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EL RETRATO DE DORIAN GRAY

El retrato de Dorian Gray es una novela filosófica que representa la obsesión sobre el poder de la juventud y la belleza. Es, al
mismo tiempo, una reflexión sobre la naturaleza del arte y la estética. Mientras el pintor Basil Hallway retrata a Dorian Gray, la
conversación de lord Henry Wotton induce al joven al hedonismo y le abre los ojos ante la brevedad de la juventud. Basil imprime en
el lienzo su obsesión y adoración por la belleza de Dorian y lo baña en halagos. Inquieto por aquellas ideas, Dorian Gray se entristece
al ver el retrato terminado.

¡Qué triste resulta! ―murmuró Dorian Gray, los ojos todavía fijos en el retrato―. Me haré viejo, horrible, espantoso. Pero
este cuadro siempre será joven. Nunca dejará atrás este día de junio… ¡Si fuese al revés! ¡Si yo me conservase siempre joven y el
retrato envejeciera! Daría…, ¡daría cualquier cosa por eso! ¡Daría el alma!

Poco después, el pintor Basil Hallway envía el retrato a casa de Dorian, al sentir que había puesto demasiado de su alma en
él, y que, por lo tanto, era incapaz de destinarlo a una exposición.

Dorian Gray se enamora de la joven y bella actriz Sibyl Vane. Desde que la conoce, asiste todas las noches al teatro para
verla actuar en diferentes obras, todas ellas de Shakespeare. El joven decide invitar a sus amigos, Basil y lord Henry, al teatro para que
la conozcan. Pero aquella noche, Sibyl actúa pésimamente en el rol de Julieta, haciendo que la mitad del público, incluyendo a los
invitados de Dorian, se retirasen antes de terminar.

Dorian visita a Sibyl tras bastidores después de la función y le reclama. Sibyl, le explica que, al haber conocido el verdadero
amor, no lograba representarlo mediante personajes falsos, menos personificados por malos actores. El joven, furioso, le dice que con
esa mala actuación había matado su amor, y termina la relación abruptamente.

Ya en su casa, Dorian se detiene a observar con atención su retrato. Al fijar la mirada, nota un cambio casi imperceptible en
el canto de la boca: parecían las marcas de una sonrisa cruel. Es la primera vez que sospecha que su deseo podría haberse convertido
en realidad. Con miedo de las consecuencias, esconde el cuadro.

Al día siguiente, Dorian lamenta lo sucedido, y decide disculparse con Sibyl y cumplir su promesa de casamiento. Pero, en
una visita, lord Henry le comenta que Sibyl ha muerto. En efecto, la joven se suicida al beber un vaso con materiales tóxicos, lo que
despierta la sed de venganza de su hermano, James Vane.

Para consolar a Dorian, lord Henry le presta un libro sobre los pecados del mundo en diferentes épocas. El protagonista era
un “parisino con temperamento romántico y científico extrañamente combinados”, y “contenía la historia de su vida, escrita antes de
que él la hubiera vivido.”

Dorian tomó el libro como un manual. Entre tanto, los estragos físicos de su estilo de vida y sus acciones, cada vez más viles,
eran absorbidos por su retrato, guardado a llave en el sótano. Hasta los 38 años, Dorian había logrado mantener su inmaculada belleza
y juventud, con la cual provocaba a los otros a disfrutar del placer sin consecuencias, arrastrándolos hacia su ruina final.

Con el tiempo, Dorian gana una terrible reputación. Tras años sin verlo, el pintor Basil Hallway recrimina a Dorian ante los
comentarios de la gente. Dorian le dice que es su culpa y lo lleva a ver el cuadro. Basil se horroriza ante la terrible imagen y arrastra a
Dorian al escritorio para rezar por su absolución. Pero Dorian, tras un impulso irresistible, apuñala a Basil a traición.

Dorian se deshace de todas las pruebas que lo incriminan. Meses más tarde, con la conciencia intranquila, decide dar un
último paso para su liberación: matar la obra y "todo lo que significaba". Así, toma el puñal con el que había matado a Basil y
atraviesa el lienzo. Dorian cae al suelo dando grandes alaridos. Cuando los criados suben a la habitación, el cuerpo de un viejo yace en
el suelo con un puñal en el corazón.
ANÁLISIS

El retrato de Dorian Gray representa una tensión entre la moral y el hedonismo. Pero esta no es la única
cuestión, ni se presenta aisladamente. Las nociones esteticistas de Oscar Wilde son expuestas en la novela y
constituyen un pivote en la construcción e interpretación del texto. El proceso al que asistimos con el personaje
de Dorian Gray es, ciertamente, un proceso de envilecimiento impulsado por el temor ante la muerte inexorable,
pero sobre todo ante la pérdida de la belleza, fuente de su poder e influencia social. Esta preocupación por la
interferencia del arte y la belleza en la vida son una constante en la obra del autor, lo que no se riñe con una
revisión de las contradicciones axiológicas de la élite victoriana.

El hechizo que, por alguna razón, Wilde no tiene ningún interés por explicar o justificar, le ofrece al
personaje de Dorian un poder: el de actuar como quiera sin que sus acciones se vean reflejadas, pero también el
de seducir para doblegar la voluntad de otros a su favor. Con ello, Wilde introduce una cuestión compleja: el
poder simbólico que deriva de la relación entre la belleza y la juventud. Hay, por lo tanto, una apuesta muy
particular: la centralidad de la reflexión sobre la estética.

Dorian Gray, cuya belleza y juventud despierta la admiración de todos, desdibuja su humanidad sin que
nadie pueda percibirlo. Estas cuestiones constituyen una paradoja existencial, principio que despierta, sin duda,
la mayor atención de la literatura y el arte románticos y postrománticos.

Es así como todos los elementos que hemos descrito se enhebran para consolidar un tejido sólido. Por
medio de la reflexión estética, Oscar Wilde logra interrelacionar la moral, el hedonismo, el poder, la juventud,
la belleza y la condición humana y psicológica en una pieza maestra de la literatura occidental.

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