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ORIGEN DEL DIA DE LOS MUERTOS EN MEXICO

La muerte es el destino inexorable de toda vida humana y es natural que nos asuste y angustie su realidad, sobre todo cuando vemos de cerca el
peligro de morir o cuando afecta a nuestros seres queridos. Este resumen dedicado a la celebración del Día de Muertos tiene el propósito de acercar a niños
y adultos con la idea de la muerte, para que la vayan aceptando como parte inevitable de la vida humana, conocer cómo algunas culturas antiguas también
hacían ritos sobre la muerte; y fortalecer el carácter desde el punto de vista religioso.

Además, espero pueda ayudar a entender mejor la sensibilidad mexicana, nuestra manera tan particular entender y dar sentido a la celebración
del Día de Muertos. Más que el hecho de morir, importa más lo que sigue al morir. Ese otro mundo sobre el que hacemos representaciones, costumbres y
tradiciones que se convierten en culturas, todas de igual importancia, pues ante el camino desconocido que la muerte nos señala, sólo es posible imaginarla
con símbolos.

EL CULTO A LOS MUERTOS EN OTRAS CULTURAS

En las culturas antiguas como la China y Egipcia el culto a los muertos es un símbolo de unidad familiar. Les rendían culto construyendo templos y
pirámides. En la cultura China por ejemplo, en los aniversarios, se quemaba incienso, se encendían candelas y colocaban ofrendas de alimentos sobre un
altar. Eran los días en los que se recordaba las grandes deudas que se tenían con los antepasados. Los antiguos egipcios creían que el individuo tenía dos
espíritus. Cuando fallece, uno va al más allá y el segundo queda vagando en el espacio, por lo que tiene necesidad de comer. Consideraban que este
espíritu vivía en el cuerpo que ellos cuidadosamente habían embalsamado, de esta manera el espíritu podía seguir existiendo. Este espíritu era quien recibía
las ofrendas.

LOS AZTECAS Y EL CULTO A LA MUERTE

La fiesta de muertos está vinculada con el calendario agrícola prehispánico, porque es la única fiesta que se celebraba cuando iniciaba la
recolección o cosecha. Es decir, es el primer gran banquete después de la temporada de escasez de los meses anteriores y que se compartía hasta con los
muertos.

En la cultura Náhuatl se consideraba que el destino del hombre era perecer. Este concepto se detecta en los escritos que sobre esa época se
tienen. Por ejemplo, existe un poema del rey y poeta Netzahualcóyotl (1391-1472): Somos mortales / todos habremos de irnos, / todos habremos de morir en
la tierra... / Como una pintura, / todos iremos borrando. / Como una flor, / nos iremos secando / aquí sobre la tierra... / Meditadlo, señores águilas y tigres, /
aunque fuerais de jade, / aunque fuerais de oro, / también allá iréis / al lugar de los descansos. / Tendremos que despertar, / nadie habrá de quedar.

Este sentimiento de la representación del destino se debe entender en el sentido de que el pueblo azteca se concebían como soldados del Sol,
cuyos ritos contribuían a fortalecer al Sol-Tonatiuh en su combate divino contra las estrellas, símbolos del mal y de la noche o de la oscuridad. Los aztecas
ofrecían sacrificios a sus dioses y, en justa retribución, éstos derramaban sobre la humanidad la luz o el día y la lluvia para hacer crecer la vida. El culto a la
muerte es uno de los elementos básicos de la religión de los antiguos mexicanos. Creían que la muerte y la vida constituyen una unidad. Para los pueblos
prehispánicos la muerte no es el fin de la existencia, es un camino de transición hacia algo mejor.

Esto salta a la vista en los símbolos que encontramos en su arquitectura, escultura y cerámicas, así como en los cantos poéticos donde se
evidencia el dolor y la angustia que provoca el paso a la muerte, al Mictlán, lugar de los muertos o descarnados que esperan como destino más benigno los
paraísos del Tlalocan.

[Atado de Caña] [Mictlantecuhtli] [Momia prehispánica]


Los aztecas dividían el tiempo en siglos de 52 años. Al final Mictlantecuhtli era el dios de los Los habitantes de mesoamérica creían que
de cada ciclo, celebraban una ceremonia llamada "la muertos. Los que morían de después de morir, continuarían viviendo en
atadura de los años". En la escultura, cada ciclo está muerte natural iban al "Mictlan" otro modo. los muertos eran enterrados con
representado por un "atado de cañas". Este atado esculpido toda case de objetos que pudieran serles útil
en piedra simboliza el fin de un cliclo azteca. en su viaje al Mictlan.

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[Representación del "Tlalocan" o el paraíso]

El sacrificio de muerte no es un propósito personal; la muerte se justifica en el bien colectivo, la continuidad de la creación; importa la salud del
mundo y no entraña la salvación individual. Los muertos desaparecen para volver al mundo de las sombras, para fundirse al aire, al fuego y a la tierra;
regresa a la esencia que anima el universo.

Los sacrificios humanos se consideran como el tributo que los pueblos vencedores pagaban a sus dioses, y ellos a su vez alimentaban la vida del
universo y a su sociedad.

Por otro lado, cuando alguien moría, organizaban fiestas para ayudar al espíritu en su camino. Como en la antigua cultura egipcia, los antiguos
mexicanos enterraban a sus muertos envueltos en un "petate", les ponían comida para cuando sintieran hambre, ya que su viaje por el Chignahuapan (del
náhuatl: nueva apan, en el río; o "sobre los nueve ríos"), parecido al purgatorio, era muy difícil de transitar porque encontrarían lugares fríos y calurosos.

LA CELEBRACION EN LA ACTUALIDAD

Esta celebración conserva mucha de la influencia prehispánica del culto a los muertos, las encontramos en Tláhuac, Xochimilco y Mixquic, lugares
cercanos a la ciudad de México. En el estado de Michoacán las ceremonias más importantes son las de los indios purépechas del famoso lago de
Pátzcuaro, especialmente en la isla de Janitzio. Igualmente importantes son las ceremonias que se hacen en poblados del Istmo de Tehuantepec, Oaxaca y
en Cuetzalán, Puebla.

Sobre sus altares encienden velas de cera, queman incienso en bracerillos de barro cocido, colocan imágenes cristianas: un crucifijo y la virgen de
Guadalupe. Ponen retratos de sus seres fallecidos. En platos de barro cocido se colocan los alimentos, estos son productos que generalmente ahí se
consumen, platillos propios de la región. Bebidas embriagantes o vasos con agua, jugos de frutas, panes de muerto, adornados con azúcar roja que simula
la sangre. Galletas, frutas de horno y dulces hechos con calabaza.

SENTIDO MEXICANO DE LA MUERTE

En el México contemporáneo tenemos un sentimiento especial ante el fenómeno natural que es la muerte y el dolor que nos produce. La muerte
es como un espejo que refleja la forma en que hemos vivido y nuestro arrepentimiento. Cuando la muerte llega, nos ilumina la vida. Si nuestra muerte carece
de sentido, tampoco lo tuvo la vida, "dime como mueres y te diré como eres".

Haciendo una confrontación de los cultos prehispánicos y la religión cristiana, se sostiene que la muerte no es el fin natural de la vida, sino fase de
un ciclo infinito. Vida, muerte y resurrección son los estadios del proceso que nos enseña la religión Cristiana. De acuerdo con el concepto prehispánico de
la muerte, el sacrificio de la muerte -el acto de morir- es el acceder al proceso creador que da la vida. El cuerpo muere y el espíritu es entregado a Dios (a
los dioses) como la deuda contraída por habernos dado la vida.

Pero el cristianismo modifica el sacrificio de la muerte. La muerte y la salvación se vuelven personales, para los cristianos el individuo es el que
cuenta. Las creencias vuelven a unirse en cuanto que la vida sólo se justifica y trasciende cuando se realiza en la muerte.

La creencia de la muerte es el fin inevitable de un proceso natural. Lo vemos todos los días, las flores nacen y después mueren. Los animales
nacen y después mueren. Nosotros nacemos, crecemos, nos reproducimos en nuestros hijos, después nos hacemos viejos y morimos. A menudo en un
accidente perdemos a nuestros seres queridos, un amigo, un hijo o un hermano.

Es un hecho que la muerte existe, pero nadie piensa en su propia muerte. En las culturas contemporáneas la "muerte" es una palabra que no se
pronuncia. Los mexicanos tampoco pensamos en nuestra propia muerte, pero no le tenemos miedo porque la fe religiosa nos da la fuerza para reconocerla y
porque quizas también somos un poco indiferentes a la vida, supongo que así es como nos justificamos.

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El desprecio, el miedo y el dolor que sentimos hacia la muerte se unen al culto que le profesamos. Es decir, que la muerte puede ser una
venganza a la vida, porque nos libera de aquellas vanidades con las que vivimos y nos convierte, al final, a todos por igual en lo que somos, un montón
de huesos.

Entonces la muerte se vuelve jocosa e irónica, la llamamos "calaca", "huesuda", "dentona", la "flaca", la "parca". Al hecho de morir de damos
definiciones como "petatearse", "estirar la pata", "pelarse" morirse. Estas expresiones son permiten jugar y en tono de burla hacer refranes y versos.

En nuestros juegos está presente con las calaveritas de azúcar o recortes de papel, esqueletos coloridos, piñatas de esqueletos, títeres de
esqueletos y cuando hacemos dibujos en caricaturas o historietas.

Mixquic en el día de muertos, tradición milenaria

La tradición continúa en Mixquic. Los pétalos de flor de cempasúchil empiezan a deshojarse. Las ofrendas serán más o igual de vistosas que las de los años
anteriores, las velas y veladoras volverán, a encenderse en cada uno de los hogares y tumbas del panteón, como cada año, para recibir a los que un día se
fueron y no volverán más.

Antecedentes

Mixquic: significa lugar en donde hay mezquites; la fundación de esta comunidad data aproximadamente dentro del periodo posclásico 1160 a
1168 d. C.

Mixquic fue un centro ceremonial de importancia, donde la celebración principal fue el sacrificio de prisioneros capturados en las inmediaciones de
Xochimilco.

Con el paso del tiempo, se han realizado excavaciones en donde se han encontrado calaveras de piedra que adornaban las fachadas de algunas
casas de Mixquic, se cree que estas calaveras representaban las cabezas de los prisioneros decapitados, mismas que eran depositadas en un altar
denominado Zompantli.

El Zompantli era un altar de calaveras, lo constituían las cabezas de los sacrificados atravesadas por varas. La representación de este lugar
estaba originalmente en el extremo noreste del actual cementerio, formado por numerosas piedras esculpidas con forma de calaveras.

La tradición cuenta que Mixquixtli fue el nombre de la Diosa de la vida y la muerte, probablemente una de las deidades más importantes del lugar,
pues en su honor se realizaban cada 265 días sacrificios de los prisioneros capturados.

La ofrenda en el período prehispánico

Cuenta la tradición que los pobladores de Mixquic enterraban a sus muertos en chinampas a un lado de sus casas, donde se les ponían sus
ofrendas, las cuales probablemente consistían en agua, sal, rajas de ocote (esta eran utilizadas en lugar de las velas) y pescado fresco. La fecha en que se
colocaba la ofrenda no era un día determinado, sí no al momento en que la persona fallecía. En los primeros cuatro días después de enterrado, se le
llevaban nuevas ofrendas, que es cuando se consideraba que el alma del difunto caminaba hacia el Mictlán, el mundo de los muertos; posteriormente, a los
ochenta y ciento sesenta días, se les ofrendaba de nueva cuenta.

La ofrenda actual

La ofrenda que actualmente se coloca no es totalmente diferente de la prehispánica; en realidad, sólo se transformó, por lo que podemos decir,
que es el producto del mestizaje. Debido a la influencia cultural del nuevo continente se cambiaron los ídolos por las imágenes de los santos, el itacate por el
pan y las rajas de ocote por las velas o ceras, así como de otros productos que en la actualidad son comerciales, haciendo más vistosas y costosas las
ofrendas.

El concepto de muerte llegó al nuevo continente a través de los frailes misioneros que vinieron acompañando a los conquistadores; por eso,
nuestra cultura ancestral tiene siempre presente a la muerte, se le espera, desde el momento en que se nace, si bien es cierto que se llora y se entristecen
los seres queridos, cuando ven que alguien se le muere, pero también se le festeja y se sigue una serie de prácticas, ritos y mitos que nos hacen recordar
aquel ser querido que se ha ido de este mundo terrenal.

Con el transcurso de la vida, estas conductas heredadas han permanecido en nosotros, mismas que tienen gran arraigo a pesar del tiempo, la
celebración de los días de muertos tienen su lugar. Se habla de días de muertos ya que se considera el 30 y 31 de octubre, 1 y 2 de noviembre destinados a
los muertos.

Triste tu calavera

Una de las leyendas que ha cobrado importancia en la actualidad dentro y fuera de la comunidad de Mixqui, es aquella en donde los niños salen a
"pedir calavera", misma que se cree que su origen data desde la época prehispánica, en donde se cuenta que un niño macehual que al no tener que
ofrendarle a sus deudos (muertos) salía a "calaverear"; ésta consistía básicamente en recolectar frutas, panes, dulces, comida, etc., en cierto modo, todo
aquello que se pone en la ofrenda.

Hoy en día ésta tradición se ha hecho popular, pero los niños e incluso los jóvenes de algunas comunidades cercanas al lugar de referencia no
salen a colectar frutas, sino más bien piden dinero, el cual será canjeado por dulces y/o licor, en este caso para los jóvenes que piden sus calaveras; se

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puede ver también que la calavera de chilacayote o calabaza se ha sustituido por una caja de cartón, adecuándola para la ocasión o por aquellas
comerciales.

Para que se reciba o de la calavera se tiene que seguir con ciertos ritos, los cuales destacan los siguientes:

1 de noviembre. Para que se de la calavera se reza un Ave María y un Padre nuestro, al final se dice:

Si hay candela para las ánimas benditas; o bien

Si hay pan para el campanero; adicionalmente se dicen algunos versos como:

Ahí viene Jorge Negrete a pedir su bóllete

Ahí viene la Chilindrina a pedir su mandarina

Ahí vienen los abuelitos a pedir sus tamalitos

2 de noviembre: Los que salen a calaverear en este día lo hacen acompañados de guitarras u otros instrumentos musicales de cuerda y de viento, mismos
que después de rezar cantan alguna canción tradicional y dicen:

Ayer no venimos porque nos dormimos

Ahora si venimos porque no dormimos

3 de noviembre. En este día se hace el reparto de la calavera, consistente en compartir la ofrenda que se puso en la mesa; entre familiares, compadres y
amigos, esto se hace en forma reciproca, la conversación que se da durante el intercambio consiste generalmente en preguntar y/o comentar del como
pasaron estos días de fiesta.

La víspera

La inteligencia de uno, la belleza del rostro, la vivacidad, y esas espesas cejas y largas pestañas que enmarcaron los ojos, así como la
fuerza de aquellos músculos desaparecen cuando la vida se va.

El 30 de octubre por la noche se hacen los preparativos para recibir a los niños (difuntos) el 31, esto consiste en colocar una mesa que servirá de
altar, en la cual se pondrán las frutas de la temporada, los candelabros que llevan las velas (recipiente hecho de barro en su mayoría), los floreros, la
comida, dulces, elotes, las bebidas (atole, leche, chocolate, refrescos, café, agua y el pan de muerto hecho especialmente para esta fecha, etc.), sin faltar
figuras de dulces, barro o juguetes con los que jugaban los niños, un elemento que no debe carecer, es el incienso o goma de copal que se quemará en el
incensario o sahumerio que servirá de relajante, pues se tiene la creencia de que el recorrido ha sido largo y cansado, y para que los difuntitos no se pierdan
de casa se pondrá en la entrada (puerta) un farol o estrella con luz que los guiará, mejor conocida como la estrella de las ánimas.

La ofrenda destinada a los adultos no variara mucho ya que a ésta se le pondrán bebidas alcohólicas (pulque, tequila, cerveza, brandy, etc.) y cigarros, la
comida que se les ofrenda contendrá picante; esta se pondrá a partir de las 12 del día 1º de noviembre, ya que se tiene la concepción de que los niños
(angelitos) regresan al Mictlán para que los adultos lleguen por la tarde y noche y se retiren el día 2. Cabe destacar que las ofrendas variaran de acuerdo a
la posibilidad económica de cada familia.

El oloroso humo que sale del sahumerio se eleva y se esparce por toda la casa impregnando el ambiente, mezclándose el aroma en las frutas,
flores y comida de la ofrenda tradicional del día de muertos. Es de importancia señalar que los ramos de flores de cempasúchil (flor de muerto) estarán
presentes en todo momento así como las velas y veladoras encendidas; junto a estas se pondrá un vaso con agua y un plato con sal que han de probar las
ánimas durante su visita.

Aquí nos vemos el año que viene, Ya que los muertos mueren hasta Que nuestro olvido los sepulta.

Vida y muerte, reflejos de un mismo destino

Dedicamos este artículo a Guadalupe Hernández y a Elías Pacheco Caballero, porque aunque ellos no habitan este mundo físico, viven
eternamente en nuestros corazones. De manera particular cada una de nosotras les decimos: "Cómo puedo yo decirte que lo siento, que tu ausencia es mi
dolor y que yo sin tu amor me muero" (Canción: Morir de amor interpretada por Miguel Bosé).

El presente artículo surge a partir del interés que despertó en nosotras la visita que realizamos el "Día de Muertos" a Ciudad Universitaria, donde
cada año se organiza una gran ofrenda en la cual participa no sólo la comunidad universitaria sino también el público en general. Nos llamó la atención una
frase que dice así: "Yo nunca he visto enterrar a un muerto quizás los muertos no se sepultan, se guardan en la memoria". A partir de ese momento
empezamos a reflexionar acerca del sentido que le damos a la muerte.

La muerte está presente en nuestra vida cotidiana, lo aceptemos o lo neguemos. La vida y la muerte son elementos que constituyen al ser
humano. El sentido que le damos a la misma forma parte de nuestra cultura tanto en sus raíces prehispánicas como en las españolas. No debemos olvidar
que una sociedad nunca permanece aislada y en ella, se reflejan las características culturales de otras sociedades que se las han impuesto principalmente
por la vía de la dominación o del comercio.

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La muerte forma parte de las fiestas que celebramos anualmente, y que despiertan nuestra imaginación y sensibilidad. A pesar de ser un suceso
formal le damos a la muerte un carácter festivo pues ella es un reflejo de la vida. A esta festividad de "Día de Muertos".

El "Día de Muertos" es una celebración de raíces prehispánicas y moralidad cristiana que se lleva a cabo los días 31 de octubre, 1º y 2 de
noviembre para conmemorar a los fieles difuntos.

Nuestro "Día de Muertos" según Teresa Rhode es: "una celebración de tipo terráqueo, lunar y solar; son épocas sagradas de cosecha en que se
requiere que el hombre practique determinados ritos para activar mágicamente las fuerzas sexuales y reproductivas de la naturaleza"(1).

Dicha celebración es de tipo terráqueo porque según las creencias antiguas se le consideraba a la Tierra como una Madre que otorgaba a sus
hijos(los hombres), los alimentos para vivir y al morir volvían a su vientre. El ejemplo más representativo del "Culto a la Madre Tierra" lo constituyen las
figurillas femeninas realizadas en marfil, piedra o hueso conocidas con el nombre de: Venus paleolíticas, en las que se resaltan exageradamente los
atributos sexuales tales como: senos, caderas, gluteos y el vientre abultado como símbolo de maternidad. No hay que dejar de lado que en
Mesoamérica existen ejemplos de estas figurillas lo cual nos indica que el "Culto a la Madre Tierra" se generalizó, tal es el caso de la "Venus de
Tlatilco"(Preclásico). Los muertos al enterrarse entran en la dimensión terráquea relacionada con la fertilidad y con el misterio del renacimiento. La muerte
se asemeja al entierro de la semilla que renace y da origen a otra cosa. Por ejemplo: el trigo se entierra, nace y muere para renacer glorioso y centuplicado
en la espiga.

También se le considera una celebración lunar y solar porque según nuestros mitos aztecas: la diosa de la Tierra(Coatlicue) al estar barriendo en
el templo se encuentra con una bola de plumas que coloca en su vientre e inmediatamente queda embarazada.

Su hija la Luna llamada Coyolxauhqui y las estrellas llamadas Centzohuitznahuac amenazan a su madre con matar a su hijo. El hijo que
guarda en su vientre consuela a su madre diciéndole que no tema por nada pues él la protegerá. Este hijo recibe el nombre de Huitzilopochtli y representa
al Sol. Al nacer decapita a la Coyolxauhqui con la serpiente de fuego(el rayo solar) y hace que huyan las Centzohuitznahuac. Se entabla un combate
diariamente en el cual el Sol triunfa cuando sale al amanecer y muere cuando se oculta al atardecer. Vida y muerte son elementos que complementan la
existencia del hombre. Huitzilopochtli muere todas las tardes para alumbrar con su luz apagada el mundo de los muertos.

"El Sol sale en la mañana, va subiendo al firmamento, y en la tarde desciende al mundo de los muertos. Muere cuando ya ha recorrido su
trayectoria, cuando ya su brillo y calor han dado nueva vida a la tierra entumecida"(2).

Ahora bien, la "Celebración de Día de Muertos" impuesta por los europeos, se formalizó en el año 610 d.C. cuando el Papa Bonifacio IV ordenó
que el día de muertos pagano debía cristianizarse, bajo el aspecto de una fecha dedicada a los "mártires" (3) surgiendo así el "Día de Todos los Santos";
que se celebraba el 13 de mayo. En el año 384 d.C. el Papa Gregorio III cambió la fecha al 1º de noviembre. En el año 993 d.C. se agregó a la fiesta de los
santos mayores que ahora se celebra el 2 de noviembre.

Con la conquista española se fusionan las creencias prehispánicas y las españolas. Para el hombre mesoamericano la muerte representa un
suceso tranquilo y lleno de paz. Finalmente es un servicio para los dioses. Los aztecas creían que había 13 cielos y 9 infiernos y que la vida en el más allá
dependía no de los buenos actos sino de la forma en que hubieran muerto. Si alguien moría por lepra, fulminado por un rayo o ahogado en un río iría al
Tlalolcan o Paraíso de Tláloc descrito como un lugar donde crecen los árboles frutales y abunda el maíz, el frijol, la chía y otros alimentos. En Teotihuacan
se representa plásticamente el Tlalocan en murales de gran belleza y colorido.

Los guerreros muertos en combate iban al Paraíso de Huitzilopochtli, llamado Tonatiuchchan en donde acompañaban al Sol en jardines llenos
de flores y cuando el astro aparece por el oriente lo saludan con grandes gritos golpeando sus escudos. Cuando bajan a la Tierra después de cuatro años se
transformarían en colibríes y las mujeres muertas en el parto (cihueteteo) iban también a dicho paraíso. Estas mujeres se asemejaban al guerrero pues
luchaban contra la muerte y tratan de arrebatarle al niño que es el recién nacido. Sus cuerpos eran vigilados pues sufrían mutilaciones sobre todo de su
brazo derecho, ya que los hombres consideraban que al mutilarlas serían invencibles en el campo de batalla.

Todos estos paraísos eran excluyentes pues no todos los hombres ingresaban a ellos. Todos aquellos hombres que no habían muerto de manera
trágica tenían que atravesar los nueve infiernos antes de llegar al Mictlan (mundo de los muertos). Por dicho motivo se incluía en la tumba: maíz para que
no sufriera hambre, un jarro de agua para que no sufriera sed, se le incorporaba un perro leonado(negro) que ayudará al difunto a cruzar el río
Chignahuapan, también se le agregaba un jade en la boca que simbolizaba el corazón del hombre pues en el séptimo infierno existen fieras que se
comen los corazones humanos, se quemaba su ropa pues existía un lugar donde soplaba el viento helado que cortaba como si llevara navajas de
obsidiana.

El sentido que le dan a la muerte en Mesoamérica se expresa en el siguiente poema:

"¿A dondé iremos donde la muerte no exista? Más ¿por esto viviré llorando? Que tu corazón se enderece: aquí nadie vivirá para siempre. Aunque
los príncipes a morir vinieron, hay incineramiento de gente. Que tu corazón se enderece, aquí nadie vivirá para siempre"(4).

A partir de tal referencia entendemos el sentir de nuestros pueblos que hasta incluyen música y vino en los velorios y entierros.

A diferencia del mesoamericano para el europeo la muerte representa una pesadilla que le recuerda la caducidad de la vida. En Europa la
calavera es el momento mori que advierte al hombre acerca de la vanidad de las cosas terrenales mientras que en América representa a Mictlantecutli,
dios del inframundo o mundo de los muertos. A partir de la imagen de la calavera se realizaba la danza macabra. Inclusive se dispone de un ceremonial
acompañado para la hora de morir en donde el moribundo espera la muerte acompañado de parientes, vecinos, amigos y niños.Pide perdón por sus
pecados y recibe la absolución. A lo largo del siglo XII con el auge del arte románico aparece en el arte escultórico la imagen de Cristo como Juez
impartiendo Justicia (Pantocrator) y se enfatiza la idea del Juicio Final y la Resurrección.

Tal aspecto se ve reflejado en el siguiente párrafo de la Biblia:

"La venida del reino de Dios no es algo que todo mundo pueda ver. No se va a decir "Aquí está" o "Allí está"; porque el Reino de Dios ya está
entre ustedes. Llegará el tiempo en que ustedes querrán ver uno de los días del Hijo del Hombre y no lo verán. Algunos dirán "Aquí está" o "Allí
está"; pero no vayan ni los siglos. Porque así como el relámpago, al brillar ilumina el Cielo de uno y otro lado, así será el Hijo del Hombre en el día
de su regreso"(5)

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Pero también para el europeo la muerte es un momento trágico pues representa la lucha entre el Bien y el Mal, entre el Cielo y el Infierno, entre
seres celestiales(la Virgen y los Santos) y el Demonio para conseguir el alma del difunto. Tal idea es propia de la Contrarreforma que buscaba afianzar el
cristianismo a través de imágenes y escritos.

Reflexiones finales:

La muerte la podemos ver desde la visión indígena o española pero no la podemos negar. Forma parte de nuestra vida y de nuestra cultura. Nadie
se escapa de ella. Como dice el refrán popular: "Te escapas del rayo pero no de la raya".

"Grandes y chicos, ricos y pobres, viejos y jóvenes: a todos está deparado un mismo destino, de todos quedará un cráneo sin ojos y un puñado de
huesos"(6).

La aceptamos de alguna manera porque implica resurrección que implica una vida en el más allá, más placentera que la que se vive en la Tierra y
en la cual podemos ver a Dios. Por eso en el "Día de Muertos" le rendimos culto a la muerte mostrándole nuestro respeto y temor aunque nos burlemos de
ella y le llamemos irónicamente: la segadora, la jijurria, la igualadora, la impía, la tía de las muchachas, la triste, la dientona, la pálida, la huesuda, la flaca, la
descarnada y la pelona entre otros calificativos.

El "Día de Muertos" se convierte en un espacio donde conviven vivos y muertos. Se visitan los cementerios y en ellos se consumen los alimentos
borrándose las diferencias que existen entre ambos. Se les ofrecen a los difuntitos, los alimentos; de los cuales sólo saborean la esencia y los vivos
consumimos el sabor de los mismos.

Finalmente para el mexicano la muerte es la contrincante del hombre en un juego en que ambos juegan limpio. No hay trampas entre ambos. Se
convierte incluso en el compadre o comadre de los hombres.

Cuando alguien cercano a nosotros muere lloramos por la ausencia, por los recuerdos, por el cariño que le tenemos a esa persona, pero también
lloramos por nosotros mismos. Con nuestros muertos se muere una parte de nosotros mismos. Pero nos queda el consuelo de que algún día volveremos a
ver a esa persona y que ella si cree en Dios vivirá eternamente. Esta idea la podemos percibir a través de la música. A continuación señalaremos un vals
que refleja este aspecto:

"Muere el sol en los montes con la luz que agoniza pues la vida en su prisa nos conduce a morir. Pero no me importa saber que voy a tener el mismo final
porque me queda el consuelo que Dios nunca morirá"(7).

Por último sólo queremos señalar que nuestros muertos continúan viviendo en la medida en que los recordemos pues el olvido es una forma
extrema de la muerte. Por lo tanto debemos aprender a aceptar que así como nacemos tenemos que morir para continuar viviendo en una dimensión distinta
en la cual cumpliremos un destino y aunque nos duela dejar a nuestros seres queridos, Dios nos otorgará otras formas de comunicarnos con ellos. Con la
muerte se desintegra el cuerpo físico pero continúa viviendo el espíritu. Recordemos que la muerte no necesariamente implica un fin, ni el término de la vida.
Quizá sea el comienzo de una vida mejor espiritualmente hablando. Desde otra perspectiva la muerte nos puede hacer reír basta con escuchar los graciosos
versos conocidos como calaveritas en los cuales nos burlamos de artistas, políticos, familiares y de nosotros mismos. Al observar las calaveras de
Posadas que son una crítica mordaz de la sociedad porfirista podemos comprender nuestro pasado desde otro punto de vista: el de crítica social de un
testigo que cuestionaba la sociedad de su época.O bien no podemos dejar de admirar las calaveras realizadas en lámina y barro que se realizan en Oaxaca
como muestra representativa del arte popular y del sentir y actuar de nuestras culturas.

Y como lo dice Jaime Sabines: "Que maldita costumbre de enterrar a los muertos, de aniquilarlos, de acabar con ellos. Tal parece que un día se
levantarán de sus tumbas y nos preguntarán ¿por qué lloras?"(6).

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FRANCISCA Y LA MUERTE

-Santos y buenos días- dijo la muerte, y ninguno de los presentes la sombrero y la nariz repugnada de tanto olor a hierba nueva, la muerte se
pudo reconocer. ¡Claro!, Venía la parca con su trenza retorcida bajo el topó con un caminante:
sombrero y su mano amarilla en el bolsillo.
-Señor, ¿Pudiera usted decirme dónde está Francisca por estos
-Si no molesto -dijo-, quisiera saber dónde vive la señora Francisca. caminos?

-Pues mire- le respondieron, y asomándose a la puerta, un hombre -Tiene suerte -dijo el caminante-, media hora lleva en casa de los
señaló con su dedo rudo de labrador: Noriega. Está el niño enfermo y ella fue a sobarle el vientre.

-Allá por los matorrales que bate el viento ¿ve? Hay un camino que sube -Gracias- dijo la muerte como un disparo, y apretó el paso.
la colina. Arriba hallará la casa.
Duro y fatigoso era el camino. Además, ahora tenía que hacerlo sobre
-"Cumplida está", pensó la muerte, y dando las gracias echó a andar por un nuevo terreno arado, sin trillo, y ya se sabe cómo es de incómodo
el camino aquella mañana que, precisamente, había pocas nubes en el sentar el pie sobre el suelo irregular y tan esponjoso de frescura, que se
cielo y todo el azul resplandecía de luz. pierde la mitad del esfuerzo. Así, por tanto, llegó la muerte hecha una
lástima a casa de los Noriega.
Andando pues, miró la muerte la hora y vio que eran las siete de la
mañana. Para la una y cuarto, pasado el meridiano, estaba en su lista -Con Francisca, a ver si me hace el favor.
cumplida ya la señora Francisca. -Ya se marchó.
-¡Pero, cómo! ¿Así, tan de pronto?
-"Menos mal, poco trabajo; un solo caso", se dijo satisfecha de no -¿Por qué tan de pronto? -le respondieron-. Sólo vino a ayudarnos con el
fatigarse la muerte y siguió su paso, metiéndose ahora por el camino niño y ya lo hizo. ¿De qué extrañarse?
apretado de romerillo y rocío.
-Bueno... verá -dijo la muerte turbada-, es que siempre una hace la
Efectivamente, era el mes de mayo y con los aguaceros caídos no sobremesa en todo, digo yo.
hubo semilla silvestre ni brote que se quedara bajo tierra sin salir al sol.
Los retoños de las ceibas eran pura caoba transparente. El tronco del -Entonces usted no conoce a Francisca.
guayabo soltaba, a espacios, la corteza, dejando ver la carne limpia de la
madera. Los cañaverales no tenían una sola hoja amarilla. Verde era -Tengo sus señas -dijo burocrática la impía.
todo, desde el suelo al aire y un olor a vida subiendo de las flores.
-A ver; dígalas -esperó la madre. y la muerte dijo:
Natural que la muerte se tapara la nariz. Lógico también que ni siquiera
mirara tanta rama llena de nidos, ni tanta abeja con su flor. Pero, ¿qué -Pues... con arrugas; desde luego ya son sesenta años.
hacerse? ; estaba la muerte de paso por aquí, sin ser su reino.
-¿Y qué más?
Así pues echo y echo a andar la muerte por los caminos hasta llegar a
casa de Francisca. -Verá... el pelo blanco... casi ningún diente propio... la nariz, digamos...

-Por favor, con Panchita -dijo adulona la muerte. -¿Digamos qué?

-Abuela salió temprano -contestó una nieta de oro, un poco temerosa -Filosa.
aunque la parca seguía con su trenza bajo el sombrero y la mano en el -¿Eso es todo?
bolsillo. -Bueno... además de nombre y dos apellidos.

-¿Y a qué hora regresa? -preguntó. -Pero usted no ha hablado de sus ojos.

-¡Quién lo sabe! -dijo la madre de la niña-. Depende de los quehaceres -Bien; nublados... sí, nublados han de ser... ahumados por los años.
por el campo, anda trabajando.
-No, no la conoce -dijo la mujer-. Todo lo dicho está bien, pero no los
Y la muerte se mordió el labio. No era para menos seguir dando rueda, ojos. Tiene menos tiempo en la mirada. Esa, a quien usted busca, no es
por tanto mundo bonito y ajeno. Francisca.

- Hace mucho sol. ¿Puedo esperarla aquí? Y salió la muerte otra vez al camino. Iba ahora indignada sin
preocuparse mucho por la mano y la trenza, que medio se le asomaba
-Aquí quien viene tiene su casa. Pero puede que ella no regrese hasta el bajo el ala del sombrero. Anduvo y anduvo. En casa de los González le
anochecer. dijeron que Francisca estaba a un tiro de ojo de allí, cortando pastura
para la vaca de los nietos. Mas sólo vio la muerte la pastura recién
"¡Chin!", Pensó la muerte, "se me irá el tren de las cinco. NO; mejor voy cortada y nada de Francisca, ni siquiera la huella menuda de su paso.
a buscarla". Y levantando su voz, dijo la muerte:
Entonces la muerte, quien ya tenía los pies hinchados dentro de los
-¿Dónde, me dijo, pudiera encontrarla ahora? botines enlodados, y la camisa negra, más que sudada, sacó su reloj y
consultó la hora:
-De madrugada salió a ordeñar. Seguramente estará en el maíz
sembrando. -"¡Dios! ¡Las cuatro y media! ¡Imposible! ¡Se me va el tren!" Y echó la
-¿Y dónde está el maizal? –preguntó la muerte. muerte de regreso, maldiciendo. Mientras, a dos kilómetros de allí,
Francisca escardaba de malas hierbas el jardincito de la escuela. Un
-Siga la cerca y luego verá el campo arado detrás. viejo conocido pasó a caballo y, sonriéndole, le echó a su manera el
saludo cariñoso:
-Gracias- dijo secamente la muerte y echó a andar de nuevo.
-Francisca, ¿cuándo te vas a morir? –
Pero miró todo el extenso campo arado y no había un alma en él.
Soltóse la trenza la muerte y rabió: Ella se incorporó asomando medio cuerpo sobre las rosas y le devolvió
el saludo alegre:
-"¡Vieja andariega, dónde te habrás metido!" Escupió y continuó su
sendero sin tino. Una hora después de tener la trenza ardida bajo el -Nunca -dijo-, siempre hay algo que hacer.

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