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VIDA Y MUERTE
La muerte implica el término de la vida, y todos los seres vivos
enfrentaremos a esa experiencia. La antropología considera al ser
humano desde la visión holística (cuerpo-mente-espíritu), en tanto que
la medicina se enfoca en la muerte del cuerpo humano y sostiene que,
si éste muere, también mue - re la mente.
Heidegger empieza primero explicando su sentido de la muerte como
sein zum tot que en español vendría siendo ser para la muerte y
partiendo del concepto del para y no de, Heidegger explica
que estamos destinados todos a morir, somos seres para la muerte,
la muerte no es ajena sino parte de nosotros.
PRIMER PERIODO
Para los evolucionistas del siglo XIX como E. B. Tylor, la muerte es un
suceso más sobrenatural que real. En su libro “Primitive Culture:
Researches into the development of mythology, philosophy, religion,
language, art and custom” de (1871), Tylor sostiene que la muerte es
un fenómeno que explica dos cuestiones muy importantes. Por una
parte, nos permite entender cómo el ser humano ha ido construyendo la
religión a través de la veneración de los muertos (pasando del
politeísmo al monoteísmo); y por otra, ha generado la idea de que todo
individuo posee un alma (animismo), para lo cual se hace referencia a
comprender que cuando algo muere no necesariamente desaparece
puesto que “aunque un hombre pueda morir y ser enterrado, su
fantasma continúa presentándose a los vivos en visiones y sueños”
(Tylor 1973: 403) debido a que su espíritu permanece como elemento
protector o castigador del grupo familiar y social
pulsiones, o aquellas fuerzas motivadoras que hacen que el individuo
tienda hacia determinados objetos o hacia fines determinados.
El Eros, o también conocida como la pulsión de vida, se caracteriza
por los deseos de satisfacción de las necesidades tales como lo son
comer, dormir, beber, expulsar desechos, reproducción, abrigo o
protección
INMORTALIDAD
La inmaterialidad del alma humana se descubre por la inmaterialidad
de sus facultades. Las potencias inmateriales del alma humana son la
inteligencia y la voluntad. Cada una de ellas posee distintos y variados
actos u operaciones que permiten conocer o querer, y cada uno de esos
actos posee objetos conocidos distintos, o tiende a realidades queridas
distintas. Debemos, por tanto, demostrar la inmaterialidad de los actos
y de los objetos de la inteligencia y de la voluntad, pues la espiritualidad
del alma se demuestra por la espiritualidad de sus facultades
ETERNIDAD
Inmortal significa que no puede morir, aunque puede ser duradero con
sucesión ininterrumpida (ej. algo así como describe Dante el infierno
en su Divina Comedia). En cambio, la eternidad está al margen del
tiempo. Eternidad no significa tampoco presente. El presente no es,
desde luego, tiempo, pero tampoco eternidad. El presente no es tiempo
porque no se da en la realidad física, sino en nuestro pensar. En efecto,
la presencia es mental. En cambio, la realidad extramental no es
presencial, sino sucesiva, temporal.
Si la persona fuese tiempo (como propusieron Nietzsche, Marx,
Heidegger, etc.), serían más personas los más ancianos. La persona
humana no crece como persona en dependencia del tiempo, sino por su
elevación divina, que no se supedita al tiempo físico. Con lo cuál, la
vinculación a Dios tampoco puede ser estrictamente temporal, al menos
según el tiempo físico. Ello indica que en el hombre se deben distinguir
varios tipos de tiempo, al menos el físico, que afecta a su cuerpo, y el
espiritual, que afecta a su persona. De la persona humana cabe decir
que es eternizable, es decir, que está llamada desde el principio a
eternizarse, aunque no por sus propias fuerzas, sino por don gratuito
divino, si es que ese regalo es aceptado libremente por parte de cada
hombre.
ANTROPLOGOS