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Acabar con la pobreza sigue siendo uno de los mayores desafíos a los que nos enfrentamos. Las
consecuencias de la pandemia y el resto de factores socio-económicos que se han agravado en los
últimos años, hacen todavía más difícil que antes la lucha contra la pobreza. Por eso el esfuerzo
debe mantenerse o incluso aumentarse si es posible.
Los 1000 primeros días de vida son cruciales para cualquier ser humano. Durante esta etapa es
cuando se produce el desarrollo básico de los niños y niñas y una buena nutrición juega un papel
esencial. El hambre y la desnutrición en la infancia son causa de mortalidad infantil, pero también
puede provocar una ralentización de su desarrollo físico e intelectual, consecuencias irreversibles
que les acompañarán toda su vida.
Está demostrado que una población enferma es menos productiva. La malnutrición (en cualquiera
de sus formas) también acarrea graves consecuencias en la salud de las personas adultas. La
obesidad, por ejemplo, puede desembocar en enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2,
hipertensión, asma, problemas respiratorios o enfermedades hepáticas.
Como hemos visto anteriormente, pobreza y salud están íntimamente ligadas. Y son los dos
elementos clave de una pescadilla que se muerde la cola. La pobreza provoca que la población
enferma no tenga recursos para acceder a determinados tratamientos. Por otro lado, una alta
incidencia de enfermedades en un territorio impide que este se desarrolle económicamente.
Los desastres naturales –incrementados por los efectos del cambio climático– se traducen en
pérdidas de cultivos, ganado e infraestructuras. Esto supone una reducción drástica de la
producción de alimentos básicos. Esto incide directamente en la seguridad alimentaria de la
población con menos recursos pero también en sus medios de vida.
Para acabar con la pobreza, también es necesario que apoyemos a las poblaciones más
empobrecidas a que reduzcan su vulnerabilidad ante los efectos del cambio climático.
La cooperación internacional o los proyectos de desarrollo son los mejores caminos para acabar
con la pobreza. Este tipo de acciones a medio-largo plazo tienen por objetivo atajar sus causas
desde diversos frentes. En Ayuda en Acción trabajamos codo a codo con las poblaciones
beneficiarias, haciéndoles partícipes de su desarrollo desde el primer momento, detectando sus
necesidades y poniendo en marcha un exhaustivo plan que revisamos cada tres años.
La pobreza tiene rostro de mujer y la desigualdad de género es una barrera más que impide a las
mujeres salir de la pobreza. La brecha de género a nivel educativo y salarial, el acceso a la
propiedad de la tierra y a puestos de responsabilidad o la falta.
Entre las 10 soluciones para la pobreza hemos identificado acabar con el hambre como la primera
de ellas. Pero también es importante ayudar a quienes tienen dificultades para conseguir los
alimentos necesarios con los que ofrecer una buena alimentación a su familia.
Aquí los bancos de alimentos juegan un papel determinante, ya que ayudan a familias enteras a
poder completar su "cesta de la compra", con la que disfrutar de una alimentación saludable a la
que no tienen acceso por razones económicas.
Realizar voluntariado
A través de donaciones como la tuya, podemos afrontar proyectos a largo plazo con los que
ayudar a comunidades enteras. Así asentamos las bases educativas, económicas y sociales
necesarias, para que las generaciones actuales y futuras puedan superar el obstáculo de la
pobreza
Las causas de la pobreza en el mundo son muchas y muy diversas. A pesar de los
avances de los últimos años por contribuir a su reducción, el número de personas que
sufren pobreza extrema en el mundo continúa siendo muy alto. Más de 1.300 millones de
personas viven en situación de pobreza en el mundo y la mitad de ellas son menores de
18 años.
En la actualidad muchas de las causas de la pobreza son las históricamente heredadas, agravadas
además por el paso del tiempo. Si las observamos nos daremos cuenta de que todas ellas tienen
un rasgo en común y es que generan desigualdad:
En muchos casos la situación de pobreza se puede llegar a perpetuar según los factores que la
acompañen. En este sentido el lugar de nacimiento, ser hombre o mujer, pertenecer a una etnia o
religión determinada, los factores socioeconómicos o la falta de implicación de los países más
desarrollados hacia los que están en desarrollo son factores determinantes que condicionan el
que, muchas personas que viven en condiciones de extrema pobreza, no puedan salir adelante a
pesar de los esfuerzos que realizan.