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DEPRESIÓN Y OTROS TRASTORNOS AFECTIVOS (DEL HUMOR)

PRINCIPALES HIPÓTESIS. -
 Teoría monoaminérgica de la depresión:
La historia moderna de la terapia antidepresiva comenzó a mediados del siglo XX con
la observación empírica de que la reserpina, un fármaco antihipertensivo, producía
estados depresivos asociados a la depleción de las vesículas que contienen
catecolaminas en los terminales nerviosos. Por otro lado, la iproniazida, un fármaco
con estructura tricíclica inicialmente desarrollado para el tratamiento de la tuberculosis,
mejoraba el estado de ánimo de pacientes tratados con este fármaco y que también
sufrían depresión. Poco más tarde se descubrió que este efecto era debido a la
inhibición del enzima monoaminooxidasa (MAO), encargada de la degradación de las
monoaminas. Años después, la búsqueda, mediante analogía estructural, de nuevos
medicamentos antipsicóticos similares a la clorpromazina dio lugar al descubrimiento
de un fármaco (imipramina) que mostró eficacia como antidepresivo y cuyo
mecanismo de acción consistía en su capacidad para inhibir la recaptación de
monoaminas. De estas observaciones surgió la teoría monoaminérgica de la
depresión, que plantea que la etiopatogenia de la depresión endógena estaría
relacionada con una reducción de la actividad monoaminérgica (noradrenérgica,
serotoninérgica o de ambos tipos) en el sistema nervioso central (SNC). A partir de ahí
se postuló que la acción antidepresiva de diversos fármacos se podría deber a una
potenciación de la neurotransmisión como consecuencia del incremento de la
concentración de monoaminas a nivel del espacio sináptico. Así, sujetos con depresión
mayor sometidos a tratamiento con ISRS y con buena respuesta a estos
medicamentos, sufrieron recaídas cuando sus niveles de triptófano fueron
deplecionados en un porcentaje mayor que cuando fueron deplecionados los de
catecolaminas. De la misma manera, los sujetos con depresión mayor bajo tratamiento
con ISRN y que habían respondido a esta medicación sufrieron recaídas cuando sus
niveles de catecolaminas fueron deplecionados en un mayor porcentaje que los de
triptófano. Estos resultados indican que el mecanismo de acción de los antidepresivos
está relacionado preferentemente con los cambios en la concentración de la
monoamina que modifican en el SNC, pero no aclara si otros cambios adicionales son
necesarios. Además, la imposibilidad de producir cambios de humor o en el estado de
ánimo de individuos sanos con depleción de triptófano, o de catecolaminas deja
entrever que los antidepresivos podrían inducir otros cambios adaptativos en el
cerebro de sujetos deprimidos más allá del propio incremento del neurotransmisor a
nivel sináptico. Por tanto, estos datos apuntan más hacia la implicación de estas
monoaminas en el mecanismo de acción antidepresivo de este conjunto de fármacos
que en el origen de la depresión. Además, los antecedentes familiares parecen
desempeñar un papel relevante. Por lo tanto, parece claro que existe un componente
genético en la etiopatogenia de la depresión y que éste podría estar relacionado con el
sistema monoaminérgico. De cualquier modo, la hipótesis monoaminérgica no es
capaz de explicar completamente la etiología de la depresión.
Si esta hipótesis fuera cierta, las acciones farmacológicas de los fármacos
antidepresivos deberían acompañar temporalmente las acciones terapéuticas. Sin
embargo, existe una disociación de 2-4 semanas entre la aparición de los efectos
neuroquímicos de los antidepresivos (incrementos de los niveles de neurotransmisor) y
la aparición de mejoría clínica. Por tanto, este incremento de neurotransmisores a nivel
sináptico podría ser sólo el primer paso de una compleja cascada de eventos que
resulta en la actividad antidepresiva. Este retraso temporal aún no ha sido explicado
por completo, si bien existen algunas teorías al respecto.

 Hipótesis neurotrófica de la depresión:


Numerosas pruebas tanto directas como indirectas parecen apuntar hacia una posible
implicación de alteraciones de la plasticidad neuronal en el origen de la depresión. En
este sentido, es de especial interés el hecho de que diferentes agentes estresantes
parecen capaces también de inducir alteraciones en la plasticidad neuronal que darían
como resultado cambios en la morfología celular. En los últimos años ha cobrado gran
importancia el estudio del efecto de los factores neurotróficos sobre el estado anímico,
sobre todo el factor neurotrófico derivado del cerebro o brain derived neurotrophic
factor (BDNF) y su receptor tirosina quinasa (TrkB). Estos estudios han dado lugar a la
hipótesis neurotrófica de la depresión, la cual postula que en la depresión se dan
alteraciones morfofuncionales en diferentes áreas cerebrales provocadas por una
disminución de factores neurotróficos. Estos cambios a su vez podrían estar
relacionados con alteraciones en la regulación del eje hipotalámico-hipofisario-
suprarrenal (HHS) que podrían ser revertidos tras la administración crónica de
antidepresivos. Este sistema funciona de una manera compleja. Ante un estímulo
estresante los órganos sensoriales transmiten la información a las regiones del
cerebro encargadas de procesarlas y ponen en marcha la respuesta de lucha-huída
para la supervivencia del individuo. La respuesta al estrés se da en dos fases para la
puesta en marcha de los mecanismos fisiológicos y estrategias conductuales
destinadas a reestablecer la homeostasis. En primer lugar se da la rápida activación
del sistema nervioso simpático, con la consecuente liberación de adrenalina por las
neuronas y las células cromafines de la médula suprarrenal, provocando un estado de
alerta. En segundo lugar se da la activación del eje HHS, lo que dará lugar a un
aumento de los niveles de cortisol en sangre, provocando una redistribución
energética sostenida. La activación del eje HHS comienza con la síntesis del factor
liberador de corticotropina (CRF) por parte de las neuronas parvocelulares del núcleo
paraventricular del hipotálamo en respuesta al estímulo estresante. Este núcleo está
controlado por aferencias límbicas pero también por vías troncoencefálicas. El CRF es
secretado junto con la vasopresina al sistema portal hipofisario, a través del cual
llegarán a la adenohipófisis. Aquí actuarán sobre sus respectivos receptores de
membrana situados en las células corticotropas estimulando la síntesis y la secreción
de la hormona corticotropina (ACTH). La vasopresina actúa potenciando el efecto
ejercido por el CRF sobre la secreción de ACTH. Esta ACTH es liberada al torrente
sanguíneo a través del cual alcanza sus células diana situadas en la zona fasciculada
de la corteza suprarrenal. Estas células liberan glucocorticoides (GC) en respuesta a la
estimulación por ACTH al torrente sanguíneo. Cuando se alcanzan concentraciones
determinadas en sangre, los GC inhiben la liberación de ACTH y CRF por
retroalimentación negativa; de forma directa, actuando sobre el hipotálamo y la
hipófisis, y de forma indirecta a través de las vías noradrenérgicas, corteza prefrontal,
amígdala e hipocampo. Los glucocorticoides cruzan la membrana celular por difusión
pasiva y se unen a sus receptores citosólicos para ejercer su acción. Una vez unidos
entran al núcleo para inducir o suprimir la expresión génica uniéndose a elementos de
respuesta del ADN específicos o a otros factores de transcripción. En el cerebro, los
GC regulan genes que afectan diferentes aspectos funcionales de las neuronas, tales
como el metabolismo, conexiones neuronales o la transmisión sináptica.
Finalmente, se ha comprobado que en el cerebro de personas diagnosticadas con
depresión existe una alteración en la expresión de los receptores para GC en el
hipocampo y en la corteza, por lo que presentan una disminución de ambas
poblaciones de receptores. El tratamiento crónico de ratas con GC provoca cambios
similares a los observados en cerebros de sujetos deprimidos. Al parecer, los cambios
provocados por los GC están asociados a un mal balance entre MR/GR. Esta
disminución en la expresión de los receptores para GC llevaría a una alteración del
control de la retroalimentación negativa sobre el HHS por parte de las áreas límbicas,
lo que supondría un mantenimiento de los niveles altos tanto de CRF como de GC.
Aunque la mayor parte de la comunidad científica está de acuerdo en que existe una
alteración del control del HHS en los trastornos depresivos, todavía no está claro si
ésta es la causa o la consecuencia de las alteraciones observadas. Ni siquiera está
claro si en este desajuste se da primero un aumento de CRF o de cortisol.
En conclusión, a pesar de que las investigaciones realizadas en los últimos años han
aportado gran cantidad de datos acerca de las alteraciones neurobiológicas que
aparecen en la depresión, todavía son necesarios nuevos hallazgos que amplíen
considerablemente nuestro conocimiento de los mecanismos etiopatogénicos de la
enfermedad y que permitan el diseño de tratamientos más específicos y eficaces.

CARACTERÍSTICAS CLÍNICAS. –
 DISTIMIA:
La distimia es una forma de depresión más leve, pero de larga duración. También se la
conoce como trastorno depresivo persistente. Las personas con esta afección también
pueden tener episodios de depresión mayor en algunas ocasiones.
La depresión es un trastorno del estado de ánimo que afecta a su cuerpo, ánimo y
pensamientos. Afecta la manera de comer y dormir, pensar sobre las cosas, y sentir
sobre uno mismo. No es lo mismo que ser infeliz o estar "triste". No es un signo de
debilidad o algo que se pueda desear o hacer que desaparezca por voluntad propia.
Las personas con depresión no pueden "salir de ella" y reponerse. El tratamiento es
clave para la recuperación. La distimia afecta a las mujeres dos veces más que a los
hombres. Algunas personas también pueden tener depresión o trastorno bipolar.
No hay una causa clara para este tipo de depresión. Los profesionales de la salud
mental creen que es el resultado de desequilibrios químicos en el cerebro. Se cree que
hay muchos factores que contribuyen a la depresión. Estos incluyen factores
ambientales, psicológicos, biológicos, y genéticos. El estrés crónico y el traumatismo
también se han vinculado con esta afección. La distimia parece ser hereditaria, pero
aún no se han vinculado genes a ella.
La distimia es más leve, pero más duradera que la depresión mayor. Cada persona
puede experimentar los síntomas de una forma diferente. Cuando hay síntomas, estos
pueden incluir, por ejemplo:
 Sentimientos persistentes de tristeza, ansiedad y "vacío"
 Menor capacidad para concentrarse, pensar, y tomar decisiones.
 Menor energía.
 Cansancio (fatiga).
 Sentimientos de desesperanza.
 Cambios de peso o en el apetito debido a una excesiva o insuficiente alimentación.
 Cambios en los patrones del sueño, como sueño irregular, imposibilidad de dormir,
despertar de madrugada o dormir demasiado.
 Baja autoestima.
Para diagnosticar esta afección, un adulto debe tener un estado de ánimo depresivo
durante al menos 2 años (o un año en niños y adolescentes), junto con al menos 2 de
los síntomas anteriores. Los síntomas de esta enfermedad pueden parecerse a los de
otras enfermedades de la salud mental. Siempre hable con su proveedor de atención
médica para obtener un diagnóstico.
La depresión a menudo se desarrolla con otras enfermedades, tales como
enfermedades cardíacas o cáncer. También puede ocurrir con trastornos de ansiedad
o abuso de sustancias. A menudo, las personas con distimia se acostumbran a los
síntomas depresivos leves y no buscan ayuda. Sin embargo, el diagnóstico y el
tratamiento precoz es clave para la recuperación.
Un diagnóstico puede realizarse después de un examen psiquiátrico minucioso y una
historia clínica realizada por un profesional de la salud mental.

 DEPRESIÓN MAYOR:
La depresión mayor es un trastorno del estado de ánimo. Se presenta cuando los
sentimientos de tristeza, pérdida, ira o frustración interfieren con la vida diaria durante
un largo período de tiempo. También cambia la manera en la que funciona el cuerpo.
Los proveedores de atención médica desconocen la causa exacta de la depresión. Se
cree que los cambios químicos en el cerebro son responsables. Esto puede deberse a
problemas con los genes. O se puede desencadenar por ciertos hechos estresantes.
Lo más probable es que sea una combinación de ambos. Algunos tipos de depresión
son hereditarios. Otros tipos ocurren incluso si usted no tiene antecedentes familiares
de la enfermedad. Cualquier persona puede deprimirse, incluyendo los niños y los
adolescentes.
 La depresión puede ser producida por:
 Alcoholismo o drogadicción
 Ciertas afecciones, como hipotiroidismo, cáncer o dolor prolongado
 Ciertas clases de medicamentos, como los esteroides
 Problemas para dormir
 Hechos estresantes en la vida, como la muerte o enfermedad de alguien cercano,
divorcio, problemas médicos, maltrato o rechazo en la niñez, soledad (común en
los adultos mayores) y ruptura de una relación.
La depresión puede cambiar o distorsionar la forma como usted se ve a sí mismo, a su
vida y a las personas a su alrededor. Con la depresión, a menudo usted ve todo en
una forma negativa. Es difícil para usted imaginar que un problema o situación se
pueda resolver de un modo positivo.
Los síntomas de depresión pueden incluir:
 Agitación, inquietud, irritabilidad e ira
 Volverse retraído o aislado
 Fatiga y falta de energía
 Sentimientos de desesperanza, indefensión, inutilidad, culpa, y odio a sí mismo
 Pérdida de interés o placer en actividades que alguna vez se disfrutaron
 Cambio súbito en el apetito, a menudo con aumento o pérdida de peso
 Pensamientos de muerte o suicidio
 Dificultad para concentrarse
 Dificultad para conciliar el sueño o exceso de sueño
La depresión en los adolescentes puede ser más difícil de reconocer. Los problemas
en la escuela, de comportamiento, o el consumo de alcohol o drogas, todos pueden
ser señales. Si la depresión es muy intensa, pueden presentarse alucinaciones y
delirios (creencias falsas). Esta afección se denomina depresión con rasgos psicóticos.
La depresión con síntomas psicóticos es una forma particularmente grave de trastorno
depresivo mayor en la cual el paciente presenta, en ausencia de criterios diagnósticos
de otro trastorno psicótico, alucinaciones y delirios junto con síntomas nucleares del
trastorno depresivo. Aunque es un trastorno infrecuente, es una patología clínicamente
relevante, ya que los adolescentes con depresión psicótica presentan mayor riesgo de
suicidio y de presentar otros trastornos mentales comórbidos. Es importante destacar
que aun cuando algunos autores han encontrado altas tasas de prevalencia-vida de
síntomas psicóticos en población sana infanto-juvenil, la presencia de síntomas
psicóticos en población adolescente requiere una valoración ya que está íntimamente
ligada a la presencia de síntomas afectivos y condicionantes sociales adversos. A
diferencia de lo que ocurre con el trastorno bipolar o la esquizofrenia, en las que el
primer episodio psicótico suele producirse en la adolescencia o al inicio de la edad
adulta, la distribución de los primeros episodios psicóticos relacionados con un
trastorno depresivo es homogénea a lo largo de la vida, y no tan característica de
edades tempranas. Pero ello no debe hacernos olvidar que la depresión unipolar es
uno de los trastornos más frecuentemente asociados a primeros episodios psicóticos.
A pesar de su importancia desde el punto de vista clínico y para los pacientes, la
depresión con síntomas psicóticos no ha sido apenas investigada en la infancia y
adolescencia.
No se han localizado estudios controlados sobre la estrategia terapéutica más eficaz
en la depresión con síntomas psicóticos en la infancia y la adolescencia.
La GPC del NICE, localizó solo un pequeño estudio que sugería que la combinación
de antidepresivos con antipsicóticos podría ser beneficiosa en adolescentes con
depresión psicótica, pero este estudio se centró más en el análisis de los niveles
plasmáticos del fármaco que en otras variables clínicas.
La adición de un fármaco antipsicótico al tratamiento antidepresivo es la estrategia de
potenciación más recomendada, tanto en GPC como la NICE del año 2015 como en
documentos de consenso de expertos recientes.

 TRASTORNO BIPOLAR:
El trastorno bipolar es trastorno del estado del ánimo, es una enfermedad crónica y
recurrente que se manifiesta principalmente por episodios alternantes de
sintomatología depresiva (episodios depresivos) y periodos de exaltación del humor e
incremento de la vitalidad (episodios maníacos o hipomaníacos).
El trastorno bipolar comienza a manifestarse típicamente en la adolescencia, 3ª o 4ª
década de la vida. El primer episodio puede ser maníaco, depresivo o mixto lo que
conllevará que este trastorno debute con una determinada sintomatología.
En general, los episodios maníacos predominan en la juventud e inicio de edad adulta
y los episodios depresivos predominan en edades más avanzadas, aunque se han
descrito primeros casos de manía por encima de los 65 años.
Existen distintos tipos de bipolaridad que se pueden manifestar de distintos modos a lo
largo de la vida. En el trastorno bipolar tipo I se alternan episodios maníacos,
depresivos y mixtos; en el trastorno bipolar tipo II se alternan episodios depresivos e
hipomaníacos; y en la ciclotimia, una forma más leve de bipolaridad, se alternan
numerosos periodos de síntomas depresivos que no llegan a alcanzar la intensidad o
criterios suficientes de depresión mayor con otros periodos de síntomas hipomaníacos.
En el episodio maníaco, típicamente, se va desarrollando durante 1 o 2 semanas un
humor eufórico o irritable, junto con otros síntomas como ideas de grandiosidad,
disminución de la necesidad de dormir, aceleración del habla e hiperactividad.
Los episodios maníacos pueden cursar también con síntomas psicóticos (delirios y
alucinaciones) y desinhibición conductual que pueden generar situaciones de riesgo
para el propio paciente y las personas de su entorno.
Los síntomas más habituales son:
 Episodios maníacos con euforia o irritabilidad, ideas de grandiosidad, aceleración
del habla, hiperactividad, etc.
 Episodios depresivos con retardo psicomotor y/o hipersomnia, alteración del
estado de ánimo, etc.
Cuando el trastorno comienza por un episodio depresivo es frecuente que se trate de
una depresión leve de semanas o meses de duración, con enlentecimiento psicomotor
y/o hipersomnia (que no debe confundirse con un estado de pereza). Estos síntomas
luego evolucionan a manía. Durante el episodio mixto coexisten síntomas de manía
como la aceleración del habla, la hiperactividad y las ideas de grandiosidad junto con
otros que aparecen en la depresión grave como la desesperanza, los sentimientos de
culpa exagerados y la ideación suicida.
En la causa del trastorno bipolar predomina el componente biológico y un modelo muy
aceptado explica la enfermedad como resultado de la combinación de un componente
genético con determinadas situaciones vitales adversas que actúan como
desencadenantes. Los efectos probablemente pequeños, aditivos e interactivos de
muchos genes confieren una mayor vulnerabilidad personal que posibilita que
determinadas situaciones como el estrés, los periodos de falta de horas de sueño o el
consumo de drogas o sustancias estimulantes ocasionen un desequilibrio de sistemas
neuroquímicos (serotonina, noradrenalina, dopamina, etc.) y probablemente hormonal
que a su vez provocan los síntomas psíquicos y físicos de la enfermedad.
El diagnóstico del trastorno bipolar se basa en la evaluación clínica por parte del
especialista en Psiquiatría. Presenta síntomas y signos bastante característicos, lo que
hace que no sea necesario, en muchos casos, realizar ninguna otra prueba
diagnóstica.
Entrevista diagnóstica, Si se sospecha que puede tener una causa orgánica, conviene
realizar otras pruebas como la resonancia magnética, analíticas y valoración por otros
especialistas.

 DEPRESION ENMASCARADA:
El Dr. José Gavilán Villanueva, jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Alberto
Sabogal Sologuren del Seguro Social de Salud (EsSalud), explicó que este trastorno
afecta a las personas en sus actividades básicas diarias como asistir al trabajo o
centro de estudios. “Cuando se trata de una depresión enmascarada no solo se
presentan los síntomas emocionales conocidos como tristeza prolongada, melancolía
y desgano, además hay fatiga, falta de sueño, irritabilidad, malestares generales,
adormecimientos, hormigueos y dolores articulares que se relacionan con otras
enfermedades, pero en realidad es propio de la depresión”, señaló. El especialista
precisó que en la población infantil y adolescente este tipo de depresión se presenta
con conductas agresivas, irritabilidad, problemas en el aprendizaje, dolor de cabeza,
aislamiento social, alteraciones del sueño y apetito. En tanto, los adultos y adultos
mayores pueden mostrarse poco tolerantes al sonido, mostrar resentimiento y
reaccionar de una manera inadecuada. Debido al tabú que existe en la sociedad, los
pacientes prefieren buscar una sintomatología que sea orgánica en vez de una
atención psiquiátrica. “En esa circunstancia, el paciente muestra resistencia para
aceptar que padece esa enfermedad, debido a que socialmente los síntomas físicos
están menos estigmatizados que los psicológicos. Es más sencillo decir que a uno le
duele la cabeza que reconocer que está triste y se siente solo. Por eso, una de las
vías que la enfermedad elige para manifestarse es la física”, señaló Gavilán
Villanueva. Agregó que las manifestaciones somáticas más frecuentes son los
malestares gastrointestinales (nauseas, dolores gástricos), neurológicos (pérdida de
memoria, lumbalgia, mareos), cardiorrespiratorios (taquicardia, palpitaciones, dolor
torácico), dermatológicos y malestares generales, como cansancio, debilidad, fatiga y
alteraciones del sueño.

LAS ENFERMEDADES CRÓNICAS Y LA SALUD MENTAL. -


Las enfermedades crónicas como el cáncer, las enfermedades cardíacas o la diabetes
pueden aumentar la probabilidad de tener o desarrollar una afección de salud mental.
No es nada raro sentirse triste o desanimado después de padecer un ataque cardíaco,
recibir un diagnóstico de cáncer o cuando se intenta controlar una afección crónica
como el dolor. Es posible que se enfrente a nuevos límites sobre lo que puede hacer y
que se sienta estresado o preocupado por los resultados del tratamiento y el futuro.
Puede ser difícil adaptarse a una nueva realidad y hacer frente a los cambios y al
tratamiento continuo que conlleva un diagnóstico de estos. Algunas de sus actividades
favoritas, como el senderismo o la jardinería, pueden resultar más difíciles de realizar.
Es normal tener sentimientos temporales de tristeza, pero si estos y otros síntomas
duran más de un par de semanas, es posible que tenga depresión. La depresión
afecta su capacidad para seguir con su vida diaria y disfrutar de la familia, los amigos,
el trabajo y los momentos de esparcimiento. Los efectos de la depresión en la salud
van más allá del estado de ánimo: esta es una enfermedad médica grave con muchos
síntomas, incluidos los físicos. Algunos síntomas de depresión son:
tener un sentimiento constante de tristeza, ansiedad o de vacío; sentirse
desesperanzado o pesimista; sentirse irritable o inquieto, o frustrarse fácilmente;
tener sentimientos de culpa, falta de autoestima e impotencia; perder interés o placer
en los pasatiempos y las actividades; tener menos energía, más fatiga o sentir que se
mueve o habla más lentamente; tener dificultad para concentrarse, recordar detalles o
tomar decisiones; tener problemas para dormir, incluyendo despertarse muy temprano
o dormir demasiado; tener cambios en el apetito o el peso; sentir dolores o molestias,
dolor de cabeza, calambres o problemas digestivos sin una causa física aparente y
que no se alivian ni siquiera con tratamiento; tener pensamientos sobre la muerte o el
suicidio o intentos de suicidio.
Recuerde: La depresión se puede tratar, aun si tiene alguna otra enfermedad o
afección médica. Las personas con otros problemas médicos crónicos tienen un mayor
riesgo de depresión. Los mismos factores que aumentan el riesgo de depresión en
personas que por lo demás son sanas también lo aumentan en personas con otras
enfermedades médicas, particularmente si son crónicas (duraderas o persistentes).
Estos factores de riesgo incluyen antecedentes personales o familiares de depresión o
familiares que se han suicidado. Sin embargo, algunos factores de riesgo de depresión
están directamente relacionados con tener otra enfermedad. Por ejemplo, afecciones
como la enfermedad de Parkinson y los accidentes cerebrovasculares provocan
cambios en el cerebro. En algunos casos, estos cambios pueden desempeñar una
función directa en la depresión. La ansiedad y el estrés relacionados con la
enfermedad también pueden desencadenar síntomas de depresión.
La depresión ocurre con frecuencia en personas que tienen enfermedades crónicas
como las siguientes:
 enfermedad de Alzheimer,
 enfermedades autoinmunitarias (como lupus eritematoso sistémico, artritis
reumatoide y psoriasis),
 cáncer,
 enfermedad coronaria,
 diabetes,
 epilepsia,
 VIH/SIDA,
 hipotiroidismo,
 esclerosis múltiple,
 enfermedad de Parkinson,
 accidente cerebrovascular.
Algunas personas pueden tener síntomas de depresión después de ser diagnosticadas
con una enfermedad médica. Estos síntomas pueden disminuir a medida que se
adaptan o reciben tratamiento para esa enfermedad. Es posible que algunos
medicamentos que se usen para tratar la otra enfermedad también produzcan
depresión. Hay investigaciones que sugieren que las personas que tienen depresión
junto con otra enfermedad médica tienden a tener síntomas más graves de ambas
enfermedades. Pueden tener más dificultad para adaptarse a su problema de salud y
pueden tener mayores costos médicos que aquellas personas que no tienen depresión
conjuntamente con otra enfermedad médica. Los síntomas de depresión pueden
continuar incluso si mejora la salud física. Los niños y los adolescentes con
enfermedades crónicas se ven afectados por muchas formas de estrés. Los padres y
los proveedores de atención médica deben estar atentos a los signos de depresión,
ansiedad o de algún tipo de trastorno de adaptación (un grupo de afecciones que
pueden ocurrir cuando alguien tiene dificultad para afrontar un acontecimiento
estresante en la vida) en los jóvenes y sus familias. Las personas con depresión
corren un mayor riesgo de tener otras enfermedades médicas. No debe sorprendernos
que los adultos con una enfermedad médica tienen una mayor probabilidad de
padecer depresión. Lo contrario también es cierto: las personas que tienen depresión,
sin importar su edad, corren un mayor riesgo de tener ciertas enfermedades físicas.
Hay científicos que también están investigando si los cambios fisiológicos observados
en la depresión pueden influir en el aumento del riesgo de presentar una enfermedad
física. Los científicos han encontrado cambios en la forma en que funcionan varios
sistemas corporales diferentes en las personas con depresión, lo que podría generar
un impacto en la salud física. Estos incluyen:
 mayor inflamación,
 cambios en el control de la frecuencia cardíaca y la circulación sanguínea,
 anomalías en las hormonas del estrés,
 cambios metabólicos como los observados en personas con riesgo de diabetes.
Existe cierta evidencia de que estos cambios observados en la depresión pueden
aumentar el riesgo de otras enfermedades médicas. También está claro que la
depresión genera un efecto negativo en la salud mental y la vida diaria.
La depresión se puede tratar incluso cuando hay otra enfermedad presente
La depresión es una complicación frecuente de una enfermedad crónica, pero no tiene
por qué ser una parte normal de tener una enfermedad crónica.

FACTORES DE RIESGO. –
Por lo general, la depresión comienza en la adolescencia o entre los veinte o treinta y
tantos años, pero puede aparecer en cualquier momento de la vida. Esta enfermedad
se les diagnostica más a las mujeres que a los hombres, pero puede ser, en parte,
porque es más probable que las primeras busquen recibir tratamiento.
Algunos de los factores que parecen aumentar el riesgo de que se manifieste o se
desencadene la depresión son:
 Ciertos rasgos de la personalidad, como tener la autoestima baja y ser demasiado
dependiente, muy autocrítico o pesimista
 Situaciones traumáticas o estresantes, como maltrato físico o abuso sexual, la
muerte o la pérdida de un ser querido, una relación difícil o problemas económicos
 Familiares consanguíneos que tienen antecedentes de depresión, trastorno
bipolar, alcoholismo o suicidio
 Ser lesbiana, gay, bisexual, transgénero o presentar variaciones en el desarrollo
de los órganos genitales que no son claramente ni masculinos ni femeninos
(intersexualidad) en un entorno que no brinda apoyo
 Antecedentes de otros trastornos de salud mental, como un trastorno de ansiedad,
de la alimentación o de estrés postraumático
 Abuso de alcohol o de drogas recreativas
 Una enfermedad grave o crónica, como cáncer, un accidente cerebrovascular,
dolor crónico o una enfermedad cardíaca
 Ciertos medicamentos, como los que se indican para la presión arterial alta o las
pastillas para dormir (habla con el médico antes de suspender la toma de cualquier
medicamento).
Los ejemplos de las complicaciones relacionadas con la depresión comprenden:
 Sobrepeso u obesidad, que pueden derivar en enfermedades cardíacas o diabetes
 Dolor o enfermedad física
 Consumo inapropiado de alcohol o de drogas
 Ansiedad, trastorno de pánico y fobias sociales
 Conflictos familiares, dificultades en tus relaciones y problemas en la escuela o el
trabajo
 Aislamiento social
 Sentimientos suicidas, intentos de suicidio o suicidio
 Automutilación, como por ejemplo cortes
 Muerte prematura a raíz de enfermedades.
TRATAMIENTO. –
El tratamiento se basará en el uso de fármacos, psicoeducación y psicoterapia en la
que se ayuda al paciente a conocer aspectos de la forma de trastorno que presenta y
cómo le afecta a cada persona en concreto. Unas medidas de estilo de vida saludable
(regularidad en el horario, cuidar las horas de sueño, evitar el consumo de drogas,
realizar ejercicio físico, etc.) ayudan a prevenir y controlar la sintomatología.
Si usted está pensando en el suicidio o está sumamente deprimido y no puede
desempeñarse, posiblemente necesite tratamiento en un hospital. Después de que
haya estado en tratamiento y si siente que sus síntomas están empeorando, hable con
su proveedor. Es posible que sea necesario cambiar su plan de tratamiento.

a) MEDICAMENTOS: Los fármacos antidepresivos utilizados hoy en día se basan en


ese mismo mecanismo. Por un lado, los inhibidores de la MAO (IMAO) aumentan la
disponibilidad de monoaminas dispuestas a ser liberadas al espacio sináptico, y por
otro, los inhibidores de la recaptación actúan a través del transportador inhibiendo la
recaptación de las monoaminas. Entre los antidepresivos tricíclicos (ATC), algunos de
ellos como la imipramina o la amitriptilina bloquean la recaptación tanto de
noradrenalina como de serotonina. Otros, sin embargo, son más eficaces bloqueando
la recaptación, bien de serotonina (clomipramina) o de noradrenalina (desipramina). La
mayor parte de los ATC provocan diversos efectos adversos que en ocasiones pueden
llegar a ser graves debido a su acción sobre receptores alfa1, H1, y receptores
muscarínicos. Este fue el motivo que llevó a desarrollar nuevos antidepresivos que
presentan, en general, similar eficacia clínica pero mejor perfil de efectos adversos.
Dentro de este grupo se encuentran los inhibidores selectivos de la recaptación de
serotonina (ISRS) o de noradrenalina (ISRN). Con el objeto de mejorar la eficacia
antidepresiva, en los últimos años se han desarrollado fármacos antidepresivos
denominados mixtos, que inhiben tanto la recaptación de noradrenalina como la de
serotonina (venlafaxina, duloxetina) pero sin mostrar los efectos adversos que
presentan los ATC. Sin embargo, no se ha demostrado claramente que posean mayor
eficacia que los ISRS o ISRN por sí solos. Por otra parte, se han realizado numerosos
estudios con el objeto de aclarar el papel de la serotonina y de las diversas
catecolaminas en el estado de ánimo del individuo. Con el fin de originar una
disminución generalizada de los niveles de serotonina en el cerebro se puede eliminar
de la dieta el aminoácido esencial precursor de la serotonina, el triptófano, con lo que
su síntesis se ve disminuida.5 Por otro lado, la alfa-metil-p-tirosina origina una
inhibición de la síntesis de catecolaminas por inhibición del enzima tirosina
hidroxilasa.5 Bajo estas premisas se ha tratado de estudiar el papel de estos
neurotransmisores en la etiopatogenia de la depresión.
A menudo se requieren de 4 a 6 semanas para que los antidepresivos tengan un
efecto completo. Es importante seguir tomando el medicamento, incluso si al principio
parece no funcionar. Es importante que hable con su proveedor de atención médica
antes de dejar de tomarlo. Algunas personas tienen que cambiar o agregar
medicamentos para obtener resultados.
- Los antidepresivos son medicamentos empleados para tratar la depresión.
Funcionan restableciendo los químicos en el cerebro a los niveles adecuados. Esto
ayuda a aliviar los síntomas. Si tiene delirios o alucinaciones, su proveedor puede
recetarle medicamentos adicionales. Coméntele a su proveedor acerca de cualquier
otro medicamento que esté tomando. Algunos medicamentos pueden cambiar la forma
como los antidepresivos funcionan en su cuerpo. Dele tiempo al medicamento para
que haga efecto. Pueden pasar varias semanas antes de que se sienta mejor.
Continúe tomando su medicamento según las instrucciones. NO deje de tomarlo ni
cambie la cantidad (dosis) que está tomando sin consultar con su proveedor.
Pregúntele a su proveedor acerca de los posibles efectos secundarios y qué hacer si
tiene alguno.
Si siente que el medicamento no está funcionando o le está causando efectos
secundarios, coméntele a su proveedor. Es posible que sea necesario cambiar el
medicamento o su dosis. NO deje de tomar medicamentos por su cuenta.

ADVERTENCIA
A los niños, adolescentes y adultos jóvenes se les debe vigilar muy de cerca en busca
de comportamiento suicida. Especialmente durante los primeros meses después de
comenzar los medicamentos para la depresión.
Las mujeres que estén recibiendo tratamiento para la depresión y que estén
embarazadas o pensando en quedar embarazadas no deben dejar de tomar los
antidepresivos sin hablar primero con su proveedor. Tenga cuidado con los remedios
naturales como la hierba de San Juan. Esta es una hierba de venta sin receta médica.
Puede ayudar a algunas personas con depresión leve. Sin embargo, esta hierba
puede alterar la acción de otros medicamentos en el cuerpo, como los antidepresivos.
Hable con su proveedor antes de probar esta hierba. Si usted siente que el
medicamento lo está empeorando o le está provocando otros síntomas (como
confusión) coménteselo a su proveedor de inmediato. Acuda a la sala de urgencias si
está preocupado por su seguridad.

b) TERAPIA CONVERSACIONAL: La terapia conversacional es la orientación para


hablar de sus sentimientos y pensamientos y para aprender cómo hacerles frente.
Los tipos de terapia conversacional incluyen:
1) La terapia cognitiva conductual, le enseña cómo combatir los pensamientos
negativos. Aprenderá cómo tener más conciencia de sus síntomas y cómo detectar los
factores que empeoran la depresión. También le enseñarán habilidades para la
resolución de problemas.
2) La psicoterapia, también puede ayudarle a entender las cuestiones que pueden
estar detrás de sus pensamientos y sentimientos.
3) La terapia de grupo, donde usted comparte con otros que tienen problemas como
el suyo. Su terapeuta o su proveedor le pueden comentar más acerca de este tipo de
terapia.

c) OTROS TRATAMIENTOS PARA LA DEPRESIÓN:


1) La terapia electroconvulsiva, (TEC) puede mejorar el estado de ánimo de
personas con depresión grave o pensamientos suicidas que no mejoran con otros
tratamientos. La TEC generalmente es segura.
2) La estimulación magnética transcraneal, (EMT) también puede ser un
tratamiento útil si los medicamentos no son de ayuda.
3) La fototerapia, puede aliviar los síntomas de depresión en los meses de invierno.
Este tipo de depresión se denomina trastorno afectivo estacional.

PREVENCION. –
Si usted tiene depresión, hay cosas que puede hacer para sentirse mejor. La
depresión puede hacerlo sentir agotado, inútil, impotente y sin esperanza. Esos
pensamientos y sentimientos negativos pueden hacer que sienta ganas de darse por
vencido. Es importante darse cuenta de que estas visiones negativas son parte de la
depresión y pueden no reflejar la realidad. Los pensamientos negativos desaparecen
cuando el tratamiento empieza a hacer efecto. Mientras tanto, tenga en cuenta lo
siguiente:
 Busque ayuda. Si cree que puede estar deprimido, consulte a un profesional lo
más pronto posible.
 Establezca metas realistas y no asuma tanta carga.
 Divida las tareas grandes en otras más pequeñas. Establezca prioridades y haga
lo que pueda cuando pueda.
 Trate de estar con otras personas y de confiar en alguien. Por lo general es mejor
que estar solo y ser reservado.
 Haga cosas que lo hagan sentir mejor. Ir al cine, realizar tareas de jardinería, o
tomar parte en actividades religiosas, sociales o de otro tipo pueden ayudar. Hacer
algo bueno por otra persona también puede ayudarle a sentirse mejor.
 Haga actividad física con regularidad.
 Esperar a que su ánimo mejore lentamente, no de inmediato. Sentirse mejor lleva
tiempo.
 Siga una dieta saludable y bien equilibrada.
 No beba alcohol ni consuma drogas. Estos hábitos pueden empeorar la depresión.
 Lo mejor es posponer decisiones importantes hasta que la depresión haya
desaparecido. Antes de hacer un gran cambio, como cambiar de trabajo, casarse o
divorciarse, hable con otras personas que lo conozcan bien y tengan una visión
más objetiva de su situación.
 Recuerde: La gente rara vez "sale de" una depresión. Sin embargo, pueden
sentirse un poco mejor día a día.
 Trate de ser paciente y centrarse en los aspectos positivos. Esto puede ayudar a
reemplazar los pensamientos negativos que forman parte de la depresión, y tales
pensamientos desaparecerán a medida que su depresión responda al tratamiento.
 Deje que sus familiares y amigos lo ayuden.

- NO tome alcohol ni consuma drogas ilícitas. Estas sustancias pueden empeorar la


depresión y llevar a pensamientos de suicidio.
- Tome los medicamentos exactamente como su proveedor le indicó. Aprenda a
reconocer los signos iniciales de que la depresión está empeorando.
- Siga asistiendo a las sesiones de terapia conversacional.
- Los siguientes consejos podrían ayudarle a sentirse mejor:
- Hacer más ejercicio.
- Mantener buenos hábitos de sueño.
- Realizar actividades que le brinden placer.
- Ofrecerse como voluntario o participar en actividades de grupo.
- Hablar con alguien de confianza acerca de cómo se está sintiendo.
- Tratar de rodearse de gente cariñosa y positiva.

No existe una manera segura para evitar la depresión. Sin embargo, las siguientes
estrategias pueden ser útiles.
 Toma medidas para controlar el estrés, mejorar tu resiliencia y levantar tu
autoestima.
 Acércate a la familia y a los amigos, especialmente en momentos de crisis, para
que te ayuden a superar los malos tiempos.
 Consigue tratamiento ante el primer signo de un problema para que te ayude a
impedir que la depresión empeore.
 Considera tener tratamiento de apoyo de larga duración para que te ayude a
prevenir la reaparición de los síntomas.

RECOMENDACIONES:
 En niños y adolescentes con depresión psicótica, se sugiere la consideración de
potenciar el tratamiento antidepresivo con un antipsicótico de segunda generación. La
elección del antipsicótico debe estar guiada por el perfil de efectos adversos y se
recomienda empezar con una dosis baja e ir aumentando progresivamente hasta
alcanzar la dosis mínima eficaz [nueva 2017].
 Todo niño o adolescente que mantiene un tratamiento con antipsicóticos debe estar
sometido a un control de efectos adversos riguroso
 Dado que estas afecciones por lo general dura más de 5 años, puede que sea
necesario un tratamiento a largo plazo.
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