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Lección nº 22:
EL PAN DE VIDA: SU CUERPO Y SU SANGRE
Juan 6: 41-58
Su Cuerpo y su Sangre
Juan 6: 51-58
Estas ideas serían perfectamente normales para los que conocían los sacrificios en el mundo antiguo. La
víctima rara vez se quemaba del todo. Por lo general sólo una pequeña porción, aunque todo el animal
se ofrecía en sacrificio. Parte de la carne correspondía a los sacerdotes por derecho de su oficio; y otra
parte se devolvía a los adoradores, que la usaban para hacer una fiesta con sus amigos en el recinto del
templo pagano. En esa fiesta se consideraba que el dios del lugar era el huésped de honor. Además,
una vez que la carne se había ofrecido al dios, se creía que éste había entrado en ella y, por tanto,
Iglesia A/D Alfa Siloé Pastor Isaí Roca
cuando el adorador la comía, estaba recibiendo igualmente al dios en su cuerpo. Cuando las personas
que habían participado de la fiesta se volvían a sus casas, creían que iban literalmente llenas de ese
dios…Para los que vivían en aquel mundo de ideas este pasaje no presentaba ninguna dificultad.
Veamos que quiere decir este mensaje de Jesús, refrescado por Juan:
Sin duda que Juan nos quiere decir que, en Jesús, Dios ha asumido la vida humana, enfrentándose con
nuestras situaciones, luchando con nuestros problemas, resistiendo nuestras tentaciones, sufriendo
nuestros dolores y desarrollando nuestras relaciones humanas.
Por tanto, es como si Jesús dijera: “Alimentad vuestro corazón, vuestra mente y vuestra alma con
Mi humanidad… ¡acordaos de que Yo tomé esa vida vuestra y esas luchas vuestras sobre Mí!”
El comer el cuerpo de Cristo es alimentarnos con el pensamiento de su humanidad hasta que nuestra
propia humanidad se fortalezca y limpie e impregne de la suya.
Jesús dijo también que hemos de beber su sangre. En el pensamiento judío, la sangre representa la
vida. Además, para los judíos la sangre pertenece a Dios. Cuando Jesús dice “tenéis que beber Mi
sangre” quiere decir “debéis poner Mi vida en el mismo centro de vuestro ser; y esa vida Mía es una
vida que pertenece a Dios”. Cuando Jesús dijo que tenemos que beber Su sangre, quería decir que
tenemos que recibir Su vida en lo más íntimo de la nuestra.
¿Qué quiere decir eso? Pensadlo así: figuraos que hay en un estante un libro que una persona no ha
leído nunca. Puede que sea el Quijote, la más grande novela de la literatura universal; pero, mientras
siga sin leerla, estará fuera de esa persona. Un buen día la toma en sus manos y la lee. La emociona,
encanta y conmueve. Argumento y personajes quedan en su memoria; y, a partir de entonces, siempre
que quiera, puede recuperar esa maravilla que tiene en su interior, y recordarla y meditarla y saborearla,
y alimentar su mente y su corazón con ella. Hubo un tiempo en que aquel libro estaba fuera de la
persona. Ahora está dentro de ella, y se puede alimentar de él.
Así sucede con todas las grandes experiencias de la vida: están fuera de nosotros hasta que las
asumimos.
Eso es lo que sucede con Jesús. Mientras no sea para nosotros más que el personaje de un libro,
está fuera de nosotros; pero cuando entra en nuestro corazón, podemos alimentarnos de la vida
y la fuerza y la vitalidad que Él nos da.
Pero Juan quería decir mucho más que eso, y estaba pensando también en la Mesa del Señor…Pero -
aquí está la maravilla de este punto de vista-Juan no nos relata la última Cena. Nos aporta su
enseñanza acerca de ella, no en el relato del Aposento Alto, sino en el de una comida campestre, en una
ladera cerca de Betsaida Julias, junto a las aguas azules del mar de Galilea…
En el pensamiento de Juan, la mesa de la comunión y la del comedor de casa, la comida campestre en
la playa o en la montaña se parecen en que en todas gustamos y tocamos el pan y el vino que nos traen
a Cristo.
El Cristianismo sería muy pobre si Cristo estuviera limitado a las iglesias. Juan está convencido
de que le podemos encontrar en cualquier sitio, porque el mundo está lleno de Él.