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Estudio Bíblico para los Grupos de Vida del

Centro Cristiano de Fe Bethel

Serie: Experimenta El Poder de Jesús


Tema: El poder de una tímida oración

Introducción
Marcos 11:24
Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.

La palabra oración, quiere decir, “discurso” o “conversación”. Es decir, la oración


es una conversación con Dios. La oración es una de las prácticas más importantes
de los que somos hijos de Dios. En la vida cotidiana, un hijo de Dios sin oración,
es como un soldado si armas, es como un obrero sin herramientas.

A través de la oración podemos orar por nuestros seres queridos y por nuestro
prójimo, a través de la oración podemos recibir de Dios las respuestas a todas las
preguntas de nuestra vida, la oración es como el número telefónico al que
podemos marcar en cualquier momento, a cualquier hora, para hablar con Dios.

La oración con Dios es, en cierto modo, igual que otras relaciones. Pasamos
tiempo con los que valoramos. Cuanto más tiempo pasamos juntos, más cerca
nos sentimos de ellos.

Mientras más importancia le demos a nuestra relación con Dios, más tiempo
querremos pasar con Él.

La oración es una forma de acercarse a Dios. Cuando nos acercamos a Él, Él se


acerca a nosotros (Santiago 4:8). La oración es un privilegio y una herramienta
que Dios nos ha dado para que podamos estar en comunicación con Él.

A la mayoría nos vendría bien un ajuste en nuestras vidas de oración. Quizá a


algunos nos falte estabilidad en nuestras oraciones. Pasamos días o semanas sin
oración, pero luego sucede algo, escuchamos un sermón, leemos un libro,
experimentamos una tragedia, algo nos conduce a la oración, de manera que nos
sumergimos en la oración y salimos refrescados y renovados. Pero al retomar
nuestra vida diaria o al salir de la situación que nos llevó a la oración, nuestras
oraciones nuevamente quedan atrás.

Hay algunos que están necesitados de sinceridad. Sus oraciones son un tanto
huecas, memorizadas y rígidas. Y a pesar de ser diarias, son aburridas. Existen
otros más que carecen de honestidad. Se preguntan si la oración es relevante.
¿Por qué razón querría hablar conmigo el Dios de los cielos? Si Él lo sabe todo y
lo controla todo, ¿quién soy yo para decirle que haga alguna cosa?
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1. El poder de la oración
Marcos 9:14-27
La Biblia nos habla acera del padre de un hijo enfermo que tiene necesidad de un
milagro. La oración del padre no es gran cosa pero la respuesta y el resultado nos
recuerdan: el poder no está en la oración; está en el que la oye.

Imagine el dolor del padre. Otros padres podían observar cómo sus hijos crecían
y maduraban; él sólo podía observar cómo el suyo sufría. Mientras otros
enseñaban a sus hijos un oficio, él sólo intentaba mantenerlo con vida.

No podía dejar solo a su hijo siquiera por un minuto. ¿Quién sabía cuándo
sobrevendría el siguiente ataque? El padre debía permanecer de guardia, atento
las veinticuatro horas del día. Estaba desesperado y cansado y su oración refleja
ambas cosas.

«Pero si tú puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros y ayúdanos» (ver.22).

La petición del padre ante Jesús no suena valiente, ni confiada, ni fuerte. La forma
en que se dirigió a Jesús fue más en modo de duda: “si puedes hacer algo”

La oración de este hombre no era su fuerte ni teniendo la seguridad de que Jesús


haría el milagro ¡Hasta él mismo lo reconoce! y dice “ayúdame en mi incredulidad”
(Marcos 9.24).

Pero Jesús respondió. Y respondió no a la elocuencia del hombre, sino a su dolor.


Dios se conmueve más por nuestro dolor que por nuestra elocuencia, y es por eso
que respondió a su petición.

Nuestras oraciones pueden ser torpes. Nuestros intentos pueden ser débiles. Pero
como el poder de la oración está en el que la oye y no en el que la pronuncia,
nuestras oraciones sí tienen relevancia.

El poder de la oración no fluye de nosotros; no son las palabras especiales que


decimos o la manera especial de expresarlas, ni siquiera la frecuencia con que las
decimos. El poder de la oración no se basa en cierta postura de nuestro cuerpo.
El poder de la oración no proviene del uso de artefactos o símbolos o velas o
rosarios. El poder de la oración viene del omnipotente que escucha y contesta
nuestra oración. El Dios a quien oramos es la fuente del poder de la oración, y Él
puede respondernos y lo hará, de acuerdo a Su voluntad y su tiempo.

2. En nuestra debilidad
Seguramente la confianza del padre del muchacho estaba completamente
decaída. Ya tenía varios años que el muchacho no era liberado de ese demonio
que lo atormentaba. Su fe había decaído. Incluso había sido decepcionado pues
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ni aún los discípulos habían logrado echar fuera el demonio de su hijo. Pero el
hombre ahora va directamente a aquel que él sabe que tiene fama de haber hecho
cosas maravillosas y dice: "Señor, tus discípulos no pudieron". ¡Cuánta amargura
hay en estas palabras! El padre no tenía duda de que la sanidad no se había
producido. Se dio cuenta del fracaso de los discípulos que, aunque tenían buenas
intenciones, no tenían poder. El padre dice: "si puedes hacer algo, ¡ten misericordia
de nosotros y ayúdanos!". Él quería que se hiciera algo. Aunque fuera una pequeña
mejoría. Cualquier cosa que se pudiera hacer para ayudar en esa situación. Pero
Jesús estaba dispuesto a hacer mucho más que una pequeña mejoría parcial.

¡Cuántas veces nosotros en nuestras vidas le pedimos a Dios que haga algo! Que
haga un poquito cuando lo que necesitamos es realmente una obra completa y
eso es lo que Jesús hace. Y por supuesto el Señor Jesús tiene misericordia de
nosotros cuando en nuestra debilidad y angustia vamos a él. ¡Qué bueno es saber
que nuestro Señor nos quiere ayudar!

No hay problema que sea tan grande; no hay montaña que sea tan alta, no hay
abismo que sea tan profundo, que sea un obstáculo invencible para nuestro
bendito Dios.

Aunque nos sintamos débiles por todo lo que hemos pasado y no vemos una
salida, es en nuestra debilidad que Dios nos responde pues no hay nada imposible
para Él (Lucas 18:27).

Conclusión:

Ø Todo lo que necesitamos está tan cerca por medio de la oración.


Ø Jesús responde a nuestra sinceridad, no a la elocuencia de nuestras
oraciones.
Ø Cada una de nuestras oraciones tienen relevancia para Dios
Ø Dios ve nuestra debilidad

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