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Valeria: Bueno, les contamos que al C.E.N.T.E.S. los alumnos concurren una hora
cuarenta y cinco minutos por bloque y que los padres los esperan en la escuela.
Valeria: Entonces este trabajo trata sobre una experiencia acerca de un “Taller de
Padres”.
Valeria: Pero ¿no trabajamos con los padres y madres que esperan a sus hijos o
sea nuestros alumnos con trastornos emocionales severos?.
Elsa: Si, justamente eso son siempre. Seres humanos cristalizados en una
identidad. El padre de... la madre de…, que mi hijo se hizo pis hasta los 6 años, que
mi hijo no habla y además me dijeron que tiene TGD….
Nos propusimos brindarles a los padres un lugar y un momento para que puedan
pensar qué les gusta, sobre qué temas saben, qué les disgusta, es decir que ellos
pueden hablar de sí mismos más allá de hablar de sus hijos.
Este espacio lo pensamos para propiciar el encuentro con los otros a través de una
tarea que posibilite armar una red vincular.
Para que puedan apropiarse del tiempo que esperan a sus hijos de una manera
placentera convirtiéndose en protagonistas, promoviendo la participación activa para
reflexionar, pensar y lograr un producto grupal.
Elsa: Como este escrito que también es un producto grupal por eso ¿qué te parece
si lo vamos escribiendo juntas y además convocamos a autores y teorías para que
nos ayuden a darle forma?
Valeria: Sí, una vez entramos a ese lugar donde están los padres, todo silencio. Nos
invadió una terrible tristeza. ….como personas atrapadas en un reloj sin agujas,
parecían atadas a su destino de esperar algo que no sucedería nunca…como si no
pudieran avanzar. Nada ocurría.
Elsa: Había un clima… Otra vez entramos porque escuchamos gritos, se estaban
peleando….Se producían estallidos. Gritos, reproches. Los excesos trascendían la
palabra.
Valeria: Si, y otra vez entramos y estaban hablando de la importancia de tener una
alimentación balanceada en los primeros años de vida y en el embarazo y no sé que
otra cuestión trascendente de la higiene.
Valeria: ¡No!
Elsa: ¿No?
Valeria: Si. Pero nadie pregunta si tienen trabajo o tienen un baño. ¿No te acordás
que Fernando Ulloa decía que el escándalo de la pobreza multiplica el factor
trágico?. Por eso percibimos que hablaban de todo eso con tristeza, monotonía,
aburrimiento. Estaban juntos pero se sentían solos. Se sentían solos pero estaban
juntos. Fue entonces que los miramos y eso fue el inicio.
Elsa: Algo nos puso incómodas, molestas. Nos dimos cuenta que eran destratados
por la institución.
Valeria: Por nosotras.
Elsa: Frente a esto nos preguntamos qué podíamos hacer. Pero no un hacer desde
una técnica o desde lo que dictamina tal o cual teoría. Un hacer que involucre al
ser. Preguntarnos qué tipo de subjetividad producirá nuestra práctica pensando en
propiciar algo de la singularidad. Delimitando un espacio propio donde puedan
tomar distancia de sus hijos.
Valeria: Entonces fue que pensamos en ese lugar como la sala de espera y
buscamos en el diccionario su definición: “Una sala de espera es un edificio, o una
parte de un edificio donde la gente se sienta o permanece de pie hasta que el hecho
que está esperando ocurre”.
Elsa: ¿No te parecía ver una escena detenida? ¿Será por eso que se nos ocurrió
hacer teatro con ellos?.
Elsa: Sí, puede ser. Nuestro deseo, pero no sin compromiso. Más bien nos
dispusimos. Prestamos un dispositivo. Poder apropiarse del tiempo que esperan a
sus hijos de una manera placentera, convirtiéndose en protagonistas.
Valeria: Entonces nos preguntamos si era nuestra función trabajar con los padres…
¿Como docentes?, ¿Como analistas?…Eterna pregunta. Siempre teniendo en
cuenta que el psicoanálisis brinda el marco para que nuestro quehacer docente no
se convierta en una práctica orientada a la repetición y que posibilite inventar
nuevas respuestas y también nuevas preguntas.
Además, porque “El psicoanálisis se sitúa decididamente del lado del viviente, de los
lazos, aunque sean un poco locos, que constituyen la conquista de la aventura
humana, en la medida en que no renuncia a su extraña solidaridad con las lenguas
y la palabra, donde explota los recursos poéticos con audacia y prudencia, sin
pretender confeccionar recetas con sus invenciones; huellas, quizás”.1
Elsa: Nos ayudó otra vez el pensamiento de Fernando Ulloa: “Siempre fui propenso
a pensar mi quehacer psicoanalítico en términos de oficio, más que como profesión.
Un oficio que busca apoyo no tanto en lo instituído sino en la singularidad de lo que
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Nathalie Georges. http://www.blogelp.com/index
se va instituyendo sobre la marcha, sin desconocer que un rol social, asumido con
solvencia y economía de esfuerzos, pretende tener basamentos conceptuales y
metodológicos firmes. Este es el sentido válido de profesión. No se trata de andar
improvisando lo que ya está hecho, pero cuando se trabaja con la gente y se quiere
preservar la singularidad de cada uno, es más necesaria la creatividad que oficia
que la regularidad que profesa. Un remanente de baquía quijotesca propicio a la
clínica”.
Valeria:¿Baquía?
La propuesta de hacer juegos teatrales no prosperó. Una señora propuso leer ¨El
Principito¨, dijo que había escuchado hablar de ese libro pero que nunca lo había
leído.
“El Principito” es un cuento para adultos dirigido al niño que todos fuimos alguna
vez. Muestra la historia de un piloto aviador que….
Valeria: No, no vamos a seguir porque a los que lean o escuchen este trabajo, todo
lo que podemos decir del libro de Antoine de Saint-Exupéry, seguro que les será
familiar. En esa sala, sólo una persona conocía el texto.
Bruno Bettelheim piensa que encontrar sentido a la vida es alcanzar una madurez
psicológica y que la alcanzamos, entre otras cosas, a través de los cuentos, que nos
enseñan los problemas de los seres humanos y además nos ofrecen soluciones.
Las primeras caras de asombro fueron ante el descubrimiento que era un texto
relatado desde la mirada de un niño y escrito por un adulto. “Da para reflexionar”,
dice una mamá. “Fue una sorpresa, creí que era un libro sencillo y es muy
profundo”, agrega otra. “Nos hace imaginar”, añade una tercera.
Valeria: "La prueba de que el Principito ha existido está en que era un muchachito
encantador, que reía y quería un cordero. Querer un cordero es prueba irrefutable
de que se existe".2
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A.de Saint-Expury. “El Principito”.
registra al otro ensimismado en sus cosas”, “Uno hace una coraza de espinas para
protegerse”, “Nos protegemos para que no nos lastimen”, “Hay flores que no tienen
espinas”, “En este pedacito de tierra que es la sala de padres aprender a no juzgar
al otro”, “La frase que más me gustó del rey: hay que exigir a cada uno lo que cada
uno puede dar”, “El tiempo no permite muchas cosas… tus sueños los dejás por los
otros”.
Nos encontramos en ese momento con el motivo por el que pensamos ofrecer este
espacio: apostar a que la subjetividad aparezca.
Fue difícil para cada uno confrontarse con esto, pero ciertas cuestiones aparecieron
en algunos aunque en otros sólo encontramos silencio.
“Quiero ir al cine”, “Me gustaría estudiar”, “Quiero ir a bailar”, “Ir a tomar un café con
una amiga”.
Para que fuera posible soportar esta pregunta ¿Qué quiero?, fue necesario partir de
un relato otro desde donde pudiera establecerse una distancia aceptable, que los
transporte “ al momento encantador de la ficción donde nos desidentificamos de
nosotros mismos y adquirimos transitoriamente otras identidades…Podemos
entonces relativizar nuestras certezas y, ya algo más “humanos”, volvemos a
encarnar el “personaje” que elegimos ser”.3
¨Vivir supone narrar y ¨contar el cuento¨ de la existencia, hablar sobre los mitos que
la fundan, sobre lo ¨que debió haber sido¨, o ¨sobre lo que podría llegar a ser¨, para
alejarnos de este modo de la facticidad de una experiencia, que sólo deviene tal en
la medida en que es hablada. La narración brinda el trasfondo poético del Ser, el
que sin la palabra quedaría anclado en un transcurrir sin tiempo, mera sucesión
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Milmaniene, J. “Clínica del Texto. Kafka, Benjamín, Lévinas
temporal en la cual no habría ni atardeceres ni amaneceres sino sólo circulación de
luz y oscuridad¨.4
“Así, dice Augé, al definir el lugar como un espacio en donde se pueden leer la
identidad, la relación y la historia, propuse llamar no-lugares a los espacios donde
esta lectura no era posible”.
Los no-lugares son espacios donde personas en tránsito deben instalarse durante
algún tiempo de espera. Los no lugares convierten a los ciudadanos en meros
elementos de conjuntos que se forman y deshacen al azar. La versión más negra de
los no-lugares serían los espacios de tránsito donde nos eternizamos.
Valeria: Empezamos con la angustia e impotencia ante una sala con personas
donde a nuestro parecer todo era abatimiento. Nos acercamos convocando a un
hacer, producir algo con ese malestar.
Acá nos ayudaron las palabras de Milmaniene: “La vida, esa pasión inútil, al decir de
Sartre, sólo puede soportarse cuando se la dota de algún sentido narrativo ficcional.
El ser humano apetece historias que portan siempre la transmisión del testimonio de
algún orden de reconocimiento por el Otro¨.
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J.E.Milmaniene. “Clínica del texto. Kafka, Benjamín, Lévinas
Cuanta gente nos acompañó en esta aventura: nuestras compañeras Lidia, Olga,
Amelia que participan con nosotras, muchos autores, escritores, principitos, niños,
alumnos, madres, padres, señoras y señores gracias por escucharnos.
BIBLIOGRAFÍ A
Milmaniene, J. (2002) “Clínica del Texto. Kafka, Benjamin, Lévinas¨. Buenos Aires.
Editorial Biblos
Queremos agradecer a Maria Teresa Vercesi por colaborar con la corrección del
escrito.