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P4 Moreira Guía Defensas
P4 Moreira Guía Defensas
Desmentida
Desestimación
Represión
Identificación
Diego Moreira
Las alteraciones del lenguaje, que derivan de funciones que conciernen a la actividad
nerviosa superior, lo llevaron a Freud a postular que las diferentes afasias; implican la
afectación de algún enlace particular, entre la diversidad de elementos que componen el
lenguaje.
Ahora bien, Freud (1891), nos dice que la parafasia que se manifiesta en los afásicos, no
implica diferencias con los errores y distorsiones del lenguaje en personas, que se encuentran
cansadas, distraídas o emocionadas. Estas consideraciones anticipan la teoría de las defensas y
"La psicopatología de la vida cotidiana". (Moreira, D.,1995)
1 Romance moro-español, ¡Ay de mi Alhambra!, citado por Freud (1936a, pág.219) que describe cómo
el rey Boabdil, fue afectado por la pérdida de la ciudad, que anuncia el término de su reinado. "Pero no
quiere 'tenerlo por cierto' {'Wahr haben'}, resuelve tratar la noticia como 'non arrivé'"...."Se colige
fácilmente que en esta conducta del rey cooperó la necesidad de salir al paso de su sentimiento de
impotencia. Quemando las cartas y matando al mensajero procura mostrar todavía la plenitud de su
poder."
2El primer texto en que apareció el término "defensa" en Freud, antes de los Estudios sobre la
histeria fue hacia 1894, «Las neuropsicosis de defensa».
1
2. Las instrucciones y las defensas
Suponemos que el ingreso de la excitación al sistema anímico, será regulado —en cierto
momento— por determinadas pautas o reglas. Estas normas implican un principio explicativo,
que se puede relacionar con factores cuantitativos, y se refiere a una serie de instrucciones o
premisas que se escribieron como un resto de la complejización anímica; puesto que otras
posibilidades son excluidas por desprendimientos de displacer.
Estas disposiciones escritas pueden ser diferenciadas en dos reglas que responden a un
principio de economía o de reserva energética.
Las reglas que tienen un valor de supervivencia, que marcan la dirección de la investi-
dura atención, son garantizadas por amenazas de displacer. Creemos, que estas reglas "se
pueden trasponer sin más a las reglas de la lógica", (Freud, 1950ª, Moreira, D.,1995)
Freud (1950a, 1917d) nos dice que si un sistema determinado, no se encuentra ocupado
por energía, no será susceptible de ser excitado. Por lo tanto el movimiento de fuga, es un
intento de excluir lo nuevo o antiguo, manteniéndolo no investido. Cabe agregar, que lo nuevo,
incluye un proceso de lectura y escritura, en un comienzo transitoria (en la percepción),3 y lo
antiguo cobra eficacia como lo escrito en una fase previa y no traducido a una posterior. [...]
.
¿A qué nos referimos con defensas normales?
2
Freud (1924b) discrimina la diversidad de patologías, en función de las defensas que se
despliegan, ante los diferentes amos del sujeto que lo ubican en una posición intermedia: el
Ello, el Superyó y la Realidad exterior. En las patologías narcisistas, lo peligroso es la realidad
exterior -generada vía tramitación pulsional- ante la cual el yo se defiende mediante una diversi-
dad de actos. En las estructuras narcisistas no psicóticas se apela a la desmentida, mientras que
en las narcisistas psicóticas, a una articulación entre desmentida y desestimación. En las neu-
rosis de trasferencia, lo peligroso esta dado por la pulsión, en el yo se lee y activa el llamado a
los actos de la represión y a otros mecanismos para su protección. Esta defensa es secundaria y
responde a los imperativos del superyó. En las neurosis narcisistas o melancolías, la defensa se
despliega ante el superyó.4 Algunos de estos segmentos yoicos, admiten su entrelazamiento con
otras corrientes anímicas, respondiendo a una compulsión de síntesis (Freud, 1926d).
Lacan cuando se ocupa de las defensas, recurre a dos modelos: a) El propuesto por
Clausewitz para la operación de la defensa en la guerra, su función es rechazar y esperar (un
factor temporal), la meta es negativa y sólo procura conservar las posiciones. b) el elaborado
por la teoría inmunológica, donde la defensa es una respuesta del sujeto a un antígeno interno
o externo al organismo.
Por último, es necesario considerar, que cada una de las defensas que trabajaremos a
continuación, implican un esfuerzo —dialéctico— constante y renovado de fuga y sustitución.
La actividad proyectiva implica un esfuerzo del pensar, que incluye un movimiento ha-
cia el exterior del aparato anímico, por el cual se intenta resolver la exigencia de trabajo de la
pulsión. La proyección como acto del pensar en el curso del desarrollo es un proceso
lógicamente previo a la identificación, que configura por ejemplo una estructura yoica, por lo
que podemos decir que existen pensamientos sin un pensador (un yo) que los piense. Freud
(1912, 13) afirma que el pensar proyectivo, no es estructurado con fines defensivos, aunque se
le puede dar este destino. En cuanto a las variedades de la proyección puedo discernir: A) Una
proyección no defensiva de carácter "normal", que inaugura ciertas exterioridades. B) Otra
proyección defensiva, que expulsa lo displacentero a lo externo. Este modo de pensar, a su vez
puede ser normal o patológico.
3
El extremo que se constituye como percepción-conciencia en el aparato psíquico tiene
dos exteriores conformados, por un lado por los estímulos externos, y por el otro por estímulos
internos provenientes del ello, en este sentido se pueden proyectar tanto percepciones externas,
al estilo de las impresiones sensoriales, como percepciones internas, tales como pensamientos
y afectos. Así nos dice Freud (1901b, pág. 251) "El oscuro discernimiento (una percepción
endopsíquica, por así decir) de factores psíquicos y constelaciones de lo inconsciente se espeja
*es difícil decirlo de otro modo, hay que ayudarse aquí con la analogía que la paranoia ofrecen
la construcción de una realidad suprasensible que la ciencia debe volver a mudar en psicología
de lo inconsciente."
Pero examinemos brevemente las características de los elementos que configuran ambas
pulsiones:
5 Freud (1933a) considera a la realidad como una tierra extranjera exterior para el yo.
4
Esta defensa genera su primer movimiento de rechazo o fuga ante el juicio ⎯basado
en la autoconservación⎯ de una realidad dolorosa relacionada con la muerte o la sexualidad,
emitido por el yo de realidad definitivo. El segundo movimiento implica la instauración de una
formación sustitutiva que se sustenta en un juicio de atribución, generado por el yo de placer
purificado.
La formación del doble implica a una representación, que se ordena como una copia del
propio yo gracias al trabajo del pensar proyectivo e identificatorio (judicativo). Por ejemplo, un
duplicado se puede poner en escena mediante la aparición de ciertas personas, que por sus ca-
racterísticas son idénticas al yo, ⎯si bien, admiten diferentes gradaciones y plasmaciones⎯.
Lo idéntico se puede intensificar según el texto de Freud (1919h): "por el asalto de procesos
anímicos de una de estas personas a la otra *lo que llamaríamos telepatía* de suerte que una
es coposeedora del saber, el sentir y el vivenciar de la otra; la identificación con otra persona
hasta el punto de equivocarse sobre el propio yo o situar el yo ajeno en el lugar del propio”
En resumen podemos decir que el doble puede implicar: una duplicación del yo, o bien, su
división o permutación y también un persistente retorno de aquello que es igual [...].
5
considera que si la desmentida cobra hegemonía en la ensambladura defensiva de la pubertad,
el horror como desprendimiento de afecto ante la diferencia de sexos posibilita en algunos
casos, la homosexualidad, la misoginia o la perversión.
Arthur Rimbaud, en sus escritos nos describe que: alrededor de sus ocho años -durante
las ausencias de su madre- jugaba con una vecina a golpearse y en esas luchas "le mordía el
trasero..." [Se trata de los sustitutos de la defensa] "porque ella no llevaba nunca pantalones...".
Por el contrario, la presencia materna obstaculizaba su relación y entonces "llevaba a su cuarto
los sabores de su piel". También de la misma época es el siguiente fragmento de poesía, que
podemos relacionar con la declinación del pensamiento totémico y la muerte anímica del padre:
"El sol, antorcha celeste, se apaga dejando escapar de su cuerpo de fuego una última y débil
claridad que, sin embargo, permitía percibir todavía las hojas verdes de los árboles, las
florecillas que se marchitan y las copas de los pinos, de los álamos y de las encinas seculares..."
(Garma, 1945)
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expresar en la frase "no matarás". Estas desmentidas se articulan habitualmente con una deses-
timación del sentir, con una supresión de la angustia, con lo cual el combatiente se configura
como un autómata de acuerdo a un pensamiento mecánico.
Se trata de un juicio en acto, que Freud (1918b) denominó: verwerfung en alemán, y fue
traducido al castellano como: desestimación, repudio o preclusión y al francés como forclusión.
Este decreto se refiere a una desatribución de lo percibido, un "no ha lugar", donde la afirmación
primordial halla su término. La desestimación instaura su despótico imperio repudiando aquella
parte de lo registrado como "lo novedoso" o bien su recuerdo, y también el segmento del propio
yo que posibilita lo nuevo (Freud, 1927e).10 Es evidente, que este esfuerzo defensivo, en un
comienzo no es patológico. Luego sí lo es, a partir de la distinción y contradicción de los actos
del pensar narcisista, que se expresan en los juicios de atribución, y los actos del pensar no
narcisista, que se exteriorizan en los juicios de existencia, ante los cuales se activa como defensa
la desestimación. En el autismo precoz y otros estados tóxicos, esta defensa adquiere un carácter
patológico, en momentos previos a la descondensación de los juicios de existencia y atribución.
"Tenía cinco años; jugaba en el jardín junto a mi niñera y tajaba con mi navaja la
corteza de uno de aquellos nogales que también desempeñan un papel en mi sueño. De pronto
noté con indecible terror que me había seccionado el dedo meñique de la mano (¿derecha o
izquierda?), de tal suerte que sólo colgaba de la piel. No sentí ningún dolor, pero sí una gran
angustia. No me atreví a decir nada al aya, distante unos pocos pasos; me desmoroné sobre el
banco inmediato y permanecí ahí sentado, incapaz de arrojar otra mirada al dedo. Al fin me
tranquilicé, miré el dedo, y entonces vi que estaba completamente intacto".
Se distingue con claridad que, al tomar posición ante el juicio de existencia de la castra-
ción, este pensar reproductor es desechado, desestimado vía un juicio de desatribución visual,
junto con el fragmento del yo real definitivo que lo produjo. Su destino es retornar desde la
realidad, es decir desde una supuesta sensorialidad visual, y ser aceptado vía un pensar
identificatorio (la castración le devino en su propio dedo seccionado, sostenido aún por un
pedacito de piel). Siendo acompañado por un desprendimiento de afecto incoercible, una "gran
angustia".
Dicho de otra manera, "El hombre de los lobos", desestima la castración (lo nuevo) generada
por un pensar reproductor (alentado por la autoconservación), cuya fuente es el yo real
definitivo, y conserva lo previo, es decir un pensar en el cual cobra certidumbre el comercio
por el ano. Esta producción alucinatoria, implica y expresa un primer enlace entre diferentes
posiciones psíquicas: a) la referida a un fragmento yoico que acepta la realidad, b) la que incluye
un segmento que refuta o desmiente el juicio de existencia, y c) otra porción en la cual se activa
la desestimación o forclusión.
Esta defensa o destino de pulsión en la pubertad, puede ser estimulada por un intenso
afecto de culpa, lo cual abre la posibilidad a la perturbación del pensamiento reproductor y su
expresión el juicio de existencia. De esta manera la realidad queda desestimada. "Por ejemplo,
a uno de mis histéricos más jóvenes, un muchacho de doce años, no le dejan dormirse unos
'rostros verdes de ojos rojos', que lo espantan. Fuente de este fenómeno es el recuerdo
sofocado, pero una vez consciente, de un chico a quien veía a menudo cuatro años antes y que
le ofrecía un cuadro atemorizador de muchos vicios infantiles, entre ellos el del onanismo, que
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él mismo se reprocha ahora con posterioridad (nachträglich). La mamá había apuntado
entonces que ese chico malcriado tenía la tez de color verde y ojos rojos (vale decir,
enrojecidos). De ahí el espectro aterrador que, por lo demás, sólo está destinado a recordarle
otra profecía de la mamá, a saber, que tales niños se vuelven cretinos, no pueden aprender
nada en la escuela y mueren pronto. Nuestro pequeño paciente hace que una parte de esta
profecía se cumpla; no avanza en la escuela y como lo muestra la escucha de sus ocurrencias
involuntarias, la segunda parte lo aterroriza." (Freud, 1900a)
Como observamos en estos párrafos, las frases del superyó materno adquieren un carác-
ter sádico y destructivo, ⎯como representantes del ello⎯. Podemos decir, que en esta instancia
se despliega un pensar judicativo, que afirma la desventaja y nocividad de las actividades
autoeróticas del yo o de su objeto (el otro niño). Este acto del pensar, deriva en un desprendi-
miento de culpa que activa la desestimación. Esta defensa no desestructura a las huellas de la
memoria parental, por el contrario, sus representaciones-palabra se activan y cobran eficacia,
sin embargo el juicio de existencia es afectado y la segunda censura fragmentada. Mientras, la
representación-cosa permanece ocupada como recuerdo sofocado de un niño.
Algunos autores homologan los actos sintomáticos trabajados por Freud [1901b] en
“Psicopatología de la Vida Cotidiana” con los acting out presentados en el “Epilogo” del
“Fragmento de análisis de un caso de histeria” [1905d]. Sin embargo, considero que ambas
denominaciones remiten a conceptos diferentes. Freud utiliza la palabra “handeln = actuar” para
referirse a los actos sintomáticos y “agieren = actuar” para acting out. El primero remite a un
acto neurótico, que se despliega bajo el predominio de la represión y el segundo un acto
narcisista en cuya producción cobra hegemonía la desmentida o renegación y que literalmente
implica actuar fuera de sí mismo. También es interesante diferenciar ambos conceptos del
llamado pasaje al acto, al cual podemos considerar como una actividad netamente narcisista
vinculada a la activación de un acto puramente anímico o juicio de desatribución como la
desestimación o forclusión.
La actuación o acting out, es considerada por Lacan como transferencia sin análisis,
transferencia salvaje o amago de transferencia, emerge ante una dificultad en la escucha del
analista. Se trata de una repetición en acto o dicho de otra manera, de una repetición que incluye
la lectura y activación de un preconsciente carente de palabras, escrito sólo por huellas de
movimiento. Este recurso, en muchas ocasiones suele ser utilizado para sostener una reversión
de la perspectiva.
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En el caso de la “Joven homosexual” si se considera como un pasaje al acto el intento de
suicidio, la aventura con la dama de dudosa reputación, ubicada en función de objeto supremo,
es un acting out “Si la bofetada de Dora es un pasaje al acto, yo diría que todo el paradójico
comportamiento que Freud descubre de inmediato con tanta perspicacia, el de Dora en la pareja
de los K., es un acting-out”.
En Jacques Alain Miller (1993), se lee: “el acto se encuentra siempre bajo la premisa del
impase que se inaugura a causa de la no existencia de una relación de correspondencia entre los
sexos, y es eso por lo que el acto propende por un pasaje para realizar lo imposible. De esta
manera, el acto es una decisión, una osadía, algo del orden de lo que inaugura, lo que funda,
crea”.
El texto de Freud (1915d) nos dice, que la represión como destino de pulsión no está
presente desde un comienzo de la vida anímica, sino que requiere de un proceso de construcción
que incluye diferentes tiempos lógicos, el primero de ellos es denominado represión primordial,
que se despliega en el llamado yo real definitivo. Sin embargo, Freud desplegó dos teorías sobre
esta modalidad de represión:
Opino que, ambas teorías encuentran su enlace en la siguiente cita de Freud (1915d):
"Pues bien; tenemos razones para suponer una represión primordial, una primera fase de la
represión que consiste en que a la agencia representante {Representanz} psíquica (agencia
represente-representación) de la pulsión se le deniega la admisión en lo conciente. Así se
establece una fijación; a partir de ese momento la agencia representante en cuestión persiste
inmutable y la pulsión sigue ligada a ella."
Al respecto, Freud (1926d) nos dice: "Es enteramente verosímil que factores
cuantitativos como la intensidad hipertrófica de la excitación y la ruptura de la protección
antiestímulo constituyan las ocasiones inmediatas de la represiones primordiales."
11 Este extrañamiento de la investidura de aquello que genera displacer, recuerda a la táctica que el
avestruz despliega ante el peligro (Freud, 1900a). El término represión, lo podemos descomponer en el
prefijo "re", que implica algo que vuelve y "presión", traducción de unos de los elementos de la pulsión:
"drang", que implica un apremio o imperativo incoercible. Echeverry, en su traducción de las obras de
Freud, trascribe "drang" como esfuerzo. Es decir, que la represión trabaja fundamentalmente sobre el
empuje de la pulsión. (Freud, 1950a)
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Pero, investiguemos específicamente a estos decursos.
El estímulo hipertrófico incide sobre ciertos áreas de intrusión que implican zonas do-
lorígenas, visuales, acústicas y táctiles. De esta forma cobra vigencia la inclinación a un cero
absoluto (nirvana) con ciertas fluctuaciones. Estas regiones son circunscriptas (en su entorno)
por investiduras colaterales del nivel correspondiente de energía libidinal y de autoconser-
vación, por lo cual otras regiones pierden sus investiduras, es decir se empobrecen energé-
ticamente. De acuerdo al principio de inexcitabilidad de los sistemas no investidos, esta zona
(desinvestida) no puede sostener el despliegue de las actividades anímicas que se requieren,
dicho de otra manera "el resultado es una extensa parálisis o rebajamiento de cualquier otra
operación psíquica". (Freud, 1920g)12
El decreto de la ausencia de un falo en la madre, de una palabra que lo nombre -es decir
que no hay un término que designe a los actos del pensar que generaron la premisa fálica-13;
adquiere un carácter traumático, por lo cual, una cadena de palabras de contenido masoquista y
regresivo, es ocupada por contrainvestidura. Por ejemplo, una persona recuerda que alrededor
de sus cinco años, al despertarse exclama "Estoy toda mojada,... esto no tiene nombre" [...] "es
terrible". Las investiduras atención (al despertar) carecen de un nombre al cual ocupar, por lo
cual ciertos actos del pensar no alcanzan su escenificación. Lo terrible entonces expresa un
trauma, ante el cual se generan contrainvestiduras (represión primaria) de ciertas formaciones
sustitutivas (masoquistas), exigidas por el esfuerzo de la pulsión. Por otra parte, el "estoy toda
mojada" implica la extensión de un predicado, en búsqueda de un completamiento a nivel del
erotismo uretral que es ajeno o imposible para el erotismo fálico, no sólo por la eficacia de la
castración, sino también por su falta de apoyo en la autoconservación. A su vez, en el material
de "Pegan a un niño" (Freud, 1919e), se despliega la represión primaria por investidura colateral
de una serie de palabras, que corresponden a un acto psíquico, "yo soy azotada por mi padre".
Cabe agregar, que el destino de esta frase, es la de sufrir un esfuerzo de desalojo de la
investidura y suplantación por otra frase "pegan a un niño" que es contrainvestida, proceso que
designamos con el nombre de represión propiamente dicha o secundaria.
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un estímulo exterior, y el juicio adverso o desestimación por el juicio. Al respecto, Freud
(1905d) refiriéndose a las neurosis nos dice: "...por causas internas, se produce *casi siempre
antes de la pubertad, pero en algunos casos después* un vuelco represivo, y en adelante, sin
que las viejas mociones se extingan, la neurosis remplaza a la perversión. Recuérdese el
proverbio: 'Ramera de joven, de vieja mojigata', sólo que aquí la juventud ha resultado muy
breve".
El texto de Freud (1939a) nos dice: "Esto reprimido conserva su pulsión emergente, su
aspiración a avanzar hasta la conciencia. alcanza su meta bajo tres condiciones: 1) si la
intensidad de la contrainvestidura es rebajada por unos procesos patológicos que aquejen a
lo otro, al llamado 'yo', o por una diversa distribución de las energías de investidura en el
interior de este yo, como por regla general acontece en el estado del dormir; 2) cuando los
sectores de pulsión que adhieren a lo reprimido experimentan un refuerzo particular, de lo cual
el mejor ejemplo son los procesos que sobrevienen durante la pubertad; 3) cuando en el
vivenciar reciente, en un momento cualquiera, aparecen impresiones, vivencias, tan semejantes
a lo reprimido que tienen la capacidad de despertarlo ; entonces lo reciente se refuerza
mediante la energía latente de lo reprimido, y esto reprimido recobra eficacia a la zaga de lo
reciente y con su ayuda.".14
Es sin duda notorio, además, una lectura intrapsíquica por parte del yo y del superyó,
(más precisamente por la auto-observación), en tal sentido Freud (1926d), ocupándose de la
problemática obsesiva, escribe que: "el texto genuino de la moción pulsional agresiva no se ha
vuelto notorio para el yo", es decir, que no puede ser leído por las frecuencias de las investiduras
del yo, las cuales sólo pueden acceder a la lectura de un sustituto desfigurado. La represión en
sus movimientos, no modifica el texto en su letra, pero sí en su valor afectivo. El cual cobra
eficacia en otro lugar, "El superyó se comporta como si no se hubiera producido represión
alguna, como si la moción agresiva le fuera notoria en su verdadero texto y con su pleno
carácter de afecto, y trata al yo de la manera condigna a esa premisa". Cabe acotar, que la
represión que se despliega en el yo obtura sus posibilidades de leer lo escrito en el ello. Pero
tanto el texto del yo como el del ello son pasibles de ser leídos por un dispositivo de la auto-
observación.
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La activación de la tensión genital en la prepubertad, impone el retorno de lo reprimido,
como tercera fase de la defensa, esta vuelta de lo desalojado se puede realizar por diversos
caminos (Freud, 1915, 1915a, 1915b), que implican diversos procesos de producción de las
formaciones sustitutivas, que pueden derivar en manifestaciones sintomáticas, al estilo de las
histerias, obsesiones (represiones fracasadas), y en algunos casos exteriorizaciones de índole
homosexual.
Este afán de represión afecta principalmente,15 a una de las funciones del superyó: la
auto-observación, que en sus frases se constituye como representante de la autoridad paterna,
que proviene de una supuesta realidad y de las exigencias pulsionales. Y es precisamente esta
última, la que determina una forma de resexualización del superyó, y el consiguiente destino
defensivo a la función de la observación de sí. Ahora bien, al sufrir las frases sádicas del
superyó, un esfuerzo de desalojo de sus investiduras, y quedar inconscientes, son suplantadas
por las frases masoquistas del yo, que adquieren de esta manera un valor de contrainvestidura
preconsciente. De este modo el masoquismo moral, es tramitado de una forma diferente a lo
habitual, donde solemos esperar, un yo en el cual se privilegian frases masoquistas, que son
reprimidas; ⎯y por ende son inconscientes⎯ y un superyó, configurado por imperativos
sádicos que subroga los influjos del mundo externo.
Los caminos por los cuales se desenvuelve la investigación de la génesis de las mociones
libidinales que se realizan en el sueño, lo llevan a Freud (1900a) a preguntarse por el modo en
que una serie de actos del pensar puede ser apartada de la conciencia, así nos dice: "Por nuestra
actividad reflexiva consciente sabemos que, poniendo atención en algo, seguimos un
determinado camino. Si por este camino llegamos a una representación que no resiste la crí-
tica, lo interrumpimos; dejamos caer la investidura de atención. Ahora bien, parece que la
ilación de pensamiento iniciada y abandonada puede seguir devanándose sin que la atención
se aplique de nuevo a ella, a menos que en cierto lugar alcance una intensidad particularmente
elevada que se imponga a la atención. Una desestimación inicial por el juicio (acaso hecha
con conciencia) de algo que se considera incorrecto o inutilizable para el fin actual del acto
de pensamiento puede, entonces, ser la causa de que un proceso de pensamiento prosiga
inadvertido para la conciencia hasta el adormecimiento."
Entonces tenemos que, se trata de deseos que pueden desplegarse durante la vigilia pero
que son afectados por un juicio adverso del yo, que se constituye entre el desplazamiento de la
libido (pensamiento) y la acción. Son aspiraciones no tramitadas, a las cuales se les resta
investidura atención, (quedan pendientes), siendo esforzadas desde el preconsciente al in-
consciente
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El yo sabe acerca de su propio deseo pulsionante (lo puede leer), pero inhibe su meta,
se deniega su satisfacción gracias al esfuerzo de la autoconservación. Recordemos que en la
represión, el deseo permanece en lo inconsciente, y el yo no accede a la lectura del mismo, sólo
puede ser leído por la auto-observación de la instancia parental.
Los procesos reactivos que afectan a los diversos erotismos en su parcialidad, son
mociones anímicas contrarias, que generan alteraciones en el yo ⎯cualidades⎯. "Así, en la
disposición sexual universalmente perversa de la infancia puede verse la fuente de una serie
de nuestras virtudes, en la medida en que, por vía de la formación reactiva, da el impulso para
crearlas" (Freud, 1905d). Estas virtudes son decretadas como buenas y útiles por los juicios de
la auto-observación (superyó).
Sin duda, esta configuración yoica busca una gratificación afectiva por su empeño
reactivo, y la encuentra en el amor que el superyó le brinda como efecto de este juicio de valor.
Podemos precisar, las "cualidades" que se tramitan en la estructura yoica, como sustituciones
por lo contrario, logradas vía contrainvestiduras, que derivan en rasgos de carácter, en los cuales
apreciamos componentes erógenos específicos. Así, es posible citar a la obstinación, el orden,
el ahorro, como derivados del erotismo anal. La ambición, por su parte, nos explícita la eficacia
del erotismo uretral. (Freud, 1905d). Estas investiduras colaterales se activan a partir del
período de latencia sexual, y cobran hegemonía en la adolescencia, posibilitando (parcialmente)
la formación del carácter infantil y luego el carácter del adulto.
Recordemos, que las metas pulsionales son inicialmente autoeróticas, por lo cual se
requiere de un acto psíquico inaugural para la constitución del yo, es decir de un acto del pensar
que llamamos identificación primaria.
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Debo agregar, que este pensamiento incluye un efecto de anticipación del ser sujeto del
yo. En un primer momento este acto del pensar corresponde a una identificación con una forma
visual que expresa los propios estados afectivos del yo, luego una identificación con un nombre
manifiesta la posibilidad del pensar de generar rasgos con un carácter diferencial y opositivo;
cabe acotar que este decurso deriva del esfuerzo del yo por trasmudar la pasividad ante lo pul-
sional en actividad.
Esta formación sustitutiva de los deseos hostiles, implica palabras o frases organizadas
como imperativos categóricos, que conforman el superyó, que en el decurso de la com-
plejización anímica, y la instauración de nuevos estamentos, tienden a ser decretadas como
inútiles (traumáticas), siendo formateadas por la eficacia de las nuevas lógicas. Mientras que
los deseos hostiles procuran culpa al yo, activando defensas al modo de las formaciones
reactivas
El "Apellido paterno" (Freud, 1939a) así compuesto, define una clase (el "Nombre del
padre" para Lacan), que incluye a los miembros del grupo familiar entre otros, en una
espacialidad determinada; sin embargo, el nombre como rasgo, diferencia al sujeto es-
pecíficamente en su temporalidad *en el marco familiar*. Cabe precisar, que este "Apellido"
sólo cobra eficacia en tanto se articula con el "Apellido materno", ya que la refutación de este
último lo constituiría al padre como nutricio.
Estos procesos condensatorios, implican una mayor complejización del aparato anímico,
al estilo de ciertos algoritmos de compresión de la información que se suelen utilizar en
informática, cuya lectura requiere de un proceso de descompresión. De manera similar, estas
frases condensadas que no pueden acceder a la conciencia, sólo lo podrán hacer luego de un
proceso de descondensación y enlace a la representación palabra.
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11. - Sublimación y tensión cognitiva
A los actos sublimatorios y a sus tiempos de constitución, los podemos estudiar en re-
lación a las modificaciones que introducen en las pulsiones y en el yo. Con respecto a las
pulsiones podemos decir que trasforman sus metas (inmediatas) y objetos -se trata de un cambio
de vía donde se privilegia la desexualización, una valoración social o ética más elevada y un
tiempo no inminente-. En cambio, en relación al yo se modifican sus ideales. Recordemos que
esta instancia yoica se divide como efecto de una enérgica formación reactiva frente a una
diversidad de deseos (incestuosos y hostiles), mientras que la sublimación eleva la meta de las
exigencias en cuestión. Así tenemos, ideales generados gracias al trabajo de las formaciones
reactivas, que se caracterizan porque el yo los puede llegar a realizar lo cual se constituye en
una virtud que puede ser ofrendada al orden superior, y otros valores que resultan irrealizables
para el sujeto, producidos vía sublimación. (Freud, 1923b, 1933a; Neves, 1988)
Ahora bien, las metas propuestas por las sublimaciones, implican una descarga par-
ticular diferente a otras; probablemente se trate de descargas perceptuales o cognitivas que
implican un desprendimiento de placer duradero y de menor intensidad (Maldavsky, 1986). De
esta manera se cancela la tensión cognitiva, que se escenifica en la búsqueda de la solución de
un problema.
Es necesario precisar, que Freud (1910c, 1911b) nos habla de un sentimiento intelectual,
que podemos discriminar en un displacer (dolor) ante las contradicciones lógicas (Freud, 1950a)
y un placer intelectual derivado de la decisión que implica la solución al menos en el
investigador científico, cuyo trabajo también ofrece al final una ganancia práctica. Estas
tramitaciones incluyen la hegemonía de la pulsión de saber o más precisamente de la pulsión
de investigar. Al respecto A. Green (1990) nos dice que el trabajo escrito del psicoanalista, se
incluye en los procesos sublimatorios, e implica una manera particular de desplegar su autoa-
nálisis con un cierto o probable provecho para los otros, "sacrifica a la escritura, cualquiera
que sea el placer que le depare, los placeres que le procuran otras empresas menos
intelectuales". Aunque no debemos olvidar la constitucional ineptitud para la indagación
científica que posee el ser humano, y que se despliega fundamentalmente en la psicología.
(Freud, 1933a)
Por último, este trabajo del pensar defensivo, también pueden instalarse en el interior de
la cura analítica, vía sublimación (Sublimierung) y modelación de aquella trasferencia que se
expresa en el sujeto como exigencia de amor; constituyendo, de esta manera, en posible una vía
sustitutiva diferente a los caminos del enfermar.
Bibliografía:
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Infortunios del acto analítico.
Buenos Aires: A. Tuel Editores.
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