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MÓDULO 4 - HUMANIZACIÓN EN LA

ASISTENCIA SANITARIA

4.1. ¿QUÉ ES LA HUMANIZACIÓN EN LA


ASISTENCIA SANITARIA?
La humanización de la asistencia sanitaria tiene como objetivo ofrecer un cuidado integral al
paciente. Por tanto, va más allá de la parte técnica de la ciencia, centrándose en las necesidades
emocionales y psíquicas:

En el contexto sanitario, el concepto de humanización suele hacer referencia al


abordaje integral de la persona, es decir su extensión holística, donde interactúan las
dimensiones biológica, psicológica, social y conductual. Desde esta perspectiva se
debe otorgar igual importancia a las necesidades sociales, emocionales y psicológicas
que a las físicas, y ello significa hacer referencia a la persona en todo lo que se realiza
para promover y proteger la salud, curar las enfermedades, garantizar un ambiente
que favorezca una vida sana y armoniosa a nivel físico, emotivo, social y espiritual
(March, 2017).

En este sentido, la humanización debe ser un objetivo prioritario dentro de la actuación sanitaria y
debe ponerse en práctica por todos los profesionales. Humanizar la asistencia, entonces, quiere
decir hacerla más digna para el ser humano y más coherente con los valores de este.

Asimismo, consiste en personalizar la atención de acuerdo a las necesidades emocionales de cada


paciente para que su experiencia sea más agradable en un entorno de dificultad.

De hecho, se debe relacionar la humanización con la seguridad del paciente en el centro,


pudiendo, incluso, percibir una reducción de la ansiedad y del dolor del tratamiento.

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Se trata, entonces, de colaborar y de socorrer al paciente, a través de una relación cortés y
honesta. Y, para ello, es necesario tener en cuenta tres agentes: el paciente y su entorno, los
profesionales asistenciales y los aspectos organizativos, administrativos y estructurales.

Esto comporta conocer a la perfección la dolencia del usuario, identificando también las
necesidades, preocupaciones y angustias de este, para que el profesional sanitario pueda hacer
frente a estas.

En este sentido, toma relevancia la hospitalidad, entendida “como una actitud, un valor, un
principio, un gesto humano y un modelo para humanizar el servicio de la salud”, que se sustenta
sobre “el sentido de servicio, acogida y atención humana” y favorece “el respeto por la vida, la
dignidad humana y los derechos de la persona” (Andino, 2017).

Cabe destacar que dicha humanización se debe desarrollar en todas las áreas del centro y con
todos los profesionales, desde las personas que se encuentran en la recepción hasta los médicos.

“El impacto de la humanización de la salud no tiene que ver con un área en concreto, ni es un
proceso que se pueda lanzar en paralelo. Implica cambiar el ADN de todo el sistema sanitario,
revisar todos los procesos, reenfocar las necesidades de las personas, eliminar cualquier proceso o
acción que no añada valor, mejorar la coordinación entre profesionales, etc.” (Simbiotia, 2021).

En esta misma línea, las claves de la humanización en la asistencia sanitaria son las siguientes:

● llamar al paciente por su nombre y mirándolo a la cara, de forma agradable;


● presentarse ante el individuo y sus familiares para generar un clima de confianza;
● adaptar el lenguaje técnico para que el sujeto pueda entenderlo correctamente;
● fomentar la participación del paciente;
● respetar la dignidad e intimidad de la persona.

Por otro lado, los principales beneficios que destacan con la humanización son los siguientes:

● disminución de la ansiedad de los usuarios;


● minimización del estrés de los pacientes y de los profesionales;

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● aceleración de la recuperación;
● limitación del uso de medicamentos;
● reducción del dolor;
● mejora de la productividad.

4.1.1. Estrategias de humanización

La docente Gloria Inés Prieto (2007) propone una serie de estrategias de humanización que se
pueden tener en cuenta en el centro sanitario y que pueden desarrollar todos los profesionales
sanitarios, desde los auxiliares hasta los directivos:

● Fortalecer el conocimiento de uno mismo. El profesional debe reflexionar


constantemente sobre su persona y sus actos. De esta forma, puede detectar sus fortalezas y
sus debilidades, así como identificar las acciones efectuadas. De hecho, realizar un análisis
sobre uno mismo posibilita definir comportamientos más favorables y determinar una serie de
cambios para mejorar como persona. Así, se puede llegar a conseguir una coherencia entre lo
que se piensa o se siente y lo que se hace.
● Reflexionar sobre la ética. El marco ético de la sanidad y su comprensión pueden hacer
que el profesional sepa definir técnicas para llevar esta deontología a cabo a la hora de
relacionarse con los usuarios. De hecho, sus acciones se deben sustentar sobre la ética.
● Interesarse por los derechos humanos. El experto sanitario, para potenciar la
humanización, debe tener en cuenta los derechos humanos, tanto del propio paciente como
de su familia. Además, debe entender la dignidad de estos agentes y velar por los valores y
principios éticos, tanto del individuo que acude al centro, como de la familia que lo
acompaña.
● No categorizar a la persona. El sanitario no debe categorizar al paciente siguiendo una
definición de sano-enfermo, ni tampoco teniendo en cuenta su nivel social o económico. Por
tanto, el profesional debe dejar de lado todos estos aspectos y observar al sujeto como un ser
humano que dispone de dignidad y que, sobre todo, se debe valorar y no discriminar o
excluir.
● Incentivar la formación constante. Los médicos deben sentirse motivados y formados
constantemente, dado que la actitud que toman estos en relación con el centro puede influir
en los actos que tienen con los usuarios. Para ello, deben estar continuamente informados
sobre los códigos deontológicos y los valores morales que deben seguir, así como tienen que
actualizar sus conocimientos científicos para poder contribuir al bienestar de la persona,
evitando los riesgos que podría experimentar un sujeto en su salud.
● Aplicar las habilidades comunicativas. La ética también se debe transportar al acto
comunicativo o al diálogo, mostrando respeto por el interlocutor. Asimismo, el profesional
debe entender que, aunque él disponga de conocimientos sanitarios, no cuenta con más
derechos que el individuo, por lo que debe dejarlo razonar y participar en las decisiones
referentes a su salud.
● Tomar decisiones éticas. Las decisiones que toma el sanitario sobre el paciente deben
estar basadas en sus conocimientos, pero, especialmente, en la ética. Este segundo punto
tiene una gran relevancia, porque es posible que, en muchas ocasiones, se den estadios de
dilemas éticos en los que el profesional va a tener que determinar una situación, basándose
en sus principios, valores y normas éticas.
● Fortalecer el trabajo en equipo. La humanización debe implicar a todo el equipo sanitario,
así como también a la familia o al grupo que acompaña al paciente. El trabajo debe ser
coordinado para poder reducir el sufrimiento humano.
● Profundizar en la figura humana. El cuidado del individuo puede mejorar si, además de
tener en cuenta los conocimientos sobre el ámbito de la salud, se considera su figura y se
efectúan técnicas para proveerlo. Esto le hará sentirse cómodo y adoptará una visión más
positiva en torno al tratamiento.

4.2. HUMANIZACIÓN DE LOS CUIDADOS

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INTENSIVOS
Los cuidados intensivos se entienden como la atención médica que se da a un paciente que se
encuentra con lesiones o enfermedades muy graves o, incluso, mortales. Estos se efectúan en la
unidad de cuidados intensivos (UCI), donde se atienden las necesidades de los individuos durante
las 24 horas del día.

Generalmente, las lesiones o enfermedades que se consideran como dolencias a tratar en la UCI,
dependiendo de su gravedad, son las siguientes:

● quemaduras severas;
● ataque cardíaco;
● insuficiencia cardíaca;
● insuficiencia renal;
● cirugías mayores;
● insuficiencia respiratoria;
● sepsis;
● hemorragia severa;
● infecciones graves;
● lesiones graves (caídas o accidentes de tráfico);
● shock;
● accidente cerebrovascular;
● covid-19.

El hecho de que el estado de la persona, en este caso, sea más grave, comporta que la
humanización tenga una mayor importancia para hacerla sentir más reconfortada.

Esto es de gran relevancia, debido a que hay varios factores de la vida del individuo que se ven
deshumanizados durante su estancia en la UCI, como la pérdida de la identidad, del soporte
familiar o de la privacidad, entre otros.

Por tanto, es importante revertir dicha situación y humanizar los cuidados intensivos:

Humanizar los cuidados intensivos es centrarnos en la persona a la que atendemos,


entendiendo que es única, preservando su dignidad y valores, cuidando en base a la
mejor evidencia disponible, haciendo uso racional de recursos, incluyendo a los
familiares y haciéndolos parte del proceso, recordando que la salud es un derecho
fundamental de todo ser humano y finalmente también es devolver al equipo de salud
la vocación y el sentido por lo que hacen (Rojas, 2019).

Para humanizar la UCI, se pueden seguir las siguientes ocho estrategias principales que recoge
el Proyecto HU-CI, un proyecto de investigación internacional. Este fomenta ocho líneas de acción
para conseguir una UCI mucho más humanizada con sus pacientes:

● Puertas abiertas. Tradicionalmente, la entrada a las UCI fue restringida, es decir, se limitó
el paso a las visitas, ya que únicamente eran los profesionales los que podían acceder a esta
zona. Por tanto, las visitas de los familiares eran restrictivas, dado que los sanitarios
determinaron que los pacientes debían descansar y no recibir visitas que pudieran aumentar
su estrés o retrasar sus cuidados. Sin embargo, años más tarde se demostró que flexibilizar
los horarios y permitir las visitas de los familiares generaba un mayor número de beneficios
en el paciente, ya que el individuo se sentía más confortable y participaba con el equipo
sanitario. Así, la humanización considera a las familias como un agente más de la atención
sanitaria y las hace partícipes de las rutinas del enfermo.

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● Comunicación. El traspaso de la información en el ámbito sanitario, como se ha ido
comentando, tiene una gran complejidad, dado que se hace uso de tecnicismos o de palabras
demasiado científicas que los sujetos no son capaces de entender. Por este motivo, los
profesionales de la salud deben efectuar un esfuerzo para potenciar una comunicación más
efectiva, tanto con el paciente como con sus familiares. De hecho, que estos agentes
entiendan la comunicación supone un factor más de la humanización. En este sentido, se
estimula el uso de la tecnología para facilitar la comunicación, se entregan estados diarios del
usuario a las familias y se les explican los procedimientos. Todo esto supone efectuar una
humanización colectiva y reducir la aparición de los conflictos.
● Bienestar del paciente. En un entorno como el sanitario, el paciente suele experimentar,
sobre todo, dolor y miedo. Esto comporta, entonces, que una mala experiencia en el centro
sanitario implique aspectos físicos, como dolor, calor o frío; y aspectos emocionales, como
miedo, angustia e incertidumbre. De este modo, el profesional debe esforzarse para
mostrarse agradable y para intentar mejorar el estado del sujeto, velando por su bienestar.
Para ello, debe resolver las necesidades de este, de acuerdo a las opciones más adecuadas y
teniendo en cuenta las alternativas disponibles.
● Participación de la familia. La familia es un aspecto básico y de gran relevancia para el
paciente, por lo que este demanda su presencia. En esta misma línea, la familia desea estar
presente y participar en el cuidado del individuo, es decir, quiere permanecer con su ser
querido y potenciar su curación. La humanización incluye el hecho de dejar participar a la
familia, aunque, en ocasiones, puede interferir en los procedimientos o distraer al enfermo.
No obstante, la participación de la familia solo se debe efectuar cuando las condiciones
clínicas lo permitan, cuando el paciente lo desee y cuando la familia lo demande. Dicha
participación siempre es supervisada por los profesionales sanitarios y puede comprender
desde el aseo personal de la persona hasta la administración de las comidas a esta. Cabe
destacar que la participación de la familia puede reducir el estrés emocional del sujeto y
estimularle una actitud positiva, tanto con el tratamiento como con los profesionales.
● Cuidados al personal. El profesional efectúa muchas tareas dentro del centro y, sobre todo,
con un gran estrés y responsabilidad. Esto puede conllevar el síndrome de burnout, que se
caracteriza por experimentar un agotamiento emocional, una despersonalización y unos
sentimientos de baja autoestima profesional. Esto, a la vez, influye de forma directa en el
tratamiento y en la asistencia al usuario, porque, a menor motivación, peor será el servicio, y
viceversa. Este es un estadio que se debe evitar tanto como sea posible, porque no influye de
forma positiva en la humanización de la UCI. De este modo, se debe intentar velar, también,
por el estado mental del sanitario. Contrariamente, que el profesional se encuentre satisfecho
con su trabajo implica un mejor trato y asistencia con el usuario, potenciando la humanización
del centro.
● Prevención y seguimiento del síndrome pos-UCI. El síndrome pos-UCI, o PICS, se puede
entender como los problemas de salud física, mental o cognitiva que tienen relación con la
enfermedad crítica y que persisten en el paciente después del alta del centro. En este
síntoma se manifiestan daños físicos (dolor persistente, alteraciones del sueño, etc.),
neuropsicológicos (alteraciones en la memoria o en la atención, déficits cognitivos, etc.) o
emocionales (ansiedad, depresión, etc.). Para evitar este síntoma se puede prevenir el
delirium y centrarse en la atención de la persona y de la familia. Suele tener una
consecuencia a medio y largo plazo.
● Infraestructura humanizada. La infraestructura física y los materiales del centro sanitario
pueden tener una implicación en la humanización. Esto se debe a que el sujeto se pasa horas
en dicha infraestructura, viviendo allí, por lo que es importante que se sienta cómodo en ella.
Asimismo, disponer de salas para recibir a las visitas también es importante, dado que en
algunos centros no se cuenta con ellas. Para mejorar la infraestructura y humanizarla, se
puede invertir en muebles y en decoración, así como se aconseja que haya ventanas con
acceso a la luz natural, que la temperatura sea agradable y que no se detecten ruidos
molestos.

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● Cuidados al final de la vida. Aunque el objetivo de la UCI es poder conseguir la mejora del
paciente para darle el alta, en ocasiones, este fallece en el centro. Esto implica que la
humanización y los cuidados tengan una mayor importancia para posibilitar una muerte libre
de dolor y de sufrimiento al individuo, respetando sus preferencias. En este estadio se deben
tener en cuenta los protocolos sobre la atención sanitaria para potenciarla en los últimos
momentos de vida del paciente y, así, librarlo del malestar. Los familiares querrán acompañar
en ese momento a su allegado, por lo que el profesional debe mostrarse cercano a ellos y
comunicarles la situación que se vaya detectando.

4.3. HUMANIZACIÓN DE LA FAMILIA


La familia es un aspecto fundamental para el paciente, tal y como se ha ido comentando.
Esta, de la misma forma que el usuario, también sufre un impacto emocional y experimenta
temores y miedos sobre la dolencia de su allegado.

Cabe destacar que el concepto de familia alude a las personas que se encuentran vinculadas al
paciente, ya sea por afecto o por consanguineidad. “Durante la enfermedad, la vida familiar se
desorganiza, apareciendo en cada uno de sus miembros estrés y ansiedad, que se acentúan
cuando es necesario el ingreso en un centro sanitario, y más aún si es en una unidad de cuidados
intensivos” (SACYL, 2017).

Los sanitarios deben entender dicho temor e intentar abordar, de la mejor forma posible, el estado
de la familia. La humanización, entonces, también toma presencia con la familia. No obstante,
primero se deben determinar qué aspectos debe conocer el médico sobre la familia:

● circunstancias personales del paciente;


● naturaleza y calidad de las relaciones familiares;
● estilos de convivencia del usuario;
● estructura familiar;
● problemas con la familia.

Una vez conocidos estos factores, el profesional debe comunicarse con la familia del paciente. La
relación comunicativa debe ser respetuosa, así como debe intentar reducir la ansiedad de esta,
aunque sin mentir sobre el estado del individuo.

En algunos casos, es posible que el sanitario deba consolarla; mientras que, en otros, esta unidad
querrá encontrarse al lado del paciente y poder participar en lo que sea posible. Tal y como se ha
visto anteriormente, lo ideal sería que la familia pudiese ayudar, ya que sería de gran ayuda para

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el sujeto.

Sin embargo, el profesional sanitario debe tener en cuenta los siguientes aspectos antes de dejar
participar a los miembros de la familia (Guinart, 2006):

● valorar desde un punto de vista emocional si el familiar puede atender al paciente, dado que
una cosa es el deseo de atenderlo y la otra el estar preparado psicológicamente;
● identificar qué familiar llevará el peso de la atención, porque si la familia participa siempre
debe estar informada, pero, para que no se pase ninguna información por alto, lo ideal es
seleccionar a un familiar;
● planificar la orientación de la integración familiar junto con los miembros de esta, para
determinar qué acciones asistenciales podrán llevar a cabo y cuáles no;
● formar a la familia sobre cómo se debe actuar en ciertos casos o procedimientos;
● determinar que la voluntad del paciente será la que se tendrá en cuenta, no la de la familia,
por mucho que esta participe en la asistencia;
● facilitar el soporte emocional requerido tanto al paciente como a la familia;
● tratar el duelo en caso de que se produzca el fallecimiento del usuario.

Por tanto, la humanización de la familia comprende cómo entender sus estados emocionales y
cómo facilitar el contacto con su allegado en un estadio de enfermedad. La humanización con los
familiares tiene una gran relevancia, porque estos sufren un impacto psicológico en el tratamiento
de la dolencia.

4.4. DUELO
El duelo se puede definir como la pérdida de un familiar o de un ser querido. Este comporta un
proceso psicológico evolutivo en el que se comprende que esa persona ha fallecido:

El duelo es el sentimiento subjetivo provocado por la pérdida de una persona amada o


de una abstracción equivalente. En las culturas conformadas por la industrialización,
en los países llamados desarrollados, la enfermedad y la muerte se consideran
enemigos. La medicina trata de atacar las supuestas causas de la enfermedad, pero
en cualquier caso, lo más importante es sobrevivir (Basaluzzo et al., 2011).

El profesional sanitario debe estar preparado para atender el duelo de la familia cuando se
produzca el fallecimiento de la persona. Seguramente, los allegados del enfermo verán en el
médico una figura de confianza, dado que ha sido este quien se ha encargado del tratamiento del
paciente.

Esto se debe a que el duelo es un proceso social, es decir, es necesario el apoyo, así como poder
verbalizar y compartir la experiencia. El profesional, en muchas ocasiones, deberá tomar dicha
figura de consuelo para calmar la ansiedad que puede experimentar la familia.

En este estadio, se debe permitir que la familia hable sobre el fallecido y sobre las causas que
condujeron a su muerte. Esto facilitará la expresión emocional, dejando aflorar los sentimientos de
tristeza o de desesperación.

Es posible que, si la persona experimenta rabia, la exteriorice con el profesional sanitario,


pudiendo entrar en cólera con él. En este caso, el sanitario deberá intentar reducir su estado sin

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provocar un conflicto mayor y demostrándole que entiende su situación.

Asimismo, se debe explicar a la persona que es normal que tenga síntomas como la ansiedad, la
preocupación, la depresión, etcétera. Son signos del duelo, que se deben ir trabajando para ser
olvidados.

El experto sanitario también puede recomendar al individuo afectado por el duelo que se apoye en
familiares y amigos, dado que pueden encontrarse en una misma situación y pueden ser de
utilidad para respaldarse de forma conjunta.

Además, es importante indicar a la familia que no debe abandonar su rutina habitual, aunque al
principio sea normal reducirla. En un plazo de 3 a 6 semanas, la rutina debería ser la misma que la
previa al fallecimiento.

En este sentido, las principales acciones que se pueden detectar en el cuadro clínico del duelo son
las siguientes:

● bajo estado de ánimo y tristeza;


● sentimientos de culpa (“podría haber hecho más”);
● pérdida de peso;
● insomnio;
● abandono de las actividades sociolaborales.

Si el profesional sanitario observa algunos de estos aspectos, puede aconsejar al familiar la


intervención psicológica, que, en algunas ocasiones, puede efectuarse en otro departamento
del mismo centro sanitario. En este ámbito, se pueden destacar las siguientes formas de actuación
psicológica:

● Terapia. Es un proceso que se encarga de identificar los conflictos que imposibilitan poder
cumplir con las etapas del duelo. De este modo, es aconsejable en personas que cuentan con
un duelo prolongado. Además, es importante que la terapia la efectúe un psicólogo experto,
que puede estar dentro del centro sanitario.
● Asesoramiento. Tiene como objetivo facilitar la resolución del duelo de una forma exitosa.
En este caso, los profesionales sanitarios pueden efectuar el asesoramiento siempre que
estén formados en el duelo.
● Acompañamiento. Consiste en permanecer al lado de la persona que está de duelo. Así, se
escucha su dolor para permitir que se exprese emocionalmente. En este caso, el sanitario
puede acompañar al individuo.

En definitiva, la actitud asistencial del duelo en el centro sanitario debe ser receptiva,
observadora, empática y capaz de comunicarse con facilidad. Asimismo, debe cumplir con los
siguientes objetivos (Zamorano, 2004):

● acompañar a la familia en el duelo, especialmente cuando solicite ayuda;


● prevenir los duelos patológicos (explicados posteriormente);
● reconducir los duelos si toman un curso patológico;
● valorar la derivación de la psicopatología.

4.4.1. Etapas del duelo

El duelo se estructura en tres etapas diferenciadas, que son la fase de impacto o impasibilidad, la
fase de depresión o repliegue y la fase de recuperación, curación o restitución.

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La primera, la fase de impacto o impasibilidad, puede durar entre unos días o hasta un mes.
Generalmente, la persona afectada suele negar y rechazar la muerte, así como se reprocha
algunas acciones. Esta es una etapa de difícil comprensión sobre lo ocurrido, por lo que el
individuo suele apartarse de la realidad y adoptar una postura fría.

Seguidamente, la persona puede experimentar la fase de depresión o repliegue. Esta se alarga


varias semanas o meses y acostumbra a reflejarse, inicialmente, con una etapa de depresión,
seguida de episodios de protesta, de irritación y de aislamiento.

Finalmente, la fase de recuperación, curación o restitución se puede dar pasado un año. En


este estadio ya se acepta la nueva situación y se empieza a recuperar el interés por otros
aspectos de la vida. Se vuelve, entonces, al punto previo.

Cabe destacar que los periodos temporales son meramente orientativos, puesto que cada persona
puede experimentarlos con una mayor o menor duración, debido a sus consecuencias personales
o a sus experiencias (Zamorano, 2004).

4.4.2. Tipos de duelo

El duelo, en ocasiones, se alarga de forma imprevisible y fracasa en el proceso mental de


adaptación ante una pérdida fundamental. En este caso se habla de duelo patológico, que
“puede ser una intensificación de la respuesta adaptativa o un alargamiento del tiempo de
resolución, en cuyo caso hablamos de duelo complicado o no resuelto, o la aparición de cuadros
psiquiátricos complejos (duelo psiquiátrico)” (Zamorano, 2004).

En este sentido, se deben destacar dos grandes grupos de duelos, que son los siguientes:

● Duelo complicado o no resuelto. Corresponde a las alteraciones de la intensidad del duelo,


ya sea por su excesiva duración o por su defecto. Dentro de este tipo de duelo se pueden
manifestar otras tipologías, como se desgrana a continuación:
● Duelo ausente o retratado. Se niega el fallecimiento de la persona, alimentando la
esperanza de su retorno. La ansiedad puede ser recurrente en este tipo de duelo, que se
ha quedado encuadrado en la primera fase evolutiva.
● Duelo inhibido. Alude a cuando la persona no es capaz de expresar manifestaciones
sobre la pérdida. Este efecto se denomina anestesia emocional.
● Duelo prolongado o crónico. Se caracteriza porque el individuo experimenta una
sintomatología depresiva. Este tipo de duelo puede alargarse más allá de 6 meses o
medio año y suele encuadrarse en la segunda fase del proceso adaptativo.
● Duelo no resuelto. Es cuando la persona no es capaz de volver a su vida habitual y
reflexiona sobre las circunstancias de la muerte del individuo. El duelo se detiene, en este
caso, en la segunda y tercera etapa.
● Duelo intensificado. Destaca porque el sujeto padece una intensa reacción emocional,
tanto de forma precoz como mantenida en el tiempo.
● Duelo enmascarado. Se manifiesta por sufrir síntomas somáticos.

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● Duelo psiquiátrico. Comporta la aparición de un trastorno psiquiátrico, por lo que su
intervención y su tratamiento son necesarios. Dentro de este caso se pueden dar los
siguientes tipos:
● Duelo histérico. Es cuando la persona se siente identificada con la fallecida, porque
presenta un cuadro parecido a esta.
● Duelo obsesivo. Se da cuando el individuo efectúa rituales para controlar el recuerdo del
fallecido, con el objetivo de no olvidarlo. De este modo, también se puede experimentar
una depresión grave y prolongada.
● Duelo melancólico. Se refiere a que el sujeto afectado pierde la autoestima y puede
experimentar ideas suicidas.
● Duelo maníaco. Alude a cuando se niega de forma constante y sostenida el fallecimiento
de la persona. Se caracteriza por experimentar una excitación psicomotriz y un humor
expansivo que puede derivar en depresión.
● Duelo delirante. Significa que el individuo sufre delirios y alucinaciones sobre la persona
fallecida, tanto de su imagen como de su voz.
● Duelo somatizador. Consiste en tener tendencias somáticas.
● Duelo paranoide. Radica en que la persona adopta una posición más reivindicativa,
mostrando querulancias sostenidas.

RESUMEN
● La humanización de la asistencia sanitaria tiene como objetivo ofrecer un cuidado integral al
paciente. Por tanto, va más allá de la parte técnica de la ciencia, centrándose en las
necesidades emocionales y psíquicas. Humanizar la asistencia, entonces, quiere decir hacerla
más digna para el ser humano y más coherente con los valores de este.
● Las estrategias de humanización son: fortalecer el conocimiento de uno mismo, reflexionar
sobre la ética, interesarse por los derechos humanos, no categorizar a la persona, incentivar
la formación constante, aplicar las habilidades comunicativas, tomar decisiones éticas,
fortalecer el trabajo en equipo y profundizar en la figura humana.
● Los cuidados intensivos se entienden como la atención médica que se da a un paciente que
se encuentra con lesiones o enfermedades muy graves o, incluso, mortales. Estos se efectúan
en la unidad de cuidados intensivos (UCI), donde se atienden las necesidades de los
individuos durante las 24 horas del día.
● Las estrategias para humanizar los cuidados intensivos son: puertas abiertas, comunicación,
bienestar del paciente, participación de la familia, cuidados al personal, prevención y
seguimiento del síndrome pos-UCI, infraestructura humanizada y cuidados al final de la vida.
● La familia es un aspecto fundamental para el paciente. Esta también sufre un impacto
emocional y experimenta temores y miedos sobre la dolencia de su allegado. Los sanitarios
deben entender dicho temor e intentar abordar, de la mejor forma posible, el estado de la
familia. La humanización, entonces, también toma presencia con la familia.
● El duelo es el sentimiento subjetivo provocado por la pérdida de una persona amada o de una
abstracción equivalente. Este comporta un proceso psicológico evolutivo en el que se
comprende que esa persona ha fallecido. Sus etapas son la fase de impacto o impasibilidad,
la fase de depresión o repliegue y la fase de recuperación, curación o restitución.

AUTOEVALUACIÓN
Contesta las siguientes preguntas y practica las bases teóricas de este capítulo. No olvides
analizar y responder de acuerdo a lo que entendiste.

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1. Indica las claves de la humanización en la asistencia sanitaria.
2. Explica la estrategia de no categorizar a la persona.
3. ¿Cuáles son los aspectos del paciente que se ven deshumanizados durante su estancia en la
UCI?
4. Nombra las estrategias para humanizar la UCI.
5. Define el duelo.
6. ¿A qué etapa corresponde la fase de depresión o repliegue del duelo?

SOLUCIONARIO
1. Indica las claves de la humanización en la asistencia sanitaria.

Las claves de la humanización en la asistencia sanitaria son las siguientes:

● llamar al paciente por su nombre y mirándolo a la cara, de forma agradable;


● presentarse ante el individuo y sus familiares para generar un clima de confianza;
● adaptar el lenguaje técnico para que el sujeto pueda entenderlo correctamente;
● fomentar la participación del paciente;
● respetar la dignidad e intimidad de la persona.

2. Explica la estrategia de no categorizar a la persona.

La estrategia de no categorizar a la persona entiende que el sanitario no debe categorizar al


paciente siguiendo una definición de sano-enfermo, ni tampoco teniendo en cuenta su nivel social
o económico. Por tanto, el profesional debe dejar de lado todos estos aspectos y observar al
individuo como un ser humano que dispone de dignidad y que, sobre todo, se debe valorar y no
discriminar o excluir.

3. ¿Cuáles son los aspectos del paciente que se ven deshumanizados durante su
estancia en la UCI?

Los aspectos que pueden deshumanizar al paciente durante dicha estancia son la pérdida de la
identidad, del soporte familiar o de la privacidad.

4. Nombra las estrategias para humanizar la UCI.

Las estrategias para humanizar la UCI son las siguientes:

● puertas abiertas;
● comunicación;
● bienestar del paciente;
● participación de la familia;
● cuidados al personal;
● prevención y seguimiento del síndrome pos-UCI;
● infraestructura humanizada;
● cuidados al final de la vida.

5. Define el duelo.

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El duelo se puede definir como la pérdida de un familiar o de un ser querido. Este comporta un
proceso psicológico evolutivo en el que se comprende que esa persona ha fallecido. De hecho, el
duelo es el sentimiento subjetivo provocado por la pérdida de una persona amada o de una
abstracción equivalente.

6. ¿A qué etapa corresponde la fase de depresión o repliegue del duelo?

La fase de depresión o repliegue del duelo se da en la segunda etapa, que puede alargarse varias
semanas o meses.

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