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TEORÍAS SOBRE EL ORIGEN DE LA VIDA

El hombre siempre ha mostrado gran interés por conocer el origen de la vida. Seguramente
por ellos fue creando a lo largo de las distintas épocas de su historia ideas con las que
intentaba explicar tan difícil problema.
CREACIONISMO.- El creacionismo consiste en la idea de atribuir la existencia de la vida a la
“creación de los dioses”
Esta idea surgió quizá desde la época del hombre primitivo y se reforzó en las primeras
culturas, como la egipcia y la mesopotámica. La teoría creacionista considera que “la vida, al
igual que todo el cosmos, se originó por un acto libre de voluntad creadora de un ser divino”.
El creacionismo surgió como uno de los primeros intentos del hombre para explicar el origen
de la naturaleza.
En la actualidad esta teoría es considerada totalmente fuera de terreno de la ciencia, ya que
no existen fundamentos comprobables a través del método científico.
GENERACION EXPONTANEA.- Es la noción de que la vida puede surgir de materia sin vida,
“mediante la interacción de fuerzas naturales”. Esta teoría es prácticamente el reforzamiento
de la anterior, la idea de la generación espontánea conto con él apoya de la iglesia católica, lo
que hizo que se afianzara más con el criterio de la gente de esas épocas, que creía que los
seres vivos además de provenir de sus padres, se podían originar de material sin vida.
Platón, Aristóteles y otros grandes filósofos griegos creyeron en la generación espontánea, y
aceptaron la aparición de formas inferiores de vida a partir de algo no vivo; por ejemplo, el
surgimiento de gusanos e insectos de la carne en descomposición, ranas a partir del lodo,
ratones que se originan a partir de ropa con mugre y sudor, en ese tiempo existían incluso
“recetas”, de acuerdo con lo que se deseaba obtener.
VITALISMO.- Como se dijo la iglesia católica acepto de buen grado la idea de la generación
espontánea (que seguía siendo creacionista), y solo le cambio el nombre por el de “vitalismo”,
argumentando que para que la vida surgiera se necesitaba una fuerza vital, o soplo divino.
MECANISMO.- Es contraria al vitalista, porque considera que la vida se basa en procesos
químicos y físicos.
Francesco Redi (1674-1675) fue un médico italiano que tuvo el valor de oponerse a la teoría
de la generación espontanea. En 1668 diseño unos sencillos experimentos encaminados a
terminar con error anterior, que consistieron en colocar pequeños trozos de carne envueltos
de muselina dentro de recipientes perfectamente limpios, cubriendo la entrada de estos con
gasa y dejando otros trozos de carne en recipientes descubiertos para que sirvieran como
“testigos”.
Unos días después, la carne que quedó al descubierto estaba agusanada; en cambio, la carne
protegida no tenía gusanos, y se observaban sobre la gasa que cubrió los frascos los
huevecillos de las moscas que no pudieron atravesarla.
Por esos años (1674-1675), Antón Van Leewenhoek (1632-1723), que fue un comerciante
holandés con una gran afición por pulir lentes, construyo los mejores microscopios de su
época, lo que hizo que se avivara el interés por los microorganismos.
Needham fue un investigador vitalista ingles que creía firmemente que existía una fuerza vital
que permitía la aparición de microorganismos en los caldos nutritivos que el hervía durante
dos minutos (ese tiempo de ebullición no es suficiente para matar a los microorganismos).
Lázaro Spallanzani (1726- 1799) no acepto las conclusiones de Needham. Fue un naturalista
italiano que desde su infancia se interesó por conocer a los seres vivos. En el año de 1765,
preparo “caldos” sometidos a ebullición prolongada; puso frijoles y otras semillas con agua en
varios recipientes de vidrio con asientos anchos y cuellos angostos, calentó a la flama sus
bocas y fundió el vidrio para cerrarlos perfectamente. Sometió a ebullición sus caldos por más
de una hora para matar cualquier microorganismo. Días después observo varias gotas de sus
caldos bajo el microscopio y comprobó que no se había originado ninguna forma de vida.
La demostración era irrefutable; sin embargo, los partidarios de la generación espontánea
encabezados por John T. Needham alegaron que el calor excesivo destruía la vida en el caldo y
que al sellar las redomas se evitaba que entrara en ellas la “fuerza vital” que animaba la vida y
se encontraba en el aire.
Spallanzani repitió el experimento, hirviendo durante dos horas sus caldos, pero el error de
dejarlos semitapados como Needham acostumbraba hacerlo, por lo que la observarlos
después de unos días encontró que todos los caldos se habían contaminado con
microorganismos que procedían del aire. El problema quedo sin decidirse por otros 100 años.
Lo anterior provoco la división de los científicos de esa época, por lo que, para poner fin a las
controversias, la “academia de Francia” ofreció un premio a quien pudiera demostrar con
suficientes pruebas si existía o no la generación espontanea.
Louis Pasteur (1822-1895) fue un gran químico biólogo francés que se propuso poner fin a la
polémica, por lo que, en 1864, realizo una serie de sencillos e ingeniosos experimentos: fabrico
unos matraces con “cuello de cisne” que impedían la entrada de microorganismos. Dentro de
estos hirvió durante varios minutos distintos caldos o soluciones, que permanecieron estériles
por tiempo indefinido; pero si llegaba a romperse el cuello del matraz, en pocas horas se
desarrollaban diferentes microorganismos que entraban del medio ambiente al matraz.
Los experimentos de Pasteur fueron irrefutables, con lo que se vino abajo una teoría que había
durado casi 2500 años.
Estos matraces aún se conservan estériles, con su mismo caldo, en el Instituto Pasteur de
Ciencias que se encuentra en Paris.
Teoría de la Panspermia
En 1908, el sueco Svante Arrhenius (1859-1927), Premio Nobel en 1903, popularizó la teoría de
panspermia en el libro titulado La creación de los mundos, según la cual la vida llegó a la Tierra
proveniente del espacio exterior, a través de esporas resistentes a temperaturas extremas, el
vacío y las radiaciones.
Durante mucho tiempo esta teoría tuvo verdaderas objeciones, porque:
 Se consideraba que ninguna forma de vida terrestre conocida hasta entonces podía
resistir, por un lado, las radiaciones cósmicas del espacio
 En el espacio no hay atmosfera
 Las temperaturas que se producen al entrar en la atmosfera terrestre son tan elevadas
que es prácticamente imposible que cualquier forma de vida conocida las resista.
Una modificación de esta teoría es la panspermia dirigida, que propone que la vida en la
tierra y otros planetas fue “sembrada” por seres inteligentes superiores, procedentes de
sistemas planetarios más evolucionados. Casi todos los científicos actuales rechazan esta
teoría, porque no existen fundamentos científicos de que exista vida inteligente
extraterrestre.
Síntesis abiótica o teoría quimio sintética
La teoría de la síntesis abiótica, conocida también como teoría quimiosintética, fue publicada
en 1924 por el investigador ruso Alexander I. Oparin (1894-1980), cuyas proposiciones
coincidieron con las del biólogo inglés John B. S. Haldane (1892-1964), quien publicó sus
experiencias cuatro años después, en 1928.

La teoría de la síntesis abiótica toma como punto de partida una Tierra muy joven y sin vida,
con una atmósfera carente de oxígeno libre, pero con una gran cantidad de hidrógeno (que la
hacía fuertemente reductora) y algunos compuestos como metano (CH4), amoniaco (NH3) y
agua (H2O), que se habían formado de manera

Abiótica por la acción de algunas fuentes de energía de la Tierra primitiva. A medida que la
Tierra se enfriaba, el vapor de agua proveniente de las erupciones volcánicas se
condensaba y precipitaba en forma de lluvias torrenciales y constantes, que al caer “lavaban”
las partes altas de la geografía, disolviendo y arrastrando consigo muchas sales minerales y
otros compuestos.

El agua se acumuló en las partes profundas hasta dar forma a los cálidos mares primitivos, a
los que Oparin dio el nombre de “sopa primigenia” o “caldo nutritivo”. Estos mares
concentraban una creciente cantidad de compuestos, debido a las constantes
evaporaciones y precipitaciones que sufrían.

De acuerdo con esta teoría, las fuentes de energía que existían en esa época permitieron la
combinación de los primeros compuestos de la atmósfera reductora primitiva con aquellos de
los primeros mares. Tales fuentes de energía fueron: descargas eléctricas (provenientes de las
tormentas), radiaciones solares (sobre todo ultravioleta), erupciones

La presencia de fuentes de energía como descargas eléctricas, radiaciones solares y


erupciones volcánicas fue esenciales para el surgimiento de la vida, según la teoría de la
síntesis abiótica.

Volcánicas y radioactividad. El resultado de esto fue la formación de moléculas mayores, que


evolucionaron a partir de los compuestos mencionados, hasta formar compuestos
polimoleculares de complejidad creciente conocidos como compuestos prebióticos.

Compuestos presentes en la tierra primitiva.

Principales compuestos prebióticos (moléculas precursoras de la vida)

Hidrógeno (H2) Metano (CH4) Amoniaco (NH3) Agua (H20) Ácidos grasos Aminoácidos
Ácido acético Ácido fórmico Ácido propiónico Urea

Dichos compuestos prebióticos formaron pequeños sistemas precelulares cada vez más
complejos, delimitados del ambiente con el que iniciaron una interacción como sistemas
abiertos, a los que Oparin les dio el nombre de protobiontes.

En algún momento fortuito de la evolución, a partir de los protobiontes más complejos


surgieron otros a los que Oparin llamó eubiontes, los cuales eran capaces de transmitir a sus
descendientes la información de sus características, gracias a la existencia de compuestos
polimerizados que Oparin consideró como los precursores de los ácidos nucleicos actuales. Se
calcula que esta evolución química en la Tierra duró entre 1,500 y 1,700 millones de años.
En 1953, los estadounidenses Stanley L. Miller (1930-2007) y Harold C. Urey (1893-1981)
realizaron en el laboratorio una serie de experimentos sencillos cuyo objetivo era comprobar
la formación de algunos de los compuestos propuestos por Oparin y Haldane. Los resultados
fueron espectaculares.

Mediante un aparato simple, simularon el mundo primitivo en miniatura con todas las
condiciones atmosféricas. Utilizaron una mezcla de hidrógeno, metano, amoniaco y
adicionaron constantemente vapor de agua, con lo cual lograron que se produjeran varios
compuestos orgánicos, como aminoácidos, ácidos grasos, urea y ácidos fórmico, acético y
propiónico.

Animados por los resultados obtenidos, otros investigadores, como el srilanqués Cyril
Ponnamperuma (1923-1994), no sólo simularon la atmósfera primitiva, sino también la
hidrosfera, con lo que consiguieron formar una sopa o caldo nutritivo semejante al
propuesto por Oparin y Haldane.
Figura 3.1 El experimento de Stanley Miller y Harold Urey simuló las condiciones de la

Tierra primitiva, con las que obtuvieron algunos compuestos orgánicos.

Con el tiempo continuaron realizándose experimentos cada vez más complicados so- bre esta
teoría, en los que se obtuvieron siempre numerosos compuestos prebióticos, como azúcares,
ácidos grasos, bases nitrogenadas, moléculas de ATP. Incluso se ha logrado obtener 14 de los
20 aminoácidos naturales.

Evolución química abiótica o prebiológica

La formación de los compuestos prebiológicos requirió de una evolución química que duró
de 1,500 a 1,700 millones de años (aproximadamente la tercera parte de la edad de Tierra).
Los resultados de las experiencias realizadas por Miller, Urey, Ponnamperuma y otros
demostraron que, en las condiciones de la Tierra primitiva propuestas por Oparin, es posible
formar compuestos orgánicos de cierta complejidad, como los obtenidos a partir del metano
(azúcares, glicerina, ácidos grasos, etcétera); incluso, además del metano, se han utilizado
otros compuestos que se- guramente existían en la Tierra primitiva, como el ácido cianhídrico
(HCN), ácido sulfhídrico (H2S) y formaldehído (H2CO), hasta lograr una variedad de
compuestos

fundamentales para la vida, como aminoácidos, purinas, pirimidas y ATP. Sin em-

bargo, un ser vivo es mucho más que estos compuestos.


Polimerización prebiológica

La teoría Oparin-Haldane explica la posible formación de moléculas pequeñas en los mares


primitivos, pero no la de las grandes moléculas. Químicamente sabemos

que para la formación de polímeros, que son la unión de numerosos monómeros o


moléculas pequeñas, se requieren reacciones de condensación por deshidratación, es decir,
reacciones que implican la formación de moléculas de agua, como se muestra a continuación:

R — OH + H — O — R → R — O — R + H2O

Sin embargo, es difícil pensar que este tipo de reacción pueda ocurrir en la sopa primigenia
propuesta por Oparin, ya que la condensación por deshidratación en un medio acuoso
tiende a la hidrólisis; es decir, los compuestos formados se descompo- nen en presencia de
agua, como se muestra a continuación:

R — O — R + H2O → R — OH + H — O — R

Siendo así, los científicos se preguntan cómo pudieron formarse macromoléculas o polímeros
en los mares primitivos. La respuesta yace en la posibilidad de polimeri- zación mediante la
concentración de los sustratos, tal vez sobre la superficie de al- gunos minerales y la
rehidratación del medio de reacción. Quizá también el proceso de polimerización se acopló a
alguna reacción que liberaba energía, lo que propició una polimerización completa.
Figura 3.2 La teoría de Harada y Fox propone que la polimerización pudo llevarse

a cabo por medio de la concentración de sustratos, que debió ocurrir en pequeños depósitos
de agua donde se presentara una rápida concentración y evaporación.

Kaoru Harada (1927-2010) y Sidney W. Fox (1912-1998) obtuvieron en

1964 un polipéptido formado por 12 aminoácidos, al calentar a 1000 ºC una mezcla de


metano, amoniaco y agua. Es probable que este tipo de procesos hayan ocurrido en algunas
oquedades, en pequeños charcos de las playas primitivas o en cualquier pequeño depósito de
agua del caldo nutritivo donde se presentara una rápida con- centración y evaporación.

Recientemente Louis Lerma, un investigador del Lawrence Berkeley Labora- tory de Estados
Unidos que se ha dedicado al estudio de este problema, también apoyó esta teoría
explicando que es muy probable que los procesos de polimeriza- ción se hayan dado en las
burbujas que constantemente se formaban en la superficie de los mares primitivos. Lerma
considera que éstas pudieron realizar una función semejante a la esfera que utilizó Miller
durante su experimento, es decir, de forma similar a un “reactor biológico”.

De acuerdo con esta propuesta, en las burbujas que flotaban en el océano primi- tivo
quedaban atrapadas moléculas ricas en carbono, además de granos de arcilla y algunos
metales que eran esparcidos en el aire por volcanes y cometas que chocaban con la Tierra.

Lerma considera que cuando esas burbujas estallaban, lanzaban a su alrededor minúsculas
gotas que al evaporarse contenían concentrados de materia orgánica, en los que los rayos
solares y los relámpagos favorecían la síntesis de moléculas comple- jas como aminoácidos,
ácidos grasos e incluso fragmentos de ARN y de ADN. Todo parece indicar que, aun en las
condiciones que tenía la Tierra primitiva, fue posible la formación abiótica de los compuestos
precursores de la vida.
Aunque algún tiempo la teoría de la panspermia perdió relevancia, los recientes
descubrimientos de organismos extremófilos han logrado que algunos científicos la
reconsideren.

Las diferentes teorías del origen de la vida en la Tierra están relacionadas con

la astronomía, una de las ramas de la física. Sin los avances en ese campo de

la ciencia, habría sido difícil imaginar las posibilidades de las condiciones de la Tierra primitiva
para que

se pudieran originar las protocélulas.

También la geología ha contribuido, mediante el análisis de la evolución de

los organismos y los cambios que ha tenido la Tierra a lo largo de su historia.

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