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Nicolás Federico Gigante

Dni: 32875992
Mail: nicolas.gigante@mi.unc.edu.ar

Paul Schrader: Hardcore: un mundo oculto (Hardcore, 1979)

Hay pocas personas que puedan con las que se pueda trazar una comparación para retratar el
proceso de ascenso y caída del New Hollywood como lo es Paul Schrader, director y uno de los
guionistas más emblemáticos del movimiento, que escribió entre muchos, uno de los guiones
que representan la esencia del New Hollywood como es Taxi driver (Taxi driver, 1976).
Schrader nació en Grand Rapids, Michigan, el 22 de Julio del año 1946 en una familia que lo
educó estrictamente con la fe calvinista, con un padre violento y sumamente estricto al que
calificaba como un robot sin sentimiento y una madre igual de estricta y violenta que su padre
pero un poco más humana con sensibilidad hacia el humor del niño. Schrader pudo ver por
primera vez cine a la edad de 18 años ya que toda su vida lo tuvo prohibido por sus padres que
consideraban al cine, al rock y a la televisión como pecaminosos y obra del diablo. A partir de
esa primera experiencia Schrader emprendió un camino intenso para hacerse paso en la industria
del cine de la época, donde dejó mucha de su salud mental y desde sus traumas, paranoias y su
visión pesimista y negativa de la vida logró dar forma a una manera de mostrar los personajes y
la realidad que atravesaban la década del 70. Schrader empezó como crítico luego de terminar
sus estudios en la UCLA, universidad de la que salieron varios directores emblema del New
Hollywood. Con su hermano Leonard escribió el guión de Yakuza (Yakuza, 1974) dirigida por
Sidney Pollack, lo que le permitió llamar la atención de los protagonistas principales del
movimiento a pesar de que la película no tuvo demasiado éxito de taquilla. Con la atención de
una buena parte de la crítica y de varios colegas de la industria Schrader comenzó a preparar el
guión de Taxi driver que fue la primera de las cuatro colaboraciones que tuvo con Martin
Scorsese. Con Taxi driver consiguió afianzarse fuertemente en la industria y comenzó a gestar
su carrera como director de cine ya a finales de los años 70. Una carrera atravesada por la
violencia y la cocaína, droga que fue uno de los combustibles esenciales para el New
Hollywood, tanto en su concepción (recordemos que en una de las primeras películas del
movimiento, Busco mi camino (Easy Rider, 1967), el dinero con el que los protagonistas
consiguieron salirse del sistema para viajar lo habían conseguido tras vender una cuantiosa
cantidad de cocaína a un empresario y Dennis Hopper, uno de ellos, fue ferviente consumidor y
defensor de su consumo en los años siguientes), como en su desarrollo y caída, cabe aclarar que
toda la industria estaba atravesada por esta droga, productores, directores y actores la consumían
para realzar su creatividad. Esta droga también ayudó a potenciar los sentimientos megalómanos
que caracterizaron un momento particular en sus vidas que tuvieron casi todos los involucrados
en el desarrollo del New Hollywood en la industria, acelerando también el proceso de deterioro
argumental pero sobretodo exponiendo a los estudios a grandes riesgos que involucraron
cuantiosas pérdidas materiales ante apuestas que resultaban para los productores cada vez
menos atractivas.

Su primera experiencia como director fue la película Blue collar (Blue collar, 1978) un drama
que retrata el plan de tres trabajadores de la industria automotriz para quedarse con la “caja
chica” de los representantes del gremio, donde Schrader con gran destreza retrata no sólo la
rutina de las clase trabajadora de la época que se rebela contra un sistema gremial al que
consideran obsoleto, también establece un punto de vista y una discusión sobre las distintas
posiciones que asumen las personas según su conveniencia y cómo el sistema termina por
absorber y cambiar la esencia de cualquier rebeldía que se plantee ante el sistema.
Nicolás Federico Gigante
Dni: 32875992
Mail: nicolas.gigante@mi.unc.edu.ar
Probablemente Schrader también haya estado haciendo una lectura sobre lo que estaba
sucediendo con el New Hollywood en el momento en que comenzaba su carrera como director,
donde los primeros tanques como Tiburón (Jaws, 1976) y La guerra de las galaxias (Star Wars,
1977) le empezaban a demostrar a los grandes estudios cuál sería el nuevo camino a seguir,
donde un público más adolescente e infantil era el público masivo y común de las salas,
desplazando al público adulto que había hecho al New Hollywood dar grandes golpes de
taquilla, desorientando a los grandes estudios, muchos al borde de la quiebra, sobre qué era lo
que el público masivo de los cines estaba buscando. Esta lectura que se propone en este texto,
está profundizada en la segunda película que dirigió Schrader Hardcore: un mundo oculto
(Hardcore, 1979). Hardcore: un mundo oculto, cuenta la historia de un viudo padre de familia
sumamente católico y religioso, que tras la desaparición de su hija, se sumerge en el submundo
de la producción de pornografía en Los Ángeles, donde cree que su hija fue captada por un
grupo de trata que obliga a la hija a drogarse y filmar películas pornográficas, que en ese
entonces ya estaba legalizada su producción. Para poder ganarse la confianza del medio y así
recabar información, se hace pasar por un productor de cine porno y se embarca en una
búsqueda en la que a través de la realización del casting para una película que dice que pretende
hacer, casting con el que empieza a entrar en el boca en boca del rubro, paralelamente con la
investigación que realiza un investigador privado que contrató en un principio y llegó a
considerar inútil. Schrader muestra sin tapujos el ambiente que ronda en la película, ironizando
por momentos respecto al New Hollywood y a la pulsión de varios representantes del
movimiento por realizar un cine más cercano al cine de autor, mostrando como un director
egresado de la UCLA que es contratado por un productor para filmar una película pornográfica,
tiene pretensiones de artista incluso para filmar este tipo de cine. También retrata la vida
nocturna y marginal de varios personajes envueltos en consumo de drogas y negocios oscuros
para conseguir sus objetivos, de hecho el protagonista entabla una relación con una chica
yonkee que se escapa de su explotador, a la que acoge y con la que discute sobre muchos temas
morales que interpelan al protagonista en su objetivo de encontrar a su hija. Estos temas son
propios de cuestionamientos propios del director pero también representan en gran medida
muchos de los cuestionamientos éticos y planteos morales que existieron en gran parte de las
obras más representativas del New Hollywood. Hacia el final Schrader decide cuestionar todo lo
referente a la paternidad y a las imposiciones de corte religioso que quedan evidentes en la
película, imposiciones que Schrader vivió en carne propia y que lo hicieron la persona que es y
que era mientras se desarrolló en el movimiento.

Entonces es probable que Schrader haya hecho con Hardcore: un mundo oculto la última
revisión autocrítica del movimiento de cineastas del New Hollywood que se caracterizó por
albergar a una camada de talentosos artistas que desempeñaron sus roles como productores,
directores, guionistas, actores y actrices, que con una visión revolucionaria del sistema que los
rodeaba y una búsqueda, por demás lograda, de reformular, desde distintos puntos de vista
personales y narrativos, el lenguaje cinematográfico para así poder presentarle al público un
corpus de films único en su época y en su estilo. Estos artistas que cambiaron para siempre la
historia del cine y de la industria de su país, quizás pecaron en creerse invencibles producto de
la megalomanía que los inundó, sin embargo no cabe lugar a dudas de la importancia que
tuvieron sus decisiones y sus búsquedas artísticas y personales donde en algunos casos aunque
no hayan tenido éxitos comercial, dejaron obras artísticas que quedarán de por vida en el
inconsciente colectivo de una generación (o varias).

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