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Resumen Completo Etica Fariña
Resumen Completo Etica Fariña
Lo universal tiene una íntima relación con lo singular, están en el mismo eje y se cruza con el eje de lo
particular. Lo universal es el campo de la constitución del sujeto. Es lo propio de la condición humana,
aquello que no varía con lo histórico, es invariante y estructurante. ¿Qué es lo propio de la condición
humana? Lo simbólico, el lenguaje. La realidad no se le presenta sino que se le representa (mediatizada
por la palabra) es lo que lo hace un ser simbólico. La legalidad que gobierna al sujeto es una legalidad
simbólica, es una legalidad del no-todo, siempre hay algo que queda interdicto para el sujeto. Hay una
falta estructural, un sujeto gobernado por el deseo. Lo universal es el campo de constitución del sujeto,
donde permanentemente se da la transmisión de la imposibilidad estructural. Lo universal es pura
legalidad sin contenido, transmite un no-todo.
La relación entre universal y particular es doble; lo universal afecta a lo particular y lo particular le da un
soporte material a esa legalidad sin contenido. Es una relación de consonancia. Lo universal puede
manifestarse en lo particular.
Lo particular como categoría supone una lógica de conjunto. Esa es su característica principal, hacer
conjunto. Cada sistema particular incluye los pares de opuestos (A / -A), cada sistema particular cuando
funciona es como un universo que cae cuando aparece una singularidad y no se le encuentra sentido
dentro de ese particular.
Lo singular es en principio un proceso situacional. No existe por fuera de la situación en la que emerge.
Nosotros debemos crear las condiciones para que lo singular emerja. Es existencial como la ética, es una
existencia que se afirma. Lo singular quiebra el universo desde ese punto de inconsistencia que el
universo desconocía. Lo universal prevé que algo nuevo (lo singular) puede surgir. Lo singular es algo
nuevo que no puede ser nombrado por ese universo anterior. Se exige un acto de nominación
intervención subjetiva. El universo se ensancha. Si una singularidad impacta el universo hay una
trastocación, universalización. La singularidad provoca una universalización para esto es necesario el acto
de nominación. Lo singular se refiere al efecto sujeto.
En el orden social vamos a colocar la Moral, esta pertinencia de la conducta de sujetos entre otros.
Vamos a oponer términos en la moral misma. Bueno y malo; verdadero y falso. Y sí y no. Estas
oposiciones en el orden social, son oposiciones que son necesarias, humanas y culturales, con las que el
sujeto se encuentra en el comienzo mismo.
Del otro lado, no es complementario del orden social, ni opuesto, es suplementario. Este nivel
suplementario del sujeto excede y desorganiza el orden social cada vez que crea. Es la desorganización
necesaria de un orden, para que haya acto creador. Pues de no haber la desorganización de un orden, el
acto creador será un dormir en las condiciones de la estética de la época.
Apuntes del texto de la web: “Principio de neutralidad y la regla de abstinencia: la perspectiva freudiana.”
Salomone, G.
La regla de abstinencia es una indicación técnica y, como tal, debe ser observada por el analista a lo largo
del tratamiento y como condición de posibilidad del mismo. Mientras que en razón de la regla de
abstinencia el analista es compelido a impedir la satisfacción pulsional del paciente, es en la observación
del principio de neutralidad en lo que quedará impedido de buscar las propias satisfacciones en los
tratamientos que conduce. Es decir, el principio de neutralidad es una imposición de abstinencia para el
analista.
La posición de neutralidad se funda básicamente en que el analista sustraiga como persona para dar
lugar así a su función.
El concepto de neutralidad es una recomendación técnica para el analista que implica una imposición de
abstinencia para él, en tanto agente de una función. Implica abstenerse de la ambición terapéutica así
como de la ambición pedagógica. Abstenerse de inculcarle al paciente los propios ideales o aquellos
valores que corresponden a la moralidad de la época; abstenerse de dirigir la vida del paciente y
abstenerse de proponer nuevas metas a la mociones pulsionales liberadas de los síntomas. Pero también
este lugar le impone no responder a la demanda de amor o a cualquier otro tipo de demanda del paciente,
y excluir sus propios sentimientos contratransferenciales.
Desde la posición de neutralidad, se abstiene de ofrecerse como un yo que forme parte de la serie de
objetos especulares que, en tanto portadores de satisfacción sustitutiva, obturan la falta. La regla de
abstinencia encuentra su condición de posibilidad en el principio de abstinencia.
*(Domínguez, M. Addenda “El doble movimiento de la ética contemporánea: ¿una lectura posible sobre la
singularidad en los códigos?
El doble movimiento de la ética contemporánea se nos propone como un modo de situar la dialéctica
existente entre las categorías de lo particular y lo universal-singular dentro del ámbito propio de la ética.
La ética contemporánea engloba por un lado, “el universo de conocimientos disponibles en materia de
ética profesional y constituye una suerte de ‘estado del arte’ que da cuenta de los avances alcanzados por
la disciplina y permite deducir el accionar deseable del psicólogo ante situaciones dilemáticas de la
práctica profesional” y por el otro, la singularidad en situación.
En la primera va de la Intuición al Estado del Arte y se corresponde con la Deontología y los códigos de
ética.
El primer movimiento responde al “deber hacer” soportado en los tres tiempos de toda legislación: los
vistos, los considerandos y la resolución. Es el conocimiento disponible para el profesional que antecede
a la situación, es lo que de él se espera en el ejercicio de su práctica. Pero requiere del segundo para
ubicar la dimensión de la ética toda, esto se debe a que no alcanza con el primero para situar a la misma,
ya que hay algo allí que no está: la singularidad. Ambos, uno y dos, se requieren para situar el ámbito de
la Ética. La Deontología es parte de la Ética en tanto conforma la primera parte de su doble movimiento.
Conciliamos ética y deontología a partir del deseo del analista y la lectura que él haga del texto normativo,
para leer la singularidad en el universo deontológico del primer movimiento que suplemente al producido
por la dupla.
Primero y segundo movimiento quedarán conciliados y suplementados por un tercero que se produce en
acto, que va del segundo al primero transmitiendo en el acto de lectura del texto normativo el deseo del
analista. Deseo que no se halla soportado en ningún ideal moral.
El primer movimiento funda el saber ético en el quehacer sustentado en contenidos a priori que
determinan el ‘deber hacer’. En el segundo movimiento la dimensión ética adopta su valor a posteriori
dado que no existe conocimiento disponible para el ‘qué hacer’. Es la situación misma la que se erige
como fundante de saber. Entonces, propondremos en el tercero, el de la lectura de la singularidad en
situación, que su existencia (la de la singularidad) sólo es posible a partir de un acto. Efectivamente, cada
vez que el analista lee lo hará desde una posición ética que no se verifica a posteriori sino en su
intervención en acto. Es a partir del deseo del analista que la singularidad se produce, cobra existencia.
La cuestión ética en investigación, es una cuestión de equilibrio entre los derechos de las personas que
participan como sujetos de una investigación y los intereses, avances y beneficios del conocimiento
científico. El rigor metodológico no exime al investigador de sus obligaciones éticas. Más bien, los
lineamientos éticos proporcionan el marco dentro del cual deben tomarse las decisiones metodológicas y
esas consideraciones éticas referidas a la investigación psicológica, deben ser entendidas dentro del
contexto más general de las normas y principios éticos consensuados por las comunidades profesionales
de psicólogos.
“Supervisión y conflicto de intereses: ética y deontología ” – Carlos Gutiérrez -
Se piensa a la tarea de supervisión, en la que el supervisor tiene una posición jerárquica distinta a la del
supervisado (supervisión por el código de la APA es entendida como un trabajo de docencia y
capacitación). No comporta la misma magnitud si la tarea de supervisión se realiza en un contexto
institucional que fuera del mismo ya que se podría tratar de relaciones múltiples, lo que incurriría
problemas de objetividad.
La tarea de supervisar un tratamiento clínico implica detenerse en los problemas de ese tratamiento, en
los errores de intervención, en las dificultades diagnósticas, etc.; y el supervisante debe buscar un
progreso de los tratamientos que conduce.
Es habitual que la tarea de supervisión sea parte de un dispositivo institucional en el que el supervisor
oficia también como evaluador del supervisado, siendo el responsable de la promoción del supervisante.
Es aquí donde se introduce una cuestión éticamente muy delicada y no prevista por la norma
deontológica. Por lo tanto, tal presión brinda las condiciones propicias para acentuar los aciertos, ocultar
los problemas e incluso falsear el material clínico. Tal conflicto de intereses no es un problema unilateral
del supervisor o del supervisado sino que surge de la supervisión misma, cuando ella se da en dicho
contexto institucional.
De esta manera, se consideran dos líneas de objeción a las relaciones múltiples en la supervisión:
- la que impide la objetividad en la evaluación
- la que altera el trabajo de supervisión por transferencias superpuestas
“La responsabilidad profesional: entre la legislación y los principios éticos ” – Carlos Gutiérrez y Gabriela
Salomone -
¿La responsabilidad profesional, debe circunscribirse a las disposiciones legales?
El profesional de la salud mental debe tomar como horizonte de su práctica los principios éticos, es decir
el resguardo de la subjetividad, a la vez que debe promover una mirada crítica sobre aquellos otros
aspectos que degradan lo humano condicionando su práctica, y por lo mismo, poniéndola en riesgo.
En su acto el terapeuta está solo y sin garantías de ninguna índole y solo tiene como respaldo su criterio
profesional del cual es único responsable.
La sujeción a la ley no puede ser la única guía de la conducta profesional, ya que es estrictamente el
criterio profesional el que deberá guiar el accionar del psicólogo. Este criterio profesional no debe
confundirse con los valores morales del terapeuta, sino que dependerá exclusivamente de la
responsabilidad a la que el terapeuta se ha comprometido en relación a los avatares psíquicos de su
paciente. Serán los principios éticos los que delimitarán el campo profesional.
¿Cómo conjurar el concepto de neutralidad en posibilidades de mantener el secreto profesional o
suspenderlo? El principio de neutralidad obliga a excluir la dimensión narcisista de los ideales,
poniéndolos en la pista del sujeto. Las cuestiones relativas al secreto profesional también deberán
someterse al principio de neutralidad.
Considerar la obligación del profesional de propiciar la intervención de la ley (por Ej. en caso de que su
paciente comunique que es violada por un familiar, o que su padre es golpeador o que conozca que ha
sido apropiado ilegalmente), no significa que consideremos al psicólogo un agente de la seguridad del
estado. Jamás podría ser ésta su función. En la medida que el horizonte de su práctica está definido por
el respeto a la subjetividad, la posición de neutralidad será el sitio del que no deberá moverse si no quiere
abandonar la pertinencia de su tarea. El secreto profesional debe estar siempre sujeto al principio de
neutralidad.
La responsabilidad subjetiva interpela al sujeto mas allá de las fronteras del yo mientras que la
responsabilidad jurídica se plantea en función de la noción de sujeto autónomo, la cual restringe la
responsabilidad al ámbito de la intencionalidad conciente.
El sujeto autónomo, es el sujeto de la intención y voluntad.
El sujeto del derecho, es toda persona susceptible de adquirir derechos o contraer obligaciones. El sujeto
del derecho es el sujeto considerado autónomo y cuando la persona no muestra estar en dominio de sus
facultades mentales, pierde su cualidad de autónomo y así, su responsabilidad ha quedado restringida o
anulada. El sujeto ya no considerado autónomo, es eximido de su responsabilidad jurídica.
Entonces, el sujeto del derecho, en tanto autónomo e imputable, es aquel capaz de responder por sus
actos, aquel cuya responsabilidad siempre le es ajena.
Al contrario, el psicoanálisis plantea un determinismo inconsciente que hace al sujeto responsable por
definición. El campo de la responsabilidad subjetiva, confronta al sujeto con aquello que perteneciéndole
le es ajeno. Ajenidad que no es causa de inimputabilidad. En este campo, el sujeto es siempre imputable,
pero no ya en términos morales o jurídicos, sino éticos.
Freud responsabiliza al sujeto de aquello que desconoce de si mismo, aquello de lo que el sujeto
considerado autónomo no puede dar cuenta. Sin embargo, no imputa al sujeto en el campo moral por
aquello que se juega en lo inconsciente.
No se debe confundir la responsabilidad moral, social o jurídica con la subjetiva.
Según Freud, en la renuncia pulsional se funda la ética, quedando la ética ligada a la ley, la cual obra con
una función de límite.
El sujeto esta compelido a responder por sus actos tanto en relación al Otro social como en relación al
Otro de la Ley. La intencionalidad que excede las fronteras de la conciencia, es desconocida por el campo
normativo.
En relación al encuentro entre el campo deontológico y la dimensión clínica, plantea el ejemplo de un
hombre que solicita un turno para hacer psicoterapia y en el primer encuentro plantea que el no quiere
realizarla, que sólo lo hace porque su mujer lo obliga (cuestión del consentimiento informado). Donde la
noción de sujeto autónomo nos llevaría a desresponsabilizar al sujeto, la experiencia clínica nos guiará a
confrontarlo con una responsabilidad inalienable. Se trata de un sujeto no autónomo pero responsable por
definición.
siniestro
El secreto de familia, que como factor patógeno, opera en la historia de algunos individuos. En estas
familias algunos de los personajes “están en el secreto”, el secreto les es familiar e incluso les confiere
poder. El resto de la familia, de acuerdo a la naturaleza de lo oculto, suelen sufrir sin saberlo a ciencia
cierta, las consecuencias de la malignidad infiltrante de lo que les es ocultado. Se convive con algo que se
ignora aunque se lo presiente inquietamente. Se puede sumar a lo oculto la propia negación frente a lo
extraño. Comienza así a surgir el efecto siniestro. Es como la malignidad infiltrante de un cáncer ignorado,
o quizás denegado, pero existente.
Ej. “caso Paula”. Siendo secreto no hay oportunidad de palabra que articule los hechos de un relato.
Entonces le secreto infiltra y pervierte todos los vínculos y estructuras psíquicas de Paula.
El único remedio posible contra la malignidad de lo siniestro es el develamiento de aquello que lo
promueve, simultáneamente al establecimiento de un nuevo orden de legalidad familiar. Aun dentro de lo
doloroso de esta explicación, de este hacer justicia, la verdad operara como incisión para drenar, aliviar y
curar el abceso de lo siniestro. El escenario de lo siniestro traspasa los limites de una familia y cobra la
dimensión de la sociedad.
Los efectos de lo siniestro dependen del lugar que se alcanza con relación a lo oculto.
El lugar de las victimas esta ilustrado en los terribles relatos de los sobrevivientes.
La propia lucha por romper lo oculto fortalece frente a sus efectos. Son los que intentaron salirse del lugar
paralizante desenmascarando lo clandestino.
La mayor verdad es la mentira que encapucha la evidencia.
Quien se propone psicoanalista esta atrapado en la cuestión de ser o no ser frente a miles de calaveras,
recuperadas o desaparecidas que lo interrogan no tanto en cuanto a lo que aconteció, sino principalmente
en cuanto al testimonio de verdad que su practica rinda.
El olvido como valor social, no solo instaura una cultura siniestra con todos sus efectos, sino que
promueve la repetición de los hechos.
El psicoanalista, concorde con su ideología, podrá o no aproximar su colaboración directa al campo de los
derechos humanos, pero si es cabalmente analista, si su practica no desmiente las propuestas teóricas
del psicoanálisis, no podrá dejar de hacer justicia desde la promoción de verdad como antídoto frente al
ocultamiento que anida lo siniestro.
La tortura es absolutamente contrarrevolucionaria en cualquier circunstancia.
“La transmisión de un patrimonio mortífero: premisas éticas para la rehabilitación de afectados ” – Marcelo
Viñar –
No es lo mismo el horror, que el relato ante el horror.
El testimonio y la denuncia son una necesidad y una trampa, un compromiso ineludible donde hay que
entrar y salir, no quedar capturado en la narración de la escena sádica.
El retorno y la actualización del horror implica una responsabilidad etica en el consultorio de la escena
publica. No todo silencio implica complicidad adaptativa ni todo sufrimiento implica elaboración y
progresión que construye.
Necesitamos otro marco distinto del modelo médico para emprender nuestras acciones, para justificar
nuestra ética, para revisar nuestro errores. No se trata de combatir sino de pensar.
No hay salud en la transmisión de un patrimonio mortífero y violento. Hay apenas la pena de una
reapropiación dolorosa, simbólica, menos loca y menos mortífera, en el punto final que en el de partida.
Sabemos que el horror no metabolizado, no significado simbólicamente, vuelve, retorna, insiste como el
virus que contagia mordiendo siempre a los mas débiles.
¿Qué tipo de psicoterapia para torturados?
Lo único que podemos hacer es lo que sabemos hacer: descifrar enigmas. Explorar como cada persona
singular se inscribe en el abanico de respuestas de lo que socialmente llamamos traumatismo o catástrofe
social. Leer en cada quien su sufrimiento y su silencio, leer con el lo que es reconocimiento y lo que es
omisión y negación frente a lo acontecido.
En la transmisión del patrimonio mortífero que es herencia de todos, cada elaboración y significación deja
su resto de indescifrable, de incomprensible y excesivo. Cada sujeto y cada generación se apropian de la
historia al advenir a ella y materializan o encarnan los mitos de los que preceden.
No hay psicoterapia especial para torturados o familiares. Lo que hay, o no hay, es sensibilidad y
disposición del terapeuta para recorrer un itinerario de horror en que la realidad ha redoblado y
confirmado los espantos del fantasma y cuando se esta disponible no alcanza con el humanismo heroico.
Mirar el horror de lo que paso y con ello construir el porvenir, sin la captura de la repetición traumática que
redobla el traumatismo. Restablecer la disociación pasado-presente y calmar la intrusión alucinante del
traumatismo, restituyéndolo a la categoría de recuerdo pensable, son un duro trabajo.
Mal servicio hacemos a los pacientes confirmándolos en su posición de héroes o víctimas que el discurso
social les asigna.
Naturaleza
La vulnerabilidad frente a la naturaleza es propia de la condición humana. Mediante el desarrollo de las
fuerzas productivas la humanidad ha generado los medios para protegerse de las inclemencias de la
naturaleza pero siempre existe un núcleo irreductible, un punto de exceso en el que la naturaleza no
puede ser controlada. De esta manera, se revela la insuficiencia e ineficacia de las mediaciones
simbólicas (instrumentales y normativas), confrontando a los seres humanos con ese punto de
indefensión estructural. Algunas de esas manifestaciones agreden al individuo desde afuera (desastres
atmosféricos y geleologicos) y otras se desarrollan dentro de su propio cuerpo (virus del HIV o los genes
mutados).
Accidentes
Los accidentes suponen la intervención del azar sumada al error humano, la negligencia o los intereses
creados. Se sitúan en un punto de intersección entre la actividad humana y el orden natural. La
naturaleza, que se había visto transitoriamente superada, vuelve a imponer sus limites y, aquello que
operaba como mediación deviene un factor de agresión contra el propio ser humano.
Economía
Esta ligada a la condición de escasez del ser humano. Puesto que los medios para la supervivencia de la
especie son limitados, se debe hacer de ellos una cuidadosa economía. El actual sistema económico ha
significado un avance con relación a los sistemas económicos que lo precedieron, a la vez que ha traido
consecuencias negativas.
Armamento
La fabricación de armamento influye directamente en la relación que el ser humano establece con el
semejante en tanto rival. Se trata no ya de las fuerzas productivas sino destructivas.
Instituciones
La agresividad constitutiva de los seres humanos se ve exacerbada en nuestro tiempo histórico por un
deterioro de las mediaciones normativas. Se tratan dos tipos de violencias: la creciente inseguridad de la
vida cotidiana (secuestros, robos, asaltos) y la que se origina cuando las instituciones destinadas a
proteger y formar (policía, educadores, justicia, familia) devienen agentes de agresión.
“Niños desaparecidos en Argentina: lógica genocida y apropiación ilegal ” – A. Kletnicki –
Interesa indagar en que medida las apropiaciones ilegales de niños, producidas durante la dictadura
militar a partir de marzo del ´76, admiten ser leídas dentro del marco conceptual de genocidio.
La destrucción de un número de miembros de un grupo tiene como causa central su identidad. En cuanto
al genocidio, la victima del acto homicida no es elegida en función de su identidad individual, sino en
razón de su pertenencia al grupo receptor de la violencia.
El campo de intervenciones del psicoanalista es el de las singularidades en situación.
En cuanto a la apropiación ilegal de niños, el grupo que sufre la acción criminal se configura a partir de la
mirada del genocida, que es quien convierte a una serie heterogénea de criaturas completamente
imposibilitada de constituir una comunidad, en la minoría receptora de su violencia.
El autor se pregunta que rasgo es el que unifica, a priori, a estos niños desaparecidos de su identidad.
Los hijos son desaparecidos porque los han sido sus progenitores. La lógica genocida esta incrustada en
la dinámica del crimen filiatorio que constituye la apropiación ilegal. Dicha catástrofe pueden ser en si
mismas generadoras de subjetividad ya que al secuestro y apropiación física del niño debe adicionarse la
apropiación psicológica, teniendo en cuenta que la usurpación de los lugares paternos y las marcas que
desde esta posición se transmiten, se aportan las condiciones para estructurar un sujeto.
Hallamos en la verificación del robo de las funciones parentales el núcleo del crimen filiatorio, ya que la
función de filiar imprime sobre el niño un orden estructural y unos contenidos que no están
predeterminados. El eje fundamental de la cuestión reside en reconocer que no hay sujeto en el inicio,
que no hay en el inicio condición subjetiva dada, siendo dicha subjetivacion una condición de llegada, una
adquisición derivada de un proceso de construcción.
En cuanto a la restitución, hay que considerar que la subjetividad no se rearma como un rompecabezas
que se desarmo, buscando un encastre correcto, ya que una vez que una situación se ha puesto en
movimiento, generara una catarata de efectos sobre el sujeto, enfrentándonos con las huellas de lo
probablemente irreparable. Cuando el objeto en cuestión es un sujeto, la complejidad de la situación deja
entrever los limites de la ilusión reparadora del derecho.
La lógica genocida no se ha limitado a producir la desaparición física de los padres de las criaturas
secuestradas, sino que también se ha hecho extensiva a la supresión de la identidad, extendiendo sus
consecuencias a la interrupción de la trama generacional que funda el orden humano y ha producido una
ruptura que no es solo individual sino también social.
Respecto a quien ha sido apropiado ilegalmente, el crimen filiatorio se dirige a dos lugares diferentes:
apunta a la supresión de su identidad singular proponiendo el corte con la generación que lo antecede,
pero también es un crimen que vuelve a desaparecer a sus padres, ya que se orienta en la dirección
opuesta a la de la historizacion de sus biografías personales y de los sucesos de su tiempo.
Pero el crimen filiatorio agrega la complejidad de una tercera muerte, ya que adiciona un corte brutal en la
historia singular y colectiva, en tanto interrupción en la continuidad de las generaciones.
El restablecimiento de la ley social, la eficaz operatoria de la intervención jurídica o el reservorio de la
memoria colectiva no alcanzan para subsanar lo roto en el campo de la constitución del sujeto, poniendo
en evidencia los limites para reparar las consecuencias del crimen filiatorio.
La ley, mediador simbólico por excelencia, puede pensarse en una doble acepción: una LEY con
mayúsculas) que es condición necesaria para la fundación y estructuración del psiquismo y una ley (con
minúsculas) cuya producción hace referencia a cada uno de los sistemas sociales, particulares, en los
que el hombre se desenvuelve.
Cabe pensar que lo simbólico no se deja apresar completamente por la ley escrita, en tanto que el signo
distintivo de cada acontecer humano es ser una singularidad en situación. Pero además, la instancia
jurídica no tiene atribuciones para abarcar por completo los acontecimientos singulares sobre los que
resuelve, ya que hay algo fallido en el ordenamiento de su intervención. Por esa razón, algo quedara
siempre por fuera de lo que la misma llega a regular. La inconsistencia de la ley para cubrir todo el campo
de acontecimientos sobre los que legisla, requiere la puesta en acto de la responsabilidad subjetiva, ya
que el vacío de certeza propio del campo jurídico solo puede ser suplementado por una decisión del
sujeto. Entonces, en la sanción jurídica queda resaltado un punto de inconsistencia que denuncia la
presencia de una falta real, de un imposible, que no puede recubrirse del todo con ningún elemento de lo
simbólico.
La trasgresión de la ley social y la determinación de la culpa jurídica que conlleva, encuentran en el marco
del derecho la consecuencia del castigo. Pero las fallas de la ley que se expresa por la vía del
padecimiento subjetivo no funciona de igual modo el contexto judicial de penalización.
El robo de las funciones parentales ha forzado el crecimiento de un niño en el seno de una familia que no
es la suya y a partir de ese entramado ofrecido le resultaría posible inscribirse en lo humano y constituirse
como sujeto. Toda apropiación ilegal es una herida abierta en el seno de una sociedad, al tiempo que una
marca singular para quien sigue padeciéndola continua e ininterrumpidamente.
Tanto si un niño ha sido expropiado de muy chico o de mas edad, tiene el derecho de elegir conocer su
identidad (restitución de la identidad, tendiente a subjetivar la identidad recuperada) y habrá que ver en
que sentido cada sujeto pronuncia su respuesta, ya que parece no quedarle otra opción que la de hacerse
responsable de lo que decida. Justamente la operación de que tiende a subjetivar la identidad recuperada
es la operación que resta, que escapa a la garantía de la ley social, ya que su realización depende de si
se han podido fundar las categorías que hagan eficaz el trabajo de lo simbólico para que el sujeto pueda
cuestionar las viejas incertidumbres y reconstruir las representaciones en las que se asentaba hasta el
develamiento de la verdad. En el caso de los jóvenes que todavía ignoran su origen, no ha servido para
detener la ejecución de un crimen pero, el paso del tiempo ha hecho que se puedan homologar la lógica
de la responsabilidad subjetiva con la jurídica, porque para ambos ordenamientos el estado carece de
autoridad para decidir en nombre del sujeto (aun cuando se trate de un sujeto victima de un crimen
filiatorio). Se trata del sujeto jurídico en tanto tiene derecho a la identidad pero también del sujeto del
deseo, que no se puede hacer culpable pero tampoco desresponsabilizarlo, ya que una vez que ha
realizado su movida, y ha tomado la decisión de saber o no saber, no podrá de hacerse cargo de los
efectos que produzca su jugada.
En la actualidad, la potestad del estado para intervenir se ha reducido, priorizándose el derecho a la
intimidad por sobre cualquier otro con el que entra en conflicto. La posibilidad de restituir la identidad
queda subordinada a la decisión previa de quien ha sido apropiado ilegalmente, el sujeto deberá desear
saber, tendrá que poder cuestionar sus certezas y pronunciarse sobre el recorrido a seguir. En tanto
psicoanalistas, y sin renunciar al deseo de develar la verdad, habrá que prestarle el tiempo que requiera
para interrogar sus propias fisuras. Se trata de poder interrogar hasta donde nos esta permitido avanzar
cuando el sujeto en cuestión no demanda saber. Nos preguntamos si alguien debe ser obligado a conocer
su historia.
“Especificidad en la tortura como trauma. El desierto humano cuando las palabras se extinguen ” – M.
Viñar -
De la tortura, de eso no se quiere saber ni se puede creer. Lo mas traumático no es el trauma mismo, sino
la desmentida del hecho traumático.
Cuando el psicoanalista recibe un sujeto marcado por situaciones extremas como torturados,
sobrevivientes del campo o de masacres, ¿cuál es su posicionamiento como terapeuta y como
investigador?, ¿qué materia traen a elaborar en análisis los sujetos de estos vejámenes, los afectados y
su entorno?.
Reducir el horror a una categoría común de trauma es conceptualmente erróneo, además de éticamente
condenable.
Hay un inalcanzable de la representación del horror por lo que la solución de ese trauma no es accesible
por la vía catártico-abreactiva. La meta terapéutica no es la resiliencia, la meta terapéutica busca un
reencuentro con la temporalidad psíquica, con un devenir y una reapropiación del fuero interior que
permita discriminar el pasado del presente, que el sujeto pueda acceder a su actualidad y no quede
incrustado, anclado al trauma, como fuerza de atracción que satura el presente y el futuro en un
determinismo lineal y fatal con aquel pasado. Se trata de leer no tanto al trauma sino en como cada sujeto
lo registra, lo inscribe y lo significa: la singularidad de la respuesta.
En análisis se trata de repersonalizarse, cuando se esta fuera de si es necesario rehabitarse. Un modo de
fracaso es cuando el analizando se instala irreversiblemente en la posición de victima.
Es un desafío para el psicoanálisis tener acceso a un espacio de intimidad, construirlo al mismo tiempo
que se lo convoca. No quedarse en una semiologia exterior objetivante que habla de secuelas, sino
fundar una semiologia relacional, donde desde la experiencia intima el sujeto transforma la secuela en
marca creativa que define su retorno a la condición de ser humano singular. De esta manera, el objeto de
estudio no es solamente identificar las secuelas y la minusvalías de los afectados, sino integrar su
experiencia y su relato en un proyecto de vida.
Fariña, J. Ética Profesional. Dossier. Acápite 3.3 El estatus de la responsabilidad sobre los actos
El autor habla del conflicto entre la obediencia y los valores éticos y cómo por ejemplo la experiencia de
Stanley Milgram en la Universidad de Yale acerca de la obediencia a órdenes criminales es una de las
explicaciones que la psicología ha intentado dar al problema.
El experimento de Milgram fue plasmado en el film “I…como Icaro”. “Usted continúe, yo asumo toda la
responsabilidad”, es la frase empleada en la versión cinematográfica para reforzar el carácter de la
experiencia, destinada a explorar cómo se comporta un hombre cuando una autoridad legítima le indica
que debe actuar contra un tercer individuo.
Los resultados de la experiencia indican que dos de cada tres personas llegan a administrar descargar
consideradas peligrosas; esto ha sido usado para intentar explicar la obediencia a órdenes aberrantes
durante la guerra o situaciones de tortura.
El ‘torturador’ de la experiencia de Milgram no está en modo alguno ante la misma elección que el
torturador argentino de la realidad; al contrario que éste último, aquel se halla en presencia de un
‘torturado voluntario’ dispuesto a sufrir por el bien común (en este caso el conocimiento científico).
En la línea de aportes psicoanalíticos a las cuestiones de la ética y la obediencia, el escrito de Jorge
Jinkis “Vergüenza y responsabilidad” fue escrito como reflexión ante la promulgación de la Ley de
Obediencia Debida en Argentina. Dice Jinkis: “(…) si se pudiera reconocer en los relieves mórbidos de un
crimen sus coordenadas simbólicas, no se volvería por eso irreal el crimen, y la intervención de un
analista siempre irá en el sentido de reintegrar esas coordenadas a la historia del sujeto quien se volvería
entonces responsable de un crimen real. Esa responsabilidad (…) no se configuraría acabadamente sin el
castigo.”
Ofrece un punto de vista diferente del “consensualista” para el psicoanálisis, el establecer la
responsabilidad no podría ser nunca función de un ‘saber y entender promedio’, sino por el contrario, de
las implicaciones singulares, y por lo mismo universales, de acción cometida.
La hipótesis clínica será la encargada de explicar el movimiento que supone que el tiempo 2 se
sobreimprime al tiempo 1 resignificándolo.
1) Ante el soberano se presentan 2 prostitutas que reclaman al mismo niño como propio. Una de ellas
asfixio a su hijo y ahora reclama un hijo ajeno. Ambas dicen que el niño vivo es el propio y que el muerto
es el de la otra. No hay testigos ni forma de constatar la verdad de los hechos.
El padre no es cierto pero la paternidad es verdadera. Ella solo se sostiene en tanto función y se reconoce
en un doble movimiento. El hijo puede reconocer a su padre solo si este lo ha reconocido previamente.
Tal reconocimiento esta sujeto a leyes de cada cultura: red simbólica que nomina el lugar paterno
prescindiendo de la constatación genética. Entonces si padre y madre no se corresponde necesariamente
con sus funciones biológicas es posible indicar que el hijo nace tanto del padre como de la madre. Se
trata de aquel que encarna la función y cumple su oficio de transmitir una ley en carácter de agente de la
misma.
Volviendo al ejemplo, el rey ordena que se corte al niño en 2 y que se le entregue una mitad a cada una
de ellas. La decisión del rey Salomón debe ser considerada como un gesto de fastidio, una decisión
terrible que expresa un capricho sanguíneo. Queriendo un hijo, la mitad de eso se parece a la nada. ¿Qué
es el padre real? El que obliga a una doble renuncia: hacia la madre y hacia el hijo. Salomón es quien
introduce esa decisión del corte. Frente al corte, cada una de las mujeres dará su respuesta. Una de ellas
decide renunciar al niño, decide cederlo para mantenerlo vivo y frente a esa respuesta, Salomón advierte
que ahí hay una madre. No se trata de haber descubierto a la madre, sino de haber encontrado una
madre. La renuncia funda un lugar que Salomón sanciona como el lugar materno.
La otra mujer en cambio, acepta el despedazamiento del niño.
¿Qué es una madre? La que cede su objeto mas preciado, la que por su castración se somete a la ley
paterna en una renuncia del lado de la cultura.
Para que el orden humano sea tal, no basta con el padre, la madre y el niño: hace falta un termino
decisivo que es la ley. Ese termino ordena las distintas funciones y es el que permite que de la cría nazca
un hijo encadenado a una genealogía fundadora. Es la instancia de la ley la que instituye y nombra todos
los lugares.
2) Los mellizos Matías y Gonzalo Reggiardo Tolosa fueron apropiados ilegalmente por el sub-comisario
Miara y su esposa, la Sra. Castillo (quien había perdido un embarazo y su marido lo “resolvió”
entregándole a dos niños).
En este juego alguien pierde. Un hijo pierde al Padre porque Un-Padre impostor usurpo su lugar. Ese
encuentro en el lugar perdido es el espacio propicio para la perdida de una función.
Hablar desde el lugar paterno en nombre de la ley convoca a la prohibición y Miara, en cambio, habla
desde la usurpación, y de ahí no puede surgir prohibición alguna.
Miara, con su mentira, hace un intento por velar la verdad de la castración, de la propia. ¿Qué es el padre
simbólico? El que introduce una tercera renuncia, la propia. No se trata de ser padre, porque el padre no
tiene ser, sino de oficiar de padre, y es el resultado de lo instituido por una tradición.
Destacar como decisivo el amor de la crianza es forjar una variante sentimental que oficia de coartada
para un acto de delincuencia profunda, al llamar paternidad a una practica de pillaje. Designar como
“padres históricos” a los ladrones de niños es una operación renegatoria de la historia misma.
Se trata de lograr que el padre recupere su lugar, a situar un discurso de la verdad, un discurso que
remite a principio de división fundador. Para cada uno de nosotros, ser hablado por los procedimientos
jurídicos de la sociedad constituye el elemento primero de nuestra entrada en la vida. La restitución de
niños desaparecidos a sus legitimas familias, es un acto de restauración de la función paterna. La
restitución no es del niño sino del Padre. Si reintegrar el sujeto a su historia tiene algún sentido humano,
solo lo será al sostener la ley desbaratando la impostura.
“Un deseo que no sea anónimo. Tecnologías reproductivas: transformación de lo simbólico y afectación
del núcleo real” – A. Kletnicki –
El listado de las nuevas tecnologías reproductivas incluye: inseminación artificial, fecundación in vitro,
donación de semen y de óvulos, participación de donante no anónimo de semen regulado por un contrato
que fija sus funciones, alquiler de vientres u otras formas de maternidad subrogada, interrupción selectiva
del embarazo, selección de sexo y manipulación genética, reducción de fetos, clonación, producción de
híbridos, fusión de preembriones entre si para la obtención de quimeras, gestación en el vientre de un
animal, gestación en mujeres clínicamente muertas y otras modalidades de utilización post-mortem de
material crio preservado, ectogenesis o útero artificial, embarazo masculino.
Debe poder decidirse cuales de estas tecnologías se presentan como intervenciones medicas para
abordar la falla de una función, y cuales son el punto de partida de modificaciones que atañen al campo
de la subjetividad. Lo significativo desde el punto de vista de la constitución del sujeto no es el medio
físico en el que la fecundación se produce, siendo este un dato seguramente mas relevante para el
quehacer de la biología.
Las consecuencias para los sujetos implicados no pueden ser anticipadas, sino analizadas a posteriori.
Otra cuestión que debe poder definirse es en que condiciones la utilización de una tecnología
determinada produce y promueve el desarrollo de lo simbólico y en que casos favorece su relativización o
fomenta su aplastamiento.
El uso de las tecnologías nombradas puede tornarse promotor de lo simbólico: el saber anticipado sobre
la llegada de un hijo con un problema determinado (por ej. síndrome de down) puede permitir a unos
padres que tengan decisión de no abortar un encuentro distinto con ese niño diferente.
Las nuevas tecnologías reproductivas presentan entre si diferencias significativas en sus fundamentos y
sus consecuencias.
J. C. Indart afirma que una estructura tiene por función la transmisión, de una generación a otra, de
aquello que garantice que la cría humana sea parlante y tenga el mínimo de ubicación en un sistema de
intercambio. En la actualidad, la familia se presenta como la institución social encargada del sostén de
esa transmisión. Se trata, en la familia, de la transmisión y el sostén de un núcleo social no anónimo y
singular.
Lacan hace referencia a la función materna (al Otro del lenguaje), como aquella que produce al sujeto
parlante por la vía de la transmisión de un deseo que es siempre singular, y como lugar de
establecimiento de la simbolización, ya que es la madre quien transforma lo real en significante. También
alude a la función paterna (al Otro de la ley), abrochamiento de ese deseo a un nombre, para que,
articulada con la ley de la prohibición del incesto, se de cabida a la sucesión generacional que funda un
orden matemático, y no natural, en ese corte.
Se ha ubicado como condición necesaria para la constitución subjetiva la transmisión de un núcleo real no
anónimo y singular. Esta cualidad debe ser diferenciada del estilo y contenido de las marcas inscriptas en
el sujeto que en el mismo movimiento en que apuntan a su constitución en lo humano, lo determinan.
Toda trama se presenta como productora de marcas subjetivantes: un lugar en el deseo del Otro que es
condición ocupar y que significa, primariamente, que alguien debe donar un sitio donde el sujeto se aloje.
La cuestión es que, aun ofreciendo este lugar, las cualidades de lo ofertado no están garantizadas. La
plena determinación encuentra limite en lo imprevisible, en una respuesta del niño que no queda
explicada acabadamente apelando al deseo inconsciente de los padres.
La vocación totalizadora de la ciencia encuentra su limite allí donde la complejidad propia de lo humano
produce un resto no formalizable en la singularidad del deseo y del goce. Se marca la producción de un
corte entre la pretensión de la ciencia de constituirse en un saber absoluto y el acontecer único, singular,
en que se construye la historia de cada sujeto.
La inscripción de lo real, planteada como movimiento estructural, universalizable, no puede efectuarse si
no es singularmente. Hay un real en juego anudado a la constitución del sujeto en relación con un deseo
que no sea anónimo, y su desconocimiento tendrá como efecto la disolución de la constitución del sujeto
en el deseo, de la que no podemos esperar sino estragos.
Los nuevos desarrollos científico-tecnológicos llevan al extremo una característica ya presente en el
discurso medico, que es la de producir el borramiento subjetivo como consecuencia de la reducción del
cuerpo a objeto. Como estas nuevas tecnologías operan sobre el cuerpo humano, el efecto es una
tecnologización progresiva de la vida, la sexualidad y el deseo.
Pero allí donde un real irrumpe, y en la medida que haya eficacia de lo simbólico, el intento es servirse de
eso simbólico para producir la inscripción de lo que interroga en lo real. Esa inscripción es siempre
singular: tiene como base la transmisión de un núcleo real, no anónimo y singularizado, la donación y
apropiación de marcas subjetivantes, la construcción de determinadas operaciones simbólicas y, en la
medida en que dichas operaciones han sido fundadas, el ordenamiento que realiza la estructura,
haciendo posibles ciertos recorridos e inhibiendo otros.