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EL CHOLO Y EL PERU

José Varallanos

INTRODUCCIÒN

Años ha publicamos unos apuntes sobre el Cholo y el Mestizaje en algunas regiones del
Perú1. En favorable acogida nos obligó, entonces, a ocuparnos con más amplitud de la
materia, constituyendo el presente volumen. Es este, pues, un viejo libro acaso de viejas
ideas.

Descendiente de los españoles que arribaron desde el siglo XVI y de las indias oriundas de
este suelo, el cholo es el personaje más señero del Perú actual. Desde aquel siglo,
encuadrado en un peculiar medio telúrico, es el permanente actor de nuestra múltiple vida
social y encarna en si el proceso del alma nacional; o en otros términos, es el factor
determinante de las características económicas, sociales y culturales de este país. Aún más,
las manifestaciones de su genio, con el tiempo, dosificarán la nueva cultura, la cultura
indiana que los sociólogos pregonan se forjará en estos lados del mundo.

De aquí que, nosotros, al tratarlo, lo hagamos en relación y función del Perú, de su paisaje,
temas y problemas. Porque como opina Rosemblat, "los problemas políticos, sociales y
culturales de América se entremezclan a cada paso con los problemas étnicos".

Por otra parte, su número mayoritario en la población peruana, en la comprobación de un


hecho clásico: el mestizaje indo-español o indo-blanco.

Este fenómeno que comienza en los primeros días de la Conquista, continúa en la Colonia
en grado creciente. Al extremo que, ya a mediados del siglo XVIII, los cholos —llamados
entonces mestizos— formaban el grupo más numeroso después del indio. El proceso de
esta mixtión prosigue hoy ininterrumpidamente, aunque bajo el signo del cosmopolitismo.
Pues, a raíz del advenimiento de la República, borradas las castas y abiertas las fronteras, el
blanco, el indio, el negro y el chino se han cruzado originando nuestro hibridismo. Pero es
al mestizo del blanco con el indio al que proclamamos, por ser nuestro tipo histórico por
excelencia; o, si se quiere, en el concepto etnológico, constituye la actual "raza peruana".

Precisamente por el cumulo de mezclas de sangre, no puede hablarse en el Perú de "pureza


racial"; ni siquiera refiriéndonos a los indios auténticos indios.

Con el presente libro pretendemos terciar en el retorico debate entre indianistas e


hispanistas, cuyos sostenedores máximos son los escritores Luis E. Valcárcel y Víctor
Andrés Belaunde. Para los primeros, el Perú es indio, viene de su estirpe y se estructurará
al modelo de su genio; y de aquí el pregón: "vuelta al Tahuantinsuyo". Para los segundos,
1
El mestizaje en Huánuco. Etiología del Cholo Huamaliano. "El Comercio". Lima, 28 de julio 1939. —
Genealogía, ubicación y valoración del cholo. "La Prensa". Lima, 12 de marzo, 1044-
Este libro fue escrito en 1947, y solo hoy lo entregamos a la imprenta, agregándole uno que otro dato o idea.
lo español encarna nuestra múltiple vida social y su espíritu rumbará su destino como
pueblo, como progenitora nuestra: "madre España". Atenidos a la realidad etno-sociológica
peruana, nos ubicamos en el campo medio y desde el deseamos esclarecer ciertos
conceptos. La tesis que planteamos es, pues, ecléctica; somos mesticistas, cabe el termino:
cholistas.

Sostenemos que el mestizaje indo-español, bajo la colonia, no solo se realizó como simple
unión sanguínea, sino también como unión de espíritus. Fue, al mismo tiempo, un mestizaje
étnico y un mestizaje cultural, como consecuencia de la revolución social que implicó la
Conquista española en estas tierras. Esto, la mezcla, la simbiosis, la transculturación de lo
español y de lo indio, es precisamente lo que caracteriza al cholo y a lo cholo y, por ende, al
Perú y a lo peruano.

Ni solo España, ni solo el Tahuantinsuyo. Tenemos de ambas naciones y de sus culturas,


fusionadas y fusionándose a través de los siglos. En otros términos, de la conjunción de los
elementos principales y primordiales españoles e incaicos, emergió, en el siglo XVI,
nuestra patria mestiza, y emerge hoy lo esencial y terminológicamente peruano al conjuro
de la civilización occidental, a cuyo ritmo, pretendemos incorporarnos, aunque sin
renunciar a nuestras auténticas bases étnico-sociológicas. Recalcando que la cultura
original de América Latina se forja a base de lo indígena.

En la determinación antropológica de sus tipos humanos, en el estudio etnológico de sus


grupos sociales, en el análisis sociológico de la vida y costumbres, hallaremos que todo en
este país es mezcla, que nuestra nación es mestiza por excelencia, que el Perú es fruto de
esa mixtura. Y el amestizamiento en estos suelos es antiguo, profundo y múltiple; es un
hecho evidente en la vida social peruana; una verdad que rebasa los límites de nuestra
geografía.

Desde cualquier ángulo que nos juzguemos, somos, pues, mestizos, somos cholos. El
propio indio es cholo una vez que usa vestimenta europea o habla el castellano. Porque el
idioma, principal elemento de cultura, es el lazo misterioso que le une al mundo y le
conduce a un modo especial de ver y juzgar las cosas; de adoptar un estilo de vida.
Asimismo, podemos decir que el indio se identifica con el cholo o que el indio de ayer es el
cholo de hoy. Ya que el "indio es cada vez menos indio y es cada, vez más mestizo", como
expresa Rosenblat. Par eso, para nuestro planteamiento, el cholo es la solución del indio; y
rumbamos a ello, a la cholización del indio. o también, el "cholo es una capa superior sobre
el indio; es el indio emancipado y superado", según la frase de Emilio Romero.

Indianistas e hispanistas discrepan, desde un ángulo libresco, retórico, romántico. Porque


todo culto al pasado —indio o español— es romanticismo.

Los diversos capítulos del presente volumen constituyen, en verdad una introducción al
estudio histórico del mestizaje étnico y cultural indo-hispano o cholo. No madura mi
original investigación; ligero esbozo de un estudio que, acaso, podrá emprenderse con
mayores fuentes bibliográficas y a ajustados métodos científicos.
Por eso el lector hallará ideas, argumentos, citas y enfoques ya conocidos y divulgados; y el
etnólogo o el sociólogo no podrán calificar de definitivas nuestras conclusiones.

Particularmente este libro tiene el carácter de informativo; o, mejor, es una estimativa del
cholo en los diversos aspectos de la vida social peruana. Y aún dentro de este ángulo de
apreciación, es solo un deficiente esquema. Ello se justifica por no haber hallado trabajo
alguno que nos hubiera servido de pauta. Es que los escritores e investigadores peruanos
menospreciaron su trato, imbuidos en los conceptos de la vieja antropología que
consideraba al mestizo un "monstruo o ser antinatural" y empeñados en identificarnos con
Europa, olvidaron que nuestro pueblo indo-hispano, mestizo, cholo. Somos, pues, los
primeros que incursionamos en una ancha y nueva ruta "sin poner planta sobre huella
ajena", al decir del célebre tratadista Solórzano Pereira2.

Por otra parte, iniciamos la tarea —placentera para nosotros— de valorar al cholo, de
reivindicarlo, aunque solo sea desde el piano de la mera especulación intelectual.

Estas páginas son, también, un pequeño "ideario defensivo" —la frase es de Fernando
Ortiz, el notable escritor cubano— para nuestros compatriotas, para quienes hemos escrito.
Para los mestizos que se debaten todavía en complejos creados por el prejuicio de la
"superioridad de los blancos" e "inferioridad de la mezcla", etcétera; sofismas divulgados
con fines de postración económica y social, ayer por los conquistadores colonialistas, y hoy
por los agentes del imperialismo anglo-sajón y sus aliados: esos escritores de ideas
retrasadas, de mentalidad medieval y encadenados a la "aristocracia blanca". Son ellos los
antimesticistas en un país, como el Perú, profundamente mestizo. Y cuyas querellas
arraigadas en el ambiente popular "fomentan odios y son el secreto de nuestras querellas
políticas", dividiendo a nuestra sociedad, sobre todo en las provincias, en minúsculas castas
sociales.

Asimismo, pretendemos despertar, al flujo primario de la sangre y de la tierra, hacia una


conciencia colectiva, nacionalista, que debe recostarse sobre nuestra admirable tradición y
personalidad de pueblo. Conciencia terrígena, peruana, que es urgente en estos años en pie
el cosmopolitismo y el capitalismo estandarizan a los hombres y hasta al espíritu3. Hoy que
el Perú sufre una crisis de su destino como pueblo y nos desperuanizamos debido a la
incapacidad de comprender a la Patria en su intimidad más trascendente y profunda. Porque
la respetabilidad de un país como núcleo social, solo será posible con una sólida conciencia
nacional; de sentirnos serena, limpia y cabalmente mestizos, cholos. Sin añoranzas del
Tahuantinsuyo ni de España, como afirmación de nuestro señorío en este suelo, en la
marcha hacia la estructuración de lo peruano-universal. Tierra y sangre son los
2
De lo que se ha escrito sobre el cholo es, sin duda, el mejor trabajo et titulado El cholo: voluntad del
porvenir, de Serafín del Mar. "Revista América", La Habana, junio, 1940. En tal ensayo el escritor peruano,
aunque ligeramente, trata el problema de su proceso biológico y su actitud cultural frente al "blanco" y al
indio; estudiando, a la vez, su aporte en la vida social peruana, el sello de su mente creadora, su lucha frente al
Poderoso, en inseparable alianza con el indio.

3
Lastimosamente, lo que el tiempo y el genio el hombre dio personalidad —característica, originalidad,
variedad de vida—, tiende a lo uniforme, a lo monótono. Todo se universaliza o, mejor, se europeiza, se
yanquiniza. Y tendremos, pronto, gracias los caminos carreteros, al avión y al inglés, una "agradable y
repugnante" monotonía en el pensar, en el vestir, en el comer y en nuestras costumbres.
fundamentos en que se afianza toda razón de ser de un pueblo y ambos son los ingredientes
básicos en una etapa de transición histórica, coma la que vivimos.

Como pudiera suponer la errada apreciación, no pretendemos despertar o fomentar lucha de


"razas"; ni dividir en bandos al indio y al cholo. Menos aún creemos en la raza pura. Para
nosotros, ya no existe el indio sino el cholo, etnológica y culturalmente hablando; pues,
ambos se identifican y son los legítimamente peruanos. Tampoco nos atrevemos a sostener
—dando pábulo al viejo prejuicio racista—cholo sea superior al indio. Y pese a que "el
cholo representa a la fuerza orgánica de la raza rejuvenecida y vigorizada para hacer frente
al nuevo día", al decir de Moisés Sáenz.

Para nosotros no existe escala de ‘razas. Por eso, no solamente proclamamos la igualdad
racial, sino la igualdad económica. Ya que al "término cholo le damos una nominación e
interpretación cultural y económica". Porque, analizando en su estructura y funcionamiento,
la democracia que vivimos, es meramente teórica y en la que una minoría “blanca” y
corrompida dispone de las riquezas y disfruta de los privilegios, postergando' a la masa
mestiza e india, que es el músculo el nervio de la Nación, en odiosa discriminación social.
(Es verdad que muchos cholos han figurado y figuran en nuestra "alta sociedad" y han
desempeñado y desempeñan cargos en la política, la banca y la cultura. Pero sin conciencia
y sentimiento telúricos, no se han identificado con su clase, con "el Perú mestizo, cholo";
solo han sido colaboradores, a título de "beneficio personal", del caudillo, de la ciase o
familia "blanca" dirigente y usufructuaria del poder estatal. Extraviados de su destino social
y de su propio espíritu, son estos cholos los que, incluso, procediendo de nuestras más altas
serranías y siendo de la más auténtica cholada, identificándose con los "blancos", han
pregonado un árbol genealógico o reclamado un título nobiliario en España.)

Cabe asimismo, en estas líneas, la mención de un libro. En 1930 Uriel García publicó) "El
Nuevo Indio": libro de "ensayos como su propio autor lo califica. En tesis general, García
sostiene que en los Andes todo se indianiza, se torna indio; y de aquí el término "neo-indio"
para nombrar a lo que en el alto panorama andino habita o crea. (García ha formado el
vocablo "neo-indio", e ignoramos hasta donde puede ser aceptado o usado. Nosotros
empleamos el termino cholo: creado por el pueblo y recogido por la historia, desde hace
trescientos años y vigente de Bolivia al Ecuador.

El distinguido escritor conforma su idea a la doctrina sociológica determinista —ya


rebatida hoy— Cual es: que el medio absorbe al hombre, y cree en la trasnochada teoría del
Conde de Gobineau y seguidores, que, la mezcla de sangres degenera. Por eso afirma que el
"cholo es creador de una nueva barbarie americana", que es un "espíritu de transición", una
"larva", y que sus actos sociales son impulsados no por los sentimientos altruistas y de
solidaridad, sino por el "odio la envidia", demostrando —dice— su inferioridad racial.
Agrega: "el indio antiguo, hoy, es más sangre que espíritu; el nuevo indio debe ser más
espíritu que sangre".

Culturalmente hablando, el indio como categoría histórica, como alma original, no puede
ser ni nuevo ni viejo, ni antiguo ni moderno; sino simplemente indio. De otro modo, es una
verdad tan profunda como la muerte, que el ciclo indio ha terminado; ha sido superado por
el de otra técnica, por otro espíritu. Tan es así que su solo genio no rumba hoy, ni puede
rumbar en el futuro, el nuevo sentido histórico, la "nueva cultura de América". Por ello muy
lejos estamos en creer con Gregory, Rosen ,y otros, que los pueblos y las razas
conquistadas sufren solo un trauma social, para insurgir mas vigorosamente; que la cultura
es el patrimonio de una raza o pueblo, y ,que ella es obra de una "raza Pura", etc.

El indio y lo indio es solo componente con el blanco de un nuevo tipo y espíritu: el del
mestizo cholo. Porque el fenómeno que se observa en América del Sur y particularmente,
en el Perú, es que, por ley fatal, todo se mezcla, se amestiza, como ya tenemos dicho. Y,
precisamente, el mestizo es el nuevo, hombre de América. (He aquí, pues, la errada tesis del
distinguido escritor, pese a que se refiere, casi exclusivamente, al Cusco, en cuyo panorama
telúrico-social es imponente la masa india.).

Finalmente, hemos empleado, en lo posible, un lenguaje libre de lodo follaje literario. No


para solaz de eruditos, recalcamos, es para la comprensión del público que escribimos. Con
este propósito los textos antiguos que transcribimos en sus capítulos, los hemos arreglado al
castellano actual, sin alterar, en absoluto, su contenido y expresión.

Ojala estas páginas pudieran llegar a la cholada, que realiza su vida en los lindes patrios.
Por donde anduvimos —en actitud del “hombre en tránsito, en movimiento"— gastando
días y noches, en Oilegoinación de peruanidad; en simpatía al tema y como abono de una
deuda al plasma sanguíneo que baña nuestra contextura corpórea e incursiona en nuestra
intimidad espiritual y formas de vida social, si refilamos la vieja verdad "que la sangre es
también espíritu". Deber nuestro era, pues, ocuparnos del cholo —aunque no exentos de
pasión—de “cuya sangre soy y me lo llama yo a boca llena, y me honro con él", como
dijera ayer el Inca Garcilaso de la Vega: uno de los que hace honor y da lustre a la estirpe.

Lima, Perú, 1961.

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