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Hoy en día es común escuchar a muchos pintores decir que no están interesados en las
técnicas de pintura. Sin embargo esta postura, heredada en cierto sentido de las vanguardias
tardías, también ha traído consigo pintores profundamente interesados en el rescate de
técnicas antiguas.
Para ser sincero, ambas posturas tienen pros y contras si son abordadas sin reflexionar con
detenimiento sobre la pintura, la técnica y el arte en general. Esta vez reflexionaremos un
poco al respecto de las técnicas de pintura: ¿qué son?, ¿para qué sirven? Y sobre todo
reflexionaremos sobre la imperante necesidad de ir más allá de las técnicas como recetas a
seguir y sobre la responsabilidad que tiene quien pinta de involucrarse activamente en
exploración técnica dentro de su propia pintura.
Rembrandt, El festín de Baltasar, óleo sobre tela, 209 cm × 167 cm, 1635.
Las técnica de pintura que existían hasta el momento de la revolución industrial eran las
recetas que se habían ido desarrollando por siglos para poder ejercer la pintura con
resultados visuales específicos y durabilidad. Eran el resultado de muchos siglos de
experimentación técnica, ejercida por una enorme cantidad de pintores con una infinidad de
materiales.
Vik Muniz, Después de Warhol: Doble Mona Lisa (Crema de cacahuate y
mermelada), 119.5 x 155 cm, 1999.
Para que surgieran las técnicas de la pintura, muchas personas tuvieron que experimentar
mucho con gran cantidad de materiales que no conocían. Esto implicó dejar los métodos
conocidos para encontrar nuevos, una y otra vez. También implicaba cometer cientos de
errores.
Las academias de pintura, por otro lado, tomaron fuerza durante el Barroco y poco a poco
se volvieron más rígidas. Dejaron de estimular la experimentación técnica y estética en sus
estudiantes y, ya para el siglo XIX, se habían vuelto instituciones grandes y poderosas que
determinaban de forma rígida qué pintura era buena y cuál mala, en relación a lo que se
había hecho en el pasado y a los gustos de la época. Fue en este punto y bajo estas
circunstancias donde muchos dejaron atrás la amplia experimentación técnica que se dio
durante el Renacimiento para identificar las técnicas con un mero seguir recetas. Sin
embargo, entender las técnicas de la pintura para conseguir los resultados que buscamos no
tiene que ver con seguir recetas. Tiene que ver con entender de física y química.
Katharina Grosse, Atoms Inside Balloons, 2007.
La pintura no es pintura
Sonará muy obvio, pero es importante recordar que la pintura no proviene de un tubo de
óleo, de una pastilla de acuarela o de un bote de medio acrílico. La pintura son muchos
elementos juntos que, hasta no estar combinados, no se llaman pintura.
Por supuesto, habrá para quien pensar sólo en "pintura" de colores sea suficiente, pero si se
quieren lograr resultados específicos y repetibles, o resultados completamente diferentes a
los que se están logrando en la actualidad, hay que pensar nuestros materiales de pintura
como elementos por sí mismos con características particulares. Es necesario pensar en el
tiempo de secado de un material y otro para desarrollar un proceso de trabajo; considerar
cómo reaccionan x, y, z materiales en conjunto con x, y, z medios; la manera en que tal
pigmento refracta la luz, si la refracta mejor con x aceite o con tal otro.
Comprender todo esto y tenerlo en nuestras mentes requiere haber experimentado con
varios materiales de diversas formas, tanto "correctas", como "incorrectas", ortodoxas y
liberales, por sí solos y en conjunto con otros materiales. Sólo de esta forma sabremos con
certitud qué hace cada material y cómo darle un lugar en nuestra pintura.
Oscar Murillo, pure, pure, pure..., 2015.
Resultados específicos, materiales correctos
Ttamayo fue fundado en 1991 por la maestra Luz García Ordóñez. Durante varios años ella
trabajó en conjunto con distintas grandes empresas de materiales de arte para probar y
colaborar en el desarrollo de nuevos productos. Durante este tiempo, pudo vivir de forma
muy directa cómo las grandes empresas poco a poco le daban más importancia a la
producción de materiales "convenientes" en lugar de reconocer el valor de materiales que
permitieran una amplia variedad de resultados.
Muchos pintores actuales pasan mucho tiempo pintando y poco tiempo estudiando sus
materiales y lo que se puede hacer con ellos. Puesto que muchos consideran la técnica
como sinónimo de academia y rigidez, prefieren evitarla y dedicarse a explorar libremente
la pintura. No obstante, hay un problema en esta predilección: Si al explorar libremente la
pintura empleas materiales convencionales, sobre todo aquellos de calidad estudiante o de
baja calidad, lo que estás haciendo en realidad es explorar una x cantidad de resultados
predeterminados que alguien más escogió para ti. Estás, de igual forma, realizado una
exploración limitada como ocurriría en la academia, y por razones similares a las de la
academia, razones ideológicas.
Tiziano, Entierro de Cristo, óleo sobre tela, 136 x 174.5 cm, 1559.
Como ya mencioné, hoy en día hay pintores que no se interesan por la técnica y prefieren
explorar libremente la pintura sin recetas. Lo que quizá no notan es que al hacerlo están
cediendo sus decisiones técnicas a otros, que son las empresas de materiales. Ahora que una
gran cantidad de pintores no toman sus decisiones técnicas por su cuenta y alguien más las
tiene que tomar por ellos, se han delimitado en mucho los resultados que podrían conseguir
con sus materiales.
En muchos sentidos ambas posturas, tanto las del pintor académico que sólo
quiere seguir una receta preescrita, como la del pintor liberal que no quiere saber
de técnica y por tanto depende de que otros elijan por él están limitados de
manera similar. En ambos casos, gran parte de las decisiones de su obra fueron
tomadas por otros.
Atribuida al taller de Jan van Eyck, a Lambert van Eyck, La Fuente de la Gracia y Triunfo
de la Iglesia sobre la Sinagoga o La fuente de la Vida, óleo sobre tabla, 181 x 119 cm, h.
1430-1440. Madrid, Museo del Prado.
La decisión de utilizar el óleo como una técnica independiente no fue impuesta por alguien
externo a los pintores, no fue una decisión de mercado; en un principio, ni siquiera fue una
decisión de conveniencia. Muy probablemente sólo tuvo que ver con una decisión estética,
un resultado interesante y novedoso, producto de la experimentación libre y consciente, en
el que un par de hermanos pintores vieron algo valioso. Ya posteriormente, al ver que el
óleo era flexible, los artistas empezaron a experimentar utilizándolo en lienzos blandos y no
sólo sobre tablones de madera rígidos. Algunos artistas se dieron cuenta de que esto
permitía que se pintaran cuadros enormes. Otros más notaron que los mismos se podían
enrollar y de esta forma hacerlos viajar largas distancias, algo imposible para los tablones
rígidos y pesados del temple.
Sigmar Polke, Sin título, hacia 1972. Colección Pinault, cortesía de Michael Werner.
El óleo, por lo tanto, nació de la experimentación técnica, del proceso que un pintor debe
realizar para encontrarse con nuevas forma de pintar que no conoce y para poder resolver
problemas en su pintura que no ha logrado resolver. Y, yendo más allá, no sólo el óleo
nació de esta forma. Todas las grandes técnicas e infinidad de grandes obras han surgido
por medio de este proceso de experimentación.
Como decía van Gogh a Anthon van Rappard: "Tengamos tanta técnica que la gente se
agolpe alrededor de nuestros cuadros y jure por los mismos cielos que no tenemos técnica
alguna."
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