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¿CÓMO PUEDE JESÚS SER DIOS Y HOMBRE?

Igualmente asombrosa a la doctrina de la Trinidad es la doctrina de la Encarnació n—que


Cristo Jesú s es Dios y hombre, aunque una persona, por siempre. Como J.I. Packer dijo:
“Aquí hay dos misterios por el precio de uno—la pluralidad de personas en la unidad de
Dios, la unió n de la Deidad y humanidad en la persona de Jesú s. … Nada en ficció n es tan
fantá stica como es la verdad de la Encarnació n,” escribe el teó logo contemporá neo J.I.
Packer.1
La iglesia primitiva consideraba la Encarnació n como una de las verdades má s
importantes de nuestra fe. Por eso, formularon lo que vendría a ser el Credo de Calcedonia,
una declaració n que expresa qué es lo que debemos creer y lo que no debemos creer
acerca de la Encarnació n. Este credo fue el fruto de un largo concilio que tomo lugar desde
el 8 de octubre hasta el 1ro de noviembre de 451, en la ciudad de Calcedonia y “ha sido
tomado como la definició n está ndar y ortodoxa de la enseñ anza bíblica sobre la persona
de Cristo desde esa fecha” por todas las ramas principales del Cristianismo.2 Existen cinco
verdades principales con las que el Credo de Calcedonia resumió la enseñ anza bíblica
acerca de la Encarnació n.
1. Jesú s tiene dos naturalezas—É l es Dios y hombre.
2. Cada naturaleza es plena y completa—É l es completamente Dios y completamente
hombre.
3. Cada naturaleza se mantiene distinta.
4. Cristo es una sola Persona
5. Las cosas que son verdad de solo una de las naturalezas son, no obstante, verdad de la
Persona de Cristo.
Un entendimiento apropiado de estas verdades aclara mucha confusió n y numerosas
dudas que talvez tengamos en nuestras mentes. ¿Có mo puede Jesú s ser Dios y hombre al
mismo tiempo? ¿Por qué esto no lo hace dos personas? ¿Có mo se relaciona su Encarnació n
a la Trinidad? ¿Có mo pudo Jesú s haber tenido hambre (Mateo 4:2) y morir (Marcos 15:37)
cuando estaba en la tierra, y aú n ser Dios? ¿Abandonó Jesú s algunos de sus atributos
divinos en la Encarnació n? ¿Por qué es impreciso decir que Jesú s es una “parte” de Dios?
¿Sigue siendo Jesú s humano ahora, y todavía É l tiene su cuerpo humano?

JESÚS TIENE DOS NATURALEZAS—DIOS Y HOMBRE

La primera verdad que tenemos que entender es que Jesú s es una Persona que tiene dos
naturalezas, una naturaleza divina y una naturaleza humana. En otras palabras, Jesú s es
ambos Dios y hombre. Veremos cada una de las naturalezas respectivamente.

Jesú s es Dios
La Biblia enseñ a que Jesú s no es alguien que simplemente se parece mucho a Dios, o
alguien que tiene un caminar muy cercano con Dios. En cambio, Jesú s es el mismo Dios
Altísimo. Tito 2:13 dice que como cristianos “aguardando la esperanza bienaventurada y la
manifestació n de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Cristo Jesú s” Después de ver al
Cristo resucitado, Tomá s exclamó : ¡Señ or mío y Dios mío!” (Juan 20:28). De la misma
forma, el libro de Hebreos nos da el testimonio directo de Dios Padre acerca de Cristo:
“Pero con respecto al Hijo dice: ‘Tu trono, oh Dios, es por los siglos de los siglos”, y el
evangelio segú n Juan llama a Jesú s “el unigénito Dios” (Juan 1:18).
Otra forma que en la Biblia enseñ a que Jesú s es Dios es al demostrar que É l tiene todos los
atributos de Dios. É l sabe todo (Mateo 18:20; 28:20; Hechos, 18:10), esta en todo lado
(Mat 16:21; Lucas 11:17; Juan 4:29), tiene todo el poder (Mat 8:26, 27; 28:18; Jn 11:38-44;
Lc 7:14-15; Apocalipsis 1:18), no depende de nada fuera de si mismo para vivir (Jn
1:4; 14:6; 8:58), gobierna sobre todo (Mat 28:18; Ap 19:16; 1:5), nunca comenzó a existir
y nunca cesará de existir (Juan 1:1; 8:58), y es nuestro Creador (Colosenses 1:16). En otras
palabras, todo lo que Dios es, Jesú s es. Porque Jesú s es Dios.
Específicamente, Jesú s es Dios el Hijo
A fin de lograr una má s completa comprensió n de la encarnació n de Cristo, es necesario
tener algú n tipo de entendimiento del la Trinidad. La doctrina de la Trinidad afirma que
Dios es un ser, y que este ú nico Dios existe como tres personas distintas. Esto significa que,
en primer lugar, debemos distinguir a cada Persona de la Trinidad de las otras dos. El
Padre no es el Hijo ni el Espíritu Santo, el Hijo no es el Espíritu Santo ni el Padre, y el
Espíritu Santo no es el Padre ni el Hijo. Cada uno ellos es un centro distinto de conciencia,
una forma distinta de existencia personal. Sin embargo, todos ellos comparten
exactamente la misma naturaleza/esencia divina. Por consiguiente, las tres
personas son un único ser. El ser/esencia divino no es algo que esta dividido entre las
Personas, que cada persona recibe un tercio. Sino, en cambio el ser divino es completa e
igualmente poseído por cada una de las tres Personas de tal forma que las tres Personas
son completa e igualmente Dios.
¿Có mo el hecho de que Dios es tres personas en un ú nico Ser se relaciona a la
encarnació n? Para contestar a esto, consideremos otra pregunta. ¿Qué persona se encarnó
en Jesucristo? ¿Las tres? ¿O só lo una? ¿Cuá l? La respuesta Bíblica es que sólo Dios el Hijo se
encarnó. El Padre no vino a encarnarse en Jesú s, ni tampoco el Espíritu Santo. Por
tanto, Jesús es Dios, pero Él no es ni el Padre ni el Espíritu Santo. Jesú s es Dios el Hijo.
La verdad de que só lo Dios Hijo se encarnó es enseñ ada, por ejemplo, en Juan 1:14, que
dice: “Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del
unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.” En contexto, el Verbo es Dios el Hijo (cf.
v. 1, 18, y 3:16). Por tanto, no fue el Padre ni el Espíritu Santo quien se hizo hombre, sino
Dios el Hijo.
De igual manera, en el bautismo de Jesú s vemos al Padre afirmando “Tú eres mi Hijo
amado, en ti me he complacido.” (Lucas 3:22). É l no dijo, “Tú eres yo; y conmigo estoy muy
complacido.” Má s bien, el Padre afirmó que Jesú s es el Hijo, Su Hijo, y que Jesú s le
complace mucho a É l. En este mismo verso también vemos que el Espíritu Santo es
distinto del Padre y del Hijo, porque el Espíritu Santo está en “forma corporal como una
paloma.”
¿Por qué es importante saber que Jesú s es específicamente Dios el Hijo? Por algo, si no
entendemos nos estaríamos equivocando acerca de la misma identidad de nuestro
salvador. Ademá s, esto afecta grandemente la forma en la que nos relacionamos con
nuestro Dios triuno. Si pensamos que Jesú s es el Padre y/o el Espíritu Santo, estaremos
enormemente equivocados y confundidos en nuestras oraciones. Por ú ltimo, es
considerada una herejía creer que el Padre vino a ser encarnado en Jesú s.

Jesú s es hombre
Debería ser obvio que si Jesú s es Dios, entonces el siempre ha sido Dios. Nunca ha habido
un tiempo en el que se hizo Dios, ya que Dios es eterno. Pero Jesús no ha sido siempre
hombre. El milagro fantá stico es que este Dios eterno se hizo hombre en la Encarnació n
aproximadamente 2,000 añ os atrá s. Eso es lo que fue la Encarnació n—Dios el Hijo
haciéndose hombre. Y éste es el gran evento que celebramos en la Navidad.
Pero ¿A qué nos referimos exactamente cuando decimos que Dios el Hijo se hizo hombre?
Con certeza no nos referimos a que É l se volvió en un hombre, en el sentido que É l cesó de
ser Dios y comenzó a ser hombre. Jesú s no renunció  nada de Su divinidad en la
Encarnació n, como es evidente en los versos que vimos anteriormente. En cambio, como lo
afirma uno de los primeros teó logos, “Continuando lo que É l era, se convirtió en lo que no
era.” Cristo “no era ahora Dios menos algunos elementos de Su deidad, sino Dios más todo
lo É l había hecho suyo al tomar humanidad para Si mismo.” 3 Por tanto, Jesú s no renunció
de Sus atributos divinos en la Encarnació n. É l se mantuvo en total posesió n de todos ellos.
Porque si É l alguna vez fuera a renunciar alguno de Sus atributos divinos, É l dejaría de ser
Dios.
La verdad de la humanidad de Jesú s es tan importante de afirmar como la verdad de su
deidad. El apó stol Juan dice fuertemente que si alguien niega que Jesú s es hombre es del
espíritu el anticristo (1 Juan 4:2; 2 Juan 7). La humanidad de Jesú s es demostrada en el
hecho que É l fue nacido como un bebe de una madre humana (Lucas 2:7; Gá latas 4:4), en
que É l sintió cansancio (Juan 4:6), sed (Juan 19:28), y hambre (Mateo 4:2); y que É l
experimento todo el rango de emociones humanas como maravillarse (Mateo 8:10), llorar,
y sentir dolor (Juan 11:35). É l vivió en la tierra justo como nosotros lo hacemos.

Jesú s es un hombre sin pecado


También es esencial saber que Cristo no tiene una naturaleza pecaminosa, y que nunca
cometió pecado—aunque É l fue tentado en todo (Hebreos 4:15). Por tanto, Jesú s es
completa y perfectamente hombre, y también ha experimentado toda la gama de la
experiencia humana. Tenemos un Salvador que verdaderamente puede identificarse con
nosotros porque É l es hombre, y que también verdaderamente puede ayudarnos en la
tentació n porque É l nunca ha pecado. Es una verdad asombrosa para apreciar, y que
separa al Cristianismo de las otras religiones.

CADA NATURALEZA ES PLENA Y COMPLETA

Habiendo visto las bases bíblicas de que Jesú s es, ambos, Dios y hombre, la segunda
verdad que debemos reconocer es que cada una de las naturalezas de Cristo es plena y
completa. En otras palabras, Jesú s es completamente Dios y completamente hombre. Otra
forma fácil de afirmarlo es Jesú s es 100% Dios y 100% hombre.

Jesú s es completamente Dios


Antes vimos que cada Persona de la Trinidad es completamente Dios. Las tres Personas de
la Trinidad no son cada uno un tercio de Dios, sino cada uno es el todo de Dios. Por tanto,
Jesú s es completamente Dios, ya que es Dios el Hijo encarnado. Esto significa que todo lo
que es esencial para ser Dios es verdad de Jesú s. Jesú s no es parte de Dios, ni un tercio de
Dios. Al contrario, É l es completamente Dios. “Porquetoda la plenitud de la Deidad reside
corporalmente en El” (Colosenses 2:9).
Jesú s es completamente hombre
Es también importante reconocer que cuando decimos que Jesú s es hombre, no nos
referimos simplemente a que É l es parcialmente hombre. Nos referimos a que É l
es completamente humano—todo lo que pertenece a la esencia de la verdadera humanidad
es verdad de el. É l es realmente tan humano como el resto de nosotros.
El hecho de que Jesú s es real y completamente humano es visible del hecho que É l tiene un
cuerpo humano (Lucas 24:39), una mente humana (Lucas 2:52), y un alma humana (Mateo
26:38). Jesú s no solamente se parece un hombre, É l no solamente tiene algunos aspectos
de lo que es esencial para la verdadera humanidad pero sin los otros, sino que posee
completa humanidad.

Es de ayuda estar conscientes de las falsas perspectivas acerca de Cristo. Porque si


tenemos un entendimiento de lo que no debemos creer, eso nos dará una figura má s
completa de lo que debemos creer. Una de las falsas perspectivas que fue rechazada en el
concilio de Calcedonia enseñ aba que “la ú nica persona de Cristo tenia un cuerpo humano
pero no una mente o espíritu humano, y que la mente y el espíritu de Cristo eran de la
naturaleza divina de Dios el Hijo.”4 Debido a que esta perspectiva no creía que Jesú s tiene
una mente y espíritu humano, de hecho negaba que Cristo es completa y verdaderamente
hombre. En cambio, presentaba a Cristo como una especie de medio hombre que tiene un
cuerpo humano, pero su mente y su espíritu han sido reemplazados por la naturaleza
divina. Pero como vimos antes, Jesú s es realmente tan humano como el resto de nosotros,
porque de la misma manera que tiene todos los elementos de la Deidad, É l tiene todos
elementos esenciales de la naturaleza humana, un cuerpo humano, un alma humano, una
mente humana, una voluntad humana, y emociones humanas. Su mente humana no fue
reemplazada por su mente divina. Sino en cambio, el tiene ambas la mente humana y
divina. Por estas razones, pueden ser engañ osas usar frases como “Jesú s es Dios en un
cuerpo” o “Jesú s es Dios con piel encima.”
Jesú s será completamente Dios y completamente hombre por siempre
Para la gran mayoría de las personas es obvio que Jesú s será Dios por siempre. Pero por
alguna razó n a muchos de nosotros se nos escapa que Jesú s también será  hombre por
siempre. É l sigue siendo hombre ahora mismo mientras lees esto y lo será por siempre. La
Biblia es clara que Jesú s se levantó físicamente de los muertos en el mismo cuerpo que
había muerto (Lucas 24:39) y luego ascendió a los cielos como hombre, en su cuerpo físico
(Hechos 1:9; Lucas 24:50-51). Para É l no hubiera tenido sentido hacer todo esto si iba a
simplemente desechar su cuerpo y dejar de ser hombre cuando llegaba al cielo.
Que Cristo continú o siendo hombre, con un cuerpo físico, después su ascensió n es
confirmado por el hecho que cuando É l regrese, será como hombre, en Su cuerpo. É l
volverá físicamente. Filipenses 3:21 dice que en su Segunda Venida, Cristo “transformará
el cuerpo de nuestro estado de humillació n en conformidad al cuerpo de su gloria.” Este
verso es claro que Jesú s todavía tiene su cuerpo. Es un cuerpo glorificado, al cual Pablo lo
llama “el cuerpo de su gloria.” Y cuando Cristo regrese, É l todavía lo tendrá porque este
verso dice que É l transformara nuestros cuerpos para que sean como el suyo. Ambos,
Jesú s y todos los cristianos, continuará n viviendo juntos en sus cuerpos por siempre,
porque el cuerpo de resurrecció n no puede morir (1 Corintios 15:42) porque es eterno (2
Corintios 5:1).
¿Por qué Jesú s se hizo hombre, y por qué será hombre para siempre? El libro de Hebreos
dice que así Cristo pudiera ser un Salvador apropiado que tiene todo lo que necesitamos:
“Por tanto, tenía que ser hecho semejante a sus hermanos en todo, a fin de que llegara a
ser un misericordioso y fiel sumo sacerdote en las cosas que a Dios atañ en, para hacer
propiciació n por los pecados del pueblo.” (2:17). Primero, nota que Jesú s se hizo hombre
para que É l pudiera morir por nuestros pecados. É l tenía que ser humano para pagar por
la penalidad de los humanos. Segundo, este verso dice que debido a que Jesú s es humano
como nosotros, É l es capaz de ser un misericordioso y fiel sumo sacerdote. Su humanidad
le permite simpatizar e identificarse completamente con nosotros. No puedo evitar de
creer que es muy destructivo para nuestro consuelo y nuestra fe el no saber que Jesú s es
todavía un hombre y en su cuerpo. Porque si É l ya no es un hombre en el cielo ¿Có mo
podríamos tener el consuelo de saber que puede compadecerse completamente de
nosotros? É l puede compadecerse y ser un misericordioso y fiel sumo sacerdote y saber lo
que estamos atravesando no solo porque É l estuvo una vez en la tierra como un hombre,
sino porque É l continú a por siempre como ese mismo hombre.

CADA NATURALEZA SE MANTIENE DISTINTA

Las verdades de las dos naturalezas de Cristo su plena humanidad y plena divinidad son
bastante bien entendidas y conocidas por los Cristianos. Pero para un entendimiento
correcto de la Encarnació n debemos ir má s profundamente. Debemos entender que las
dos naturalezas de Cristo se mantienen distintas y retienen sus propiedades particulares.
¿Qué significa esto? Dos cosas: (1) Una no altera las propiedades esenciales de la otra, y
(2) tampoco se mezclan juntá ndose en un misterioso tercer tipo de naturaleza.
Primero, sería equivocado pensar que las dos naturalezas de Cristo se mezclan para
formar un tercer tipo de naturaleza. Esta es una de las herejías que tuvo que pelear la
iglesia primitiva. Esta herejía enseñ aba que “la naturaleza humana de Cristo fue tomada y
absorbida por su naturaleza divina, de modo que ambas naturalezas cambiaron de alguna
forma y surgió unatercera clase de naturaleza. Podemos ver una analogía de [esto] si
echamos una gota de tinta en un vaso de agua: La mezcla resultante ya no es tinta pura ni
agua pura, sino una tercera clase de sustancia, una mezcla de las dos en que la tinta y el
agua cambian. Del mismo modo, [esta perspectiva enseñ aba] que Jesú s era una mezcla de
elementos divinos y humanos en los que ambos estaban de alguna forma modificados para
formar una nueva naturaleza.”5 Esta perspectiva no es bíblica porque destruye, ambos, la
deidad y la humanidad de Cristo. Porque si las dos naturalezas de Cristo se mezclaran,
entonces ya no es verdadera y completamente Dios ni verdadera y completamente
hombre, sino es un tipo de ser totalmente diferente que resultó de la mezcla de las dos
naturalezas.
Segundo, incluso si reconocemos que las naturalezas no se mezclan en un tercer tipo de la
naturaleza, también sería erró neo pensar que las dos naturalezas se han cambiado entre
sí. Por ejemplo, sería erró neo concluir que la naturaleza humana de Jesú s se volvió divina
en algunas formas, o que Su naturaleza divina se hizo humana en algunas formas. En
cambio, cada naturaleza se mantiene distinta, y por tanto retiene sus propiedades
individuales particulares y no cambia. Como el concilio de Calcedonia lo afirmó , “…la
distinció n de naturalezas no desaparecen en absoluto por la unió n, sino que quedan
preservadas…”6 La naturaleza humana de Jesú s es humana, y solamente humana. Su
naturaleza divina es divina, y solamente divina. Por ejemplo, la naturaleza humana de
Jesú s no se volvió omnisciente a través de la unió n con Dios el Hijo, y tampoco Su
naturaleza divina se volvió ignorante de algo. Si cualquiera de las naturalezas hubiera
experimentado cambio en su naturaleza esencial, entonces Cristo ya no es verdadera y
completamente humano, o verdadera y completamente divino.

CRISTO ES UNA SOLA PERSONA

Lo que hemos visto hasta el momento acerca de la deidad y humanidad de Cristo nos
muestra que Cristo tiene dos naturalezas—una naturaleza divina y una naturaleza humana
—que cada naturaleza es plena y completa, que se mantienen distintas y que no se
mezclan para formar un tercer tipo de naturaleza, y que Cristo será Dios y hombre por
siempre.
Pero si Cristo tiene dos naturalezas, ¿esto quiere decir que É l es dos personas? No, no
quiere decir esto. Cristo sigue siendo una persona. Hay un solo Cristo. La iglesia ha
establecido histó ricamente esa verdad de esta manera: Cristo es dos naturalezas unidas en
una persona por siempre.
En este punto encontramos otra perspectiva herética para tener cuidado. Esta perspectiva,
aunque acepta que Jesú s es completamente Dios y completamente hombre, niega que É l
sea una Persona. De acuerdo a esta perspectiva, hay dos personas separadas en Cristo
como también dos naturalezas. En contraste con esto, la Biblia es bien clara que, aunque
Jesú s tiene dos naturalezas, es solo una persona. En otras palabras, lo que esto significa es
que no hay dos Jesucristos. A pesar del hecho que É l tiene una dualidad de naturalezas, É l
no es dos Cristos, sino Uno. Mientras se mantienen distintas, las dos naturalezas está n
unidas en tal manera que son una Persona.

Para ponerlo simple, hay un cierto sentido en el que Cristo es dos, y un sentido distinto en
el cual Cristo es uno. É l es dos en el hecho que tiene dos naturalezas reales y completas,
una divina y una humana. É l es uno en el hecho que, aunque se mantienen distintas, estas
dos naturalezas existen juntas de tal manera que constituyen “una sola cosa.” En otras
palabras, las dos naturalezas son ambas el mismo Jesús, y por lo tanto son una Persona.
Como dice el credo de Calcedonia, Cristo es “para ser reconocido en dos naturalezas…
concurrentes en una Persona y una Sustancia, no partida ni dividida en dos personas, sino
uno y el mismo Hijo, y Unigénito, Dios, la Palabra, el Señ or Jesucristo…”

EVIDENCIA DE QUE CRISTO ES UNA SOLA PERSONA

Veremos tres porciones de la enseñ anza bíblica que muestran que aunque Cristo tiene dos
naturalezas distintas e inmutables, no obstante sigue siendo una Persona.

1. Ambas naturalezas están representadas en las Escrituras que constituyen “una cosa,” o sea
unidas en una Persona.
Leemos en Juan 1:14, “Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros”. Aquí vemos que
las dos naturalezas: el Verbo (Su deidad) y carne (humanidad). Sin embargo vemos que es
una Persona, porque leemos que el Verbo se hizo carne. “Se hizo” requiere que
reconozcamos una unidad de las dos naturalezas tal que son una sola cosa—eso es, una
Persona. Porque ¿en qué sentido podría escribir Juan que el verbo se hizo carne si estos no
constituyen una Persona? Con seguridad esto no puede significar “se volvió ” carne, porque
esto va en contra de la enseñ anza de la Escritura acerca de la diferencia de las naturalezas.
Escrituras adicionales relacionadas con esta línea de evidencia son Romanos 8:3, Gálatas
4:4, 1 Timoteo 3:16, Hebreos 2:11-14, 1 Juan 4:2,3.
2. Jesús nunca habla de Si mismo como “Nosotros”, sino siempre como “Yo”.
3. Muchos pasajes se refieren a ambas naturalezas de Cristo, pero es evidente que se entiende
solamente una persona.
Es imposible leer los siguientes pasajes—que afirman claramente las dos naturalezas de
Cristo—y aú n así concluir que Cristo es dos Personas. “Pues lo que la ley no pudo hacer, ya
que era débil por causa de la carne, Dios lo hizo: enviando a su propio Hijo en semejanza
de carne de pecado y como ofrenda por el pecado, condenó al pecado en la carne…”
(Romanos 8:3). “Pero cuando vino la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de
mujer, nacido bajo la ley…” (Gá latas 4:4). “…el cual, aunque existía en forma de Dios, no
consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo
tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres” (Filipenses 2:6-7).

Habiendo visto que Cristo es dos naturalezas en una persona, y habiendo también visto lo
que está implicado en esto, examinaremos ahora una de las mayores implicaciones de
esto, la cuá l nos debería ayudar a completar el cuadro y a nuestro entendimiento.

Implicació n: Cosas que son verdad de una de las naturalezas pero no de la otra son, no
obstante, verdad de la Persona de Cristo
Como vimos antes, el hecho de que Cristo es dos naturalezas significa que hay cosas que
son verdad de Su naturaleza humana y no son verdad de Su naturaleza divina. Por
ejemplo, Su naturaleza humana estuvo hambrienta, pero Su naturaleza divina nunca
podría estar hambrienta. Así que cuando Cristo tuvo hambre en la tierra, era Su
humanidad la que estaba hambrienta, no Su naturaleza divina.

Pero la verdad ahora estamos en la posició n de entender es que, en virtud de la unió n de


las naturalezas en una Persona, las cosas que son verdad y son hechas por solo una de las
naturalezas de Cristo, son no obstante verdad y son hechas por la Persona de Cristo. En
otras palabras, cosas que hace una de las naturalezas pueden ser consideradas hechas por
Cristo mismo. De igual forma, cosas que son verdad de una de las naturalezas pero no de la
otra son verdad de la Persona de Cristo como un todo. Lo que esto significa, en términos
simples, es que si hay algo que hizo solo una de las naturalezas de Cristo, É l todavía puede
decir, “yo lo hice.”
Tenemos muchas instancias en la Escritura que demuestran esto. Por ejemplo, Jesú s dice
en Juan 8:58: “…antes que Abraham naciera, yo soy. Ahora bien, la naturaleza humana de
Cristo no existía antes de Abraham. Es la naturaleza divina de Cristo la que existe
eternamente antes de Abraham. Pero como Cristo es una Persona, É l pudo decir que antes
de que Abraham fuera, É l es.

Otro ejemplo es la muerte de Cristo. Dios no puede morir. Nosotros nunca deberíamos
hablar de la muerte de Cristo como la muerte de Dios. Pero los humanos pueden morir, y
la naturaleza humana de Jesú s sí murió . Por tanto, aun que la naturaleza divina de Jesú s no
murió , todavía podemos decir que la Persona de Cristo experimentó la muerte debido a la
unió n de las dos naturalezas en la una Persona de Cristo. Por eso, Grudem dice: “en virtud
de la unió n con la naturaleza humana de Jesú s, su divina naturaleza de alguna manera
saboreó algo de lo que es pasar por la muerte. La persona de Cristo experimentó la
muerte.”7
Te has preguntado alguna vez có mo Jesú s podía haber dicho que É l no conocía ni el día ni
la hora de Su retorno (Mateo 24:36) a pesar de que É l es omnisciente (Juan 21:17). Si Jesú s
es Dios, ¿Por qué no sabía el día de Su retorno? Esto es resuelto por nuestro
entendimiento de que Cristo es una Persona con dos naturalezas. La respuesta es que
respecto a Su naturaleza humana, Jesú s no tiene todo el conocimiento. Por tanto, en su
naturaleza humana É l realmente no sabía el día o la hora de Su retorno. Pero en Su
naturaleza divina É l sabía cuando el volvería.

Ahora viene la parte má s fascinante. Debido a que las dos naturalezas está n unidas en una
Persona, el hecho de que la naturaleza humana de Cristo no supiera cuando É l retornaría
significa que la Persona de Cristo no sabía cuando É l retornaría. Por tanto, Jesú s la Persona
podía verdaderamente decir, “Pero de aquel día y hora nadie sabe, ni siquiera los á ngeles
del cielo, ni el Hijo, sino só lo el Padre.” (Mateo 24:36). A mismo tiempo, en virtud de Su
naturaleza divina, también podemos decir que la Persona de Cristo sabía cuando É l
retornaría. El conocimiento y la ignorancia del tiempo de Su retorno son ambos verdad en
Cristo, pero en diferentes maneras. En Su naturaleza humana, la Persona de Cristo era
ignorante de cuá ndo retornaría. En Su naturaleza divina, la Persona de Cristo si sabía
cuando retornaría. Por consiguiente, Cristo mismo simultá neamente sabía y no sabía
cuando retornaría.

CONCLUSIÓN

Hemos visto la evidencia bíblica para el hecho de que Cristo es Dios el Hijo, de que É l tiene
ambos una naturaleza humana y divina, que cada naturaleza es plena y completa, que cada
naturaleza se mantiene distinta, que Cristo es no obstante una Persona, y que las cosas que
son verdad de una de las naturalezas son verdad de la Persona.

La relevancia de estas verdades de estas verdades debería ser obvia para nosotros. Porque
estas van al mismo centro de quien es Cristo. Saber estas verdades afectará la forma en la
que ves a Cristo y traerá vida a los relatos del evangelio de Su vida. También este
entendimiento profundizará nuestra devoció n a Cristo.

Segundo, tener un rico entendimiento de la Encarnació n de Dios el Hijo nos debería


mejorar grandemente nuestra alabanza. Tendremos mucho asombro y alegría en el hecho
que la Persona eterna de Dios el Hijo se hizo hombre para siempre. Nuestro
reconocimiento del valor de Cristo será aumentando. Y nuestra fe en É l será fortalecida
por tener este entendimiento má s profundo de quién es É l.

La unió n de la deidad y humanidad de Cristo en una Persona es de tal manera que tenemos
todo lo que necesitamos en el mismo Salvador. Cuá n glorioso. Porque Jesú s es Dios, É l es
todopoderoso y no puede ser vencido. Porque É l es Dios, É l es el ú nico Salvador adecuado.
Porque É l es Dios, los creyentes está n seguros y nunca podrá n perecer; tenemos
seguridad. Porque É l es Dios, podemos confiar que É l nos dará el poder para las tareas que
É l ordena para nosotros. Y porque É l es Dios, toda la gente será responsable delante de É l
cuando É l vuelva a juzgar el mundo.

Porque Jesú s es hombre, É l ha experimentado las mismas cosas que nosotros. Porque É l es
hombre, É l se puede identificar con nosotros má s íntimamente. Porque É l es hombre, É l
puede venir a nuestra ayuda como nuestro compasivo Sumo Sacerdote cuando alcanzamos
los limites de nuestra debilidad humana. Porque É l es hombre, podemos identificarnos con
É l—É l no esta alejado y ajeno. Porque É l es hombre, no podemos quejarnos de que Dios no
sabe lo que estamos atravesando. É l lo experimento de primera mano.

Finalmente, necesitamos estar preparados para defender la verdad de la deidad de Jesú s,


la humanidad de Jesú s, y su unió n inconfundiblemente en una Persona. Por tanto,
considera comprometerte a memorizar muchos de los versos que enseñ an que Jesú s es
Dios y hombre, y ser capaz de explicar la relació n entre las dos naturalezas de Cristo a
otros.

Podemos anticipar al día cuando lo veamos cara a cara, y hasta entonces que la esperanza
gozosa de ese día inspire en nosotros una gran diligencia en servirle y adorarle.

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