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"Al atacar a Rusia, el ejército alemán puede compararse adecuadamente a un elefante que atacase a
un ejército de hormigas. El elefante matará millares de hormigas, acaso millones; mas, por último, la
superioridad numérica le vencerá, y las hormigas le devorarán hasta no dejar de él más que los
huesos."
Coronel Berndt von Kleist, 1941, citado en L. L. Snyder: La Guerra (1939-1945), pág. 214.
La resistencia de Leningrado.
"La ciudad, con una parte de la población evacuada, quedó totalmente rodeada a partir del 8 de
septiembre, a excepción de un pasillo por el lago Ladoga. Empezó entonces un asedio de novecientos
días, que ninguno de los adversarios había previsto [...] Para aumentar el hambre de la guarnición,
Hitler prohibió la salida de la población. El abastecimiento solamente llegaba por el agua, luego por
el hielo del lago Ladoga y gracias a un camino de 200 km construido a toda prisa a través del bosque.
En ninguna otra parte, la determinación y los sufrimientos de los soviéticos fueron sometidos a una
prueba más penosa. [...] los sitiados comen pan amasado con 10% de celulosa, 10% de orujo, 2% de
polvo de papel, 2% de polvo de harina, 3% de harina de maíz, 73 % de harina de centeno, y lo
acompañan de salchichas a base de un 40% de harina de soja. En diciembre de 1941 hubo que enterrar
más de 50.000 cadáveres. Los sitiados quemaban muebles y libros para fundir el hielo y obtener agua."
Henri Michel. La Segunda Guerra Mundial, l, Akal.
El nuevo orden nazi en Rusia.
"Hay que partir del concepto de que estos pueblos (se refiere a
los territorios rusos conquistados) no tienen otro deber que
servirnos en el terreno económico. Nuestro esfuerzo debe
centrarse (…) en extraer de estos territorios todo aquello que
podamos. Para que se comprometan a enviarnos sus productos
agrícolas y a trabajar en nuestras minas y en nuestras fábricas
de armamentos procuraremos engañarlos abriendo múltiples
lugares donde podrán procurarse los productos manufacturados
que necesiten (…).
Nuestros comisarios tendrán cuidado de vigilar y dirigir la
economía de los países conquistados (…); y sobre todo, de la idea
de nuestros pedagogos, que tienen la manía de educar a los
pueblos inferiores (…). Todo aquello que los rusos, ucranianos
(…) puedan aprender (aunque tan sólo sea leer y escribir)
acabaría volviéndose contra nosotros. Un cerebro iluminado por
algunas nociones de historia llegaría a concebir algunas ideas
políticas y esto no nos favorecería nada. Lo mejor es instalar un
altavoz en cada pueblo, dar algunas noticias a la población y
sobre todo distraerla (…).
En cuanto a la higiene de los pueblos sometidos, es perfectamente
inútil que se beneficien de nuestros conocimientos (…). Habrá
médicos tan solo en las colonias alemanas y solamente para curar
a los alemanes (…)."
Declaraciones de Hitler, 11 de abril de 1942.
"La «solución final", discutida en el verano de 1941 e implementada desde entonces hasta pocas
semanas antes del colapso total en mayo de 1945, significó en primer lugar la aniquilación de los
judíos, pero también la de los gitanos y la de los incapacitados físicos o mentales de todas las «razas».
Comandos de la Wehrmacht (ejército de Hitler) y de las SS ejecutaron a grupos de judíos capturados
conforme entraban a los pueblos de la Rusia blanca y Ucrania. Experimentaron así mismo el
envenenamiento con monóxido de carbono y el ametrallamiento de grupos de judíos frente a las tumbas
que, momentos antes, esos judíos habían sido invitados a cavar.
Semejantes métodos eran demasiado lentos y también demasiado obvios para las escandalizadas
poblaciones locales. La solución metodológica, puesta en práctica a principios de 1942, fue la
construcción de fábricas de la muerte en campos específicos de Polonia y el uso del Cyclon B, un gas
que se producía como insecticida. Los sistemas ferroviarios de todos los países ocupados suministraron
los vagones de carga, el carbón y la tripulación de los trenes. Empresas químicas alemanas
suministraron el gas, los hornos de altas temperaturas y los medios para reconvertir en productos de
uso industrial las ropas, los dientes postizos, la joyería y los artículos de cuero, confiscados
sistemáticamente a las víctimas.”
G. Jackson. Civilización y barbarie en la Europa del siglo XX, Planeta.