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Pedagogías de la crueldad el mandato de la masculinidad

Para analizar más a fondo las masculinidades de barrio, es

necesario abordarlo desde la visón de la antropóloga Rita Segato,

ya que pone en la mesa de discusión el concepto de mandatos de la

masculinidad a través de las pedagogías de la crueldad. “Llama

pedagogías de la crueldad a todos los actos y prácticas que

enseñan, habitúan y programan a los sujetos a transmutar lo vivo

y su vitalidad en cosas”1

La masculinidad está más disponible para la crueldad porque la

socialización y entrenamiento para la vida del sujeto que deberá

cargar el fardo de la masculinidad lo obliga a desarrollar una

afinidad significativa —en una escala de tiempo de gran

profundidad histórica— entre masculinidad y guerra, entre

masculinidad y crueldad, entre masculinidad y distanciamiento,

entre masculinidad y baja empatía.

Rita Segato realiza una comparación de cómo los hombres desfogan

su subordinación en el mundo de desigualdades a través de las

sumisión de las mujeres “el hombre indígena se transforma en el

colonizador dentro de casa, y el hombre de la masa urbana se

convierte en el patrón dentro de casa” 2 Es decir, Segato

2
vislumbra las dominaciones y mandatos que se viven en la vida

cotidiana en el espacio doméstico y, que terminan siendo

pedagogías que instruyen mandatos del cómo se tiene comportar un

hombre para ser aceptado como tal, ante los ojos de otros hombres

de su clan o vida cotidiana. O anterior, servirá para entender

los mandatados de la masculinidad que los hombres en contexto de

barrio practican en su día a día y coadyuvará al entendimiento

del cómo opera la masculinidad hegemónica en contexto de barrio

de la Ciudad de México

Para Segato, las pandillas y clanes también forman parte de las

pedagogías de la crueldad, ya que dentro de estos clanes se

desarrollan los mandatos de las masculinidades y, que se

reproducen también en el espacio doméstico. “La regla violenta de

las pandillas, maras, sicaritos y todos los tipos de

corporaciones armadas que actúan en una esfera de control de la

vida que he caracterizado como paraestatal, atraviesa e

interviene el ámbito de los vínculos domésticos de género,

introduce el orden violento circundante dentro de casa.”3

Los mandatos de la masculinidad son legitimados por los Estados

nación a través de leyes que cuentan con nula perspectiva de

género, re victimizan a las mujeres que fueron agredidas y

protegen al agresor. Segato señala que “el hombre que responde y

obedece al mandato de masculinidad se instala en el pedestal de


3
la ley y se atribuye el derecho de punir a la mujer a quien

atribuye desacato o desvío moral. Por eso afirmo que el violador

es un moralizador.”4 Entonces también se puede decir que el

hombre es un moralizador y educa a los más hombres de su

asociación a una cultura de la violación, que tiene más

beneficios que castigos. Talvez aquí es donde se puede notar más

la razón del deprecio a lo femenino por parte de los hombres: si

lo desprecian, es porque no quieren perder el poder moral que el

patriarcado y los Estado nación les otorgan.

También, es importante analizar la conducta, motivos y psique del

violador, es decir, ¿Cuáles son sus motivos? ¿Qué sensaciones

satisface? ¿Cuáles son sus ganancias? Según Rita Segato el

agresor exige del cuerpo subordinado un tributo que fluye hacia

él y que construye su masculinidad, porque comprueba su potencia

en su capacidad de extorsionar y usurpar autonomía del cuerpo

sometido. El estatus masculino depende de la capacidad de exhibir

esa potencia, donde masculinidad y potencia son sinónimos”.

Entonces, se puede entender que el hombre violador tiene como

principales motivos la contención del poder y de cómo el realizar

actos de violencia o posiciona arriba de otros hombres, que a la

vez también pactan entre su asociación la moralidad del acto de

violación. Ello explica los motivos y satisfacciones que da e

4
cometer un acto tan asqueroso como lo puede ser la usurpación de

un cuerpo.

La antropóloga Rita Segato, detecta seis tipos de potencia que he

conseguido identificar: “sexual, bélica, política, económica,

intelectual y moral”5. Estas categorías que se identifican

también son visibles en la vida cotidiana de barrio, ya que con

el trabajo etnográfico que se eh realizado, eh encontrado esta

potencias en más de un sujeto que eh analizado. Lo interesante

será conocer sus motivaciones y sus sentires que pulsan sobre sus

valencias esto, a través de las entrevistas en historias de vida

que se realizarán más adelante en la actual investigación

Otro eje de suma importancia para entender las masculinidades en

contexto de barrio es el eje horizontal, porque “responde a la

relación entre pares miembros de la fratria masculina y la

necesidad de dar cuentas al otro, al cofrade, al cómplice, de que

se es potente para encontrar en la mirada de ese otro el

reconocimiento de haber cumplido con la exigencia del mandato de

masculinidad: ser capaz de un acto de dominación, de vandalismo,

de “tumbarse una mina”, de contar que se desafió un peligro; en

fin, esos delitos pequeños que hacen a la formación de un hombre,

a partir de la doctrina del mandato de masculinidad.” En la vida

cotidiana del barrio, se puede observar el cómo estos ejes

propuestos por Segato se llevan a cabo por los miembros del clan
5
y, se posicionan en un mayor rango mientras más violentas sean

sus acciones. Esto también se pude ver en el lenguaje que se usa

para relatar acontecimientos sexuales con sus parejas: mientras

más se use el lenguaje como “puta, perra,” más tiene valor quien

lo cuenta ya que tiene una mayor dominación de las mujeres y es

más respetado dentro del clan por los hombres6.

Para efectos de la actual investigación, es de suma importancia

entender que las violencias se dan en todos los sectores de la

sociedad. Sin embargo, se busca identificar las violencias

específicas que se dan en el barrio, alineándolas al

comportamiento en la vida cotidiana y en los símbolos y rituales

que se usan dentro de los clanes del barrio. Todo lo anterior

bajo los ejes conceptuales de la masculinidad hegemónica y,

también intentando recabar a quienes encajan más hacia las

masculinidades subalternas, concepto que se abordará a

profundidad dentro de la actual investigación. Es por ello, que

con las investigaciones y teorías de la Dra. Rita Sagato, se

plantea dar más legitimidad científica al actual estudio de las

masculinidades en contexto de barrio, ello a través de grupo de

pares o cofrades, el cual constituye, en términos sociológicos,

una corporación.

“Los dos trazos idiosincráticos del grupo de asociados que

constituye una corporación son:


6
Esta información fue recabada de los relatos que eh armado en los barrios de Portales, San Simón y Nativitas.
1. La fidelidad a la corporación y a sus miembros es, en un

sentido axiológico, su valor central, inapelable y dominante

sobre todos los otros valores, es decir que cancela cualquier

lealtad u obediencia a otro valor que se coloque en conflicto con

su égida y los intereses asociativos que protege (es por eso que

tiendo a no utilizar la expresión sororidad para los vínculos

entre mujeres. Me resisto al trazo corporativo que la noción de

sororidad podría imponer a nuestra manera de relacionarnos);

2. La corporación es internamente jerárquica, la primera víctima

del mandato de masculinidad son los mismos hombres, que hay una

violencia de género que es intra-género y que la violencia contra

las mujeres se deriva de la violencia entre hombres, de las

formas de coacción que sufren para que no se esquiven (a riesgo

de perder su título de participación en el estatus masculino,

confundido atávicamente con la propia participación en el estatus

de la humanidad) de la lealtad a la corporación, a su mandato, a

su estructura jerárquica, a su repertorio de exigencias y

probaciones, y a la emulación de una modelización de lo masculino

encarnada por sus miembros paradigmáticos.”7

Esto, lleva a la reflexión que los hombres si bien ejercen el

patriarcado en una violencia inmanente hacia las mujeres, también

sufren las consecuencias de seguir los rituales que los clanes

exigen para no perder el respeto y la cualidad de ser hombre,


7
para no ser despreciados por ser femeninos y contener la

heteronormatividad. Los hombres en sí tienen que pensar en quitar

el patriarcado de su oren mental, para liberarse del mandato de

la masculinidad, que los lleva a la muerte prematura en muchos

casos y a una dolorosa secuencia de elecciones de por vida.

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