Está en la página 1de 16

Guía de cátedra: El sujeto y los destinos de pulsión

“Cartas le fueron venidas


de que Alhambra era ganada.
Las cartas echó en el fuego
y al mensajero matara"1

Desmentida
Desestimación
Represión
Identificación

Diego Moreira

1. - La conceptualización de la afasia, anticipa la teoría de las defensas

En la obra de Freud y desde luego en su teoría de las defensas, —destino de pulsión—,


encontramos entre sus fundamentos una geometría y una energética específica. La euclidiana
por una parte, y por otra, la mecánica de Kepler-Newton conceptualizada a partir de la teoría
de Kant (la atracción y la repulsión de su metafísica de la naturaleza).2

En Lacan, no obstante, es llamativa la importación epistemológica al psicoanálisis de


conceptos propios de la geometría topológica, la teoría de nudos y de una energética enlazada
a la física cuántica y relativista.

Las alteraciones del lenguaje, que derivan de funciones que conciernen a la actividad
nerviosa superior, lo llevaron a Freud a postular que las diferentes afasias; implican la
afectación de algún enlace particular, entre la diversidad de elementos que componen el
lenguaje.

Ahora bien, Freud (1891), nos dice que la parafasia que se manifiesta en los afásicos, no
implica diferencias con los errores y distorsiones del lenguaje en personas, que se encuentran
cansadas, distraídas o emocionadas. Estas consideraciones anticipan la teoría de las defensas y
"La psicopatología de la vida cotidiana". (Moreira, D.,1995)

1 Romance moro-español, ¡Ay de mi Alhambra!, citado por Freud (1936a, pág.219) que describe cómo
el rey Boabdil, fue afectado por la pérdida de la ciudad, que anuncia el término de su reinado. "Pero no
quiere 'tenerlo por cierto' {'Wahr haben'}, resuelve tratar la noticia como 'non arrivé'"...."Se colige
fácilmente que en esta conducta del rey cooperó la necesidad de salir al paso de su sentimiento de
impotencia. Quemando las cartas y matando al mensajero procura mostrar todavía la plenitud de su
poder."
2El primer texto en que apareció el término "defensa" en Freud, antes de los Estudios sobre la
histeria fue hacia 1894, «Las neuropsicosis de defensa».

1
2. Las instrucciones y las defensas

Suponemos que el ingreso de la excitación al sistema anímico, será regulado —en cierto
momento— por determinadas pautas o reglas. Estas normas implican un principio explicativo,
que se puede relacionar con factores cuantitativos, y se refiere a una serie de instrucciones o
premisas que se escribieron como un resto de la complejización anímica; puesto que otras
posibilidades son excluidas por desprendimientos de displacer.

Estas disposiciones escritas pueden ser diferenciadas en dos reglas que responden a un
principio de economía o de reserva energética.

Puntualicemos estas premisas. La primera ⎯o de defensa primaria⎯, exige la no inves-


tidura de los sistemas que posibilitan el desprendimiento de displacer. Estas instrucciones
tienden a que las investiduras abandonen lo leído en un momento previo como hostil, a la
brevedad posible, Freud nos dice que probablemente se deba a que las vivencias primarias de
dolor encontraron su término en la defensa reflectoria. La segunda, implica disponer la atención
sobre ciertos signos de cualidad, cuando estas señales aparecen se sobreinviste la investidura-
percepción que se presenta al mismo tiempo, es decir que tiende a regular el desplazamiento de
investiduras. (cobra vigencia el principio de no excitabilidad de los sistemas no investidos) se
ocupan aquellas neuronas que ya han sido investidas.

Las reglas que tienen un valor de supervivencia, que marcan la dirección de la investi-
dura atención, son garantizadas por amenazas de displacer. Creemos, que estas reglas "se
pueden trasponer sin más a las reglas de la lógica", (Freud, 1950ª, Moreira, D.,1995)

Señalemos que, la estructura de toda defensa, se descondensa en dos movimientos —


dialécticos—básicos (Freud, 1950a), que responden a las instrucciones de las reglas enunciadas
anteriormente: 1) fuga de la investidura de lo que genera displacer y 2) búsqueda de un sustituto.
El primer movimiento implica una lectura previa a la fuga de la investidura-atención, de lo
escrito transitoriamente en la percepción como lenguaje afectivo (displacer). El segundo
movimiento, requiere una lectura de ciertos signos de cualidad, que posibilitan la investidura-
percepción que se da simultáneamente. Indudablemente la lectura de lo escrito como
instrucciones biológicas, por un dispositivo del aparato anímico es una condición necesaria.

La defensa tiende a retirar la investidura de ciertos contenidos, probablemente en su


intento de: 1) respetar una regla lógica y en estrecha relación con ella 2) conseguir la
inexcitabilidad de dichos contenidos, con la meta de evitar el desprendimiento de displacer.
Generándose una articulación y pasaje entre la filogenia de las reglas lógicas y la ontogenia del
principio de inexcitabilidad.

Freud (1950a, 1917d) nos dice que si un sistema determinado, no se encuentra ocupado
por energía, no será susceptible de ser excitado. Por lo tanto el movimiento de fuga, es un
intento de excluir lo nuevo o antiguo, manteniéndolo no investido. Cabe agregar, que lo nuevo,
incluye un proceso de lectura y escritura, en un comienzo transitoria (en la percepción),3 y lo
antiguo cobra eficacia como lo escrito en una fase previa y no traducido a una posterior. [...]
.
¿A qué nos referimos con defensas normales?

Las actividades defensivas normales, responden (predominantemente) a derivados de


las pulsiones de autoconservación o sexuales, es decir que tienden a un cero relativo —norma—
o bien, a un factor cualitativo, al menos en un comienzo, para luego articularse en una variedad
de combinaciones. Mientras que la defensa patológica, tiende a implantar un cero absoluto con
ciertas fluctuaciones; como expresión de un fragmento de la pulsión de muerte, relacionado con
la desorganización o no constitución de algún elemento del aparato psíquico.
3Lo nuevo es generado anímicamente, por un acto puramente psíquico, y luego registrado en el mundo
exterior.

2
Freud (1924b) discrimina la diversidad de patologías, en función de las defensas que se
despliegan, ante los diferentes amos del sujeto que lo ubican en una posición intermedia: el
Ello, el Superyó y la Realidad exterior. En las patologías narcisistas, lo peligroso es la realidad
exterior -generada vía tramitación pulsional- ante la cual el yo se defiende mediante una diversi-
dad de actos. En las estructuras narcisistas no psicóticas se apela a la desmentida, mientras que
en las narcisistas psicóticas, a una articulación entre desmentida y desestimación. En las neu-
rosis de trasferencia, lo peligroso esta dado por la pulsión, en el yo se lee y activa el llamado a
los actos de la represión y a otros mecanismos para su protección. Esta defensa es secundaria y
responde a los imperativos del superyó. En las neurosis narcisistas o melancolías, la defensa se
despliega ante el superyó.4 Algunos de estos segmentos yoicos, admiten su entrelazamiento con
otras corrientes anímicas, respondiendo a una compulsión de síntesis (Freud, 1926d).

Lacan cuando se ocupa de las defensas, recurre a dos modelos: a) El propuesto por
Clausewitz para la operación de la defensa en la guerra, su función es rechazar y esperar (un
factor temporal), la meta es negativa y sólo procura conservar las posiciones. b) el elaborado
por la teoría inmunológica, donde la defensa es una respuesta del sujeto a un antígeno interno
o externo al organismo.

Por último, es necesario considerar, que cada una de las defensas que trabajaremos a
continuación, implican un esfuerzo —dialéctico— constante y renovado de fuga y sustitución.

3. - La psicología proyectada genera el mundo exterior.

La actividad proyectiva implica un esfuerzo del pensar, que incluye un movimiento ha-
cia el exterior del aparato anímico, por el cual se intenta resolver la exigencia de trabajo de la
pulsión. La proyección como acto del pensar en el curso del desarrollo es un proceso
lógicamente previo a la identificación, que configura por ejemplo una estructura yoica, por lo
que podemos decir que existen pensamientos sin un pensador (un yo) que los piense. Freud
(1912, 13) afirma que el pensar proyectivo, no es estructurado con fines defensivos, aunque se
le puede dar este destino. En cuanto a las variedades de la proyección puedo discernir: A) Una
proyección no defensiva de carácter "normal", que inaugura ciertas exterioridades. B) Otra
proyección defensiva, que expulsa lo displacentero a lo externo. Este modo de pensar, a su vez
puede ser normal o patológico.

Señalemos que, el acto de la proyección no defensiva, normal, esta neurológicamente


determinado, y se configura como un interrogante al mundo exterior al cual formatea, y de
quién recibe estímulos en calidad de contenidos-respuestas. Se caracteriza por fundar primero:
Una espacialidad específica para un despliegue posterior del matiz afectivo, la sensorialidad y
motricidad intrasomática, las zonas erógenas de la periferia externa, y luego de la sensorialidad
y motricidad externa.

La proyección defensiva, configura lo externo no sólo en su forma sino también en su


contenido, tiene un carácter afirmativo y no interrogativo. La proyección defensiva normal,
implica arrojar al exterior aquello que de él proviene, por ejemplo, "lo displacentero lo escupo".
Mientras que la proyección defensiva patológica responde esencialmente al principio de inercia,
lo expulsado corresponde a un proceso interno, cuyo destino en función de la complejización
del aparato no debió haber sido la externalización. Por ejemplo, una persona que es propietario
de un bien apreciado pero inconsistente o frágil puede suponer la envidia de los otros, esta
conjetura o temor se sustenta en una proyección de la envidia que el sujeto hubiera sentido en
una situación similar. Cabe acotar, que en la configuración de la exterioridad se suelen ensam-
blar, estos diferentes tipos de proyecciones. En el llamado "mal de ojo", se sospecha de la
mirada del otro, no tanto de sus palabras y se le atribuye un deseo oculto de hacer daño.

4 La ensambladura defensiva que se depliega en el paciente cobra eficacia en los estados


contratrasferenciales que se desarrollan en el terapeuta,

3
El extremo que se constituye como percepción-conciencia en el aparato psíquico tiene
dos exteriores conformados, por un lado por los estímulos externos, y por el otro por estímulos
internos provenientes del ello, en este sentido se pueden proyectar tanto percepciones externas,
al estilo de las impresiones sensoriales, como percepciones internas, tales como pensamientos
y afectos. Así nos dice Freud (1901b, pág. 251) "El oscuro discernimiento (una percepción
endopsíquica, por así decir) de factores psíquicos y constelaciones de lo inconsciente se espeja
*es difícil decirlo de otro modo, hay que ayudarse aquí con la analogía que la paranoia ofrecen
la construcción de una realidad suprasensible que la ciencia debe volver a mudar en psicología
de lo inconsciente."

El sistema percepción-conciencia, recepciona investiduras de manera discontinua, como


efecto de un pensar proyectivo. El proceso de retiro de la investidura atención de los órganos
sensoriales, deriva en un pensar introyectivo, que escribe lo percibido en lo anímico. (Freud,
1925a)

Al comienzo de la prepubertad, ⎯alrededor de los ocho años⎯ se despliega en el niño,


un proceso madurativo de: su aparato genital interno, ⎯que se constituye en fuente de la pulsión
de conservación de la especie⎯, y también del aparato genital externo, que se instaura como
una espacialidad periférica, soporte o fuente de un nuevo erotismo: el genital, de amplitud ma-
yor que los esfuerzos libidinales anteriores. Uno de los destinos probables, de estas pulsiones,
implica su enlace o ligadura que involucra, sus fuentes, esfuerzos y metas.

Pero examinemos brevemente las características de los elementos que configuran ambas
pulsiones:

El aparato genital interno, implica la configuración de una espacialidad, donde se arti-


culan la conservación de la especie y la libido genital, en un momento lógico posterior, y vía
una diversidad de procesos proyectivos, que involucran tanto a la proyección no defensiva
normal, como a la proyección defensiva patógena, se inaugura la erogeneidad genital en la
periferia exterior ⎯diferente a la fálica⎯. Formándose una nueva espacialidad, en la cual se
produce un encuentro entre el yo y los procesos internos, que alcanzan su cualificación al
articularse con los ritmos externos. (Moreira, D.,1995)

4. - El Trastorno hacia lo contrario y la vuelta hacia la persona propia

Se trata de variedades de la defensa que operan en el yo de placer o narcisista, posibi-


litando la satisfacción pulsional parcial. En este recorrido el trastorno hacia lo contrario, impone
un cambio de meta, en su forma (pasaje de la actividad a la pasividad) y a veces de su contenido
donde el tono del sentimiento es derivado a su contrario (por ejemplo, en la paranoia, la persona
que es odiada a causa de su supuesta persecución, en algún momento fue amada.). Mientras que
la vuelta contra sí mismo, modifica la posición objeto (se trata de un cambio de vía). La
articulación de ambos mecanismos implica que el yo ubicado en la posición de un objeto pasivo
(narcisista y masoquista), sufra la consumación de la pulsión, a la par que se constituye una
posición sujeto-activo (narcisista) que goza del displacer que se desprende del yo. (Freud,
1915c)

La creación de esta espacialidad implica la eficacia, de ciertos actos del pensar de


carácter proyectivo e identificatorio. Cuando cobra eficacia una frustración pulsional, la
posición sujeto es ofrendada vía proyección a un otro exterior, en el cual se despliega la iden-
tificación con el modelo. El sujeto recurre a una identificación defensiva con dicha posición, lo
cual implica el gozo en el dolor trabajado por Freud (1915c)

5. - La desmentida trabaja sobre una tierra extranjera exterior.5

5 Freud (1933a) considera a la realidad como una tierra extranjera exterior para el yo.

4
Esta defensa genera su primer movimiento de rechazo o fuga ante el juicio ⎯basado
en la autoconservación⎯ de una realidad dolorosa relacionada con la muerte o la sexualidad,
emitido por el yo de realidad definitivo. El segundo movimiento implica la instauración de una
formación sustitutiva que se sustenta en un juicio de atribución, generado por el yo de placer
purificado.

Podemos determinar, que la representación sustitutiva no displacentera a la cual se apela


en este mecanismo, es ocupada o investida de acuerdo a ciertas lógicas como la contigüidad,
⎯que implica una simultaneidad activa temporo-espacial⎯ y la semejanza. Por ejemplo, si
recurrimos al terciopelo como formación fetiche (Freud, 1927e), su instauración en esta
posición remitiría al intento del niño de ver el anhelado falo materno, desde abajo, desde las
piernas hacia arriba. La impresión sensorial del vello pubiano, es el último registro visual en el
cual la mujer puede ser considerada como fálica. es decir que por contigüidad, el vello pubiano
(o su resto mnémico) adquiere el valor del falo supuesto en la madre. Luego por analogía de las
imágenes del referente, es sustituido el vello por el terciopelo, con lo cual pierde credibilidad
toda amenaza de castración, y puede mantener su actividad masturbatoria.

En el conflicto pulsional que se suscita entre libido y autoconservación, lo sexual del


juicio de atribución es privilegiado, y no tanto, la porción que afirma lo útil o lo nocivo de un
objeto (autoconservación). O sea, que es distinguido el fragmento que afirma lo placentero o
displacentero, y cuya alternancia implica el cambio de signo (familiar u ominoso) 6 del sustituto.
Al respecto nos dice Freud (1919h) "...comprendemos que los usos de la lengua hagan pasar lo
'Heimliche' (lo 'familiar') a su opuesto, lo 'Unheimliche'..., pues esto ominoso no es efectiva-
mente algo nuevo o ajeno, sino algo familiar de antiguo a la vida anímica".

La formación sustitutiva en la desmentida suele adquirir las características de un doble


del propio yo, que en su origen, fue "'una seguridad contra el sepultamiento del yo', y que el
acceso a un nuevo estadio de su desarrollo, introduce un cambio de signo del doble, tras-
mudándose en persecutorio u ominoso." Así tenemos que: "el carácter de lo ominoso sólo
puede estribar en que el doble es una formación oriunda de las épocas primordiales
del alma ya superadas, que en aquel tiempo poseyó sin duda un sentido más benigno. EI doble
ha devenido una figura terrorífica del mismo modo como los dioses, tras la ruina de su
religión, se convierten en demonios" (Freud, 1919h).

La formación del doble implica a una representación, que se ordena como una copia del
propio yo gracias al trabajo del pensar proyectivo e identificatorio (judicativo). Por ejemplo, un
duplicado se puede poner en escena mediante la aparición de ciertas personas, que por sus ca-
racterísticas son idénticas al yo, ⎯si bien, admiten diferentes gradaciones y plasmaciones⎯.
Lo idéntico se puede intensificar según el texto de Freud (1919h): "por el asalto de procesos
anímicos de una de estas personas a la otra *lo que llamaríamos telepatía* de suerte que una
es coposeedora del saber, el sentir y el vivenciar de la otra; la identificación con otra persona
hasta el punto de equivocarse sobre el propio yo o situar el yo ajeno en el lugar del propio”
En resumen podemos decir que el doble puede implicar: una duplicación del yo, o bien, su
división o permutación y también un persistente retorno de aquello que es igual [...].

En los actos de la defensa, en principio podemos discernir dos tiempos. Un primer


momento, que podemos llamar de desmentida primaria del juicio de castración, y que admite
fundamentos previos de la defensa, y un segundo momento de una desmentida posterior de
otros juicios específicos, Freud (1927e) cita casos de sujetos, que a los dos y a los diez años
respectivamente, habían refutado la muerte del padre. También este autor (Freud, 1910c)

6 El fragmento -placentero-displacentero- del juicio de atribución en los paciente depresivos es


perturbado, por lo que no puede decidir, si un objeto del mundo es bueno o malo. En las fantasías
suicidas de algunos adolescentes, la muerte acontece en este supuesto doble (que por una falla en el
proceso proyectivo queda adosado al propio yo) y no en el sujeto en su totalidad, este proceso se
escenifica en actitudes contradictorias para el observador, así una adolescente planificaba su muerte, a
la par que recurría a la comida vegetariana para evitar una probable intoxicación. En cambio, en las
llamadas neurosis actuales, es el fragmento del juicio que afirma lo útil o lo nocivo, lo que es perturbado.

5
considera que si la desmentida cobra hegemonía en la ensambladura defensiva de la pubertad,
el horror como desprendimiento de afecto ante la diferencia de sexos posibilita en algunos
casos, la homosexualidad, la misoginia o la perversión.

La desmentida que se activa en la pubertad, es una defensa que tiende a rechazar no


solamente un juicio que afirma una realidad traumática, sino y específicamente a un fragmento
del superyó ⎯la auto-observación⎯, que en su lectura decreta la muerte psíquica de los padres,
la muerte del cuerpo infantil, y la diferencia entre las generaciones, entre otras. En el carácter
masculino en la niña o femenino en el niño, se cuestiona la afirmación de la auto-observación
que sostiene una realidad en el cuerpo propio, la desactivación de esta posición narcisista
incluye un proceso de duelo en sus diversos tiempos.7

Arthur Rimbaud, en sus escritos nos describe que: alrededor de sus ocho años -durante
las ausencias de su madre- jugaba con una vecina a golpearse y en esas luchas "le mordía el
trasero..." [Se trata de los sustitutos de la defensa] "porque ella no llevaba nunca pantalones...".
Por el contrario, la presencia materna obstaculizaba su relación y entonces "llevaba a su cuarto
los sabores de su piel". También de la misma época es el siguiente fragmento de poesía, que
podemos relacionar con la declinación del pensamiento totémico y la muerte anímica del padre:
"El sol, antorcha celeste, se apaga dejando escapar de su cuerpo de fuego una última y débil
claridad que, sin embargo, permitía percibir todavía las hojas verdes de los árboles, las
florecillas que se marchitan y las copas de los pinos, de los álamos y de las encinas seculares..."
(Garma, 1945)

En la pubertad, también suelen alcanzar la manifestación otras piezas anímicas como


las enajenaciones (desrealizaciones) y despersonalizaciones. Freud (1936a) nos dice que se
trata de fenómenos negativos, que se copertenecen, en la enajenación una porción de la supuesta
realidad es decretada como ajena,8 mientras que en la despersonalización,9 es un fragmento del
yo, el decretado como no propio.

Estas exteriorizaciones pueden aparecer tanto en personas enfermas como normales y


se pueden expresar en frases al estilo de "no lo puedo creer, no es verdad lo que veo" o bien "
me siento extraño, me siento como si no fuera yo". La contrapartida positiva de estas
perturbaciones se exterioriza como espejismos que se sostienen en el juicio que afirma que algo
no propio pertenece al yo, al estilo de la "fausse reconaissance", lo "déja vu" o "déja raconté".
Por otra parte, en situaciones de guerra, esta defensa se puede activar en un nuevo yo
guerrero, de ciertos combatientes que activamente buscan hacerse matar o bien dejarse morir,
refutando a un yo paz antiguo. (Freud, 1919) En estas circunstancias la defensa puede recaer
tanto sobre el juicio ligado a la percepción del riesgo mortal externo, como sobre el discer-
nimiento del peligro de perder la vida que implica el nuevo yo o doble parásito, con sus
actividades osadas. También se suele desmentir un imperativo del superyó, que se puede

7 “Schopenhauer dio una sacudida, anticipándose a Freud en medio siglo, a la filosofía de la


conciencia que había predominado en el pensamiento occidental.
En Schopenhauer aparece por vez primera una filosofía explícita del inconsciente y del
cuerpo.” (Safranski, R. 2008) Agrego, la concepción de voluntad en Schopenhauer se enlaza a
las posiciones orientales, principalmente a las del hinduismo.
8 La articulación de la prepubertad y la escritura, sienta las bases para la formación de ciertas frases
ideales, diferentes y más complejas en su forma y contenido que la letra del ideal paterno. Lo escrito
se fundamenta en la posibilidad de decretar al padre como ausente, como muerto, y en su sustitución
por una lógica mítica como ideal del yo. El desarrollo de culpa (por esta muerte psíquica) suele activar
la desmentida, su efecto es un proceso de escisión de la personalidad, pero no de la estructura yoica.
Este desgarro, implica un conflicto de fachada, y no al estilo de las estructuras narcisistas. Así uno de
los fragmentos psíquicos, "no puede creer lo acontecido", y el otro se "sorprende de esta no creencia".
9 La sanción instaurada a partir de la conciencia moral, deriva en sensaciones de despersonalización.

Estos castigos implican la no aceptación de la afirmación de la auto-observación de que el yo ha logrado


ciertas satisfacciones. Lo esperado sería, que el rival logre la consumación del deseo. De esta forma el
yo no es reconocido por la instancia superior (el superyó).

6
expresar en la frase "no matarás". Estas desmentidas se articulan habitualmente con una deses-
timación del sentir, con una supresión de la angustia, con lo cual el combatiente se configura
como un autómata de acuerdo a un pensamiento mecánico.

6. - La Forclusión o desestimación, implica un "no ha lugar"

Se trata de un juicio en acto, que Freud (1918b) denominó: verwerfung en alemán, y fue
traducido al castellano como: desestimación, repudio o preclusión y al francés como forclusión.
Este decreto se refiere a una desatribución de lo percibido, un "no ha lugar", donde la afirmación
primordial halla su término. La desestimación instaura su despótico imperio repudiando aquella
parte de lo registrado como "lo novedoso" o bien su recuerdo, y también el segmento del propio
yo que posibilita lo nuevo (Freud, 1927e).10 Es evidente, que este esfuerzo defensivo, en un
comienzo no es patológico. Luego sí lo es, a partir de la distinción y contradicción de los actos
del pensar narcisista, que se expresan en los juicios de atribución, y los actos del pensar no
narcisista, que se exteriorizan en los juicios de existencia, ante los cuales se activa como defensa
la desestimación. En el autismo precoz y otros estados tóxicos, esta defensa adquiere un carácter
patológico, en momentos previos a la descondensación de los juicios de existencia y atribución.

La tramitación explicitada se aprecia mejor, en un fragmento del trabajo analítico de


Serguei Pankejeff (El hombre de los lobos-Freud, 1918b), que incluye al pequeño argumento
alucinado, en la eclosión restitutiva de su niñez.

"Tenía cinco años; jugaba en el jardín junto a mi niñera y tajaba con mi navaja la
corteza de uno de aquellos nogales que también desempeñan un papel en mi sueño. De pronto
noté con indecible terror que me había seccionado el dedo meñique de la mano (¿derecha o
izquierda?), de tal suerte que sólo colgaba de la piel. No sentí ningún dolor, pero sí una gran
angustia. No me atreví a decir nada al aya, distante unos pocos pasos; me desmoroné sobre el
banco inmediato y permanecí ahí sentado, incapaz de arrojar otra mirada al dedo. Al fin me
tranquilicé, miré el dedo, y entonces vi que estaba completamente intacto".

Se distingue con claridad que, al tomar posición ante el juicio de existencia de la castra-
ción, este pensar reproductor es desechado, desestimado vía un juicio de desatribución visual,
junto con el fragmento del yo real definitivo que lo produjo. Su destino es retornar desde la
realidad, es decir desde una supuesta sensorialidad visual, y ser aceptado vía un pensar
identificatorio (la castración le devino en su propio dedo seccionado, sostenido aún por un
pedacito de piel). Siendo acompañado por un desprendimiento de afecto incoercible, una "gran
angustia".

Dicho de otra manera, "El hombre de los lobos", desestima la castración (lo nuevo) generada
por un pensar reproductor (alentado por la autoconservación), cuya fuente es el yo real
definitivo, y conserva lo previo, es decir un pensar en el cual cobra certidumbre el comercio
por el ano. Esta producción alucinatoria, implica y expresa un primer enlace entre diferentes
posiciones psíquicas: a) la referida a un fragmento yoico que acepta la realidad, b) la que incluye
un segmento que refuta o desmiente el juicio de existencia, y c) otra porción en la cual se activa
la desestimación o forclusión.

Esta defensa o destino de pulsión en la pubertad, puede ser estimulada por un intenso
afecto de culpa, lo cual abre la posibilidad a la perturbación del pensamiento reproductor y su
expresión el juicio de existencia. De esta manera la realidad queda desestimada. "Por ejemplo,
a uno de mis histéricos más jóvenes, un muchacho de doce años, no le dejan dormirse unos
'rostros verdes de ojos rojos', que lo espantan. Fuente de este fenómeno es el recuerdo
sofocado, pero una vez consciente, de un chico a quien veía a menudo cuatro años antes y que
le ofrecía un cuadro atemorizador de muchos vicios infantiles, entre ellos el del onanismo, que

10La forclusión o preclusión de Lacan, se relaciona con la no constitución en el Otro de un significante


fundamental, el Nombre-del-Padre.

7
él mismo se reprocha ahora con posterioridad (nachträglich). La mamá había apuntado
entonces que ese chico malcriado tenía la tez de color verde y ojos rojos (vale decir,
enrojecidos). De ahí el espectro aterrador que, por lo demás, sólo está destinado a recordarle
otra profecía de la mamá, a saber, que tales niños se vuelven cretinos, no pueden aprender
nada en la escuela y mueren pronto. Nuestro pequeño paciente hace que una parte de esta
profecía se cumpla; no avanza en la escuela y como lo muestra la escucha de sus ocurrencias
involuntarias, la segunda parte lo aterroriza." (Freud, 1900a)

Como observamos en estos párrafos, las frases del superyó materno adquieren un carác-
ter sádico y destructivo, ⎯como representantes del ello⎯. Podemos decir, que en esta instancia
se despliega un pensar judicativo, que afirma la desventaja y nocividad de las actividades
autoeróticas del yo o de su objeto (el otro niño). Este acto del pensar, deriva en un desprendi-
miento de culpa que activa la desestimación. Esta defensa no desestructura a las huellas de la
memoria parental, por el contrario, sus representaciones-palabra se activan y cobran eficacia,
sin embargo el juicio de existencia es afectado y la segunda censura fragmentada. Mientras, la
representación-cosa permanece ocupada como recuerdo sofocado de un niño.

En la teoría de Lacan es posible discriminar diferentes desestimaciones. Una forclusión


del Nombre-del-Padre, propia de las psicosis, una forclusión de sentido, enlazada a las
denominadas psicosis ordinarias o no desencadenadas y una forclusión de la castración propia
del capitalismo, que obstaculiza las cosas del amor. Por su parte Miller, nos habla de una
forclusión generalizada.

Forclusión y pasaje al acto. Desmentida y acting out.

Algunos autores homologan los actos sintomáticos trabajados por Freud [1901b] en
“Psicopatología de la Vida Cotidiana” con los acting out presentados en el “Epilogo” del
“Fragmento de análisis de un caso de histeria” [1905d]. Sin embargo, considero que ambas
denominaciones remiten a conceptos diferentes. Freud utiliza la palabra “handeln = actuar” para
referirse a los actos sintomáticos y “agieren = actuar” para acting out. El primero remite a un
acto neurótico, que se despliega bajo el predominio de la represión y el segundo un acto
narcisista en cuya producción cobra hegemonía la desmentida o renegación y que literalmente
implica actuar fuera de sí mismo. También es interesante diferenciar ambos conceptos del
llamado pasaje al acto, al cual podemos considerar como una actividad netamente narcisista
vinculada a la activación de un acto puramente anímico o juicio de desatribución como la
desestimación o forclusión.

Ahora, detengámonos un momento más en el pasaje al acto y en el acting out. En el


Seminario “La angustia”, Lacan (1962/63, p. 136) delimita suficientemente en su función: acto,
pasaje al acto y acting-out a partir de observaciones de Freud. Así, toma el “Fragmento de
análisis de un caso de histeria (Dora)” y “Psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina
(Freud, 1905e, 1920)”, es decir, el análisis de dos adolescentes. Precisamente este tiempo lógico
revive la respuesta infantil ante la escena primaria y la castración. Como la elaboración de esta
última sólo es parcial, suele recurrirse al síntoma, al pasaje al acto, o al acting como probable
derivación. Estos conceptos deberán ser expuestos mediante una detallada caracterización.

La actuación o acting out, es considerada por Lacan como transferencia sin análisis,
transferencia salvaje o amago de transferencia, emerge ante una dificultad en la escucha del
analista. Se trata de una repetición en acto o dicho de otra manera, de una repetición que incluye
la lectura y activación de un preconsciente carente de palabras, escrito sólo por huellas de
movimiento. Este recurso, en muchas ocasiones suele ser utilizado para sostener una reversión
de la perspectiva.

8
En el caso de la “Joven homosexual” si se considera como un pasaje al acto el intento de
suicidio, la aventura con la dama de dudosa reputación, ubicada en función de objeto supremo,
es un acting out “Si la bofetada de Dora es un pasaje al acto, yo diría que todo el paradójico
comportamiento que Freud descubre de inmediato con tanta perspicacia, el de Dora en la pareja
de los K., es un acting-out”.

En Jacques Alain Miller (1993), se lee: “el acto se encuentra siempre bajo la premisa del
impase que se inaugura a causa de la no existencia de una relación de correspondencia entre los
sexos, y es eso por lo que el acto propende por un pasaje para realizar lo imposible. De esta
manera, el acto es una decisión, una osadía, algo del orden de lo que inaugura, lo que funda,
crea”.

Es notorio como la no relación sexual se encuentra en el fundamento del pasaje al acto, y


este acto es una decisión, es decir un juicio, y más específicamente un juicio de desatribución
de lo registrado, un "no ha lugar". Aquí, la bejahund o afirmación primordial halla su término.

7. - En la represión (Verdrängung) se extraña el recuerdo penoso -11

El texto de Freud (1915d) nos dice, que la represión como destino de pulsión no está
presente desde un comienzo de la vida anímica, sino que requiere de un proceso de construcción
que incluye diferentes tiempos lógicos, el primero de ellos es denominado represión primordial,
que se despliega en el llamado yo real definitivo. Sin embargo, Freud desplegó dos teorías sobre
esta modalidad de represión:

• a) La represión primordial considerada como una primera fase en la cual la agencia


representante psíquica de la excitación no es admitida en la conciencia. Este proceso implica
una fijación de la pulsión, que de esta forma inhibe su desarrollo. (Freud, 1911c)

• b) La represión primordial referida al empleo de un único movimiento de


contrainvestidura, que por una parte inaugura a ciertas representaciones como
inconscientes, y por otra, defiende al sistema preconsciente del asedio de aquellas agencias
representantes de pulsión que como núcleo del Icc, buscan descargar su investidura. (Freud,
1915d, 1915e, 1926d)

Opino que, ambas teorías encuentran su enlace en la siguiente cita de Freud (1915d):
"Pues bien; tenemos razones para suponer una represión primordial, una primera fase de la
represión que consiste en que a la agencia representante {Representanz} psíquica (agencia
represente-representación) de la pulsión se le deniega la admisión en lo conciente. Así se
establece una fijación; a partir de ese momento la agencia representante en cuestión persiste
inmutable y la pulsión sigue ligada a ella."

¿Qué posibilita a la represión primordial?

Al respecto, Freud (1926d) nos dice: "Es enteramente verosímil que factores
cuantitativos como la intensidad hipertrófica de la excitación y la ruptura de la protección
antiestímulo constituyan las ocasiones inmediatas de la represiones primordiales."

11 Este extrañamiento de la investidura de aquello que genera displacer, recuerda a la táctica que el
avestruz despliega ante el peligro (Freud, 1900a). El término represión, lo podemos descomponer en el
prefijo "re", que implica algo que vuelve y "presión", traducción de unos de los elementos de la pulsión:
"drang", que implica un apremio o imperativo incoercible. Echeverry, en su traducción de las obras de
Freud, trascribe "drang" como esfuerzo. Es decir, que la represión trabaja fundamentalmente sobre el
empuje de la pulsión. (Freud, 1950a)

9
Pero, investiguemos específicamente a estos decursos.

La descondensación del erotismo fálico, le permite al niño sostener un deseo narcisista


(investidura de anhelo), -constituido por libido narcisista y egoísmo- de ver el falo supuesto en
su madre, de escuchar su nombre, las exteriorizaciones del mismo y tocarlo. Con el discerni-
miento de la diferencia sexual, la añoranza como afecto "a menudo se vuelca súbitamente a su
contrario, deja sitio a un desarrollo de horror" (Freud, 1910c). Este afecto se puede descon-
densar en: a) un sentimiento de aniquilación del yo que cobra eficacia en la desmentida, b) la
angustia de castración ante el cual surge la represión y b) el sentimiento de culpa relacionado
con la identificación secundaria.

El estímulo hipertrófico incide sobre ciertos áreas de intrusión que implican zonas do-
lorígenas, visuales, acústicas y táctiles. De esta forma cobra vigencia la inclinación a un cero
absoluto (nirvana) con ciertas fluctuaciones. Estas regiones son circunscriptas (en su entorno)
por investiduras colaterales del nivel correspondiente de energía libidinal y de autoconser-
vación, por lo cual otras regiones pierden sus investiduras, es decir se empobrecen energé-
ticamente. De acuerdo al principio de inexcitabilidad de los sistemas no investidos, esta zona
(desinvestida) no puede sostener el despliegue de las actividades anímicas que se requieren,
dicho de otra manera "el resultado es una extensa parálisis o rebajamiento de cualquier otra
operación psíquica". (Freud, 1920g)12

El movimiento de contrainvestidura tiene como trabajo, circunscribir la propagación del


dolor, limitarlo sólo a la zona dolorígena. Recordemos, que esta contracarga, de carácter inter-
no, estructura una posición masoquista. Cuando se rememora el dolor, se inviste el objeto hostil,
desplegándose la defensa que requiere de los elementos tributados por la vivencia.

¿Qué ocurre con el preconsciente?

El decreto de la ausencia de un falo en la madre, de una palabra que lo nombre -es decir
que no hay un término que designe a los actos del pensar que generaron la premisa fálica-13;
adquiere un carácter traumático, por lo cual, una cadena de palabras de contenido masoquista y
regresivo, es ocupada por contrainvestidura. Por ejemplo, una persona recuerda que alrededor
de sus cinco años, al despertarse exclama "Estoy toda mojada,... esto no tiene nombre" [...] "es
terrible". Las investiduras atención (al despertar) carecen de un nombre al cual ocupar, por lo
cual ciertos actos del pensar no alcanzan su escenificación. Lo terrible entonces expresa un
trauma, ante el cual se generan contrainvestiduras (represión primaria) de ciertas formaciones
sustitutivas (masoquistas), exigidas por el esfuerzo de la pulsión. Por otra parte, el "estoy toda
mojada" implica la extensión de un predicado, en búsqueda de un completamiento a nivel del
erotismo uretral que es ajeno o imposible para el erotismo fálico, no sólo por la eficacia de la
castración, sino también por su falta de apoyo en la autoconservación. A su vez, en el material
de "Pegan a un niño" (Freud, 1919e), se despliega la represión primaria por investidura colateral
de una serie de palabras, que corresponden a un acto psíquico, "yo soy azotada por mi padre".
Cabe agregar, que el destino de esta frase, es la de sufrir un esfuerzo de desalojo de la
investidura y suplantación por otra frase "pegan a un niño" que es contrainvestida, proceso que
designamos con el nombre de represión propiamente dicha o secundaria.

La formación sustitutiva que cobra vigencia en la represión no es arbitraria, sino que


responde a la articulación de dos lógicas a saber: la analogía y la causalidad. En síntesis la
represión secundaria a diferencia de la primaria, implica dos movimientos: a) retiro de la
investidura del preconsciente y b) contrainvestidura de un sustituto, que opera como un "estorbo
psíquico". Esta defensa, se conforma como una vía intermedia, entre el mecanismo de fuga ante

12 Veamos, la articulación de elementos que configuran la condición suficiente para la represión


primaria: 1) la conjunción: pulsión, instinto y vivencia. 2) la articulación: pulsión y vivencia, 3) la
ensambladura de: pulsión, disposición a la defensa y vivencia.
13 Ahora bien, la ausencia de un nombre, no sólo afecta a la representación cosa, sino también al propio

sujeto, que se adueña identificatoriamente de la castración materna.

10
un estímulo exterior, y el juicio adverso o desestimación por el juicio. Al respecto, Freud
(1905d) refiriéndose a las neurosis nos dice: "...por causas internas, se produce *casi siempre
antes de la pubertad, pero en algunos casos después* un vuelco represivo, y en adelante, sin
que las viejas mociones se extingan, la neurosis remplaza a la perversión. Recuérdese el
proverbio: 'Ramera de joven, de vieja mojigata', sólo que aquí la juventud ha resultado muy
breve".

El texto de Freud (1939a) nos dice: "Esto reprimido conserva su pulsión emergente, su
aspiración a avanzar hasta la conciencia. alcanza su meta bajo tres condiciones: 1) si la
intensidad de la contrainvestidura es rebajada por unos procesos patológicos que aquejen a
lo otro, al llamado 'yo', o por una diversa distribución de las energías de investidura en el
interior de este yo, como por regla general acontece en el estado del dormir; 2) cuando los
sectores de pulsión que adhieren a lo reprimido experimentan un refuerzo particular, de lo cual
el mejor ejemplo son los procesos que sobrevienen durante la pubertad; 3) cuando en el
vivenciar reciente, en un momento cualquiera, aparecen impresiones, vivencias, tan semejantes
a lo reprimido que tienen la capacidad de despertarlo ; entonces lo reciente se refuerza
mediante la energía latente de lo reprimido, y esto reprimido recobra eficacia a la zaga de lo
reciente y con su ayuda.".14

Quiero mencionar que, el mecanismo de la represión cobra eficacia a consecuencia del


esfuerzo de las pulsiones de autoconservación (egoísmo) y de la libido narcisista, operando
sobre la libido de objeto (amor objetal). Esta actividad instaura "una tierra extranjera interior"
para el yo, formada por lo reprimido o desalojado. (Freud, 1933a)

También, la prerrogativa de la autoconservación en el conflicto pulsional, puede derivar


en inhibiciones o en procesos de investidura. En este sentido podemos hablar de la eficacia de
dos defensas, que se activan en función de los desarrollos de afecto que derivan de ciertos
deseos: las inhibiciones y las represiones. Si las sensaciones de placer o displacer derivan de
las vivencias, lo que implica que las huellas de memoria investidas por el deseo, correspondan
a un estamento contemporáneo del yo, las inhibiciones cobrarán vigencia. Mientras que si, el
desprendimiento de displacer corresponde a un estrato de memoria, diferente al del recuerdo
(generado por la vivencia) investido a posteriori, (es decir que la vivencia es evocada en otra
fase), hablaríamos de la represión.

Es sin duda notorio, además, una lectura intrapsíquica por parte del yo y del superyó,
(más precisamente por la auto-observación), en tal sentido Freud (1926d), ocupándose de la
problemática obsesiva, escribe que: "el texto genuino de la moción pulsional agresiva no se ha
vuelto notorio para el yo", es decir, que no puede ser leído por las frecuencias de las investiduras
del yo, las cuales sólo pueden acceder a la lectura de un sustituto desfigurado. La represión en
sus movimientos, no modifica el texto en su letra, pero sí en su valor afectivo. El cual cobra
eficacia en otro lugar, "El superyó se comporta como si no se hubiera producido represión
alguna, como si la moción agresiva le fuera notoria en su verdadero texto y con su pleno
carácter de afecto, y trata al yo de la manera condigna a esa premisa". Cabe acotar, que la
represión que se despliega en el yo obtura sus posibilidades de leer lo escrito en el ello. Pero
tanto el texto del yo como el del ello son pasibles de ser leídos por un dispositivo de la auto-
observación.

Precisamente, entre segmentos de huellas de memoria que se enlazan a diferentes


épocas, se produce un trabajo de traducción del material inscripto, que implica la lectura del
antiguo estrato y escritura del nuevo. En las neurosis falla el proceso de traducción,
específicamente el acto de reescritura de un fragmento del nuevo estrato, ya que el proceso de
lectura si puede realizarse. Entonces las investiduras tienden a nivelarse en lo antiguo, siendo
reguladas por las leyes del mismo. Esta no reescritura suele ser denominada clínicamente repre-
sión, y encuentra su imposibilidad en el desarrollo de displacer.
14Los actos del pensar represivo, sublimatorio, proyectivo y otros se configuran como instrucciones en
lo disposicional (Freud, 1905d), pero probablemente requieran para su despertar o puesta en actividad
del vivenciar contingente y de un factor energético.

11
La activación de la tensión genital en la prepubertad, impone el retorno de lo reprimido,
como tercera fase de la defensa, esta vuelta de lo desalojado se puede realizar por diversos
caminos (Freud, 1915, 1915a, 1915b), que implican diversos procesos de producción de las
formaciones sustitutivas, que pueden derivar en manifestaciones sintomáticas, al estilo de las
histerias, obsesiones (represiones fracasadas), y en algunos casos exteriorizaciones de índole
homosexual.

Uno de estos caminos puede ser un pensar regrediente, siendo un requisito


imprescindible, para la iniciación de este proceso (regresivo), la represión de ciertas frases
ordenadas como imperativos categóricos, que configuran el superyó. Este requisito cobra efica-
cia, puesto que el camino regrediente implica, la satisfacción pulsional, y la investidura de una
lógica previa y de menor complejidad. Desde luego, que ambos elementos no son aceptados
por los imperativos vigentes en la actualidad, por lo que su destino es sufrir un esfuerzo de
desalojo y suplantación (represión secundaria).

Habitualmente sabemos, que en el yo, se despliegan los esfuerzos de desalojo y


suplantación en función de los imperativos de la instancia parental, "pero he aquí un caso en
que se vale de esa misma arma contra su severo amo". (Freud, 1923b)

Este afán de represión afecta principalmente,15 a una de las funciones del superyó: la
auto-observación, que en sus frases se constituye como representante de la autoridad paterna,
que proviene de una supuesta realidad y de las exigencias pulsionales. Y es precisamente esta
última, la que determina una forma de resexualización del superyó, y el consiguiente destino
defensivo a la función de la observación de sí. Ahora bien, al sufrir las frases sádicas del
superyó, un esfuerzo de desalojo de sus investiduras, y quedar inconscientes, son suplantadas
por las frases masoquistas del yo, que adquieren de esta manera un valor de contrainvestidura
preconsciente. De este modo el masoquismo moral, es tramitado de una forma diferente a lo
habitual, donde solemos esperar, un yo en el cual se privilegian frases masoquistas, que son
reprimidas; ⎯y por ende son inconscientes⎯ y un superyó, configurado por imperativos
sádicos que subroga los influjos del mundo externo.

8. - La Desestimación por el juicio, implica una fase posterior de la represión

Los caminos por los cuales se desenvuelve la investigación de la génesis de las mociones
libidinales que se realizan en el sueño, lo llevan a Freud (1900a) a preguntarse por el modo en
que una serie de actos del pensar puede ser apartada de la conciencia, así nos dice: "Por nuestra
actividad reflexiva consciente sabemos que, poniendo atención en algo, seguimos un
determinado camino. Si por este camino llegamos a una representación que no resiste la crí-
tica, lo interrumpimos; dejamos caer la investidura de atención. Ahora bien, parece que la
ilación de pensamiento iniciada y abandonada puede seguir devanándose sin que la atención
se aplique de nuevo a ella, a menos que en cierto lugar alcance una intensidad particularmente
elevada que se imponga a la atención. Una desestimación inicial por el juicio (acaso hecha
con conciencia) de algo que se considera incorrecto o inutilizable para el fin actual del acto
de pensamiento puede, entonces, ser la causa de que un proceso de pensamiento prosiga
inadvertido para la conciencia hasta el adormecimiento."

Entonces tenemos que, se trata de deseos que pueden desplegarse durante la vigilia pero
que son afectados por un juicio adverso del yo, que se constituye entre el desplazamiento de la
libido (pensamiento) y la acción. Son aspiraciones no tramitadas, a las cuales se les resta
investidura atención, (quedan pendientes), siendo esforzadas desde el preconsciente al in-
consciente

15El acto inaugural de la adolescencia, derivaría de una modificación de la fuente pulsional y de un


proceso represivo que cobra vigencia alrededor de los 14 o 15 años. ( Freud , carta 46 y 52 a Fliess)

12
El yo sabe acerca de su propio deseo pulsionante (lo puede leer), pero inhibe su meta,
se deniega su satisfacción gracias al esfuerzo de la autoconservación. Recordemos que en la
represión, el deseo permanece en lo inconsciente, y el yo no accede a la lectura del mismo, sólo
puede ser leído por la auto-observación de la instancia parental.

Estos actos del pensar desestimante, pueden comenzar a adquirir hegemonía en


adolescencia. Implican un imperativo condicional, que podemos expresar en la frase, "si...
entonces", donde el "si" implica el condicional: si emerge tal deseo, entonces, tal acción.

9. - La llamada a la formación reactiva genera rasgos de carácter.

Los procesos reactivos que afectan a los diversos erotismos en su parcialidad, son
mociones anímicas contrarias, que generan alteraciones en el yo ⎯cualidades⎯. "Así, en la
disposición sexual universalmente perversa de la infancia puede verse la fuente de una serie
de nuestras virtudes, en la medida en que, por vía de la formación reactiva, da el impulso para
crearlas" (Freud, 1905d). Estas virtudes son decretadas como buenas y útiles por los juicios de
la auto-observación (superyó).

Sin duda, esta configuración yoica busca una gratificación afectiva por su empeño
reactivo, y la encuentra en el amor que el superyó le brinda como efecto de este juicio de valor.
Podemos precisar, las "cualidades" que se tramitan en la estructura yoica, como sustituciones
por lo contrario, logradas vía contrainvestiduras, que derivan en rasgos de carácter, en los cuales
apreciamos componentes erógenos específicos. Así, es posible citar a la obstinación, el orden,
el ahorro, como derivados del erotismo anal. La ambición, por su parte, nos explícita la eficacia
del erotismo uretral. (Freud, 1905d). Estas investiduras colaterales se activan a partir del
período de latencia sexual, y cobran hegemonía en la adolescencia, posibilitando (parcialmente)
la formación del carácter infantil y luego el carácter del adulto.

10. - La identificación es un acto puramente psíquico

En la psicología que encuentra su fundamento en el psicoanálisis, es habitual tomar a la


incorporación como un proceso orgánico por el cual se instalan en el cuerpo elementos que
responden a la imperiosa exigencia de la necesidad de supervivencia, mediante ⎯por
ejemplo⎯ el sistema respiratorio o de nutrición. En cambio, los procesos psíquicos
identificatorios, se estructuran como uno de los primeros efectos del encuentro de estas activida-
des incorporativas de conservación con los imperativos libidinales.

En la denominada identificación primaria lo pensado y generado como nuevo


requerimiento es puesto como un acto psíquico que configura e instala el yo de placer, según
corresponde a la vida anímica del niño pequeño.

Recordemos, que las metas pulsionales son inicialmente autoeróticas, por lo cual se
requiere de un acto psíquico inaugural para la constitución del yo, es decir de un acto del pensar
que llamamos identificación primaria.

Estos actos de desplazamiento energético o pensamientos permiten la trasposición del


autoerotismo en un yo placer, que se organiza como un objeto para la investidura de los diversos
imperativos pulsionales. A su vez, este yo se corresponde con un proceso de enlace de diferentes
registros perceptivos, posibilitado por la proyección de los pensamientos previamente citados,
formándose de esta manera un objeto común a distintas impresiones sensoriales. Entonces lo
registrado, es decir sus investiduras son reconducidas a investiduras del propio yo (como trabajo
de un pensar judicativo), identificándose primariamente en un esfuerzo por aminorar la
disimilitud entre ambos.

13
Debo agregar, que este pensamiento incluye un efecto de anticipación del ser sujeto del
yo. En un primer momento este acto del pensar corresponde a una identificación con una forma
visual que expresa los propios estados afectivos del yo, luego una identificación con un nombre
manifiesta la posibilidad del pensar de generar rasgos con un carácter diferencial y opositivo;
cabe acotar que este decurso deriva del esfuerzo del yo por trasmudar la pasividad ante lo pul-
sional en actividad.

Ahora, nuestro principal interés se dirige a la especificación de la identificación


secundaria, como un acto renovado y constante de la defensa no patológica, que se activa ante
la convergencia de una investidura hostil, sobre otra investidura libidinal previa de un objeto,
decretado como incompleto en su núcleo sexual. El objeto en cuestión al ser resignado es homo-
logado al yo y destinado sustitutivamente como imagen ideal a una instancia particular, el
superyó, que se conforma como abogado del mundo interior.

Esta formación sustitutiva de los deseos hostiles, implica palabras o frases organizadas
como imperativos categóricos, que conforman el superyó, que en el decurso de la com-
plejización anímica, y la instauración de nuevos estamentos, tienden a ser decretadas como
inútiles (traumáticas), siendo formateadas por la eficacia de las nuevas lógicas. Mientras que
los deseos hostiles procuran culpa al yo, activando defensas al modo de las formaciones
reactivas

Un segmento del yo placer, que incluye pensamientos identificatorios, deriva en una


porción de la instancia parental, que se articula con el decreto que sostiene la castración
materna, originado en el yo real definitivo. El sentimiento de culpa como desprendimiento de
afecto, se conforma como activador de la identificación secundaria.

El "Apellido paterno" (Freud, 1939a) así compuesto, define una clase (el "Nombre del
padre" para Lacan), que incluye a los miembros del grupo familiar entre otros, en una
espacialidad determinada; sin embargo, el nombre como rasgo, diferencia al sujeto es-
pecíficamente en su temporalidad *en el marco familiar*. Cabe precisar, que este "Apellido"
sólo cobra eficacia en tanto se articula con el "Apellido materno", ya que la refutación de este
último lo constituiría al padre como nutricio.

Lo histérico que se extiende en la adolescencia (Freud-1950a), implica la vigencia de


un tipo de pensar identificatorio que difiere de la identificación primaria y de la identificación
secundaria. En este tipo de identificación se dedica una porción del propio cuerpo como
sustituto del objeto de amor u hostilidad. Este fragmento del yo corporal se enlaza a la palabra
que el otro puede evocar, vía frases —de nivel significante— al estilo de "lo tuyo en mí". Ahora
bien, estos procesos identificatorios (de copia del otro), convergen mediante compresión en un
lugar anímico, donde una frase reprimida se tramita como síntoma.

Estos procesos condensatorios, implican una mayor complejización del aparato anímico,
al estilo de ciertos algoritmos de compresión de la información que se suelen utilizar en
informática, cuya lectura requiere de un proceso de descompresión. De manera similar, estas
frases condensadas que no pueden acceder a la conciencia, sólo lo podrán hacer luego de un
proceso de descondensación y enlace a la representación palabra.

Cuando en la vida anímica, se privilegia la corriente de la desmentida, los actos de la


identificación secundaria son entorpecidos en su despliegue psíquico, y con ello la constitución
del superyó se ve obstaculizada; dicha instancia puede quedar inacabada o bien terminar de
formarse en otro momento. Tanto la identificación secundaria como la desmentida organizan
un doble (Freud, 1919h) de acuerdo a lo que el yo quisiera ser, como una protección ilusoria
ante el sentimiento de aniquilación. Ahora bien, el doble que sostiene la desmentida tiende a
mudar de signo, es decir a transformarse en ominoso cuando pierden eficacia los actos de la
identificación primaria, que se intentan sostener mediante dicha defensa. Por el contrario, la
instancia parental se establece y complejiza cuando se instaura una pérdida en lugar del
supuesto ser ilusorio. (Maldavsky, 1981, Moreira, D. 2017)

14
11. - Sublimación y tensión cognitiva

El destino sublimatorio de la pulsión, se autoriza a partir de la eficacia del pensar crítico


que toma como objeto a ciertas escrituras con un valor específico del superyó; generando
cambios en la realidad exterior-objetiva y no tanto en el propio yo; gracias a un incremento de
la capacidad de rendimiento psíquico. Puedo precisar, que el pensar crítico, toma como objeto
de examen al pensamiento mismo, y es regulado por los desarrollos de displacer, que se generan
cuando el decurso del pensar afronta fallas de tipo lógico.

A los actos sublimatorios y a sus tiempos de constitución, los podemos estudiar en re-
lación a las modificaciones que introducen en las pulsiones y en el yo. Con respecto a las
pulsiones podemos decir que trasforman sus metas (inmediatas) y objetos -se trata de un cambio
de vía donde se privilegia la desexualización, una valoración social o ética más elevada y un
tiempo no inminente-. En cambio, en relación al yo se modifican sus ideales. Recordemos que
esta instancia yoica se divide como efecto de una enérgica formación reactiva frente a una
diversidad de deseos (incestuosos y hostiles), mientras que la sublimación eleva la meta de las
exigencias en cuestión. Así tenemos, ideales generados gracias al trabajo de las formaciones
reactivas, que se caracterizan porque el yo los puede llegar a realizar lo cual se constituye en
una virtud que puede ser ofrendada al orden superior, y otros valores que resultan irrealizables
para el sujeto, producidos vía sublimación. (Freud, 1923b, 1933a; Neves, 1988)

Ahora bien, las metas propuestas por las sublimaciones, implican una descarga par-
ticular diferente a otras; probablemente se trate de descargas perceptuales o cognitivas que
implican un desprendimiento de placer duradero y de menor intensidad (Maldavsky, 1986). De
esta manera se cancela la tensión cognitiva, que se escenifica en la búsqueda de la solución de
un problema.

Es necesario precisar, que Freud (1910c, 1911b) nos habla de un sentimiento intelectual,
que podemos discriminar en un displacer (dolor) ante las contradicciones lógicas (Freud, 1950a)
y un placer intelectual derivado de la decisión que implica la solución al menos en el
investigador científico, cuyo trabajo también ofrece al final una ganancia práctica. Estas
tramitaciones incluyen la hegemonía de la pulsión de saber o más precisamente de la pulsión
de investigar. Al respecto A. Green (1990) nos dice que el trabajo escrito del psicoanalista, se
incluye en los procesos sublimatorios, e implica una manera particular de desplegar su autoa-
nálisis con un cierto o probable provecho para los otros, "sacrifica a la escritura, cualquiera
que sea el placer que le depare, los placeres que le procuran otras empresas menos
intelectuales". Aunque no debemos olvidar la constitucional ineptitud para la indagación
científica que posee el ser humano, y que se despliega fundamentalmente en la psicología.
(Freud, 1933a)

Por último, este trabajo del pensar defensivo, también pueden instalarse en el interior de
la cura analítica, vía sublimación (Sublimierung) y modelación de aquella trasferencia que se
expresa en el sujeto como exigencia de amor; constituyendo, de esta manera, en posible una vía
sustitutiva diferente a los caminos del enfermar.

Bibliografía:

Miller, J. A., (1993) Jacques Lacan: anotaciones sobre su concepto de paso al acto. En:
Infortunios del acto analítico.
Buenos Aires: A. Tuel Editores.
Moreira D. (1995) Psicopatología y lenguaje en psicoanálisis. Ed. Homo Sapiens.
Moreira, D. (2016) Ética y quehacer del analista con niños y adolescentes. Ed. Letra Viva
Moreira, D. (2017). La niñez, la adolescencia y el discurso capitalista. Buenos Aires: Letra
Viva.

15
Moreira, D. (2019) Breviario de las toxicomanías.

16

También podría gustarte