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Psicología, Ética y Derechos Humanos

*Michel Fariña, J. J.: El doble movimiento de la Ética contemporánea. Una ilustración


cinematográfica. En la transmisión de la ética. Clínica y deontología
La transmisión de la ética se asienta hoy en un doble movimiento, doble movimiento que se expresa en la
dialéctica de lo particular y singular. Un primer movimiento indica el tránsito de los juicios morales al
universo de conocimientos disponibles en materia de ética profesional. Se trata de una transformación
reflexiva del cuerpo, ya que supone poner entre paréntesis las concepciones sobre el bien y el mal, para
situar el problema en una suerte de estado del Arte que da cuenta de los avances alcanzados por la
disciplina. Este “estado del Arte” permite deducir el accionar deseable del profesional ante situaciones
dilemáticas de su práctica. Da cuenta del “qué debería hacer y por qué”. Se prescinde del caso singular.
El conocimiento necesario para resolver el dilema existe, antecede a la situación misma, disponga o no de
él el profesional que debe resolverlo.
Hay un segundo movimiento. Suplementario del anterior, éste da cuenta de las singularidades en
situación. Son aquellos escenarios dilemáticos para los cuales no existe en sentido estricto un
conocimiento disponible, sino que es la situación misma la que funda conocimiento al sustraerse de la
lógica precedente. Este movimiento interroga la norma más allá de todo campo reflexivo, suplementando
el universo al decretar su incompletud. Da cuenta no del “qué debería hacer…” de la pauta deontológico
particular, sino del “qué hacer” allí donde la situación se revela a posteriori como desbordando el
conocimiento que la antecede.

Apuntes de clase teórica de Fariña:


Primer movimiento (encuadre particular). Supone pasar de la intuición moral al Estado del arte
integrado por los conocimientos disponibles. Dimensión deontológica. Da cuenta del deber. Códigos de
ética, serie de enunciados, principios generales. El método es de los tres tiempos lógicos:
1-Vistos: Se presenta una situación que necesita interrogación. 2-Considerandos: Se despliegan los
ejes que articulan la complejidad de la situación. 3-Resolución: Momento para concluir. No es si estuvo
bien o mal, sino que se amplia la información contenida en los vistos. Se aplica una medida.
Este es el método del primer movimiento. No funciona en todos los casos. Se adapta a las situaciones
de las que ya hay conocimiento. El conocimiento antecede a la situación y se confronta el caso con ese
conocimiento.
Cuando se presenta un caso lo pensamos como un caso en general, se hace un recorte particular, se lo
piensa como un caso “tipo”. Esto es lo que diferencia los movimientos, porque en el segundo movimiento
se hace un recorte singular del caso. Se relevan los elementos singulares del caso que no podrían estar
contemplados en las generales de la ley.
Segundo movimiento: Singularidad en situación. Interroga el Estado del arte (códigos de ética)
El conocimiento no antecede a la situación, es la situación misma la que inaugura el conocimiento. Se
transforma en particular lo que antes se suponía universal. El nuevo conocimiento no es ni opuesto, ni
complementario sino suplementario. Se presenta una singularidad que interpela la existencia del
conocimiento previo. Lo que era un aparente universal se revela como un particular.
Particularismo: surge en la conjunción del campo de lo particular, universal-singular. Cuando lo universal
es reducido a particular.

*Ética, un horizonte en quiebra


Michel Fariña Qué es esa cosa llamada ética. Capítulo II y III
Ejemplo de Bart Simpson. Bart se estaba realizando un tatuaje con la palabra madre (mother) dentro de
un corazón cuando llega Marge e interrumpe al tatuador echándolo. El tatuaje queda mostrando un
corazón que encierra la apalabra ‘Moth’ que en inglés singnifica polilla. El sentido de la interrupción es
claro: interceptar el destino incestuoso del tatuaje original. Al negar a su hijo semejante iniciativa, su
madre abre en él la condición de posibilidad para que algún día Bart pueda grabar en su brazo el nombre
de una mujer que no sea ella. Lo importante es la evidencia de esa prohibición que constituye la función
de la Ley. Ese universal de la castración simbólica o de la interdicción, no se realiza sino en la forma de lo
singular. Nada sabemos de él sino a través de su emergencia singular. En este ejemplo, la formula
moth(er), mamá polilla, será la marca que realice en el cuerpo de Bart la función universal de la
interdicción.
El carácter singular se evidencia en las circunstancias irrepetibles de la experiencia. No existe lo universal
sino a través de lo singular y recíprocamente, el efecto singular es una de las más infinitas formas
posibles de realización de lo universal.
La dimensión universal-singular de carácter indisoluble de sus términos, dimensión sobre la que se
comenzará a dibujar el horizonte de la ética.
Lo particular no puede comprenderse separado de lo universal-singular y, a su vez, eso que hemos
llamado universal-singular no existiría sin lo particular. Ante todo, lo particular es un efecto de grupo. En
otras palabras, un sistema de códigos compartidos. Si lo universal-singular denotaba lo propio de la
especie, lo particular será el soporte en que se realiza ese universal-singular. La dimensión ética se
despliega en el circuito universal-singular, sosteniéndose (de manera siempre provisoria) en el
campo de lo particular, del que toma prestado se carácter de código.
El efecto particularista es distintivo de la falla ética y se verifica en la pretensión de que un rasgo
particular devenga condición universal. Mientras que la moral remite a cierta contingencia, la ética va más
allá.
Más estrictamente, la pauta moral se corresponde con los sistemas particulares (culturales, históricos, de
grupo), mientras que el horizonte ético, si bien puede soportarse en tales imaginarios, siempre los excede.
De allí la afirmación que asigna a la dimensión ética alcance universal. Pero lo universal-singular de la
ética no puede ser colmado por ningún sistema moral (particular).

Capítulo IV: Lewkowicz, I. Particular, Universal, Singular.


Las singularidades éticas además de ser éticas son de por sí singularidades. Y el término singular
esconde su enorme potencia cualitativa tras una inocente apariencia cuantitativa. Primera advertencia: las
intuiciones meramente cuantitativas (singular para uno solo, particular para unos cuantos, universal para
todos) no sólo son insuficientes sino también contraproducentes en este terreno.
En una situación suelen estar trabajando las tres dimensiones conjuntamente, no son claramente
discernibles entre sí y lo más decisivo de su funcionamiento radica en las relaciones complejas que
establecen entre sí.
La singularidad está por fuera del “uno”, el universal va más allá del “todos”.
La singularidad es lo que se sustrae al régimen del uno: la presentación de “algo” incalificable según el
lenguaje de la situación. El universal es lo que va más allá de “todos”: no es un todo gigantesco, una
bolsa descomunal en la que se acumulan las entidades reales e imaginarias posibles, sino el hecho
mismo de que para cada universal postulado, un algo singular lo obliga a ir más allá de su aparente
totalidad. El universal es este hecho de (una vez destotalizado por un singular) ir más allá de sí.
Un conjunto se determina por sus propiedades. Una propiedad determina un conjunto. El universal, si
existiese, tendría que se también, a su vez, un conjunto. Para ser, tendría que verificar una propiedad,
pero no es formulable semejante propiedad capaz de dar existencia al universo.
En ausencia de universo universal, los “todos” postulados como tales no son más que particulares
precarios. El universal es la potencia de desborde, de exceso, es el gesto de ir más allá de las
totalizaciones supuestamente clausuradas al devenir. El “todo” es sólo la parte nombrable, discernible,
formulable bajo las propiedades que determinan la universalidad restringida de ese universo. El universal
de comienzo se revela retroactivamente como particular; el carácter de universal se desplaza entonces
del aparente universo de partida al gesto de desbordar tal universo y acotarlo como particular.
No es el hecho de ser uno el que lo vuelve singular. Un singular no es “uno solo”, porque uno solo es uno
más: un término previsible, nombrable, discernible bajo las propiedades que estructuran el lenguaje de la
situación (o conjunto) en cuestión. Podremos hablar de singularidades sólo cuando algo que se presenta
hace desfallecer las capacidades clasificatorias de la lengua de la situación, cuando ese algo no se deje
contar como un individuo por ninguna de las propiedades discernibles (estructurantes) de la situación.
El término será singular si no pertenece al universo en que irrumpe, si su presentación hace tambalear las
consistencias previamente instituidas.
Se dirá que una ley de un código que regula exhaustivamente una situación cualquiera es siempre
particular: está sometida (o suspendida) hasta la sorpresiva irrupción de una singularidad que
(destotalizando como particular la legalidad del universo previo) exija un gesto de suplementación
(universalización) en nombre de una nueva ley “más alta”. Las singularidades sólo son un modo de
relación con una situación que irrumpe.
Una situación es, en principio, un universo (restringido como todos) que es ciego a la restricción que lo
funda. Como el lenguaje que lo ordena simbólicamente es un lenguaje, bajo ninguna circunstancia podría
armar un todo coherente sin exclusiones. Su coherencia depende de las exclusiones. Pero esas
exclusiones no son discernibles de antemano, no derivan de un gesto explícito de apartar
deliberadamente tales o cuales términos indeseables para luego asegurar la consistencia de los términos
admitidos. Estas exclusiones se instauran implícita y ciegamente con el acto mismo de instituir un
universo, una situación, una ley o un lenguaje. Tales universo, situación, ley o lenguaje ignorar
radicalmente lo que excluyen. Lo que está excluido simplemente, no existe, sin más. Por eso el
advenimiento singular suplementa realmente el universo de lo existente. Una singularidad es entonces,
irremediablemente, un proceso situacional.
La irrupción de puntos singulares requiere la invención de los nombres pertinentes, de los enunciados que
nominen. La singularidad no es una función monótona. Por eso requiere de una intervención subjetiva que
la produzca (nominación). No es concebible una singularidad de por sí, dispuesta ahí enfrente como un
objeto a ser reconocido o conocido. Las singularidades no son objetividades dispuestas para el
conocimiento de un sujeto puesto enfrente sino intervenciones subjetivas que producen una novedad en
la inmanencia de la situación. De ahí que una de las condiciones de posibilidad para que existan
singularidades es la posibilidad de intervención. De ahí se sigue que una singularidad sólo lo es para la
situación en la que irrumpe y sólo si existe el trabajo subjetivo de lectura, producción y nominación.
Una ley moral, por ejemplo, parece enunciar unos principios en cuya ejecución quedarían codificadas
todas las situaciones posibles. Pero se le presenta un punto en que fracasa. La ley no sabe pronunciarse
(y se sabe impotente para operar en estas circunstancias). Ese punto de impasse es el campo de
intervención sobre el que ha de constituirse una singularidad. El universal previo se revela como
meramente parcial. El punto de singularidad vehiculiza la exigencia de una nueva ley, ésta sí universal,
que deje atrás el limitado horizonte restrictivo de la legalidad previa. El universo se ha ensanchado, se ha
suplementado a partir de una singularidad. Esa singularidad era el único lugar en que se estaba poniendo
en juego un universal que fuera más allá del restringido universo situacional.

*Capítulo VI Fariña, J. Del acto ético


Lo principal es la referencia que hace Fariña a las nociones de particularismo y mediaciones
instrumentales y normativas siempre en relación a Antígona.
Habla de particularismo al mandato de Creonte: a Eteocles que murió defendiendo su tierra le serán
reservadas los funerales reales; a Polinices que murió peleando contra los suyos en cambio no le será
provisto rito funerario alguno, ni se le sepultará. Completa el edicto amenazando con privar de la vida a
quien ose desobedecerlo. Fariña dice que en el edicto de Creonte hay un ejemplo paradigmático de
particularismo. Porque para Creonte el acto de traición cometido en vida por Polinices lo alcanza más allá
de la muerte, privándolo del derecho a una tumba. No dice “como Polinices fue un traidor será sepultado
sin honores o no me siento convocado a su entierro. Si lo hiciera no se le reprocharía nada desde la ética,
sería más bien una cuestión moral.
Se refiere a mediaciones instrumentales a los arados, redes, ardides nombrados en los coros. Los cueles
son entes mediadores entre el hombre y la naturaleza. Estos mediadores pueden ser elementales como
un arado o sofisticados como una computadora.
Luego el coro habla del lenguaje y las ideas etéreas que también constituyen mediaciones pero no ya con
la naturaleza sino con el resto de los seres de la especie. Mientras que las aptitudes instrumentales
suponen un entrenamiento, el lenguaje se aprende por sí solo. El coro sigue diciendo: “y los
comportamientos que imprimen un orden a las ciudades”. Este verso está en relación la Ley. Fariña llama
mediaciones normativas a estas instancias. El hombre es la cosa más formidable, de un lado se ha
mediado con la naturaleza, generando instrumentos que lo emancipan de ella; y de otro dispone de un
lenguaje y de la Ley, mediadores por excelencia entre los sujetos. El hombre es la cosa más formidable y
es por eso que tiene problemas éticos.

*Teórico desgrabado de Lewkowicz: Paradoja, infinito y negación de la negación.


La pregunta moral más frecuente es: “¿Qué debo hacer?” Ésta se responde desde un sistema moral
determinado. En la dimensión moral hay veces en que no es posible saber qué hacer. Situaciones que por
su estructura suscriben o prohíben un saber sobre qué se debe hacer, allí entra en juego la dimensión
ética. Una ley moral rige para el universo de todas las situaciones, pero como esto no es posible la moral
rige para algunas situaciones y en otras colapsa.
La singularidad no es la individualidad, es un elemento de la situación. Una singularidad muestra que el
universo no es universal, era universal, pero se le revela una singularidad. Si a un universo se le declara
una singularidad, deja de ser universo. El eje ético une el universal-singular e intercepta o particular. La
dimensión ética une un singular con un universal y corta el eje particular.
Si a un universo se le declara una singularidad deja de ser universo, este singular dice que la estructura
del universo deja de ser consistente. Si el universo destituido no asume esta destitución tenemos que un
particular pretende para sí un rango de universal. Declarada la singularidad el universo deviene particular.
El universo no admite el accidente que lo ha destituido. Si no cabe un el universo un nuevo término
entonces no es universo, es restringido, por tanto es particular. Esto es un particularismo: cuando una
parte del universo pretende imponer su regla particular como ley del todo. En el particularismo no se
admite la marca de una ley superior, ni la marca que hace caer una ley. El particularismo no admite marca
alguna, o sea lo singular.
El devenir particular deviene particularista si se niega la singularidad. Es más fácil negar la singularidad si
esta se niega por sí misma. Para que se niegue una singularidad debe haber un universal que siga
reivindicando su valor universal y una singularidad que niegue su valor de singularidad cayendo en un
particularismo.
-Apuntes Tomados en clase:

Lo universal tiene una íntima relación con lo singular, están en el mismo eje y se cruza con el eje de lo
particular. Lo universal es el campo de la constitución del sujeto. Es lo propio de la condición humana,
aquello que no varía con lo histórico, es invariante y estructurante. ¿Qué es lo propio de la condición
humana? Lo simbólico, el lenguaje. La realidad no se le presenta sino que se le representa (mediatizada
por la palabra) es lo que lo hace un ser simbólico. La legalidad que gobierna al sujeto es una legalidad
simbólica, es una legalidad del no-todo, siempre hay algo que queda interdicto para el sujeto. Hay una
falta estructural, un sujeto gobernado por el deseo. Lo universal es el campo de constitución del sujeto,
donde permanentemente se da la transmisión de la imposibilidad estructural. Lo universal es pura
legalidad sin contenido, transmite un no-todo.
La relación entre universal y particular es doble; lo universal afecta a lo particular y lo particular le da un
soporte material a esa legalidad sin contenido. Es una relación de consonancia. Lo universal puede
manifestarse en lo particular.
Lo particular como categoría supone una lógica de conjunto. Esa es su característica principal, hacer
conjunto. Cada sistema particular incluye los pares de opuestos (A / -A), cada sistema particular cuando
funciona es como un universo que cae cuando aparece una singularidad y no se le encuentra sentido
dentro de ese particular.
Lo singular es en principio un proceso situacional. No existe por fuera de la situación en la que emerge.
Nosotros debemos crear las condiciones para que lo singular emerja. Es existencial como la ética, es una
existencia que se afirma. Lo singular quiebra el universo desde ese punto de inconsistencia que el
universo desconocía. Lo universal prevé que algo nuevo (lo singular) puede surgir. Lo singular es algo
nuevo que no puede ser nombrado por ese universo anterior. Se exige un acto de nominación
intervención subjetiva. El universo se ensancha. Si una singularidad impacta el universo hay una
trastocación, universalización. La singularidad provoca una universalización para esto es necesario el acto
de nominación. Lo singular se refiere al efecto sujeto.

*Ariel, A. Moral y ética. Una poética del estilo.


(Entre “<>” se agregan algunos apuntes tomados de la clase de Fariña sobre el texto.)
Sitúa falsos pares de oposiciones: estilo y estética, pasión y deber, sujeto y estado, moral y ética.
Por moral vamos a situar lo que es pertinente a la conducta social de un sujeto entre otros, vamos a
definir a la moral de ese modo: lo pertinente a la conducta social de un sujeto entre otros. Sería lo que
llamaríamos los deberes del sujeto frente al estado, frente a la ley. La moral es temática, siempre se sitúa
en un tema, la moral es temporal, es decir, es la moral de una época, es siempre referenciada a una
época. Además la moral es subsistencial permite algún ordenamiento de la existencia de ese sujeto en lo
social. La ética es la posición de un sujeto frente a su soledad, no la posición en lo social por su relación
con los otros, sino la posición frente a un sujeto con su soledad. Frente a lo que está dispuesto a afirmar,
a firmar. <Entenderlo desde el 2do movimiento, la singularidad en situación. En cambio el primer
movimiento está relacionado con la moral.> La ética propone otro plano de existencia y, en ese sentido la
ética es atemporal, es atemática y existencial.
La ética no se contrapone a la moral. La ética, la existencia del sujeto desorganiza la moral, no pretende
suplantarla (es suplementaria). No genera conflictos, salvo en determinados momentos muy singulares.
La estética son las condiciones de posibilidad de la experiencia de la belleza en el orden social. Sin
estética, sin condiciones de posibilidad no habría posibilidad de esa experiencia de la belleza.
La estética es, al igual que la moral, temporal, es decir, histórica. Hay una determinada estética de una
época y una determinada estética de otra época. Es temática, y podemos decir que la estética, en lo
social siempre es un crimen contra el sujeto. Es un crimen contra el uno, pues propone el para todos.
Con respecto al estilo, que aparece como un par contrapuesto, diremos que es la posición del sujeto
frente a su soledad, pero aquí no frente a lo que está dispuesto a afirmar sino frente a lo que está
dispuesto a crear, frente a lo que está dispuesto a crear más allá de la belleza. El estilo indicará,
entonces, una posición del sujeto en el acto creador que va más allá de la belleza. Y es por ello
atemporal, resiste las épocas. Es atemática, no histórica y no personal.

En el orden social vamos a colocar la Moral, esta pertinencia de la conducta de sujetos entre otros.
Vamos a oponer términos en la moral misma. Bueno y malo; verdadero y falso. Y sí y no. Estas
oposiciones en el orden social, son oposiciones que son necesarias, humanas y culturales, con las que el
sujeto se encuentra en el comienzo mismo.
Del otro lado, no es complementario del orden social, ni opuesto, es suplementario. Este nivel
suplementario del sujeto excede y desorganiza el orden social cada vez que crea. Es la desorganización
necesaria de un orden, para que haya acto creador. Pues de no haber la desorganización de un orden, el
acto creador será un dormir en las condiciones de la estética de la época.

Módulo II: La articulación entre derechos humanos y la ética profesional

*Fariña, J. Abuso sexual en la psicoterapia


Comenta tres casos de Estados Unidos que aparecieron en el “Boston Globe”.
El caso del Dr. Joel Feigon, terapeuta de 60 años, a quién la junta directiva del estado de Massachussets
le retiró la matrícula profesional por haber mantenido relaciones sexuales durante ocho años con una
paciente cuyo amante e hijos estaban también en tratamiento (individuales) con él. La junta hizo especial
hincapié en la manipulación de los cuatro pacientes por parte de Feigon.
El segundo caso es el del Dr. Masserman, quién fue denunciado por una de sus pacientes, Bárbara Noel,
a quién el profesional abusaba sexualmente luego de inyectarla con Amytal. En este caso, el testimonio
es el libro escrito por la propia paciente. Cuando Bárbara Noel decidió llevar el caso de Masserman a la
corte otras dos mujeres, una abogada y una empresaria, que habían sido también pacientes suyas,
iniciaron a su vez acciones por haber sido abusadas sexualmente con metodologías similares.
El tercero es el caso de la Dra. Margaret Bean-Bayog que en julio de 1986 tomo en tratamiento a Paul
Lozano, un estudiante de Medicina. El joven durante un tiempo fue internado varias veces por ideas
suicidas. En 1987 la Dra. realiza un supervisión en la que le dicen que el tratamiento con Lozano marcha
bien y que el paciente podría suicidarse si ella lo interrumpe. Un tiempo después la doctora le dice a su
paciente que deberá limitar sus sesiones a menos que él pague más dinero. La terapia finaliza y el joven
comienza tratamiento con otro doctor. Éste último eleva un reporte a la junta médica del estado alegando
que Bean-Bayog realizó con el paciente un tratamiento inadecuado. En 1991 Lozano se suicida. Su
familia inicia acciones contra la Dra. Bean-Bayog acusándola de haber manipulado y seducido a su
paciente causándole la muerte. Se basaba para ello en varias cartas y fotografías que la terapeuta
enviaba y entregaba a su paciente durante el tratamiento.
En el primer caso estamos ante una violación, entre otras, de la pauta ética de la abstinencia. En el
segundo caso, también hay violación de la ética.
Luego Fariña da un ejemplo de cuando el terapeuta se duerme durante una sesión. Dormirse en medio
de una sesión es poner en peligro el tratamiento de un paciente. Es hacer mal el trabajo para el cual se
requirió su presencia allí. Es un ejemplo de lo que llama mala praxis. Al quedarse dormido, un terapeuta
incurre en mala praxis profesional. Cuando se despierta, en cambio, está ante un dilema ético: ¿Qué hace
con el sueñito? ¿Reniega de él, fingiendo sentirse mal, alegando una indisposición como pretexto para ir
al baño, refrescarse para continuar con la sesión como si nada hubiera pasado ante el paciente que en
algunos casos hasta lo escuchó roncar? ¿O por lo contrario reconoce que se había dormido, que pensaba
que estaba en condiciones de atender cuando comenzó la sesión pero que evidentemente no era así,
pide disculpas, da por interrumpida la sesión y ofrece recuperarla en otro momento?
Toda violación a la ética conlleva una mala praxis, pero no toda mala praxis involucra un problema ético.
Las relaciones sexuales que Feigon mantuvo con su paciente contaron con el consentimiento y hasta con
el placer de ella; Masserman, en cambio, cometió directamente una violación. Esto no hace una diferencia
a los fines que aquí nos interesan. La seducción que un paciente puede llegar a desplegar frente a su
analista, lejos de constituir un atenuante en los casos de abuso sexual, es en rigor un agravante. El
analista debe estar dispuesto a mantener la abstinencia, especialmente la sexual porque es eso y no otra
cosa lo que el paciente requiere de él.
En el caso de Margarte Bean-Bayog. Su tratamiento de Lozano puede haber sido pésimo, con lo cual
estaríamos en el terreno que antes definimos como de mala praxis. Pero no se ve que exista un problema
ético de abuso sexual.
Nunca evaluamos la gravedad ética de una conducta por las consecuencias que de ella emanen para la
víctima, sino por el análisis de los valores puestos en juego en la situación misma.

*Tomkiewicz, S. Deontología y psiquiatría.


Cuenta que una inyección producía dolor a un enfermo, pero sabía también que se la aplicaba por su
bien.
En un servicio donde trabajaba se acercaban personas que pagaban para tener derecho a un
“Electroshock ambulatorio”. Eran personas afectadas por un estado llamado “melancolía”.
En el mismo servicio había chicas y muchachos jóvenes a quienes también se les aplicaba electroshock,
eran esquizofrénicos, pero éstos jóvenes rechazaban el electroshock, se les aplicaba contra su voluntad.
Él rechaza el uso del electroshock con estos enfermos ante el asombro de grandes psiquiatras de la
época que lo consideraban normal, legítimo y médico, aún cuando era aplicado contra la voluntad del
enfermo.
Reflexiona: Al darle un Valium a un enfermo que está muy ansioso de alguna manera le estoy impidiendo
hablar y reflexionar acerca de las causas de su ansiedad. Cuando comienza a darle Valium no puede
saber si él no tendrá necesidad de Valium toda su vida. Ahora, si el mismo joven ansioso, en lugar de
venir a consultar va, para calmar su ansiedad a comprar un cigarrillo de haschich, dejará inmediatamente
de ser considerado como un enfermo cuyo medicamento es reembolsado por la Seguridad Social; se
transformará en un toxicómano al que la policía, la justicia y la opinión pública tendrán el derecho de
castigar y reprimir. El cigarrillo de haschich le impedirá hablar y reflexionar acerca de las causas de su
ansiedad del mismo modo que el Valium. Pero si se le da Valium él es un buen médico, y el que le vende
el cigarrillo es un traficante de droga.
Da otros ejemplos de drogas aplicadas a diferentes enfermos recordando que según la OMS la finalidad
de los médicos debe ser el salvaguardar la salud, es decir el bienestar físico y mental de la gente.
En 1962 se realizaban en el marco de la NASA para poder ir a la luna experiencias del llamado
“aislamiento sensorial”. El resultado dio lugar a la definición del “síndrome psíquico del aislamiento
sensorial” con alucinaciones, crisis de agresividad, desestructuración del esquema corporal y situaciones
de sufrimiento tan agudo que las personas preferían morir a continuar. Algunos años más tarde un médico
proponía el aislamiento sensorial como medio terapéutico para esquizofrénicos, delirantes, depresivos. No
se pedía el consentimiento de los enfermos. ¿Para qué? Son locos y la opinión de un loco es por
definición una no-opinión.
El autor se pregunta: ¿Dónde termina la medicina y dónde comienza el castigo, la violación, la tortura?
Lo que nos permite habitualmente tolerar esta confusión es tal vez el carácter de aquellos a quienes se
aplican, a quienes se imponen todos estos métodos; locos, delincuentes, homosexuales, etc.

*Fariña, J. Las minorías según Benetton.


Cuando hablamos de diferencias, de diversidades humanas, resulta imprescindible aclarar que las más de
las veces estas ingresan socialmente bajo la forma de minorías. Se trata de grupos que son objeto de un
trato diferencial por parte de otro (que provisoriamente llamaremos mayoría) el cual le impone condiciones
de marginación. Desde la perspectiva de la dimensión humana, un ejemplo concreto, quizás el más
representativo: el de las minorías basadas en rasgos étnico-raciales.
La forma y el color de los ojos, dado el papel estructurante que tiene para los seres humanos la mirada;
se ha transformado en otro rasgo predilecto a la hora de establecer y señalar grupos minoritarios. Si nos
centramos en los aspectos de la dimensión humana, uno de los factores que pueden reconocerse como
constantes a lo largo de los distintos casos de minorías es el llamado movilización erótica o sexual.
Cuando el rasgo movilizador adopta carácter grupal estamos en presencia de una minoría. Freud dice: “El
sentimiento de comunidad de las masa ha menester, para completarse, de la hostilidad hacia una minoría
extranjera y la debilidad numérica de estos excluidos invita a su sofocación (…) la intolerancia de las
masas se exterioriza con más intensidad frente a diferencias pequeñas que frente a diferencias
fundamentales.”
Efectivamente, los judíos por ejemplo no constituyen una lejana raza asiática cuyos rasgos físicos y
culturales pueden contribuir a subrayar las diferencias. Freud llamó a esto “el narcisismo de las pequeñas
diferencias”.
El ser humano no se defiende sólo cuando se lo ataca sino que cuenta con una alta cuota de agresividad
en su dotación pulsional. No hay razones espontáneas en la especie humana para amar al prójimo, bien
por el contrario.
De nuevo Freud: “No es fácil para los seres humanos, evidentemente, renunciar a satisfacer esta su
inclinación agresiva. (…) siempre es posible ligar en el amor a una multitud mayor de seres humanos, con
tal que otros queden fuera para manifestarles la agresión.”
La inclinación agresiva es, por tanto, una disposición pulsional del ser humano, en la cual la cultura
encuentra un enorme obstáculo.
¿De qué medios se vale entonces la cultura para erradicar o atenuar la agresión?
Freud: “La agresión es introyectada, interiorizada, pero en verdad reenviada a su punto de partida;
vale decir: vuelta hacia el yo propio. Allí es recogida por una parte del yo, que se contrapone al resto
como superyó y entonces, como conciencia moral, que ejerce contra el yo la misma severidad agresiva
que el yo habría satisfecho de buena gana en otros individuos.
El desarrollo de lazos de amor en el grupo parece requerir de otros sobre los cuales descargar los golpes.
Fariña ilustra el tema con diapositivas de una campaña de Benetton con imágenes cuyos ejes son la
diversidad étnica y los mitos respecto de la sexualidad. En esta campaña Benetton propone un
desplazamiento. Dirigiéndose a los jóvenes, estaría preguntando: ¿Uds. todavía son de aquellos que
designan a las personas por el color de su piel, o pertenecen ya a quienes entienden las razones de la
diversidad étnica? En cada diapositiva introduce una pequeña explicación que informa respecto de las
razones de tal diversidad. Finalmente expone: mientras los colores de las pieles difieren, la sangre
permanece roja.
En la dimensión histórica del problema de las minorías Fariña se centra en el cambio que se ha operado
con el pasaje del feudalismo al capitalismo moderno. En todas las formas de minorías que la humanidad
conoció hasta el advenimiento del capitalismo, siempre el rasgo objeto de movilización ha sido un
elemento del orden de lo natural. Se entiende por natural aquellas marcas que el ser humano trae al
nacer o adquiere en la muy temprana infancia y que lo acompañan de manera indeleble a lo largo de su
vida. Por ejemplo las minorías organizadas a partir de rasgos étnico-raciales, o las minorías en base a
discapacidades. Todas las minorías sustentadas en un criterio precapitalista son cuestionadas y tienden a
desaparecer o perder peso con el desarrollo del capitalismo. Aquellos sectores sociales que eran objeto
de discriminación injusta hoy tienden a ser integrados (minorías religiosas, minorías en base al género,
minorías basadas en la elección sexual, minorías lingüísticas, minorías basadas en la edad) en el
horizonte del capitalismo el efecto de movilización tiende a desplazarse a un nuevo objeto, lo que resulta
intolerable es la presencia de alguien pobre. Lo que moviliza hoy hasta el asco y la repulsa no es ya el
color de piel, la religión o la lengua, sino la pobreza extrema. Como antes lo fueron el color de piel, la
circuncisión, o el cuerpo que nos tocó, hoy es la cantidad de dinero que tenemos lo que define nuestra
pertenencia a las minorías o a las mayorías.
¿Qué más hermoso nos diría Benetton que el abrazo de niños asiáticos, nórdicos, africanos y latinos? En
la publicidad la imagen es bellísima. Pero la condición de tal belleza es que estén todos enfundados en
ropa cara de Benetton. En otras palabras, es la marca del dinero lo que nos permite apreciar el hallazgo
estético de la empresa. A los mismos niños, descalzos y sin nada de comer, nadie los encontraría bellos.
Pero Benetton está al tanto de esto (Fariña presenta dos últimas diapositivas). Hay un planisferio con
cambios. Los países tienen una superficie acorde a su población y una leyenda que dice “Aquí es donde
vive la gente”. Presenta otra imagen con un planisferio en donde cada país tiene un tamaño acorde a su
riqueza. Es un mundo reducido a lo Estados Unidos, Europa y Japón. El texto dice: “Aquí es donde vive el
dinero”. Las verdaderas diferencias radican cada vez más en el dinero y el poder.
Discriminación justa y discriminación injusta
Si se toma la acepción etimológica de "discernir", el acto de discriminar es esencialmente "justo", es decir,
deseable. El horario de protección al menor sería un ejemplo claro de ello: se distingue -discrimina- el
estadio evolutivo del niño, que le impide simbolizar determinados estímulos -violentos, sexuales-, los
cuales podrían suponer carácter traumático. Es evidente que al hacerlo, al discernir esta cuestión
separando al niño del televisor, lejos de generar un perjuicio al menor, se busca preservarlo de tales
efectos traumáticos.
A la inversa, el concepto de "discriminación social", se reserva para los casos en los que la acción
discriminatoria adopta carácter negativo, o injusto. Ejemplo clásico de ello es la segregación de grupos
humanos en razón de su raza, religión, lengua, orientación sexual, discapacidad, condición
socioeconómica, etc. La enumeración busca alertar respecto de la injusticia que subyace a dicho
menoscabo y promover acciones destinadas a suprimirla.
Diremos que entre la discriminación en sentido positivo y la discriminación en sentido negativo, existe una
relación inversamente proporcional. Cuanta mayor capacidad para discriminar -en el sentido positivo o
simbólico- tenga un sujeto, más preservado estará de llevar adelante acciones discriminatorias en el
sentido negativo o injusto.

*Salomone, G. Consideraciones sobre la Ética Profesional: dimensión clínica y campo deontológico-


jurídico. En “La transmisión de la ética…”
Una ética profesional asociada exclusivamente a la deontología genera un desdoblamiento de la función
profesional que toma dos caras indialectizables. Por una parte se configura un profesional con deberes de
ciudadano, abogando por los derechos de las personas, atendiendo a las exigencias sociales y legales de
la profesión, dirigiendo su práctica en función de un sujeto de derecho. Por otra parte se encuentra un
profesional que lidia con el sufrimiento del paciente, que debe operar con otra concepción de sujeto y que
despliega su práctica en el terreno de la transferencia. Hay una responsabilidad profesional entonces
ligada a nuestro objeto de estudio y práctica: el sufrimiento psíquico del sujeto.
La dimensión clínica no se refiere exclusivamente al trabajo clínico, sino que con este término nos
interesa señalar una perspectiva que toma en cuenta la dimensión del sujeto, la singularidad en situación.
Claramente, el campo normativo configurado sobre la lógica de lo general recorta los problemas desde
una perspectiva particular. En cambio, la dimensión clínica constituye un modo de lectura y abordaje
sustentado en la categoría de lo singular.
Introducir la dimensión clínica en el campo de la ética profesional introduce, a su vez, la perspectiva ética.
La posición ética se constituirá en esa intersección entre el marco normativo y la dimensión clínica, lo cual
excluye la obediencia automática a la norma pero también su rechazo.
El campo normativo: códigos deontológicos y orden jurídico.
La deontología refiere a los deberes relativos a una práctica determinada, los cuales, en su forma de
enunciados normativos se plasman en los llamados “códigos de ética”. Se aboca al estudio de los
deberes y obligaciones de los psicólogos, lo cual incluye el tratamiento de ciertas problemáticas propias
de este campo, tales como, confidencialidad, explotación, competencia, idoneidad, integridad,
capacitación, respeto por los derechos y dignidad de las personas, responsabilidad profesional y
científica, ámbitos de incumbencia. También se ocupa de los deberes y obligaciones de los psicólogos en
lo referido a declaraciones públicas, publicaciones, actividades de investigación, supervisión, docencia,
etc.
Los códigos de ética profesional establecen una serie de pautas que regulan nuestra práctica,
funcionando como una referencia anticipada a situaciones posibles y por venir. El campo normativo tiende
a configurarse y a funcionar en tanto universo. Evidentemente, lo singular que un sujeto comporta no
estará contemplado en la norma.
-Los códigos resumen el conocimiento alcanzado en el campo profesional hasta cierto momento histórico
(Estado del arte), el cual funciona como fundamento de las normativas. En ese sentido, Estado del Arte y
regulaciones profesionales constituyen el conocimiento que antecede a una situación dada.
Los códigos condensan los valores morales de un tiempo histórico determinado. Es necesario reflexionar
sobre la relación entre la dimensión moral en la que ubicamos a los códigos deontológicos, y la
perspectiva ética en sentido estricto, referida fundamentalmente a la dimensión subjetiva.
La interpretación de la norma
Cada norma contemplará una serie de casos que constituyen un conjunto, en tanto grupo de elementos
que comparten una propiedad común. La confrontación con un caso determinado nos obliga a analizar la
pertinencia de la norma. Es decir, no es posible su aplicación inmediata e indefectiblemente, será
necesario interpretarla. La aplicación de la norma no puede ser automática. Frente al caso a analizar,
deberemos interpretarla y, además, ponderarla en relación a otras normas y a otros elementos de juicio.
Consideraciones sobre la posición ética
El campo normativo organizado sobre una lógica de universo (cerrado) excluye lo singular dificultando su
articulación con la lógica del sujeto. La confrontación de las normas deontológicas y jurídicas con un caso
exige la ponderación e interpretación de aquéllas. La sola exigencia de interpretación da cuenta de un
punto de inconsistencia de ese universo. Es decir que la interpretación funda una lógica del no-todo y
convoca al sujeto a responder. El modo en que se responda a la interpelación, a ese llamado que surge
del punto de inconsistencia del campo normativo, da lugar a una cierta posición subjetiva que podrá
configurarse o bien en una posición moral o bien una posición ética.
Así se configurarán dos posiciones distintas:
-El abordaje del campo normativo desde un posicionamiento moral, posición de mera obediencia, de
acatamiento. La posición moral no soporta el punto de inconsistencia al que lo enfrenta el campo
normativo e intenta hacerlo consistir adjudicándole una solidez inexistente.
-Una posición ética de responsabilidad. El sujeto acepta ese punto de indeterminación radical que lo
convoca a responder de un modo singular. Se trata una posición subjetiva que acepta la lógica de la falta.
Incluir la dimensión del sujeto como horizonte de nuestras decisiones en la práctica no significa
necesariamente ubicarnos en el segundo movimiento de la ética. También el primer movimiento exige la
referencia al sujeto. Es decir, primer y segundo movimiento de la ética constituyen modos de lectura
diferenciados que recortan una situación dada relevando diferentes aristas. Sin embargo, en ambos la
dimensión clínica es la referencia inevitable.
No se trata de plantear la disyunción de los campos sino, aún sosteniendo la diferencia pensar su
articulación.
La autora da el ejemplo de un caso en que un paciente planea asesinar a una persona y el terapeuta se
enfrenta al dilema de la suspensión o el mantenimiento del secreto profesional. Tanto en el campo
normativo como en la dimensión clínica se juega la relación del Sujeto con la Ley (Sujeto-ley simbólica y
sujeto-ley social). Por lo tanto se deben tener en cuenta las implicancias clínicas que las decisiones en
relación al orden deontológico-jurídico puedan acarrear. La relación del sujeto a la ley no se reduce a la
mera aplicación de la norma sobre él. Se trata de elevar la norma a categoría de Ley. Ley que regula, que
inscribe una prohibición en la intimidad del sujeto y del acto. De allí la importancia de sostener la decisión
en una posición que no se configure en relación a la exigencias morales. La sanción legal no debe
configurar únicamente una responsabilidad en el campo de la moral. Se trata de favorecer un más allá de
la responsabilidad jurídica, para dar lugar al campo de la responsabilidad subjetiva. La decisión tendrá el
valor de un acto que confronta al sujeto con la implicación en su propio acto.
La posición del profesional podrá oscilar entre una posición moral de acatamiento a los roles asignados y
una posición ética que facilite un posicionamiento ético del sujeto sobre el que dirige su intervención. Es
en este punto donde la noción de responsabilidad subjetiva adquiere relevancia ineludible.

*Freud, S. Puntualizaciones sobre el amor de transferencia


Apuntes de la clase de Carlos Gutiérrez: Frente a una paciente mujer que se ha enamorado del médico
que la analiza. Se pueden pensar dos desenlaces posibles: que se casen o interrumpir el tratamiento.
Freud sostiene que el punto de vista del analista debe ser distinto.
Freud dice:
“El médico (…) tiene que discernir que el enamoramiento de la paciente ha sido impuesto por la situación
analítica y no se puede atribuir a la excelencias de su persona.”
“A primera vista no parece que del enamoramiento en la transferencia pudiera nacer algo auspicioso para
la cura. (…) Luego meditando un poco, uno se orienta: cuanto estorbe proseguir la cura puede ser la
exteriorización de una resistencia. Y en el surgimiento de esa apasionada demanda de amor la resistencia
tiene sin duda una participación grande.”
Dice Gutiérrez: El análisis debe seguir y la cura se despliega en la transferencia, es ella misma el campo
de batalla donde se despliega la cura. Los preceptos morales no sirven para el psicoanálisis. Lo que el
psicoanálisis comparte con los preceptos morales es la no satisfacción de lo amoroso, pero se llegó allí
por conveniencia analítica.
Freud: “(…) sustituir la imposición moral por unos miramientos de la técnica analítica, sin alterar el
resultado” (la no satisfacción de lo amoroso).
Si se hace que la paciente sofoque lo pulsional es como llamar lo reprimido a la conciencia para reprimirlo
nuevamente.
Freud: “Exhortar a la paciente, tan pronto como ella ha confesado su transferencia de amor, a sofocar lo
pulsional, a la renuncia y a la sublimación, no sería para mí un obrar analítico, sino un obrar sin sentido.
(…) Uno habría llamado lo reprimido a la conciencia sólo para reprimirlo de nuevo.”
“La técnica analítica impone al médico el mandamiento de denegar a la paciente menesterosa de amor la
satisfacción apetecida. La cura tiene que ser realizada en la abstinencia. (…) Hay que dejar subsistir en el
enfermo necesidad y añoranza como unas fuerzas pulsionantes del trabajo y la alteración y guardarse
(evitar) de apaciguarlas mediante subrogados.”
“Consentir la apetencia amorosa de la paciente es tan funesto para el análisis como sofocarla.” “Uno
retienen la transferencia de amor, pero la trata como algo no real, como una situación por la que se
atraviesa en la cura, que debe ser reorientada hacia sus orígenes inconscientes y ayudará a llevar a la
conciencia lo más escondido de la vida amorosa de la enferma, para así gobernarlo.”
Gutiérrez:
Transferencia recíproca  contratransferencia. Hay que estar advertido y cuando se presenta vencerla
con una posición de neutralidad.
El amor de transferencia es resistencia. Pero el amor de transferencia es anterior, la resistencia se sirve
de él. Se trata de un amor auténtico. El médico fue quien tendió el señuelo.
Freud: “La participación de la resistencia en el amor de transferencia es indiscutible y muy considerable.
Sin embargo, la resistencia no ha creado este amor; lo encuentra ahí, se sirve de él y exagera sus
exteriorizaciones. (…) Este enamoramiento consta de reediciones de rasgos antiguos y repite reacciones
infantiles. Pero ese es el carácter de todo enamoramiento.”
“No hay ningún derecho a negar el carácter de amor ‘genuino’ al enamoramiento que sobreviene dentro
del tratamiento analítico.” Freud dice que es tan anormal como los enamoramientos que se dan fuera de
la cura analítica. “Es provocado por la situación analítica, es empujado hacia arriba por la resistencia que
gobierna a esta situación y carece de miramiento por la realidad objetiva (…) estos rasgos que se
desvían de la norma constituyen lo esencial de un enamoramiento.”
Los motivos éticos y técnicos coinciden. No hay técnica hay una posición ética.
“Para el obrar médico (el amor de transferencia) es el resultado inevitable de una situación médica, como
lo sería el desnudamiento corporal de una enferma o la comunicación de un secreto de importancia vital.
Esto le impone la prohibición firme de extraer de ahí una ventaja personal. (…) Motivos éticos se suman a
los técnicos para que el médico se abstenga de consentir el amor de la enferma.”

Apuntes del texto de la web: “Principio de neutralidad y la regla de abstinencia: la perspectiva freudiana.”
Salomone, G.
La regla de abstinencia es una indicación técnica y, como tal, debe ser observada por el analista a lo largo
del tratamiento y como condición de posibilidad del mismo. Mientras que en razón de la regla de
abstinencia el analista es compelido a impedir la satisfacción pulsional del paciente, es en la observación
del principio de neutralidad en lo que quedará impedido de buscar las propias satisfacciones en los
tratamientos que conduce. Es decir, el principio de neutralidad es una imposición de abstinencia para el
analista.
La posición de neutralidad se funda básicamente en que el analista sustraiga como persona para dar
lugar así a su función.
El concepto de neutralidad es una recomendación técnica para el analista que implica una imposición de
abstinencia para él, en tanto agente de una función. Implica abstenerse de la ambición terapéutica así
como de la ambición pedagógica. Abstenerse de inculcarle al paciente los propios ideales o aquellos
valores que corresponden a la moralidad de la época; abstenerse de dirigir la vida del paciente y
abstenerse de proponer nuevas metas a la mociones pulsionales liberadas de los síntomas. Pero también
este lugar le impone no responder a la demanda de amor o a cualquier otro tipo de demanda del paciente,
y excluir sus propios sentimientos contratransferenciales.
Desde la posición de neutralidad, se abstiene de ofrecerse como un yo que forme parte de la serie de
objetos especulares que, en tanto portadores de satisfacción sustitutiva, obturan la falta. La regla de
abstinencia encuentra su condición de posibilidad en el principio de abstinencia.

*Lewkowicz, I. Singularidades codificadas. En “La transmisión de la ética…”


El eje simbólico que conecta un universal con un singular es el eje formal privilegiado para pensar las
situaciones éticas.
En cualquier legislación hay tres momentos. Los vistos, en los que se diagnostica una situación en la que
aparece un punto de inconsistencia. Los considerandos, en lo que se enuncia el eje, el valor, a partir del
cual se intenta intervenir sobre la situación. Y la resolución, en la que se arbitra una medida para
modificar la situación descripta en los vistos, en la dirección señalada por los considerandos.
Noción de código:
Dos modos de totalización: una totalización fáctica: todo lo hasta aquí acontecido, una compilación. La
otra modalidad totaliza lo posible, es necesaria: no compila retroactivamente lo acontecido sino que
determina proactivamente lo que podrá ocurrir. Todos los posibles caen bajo este concepto. Refiere a una
totalidad ya clausurada. Transcurre en el espacio universal, de la ley, de la totalización sin fallas ni
excepciones. Esa es la idea de código moral. En principio, código moral se refiere a todas las situaciones
posibles.
El Codex es la suma de diversidad de experiencias. El código es un sistema abierto de experiencias
instituyentes. Es el cuerpo historial de las singularidades decididas. Es el estado actual de las
singularidades decididas. Admite nuevas suplementaciones. Lo que tiene esa apertura esencial es que no
señala el punto en que está abierta, por lo tanto parece cerrado. Sólo una nueva singularidad lo va a abrir,
y va a ir a anotarse como singularidad que, una vez decidida, suplementa el corpus de la codificación.
El código tiene una apertura esencial. De ahí que se trate de leer los códigos como totalizaciones morales
que incluyen toda experiencia posible, sino más finamente como una transmisión de una experiencia, y
por lo tanto como condición de posibilidad de la experiencia. Esa transmisión de la experiencia significa
transmisión de la singularidad problemática decidida en una prescripción, y no como principio capaz de
cubrir la totalidad de las situaciones.

*Domínguez, M. La singularidad en los códigos de ética: ética y deontología. En “La transmisión de la


ética…”
La autora da una etimología de “ética” y “deontología”.
En términos generales el lenguaje filosófico utiliza el vocablo ethos en la actualidad para definir al
“conjunto de actitudes, convicciones, creencias morales y formas de conducta, de una persona individual
o de un grupo social o étnico.”
La ética concebida clásicamente como la ciencia que estudia los comportamientos morales de los sujetos
humanos, será la disciplina confinada a recopilar las acciones adquiridas como hábitos, supuestamente
universales, para extraer de allí reglas generales que tendrán valor de éticas. Siendo así “la teoría o
ciencia del comportamiento moral de los hombres en sociedad.”
La deontología es la ciencia de los deberes o la teoría de las normas morales. Teoría ética de los deberes
relativos a una determinada actividad social. Comprendiendo, al conjunto de reglas que un grupo
establece para sí en función de una concepción ética común.
Ética y deontología coexisten en sintonía al ocuparse ambas de las acciones de un grupo determinado
pero, la distonía radica en que la deontología legisla aquello que se debe hacer, lo esperable en el marco
de las relaciones humanas que regula, mientras que la ética reflexiona sobre el obrar humano, sobre los
actos de los sujetos que no pueden ser anticipados por la norma.
La perspectiva de la ética se halla soportada en la práctica y teoría psicoanalíticas y se sustenta en la
pregunta ¿Ha actuado usted en conformidad con el deseo que lo habita? Dentro de este marco el deseo
inconsciente es la referencia. Esta concepción de la ética se sostiene en el saber-hacer en acto. La ética
será un asunto pertinente al deseo en tanto que indomesticable.
En este sentido, los ideales terapéuticos del deber-hacer pertinentes en el marco deontológico serán
suplementados por la emergencia de una singularidad. La ética se presentaría como suplementaria de la
deontología al producir un exceso respecto de las totalizaciones dadas, mientras que la deontología sería
producto y reflejo de la moral social.
Se entiende por particular aquellos usos, costumbres y valores que comparte un grupo determinado en un
lapso histórico dado. La autora llama éticas a aquellas singularidades que produzcan un quiebre respecto
de ese universo de discurso del cual emergen, siendo advertidas como “algo incalificable para el lenguaje
de la situación”. En este sentido, el deseo no podrá ser alistado como un elemento de la serie normativa
del universo deontológico. La singularidad concebida como “lo que se sustrae al régimen del uno”.
Una ley de código que regula exhaustivamente una situación cualquiera es siempre particular: Está
sometida (o suspendida) hasta la sorpresiva irrupción de una singularidad que (destotalizando como
particular la legalidad del universo previo) exija un gesto de suplementación (universalización) en nombre
de una nueva ley ‘más allá’. Una singularidad para ser concebida como tal deberá producir una novedad
en la situación, y sólo si existe el trabajo subjetivo de lectura y nominación. Sólo si hay otro que la
sanciona como tal, que la nomina y le da existencia.
La lectura de los códigos de ética.
La autora hace referencia al deseo del analista y la lectura que él haga del texto normativo. La existencia
de los códigos de ética es producto del encuentro en la práctica con una singularidad. ¿Cómo conciliar el
universo deontológico y las singularidades éticas? A partir de la transmisión. La lectura de los códigos se
hallará articulada con la transmisión cuando admitamos la dimensión del deseo del analista. Frente a los
códigos se debe tomar una posición.
Ética y deontología conciliadas en la transmisión del deseo del analista contendrán lo instituyente de la
experiencia y producirán enseñanza y transmisión alrededor de un indecible: el deseo. Más allá de la
estructura cristalizada del texto normativo, el acento estará puesto en la lectura que de él se haga.

*(Domínguez, M. Addenda “El doble movimiento de la ética contemporánea: ¿una lectura posible sobre la
singularidad en los códigos?
El doble movimiento de la ética contemporánea se nos propone como un modo de situar la dialéctica
existente entre las categorías de lo particular y lo universal-singular dentro del ámbito propio de la ética.
La ética contemporánea engloba por un lado, “el universo de conocimientos disponibles en materia de
ética profesional y constituye una suerte de ‘estado del arte’ que da cuenta de los avances alcanzados por
la disciplina y permite deducir el accionar deseable del psicólogo ante situaciones dilemáticas de la
práctica profesional” y por el otro, la singularidad en situación.
En la primera va de la Intuición al Estado del Arte y se corresponde con la Deontología y los códigos de
ética.
El primer movimiento responde al “deber hacer” soportado en los tres tiempos de toda legislación: los
vistos, los considerandos y la resolución. Es el conocimiento disponible para el profesional que antecede
a la situación, es lo que de él se espera en el ejercicio de su práctica. Pero requiere del segundo para
ubicar la dimensión de la ética toda, esto se debe a que no alcanza con el primero para situar a la misma,
ya que hay algo allí que no está: la singularidad. Ambos, uno y dos, se requieren para situar el ámbito de
la Ética. La Deontología es parte de la Ética en tanto conforma la primera parte de su doble movimiento.
Conciliamos ética y deontología a partir del deseo del analista y la lectura que él haga del texto normativo,
para leer la singularidad en el universo deontológico del primer movimiento que suplemente al producido
por la dupla.
Primero y segundo movimiento quedarán conciliados y suplementados por un tercero que se produce en
acto, que va del segundo al primero transmitiendo en el acto de lectura del texto normativo el deseo del
analista. Deseo que no se halla soportado en ningún ideal moral.
El primer movimiento funda el saber ético en el quehacer sustentado en contenidos a priori que
determinan el ‘deber hacer’. En el segundo movimiento la dimensión ética adopta su valor a posteriori
dado que no existe conocimiento disponible para el ‘qué hacer’. Es la situación misma la que se erige
como fundante de saber. Entonces, propondremos en el tercero, el de la lectura de la singularidad en
situación, que su existencia (la de la singularidad) sólo es posible a partir de un acto. Efectivamente, cada
vez que el analista lee lo hará desde una posición ética que no se verifica a posteriori sino en su
intervención en acto. Es a partir del deseo del analista que la singularidad se produce, cobra existencia.

*Badiou, A. “Ética y psiquiatría”


Apuntes de clase:
El autor toma la locura y la cuestión de la víctima. Desarrolla la idea de si nombrar a alguien como víctima
no lo reduce sin dejarle posibilidad.
Toma la locura como algo contingente, donde es fundamental la posición del psiquiatra como creador de
posibilidades. Hace referencia a la responsabilidad en la lectura de una situación. No suponerlo víctima
sino sujeto.
Texto:
La concepción de la ética hoy es una concepción negativa dominada por la figura de la víctima.
La ética nos lleva a pensar la locura como un proceso singular que impide o exalta excesivamente el
devenir-sujeto. La locura será entonces un límite de la experiencia, y no su negación. Lo que es
imperativo conservar es la idea de una subjetivación siempre posible, de la cual la locura es una simple
imposibilidad contingente. La psiquiatría debe consagrar su pensamiento y su acción únicamente a los
mecanismos singulares de esta imposibilidad. Deber ser una teoría del proceso patológico y un intento de
interrumpir su curso.
El enfermo no necesita de la compasión del médico sino su capacidad. La ética psiquiátrica solo puede
suponer la igualdad absoluta de las personas en término de la subjetivación posible; en particular la
igualdad de los locos y los no locos.
El imperativo del médico, fijado desde Hipócrates es simple: “Haz todo lo que está en tu poder para que
sea de nuevo posible lo que es provisionalmente imposible, pero de lo cual todo humano es declarado
axiomáticamente capaz.”
La enfermedad es una situación. La posición ética no renunciará jamás a buscar en esa situación una
posibilidad hasta entonces inadvertida. Aunque esa posibilidad sea ínfima. Lo ético es movilizar, para
activar esa posibilidad minúscula, todos los medios intelectuales y técnicos disponibles. Solo hay ética si
el psiquiatra, días tras día, confrontado a las apariencias de lo imposible, no deja de ser un creador de
posibilidades. Deberá tener el arte de discernir las posibilidades mínimas de lo posible. Es el portador del
axioma de la igualdad entre locos y no locos.

*Domínguez, M. “El acto de juzgar entre el dilema y el problema ético”


El elemento en común entre el dilema ético y el problema ético es la referencia a lo ético como horizonte
último.
-Dilema ético: Una situación es dilemática si nos confronta con una disyuntiva ante la cual tenemos que
decidir, para ello debemos encontrar algunas alternativas posibles, caminos diversos para pensarla y
arbitrar algún fallo para resolverla. Es preciso que se trate de una verdadera decisión (diferente de los
términos opción y elección). La decisión está ligada a la producción de una singularidad subjetiva, una
variable que se inventa acorde a la singularidad en situación. Aquí no se juega la opción correcta o la
elección adecuada. La decisión se encuentra ligada con cierta posición del sujeto en su enunciación.
Si hay dilema es porque el sujeto se halla dividido por una pregunta ante la cual es convocado a
responder. Esa respuesta sitúa la responsabilidad. El dilema deja al sujeto dividido por esa pregunta en
las puertas del acto de juzgar. Ahí se encuentra la articulación ética, vía el acto. Un acto ubicado en
relación al eje Universal-Singular.
-Problema ético: el problema ético también convoca al sujeto a responder pero no sitúa en su centro un
dilema y sus alternativas, sino un asunto sobre el que hay que tomar la palabra. Se trata del acto de
legislar. Un acto que incluye la lectura de lo particular como catálogo de singularidades decididas.
El dilema conduce al análisis de cierta inconsistencia que presenta el universo del discurso. El problema
ético no busca producir sujeto dividido. Se pueden situar los nombres de los problemas éticos y
clasificarlos, por ejemplo los capítulos de ética en Educación del Ibis.
Lo que intermedia el dilema ético y el problema ético es el acto de juzgar. En ambos casos se requiere
que al concepto provisto por el estado del arte se lo suplemente con un acto que legisle, decidiendo si ese
caso particular ingresa o no bajo esa regla universal. Se sitúa aquí la función del intérprete, aquel que
interpreta la norma para cada situación singular.
Juzgar no implica aplicar una regla universal a un caso particular sin ver si la regla se aplica. La decisión
implica una elección que implica responsabilidad. Ante una situación dilemática confrontada con el estado
del arte se tratara del arte de juzgar. Un dilema se resuelve suplementando la clasificación. Aquello que
no esta totalmente establecido en la teoría, en el estado del arte convoca al acto de juzgar, al arte de
juzgar.

Modulo III · Principios éticos y Deontología profesional

“Cuestiones éticas relacionadas con el psicodiagnóstico” - Orlando Calo -


Lo que importa es poder encontrar, frente a cada sujeto, la singularísima manera en que se
“desencuentra” en la estructura.
Para Kant, lo que la ciencia no puede terminar de explicar convoca a la ética. La crítica de la razón pura
deriva en la razón práctica.
El imperativo que debe considerarse ético del “WO ES WAR, SOLL ICH WERDEN” no implica un
restablecimiento de una supuesta autonomía yoica, sino la humildad de aceptarse como sujeto allí, donde
el inconsciente habla.
No sugiere desechar el psicodiagnóstico ya que considera que no hay intervención terapéutica posible sin
un diagnóstico adecuado.
Brown afirma que constituye una violación a la responsabilidad ética y profesional que el
psicodiagnosticador deje en el limbo el estado diagnóstico del paciente, posición que comparte Orlando
Calo. Pero, para el último autor, es también una violación de la responsabilidad ética y profesional el
desconocer el efecto de deslizamiento de la singularidad (Ej. etiquetando o clasificando nosológicamente
a las personas).
Propone que la precisión diagnóstica es exigible en la misma medida en que es éticamente reclamable
que el profesional sepa que habrá siempre un resto de subjetividad que se desliza, inasible.
Principales puntos factibles de ser considerados como puntos de conflictos éticos:
1) Competencia teórico-técnica del profesional
2) Equilibrio personal
3) Problema del consentimiento informado
4) Problema de la confidencialidad
El cumplimiento de los 2 primeros requisitos es un deber profesional por las mismas razones que es un
derecho del consultante que así sea.
1) La capacitación y la actualización constante son parte de la responsabilidad profesional. Su
cumplimiento constituye un deber frente al consultante.
2) El cuidado de la propia salud psíquica es parte de la responsabilidad profesional y no puede
reducirse al mero ámbito de la privacidad personal.
3) No es ético que los profesionales realicen intervenciones sobre personas sin su consentimiento,
reclamándose que tal consentimiento sea dado con una información previa sobre los motivos de la
intervención, los resultados esperables, los métodos a emplear, etc. Aunque, en relación al
psicodiagnóstico, muchas de las pruebas son instrumentos eficaces si el testado las desconoce,
mientras que se tornan inoperantes si se da una extensa información sobre la estructura de la
prueba, pautas de evaluación e interpretación
4) La confidencialidad de los datos que se reciben en las entrevistas constituye una obligación ética
de primerísima importancia y es resguardada por lo pautada en el secreto profesional. Lo que se
presenta como aspecto conflictivo en torno a un psicodiagnóstico es hacer un informe del mismo

“La causa del psicólogo forense” – Carlos Gutiérrez -


El psicólogo cumple funciones en múltiples espacios de intervención. El compromiso ético opera como
fondo de toda actividad profesional y la condiciona sin exclusiones.
La idea de que el psicólogo debe adaptarse a los requerimientos de quien demanda no es sostenible en
forma tajante ni aun en el ámbito del tratamiento clínico. Por ejemplo, en el ámbito judicial, el psicólogo
debe remitirse a cumplir su trabajo sin presiones y elevar el informe requerido sin otro condicionamiento
que el criterio profesional. Si el informe en cuestión es útil para la defensa, es algo que debe decidir el
sujeto y sus representantes legales. El psicólogo debe evitar que su función profesional sirva de cobertura
a cualquier forma de engaño.
Ramírez pone énfasis en la cuestión de la demanda, mostrando la distancia que existe entre un paciente
que demanda tratamiento y el sujeto que el psicólogo forense debe entrevistar, tarea que reclama el juez.
Partiremos de la ética de lo simbólico, una ética que encuentra su fundamento en el reconocimiento del
sujeto como ser simbólico, de un sujeto que se humaniza por el lenguaje, que a través de la palabra
accede a la condición de humano. Tal pasaje por el lenguaje constituye al sujeto deseante, al sujeto del
inconsciente. La ética de lo simbólico reside en el reconocimiento de tal condición y en sus actos lleva
implícita la intención del desarrollo simbólico del sujeto. Todo aquello que atente contra su posibilidad
simbólica se erige como no ético. Por ejemplo si un sujeto acusado de un homicidio revela su culpabilidad
durante una entrevista con el psicólogo forense, este deberá intervenir, en primer término, confrontando al
sujeto con su acto, buscando reenviarlo a las coordenadas simbólicas que lo hagan responsable.
El psicólogo no puede intervenir sometiéndose al dictado particularista, moral. Que un acto deje la
conciencia tranquila a quien lo lleve a cabo, no por ello se constituye en ético. Si responsable significa dar
una respuesta, esta no puede enajenarse ni aun en la figura del juez. Responder ante un dilema ético,
elegir el camino correcto rechazando el que se reconoce como incorrecto, no es algo que el psicólogo
pueda eludir. El psicólogo no se encuentra frente a dos obligaciones contradictorias, como lo pretende
Ramírez, tiene una sola obligación y esta se encuentra en la necesidad de respetar los principios éticos.
Ante la pregunta sobre cual debe ser la función del psicólogo forense, es necesario evitar los
apresuramientos a dos voces: por un lado los psicólogos, prestos a ocupar nuevas plazas en el mercado
y por otro, el administrador de justicia buscando más elementos de prueba.

“La dimensión ética en la investigación psicológica” - Leibovich de Duarte -


Aspectos éticos involucrados en la investigación psicológica con seres humanos.
Luego de las inhumanas experimentaciones médicas realizadas en los campos de concentración durante
el nazismo, se elaboro el código de Nuremberg para establecer criterios básicos que rigieran la
investigación con seres humanos. Con este código, se establecen requisitos de consentimiento
informado que deben cumplirse toda vez que haya personas que participen como sujetos de
investigación:
- quienes participen como sujetos en una investigación deben hacerlo de manera voluntaria
- deben tener la capacidad legal para decidir su participación
- deben recibir completa información acerca de la investigación de la que participan
- dicha información debe serles presentada en un lenguaje que les resulte comprensible
En los códigos de ética de algunas provincias argentinas así como en aquellos internacionales, se
estipulan las obligaciones y responsabilidades de los psicólogos que realizan tareas de investigación con
relación al respeto y cuidado de las personas en su integridad y privacidad cuando participan como
sujetos de investigación, a la relación con otros colegas y al desarrollo de la disciplina y la profesión.
La investigación psicológica plantea temas éticos fundamentales en todo su transcurso: desde la elección
temática, diseño, realización, publicación de resultados, conclusiones y posible aplicación posterior de
dichos resultados.
1) Selección de temas de investigación
La elección de la temática que un investigador se propone investigar conlleva su responsabilidad de
evaluar las consecuencias que el estudio que se plantea encarar tendrá para los sujetos, para la
comunidad y para el avance de su disciplina. En este punto hay que preguntarse si el fin justifica los
medios.
En psicología no todo es científicamente investigable ya que hay muchas áreas en las que es imposible
realizar una investigación empírica.
2) Planeamiento de la investigación
Se refiere al tema metodológico en sí mismo. El modo en que se planea y lleva a cabo el proceso de
investigación es fundamental para evitar alcanzar conclusiones erradas o faltas.
Hay que tener en cuenta que una de las funciones y deberes de los directores de tesis es velar por el
cumplimiento de las normas éticas y de respeto por los derechos humanos durante todo el transcurso de
trabajo de tesis, desde la selección del tema hasta su presentación.
3) Proceso de investigación
Un tema éticamente fundamental es la protección de las personas que participan en una investigación, el
respeto de sus derechos, la garantía de su bienestar. Pero sus puntos nodales están referidos al
“consentimiento informado” de los participantes y al engaño y omisión, investigación encubierta, invasión
de la privacidad, anonimato y confidencialidad, daño físico o psíquico, falsificación de datos y plagio.
Temas presentes en los códigos de ética que se ocupan de los problemas inherentes a la investigación.
a) Consentimiento informado  se refiere a la aceptación voluntaria de los participantes a ser sujeto
de una investigación luego de haber recibido la información aclaratoria acerca de ella, sus
procedimientos y riesgos. La conformidad del participante debe quedar por escrito.
b) Engaño u omisión  muchos de los fenómenos que el psicólogo espera poder observar quedarían
invalidados si el revela el verdadero propósito de su investigación. Las normas éticas imponen que
una vez concluida la participación del sujeto, este sea informado acerca del real objetivo de la
investigación.
c) Daño físico o psíquico  Ej. la experiencia de Milgram de obediencia a la autoridad. El se proponía
estudiar cuales eran los limites de la obediencia humana. Cito a 40 sujetos a participar de un
“experimento sobre memoria y aprendizaje”. Así, un experimentador ordenaba a un sujeto (cuya
obediencia se observaba) que administrase castigos bajo la forma de descargas eléctricas de
intensidad creciente sobre una persona (quien conocía de antemano el papel). Es incuestionable el
daño psíquico al que Milgram exponía a los sujetos. La responsabilidad profesional (se debe hacer
aquello que beneficie al paciente), debe primar por sobre las supuestas ventajas de un diseño de
investigación.
d) Asimetría en la relación participante-investigador  La investigación de Milgram es un ejemplo de
la coerción que puede ejercer un investigador y del riesgo que ejerce ese poder. También la
experiencia de Orne son ejemplos de la asimetría que se puede crear en la relación investigador-
participante, ambas situaciones en las que los participantes sabían que podían retirarse de la
investigación en el momento que lo consideraran necesario y no lo hicieron. Por lo tanto, lo que es
necesario tener en claro son los limites de nuestro accionar como investigadores responsables
dentro de márgenes de respeto y cuidado. El dilema ético gira en torno a en qué circunstancias y al
servicio de qué se fomenta esa simetría que otorga poder al investigador y cómo se la dosifica
e) Invasión de la privacidad, la confidencialidad y el anonimato  la confidencialidad de la
información y la privacidad de los pacientes están resguardadas por el secreto profesional
f) Distorsión de datos y fabricación de resultados  todo ello son conductas fraudulentas y por
consiguiente, representan serias violaciones éticas.
g) Publicación de la investigación  proceder deshonestamente es por ejemplo citar palabras de un
autor sin la utilización de comillas, ya que es un plagio. También se debe tener en cuenta que en la
publicación de la investigación deben figurar todos aquellos que la llevaron a cabo, sin omitir a
nadie. En caso de que el trabajo sea realizado por un becario, el director de tesis debe figurar en el
mismo.
h) Manipulación de los resultados  la manipulación de resultados con fines ajenos al avance del
conocimiento o el bienestar de las personas involucra una grave falta ética. Es necesario que la
comunidad científica vele por la correcta utilización de los resultados de la investigación
psicológica.

La cuestión ética en investigación, es una cuestión de equilibrio entre los derechos de las personas que
participan como sujetos de una investigación y los intereses, avances y beneficios del conocimiento
científico. El rigor metodológico no exime al investigador de sus obligaciones éticas. Más bien, los
lineamientos éticos proporcionan el marco dentro del cual deben tomarse las decisiones metodológicas y
esas consideraciones éticas referidas a la investigación psicológica, deben ser entendidas dentro del
contexto más general de las normas y principios éticos consensuados por las comunidades profesionales
de psicólogos.
“Supervisión y conflicto de intereses: ética y deontología ” – Carlos Gutiérrez -
Se piensa a la tarea de supervisión, en la que el supervisor tiene una posición jerárquica distinta a la del
supervisado (supervisión por el código de la APA es entendida como un trabajo de docencia y
capacitación). No comporta la misma magnitud si la tarea de supervisión se realiza en un contexto
institucional que fuera del mismo ya que se podría tratar de relaciones múltiples, lo que incurriría
problemas de objetividad.
La tarea de supervisar un tratamiento clínico implica detenerse en los problemas de ese tratamiento, en
los errores de intervención, en las dificultades diagnósticas, etc.; y el supervisante debe buscar un
progreso de los tratamientos que conduce.
Es habitual que la tarea de supervisión sea parte de un dispositivo institucional en el que el supervisor
oficia también como evaluador del supervisado, siendo el responsable de la promoción del supervisante.
Es aquí donde se introduce una cuestión éticamente muy delicada y no prevista por la norma
deontológica. Por lo tanto, tal presión brinda las condiciones propicias para acentuar los aciertos, ocultar
los problemas e incluso falsear el material clínico. Tal conflicto de intereses no es un problema unilateral
del supervisor o del supervisado sino que surge de la supervisión misma, cuando ella se da en dicho
contexto institucional.
De esta manera, se consideran dos líneas de objeción a las relaciones múltiples en la supervisión:
- la que impide la objetividad en la evaluación
- la que altera el trabajo de supervisión por transferencias superpuestas

“La responsabilidad profesional: entre la legislación y los principios éticos ” – Carlos Gutiérrez y Gabriela
Salomone -
¿La responsabilidad profesional, debe circunscribirse a las disposiciones legales?
El profesional de la salud mental debe tomar como horizonte de su práctica los principios éticos, es decir
el resguardo de la subjetividad, a la vez que debe promover una mirada crítica sobre aquellos otros
aspectos que degradan lo humano condicionando su práctica, y por lo mismo, poniéndola en riesgo.
En su acto el terapeuta está solo y sin garantías de ninguna índole y solo tiene como respaldo su criterio
profesional del cual es único responsable.
La sujeción a la ley no puede ser la única guía de la conducta profesional, ya que es estrictamente el
criterio profesional el que deberá guiar el accionar del psicólogo. Este criterio profesional no debe
confundirse con los valores morales del terapeuta, sino que dependerá exclusivamente de la
responsabilidad a la que el terapeuta se ha comprometido en relación a los avatares psíquicos de su
paciente. Serán los principios éticos los que delimitarán el campo profesional.
¿Cómo conjurar el concepto de neutralidad en posibilidades de mantener el secreto profesional o
suspenderlo? El principio de neutralidad obliga a excluir la dimensión narcisista de los ideales,
poniéndolos en la pista del sujeto. Las cuestiones relativas al secreto profesional también deberán
someterse al principio de neutralidad.
Considerar la obligación del profesional de propiciar la intervención de la ley (por Ej. en caso de que su
paciente comunique que es violada por un familiar, o que su padre es golpeador o que conozca que ha
sido apropiado ilegalmente), no significa que consideremos al psicólogo un agente de la seguridad del
estado. Jamás podría ser ésta su función. En la medida que el horizonte de su práctica está definido por
el respeto a la subjetividad, la posición de neutralidad será el sitio del que no deberá moverse si no quiere
abandonar la pertinencia de su tarea. El secreto profesional debe estar siempre sujeto al principio de
neutralidad.

“El sujeto autónomo y la responsabilidad” – Gabriela Salomone –


El discurso deontológico-jurídico, como una unidad, se diferencia del discurso de la subjetividad. El campo
deontológico jurídico y la dimensión del sujeto conllevan diferentes nociones conceptuales: la noción de
sujeto, de ley y de responsabilidad.
Hay una diferencia entre la responsabilidad jurídica y aquella que compromete al sujeto del inconsciente.

Responsabilidad en el campo normativo 2 distintos modos para el sujeto de


confrontarse al campo de la
responsabilidad
Subjetiva
Punto donde la perspectiva
ética nos interpela

La responsabilidad subjetiva interpela al sujeto mas allá de las fronteras del yo mientras que la
responsabilidad jurídica se plantea en función de la noción de sujeto autónomo, la cual restringe la
responsabilidad al ámbito de la intencionalidad conciente.
El sujeto autónomo, es el sujeto de la intención y voluntad.
El sujeto del derecho, es toda persona susceptible de adquirir derechos o contraer obligaciones. El sujeto
del derecho es el sujeto considerado autónomo y cuando la persona no muestra estar en dominio de sus
facultades mentales, pierde su cualidad de autónomo y así, su responsabilidad ha quedado restringida o
anulada. El sujeto ya no considerado autónomo, es eximido de su responsabilidad jurídica.
Entonces, el sujeto del derecho, en tanto autónomo e imputable, es aquel capaz de responder por sus
actos, aquel cuya responsabilidad siempre le es ajena.
Al contrario, el psicoanálisis plantea un determinismo inconsciente que hace al sujeto responsable por
definición. El campo de la responsabilidad subjetiva, confronta al sujeto con aquello que perteneciéndole
le es ajeno. Ajenidad que no es causa de inimputabilidad. En este campo, el sujeto es siempre imputable,
pero no ya en términos morales o jurídicos, sino éticos.
Freud responsabiliza al sujeto de aquello que desconoce de si mismo, aquello de lo que el sujeto
considerado autónomo no puede dar cuenta. Sin embargo, no imputa al sujeto en el campo moral por
aquello que se juega en lo inconsciente.
No se debe confundir la responsabilidad moral, social o jurídica con la subjetiva.
Según Freud, en la renuncia pulsional se funda la ética, quedando la ética ligada a la ley, la cual obra con
una función de límite.
El sujeto esta compelido a responder por sus actos tanto en relación al Otro social como en relación al
Otro de la Ley. La intencionalidad que excede las fronteras de la conciencia, es desconocida por el campo
normativo.
En relación al encuentro entre el campo deontológico y la dimensión clínica, plantea el ejemplo de un
hombre que solicita un turno para hacer psicoterapia y en el primer encuentro plantea que el no quiere
realizarla, que sólo lo hace porque su mujer lo obliga (cuestión del consentimiento informado). Donde la
noción de sujeto autónomo nos llevaría a desresponsabilizar al sujeto, la experiencia clínica nos guiará a
confrontarlo con una responsabilidad inalienable. Se trata de un sujeto no autónomo pero responsable por
definición.

Módulo IV · La ética ante situaciones extremas.

“Diagnóstico y responsabilidad” – Carlos Gutiérrez –


- El diagnóstico como coartada
La intervención del profesional de la psicología en el ámbito jurídico suele ser la ocasión para una forma
de manipulación del conocimiento científico en cierta lógica de la exculpación prevista en la letra de la ley.
Como si sujeto y su responsabilidad fueran un apéndice que cuelga del diagnóstico.
Como en el caso de Althusser, si el testigo experto reemplaza al acusado, la escena judicial pierde toda
su eficacia al quitarle la palabra al acusado para dársela a los expertos. Así el acusado deja de ser el
sujeto de la interpelación para pasar a ser el objeto de una observación clínica. Se deja de lado cualquier
consideración sobre las acciones que alguien llevo a cabo para dar lugar al diagnostico que recubra su
acción. Lo que cuenta no es ya lo que hizo sino lo que es, él es solo una victima de la naturaleza psíquica.
La ironía final es que la búsqueda de un diagnostico que intentaba dar protección a las victimas de la
tortura en Sudáfrica, devino refugio de los torturadores y asesinos.
Cualquier diagnostico tiene un carácter encubridor de la posibilidad de que cada uno, que no es
cualquiera, pueda inscribir su sufrimiento o su responsabilidad sin refugios de ninguna índole.
El discurso social desconoce la singularidad del sujeto apelando a generalizaciones bajo el nombre de
victima o afectado.
La mirada de los técnicos funda un saber que opera como un segundo encubrimiento del sujeto
asignándole un diagnostico derivado mecánicamente del síntoma o construido en la observación
cuidadosa de aquello que segrega el trauma.
Confundir el síntoma con un diagnóstico, sustituyendo uno por otro, es borrar las huellas que conducen a
una pregunta, huellas que invitan al sujeto a interrogarse por eso que el porta. Hacer del síntoma un
diagnostico es transformar ese interrogante en una convicción nosográfica donde encuentran refugio
malestares diversos. A su vez el diagnostico empuja al sujeto a la creencia acerca de que hay otros que
sufren de lo mismo que el.
El diagnostico no puede ser utilizado como una coartada para ocultar actos atroces como ha sucedido con
los perpetradores en el caso sudafricano.
La escena judicial interpela al acusado concediéndole la palabra para hablar en su nombre respecto de su
acto. Esta interpelación opera como la ocasión propicia en la que puede emerger una posición subjetiva
que se sustraiga de la acción criminal para inscribirse como acto del sujeto en un campo de legalidad.
El titulo habilitante de los profesionales intervinientes, puede ser utilizado para llevar a cabo tareas que
son contrarias a toda obligación ética.
Se trata de todo un aparato dispuesto a consagrar una impunidad que mucho mas allá de los
“beneficiarios” directos, extiende sus efectos al conjunto de la sociedad.

“La seducción totalitaria” – C. Calligaris –


Cualquier dirigente nazi seria responsable. La posición de Speer (1er. arquitecto de Hitler y luego ministro
de armamentos del Reich) podría ser resumida así: la guerra era inevitable porque estaban los medios
técnicos para hacerla.
Speer tenía todo para ser un antifascista estético pero no lo fue. Era un excelente padre de familia, un
hombre culto, sensible. En el fondo, cuando el defiende la idea de lo que aconteció fue a consecuencia
del desenvolvimiento de la técnica en cuanto tal, esta diciendo en cierto modo la verdad, evidentemente
nunca toda la verdad.
El semblante de saber construido puede ser cualquiera, lo esencial es que sea sabido y compartido y que
de pronto nosotros quedemos funcionando, sabiendo lo que tenemos que hacer, como instrumentos de
este saber. Esto es lo esencial, “el contenido” de este saber no tiene la mas mínima importancia. Este
semblante de saber, cuando esta funcionando, es necesariamente totalitario en dos sentidos: el sentido
por el cual necesariamente el tiene que extenderse, porque el hecho de haber personas, sujetos, que no
reconocen este saber que estamos compartiendo, personas que no aceptan funcionar como instrumentos
de este saber, es algo que lo contradice, entonces el solo puede extenderse en un horizonte totalitario. Lo
que por otro lado no es muy difícil porque en el fondo la muerte del sujeto que no estaría aceptándolo a
este saber realiza el funcionamiento de este saber, porque reduce finalmente a este sujeto a la posición
de instrumento de este saber.
Respecto de la pasión de la instrumentalización, hay una segunda hipótesis a comentar: la satisfacción de
esta pasión de la instrumentalización, esta salida de la neurosis del lado de perversión, no tiene precio
para el neurótico. Que un sujeto para funcionar en un sistema tenga que matar a millones de personas,
esto es un precio que tal vez la mayoría de los neuróticos este dispuesto a pagar para tener acceso a este
tipo de funcionamiento.
A Rudolf Hoess se le pregunto como podría gozar matando así, como ese goce fue posible. A lo que
responde que ellos son los errados porque su goce no era matar personas, su goce era ser un funcionario
ejemplar, y para ser un funcionario ejemplar hasta estaba dispuesto a matar personas.
En cuanto a la obediencia debida, para poder conseguir una salida al sufrimiento neurótico banal, el
neurótico pueda considerar que cualquier precio es bueno.
El autor piensa que esta pasión de la instrumentalización es el ordinario de la vida social y su inercia
natural, pues la responsabilidad no puede considerarse como siendo solo de los dirigentes. Pero el lazo
inercialmente es totalitario, en el sentido en el cual la tendencia natural va en dirección de la alineación
total del sujeto a su posición instrumental. La inercia normal del lazo social es que el sujeto sea cada vez
mas, nada mas que un instrumento del funcionamiento del lazo.
El principio básico de un régimen totalitario es efectivamente una gestión total de la vida cotidiana. Cada
vez mas para llegar a una verdadera alineación en la cual un sujeto se sustenta solo en su función de
instrumento.
La constitución neurótica podría ser descripta como relación a un saber paterno siempre supuesto y
entonces como una incertidumbre acerca de lo que se quiere. Desde este punto de vista, saber lo que
hacer consigo mismo como instrumento es evidentemente un privilegio.
Encuentro que el pasaje del lado del ser para el lado del tener, es un fenómeno decisivo de nuestra
modernidad y tiene una implicación importante relativa a lo que hablamos antes: cuanto mas lo que
estábamos persiguiendo (el ideal fálico) esta del lado del tener, tanto mas el saber paterno va a
presentarse como saber sabido y compartido.
Tal vez ya estemos en una transformación del síntoma social, que para Freud es un síntoma social
neurótico, en un síntoma social perverso.
Un horizonte que introduce la promesa de un goce satisfactorio en el semblante. Porque promete el
acceso a un saber sobre lo que queremos y puede prometerlo, en la medida en que lo que queremos esta
del lado del tener.
“La ética del analista ante lo siniestro” – Fernando Ulloa –
El psicoanálisis se sostiene en un propósito: el develamiento de aquella verdad que estando encubierta,
para el propio sujeto que la soporta, se presenta como síntoma. El psicoanálisis es una propuesta ética.
La condición humana es de naturaleza trágica en tanto entrecruzamiento conflictivo del amor y del odio,
del cuidado y la agresión, de solidaridad y egoísmo.
Un-heimlich
fliar

siniestro
El secreto de familia, que como factor patógeno, opera en la historia de algunos individuos. En estas
familias algunos de los personajes “están en el secreto”, el secreto les es familiar e incluso les confiere
poder. El resto de la familia, de acuerdo a la naturaleza de lo oculto, suelen sufrir sin saberlo a ciencia
cierta, las consecuencias de la malignidad infiltrante de lo que les es ocultado. Se convive con algo que se
ignora aunque se lo presiente inquietamente. Se puede sumar a lo oculto la propia negación frente a lo
extraño. Comienza así a surgir el efecto siniestro. Es como la malignidad infiltrante de un cáncer ignorado,
o quizás denegado, pero existente.
Ej. “caso Paula”. Siendo secreto no hay oportunidad de palabra que articule los hechos de un relato.
Entonces le secreto infiltra y pervierte todos los vínculos y estructuras psíquicas de Paula.
El único remedio posible contra la malignidad de lo siniestro es el develamiento de aquello que lo
promueve, simultáneamente al establecimiento de un nuevo orden de legalidad familiar. Aun dentro de lo
doloroso de esta explicación, de este hacer justicia, la verdad operara como incisión para drenar, aliviar y
curar el abceso de lo siniestro. El escenario de lo siniestro traspasa los limites de una familia y cobra la
dimensión de la sociedad.
Los efectos de lo siniestro dependen del lugar que se alcanza con relación a lo oculto.
El lugar de las victimas esta ilustrado en los terribles relatos de los sobrevivientes.
La propia lucha por romper lo oculto fortalece frente a sus efectos. Son los que intentaron salirse del lugar
paralizante desenmascarando lo clandestino.
La mayor verdad es la mentira que encapucha la evidencia.
Quien se propone psicoanalista esta atrapado en la cuestión de ser o no ser frente a miles de calaveras,
recuperadas o desaparecidas que lo interrogan no tanto en cuanto a lo que aconteció, sino principalmente
en cuanto al testimonio de verdad que su practica rinda.
El olvido como valor social, no solo instaura una cultura siniestra con todos sus efectos, sino que
promueve la repetición de los hechos.
El psicoanalista, concorde con su ideología, podrá o no aproximar su colaboración directa al campo de los
derechos humanos, pero si es cabalmente analista, si su practica no desmiente las propuestas teóricas
del psicoanálisis, no podrá dejar de hacer justicia desde la promoción de verdad como antídoto frente al
ocultamiento que anida lo siniestro.
La tortura es absolutamente contrarrevolucionaria en cualquier circunstancia.

“La transmisión de un patrimonio mortífero: premisas éticas para la rehabilitación de afectados ” – Marcelo
Viñar –
No es lo mismo el horror, que el relato ante el horror.
El testimonio y la denuncia son una necesidad y una trampa, un compromiso ineludible donde hay que
entrar y salir, no quedar capturado en la narración de la escena sádica.
El retorno y la actualización del horror implica una responsabilidad etica en el consultorio de la escena
publica. No todo silencio implica complicidad adaptativa ni todo sufrimiento implica elaboración y
progresión que construye.
Necesitamos otro marco distinto del modelo médico para emprender nuestras acciones, para justificar
nuestra ética, para revisar nuestro errores. No se trata de combatir sino de pensar.
No hay salud en la transmisión de un patrimonio mortífero y violento. Hay apenas la pena de una
reapropiación dolorosa, simbólica, menos loca y menos mortífera, en el punto final que en el de partida.
Sabemos que el horror no metabolizado, no significado simbólicamente, vuelve, retorna, insiste como el
virus que contagia mordiendo siempre a los mas débiles.
¿Qué tipo de psicoterapia para torturados?
Lo único que podemos hacer es lo que sabemos hacer: descifrar enigmas. Explorar como cada persona
singular se inscribe en el abanico de respuestas de lo que socialmente llamamos traumatismo o catástrofe
social. Leer en cada quien su sufrimiento y su silencio, leer con el lo que es reconocimiento y lo que es
omisión y negación frente a lo acontecido.
En la transmisión del patrimonio mortífero que es herencia de todos, cada elaboración y significación deja
su resto de indescifrable, de incomprensible y excesivo. Cada sujeto y cada generación se apropian de la
historia al advenir a ella y materializan o encarnan los mitos de los que preceden.
No hay psicoterapia especial para torturados o familiares. Lo que hay, o no hay, es sensibilidad y
disposición del terapeuta para recorrer un itinerario de horror en que la realidad ha redoblado y
confirmado los espantos del fantasma y cuando se esta disponible no alcanza con el humanismo heroico.
Mirar el horror de lo que paso y con ello construir el porvenir, sin la captura de la repetición traumática que
redobla el traumatismo. Restablecer la disociación pasado-presente y calmar la intrusión alucinante del
traumatismo, restituyéndolo a la categoría de recuerdo pensable, son un duro trabajo.
Mal servicio hacemos a los pacientes confirmándolos en su posición de héroes o víctimas que el discurso
social les asigna.

“Desastres y catástrofes” – Ficha de Cátedra –


Los desastres y catástrofes son los modos en que la naturaleza, el propio cuerpo y la relación con el
semejante se manifiestan en sus formas extremas desbordando las capacidades materiales y simbólicas
para enfrentarlos.
Desastre se trata de un trastocamiento de los elementos que están por fuera de la órbita del sujeto,
identifica al evento cuya gran magnitud lo torna disruptivo.
Catástrofe refiere a la alteración de las referencias simbólicas en los sujetos cuando la magnitud del
evento excede las capacidades singulares y colectivas.
El primero de los términos pondría el acento en el fenómeno objetivo mientras que el segundo lo haría en
lo subjetivo.
Freud afirma que el desvalimiento y la desprotección, si bien sentimientos infantiles, acompañan al
hombre a lo largo de toda su vida. La humanidad ha generado en todos los tiempos modos de mitigar tal
desvalimiento, a través de representaciones, de mediaciones simbólicas que hacen posible soportar el
desvalimiento humano constitucional promoviendo sistemas de sentido y formas posibles de acción aun
sobre el trasfondo de la indefensión irreductible. Sin embargo, la naturaleza, el propio cuerpo y el orden
social constituyen fuentes permanentes de amenaza. Ciertas circunstancias, enfrentan al sujeto a la
desprotección estructural a la que está sometido desde el nacimiento.
El desastre se torna a su vez catástrofe subjetiva.

Naturaleza
La vulnerabilidad frente a la naturaleza es propia de la condición humana. Mediante el desarrollo de las
fuerzas productivas la humanidad ha generado los medios para protegerse de las inclemencias de la
naturaleza pero siempre existe un núcleo irreductible, un punto de exceso en el que la naturaleza no
puede ser controlada. De esta manera, se revela la insuficiencia e ineficacia de las mediaciones
simbólicas (instrumentales y normativas), confrontando a los seres humanos con ese punto de
indefensión estructural. Algunas de esas manifestaciones agreden al individuo desde afuera (desastres
atmosféricos y geleologicos) y otras se desarrollan dentro de su propio cuerpo (virus del HIV o los genes
mutados).
Accidentes
Los accidentes suponen la intervención del azar sumada al error humano, la negligencia o los intereses
creados. Se sitúan en un punto de intersección entre la actividad humana y el orden natural. La
naturaleza, que se había visto transitoriamente superada, vuelve a imponer sus limites y, aquello que
operaba como mediación deviene un factor de agresión contra el propio ser humano.
Economía
Esta ligada a la condición de escasez del ser humano. Puesto que los medios para la supervivencia de la
especie son limitados, se debe hacer de ellos una cuidadosa economía. El actual sistema económico ha
significado un avance con relación a los sistemas económicos que lo precedieron, a la vez que ha traido
consecuencias negativas.
Armamento
La fabricación de armamento influye directamente en la relación que el ser humano establece con el
semejante en tanto rival. Se trata no ya de las fuerzas productivas sino destructivas.
Instituciones
La agresividad constitutiva de los seres humanos se ve exacerbada en nuestro tiempo histórico por un
deterioro de las mediaciones normativas. Se tratan dos tipos de violencias: la creciente inseguridad de la
vida cotidiana (secuestros, robos, asaltos) y la que se origina cuando las instituciones destinadas a
proteger y formar (policía, educadores, justicia, familia) devienen agentes de agresión.
“Niños desaparecidos en Argentina: lógica genocida y apropiación ilegal ” – A. Kletnicki –
Interesa indagar en que medida las apropiaciones ilegales de niños, producidas durante la dictadura
militar a partir de marzo del ´76, admiten ser leídas dentro del marco conceptual de genocidio.
La destrucción de un número de miembros de un grupo tiene como causa central su identidad. En cuanto
al genocidio, la victima del acto homicida no es elegida en función de su identidad individual, sino en
razón de su pertenencia al grupo receptor de la violencia.
El campo de intervenciones del psicoanalista es el de las singularidades en situación.
En cuanto a la apropiación ilegal de niños, el grupo que sufre la acción criminal se configura a partir de la
mirada del genocida, que es quien convierte a una serie heterogénea de criaturas completamente
imposibilitada de constituir una comunidad, en la minoría receptora de su violencia.
El autor se pregunta que rasgo es el que unifica, a priori, a estos niños desaparecidos de su identidad.
Los hijos son desaparecidos porque los han sido sus progenitores. La lógica genocida esta incrustada en
la dinámica del crimen filiatorio que constituye la apropiación ilegal. Dicha catástrofe pueden ser en si
mismas generadoras de subjetividad ya que al secuestro y apropiación física del niño debe adicionarse la
apropiación psicológica, teniendo en cuenta que la usurpación de los lugares paternos y las marcas que
desde esta posición se transmiten, se aportan las condiciones para estructurar un sujeto.
Hallamos en la verificación del robo de las funciones parentales el núcleo del crimen filiatorio, ya que la
función de filiar imprime sobre el niño un orden estructural y unos contenidos que no están
predeterminados. El eje fundamental de la cuestión reside en reconocer que no hay sujeto en el inicio,
que no hay en el inicio condición subjetiva dada, siendo dicha subjetivacion una condición de llegada, una
adquisición derivada de un proceso de construcción.
En cuanto a la restitución, hay que considerar que la subjetividad no se rearma como un rompecabezas
que se desarmo, buscando un encastre correcto, ya que una vez que una situación se ha puesto en
movimiento, generara una catarata de efectos sobre el sujeto, enfrentándonos con las huellas de lo
probablemente irreparable. Cuando el objeto en cuestión es un sujeto, la complejidad de la situación deja
entrever los limites de la ilusión reparadora del derecho.
La lógica genocida no se ha limitado a producir la desaparición física de los padres de las criaturas
secuestradas, sino que también se ha hecho extensiva a la supresión de la identidad, extendiendo sus
consecuencias a la interrupción de la trama generacional que funda el orden humano y ha producido una
ruptura que no es solo individual sino también social.
Respecto a quien ha sido apropiado ilegalmente, el crimen filiatorio se dirige a dos lugares diferentes:
apunta a la supresión de su identidad singular proponiendo el corte con la generación que lo antecede,
pero también es un crimen que vuelve a desaparecer a sus padres, ya que se orienta en la dirección
opuesta a la de la historizacion de sus biografías personales y de los sucesos de su tiempo.
Pero el crimen filiatorio agrega la complejidad de una tercera muerte, ya que adiciona un corte brutal en la
historia singular y colectiva, en tanto interrupción en la continuidad de las generaciones.
El restablecimiento de la ley social, la eficaz operatoria de la intervención jurídica o el reservorio de la
memoria colectiva no alcanzan para subsanar lo roto en el campo de la constitución del sujeto, poniendo
en evidencia los limites para reparar las consecuencias del crimen filiatorio.
La ley, mediador simbólico por excelencia, puede pensarse en una doble acepción: una LEY con
mayúsculas) que es condición necesaria para la fundación y estructuración del psiquismo y una ley (con
minúsculas) cuya producción hace referencia a cada uno de los sistemas sociales, particulares, en los
que el hombre se desenvuelve.
Cabe pensar que lo simbólico no se deja apresar completamente por la ley escrita, en tanto que el signo
distintivo de cada acontecer humano es ser una singularidad en situación. Pero además, la instancia
jurídica no tiene atribuciones para abarcar por completo los acontecimientos singulares sobre los que
resuelve, ya que hay algo fallido en el ordenamiento de su intervención. Por esa razón, algo quedara
siempre por fuera de lo que la misma llega a regular. La inconsistencia de la ley para cubrir todo el campo
de acontecimientos sobre los que legisla, requiere la puesta en acto de la responsabilidad subjetiva, ya
que el vacío de certeza propio del campo jurídico solo puede ser suplementado por una decisión del
sujeto. Entonces, en la sanción jurídica queda resaltado un punto de inconsistencia que denuncia la
presencia de una falta real, de un imposible, que no puede recubrirse del todo con ningún elemento de lo
simbólico.
La trasgresión de la ley social y la determinación de la culpa jurídica que conlleva, encuentran en el marco
del derecho la consecuencia del castigo. Pero las fallas de la ley que se expresa por la vía del
padecimiento subjetivo no funciona de igual modo el contexto judicial de penalización.
El robo de las funciones parentales ha forzado el crecimiento de un niño en el seno de una familia que no
es la suya y a partir de ese entramado ofrecido le resultaría posible inscribirse en lo humano y constituirse
como sujeto. Toda apropiación ilegal es una herida abierta en el seno de una sociedad, al tiempo que una
marca singular para quien sigue padeciéndola continua e ininterrumpidamente.
Tanto si un niño ha sido expropiado de muy chico o de mas edad, tiene el derecho de elegir conocer su
identidad (restitución de la identidad, tendiente a subjetivar la identidad recuperada) y habrá que ver en
que sentido cada sujeto pronuncia su respuesta, ya que parece no quedarle otra opción que la de hacerse
responsable de lo que decida. Justamente la operación de que tiende a subjetivar la identidad recuperada
es la operación que resta, que escapa a la garantía de la ley social, ya que su realización depende de si
se han podido fundar las categorías que hagan eficaz el trabajo de lo simbólico para que el sujeto pueda
cuestionar las viejas incertidumbres y reconstruir las representaciones en las que se asentaba hasta el
develamiento de la verdad. En el caso de los jóvenes que todavía ignoran su origen, no ha servido para
detener la ejecución de un crimen pero, el paso del tiempo ha hecho que se puedan homologar la lógica
de la responsabilidad subjetiva con la jurídica, porque para ambos ordenamientos el estado carece de
autoridad para decidir en nombre del sujeto (aun cuando se trate de un sujeto victima de un crimen
filiatorio). Se trata del sujeto jurídico en tanto tiene derecho a la identidad pero también del sujeto del
deseo, que no se puede hacer culpable pero tampoco desresponsabilizarlo, ya que una vez que ha
realizado su movida, y ha tomado la decisión de saber o no saber, no podrá de hacerse cargo de los
efectos que produzca su jugada.
En la actualidad, la potestad del estado para intervenir se ha reducido, priorizándose el derecho a la
intimidad por sobre cualquier otro con el que entra en conflicto. La posibilidad de restituir la identidad
queda subordinada a la decisión previa de quien ha sido apropiado ilegalmente, el sujeto deberá desear
saber, tendrá que poder cuestionar sus certezas y pronunciarse sobre el recorrido a seguir. En tanto
psicoanalistas, y sin renunciar al deseo de develar la verdad, habrá que prestarle el tiempo que requiera
para interrogar sus propias fisuras. Se trata de poder interrogar hasta donde nos esta permitido avanzar
cuando el sujeto en cuestión no demanda saber. Nos preguntamos si alguien debe ser obligado a conocer
su historia.

“Veinte años son nada” – J. Fariña y C. Gutiérrez –


¿Qué ha sido la empresa nazi sino un gigantesco sacrificio al Otro? La maquina totalitaria organizada a
partir del ideal de la raza pura reclama mas y mas cuerpos ofrendados en el altar del dios oscuro.
En el holocausto ¿desaparece la responsabilidad del victimario? ¿y de las victimas?. Detrás de esas
figuras de la culpa o de la exculpación Será necesario interrogarlo. Responsable es aquel de quien se
espera una respuesta. El sujeto debe responder por sus actos y se trata en general de una apelación para
que ésta pueda asumir sus dichos o actos (dichos o actos que se suponen siempre voluntarios y
concientes). Se la interpela en el plano de lo manifiesto, tratando así tales acciones como meros hechos
que escapan a su conciencia.
Pero desde nuestra materia, la pregunta por la responsabilidad no supone un cuestionamiento a la
persona sino a la interpelación al sujeto, se trata del deseo inconsciente. La culpa se constituye así en el
reverso de la responsabilidad. Cuando la responsabilidad del sujeto se halle ausente, aparece como
reverso el sentimiento de culpa, el remordimiento, el arrepentimiento.
El obediente no escucha, oye la orden y la ejecuta, en cambio del sujeto responsable se espera que
escuche y que hable.
Ej. de sobreviviente de la ESMA, electricista, que una vez dejado en libertad fue llamado a que arregle
una picana eléctrica. Respondió “no puedo” y frente a eso no tomaron represalias para con el,
comenzaron a torturar a las personas con un instrumento mas rudimentario que producía muertes mucho
mas frecuentes. Conmovieron a este hombre al punto tal de cambiar su decisión y reparar finalmente la
picana. En su testimonio aclara que tomo la decisión porque no soportaba ver a los torturados en esas
condiciones.
La tragedia de la tortura hará de cada cual lo que su cuerpo le dicte. Ante la opción de hablar o callar hay
alguien que elige. El problema etica no lo tendrá el sujeto durante la tortura, solo después, si vive para
contarlo. Se trata de construir una verdad histórica en cada uno, vestir ese vacío con el velo del recuerdo
encubridor. Pero esta no e suna operación clínica, es una operación cultural que castigue los delitos, que
señale a los distintos responsables sin aceptar la infame coartada de la obediencia y que introduzca una
verdad insoslayable, una legalidad que en tanto lazo social sea soporte de lo humano.
Veinte años señala un extenso lapso de tiempo para la vida humana, un tiempo suficiente para olvidar
incluso los dolores mas intensos. Pero los 3 tiempos de la exculpación (punto final, obediencia debida,
indulto) han pulverizado esa medida. Veinte años no son nada cuando, dándole la espalda a toda
posibilidad de olvido genuino, se nos empuja a sofocar el dolor de cada día, a no mirar el rostro que aun
llora y a no oír por la noche el grito que no cesa.
“El desastre y su procesamiento: la insuficiencia jurídica ” – C. Gutiérrez e I. Lewkowicz –
La idea del texto es presentar como se enfrenta la cultura a circunstancias de desastre, como se enfrenta
discursivamente a los desastres que sobrevienen, especialmente cuando son generados por los propios
seres humanos. Se sitúan en el juicio a los responsables del exterminio nazi, 17 personas enjuiciadas de
los cuales 4 fueron absueltas y el resto condenado a pensa de muerte.
Se discute si solo esas 17 personas fueron los responsables de los horrores de la guerra y de la
planificación del exterminio. Especialmente se detienen en el juicio de Eichmann (transportista), juicio
para muchas personas, que fue realizado con el objetivo de establecer la responsabilidad de esta persona
respecto del exterminio.
El era un simple engranaje, un simple agente de transmisión, era un brillante empleado administrativo,
que debía organizar la disposición de los trenes que transportaban a los deportados. En esas cosas el era
un especialista.
Eichmann responde “yo tenia ordenes y debía ejecutarlas de acuerdo a mi juramente de obediencia. Por
desgracia no podía sustraerme y de hecho nunca lo intente. Era un instrumento en las manos de fuerzas
superiores. así es como las cosas ocurrían, así era la guerra. Las cosas estaban agitadas, todos
pensaban que es inútil luchar contra eso, seria como una gota de agua en el océano, cosa que no hará ni
bien ni mal”. Luego agrega “todo lo que yo no hubiera hecho lo habría hecho otro”. Todos sus argumentos
sostienen la idea de la determinación a la que se estaba sometido.
En esta perspectiva no puede hacerse responsable a nadie en la medida en que tiene que haber voluntad
de hacer daño para que la responsabilidad tenga lugar en el campo del derecho. Todo aquello que decía
lo exculpa ante los ojos del derecho porque lo ubica en el terreno de la obediencia debida a los
superiores.
Todo su testimonio no fue mas que un esfuerzo constante y sistemático de negación de la verdad y esto
para anular su verdadera cuota de responsabilidad, o por lo menos para disminuirla lo mas posible.
Se logro fijar la responsabilidad de Eichmann quien, según la Corte, se había demostrado que había
actuado sobre la base de una identificación total con las ordenes y una voluntad de realizar los objetivos
criminales y en la medida que se identificaba con las ordenes criminales, compartía la voluntad de hacer
daño.
Pero la verdadera cuestión reside en que la obediencia no es ajena a la responsabilidad. La obediencia es
el crimen. La responsabilidad del sujeto reside exactamente allí, en ese punto en que se ofrece como
instrumento de la maquinaria. El decidió ser un engranaje, que se cuente con el y no con otro hombre.
La lógica del derecho no alcanza a comprender que la obediencia puede ser algo del orden de la
responsabilidad y de este modo se cancela la posibilidad de creación de sentido que permita reconstituir
no lo perdido, sino la continuidad histórica.
Eichmann dice que no tuvo intervención en el exterminio, solo en la deportación. Y es justamente esta
obediencia lo que lo hace culpable de los asesinatos en serie.
Hay un desastre cuando algo de lo real se le escapa absolutamente a nuestra regla de cálculo. Un
desastre o una catástrofe indica en principio una alteración en el orden regular de las cosas. ¿Qué pasa
con un orden de regularidades cuando le sobreviene algo que lo excede?. Procesar una catástrofe es
algo mas que dejar tras las rejas a los responsables: es también pensar la responsabilidad. Como se
planteo en el caso de Eichmann, incluso si se lo deja tras las rejas no se produce la responsabilidad,
porque no esta en la capacidad del dispositivo jurídico juzgar la responsabilidad de este tipo de crímenes,
de delitos que llamamos catástrofes.
Se plantean 3 esquemas: catástrofe, trauma y acontecimiento.
Bajo el esquema de la inundación que se retira, el trauma puede ser llamado trauma como esquema de
un desborde. Cuando se van las aguas se reconstituye un orden. Finalmente con las marcas simbólicas
previas se puede procesar eso que cuantitativamente lo excedía porque cualitativamente era compatible.
En el caso del acontecimiento se puede pensar que sobreviene algo en exceso cualitativo respecto de
una estructura y no le alcanza a la estructura previa para procesarlo, entonces hay que inventar otra cosa.
El acontecimiento nombra ese termino suplementario que puede procesar a la vez los términos previos y
lo que ha sobrevenido. La alteración no ha sido temporaria sino estructural.
En el caso de los juicios nazis, el procesamiento jurídico de la situación no puede inscribir una marca
suplementaria porque es justamente la organización jurídica la que ha colapsado para procesar lo que es
un juicio.
Se puede llamar catástrofe a las situaciones en las que ninguna marca previa sobrevive con eficacia al
aluvión, ninguna marca previa tiene capacidad simbólica para operar.
La ley jurídica funciona como mediación normativa: es norma pero no media, ejerce pero no funciona,
administra sellos y papeles pero no ordena la situación de modo tal que haya humanidad pues su función
mediadora ha caído. La insuficiencia de lo jurídico refiere a un estado de catástrofe perpetua porque es
cosa ya juzgada, porque ya esta juzgado pero la cuestión sigue ahí intacta, intocada. Esta en la misma
estructura de la ley la imposibilidad de procesar algo de esta cualidad nazi. Hay una incapacidad del
orden jurídico de señalar otro orden de responsabilidades que no sea jurídico.
Un evento histórico no queda procesado cuando se logra decir “es justicia” sino que queda procesado
cuando a partir de esa operatoria se instituye un nuevo mapa de responsabilidades sobre lo hecho y
sobre lo por hacer. Que haya gente tras las rejas no significa que haya responsables. Para que sean
responsables tienen que ser responsables de sus actos.
Sobre condiciones anticipables, la ley establece que se debe hacer y que no y establece que en
condiciones que no son anticipables “se vera”. El “se vera” es un agujero legal en la ley que es
constitutivo de la estructura misma de la ley. Cada vez que estamos frente al estado de excepción,
Auschwitz es posible. La ley sabe muy bien procesar los crímenes que anticipa, pero no puede procesar
su estructura misma, que admite la excepción. Entonces los juicios nazis bien podrían ser llamados
catástrofes porque las marcas previas, no pueden procesar eso de manera tal que haya mediación entre
los hombres en condiciones de nazismo. El virus no es el nazismo, sino el estado de excepción. Lo
jurídico es insuficiente, lo cual no significa que haya insuficiencias en lo jurídico. Lo jurídico como tal no es
el ordenador, no es el remedio, no es el estructurante para este tipo de situación que opera en los puntos
ciegos de lo jurídico a partir del estado de excepción.
La catástrofe es el punto en el que no hay precomposición, no hay reestructuración, no hay
reorganización. En ese punto tiene que ocurrir algo por primera vez y si no, no acontece nada. Ocurre
siempre lo mismo.

“Especificidad en la tortura como trauma. El desierto humano cuando las palabras se extinguen ” – M.
Viñar -
De la tortura, de eso no se quiere saber ni se puede creer. Lo mas traumático no es el trauma mismo, sino
la desmentida del hecho traumático.
Cuando el psicoanalista recibe un sujeto marcado por situaciones extremas como torturados,
sobrevivientes del campo o de masacres, ¿cuál es su posicionamiento como terapeuta y como
investigador?, ¿qué materia traen a elaborar en análisis los sujetos de estos vejámenes, los afectados y
su entorno?.
Reducir el horror a una categoría común de trauma es conceptualmente erróneo, además de éticamente
condenable.
Hay un inalcanzable de la representación del horror por lo que la solución de ese trauma no es accesible
por la vía catártico-abreactiva. La meta terapéutica no es la resiliencia, la meta terapéutica busca un
reencuentro con la temporalidad psíquica, con un devenir y una reapropiación del fuero interior que
permita discriminar el pasado del presente, que el sujeto pueda acceder a su actualidad y no quede
incrustado, anclado al trauma, como fuerza de atracción que satura el presente y el futuro en un
determinismo lineal y fatal con aquel pasado. Se trata de leer no tanto al trauma sino en como cada sujeto
lo registra, lo inscribe y lo significa: la singularidad de la respuesta.
En análisis se trata de repersonalizarse, cuando se esta fuera de si es necesario rehabitarse. Un modo de
fracaso es cuando el analizando se instala irreversiblemente en la posición de victima.
Es un desafío para el psicoanálisis tener acceso a un espacio de intimidad, construirlo al mismo tiempo
que se lo convoca. No quedarse en una semiologia exterior objetivante que habla de secuelas, sino
fundar una semiologia relacional, donde desde la experiencia intima el sujeto transforma la secuela en
marca creativa que define su retorno a la condición de ser humano singular. De esta manera, el objeto de
estudio no es solamente identificar las secuelas y la minusvalías de los afectados, sino integrar su
experiencia y su relato en un proyecto de vida.

“Memoria, victima y sujeto” – I. Lewkowicz y C. Gutiérrez –


La condena al sufriente deja a la victima como la estación terminal de una búsqueda equivoca que, al
detenerse allí, deja impune cualquier crimen.
El desaparecido, el muerto, el torturador, no son en si mismos lugares que justifiquen el homenaje o el
aprobio.
La atribución de cualidades a la victima supone una marca distintiva, una diferenciación ya que con ello se
lo distingue del resto, de la masa vulgar. Pero esas marcas no son una vía de singularizacion: ellas le son
atribuidas desde un campo que impide al sujeto toda sustracción del mismo haciéndolo colapsar bajo el
destino mortífero de esa marca. Si alguien esta destinado al sacrificio (victima), el sujeto se agota en esa
marca que el otro le asigna. Hacer del sufriente un mártir es dejarlo en el martirio rindiéndole homenaje.
La victimizacion es la contracara de la culpabilización a la victima. Al ver a la victima como que todo
padecimiento en ella es producto del daño infligido, se tiende a creer que la victima habita la inocencia
mas absoluta y se pierde de vista la peculiar posición del sujeto frente a aquello que lo ha dañado y frente
al daño mismo, que nunca es tan uniforme como se cree. La desresponsabilización del sujeto es el
alcance ultimo de este movimiento encubridor y la alineación al sentido que se le ofrece es un campo al
que el sujeto suele entregarse para liberarse de la angustia de pronunciar una palabra como sujeto,
hablando en su nombre, en posición de sujeto del deseo.
Ir del síntoma al diagnostico es borrar las huellas que conducen a una pregunta, que invitan al sujeto a
interrogarse por eso que él porta. Hacer del síntoma un diagnostico es transformar ese interrogante en
una convicción nosográfica donde encuentran refugios malestares diversos. El diagnostico empuja al
sujeto a la creencia acerca de que hay otros que sufren de lo mismo que el. El diagnostico le permite al
sujeto un refugio en donde puede desentenderse de su posición de sujeto deseante. De esta manera se
enmudece el síntoma que habla.
Hoy en día hay una razón: si algo ocurrió debe quedar incólume en la memoria de los hombres. Y así el
pensamiento fácil deviene progresista. La noción omnipresente de victima viene a sustituir al concepto
precario de sujeto. La identidad especifica de los grupos queda establecida mediante la identificación del
especifico mal que se les ha hecho. El síntoma opera como el recubrimiento tenaz de cualquier marca
singularizante.
Con la memoria tal identidad es victimaria. La victima es un rehén de la memoria. Por otro lado hay una
política que intenta olvidar para curar las heridas del pasado.
Hay algo que no se debe olvidar. Existe una enorme distancia entre no olvidar el crimen y no olvidar a la
victima.
La posición de sujeto exige una ruptura con las determinaciones de la memoria. La historizacion es la
operación de alteración de esas marcas por el advenimiento de un termino productor de sujeto. La
irrupción subjetiva marca un punto de exceso a partir del cual caen las determinaciones de la memoria.
Las identidades colectivas se sostienen en el borramiento de la diferencias singulares que la conservación
de la memoria asegura y que una versión documentalista de la historia exige.
La historizacion critica de las marcas de la memoria supone que esas marcas interpelen al sujeto ya sea
para conservarlas o para dialectizarlas ficcionalmente: aquí se ubica la responsabilidad, en el modo en
que responde el sujeto a esta invitación de las marcas. No es posible prescindir de las marcas de la
herencia y por ello se trata un sujeto para el desafío administrarlas. La primera de las posiciones vive de
las marcas y la segunda vive a partir de las marcas.
2 matrices de pensamiento, 2 posiciones de sujeto, 2 modalidades de relación con el pasado

El sujeto no es función de la victima, el síntoma no es función del diagnostico, la historia no es función de


la memoria.

Módulo V · Ética y responsabilidad ·

Fariña, J. Ética Profesional. Dossier. Acápite 3.3 El estatus de la responsabilidad sobre los actos
El autor habla del conflicto entre la obediencia y los valores éticos y cómo por ejemplo la experiencia de
Stanley Milgram en la Universidad de Yale acerca de la obediencia a órdenes criminales es una de las
explicaciones que la psicología ha intentado dar al problema.
El experimento de Milgram fue plasmado en el film “I…como Icaro”. “Usted continúe, yo asumo toda la
responsabilidad”, es la frase empleada en la versión cinematográfica para reforzar el carácter de la
experiencia, destinada a explorar cómo se comporta un hombre cuando una autoridad legítima le indica
que debe actuar contra un tercer individuo.
Los resultados de la experiencia indican que dos de cada tres personas llegan a administrar descargar
consideradas peligrosas; esto ha sido usado para intentar explicar la obediencia a órdenes aberrantes
durante la guerra o situaciones de tortura.
El ‘torturador’ de la experiencia de Milgram no está en modo alguno ante la misma elección que el
torturador argentino de la realidad; al contrario que éste último, aquel se halla en presencia de un
‘torturado voluntario’ dispuesto a sufrir por el bien común (en este caso el conocimiento científico).
En la línea de aportes psicoanalíticos a las cuestiones de la ética y la obediencia, el escrito de Jorge
Jinkis “Vergüenza y responsabilidad” fue escrito como reflexión ante la promulgación de la Ley de
Obediencia Debida en Argentina. Dice Jinkis: “(…) si se pudiera reconocer en los relieves mórbidos de un
crimen sus coordenadas simbólicas, no se volvería por eso irreal el crimen, y la intervención de un
analista siempre irá en el sentido de reintegrar esas coordenadas a la historia del sujeto quien se volvería
entonces responsable de un crimen real. Esa responsabilidad (…) no se configuraría acabadamente sin el
castigo.”
Ofrece un punto de vista diferente del “consensualista” para el psicoanálisis, el establecer la
responsabilidad no podría ser nunca función de un ‘saber y entender promedio’, sino por el contrario, de
las implicaciones singulares, y por lo mismo universales, de acción cometida.

Jinkis, J. “Vergüenza y responsabilidad”


Entre la ley conocida como “del punto final” y la llamada ley de “obediencia debida” o de “exculpación”, se
consuma la pérdida de una dignidad que puedo haber sido.
Un proyecto de destrucción económica del país se acompañó de secuestros, torturas y la muerte de miles
de personas. Más tarde, luego de una derrota bélica los militares argentinos escamotearon (engañaron,
dibujaron) la delimitación de responsabilidades. Ahora se suma, que el conjunto de la sociedad civil, a
través de sus representantes electos, declara de hecho y por omisión, no sin apelar a toda clase de
eufemismos, que algunos “delitos atroces y aberrantes”, la tortura entre otros, no son tales, o que las
personas que los cometieron no son punibles por haber actuado “…en estado de coerción bajo
subordinación a la autoridad superior...”
Nuestra objeción es ética.
La condición esencial del hombre es el deseo. Si el hombre dividido por el lenguaje habla sin saber lo que
dice, aquel deseo lo vuelve responsable de lo que dice.
Responsable es aquel de quien es esperable una respuesta. No digo “conciente de lo que hace” ni “que
se hace cargo de lo que dice”, sino culpable de lo que hace y dice.
La ley de obediencia debida, en su artículo primero, apenas alude un “estado de coerción”, pero lo hace
como si se tratara de subsumir una situación particular bajo un concepto consagrado e indiscutible.
A partir del reconocimiento de que no hay sociedad sin una instancia de autoridad se vuelve posible la
entrada de una psicología que estudie las vías indirectas del ejercicio del poder y la génesis de la
obediencia.
Es necesario que cada uno niegue la presencia de su deseo y admita en cambio el interés general que no
es sino uno de los nombres del orden garantizado por la autoridad. En la obediencia pasiva a este orden
se reconoce el interés real del sujeto.
Cuando se deja de lado la legitimidad de la autoridad, el problema deja de ser quién gobierna para
convertirse en la cuestión psicológica de comprender qué significa obedecer.
La intencionalidad no puede restringirse a las fronteras del yo.
Cuando se encuentra que el culpable de un delito es un demente, o que en su momento, por embriaguez
o algún otro factor que se juzgue determinante de la obnubilación de la conciencia del sujeto, el mismo no
se halla en posesión de su razón, las leyes considerarán a estas circunstancias como atenuantes
decisivos para decidir la imputabilidad o no del actor del hecho. No nos interesa discutirlo, sino indicar
que hay mucha psicología en los fundamentos de este proceder.
Las leyes permiten que los jueces puedan creer que en las citadas circunstancias el hombre no es
responsable de sí mismo, y que el raciocinio del que se muestra capaz en esos estados no es suficiente
para considerar que él lo gobierna. De esto se suele concluir que tal hombre es incapaz de tener una
intención.
Si se pudiera reconocer en los relieves mórbidos de un crimen sus coordenadas simbólicas, no se
volvería por eso irreal el crimen, y la intervención de un analista siempre irá en el sentido de reintegrar
esas coordenadas a la historia del sujeto quien se volvería entonces responsable de un crimen real. Esa
responsabilidad (…) no se configuraría acabadamente sin el castigo.

Mosca, J. C. “Responsabilidad, otro nombre del sujeto” en Ética: un horizonte en quiebra.


La responsabilidad interpela a un Sujeto, quien debe, o puede, dar “respuesta”, responder, por su acto. La
responsabilidad se refiere a la singularidad de un Sujeto en acto.
La cuestión a interrogar no es del orden de lo judiciable, no está en la línea del crimen y el castigo, el
pecado y la condena o la virtud y la recompensa. El interés está puesto en la subjetivación de una acción,
si es así ya no será una acción cualquiera, sino una que recae finalmente sobre el Sujeto, poniéndose
éste en acto.
El autor toma la obra literaria de Jean Paul Sastre “El muro”. En su texto sastre plantea la cuestión de la
responsabilidad. El muro transcurre en la España de la guerra civil. Un grupo de prisioneros es arrojado a
un sótano, entre ellos está Ibbieta. Lo suben a una habitación, lo interrogan, le piden que denuncie a un
líder anarquista, a Ramón gris. Le ofrecen: es su vida por la tuya. Ya está planteado el problema ético. Se
le pide no un testimonio falso, sino la verdad. Le dan quince minutos más para pensar. Y pensar pierde al
hombre. Ibbieta sabe algunas cosas. Primero, sabe que la apuesta es fuerte, lo matarán. Sabe también
dónde está escondido Ramón Gris, en casa de su primo, y sabe que somos todos mortales. Pero no iba a
hablar, de puro testarudo y para burlarse de ellos. Ibbieta habló, para mentir, para engañar, burlar al otro,
al tirano, a esos oficiales severos. “está escondido en el cementerio”, mintió Ibbieta. Y dijo la verdad. Allí
encontraron a Ramón Gris y lo mataron.
Éste es el relato, que termina con el protagonista llorando de risa, o riendo hasta las lágrimas. La primera
exculpación posible para Ibbieta es la ignorancia y el azar. No sabía que había abandonado ese refugio y
se hallaba escondido en el cementerio. Azar: el azar quiso que con su elección de una confesión
mentirosa terminara diciendo la verdad, sin saberlo.
Allí donde el neurótico podría declararse no responsable, Freud lo hace responsable de un deseo. Deseo
que viene del Otro como demanda ante la cual el Sujeto se somete. Se somete al mandato superyoico
para liberarse de la culpa.
En el tratamiento de este tema conviene desanudar culpa y responsabilidad como se debe desanudar
culpa y angustia. La culpa, (metáfora económica) subraya un ‘deficit’ de Sujeto, la responsabilidad un
‘superávit’ de Sujeto. Superávit que inmediatamente podría anularse, en general deviniendo culpa.
Lacan propuso en su seminario acerca de la ética que la única cosa de la que puede ser culpable un
sujeto es de haber cedido su deseo. El Sujeto cede en el camino del deseo para amoldarse a los
mandatos del superyó. Cuanto más renuncia el sujeto al deseo, más se acomoda a las demandas
superyoicas, paradójicamente más culpable se siente. Entonces con Lacan decimos: sólo se puede ser
culpable de haber cedido en su deseo. El yo no es propietario del deseo, pero sí el Sujeto es responsable
de su puesta en acto. Es el sentimiento de culpa el hilo conductor para encontrar la dimensión de
responsabilidad subjetiva. Es sujeto es siendo. Nunca del todo realizado, pero siendo. De eso debería dar
respuesta, de la razón de su ser en la razón deseante. En esto el sujeto no tiene otra elección pero no por
eso es menos responsable. En este sentido, Ibbieta, es responsable, no quizás ‘culpable, pero
responsable de abrir la boca aún en la ignorancia, responsable de haber deseado vivir. Cita a Lacan: ‘De
nuestra posición de sujeto somos siempre responsables…el error de buena fe en entre todos el más
imperdonable.”

*Alemán, J. Nota sobre Lacan y Sartre: el decisionismo.


Teoría de la decisión en Sartre. El ‘humanismo’ de Sartre no tiene nada que ver con el humanismo que
considera al hombre como centro y como medio de todas las cosas. No es el humanismo ingenuo de
creer que el hombre es dueño de sí mismo, que se domina a sí mismo. El entiende por humanismo otra
cosa, dice: “yo quiero que se entienda qué consecuencias tienen que el Otro no exista, qué quiere decir,
de verdad que Dios no existe”. Ser ateo quiere decir que no hay en el Otro ninguna garantía con respecto
a lo que le sucede al existente como tal. Un verdadero ateísmo, dice Sartre, es cuando finalmente se
extiende el concepto de responsabilidad; se es verdaderamente ateo cuando se ha mostrado que, en la
vida, la responsabilidad gana definitivamente la escena.
Para Sartre aquél que dice que fue arrastrado por las pasiones, o quien se quiere amparar en que el
medio le ha impuesto una determinada elección está en la mala fe, porque es una excusa, es buscar
justificaciones en un determinismo. Lo contrario de la mala fe es la angustia, el hecho de que la elección
se hace sin garantías; no hay ninguna posibilidad de elegir que venga de antemano, que no es que el
sujeto reúne todos los datos del problema y luego delibera, saca una conclusión y elige, sino que la
elección lo hace sujeto, la elección constituye al sujeto. Sartre dice que estamos condenados a elegir. La
elección de la que él habla no puede ser confundida con un ‘querer’ de la voluntad, con una decisión
yoica; que, evidentemente, no puede ser pensada como un acto voluntarista.
El plantea el psicoanálisis existencial. Dice que lo importante es la falta de ser. A él no le interesan cada
uno de los deseos, sino el deseo. Hay que deducir de las distintas inclinaciones de cada sujeto lo que es
su deseo. El psicoanálisis existencial de Sartre lleva a cada sujeto a captar su elección originaria. Es
decir, cada sujeto se curaría en la medida que se aceptara como injustificable; cada sujeto debería
descifrar e interpretar, por los procedimientos retroactivos, su falta de ser.

*Salomone, G. El sujeto dividido y la responsabilidad. En La transmisión de la ética…


Los dos tipos de responsabilidad (la jurídica y la subjetiva) convocan a dos posiciones subjetivas
diferentes.
La responsabilidad subjetiva es aquella que se configura a partir de la noción de sujeto del inconciente,
sujeto no autónomo. Tal responsabilidad subjetiva se distingue de la responsabilidad entendida desde el
discurso jurídico, pero también se debe diferenciar de la responsabilidad moral. En tanto el concepto de
responsabilidad jurídica es un concepto específico y bien recortado en función del sistema de referencias
legales, constituye una de las formas de responsabilidad moral. Responsabilidad jurídica y moral
responden a una misma lógica.
Freud nos alerta de una responsabilidad que atañe al sujeto en relación a aquello que desconoce de sí
mismo. No se trata de la responsabilidad moral o social, sino de la responsabilidad subjetiva.
las mociones inconscientes se expresan de modo desfigurado a través de las operaciones fallidas. Es por
este motivo que encontramos en estas acciones fallidas un sentido; un significado que se asocia al
propósito inconsciente que persiguen, más allá de la intención o voluntad inconsciente.
No se trata de confrontar al sujeto con la dimensión de los valores compartidos, n de confrontarlo con la
referencia moral. No se trata de la realidad objetiva, sino de la realidad psíquica. Freud nos guía allí en la
distinción entre la dimensión moral y la dimensión del sujeto. Freud ubica la responsabilidad en relación a
aquel propósito inconsciente.
En todas las formaciones del inconsciente un elemento accesible a la conciencia es medio de expresión
de otra cosa, de algo desconocido pero sobre el cual podemos suponer un ‘saber no sabido’. Nos
enfrentamos al campo de la responsabilidad subjetiva, y su relación con aquello que perteneciéndole al
sujeto le es ajeno. Tal amenidad no es tomada por Freud como causa de inimputabilidad; por el contrario
es a ese punto donde dirige la responsabilidad. Pero Freud no imputa al sujeto en el campo moral por
aquello que se juega en lo inconsciente. No debemos confundir la responsabilidad moral, social o jurídica
con la responsabilidad subjetiva. No toda responsabilidad subjetiva es judiciable.
La responsabilidad subjetiva, en el corazón de la dimensión ética, surge de esa hiancia en lo simbólico
que llama al sujeto a responder, produciéndolo. Es el sujeto que situamos como efecto; como efecto de la
palabra que lo divide. En las manifestaciones del inconsciente se manifiesta esa división del sujeto, que el
yo experimenta como punto de inconsistencia. El yo se desorienta frente a esto que le es ajeno. Esos
puntos de ruptura, de quiebre del sentido, puntos en que se manifiesta la falta estructural, son puntos en
los que podemos suponer las mayores potencialidades de efecto sujeto.

*Domínguez, M. E. Los carriles de la responsabilidad: el circuito del análisis. En La transmisión de la


ética…punto 2.
El circuito de la responsabilidad
El circuito de la responsabilidad está compuesto por un tiempo 1 donde se realiza una acción determinada
en concordancia con el universo de discurso en que el sujeto se halla inmerso y que, se supone, se agota
en los fines para los que fue realizada, la cual se ve confrontada en un tiempo 2 con algún indicador que
le señala un exceso en lo acontecido. Tiempo donde el universo particular se resquebraja posibilitando la
emergencia de una pregunta sobre la posición que el sujeto tenía al comienzo del mismo. Se debe hallar
retroactivamente en el lazo asociativo entre tiempo 1 y 2 una hipótesis clínica que sitúe la naturaleza de
esa ligadura. Finalmente será necesario un tiempo 3 que verifique la responsabilidad subjetiva, una toma
de posición en relación a lo universal inscribiendo un acto que produzca un $.

La hipótesis clínica será la encargada de explicar el movimiento que supone que el tiempo 2 se
sobreimprime al tiempo 1 resignificándolo.

*D’Amore, O. Responsabilidad y culpa. En La transmisión de la ética…


No se puede plantear una dimensión ética sin moral. No hay responsabilidad subjetiva (singularidad) sin
culpa (dimensión particular). El sujeto del acto coincide con el de la responsabilidad subjetiva. La
responsabilidad subjetiva es otro nombre del sujeto, del sujeto en acto.
Responsable: es aquel de quien es esperable una respuesta. Jinkis reformula la definición clásica para
decir: “Responsable: no digo consciente de lo que hace ni que se hace cargo de lo que dice, sino culpable
de lo que hace y dice.”
La respuesta esperada queda sujeta a ese pasaje por la culpa; en la que ya no cuenta la intención y la
pretendida autonomía de la conciencia, pues introduce una dimensión deseante más allá de ella. La culpa
es en este sentido, una condición para el circuito de la responsabilidad subjetiva. Es la culpa la que obliga
a responder.
La culpa depende de una operación simbólica: la interpelación subjetiva. La interpelación subjetiva es la
puesta en marcha del circuito. Luego la culpa obliga a una respuesta ad hoc (a propósito para un fin
concreto) a la interpelación. Dado el tiempo 2 que es el de la interpelación en el circuito, se funda en su
resignificación el tiempo 1, facilita una respuesta que aunque todavía no es considerada tiempo 3 (aquél
de la responsabilidad subjetiva) responde a la interpelación.
El recorrido del circuito es invariante en cuánto a la lógica que instrumenta: la retroacción. No responde
cronológicamente sino con lógica de retroacción, hace que vuelva sobre una acción que ya sucedió.
La culpa hace a la retroacción, hace que se retorne sobre la acción por la que se ‘debe’ responder. Dado
un tiempo 2, el de la interpelación, la ligadura al tiempo 1 es ya una obligación. No hay forma de no
responder, pues la interpelación exige respuesta. La interpelación es en términos económicos lo que
genera deuda, culpa. La interpelación implica una deuda por la que hay que responder, es el llamado a
responder para volver al surco de lo moral, en este caso la respuesta es particular. No hay singularidad en
la vuelta al surco moral porque la respuesta resulta un taponamiento de la dimensión ética. Se abre como
respuesta a la interpelación un abanico de posibilidades: el sentimiento de culpa, la proyección, la
negación, la intelectualización, la formación sintomática. La culpa moral está en las antípodas de la
culpabilidad del deseo. La culpa moral tapona el acceso a un orden de deseo. Estas respuestas difieren
del tiempo 3 como responsabilidad subjetiva. El efecto sujeto es también una respuesta a la interpelación
pero desde una dimensión ética. Y eso implica la noción de acto en la que el sujeto se produce. Al hablar
de efecto sujeto, se habla de acto. El sentimiento de culpa se diluye en el efecto sujeto y es una respuesta
de dimensión ética. Se llaman éticas a las singularidades que hacen desfallecer al particular previo.

*Ariel, A. La responsabilidad ante el aborto.


La responsabilidad del sujeto frente a su propio acto. Un acto implica una decisión tomada por fuera de
los otros, sin los otros. Implica una decisión por fuera de lo moral (del bien y del mal) una decisión por
fuera de la ley. El acto es una decisión y no una acción. Un acto implica una decisión que tiene
consecuencias para quien lo produce y también para los otros. Pero para los otros mi acto constituye una
acción. Lo que los otros ven en la dimensión de mi acto es una acción, por eso nadie puede juzgar a otro
por su acto, pero si por sus acciones.
(Es medio complicado el texto…me costó entenderlo, recomiendo pegarle una leída a ver que más se
puede sacar)

*Freud, S. La responsabilidad moral por el contenido de los sueños.


Freud se pregunta: “¿Debemos asumir la responsabilidad por el contenido de nuestros sueños?”
responde que sí. El contenido del sueño no es el envió de un espíritu extraño, es una parte de mi ser; se
debe asumir la responsabilidad por las buenas y malas aspiraciones que se encuentran en uno. Eso
desconocido, inconsciente y reprimido no es mi yo, pero está en mí y produce efectos sobre mí.
Pertenece a un ‘ello’ sobre el que se asienta el ‘yo’.

Módulo VI · Bioética y filiación: nuevas cuestiones éticas y epistemológicas

Abuela opinas sobre Doltó


El texto hace referencia a un diálogo con la Dra. Fracoise Doltó publicado en ‘Psyché’ en diciembre de
1986 el cual evidencia una desinformación de y a la Dra. Doltó. El diálogo se concentra alrededor de un
equívoco insistente: la adopción de niños homologada a la apropiación de niños.
Textual:
La opiniones de Doltó están referidas a una realidad que no corresponde a la nuestra. Nuestros niños,
bebés, bebés nacidos en cautiverio fueron criminal y violentamente arrancados de los brazos de las
madres, padres, hermanos, abuelas y abuelos. Están ilegalmente adoptados como propios, es decir,
apropiados, privados de su verdadera identidad, lo que implica ser tratados como objetos, partes del
saqueo. Aún alimentados y cuidados ésta es la condición que subyace.
Las situaciones de hecho son de fraude y falsificación sin Ley y sin Verdad. Las figuras de los
apropiadores no representan figuras parentales o de padres adoptivos sino que ocupan el lugar parental
desde la impostura.
La voluntad de apropiación utiliza la invalidez del infans para montar un andamiaje de mentira que lo
captura en dicha invalidez. El aparato psíquico de los niños secuestrados se desarrolla en esta situación
de captura y de enajenación de su deseo.
Lo que funda la identidad es el deseo de vida de los padres unido a la propia pulsión de vida del bebé. El
deseo de vida se va haciendo autónomo, pero debe pensarse, en el origen, íntimamente ligado al motor
que lo generó; el deseo parental. Esta configuración de deseos que es origen de la vida, es la base de la
identidad. Lo que hay en la impostura es un intento de alienación del deseo inconsciente, de reducir al
niño a su necesidad, a enajenarlo como persona, como sujeto de deseo.
Las Abuelas de Plaza de Mayo llaman restitución al acto de recuperación de los niños secuestrados. Acto
psíquicamente fundante porque se asienta en la verdad y en la Ley y libera al psiquismo infantil de la
fundación falsa en la que se encuentra capturado; porque restablece un orden de legalidad familiar que
posibilita el deseo, el encuentro con la propia identidad y la inserción en la legítima cadena generacional.
En el texto se puntúan diferentes opiniones de Doltó expresadas en el diálogo donde hay confusión
reiterada del contexto y las Abuelas responden a cada una. Las más importantes son las siguientes:
*-Dice Doltó: ‘Si se lo arranca de la familia adoptiva se le puede estar repitiendo la experiencia que vivió
con los padres naturales.”
-Aquí se tratan como homogéneas la situación de restitución y la situación de arrancamiento-
cercenamiento del secuestro-apropiación.
En la situación de apropiación los niños fueron arrancados, sin palabras y con violencia real,
sumergiéndolos en un proceso de ocultamiento y de enajenación, arrancados de su identidad, de su
historia personal y familiar. En este tipo de actos se desconoció toda ley, la trasgresión se hizo ley y la
perversión la modalidad de vínculo.
En la situación de restitución no hay repetición, las palabras son dichas y, desde la ley se permite el
acceso a la verdad. Es una situación nueva que se basa en la articulación de la verdad y la justicia. El
revelamiento de la verdad, aunque dolorosa es la posibilidad de volver a tomar contacto con el proyecto
de vida de sus padres y con la configuración de deseos que son su origen. También resulta
profundamente estructurante saber que sus padres jamás los abandonaron y que sus familias los han
buscado tenazmente desde su desaparición.
*-La Dra. Doltó expresa su preocupación por resguardar el período edípico de los niños.
-Estos niños, en el proceso de estructuración de su identidad se vieron obligados a desplazar los
referentes parentales en figuras identificatorias falsas. Al encontrarse con la verdad, no hay crisis de
identidad y nada ‘demuele’ su estructura psíquica. Lo que e observa en la práctica es el desmoronamiento
de las figuras fraudulentas de sus captores. Los lugares identificatorios parentales vuelven a ser
ocupados por las figuras de sus legítimos padres, finalmente los legítimos significantes primordiales.
*-El contexto del cual Doltó extrae su experiencia al referirse a las ‘secuelas de la guerra’ o a los
‘acontecimientos de la guerra’, es el de la Segunda Guerra Mundial.
-Nuestros niños no son niños abandonados o perdidos por sus familias durante una guerra y a quienes
cualquiera acoge. Son niños identificables, con familiares ubicables. Niños secuestrados de sus propios
hogares o nacidos después del secuestro, en un contexto de Terrorismo de Estado sólo comparable al
exterminio judío por los nazis.

“Restitución del padre” – C. Gutiérrez –


La cuestión referida a los niños expropiados durante la dictadura militar era como nombrar a los padres
biológicos de los niños y también como nombrar a los “padres” con los que pasaron a convivir. Surgieron
nuevos términos para designar una antigua función: “padres biológicos”, “padres del corazón”, “padres de
crianza”, “padres psicológicos”. Pero no se trata solo de términos.
Es necesaria una decisión jurídica sobre la paternidad. La paternidad necesita una decisión desde la ley.
Lo jurídico supone la ley atada a la palabra que se dice, a la palabra enunciada por alguien en particular.
Plantea 2 ejemplos:
1) La decisión del Rey Salomón para dirimir la disputa entre dos mujeres que reclaman un mismo niño
2) El ex-comisario Samuel Miara, apropiador de los mellizos Matías y Gonzalo Reggiardo Tolosa

1) Ante el soberano se presentan 2 prostitutas que reclaman al mismo niño como propio. Una de ellas
asfixio a su hijo y ahora reclama un hijo ajeno. Ambas dicen que el niño vivo es el propio y que el muerto
es el de la otra. No hay testigos ni forma de constatar la verdad de los hechos.
El padre no es cierto pero la paternidad es verdadera. Ella solo se sostiene en tanto función y se reconoce
en un doble movimiento. El hijo puede reconocer a su padre solo si este lo ha reconocido previamente.
Tal reconocimiento esta sujeto a leyes de cada cultura: red simbólica que nomina el lugar paterno
prescindiendo de la constatación genética. Entonces si padre y madre no se corresponde necesariamente
con sus funciones biológicas es posible indicar que el hijo nace tanto del padre como de la madre. Se
trata de aquel que encarna la función y cumple su oficio de transmitir una ley en carácter de agente de la
misma.
Volviendo al ejemplo, el rey ordena que se corte al niño en 2 y que se le entregue una mitad a cada una
de ellas. La decisión del rey Salomón debe ser considerada como un gesto de fastidio, una decisión
terrible que expresa un capricho sanguíneo. Queriendo un hijo, la mitad de eso se parece a la nada. ¿Qué
es el padre real? El que obliga a una doble renuncia: hacia la madre y hacia el hijo. Salomón es quien
introduce esa decisión del corte. Frente al corte, cada una de las mujeres dará su respuesta. Una de ellas
decide renunciar al niño, decide cederlo para mantenerlo vivo y frente a esa respuesta, Salomón advierte
que ahí hay una madre. No se trata de haber descubierto a la madre, sino de haber encontrado una
madre. La renuncia funda un lugar que Salomón sanciona como el lugar materno.
La otra mujer en cambio, acepta el despedazamiento del niño.
¿Qué es una madre? La que cede su objeto mas preciado, la que por su castración se somete a la ley
paterna en una renuncia del lado de la cultura.
Para que el orden humano sea tal, no basta con el padre, la madre y el niño: hace falta un termino
decisivo que es la ley. Ese termino ordena las distintas funciones y es el que permite que de la cría nazca
un hijo encadenado a una genealogía fundadora. Es la instancia de la ley la que instituye y nombra todos
los lugares.

2) Los mellizos Matías y Gonzalo Reggiardo Tolosa fueron apropiados ilegalmente por el sub-comisario
Miara y su esposa, la Sra. Castillo (quien había perdido un embarazo y su marido lo “resolvió”
entregándole a dos niños).
En este juego alguien pierde. Un hijo pierde al Padre porque Un-Padre impostor usurpo su lugar. Ese
encuentro en el lugar perdido es el espacio propicio para la perdida de una función.
Hablar desde el lugar paterno en nombre de la ley convoca a la prohibición y Miara, en cambio, habla
desde la usurpación, y de ahí no puede surgir prohibición alguna.
Miara, con su mentira, hace un intento por velar la verdad de la castración, de la propia. ¿Qué es el padre
simbólico? El que introduce una tercera renuncia, la propia. No se trata de ser padre, porque el padre no
tiene ser, sino de oficiar de padre, y es el resultado de lo instituido por una tradición.

Destacar como decisivo el amor de la crianza es forjar una variante sentimental que oficia de coartada
para un acto de delincuencia profunda, al llamar paternidad a una practica de pillaje. Designar como
“padres históricos” a los ladrones de niños es una operación renegatoria de la historia misma.
Se trata de lograr que el padre recupere su lugar, a situar un discurso de la verdad, un discurso que
remite a principio de división fundador. Para cada uno de nosotros, ser hablado por los procedimientos
jurídicos de la sociedad constituye el elemento primero de nuestra entrada en la vida. La restitución de
niños desaparecidos a sus legitimas familias, es un acto de restauración de la función paterna. La
restitución no es del niño sino del Padre. Si reintegrar el sujeto a su historia tiene algún sentido humano,
solo lo será al sostener la ley desbaratando la impostura.

“Niños desaparecidos: la construcción de una memoria” – A. Kletnicki –


La apropiación de niños toma como punto de partida la realización de un delito que comienza con la
desaparición del niño que debió ser, continua en la negación del nombre, de la historia, del deseo que lo
esperaban y extiende sus consecuencias en la interrupción de la trama generacional que funda el orden
humano, produciendo así una ruptura no solo individual sino al mismo tiempo social, colectiva, porque son
niños que han quedado perdidos en el entramado generacional.
Veinte años después de la dictadura militar, se sigue hablando sobre los efectos en la constitución del
psiquismo de la acción de un delito continuado y permanente.
Catástrofes como la nombrada, pueden ser en si mismas generadoras de subjetividad, en tanto lugar de
producción de las únicas marcas con las que se ha podido contar. Desde la usurpación de los lugares
paternos y de las marcas que desde esa posición se transmiten, se aportan las condiciones para
estructurar un sujeto. La restitución aparece como la pieza clave de una etica centrada en el develamiento
de lo oculto.
Respecto de la restitución, es ilusorio sostener una reconstrucción de lo destruido, una reparación de lo
perdido, un reencuentro con lo que hubiera correspondido ser. Cuando el objeto en cuestión es un sujeto,
la complejidad de la situación deja entrever los limites de la ilusión reparadora del derecho.
Puede pensarse para la ley una doble acepción: una Ley (con mayúscula), condición necesaria a la
fundación y estructuración del psiquismo y una ley (con minúsculas) cuya producción hace referencia a
cada uno de los sistemas sociales, particulares, en los que el hombre se desenvuelve. La transgresión de
la ley social y la determinación de culpa jurídica que conlleva, encuentran en el campo del derecho la
consecuencia del castigo, pero para las fallas de la otra Ley, las que se expresan por la vía del
padecimiento subjetivo, no funciona el contexto judicial de penalización. Si el campo del derecho tiene
como pretensión poner fin al delito y restablecer con la sanción la situación anterior, hallamos una
dificultad para pensar con igual criterio y optimismo sobre sus consecuencias en el sujeto. Si para el
derecho la ley cubre lo que falta y repara lo que se ha roto, el psicoanálisis indica que algo de lo alterado
no vuelve al lugar original. Hay un real allí sobre el que no puede volverse atrás del todo.
Lo ofertado por los apropiadores, implica la constitución de una configuración identificatoria falsa, en la
medida en que toda la situación se asienta en el robo. La verdad que revela el derecho es una verdad a
medias: devela el delito y restituye al apropiador al lugar del criminal. Así lo desaloja de la paternidad.
Pero eso no significa que reacomoda al niño, ni que anule las identificaciones que le daban consistencia
imaginaria.
SI a pesar de las circunstancias originales de la apropiación se han podido fundar en el sujeto las
operaciones que hagan eficaz lo simbólico y permitir procesos de reconstrucción de las representaciones
en las que se asentaba, puede producirse un quiebre que no conduce a una fragmentación devastadora y
las posibilidades de escribir una historia distinta para ese sujeto es factible.
Debe saberse que la subjetividad no se rearma como un rompecabezas que se desarmo un día porque si
hay reconstrucción posible se hará con otras piezas, aunque no pueda prescindirse del todo de las reglas
o los recortes del juego original. La salida a producir no obedece a causas puramente azarosas porque se
resalta que esta articulada con aquello que la estructuración del sujeto este en condiciones de generar.

*”Cuestiones éticas y epistemológicas ante la experimentación psicológica con niños.” Fariña, M.


Se presentan diferentes casos:
Argentina: a fines de 1984 se publica en el diario La Capital un artículo titulado “Los verdaderos padres
son los padres psicológicos” íntegramente dedicado a analizar el proceso de restitución de niños
encarado por las Abuelas de Plaza de Mayo. La autora se mostraba adversa al proceso de devolución de
los niños a sus legítimas familias. El argumento utilizado consistía en afirmar que el lazo sanguíneo que
unías a los niños con sus abuelas era irrelevante frente a los casi diez años que en algunos casos habían
permanecido en sus familias sustitutas. Un grupo de psicólogos ligados al movimiento de derechos
humanos ensayó una respuesta bajo el título “Los verdaderos padres son los padres”.
Guatemala: En un filme documental llamado “Guatemala, democracia bajo el fusil” se puede ver una
imagen que espantó al mundo: en los desfiles militares durante la actual democracia, un niño encabeza la
formación de infantería. Ataviado con boina negra y el clásico uniforme camuflado, la ‘mascota’ del
ejército guatemalteco es, en realidad, un huérfano cuyos padres campesinos fueron muertos por las
propias acciones militares al devastar las aldeas. Queda en evidencia la estrategia de ‘mejoramiento’
llevada adelante por los militares en Guatemala. Muchos niños fueron arrancados de sus aldeas y
desplazados a las llamadas “aldeas modelo”, donde se les impone el español como lengua normativa y se
los educa en un clima de aceptación de la presencia militar como rasgo tutelar de sus vidas. Muchos más
tarde ingresan al ejército incorporando una ideología de odio por las comunidades campesinas.
Estados Unidos: El caso de Baby M. un matrimonio, cuya mujer era infértil, realizó un contrato legal con
una joven, en virtud del cual ésta sería inseminada artificialmente. Al cabo de nueve meses, de nacer la
criatura sana, el bebé sería entregado al matrimonio y la joven recibiría a cambio U$S10.000. al nacer la
niña, la madre decidió quedarse con ella y dejar sin efecto el compromiso contractual. Luego de un
controvertido fallo, la corte dictaminó que la niña pertenecía al matrimonio. El fallo de la corte fue apelado
y se desató una de las polémicas jurídicas más conmovedoras.
Finalmente, la corte resolvió que el bebé era hijo del hombre (quien aportó el esperma) y de la joven,
otorgando sin embargo la tenencia de la criatura a la pareja y regimentando para la joven un sistema de
visitas.
En 1986 Doltó visita la Argentina y produce un gigantesco equívoco al proponer la noción de ‘segundo
trauma’ para comprender el problema de los niños secuestrados.
Otros profesionales han manifestado, siempre en nombre de las condiciones culturales de vida del niño, el
ambiguo satatus de “deseo del niño”; esto llevó a algunos funcionarios e intelectuales a reclamar la
opinión de los propios niños afectados a la hora de tomar la decisión judicial. Descargando sobre el niño
el peso de una decisión que no está en condiciones de tomar.
El caso de Mariana Zaffaroni, una niña desaparecida junto a sus padres en 1977 y localizada por Abuelas
en 1984 se constituiría en uno de los paradigmáticos de este drama.
Cuando los abogados de Abuelas y la justicia argentina inician las acciones destinadas a restituir a la niña
a su familia de origen, el agente furci se fuga al Paraguay llevándola consigo. Antes de partir, la niña,
inscripta bajo el nuevo nombre de Daniela Romina Furci envía dos cartas a su abuela de sangre. En estas
es obvia la manipulación de Furci en la redacción de las cartas, aunque la firma de la niña es auténtica y
elementos posteriores mostraron que la niña llegó a suscribir sus contenidos.
Declaraciones de Seineldin en un célebre reportaje representan una interesante síntesis de la lógica
militar. Al ser interrogado acerca del secuestro y cambio de identidad de niños él responde con soltura y
convicción: “se trataba de niños sin padres, cuyos padres estaban condenados a muerte, entonces,
hicimos lo mejor que se podía hacer por ellos, les dimos nuestros hogares, nuestras propias familias.” Así
se expresa la idea de ‘mejoramiento’ de los niños: separándolos de sus hogares naturales, se espera
modificar su futuro.
En el secuestro de niños hijos de ‘subversivos’ los militares no temieron la biología. La genética no
constituyó un problema para la adopción fraudulenta. Estas formas de experimentación sobre la filiación
de los niños ya tenía antecedentes. Durante la Segunda Guerra Mundial, cuando el III Reich aún soñaba
con la hegemonía de la raza aria. Se pusieron en marcha dos estrategias: la de los célebres ‘Lebesborn’
(fuentes de vida), maternidades en las que jóvenes alemanas eran fecundadas por oficiales SS. Y la otra
es la del secuestro de niños yugoslavos y polacos que reunían los rasgos físicos arios, s los trasladaba a
Alemania y se los adoptaba en familias nazis que no podían tener hijos.

“Lecciones de Potestad” Fariña, M.


Potestad:
Monólogo se inicia con un personaje en escena, El hombre cincuentón, macizo, se presenta a si mismo, a
su mujer y a su hija, reconstruyendo una escena ocurrida en el pasado. Se empieza a dibujar una escena
familiar. La descripción de la posición de la mujer subraya aún más el difícil vínculo que existe entre ellos.
Problemas de comunicación, problemas sexuales. La posición y movimientos de la hija acentúan los
rasgos de identificación a su padre. Un marido ex deportista que reprocha a la mujer una indiferencia que
lo desautoriza como macho; una esposa ausente, aislada tras sus auriculares; una hija, aparentemente
púber, estudiando su lección de historia en el living de la casa de familia.
Suena el timbre y al dirigirse a la puerta se encuentra con un desconocido que le quiere hablar a solas
con su hija Adriana. El se niega pero el desconocido insiste: “… por favor, ya no estamos en la época de
antes…”El desconocido ingresa luego de un forcejeo verbal y toma a Adriana del brazo. Ana María intenta
impedir la acción pero es hábilmente esquivada y golpeada contra una pared. El hombre, sujetado por un
segundo personaje, contempla paralizado como se llevan a Adriana.
Empieza a recrear anécdotas de la vida cotidiana de Adriana. Habían tenido dificultades para tener chicos
y la llegada de Adriana había representado la última esperanza. Luego recuerda lo que sufrió la nena y
como conoció a los padres, muertos. Tuvo que certificar dichas muertes.
La revelación contenida en la tercera parte de la obra resignifica el sentido de las dos primeras. La
primera se situa en 1984 y corresponde a los funcionarios judiciales encargados de la restitución de la
niña una vez que se verificó el delito del médico raptor., Se confronta al espectador con este presunto
“padre” que resulta ser a la vez cómplice de la muerte de los padres de la niña. La referencia a Adriana
guarda la impronta de su deseo sobre el de la niña: “Ella lo copio de mi…”. El doble carácter de “padre” y
de cómplice del genocidio resultaba intolerable.
¿Puede un hombre cumplir la función paterna respecto de un niño habiéndolo robado luego de participar
en el asesinato de sus verdaderos padres? Decididamente no. La pareja que intenta resolver sus
frustraciones respecto de la paternidad robando un niño, se condena a una doble imposibilidad. Por un
lado, cancela cualquier posible función parental respecto del menor, por otro, impugna definitivamente el
vínculo que los une.
Mientras que el hombre puede sostener la farsa incluso más allá de las evidencias elementales, la mujer
sabe de su déficit respecto de esa hija y, cuando se desbarata la patraña, ya no puede seguir adelante
con ella. Se trata de una confirmación, por la negativa, de las diferentes posiciones que adoptan padre y
madre frente a un daño en el hijo. Este lugar de resignación estaba en rigor anticipado en el instante en
que Ana María pretendió devenir madre aceptando el “regalo” de su marido. Esta posición objeto respecto
del hombre supone toda una elección. El “no preguntar” representa un agravante desde el punto de vista
de la responsabilidad subjetiva.

*”El padre en función” Salomone, G.


Comienza con el relato de un suceso que tuvo gran repercusión en los medios de comunicación y en la
opinión pública en general. Resultó llamativa la intensa movilización social que ocasionó y el vehemente
pronunciamiento, en especial, en relación con cuestiones vinculadas al tema de la paternidad.
Se trataba del caso de una joven madre y su pequeña hija, quienes llegaron al país desde Canadá, lugar
de nacimiento de la niña. La mujer reclamaba la tenencia de la menor y pedía una intervención judicial
que la amparara en su propósito, ya que intentaba establecerse en Buenos Aires; vale aclarar que el viaje
se había realizado sin el consentimiento de su ex marido (padre de la niña) quien residía en aquel país
junto a su nueva pareja.
La mujer acudió a los medios de comunicación solicitando explícitamente el apoyo de la comunidad para
lograr el ejercicio exclusivo de la tenencia, puesto que el padre (quien había decidido residir en forma
permanente en Canadá) también la reclamaba.
La respuesta de la población no se hizo esperar: la opinión pública se pronunció a favor de la madre,
abogando por le vínculo madre-hija. Pero al mismo tiempo, no podríamos eludir la marca de las fantasías
edípicas que se evidenció implícita en las manifestaciones de la comunidad: movilizaciones que tenían
como objetivo ejercer presión para lograr un fallo favorable a la madre de la niña, lo cual equivalía a la
exclusión del padre. En otras palabras, este caso brindó la oportunidad de proclamar la prescindibilidad
del padre.
Freud plantea el mito de la horda primitiva para rastrear el origen de la agresión, del superyó, de la
conciencia moral y del sentimiento de culpa. Si el padre de la horda primitiva encarna la ley que él mismo
crea, se produce una relación de identidad entre la ley y el que la encarna. El padre sólo puede
representar la ley a condición de diferenciarse de ella. Si el padre de la horda es idéntico a la ley, no hay
función y no hay Ley.
Con el asesinato del padre se erige el totemismo. Así, a modo de reparación, los hombres se someterán a
la ley que el tótem representa: la prohibición de matar al tótem y comer su carne (ley que representa la
prohibición de matar al padre), y la efectivización de la ley de prohibición del incesto.
El agente de la función paterna está sometido a la función que transmite, es decir, está atravesado por la
imposibilidad.
Freud se valió de este mito para situar el origen de la cultura, y ubicó en el mismo punto el origen de la
organización social.
Es de importancia destacar el sistema jurídico en el marco de un orden social dado, como un modo
legítimo de expresión de la legalidad simbólica fundante de la cultura; es decir, expresión de la función
paterna en el orden social, tal como lo muestra el mito.
Freud ubica en ese punto de origen también la instauración del superyó como signo de la interiorización
de la ley.
Así pues, el complejo de Edipo es la forma en que, vía superyó, el registro de la ley se inscribe en la vida
individual, donde también la persona del padre aparece ligada a la ley, y donde también se expresa su
eficacia en términos de inscripción de la imposibilidad.
En el mito desarrollado en “Tótem y tabú”, se figura la triple fundación del campo de imposibilidad: el
orden cultural, el orden social y el sujeto. A la vez, se manifiesta la función paterna, es decir, la eficacia
simbólica y su potencia fundante, en la regulación de la sexualidad y la limitación de la agresividad.
Entonces en el mito de Tótem y tabú se ubica el origen de la agresión, del superyó, de la conciencia moral
y del sentimiento de culpa. La fundación simultánea de la cultura, lo social y lo singular.
Los deseos edípicos son un modo de escenificar el goce como posible; lo cual equivale a decir un modo
de velar la castración estructural. Por eficacia de la función paterna, aquellos deseos incestuosos,
presentes en la humanidad toda, caen bajo la represión y sólo encuentran satisfacción en la dimensión de
la fantasía.
Los diques culturales que limitan el “amor de madre” (la función paterna oficia de límite al goce materno,
pero es al mismo tiempo, ella misma límite al goce del padre) fueron pesquisados en la figura del padre,
que representó entonces un “peligro”. Pero, a su vez, ese mismo peligro fue asociado legítimamente al
sistema jurídico que es también resultado de la eficacia simbólica, a la vez que es portador de esa
eficacia en el orden social.
Algo peculiar de nuestro tiempo histórico insiste en un ataque al estatuto simbólico de la paternidad en
sus diferentes niveles de eficacia: la cultura, el orden social y lo singular.

Módulo VII · La ética en la perspectiva tecno-científica

“Un deseo que no sea anónimo. Tecnologías reproductivas: transformación de lo simbólico y afectación
del núcleo real” – A. Kletnicki –
El listado de las nuevas tecnologías reproductivas incluye: inseminación artificial, fecundación in vitro,
donación de semen y de óvulos, participación de donante no anónimo de semen regulado por un contrato
que fija sus funciones, alquiler de vientres u otras formas de maternidad subrogada, interrupción selectiva
del embarazo, selección de sexo y manipulación genética, reducción de fetos, clonación, producción de
híbridos, fusión de preembriones entre si para la obtención de quimeras, gestación en el vientre de un
animal, gestación en mujeres clínicamente muertas y otras modalidades de utilización post-mortem de
material crio preservado, ectogenesis o útero artificial, embarazo masculino.
Debe poder decidirse cuales de estas tecnologías se presentan como intervenciones medicas para
abordar la falla de una función, y cuales son el punto de partida de modificaciones que atañen al campo
de la subjetividad. Lo significativo desde el punto de vista de la constitución del sujeto no es el medio
físico en el que la fecundación se produce, siendo este un dato seguramente mas relevante para el
quehacer de la biología.
Las consecuencias para los sujetos implicados no pueden ser anticipadas, sino analizadas a posteriori.
Otra cuestión que debe poder definirse es en que condiciones la utilización de una tecnología
determinada produce y promueve el desarrollo de lo simbólico y en que casos favorece su relativización o
fomenta su aplastamiento.
El uso de las tecnologías nombradas puede tornarse promotor de lo simbólico: el saber anticipado sobre
la llegada de un hijo con un problema determinado (por ej. síndrome de down) puede permitir a unos
padres que tengan decisión de no abortar un encuentro distinto con ese niño diferente.
Las nuevas tecnologías reproductivas presentan entre si diferencias significativas en sus fundamentos y
sus consecuencias.
J. C. Indart afirma que una estructura tiene por función la transmisión, de una generación a otra, de
aquello que garantice que la cría humana sea parlante y tenga el mínimo de ubicación en un sistema de
intercambio. En la actualidad, la familia se presenta como la institución social encargada del sostén de
esa transmisión. Se trata, en la familia, de la transmisión y el sostén de un núcleo social no anónimo y
singular.
Lacan hace referencia a la función materna (al Otro del lenguaje), como aquella que produce al sujeto
parlante por la vía de la transmisión de un deseo que es siempre singular, y como lugar de
establecimiento de la simbolización, ya que es la madre quien transforma lo real en significante. También
alude a la función paterna (al Otro de la ley), abrochamiento de ese deseo a un nombre, para que,
articulada con la ley de la prohibición del incesto, se de cabida a la sucesión generacional que funda un
orden matemático, y no natural, en ese corte.
Se ha ubicado como condición necesaria para la constitución subjetiva la transmisión de un núcleo real no
anónimo y singular. Esta cualidad debe ser diferenciada del estilo y contenido de las marcas inscriptas en
el sujeto que en el mismo movimiento en que apuntan a su constitución en lo humano, lo determinan.
Toda trama se presenta como productora de marcas subjetivantes: un lugar en el deseo del Otro que es
condición ocupar y que significa, primariamente, que alguien debe donar un sitio donde el sujeto se aloje.
La cuestión es que, aun ofreciendo este lugar, las cualidades de lo ofertado no están garantizadas. La
plena determinación encuentra limite en lo imprevisible, en una respuesta del niño que no queda
explicada acabadamente apelando al deseo inconsciente de los padres.
La vocación totalizadora de la ciencia encuentra su limite allí donde la complejidad propia de lo humano
produce un resto no formalizable en la singularidad del deseo y del goce. Se marca la producción de un
corte entre la pretensión de la ciencia de constituirse en un saber absoluto y el acontecer único, singular,
en que se construye la historia de cada sujeto.
La inscripción de lo real, planteada como movimiento estructural, universalizable, no puede efectuarse si
no es singularmente. Hay un real en juego anudado a la constitución del sujeto en relación con un deseo
que no sea anónimo, y su desconocimiento tendrá como efecto la disolución de la constitución del sujeto
en el deseo, de la que no podemos esperar sino estragos.
Los nuevos desarrollos científico-tecnológicos llevan al extremo una característica ya presente en el
discurso medico, que es la de producir el borramiento subjetivo como consecuencia de la reducción del
cuerpo a objeto. Como estas nuevas tecnologías operan sobre el cuerpo humano, el efecto es una
tecnologización progresiva de la vida, la sexualidad y el deseo.
Pero allí donde un real irrumpe, y en la medida que haya eficacia de lo simbólico, el intento es servirse de
eso simbólico para producir la inscripción de lo que interroga en lo real. Esa inscripción es siempre
singular: tiene como base la transmisión de un núcleo real, no anónimo y singularizado, la donación y
apropiación de marcas subjetivantes, la construcción de determinadas operaciones simbólicas y, en la
medida en que dichas operaciones han sido fundadas, el ordenamiento que realiza la estructura,
haciendo posibles ciertos recorridos e inhibiendo otros.

“Saber creacionista y ficción fundadora” – C. Gutiérrez


La leyenda del Golem: el Golem es un muñeco construido con arcilla que puede ser animado a partir de la
pronunciación de determinadas frases. Golem significa amorfo, pero resulta curioso porque el Golem es
un muñeco con forma humana. Finalmente el Golem es un cuerpo sin nombre, una deformidad
innominada. La animación del Golem estaba sujeta a la posibilidad de conocer, de adquirir una sabiduría,
la que conducía a descifrar los textos sagrados y a conocer el enigma de su ordenación. Hay una
sabiduría que es necesario conseguir, la sabiduría de Dios, la que permitiría finalmente construir al
muñeco. El Golem no tiene capacidad locutiva, no habla. La secuencia de palabras dirigidas al Golem
tiene tal importancia que de acuerdo con el sentido, con la dirección en que esto se lleve a cabo, dará
origen a un ser masculino o a un ser femenino. No obstante ser producto de la palabra, de una
combinación literal, el Golem no puede hablar y no es nominado. El Golem, entonces, es un mudo cuerpo
sin nombre.
El no-saber del Otro, en relación con el origen de la vida, determina al sujeto al punto de constituirlo como
sujeto del inconsciente. El no saber del Otro divide al sujeto mostrando el carácter fecundo de esta falla.
El Otro se muestra sin ese saber absoluto que el niño suponía en un punto clave: el tema del origen. Ante
la pregunta por el origen el Otro cuenta un cuento, por lo tanto en el origen hay un mito.
Entre una necesidad de la constitución psicosexual y la insatisfacción del niño por las explicaciones
recibidas, producirá sus propias teorías al respecto: teorías sexuales infantiles. El saber es posible pero a
espaldas de la verdad según Lacan. Si se trata de alcanzar el saber absoluto, esto conduciría a obtener la
omnipotencia y la grandeza del padre de la horda primitiva. Grandeza del padre que corresponde al
segundo tiempo del Edipo y que necesariamente tendrá que dar paso al siguiente: el tiempo en el que el
padre terrible da paso a aquel que transmite la ley; no ya que es la ley sino que la transmite. Se trata de
transmitir una ley alojada en los ritos de una tradición.
Si se trata de criar a los hijos, de hacerlos hijos de una tradición, esta ya esta instalada dentro de la
cultura a la que cada uno pertenece. Se trata de transmitir algo de esa cultura, aquello que tiene que ver
con los ritos de iniciación, las marcas simbólicas que una cultura tiene reservadas para la crianza de sus
hijos. Nadie en este sitio puede ser reconocido como poseedor de un saber original. De lo que se trata es
de transmitir una legalidad instalada en la tradición misma de nuestra cultura. Cuando una crianza se ve
afectada en este punto, las consecuencias se presentan. Si los laberintos del deseo han provocado el
extravío de tal función, no es algo que pueda resolverse impartiendo algunas instrucciones para
conducirse mejor en la vida. Enseñar a vivir no ha sido nunca la solución a nada.
Si el origen de un niño esta sostenido en los mitos, el saber de la ciencia disuelve el carácter ficcional de
la fundación y lleva a cabo un aplastamiento de toda significación mítica. La ciencia sabe como generar
un sujeto y por lo tanto puede desarrollar sin enigmas como y de donde proviene un niño. En esta
posición de la ciencia, lo que queda forcluido es el sujeto mismo.
Lo que se trata de enfatizar es la confrontación entre la estructuración de un sujeto por lo simbólico (que
nunca es completo sino fallado por estructura) y la posición que pretende crear desde la nada, la creación
ex-nihilo que la ciencia propone desde su saber –8que se presenta como totalizador, sin falla); saber que
afecta a la subjetividad abriendo un interrogante sobre este punto crucial. Todo ingresa en el campo del
saber de la ciencia sin mito que lo recubra. En el mundo mercantil es el terreno donde las nuevas
tecnologías de reproducción humana encuentran su despliegue casi ilimitado. Existe un mercado ávido de
estas nuevas tecnologías, sostenidas en el deseo de procrear, aunque quizás no se trate del deseo.
El problema de la ciencia debe ser planteado para establecer cuales de estas tecnologías se erigen como
practicas cuestionables éticamente en la medida en que afectan la condición simbólica de la especie. Se
trata de que manera nombrar, significar al real puesto en juego con el avance tecnológico. La legislación
tiene la posibilidad de sancionar favorablemente el estado de cosas desplegado de hecho, o por el
contrario puede funcionar en tanto ficción productora de lazo social poniendo un limite (la prohibición) que
opere como resguardo del deseo.

“El doble de la clonación y la división del sujeto” – C. Gutiérrez y J. Fariña –


Como afirma Susana Sommer: “de la cigüeña a la probeta”. La certeza de la ciencia intentando desplazar
al mito. Mito cuyo sentido se ocupo de desentrañar a Freud y que se haya débilmente sostenido por la
nueva reproducción.
Al conocer que los adultos podían ser clonados, se supuso que era posible producir un clon tan idéntico
que incluso duplicara el momento del desarrollo que atraviesa el sujeto clonado. Según tal ilusión, si se
clona un adulto, el clon es tan adulto como aquel.
Según Legendre la genealogía proporciona: un principio de identidad, un principio de diferenciación
subjetiva y un principio de causalidad.
La función de la genealogía es separar, introducir la sucesión de las generaciones nombrando los lugares
para permitir que cada uno tenga el suyo y que estos lugares no se confundan unos a otros. Cuando se
penetran es el incesto. La palabra nombra separando, ordenando la sucesión, haciendo testamento.
Hacer un hijo es afiliarlo a esta función jurídica de la palabra. La palabra aliena y separa, afilia y desafilia
a la vez. El rechazo es diferente porque es una pretensión de impedir la inscripción de las marcas aunque
ello no significa que las marcas se desentiendan de el.
La separación permite hacer lazo genealógico.
La clonación es una tecnología productora no de lo semejante diferenciado, de aquello que busca la
semejanza porque difiere, sino de lo idéntico. Allí no hay espacio para la diferenciación como operación
humana que la palabra habilita. Es el reino de lo doble, de la duplicidad especular, de la duplicación
incesante de si mismo que busca desplazar a la castración de su lugar de marca irrepetible. El clon no es
otro sino algo nacido de si mismo, autoengendrado por un cuerpo que de ese modo busca alejar al infinito
la posibilidad de la muerte. La clonación pretende la producción de un sujeto doblado, duplicado a la
perfección, sin falla ni brecha. No hay producción de humanos, y si es así estaría indicándonos una
dirección sucesoria de otro orden: ser hijos de una imagen al margen de la palabra.
La reproducción en cambio, es repetición sin mimesis. Hay reproducción de aquello que nunca es
idéntico. Volver a reproducir lo reproducido: procrear. La producción es creacionista. La reproducción en
cambio es sexuada y es el lugar por donde la muerte se presenta la ser viviente, al tiempo que instala un
enigma al carecer de un termino que la inscriba en el campo del saber inconsciente. La reproducción es
un acto de transmisión generacional que no transmite otra cosa que el limite a la omnipotencia. La
castración separa al sujeto al tiempo que lo divide fundándolo como deseante. El clon es doble, el sujeto
es dividido.
La clonación busca hacer de la reproducción humana una reiteración que sostiene una perpetuidad
ilusoria, alienándose a su imagen en un infinito juego de espejos.
El deseo frío, la metáfora con la Michel Tort evoco las tecnologías reproductivas, se ve hoy largamente
excedida: la clonación se coloca por fuera del campo del deseo. Al dejar en el camino al partenaire del
sexo masculino, la reproducción prescinde del sexo mismo, de lo sexuado de la reproducción.
¿Para que clonar? La respuesta de los científicos es para banco de órganos, para reproducir ventajas
biológicas, para procrear sin necesidad del padre...Nunca faltan razones para justificar las demandas del
mercado.
¿Para que sirve reproducir humanos? Con estas preguntas, y en la era utilitarista, el sujeto deviene un
puro objeto de la ciencia como Otro del saber absoluto.
La pregunta por el origen de la vida (la sexualidad) y sobre la muerte encuentra en el científico la
respuesta ultima que pretende destituir toda ficción fundadora para ubicar su saber en el lugar de la
fundación.
Seria prudente salir de la pregunta ¿para que clonar? (sostenida en un principio utilitarista) para
preguntarse ¿por qué clonar? (formular la pregunta por el fundamento). Y en tanto pregunta por el
fundamento conviene dejar vacío el lugar de la respuesta. O mejor será sugerir una historia de
duplicaciones y singularidades.

“Actas del Comité Consultivo Nacional de Ética, París, 1987” . Sevé, L.


El texto es el resumen y las conclusiones del comité consultativo nacional de ética para la ciencia de la
vida y la salud.
Textual:
El propósito de nuestra gestión es acompañar en conciencia el pujante progreso de la investigación
biomédica a fin que en el mismo sea respetado todo hombre y todo el hombre.
1-Respetar la persona humana, es en principio valorar los inmensos beneficios reales o posibles de la
biomedicina para la salud.
Consideramos favorablemente toda investigación apuntada al progreso terapéutico, diagnóstico, desde el
momento en que se observe la regla principal de no dañar.
(…) Nos esforzamos de esclarecer las conciencias y procedimientos injustificables, poner en guardia
contra prácticas que amenazan hacer estallar el parentesco.
2-Respetar la persona humana, es también proscribir toda concepción reduccionista. Pues el hombre no
es solamente un organismo biológico de una excepcional complejidad.
(…) Esto quiere decir que no es ético un procedimiento en el cual el ser humano se halle poco o muy
cosificado. (…) Así ninguna experimentación en el hombre sería liberada de requerir previamente el
consentimiento libre y claro del sujeto con respecto a la aplicación del tratamiento al principio del ensayo;
que la libertad esté desfalleciente en el enfermo mental, muda en el que está en estado vegetativo
permanente, inexistente en el embrión, nos compromete a ser los tutores de todos esos abandonados.
3-Hay conflictos de valores. Se busca salir de estas situaciones inextricables siguiendo una línea
creciente de respeto al hombre. A la cuestión controvertida del estatuto del embrión, se le debe considerar
como una persona humana potencial, noción no biológica, pero ética, que no impone creer que una
persona está realmente presente allí, pero sí rendirse a la evidencia que nuestra forma de tratarlo
compromete nuestra relación con la persona y con la colectividad humana entera.
4-Nos esforzamos allí en el límite de nuestro rol consultivo, trabajando en desarrollar fructíferas relaciones
entre comités de ética a nivel nacional, instalar el diálogo entre investigadores y practicantes, crear y
profundizar las condiciones de una información válida y de una formación deseable de la opinión. En fin,
el socio mayor de una ética pública de la investigación biomédica es la nación.

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