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Derrida Formato RAE
Derrida Formato RAE
Problema que aborda el texto: Derrida hace una deconstrucción de la visión que autores
como Descartes, Heidegger y Kant tienen de el animal. En específico cuáles han sido las
posturas que estos autores mencionan como propiedad del hombre. Para Descartes el
animal no responde; Heidegger vuelve a postular al animal como “animale rationale”,
noción apoyada en una base metafísica; Kant dice que el animal no tiene primera persona,
ya que carece de la palabra Yo.
Objetivos del texto: Podemos identificar tres objetivos. El primero: Derrida intenta, a
partir de la deconstrucción, mostrar aquello de lo que a lo largo de la historia se le ha
privado al animal. El segundo: Que a partir de la deconstrucción demuestra la debilidad
del significado o significados que lo propio del hombre representa para sí. Y tercero: Si
todo aquello que se denomina como el hombre se le puede atribuir el derecho de negar al
animal ciertas características para atribuírselas a sí mismo, v.gr.: la razón, la palabra, el
pensamiento, la respuesta, etc.
vive, el que observa/ve, siente, oye, toca, piensa. Testimonio como testimonial; como
argumento, algo demostrativo; como prueba, sentido común.
Signos de reacción/pasión de un animal: manifiestan una desgracia, dolor, miedo,
persecución, acoso, maltrato.
Autómata (concepción cartesiana): animal mimético.
No respuesta: incapacidad del animal para responder a las preguntas.
Carencia: un defecto y déficit que tiene el animal, una deficiencia no especificada.
Animal teorético: cuando se pone sobre la escena al animal de la teoría, al animal tal y
como lo vemos (no como el animal ve). Podríamos decir que es un objeto a los ojos de
quien lo ve. Es el animal visto y expuesto como espectáculo teórico.
Yo / Hombre (kantiano): aquel que puede tener el Yo en su representación; unidad de
consciencia que sigue siendo la misma a través de todas sus modificaciones.
Persona (kantiana): un ser absolutamente diferente en rango y dignidad; sujeto con
poder sobre otros.
Socialidad: es la degradación de la animalidad, el ser humano debilita esa condición a
partir del adiestramiento y domesticación.
En el cara a cara con el animal se produce la incomodidad y pena de soportar que “un
animal” me mire, sobre todo si me mira desnudo.
A partir de las posturas cartesianas del “yo soy”, Derrida infiere que la presencia a sí del
presente del pensamiento excluye todo aquello que separa la vida, el cuerpo vivo y la vida
animal.
Kant, Heidegger, Lévinas y Lacan tienen creencias respecto del animal que Derrida
denomina axiomas o prejuicios, ya que igual que Descartes, piensan que a diferencia de
los hombres, el animal no responde, que su capacidad de emitir señales es ajena a un
lenguaje y por lo tanto se encuentran limitados.
Ninguno de estos autores toma en cuenta la desnudez del pudor entre el animal y el
hombre, pues hablan del animal como de un solo conjunto que puede contraponerse a los
hombres, al sujeto, al Dasein, al pienso, al soy.
La idea sacrificial la encontramos en Kant, Heidegger, Lévinas y Lacan, pues parece que
el pathos sacrificial no es cartesiano y, por lo tanto, el animal sacrificado no es
necesariamente un animal-máquina.
Los lenguajes que no tienen un Yo, en el caso kantiano, no sólo carecen de palabra sino
de pensamiento, ya que es necesario que la persona sea consciente de nombrarse “primera
persona”, carecen de entendimiento, el animal no tiene entendimiento porque no tiene
primera persona, no tiene un yo en su lenguaje.
Comentarios finales:
El segundo capítulo de El animal que luego estoy si(gui)endo demuestra una buena parte
del pensamiento sobre el animal y la animalidad de Jacques Derrida. La propuesta
deconstructiva sobre la propiedad del hombre embona con el discurso de la defensa de
quienes intentamos poner al animal, si bien no en el mismo plano que el humano (habrá
quienes sí) en un estatus de reconocimiento. Reconocer al animal a partir de la exposición
de los argumentos de los autores que presenta Derrida generan una apología sobre la
violencia y domesticación que ha emanado en toda la tradición, no sólo desde Descartes,
sino desde varios siglos. Esta situación pone al hombre como un ser vil que casi siempre
obtiene lo que quiere, sin embargo, el texto nos hace reflexionar – sobre todo la última
parte donde hace mención de la teoría kantiana – que por más intentos de poner al animal
como mero objeto usado para la teoría, jamás podremos inhibirnos de nuestra animalidad.
Derrida muestra la visión crítica que, aunque parece que la hemos adoptado de una
manera tan normalizada, nos damos cuenta que el discurso antropocéntrico y falocéntrico,
está tan enraizado en la tradición que incluso seguimos predicando.
Así pues, dialogar con autores como Descartes, Kant, Heidegger, Lévinas y Lacan nos
hace, en primer lugar, conocer cómo el animal está presente pero a la vez ausente en las
propuestas teóricas de autores tan excelsos como los mencionados. En segundo lugar,
formar una conciencia crítica sobre nuestra postura frente a los animales, literalmente
frente a ellos, vis a vis.