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¿Qué es un municipio?

Derecho Local en Nicaragua


La palabra Municipio viene del latín municipium, que significaba, entre los antiguos
romanos, ciudad principal que se gobernaba por sus propias leyes. De aquí nació
también la palabra autonomía, cuya acepción original es la condición de una
entidad o circunscripción territorial de regirse por normas propias. Los municipios
eran, en la antigua Roma, las ciudades que el Imperio incorporó a su territorio y a
las que reconoció cierto grado de autonomía para manejar los asuntos de sus
vecinos.

Con antecedentes en las asambleas de vecinos de algunas ciudades del Imperio


Romano, las municipalidades se organizaron en Europa a partir del siglo XII con la
finalidad de atender los asuntos de la comunidad que, trascendiendo la
competencia de la familia, no llegaba a serlo de la sociedad política. Las
municipalidades son más antiguas que el Estado, puesto que éste surgió del
proceso de unificación de las monarquías europeas en el Renacimiento; mientras
que aquéllas se formaron alrededor del siglo XII, y aún antes, en el Imperio
Romano, como las más espontáneas, humanas y amables de las sociedades,
para atender los problemas diarios de los vecinos. Las municipalidades fueron
realidades vitales antes que la Ley se ocupara de ellas. La Ley no las creó, sino
que simplemente reconoció su existencia.

Sin embargo, la vida municipal fue azarosa. Los ayuntamientos tuvieron que
soportar la hostilidad de los señores feudales y de los monarcas absolutos más
tarde, que vieron con desconfianza la existencia de estas pequeñas sociedades
vecinales que sustraían buena parte de la autoridad pública. La cierta autonomía
que se concedió a los municipios en la Edad Media, para organizar la vida
comunitaria y solucionar los problemas vecinales ordinarios, chocó más tarde con
los afanes centralistas del Renacimiento. Los monarcas absolutos suprimieron la
autonomía municipal y, a veces, la corporación municipal misma. Les impusieron
funcionarios ajenos a su fuero, llamados corregidores. Las municipalidades
entraron en un prolongado eclipse.

Muchos creen que la Revolución Francesa fue hostil también a ellos, aunque por
razones diferentes de las de la monarquía. Se trató de la inconveniencia de
colocar entidades intermedias entre los ciudadanos y el Estado, que mediatizaran
su participación y el ejercicio de sus derechos. Los municipios fueron sepultados
muchas veces y otras tantas renacieron. Más fuerte que los despotismos, se
proyectaron hacia el futuro y han llegado a nuestros días dotados de fuerza y
autonomía.
Aunque hay diferencias entre los países, compete generalmente a la
municipalidad la prestación de ciertos servicios públicos, para lo cual puede
normar por medio de ordenanzas el ejercicio de sus competencias dentro de su
jurisdicción territorial, que es el municipio, y goza de autonomía respecto del poder
central.

A pesar de que se les suele usar como sinónimo, los términos municipio y
municipalidad no son lo mismos. Municipio es la entidad territorial en su conjunto,
encerrada dentro de determinados linderos; y municipalidad es su gobierno, o sea
el alcalde, el concejo y las demás autoridades que la rigen.
Nuestra Constitución Política establece en su artículo 176 que: «El Municipio es la
unidad de base de la división política administrativa del país». Mientras que la
Municipalidad es su gobierno, generalmente compuesto del Alcalde, el Vicealcade,
los concejales (Arto. 178.Cn.) y los funcionarios municipales.

Según el cronista Fernández de Oviedo, los colonizadores destruyeron la forma


nativa de organización social, llamada Monéxico o Consejo de Ancianos,
sometiéndola a la nueva organización municipal trasplantada de España.
Posteriormente, los alcaldes empezaron a ser elegidos conforme a los términos de
la Constitución de Cádiz del 18 de Marzo de 1812. Durante la República Federal
de Centro América se mantiene la organización municipal heredara de la Colonia;
situación que en términos generales, continúa vigente hasta la ruptura de la
Federación.

Nicaragua dicta su primera Ley de Municipalidades en 1835, que sustituye a la


legislación española y que estaría vigente durante casi 70 años, hasta que el
gobierno de José Santos Zelaya dicta la segunda Ley de Municipalidades en 1984.
Durante la administración de José María Moncada, el Congreso Nacional aprobó
la Ley creadora del Distrito Nacional en 1930, con lo cual desaparece el Alcalde y
los concejales de Managua, reemplazados por personas nombradas directamente
por el Ejecutivo. Durante la «era somocista,» se crea el Ministerio del Distrito
Nacional, en 1939, sustituyendo los alcaldes electos popularmente por los
nombrados por Somoza.

El regreso de los gobiernos locales electos, se inicia con la Revolución Sandinista,


con la aprobación de la nueva constitución de la República en 1987 y la
aprobación de la Ley de Municipios (Ley No.40), que restablece la autonomía
municipal, siendo la elección de los alcaldes hecha por los miembros del Concejo.
Posteriormente, con base en las reformas a la Constitución (junio de 1995) se
aprueban las Reformas e incorporaciones a la Ley número 40, Ley de Municipios
(Ley No.261). La nueva ley restablece la elección directa del Alcalde y Vice-
Alcalde, reduciendo el término de seis a cuatro años.

En la actualidad, municipio es la circunscripción territorial en que se divide


administrativamente un Estado, dotada de cierto grado de autonomía para
manejar los asuntos de su competencia y regida por un Concejo cuyos miembros
son elegidos por los vecinos del lugar.
—Gustavo-Adolfo Vargas *— * Jurista, Politólogo y Diplomático. 27 de Octubre de
2000 | El Nuevo Diario

Sobre las municipalidades


10 DE NOVIEMBRE DEL 2000 / La Prensa

* Cairo Amador

Todo el siglo XVII y XVIII fueron siglos de elucubración sobre la sociedad que
debió ser. Alrededor del tema, se conjugaban desde diferentes acepciones del
Derecho Natural, hasta interpretaciones varias del rol del individuo y la sociedad
con todas sus combinaciones y permutaciones.

Con todo, alrededor de esas enormes edificaciones mentales subsistía el claro


ejemplo de una solidaridad comunal, que huérfana de teorías, resumía en la
práctica la solidaridad humana. Esto se resumía en la convivencia comunal, un
terreno de todos, en donde la sabia historia con modestia, enseñaba que la
práctica social superaba con creces las abstracciones de sus más dotados
teóricos.

El pugilato de las abstracciones teóricas a nivel de las ideas políticas, con toda la
influencia que irradió sobre el pensamiento social, nunca pudo suplantar las
relaciones humanas que se dispensaban alrededor de la congregación de las
comunidades.

Tan es así, que un parangón de solidaridad comunal es recordado, rememorado y


aleccionado a partir de la Comuna de París, arquetipo de explicación de lo que
para la corriente marxista fue ejemplo de una situación revolucionaria..

Modernamente, todos estos esfuerzos comunales tienen su expresión en la unidad


básica socio-política expresada en los municipios. España nos la hereda, más bien
se da un sincretismo entre lo que teníamos y lo que se nos impone, resultado el
municipalismo, expresión milenaria de solidaridad social muchas veces
desvirtuada con igual número de intentos por restaurarlas.

Insertos en una democracia que no terminamos de conocer, con líderes que en su


mayoría propugnan acciones que no están interesados en cumplir, repitiendo de
esta forma sofisticada el abismo que existe entre los deseos y los actos. La
realidad del municipalismo se encuentra a horcajadas entre la necesidad que
tienen de desarrollarse y las postergaciones históricamente reiteradas.

Todo un complejo de contradicciones resolviéndose en otra contradicción.


Descentralización y desconcentración no son palabras huecas, necesitan de
previo capacitación intensa, para que ello no evoque ideas que su estado anterior
sea mejor. Necesita igualmente asignación de fondos suficientes para que el
proyecto no sea una chimbomba de aire; necesita antes de lo anterior,
transparencia en el manejo de la cosa pública, integración de las diferentes
vertientes de opinión pública bajo un manto de tolerancia política y congruencia de
todas estas acciones con el poder central.

En esto, quizás es uno de los pocos campos en que no estamos retrasados, salvo
excepciones, ese es el problema para muchos países de América Latina.

Esa situación, lejos de cohibirnos, debe ser un resorte de acción para poner en
marcha un esquema de mayor participación de la sociedad civil, unidad básica de
la vida municipal, para revertir la práctica claudicante de no hacer. Esta
contradicción se resuelve vía la voluntad política de los poderes del Estado en
otorgarles a los municipios el presupuesto estipulado constitucionalmente y sin el
cual es difícil llevar a cabo una gestión edilicia correcta. Por supuesto esto debe
ser acompañado por intensos esfuerzos en el área de capacitación, la cual a
nuestro criterio debería ser objeto de prioridad por parte de los organismos
multilaterales y organismos no gubernamentales que impulsan proyectos
comunales.

* El autor es analista político.


Consideración del municipio como la unidad base de la división política, administrativa
1.- del país
(Arto. 176)
Reconocimiento constitucional de la autonomía municipal.
2.-
(Arto. 177.1)
Carácter tridimensional de la autonomia municipal: autonomía política, administrativa y
3.- financiera.
(Arto. 177.1)
Obligación al Estado de destinar un porcentaje suficiente del Presupuesto General de la
república, a los Municipios del país, priorizando a los que tengan menos capacidad de
4.-
ingresos, y reservando en la ley su distribución y porcentaje.
(Arto. 177.2).
Competencias municipales en todas aquellas materias que incidan en el desarrollo
5.- socioeconónico de cada circunscripción territorial.
(Arto. 177.4)
Exigencia constitucional de una votación favorable de la mayoria absoluta de Diputados,
6.- tanto para la aprobación como para la reforma de la ley municipal.
(Arto. 177.3)
Organos necesarios y obligatorios de gobierno municipal: Alcaldes, Vicealcaldes y
7.- Concejos Municipales.
(Arto. 178.1)
Legitimación democrática de las autoridades municipales a través del sufragio universal,
8.- igual, directo, libre y secreto de los ciudadanos.
(Arto. 178.1)
Designación constitucional del período de las autoridades municipales: cuatro años.
9.-
(Arto. 178.1).
10.-Iniciativa legislativa a favor de los Concejos Municipales en materia de su competencia.
(Arto. 140.3)
Las causales por las que se pierde la condición de Alcalde, Vicealcalde y Concejal, se
11.- encuentran tasadas expresamente por la misma Constitución.
(Arto. 178.5, (1999: 97).

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