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Levanto los ojos a los montes

De donde me vendrá el auxilio


El Auxilio me viene de ti
Que hiciste
El cielo y la tierra
No permitirá
Que resbale mi pie
Mi guardián no duerme
Mi guardián no duerme
No permitirá
Que resbale mi pie
Mi guardián no duerme
Mi guardián no duerme
No duerme ni reposa
El guardián de Israel
No duerme ni reposa mi guardián
El Señor está a mi derecha
El Señor me libra de todo mal
De día el sol no me hará daño
Ni la luna de noche
De día el sol no me hará daño
Porque Él
No permitirá
Que resbale mi pie
Mi guardián no duerme
Mi guardián no duerme
No permitirá
Que resbale mi pie
Mi guardián no duerme
Mi guardián no duerme

No duerme ni reposa
El guardián de Israel
No duerme ni reposa mi guardián

No duerme ni reposa
El guardián de Israel
No duerme ni reposa mi guardián

Que es el pecado
Un pecado es una trasgresión voluntaria de los preceptos
religiosos. El término, que proviene del latín peccatum, implica
la violación de normas morales y puede tener distintos grados de
seriedad.

Para el cristianismo, el pecado es el alejamiento del hombre de la


voluntad de Dios, que aparece recogida en los libros sagrados
(la Biblia). Cuando las personas violan algunos de los
mandamientos divinos, cometen un pecado. La forma de subsanar
este error es a través del perdón y del sacramento de la confesión.

Un pecado es una violación de un precepto religioso.

Temas del artículo


 Tipos de pecado
 El concepto más allá de la religión
 Pecado y delito
 Otros usos de la noción

Tipos de pecado

Es posible distinguir entre distintos tipos de pecado. El pecado


original es el primero cometido por Adán y Eva, los padres de la
Humanidad, cuando desobedecieron el mandato de Dios y
comieron del árbol prohibido, luego de haber sido persuadidos por
una serpiente, la cual simboliza el mal encarnado. La Iglesia
Católica sostiene que todos los seres humanos nacen con el
pecado original, una culpa que debe ser expiada mediante el
bautismo.

En los Estados teocráticos, los pecados pueden condenarse con


la privación de la libertad, la tortura y hasta la muerte. Algunos
territorios que pertenecen a esta clase en la actualidad son Israel,
Arabia Saudita, Irán y la Ciudad del Vaticano.
La envidia es un pecado capital.

Puede servirte: Envidia

El concepto más allá de la religión


Resulta interesante señalar que el uso del término pecado no es
privativo de las personas religiosas, aunque en el caso de los ateos
y los agnósticos suele existir un grado de comprensión mucho
menor de las características y las consecuencias de una infracción
de esta naturaleza. De hecho, para quienes no abrazan ninguna
religión, es posible utilizar esta palabra con total ligereza, incluso en
tono de burla, mientras que un cristiano, por ejemplo, conoce en
detalle el peso y el contenido del concepto.

El miedo a cometer un pecado es una de las sensaciones que


acompañan a muchas personas que viven o han vivido la religión
muy intensamente. Es muy comprensible que luego de una
educación basada en estructuras que no se deben romper y
en reglas que se deben cumplir, la mera idea de salirse del
esquema establecido por los mayores parezca peligrosa, aunque
muchos encuentren un matiz muy atractivo en dicha transgresión.

Ver también: Matiz

Pecado y delito

Debe distinguirse un pecado de un delito: el primero decepciona a


una deidad, a un ser superior y creador de la vida; el segundo, en
cambio, implica el incumplimiento de una serie de normas
establecidas por el propio ser humano.
Si bien una misma acción puede caer en ambas clasificaciones, si el
responsable es una persona religiosa, no solamente deberá pagar la
pena que decida un juez, sino que sufrirá por haber faltado a su
máxima autoridad, a su Padre, y eso le pesará mucho más que el
padecer mundano.

Me enseñaste que el amor no es una estafa


Y que cuando es real no se acaba
Intenté que no me veas llorar
Que no veas mi fragilidad
Pero las cosas no son siempre como las soñamos
A veces corremos, pero no llegamos
Nunca dudes que aquí voy a estar
Háblame que te voy a escuchar

Uh, y aunque la vida me tratara así


Voy a ser fuerte solo para ti

Lo único que quiero es tu felicidad


Y estar contigo
Una sonrisa tuya es mi debilidad
Quererte
Sirve de anestesia al dolor
Hace que me sienta mejor
Para lo que necesites estoy
Viniste a completar lo que soy

Se nos rompió solo un plato no toda la vajilla


Y aunque no sé poner la otra mejilla
Aprender a perdonar es de sabios
Que solo te salga amor de esos labios

Si las cosas se dañan no se botan, se reparan


Los problemas se afrontan y se encaran
Hay que reírse de la vida
A pesar de que duelan las heridas
Si ha de entregar entero el corazón
Aunque le hagan daño sin razón

Lo único que quiero es tu felicidad


Y estar contigo
Una sonrisa tuya es mi debilidad
Quererte
Sirve de anestesia al dolor
Hace que me sienta mejor
Para lo que necesites estoy
Viniste a completar lo que soy

Sirve de anestesia al dolor


Hace que me sienta mejor
Para lo que necesites estoy
Viniste a completar lo que soy

Fuente: LyricFind

1. Primer hábito: Ser proactivo


Con este primer hábito Covey nos recuerda la importancia de
tener la capacidad de asumir nuevos retos basándonos en la libertad
individual que todos tenemos como seres humanos. Como
señala el autor, “un viaje de mil kilómetros empieza con el
primer paso”, y ahí es donde se ha de ver reflejada nuestra
proactividad.
En general, en las empresas se debe valorar la proactividad en
positivo, pues una persona con estas características demuestra
tener mayor libertad personal. En el lado contrario estarían
las personas reactivas, las que dependen de factores externos
y el comportamiento de los demás hacia ellos para sentirse y
actuar de una forma u otra.
Una persona proactiva toma la iniciativa y reconoce su responsabilidad a la hora
de hacer que las cosas sucedan. Actúa en lugar de dejar que
los demás actúen por el.
Una buena forma de entender nuestro propio grado de
proactividad consiste en tomar conciencia de cuáles son
nuestras preocupaciones a todos los niveles, y actuar sobre
aquellas sobre las que realmente podamos tener el control
resolviéndolas con nuestra influencia. Es lo que Covey llama
el “círculo de preocupación”.
2. Segundo hábito: Tener un fin en mente
En este hábito se trabajan una serie de principios ligados
al liderazgo personal. Para comenzar a practicarlo, es necesario
visualizar cómo nos gustarían que nos vieran las personas de
nuestro entorno si un día desaparecemos. ¿Qué dirían? ¿Qué
les hemos aportado? Con este ejercicio podemos llegar a
comprender cuál es nuestro destino, y si estamos dando los
pasos correctos para llegar a él.
En general, para tener claros nuestros objetivos, es necesario
hacer las cosas dos veces. Una, en la que fijamos y
planificamos cómo va a ser idealmente el proyecto que
vamos a acometer, y la segunda es su realización efectiva. Se
basa en la imaginación y la conciencia moral.

Al hilo de esto, el autor separa en dos creaciones diferentes el liderazgo


de la administración, lo cual aplica en cualquier organización
empresarial. El liderazgo va primero, ya que sin él ninguna
organización puede desarrollarse correctamente, y trabajar de
manera efectiva.
Para establecer ese fin que se ha de tener en mente cada uno
debe enunciar su misión personal, en la que definirá los fines que
persigue. Estas listas están marcadas por un centro que las
determinará y que en cada individuo es diferente: la pareja,
la familia, el dinero, o los principios a que hace referencia
Covey durante todo el libro. Son precisamente las personas
centradas en éstos últimos las que más posibilidades tienen
de llevar una vida estable y equilibrada en los planos
personal y profesional.
3. Tercer hábito: Establecer prioridades
Este tercer hábito, enunciado por Covey como “Primero lo
primero”, está relacionado con lo personal, y consiste en
la realización práctica de proactividad y tener un fin en mente, los dos
anteriores. Es decir, poner en marcha de manera incesante
la voluntad independiente de cada uno, basándose en los principios.
Esta voluntad independiente es lo que hace posible que nos
auto-administremos de forma efectiva. Para poder llevarlo a
cabo, es imprescindible organizar y ejecutar nuestras acciones estableciendo
prioridades en las distintas esferas en que nos movemos.
Para ello podemos recurrir a la llamada Caja de Eisenhower, que
sirve para organizar visualmente nuestras prioridades en
función de su urgencia e importancia.
Para Covey, las personas altamente efectivas trabajan sobre
todo en el segundo cuadrante de este modelo: lo no urgente pero sí
importante. De esta forma puede ser coherente, mantener el
equilibrio en su vida, ser flexible y aplicar todo esto a cada
aspecto de su vida.
Otro aspecto a destacar en este punto es que una de las
actividades que por sí solas más potencia nuestra fuerza
es saber delegar en otros de manera efectiva, y poder centrarnos
en alcanzar nuestros objetivos prioritarios.
4. Cuarto hábito: Pensar en ganar/ganar:
En este hábito el autor hace referencia a una serie
de paradigmas que determinan la interacción humana. Cada vez que se
produce un contacto entre dos personas, el resultado para
ambas puede ser diferente: Ganar/ganar, gano/pierdes, pierdo/ganas,
pierdo/pierdes, gano, y ganar/ganar o no hay trato.
En el primer paradigma, el de ganar/ganar, los acuerdos a los
que llegan los individuos son beneficiosos para ambos, y no
requiere que se excluya del éxito a nadie.

En el resto de interacciones, siempre sale alguien


perjudicado, aunque a veces dependiendo de la situación
puede ser mejor un paradigma u otro. Hay que saber
identificar cada situación y aplicar el paradigma más idóneo
para cada caso.

Covey esgrime que en realidad el paradigma ideal sería el


de ganar/ganar o no hay trato, es decir, que si no se puede llegar a
una solución que beneficie a las dos partes que están
interactuando, lo más conveniente es disentir de común
acuerdo y establecer que no se ha llegado a ningún acuerdo.
5. Quinto hábito: Primero comprender, después ser
comprendido
Este hábito parte de un problema de base que es que en
muchas ocasiones, cuando nos comunicamos con los
demás, prescribimos antes de diagnosticar, es decir no entendemos las
necesidades de los demás y por tanto nuestra respuesta no produce el
efecto positivo que debería.
Para poder incorporar este hábito de manera efectiva a la
realidad de cada uno, es imprescindible contar con la
capacidad de la escucha empática. No sólo escuchar qué nos
dicen, sino también comprender qué nos están queriendo
decir.
Covey señala que normalmente estamos programados para
responder a quien estamos escuchando en términos
de evaluación (estamos o no de acuerdo), sondeo (en base a
nuestro propio marco de referencia), consejo (en base a nuestra
experiencia) o interpretación (explicar los motivos del otro).
Ser capaces de escuchar empáticamente lleva tiempo, pero quien
lo consigue cuenta con la ventaja de poder interpretar
rápidamente y a un nivel profundo lo que les sucede a los
demás, y ser por tanto más efectivos en su relación con ellos.
6. Sexto hábito: Crear sinergias
Covey entiende la sinergia como la actividad superior de la vida, y el
hábito que verdaderamente refleja todos los demás. Gracias a
ellas se pueden crear nuevas alternativas para dar solución a
problemas que de otra manera sencillamente no surgirían. Es
la esencia del liderazgo transformador.
Gracias a la comunicación sinérgica las partes implicadas obtienen
una mayor comprensión mutua, aprendizaje y desarrollo. En
el entorno empresarial, la creación de relaciones sinérgicas es una poderosa
fuente de experiencias que mejoran el desempeño de la organización a todos los
niveles.
En el paradigma Ganar/ganar que veíamos en el hábito
anterior, se pueden llegar a crear relaciones de tipo sinérgico
que a largo plazo benefician ampliamente a todos los
implicados.

Aunque también se pueden generar sinergias negativas cuando las


personas tratan de resolver problemas y tomar decisiones en
realidades interdependientes y centran sus esfuerzos en que
esas sinergias perjudiquen a otros para reforzar su posición.
Por último, es importante es este punto tener en cuenta que
para facilitar cada uno relaciones sinérgicas con los que
están alrededor es muy importante tener la capacidad
de valorar las diferencias de percepción entre uno mismo y los demás,
ya que de opiniones similares poco desarrollo se puede
conseguir.
7. Séptimo hábito: Afilar la sierra
En este séptimo y último hábito se hace referencia a
los principios de auto-renovación equilibrada. Parten de la base de que
todos tenemos cuatro dimensiones principales que determinan
nuestra personalidad y la manera en que actuamos: la física, la
social, la mental y la espiritual.
Lo que Covey llama el hábito de “afilar la sierra” se refiere
a desarrollar y dar expresión precisamente a estas cuatro motivaciones, de
manera constante y coherente, con el fin de ser efectivos.
Para llevar a cabo este proceso hay que trabajar en cada una
de la dimensiones antes citadas. A nivel físico, se ha de cuidar el
cuerpo, hacer ejercicio, preocuparse por la nutrición y
controlar los niveles de estrés a que estamos sometidos.
A nivel mental, es importante practicar la lectura, planificar
nuestros proyectos, visualizar lo que queremos conseguir y
también por qué no ponerlo por escrito. En la dimensión social, es
importante ser empáticos con los demás, buscar sinergias en
las interacciones y desarrollar individualmente la seguridad
intrínseca de cada uno. Y en lo referente a lo espiritual, la clave
pasa por tener claros cuáles son nuestros valores y estar
comprometidos con ellos.
Éstos son los 7

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