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INTRODUCCION.
A través del presente trabajo intentaremos definir, a través del estudio de dos autores del siglo XVIII,
el origen de uno de los principios de lo que se conoce modernamente como Estado de Derecho: la
denominada Separación de Poderes, que en su concepción clásica. Como resultado de dicho principio, cada
función del Estado (legislativa, ejecutiva y judicial) ha de tener un titular distinto, siendo dicho titular al que
se dio en llamar Poder.
Debemos señalar además que el principio al que estamos haciendo referencia ha sufrido
importantes modificaciones, en especial en el ámbito europeo. Las funciones del Estado
están compartidas entre los diversos órganos del mismo, órganos que deben controlarse
mutuamente. De ahí parten principios como el de la interdependencia entre órganos del
Estado. Hoy en día se habla de interdependencia por subordinación, propia del
parlamentarismo o régimen parlamentario y de interdependencia por coordinación, propia
más bien del régimen presidencial o presidencialismo.
El Pacto Social
Expresa Locke que si el Estado ha nacido para proteger los derechos naturales, que no
desaparecen con el contrato social, carece de sentido racional que desaparezcan
fácticamente por la instauración de un Estado absolutista, cuando el contrato social
persigue el fin de proteger, amparar y hacerlos sobrevivir. La monarquía absoluta es
entonces incompatible con la sociedad civil1 [1] . Lo que hay que hacer es limitar el poder
absoluto y ello se logra distribuyendo las funciones estatales.
En contraposición con Hobbes, Locke considera al soberano como parte del Pacto Social,
razón por la cual el mismo está sometido también a la Ley. Hobbes emplea el contrato
social más bien para justificar la obediencia al soberano y la asunción de éste del poder
absoluto sobre sus súbditos2 [2] . Y es que, para Hobbes, la libertad del soberano, está
sobre los individuos y por sobre las mismas leyes que rigen a los individuos. Cada
1[1] LOCKE, John – Ensayo sobre el Gobierno Civil. Barcelona, Ediciones Orbis, S.A.,
1983, $90.
Por otro lado, y a diferencia de lo señalado por Hobbes, Locke sostiene que los derechos
naturales de los hombres no desaparecen como consecuencia del consentimiento dado a la
sociedad: por el contrario, subsisten para limitar el poder social, y el del Estado. Este
último es entonces tan solo el garante y administrador de los derechos de las personas, pero
no su propietario.
El sometimiento del monarca a la Ley genera entonces que el pretender que éste elabore
también la misma, implicaría una grave incongruencia, pues estaría sometido a sus propios
designios, sin que exista control aparente alguno. Si el Príncipe absoluto reúne en sí mismo
el poder legislativo y el poder ejecutivo, señala Locke, no existiría Juez ni manera de apelar
La separación de poderes es, por tanto, una consecuencia lógica del razonamiento de
Locke, al evitar la concentración de la autoridad en manos de unos pocos y al establecer
mecanismos de control sobre el ejercicio del poder. Sin embargo, la división de poderes en
Locke no adquiere visos definitivos, ni resulta ser coherente en sí misma. Ello ocurre
porque Locke incluye el llamado poder federativo, que implica el manejo de la política
exterior, entre los poderes del Estado, pero éste no puede separarse materialmente del poder
ejecutivo, razón por la cual ambos coexisten en la misma persona, en este caso, el monarca.
Asimismo, excluye el Poder Judicial. Finalmente, y como veremos más adelante, crea la
institución denominada prerrogativa, a través de la cual el poder ejecutivo podría inclusive
vulnerar la Ley.
Tan es primer poder, señala Locke, que ninguna norma expedida por algún otro
organismo puede tener igual o mayor validez que una Ley, si es que dicha norma no es
forma indirecta, del titular del Poder Ejecutivo10 [10] . Una vez ocurrido ello, ya no se
Por otro lado, señala Locke, si es que dicho poder ejecutivo resulta no ser parte del
poder legislativo, está subordinado al poder legislativo y puede ser transferido y
reemplazado, lo cual guarda evidente relación con los conceptos parlamentaristas que
venimos reseñando. Es necesario señalar que la evolución del parlamentarismo británico,
en especial durante el reinado de la dinastía de los Hannover, llevó a que los ministros
provengan necesariamente del Parlamento, lo cual los convierte en poder ejecutivo
delegado. Pero, y como obvia consecuencia de ello, dichos ministros se encuentran
claramente sometidos a la Ley y pueden ser removidos en cualquier momento por el Poder
Legislativo, a través de mecanismos como el impeachment o la censura ministerial.
Asimismo, John Locke señala un importante contrapeso (checks and balances) a las
facultades legislativas y de control del Poder Legislativo, que es la facultad de reunir y de
disolver el poder legislativo14 [14] . Según Locke, ello no implica superioridad sobre la
legislatura, sino más bien configura una facultad para asegurar el bien común y que pueda
determinarse en forma eficiente la duración de los periodos de deliberación de las
asambleas. De la misma manera que Locke reconoce también la posibilidad de que el
poder legislativo puede convocarse a sí mismo, si es que la constitución no hubiese
limitado dicha facultad.
Locke no nos dice, sin embargo, como es que puede controlarse la facultad del poder
ejecutivo de convocar y disolver a las asambleas legislativas. Señala que el sistema de
15[15] “ (…) el bien de la sociedad exige que se deje varias cosas al buen juicio
de la persona que ejerce el poder ejecutivo. Los legisladores no pueden prever y
proveer por medio de leyes todo lo que pueda necesitar la comunidad”. Ibid., $
159.
16[16] “Es probable que al llegar aquí se me plantee la cuestión habitual ¿Quién
será el juez para sentenciar si el monarca o el poder legislativo obran en contra
de la misión que se les ha conferido? Es posible que personas desafectas o
facciosas hagan correr ese idea entre el pueblo precisamente cuando el príncipe
sólo hace uso de su legítima prerrogativa. A lo cual contesto que es el pueblo
quien ha de juzgar (…) ” Ibid. $ 240.
Los límites del Poder Legislativo.
El Poder Judicial.
Sin embargo, John Locke omitió hacer referencia expresa al Poder Judicial como
poder del Estado. Sin embargo, debe deducirse que en su modelo se requiere que el
servicio de Impartición de Justicia sea colocado en manos de un órgano físicamente
distinto, por lo menos, al Poder Ejecutivo.
Sin embargo, el modelo adolece de serios problemas cuando notamos que inclusive el
Poder Judicial estaría subordinado al Poder Legislativo, situación que generaría graves
inconvenientes en términos contemporáneos en materia de independencia y autonomía de
los órganos jurisdiccionales. Esta situación es la que el Baron de Montesquieu notó para
considerar al Poder Judicial como el tercer poder en equilibrio.
18[18] Nótese que en Montesquieu el concepto de constitución se relaciona más bien con la
organización política de una país y no con la norma que la regula. Esta diferencia entre los
conceptos fácticos y normativos de constitución es lo que se dio en llamar constitución
material y constitución formal, respectivamente.
20[20] Hay en cada Estado tres clases de poderes: el poder legislativo, el poder ejecutivo
de los asuntos que dependen del derecho de gentes, y el poder ejecutivo de los que
pertenecen del derecho civil.
Por el poder legislativo, el príncipe o el magistrado promulga leyes para cierto tiempo o
para siempre, y enmienda o deroga las existentes. Por el segundo poder, dispone de la
guerra o de la paz, envía o recibe embajadores, establece la seguridad, previene las
invasiones. Por el tercero, castiga los delitos o juzga las diferencias entre particulares.
Llamaremos a éste poder judicial; y al otro, simplemente, poder ejecutivo del Estado.
Ibid., p. 151
El Poder Ejecutivo
23[23] “El cuerpo legislativo no debe reunirse a instancia propia, pues se supone
que un cuerpo no tiene voluntad más que cuando está reunido en asamblea; si no
se reuniera unánimemente, no podría saberse que parte es verdaderamente el
cuerpo legislativo, si la que está reunida o la que no lo está. (..)”. Ibid. p. 155
En primer término, Montesquieu fusiona en un solo poder la distinción que hace
Locke entre poder ejecutivo y poder federativo. Ello se justifica desde que notamos que
ambas facultades corresponden, incluso en el modelo de Locke, a un mismo detentador de
poder.
En relación con lo antes indicado, hay que hacer algunas precisiones. Montesquieu
trastoca la división original de las formas de gobierno que realiza Aristóteles. El autor
distingue entre las repúblicas, las monarquías y los despotismos. A su vez, las repúblicas –
que no implican el gobierno de uno - pueden ser democráticas o aristocráticas. Ahora bien,
para Montesquieu, la democracia – el gobierno de todos - es posible únicamente en
ciudades-estado pequeñas, en las que exista cierta homogeneidad que asegure la preferencia
por el bien público. Las aristocracias, que implican el sometimiento del pueblo a cierto
número de personas, no aseguran la libertad política. En consecuencia, y dada la obvia
consideración de la inidoneidad del gobierno despótico25 [25] , Montesquieu se inclina
Por otro lado, Montesquieu no parece ser favorable a la idea de un ejecutivo dual.
Para que este exista se requiere que el Jefe de Gobierno, verdadero jefe del Poder
Ejecutivo, goce del respaldo de las cámaras para gobernar. Ello está en abierta
contraposición con los postulados de Montesquieu, para quien la separación debe ser rígida,
con puntos de contacto limitados entre los diversos detentadores del poder.
El Poder Judicial
Es necesario señalar que, mientras Locke editaba su ensayo en 1689, recién acabada
la Glorious Revolution, Montesquieu edita Del Espíritu de las Leyes ya en pleno reinado de
la Dinastía Hannover.
demás.28 [28] En caso contrario, el juez, o actuaría arbitrariamente o se convertiría en un
opresor. La conceptualización de la facultad de juzgar los delitos o las diferencias entre
particulares permite una mayor seguridad hacia el particular, aun mayor que la que podría
asegurar el modelo de Locke.
Una de las principales diferencias entre Locke y Montesquieu, es que Locke escribe desde
el poder y Montesquieu, lo hace desde afuera de él. La diferencia es de particular
importancia, porque en Locke el poder es fundamentalmente un problema de poder, en
cambio en Montesquieu es siempre un problema de libertad. Locke es padre del
liberalismo político por haber atacado en forma directa las bases del absolutismo, al separar
claramente las facultades legislativas de las que corresponden al Monarca. Sin embargo,
Los razonamientos contenidos en los párrafos que anteceden han sido desconocidos por ambos autores y
además han sido omitidos sistemáticamente por gran parte de los ordenamientos jurídicos del Mundo, que siguen
suponiendo sin sustento alguno que el funcionario público en general es un ser económicamente neutro y que obra
siempre en términos de "interés común". Semejante consideración es totalmente inconsistente, pero no solamente
con la teoría, sino también con lo observado empíricamente en las sociedades de aquellas épocas, así como en las
sociedades contemporáneas.
En este punto, es preciso señalar adicionalmente que si bien es cierto que la elección de las autoridades políticas
mediante el voto directo configura un elemento importante de participación política, la posibilidad de participar no
debe agotarse en dicha elección, sino más bien es necesaria la existencia de mecanismos establecidos por las
constituciones, destinados a hacer posible un control más o menos inmediato de las decisiones políticas por parte
del electorado. Ambos autores reivindican el poder supremo del pueblo, pero no explicitan debidamente
mecanismos para hacer efectiva dicha supremacía.
29[29] “He aquí, pues, la constitución fundamental del Gobierno al que nos referimos: el
cuerpo legislativo está compuesto por dos partes, cada una de las cuales tendrá sujeta a la
otra por su mutua facultad de impedir, y ambas estarán frenadas por el poder ejecutivo
que lo estará a su vez por el legislativo.
Los tres poderes permanecerán así en reposo o inacción, pero, como por el
movimiento necesario de las cosas, están obligados a moverse, se verán forzados a hacerlo
de común acuerdo.” Ibid. p. 157.
CONCLUSIONES.
Las aportaciones de los autores que hemos venido estudiando nos permiten tener
una idea clara del origen del principio de Separación de Poderes. Sin embargo, hay que
tener en cuenta que ninguno de las dos propuestas configura el principio de una manera
exacta. En ambos planteamientos es posible encontrar defectos de concepción que
permitirían la existencia de gobiernos no necesariamente virtuosos. Y es que ambas
concepciones mantienen el concepto que ya habíamos notado desde Hobbes, de que el
gobernante tiende a procurar el bien común. Ninguno ha notado aun que el gobernante
inicialmente formaba parte de las personas que se encontraban en Estado de Naturaleza, en
el cual cada cual procura su propio beneficio. El gobernante, en consecuencia, es también
un ser racional, que maximiza beneficios y minimiza costos.
Los mecanismos de control que crean los autores pretenden corregir los posibles excesos
del poder acumulado en pocas manos. Sin embargo omiten un elemento fundamental en lo
que corresponde a la separación de poderes: El equilibrio entre las facultades que
corresponden a cada uno de dichos poderes. Ello resulta de particular importancia, a fin de
evitar la indebida preponderancia de algún detentador de poder sobre el otro. En el modelo
de Locke, el Parlamento o poder legislativo goza de preponderancia, pero la facultad del
poder ejecutivo de ejercer la prerrogativa genera un poderoso contrapeso. En el modelo de
Montesquieu se encuentra un equilibrio relativo, pero como resultado de ello es posible que
los detentadores de poder puedan entramparse entre sí. Y este es quizás el mayor peligro
que podemos encontrar en las democracias modernas, en especial las latinoamericanas.