues, unificación o […] uniformización […] De esta noción […] se deriva
asimismo la aparente contradicción entre un poder real, absoluto en su definición, y un
mosaico de fueros, privilegios y libertades […] Bajo el imperium existe una libertad de
movimiento mucho mayor…”60.
Mosaico de autonomías que retardará a España para lograr su unificación, la cual no le
será dada hasta Carlos V. Fundamento de la realeza, el imperium, que tendrá en última
instancia su base en la defensa de la fe cristiana, ya que en ella descansaba la justificación de
ser el Señor de los demás señores. Por ello, el concepto del basileus “[…]emperador que
domina a la vez lo espiritual y lo temporal…”61, estará entretejido con los fundamentos
anteriores, como una de las cualidades del monarca español; jefe del gobierno temporal que
al mismo tiempo velará por la religión, “[…]los reyes verdaderos lugartenientes de Dios, en
la tierra, protectores de la Iglesia, no solamente tenían el deber de regir a sus pueblos, sino
ante todo de velar por su fe y educación”62. De allí la raíz para que, a posteriori, España se
encumbrará en uno de los reinos con mayor recepción al fundamento del derecho divino de
los reyes y de la defensa del cristianismo frente a los herejes:

“Nuestro señor Jesuchristo puso primera mientre la su corte en el cielo […] Et desí
ordenó la corte terrenal en aquella misma guisa e en aquella manera que era ordenada
la suya en el cielo, e puso al rey en su logar cabeza o comenzamiento de todo el pueblo
[…] Et diol poder de guiar su pueblo […] [el rey] es su cabeza e puesto por Dios para
adelantar el bien e para vengar e vedar el mal”63.
Mal que se entendía proyectado en la herejía e infidelidad religiosa a Roma. De aquí la
misión ecuménica religiosa que seguirán proyectando Carlos V y Felipe II.
Un elemento más que vendrá a darle otra de las peculiaridades al ser español, será la
cuestión de la tierra, en la Reconquista -empresa que motivó y consolidó estos fundamentos-

“[…]la historia que relatan no es la de los españoles luchando por España, sino la de
los cristianos dando su sangre por recobrar su tierra. El concepto de tierra en la
mentalidad medieval […] no [fue sólo] cuantitativo […] dentro del mundo cristiano, la

60
-------------… De los reyes…,. Op. Cit., p., 66-67.
61
Ibíd., p., 64.
62
Ibíd., p., 70.

34
tierra, unida y opuesta la cielo […] fue el reino entregado al hombre antes de
convertirse en el exilio […] en el que ha de realizar su salvación. El vínculo que […] en
España los hombres a la tierra en la que viven es primordial: se es natural de Castilla
[…] la asimilación es total entre el rey y el espacio dentro del que ejerce su poder” 64.

Una tierra que se hace bendita y santa en el momento en el que entra la religión
cristiana a gobernar. Por ello, uno de los primeros actos que tendrán los conquistadores
españoles en América será el sacralizar, con el alzamiento de la cruz, la tierra que estaban
sometiendo.
Todos estos elementos que se significaron como los fundamentos del poder Real en
España, serán también los que le darán su peculiaridad como reino. Ante todo, el español
será cristiano y lo único que lo identificará en común con los demás habitantes de la Iberia
será la religión católica y su defensa.
Así, la religión cristiana será el elemento aglutinador del reino español, característica
que también será motivo de orgullo e identidad hispánica,

“En una controversia con el canónista alemán Johannes Teotinicus, Vicente de España,
en Roma a principios del siglo XIII, subrayó la independencia de su patria -a la que
llamo “Santa España”- frente al Papa y al emperador porque los españoles la habían
ganado con su propia sangre, y por el hecho de que España poseía su propio código de
derecho”65.
Guerra santa como vínculo sagrado, se convirtió en apología para España,
proclamando su superioridad frente a la demás cristiandad, motivo de orgullo para los
españoles que los unirá y los lanzará a un nuevo continente a ganar para el cristianismo y,
que los sostendrá, a pesar de todos los pronósticos militares, para soportar y ganar la
empresa de la Conquista en América, a la que veían como una prolongación de la
Reconquista.
Guerra contra los infieles que se verá como una obligación del rey español para
legitimarse como verdadero soberano de su tierra, pero que también le traerá varios de los
problemas más espinosos en los siglos XVI y XVII.

63
Ibíd., p., 71, Ley 2 del Título II del Fuero Real.
64
Ibíd., p., 76-77.
65
Ibíd., p., 80.

35
1.2. Las relaciones entre España e Inglaterra a partir del siglo XV.

Modelo representativo de los fundamentos de la realeza en España, antes señalados, será el


reinado de los Reyes Católicos (sobre los que se vertieron los dos reinos más poderosos de
la Península ibérica, al absorber a sus demás vecinos Reales). Ellos fueron los artífices de la
España absolutista y unificada, portaestandarte de la guerra contra los infieles y seguidores
de la política medieval de las alianzas por medio de matrimonios, no romperán con la
tradición española.
Con las bodas de sus hijos fraguarán la futura fortuna de su nieto Carlos I, a la vez que
se dejarán sentir en Europa como uno de los reinos más poderosos, gracias a estas alianzas.
Con la época de Fernando e Isabel, España empezará a dibujar hacía el exterior este sentido
de apología cristiana de la que se sentían herederos y representantes como nación “Santa”.
Su plan de expansión sería el que daría las bases:

“La política exterior de los Reyes Católicos es […] el resultado de la yuxtaposición de


las coronas [Castilla y Aragón], Fernando de Aragón, heredero del gran proyecto de
Fernando I de control del comercio entre el Mediterráneo y el Atlántico por Gibraltar.
Herederos de la corona de Aragón, los reyes prosiguieron su política en Italia, y se
opusieron a la intervención francesa en […] 1495. Herederos de la política castellana,
consumaron la conquista de las Islas Canarias y prepararon la de Melilla, en la costa
marroquí”66.
Como se puede ver, éstas posesiones serán después, aunadas a las de la herencia
paterna, las que harán a Carlos V Emperador y, las que también lo atarán al peso de la
tradición española, al sucederles en el seguimiento de esta política a los reyes católicos.
Carlos V inaugura una nueva dinastía reinante en España, la de los Habsburgo o
Austrias -finalizaba la de los Trastámara-, y con su figura venía una reivindicación, como
heredero no ya, de los linajes visigodos, sino de los reyes naturales de España, para
fortalecer aún más el sentimiento nacionalista de la Iberia,“[…]la reivindicación de la

66
RUCQUOI… Historia medieval…, Op. Cit., p., 240.

36
primacía de España sobre esos pueblos bárbaros del norte de Europa…”67. Actitud que
chocará a Inglaterra, donde será vista como petulancia este comportamiento de los españoles
como los “auténticos y verdaderos” cristianos, súbditos de un emperador y, que se
encargarán de proclamarlo.
Bajo su reinado, el de Carlos V, España se verá atada a los designios de su monarca y
a la dependencia de los reclamos de las otras posesiones de su Señor, el que tenía intereses
en Italia, los Países Bajos, el Imperio romano-germánico y, en último lugar América,
territorio al cual le designó la última de sus atenciones, su conquista se la encomendó
totalmente a España68.
Este monstruo policéfalo que representaba el imperio de Carlos V, provocaría en si
mismo su derrumbe, sobre todo en los territorios que se encontraban más lejos dentro de la
misma Europa: los Países Bajos e Italia, a causa de los conflictos por la posesión de este
último tendrá lugar las guerras más desgastantes de España con Francia, aspecto sobre el
cual pareció girar gran parte de la preocupación política del emperador Carlos69.
Al mismo tiempo, otro reino que se empezaba a perfilar en este acto de protagonistas
hizo su aparición: Inglaterra, su rey Enrique VIII que se había casado con la tía de Carlos V,
había puesto en el plano continental de nuevo a la Isla Británica; y en un primer momento en
el que Francia había aparecido como la más peligrosa para romper el “equilibrio de poder”
en Europa70, se alió con España, pero ante la “Batalla de Pavía” (1525) y el triunfo
aplastante de Carlos V sobre Francisco I, le demostró que debía de cambiar de bando 71, pues
el poder de la España imperial comenzaba a desbordarse para convertirse en el dueño
efectivo de Europa.
Cuando esto sucedió el rey inglés pidió el divorcio de su esposa española, pues preveía
el que un heredero español ocupará el trono británico y con ello, se rematarán las
intenciones de Carlos V72, pero el Papa Clemente VIII se negó, ante el poder que ejercía tras

67
Ibíd., p., 361.
68
Esto se puede apreciar en todo el apartado de Carlos V en: BRAUDEL, Fernand. Carlos V y Felipe II.
España, Alianza editorial, 1999.
69
Ibíd., p., 44.
70
Término que se empezó a acuñar en el reinado de Enrique VIII con su ministro Wolsey, para designar a la
política exterior inglesa.
71
PIRENNE, Jacques. Historia universal. Las grandes corrientes de la historia. Volumen III, Estados Unidos
de Norteamérica, editorial, 1973. P., 43.
72
Ídem.

37
de él, el emperador. De esta manera, se aceleró la debacle entre la Iglesia de Roma y
Enrique VIII.
Teniendo como antecedente la Reforma luterana, el rey anglosajón decidió romper con
Roma, teniendo la firme convicción de que sólo así sería soberano total de su reino, sin las
intrusiones de Carlos V, escudado en el Papa.
Mientras tanto, a Carlos V le seguirá ocupando la cuestión francesa, ya que este reino
se encontraba en medio de todo, “Francia tiene por su parte la sensación de ser una plaza
asediada, está rodeada […] la guerra no puede morder en ella […] sentirse aprisionado por
esa vigilancia…”73. Así, cuando Carlos V seguía debatiéndose entre la sucesión al trono del
Imperio romano-germánico, que al final lo dejó en su hermano; la preocupación francesa; el
orden de Italia y los Países Bajos; la defensa del Mediterráneo oriental y, en última
instancia, la conquista americana. Enrique VIII se replegó a su Isla, a ordenar desde el
interior su gobierno y a fincar su independencia de la Iglesia papal, como cabeza y jefe de la
nueva institución religiosa que estaba creando en su propio reino.
De esta manera, mientras la demás Europa se debatirá por las luchas religiosas que
originará la Reforma, a gran escala; en Inglaterra la resolución le vendrá dada desde la cima
del gobierno: el rey, lo cual le ahorrará éstas sangrías a un menor nivel.
En este sentido de independencia que siempre supieron plasmar los ingleses, el
monarca Enrique VIII lo terminó de definir, no sólo en el plano político, sino también en el
religioso, “Enrique no tenía disputas de dogma: quería poder y lo consiguió presentándose
ante su pueblo como monarca ofendido que resistía al Papa, tirano extranjero”74. Este
peligro extranjero que después se atribuirá a los españoles con mayor intensidad y, que
servirá para afianzar el carácter nacional inglés.
Política inglesa de libertad de movimiento que se vio interrumpida por un momento,
cuando Enrique VIII murió en 1547 y dejo a su hijo varón, el único, Eduardo VI al trono
inglés por unos cuantos años hasta 1553; y que después se vio en peligro de extinguirse,
cuando tras la muerte del joven Eduardo VI, su media hermana María Tudor, nieta de los
reyes católicos, subió como reina a Inglaterra -los temores de Enrique VIII se hicieron
realidad por un lapso-, en los años que duró su reinado, de 1553 a 1558, la figura de España

73
BRAUDEL…, Op. Cit., p., 50.
74
SIMON, Edith. Las grandes épocas de la humanidad. Historia de las culturas mundiales. La Reforma.

38
se cimbró sobre Inglaterra, incluso Carlos V lo concebía como “[…]un inmenso éxito. Una
pieza más, y qué importante, añadida de golpe a la cadena de los Estados hostiles a Francia
y que la rodeaban con su vigilancia…”75; mucho mayor aún, cuando logro casar a su hijo
Felipe II con la reina inglesa, que era a la vez su prima y tía, “Durante algunos años se pudo
pensar, y el propio Carlos V lo pensó, que había obtenido un éxito inmenso. Sopeso además
[…] la dote que habría de reservar al príncipe […] de esa unión […] Inglaterra y los Países
Bajos…”76.
Por primera vez y en forma directa, desde el interior, España entraba a los asuntos
políticos de la monarquía inglesa, es cierto que desde la “Guerra de los Cien Años”, Castilla
ya había aparecido al lado de Francia en los asuntos con Inglaterra; pero no sería hasta este
periodo cuando entren de lleno, Inglaterra y España, en conexión directa y en conflicto
constante por la defensa de sus dominios.
Sin embargo, este triunfo de España sobre la Isla Británica durará poco tiempo, pues
en 1558 morirá María Tudor, y entrará al trono la inglesa Isabel I; es cierto que por un
instante España sopesó apoyar a María I “reina de los escoceses” para subir al trono inglés,
pero esto hubiera sido darle mayores fuerzas a Francia -su enemiga más poderosa hasta ese
momento-, por lo que decidió dejar a Isabel como la soberana británica confiando en su
debilidad como gobernante inexperta, fatal subestimación. Pues con el reinado de la católica
María Tudor, lo que se había acrecentado en Inglaterra era la repulsión hacía lo español, y
en contraste, el afianzamiento de un nacionalismo inglés que venía cimentándose desde
largo tiempo. Tal pareciera que cada que una invasión extranjera se cernía sobre Inglaterra,
ésta desarrollaba una profunda y mayor aversión al reino invasor:

“En épocas medievales […] se sentía normalmente hostilidad contra los naturales de
una ciudad, condado o villa vecinos. Esta hostilidad disminuyó conforme el patriotismo
insular ensanchó los espíritus y señaló al francés o al español como el verdadero
“extranjero” […] En el reinado de Isabel estos sentimientos se volvieron por algún
tiempo contra los españoles”77.
Hostilidad inglesa que creció aún más, cuando España se invistió como la defensora

México, Time-Life, 2002. P., 81.


75
BRAUDEL…, Op. Cit., p., 73.
76
Ídem.
77
TREVELYAN…, Op. Cit., p., 177.

39
de la Cristiandad, actitud petulante para los ingleses, al designarse a sí mismos, los
españoles, como los defensores de la verdadera religión -como legítimos cristianos que se
concebían a raíz de su herencia romana y su lucha como caballeros cruzados en la
Reconquista-, sobre todo, en contraposición a los medios de que se valían para sujetar a su
dominio a los Países Bajos, Italia y, más tarde, América. De aquí la formación del
sentimiento antiespañol en Inglaterra78.
Actitud monárquica española que encontraba sus fundamentos en la religión cristiana
como una de sus principales obligaciones. Responsabilidad que el mismo Carlos V, al
abdicar, le recordó a su hijo Felipe II: “Honrad la religión […] de manera constante
reafirmad la fe católica en toda su pureza…”79, defender la fe cristiana, como caballeros
cruzados que eran los monarcas ibéricos, con los medios que se pudiera.
Por ello, es que a causa de esta actitud de los soberanos hispanos, otro elemento
amenazador que se cernirá con fuerza sobre su imperio cristiano, para venir a rematar su
decadencia, será el cisma religioso y político que ocasionó la Reforma luterana y el
Protestantismo en el Viejo Mundo; pues éste no sólo significó una ruptura teológica con los
dogmas tradicionales del cristianismo romano, sino también la oportunidad que los nacientes
nacionalismos habían estado esperando para emerger y sacudirse el yugo extranjero español;
que los había puesto bajo su dominio, más que por intereses propios de las provincias, por
alianzas matrimoniales de sus soberanos -muchas veces ajenas a los intereses de sus
súbditos-, las que originaron una telaraña dinástica. Medida que había sido la herramienta
favorita de los reyes españoles para llevar a cabo sus objetivos expansionistas en Europa,
fieles a la tradición de los reinos hispánicos de la época de la Reconquista.
Así, la Reforma le dará a estos nuevos Estados los argumentos ideológico-religiosos
para pronunciarse como independientes de soberanos extraños a su cultura.
Tal será el estado de pendientes que Carlos V le heredará a su hijo Felipe II, a raíz de
sus abdicaciones (1555-1556).
Y es que, si Carlos V con la dieta de Worms y el ínterin de Augsburgo, parecía haber
dejado zanjado el problema de Lutero, los años siguientes le mostrarán lo contrario a su
sucesor.“El emperador ha triunfado por completo de los príncipes […] Pero no ha triunfado

78
MALTBY, William S. La leyenda negra en Inglaterra. Desarrollo del sentimiento antihispánico, 1558-
1660. México, Fondo de Cultura Económica, 1982. Véase la introducción.

40
de los pueblos […] Además en materia religiosa, la fuerza no suele resolver nada. Expulsar
a los predicadores protestantes como a perros de la Alemania meridional es cosa fácil, pero
se van más lejos”80.
Es cierto que Alemania ya no pertenece a las posesiones de los Habsburgo de España,
pero de este lugar será de donde se regarán las semillas para originar la disidencia en los
otros dominios de Felipe II como los Países Bajos, un continuo problema junto con Francia.
Una Francia que cada vez alarmaba más a Felipe II, desde 1570, por las propuestas de
Catalina de Médicis para con Isabel I para que ésta accediera al matrimonio con uno de sus
hijos, después que la monarca inglesa lo había despreciado como esposo. Aunado a ello, se
encontraba el aumento de poder que iban adquiriendo cada vez más los hugonotes en la
Corte francesa bajo el mando del almirante Coligny, hecho que le hacía posible el pensar en
una alianza anglo-francesa de protestantes en su contra81. Ya que de todos era conocido del
partido que Coligny con lo hugonotes franceses estaban formando para planear atacar al
monarca ibero y, sobre la influencia que éste ejercía sobre el rey Carlos IV 82.
Sin embargo, esta amenaza se verá pronto descontada por algunos años, cuando se dé
la “Matanza de San Bartolomé” en 1572, en la que Catalina de Médicis acabó con casi todos
los hugonotes de Francia, entre ellos Coligny, debido al temor que le causaba el perder el
dominio sobre la política de gobierno que debía seguir su hijo Carlos IV y, provocar una
catastrófica guerra con su vecina España83. Dicha medida y las guerras religiosas que le
seguirán al reino galo, terminarán debilitando al otrora enemigo más poderoso de España;
además de que dicho genocidio también dejará a Francia sin los capitales suficientes para
financiar sus empresas, pues muchos de estos hugonotes eran comerciantes acaudalados.
En tanto, una Isla que no hacía mucho se había visto como motivo de botín entre
España y Francia84 -en 1559 a raíz de la controversia de la sucesión al trono inglés por
Isabel I-, comenzaba a surgir como potencia europea. Tales acechos aumentaron el
sentimiento de unidad de los ingleses para con su reina, en aras de defender su
independencia anglosajona del resto del “Continente”.

79
BRAUDEL…, Op. Cit., p., 75.
80
Ibíd., p., 64.
81
PIERSON, Peter. Felipe II de España. México, Fondo de Cultura Económica, 1984. P., 239.
82
Ibíd., p., 269.
83
Ídem.
84
BRAUDEL…, Op. Cit., p., 154.

41
Para ello, los británicos se replegaron a construir bajo el gobierno de su soberana la
fuerza que les garantizará tal libertad: una milicia ciudadana, en la que todos los hombres
habían de prestar servicio, formando con ello los gérmenes del posterior ejército moderno,
única fuerza armada del reino, ya sin el reclutamiento de mercenarios, alimentada solamente
por las virtudes nacionales anglosajonas. Lo mismo sucederá con la flota, que desde 1515
con Enrique VIII venía como un Ministerio de Marina, pero que al no contar con los
recursos suficientes, Isabel I autorizará la entrada de naves mercantes “[…]como auxiliares
de la flota en tiempo de guerra […] ella fue la verdadera fundadora de la potencia naval
inglesa”85.
Una reina astuta que supo aprovechar las cualidades de su pueblo, aptitudes marítimas
que les venían de la herencia vikinga, además de “[…]la colaboración del Parlamento,
prudente siempre en la administración del caudal del país, la burguesía isleña sentó, bajo el
cetro de Isabel, los fundamentos de la grandeza británica”86.
Éstos serán los elementos que definirán la supremacía inglesa isabelina que empezaba
a destellar y, que se dirigirá contra el más fuerte de Europa, no sólo por la política del
“equilibrio de poder”, iniciada por su padre, sino también por el carácter mismo de los
anglosajones ingleses: “Los ingleses […] nunca amarán u honrarán a su rey, a menos que
sea victorioso y aficionado a las armas y a la guerra contra sus enemigos y en espacial
contra los que son más grandes y más ricos que ellos mismos […] son desmedidamente
ávidos y envidiosos de las riquezas de otros hombres…”87.
Esta envidia88 será dirigida contra el petulante imperio español, ese que provocó el
mismo sentimiento de rechazo y desdén por sus vecinos contemporáneos, el que después
experimentaría la propia Inglaterra en el siglo XIX con su imperio en la India.
Cuando el protestantismo entre a los Países Bajos y empiece la disidencia desde 1566,
Isabel I aprovechará los puntos flacos del imperio español, para internarse en tales asuntos,
la ayuda que Isabel I les prestó a los territorios flamencos ocasionará la declaración de
guerra abierta de España en 1587, que ya venía gestándose desde años atrás cuando “[…]En
1577 se había establecido en Gante una teocracia popular con la ayuda de los mercenarios

85
PIRENNE…, Op. Cit., p., 116.
86
Ídem.
87
TREVELYAN…, Op. Cit., p., 170.
88
ORTEGA Y MEDINA…, Op. Cit., p., 23.

42
alemanes calvinistas a sueldo de los Estados y con subsidio de la reina Isabel”89.
Pero los conflictos entre la España filipina y la Inglaterra isabelina no se reducirán
sólo al Viejo Mundo, pues el imperio de Felipe había cambiado y ahora sus miras se dirigían
más hacía el Atlántico con América, esa posesión que le seguía aportando capitales para
continuar con sus guerras europeas; en este nueva óptica será a donde se dirija también la
mirada británica, al comercio de las Indias, sabedores los ingleses de que precisamente éste
negocio era de los más influyentes para España. En 1587 el ataque de Francis Drake a toda
la costa americana será significativo de este nuevo giro.
Ese mismo año se ejecutaba a María “reina de los escoceses” en Inglaterra acusada de
participar en un complot para matar a la Reina Isabel, complot detrás del cual se encontraba
Felipe II, el que había tramado desde 1571 con Ridolfi para organizar un golpe de estado
contra la reina y devolver a Inglaterra al catolicismo, y en otro más en 1586 a través de
Antonio Babington, el que también fracasó90.
Con esta cadena de hechos como antecedentes era de preverse que Felipe II no
esperará más para mandar a su “Armada Invencible” al Canal de la Mancha para poner en
cintura a ese reino de bárbaros herejes que le estaba causando demasiados problemas; sin
embargo el emperador español no contaba con la capacidad y entereza de la Inglaterra que
estaba surgiendo. Ayudada por los holandeses, sus aliados, y por los “vientos de Dios” -
como los llamó Felipe II-, la victoria fue para los ingleses, y tan aplastante se dio que la
Invencible de España tuvo que regresar dándole la vuelta a Escocia e Irlanda por temor a
que los ingleses terminaran de rematarlos en el Canal91.
Este episodio significó y simbolizó para los ingleses la cima en el afianzamiento de su
nacionalismo e identidad, el cual les mostraba que podían medirse con una potencia del
tamaño de España.
Desde entonces, Inglaterra no dejará de involucrarse en los asuntos iberoamericanos,
más aún cuando firmé una alianza con el hugonote Enrique IV, nuevo rey de Francia.
Inglaterra, Francia y Holanda, las nuevas naciones protestantes alineadas contra el
tradicional imperio de España, que por su naturaleza misma pareció originar su quiebre.
Mismas potencias disidentes del cristianismo romano que dirigirán su atención, de aquí en

89
PIERSON…, Op. Cit., p., 244.
90
Ibíd., p., 258.

43
adelante, hacía otro de los dominios menos fortificados del imperio hispano, América, del
cual ya nunca saldrán.
Y aunque Enrique IV después abandonó a sus otras dos aliadas para hacer las paces
con España, Inglaterra no renunciará a su papel, y seguirá incursionando en las rutas que
conecten a España con el Nuevo Mundo, en 1596 una expedición anglo-holandesa atacará
Cádiz y la retendrá hasta el pago de su rescate, hecho que por primera vez hará salir de sus
estribos al ecuánime Felipe II92, el cual ante la insolencia de la Isla y su autoconfianza
exacerbada, mandó enseguida una flota para atacar a la Isla, pero el mal tiempo la descontó.
Más tarde en 1597, Felipe no renunciará a vengarse de la insolente Isabel I, y mandará otra
armada, pero más grande, para atacar al reino isabelino, pero otra vez, una tempestad, acabó
con los afanes del monarca español93. Tal fuera como si el poema de Shakespeare se
volviera a repetir, para hacer presente el genio del literato que supo ver las cualidades de su
Isla.
Así, mientras un imperio español se veía venir en declive a causa de mantener el status
quo; Inglaterra parecía proyectarse sobre el mundo como una nueva potencia europea y
tomar el mando que anteriormente había poseído Francia con respecto a España, a causa de
las disensiones internas que habían desgastado al reino galo.

“Así, pues, las actividades de Felipe se concentraban en Europa occidental: como


siempre, sus consejeros y secretarios consideraban a Francia el vecino más importante
[…] Sin embargo, tuvieron también que aprender a considerar a Inglaterra, que bajo
Isabel surgía como una potencia de primer orden, y que se veía como un paladín de la
causa protestante”94.
Al parecer ningún reino se supo dar cuenta del peligro y la potencialidad que estaba
comenzando a ser Inglaterra y, en ese sentido de subestimación de la Isla recayó el error de
sus contemporáneos europeos.
En contraparte, Inglaterra supo darse cuenta de los puntos vulnerables del imperio
español que se encontraban a su alcance, por su disposición geográfica y su naturaleza
misma: el mar, para aprovechar estas debilidades y sacar provecho de ellas: los Países Bajos

91
Ibíd., p., 261.
92
Ibíd., p., 263.
93
Ibíd., p., 264.
94
Ibíd., p., 250-251.

44
y América, las dos yugulares de España, a las que se podía llegar por medio del mar, sin
necesidad de internarse en el “Continente”.
La rebeldía política de los Países Bajos hacía Hispania y su disidencia religiosa,
fueron puntos clave para que Inglaterra pudiera hacerse su aliada y sacará beneficio de ello.
América, la Colonia trasatlántica española, distante y mal defendida, en ciernes de
colonización ibérica, de la que se decía llegaban tesoros enormes a Sevilla, fue otro foco
atrayente de la “envidia” y sagacidad inglesas. Desde entonces, sus rutas de comercio
marítimas con la Península Ibérica serán sus puntos de ataque.
España expresó así la debilidad del más grande sobre el más pequeño, mientras sus
monarcas seguirán conflictuandose por las herencias territoriales del Viejo Mundo,
“debatirse en todas partes y en ninguna a la vez“; la Ínsula Británica aprovechará los
territorios descuidados del imperio español para irse infiltrando comercialmente.
Sin embargo, cuando Felipe II deje el trono en 1598 e Isabel I termine su reinado en
1603, las relaciones entre España e Inglaterra vendrán a enfriarse, el cambio a la dinastía
Estuardo dará pie a ello, entonces se dará entrada a un nuevo periodo en las relaciones anglo
españolas.

1.3. La situación religiosa: Protestantismo-Catolicismo.

Los ingleses habían venido tallando desde hacía siglos en su Isla un carácter muy
particular que los diferenció del resto del continente europeo en sus diversas instituciones y
hábitos, y en el siglo XVI vinieron a terminar de definir el otro lado menos tangible que les
faltaba para acabar de configurar su identidad y nacionalismo: el lado espiritual-religioso95.
Mientras que España era católica y cristiana por identidad y tradición, Inglaterra era
un caso muy distinto. Debido a su singular posición geográfica y a la conformación de su
pueblo, la Ínsula Británica desde su constitución medieval había preservado este sentimiento
de independencia que vino a exacerbarse con las invasiones anglosajonas a su territorio.

95
Conscientes de la inmensidad de estudios que puede originar abordar el protestantismo desde sus diferentes
perspectivas, aquí sólo haremos un pequeño esbozo de esta nueva vertiente religiosa y su significado para
Inglaterra en su definición como nación y, en consecuencia, en la influencia que tuvo para el comportamiento

45
Al contar con una poca herencia latina en la isla británica, el papado, que creció cada
vez más durante toda la Edad Media en poder, se vio en constante pugna por lograr el
reconocimiento de los reyes anglosajones a su autoridad como cabeza suprema de la
cristiandad; sin embargo la casi nula práctica cristiana que existía en Inglaterra 96, dificultó
en demasía la sujeción de este pueblo “bárbaro y en consecuencia, pagano” a los designios
de la demás cristiandad continental europea hacía el Vicario de Cristo, ya que, “[…] los
derechos temporales que el papado haya adquirido en el transcurso de los siglos. Y por
derecho se entiende en la Edad Media, fundamentalmente, los derivados de la costumbre, es
decir, los basados en el derecho consuetudinario”97. Inglaterra carecía de la solidez en esta
costumbre que, en consecuencia, le daría el derecho al Papado para reclamar su
preeminencia sobre la Isla, por ello, fue común que los británicos expresaron este carácter de
independencia frente a cualquier autoridad externa o extranjera - a menos de que fuera
ganada por medio de las armas, como sucedió con la invasión vikinga y normanda-, a su
temple geográfico y cultural.
Incluso en el plano caballeresco se puede apreciar este sentido: “Puede considerarse la
costumbre inglesa de no participar en órdenes extranjeras como una supervivencia
tradicional de la idea de que la orden obliga a ser fiel al príncipe que la otorga”98.
Este sentimiento de auto repliegue nacionalista inglés no fue la excepción en el plano
religioso, sin embargo, con ello no queremos decir que Inglaterra no participara de este
sentido de la universalidad igualitaria que pregonaba el cristianismo, como pueblo de Dios.
La Isla al igual que los demás reinos de la Europa continental, también fue cristianizada y
dio santos, misioneros y mártires a la Iglesia cristiana, como también participó de los ritos
que identificaban a los europeos como cristianos y caballeros de Dios, a lo que Inglaterra
pareció haberse resistido no fue a la comunión espiritual que produjo el cristianismo con sus
ritos, sino a la total sujeción institucional que representaba la Iglesia de Roma, y en
consecuencia, al reconocimiento del Papa como autoridad temporal suprema.
La poca herencia romana, y con ello cristiana, que tenía la Isla, amalgamada con este

de sus pobladores con respecto a España, visto el lado político como el eje del ensayo.
96
SIMONS…, Op. Cit., p., 88.
97
WECKMANN, Luis. Constantino el Grande y Cristóbal Colón. Estudio de la supremacía papal sobre islas,
1091-1493. México, Fondo de Cultura Económica, 1992. P., 18.
98
HUIZINGA, Johan. El otoño en la Edad Media. Estudios sobre la forma de la vida y del espíritu durante los
siglos XIV y XV en Francia y en los Países Bajos. España, Alianza editorial, 2001. P., 115.

46
sentido de la independencia que traían consigo los anglosajones, fortalecido por las mismas
condiciones naturales del territorio al que llegaron a establecerse, confluyeron para producir
una cultura demasiado autónoma que siempre representó un obstáculo a vencer para el
dominio temporal que el Papado se esforzó por implantar en el Viejo Continente.
Ante tal inconsistencia por Inglaterra, el Papa Urbano II esgrimía en 1091 una Bula
llamada “omni-insular”, con la cual sujetaba a la Isla Británica a su mando alegando que:
“Conforme a la cual todas las islas pertenecen a la especial jurisdicción de San Pedro y sus
sucesores, los pontífices romanos, quienes pueden disponer libremente de ellas”99, dicho
documento papal lo habían adquirido por la legítima donación que les había hecho el
emperador romano Constantino, en recompensa por la milagrosa curación de su lepra por el
Papa Silvestre, dándoles con ello, total derecho y soberanía sobre todas las ínsulas 100,
incluidas entre ellas, Inglaterra.
Sin embargo, el talante imperial romano que por sí sólo justificaba su autoridad sobre
Inglaterra como parte de sus posesiones no era suficiente, pues recuérdese que dicho
territorio no había sido una provincia latina fuerte101, y por tanto no gozaba de la tradición y
costumbre histórica que dieran las bases para el reconocimiento de tal autoridad religiosa.
Por ello, los pontífices romanos mezclaron dicha Bula, al mismo tiempo, con una
costumbre que los reyes anglosajones habían instaurado desde el siglo VII en la Isla, dicha
costumbre se refería al envío de cierta cantidad pecuniaria, concebida por la heptarquía
sajona (los reinos de Wessex y Mercia eran los dirigentes) como una limosna al Papa -tal
vez, en señal de sus amistad e inclinación a lograr un pacto-, a la cual el pontificado la
denominó el “denario de San Pedro”102.
Esta limosna Real, con el paso del tiempo fue inferida y convertida por el Papado
como un tributo, que como tal, representaba el símbolo de que la Isla le reconocía su
potestad y supremacía sobre dicho reino, pues “[…]la presión del derecho consuetudinario,
todo pago, en dinero o es especie que es fijo, regular, tradicional, es a la postre, exigible, la
época del denarius Sancti Petri como limosna espontánea ha desaparecido

99
WECKMANN…, Op. Cit., p., 24.
100
Ibíd., p., 28.
101
SIMONS…, Op. Cit., p., 35.
102
WECKMANN…, Op. Cit., p., 61.

47
definitivamente”103.
Sin embargo, para los monarcas ingleses tal apreciación no era la suya, pues las
últimas majestades anglosajonas habían suspendido el envío del denario al Pontífice104,
ratificando con ello su carácter de voluntario y mostrando de nuevo su indisposición a la
sujeción de Roma.
Por ello, no será casualidad que en este clima de disensiones sea cuando se produzca
la invasión normanda a Inglaterra por Guillermo I apoyada por el Papa, con el envío del
vexillum105 en señal del Conquistador como vasallo del Papa106, dándole con ello su
aprobación para tal empresa militar, ya que una vez instaurado en el trono inglés le deberá
obediencia y, por tanto, el reino insular rebelde se doblegará a la autoridad papal.
En contraposición a los planes de la Santa Sede, una vez ganado el reino anglosajón
por Guillermo de Normandía, éste se retractará de su juramento hacía el Pontífice
prometiendo el envío del denario, pero rehusando el prestar el juramento al Papa como su
subordinado alegando, “[…]que no encontraba precedente de que éste hubiera sido prestado
por ninguno de sus antecesores los reyes ingleses”107. Actitud que se basaba en el derecho
consuetudinario y que será reiterada a través de los siglos por los monarcas británicos,
demostrando así el temperamento de su nación.
Aún así, los monarcas ingleses aprenderán a ser muy diplomáticos cuando en el siglo
XII tengan a un fraile inglés en la silla de San Pedro, Nicolás Breakspear, conocido como el
Papa Adriano VI, del cual conseguirán gracias a los trabajos de Juan de Salisbury en 1155,
la concesión de Irlanda, como isla, mediante una ramificación, Laudabiliter, de la misma
Bula con la cual siglos antes se había intentado poner a Inglaterra bajo el mando papal108.
Sin embargo, el Papado no renunciará a la empresa inglesa y en 1213 cuando se
enfrente con un débil rey británico acechado por sus enemigos y que busca ayuda, como
Juan “sin tierra”, el reconocimiento de vasallaje ante su autoridad se hará presente bajo
Inocencio III, jurándole obediencia y lealtad a cambio de su protección pontificia109.

103
Ibíd., p., 63.
104
Ídem.
105
El Vexillum, era un estandarte que el Papado enviaba a algunos de sus partidarios como símbolo de victoria
en una lucha aprobada por la Iglesia. Ibíd., p., 66.
106
Ibíd., p., 64.
107
Ídem.
108
Ibíd., p., 33.
109
Ibíd., p., 25.

48
Empero, tal subordinación no durará demasiado, ya que por solicitud del rey Eduardo
II, el teólogo inglés Juan Wyclliffe, compondrá todo un alegato en contra de la pretensiones
temporales del Papa sobre Inglaterra110, para desembocar finalmente en 1366 cuando el
trono inglés haya recobrado fuerzas bajo Eduardo III, y el Parlamento, conformado por
obispos, Lores y comunes, repudie el reconocimiento del vasallaje por los reyes ingleses
hacía el Papa, declarando que: “[…]rehúsan el cumplimiento de la obligación contraída por
Juan “sin tierra”, en virtud de que esta había sido hecha en contravención del juramento de
la coronación de Juan mismo, y además este no había obtenido para su sumisión, el
consentimiento de los magnates del reino”111.
Con este hecho se volvía a ratificar la insubordinación de la Isla inglesa ante los
poderíos externos que se cimbraban sobre el reino anglosajón, al tiempo que el Parlamento
demostraba la importancia sólida que ya para esta fecha había adquirido como órgano par
que junto al rey tenía la facultad para decidir sobre las riendas, no sólo temporales sino
también espirituales, que debía seguir el reino de Inglaterra.
El rey inglés Ricardo II renovará el repudio hacía el reconocimiento de vasallaje al
Papa. Sin embargo, el denario, se seguirá recolectando en Inglaterra -aunque con sumas
muy disminuidas y por periodos intermitentes, ya que los soberanos británicos no dejarán de
concebir tal envío como una dádiva, por ello la recolección de éste siempre se hará a cargo
de las autoridades inglesas y, el rey será el que designará cuánto será lo que se le tenía que
mandar al Santo Apóstol, quedando el restante para las arcas Reales-, hasta que venga la
Reforma con Lutero en 1517.
La Reforma que abrió todo un abismo en el monopolio espiritual que la Iglesia
católica había ostentado durante la Edad Media, llegó con su pregonador en el momento
adecuado, en el nacimiento de los nacionalismos, para captar la recepción que tuvo y
diseminarse, adaptándose al temperamento y necesidades de cada uno de los reinos que la
recibieron, dando origen a cada una de las ramificaciones religiosas en las que se convirtió
el movimiento reformador, que sin proponérselo, creó una profunda ruptura con la
institución religiosa a la que se pretendía renovar desde adentro.
Todo este movimiento religioso llegaba a Inglaterra de manera no demasiado

110
BALDERAS VEGA, Gonzalo. La Reforma y la Contrarreforma. Dos expresiones del ser cristiano en la
Modernidad. México, Universidad Iberoamericana, 1996. p., 55

49
explosiva, ya que debido a su tradición histórica de insubordinación ante la autoridad
pontifical no resultaba desbordadamente influyente, además las buenas relaciones que
mantenía aún el rey Enrique VIII con el Papa León X, condicionaban el revuelo de tales
inclinaciones en la Isla. Incluso el mismo Enrique VIII tras la publicación de las Tesis de
Lutero, escribirá un escrito en defensa de la autoridad espiritual del Santo Apóstol llamado
Assertio Septem Sacramentorum, con lo cual se valió el título de “defensor de la fe”112.
La debacle de la Iglesia cristiana con Enrique VIII no vendrá debido a diferencias
teológicas, sino políticas y materiales, como lo había sido desde los reinados de la
heptarquía anglosajona.
Cuando Enrique VIII pida a Clemente VIII el divorcio de su matrimonio con Catalina
de Aragón, será cuando las relaciones entre estas dos potestades lleguen a pique, ya que el
Papa al que años antes había defendido el rey inglés no era el mismo, y además ahora se
cernía como su sombra el poderoso emperador español Carlos V113, detrás del cual se
encontraba la razón a la negativa que el Pontífice había dado a Enrique VIII para la
disolución de su matrimonio.
Entre 1528 y 1529 será cuando las cordialidades se rompan definitivamente entre
Inglaterra y la Iglesia de Roma, ya que será en estos años cuando Enrique VIII se termine de
convencer del poderío ecuménico e inmenso que comenzaba a tomar Carlos V con su
extensión de maniobras políticas: el Papado, por medio del cual el Emperador tendría acceso
a la intromisión en los asuntos de Inglaterra.
Por ello, a la Reforma Anglicana se le considerará como una “…obra de la realeza”114
y de carácter eminentemente nacionalista, por haber sido una decisión de independencia
completa que el rey Enrique VIII tomó para consolidarse como soberano absoluto de su
reino.
Y para llevar a cabo tal disposición, Enrique VIII como buen rey inglés se replegó a
fincar en su Isla junto al Parlamento los instrumentos jurídicos que le darían la base para
hacer efectiva tal independencia, de esta manera, el Parlamento publicó en 1534 el “Acta de
Supremacía”, mediante la cual el rey quedaba como jefe supremo de la Iglesia de Inglaterra,

111
WECKMANN…, Op. Cit., p., 78.
112
BALDERAS…, Op. Cit., p., 210.
113
PIRENNE…, Op. Cit., p.,
114
BALDERAS…, Op. Cit., p., 210.

50
enunciando que: “[…]la autoridad del presente Parlamento promulga que el rey, señor y
soberano nuestro, sus herederos y sucesores en el trono, serán aceptados y considerados
jefes supremos en la tierra de Inglaterra, llamada Anglicana Eclessia”115. Definiendo así a la
Iglesia anglicana como una institución nacional bajo el mando del monarca, con lo cual se
independizaba completamente de cualquier autoridad ajena a la Isla.
La aprobación del Parlamento le daba al rey la total legitimación que éste necesitaba
para afianzarse frente a sus súbditos como la cabeza de la Iglesia de Inglaterra, decretando
además que:

“En adelante los arzobispos de York y Canterbury [las plazas eclesiásticas más
importantes y simbólicas de la cristiandad en Inglaterra], los obispos y los diáconos
serán nombrados por el rey, y no por aquel, a quien tienen el deber de llamar en el
futuro “obispo de Roma”. En Inglaterra, éste no tendrá en adelante “más autoridad
que cualquier otro obispo extranjero”. Los llamamientos eclesiásticos se evocaran ante
las cortes reales y no ante la Curia romana. Las medidas financieras acompañaran a
las judiciales. Los reyes ingleses habían considerado siempre abrumador el denario de
San Pedro y demás pagos a Roma, así que el rey […] exige que el voto de la primera
Acta prohíba que los obispos ingleses paguen a la Santa Sede […] queda decretado que
todos los beneficios eclesiásticos irán a la corona”116
Tal pareció que a pesar de las desavenencias teológicas que Enrique VIII había tenido
con el reformador Lutero, el rey británico estaba haciendo realidad lo que en 1520 había
declarado el reformador alemán en el Memorial a la nobleza cristiana de la nación alemana,
“[…]en el que declaraba que dado que la Iglesia no se reformaría por sí misma, debería ser
reformada por las autoridades seglares”117.
Aunque ello de una manera muy diferente a lo que proponía el agustino teutón, de la
que sólo tomaba la última frase, ya que en la práctica, la Iglesia Anglicana seguía siendo fiel
a la ortodoxia católica118, y esto debido a la convicción religiosa del propio rey inglés que,
sin embargo, ante los embates que previó podía traer una alianza franco-española en su
contra, cedió ante algunas de las propuestas religiosas luteranas como medio para lograr una
alianza con los príncipes alemanes.

115
Ibid., p., 211.
116
Idem.
117
SIMON…, Op. Cit., p., 41.
118
BALDERAS…, Op. Cit., p., 212.

51
Es de esta alianza política, de donde surgen los “Diez artículos” de 1536, en los que
se criticaba el homenaje hacía las imágenes, las reliquias y las peregrinaciones, así como se
recomendaba el uso del inglés para las oraciones y la lectura de la Biblia119; esta última,
parte medular del carácter religioso que posteriormente tomará Inglaterra, donde la mayoría
de su población “[…]con una fuerte tendencia al anticlericalismo, en los primeros tiempos
Tudor, se convirtieron en su mayoría en lectores de la Biblia…”120.
La traducción de la Biblia al inglés popularizó e hizo público su estudio lo que le dio
el tono multicolor de interpretación a cada una de las ramificaciones religiosas que tomó el
Protestantismo en Inglaterra.
En 1534 Enrique VIII suspendía el envío del denario121 -como símbolo de su
insubordinación definitiva al Papado-, y en 1536 disolvía los monasterios y, con ello, sus
propiedades pasaban a manos del Estado.
Y aunque para estas fechas parecía que el reino anglosajón se acercaba a la
predicación luterana, la realidad era que en 1543, cuando se reanudaban los conflictos entre
España y Francia y la alianza con los germanos ya no era vital, Enrique VIII publicaba la
obra conocida como “el libro del rey”, en la cual volvía a hacer explícitas sus diferencias
con la doctrina de Lutero y su salvación por la fe122.
Como consecuencia de tal actitud Real, que era la dirigente de los designios
eclesiásticos, Inglaterra tendió a fracturarse en varios partidos, entre los cuales, se
diferenciaban: los católicos que habían encabezado la “Peregrinación de la Gracia” -la cual
había marchado de norte a sur para ser sometida en Londres-, y que pugnaban por el
restablecimiento de las prerrogativas papales123; el otro grupo y más influyente, eran los que
opinaban igual que el monarca galés “[…]opuestos a cualquier cambio en el terreno del
dogma y del rito, se felicitaban con su rey de estar libres de la tutela extranjera, que para los
ingleses representaba el poder de jurisdicción del Papa”124; y el último, que iba en aumento,
en el cual se agrupaban los que se declaraban a favor de una reforma semejante a la que
estaba teniendo el Continente, facción que al final terminaría por imponerse mezclada con

119
Ibid., p., 213.
120
TREVELYAN…, Op. Cit., p., 197.
121
WECKMANN…, Op. Cit., p., 78.
122
BALDERAS…, Op. Cit., p., 213.
123
Ibíd., p., 212.
124
Ibíd., p., 214.

52
tintes nacionalistas.
Pero a pesar de la volubilidad política de Enrique VIII que desencadenó toda esta
división, la reforma Anglicana se pudo sostener gracias al apoyo que la sociedad inglesa le
brindó a su rey; las condiciones sociales, económicas y culturales eran favorables para que la
protestantismo se abigarrara en Inglaterra de una forma sólida, para así convertirla en el
defensora de la causa protestante. La naciente burguesía inglesa que se iba creando en la Isla
necesitaba de las bases ideológicas-religiosas que le dieran sustento y apoyo en la actividad
material que realizaban.
Esta sociedad influida por una fuerte poción de nacionalismo, vio con buenos ojos -en
su mayoría-, el rompimiento de Enrique VIII con el Papa, al cual siempre se le había
considerado como una autoridad extranjera y hasta enemiga, además, “No pocos lograron
tierras de las abadías, gracias a su dinero contante para interferir en la fiera especulación de
tierras que siguió a la disolución de los monasterios…”125. Todo estos elementos parecieron
confluir para romper las ataduras que no dejaban libre a la sociedad inglesa que se veía
entrar en una nueva etapa.
Además Inglaterra gozó de lo que otros reinos, como Francia o el imperio germánico,
padecieron, al ser el rey, Enrique VIII, el que encabezó la Reforma en Inglaterra, ésta gozó
del poder de la jerarquía que originó el que el reino anglosajón no se desgastara en las
guerras religiosas extenuantes que sí sufrieron los demás reinos del Continente en los que se
llevó a cabo la Reforma.
El que fuera el líder gubernamental el que decidiera llevar a su reino por la vía alterna
al Papado, le ahorró a su territorio Real las sangrías religiosas, hecho que le favoreció para
irse perfilando como una potencia europea de los nuevos tiempos que se avecinaban.
Este proceso reciproco de identificación entre la sociedad y su rey fue lo que mantuvo
a Inglaterra unida y victoriosa ante los embates que el demás continente europeo presentaba
y, fue esta estabilidad relativa, lo que le dio uno de sus más fuertes cimientos para acrecentar
su potencial y perfilarse como uno de los reinos más prometedores para la nueva época que
se veía venir.
Pero antes, Inglaterra necesitaba la definición completa de los rumbos religiosos que
tomaría, y ésta le vendría definitivamente después de la muerte de Enrique VIII, cuando su

53
hijo Eduardo VI le suceda en el trono en 1547.
Así, mientras la Contrarreforma se organizó en el Concilio de Trento (1545-1563),
Inglaterra tomó el matiz definitivamente protestante, que más tarde la diferenció del resto de
los reinos reformados, durante el reinado de Eduardo VI (1547-1553). Cuyo gobierno estuvo
de hecho en manos de su tío, Eduardo Seymour, duque de Somerset, protestante, al cual se
le dio el título de Protector de Inglaterra126 y, bajo el cual, con ayuda del arzobispo de
Canterbury, Thomas Cranmer, llevará al reino anglosajón por los designios del
protestantismo, aplicando medidas como suprimir las imágenes, instaurar el “First Book of
Common Prayer”, con el que tratará de unificar la diversidad de cultos que habían surgido
durante el reinado de Enrique VIII.
Sin embargo, su regencia tendrá otro aspecto menos exitoso y es que, debido a su
política de no represión, ocasionará series inestabilidades intestinas en Inglaterra que
terminaran por provocar el rechazo a la aplicación del “Libro de oración común” y acelerar
su caída del gobierno127. En su lugar, ascenderá a la Regencia John Dudley, conde de
Warwick, el cual llevará a Inglaterra por la definición calvinista hasta su triunfo que
desembocará en “[…]la manifestación inglesa del calvinismo, el puritanismo, que constituye
el núcleo ideológico de la revolución del siglo XVII”128.
Pero si la obra de Warwick terminó en éxito fue también debido a la política de su
antecesor, pues gracias a esta medida de no represión, la Isla se convirtió en un territorio
seguro para los refugiados reformistas -ello debido también a su posición geográfica que la
aislaba por tierra de la persecución católica y a la tradición rebelde que tenía hacía el arbitrio
del Sumo Pontífice-, que llegaron a apoyar y afianzar la obra reformista en Inglaterra con su
predicación, entre ellos se encontraban: Martín Búcer, John Laski, Peter Martyr, Bernardo
Ochinno y nada menos que el escocés John Knox129, los que afianzaron las bases ideológico-
religiosas que el dominio inglés tomará como parte de su identidad nacional.
El que Warwick se haya inclinado hacía el calvinismo y el que haya sido bien recibida,
tal religión, por la nobleza británica, se explica porque ante la ola de caos espiritual que se

125
TREVELYAN…, Op. Cit., p., 197.
126
BALDERAS…, Op. Cit., p., 215.
127
BLÁZQUEZ MARTÍN, Diego. Herejía y traición: las doctrinas de la persecución religiosa en el siglo XVI.
España, universidad Carlos III, Dykinson, 2001. P., 111.
128
Ibíd., p., 108.
129
Ibíd., p., 109.

54
padecía
“[…]la política calvinista tenía la virtud de permitir la centralización […] de dichos
impulsos […] su institucionalización y control, poniendo orden en […] la vida pública
inglesa. De aquí […] el apoyo generalizado tanto del clero como de los señores de la
nobleza […] frente a los excesos radicales, la ausencia de doctrina oficial y las
consecuencias de un catolicismo desafiante y extranjero, el calvinismo establecía […]
la necesidad y justificación del control de la moralidad privada y el orden social […]
junto con el hecho de basarse en una concepción aristocrática de la Iglesia y del
gobierno secular, explica la rápida expansión y prestigio que alcanzó entre la nobleza
inglesa…”130.
Un ejemplo extremo de esto lo fue Ginebra.
Para lograr lo anterior, la regencia de Warwick autorizó la persecución religiosa de
católicos y espiritualistas, lo que daría el control y la uniformidad, además de instaurar el
Second Book of Common Prayer, aprobado por el Parlamento en la Segunda Acta de
Uniformidad, que daría la unidad religiosa. Así, la regencia del conde Warwick hizo sólido
el rumbo religioso que Inglaterra tomaría, considerando que si el calvinismo pudo arraigarse
fuertemente en el reino inglés fue debido, no sólo a la utilidad política que brindaba o a que,
se adaptaba a las condiciones sociales, materiales y culturales de la tierra d de los anglos,
sino también a la cercanía espacial de su vecina Escocia y a la influencia de su predicador,
John Knox.
Sin embargo, ante el control que Warwick había logrado imponer en la Isla, vendrá el
reinado de María I, la nieta de los reyes católicos y, por tanto, católica por herencia y
tradición, la cual restituirá a Inglaterra al catolicismo y si, antes España “[…]la defensora
natural de la Contrarreforma y el brazo derecho del Papa”131, se había encontrado demasiado
intrincada en los conflictos que había originado la Reforma en sus posesiones en el
Continente, ahora se le abría una estupenda oportunidad para influir directamente en la Isla
hereje y restituirla a la Cristiandad132.
Oportunidad que se acrecentara todavía más cuando la reina María acepte casarse con
Felipe II, los tres años funestos que el príncipe español reine Inglaterra en calidad de rey
consorte, serán decisivos para forjar el sentimiento antiespañol en dicho reino, donde España

130
Ibid., p., 112.
131
MALTBY…, Op. Cit., p., 40.
132
Recuérdese la convicción guerrera religiosa de los iberos como caballeros cruzados, Supra., p., .

55
será vista como un “tenebroso antro papista”133 y, a partir de estas fechas se le empiece a
delinear más firmemente como el “otro” peligroso, codicioso y maligno, frente al que se va a
diferenciar la sociedad inglesa: “[…]la burguesía puritana que se consideraba por la gracia
de Dios de intachable comportamiento…”134.
Las persecuciones que María Tudor realice en contra de los protestantes sólo servirán
para afianzar este sentimiento anticatólico que la apodara “Bloody Mary” y, el cual
refrendará la posición inglesa frente al catolicismo, el que será visto “[…]como un credo
extranjero, antipatriótico, desazogado y cruel”135, al mismo tiempo que “[…]catolicismo y
traición serán sinónimos”136 para la mayoría de los ingleses, ya que si una buena parte de la
población del norte de Inglaterra apoyará la vuelta al catolicismo, la ascendente clase media
del resto del reino se mantendrá opuesta a tal convicción religiosa137.
De este modo, para rematar este sentimiento antiespañol identificado con el
catolicismo, la sociedad inglesa encontrará en John Fox, su escritor, con El libro de los
Mártires, su recopilador esencial, ya que le dará a sus coetáneos la base escrita sobre la que
Inglaterra terminaría de argumentar los excesos sanguinarios del catolicismo, haciendo de
las victimas marianas todo un martirologio para la causa protestante, ya que exponía
además, de una forma un tanto exagerada la actividad de la Inquisición española en su
persecución contra los herejes138, alimentando “[…]el odio contra la Iglesia de Roma que
resultó ser el único elemento constante en la opinión inglesa…”139.
Dichas características del reinado de María I no hicieron más que terminar de aglutinar
y convencer a Inglaterra para marchar hacía el tránsito del protestantismo. El sentimiento
nacionalista inglés se finalizó de configurar ante la diferenciación religiosa frente al español,
al cual se le estereotipó como el opuesto: ambicioso y sanguinario, incluso idolatra.
Además, el que Felipe II gobernará a Inglaterra sólo confirmó el egoísmo que
percibían los ingleses caracterizaba a los españoles, el que, a pesar de reinar a la Isla no la
había dejado entrar en los tratos comerciales con sus colonias americanas, esas partes de las

133
Ibíd., p.,
134
WEBER, Max. La ética protestante y el espíritu del capitalismo. México, Ediciones Coyoacán, 1998. P.,
104.
135
TREVELYAN…, Op. Cit., p., 218.
136
MALTBY…, Op. Cit., p., 57.
137
TREVELYAN…, Op. Cit., p., 221.
138
MALTBY…, Op. Cit., p., 54.
139
BALDERAS…, Op. Cit., p., 220.

56
que se comentaba llegaban riquezas inmensas y exóticas. Este nacionalismo que era
extremadamente receloso hacía lo extranjero se combinó con la ideología religiosa
protestante para dar una identidad casi acabada a Inglaterra, por ello, el régimen católico de
María I no tuvo éxito.
Y es que si anteriormente el pueblo inglés pareció moverse al compás de los designios
religiosos de sus monarcas y sus convicciones; con el reinado de María Tudor, la sociedad
inglesa demostró que ya había tomado un carácter religioso propio que, a pesar de sus
inestabilidades, ya no fue posible manipular totalmente, mucho menos por una reina que se
mostraba ajena a la compenetración que necesitaba un rey inglés con su pueblo para ser
admirado y obedecido140.
Al mismo tiempo, el régimen de María I también causó la expulsión de varios de los
reformadores que poco antes habían visto a Inglaterra como su refugio y los que habían
contribuido a su reforma, entre ellos, se encontraba John Knox, quien ahora, tomaba por
asilo Zurich. Durante su periodo de exilio construyó varias de sus ideas religiosas más
radicales y peligrosas para las monarquías católicas, entre las cuales se encontraba la de
María I, a la cual enunció como:

“[…]la tiranía de la reina María Tudor es un castigo de Dios a sus “elegidos” que
durante los momentos de su bendición, es decir durante el reinado de Eduardo VI no
supieron seguir su palabra, y en concreto a que los sacerdotes y predicadores no
señalaron con suficiente claridad y dureza los errores de sus gobernantes, sus defectos
y vicios […] El gobierno de tan malos seres es obra del Diablo, al que Dios permite
actuar: […] son esclavos de su amo el Diablo, por eso no pueden dejar de perseguir a
los miembros de la Iglesia de Cristo […] en la medida en que un gobierno tiránico no
proviene de Dios, sino del Diablo, no le debe obediencia”141.
Tales enunciaciones eran revolucionarías, pues desacreditaban la legitimidad de la
monarca María; sin embargo, ante el peso de su exilio estas enunciaciones tendrían que
esperar algunas décadas más para hacerse efectivas en Inglaterra, ya que la pronta muerte de
la reina María I, daba pié a un nuevo reinado comandado por Isabel I, la cual iba a inaugurar
un ciclo dorado para el nacionalismo inglés.
Aunque desde el principio Isabel tuvo que enfrentarse con inmensos problemas en su

140
Supra., p.,

57
reino, desde lo material hasta lo espiritual, la identificación que supo percibir y construir con
su pueblo le aseguraron la soberanía absoluta de su Isla y su afianzamiento en el trono.
Al comenzar su reinado tuvo que confrontarse con los resquicios del catolicismo que
había dejado su media hermana en la Ínsula, así, el Papa Paulo IV en 1558 al recibir noticia
de su elevación al trono inglés la desconocía por ser de origen ilegitimo142; sin embargo,
desde el punto de vista de Knox, esto no tenía suma importancia para su validación como
monarca, desde la perspectiva calvinista de Knox, lo que importaba era que la nueva reina
siguiera el sendero de la “verdadera fe”. Por ello, el régimen isabelino fue tan diplomático
en la cuestión religiosa, la sagacidad de la “reina virgen” le permitió conciliar ciertas ideas
religiosas, al tiempo, que dejaba latente la instauración oficial y definitiva del calvinismo en
Inglaterra.
Sin embargo y a pesar de que desaprobaba algunas de las teorías de Knox y su
extremismo revolucionario143, con la instauración de algunas de sus medidas Reales dejaba
paso a la base puritana que más tarde tomaría Inglaterra como, el cambiar el título de Jefe
supremo de la Iglesia por Gobernadora Suprema; al volver a renovar el Acta de Uniformidad
en 1559, con la cual instituía a la Biblia como la base del culto 144; y sobre todo al declarar:
“Nos y nuestros vasallos no seguimos ninguna religión nueva o extraña, sino la misma
religión que Cristo manda, que sanciona la Iglesia primitiva y católica, que aprueban la
mente y voz de los padres más antiguos”145.
Con ello, la reina Isabel dejaba ver en un revés para el catolicismo papal, que al
contrario de considerárseles disidentes de la verdadera fe, los ingleses eran los que se
encontraban, en realidad, apegados a la verdadera doctrina, pues basaban sus argumentos
religiosos en la lectura de la Biblia, sobre todo en el Antiguo Testamento, por lo tanto, sus
argumentaciones se sustentaban en el origen del monoteísmo religioso y la fuente sobre la
cual se basó el cristianismo primitivo, no corrompido.
De esta manera, la monarca Isabel dejaba el camino delineado para que el calvinismo
viniera a instaurarse de una manera segura con el reinado de Jacobo I, quien a su vez era
Jacobo VI de Escocia y, por tanto, criado bajo las enseñanzas calvinistas de la reformada

141
BLÁZQUEZ…, Op. Cit., Págs., 116 y 117.
142
WECKMANN…, Op. Cit., p., 78.
143
BLÁZQUEZ…, Op. Cit., p., 125.
144
BALDERAS…, Op. Cit., p., 224.

58
vecina de Inglaterra.
El calvinismo, como varias de las ramificaciones protestantes, basaban su estudio en la
lectura de la Biblia, en la doctrina de los “elegidos” y, en la salvación por la gracia y
misericordia de Dios. Para Calvino la predestinación de los elegidos para su salvación,
estaba en la plena confianza en Dios y en la seguridad de que se era elegido, si se dudaba de
ello, esto era signo del titubeo en la misericordia de Dios, la única manera de saberse elegido
era estando en Gracia con Dios, y ello significaba cumplir con la misión profesional en el
mundo, para la cual se había sido seleccionado, era el Calling, el cumplimiento del Calling
daba por sí sólo ayuda al prójimo en Gloria a Dios, pero esto sólo se lograba trabajando
constante y metódicamente, “…trabaja tenazmente en tu profesión […] el que se fastidia al
trabajar, demuestra que carece del estado de gracia”146.
Por ello, para una sociedad burguesa como lo fue la inglesa, tales principios se
ajustaban a sus condiciones materiales, la sociedad londinense en tiempos de Isabel I
“[…]fue notablemente fluida […] los hombres hechos por su esfuerzo dominaban el medio
de Londres […] la mayoría triunfó por su arduo trabajo y astucia”147.
A su vez, la lectura de la Biblia basándose en el Antiguo Testamento le dieron a los
ingleses los argumentos para considerarse conectados con la verdadera predicación, y no,
manipulados por una Biblia tergiversada y descompuesta por los intereses pontificios. Lo
que les hizo considerarse como los defensores de la verdadera religión, además “[…]el
ascetismo profano de este protestantismo, de matices tan acordes a la ética de las Sagradas
Escrituras […] califiquen de English Hebraism el significado ético por excelencia del
puritanismo inglés…”148.
Lo anterior vino a fusionarse con un orgullo nacionalista que finiquitaría el sentido
religioso de Inglaterra:
“[…]está por demás hacer hincapié en que con la vieja convicción de que el pueblo
judío era el elegido por Dios se produjo entre los puritanos un descomunal
renacimiento, que derivó psicológicamente en resultados colosales. Baxter [el más
importante de los ideólogos puritanos], en su blandura, demostraba su reconocimiento
a Dios por haberle concedido la suerte de nacer en Inglaterra y en el seno de la Iglesia

145
Ibíd., p., 223.
146
WEBER…, Op, cit., p., 99.
147
SIMON…, Op. Cit., p., 93.
148
WEBER…, Op. Cit., p., 103.

59
verdadera; en vez de otro lugar cualquiera; y una gratitud similar inundaba toda la
razón de la vida de la burguesía puritana, que se consideraba por la gracia de Dios, de
intachable comportamiento…”149.

Así, Inglaterra que por muchos siglos se había percibido como menospreciada por el
resto de la cristiandad europea, por haber sido conquistada por un pueblo bárbaro y pagano,
en un contraargumento religioso, ahora se constituía en detentora y defensora de la
verdadera fe, que tenía la misión de desterrar la falsa religión, esa que era manipulada por el
“obispo de Roma”, y defendida por su paladín: España. Ese pedante reino que se creía santo,
cuando en realidad predicaba una religiosidad hipócrita y turbia.
Por ello, este reino en particular, se constituirá para Inglaterra en el enemigo natural de
su causa protestante.
El calvinismo, vertido en su matiz puritano, vino a darle a Inglaterra los argumentos
ideológicos religiosos que combinados con su nacionalismo precoz, terminaron de forjar el
comportamiento que esta potencia europea tendrá con su rival asociado a la hipócrita y
chocante España.

1.4. América en escena.

Pero si Inglaterra y España parecían estar protagonizando cada vez en mayor medida los
papeles antagónicos en la disputa por la superioridad europea, un nuevo hecho vendrá a
conflictuar aún más las relaciones anglo españolas.
Y éste será el “descubrimiento de América”, las posibilidades que abría el encuentro
con el nuevo mundo redimensionaron las expectativas europeas. En todos los ámbitos de la
vida del Viejo Mundo pareció resonar el impacto de América, tanto que aún siglos más
tarde, Adam Smith afirmaba que: “El descubrimiento de América y el del paso hacía las
Indias Orientales a través del Cabo de Buena Esperanza son los dos acontecimientos más
grandes y más importantes registrados en la historia del género humano”150.

149
Ibíd., p., 10.
150
ELLIOT, John H. El viejo mundo y el nuevo (1492-1650). España, Altaya, 1996. P., 14.

60
Y aunque para algunos pareció calamitoso el encuentro americano151, lo cierto es que
América vino desde entonces, a refigurar el espacio geográfico que hasta entonces se
conocía y a resonar en todo el estruendo que habían provocado los viajes de Colón, a tal
punto, que incluso, el mundo islámico tenía presente algunas noticias sobre el Nuevo Mundo
e incluso, no descartaba el que en algún tiempo este territorio formara parte del poderío
musulmán: “Esperemos de Dios que alguna vez estos valiosos territorios sean conquistados
por la familia del Islam y sean habitados por musulmanes y lleguen a formar parte de los
territorios otomanos”152.
Tanta curiosidad y afanes despertó América que pronto, España, que había sido la
afortunada descubridora, se vio acechada en legitimar la posesión legal sobre el nuevo
continente al que había llegado.
Sobre todo, frente a sus vecinos europeos, incluidos entre ellos, la emergente
Inglaterra, y sobre todo ella, porque gracias a la reciente navegabilidad del mar Tenebroso -
el Atlántico-, que habían abierto los iberos, la isla Británica se veía reposicionada
espacialmente en los nuevos mapas que se comenzaban a dibujar; el eje geopolítico que
había sido durante toda la Edad Media el mar Mediterráneo se empezaba a trasladar al
Atlántico153 y, ello, le daba un especial papel a los ingleses que acostumbrados a verse en el
extremo occidental de todas las cosas europeas154, se habían percibido como marginados del
centro de acción continental europea, sin embargo ahora, como por designio divino, se veían
proyectados hacía el epicentro de un nuevo escenario: América.

“Como culminación de todos estos cambios profundos […] se alza de repente la niebla
sobre las olas del Atlántico, revelando nuevos mundos más allá del océano. Inglaterra
ya no está en el límite extremo de todas las cosas, sino que es su corazón y su centro
marítimo. Por mucho tiempo había sido semieuropea; ahora se convertirá en oceánica,
en americana también, aunque sin dejar de ser inglesa”155.
Así, por el mero hecho de su posición geográfica, Inglaterra, que en un tiempo
percibió como una cierta desventaja su cuestión de insularidad, a partir de 1492 la tornaría

151
Ibíd., p., 15.
152
Ibíd., p., 111 y 112.
153
ITA DE RUBIO, Lourdes. Viajeros isabelinos en la Nueva España. México, Fondo de Cultura Económica,
2001. Ver toda la introducción.
154
TREVELYAN…, Op. Cit., p., 266.

61
definitivamente en un beneficio, “…la Guerra de los Cien Años […] cambió decisivamente
el rumbo de la política exterior inglesa, que renunció a su expansión continental […] y se
limitó […] a aumentar su comercio y a proyectarse en ultramar”156.
Así, el mar se convirtió en el principal telón de fondo por el cual los ingleses se
moverán y consolidarán, teniendo en un primer acto el escenario americano, como obra de
ensayo y apertura.
Por ello es que, cuando España busque los títulos jurídicos por los cuales argumentar
la propiedad legítima sobre América, el argumento de la proximidad geográfica no le servirá
de mucho; ni el de la restauración de un señorío antiguo que le perteneciera por derecho
hereditario, como lo quiso ver Fernández de Oviedo argumentando que Colón había
descubierto las islas Hespérides, antiguo dominio de España por el rey Héspero; así como
tampoco el título de res nullíus, por el cual un territorio sin dueño pertenecía al primero que
los descubriera y ocupara157; pues las tierras a las que habían llegado los españoles ya
estaban habitadas y, además pronto los ingleses dirigidos por uno de sus más sagaces
cronistas, como Hakluyt, rebatirán el título del primero en llegar, argumentando que antes de
Colón habían estado en América los vikingos y los galeses: “Madock, hijo de Owen
Gwyneth, de la Gales septentrional, descubrió hacia 1170 las Indias Occidentales…”158. Por
tanto, en tal caso, el derecho de propiedad de América pertenecería a los británicos.
Por tanto, Hispania recurrió “…a una difundida tesis jurídica de la época, según la cual
era lícito apropiarse de los países recién descubiertos que pertenecieran a príncipes no
cristianos. La conciencia jurídica del hombre medieval estaba inspirada por la religión”159.
Así, éste se convirtió en el mejor y más importante argumento que legitimó a la
Península Ibérica en el dueño legal de América, ya que no había autoridad ecuménica aparte
del Papa que pudiera sancionar una donación así; además el paganismo de los habitantes
americanos justificaba la entrada, como cristianos, de los españoles 160, encomendándoles la
evangelización de los indígenas como justa tarea para declarar su posesión legítima.
Pero además, las Bulas alejandrinas de 1493 también hacían efectiva la negociación

155
TREVELYAN…, Op. Cit., p., 114.
156
ORTEGA Y MEDINA…, Op. Cit., p., 27.
157
KONETZKE…, Op. Cit., p., 21.
158
ORTEGA Y MEDINA…, Op. Cit., p., 17.
159
KONETZKE…, Op. Cit., p., 21.
160
ELLIOT…, Op. Cit., p.,

62
entre España y Portugal por la cual posteriormente se dividirían las posesiones americanas;
ya que desde 1481 por la Bula “Aeterni regis”, el Sumo Pontífice le había concedido a los
lusitanos todas las nuevas tierras que encontraran al sur de las Canarias, con la cual todas las
Antillas, que era lo que hasta ese momento se conocía de América, hubieran sido para
Portugal161, por tanto, la Bula “Inter caetera” de 1493, al cambiar la línea de división de
horizontal a vertical, vendría a redistribuir el nuevo territorio encontrado a favor de los
iberos.
En consecuencia, es que se entiende la prioridad y valía que tenía para España el
obtener dichas Bulas y de paso, muestra, las buenas relaciones que tenían los reyes Católicos
con el Papa español Alejandro Borja (Borgia), el cual acechado por el rey francés Francisco
I, veía en sus compatriotas iberos una excelente alianza para hacer valedero su dominio en la
península itálica frente a la amenaza gala, de ahí su benéfica donación a los españoles.
Así, las Bulas papales se constituían en el más sólido de los argumentos que le daban
la posesión legítima de América a la península Ibérica a cambio de la evangelización de sus
habitantes,

“…los reyes españoles siempre consideraron que la donación papal era el fundamento
jurídico más importante de su imperio americano. Poner en tela de juicio la validez de
esa donación, manifestó el jurista y miembro del Consejo de Indias, Juan de Solórzano,
era querer dudar de la grandeza y potestad del que reconocemos por Vice-Dios en la
tierra”162.
Hay que recordar que la Reforma con Lutero aún no quebraba ese monopolio y
autoridad religiosa de que gozaba el Papa, autoridad que le otorgaba el derecho para hacer
una donación de este tipo, pues “…por derechos se entiende en la Edad Media,
fundamentalmente, los derivados de la costumbre, es decir, los basados en el derecho
consuetudinario”163.
Por tanto, los fundamentos sobre los cuales el Papa basaba su autoridad para hacer
dueño legítimo de América a España, se remitían a una “…vieja y extraña teoría jurídica,
elaborada explícitamente en la corte pontificia a fines del siglo XI, enunciada por primera

161
HALE, John R. Las grandes épocas de la humanidad. Historia de las culturas mundiales. La edad de la
exploración. México, Time-Life, 2002. P., 57.
162
KONETZKE…, Op. Cit., p., 26.
163
WECKMANN…, Op. Cit., p., 18.

63
vez en el año 1091 por el Papa Urbano II […] conforme a la cual todas las islas pertenecen a
la especial jurisdicción de San Pedro y sus sucesores…”164; dicha doctrina se denominaba
“omni-insulae” y por argumentar, el Vaticano, que se trataba de una donación antiquísima
hecha por el emperador romano Constantino al Papado165, gozaba de todo el peso histórico y
consuetudinario que necesitaba para hacer valedera su implementación; además debe tenerse
en cuenta que lo que se había “descubierto” del Nuevo Mundo eran sólo parte de las
Antillas, por ello y a pesar de las voces en contra que se suscitaron incluso dentro de la
misma España, cuestionando los títulos bajo los cuales ésta había tomado la posesión de
América -Vitoria, Las Casas, Montesinos, por mencionar algunos-, “Para los
contemporáneos, empero, el fundamento más convincente de la toma de posesión del Nuevo
Mundo por parte de los europeos llegó a ser la misión entre los infieles”166.
Y aunque, como era de esperarse, los demás reinos europeos levantaron las voces por
la decisión que la Iglesia de Roma tomaba, -famosa es la frase del rey francés Francisco I
que pedía ver el testamento de Adán para confirmar su exclusión del reparto del mundo167-,
tuvieron que acatar, por lo menos, durante algún tiempo el Tratado de Tordesillas: “Como
enseñaba Francisco de Vitoria, el Papa, que había encomendado a los españoles la
realización de esa obra misional en sus descubrimientos, podía excluir a las demás naciones
europeas de una participación en aquella, a fin de evitar perniciosas reyertas entre los
príncipes cristianos”168.
Aún, el mismo Vitoria reconocía la misión entre los infieles como el argumento nodal
que le daba a España el derecho para entrar en América y para evitar conflictos de
magnitudes mundiales.
Sin embargo, cuando la Reforma estalló en el momento justo de la coyuntura política,
hizo más viable el estrecho por el cual las demás naciones europeas se irían infiltrando en
América, las cuales nunca renunciarían al baúl que se abría frente a sus ojos y del cual sólo
la egoísta Iberia, quería disfrutar. De esta manera, sí el territorio continental americano les
estaba vedado, muy pronto Francia primero e Inglaterra, después, contrapondrán “…el

164
Ibid., p., 24.
165
Ibid., p., 28.
166
KONETZKE…, Op. Cit., p., 26.
167
HALE…, Op. Cit., p., 57.
168
KONETZKE…, Op. Cit., p., 27.

64
principio de la libertad de los mares y del libre comercio mundial”169.
Cuando el Papa dejó de ser la autoridad suprema a la que se le debía reconocimiento
por parte de todos los reinos europeos, fue cuando surgieron más fuertemente las
infiltraciones abiertas hacía el Nuevo Mundo, contrariando a la imperial España: ‘William
Cecil, primer ministro de la reina Isabel, advirtió claramente al embajador de España que “el
papa no tiene el menor derecho para dividir el mundo y para dar y quitar reinos a su
antojo”170’.
Por tanto, esta declaración inglesa abierta demostraba que la avidez que los demás
europeos, que no eran españoles, sentían por la curiosidad y expectativa que incitaba
América, no quedaría sólo en planes de expedición, sino en incursiones fácticas al territorio
prohibido, sobre todo, cuando la misma España no había ocupado efectivamente todo el
territorio americano, que admiraba a los europeos por sus dimensiones, de este modo: “Se
impugnó la validez del primer descubrimiento cuando a éste no le seguía inmediatamente
una toma efectiva de posesión por medio del establecimiento de una colonia […]
Ceremonias simbólicas acompañaban el acto formal de la toma de posesión”171.
De aquí, la importancia fundamental del establecimiento de la cruz, que no sólo
representaba la sacralización de la tierra a la que se estaba llegando, sino a la vez,
simbolizaba la toma de posesión por España, lo cual avisaba a los demás europeos que esa
tierra ya no podía ser ocupada.
Sin embargo, el hecho de que quedaran amplias zonas por explorar y colonizar, sobre
todo al norte de América y en las Antillas menores, ayudó a abrir un amplio margen a los
reinos europeos rivales de España para disputarle la posesión de facto de los espacios
americanos más vulnerables, como éstos. Primero fue Francia y después Inglaterra, la que
tomó la estafeta para irse constituyendo como el contrapeso más fuerte de España y de su
idea de imperio, “A partir de entonces y hasta 1945 la nueva política [inglesa] consistió en
impedir que cualquier potencia continental unificase a Europa…”172.
Pero para llevar a cabo semejante empresa tuvo que pasar un tiempo, pues aún cuando
a fechas tan tempranas como 1513, el mercader inglés Robert Thorne, exhortará a Enrique

169
Ibid., p., 26.
170
HALE…, Op. Cit., p., 57.
171
KONETZKE…, Op. Cit., p., 24.
172
ORTEGA Y MEDINA…, Op. Cit., p., 27.

65
VIII para que siguiera “el negocio del descubrimiento”, el monarca inglés no le dará la
atención debida; ni cuando Roger Barlow, otro miembro sobresaliente de la “Compañía
Andaluza” haga lo mismo173. Al parecer, el boom por el interés en América se suscitaría en
el reinado de Isabel I, antes de 1550 las noticias que llegaban a Inglaterra sobre el Nuevo
Mundo todavía no tenían un tono obsesionante174.
Y es que, varios factores explican el por qué Inglaterra con Enrique VIII no estaban
aún listos para lidiarse con la poderosa Iberia: el monarca inglés aún no rompía totalmente
con el Papado, sino hasta 1528-1529 lo que le daría la soberanía absoluta sobre su reino y la
libertad de obrar sin rendir más cuentas que a su propia nación; la creación de una marina
Real que le pudiera disputar a la Invencible de España la navegación en los mares, aún se
encontraba en ciernes; aunado a que su primera esposa y de la cual tenía una heredera, era
del linaje Real español; todo ello, no le permitía tomar una determinación tajante, hasta la
“Batalla de Pavía” (1525), cuando termine de darse cuenta de la potencia abrumadora que
iba siendo España y de la sombra que se cernía sobre Inglaterra si un heredero varón de su
unión con Catalina de Aragón llegara al trono inglés.
Pero además, el imperio de Carlos V seguía teniendo sus miras en Europa175, por lo
que sus vecinos occidentales seguían viendo también hacía el faro visual del Emperador
español, tal es así, que durante el reinado de este monarca, se siguió permitiendo la entrada
de extranjeros de reinos no enemistados con España, en el comercio español con las
Indias176, lo que les permitirá a ingleses como Robert Thorne y Roger Barlow 177 ser unos de
los primeros británicos residentes en Sevilla, en poder comerciar con América y, al mismo
tiempo, allegarse información sobre el Nuevo Mundo y sus riquezas, así como los beneficios
que su nación podría adquirir si se aventuraba en el negocio de las Indias; por ello, a pesar
de que su rey en turno, Enrique VIII, no les brindará la atención debida, estos avistados
mercaderes no abandonarán la mira sobre América: ‘En 1527 el comerciante inglés Robert
Thorne escribió las siguientes palabras […]“Aún queda (por descubrir) una ruta, que es la

173
ITA…, Op. Cit., p., 49.
174
ELLIOT…, Op. Cit., p., 116.
175
Ibíd., p., 108 y BRAUDEL…, Op. Cit., p. 90.
176
HARING, Clarence Henry. Comercio y navegación entre España y las Indias. En la época de los
Habsburgo. México, Fondo de Cultura Económica, 1984. P., 122.
177
ITA…, Op cit., toda la introducción, especialmente cuando se refiere a la compañía Andaluza.

66
del norte, pues desde España han descubierto todas las Indias y mares occidentales” ’178.
Esta idea de un pasaje por el Norte que daría la salida al Oriente, fue la que alentó gran
parte de las primeras exploraciones inglesas en la región norteamericana: “Si existía la
manera de llegar a Catay navegando por la ruta del norte, entonces los muelles de Bristol, de
Londres y de Ámsterdam se pandearían bajo el peso de las mismas especias preciosas, clavo
y pimienta, canela y nuez moscada, que perfumaban las bodegas de Lisboa y Sevilla”179.
El “pasaje del noroeste”, alentado por Frobisher y por el mismo Thorne, con el que se
proponía una ruta que por medio de los dos ríos -el San Lorenzo y el Colorado-, se
entablaría una salida navegable que cruzaría de este a oeste la región norteamericana y diera
la salida hacía el camino del Oriente, apoyado por los cálculos de geógrafos de la talla de
Ramusio, Mercator y Ortelius y de matemáticos como John Dee que apoyaban dicha teoría,
alentó gran parte de los primigenios sueños imperialistas y comerciales de ingleses como
éstos180.
Empero, después de la muerte de Enrique, Inglaterra atravesó por un lapso de crisis
política y religiosa que terminó por establecer en el trono inglés a la hispano-inglesa María
Tudor, quien bajo los lazos políticos del emperador Carlos V se casó con Felipe II,
convirtiéndolo en rey consorte de Inglaterra, de lo que paradójicamente pareció resultar en
una tónica extremadamente contraproducente de la imagen que sobre lo español se creó en
Inglaterra.
Sin embargo, esta imagen no fue instantánea, sino que se fue creando conforme la
política de María la “sanguinaria” fue avanzando, detrás de la cual se fue aclarando más
nítidamente la sombra de España sobre la Isla.
Y esto se puede apreciar en el hecho de que algunos ingleses al principio, tomaron con
entusiasmo la nueva unión pues, creyendo que al estar unidos con España, la ínsula
anglosajona gozaría de los beneficios que aquella le pudiera ofrecer en relación a su nueva
adquisición americana, sin embargo poco duraron en confirmar lo contrario “[…]¡no se
conocía bien a don Felipe!…”181. De aquí en adelante se comenzó a formar con mayor
fuerza la figura del español enemigo, invasor y ambicioso, que al mismo tiempo se

178
HALE…, Op. Cit., p., 117.
179
Ibíd., p., 118.
180
ITA…, Op. Cit., p., 50-51..
181
ORTEGA Y MEDINA…, Op. Cit., p., 57.

67
presentaba petulante182, al designarse como el pueblo cristiano destinado por Dios a ser el
único poseedor del mundo americano.
Pero al mismo tiempo y paradójicamente a los planes imperiales, la entrada directa de
lo español en la esfera inglesa también provocó otra reacción que posteriormente resultaría
peligrosísima para el imperio ultramarino de España, los años que duró Felipe II como rey
de los ingleses (1554-1558) “[…]marcan el comienzo del interés siempre creciente de los
ingleses por América”183. Con la llegada del tesoro del príncipe español a la Isla, de
“[…]50,000 libras de plata y 27 cofres, de 40 pulgadas de largo, llenos de tejos de oro y
plata, además de 99 caballos y 2 carretas cargadas de plata y oro…” 184, se inauguraba la
leyenda de la riqueza americana y, el recelo inglés por el monopolio, cada vez más
hermético, que iba implementando Felipe II en su imperio americano.
Sin embargo, para Inglaterra esta época también trajo beneficios, entre los que se
podía contar el que algunos navegantes ingleses como Stephen Borough “[…]que había
visitado a Sevilla dos años después de su expedición a Moscovia […] tuvo acceso a la Casa
de Contratación […] y allí vio, pesquisó y observó cómo se preparaban los pilotos y
capitanes”185 que partían hacía las Indias.
Así, de un lado, el gobernante extranjero invasor que por largo tiempo, después de la
invasión normanda a Inglaterra se asoció con el francés y frente al cual se fue diferenciando
la nacionalidad inglesa, durante la época que duró el matrimonio de María Tudor con Felipe
II, se fue trasladando paulatinamente al español, con la desventaja aún más desprestigiosa a
ojos ingleses, de que sí el trono inglés había sido ganado, por lo menos, por los normandos
por la vía de las armas, lo cual le daba mayor legitimidad, España lo había hecho, por una
vía menos meritoria, mediante un matrimonio.
Todo ello iba conformando una actitud tremendamente hostil hacía lo español
identificado como el extranjero invasor, ambicioso y petulante, remachado con “[…]el
desencanto producido cuando los ingleses comprobaron que el rey don Felipe no les
permitiría […] poner un pie en las Indias”186, ya que la política comercial del monarca ibero
se iba volviendo cada vez más cerrada, al dictar que “[…]el mercader que emprendiera el

182
MALTBY…, Op. Cit., p., 40.
183
ORTEGA Y MEDINA…, Op. Cit., p., 57.
184
Ídem.
185
Ibíd., p., 55.

68
comercio y la navegación trasatlántica debía ser español nativo” 187. Esto debió molestar
sobremanera a los ingleses, a los que sólo les quedo recurrir a la vía ilegal de comercio: la
piratería.
Por otra parte, esta época de las nupcias mariano-filipinas también tuvieron un lado
inesperado, que fue el abrir a ojos de los ingleses las posibilidades americanas, de la cual ya
no quitarían los ojos.
Por ello, será desde esta época cuando los ingleses tendrán los conflictos más duros
con el imperio español por el mundo americano, de aquí que sea en esta periodo cuando los
ingleses se vean tentados a la imitación, que explica Ortega y Medina, de lo español, en su
esfuerzo por la exploración y la adquisición de nuevos territorios, “De hecho los ingleses de
esa centuria admiraban y a la par detestaban a los españoles”188.
Pero si el matrimonio filipino impedía la declaración abierta de infiltración al imperio
iberoamericano y las condiciones internas de la propia Inglaterra todavía no maduraban por
completo para ello; con el ascenso de Isabel I al trono Británico en 1558 esto cambió, en el
reinado de Elizabeth convergieron todos los elementos necesarios para empezar a considerar
a Inglaterra como una potencia marítima, lo que a su vez significó el poder irse midiendo en
fuerza con la gigante España y dar salida a los ímpetus ingleses.
Cuando Isabel I y el Papado rompieron, Inglaterra ya no tenía porque obedecer las
Bulas papales que le habían dado la posesión de América a España a las que, incluso, se
comenzó a poner en entredicho abiertamente por venir de ‘[…]“Roderico Borgia, a spaniar
of Valentia“. Comenzaba así, por obra de los críticos ingleses, la caricatura histórica del
hecho de suponer que por ser el papa español y amigo de los Reyes católicos regaló las
Indias Occidentales a España y repartió el mundo a su capricho entre españoles y
portugueses‘189.
A su vez, los hábitos marineros vikingos que habían estado dormidos por tanto tiempo
en la Isla, empezaron a brotar explosivamente con la navegabilidad del Atlántico y la
existencia de un mundo más allá. Pero además, las condiciones materiales que iban
desarrollando los anglosajones también tendrían salida si se lograba arrebatarle por lo

186
Ibid., p., 62.
187
HARING…, Op. Cit., p., 135.
188
ORTEGA Y MEDINA…, Op. Cit., p., 54.
189
Ibíd., p., 41.

69
menos, una parte de América a los españoles: “Se creía honradamente que mediante la
actividad marítima se fortalecería el espíritu y vigor de la gente, y la holgazanería y
mendicidad podrían ser desterradas […] América iba a contribuir así al desarrollo del
capitalismo mercantil…”190.
Pues para varios de los contemporáneos de esta época, como el renombrado inglés
Hakluyt y el francés Popeliniére, era un hecho que gracias a la conquista y colonización de
América, España estaba disfrutando no sólo de la bonanza material por los metales
americanos, sino también de una paz social interna: “[…]si los españoles no hubiesen
enviado a las Indias […] a todos los pícaros de su reino, y especialmente a aquellos que
rechazaban el retornar a sus ocupaciones usuales después de las guerras de Granada contra
los moros, el país se habría agitado…”191.
Así, América iba apareciendo dentro de un plan inglés pragmático que durante el
reinado isabelino tuvo su boom, de aquí que este reinado, entre otras cosas, sea recordado
como una época dorada para Inglaterra, ya que la reina como astuto gobernante inglés, supo
compenetrarse con su nación y dar salida a los impulsos ingleses que habían venido
esperando su expulsión, para hacer otra vez presente la percepción de Froissart cuando
citaba que:

“Los ingleses […] nunca amarán u honrarán a su rey, a menos que sea victorioso y
aficionado a las armas y la guerra contra sus enemigos y en especial contra los que son
más grandes y más ricos que ellos mismos […] son desmedidamente ávidos y envidiosos
de las riquezas de otros hombres. El rey de Inglaterra debe […] obedecer a su pueblo y
hacer toda su voluntad”192.
Y el más fuerte era España, “Ya fuera para el imperio otomano o para los países de la
cristiandad, el poderío de España aparecía como el factor dominante de la vida internacional
[…] entre 1560 y 1640”193.
Además, España había tenido la desventura de haber entrado en el círculo de “intrusos
gobernantes” para Inglaterra; sumado al interés geopolítico que comenzaba a tener el
Atlántico y América para la Ínsula Británica y en su diseño para la “política del equilibrio de

190
Ibíd., p., 49.
191
Ibíd., p., 51.
192
TREVELYAN…, Op. Cit., p., 170.
193
ELLIOT…, Op. Cit., p., 112.

70
poder”; donde además, la dicotomía religiosa entre catolicismo y protestantismo entre
Inglaterra como la potencia del campo Reformado y España como la defensora del
catolicismo194, las iba colocando más marcadamente como los extremos del mundo
occidental.
Asimismo, esta actitud chocaba en suma medida al orgullo inglés, acrecentado cuando
Richard Eden publicaba las Decades de Pedro Martir en 1555, mencionando en la
introducción: “Los reyes de España […] son más merecedores del epíteto de héroe que
aquellos hombres de la antigüedad a los que generalmente se considera como tales. Pues al
ensanchar el mundo cristiano han dado un ejemplo a todas las naciones”195.
De esta manera, si las relaciones entre la Ínsula y la Península se iban tensando cada
vez más, éstas tendrán su detonación con el levantamiento de los Países Bajos en 1566, ya
que Inglaterra irá jugando un papel cada vez más favorecedor para los rebeldes “mendigos”,
con lo que entraría en la esfera de los rivales declarados hacía España, actitud que le
acarreará la furia cada vez más creciente del rey don Felipe.
Al tiempo que también estaba el otro lado: América, donde los ingleses de igual
manera, “En la segunda mitad del siglo XVI, incrementaron su penetración en el monopolio
castellano, a veces como pacíficos contrabandistas, a veces como piratas saqueadores,
obligando a Felipe a tomar costosas medidas para defender el Nuevo Mundo…”196.
Desde entonces aunque las relaciones formales entre la Ínsula y la Península seguían
siendo de paz, cada vez se irán crispando más, sobre todo cuando el temerario Francis
Drake, aprobado por Isabel I, inicie su viaje de circunnavegación en 1578 costeando y
saqueando toda la costa americana, lo que le valdrá el título de Sir.
Así, aunque la reina virgen “[…]dejó de ayudar a los rebeldes [flamencos] […] no
puso ningún obstáculo a sus súbditos para que siguieran haciéndolo, ni para que continuaran
el contrabando y la piratería en las Indias”197. Tan es así, que en el mismo año, 1578,
Humphrey Gilbert, hermanastro de Walter Raleigh, realizará un viaje con el objetivo de
llegar a las posesiones iberoamericanas, y aunque fracasó198, demuestra la consistencia en la

194
MALTBY…, Op. Cit., p., 40 y el capítulo III. Un tenebroso antro papista.
195
Citado en Ibíd., p., 33.
196
PIERSON…,Op. Cit., p., 251.
197
Ibid., p., 255.
198
MALDONADO MOLINA, Rubén. Piratería, exploración y colonización inglesa en el Caribe. 1580-1670.
Tesis de licenciatura. Facultad de Historia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Morelia,

71
política isabelina.
Desde entonces, la diplomacia angloespañola péndulo entre conspiraciones dirigidas
desde el mando español con apoyo romano, para derrocar a la “perversa” reina inglesa, hasta
infiltraciones flagrantes inglesas en América y apoyo a los Países Bajos; hasta 1585 cuando
la guerra entre Inglaterra y España se declare por fin199. En consecuencia, las cosas
parecieron sobrevenirse para desencadenar en 1588 la batalla entre la “Armada Invencible”
de España y la Marina Real inglesa debido a la osadía que estaba presentando la bárbara isla
hereje; en febrero de 1587 se ejecutaba en Inglaterra a María, reina de los escoceses, por alta
traición a Isabel, hecho que derramaría el vaso, justo cuando también en abril de ese mismo
año Drake atacaba la flota que se encontraba reunida en Cádiz para salir al comercio con las
Indias200.
De esta forma, la política inglesa en este periodo isabelino con respecto a España
apareció firmemente delineada: “[…]los ingleses decidieron concentrar sus esfuerzos en
cortar las rutas del tesoro de Indias”201, ya que “Ahora está claro como lo estaba para los
contemporáneos, que este poderío estaba estrechamente relacionado con la posesión que
detentaba España de los ricos territorios ultramarinos”202. Por ello, no es fortuito que en esta
etapa surgieran hombres de una calidad marinera del calibre de Raleigh, Drake, Cavendish,
Hawkins, Gilbert…, sólo por mencionar a los más famosos -los cuales le harían sentir
vértigo al monarca Felipe en su imperio americano-; y que también aparecieran intelectuales
cosmopolitas como Hakluyt, uno de los principales teóricos promotores de las hazañas
aventureras y expansionistas inglesas, desencadenando su obra escrita en casi una apología
del nacionalismo británico que ya se veía venir, cuando decía del poder naval inglés que iba
brotando y del periodo isabelino:

“¿Cuál de los reyes de esta tierra antes de Vuestra Magestad vio jamás sus banderas en
el Mar Caspío? […] ¿Quién vio jamás antes de este reinado un embajador inglés en el
soberbio pórtico del Gran Señor de Constantinopla? ¿Quién encontró jamás cónsules y
agentes ingleses en Trípoli de Siria, en Alepo, en Babilonia, en Balsara, y, lo que es

Michoacán, 2003. P., 55.


199
PIERSON…, Op. Cit., p., 262.
200
Ibid., p., 259.
201
Ibid., p., 262.
202
ELLIOT…, Op. Cit., p., 112.

72
más, quién oyó nunca hablar de los ingleses en Goa antes de ahora? ¿Qué barcos
ingleses anclaron en el poderoso río de la Plata? ¿O pasaron y repasaron por el
impracticable estrecho de Magallanes, subieron a lo largo de las costas de Chile, Perú,
y a espaldas de la Nueva España más lejos de lo que jamás fue ningún cristiano?” 203.
De esta manera, si España tenía cronistas que elogiaban sus hazañas conquistadoras
como Gómara, Inglaterra también se equiparaba con eruditos como Hakluyt. Aún en mayor
medida, cuando esta seguridad inglesa llegó a su clímax en 1588 con la derrota vergonzosa
que le hicieron pasar a la “Invencible” de España204, pues dicha lid terminaba de demostrar a
los británicos -en alianza con los holandeses-, que podían medirse en poder con la gigante
Iberia y, que no sólo podían igualarse, sino hasta incluso salir victoriosos.
Desde este instante quedó manifestado evidentemente que el monopolio de los mares
ya no era solamente de España, sino que ésta iba tener que aprender a negociarlo con el
monstruo anfibio que comenzaba a asomarse: Inglaterra.
Al año siguiente como culminación de esta victoria inglesa salía la primera edición de
la obra de Hakluyt -que recopilaba, entre otros temas, toda clase de información que sobre
América se había podido allegar, hasta el Códice Mendozino que, gracias a su estancia en
Francia como capellán del embajador inglés pudo adquirir205-, junto con una serie de libelos
que festejaban la victoria inglesa sobre los invasores enemigos españoles206. La victoria
inglesa de 1588 fue un hecho simbólico que amalgamó a la sociedad británica con su reina y
los objetivos de su gobierno.
Y que, en consecuencia, a partir del último cuarto del siglo XVI se expresó en mayor
medida y con mayor intensidad en las correrías inglesas que se hicieron hacía el territorio
americano, “[…]en la década de 1580 las incursiones inglesas comenzaron a seguir un
mismo derrotero”207 que era debilitar a España, por medio de lo que a su parecer eran sus
colonias más ricas y de las cuales venía su poder.
Hasta recaer en la declaración inglesa abierta hacía España y que traía a colación el
título de la “ocupación efectiva“, cuando Inglaterra decidió aventurarse en el reconocimiento

203
Fragmento de Hakluyt, citado en: TREVELYAN…, Op. Cit., p., 231.
204
Pormenorizados y sabidos son los estudios que se han hecho al respecto de esta batalla como para volver a
describirlos, por ello, sólo remitimos al lector a la obra ya citada de Ortega y Medina, que le dedica dos
apartados completos al tema, comenzando en la página 192 hasta la 210.
205
PENNINGTON, L. E. The Purchas Handbook. Studies of the life, times and writings of Samuel Purchas.
1577-1626. Volume II. Gran Bretaña, Hakluyt Society, 1997.
206
MALTBY…, Op. Cit., p., 97.

73
y ocupación de la parte de América del Norte que después llamaría Virginia, con la que la
monarca británica retaba a Felipe II abiertamente:
“La reina [Isabel I] no admitió otra cosa por parte de los enviados y los
gobiernos extranjeros que protestaron ante ella, y aseguró a los españoles que
no les reconocía ningún derecho a la América septentrional al norte de la
Florida, realmente ocupada por ellos, y que la pretensión sin posesión resultaba
nula“208.

De esta manera, los ingleses en los primeros tiempos de embarcación hacía el viaje a
América, en el siglo XVI, seguían la misma dirección que los españoles ya habían trazado
en sus viajes tradicionales, sólo que al llegar al Caribe “Por lo común elegían […] el canal
de las Bahamas, para de allí seguir por el estrecho de Florida y a lo largo de la costa del
Atlántico, con la ayuda de la corriente del Golfo, hasta la Bahía de Chesapeake o el cabo
Cod”209, ello debido a la idea del “pasaje del Noroeste”, que aún seguía promoviendo
Frobisher.
Fue de este modo, como los ingleses se fueron internando en las partes más
desconocidas del Caribe, en su afán por esquivar a las autoridades españolas fueron
descubriendo nuevos caminos, menos transitados, que por lo mismo los constituyeron, a lo
largo de los años, en los dueños de estas rutas, como algunas de las islas cercanas al Canal
de las Bahamas, como la después llamada Providencia por lo ingleses.
Así es como son bien sabidas las expediciones de varios ingleses que si bien
percibieron la grandiosidad e imposibilidad de poder tomar un puesto continental en
América210, en cambio, se fueron alojando en las partes más desprotegidas del imperio
hispanoamericano, pero no por ello menos estratégicas, como lo fueron las islas de las
Antillas menores en el Caribe “la llave hacía América”211, para de allí irse proyectando
posteriormente en un plan por tomar la América continental.
De aquí la sorpresa que causó la fundación de una colonia inglesa en un espacio

207
ELLIOT…, Op. Cit., p., 117.
208
FRIEDERICI, Georg. El carácter del descubrimiento y de la Conquista de América. Tomo III.
México, Fondo de Cultura Económica, 1987. P., 96.
209
Ibíd. p, 86.
210
Ídem.
211
Para mayor detalle sobre el papel estratégico del Caribe en la geopolítica mundial ver: MUÑOZ, Laura.
Geopolítica, seguridad nacional y política exterior. México y el Caribe en el siglo XIX. México, Instituto de
Investigaciones Históricas, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Instituto Mora, 2001.P., 42.

74
continental, Virginia, en Norteamérica por Raleigh en 1584 y, de la búsqueda casi obsesiva
por el “Dorado” que produjo su infiltración en el Orinoco y la Guyana. Así como también,
las empresas de George Clifford III y su toma de San Juan de Puerto Rico en 1598; de
Anthony Shirley y la toma de “Villa de la Vega” en 1595 y, su ataque con Michael Gare y
William Parker en Trujillo, Honduras y “Puerto Caballos”, de éste último también la toma
del puerto de Campeche en 1597, así como de John Watts, George Carey y James Lancaster,
los cuales hicieron pequeñas ataques en el Caribe, esto sin mencionar la toma de la isla
Tortuga por franceses e ingleses212 y, el asalto en 1596 al puerto de Cádiz por Lord Howard
y el conde de Essex, quienes lo retuvieron y saquearon por dos semanas hasta el pago de su
rescate, junto con una flota que iba a partir a las Indias y que quedó atrapada entre el
saqueo213. Esto ocurrido en plena España, era el colmo del descaro.
Todo estos ataques muestran la meta fijada por Inglaterra: la ruta trasatlántica hacía
América. Lo que a su vez ocasionó conjuntamente que los ingleses a partir del siglo XVI no
sólo se empezaran a desplegar masivamente en la América española -que fue uno de sus
primeros blancos de expansión-, sino que también lo hicieran en el Norte, en las regiones
cercanas a las tierras árticas y, en el Sur, por el Pacifico y el Índico, hacía Oceanía y la India,
ya en el siglo XVIII. Desde aquí se puede observar como el mar fue su medio de traslación,
medio que más tarde les permitió crear un imperio británico. Sí es cierto que la “envidia”
inglesa, tal y como la entiende Ortega y Medina, los motivó a pelearle a España algunos
posesiones iberoamericanas, también es cierto que los impulsó a buscar y explorar nuevos
escenarios en los cuales equipararse y enorgullecerse como los españoles, en el siglo XVI,
por sus proezas coloniales. A dos siglos de distancia, las visiones de entusiastas como
Walter Raleigh y Richard Hakluyt habían surtido efecto.
Pero mientras tanto, si en la centuria del XVI parecía demasiado prematuro, para
Inglaterra, poder tomar factiblemente una porción continental en América, en cambio, se
abrió otra posibilidad de poder irse infiltrando en Hispanoamérica: la ruta comercial. Ya el
sagaz Raleigh lo había vislumbrado, a la vez que plasmaba con su opinión una nueva visión
inglesa de otra forma de conquista, en la que no eran necesarias las armas, muy acorde a la
nueva era que venía, cuando decía: “Quien domina los mares domina el comercio, quien

212
Para mayor detalle ver el último capítulo de MALDONADO MOLINA…, Op. Cit.
213
PIERSON…, Op. Cit., p., 263.

75
domina el comercio es dueño de las riquezas del mundo y, en consecuencia, ni más ni menos
que dueño de éste”214.
De aquí estribaba la importancia capital del dominio del mar por Inglaterra y su
impactante despliegue en dicho medio, así como el alegato continuo que mantuvo con
España por el libre comercio de los mares y su contacto con las colonias americanas.
En las que poco a poco, sin embargo, fue logrando su objetivo, “Porque una gran
ventaja que Inglaterra tuvo sobre España en la explotación del Nuevo Mundo fue que los
ingleses tenían telas para vender allí a cambio de sus productos, mientras que los españoles
no tenían nada que enviar excepto soldados, eclesiásticos y colonos”215. Hecho que llegó a
tal punto que, ya en el siglo XVIII, en Puerto Rico los ingleses se caracterizaban por traer
mejores mercancías y a menor precio que los mismos españoles, por lo que, los colonos
preferían hacer comercio, de contrabando, con los británicos que con la nación a la que le
debían obediencia216.
Por ello y a pesar, de que la edad dorada isabelina terminara en 1602 con la muerte de
la “Reina Virgen” y, diera pie al régimen Estuardo, la clase social inglesa que desde hacía
décadas se había venido dedicando al negocio de las incursiones en las Indias, continuó con
el objetivo isabelino, a pesar de que su nuevo rey, Jacobo I, las prohibiera desde 1604 por el
tratado de paz que había establecido con España. Tratado que no fue recibido con ningún
ánimo positivo por la sociedad inglesa, sobre todo cuando, no se veía ningún provecho de
dicho pacto, si la propia Iberia no daba “[…]ninguna provisión de comercio libre con las
colonias españolas, y seguían siendo detenidos barcos ingleses, por una variedad de
pretextos dudosos”217. Dicha alianza fue una de las grandes causas de la anti popularidad
que sufrió el monarca inglés y que caracterizaron al linaje Estuardo.
Sin embargo y a pesar de la poca empatía que supo mostrar el rey inglés para con sus
súbditos, éstos continuaron con la empresa de colonización en las Indias Occidentales, que
siguió arraigándose e imparable cuando se expresaba en el Parlamento inglés:

214
Walter Raleigh. History of the world. (1617), citado en: BITTERLI, Urs. Los “salvajes” y los “civilizados”.
el encuentro de Europa y Ultramar. México, Fondo de Cultura Económica, 1982. P., 13.
215
TREVELYAN…, Op. Cit., p., 197.
216
Ver la obra completa de FELICIANO RAMOS, Héctor R. El contrabando inglés en el Caribe y el Golfo de
México (1748-1778). España, Excelsísima Diputación Provincial de Sevilla, 1990.
217
MALTBY…, Op. Cit., p., 127.

76
“No son sus grandes territorios los que la hacen tan poderosa -decía Sir Benjamin
Rudyard en la Cámara de los Comunes en 1624-, pues es bien sabido que España es
débil en hombres y estéril en productos naturales. No señor, son sus minas en las Indias
Occidentales las que administran el combustible para colmar su deseo enormemente
ambicioso de levantar una monarquía universal”218.
Sobre todo, puntos estratégicos e importantes económicamente como el virreinato de
la Nueva España, el del Perú y el puerto de Porto Belo en Panamá, se fueron constituyendo
como unos de los focos más atrayentes, vistos con beneplácito y ansiedad desde los
asentamientos caribeños británicos.
Fue así, como continuaron los intentos ingleses por colonizar las Antillas menores.
Thomas Warner emprende la colonización de “Saint Kitts”, pero ante el embate de España,
son derrotados y expulsados, los que lograron escapar se refugiaron en otras Antillas como
“Monserrat”, dando origen a los bucaneros y filibusteros. En 1627 por iniciativa de John
Powell se da la apropiación y toma de “Barbados”, convirtiéndose así en su primera colonia
americana estable, debido a la plantación azucarera y el tráfico de esclavos, hasta convertirse
en una plantación en serie. Debido a la prosperidad de “Barbados”, los ingleses pudieron de
este enclave expandirse hacía otras islas menores como “Providencia”, para posteriormente
reconquistar “Saint Kitts” y tomar “Nevis”. Desde entonces, “Providencia” funcionó como
un punto estratégico, ya que por su cercanía con la bahía de “Mosquitos” en Belice, sirvió
para organizar intrusiones en territorio iberoamericano después de 1635219. Hasta llegar con
la toma definitiva de una de las Antillas mayores, Jamaica, en 1656.
De este modo, aunque en términos gubernamentales el periodo de los Estuardo
apareció como un periodo de aletargamiento en la empresa colonial inglesa por quitarle
algunas de las posesiones americanas a España; el plan en la perspectiva social inglesa
continuó, para volverse a retomar con mayor fuerza, como en la era isabelina, en la época en
que Oliver Cromwell gobernó a la República inglesa. Pues en la mente británica seguía
estando la chispa que había incendiado por mucho tiempo las incursiones hacía el Nuevo
Mundo:

“Si se localizaba el origen del poderío de España en sus posesiones trasatlánticas,

218
ELLIOT…, Op. Cit., p., 115.
219
MALDONADO MOLINA…, Op. Cit., p., 72-80.

77
la monarquía española podría ser vencida más fácilmente en una acción marítima
que en un ataque en su propio suelo. Si se interceptaba la plata en su camino hacía
Sevilla, el rey de España no tendría ya medios para sostener las campañas de sus
ejércitos”220.
Como quiera que fuera, todo el Nuevo Mundo iba apareciendo dentro de un plan bien
establecido por Inglaterra, ya que “[…]si América alimentaba las ambiciones de Europa,
también mantenía vivos sus sueños. Y quizá los sueños fueron siempre más importantes que
las realidades en la relación del Viejo Mundo con el Nuevo”221.

220
ELLIOT…, Op. Cit., p., 115.
221
Ibíd., p., 130.

78
CAPÍTULO II.
LA VIDA DE UN FRAILE VIAJERO INGLÉS: FRAY THOMAS GAGE
O TOMÁS DE SANTA MARÍA Y SU CONTACTO CON LA NUEVA
ESPAÑA.

2.1. El catolicismo en el entorno familiar de los Gage.

Es dentro de todo este entramado contextual conflictivo donde se desarrolla la vida de


nuestro fraile inglés, objeto de estudio y, por ello nos resulta especialmente importante
conectar a la familia de los Gage con la época isabelina, pues siendo ésta una de las familias
prominentes de Inglaterra sus miembros se constituirán en protagonistas del entorno
conflictivo que se creará entre España y el catolicismo e, Inglaterra y el protestantismo.
Los Gage eran una antigua y orgullosa familia, de la cual uno de sus descendientes,
nuestro Thomas Gage, se constituyó con el peso de sus acciones posteriores en la oveja
negra que los avergonzó222. Ya que los Gage se caracterizaron por ser profundamente
católicos, a pesar de las adversidades que tuvieron que sortear cuando Inglaterra vino a
constituirse como el espadachín de la causa protestante y, por tanto, enemigo cada vez más
potente de España, la adalid católica y defensora de la Contrarreforma y el Papado.
Esta convicción religiosa por el catolicismo les venía a los Gage por su origen, ya que
eran de ascendencia irlandesa223; resididos en Sussex -parte sur de Inglaterra colindante con
Surrey-, alrededor del siglo XV, ascendidos en la escala social gracias a las circunstancias
políticas de la época, en el reinado de Enrique VIII ya eran reconocidos dentro de las altas
esferas políticas de Inglaterra, lo cual les trajo algunas de las relaciones más influyentes con
otros miembros de la aristocracia y, al mismo tiempo les posibilitó conservar con gran
orgullo sus costumbres católicas, las cuales hicieron pervivir a través de alianzas

222
THOMPSON, J. Eric S. (Introducción). Thomas Gage´s. Travels in the New World. Norman, Oklahoma,
United States America, University of Oklahoma Press, 1958. P., XV.
223
POBLETT MIRANDA, Martha y Ana Laura Delgado. Cien viajes en Veracruz. Crónicas y relatos. Tomo I.
1518-1697. México, Gobierno del Estado de Veracruz, 1992. P., 201.

79
matrimoniales con otras familias inglesas de reconocida convicción católica224.
Parecía como si el voto religioso que tenían los Gage hubiera sido su faro direccional
para orientar sus acciones nacionales y sus decisiones maritales. Si para otras familias de la
época, la media para decidir un matrimonio era la conservación y aumento de los bienes
materiales y la posición política, para los Gage lo fue la convicción religiosa católica.
La familia de los Gage hallaron su entrada triunfal en la vida inglesa cuando en la
“Guerra de las Rosas”, encontraron el espacio dejado por la vieja aristocracia que murió en
dicho conflicto bélico, para ser llenado, entre otras, por ella; luchando al lado de la parte
Tudor que, cuando salió victoriosa, y subieron al trono, los Gage fueron uno de los
afortunados favorecidos por el reciente linaje Real inglés, asentándose permanentemente en
Firle Place, Sussex.
John Gage (1479-1556), hijo de William Gage y Agnes Boloney de Sussex, ésta prima
del Obispo de Winchester, quedo huérfano en 1496, pasando su educación a cargo del duque
de Buckinham. El bisabuelo de Thomas, fue nombrado Sir y se constituyó como un fiel
servidor del rey Enrique VIII225, cuando aún era católico, pues desde muy joven formó parte
de la Corte que rodeó a dicho rey, incluso acompañó a éste en la Campaña de Francia226.
Desde entonces se pueden apreciar los lazos aristocráticos y religiosos-católicos que fue
construyendo el Caballero Gage para su descendencia.
Así, la incertidumbre en la bonanza que tenían los Gage comenzó cuando se dio el
cisma religioso entre el rey inglés y el Papa y, con el breve periodo que duró el reinado de
Eduardo VI, en el que el calvinismo se fue imponiendo como una de las ramas más fuertes
del protestantismo en Inglaterra.
Sin embargo y para suerte de los Gage, en 1553 subía al trono británico la católica y
Pro española María Tudor, y con su reinado hacía creer a los Gage que podían caber todavía
posibilidades de que Inglaterra regresara a las direcciones del cristianismo católico, más aún,
cuando favorecidos por el péndulo Real, Sir John recupero su puesto de guardia de la Torre
de Londres y fue nombrado Chambelán de la Corte227. Lo que nos habla de los nexos tan
cercanos que durante el periodo que Inglaterra fue católica lograron establecer los Gage con

224
TEJERA, Dionisia (Introducción). Thomas Gage. Viajes por la Nueva España y Guatemala. Madrid,
España, historia 16, 1987. P., 8.
225
THOMPSON…, Op. Cit., p., XXII.
226
TEJERA…, Op. Cit., p. 7.

80
los radios de acción de los monarcas ingleses.
Como guardia de la Torre de Londres, para su desgracia, a Sir John Gage le toco
recibir como prisionera a la joven princesa Isabel -mandada allí por su media hermana, la
actual reina de Inglaterra-, a la cual trató un tanto severamente denegándole el que le trajeran
comida, lo cual fue “[…]más por amor al Papa que por odio a su persona…”228, hecho que
tras pocos años se tornaría en una contraposición. Sir John también se caracterizó por haber
sido un defensor fortísimo del matrimonio entre la reina inglesa y Felipe de España.
Los Gage debieron suponer que una alianza con España regresaría por completo a
Inglaterra al catolicismo y, desde esta época se fueron segregando en una minoría inglesa
peligrosa y por ello, mal vista, que no terminaba de comprender que el ser inglés,
representaba ser también protestante, pues en esta época la religión estaba estrechamente
relacionada con la política Real. En un periodo en que el antihispanismo iba siendo cada vez
más fuerte y la Leyenda Negra se iba constituyendo más firmemente en Inglaterra, los Gage
decidieron ser fieles a sus convicciones espirituales y pagar las facturas de tal disposición.
En 1556 murió Sir John, dejando dos de las propiedades más importantes de la familia
a sus dos hijos: Firle Place en Sussex, se la dejó a su hijo mayor John y; Haling Park, cerca
de Croydon, ahora un suburbio de Londres, a su hijo más joven Robert, abuelo de
Thomas229, quien había casado con la hija de un comerciante de Lieja, España, la que a su
vez, era profundamente católica230. En consecuencia la adhesión de los Gage a España y las
conexiones con el catolicismo, que cada vez se hicieron más hondas. Sobre todo, porque
desde esta fecha dicho matrimonio se caracterizó por alojar en su casa a los sacerdotes
católicos que pasaban a los Países Bajos.
Pero entonces, la debacle definitiva de los Gage vino en 1558 con la subida al trono de
Isabel I, esa que había sido custodiada tan duramente por Sir John Gage. Desde entonces
Inglaterra ya no vislumbraría nunca más el camino hacía el catolicismo, salvo un breve
periodo en el que duraron lo rumores de un posible matrimonio entre Carlos I y una princesa
española.
De 1558 en adelante, los Gage caerían en desgracia, una tras otra, plasmando en sus

227
THOMPSON…, Op. Cit., p., XXII.
228
Ídem.
229
Ibíd., p., XXIII.
230
TEJERA…, Op. Cit., p., 8.

81
vidas las relaciones cada vez más conflictivas y hostiles que tenían Inglaterra y España, a la
cual se le fue identificando como “el otro”, el enemigo invasor. Por ello, no es raro que haya
sido en esta época cuando “[…]catolicismo y traición eran sinónimos. Curas y jesuitas
fueron ahorcados […] como traidores…”231 y, que a los católicos juzgados no se les
sentenciara por herejía, sino por traición a la Corona. Lo que devela la estrecha relación que
tenía y se entendía entre religión y política, al menos para el bando inglés.
Pero estas acusaciones no estaban lejos de la realidad -aunque no todos los católicos
participaran de dichas intrigas-, ya que de entre los tantos ardides que España con ayuda del
Papado planeó para derrocar a Isabel del trono, un tío de Thomas, Robert Gage participó en
el complot de Robert Babington en 1586, que tenía como objetivo destronar a Isabel y poner
en su lugar a la católica María “reina de los escoceses”, sin embargo, el plan falló y Robert
Gage fue ahorcado.
Lo que dejo al descubierto públicamente al linaje Gage como traidor y sospechoso de
intrigas contra la Corona, especialmente a Jhon Gage, hermano de Robert y padre de
Thomas, pues el abuelo Robert Gage había ya muerto en 1587, dejándole como la principal
columna de la familia y heredándole Haling Park232. El padre de Thomas había casado con
Margaret Copley, quien venía de una destacada familia católica. De la cual, el apellido
Copley se reconocía como de “[…]los más acérrimos defensores de los jesuitas en el sur de
Inglaterra”233. De lo que se puede observar cómo los católicos ingleses fueron cerrando filas
y haciendo un bloque común en torno a su causa y guarnición por medio de los contratos
matrimoniales.
A su vez, el que Felipe II mandara en 1588 a la “Invencible” con la bendición del Papa
para atacar a Inglaterra, no favorecía mucho las cosas para los ingleses católicos; ya que
aunque, el rey español argumentara que su plan era contra la monarca Elizabeth, no contra el
pueblo inglés, era inevitable que los ingleses identificaran esta acción bélica contra ellos,
pues la mayoría estaban totalmente amalgamados con su reina, sobre todo, los estratos más
pujantes, esos mismos que ya estaban incursionando de facto en América.
Sin embargo, pareció que fue en esta fecha cuando la soberana inglesa logro exasperar
al máximo los ánimos de don Felipe, pues aún en 1570 cuando Isabel era excomulgada,

231
MALTBY…, Op. Cit., p., 57.
232
THOMPSON…, Op. Cit., p., XXIII.

82
Felipe II seguía prohibiendo, a pesar de las opiniones de sus consejeros, “[…]la difusión de
la Bula en España y hace todo lo posible porque no se conozca en Inglaterra, pues como lo
escribe a D’ Epes (30-VI-1570) se agriarían los ánimos ingleses y llevaría a la reina y a sus
amigos a oprimir y perseguir a los pocos buenos católicos que todavía quedaban” 234. Lo cual
parecía un respiro para la familia Gage y una respuesta afirmativa de empatía del monarca
ibero para su adhesión a la causa católica.
Empero, las propias acciones de los Gage fue lo que les ocasionó los problemas más
puntillosos con la Corona inglesa, su catolicismo militante dando hospedaje a jesuitas y
sacerdotes y su actitud tremendamente peligrosa apegada a España, los hizo fuertemente
antipopulares para la mayoría y, ser tachados de “[…]papistas y servidores del anticristo”235.
Puesto que hay que recordar que aunque, Inglaterra estaba desplegando una ofensiva
extraordinaria contra España en el territorio americano, la misma Isabel se encontraba
asediada desde adentro y por nada menos que por sus propios súbditos, los que se suponía le
debían obediencia y lealtad, pero que cuando el Papa los libró -a los católicos- de dicha
premisa, también los estaba posicionando, implícitamente, en una situación demasiado
contradictoria y riesgosa, ya que se les daba a escoger a quien de los dos soberanos honrar,
si era a la monarca inglesa se debía ser por lo menos protestante, si era al Papa, se colocaba
en contraposición directamente a los designios de la política inglesa de independencia, que
se habían venido forjando desde hacía siglos y, que con Isabel I encontraron uno de sus
máximos exponentes.
Por tanto, el ser inglés neto en dicha etapa era ser también protestante, ya que la
misma cabeza Real había decidido desde hacía décadas transitar por el camino religioso
alterno al Papa. La conformación de la religión protestante en la Inglaterra de dicho tiempo
vino a ser, también, un componente fundamental del nacionalismo inglés.
Sin embargo, parece que cuando los Gage tomaron la decisión del bando católico
estaban bien sabidos de las consecuencias de su definición espiritual, de lo que parece no
estaban suficientemente enterados era de la peligrosidad que representaba el invitar a España
a restituir el catolicismo a Inglaterra.
Los Gage nunca supieron ver que el rompimiento religioso que habían hecho los

233
TEJERA…, Op. Cit., p., 8.
234
ORTEGA Y MEDINA…, Op. Cit., p., 165.

83
monarcas ingleses fue porque decidieron proteger y acrecentar la independencia absoluta de
la Isla de cualquier intromisión extranjera que condicionara el desarrollo de Inglaterra. Por
ello, los católicos eran vistos como agentes dañinos, en potencia, pues significaban el no
estar en comunión con los designios Reales ingleses.
En 1590 John Gage y su esposa, los padres de Thomas, fueron arrestados por el cargo
de dar hospedaje a un jesuita, Thomas Garner, el que también decía misa en su casa. En una
época en que la psicosis contra el invasor español estaba en sus más altos vuelos es de
entender la amenaza que la Corona y, en general, la población protestante inglesa debió de
sentir por gente como los Gage, los que de un día a otro podían aparecer ayudando a entrar a
España a invadir Inglaterra.
En 1591 la pareja era encerrada en la Torre de Londres, ironías de la vida, y en 1592
sentenciados a muerte por traición, sin embargo, por intercesión personal de Charles Lord
Howard de Effingham -el nada menos que héroe y capitán de la Flota Naval Inglesa que
ayudo a vencer apabullantemente a la “Invencible” de España y libró a la Isla del enemigo
ibero-236, los Gage se salvaron, a costa de perder sus bienes; lo que en cambio, no sucedió
para Robert Southwell, jesuita y primo segundo de Thomas237. Ello, nos habla al mismo
tiempo de las amistades tan poderosas, de las que gozaban los Gage, a pesar de su estado
venido a menos.
Después de esto, los Gage se vieron exiliados por un tiempo en los Países Bajos 238, tal
vez, para calmar la vida tan violenta que habían tenido últimamente. Pero poco después,
regresaron a Inglaterra con ayuda de sus familiares, donde pronto, otra vez, en 1601 el señor
John Gage se vio implicado de nuevo, junto con el señor Line, en dar alojamiento al jesuita
Francis Page y, otra vez en el filo de la guillotina, se salvó gracias a la intercesión de la
reconocida familia Howard239.
El activismo católico de los Gage, siempre apareció como una constante de la familia,
nunca abandonaron la convicción católica, de ahí el reproche tan duro a Thomas por haber
elegido un camino que sus padres no le habían designado. Ya que, de los seis hijos que tuvo
John Gage, sólo Thomas se salió del molde.

235
MALTBY…, Op. Cit., p., 57.
236
ORTEGA Y MEDINA…, Op. Cit., p., 222. Lámina 28.
237
THOMPSON…, Op. Cit., p., XXIV.
238
TEJERA…, Op. Cit., p., 8.

84
Del primer matrimonio de John Gage, Henry, el mayor resultó ser la estrella militar
del bando realista cuando estalló la “Guerra Civil” en Inglaterra, por su experimentada
carrera como militar al servicio de la Legión inglesa que luchaba por España en los Países
Bajos; George y John, se hicieron sacerdotes; y de su segundo matrimonio, William y
Francis, se ordenaron jesuitas; sólo Thomas profesó dominico, aun cuando su padre le había
destinado a ordenarse jesuita240.
La fecha de nacimiento de Thomas no se sabe con exactitud, pero se ubica entre 1602
o 1603, el lugar tampoco se sabe, aunque se especula fue en Sussex, Inglaterra, muchos de
los datos biográficos de Thomas no los conocemos del todo, pues los registros del Colegio
de Saint Omer se perdieron y su propia familia no menciona mucho de él, tal vez por el
hecho de haber sido la oveja negra.
A los trece años más o menos, Thomas entró, al igual que sus hermanos, en el colegio
jesuita de Saint Omer, en la Flandes francesa, a donde eran enviados muchos de los
muchachos de las familias recusantes inglesas, para tener una educación católica en el
extranjero. Formación a la que lógicamente se oponía la Corona inglesa, por ello, la travesía
se tenía que hacer a escondidas y en secreto241.
Este tipo de colegios para chicos ingleses eran directamente apoyados por Felipe II,
“[…]cuya acción sostenía favoreciendo en los colegios de los Países Bajos la formación de
jesuitas anglosajones que preparasen la restauración apostólico romana en la Gran
Bretaña”242. Como se puede apreciar, los temores por parte de Inglaterra a desconfiar de sus
súbditos católicos no se encontraban injustificados, lo que demuestra, a la vez, la convicción
religiosa de los Gage por seguir en el ideal de regresar a la Isla al catolicismo, aunque no se
dieran cuenta de la peligrosidad que era el recurrir a España y a su rey como ayuda de tal
empresa.
Así, parece que Thomas pasó sin gloria ni pena su estancia en el colegio jesuita hasta
que cumplió los dieciocho años, edad a la cual tenía que pasar al English College en Roma,
un establecimiento también jesuita, para una vez completada su educación regresar a su
tierra natal como militante jesuita y luchar por la restitución de Inglaterra al catolicismo.

239
THOMPSON…, Op. Cit., p., XXIV.
240
Idem.
241
Ibid., p., XXVI.
242
PIRENNE…, Op. Cit., p., 80.

85
Senda de la cual, también Thomas se salió, aunque no se sabe gran cosa de su vida
enseguida de su graduación de Saint Omer, él no paso al colegio jesuita de Saint Alban, sino
estuvo en el Colegio de San Gregorio en Valladolid, en el norte de España, donde fray
Bartolomé de Las Casas pasó sus últimos días. Dicha institución era atendida por dominicos
del convento adyacente de San Pablo, Valladolid, donde como la mayoría de los estudiantes,
Thomas debió de tomar sus votos en dicha cartuja243 como fraile dominico. Sin embargo,
Thompson cree que “[…]antes de entrar al Colegio de San Gregorio, Gage estuvo
probablemente en uno de los colegios que se encontraban en España o Portugal bajo control
jesuita”244.
Lo que hace pensar que fue en esta etapa cuando vino el rompimiento personal de
Thomas con la órden jesuita, ya que una razón para que dicho inglés no entrara en la órden
era su corta edad, Thomas era muy joven para entrar a ella; pero también debió de haber una
causa interna del propio Thomas para tomar otra dirección regular, sabedor como lo debió
de ser de la diferencia que tenía el trabajar como jesuita a predicar como dominico. Mientras
que los jesuitas eran los “soldados de Dios”, caballeros armados espiritualmente para luchar
por la restitución del catolicismo en el mundo que había padecido la herejía de la Reforma,
eran por excelencia los espadachines de la Contrarreforma, de aquí, la adhesión particular de
su familia a dicha órden; Thomas debió de saber que si se hacía jesuita, iba a regresar a
Inglaterra como un regular militante, activo y que, por esto mismo, los jesuitas se erigían
como los principales blancos de la Corona inglesa, pues dichos religiosos eran los
abanderados de la causa católica-española, los más poderosos e importantes elementos con
que contaba la Iglesia católica y Felipe II para su empresa. En cambio, como dominico,
aunque también seguía siendo parte del Papado, los “canes del Señor” no jugaban ese papel,
como bien menciona Thompson: no a todos nos queda el traje de mártir.
De ahí, el descontento tan profundo que le causó a su padre saber que no había sido
jesuita, ya que aunque se menciona que en cambio John Gage, no sintió descontento con que
dos de sus hijos fueran sacerdotes, debemos de tener en cuenta que en una familia como los
Gage, donde cada uno de los hijos debió haber tenido designado un rol especifico a
desempeñar en la defensa del catolicismo en Inglaterra, Thomas rompió el molde y con ello

243
THOMPSON…, Op. Cit., p., XXVIII.
244
Ídem.

86
su papel familiar.
Además de que quizás debió de existir un conflicto personal que Thomas pareció
padecer en particular con los jesuitas. Ello, mezclado con los demás ingredientes, le hicieron
a nuestro fraile inglés optar por el camino de los dominicos, camino que le permitió, sin
embargo, llegar a América, pues en 1625 cuando se convocaba reclutar a una comisión de
dominicos para que partieran a la evangelización de las Filipinas, Thomas se encontraba en
el convento dominico de Jerez de la Frontera en España, donde pasó el fraile encargado del
reclutamiento de sus hermanos de órden, siendo Thomas uno de los elegidos para la partida
hacía el enigmático y vedado Nuevo Mundo, una experiencia de la que sólo él como inglés
pudo tener el privilegio de vivir en esa época.

2.2. El escenario evangélico en la Nueva España.

En 1625 Thomas Gage se embarcaba rumbo a América, como la escala obligatoria para
pasar al Oriente: a la evangelización de las Filipinas, el nuevo foco de acción del apostolado
español, en el que decidió no incursionar y, en su lugar, quedarse en la Nueva España por 12
años.
En el presente apartado nos parece pertinente explicar por qué las Filipinas y describir,
aunque sea en forma somera, el escenario eclesiástico que tenía la Nueva España al que
llegó Gage, para entender la relajación en la vida de los regulares que Gage pareció
aprehender en su obra.
Al ser la evangelización de los pueblos paganos el mejor argumento que legitimaba y
justificaba la conquista y adquisición española de América. Iberia imitando a sus vecinos
lusitanos y sin tardar más, pidió la confirmación papal -que al mismo tiempo era la
legitimación ecuménica que necesitaban-, de los nuevos territorios adquiridos, basados “[…]
en la vieja tesis medieval que sostenía la soberanía del papado sobre el mundo entero …”245.

245
LEÓN ALANÍS, Ricardo. Los orígenes del clero y la Iglesia en Michoacán. 1525-1640. México, Instituto
de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1997. p., 23.

87
Las Bulas alejandrinas cumplirán con dicho cometido.
Pero además, el Estado español también quedó atado, como es lógico, a ayudar con la
implantación de la Iglesia en sus nuevos reinos, de aquí la doble naturaleza de la Iglesia
americana y la creación del Regio Patronato Americano; por medio del que los reyes de
España tenían el poder de ejercer un control directo sobre los asuntos de la Iglesia en sus
colonias americanas y, así como dicha institución había sido convertida en un aparato más
de la política Real en la Península, se encomendó de nuevo a la Iglesia recién reformada,
consolidar la conquista en la Indias Occidentales, como parte de la política regia.
Además, la Corona delegó en los eclesiásticos varias atribuciones del brazo seglar, de
aquí, la confusa y poderosa autoridad que tendrán los miembros de la Iglesia en los
virreinatos americanos, “[…] el clero representaba tanto la autoridad temporal de la Corona
como la autoridad de la deidad cristiana…”246; y sin embargo, éste era el precio que tuvo que
afrontar el expansionismo español.
Mientras que para el Papado, la conversión de nuevos paganos significó la reposición
de las almas perdidas a causa de la reciente Reforma Luterana.
Y ante la premura de consolidar y validar la toma de posesión de las Indias, el mejor
grupo humano de la Iglesia cristiana que se designó para cumplir con el cometido papal
delegado a lo reyes ibéricos, fue el clero regular, recién reformado en la Península por
Cisneros, con una amplia experiencia en misionar, África y Asía habían sido su campo de
acción después de las cruzadas247. Acostumbrados a llevar una vida ascética, mendicante y
menos ostentosa que el clero secular, los frailes se constituyeron en el elemento idóneo para
solidificar la conquista militar y propagar al mismo tiempo la idea del “derecho divino” de
los monarcas, como agentes reales que también eran.
Por ello, no sorprenden las amplias promociones reales y papales con que al principio
contaron las órdenes regulares, ya lo decía Cortés -como sagaz observador del presente que
era-, en una de sus cartas al rey, que: “[…] fueran religiosos los que se hicieran cargo de la
conversión de los indios […] que no se enviarán clérigos u obispos […], sino frailes
misioneros de buena vida y ejemplo…”,248 para la eficaz evangelización.

246
FARRIS, M. Nancy. La corona y el clero en el México colonial, 1579-1821. La crisis del privilegio
eclesiástico. México, Fondo de Cultura Económica, 1995. p., 13.
247
KONETZKE…, Op. Cit., p., 231.
248
LEÓN ALANÍS…,.Op. Cit., p., 24.

88
Así, en 1523 se envían las primeras comitivas de religiosos a la Nueva España, recién
caída la gran Tenochtitlan, sin embargo, por la muerte prematura de éstos primitivos frailes
flamencos -el único sobreviviente fue el famoso Pedro de Gante-, se considera a las 3
primeras órdenes religiosas llegadas a partir de 1524 como los verdaderos cimientos de la
Iglesia novohispana y de la evangelización metódica249.
Es así, como en dicho año llegó la primera órden regular al virreinato novohispano,
los doce famosos franciscanos que empezaron con la grandiosa y dificilísima labor de
convertir al cristianismo católico a todo un país multiétnico.
Para ello, los Pontífices romanos les dieron amplias facultades en el ejercicio de la fe,
del Papa León X recibieron la bula Alias felices en 1521, en la cual se les daba licencia para
pasar a misionar a las Indias Occidentales250, y en 1522 la de Adriano VI, Exponi nobis
fecisti, mejor conocida como la “Omnímoda”, venía a confirmar la de su predecesor, y aún
más, daba permiso para que todas las demás órdenes regulares pudieran pasar al Nuevo
Mundo251, ello, además de las extensas concesiones que los habilitaban para:

“[…] administrar todos los sacramentos; absolver de todas las


excomuniones, conferir y confirmar, en ausencia del obispo, las
órdenes eclesiásticas menores, el de consagrar iglesias y darles
sacerdotes. Finalmente el Papa dispuso que ningún clérigo o
seglar pudiera obstaculizarlos en su ministerio so pena de
excomunión”252.
Como se puede apreciar, eran magnificas atribuciones para obrar con las manos libres,
las que también posteriormente serán al mismo tiempo el germen de los problemas que
sucederán entre los Ordinarios y los Regulares; una de las cosas que más reprobará nuestro
fraile inglés.
Ser los primeros en México, tuvo sus beneficios para los franciscanos, ya que significó
moverse y dispersarse por las zonas del territorio que mejor les pareciese, a libertad y
voluntad253, sin entrar en problemas jurisdiccionales con otras órdenes. Por ello y como

249
RICARD, Robert. La conquista espiritual de México. México, Fondo de Cultura Económica, 1995. p., 82.
250
Ibíd., p. 84.
251
GRIJALVA, Juan. Crónica de la órden de N.P.S. Agustín en las provincias de la Nueva España. México,
Porrúa, 1985. Págs., 16 y 17.
252
SIMPSON, Lesley Byrd. Muchos Méxicos. México, Fondo de Cultura Económica, 1995. p., 86.
253
RICARD…,Op. Cit., p., 146.

89
consecuencia lógica, comenzaron por convertir a la población del reino prehispánico más
poderoso, numeroso y factible: el valle de México y la región de Puebla, fueron sus focos
primigenios y principales254, de ahí se esparcieron hacía Morelos, Michoacán y Nueva
Galicia, emplazamientos, para después dirigirse al Norte; por lo que sus movimientos se
resumen en “dos direcciones principales: una al sureste y la otra al poniente y noroeste”255.
Pero como era de preverse una sola órden no podía con todo el territorio, por lo que
en 1526 llegan los dominicos, ante la necesidad apostólica de sus hermanos religiosos.
Esta segunda órden se empezará a dispersar para asentarse en dos grandes grupos
desiguales en importancia, pero que sin embargo, aparecen como más fáciles de reseñar por
su distribución muy sencilla: uno en “[…]el centro del país, valle de México, Puebla y
Morelos, y mal ordenada, al parecer, por el estorbo de la presencia de los franciscanos […],
y un apostolado metódico y progresivo en toda la región que se conoce bajo el nombre de
mixteca-zapoteca, con la ciudad de Oaxaca como centro”256.
Llegados a México y como todas las demás órdenes, tanto las precedentes como las
posteriores, los dominicos asentarán el primero de sus núcleos regulares en el centro de la
Nueva España, zona que por lo mismo, se encontraba sobre poblada de conventos, situación
que más tarde reforzaría la centralización que después padecería dicha colonia, en todos los
ámbitos.
Sin embargo, cuando los predicadores decidan su faro misional lo asentarán en la
región mixteco-zapoteca “[…]un dominio inmenso y virgen, donde su iniciativa propia
había de hallarse a sus anchas y su actividad desplegarse sin obstáculo alguno…” 257, en
consecuencia éste será el espacio misional que por excelencia se definirá como dominico,
fundando en Antequera, Oaxaca, la casa matriz de su misión, sólo unas cuantas casas
dominicas fundadas en Morelos y Puebla, les servirán de enlace entre el centro novohispano
con su punto fuerte de evangelización: el sur virreinal.
Debido a este crecimiento colosal, y gracias, a los lazos cordiales de que disfrutaron
con el primer obispo de Oaxaca: Juan López de Zarate (1535-1555), quien incluso los invitó
a misionar en su obispado, esta zona se constituyó en dominio exclusivo de los dominicos.

254
Ibid., p., 139.
255
Ibíd., p., 156.
256
Ibíd., p., 147.
257
Ibíd., p., 149.

90
A los que tempranamente se les otorgó el título de Provincia autónoma, en 1532 por
Bula de Clemente VII, creándose así la provincia mexicana de “Santiago Apóstol”,
desprendiéndose de la jurisdicción de los dominicos de La Española, lo que les brindó
mayor amplitud de movimiento.
Sin embargo, la expansión dominica en la Nueva España no pararía allí, ya que en
1551, el Capítulo celebrado en Salamanca separó la Provincia de “Santiago Apóstol” en dos,
conformando la de “San Vicente de Chiapas”, con inclusión de todas los conventos
dominicos que se encontraban en la Diócesis de Chiapas y Yucatán, así como, los de
Coatzacoalcos y Tehuantepec, que junto a los de las Diócesis de Guatemala, Nicaragua y
Honduras, integraban a la nueva jurisdicción dominica258. Provincia a la que más tarde
llegaría fray Tomás de Santa María, nombre que tomó Thomas Gage al hacer sus votos
como dominico.
La última en llegar de las tres primitivas órdenes a la Nueva España, fueron los
agustinos, en 1533 y, aunque los dos conjuntos de frailes ya tenían varios conventos
fundados “[…] enormes zonas quedaban aún entre las regiones ocupadas por los anteriores
misioneros…” 259 sin evangelizar por lo que la distribución de los agustinos en el virreinato
novohispano vino a llenar los huecos que sus compañeros de misión habían dejado260 .
Por ello, las direcciones misionales de los agustinos aparecerán en 3 vertientes
fundamentales, ya explicadas por Ricard, donde fundarán conventos: en el sureste del estado
de Guerrero, en la región otomí de Hidalgo y la Huasteca y; en el actual estado de
Michoacán y una parte de Nueva Galicia que más tarde se constituirán en una provincia
autónoma.
Hasta 1572 llegarán los jesuitas, pero éstos no tendrán el mismo papel evangelizador
que las otras tres órdenes, no al menos para el centro de la Nueva España, su objetivo
religioso estará dedicado a la implantación de Colegios, en los que se harán cargo de la
educación de la naciente sociedad colonial novohispana. Su tarea misional se dirigirá hacía
el norte, esa parte de la Nueva España que necesitará unos lustros más para ser reconocida y
colonizada.
Tantos focos de conversión religiosa, exigían un gran número de personal religioso,

258
Ibíd., p., 151.
259
Ibíd., p., 154.

91
más, sí tenemos en cuenta que la Nueva España no era la única en vías de conversión, las
Filipinas ya se habían convertido en otra de las grandes preocupaciones misionales, debido a
la adhesión de ésta al imperio español de Felipe II.
Tal es así, que a partir de la segunda mitad del siglo XVI se puede ver como los
conventos van siendo más abundantes y tupidos, al tiempo que habitados por unos cuantos
religiosos, situaciones que no cumplían con las reglas misionales de la evangelización de los
primeros años y que irán siendo anuncios de la nueva realidad que vivirán los regulares en
sus conflictivas relaciones con los diocesanos.
Tales acontecimientos nos revelan la entrada de una nueva época, en la que va
decayendo el espíritu misionero para dar paso al establecimiento sedentario de los frailes,
más, sí notamos, que introducidos en esta segunda etapa están: la elección del primer secular
como arzobispo de México en 1572 261 y el primer Concilio Provincial Mexicano de 1555, en
el que ya se plantea la secularización de las doctrinas administradas por regulares. Lo que
demuestra hasta que punto se consideraba ya, parcialmente, terminada la conquista
espiritual; sin embargo, pasarán otras décadas antes de que los regulares dejen de dominar la
vida religiosa del virreinato novohispano.
Debido a dicha tendencia, en 1593, se expidió una Cédula Real en la que se prohibía a
los regulares hacer nuevas fundaciones religiosas sin el permiso de la Corona, ello también
ejemplo de la nueva política regia que se seguirá para el siglo XVII262.
Por lo que cabe decir, que ya en una de las últimas etapas del trabajo misional, al
menos por lo que tocaba al centro y sur de la Nueva España, que va de 1602 a 1633, las
fundaciones serán más esporádicas y en calidad de vicarías, lo que demuestra el casi fin
misional, al menos, para el virreinato novohispano.
Tal final misional tuvo sus razones en la transformación que iba teniendo la nueva
sociedad colonial que se creó en las primeras décadas del siglo XVI y que fue
reestructurándose a finales de la misma centuria como resultado de varios elementos como:
la caída de la población indígena ocasionada por las epidemias que la azotaron, la más fuerte
en 1576, por lo que el factor más importante por el cual los religiosos tenían su razón de ser

260
Ídem.
261
LIRA, Andrés y Luis Muro. “El siglo de la integración”. En: Historia general de México. Tomo I. México,
el Colegio de México, 1986. p., 376.
262
RUBIAL GARCÍA, Antonio. El convento agustino y la sociedad novohispana. 1533-1630. México,

92
y estar en el virreinato novohispano cayó en declive; la llegada de la hacienda provocó
también el reacomodo del orden social; la criollización de las órdenes regulares, debido a la
creación de Colegios novohispanos, que provocó conflictos intestinos en las mismas
congregaciones; la pugna de los frailes con los obispos, que se recrudeció entre 1580 y 1585
por el control de las doctrinas, y la disminución del favor virreinal dictado por la política de
la Corona263, influenciada por los comentarios de funcionarios, civiles y obispos, que
debieron de haberle informado sobre el gran poder que iban adquiriendo los frailes, “[…] la
conquista espiritual del siglo XVI había creado derechos tan poderosos y duraderos, como
los obtenidos por la fuerza de las armas”264. Ello, aunado al carácter mismo de las propias
órdenes “[…] el rey, que deseaba fomentar y mantener su poder, consideraba al clero regular
como una amenaza, puesto que éste no estaba sujeto a la jerarquía normal eclesiástica [ …]
sino que […], tenían un orden interno encabezado […] por el Papa”265.
Por tanto, los regulares se encontraron como una entidad, un tanto aislada, de los
lazos de poder de la Iglesia americana regida por el Patronato Real de Indias; lo que cambió,
todo en conjunto, el panorama para los frailes, que se tuvieron que adecuar a la nueva
situación de las cosas, replegándose a sus conventos y consolidando sus creaciones.
Desde 1570 se anunciaba el nuevo periodo religioso a emerger en el virreinato
novohispano, “[…] alrededor de 1570 los regulares habían perdido gran parte de su celo
misionero original…”266; y una de las causas había sido, que la primera generación de
regulares ya había perecido, además el virreinato novohispano ya se veía como consolidado
en la labor apostólica.
Ahora, el faro misional apuntaba a otro destino: las Filipinas. Por ello, cuando Thomas
llegue a los conventos regulares novohispanos se topará con una vida mucho más relajada de
los propios frailes, los cuales ya no serán los mismos religiosos de la gloriosa época
espiritual seguida a la Conquista.
Por ello, ya en el siglo XVII encontramos al grupo dominico, asentado, sobre todo, al

Universidad Nacional Autónoma de México, 1989 , p., 129.


263
Ídem.
264
BRADING, David. Una iglesia asediada: el obispado de Michoacán, 1749-1810. México, Fondo de Cultura
Económica, 1994. p., 79.
265
SCHWALLER, Frederich. Orígenes de la riqueza de la iglesia en México. Ingresos eclesiásticos y finanzas
de la iglesia, 1523-1600. México, Fondo de Cultura Económica, 1990. Págs., 113-114.
266
Ídem.

93
sur de la Nueva España, en la Provincia de “San Vicente de Chiapas”, zona que será una de
sus principales y más importantes plazas, en la que se constituyeron en casi amos y señores
de la región debido a que eran los únicos regulares que se encargaban de la administración
religiosa de dicha zona. Por ello, cuando nuestro Gage, decida huir y quedarse en la Nueva
España se va a asentar, primero, en un convento dominico en Chiapas y después, en uno de
Guatemala, en el que pasará la mayoría de los doce años de su residencia en el Nuevo
Continente, pero también en el que decidirá quedarse porque el sur de la Nueva España, fue
una de las regiones más apartadas a la sujeción de las autoridades centrales del virreinato
novohispano.

2.3. La Experiencia en el Viaje Hacia América: “El Territorio


Vedado”

El residir en España y cursar una carrera religiosa católica, por supuesto, le abrió a
Thomas Gage una enorme y rara posibilidad que pocos ingleses de su tiempo pudieron
experimentar con tanta libertad y comodidad como él: entrar al territorio más celado de
España, América. Por ello, cuando regresó a su tierra natal, resultó de sumo interés para el
régimen cromwelliano el que entrara en sus filas un inglés que vivió y vio desde adentro el
imperio iberoamericano, del que pudiera ofrecerles detalles actualizados.
Siguiendo con la formación religiosa que su familia le había destinado a Thomas en
España, éste se encontraba residiendo en 1625 en el convento dominico de Xerez de la
Frontera, en Andalucía, cuando las misiones de frailes que se enviaban periódicamente para
la evangelización de las Filipinas -no de la Nueva España, ya que hay que recordar que la
gran época misional para el virreinato novohispano, había ya terminado, ahora el faro
evangelizador apuntaba a las Indias Orientales-, y la consolidación del catolicismo en la
Nueva España, encontraron resueno entre los dominicos.
Como el mismo Thomas lo explica, eran cuatro las Barcadas de diferentes órdenes
religiosas las que se iban a enviar desde España ese año: una de franciscanos para Yucatán,
una de mercedarios (una órden menor) para México y, una de dominicos y jesuitas para las

94
Filipinas267.
Fray Mateo de la Villa era el Comisionado papal para reunir a los 30 dominicos que
partirían a misionar a las Filipinas, haciendo escala en la Nueva España, todos reclutados de
los diferentes conventos españoles; sin embargo, de la Villa había delegado parte de su tarea
a fray Jacinto Calvo para la jurisdicción de Andalucía -que abarcaba los conventos de
Córdoba, Sevilla, San Lúcar y Xerez-, para que éste terminara de reclutar los últimos 6
frailes que faltaban.
Así resultó, que el compañero de reclutamiento de fray Jacinto Calvo era ni más ni
menos que fr. Antonio Melendez, un antiguo compañero y amigo de Gage en los tiempos de
estudio en el Colegio de San Gregorio de Valladolid, quien al pasar por uno de los
conventos señalados para el alistamiento -precisamente Xerez de la Frontera-, encontró a su
antiguo amigo residiendo allí: “Este Melendez se alegró mucho al encontrarme, y como se
encontraba bien provisto de patacones de Indias, la primera noche de su llegada me invitó a
una suntuosa cena en su cámara”268.
En esta cena fue donde fr. Melendez invitó a Thomas a que partiera junto con él y toda
la comisión de dominicos hacía la misión a las Filipinas, argumentando: la grandeza de
practicar el apostolado entre paganos y con ello la oportunidad de ganarse la salvación; las
riquezas de las Indias donde “Las sedas de China eran según él tan comunes que las velas de
las naves no eran de otro material…”269; la semejanza del Edén con las Filipinas en donde
todo era felicidad y no había fruta prohibida; la amabilidad y buena recepción que les harían
los indígenas al recibirlos como verdaderos apóstoles con arreglos florales y música; además
de la fuente natural del conocimiento que se podía experimentar en el Nuevo Mundo, donde
“[…]se conoce cómo crecen en las entrañas de la tierra el oro y la plata, que aquí se ven
como rarezas; allá se ve madurar la pimienta, la nuez moscada y el clavo, y la canela como
corteza en un árbol […] la extraña transformación de la cochinilla de un gusano en una rica
tintura escarlata […] se aprende la conversión de la tinta […] en la tintura del índigo”270.
Sin embargo, ni todos estos exotismos, ni todas las promesas de fama y gloria de fr.
Melendez -que constituyen muy acordemente la visión española que se tenía sobre el Nuevo

267
TORRES, Eugenio Martín (Introducción). Thomas Gage. El inglés americano. Sus trabajos por mar y tierra
o un nuevo reconocimiento de las Indias Occidentales. México, Teixidor, 2001. P., 56.
268
Ibíd., p., 57.
269
Ídem.

95
Mundo-, fueron las causas más importantes que movieron a Gage a emprender el viaje a las
Indias, como él mismo lo confiesa: “Debo decir que si bien la mayoría de los argumentos de
Melendez no me conmovían, la oportunidad que se me ofrecía de ocultarme a la vista y
conocimiento de mis amigos más queridos removía en mi el sombrío recuerdo de una dura y
airada carta que recibiera poco antes enviada desde Inglaterra por mi propio padre” 271, en la
que le declaraba su papá el tremendo disgusto y enojo que le había causado por no haberse
ordenado jesuita, después de haber gastado tanto en su educación, “[…]que no imaginara ser
jamás bien recibido por mis hermanos y familiares en Inglaterra, ni por él, y que no esperase
volver a oír de él jamás, ni me atreviera a ir a verlo si regresaba alguna vez a Inglaterra, pues
antes lanzaría tras de mí a los jesuitas, de los que yo había desertado como enemigo, para
que me hicieran huir de mi país”272. Además de desheredarle.
Tal motivo prioritario fue el que arrastró a todas las demás consideraciones que le
llevaron a Thomas a tomar la decisión para encaminarse hacía el Nuevo Mundo, pues como
él mismo lo mencionaba, si se quedaba a terminar por completo sus estudios en España, de
seguro por orden del Papa se le enviaría de regreso como misionero a sus país, en donde lo
estaría esperando el castigo de su padre contando como aliados a los jesuitas, “[…]que con
la influencia de amigos en la corte y con tramas y políticas sutiles fácil y rápidamente me
harían huir de Inglaterra”273. Por ello, consideraba la oportunidad que le podía brindar
América como un refugio seguro donde pudiera aguantar hasta la muerte de su padre, al
tiempo que pudiera reunir un caudal suficiente que suplantara la parte de su herencia que su
papá le había negado274.
En segundo lugar Thomas exponía las controversias internas que le habían ya
suscitado algunos de los dogmas católicos275 y que por eso quería comprobar en la realidad
americana sus dudas espirituales. Motivo del cual no podemos estar totalmente seguros si en
realidad ya lo había padecido desde antes de irse a América, si fue en su estancia en este
lugar o, si fue ya una vez adherido al bando de Cromwell; lo que si podemos aventurar es
que por cómo transcurrieron los hechos, es muy probable que si haya sido cierto sobre su

270
Ibíd., p., 58.
271
Ibíd., p., 59.
272
Ídem.
273
Ibíd., p., 60.
274
Ídem.
275
Ibíd., p., 59.

96
duda religiosa antes de su partida, que la confirmó con su estancia en la Nueva España y,
que cuando se presentó el mejor momento para postularlo y sacarle provecho lo hizo en
Inglaterra.
Y por último, Gage mencionará como motivo de su viaje americano el argumento que más
le había convencido de Meléndez y era el que exponía sobre la oportunidad de conocer más,
“[…]por la visión de la rica América y la floreciente Asia, y del conocimiento espiritual por
una larga contemplación de esa recién plantada Iglesia y de las vidas y conversiones de sus
plantadores”276. Motivo que se verá plasmado en su obra cuando hable sobre el chocolate y
el atole, entre otras comidas y peculiaridades americanas, sin embargo, respecto al
conocimiento espiritual será del que salga decepcionado.
Por ello, es que resulta demasiado incoherente la idea que proponía Norman Newton
de que Thomas Gage era un espía infiltrado del gobierno inglés desde que se propuso su
partida a las Indias y, que con toda premeditación había visitado la Nueva España.
Los motivos que tiene Gage para partir hacía las Indias nos muestran a un fraile
aventurero, viajero, acostumbrado a vivir fuera de su tierra natal, pero que sin embargo lo
hace más por las circunstancias que por deseo propio, por eso sigue como una constante el
deseo de regresar a Inglaterra, así lo muestra la propia exposición que hace de si en su obra y
sus acciones posteriores.
A Thomas no lo mueve el afán misional, de los grandes evangelizadores españoles del
siglo XVI, como Motolinia o Sahagún, por eso no esperemos que su obra tenga ese afán, si
los indígenas aparecen en su obra no son como sujetos protagonistas por el objetivo de la
conversión. Y esto se entiende sobre todo si ya estaba empezando a tener dudas sobre el
catolicismo.
En todo caso, lo que parece interesarle a Gage es la poco ortodoxa conversión que
hicieron los españoles de los indígenas al catolicismo, apreciación que va muy de la mano
con lo que otros seculares del siglo XVII también parecían denunciar para el caso
novohispano277. Arista que tiene su confluencia cuando decía que lo que él quería venir a ver
a América era la reciente implantación de la Iglesia, no a participar de su práctica apostólica.
Por ello y a pesar de que lo convocan, ya residiendo en Guatemala, para practicar el

276
Ibíd., p., 60.
277
BERNAND, Carmen y Serge Gruzinski.. De la idolatría. Una arqueología de las ciencias religiosas.

97
apostolado, Thomas desiste, hasta que el afán de la curiosidad por el conocimiento y el
interés económico lo lleva a tratar de aprender la lengua pokoman de los indígenas de
Guatemala.
La idea imperial -que iba muy ligada con la religiosa-, de la España dueña única del
Nuevo Mundo, por supuesto que tampoco será uno de los paradigmas que guíe a Gage por el
tránsito americano, por ello, su obra no puede ser comparada con la de cronistas imperiales
como Gómara u Oviedo, porque en consecuencia sus objetivos no irán por allí cuando
describa parte de las hazañas épicas de los españoles en la conquista de México-
Tenochtitlán, una época que además a él ya no le había tocado ver y experimentar, ya que si
los rememora, basándose precisamente en López de Gómara, es porque supone que su libro
sobre América debe ir bien documentado para presentárselo a su excelencia Oliver
Cromwell y por ello, lo que él no pudo ver personalmente, lo extrae de otros cronistas.
En consecuencia es que el matiz peculiar de sus juicios empiece a desplegarse a
medida que deja el centro de la Nueva España -región para la que precisamente se vale de
Gómara para recrear parte de sus antecedentes históricos-, en el que además no residió por
mucho tiempo, y se interne en el sur, aquí es donde empieza el potencial de Gage a
desdoblarse.
En los incentivos que tuvo Gage para viajar a América, es donde se encuentran parte
de las claves para entender el contenido de su obra; en las circunstancias familiares y
políticas que le tocó afrontar a su regreso a Inglaterra, es donde se hallan las causas para
entender el color de sus juicios que hace sobre lo iberoamericano.
Por último, vale también decir que aparte de los motivos que tuvo Thomas para viajar
y que fue lo que en cierta medida condicionó su perspectiva sobre el Nuevo Mundo y por
ello, la información que recogió en su obra, así como su estructura. Su misma profesión , y
nada menos, fue lo que también influyó y de un modo importante para las noticias y
confidencias que incluyó en su trabajo escrito. El ser religioso y tener que tomar una postura
espiritual, predeterminó la elección de los temas americanos que señaló en su escrito, por
eso, su información sobre la geografía estratégica del Caribe no era tan precisa como
Cromwell y sus promotores hubieran querido. En estas aristas es donde deben encontrarse
las causas para entender el contenido y la visión de América que Thomas recogió en su obra,

México, Fondo de Cultura Económica, 1992. P., 129.

98
como bien lo ha apuntado Elliott:
“Si se pregunta qué fue lo que los europeos vieron al llegar al otro lado del
Atlántico y cómo lo vieron, la respuesta dependerá de la clase de europeo de
que se trate. Su punto de vista estará afectado por su formación y por sus
intereses profesionales. Soldados, eclesiásticos, comerciantes y funcionarios
[…] Cada clase tenía su propia visión y sus propias limitaciones…” 278.

La sensación que deja Gage es que, sí incluyó información de este tipo (geográfico-
estratégico) fue más por querer complacer y convencer al destinatario de su libro por un plan
factible para atacar América y por su propia valía como testigo directo del Nuevo Mundo,
que por el conocimiento pericial que pudo haber tenido sobre dicho punto, a diferencia de
otros ingleses legos que si fijaron su mirada más detalladamente, de acuerdo a su
experiencia, en puntos geográficos estratégicos.
Lo que a su vez de paso confirma, que el interés de Gage por venir a América no era
premeditado, pues de lo contrario su obra hubiera estado llena de informaciones espía de
este tipo. No le podemos pedir a Gage que hubiera dado información más inteligente sobre
el Caribe, pues como veremos sólo estuvo en esta zona por unos cuantos meses, en lo que
duró su navío en anclar en tierra firme, en realidad sólo tuvo un contacto superficial con el
Caribe, a diferencia de los casi diez años que pasó en el sur de la Nueva España, donde sus
observaciones si fueron más agudas.
En conclusión, los trazos idílicos señalados por Melendez, no fueron el principal
motor que impulsó a Thomas a emprender el viaje a América, ya que aunque éste contaba
con una corta edad cuando partió hacía el Nuevo Mundo no era ingenuo, y ello quizás
debido a los peligros e intrigas de que tuvo que cuidarse desde que era niño.
En las preocupaciones familiares y religiosas es donde está la causa más portentosa
para la decisión de Gage de ir al Nuevo Mundo y, de este modo, fue como aceptó
presentarse ante fr. Calvo para ser uno de los dominicos misioneros hacía las Filipinas.

278
ELLIOTT…, Op. Cit., p., 31-32.

99
2.3.1. La trayectoria del viaje de Gage en América.

Para el ambiente que le había tocado vivir a Gage desde que era niño, el viaje a América y
su tránsito por el prohibido Nuevo Mundo del imperio español, le va a representar un hondo
respiro y una oportunidad de escapar a la cruda situación que su padre y su familia le
estaban deparando por su decisión de no haberse ordenado jesuita.
Por ello, todo el relato de su estancia en América está impregnado de un sabor de
libertad, frescura y secreto. Lo que narra sobre las peculiaridades americanas siempre está
salpicado de un buen humor negro al estilo de la ironía inglés.
Pero también el acceso al territorio prohibido y del que tanto se ambicionaba por las
noticias de riquezas, lujos y exotismos, que llegaban a Europa, en particular a Inglaterra,
donde aparecía como indisociable el vínculo de poder que representaba el pilar americano
para la orgullosa Iberia y su política de poder que desplegaba sobre el Viejo Mundo, le dio a
Thomas la exclusiva oportunidad que ningún inglés de su tiempo pudo tener, ni aún en
términos generales, ningún otro europeo, que no fuera español.
Pues aunque se hicieron obras por parte de otros europeos en el siglo XVII, del calibre
como la América de Bry, de Teodoro de Bry279, un compendio ilustrado sobre el mundo
americano, de Bry la creó en base a los relatos de otros viajeros y a su propia imaginación,
cuando le falto la información para llenar la representación gráfica de las partes de América
a las que todavía no entraban otros europeos que no fueran españoles, o para las que todavía
no se encontraban exploradas. De ahí, que los indígenas aparecieran, más bien, como
estatuas griegas bien equilibradas, que como en realidad eran. O como la de un Joannes de
Laet280, flamenco, libro que más bien tenía su avocación a la descripción geográfica y
natural de las Indias Occidentales, pero de la que sus fuentes también fueron indirectas, pues
a pesar de que para su creación quedaron al descubierto los flujos de información que se
movían de forma ilegal sobre la idílica América, Laet nunca visitó por sí mismo el preciado
Nuevo Mundo, de la misma manera que Bry.
En cambio, y en contraposición, Gage tuvo el privilegio de enunciar que él había

279
BRY, de Teodoro. América de Bry. 1590-1634. España, Siruela, 1997.
280
LAET, de Joannes. Mundo Nuevo o descripción de las Indias Occidentales. Tomo I. Caracas, Venezuela,
Universidad Simón Bolívar, Instituto de Altos Estudios de América Latina, 1988.

100
viajado personalmente a las Indias Occidentales y que lo que decía era porque lo había visto
por si mismo y, en este punto, dentro de la tradición intelectual americana -que hacía poco
se había formado-, la obra de Gage para los europeos de su tiempo no tenía parangón, ya que
para el caso americano como bien lo estudio Elliott,
‘La superioridad de la observación personal directa sobre la autoridad
tradicional se comprobó repetidamente en el nuevo medio americano. Y cada
nueva ocasión servía para quebrantar más esta autoridad […] En este punto,
como Fernández de Oviedo nunca se cansó de señalar, no había ninguna cosa
que supliese la experiencia personal. “Esto que he dicho no se puede aprender
en Salamanca, ni en Boloña, ni en París…”’ 281.

Y en este punto la observación directa le daba mayor validez a la obra de Gage. Por
tanto aquí es donde reside, en parte, el gran interés que generó el libro de este inglés en
Europa, pues por primera vez, América se encontraba aprehendida por un extranjero que
había visto desde adentro y por un lapso de tiempo prolongado, el imperio nuevo de los
celosos monarcas ibéricos, que se esforzaban por mantenerlo cerrado, aún en el terreno de la
información académica:
“Los trabajos de Durán y Sahagún no aparecen impresos hasta el siglo XIX, y la
historia de México de Tovar, que originó las preguntas de Acosta, permanece
aún sin publicar en nuestros días. Con demasiada frecuencia Europa desconocía
los métodos innovadores y los nuevos hallazgos de aquellos que trabajaban
entre los pueblos indígenas de América” 282.

Por ello, la enorme solicitud que tuvo la publicación de la obra del Inglés americano
en el Viejo Mundo -a tal medida para llegar a considerársele un best seller de su tiempo283-,
ya que precisamente, el relato de Gage rompía el cerco que tanto habían procurado los reyes
españoles implantar en sus posesiones americanas, de las que no querían se supiera nada
fuera del imperio español, mucho menos que llegara a uno de los reinos más contrapuestos a
España, como lo era Inglaterra.
Sin embargo y a pesar de las prohibiciones españolas, Gage como religioso y

281
ELLIOTT…, Op. Cit., p., 55.
282
Ibid., p., 50.
283
RUBIAL GARCÍA, Antonio. Citar la revista.

101
proveniente de una familia católica adherida y fiel al bando español, logro romper esa
muralla y entrar en los territorios secretos, hecho que lo promulgaría, ya estando en el bando
de Cromwell, como una odisea burlona hacía España y como una muestra para Inglaterra de
que era factible invadir la América española.
Y fue así como tomada la resolución, Gage con un amigo irlandés, Tomás de León,
que arrastró con él en su resolución, se presentó por el intermedio de su amigo Melendez
ante fray Antonio Calvo, el superior dominico encargado de dirigir la misión, para hacer
explicito su compromiso como misionero y dirigirse al apostolado de las Indias
Occidentales.
Así, fr. Calvo los recibió con gran gusto y atención: “Nos halagó diciendo que en
Manila nos convertiría en maestros de artes y teología”284. Y en seguida les autorizó la
acostumbrada libertad que a los regulares que iban a partir como misioneros se les daba, sin
embargo Gage argumenta que por temor a que un “amor de monja” los hiciese desistir de la
recién tomada decisión, al siguiente día los envió hacía Cádiz, de donde debían zarpar,
pasando por el puerto de Santa María y el río Guadalete, del que fueron llevados en una
barca hacía el puerto de Cádiz285.
La siguiente anécdota que Thomas cuenta sucedió el 2 de julio, cuando debían de
partir, confirma la política restrictiva que la Corona española tenía en sus colonias
americanas para con la entrada de europeos no españoles hacía el Nuevo Mundo, como
después el mismo Gage lo apuntaría: “La gran dificultad que encontré para viajar a ella
[América], ya que tal cosa no está permitida más que a los de nación española…”286. Lo que
a su vez subraya la importancia y exclusividad de la que Gage, como inglés y sobre todo por
esto, pudo gozar:
“El segundo día de julio por la mañana temprano se nos anunció que
cierto fray Pablo de Londres, un viejo monje inglés de cara de cangrejo,
había recibido del duque de Medina una carta que a su vez había hecho
llegar al gobernador de Cádiz, ordenando buscarme y detenerme e
indicando que era la voluntad del rey de España que ningún inglés
pasase a las Indias, puesto que tenían un país propio que convertir. El
viejo fraile hizo esto para impedir mi viaje, y ya antes me había escrito

284
TORRES…, Op. Cit., p., 61.
285
Ídem.

102
muchas cartas con el mismo objeto y aún me había enviado una del padre
fray Diego de la Fuente, quien había estado en Inglaterra con el conde de
Gondomar y era entonces provincial de Castilla, en que aquel superior
me ofrecía toda clase de privilegios si desistía de mi viaje y regresaba
con él”287.

Como se puede observar, con todo y las buenas cartas de presentación que Gage tenía
para ser un buen candidato para partir hacía América, ni el que se hubiera educado en
España, ni el que fuera regular, ni el que su familia fuera una de las pocas adheridas en
Inglaterra al partido español, eran recursos suficientes para que la Corona española dejara
pasar libremente a un inglés al Nuevo Mundo; aunque si fueron recursos mitigantes para que
Thomas lograra completar su travesía, pues cuando el gobernador subió a bordo para
registrar el barco y llevarse consigo al inglés que pretendía salir al Nuevo Mundo, sus
amigos los demás frailes ya lo habían escondido dentro de un barril de galletas y fray Calvo
negó estarse llevando a un fraile inglés en la misión288.
Así salieron del puerto de Cádiz 33 navíos, escoltados por 8 galeones para protegerlos
de los ataques extranjeros, todos rumbo al Nuevo Mundo con sedes diferentes: unos a Puerto
Rico, otros a Santo Domingo, otros a Jamaica, a la isla Margarita, a la Habana, a Cartagena,
a Campeche, a Honduras y Trujillo, todos éstos de a uno o dos navíos, mientras que el gran
grueso de 16 se dirigían a San Juan de Ulúa, Veracruz, poniendo de relieve el punto nodal de
atracción que tenía el virreinato de la Nueva España para el tránsito imperial de la metrópoli
española con sus posesiones americanas.
Desde aquí empieza la travesía en el viaje por el Nuevo Mundo para Thomas Gage y
lo que si es de sorprender en toda la descripción que hace de su recorrido es, como omite y
pareciera dar por hecho lo diverso y diferente de la vegetación americana con respecto a la
europea. Aparece como algo sorprendente que ese punto que a tantos otros europeos, sin ser
especialistas en el campo, del siglo XV y XVI los deslumbró y atrajo, Gage casi lo omita,
con excepción cuando menciona a ese “…monstruoso pez que llaman tiburón...”, que devora
carne humana y a otro que los españoles llaman el dorado, no hace mayor mención de la
fauna americana, ni de la vegetación. Fuera como si para términos prácticos estuviera

286
Ibíd., p., 25.
287
Ibíd., p., 65 y 66.

103
escrita, en ese sentido, la obra de Gage y por ello, no se detuviera a tratar de indagar por la
naturaleza americana.
En cambio, toda la descripción que hace de las partes que recorrió de América está
centrada en la geografía, en los caminos y en la falta de fuertes y murallas, lo que se lo
atribuye al orgullo y presunción española, que expone burlonamente sus posesiones sin
mayor protección a las demás naciones europeas, especialmente a la inglesa y holandesa,
que Thomas menciona como las únicas que le hacen contrapeso a España en América.
Toda su narración con respecto al viaje por América, cuando pasa de un lugar a otro,
está llena de descripciones sobre las vías de comunicación, centrándose en el nivel de
dificultad de los caminos para transitar por ellos, en la falta de protección militar de los
lugares principales, en las vías de comunicación comercial y en lo que ahora llamaríamos
geografía económica.
Por ello, es en esta arista donde podemos encontrar los más socorridos pasajes sobre la
información geográfica que Gage recogió de su viaje para Inglaterra, pues nunca hay que
olvidar para quien fue escrita. Pero también es en esta vertiente donde hace su aparición la
imagen de la abundancia, ya que si bien el estereotipar como exótica a América no fue el
fuerte de Gage, en cambio si se encuentra de trasfondo la idea de la abundancia natural, mal
aprovechada y explotada por el régimen español desde la perspectiva de nuestro fraile. Una
idea constante que va a estar en mente de muchos ingleses: “Los españoles, primeros
descubridores [de América], más ávidos de asir que buenos para plantar, tomaron posesión
de los lugares más preciosos”289, lo que incluso, va a funcionar como un argumento para
demostrar por qué España no debería de ser la dueña de América.
Así, aunque fue mal visto ante los regulares la huida de Thomas de su destino misional
original, este escape le permitió conocer desde cerca la joya ultramarina más preciada de la
Corona española, y es que, al parecer, el deseo de algún día regresar a Inglaterra, que se
mantuvo como un objetivo constante en toda su estancia en el Nuevo Mundo, constituye en
gran parte, la causa principal para desistir del destino espiritual a las Filipinas, no sólo
habían sido las noticias desesperanzadoras del regular dominico filipino sobre la dureza de
los provinciales y las condiciones ruinosas en las que tenían que vivir, para suplantar este

288
Ibíd., p. 66.
289
MALTBY…, Op. Cit., p., 144.

104
viaje por su estancia en la Nueva España, sino el tener el conocimiento de que sería más
fácil emprender el camino de regreso a Inglaterra estando en el virreinato novohispano, que
del Asia290.

Itinerario del viaje de Gage y los lugares por los que pasó en América.

Lugares por los Tiempo que observaciones


que pasó residió
Cádiz, España. 2 de julio de 1625 Salen de este puerto la comitiva de
dominicos hacía América.
“Golfo de las Yeguas”
Canarias Aquí se despiden los ocho galeones
que iban como escolta de toda la
flota.
La “Deseada”, isla en el Agosto de 1625
Caribe.
Marigalante, otra isla del
Caribe.
Dominica, isla del Caribe. El introductor dice aquí, que Gage está
equivocado porque no pudieron pasar
por Dominica.

Guadalupe, isla del Caribe. Gage menciona que esta isla es


“puerto común para todas las
naciones que navegan a América”.

Avistan la isla de Puerto Rico Sólo dura dos


y la de Santo Domingo. meses en el
Caribe.

290
TORRES…, Op. Cit., p., 237.

105
Llegan a la “Sonda” de Menciona que este puerto es uno de
México, zona previa a los más peligrosos que ha visto en
desembarcar en el puerto de todos sus viajes por los fuertes vientos
“San Juan de Ulúa”. del Norte que lo azotan.

Llegan a “San Juan de Ulúa”. 12 de septiembre Aquí es donde rememora la “noble y


de 1625. generosa acción de Cortés” de hundir
los barcos.

Llegan al convento de Santo Dos días. Menciona la malsano del lugar por su
Domingo en Veracruz. clima.
Salen a la ciudad de México 14 de septiembre
y pasa por la vieja Veracruz. de 1625.
Xalapa.
La “Rinconada”. La única venta en el camino.
“Segura de la Frontera”.
Tlaxcala. Rememora toda la participación de los
tlaxcaltecas en la Conquista de
México-Tenochtitlán.

Puebla de los Ángeles. Aquí advierte gran comercio.


Guacocingo. Está entre Puebla y México.
Quahutipec. Que se encuentra ya en la jurisdicción
de Texcoco.
Avistan Texcoco.
Mexicalcingo.
Guetlavac.
“San Jacinto”, en el pueblo Llegan el 3 de Aquí es donde disfruta por primera vez
de Popotla, en el camino de octubre de 1625. las golosinas y comida americana en
Chapultepec. Permanece allí 5 forma abundante.
meses.

106
Ciudad de México. Estando en la ciudad de México
también visitó Toluca, Tacuba, La
Piedad, La Soledad o el Desierto de
los Leones.

Guadalupe. Febrero de 1626. De San Jacinto huyen rumbo a


Guatemala y por eso toman el camino
por Guadalupe.

Atlixco. Aprecia que tiene gran producción de


trigo.
Valle de “San Pablo”. Aquí se encuentran con un hacendado
que es paisano de fray Melendez y les
da instrucciones de cómo seguir hacía
Guatemala.

Taxco. Abundancia de algodón.


Chiautla. Pasan por ahí porque toman el camino
hacía Oaxaca.
Zumpango. Aprecia la Mixteca y su producción
económica.
Ciudad de Oaxaca. Estuvieron por 3 Menciona su falta de fortificaciones a
días aquí. pesar de ser una ciudad importante.
Antequera. El introductor aprecia que es un error
de Gage pues Antequera y Oaxaca son
las mismas y no, lugares diferentes.

Nixapa. Y desde que salen de Oaxaca les


informan que por obligación los
indígenas en adelante los hospedarán
y serán sus guías.

Ahuatulco, actualmente Aprecia la costa del Pacífico.


Huatulco.

107
Capalita, Copalitla.
Tecoantepeque, puerto del
Pacífico.
Quelenes. Pasan por esta región porque es la
menos transitada en el camino a
Chiapas, en vez de pasar por
Soconusco y Suchitepec.

Estepeque=Ixtepec. En los “Quelenes”.


Ecatepeque. En la campiña de Tecoantepeque=
Tehuantepec.
Sanatepeque.
Tapanatepeque.
Maquilapa. Montaña que tenía que subir para
seguir hacía Chiapas.
Acapala. Ya en la provincia de Chiapas.
Chiapa de los indios. Duró dos meses su La cual describe con detalle y más rica
travesía de huida
que la Chiapa de los españoles.
desde la ciudad de
México hasta
Chiapas.

San Cristóbal Gage lo menciona como Zinacantán, y


va aquí para presentarse ante el
Provincial y saber su resolución con
ellos.

San Felipe
Chiapa de los españoles o Aquí reside 6 La cual describe como una población
meses de abril a
Real. de las más míseras de América.
septiembre de
1626, enseñando
latín en la escuela
del convento.

108
Teopixca Para ir al convento de Guatemala y
aquí dar clases en el Colegio, lo que
era su objetivo.

Comitlán, este lugar ya En este convento había un fraile


desapareció pero se hallaba francés, el único en toda la Provincia
sobre el Río “San Gregorio”. dominica de Chiapas.

Izquintenango
San Martín Actualmente se encuentra al noroeste
de “Todos Santos”.
Cuchumatlán Grande Ahora “Todos Santos”.

Chiantla Al norte de Huehuetenango.


Chautlán El último pueblo de los
Cuchumatlanes. Actualmente
Chalchitán, que forma parte de
Aguacatán.

Sacapulas En este lugar la principal producción


económica es la sal, que se recoge del
suelo del río que pasa por ese pueblo.

San Andrés o Sajcabajá.


Zacualpa o Santa María En lo cual menciona el introductor que
Zojabah. Gage se equivoca porque Zacualpa y
Zobajah son dos pueblos diferentes y
no uno mismo. Aquí es donde surge la
anécdota de su santidad entre los
indígenas guías, por haber sobrevivido
a una caída de un precipicio.

San Martín (Jilotepeque).


Chimaltenango

109
Jocotenango, muy cerca de En este poblado Gage menciona que
Guatemala. hay 3 molinos de agua, que se mueven
gracias al río que pasa por ese
camino, propiedad del convento
dominico de Guatemala.

Ciudad de Santiago de Permanece en el Aprecia que a pesar, de que es una


convento de
Guatemala, hoy Antigua. ciudad importante no tiene fortalezas
Guatemala por 3
años de 1627 a que impidan la entrada de extranjeros.
1630, como lector
Describe los caminos estratégicos que
o maestro en artes
del Colegio del conectan a la ciudad de Guatemala
convento.
con otros centros económicos
importantes de la zona.

Cobán (Se encontraba en la De aquí es de donde parte a su


provincia de la “Vera Paz”) aventura misional al mando de su
amigo fr. Francisco Morán, para abrir
un camino directo, entre los mayas
mopanes, de la “Vera Paz” hasta
Yucatán.

San Pedro (Curcha)


San Juan (Chamelco) Aquí es donde reciben el ataque
indígena que los hace desistir de su
tarea misional.

Cobán Regresa Gage con Morán a este


convento.
“Golfo Dulce” (puerto). Acompaña a Morán a este lugar,
donde aprecia su comercio y la
debilidad de su defensa.

110
Comayagua (Honduras) Lo describe como uno de los lugares
más pobres de América.
“Gracias a Dios” (valle) Éste se encuentra dentro de la
jurisdicción de Honduras.
Ciudad de Guatemala A donde regresan después de su
fallida tarea misional. Gage pide al
provincial una doctrina para trabajar.

Petapa Llega aquí en Lo manda aquí el provincial para que


1630
aprenda el pokoman de un fraile
amigo suyo, y Gage lo aprende muy
rápido.

Mixco Permanece en Estas son las dos doctrinas que


estas dos
Pinola administra Gage por cinco años y de
poblaciones 5
años de 1630 a donde hace una de sus más ricas
1635.
descripciones en toda su obra.

Amatitlán Llega en 1635 y Funge como vicario de este convento,


reside en él 1 año,
que era un lugar importante y pronto
hasta 1636,
vigilando el trabajo iba a ser elevado a priorato.
de construcción
del nuevo
convento.

San Cristóbal de Amatitlán Esta población la visita como vicario


(a 2 leguas de Amatitlán el de Amatitlán.
“Grande”)

Pampichí Pequeña jurisdicción que pertenecía a


todo el valle de Amatitlán, y el que
también visita como vicario de
Amatitlán.

111
Petapa Reside aquí de Se va aquí con permiso del provincial
1636 a 1637, el 7
en intercambio del fraile de este
de enero de 1637
huye hacía convento, alegando su salud mental y
Inglaterra, ante la
el desgaste por la construcción del
negativa del
provincial para convento de Amatitlán.
dejarlo ir.

Cerro Redondo De esta poblado A 5 leguas de Petapa.


en adelante, son
los lugares por los
que pasó Gage en
su huída a
Inglaterra.

“Los Esclavos” A 4 leguas de “Cerro Redondo”, hacía


el sur, ya que decide tomar el camino
por Nicaragua y el Lago de Granada, el
menos transitado.

Ahuachapa A 10 leguas de “Los Esclavos”, cerca


de la Mar del Sur (Pacífico) y del
puerto llamado “Trinidad”.

Chalcuapan Pueblo de indígenas pokomanes, que


Gage menciona lo recibieron muy
bien.
Ciudad de “San Salvador” Ciudad de españoles, en su mayor
(la capital). parte, a 40 leguas de Guatemala,
ubicado hacía la Mar del Norte
(Atlántico), rodeada de las montañas
llamadas “Chontales”.

“Río de Lempa” A 10 leguas de la ciudad de San


Salvador.

112
Llega a un “pueblo de A 2 leguas del “Río Lempa”.
indios”, del que no dice su
nombre.

Llega a otro “pueblo de A 2 leguas del último, en un terreno


indios”, que tampoco dice su llano y arenoso.
nombre.

“San Miguel” Pueblo de españoles, donde vende su


mula de viaje, para encaminarse por
mar a Nicaragua.

“Golfo de Fonseca” (brazo de A 3 o 4 millas de “San Miguel”, donde


mar) se embarcó.
“La Vieja” Éste un pueblo de Nicaragua, al que
llegó por mar del “Golfo de Fonseca”.
“Realejo” (puerto) Puerto débil y sin fortificaciones de la
Mar del Sur.
León (la ciudad) Aquí paso 2 días Que le sirvieron para apreciar el
potencial económico de la ciudad y el
desaprovecho de ésta.

Granada (ciudad) La describe como una de las partes


más ricas por el gran comercio que se
hace en esta época, cuando parte la
flota España.

“Pueblo de indios”, del que A 1 legua de Granada, sale a éste por


no dice su nombre. temor a que lo descubran los que
vienen de Guatemala y lugares
adyacentes por el gran comercio que
se hace en esa época del año.

113
“Lago de Granada”, El que le toca rodear para ir hacía el
actualmente “Lago de camino a Costa Rica, por la
Nicaragua”. prohibición que hizo la Real Audiencia
de Guatemala de salir desde Granada,
por la presencia de piratas ingleses y
holandeses en el río “Desaguadero”.
advierte que conforme el camino
avanza desciende hacía la Mar del
Sur, es decir, hacía la costa.

Cartago Este se encuentra ya fuera de


Nicaragua, en Costa Rica, y advierte
que desde este punto los indígenas
son más rudos y atrevidos hacía ellos.

Río Sueré, actualmente Río De aquí zarpan por la Mar del Norte
Pacuaré para ir hacía Porto Bello, pero es
donde sufren el ataque pirático de los
holandeses por “Diego, el Mulato”.

Río Sueré A donde regresan después del ataque


holandés que sufrieron. Aquí se les
hace una colecta de limosnas por los
españoles, al saber que fueron
asaltados por los piratas.

Cartago Regresan a éste, para encaminarse


por la Mar del Sur hacía Panamá,
según los informes de algunos
mercaderes de Cartago que los
aconsejan.

114
Nicoya Llega en Cuaresma Aquí hay un convento de franciscanos,
de 1637.
que lo atiende un fraile portugués, al
cual Gage ayuda hasta Semana Santa
y, de ello logra reunir 150 coronas por
su servicio.

Chira
Golfo de Salinas Dura 4 semanas en De donde parte en una fragata rumbo
esta travesía.
a Panamá, gracias al comercio que se
hace con Nicoya por Chira y el Golfo de
Salinas, de púrpura, sal, miel, maíz y
trigo con Panamá.

Islas de Perlas Pasan por aquí, Al sur de las montañas de Veragua.


pero no bajan.
“Puerta o Punta de Chame” Pasan por aquí para llegar a Panamá.
Isla , de la que no menciona Tal vez, por estar deshabitada.
el nombre Gage.
Puerto de Perico (isla) Pasan por aquí.
La Pacheque (isla) Pasan por aquí.
Puerto de Perico Otra vez regresan aquí con ayuda de
los vientos.
Panamá Permanece 15 Menciona está más fortificada que
días aquí. ningún otro lugar de la Mar del Sur.
Sale de allí por la insalubridad del
calor, y toma la ruta por el río Chiagre
o Chagre, ya que el camino por
Portobello era muy dificultoso por las
montañas.

Venta de Cruces Permanece 5 días, A 10 0 12 leguas de Panamá.


esperando la
salida de los botes
para ir por el río
Chiagre.

115
Río Chiagre Dura 12 días Navega en bote por el río, el cual lo
navegándolo. acechan los holandeses.
Portobello Estuvo aquí 25 El cual describe muy bien fortificado,
días. uno de los pocos, y aprecia la Feria
que se hace con motivo de la salida de
la flota hacía España.

Cartagena (puerto) Permaneció por 8 De aquí parten a España y, encuentra


o 10 días. apresados a algunos ingleses, entre
ellos, al capitán Rouse, de la isla
Providencia, de donde salían ataques
ingleses piráticos, que por su posición
estratégica los hacía temibles.

La Habana (Cuba) Donde permanece Partió en la Comitiva que cada año


8 o 9 días, en la llevaba el tesoro del rey a España,
espera de la flota salen aproximadamente en
de Veracruz. septiembre. Con toda la flota de
Veracruz son 52 navíos. Aprecia que el
puerto está bien protegido por mar,
pero por tierra no.

El Golfo de las Bahamas El cual tienen que Mientras estaban haciendo el trayecto
cruzar. de la salida de la Habana y el cruce de
las Bahamas, un navío inglés se
internó entre la flota española y logro
robarse la mercancía de uno de los
navíos españoles que pertenecía a
Dunquerque con valor de 80,000
coronas.

San Agustín Lo avistan.


La Florida La avistan. Estos dos últimos lugares
los describe como una ruta peligrosa
por las tormentas y el clima frío, peor
que el invierno de Inglaterra.

Azores o Terceras (islas) Aquí sufre la peor tormenta de su viaje


hacía España.
Isla Madeira
Cádiz (puerto español) Llegan por fin a España.

116
San Lucar de Barrameda Llegan el 28 de 12 días permaneció aquí hasta que
(España) noviembre de salió una nave con destino a
1637. Hicieron 3 Inglaterra.
meses de tiempo
en el trayecto de la
Habana a España.

117
El trayecto del viaje de Gage en América291.

291
Tomado de THOMPSON, , J. Eric S. (Introducción). Thomas Gage´s Travels in the New World. Norman,
Oklahoma, USA, University of Oklahoma Press, 1958.

118
2.4. El regreso a Inglaterra y el Panorama Cromwell

Y mientras Gage partía a su aventura en América, Inglaterra iba tomando nuevos destinos
que la llevarían a una revolución, la primera de las que se avecinaban en la Modernidad
europea.
Thomas había nacido justamente en la coyuntura del cambio de rey inglés. En 1604
subía al trono inglés Jacobo I de Inglaterra o VI de Escocia, en reemplazo de la gloriosa
reina Isabel I. Enseguida el nuevo rey hizo las paces con España, lo que quizás la facilitó el
viaje al inglés Gage hacía el Nuevo Mundo. Es curioso también como en 1625 cuando
Thomas partía hacia América, en Inglaterra subía al trono el hijo menor de Jacobo I, el rey
Carlos I o también conocido como “baby Charles” entre su familia, por el carácter de
atenciones que tenían para con él.
Décadas más tarde, cuando ya Thomas se encontraba de nuevo en Inglaterra, se
desataría en 1642 la Revolución inglesa y, desde entonces Gage tomaría parte protagonista
en la vorágine inglesa que llevaría a Oliver Cromwell como Lord Protector de la Isla.
Y no es que los Gage no hubieran sido una familia sobresaliente de la vida inglesa,
sino que Thomas al verse expulsado desde muy chico de su tierra natal, no se vio inmiscuido
de esta manera tan importante hasta su regreso.
Cuando Jacobo I subía al trono como rey de Inglaterra, no tenía cabal idea de los
zapatos que tendría que llenar como sucesor de Isabel. Mientras que la “reina virgen” había
sabido compenetrarse sagazmente con su pueblo como buen monarca inglés y darle voz e
impulso al carácter social inglés. En contraparte, el rey Jacobo se topo con pared cuando
quiso hacer su divina voluntad.
Empezando con el pie izquierdo, es ya conocida la anécdota de que el nuevo monarca
cuando se le presentó en Newark a un ladrón lo mandó ahorcar en el instante sin un juicio
previo, actitud que les hizo saber a sus súbditos ingleses que el nuevo rey: “[…] de buen
carácter, engreído y charlatán, entendido en libros, pero pobre juez de hombres, y tan
ignorante de Inglaterra y sus leyes…”292293, no iba a saber cómo manejarse con las

.
293
TREVELYAN…, Op. Cit., p., 266.

119
instituciones de su nuevo reino.
Creyente férreo de la teoría del derecho divino y, en consecuencia, de que su poder y
autoridad venía de Dios y sólo a él y a nadie más debía obedecer y rendirle cuentas como
rey, estaba pasando por alto y violando la tradición y costumbre inglesa del Witan y el Thing
que a lo largo de los siglos la había vuelto en derecho y representado en el Parlamento, sobre
todo en la Cámara de los Comunes, la cual aglutinaba y expresaba los derechos y designios
del pueblo inglés -en su capa mediana e inferior, que era la mayoría de la población inglesa-.
“No sólo siguió siendo Inglaterra terra incógnita para Jacobo, sino que nunca
tuvo conciencia de su ignorancia […] En Escocia no había tenido experiencia de
nada análogo a la Cámara de los Comunes inglesa. El “parlamento” escocés
era de hecho un tribunal de registro, y no podía apreciar la posición mucho más
alta del organismo que llevaba el mismo nombre en Inglaterra” 294.

De hecho no había ningún otro reino europeo análogo a Inglaterra -y en esto residió la
ceguera del rey Jacobo, que quiso gobernar a Inglaterra de acuerdo al absolutismo de la
época-, en ese aspecto, Inglaterra había roto el molde. Para muestra estaba en comparación,
Francia, donde se iba a albergar el “rey sol”:
“El noble despreciaba al campesino; y no había una clase media importante,
acostumbrada a servir a la Corona y a tratar los asuntos públicos en estrecha
conexión con las clases superiores e inferiores a ella […] no había cooperación
entre los burgueses y la noblesse inferior, como en el Condado inglés o en la
Cámara de los Comunes”295.

Elementos fundamentales de donde precisamente salió la figura de Oliver Cromwell.


Pero además, el nuevo rey Estuardo también se encontró con otra realidad que no supo
maniobrar: la rama radicalista del protestantismo inglés iba apareciendo como inseparable
de la política y la religión, el puritanismo elemental iba surgiendo mayormente en los
pueblos ingleses, y se constituía como la más fuerte de todas las sectas, pues comparada con
la nuevas aparecía como la mejor296. Precisamente de estos lugares y por tanto de esta
vertiente religiosa, fue de donde salieron varios de los miembros más importantes de la

294
Ibíd., p., 267.
295
Ibíd., p., 171.
296
PENNINGTON, Denys Hay. A general history of Europe. Seventeenth Century Europe. Gran Bretaña,

120
Cámara de los Comunes y del partido de las “cabezas peladas”. Los dos bandos que se
conformarían como los líderes del bando parlamentario de la próxima Revolución inglesa.
Y es que el nuevo monarca inglés no supo darse cuenta que la formación del
puritanismo en su reino iba amalgamado con el nacionalismo naciente de Inglaterra, ya que
desde que se había dado la Reforma, Inglaterra se debatía entre varias sectas religiosas; pero,
ya en la época isabelina, todas iban teniendo algo en común y era que identificaban a un
enemigo común que era el Papa, al cual colocaban como el blanco de toda la división
religiosa que sufría Inglaterra297. Por ello, cuando el rey Jacobo cometió el error -a ojos del
pueblo inglés-, de hacer la paz con España -el reino identificado como el pilar del poder
Papal-, en 1604, su figura se volvió más antipopular:
‘Esta optimista visión no fue compartida ni por los oficiales en cuestión, ni por
el clero inglés, que denunció la paz como una traición al protestantismo. Como
en 1612 dijo Foscarini, el embajador veneciano, la “masa, tanto de los nobles
como del pueblo, desea la guerra, y tampoco hay ninguna categoría de persona
que oculte la satisfacción si se autorizarán represalias contra España, como en
el tiempo de la difunta reina”’298.

Y es que, además, dicho tratado de paz no “[…]contenía ninguna provisión de


comercio libre con las colonias españolas, y seguían siendo detenidos barcos ingleses, por
toda una variedad de pretextos dudosos…”299, con lo cual el pueblo en general y, sobre todo
las clases económicas pujantes del sur de Inglaterra, no le veían el beneficio a dicha medida,
al contrario, la reprobaban porque se estaba dejando sobrevivir al enemigo español.
Pero aún no terminaban allí los resbalones del rey Jacobo con sus súbditos ingleses.
Para con los católicos “…la política Real osciló entre la concesión y la severidad”300.
Después de prometer mitigar las medidas represivas contra los católicos ingleses, aumentó
las multas por recusación, lo que desembocó en la “Conspiración de la Pólvora”, donde
“…un grupo de caballeros católicos del partido jesuita…”301, planearon volar el Parlamento
junto con el rey, en una de sus sesiones, plan que falló a causa de la información filtrada al

Longman, 1970. P., 119.


297
Ibíd., p., 117.
298
MALTBY…, Op. Cit., p., 127.
299
Ídem.
300
TREVELYAN…, Op. Cit., p., 268.
301
Ídem.

121
gobierno, pero que sin embargo, demostró que “Todo lo que se había dicho acerca del
resultado de las enseñanzas jesuíticas pareció al inglés corriente estar más que
confirmado”302.
Los católicos ingleses, una vez más por sus acciones, se confirmaban como el enemigo
interior, aliado con España, que sin embargo, no recibió, según la opinión de los protestantes
ingleses, la represalias severísimas que debió haberles impuesto Jacobo I.
Por otra parte, el poder marítimo que Inglaterra iba desplegando y que la llevó al
clímax con su reina Isabel en la victoria sobre la “Invencible” de España, el nuevo rey
Jacobo no pudo más que decepcionar a su reino a este respecto “…no sólo era Jacobo nada
guerrero […] sino que siendo un escocés de entonces no tenía idea del poder marítimo”303.
Y se dedicó como consecuencia de su pacto de paz con España, a sancionar a los ingleses
que partían hacía las colonias hispanoamericanas a comerciar ilegalmente, lo que desembocó
en el decaimiento de la Marina Real y de su poder, en la degeneración de la piratería inglesa
en América, y en la marginación del comercio inglés en todo el mundo por la otra potencia
protestante marítima que comenzaba a ser Holanda.
Pero aún más, cuando estalló la “Guerra de los Treinta Años” en 1618, la opinión
popular inglesa y con ella, la Cámara de los Comunes en el Parlamento, declaraban que el
rey inglés debía intervenir a favor del partido protestante en el Continente, máxime porque
su yerno: Federico V, se encontraba luchando contra la facción católica de la que era fiel
aliada España: “La opinión popular se inclinaba a creer que España era la culpable absoluta
de esta amenaza al protestantismo en el continente, y estaba furiosa contra el rey por negarse
a intervenir”304.
Sin embargo, el rey Jacobo se resistió a hacer la voluntad de sus súbditos y siguió sin
escucharlos, en su lugar, para descontento aún mayor de los ingleses, fue tratando el
matrimonio de su hijo, el príncipe Carlos, con una infanta española, tal vez para mediar
como pacificador entre uno y otro bando religioso de la Guerra en Alemania, sin embargo,
“El matrimonio español, como claramente lo veía el pueblo inglés, llevaría consigo
herederos españoles y reyes católicos que tratarían de deshacer la obra de Isabel”305.

302
Ídem.
303
Ibíd., p., 269.
304
MALTBY…, Op. Cit., p., 128.
305
TREVELYAN…, Op. Cit., p., 271.

122
Ello representaba el colmo de la soberbia Real, no sólo se dejaba estar en pie a España,
sino que hasta se fraguaba una alianza con ésta -la nación del Anticristo-, lo que era de la
mayor condenación inglesa. Era claro que el nuevo rey no estaba, ni le interesaba estar
compaginado con su pueblo, sino que hasta lo despreciaba en sus opiniones y pisoteaba, con
ello, el legado isabelino.
Así fue como se hizo plausible la idea a los ojos ingleses de el que detrás de toda esta
política Real de alianza con España del rey Jacobo, se encontraba la figura del embajador
español: Diego Sarmiento de Acuña, conde de Gondomar, el cual tenía bajo su completo
influjo al rey inglés306, a tal punto que incluso éste había dispuesto la ejecución de Sir
Walter Raleigh, el archienemigo de España y figura emblemática de la Inglaterra
isabelina307, para demostrar al embajador español su compromiso real con el matrimonio de
Carlos. Así era como lo percibía la opinión pública inglesa, para ésta era claro que detrás de
todos los achaques del gobierno inglés y sus choques con sus súbditos estaba España, ya
fuera por medio del embajador Gondomar, o por los jesuitas en colaboración con los
católicos ingleses, el enemigo era el mismo: España, y ésta no iba a descansar hasta destruir
a la protestante Inglaterra. Reflejo, entre otros, de ello era la publicación de un libelo
llamado Vox Populi (2a parte): “Allí, los políticos españoles analizan por qué los ingleses se
muestran tan mal dispuestos hacía ellos, y fraguan un plan basado en mantener en paz a los
ingleses mientras su país es subvertido desde adentro”308.
Éste era el papel que precisamente, para los ingleses, estaba haciendo Gondomar.
Pero, ahí no finalizaba la aversión hacia Iberia, para que se tanga una mayor idea de lo
impopular que era entre la sociedad inglesa, en general, una alianza matrimonial con España,
en otro libelo llamado Vox Coeli, ‘Essex alega contra el enlace español que la familia real de
España es “una generación incestuosa” y que Jacobo debe disolver todo tratado con esos
“lobos romanos y zorros españoles, que han devorado tantas ovejas de Cristo y arruinado su
viña; sí, la sangre de los Santos clama venganza a las puertas del cielo”’309.
Como se puede ver, en esta acusación había una mezcla de nacionalismo inglés vertido
con su respectivo protestantismo. Elementos esenciales que Jacobo I no supo darse cuenta,

306
MALTBY…, Op. Cit., p., 129.
307
BLITZER, Charles. Las grandes épocas de la humanidad. Historia de las culturas mundiales. La era de los
reyes. México, Time-Life, 2002. P., 142.
308
MALTBY…, Op. Cit., p., 131.

123
constituían la identidad nacional de sus súbditos ingleses.
Así, ésta aversión de la opinión inglesa que iba en crecimiento contra su rey, brotó en
1621, en, precisamente, la Cámara de los Comunes, cuando éstos le pidieron al rey que
desistiera del matrimonio con España y, en cambio, entrara en la “Guerra de los Treinta
Años” para formar un alianza protestante310 en contra de los Habsburgo1111| 1||1|||.
Entre los miembros más acabados del debate estaban sir Edward Coke y sir Robert Phillips,
éste último argumentando que “…los designios de España siempre se alcanzan con falsía,
pues reposan sobre ese gran monstruo romano”311.
La enemistad con España no era solamente por motivos políticos y económicos, sino
que también descansaba en una convicción religiosa profunda, que poco a poco hizo creer a
los ingleses que era el “pueblo elegido por Dios” y, que su tarea consistía en derrocar a los
cristianos hipócritas que sólo entorpecían la venida del Mesías con sus malas acciones,
cuando en uno de estos panfletos antiespañoles de la época se hacía hablar a un senador de
Venecia, que decía de los hispanos “…son infieles, codiciosos y los más insaciables de
todos. Pues ¿dónde […] entre todos los rincones de la Tierra en que estas infames arpías
hayan puesto pie, no han quedado las huellas del vicio más abominable?”312. Por supuesto,
los ingleses se referían a América y Flandes, donde eran sabidas las atrocidades cometidas
por lo españoles a través de la achacosa critica de fray Bartolomé de las Casas, Hakluyt y
otras crónicas españolas publicadas en inglés313.
Sin embargo, el rey inglés no era de esta idea y como le resultaban insolentes las
peticiones de los Comunes, ya que la política exterior era facultad del rey314 y, por tanto, se
estaban entrometiendo en sus prerrogativas Reales, disolvió el Parlamento y arrestó a Coke
y Phillips315. En 1624, después de que el matrimonio del príncipe Carlos con una infanta
española se vio eliminado por el rechazo de ésta, el rey Jacobo tregua con el Parlamento e
hizo caso de ir a la guerra contra España en Alemania.
Sin embargo, daba a su vez un revés a Inglaterra, casando a su sucesor con “…la

309
Ibíd., p., 134.
310
BLITZER…, Op. Cit., p., 142.
311
MALTBY…, Op. Cit., p., 129.
312
Ibíd., p., 135.
313
Ibíd., véase todo el capítulo IV. La rebelión de los Países Bajos.
314
BLITZER…, Op. Cit., p., 140.
315
Ibíd., p., 142.

124
ferviente católica Enriqueta María de Francia, destinada a ser origen de mochos trastornos
para Inglaterra…”316. En 1625 moría Jacobo y subía Carlos I como rey de Inglaterra, un
todavía mayor desatino para la nación inglesa, ya que si al primer monarca Estuardo, al
parecer, le había importado más sus papel como pacifista en la política exterior, que su reino
desde el interior, Carlos I no iba a saber ponderar ninguna de las dos, aunado a que su
pueblo no había olvidado aún la época dorada isabelina.
“Inglaterra había encontrado en los monarcas Tudor representantes adecuados
de su propio espíritu y política, pero los Estuardos, mientras reclamaban
poderes aún mayores de una fuente más alta que la ley y las costumbres
inglesas, adoptaron políticas, en el país y fuera, que eran en algunas de sus
líneas fundamentales opuestas a los deseos de los elementos más fuertes de la
sociedad inglesa”317.

En efecto, Carlos I resultó peor gobernante que su padre, menospreciaba al Parlamento


que en su desastrosa guerra declarada a España y embarrada con Francia -la otra potencia de
la Cristiandad-, tuvo que pedirle dinero y autorización de más impuestos para subvencionar
las batallas; a lo cual este órgano cada vez se mostró más indispuesto, y ello debido al mal
manejo que de la guerra estaba haciendo el nuevo rey en el extranjero, a la influencia
perniciosa que ejercía sobre él, su favorito Bugkingham, y a la creencia que tenía sobre si
mismo del derecho divino y del absolutismo -para lo cual tenía muy de cerca la figura de su
cuñado, el rey de Francia, Luis XIV, el mismo que lo inspiraba a querer hacer lo mismo en
Inglaterra-, creencia que “… iba acompañada por un odio aún más
enconado a los puritanos y una considerable simpatía por el catolicismo romano”318.
Grave equivocación ya que estos squires (hidalgos) puritanos eran los que iban
conformando en su mayor parte la Cámara de los Comunes, que se iba constituyendo a su
vez, en el partido y oposición más fuerte de Inglaterra hacia el rey319, bien representado en el
Parlamento.
La influencia que la reina Enriqueta hacía se dejaba ver cada vez más en la política
religiosa de su esposo. Y en las tres veces que en cuatro años el rey convocó al Parlamento

316
TREVELYAN,… Op. Cit., p., 271.
317
Ibid., p., 265.
318
BLITZER…, Op. Cit., p., 142.
319
TREVELYAN…, Op. Cit., p., 274.

125
para pedir mayor presupuesto, ya que así como la política exterior era prerrogativa del rey,
“Los poderes especiales del Parlamento tenían que ver con el control de los cordones de la
bolsa del país […] el rey […] tenía que acudir al Parlamento para obtener fondos adicionales
porque sólo el Parlamento podía exigir el pago de contribuciones”320, desembocaron las
sesiones en discusiones y en arrestos de los líderes parlamentarios por el rey.
Hasta que en 1629, otra vez necesitado de dinero, el rey convocó de nuevo al
Parlamento, esta vez la sesión subió aún más de tono, los parlamentarios se quejaron de
‘…la introducción de prácticas “papistas” en la Iglesia de Inglaterra’321, antes que atender la
cuestión dineraria, y cuando el rey intentó suspender la sesión, el presidente se quedo a la
fuerza,
“…mientras el Parlamento aprobaba por aclamación tres decisiones. La
primera decía que todo aquel que se metiera con el protestantismo instaurado en
Inglaterra era enemigo del Estado; la segunda […] que todo aquel que intentará
imponer contribuciones sin el consentimiento del Parlamento era enemigo del
Estado; la tercera […] que quien pagará esas contribuciones impuestos
ilegalmente era traidor a Inglaterra”322.

Así se suspendió la sesión que, con sus dictámenes dejaba paralizado


económicamente al rey y le demostraba que el protestantismo era parte inherente a la
identidad nacional inglesa.
Empero, el rey obstinado no hizo caso de tales características de su pueblo y disolvió
el Parlamento, esta vez, por once años, de 1629 a 1640 Carlos I gobernó a Inglaterra sin
Parlamento.
En algún otro reino europeo y en esta época, ello no hubiera resultado tan lacerante -
porque de hecho era el absolutismo que se estaba instaurando en el resto de Europa-, pero en
Inglaterra resultaba inadmisible, con un Parlamento que tenía vida por sí mismo y no era un
órgano más del poder centralizador del rey, el que éste lo disolviera y lo convocará a su
gusto, sin apegarse a la Common Law y a la tradición política de siglos que Inglaterra había
materializado en su Parlamento, dicho acto Real se volvía una afrenta despótica contra el
pueblo inglés. El rey Carlos no concebía en su reinado que,

320
BLITZER…,Op. Cit., p., 140.
321
Ibid., p., 142.

126
“[…]las casas señoriales de Inglaterra producían una raza notable de hombres
aptos para tomar asiento en el parlamento. Arcaizantes en su saber, y devotos de
la ley, la costumbre y el precedente, se persuadieron a si mismos y a sus
compatriotas de que únicamente estaban reclamando antiguos privilegios y
manteniendo el espíritu, y aún la letra de la Magna Carta”323.

Y fueron estos mismos hombres guiados por sir Edward Coke, uno de los mayores
defensores de los derechos del Parlamento, cuando Carlos I lo había congelado, el mismo
que había sido arrestado en 1621, el que volvió a dirigirlos después de 1629 alegando contra
el linaje Estuardo y su muy extraña teoría- para los ingleses-, de la ley, se lanzó al mando
del debate que los reyes Estuardo quisieron ganar y que sólo terminaron de demostrar su
ignorancia sobre la naturaleza de su reino:
‘[…]Jacobo y Carlos mantenían, con los estudiosos del derecho romano, que la
voluntad del príncipe era la fuente del derecho y que los jueces eran “leones
bajo el trono”, limitados a hablar como él los dirigiera. Coke […] dentro del
espíritu del Common Law inglés, concebía la ley como poseedora de una
existencia propia independiente, puesta por encima del rey tanto como de sus
súbditos, y llamada a juzgar imparcialmente entre ellos. Las leyes eran sólo
alterables por el tribunal supremo del parlamento. Los tribunales de
prerrogativa [creados por Carlos I durante su gobierno sin Parlamento], con su
aceptación del derecho romano y su procedimiento arbitrario, pertenecían,
según él, a una civilización extranjera‘324.

En esta frase de Coke se volvía a repetir la concepción que sobre la ley tenían los
bárbaros anglosajones325 cuando llegaron a Britania. Amalgamada ya con un matiz profundo
de nacionalismo, “…Coke y los parlamentarios […] estaban sobre una base conservadora y
nacional contra la innovación del tipo que prevalecía en el Continente. Apelaban al pasado,
al pasado de Inglaterra, y no al del Imperio romano”326, y otra vez se hacía presente el
precedente de la insularidad cultural para Inglaterra.
Sin embargo, Carlos I siguió empecinado en su poder que creía tenía como rey y, al no

322
Ibíd., p., 143.
323
TREVELYAN…, Op. Cit., p., 265.
324
Ibíd., p., 274.
325
Supra, p.,
326
TREVELYAN…, Op. Cit., p., 274.

127
tener un Parlamento que aprobara nuevas contribuciones (especie de impuestos), impuso por
sí sólo el ship money, de aquí la gran desavenencia que se ganó entre la clase marinera y por
la opinión pública en general, debido a la ilegalidad de tal medida327.
Pero aún faltaba la gota que derramaría el vaso y, el rey Carlos la dio, cuando en
materia religiosa dejó como líder de la Iglesia en Inglaterra a William Laud, arzobispo de
Canterbury. Es cierto que Laud era de convicción anglicana y como agente Real, era
partidario de la idea de que la Iglesia anglicana y el poder regio se encontraban en una
relación de reciprocidad igualitaria, en consecuencia entre más creciera el poder del
anglicanismo más crecería el poder Real y, por ello, se encargó de acrecentarlo, queriendo
instituir el anglicanismo como religión nacional, persiguiendo rigurosamente a todos
aquellos que fueran opositores a su culto, sin embargo, el mayor blanco de su persecución
fueron los puritanos, de aquí que en esta época fuera donde se diera el mayor índice de
emigración puritana hacía el norte de América328.
Ello debido a que, quizás Laud veía a esta porción religiosa, que era mayoritaria, como
la más peligrosa por su fuerza política e ideológica y por su poder económico, lo que
estorbaba en demasía el afianzamiento del anglicanismo en Inglaterra. Sin embargo, esta
medida se convirtió en un arma peligrosísima para el rey inglés y su arzobispo Laud, ya que
precisamente el puritanismo iba conformando fuertemente la fracción más avasalladora de el
nacionalismo inglés.
A su vez, Laud comenzó a implantar otras políticas en apoyo de la supremacía regia
como, aumentar la injerencia en asuntos seculares a los sacerdotes y obispos anglicanos, por
ejemplo entre otras cosas, “…revivió la actividad de los tribunales eclesiásticos y emplazó a
laicos influyentes para que respondieran de sus pecados ante los sacerdotes […] [al mismo
tiempo que], los obispos empezaban a reemplazar a nobles y comunes como consejeros
favoritos de la Corona…”329, y censuró la imprenta en las opiniones que no lo favorecían,
dejando su control en manos eclesiásticas.
En contraparte, la vertiente católica se veía cada vez más protegida y excluida de la
persecución que sufrían los puritanos, a causa de la protección que la reina de Carlos I les

327
Ibíd., p., 275.
328
Ibíd., p., 276.
329
Ídem.

128
brindaba, incluso hasta “[…]la religión de Enriqueta María de puso de moda en la Corte”330.
En detrimento de lo que habían hecho los últimos Tudor a favor de la tradición política
inglesa, William Laud estaba haciendo todo lo posible, en la opinión mayoritaria inglesa, en
destruir dicho legado. Era verdad que Laud no era partidario del catolicismo, pero la política
religiosa que aplicó demostraba que consideraba más sus enemigos a los puritanos que, a
cualquier otro grupo religioso, y esto no podía más que acarrear un descontento enorme
entre la sociedad inglesa que opinaba que “…si continuaba indefinidamente semejante
estado de cosas, se conseguiría la vuelta de Inglaterra al redil del Papa”331. Asunto de la no
mero preocupación.
Dichas actitudes no hicieron más que terminar de polarizar a la sociedad inglesa, y
hacer que se identificara a la religión anglicana con el despotismo Real, que cada vez se
mostraba más intransigente y pedante, ya que ésta no sólo estaba exigiendo contribuciones
ilegales -porque no habían sido aprobadas por el Parlamento, la única institución capaz de
autorizarlos-, reemplazando los atributos gubernamentales y políticos que tenía el
Parlamento con otras instituciones autocráticas, sino que también se estaba metiendo con la
cuestión espiritual de sus súbditos.
La intolerancia, persecución y ceguera de la Iglesia Anglicana, fue lo que causó no
únicamente el nulo reclutamiento de nuevos adeptos, sino hasta la baja de algunos de sus
miembros más importantes, “El alto anglicanismo tenía ya sus hombres de estudio y sus
poetas, pero aún no había ganado el corazón de ninguna porción grande de los squires, y
menos aún del pueblo”332. Al contrario fue en dicha época donde perdió gran parte de su
popularidad favorable y, ello causó que en las capas sociales -a pesar de las medidas Reales-
, su contraparte el puritanismo que, estaba siendo perseguido y victimizado, fuera
triunfando.
De este modo, no sólo los squires, obviamente, sino el resto de las capas sociales que
podían ser consideradas moderadas, se fueron inclinando al puritanismo y su causa, y éstos
“Los puritanos, […] se hicieron más que nunca partidarios del parlamento, en espera del
tiempo en que las circunstancias obligarían a Carlos a convocar las dos Cámaras…”333.

330
Ibíd., p., 277.
331
Ídem.
332
Ibíd., p., 276.
333
Ibíd., p., 277.

129
Y el tiempo llegó en 1637, cuando Carlos I, convencido por su arzobispo Laud de que
334
Escocia no tenía religión , quiso imponerle a la Iglesia escocesa, que era presbiteriana, la
misma administración que tenía la Iglesia anglicana, es decir, someterla bajo el mandato
Real, con la imposición del Libro de Oraciones inglés335, para con ello remachar su
absolutismo en la Isla con los dos reinos sometidos al monarca Estuardo.
Esto estalló el descontento escocés que venía aguantando desde hacía varias décadas.
Conscientes éstos de que su única institución de representación, fuerza y resistencia popular
era la Iglesia y sus ministros, olvidados por sus monarcas Estuardos a causa de los enredos
de problemas que le presentaba su otro reino: el inglés. Los escoceses habían aguantado y
tolerado, hasta cierto punto, cierta marginación, hasta que su rey topó en el colmo de no sólo
querer mantenerlos en el segundo termino de sus preocupaciones, sino hasta subyugarlos en
el plano religioso, imponiéndoles el mismo molde eclesiástico que tenía el irritante vecino
inglés. “Jacobo I habiendo sido educado en Escocia, había supuesto que el parlamento
inglés, como el escocés, existía para obedecer al Consejo Privado [del rey]. Su hijo Carlos,
educado en Inglaterra, hizo el error correspondiente de suponer que la iglesia escocesa
podía, como la inglesa, ser moldeada por el mandato real”336.
El desconocimiento de ambos reyes por sus reinos, Jacobo por Inglaterra y Carlos por
los dos, condujeron a los reyes Estuardo a su ruina.
En 1638, estallaba la rebelión en Escocia y Carlos I necesitado de dinero para financiar
un mejor ejército, aconsejado por Wentworth, convocó al Parlamento el 13 de abril de 1640,
para que éste le autorizara recursos económicos. Después de once años de no sesionar por el
despotismo Real, era de esperarse que el Parlamento de dedicará a exponerle al rey sus
errores y atrevimientos contra dicho Consejo, antes que tratar la cuestión dineraria para
sofocar la rebeldía escocesa -algo, que tal vez, se veía con buenos ojos, el presenciar cómo
el rey se iba a zafar de semejante enredo-, en resultado, el monarca inglés antes de tres
semanas volvió a disolver el Parlamento, de aquí que se le conozca a este periodo como el
“Parlamento Corto”337.
Sin embargo, pasados otros cuantos meses en noviembre de 1640, a causa de las

334
Ibíd., p., 267.
335
Ibíd., p., 280.
336
Ídem.
337
BLITZER…, Op. Cit., p., 143.

130
derrotas inglesas por la sublevación escocesa que ahora se encontraba ya ocupando los
condados ingleses del norte, Carlos I volvió a convocar al Parlamento, para pedirle la
autorización de más dinero, pero éste aún más irritado y consolidado por los hechos:
‘Privó al rey de su derecho de disolver cualquier Parlamento sin su
autorización; aprobó una ley que estipulaba que el rey convocaría al
Parlamento cada tres años; abolió los “tribunales de prerrogativa”, a los que
recurría el rey para obtener apoyo legal, y declaró que eran nulas y sin valor
todas las contribuciones impuestas sin la autorización del Parlamento 338.

El rey que necesitaba el dinero cedió, pero se resistió cuando la petición se avocó a la
disminución de la influencia de la Iglesia anglicana en los asuntos políticos de Inglaterra. A
este periodo se le conoce como el “Parlamento Largo”, porque a través de trece años siguió
sesionando de una u otra forma. Con todo, en 1640 paró la sublevación escocesa.
Sin embargo, las malas relaciones entre el rey y el Parlamento, como era de esperarse,
continuaron a tal punto que, ya en vísperas de la Revolución, en 1642 el rey había trasladado
su Corte de Londres -la capital marítima de Inglaterra, la misma que albergaba a los sectores
sociales económicos más pujantes-, a York, más hacía el norte, por temor a una agresión.
No en vano temía Carlos I, pues en junio de ese mismo año el Parlamento le
presentaba su ultimátum: las “Diecinueve Proposiciones”, que remachaban la obra de esta
institución, dándole con ello el control definitivo del ejército, la Iglesia y el Estado, a
cambio se le otorgaría más dinero al rey339.
Era de esperarse que Carlos I las rechazará, podía permitir que el Parlamento
sesionara, pero que éste obtuviera el mando completo de Inglaterra era inaudito, osado de su
parte y, obviamente contrario a la idea que tenía sobre sus derechos como rey, sobre todo,
porque le parecía que dicha proposición estaba vertida como un medio de chantaje a su
persona Real, para poder obtener más dinero. Había llegado el punto, en que ninguno de los
dos poderes iba ceder frente al otro, a los dos les parecía que se habían pisoteado sus
dignidades y habían caído en el límite de la tolerancia, los recursos legales se habían
agotado, no había otro medio más que la fuerza armada, ésta lo iba a decidir.
Así las cosas, el 12 de julio el Parlamento acordó formar su ejército, el 22 de agosto el

338
Ídem.
339
Ídem.

131
rey levantaba el estandarte Real en Notthingham, la Revolución había comenzado e
Inglaterra se dividió en las dos partes que ya se sospechaba: la mayoría de la aristocracia
apoyaron a la causa Real, el oeste de Inglaterra y Gales eran realistas; el este y el sur, en
contraparte, estaban con el Parlamento340, precisamente esta zona donde la actividad
marítima y comercial era el bastión económico y comercial de los ingleses y donde el
puritanismo se encontraba más arraigado, era el punto fuerte del Parlamento, ya que esta
parte social era también la que más fuertemente había sido golpeada por las medidas
realistas que había designado Carlos I, sobre todo por el ship money.
Los dos primeros años de la guerra los dos bandos resultaron casi parejos en fuerzas.
Pero después de este periodo, cuando a fines de 1643 el ejército del rey dominaba tres
cuartas partes de Inglaterra, a principios de 1644 la victoria le empezó a sonreír al
Parlamento, cuando el desgaste de los episodios de la pelea se comenzaron a palpar, era de
esperarse que el mejor aprovisionado iba a vencer.
El Parlamento que seguía siendo el jefe en la administración dineraria del reino, pudo
tirar y manejar mejor los cordones de la bolsa de Inglaterra para financiar su causa:

“Para pagar los gastos de la Guerra civil, el Parlamento Largo introdujo


impuestos sobre los productos y una contribución mayor sobre tierras y
propiedades, mucho más provechosos para el público y mucho menos injustos
para los individuos que la arbitraria tributación por medio del antiguo
“subsidio”341.

Ello, le permitió al Parlamento crear un ejército organizado con paga regular, en


sustitución del botín o el saqueo que hacían los soldados realistas. Tal medida, unida a los
desplantes que Carlos I había cometido antes de comenzar la Revolución, terminaron de
decidir a los partidos moderados que quedaban en Inglaterra a unirse al bando parlamentario,
el mismo que tenía su arrastre en la población de tinte puritano, ésta que era mayoritaria en
Inglaterra, en comparación con los grupos anglicanos y católicos, que era realistas.
Aunado a esto, en 1644 el Parlamento firmaba un tratado con Escocia, lo que traía a

340
Ibíd., p., 144.
341
TREVELYAN…, Op. Cit., p., 288.

132
los escoceses en ayuda del bando parlamentario342. Y como “El mar era de los enemigos del
rey”343, a causa de su mala política marítima, éste se encontró casi aislado de toda ayuda
fuera de la Isla; en cambio, “El comercio inglés de ultramar se continuó para aumentar la
riqueza de los rebeldes, mientras Carlos tuvo dificultad aún para importar armas del
exterior”344. Las malas pasadas que el rey inglés le había jugado a la clase marítima inglesa,
se le regresaban y por duplicado.
Sus súbditos ingleses que concebía como sus servidores, se rebelaron en la Revolución
para alzar la voz por medio de su Parlamento, que le recordaba al rey, que la ley común al
reino, debía ser cuidada y preservada por toda la comunidad y, él como monarca, por sobre
todos, debía de acatar dicho convenio: el rey debía de servir a su pueblo y hacer su
voluntad345.
Pero faltaba un elemento más que vendría a decidir definitivamente la guerra a favor
del Parlamento: a pesar de la ayuda que el rey Carlos I, tenía en su sobrino el príncipe
Ruperto, entrenado en las batallas del Continente, surgió para el lado parlamentario “..un
jefe todavía mejor de caballería, que tenía también los instintos de un gran general…”346,
Oliver Cromwell, nativo de la Anglia Oriental -esa zona precisamente fuerte del Parlamento-
, de clase media y parlamentario en la Cámara de los Comunes, se dejó sentir como el
hombre líder, que más tarde sería el núcleo predominante del ejército parlamentario.
Cromwell se encargó de organizar y darle convicción nacionalista, que los nuevos ejércitos
de la Modernidad tendrán, a un ejército que conformó de su distrito natal y, que por su
contundencia militar se convirtió posteriormente “…en la columna vertebral de las fuerzas
del Parlamento”347. Éstos eran los famosos “Ironsides” o “costados de hierro”, que por su
formación se hacía casi imposible romperlos o dividirlos.
Cromwell con su convicción nacionalista y religiosa rompía el molde de los anteriores
ejércitos europeos de mercenarios y soldados reclutados a la fuerza, donde el único que
resaltaba era el dirigente de tales tropas, aún en el ejército de Luis XIV se solía observar
que, “A pesar del talento de quienes lo dirigían y de la eficacia de su disciplina, le faltaba la

342
BLITZER…, Op. Cit., p., 144.
343
TREVELYAN…, Op. Cit., p., 288.
344
Ídem.
345
Volvía a repetirse el poema de Froissart, Supra., p.,
346
TREVELYAN…, Op. Cit., p., 289.
347
BLITZER…, Op. Cit., p., 144.

133
abnegación y fogosidad de un ejército cuyos soldados han abrazado personalmente la causa
por la que luchan”348. Y exactamente esto fue lo que Cromwell supo terminar de transmitir a
sus compañeros de batalla, como ferviente puritano, creyente de la predestinación y de la
mano de Dios en todos los actos humanos, supo irradiar la fuerza que a cada batalla lo
animaba el bien divino y que cada victoria le comunicaba la confirmación de que Dios
estaba de su lado, y por eso, le comprobaba que estaba del lado de la justicia.
“El secreto del genio de Cromwell radicaba en una combinación extraordinaria
de humildad y arrogancia, de tolerancia y firmeza intransigente. Estaba
íntimamente convencido de que hacía la voluntad de Dios y de que Dios lo sabía
[…] Comunicando este sentido de misión divina a sus tropas, Cromwell forjó un
ejército que luchaba apasionadamente por una causa, en lugar de hacerlo por la
paga o el botín. Más como no pudo comunicar su profunda tolerancia para las
creencias de otros hombres, también forjó un ejército de fanáticos. Esta fue la
gran tragedia de Cromwell”349.

Y es que el fervor puritano era tal que se decía que en el ejército de Cromwell, estaba
prohibido maldecir y los soldados pasaban su tiempo libre leyendo la Biblia, en vez de
jugando a los naipes350.
Los “Ironsides” de Cromwell no sólo estaban convencidos de estar luchando por su
libertad frente a un rey que quería volver a su nación al absolutismo, sino también por
liberar a Inglaterra del poder del Anticristo, vertido sobre el monarca y al influencia que su
católica esposa tenía sobre la Iglesia inglesa y su propio esposo. Las simpatías Reales por
los católicos fueron en aumento encabezando la identificación de la causa papal con la
monárquica. De aquí, que estos hombres no cedieran ante negociaciones intermedias, “[…]
objetaban tanto a la imposición de la ortodoxia presbiteriana como de la anglicana”351.
Así, decididas las balanzas, Marston Moor en 1644, fue la demostración contundente
de la victoria de los sectarios de Cromwell -como también se les llamaba-, sobre las tropas
Reales, a tal grado, que al siguiente invierno el Parlamento copió para todo su ejército el
modelo de los “Ironsides”. A este renovado tipo se le llamó el Nuevo Ejército Modelo, y en

348
Ibíd., p., 58.
349
Ibíd., p., 144.
350
INCHAUSTÉGUI, Marino J. La gran expedición inglesa contra las Antillas Mayores. El plan antillano de
Cromwell (1651-1655). Tomo I. México, Gráfica Panamericana, 1958. P., 211.
351
TREVELYAN…, Op. Cit., p., 289.

134
junio de 1645 en la batalla de Naseby -ya sin ayuda de los escoceses-, “…el Ejército de
nuevo modelo, bajo Fairfax y Cromwell, desbarató el último de los ejércitos del rey”352.
En 1646 se completaba la victoria con la capitulación de Oxford, el cuartel general
realista, y el rey Carlos I se rendía, pero a los escoceses. Enseguida, como siempre sucede
con los ganadores después de una revolución, los diversos grupos que conformaban al
ganador bando parlamentario, comenzaron a tener diferencias sobre cómo gobernar al reino
que tenían bajo sí.
Dichas diatribas le permitieron al rey inglés insensato planear poder recuperar su
poder, pactando un tratado con Escocia de ayuda a su causa, a cambio de instituir una Iglesia
Presbiteriana Nacional353. Este acto desató en 1648 una segunda guerra civil, la última parte
de la Revolución inglesa, con terribles consecuencias para Carlos I, ya que con su acción
terminaba de demostrar a las partes parlamentarias que no iba a ser posible una negociación
con este rey. Dicha intentona fue eliminada definitivamente en la batalla de Preston en
agosto de 1648 por el Nuevo Ejército Modelo, comandado por Cromwell, como jefe
supremo de éste354; sin embargo, “[…]había enfurecido a los hombres de oraciones y hierro
a cuyos pies estaban ahora postrados el parlamento y el país” 355. Grave error del rey inglés,
que hasta el último momento en vez de aceptar con humildad su derrota, se mostraba
arrogante en su título de monarca, sin ver que con su acto, terminó de imponer a las fuerzas
armadas como el grupo vencedor dentro del bando parlamentario.
Dicho partido no le perdonó su osadía, y en enero de 1649 dictó su sentencia, después
de procesarlo en el Parlamento, se le juzgó por alta traición y se decidió “…que a dicho
Carlos Estuardo, como tirano, traidor, asesino y enemigo público del buen pueblo de esta
nación, se le dará muerte cortándole la cabeza del cuerpo”356. Se cuenta que momentos antes
de cumplir su sentencia, los parlamentarios aún le volvieron a presentar los “Capítulos de las
Proposiciones” para que lo firmara y salvara su vida, pero el rey Carlos I se negó357.
El 30 de enero de 1649 el primer rey europeo moría decapitado por su pueblo. Sin
embargo, el hecho de que todavía en el último instante le presentaran una última

352
Ídem.
353
BLITZER…, Op. Cit., p., 145.
354
Ídem.
355
TREVELYAN…, Op. Cit., p., 290.
356
BLITZER…, Op. Cit., p., 145.
357
INCHAUSTÉGUI…, Op. Cit., p., 251.

135
oportunidad, muestra que no es que Cromwell y los ingleses hubieran querido desde un
principio la muerte de su rey, sino que apelaban a que éste aceptara las limitaciones y
responsabilidades que tenía un rey inglés, sin embargo, Carlos I siguió aferrado a su
terquedad y no quiso negociar, entonces Inglaterra se dio cuenta que no iba a lograr su paso
hacía una monarquía constitucional, no con este rey, por eso se hizo necesario ejecutarlo.
Mientras el monarca Carlos seguía empantanado en su idea de regresar a Inglaterra al
absolutismo, ésta ya no podía retroceder y el tiempo dejó atrás al perdedor.
Sin embargo, ahora quedaba Inglaterra a la deriva, aunque el Parlamento tenía siglos
de experiencia en la práctica política, nunca se había hecho cargo por sí sólo de todo el
gobierno de la Isla, además ahora se encontraba dividido desde adentro por la fuerza que le
había dado la victoria: el ejército, este grupo que tenía las armas y, que por su grado de
fanatismo religioso no estaba dispuesto a pactar soluciones moderadas, “La mayoría de los
miembros del Parlamento [al terminar la Revolución] estaba en favor de una monarquía
limitada y una Iglesia Presbiteriana Nacional. Pero el Nuevo Ejército Modelo de Cromwell
no quería un rey ni una Iglesia nacional y se negó a transigir”358.
Este grupo que se ofrecía como el vencedor, enseguida de la decapitación del rey,
purgó a la Cámara de los Comunes de los miembros que fueron opuestos a él, abolió la
monarquía y la Cámara de los Lores y, se declaró la Commonwealth como forma de
gobierno de Inglaterra.
Como sucede con todas las revoluciones, ahora se le planteaba al equipo ganador el
problema de cómo desarmar a esa fuerza que le había dado la victoria campal al partido
parlamentario, si no se era posible negociar, entonces cómo se iba llegar a un acuerdo, sin
dejar caer a Inglaterra en la anarquía. Fue entonces cuando, desde las sectas militares de los
“igualitarios” hasta los moderados parlamentaristas, se erigió un elemento que fungió como
el mediador entre todas estas ramificaciones del partido vencedor de la Revolución inglesa:
Oliver Cromwell, por los mismos talentos militares que supo mostrar en toda la guerra se
había ganado el respeto de líder entre los soldados, como parlamentarista sabía cómo
negociar, y como buen puritano supo compenetrarse con la fuerza religiosa que había hecho
vencedor al partido parlamentario.
Fue Cromwell quien aglutinó a todas estas diferencias y les dio una salida, “Cuando

136
encontró también que Inglaterra debería ser gobernada durante algún tiempo por los
soldados o caer en la anarquía, sintió el calor de la fe republicana […] Diez años más tarde
viraba de nuevo hacía la monarquía constitucional -esta vez en su propia persona- para
librarse de la dominación militar…”359.
Tal era el ejemplo, de que Inglaterra para no deshacerse en guerras intestinas por la
toma del poder, que sólo la hubieran desgastado, entonces se encontró experimentando una
nueva forma de política de gobierno que le diera de nuevo la paz interna que necesitaba.
Cromwell, apoyado por la visión de algunos de los parlamentaristas, demostraron que la
experiencia política que les había dado trabajar en el Parlamento, los hacía eficientes,
“[…]no eran ni poltrones ni ciegos fanáticos. La posición en la que se
encontraban el último día de enero de 1649 era tal que podía haberles llevado
rápidamente a su propia ruina y a la disolución del imperio británico si no
hubieran sido hombres por encima de la corriente en cuestión de valor a sangre
fría”360.

Fue entonces el periodo de la Commonwealth (o República), “[…]que hizo a


Inglaterra temida y honrada en el extranjero”361, el primer ejemplo de las naciones de la
Modernidad. Que sin embargo, tuvo que ceder en libertad para obtener estabilidad después
de la Revolución y aguantar, por un tiempo conocido como el “Interregnum”, el control del
ejército en el gobierno, éste que por su formación puritana se le dio en llamar el “gobierno
de los Santos”, debido a las medidas e ideas de sus jefes puritanos, que abogaban por una
limpieza moral en todos los órdenes de la vida inglesa.
En 1653, a instancias de Cromwell y para moderar este carácter, el Parlamento adoptó
el “Acta de Gobierno”, una especie de Constitución que instituía un Lord Protector, en la
persona de Cromwell, y un cuerpo ejecutivo, nombrado “Consejo del Estado”, que
garantizaba al mismo tiempo un amplio grado de tolerancia religiosa 362. Sin embargo, los
puritanos que eran en su mayoría los miembros del Parlamento y, que cada vez se mostraban
más cerrados, no se exhibieron flexibles y, “[…]Cromwell tuvo que recurrir cada día más a

358
BLITZER…, Op. Cit., p., 144.
359
TREVELYAN…, Op. Cit., p., 291.
360
Ibíd., p., 292.
361
Ibíd., p., 284.
362
BLITZER…, Op. Cit., p., 146.

137
la fuerza militar para conservar cierto grado de orden y libertad. Como no pudo encontrar
una base sólida sobre la cual se pudiese construir un gobierno constitucional, acabó por
gobernar virtualmente como dictador”363, hasta 1658 cuando murió.
Como consecuencia natural vino el retorno de Carlos II a Inglaterra, hasta triunfar en
la monarquía constitucional con la “Revolución Gloriosa”. Pero sí este retorno fue posible,
fue gracias a que, al parecer, Cromwell siempre estuvo consciente de la importancia que
tenía el Parlamento y de la funcionalidad de una monarquía, que culminara en
parlamentaria364, sabía que ‘[…]la concentración del poder en manos del partido de las
“cabezas peladas” fue un fenómeno temporal, porque no estaba basado en el acuerdo, sino
en la fuerza“365, y por ello, fue fraguando el acercamiento de su gobierno con legalistas y
constitucionalistas366, que dieran cierta moderación, para dejar el terreno favorable al
regreso de una monarquía constitucional complementada por el Parlamento.
Por otra parte, no nos dejemos engañar, ya que si el periodo que duro Oliver Cromwell
como el jefe de gobierno al frente de Inglaterra pudo subsistir, a pesar de la rigidez que iban
tomando las costumbres de la vida inglesa debido a la dictadura del “gobierno de los
Santos”, fue gracias a que al mismo tiempo, supo reavivar gran parte de las aptitudes de la
época dorada isabelina; entre ellas, el resurgimiento del poder naval inglés con Blake367, la
victoria comercial sobre Holanda y, por supuesto, el renacimiento de los planes sobre
América, el poderoso pilar que sostenía las acciones de la imperial España en el Viejo
Mundo y su intromisión en el bloque protestante.
Y en este punto, es donde parece relucir Thomas Gage, exiliado de Inglaterra desde
adolescente, regresó a su tierra natal en 1637, cuando ya Inglaterra estaba bajo el reinado de
Carlos I y su desastrosa trayectoria con el Parlamento.
Gage regresaba después de 12 años de residir en ese poderoso brazo que conformaba
parte de la exuberante monarquía hispana: América.
En toda su obra Gage siempre confirmaba sus intenciones del viaje hacía el Nuevo
Mundo y su regreso a Inglaterra, que se mantenía como un objetivo constante. La travesía
hacía América la hacía en busca de oportunidades -el estereotipo que desde su

363
Ídem.
364
TREVELYAN…, Op. Cit., p., 299.
365
Ibíd., p., 260.
366
Ibíd., p., 300.

138
“descubrimiento” iban a plasmar los europeos por la tierra nueva y desconocida-, de resarcir
con su trabajo de religioso la parte de la herencia que su padre la había negado y a la vez,
con el tiempo que pasara allá, aplacar la furia de su progenitor. Y mientras residía en el
convento dominico de Guatemala, en el que fue maestro de teología y artes en el Colegio de
dicha cartuja por tres años, de 1627 a 1630, sería donde argumentaba que al profundizar en
la lectura de la Biblia para su trabajo dentro del Colegio, fue donde comenzó a tener las más
fuertes dudas sobre las doctrinas que proponía como básicas el catolicismo, como la
transubstanciación, el Purgatorio, la autoridad del Papa, las obras caritativas “[…]las
extrañas mentiras y blasfemias que llaman milagros…”368, la autoridad teológica de los
Concilios y la santificación del Sacramento, elementos que contrastaban a su vez , con la
realidad que veía en las vidas licenciosas de los religiosos en la Nueva España.
Todo ello, combinado, mencionaba Thomas era lo que había terminado de mover su
deseo de volver a Inglaterra “[…]donde sabía que se sostenían muchas cosas contrarias a la
iglesia de Roma, aunque no podía decir cuáles eran precisamente, por no haber sido criado
en la Iglesia protestante sino enviado de pocos años a Saint Omer”369.
En dicha confesión encontramos cierta verdad de intenciones mezclada con una nota
de condescendencia hacía el régimen puritano, ya que resulta demasiado casual que,
justamente en los puntos en que la religiosidad protestante tenía contradicciones con el
catolicismo los haya mencionado Gage. Sin embargo, si podemos creer en la controversia
espiritual que le debió de ocasionar el contrastar la lectura teórica de la doctrina católica con
la actividad reprobatoria de su miembros.
Por tanto, Thomas se dirigía hacía el provincial de su órden y al presidente de la Real
Audiencia de Guatemala para pedir la licencia de su regreso, la cual le fue denegada, por
orden estricta del rey y el Consejo de Indias, de que ningún religioso enviado por su
majestad a las Indias podía regresar antas de haber pasado diez años en trabajo misional370.
Ante tal respuesta, Gage decidió salir del convento de Guatemala y aprender alguna lengua
indígena para predicar en pueblo de indios, “[…]donde sabía podía obtener más dinero para
mi regreso, cuando llegara el momento, que si continuaba viviendo en el convento de

367
Ibíd., p., 295.
368
TORRES…, Op. Cit., p., 369.
369
Ibíd., p., 370.
370
Ídem.

139
Guatemala”371.
Y en ese mismo instante se encontraba en el convento de Guatemala fray Francisco
Morán, al que había ido para pedir miembros para su expedición hacía Yucatán, con la cual
se pensaba abrir un camino que atravesara parte de Yucatán -la zona que habitaban los
hitases, pueblo indígena aún no reducido por los españoles, y que por lo mismo impedían el
paso directo entre estas zonas-, para llegar hasta Cobán, el priorato donde residía fray
Morán, situado en la región de la Vera Paz, la ruta debía de conducir directamente de Cobán
hasta Yucatán372.
Fray Francisco Morán, que siendo amigo de Gage, lo invitó a la expedición:
“[…]deseaba mucho que yo lo acompañara en su viaje para atraer a la cristiandad a esos
paganos idolatras, y […] que sin duda en un nuevo territorio podrían hallarse nuevos tesoros
y grandes riquezas, de las cuales a él y a mi nos tocaría una no pequeña parte por nuestros
esfuerzos y aventuras”373.
De esto, podemos deducir que el afán de evangelización no era tan fuerte en Gage,
aunque él lo argumente como el principal móvil de unirse a dicha expedición374, como si, en
cambio, el incentivo de obtener mayores recursos económicos -si así le creía a su amigo fray
Morán-, para su planeado viaje hacía Inglaterra ya que si hubiera sido cierto, de lo contrario,
habría dejado desde antes el lugar que tenía en el Colegio dominico por el trabajo misional,
y como él lo confesara cuando recién llegaba al convento de Guatemala: sólo quería
dedicarse al estudio académico, sin predicar, ni confesar. Era claro, que el que Gage confiese
ser el apostolado su primer fin para partir hacía esta aventura, lo hacía para congratularse a
los ojos puritanos ingleses, pero el desenlace que tendrá dicha travesía y su resolución final,
por parte de Gage, confirma este argumento.
La expedición resultó en un casi fracaso y Gage con Morán regresaron, después de no
haber podido llegar a su objetivo, al convento dominico de Cobán y de aquí, al convento
sede de Guatemala, donde fueron recibidos entre el aplauso popular por su misión 375. Sin
embargo en Gage esta experiencia no hizo más que refrendar su anterior deseo, que era
aprender una lengua nativa, para poder administrar un pueblo de indios, ello a pesar de la

371
Ídem.
372
Ídem.
373
Ídem.
374
Ibíd., p., 371.

140
invitación que le había hecho su compañero dominico Morán de volver a arriesgarse en una
segunda expedición al mismo lugar, cuando Thomas decía:
“[…]consideré la dificultad del viaje, que no creía ser capaz de hacer a pie, y
además temí que los bárbaros se amotinaran contra nosotros […] no me gustaba
el país, que me parecía pobre e inadecuado para mi propósito de reunir medios
suficientes para regresar a Inglaterra, que era el principal pensamiento y deseo
de mi corazón para satisfacer mi conciencia que todavía estaba inquieta. Por
eso decidí renunciar a la compañía de mi amigo Morán y desistir de nuevos
descubrimientos de paganos y otras empresas de similar dificultad, que ponían
en peligro mi vida y mi salud y al final no traer ningún provecho fuera de un
poco de vanagloria, fama y crédito en aquel país”376.

En resolución, Thomas decidía acudir al Provincial de su órden, que se encontraba en


ese entonces en el convento de Guatemala, para hacerle saber su petición, el provincial que
por lo visto era favorable a Gage, accede y lo manda a Petapa, para aprender el pokomán
con un viejo fraile amigo suyo, fray Pedro Molina, que residía en dicho lugar.
En 1630 Gage salía a Petapa, para aprender dicha lengua indígena que era la más
utilizada en Guatemala y San Salvador, para cumplir con su cometido, cuando Gage
consciente de sus buenas relaciones dentro de la orden en los dominicos decía: “Tanto
confiaba en mis amigos que sabía no sería difícil para mi escoger cualquier lugar en los
alrededores de Guatemala, desde el cual podría facilitar mi regreso a Inglaterra y escribir a
España y recibir cada año una respuesta con más facilidad que en cualquier otra parte”377.
Por ello, Gage pretendía aprender el pokomán, y así lo hizo; en menos de tres meses,
su instructor fray Molina, ya lo estaba promoviendo ante el Provincial para administrar por
sí sólo un pueblo de indios de dicha lengua, orgulloso de la habilidad de su alumno y de su
presteza como maestro. El Provincial que era amigo de Gage,
“[…]no necesitaba que lo espolearan para mostrarme cada vez más su amor y
benevolencia, así me envió orden de ir a los dos pueblos de Mixco y Pinola y
hacerme cargo de los indios de ellos y cada tres meses hacer relación de lo que
allí recibía al convento de Guatemala, al que pertenecía todo aquel valle” 378.

375
Ibíd., p., 376.
376
Ídem.
377
Ibíd., p., 377.
378
Ibíd., p., 378.

141
Así Gage pasó cinco años administrando estos dos pueblos de indios, de 1630 a 1635,
de los que como efectivamente lo había planeado, obtuvo los recursos suficientes para su
deseado viaje a Inglaterra, y no sólo eso, sino que se ganó aún más el favor del prior del
convento de Guatemala, al darle por ingresos de esas vicarías más que sus antecesores -ya
que entre los dominicos como lo atestiguaba Thomas, los conventos menores o vicarías,
entregaban cuentas trimestrales de ingresos y egresos a su priorato sede-, de lo que él mismo
casi se burlaría al comprobar en persona el enturbiamiento de las cuentas que habían hecho
los frailes anteriores a él y lo que en realidad se sacaba en dinero de esos dos pueblos de
indios379.
Fue también dentro de estos cinco años, en Mixco y Pinola, donde a Gage le tocó
experimentar más de cerca la convivencia con los indígenas y los peligros de su trabajo
como misionero, y justamente en el quinto año recibía el permiso del General de los
dominicos desde Roma para regresar a su tierra natal, por lo que Thomas se dirigía al
Provincial, que estaba en Chiapas, para hacerle saber su noticia. A lo que el Provincial, fray
Jacinto de Cabañas, le denegaba la autorización, como el mismo Gage lo decía, por saber
que éste manejaba muy bien la lengua pokomán y la experiencia que había adquirido en el
trabajo religioso que había hecho en Mixco y Pinola380, en su lugar, el Provincial le ofrecía
la vicaría de Amatitlán, para disuadirlo, la cual pronto se erigiría en priorato y con ello, se
dividiría la administración religiosa dominica de todo el valle de Amatitlán del convento
sede de Guatemala, para lo cual se estaba construyendo un nuevo convento.
A lo que Thomas accedió, argumentando que aceptaba el puesto y esa “pequeña
promoción”,
“[…]porque si tanto el provincial como el presidente de la Audiencia de
Guatemala […] se proponían estorbar mi partida de aquel país, sería para mi
muy difícil emprender el viaje y no ser descubierto y llevado de vuelta. Resolví
por lo tanto esperar la venida del provincial a Guatemala y allí hablar con él
cara a cara y hacerle ver algunas razones que me impulsaban a abandonar
aquel país y buscar de nuevo el mío propio, donde había nacido” 381.

379
Ibíd., p., 382.
380
Ibíd., p., 415.

142
Además de que Gage como buen conocedor de los conventos que pertenecían a su
órden, sabía que Amatitlán era más grande y lucrativo y, que de éste obtendría mayores
recursos dinerarios para mejor financiar su huida a Inglaterra, que debía ser exitosa para no
ser devuelto vergonzosamente y degradado dentro de la órden,
”[…]acepté el pueblo de Amatitlán, donde tenía más ocasiones de hacer dinero
que en los otros dos donde había vivido cinco años completos, porque ese pueblo
por sí sólo era mayor que Mixco y Pinola juntos, y la iglesia estaba más llena de
cuadros y estatuas de santos, y tenía muchas hermandades y cofradías” 382.

Irónico, ya que el Provincial entre otras de las razones por las que debió de
promocionar a Gage o fray Tomás de Santa María, era su reputación de fraile honesto y de
mejor administración de los dineros conventuales, reputación que se había ganado en Mixco
y Pinola al haber dado mayor cantidad de dinero que las anteriores administraciones al
convento de Guatemala, al cual pertenecía, sobre todo que ahora que se estaba llevando a
cabo la construcción del nuevo convento y se necesitaba de un fraile capaz al frente de tal
empresa.
De este modo, fray Tomás de Santa María residió en Amatitlán por un año, de 1635 a
1636, donde efectivamente se tuvo que hacer cargo como líder de la construcción del nuevo
convento, trabajo del que no quedó muy conforme, ya que como él mismo lo confesara, a
pesar de la panorámica del valle y su agradable clima,
“[…]el cuidado que tenía con el trabajo y construcción del convento hizo que
me cansara muy pronto de vivir en aquel pueblo tan grande y agradable. Tenía
30, a veces, 20, a veces menos y a veces 40 trabajadores a los que vigilar y
pagarles sus salarios […] Encontré que eso cansaba mucho mi cerebro y
estorbaba mis estudios, y además era un trabajo que no me gustaba y no tenía
esperanza de llegar a disfrutarlo nunca”383.

Por lo que se dirigió a Guatemala a ver de nuevo al Provincial que, para ese entonces,
era ya fray Pedro de Montenegro, exponiéndole que deseaba regresar a Inglaterra para
predicar allá y hacer el trabajo de apostolado para devolver a ésta al catolicismo -argumento

381
Ibíd., p., 416.
382
Ídem.
383
Ibíd., p., 418.

143
que claro no era el verdadero objetivo de Gage por regresar a Inglaterra, pero que lo exponía
porque era lo que decía la patente de su permiso384-, a lo que el Provincial se volvía a negar:
“[…]me respondió que mis compatriotas eran herejes, y que cuando llegara
junto a ellos me colgarían […] hallé al provincial inexorable y medio enojado,
diciéndome que él y que toda la provincia habían puesto los ojos en mí y me
habían honrado y estaban preparados y dispuestos a favorecerme más, y que me
mostraría yo muy ingrato para con ellos si los abandonaba por mi propia nación
y gente, a quienes no había visto desde mi joven y tierna edad”385.

Ante dicha respuesta, Gage, decidía que la única salida ante las respuestas negativas de
los provinciales a los que les había pedido su permiso de regreso, aún a fr. Jacinto de
Cabañas que era allegado suyo, era la huída a Inglaterra a espaldas del Provincial, y para
este propósito contaba con la experiencia previa de fuga que ya había hecho, cuando decidió
quedarse en la Nueva España, en vez de embarcarse a las Filipinas, como era su comisión
primigenia.
Sin embargo, Gage como última opción, le pedía al Provincial su traslado hacía otro
convento, ya que el trabajo de Amatitlán le era demasiado, a lo que el Provincial accedió no
sin antes reprocharle “[…]que era un gran honor ser el fundador y constructor de un nuevo
convento, en cuyos muros mi propio nombre sería grabado para la posteridad. Le dije que no
tenía en mucho todo eso, pues estimaba más mi propia salud y paz mental que tales
promociones y banalidades”386.
Enseguida el Provincial le daba el permiso de irse a Petapa, en intercambio del
religioso de aquí, que en su lugar ocuparía el convento de Amatitlán. En Petapa Gage residió
todo un año, de 1636 a 1637,
“[…]con gran comodidad, placer y contento por todas las cosas mundanas y
exteriores, si bien por dentro mi conciencia, seguía como un gusano, royendo la
cáscara que me daba sombra y deleite con contento mundano. Allí llegue a estar
cada vez más preocupado por cuestiones de religión y todos los días deseaba
con David tener las alas de una paloma para poder huir de aquel lugar de
idolatría cotidiana a Inglaterra, y descansar”387.

384
Ídem.
385
Ídem.
386
Ídem.
387
Ibíd., p., 419.

144
Y de esta necesidad que él argumentaba, decidió de aquí emprender su huida a
Inglaterra, vendiendo sus posesiones para poder llevar el suficiente dinero que financiaría su
largo viaje388. Saliendo de Petapa como prófugo el 7 de enero de 1637, “Así me despedí de
Petapa y de todo el valle, y de todos mis amigos en América”389. Tomando el camino que
llevaba por Nicaragua y el Lago de Granada -actualmente Lago de Nicaragua-, por la ruta
menos transitada por los conocidos de Gage y la región en la que había habitado, además de
que de este lugar las fragatas que salían a la Habana partían a mediados de enero o en la
primera semana de febrero, lo que se ajustaba a los tiempos que Thomas había planeado
para su idónea salida, lo hacía la ruta más factible para los objetivos de Gage390.
Este viaje que llevó a Gage por parte de lo que actualmente se conoce como
Centroamérica, lo conduciría también a conocer algunos de las parte nodales del imperio
iberoamericano en su estructura comercial, desde Guatemala, pasando por San Salvador,
esta huída lo condujo a Nicaragua, a conocer el “Golfo de Fonseca”, algunos pequeños
puertos como “La Vieja” y “Realejo”, la ciudad de León y de Granada, a Cartago en Costa
Rica, a Nicoya, Chira, al puerto de Cartagena y al famoso punto nodal del comercio
trasatlántico: el puerto de Portobello en Panamá, en el que residió por 25 días esperando la
flota que lo llevaría a La Habana, donde pudo apreciar la “Feria” que se hizo cuando por fin
llegaron las naves que tenían como destino España y, que en sus paradas por donde pasaban
acarreaban un gran lote de comercio, este que duró sólo 15 días.
Pero también, fue en este viaje de huída donde a Gage, le tocó experimentar en carne
propia los ataques piráticos que se hacían por estas zonas, ya que en su salida por el río
Sueré -actualmente Pacuaré-, para dirigirse por mar hacía Portobello, sufrió el ataque de
unos piratas holandeses al mando de Diego “el mulato”, el nada menos que subordinado del
capitán “Pie de Palo” -los mismos que en 1633 habían saqueado y tomado Campeche391-, los
que le arrebataron todos los ahorros -casi $ 7,000-, que Gage había guardado para su larga
travesía, a lo que Gage se confortaba a sí mismo diciendo: “Allí yo también hice uso del
dicho común de que los bienes mal habidos nunca prosperan y percibí que era la voluntad de

388
Ibíd., p., 420.
389
Ibíd., p., 421.
390
Ibíd., p., 423.
391
Ibíd., p., 437.

145
mi padre celestial quitarme lo que yo había obtenido de los indios por medio de misas
idólatricas y supersticiosas y ofrendas a ídolos y estatuas de santos”392.
Por ello, a raíz de este incidente, Thomas decidió tomar el camino por la “Mar del
Sur” que lo llevaría a Portobello, lo cual, en efecto, consiguió. De Portobello parte hacía el
puerto de Cartagena, y de aquí zarpa por fin rumbo a La Habana, en donde puede apreciar
las fortificaciones de dicho puerto. De este punto zarpa aproximadamente en septiembre en
la Comitiva que llevaba cada año el tesoro del rey a España, en este trayecto tiene que
atravesar el “Golfo de las Bahamas” y aquí, Gage deja un interesante relato que logra captar
muy bien, sobre lo peligroso que resultaba para las flotas españoles que tenían que partir
cada año, el tener que cruzar una zona que era controlada casi totalmente por los ingleses,
las Bahamas, la isla Providencia o Santa Catalina, y otras Antillas menores que estaban
pasando a manos inglesas, y desde las cuales dirigían ataques hacía las naves españolas que
se hacían en altamar. Muestra de ello y que atestiguó Gage, fue que mientras la flota
española estaba haciendo el trayecto entre la salida de La Habana y el cruce de las Bahamas,
un navío inglés se internó entre la flota española y logró robarse la mercancía de una de las
naves españolas, que pertenecía a Dunquerque con un valor de 80,000 coronas393.
Sin embargo, a pesar de este pasaje peligroso el resto de la flota logró hacer la
travesía, hasta llegar a Cádiz, España, por fin el destino final. De este punto, algunas naves
la mayoría, continuaron a San Lucar de Barrameda, donde desembarcó Thomas el 28 de
noviembre de 1637, después de casi tres meses de viaje a través del Atlántico, con lo cual
triunfaba la huida de Thomas hacía su esperado regreso a Inglaterra.
En San Lucar, Gage se puso inmediatamente en contacto con fray Pablo de Londres en
el convento dominico de dicho lugar, para acordar su ansiada vuelta a Inglaterra, este fr.
Pablo de Londres, al que había escrito desde que estaba en América para que le ayudara a
gestionar su regreso a Europa, era el mismo al que años antes, cuando partía hacía el Nuevo
Mundo, lo llamaba “cara de cangrejo”, por haber sido el comisionado para impedir su paso a
las Indias.
Thomas pasó 12 días en San Lucar, esperando las naves que salieron con rumbo a
Inglaterra, hasta que por fin salió una con destino a Dover, Inglaterra, el 23 de diciembre de

392
Ibíd., p., 438.
393
Ibíd., p., 462.

146
1637. De Dover pasó a Londres, aquí fue donde tuvo noticia de que su prima lady Penélope
Gage, viuda de sir John Gage, residía en St. Johns, a la cual se dirigió para pedirle su ayuda
en contactar a sus demás familiares, a la vez que
“[…]pensaba que por medio de ellos podría adquirir práctica en el uso de mi
olvidada lengua natal, y también averiguar que herencia me había dejado mi
padre […] Con eso esperaba asimismo tener oportunidad y tiempo para
aprender algunas costumbre e indagar acerca de la religión de Inglaterra, a fin
de ver hasta donde concordaba con ella mi conciencia y satisfacerme en
aquellos escrúpulos que me habías turbado en América”394.

Su prima Penelope lo recibe bien y lo manda pasar la Navidad con un tío en Gatton e
irlo relacionando de nuevo con la familia Gage. De Gatton se va a Cheam, en Surrey, con
otro tío llamado Fromand, con el que reside hasta Reyes, 6 de enero de 1638. Para regresar a
Londres, donde se entrevista con su hermano menor George, para cumplir otro de sus
propósitos, saber qué herencia le había dejado su papá,
“A lo cual me respondió que mi padre efectivamente le había dejado algo a él, y
a mi hermano el coronel, y a otros dos hijos de una segunda esposa y a mi
propia hermana, a cada uno algo, pero a mi nada. Me dijo incluso que al morir
ni siquiera se había acordado de mi, y eso no pude menos que sentirlo,
recordando la carta airada y amenazante que había recibido de él en España,
por que yo no quería ser jesuita”395.

Algo que debió de terminar de definir a Gage hacia el lado contrario de la


espiritualidad de su familia y buscar su propio provecho. Así, Thomas que se había
arriesgado en la aventura en América, para reponer lo que su padre no le había dejado y
darle tiempo para su enojo, se encontraba de nuevo en Inglaterra sin la fortuna que el
trayecto de regreso a Inglaterra se la habían quitado los piratas holandeses.
Sin embargo, su hermano lo consolaba diciéndole que entre familiares no le faltaría
anda. Así su tío de Cheam lo invita a vivir con él, pero al recibir la propuesta más
beneficiosa de su tío de Gatton que le prometía darle además de hospedaje y alimento 20
libras anuales, decide ir con éste, con el que pasa un año, de 1638 a 1639, de donde seguiría

394
Ibíd., p., 468.
395
Ibíd., p., 469.

147
haciendo visitas periódicas a Londres, “…indagando en la doctrina y verdad del Evangelio
profesado en Inglaterra”396, a escondidas de sus familiares.
Y precisamente será en este periodo cuando Thomas fragüe algunas de sus posteriores
relaciones que lo llevaran al bando parlamentarista. Asistiendo a la iglesia de San Pablo,
para averiguar más sobre la religión anglicana397, es donde podemos aventurar que fue en
este lugar donde Thomas fue conociendo a algunos miembros influyentes, conexiones que
posteriormente lo llevarían a relacionarse con personajes de la talla de Thomas Callones y su
adhesión al bando del Parlamento, cuando ciertos anglicanos a causa de las medidas de Laud
se pasaron a éste partido.
Al mismo tiempo fue en este periodo cuando Thomas comprobara por si mismo el
dejó de decepción que le ocasionó constatar en qué consistía la liturgia anglicana, de la cual
decía:
“Cuando oía los órganos y la música, las oraciones y las colectas en San Pablo
y veía las ceremonias en el altar recordaba nuevamente a Roma, y hallaba poca
diferencia entre las dos iglesias. Indagué más en el Libro de Oraciones, y me
lleve conmigo al campo una Biblia a fin de comparar las oraciones, las epístolas
y los evangelios con un misal que tenía allá, y no encontré otra diferencia que
estar en inglés o en latín, por lo que asombrado reconocí que todavía quedaba
mucho de Romas en la Iglesia de Inglaterra, y temí que no fuera correcta mi
vocación”398.

Es cierto que aunque debemos tener en cuenta que esto fue escrito para agradar al
régimen de la Commonwealth, y que de aquí partan sus exageraciones, podemos creerle
respecto a la poca diferencia que había en materia teológica entre la religión católica y la
anglicana, y que por ello, de aquí parta la decepción de Gage con respecto a lo que esperaba
encontrar en su tierra Inglaterra.
Sin embargo, al mismo tiempo, el seguir en relación con su hermano y familia, le
permitió a Thomas conocer desde adentro cómo se estructuraban las alianzas entre los
bandos religiosos y políticos, en éste caso el bando católico. Lo que más tarde cuando se
adhiriera al bando parlamentario, lo constituiría en un provechoso testigo e informante de

396
Ibíd., p., 470.
397
Idem.
398
Ídem.

148
algunos de los principales miembros de la alianza católica que, momentos antes de la
Revolución inglesa habían propugnado por el regreso de Inglaterra al redil del Papa.
Thomas conocerá, durante este tiempo, de cerca a ciertos frailes dominicos ingleses e
irlandeses, que tachará de igual de licenciosos que los regulares de España399, y como
miembros activistas del catolicismo en Inglaterra, al mismo tiempo que también se codeará
con el superior de los benedictinos, Price, el cual “Tenía gran familiaridad, intimidad y
secreto con el arzobispo de Canterbury, William Laud”400, nada más y nada menos, el agente
Real que Carlos I había dejado al frente de la política religiosa en Inglaterra.
Y aunque dicha afirmación Thompson la tache de inverosímil401, como bien lo apreció
Trevelyan, es cierto que el arzobispo Laud no era de convicción católica, pero sus medidas
parecían estarse acercando cada vez más hacía la corriente religiosa católica402, lo que se
prestó a que Gage para congraciarse, aprovechándose de tal percepción, exagerara su papel
de cooperación con la causa católica, la que a su vez era despreciada entre el partido
puritano, por concebírseles como traidores a Inglaterra.
En cambio, en lo que Thomas si parecía no exagerar, era cuando dentro de este mismo
pasaje atestiguaba que su hermano era acompañante del signor Con, “[…]agente del Papa, y
gozaba de tanto favor en la Corte que la reina lo envió con un rico presente a un ídolo
papista llamado Nuestra Señora de Sichem en los Países Bajos…”403. Ya que era bien
sabido, que la reina Enriqueta María si era un ferviente católica y propulsora del catolicismo
en Inglaterra404 y, de que los Gage siempre estuvieron muy cercanos a estos personajes
destacados del catolicismo inglés.
Pero además de ello, Thomas relatará en este mismo periodo un incidente que él
mismo sufrió, el que coincidiría extraordinariamente con lo que mencionaba Trevelyan:
cuando en el camino de Surrey a Londres, el que Thomas recorría cotidianamente, se topó
con un oficial del estado, el alguacil John Gray, el cual tenía comisión para aprehender a
curas y jesuitas, éste lo descubrió y lo amenazó con llevarlo ante el Consejo del rey, para ser
juzgado, a lo que Thomas respondía que lo llevará ante el arzobispo de Canterbury o ante el

399
Ídem.
400
Ídem.
401
THOMPSON…, Op. Cit., p., XXII.
402
Cf. TREVELYAN…, Op. Cit., p., 276.
403
TORRES…, Op. Cit., p., 470.
404
Cf., TREVELYAN…, Op. Cit., p., 277.

149
secretario sir Francis Windebanke, a lo que el alguacil le dijo “…que él no me llevaría con
ninguno de ellos, sino ante el secretario Coke”405, presumiblemente sir Edward Coke, el
mismo que más tarde sería el admirable defensor del Parlamento, y por ello, opositor al
catolicismo. Thomas sobornando al alguacil por su libertad condicional, enseguida se dirigía
a su hermano George, para pedirle ayuda, éste le respondió regañándolo por su novatada,
“Mi hermano se irritó mucho y empezó a proferir palabras airadas contra John Gray,
llamándolo canalla y bellaco, y que no podría responder por lo que había hecho, y que le
haría quitar su comisión, reprendiéndome por haberle dado dinero y llamándome novicio y
sin experiencia en los asuntos de Inglaterra”406.
A lo que Thomas hacía la siguiente reflexión: “Me pareció raro que mi hermano no
sólo no temiera a un alguacil, sino que amenazara con hacerle quitar la comisión a alguien
designado para buscar y descubrir sacerdotes y jesuitas”407. Algo totalmente contrario a lo
que se vivía durante la época isabelina y de la que Thomas debió tener reminiscencias
familiares. En efecto, el hermano de Thomas lo ayudó a salir del embrollo, llevando al
alguacil ante el signor Con, donde lo regañaron y amenazaron si volvía a hacer lo mismo
con Thomas, al tiempo que lo presentaban con William Howard408, “caballero papista”, que
era íntimo de sir Francis Windebanke, quien debido a su posición lo protegería409.
Todo esto, coincide con lo apreciado por Trevelyan y la influencia cada vez mayor que
iban teniendo los eclesiásticos en los asuntos políticos del reino durante los últimos años del
reinado de Carlos I, bajo la política religiosa de Laud410. Esto hacía mantener a Thomas
latente y en espera de la mejor oportunidad para confesar sus verdaderas turbaciones
espirituales y, en la confesión que hace a continuación nos muestra el por qué continuó
aparentando con su familia la adhesión al catolicismo y el estado espiritual indeciso que aún
padecía:
“Si bien por el momento era bueno y conveniente para mi contar con su favor y
protección, bien veía que el poder de mi hermano y su confabulaciones con

405
TORRES…, Op. Cit., p., 471.
406
Ídem.
407
Ibíd., p., 472.
408
Cabría la posibilidad de pensar que este sir Howard, acaso fuera descendiente del héroe de la victoria
inglesa en 1588 contra la Invencible de España, Charles Howard de Effinhem, el que también en estos años
había intercedido ante la reina Isabel I por la salida de los padres de Thomas de la Torre de Londres, como
amigo de los Gage.
409
Ídem.

150
sacerdotes y jesuitas no me resultarían útiles si hacía público mi pensamiento y
propósito de cambiar de religión. Eso fue causa de gran turbación de mi mente y
conciencia, que encontré subyugada por el gran poder de los papistas” 411.

Y en resolución, Thomas decidía partir hacia el centro de Europa “[…]y ver que
satisfacción podía encontrar para mi conciencia en Romas en su religión, o en Francia y
Alemania entre los protestantes”412, para ello argumentaba tener que ir con el General de los
dominicos en Roma, para discutir ciertos puntos de religión.
Así, Gage se encaminaba de nuevo hacía otra nueva travesía, esta vez a través del
corazón de Europa, viaje que le daría tiempo para terminar de decidir su resolución religiosa,
al internarse en el núcleo del catolicismo, Roma, y pasar por entre los países protestantes,
que esperaba al comparar en propia persona, le ayudara a tener la decisión final.
De esta manera, Thomas zarpó de Dover hacía Flandes, donde esperaba ver a su
hermano mayor Henry, el que se encontraba cerca de Gante, sirviendo en las tropas
españolas en contra de los holandeses; éste al encontrarse con su hermano extraído hacía
América, lo recibió en incluso le dio más dinero para su viaje, al tiempo que le recomendaba
ver a ciertos personajes españoles -entre los que se encontraba el nada menos que el marqués
de Cerralvo, signo de los lazos prominentes que tenía Henry con el partido español-, para
llevar a mejor termino los encargos que su tío le había hecho al llegar a Roma413.
Dicha travesía lo llevó también a través de la actual Alemania, en donde consideró
quedarse entre los preceptos luteranos, de lo que terminó desistiendo ya que “[…]si bien
muchos puntos que eran opuestos a la iglesia de Roma me agradaban, sin embargo otros no
satisfacían mi conciencia”414, además de que pensaba su subsistencia allí sería más difícil
por no saber el idioma.
Por lo que su viaje continuó hasta Italia, donde en Piombino volvió a sufrir el asalto de
los piratas franceses, algo que veía casi como cotidiano, hasta llegar a su destino final en
Roma, en donde al entregar las cartas que le habían encargado, se codea con jesuitas y
cardenales influyentes -entre uno de ellos el sobrino del Papa-, lo que le permite enterarse de

410
Cf. TREVELYAN…, Op. Cit., p., 276.
411
TORRES…, Op. Cit., p., 472.
412
Ídem.
413
Ibíd., p., 473.
414
Ibíd., p., 474.

151
los planes que se fraguaban en Roma para regresar a Inglaterra al catolicismo, como el
gestionar un cardenal inglés, y el que William Laud, al parecer estuviera muy de acuerdo
con las autoridades religiosas en Roma, a tal punto, que Gage llega a decir incluso que el
arzobispo Laud había mandado el Libro de Oraciones, que quería imponer a Escocia, a los
cardenales romanos para su aprobación415.
Lo cual si rayaba en una afirmación extremosa que resulta difícil de admitir como
verdadera, más cuando en el párrafo siguiente, Thomas mencionaba lo justo de su condena a
muerte, que le había hecho el Parlamento a dicho arzobispo por sus actos, lo que le llevaba a
exagerar los vínculos religiosos que Laud tenía a favor de Roma, para justificar su
ejecución. En lo cual el relato de Thomas aparecía como un acto de condescendencia con la
causa parlamentaria a la que iba dirigido.
En cambio, lo que si hallamos verosímil es creer que en el Papado se siguieran las
miras sobre Inglaterra y su reposición al catolicismo. A su vez, para Gage este punto tenía
otro fin en su búsqueda espiritual, al constatar las vidas licenciosas que llevaban algunos
clérigos, ello lo termino de definir por el bando protestante, a tal punto que, estando en
Venecia y Nápoles, donde pudo ver lo mismo con los religiosos de esas ciudades, había
pedido la patente al General dominico para que lo asignara al convento dominico de Orleans
en Francia, donde pensaba pasar un tiempo hasta que pudiera renegar de su órden y salir
hacía París o Lyón, “[…]y vivir y morir en Francia en la verdadera religión protestante y
reformada tal como allí se profesa”416. Ya que en Inglaterra, por el estado religioso en el que
se hallaba cuando la había dejado, no podría profesar victoriosamente como protestante417.
Por otra parte, fuera de considerar lo verosímil y lo inverosímil en la obra de Gage y
su vinculación para con el bando parlamentario, la confesión que hace éste en su últimas
páginas sobre el descontento y la peligrosidad latente que sufría al ver a su nación debatirse
en otras direcciones religiosas opuestas al posterior puritanismo que tomó Inglaterra,
reflejaban muy bien la posición general que en esa época tenía la población, en su mayoría,
sobre todo cuando denunciaba el no haber encontrado mayor diferencia, como la hubiera
querido apreciar, entre el culto y la Biblia de la Iglesia anglicana y la católica, “El alto
anglicanismo tenía ya sus hombres de estudio y su poetas, pero aún no se había ganado el

415
Ibíd., p., 476.
416
Ibíd., p., 478.

152
corazón de ninguna porción grande de los squires, y menos aún del pueblo”418.
Sin embargo, la fortuna parecía sonreírle a Gage, cuando estando en estas ciudades
italianas y después de haber pedido su asignación para el convento de Orleans, se enteraba
en abril de 1640 del estado de efervescencia en que se encontraba su natal Inglaterra,
“Inmediatamente percibí que el Dios de la verdad sonreía sobre ese propósito
mío, cuando oí lo que Él estaba ordenando en Inglaterra por medio de un
ejército de escoceses reunido para la reforma y un nuevo Parlamento convocado
en Westminster y vi que los papistas y jesuitas de allá empezaban a temblar […]
La política de William Laud era ahora condenada y vituperada, Con había
muerto en Roma, del cápelo de cardenal […] no se volvió a hablar…” 419.

La Revolución inglesa se avecinaba y con ello, el derrumbe de la monarquía y sus


partidos adeptos, entre ellos los católicos ingleses. Fue entonces cuando Thomas decidió
regresar a su anhelada Inglaterra, en vista de que podría confesarse renegado del catolicismo
holgadamente.
Así, de Italia se dirigía a Francia, para de allí embarcarse a Inglaterra, a la que llegaba
el 29 de septiembre de 1640, para constatar en noviembre de ese mismo año que el
Parlamento seguiría inerme en su papel, ante lo que diría:
“[…]pensé que había llegado el momento aceptable en que no debía ya
disimular más ante Dios, el mundo y mis amigos, y entonces resolví decir adiós a
mi carne y sangre y estimar a Cristo, por encima de todos mis familiares, y
proclamarlo y profesarlo públicamente contra cualquier oposición del infierno y
mis parientes”420.

Con un tono de ferviente puritanismo, Thomas decidía acudir al doctor Brownrigg


para confesarle su resolución espiritual, éste que era obispo de Exeter, lo llevó ante el obispo
de Londres, el cual le ordenó predicar su sermón de retractación hacía el catolicismo en,
precisamente, la iglesia de San Pablo.
En consecuencia, Thomas se constituiría como un delator y testigo contra los católicos
adeptos de la monarquía de Carlos I, ello con el afán de, ”[…]satisfacer al mundo de mi

417
Ídem.
418
TREVELYAN…, Op. Cit., p., 276.
419
TORRES…, Op. Cit., p., 480.
420
Ibíd., p., 481.

153
sinceridad, sabiendo que las personas comunes vacilan en creer a los conversos a menos que
los vean realizar acciones que los aparten aún más de Roma para el futuro”421. Y de este acto
de Thomas es, de donde han partido algunas de las reprobaciones más calamitosos hacía su
persona, sobre todo, al saberse que había delatado a su prima Penelope Gage, la misma que
había sido la primera de la familia en darle la bienvenida a Inglaterra, cuando regresaba de
América.
Sin embargo, también los Gage tuvieron su contraparte, cuando al saber lo que había
hecho Thomas, ahora ya sintiéndose protegido, su hermano Henry, el coronel y el mayor , lo
mandaba matar después de su retractación al catolicismo, al tiempo que le enviaba una carta
amenazante si no se retractaba del protestantismo422.
Por otra parte, ante los debates religiosos que sufría Inglaterra, y los diversos grupos
protestantes que la conformaban, Thomas se encontró vacilando un año más en Londres
sobre qué partido acoger, ya que como él decía: “Al comienzo de las guerras confieso que
estuve en duda, como neófito y planta nueva de la Iglesia de Inglaterra, acerca de la
legitimidad de la guerra […] hasta que por fin me satisfice plenamente […] Resolví
entonces escoger la causa del Parlamento”423. De entre lo que nos inclinamos a conjeturar
que quizás fue en este periodo cuando terminó de consolidar las relaciones que finalmente lo
llevarían al bando parlamentario, el ganador final de la Revolución; a lo que además se
debió sumar: “Empecé a confiar en la protección del Parlamento, que según me informaron
reformaría la religión y haría leyes tendientes a hacer fracasar las tramas jesuíticas y a
confundir y subvertir los errores y la religión de Roma”424.
Como en efecto sucedió, sólo que tuvo un efecto negativo, y es que, en su afán de
depuración por todo lo papista, se dejó arrastrar por el fanatismo puritano, corriente en la
cual también navegó Thomas como un valioso testigo de lo americano, lo que le llevó en un
acto de condescendencia a crear afirmaciones exageradas sobre el imperio ibero en América,
lo que el público puritano inglés deseaba escuchar para confirmar su idea que sobre lo
español ya se habían hecho.
De aquí, que partan en las diversas introducciones que se le han hecho a la obra de

421
Ídem.
422
Ibíd., p., 482.
423
Ibíd., p., 483.
424
Ibíd., p., 480.

154
nuestro inglés, los calificativos de hipócrita, codicioso y oportunista, en lo que sólo
podríamos coincidir en lo último, ya que en una época turbulenta y competitiva Thomas se
dejó envolver y arrastrar por ella.
En cuanto a los otros dos adjetivos, dejaremos que las propias acciones de Gage nos
conduzcan a la conclusión: si en Thomas sólo hubiera estado presente el interés material, su
mejor lugar de residencia hubiera sido América, ya que para este inglés, el Nuevo Mundo si
resultó encajar con el estereotipo del nuevo continente como la “tierra de las oportunidades”
-el mismo que la había pintado Meléndez-, donde hubiera podido vivir holgadamente,
gracias a las buenas relaciones y promociones que tenía dentro de la órden de los dominicos,
como lo atestiguaba por su propia experiencia de fraile y de lo que tenía pleno
conocimiento: “…si, América entera, que si hubiera continuado en ella podría haber sido
para mi una mina de riquezas y tesoros”425.
Sin embargo, había un motivo más poderoso que lo animaba a abandonar todos los
atributos que pudo haber merecido en América -recordemos que de no haber huido hubiera
sido el primer prior de Amatitlán y el fundador de su convento, como bien le decía el
Provincial-, y éste pudo haber recaído en el complejo elemento que significaba la identidad
de sentirse como inglés y la indisposición espiritual que pensaba podía hallar mejor cabida y
canalización en Inglaterra, su tierra natal.

425
Ibíd., p., 466.

155
CAPÍTULO III.
La obra del “inglés americano” Thomas Gage: Un Nuevo
Reconocimiento de las Indias Occidentales.

3.1. El “Western Design” y los intereses de Oliver Cromwell en la obra


de Gage.

En este remolino que significó la Revolución inglesa para Inglaterra después al mando de
Cromwell, aprendió la lección, la guerra sirvió para demostrar a los reyes ingleses
posteriores que nunca más la nación inglesa aceptaría ser gobernada sin un Parlamento, al
parecer se necesitaba una revolución de esta envergadura para adoptar una exitosa
monarquía parlamentaria, a la que Cromwell con sus acciones políticas había ayudado a
configurar. Aunque su figura haya sido empañada por el cargo de dictador que tomó en lo
últimos años de la Commonwealth. Sin embargo, el hecho de que la “Revolución Gloriosa”
triunfara sin la necesidad de las armas, no sólo demostraba a qué grado al sociedad inglesa
se encontraba madura para gobernarse, sino que también Cromwell había fomentado las
bases para que su nación obtuviera dichos logros.
Pero aún más, el régimen de Cromwell también supo desarrollar y dar salida a los
ímpetus nacionalistas ingleses que tanto le habían costado a los reyes Estuardo. El periodo
de la Commonwealth representó el renacimiento y emulación de la época dorada inglesa que
había sido el reinado isabelino.
Después de unir a toda la isla bajo el liderazgo de Inglaterra y, de zanjar la guerra
naval con Holanda (1652-1654), a causa de la competencia marítima comercial y de la
preponderancia que ésta había logrado bajo el descuido de los Estuardo por la flota de su
reino “[…]los marinos de Holanda habían señoreado, con frecuencia de modo insolente, los
mares de Europa y América septentrionales y los océanos africanos e índicos, y habían
penetrado en la pesquerías y casi monopolizado el transporte de Inglaterra y sus colonias
americanas”426.
Era lógico una confrontación inevitable cuando la Inglaterra republicana tomó los

426
TREVELYAN…, Op, cit., p., 296.

156
bríos para hacer resurgir su poder naval, y en este periodo Blake fue la figura inglesa, que
llevo incluso a dominar el “Lago europeo”, el Mediterráneo, un hecho insólito para
Inglaterra que no tenia salida a este mar “[…]para asombro y desmayo de Francia, España y
los príncipes italianos”427, y que siempre se había visto relegada a segundo plano en este
espacio marítimo cuando años antes bajo el último Estuardo, lo turcos habían incluso
llegado hasta el Canal de la Mancha428. Sin duda, Inglaterra con Cromwell y Blake como las
figuras del nuevo periodo naval, representaban a la Inglaterra en vías del imperialismo y la
nueva potencia marítima “El testimonio de sus ocho años de almarintazgo a bordo, sus
acciones innumerables y afortunadas contra toda clase de enemigos -con Ruperto, con lo
piratas berberiscos […] los holandeses, con los franceses y los españoles que tanto tiempo
nos habían despreciado- dieron a la marina inglesa el lugar que aspiraba a alcanzar bajo
Isabel, perdido bajo los primeros Estuardos…”429.
Así, la Inglaterra de Cromwell retomaba varios de los elementos identificativos del
nacionalismo inglés y entre ellos, va a estar por supuesto, el interés renovado por América y
su confrontación con España, ese reino que en esta época fue identificado como el blanco
enemigo, no sólo por las vastas y atractivas posesiones que tenía, y mantenía egoístamente
vedadas al comercio inglés, sino también por su carácter religioso, tan contrapuesto al
puritanismo inglés.
De esta manera, en una de las consecuencias de este renovado poderío marítimo
inglés, se encontraría la expedición que partió del plan llamado “Western Design”, el cual
tenía como fin crear un ataque efectivo a la América española, y la idea de que resultaría
exitosa.
Muchos elementos se conjugaron para designar a España y a sus posesiones en el
Nuevo Mundo como el punto de ataque, es cierto que desde la edad isabelina se había
venido configurando con mayor fuerza el estereotipo del español como la antitesis del
inglés, pero bajo Cromwell los intereses de Inglaterra por América se habían acrecentado, no
sólo estaba el interés por el comercio americano el cual les estaba prohibido, con el
agravante de ser procesados por la Inquisición en caso de ser atrapados, por lo que
Cromwell pedía al embajador español la oportunidad para los ingleses de poder comerciar

427
Ídem.
428
TORRES…, Op. Cit., p., 466.

157
libremente en América y de ser exceptuados de la jurisdicción de la Inquisición, a lo que
dicho diplomático respondía que era nada menos que pedir los dos ojos del rey430, como una
negativa.
Sino que ahora se venía a sumar la urgencia de los colonos ingleses que ya se
encontraban asentados en Norteamérica y, la finalización en el contorno de la creación de la
religiosidad protestante inglesa, llegada al puritanismo, para el cual “España representaba
para ellos [los ingleses] todos esos males que tanto alarmaron a los puritanos del reino de
Isabel; crueldad, inmoralidad y opresión religiosa”431. Ese antro del demonio que era España
para los ojos ingleses debía ser desterrado, ya que de él partía ese apoyo y sostén constante
para la causa del Anticristo, que era el Vaticano.
Y he aquí donde entraba el papel del campo americano, ya que en la opinión general
de los ingleses, así como de toda Europa, América era el vertedero de las riquezas que
hacían poderosa a España:
“Ya fuera para el imperio otomano o para los países de la Cristiandad, el
poderío de España aparecía como el factor dominante de la vida internacional
europea durante los ochenta años comprendidos entre 1560 y 1640. Ahora está
claro como lo estaba para los contemporáneos, que este poderío estaba
estrechamente relacionado con la posesión que detentaba España de los ricos
territorios ultramarinos”432.

Así, España se encontraba en medio de todos los planes de Cromwell y el


protestantismo, Iberia estorbaba una coalición entre los países protestantes; obstaculizaba el
comercio con América, que alegaban en base al derecho de la “libertad de los mares“433, les
era válido y justo; y para terminar, con sus acciones pecaminosas no sólo estaban estorbando
la próxima venida del Mesías, sino que también por ello, habían perdido el derecho a
conservar las colonias americanas por la forma en que habían tratado a los nativos de estas
partes, hay que recordar que el público inglés tuvo acceso desde el reinado isabelino a la
crónica de Las Casas, la cual confirmaba los horrores de la “Leyenda Negra”, a través de un

429
TREVELYAN…, Op. Cit., p., 295-296.
430
Ibíd., p., 297.
431
MALTBY…, Op. Cit., p., 146.
432
ELLIOTT…, Op. Cit., p., 112.
433
Ibíd., p., 126.

158
traducción al inglés titulada “Las lágrimas de los indios”434. Posesiones cálidas, que de
seguro serían mejor aprovechadas si se trasplantaran colonos ingleses de Norteamérica a
estas partes. Para un pueblo como el inglés, que gracias al puritanismo y a la renovación del
interés por el Viejo Testamento, se concebía como el “pueblo elegido por Dios”,
“[…]con la vieja convicción de que el pueblo judío era el elegido por Dios se
produjo entre los puritanos un descomunal reconocimiento […] Baxter
demostraba su reconocimiento a Dios por haberle concedido la suerte de nacer
en Inglaterra y en el seno de la iglesia verdadera, en vez de otro ligar
cualquiera; y una gratitud similar inundaba toda la razón de la vida de la
burguesía puritana, que se consideraba por la gracia de Dios, de intachable
comportamiento…”435.

Era el deber de un ferviente puritano como Cromwell, dirigir un ataque contra esta
potencia monstruosa que era España y que se el concibiera incluso como una misión
religiosa, “La idea de una cruzada religiosa contra España no era nueva en 1655. Durante
casi tres generaciones era, nada menos, lo que había estado pidiendo los más apasionados
protestantes ingleses”436.
A tal punto había servido España como el “otro”, frente al que se amalgamó la
sociedad ingles y su nacionalismo, que en Cromwell había encontrado su escaparate, por fin,
para tales impulsos. Y en torno a esta idea se conglomeró todo un grupo de personajes
notables, como el patriarca puritano Richard Baxter y, el nada menos que poeta John Milton,
secretario de latín del Protector, que incluso compuso un libelo apoyando la expedición del
“Western Design”, en el que descansaba este argumento:
“Señor sí el Papa debe caer, entonces primero hay que quitar los pilares o
principales apoyos en que se asienta su poder; y siendo así, entonces primero
hay que apuntar a España, que es su brazo derecho, pues él y sólo él [el
español] mantiene esa sangrienta Inquisición, ese golfo carmesí en que millares
de pobres almas son secretamente devoradas (en todas las ocasiones) y envidas
a sus lechos de tinieblas”437.

434
MALTBY…, Op. Cit., véase todo el apartado llamado las “Lagrimas de los indios”, p., 19.
435
WEBER…, Op. Cit., p., 104.
436
MALTBY…, Op. Cit., p., 151.
437
Ibíd., p., 182.

159
Ya que no sólo estaba como acto pecaminoso la muerte de los cientos de indígenas,
que habían hecho los iberos, sino también la muerte de algunos de sus compatriotas que
habían sido capturados en su tráfico con América.
Y como Britania se sabía poderosa en los mares “Britania rules..”438, el medio que
posteriormente le iba a dar su ansiado Imperio británico; esto era lo que planeaba con el
“Western Design”, “Si se localizaba el origen del poderío de España con sus posesiones
transatlánticas, la monarquía española podía ser vencida más fácilmente en una acción
marítima que en un ataque en su propio suelo. Si se interceptaba la plata en su camino hacía
Sevilla, el rey de España no tendría ya medios para sostener sus campañas de sus
ejércitos”439.
Así, esta empresa, que aunque Inchaustégui se debate por dilucidar quién fue el
primero en proponérselo a Cromwell, en realidad esta idea venía configurándose desde hacia
lustros en los objetivos ingleses, desde el siglo XVI con Hakluyt y su incitación a imitar a
los españoles en sus empresas de Conquista440, en 1654 encontraron su conjunción, cuando
Inglaterra se encontró al mando de un gobernante que compartía sus mismos intereses, como
inglés que era, para plasmarlos en la campaña contra España y sus posesiones ultramarinas,
ese precioso baúl de riquezas del que provenía gran parte del poder de ésta, con el “Western
Design”, en una emulación de lo que la era isabelina deseo desde entonces hacer.
De este modo, el objetivo por llevar a cabo el “Western Design”, no sólo descansaba
en un interés material, sino en última instancia obedecía a una misión providencial religiosa
de la que Inglaterra se sentía llamada a cumplir, incluso parecía, que este último argumento
rebasaba al primero; el corte de comercio entre la metrópoli española y sus colonias
americanas sólo era el medio para destrozar a España como la rival más imponente del
mundo protestante europeo, “La gloria de Dios y el avance del reino de Cristo serán, en
última instancia, el fin principal de la expedición”441, era la declaración final del Protector
ante el Parlamento, cuando exponía las razones para llevarse a cabo tal designio. Por
supuesto, que los beneficios comerciales que se lograra con ello no eran poco desdeñables,
pero aún en ello descansaba el sentido religioso puritano “[…]Dios suele derramar sobre sus

438
ORTEGA Y MEDINA…, Op. Cit., p., 280.
439
ELLIOTT…, Op. Cit., p., 115.
440
MALTBY…, Op. Cit., p., 153.
441
Ibíd., p., 151.

160
elegidos, justamente en esta vida, sus dones, sin excluir los materiales”442, y Cromwell como
“instrumento de Dios”, se sentía llamado a propiciar tales beneficios sobre su pueblo, como
parte de su Calling.
Y para ello se amalgamaron, entre otros, personajes que debido a su experiencia en
América, resultaron propulsores claves para hacer real una expedición hacía el Nuevo
Mundo que resultara efectiva. Uno de ellos era John Cotton, pastor puritano en Nueva
Inglaterra, líder del Congregacionalismo443, quien por medio de otro pastor puritano William
Hooke, quien era a su vez pariente político de Cromwell, tuvo relación con éste a iniciativa
del “Lord Protrector”, al parecer para saber sobre la condición de las colonias
norteamericanas y tener la opinión y aprobación de un religioso puritano destacado, ya que
hay que recordar que después de la Revolución inglesa, las colonias inglesas que había en
América, en su generalidad habían desaprobado la subida al gobierno de la madre patria por
Cromwell444.
En respuesta a estas consideraciones Cromwell halló en Cotton una afirmación
positiva a su obrar en Inglaterra445, llamándolo “soldado del Evangelio”, ‘[…]le reconocía
sus relaciones intimas con Dios, de quien el Protector había sido “escogido como ánfora a su
nombre”’446. Hay que decir que Cotton fue uno de los puritanos que emigró a Norteamérica
a causa de la política de persecución de Laúd en Inglaterra, bajo Carlos I447.
De aquí, que en parte fuera partidario al gobierno de la Commonwealth, a lo que
Cromwell parecía insinuarle en términos muy formales sus intenciones sobre las posesiones
hispanoamericanas, cuando le expresaba en una de las correspondencias que tuvo con éste
“[…]verdaderamente estoy listo para servir a usted, y al resto de nuestros hermanos y las
iglesias con ustedes”448. Con lo cual anunciaba que había llegado la hora para tomar
acciones contra Iberia y, el sentido de empatía religiosa que lo comparecía a tal acuerdo, a lo
que Cotton, como buen entendedor, le mandaba la respuesta en la que aprobaba sus planes y
además los promovía, promulgando “[…]la necesidad religiosa de echar a los españoles de

442
WEBER…, Op. Cit., p., 103.
443
INCHAUSTÉGUI…, Op. Cit., p., 227.
444
TREVELYAN…, Op. Cit., p., 311.
445
INCHAUSTEGUI…, Op. Cit., p., 224 y 225.
446
Ibíd., p., 229.
447
Ibíd., p., 228.
448
Ibíd., p., 231.

161
las Indias”449; idea a la cual le daba el nombre de “Secar el Eufrates”, sacado por supuesto
de un tema bíblico del Apocalipsis: “Y el sexto ángel vació su redoma en el gran río
Eufrates, y el agua allí se secó, para que la senda de los reyes del Oriente pudiera estar
preparada”450. Donde el agua eran, claro, los españoles que estaban impidiendo el paso de la
predicación del “Verdadero Evangelio” y la implantación de hombres virtuosos que
merecían más aquellos suelos que los impíos iberos.
Idea que avalaba esta máxima puritana invocada en dogma en el Sínodo de
Westminster en 1647: “Por lo que se refiere al hombre malo e impío, a quien Dios, por
cuanto es juez justo, ha ofuscado y empedernido por pecados anteriores, no sólo lo priva de
su gracia, que por ella pudo haber sido iluminada su inteligencia y asequible su corazón,
sino que en ocasiones lo despoja también de los dones recibidos…”451. Y si Cromwell era el
“instrumento de Dios” y los ingleses el pueblo elegido por Dios, era lógico que se sintieran
invocados a realizar como medios que eran lo obra de Dios para despojar a los renegados
iberos,
“Dios se complace con llamar con el poder de su palabra y espíritu a todos
aquellos a quienes ha destinado a la vida, y únicamente a éstos, en el tiempo a
su conveniencia y fijado por Él… arrancándoles su corazón de piedra y
concediéndoles corazón de carne, restableciéndoles su voluntad y moviéndolos,
por la omnipotencia de su fuerza, a resolverse por la opción de lo que es
bueno…”452.

Y en esta opción hacía lo bueno se movía el “Western Design”, identificada la


implantación española en tierra ajenas, que por justicia debían estar abiertas, como la
encarnación del pecado y las obras malignas.
En cada país la religiosidad toma diferentes matices y vertientes, y en Inglaterra se
mezcló con un toque de nacionalismo intenso, que hizo identificar a España como el
enemigo maligno con el cual no había que tener miramientos, en donde lo rígido y
fulminante del calvinismo vertido hacia el puritanismo, condujo a los ingleses hacia esta
opinión: “[…]no veían con indulgencia el pecado cometido por los demás, antes bien,

449
Ídem.
450
Ibíd., p., 232.
451
WEBER…, Op. Cit., p., 65.
452
Ibíd., p., 64.

162
sentían odio y menosprecio por el que se mostraba adversario de Dios, que llevaba consigo
el sello de la sentencia por toda la eternidad”453.
De esta manera estaba justificada tal empresa militar, la que además se basaba en
otra máxima para esa época “[…]la conquista es libre para todos los pueblos, ninguna Ley
de Naciones puede prohibir el poder de la Espada”454. Y si Inglaterra lograba ganarle a
España por la “justa” causa de la guerra los “lugares más preciosos” de América, de los que
no era merecedora, entonces éste tendría que rendirse al poder del protestantismo.
Así, si Cotton con su conocimiento de las Escrituras avalaba y justificaba la empresa
del “Soldado de Dios”, Cromwell también encontró en Roger Williams, clérigo y fundador
de la colonia de Rhode Island455, otro incentivo para llevar a cabo el “Western Desing”,
Williams como colono, era conocedor del estado de sus demás hermanos colonos y de la
pobreza y penurias climáticas que sufrían en Norteamérica, “De esa misma Nueva Inglaterra
de Cotton llegaron a Cromwell otros ecos tristes y lastimeros, ante el panorama paupérrimo
de la colonia, el cual los moradores presentaron a Oliver […] de cuya condición se dolía
tanto…”456, a lo que el “Lord Protector” ofrecía como respuesta la posibilidad de
transplantarlos, primero a Irlanda, pero ante la conjunción de los hechos ofrecía como mejor
oportunidad la América cálida, que estaba en manos de los españoles, los que no eran dignos
pobladores de tales tierras, “[…]Cromwell abandonó el proyecto de llevarlos a Irlanda, al
comprender que las Antillas eran el sitio a donde naturalmente te podrían transplantar los
colonos ingleses, no sólo de Nueva Inglaterra, sino también de Barbados y otras
plantaciones de la República”457.
De este modo, América también serviría para Inglaterra, en plena explosión
demográfica, como en el siglo XVI había servido para España, como el receptáculo de esas
masas que necesitaban salida para el bienestar y salud de las metrópolis.
Sin embargo, para obrar en los hechos, Cromwell hubo de necesitar de la
información fáctica y en ello, van a desempeñar un papel especial nuestro Thomas Gage,
Thomas Modyford y William Cooper, éste último era de los ingleses con mayores

453
Ibíd., p., 78.
454
Uno de los argumentos que se esgrimió frente al Parlamento inglés, para explicar la empresa del “Western
Design”, citado en MALTBY…, Op. Cit., p., 152.
455
INCHAUESTGUI…, Op. Cit., p., 235.
456
Ibíd., p., 234.
457
Ibíd., p., 236.

163
conocimientos náuticos de las Indias Occidentales458, lo que fusionado con la información
de los otros dos Thomas, uno residente en las Antillas y el otro como conocedor de una parte
de la América continental, de seguro, le debieron de parecer a Cromwell como el
complemento idóneo.
Thomas Modyford, era un colono de la isla de Barbados, cultivador de la caña de
azúcar, miembro destacado en el gobierno de esta isla como presidente de la Asamblea459,
que cuando regresó a visitar la metrópoli inglesa, fue requerido para presentar un
“memorial” ante el Parlamento sobre la conveniencia de llevar a cabo una invasión en
territorio iberoamericano, era lógico que se le escogiera para tal información, a lo que
respondió diciendo que Barbados, como isla fiel a la Commonwealth, daría un amplia
cooperación a tal empresa, de la que saldrían provisiones, hombres y armas para ayudar,
“Exageró grandemente la lealtad y devoción de Barbados […] las posibilidades
de cooperación, tan indispensables para el buen éxito de la empresa […] La
importancia estratégica de seleccionar […] Barbados […] por su posición a
barlovento […] poseía excepcionales ventajas como base de operaciones, siendo
[…] el sitio más cercano a Inglaterra […] el mejor para un depósito del cual
tropas y abastecimientos pudieran distribuirse para cualesquier región de las
Antillas españolas”460.

Todo lo cual, resultó en un fiasco cuando la expedición del “Western Design” en


1655 se hizo a la vela. La tropa de Cromwell no encontró apoyo en esta isla, que se suponía
debía de ser una base de operaciones, “…la amarga desilusión de los Comisionados de la
Expedición frente a la escasa cooperación de la Isla de Barbados y la animadversión de los
isleños contra Modyford, por haber hecho creer a Cromwell que la Isla prestaría un concurso
que, efectivamente, estaba muy por encima de sus posibilidades”461.
Sin embargo, las direcciones cuando se planeó el “Western Design” apuntaban hacia
el éxito y, los informes con lo que contó el “Lord Protector” le hacían pensar que podía en
verdad hacer caer a España en América.
Y es aquí donde entra el último de los personajes protagonistas de tal plan: Thomas

458
Ibíd., p., 249.
459
Ibíd., p., 255.
460
Ibíd., p., 256-257.
461
Ídem.

164
Gage, el único de los ingleses que para esa época había entrado en el imperio ultramarino de
España y lo había conocido desde el interior. Su información y observaciones vertidas en la
obra del Inglés Americano…, publicado en 1648, bien se podía jactar de haber sido “….la
primera descripción adecuada de toda esta vasta y desconocida región”462 , y de aquí su valía
para la causa antiespañola del “Western Design”.
Debido a la imposibilidad de consulta en las fuentes inglesas, nos aventuraremos a
expresar que creemos el vínculo más importante por el que Thomas Gage se relacionó con la
causa parlamentaria, debió ser el influyente Thomas Challoner, nacido éste en Steeple
Claydon, Buckinghamshire, en el sureste de Inglaterra, proveniente de una familia
acomodada, era hijo del naturalista sir Thomas Challoner, el que hizo varias obras de
beneficencia en Steeple Claydon, lo que hacía a la familia Challoner reconocida.
Al provenir de la misma región inglesa (Sureste) y de una clase social análoga a
Gage, no se nos hace difícil pensar que de algún modo se conocieran y Challoner propulsara
a Gage en su escalada en el partido parlamentario. Ya que al parecer, Thomas Challoner era
un ferviente partidario del Parlamento, tal vez integrante de esos grupos que rayaban casi en
el fanatismo, tanto que él y su hermano, James Challoner, fueron dos de los 135
comisionados de la Corte que condenó a Carlos I, al punto que su firma se halla en el Acta
de sentencia463, y que por ello, al término de la Commonwealth no se le haya otorgado el
perdón.
Si debemos creer en lo que dice Trevelyan que fue en Buckinghamshire y en el
Anglia oriental -de donde era Cromwell-, en los partidos donde más se arraigó la causa del
Parlamento464, no es de sorprender que Thomas Challoner fuera uno de los mayores
entusiastas de tal corriente y, que hubiera sido posible que se conociera con Gage en una de
estas reuniones en donde, Challoner descubriera la información preciada que encerraba Gage
y lo encaminara hacia los líderes del movimiento, cuando el mismo Gage confesaba en la
dedicatoria:
“[…]mi larga estancia en aquellos lugares […] y la libre profesión de la pureza
del Evangelio, me han dado razón para imaginar que tan grandes mercedes no
me habían sido otorgados por los Poderes Celestiales para que yo enterrara mi

462
Ibid., p., 250.
463
BLITZER…, Op. Cit., p.,
464
TREVELYAN…, Op. Cit., p., 304.

165
talento en el suelo, ni ocultara mi lámpara bajo el almud, sino para que
compartiera lo que allí vi y aprendí para uso de mis compatriotas ingleses” 465.

Esfuerzo que decidieron dirigir y ampararse a sir Thomas Fairfax, “Caballero Lord
Fairfax de Cameron, Capitán General del Ejército del Parlamento y de todas las fuerzas de
Inglaterra y el dominio de Gales”; otro inglés acomodado y muy cercano a Oliver Cromwell,
al que iría dedicado el libro de Thomas Gage, “La dedicatoria métrica de la obra de Gage
estuvo a cargo de Thomas Challoner, quien mostró conocimiento de los escritos de Purchas,
Hakluyt, Ramusio y Raleigh, los cuales nombró en sus versos”466. Lo cual no es de
sorprender, ya que como la mayoría de las obras de la época casi siempre obedecían al
amparo de un mecenazgo, al que hacían expresa mención en la dedicatoria, de esta manera
también la dedicatoria de Gage, “…se ha hecho notar que se parece tanto a los escritos de
Hakluyt y Raleigh que probablemente tiene partes que son de éstos…”467. Lo que como
veremos posteriormente no será mera coincidencia.
Por otra parte, no sabemos si Challoner decidió aconsejar a Gage, a dirigir su escrito
a Fairfax, no solamente porque era uno de los principales dirigentes de la Armada del
Parlamento y muy cercano a Cromwell, sino también porque como miembro de la
aristocracia inglesa y, quizás Challoner pudo haber conocido con anterioridad a Fairfax al
gozar de una posición social semejante que debió de confluir en ciertos eventos.
Lo que si nos parece podemos aventurar, es que una vez que Fairfax decidió retirarse
del partido parlamentario como dirigente, ante la decapitación de Carlos I, ya que siendo de
estos parlamentarios moderados que apoyaban una monarquía parlamentaria, debió parecerle
extremosa tal decisión por lo que decidió darse de baja como protagonista en la posterior
Commonwealth, así, el escrito de Gage, bajo el patrocinio de Challoner, el cual se veía más
adepto a la idea del descabezamiento de Carlos I, debió pasar a manos de Oliver Cromwell,
al que le debió de parecer la obra del “inglés americano” más llena de sugestiones sobre
América, que a Fairfax.
Así, por ejemplo sabemos que Thomas Gage se presentó ante el Parlamento,
afirmando “El momento ha llegado para Inglaterra lance un asalto contra el Papa y contra

465
TORRES…, Op. Cit., p., 25.
466
INCHAUSTEGUI…, Op. Cit., p., 252.
467
Ibíd., p., 251.

166
España”468, en donde, de seguro exponía los puntos a favor que tenía Inglaterra para lanzarse
sobre América, como toda su obra lo prueba y plasma, hasta parecía aguijonear al orgullo
inglés por su pasividad en las Indias, incitando con sus líneas a sus compatriotas:
“Y sin embargo, si hubiéramos de asir la ocasión sin demora, no estamos tan
rezagados que no pudiéramos todavía ganarle la delantera. Para este propósito
nuestras plantaciones de Barbados, St. Christopher, Nevis y el resto de las islas
del Caribe no sólo han adelantado nuestra jornada la mayor parte del camino,
sino que han habituado a nuestra gente al clima de las Indias de tal modo que
hoy están en condiciones de iniciar cualquier empresa en tierra firme con más
facilidad. Y no es la dificultad del intento tan grande cómo algunos pueden
imaginar, pues me atrevo a afirmar que con los mismos esfuerzos y afanes que
han dedicado a sembrar una de esas menguadas islas quizá habrían conquistado
en el continente tantas grandes ciudades y vastos territorios que bien podrían
merecer el título de reino”469.

Fragmento en el cual debía de seguir la inspiración de Hakluyt: el imitar a los


españoles para crear un reino ultramarino inglés.
Así, en este remolino de revoluciones que no daban cabida a los tibios, Gage se dejó
llevar en el huracán que conducía a las costas americanas. Lo que le hizo caer en
exageraciones sobre las posibilidades inglesas en América, al mismo tiempo que confirmar
ante el público puritano el estereotipo del español y reforzar el sentimiento antiespañol en
Inglaterra, sin embargo, lo que no se hizo valido era que, a diferencia de la mayoría de los
ingleses, a los que les estaba vedado y de acción casi imposible, el paso a las Indias para
constatarlo, era que a Gage si se le abrió al oportunidad y lo que hizo fue exagerar sus
juicios sobre los hispanos; por otra parte, ello tiene también su explicación en la época y
ambiente en que se imbuyó, Gage como buen inglés se dio cuenta de lo que el público y el
Parlamento inglés querían oír y eso era, el cuadro que desde hacía décadas tenían pintado
sobre la pedante Iberia470.
En lo que también se vino a confundir cierto ardor nacionalista de Gage, como
inglés, de lo que, no dudamos que algunos pasajes sobre la corrupción española en América

468
Ibíd., p., 253.
469
TORRES…, Op. Cit., p., 26-27.
470
Toda la obra citada de Maltby habla al respecto.

167
de verdad le indignaran y creyeran que su nación sería mejor dueña del Nuevo Mundo que la
Península Ibérica.
De esta manera la obra de Thomas Gage desbordaba en tantos aspectos como la
empresa inglesa con Cromwell se lo proponía y en tanto la apoyaba, que en diciembre de
1654, unos meses antes de zarpar la expedición, Gage dirigía un “Memorial” -el mismo que
se le pidió a Modyford-, a Cromwell, a petición de éste, “…donde hábilmente presentó todo
cuanto pudiera ser de atracción, tanto en los puntos de vista económicos, como en los
religiosos”471. Y precisamente creemos que por ello, como respuesta a estas dos vertientes,
se desprenden las dos afluentes preponderantes en el escrito de Gage: el elemento
geográfico-estratégico y el religioso, el primero responderá al interés material y físico sobre
el que deberá de actuar tácticamente el ataque inglés; y el segundo representaba el sustento
ideológico sobre el que Inglaterra podía argumentar su entrada en la América española como
empresa válida y legítima.
Así, el relato de Thomas lo tenemos que situar en este ambiente que le hizo hacer
confluir su pluma con los planes de la Inglaterra de Cromwell, que a su vez, tenía
correspondencia con la era isabelina, “Un ataque contra las Indias españolas se ajustaba a la
vieja tradición isabelina”472. Y aunque la expedición del “Western Design” no resultó como
se esperaba, por lo apresurado del plan o, porque los agentes de información exageraron sus
juicios sobre la desprotección total del continente americano o, sobre las disensiones que
había entre las diferentes clases sociales que configuraban el imperio iberoamericano; lo
cierto es que esta empresa dio salida al nacionalismo imperial que los ingleses pedían
expulsar.
Al grado de que una vez concordada la paz con Holanda, “[…]la flota inglesa de
ciento sesenta naves se había quedado ociosa y que treinta de ellas, por laguna coincidencia
providencial, ya estaban en las Indias Occidentales”473. A las que se les debía de dar rápida
bitácora de operaciones.
Y desde aquí hubo disensiones, mientras que había unos que aconsejaban al
“Protector” atacar ciertas zonas continentales, otros se inclinaban por una de las Antillas
mayores, ya fuera Cuba o La Española, y en este punto nos inclinamos a creer que, por el

471
INCHAUSTEGUI…, Op. Cit., p., 253.
472
Ibíd., p., 245.

168
mismo contenido de su libro, Gage se orientará por aconsejar en atacar en Guatemala, y
aunque Inchaustegui afirma que Strong está en lo correcto al decir que Gage se inclinó por
una de las Antillas antes mencionadas, nosotros asentiremos con Conaughton, quien rescata
y confirma nuestra opinión sobre el blanco de invasión en Guatemala474. Ya que Gage poco
era lo que había residido en el Caribe, escasos meses que de seguro no le sirvieron para
apreciar a cabalidad el territorio caribeño, como sí lo pudo hacer con esta parte del sur
novohispano.
De esta manera, aunque a Thomas se le achaque mucha de la parte de culpa por mal
aconsejar a la expedición en haber atacado el Caribe, la realidad es que si se observa
cuidadosamente toda la obra de Gage, todos los incentivos de ataque que plasma en ella los
dirige hacia tierra continental, al Caribe no lo enuncia como una zona factible, y mucho
menos, a La Española, porque ésta nunca la pisó, ni conoció; lo que hubiera representado
una expedición caminase, mandarla a una zona de la que poco tenía que aconsejar, más si
consideramos que él mismo iba en este expedición. Por lo que, debemos de decir, que Gage
no fue el único de los consejeros que Cromwell tuvo para esta empresa militar475 y, que tal
vez a la mayoría les pareció menos grandioso y temible atacar una isla, que en el continente,
una isla de la que, a su vez, saldrían posteriores ataques hacía tierra continental, cuando se
hubiera cortado el comercio entre España y sus colonias, por la toma de una de estas
Antillas, por las que pasaba la flota española que cada año mandaba el tesoro americano al
rey y, probablemente en este plan, es donde debemos hallar la explicación para que el
consejo del “Protector” se halla decidido definitivamente por el ataque hacia el Caribe y no,
sobre tierra continental.
Pero sí la expedición del “Western Design” salió mal por la poca ayuda de Barbados,
por la precipitada planeación y ejecución, por el poco conocimiento que se tenía sobre La
Española, o por las disputas entre Penn y Venables, los dos hombres al mando de dicha
flota; en cambio, le dio a Inglaterra otra isla de las Antillas mayores, no menos preciada en
el futuro, Jamaica.
“El 13 de abril de 1655 llegó esa misteriosa expedición a las costas de la Isla

473
MALTBY…, Op. Cit., p., 147.
474
CONAUGHTON, Brian (Introducción). Nuevo reconocimiento de las Indias Occidentales. Thomas Gage.
México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Mirada Viajera, 1994. P., 15.
475
INCHAUSTEGUI…, Op. Cit., p., 266.

169
Española, después de haber aumentado el número de la tripulación en las
Bermudas […] A pesar de los misterios con que los británicos envolvían sus
intenciones, no faltó modo de que llegaran noticias alarmantes a Santo
Domingo, particularmente cuando se aceleraron los aprestos en las Bermudas
con esa armada no esperada y muy sospechosa. Las pocas fuerzas que había en
la Española se armaron apresuradamente y esperaron el ataque en el interior.
Dejáronlos desembarcar libremente. Entusiasmó a los ingleses no hallar
resistencia y penetraron al interior con la confianza del triunfo seguro. Muy
pronto sus esperanzas chocaron con la realidad. Los vecinos de las isla salieron
de los sitios en que supieron ocultarse y pelearon con brío. Organizó esta hábil
defensa el gobernador y capitán general don Bernardino de Meneses
Bracamonte y Zapata, conde de Peñalva”476.

La derrota para los ingleses, un resultado militar totalmente contrario a lo que


Cromwell estaba acostumbrado a tener en Inglaterra, del que incluso, le ocasionó un ataque
bilioso que le hizo caer en cama cuando supo la noticia477.
El conocimiento del territorio favoreció aquí a los iberoamericanos, aunado a un
factor, todavía más importante: los ingleses como potencia marítima y acostumbrados a los
procesos de las metrópolis europeas, nunca se les ocurrió pensar que aún las colonias
también desarrollaban identidades y nacionalismos. Llevados por las aseveraciones desde
Hakluyt hasta Gage, sobre la cobardía de los españoles478 y las disensiones intestinas entre
los diferentes grupos sociales, les hicieron creer que estos estratos subyugados apreciarían y
tomarían con agrado el gobierno de otro reino europeo que no fuera el español, sin ver que
se encontraba en proceso la construcción de la identidad hispanoamericana arraigada en el
suelo americano, que haría a éstos defenderlo contra un ataque extranjero, tal y como lo
percibieron los pobladores de Santo Domingo en el relato antes citado, aún con pocas
municiones y escasas fortificaciones militares, en lo cual Gage y otros informantes no
erraron del todo en su información.
Así, parece que los motivos para designar a La Española como punto de ataque
estaban en las aseveraciones que le hacían a Cromwell los capitanes Hatsell y Lymerge

476
RUBIO MAÑÉ, José Ignacio. El virreinato II. Expansión y defensa. 1a parte. II. México, Fondo de Cultura
Económica, 1992. P., 93.
477
ORTEGA Y MEDINA, Juan A. México en la conciencia anglosajona. México, Porrúa y Obregón, 1953. P.,
107.

170
“Ambos […] habían vivido y negociado en Hispaniola […] país fuera de toda comparación
[…] a donde se podría transplantar gente…”479 de todas las demás posesiones
angloamericanas, esto además lo avalaba el que al parecer había muchos ingleses
familiarizados con esta isla480, los que pudieron confirmar tal idea.
Pero además, había otro hecho simbólico que enunciaba Gage en su obra, La
Española fue la primera Antilla mayor que sentó la base, poderío y colonización de América
por España481, lo que significaba dar en el corazón de la soberbia y el orgullo español, si se
lograba su toma.
Sin embargo, tal cometido no se cumplió y ante la derrota inglesa en La Española,
“El coronel Venables no quiso regresar a su patria después de su fracaso en Santo Domingo,
por lo que significaba para su prestigio personal y el tradicional orgullo británico. Reunió un
consejo de guerra y allí resolvió caer sobre Jamaica, ya que sabía su estado de
desguarnecida”482, de la cual lograron adueñarse a pesar de los intentos de defensa que
hicieron las autoridades virreinales483, debido a su despoblamiento.
De esta manera, aunque no se logró la toma de Santo Domingo, Inglaterra adquirió
otra Antilla mayor que en el siglo XIX se convirtió, junto con Belice, en un enclave
estratégico e importantísimo para la movilización e imposición del capital comercial inglés y
su dominio sobre América Latina.
Desde la toma de Jamaica por los ingleses en 1655, la que le costaría tan caro a Gage
ya que en ella pereció en 1656 a causa de la malaria, cesaron por un tiempo los planes
ingleses por querer tomar una posesión hispanoamericana, al parecer se dieron cuenta de que
había otra forma, mucho más práctica, de dominar la América española, sin necesidad de las
armas: el comercio, por medio del mar. Recreando la frase de Raleigh sobre el mar, el
comercio y el dominio del mundo, Inglaterra comenzó así a posesionarse comercialmente de
las Indias Occidentales, con sus pequeños pero valiosos enclaves en las Antillas y en Belice,
para después, una vez ya asegurada su preponderancia mercantil en América, dirigirse al
otro gran foco de su influencia: la India, donde finalmente asentarían su buscado imperio

478
INCHAUSTEGUI…, Op. Cit., p., 264.
479
Ibíd., p., 266.
480
Ídem., nota 5 del autor.
481
TORRES…, Op. Cit., p., 209.
482
RUBIO…, Op. Cit., p., 94.
483
Ídem.

171
británico.
Todo ello, parecía confirmar la dicotomía de que los ingleses eran poderosos
conquistadores por mar, mientras que los iberos eran portentosos en tierra. Los avances
sorprendentes que tuvieron los españoles tierra adentro en América asombrarían a los
colonos ingleses en Norteamérica, que en cambio, parece ser se dedicaron a una explotación
más intensiva de sus territorios y, ello se confirma por una frase que el mismo Gage daba en
su obra y que Chevalier también recogía, sobre la diferencia de la perspectiva inglesa,
cuando los españoles se burlaban de los ingleses en Norteamérica diciendo “que era
demasiado miedo a los indios o sobrada pereza que los ingleses se dedicaran a sembrar
cuatro mata de tabaco en vez de conquistar un país empedrado de oro y esmeraldas”.
Por otra parte, las exageraciones que hizo Gage en su obra sobre las degeneraciones
españolas y las posibilidades inglesas de victoria, no sólo obedecían a un impulso por
congraciarse con el Parlamento puritano o la empresa de Cromwell, sino también, como
veremos, encontraban su explicación en un afán de hacer coincidir sus apreciaciones con las
mismas que desde la era isabelina se venían dando. Gage trató de hacerse partícipe de ese
grupo de intelectuales que se sentían herederos de esa corriente que venía desde el periodo
isabelino.
Así, la interpretación que hizo Gage de la realidad americana en su obra para el
público inglés, obedecía también a este impulso, el cual pareciera hasta forzaba, a cierto
grado, su pluma, para amalgamarse, con esta tradición intelectual isabelina, que al mismo
tiempo propugnaba por un imperialismo británico.
Thomas como hombre letrado, es de suponer que supiera y leyera de esas figuras
representativas del reinado de Isabel I, como Hakluyt y Raleigh, una edad que a su vez
retomaba el régimen de Cromwell, como legítimo heredero y que se proponía emular. De
aquí, la correspondencia con los propósitos del “Western Design” y, con la inspiración que
Gage tomó para su ofrenda al Parlamento.
Así, las aseveraciones de Thomas sobre ciertas realidades americanas encontraban su
reciprocidad con algunas de las apreciaciones de Hakluyt y Raleigh, por mencionar a dos de
los más renombrados isabelinos, las dos figuras icónicas del expansionismo pujante inglés,
los cuales es muy probable que tomara como modelo, para confirmar y reafirmar sus
argumentos, décadas atrás ya vertidos sobre América y la idoneidad de un ataque e invasión

172
inglesa, así como sobre los vicios iberos.
Así, por ejemplo, parecía que Gage repetía casi literalmente a Hakluyt con algunos
de sus párrafos, cuando el geógrafo isabelino incitaba a sus compatriotas a incursionar en el
Nuevo Mundo, “[…]las investigaciones de Hakluyt lo habían inducido a creer que las
naciones sometidas a España eran rebeldes y, que, por causa de una escasez de colonos
españoles en muchas regiones, sería fácil establecer una base en el Nuevo Mundo”484. Lo
que tenía una analogía sorprendente con lo que Gage enunciaba a lo largo de toda su obra:
“[…]Gage hizo hincapié en que la escasa población de los vastos territorios de las Indias
hacía cosa fácil arrojar a los españoles de allí, que los indios no podrían ofrecer resistencia,
pues no se les permitía portar armas y que las ciudades del interior no tenían murallas ni
cañones”485.
Asimismo, sus exageraciones sobre la benevolencia y apoyo que encontrarían entre
los negros cimarrones, como clase oprimida, a la llegada de la invasión inglesa, por el furor
que le tenían al régimen español, hallaba su conexión con, La historia de sir Francis Drake,
“Basada en la proezas de Drake en Panamá […] centrada en la toma de Nombre de Dios y
las dificultades de los cimarrones, negros prófugos que ayudaban a los ingleses”486.
No menos que las críticas que Thomas vertía sobre el catolicismo español, parecía
resucitar a Raleigh, cuando éste decía: “En materia de religión, se necesitaría todo un
volumen si yo me pusiera a decir cuan irreligiosamente cubren sus sórdidas y ambiciosas
pretensiones con ese velo de piedad”487. Así también, las críticas vertidas por Gage sobre la
corrupción española por los funcionarios virreinales, encontraba su correspondencia con otro
argumento inglés, el cual se basaba en la corrompida administración de éstos hacia los
territorios americanos, como una prueba de cómo los reyes españoles al enviar a este tipo de
servidores se encontraban perdiendo los derechos de facto, por el corrompido manejo que
hacía de ellos488. Así como también, la condena que Thomas hacía sobre los criollos, de por
ejemplo la ciudad de Chiapa Real, tenía una conexión sorprendente con la opinión inglesa
sobre el orgullo español:
“Orgullo, altanería y ambición, acompañados por un concepto imaginario de su

484
MALTBY…, Op. Cit., p., 83.
485
INCHAUSTEGUI…, Op. Cit., p., 253-254.
486
MALTBY…, Op. Cit., p., 161.
487
Ibíd., p., 41.

173
propia y peculiar Grandeza, son los ingredientes que por lo general entran en la
composición de un español. Tan grande es su manía de ostentación que ninguno
de ellos se dedicará a un oficio, y hasta los más viles mendigos presumen de su
noble cuna, y tejen ingeniosos relatos para explicar su mísera situación actual.
¡Y lo peor de todo es que algunos de ellos parecen creerse tan elevados como el
rey!489.

La reciprocidad que Gage encontró con lo que la mentalidad inglesa ya tenía sobre el
estereotipo español, fue lo que en cierto grado, le llevó a configurar las afirmaciones
extremosas que hizo sobre lo español: el deseo de amalgamar sus apreciaciones con el
espíritu inglés nacionalista. De lo que creemos, no fue compartido totalmente por nuestro
fraile inglés, por el tono de sus narraciones y su propia educación en España.
Pero además, Thomas con su obra englobaba otro aspecto, que de seguro a Cromwell
le debió de haber llamado la atención, al haber sido miembro de la Comisión de Comercio y
Plantaciones490 y saber el estado de las colonias norteamericanas, y éste era, la riqueza
natural que ofrecía el suelo americano, como bien lo hará notar Gage con la jurisdicción de
Guatemala.
Ya que si a Gage parece no sorprenderle en sí misma la naturaleza americana, con su
exuberancia, exoticidad y unicidad, y la explicación para ello tal vez la debamos de
encontrar en que este no era su objetivo de la narración, no era un naturalista, en cambio, si
lo impresionó, el sentido de cómo estaban dispuestos naturalmente los territorios americanos
para un gran desarrollo económico, sobre todo comercial y agrícolamente, así como el
potencial geográfico que tenían para una mayor explotación y aprovechamiento para sus
propios habitantes y la misma Iberia, si fueran “menos vanos y fantasiosos”, lo que por ello,
parecía causarle indignación.
Dicha información debía de despertar al espíritu puritano de Cromwell, sobre todo,
porque para el puritanismo la agricultura era una de las actividades más preciadas491.
Pero además el relato de Thomas Gage, aparecía a la sociedad inglesa como un
escrito un tanto más preciado, pues si ya los ingleses tenían una opinión y un estereotipo ya

488
Ibíd., p., 162.
489
Ibíd., p., 165.
490
INCHAUSTEGUI…, Op. Cit., p., 240.
491
WEBER…, Op. Cit., p., 108.

174
formado sobre lo español y su empresa de conquista en las Indias Occidentales, toda ella se
basaba en fuentes indirectas, ya fueran las crónicas clásicas de la Conquista de América,
como la de Gómara, las Casas o la de Pedro Martir de Angleria, o los relatos de ciertos
viajeros. Todos ellos estaban sustentados en las propias narraciones españolas u extranjeras -
de flamencos, franceses y hasta escoceses-, y sólo algunas de éstas narraciones hechas por
marineros ingleses que se habían aventurado en el negocio del comercio ilegal con América
desde la edad isabelina; sin embargo, ninguna de ellas contaba con el sustento total de un
inglés letrado que hubiera vivido por largo tiempo y visto por si mismo desde adentro con
sus propios ojos el imperio iberoamericano.
Ello, le otorgaba un mayor sustento a lo que Gage comentaba en su obra para sus
compatriotas, a la vez que reafirmaba con sus pasajes la opinión general inglesa que sobre
España y su empresa conquistadora había hecho en el Nuevo Mundo.
Debido a esto, en la obra de nuestro fraile inglés tenemos que tener en cuenta que
Gage, como sagaz escritor, sabía y tenía en cuenta al público para el que iba dirigido su
obra, consciente y conocedor de los lectores que iba a tener, estaba hecha de esa forma, con
su reprobación del régimen español en sus diversos aspectos y de las costumbres españolas,
que eran más ligeras que las que iba tomando la sociedad inglesa en su camino al rígido
puritanismo, parecía ser condescendiente. Aunque en el fondo se hallaba una contradicción,
por la forma en cómo lo decía, fuera como sí en realidad Thomas no reprobara del todo
algunas costumbres iberas y, hasta en el tiempo que vivió con sus amigos frailes españoles,
participara de buen grado de ellas.
Por ello, debemos ser cuidadosos al leer al “inglés americano” y tener en mente que
las afirmaciones exageradas que haga algunas veces sobre lo español será para ser coherente
con el régimen de la Commonwealth.
Ello, sin subestimar el valor total que la obra de Thomas tiene, ya que si su principal
objetivo era el público inglés, no por ello se cerraba sólo a este círculo, ya que como inglés
residido en América por 12 años presentó una forma de ver América desde lo “extranjero”.
Así, si el periodo del reinado de los Estuardo apareció como un aletargamiento en los
designios que Inglaterra ya había expresado sobre América desde la edad isabelina, en la
época de Cromwell volvía a resurgir y con mayor portento, tanto que incluso Gage hacía
patente su valor como inglés americano diciendo sobre la obra que aportaba a esta causa:

175
“Y más me siento obligado a ello porque en cierto modo nada se ha escrito
sobre aquellas regiones en los últimos cien años, que es casi desde que primero
las conquistaron los españoles, los cuales estarían contentos de perder el honor
de la riqueza y felicidad que de entonces acá han adquirido con sus grandes
empresas, a trueque de poder disfrutar de la seguridad de conservar lo que
tienen en paz y tranquilidad”492.

Así, en esta confesada misión, será en donde Gage ponga una de sus principales
atenciones, ya que “Si se pregunta qué fue lo que los europeos vieron al llegar al otro lado
del Atlántico y cómo lo vieron, la respuesta dependerá de la clase de europeo de que se trate,
Su punto de vista estará afectado por su formación y sus intereses profesionales” 493. Y en
estos intereses, Gage descansará su relato que sobre la geografía haga de las partes
americanas que recorrió.
Pero también del relato religioso, ya si parte de los objetivos del “Western Design” y
el imperialismo británico descansaban en el afluente comercial, el elemento religioso, que se
encontraba de trasfondo, también movió a la Inglaterra de Cromwell para lanzarse hacía
América.
El “Western Design”, igualmente representaba una cruzada religiosa contra España,
que para Cromwell incluso parecía, el motor preponderante de tal plan, “[…]las nociones del
comercio parecen a lo más como secundarias en su mente […] Confía en la buena flota de
Penn, y el buen ejército de Venables, pero principalmente, podemos creer, en la causa
protestante y en el Señor de las Hueste Celestiales”494, del que Cromwell, se sentía
instrumento y medio495, como bien lo reafirmó Cotton como el “Soldado del Evangelio”.
Y Gage sabía esto, por ello, en este sentido debemos de hallar la explicación para el
afluente religioso de su obra, “[…]Gage apelaba a los ingleses, para conquistar las Indias en
poder de los españoles, y convertirlas a la luz de la verdadera religión…”496. Incentivo que
no sólo tenía un sentido argumentativo, ya que “[…]el Parlamento, y Cromwell antes y
después de él, había dedicado solemnes y ansiosos pensamientos a la propagación del

492
TORRES…, Op. Cit., p., 25.
493
ELLIOTT…, Op. Cit., p., 31-32.
494
INCHAUSTEGUI…, Op. Cit., p., 244-245 y Cf. MALTBY…, Op. Cit., p., 162.
495
WEBER…, Op. Cit., p., 80.
496
INCHAUSTEGUI…, Op. Cit., p., 251.

176
Evangelio en Nueva Inglaterra…”497.
Y en esta forma es que el afán de imitación inglés a la empresa española en el Nuevo
Mundo -la más magnifica de las proezas que emprendió-, como lo entiende Ortega y
Medina498, no sólo desbordaba en el terreno de las empresas de conquista territorial, sino
también en el plano de la Conquista espiritual, que se vino a amalgamar con un auténtico
sentido de la religiosidad puritana como portadora del “verdadero” Evangelio.
Así, estos elementos que reposaban dentro del expansionismo inglés y su
nacionalismo, vertidos en el “Western Design”, nos hacen distinguir los dos grandes talantes
que prefiguran como preponderantes en el escrito de Gage: el que correspondía a la parte del
interés comercial económico, con la afluente de información geográfico-estratégica para la
efectiva invasión inglesa y; el elemento puritano religioso, que encontrará su validación con
la narración religiosa que Gage haga de América.
Ésta última, de la que quizá tenga mayor valor ante el régimen de Cromwell, ya que
si antes Inglaterra con Hakluyt, había encontrado a un talentoso geógrafo que diera el
sustento material a las incursiones inglesas en América; con Gage se podría pensar,
completaba el sustento religioso que legitimaba su invasión hacía el Nuevo Mundo como
causa justa, como posteriormente veremos. La parte práctica y la espiritual unidas para darle
a Inglaterra la salida a los ímpetus nacionalistas que venía incubando desde hacía siglos.
Así en esta dirección, es que podemos explicar las citas bíblicas intercaladas que
Gage introduce en su obra, característico del estilo puritano igual que la carta de Cotton 499,
como pasajes que reafirmaban y ejemplificaban con la máxima autoridad, la palabra de
Dios, los juicios despectivos que apreciaba sobre la situación americana, para darle mayor
validez a su narración y mostrar a la sociedad inglesa, utilizándolas también como un
recurso didáctico, el mundo virreinal del Nuevo Mundo.
Por lo cual, si bien podemos decir que la obra de nuestro fraile inglés no se nos
presenta como una historia, en el sentido acabado, como por ejemplo las historias de algunas
crónicas españolas, sí en cambio, podemos distinguir un modelo ideológico que venía desde
la Edad Media y que empapó el sentido de su relato:
“En forma general, se puede afirmar que toda historia medieval está inserta en

497
Ibíd., p., 228.
498
ORTEGA Y MEDINA…, El conflicto anglo español…, Op. Cit., p., 53-63.

177
el patrón teleológico de “historia de la salvación” […] Las historias
“nacionales” no escapan de este patrón. Muchos cronistas inscriben la historia
de su “nación” pensándolas como entidades seleccionadas para llevar hasta el
final de los tiempos la evangelización y el destino divino…”500.

Sobre todo, para una Inglaterra que aunque prefiguraba moderna en el plano
económico, en el religioso, el puritanismo vino a renovar y consolidar este sentido medieval
de fin misional. Cuando cada nación europea adoptó este sentimiento de acuerdo a sus
mitologías nacionales501, para creerse la portadora de tal fin. Aunado a otra noción,
“Esta idea fue alentada por una antigua tradición muy arraigada sobre el
sentido de la historia humana. A través de los primeros padres de la Iglesia y
Otto de Freising, la Europa del siglo XVI había heredado la idea clásica de que
la hegemonía en el mundo y la civilización se trasladaban gradualmente desde el
este hacía el oeste”502.

Y sí, Inglaterra se encontraba y percibía en el rincón occidental de toda la Europa


medieval, más hacia el oeste, aún que la misma España. Era de esperarse que se sintiera
llamada aún con mayor urgencia, por el nuevo matiz que le daba su nacionalismo pujante y
la religiosidad puritana, a tomar el relevo para llevar a cabo la propagación del Evangelio,
del “verdadero Evangelio”.
Y como máxima lo exponía el mismo Lord Protector, “[…]discutiendo con su
Consejo, Cromwell había parafraseado la célebre observación de Bernal Díaz del Castillo
cuando afirmó que había ido a las Indias para servir a Dios, y también para hacerse
rico…”503. Sólo que afinado con ciertas variantes, ya para lograr esto había un pueblo que se
oponía a esta misión, desde la óptica inglesa, el pueblo español, el mismo que era también el
defensor del catolicismo papal, ‘[…]el Protector casi no podía hablar, de rabia y de odio. El
meollo de su discurso fue la esencia misma de la sencillez: “En verdad, nuestro enemigo es
el español. Es él. Es un enemigo natural. Lo es hasta la médula. Por razón de esa enemistad

499
INCHAUSTEGUI…, Op. Cit., p., 224-227.
500
DURÁN, Norma. Formas de hacer la historia (Historiografía grecolatina y medieval). México, Ediciones
Navarra, 2001. P., 170.
501
ELLIOTT…, Op. Cit., p., 118.
502
Ídem.
503
MALTBY…, Op. Cit., p., 162.

178
que hay en él contra todo lo que es de Dios’504.
Y en esta dinámica se encontraba el sentido religioso de la obra de Gage, el mismo
que, en cierta forma, creía que su “Calling” consistía en dar a conocer a Inglaterra la
desviación del cristianismo que se tenía entre los indígenas americanos por la “idolatría” de
los mismos españoles que los habían conquistado505.
Por ello, el escrito de Thomas aparece aún más sui generis, dentro de todo el corpus
documental que se produjo sobre la América colonial, ya que por una parte, su narración
sencilla y directa daba la pauta al sentido moderno que apilaba Inglaterra en la perspectiva
material; cuando en el plano profundo respondía al intenso puritanismo de la Inglaterra de
Cromwell que fortificó su percepción como “pueblo escogido” para llevar al final de los
tiempos la predicación e implantación del Evangelio, designando como blanco de ello, el
mismo espacio del que España se jactaba como mérito de su proeza de conquista religiosa,
el que al mismo tiempo, con su invasión, sería el principio del derrumbe de la monarquía
católica.
Así, el “Western Design” aparecía como un programa mucho más amplio y
complicado del que se podía pensar, representativo no sólo de los impulsos materiales de
Inglaterra, sino también de su religiosidad intensa,

“Su acción no debe ser juzgada por medio de normas modernas. Los españoles
habían cometido muchos actos violentos contra los ingleses en las Antillas, y no
se debatirá que los protestantes tenían derecho a no hacer caso de la famosa
Bula en la cual se fiaban. Pero la mentalidad moderna no hace caso de todo
esto, y se pregunta porque Cromwell […] precipitó su país en una guerra con la
monarquía española en un momento cuando él había apenas surgido de un
largo, oscuro periodo de discordia civil. La mentalidad moderna ha olvidado,
comprendemos, esa guerra de las Confesiones, en la cual había transcurrido la
vida de Cromwell. Escasamente se comprende […] cuan crítica parecía ser la
posición del Protestantismo […] Por lo tanto, se está tentado de poner a un lado
como hipócritas las consideraciones religiosas que Cromwell alegó, y
considerarle como un político sagaz, quien previó la grandeza colonial de
Inglaterra y quien se aprovechó de la oportunidad de la declinación del imperio

504
Ibíd., p., 149.
505
TORRES…, Op. Cit., p., 390.

179
español para enriquecer a Inglaterra con sus despojos” 506.

3.2. La cuestión geográfica.

Después de haberse planeado el “Western Design” y Gage, haber sido uno de los principales
protagonistas en alentar tal designio, como inglés y fraile que había tenido el privilegio de
viajar hacia América, bien se podía jactar de adelantar a todos sus compatriotas respecto a
este punto.
Gage había sido el único inglés que para esta época había entrado en América y la
había conocido desde el interior, ya que si bien, otros ingleses que eran comerciantes o
piratas, también habían tenido relación con el Nuevo Mundo, solamente Thomas podía
ofrecer como especial información el haber recorrido desde el corazón la Nueva España, y
no sólo las costas del continente.
Y a este respecto es que Thomas se daba cuenta de su valía y le sacaba provecho ante
la causa con la que ya se había relacionado en Inglaterra, a tal grado, que incluso se da en
nombrar el “inglés americano” para expresar ese estado, y en la dedicatoria que le hacía al
Parlamento exaltaba:
“A vuestra excelencia ofrezco pues un Nuevo Mundo, para que sea el objeto de
su esfuerzo, valor y piedad futuros, suplicándole que acepte esta sencilla pero
fiel relación mía en la que Vuestra Excelencia, y por ella la nación inglesa verán
cuantas riquezas y honores han perdido por la flaqueza de ánimo de uno de sus
príncipes el cual, viviendo en la paz y la abundancia, rechazó sin embargo la
propuesta de ser el primer descubridor de América, dejándola a Fernando de
Aragón…”507.

Thomas siendo consciente de los títulos que España esgrimía como legítima
poseedora del Nuevo Mundo -entre uno de éstos descansaba la apropiación de la tierra a la
que se había llegado como el primero-, ofrecía a Cromwell información estratégica sobre la
geografía del nuevo continente y los puntos débiles que tenía la defensa española en el

506
INCHAUSTEGUI…, Op. Cit., p., 245.
507
TORRES…, Op. Cit., p., 26.

180
continente, para en caso del triunfo de lo planeado con el “Western Design”, hacer efectiva
la invasión inglesa en tierra americana y con ello, quitarle por justa causa de guerra y
posesión efectiva las colonias americanas a España.
Por ello, el relato geográfico de Gage se dirigía hacía este objetivo: describir los
lugares americanos por lo que pasó en un nítido esfuerzo estratégico. En este sentido, toda la
narración de Gage aparece como un argumento de justificación para la entrada de Inglaterra
en América y, de la misma manera que muchos de sus coetáneos ingleses, dejaba sentir en
gran parte de su relato geográfico el dejó de indignación que le causaba el apreciar cómo se
organizaba por España, la estructura espacial y económica de América, y en este punto
parecía repetir la consigna que, al mismo tiempo formaba uno de los argumentos ingleses,
“Los españoles, primeros descubridores [de América], más ávidos de asir que buenos para
plantar, tomaron posesión de los lugares más preciosos”508.
En una mezcla de odio y admiración, como bien lo apreció Ortega y Medina509, los
ingleses admiraban a los españoles por haber sido los conquistadores de América, pero se les
detestaba por la actitud monopólica que habían mostrado por sus nuevas posesiones, a la vez
que les parecía exageradamente injusto y absurdo el título de “los primeros” y, con ello, el
respeto hacia los iberos como legítimos dueños por haber llegado antes que otro reino
europeo a América, un argumento, que hay que recordar también ponían en tela de juicio
con su cronista Hakluyt.
Pero además para esta época ya aparecía otro argumento, en el que recaía el concebir
el desatinado provecho que Iberia hacia de América como un justo argumento para justificar
quitarle estos lugares, “de los más preciosos“, que desafortunadamente habían caído bajo la
red española miope, por la ciega explotación económica que se les daba.
Es así, en esta dirección donde hallamos la veta que de lo geográfico hacía Thomas
Gage en su obra y, que representa una de las principales. Así, Gage amalgamándose con los
ojos ingleses aparecía los argumentos por los cuales se legitimaba la intrusión inglesa en el
más precioso y poderoso pilar que sustentaba la monarquía hispana, y el inglés Sir
Ferdinando Gorges plasmaba en sus palabras la opinión común que rodeaba a la sociedad
inglesa, “Según Gorges, los españoles, para empezar, no tenían nada que hacer en las Indias

508
MALTBY…, Op. Cit., p., 144.
509
ORTEGA Y MEDINA…, El conflicto anglo español…, Op. Cit., p., 54.

181
y perdieron los pocos derechos que pudieron haber tenido por su impía crueldad y por no
haber sabido desarrollar eficazmente las zonas más remotas de su imperio”510.
Y en este punto el régimen de Cromwell daba un salto aún más ambicioso que la
época isabelina, ya no sólo se pensaba en colonizar las partes desiertas de América por los
españoles, sino también el planear arrebatarles las zonas ya colonizadas por el injusto
provecho que de ellas se hacía, a lo que la obra de Gage entraba en correspondencia.
Y así, a pesar de ciertos errores en la nomenclatura y ubicación de algunos lugares o
su orientación -ya señalados anteriormente en el cuadro del itinerario del viaje de Gage-, la
obra de nuestro autor albergará valiosísima información, que a pesar de dichos desfases,
conformó uno de los pilares de su escrito y valía para la causa de la Commonwealth.
De este modo, la narración que sobre lo geográfico hará Thomas Gage, comenzará
por la primera zona americana que verá en su viaje hacia América: el Caribe, a esta parte de
la descripción le acompañará el afán de la practicidad y el utilitarismo, a lo que parecía
seguir una estructura: los caminos que recorría en tierra continental eran descritos en base a
su funcionalidad con las rutas y lugares con los que se comunicaba y los poblados a los que
se conectaban; en cuanto a las poblaciones, sólo si eran grandes o renombradas, procuraba
dar el significado del toponímico del lugar, con una descripción del clima, así como un poco
de su historia -esto sobre todo para el centro de la Nueva España-, pero en especial, el papel
que jugaban dentro del comercio, su potencial económico y la principal actividad económica
que tenían, el tipo de gobierno, y la distancia y rutas que tuvieran con otras poblaciones para
el enlace del comercio, además, por supuesto, de las fortificaciones o no, que tuvieran
dichos lugares.
En toda esta parte del relato a Gage lo embriaga la practicidad de su descripción,
sabedor de que su narración servía como base a los fines prácticos que se planeaban con el
“Western Design”.
Así, después de pasar las Canarias y hasta llegar al Caribe, Thomas menciona que es
digno de notarse como siempre hay un viento favorable, sin oposición para llegar a América,
ello para confirmar la idoneidad de las temporadas de partida, por los vientos, hacia el
Nuevo Mundo. Y al llegar a la isla Guadalupe, para refrescarse y cargar agua dulce,
menciona que esta rada es “[…]puerto común para todas las naciones que navegan a

510
MALTBY…, Op. Cit., p., 162.

182
América…”511, con lo que hacía patente la desprotección de una parte importante del Caribe,
que España todavía a esa fechas del siglo XVII no tenía resguardada.
Observaciones como ésta que se repetirán en varios puntos americanos, los hará con
un claro fin de incitación a sus compatriotas para invadir el Nuevo Mundo y, la factibilidad
de dicho ataque militar, por la casi nula fortificación que Iberia tenía en sus colonias
ultramarinas, lo cual a Gage le sorprendía -acostumbrado a ver ciudades europeas con
almenas y torres-, y hasta le parecía un acto desafiante por parte de lo españoles, de su
pedantería, que exponían casi burlonamente sus posesiones desprotegidas a las naciones
extranjeras, y aún así las seguían conservando, lo que utilizaba como un acicate más para los
ingleses y su intrusión en América, cuando mencionaba que los españoles “[…]estarían
contentos de perder el honor de la riqueza y la felicidad que de entonces acá han adquirido
con sus grandes empresas, a trueque de poder disfrutar de la seguridad y conservar lo que
tienen en paz y tranquilidad”512. Y en ello parecía emular a Hakluyt.
Pero a su vez, Gage, como era lógico, coincidirá con otros viajeros cuando llegaban
al puerto de Veracruz en reconocer la peligrosidad de los vientos del norte para destruir las
embarcaciones, “[…]aquel puerto uno de los más peligrosos que he visto en todos mis viajes
por las mares del norte y sur”513. En ello, también se localizaba el elemento estratégico para
las precauciones que se debían tener en caso de una entrada por tal lugar.
Sin embargo, las observaciones más agudas de Gage, respecto a lo geográfico, no
corresponderán a la parte central de la Nueva España, como podríamos pensar, incluso es en
esta parte del contenido de la obra, donde suele aparecer hasta cierto punto cansada, ya que
en determinados pasajes se vuelve repetitiva con otras fuentes españolas ya conocidas y, ello
se explica a causa del poco tiempo que residió en la ciudad de México, aproximadamente
cuatro meses-, lo que no le permitió tener una cabal panorámica de esta zona. Además de
que esta parte del virreinato novohispano siempre fue de las más socorridas en otros relatos
y obras, de aquí que en cierto momento la obra de nuestro inglés sonara monótona.
Empero, Gage recogerá para esta parte fragmentos de lo que se le ha dado en llamar
actualmente, “vida cotidiana” de la ciudad de México, como por ejemplo, el relato de la
“Alameda”, las mulatas ataviadas de oro y de plata y, el motín de 1624 contra el virrey

511
TORRES…, Op. Cit., p., 72.
512
Ibíd., p., 25.

183
Gelvez, así como la gran división que existía entre criollo y peninsulares y el odio mutuo
que se profesaban, de lo que será un gran observador; al mismo tiempo que coincidirá con
otros extranjeros que visitarán la ciudad de México, al sorprenderle la amplitud y el trazo de
sus calles: “No hay en la Cristiandad calles que se comparen con aquellas en amplitud y
limpieza, pero sobre todo en la riqueza de las tiendas que la adornan” 514, lo que al parecer le
deslumbró de México.
Al mismo tiempo será en esta parte de la Nueva España, en la capital del virreinato,
donde Gage mencionará con mayor detalle el lujo y la ornamentación de las iglesias de los
regulares, que había en abundancia, sobre lo que será muy atinada su observación, dejando
ver con ello, toda la centralización, que aún en materia religiosa, albergaba la ciudad de
México, como capital del virreinato novohispano.
Así, dichos pasajes compensarán, hasta cierto nivel, el desmérito que podría tener la
obra de Gage, por haber copiado casi literalmente varios pasajes de la crónica de López de
Gómara, en lo que se refiere a toda la parte correspondiente al centro del virreinato
novohispano, desde que entra en Veracruz, pero especialmente cuando penetra en territorio
tlaxcalteca hasta llegar a la ciudad de México; en ello, Gage se servirá de Gómara, sin darle
el crédito, para reseñar parte de la Conquista de México-Tenochtitlan y de las costumbres
prehispánicas, acto que tendrá más la intención de rellenar su relato sobre este importante
punto del imperio iberoamericano con este tipo de información sobre dicha zona -de la que
sabía no era gran conocedor por el poco tiempo que había residido allí y por no haber sido
un testigo ocular de la Conquista-, para darle el toque de veracidad y complemento, que
creía necesitaba, ante el público parlamentario.
De aquí, que ésta sea una de las partes de la obra que resulte menos confortantes
desde la mira geográfica.
En cambio, el potencial en la mira geográfica de nuestro fraile inglés, empezará a
desplazarse conforme avance hacia el sur de la Nueva España, llegando a su cúspide en la
región que comprendía la Audiencia de Guatemala.
En su camino de huída de la ciudad de México a Chiapas, por ejemplo, al describir
toda la ruta que tuvieron que recorrer para llegar por el camino menos transitado dejará al

513
Ibíd., p., 83.
514
Ibíd., p., 157.

184
descubierto las redes de caminería que tenía la región mixteco-zapoteca de Oaxaca con la
provincia de Chiapas, así como el tránsito de comercio de estas zonas.
En contraparte, el conocimiento pericial que del Caribe pudo haber tenido Gage, era
muy reducido, pues en esta zona nunca habitó por más de dos semanas, y entre su viaje de
ida hacía el Nuevo Mundo y de su regreso a Inglaterra, no pudo más que haber juntado
cuatro meses en total de observación de las islas del Caribe, que quedaban en el tránsito de
dicha travesía. De aquí los consejos mínimos que podía haber dado para el conocimiento y
planeación del “Western Design” sobre dicha zona, ya que cuando Gage enuncié la casi nula
fortificación de las Indias, será con detalle ya en tierra firme, del Caribe sólo mencionará
para el caso de la Habana, que fue la que visitó, la conveniencia, de en caso de una invasión,
de atacarla por tierra, porque por mar estaba demasiado protegida, sugestiones que a pesar
de todo no acataron la expedición de Penn y Venables.
Por otra parte, será en esta su trayectoria de huída hacía el sur de la Nueva España,
particularmente después de salir de Oaxaca, cuando Thomas empiece a notar en mayor
cabalidad la presencia de los indígenas y el elemento pilar que representaban para la
economía novohispana, cuando en todo su camino hasta llegar a Chiapas se le diga, como
religioso que era, que el hospedaje y el trabajo de guías quedaba a cargo de los naturales de
los pueblos por los que fueran pasando. Así, Thomas dejará al descubierto la infraestructura
que tenía el régimen español para el transporte de los religiosos, la misma que descansaba
sobre los pueblos de indios, utilizados como hospederías. De modo que en los sitios donde
no hubiera conventos que los alojaran, el Estado español a través de los indígenas se hacía
cargo de la cuenta de sus gastos de transporte y alojamiento, podríamos pensar como una de
las funciones que ejercía el Rey por el Regio Patronato.
De la misma menara, en esta narración de su fuga, que durará dos meses de camino,
Thomas mostrará al régimen de Cromwell la orografía del sur del virreinato novohispano,
cuando describa la serie montañosa de “los Quelenes”, la cual cubría todo el trayecto desde
Oaxaca hasta Chiapas, y que aunque constituía el camino más corto, era el más peligroso por
las subidas y bajadas entre rocas resbalosas y por los fuertes vientos que recorrían de norte a
sur el istmo de Tehuantepec. Será también en este transcurso, cuando Gage vuelva a hacer
patente la poca seguridad militar que España tenía en sus colonias, cuando al salir de Oaxaca
diga:

185
“Es asombroso el descuido de los españoles en esos lugares, pues en todo el
trayecto de ese río que corre hasta el corazón de su país no han construido hasta
ahora castillos ni torres ni atalayas, ni han puesto artillerías, sino que confían
solamente en que no pueden remontar ese río navíos grandes, como si las
fragatas y barcas menores, como las que utilizan ellos, no pudieran hacerles
daño”515.

Refiriéndose al actual río “Cajones” que desemboca en el Papaloapan, muy cerca de


San Juan de Ulúa, a la vez que también decía de la ciudad de Oaxaca, “…está muy
convenientemente ubicada entre el mar del Norte y el del Sur, teniendo en el norte San Juan
de Ulúa y en el sur Tecoantepeque, pequeño puerto sin fortificaciones”516. Con lo cual,
exponía los puntos flacos de la defensa española en sus virreinatos americanos, los cuales a
Gage le parecían demasiados y por ello, los mostraba hasta como un acto de instigamiento al
orgullo de Inglaterra para planear una infiltración hacía América.
Y como esta tónica, así se va a volver a repetir en todas las ciudades americanas de
importancia a las que llegue Thomas, mostrando la poca o nula protección militar con que
contaban, a pesar de ser poblaciones de renombre, y en consecuencia, la fácil toma de éstas.
A lo cual, sin embargo, Gage no va a ponderar otro factor importante, que era, la
población que las habitaba, pues nuestro autor daba por hecho que no darían resistencia a un
ataque extranjero, y aunque lo hicieran no sería de gran alcance, ya que éstos no estaban
entrenados ni armados para dar una batalla. Ello aunado a las disensiones que había entre las
diversas clases de la sociedad novohispana que suponía harían inoperable una efectiva
defensa, en la que incluso, los sectores más oprimidos acogerían con benevolencia otra
nación extranjera que no fuera la española, como gobernante517. Conjetura extremosa a la
que le había llevado la corriente del remolino del partido político al que se había acogido
durante la Revolución inglesa, y con el cual buscaba congraciarse.
Sin embargo, sí la obra de Gage, está invadida de ciertas exageraciones como ésta, en
cambio cuando llegue por fin a Chiapas y resida en esta provincia y posteriormente en
Guatemala, su relato se volverá mucho más rico en apreciaciones impresionantes de cómo
un inglés veía a estas regiones del Nuevo Mundo y su sujeción a España; ya que a pesar de

515
Ibíd., p., 222.
516
Ídem.

186
haber escrito, para el Parlamento inglés, sus párrafos dejarán traslucir una realidad mucho
más rica y complicada de América, que sólo las confirmaciones extremosas a las que le
llevaba el afán de condescendencia con los parlamentarios ingleses.
Así, cuando llegue a Chiapas es sorprendente cómo Gage entre sus párrafos sepa
apreciar muy bien el móvil y patrón de la colonización española, en lo que coincide
impresionantemente bien con lo que también estudió Francois Chevalier518: si no había
minas que contuvieran metales preciosos, no había incentivos fuertes para que los españoles
en masa invirtieran en la región y la poblaran; a lo cual Gage añadiría otro elemento, si no
había un puerto que dé, en este caso al Pacifico, para poder comerciar, tampoco será un foco
atractivo de asentamiento español importante.
Y en este segundo aspecto Gage, recreará con su observación otra opinión muy
propia de los ingleses de su tiempo: el comercio como fuente de riqueza, en este incentivo
muy representativo de ingleses como Raleigh -que lo hacía patente con la frase de quien es
dueño de los mares, es dueño del comercio y ni más ni menos que dueño del mundo-, Gage
recreó colateralmente la visión que tenían los ingleses de las riquezas americanas, y por ello,
resulta revelador como Thomas va a poner el acento en describir el potencial comercial del
sur de la Nueva España y los principales productos que cada zona producía para el comercio,
que si bien estaba privado de las fuentes argentíferas que contenía el norte novohispano, en
cambio ostentaba una predisposición espacial sustanciosa para la explotación comercial y
agrícola que la compensaba, desde la perspectiva inglesa, ya que si Chiapas no contaba con
un puerto para comerciar por mar, no por ello era desechable el comercio que se podía hacer
por tierra.
En consecuencia Gage relatará en su obra, aparte de la información estratégica de
caminos y fortificaciones, de estas partes americanas, información sobre lo que actualmente
le daríamos en denominar geografía económica, mostrando con ello, al mismo tiempo la
explotación poco apreciada que la Corona española tenía en sus colonias, desde la mira
inglesa, ya que el error de España, entre otros, residía en poner tanto el acento en la
producción minera y dejar de lado el desarrollo comercial y agrícola de zonas como ésta,

517
Ibíd., p., 316.
518
CHEVALIER, François. La formación de los latifundios en México. Haciendas y sociedad en los siglos
XVI, XVII Y XVIII. México, Fondo de Cultura Económica, 1999. P., 408, 108, 109 y 123.

187
que parecía no percibir, cuando el fraile inglés decía:
“Si bien en opinión de los españoles Chiapa es una de las regiones más pobres
de América, porque hasta ahora no se han descubierto en ella minas ni se han
hallado arenas de oro en los ríos ni ningún puerto natural en la mar del Sur por
el cual pueden llegar e irse mercancías […] Y no debería ser menospreciada por
los españoles como lo es, si consideraran que se encuentra entre México y
Guatemala y que su fuerza podía ser la fuerza de toda América, y sus
debilidades pueden resultar peligrosas para todo ese floreciente imperio por la
facilidad de entrar a ella por el río Tabasco. Por su proximidad y frontera con
Yucatán. Además sus productos son tales que mantienen entre sus propios
habitantes y con los países vecinos, y España no obtiene de ninguna parte más
cochinilla que de una de las provincias de Chiapa. También los pueblos, por ser
grandes y populosos, con sus tributos anuales añaden mucho a las rentas del rey
de España“519.

Así, al mismo tiempo Gage con sus últimos renglones también confirmaba uno de los
puntos neurálgicos del régimen iberoamericano, toda la planeación de la economía
novohispana estaba estructurada desde la metrópoli hacía afuera520, el desarrollo interno de
la colonia novohispana estaba, hasta cierto grado, relegado si no se producían mercancías
exportables, por ello, es que no había por parte de la Corona inversión en la intensificación
del comercio interior, éste recaía en última instancia en la iniciativa de los propios
pobladores de la Colonia.
Y en esto, no es que Gage velara por los intereses propios de las colonias americanas,
sino que como partícipe del expansionismo de su nación, le parecía demasiado ciego cómo
España no sabía propiciar esto, ni darse cuenta de ello para sacra muchos más recursos del
Nuevo Mundo, pero también de esta observación se desprendía una vertiente que se
convertía así en uno de los argumentos que los ingleses utilizaban para su entrada en
América, con Gage como su testigo: la incapacidad de España por saber aprovechar los
territorios americanos.
Así por ejemplo, Gage mencionará el valle de Copanobastla, situado en Chiapas,

519
TORRES…, Op. Cit., p., 249.
520
MORENO TOSCANO, Alejandra y Enrique Florescano. El sector externo y la organización espacial y
regional de México (1521-1910). México, Universidad Autónoma de Puebla, 1977. Todo el apartado
correspondiente a la época colonial.

188
como un territorio rico en producción algodonera, “[…]del cual se hace tal cantidad de
mantas para uso de los indios que por ellas acuden mercaderes de cerca y de lejos” 521. En
donde además había gran cantidad de haciendas de ganado y de pesca por el cruce del río
Grijalva, así como de maíz, tabaco y caña de azúcar.
Relato atractivo y, del que sin embargo, la Corona española no le brindaba mayor
importancia, con lo que, este relato de nuestro fraile inglés nos dejaba ver que el desarrollo
interior de los caminos y rutas de comercio quedaba, en gran parte, a cargo de los habitantes
de dichas regiones y no, en manos del Estado español y su diseño.
Pero al mismo tiempo con este tipo de pasajes sobre dichos territorios, Gage
reafirmaba y renovaba la imagen de América como el estereotipo de la “tierra de las
riquezas y la exuberancia” material para Inglaterra.
Por ello, es que aparece demasiado contrastante y hasta raro, cuando, en cambio,
Thomas describa la ciudad de Chiapa Real, una de las pocas sobre la cual Gage emitía tal
juicio, “[…]como de las más míseras de toda América…”522; en comparación con la rica
Chiapa de los Indios, y esto reside tal vez en la poca población indígena con la que contaba
la Chiapa de los españoles y en los cuantos iberos que la habitaban, con lo que Gage tocaba
un punto medular, desde su óptica si una población, del sur del virreinato novohispano, no
contaba con una cantidad considerable de habitantes indígenas, parecía como si ésta no
tuviera un digno desarrollo agrícola y, por lo tanto, comercial. Con ello, Gage se daba cuenta
respecto a lo importante que resultaba el pilar que eran los indígenas para el funcionamiento
de la economía novohispana y, en consecuencia para la economía ibera.
Pero quizás también la explicación a este adjetivo negativo expresado sobre la
Chiapa de los españoles, la encontremos en la nada buena opinión que sobre los criollos
adquirió Thomas durante su estancia en la Nueva España, ya que además del ambiente
conflictivo que le tocó vivir como fraile por la situación de la “alternativa” que se tenía para
el cargo de provincial dentro de las órdenes regulares, en su caso, a causa de haber acogido
como enviado de España, el bando de los peninsulares, y por tanto, haberse hecho enemigo
natural del partido criollo; estaba en la convivencia cercana que tuvo con algunos de los
criollos “hidalgos” en la ciudad de Chiapa Real, de los cuales decía:

521
TORRES…, Op. Cit., p., 250.
522
Ibíd., p., 251.

189
“Los señores de Chiapa son famosos en todo aquel país como gente que posee
grandes dones, noble cuna y un orgullo fantástico, unidos a los simplicidad, la
ignorancia, la avaricia y la mezquindad. Cualquiera de estos hidalgos dirá que
desciende de la casa de algún duque de España e inmediatamente de los
primeros conquistadores, pero en su comportamiento no son sino payasos, y por
su ingenio, capacidad, cualidades y discurso muestran una mente tan
superficial…”523.

Opinión sobre los criollos que se agudizó cuando Gage conoció a un señor de esta
ciudad, llamado don Melchor de Velasco, del que nuestro fraile inglés se tomó la molestia
de burlarse y ridiculizarlo en sus páginas, como muestra del tipo común de esta clase social,
que a sus ojos se presentaba como de las más despreciables, más preocupados por la
apariencia de nobleza que por su intelecto, “[…]por el ingenio y la capacidad de don
Melchor puedes juzgar a los hidalgos criollos nativos de Chiapa, y sin embargo son tan
presuntuosos y arrogantes como si corriera por sus venas la sangre más noble de la corte de
Madrid”524.
Para una época y un público puritano, el origen y fundamento de la nobleza se
encontraba en otros atributos. Con ello, Gage revelaba la opinión demasiado contraria que
tenían los ingleses puritanos respecto a esto, muy divergente el modelo español525.
Por ello, a Thomas la parecía una muestra extraordinaria de la petulancia ibera, a la
que además se adicionaba el que dijera: “Son de animo muy cobarde para la guerra […]
Cien soldados que peleen acabarían fácilmente con estos hidalgos de Chiapa y se adueñarían
de la ciudad, que está tan abierta a los campos…”526. Así, el afán de describir a los criollos
de Chiapa caía en un fin táctico-estratégico: los criollos no aparecían como dignos
pobladores de América, como las ramificaciones de los iberos en el Nuevo Mundo, y por su
cobardía sería muy fácil tomar la ciudad de Chiapa Real; sin embargo al mismo tiempo y al
lado de esta afirmación, con su opinión sobre la banalizad de la clase criolla, Gage parecía
adelantarse un siglo antes a las observaciones que posteriormente verterían personajes como
Joaquín López de Lizardi y José María Luis Mora sobre la frivolidad de los criollos para

523
Ibíd., p., 252.
524
Ibíd., p., 257.
525
Cf., ORTEGA Y MEDINA…, El conflicto anglo español…, Op. Cit., todo el capítulo II. La
Antimodernidad española.
526
TORRES…, Op. Cit., p., 257.

190
hacerse cabalmente del gobierno mexicano.
Por otra parte, entre varias de las informaciones que nos dejará Gage a través de su
estancia por el sur de la Nueva España, estará la corrupción y mala administración de los
funcionarios Reales, sobre lo que no creemos exagerara, como muestra de las fallas del
sistema español. Cuando hablaba sobre los principales productos de comercio de Chiapas: el
algodón y el cacao y mencioné, “Sin embargo el gobernador [de Chiapas] (cuyas principales
ganancias provienen de esto) no permite que se trafique mucho en esta última a fin de que su
propio codicioso tráfico no se vea estorbado”527. Con lo que mostraba la interferencia de este
tipo de autoridades Reales en el comercio de sus jurisdicciones, a pesar de las prohibiciones
de la Corona, hecho que a la vez mostraba otra serie de redes de comercio clandestino por
los intereses monopolistas de los gobernadores528.
Asimismo, si la información sobre las redes del comercio le va a interesar en gran
parte a Thomas, no por ello, descuidará la otra ramificación que muchas veces va a ir
entretejida con la primera: la información geográfico-estratégica, cuando, por ejemplo,
observe la ciudad de Chiapa de los Indios y muestre el río Grijalva y “Puerto Real”, situado
entre el Grijalva y Yucatán, como lugares estratégicos de comercio entre Chiapas y Yucatán,
pero además como puntos factibles de ataque:
“[…]tanto el río de Tabasco o Grijalva como Puerto Real, aún cuando resultan
cómodos para la provincia de los zoques, son causa de constantes temores para
los españoles, pues conocen su debilidad y que si una nación extranjera se
metiese resueltamente al país por cualquiera de esos puntos podría conquistar
toda Chiapa y de ahí pasar fácilmente a Guatemala”529.

Como consecuencia de ello, nos inclinamos a creer que los consejos de Gage ante el
Parlamento inglés por hacer viable un ataque hacía América, le situara a esta zona como el
primer blanco de invasión, antes que el Caribe iberoamericano, del que no era agudo
conocedor.
Además estaba la atracción de la riqueza natural que ofrecía tal zona, ya que Thomas
dibujará a la ciudad de Chiapa de los Indios, como una población floreciente con productos
cotizados como la seda, cochinilla -la cual los españoles mercaderes la enviaban hasta

527
Ibíd., p., 251.
528
Ibíd., p., 258.

191
España-, cacao y achiote, esto hablando de las mercancías exportables, además de las de
auto sustento como el maíz y la ganadería, que abundaban. Todo lo que hacía de este lugar,
además de sus habitantes que Gage enjuiciará como ingeniosos y agudos para trabajar530 -
nótese el contraste con los criollos-, apetecible a los ojos ingleses.
En este sentido, el relato de nuestro inglés por el sur novohispano, obedecía a una
estructura mucho más compleja que sólo la descripción de una ruta de viaje, y con ello, él
mismo confiesa el objetivo de su narración cuando decía, “[…]deseo mostrar al lector las
partes de América por las que viajé, y en las que residí, describiendo más en particular el
estado, condiciones, las fuerzas y los productos, de las provincias situadas al sur de
México”531.
Por ello, el relato de los pueblos por los que vaya pasando en todo su recorrido por el
sur virreinal, no sólo tendrá el afán de un itinerario escueto únicamente de toponímicos, sino
también se en la descripción por la producción económica de estas poblaciones y su
comercio, entre otros elementos; así por ejemplo, en su viaje de Chiapa Real a la ciudad de
Guatemala, pasará por Izquitenango, del que dirá que era muy rico por la producción
abundante de algodón,
“[…]y especialmente por su situación, pues como se encuentra en el camino
hacia Guatemala, todos los comerciantes del país que transitan por aquella vía
con sus mulas pasan por él y allí venden y compran enriqueciéndolo con dinero
y mercancías traídas de lejos. Se encuentra cerca del gran río que corre hacía
Chiapa de los Indios [es el río Grijalva] […] Como el camino es muy usado y
recorrido por viajeros y por lo que llaman recuas de mulas […] la barca que
cruza el río trabaja día y noche y produce cada año un tesoro para el
pueblo”532.

Y este mismo tipo de descripción se volverá a repetir por todos aquello poblados por
los que pase y a su juicio tengan un papel destacado como focos de comercio, de
producción, de atracción religiosa o de ubicación espacial privilegiada para la entrada de un
ataque extranjero. Y ello, se constata cuando al recorrer los Cuchumatlanes para su ida a
Guatemala, llegue a “Cuchumatlán el Grande” (Todos Santos) y mencioné que, “[…]los

529
Ibíd., p., 264.
530
Ibíd., p., 265.
531
Ibíd., p., 211.

192
indios me mostraron el nacimiento […] del gran río de Chiapa de los Indios [el Grijalva],
que es la única cosa notable que hay en ese camino”533. De la misma forma, cuando en este
mismo recorrido decida desviarse un poco, hacía Chiantla, para presenciar por sí mismo,
como ese eran un lugar de peregrinación por una pintura de la Virgen María, la cual atraía a
mucha gente por los milagros que decía cumplir534.
O también cuando llegue a Cautelan y lo impresioné lo natural que se daban allí las
uvas y, que sin embargo, no se cultivaban intensivamente, lo que le haría exclamar, “…sí se
sembraran en esas tierras seguramente obtendrían uvas para vino tan buenas como las de
España”535. Lo que le debía de parecer un desaprovechamiento absurdo de esta región por
parte de Iberia.
Así también cuando pase por Sacapulas y expresé que la principal producción que
tenía este pueblo era la sal, que se recogía del suelo del río que pasaba por ese lugar 536. Un
producto que resultaba único por toda esta zona por la que había pasado.
O cuando describa Chimaltenango (en esta misma vía) con su feria, que se hacía cada
año el 26 de julio a causa de la fiesta patronal de Santa Ana, donde “[…]hacen la feria más
abundante en comerciantes y mercancías de todas clases que han visto mis ojos en aquellas
partes…”537.
Y cuando mencioné a Jocotenango, el último pueblo, a unas cuantas leguas antes de
llegar a la ciudad de Guatemala, ubicado en un camino llano, ancho y arenoso 538, muy
factible para hacer una infiltración a la ciudad de Guatemala sin ninguna resistencia
topográfica, además de propició para el engorde de cerdos por los jocotes que allí se daban
en abundancia.
Sin embargo, la parte más rica del relato de Gage en la mira geográfica, la
hallaremos cuando entre en la ciudad de Guatemala y su jurisdicción, donde apuntaba su
destino para ser mejor acogido entre los dominicos de allí, en donde aún dominaban los
frailes peninsulares.

532
Ibíd., Págs., 278-279.
533
Ibíd., p., 281.
534
Ibíd., p., 282.
535
Ibíd., p., 283.
536
Ibíd., p., 284.
537
Ibíd., p., 290.
538
Ibíd., p., 291.

193
Y lo primero que va a notar Gage al llegar a la entrada de la ciudad de Guatemala,
será la ausencia de fortificaciones que sirvan de defensa para el resguardo de dicha ciudad
ante una guerra, apreciación que se a volver reiterativa a los largo de toda su ruta de viaje
por América, cuando llegue a ciudades renombradas entre el imperio iberoamericano, como
ésta,
“La fama de esa ciudad [Guatemala] en México y Chiapa, había impulsado mis
pensamientos a imaginar fuertes murallas, torres, fortalezas o baluartes para
impedir la entrada de cualquier enemigo, pero cuando llegué cerca y cuando
menos lo pensara me encontré dentro, sin haber atravesado murallas ni puertas
y sin haber pasado puente alguno ni encontrar vigilancia o guardia quien
examinase quién era yo”539.

Enunciado que evidentemente respondía a un fin, mostrar a los ingleses cuan


desprotegida se encontraba esta ciudad, para ponderarla como un blanco de invasión y por
medio de ella, de entrada a la América continental, gracias al descuido con que España
manejaba sus territorios ultramarinos.
Como causa de ello, será que Gage se encargará de describir en premier término la
ubicación de la ciudad de Guatemala y los caminos y rutas cardinales por las que se puedan
entrar a ella, denotando los accidentes topográficos y el camino más conveniente para
ingresar. Pero no sólo eso, “[…]hacía el sur o sureste la entrada es por entre montes altos y
abruptos, que es el camino común de Comayagua, Nicaragua y el Golfo Dulce, adonde
llegan cada año los barcos y descargan todos los artículos que se traen por mar desde España
para Guatemala…”540. La principal ruta comercial para Guatemala, y ésta la componía su
enlace con lo que actualmente denominamos Centroamérica; no era México, ni el centro de
la Nueva España lo que constituía el núcleo predominante con el que se conectaba el
comercio de Guatemala.
Y, tal vez, en esta información que nos proporciona Gage, esté el interés para quienes
se dedican a estudiar la formación de los países y nacionalismos latinoamericanos del siglo
XIX, con una de las claves para entender por qué Guatemala nunca encajó cabalmente como
parte de la República mexicana y por qué, en cambio, buscó su propia identidad nacional.

539
Ibíd., p., 293.
540
Ibíd., p., 301.

194
Desde la época colonial su nexo con la Nueva España fue muy débil, tanto más cuando
contaba con una Audiencia Real propia que sólo debía obediencia al rey, ni siquiera al virrey
novohispano, a lo que le siguió una conformación muy independiente del centro de la Nueva
España.
Por otra parte, hay que decir que tanto llego a impresionar Guatemala a Gage, que la
mencionaba como su segunda patria, que para una parte de ésta, la que estaba alojada a
espaldas del “volcán del agua”, le guardaba una de las poquísimas muestras de
deslumbramiento por la naturaleza americana que supo dar Thomas, comparando el valle de
Amatitlán con una figura idílica del Renacimiento,
“[…]el río que antes no se conocía, el cual tiene su nacimiento y fuente en ese
alto volcán [del agua] cuyos gratos manantiales, huertos, frutas y flores y todas
sus verdes y graciosas vista sería objeto digno del ingenio de Marcial, quien
podría imaginar allí un nuevo Pegaso y saludar a las ninfas y a las Nueve
Hermanas así como a esta su recién descubierta morada americana”541.

Parecía como si a ojos de Gage el anhelo perdido de Europa lo encontrará de nuevo


en América, la tierra sobre la cual se podían crear utopías.
Y esto se ve confirmado cuando en el plano material, Gage retraté a Guatemala como
la tierra de la abundancia natural. Así los tres años que pasó en este convento de dicha
ciudad, apreciando sus cualidades, lo hacía decir que,
“El clima es templado, mucho más que el de México y Oaxaca, y tampoco tienen
estas dos ciudades mejor abastecimiento de frutas, hierbas para ensalada,
provisión de peces, carne de res, […], gallinas, pavos, conejos, perdices,
faisanes o trigo indio y español que esta ciudad. Tiene rica y abundante
provisión de pescado de la mar del Sur, del lago de agua dulce de Amatitlán […]
La abundancia de reses es tal que supera a todo el resto de América, como se
puede conocer por los cueros que se envían cada año a España desde el país de
Guatemala, donde comúnmente matan las reses más por la ganancia de sus
cueros en España que por la bondad o grasa de su carne…”542.

Evidentemente Gage no conoció el norte de la Nueva España, lo que demeritaba sus


apreciaciones cuando se atrevía a generalizar, como en este caso de la producción ganadera

541
Ibíd., p., 302.

195
de Guatemala, que sí debió de ser impresionante para sus ojos y dimensiones, pero
dudosamente mayor que la del norte novohispano543. Lo que nos lleva a tener en cuenta, que
el objetivo de Gage era, al parecer, dignificar y reivindicar la riqueza que Guatemala poseía,
a pesar de la poca atención que el régimen español le prestaba por no contener fuentes
auríferas considerables.
En este sentido, Guatemala, la región olvidada por la miopía ibérica, podía ser, vista
desde cerca, como un gran blanco de riqueza, hay que recordar que para la visión puritana la
agricultura era una de las actividades más apreciadas544, y esta descripción era el regalo que
Gage le ofrecía a Inglaterra
Pero además, con otra de sus apreciaciones, Gage, confirmaba algo que Chevalier
notaba en su estudio, sólo que para el norte virreinal, “[…]Guatemala, está tan bien
abastecida de buenas provisiones, abundantes y baratas, que es difícil hallar un mendigo,
porque con medio real el más pobre puede comprar carne de res…” 545. Lo que a ojos de un
europeo, acostumbrado a los climas fríos y a las hambrunas entre los campesinos y las clases
pobres, debía de resultar sorprendente546 esta ingesta alimentaria -de la que tanto gustó
nuestro fraile-, y que por varias décadas alimentó la idea del Nuevo Mundo como la tierra de
la abundancia, sobre todo, si tenemos en cuenta que aún para el siglo XIX,
“Los datos europeos muestran que el maíz representaba hasta el 90% en peso de
la ingesta total de los alimentos, una predominancia muy parecida a la
exclusividad. Los vegetales […] participaban débilmente en la dieta de los
campesinos europeos […] El consumo de carne, con frecuencia reservado para
algunas festividades, era muy bajo y casi no tenia influencia en la
nutrición…”547.

Contrastes como éstos entre el Viejo y el Nuevo Mundo eran los que hacían envidiar
a España por la enorme riqueza que de seguro le destilaba América y, a entender por que
tantos hombres se aventuraban por la travesía hacía América.

542
Ibíd., p., 304.
543
CHEVALIER…, Op. Cit., p., 191.
544
WEBER…,Op. Cit., p., 108.
545
TORRES…, Op. Cit., p., 306.
546
Cf., ORTEGA Y MEDINA…, El conflicto anglo español…, Op. Cit., p., 67.
547
WARMAN, Arturo. La historia de un bastardo: maíz y capitalismo. México, Fondo de Cultura Económica,
1988., p., 160-161.

196
Y para entender la relevancia aún mayor que esto debió tener para Inglaterra, en
pleno crecimiento poblacional, tanto más que el mismo Lord Protector, cuando le llegaban
cartas lamentadoras de algunos colonos puritanos de Norteamérica quejándose de lo gravoso
del clima, planeaba con el “Western Design”, trasplantar a alguna porción de éstos a
territorios más cálidos y abundantes, que de seguro sabrían aprovecharlos mejor que los
ingratos iberos, y Gage apuntaba a Guatemala para ejemplificar tal situación como un blanco
inglés.
Sin embargo, también en Gage hallamos un clásico prejuicio europeo, el de que la
abundancia no es igual al de la sustancia, la carne de res americana no tenía la misma
calidad que la europea548, lo que nos parece un argumento más para justificar su glotonería -
la cual debía ser considerada un pecado para la sociedad puritana inglesa-, y para demostrar
su reconocimiento y respeto por la patria inglesa y sus productos, ante todo, que su
contenido de convencimiento propio.
Pero también Gage, se encargará de narrar a los ojos ingleses la forma de gobierno
que tenía Guatemala, con la Real Audiencia y las jurisdicciones que dominaba con un claro
fin estratégico de reconocimiento y, como muestra de la podredumbre burocrática española
que dominaba con sus funcionarios estas ricas partes, que estaban dispuestas naturalmente
para un gran desarrollo, pero que sin embargo eran presa de la rapiña ibera, lo que
reproducía y alimentaba, a su vez, una opinión popular inglesa muy de la época 549, que a la
vez, funcionaba como un argumento para pensar una invasión legítima inglesa en la
América española.
Sin embargo, a pesar de que esta información que nos proporciona Gage tenga este
fin premeditado, no por ello, resulta menos digno de creerse, sobre todo cuando con su
comentario se daba perfectamente cuenta en donde se encontraba la llaga en la burocracia
española, al mismo tiempo que nos dejaba ver el maleado sistema ibero que estudios
contemporáneos han comprobado: “La pensión que recibe del rey [el presidente de la
Audiencia] es de apenas doce mil ducados anuales, pero aparte de eso si es codicioso se
gana con sobornos y comercios el doble, o más bien lo que quiera, como se vio con el conde

548
TORRES…, Op. Cit., p., 304.
549
Supra., p., 147.

197
de la Gomera…”550.
Al llegar hasta el escándalo en la persona del presidente, Gonzalo de Paz y
Lorenzana de instaurar casi una especie de casino, monopólico de los juegos de la región
que gobernaba para su mayor beneficio dinerario551.
De lo que podemos desprender, era claro que para Gage y ante los ojos ingleses, la
naturaleza americana y la disposición de sus territorios y espacios estaban geográficamente
conformados y posicionados para una gran extracción y aprovechamiento; en contraparte, lo
que la deterioraba eran sus moradores colonizadores -españoles y criollos-, esta clase era la
que constituía el estrato podrido que debía ser desalojado por la miope y corrupta
administración que hacía de éste espacio ultramarino, para darle paso al potencial natural de
América, a cargo de otra nación que supiera manejarla mejor.
En esta dicotomía, América por sí sola aparecía pletórica y benigna, lo que la
degradaba era el elemento ibero, en todas sus vertientes, que debía ser expulsado. Y a este
fin irán todos los comentarios de Gage en este sentido sobre la corrupción española tanto en
la vertiente material como espiritual. Los españoles no eran dignos habitantes de América.
Por otra parte, para recrear el objetivo de Gage de colocar a Guatemala como un foco
atractivo y factible, aparte de su riqueza económica, para ser tomada, éste se encargará de
exponer otro de los elementos que la hacían viable: Guatemala se encontraba
convenientemente posicionada entre Chiapas, vía el centro de la Nueva España, y lo que
actualmente llamamos Centroamérica con el Istmo de Panamá y el focal puerto comercial de
Portobello. Así Guatemala se encontraba en medio de un punto estratégico y nodal para el
imperio iberoamericano, y su invasión podía ocasionar un caos para el sistema español,
aunado a que con ello, abrir un puente entre estas dos zonas (Nueva España y
Centroamérica) para una efectiva toma del continente.
Y para ello, Gage le dedicará a este territorio la más rica de las narraciones
geográficas de su obra, dándonos a conocer las extensiones del dominio que gobernaba
Santiago de Guatemala y su Real Audiencia,
“[…]cabeza de un amplio y vasto dominio que se extendía novecientas millas
hasta Nicoya y Costa Rica por el sur, trescientas millas hasta Chiapas y los
Zoques al norte, ciento ochenta millas hasta las partes ulteriores de Veracruz y

550
Ibíd., p., 307.

198
el Golfo Dulce al este, y hasta el mar del Sur veinte a treinta, en algunos puntos
cuarenta millas al oeste”552.

La cual tenía un claro fin de ubicación dimensional, pero además Gage nos dirá
porque Guatemala podía “fácilmente” ser tomada, muy cerca de esta a cuatrocientas millas
aproximadamente se encontraba el puerto “de la Trinidad” y el de “Realejo”, entre los
cuales “…hay una gran entrada del mar…”553, el actual “Golfo de Fonseca”, que colinda con
el Salvador, Honduras y Nicaragua -¿vemos lo peligroso e importante de este punto?-,
“Esa entrada o brazo de mar no está fortificado […], y tampoco Realejo tiene
munición alguna que lo haga fuerte, ni menos gente, pues no tiene más de
doscientas familias, y la mayoría de ellas son de indios y mestizos, gente sin
ningún valor y totalmente incapaces de detener pasaje tan abierto a Guatemala
y Nicaragua, que empieza allí y continua con pueblos de indios pequeños y
pobres hasta León y Granada”554.

El “Golfo de Fonseca” abarcaba una serie de ciudades importantes y deba entrada a


tierra continental, y a pesar de eso, no estaba protegido, por lo que allí bien se podía hacer la
intrusión para tomar Guatemala, la cual tampoco estaba amurallada y sus habitantes, sin
ningún armamento, de seguro no opondrían resistencia.
Y si un ataque por el sur no resultaba conveniente, Guatemala ofrecía otro punto: el
“Golfo Dulce” hacía el este, “La parte principal de Guatemala…”555,
“Porque la entrada de ese golfo es como si uno entrase por la puerta de un gran
palacio, que aunque la entrada o puerta sea estrecha la casa adentro es grande
y espaciosa. Tal es este golfo, pues su entrada es estrecha con dos rocas o cerros
a cada lado donde quedarían bien dos piezas grandes, que así podrían desafiar
a una flota entera y asegurar el reino de Guatemala o incluso la mayor parte de
América, pero no habiendo allí guardia, los navíos entran libre y
tranquilamente…”556.

Es así como Gage a continuación describirá el camino que conducía del “Golfo

551
Ibíd., p., 308.
552
Ibíd., p., 312.
553
Ibíd., p., 313.
554
Ibíd., p., 314.
555
Ídem.

199
Dulce” a al ciudad de Guatemala, con toda minucia, introduciendo los accidentes
topográficos de la ruta, los pueblos a recorrer, la mejor temporada para transitarlo, los
peligros a toparse, especialmente los negros cimarrones que acechaban constantemente este
camino, para mostrar que bien se podía penetrar en el Continente, por esa parte, porque este
camino “[…]no es tan malo como dicen e imaginan algunos…”557.
Y tanto se embriaga en esta narración que no sólo se conformaba con describir lo
anterior, sino también incluía la tónica clásica en su relato geográfico, la producción
económica y comercial que cada lugar de esta ruta tenía. Así, entre afán, Gage nos dejaba
saber qué pueblos abarcaba este trayecto, entre los que prefiguraban, por ser los más
destacados, ya que como el mismo Thomas nos decía: después de las primeras quince leguas
saliendo del “Golfo Dulce” hacía Santiago de Guatemala, por las que se pasaba entre
pequeños pueblos de indios558, se encontraba Acazabastlán, enseguida “Agua Caliente”, el
“río de las Vacas”, el valle de Mixco y Pinola, Petapa, el valle de Amatitlán -el cual parecía
un paraíso material, pues él encerraba a tres abundantes haciendas de azúcar que se
comerciaba con España, gran cantidad de pescado que abastecía a la ciudad de Guatemala,
producción de sal (un producto poco común en esta región), gran comercio de algodón y la
increíble doble cosecha de trigo, gracias al suelo gordo y fértil del valle-, y finalmente, “San
Lucas”, el granero del trigo de Amatitlán por su clima frío; de “San Lucas” a Guatemala
sólo restaban tres leguas,
“En la mitad del camino hay un monte desde cuya cima se divisa toda la ciudad,
y que la domina de tal modo que con una pieza de artillería o dos tendría
atemorizada a Guatemala entera […] De ese cerro en adelante el camino es
ancho y amplio, y tan abierto como el camino de Barnet o Highgate Hill, aunque
en el fondo se estreche un poco entre las montañas por espacio de un tiro de
ballesta […] Pero en una pequeña ermita llamada San Juan el camino vuelve a
abrirse y muestra a Guatemala, que da la bienvenida […] que nunca ha cerrado
sus puertas a nadie […] ni las ha impedido la entrada con sus murallas no con
celosas preguntas de guardias, sino que los recibe libre y alegremente…” 559.

Como se puede ver, esta ruta que Gage retrataba muy bien a los ojos ingleses, bien se

556
Ibíd., p., 315.
557
Ídem.
558
Ibíd., p., 316.

200
podía considerar muy factible y atractiva para un ataque inglés y, a Guatemala como el
blanco de éste. Pero sí todo esto no terminaba de convencer a los ingleses para una invasión,
Gage mencionaba algo más sobre el “Golfo Dulce”, al ser el puerto por el que Guatemala
comerciaba con España560,
“En julio o al máximo a comienzos de agosto llegan a ese golfo tres barcos, o
dos, y fragatas, y descargan lo que han traído de España en bodegas […]
construidas allí a propósito para mantener las mercancías secas […] Después se
apresuran a cargar para el regreso las mercancías de esos comerciantes de
Guatemala, que a veces han estado en las bodegas dos o tres meses esperando la
llegada de las naves. De manera que en esos tres meses de julio, agosto y
septiembre, es seguro que se encontrará allí un gran tesoro. Y es de admirar la
gran simplicidad o seguridad de los españoles, que no tiene otra guardia para
esas riquezas que uno o dos indios y otros tantos mulatos…” 561.

Así, si Inglaterra no se decidía por un ataque por esta zona, de seguro que sus piratas
se encontrarían un gran botín, ya que Gage estaba bien enterado que naves inglesas y
holandesas ya habían hecho algunas intrusiones en este “Golfo Dulce”562
Como se puede apreciar, en una época en que las potencias europeas marítimas se
estaban disputando los territorios americanos, información como ésta debió resultar
valiosísima para Inglaterra.
Por otra parte, si bien el interés de nuestro autor era brindarle información estratégica
a su nación para una invasión exitosa hacía el Nuevo Mundo, colateralmente nos dejó saber
cuáles eran las principales rutas comerciales de Guatemala y los puntos por los cuales se
daba el intercambio. Así, en este sentido Thomas nos hará saber que los puertos de
“Realejo” y “Trinidad”, ubicados al norte de Guatemala, era por donde se hacía el comercio
de ésta con las provincias de Soconusco y Suchitepec (Chiapas), de estos lugares se
enviaban mercancías a Guatemala, así como a Panamá, Perú y México (el centro de la
Nueva España)563. Y como por el “Golfo Dulce” se hacía el comercio con España, comercio
que beneficiaba y trastocaba a todos los pueblos, ya mencionados, que se encontraban en el

559
Ibíd., p., 328.
560
Ibíd., p., 314.
561
Ídem.
562
Ibíd., p., 315.
563
Ibíd., p., 312 y 313.

201
camino del “Golfo Dulce” hacía la ciudad de Guatemala564, dándoles la oportunidad del
intercambio.
Asimismo, Thomas incluirá como parte de este relato información sobre el territorio
de la “Vera Paz”, por colindad hacía el este con el valle de Amatitlán y, porque precisamente
fue hacía este territorio donde emprendió su aventura misional junto a fray Francisco Morán,
prior del convento de Cobán, capital de la “Vera Paz”, para realizar la primera fase de la
conquista espiritual565, por lo que aprendió a conocerlo muy bien.
Precisamente Thomas con fray Morán pretendían y tenían la comisión -gracias a éste
último que ya antes había emprendido otro viaje hacía esta zona y había regresado contando
de la riquezas de ésta-, de ayudar a abrir un camino que llegara de Guatemala hasta Campín,
en Yucatán, atravesando una zona indígena que aún no se encontraba reducida al dominio
español, dicha zona aún era controlada por indios maya mopanes 566, que todavía no eran
conquistados, por lo que dificultaban el paso del comercio de Guatemala, la cual pretendía
“[…]una forma más segura de poder transportar sus bienes a La Habana que por el golfo
[Dulce], porque a menudo las naves que van del golfo a La Habana son sorprendidas por
holandeses…”567.
Gage y Morán como regulares se suponía debían de iniciar la evangelización de estos
nativos para preparar posteriormente su tributación a la Corona española, los que a su vez
permitiría un camino por tierra para llevar las mercancías de Guatemala a La Habana, para
su comercio con España, lo que sería más seguro que aventurarlos por el “Golfo Dulce”,
donde se sufrían los acechos de los holandeses e ingleses. Lo que a su vez nos habla, de que
ya los españoles se habían dado cuenta de que era más seguro hacer el comercio americano
por tierra que por mar; ello nos demuestra a que grado, España ya no era la dueña absoluta
de los mares americanos, ni la vanguardia marítima.
Pero a la vez, si Gage introducía este tipo de exposición era porque con esta
información quería mostrar a los ingleses cómo toda la península de Yucatán totalmente
sometida a los españoles, lo que abría ciertos resquicios para que Inglaterra se fuera
internando en esta regiones aún sin dueño europeo y, colindantes con territorios estratégicos

564
Ibíd., p., 314.
565
Ver RICARD…, Op. Cit., Capítulo II.
566
TORRES…, Op. Cit., p., 328.
567
Ídem.

202
como Guatemala. Como efectivamente después sucedió con los ingleses y su infiltración
masiva en la península de Yucatán en la búsqueda por el “palo de Campeche”.
Sin embargo, Gage también incluía información sobre la riqueza de la “Vera Paz”,
que si bien se encontraba incomunicada con la península de Yucatán a través de la zona
antes dicha, “[…]por el otro [lado] tiene paso libre hacía el golfo [Dulce] y allí comercia
cuando llegan las naves, llevando aves y las demás provisiones que el país ofrece para los
navíos y trayendo vinos y otras mercancías españolas hasta Cobán”568. Enseguida Gage nos
relatará, los principales productos que producía esta comarca como, achiote, cacao y
algodón para su comercio. La caminería que la enlazaba con Guatemala, así como los cuatro
pueblos por los que pasaba -Santiago, San Juan, San Pedro y Santo Domingo Senaco-, los
cuales describía con abundante producción de granos, y con las iglesias de éstos como
“[…]extremadamente ricas; en el pueblo de Santiago vivía en mi tiempo un indio que sólo
por vanagloria había donado a esa iglesia el equivalente de seis mil ducados…”569.
Además en este territorio se encontraba el “valle de San Nicolás”, el cual abrigaba el
más grande ingenio de azúcar de toda Guatemala, llamado “San Jerónimo”, propiedad del
convento dominico de esta ciudad, dedicado también a la cría de caballos, “[…]los cuales
son sin comparación los mejores del país de Guatemala por su índole y brío…”570, y con
multitud de esclavos para el trabajo de esta hacienda mixta. Además de una estancia,
nombrada “San Nicolás”, perteneciente al convento dominico pero de Cobán, con
producción de mulas, las que eran muy solicitadas para el comercio por tierra en toda la
Nueva España; y por último, contaba con un pueblo de indios llamado “Rabinal”, con
abundancia de frutas, ganado y pescado, “[…]que tiene todo lo que el corazón pueda anhelar
para la vida y regalo del hombre”571. Y el sólo hecho de que mencionara el pueblo de
indígenas como una fuente atrayente para la atención inglesa, muestra la conciencia que
había adquirido Gage de la importancia de éstos para el Estado ibero como una fuente de
riqueza.
Como se puede apreciar, con el retrato que nuestro fraile hacía del territorio de la
“Vera Paz”, nos dibujaba un foco de atracción muy tentativo para los ingleses, que si se

568
Ibíd., p., 329.
569
Ibíd., p., 330.
570
Ibíd., p., 331.
571
Ídem.

203
decidían a atacar por el “Golfo Dulce” encontrarían valles y riquezas comerciales dignas de
los relatos exóticos que circulaban en Europa sobre el Nuevo Mundo.
Así aunque este relato sólo quedó impreso en hoja escrita, ya que como
posteriormente se vio, la decisión de Cromwell para atacar América se orientó por La
Española, en el Caribe, antes que en Guatemala; sin embargo, si parece haber propiciado
otra infiltración que duró siglos y que en el siglo XIX se convirtió en uno de los principales
nodos, junto con Jamaica, para el predominio del comercio inglés en Latinoamérica: Belice,
o también conocida como la Honduras Británica. Y es que resultaba demasiado significativo
como estas partes que describía Gage, especialmente el valle de Amatitlán y la “Vera Paz”,
como zonas factibles para una intrusión inglesa, se encontraban colindando, y parte de la
“Vera Paz”, ya en la demarcación que después tomó el nombre de Belice, así como también
Campín -la población a la que debía llegar la empresa misional de Gage y Morán-, ubicada
en lo que actualmente recibe el nombre del río “Monkey River” en Belice572.
Por mapas ingleses que se encuentran en la British Library, uno de 1690, llamado “A
new mapp of the empire of México”, por F. Lamb, en el que “La península de Yucatán se
muestra muy deformada, y las costas, sombreadas a línea, se notan exageradamente
recortadas”573, pareciera como si la parte que actualmente constituye Belice estuviera
hundida hacía la península yucateca y no existiera, en su lugar se encuentra la “Vera Paz”, y
es revelador cómo entre los puntos que se destacan como lugares principales a reconocer en
el mapa estaban Mixco, Pinola, Cuchumatlanes y Amatitlán574, los mismos lugares que Gage
había descrito como sobresalientes en su obra.
Asimismo, en otro mapa inglés hecho treinta años más tarde en 1720, hecho por J.
Baptista Homannox, llamado “Regni Mexicani seu Novae Hispanie, Ludovicianae, N.
Angliae, Carolinae, Virginae, et Pennsilvaniae”575, vuelve a aparecer la península de
Yucatán sin la parte colindante que alberga a Belice, en su lugar se dibuja otra vez la “Vera
Paz” y parte de Chiapas. De lo que podemos inferir, es evidente que algunas partes de
América aún para esas fechas no se encontraban todavía totalmente reconocidas y
cartografiadas, por lo que, las narraciones de Thomas respecto a las riquezas naturales y

572
Nota 26 del traductor, Ibíd., p., 329.
573
Atlas cartográfico histórico. México. México, Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Información,
1988. P., 93.
574
Ibíd., p., 94 y 95.

204
“A new mapp of the empire of México. Describing the Continent to the Istmus of
Panamá together with all the Islands in the North Sea”. F. Lamb. Londres, Inglaterra.
1690.

575
Ibíd., p., 102 y 103.

205
“Regni Mexicani seu novae hispanie, Ludovicianae, N. Angliae, Carolinae, Virginae, et
Pennsilvaniae nec non Insularuvm Archipelagi Mexicani in América Septentrionali”.
J. Baptista Homannox. Londres, Inglaterra. 1720.

206
comerciales que tenían estas comarcas, Amatitlán, Mixco, Pinola, Vera Paz, alentaron en
gran parte las excursiones inglesas que se fueron aventurando por tales territorios en busca
de las oportunidades americanas, creyendo que todavía se encontraban en suelo chiapaneco
o guatemalteco, sin tener conocimiento de que estaban ocupando poco a poco un nuevo
territorio, que aún no se encontraba dibujado en los mapas. Así los ingleses fueron
colonizando y redibujando un nuevo enclave en tierra continental, el objetivo tan ansiado
desde la era isabelina. Estas incursiones, propiciadas en gran parte, suponemos, por la obra
de Gage, los harían dueños de lo que posteriormente sería llamado Belice, un punto
estratégico y peligroso por su vecindad con el sur novohispano y el Caribe, para España y de
tácticas económicas para Inglaterra.
Asimismo, Gage anunciaba muy bien la problemática española que la Corona
enfrentaba para defender sus posesiones americanas, con el fin de dibujar a sus compatriotas
el éxito de una invasión inglesa al Nuevo Mundo,
“Y tampoco puede haber nada que temer de los españoles, que de todos los
vastos dominios de Guatemala, no consiguen sacar cinco mil hombres capaces
de pelear ni de defender los muchos puntos abiertos que hay en diversas partes
de aquella tierra, cuya misma grandeza y vastedad puede ser una ventaja para
un enemigo, pues aún cuando los españoles les resistan en un lugar, una nación
extranjera podría conquistar la tierra por muchos otros…” 576.

De esta manera, a Gage le parecía la región de Guatemala el punto más idóneo para
fraguar un ataque sobre ésta.
Pero además, nuestro autor también como fraile, gracias a la red dominica de
conventos que dominaba parte de la América central, recorrió parte de lo que actualmente
denominamos Centroamérica, también nos dejó interesantes descripciones sobre esta zona,
sobre todo sí ciertos lugares de esta zona tenían conexión con Guatemala o eran focos
importantes de comercio con Panamá.
Así por ejemplo, cuando su viaje misional hacía Campín en la península de Yucatán
resultó ser un fracaso, regresará con fray Morán al convento de Cobán, en donde se quedará
hasta la época en que llegaban las naves al “Golfo Dulce” para comprar lo que el convento
necesitaba, por lo que pudo conocer de cerca este punto, y de aquí pudo partir a Trujillo, el

207
puerto más importante de Honduras, por asuntos que llamaban allí a fray Morán, para de
este puerto dirigirse por tierra de regreso a Guatemala, donde tenían que rendir cuentas ante
el provincial, lo que le permitió conocer el territorio de Comayagua u Honduras, del que
mencionaba que el puerto de Trujillo era débil “[…]como lo demuestra su captura por los
ingleses y los holandeses…”577; otro punto frágil de América, y ello va a ser una constante
que Gage apreciará en su obra cómo los puertos americanos eran casi todos susceptibles para
ataques extranjeros y de los puntos más endebles ibera en su imperio ultramarino.
Sin embargo y en contraste con Guatemala, Gage no enunciará mayor cosa de
Honduras, salvo que era un territorio muy montañoso y boscoso, con la yuca o casave como
principal alimento, y la razón residía en que Thomas lo catalogaba “[…]ese territorio es de
los más pobres de toda América”578, por ello, sólo proporcionará como dato de
reconocimiento las ochenta o cien leguas que había de distancia en el camino por tierra de
Trujillo a la ciudad de Guatemala579.
De aquí en adelante hasta llegar a su relato del viaje como prófugo del convento
dominico de Petapa a Inglaterra, su obra cesa un lapso de la información geográfico-
estratégica, y ello halle su explicación, quizás, en recordar que Petapa, Mixco y Pinola -las
doctrinas en las que pasó cinco años como fraile encargado de estos dos pueblos de indios-,
y Amatitlán, ya los había descrito antes; pero también en la aspiración que lo envolvía ahora
por narrar a los sujetos objeto de su trabajo como religioso: los indígenas y el tipo de
contacto que estableció con éstos, otro de los elementos de la América española que de
seguro se hacían muy atractivos de conocer a la mentalidad inglesa.
Es así como de Pinola, Mixco y Amatitlán sólo incluirá el significado en pokomán de
estos toponímicos, tal vez ésto como muestra de su habilidad y su nueva adquisición en el
conocimiento de la lengua pokomán; así como la información sobre un insecto llamado
“nigua”, que abundaba en Pinola y que resultaba peligrosísimo si no se tenía cuidado, para
prueba de lo cual introducía la anécdota de sir Francis Drake y las bajas que tuvo en su flota,
cuando desembarcó en “Nombre de Dios”, a causa de este animalillo, por lo que introducía
todo un pasaje sobre cómo tratar a este insecto cuando ya se ha introducido a la planta de los

576
TORRES…, Op. Cit., p., 334.
577
Ibíd., p., 375.
578
Ibíd., p., 376.
579
Ídem.

208
pies y cómo evitarlo, información que sin duda tenía la intención de prevenir contra los
males más usuales de dichos territorios en caso de una invasión por los ingleses580.
De Petapa, Gage emprenderá el viaje a escondidas hacia Inglaterra, ante la negativa
que había recibido del provincial dominico por darle la autorización debida para partir de
regreso a su tierra natal, éste escogerá el camino por Nicaragua y el Lago de Granada,
“[…]sabiendo que generalmente las fragatas partían de aquel lago hacía La Habana en la
mitad de enero, o al máximo para la Candelaria…”581 y que además, era el camino menos
tomado por los habitantes de Guatemala y sus alrededores, sujetos que sí lo veían lo podrían
delatar.
Con ello, a su vez Thomas nos dejaba saber las temporadas en que partían las flotas
hacía La Habana y los caminos que conectaban al territorio de Guatemala con la Nueva
España y Centroamérica, de los cuales, tres ya nos había descrito: el del “Golfo Dulce”, por
tierra el que llegaba de Comayagua (Honduras) y Trujillo; el que lo conectaba con México
por Chiapas y el último, del que a continuación tratará el resto de todo su relato de fraile
viajero, el mismo que se dirigirá hacía el sur por Nicaragua y el Lago de Granada,
recreándonos al mismo tiempo, en su tónica usual, la riqueza comercial de los lugares que
englobaba dicho trayecto y la ubicación estratégica de estas zonas.
Así este camino que pasaba por “Cerro Redondo”, “Los Esclavos”, “Ahuachapa” y
“Chalcuapán”, hasta llegar a la ciudad de San Salvador, va a estar impregnado del mismo
tinte que Thomas le daba a la comarca guatemalteca; todos estos pueblos tenían y producían
mercancía dignas de rememorarse, y si bien no eran pletóricamente ricos, no daban el
aspecto de carencia o pobreza, con plenas estancias de ganado, alfarería y extravagancias
naturales, a lo que además se sumaba la vialidad del camino, ay que aunque en algunas parte
era montañoso, en general era bueno. Ruta, contrastante con lo que a continuación va a
exponer hasta llegar al “Golfo de Fonseca”.
Después de Chalcuapán, se encontraba la ciudad de San Salvador (el actual
Salvador), que describía como pobre, con una cuanta producción de azúcar e índigo, pero
como principal producto el ganado “[…]San Salvador es pobre, no mucho mayor que
Chiapas, y tiene un gobernador español. Se halla a por lo menos cuarenta leguas de

580
Ibíd., p., 389.
581
Ibíd., p., 423.

209
Guatemala y hacía la mar del Norte está rodeada de montañas muy altas que se llaman
Chontales, donde los indios son muy pobres…”582. Más allá de éste, estaba el río Lempa que
funcionaba como una peculiar frontera para la aplicación de la justicia colonial entre
Guatemala y San Salvador.
Al llegar al “Golfo de Fonseca”, parecía como si el paisaje volvía a cambiar, por
medio de éste en un día hacía el trayecto a la Vieja, en Nicaragua, “[…]aunque por tierra ese
viaje me habría llevado casi tres días”583, con ello Gage nos informaba sobre la eficiencia e
idoneidad del Lago, pero también como un punto de ataque en esta temporada para la
piratería inglesa, así por ejemplo mencionaba del puerto de “Realejo”, en Nicaragua,
“…puerto muy débil y sin fortificaciones sobre la mar del Sur…”584. Otra vez los puertos.
De Realejo a la ciudad de Granada, observaba “[…]lo llano y agradable del camino, que con
las frutas y la fertilidad de todas las cosas bien podía hacer de Nicaragua el paraíso de
América”585, pero que sin embargo, por su raquítica explotación le parecía un desperdicio
por parte del mal juicio económico de los españoles y sus propios habitantes.
Así esta ruta, también le llevo a conocer la renombrada ciudad de León, que se
encontraba entre Realejo y Granada, en la cual Gage volvía a constatar el miope
aprovechamiento que se hacía del potencial material de América:
“Esta ciudad de León está construida en forma muy curiosa, pues el mayor
deleite de sus habitantes consiste en sus casas, en lo agradable de la campiña
que los rodea y en la abundancia de todas las cosas necesarias para la vida
humana […] Ellos se contentan con sus bellos jardines, con la gran variedad de
pájaros […], con la abundancia de carne y pescado, que es barata, y con casas
alegres, y así llevan un vida de ocio y deleite y sin aspirar mucho a tráficos y
comercios, aunque tiene muy cerca el lago [de Granada], que generalmente
cada año envía algunas fragatas a La Habana por el mar del Norte y a Realejo
por el del Sur, por lo que ello podrían tener cómodamente tratos y rico comercio
con el Perú o con México, sí sus ánimos los llevaran tan lejos. Los caballeros de
este ciudad son casi tan vanos y fanti osos como los de Chiapa” 586.

De este párrafo, se pueden desprender muchas cosas, de las que sólo diremos

582
Ibíd., p., 426.
583
Ibíd., p., 428.
584
Ídem.
585
Ídem.

210
algunas, es claro que para un inglés que no le eran comunes los climas cálidos y con este
tipo de abundancia frutal, resultaba casi indignante cómo la ciudad de León bien ubicada
desaprovechaba su geografía para el comercio -una de las actividades medulares de la época
isabelina inglesa y posteriormente, pujante para la creación del imperio británico-, lo que
debía resultar consternarte para el público puritano inglés, a la vez que reafirmaba la opinión
inglesa sobre el mediocre aprovechamiento de América, ya únicamente por España, sino
también por sus propios moradores587.
Pero también con esta crítica, Thomas plasmaba su visión sobre las posibilidades del
comercio de una ciudad como León, ya no sólo relataba los caminos establecidos entre las
diversas partes por las que iba pasando.
Enseguida de esta apreciación sobre la ciudad de León, vuelve a la descripción del
camino “Desde allí el camino es llano y parejo hasta Granada…”588 e incluye la información
comercial: en esta época cuando estaba cercana a llegar la flota para su partida a España, los
mercaderes de Guatemala enviaban a Cartagena, pasando por Granada gran cantidad de
recuas de mulas con índigo, cochinilla, azúcar y plata “[…]que era el tributo de aquel país al
rey…”589,
“[…]ya que los mercaderes de Guatemala temían enviar todas sus mercancías
por el golfo de Honduras, porque con frecuencia han sido sorprendidos por los
holandeses entre el golfo y La Habana, y les parece más seguro mandarlos por
las fragatas a Cartagena. Del mismo modo muchas veces el tesoro y las rentas
del rey pasan también por el lago de Granada a Cartagena…” 590.

Pero también de San Salvador y Comayagua (Honduras), llegaban índigo, cochinilla


y cueros, por ello Gage concluía: “En esa época de la partida de las fragatas esta ciudad es
una de las más ricas de la parte norte de América…”591. Lo que la hacía un increíble botín en
caso de un ataque pirático para los ingleses, al tiempo que por medio de esta descripción
podemos darnos cuenta de cómo y de qué partes se hacía la movilización para el torbellino
comercial que acarreaba la partida de la flota hacía España cada año.

586
Ibíd., p., 429.
587
Cf. MALTBY…, Op. Cit., p., 162.
588
TORRES…, Op. Cit., p., 429.
589
Ibíd., p., 431.
590
Ibíd., p., 430 y 431.

211
Así como la peligrosidad por el acecho de holandeses que ya para esta época se
encontraban acechando de cerca las posesiones iberoamericanas. A tal punto, que en este
año que Gage se proponía partir, cuenta llego la orden a Granada por la Audiencia de
Guatemala de posponer la partida de las fragatas por la noticia de que se habían visto naves
inglesas u holandesas vigilando la desembocadura del río “Desaguadero”, para atacar a las
fragatas, “[…]que a veces acechaban cerca de las islas de San Juan y Santa Catalina (que
eran entonces nuestra Provindence)”592. Como se puede ver la obra de Gage se encuentra
imbuida del contexto angloamericano, los enclaves estratégicos que resultaban algunas de
las pequeñas Antillas, ya controladas por los ingleses y holandeses, la tortura que cada año
le hacían pasar a las autoridades Reales cuando se enviaba el “tesoro de los indios” y, el
poco remedio que la Corona española le dedicaba a imponer su fuerza en su imperio
ultramarino, el cual a su vez -los ingleses y holandeses ya se habían dado cuenta-, era un
punto vulnerable del imperio ibero.
Así, este suceso, le hizo a Gage tomar otra dirección más enredosa que, sin embargo,
lo llevo a conocer parte de Costa Rica y Panamá, para dejarlo registrado ante el Parlamento
inglés. Ante la imposibilidad de salir por el Lago de Granada, quedaba otro punto del cual
también zarparían a La Habana: Panamá, para ello tenía que dirigirse a Costa Rica
“[…]donde en Cartago seguramente sabríamos de naves que iban a Portobello, ya fuese
desde el río llamado de los “Anzuelos” o desde el […] Sueré, de donde todos los años
partían algunas fragatas pequeñas a llevar harina, tocino, gallinas y otras provisiones para
los galeones de Portobello”593. Otra vez información que nos dejaba al descubierto la
infraestructura para el aprovisionamiento de la flota que partía a la metrópoli.
El camino que iba de Granada, saliendo del Lago de Granada, el cual le asombraba a
Gage por su vastedad, era fragoso y difícil porque se iba inclinando hacía el Pacifico, “[…]y
en todo el resto de nuestro viaje hasta Cartago no vimos nada digno de ser rememorado a la
posteridad, salvo selvas y árboles imponentes del lado del mar del Sur, muy aptos para
construir navíos fuertes, y muchos lugares montañosos y desiertos…”594.
Al llegar a Cartago, Gage desmiente la opinión de que era una ciudad pobre, ya que

591
Ídem.
592
Ibíd., p., 432.
593
Ibíd., p., 433.
594
Ibíd., p., 435.

212
encuentra tenía prolífico comercio por mar y tierra, con Panamá, por mar con Portobello,
Cartagena, La Habana y de ahí, con España; lo que nos habla del comercio interamericano y
local de dicha zona.
Sin embargo, como nuestro fraile estaba de pasada esto no le permitió apreciar
mayores cosas, ya que enseguida se dirigía al río Sueré, por estar más poblado que el de los
“Anzuelos”, para su salida a Panamá, y es en este pasaje donde sufrirá el ataque pirata por el
famoso “Diego el Mulato”, subordinado del capitán “Pie de Palo”, con el que perdió todos
sus ahorros que había logrado trabajando como fraile en Guatemala, a lo que se consolaba
diciéndose que el “dinero mal habido nunca prospera”, como castigo y una muestra del
poder de Dios por la errónea vocación religiosa a la que se había dedicado hasta entonces.
Por lo que ante tal desventura tiene que regresar de vuelta por el río Sueré a Cartago,
donde es curioso cómo nos deja el testimonio de cómo se les veía a los que pasaban por un
ataque pirático y cómo la sociedad los apoyaba como un acto de caridad por la desgracia
ante los piratas y sus “fechorías”, lo que nos habla de una amalgama ya para esa época de la
sociedad colonial ante los ataques extranjeros: “Cuando llegamos a tierra los españoles del
país deploraron nuestro caso y nos socorrieron con limosnas, haciendo una colecta para
nosotros”595.
Así entre las desgracias que como viajero tuvo que experimentar Gage, a su regreso a
Cartago, no desistió de su rumbo hacía Panamá , en esta ciudad por medio del comercio que
vio se hacía en esta comarca, se enteró de otra ruta que lo podía conducir hasta su objetivo,
podía ir por tierra a través de la montañas de Veragua,
“Por entonces llegaron a Cartago doscientas o trescientas mulas sin carga ni
silla con algunos españoles, indios y negros, de las partes de Comayagua y
Guatemala, que las llevaban por tierra sobre las montañas de Veragua para
venderlas en Panamá. Es ése el único y anual tráfico que Guatemala,
Comayagua y Nicaragua tienen por tierra con Panamá sobre ese estrecho istmo
que queda entre los mares del Norte y del Sur, el cual es muy peligroso por sus
rocosos caminos, cerros y peñascos, pero más especialmente en razón de los
muchos pueblos paganos, bárbaros y salvajes que hasta ahora no han sido
conquistados por los españoles…” 596.

595
Ibíd., p., 440.

213
Otra vez nuestro fraile nos vuelve a hacer notar las redes de comercio interregional
que tenía Guatemala, Honduras y Nicaragua con Panamá, el cual se reducía por tierra a
traficar mulas por lo peligroso del terreno, los principales medios de carga, a través de las
montañas de Veragua, en las que en algunos sitios aún quedaban pueblos indígenas sin
reducir, los que al igual que en la península de Yucatán estorbaban el paso del comercio, y
en ello descansaba una de las principales causas de la urgencia para someterlos al régimen
español.
Ante los riesgos de tal ruta, a Thomas lo aconsejan unos mercaderes de Cartago,
probar el camino por el Pacifico, “[…]nos aconsejaban que fuésemos a Nicoya, y de allí a
Chira y al golfo de Salinas, donde no dudaban de que hallaríamos el modo de embarcarnos
hacía Panamá”597. Esto nos habla de que para estas temporadas el Pacifico era menos
asediado que el mar del Norte por los piratas, ya que al parecer toda la atención de éstos se
centraba en las rutas que daban hacía el Caribe -lleno de islas ya en posesión de holandeses e
ingleses-, para la reunión de la flota que cada año se embarcaba hacía la metrópoli llena de
ricas y exclusivas mercancías. Los ritmos de los movimientos piratas. Pero también esta nota
que nos deja Gage, nos hace darnos cuenta de cómo los mercaderes era el estrato de la
sociedad colonial americana, que mejor conocía los caminos de sus comarcas que
conectaban sus rutas de comercio y las fluctuaciones de éstas, según los tiempos, de ahí lo
valioso de sus consejos de caminería.
Así, Thomas se dirigía a Nicoya y su apreciación se centraba en la caminería, como
siempre cuando su trayecto lo llevaba de pueblo en pueblo, del cual notificaba era
montañoso, duro y poco poblado, donde los pueblos de nativos eran pequeños y
miserables598. Entre más se adentraba hacía el sur americano Gage notaba como cambiaba la
panorámica para los indígenas, la pobreza y escasez parecían hacerse más visibles, así como
la actitud más hostil de los naturales hacía los viajeros y los españoles.
De Nicoya su trayecto lo llevará a Chira y el golfo de Salinas por donde pasaban las
fragatas que iban hacía Panamá, las cuales salían periódicamente por el comercio que se
hacía entre dichos lugares teniendo como vía factible éste golfo, así de nuevo, Thomas nos
dejaba conocer las principales vías de comercio y de comunicación entre estas regiones del

596
Ibíd., p., 441.
597
Ibíd., p., 442.

214
imperio iberoamericano, así como las mercancías comerciables y la especialización de cada
zona en diferentes productos. Así para muestra nos dirá que, alrededor del golfo de Salinas,
Nicoya y Chira, los indígenas que había, el alcalde mayor los ocupaba como esclavos para la
fabricación de la pita teñida de púrpura, ya que era una de las más ricas mercancías que se
comerciaban con España,
“A los indios de aquí los hacen trabajar mucho en la costa buscando ciertas
conchas con las que se hace ese tinte púrpura […] los paños de Segovia teñidos
con esa tintura se venden a cinco o seis libras la yarda por la riqueza del color y
sólo los usan los mayores hidalgos de España; en la antigüedad los llevaban
únicamente los romanos más nobles y se llamaba púrpura de Tiro” 599.

Por ello, Gage describía cómo era la producción de este molusco, ya que de seguro
debía de aparecer como una mercancía muy codiciada y cotizada para la Inglaterra
manufacturera de esta época, que de seguro si se hacía de ella le sería de gran provecho. Más
con el comentario sobre el abuso de la autoridad por el alcalde mayor con respecto a los
indígenas, nos volvía a ratificar la podredumbre que existía entre la burocracia virreinal y las
prácticas habituales de ésta, sobre todo si dicho funcionario Real se encontraba en una zona
factible por su ubicación para la explotación del comercio con España, de aquí las
competencias entre estos sujetos por obtener las mejores plazas.
De la misma manera, Gage nos dirá que la sal, miel y maíz eran las principales
mercancías que se comerciaban por el golfo de Salinas, entre Chira, Nicoya y Panamá600, a
la que finalmente se dirigían tras una travesía acechada de peligros por la volubilidad de los
vientos del Pacifico que parecía conducirlos hacía el Perú, más que a Panamá, lo que de
seguro le debía de servir a los ingleses como información en caso de querer arriesgarse por
esa ruta del sur.
Al llegar a Panamá, lo primero que va a notar como símbolo de la importancia de la
ciudad es que es gobernada por una Audiencia y sede de un obispado, pero además y algo
que era muy raro en todo su relato sobre las poblaciones portuarias del Nuevo Mundo, es
que ésta si contaba con fortificaciones, “Tiene más fortificación hacia la mar del Sur que

598
Ibíd., p., 443.
599
Ibíd., p., 445.
600
Ídem.

215
ningún otro puerto de aquel lado que yo haya visto…”601; la abundancia de pescado, frutas y
hierbas y lo atinado de su posicionamiento espacial para el comercio por el norte y por el
sur, entre mares, para tener intercambio con Perú, México, Honduras y hasta las lejanas
Indias Orientales,
“Se considera que es uno de los lugares más ricos de toda América, pues por
tierra y por el río Chiagre tiene comercio con la mar del Norte, y por el Sur
comercia con todo el Perú, las Indias Orientales, México y Honduras. Allí
llevan el mayor tesoro del Perú en dos o tres grandes naves, que echan el
ancla en Puerto Perico a como tres leguas de la ciudad, pues las grandes
mareas que hay especialmente en ese lugar no permiten que ningún navío
grande se acerque”602.

Información clave para un ataque al gran tesoro del rey español, pero que además
constituía una constante en todo su relato, siempre que el territorio contará con un lago o un
río que pudiera ser usado como medio de comunicación y transporte de mercancías, éste iba
a ser la ruta más usada para el comercio americano y su conexión comercial con otras zonas.
Sin embargo, Gage notará otra cosa clásica de los puertos del comercio
hispanoamericano: el gran calor que azotaba a Panamá y lo insalubre de su clima, por ello,
Thomas decide salir de allí lo más pronto posible tomando el camino por el río Chiagre para
dirigirse a Portobello.
En Portobello, Gage tendrá la oportunidad de ver por si mismo la Feria de mercaderes
que cada año se organizaba a razón de la flota que llegaba para su partida hacía España, y en
este puerto también no dejará la oportunidad de apreciar sus fortalezas, algo que resultaba
fundamental en su relato, mencionará un castillo anterior llamado “Venta de Cruces” que lo
protegía, pero que sin embargo estaba a punto de derrumbarse cuando él lo vio, a lo que
añadía: “Ciertamente los españoles confían en las corrientes y en la escasa profundidad de
aquel río [Chiagre] para disuadir a cualquier nación extranjera que intente subir hasta Venta
de Cruces y de ahí, a Panamá, o de lo contrario fortificarían mejor aquel castillo…”603.
Lo que abría una posibilidad de ataque, recordemos que todas las observaciones que
haga al respecto como ésta parecían tener esa intención, alentar y exponer los mejores

601
Ibíd., p., 449.
602
Ibíd., p., 450.
603
Ibíd., p., 451.

216
puntos a sus compatriotas para una exitosa resolución. Sin embargo, también su relato en
este sentido llevaba siempre las interés de prevenir e informar, cuando decía del propio
Portobello, “[…]cuyo puerto según observamos era muy fuerte, con dos fortalezas en la
boca y guardia constante en ellas, y otro fuerte llamado San Miguel más adentro del
puerto”604.
Por ello, notemos, en todos estos lugares, desde que su viaje lo llevó a las afueras de
Guatemala y a recorrer puertos tan importantes como éste, la intención de narrar los puntos
estratégicos cambia, ahora Gage ya no insta a una invasión por los últimos lugares, sino
solamente a un ataque o robo de la flota que cada año por esa temporada se solía reunir en
estas zonas; el punto fuerte de una invasión lo constituye Guatemala, en su opinión, por la
factibilidad de los caminos y accesos que la comunicaban y por lo indefenso de su
planeación, además de la riqueza natural que la abrigaba, a diferencia del territorio de
Honduras.
Y a este respecto irá la siguiente observación que haga sobre la acumulación de
mercancías que se reunían en Portobello, “[…]lo que más me admiró fue ver las recuas de
mulas que llegaban allí de Panamá, cargadas de barras de plata. En un día conté doscientas
mulas cargadas de pura plata que se descargaban en la plaza del mercado…”605. Sin duda
debía ser un buen botín para las manos inglesas, ya que Gage no expone a Portobello como
un paraíso de riquezas naturales -a diferencia de Guatemala-, sino únicamente lo abundante
de su riqueza gracias al comercio que por esa temporada se hace, en consecuencia para
Thomas, Portobello era más bien un grandioso botín, que una zona apta para una provechosa
explotación agrícola.
Cartagena será por fin la última parada en tierra firme que tenga el trayecto de Gage en
América, de aquí partirá toda la flota a La Habana, pero será en esta última parte donde
también se vuelva a hacer presente el miedo al acecho de los ingleses, debido a la
proximidad de la isla Providence, de la que salían variados ataques a las posesiones
ultramarinas,
“Maldecían a los ingleses de ella, y llamaban a la isla guarida de ladrones y
piratas deseando que el rey de España hiciera algo al respecto. De otro
modo sería muy perjudicial para los españoles, pues estar cerca de la boa

604
Ídem.

217
del río Desaguadero ponía en peligro a las fragatas de Granada, y por
hallarse entre Portobello y Cartagena amenazaba a los galeones y al gran
tesoro anual del rey”606.

Todo ello nos habla y confirma de las malas condiciones de defensa y resguardo que
la Corona española mantenía en sus colonias americanas y, de cómo los ingleses estaban
logrando posesionarse de algunas zonas estratégicas que les permitían hacer incursiones en
los puntos medulares de los que sabían partía el comercio americano hacía España.
Elementos que encajaban magníficamente con toda la descripción que sobre la cuestión
geográfica se había propuesto Gage en su obra.
Así, cuando la flota toque su última escala en tierra americana en La Habana, Gage
enunciará algo, que posteriormente resultará significativo cuando se planeé el “Western
Design”, hablando sobre las defensas de este puerto, “[…]yo examiné bien aquel fuerte
castillo provisto de doce cañones, llamados los Doce Apóstoles, que no harían mucho daño a
un ejército que llegara por tierra o marchando desde el río Matanzas”607. Si bien, por mar La
Habana se encontraba muy buen resguardada, por tierra era factible atacarla y sojuzgarla,
opinión que coincidirá con otros de los informantes de Cromwell cuando decidan atacar una
isla americana.
La última narración que nos deje Gage será sobre el golfo de las Bahamas, cuando la
flota tenga que atravesarlo saliendo de La Habana para su destino a España, una zona que
era casi totalmente controlada por los ingleses y de allí su peligrosidad para los navíos
españoles, sobre todo para esa flota que cada año conducía el tesoro del rey español, nuestro
fraile nos dirá para cerrar con broche de oro, como ese año algunas naves ingleses
camuflajeándose con la enorme flota española se lograron internar entre ésta, y robarle 80,
000 coronas en mercancías, de lo que Gage decía. “[…]así los dos navíos [ingleses], riendo
y regocijándose tanto como los españoles rabiaban y maldecían, se alejaron con viento en
popa, con sus velas hinchadas, jactándose alegremente de tan rica presa arrebatada a
cincuenta y dos navíos, o (podríamos decir) a la principal y mayor fuerza de España”608.
Y en este sentido, la obra de Gage iba en el mismo tenor, un inglés que

605
Ibíd., p., 452.
606
Ibíd., p., 458.
607
Ibíd., p., 459.

218
aventuradamente logró entrar al imperio iberoamericano para apreciar y dar a conocer las
riquezas y posibilidades del territorio americano para una nación que se encontraba ávida de
lo americano.
Para finalizar, como podemos darnos cuenta aún sólo tomando el aspecto geográfico
de la obra de Gage, esta vertiente tiene demasiadas ramificaciones que desbordan en varios
temas, tantos que además de resaltar, lógicamente, el elemento que tantas veces hemos
señalado: la información táctica-estratégica para un exitoso ataque inglés, con los puertos
americanos como especiales puntos débiles en la defensa del imperio ultramarino por donde
se podía hacer la entrada en la tierra continental americana. El escrito de nuestro autor
también encierra un rico contexto del que se ve como proyector, en el que asimismo refleja
información sobre los ataques piratas y los sucesos cotidianos de la vida en el mar como
pirata; el dominio que estaban imponiendo los holandeses en el mar, en competencia con los
ingleses; así como las “ventas” y poblaciones que había en los caminos, que recorrió en
América, para alojarse.

3.3. El elemento religioso.

Tal vez la mayor dificultad que encontramos para comprender la obra de nuestro fraile
inglés a cabalidad, es no tener en cuenta el verdadero sentido de lo que significó para la
Inglaterra del siglo XVII en su perspectiva religiosa. El alimento y sustento que le dio a la
misión providencial que Britania venía fraguando y consolidando con el puritanismo y con
ello, su reivindicación como nación “verdaderamente” cristiana ante el proyecto de ultramar
que expresó en el “Western Design”.
Y para ello, tendríamos primero que rememorar la proeza material y espiritual y, el
orgullo que representó para la monarquía española el encuentro y conquista del Nuevo
Mundo como adquisición ibérica.
Debemos de recordar que antes del gusto en sí por la exploración de nuevos territorios,
o rutas alternas para el tráfico de especias, el impulso de Colón parecía recaer, en lo
profundo, en una misión religiosa de cruzada, “Consideramos que el espíritu que alienta el

608
Ibíd., p., 462.
219
Descubrimiento, que es el de una Cruzada de la Cristiandad contra el Islam, es típicamente
medieval, el del último gran acto medieval”609. Más si recordamos, el ambiente de la España
del siglo XV, una Iberia con tintes aún muy medievales.
Así, parecía que el plan de Colón respondía a una religiosidad intensa con una
renovación de cruzada, aumentada por el hecho de que Constantinopla había recién caído, en
1453, en manos de los turcos,
“Los marinos, en particular, orientaban su afán cruzado con arreglo a la
estrategia trazada en Sagres por el príncipe portugués don Enrique el
Navegante. Esta consistía en navegar hacía las “Indias” (nombre dado por los
europeos a las tierras que estaban detrás del dominio musulmán), para entablar
alianza con los supuestos príncipes cristianos de esas lejanas tierras (el Preste
Juan, el Gran Khan…), y así poder caer por la retaguardia […] del Islam, y
reconquistar Jerusalén”610.

De aquí para la explicación de la idea con la que murió Colón pensando que América
era las “Indias” y, a sus interpretaciones fantásticas medievales de la realidad americana,
pero también a su objetivo, tan criticado, de obtener oro, “…que subordinaba su propia
ambición al propósito de ganar dinero y emplearlo exclusivamente en la reconquista del
Santo Sepulcro de Jerusalén”611.
Tal idea, aunque con un plan distinto, siguió para España como un impulso continuó,
el revivir el imperio ecuménico cristiano612 que desde Carlomagno había quedado
fragmentado, continuidad que aún tuvo su pico de optimismo con la victoria en Lepanto por
Felipe II.
Idea de cruzada contra el Islam, que si bien vino a postergarla la Conquista de
América, cuando Europa por fin se dio cuenta de que no era el continente de las especias,
dio en cambio, otro motivo de orgullo para España y la Cristiandad: entregar más almas a la
luz de la verdadera religión, “En el siglo XV Alfonso de Cartagena reivindicará la
superioridad de Castilla sobre Inglaterra alegando su mayor nobleza, su papel en el

609
DÍAZ ARAUJO, Enrique. Los protagonistas del descubrimiento de América. Argentina, Ciudad Argentina,
2001. P., 37.
610
Ibíd., p., 104.
611
Ibíd., p., 80.
612
Ibíd., p., 274.

220
engrandecimiento de la cristiandad y su independencia a los demás poderes…”613.
Tal era uno de los principales aguijones par el orgullo inglés, cuando el mismo
Richard Eden al traducir al inglés las Décadas de Anglería en 1555, mencionaba: “Los reyes
de España […] son más merecedores del epíteto de héroe que aquellos hombres de la
antigüedad a los que generalmente se considera como tales. Pues al ensanchar al mundo
cristiano han dado un ejemplo a todas las naciones”614. Ensanchar el mundo cristiano era una
de las máximas para la adquisición legítima del Nuevo Mundo a España.
En una época en la que aún la Reforma no rompía la unidad cristiana, no se concebía
una mayor autoridad en la Tierra que no fuera el Papa, el árbitro mundial para discernir tales
cuestiones. Así, la Corona española, pedía al Papa Alejandro VI las Bulas que en 1493
avalarían su posesión como legítima, “La intervención de la Iglesia en las querellas relativas
a los descubrimientos de ultramar se fundaba según el Papa, en su responsabilidad por la
conversión de los paganos […] la soberanía que el Pontífice había poseído sobre los paganos
del Nuevo Mundo desde la venida de Jesucristo pasaba ahora a los monarcas de España”615.
Así, aunque a otros reinos europeos no les parecía del todo adecuado tal operación,
“El primer descubrimiento y toma de posesión, la concesión papal y el tratado
entre las dos potencias ocupantes, España y Portugal, constituían los primeros
títulos jurídicos de los asentamientos coloniales europeos en ultramar. No
interesaba la opinión o el derecho de la población indígena, tal como en las
guerras europeas de conquista no se tenía en cuenta lo que pensaran los
habitantes de un territorio acerca del cambio forzado de príncipe reinante”616.

Así, si reinos como Francia e Inglaterra, podían alegar la libertad de los mares y el
libre comercio también como derechos617. Nunca renunciaron a dichas prerrogativas,
enseguida Inglaterra comenzó a poner en entredicho la supremacía de España en los mares.
Pero aún más, en tierras americanas despobladas de españoles también se lanzó a la
colonización, recordemos la frase de Isabel I de que “la posesión sin ocupación no era
efectiva”, aunque se hubiera sido el primero en descubrirla; a lo cual, por cierto, también
desde su reinado se inició otro argumento, con la compilaciones del geógrafo Hakluyt, que

613
RUCQUOI…,”De los reyes que no son taumaturgos…”, Op. Cit., p., 80.
614
MALTBY…, Op. Cit., p., 33.
615
KONETZKE…, Op. Cit., p., 22 y 26.
616
Ibíd., p., 24.

221
entraban en controversia con la prioridad temporal del descubrimiento de América por los
españoles, como título jurídico, ya que argumentaba galeses antes que Colón ya habían
llegado a el Nuevo Mundo.
Sin embargo, si se podían derrocar estos dos títulos que avalaban la posesión de
América por Iberia: el primero en llegar y la posesión efectiva, en el fondo perpetuaba el
otro argumento que, incluso, “…los reyes españoles siempre consideraron que la donación
papal era el fundamento jurídico más importante de su imperio americano”618 y, éste
descansaba, precisamente, en la delegación que el Papa les había hecho a los reyes iberos,
como encargados de la conversión de la población nativa al cristianismo. De este modo,
aunque a los ingleses y a otros europeos les costara admitirlo,
“Para los contemporáneos, empero, el fundamento más convincente de la toma
de posesión de Nuevo Mundo por parte de los europeos llegó a ser la misión
entre los infieles. El descubrimiento y al conquista de América por parte de los
españoles desempeñaba un papel en la historia de la redención, al ofrecer la
posibilidad de anunciar a los indios el mensaje evangélico […] Incluso aquellos
que negaban el poder secular del Pontífice e impugnaban su derecho a disponer
de los países paganos, coincidían en que el Papa, como cabeza espiritual de la
Iglesia, tenía el derecho de dirigir la misión entre los infieles. Los teólogos
concluían que el Papa podía delegar este derecho […] a un príncipe
cristiano”619.

De este modo, aunque el plan de Cromwell se encontrará a años de distancia de estos


primitivos títulos jurídicos sobre América, la donación papal con su tarea implícita de
evangelización, seguía siendo el argumento nodal que estorbaba a los ingleses.
Si bien, desde que el rey Enrique VIII había roto con Roma, como autoridad suprema
de la Cristiandad, los ingleses bien podían argumentar su justa desobediencia a tales Bulas;
sin embargo aún quedaba la conversión de los indígenas al cristianismo, como el argumento
que residía en el núcleo de tales documentos papales, y a este respecto, es donde la obra de
Gage hará una de sus más valiosas aportaciones a la causa de la Inglaterra de Cromwell,
como proyecto “justo” para despojar a los españoles de América.

617
Ibíd., p., 26.
618
Ídem.
619
Ibíd., p., 26-27.

222
Ya que sí hemos de creer en que la época de Cromwell no sólo emulaba al periodo
isabelino, sino que incluso se proponía dar un salto más allá. Con el “Western Design”, los
ingleses no únicamente se conformaban con colonizar, como con Isabel I, las tierras que se
encontraban desoladas de españoles, sino ahora también invadir territorios que ya estaban
poblados por los hispanos, para despojarlos de ellos debido a su corrupta constitución. Pero
para ello, se necesitaba de otra argumentación que no sólo la de la ocupación efectiva. A esta
necesidad responderá el relato de Gage, como testigo ocular y directo, ya que no había
mayores máximas que éstas para ponderar el conocimiento sobre América en este época620.
Ya que si la parte esencial de las Bulas papales para el justo título de América por
España, residía en “la misión entre los infieles”, es decir, la conversión de los naturales al
cristianismo, el relato de Gage en la parte religiosa, va a ser de especial relevancia para
derrumbar dicho argumento. Al residir por cinco años como fraile, administrando
religiosamente dos pueblos indígenas de la jurisdicción del convento de Guatemala, Mixco y
Pinola, y tener intimo conocimiento de los indígenas de estos pueblos y su religiosidad,
denunciará en sus páginas la torcida conversión religiosa que de ellos había hecho la Iglesia
española, abanderada del catolicismo y el papado. Al mostrar a los naturales como no
verdaderos cristianos, sino sumergidos aún en la prácticas de su antigua religión. Dicha
narración son sólo tendrá el objetivo de la denuncia para el escándalo de los europeos, sino
al mismo tiempo, el de derrocar el centro del título jurídico papal que le daba la legitimación
a España para el monopolio de América.
Y en este punto para Thomas no habrá matices, imbuido en el puritanismo
consecuencia del rígido calvinismo, el sincretismo religioso no era ni siquiera digno de tener
en cuenta y, de aquí que partiera su incomprensión a propósito para el catolicismo
novohispano.
Por ello, no será casualidad que su obra Gage la inicié con el relato religioso de cómo
funcionaban y se dividían la órdenes religiosas en el virreinato novohispano y la
administración espiritual que se hacía de éste. Así también por ejemplo en la dedicatoria,
Gage no sólo hacía mención de la aclimatación que los ingleses ya tenían en las pequeñas
Antillas para pensar en lanzarse a una ocupación efectiva en tierra continental, sino que
también expresaba el otro objetivo que movía su pluma:

620
ELLIOTT…, Op. Cit., p., 55.

223
“Y para salir al paso a la objeción de que los españoles tienen justo título a esos
territorios, y sería injusto y contrario a toda conciencia despojarlos de ellos,
respondo que (exceptuando la donación del papa) no sé que tengan otro título
que la fuerza, que por el mismo título y por una fuerza mayor pueda ser
anulado”621.

Y a este respecto era a donde se dirigía, en parte, su escrito, y el mismo plan del “Lord
Protector”, “En el Atlántico, el protestantismo tiene especial motivo de queja, pues aquí todo
el territorio es reclamado por España en virtud de una Bula expedida por un antiguo Papa de
Roma”622.
De esta manera, si Gage con su obra daba a los ingleses el sustento religioso, que a sus
ojos, invalidaba los derechos que España con las Bulas alegaba tener en el Nuevo Mundo,
era legítimo que Inglaterra con Cromwell se lanzara a invadir América, cuando él mismo
decía:
“Habiendo tomado en seria consideración el estado y condición de las
plantaciones y colonias inglesas en la parte occidental del mundo llamado
América, y la oportunidad y los medios con que Dios nos ha hecho depositarios,
así como a esta Republica, tanto que la protección de los intereses que ya
tenemos en esos países, que ahora se encuentran abiertos y expuestos a la
voluntad y el poder del Rey de España (quien reclama los mismos so pretexto de
una donación del Papa), en cualquier momento que le plazca estimarlo así; y
también para obtener territorio y conquistas sobre los dominios del dicho Rey
allí”623.

Así también el “Western Design” parecía que respondía a una política de seguridad y
defensa ante el monarca español que se valía de la donación papal para maniobrar a su juicio
en América. A tal punto pinchaba al ímpetu inglés estos documentos del Vaticano, que de
nuevo Gage decía sobre América,
“¿Quién no se admirará de ver que en la actualidad, en América solamente, la
autoridad y el poder usurpado del papa se extienden a tantos países como
contiene Europa entera, y que de allá no se conoce religión, sino sólo pura
obediencia y sujeción a aquel Hombre de Pecado? Y cada día puede crecer más

621
TORRES…, Op. Cit., p., 27.
622
INCHAUSTEGUI…, Op. Cit., p., 244.

224
y más, porque el rey de España se vanagloria de haber recibido del papa sobre
todos aquellos reinos un poder mayor que el que disfruta cualquier otro príncipe
de Europa”624.

Todo este contraargumento que se creaba para esgrimir la “donación del Papa” que,
además se ponía es sospecha por provenir de Alejandro Borgia “un español de Valencia”625,
respondía a la misión providencial con que también contaba Inglaterra.
Sin embargo, si ello no era suficiente, Thomas también en la dedicatoria ponía de
relieve otro argumento, apoyándose en la misma paganidad de los nativos que argumentaron
los españoles como justo título para conquistarlos, el cual parecía un resabio de su educación
en España, para invalidar la posesión de España en el Nuevo Mundo:
“Sin duda el justo título o derecho a esas tierras pertenece a sus propios nativos,
los cuales si libre y voluntariamente invitasen a los ingleses a protegerlos, sin
duda podrían legítimamente transferirles o comunicarles cualquier título que
sobre ellos posean. Y sí se dijese que la inhumana carnicería que los indios
cometieron antiguamente al sacrificar tantos seres de razón a sus malvados
ídolos fue causa suficiente para que los españoles los despojasen de su país, el
mismo argumento puede volverse con mucha mayor razón contra los propios
españoles, que han sacrificado tantos millones de indios al ídolo de su bárbara
crueldad, que por ello muchas populosas islas y vastos territorios del continente
están hoy totalmente deshabitados, como lo ha atestiguado suficientemente
Bartolomé de las Casas…”626.

Gage aquí retomaba el argumento, que de seguro debió oír y debatirse en España entre
los religiosos, y especialmente entre los dominicos españoles como Vitoria y las Casas, que
guiados por Santo Tomás de Aquino y su sentencia de que la razón natural que tiene todo ser
humano, sea pagano o no, le da la facultad de gobernarse a si mismo, era justa máxima para
respetar “…el poder estatal de los príncipes paganos”627, lo utilizaba para rebatir a la
conquista española.
Al mismo tiempo que combinaba su observación con la misma crónica de las Casas,

623
Ibíd., p., 293.
624
TORRES…, Op. Cit., p., 32.
625
ORTEGA Y MEDINA…, El conflicto anglo español…, Op. Cit., p., 41.
626
TORRES… Op. Cit., p., 27.
627
KONEZTKE…, Op. Cit., p., 25.

225
que exponía como autoridad por ser un español el que denunciaba las atrocidades españolas
en América, pero también porque el público inglés era conocedor de esta crónica, “[…]Las
casas fue el que encontró más lectores entre el público inglés, como lo indica el número de
sus ediciones”628, lo que venía a reafirmar las observaciones de Thomas ante los lectores
ingleses.
Así, este hundimiento en el que se encontraban los naturales americanos en la idolatría
del equivocado cristianismo que les habían implantado los españoles, era un argumento más
que se sumaba a convocar, aún con mayor urgencia, al “pueblo escogido” por Dios -los
ingleses-, para desterrar las obras malignas del Anticristo papal.
Por ello, y en esta dinámica irán las exageraciones que Gage enuncié sobre la
corrupción religiosa que vio se vivía entre los eclesiásticos en el virreinato novohispano,
aunque a este respecto hay que decir que, si bien es cierto, Thomas exageró sus juicios
sobre, por ejemplo, ver a la ciudad de México como una segunda Sodoma629, gran porción
de lo que mencioné, sin embargo, sobre la vida licenciosa de muchos frailes novohispanos
no será del todo calumnioso630; lo que empañó su relato sobre la degeneración religiosa en la
Nueva España, fueron los objetivos a los que iban dirigidos dichos párrafos.
Por otra parte, este tipo de narración sobre el afluente religioso también tendrá su
explicación de ser escrita de este forma en una aseveración del puritanismo, que vendrá a
fusionarse para darle la confirmación y el encauzamiento a las observaciones de Thomas
sobre el virreinato novohispano:
“Por lo que se refiere al hombre malo e impío, a quien Dios por cuanto es juez
justo, ha ofuscado y empedernido por pecados anteriores […] lo sitúa en
conexión con materias que, por corrupto, se convierten en riesgo de pecado, y lo
entrega a sus propios placeres, a las tentaciones mundanas y al dominio de
Satanás; de ahí deriva su propio endurecimiento y que Dios se valga de los
mismos medios para templar a otros”631.

Tal parecía que para Gage, estos renglones describían a la perfección la ciudad de
México con sus “tentaciones mundanas y placeres”; pero también le servía dicho pasaje para

628
MALTBY…, Op. Cit., p., 39.
629
TORRES…, Op. Cit., p., 159.
630
Ver, por ejemplo, los estudios de Antonio Rubial García, sobre las disputas entre la órden agustina por la
“alternativa”, y cómo usa a Gage como fuente.

226
enunciar una máxima del calvinismo: “la justicia de Dios”, de la que Cromwell y su
Inglaterra debieron concebirse como los “medios” con que el “Señor de las Huestes
Celestiales” se valía para templar a los otros, para castigar a los iberos por sus
voluptuosidades. Cuando el mismo Gage decía de los novohispanos que moraban la ciudad
de México, “La licencia de sus vidas y los escándalos públicos que ocasionan ellos [los
esclavos negros] y los españoles de mejor clases son tales que con frecuencia he oído a
quienes profesan más religión y temor de Dios decir que en verdad creían que Dios iba a
destruir esa ciudad, y entregar el país al poder de otra nación”632. Tal afirmación debía
aparecer como profética ante los ojos puritanos.
Sin embargo, todas estas aseveraciones religiosas por parte de Thomas no las
entenderíamos totalmente si no dijéramos, que también se inscribían y tenían su explicación
en una corriente intelectual que venía desde la época isabelina y que le daba una parte
importante al sustento de los planes antiespañoles con el periodo de Cromwell, en la
vertiente espiritual y en la misma misión providencial que el “Lord Protector” vio para su
nación.
Dicha conexión no sólo la encontramos en la afinidad de las propuestas religiosas que
hacía Gage en su obra para el imperialismo puritano de Inglaterra, sino también en las
constantes referencias a dioses romanos como, por ejemplo cuando hable de su partida hacía
América, “Entonces se vio a otros [frailes] con ojos llorosos atravesar los tiernos corazones
de las vírgenes a través de las rejas dy hierro, dejándoles y ofrendándoles algunas prendas de
su liviano amor y recibiendo de ellas algunos cordiales contra el mareo, gorras, camisas y
pañuelos, para mirarlos y para usarlos cuando Eolo o Neptuno se les opusiera”633.
Pero además, y aquí es revelador, cuando se refiera a la luna por Cintia, en el pasaje en
el que rememore la hiriente carta que recibió de su padre: “Esos razonamientos robaron a mi
cuerpo el reposo de esa noche, y a mis ojos el sueño, pues las lagrimas los mantuvieron
abiertos para que no llegara a cubrirlos y cerrarlos el negro y luctuoso manto de Cintia”634.
Como veremos, todas estas citas que nos resultan extrañas y únicas para una obra
sobre la época colonial hispanoamericana, sobre todo viniendo de un neófito del

631
WEBER…, Op. Cit., p., 65.
632
TORRES…, Op. Cit., p., 159.
633
Ibíd., p., 65.
634
Ibíd., p., 59.

227
puritanismo, no estarán puestas fortuitamente. Aunque también hay que decirlo, por la forma
y el tono en que están situadas, parecen improvisadas, nos hacen aventurar la conjetura de
que, tal vez, Gage no era un miembro cabal de dicha corriente, que se le dio en llamar
filosofía oculta desde la edad isabelina, sino que su esfuerzo por introducir en su escrito
dioses romanos y el nombre de Cintia para la luna, nos hace descubrirlo como, más que un
erudito y cultivador de dicho movimiento, como sabedor de éste y queriendo encajar y entrar
en dicho circulo, ya que éste al parecer, era la ola ideológica que circulaba y aglutinaba a la
élite del grupo parlamentario635.
Y esta falta encuentra su explicación si recordamos que Gage fue expulsado de
Inglaterra desde muy joven, en su adolescencia, y toda, o la mayor parte de su educación
religiosa transcurrió en España, donde tales doctrinas eran vistas como heréticas, más aún
entre los jesuitas636, los cuales se constituyeron como los principales abanderados en contra
de tales movimientos que consideraban nidos de “brujería y superstición”; de aquí que
quizá, en esta reconciliación que quiere mostrar Gage hacía este movimiento inglés, nos
podamos explicar el constante desprecio que a lo largo de su obra muestra por los jesuitas y,
no sólo en la controversia de su vida personal y familiar.
De este modo, esta corriente que se llamó filosofía oculta y que encontró impulso y
arraigo en la Inglaterra de Isabel I como una consecuencia del Renacimiento italiano,
aglutinaba dos propuestas fundamentales,
“[…]lo que en el Renacimiento se llamó “filosofía oculta”, especie de sistema
de conceptos constituido con elementos de hermetismo [neoplatónico] tal como
lo revivió Marsilio Ficino, más una versión cristianizada de la Cábala judía,
agregada por Pico de la Mirandola. Juntas, estas dos tendencias forman lo que
llamo “filosofía oculta”…”637.

Es decir, una corriente religiosa que combinaba la postura del neoplatonismo, el cual
“[…]se basó en la teoría platónica de la Ideas […] [y] era esencialmente un intento de
transponer los límites de los sensible a fin de llegar a lo Absoluto, lo Divino, lo Infinito, que

635
YATES, Frances A. La filosofía oculta en la época isabelina. México, Fondo de Cultura Económica, 1982.
P., 301.
636
Ibíd., p., 247, 248, 249.
637
Ibíd., p., 11.

228
está mucho más allá del mundo de las apariencias”638. Este renacimiento de dicha corriente
te encontró en la crisis que comenzó a surgir cuando la Escolástica (derivada de Aristóteles),
ya se veía sobrepasada, así,
“En Florencia diversos intelectuales opinaban que sólo la revelación platónica
estaría en condiciones de aportar la verdad definitiva. Por este motivo […]
Cosme de Médicis […] decidió confiarle a Marsilio Ficino (1433-1499) la
traducción de las obras de Platón […] Esta época, comúnmente conocida con el
nombre de “Renacimiento italiano”, se caracteriza por […] la idea, ya
defendida por Agustín, de una “revelación primordial” de Dios a los primeros
hombres que poblaron la Tierra, revelación cuyas huellas se descubren en todas
las religiones antiguas y es interpretable en términos platónicos. Para Ficino y
para su émulo Juan Pico della Mirandola (1463-1494) esto equivale a decir que
Hermes Trimesgisto, Zoroastro, Moisés y Orfeo eran depositarios con el mismo
título de una sola y misma verdad oculta. Dicha verdad se expresa en la magia
neoplatónica y árabe, así como en la Cábala judía, descubierta por Pico della
Mirandola…”639.

Como bien lo ha señalado Elliott, si los renacentistas italianos escogieron la Cábala


judía para completar la pieza que a través de su estudio le permitiera al hombre llegar a la
unión con lo divino y lo infinito (neoplatonismo), Dios, fue porque la herencia cultural con
que contaba Europa se movía en esas dos categorías esenciales: la judeo-cristiana y la
clásica640, de estas dos vertientes se volvía a nutrir el mundo occidental.
Así, por otra parte, el cultivo de la Cábala, que se remontaba a una tradición de siglos
entre el pueblo judío, y se basaba en la premisa de que cuando la Ley de Dios fue dada a
Moisés, ésta no sólo encerraba un sentido literal, sino que también albergaba un contenido
secreto -“la verdad primordial“-, el cual estaba escondido en código en las Escrituras, su
estudio para descifrarlo se basaba en “…una compleja búsqueda del sentido escondido de las
Escrituras y por una igualmente complicada interpretación del alfabeto hebreo”641. De aquí
los patrones numerológicos a los que posteriormente llevaron a algunos ingleses a

638
ROYSTON PIKE, Edgar. Diccionario de las religiones. México, Fondo de Cultura Económica, 1996. P.,
337-338.
639
ELIADE, Mircea y Ioan P. Couliano. Diccionario de las religiones. España, Paidós Orientalia, 1992. P.,
110.
640
ELLIOTT…, Op. Cit., p., 56.
641
YATES…, Op. Cit., p., 13.

229
desarrollar las matemáticas y su empuje en la ciencia inglesa del siglo XVII con Bacon y
Newton642.
Pero también con ello, el estudio y la lectura de las Escrituras se convertía en parte
fundamental de dicha premisa, fusionado con las máximas del Calvinismo y su estudio de la
Biblia, para afianzar esta característica del puritanismo inglés.
Así, este cultivo de la Cábala judía por Pico della Mirandola en su versión
cristianizada, ya que para este fraile el estudio de la Cábala confirmaba el mesianismo de
Cristo y muchas otras posturas del cristianismo643, trajo consigo, en las naciones europeas
entre las que se ancló, un renacimiento y admiración por la cultura judía y su misticismo. De
aquí, que resulte primordial para entender la religiosidad isabelina y su fusión posterior con
el calvinismo, la renovación que le hizo creer a Inglaterra en su postura como el “pueblo
elegido” por Dios, tomado del judaísmo, y que gran parte de su ética moral fuera retomada
de las enseñanzas de las Sagradas Escrituras, para calificar el puritanismo de “English
Hebraism”644.
Una vez que el Cábalismo cristiano, iniciado por estos frailes italianos, se convirtió en
una corriente de sospechosísmo de magia negra y herejía, la ortodoxia del Vaticano la
descalificó y sentenció en el Concilio de Trento, lo que hizo desplazar dicho movimiento a
países donde el Papado tuviera menos poder, entre uno de ellos, Inglaterra645, la cual si
recordamos se convirtió con Isabel I en la abanderada del protestantismo y principal
contraparte de Roma.
Sin embargo, esta filosofía oculta tomó en Inglaterra matices que no sólo se recluyeron
a la teoría religiosa, sino que combinada con las características particulares inglesas le van a
dar un tono de nacionalismo y patriotismo arraigado, que va a llevar a los ingleses a la
práctica de su expansionismo imperial con mayor potencia.
Los ingleses tomaron de este movimiento únicamente lo que les era afín a su
particularidad nacional, lo demás lo filtraron, como Weber lo vio también con el
puritanismo646.

642
Ibíd., p., 286. Cf., POPKIN, Richard. “V. El milenarismo del siglo XVII”. La teoría del Apocalipsis y los
fines del mundo. México, Fondo de Cultura Económica, 1998. P., 152, 153 y 154.
643
Ibíd., p., 14.
644
WEBER…, Op. Cit., p., 103.
645
YATES…, Op. Cit., todo el capítulo VII de la Primera Parte.
646
WEBER…, Op. Cit., p., 103.

230
Figuras representativas del periodo isabelino como John Dee, Edmund Spenser,
George Chapman, Walter Raleigh y el mismísimo Shakespeare, eran miembros y partidarios
de dicha filosofía y por lo tanto, abanderados y promotores de la idea imperial de Inglaterra,
entendida ésta en su sentido más amplio que sólo el material; dicha corriente intelectual
venía a completar la reivindicación religiosa que Inglaterra necesitaba para crear, como bien
lo llamó Elliott, una mitología nacional que pudiera exponenciar el patrón teleológico de
Inglaterra como nación providencial, “[…]para llevar hasta el final de los tiempos la
evangelización y el destino divino…”647.
Así, “Dee no fue únicamente un entusiasta de los estudios científicos y matemáticos
[…] sino que también deseaba usarlos en bien de sus compatriotas y para la expansión de la
Inglaterra isabelina. Actuaba según un programa político-religioso conectado con el destino
imperial de la reina Isabel I”648. Dicho destino imperial se concibió como una tarea de
reforma que le correspondía llevar a cabo a Britania,
“Ese [imperialismo] pretendía no sólo la expansión nacional en sentido literal,
sino también aplicar las ideas de carácter religioso asociadas con la tradición
imperial a Isabel, representante de la “reforma imperial” y de una religión
reformada y purificada que se expresaría y propagaría en toda la extensión de
un imperio también reformado…”649.

Pero para ello, Dee creó una epopeya de ascendencia clásica que reivindicaba la
herencia inglesa, sí España alegaba nobleza por su herencia romana y por “ensanchar el
mundo cristiano”, con Dee y el cábalismo cristiano, Inglaterra creaba la respuesta para
hacerle frente a Iberia y al catolicismo, que parecía frenarla.
John Dee argumentó que el linaje de los Tudor era descendiente de una antigua estirpe
británica originaria del mismo Arturo, Dee se basaba para crear esta mística de la monarquía
británica en la historia de Geoffrey de Monmouth, el cual narraba cómo Bruto, nieto de
Eneas y desterrado de Roma, había llegado a Inglaterra donde fundó Nueva Troya
(Londres), así los monarcas británicos eran descendientes del mismo Bruto, “…por lo que
tenían una directa relación con Virgilio y con el mito de la Roma imperial. El rey Arturo, a

647
DURÁN…, Op. Cit., p., 170.
648
YATES…, Op. Cit., p., 146.
649
Ídem.

231
su vez descendiente de Bruto según esta versión de la historia británica, era el principal
exponente religioso y místico del sagrado cristianismo imperial británico”650.
Por lo cual, Inglaterra podía argumentar contar con un cristianismo “primigenio” y por
ello, más puro, donde la figura del rey Arturo aparecía como el patrón británico, “[…]que
había regresado al poder apoyando a una Iglesia británica purificada [la de los Tudor],
protegida contra las potencias malignas […] por una caballería religiosa que combatía los
intentos hispano-papales de dominio universal”651.
Pero a su vez, Dee complementaba dicha visión religiosa y mítica de los soberanos
ingleses con una aportación más práctica, en su obra General and rare memorials
pertayning to the Perfect art of Navigation (1577), exponía el destino imperial que heredaba
la reina Isabel I, el cual tenía que desarrollarse comenzando en los mares, “Según sus ideas,
el fortalecimiento de la marina y la expansión inglesa en los mares se relacionaban con
vastos proyectos acerca de los territorios que Isabel habría podido reclamar con base en su
mítica descendencia del rey Arturo”652; aquí Dee parecía el Oviedo de España.
Pero además, en este su escrito Dee también dibujaba una estampa, conocida como
“Jeroglífico británico”, “[…]que representaba a Isabel a bordo de un barco llamado
“Europa”; su significado es que la Gran Bretaña se convertirá en una gran potencia naval
para ocupar el lugar, por medio de la “monarquía imperial”, de piloto del cristianismo”653.
De aquí, la correspondencia con la famosa frase y sentencia del mismo Raleigh sobre el
dominio del mar, el comercio y el mundo y, con toda la empresa de pujanza marítima que
llevo a cabo Inglaterra en este periodo.
Así, alrededor del cultivo de esta “filosofía oculta” se creó una corriente y un círculo
intelectual de la sociedad isabelina que se aglutinó para formar un culto que tenia como
objeto el honrar y glorificar la figura de la reina Isabel I como la heredera y exponente de
una justa herencia providencial, que a su vez desató la pujanza marítima que Inglaterra
comenzó a gran escala durante esta era.
A su vez, Edmund Spenser, contemporáneo de Dee, con The Faerie Queene, construía

650
Ibíd., p., 147-148.
651
Ídem.
652
Ídem.
653
Ibíd., p., 148.

232
un trabajo literario que giraba en torno al culto de la “Reina Virgen”654, a la que le atribuía
todas las virtudes dignas de un dirigente religioso y moral, sus siete libros contemplaban las
diferentes aptitudes virtuosas que daban los planetas a un ser positivo que supiera recibirlos,
y en este punto es significativo, ya que gran parte de estas aptitudes enunciadas por Spenser,
que servían para el retrato de la reina Isabel, parecía que también el régimen de Cromwell lo
retomaba para explicar y argumentar el “Western Design” como causa justa contra Iberia. El
Sol representante de la religión cristiana, “[…]que lucha por un mundo oscuro dominado por
el mal opuesto”655, entiéndase en este caso el mal, como la había señalado Dee, el afán de
dominio universal hispano-papal; Marte y el fuego de la cólera y firmeza, “[…]en que tenga
lugar una justa ira y en que los caballeros luchen para defender la religión solar”656; la luna y
la Castidad, “Spenser mismo afirma que el tema es igual al de los poemas de Raleigh a
Cintia, es decir a Diana, la luna”657, la cual se identificaba con la reina Isabel I; Mercurio y
la Amistad, donde después de una lucha entre dos elementos opuestos, lo que conducirá a
una reconciliación; Saturno y la Justicia religiosa, con el pueblo judío como símbolo; Venus
con la gracia y belleza658.
De la que también se desprende el papel de Raleigh como íntimo amigo de Spenser659,
tanto que en 1592, cuando todavía no perdía el favor de la reina, lo presentó ante la Corte660,
y por lo tanto, también miembro de este círculo, ya que según Yates, Raleigh en su History
of the World, se descubre como “[…]gran conocedor de textos herméticos”661; además de
sus poemas compuestos a Cintia, la luna, a la cual asociaba con la figura de su reina
Isabel662, y su biblioteca personal que lo descubrían como “[…]un caballero errante
isabelino, melancólico de apasionada inspiración y maestro de una poesía esotérica sobre el
amor”663. Pero además su impetuosa figura también conglomeró a un grupo de hombres de
la nobleza afines a sus aventuras, vistas no sólo como empresas materiales de conquista,

654
Ibíd., p., 178.
655
Ibíd., p., 172.
656
Ibíd., p., 173.
657
Ídem.
658
Ibíd., p., 174.
659
Ibíd., p., 175.
660
Ibíd., p., 185.
661
Ibíd., p., 247.
662
Ibíd., p., 246.
663
Ibíd., p., 247.

233
sino también imperiales religiosas, como Thomas Hariot, conde de Northumberland664. De
aquí que los jesuitas llamaran a Raleigh y a sus partidarios “escuela de ateísmo”665.
De esta manera, si conectamos dicha información veremos cómo el que la métrica
dedicatoria de la obra de Gage se pareciera tanto y tomará partes de Raleigh, era por una
intención deliberada de quererse amalgamar como el eslabón con la época isabelina, sobre
todo si tomamos en cuenta, que de seguro Gage fue aconsejado por Challoner, un inglés
noble y nacionalista que muy probablemente conoció de dicha corriente, debido a su
posición.
Por otra parte, el poema de Spenser apareció justo después de la victoria sobre la
“Invencible” de España, “[…]cuando la Reina casi parecía ser el símbolo de una nueva
religión que trascendía más allá tanto del catolicismo como del protestantismo por alguna
profundísima revelación y que transmitía un mensaje mesiánico universal”666. Demostrando
los tintes del puritanismo, cuando éstos incorporaron la idea de que Dios intervenía en todas
las operaciones diarias de la vida humana, aún en los más mínimos, revelando su
voluntad667, por ello, que la derrota de la Invencible al mando de España significará para los
ingleses la prueba de la justicia de Dios hacía los “elegidos”.
Asimismo, otro isabelino George Chapman con su Hymnus in Noctem e Hiymnus in
Cynthiam, volvía a reafirmar el poema épico de Spenser668, en una época en la que
empezaban a surgir los ataques contra dicho movimiento, ésta era un culto a la noche y a la
luz blanca de la luna que la identificaba con la magia blanca cabalística, asociado al tema de
la castidad con la luna e identificándola con la monarca Isabel I669, ensalzándola como la
“Virgen de la Reforma Imperial”, que le haría frente a su contrapuesto el Sol, identificado
con el Papado y España670.
Y aquí es significativo, ya que cuando Gage relate su entrevista con un criollo noble
de la ciudad de Chiapa Real, dirá como éste describió a los españoles como hijos del sol ante
los indígenas671; pero también este Himno a Cintia de Chapman es demostrativo de cómo

664
Ibíd., p., 246.
665
Ibíd., p., 247.
666
Ibíd., p., 181.
667
WEBER…, Op. Cit., p., 79.
668
YATES…, Op. Cit., p., 245.
669
Ibíd., p., 240.
670
Ibíd., p., 241.
671
TORRES…, Op. Cit., p., 254.

234
esta esfera intelectual isabelina con el referente de Cintia para la Luna, se halla como el hilo
conductor para entender el peculiar hecho de por que Thomas citó en su obra a Cintia como
la luna, lo cual recae en la misma causa: desear conectar el Nuevo Reconocimiento de las
Indias Occidentales con los objetivos que creó el periodo isabelino, que había exaltado y
abrigado las empresas imperiales inglesas sobre el imperio ultramarino de Iberia, esta edad
que se veía como el auténtico antecedente de la Commonwealth, dejado a un lado el oscuro
periodo de los Estuardo.
La edad dorada inglesa en la que incluso una de sus figuras más representativas, como
lo fue Shakespeare, con su nacionalismo exaltado también compartía el mismo interés por
hacer de la Reina Virgen, la espadachín de la religión pura:
“Las hadas shakesperianas derivan de una atmósfera similar, ya que exaltan
una caballería andante al servicio de la Reina y de sus proyectos de reforma
imperial. Quien lea las escenas de hadas si referencia al esfuerzo desplegado en
esa época para hacer de la Reina Virgen la representante de una religión pura,
no captará su verdadero propósito, que era el de apoyar el punto de vista de
Spenser […] La imagen shakesperiana de Isabel como vestal virgen, casta luna
que rechaza los asaltos de Cupido y “defensora imperial” es un brillante
resumen del culto de la Reina como representante de la reforma imperial” 672.

De la misma manera, así como Inglaterra adquirió del judaísmo la convicción del
“pueblo elegido” por Dios, también heredó su pujanza mesiánica, como era de esperarse.
Estos dos elementos esenciales vinieron a consolidarse durante la Commonwealth puritana.
Por ello, sí el reinado de los Estuardos apagó en cierto grado el movimiento cabalístico
cristiano, la Revolución inglesa con su victoria dio pie al resurgimiento con la Inglaterra de
Cromwell, retomando la herencia que por el Continente había cultivado el movimiento
rosacruz, éste que rea heredero a través de Dee, del Cábalismo cristiano de Giorgi,
preservándolo,
“[…]el tipo de Cábala cristiana practicada por Giorgi fue llamado así
[rosacruz] cuando se le relacionó estrechamente con la cultura isabelina, con la
rosa Tudor, con el imperialismo científico británico propugnado por Dee y con
el movimiento mesiánico que pretendía unificar a los europeos contras las

672
YATES…, Op. Cit., p., 252-253.

235
potencias católicas gobernadas por la Casa de Austria”673.

Por ello, que en la planeación del “Western Design”, se argumentara a España como el
verdadero enemigo y que se disculpe a Holanda, a pesar de las bajas comerciales que le
había ocasionado a Inglaterra por la competencia en el dominio el mar.
Pero además, ello explica también el furor de los ingleses hacía sus reyes Jacobo I y
Carlos I, cuando pactaron la paz con España y las negociaciones de una posible alianza
matrimonial de ésta con Inglaterra. Estos monarcas nunca conocieron bien a su pueblo.
Así, a pesar del intermedio estuardino, el movimiento rosacruz vino a preservar este
tipo de espiritualidad que había sido tan afín al tipo de imperialismo inglés de la época
isabelina, para volverlo a exponenciar en Inglaterra, en calidad de guarida, con Francis
Bacon en el intermedio de los Estuardos674; pero mayormente con John Milton, con el
periodo ya puritano y de la Commonwealth, éste que fue nada menos que el creador del
Paraíso perdido y secretario de latín del “Protector”, es demostrativo de cómo un grupo de
la élite parlamentaria puritana había continuado con el legado isabelino y deseaba
expresarlo: “Milton tuvo una visión de Inglaterra, como patria de un pueblo elegido, elegido
en el sentido hebreo, designado para encabezar a la Europa protestante en su lucha contra el
poder del Anticristo papal”675.
Por ello, que se pronunciara a favor del “Western Design”, arguyéndolo como una
empresa misional-providencial676, argumento que coincidía con la misma naturaleza de
Cromwell, ya que por lo visto éste tenía una sincera convicción religiosa por comandar a
Inglaterra, como la nación elegida, para derrocar a la potencia que sostenía al Anticristo del
Vaticano. Tanto más cuanto el propio Cromwell se esforzaba por el regreso oficial de los
judíos a Inglaterra, acontecimiento que tenía su explicación no sólo en este carácter del
Hebraism english: “Por su inspiración bíblica y su tendencia a concentrarse en el Antiguo
Testamento, el puritanismo fomentó el desarrollo del filosemitismo…”677; sino también
porque Cromwell como puritano era creyente, al igual que los judíos de esa época, de que se

673
Ibíd., p., 282.
674
Ibíd., p., 290.
675
Ibíd., p., 294.
676
Supra., p., 150.
677
YATES…, Op. Cit., p., 302.

236
avecinaba un acontecimiento divino678, para Inglaterra,
“[…]fue la esperanza puritana de que un cristiano como el suyo, purificado
absolutamente de todos los abusos papistas, fuera atractivo para los judíos y los
indujera a convertirse, acontecimiento que daría la señal de la llegada del
milenio. Para lograr dicha conversión era necesario traerlos a Inglaterra, para
que vieran con sus propios ojos la obra de la religión pura” 679.

Dichas teorías milenaristas incluso llegaron hasta Newton, “Recientemente se ha


afirmado que los puritanos cultivaban la ciencia porque, haciendo el mundo más digno de
ser la sede del milenio, de inminente llegada, éste ocurriría más próximamente”680.
De aquí, que la empresa contra España en el Nuevo Mundo tomará este carácter de
imperativo, ya que al regar Iberia las semillas de las “tinieblas” papales en dichos territorios,
estaba dificultando la segunda venida del Mesías.
Así, esta nueva concepción judeocristiana vino a inundar también los planes puritanos
sobre el imperialismo inglés, vertidos en el foco americano, como una empresa con un
hondo sentido religioso, “Por su perspectiva hondamente religiosa, la Cábala cristiana casi
reprodujo la situación primitiva de la que se derivó el cristianismo”681. En consecuencia la
cita de la reina Isabel I al Papa sobre el sentido de los ingleses como verdaderos cristianos y
más puros que, por ejemplo los católicos, por adaptarse acrecentadamente a las enseñanzas
del Antiguo Testamento y la palabra primigenia de Cristo682.
Lo cual vertido en una defensa a su religiosidad e independencia, también se volvió un
contraargumento al desdén que por varios siglos habían percibido de sí mismos los ingleses
por parte del Continente al denominarlos como una isla poblada de bárbaros y paganos. Por
ello, que este nuevo tinte en su religiosidad que les vino a dar el cultivo del Cábalismo
cristiano, lo tomaran como un argumento orgulloso de su propia pureza, pues combinada
con la mitología nacional que el mismo Dee fortificó dio pie
“[…]para constituir una especie de mística de un “Israel británico”, lazo que
habría podido establecerse con relativa facilidad en la atmósfera cargadísima
de ideas sobre un destino sagrado o una misión religiosa, con las que los

678
Ibíd., p., 307.
679
Ibíd., p., 305.
680
Ibíd., p., 307.
681
Ibíd., p., 311.
682
Supra., p.,

237
ingleses de la época isabelina [y aún con Cromwell] mantuvieron su entereza
moral en un peligrosa posición de asilamiento”683.

De esta manera, que los planes sobre América que se habían quedado como latentes en
la época isabelina, se vieran retomados con el gobierno del “ Lord Protector” y que la idea
imperial de la Gran Bretaña, enunciada por primera vez por John Dee, se continuara con la
Commonwealth.
Desde los isabelinos hasta los puritanos como Milton y Cromwell compartieron una
tendencia en común: un nacionalismo arraigado combinado con un profundo ímpetu
religioso, exaltado por la Filosofía oculta y el calvinismo, que los lanzó al mundo
ultramarino para cumplir con el Calling de Inglaterra: desterrar al mal católico de la Tierra.
Por lo que si entendemos esto, comprenderemos en una mayor dimensión la
importancia que tuvo el relato de Gage, en su vertiente religiosa, sobre la tergiversación que
del cristianismo había hecho España en América entre los indígenas, para Inglaterra. Pero
también que nos expliquemos por que la obra de Thomas está hecha de ese tono nacionalista
religioso. Ya que los abusos eclesiásticos que relató Gage, no son escritos solamente a causa
del escándalo que de seguro le debieron de causar en un principio, a un hombre que estaba
dedicando su vida al catolicismo, por el cual su familia había corrido peligros en Inglaterra,
sino también para confirmar y reafirmar, con lo visto por sus propios ojos, la misión
imperial providencial que le llamaba a realizar a Inglaterra.
Asimismo las dos grandes afluentes que estructuran, a nuestro juicio, la obra de Gage
respondían a la petición puritana de la época: “[…]las cosas prácticas y entusiasmo
religioso, característica tanto de los puritanos milenaristas, como de la perspectiva mesiánica
judía…”684. Por ello, que la información geográfica correspondiera a la parte práctica con el
“Western Design”.
Así las citas que plagarán todo lo largo de la obra de Thomas sobre la riqueza
descarada de los frailes a pesar de su voto de espiritualidad, la conducta inmoral de los
eclesiásticos, el adorno y la ostentación material de las iglesias novohispanas, como la
idolatría en la que seguían sumergidos los indígenas a causa de la errada evangelización que
habían hecho de ellos los españoles, respondían no solamente a este movimiento intelectual

683
YATES…, Op. Cit., p., 179.

238
religioso que propulsaba el imperialismo inglés, sino también a brindarle los argumentos a la
Inglaterra de Cromwell con que hacer válida su entrada a la América española.
Si los indígenas descansaban en el núcleo del argumento ibérico con las Bulas papales,
Gage al residir por cinco años en contacto directo con los indígenas de los pueblos de Mixco
y Pinola como su párroco, tirará por tierra la posesión legítima de América que argüía
España basada en la justa evangelización de los naturales. Por ello, a este respecto será de
importancia capital lo que Gage relate sobre los nativos americanos.
Y en este sentido, al parecer la visión que Gage tenía sobre los indígenas respondía a
un modelo que dominaba la Europa medieval y del siglo XVI, el cual se basaba en la
máxima que habían creado las dos grandes corrientes que habían nutrido al mundo
Occidental: la clásica y la judeocristiana, en base a éstas los europeos clasificaban a los
hombres en dos grupos: los bárbaros o salvajes, es decir aquellos que carecían de
civilización -heredada de los griegos y romanos-; y los hombres que eran paganos, aquellos
que no conocían, ni reverenciaban al Dios cristiano685. Como consecuencia, Thomas tendrá
dos distinciones para el indígena americano en general, los que estaban sujetos al dominio
español y los que no; para los nativos aún sin conquistar y sujetar a la república española
tendrá el calificativo de salvajes, pero para los que ya estaban sometidos al régimen ibero
será el de paganos, a estos últimos nunca los tildará de salvajes.
Es decir, para Gage los indígenas continentales, que fue con los que tuvo mayor
contacto, no carecerán de civilidad, al contrario, Thomas reconocerá y enunciará su ingenio,
facultad y capacidad para el trabajo y la producción, más bien su defecto recaerá en esta
especie de domesticación que habían hecho de ellos los españoles, lo cual tildará en
ocasiones de falta de ímpetu para deshacerse del yugo español, por ello que enunciará que si
los ingleses se lanzarán a una invasión bien podrían funcionar como líderes de estos
naturales para echar a los españoles de América686.
Incluso es sorprendente cómo de los mejores adjetivos que Gage pudo enunciar en su
escrito los dedicó a los indígenas, cuando por ejemplo diga de los indígenas de Chiapas, “Es
asombroso ver las obras que estas indias hacen en seda, tales que podrían servir de modelo y

684
Ibíd., p., 197.
685
ELLIOTT…, Op. Cit., p., 56.
686
TORRES…, Op. Cit., p., 332 y 334.

239
patrón a muchas maestras de escuela inglesas”687. Tal pareciera que del retrato en general
que nos da Thomas en su libro, se desprende la imagen del indígena como el pilar primario y
sostén del régimen económico español, al menos para el sur de la Nueva España, y al
español como el ibero propicio a la holgazanería y con afanes de hidalgo 688, que concebía
era el deber de sus servidores nativos trabajar para él como su señor; y ello no era puramente
una exageración, ya que aún en la misma España era más apreciado el holgar que trabajar en
un oficio, porque se perdía hidalguía689.
De aquí, que a Thomas le cause una cierta indignación sincera la situación de los
indígenas novohispanos, “Verdad es que esos indios sufren gran opresión de los españoles,
viven en gran amargura, padecen dura esclavitud y sirven con gran rigor, y todo eso porque
hay por lo menos un millar de ellos por cada español”690. Si el monarca español debías ser la
autoridad suprema que debía de velar por la aplicación de la justicia hacía los indígenas
americanos, ello no se veía en sus colonias, desde la visión de Gage, debido a la corrupción
de sus colonos españoles que Thomas revelaba ávidos en todo momento de sacarle el mayor
provecho posible a la condición de los naturales.
Por ello que Gage describa y reafirme el estereotipo del fraile como “protector de los
indígenas”691, ante los vecinos españoles, que desde el siglo XVI habían creado las crónicas
españolas.
A su vez, por este párrafo Thomas dejaba ver cómo los españoles, aún en el siglo
XVII, se sentían en peligro latente y sitiados ante la numerosa población indígena, que
seguían viendo con cierto aire de desconfianza, al menos en el sur del virreinato
novohispano y que por ello, los iberos sintieran la necesidad de la opresión para mantenerlos
bajo su orden. Pero al mismo tiempo, que Thomas enuncié este factor como una posible
ventaja en caso de que Inglaterra se lanzase a la invasión.
Y aunque tales descripciones se encuentren unidas al objetivo por reafirmar la imagen
del ibero “codicioso y holgazán” ante el público inglés, no por ello todo el juicio de Gage
estará equivocado, en realidad sus pasajes al mismo tiempo contiene un tono de indignación
constante por el mal manejo de los indígenas por los españoles, cuando por ejemplo, hable

687
Ibíd., p., 265.
688
Ibíd., p., 361.
689
ORTEGA Y MEDINA…, El conflicto anglo español…, Op. Cit., p., 83.
690
TORRES…, Op. Cit., p., 333.

240
de la medida del “Repartimiento de indígenas” y de los malos tratos que como consecuencia
soportaban los naturales y diga: “Es doloroso para un corazón cristiano ver cómo algunos
crueles españoles ofenden y maltratan a esos pobres infelices en su semana de servicio […]
así esos españoles sin conciencia sacan de los indios una vida barata y holgazana”692.
Con ello, no es que la visión de Gage sea la de aprobar regresarle la independencia de
gobierno a los naturales americanos como la tenían antes de la llegada de los españoles, sino
el cambiar de patriarca europeo a los indígenas, pues los españoles no se veían, ni aún por
sus propios actos como justos poseedores de las Indias Occidentales.
Así la visión de Thomas con respecto a la parte material del indígena no era de
desmerito en ningún grado, antes, la industriosidad que mostraba tenían los nativos debió de
sonar como un gran atractivo a la Inglaterra puritana. En consecuencia que en la perspectiva
que tiene Thomas de los indígenas en este componente, parece advertirse una especie de
evolución en el prejuicio europeo que al principio del contacto con América causó en
muchos occidentales, cuando un naturalista inglés del siglo XVI, Gerarde, decía del maíz:
“[…]el trigo turco [maíz] nutre mucho menos que el trigo centeno, cebada o
avena. El pan que de él se hace […] es tan duro y seco como una galleta […]
causa indigestión violenta y rinde poca o ninguna nutrición al cuerpo, desciende
lentamente y estriñe el vientre. Todavía no tenemos prueba cierta o experiencia
respecto a la virtud de este grano aunque los indios bárbaros que no conocen
nada mejor, limitados a hacer una virtud de la necesidad, piensan que es un
buen alimento. Podemos fácilmente juzgar que nutre poco, que es duro y su
digestión es maligna, un alimento más conveniente para los puercos que para los
hombres…”693.

En cambio, tal vez a causa de su contacto directo con los naturales, Gage expresaba de
sus platillos: “Cuando el maíz está verde y tierno hierven algunas de esas espigas o
mazorcas en que crece el maíz envuelto en sus hojas, y así se lo comen con un poco de sal.
Yo he comido esto muchas veces y lo encuentro tan sabroso como nuestros chicharos y muy
nutritivo…”694.
Como se puede apreciar en cuanto a la capacidad material de los indígenas Thomas no

691
Ibíd., p., 443.
692
Ibíd., p., 337.
693
WARMAN…, Op. Cit., p., 117.

241
tiene una visión disminuida de éstos y sus facultades, no critica ni le parecen inferiores sus
hábitos de alimentación, vestimenta o trabajo, al contrario, en su conjunto Gage retrata a los
naturales con mayores virtudes y emprendimiento para el trabajo, que los propios españoles,
“Aparte de esa calidad y justicia entre ellos, los indios viven igual que otras
comunidades civiles y políticas bien gobernadas, pues en la mayoría de sus
pueblos hay quienes ejercen los oficios que se practican entre españoles […] En
mi tiempo construyeron un nuevo convento en el pueblo de Amatitlán […] con
tanta perfección como en el mejor claustro construido por españoles en
Guatemala. Si los españoles los alentaran más y les enseñaran mejores
principios, tanto para el alma como para el cuerpo, no cabe duda de que harían
entre ellos una excelente comunidad”695.

Al parecer, Gage imbuido en la práctica religiosa española, adquirió el mismo sentido


de paternalismo hacía los indígenas, sólo que con un matiz diferente al ibero, como lo
veremos posteriormente.
Así, si en el aspecto que tenía que ver con el grado de civilización para clasificar con
que contaba para clasificar a una comunidad humana como digna de ser denominada salvaje
o civilizada, Gage no dudará de la capacidad de los indígenas para ser considerados en la
última categoría, incluso su opinión sobre los naturales e veía redondeada cuando decía:
“En cuanto a su comportamiento y actitudes, los indios son muy corteses y
amables, sonde naturaleza tibia […] Son sumamente dignos de confianza […]
Igualmente son muy respetuosos del secreto […] Por encima de todo tiene gran
respeto por su cura […] Son muy abundantes en sus expresiones, y llenos de
circunloquios adornados con parábolas y símiles para expresar sus opiniones
[…] A menudo me he estado sentado por espacio de una hora tan sólo oyendo a
unas viejas echarme discursos, con tantas elegancias en su lengua (que en inglés
serían expresiones sin sentido o bárbaras) que me dejaban maravillado”696.

Sin embargo y en contraste con la apreciación de Gage en la anterior afluente, muy


diferente será su apreciación con respecto a la otra categoría que servía al mundo occidental
para la catalogación de los pueblos: la paganidad o el nivel de cristianismo que se tenía entre

694
TORRES…, Op. Cit., p., 341.
695
Ibíd., p., 349.
696
Ibíd., p., 352-353.

242
éstos.
En este sentido, para Thomas era el peor de los defectos, y acaso el único que tenían
los indígenas, porque parecía que Gage lo asociaba con el origen de todos los vicios que
padecían los naturales en la Nueva España.
Mientras que en el aspecto material los nativos mostraban grandes cualidades, en el
afluente religioso Gage los encontraba incapaces de cultivar un cristianismo verdadero: “En
cuanto a su religión, exteriormente son iguales a los españoles, pero interiormente les cuesta
creer lo que está más allá del sentido, la naturaleza y la visión de los ojos. Hasta hoy muchos
de ellos se inclinan a adorar ídolos de palos y piedras, y son dados a mucha
superstición…”697. Por ello que Thomas se refiera a los indígenas con el adjetivo de paganos
y no, de salvajes, debido a esta incapacidad que nombra casi como natural entre los nativos,
debido a la herencia de la religiosidad prehispánica que aún parecía ver dominar entre ellos.
A tal grado Gage observaba dicho temperamento que diría le resultó casi inútil tratar
de predicar y de enseñar el Evangelio cuando halló a sus feligreses indígenas en algunas
desviaciones,
“[…]pero ni mi instrucción ni toda la enseñanza y la predicación de los
religiosos españoles han logrado hasta ahora inculcarles bien los principios de
la fe. Son obtusos y lerdos para creer o aprehender sobre Dios, o el Cielo, más
allá de lo que pueden concebir por los sentidos o por la razón” 698.

De aquí que Gage nombré como simplicidad el carácter religioso de los naturales 699 y,
que al mismo tiempo le parezca la causa de su dominación ante el catolicismo español que
les inculcaban los iberos.
Pero a la vez y debido a la relación directa que entabló con los indígenas, Thomas
descubrirá en su obra como fraile extranjero algunas de las claves que permitieron la
evangelización de los españoles en América:
“[…]son dados a mucha superstición en torno a la observación de los cruces de
caminos y el encuentro con bestias en ellos […] Muchos son dados a la
hechicería, y el demonio los engaña haciéndoles creer que su vida depende de la
vida de tal o cual animal (que consideran como su espíritu familiar) […] Por

697
Ibíd., p., 353.Cf. BERNARD…, Op. cit., p., 58.
698
Ibíd., p., 357.
699
Ibid., p., 355.

243
esta razón, como llegué a entender por algunos de ellos, ceden a la religión
papista, y especialmente a la adoración de las imágenes de los santos, porque
los ven muy semejantes a los ídolos de sus antepasados, y segundo porque
viendo a algunos de ellos pintados con animales -Jerónimo con un león, Antonio
con un asno […]- se confirman aún más en su engaño, y de veras creen que esos
santos eran de la misma opinión que ellos, y que esos animales eran sus espíritus
familiares…”700.

De ello, se desprendía el que Gage viera la popularidad que tenían entre los indígenas
las procesiones y las fiestas patronales de los pueblos, así como el fervor y el apego
espiritual de éstos a dichas celebraciones. Conjunto que le escandalizaba, sumado al
beneplácito que Thomas observaba mostraban hacía este tipo de festividades los mismos
religiosos españoles, a lo que Gage le encontraba su explicación en la avaricia y el provecho
propio que veía los frailes obtenían con tales actividades701.
De esta manera, también Gage nos dibujará un retrato de cómo el calendario religioso
católico de la Nueva España se fue llenando con la apropiación de fiestas prehispánicas al
catolicismo virreinal. Las danzas y representaciones que veía se celebraban para honrar a un
santo y de las que se dio cuenta eran en el fondo la yuxtaposición de una antigua costumbre
religiosa precolombina, por lo cual Thomas expresaba: “Así esos curas y frailes se pasan
todo el año engañando a la pobre gente, enriqueciéndose con sus ofrendas y ejerciendo la
religión como mera política, y así es que la religión de los indios es más espectáculo y
formalismo que verdadera sustancia”702. Lo cual demostraba a ojos ingleses cómo la
supuesta misión entre los nativos y la evangelización de éstos, que era el argumento que
esgrimían las Bulas papales, era mera etiqueta para la apropiación legítima de España en
América. Dicha visión remachaba la pujanza imperial de Inglaterra.
Por ello, que Thomas vea la culpa de la idolatría indígena no sólo en el propio carácter
religioso precolombino, que aún continua arraigado, de los indígenas, sino también en la
errada y “deficiente” conversión que habían hecho de ellos los españoles.
Ya que debido a esta idea de paternalismo que pareció también adquirir Gage sobre los
indígenas, era claro que la culpa de su desviado cristianismo pesaba sobre los hombros de

700
Ibid., p., 353-354, Cf. BERNARD…, Op. Cit., p., 105.
701
TORRES…, Op. Cit., p., 359.

244
los, a su vez, idolatras españoles, de los que sin embargo, y a pesar de su “religión papista”,
incluso en ella veía concepciones erradas entre los nativos americanos. Y así como los
españoles tenían sus argumentos y su forma de explicarse por lo vicios que veían, al igual
que Gage, tenían los indígenas, “…idolatría y miseria guardan una relación de causa a
efecto. Así como el sufrimiento de los babilonios y los israelitas había sido el castigo a la
infidelidad de estos pueblos, las calamidades que sin cesar se abaten sobre las poblaciones
indígenas a partir de la conquista española son el precio de la idolatría colonial”703.
Para Gage, como inglés, el argumento tenía otro matiz, la culpa de la idolatría indígena
era también de los españoles, éstos con su mal ejemplo y deficiente cristianismo eran la
causa de que los nativos no hubieran acogido debidamente la religiosidad católica, para
Thomas los religiosos de su tiempo aparecían más preocupados por las limosnas y ofrendas
que podían sacar de los indígenas, aprovechándose de su autoridad religiosa, que por el
propio cultivo cristiano de éstos.
Hay que decir que Gage, por supuesto no conoció a los primeros evangelizadores del
siglo XVI y la edad dorada del apostolado español, a nuestro fraile inglés le tocó
experimentar el periodo de decaimiento misional en la Nueva España. Por ello, que omita el
pasaje en este sentido respecto a la aventura misional que hizo con fray Morán en la
península de Yucatán y de la que desistió y, que dicho pasaje no lo tome ni siquiera en
cuenta para equilibrar el esfuerzo misional cristiano que hicieron los primeros regulares
iberos en el siglo XVI, como muestra de la enorme empresa religiosa española a pesar de sus
defectos. Más ello tiene su explicación en un hombre comprometido como lo estaba con la
causa imperial inglesa de la Commonwealth para explicar dicha omisión.
De aquí, que Thomas incluso critique la labor evangelizadora de los misioneros
españoles del siglo XVI, al ver desde su juicio una repetición religiosa que había sido una de
las causas para la desviación hacía el cristianismo que tenían los indígenas, cuando hable del
bautizo de unos niños indígenas rescatados de su empresa con fray Morán, dirá:
“Yo no pude menos que oponerme a su ignorancia [ de los dominicos], que me
parecía similar a la de los frailes que penetraron en América con Cortés y cuyo
número aumenta diariamente después de la conquista, que se jactaban ante el
emperador de haber hecho cristianos a más de treinta mil indios con sólo

702
Ibíd., p., 361.
703
BERNARD…, Op. Cit., p., 140-141.

245
bautizarlos. En verdad, así como las ovejas son empujadas al agua y obligadas a
bañarse, así fueron aquellos primeros indios asperjados, o bautizados para
emplear su palabra, porque fueron llevados a los ríos por la fuerza, sin ser antes
instruidos en ningún principio de la fe cristiana, sin ser creyentes no hijos de
padres fieles y creyentes”704.

Aunque en dicho pasaje esté puesto de manifiesto la vanagloria y ostentación que en


materia religiosa presumían los españoles y que parecía chocarles a los ingleses, también se
hallaba la aguda observación de Gage sobre la explicación de por qué la idolatría entre los
nativos se había arraigado y sus costumbres permanecido. Incluso en esta observación de
Thomas coincidirán muchos otros eclesiásticos españoles de su tiempo que también
criticaron la labor primigenia evangelizadora de los frailes del siglo XVI705, al haber visto el
estado en el que se encontraban los indígenas en materia religiosa.
Así, aunque en muchas de estas apreciaciones que hizo Gage respecto a las causas para
la idolatría en la que los nativos seguían sumergidos coincidían con lo visto por otros
religiosos españoles del siglo XVII, que también se estaban denunciando y reclamando
dicho panorama, su explicación difería debido a los objetivos con que lo veían dichas partes,
mientras que para la Corona española tal diagnostico obedecía a la consolidación ‘[…]para
la estabilidad del poder español: “Asegurar la religión católica y su verdadera doctrina en los
corazones de los súbditos es asegurar y establecer uno y otro imperio espiritual y
temporal”’706. Mientras que para Gage ante Inglaterra, era poner en evidencia la desviación
espiritual que se vivía entre la población nativa para invalidar los argumentos que le daban
el cabal sustento a la posesión de América a España.
Por ello que Thomas no dude en poner como los principales culpables a los propios
españoles de tal deficiencia en el cristianismo nativo americano, cuando decía de los
naturales: “Sin embargo van y corren tal como ven correr a los españoles, y como les
enseñan sus curas idolatras, los cuales les han enseñado mucha formalidad, y por eso son
[…] muy formales pero de poca sustancia en la religión”707.
De la misma manera, que en consecuencia le escandalizara darse cuenta del poder

704
TORRES…, Op. Cit., p., 375.
705
BERNARD…, Op. Cit., p., 58 y 105.
706
Ibíd., p., 140.
707
TORRES…, Op. Cit., p., 357.

246
dominante que los religiosos tenían en los pueblos de indios, un poder fáctico mayor para
hacerse obedecer por los naturales, que rebasaba incluso a de la autoridad Real del pueblo708,
cuando por ejemplo hable de la costumbre de aplicarse justicia en dichas comunidades,
“[…]después de juzgado el caso y dada la sentencia tienen otra instancia, la
última, que es la apelación al cura o fraile que vive en el pueblo, y aún a veces
se hace juzgar por él y soportan cualquier castigo que él considere adecuado
[…] pues juzgan que su sabiduría, sentencia y brazo ejecutor son la sabiduría,
sentencia y brazo ejecutor de Dios […] del mismo modo piensan que sus
sacerdotes y ministros están por encima de sus oficiales y de todo poder y
autoridad mundanos”709.

Gage por supuesto no era un conocedor de las costumbres prehispánicas de los


indígenas, para poderse explicar de manera más clara tal actitud, pero sobre todo a Thomas
le pesaba la tradición histórica de su patria natal para sobresaltarle esta actuación de los
naturales, en donde el poder espiritual, vertido en los frailes, aparecía en predominancia
sobre el temporal.
De esta manera si la testificación que Gage enunciaba con estos episodios no era
suficiente prueba de la idolatría indígena, toda la segunda mitad del capítulo XX se la
dedicará al relato de la “hechicería” de algunos nativos de Pinola y, la continuación en la
práctica de su religión antigua en la que seguían unos indígenas nobles del pueblo de Mixco,
apellidados Fuentes; los dos pueblos de indios en los que laboró por cinco años como fraile
y cura de estos feligreses, en donde además pasó amenazas de muerte al descubrir tal
herejía. Lo cual le hacía confirmar que los indígenas, “…no son cristianos sino en la forma y
en el exterior, y por los muchos santos de madera que los curas les han enseñado a adorar se
inclinan más bien hacía la superstición e idolatría de sus antepasados…”710.
La continuación de las prácticas religiosas precolombinas que veía Gage mezcladas
con elementos cristianos, coincidía con lo advertido por los mismos religiosos españoles:
“La idolatría, en efecto, también se percibe aquí como una peste, un mal intrínseco a los

708
Cf. BRADING, David. Una iglesia asediada: el obispado de Michoacán, 1749-1810. México, Fondo de
Cultura Económica, 1994. p., 79.
709
TORRES…, Op. Cit., p., 348.
710
Ibid., p., 415.

247
indios (“mal connaturalizado”), que se mama con la leche, heredado de padres a hijos”711.
Lo que nos hace refrendar la veracidad en la narración de Thomas respecto a la idolatría
indígena y no sólo, como una prevaricación hipócrita de Gage para crear el fundamento que
le diera la entrada “justa” a Inglaterra en América.
Lo mismo que exclamaban los eclesiásticos iberos del siglo XVII que se dieron a la
tarea de reencauzar la religiosidad indígena hacía el catolicismo español, era lo mismo que
Thomas expresaba en sus páginas, lo que demeritó su relato fue que fue hecho por un fraile
inglés que posteriormente se convirtió al protestantismo y sirvió a los objetivos imperialistas
del “Western Design” con Cromwell y el Parlamento.
Sin embargo y en última instancia el desmérito de los indígenas en su componente
religioso era ocasionado por la mala predicación que les habían hecho del cristianismo los
iberos, porque para Gage aún quedaba un tinte de optimismo para éstos, ya que
“Ciertamente [los naturales] son de naturaleza buena y flexible, y si se les quitaran de
delante esos ídolos que son las estatuas de los santos fácilmente se les podría conducir a
adorar al único Dios…”712. Porque si el Nuevo Mundo había sido un campo de proezas y
horizontes de esperanza religiosa y orgullo espiritual para España, “al haber ensanchado el
mundo cristiano”, por qué no iba a serlo para Inglaterra, ésta estaba llamada a hacer la
misma proeza de la que Iberia se había enorgullecido desde el siglo XV; en su idea imperial
también giraba la predicación del “verdadero Evangelio” y de un cristianismo más puro
entre los paganos, porque así como para el catolicismo, también en el puritanismo inglés
estaba presente la idea que hacía pensara a su nación como entidad seleccionada para llevar
hasta el final de los tiempos la evangelización y el destino divino713.
A esta máxima estaba encadenado el afluente narrativo de lo religioso de la obra de
Thomas Gage, que aunque pareció demeritarlo la actitud posterior que Inglaterra tomó con
respecto a los indígenas norteamericanos en su exterminio y aislamiento, hay que recordar
que la acción de España hacía los naturales también giró en base a una visión más
pragmática: “Pero los indios no son ni judíos ni moros; sino una mano de obra muy valiosa a
la que conviene integrar al sistema colonial, con todo y las oleadas de fiebre idólatra que se

711
BERNARD…, Op. Cit., p., 154.
712
TORRES…, Op. Cit., p., 415.
713
DURÁN… ,Op. Cit., p., 170.

248
apoderan de ellos”714. Algo de lo que también Thomas se supo dar cuenta y por ello, parecía
repetirlo a lo largo de toda su narración, los indígenas eran parte fundamental, material y
espiritualmente, del virreinato novohispano. Un campo lleno de promesas para Inglaterra.
Porque al final para Gage, América representó el prototipo de “La inocencia, la
simplicidad, la fertilidad y la abundancia -cualidades por las que suspiraba la Europa del
Renacimiento y que parecían tan inasequibles…”715, y todo ello lo ofrecía el Nuevo Mundo
con sus tierras y habitantes.

3.4. El Inglés Americano en sus ediciones.

Ahora, si bien es cierto que tales afluentes, la geográfica y la religiosa, las consideramos
como las dos principales vertientes que configuraron y le dieron el sentido a la obra de
Thomas Gage, no todo el mundo, ni las naciones ajenas a Inglaterra, tenían tal bagaje para
comprender este sentido tan complicado de la espiritualidad inglesa, y leer así la obra de
nuestro fraile inglés. Para todos los demás que tuvieron acceso a la obra de éste, sin
embargo, se abrieron otros abanicos de posibilidades que ofrecía también el escrito de
Thomas.
Desde su primera edición y publicación en 1648, dedicada a sir Thomas Fairfax,
podemos constatar cómo la obra del “Inglés americano” tuvo numerosas reimpresiones,
tanto en inglés mismo, como en francés, holandés, alemán y al mismo español, pero estas ya
en el siglo XIX cuando la cadena de guerras de independencia inundaban a Latinoamérica,
lo que lo hizo ser considerado un “best-seller”.

Ediciones del Inglés americano.

1. 1648. 1a en inglés (dedicada a sir Thomas Fairfax).

714
BERNARD…, Op. Cit., p., 154.
715
ELLIOTT…, Op. Cit., p., 39.

249
2. 1655. 2a en inglés (aumentada y con mapas, tomada por Oliver
Cromwell).
3. 1677. 3a en inglés y 1a en francés, ésta traducida por el ministro
Colbert al rey Luis XIV, “el Rey Sol”.
4. 1682. 1a en holandés.
5. 1693. 1a en alemán.
6. 1694. 2a en francés.
7. 1695. 3a en francés.
8. 1696. 4a en francés.
9. 1699. 4a en inglés y 5a en francés.
10. 1700. 2a en holandés.
11. 1702. 5a en inglés.
12. 1711. 6a en inglés.
13. 1720. 6a en francés.
14. 1721. 7a en inglés.
15. 1758-1759. Publicada en 7 números en la revista “The New
American Magazine”, en New Jersey, USA.
16. 1838. 1a en español, publicada en París (después de casi doscientos
años de su primera edición en inglés).
17. 1928. 9a en inglés con la introducción de A. P. Newton.
18. 1946. 2a en español hecha por la Sociedad de Geografía e Historia
de Guatemala.
19. 1947. 3a en español, con la introducción del Valle Arizpe.
20. 1958. 10a en inglés con la introducción de Eric Thompson. Y 4a en
español.
21. 1969. 11a en inglés.
22. 1980. 5a en español por la Casa de las Américas, con la introducción
de Salvador Bueno.
23. 1987. 6a en español, con el prólogo de Dionisia Tejera.

250
24. 1994. 7a en español, con el prólogo de Brian F. Conaughton.
25. 2001. 8a en español, la única completa en este idioma con la
introducción de Eugenio Martín Torres.

Y ello se puede explicar no sólo por el hecho de que como bien lo mencionaba Gage
en el prólogo, hacía casi cien años que no se escribía, ni para Inglaterra ni para los demás
países extranjeros a España, una relación de América que pudiera saciar el hambre de
información que Europa demandaba del Nuevo Mundo, pero además hecha por un inglés, es
decir un europeo ajeno a Iberia y su conocido estilo para narrar los territorios de los que era
su dueña. Lo que le hacía pensar al resto de Europa encontrar una descripción más viva y
“verdadera” de las posesiones americanas, que España se había cuidado tanto de resguardar
y proteger contra los demás intrusos europeos que no fueran españoles, al grado que el
propio traductor de la versión al francés hecha por Monsieur de Beaulieu Hues O´Neil, lo
decía: “Pero habiéndoles hecho prohibir [a los españoles] en lo sucesivo su política lo que
su vanidad les había hecho publicar al principio de su descubrimiento, sólo un milagro
puede hacernos ver lo que ellos nos ocultan con tanto cuidado, después de más de un siglo
de pacífica posesión”716.
Y a este respecto dicha introducción era encargada por el ministro de Luis XIV,
Colbert, para dedicársela al monarca francés con las mismas intenciones con las que la había
tomado Cromwell, es decir, el intentar quitarle a España sus posesiones ultramarinas717.
Ello sólo como un ejemplo, de la resonancia que tuvo en el exterior del mundo
iberoamericano la obra de Thomas Gage y como la muestra de la avidez que Europa
mostraba tener por el conocimiento de las tierras americanas, el suelo prohibido al que
estaba vedado entrar; de aquí que también por ello, resultara en mayor valor la travesía y
aventura de Thomas, por haber burlado el cerco español para su virreinato novohispano,
cuando el mismo traductor francés exclamaba:
“En efecto, las leyes rigurosas que han hecho respecto de las Indias bastante
hasta que punto llega su celo, pues no se contentan con defender la entrada a los
extranjeros so pena de la vida, sino hasta a sus mismo súbditos; a excepción de

716
RAMÍREZ CASTAÑEDA…, Op. Cit., p., 30.

251
los naturales de los reinos de León y de Castilla […] Por esto es digna de mayor
aprecio la relación que nos ha dado Thomas Gage, por su rareza, y por la
exactitud con que él observa todo lo que encuentra de remarcable en el tiempo
que estuvo, tanto en México y las otras ciudades principales de la Nueva España
como de los diferentes viajes que hizo por mar y tierra” 718.

Pero además no sólo por lo que hemos acabado de decir el escrito de Thomas tuvo tal
popularidad en Europa, sino también por todas las tonalidades que mostraba sobre el mundo
virreinal novohispano, ya que si bien es cierto que la afluente religiosa y geográfica se
constituían como las directrices que estructuraban en su base la obra de Gage, de aquí se
desprendían diversas ramificaciones que aprehendía como el extranjero que ve por primera
vez un mundo multicolor, formado tan diferente a lo que Europa podía prever.
Aunado a que como bien lo apreció también la edición francesa, el libro del “inglés
americano” resultaba atrayente por el fácil estilo con que estaba escrito, simple y directo, sin
adornos excesivos como los que tenían, en cambio, algunas de las crónicas españolas. Lo
que la hacía fácil de leerse.
Todos los relatos e imágenes que Thomas plasma colateralmente a la vertiente
religiosa y geográfica, como la estructura social con la que se estaba creando la Nueva
España; la enemistad que inundaba las relaciones entre criollos y peninsulares, no sólo por
los cargos Reales, sino también por los grados eclesiásticos, aún dentro de las mismas
órdenes religiosas por el papel de Provincial; así como el recelo que se vivía entre los
regulares y seculares por el monopolio de la población novohispana en materia religiosa; la
vestimenta y accesorios con las que se adornaban las mulatas y su belleza; las comidas
habituales de la Nueva España, de las que tanto disfrutó, entre ellas por supuesto la bebida
del chocolate, a la que incluso le dedicó un capítulo entero para mostrar a ojos ingleses los
beneficios de adoptar una bebida de tal calidad, la cual ponderaba incluso como el remedio
de la adicción que los ingleses tenían hacía el vino, lo que resulta curioso, pues por las horas
a las que Thomas recomendaba tomar el chocolate, pareciera que se anticipó a la costumbre
de la hora del té inglés, sólo que con chocolate; la disidencia que se vivía al interior del
virreinato a causa de los negros prófugos que preferían vivir en los montes que bajo el

717
TEJERA…, Op. Cit., p., 33.
718
RAMÍREZ CASTAÑEDA…, Op. Cit., p., 30-31.

252
régimen español; así como el orgullo y el sentido de nobleza que tenían los españoles, pero
también los mismos criollos, como sus retoños en cuanto a esta concepción.
Un mundo virreinal mucho muy complicado y lleno de matices era lo que de trasfondo
Thomas dejaba ver con su escrito, para el lector que lo tomara sin prejuicios y sin fines
premeditados.
Por ello, la obra de Gage pudo desbordar y dar sustento para estudios tan diversos
como la relajación que se vivía hacía el interior de las órdenes regulares y los litigios por la
alternativa entre los frailes, como el de Antonio Rubial; o para el retrato de las clases
sociales novohispanas y los amotinamientos a los que estaba expuesto el virreinato, como la
obra de Israel; o la diferencia en la perspectiva de la colonización española e inglesa para los
territorios americanos, como el de Francois Chevalier, sólo por mencionar a algunos de los
clásicos del México colonial.
Porque al final, Thomas con su obra plasmó y mostró a una América rica en
perspectivas para las esperanzas y sueños, materiales y religiosos, europeos.

253
CONCLUSIONES

Inglaterra y España, cada una emplazadas en contextos y direcciones distintas,


mientras que la primera se vio excluida por un largo plazo de la vida protagónica del
Continente, lo cual le permitió ensimismarse para después expandirse; a España, en cambio,
le tocó ser pieza fundamental y especial en la época de las grandes exploraciones, al mismo
tiempo que dominar, gracias a las alianzas dinásticas por medio del matrimonio, la vida
política del Viejo Continente de este periodo.
Ello comprometió a la Isla inglesa hacía la Modernidad, en su sentido material y
religioso, y a Iberia a arraigarse en el status quo, que la mantuvo anclada en el paso hacía la
nueva época que se veía venir. Así, en el cambio de estafeta entre una potencia dominante
hacía la otra, se suscitó el mayor de los conflictos que se vio reflejado y representado en la
pelea que vertieron en y por el Nuevo Mundo, esta nueva pieza que se convirtió en el motivo
de la envidia colmada de las demás naciones europeas hacía la riqueza que veían llegaba
abundante en los galeones españoles llenos de mercancías y noticias exóticas, con promesas
de una vida abundante a los puertos españoles.
Desde entonces tanto Francia como Inglaterra clamaron voces de descontento hacía la
posesión que tenía España del territorio del que se veían excluidas por una Bula papal.
Hecho que se vio puesto en contradicción, pero en mayor grado por la nación que se
vislumbraba como la nueva potencia marítima, Inglaterra, ese reino que desde Isabel I, ya no
apartaría sus miras hacía el imperialismo que venían encubando desde hacía siglos y que
tuvo su primera expresión y experiencia en el foco americano, del cual añoraban y
coleccionaban información para algún día hacer realidad sus sueños de grandeza inglesa,
tanto como lo había sido para España, en un sentido global, no sólo en el desenvolvimiento
material sino también como expresión providencial, de pueblo elegido por Dios para hacer
su mandato misional y cumplir con su destino teleológico. Lo que de algún modo le
permitiría refrendar y renovar su vínculo con lo divino y una existencia llena de un
contenido con un fin más allá de lo mundano.
De aquí, el contenido exclusivo e importantísimo que tenía la experiencia de Gage
como inglés que había tenido la fortuna de ver y apreciar con sus propios ojos las tierras

254
“prohibidas”, que significaban América, este terreno que se enunciaba como el campo
propicio de la odisea inglesa que pretendía ser el “Western Design”, bajo la dirección
fervorosamente puritana de Oliver Cromwell.
Sobre todo recalcado, porque una vez que con el periodo de los reyes Estuardo, se vio
paralizada la actividad inglesa, en grandes magnitudes, en los terrenos americanos, y con
ello, la información sobre el bastión transatlántico de la imperial España, ese mismo que a
ojos europeos era el que le daba la infinita riqueza y poderío a Iberia para la permanencia de
su política que hacía predominar en el Viejo Continente, estuvo suspendida.
Y desde la época isabelina, en la que temerarios corsarios y marineros se arriesgaron
en el conocimiento del Nuevo Continente, no había habido un inglés de significativa
importancia que pudiera aportar datos, ni una imagen fresca de lo que era América en este
nuevo periodo. De aquí, que al mismo tiempo, el régimen de Oliver Cromwell se preocupara
por retomar como legítimo heredero la política y las visiones imperialistas de la Inglaterra
isabelina, en sus prospectos sobre América, esa joya en la que Thomas Gage se convertía en
particular ayuda, de la que por eso mismo, vertería gratificantes descalificaciones sobre el
régimen ibero y su implantación material y espiritual en el Nuevo Mundo, como argumentos
sólidos a ojos ingleses. Descalificaciones que muchas veces eran exageradas, pero no
muchas, falsedades.
Sin embargo, si bien a España, como a todas las naciones que han conducido un
imperio, le son muchísimas cosas criticables y dignas de publicarse como estandartes para la
vergüenza pública, en cambio Iberia mostró uno de sus aspectos más perdurables que fue, el
saber arraigar y mantener una religiosidad católica entre sus colonias americanas, rica en
matices sincréticos y colores multiculturales, de lo que pocos imperios pudieran
enorgullecerse de tal proeza; ya que si el genocidio de nativos americanos constituyo una de
las páginas que más socorrió la creación de la Leyenda Negra; en contraparte, el que la
humanidad y racionalidad del indígena se pusiera a debate entre los más grandes
intelectuales españoles, para tratárseles en igualdad de seres humanos es muestra del avance
en la mentalidad española de la época y en una preocupación real por los nuevos súbditos
que se estaban integrando a la Corona española.
De esta manera, si la empresa imperial inglesa no pudo asentar su expansionismo, en
el sentido clásico de la palabra, como lo había previsto en América, porque España se había

255
asentado como obstáculo para tal cometido, por lo cual Inglaterra, al parecer, le guardo un
sumo desprecio por ello, en cambio, el Nuevo Mundo si representó la punta de lanza para lo
que posteriormente en el siglo XIX fue el Imperio Británico, trasladado hacía Asia donde
pudo disfrutar y sufrir los estragos de una metrópoli colonialista.
Por ello, bien se puede decir que la obra de Thomas Gage vino a ser junto con la de
Alexander von Humboldt, los dos escritos más importantes y notables que han creado
extranjeros sobre su experiencia en México. Tanto por sus fines y contenido, como por el
eco que tuvieron en la creación mental que Europa se hizo de América.
Y si a Gage no se le ha reconocido como al barón Alexander, ni se le ha dado el
debido peso que debería de tener su escrito para el México colonial, es porque tal vez,
acostumbrados como estamos a ver sólo la órbita española sobre lo que se escribió para la
Nueva España, no fijamos las miras más lejos y desde afuera para mejor apreciarnos y
darnos cuenta de cómo nos veía el resto del mundo occidental.

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