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Abrió los ojos repentinamente sin saber que había soñado pero estando segura de que
lo había hecho. El susurro de la lluvia tocaba sus sentidos con una leve caricia a su piel
que la erizaba. La niebla cubría su ventana amenazando con amanecer en cualquier
momento. Aunque aún no era tiempo. No se había quitado la ropa del día anterior y
ahora a pesar de su cansancio debía consumar esa tarea postergada durante el
preludio de la noche.
El foco a su lado desplegaba toda su luz vieja y amarilla, la hacía sentir en casa...
-*Luz* -pensó.
Había electricidad y sonrió estando segura de que los cuadros no tenían movimiento,
las viejas hojas del periódico regadas solo tendrían tinta corrida por el tiempo. Pero
nada se movía, nada era mágico. Todo era tan...
-*Normal* -retumbó como un rayo esa palabra tan desconocida para ella y que a pesar
de todo la aborrecía.
¿Qué era ser normal? ¿Resignarse a una vida aburrida y sin nada interesante?... Pues
entonces lo rechazaba, tanto como ser muggle. No quería serlo y se odiaba a si misma
por pensar así pues había nacido de dos...
Todo etiquetado para rellenar un espacio inservible y vació que la hacía sentir
miserable. Impuros; una palabra creada por mortífagos ¿Pero que eran los mortífagos?
-*Enemigos* - pensó y luego sonrío. Seres nefastos que solo creaban maldad, ¿Qué era
la maldad? -*Algo creado por el hombre*
El mismo que había descubierto algo tan maravilloso como la magia también había
creado, racismo, esclavitud, hambre destrucción. La maquina mas poderosa y letal del
universo... ¿Qué era el hombre?...
-*Algo creado por Dios*... - se viró de lado encogiéndose como una camarón, alzó su
brazo para desconectar la lámpara con violencia fijándose en que el reloj marcaba las
3:30 A.M.... Volvió a concentrarse en el susurro de la lluvia que invadió su cerebro -
*Porque me odia* -Pensó sin poder evitar que una imperceptible lagrima escapara por
su mejilla.
No era una pregunta y no era solo él. No tenía la culpa de ser lo que era, ¡No tenia la
menor idea de porque lo era!... Y lo cambiaría si en sus manos tuviese algo de poder
para hacerlo...
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No recordaba que su habitación fuera tan calurosa. Abrió los ojos bruscamente como
si algo dentro de él se negara a hacerlo, pero derroto esa vocecilla que se lo impedía,
así como siempre callaba su conciencia. Se incorporo con sobresalto y golpeo el pilar
de mármol que sostenía su cama. Intento respirar sin conseguirlo correctamente y se
tumbó de nuevo con ambos brazos extendidos en forma de cruz. Soplo hacía arriba y
los cabellos de su frente inundada de sudor revolotearon con la leve brisa que emanó
de sus labios. En unas horas tendría que volver a ese asqueroso colegio lleno de...
-*Sangres sucias* -pensó con una mueca natural de asco que estaba prendad a su
gesto.
Los odiaba a todos sin diferencia. Para él eran solo malditas escorias que ni si quiera
habían escuchado de Hogwarts hasta que recibieron su carta y eso lo enfermaba. Que
ellos tuvieran por "suerte" lo que a él le había tocado por destino. No tenían derecho a
nada y mucho menos a la magia. Todo lo contaminaban, todo era impuro solo porque
ellos existían, odiaba tener que seguir a uno de ellos. ¿A caso no era algo patético?...
Lord Voldemort solo era otro asqueroso impuro que debería vivir con los de su raza
trabajando para los que por derecho les correspondía el poder.
Sonrió con sarcasmo para si mismo al pensar que profesaban amor y unidad junto a los
traidores de la sangre. Amor...
-*No existe*... -no es su mundo al menos. Algo que no conocía. Solo tenia conciencia
de la dureza del acero y de la destrucción que la misma provoca.
Exhalo un aire caliente que casi le reventaba los pulmones y se volteó de espaldas. La
marca verde en su hombro derecho brillo como diciéndole "Estoy aquí", pero no
necesitaba que se lo recordara pues cada día era consiente de ello. Del orgullo de su
padre y de su fatal destino que encaminaría su alma directo a donde estaba el dolor.
Maldito fuera el primer sangre sucia y maldito fuera aquel que lo había ayudado a
tener magia.
Generalmente cuando alguien quiere hablar de personas incompatibles que por azares
del destino se encuentran todos suelen esperar una "Romántica y bella historia de
amor..." Yo no les voy a contar eso. Voy a decirles exactamente lo que vi... ¿O no lo
vi?... Bueno ni lo vi ni lo recuerdo, pero esta en mi mente como si lo hubiera vivido a
pesar de que nunca estuve ahí...
Ellos se aman tanto que no tienen la menor idea de que ese sentimiento existe y
sabemos que algo que crece algún día debe ser tan grande que ¡Termina reventando!
¡PUM!... ¿Pum?... Quiero un postre...
Están unidos por una delgada línea, sin el uno no existiría el otro pues, él no sería lo
que es sin conocerla a ella y ella no hubiera descubierto lo que es sin conocerlo a él.
La historia no empezó cuando tenían 11 años y se vieron por primera vez (O eso
creyeron), la historia, su historia en realidad comenzó muchos años antes. Cuando
quiso matarla...
Era una lluviosa madrugada de junio, los relámpagos alumbraban de manera violenta
la gran ventana de bisel. Un dolor tan agudo como una cuchilla desgarró su estomago
cuando el mas grade de los truenos retumbo en el cielo alumbrando su rostro. Ella no
tenía más de 23 años, su cuerpo lánguido estaba adornado por un vientre bastante
crecido que ahora palpitaba. Recogió su largo cabello rubio y tomo asiento sobándose
el estomago, quería que terminara y acabar con la torturante agonía que estaba
sufriendo.
La comadrona llegó. Justo a tiempo pues su fuente se había reventado. Fueron cuatro
horas de sudor y un grito ahogado que se resistía a salir de su garganta. De pronto
hubo un silencio desgarrador que acabo con la tortura, un rayo lo iluminó y seguido de
un llanto fuerte marco su nacimiento. Fue envuelto en un manta de poliéster blanco y
limpiado con sumo cuidado para después entregárselo a su madre.
De verdad la tenía. Había nacido con los ojos abiertos, tan claros como el agua y aun
más transparentes, solo con un diminuto punto negro en el centro. Parecía examinar
todo cuanto veía con una curiosidad asombrosa para alguien de tan solo una hora de
vida.
-Será Draco. Draco Ethan Malfoy, como su padre... –dijo de nuevo la rubia que había
dado a luz
-Todo un dragón mágico...
[Ethan se pronuncia Itthen]
Fue el 5 de junio de 1829 que nació el primer Malfoy que marcaría para siempre el
destino del apellido que más tarde se convertiría en uno de los más poderosos dentro
del mundo mágico.
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En una calurosa tarde del 19 de septiembre, era un continente todavía nuevo y sin
mucha civilización. Era el día, el momento y el lugar preciso para que ella naciera. Su
llanto fue dulce y melodioso a pesar de las malas condiciones, era hermosa por
naturaleza, tanto como su madre castaña de ojos azules. Parecía ser una mas, pero era
diferente a todos. No tenía los ojos de su madre, los de ella eran castaños y grandes
como los de un venado. Iguales a los de su padre; un hombre casi calvo y de sobrepeso
considerable con alhajas colgadas de su cuello y vestimentas brillantes.
Su familia carente de magia y con la inocencia de creer que no existía eran gitanos
Zíngaros. Era la primera hija del patriarca, por lo que seria especial.
-Bien mujer, ganaste... Es una niña – dijo el patriarca a la madre mientras arrullaba a su
hija.
La mujer extendió los brazos para recibirla –Te lo dije. Mis cartas no me mienten.
Él rió -¡Cumpliré mi palabra! ¡Puedes nombrarla como quieras! – gritó.
-shhh -lo silenció ella –La despertarás... –susurró.
-Lo siento... ¿Y entonces?
-Hermione... – le dijo ella
-Pero ni si quiera es un nombre gitano... – replicó el padre sentándose entre telas
brillosas a su lado. Se ganó una mirada de replica de su mujer que lo derritió por
completo –De acuerdo, ¿Era Her que?
-Hermione...
El patriarca le besó la frente a ambas y las dejó en el remolque colorido.
Ella lo miró mientras se alejaba y le acarició la cabeza a la niña –Bienvenida al mundo...
Hermione Madeline Granger... –Dijo y la besó.
Sus vidas empezaron en distintos lugares en distintos momentos, pero mas tarde
serían unidos por la ambición del uno la misma que terminaría conquistada con el
amor del
otro. >>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>
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El Slytherin levantó la vista y le sonrió gesto que ella devolvió con agrado. Era perfecta
y sabía que estaba interesada en él, pero simplemente no tenia tiempo para esas
tonterías y eso era algo que la morena entendía. El chico Crabbe y el otro Goyle
llegaron entre risas tontas y la imitaron sentándose de frente al lago para lanzar
piedras a él.
Por otro lado Zabini pateo el pie de Draco quedándose parado frente a él. El rubio
sonrió sin prestarle atención cuando el atlético moreno se carcajeo sin aparente razón
alguna.
-¡Ya deja eso Malfoy! ¡Hay unas de primero buenísimas! –gritó Blaise ganándose un
pellizco de Pansy.
-Tienen, once, años... sátiro engendro – dijo la Slytherin.
-¿Y que? ¿Eso no les quita lo buenas? – dijo y bufó una vez. Se tumbó sobre el césped
con la cabeza en las piernas de Pansy quien empezó a hacerle mimos en la frente –En
serio Draco deja eso... me aburres...
-A alguien tendrás que copiarle Zabini... –le dijo Pansy
-Ha bueno... Es una mejor persona que yo... –contestó Blaise bostezando.
-¿Qué pasa Draco? –Inquirió Pansy inclinándose sobre él para después seguirle la vista
y descubrir lo que tan cuidadosamente observaba. –Weasley cada vez está más alto...
–Comentó
Blaise rodó por la hierba y luego se incorporo dejando sus piernas abiertas –Pues si
sigue creciendo dejará de ser un fenómeno de dos metros para ser un fenómeno de
tres.
Pansy sonrió con elegancia y se recogió su corto cabello en una coleta con una liga
negra -¿Si su familia es sangre limpia porque serán unos traidores?...
Hermione sintió que su sangre se congelaba sin una sola brisa y su piel se erizó
provocándole un escalofrió que le llegó hasta la nuca. Desvió su mirada de sus amigos
y se encontró con Malfoy que la miraba fijamente y sin embargo parecía no mirarla a
ella. Tragó saliva, Harry le siguió la vista y descubrió a la serpiente, el moreno hizo un
gesto duro y levanto a Hermione para retirarse de ahí. Draco los siguió con la vista
mientras se alejaban y se hizo la misma pregunta que Pansy había lanzado: ¿Por qué
los Weasley eran traidores de la sangre? ¿Qué eran antes de ser eso?
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El rubio estaba acostado tapando su cara con una almohada. Su habitación estaba
completamente oscura de no ser por la luz del pasillo que se filtraba por la puerta
abierta. Ron dejó en la cama una gran caja morada con un enorme moño dorado y se
dirigió a la ventana que abarcaba casi todo el muro. Deslizo la cortina de terciopelo
negro y la luz iluminó toda la vieja y casi vacía habitación. El rubio se removió entre las
sabanas y gruñó apretando más la almohada contra su cara.
-Hay, tu y tus problemas para levantarte... Que tierno –dijo Ron mientras le jalaba
lentamente la sabana.
-Al menos provoco algo que no sea lastima... –dijo Draco aventándole una almohada y
tapándose bajo otra.
-O te levantas o te mojo... –advirtió el pelirrojo de estatura promedio, ojos verdes y
carente de pecas.
Draco accedió a levantarse estirándose con algo de flojera. Caminó al baño dejando la
puerta abierta. Ron se acomodó en la cama revuelta y miró el desgastado techo
poniéndose los brazos como almohadas.
El chico de ojos color gris hizo una falsa mueca de indignación y comenzó a reír. Se
puso de pie y Ron lo abrazó como al hermano que hubiera querido tener, pues era el
único hombre y estaba harto de sus hermanas.
-Feliz cumpleaños Draco... –dijo Ron –Sabes que si vas por el Oro yo te sigo...
-hay ¿y ahora me vas a besar amor?...
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Su campamento estaba en una árida tierra pedregosa con vegetación seca. El calor era
insoportable a pesar de ser solo las nueve de la mañana. Los restos de una fogata, aun
humeaba con un caldero de peltre sobre ella. Hermione caminó entre los remolques,
pateó sin querer el caldero y siguió con su camino entre el susurro de sus brillosas
ropas de colores rojos y turquesas.
Como una espía se fijo en todas las direcciones que le eran posibles para procurar que
nadie la siguiera. Si su hermana Sasshenca se enteraba de lo que estaba haciendo de
seguro le diría a su padre. Tocó tres veces el remolque y la puerta se abrió como
“mágicamente”, todo estaba oscuro y caluroso por lo que camino a tientas intentando
no tropezar.
[Así como entre los magos los “muggles” son personas no mágicas. Entre los gitanos,
los Gadyé son personas no gitanas (en la vida real)]
La chica volvió a entornar los ojos y soltó una carcajada. Seguramente Mir estaría
bromeando como era costumbre aunque nunca había hecho eso cuando leía las cartas
o la mano. Aun así el tono que usaba era demasiado perturbante, pero sabia que no
tenía que hacer mucho caso.
-Hay Mir, ya se te fundió el cerebro con el calor –dijo Hermione cruzándose de brazos
– Para que alguien de mi familia fuera un Gadyé, YOO tendría que casarme con uno y
primero muerta... Y eso no es tan ridículo ¡Pero magia! ¡Por favor!... Todos sabemos
que la magia esta comprobado que no existe...
Mir se levantó y miró muy seria a Hermione, la castaña hizo lo mismo y abrió la puerta
del remolque. Una brisa de aire caliente se coló produciéndole a la chica una sensación
de frescura y alivio, las gotas de sudor se escurrieron hasta su pecho. Extendió la mano
y Mir la tomó. Ambas rieron.
-Ya vámonos Mireya... –Dijo Hermione.
-¡Uy si estas ansiosa por tu cita con Harry Evans! –gritó ella y luego rió provocando que
Hermione también riera y salieron del caluroso remolque.
Su aliento estaba caliente y salía de su boca para fundirse con el aire contaminado. El
solo pensar en que no debía estar ahí le llenaba los puños de furia que solo podía
desquitar contra el piso. En la clase de pociones le había tocado hacer equipo con
Blaise Zabini, una asquerosa serpiente como Draco. El imbécil hizo estallar una poción
culpándola a ella para después llamarla “Estúpida Sangre Sucia”... Snape había reído y
eso le hervía la sangre, la indignaba. Harry se enfureció y se abalanzo contra el
profesor quien lo había detenido con un hechizo paralizador... También se ganó un
castigo.
Hermione limpiaba. Perdió todas sus clases del día solo por terminarlo y para colmo el
profesor de pociones se había quedado con su varita. No iba a ponerle las cosas tan
fáciles. Se arrodilló para limpiar la mancha de sangre de Blaise, Ron le había partido la
cara dejándole un ojo cerrado cuando nadie lo veía. Sonrió al pensar que si estaba en
la enfermería era solo porque se lo merecía. A su lado estaba un balde de madera en el
cual sumergió un trapo blanco y viejo para restregar con fuerza el piso. Cerró los ojos
intentando controlar su rabia sin disminuir la fuerza cuando una imperceptible lágrima
rodó por su mejilla para morir en la comisura de sus labios.
La gryffindor escucho los zapatos del rubio mientras caminaba y como este sonido
retumbaba en sus sienes. El odio corrió por su ser y lo sintió inclinarse lentamente y
respirar a su oído. El aroma de él fue más de lo que pudo soportar y se viró
bruscamente con la intención de darle una bofetada. Él reaccionó demasiado pronto y
la tomó de las muñecas para levantarla bruscamente y luego la estampo en una de las
mesas de trabajo a su lado. La espalda de ella retumbo con el golpe y sintió un dolor
que le subió hasta la nuca, sus piernas quedaron flotando alrededor del cuerpo del
chico y ni si quiera sintió pena por la pose en la que la aprisionaba, lo miró con odio y
un gesto de altanería que según Draco no le correspondía llevar. ¿Quién era ella mas
que una sangre sucia?... Los ojos de Hermione se llenaron de lagrimas y mientras el
sonreía mostrando una perfecta dentadura blanca.
-Eres una insolente Sangre Sucia –dijo Draco con un tono moderado pero intenso. Se
levantó de ella y la tomó de una muñeca aventándola en el suelo. Hermione calló de
rodillas en el pasillo central a un lado del balde, justo donde la había levantado –Ahora
limpia –ordenó.
-El que debería limpiar es el idiota de Zabini.
El Slytherin encendió un cigarrillo y se aproximó a ella de nuevo –Todos los de tu clase
deberían estar así... Acostúmbrate.
-Puedes largarte al demonio
Draco se puso en cuclillas frente a la chica quien levantó su rostro para mirarlo de
frente, entonces él hecho el humo de su boca sobre el rostro de la gryffindor que ni si
quiera se molesto en toser como Draco lo había esperado. Absorbió el humo dejando
que contaminara sus pulmones y no debió la vista de los ojos de él.
-Más te vale terminar Granger –sonrió -¿O quieres que le diga a Snape que no haces
bien tu trabajo? Por cierto, – caminó a la salida deteniéndose en la puerta y tiró el
cigarrillo aplastándolo con la brillante suela de su zapato –aquí hay una mancha. –
finalizó y cerró la puerta.
Hermione aventó el trapo mojado contra la puerta y golpeo el suelo con los puños
cerrados gruñendo de coraje. No pudo evitar llorar con rabia. Sintió como su garganta
se desgarraba pero no le importo y gritó apretando los ojos. Malfoy se las iba a pagar y
muy caro.
Quién era ella mas que ¿una sangre sucia?... Ella era el amor de su vida, creo que sigue
siéndolo... Aunque ninguno de los dos lo recuerde.
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Era una mañana tan fría, de esas de las que ni el sol podía calentar a pesar de ser casi
el mediodía. En el mundo mágico había algo nuevo; Un hospital al que llamaban “San
Kentirgen”, un antiguo santo que había convertido a los escoceses al Cristianismo el
cual también era llamado “San Mungo”*. Por fuera lo muggles solo lo veían como dos
almacenes abandonados con el nombre de 'Purge y Dowse S.A.'.
Los magos eran perseguidos por los “No mágicos”, eran acusados de “Brujería”, lo peor
era que todos los que morían ni si quiera eran hechiceros, eran simples muggles como
todos los demás pero que hacían otras cosas como curar con hierbas o utilizar
medicina...
Draco entró corriendo y azotó la puerta contra la pared al abrirla, esta se quedo como
pegada a la pared y pelirrojo supo porque. Saco su varita negra y le apuntó
firmemente, hizo un pase y la puerta se cerró detrás del rubio. Ron había comprobado
su teoría, Un agujero en la pared por el impacto de la chapa. Con otro movimiento de
su mano la pared se reparó al instante y el chico volvió a su arreglo sin prestarle
atención a su amigo.
-Estoy harto de que todos los días vengas a arruinar mi departamento Draco. –Dijo Ron
-Olvídalo Ron –dijo el rubio aventando un Diario muggle llamado “Libertador” -Lee.
-¿Un periódico Muggle? –Ron lo tomó con desprecio –Dice que el nuevo país se
llamará Estados Unidos y que acaba de declararle la guerra a Me, ¿meccico?...
-¡México!
-ya, ya ¿Y eso que? – Continúo el pelirrojo devolviéndole el periódico.
-¡Te lo dije!
Ron tomó sus extraños instrumentos y empezó a meterlos en un maletín de cuero
negro mientras el cielo comenzaba a ponerse gris -¿A si? ¿Qué me dijiste?
-¡La guerra! ¡Si los Estados Unidos ganan se quedaran con el Oro!
El pelirrojo entornó los ojos – Otra vez con eso... Draco tenías como quince años... Ya
supéralo. Solo son estupideces.
Draco caminó a él y lo tomó de un hombro para voltearlo bruscamente -¡No son
estupideces!
-Si son estupideces –dijo Ron con un tono calmado pero era evidente que estaba
furioso – Yo también quiero dinero tanto como tú pero soñar con “Otro país” lleno de
Oro no es precisamente mi idea de triunfo.
Draco miro el suelo -¿Entonces cual es tu “Idea”?
-Pues para empezar soy el nuevo jefe de San Kentirgen... –dijo señalando una placa en
su pecho.
-¡Pero si tienes diecisiete años!
-Lo se, pero no hay mas medimagos... –cerró su maletín. Draco tomó asiento en la
cama y él se dirigió a la puerta -¿Aceptas un consejo de tu mejor amigo?
-No...
-igual... ¡Ya madura! –gritó riendo y alcanzó a cerrar la puerta antes de que Draco le
aventara un pequeño florero de plástico.
-Ron es un idiota –dijo ella con voz sensual. Estaba recargada en la pared con su
cabello rojo suelto sobre sus hombros, aun traía el escándalos pijama de pantalones
cortos completamente censurado en su época.
-Ginebra... –Draco estaba completamente embobado ante esa mujer hermosa de ojos
verdes y piel tan blanca como la porcelana.
Ella caminó hasta a él lentamente, mordiendo sus labios y jugando con su cabello.
Draco no se movió ni si quiera porque se trataba de la hermana menor de su mejor
amigo. El rubio se desabotono la camisa y la hecho a un lado, Ginebra correspondió al
juego quitándose la parte de arriba de su pijama dejando su torso desnudo. El chico la
miró asombrado de lo rápido que había crecido.
-Eres, una, niña –dijo él cuando tuvo sus pechos desnudos y de pezones erectos
rozándole el torso. Mentira que ni si quiera el mismo quería creer.
La pelirroja alcanzó a darle un leve beso en el cuello que le saco un gemido
involuntario al chico y no pudo evitar tomarla de la cintura. -¿Si? ¿Soy una niña?
Un relámpago estallo en el suelo cuando la chica logró capturar sus labios. Draco paseo
sus manos desde la cadera de ella hasta sus pechos masajeándolos con fuerza, bajó
hasta su cuello y después hasta su hombro derecho sobre el cual tenía un pequeño
lunar negro que logró encenderlo. La tomó del trasero y la levantó, las piernas de la
chica rodearon su cintura. Las manos de ella se encajaban en sus hombros y revolvían
su cabello, el rubio la puso encima de la cama si quitarse de en medio de ella cuando el
violento aguacero comenzó a caer y un trueno estremeció el vitral de la habitación.
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Ella negó un par de veces con la cabeza por lo que el gryffindor decidió aproximarse a
ella. Alzó su cabeza para verle bien pues todavía seguía en el último escalón y le
llevaba altura. No dijo nada, se limito a mirarla con sus brillantes ojos verdes,
permanecieron en total silencio solo interrumpidos por el susurro de la lluvia. El chico
puso sus manos en la cintura de la pelirroja y empezó a sacarle es sweater hasta
quitárselo, la pequeña Weasley sonrío; solo que no era algo inocente, fue mas bien
seductor. Harry se sonrojó levemente debido al gesto de ella y puso sus manos sobre
su cadera.
El ojiverde respondió con un leve siseo y atrapó sus labios sin pedir su permiso,
aunque ni si quiera le importaba hacerlo. La gryffindor respondió tomándolo del
cuello. ÉL la levanto del suelo y al instante sus piernas lo envolvieron como un reflejo
que no sabia de donde había adquirido pues nadie la había cargado así nunca. No
dejaron de besarse hasta que Harry la llevó hasta el sillón frente al fuego y se miraron
fijamente...
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-Puedes ir a dormir cuando quieras Ron –decía Hermione a su amigo pelirrojo al ver
que bostezaba.
El pelirrojo se estiro recargándose en sobre sus brazos en la mesa – Ya te dije que yo
me voy a dormir contigo.
La chica lo miró con una sonrisa algo indiscreta y una ceja arqueada, Ron captó el gesto
y de inmediato intervino -¡No! ¡Bueno, me refería a que yo!... ¡No, Tu y yo, mas bien
nosotros!... ¡No dormir juntos si no...!
-ya, ya... Entendí Ronald. D e s p r e o c u p a t e. –Enfatizó la castaña.
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Ronald se encontraba sentado en una de las mesas afuera de San Kentirgen. El intenso
sol entibiaba la fría mañana, que era común en Inglaterra. Estaba cansado y las ojeras
no lo disimulaban muy bien aunque él quisiera aparentar lo contrario. Amaba la
medicina más que nada pero en esas condiciones insufribles era imposible y menos
con un salario miserable. Comía con afán un sándwich de atún que en ese momento le
parecía la gloria aunque el pan estuviera remojado. Le dio un sorbo a su cerveza de
mantequilla cuando Draco llegó por su espalda y le golpeo el hombro haciendo que la
bebida subiera por su nariz y luego escurriera por ella. El rubio rió con agrado
sentándose frete a él al verlo toser.
El rubio sacó otra edición del diario El Libertador y la puso sobre la mesa. Buscó
durante unos segundos la noticia y sonrió doblando la página en la que se encontraba.
Hermione miraba la manada de caballos que estaba frente a ella a una distancia
considerable procurando no molestarlos. Traía un paño amarrado en la frente, el cual
se quitó para limpiar el sudor de su cuello y dejar su cabello castaño regado por sus
hombros desnudos. Un chico de cabello rojizo y brillantes ojos verdes se acercó a ella
tomándola de la cintura, la castaña sonrió cuando él le dio un beso en el hueco del
cuello y la hizo reír.
-¿Qué hace una mujer tan hermosa con un montón de caballos aburridos? –preguntó
Harry.
-Son hermosos...
-No tanto como tu mi amor. – le dio un beso en la mejilla.
Hermione se viró para quedar de frente a Harry y lo tomó por el cuello mirándolo de
manera juguetona –Harry... ahora que terminó la guerra y estamos mas tranquilos...
-¡Hermione no de nuevo! –gritó el ojiverde –Solo tenemos un año de casados amor
¿No crees que es muy pronto?
-Solo promete que lo intentaremos.
El chico depositó un beso en su nariz y la volteó de nuevo pegándola contra él –Lo
prometo... Tendremos un bebé... Algún día. –susurró.
-Te escuche. –dijo ella inclinándose hacia atrás.
La chica sonrió, amaba a su esposo como jamás se había imaginado que llegará a
pasar. Harry le tomó el rostro y fue acercándose lentamente a ella para capturar sus
labios de una manera intensa que la chica disfrutaba. Sus manos le recorrieron el
abdomen a la chica y subieron hasta sus hombros frotándolos con ansiedad suprema.
Él también la amaba.
Tomó a su esposa de la mano y la acompañó a sentarse en un tronco para mirar la
manada de equinos. Quedaron en silencio uno junto al otro sin moverse un centímetro
hasta que el ojiverde no aguanto mas sin tocarle que puso “Inocentemente” una mano
en la rodilla de ella y la fue subiendo a lo largo de su pierna.
Harry, quien estaba sentado con la castaña se inclinó hacia el profesor pero ella lo jaló
de la túnica antes de que pudiera hacer cualquier tontería por la que seguro seria
castigado (Otra vez). El gryffindor creía que sus dientes se iban a desgarrar de lo fuerte
que los mantenía apretados, sin saber porque viró su cabeza para mirar como Draco
sonreía en el rincón mas oscuro de la clase al verlo como se moría de coraje.
Ambos chicos decidieron seguir con su ensayo, lo menos que necesitaban era otra
reprimenda del “profesor”. Aunque lo odiaran tenían que hacer las cosas bien.
Trabajaron en silencio, el chico la miró de reojo y le pareció encantadora con su
cabello suelto y escribiendo afanosamente en el pergamino que él aun no podía ni si
quiera rellenar a la mitad, la luz del mechero le daba cierto aire místico a toda su
personalidad perfecta. Sonrió sin saber exactamente el porque e inconscientemente le
puso una mano sobre la rodilla que la castaña ni si quiera notó hasta que fue subiendo
por lo largo de su pierna. Tenía una piel sedosa, que le era agradable al tacto y no sabia
porque lo estaba haciendo...
Luna y Ron caminaban por el bosque al atardecer. La rubia cargaba un libro de piel
contra su pecho. Hacia frio, pero a ella parecía no importarle. El pelirrojo estaba
fascinado con la delicadeza de ella, su cuello expuesto, todo le fascinaba, simplemente
no entendía como podía existir una combinación tan perfecta entre su extrañeza,
sensualidad y la ternura que reflejaba aunque la manera en que lo miraba no era
precisamente la de una niña.
El chico acunó su rostro entre sus manos y la volvió a besar bajando por el contorno de
su cuerpo y pegando sus caderas lo más que pudo, ella lo envolvió con sus piernas
mientras Ron sentía que todo lo helado de antes ahora comenzaba a hervir. Bajó
besando su cuello con desesperación cuando ella lo aparto.
-Ron...
-Dime –dijo dándole un beso en los labios.
-¿Desde cuando te gusto?
-Yo, No, Lo, Se... Creo que desde antes de nacer.
Luna sonrió –Ya lo sabia.
Él sabia que la amaba, solo porque la amaba desde antes de nacer. El amor empieza en
el pasado, pero el de Ronald Weasley sobrevivió a través de los años.
No te quiero, sino porque te quiero y de quererte, a no quererte llego,y de esperarte
cuando no te espero pasa mi corazón del frío al fuego.
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La noche cubrió los terrenos de Hogwarts, el húmedo manto oscuro asechó liberando
a todas las criaturas de que gobernaban la noche. Un aullido se escuchó a lo lejos pero
a él no le importo. Había una magia extraña en el ambiente. Draco Malfoy salió del
castillo y al instante una brisa fría le golpeo el pecho, no sabia que estaba haciendo ahí,
pero algo lo había impulsado, quería encontrar algo, aunque no estuviera seguro de
que...
Así caminando, sin pensar en el porque de sus actos, tropezó. Algo invisible le golpeo
los pies y sintió su sangre arder ante su propia torpeza. Se levantó inmediatamente
gruñendo de coraje y tomó la muñeca del que estaba sentado donde no podía verle. La
muñeca era huesuda y pequeña así que por lógica debía ser una mujer. Sus ojos
brillaron en la oscuridad sin saber quien era y la arrastro al otro lado del tronco donde
la luna revelo su identidad.
La pequeña pelirroja respiró agitada, no podía hablar y todo su cuerpo temblaba. Tenía
un miedo espantoso de lo que el rubio pudiera hacerle, no creía que le tendría
consideración por ser una mujer. Su mirada de hielo la congeló al instante
aterrorizándola.
Draco se limitó a mirarla fijamente sin profesar un solo insulto más. La luz de la luna
acrecentaba la palidez de la chica y su cabello rojizo brillaba con más intensidad. El
chico nunca había mirado unos ojos tan hermosos, como el color del mar, con una
mirada tan inocente, tan, tan... Un mariposeo le recorrió el estomago, sus labios
abiertos eran rojos y hermosos... Algo extraño sucedió en su mente, como si
abandonara su cuerpo se vio sobre ella, se movía, estaba desnudo y su cuerpo
sudando. La sentía derretirse de placer bajo su cuerpo, la sentía presionar sus hombros
y jadear en su oído. La gryffindor lo vio sobre ella y de pronto la miraba justamente
como lo hacía ahora. Ambos temblaron al mismo tiempo y en la misma forma, como si
no se tratara de ellos pero así era, compartían una misma fantasía que había salido de
la nada. Un deseo extraño les recorrió el cuerpo, era un sentimiento desconocido pero
que aun así ya habían sentido antes pues les era familiar. Y aunque tenían los ojos
cerrados estaban consientes de la presencia del otro y como inundaba cada uno de sus
sentidos...
El rubio abrió los ojos solo para darse cuenta de que la estaba besando con un ansia
suprema. Ella también los abrió al darse cuenta de que la besaba. Con un saltó hacia
atrás Draco cayó de espalda sobre el césped y se quedó mirándola con la misma
extrañeza que ella lo hacia. Levantándose torpemente huyó de ahí lo mas rápido que
sus piernas temblorosas se lo permitieron. ¿Qué hizo? ¿Por qué lo hizo?...
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«Inglaterra, 1° de enero del año de 1849»
Ginebra Weasley estaba desnuda sobre la cama de Draco. La chica cubría su pecho con
una sabana blanca hecha de poliéster. Habían pasado el año nuevo, teniendo su propia
“Celebración” ante la desaprobación de su hermano aunque acostumbrado a ser el
único hombre en una familia compuesta solo por mujeres no le dio mucha
importancia. El chico se subía los pantalones frente a la cama y los dejó
desabrochados, tomó la camisa arrugada de una silla y se la coloco dejándola abierta.
Había una maleta de cuero café sobre la misma silla donde arrojaba cosas con su varita
descuidadamente.
Al pelirrojo le tomó un podo de tiempo reaccionar. Él siempre supo que eso pasaría,
por eso no abandono sus “estúpidas fantasías”... Y ahora que iba a hacer él ¿Quedarse
a trabajar como Medimago mientras Draco se volvía rico?
mi mente confusa
dando vueltas sobre si..
tras un velo se oculta
recordando un porvenir
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«2 de enero del año de 1849»
Ron y Draco miraban la el atardecer, el sol acariciaba el mar pintando el cielo color
anaranjado produciendo un arrullante susurro que era acompasado de la sonora
maquina en marcha del barco. El olor de agua salada era intenso pero ambos lo
disfrutaban. El pelirrojo estaba recargado en la barandilla del barco, le molestaba que
Draco estuviera tan tranquilo mientras que él se atormentaba con su futuro, sus
planes, lo que dejaba, lo que encontraría... Solo deseaba que todo terminara bien...
Aunque estando con Draco eso era demasiado pedir.
El rubio miró a su amigo y le sonrió- ¿Y que piensas hacer con mi hermana? –dijo Ron.
-Dime tú que vas a hacer con Lunita...– respondió Draco.
-Mi esposa se llama Selene y odia que le digan luna– dijo Ron volteándose.
Draco rió– Eres un imbécil, solo a ti se te ocurre casarte ¡Y con esa rara!
Ron también rió, aunque no le gustaba que llamaran rara a su esposa definitivamente
era una verdad irremediable– Es fascinante Draco... Cada día con ella es un mundo
completamente nuevo...
-hay pero que... cursi. Con respecto a tu hermana, no la amo...
-Ella tampoco.
-¿Cómo?
-No me digas que creíste que Ginebra se enamoraría de ti...– dijo el pelirrojo y se
encogió de hombros– Le prohibí que te viera o te hablara y como toda niña malcriada
solo quería contradecirme.
-Me alegro tanto– dijo el ojigris con un suspiro de alivio– Lo bueno es que a donde
vamos hay chicas muy lindas...
-Asquerosas muggles– reparó Ron– Aunque supongo que también habrá brujas o algo
con lo que puedas acostarte...
Draco dejó escapar una sonora carcajada- ¿Puedas? ¡Podamos querrás decir!
-no, no... A mi no me metas porque yo estoy C A S A D O– enfatizó el pelirrojo
mostrándole su argolla de matrimonio de oro.
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En la torre de adivinación reinaba el desastre. Las mesas estaban con las patas arriba e
incluso algunas partidas por la mitad, los velos de las cortinas y tapetes estaban
rasgados, había una ventana rota y los vidrios de la misma cubrían la superficie de
madera de pino. Draco Malfoy estaba en el escritorio del centro simplemente mirando
sin mover ni un dedo aunque sabia que debía limpiar no le interesaba, no había prisa.
Tomo una pedazo de taza rota que estaba en el escritorio y la aventó tan fuerte que
quedó encajada en la puerta.
Hermione no supo como se había enterado de que ella estaba allí, pero no le importó.
Salió de atrás de la puerta abriéndola lentamente, tomó el pedazo de vidrio que él
había lanzado e intentó retirarlo sin éxito, sorprendiéndose de la fuerza del rubio.
Fuerza que tal vez pudiera utilizar para dañarla, aunque se protegía con la idea de
jamás haberlo visto golpear a una mujer...
-Algún día me tocaba a mi verte limpiar– dijo ella cruzando los brazos y avanzando
hacia él con un aire de superioridad.
Draco sonrió -¿Y me estas viendo limpiar?... Porque yo no estoy limpiando.– respondió
sabiendo que la había molestado.
-Pues limpia ahora– Ordenó Hermione.
El rubio volvió a sonreír y se puso de pie, la castaña se intimidó ante su altura que
pasaba por mucho la de ella. Intentó no demostrar temor levantando su rostro para
mirarlo de frente- Que te quede claro algo Sangre Sucia Inmunda: nadie me ordena...
La gryffindor no soportó que el la llamara “Sangre sucia” una vez mas, su rostro se hizo
duro e intento darle una bofetada con todas sus fuerzas. El chico frenó la agresión
tomándola de la muñeca y aproximándola a su cuerpo dejando sus pies levitando
levemente, la arrastro hasta la ventana rota por donde el cielo empezó a cubrirse de
nubes grisces en un remolino de fría oscuridad y la tomó fuertemente del cabello, dejó
la mitad de su cuerpo expuesto al vacio rodeando con un brazo su cintura y acercando
su rostro al de ella restirando mas sus risos castaños, su risa tétrica de satisfacción le
helaba la sangre pero no permitiría que él lo notara... Nunca, que Draco Malfoy no
supiera que ella tenia miedo.
-Si supieras cuanto te aborrezco Granger– dijo Draco con un tono tan irónico, que
parecía casi gracioso.
Paradójicamente, ella sonrió– Supongo tanto como yo a ti...
-Puedo degollarte aquí mismo... En este instante tengo tu vida en mis manos, como
una insignificante larva a la que puedo aplastar...– intentó intimidarla la serpiente.
La gryffindor siguió sonriendo, aunque sus labios estuvieran temblando –Hazlo
Malfoy.– lo retó pensando en que podría matarla.
Draco sintió su sangre hervir, en el fondo había esperado que ella tuviera miedo, en el
fondo solo quería asustarla ¿Pero porque no podía?, se sintió humillado, la volteó
tomándola de los hombros de una manera tan fuerte que Hermione sentía el dolos
hasta lo huesos, sus narices se rozaban confundiendo sus respiraciones en una sola, él
tragó saliva y ella levantó mas su rostro
-Eres un asqueroso cobarde– dijo la leona y le escupió en la cara para después salir
corriendo.
Al llegar a la puerta estaba cerrada ¡Pero como si ella no la había cerrado!, todo su
cuerpo empezó a temblar al ver como se acercaba a ella como un león al asecho
aventando todo lo que encontraba a su paso. La castaña sacó su varita y le apunto
haciendo que sonriera tétricamente, de pronto las ventanas se sellaron con una
cortina de hierro al igual que la puerta, todo quedó oscuro y una esfera brilló en el
centro de la torre...
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«6 de enero del año de 1849»
Ron y Draco arribaron en el muelle del nuevo estado de Florida, una zona cálida y al
mismo tiempo tropical que parecía un verdadero paraíso. Aunque el pelirrojo seguía
cuestionándose... Draco llevaba ropa al menos eso era algo, pero él no traía nada mas
que su bata de doctor un par de plumas sin tinta y cincuenta dólares.
Abordaron un tren que se supone los llevaría al punto cumbre donde se encontraba el
oro. No era muy lujoso pero era gratuito y muy practico. Tomaron asiento frente a una
ventana, sus asientos tenían una mesa en medio y estaban el uno frente al otro. Ver
por la ventana era algo fascinante, el paisaje cambiaba radicalmente de montes verdes
en los que podía ver osos y áridos cañones donde los caballos salvajes corrían. Se
sorprendió de que existieran criaturas sin domar, pues en Inglaterra, los caballos
salvajes eran cosa del pasado desde la edad media, con razón lo llamaban “Wild West”
(salvaje Oeste), se fijo curiosamente en como Draco miraba lo mismo que él pero
parecía en realidad no ver nada, aun así el rubio sonreía con extrañeza para
desconocida...
-Nunca te había visto tan feliz –Dijo Ron mirando por la ventana.
Draco lo miró– pase lo que pase, ¿Vamos a seguir siendo amigos verdad Ron?
-¿Pasa algo?– preguntó el pelirrojo
El chico negó con la cabeza– No pasa nada...
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-¡No pasa nada Granger!– gritó Draco exasperado al escuchar los gritos agudos de
Hermione.
-¿Qué es eso?– preguntó Draco acercándose a ella para mirar la esfera con curiosidad.
-"Si me descifras eres libre"...– leyó la castaña.
Al instante el terror se apoderó de ella, la última vez que había leído esa frase fue
cuando Snape la había encadenado a Neville. Ella conocía el hechizo, sabia que nadie
en el colegio lo dominaba y esta vez, aunque no hubiera cadena... estaba atada a él.
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«9 de enero del año de 1849»
El techo le fue desconocido en cuanto abrió los ojos, había una calidez que le era
desconocido. La cama estaba en el centro de la habitación, todo olía a madera
silvestre, como si los muebles no hubieran sido barnizados antes o no tuvieran un
hechizo que les dejara un olor constante a pino... Había algo diferente. Miro por la
ventana que estaba a su izquierda fijándose en un par de colinas sobre las cuales
estaba la puesta de sol...
-*Sol*- pensó.
Esa era la diferencia. De donde él venia ver una puesta de sol era mas raro que esperar
al cometa Halley, la carencia de frio era lo que le resultaba desconcertante y la forma
tan rural de los muebles e incluso la misma estructura de la habitación, no había metal
por ninguna parte. Tomo asiento con dificultad sobre la cama, se quejó al sentir una
punzada en su hombro derecho que estaba vendado y tenia una mancha de sangre. No
traía camisa y su mente empezó a confundirse.
Draco miro al pelirrojo que vestía con extrañeza; traía puestos unos vaqueros, camisa a
cuadros de color rojo, botas negras y un ridículo sombrero redondo que aplastaba su
cabello.
-¿Qué pasa? ¿Por qué te vistes así? ¿Cómo llegué aquí? ¿Por qué me duele todo?...
-hey, hey, hey... ¡Tranquilo! Una pregunta a la vez- dijo Ron y tomo asiento a un lado
de él –No pasa nada, me visto así porque aquí así visten los muggles ¡Soy todo un
Cowboy!... Y te sientes mal porque eres un idiota.
La mente del rubio no se aclaro en lo mas mínimo -¿Puedes decirme como llegamos
aquí?
-hay Draco –suspiro Ronald– En cuanto bajamos del tren buscamos unos caballos, se
supone que tenias que acercarte lentamente y el corcel te dejaría montarlo, pero un
muggle extraño no tuvo problemas... Tu te burlaste gritaste que si él podía tu también
y luego te acercaste diciendo algo como... “Hey tu asquerosa bestia deforme...” El
caballo se “molesto” y te golpeo con las patas en el hombro. Luego te desmallaste.
-Soy un idiota– dijo el rubio virando su rostro.
-Creo que eso ya lo habíamos aclarado... –dijo el pelirrojo y sonrió ante el gesto falso
de indignación de su amigo.
Una chica extraña de corto cabello negro entró a la habitación como un gato
escurridizo. Traía una bandeja de plata en manos sobre la cual cargaba un recipiente
con compresas frías y una jarra de peltre llena de agua. Draco creyó volverse loco al
conocer a la mujer mas hermosa que hubiese visto en su vida, no traía maquillaje y aun
así le pareció un perfecto ángel con sus ojos de un azul tan oscuro que parecían casi
negros, traía un vestido extraño que ocultaba las formas de su cuerpo pero aun así
distinguió que era bien proporcionado. Si Ginebra era como fuego esta mujer parecía
el hielo.
Ella dejo el recipiente con las compresas en un buró y vertió en él un poco de agua.
Sumergió las compresas y miró que el rubio la observaba cuidadosamente, entonces le
sonrió con un aire tan angelical que Draco se sintió excitado al momento.
-¿Se siente mejor?– preguntó ella. Por Merlín, su voz era hermosa.
-¡lo bueno es que despertó!– gritó Ron riendo.
Él no le respondió ni fue capaz de decirle nada más. Había algo en ella que le era
hipnotizante, sin mas se quedó en un rotundo silencio mientras ella terminaba con su
trabajo sorprendentemente sin lastimarlo ni un poco, era extraño, nunca había visto a
nadie actuar tan hábilmente sin varita.
-*¡Mi varita! *- pensó espantado. Se aproximo al oído del pelirrojo– Ron has visto mí...
-Por cierto su varita sufrió un pequeño daño, pero mi padre la esta reparando...
El chico se quedó con la boca abierta– Que no eres una...
Ron rió –Hay Draco.– dijo meneando la cabeza.
Ella hizo lo mismo y también sonrió– No soy muggle– dijo y clavo sus ojos en los de él-
¿Tan simplona me veo?– preguntó flotando a centímetros de sus labios –Mi nombre es
Pansy Orchid Parkinson.
Pansy le ofreció una camisa de color azul cielo a Draco y él se levanto tomándola con
agradecimiento mientras el señor Parkinson encendía su pipa meciéndose
armoniosamente.
Hermione se apresuro a bajar las escaleras de la torre lo mas rápido que sus piernas se
lo permitieron conservando el cuidado de no caerse, lo último que necesitaba en este
momento era quedar inconsciente. Draco la siguió a toda prisa sin importarle un
comino que la torre siguiera sucia.
-Dime que pasa...– alcanzó a decir justo cuando un extraño dolor se apoderó de su
hombro sin explicación aparente.
-Ahora, puedes decirme... Que diablos fue eso...– dijo Draco casi tan espantado como
ella
-No tengo la menor idea Malfoy– dijo Hermione con los ojos llenos de lágrimas
contenidas –Lo único que sé es que nos hechizaron...
-Que clase de hechizo.
Ella le volteó el rostro, el chico la tomó de la barbilla suavemente –Dije: que clase de
hechizo.
-El rebote. –Dijo la leona y las lágrimas empezaron a salir por si solas.
-Todo lo que tú sientas lo sentiré yo...– dijo Draco– Y todo lo que yo sienta lo sentirás
tú.
El chico la soltó tan bruscamente que casi pierde el equilibrio. Un mareo asaltó su
cabeza y quiso desmayarse. A Draco no le importaba, ni ella ni nadie. Entró por uno de
los pasillos del castillo, un dolor demasiado leve para su gusto le acogió los brazos, aun
traía la camisa desabotonada por lo que no le tomó trabajo descubrirse el brazo, solo
para notar las marcas de sus dedos en sus propios brazos, en la misma forma en la que
había tomado fuertemente a la Sangre sucia Granger... La conexión había empezado.
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Ron tarareaba una cancioncilla alegre que todos conocían perfectamente porque la
había inventado Luna. El pelirrojo entró en su sala común dando un paso de baile sin
dejar la melodía pegajosa, inmediatamente el ojiverde se crispó de un salto
poniéndose de pie con la posición de un gendarme.
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«9 de enero del año de 1849»
El par de magos Ingleses llegaron a un nuevo pueblo llamado Heal Valley, entraron en
un hotel que a primera instancia solo parecía una cantina y de hecho eso mismo era la
primera planta, un bar donde todos los vaqueros jugaban naipes y bebían licor. Aquel
lugar era llamado “Magi’s” en honor a su dueña Margaret, una mujer regordeta con el
cabello rojizo recogido en un alto peinado que dejaba caer algunos risos alrededor de
su regordete rostro.
Margaret los llevó a una de las habitaciones que habían decidido alquilar al menos
para pasar la noche. El edificio estaba oscuro y desgastado, además de que un
pestilente aroma a alcantarillado estaba en los pasillos. En la recamara había dos
camas individuales sin cabeceras y sobre las cuales había un par de ventanillas que
daban a la calle del centro donde había un farol encendido. Del lado derecho había un
closet que abarcaba toda la pared con tres enormes puertas corredizas de madera, en
el centro, separando las dos camas había una repisa de estantes separados del mismo
material y para finalizar al lado izquierdo de la puerta un escritorio sobre el cual había
un recipiente de porcelana blanca a su vez sobre este un espejo al que le faltaba un
pedazo y mostraba un reflejo estrellado.
La mujer se retiró tomando el dinero y haciéndolo rollo para guardarlo entre sus
voluminosos pechos. Draco rió gustosamente al ver como Ronald tosía con repulsión y
parecía querer devolver las entrañas. El rubio se tiró en una de las camas, los resortes
crujieron al impacto chillando desgarradoramente, mientras el pelirrojo se sentaba a
su lado con un aire de preocupación que pasaba desapercibido para su amigo, se
miraron fijamente por un momento cuando abrieron con un empujón la puerta:
Ambos chicos reaccionaron exaltándose al instante. Era un chico de cabello negro y
ojos azul oscuro, traía puestos unos vaqueros negros al igual que su camisa a cuadros y
un chaleco grisáceo. Sostenía de la cintura a la que seguramente era una de las
bailarinas del bar que traía excesivo maquillaje. Sonrió despistadamente y se fijó en el
par de “niños” que ocupaban la habitación por lo que dedujo que no era la suya.
Pasados tres cuartos de hora decidieron bajar al bar donde el humo del tabaco lleno
sus pulmones, había varias mesillas redondas donde jugaban a los naipes, una barra de
licores extraños, dos ventanas largas una a cada lado de la puerta y por último una
tarima sobre la cual un hombre en pianola tocaba alegremente para que las mujeres
bailaran algo extraño que consistía en levantar sus faldas y mostrar ropa interior
demasiado extraña y atrevida para el gusto de Ronald mientras que para Draco parecía
ser el paraíso. El pelirrojo había comprendido al fin las palabras de Frank, esas mujeres
no solo bailaban, también ofrecían sus cuerpos al mejor postor... Para ellos.
-¿Le gusta el Can-Can amigo?– preguntó el cantinero con alegría– Es el baile de moda
por aquí.
-¡Claro que me gusta!– respondió Draco con una pervertida mirada.
-*Asquerosos Muggles*- pensó Ron.
-*Tranquila Comadreja*- dijo Draco usando su legirimancia.
-*¡Ya te he dicho que no hurgues en mis pensamientos!*
El rubio se rió con agrado-* ¿Hurgar en tus pensamientos?*
El cantinero los miró con desconcierto, después de todo dos chicos jóvenes, solos,
compartiendo una habitación y que se miraran tanto no era muy normal que digamos.
-¿Van a tomar algo?– preguntó
-Agua– dijo Ronald haciendo reír al hombre de la barra.
-¡Si quiere agua le sugiero que meta la cabeza en el abrevadero de los caballos!– dijo Y
puso una copa de cristal frente a Draco y otra frente a Ronald, seguido descorchó una
botella– Aquí tomamos Whisky.
-Pues bebamos– dijo Draco y bebió ambos tragos.
-Yo paso– dijo Ron
El ojigris siguió bebiendo con agrado, nunca había probado un Whisky que fuera tan
fuerte y raspara tanto a su garganta, ahora le parecía adictivo.
-*No te pases Malfoy*
-Tranquilízate comadreja, mejor diviértete– le dijo a Ron en cuanto percibió su
pensamiento.
Frank llegó por detrás de ellos palmeándoles los hombros y pidió un trago de la misma
botella que estaba tomando el rubio. La música siguió entre algunas peleas ocasionales
que se arreglaban a balazos, el chico marcaba el ritmo de la música con sus pies, las
mujeres seguían bailando de manera enérgica, atontando a cualquiera al enseñar sus
prominentes escotes en colores oscuros...
Después de un rato salieron del bar. La calle terrosa estaba oscura pues alguien había
apagado todos los faros, aún así distinguieron la peluquería y la tienda de armas. Los
esperaban dos chicos de más o menos veinticinco años de edad, de corpulencia
robusta y musculosa vestidos también de negro al igual que Frank.
-Señores, ellos son mis amigos; Gregory Crabbe y Vincent Goyle– los presentó Frank.
-Mi nombre es Draco Malfoy y el pelirrojo es mi amigo; Ronald Weasley.
-Un placer...– dijo Ron evidentemente molesto
-¡Entonces vamos a divertirnos!– gritó Gregory acomodándose en su corcel negro que
era idéntico al de los otros dos.
Ronald y Draco los imitaron. El caballo de Draco era café mientras que el del pelirrojo
era bayo con la creel negra.
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Hermione se había puesto una delgada bata color rozado haciéndose dos trenzas para
que el cabello no le molestara durante la noche. Los relámpagos iluminaban su
ventana sin producir un solo sonido, lo que solo indicaba que habría una tormenta. Se
preguntaba inquietamente que iba a hacer ahora, sabia que dependía de ella detener
lo ocurrido porque seguramente Malfoy no ayudaría de nada, pero para poder detener
el hechizo primero tenia que saber quien y porque lo había originado.
Entre sus muchas reflexiones y continuas inquietudes algo extraño sucedió la primera
vez que se le ocurrió pensar en el nombre de Draco Malfoy. Un sentimiento
desconocido se apoderó de ella, una corriente que le producía un fuego interno se
apodero de ella fundiendo todos sus órganos en una sola masa, era una ansiedad tan
grande que le parecía casi dolorosa y eso la incomodaba. Sintió un deseo supremo de
hacer no se que. Sintió como besos se regaban por todo su cuerpo enardeciéndolo aun
mas, tembló mientras sus labios se resecaban sin poder evitarlo.
-*Draco... *
Se levanto casi corriendo hasta el baño que era iluminado solo por el resplandor de la
luna, la sombra de la reja de la ventana se reflejaba en el piso de mármol, abrió la llave
de la tina y dejó que esta se llenara de agua fría. Se quitó la bata rosada debajo de la
cual nunca usaba nada y se sumergió completamente dejando sus ojos abiertos debajo
del agua. No escuchaba nada... Cuando ya no pudo respirar saco solamente su cabeza
y el fuego fue disminuyendo, aunque no fue apagado...
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-¿Estas bien?– preguntó la morena acercándose a él e intento poner una mano sobre
su hombro.
-¡No me toques!– gritó Draco haciendo que ella diera un salto hacia atrás. –Solo vete...
La chica no dijo nada más y asintió tomando sus ropas que estaban regadas por la
habitación de Slytherin. El rubio tragó saliva con toda la dificultad del mundo, no supo
porque pero solo pudo pensar en una sola persona... No tuvo la menor idea ni el más
pequeño de los indicios, pero estaba seguro, ella tenia la culpa... Hermione Granger.
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«9 de enero del año de 1849»
Entre timbales de alegres ritmos y luces de colores que estallaban en el suelo llegaron
a la feria de los gitanos. Era un desfile interminable de carpas multicolores con
anuncios de letras extravagantes con títulos como: “Conozca su Futuro”, “Fenómenos
de la naturaleza”, “Solo para hombre”, “Mide tu fuerza”, etc., en una de las mas
concurridas había un titulo que decía “Telescopio: Magia o Ciencia”, Consistía en poner
a una gitana en un extremo de la feria mientras que del otro lado se ponía el
maravilloso artefacto y al asomarse por su lente podían ver a la mujer como si
estuviera a una palma de distancia. Ron se maravillo de nuevo con el ingenio de estos
muggles extraños.
Había dos mujeres de faldas brillantes y blusas atrevidas; una de ellas era de cabello
corto hasta la barbilla, negro y muy lacio, sus ojos eran verdes. La otra tenia la piel casi
negra con el cabello café oscuro y los ojos color aqua. La primera de ellas bailo
atrevidamente hasta donde se encontraba Frank Longbottom, subió y bajó por todo el
cuerpo del chico de la misma manera incitante mientras él se embobaba con el
contoneo de sus caderas.
Un hombre calvo con una argolla en la nariz a manera de toro se acerco hasta Frank.
-Por cuarenta pesetas puedo ofrecerle un espectáculo más privado– dijo con voz
carraspienta.
[Cuatro pesetas equivalen a un dólar]
El chico acepto encantado de la vida y lo siguió hasta un cuartillo de madera vieja que
tenía un huevo poco mas grande que el diámetro de su ojo donde pudo ver a Gema
desnudándose y tocando su cuerpo con una lujuria que parecía intencionalmente
planeada.
Draco y Ron permanecieron en la carpa mientras los otros se perdieron. Esa cultura era
un desfile interminable de mujeres hermosas, pero el rubio sabía que toda esa belleza
era peligrosa. Tuvo la suerte de mirar cuando as chicas bailaban alrededor de los
hombre no era para complacerlos o para recibir mas monedas, solo era una distracción
para robarles. Ni si quiera los mas ávidos se salvaban de ellas puesto que mientras una
bailaba a su frente y otra simulaba bailar a su espalda en realidad lo engañaban con
una astucia que era digna de todo el respeto de Draco. Tomaban todo lo que podían y
después lo dejaban sonriéndole con malicia y al mismo tiempo inocencia que les
robaba el aliento.
La castaña se acerco a Ron y bailo para él. Inmediatamente el rubio le clavo la vista
encima y para ella fue como si una cuchilla de hielo le atravesara la sien, pero sin darle
importancia se propuso a seducir al pelirrojo, aunque este no le presto atención Draco
se fijó en como hábilmente había logrado sacarle la sortija de oro blanco, algo se
enardeció en el y cuando ella volvió al centro de la pista agitando un par de velos él la
tomó del cabello mirándola con odio.
-Asquerosa muggle –Dijo el chico.
-¿Muggle? –repitió ella ante la extraña palabra.
El chico la tomó de la cintura cuando el hombre que se había parado en la puerta quiso
llegar hasta ella, solo que Vincent Y Gregory se lo impidieron tomándolo de los brazos
y apuntándole a la cabeza con un arma rudimentaria. Sin vergüenza alguna Draco
metió su mano en el escote de la castaña y sacó ante la vista de todos, el anillo de su
amigo.
Entonces la alejó de él tan fuerte como la había tomado quedándose con uno de los
holanes de su falda y rasgándolos. Como de un doble fondo cayeron en el suelo
billeteras y joyas que cada uno reconoció como suyas. Inmediatamente todos se
abalanzaron a la pista por su dinero y tal vez por alguno demás. La gitana huyó, los
chicos soltaron a su marido y se metió entre la trifulca para buscarla.
Draco, Ron, Vincent y Gregory salieron de la carpa mientras una intensa batalla entre
muggles, casa fortunas y gitanos estallaba. Un disparo encendió toda la carpa con una
explosión que lanzo lejos a los cuatro magos que se alejaron, cuando pudieron
levantarse corrieron a toda prisa a donde estaban los caballos.
Por acto divino Frank logró alcanzarlos cuando desamarraban a los caballos, el chico
estaba sudoroso pero sumamente sonriente cosa que no paso desapercibida para
Draco.
Gregory saco su pistola y hecho unos cuantos disparos al aire gritando mientras se
alejaban de la feria gitana.
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Por una extraña e incomprensible razón la vieja tubería se reventó justo de donde ellos
estaban, el chorro violento de agua golpeo la espalda del rubio provocando que se
pegara mas a ella y ambos perdieran el equilibrio. El baño se inundo, Hermione no
pudo evitar gritar cuando Draco cayó sobre ella, las pijamas de ambos se mojaron, la
bata de la Gryffindor se hizo transparente pegándose a su cuerpo y la tirantera gris del
Slytherin resaltaba cada uno de los músculos de su torso. Sin querer una de las manos
de Draco terminó en uno de los pechos de la castaña, sus piernas estaban enredadas.
Draco sintió su virilidad pegada al sexo de Hermione pues ella tenia la bata hasta la
cintura, acercó más su rostro al de ella quien tenia los labios entreabiertos, le
parecieron hermosos. A ella se le fue la respiración entre el sonido del agua y los
cabellos del chico goteando sobre su rostro.
Ron y Harry se quedaron de pie frente al baño. El agua llegó hasta los pies descalzos de
ron y le hizo una mueca al azabache para que mirara. El ojiverde empuño su varita y
empujaron la puerta silenciosamente. El pelirrojo abrió la boca, su ¿En verdad su
amiga estaba siendo manoseada por una estúpida serpiente?
-¡Suéltala!– gritó Harry y levantó a Draco de la camisa.
Hermione se levanto tambaleante-¡Harry, No me hizo nada!– gritó ella con horror
Draco estaba riendo mientras Ron lo amenazaba con su varita:
–Dile que no me toque– dijo Draco secamente sin dejar de sonreír.
-¡¡No te atrevas a hablarle!!– gritó el pelirrojo.
-¡RON NO!– Alcanzo a exclamar la chica.
En ese instante el chico Weasley golpeo a Draco en el estomago dos veces. La castaña
cayó en el suelo de rodillas escupiendo sangre. El azabache le reventó el labio
haciendo que callera en el agua, la chica lo vio como en cámara lenta mientras ella
perdía la conciencia.
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«10 de enero del año de 1849. 9:30 hrs.»
Draco despertó sin abrir los ojos como acostumbraba a hacerlo. Su cabeza dio vueltas
en cuando tuvo conciencia, tenía una horrorosa resaca, supo que había sol y eso le
molestaba. Después de un rato de estarse moviendo incesantemente sobre la cama
revolviendo todas las cobijas. Se puso de pie y caminó a tientas hasta el espejo y se
mojó la cara con el agua fresca que había en el recipiente de porcelana, al instante
notó como la barba le estaba creciendo y dando una inspección por la habitación notó
que Ronald no estaba. Seguro estaría en el bar, después de todo hoy partirían con
Frank y sus amigos hasta una mina.
-*Donde demonios está mi varita*- pensó y se puso a buscarla sin éxito alguno.-
¡Donde demonios está mi varita!
En ese preciso instante Frank asomó su cabeza por la puerta de la habitación -¿Una
varita?.
-¡No!... –Grito Draco-¡En realidad no es...!
-¿Eres un mago?
-¡Petrificus...!
Frank reaccionó desfundando hábilmente su varita del cinturón como su fuera una
pistola- ¡Expeliarmus!
La varita de Draco salió volando, el ojigris se quedó impávido mirando al chico de ojos
azules.
-El hechizo para convertir a los Muggles en piedra es Petraforma, no petrificus petra.–
dijo y se guardo de nuevo su varita.
-Tú también eres un mago...– profesó Draco.
Frank sonrió. No era una pregunta–Vincent, Greg y yo lo somos... Perdona que no te lo
dijera pero como tu amigo pelirrojo si lo notó, yo creí que... pues tú también. Bueno
solo quería avisarte que ya casi nos vamos y te recomiendo que bajes porque te
quedarás sin donas– finalizo sonriendo.
-¡Frank!– gritó Draco antes de que él saliera
-Dime Draco.
-¿Por qué si algún muggle descubre lo que somos tenemos que...?
-Porque no nos podemos arriesgar a que descubran lo que somos... Sabes que nos
matarían.
-Aun así... ¿Porque convertirlos en piedra?
-Mientras no se conozca un hechizo para desmemoriar no nos queda de otra– dijo
Frank encogiéndose de hombros y salió.
El rubio de ojos grises se puso de rodillas sobre la cama para mirar por la ventana
donde los muggles transitaban por la calle del centro. Ron aborrecía a los muggles por
considerarlos una raza inferior y llena de malicia, sin embargo sin saber nada de esos
chicos los había tratado amablemente sin una aparente razón. Solo que aunque él no
hubiera notado nunca, su amigo supo desde un principio que todos ellos tenían sangre
mágica... ¿pero como? Si se vestían, actuaban y por supuesto se divertían como
simples muggles... ¿En que consistiría el “sexto” sentido de Ronald?
Despertó sin abrir los ojos como lo hacía siempre. El olor era diferente, como a vacio, a
limpio. No era un aroma que le fuera familiar, sus sentidos se exaltaron al momento, si
no podía reconocer esa esencia quería decir que no estaba en un lugar conocido o al
menos muy frecuente. Se incorporo de un solo golpe abriendo los ojos abruptamente,
el pañuelo húmedo que tenía en su cabeza cayó sobre sus manos y sin más vio que
Draco dormía a su lado, no estaban Harry ni Ron y el sol aun no salía. Seguro que sus
amigos estarían dormidos.
Al instante Draco despertó sobresaltado como si hubiera tenido una pesadilla, el chico
tenía un vendaje alrededor de su abdomen y aunque supo perfectamente que la
sangre sucia estaba a su lado volvió a cerrar los ojos sin darle mucha importancia, cosa
que a ella le extraño por completo.
-Tienen que decirme quien les hizo esto– dijo Pomfrey con un tono de indignación,
-Si yo lo supiera ya lo hubiera asesinado– dijo Draco sentándose- ¿Dormiste bien
Granger?– pregunto con ironía.
-¿Por qué estas aquí?- Preguntó ella con tanta inocencia que a Draco le provoco risa.
-No te emociones...
-Cuando tus amigos te trajeron tenías golpes... Solo que en tu cuerpo no había nada, ni
sangrado, ni lesiones, ni si quiera un moretón. Luego llegó el joven Malfoy, entonces él
si tenía las lesiones y supe que si lo curaba a él te curaría a ti también. Es parte del
hechizo –Finalizó sentándose en la orilla de otra camilla a un lado de Hermione.
-Si, si, si. Lo que uno siente lo sentirá el otro y bla, bla, bla...- dijo Draco.
-¡No es solo eso!– de crispó la enfermera– !No se trata de sentir el mismo dolor!...
Ustedes ya no existen como personas individuales, su “yo” esta desapareciendo...
-¿A que se refiere?–intervino Hermione.
-En cuanto el hechizo avance sentirán todo, sus deseos, sus tristezas, en la etapa mas
avanzada podrán ver lo que ve el ojo del otro... Serán un solo cuerpo.
-¿Y luego que?– preguntó Draco.
Madame Pomfrey se puso de pie frotándose las manos con nerviosismo, les dio la
espalda y levantó su rostro –Y luego, el carácter del que sea más fuerte dominará
fundiéndose con el débil y este morirá.
-No es posible...– dijo Hermione
-Lo único que puedo hacer por ustedes es recomendarles que no se lo digan a nadie.
Les aconsejo que vayan donde la profesora Trelawney.
Pomfrey se retiró. Hermione hizo una rabieta pateando las cobijas mientras Draco se
levantaba sin decir una palabra, la chica sintió un dolor por el esfuerzo que encorvó al
rubio quien se detuvo con la esquina de la cama.
La leona se puso de rodillas en la cama y quiso golpear al rubio pero para su desgracia
este reaccionó demasiado rápido y en cuanto ella lo iba a tocar él se dio la vuelta
tomándola de una muñeca y la acerco tanto a su cuerpo que Hermione sintió que se le
iba el aliento, con la mano libre la sostuvo de la cintura notando al instante que era la
mas pequeña que había rodeado en mucho tiempo, sus narices quedaron rozándose
pero él no miraba nada mas que los grandes ojos marrones que parecían gritarle mil
cosas a la vez.
«Draco Malfoy»... Esa palabra retumbó extraño en una parte del cuerpo que ni si
quiera sabia que para él funcionara; Su corazón. Hermione nunca le había dicho por su
nombre.
El rubio llevó la mano de ella hasta su cuello, aún traía el cabello húmedo con la
diferencia de que estaba suelto, la acercó mas a él pegando su frente a la de ella sin
dejar de mirarla, paseando el su vista hasta el escote de ella que brillaba por el agua
secándose, los listones del mismo estaban desatados mostrando el caminillo entre sus
pechos, subió por su cuello y volvió al encuentro con sus ojos en cuanto ella se sonrojó
escandalosamente y él le sonrió. ¿Qué estaba pasando?
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«10 de enero del año de 1849. 16:00 hrs.»
Por su rumbo no había nada más que desierto, el sol calentaba en su máximo
esplendor, remolinos de arena le bloqueaban la vista e irritaban sus ojos. Los zopilotes
volaban en círculos sobre el Gran Cañón, en un lugar tan seco el único aroma que se
percibía era el caldo caliente de la muerte que les ardía en la nariz.
Los cinco chicos cabalgaban tranquilamente. Draco estaba impactado por las
habilidades de mágicas de Frank Longbottom pues eran muchísimo mas desarrolladas
de las que él podría llegar a tener algún día. Se enteró de que él había nacido en
Francia, hijo de padres Ingleses que eran investigadores de la vida muggle así que por
tal motivo el pasaba desapercibido entre los “No mágicos”. Por otro lado Vincent y
Gregory habían crecido juntos en alguna parte e Canadá y al llegar a los Estados Unidos
habían fungido como guardaespaldas para Frank.
Frank sacó un paño de su bolsillo y se limpió el sudor, si había algo que odiaba era el
calor. Puso sus manos en forma de oración y diciendo una rima en un idioma extraño
un remolino de nubes grises cubrió el cielo. El chico miró contento de que su poder
aun funcionara, tomó una cantimplora de su caballo y bebió desmontando para estirar
las piernas.
-Con que eres un Shaman– dijo Ronald
El chico se limpió las gotas de agua que se escurrieron por sus labios y le aventó la
cantimplora al pelirrojo
-¿Sabes lo que somos?– preguntó Frank
-Pueden controlar la naturaleza entre otras cosas.– dijo Draco sentándose en la tierra.
-Mi esposa es una– finalizó el pelirrojo.
-Pues, si voy a Inglaterra será un honor conocerla.– dijo Frank amablemente
palmeándole el hombro como acostumbraba a hacerlo.
Un sonido no muy común en medio de la nada pero aun así casi imperceptible alertó el
oído de Frank. Caminó hasta el borde del cañón y miró el camino que estaba debajo,
sonrió con algo que intimidó demasiado a Draco, ese hombre era peligroso.
Inmediatamente volvieron a los caballos, hizo un grito lanzando un disparo al aire con
un gozo perverso que Ronald no pudo evitar notar y al igual que Draco todo su ser se
intimido con la malévola mente de su guía.
Galoparon hasta interceptar la carreta de madera llena de baúles y telas multicolores,
los rodearon amenazadoramente y a ellos no les quedó más remedio que detenerse.
-Valla, valla...– dijo Frank sin bajar de su caballo– Que tenemos aquí.
-¿Qué se les ofrece caballeros?– dijo el hombre que conducía.
Draco los reconoció, ella era la gitanilla ladrona y él era aquel hombre en la entrada de
la carpa que Vincent y Gregory habían amagado.
-¿Qué hacen un par de gitanos Zíngaros por un camino tan transitado?– preguntó
Frank.
-Nuestra feria fue destruida señor...– dijo el chico que no era capaz no de mirarlo a la
cara
Gregory tomó a la castaña de las mejillas- ¡Pero quien es esta preciosura!– Gritó riendo
y todos los demás lo imitaron.
-¡Es mi esposa!– Grito Harry- ¡Déjela!... Por favor
-¡Greg!– Gritó Frank secamente– Suéltala.
-Como órdenes.
-¿Y ella que hace además de robar?– Pregunto Vincent.
-Malabares...– Susurro Harry.
-¿Disculpa?– dijo Frank
-Hace, hace malabares señor.
-Te dire algo; hoy me siento excesivamente bondadoso por lo que te propongo un
trato.
El ojiverde levantó su rostro por primera vez. Vincent tomó tres pelotas de la carreta,
azul, roja y verde y se las lanzó a la castaña.
-Si tu esposa puede mantenerlas en el aire durante cinco minutos... Les perdonaré la
vida– dijo Frank con un aire de Santo que a Draco le pareció ridículo y por demás de
cruel, como si en verdad les estuviera haciendo un favor.
Gregory sacó a la chica de la carreta bruscamente y la aventó en la tierra, ella levanto
su mirada de fuego y la clavó en Frank como dos cuchillas.
-Y si no lo hago que... Señor– dijo Hermione poniéndose de pie.
-Me quedo contigo.
El chico le hizo una seña a Vincent y este le lanzo las pelotas a Hermione, ella empezó a
malabarearlas en el aire con una agilidad que molestó a Frank pues supo que no
fallaría y él la quería. Entonces sacó su arma y la cargó apuntándole a ella con una
sonrisa para la que le faltaba rostro, dio un disparo a sus pies haciendo que saltara
pero sin tirar una sola, la segunda vez que lo hizo ocurrió lo mismo y empezó a
enfadarse. Cambió su táctica y esta vez le apunto a una de las pelotas y la de color azul
estalló en el aire regando un polvo como harina pero la chica no dejó caer las otras
dos, hizo lo mismo y esta vez su tino le dio a la de color verde. Hermione perdió el
equilibrio y dejó caer la última, se lanzó a la tierra tras ella pero no logro tomarla y solo
vio como en cámara lenta que retumbaba en la dura tierra mientras Frank se
carcajeaba. Levantó la vista fijándose en que el chico apuntaba a Harry mientras que
los otros dos volvían a sus caballos.
-No es magia de hoy, quien haya hecho esto lo hizo hace muchos años– dijo Trelawney
–Ustedes ya se conocían... Pero se hicieron daño. No se como ni porque... Solo veo la
necesidad de alguien de enmendar su viejo error, y, no se nada más. –Finalizó
entregándole a Hermione su esfera.
Los chicos salieron de la torre igual de confundidos como habían entrado, Draco traía
las manos metidas en la túnica e iba detrás de la castaña quien maldecía al viento para
ella misma, hasta que un gruñido gutural la delató
El rubio sintió una furia tan grande ante su altanería que la estampo en el muro, para
su pesar sintió como el golpe retumbaba en su propia espalda además del mareo y
como este retumbaba en el centro de su nuca. Gruño de coraje al descubrir que no
podía lastimarla mas de lo que era capaz de lastimarse a si mismo.
El chico sonreía pues fastidiar a la gryffindor era bastante divertido, hasta que notó
como el gato parecía maullarle amenazadoramente.
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«10 de enero del año de 1849. 23:00 hrs.»
Dejaron los caballos en un corral rustico hecho de madera, les quitaron las sillas y los
guiaron hasta el agua.
-No entiendo porque hizo eso– dijo el pelirrojo mientras acariciaba a su caballo.
-No hagas drama Ronald– dijo Draco– Seguro así se manejan las cosas por aquí.
-Ahora no solo los muggles me dan asco- dijo Ron mirando como Frank se acercaba e
inmediatamente se retiró tratando de evitarlo.
Frank le palmeó el hombro a Draco y le sonrió a Ron, pero él no devolvió el gesto- ¿Tu
amiguito esta molesto?– preguntó.
A Draco no le pareció el tono de la palabra “Amiguito”.
-No le parece tu comportamiento– dijo quitándose la mano de Frank de su hombro–
Eso es todo.– Finalizó y se unió a Ron.
Los nativos danzaban alrededor de una enorme fogata en el centro de la aldea, con la
luna sobre ellos y un completo manto oscuro y estrellado parecía algo espectacular.
Arrojaban polvos al fuego y este se elevaba con formas de figuras, liebre, águila, árbol
y la última fue una hermosa mujer. No era magia, aun así era algo asombroso.
-¿Te gusta no?– dijo Draco al notar la enorme sonrisa de su amigo pelirrojo.
Ronald tenia los brazos cruzados, una hermosa nativa de cabello negro hasta la cintura
vestida con pieles ajustadas a su cuerpo les ofreció agua.
-Me gustaría mas saber tu nombre– dijo Draco.
Ella sonrió con ternura– Mi nombre es Moon– dijo ella.
-¿Para que hacen eso?– Pregunto Ronald.
-El Gran Jefe está enfermo y le pedimos a la madre luna que lo cure– dijo ella y se
retiró.
Draco dejó escapar una carcajada y arqueo una ceja– La luna.– se quedó embobado
con el contoneo de aquella chica. Hizo un siseo que Ron ya conocía.
-Ni lo pienses oxigenado.– dijo Ronald.
-¡¿Qué?! –grito el rubio inocentemente.
-Si le tocas la mano te tienes que casar con ella.– dijo el pelirrojo.
La música se hizo más fuerte y rápida. Los danzantes terminaron de pronto hincados
frente al fuego mientras uno de ellos movía algo parecido a una maraca y era el único
sonido antes del silencio. No se escucho nada hasta que fue interrumpido con un
aullido, Draco y Ron se miraron al escucharlo. Moon salió del tipi del Gran Jefe.
-Bueno, ya que la luna no lo quiere curar hay que recurrir a la medicina– dijo el
pelirrojo.
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En el jardín Luna estaba sentada sobre el césped con las piernas cruzadas, escribía
afanosamente en el viejo libro que solía cargar. Neville jugaba con su recordadora
sobre la banca que estaba frente a Luna.
Luna sonrió tranquilamente y los miró alejarse entre bromas y abrazos mientras
conversaban animadamente.
Ron llegó por detrás de ella y le dio un beso en la mejilla para después pasar a sus
labios y sentarse frente a ella.
-¿Otra vez con eso?- dijo el pelirrojo al notar que no soltaba ese raro libro.
-Debo terminar lo que empiezo– respondió Luna.
-Al menos deberías decirme si yo salgo en tu historia.
La Ravenclaw sonrió dándole un beso en la mejilla– Claro que si.
El pelirrojo dejó de mirarla a ella para pasar a ver a un grupo de Slytherin que se
relajaban. Draco jugueteaba con su amiga Pansy tomándola de la cintura, elevándola
en el aire y robándole fugaces besos en el cuello. Ron no supo porque lo estaba
mirando pero un deseo de estar ahí se apoderó de su pecho, dirigió su atención a
Zabini quien besaba a una chica de largo y lacio cabello rubio, por un minuto pensó en
que si el moreno no estuviera ahí, ese seria su lugar, pero esos pensamientos
quedaron en el olvido al momento. Le dio un beso en la frene a Luna levantándose y le
ofreció una mano para que ella se levantara también.
El chico la tomó de la cintura– Tengo que estudiar– dijo con pesar- ¿Te veo en la cena?
Ella asintió– Suerte.
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«11 de enero del año de 1849 »
-Hasta que despiertas –Dijo Ronald sin inmutarse dándole un sorbo a su café.
-¿desde cuando te das cuenta de que te quiero asustar?– pregunto Draco sentándose
a su lado.
-Desde que te volviste predecible.
Draco bostezó- ¿Y que tenía el Gran Jefe?
-ha, solo una muela picada... Ahora cree que soy un enviado del sol o algo así...
-Hablando del sol... Mira
Ambos se fijaron en la majestuosidad que se alzaba sobre los cañones.
-Que hermoso– dijo Ronald.
-Si, en Inglaterra nunca se ve algo así.
Un grito agudo llamó su atención y se dirigieron al tipi de Frank. En dicho lugar Frank
se encontraba sobre la castaña intentando besarla mientras ella se defendía
ferozmente.
Longbottom le dio una bofetada que Logro voltearle el rostro -¡Escúchame estúpida!
¡Eres mía! –Le grito echando sobre ella algunas gotas de saliva.
-¡Frank!– grito Draco abriendo el tipi –Puedes venir.
-Volveré contigo– susurro.
El rubio miró a la gitana y cedió paso al chico para que saliera.
-Que quieres Draco... Es muy temprano– dijo Frank.
-Demasiado temprano diría yo– dijo Ron poniéndose detrás de su amigo.
-Yo voy a darme un baño– dijo Frank y se alejo de ellos.
Draco respiro profundamente apretando sus dientes, era evidente que lo que acaba de
ver le había molestado demasiado.
Ambos intentaron huir, hasta que algo feroz parecido a un enorme lobo que caminaba
erguido se alzó sobre Moon, la hermosa nativa. Ella no gritó, su rostro se pasmó
inmediatamente con su boca abierta que no profería sonido alguno, Ron miró a Draco
comprobando lo que la noche anterior habían sospechado, el aullido no era el de un
lobo o coyote, era de un licántropo, pero lo más sorprendente era que estuviera
transformado, sin luna. El pelirrojo corrió hasta ella y la hizo a un lado empuñando su
varita cosa que Hermione alcanzo a ver. El licántropo se alejó corriendo con un gruñido
feroz que le heló la sangre a Ron, quien no acostumbraba tener miedo.
La tormenta arreció empapando a todos y haciendo pesadas sus ropas, la chica lloró
abrazando al pelirrojo, él pudo sentirla temblar entre sus brazos, tenia tanto miedo
como él. Guardo su varita y se alerto ante un sonido desconocido, ella levanto su vista
sobre el hombro de él y lo jaló para que corrieran pues un fuerte cause de agua se
avecinaba. Se refugiaron subiendo a la cima de uno de los cañones donde estaba
Draco. Los tres miraron el rio improvisado que corría ferozmente debajo de ellos
destruyendo todo a su paso.
Las cosas no resultaron como él lo esperaba pues las violentas olas lo zambullían
haciéndole perder el aliento mientras era arrastrado, golpeo su pie con una roca
desprendida y empezó a sangran pero el dolo en su talón no le importo y apoyándose
en un barril de madera movió sus piernas para llegar a ella.
El rubio miró la gran pared de piedra por debajo de la cual se filtraba el agua, mas todo
lo que no cabía era aplastado entre el muro y la intensa corriente. No pensó en el
peligro pues era humano ¿Un poco de agua no les aria daño o si?, mas todas sus idead
se esfumaron al ver un enorme tronco solido quedar reducido en astillas, empezó a
temblar. Inmediatamente se zambulló dejando sola a la chica quien lloró de espanto al
pensar que él la hubiera abandonado. El chico nadó hasta la orilla con todas sus
fuerzas y subió por las rocas corriendo hasta llegar a un lugar por donde la gitana
pasaría, cuando Hermione llegó a él, Draco la tomó de una mano con todas sus fuerzas
levantándola, el agua carcomió la roca de barro sobre la que ella estaba asentado y
mas tardo en subirla que en que volviera a caer quedando colgada. Lo único que la
separó de la muerte fueron las manos de Draco que la sostenían de un brazo.
Hermione estaba pasmada, una manada de centauros iban directo a ella y sin embargo
sostenía un libro entre sus brazos sin mover un solo musculo. El suelo temblaba bajo
sus pies, no pensaba en la vida mas, lo único que quiso era morir, aunque ¿Por qué
había creído que leer en el bosque prohibido seria una buena idea?... Cerró los ojos y
apretó los dientes esperando recibir un dolor tan fuerte como nunca.
-¡ESTAS LOCA O QUE!– grito el rubio dejándola libre pero tomándola de una muñeca.
-Me salvaste...– profesó ella.
-No Granger. Me salvé.
Hermione sonrió, la única persona por la que Draco Malfoy era capaz de hacer algo era
por si mismo.
-Como supiste que...
-Te vi pelear con unas mocosas de Gryffindor y te seguí... ¡Y me alegra haberlo hecho!
¡Imagínate si no!– grito fúrico.
Ella bajó su rostro, Draco tragó saliva dándose cuenta de que estaba siendo algo
injusto con ellas pues ciertamente no sabía que la había llevado hasta allí. La tomó con
delicadeza de la barbilla obligándola a mirarle a los ojos.
-El día que mi vida no dependa de la tuya has lo que quieras...
-¡No voy a dejar que me toques!– gritó ella aferrando su falda a sus rodillas.
-Bien. –Dijo Draco y tomó asiento junto a ella apretando los dientes pues recién
empezaba a sentir la punzada.
-¿Bien? ¿No me vas a grita?– se extraño Hermione.
-No, es tu pierna y si quieres desangrarte por mi está bien... Después de todo todavía
tienes otra pierna.
La castaña abrió la boca y quitó las manos de la falda levantando la cabeza– De
acuerdo, pero no lo disfrutes.
Draco sonrió, era bueno manipulando- No pensaba hacerlo.
Levantó la falda solo un poco y sonrió abiertamente al levantar la mirada y notar que
ella estaba sonrojada. La herida era bastante fea y llegaba más allá de la pierna casi
hasta el límite de su cadera. Lanzó un hechizo contra el dolor y otro para detener la
sangre y la volvió a tomas en brazos para llevarla a la enfermería.
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Ginny lloraba desconsolada en su sala común, tenia la comisura de los labios morada.
Harry entró furioso y se arrodillo ante ella para mirarla a los ojos
El chico se recostó en la camilla que estaba a un lado de ella tratando con máximo
cuidado su pierna pues si se lastimaba la lastimaría a ella.
-Por cierto Granger... Me encanta el lunar que tienes en la cadera –Dijo Draco y se
volteó de lado mientras el rostro de ella adquiría mil colores.
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«11 de enero del año de 1849»
Al caer el sol los nativos empezaron a rehacer su aldea después que toda el agua se
había evaporado con el apremiante sol del mediodía. Draco tenía solo los vaqueros
claros puestos mientras cepillaba a su caballo, Ronald estaba sentado junto a él
jugando con una pelota de piel rellena de harina. El aullido que ya reconocían se
escuchó de nuevo, el rubio aventó el cepillo al suelo y gritó al darse en un pie.
Traía puesto algo parecido a una bata de delgados tirantes, estaba descalza y con su
cabello suelto, una banda roja que sostenía una pluma rodeaba su frente, el color de
su prenda era marrón lo que resaltaba de forma maravillosa su color oscuro rojizo de
piel. Ronald se puso de pie.
-Quería agradecerle al Cara pálida con cabello de fuego.– dijo Moon y se arrodilló
frente al chico.– Mi vida no tiene precio– prosiguió alzando la vista –Le pertenezco.
La chica se puso de pie y sin pudor alguno bajó los tirantes por sus hombros y el
“Vestido” callo en el suelo mostrando que estaba completamente desnuda. Draco
sonrió abiertamente aunque solo la estuviera mirando de espaldas, el pelirrojo la miró
de arriba abajo, era verdaderamente preciosa, se arrodilló ante ella y tomo la prenda
que se había quedado atrapada entre sus pies para volverla a subir y entregarle los
tirantes para que se los colocara, le dio un beso en la mejilla y le sonrió tiernamente.
-Estamos a mano.
-Pero...– replicó ella.
-No. Lo que has hecho es más que suficiente... Pero puedes ayudarme.
-¿Sabes que fue lo que te atacó?
Ella asintió– Es un hienandulcci. Verlo es un signo de mal augurio, solo aparece cuando
hay problemas.
El pelirrojo trago saliva– Muchas gracias Moon.
Ella hizo una reverencia y se retiró. Draco caminó hasta Ronald con la boca abierta y
los ojos llenos de lágrimas, extendió los brazos con una cara que decía No puedo
creerlo que al pelirrojo lo hacia reír. Ya era un “Dios” por curar al Gran Jefe y ahora era
un “Salvador” por rescatar a su hija, sintió un gozo extraño que se apodero de su
pecho, diariamente salvaba magos que ni si quiera le agradecían, claro que no tenia
que hacerlo porque para eso le pagaban pero... Se sentía realmente bien, aunque
Draco quisiera matarlo. Era la primera vez que conocía a un muggle humilde, de buen
corazón, agradecido... Tal vez no eran una raza tan deplorable después de todo.
Frank estaba con Hermione de nuevo, la chica se cubría con una manta y temblaba,
seguro había pescado un resfriado por la mojada del día anterior. Tenía miedo, sabia
que no impediría mas tiempo que el la tomará...
-¿Por qué insistes en esto?– dijo Hermione reteniendo las lágrimas –Tu no me quieres.
El chico desabrochó su cinturón dejando su pistola a un lado y empezando a
desabotonar su camisa.
-Me excitas desde la primera vez que te vi en la feria, pagué un buen precio por Gema
y Esmeralda pero tu marido no quiso venderte... Y, es una pena que no esté aquí–
finalizó y se arrodillo gateando hacia ella.
La chica tomó una roca de barro del suelo, y la escondió en su espalda mientras él se
acercaba. No tenía miedo de nuevo, pero no iba a dejar que la tocara, había puesto el
dedo en la herida al recordarle a su esposo y eso no selo iba a perdonar.... Ella sonrió
seductoramente asegurándole la victoria mas cuando estuvo a punto de besar su
cuello ella lanzó un gritó ahogado y estrelló la roca contra su nuca, esta se desintegro
convirtiéndose en tierra al instante, el barro quedó regado en el suelo formando una
especie de lodo rojo entre el cual corría la sangre de Frank. Hermione lo empujó, su
mano estaba llena de sangre e intento correr más el vaquero la sostuvo de un tobillo
haciéndola caer de frente, siguió luchando arañando el suelo hasta que la fuerza de él
menguo y fue reemplazada por un grito desgarrador.
Hermione salió del Tipi y corrió unos cuantos pasos, tuvo una inquietud de saber que
demonios había pasado antes, gruñó de coraje contra ella misma por la estupidez que
iba a cometer pero volvió. Una cobra se deslizaba saliendo de la choza. La castaña
abrió la boca mirando como Frank se desangraba además de la nuca también de la
mano donde algo blanco un burbujeante emanaba de ella... Se arrodilló a un lado de él
¿Por qué no podía dejarlo morir y huir de ahí?... Entonces sacó una navaja del pantalón
de Frank y encendiendo un fosforo la calentó hasta que se puso al rojo vivo. Le puso
una mordaza en la boca y encajó la navaja en la herida haciéndola mas grande, luego
llevó sus labios hasta ella y chupó el veneno escupiéndolo en la tierra para eliminar el
veneno.
El chico estaba bañado en un sudor caliente y su rostro estaba húmedo por las
lágrimas derramadas, cuando ella termino e hizo un nudo sobre la cortadura. Al
instante él perdió la conciencia de si mismo, la gitana pensó que ya había cumplido,
pero si ahora no moriría por el veneno podría hacerlo por la temperatura o el
insoportable dolor... Entonces decidió quedarse.
Recordó el día que había recogido una de esas mismas serpientes en un camino, solo
que no tenia colmillos ni veneno, seguro los traficantes la habían dejado en aquel
estado, así que ella decidió quedársela ante la risa de Mir, ella se lo había dicho: []«Tu
bondad te destruirá Hermione. No dejarías morir ni a un asesino serial...»[/bi]
Draco y Ronald habían ido en busca del “Hienandulcci”, el rubio le tenia miedo a la
oscuridad del desierto por lo que decidió quedarse “Cuidándole la espalda” a Ronald
en un lugar de donde todavía se divisaba la aldea de los Navajo. Moon lo acompañaba
para guiarlos por si se perdían mas Draco la había convencido de quedarse con él y
gracias a eso se había olvidado de su amigo desde hace tiempo.
Ron estaba inmerso en la oscuridad, la luna estaba cubierta por las nubes dejando solo
un resplandor azul que lo iluminaba, sus ojos parecían dos antorchas encendidas
brillando. Todos sus sentidos estaba alerta, era consiente de cada uno de sus
movimientos y escuchaba perfectamente sus respiraciones. El aire que exhalaba era
caliente y lo hacía temblar aun más mientras que su sangre corría a una velocidad
impresionante. Piso una rama provocando un crujido que retumbó en su centro,
inmediatamente empezó a temblar y supo que no estaba solo, las nubes se
descubrieron y sintió otro aire caliente que no le pertenecía. Cerró los ojos y volteó. Un
rugido feroz lo hizo gritar y el licántropo se erguió totalmente frente a él en una
posición amenazadora.
EL pelirrojo corrió, pensando solo en que no quería morir. Se escudó con una roca
mientras el licántropo se aproximaba a él a una velocidad increíble, no solo había
adaptado su costumbre para transformarse de día sin no que también se había hecho
mucho más fuerte y ágil que cualquiera de los escuálidos que él había dominado
muchas veces. Quedó frente a él sin dejar de temblar por un momento hasta que sacó
su varita, quiso decir un hechizó pero la bestia fue mas rápida y dándole un manotazo
que hizo crujir todos sus huesos su única arma salió volando dejando su mano.
Pareció sonreírle como si tuviera conciencia plena de lo que estaba haciendo, no era
posible ¿En verdad la tenia?... Entonces usando su fuerza lo estampó contra la misma
roca que había estado usando de escudo y él cayó sentado estrellando su espalda.
Todo parecía perdido, Ronald hizo un gesto de dolor apretando sus ojos y virando su
rostro para no imaginarse lo que estaba a punto de suceder cuando detrás de él saltó
un jinete montado en un caballo de raza Shire, en color negro, un animal corpulento
con pelaje blanco en la ultima parte de sus patas. Alejaron al licántropo que salió
huyendo en cuatro patas.
Para fortuna de Hermione las clases habían terminado. Los preliminares le habían
resultado bastante sencillos por lo que estaba segura que no tendría problemas para
cubrir su promedio. Notó que la ventana de la biblioteca se empezaba a cubrir de
nieve, exhaló de su boca el humo frio que se producía a tan baja temperatura, el mes
de Octubre estaba a punto de terminar y con él llegaría el baile de día de brujas.
Parecía que al fin y al cabo Lavender y Parvaty tenían razón. Nadie la llevaría al baile.
¿Aunque para que iba? ¿A ella que le importaba intentar encajar en una cosa tan
superficial y absurda? «Nadie con medio cerebro te invitaría Hermione...»... Cerró los
ojos con coraje contenido y gruño. ¿Por qué tenia que ser cierto? No era fea y sabia
que tampoco era hermosa pero su maldita reparación de “Aburrida, sabelotodo, ratón
de biblioteca” era como un repelente de chicos, pues hasta los mas decididos se
intimidaban ante ella.
«Hermione» Retumbó como una flecha que atravesó su cerebro. No la llamo, Sangre
sucia, Ratón de biblioteca, aburrida sabelotodo, come libros o cualquier otro adjetivo
despectivo contra su persona. Nunca le había dicho por su nombre.
-¿Qué estas haciendo aquí?– preguntó ella con un tono tan dócil que logró
sorprenderla.
-Mi vida no te interesa.– respondió él.
-Lo mismo digo...
-¿Qué es lo que te pasa Granger?
Una segunda cuchilla se encajó en ella ¿Draco Malfoy interesándose? ¿Seria posible
que estuviera Ahí solo para saber de ella?
-No podía dormir y como no había ninguna razón aparente pensé en que tú tenías la
culpa...
-¡Porque siempre me culpas de todo!
-Baja la voz... Por si no lo sabias es una biblioteca.
-Y como demonios me encontraste...
-Hay Granger. Te juro que me aburres, solo pensé ¿Si yo fuera una insufrible reprimida
sabelotodo y me la pasara comiendo libros, donde estaría? Y mira, no me equivoque.
La castaña se cruzó de brazos- ¿Por qué de todos los insufribles niños pedantes de
Hogwarts...?
-¿...Me escogiste a mi para enamorarte?– concluyó Draco– Supongo que tienes buen
gusto.
-Malfoy no he tenido un buen día así que “Perdóname” si no me interesa si te dejo
dormir o no.
El chico se levantó de la mesa- ¡Hay Granger! ¡Tus desequilibrios mentales van a
terminar matándome!
-Me daría por bien servida.
Draco se recargo en la mesa y aproximó su rostro a ella– Me, Muero, De, Sueño– dijo
-Son, Las, Seis, De, La, Tarde.– lo imitó
El Slytherin se acerco al estante observando los libros hasta que tomó uno.
El chico caminó a la salida dejando su libro de artes oscuras sobre el escritorio. Ella
hizo un gesto de enfado pero casualmente tenia una risa, entonces abrió su libro y
siguió leyendo: « Tuvo un mal momento y rompió las reglas. El le ofreció la aventura
vulgar del enredo en un cuarto de hotel...»... Escuchó los pasos de él que volvía, el
Slytherin puso una de sus manos en la mesa y otra en la pierna de ella. Respiró agitada
al sentir el rostro del chico sobre ella mientras sus alientos volvían a mezclarse. Draco
sonrió mostrando su perfecta dentadura.
El tono de él había sido diferente, tanto que ni si quiera logró fastidiarlo o enfurecerla.
Draco tomó su libro y sin dejar de sonreír fue de nuevo a la salida. Hermione se quedo
con un ansia de decirle algo, o de que no se fuera nunca de su lado, quería permanecer
con él y que le dijera come libros otra vez, mirarlo y que le volviera a decir come libros.
Se sonrojó ante sus propios pensamientos y volvió su vista a la lectura: «...La aventura
vulgar del enredo en un cuarto de hotel, amor no es literatura...»
Draco salió de la biblioteca aventando ese estúpido libro que se sabia de memoria. Se
recargo en la pared mientras las antorchas se encendían, una punzada estaba pegando
en su cabeza. Cada palabra que ella leía le golpeaba el cerebro con las palabras de su
aburrido libro. Se desvaneció en el suelo con los ojos cerrados y sonrió al sentir la
reacción nerviosa de Hermione, lo hizo sentir bien el saber que él mismo la había
provocado. Le habían contado que sentían las chicas con su presencia pero nunca lo
había sentido. No le dijo lo del dolor que en primer lugar era lo que lo había llevado
hasta ella, porque sabia que aunque estaba cansada de leer era la única manera que
tenia para desahogarse.
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«12 de enero del año de 1849»
Frank despertó sobresaltado, había una ligera punzada en su mano y ella estaba
recostada a su lado profundamente dormida. Podía recordarlo todo, ¿Por qué lo había
salvado? ¿Por qué seguía ahí?... Se levanto procurando no despertarla pero fue en
balde. Ella se talló los ojos al despertar y lo miró, estaba demasiado cansada.
-No puedo pagarte que me salvaras– dijo Frank– Pero no pensarás que te dejaré libre,
así que solo me desharé de ti.
Draco escuchó como ella gritaba, reconoció que era ella pues había escuchado el
mismo grito pidiéndole ayuda dos días antes. Pensó entrometerse de nuevo mas
desistió de su idea al instante pues ya no quería ser responsable de otra vida o de otra
pelea. Solo entonces abrieron la puerta de su tipi dejando entrar la luz del sol. Frank
arrojó a la chica dentro y ella calló sentada.
El chico sintió una ola de furia que le llenó los puños ¿Ahora que demonios iba a hacer
con una gitana y su mejor amigo en cama?
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Cuando Ronald reaccionó todo a su alrededor le dio vueltas, quiso levantarse pero el
mismo mareo se lo impidió. No tenia cerró los ojos poniéndose una mano sobre la
frente que tenia una compresa fría, no recordó muchas cosas y los pocos recuerdos de
los que era consiente estaban borrosos y en fragmentos separados. Un licántropo, la
oscuridad, el dolor, un caballo que nunca había visto y ella...
El chico se quedó atontado con ella, nunca le había pasado algo así con ninguna mujer,
aunque en realidad nunca hubiera visto una igual. Parecía una hechicera con los labios
más apetecibles que un hombre pudiera anhelar a besar. Se fijó en sus ropas brillantes,
traía puesta una larga falda de holanes negros con colguijes de plata y una blusa de
botones blanca amarrada de tal manera que dejaba ver su abdomen con una argolla
en el ombligo. Sobre la cabeza algo parecido a una tiara pero esas monedas doradas...
Al instante Ronald dejó de escucharla, era como si esa extraña cultura conociera la
magia pero le diera su propio significado. Por ejemplo lo que en el mundo mágico era
dinero para ellos era oro sagrado, lo que para él era un licántropo para ella era un
Hombre lobo, algo que quien sabe porque se renueva junto con la luna. ¿Acaso esos
simples muggles tenían algo de magia?
-¡Haaa!- gritó Ron cuando tocaron su hombro y se volteó con un pequeño salto.
-Tranquilo– dijo ella con tierna voz. Al instante su tono lo hizo sentirse en las nubes y
abandonar todo de sí. Era como si ella solo tuviera que cuidarlo.
Ella lo había hecho en el pasado y se encargo de hacerlo en el futuro, que para ellos
era el presente.
-Ron, estas temblando– dijo la rubia cuando lo tomo de las manos- ¿Qué pasa?
El chico tragó saliva sin dejar de lado su temblorina– Te amo.
Ella sonrió, sus ojos se llenaron de lágrimas y se lanzo a sus brazos.
-Siento como si hubiera esperado medio siglo para escucharte decirlo– dijo Luna
completamente conmovida,
Luna se separó bruscamente de su novio y con un pequeño saltó quedo a solo unos
metros de él. Su cabello estaba recogido con una mariposa que de la que ella se
deshizo al instante y extrañamente salió volando soltando los risos rubios y largos
sobre sus hombros. Dejo de lado el morral que siempre llevaba atravesando su cuerpo
y empezó a desabotonar su blusa lentamente.
Para ese entonces Ron había caído de espaldas sobre el césped húmedo, como si sus
piernas lo hubieran abandonado al dejar de responderle.
La rubia tenía un cuerpo hermoso, mucho mas que cualquier chica de su curso y esa
lista podría extenderse hasta las mejores de Gryffindor. Sus formas eran redondeadas
y aunque no fuera exuberante estaba bien proporcionada, demasiado hermosa para
él. Además de la palidez natural de su piel acompasada de sus risos rubios, ojos claros
con largas pestañas y labios rosados era más de lo que podía pedir. La Ravenclaw se
quedó solo con un bóxer muy ajustado de color negro que acostumbraba llevar debajo
de la falda en tiempo de calor, pues nunca usaba sujetador o perfume alguno. Se sentó
sin decir una palabra a horcajadas sobre Ron y le dio un beso en el cuello tan tierno
que al pelirrojo se le fue el aliento al instante.
Ron no dijo más y tomó para sí. La hizo suya desnudándose lentamente sin dejar de
tocar el cuerpo de la chica con la misma dulzura que lo hacia todos los días. Sintió que
había nacido solo para disfrutar de ese momento, su deseo iba mas haya de lo físico y
era completamente diferente a algo espiritual, simplemente era algo irresistible para
él.
Ella le pertenecía desde antes de nacer... Simplemente porque había nacido para
pertenecerle.
CAP 09: El lado humano de Draco (porque, por si no sabían, tiene uno)
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«13 de enero del año de 1849»
Todavía era de madrugada, una fría mañana contrastaba dramáticamente con el calor
de la tarde, era algo extraño, pero conocido. Ella estaba acostumbrada a aquello.
Hermione estaba envuelta en un cobertor de lana, sentada en un troco frente a lo que
fuera una gran fogata. Su mirada estaba perdida en la nada, cada noche era
atormentada por el recuerdo de su esposo muerto mientras ella era arrastrada en un
caballo, los brotes cristalinos salieron entre sollozos, agachando su cabeza se limpio las
mejillas con el mismo cobertor y alzo su vista al cielo, confortándose con la idea de que
él, donde quiera que estuviese la cuidaba. Pensó por un momento en que sería de su
vida, simplemente no tenía nada y seguramente nadie valoraría a una viuda, que fue
secuestrada y que han de pensar le hicieron de todo... Aunque ni si quiera la habían
tocado... Ya no le quedaba ni un poco de respeto hacia ella misma, lo único que podía
hacer ahora era seguir mirando el suelo.
Frente a ella había unas botas cafés que le provocaron nauseas. Draco se paró frente a
ella sin proyectar ninguna expresión en su rostro, mas bien lo único que era capaz de
sentir en ese momento era una lastima increíble ante la desdichada vida que llevaría
esa mujer, era bella y eso era lo peor pues la bellas solo podían dedicarse a una sola
cosa...
-Me vas a decir algo o te vas a quedar como estúpido ahí– dijo Hermione levantando
su rostro para mirarlo.
El rubio sonrió, su comentario le había hecho gracia y por Merlín que tenía la voz mas
femenina y llena de fuerza que hubiese escuchado – ¿Cuál es tu nombre? –Preguntó
cortésmente
Ella se puso de pie –Ninguno que te interese, asqueroso Gadyé inmundo– dijo y le
escupió en el rostro.
La chica volvió al tipi donde había estado durmiendo con Frank donde se tumbó a
llorar violentamente, ya no tenia porque vivir. ¿Qué podía hacer?, su único destino de
ahora en adelante podría ser el de cortesana, de todas maneras que importaba,
después de todo ya no podía sufrir mas.
EL amanecer era fresco pero predecía un gran calor por la tarde, el olor a vida de la
mañana era increíble mientras el sol dominaba el gran cañón y parecía emerger de las
profundidades de la tierra.
Mir salió en cuanto vio el primer rayo de sol dirigiéndose directamente al establo
improvisado para ensillar su hermoso caballo. Ronald alcanzó a ver desde su tipi que
ella salía y decidió seguirla, siendo completamente cauteloso. Se sorprendió al darse
cuenta de la fuerza que tenía para ser una mujer que no pesaba mas de sesenta
kilogramos, sus manos eran delgadas y de largas uñas de colores como para pensar en
algo semejante. Tragó saliva muy nervioso y con paso lento decidió acercarse.
Mientras se alejaba volvió a voltear para verla por última vez mientras ella cepillaba a
su caballo. Sin que él se lo esperara la chica viró su rostro y le sonrió. El chico no pudo
evitar devolverle el gesto y al instante escucho claramente como algo dentro de su
pecho había estallado: Su coraza de hierro.
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En todo el colegio solo había un lugar que era el favorito de Luna, Neville, Harry, Ron y
Hermione para descansar. Era el gran roble frente al lago donde al caer la tarde les
gustaba ir a almorzar o simplemente a relajarse mirando la puesta de sol que teñía de
color naranja las aguas del lago. Ron estaba sentado detrás de Luna susurrándole cosas
secretas al oído que los hacían reír a ambos mientras la rubia no dejaba de escribir.
Hermione le lanzaba uvas a Harry y él terminaba atrapándolas con la boca, mientras
tanto Neville repasaba sus notas de pociones para lo exámenes de invierno y reía cada
vez que la castaña golpeaba al ojiverde en los ojos o la nariz y Harry exageraba los
golpes tirándose de espaldas o fingiendo que lloraba haciendo estallar en carcajadas a
la chica.
Draco se aproximaba a ellos con un paso fuerte y singular que era distintivo en su
persona, con su barbilla en alto y balanceando sus brazos. Aunque le dolía demasiado
la cabeza, lo mas seguro era que Hermione hubiera estado leyendo. Neville se retiró
sin notar la presencia del rubio mientras que Ron y Harry se pusieron frente a las
chicas con un aire protector que provoco risa en el Slytherin.
«Te necesito» Si no fuera por tal situación Hermione nunca en si vida hubiera esperado
que precisamente Draco fuera quien le dijera aquello... Aunque siendo sincera nadie se
lo había dicho nunca... ¿Y porque le estaba dando tanta importancia a lo que él
dijera?... Hizo un gesto de coraje para ella misma por reflexionar tanto con solo dos
palabras por demás de insulsas y vacías.
Hermione se despidió de ellos con una sonrisa que fue borrando a medida que se
acercaba al castillo. ¿Ahora que demonios podía querer Malfoy? (además de
fastidiarla, claro). Como el sol a penas se estaba metiendo los pasillos se mantenían en
penumbra por un instante en que ya era demasiado tarde para la luz natural y
demasiado temprano para las antorchas. Intentó mirar, sin conseguirlo como lo había
planeado y aun así decidió entrar. Lo primero que sintió fue una mano alrededor de su
brazo que la llevó hasta la pared estampándose justo en el momento que las antorchas
se encendieron por todo el pasillo. Intento gritar pero él había tapado su boca.
La castaña movió su cabeza hasta que logro liberarse de la mano que tapaba su boca-
¡No vuelvas a hacer eso!– grito Hermione.
El chico pegó mas su cuerpo al de ella y le mostro su mano extendida -¿Notas algo? –
Preguntó con ironía.
-¡NO! Y mi paciencia no esta para tus juegos– respondió acercando mas su rostro al de
él como siempre lo hacia.
Draco la estampó en la pared aprisionando sus manos sobre su cabeza sin importarle
su propio dolor.
-¡Mi anillo Granger! ¡Tu estúpida bestia se lo tragó!
-¡Estas demente! ¡Crookshanks no come porquerías!
-Donde, demonios, está, tu...
-¡Por Dios Malfoy! ¡Si no puedes articular una frase completa mejor no hables!...
Porque pareces retrasado cuando hablas así.
-Entonces Granger, pensaba dejarlo vivo, pero ya que no apelas a mi misericordia
tendré que abrirle el estomago para sacárselo.
Hermione temió por la vida de su mascota sin creer al cien porciento que Draco fuera
capaz de algo tan atroz. Lo vio sonreír y el gesto fue suficiente para helarle la sangre.
Incluso una sonrisa de la serpiente parecía macabra en este instante. El Slytherin notó
inmediatamente que ella temblaba debajo de su cuerpo y esto parecía agradarle cada
vez mas, su pudiera hacer algo la dejaría temblando junto a él.
El extraño gato maulló sentado en la orilla del pasillo a la entrada del castillo.
Hermione viró su rostro al mismo tiempo que Draco y quiso morirse en ese instante. El
chico sonrió con una malicia inocultable haciendo que el miedo de ella se acrecentará
aun mas. La soltó así de pronto y caminó cautelosamente al animal pero esté salió
corriendo repentinamente, Hermione se lo había dicho «No le gustan los hombres»
Por lo que el rubio tiró su túnica sobre el suelo y salió corriendo tras él.
-¡Malfoy NO!– gritó Hermione e intento seguirlo. Mientras pensaba en lo que pasaría si
acaso lo alcanzaba.
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«15 de enero del año de 1849»
Después de dos días Hermione y Draco estuvieron listos para partir, para le rubio
habían sido interminables. Cada vez que intentaba hablarle o al menos sentarse a su
lado recibía escupitajos, insultos y lo peor; miradas cargadas de odio que lo hacían
responsable siendo que era el más inocente en todo el asunto ¿A caso él tenia la culpa
de que fuera una ladrona provocadora?... A diario la escuchaba maldecir y aunque
dormían en el mismo tipi sabía que ella no se despegaba de la esquina con un cuchillo
de madera en la mano... Le temía, pero Draco jamás le haría daño.
Ella fingió una sonrisa y le escupió una vez más en la cara. El chico la sostuvo de ambas
manos acercándola contra su cuerpo, era la primera vez que tomaba a una mujer de
una manera tan anti caballerosa, pero ella le provocaba sentimientos de ira e
impotencia que ni si quiera él conocía... Después de todo, Draco Malfoy era uno de los
galanes mas codiciados por cualquier mujer que le pusiera los ojos encima ¿Qué
ocurría con esta muggle?
-Presta atención, tu aldea fue destruida, tus amigas ladronas encarceladas o están
cuatro metros bajo tierra, tu esposo por si no lo recuerdas esta muerto y tú eres una
muggle que no tiene nada mas de lo que trae puesto– dijo con un tono muy fuerte y
retador.– Te recomiendo que seas mas linda conmigo porque soy lo único que tienes y
puedo venderte a cualquiera que se me ponga en frente...
-Y si no quiero que... Señor. Usted lo ha dicho, mi vida ya no importa– dijo
retadoramente. Draco odiaba que lo retaran aunque nadie se había atrevido hasta la
fecha. Ella sonrió –Si me vende o me mata, da lo mismo... nadie notaría mi ausencia en
este enfermo planeta.
Sus palabras le dolieron a Draco. Cómicamente él sentía exactamente lo mismo. Aun
con su desplante le regalo una sonrisa que a la chica le extrañó por completo.
-Tengo un lado muy malo que no quieres conocer...
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Mir cabalgó un poco mas hasta llegar hasta él y con un salto grácil que lo dejó
impresionado. Miró el “lago” y sonrió estirándose. El pelirrojo no dejó de mirarla y ella
lo notó virándose para devolverle la vista, pero inmediatamente el volvió sus ojos en el
agua fingiendo una actitud indiferente, lo que la hizo sonreír. Era como un niño
pequeño.
Lo que no sabía era que mas tarde esas “Pecas” se quedarían impregnadas como parte
de su persona y serían heredadas a todos los Weasley habidos y por haber durante
muchas generaciones.
Escucho de pronto el chasquido del agua como cuando se arroja una roca muy grande
y pensó en que estaba en peligro. Con la oscuridad podría haber caído o algo parecido.
Se levanto de la comodidad del fuego y corrió hasta el “lago” pensando en su
profundidad y la contaminación que podría haber.
Se asombro cuando al llegar lo único que pasaba era que ella estaba nadando ¡¿Pero
como se le ocurría?! No era seguro, él jamás en su vida se metería a un lugar así... Sus
pensamientos se esfumaron al notar que nadaba desnuda, la luna llena la reflejó
debajo del agua clara. Tragó saliva sin saber si aun respiraba. Ahora si que tuvo miedo
de que de verdad fuera un espejismo.
-Porque no entras– dijo ella con un tono tan ronco que le puso la piel de gallina. Sin
embargo ella no esperaba respuesta por eso no lo había dicho en forma de pregunta y
no obtuvo un solo sonido de su boca.
-Podrías tener mas cuidado Malfoy– dijo Hermione que con dificultad lo seguía.
El rubio sostuvo una rama que apartó de su camino– Si podría.– dijo secamente y soltó
la rama, nadie tenia que decirle que le había dado a la chica en el rostro, por lo cual
sonrió con gracia al no sentir el golpe. Ella había caído de espalda.
-¡Eres un imbécil!– grito.
-hay lo siento...– dijo con inocencia y la tomó de la muñeca.
-¡No me toques maldito hipócrita!– siguió gritando con aspavientos.
-Ha, como quieras– prosiguió Draco dejándola caer otra vez.
Vio a dos que parecían mujeres desnudas, solo que no tenían nada en su sexo. Estaban
desnudas y su piel era de color lila. Tenían el cabello debajo de los hombros, era lacio y
de color morado brillante. Su rostro era asiático, con caras redondas, ojos oscuros y de
una belleza predominante. Pero seguramente lo que mas las distinguía eran sus orejas
Puntiagudas tan largas que les rebasaban la cabeza. Se comunicaban con ronroneos
solo pertenecientes a un felino y una de ella hizo un gesto atacante enseñando sus
colmillos, tal como una felina. Y tomaron al espécimen.
Los ojos de la gryffindor se llenaron de lágrimas y dejo escapar un grito ahogado por la
mano de Draco en cuanto desaparecieron con él. El rubio le destapo la boca y respiro
aliviado.
-¡Que demonios te pasa!– estalló ella al instante moviéndose entre sus brazos.
Él la volteó pero sin soltarla y la miró a los ojos –Eres una mal agradecida Granger Si las
Jettyas te hubieran visto...
-¡Que me importa si me hubieran visto!
-¡Se hubieran robado tu aliento!... Y eso es mas torturante y doloroso que un beso de
DEMENTOR
Hermione abrió la boca y dejo salir una lágrima- ... Se llevaron a Crookshanks– sollozó.
Draco puso los ojos en blanco. La soltó y se sostuvo las sienes y después los ojos,
definitivamente era una maldita manipuladora... Ni el peor de los Slytherin actuaba tan
bien.
-Tenían las iníciales CCM en la espalda...
-Si, si... Malfoy ya sabemos que acabas de aprender a leer- dijo irónicamente, pero no
alcanzó a ver que Draco había sonreído.
-Significa Control de Criaturas Mágicas. Vamos por tu estúpida cosa...
A Hermione se le iluminó el rostro y sin pensarlos saltó para abrazar por la cintura. El
chico mantuvo sus brazos en el aire mirándola, esa ya era una excelente actuación.
-Granger.– dijo Draco secamente, ella levantó sus ojos llorosos para mirarle–
Suéltame.
Obedeció sin que se lo repitieran dos veces.
-Es natural que te guste, pero no lo demuestres.– prosiguió el rubio.
¿Qué clase de ser Nefasto convertía el agradecimiento con atracción?... Para que se lo
preguntaba, ¿Era obvio no? Solo Draco Malfoy. Sonrió, hizo un gesto tierno y se
aproximo lentamente ante su mirada de extrañeza. Levanto su rostro sin dejar de
mirarlo, definitivamente la expresión del niño asustado que tenia en ese momento era
la mas seductora que había visto en Draco, en toda su vida. Puso sus manos sobre los
hombros del chico haciéndolo tragar saliva pero sin decirle una sola palabra, fue
poniéndose de puntas y cuando estaba a unos centímetros de su rostro elevó su rodilla
dándole una patada entre las piernas. Draco se arrodillo temblando de dolor.
El tercer piso ya no estaba prohibido, no por eso quería decir que tuviera mas visitas
de las que hace siete años. El cuarto que antes habitaba el pequeño Floffy ahora era un
recurso importante para los de séptimo año. Lo utilizaban para hacer fiestas secretas,
pero Harry no. Él al contrario lo decoraba con una cama cómoda, velas, aparato de
música entre otras comodidades y lo usaba cuando quería llevar a una de sus amigas,
en este caso a la oficial; Ginny Weasley, lo que la pequeña pelirroja no sabia era que no
era la primera que era engatusada por su novio para llegar hasta ahí.
Los jóvenes estaban envueltos en las sabanas blancas, el chico la abrazaba besándole
un hombro, era una sutil invitación a empezar otra vez ya que él era de los que se
cansaban rápido y aunque a ella nunca le había molestado a él si y mucho por lo que
necesitaba continuar para sentirse verdaderamente seguro. Aunque él creía
complacerla la realidad era que lo único que deseaba era complacerse a si mismo.
Ginny sonrió y lo besó en los labios, Harry se acomodó entre sus piernas, lo había
logrado otra vez...
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El lugar era extraño, al principio un pasillo alumbrado con faroles de papel y plantas
muertas. Por todas partes había Jettyas, lo mas raro era una que tocaba un
instrumento parecido a un banyo sentada sobre un cojín amarillo y otra recostada de
bruces la escuchaba atentamente. Verdaderamente eran seres hermosos, y la
hermosura era peligrosa, el recuerdo de que podrían robarle el aliento era aterrador.
Draco entro primero, era un gran edificio sin pintura con las paredes gruesas de
cemento, los pasillos tenían forma de caracol subiendo y subiendo, dejando un hueco
en el centro del edificio alrededor del cual había jaulas con muchos mas seres
extraños. Los trabajadores eran otros seres parecidos a mujeres pero asemejaban
arboles, Squibs que hacían el trabajo sucio y peligroso pues su vida no tenia mucha
relevancia, eran simples animales domésticos, expertos magos domadores y las
Jettyas, las mas peligrosas y útiles de todas. Hermione se quedó estática mirando
aquello de lo que Ron le había hablado pero su imaginación no llegaba a ser tan sádica
como para asemejarlo de tal forma, a su derecha había abierto una gran puerta del
mismo acero para que entrara un dragón enorme de color rosado mismo que arrojo
una llama contra su persona.
-¡Cuidado Granger!– gritó el chico tomándola de la cintura para evitar que fuera
fulminada.
Pasaron frente a una puerta que se veía aun mas pesada que las demás y estaba
oxidada, de esta salió un elfo con una mascarilla a través de la que se le veían los ojos
hinchados inyectados en sangre. Tomó una caja a la cual se le cayó la tapa y cabecillas
de cachorros parecidos a crías de San Bernardo se asomaron, a ella le parecieron
hermosos, entonces el elfo los volvió a tapar metiéndolos en la habitación, al instante
se lleno de un gas amarillo y Hermione supo que había sido intoxicados. Draco se
quedo mirando la misma escena cuando un chillido que le desgarro el alma a
Hermione salió del cuarto, eran los cachorros que morían. Por instinto la castaña se
acurruco en su pecho y el la tomó de la cintura sin oponerse a que lo hiciera.
Ambos jóvenes se adelantaron, como era costumbre del rubio dejarla sola no le
importo. Seco sus lagrimas ante la depresión que le mostraba el lugar tan tétrico y
masoquista, siempre odio los hospitales por su olor a medicina y muerte, aunque
ahora le parecían tan confortantes, cayendo en cuenta de que la belleza, fealdad o
incomodidad siempre es mucha o poca dependiendo con que la estemos comparando.
-¡Hagrid!– gritó con sorpresa al ver salir al gigante con lentes oscuros y un sombrero.
-Hermione... Pero, que sorpresa– dijo evidentemente incomodo.
-¿Qué haces aquí?– inquirió, aunque que mejor lugar para él que un refugio de
animales extraños.
-Hermione, te propongo algo; No le digas a nadie que me viste y yo no le diré a nadie
que son mas de las diez y estás fuera del colegio.
La chica asintió en silencio. Secreto por secreto era un buen trato.
-Eres una buena niña.– finalizó alejándose.
Después la chica caminó hasta donde Draco se encontraba junto a su amigo Justin. La
estancia era completamente blanca y perfectamente bien esterilizada, parecía mas
que nada un quirófano pero mas pequeño, su paso fue tembloroso, el olor a medicina
era inminente. El amigo del rubio se aproximó acariciando a Crookshanks.
La entrada en ese lugar fue algo indescriptible; todos hablaban decidiendo su suerte;
todos decían que sí; pocos o nadie decía que no. Y, por fin, la suerte fue echada:
Hermione sentía que abandonaba a su único amigo en ese lugar.
¡Las puertas se abrieron! Directo a la sala quirúrgica mas especializada ella sintió el
miedo espantoso de su mascota. Sabia que él No quería entrar, y con la cola entre las
patas, maullaba, tratando de que ella, su ama, dieras marcha atrás y lo me llevara a
casa. Al parecer ella no entendías, no se dabas cuenta del enorme sufrimiento que le
causaba el pensar no verla nunca más.
Poco a poco Hermione trató de tranquilizarlo, y lo logró, porque su voz era para él
como un bálsamo capaz de calmar cualquier angustia. Le dijo que no tuviera miedo,
que ibas a regresar por él, y que nuevamente volverían a estar juntos. Entonces el
felino decidió dejar de oponerse para demostrarle a ella que confiaba en y que
valientemente esperaría el momento en que regresaría por él. Y así lo hizo.
La castaña pensó con la boca abierta en el cuarto frío y oscuro donde metían a tantos
otros animales que aullaban intentando escapar de la terrible tortura la que los iban a
someter. Se imagino su miedo, su angustia, la de tantos otros...
Justin llego con otra mesa mas pequeña de ruedas donde estaba, el bisturí, fórceps
para destrozar el pulmón y sacar el objeto, gasas y tantas, otras cosas... Las lágrimas se
deslizaron por el rostro de la chica frenéticamente. Draco temblaba, levanto su rostro
en cuanto una pequeña gota de sangre se deslizo por la herida que estaba a punto de
abrir.
-¡NO!– gritó Draco sosteniéndole la mano antes de que profundizara el corte– No, no
quiero un anillo que haya estado dentro de esa cosa...– su voz temblorosa y sonó
menos segura de lo que hubiera querido.
-No te preocupes, lo limpiaremos con... – dijo Justin
-Dije que no.
Inmediatamente la castaña tomó a su mascota y sollozo sobre él apretándolo muy
fuerte contra si.
Una asistente se acercó con un libro en manos.
-Disculpe señorita, pero no puede llevárselo.
-Porque no– se apresuro Draco secamente.
-Es que, no tiene licencia y necesita pagar...
El rubio se acercó al libro, tomó la pluma que estaba a un lado y rellenó algunos
espacios para seguido estampar su firma, sacó cinco galeones de su bolsillo y los dejó
sobre el libro.
-Algo más.
-he, no señor– dijo ella con voz mu tímida y tomó el dinero para retirarse.
El Slytherin miró a Hermione dándose la vuelta para salir casi corriendo de ahí. Estaba
temblando, el frio de la madrugada golpeo su rostro congestionando su nariz, podía
soportar todo el dolor al que ella lo sometiera y no le importaba, solo que esta vez fue
demasiado. Sentir como su corazón se desgarraba, temblar de miedo... Había percibido
cada uno de los pensamientos de Hermione y odió eso con todo su ser. Supo
inmediatamente que si moría ella se desgarraría e inevitablemente lo arrastraría a él.
Se quedaron así, el uno frente al otro separados por al menos tres metros de distancia,
la brisa fría revolvió los cabellos de ambos e hizo volar a un lado la falda de ella.
Probablemente era una distancia considerable pero en realidad nunca habían estado
tan cerca el uno del otro, precisamente como se sentían en este momento, mas unidos
que con un abrazo. Sin odio y al menos conectados por un gato. Sinceramente ella
nunca hubiera pensado que un gato le mostraría a que Draco tenía corazón.
Y así por primera vez conversando simplemente como un par de personas normales,
sin casa, sin estados de sangre, sin apariencia ni nada, se dieron cuenta de que física,
emocional y psicológicamente eran opuestos, pero al menos por esta vez sus almas
habían sido iguales. Caminaron juntos, sin un solo insulto incluso olvidado que eran o
quienes eran Draco Malfoy y Hermione Granger vivieron el presente y solo la luna fue
testigo de la paz entre una serpiente y un León.
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«16 de enero del año de 1849»
Hermione y Draco llegaron a los vestigios del campamento en el que habían estado sus
amigos. El rubio había cabalgado toda la noche por lo que ella se había quedado
dormida en su espalda aferrándose a su cintura, cosa que no parecía molestarles
demasiado a ninguno de los dos.
El rubio le tomo una mano y deposito un tierno beso sobre ella. La castaña sonrió
abriendo los ojos al instante y de una manera muy brusca se separó de su cuerpo.
Draco no intentó hablarle, había decidido no hacerlo o de lo contrario exponerse a mas
escupitajos. Con cuidado bajó del caballo estirándose al ver los horizontes morados
por los cuales amenazaba en salir el sol.
La castaña examinó la bajada en todas las direcciones que le fue posible resolviendo
que no podía bajar.
-¿Me ayudas?– preguntó con timidez.
Su voz le provocó un escalofrió ante lo agudo y suave de su tono. No pronuncio una
sola palabra, simplemente se viró y tomándola de la cintura la puso en tierra firme.
-Gracias.
Él contesto con un movimiento de cabeza y tomó la rienda del caballo para amarrarlo a
un cactus cerca de donde se instalarían.
La gitana supo que antes de ellos había estado alguien ahí. El vestigio calcinado de la
fogata humeante le trajo el recuerdo de su aldea y recordó a su amiga Mir y la similar
forma de hacer fogatas que tenia. No se imaginaba que ella misma había hecho esta.
-Ron... Mi amigo, me informó que él y la guía nos esperarán del otro lado. Pasaremos
aquí la noche para de descanse el caballo y mañana los alcanzaremos. –Dijo Draco con
voz apagada y poco entusiasta.
Hermione rió y cruzándose de brazos avanzó a él -¿Cómo haces para comunicarte con
tu amigo?
Draco también rió con complicidad contra él mismo ¿Qué iba a decirle? “Nos
comunicamos con nigromancia, es el arte de leer la mente... ha cierto, es que olvide
decirte que soy un mago...”, sonrió mas abiertamente con su pequeño chiste privado.
-¿Qué es tan gracioso?– dijo Hermione. Sin darse cuenta le dio la oportunidad perfecta
para cambiar de tema.
El rubio se viró peinando su cabello hacia atrás con las dos manos. Se fue aproximando
a ella y sin querer llegó mas lejos de lo que hubiera planeado. La chica puso las manos
en su cintura y levantó su rostro. Quedaron a escasos milímetros el uno del otro
mientras el sol salía.
Draco estaba acostado sin camisa esperando dormirse para al menos olvidarse del
asqueroso calor que tanto repudiaba. Por primera vez podía afirmar que extrañaba
Inglaterra. Se incorporó al ver que ella entraba lentamente envuelta en un cobertor,
solo que había algo extraño... sus hombros estaban desnudos ¿Cómo si el vestido que
siempre traía tenia mangas?, sin decir una sola palabra dejó caer la prenda que la
envolvía como un rollo. Estaba desnuda.
Se aproximó a ella temblando del repentino deseo que había surgido dentro de su ser.
Ella no se movió, su mirada se llenó de miedo disfrazado de soberbia que él ni si quiera
notó. La abrazó. Depositó un beso en su hombro izquierdo y cerró los ojos. La chica
correspondió aferrándose a sus hombros y lloró de coraje, de impotencia, de miedo,
de todo.
Ninguno de los dos dijo nada, tal vez era porque no querían hacerlo o simplemente
porque no había palabras adecuadas en ese momento. El rubio se arrodillo para
levantar el cobertor y volverle a cubrir mirándola de una manera tierna y compasiva.
Le dio un ultimo beso en la frente y le retiró las lágrimas con los pulgares sonriendo.
Hermione hizo su rostro a un lado y salió corriendo.
Al sentir que la noche le golpeo el rostro se derrumbo fuera de la tienda y lloró. Sus
lágrimas morían en sus labios saliendo frenéticamente. Tuvo nauseas de su persona,
quiso deshacerse de todo; su miseria, su soledad, su agonía... La mirada compasiva de
él había sido lo mas humillante y doloroso que había tenido que soportar en toda su
vida. Quería acabar, y así lo haría...
El chico de ojos grises volvió a recostarse un tanto mas incomodo por lo que acababa
de presenciar, comprendía que en la situación de ella era lo más normal querer pagar
un precio por su libertad ¿Pero cual era ese precio? ¿Qué le pediría a cambio de
dejarla? ¿A caso le pediría algo?...
Sin querer entre sus meditaciones recordó la primera vez que se le habían abierto las
puertas del cielo: América Vicuña. La mujer más hermosa que creyó ver. Una niña de
escasos dieciséis años de cabello largo y lacio, cintura estrecha, caderas prominentes,
pechos firmes, piernas largas y el rostro más precioso que podía imaginar... Eso
después de hacerla suya. La sedujo y después de dos noches la llevó a su apartamento
donde a la princesa se le acabó el encanto después de la pasión. Sin el aro que le
rodeaba el vientre no tenia cadera, los pechos era casi inexistentes sin el relleno de
espuma, el vientre era flácido y abultado a falta del corsé, las piernas no parecían tan
largas sin los tacones ni las medias ajustadas, el cabello lucia graso y lo mas
repugnante era su cara llena de marcas de acné... Solo era otra chica artificial... En
cambio esa gitana, de piel bronceada, de cuerpo perfecto a la que jamás había visto
con una gota de maquillaje, con su cabello suelto y esponjado como la melena de un
león...
Escucho un sonido muy fuerte del agua. Algo pesado había caído... Se levantó para
correr y descubrió que en el agua había círculos que se extendían. Miró a todas
partes... Ella había saltado...
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Mirando sus posibilidades de volver al castillo solo había dos formas: Atravesar el
bosque prohibido y llegarían por la mañana o cruzar el lago en un bote encantado y
solo les tomaría un par de horas. En vista de que los nervios de Hermione estaban por
las nubes ambos convinieron que la mejor opción era el bote.
Draco tomó asiento en la proa con Crookshanks a un lado suyo, Hermione en la popa.
Ninguno de los dos dijeron nada, aunque no resultaba un silencio incomodo.
La gryffindor escuchó un pitido muy agudo dentro de su cabeza, como cuando muere
alguien y los signos vitales quedan en cero. No le dio importancia hasta que este
comenzó a provocar una punzada tan fuerte que la hizo gritar de dolor. Draco se
alarmó de inmediato y fue extraño que él no lo sintiera. En la cabeza de la castaña veía
imágenes desconocidas, como si fragmentos de fotos borrosas retumbaran; desierto,
sol, Draco, un lago, un caballo, Draco, Ella...
De pronto el dolor se fue... ella abrió sus ojos, al instante Crookshanks empezó a
atacarla como si no la conociera. Draco notó que su mirada estaba perdida, autista,
como si no fuera la misma porque ni si quiera su mascota la reconocía. Hermione se
puso de pie sin mirar a ninguna parte
Ella no lo miró, parecía no notar su presencia, el felino parecía estar cada vez mas
alterado. El rubio se puso de pie en cuanto vio que Hermione se subía al borde del
bote con una risa macabra que le escaldo la espalda. Quería acercarse pro no sabia
como, no sabia porque, no sabia que hacer... sentía una impotencia enorme al no
poder detenerla.
Y como si nada, ella lo miró... Tétricamente, entonces sonrió susurrando algo que él no
comprendió. Saltó.
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«16 de enero del año de 1849»
La había sacado, la había rescatado... otra vez. Solo que esta vez fue demasiado, su
actitud no era la comprensiva y divertida que siempre solía tomar, esta vez no. Su sola
presencia fue causa de miedo. Para él su sola presencia le causaba repugnancia. Quería
tratarla como se merecía, sin consideraciones, quería odiarla más que a nada.
Hermione corrió fuera y lejos de él. Lo que le había dicho era cierto, no quería
contaminar su sangre con sangre de Gadyé pero tampoco quería el destino fatal que le
aguardaba...
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Hermione tosía compulsivamente a la orilla del lago. Draco estaba arrodillado a su lado
con las palmas apoyadas en el suelo trataba de recuperar el aire mientras que el agua
escurría de sus ropas y su cabello. Una gota se deslizo por su nariz y levanto el rostro.
El gato maulló de forma feroz, por lo que los chicos tuvieron que cortar su contacto
visual para mirarlo, él salió corriendo al parecer persiguiendo algo que ellos no
alcanzaron a ver así que solo lo siguieron. Hermione pensó en que se trataba de
Trevor, que generalmente Neville no sabia donde estaba, o de la nueva rata de Ron,
una lagartija o cualquier cosa, por lo que no le dio mucha importancia.
Entraron al castillo, al parecer se había metido en un salón de los de primer curso, pero
casualmente tenia las luces encendidas y no parecía haber nadie ¿Por qué tendría luz a
las tres de la mañana?
Draco se aproximo hasta el escritorio y ase arrodilló para revisar debajo de este
mientras Hermione abría los estantes que estaban detrás de este. Había pergaminos,
pociones, objetos, libros, pero nada de Crookshanks. Un repentino portazo los hizo dar
un salto de susto y corrieron a la puerta que se había cerrado. Draco tomó las manijas
y no pudo abrirla, la estrujó con violencia pero tampoco funciono así que termino
dándole una patada.
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«17 de enero del año de 1849. 4:00 hrs.»
El insoportable calor empapó su cuerpo cansado de sudor, esa noche decidió dormir
desnudo, con la idea de que ella estaría tomando un camino lejano y que jamás la
volvería a ver... la idea lejos de entristecerlo lo perturbaba. Era la mujer mas hermosa
que hubiera visto, pero al fin y al cabo solo era un muggle más. Su cuerpo estaba
anestesiado pero sus sentidos estaban más alerta que nunca... sintió una daga
amagando su cuello, entonces abrió los ojos sin moverse, sin exaltarse. Ella se asusto
pero no retrocedió.
Se miraron fijamente con desafió pero Draco aun tenia un rostro sereno.
-Seria tan fácil...– susurró Hermione.
-Hazlo.– dijo Draco casi en tono de orden.
Pero ella no lo dañaría, por miso que se empeñase en ello pues lo único que tenia era
miedo. Draco le tomó la mano con la que sostenía la daga y la acerco a su cuerpo, la
chica de defendió y logró hacerle un rasguño con sus uñas en el brazo, pero eso no lo
lastimaba. Aventó el filo a un lado y todos los sentimientos guardados se hicieron
presentes. El odio, la frustración, el rencor, la humillación... el deseo.
La tomó del cuello encajándole los dedos y subiendo por su barbilla sosteniéndola
firmemente la volteo para que quedara debajo de su cuerpo, solo entonces, cuando la
tuvo completamente inmóvil la besó. La chica hizo una mueca de asco que se esfumo
al instante en que él le soltó el rostro para acariciarle los pechos por encima de la ropa
húmeda y pegada a su cuerpo. Algo dentro del cuerpo de la chica se resistía, pero le
era imposible detenerlo.
Draco abrió todos los botones del vestido y se sorprendió al notar que no usaba ropa
interior, pero no la necesitaba, en Inglaterra la ropa interior se usaba para mantener
firmeza o guardar olores, pero ella no. Las manos de Draco le recorrieron todo el
cuerpo de arriba abajo, su piel era tersa y de un color que él no conocía, brillante y
húmeda.
Ambos dejaron de pensar con sus cuerpos hirviendo entonces ella apoyó los pies en el
suelo y abrió las piernas quedando completamente expuesta a él. Draco bajo besando
su cuello y entro en ella lentamente. Era tal y como le gustaba una mujer; húmeda,
profunda y muy estrecha. Su humedad fue envolviéndolo como deleite entre ángeles.
Esa mujer era la tentación más deliciosa que había tenido en toda su vida, su cuerpo
perfecto, su carácter altivo, esos ojos llenos de soberbia que se cerraron con su beso...
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... Draco se movía sobre ella siendo completamente inconsciente de sus actos, la sentía
derretirse de placer restregándose debajo de su cuerpo y sudando juntó a él. Los
gemidos retumbaban en la puerta mientras la besaba haciéndola completamente suya.
Después de cierto tiempo a Hermione se le fue el aliento y levitando su cadera el
mundo se desintegró para ella.
Él tembló y calló sobre ella acariciando su piel, depositó un beso sobre su pecho y al
instante ambos perdieron la conciencia.
Siempre tenemos advertencias graduales hasta que llegamos al umbral del dolor. Hay
personas que reaccionan con la voz de su conciencia y hay otra que hacen oídos sordos
a todo y solo cuando están hundidos se dan cuenta de que es momento de hacer
algo...
Su mirada estaba perdida, pero sus sentidos reaccionaban centrados en su presa ¿Era
un ángel?... Al diablo, era la criatura más hermosa que hubiera visto. Tenia el cabello
largo y de color castaño, brillaba con el sol... Sus ojos con un toque verdoso y
albergaban una energía que no había visto jamás, su perfil era fino y una sonrisa
perfecta y espontanea que lo volvió loco...
La pelirroja hizo una cara de fastidio al ver que la mirada de su novio volvía a perderse.
Decidió seguirle la vista hasta que la encontró... Como lo suponía estaba viendo a otra
de sus tipas. Su gesto se endureció al instante, le dio una bofetada obligándolo a
reaccionar al instante.
El gryffindor estaba arto ¿Por qué siempre tenia que seguirla?... Era un imbécil, desde
que se la había llevado a la cama estaba mas sensible que de costumbre, y no es que
antes no lo estuviera... ¿Y porque le rogaba tanto? Ni que hubiera sido el mejor sexo
de su vida, además siempre...
-¡Lo siento!
Había chocado. Su sola voz le puso la piel de gallina, por dios, rogaba por que le
hablara solo una vez más. Aun no levantaba la vista, no se atrevía a hacerlo por miedo
a que fuera su subconsciente el que le estuviera jugando una cruel broma.
-¿No me digas que te cause un daño cerebral?– preguntó la chica sarcásticamente
mirando que el no levantaba la cara.
El sonrió dándose cuenta de que estaba babeando (no literalmente).
-Yo, Lo, La-amento- dijo pausadamente.
-Hay no también te atrofie el habla– siguió ella.
-Ya basta, no estoy descerebrado.
-En ese caso adiós.
Harry suspiro profundamente mientras ella se alejaba de sus manos, por primera vez
se lamentaba de haber dicho lo correcto. Tal vez si hubiera seguido hablando como
estúpido probablemente ella seguiría junto a él.
-¡Carolina!– le gritó.
Ella se viró para verlo- ¿Quién te dijo mi nombre.
El chico se acerco a ella de nuevo– Luna... Lamento mucho haber hablado como
retrasado.– se disculpó
La Ravenclaw abrazó los libros contra su pecho y arqueó una ceja.
-Es que, si supieras lo... perturbador que es para mi hablarle a la mujer mas hermosa,
inteligente y perfecta en todo el colegio...
-¿También te dijo que amo a los animales?– Inquirió ella de pronto.
-No lo creo.
-Entonces porque actúas como perro faldero.– dijo secamente. Puso una de sus manos
sobre sus cintura y tomó una posición amenazante –Potter, no creas que no he notado
que desde que empezaste a hablar no dejas de verme el escote.
-Yo no...
-Debo confesar que tienes unos ojos muy hermosos– prosiguió acercándose y lo tomó
de la barbilla con dos dedos –Vuelves a mirarme los pechos y tus lindos ojos van a
terminar de adorno en mi habitación, o claro... Puedo regalarle uno al tío Fudge.
La chica se alejo. El corazón de Harry daba tumbos contra su pecho violentamente. Esa
mujer era justo lo que no conocía, difícil y que pareciera una chica imposible era lo más
atrayente de ella. Nadie lo encaraba, nadie lo retaba, nadie lo contradecía... Pero ella...
A todo esto ¿Qué iba a hacer? ¿Por qué había salido del comedor?... Se encogió de
hombros y decidió entrar de nuevo, después de todo no lo recordaba.
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La luz del sol entró por la ventana y le incomodo los ojos. Vio sus parpados de color
rojo, al instante tomó conciencia de estar despierto. Todo el cuerpo le dolía, el piso
estaba frio... Un momento ¿El piso? ¿Cómo que el piso?...
Abrió los ojos de par en par y apoyó sus palmas en el suelo ¿Pero que diablos...?
Tomo asiento y lo primero que vio fue a ella... Noto la imperceptible y casi inexistente
situación de que estaba desnudo... Y ella también. Al instante todo su cuerpo comenzó
a temblar, su mente estaba en blanco, no había recuerdos existentes. Se puso de pie
para colocarse los pantalones, incapaz de subirse el cierre debido a la temblorina de
sus manos. Sus dientes chocaban y sentía un nudo grande en la garganta...Cuando ella
despertó.
La gryffindor empezó a removerse mientras Draco de pie frente a ella la miraba con la
boca abierta. Hermione se sentó frotándose la cabeza, sintió su desnudez y al virar su
rostro vio a la serpiente con los pantalones desabrochados y sin camisa mirándola con
desconcierto. Paseo su vista por todo el salón de clases, sus ropas regadas, cerró los
ojos y las lágrimas se desbordaron por sus mejillas. Lo primero que hizo fue levantarse
y ponerse la túnica para que él ya no la siguiera mirando.
A él no le quedó mas que abrir la boca, las palabras le cayeron como un balde de agua
fría. ¿Y si en realidad eso hizo?... Ella aventó su varita a un lado, por primera vez él no
se defendió, una opresión estaba en su pecho, entonces ella lo golpeo frenéticamente
sin causarle daño. Su mente se nubló tomándola de las muñecas.
-¿A caso crees que necesito de una sangre sucia para acostarme?– preguntó sin
violento.
Hermione levantó su rostro y le dio dos bofetadas que le voltearon el rostro. Respiraba
por la boca, trago saliva y apretó los dientes, el chico comprendió lo erróneo de sus
palabras. Pero no se retracto.
Cayó de rodillas en el suelo escupiendo sangre por la boca. Hermione tomó sus ropas y
salió corriendo. El dolor se esparció por todo el cuerpo del rubio, se sostuvo el
abdomen solo para notar que sangraba, ella le había encajado un triangulo delgado de
metal que usaban en clase de pociones. Apretó los dientes y con un gruñido intentó
retirar la pieza que cortaba su vientre desnudo, pero solo consiguió provocarse más
dolor que le provoco un leve vomito. Siguió temblando mientras perdía sangre, el olor
empezó a marearlo. La chica había olvidado su varita, la tomó para guardarla en el
bolsillo del pantalón y reuniendo todas sus fuerzas con un grito desgarrador se puso de
pie.
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«17 de enero del año de 1849 »
La mañana era fresca. Draco despertó con el canto de los gorriones, la cabeza le dio
vueltas y sintió un cuerpo caliente a su lado. Hizo un movimiento brusco con la cabeza
y la vio. Reposaba sobre su pecho con una mano rodeándole la cintura, la sabana les
llegaba hasta la cintura, sonrió volteándose contra ella para mirarle el rostro, De
verdad que era hermosa... Hermione empezó a moverse entre sus brazos, abrió sus
grandes ojos marrones y lo miró.
Ella sonrió, lo beso en los labios y fue recostándolo lentamente poniéndose sobre él
con las piernas abiertas, el rose entre sus sexos fue enloquecedor para Draco quien se
dejo besar y acariciar desde la cintura hasta el cuello, ella fue bajando por este y
termino aprisionando uno de sus pezones en una caricia sensual..
Al escucharla él se viró dejando su cuerpo debajo, la miro a los ojos con una risa para la
que no le alcanzaba el rostro, ni si quiera recordaba haberse reído tan abiertamente en
su vida.
-¿Por qué quieres estar con alguien como yo?
-Porque eres la persona mas valiente y noble que he conocido en mi vida –Dijo
acariciándole el rostro dulcemente.
-Hermione...
-Arriesgaste tu vida para salvarme, anoche quise matarme y lo volviste a hacer,
impediste que me violaran. Yo soy una ladrona; no valgo nada...
-Eres la mujer más hermosa y fuerte que he conocido...
-¿Lo vez?... Por eso me quedo contigo.
Draco siguió sonriendo. Le había dicho “Valiente y noble” cuando nadie lo bajaba de
vago irresponsable, el significaba mas para ella que para si mismo... Tenia que
conservarla a su lado, aunque los separara la vida entera.
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-No digo que lo que te pasó no te lo merezcas pero... No podemos permitirlo– dijo el
profesor “Ojo loco” Moody.
-Ayer buscaba a mi mascota y algún payaso me encerró en un aula. Dormí ahí, por la
mañana me levanté y cuando di un paso resbale sobre la punta.
-¿Seguro? –Interrogó el siniestro profesor.
Draco levantó el rostro y lo miró a los ojos, Severus esperaba encontrar algún indicio
que lo hiciera saber que mentía... Pero si alguien era el mejor al engañar era él, la
serpiente mayor. Ni un solo titubeo, una mirada nerviosa o un temblor en los labios...
Nada.
Un susurro familiar llegó hasta su oído «Míralo ahí esta, escuche que casi lo matan...»
Era la voz de Weasley que caminaba junto a Potter directo al comedor... En otra
ocasión tal vez hubiera devuelto el comentario con otro mas hiriente, solo que esta vez
no.
-¡DONDE ESTA GRANGER!– gritó Draco con todas sus fuerzas.
Se apresuró a tomar a Harry de la camisa y estamparlo en la pared, el azabache e
detuvo las manos- ¡Que te pasa idiota!
El chico estaba casi morado- ¡DIME!
-¡NO SE!...
-*Vamos Granger... Donde estas, dime donde...*- pensó con todas sus fuerzas
apretando los ojos. De pronto lo vio. Una tina, agua, estaba sumergida.... ¡Pero donde!,
su mirada se fijó en la cortina sobre la ventana, la figura de un león...
-*¡Su baño!*
Era un dolor conocido, pues lo había sentido ayer, obviamente era agua congelada.
Corrió lo más pronto que la asfixia y la punzada del frio se lo permitió. Al llegar la gorda
del cuadro que siempre odió le pidió la contraseña... ¿Pero como iba a saberlo?
-Pie de limón –Dijo sin tener la menor idea de porque y esta cedió el paso
cordialmente.
Entro, primero un pasillo oscuro y después la torre, con una ventana que daba al jardín
y posteriormente al lago, pero no tenia tiempo para criticar lo barato de la decoración,
subió por las escaleras, encontrándose en una puerta de madera que decía “Hermione
Granger. Prefecta”. Estaba entre abierta, miró en todas direcciones a punto de
desmayarse, el baño no tenía puerta y reconoció las imágenes que lo habían llevado
hasta ahí.
Fue presa de la desesperación al ver el hielo encerrándola, gritó y con los puños
cerrados golpeo más fuerte que el dolor de su abdomen se lo permitía. Usando la
misma fuerza con la que podía encajar el vidrio roto de una taza en la puerta de
madera tan solo aventándolo, imágenes de los últimos días sacudieron su memoria; las
veces que la aprisionaba contra los muros, la cercanía de su cuerpo cuando estaban
mojados, ella llorando.... No había una sola imagen en que su rostro no apareciera y
entonces el hielo se fracturo.
Lo primero que hizo fue levantarla, le puso dos dedos en el cuello... no había pulso,
tenia un color azul y estaba tan fría que le quemaba el tacto, sus parpados y labios
estaban completamente blancos. La sacó de la tina llevándola a la cama, al menos él ya
podía respirar, no entendía ella porque no Y recordó«El carácter mas fuerte se impone
sobre el débil... Uno tiene que desaparecer...» La recostó.
-*NO ¡NO!... vamos tu eres mas fuerte que yo ¡VAMOS! *- le puso las manos en el
pecho sobre el corazón, del cual el latido era casi imperceptible- *uno, dos, tres*-
apretó la nariz y soplo dentro de su boca... No hubo respuesta- *Granger no me hagas
esto... uno, dos tres*- repitió la acción y esta vez sintió un intercambio de aliento.
-Yo nunca, te hubiera hecho algo así– dijo Draco en el tono mas suave que le fue
posible –Soy todo lo que tu quieras, pero en mi vida, jamás haría algo tan atroz...
-Como puedo creerte...
-¡Porque salve a tu gato! ¡Porque me tire a un lago casi congelado para sacarte!...
Porque te salvé de que una manada de centauros te aplastará y te lleve a que te
curaran quedándome contigo... ahora casi me asfixio solo para salvarte...
Ella lo miró vacíamente– Lo hiciste por ti.
Paradójicamente él sonrió- ¿Crees que mi vida me importa?...– dijo y sonrió –Antes de
todo esto, del hechizo y eso... iba a suicidarme, por lo que tu podías morir y a mi no me
interesaría... Pero me di cuenta de que no tienes la culpa de mi vida...
¿Qué mas podía decirle? ¿Cómo podía demostrarle que no lo hacia por él? Quería que
le creyera, necesitaba que al menos por una vez en su vida le creyera, porque era la
primera vez que decía la verdad...
Lagrimas empezaron a rodar por las mejillas de la castaña y sonrió, no eran de tristeza,
vacio o dolor... Nadie le había dado tal muestra de interés desde que sus amigos
arriesgaron su vida para salvarla de un troll hacia ya siete años ¿Cómo pudo soportan
un dolor tan agudo solo para dejarla leer?... El chico le sostuvo el rostro limpiándole las
lagrimas con los pulgares acunándolo entre sus manos de dedos finos y largos, un
tacto tan suave era raro en un chico...
Mientras mas incongruente parezca a los ojos humanos el dolor, mas fuerza vivificante
hay detrás de él, más trascendencia, mas respaldo de un bien mayor. Mucho que
sufren no lo comprenden, pero tampoco deben desesperarse tratando de hacerlo. La
confianza espiritual, mueve montañas...
CAP 12: Insignificante
Draco estaba atravesado en la cama de Hermione con los pies colgando. Ella se había
metido a ducharse, no si antes prometerle al chico no tocar la llave del agua fría. El
rubio cerró los ojos al escuchar el agua caer, sintió la misma calidez que ella y eso lo
confortó... La escuchó tararear «You look so dumb right now, standing outside my
house, trying to apologize. You’re so ugly when you cry… » Sonrió abiertamente con
una carcajada sin ánimos de abrir los ojos. De pronto dejó de ver sus parpados y la vio,
era ella, en el baño... Se enjabonaba. No supo porque pero era como si estuviera en
frente mirándola y seguía con su canto « Don’t tell me you’re sorry 'Cause you’re not.
Baby, when I know you’re only sorry You got caught. »… Las gotas tocaban su piel
dejando una huella de humo que él sentía en su propia carne deslizándose por su
cadera, incluso algunas eran atrapadas por su ombligo...
Hermione rodó en la cama quedando de rodillas frente a él, Draco levantó su barbilla
haciendo el gesto de superioridad de siempre. Ella hizo lo mismo con una ceja
arqueada ¿A caso no había entendido que no podía intimidarla?
Es bien sabido por todos que las palabras suaves son las que conquistan los corazones
duros...
-No importa.
El rostro del Slytherin estaba a pocos centímetros del de ella, tenia la cabeza arqueada
mirándose a los ojos. Era la posición perfecta para un beso, solo que ninguno de los
dos estaban dispuestos a cooperar para que aquello ocurriera. Hermione descubrió en
el mar grisáceo de Draco la perfección que había en este, pues era el único chico de
ojos Grises que había conocido en toda su vida y era el único que la había mirado tan
de cerca. Sus alientos parecían susurros silbantes que se mezclaban con cada
respiración
-Entonces al menos dime con cuantas habías estado antes de mí... No quiero que me
contagies nada.
Draco sonrió mostrando toda su perfecta dentadura sin separarse de ella. Al contrario
sus narices estaban juntas.
-No.– finalizó y caminó a la puerta.
-¡Eso no es justo!– gritó Hermione haciéndolo reír.
-La vida no es justa, acostúmbrate Granger.
-Déjame adivinar, te violaron... ¡O no! Mejor. Te humillaron por terminar pronto...
¿Dime estoy cerca?– dijo ella en un tono burlesco y fue acercándose de nuevo.
El rubio sintió cada uno de sus pasos, y cuando ella estaba a punto de tomarlo del
hombro él la tomó del brazo estampándola contra la puerta inmovilizándola
completamente. La miró a los ojos y dejo sus rostros a menos de medio centímetro.
Luna estaba sentada debajo del gran roble frente al lago. El sol indicaba que eran casi
las seis de la tarde por lo que la rubia esperaba a sus amigos para comenzar su típico
día de campo y ver la puesta de sol. Escribía en su extraño diario que nunca soltaba
escuchando la tranquilidad. Miro una pareja de Hufflepuff recorriendo la orilla del lago
tomados de la mano y sonrió viéndolos demostrándose su afecto con miradas
profundas.
Harry llegó y se recostó poniendo su cabeza en las piernas de la rubia, ella lo miró por
el hueco que se formaba entre el libro y su cuerpo recibiendo una sonrisa
maliciosamente encantadora de parte del gryffindor.
-Ella no te haría caso Harry– dijo Luna cerrando el diario y dejándolo a un lado.
-Porque dices eso...
-Porque simplemente es diferente... A lo que estas acostumbrado.
El moreno sonrió- ¿Segura?
-No, pero... No la lastimes si lo intentas.
-Lo prometo.
Harry siguió sonriendo mostrándole sus dientes, Luna le quito los lentes y le dio un
beso en la frente haciéndole los cabellos hacia atrás.
Draco entró en su sala común que estaba en penumbra... Recordó la enorme ventana
de los Gryffindor y sonrió. Sobre un mueble Crookshanks lo esperaba meneando su
cola. Zabini leía en el sofá de cuero negro que estaba en el centro de la estancia.
El rubio respiró profundo... ¿Quién podía pensar que él se fijaría en una sangre sucia?
De acuerdo, le había confesado que ella era la primera, pues antes de esa noche era C
O M P L E T A M E N T E virgen, si... Pansy lo había tocado un día de tantos, pero tanto
como llegar a acostarse con ella, nunca... Y el día en que pensaba hacerlo Granger se
había metido en una tina con agua fría impidiéndoselo. El único que sabía su secreto
era Blaise, porque medio colegio pensaba que era “El Dios del sexo”, había escuchado
rumores que iban desde “Dicen que es muy tierno.” Hasta “hace gozar horas
enteras”... Que estupidez.
Puso una de sus manos en su pierna derecha y descubrió una exaltación vertical.
Inmediatamente abrió los ojos... Solo era la varita de Hermione. Respiro
profundamente con fastidio, tenia que devolverla.
_________________________________________
Hermione caminaba con sus libros rumbo a la biblioteca, cuando Parvaty la intercepto.
La hermosa gryffindor se recargo en el pasillo con una burlona sonrisa.
La castaña se alejó cuando una estrepitosa risa de la otra chica la hizo detenerse con su
sangre corriendo a una velocidad impresionante. Quería arrancarle su “Hermoso”
rostro del que tanto se vanagloriaba o raparle el cabello del que tan orgullosa se
sentía. Si pudiera le echaría acido en la cara para que quedara como monstruo. No era
envidiosa y mucho menos estaba en contra de la belleza, pero que la humillaran por no
ser alguien que quita el sueño le parecía estúpido. En su interior algo le gritaba que
siguiera, que la ignorara, pero no pudo.
La Gryffindor se viró rápidamente y cuando lo tuvo cerca y usando todas sus fuerzas se
puso de puntas y tomándolo de la camisa atrapó sus labios con un movimiento salvaje.
Sin saber como, lo estampó contra la pared como tantas veces él lo había hecho con
ella. Se deshizo del morral que colgaba de su espalda tirando todos los libros y lo
condujo hasta la vacía biblioteca donde subiendo al primer escritorio lo aprisionó con
sus piernas. Empezó quitándole la corbata que colgaba deshecha a los lados de su
cuello y terminó de desabrocharle los botones de la camisa. Sus manos subieron por
todo su torso y terminaron enredadas en su cuello.
Ella no contesto. El Slytherin le rozó los labios provocadoramente y paseó su nariz por
todo el cuello de la chica haciéndola cerrar los ojos. Paseo su lengua por el cuello de la
chica cuando ella quiso moverse aprisiono con una mano las manos de ella sobre su
cabeza y con la otra empezó a desabotonarle la blusa y fue bajando por la piel rugosa
de su pecho.
-¡NO!– gritó Hermione ferozmente ganándose que la estampara una vez mas.
-¡Como se llama el juego! ¡Hagamos lo que Granger quiere!– gritó el chico mirándola a
los ojos.
Draco la sostuvo lo más fuerte que pudo para morderle el cuello sacándole un gemido
de rabia y dolor. Succionó con todas sus fuerzas hasta que logró dejar una marca
morada en la piel palpitante.
Los ojos de la chica estaban llenos de lágrimas y despedían fuego. Él La soltó
ganándose una rápida bofetada que no pudo prever.
Los amores que tienen la mayor posibilidad de perdurar no se hayan en los momentos
de inmadurez.
CAP 13: Truco o Trato
... Las personas se unen en amor verdaderamente solo cuando aprenden juntos;
cuando comparten asuntos trascendentes para ambos... y no cuando el uno le
demuestra al otro su experiencia...
Las clases habían sido suspendidas por el baile. Todo el colegio estaba en un estado
parecido a un punto medio entre el letargo y la euforia; era exasperante para las chicas
buscar un disfraz y para los chicos buscar pareja... Cuando eres niño la noche de brujas
es una ocasión divertida en la que vas de puerta en puerta gritando “¡Trick or treat!”
exigiendo dulces. Basta con ponerte una corona de papel y verte gracioso (a)...
No era un disfraz. Un vestido de color pardo que se amarraba detrás del cuello con una
cinta plateada, tenia otra cinta de estas en la cintura y terminaba con picos irregulares
a la mitad de la pierna, además de un peculiar escote que mostraba unos pechos
mucho mas... Enormes de lo que en realidad eran.
La pelirroja dio tres saltos y salió corriendo tan apresuradamente como había entrado.
Hermione se quedó con una sonrisa al pensar que ni si quiera tenia un disfraz o un
vestido hermoso que lucir... Se levantó de la cama. No tenia animo como para un baile
en el que claro... Predominaba la belleza o las curvas espectaculares.
Decidió entrar a ducharse. Mientras lo hacia recordó la risa de Draco mientras ella
cantaba para burlarse de él y la forma en que lo había tratado... Besarlo solo por
coraje. Las palabras de Parvaty habían ardido dentro de ella y solo quería demostrarse
que al menos ella había tenia algo que todas desean... Aunque no lo recordaba. El agua
moldeó sus curvas relajándola. Tal vez lo que le había dicho era cierto, ahora ya no
tenía que preocuparse por ir sola al baile... Eso era lo que quería, un pretexto...
Salió rodeando su cuello con una toalla, con una esquina de esta se secaba el cabello
lacio y desordenado mientras su cuerpo permanecía goteando. Sintió la necesidad de
cubrirse cuando notó que Draco estaba ahí, en cuanto la miro completamente
desnuda excepto por el uno de sus senos que tapaba la toalla se viró con las mejillas
enrojecidas. Ella sonrió.
-Yo no tengo la culpa que en las mazmorras no haya ventanas, creo que ya te gustó mi
habitación –Dijo Hermione dejando de lado su intención de cubrirse.
- Mcgonagall... me, mandó, que te entregara... –Al chico le costaba trabajo respirar.
-¿No crees que ya me has visto muchas veces como para que te apene? –Lo
interrumpió.
La chica empezó a ponerse unas bragas blancas que se ajustaron a su cadera, Draco
quería que los ojos le dieran una vuelta completa para mirarla. Ante el desafió se viró,
ella se agarró el cabello con una pinza dejando su espalda descubierta, caminó y de un
cajón sacó el sostén sencillo blanco metiéndolo por sus brazos. Maldijo al no poder
abotonarlo a su espalda... Por eso odiaba los sostenes que tenían el broche en la
espalda, ella prefería los broches al frente. Completamente solicitó el rubio guardo la
invitación en su bolsillo y caminó hasta ella apartándole las manos para abrocharle el
sostén. Al hacerlo las manos la rodearon metiéndolas debajo del algodón acariciándola
con deleite erizándole la piel.
Sus manos la recorrieron hasta sus hombros donde la volteó volviendo a bajar y
terminar muy cerca de ella sosteniéndola de la cadera. Su mirada se perdía con la de
ella. Hermione subió una de sus manos y aparto levemente el cuello de su camisa
notando una idéntica marca morada como la que ella tenía. Sonrió victoriosa
haciéndolo entornar los ojos.
-Si hubiera recordado que yo también la tendría no lo hubiera hecho– dijo Draco sin
soltarla.
-¿Qué estas haciendo?– susurro Hermione completamente debilitada.
-No tengo la menor idea...
Tragó saliva– solo te traje tu invitación– dijo sacándola de nuevo del pantalón– Y, no
puedes llevar pareja...
-Ya lo sabía.
-¿Y también sabias que te toca decorar conmigo?
-¡Decorar!– gritó separándose de él y buscando su uniforme- ¿Y porque contigo?
-Unión típica; Hufflepuff y Ravenclaw, Gryffindor y Slytherin. Nos tocaron los jardines.
Hermione asintió. El rubio no dijo nada y salió de la habitación.
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Ron y Harry se presumían mutuamente sus disfraces, el del pelirrojo parecía un árbol
mientras que el de Harry solo era un traje negro con un antifaz rojo. Sonreían
alegremente en la habitación de chicos. El moreno no dejaba de pensar en Carolina,
seguro ella estaría en el baile con su novio... Un estúpido fortachón con el que medio
mundo la había visto pasearse durante mas de dos años , todos la habían visto besarse
apasionadamente con este chico demostrando a los cuatro vientos su
“Enamoramiento”. Si a eso se había atrevido en público no era difícil suponer lo que
había hecho con su ardoroso galán en la intimidad y por su vida que quería saberlo.
Ambos bajaron a la sala común con sus disfraces en bolsas de plástico negras flotando
detrás de ellos. Al instante las chicas los saludaron cordialmente excepto Parvaty que
estaba demasiado ocupada pensando en Draco Malfoy. Por dios que lo quería tener,
quería entregársele y esta noche lo haría.
La prefecta hizo un gesto de tristeza que sus amigos notaron. Salió de la sala común sin
el menor interés en ver el ridículo disfraz de mariposa, princesa o abeja que su madre
le pudo haber mandado.
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El ojigris se quedo pensando en si en verdad sería lo correcto hacerlo con Pansy, ella
solo era su mejor amiga y no quería lastimarla no deseaba utilizarla... Tenia miedo de
lo que iba a pasar esa noche. Blaise seguía hablando de su experiencia. En todos los
relatos que había escuchado de otros Slytherin todos comentaban lo mismo; que al
terminar sus compañeras inexpertas solo expresaban un “Es todo” “Por eso tanto
escándalo” y terminaban con la moral terriblemente baja ante tal humillación... ¿Él
como iba a saber que hacer? Si nunca había tocado a una mujer... al menos
conscientemente... Besaba bastante bien por lo que cualquier chica que se deleitaba
con sus labios podía esperar una respuesta magnifica en la cama ¿Pero si no era así?...
Cuando reaccionó notó que otro chico se había unido a la plática.
-... entonces como vez el placer femenino esta conectado a su psique– dijo el chico.
Parecía estarle explicando algo a Blaise.
-y el masculino a su...
Los tres rieron ante la seña que hizo Zabini a sus pantalones.
-¿Ves Draco? No es tan difícil.
-¿Alguna vez te has preguntado que puede sentir ella? ¿Alguna vez has intentado
tratarla como algo mas que una muñeca de plástico?– prosiguió el chico
experimentado.
-Lo siento señores, pero tengo cosas que hacer– se despidió secamente el rubio.
A lo lejos se fijó en como Hermione intentaba decorar un árbol con telarañas que
salían de su varita. Sonrió acercándose a ella y de pronto sintió un estado de
melancolía que claramente emanaba de todo el ser de la castaña. Hizo cara de fastidio
al notar que ella veía a una pareja acaramelada caminando muy cerca y susurrándose
cosas al oído. El sentimiento creció cuando él de la nada sacó un ramo de flores
bastante sencillo para entregárselo recibiendo un beso como premio. Draco alcanzó a
sentir su suspiro largo y profundo.
-Pero que tierno es ver a una Sangre Sucia soñando– dijo a su espalda.
Ella puso los ojos en blanco– llegas tarde.
-¿Y que importa? A nadie le interesa la estúpida decoración.
-No te gusta el amor– dijo la chica sin dejar de mirar a la pareja.
-¿Amor?... una palabra de cuatro letras; dos vocales, dos consonantes y dos idiotas.–
dijo Draco.- No entiendo como alguien puede exhibirse asi...
La castaña se volteo para verle de frente - El amor es ciego
-De ese caso, la lencería esta sobreestimada… ¿Por qué no terminas?– dijo Draco.
-¡Se supone que es un trabajo en equipo!– gritó ella en total exasperación.- ¿Qué no
sabes lo que es eso?
-Si. Es la posibilidad de culpar a otros...
-¡NO TE SOPORTO!
La chica volvió a su tarea de las telarañas sin llegar muy lejos. Draco la tomó de la
cintura para elevarla y que la telaraña cubriera completamente el árbol, cuando la bajó
lentamente sus rostros fueron atraídos por una fuerza magnética que no les permitía
dejar de mirarse...
-¿Sabes lo que es un amigo?– dijo Hermione de pronto.
-Es alguien que tiene ese “No se que” que elimina toda la intención de acostarse con
él...
La gryffindor seguía con la decoración, el Slytherin alcanzó a ver que tomaba una rosa
encajando una espina en su dedo. Inmediatamente se apresuró a “Socorrerla”.
Draco le hizo una mueca antes de cogerle la mano y llevarse el dedo con una gota de
sangre a la boca. Atónita, no fue capaz de moverse mientras él le pasaba la lengua por
la sensibilizada piel de su dedo. A pesar del dolor de la herida, la sensación era muy
agradable. Muy, muy agradable.
Con el dedo aún en la boca, el rubio le dedicó una sonrisa traviesa. Hizo un círculo
completo con la lengua alrededor del dedo una vez más antes de abrir la boca y curarlo
con su varita.
Hermione quiso decirle que No. Que se quedara con ella, que no le molestaba, que por
piedad no la abandonara y siguiera con la acción de su dedo... Por dios, si eso hacia su
lengua en un dedo que tanto no haría dentro de su boca...
La banda sonora que se encargaba de hacer los hechizos de música se había retrasado.
Harry estaba en el baile desde temprano sin pareja completamente aburrido. Los que
tenían una chica al menos podían conversar con ella... Pero él no quería platicar, sus
técnicas de cazador estaban agudizadas a más no poder. De pronto una leve pieza
incitante empezó. Su mirada se clavo en la pista. Se hallaba hechizado por las bellas y
voluptuosas formas de Carolina, la miraba de hito en hito departir con sus amigas a
unos metros de distancia.
-¡Que haces!- gritó Alfred... Casualmente el único chico Slytherin que entablaba
amistad con cualquiera de otras casas, era sumamente apreciado por su conocimiento
sobre mujeres.- ¿Nueva presa?
Harry rió al por el comentario, y se fijó en como Ron y Luna entraban y detrás de ellos
Ginny. El Slytherin tenia los ojos color aqua y el cabello café muy oscuro con piel
blanca y claro, un rostro completamente dedicado para seducir. Era todo un cazador...
Tal como Harry.
Ron y Luna se unieron a la mesa. La chica se veía hermosa con un vestido ceñido de
color azul que resaltaba su cuerpo juvenil y su piel pálida, claro, sin faltar su respectivo
antifaz... Carolina desapareció para Harry, imaginó que debía estar en el baño, aunque
perderla de vista le molestó demasiado.
Draco entró poco después vestido con un traje que recordaba a The Phantom Opera,
excepto que sostenía el antifaz blanco en una mano sin la menor intención de
ponérselo, ya que le era sumamente incomodo. La luz tenue resaltaba su piel y sus
rasgos finos, si se hubiera vestido de blanco no hubiera habido una mujer en su sano
juicio que no lo hubiese confundido con un ángel.
El corazón le dio un vuelco. Quiso decir "lo siento", pero a cambio de ello el rostro se le
iluminó con una alegría nerviosa. Era demasiado bueno para ser verdad. Esa chica alta,
despampanante, ahora se hallaba repentinamente sin compromisos, bailando con él.
Por unos minutos no pudo decir nada. Analizó la situación mientras se movía al ritmo
de la música. Se advirtió tenso pero lleno de energía, como se siente un atleta a punto
de arrancar en la carrera para la que se ha preparado mucho.
Levantó la vista y le escrutó con sus dulces ojos melancólicos. Al parecer el truco de la
lástima no había fallado esta vez
-¿Quieres bailar?
-Claro.
Uno de los que no pudo evitar mirarla fue Draco. Al igual que él la chica traía su antifaz
de mariposa en una mano, sin muchos ánimos de ponérselo. Se quedo viéndola
fijamente desde el rincón donde “cuidaba” el orden. Ella lo identifico desde la entrada,
sus miradas se clavaron y algo extraño sucedió...
Mientras la melodía avanzaba cada vez de forma más perversa e incitante
*« Staring in your eyes, I could see the fire, Got you hyptnotized. Do you feel the vibe...
» Draco se acercaba a ella con un cadencioso movimiento que lograba hipnotizarla con
todos sus sentidos. Su andar era lento pero a ella le impedía moverse en todo
momento...« Step one, You kissing on me » Entonces el chico la tomaba de la cintura
paseando su nariz por el cuello de la chica que nunca había visto tan descubierto,
subiendo desde el pecho por toda la vena « Step two, Girl you killin me softly » Ella
bajaba por su cuerpo y volvía a ascender con un sensual contoneo bordeando con sus
labios toda la masculinidad del rubio y atrapar su cuello con sus manos, mientras él la
miraba « Step three, Now you see why you chose me » El chico la volteaba pegando su
espalda a su torso y paseaba su lengua por la oreja de la chica sintiendo su escalofrío,
ella se volteaba mirándolo a los ojos con un deseo ardiente « Step four, And ooh you
vibing with me » y seguían bailando con el mismo movimiento erótico... *
«Baby grind with me, relax your mind take your time with me, I love you deeper if you
cry for me »
-¡Draco!– gritó Maile aventándose para abrazarlo por la espalda -¡pero si estas
ardiendo! –Grito preocupada al notar la alta temperatura del rubio.
El Slytherin reaccionó exaltado. Saliendo de todo su increíble trance... ¿Ella también lo
había visto?
-El que tu seas una ICEGIRL no quiere decir que los demás no tengamos pulso Maile– le
dijo Draco.
Ella sonrio- ha claro... será eso.
Hermione abrió la boca... ¿Qué había visto? ¿Una fantasía? ¿Un pensamiento de
Draco?... ¿Qué?
-¿Qué?– dijo la chica exaltada desviando su contacto visual con el rubio
-¿Qué si te sientes bien?– repitió Neville– Estás muy caliente.
-Yo...
-¡Hermione que te pasa!– grito Ron, asustado.
-Imagino que debes estarte resfriando... Eso pasa cuando atrapas un Snorkle de cola
dorada –Dijo Luna
La castaña sonrió– Si, debo tener un... resfriado– dijo distraídamente. Draco ya no
estaba.
-No te has bañado con agua fría ¿O si?– dijo Ron
-Claro... que, no...
-Mejor ve a la enfermería.– finalizó el pelirrojo y se perdió con la rubia.
- ¿Quieres que te acompañe?– dijo Neville.
-No... Estaré bien...
El chico se le acerco al oído -¿Los snorkles de cola dorada existen?– susurró.
-Claro que no Neville.
No me contestó que sí, pero apenas salieron de la pista fueron a despedirse de sus
compañeros con excusas insulsas.
-¿Adonde vamos?- le preguntó Harry mientras caminaban por el pasillo.
Ella se encogió de hombros sin apartar su penetrante vista de su rostro -Adonde tú
quieras...
El moreno la llevó a su típico escondite: El tercer piso. En las escaleras Harry se detuvo
pues habían cambiado y tenían que esperarlas de nuevo. Ese era el único problema
con su lugar secreto. Después de unos minutos las esclaeras volvieron a su lugar, pero
el azabache no pudo moverse.
Cuando volvió a levantar los ojos, ella lo miraba muy fijamente con la boca
entreabierta en un gesto de ternura. Se me acercó despacio rozando con sus labios los
de ella. Apretó su boca contra la de ella para hallar la enloquecedora humedad de su
lengua. Fue un beso impetuoso, cargado de verdadera pasión. La abrazó fuertemente y
acarició su cabello, su espalda sintiendo el deseo crecer como un ente incontrolable y
cerró los ojos para entregarse por completo al movimiento sensual.
Harry no podía dar crédito a lo que había hecho. El corazón le latía a mil por hora; con
la cabeza dándole vueltas y sus pies flotaban. Le enmarañó el cabello y buscando la
cremallera del vestido en su dorso: en cuanto la tuvo entre sus dedos inició un
movimiento lento para bajarla, sin lograr evitar el temblor de sus falanges y la
sudoración de sus palmas. Cuando el cierre no pudo descender más, sobé su espalda
con ardiente furor atrajo el vestido hacia adelante mientras le acariciaba sus hombros
desnudos. Entonces se descubrieron totalmente sus formas femeninas resguardadas
aún por la suave tela del sostén. Se separó un poco y rozó apenas con las yemas de los
dedos las marcadas puntas. Luego siguió la línea del sujetador hasta dar con el seguro;
lo destrabó sin ningún problema y ella, mirándolo fijamente, hizo un ágil movimiento
con los brazos para liberarse del incómodo ceñidor. A tal grado lo asombraron la
belleza de esos senos blancos, turgentes, cálidos, que en vez de tocarlos se limitó a
contemplarlos. Luego atrajo a la chica hacia él sintiendo una extraordinaria calidez al
momento en que sus pechos desnudos se aplastaban en su cuerpo.
Llevó lentamente las manos hacia su cintura y comenzó a buscar la forma de bajar por
completo el vestido de algodón.
-¿Vamos al cuarto? —sugirió ella
-Por supuesto...
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Draco azotó la puerta. ¿Por qué siempre hacia algo que él no podía prever? Desde
darle una bofetada, encajarle algún filo, estamparlo en una pared para besarlo o estar
despierta cuando él la creía dormida. Aún traía el vestido, ceñido y hermoso. Por
Merlín que se veía preciosa.
-¿Quién te mando?
Abrió los ojos sobresaltada al sentir que él se sentaba a su lado quitándose los zapatos
y calcetines. Lo miró en medio de sombras sin poder concebir otra cosa más que sus
ojos claros que brillaban como si se tratara de las luces delanteras de un auto. Sintió
algo parecido al temor, solo que estaba muy lejano a serlo. De pronto el chico le tomó
las manos y las aprisiono contra el colchón.
Él gruño al darse cuenta que no llevaba nada bajo del vestido mas que unas bragas
transparentes y delgadas casi inexistentes. La chica lo aferró de la cabeza mientras la
besaba, empezó a desabotonarse la camisa hasta que la dejó a un lado y trepó a la
cama quedándose en un lado de ella sin abandonar sus labios. La leona se extasió con
su torso y espalda mientras Draco le sostenía una pierna acariciándola desde el
comienzo hasta la rodilla... Sentía la piel caliente y húmeda de los muslos de Hermione
que encendían una hoguera en su interior que lo aterrorizaba.
No pudo evitar dar un respingo de satisfacción cuando la chica tomó su miembro con
una mano y con claras intenciones de bajarle los pantalones. Entonces él empezó a
subir el vestido casi desgarrándolo hasta que quedó sin él. Todo su cuerpo ardió de
deseo mientras ella lo acariciaba y se sentía mas rígido que nunca...
Abandonando su cuello con un gruñido, asaltó sus labios y la besó con ansia mientras
deslizaba la mano bajo la ropa interior, buscando los oscuros rizos de su entrepierna.
Cuando sintió el roce del vello sobre los dedos al apartar los húmedos labios y tocarla
allí por primera vez, no pudo reprimir un gemido.
La gryffindor se sobresaltó y dejó escapar un murmullo de satisfacción, aumentando el
ritmo de las caricias sobre su miembro. El rubio no podía creer que estuviese tan
preparada. Por los Merlín, cómo la deseaba. Quería saborear cada centímetro de su
cuerpo. Quería hundirse profundamente en ella y comprobar su salvaje pasión
-Sabes tan bien…- le susurró al tiempo que desgarraba las bragas y las hizo a un lado.
Al instante, trazó un sendero de pequeños besos desde el cuello hasta el pecho.
Draco acunó su rostro entre las manos y le dio un beso profundo al tiempo que la
tomaba de la mano y la guiaba hacia su hinchado miembro. Sin más palabras, ella
comprendió lo que quería. Alzó las caderas y lo guió hasta su interior, despacio,
centímetro a centímetro, hasta que todo su miembro la llenó por completo. Un
gemido escapó de su garganta al sentirlo dentro y observar el deseo voraz que
reflejaban sus ojos.
Hizo un intento de separar la mano pero él la detuvo cubriéndola con la suya. La
pasión de su mirada se hizo más patente.
-Quiero que me toques mientras estamos unidos, quiero que lo sientas —le dijo sin
aliento.
Hermione tragó saliva mientras Draco comenzaba a moverse entre sus dedos y la
penetraba aún más. Dentro y fuera. Era la experiencia más erótica e increíble que
había sentido jamás. Gimieron al unísono.
Vio la expresión satisfecha en el rostro de él mientras la embestía con toda la fuerza de
sus caderas.
-Malfoy —balbució.
Deteniéndose, la miró a los ojos.
-No es la serpiente de Slytherin la que esta dentro de ti Hermione. Soy yo, Draco.
Tan pronto como dijo su nombre, sucedió algo extraño; algo despertó en su interior y
de repente se sintió sacudida por una descarga erótica.
¡Podía sentir el placer de Draco!, podía sentir cómo su vagina lo rodeaba. Como si
fuesen un solo ser, lo sentía dentro y, al mismo, tiempo alrededor.
Él se esforzó por respirar, sobrecogido ante la experiencia y sosteniéndole la mirada.
Hermione le acarició la espalda y sintió el roce de su mano en su propia carne. Era lo
más increíble que había experimentado jamás.
Draco aumentó el rimo de sus caderas mientras ella se aferraba a sus hombros, ambos
perdiendo todo rastro de cordura, inmersos en un estallido de deseo.
Se corrieron a la vez, compartiendo un sublime a la par que violento placer. El Slytherin
echó la cabeza hacia el frente y rugió mientras la penetraba una última vez. Ella gritó,
agitándose entre sus brazos. Cuando él se derrumbó sobre su cuerpo, Hermione lo
abrazó con fuerza, acunándolo mientras se recuperaba...
Espero que haya valido la pena... am, la cancion se llama Grind with
me http://www.youtube.com/watch?v=mma-c6oCN8U Aqui pueden escucharla...La
verdad a mi no me gusta mucho... Pero los pasos me encantaron jejeje Y con eso de
que hermi nunca se relaja y se la pasa estresada jajajajaja... Digamos que es tipo
Songfic
Baby grind with me Relax your mind take your time with me I love you deeper if you
cry for me Now come and kiss me till yo body gets weak Just grind with me baby.
Staring in your eyes I could see the fire Got you hyptnotized Do you feel the vibe
Step one: You kissing on me
Step two :Girl you killin me softly
Step three: Now you see why you chose me
Step four: And ooh you vibing with me
Cariño deja tu rutina para mi, relaja tu mente y tomate tu tiempo para mi, te amo
profundamente si tu lloras por mi, ahora ven y besame hasta que mi cuerpo este debil.
Solo deja tu rutina para mi bebé.
Fijandome en tus ojos puedo ver el fuego, he conseguido hipnotizarte, puedes setir al
maximo
Paso uno: Tus besos en mi
Paso dos: Niña puedes matarme con suavidad
Paso tres: Ahora puedes ver porque me elegiste
Paso cuatro: Y hu, tu sentiras al maximo conmigo
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«19 de enero del año de 1849»
El rubio estalló en una carcajada haciendo que Ronald levantara su apenado rostro
para mirarlo a la cara. La risa abrupta fue interrumpida ante el descubrimiento de que
su amigo tenia... ¿pecas?
La gitana salió entonces de la mina extendiendo sus brazos para respirar profundo
echando la cabeza hacia atrás. El aroma era salvaje y fresco. La mañana no era tan
calurosa, lo que indicaba que se avecinaba una de las raras tormentas del desierto. A
penas eran las diez de la mañana y el sol ya dominaba los cielos calentando la tierra
roja bajo sus pies. No había sonido más que el de la maleza silvestre que se mecía sin
necesidad de viento y los pasos cautelosos de los poco animales que soportaban el
calor del día, como camaleones, tarántulas y la destrucción de Hermione: Serpientes.
Que cruel. El destino siempre da advertencias de lo que nos lleva a la perdición. Una
serpiente mordió a Frank y ella por curarlo no había huido. Desde el pasado las
SERPIENTES fueron su perdición... ¿Quién diría que en el presente también seria una
serpiente?... Aunque estuviera presente en diferente forma, ahí estaba. ¿Cuál era la
diferencia entre un animal que se arrastraba y una serpiente de Slytherin?
-¡Y donde esta tu esposa Draco!– gritó Mir.
-¿Qué? Pero el que esta casado es...
Ron se apresuró a taparle la boca– No es su esposa– dijo el pelirrojo.
-Ha, ¿Entonces tu novia?
-No lo creo... Nos conocimos hace poco... Me imagino que no somos nada.
La gitana rió– Bueno yo siempre he dicho que el hombre soltero es Un animal
incompleto....
-Y el hombre casado es un completo animal– completó Draco haciéndola estallar en
una carcajada.
-Bueno pero los hombres solteros suelen desear estar casados...
-Y los casados suelen desear estar muertos. ¿Cuál es el punto?
De pronto el rubio y la gitana estaban demasiado cerca el uno del otro, diciendo
bromas y riendo. Aunque mas bien la actitud nerviosa y evidentemente coqueta de la
gitana era la más risueña de ambos. Al pelirrojo empezó a arderle la sangre. Si, Ronald
estaba celoso.
Ron y Draco se acercaron mirando la escena con detalle. Bueno, ambas eran gitanas...
¿No era de extrañarse o si? El rubio se cruzó de brazos alzando su mentón,
evidentemente ambas eran hermosas, solo que nadie igualaba la belleza de Hermione.
El sol la incomodó como hacia todas las mañanas. Reconoció el olor extraño de la
enfermería y sin quererlo recordó la vez que había despertado ahí después de una
paliza de sus amigos a Draco. Quiso voltearse de lado pero un candado de piernas
acompañado de otro en su cintura se lo impidió. Abrió los ojos... la sabana le cubría
hasta el pecho como acostumbraba dormir, la levantó para descubrir que Draco era
quien la abrazaba, con su mano rodeando su abdomen y la cabeza debajo de sus
senos. Se veía hermoso, con la luz del sol en su rostro, el cabello desordenado sobre la
frente, la posición que tenia le recordaba a un niño pequeño. No pensó en otra cosa
que no fuera en admirar su inocencia. En todas las novelas que leía las chicas se
refugiaban en los brazos de sus compañeros para que ellos las protegieran y en cambie
era ella quien lo tenia entre sus brazos, como si estuviera protegiéndolo, como si la
serpiente hubiera encontrado un refugio en su cuerpo.
Una sombra de temor le paso por los ojos al pensar que lo único que él quería era
dejar de ser virgen “Oficialmente”. Entonces lo volvió a cubrir con la sabana
paseándole una mano por toda la espalda, sin vellosidad alguna, sin lunares, de piel
blanca y con músculos bien formados, además de una piel tan tersa que solo
correspondería al trasero de un bebé. Sonrió pícaramente pensando en su propia
metáfora... No recordaba el trasero de Draco. Se sonrojó con algo de pena al recordar
los detalles...
-Hermi, sigues roja... ¿Te sientes mal?– inquirió el moreno acercándose a besarla en la
frente mientras ella aferraba con fuerza la sabana a su pecho.
-No me siento bien.... Digo. Que NO. No es que me sienta mal, al contrario me siento
bien, bueno mejor– contestó nerviosamente.
-¿Dormiste bien?– entró preguntando Luna.
La gryffindor sonrió como si disfrutara de un pequeño chiste privado– Muy, muy, bien.
-Si, se te nota. ¿Ron vamos a desayunar?
-¡Claro!... Ahora que lo pienso me muero de hambre.
Luna abrazó a su novio de la cintura y caminaron torpemente debido al abrazó.
-¡Ha casi lo olvidó!– se detuvo la rubia– Los prefectos van a desayunar en el jardín.
-¿Por qué?– se extraño Hermione.
-Unión de casas, me parece... Creo que el director quiere compensarlos por no
permitirles llevar pareja ayer.– finalizó.
Para Harry fue sumamente molesto continuar al lado de Ginny después de su abrupto
rompimiento. Así que empezó a sudar, le dio otro beso en la mejilla Hermione
apoyándose en su abdomen provocando que Draco se moviera. Ella disfrazo el
movimiento de él con uno suyo para no despertar sospechas. La pelirroja sobrante
tomó una silla y se sentó profiriendo un enorme suspiro mientras la castaña rogaba
porque también se fuera.
-¿Qué?
-¿No dices nada?– dijo Hermione.
-¿Debería?... No fue mi culpa que la enana me viera...
-De eso no...
El chico rió- ¿No me digas que esto significo algo para ti? –Dijo.
-¡Tuviste relaciones conmigo y no te importa!– gritó Hermione y se levantó rodeando
su cuerpo con la sabana.
-No fue el mejor sexo de mi vida Granger.
Paradójicamente, Hermione rió– Como si tuvieras un punto de referencia.– dijo con
algo de crueldad.
Él apretó los dientes, era cierto... Pero no tenía porque recordárselo. No podía pelear
con ella, no podía ganarle. La chica sabía más de él que cualquier otra persona y el que
sabe tiene el poder... Lo había visto llorar, lo había desvirgado. SU sangre corría a una
velocidad impresionante al darse cuenta de que ahora podía compararlo... O podía
decir que en realidad era pésimo en la cama... Porque demonios no lo había pensado
antes...
Ya no dijo más. Simplemente salió furioso... ¡Lo acababa de humillar!... Era una maldita
sangre sucia, la odiaba, la odiaba con todo su ser. Sus palabras le habían herido en una
profundidad que no comprendía. En cuanto salió Draco Hermione se derrumbo a llorar
sobre el suelo, humillarlo, maltratarlo, pisotearlo... no la hacia sentir mejor, aunque
hace algún tiempo hubiera vendido su alma al diablo contar de destrozarlo de la
manera en que lo acababa de hacer... Ahora vendería su alma por no haberlo hecho
nunca. Había sido la mejor noche de su vida... Una noche fenomenal con la que se le
había olvidado por completo la decepción del día siguiente.
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Ron estudiaba sus revueltas notas mientras caminaba con una agilidad sorprendente.
Harry no tenia la menor idea de cómo hacia para caminar sin ver por donde. El moreno
tenia una inquietud, necesitaba hablarle, necesitaba desesperadamente decirle, solo
que no sabia como... No sabia como empezar la conversación que no era adecuada
para su tipo de amistad. Eran confidentes en todo excepto en la forma en que llevaban
su intimidad. El ojiverde había empezado con sus aventuras sensuales solo con un beso
en cuarto curso. Aprendiendo –según él – técnicas cada vez mas complejas para
complacer a su pareja definitiva. Obviamente no quería llegar como un inexperto con
la mujer que pasaría el resto de su vida... Pero recordar la noche, a carolina.
Se habían introducido en una tina recorriendo sus formas el uno al otro, un perverso
juego que lo había llevado al éxtasis sin necesidad de entrar en su cuerpo.
Repentinamente su compañera de tina se puso de pie argumentándose muy
acalorada; se enredó una toalla en la cabeza y caminó hacia la cama; él la siguió de
inmediato envolviéndose, a su vez, con otra; la vio juguetear como un niño que mide la
elasticidad de un trampolín sentándose en la cama para, finalmente, echarse sobre ella
a descansar.
Seguía caminado escuchando los susurros de Ron. Harry meditaba que definitivamente
el sexo puede convertirse en un vicio incontrolable, pues el hombre, atrapado en tal
proceso creciente de adicción, se recrea con imágenes mentales llegando a creer que
la mujer existe sólo para satisfacerlo. Y esto no le ocurría sólo a él. Se consoló
razonando que le ocurría a muchos. ¡No a los maniáticos o degenerados, sino a
estudiantes de universidades, profesores, comerciantes, médicos, licenciados, poetas,
artistas y a miles de varones perfectamente normales y decentes...!
Carolina se había quedado muda, con los ojos cristalizados de decepción, y permaneció
quieta al ver que él declaraba terminado el juego.
-¿Todos los hombres son igual de egoístas? —cuestionó.
Entonces hizo un esfuerzo incorporándose a medias queriendo satisfacerla. No se le
ocurrió preguntarle si sus caricias le gustaban.
-¿Tú te masturbas demasiado? –increpó la chica con un chispa de rencor que le fue
difícil no notar.
-¿Por qué me preguntas eso?
-Sólo pensaba...
-¿A dónde quieres llegar?
-¿Crees que la masturbación sea buena?
-Claro que sí. Es sencilla, rápida, gratis, exenta de largos cortejos hipócritas y de
peligros como el embarazo o los matrimonios forzados.
-De largos cortejos hipócritas —repitió enfatizando la última palabra—. Eso es cierto,
pero, ¿sabías que si los hombres la practican de modo abusivo, en forma rápida y
constante, les produce el reflejo de la eyaculación prematura?
Harry se quedó estático. Sentía un cubetazo de agua fría. ¿Habia sido reproche o
información? Sacudió la cabeza tratando de alejar esa nueva idea de tormento, pero
no pudo. Tomó asiento en la clase casi vacía, como Hermione no iría Ron se sentó
junto a él, sin embargo se sintió solo y recordando a su frustrada compañera
comprendió que el verdadero fracasado era él. Con tan intensa actividad estaba
perdiendo el control de sus instintos y quizá, en vez de adquirir destreza para
satisfacer algún día a su pareja definitiva, estaba acumulando disfunciones.
-Pídele disculpas...- dijo Ron mientras Ojo loco entraba– Te sentirás mejor...
¿Quién es mas fuerte?... El que derrite o el que quema... Que es peor: Matar
lentamente o de un solo golpe. Muchos prefieren el fuego solo Porque no conocen el
hielo. Pero todos tenemos derecho a cambiar de opinión... Incluso aquellos a quien
todos juzgan de perfectos.
Era una maldita pesadilla. Después de acostarse y luego pelear, tener que convivir
como dos prefectos cualquiera. Al menos Carolina y Arthur estarían ahí. De todas
maneras la cercanía de él era algo que ya no quería experimentar. Ya se habían hecho
mucho, daño... Que Merlín se apiadara de ella.
Hermione llegó al lugar donde los cuatro prefectos tomarían un excelente desayuno,
se quitó la túnica dejándola a un lado. Frente al lago no había mesa, era un mantel de
cuadros con los cuatro colores de las casas divididos siempre por un cuadro blanco que
simbolizaba la paz entre ellas. Los recipientes de plata estaban todavía tapados. Había
que reconocer que era algo bastante agradable pues no hacia calor, el agua se mecía
suavemente y por su puesto, que la comida seria deliciosa. Sonrió y saco de su bolsillo
el libro de “Eclipse” que su madre le había mandado. Leyó la dedicatoria y después el
índice como siempre lo hacia... “Capitulo 22. Hielo y Fuego”... Que extraña paradoja, se
podían destruir mutuamente y sin embargo, coexistían. Abrió ese capitulo y se quedó
mirando el titulo.
Porque. Porque. Porque él, porque el único, porque ahí, porque a ella... Solo cerró los
ojos centrándose en su respiración, sintió como se sentaba a su lado con las piernas
encogidas en la posición de la flor de Loto. Podía percibirlo claramente, su respiración
continua y algo agitada, los suspiros que producía con cada movimiento de su cuerpo,
el cansancio del mismo y algo dentro de él que no la incitaba a pelear.
El Slytherin se fijo por todas partes que no viniera nadie. Junto a él había una botella
de vino en un gran cáliz plateado enterrada en hielo. Tomo uno de los cubos y se
acercó a ella. Hermione traía una blusa de botones de manga corta. La chica no dijo
nada mientras el sonreía. Jugó con el cubo de hielo entre sus manos hasta que este
empezó a derretirse, entonces lo fue pasando por la muñeca de la chica y subiéndolo a
lo largo del brazo mirándola a los ojos, humedeciendo su piel. La gryffindor se erizó al
contacto, él le rodeo el codo y siguió metiendo el hielo debajo de la manga a lo largo
del ante brazo, hizo un circulo sobre su hombro y volvió a bajar hasta dejar la pieza ya
casi inexistente sobre su palma donde empezó a derretirse.
-El hielo cura, calma. No hace más daño del que no haría el fuego.
La chica acunaba el hielo en su palma donde ya había un pequeño brote de agua que
se deslizaba entre sus dedos. Draco le tomo la mano y succionó el agua que había en
su palma acariciando con la punta de su lengua el centro de esta, luego subió
succionando todas las perlas frías que había regado por su brazo término dándole un
beso detrás del oído. Ella volvió a temblar.
-Te aseguro que si hiciera esto con un fosforo encendido no seria tan agradable.–
finalizó suavemente y se aparto de ella.
Los otros dos prefectos llegaron cada uno por su lado. Primero la “Intachable” Ana
Carolina Fudge, la soberana de Ravenclaw. En apariencia la mas, seria, fuerte e
inteligente de todo el colegio... En apariencia. Luego estaba Arthur Hope, prefecto de
Hufflepuff, el más servicial tierno y caballeroso chico que se pudiera encontrar en el
castillo, no era guapo, no era rico, pero tenía una personalidad activa, servicial y
fascinante. En tercero Draco Malfoy, el príncipe de Slytherin, el chico mas guapo y
distintivo que se hubiera visto “El Dios de sexo”... Sin comentarios. Y por ultimo
Hermione Granger, la más lista, valiente. Una come libros reprimida sin experiencia...
Ellos No eran lo mejor de Hogwarts, eran lo peor, solo que disfrazados elegantemente.
Había toda clase de frutas tropicales, vino tinto, rozado, jugo de naranja fresco. Pie,
Flan de sabores, cereal, yogurt, Helado de vainilla, panes glaseados... Era un suculento
desayuno con suficientes porciones para cuatro.
Draco rió y se chupo la crema que había quedado en su dedo algo decepcionado ante
la advertencia. Hermione lo miró con algo de picardía.
Draco abrió la boca y se tocó los dientes con el pulgar para comprobar si el golpe los
había aflojado.
Aquello fue peor aún para Hermione, puesto que no pudo evitar contemplar el roce de
su lengua sobre los dientes. Y la visión de esos blanquísimos dientes, increíblemente
rectos, que a ella le gustaría tener mordisqueándole…
-¿Qué quieres para desayunar?- le preguntó para alejarse un poco de sus
pensamientos.
-Compórtate.– le sentenció... Solo que era incapaz de respirar– Draco– gimió entre sus
labios mientras el chico exhalaba un aire caliente en su oreja, que la hizo estremecerse
más que con el hielo. Ahora era ella quien se derretía.
Se dio la vuelta con ella en brazos y la aprisionó contra el césped. Incluso a través del
uniforme, ella percibía su erección, su miembro duro y ardiente que presionaba sobre
la cadera, mientras con las manos le aferraba el trasero y respiraba entrecortadamente
junto a su oreja.
-Am... Creo que mejor venimos en unas dos horas...– dijo Arthur.
Carolina traía la canasta con pan y la puso en el suelo– Aunque según dicen de Draco,
mejor dejamos esto para la cena.
El rubio sonrió con las mejillas sonrojadas y volvió a su plato de tallarines. Hermione se
sentó temblando, con la respiración agitada. Quería ser más fuerte. Guardo completo
silencio ¿Por qué a nadie parecía importarle mas que a ella?... Los demás empezaron
su desayuno tranquilo mientras ella deshacía uno de los suaves panes, no levantaba ni
si quiera la vista, no podía, no se atrevía. Se estaba contradiciendo... Hace horas le
había dicho mocoso, precoz e inexperto y ahora temblaba de pies a cabeza por el
simple hecho de tenerlo cerca. Como podía esperar a que la respetara si se
comportaba así...
Después de un rato decidió animarse y fingir que nada había pasado, después de todo,
era experta en eso.
-Anoche te veías hermosa Hermione –Dijo Arthur. Su comentario aligero el ambiente.
-Gracias...
-Es cierto ¿Dónde conseguiste tu vestido?, me gustaría un estilo parecido para el año
nuevo –Comento carolina.
-Me lo regaló mi madre...
-Es una pena, dos chicas hermosas como nosotras, nos veíamos espectaculares y sin
pareja...
-¿Qué no te liaste con “San Potter”?– preguntó Draco.
Ella hecho al aire una carcajada. Hermione la miró algo inquietada, era cierto, ella
anoche se había desaparecido con Harry, tomo una pequeña dona cubierta con azúcar
glas y aguardó su respuesta.
El tono de ella no fue en absoluto ofensivo, en cambio había parecido gracioso pues
todos rieron pero la palabra “Asquerosa Zorra” Le retumbó a Hermione en la cabeza.
-Tan solo mírate Malfoy, intentas seducir a la chica más decente del colegio– dijo
Arthur– Pero no o conseguirá ¿Verdad Hermione?
La castaña se ruborizó y sonrió con algo de timidez. Mordió la dona y levanto la cabeza
para ver a la serpiente que cada vez parecía estar mas cerca de ella. Antes de que
Hermione pudiera responder a la pregunta de Arthur, Draco le colocó las manos en la
cintura y la alzó hasta apoyarla sobre su pecho.
Se inclinó y atrapó su labio inferior con los dientes para, acto seguido, acariciarlo con la
lengua. A la leona comenzó a darle vueltas todo tras el tierno abrazo. Draco profundizó
el beso un momento antes de soltarla y alejarse de ella.
Draco siguió comiendo tomando vino de vez en cuando. Carolina se quedo mirándolo
fijamente, el chico comía con todas las normas de etiqueta, utilizando el tenedor para
enredar los tallarines y luego sostenerlos para llevarlos a su boca, luego daba un sorbo
a su copa y una gota morada se escapaba de la comisura de sus labios la cual era
retirada con la servilleta.
El rubio se levantó colocándose detrás de ella, la chica rió. Hermione clavó sus ojos en
ellos. Carolina sostuvo los cubiertos torpemente, el chico puso sus manos sobre las de
ella y empezó a envolver la pasta para dársela en la boca, lo hicieron tres veces antes
de que ella le cediera el mando completamente y dejara que la alimentara. Le gustaba
sentir el cuerpo de él a su espalda, la imagen que tenia de él y Hermione estaba fresca,
daría cualquier cosa por ser esa mojigata, seguro solo se divertía con ella.
El Slytherin enrollo otra porción, solo que esta vez en lugar de dársela se la llevo a su
propia boca.
-¡Oye eso es mío!– dijo Carolina riendo. Tomo su copa de vino y se la ofreció, él le dio
un tímido sorbo y algo del líquido callo en su barbilla.
-¿Me limpias?– le dijo Draco acercándose a su hombro. Obviamente se refería a que
con una servilleta.
La chica se aproximó a él y le lamio la barbilla antes de besarlo. Draco cerró los ojos
correspondiéndole.
-Creo que yo ya estoy llena– dijo Hermione y dejo caer su tenedor.– Fue un gusto.
Arthur se levanto– El gusto fue mío Hermione.– dijo y le beso la mano.
-Adiós, Carolina y... Malfoy.
Estaba furiosa... Demasiado, el haberlo visto besarla cuando a tan solo minutos había
tratado de acostarse con ella... ¿pero quien se creía? ¿Pero que demonios tenia en el
cerebro?
Estaba Feliz. Sentía su furia, sentía como la sangre le llegaba hasta el rostro, mas bien
estaba celosa. Eso era, Hermione Jane Granger se había puesto celosa de Carolina y
solo por eso lo había hecho, solo por eso había dejado que lo besara. No se comparaba
con ella, si Hermione supiera que ni Caro, ni Pansy, ni nadie le llegaba a la perfección
que aguardaba dentro de su ser. La deliciosa textura de su piel. El magnifico aroma de
su cabello, la forma en que respondía a sus inexpertas y tímidas caricias... Tenia que
aprender, tenía que saber... Quería que se tragara sus palabras...
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«19 de enero del año de 1849»
Ron y Draco habían entrado en la mina solos, después de todo ir aluzando con sus
varitas el camino seria algo extraño para sus muggles acompañantes. Tenían que trazar
una especie de plano con el cual se guiarían cuando sacaran el oro. Al pelirrojo le
costaba trabajo pensar que en tan solo dos días terminaría de verla, a ella, su
salvadora, su hechicera, su perfecta. Amaba a su esposa, pero esta mujer era...
Siguieron caminando por la escabrosa caverna. Draco estaba hipnotizado con la belleza
de las piezas doradas que brillaban como estrellas sobre él y a su alrededor. Si pudiera
transportaría cada cosa a Inglaterra para quedarse con Todo.
-¿Y como vamos a hacer para llevarnos esto?– dijo Draco, ante su nuevo
descubrimiento.
-Un bolso de hoyo negro...
-¿Y eso es?
El pecoso le mostró un maletín parecido al de un doctor– Todo lo que metas,
aparecerá en mi departamento.
-Eres un genio
-Ha, ya lo se... ¿Y tú que piensas hacer con Hermione?
-No se... Darle algo de dinero y volver a Inglaterra.
-Bueno, ya tenemos todo. Ahora salgamos de aquí.
La castaña lloraba. Era cierto. Ella y Draco no eran nada como para que él admitiera
algún sentimiento por ella, la deseaba y eso había sido obvio desde el mismo principio,
pero jamás habían hablado de algo que fuera sentimental, no esperaba otra cosa... Mir
se había retirado, no quería estar cerca cuando ella estallara, porque de seguro lo
haría. Cuando ambos chicos llegaron Ron se perdió al instante en cambio Draco
camino hasta donde estaba su gitana. SU, porque era suya y de nadie mas.
La luna resaltaba el rojo de los labios hinchados de Hermione, a lo lejos un coyote aulló
mientras se miraban fijamente con las respiraciones exaltadas, No quería dejarla. No
podía hacerlo, se sentía su dueño pero la verdad era él quien le pertenecía a ella, por
el simple hecho de que no existía mujer mas cautivadora que esta.
-No me convences...
-No lo estoy intentando...
Al otro lado de la mina, la las tinieblas parecían ser mas profundas. Todos los animales
salían de sus refugios, había zorros jugueteando, salamandras, lagartijas, serpientes
invisibles...
ÉL respiro profundamente, la maldad de sus rasgos era algo que cualquier humano
podía percibir. Sentía la fuerza mágica que emanaba de ellos y supo que los
encontraría de nuevo. El aire frio de la noche le congelo los pulmones sin provocarle
dolor. Estaba sobre su caballo mirando el llano sobre el que se alzaba la imponente
Luna llena.
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«20 de enero del año de 1849»
Tomaron todo el oro que les fue posible, el día era caluroso y la temperatura de la
mina seguramente estaba muy por encima de los 90°, el sudor les brotaba por todo el
rostro. Mir y Hermione no entendían porque ellos habían viajado tanto solo cargando
con una maleta pequeña maleta en la que no cabía absolutamente nada. Obviamente
no sabían el secreto e la magia.
Del otro lado Vincent y Gregory instalaban una cadena entera de explosivos. Frank
Longbottom era demasiado ambicioso como para solo tomar un poco y dejar lo demás.
No. El quería todo o nada, llevaba mucho tiempo decidió a conquista r ese lugar. Tenía
una actitud desafiante que al rubio le molestaba demasiado, sabia que no tramaba.
Podía ver el veneno de una serpiente en su mirada...
Le hizo una reverencia con la cabeza a Hermione y se retiro con las espuelas de sus
botas tintineando. Ella sintió miedo, no sabia porque. Supervisó los explosivos, todo
estaba listo... Mir caminaba emocionada de poder empezar tal vez su propia tribu con
la “Riqueza” que ahora tenía, llevaba en su mano un puñado de polvo dorado que le
había quedado de tanto excavar y moler la piedra. Entonces vio a los chicos, los
mismos que en el campamento le parecían serpientes venenosas.
Mir hizo un sonido con la boca de susto ¿Querían matar a Hermione?, al instante se
puso ambas manos en la boca rogando que no la hubieran escuchado.
-¡Pero que tenemos aquí!– gritó Gregory. El chico la estampo contra la roca y le encajo
el cañón de su arma en la mejilla respirando muy cerca de ella– Otra gitana.
Quiso gritar mas este le tapo la boca encajando los dedos en su mejilla.
-¿Y tú de donde saliste?– dijo Vincent.
Inmediatamente Mir le dio una patada en el estomagó y quiso correr, no contaba con
que Vincent estaba libre así que la alcanzó sin necesidad de mucho esfuerzo
tomándola de los brazos.
-¡Auxilio!– gritó.
Intentó entonces soltarse al darse cuenta de que él también tenia la mirada enfermiza
de serpiente que tenían los otros dos... Pero Frank no la soltó, era más fuerte que
Vincent y Gregory juntos, por lo que dominarla no le era difícil. La tomó de la cintura
mientras ella se movía como una lombriz que se ahoga. Aspiro sobre su cuello y la jaló
del cabello la cabeza hacia atrás.
-¿Qué te pasa Granger?... No me digas que sentiste celos– dijo Draco sardónicamente.
*-¡EN lugar de cerebro tienes moscas verdes o que!– gritó- ¿Yo? ¿Celosa? ¿De ti?... Ni
si quiera de Harry me encelo.
Draco la estampo contra la pared de los brazos- ¡No me vuelvas a comparar con
Potter!
-¡Nunca haría algo así! ¡Entre ustedes no hay comparación!– gritó con un tono más
que rencoroso.
El tono de Draco no había sido el que pretendía. No quería parecer que competían,
pero así fue. La chica encontró una clara muestra de vulnerabilidad en el tema y
decidió usarlo... ¿Creía que se había puesto celosa?... No tenia la menor idea de lo que
eran los celos. Pero ella se lo haría saber.
-¿Celoso?
-¡JA! ¡YO! ¡DE TI! Pero que idea más... Estúpida. Solo se sienten celos de lo que
interesa... Como tu. Es obvio que me amas.
-¿Yo amarte? Ya te lo dije... lo único que siento por ti es lastima... Que patético, al
menos antes te odiaba.
Draco se pegó a su cuerpo sin dejar espacio alguno acercándose a su cuello para
respirar sobre ella y aspirar su aroma, quería que ese aroma se quedara prendado de
su memoria para siempre, pues sabia que nunca en su vida encontraría un perfume
que tuviera un olor tan exquisito. Ni los mejores de Francia se acercaban a ella. Tenía
unas inmensas ganas de saborearla. Hermione cerró los ojos disfrutando de su caricia,
sentir su cuerpo sobre él de ella, la enardecía de una manera inigualable, aunque
todavía estaba furiosa.
¿Tenia razón? ¿Al fin le había ganado?... Un minuto, en que tenia razón ¿En que estaba
celosa? ¿En que estaba enamora de él?... O en... No, que no se atreviera.
Algo dentro de Draco se fracturo, La castaña lo sintió, le había dolido, pero su conexión
no le importaba. No le interesaba todo el desgarramiento moral que pudiera sentir,
quería que la odiara tanto como ella. Pero no iba a tener tanta suerte, no se iba a
quedar así, no iba a parar hasta que el se retorciera de celos.
Cubetazo de agua fría sobre Draco, la respiración se le fue... No, no podía ser...
Potter... Potter... ¿San Potter? ¿La había hecho mujer? ¿La había tocado antes que
él?... A caso era Potter quien dormía con ella... No, no era posible.
-Mientes...
-No... La verdad no te lo había dicho porque bueno... Harry y Yo lo mantenemos en
secreto, porque queremos casarnos en cuanto Hogwarts terminé.
-Eres... Eres una asquerosa Zorra...– dijo Draco estampándola de una manera tan
fuerte que él lo sintió pero no le importo la jaqueca de su cabeza.
Se fue furioso...
*[Este fue un argumento de Icegirl. Digamos que dejé que Hermi le transmitiera tu
idea XD]
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En el salón de estudios Harry intentaba escribir una nota mientras Ron leía,
definitivamente Luna era una magnifica influencia para él. Pero así como las frases
venían a su mente, las anotaba para luego tacharlas. No sabía como escribirle a
Carolina. EL pergamino ya estaba completamente manchado de tinta, la frustración
que sentía hacia que arrugase la frente...
Ron sonrió haciendo que los hoyuelos en sus mejillas se marcaran –No te causes
derrame cerebral. Solo suelta la pluma –Dijo sin levantar su mirada del libro
percibiendo claramente la frustración de su amigo. Aunque se la merecía.
Harry levantó la mirada y la fijó en él. Como podía llegar a ser lo que era Ron. Con la
platica estaba claro que el pelirrojo tenia mucha mas experiencia o conocía mas del
tema de lo que él.
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«20 de enero del año de 1849»
La tarde había caído. El horizonte naranja se impuso sobre el gran astro. No había nada
que perturbara la paz de ese instante... hasta ahora...
-¡Ya está todo listo!– gritó Ronald subiendo al caballo la ultima bolsa que llevaban.
Hermione se acercó a abrazar a Draco de la cintura sonriendo. Él le dio un beso en la
frente. Ronald se puso las manos en la cintura y los miro también con una sonrisa.
-¿Dónde esta Mir?– preguntó Hermione.
-No se... Estaba conmigo y...
Como si nada hubo una explosión detrás de la entra da de la mina que los sacudió.
Sobre la cueva estaba Frank, tenia agarrada a Mir por la cintura en una posición
amenazante de dejarla caer al vacio. El rostro de la gitana estaba húmedo y por él
corrían las lagrimas, sus manos estaban atadas con una cuerda de fibra y alrededor de
su boca había un pañuelo blanco que a Hermione le recordó la forma en la que él la
había atado.
Hermione se quedó impávida al ver lo que hacia. Apuntaba la varita como si fuera un
arma y sabía que Ron y Draco también tenían objetos parecidos. Había visto la de Ron
cuando ella casi se ahora y en numerosas ocasiones se había fijado en que Draco la
usaba... Pero nunca se imagino para que.
Mir lloraba, si seguía haciendo eso, Ron iba a matar a Frank. No quería que la
lastimara. Pero que estúpido. Como se le ocurría mostrar su varia así.
-Frank, guarda eso– dijo Draco apretando los dientes.
El chico hizo una risa estridente- ¡Vamos! ¡Como si supieran que son!... O tu...
Hermione ¿Sabes que es esto?
La castaña negó y miró a Mir.
-¡Lo ven!
-¡Que es lo que quieres!– dijo Ron
-Quiero a mi gitana...
Draco la hizo para atrás de su cuerpo– Ni lo sueñes
-Vamos Draco... ¿Vas a pelear solo por una Muggle?
-Muggle...– susurro Hermione. Otra vez esa estúpida palabra sin sentido ni significado.
-¿No me digas que te enamoraste de ella?
-¡¡Frank hay que irnos!! ¡YA!– grito Vincent
La mano de él temblaba con la varita en manos. Era negra con una raya blanca en la
punta... Draco estaba asustado, no quería que Hermione se enterara de lo que era.
Nunca en su vida se había avergonzado de ser un mago, jamás le había importado lo
que pensaran de él... Y ahora la sola idea de que ella se enterara de lo que era le ponía
la piel de punta. No quería que se alejara al saber que el era... Un fenómeno.
-¡¡DRACO!!– lo llamaba. Se ganó una bofetada que la hizo sangrar del labio.
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Se sintió sobresaltada y levanto su cabeza- *Draco*- pensó sin estar muy segura
porque.
La cena, hora de la cena. Por primera vez en varios días Hermione asistió a todas sus
clases. Adoraba hacerlo, saciar su mente con conocimientos y lo mejor era que no tuvo
una sola clase con Slytherin, lo que significó todo un día sin verlo, sin Snape. Sin nadie
que pudiera perturbarla mas de lo normal. Era cierto, lo que dijo de Harry solo fue una
mentira pero no importaba, estaba decidida seguir con el plan. No pararía hasta verlo
retorciéndose.
-¡Hermione!– gritaron Ron y Harry haciéndole una seña para que se sentara junto a
ellos la chica les sonrió pero hubo algo. Él la estaba mirando. Podía sentirlo sin ni si
quiera mirarlo, sin estar segura de que estaba ahí.
Caminó hasta sus amigos y se sentó Entre Harry y Neville. Dándole un beso en la
mejilla a Neville... Y uno en el cuello a Harry. La mesa de Slytherin estaba frente a la de
Gryffindor, el estaba sentado del otro lado desde donde se podían ver de frente. El
moreno sonrió ante el extraño gesto.
Son los celos cierto temor, tan delgado y tan sutil, que si no fuera tan vil... Podría
llamarse amor.
Entonces la chica se puso de rodillas sobre la banca y tomándolo del rostro unió sus
labios a los suyos. Harry la tomó instintivamente de la cintura dejando que lo besara, el
cabello de ella los cubrió y pareció un beso mucho mas intenso de lo que en realidad
era.
Draco se levantó dándole un golpe a la mesa con los puños cerrados y sin decir nada
salió del Gran comedor. Hermione lo único que sintió fueron una grandes ganas de
llorar sobre el hombro de Harry.
El banquete apareció. El azabache notó que ella quería llorar. Pero no podía hacer
nada, porque simplemente no estaba seguro ya que sus ultima experiencias con
mujeres no habían sido de lo mejor, no quería cometer un error con ella.
La chica salió sin decir nada, a nadie. Simplemente casi huyendo del comedor. Harry la
siguió de inmediato encontrándola recargada en el pasillo con las lágrima cayendo de
su rostro. Era su amiga, no una mujer, casi su hermana... «No son objetos Harry» Le
había dicho Ron...
-¿Hermi?– ella levanto la mirada, el chico la tomó de una mano para levantarla- ¿Qué
pasa?
Pero la chica no respondía. No podía, lo único que quería hacer era llorar.
-Por favor, dime que pasa... Te juro que no te juzgare.
-Si yo... Hiciera algo malo...
-Tú nunca, harías nada malo... Y si lo hicieras, tendrías una razón que yo escucharía y
comprendería y...
-Te quiero tanto.– ella lo abrazó.
-Que tierno. Siento interrumpir los besos, pero el director Snape quiere ver a Granger.
«El director Snape» Harry odiaba esa frase.
-Ve...– le sostuvo la barbilla y le dio un beso en la nariz.– No te preocupes.
Ella cerró los ojos. Otra vez el maldito hechizo, no quería que besara a nadie
simplemente porque él lo sentía. Gruño de coraje. ¡Odiaba creer que le importaba!
¡Odiaba hacerse ilusiones sin razón!
El Slytherin golpeo la pared pero esta vez sin pensarlos dos veces la siguió. Su sangre
corrió a una velocidad impresionante ante lo que iba a hacer, nunca lo había hecho
pero tampoco es que le importara su reacción o cualquier cosa que ella pudiera pesar.
Ahora solo le interesaba lo que había dentro de su cuerpo de hielo y eso era todo el
fuego que ella lograba regar en su ser. La alcanzó justo antes de que entrara en el
comedor de nuevo rodeando con su brazo el vientre de ella.
En menos de un parpadeo, en cuanto Hermione se debilitó cerro los ojos y solo así
Draco tomó sus labios, tomo posesión de ella, su lengua le dio un suspiro cálido con la
boca, quería tenerla, sentirla, como lo había hecho. Al diablo con todo, la necesitaba.
La chica fue poniendo lentamente sus brazos alrededor de su niño, era de ella, aunque
lo negara, sin importar que ambos pudieran salir lastimados. Él le pertenecía y eso no
cambiaria nunca... Ni con la misma muerte. La separación estaba a punto de llegar.
Más allá de toda gloria, del orgullo y del valor el poder de un héroe está en su
corazón...
Cap 17: CHIMEL
Ella se puso de pie y caminó entre los estantes. Se sintió estúpido, por estar ahí cuando
debería dormir, por ceder ante ella. Hermione buscaba un libro, Draco caminó
encontrándose a su paso con una novela erótica como las que ella leía
-¿Qué te parece éste?— le preguntó él, con la novela romántica en la mano.
Hermione soltó una risita nerviosa al ver a la pareja que se abrazaba medio desnuda en
la portada.
-¡Merlin!, me parece que no.
Él miró la portada y alzó una ceja.
-De acuerdo— dijo Hermione quitándole el libro de la mano—. Has descubierto mi más
profundo secreto. Soy una adicta a las novelas románticas, pero lo último que
necesitas es que te lea una apasionada escena de amor en voz alta. Muchísimas
gracias, pero no.
Draco le miró fijamente los labios.– Preferiría recrear una apasionada escena de amor
contigo— dijo en voz baja, acercándose a ella.
-Tengo unos deseos horribles de estar dentro de ti, Hermione— murmuró—. Quiero
sentir tus piernas alrededor de mi cuerpo, sentir tus pechos debajo de mí, escucharte
gemir mientras te hago el amor lentamente. Quiero que tu aroma quede impreso en
mi cuerpo y que tu aliento me queme la piel.
Todo su cuerpo se tensó antes de separarse de ella.
-Pero ya estoy acostumbrado a desear cosas que no puedo tener— susurró.
Ella le tocó el brazo. Draco cogió su mano, se la llevó a los labios y depositó un rastro
de pequeños besos sobre los nudillos. El deseo que se reflejaba en su apuesto rostro
hacía que a ella le doliera todo el cuerpo.
-Busca el libro y me comportaré.
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Harry estaba más nervioso que nunca, sabia que la sala común no era precisamente lo
más romántico del mundo pero lo último que ella necesitaba era una escena de
completa seducción para sentirse más humillada de lo que seguro ya estaba. En cuanto
apareció ante sus ojos supo que no podía haber chica más hermosa en el colegio. Ella
era pura, sin mancha y en ese momento el moreno hubiera vendido su alma al diablo
contar de poder llegar a su pureza que ni él mismo había podido arrancar, la
necesitaba, quería purificarse con ella.
En ese momento el azabache tuvo unas ganas terribles de meterse en su cama a llorar.
Era el más terrible de los secretos dentro de la “Hermosa y sana” relación de ellos.
Hace poco Harry había retirado una cantidad importante de su cuenta con la excusa de
necesitar nuevo aditamento para el Quidittch, pero no... Se lo había dado a Ginny para
que abortara un hijo suyo.
Sin tener la menor duda me atrevo a decir que el origen de todos los pecados del
hombre, está en la ignorancia. Pero el hombre no es malo cuando no sabe. Es malo por
ignorante...
Pero no había sido fácil. Durante noches enteras no conciliaba el sueño una profunda
depresión lo mantenía sudando, con pesadillas para después levantarse sobresaltado.
Su aspecto había cambiado desde entonces, debajo de sus ojos siempre había ojeras y
era más pálido que antes, además de que todo su dolor lo disfrazaba jugando “Al
enamorado”
Draco permanecía recargado en la mesa con una pose muy peculiar, sosteniéndose
con los brazos y “Ofreciendo” su masculinidad. Hermione no pudo evitar notarlo, pero
lo hizo a un lado haciendo que se sentara y aventando un grueso libro mientras él
prendía una vela.
El rubio se levantó casi arrancándose el cabello, o sea que no sabía como detenerlo...
En lugar de estar durmiendo ahora estaba en una oscura y hedionda biblioteca con una
maldita sabelotodo. La miró, era lánguida y nada bella, ¿Por qué la seguía tanto?,
escudriñando cada pagina con una devoción casi tan grande como la que profesaba
por Potter. Él, él era el príncipe de Slytherin, podría tener a cualquier chica en su
cama... Pero no. Estaba con ella... Tal vez eso necesitaba... Nuevas opciones.
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«20 de enero del año de 1849»
-¡¡Draco!!– lo llamó ganándose una bofetada que le hizo una herida en la comisura del
labio.
El rubio casi inconsciente no podía perderla, no iba a dejar que algo la dañara, aunque
con eso tuviera que perderla para siempre. Frank Cabalgaba lo mas rápido que podía.
El chico ojigris convirtió su varita en una escoba y sin pensarlo dos veces subió a ella.
Hermione estaba atónita mirando lo que hacia ¿Era un... brujo o algo así?
Alcanzó rápido a Frank, rodeando el corcel para que este callera, empezaron a
forcejear entre la oscuridad de la noche, Frank calló del caballo junto a Hermione.
Draco aprovechó para golpearlo en la cara, pero era demasiado fuerte para sus dedos
flacos y huesudos, de un golpe Longbottom lo derribo mientras sangraba de el rostro,
no estaba seguro si de la nariz, la ceja, la boca o cualquier otra parte. Se puso de
rodillas sobre él y lo tomó de la camisa ya completamente roja por la hemorragia.
Cerró los ojos, esperando el disparo. Frank calló inconsciente a su lado. Draco miró al
frente para ver a Hermione sosteniendo una roca, ella lo había noqueado. Sonrió
mirándola, ella le devolvió la traviesa sonrisa y le extendió una mano.
-¡CUIDADO!
No identificaron el grito pero era de pánico, los explosivos se habían consumido. Draco
tomó el corcel negro de Frank y subieron a él. El pánico se había apoderado de todo su
ser, no sabia donde estaba Ron, Mir o los amigos de Frank y al mismo tiempo se
preguntaba su este estaría muerto... Con un movimiento brusco de las correas el
caballo salió a toda velocidad, él se puso como si estuviera en una carrera, la chica lo
abrazaba fuertemente como si no quisiera perderlo nunca... Mientras se alejaban
Escucharon la explosión. La noche fue iluminada, una columna enorme de fuego se
alzo detrás de ellos sellando la mina, con un sonido estridente el fuego formo una bola
de energía enorme que se expandió hasta ellos aventándolos...
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-¿Donde habías estado?
No respondió.
-Lo que vi... Quería que me lo explicaras...– sonrió– Nadie lo sabe. No te preocupes.
Hermione se mordió el labio. Se había olvidado por completo de que Ginny la había
descubierto, además en la cena no le había dicho absolutamente nada que pudiera
recordárselo. Sintió el pesar que cayó en sus hombros, la pelirroja la miraba a los ojos
esperando una respuesta, pero ella no la tenia. Sabía que cualquier cosa ella le creería,
solo que no sabia que. No había una explicación coherente para explicarle que se
acostó con Malfoy... Porque... Porque... ¿Porque?
La castaña acepto sonriente. Ginny era muy compresiva, incapaz de juzgar a nadie y
menos a ella que siempre había llevado una actitud incorregible ante todos, propios y
extraños.
Subió feliz a su habitación. Lo mejor era una ducha rápida y hablar con su amiga
cuanto antes, tal vez la aconsejaría de que hacer con Harry. Empezó a desabotonar su
blusa lo más rápido que le fue posible sin evitar arrancar algunos botones, pero que
importaba, ya los cosería mañana u otro día. Entró a la ducha, quiso apresurar el baño
solo que no podía apresurar las gotas de agua caliente que se deslizaban por su cuerpo
transportándola a otro mundo.
Hermione se estaba quitando el jabón de los ojos. Al abrirlos, se sobresaltó cuando vio
que Draco la observaba a través de la abertura de las cortinas de la ducha.
-¡Me has dado un susto de muerte!— exclamó.
- Lo siento.
Él permaneció al lado de la bañera de pie, tamaño extra grande, vestido sólo con los
boxers y apoyado sobre la pared, con la misma pose que tenía en la biblioteca: los
anchos hombros echados hacia atrás y los brazos relajados a ambos lados del cuerpo.
Y aquella sonrisa traviesa, medio burlona, que esgrimía en esos momentos, derretiría
el corazón de la más frígida de las mujeres. Ese hombre la ponía muy, muy...
¿Nerviosa?
Cayó en la cuenta de que estaba completamente desnuda delante de él.
-¿Necesitas algo?— le preguntó mientras se cubría los pechos con la manopla.
-Sólo quería verte— dijo en voz baja y tierna—.¿Tienes idea de lo que me haces
cuando te pasas las manos por los pechos desnudos?
Apreciando el tamaño de su erección, Hermione tenía una idea bastante aproximada.
- Malfoy…
- ¿Mmm?
Olvidó lo que iba a decir cuando él acercó la cabeza hasta su cuello. Se estremeció por
completo al sentir que su lengua le abrasaba la piel. Gimió por la sobrecarga sensorial
que suponían las caricias de las manos de Draco, unidas a la sensación del agua
caliente de la ducha. Apenas si fue consciente de que él le quitaba la manopla que aún
cubría sus pechos, y se llevaba uno de ellos a la boca. Siseó de placer al sentir su
lengua girar alrededor del endurecido pezón, rozándolo levemente y haciéndola arder.
La echó hacia atrás, apoyándola en el respaldo. El contraste de la fría porcelana en la
espalda y del cálido cuerpo del chico por delante, mientras el agua caía sobre ellos, la
excitó de un modo que jamás hubiese creído posible. Nunca antes había apreciado el
enorme tamaño de la antigua bañera pero, en ese momento, no la cambiaría por nada
del mundo.
-Me encanta sentir tus manos sobre mi piel— balbució mientras ella lo tomaba entre
sus manos
La deseaba tanto que le dolía todo el cuerpo. Cómo deseaba que, tan sólo una vez, ella
le hiciese el amor a él.
Que le hiciese el amor con el corazón. El dolor volvió a desgarrarlo. No importaba
cuántas veces tuviera relaciones sexuales, el resultado siempre era el mismo. Acabaría
herido. Si no se trataba de su cuerpo, era en lo profundo de su alma.
«Lo único a lo que podemos aspirar es que alguien se case contigo por tu dinero hijo
mío...»
Era verdad, y lo sabía. Hermione percibió su tensión.
Él negó con la cabeza y le colocó las manos a ambos lados del cuello para besarla
profundamente. Súbitamente el beso cambió, intensificándose, como si estuviese
intentado probar algo ante los dos.
Deslizó la mano por el brazo de la gryffindor, hasta capturar la suya y enlazar los
dedos. Después, movió las manos unidas y la acarició entre las piernas.
Hermione gimió mientras él la tocaba con las manos entrelazadas. Era lo más erótico
que había experimentado jamás.
Temblaba de pies a cabeza mientras él aumentaba el ritmo de las caricias. Cuando
introdujo los dedos de ambos en su interior, gritó de placer.
Sin aliento, Hermione se agarró al hombro de Draco con la mano libre y el cuerpo en
llamas. De pronto, él retiró las manos y le alzó una de las piernas para pasársela por la
cintura.
Hermione le dejó hacer, hasta que se dio cuenta de sus intenciones. Estaba
preparándose para penetrarla.
Sin decir otra cosa la besó profundamente y fue bajando por su cuello. LA atrapo entre
el muro mientras mordía sus hombros con una pasión que le era difícil ocultar. Había
intentado experimentar con Pansy hace minutos y lo único que había conseguido era
arder con el recuerdo de Hermione, no quería un recuerdo, la quería a ella. ÉL se le
entregaba porque era la primera, la única... Porque solo ella lo conocía y sentía lo
mismo que él...
Le alzó la otra pierna y mientras le mordía el cuello entró en ella lentamente. Sintió la
descarga de placer de ella que le recorrió todo el cuerpo, Hermione no pudo evitar
gemir con toda su fuerza al sentirlo dentro de nuevo, el único chico que le pertenecía
por completo, no había parte de el que no fuera de ella... Incluso su alma.
La chica se aferró de él y con los ojos cerrados gimoteaba a su oído exhalando un aire
caliente que lo volvía loco mientras le acariciaba la espalda, el cabello, el cuello y todo
lo que pudiera tocar mientras el chico la envestía con fuerza.
Las manos del chico acariciaron su espalda antes de agarrarla por el trasero y acercar
más sus caderas, mientras su lengua seguía danzando en su boca. Su aroma inundaba
sus sentidos. Con el cuerpo derretido, exploró los duros y firmes músculos de su
espalda desnuda, mientras los largos mechones de él le rozaban las manos en una
erótica caricia.
Él sintió que su cabeza daba vueltas con el cálido roce de la chica, con la sensación de
sus brazos envolviéndolo mientras sus propias manos recorrían su suave y bronceada
piel, un deleite para el hambriento.
Cómo le gustaban los sonidos inarticulados con los que ella provocativamente le
respondía. Mmm, estaba deseando oírla gritar de placer. Ver cómo su cabeza caía
hacia atrás mientras su cuerpo se convulsionaba espasmo tras espasmo envolviendo su
miembro.
Entonces el agua se cortó. Casi había olvidado que después de treinta minutos de baño
el agua se iba, así no desperdiciaban nada en el castillo. Sin soltarla caminó apenas
hasta llevarla a la cama dejando un rastro húmedo a sus pasos, las cobijas
gryffindoriana empezaron a mojarse con la danza entre sus cuerpo empapados, los
cabellos de Draco goteaban sobre ella pero no podía dejarlo, no quería hacerlo. El
chico empezó a trazar un camino de besos por la orilla de su cuello, sosteniendo sus
hombros para besarlos posesivamente y claro, terminar con sus pechos. Probando esa
rugosa piel que ya conocía sin dejar de moverse.
A Hermione todo le dio vueltas y con un espasmo llego a su primer orgasmo. Draco
sonrió sin dejar su pecho.
-Quieres que me detenga...– preguntó apenas
-N... no... No, no.
Volvió a sonreír y empezó a succionar lentamente, usando su lengua...
-¡ah! ¡Oh!... ¡Draco!...
Harry estaba feliz, acababa de entregar su ensayo final y había empezado de nuevo
con Ginny con la única condición de no lastimarla y esta vez seria en serio pues
después de demasiadas humillaciones ella era la única mujer en la que confiaba como
pareja. Pero faltaba algo, tenia que disculparse con Carolina.
Su comentario suavizó un poco sus facciones molestas. Otra vez recordé la plática con
Ron: La mujer accede a las seducciones del hombre no por el deleite físico que esto le
reporta sino por vanidad. A ella le gusta sentirse admirada, amada, deseada.
El chico empezó a acercarse a ella, le metió la mano dentro de la túnica notando que
solo traía un negligé rosa con el que seguro dormía. Volver a sentir su cintura entre sus
brazos y comprobar la calidez que despedía su piel, lo enloquecía...
Hermione se ató ceñidamente la bata de baño blanca, estaba muy nerviosa. Después
de secarse el cabello bajó descalza no sin antes apagar todas las luces de su habitación.
Sus piernas temblaban a cada paso, estaba casi segura que la situación no seria tan
fácil como hace rato.
La castaña se enfureció. Claro, ella era bonita, con muchos chicos para escoger en todo
el colegio, había tenido un romance con Harry y con otros antes que él. ¿Qué iba a
saber lo que se siente ser ignorada? ¿Qué iba a saber de vivir a su sombra? Se cruzó de
brazos y la miró altivamente, no iba a permitirle tratarla como la culpable.
-No lo conoces...
-¡Y tu si! ¡Solo porque te acuestas con él crees conocerlo!... ¡PERO QUE CLARE DE
RAMERA ERES!
La castaña le dio una bofetada que logró voltearle el rostro. Al instante encogió su
mano extrañada de lo que acababa de hacer, jamás había abofeteado a nadie que no
fuera Malfoy. La pelirroja se sostuvo la mejilla y volteo a mirarla, sus ojos estaban
cargados de lágrimas de furia, rabia... pero estaba sonriendo.
-Genial. En serio... ¿Ya no quieres vivir en mi sombra?... Pues quédate con Malfoy,
haber si él te saca de tu miseria.
Hermione tenia razón, acostándose con él no lo conocía. Pero sentía lo que tenia
dentro, su dolor, sus sueños, sus angustias. No había algo en Draco que no le
perteneciera, de lo que no se hubiera adueñado. Subió a su habitación corriendo
mientras las lágrimas se desbordaban de su rostro. Al llegar a su habitación se
encontró con la penumbra que había dejado, la luna se filtraba a través de la ventana,
Draco estaba frente a la cama abrochándose el pantalón, sin camisa, sin zapatos. El
rubio volteó en cuanto escucho la puerta.
-¿Qué pasa?
-Pelee con Ginny– dijo la chica sentándose en la orilla opuesta a la que estaba Draco.
El chico también se sentó dándole la espalda.- ¿Por qué?
-Quería... Saber... Porque...
-¿Le dijiste del hechizo?
-NO. Quería saber porque...
-Porque te acuestas contigo.
La misma pregunta se había hecho él desde hace tiempo. Pero nunca se atrevió a
formularla pues no estaba seguro de obtener una respuesta en la que no hubiera
violencia.
-Desearía que esto no hubiera pasado nunca –Dijo y se puso de pie rondando sobre la
sombra de la ventana en el suelo -¿Cuánto tiempo podremos estar así?
Draco sonrió y caminó hasta ella. Le rodeo la cintura por encima de la bata y ambos
miraron a la ventana
-Te preocupas por lo que fue y por lo que será... El pasado es historia, el futuro es un
misterio –La volteó para mirarla a los ojos –El HOY es un regalo... Por eso se llama
presente.– finalizó y la besó.
Todo dentro de la chica se derritió. Comprobado. Ella no era fuego, era el hielo en las
manos de Draco, él, era fuego completamente, tierra, serpientes... Fuego en toda su
esencia. Su forma de besar le hacia puré el cerebro, le desconectaba las neuronas,
siempre pensaba, calculaba, pero era imposible cuando él se empeñaba en tocarla así.
-Yo también quisiera saber... Porque lo haces– dijo el chico con un leve suspiro.
-Porque cada vez que me insultas y me humillas, me duele– levantó la mirada– Pero no
me duele tanto como ser yo cada día: Hermione Granger la sabelotodo, la come
libros... Al menos para ti no soy invisible porque me odias. Ya es algo.
Draco sonrió. Y le puso los dedos en la barbilla– Solo eres invisible para quien quieres
serlo.– finalizó depositándole un beso en la nariz.
Tomó su camisa y sus zapatos en manos dispuestos a irse. La chica lo miró, su espalda,
su cabello, era hermoso, perfecto.
Ella corrió hasta él quitándole todo de las manos para abrazarlo de la cintura.
-Eres como una canción escrita por las manos de Dios... Una pieza que solo yo puedo
tocar– dijo Draco meciéndose suavemente
-¿Estas bailando?– se extraño Hermione.
-Eso creo.
-Pero dijiste que El baile era solo la frustración vertical de un deseo horizontal...
-Granger... Eso quiere decir que estoy frustrando mi deseo horizontal...
Creo que despues de todo... Algunas veces todos, necesitamos de la ternura que
aplaque nuestra necesidad de gozar y... En algunos casos, la lujuria.
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«21 de enero del año de 1849»
-Draco...– escuchó un eco distorsionado, abrió los ojos– Draco, Draco. Soy yo... ¿Me
escuchas?
De pronto Ronald se detuvo... había visto algo que lo hizo cambiar de dirección.
Draco vio su gesto de repulsión y como se apartaba para intentar contener su asco. El
ojigris bajó del caballo asustado, no se imaginaba lo que él pudo haber visto. Mas
tardo en acercarse que en imitarlo. Eran cuatro cuerpos desnudos extremadamente
delgados, se les veían los huesos de las costillas, los brazos, el fémur. Eran de piel
oscura y cabello chino negro, uno de ellos estaba en un estado de putrefacción
avanzado mientras que algunos zopilotes lo devoraban ferozmente, mientras que por
los ojos abiertos de otro salían gusanos.
-¡No se te ocurra volver a acercarte!– gritó Draco ante la clara intención de su amigo
de volver -¡RON NO!
Volvió a aquel lugar. El rubio no daba crédito como podía haber alguien tan
masoquista. Se quedó quieto recargado en el caballo esperándolo. Cuando de pronto
él salió de la nada con el cuerpo mas pequeño en brazos, Draco estaba boquiabierto.
-¿Qué haces?
-¡Esta vivo!– Ronald parecía casi furioso.
-Pero como...
Tal vez si dejáramos de etiquetar personas... Es decir, si tan solo por una vez dejáramos
de verlas como, muggles, magos, gitanos, mortíos, licántropos, etc., nos daríamos
cuenta de que mas allá de cualquier cosa todos tenemos algo en común, que tal vez no
sea mucho, pero es maravilloso: Somos humanos. ¿Qué importan los estados de la
sangre? Si al fin y al cabo la única verdad es que todos tenemos sangre.
La entrada del pueblo la marcaban dos pilares de madera muy altos que sostenían una
placa de aluminio cubierta por la tierra “Valle de la paz. Dios tenga piedad”. En cuanto
cruzaron Draco sintió un escalofrió en la espalda. Era una comunidad de gente negra
que los veía con cara de susto y a la vez odio sin saber por que, o podía confrontar a
esas personas de cabello rizado pegado a la cabeza, hinchados labios y grandes ojos
oscuros.
Ron amarro al caballo junto al abrevadero bajando con cuidado. Draco lo imitó al
instante, donde iban a entrar parecía una choza de madera que parecía
extremadamente frágil. Había un pórtico de color verde pistache bastante gastado por
el uso del tiempo, no había si quiera un poco de vegetación, la tarde no era roja como
en la hermosa tierra que había admirado, el cielo estaba nublado y un viento extraño y
frío lo que hacia pensar en un pueblo fantasma.
Entraron, la primera habitación tenía huecos de lo mal alineada que estaba la madera,
la temperatura parecía incluso más fría que en el exterior, las corrientes de aire eran
demasiado evidentes. Las paredes que se caían a pedazos carecían de pintura y se
excedían en marcos con figuras religiosas que en Inglaterra se hubieran considerado
sacrilegio. Como una en especial en la que Jesús miraba la cruz en lugar de estar en
ella.
-¿Estas bien?– preguntó Sean a Draco poniendo una mano sobre su hombro.-
¿Cuántos años tienes Draco?
-El cinco de junio cumplo veinte.– respondió
-Valla. Diecinueve años... Que interesante. Todavía eres muy joven.
-Pues usted no se ve mayor que yo.
-Y no lo soy. Tengo dieciocho años.
El chico levantó una ceja. Había algo en su mirada que no lo convencía, tenía... La
mirada de serpiente, igual a la de él. Ronald parecía no desconfiar de un religioso, pero
Draco desconfiaría incluso de su propia madre, ese hombre le producía temor... Sabia
que era igual a él y por eso era peligroso.
-Ron... ¿Dónde esta Hermione?
-Draco, ella...
-Esta en la otra habitación.
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La tarde había caído... Estúpidos. ¿Lo habían dado por muerto?... Él nunca moriría, no
sin antes vengarse. Frank Longbottom estaba vivo. Creían que había muerto con el
golpe en la cabeza y se eso no lo mató seguramente sería la explosión, pero no. Era
más fuerte que eso. Tosió moviéndose en el suelo. Sus amigos estaban en caballos
frente a él, les sonrió con victoria, pues ni la muerte podía contra su poder.
-No.
-¡PERO QUE MAS ESPERAS!– gritó Gregory, era casi siempre el único que se atrevía a
replicarle. El chico bajó del caballo –Casi te mueres, la mina esta tapada... ¿Qué buscas
ahora?
Longbottom lo tomó de la camisa con una fuerza sorprendente- ¡Los quiero a ellos!
Quería que pagaran cada maldito rastro de su sufrimiento. De verdad que lo quería, en
su mente solo estaba la idea del sufrimiento, Draco estaba enamorado de la gitana, así
que por eso le obsesionaba, quería tenerla solo para que él no pudiera, iba a hacerlo
pagar... En su mente solo reinaba una palabra: Venganza.
Draco se arrodillo en la orilla de la camilla. Hermione estaba tendida con los ojos
cerrados. En ese instante todo dentro de él se derrumbo. Ronald se quedó en el marco
de la puerta mirando como todo dentro su amigo se debilitaba lentamente. Para el
rubio ella era la única que lo consideraba algo más que un holgazán, no podía perderla,
no quería hacerlo, la necesitaba para vivir. Le tomó una mano fría para besarle los
nudillos.
-¿Se repondrá?
Ronald se encogió de hombros.
-No lo se Draco. Hice todo lo que pude, la magia no siempre es la respuesta– dijo
Zabini
-¿A caso tu...?
-También es Medimago Draco.– le informo Ronald.
-Su pulso esta muy débil, estamos tratando con plantas medicinales. El desierto es muy
generoso en cuanto a la medicina natural... Imagino que si la trato unos dos días más
despertará.
A Draco no le importaba que ella pudiera despreciarlo por ser un mago. Ahora que lo
recordaba ella parecía haberlo descubierto, pero se lo explicaría. Le beso la mano,
curvándole el rostro con las yemas de los dedos.
Cruzando la calle estaba algo parecido a una pensión que ayudaba a los que no tenían
casa. Ronald estaba mas nervioso que de costumbre, habían sido idiotas al mostrar su
magia pero ¿Qué era mejor? ¿Qué los mataran o tomar ese riesgo?... Algo dentro de sí
le dictaba que Draco estaba enamorado, nunca lo había visto mirar a alguien como la
miraba a ella, nunca se había preocupado por otro ser humano (Ni si quiera por él que
era su mejor amigo) y ahora estaba con aquella castaña... Y pensar que la conoció solo
porque la había visto robando. Tal vez ese era su destino: Enamorarse de una muggle.
Ahora le tocaba a él enfrentar el suyo.
El sol se metió en ese instante. Una vela se prendió sola dentro de la habitación pues
todo había quedado en oscuridad, Mis no se extraño pero tampoco quiso
preguntárselo. Sabía que él era diferente, que tenia magia eso lo había percibido desde
la primera vez que lo había visto desnudo.
Draco estaba en su sala común tendido sobre el suelo, no traía camisa y tenia los
brazos por debajo de su cabeza mientras miraba el techo. En momentos así le gustaría
tener ventanas... Y recordó la torre de Gryffindor ¿Por qué no podía dejar de pensar en
Hermione? Cada cosa, situación, plática o lo que fuera estaba asociado con ella, con su
recuerdo. Había que admitir que nunca planeo la forma de perder su virginidad, pero si
lo hubiese hecho habría sido exactamente como fue. Con ella.
¿Qué podía esperar? Nadie la conocía mejor que él, incluso antes del hechizo sabía
todo de ella. Ahora que lo pensaba Hermione Granger siempre había sido su obsesión:
Noches enteras sin conciliar el sueño porque no lograba hacerla miserable...
Recordaba haberle puesto dientes enormes una vez... Rió sin poder evitarlo, torturarla
era una adicción.
Ahora que... poseerla, era una adicción mucho más grande. Si, tenía razón. Desde la
primera vez supo que estaba obsesionado por ella, por eso los insultos, por eso las
peleas... Le gustaba que lo retara, que le gritara, su negro sentido del humor lo
enloquecía. Había llegado un momento en que todas las discusiones en lugar de
exasperarlo y dejarlo completamente mal humorado lo hacían reír y sabia que a ella
también.
-Tengo la ligera sospecha que algo recuerdas.– dijo Pansy sentándose en el sofá largo
frente a él, recargando su barbilla en uno de los brazos.
El Slytherin se sentó en posición de flor de Loto– Porque lo dices...
-Nunca te había visto con una sonrisa tan grande.
-¿Por qué todo el mundo aquí sabe lo que pienso?
Blaise entro– Déjalo Pansy ¿No vez que Draco ya no es virgen?
-¡Que!– grito la chica y miró al rubio
-Yo no he dicho nada...
-Pero es más que obvio no. No llegas a dormir, te desapareces... Tienes que estar
teniendo sexo con alguien... El punto es ¿Con quien?– eL moreno se dejó caer en el
sillón reclinable.
Draco puso los ojos en blanco y volvió a tirarse.
-¿Es cierto?– dijo Pansy.
-si.
-Lo sabia– dijo Blaise riendo.
-¿Y se puede saber con...?
-No se puede.
-¿Por qué no? ¿Qué? ¿Es una gryffindoriana Sangre Sucia?
Inmediatamente abrió los ojos.- Ah, claro. Adivinaste– Trató de sonar sarcástico
-Draco, el sexo sin amor es una experiencia vacía...– dijo Pansy
-Pero como experiencia vacía es una de las mejores– interrumpió Zabini haciendo reír
al rubio– Vamos Pansy, solo existen dos cosas importantes en la vida: La primera es el
sexo y de la segunda no me acuerdo...
El ojigris se carcajeo con gusto
-Que pésimo sentido del humor tiene los dos...– dijo Pansy levantándose y pasando
por encima de Draco dándole una pequeña patada en las costilla que lo hizo reír mas.
¿Qué pasaría si lo sabían? Obvio no podrían correrlo de Slytherin y mucho menos del
colegio. Pero tal vez se quedaría sin amigos, sabia que Hermione no sentía nada por él
más que deseo... Así que si decidiera dejar de tener sexo con ella no le importaría
demasiado, pues podía ir con Potter... Apretó los dientes sin querer, la sola mención
de su nombre lo malhumoraba, recordarlo besándola en el gran comedor,
imaginárselo poseyéndola...
Se detuvo cerrando el libro del cual ya no comprendía ni media palabra por estar
pensando en estupideces... Y no es que Malfoy fuera una estupidez... Solo que...
Recordar la forma en que tocaba su cuerpo era algo que la hacia estremecerse, y así
fue. «Se lo que hay dentro de ti Hermione, me deseas tanto como yo a ti...» Recordó.
Era cierto que si bien despertaba un deseo bastante insano en ella debía reprimirlo o
mentirle, solo que no podía pues él sentía a la perfección todo lo que ella... Por lo que
si le decía que No y pensaba que Si, Draco lo adivinaría. Tal vez la solución era
convencerse a si misma antes de hablar.
De nuevo él estaba demasiado cerca de ella, otra vez podía sentirlo. La lujuria estaba
claramente reflejada en sus ojos, no podía evitarlo, esa manera de penetrarla con la
vista hacían que su mente se pusiera en blanco para que todos sus sentidos fuesen
inundados con una solo cosa: La imagen de Draco Malfoy. El chico le liberó amabas
manos, pero ella no se movió y antes de que fuera consiente Draco le acarició el labio
inferior con el pulgar y se inclinó para besarla. Atónita fue incapaz de moverse
mientras los labios del rubio separaban los suyos manteniéndola fuertemente
abrazada.
Draco abandonó sus labios y trazó una húmeda senda con la lengua desde la boca
hasta la oreja. Hermione sintió el roce de sus dientes sobre el cuello y se estremeció.
Sus pechos se hincharon, anhelando sus caricias. Y, mientras tanto, él no dejaba de
presionar un muslo entre sus piernas, haciéndola que ardiera aún más. Las rodillas se
le aflojaron de tal manera que tuvo que apoyarse por completo en él. Y así de pronto
Draco la soltó.
De acuerdo, había que admitir que adoraba su actitud de “Si quiero pero tienes que
obligarme”. Ya estaban un poco lejos el uno del otro, así que el chico dio un paso a ella
y ella retrocedió. De forma rápida Draco corrió detrás de Hermione, la alcanzó de la
forma mas fácil que le fue posible y por detrás de la cintura, la chica se carcajeo, la
verdad jamás había intentado huir, solo quería saber si Draco la perseguiría. Él la
levanto en brazos mientras que Hermione hizo una mueca de niña disgustada
cruzando los brazos. Obviamente cualquier otra le hubiese rodeado el cuello
embelesada, solo que ella no era “Cualquier otra”
_________________________________
-Ayúdalo Ron.– dijo Luna a su oído mordiéndole el lóbulo –Hay que enseñar al que no
sabe.
-¡Vez! ¡Luna es una persona razonable!
El pelirrojo rió mostrando sus dientes– Esta bien– aceptó con fastidio– Que quieres...
Ahora.
-¡SI!– gritó el ojiverde con emoción– Bueno, yo se que el hombre es la mas elevada de
las criaturas...
-Pero la mujer es la mas sublime– lo interrumpió.
Una bulla estalló habían llegado mas chicas. Ron Weasley 2, Harry Potter 0.
3-0
-No importa Ron– interrumpió Seamus de nuevo– El hombre es capaz de todos los
heroísmos
-La mujer es capaz de todos los sacrificios.
-Como si eso sirviera para algo, el heroísmo ennoblece
-El sacrificio sublimiza
4-0
El sol empezó a ocultarse, solo que los chicos no parecían muy dispuestos a dejar la
discusión hasta que demostraran porque los hombres superaban a las mujeres, solo
que eso era algo que Ron no permitiría.
5-0
-¡YA se!– gritó Seamus– ¡Lo tengo!... El hombre esta colocado donde termina la tierra.
Ron sonrió– Y la mujer done empieza el cielo.
Después de un rato Hermione accedió a caminar por voluntad propia. ¿Era la torre de
adivinación? Al parecer se dirigían allí, el sol empezaba a ocultarse no entendía para
que la llevaba ahí ¿Seria que había averiguado algo del hechizo?
Subieron en silencio, la castaña se puso nerviosa, el rostro inexpresivo de Draco podía
cambiar en cuestión de segundos, tal vez al fin quería matarla... Aunque era estúpido
pues no se mataría a si mismo. Al menos no ahora.
La clase estaba vacía y en perfecto orden. Él entró primero, sin saber porque tuvo que
seguirlo. Estaba cruzada de brazos y avanzaba lentamente mirando sin comprender.
Entonces abrió una puerta que era casi idéntica a la pared, Hermione nunca la había
visto. La luz del sol entro bañando el cabello de Draco y su rostro. Él le tendió una
mano que sin pensarlo dos veces ella tomó. Había unas escaleras de piedra que
seguramente llevarían a la punta. Así era. Aquella torre no terminaba en cono como la
de gryffindor o todas las demás, la superficie era plana con un pequeño bordado de
menos de medio metro. No pudo más que maravillarse ante lo que ella jamás había
visto, el atardecer naranja se miraba directamente, el sol acariciaba el lago como si
estuviera hundiéndose en el con los mágicos colores rosados y naranjas. El viento
cálido le golpeaba las mejillas mientras miraba embelesada.
-Pero que hermoso– dijo Hermione
-Aquí mi padre le propuso matrimonio a mi madre.
La castaña sonrió.
El Slytherin tenía las manos en los bolsillos embelesado con ella, su cabello reflejaba
destellos brillantes, adoraba que nunca trajera puesta la túnica, el sol hacia algo
transparente su blusa. Dejó de pensar, solo la imagen de esa chica se adueño de su
rostro. Se acercó a ella rodeándola con sus brazos mirando al horizonte, solo que
ningún espectáculo era mas placentero que sus gestos, sus facciones, su cuello... La
miró, ella pudo sentirlo así que viro su rostro para encontrarse frente a frente. Las
manos del chico estaban en su cintura, ella las cubrió con las suyas.
No existe nada más interesante, que la conversación de dos amantes que permanecen
callados. El odio y el amor no son ciegos, si no que están cegados por el fuego que
llevan dentro.
Sin decir otra cosa, sin cambiar de opinión se besaron. ¿Porque?... Quien sabe. Solo
eran consientes de que el sentir el uno lo del otro los hacia necesitarse, no querían
estar juntos, pero lo necesitaban. El odio no es nada mas que carencia de imaginación,
pues quien la tiene puede imaginarse amando a la persona que odia o que
paradójicamente la necesita. El beso era una danza entre sus almas que se mezclaban
con el roce entre sus labios, disfrutando los sonidos inarticulados. A Hermione le
gustaba la textura de las manos de Draco bajo las suyas; grandes y masculinas, pero al
mismo tiempo finas y suaves, de dedos largos y con una fuerza poderosa.
Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si
corriges, corregirás con amor, si perdonas, perdonarás con amor.
Había dicho TE NECESITO, esta vez no había escuchado mal, no había mal interpretado
nada, ella le estaba suplicando a su oído con un aliento caliente y un tono ansioso.
Entonces entró en ella. Lentamente disfrutando poco a poco como la calidez de ella le
daba una húmeda bienvenida y sin dejar de besarla de la manera más erótica y lenta
empezó a moverse dentro y fuera. Sin movimientos desesperados ni ansiosos, quería
disfrutarla, saborearla en todo su esplendor.
_____________________________
-¡Hasta que llegas! ¡¿Dónde estabas y porque te ríes como idiota?!– gritó Zabini.
Draco acababa de entrar en su sala común con ambas manos en los bolsillos y como
dijo Blaise una sonrisa idiota.
El ojigris no dijo más y corrió hasta su habitación. Pansy se volvía loca cuando algo la
molestaba y claro que si Crookshanks hacia algo como triturar su diario y comerse las
paginas no pensaba dejarlo vivo. Al entrar se dio cuenta de que su “Cosa” estaba
intacta sobre la cama moviendo la cola alegremente con algunos pedazos de papel
sobre los bigotes. Sonrió, seguramente si le pasaba algo Hermione lo mataría...
Aunque era de él, así que podía hacerle lo que quisiera ¿NO?... Se acercó para quitarle
los trozos de papel y acariciarle el lomo lentamente...
Su sonrisa fue borrándose cuando Se fijó en el sobre dorado encima de su almohada,
sin dirección o remitente... las manos le temblaron al instante, al voltearlo estaba
sellado con el escudo Malfoy, era una carta de su madre. Respiró profundamente
mientras una pena lo invadía... Sabia que eso iba a pasar, pero jamás se imagino que
ahora.
Hijo:
A tu padre se le dicto sentencia de muerte, le comprobaron demasiados cargos de
algunos de ellos ni si quiera yo estaba enterada. Lo lamento. No te pediré que lo veas
porque estoy segura de tu respuesta. Sabes que ya no será seguro Hogwarts así que
como siempre lo has querido después de la navidad irás a Dumstrang. Te mando en un
paquete el cuenta tiempo para evitar retrasos. Ya sabes que hacer: Lo pones alrededor
de tu cuello el último día de clases y tendrás treinta minutos antes de desaparecer de
Hogwarts y aparecer en casa, si así lo deseas de lo contrario puedo hacer que
aparezcas en tu nuevo colegio, no quiero que tomes el expreso pues podría ser
peligroso.
Te ama, tu madre.
Draco apretó el papel entre sus manos casi rompiéndolo. Tenia que irse.
La noche había sido lluviosa, extrañamente sin relámpagos ni exceso de ruido. Los
muros aun goteaban fuera del castillo. El sauce boxeador se sacudió tal y cual hace un
perro después de un baño. El lago estaba tranquilo y los pajarillos cantaban a pesar
que el sol no había salido, solo significaba que seguiría lloviendo, al menos la lluvia
regulaba la temperatura del castillo.
Ella no durmió en su habitación. Se había quedado en la sala común con lágrimas secas
esperándolo hasta que termino rendida por el sueño. La chimenea humeaba, en ese
momento lo odiaba con toda su alma, creerle, intentarlo, perdonarlo... ¿Para que? Al
incorporarse con el uniforme arrugado y el rostro hecho un desastre sus palabras
golpearon su cabeza «Solo iré con Ron, no tardaré...» Y dándole un beso en la frente
había salido. Sonrió al pensar que esa fue una mentira que no debió decir, ambos
sabían a donde iba.
-¿Te levantaste temprano?
La chica se puso de pie y lo miró. Como era posible que aun en su situación el corazón
le siguiera latiendo solo por oír su voz, esa voz que desde hacia mucho tiempo era su
perdición, estaba parado en las escaleras y aun traía puesta la pijama azul de camisa
afelpada de botones y el pantalón que le arrastraba. Se acercó para darle un beso,
pero no le importó.
El se quedó sin palabras y ella lo supo. No podía discutir con eso pues ni si quiera él
mismo sabia porque lo hacia. Si, Carolina le gustaba pero tal vez no lo había hecho por
eso... La pelirroja lloraba derrumbada en el suelo, las manos pequeñas y pálidas le
temblaban cada vez que intentaba retirarse las lágrimas que parecían más fuertes que
ella. El corazón de Harry estaba al cien, verla sufrir era algo que no quería pues era
quien menos se lo merecía, no debía llorar, porque los ángeles no lloran. Quiso bajarle
el cielo pero no podía.
-Lo siento...– se arrodilló junto a ella, un brote salado le cruzó la mejilla. De verdad lo
sentía.
La tomó de la barbilla para que lo mirara, no podía decirle “Perdóname” pues no se lo
merecía, pero podía decirle que lo sentía, no tenía más.
-¿Por qué?– preguntó... Pero no esperaba una respuesta.
-No, lo, se.
La chica sonrió y le acarició la barbilla con una mano para acercar su rostro a él y
besarle– Te amo Harry. Por eso lo entiendo.
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«22 de enero del año de 1849»
Con un grito agudo y distorsionado que retumbo en cada parte del Valle de la Paz
empezó el horror, marcado por el caos total en el que acababa de estallar el pueblo.
Efectivamente, era Frank Longbottom, solo que no estaba con los dos estúpidos de
siempre, ahora además había al menos otros quince hombres en caballos robustos y
con paños negros que les cubrían todo el rostro, exceptuando los ojos. Un relámpago
sin iluminó la noche dejando marcado el único rostro descubierto del vaquero mas
robusto y siempre vestido de negro.
-AVADAKEDRABRA– gritó. Una luz verde emanó de su varita y al instante el que había
matado al recién nacido se elevó como una alfombra flotante y retumbó en el suelo
con su caída.
-Crucio!!– gritó otro de los bandidos a espaldas de Ron.
El dolor lo hizo retorcerse como una lombriz mientras caía con el cuerpo
contorsionado de rodillas. No profirió ni un solo grito aun cuando la acción repetida le
provoco más dolor. Apoyado con las palmas en el suelo con los dientes apretados
contenía la rabia que le provocaban las risas de los bandidos.
Frank alzó su cabeza con una sonrisa llena de sorna y bajo del caballo al ver que el
sacerdote estaba de pie en el pórtico de la clínica. Tenía las manos en el vientre y el
rostro relajado sin proyectar ninguna expresión que no se asociara con la misericordia.
Ron tuvo miedo, hasta él que siempre se consideró ateo y sin ningún temor por Dios lo
atemorizó la presencia imponente de Zabini.
Longbottom caminó decididamente hasta donde el “Sacerdote” se encontraba sin
quitar su sonrisa, ¿Cómo era posible que no le diera miedo?... Sacó su arma para
martillarla y se quitó el sombrero en señal burlesca de reverencia como se debe hacer
con cualquier sacerdote, solo que esto era el colmo del cinismo. Le apunto firmemente
con su brazo extendido.
Sean cerró los ojos, una lagrima escapo deslizándose por su mejilla. Escuchaba la
destrucción a su alrededor, tembló de los pies a la cabeza. Frank tenía razón. Las viejas
heridas estaban abiertas, de pronto abrió los ojos ya no estaba en el pueblo:
La tarde era grisácea en el viejo poblado de Canadá. En ese entonces era un reverendo,
podía ver su sotana negra y su crucifijo plateado del que nunca se había deshecho.
Había guerra en ese entonces, pero lo peor eran los soldados con sed de sangre y
destrucción. Parecía que todo era en blanco y negro, per simplemente eran los colores
naturales de esa región en la que nunca salía el sol. Estaba en la plaza de piedra
rodeado de feligreses, la pobreza era tanta que muchos robaban para poder comer,
solo que el único castigo por el robo era la pena de muerte. Esa mañana quince
personas inidentificables habían robado una hogaza de pan.
Había tres soldados muggles que tenían el reflejo del diablo en los ojos y una sorna en
el tono de voz que era nauseabundo.
«Quince de estos son ladrones padre...»- dijo uno de los soldados -«Elíjalos.»
«¡QUE!»- gritó Sean
«No sabemos quienes son, así que lo dejaremos al azar...»
« ¡No podemos condenar inocentes!»
Los soldados rieron, uno de ellos amartillo su gran rifle de cazador- «Elije usted a los
quince o morirán todos.»- dijo este.
Eran más de cien, matar a cien o matar a quince... Ninguno de los dos era un trato
justo. Pero que sabía el de justicia más que la que hacia la mano del hombre puesto
que su Dios jamás se había bajado de la cruz para impedir que más mortandad se
siguiera llevando a cabo...
«No... No puedo...»- profesó Sean al fin.
«ELIGE!!!»- gritó el soldado con el arma mas grande, parecía estar histérico, los ojos
casi se le saltaban de la cara y sudaba con las fosas nasales dilatadas, tal como un
caballo que muere...
«No, no, no... Padre, esto no es divertido. Uno que sea funcional, los discapacitados no
pudieron robar.»- dijo el soldado más alto de todos.
« ¡Que mas da!»- gritó Zabini.
En la mirada de ellos pudo ver que no bromeaban así que apuntó al niño de ojos
azules, estaba abrazado de su padre: Neville Longbottom. Un hombre amable y
servicial que había dedicado toda su vida a estudiar el comportamiento muggle, ahora
estaba a punto de ser asesinado por uno. En ese momento Frank supo que lo había
escogido a él...
«NO»– gritó Neville– «Mi hijo no... Yo fui uno de los que robó»- era mentira.
«Papi, tengo miedo»- dijo el pequeño Frank. Su padre se arrodilló ante él.
«Corre Frank, ve a casa y no te detengas. Dile a mami que tienen que irse y que nunca
vuelvan»- le dio un beso en la frente y sacó de su bolsillo una recordadora mágica para
entregársela- «Nunca me olvides hijo mío...»
Frank aventó a Sean al suelo, el moreno rodó por los tres escalones su labio de reventó
y escupió la sangre. Inmediatamente lo tomó del mismo crucifijo plateado que llevaba
aquella escabrosa tarde, lo levanto casi a su altura, la joya empezó a sacar gotas
espesas de su cuello, en una ardiente mezcla de sudor y sangre. Ronald se puso de pie
con dificultad y juraría ver como los ojos de Frank estaban llenos de lágrimas
contenidas. El vaquero le apuntó a Zabini con el arma, tenia los dientes apretados y
efectivamente las lágrimas se deslizaron por su rostro.
-¡Los miras a la cara y los señalas con el dedo para que los maten!– gritó Frank- ¡Como
puedes profesar la paz! ¡Maldito bastardo!– Lo golpeo en la mejilla con el arma,
cualquiera hubiese perdido la conciencia pero él no lo hizo.
-¿Torturar personas te aleja de tu miseria Frank?– dijo Sean aun en el suelo.
Frank se puso en cuclillas detrás de él– No, pero hace que la olvide un rato– se puso de
pie dispuesto a irse.
-¡Acaba con esto!– Sean se había puesto en pie de nuevo. Levantó la barbilla– Me
quieres a mi ¿Quieres venganza?... Anda, Mátame.
El vaquero le apuntó pero al dispara una mujer cayó a espaldas de Zabini quien miró
con horror.
-Matarte seria liberarte Sean y tu, no lo mereces. Tienes que vivir, para que cargues
con los remordimientos muchos años. Y si algún día eres lo suficientemente hombre,
tu mismo terminarás con tu vida pero para tu desgracia tus descendientes cargaran
con tus pesadillas...
Ronald se acercó a Sean sin decirle nada. Otro de los que tenia el rostro cubierto le
apuntó a Ronald. El blanco principal no era Sean, esa había sido una cruel coincidencia,
eran ellos. Draco, Hermione, Mir y él. Pero Ron sacó su varita y con un hechizo sordo lo
mandó lejos. Por detrás de el pelirrojo otro de los bandidos le apuntó con un rifle,
volteó demasiado tarde como para verlo y recibió un disparo en el hombro que lo hizo
caer de bruces.
Draco sacó a Hermione de la clínica, ella aun estaba inconsciente y según sabia no
despertaría en mucho tiempo. Miraba la destrucción que se llevaba a cabo, solo quería
sacarla de ahí, pero no se iría sin Ron, no podía abandonar a su hermano.
-¡A donde crees que vas!– gritó Sean siguiendo su paso apresurado.
-¡ME largo!
-¡No te la puedes llevar!
Draco paró en seco y se viró para mirarlo- ¡Porque no!
-¡La estoy tratando con plantas medicinales!
Volvió a caminar- ¡En San Mungo pueden hacer eso!
-¡Entiende que morirá!... Si no toma mi medicina día a día, a la hora minuto y segundo
exacto el remedio se convierte en veneno.
-Perfecto. Tú vienes conmigo.- dijo Y sonrió pero en sus gestos no había nada que
indicara gracia.
El chico calló de espaldas. Ron abrió los ojos, era Mir. Sin decir otra cosa sacó su varita
y se curó la herida ante la gitana sin pensar en lo que hacia.
-Eres un mago...
Para el pelirrojo todo empezó a dar vueltas, todo estaba como en cámara lenta, solo
veía las siluetas borrosas de Draco que cargaba a Hermione sobre su hombro y con la
otra agarraba a Sean para que no escapara, Mir diciéndole que era un Mago.
«Conviértela en piedra»- decía Sean en el mismo eco que le retumbaba en la cabeza.
« ¡Ron, Ron! ¡Conviértela en piedra y vámonos!»- gritaba Draco.
Mir lo miraba ansiosa como si en verdad esperará que él la hiciera solo un trozo de
roca. Sabia su secreto, debía hacerlo, solo que las palabras de ella le retumbaban en el
cerebro « ¿Nunca me dejaras?...» Era una promesa, se lo había prometido... Ella calló
de rodilla.
Los ojos de la morena se desviaron hasta Draco. Vestía de negro listo para ir a
Hogsmeade. Su cabello estaba peinado hacia atrás y había un rastro de tristeza que
ensombrecía sus ojos, ella lo notó. Conocía mejor que nadie a Draco Malfoy, por algo
llevaba enamorada de él casi diez años, mas se conformaría con ser su amiga, como
hasta entonces.
-¿Pasa algo Draco?– Inquirió la chica cuando él se sentó a su lado recargando la cabeza
en el respaldo con un fuerte suspiro y se quedó mirando el techo.
-Nada.
-¿Qué tu juguetito sexual te dejo?– dijo Blaise.
Pansy lo miró con odio– No empieces.
-¿De que hablaban?– cambió el tema Draco.
-Le decía a Blaise que Parece como tu perro.
EL rubio sonrió– Con todo respeto a los perros.
-¿Vez? Lo mismo dije.
Draco miró a Pansy ¿Qué más podía pedir?, se iría de Hogwarts, ella era hermosa,
perfecta, completamente pura. Nadie la había tocado, incluso él le había dado su
primer beso, tenía un gesto de ternura del que muchas carecían y claro era su mejor
amiga. Tal vez la única persona en la que confiaba.
De inmediato Draco se arrodillo ante ella tomándola de las manos. Que podía decirle.
Como podía explicarle que la Sangre Sucia no significaba mas en su vida de lo que
ella... Bueno tenía que empezar diciéndole que estaba atado a una Sangre sucia...
Seguro Pansy lo entendería... Solo que...
No hay incendió tan grande como la pasión, pero lo que Draco sentía por Pansy era
amistad. La amistad es una pasión fuerte, potente, ciclónica, viva... Pero todo el
mundo sabe que si hay una pasión más viva que la amistad, esa, es el odio.
Otra mentira.
La rubia cerró el diario en el que escribía y fue donde su novio. Ron la tomó de la mano
y juntos corrieron para ir a Hogsmeade.
Para desgracia de Zabini el sol había salido, bostezó con desgano estirando sus brazos y
cerrando los ojos esperó a sus amigos. Draco y Pansy llegaron tomados de la mano
entre risas y una conversación amena, el chico los miró arqueando una ceja mientras
cruzaba sus brazos.
Hermione miró el beso. Había sido demasiado tierno para la forma en que llevaban su
relación, obviamente Ginny no se había marchado por “Amabilidad” lo que la pelirroja
quería era alejarse de ella. Aunque no le hubiese dicho nada a nadie de su “Relación” o
lo que fuera que tenia con Draco ya no quería estar cerca de ella, claro, tenia que
seguir comiendo juntas, con platicas cordiales y tal vez saludos superficiales... Pero ya
no eran amigas, de hecho no sabia si alguna vez lo fueron.
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«23 de enero del año de 1849»
Cayeron por la chimenea humeante del barco que los llevaría hasta Inglaterra. Draco
había caído de pie con el máximo cuidado de no lastimar a Hermione, la tomó en
brazos saliendo del camarote. Mir cayó de bruces, inmediatamente Ronald la levantó.
Había dejado una marca espesa de sangre en el suelo. Al parecer ese era su camarote,
ahora no importaba, la llevó a la cama poniéndola de espaldas.
-Tú no deberías estar conmigo –Dijo Ron con la voz quebrada. Sus ojos estaban llenos
de lágrimas.
-¿Disculpa?
-Draco te trajo para que sigas con el tratamiento de Hermione... Deberías estar con
ella.
El moreno se puso de pie, tragó saliva y cautelosamente se acercó a Ronald.
-¿Me permitirías hacer algo por ti?– pregunto Sean.
El pelirrojo no comprendió pero sin pensarlo dos veces dio una respuesta afirmativa
utilizando su cabeza.
Sean lo hizo a un lado con el brazo y le rompió la blusa de Mir para dejar descubierta
su espalda. Entonces cerró los ojos y poniendo sus manos juntas flotando sobre la
herida, esta empezó a cerrar. El hueco de la bala sobre su pulmón se relleno
lentamente. Ronald miró azorado como los músculos y tejidos se recomponían ante
sus ojos como por arte de magia... Bueno, en realidad eso era ¿no?
Cuando terminó la volteó de espaldas para que descansara. Zabini la miró con una
ternura infinita reflejada en su rostro pacifico, cuando descubrió que el pelirrojo lo
miraba con curiosidad viró su rostro para verle de frente y le sonrió provocando en él
una sensación extraña de alivio.
Ronald tomó una silla que estaba en un lado de la cama y la puso frente a Sean. Un
murmullo salió de la boca de la gitana llamando la atención de ambos, pero solo fue
eso; un simple murmullo. El moreno sonrió como si lo hubiese entendido.
El chico caminó hasta la puerta de metal remachada con clavos de acero y en forma de
ovalo. Su semblante era tranquilo pero triste. Sabia que lo que Frank le había
sentenciado era verdad; la muerte no seria para el un castigo: Seria un premio. Estaba
destinado a cargar con la culpa de sus recuerdos y aun después de muchos años sus
familiares los heredarían, estaba condenado.
Abrió la puerta, la luz del pasillo entró junto con el olor fuerte de la marea salda.
-¡Lo siento mucho!– gritó Hermione, la chica estaba en el suelo– Déjame ayudarte.
Casi de inmediato Draco estaba apuntando a Harry, el moreno levanto la vista y dirigió
su varita al rostro del rubio quien sonrió levantando su barbilla ante el desafío. Se
miraron fijamente sin un solo parpadeo y con un gesto casi idéntico en sus rostros de
superioridad. Cada movimiento de uno podía ser idéntico al del otro como si se
trataran de un espejo.
Pansy corrió hasta donde estaba el rubio y lo tomó del pecho tal y como Hermione
tomaba a Harry, miro a la castaña y fue bajando lentamente la varita del Slytherin.
Hermione temblaba, al igual que Draco había sentido lo que ella, ella había sentido lo
que Draco. Su coraje, ira, rabia... Odio. Ron y Luna llegaron corriendo.
Todos rieron. Harry abrazó a Hermione de inmediato solo que ella se libro de sus
brazos con una incomoda sonrisa.
La castaña temblaba. Tenía unas inmensas ganas de llorar, los enfrentamientos con
Malfoy nunca le afectaban tanto solo que gracias de nuevo al hechizo se sentía mas
vulnerable que antes. Tragó saliva, el sol la empezó a incomodar así que se cubrió la
frente con una mano. Después de unas cuantas respiraciones estuvo lista para ir con
sus amigos.
Draco había salido por la parte de atrás de la tienda, la miró frente al callejón que se
formaba entre los dos locales así que se apresuró... Cuando la tomó del brazo
pegándola a la pared del callejón, ella reprimió un grito de susto que lo obligó a reír.
-Que quieres.
El sol le baño el rostro mostrando la claridad de sus ojos marrones y el tono rojizo de
sus labios entreabiertos que suplicaban por ser besados. Draco pegó todo su cuerpo al
de ella sin dejar un mínimo de espacio que los separará... Había tenido razón, Pansy y
Hermione no podían compararse... Cuanto odiaba eso, quería compararla, que fuera
igual a otras así tal vez no la necesitaría tanto. El corazón de Hermione latió muy cerca
del suyo, tan fuerte que podían casi palparse a través de la piel.
Así le dijo el hierro al imán: Te odio porque me atraes sin que poseas fuerzas
suficientes para unirme a ti.
El sueño se esfumo, en medio de la oscuridad solo atinó abrir los ojos y esperar que se
acostumbraran a las tinieblas para distinguir aunque fuera un poco... ¿Qué necesitaba
distinguir? Si lo sentía respirando sobre su cuello con su torso duro pegado a su
espalda fina. El brazo masculino le rodeaba el abdomen y sus piernas se enlazaban con
las de ella, no podía más que sonreír. Un escalofrió extraño le erizó la espalda y él lo
sintió.
Despertó. Supo que ella también, sonrió rozando su espalda con los labios y subió para
besarle el hombro y después el hueco del cuello. La chica se viró para mirarle,
extrañamente el rubio sonreía. Draco se recostó sobre uno de los codos paseándole
una mano por los pecho pechos y se inclino para besarla en la frente y fue bajando por
el contorno de su mejilla haciéndola reír como una niña.
¿Cómo habían llegado hasta ahí? ¿A caso era posible que no se hubiera dado cuenta
antes? ¿Podía preferir a alguna otra chica en todo Hogwarts?... ¿Cómo, si no existía
nada mejor?
Esta vez no respondió y la besó en los labios colocándose entre sus piernas mientras
ella enredaba sus dedos entre los cabellos platinados del chico.
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«24 de enero del año de 1849»
El aroma del agua salada no había cedido, incluso podía sentirse latente en la pie. Las
olas rompían contra la proa del barco que ya estaba en marcha de vuelta a Inglaterra.
Draco miraba el atardecer, su semblante era tranquilo... Ya no esperaba nada ni a
nadie. Cerró los ojos e inspiro con fuerza extendiendo los brazos a la brisa marina que
le golpeo el pecho abierto, dispuesto a recibirla sobre su piel.
-Los Navajo decían que se puede escuchar cuando el sol toca el mar –dijo Ronald.
Draco abrió los ojos y relajó los brazos al oírlo, tal vez era cierto. El sol solo formaba un
medio círculo alzándose sobre el horizonte azul, pintándolo de colores dorados y el
cielo rojo, tal vez era cierto, podía escucharse como el astro rey iba entrando dentro
del agua, si, era verdad. El pelirrojo traía las manos metidas en los bolsillos delanteros
del pantalón café, los tirantes estaba restirados firmemente con la camisa de fuera de
los pantalones, era gracioso. Nadie se hubiera imaginado al Medimago Ronald Weasley
con un aspecto tan... humano.
Siempre he creído que todos los errores tienen su valor en algunas ocasiones...
Después de todo, no todos los que viajan a la India descubren América...
Ronald reposaba en su camarote oscuro, una línea de luz se filtraba por la puerta y su
mirada estaba fija en ella. Volvió a fijarse en el techo remachado de metal y un hondo
suspiro escapo de lo más profundo de su pecho, estaba cansado.
Cerró los ojos casi vencido por el sueño... Escuchó que abrieron la puerta, pero fue un
sonido tan discreto como el del viento mismo y al instante volvieron a cerrarla. Era
ella: Mir.
El pelirrojo abrió los ojos con toda la dificultad del mundo y la miró: traía puesta una
bata de una negrura transparente y hermosa, asemejaba la forma de una mariposa con
colores ocres decorándola. Entonces la chica subió a la cama sentándose a horcajadas
sobre su cintura sin que pudiera decirle nada y se despojó de la prenda deslizándola
desde sus hombros para después aventarla al suelo.
El chico no podía dar crédito a lo que sus ojos veían, tragó saliva lentamente sintiendo
la humedad de la chica aun a través de la sabana. Mir se inclino lentamente y en medio
de la calurosa oscuridad atrapó sus labios fundiéndose en un cálido beso que él
correspondió tembloroso. Sus grandes manos salieron de las cobijas para refugiarse en
el cuerpo de la gitana; empezó bordeando su cuerpo desde los hombros donde se
había deslizado la prenda hasta la espalda y más allá de la cadera.
Era una oferta tentadora, demasiado para su gusto. Pero tenia que resistirlo si quería
demostrarse que valía algo. Asi que tomándola de los hombros para retirarla de él y la
sentó a su lado ofreciéndole la manta para que tapara su voluptuosa desnudez.
-¿Qué? ¿Ron, que pasa?... Te he dicho que nada me importa, déjame demostrarte que
yo soy...
-No... Mir, no eres la mujer de mi vida.
La chica miró al techo con la boca abierta- ¿Es porque soy gitana verdad?– sus ojos
estaban llorosos.
El pelirrojo esculcó debajo de su almohada– No es por lo que tu seas... Es por lo que
soy yo...
-¿Si eres gay?
-No, soy casado.– Ronald le mostró el anillo y luego lo coloco en su dedo anular.– La
mujer de mi vida ya existe y es el ángel más hermoso que puedes encontrar.
-Y... Porque...
-NO podía. Tal vez no quería– bajó el rostro.
Ella lo tomó de la barbilla y le dio otro beso en los labios, esta vez carente
completamente de erotismo. La decepción se le veía en los brillantes ojos y aun así
estaba sonriendo:
-Está bien– profesó.– Ella es... Afortunada por tenerte.
-No tanto, estoy en una habitación, con una mujer hermosa y desnuda.
Por primera vez, la gitana se sonrojó– Bueno, esta mujer desnuda no piensa tocarte...
¿Cómo se llama?
-Selena Lovegood.
-¿Cómo es?
-Tiene largo cabello rubio, ojos azules como el cielo y es... gentil, hermosa, perfecta...
mía.
-Y... ¿También es... mágica?
-¿Sabes lo que soy?– ella contesto asintiendo levemente– Si. También es “mágica”
Mir salto para sentarse en sus rodillas como una pequeña niña, los ojos le brillaban,
evidentemente estaba emocionada con el nuevo descubrimiento, se había tapado con
la sabana. Ronald arqueo una ceja y se cruzo de brazos mirándola reir.
En la sala de estudio Ronald jugaba ajedrez con Harry, como siempre. El sol entraba
por las ventanas altas y aun así la tarde era fría. Hermione sintió el calor acogiéndole
en cuanto entró con sus amigos sentándose a un lado de Ron. Abrió su libro que llamo
la atención del moreno.
Ambos chicos rieron y decidieron seguir con su juego. Justo detrás de Hermione
tomaron asiento dos chicas de Slytherin que no tuvo la menor idea de quienes eran.
Ambas gritaron con emoción a una tercera chica que leía.
-¿Qué les pasa?– dijo la chica que hasta entonces estaba tranquila
-¡No sabes la nueva Maile!– gritaron las dos a coro.
-No, ¿Cuál nueva?– respondió la chica a la que Draco llamaba “Chica de hielo”
-¡Atraparon a Draco!
Hermione levanto la cabeza inmediatamente y trago saliva estando a la escucha de lo
que sucedía a su espalda.
La castaña se levantó sin decir cualquier otra cosa, alcanzó a escuchar la pregunta de
“¿A dónde vas?” pero no le importó, sentía que la respiración no le llegaba al pecho
¿Por qué?, bueno ella y Draco había terminado... Lo que fuera que tenían y aunque
aun le quedaba el hechizo sabía que él tenía cosas más “importantes” que hacer.
-¡Weasley!– le gritaron.
La castaña estaba con la boca ligeramente abierta y con un gesto de disgusto que le
era difícil ocultar, Ginny la miró desafiantemente, ¿Podría debatir eso?, no lo creía.
A lo lejos se veían los enamorados el ocaso acariciando las aguas de lago como cuando
estuvieron en la torre. Una pareja en verde debajo del gran roble, Hermione los
miraba: Al principio Pansy traía una botella de jabón con la que hacia burbujas al estilo
muggle y Draco las reventaba con los dedos o la nariz hasta que el jabón pareció
acabarse, entonces el rubio metió su varita en el recipiente y al sacarla pronunciando
un hechizo que la castaña no comprendió de la punta salieron cientos de burbujas de
todos los tamaños, como si se tratara de una maquina especial, la hermosa Slytherin
reía atrapándolas con sus manos y lo mas increíble es que tardaban un par de minutos
en reventarse. A Draco le gustaba mirarla reír y eso era perfectamente captable con la
ternura que reflejaba su rostro para ella.
Hermione levanto la barbilla mirando, solo mirando. El chico tomo a su novia por
detrás rodeándola de la cintura e intento besarla, solo que ella se escurrió entre sus
brazos y con una actitud mas que provocadora lo incitó a que corriera tras de ella, pero
no lo hizo, agito su varita y la chica floto hasta caer en sus brazos entonces sujetándola
firmemente la besó.
Ambas dieron media vuelta y decidieron entrar al castillo. Draco abrió los ojos
mientras besaba a Pansy, miró como la gryffindoriana sangre sucia se alejaba, con su
cabello suelto y rebelde como siempre, su andar natural y al mismo tiempo grácil...
terminó el beso y se recargo en el cuello de la Slytherin aspirando tan fuerte que la
hizo reír y como acto reflejo él también sonrió.
Tal vez en esta vida la primera obligación sea ser totalmente artificial y la segunda...
quien sabe, al fin y al cabo nadie la ha encontrado.
Fue como un balde de agua fría en medio de un campo nevado, ¿Por qué no le había
tocado otra casa? ¿Cómo Ravenclaw por ejemplo? Así tal vez seria responsabilidad de
la prefecta de Gryffindor...
Los celos son una mezcla explosiva de amor, odio, avaricia y orgullo. Todo el mundo los
sabe, claro; excepto los celosos... Dicen que un hombre pude ser feliz con cualquier
mujer, siempre y cuando no la ame.
Draco y Pansy estaban sentados en una banca frente a una de las fuentes de piedra en
forma de ángel, junto a ellos había un faro negro encendido que le daba una cierta
melancolía a la noche. La chica de corto cabello negro se veía tal vez más radiante que
nunca y llevar el titulo de “Su novia” era... ¿Importante? ¿Emocionante?... Que más le
daba a él, si el efecto seguiría siendo el mismo. La quería olvidar, borrar todo lo que
“Ella” le hubiera dejado. La hizo suya y en ella la veía ¿No era tonto y absurdo pensar
que con otro cuerpo la iba a olvidar?
-Es... bellísimo– exclamó. Hizo un intento por sacarlo pero solo consiguió tirarlo en el
césped, ante el incidente sus mejillas se encendieron.
Al Slytherin pareció no importarle por lo que se arrodillo a recogerlo, alzo su cabeza y
se puso sobre una rodilla sonriendo, tomó la mano izquierda de la chica.
-¿Quieres probártelo?– preguntó.
Ella asintió, se sentía emocionada. Draco le separó los dedos y puso el anillo en la
posición perfecta para colocárselo...
Pansy levanto el rostro, Draco viro la mitad de su cuerpo y la observó, notando que
seguro de donde ella estaba mirándolos parecía cualquier cosa. Sonrió, casi había
olvidado que sentían igual... Era su imaginación o la escena le disgustaba.
-¿Los sangre sucia come libros no tienen vida propia?– dijo Draco.
-Mcgonagall quiere verte idiota– se limitó a responder Hermione y dio media vuelta.
La jefa de la casa de los leones los esperaba, para sorpresa de Draco y desgracia de
Hermione no estaban los otros prefectos, por lo que en su cerebro retumbaban las
palabras del rubio «Unión típica: Ravenclaw y Hufflepuff, Gryffindor y Slytherin...», en
definitiva, ella odiaba su unión. El despacho estaba decorado con los colores rojos y
dorados y junto al escritorio había una gran estatua de piedra con la forma de un león
con alas delgadas y una corona.
-Algo inusual pasara mañana jóvenes...– hablo la profesora– por primera vez desde
hace dieciocho años veremos un eclipse Lunar.
-¿Entonces es cierto?
-Efectivamente señorita Granger.- Minerva se viró– Es cierto.
-Sera impresionante...
-Ya lo creo. Les daremos un telescopio y podrán tomar fotografías...
-¿No podemos hacerlo separados?– interrumpió Draco.
-Me temo que no señor Malfoy, por alguna extraña razón desaparecieron dos
telescopios de esta intensidad, por lo que seria injusto poner a trabajar a solo dos
prefectos. Ya que son pesados pueden ayudarse...
-¿Y no puedo trabajar con algún otro prefecto?– dijo de nuevo el rubio.
-Por otra extraña razón los prefectos de Hufflepuff y Ravenclaw insisten en que deben
de trabajar juntos y los otros jefes de las casas los apoyan por lo tanto...
-No hay remedio– profesó Hermione.
La conciencia es la voz del alma... Las pasiones la del cuerpo, porque el amor como
ciego que es, impide ver a los amantes las divertidas tonterías que cometen...
Sin decir nada más, cortaron la poca distancia entre ellos y se besaron. Esta vez fue un
acto mutuo, un reflejo exacto de movimientos coordinados. Unieron sus labios es con
una potente caricia que los obligo a aferrarse el uno del otro. Draco la recargo en la
pared aplastándola totalmente y Hermione arrugo si túnica con fuerza entre sus dedos
y fue subiendo por su cuello, no tocaron otra cosa que no fueran sus labios, para la
castaña todo le dio vueltas al instante y sentía que a él le ocurría lo mismo mientras
tocaba su cintura...
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«26 de enero del año de 1849»
El barco tardó dos días en atrancar. Los dos días más tranquilos que pudiesen tener.
Reinó la esperanza de uno, la tranquilidad del otro, probablemente una curiosidad
ingenua o una inconsciencia de en sueño. Mientras todos dormían hubo uno en
especial que no podía conciliar el sueño, aunque claro, para él ese estado de insomnio
era algo normal que no desaparecería nunca... Prefería vivir en el sueño de la realidad
que dormir en la realidad de sus pesadillas.
Draco pasó cada segundo cuidando de su gitana, rogando al cielo que despertara,
noches enteras junto a ella tocando sus manos o aspirando el aroma de su cabello, tal
vez parecía muerta... pero su corazón latía de una manera intensa, hizo lo que jamás se
había atrevido; imaginar una vida entera a su lado, con la dicha suprema de sentirla y
el placer inmenso de adorarle. Se atrevió a pensar en la felicidad que desataba su
rostro y todo su ser se amargaba al recordar que sabía lo que era y por lo tanto podría
ser que no lo aceptara. ¿Por qué la quería? No tenia la menor idea, tal vez porque ella
le necesitaba o mejor dicho porque él la necesitaba a ella...
Los juegos eróticos, cedieron de intensidad. Ahora Ronald y Mir solo eran un par de
amigos platónicos, aunque la chica no podía disimular el encanto que le provocaba el
pelirrojo, lo peor era que ni si quiera sabia disimularlo. Cada tarde en punto de las seis
salían a caminar para ver la puerta de sol, ella se quedaba con la boca abierta cuando
el ocaso rojo hacia juego con su cabello, el viento lo movía y después él se viraba para
sonreírle... ¿Cómo podía tener un amigo al que... Amaba tanto? Peor, ¿Cómo no
amarlo? Se habían salvado, cuidado, protegido... ¿Amado?
Ahora Mir conocía la magia, Ronald había hecho un sinfín de trucos simples para ella;
como aparecer flores, luces de colores o comida... Cosas que hubieran sido útiles
cuando instalaban el campamento, pero la chica no se lo reprocho. Tenía miedo,
después de todo estaba a punto de conocer a su esposa.
-*Su esposa*- ¿Cómo es?... Tiene largo cabello rubio, ojos azules como el cielo y es...
gentil, hermosa, perfecta... mía– Suya– susurró, algo que ella jamás podría ser, ni si
quiera tenia magia.
Una lágrima se deslizo por su mejilla y tragó saliva con dificultad. ¿Y si su esposa la
despreciaba?... Que importa, amaba a Ronald como nunca lo había con otro mortal
que hubiese conocido, pero que importa... Su corazón tenia dueña y esa... No era ella.
El deseo nos fuerza a amar lo que mas nos hará sufrir. Cuando una persona se resigna
a perder lo que mas quiere puede que no deje de respirar, tal vez vuelva a enamorarse
y siga su vida... Pero la resignación, es el suicidio mas cotidiano, porque puede que no
mate al cuerpo, pero destruye el alma.
A pesar de todo Mir sonrió, ¿Por qué? La respuesta de siempre: No tenía la menor
idea, tal vez era el hecho de pensar que de alguna manera los astros se alinearían y de
alguna manera terminaría perteneciéndole a Ron.
-No estés nerviosa. Selena te va a adorar
-No estoy nerviosa...- ¿Era cierto?
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Toda la noche había estado lloviendo de forma ligera pero continua. No hubo más
sonido que el del agua cayendo sobre las torres y los relámpagos que iluminaban las
ventas. El sol calentó la mañana que era fresca y húmeda, al parecer los alumnos de
Hogwarts se relajaban con el fresco, porque el frio los deprimía.
Harry salió bajaba las escaleras furioso, por primera vez tenia ganas de degollar a
alguien y sabia precisamente quien era ese “alguien” ¿Cómo se atrevía a decirle a
Ginny que ellos tenían algo? Verdaderamente se sentía un estúpido por no haber
terminado hace tiempo ¿Es que como alguien puede caer tan bajo?, si había algo que
no soportaba era ver llorar a Ginny, ella era quien menos tenia por que llorar y mucho
menos por un ninfómana asqueroso como él. Sus ojos brillantes desprendían fuego.
Casi decapitado paseaba por el pasillo y lo saludó con una reverencia, pero el moreno
lo atravesó sin prestarle atención...
Aún sin avisarle sabía que ella lo esperaba. Carolina estaba recargada en la torre de
Ravenclaw, tenia un pie recargado en el muro y los brazos en la espalda, generalmente
siempre que quería ver a Harry solo permanecía ahí, con esa posición, sabia que él la
encontraría en cuanto empezara a necesitarla. Esta vez hubo algo diferente, cuando lo
miró... No traía la sonrisa de siempre o el lívido que hacia su mirada brillante, estaba
molesto y ella lo supo.
El gryffindor llegó hasta ella, sentía su sangre correr a una velocidad impresionante,
ella sonrió en cuanto lo tuvo en frente con su semblante duro, solo que su sonrisa
estaba muy lejos de asemejarse a la gracia. Levanto su barbilla y con un acto violento
Harry la tomó de los hombros y la estampo en la torre, de su nariz exhalaba un vapor
caliente que se asemejaba a la respiración de un toro. Carolina sonrió más
ampliamente.
Un rayo de indignación se cruzo por los ojos de la chica, tal vez era cierto. Desde un
principio supo que Harry no buscaba en ella nada mas que su cuerpo solo que
necesitaba tanto sentirse protegida y valorada que había decidido engañarse a si
misma. Él estaba confundido, molesto ¿Qué había pasado con su princesa? Por aquella
chica de ensueño que lo hacia estremecerse con tan solo pasar a su lado, deseaba con
toda su alma volver al baile y suicidarse antes de salir con ella, no podía cambiar el
pasado... ¿Quién tenia la culpa? ¿Él por buscarla? ¿Ella por dejarse encontrar?... Tal
vez los dos. Pero de que le servía el remordimiento, solo era como la mordedura de un
perro en una piedra: Una tontería.
Los que más han amado al hombre le han hecho siempre el máximo daño. Han exigido
de él lo imposible, como todos los amantes... Yo creo que Harry aún tenía algo de Fe,
solo que pobre... No sabia que tener Fe significa no querer saber la verdad o como dijo
Manuel Vincet: El que busca la verdad corre el riesgo de encontrarla.
Sus sentidos se paralizaron. La sangre le subió hasta la cabeza para provocar una
punzada y al instante abandonó su cuerpo dejándolo pálido, débil... Solo. Que había
hecho. Tenia razón, nunca te tantas veces que habían estado juntos había usado
protección alguna por temor a ser mal visto o anticuado.
-Trágame tierra...
Cada vez que cometo un error me parece descubrir una verdad que no conocía, así
puedo tener experiencia, pero la experiencia no tiene valor ético alguno, simplemente
es el nombre que le damos a nuestros errores y ¿Qué es un error? –ríe –Solo es el
nombre que le damos a las estupideces que hacemos y pretendemos corregir. Cuando
crezcas, descubrirás que ya defendiste mentiras, te engañaste a ti mismo o sufriste por
tonterías. Si eres un buen guerrero, no te culparás por ello, pero tampoco dejarás que
tus errores se repitan.
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«26 de enero del año de 1849»
La casa no era muy grande, tenía un enorme pórtico blanco rodeado de robles y pinos.
La puerta principal era de madera oscura con un vitral de cristal verdoso, el sol
brillaba, el cielo era azul sin una sola nube. Lo primero que Mir extraño fue el calor de
su tierra. El aroma ahí era de humedad, el ambiente fresco... Tenía miedo.
-¡RON! –grito la chica y se abalanzo abrazándolo. Con un salto enlazo sus piernas en la
cintura para darle frenéticos besos en la mejilla. -¡Te extrañe tanto, tanto, tanto! ¿Qué
me trajiste?...
Mir la miró era hermosa... ¿Qué no era rubia?, tenia corto cabello rojo y ojos iguales a
los de Ronald. EL pelirrojo notó la mirada de la gitana y al instante pudo adivinar lo que
pensaría, el hecho le provocó cierto grado de gracia.
La planta baja no era grande pero tenía una organización más que magnifica, todo era
blanco con molduras de pino negro en la base de las mismas, las escaleras eran negras,
imponentes, situadas en el medio del recibidor y se dividían en dos pasillos a la
derecha e izquierda, cabía mencionar que no faltaban las plantas en su máximo verdor
y las lámparas de cristal.
Con todo el miedo que le causaba alzó el rostro para poder mirarle, estaba en el
comienzo de las escaleras con un vestido largo de seda blanca y el cabello rubio claro
recogido, tenia el fleco hacia un lado y algunos risos se escapaban de su peinado, no
traía maquillaje alguno. Su piel era blanca como la porcelana y sus ojos mas azules de
lo que se hubiera imaginado, era delgada y de una estatura un poco mas baja que
Ronald.
La rubia bajó lentamente sosteniendo una de las orillas del vestido dejando ver sus
zapatillas, antes de que llegara al ultimo escalón el pelirrojo caminó hacia ella
quedando un poco mas abajo, sonrió y puso sus manos atrás, ella lo tomó de las
mejillas dándole un profundo beso que el chico no dudó en corresponder con ansia
abrazándola con toda la fuerza que podía.
Mir solo atinó a sonreír. No había una sola mentira en las palabras de Ronald, era
hermosa, gentil pero sobre todo, suya.
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-¿A si que tienes que estar toda la tarde con la tonta Granger?
-Por desgracia.
Draco y Pansy caminaban hacia el jardín, el chico le rodeaba los hombros con un brazo
y ella hacia lo mismo con su torso. El rubio se hizo el cabelló hacia atrás con la mano
libre pero unos cuantos mechones rebeldes se deslizaron por su frente, Blaise corrió
hasta donde ellos estaban y con un salto se les adelantó. El chico de ojos color gris
miro el horizonte, el sol empezaba a meterse, en cualquier momento tendría que
encontrarse con Granger.
-¿Terminaste tu castigo?– preguntó Pansy al moreno.
-Si... hacen tanto escándalo por una tontería– resoplo el chico de mala gana.
-Te lo diré solo una vez Zabini– dijo Draco– vuelves a tocar a cualquiera de nuestra
casa y te juro que voy a hacer que te corran.
-¡Draco! ¡Solo era una broma! –se defendió el chico
-Blaise... levantaste la falda de una chica de cuarto curso, lo que sea, es acoso.–
intervino Pansy.
-bien, bien... no lo vuelvo a hacer– finalizo– ¿Y están listos para el eclipse?– cambió la
conversación.
-Draco y yo estábamos planeando un picnic a la orilla del lago– dijo la Slytherin.
El rubio la miró con una ceja arqueada- ¿A si?
La tarde cada vez se tornaba cada vez más oscura. En realidad Draco sabia
perfectamente lo que era un eclipse, pero si pensaba un momento había algo mas,
algo extraño que ni si quiera podría comprender. Sonrío al pensar que tal vez
Hermione también lo sabría, claro, era algo mas que obvio, lo sabia todo ¿No?
-¡Me desesperas Zabini!- grito Pansy sacando a Draco de sus reflexivos pensamientos.
El moreno rió– La verdad yo siempre creí que terminarías solterona Pansy... ¿Cómo la
atrapaste Draco?, hasta antier yo creí que eso era imposible.
-El mejor placer de la vida es hacer lo que la gente dice que no se puede– respondió el
rubio y se inclinó para besar a la chica en los labios.
Blaise estiró los brazos dejándolos detrás de su cabeza:
-¡Hay... que cursi!– Se mofó– es igual. Pongámoslo así; si Pansy fuera un bosque, yo
jamás me habría atrevido a entrar en él.
Una carcajada escapo de la boca de la chica –El amor haya sus caminos aunque sea a
través de senderos por donde ni los lobos se atreverían a seguir a su presa.– dijo ella.
Draco la miró ¿En verdad seria cierto?
-Hay Parkinson, deja de leer a Lord Byron porque...– de pronto guardo silencio, su boca
se quedo abierta unos segundos e hizo un sonido de repulsión– Que asco– dijo
señalando con la cabeza.
-Lo se, Granger es deplorable– dijo Pansy. La castaña se acercaba.
-Siempre he dicho que las supermodelos son la mejor prueba de que todas las demás
están mal hechas.– dijo Blaise y se carcajeo haciendo reír a la Slytherin. Curiosamente
el prefecto esta vez no los acompañó.
Ella no se molesto en contestarle, sin saber porque el Slytherin seguía sonriendo, había
algo gracioso esta vez en su manera de reaccionar. Caminó detrás de ella hasta llegar a
la torre de astronomía donde debían recoger el telescopio, la oscuridad entonces era
total, solo el típico resplandor de la luna clara, cuando Hermione tomó la manija de la
pesada puerta para internarse Draco la tomó de la otra mano. La chica se movió tan
ferozmente para impedir que la acercara contra su cuerpo que a él no le quedo mas
remedio que estamparla de frente con la pared y pegarse a ella aprisionando sus
manos contra su espalda como si de un policía se tratará.
La chica volteó su rostro recargando su mejilla contra la piedra, él pego todo su torso a
la espalda de ella, no le gustaba la manera en la que la sujetaba pero no quedaba otra
opción.
La castaña cerró los ojos haciendo su rostro a un lado. No podía verlo a los ojos, no
quería ceder, por esta vez no le apetecía hacerlo. El Slytherin se pego aun más a ella y
encajó su rostro en el cuello expuesto de Hermione sin soltarle las manos, ella tragó
saliva y él sintió la vibración de su cuello. Escuchaba los latidos de su corazón, ella
también lo hacia, era como si tuvieran un mismo y fuerte palpitar ¿Por qué solo pasaba
eso cuando estaba juntos? ¿Por qué en ningún momento del día sentían su cuerpo
arder mas que cuando estaban juntos?
Fue abriendo los ojos lentamente sintiendo un nudo enorme en a garganta que le
provoco ganas de llorar, respiró el fresco de la noche notando que su nariz estaba
congestionada por lo que tuvo que abrir la boca con un melancólico suspiro para poder
respirar. Entonces al notar que ella no hacia fuerzas, Draco... La dejó libre, recargo su
frente en el muro aspirando el aroma que ella había impregnado.
Espero unos minutos antes de entrar a la torre para poder calmarse, respirando
profundamente tomó la manija de la puerta y esta hizo un estruendoso ruido cuando
la abrió. Lo primero que noto fue que había un círculo de luz en el centro y lo segundo
fue que Luna estaba sentada en el primer escalón con una edición de “El quisquilloso”
en sus manos. La rubia levantó la mirada sin modificar en lo mínimo su posición y le
sonrió al chico. A Draco le costo trabajo acostumbrarse a la picardía y malicia que ella
proyectaba con un gesto tan simple, decidió al fin ignorarla y empezó a subir. A penas
estaba dos escalones sobre ella cuando Luna habló:
-La virtud no consiste en abstenerse del vicio,– dijo la chica, él paró en seco sin
voltear– La virtud consiste en NO desearlo.
-No sabes nada de la vida Lovegood.– comento el chico y sintió como ella se ponía de
pie y miraba su espalda.
Luna sonrió– Solo los que conocen el pasado tienen derecho a juzgar el presente...
Buenas noches Malfoy.
Draco escucho la puerta cerrarse y cerró los ojos virándose para comprobar que se
había marchado, «No desearlo...» Retumbo en su mente... Su vicio.
La Ravenclaw caminó en medio de las tinieblas con el libro que siempre cargaba bajo el
brazo y el ejemplar de la revista en la mano. Miró a lo lejos a Carolina y Arthur riendo
porque el prefecto de Hufflepuff había dejado caer el telescopio al lago y luego había
saltado tras el mientras la chica lo recuperaba con un hechizo, ahora él estaba
exprimiendo su camisa.
Luna se alejó de ellos con saltos gráciles tarareando una canción verdaderamente
pegajosa. Arthur observó a Carolina un momento, definitivamente tenia algo
diferente.
Es duro, es doloroso, no ser amado cuando se ama todavía, pero es bastante más duro
ser todavía amado cuando ya no se ama.
-¡Se como instalarlo Malfoy!– dijo Hermione manoteando al chico. –No estoy
estúpida...
-Pues parece...
-¡¿Qué?!– gritó levantándose-
-Que.... parece que va a llover– intentó decir.
Él seguía sonriendo, era encantadora cuando discutía con él... ¿A quien le importaba
que no pudiera abstenerse al vicio?
Hermione solo rogaba por que Draco no la provocara porque como estaba ahora no
dudaría en lanzarle un crucio. Que le importaba a ella lo que él pudiera sentir...
Aunque claro, lastimarlo no era la mejor idea pues quería que sufriera él no ella...
¿Había alguna forma de lastimarlo sin lastimarse ella misma?... el rubio seguía
sonriendo, seguro ahora ella estaba pensando las mil y una formas de matarlo
lentamente...
Hermione dejó de sonreír ¿Seria a caso ella la luna? Draco continúo y se aproximo más
a su espalda:
-A pesar del brillo dado por Dios, fue tornándose solitaria. El sol, a su vez, había ganado
un titulo de nobleza: “Astro Rey”
-¿Eso lo hizo feliz?– preguntó la chica.
-No, tampoco. Dios viendo esto, les llamo y les explico: “No debéis estar tristes, ambos
ahora poseéis un brillo propio. Tu, luna; iluminaras las noches frías y calientes,
encantaras a los enamorados y serás frecuentemente protagonista de poesías. En
cuanto a ti, sol; sustentaras ese titulo, porque serás el mas importante de los astros,
iluminaras la tierra durante el día, proporcionaras calor al ser humano y tu simple
presencia hará a las personas mas felices. La luna se entristeció mas con su terrible
destino y lloró amargamente, el sol al verla sufrir tanto decidió que no podía dejar
abatirse mas, ya que tendría que darle fuerzas y ayudarle a aceptar lo que Dios había
decidido. Aun así, su preocupación era tan grande, que decidió hacer un pedido
especial a él...
-¿Pidió otra compañera no?
-“Señor, ayuda a la luna por favor. Es mas frágil que yo, no soportará la soledad” Y
Dios, en su inmensa bondad, creo entonces las estrellas para hacer compañía a la luna.
La luna siempre que está muy triste recurre siempre a las estrellas, que hacen de todo
para consolarla, pero casi nunca lo consiguen.
Hermione pensó en Harry y Ron, sus estrellas... Siempre hacían de todo para
consolarla... Pero casi nunca lo conseguían. Tal vez si, ella era la luna.
-Ahora, ambos viven así: Separados. El sol finge que es feliz y la luna, no consigue
disimular su tristeza. El sol, arde de pasión por la luna y ella vive en las tinieblas de su
añoranza... –él chico suspiro, estaba ahora sobre el oído de ella –Luna y Sol, siguen su
destino. Él; solitario pero fuerte. Ella; acompañada de estrellas pero débil... Los
hombres intentan constantemente conquistarla...
-Como si eso fuese posible– intervino
El rubio sonrió y le rodeo la cintura con ambos brazos– Algunos han ido hasta ella,
pero han vuelto siempre solos. Nadie jamás consiguió traerla hasta la tierra...
Realmente nadie consiguió conquistarla, por más que lo intentaron. Sucede que Dios
decidió que ningún amor fuera imposible, ni si quiera el de la luna y el sol. Fue
entonces, que él creo el eclipse. Hoy, sol y luna, viven esperando ese instante, esos
raros momentos que le fueron concedidos y que tanto cuesta sucedan.
-Cuando mires al cielo a partir de ahora y veas que el sol cubre la luna, es porque se
acuesta sobre ella y comienzan a amarse...– al miso tiempo ambos miraron, la claridad
de los ojos de Draco se hizo mas visible- es a ese acto de amor, al que se le dio el
nombre de eclipse.– Hermione sonrió– Es importante, recordar que el brillo de su
éxtasis es tan grande, que se aconseja no mirar el cielo en ese momento, tus ojos
pueden cegarse al ver tanto amor.
La castaña viró su rostro para encontrarse con la mirada pacifica del chico, algo dentro
de ella se derritió: Su corazón.
-Tu ya sabias que en la tierra existían sol y Luna ¡Y también que existe el eclipse!... Pero
esta es la parte de la historia, que tu... No conocías.
Ella llevo una mano a la mejilla del chico y unió sus labios a los suyos. Draco la dejó
besarlo lentamente, ella se viró para rodearle el cuello con sus brazos. La oscuridad se
hizo total, el eclipse se completó. El rubio empezó a subir por su espalda debajo de la
blusa. Hermione se aferró a él como si su vida dependiera de ello, en realidad así era.
Sin dejar sus labios se acostó en el césped, sintiendo su piel estremecerse por el roció
nocturno. El Slytherin no la dejó un solo segundo, le acarició una pierna mientras que
la otra mano la mantenía debajo de su cabeza exigiéndole más.
La oscuridad fue cediendo, el sol despejó la luna y ellos, reposaban desnudos cubiertos
con dos túnicas de colores opuestos. Podían prohibirles seguir su camino, podrían
intentar forzar sus voluntades. Pero en el fondo de sus almas, no podían impedirles...
Ser uno solo y elegirse cada vez que tenían que hacerlo.
No existe nada bueno ni malo; es el pensamiento humano el que lo hace parecer así, la
vida es como un cuento relatado por un idiota; una historia llena de palabrería y
frenesí que no tiene ningún sentido. Que importa, lo peor del ser humano, es que en
nuestros locos intentos, olvidamos lo que somos... por lo que deseamos ser...
Como cada noche, el fuego ardía mientras todos recostados dormían. Después de una
oscuridad momentánea, la luz iluminó todo de nuevo restaurando el orden y el
equilibrio... Aquel que se pierde con las tinieblas y que tanto trabajo cuesta recuperar.
Ellos siguieron discutiendo, solo que Hermione ya no los escuchaba. Muy, muy, muy...
pero muy en el fondo algo le gritaba y era tan fuerte y desgarrador que creía casi
imposible que nadie mas lo escuchara. Cerró los ojos y al instante apareció su imagen
alumbrada por el reflejo azul de la luna, tal vez no podía amarlo porque creía que le
pertenecía ¿Y si era al revés? ¿Si tal vez era ella quien le pertenecía a él?... ¿Cómo
podría saberlo? Si algo deseaba Hermione en este momento era saber que quería
Draco de ella, aunque tenía una duda: ¿Si supiera lo que él quería, fuese lo que fuese
se lo daría?
La estrepitosa risa de Ron la sobresaltó sacándola al instante de sus pensamientos.
-¿Verdad que si Hermi?– dijo Luna.
-Yo, lo siento pero... no escuche– respondió la castaña.
Ron se tiró en un lado de ella- ¡El sol y la luna!– dijo entre risas.
-¡No te burles!– gritó Luna– Yo creo que es como una historia de amor, no lo se... Es
como si, el sol y la luna aprovecharan la oscuridad para hacer el amor...
Hermione casi se disloca el cuello al virarse para ver a la chica quien prosiguió:
-Son tan diferentes... Y al mismo tiempo son iguales, un amor prohibido pero que
existe...
El pelirrojo se acercó para besarla y le acarició la cabeza como si fuera una mascota:
-Mejor te llevo a tu cuarto...
-De acuerdo– aceptó ella y le sonrió a Hermione- ¡Hasta mañana Hermione!
La prefecta solo sonrió con desgano «Eclipse» Sol y luna, un acto de amor, oscuridad,
mentiras... «Se esconden para amarse»
Conocer el amor de los que amamos, es el fuego que alimenta la vida. Yo no hablo de
venganzas ni perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón...
Draco se paso una mano por el cabello y caminó lentamente hasta sentarse a los pies
de la cama, Pansy se incorporó mirando su espalda, él dejó la túnica en el suelo y
desabotono los puños de su camisa, no quería responderle... Aunque tarde o
temprano tenía que hacerlo ¿No?
La chica se puso de rodillas detrás de él depositándole un beso en la mejilla y le rodeo
el cuello con ambos brazos, él cerró los ojos y los recuerdos invadieron su mente de
manera tan maléfica que era casi torturante.
-Duerme en tu habitación– dijo Draco completamente impávido a sus caricias. Se puso
de pie y la miró arrodillada en la orilla de la cama con una clara muestra de decepción.
-Yo... quería dormir contigo...
-No estoy de humor Pansy, hasta mañana.
Se puso de pie para quitarse la camisa en un intento vano por dejar de pensarla.
Acostarse con ella era la magia mas maravillosa que había descubierto en toda su vida,
trago saliva al pensar que no duraría mucho, él se iría de Hogwarts y tal vez con él
tiempo ella lo olvidaría, se casaría, tendría hijos y lo seguiría despreciando el resto de
su vida ¿Y porque no pensaba en si mismo? Tal vez también se casaría o terminaría en
azkaban por tener “La marca tenebrosa”... Escucho la puerta mientras se
desabrochaba el cinturón.
Sonrió, no era Pansy. Maile se quedó estática al ver la musculosa espalda, el efecto fue
peor cuando el rubio se viro, por el cierre abierto se le veía el bulto en el bóxer
pequeño y gris, sus pectorales tenían un brillo extraño que solamente le podía dar el
sudor seco, el cabello esparcido por la frente acompañada de sus ojos claros... Era una
imagen tentadora para cualquier mortal femenina.
Draco volvió a sonreír, quien lo diría, siempre había querido que alguien lo extrañará o
le diera la bienvenida y ya lo tenia, aunque fuera solo... Una Cosa. Se puso en cuclillas
extendiendo los brazos y el gato subió a ellos aceptando el abrazo. Lo sostuvo con una
mano y caminó hasta el buró de tres cajones que estaba en un lado de su cama, del
cajón de en medio sacó un pequeño morral verde aterciopelado y sin revisarlo se lo
aventó a la chica que logró agarrarlo con una mano hábilmente, hizo un sonido
metálico y ella sonrió. Eran más de veinte galeones.
Ella asintió y dio media vuelta caminando a la puerta. El prefecto dejo al gato en la
cama y se sentó a su lado para desabrocharse las agujetas de los zapatos empolvados,
la chica abrió la puerta produciendo un chillido y la dejo entre abierta sin soltarla.
El gesto que el chico de ojos color gris hizo ante tal afirmación la hizo sonreír y sin decir
nada más salió procurando no hacer más ruido al cerrar la puerta. A él se le fue el
aliento y se tumbo en la cama rebotando unos segundos, ¿A caso sería tan obvio? La
sola respuesta lo aterraba. Cosa subió a su abdomen quedándose sentado sobre él,
levantó la cabeza para mirarlo.
Un rayo iluminó la ventana, el moreno se levantó y fue hacia el vitral para mirar la calle
solitaria y fría que le recordaba al abandonado pueblo de Canadá, solo que no, esta vez
no tenía ganas de recordar. Sabía que en cuanto la Gitana se curara Draco se desharía
de él, tenia que buscar una manera de permanecer a su lado.
-¡Mi amor!– gritó abalanzándose contra el chico y rodeándole el cuello cubrió sus
labios con los suyos.
Sean no respondió, mantuvo sus ojos abiertos ante la extraña sensación... su primer
beso y ni si quiera podía ver a quien se lo estaba entregando. Draco abrió la puerta del
baño de la cual salió un resplandor de luz amarilla, arqueo una ceja ante la amorfa
escena y sonrió con algo de picardía, con su varita dio un pase sordo y todas las velas
de la habitación se encendieron.
Ella sentía un nudo en la garganta ¿Cómo podía creerla tan superficial? Le había dado
todo de ella y lo único que él hacia era traer a otra cualquiera para ocupar su lugar...
Sin previo aviso la abofeteo haciéndola caer en el suelo para luego levantarla de los
hombros, en definitiva estaba furioso:
-No es una cualquiera... Y si no quieres que te mate mejor lárgate...
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Tal vez la única creatura que podía asemejar a Selena de Weasley era un ángel, todo
en ella era hermoso, hasta su voz de tono agudo y suave que usaba para entonar
canticos angelicales mientras cortaba las flores de jardín. Mis no podía dejar de mirarla
con una ligera chispa de rencor ¿Por qué tenía que se así?... Asomada por la ventana
de una de las habitaciones de la planta alta, sonrió cuando la rubia se viró para mirarla
y la saludo con un gesto de la mano. Selena no era tonta, sabía perfectamente que a
esa gitanilla le atraía su marido y claro que a él también le gustaba... Solo que el amor
de Ronald por ella era mucho mas fuerte que cualquier tipo de deseo que pudiese
sentir por alguna mujer ¿A quien le hacían daño los amigos platónicos?
Selena subía las escaleras mientras ellos caminaban, era extraño que una mujer tan
pálida estuviese tan llena de vida. Al unirse a ellos la rubia tosió de manera violenta
cubriéndose la boca con una pañuelo blanco y se sostuvo el pecho con dolor pero
inmediatamente sonrió.
Si, tenía algo extraño. La forma en que tosía dolorosamente, la melancolía de Ronald...
Como si nunca la fuese a ver. Estaba segura; Selena estaba enferma y seguramente no
era nada bueno. Llegaron hasta una habitación del otro lado de la casa que estaba
cerrada con cuatro candados de hierro forjado, Selena dio un pase con su varita y esto
se abrieron en cadena produciendo un sonido metálico y fuerte, el pelirrojo abrió la
puerta con una mano y le cedió el paso a Mir: Todo el oro estaba ahí, formando una
gran montaña brillante...
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Aunque era domingo, Hermione se levantó temprano así tendría tiempo de ducharse,
repasar sus notas, leer un rato y podría dedicarle el resto del día sus amigos... O a lo
que verdaderamente era importante, olvidándose de Malfoy, de sus caricias, de la
forma posesiva en que le rodeaba el vientre o la tomaba de la cintura, en como su piel
se estremecía...
-*¡Ya basta! ¡Deja de pensar en él!*- se reprochó a si misma. Entre mas quería
olvidarlo mas empezaba a recordarlo.
Puso su mente en blanco y dejó que la calidez del agua la relajara. EL día no tenía sol y
al parecer la mañana era fría, el vapor inundo el cuarto de baño... ¿Cómo esperaba
olvidar a Draco? Cada lugar del colegio estaba acompañado de un recuerdo de él,
incluso su misma piel estaba marcada por mordidas y besos. Sus ojos lagrimearon, al
recordar... Tal vez eso era lo único que podía quedarse con ella, los recuerdos, no tenía
su amor y no se sentía tan dueña de su cuerpo como antes, era igual: Al final, eso ni si
quiera importaba...
Su respiración era agitada y sentía como si corazón estaba a punto de estallar, recorrió
el pasillo oscuro que separaba la Sala común gryffindoriana del cuadro de la señora
gorda. La ventana estaba cubierta por un vapor frio y goteante, todo tenia su perfecto
orden, subió las escaleras de piedra hasta llegar a su puerta “Hermione Granger,
Prefecta de Gryffindor” una sonrisa maliciosa se dibujo en su rostro. Ahora le tocaba
hacerse la pregunta obligatoria «¿Qué estoy haciendo?» Sabiendo de antemano que
no obtendría respuesta, simplemente porque no la había...
Donde no hay lógica, no hay razón. Y donde no hay razón sobreabunda la locura... La
verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de
descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse
loca... Yo no creo que Draco estuviera falto de razón, puesto que en el amor siempre
hay algo de locura y en cada locura siempre hay algo de razón...
Salió del baño tranquilamente con una bata de baño de color rosa pálido atada
ceñidamente de su cintura, se cepillaba el cabello todavía húmedo. Al abrir la puerta el
vapor se escapo humedeciendo la habitación, al difumarse lo vio; estaba sentado en el
baúl que estaba a los pies de su cama con un semblante tan tranquilo solo comparable
con el de un condenado a muerte. En realidad que sabía ella de su dolor...
Entonces el paso del rubio se hizo mas fuerte, ella no le temía pero había algo dentro
de él que no le gustaba, era como una tristeza muy profunda que no podía evitar
sentir. Empujándolo a un lado corrió con los pies descalzos a la puerta, abriéndola solo
un poco para volverla a cerrar fuertemente y con rostro pálido se recargo en ella.
Draco la aprisiono con ambos brazos.
-¿Por qué no huyes Granger?– preguntó– Si tanto me odias, corre, grita...
Ella cerró los ojos mientras sus labios temblaban.
-¡Hermione!– gritaron del otro lado- ¿Estas despierta?– era la voz de Ron.
Harry dio tres golpes que retumbaron en la espalda de la castaña:
-¡Ya te vimos! ¡No te escondas!– grito Harry- ¿Por qué no nos quiere ver?
El pelirrojo se encogió de hombros.
Draco sonrió -¿A si que era eso?– le dijo– Bien, dejemos entrar a Potter...
- no, por lo que más quieras– suplicó la chica
-¿Hay alguien ahí dentro? –dijo Harry.
-¡No!– respondió la chica– Yo... solo... estoy cansada.
-Malfoy no es correcto– profirió la chica con un leve siseo de sus labios e intento
separarlo de ella poniéndole las manos en los hombros, pero el chico las retiro
pegándolas a la puerta a cada lado de su cabeza sin dejar de besarle el cuello.
-¡Hermi, quería saber como te fue con el eclipse!– dijo Harry
-¡Bien! ¡Bien...mmm... si, muy bien!
El rubio no había cedido pero ella ya no se resistía, al menos no con tanto aplomo,
desabrocho el nudo de la bata y atrajo su cuerpo caliente de la cintura, la piel entera
de Hermione lo enloquecía, le recorrió el cuerpo con las manos solo pensando en lo
perfecta que la consideraba. Por eso no podía estar con Pansy después de ella,
simplemente porque la necesitaba, si era amor o no, era lo que menos le importaba.
La contemplo entera, tenía los pezones erectos por la reciente excitación, no había
suficiente dinero en el mundo que permitiera a un hombre gozar de tanta belleza.
Draco fue bajando lentamente hasta arrodillarse frente a ella la sujetó con delicadeza
por las caderas y le besó el vientre. Hermione le acarició el pelo con los dedos,
ligeramente asombrada de no sentir miedo. El chico deslizó sus manos hacia su trasero
y sus labios rozaron la parte superior de su vello púbico. Ella sintió cómo su cálido
aliento penetraba deliciosamente en su centro más sensible y gimió de deseo,
totalmente húmeda entre los muslos aunque su piel se estaba secando tras el baño.
Hizo un esfuerzo por mantener la cordura, consciente de que era una batalla perdida.
-¡Como que te tocó hacer equipo con Malfoy!– gritó Harry, pues mientras la prefecta
se derretía de placer, Ron y él hablaban afuera- ¡TE hizo algo el muy imbécil!
-he... No, no... ¡Ah, Malfoy!– gritó con un Gemido.
-Pobrecita, tiene gritar su nombre del coraje que le da– dijo Ron- ¿Mejor vámonos no?
-¡Hermi vamos a desayunar! ¡Nos vemos mas tarde!– dijo Harry.
-¡Si... Oh si!
Los chicos se fueron pensando en “El castigo” que pasaba la “Pobre” de Hermione al
tener que soportar a Draco tanto tiempo solo por ser prefecta.
-No hagas esto por lo que mas quieras– dijo ella débilmente.
-no quiero hacerlo Granger– le acariciaba el vientre con los labios– Déjame
saborearte...
Sin aguardar a obtener su permiso, Draco hundió la cabeza y le dio un atrevido beso en
el montículo haciéndola gemir. La tocó suavemente con el pulgar y luego la acarició
ejerciendo más presión, y justo cuando ella pensaba que no iba a poder soportar tanto
placer, el Slytherin siguió con la lengua. Ella ahogó una exclamación, extasiada.
Su beso erótico se volvió cada vez más profundo, recorriendo delicadamente su
pequeña y rígida protuberancia con la lengua. Ella deslizó los dedos entre su tupido
cabello claro en un violento arrebato de deseo y se serenó aferrándose a sus grandes
hombros, resbaladizos por el vapor.
Entonces Hermione desfalleció sobre el suelo, Draco se coloco en medio de sus piernas
y se saco el sweater negro aventándolo a un lado, la chica lo miraba, desabrocho sus
pantalones y bajó su ropa interior para quedar tan desnudo como ella. Luego se movió
entre sus piernas separadas e introdujo su lengua profundamente, La acarició primero
con la mano abierta e introdujo un dedo en su interior y gimió contra su vientre. Subió
hasta su oído sintiendo su cuerpo estallar.
Sin pensarlo dos veces ella obedeció deslizando sus manos por todo su cuerpo y
termino sosteniendo su erección aterciopelada acariciándola lentamente, todo
pensamiento se elevó y desapareció como una bandada de pájaros inquietos cuando él
introdujo dos dedos en su cavidad hasta que sus gemidos se convirtieron en gritos
salvajes en un progresivo crescendo. Se movió con él, haciéndose el amor con las
manos mutuamente, echando hacia atrás la cabeza, agarrándose a su miembro,
notando la inminente tormenta que se abría paso en su interior. Una intensa alegría la
invadió y sintió un escozor en el mismísimo cuero cabelludo. Los estremecimientos de
placer la sacudieron, y a continuación el estallido de gozo la atravesó como un
relámpago, cegándola con aquella gloriosa sensación. Hermione jadeó en estado de
delirio, y estuvo a punto de desplomarse sobre los hombros de Draco cuando él
absorbió su lluvia hasta que todas sus fuerzas la abandonaron, dejándola débil y
temblorosa. Se aferró a él porque estaba muy lejos de acabar
Carolina esperaba a Harry con una mano extendida en la salida de la sala común, el
azabache le sonrió tristemente en cuanto la miró con una blusa ceñida del pecho pero
holgada del vientre de color azul rey, se veía preciosa con su cabello largo, lacio y
suelto además de las mejillas sonrosadas. Le dio un beso en la mejilla y se miraron
fijamente.
No hubo sonido algunos por unos segundos, hasta que un grito desgarrador la tiró al
suelo.
El delito de los que nos engañan no está en el engaño, sino en que ya no nos dejan
soñar que no nos engañarán nunca.
Harry lo miró. Sus ojos brillaron humedeciéndose al instante con una sonrisa
involuntaria que escapo, nunca había visto algo tan hermoso, para la chica fue lo
mismo, Arthur se lo había dicho «Antes de hacer cualquier cosa te recomiendo que
mires a tu hijo y si después te quieres deshacer de él te comprenderé...» Como había
pensado en no tenerlo, ambos jóvenes se miraron mutuamente con una chispa
extraña de alegría.
Ella se quedo muda, ¿Era tan obvio que todo su pesar se debía a Draco? Miro un punto
fijo en el césped y de su boca exhalo un aire frio que salió en forma de humo blanco, se
acomodó la bufanda echándola para atrás de su cuello sin decir una sola palabra,
Blaise se encogió de hombros, no iba a rogarle que hablara, de todas maneras no
estaba de humor para escucharla.
-Mira– dijo el moreno señalando con la cabeza– hablando del rey de Roma.
La Slytherin desvió la mirada mientras su novio se acercaba a ella.
-Vamos Pansy, eres la reina... Confórmate con eso.
Se gano una mirada asesina –Nunca Blaise.
-¿Qué vas a hacer? ¿Matar a todas las chicas que les guste Malfoy?
Ella sonrió- ¿Por qué no?...
La castaña traía un racimo de uvas verdes en una mano y con la otra las arrancaba
cuidadosamente. Ron y Harry la miraron intrigados por tal acto, ella tomo asiento
frente al lago como siempre y ni si quiera se percató de que sus amigos la miraban
murmurando cosas que no entendía.
Luna llegó sentándose inmediatamente atrás del pelirrojo para rodearlo con sus
piernas, el chico viró su rostro para besarla y volvió a fijar su vista en la castaña, al
instante las mejillas de ella se encendieron, ahora que lo pensaba ¿Por qué estaba
comiendo uvas? Nunca le habían gustado...
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«27 de enero del año de 1849»
Ronald había regresado a su trabajo en San Mungo, estaba acostado a lo largo de una
banca de cemento frente a un gran árbol sin hojas lo que le daba paso a el sol, la
mañana era fría como siempre y él no podía contener las inmensas ganas de llorar.
Una sombra le impidió el reflejo cálido, sin abrir lo ojos supo que se trataba de Draco.
-Esta empeorando... Cada día me dice que se siente mejor, pero no... No hay cura...
-Lo siento... ¿Cómo se llama eso?
-Tisis, en la última etapa toserá sangre... será el final– levanto el rostro para sonreírle a
Draco- ¿Y Hermione?
-Inconsciente. A veces pienso si en realidad quiero que despierte.
Ronald le palmeo el hombro –Voy a comprar la mansión que está al oeste en Wiltshire.
-Ahora puedes hacerlo Ron...
-¿Quieres vivir conmigo?
El rubio lo miró- ¿Cómo?
-Bueno, es muy grande y... nuestras dos familias pueden vivir juntas...
-¿Y en la noche vas a engañar a Selena metiéndote a mi cuarto?
El pelirrojo le golpeo el hombro- ¿Quieres vivir con nosotros o no?
-mmm... no lo se– se fingió pensativo– te voy a dar el placer de mi compañía
Weasley...
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-¡Weasley!– le gritaron.
Ronald se dio media vuelta con un semblante exasperado:
-¿Qué quieres Malfoy?
Hubo algo familiar en aquella respuesta, algo cálido que ninguno de los dos entendió.
Ron apretó los puños y sin decir nada mas intentó golpear al chico, solo que Luna se lo
impidió. Con un grito de espanto la rubia corrió hasta él para desviar el golpe.
Draco hizo un gesto amargo cerrando los ojos para respirar profundamente
¿Considerarse afortunado? Que estupidez, algo dentro de él se movió completamente
como si ese “Algo” lo incitara a estar cerca de la comadreja, odiaba ese sentimiento
que le provocaba un vació tan terrible que lograba confundirlo. Antes de desaparecer
Ronald se viró sobre su hombro y entablo contacto visual con Draco, sintió el instinto
de sonreírle, sentimiento que contrastaba gravemente con las ganas de asesinarlo...
Las palabras están llenas de falsedad o de arte; la mirada es el lenguaje del corazón...
Ginny lloraba recargada en uno de los pasillos, los brotes cristalinos humedecían sus
mejillas sin poder evitarlo ¿Ahora que? ¿Qué iba a decirle? Ya no podía mas con el
sentimiento de tristeza que se agolpaba en su pecho, como odiaba eso, sentir que
odiaba a Harry querer aborrecerlo con todo su corazón y en el fondo no poderlo odiar
¿Ahora que?
Una desilusión inmensa cubrió los ojos de la pelirroja, como si el truco de magia
hubiera sido revelado sin el menor de los encantos. Cerró los ojos aspirando con la
boca, ella estaba embarazada ¿De Harry?... Su imaginación la llevo a pensar que tal vez
esta ocasión haría lo mismo que con ella...
-¿Vas a tenerlo?
Asintió– Pensaba en que no... Pero... lo vimos y...
-¿Vimos? ¿Harry lo sabe?
-Si, fuimos juntos a verlo...– sonrió– es bellísimo y él quiere que lo tenga.
Al paso del tiempo he aprendido varias lecciones, una de ellas es que hay dos cosas
infinitas: El universo y la estupidez... aunque del universo sigo dudando.
Cuando la edad enfría la sangre y los placeres son cosa del pasado, el recuerdo más
querido sigue siendo el último, y nuestra evocación más dulce, la del primer beso
Lo que estaba diciendo era verdad, no quería atreverse a hacerlo porque sabía
perfectamente que ellos no tenían nada en común mas que un hechizo y un odio
mutuo que no desaparecía. El mañana no existía en esa locura estúpida a la que no
podían llamarle amor porque simplemente ni si quiera ellos sabían lo que era. Una
lágrima escapó involuntariamente de los ojos de la chica, no pudo evitar aferrarse a su
espalda para seguir sollozando.
La gryffindor asintió, si él no quería saber nada de ella, ella no se opondría a tal hecho.
Se liberó de sus cálidos brazos y caminó de vuelta al castillo, pero Draco no quería
perderla, en verdad no lo deseaba. Lo que él quería era conservarla a su lado, solo que
en esas condiciones era casi tan imposible como ver el sol de noche.
El chico estaba de nuevo muy cerca de ella, no sabia como hacia para acercarse tanto
sin darse cuenta, le tomo las manos llevándolas a rodear su cuello para luego sujetarla
de la cintura dejando que sus alientos se mezclaran a tan poca distancia, las nubes
descubrieron la luna y todo fue iluminado por un reflejo azul.
-No me importa el plan de la vida Granger. Mi único plan es amarte cada vez que
quiero, cada vez que quieres, cada vez que podamos, no importa cómo, no importa
dónde, no importa la razón; no siempre hay una razón para cada cosa.
-¿Eso será suficiente?
-Entiende Hermione: Antes de amarnos no hay nada que nos una, después de amarnos
tampoco, así de simple; lo único que quiero de ti es que me ames, con toda la
profundidad del mar, con todo el vuelo de los pájaros, con toda la sensualidad de la
vida, no quiero otra cosa ni creo que me puedas dar otra cosa; si estás de acuerdo,
seguimos adelante.
Sin decir nada mas se besaron, ese era el pacto: No lastimarse. La única regla impuesta
era solo necesitarse sin la necesidad de amarse. Hermione disfruto los labios del rubio
lentamente sintiéndose desfallecer entre sus brazos ante el contacto de su torso duro
contra ella. La idea de mantener una relación superficial era demasiado tonta, porque
nada que estuviera dentro de ellos era así...
Lo extraño de las relaciones ilícitas es que se tienen que poner reglas que de ser dos
novios formales no existirían, aun mas extraño es la forma tan cándida en que
terminan rompiendo lo acordado. Bien es cierto que solo el que conoce las reglas
puede tener derecho a romperlas...
Draco volvió a su sala común, Pansy como siempre lo esperaba, con los pies recogidos
sobre el sofá y un semblante tranquilo, era obvio que si él no se había acostado con
ella ayer lo haría esa noche, pues así funcionaba. En cuanto entró se fijo en esa silueta
de mujer perfecta que cada noche lo aguardaba dispuesta a soportarlo.
-¿Dónde estabas?
-Podría decirte tantas mentiras...– dijo Draco y sonrió –algunas tontas, otras no tanto...
otras piadosas y las ultimas muy lindas y algunas mas para quedar bien... Y tu igual que
siempre me creerías... porque me amas.
Caminó hasta el sofá y se sentó a su lado. Viró un poco su rostro para que la chica
alcanzara a ver su perfil, él quería mirarla a la cara, solo que de verdad no le apetecía.
La Slytherin encogió las rodillas abrazándolas a la espera que el continuara.
Se puso de pie con los brazos cruzados sobre el pecho y la barbilla en alto:
-Pero esta vez... sinceramente... quiero que sepas, que te fui infiel.– le declaró.
Los ojos de Pansy se humedecieron, los de Draco también.
-¿Qué hice Draco?– dijo ella.
Él sonrió– puedo decirte que fue tan solo una aventura de mi cuerpo, que fui una
victima del frío de la noche, que al fin y al cabo... soy un hombre como tantos... –dijo y
se estiró los cabellos con amabas manos– ¡Puedo decirte tantas mentiras!– gritó al fin–
Pero no... Esta vez, sinceramente... quiero que sepas...– levantó la cara para mirarla a
los ojos– que me enamoré.
Los robles formaban un circulo oscuro que solo era iluminado por apenas el leve
reflejo del cuarto menguante. Miro en todas direcciones y a pesar de no ver a nadie
supo que era el lugar correcto así que se arrodillo. La sangre le palpito en los oídos al
instante en que lo hizo, ya no había marcha atrás. De pronto quince encapuchados con
mascaras de hierro aparecieron de la nada haciendo un circulo perfecto a su alrededor
y frente a ella sentado en algo muy parecido a un trono casi corroído apareció él...
Aquel que no debe ser nombrado.
El señor oscuro sonrió mostrando su dentadura blanca con colmillos afilados y sin
ninguna división notable entre sus dientes, el miedo de su nuevo discípulo le llegaba a
los huesos haciéndolo sentir el ser más supremo en la tierra... tal vez lo era.
No se levantó, solo la miraba despectivamente sin borrar una media sonrisa que
estaba impregnada en su rostro. La chica no supo si lo había escuchado o no, pero su
voz le retumbó en los oídos de una forma tan grave y parecida a un siseo. La piel se le
erizó y tuvo que abrir la boca para seguir respirando, un nudo se le atravesó en la
garganta mientras se ponía en pie con la cabeza abajo.
Él se puso de pie, era mucho mas alto que ella y con un movimiento de su mano
provocó un viento helado que hizo la capucha hacia atrás. Era hermosa, con su corto
cabello y sus facciones eran las de una niña delicada, pero él sabia que no lo era pues
lo que tenía dentro estaba muy lejos de asemejarse a inocencia infantil.
Sacó su varita dando tres pasos a ella con la cabeza muy en alto y le levantó el rostro
con la punta de esta, cuando Pansy lo miró a la cara la sonrisa de él se hizo mas amplia.
Los ojos de la Slytherin estaban llenos de lágrimas contenidas, por Merlín que tenía
miedo.
-Mi señor...– profesó la chica casi sin voz volviendo a agachar la cabeza.
Aquel que no debe ser nombrado respondió con una risa- ¿Por qué has venido hoy
hasta mí?
-Quiero... servirle...
-Descúbrete– ordenó.
Así lo hizo; su torso quedo semidesnudo pues no traía nada encima además del sostén
blanco y la falda escolar que le tapaba el ombligo. Levantó de nuevo su rostro sin
mirarlo a la cara cosa que al señor tenebroso le agradó demasiado, era altiva pero no
tanto como para ponerse sobre él. Nagini se escurrió entre sus pies con un siseo que
no la exalto en lo mas mínimo.
Sin aviso previó descargo un hechizó en su cuerpo. Una luz verdosa emanó de la varita
de Lord Voldemort y la hizo caer al suelo húmedo del bosque prohibido, se retorció de
dolor ante la sensación de tener el brazo dentro de una hoguera, las lágrimas
contenidas salieron de sus ojos, el sudor se le apoderó de la frente y un choque de
electricidad le recorrió la espina dorsal como si estuvieran destrozándole las
vertebras.
Después de varios segundos de dolor que le resultaron una eternidad quedó de frente
contra el fango, las lagrimas seguían saliendo a pesar de que el dolor disminuyera de
forma gradual y ya no la quemaba, la sangre fluía a una velocidad impresionante
debajo de su piel. Apoyando las manos en el suelo se puso de rodillas lentamente
sintiéndolo a su espalda, Lord Voldemort estaba de pie detrás de ella.
-Eres hermosa, tienes la sangre más pura que haya visto en mi vida, eres la creatura
más perfecta que pueda existir y dentro de ti hay algo que palpita venganza...
Pansy sonrió.
Ella había amado demasiado a mí... A Draco, como para darse el lujo de no odiarlo;
Solo quien ha amado con todas sus tiene el derecho de odiar...
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«29 de enero del año de 1849»
Compraron una mansión nueva al oeste de Inglaterra, en Wiltshire. Era nueva, tenía
olor a pintura fresca, los muebles aun estaban tapados con sabanas blancas y el piso
brillaba reflejándolos casi tanto como un espejo. A simple vista no miraban sus
horizontes, la vegetación era fresca y había cientos de rosas que perfumaban toda el
área. Era el lugar mas feliz que su pudiera ver en mucho tiempo.
Ronald y Draco tenía la ilusión de ser ricos y ahora vivirían juntos, tendrían hijos y sería
seguramente la “gran familia feliz”... Sin embargo a pesar de tofo los ojos del joven
pelirrojo se nublaban al ver como si esposa no podía cargar una simple caja con sus
lánguidas y pálidas manos.
-¡Doctor Weasley! ¡Lo necesitamos!– gritó uno de los cirujanos que arrastraba la
camilla que acababa de pasar.
Ronald entonces tragando saliva la soltó lentamente y sin decirse nada caminó detrás
del equipo. La rubia lo miró sosteniendo la bandeja contra su pecho y fijándose en
como la bata blanca ondeaba a su paso fuerte y decidido.
Desde entonces ambos se robaron el sueño mutuo y cuando lo conciliaban era solo
para verse en secreto dentro de la fantasía de Morfeo. Los días siguientes se buscaron
entre los jardines, calles y quirófanos con las miradas, encontrándose sin hallarse. Uno
de tantos ella lo miró y la mirada le correspondió, Ronald supo al instante que la vida
le había regalado una compañera para sus juegos...
-No deberíamos seguir haciendo esto...– le susurró ella con voz aguda y ronca.
Algo dentro de él se derritió lentamente, era como una invitación a seguir sin
esconderse... se dio por enterado que estaba enamorado de ese precioso ángel...
El moreno bajó con las manos en los bolsillos y una media sonrisa bastante extraña
que denotaba una completa intranquilidad. Draco se acercó hasta el recargándose en
la barandilla de las escaleras, Sean se veía extraño sin la toga negra que usaba como
sacerdote, traía puesto un pantalón negro y una camiseta azul.
El chico solo miró el techo y subió de nuevo las escaleras. No respondió, por lo que el
moreno supo que lo había hecho dudar. Draco sabía que nunca sería más que Ron y no
quería serlo... Pero tal vez... No, era su hermano, su único amigo, la única persona en
la que confiaba.
Mi... Draco, siempre ha adorado la traición pero odia al traidor ¿Quién lo diría?... Si hay
algo que ningún Malfoy soporta es verse traicionado.
La puesta de sol entró por las ventanas. Sean estaba en la que sería su habitación, miro
la ventana a su izquierda cubierta por una delgada cortina blanca y se sintió miserable,
la noche estaba a punto de llegar una vez mas, respiro profundamente y se quito la
camiseta azul...
Sean no dudó un solo momento en corresponder a ese beso que tanto necesitaba.
Nunca había sentido las caricias de una mujer y ahora esta se le ofrecía en bandeja de
plata sin razón alguna. La levando a su altura y la pelirroja lo envolvió con sus piernas.
Fue llevándola a la cama donde desesperadamente la siguió besando, Ginebra le
revolvía los cabellos con ansias, alzó la cabeza dejando expuesto el cuello, el moreno
aprovecho para bajar besándola húmedamente al tiempo que se colocaba entre sus
muslos.
El chico la arrastro de la muñeca hasta una clase vacía, en cuanto estuvieron dentro la
estampo contra la puerta sosteniéndola de una manera mas que bruta.
-¡Tu eres el que le hace las bromas a la profesora Mcgonagal!– grito la pelirroja.
-Eso a ti no te interesa enana estúpida.– dijo el Slytherin riendo.
-No lo voy a permitir...
-¿Y que vas a hacer? ¿Ir a llorar con la comadreja mayor?... O no, ya se... le dirás a tu
amado Potter.
Había que aceptar algo; era una simple y pobretona comadreja... Pero el aplomo con el
que lo afrontaba era digno de admiración. Tenia los labios más rojos y deseables que le
hubiera visto en toda su vida y ver esos oscuros ojos azules que despedían fuego lo
hizo temblar y ella lo sintió.
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Él no le respondió, ¿Cómo que estaba enamorado?... Las palabras que habían salido de
su boca hace minutos no eran algo que hubiese planeado. Sabia que debía negar ese
estúpido y absurdo sentimiento.
Abrió los ojos repentinamente, estaba demasiado agitado... «Eres un idiota... El amor
no existe ¡Porque no lo entiendes!»... Pansy no había reaccionado nada bien y no es
que esperara otra cosa, por primera vez estaba asustado, sentía ganas de llorar... Pero
los hombres no lloran, o al menos lo que quedaba de ese hombre, ella se lo había
llevado todo, era papilla en sus manos. No podía saberlo, Hermione no debía sabes
cuan vulnerable lo volvía cada una de sus caricias, los roces accidentales cuando
pasaban el uno muy cerca del otro y la multitud parecía empujarlos el uno al otro.
Tomo asiento y la cabeza le dio vueltas extrañamente, sin darle mas importancia se
puso de pie en cuanto un espasmo le sacudió el estomago corrió al baño.
-¿Draco?... Perdón que me meta, solo vine por Cosa– Maile entró a la habitación, tocó
la puerta del baño un par de veces- ¿Escuchaste lo que dije?... ¿Malfoy?
El rubio estaba inclinado en el retrete devolviendo el estomago.
-¡Por Merlín Draco! ¡Que tienes!
Draco se levantó a medias, estaba temblando, jaló la palanca y fue hacia el lavabo. Se
mojó la cara y tomo un poco de agua, al mirarse al espejo vio su propio reflejo de
manera borrosa.
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«30 de enero del año de 1849»
El día fue agitado, lleno de preparativos; los jardines fueron arreglados, los pisos
limpiados y la servidumbre contratada. Draco había supervisado personalmente cada
arreglo de la casa, quería un espacio lleno de rosas, pues solo pensaba en que
Hermione lo viera. Ron por otro lado había pasado todo el día recorriendo los rincones
de la mansión Malfoy con su esposa que cada vez tosía mas violentamente y temblaba.
Mir, suspirando; a veces caminaba detrás de ellos, otras simplemente los observaba
desde las ventanas y todo el mundo se le iluminaba con diez segundos que el pelirrojo
le dedicaba distraídamente... Sean, planeaba, observaba... si, eso hasta que llegaba
Ginebra a interrumpirlo con provocaciones eróticas por las cuales terminaban
enredados en la biblioteca, el jardín, el baño o la cocina... El día fu agitado.
La tarde fue simple; Ronald, Luna y Draco habían hecho un día de campo en el primer
jardín que estuvo listo.
Su habitación era la más hermosa de toda la casa, se había esmerado en que así fuera.
Ciertamente verla en su estado de inconsciencia lo único que hacía era deprimirlo, así
que lo evitaba, pues sabía que si algún día no despertaba lo único que podría hacer era
morir a su lado.
Despertó. En medió de una habitación oscura abrió los ojos repentinamente, luchando
contra el inmenso deseo de quedarse dormida. Su respiración estaba agitada y la
pupila se le dilató al instante, no pensó en nada, al instante lo primero que hizo fue
incorporarse completamente, poco a poco se sentó en borde de la cama sintiendo los
latidos de su corazón en los oídos. A ciegas encontró unas zapatillas y notó que traía
puesto un camisón rosado.
-¿Hermione?– preguntó.
No era posible. ¡Estaba ahí! ¡De pie! ¡Viva!... La castaña levanto el rostro al oírle, su
voz: Draco Malfoy. No había sido un sueño de su inconsciencia, de verdad lo había
conocido. Se viró con lentitud, las lágrimas se desbordaron.
Los ojos del chico se humedecieron al mirarla al fin con el tono rosado en sus mejillas,
no supo que hacer, como reaccionar, había esperado tanto ese día que ni si quiera
notó como se estaba acercando.
El chico tiró la caja de madera que traía en las manos y avanzó a ella. La gitana se
apresuró a tomar uno de los cuchillos que estaba a su espalda y aun con las lágrimas
rodándole por las mejillas abrió la boca sin poder evitar tragar algunas.
-Tranquila...
-Porque, estoy, aquí...– dijo pausadamente apretando los dientes.
-Estás asustada, lo entiendo. No temas... Baja eso y hablaremos.
-¡No me digas que hacer!– Gritó de pronto y apretó con mas fuerza el cuchillo, esta vez
su pecho estaba mas agitado exhalando violentamente– Te vi... vi lo que haces... ¿Qué
clase de fenómeno eres?
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Sin saber porque desde aquella noche había empezado a desearla... si; Blaise Zabini
deseaba a la comadreja pobretona. Ese beso había encendido algo en él, tal vez era el
reto: ella sentía que nunca caería ante él y sin embargo ahí estaba ahora, pegada a la
pared con todo el cuerpo del chico sobre ella.
Ginny anhelaba una caricia. Para Harry tal vez ya no valía nada, entonces que mas daba
de quien proviniera ese gesto de importancia ¿Y si era Zabini?... A quien le importaría.
La pelirroja levantó la mirada para encontrarse con los ojos oscuros del chico y sin
decir nada levanto el rostro y cerró los ojos, era una clara invitación.
Blaise sonrió ampliamente, creía que ella estaba “rendida” a sus pies como cualquier
otra, solo que no sabia que la única razón por la que ella permitiría aquella desgracia
sería muy diferente a cualquier cosa que pudiera imaginarse... el único hundido en ese
juego sería él, aunque ambos acabarían perdiendo. Sin esperar mas la besó, esta vez
no fue a la fuerza y ninguno de los dos se resistió a lo que probablemente sería el inicio
de una nueva tragedia.
La calidez de sus labios resultaba extraordinaria, ella jamás pensó que alguien la
pudiera besar así, al chico le dio vueltas el mundo entero cuando ella lo tomó de la
nuca aferrándolos a ella, nadie lo había tocado así nunca.
Siguió su camino tranquilamente. Draco sonrió, parecía en realidad que solo era un
juego... Pero que extraño, el había empezado jugando y ahora todas las circunstancias
jugaban con él, lo peor de todo era que las apuestas corrían en su contra, recargo la
cabeza en el muro y suspiro hondamente, podría desear que aquel siniestro juego
terminará, solo que... no estaba seguro de quererlo.
Se miraron fijamente, ambos tenían el rostro sereno y una media sonrisa en el mismo.
Así recargados en la pared sin decir una sola palabra compartía un momento
demasiado íntimo del que seguramente casi ninguna pareja podría gozar, solo ellos.
Era un contacto casi tan erótico como hacer el amor.
Ella tragó saliva tratando de tranquilizar a Harry. El moreno se airaba demasiado tan
solo al recordar todas las veces que Malfoy los había humillado, le había llamado
“Cabeza rajada” “Cegatón” o cualquier estupidez que se le ocurriera... Apretó los
puños y dientes, tal vez solo era que necesitaba desquitarse con alguien.
-La paternidad no te siente bien– dijo Luna.
Los tres gryffindor la miraron con espanto, en especial Hermione y Ron.
Después de un largo discurso lleno de “no importa” y “juro que se lo que hago”
Hermione decidió seguir con sus clases. ¿Pero que se creía Harry?...Ahora pensaba en
la pobre de Ginny, no se habían hablado desde que descubrió lo de Malfoy... ¿Por qué
de alguna manera siempre terminaba recordando a ese? Suspiro y abrió el cuaderno
de notas para revisa por enésima vez su perfecto ensayo.
Como un zombi Hermione lo siguió, él la tomaba de la mano y sin decir nada mas la
arrastró hasta una clase vacía. Llegaron hasta el escritorio donde Draco la hecho para
atrás y se monto sobre ella, el corazón de la chica latió a una velocidad impresionante
cuando la besó, sus lenguas se encontraron por primera vez en mucho tiempo, ambos
exhalaban por la nariz agitadamente.... Hasta que estrujaron la puerta.
-Lo mejor será irnos.– dijo sosteniéndose el pecho, él no respondió- ¿Me escuchaste?–
Insistió.
Cuando viró su rostro se encontró con el de Draco que estaba demasiado cerca de ella.
El Slytherin le depositó un beso detrás del oído y la viró para recargarla en uno de los
“muros” de madera y la tomó de la cadera.
-Si piensan asustarme para que te deje... eso nunca nadie lo podrá lograr– susurraba
con voz ronca mientras la besaba– Yo seré tu dueño aunque no lo quieras.
Se miraron a los ojos ¿Qué tan cierto era?... Sin decir nada mas se besaron de nuevo
lentamente. Draco la levanto por detrás y las piernas de ella lo envolvieron, una risa
pequeña escapo de la boca de ambos cuando Hermione se golpeo la cabeza con el
“techo” del closet, pero eso no les impidió seguir. Ella le desabotonó la camisa
lentamente paseando las manos por todo su torso. A él lo volvía loco su cintura, la
tocaba toda por encima de la blusa y metía sus manos debajo de esta para acariciarle
la espalda...
Sonríe– Es extraño, muy extraño... Cada día los miró y pienso que deberían estar a
cada lado del planeta sin saber que el otro existe... ¿A caso no sabían que desde el día
en que nacieron estaban condenados a odiarse? Una pasión así, no se puede ocultar
¿Cómo lo lograban?
En clase de transformaciones tuvieron que compartir una mesa de trabajo, ante todos
parecía que estaban lo mas lejos posible el uno del otro, cada uno haciendo
afanosamente su ensayo... si, eso en apariencia; pero por debajo de la mesa todo
cambiaba, él acariciaba el muslo de la castaña hasta llegar a su entrepierna, ella hacia
lo mismo con su torso y espalda... y el juego duró toda la clase...
Cuando el sol cedió pintando de naranja todos los horizontes se escurrieron hasta el
lago. A orillas del bosque prohibido jugaron. Hermione recordó haber mirado alguna
vez a Draco haciendo burbujas de jabón para Pansy y eso la entristeció, sus ojos se
llenaron de un recuerdo amargo que fue disuelto por los labios de él... Ese era el pacto.
Al parecer ese había sido... Cada vez que estaban juntos no hablaban de nada que no
fuese ellos mismos y el momento en el que vivían, sin amigos, sin escuela, sin
hechizo... Solo juntos, así tal vez no se lastimaban. Draco solo quería amarla cada vez
que pudiera, sin preguntas que al fin y al cabo no tenían respuesta.
Sin decir nada se desnudaron el uno al otro y lentamente se metieron en el lago hasta
que el agua les llego hasta el cuello, sonrieron al darse cuenta de la estupidez que
estaba haciendo, después de todo no era tonto tener sexo en el lago, era tonto
simplemente tenerlo... ¿Antes de amarse no había nada? ¿Después de amarse
tampoco? Pues al parecer ellos no estaban de acuerdo, había algo mas que los unía, no
era solo el hecho de que al momento de estar juntos dejaban de sentirse en su propia
carne para ser uno solo. En ese instante de plenitud era donde no había odio ni amor,
no había nada mas que un sentimiento que creaban con la mezcla de sus seres ¿Qué
era ese sentimiento?... No tenían idea, pero era algo tan inimaginable, fuera de la
carne humana que jamás habían experimentado.
La hermosa pero sombría Slytherin se puso de pie acomodando su pequeña falda que
dejaba al descubierto gran parte de sus perfectas y bien torneadas piernas. Se arrodillo
ante Blaise que estaba sentado en el sillón reclinable y sonrió.
Draco entró silbando a la sala común donde ellos dos discutían, los miró y ellos se
miraron. Pansy sintió que algo dentro de ella se estremecía con la presencia del rubio,
algo hacia ella había cambiado; ya no era la manera tierna y protectora con la que
alguna vez le dijo que era la mujer mas hermosa del mundo. Tal vez no la veía con
desprecio pero tampoco con simpatía... había sido su mejor amiga, su confidente...
ahora no era nada.
El chico saludó con la cabeza dibujando una media sonrisa y fue directo a su
habitación. La Slytherin apretó los dientes y de su boca salieron algunas burbujas
parecidas a la rabia que se deslizaron hasta el suelo, luego ella se derrumbo de rodillas
llorando amargamente.
Todo lo que se hace por amor; Está más allá del bien y del mal.
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«30 de enero del año de 1849»
Lloraba...
Mir la abrazaba tiernamente sin decirle una sola palabra que en el fondo sabía que
podría confundirle. La gitana miró por la ventana oscura y suspiró profundamente, la
verdad es que nunca la había visto así. Hermione jadeaba compulsivamente al no
poder controlarse. La castaña no tenía la menor idea de que había estado pasando,
todo lo que podía recordar era a Draco haciendo algo sumamente extraño como si
fuera brujería ¿Qué era?... No tenía la menor idea y no quería saberlo.
Después de unos minutos mas, logró tranquilizarse y miró a su amiga, dio gracias en
ese momento de que ella estuviese a su lado. La miró a los ojos extrañada de
encontrarla tan tranquila... Bueno, Mir siempre había sido demasiado extraña, con su
“magia” y sus dones para adivinar sentimientos y ver el futuro, pero aún así no había
lógica en nada de lo que estaba ocurriendo. Por primera vez examinó la habitación en
la que se encontraba; era blanca y espaciosa, toda la madera tenía un aroma fresco de
pino, la cama era grande y suave completamente con ajuar blanco...
-No son fenómenos Hermione.– susurró Mir.
La castaña levantó la vista- ¿Qué esta pasando?... Son...
-Son magos.
-¡Mir, por Dios!– se crispó la chica- ¡Podrían ser peligrosos!
La gitana se levantó de la cama- ¡Como te atreves a decir eso! ¡Arriesgaron su vida por
nosotras! ¡Simples muggles que no valemos nada en sus vidas!
-¡MUGGLES! ¡Que demonios es eso!
Mir sonrió– Así les dicen a las personas sin magia... muggles...
Hermione la miró completamente incrédula– Te acostumbraste a ellos... Siempre
fuiste demasiado extraña... Pero esto es el colmo, hasta para ti ¿No lo entiendes? No
pertenecemos aquí.
-¡Huy! ¡Eres una testaruda!– caminó hasta sentarse en el borde de la cama junto a la
castaña– Hermione... Son maravillosos, hacen cosas increíbles con su varita y...
-¿Su varita?– dijo con un tono sardónico.
-Si, VARITA– enfatizó– Draco... él, de verdad te quiere...
Ella se puso de pie violentamente– No me importa.– sonrió
La puerta rechinó lentamente mientras la abrían con cautela, amabas gitanas miraron
al ángel que asomaba la cabeza por ella, Hermione no tuvo la menor idea de quien
podría ser aquella mística mujer. Selena traía una bandeja en manos con un coctel de
frutas, entró con una amplia y tranquila sonrisa que recordaba las maneras de una
madre, dejó la cena en un baúl que estaba al pie de la cama y cruzo las manos sobre su
vientre.
Sin decir otra cosa se acercó a ella y la envolvió en un cálido abrazo, Hermione no pudo
evitar aferrarse a ella con fuerza y derramar todas las lágrimas que le quedaban.
Selena sonrió cerrando los ojos y frotándole la espalda suavemente.
-Ya mi niña... todo saldrá bien... No somos “fenómenos”, somos personas normales
Hermione– la miró a los ojos– Con la diferencia que tenemos un don maravilloso.
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Un gruñido escapo de su boca al tiempo que golpeaba el escritorio de madera clara
con el puño cerrado. El cabello rubio le caía sobre la frente mientras estaba recargado
con la cabeza hacía abajo, las antorchas daban una luz muy tenue a la estancia. Sus
palabras le habían herido los mas profundo de su ser «¿Qué clase de fenómeno eres?»
retumbaba en su mente con un golpe palpitante, su sangre fluía a una velocidad
impresionante.
Si, solo era eso y él como un perfecto estúpido se había enamorado de ella. Tal vez ella
nunca lo amo, solo quería el oro que conseguirían, pero ni la mujer mas perfecta del
mundo valía una humillación de esa manera, por Merlín que no. Apretó los dientes lo
más fuerte que le fue posible hasta que sintió como se le desgarraban. Ronald solo lo
observó, había visto a Draco furioso muchas veces, pero ninguna que se le pareciera a
esta en lo mas mínimo, cerró los ojos respirando profundamente, quería encontrar las
palabras adecuadas pero... Un minuto... el último sollozo no había sido nada parecido
a un gruñido. Levantó los ojos para encontrarse con el rubio que lo miraba fijamente,
al pelirrojo no se le ocurrió otra cosa que acercarse para envolverlo en un fuerte
abrazo...
Hay amistades tan grandes, que la única manera que encuentran para sobrevivir es
estar lejos una de la otra...
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El amor más grande, el que suele ser verdadero es doloroso... Al igual que la amistad,
la única manera que encuentra para sobrevivir es buscando la felicidad especifica de
una de las dos partes que lo conforma... Porque cuando es amor, con la felicidad de
uno sobreviven ambos. Solo que hay un pequeño error, ¿A caso no comprenden que
no pueden ser felices de otra manera mas que estando juntos?
Por un minuto la oscuridad le causó confusión, sabía que algo andaba mal, porque su
habitación generalmente era alumbrada por la luna que se filtraba entre las cortinas
transparentes de la ventana... si, algo andaba mal, no estaba en su habitación. Abrió
los ojos y pestañó un par de veces antes de sentirlo respirar sobre su estomago. La
sabana le cubría hasta la cadera y él seguía en medio de sus piernas, profirió un
profundo suspiro que logró despertarlo.
Draco la tomó de la cadera y siguió depositando tiernos besos alrededor del ombligo:
-¿Dormiste bien?– susurró con los ojos entrecerrados.
La piel de ella se erizó al sentir su aliento caliente.– Mucho– dijo con voz ronca y le
pasó una mano por la espalda.– Aunque extraño la luz...
-El amor es el único deporte que no se interrumpe por falta de luz...
Una carcajada escapó desde su garganta.
-¿Y eso es bueno?
-*te amo*- pensó con tanta fuerza, que casi juró que ella pudo escucharlo.
Quería gritarlo, que ella supiera que dentro de él había despertado sensaciones que no
sabia que pudiesen existir; él no creía en el amor y sin embargo ahí estaba... amándola
con todas sus fuerzas. Era su estúpido pacto superficial el que no lo dejaba admitirlo,
gritárselo en la cara mientras su mirada de fuego lo consumía lentamente.
Volvió a besarla y sus lenguas se encontraron al instante, Hermione enredo sus dedos
en los cabellos rubios, agarrándolo de la nuca para responder aquel beso que le había
sido otorgado, sonrió para sus adentro y Draco pudo sentirlo. La chica abrió las piernas
dándole paso para entrar una vez mas y él como un obediente Slytherin lo hizo y fue
penetrándola centímetro a centímetro hasta que la llenó. En respuesta la leona se
arqueó contra él y lentamente disfruto la suave embestida que entraba y salía de su
cuerpo con una ternura que le era desconocida.
Draco estaba extasiado con todas las sensaciones que lo sobrecogían en ese momento,
desde el placer de la chica que ya le era familiar y el suyo propio que se hacía mas
intenso al descubrir en ese abismo que estaba perdidamente enamorado... le besó la
garganta y el lóbulo del oído escuchándola jadear rítmicamente en su oído, hasta que
un sonoro gemido se le escapó de los labios a la chica y fueron cubiertos
inmediatamente por los de él.
Después de un par de horas Hermione sintió la puerta del paraíso mirando luces de
colores, al mismo tiempo Draco se derramó dentro de ella con una profunda
embestida y un gemido que ahogo con sus labios.
-Mas te vale que sea algo importante– dijo apretando los dientes.– no quiero perder
mi tiempo
-Entiende algo comadreja, tú no eres nada, no eres nadie.– su voz era como un grito
silencioso– Nadie te quiere, a nadie le importas... tu novio prefirió enredarse con otra
a estar contigo, tu hermanito esta muy ocupado acostándose con la rara y no tienes
amigos– se acercó a su oído– lo único que puedes tener, es un poco de compasión de
mi parte.
La pelirroja abrió los ojos, se encontró con su oscura mirada, inmediatamente viró la
cabeza pegando su mejilla a la piedra de la pared. El rostro de Blaise no reflejaba esa
sonrisa de burla que siempre tenía, ahora parecía molesto por algo que ella no
alcanzaba a comprender. Tenía razón... no había nadie y lo único que podía esperar de
una persona era probablemente un poco de lastima que dejara de herirla tanto.
El moreno volvió a sonreír, esta vez mostrando sus dientes que parecían mas blancos
con el color oscuro de su piel, en sus ojos hubo una chispa al pensar lo que seguía.
-Supongo... que, por no tener a nadie... debo estar contigo– dijo Ginny y rió en forma
de burla, volvió a encararlo– que iluso eres Zabini...
-¿A, si? ¿Y a “quien más” podrías acudir Weasley?– se aproximó a su rostro, sus narices
se rozaron fundiéndose en una sola respiración– No tienes a nadie...
-¿Yo te necesito?– levantó la barbilla- ¿O tu a mí?
La respiración del Slytherin se volvió mas agitada todavía y una de sus manos
descendió de la cintura de la chica donde la sostenía, por el contorno de su cuerpo y se
metió debajo de su falda acariciando el largo de su pierna, ella se mordió el labio
inferior y recargo la frente en el hombro del chico. Blaise siguió su recorrido con la
mano hasta el trasero, la cadera y después el monte de Venus, sonrió y empezó a
acariciar la cara interna del muslo, le rozó el cuello con su nariz aspirando.
Lentamente introdujo dos de sus dedos dentro de ella, estaba tan estrecha como una
virgen, estaba húmeda, lista para recibirlo, era tal como se la había imaginado. La
gryffindor se aferro de sus hombros y levantando una pierna jadeó a su oído
apretando los dientes para no emitir más sonidos.
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«30 de enero del año de 1849»
-Escuche cuando venía que la gitana despertó...– dijo Ginebra. Tenía un aire
decepcionante que él percibió.
El chico puso los brazos detrás de su cabeza y respiro profundamente, una sonrisa
forzada, mas de coraje que de gracia se dibujó en su rostro.
-Algún día tenía que pasar...– suspiró.
Los ojos de la pelirroja se llenaron de lagrimas– si... tenía que.– empezó a respirar por
la nariz.
El moreno se incorporo a medias para besarle el hombro con dulzura y acariciarle
ambos brazos.
-¿Quieres a Draco verdad?
Ella viró su rostro para verle la cara sobre su hombro– si...
-Si lo separas de la gitana, será tuyo...
-Eso nunca pasaría, según él está enamorado de... esa...
Sean sonrió– Hay cosas mas fuertes que el amor Ginny.
Fue extraño, nadie nunca la había llamado “Ginny”
-¿Cómo que?
-La ambición– susurró y la tomó de la barbilla para besarla en los labios.
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-¿Y ahora?
-Ahora que...
-Ahora que vas a hacer.
-¿Tengo que hacer algo?
-Ya te acostaste conmigo... ¿Eso querías no?...
Estaban en una clase vacía, se habían arrastrado hasta ahí para seguir desatando su
pasión sin temor a que Filch los viera, reposaban desnudos boca arriba, Zabini fumaba
pausada mente mirando el techo, viró su rostro para ver como la pelirroja se levantaba
para vestirse. Era cierto, quería acostarse con ella y estaba seguro de que no le
interesaba nada más que su cuerpo... Al menos hasta ese instante, parecía una
muñeca, con el cuerpo delgado y esbelto, además de varios lunares cafés y pequeños
por toda su espalda, era lo más hermoso que había visto en mucho tiempo.
Su nombre sonó extrañamente familiar dicho por él, como si nunca nadie le hubiera
dicho de aquella manera... Hasta que él lo hizo, su tono de voz fue conocido, parecía
que todos los días Blaise Zabini la hubiera llamado así; Ginny...
La mañana ya era fresca, el viento de invierno les partía las mejillas, aunque lo
enamorados... o los que esperaban algo, parecían no notarlo.
Carolina y Harry paseaban por los pasillos de Hogwarts, eran... algo parecido a una
pareja “normal”. Al parecer todo estaba en calma, Hermione seguía con su extrañeza
habitual, Luna por alguna extraña razón había dejado la suya para acoplarse más con
Ron. Los chicos caminaban, él la sostenía por detrás abrazándole el vientre ya mucho
mas duro y abultado que antes.
Ginny le puso una mano en la mejilla que lo hizo sonreír abiertamente mostrando sus
dientes y cerrar sus ojos para sentirla, llevo una de las suyas para ponerla sobre las de
ella, se acercó a él lentamente y poniéndose de puntas le dio un beso en la mejilla.
El azabache sintió como el calor de ella se alejaba hasta que se convirtió en frío, sus
ojos se pusieron vidriosos cuando la miró alejarse con su contoneo leve, quería mucho
a Carolina y estaba seguro de que su hijo se volvería una adoración... pero a la única
que amaba, era a Ginny Weasley.
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«31 de enero del año de 1849»
-¿Cómo dormiste?
No le respondió... Ginebra dirigía la cuchara del café en círculos con su dedo, e ignoró
la descortesía del rubio.
Draco no había dormido, cada segundo que pasaba pensando en que ella estaba a su
lado, despierta... Pero odiándolo como al fenómeno que lo consideraba era
perturbador, doloroso... sentía... ¿Odio?, pero como, si nunca en su vida había odiado
a nadie ¿Cómo podía odiar a la mujer que mas había amado en toda su vida?
La cocina estaba perfectamente iluminada, por el sol que se filtraba por la ventana que
estaba sobre el fregadero y la puerta de cristal que se alineaba al desayunador de
donde ella había sacado un cuchillo hace unas horas para amenazarlo.
-Hermione, baja eso...- dijo Draco con voz tranquila intentando calmarla.
Ella tenía los ojos desorbitados y las lágrimas salían con una velocidad dolorosa de sus
ojos mientras que la mano con la que sostenía el cuchillo.
-Eres un fenómeno...
-No.– susurró.
Una nota alegre los distrajo a ambos y miraron en la misma dirección, el agua empezó
a caer en ese mismo momento y golpeo con violencia la puerta.
-¿Qué pasa Draco...?– intentó decir, su voz se fue disminuyendo y tiró el florero con
rosas blancas que traía en las manos. Corrió a ella, lágrima salieron sin que se diera
cuentan. Mir le quitó el filo de las manos y la arrojó al suelo, hubo un sonido metálico
fuerte y la abrazó casi fundiéndose con ella.
La otra gitana correspondió el abrazo:- ¿Qué esta pasando?– preguntó Hermione entre
lagrimas- ¿Qué hacemos aquí Mir?
Un gritó de pánico esta vez alarmo a los dos pelirrojos y al ojigris, corrieron hasta el
recibidor, donde por las escaleras Mir bajaba junto a Hermione implorándole algo en
un idioma que ellos no comprendían. Ginebra se acomodo el tirante de la blusa que se
había resbalado por su hombro. Draco miró con temor cada una de las cosas; En
primera, Hermione estaba viva y mirarla de nuevo con las mejillas sonrosadas y los
ojos abiertos no tenía ningún precio, en segunda Mir, quien parecía suplicar y por
ultimo una valija café que arrastraba con dificultad...
Esa era la clave, si no se equivocaba Hermione quería irse.
La castaña bajó los escalones dejando la valija en paz, quería salir de ahí lo más rápido
posible. Corrió empujando a Draco a un lado para alcanzar la puerta que estaba abierta
de par en par. Mir corrió tras de ella, el rubio se apresuró y salió tras Hermione, Ronald
impidió que la otra gitana los siguiera tomándola de la cintura y volteándola contra su
pecho. Ella no se resistió a tal acto y le rodeo los el cuello con ambos brazos para llorar
abrumadoramente... Entre toda su tristeza algo que no podía pasar desapercibido era
su aroma.
Selena se paró en el centro de las escaleras y lo vio, sonrió. Era hermoso verlos así...
Ron necesitaría una compañera.
Las lágrimas salieron de nuevo. Ninguno de los dos quería lastimarse, pero
simplemente no podían hacer otra cosa estando juntos.
Hay personas que no nacen para estar juntos... Y a pesar de todo se encuentra... Y
encontrarse no tiene nada de malo... hasta que empiezan a quererse.
-¿Por qué no dejas eso ya?... Se hace tarde...
Levantó la vista y sonrió: Después de querer sigue amar.
El tono de Draco se hizo mas suave, estaba terriblemente asustado, pero después de
todo a quien le importaba... Iba a hacer lo que nunca creyó posible...
-Por favor quédate– dijo y tomó su mano para llevarla a su propia mejilla– Yo te
cuidaré, me ocuparé de ti, te haré feliz... nada te faltará.
Los ojos de la chica se llenaron de lágrimas– Quiero ser normal.
-¿Hermione, que es ser “normal”? ¿A caso cuando lo eras, eras feliz?... Mira lo que te
estoy ofreciendo– hizo una seña para la mansión y los jardines- Seré tu siervo, tu
criado, cubriré de rosas nuestra cama te vestiré y te desnudare y te hare el amor si
tienes ganas, si no tienes ganas no te tocare, me atare las manos esperare paciente,
como quien espera una limosna... pero por favor quédate.
-No... ¡No puedo!... Draco entiéndeme, no pertenezco aquí...– bajó el rostro ya
azotado por gruesas lagrimas.
Con la mano libre el chico le levantó la barbilla para mirarla a los ojos.
-Nadie hará más por ti, nadie te dará más... porque nadie te amara más. Seré lo que tú
quieras, como tú quieras
Negare mi fe, te levantare un altar me arrodillare ante ti y te rezaré. Cambiaré mi
nombre si no te gusta, cada deseo tuyo lo cumpliré, lo que pidas lo conseguiré a nada
te diré que no... Pero por favor, quédate. No se vivir sin ti...
-Déjame ir...– lloraba– no lo hagas mas difícil...
Llevó sus labios a los nudillos de su mano – si te vas... perderé todas las batallas, me
rendiré sin condición, estaré a merced de la humillación, desapareceré en mi propia
sombra, me convertiré en mi propia lapida...
-Nunca me dijiste lo que eras...
-¡Tenia miedo!... ¿No entiendes?... estaba evitando que pasará esto
-¿Cómo puedo creerte?
-La única forma en la que puedes saber que lo que te estoy diciendo es cierto... Es
quedándote.
EL rostro inocente del chico, con la frente arrugada por levantar los ojos y los cabellos
rubios en forma de corazón rozándole la frente... No pudo resistirlo. Lo tomó del cuello
para unir sus labios de gitana a los suyo, que importaba que fuera un fenómeno... Era
el fenómeno mas lindo que existiera. Draco no dudo en corresponderle tomándola de
la cintura y la ventándola a su altura. Ronald sonrió mientras miraba abrazado de
Selena, por el meloso espectáculo no dudo en besar en los labios a su esposa.
-¡Hey! ¡Tranquilos! ¡No venimos por nada malo!– gritó Vincent Goyle.
-Que hacen aquí asquerosas ratas.– dijo Ronald.
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Desde la tarde las nubes tomaron el cielo como presa, ocultaron el sol antes de tiempo
pintando toda la tarde de un gris melancólico y deprimente. Por la noche, el viento
producía un silbido aterrador que se filtraba entre las ramas secas de los árboles, el
cielo estaba completamente oscuro y había un olor a humedad fría que calaba en la
nariz...
Madame Pomfrey estaba en un lado de la camilla, Draco se arrodillo para tomar sus
manos, todo el día había estado fuera y en cuanto llegó lo primero que se fijo era que
encima de su cama había una nota “urgente” de la enfermera... Su primer
pensamiento fue Hermione, como solía serlo últimamente; Pues bien, esta vez para su
desgracia había acertado.
La miró, sintiendo de inmediato unas inmensas ganas de llorar por ella... No quería
perderla, la necesitaba.
Una mirada de extrañeza lo hizo mover la cabeza, ella repetía cada cosa que él decía
¿Por qué?
-Ella... eres tú... No piensa más que tú... Joven Malfoy, se los dije... El carácter mas
débil debe ceder, Hermione está cediendo– dijo Poppy- ¡Que han estado haciendo!
¡Deberían detener este monstruoso hechizo!– gritó con la voz quebrantada.
-Yo... ¿Yo soy el mas fuerte?– se preguntó- ¿Por qué?
Se necesita mas valor y fortaleza para aceptar que se está enamorado, que para
negarlo. Creo que Draco era cien porciento más fuerte que Hermione... Después de
todo él lo acepto primero, aunque los dos los descubrieron al mismo tiempo... Ese
Draco, siempre dice que el sufrimiento es lo mejor, porque nos sirve para aprender, en
cambio del miedo nadie saca nada. Pero Hermione me recuerda que aunque la
fortaleza es buena, el miedo nos hace humanos... Son un par de pesas iguales y
diferentes, la balanza perfecta.
El chico sollozó y se recostó junto a ella por encima de la sabana. Los espasmos
sacudían el cuerpo de la chica debido a la temperatura. Draco le besó la frente, una
lágrima se deslizo desde su mejilla y sintió algo duro en la garganta.
-*Granger... eres... mas fuerte que yo, lo sé*- pensó con fuerza mientras lloraba
espásticamente apretándola mas contra su pecho. Quiso cerrar los ojos, solo que sabía
que recordaría, ¿Qué era peor? Tener recuerdos que los lastimaban, o el presente que
lo atormentaba...
Entraron. EL chico pareció molestarse mas que su madre que ni si quiera se inmuto
ante el tumulto de reos andrajosos que golpeaban los barrotes gritando obscenidades
y silbando a los pasos de la bella mujer, acabada por los años. No había estado
presente en la sentencia de su padre, pero de ante mano sabia que no le darían el
beso... Había sido la horca.
-¿Quieres ver a tu padre?
Solo asintió. Narcisa cerró los ojos y asintió también.
Draco fue guiado por un dementor hasta donde se encontraba su padre: en una de las
celdas mas aisladas, miró a su derecha donde había sido la celda de su tía Bellatrix,
quien ahora debería estar a la diestra de... Sacudió la cabeza y miró a su padre... Su
padre... Su padre... ¿Quién era ese hombre? ¿Dónde estaba el altivo de mirada
soberbia al que hace apenas unos años le temía? ¿Qué habían hecho con aquel que lo
había obligado a marcarse por “honor”?... Ahora mirarlo ahí; flaco, mas pálido, con el
cabello corto casi a rapa y cicatrices en la cara, harapiento y con la mirada vidriosa... a
pesar de todo, sus ojos eran idénticos a los suyos y era algo con lo que cargaría el resto
de su vida, ver el reflejo de ese hombre al verse a si mismo... El rubio no pudo sentir
otra cosa que asco.
-Hijo mío...– su voz estaba carraspienta, como si tuviera un gran ardor en la garganta,
tal vez así era, él no podía saberlo.
-Lucius.
-Soy tu padre Draco.
Sonrió– Donde has estado todo este tiempo... padre. Cuando yo sufría, cuando mamá
lloraba. TU no eres mi padre– dijo y levantó el rostro.
-¿Qué va a ser de tu vida?...
-NO te importa.
Los ojos de Lucius Malfoy se llenaron de lágrimas, sin un solo gesto en su rostro.
-Eres tan patético– dijo Draco.
-¡Acabó el tiempo!
Un hombre de voz gruesa y fuerte hizo que su grito retumbara en todo el lugar de
piedra sombría, abrió la reja que hizo un sonido metálico fuerte al chocar con la piedra
y levantó al preso del brazo. Traía las muñecas esposadas a la espalda, caminó
torpemente.
El Slytherin volvió al lado de su madre, en la plaza no había nadie más que el ministerio
y el verdugo encapuchado. Hubo silencio total, el sol seguía brillando y un viento
valiente le rozo el rostro ondeando su cabello y el vestido de su madre. Trajeron a
Lucius, el ministro sacó un pergamino y leyó los cargos resumidos por los que había
llegado hasta ahí, la lista era demasiado larga como para mencionar con detalles uno a
uno... O demasiado escabrosa.
El sentenciado susurró algo, y sin desatarlo lo llevaron hasta Draco. El chico levantó el
rostro cuando tuvo a lo que quedaba de aquel hombre frente a frente.
Volvieron a llevarlo, hasta su “pedestal” era un marco de madera que tenía olor a
pino... que monstruoso, cortar la mejor madera para asesinar a alguien, que la muerte
fuera “Estética”, el mundo estaba podrido. Subieron a Lucius a un tronco justo debajo
del nudo, Draco y Narcisa se pusieron en frente de él.
-La perfección y el poder se sobrestiman hijo mío. Algo sabio, es escoger la felicidad y
el amor. –alcanzó a decir antes de que le cubrieran la cabeza con una especie de bolsa
de tela negra. Le colocaron por encima el nudo circular y después de largos segundos
de tensión, el tronco que lo sostenía fue retirado.
La soga se tensó al instante, Draco volteó el rostro para no ver y cuando volvió, los pies
estaban inertes.
El rubio lloraba, había abierto los ojos de nuevo para ver a su inerte amor... ambas
situaciones le dolían en lo mas profundo de su ser.
-Perdoname– susurró- No puedo protegerte... Solo soy un niño, un niño que no puede
hacer otra cosa que protegerse a si mismo. Pero si pudiera el poder para cuidar de
alguien... Seria todo ese poder lo usaría para ti, no puedo protegerte Hermione...
Minimizó todo lo que había dentro de él, sucumbió ante todo su dolor, quería ser
débil, si tenia que sufrir mas lo haría... solo para que ella viviera...
-Draco...– susurró Hermione.
El chico se sobresalto– Hermione... estas...
-Estoy bien– dijo con voz ronca.
Una carcajada escapo de su rostro y le besó la frente:
-A donde fuiste hoy...
La miró a los ojos– a ninguna parte...
-¿Estás... llorando?
-No... claro que no.
-¿Puedo hacer algo por ti?- dijo Hermione con el mismo tono débil acurrucándose en
su pecho
Draco sonrió -Solo quédate conmigo.
Acabo te tenerte entre mis brazos, acabo de sentirte completamente mía y me duele
aceptar que después de todo estaré mas lejos de ti que nunca.
No sabes cuanto me gustaría decirte que eres lo más importante en mi vida, no
puedo... Porque no lo eres; no eres lo más importante en mi vida, eres simplemente lo
único. Me mantienes vivo, si hace algunos años vivía para odiarte ahora solo puedo
vivir para amarte.
Quisiera decirte que te amo, pero la única verdad es que necesito amarte. Te necesito
desesperadamente porque al estar contigo formo parte de ti, eres mi escapatoria a lo
que no quiero ser y es cada día seguir siendo yo, descubrir esto me ha lastimado...
Sientes como yo y eso lo sé, por eso lastimarme a mi mismo es lastimarte a ti y nada
en este mundo compensaría una lagrima tuya que derramaras por mi causa. Deseo con
toda mi alma que seas feliz, porque si tu lo eres yo también lo seré.
Draco Malfoy.
Cap 26: Si quieres prueba.
El hombre estaba ataviado con un traje gris claro de corte recto que parecía ser de
poliéster barato ya que lucía bastante áspero y un sombrero redondo de color negro
brillante que hacia juego con los zapatos de charol. Sonrió acercándose al chico, coloco
la sombrilla negra debajo de su axila derecha, el bigote pequeño se curvo de manera
graciosa haciéndolo sonreír también a él. La mañana era completamente gris, el cielo
estaba blanquecino como si una tormenta de nieve se avecinara, el viento frio les rozo
las mejillas y a pesar de que el hombre sintió un escalofrío... él no se inmutó.
Se aclaró la garganta antes de hablar y extendió su mano.
-Es un placer conocerle al fin...
-Me dijeron que tenías lo que busco.
Sonrió– Igual que su padre, siempre al punto...
-No vuelva a mencionarlo si desea obtener respuesta.
-Lo siento mucho.– de inmediato chasqueo los dedos y un elfo se acercó hasta él con
un paquete de envoltura amarillenta.– Aquí lo tiene.– dijo y rompió el papel.
Lo que quedó era una bolsa de terciopelo azul oscuro de la cual sacó lo que parecía ser
un libro, tenia bordes metálicos y grabados medievales de pastas duras. Draco sonrió
mostrando sus dientes y tomó en sus manos aquel ejemplar, lo abrió para ojearlo;
estaba en blanco.
-Tal como lo pidió, puse especial atención en los detalles: molduras de la mejor plata
que encontré, grabados hechos a detalle y hojas de papiro grueso... ¿Le molesta
algo?...
-Es... Perfecto.– dijo con un suspiro.
-Le aseguro que la señorita que lo reciba estará encantada. No es común recibir un
regalo tan costoso y mandado a hacer especialmente para una dama.
El chico levantó la vista, de su túnica sacó un costal verde y se lo entregó. El hombre lo
sacudió escuchando el sonido metálico de las monedas golpeándose.
-¿Quiere contarlo?– espetó Draco.
-No es necesario señor– inmediatamente lo guardó en una de las bolsas dentro de su
saco y le entregó la cubierta aterciopelada a Draco.– Confío en usted.
El Slytherin se viró tomando aquel libro en blanco entre sus manos.
-¡Disculpe Joven Malfoy!– gritó haciendo que el rubio se detuviera- ¿Por qué comprar
una pieza tan cara? ¿Piensa escribir una historia?
Draco sonrió.
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«1° de febrero del año de 1849»
Con un gesto les indicó a ambos chicos que prosiguieran, ellos empezaron a sudar
como si fueran uno solo. Gregory tragó saliva con dificultad y se quedó mirando un
momento la mantequilla que flotaba en el plato de avena a punto de derretirse.
Levantó la vista para encontrarse con Vincent quien le hizo una seña para que hablara.
Draco salió de la cocina, segundos después fue seguido por los robustos chicos. Selene
llevó los platos al fregadero y dejó correr el agua, Ronald aprovechó el momento para
rodearla de la cintura y soplar levemente sobre su cuello haciéndola reír, ella viró el
rostro para besarlo dulce y suavemente. Entonces se separaron. Selena desfalleció en
el suelo sin llegar a perder la consciencia y empezó a toser compulsivamente, Ronald
atrajo con su varita unos pañuelos blancos y una jarra de agua que se sirvió sola en un
baso transparente, la chica sacó el pañuelo que siempre traía con ella, cuando el
pelirrojo se lo quitó para ofrecerle agua se dio cuenta con horror que estaba cubierto
de sangre, inmediatamente lo guardo en su pantalón y le dio uno nuevo besándola en
la frente. Sus ojos se llenaron de lagrimas, la tos había cedido, la rubia también
lloraba... ambos lo sabían.
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Despertó, no había sol... seguro por eso había dormido de mas y si su instinto no le
fallaba era mas del medio día. Llevó una mano a su pecho, su corazón estaba exaltado,
parpadeo varias veces repetidamente. Se sentó y apoyó los pies en la alfombra, corrió
por completo las cortinas azules atándolas con un listón plateado.
Había tenido esa pesadilla de siempre que se asemejaba más a un recuerdo. Todavía al
despertar sentía la muerte que le calaba hasta los huesos, otra noche más en la que
había visto a esa mujer que era su reflejo, pero con una espiritualidad que desconocía
en si misma pero que era igual a la de su madre, solo que aquella mujer que sufría no
era su madre...
La única manera de ser feliz es que te guste sufrir. El verdadero amor no se consigue
con la satisfacción de un deseo físico ni con la necesidad de compañía de un espíritu,
se logra con respeto, conocimiento y sobre todo: elecciones difíciles. A veces hay que
sacrificar lo que mas amamos y si ese sacrificio se hacer por amor, es seguro que solo
nos dará la felicidad de lo que amamos.
Era demasiado tarde, no podía dormir... Pero ¿Ella que hacía ahí?, bueno era prefecta
y tenía que hacer una ronda antes de dormir, así que por lo tanto era de lo mas
normal. La pelirroja estaba sentada en posición fetal en uno de los pasillos que estaba
frente a las escaleras. De pronto escuchó un taconeo excesivo, seguro que había
empezado a correr por algo que a ella no le importaba, aún así levantó la vista.
Carolina bajó corriendo miraba hacía atrás pero no como si la vinieran persiguiendo,
mas bien como si acabara de ver algo que seguramente sería de gran valor. Un grito
hizo que Ginny levantará la vista solo para ver como la Ravenclaw caía escalón tras
escalón.
Su sangre dejó huellas en toda la piedra de los escalones, ella se quedó estática
mientras rodaba sin profesar un solo grito. Cuando salió se su asombro corrió hasta
quedar frente al cuerpo que parecía inerte, había perdido la conciencia y estaba
envuelta en un charco pegajoso de sangre...
Los ojos de Harry estaban llenos de lágrimas al verla, se quedó de pie frente a la
camilla que tenía las sabanas empapadas en sangre, aspiro con su nariz congestionada
y levantó la vista para mirar a Madame Pomfrey quien tenia la cabeza baja, se miraron
a los ojos y la enfermera sacudió la cabeza.
Cerró los ojos al oír las monstruosas palabras a las que deseaba resistirse, la enfermera
bajó la cabeza tristemente y abandonó la enfermería. Harry se derrumbo en el piso de
madera a un lado de la camilla, las lágrimas se deslizaron por debajo de sus lentes
haciendo diminutos charcos salados, se oprimió el pecho con fuerza y respiró por la
boca intentando mantenerse consciente. Sintió como una mano se posaba en su nuca
e inmediatamente se incorporó sentándose en la camilla para mirarla.
-LUMUS
-LUMUS
Al instante se topó con ella. Hermione casi cae de espaldas cuando chocho contra el
torso duro de Draco al mismo tiempo que hacían el hechizo para alumbrarse, el rubio
la sostuvo de la cintura mientras con su otra mano en alto alumbraba el pasillo, ella
hizo cara de espanto cuando lo tuvo en frente.
Carolina los vio. Había llegado hasta ahí por el sonido de una varita que caía e
imaginándose lo peor decidió investigar, cual sería su sorpresa que al ver a ambos
chicos una sonrisa se ensanchó en su rostro. La sangre sucia y el mortífago juntos, sin
hacer un solo sonido corrió en dirección contraría a las escaleras, tenia que contárselo
a alguien.
Abrió los ojos una vez mas y una lagrima se deslizó por sus mejillas, a ella que
demonios le importaba aquello, porque había corrido... por estúpida.
-Harry...
-Carolina, no pasará nada, yo te juro.
-No– susurró– no jures nada... Eres, lo mejor que me ha pasado, te entregué mi cuerpo
porque no había nada mas de mí que tuviera valor...
Harry la sostenía con fuerza recargándola en su hombro, las lágrimas se deslizaban por
sus lentes más ferozmente que antes. Todo su cuerpo empezó a temblar.
-No quiero morir...– dijo Carolina- ¡No quiero!
-¡No! –gritó Harry intentando corresponder al grito de la chica.
Su llanto se hizo mas violento– Harr...– fue interrumpida, una tos con sangre salió de
su boca y manchó el hombro de la camisa blanca del chico, era la prueba de que su
derrame interno estaba a punto de colapsar.
El gryffindor la apretó mas contra su cuerpo sintiendo los espasmos que recorrían a la
chica, el viento con tierra golpeo las ventanas altas de la enfermería en ese momento y
los oídos de él se taparon sin poder escuchar nada, solo sentía sus respiraciones.
-¡Carolina!
-Harr...
Y el cuerpo de la chica cedió. Quedó flácida como una muñeca de pesada de plástico,
sollozó fuertemente sintiéndose incapaz de soltarla.
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«1° de febrero del año de 1849»
Él la miró de los pies a la cabeza, traía un vestido en color rojo sangre ajustado de la
cintura pero con una amplia crinolina en la falda, dejaba al descubierto sus hombros.
-No te ves especialmente feliz.– dijo Draco metiendo una mano en su bolsillo y
acercándose a ella
-No quiero ir a esa reunión de f... – mir[o el suelo y apretó los labios– Magos.
El rubio la tomó de un brazo y la jaló contra sí– Nosotros lo FENOMENOS somos mucho
mejores que cualquiera de los asquerosos muggles inmundos a los que perteneces.
La chica le dio una bofetada que logró voltearle el rostro, el chico gruñó con fuerza y la
estrujó entre sus brazos. Ella ahogó un grito de dolor y sorpresa que llegó hasta el
fondo de su garganta
-¡Draco!– gritó Ronald asomándose por la puerta abierta mientras se abrochaba los
puños de la camisa- ¿Pasa algo?
El rubio soltó a la gitana y ella salió corriendo de la habitación, el pelirrojo se hizo a un
lado para no impedirle el paso, el chico de ojos grises volvió a gruñir
-No es manera de tratarla...
-¡No te metas!
-¡Draco, ella esta asustada! ¡No es para que te pongas a...!
-¡NO LA DEFIENDAS RON!
-¡No te voy a permitir que la maltrates!
Toda la tarde había estado llorando, por Merlín que ella no se merecía aquel
desprecio. Estaba sentada en el tronco de un árbol que había sido cortado
recientemente, lentamente se recostó y sintió como la aspereza de la madera le calaba
la espalda, pero no le importo. Suspiró el aire frió y abrió los ojos para ver el cielo
cubierto de nubes negras que hacían todavía mas oscura la noche, la lámpara de papel
apenas alumbraba y aun así preferiría la penumbra total. Volvió a cerrar los ojos para
seguir fantaseando que ella no estaba ahí y eso no estaba pasando.
-No se porque sufres tanto Weasley– susurró– Tu inocencia es la que te hacía ser
“Feliz”, el mundo siempre ha sido como lo es ahora, solo que antes nunca lo viste.
Tienes a tu familia perfecta, a tu novio maravilloso y todo lo que querías, eso nunca fue
real... llora Ginny, llora... siempre ha sido así, solo que nunca lo habías visto.
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Caminó con paso fuerte a través de la oscuridad, el viento frió seguía ahí y las nubes no
se había apartado, estaba casi seguro de que ya no lo harían. Resopló un momento
pasándose una mano por la frente, a pesar de todo estaba sudando, sus manos
temblaban y su corazón estaba acelerado, bueno... siempre lo estaba cuando se
trataba de ella. El no saber como reaccionaria, el no pensar en nada mas en lo
impredecible que le resultaba le dificultaba la respiración.
Al llegar ella lo esperaba, como siempre. Estaba con los brazos cruzados sobre el pecho
y la mirada fija en el lago tranquilo. Sin saber porque llegó para tomarla de la cintura y
depositarle un beso en el cuello. De inmediato la chica se separó de él.
La castaña se fijó en sus ojos con un pequeño grito que no pudo evitar reprimir, los
ojos de Draco estaban llenos de lagrimas y en su rostro había una desesperación que le
era desconocida. Él prosiguió:
La gryffindor no pudo responder, tenía razón, no era una cadena lo que la mantenía
unida a él ni un lazo no era nada más que un sueño del que no quería despertar nunca.
Lo vio alejarse... ¿A quien engañaba? No podía ni engañarse ella misa, ¿A caso creía
que alguien mas se tragaría la historia?... También lo amaba y eso la aterraba en una
forma profunda, él la podía lastimar y sabía que ella acabaría lastimándolo.
-¡¡Si tú, yo también!!- gritó. Corrió hacia el chico y lo abrazó por la espalda.- Si lloro,
ríeme. Si ríes, lloraré, pues somos el equilibrio, dos mitades que forman un sueño.
Draco se viró para verla. Un rayo en el cielo los iluminó a ambos seguido del estruendo
que no los inmutó.
-Si me dejas, mantendré viva la llama hasta que regreses, y sin preguntas, seguiremos
caminando. Y sin condiciones, te seguiré perdonando. Si te duermes, seguiremos
soñando, que el tiempo no ha pasado y el reloj se ha parado. -dijo ella.
-Y si alguna vez la risa se te vuelve dura, se te secan las lágrimas y la ternura, estaré a
tu lado. Pero jamás te cures de quererme, Quiéreme en mi locura, pues mi camisa de
fuerza eres tú, y eso me calma, y eso me cura...
Sus rostros estaban a milímetros, cada roce de sus narices era doloroso en lo mas
profundo para ambos, sus brazos estaban entrelazados y se miraban fijamente.
Hermione sintió el aliento cálido de Draco sobre sus labios, nadie tenia una aliento así
y un tacto tan suave que parecía suavizarse mas al contacto con su piel. Al mismo
tiempo cerraron los ojos y se unieron en un beso con el que desaparecieron todo a su
alrededor, un segundo estruendo los iluminó y el agua se desplomo sobre ellos.
Las lágrimas salieron de los ojos de Hermione y se confundieron con la lluvia fría, se
aferró mas al chico arrugándole la camisa mojada y transparente, el chico la sostuvo de
la espalada y rodeo su cintura, lentamente fue bajando desesperadamente hasta su
cuello y ahí se quedo.
El futuro nos tortura y el pasado nos encadena. He ahí porque se nos escapa el
presente...
El frío lo hizo despertar, por la oscuridad de la habitación no vio nada, pero sentía un
brazo delgado rodeando su cintura. La delgada mano se movió de su abdomen para
recorrer su pecho y esto lo hizo sonreír, la tomó y depositó un beso en ella.
Lentamente fue virándose para no romper aquel abrazo en el que estaba preso y entre
la penumbra su pupila se dilató provocando que pudiera verla; dormía profundamente
como una ángel a su lado, su cabello rojizo estaba esparcido por su almohada y tenía
los pechos desnudos descubiertos por la sabana.
No pudo resistirlo y se inclinó para besarle la mejilla y después los labios, ella
correspondió el beso, la verdad era que nunca había sido despertada de forma tan
dulce y el frío ni si quiera se sentía. Blaise sonrió sobre sus labios haciendo que ella
también riera y enredara sus brazos alrededor de su cuello.
Zabini empezó a bajar para encajar sus dientes en la piel blanquecina de ella que le
encantaba, su cuello era tan pequeño que sentía que si la mordía muy fuerte podía
extraerle toda la sangre... Ginny no estaba muy segura de porque permitía aquello, al
principio estaba claro que lo único que quería era un poco de “cariño” pero ahora... lo
que Blaise le entregaba en cada dura palabra era como si la dejara descubrir una parte
de su esencia, y ella deseaba poder dejarlo descubrir en ella, solo que siempre
aparecía el fantasma de Harry en su camino. Tal vez si se deshacía de ese cruel
recuerdo podría entregarle todo a él...
No existe el presente: lo que así llamamos solo es un punto de unión entre el pasado y
el futuro.
Si es que a aquello podía llamársele ropa; Draco traía puesto un bóxer pequeño y
ajustado en color negro y Hermione optó por un camisón rosa pálido semitransparente
de delgados tirantes que le llegaba hasta los tobillos.
La castaña abrió los ojos de par en par, la habitación estaba perfectamente alumbrada
y ¿Todavía no amanecía? Hizo el brazo del chico a un lado y se sentó en el borde de la
cama para ponerse las zapatillas de felpa, caminó recargándose en la ventana, el cielo
estaba completamente blanco por lo que el día era gris.
Draco sintió el frió rozar su torso desnudo y de mala gana se levantó tras ella. La
habitación estaba casi congelada y una delgada capa de hielo cubría la ventana. Sus
pies calientes tocaron el suelo haciendo que se estremeciera, se quedó sentado unos
segundos frotándose los ojos y después caminó hasta pararse detrás de la chica.
-Huy, que emocionante– dijo con una sonrisa en los labios y puso su barbilla en el
hombro de la chica.
-¿No te gusta la nieve?
-Me da igual...
Ella bufó– Malfoy ¿A ti que no te da igual?
El chico sonrió– Tú por ejemplo– dijo y le dio un beso en el cuello apartándole el
cabello.
-Draco... no, no empieces...
-Me debes un orgasmo.
-¡Merlín! ¡No digas eso!
-Granger, ¿De cuando acá tan pudorosa?– preguntó arqueando una ceja.
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«1° de febrero del año de 1849»
La música era alegre y entre globos negros y plateados bailaban al compás de las
diferentes melodías. El salón era espacioso y rodeado de grandes cristales que
llegaban hasta el alto techo e infinidad de terrazas adornadas de la manera más
exquisita posible. Parecían adineradas personas normales, y lo eran, con la apenas
perceptible diferencia que en su sangre palpitaba la magia.
Draco y Hermione bajaron de un lujoso carro negro tirado por cuatro caballos, la
gitana había recogido su cabello y aunado con el vestido elegante de color rojo sangre
nadie sospecharía de su sangre muggle. En cuanto bajaron el rubio se sintió celoso de
las miradas de todos los hombres hacía su gitana, solo que sobre todo aquello tenía un
orgullo propio pues no hay hombre que no sintiera orgullo de su obra; la iba a pulir
para él.
Al entrar la castaña quedó deslumbrada por el lugar enorme, una sonrisa involuntaria
escapó de ella. Su mesa era un sillón semi redondo de color rojo a la orilla de una
ventana donde los esperaban Selena y Ronald. La rubia llevaba un vestido de corte
recto en terciopelo negro que delineaba a la perfección su delgada figura, el cabello
estaba completamente suelto formando a su vez algunas ondulaciones con un
flequillos grueso peinado a un lado que le cubría parte de la frete. Y escandalosamente
entró Ginebra con un vestido azul oscuro con muchos holanes y dos pequeñas mangas
transparentes que se deslizaban suavemente por sus hombros, Draco pensó en lo
hermosa que se veía y en que esa era el tipo de prenda que a él le encantaría
quitarle... Sean entró detrás de ella con un traje completamente blanco que resaltaba
su color oscuro de piel.
Hay veces en las que haces algo por capricho, pero ese algo parece ser lo único
correcto. Hablar del amor, para mí, es solo tiempo perdido... Que mas da ¿Sigo aquí
no?...
Después de una larga pieza Ronald salió a la terraza para respirar el frío de la noche
notando que parecía estar a punto de nevar, sonrió y decidió entrar de nuevo. Antes
de cruzar la puerta dos pequeñas manos lo atraparon de los hombros acorralándolo
contra la pared, unos labios carnosos se presionaron contra los suyos insistentemente
y por pura inercia correspondió tomando esa cintura breve y enredándose con su
lengua. Sabía que era Mir.
-¿Qué haces?...
Abrió los ojos para mirarla fijamente; su vestido era rojo de la parte de arriba de
mangas que le llegaban hasta los codos mientras que la falda ampona de crinolina era
negra con algunos picos en blanco, se veía hermosa, mucho mas que cuando estaba
ataviada como gitana, ni la vestimenta mas simple le quitaba ese aire de misticismo
que siempre tenía. No supo porque pero la atrajo con un brazo de la cintura para
volverla a besar profundamente. Mir pegó su espalda a la pared fría y sintió todo el
cuerpo del pelirrojo encima, sus manos se encontraron entrelazándose al mismo
tiempo que lo hacían sus lenguas, el chico bajó besando la curva de su cuello sin
soltarle la cintura y las manos de ella se enterraron en su cabello... Un gruñido escapo
de Ronald.
Había varias personas rodeando la mesa de ellos, Selena había desfallecido. Ronald la
tomó en brazos, la chica estaba pálida y lacia como si ya no tuviera vida... el
pensamiento le humedeció los ojos y subieron al carro para ir al hospital. Durante el
camino el chico no pudo evitar soltar involuntariamente algunas lágrimas.
-¡Buen día!– gritó Arthur, el prefecto de Hufflepuff a lo lejos. Terminó de dar una
indicación a los de primer curso y se aproximo a ellos. Draco y Hermione se soltaron de
la mano en cuanto lo vieron acercarse. – Ya saben lo que vamos a hacer hoy...
-Si– interrumpieron los dos al unísono.
El prefecto rió- ha... que bueno, lo malo es que esta nevado...
-Lo sabemos– dijeron de nuevo al mismo tiempo. Esta vez se miraron el uno al otro y
se sonrieron.
-¿Qué durmieron juntos o que?
Recibió una mirada asesina de parte del rubio:
-Tranquilo Malfoy, solo era una broma.
-Lo que digas... ¿Se supone que me tocó con Caro no?– dijo Draco.
-Em... es que, pues... Caro...
-¿Pasó algo?– preguntó Hermione.
-Es que, ella iba a tener un hijo y...
-¡¿Cómo que iba?!– se alarmó la castaña.
-Pues... tuvo un accidente, se resbaló por las escaleras y sufrió un derrame interno que
ahogo al bebé y ella...
-¿falleció?– dijo Draco.
El Hufflepuff asintió. La castaña se tapó la boca con ambas manos y sus ojos se
llenaron de lágrimas, apenas ayer la había visto mientras hacían las rondas nocturnas.
-*Harry*
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Su corazón latía a un ritmo casi imperceptible, su nariz se había congestionado por las
lágrimas que no dejaban de salir, así que había decidió respirar por la boca «Respirar»,
sonrió cuando la palabra retumbo en su cabeza... para que seguir respirando si ya no
tenía nada. Apretó la alfombra roja con los puños al mismo tiempo que sus dientes
haciéndolos rechinar dolorosamente, el sabor salado y dulce de sus lágrimas le llegó a
los labios para escaldarle la lengua.
Ginny entró y su corazón al fin se detuvo. La pelirroja se fijó en la ventana que había
empezado a nevar de nuevo y luego volvió la vista al azabache que estaba tirado en
frente de la chimenea apagada. Abrió los labios y salió un vapor frio debido a la baja
temperatura en la torre, algo se le atoró en la garganta al verlo en ese cruel estado,
pues no había otra forma de definir lo que quedaba de Harry Potter mas que como una
Monstruosa paradoja que rallaba en la crueldad masoquista.
Ahí estaban de nuevo, frente a frente después de todo el daño, después de las peleas,
de andar corriendo y de ERRAR, se encontraban como en un principio: Solos y tan
necesitados de cariño que...
-Yo la llevé a la enfermería– susurró Ginny, sus ojos estaban empapados– hice todo lo
que pude, la hubiera salvado si en mis manos...
-Lo sé.
Zabini se sentó frente a él en el marco de la enorme ventana. Cruzó los brazos por
encima de su pecho y sonrió, el rubio levantó la vista para verlo a los ojos e hizo un
gesto duro que al moreno le provocaba algo de risa, solo que contuvo la carcajada que
se agolpo en su garganta.
Los que ambicionan tienden a olvidar la diferencia entre la cumbre y el precipicio, por
lo que en cualquier momento pueden caer. Algo que Sean sabía es que el poder sin
unión es débil, por eso necesitaba de Draco... Por eso lo necesitó siempre, hasta que
fue demasiado tarde para él, tanto en el pasado... como en el futuro. Hay que
recordar, que el hombre más poderoso, es el que se posee a si mismo.
Ambos chicos se exaltaron, Sean dejó escapar una maldición, esas irrupciones no le
venían nada bien.
Caminó lentamente, esperando la reacción del rubio. Un balde de agua fría le cayó
encima, ¿Estaba insinuando que tenía miedo? ¿O que no era capaz de obtener tal
“poder”?
-¡Sean!
-¿Dime Draco?– respondió tranquilamente.
-Si sabes que hacer... solo dime...
Sonrió– Claro que lo haré.
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El doctor salió de la habitación cerrando la puerta con cuidado. Él levanto la vista para
verlo e inmediatamente se puso de pie, era el nuevo jefe de San Mugo, porque él
había sido reemplazado por un Medimago con más experiencia. Aquel hombre era casi
calvo y el poco cabello que le rodeaba la cabeza empezando desde las orejas era de
color gris.
-Un placer conocerlo doctor Weasley– saludó estrechando su mano.– soy Calvert.
-Como esta mi esposa...
-Tiene un grado muy... avanzado, es casi imposible predecir lo que puede pasar...
Sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas– No se puede hacer nada en absoluto
-No lo creo.
-Gracias.
Entró a la habitación donde la descolorida rubia tenía los ojos algo abiertos. Sintió un
profundo pesar al ver el semblante triste de su esposo, a pesar de todo el pelirrojo
intentó sonreír.
-¿Es una broma?– dijo Ronald. El doctor negó– Pero es que... se trata de... una locura...
-En realidad no, la sangre de tu esposa se sustituiría con sangre limpia, si resulta la
enfermedad de esfumaría.
-Pero no es seguro, además si queda medio milímetro de sangre infectada sería lo
mismo.
-Bueno es un riesgo que tendríamos que correr...
Miro a Selena y luego volvió a mirar a Calvert:
-¿Y de donde sacaríamos semejante cantidad de sangre compatible...?
-Ese es otro problema: Toda la infusión se debe obtener de la misma fuente...
-No hay problema– interrumpió el pelirrojo– tómala toda de mi.
-Ron, una transfusión así te mataría... No se trata de cuatrocientos o quinientos
mililitros, se trata de la sangre de un cuerpo completo, son de cuatro a seis litros de
sangre...
-¡No!– gritó Selena
-¡No me importa! ¡Si tienes que matarme hazlo!
-¡No!
-No puedo hacer eso... Está penado por la ley.
La muerte no nos roba a los seres amados, al contrario; nos los guarda e inmortaliza en
el recuerdo... La vida si que nos los roba y muchas veces definitivamente...
Las calles estaban congeladas y la nieve seguía cayendo esta vez más fuerte, en el
horizonte no se distinguía nada por causa de la niebla alta. Llevaba las manos dentro
de los bolsillos del pantalón mientras sollozaba. Selena nunca lo dejaría morir para que
ella se salvara y él no le veía caso a morir si no era con ella, no podían estar lejos...
tenia que haber algo, un milagro... un ángel...
Con una bocinilla pitaron frente a él, a través de la espesura no pudo ver nada.
Escuchó el galope de los caballos que seguro se dirigían a él. Se impulsó hacía el otro
lado de la calle, había olvidado que la maya de contención había sido retirada y de ese
lado de la acera solo estaba el barranco. Rodó raspando sus rodillas y solo sintió su
cuerpo colgar como un péndulo, se sostuvo de la raíz de un árbol que quedaba salida y
con las yemas de los dedos se aferraba al pavimento húmedo y resbaladizo, la tierra se
deslavo donde quiso apoyar un pie y entro en pánico.
-Ten cuidado.
Levantó la vista- ¿Frank?
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Hermione estaba sentada sobre la nieve, Arthur y ella se habían puesto a hacer
ángeles y a reír mientras que Draco los reprendía por su comportamiento de niños de
cinco años, aunque sin borrar una sonrisa que le provocaba la ternura de aquella
castaña que lo mantenía extasiado. Ellos comparaban algunas notas de trabajo
mientras que el rubio permanecía de pie mirándolos, bueno, en realidad solo miraba a
la chica... cuando se mordisqueaba el dedo índice, cuando sus labios se movían para
hablar o cuando se colocaba un mechón de cabello detrás del oído...
Estaban cuerpo a cuerpo mientras el agua caliente caía sobre ellos, todo el cuarto de
baño estaba completamente lleno de vapor, los cristales y espejos estaban
empañados.
Draco acariciaba todo el cuerpo de Hermione y ella hacía lo mismo con él. No dejaron
de tocarse y de palparse en tanto duró el agua tan caliente como a ellos les gustaba...
Se inclinó sobre él, al rubio le costo un trabajo controlarse al sentir sus pechos
recargados contra su torso, el dosel oscuro que les proporcionaba su cabello y sus
labios rojos por el frío muy cerca de los suyos. La mano de la chica le recorrió el pecho
y encontró un objeto metálico parecido a su gira tiempo.
"El mar se mide por olas, el cielo por alas, nosotros por lágrimas.
El aire descansa en las hojas, el agua en los ojos.
Draco Malfoy."
Aquellas letras la hicieron sonreír, sus ojos se humedecieron al pensar... ¿Qué podría
escribir ella en un libro tan hermoso? Tal calidad de papel y de portada, merecían una
excelente historia digna de relatarse... Pero ella nunca había escrito nada que no fuera
de un libro de estudio ¿Qué escribir? ¿Cómo saber?
Sacó la pluma y el tintero de su portafolio.
"Déjame descubrir las palabras escondidas, que abruman tu alma, y ser la razón para
que abras tu corazón, al amor que calma."
Se mordió la uña frunciendo el seño, bueno, era una línea... al menos ya no estaba del
todo en blanco.
Draco:
Quiero agradecerte el regalo.
Ve a mi habitación esta noche.
También tengo un regalo para ti.
La nota tan breve hizo que el corazón le palpitara a una velocidad impresionante, tragó
saliva... Hoy era el último día que pasaría en Hogwarts, por eso traía puesto el cuenta
tiempo, debía poner ciertos minutos y después se esfumaría como una burbuja que
hace explosión... pero al parecer ella no lo sabía y él no podía decírselo. Sus palabras le
retumbaban en el cerebro siéndole imposible pensar en otra cosa que no fuera ella...
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Harry tenía tomada a la pelirroja de la cintura a la salida del Gran Comedor, ella lo
tenía abrazado fraternalmente y parecían decirse cosas en secreto, el azabache la
engañó para poder robarle un beso en los labios y se perdió por el pasillo. Ginny lo
miró alejarse y un suspiro involuntario escapó de su boca.
-¡Bravo!
Ella lo reconoció.
El chico aplaudía sarcásticamente acercándose a ella – Felicidades Weasley...
-Veta a demonio Blaise.
Zabini la tomó de una muñeca y la recargó contra la pared dejando sus rostros
separados por milímetros.
Sus rodillas temblaron cuando estuvo frente al retrato de la señora gorda, sin
necesidad de contraseña se abrió y pudo entrar a la torre de Gryffindor, sabía que no
era su deber estar ahí... Pero ya todo le era demasiado familiar, la chimenea
encendida, las ventanas de las que su sala común carecía, el decorado de madera de
pino y colores rojizos que le daba un toque cálido y aquel reloj de péndulo que se
escuchaba en toda la torre haciendo eco.
Volvió a sacar el Cuenta tiempo y lo ajusto, se dio a si mismo treinta minutos... aunque
sabía que podía poner varia horas no quería, ya era demasiado doloroso todo aquello
para seguirlo prolongando.
Empezó a subir y con el corazón en la garganta se dio cuenta de que a penas podía
respirar. ¿Por qué tenía que ser así? Una carcajada se le escapo... había hecho tantas
veces esa maldita pregunta con la respuesta más obvia del mundo; Porque él era
sangre pura y ella no.
Al entrar en la cálida habitación lo primero que notó fueron las cortinas rojo
transparente que decoraban las ventanas y las sabanas rosas que estaban en la cama a
su vez rodeada con una cortinilla de la misma ceda. El aroma a rosas era evidente
además de las decenas de velas que decoraban la habitación. Tragó saliva y se sentó en
la cama, sobre el escritorio estaba el diario en blanco que le había regalado esta
mañana, por curiosidad lo abrió dándose cuenta de que al menos había escrito ya una
línea... humedeció el la pluma en el tintero:
La chica traía solo una bata verde transparente sin nada debajo, todo su cuerpo a la luz
de las velas era apreciado por él, y simplemente esa mujer no tenia explicación alguna.
Era lo más irracional que existiera, todo en ella era perfecto al menos para sus ojos, su
vientre plano, sus caderas no muy pronunciadas y sus senos redondos de pezones
rosados. El cabello lo traía suelto como siempre.
-Que bueno que viniste...– susurró la chica sobre sus labios y rápidamente le
desabotono la camisa para aventarla a un lado de la habitación.
Permaneció inmóvil con los ojos cerrados mientras ella se ponía de puntas para
besarle el cuello y le pasaba las manos por el torso haciendo que se estremeciera. Lo
llevó hasta la cama donde él abrió aquella delgada prenda de gasa que tenia el color
vivo de su casa y la observó completa, como nunca, sin resistirse le entregó un
profundo beso que hizo que uno de sus gemidos retumbara en su garganta y fue
bajando hasta llevarse un de sus pechos a la boca. Mientras succionaba con dulzura
una lágrima que no sintió se escapo de nuevo y recargo su frente en el caminillo entre
sus dos senos. Abandonarla lo destrozaría.
Con mucha ternura le acarició el rostro guardando en su memoria cada detalle. Era
preciosa, jamás la olvidaría y no porque no quisiera... no podía. Le separó los muslos
con las rodillas y se estremeció al sentir su piel desnuda debajo de la suya... Y en ese
momento cometió el error de mirarla a los ojos. Lo único que supo fue que no podía
apartar la mirada de esos ojos de fuego... volvió a besarla en un momento de
desesperación con todo el dolor que hizo que le ardiera cada parte de su piel. Y bajó
una mano para tocarla entre los muslos.
-¿Sabes lo que mas voy a extrañar de ti?– susurró con voz muy ronca.
Hermione tenía los ojos cerrados y las manos envueltas en su cabello– No...–
murmuró.
El Slytherin sonrió– El aroma de tu cabello cada vez que entierro mi rostro en él... el
sonido de tu risa, los gestos que haces cuando te enojas o finges enojarte – esto la hizo
reír sin abrir los ojos- Y sobre todo, tu imagen al despertar cada mañana y cuando el
sol te baña el rostro... ¿Recuerdas cuando te llevé a la torre para ver el atardecer?
-si...
-Nuestro pacto, el eclipse, la fiesta de Halloween, el día que me regalaste a
Crookshanks... nunca podré olvidarlo...
Unas inmensas ganas de llorar se apoderaron de Hermione.
Draco le mordisqueó la oreja donde susurraba y lentamente le acarició el clítoris con el
pulgar haciéndola gemir, aquel sonido se impregno a su memoria y estaba seguro que
nunca iba a salir de ahí.
Sonrió y respiró profundamente:
–Siempre te amaré...
Se había ido... Para siempre... Por eso el Diario, por eso su ternura... Todo, era la
ultima vez que la vería y por eso traía puesto desde la mañana el Cuenta tiempo. A su
lado encontró la camisa que le había quitado y la abrazó contra su pecho mientras
lloraba sin importarle ya nada.
Sonrió tristemente – nacer, crecer, morir, vivir, errar y aprender... Pasado, presente y
futuro... Todo se liga con una palabra: Siempre.
-«No le gustan los hombres» –Respondió Hermione y lo miró de arriba abajo – «O eso
que tu eres.»
-«Con razón se lleva tan bien con la comadreja y el pobretón... »
-«¡Púdrete Malfoy!» – gritó la chica alejándose.
-«Recuerda que siento lo que hay dentro de ti Hermione... Me deseas, tanto como yo a
ti...»
Cerró los ojos haciendo una rabieta mientras las lágrimas se las arreglaron para
escapar por los parpados cada vez mas apretados. Había dormido en el suelo con la
camisa de él entre sus brazos, tenía su olor impregnado de una manera tan fuerte,
como su piel.
-«Dios decidió que ningún amor fuera imposible, ni si quiera el de la luna y el sol...»
Mentira. Si así fuese él nunca se hubiera ido. ¿Por qué tenía que ser así?... No podía ser
de otra forma.
Se puso una bata de baño y miró la ventana que el sol había salido y la nieve empezaba
a derretirse, las imágenes de él la atormentaron de nuevo; su rostro, cuando la besaba,
cuando estaba junto a ella... sonriendo, enojado, posesivo... él en todo su esplendor,
con todas sus fases solo para ella, mostrándose tal y cual era sin una sola pose. Nunca
le había mentido y tal vez por eso le había hecho más daño...
-«Si piensan asustarme para que te deje... eso nunca nadie lo podrá lograr – susurraba
con voz ronca mientras la besaba– Yo seré tu dueño aunque no lo quieras...»
Maldito, era su dueño, en eso no se había equivocado... Apretó los dientes haciendo
un sonido rabioso y golpeo con ambos puños el escritorio frente a la ventana, la
madera se estremeció y aquel diario en blanco calló en el suelo abierto por la mitad. Se
puso en cuclillas para recogerlo y cuando estaba a punto de cerrarlo un viento de
quien sabe donde dejó la página exacta:
-¡Ron eres una desgracia como mago!– gritó Harry. El moreno lanzó un hechizo que
abrió la puerta violentamente y ambos entraron...
Al instante permanecieron estáticos al ver que su amiga estaba recargada con los
puños en el escritorio y mantenía los ojos firmemente cerrados.
-¿Hermione?– dijo Harry.
-¿Hermi?– dijo Ron.
Ella abrió los ojos.
–«Siempre te amaré...»
Hay un dicho que dice: Cuando la vida te de mil razones para llorar, demuéstrale que
tienes mil mas para reír. Dentro había algo, se había enamorado de ella... Y esa, era
una gran victoria, porque nunca dejaría de sentirlo. La vida no es una serie de
colisiones con el futuro, ni es la suma de lo que hemos sido... solo es lo que anhelamos
ser...
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«3° de febrero del año de 1849»
-¡Que está haciendo aquí!
-Shh, tranquila
-¡Y porque lo alimentas!
-¿Recuerdas a Selena?
Asintió.
-Pues es lo que ella haría.
Volvió a la cocina, el sol había salido y se filtraba por todas las ventanas, tal vez hacía
aun mas frío que cuando nevaba pero dentro de la casa no se sentía. Ronald miraba a
Frank engullir la sopa de tomate acompañada de las galletas saladas, ya no traía puesta
la ropa negra de vaquero; vestía un pantalón de vestir café claro y una camisa blanca
con una enorme gabardina negra y un sombrero de copa.
Draco leía en el estudio alumbrado por la luz natural de una enorme ventana que iba
desde el piso hasta el techo con un vitral transparente. Su vista se distrajo en un
pequeño árbol que acababa de ser sembrado en el jardín, sonrió y un enorme suspiro
se escapó de sus labios...
-Vas a tirar la casa.
Él sonrió, sentía que ella lo miraba, pero no se quiso virar a verla. La chica fue
acercándose lentamente hasta quedar en frente del escritorio, entonces él volteó el
sillón giratorio y la miró de los pies a la cabeza, traía puesta una blusa sin mangas que
dejaba al descubiertos sus hombros de un azul fuerte y una falda ampona del mismo
color, podía ver todo su abdomen. Sin proponérselo tragó saliva, nunca una mujer
había logrado ponerlo tan nervioso con su sola presencia.
Le hizo una seña para que se acercara a él y recibió una inocente negativa con la
cabeza.
Hermione puso sus manos en el rostro de él y se inclinó para rozar sus labios
levemente sonriendo sobre ellos cuando el ojigris se estremeció. Se miraron a los ojos
muy de cerca, hasta que la chica se sentó a horcajadas sobre sus piernas, el chico
volvió a tragar saliva haciéndola sonreír aun más, ella era consiente de la manera en
que lo perturbaba y sin embargo le importaba un comino.
Acunó el rostro del chico entre sus manos y le dio un profundo beso mientras
meneaba sus caderas adelante y atrás de una manera descaradamente seductora. Sus
manos empezaron a descender por el torso desabrochando los botones de la camisa
uno a uno hasta que el pecho de él quedo expuesto para ella. Acarició los fuertes
pectorales y el torso bien formado... bajó de sus labios besando su cuello haciendo que
el rubio echara la cabeza para atrás.
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Él cerró la puerta tras de sí. Tragó saliva al verle, ella le extendió los brazos haciendo
que sonriera, corrió hasta enredarse en esas cálidas manos que tanto extrañaba
mientras que el sol que entraba por la ventana le bañaba el rostro y calentaba aquella
fría habitación.
El viento era helado, pero parecía no importarle aunque la punta de su nariz y sus
mejillas... el dolor de su rostro no estaba comparado con la opresión que sentía en la
garganta y en el pecho, sus lágrimas brotaban sin que él las sintiera por el anestésico
helado que lo había entumecido, tal vez si hubiera... «Hubiera» ¿Por qué pensaba en
eso?
Con las mangas de la túnica se limpió el rostro húmedo y aspiró con la boca
lentamente, al exhalar un humo frió salió de ella y encogiendo las rodillas dejó su
cabeza sobre estas. Una corriente húmeda y todavía mas fría le revolvió el cabello
negro...
-¿Qué te pasa?
Levantó el rostro para mirarla:
-Era mi hijo– dijo con voz casi inexistente.
Ginny se sentó a su lado abrazándolo con fuerza ¿Cuánto tiempo mas ese fantasma
estaría atormentándolo?... tal vez para siempre, tal vez Harry ni si quiera volvería a ser
el mismo de antes, no es que en ese entonces fuera muy bueno...
-Lo se... Lo siento...
-Yo debía cuidarlos... eran... mi responsabilidad...
Entonces su voz se quebró completamente, no articulo una sola palabra mas porque
abrió su boca para respirar porque las lágrimas habían comenzado de nuevo su cauce
violento. La pelirroja lo acunó entre sus brazos meciéndolo lentamente como a un
pequeño niño... tal vez él tenía la culpa, pero de que demonios le servía descubrirlo.
Era obvio que eso no lo haría sentir mejor, ¿acaso se merecía sentirse mejor? ¿Ella
merecía morir?... Solo cerró los ojos controlando su respiración.
Los sentimientos de culpa son muy repetitivos, se repiten tanto en la mente humana
que llega un punto en que te aburres de ellos. Hay un remedio para las culpas;
reconocerlas
Hermione hizo su maleta, solo que nunca había sido tan doloroso como esta vez: Lo
primero eran sus ropas que tenía impregnado el perfume de Draco, los libros que él
había escuchado en su mente mientras ella leía, los apuntes de un eclipse que ninguno
de los dos había visto y ahora... La camisa que le había quitado la noche anterior. Con
especial cuidado la abotonó y doblo perfectamente sosteniéndola entre sus manos...
¿Cuánto tiempo mas tenía que mentir? Con un hechizo hizo que la maleta color crudo
se cerrara y colocara en el suelo, invoco “accio” para atraer su diario en blanco y
dejarlo sobre la misma.
Antes de bajar se miró al espejo por última vez haciendo su cabello para atrás, era
inútil tratar de borrar con una sonrisa lo que sus ojos develaban al instante, era
absurdo tratar de contener con profundas respiraciones los sollozos que venían desde
su pecho... pero tenía que hacerlo.
Dio otro sorbo a su trago, era bueno para aparecer el licor. Al instante le desgarró la
garganta lentamente como una llamarada, pero no le importó, de verdad que no.
Apretó los dientes conteniendo un dolor mucho mas allá de lo físico pues el pecho
estaba a punto de reventarle, lágrimas brotaron sin que él pudiera percibirlas,
inmediatamente se puso de pie para mirarse en uno de los espejos que había en la
pared y solo pudo reconocer lo que quedaba de su retrató, no era el mismo; orgulloso,
galante, engreído, con el mundo a los pies... ahora se arrastraría por un último beso...
-Que...
-No quiero nada– lo interrumpió la chica. Bajó los tres escaloncillos que se necesitaban
para la sala común y tomó asiento en el largo sofá negro.
Él la miró, recargada hacia atrás con los ojos cerrados como si así esperara descansar...
se quitó la túnica lentamente dejándola caer en el suelo sin hacer un solo sonido y
sacó su varita del bolsillo del pantalón... para apuntarse en la sien.
-¡Pero que diablos haces!– gritó Pansy corriendo para de un manotazo lanzar lejos la
varita.
-¡Déjame!
La chica lo tomó del rostro con una fuerza impresionante. Se miraron a los ojos, ella
sonrió con un aire burlesco y levantó su barbilla.
-¿Te dejo la pobretona?– preguntó.
Él tragó saliva– Vete al demonio– dijo haciendo su rostro a un lado.
-Esa no es la forma Blaise...
-¡Y cual es! ¡Perdí! ¡Y con una asquerosa comadreja de Gryffindor!
Pansy aferró su rostro con ambas manos acercándolo contra el de ella hasta que sus
narices quedaron rosándose y sus labios a milímetros.
-Véngate.– su voz había sido fuerte y tentadora, tocó una fibra dentro del
subconsciente del moreno estremeciéndolo.
Zabini sonrió, tomo las manos que estaban en su rostro para retirarlas y sujetó a la
chica de las muñecas.
-Hazla desear su muerte... Si Potter te la quitó, elimínalo...
-De que me sirve– la interrumpió– Verla sufrir no me hará feliz... Si Potter no existe ella
no correrá a mis brazos... No me eligió Pansy y eso lo respeto.
-Eres un idiota.
-Si... me enamoré de quien no debía y solo por que la deseaba... Fui el peor de los
idiotas.– Ella tenía un amplia sonrisa, él también sonrió – Pero no soy mas estúpido
que tú... Porque al menos, yo si me atrevía a amar...
Harry sonreía abrazado a los hombros de Ginny, su mirada aun estaba vidriosa pero
había una tranquilidad dentro de él que le era desconocida. La miró y se sonrieron
mutuamente para darse un pequeño beso en los labios, Luna y Ron los imitaron, justo
en ese momento Hermione bajó las escaleras mirando a las dos parejas; una parada en
la puerta y la otra recostada en el sofá frente a la ardiente chimenea. La castaña sonrió
dulce y a la vez tristemente, cerró los ojos y pasando saliva por su reseca garganta
respiró profundamente y bajó.
-¡Hasta que te vemos!– gritó Luna.
-¿Te sientes... bien?– dijo Ginny con algo de duda, ella y Hermione no estaban en el
mejor momento.
Asintió– solo... fue depresión, por que terminamos... un curso y...
-Como digas, ahora siéntate– dijo Luna.
Hermione tomo asiento en el otro extremo del sofá, con un largo suspiro su mirada se
quedó en el fuego. Recargó su cabeza en el brazo del sofá dejando caer uno de sus pies
y sin querer pateo con su talón el bolso de Luna.
-Lo siento mucho...– dijo Hermione y se arrodilló para recoger las plumas, pergaminos
y...- ¿Qué es... esto?
La rubia se arrodilló junto a ella y le sonrió tiernamente– Es un libro...
La gryffindor sonrió– si, si... digo, lo se... pero... – paseó sus dedos por todo el contorno
de la portada en cuero con molduras plateadas y una pasta gruesa y muy dura que
parecía tener una capa de pelo.
Luna terminó de recoger las cosas y volvió a sentarse junto a Ron. Hermione no podía
dejar de mirar aquella extrañeza.
-Si quieres ábrelo– dijo Luna.
Todos rieron, Hermione volvió al sofá largo mientras que Harry y Ginny se sentaban en
el sillón reclinable. El único sonido que se escuchó fue el fuego consumiéndose. Los
tres se miraron un momento, suspiraron de manera idéntica exactamente al mismo
tiempo y las otras dos chicas rieron.
-Hasta parecen hermanos– dijo Ginny.
-Lo somos ¿No?– dijo Ron.
-Si.– finalizó melancólicamente Hermione.
-Bien, bien... veamos el lado bueno; el año siguiente nos graduamos y será la época
mas tranquila de nuestras vidas– comentó Harry.
Luna rió- ¿Y que te hace creer eso?
-En primera que... a... ¡Ya se! Escuche que el idiota de Malfoy se fue a Dumstrang.
-¡En serio!– gritó Ron.
-Si ¿No es genial?... No vamos a tener que soportarlo mas, ese estúpido no nos va a
seguir molestando.
Hermione abrió la boca para respirar- No lo nombres.– dijo.
-Lo siento– se disculpó el azabache– Se que nadie mas que tú tuvo que soportarlo solo
por sus tonterías de “prefectos” –bufó – imagino lo fastidiada que has de estar por...
-Deja de hablar de él... por favor.– sus ojos se humedecieron.
La castaña se puso de pie dejando el libro en el sofá y fue hasta la ventana para ver el
sol que se metía, una lágrima se resbaló por su mejilla y mas tardó en salir que en ser
retirada con un imperceptible movimiento. Se cruzó de brazos y así se quedó.
-Hermi...– dijo Harry. Se puso de pie– Ese idiota ya no te hará mas daño...
-Deja de nombrarlo– dijo ella apretando los dientes.
-Harry ya basta de hablar de... tu sabes– intervino Ginny.
-¿De “yo se”?... ¿Porque no lo nombras? Solo es Malfoy...
-No creo que sea correcto decir su nombre...
-¡Porque no!... ¿Qué tiene el nombre de ese imbécil?
Hermione apretó los dientes con fuerza haciendo que crujieran, sus ojos se
humedecieron completamente, abrió la boca para respirar a pesar que el dolor en su
pecho la estaba matando, un sollozo involuntario escapo de sus labios abiertos y llevo
ambas manos hasta ellos para reprimir los demás.
El ojiverde se acercó a ella acariciándole los brazos.
La soltó. Todo su cuerpo empezó a temblar, su boca permaneció abierta ¿En verdad lo
había dicho? No... Hermione no pudo decir eso, ella... No, no, no...
Ron se puso de pie lentamente, Hermione lloraba con el rostro tapado por ambas
manos y el cabello sobre la cara. Harry estaba frente a ella, el pelirrojo se acercó muy
lentamente para mirarlos a ambos, el azabache no había mentido, Malfoy si era un
idiota y... seguramente Hermione tampoco.
-Co... Como pudiste– profesó Harry. Ella no respondió así que se apresuro a levantarla
de ambos brazos- ¡Como pudiste!... ¡Seguramente ese maldito te...!
-¡No te atrevas a maldecirlo!– gritó con voz ronca.
-¡No me digas como decirle a ese maldito bastardo!
Recibió una bofetada que logró voltearle el rostro provocando que el chico la tomara
con más fuerza.
-Estuvo conmigo siempre... Y me hizo sentir hermosa... me tocó y... acarició...
-¡Ya cállate!
-Me entregue a él Harry... Lo hice. Yo rompí las reglas.
Ron se apresuró para abrazarla antes de que fuera presa de la furia de Harry. El
azabache cayó de espaldas en el suelo temblando completamente, recargó su frente
en sus manos y se quedó inmóvil.
-Ya acabó Hermi...– profesó Ron acariciando su espalda dulcemente– Tienes que
olvidarlo...
La castaña se liberó de su abrazo y caminó a las escaleras– No... No puede acabar. No
voy a olvidarlo... Porque me dejó algo...
-Lo que sea, deshazte de eso.
-No puedo.
-¡Porque no!– gritó Harry.
Sonrió– porque estoy embarazada...
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«3° de febrero del año de 1849»
Ella traía puesto un largo vestido blanco brillante que se sujetaba detrás de su cuello y
dejaba toda su espalda desnuda excepto por la espesa capa de cabello que le llegaba
un poco mas abajo de los hombros, la prenda ondeaba con el viento lentamente... El
jardín tenía un camino de piedra entre arboles, arbustos y flores de colores, las
lámparas de papel le daban un toque melancólico acompañado de la luna llena que los
miraba. Él vestía de negro completamente y traía metidas ambas manos en los
bolsillos del pantalón.
Tomaron asiento en una banca de mármol que estaba en medio de dos arbustos con
flores extrañas de color blanco y azul muy claro al tiempo que las luciérnagas volaban
sobre ellos. El corazón del chico se desbocó sin poderlo evitar y sintió que todo a su
alrededor le daba vueltas.
-Madeleine...
-Odio ese nombre...
-Lo siento... Hermione...
-Dime, Ethan.
Draco sonrió– Odio ese nombre. Se que, esto es nuevo para ti... Aceptar lo que soy,
este país y... todo.
-¿A dónde quieres llegar?
Sacó un estuche rojo aterciopelado y lo miró unos segundos:- Compré esto, pensaba...
esperar, pero no quiero.
-Draco...– profesó la gitana.
-He visto a Ron y a Selena, ahora que ella está enferma he comprendido que toda mi
vida me la he pasado esperando. Hace años esperaba una guerra, después esperé que
brotara oro y ahora... tengo a la mujer de mis sueños frente a mí y no quiero perderla
por seguir esperando...– abrió el estuche mostrando el anillo de plata con un diamante
gigante y perfecto que brillaba con intensidad.
Ella se tapó la boca con ambas manos mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.
-¿Tu... quieres casarte conmigo?– preguntó Hermione.
El rubio sonrió– La pregunta es al revés, ¡Yo soy el que te lo está pidiendo a ti!...
Espera, estoy haciendo esto mal.
Al instante se arrodillo haciendo que una carcajada escapara de la gitana:
-No me culpes, es la primera vez que lo hago, nunca me he arrodillado a una mujer asía
que disfrútalo porque no lo volveré a hacer– respiró profundamente y se acomodó la
corbata– Hermione ¿Te casarías conmigo?
Ronald sintió una desesperación muy grande ¿El tipo que había intentado matarlos
tantas veces era el mejor amigo de su esposa? ¿Pero como era posible?
-Señores, ya pueden pasar.– dijo el médico que había examinado a Selena.
Ambos jóvenes entraron, los labios de la rubia estaban mas secos y llagados, debajo de
sus claros ojos azules había surcos oscuros que los hacían parecer más grandes y
hundidos y sus manos estaban huesudas; tenía el aspecto de la muerte.
Ambos se miraron fijamente, el chico de cabello castaño no pudo soportar por mucho
tiempo su contacto visual por lo que girando los ojos se puso de pie y se volteo a la
ventana. Ella sonrió.
El pelirrojo no estaba conforme del todo, pues no podía confiar en ese tipo de un día
para otro... Pero el criterio de su esposa nunca le había fallado antes y estaba seguro
que no comenzaría ahora. Después de todo, cualquier persona que tratará con Selena
debía tener algo de bondad dentro de sí.
Después de unos segundos afirmo con la cabeza sin quitar la mirada del índice de su
diario. Frank sabía que esa forma de ver no correspondía a una “Mirada perdida” o
“ausente” ella estaba buscando algo en particular, cosa que le preocupó demasiado.
De pronto, la rubia sonrió con una aire tan maquiavélico que le recordó a la vieja
abuela Tituba Lovegood que se la pasaba mezclando plantas en un caldero negro, en el
año de 1693... La primera “Bruja de Salem”, aquella mujer escalofriante era la viva
imagen de Selena y aunque él siempre se resistió a creerlo, ahora lo estaba
comprobando.
-¿Selena?
Ella seguía sonriendo mostrando sus dientes– No tengo permitido impedir el futuro...
Pero puedo volverme parte de él.
Sopló de manera extraña sobre el diario y este quedo en la página exacta, se lo mostró
a Frank. Al chico se le puso la piel de gallina en cuanto vio el hechizo referido.
-Cambiar el pasado es un error, impedir el futuro un sacrilegio... Pero alinear dos
tiempos, es simplemente cruel...
-¿Me ayudarás o no?
-Nunca te he negado nada.
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Todas las palabras creaban confusión dentro de sí, pero si había algo que retumbaba
con fuerza era que él la amaba, ahora todo dejaba de tener valor, incluso su mismo
pacto pues él mismo lo había roto al confesarle lo que no debía...
La había dejado porque la amaba, si, eso era. Ahora lo creía: Draco Malfoy en verdad la
amaba.
Paradójicamente sonrió. Se sentó en la cama con las rodillas encogidas y miró la luna
que ya había llegado hasta su ventana, ahora que lo recordaba ella era la luna, sola de
nuevo.
-No me ames Draco– susurró– Ódiame. Ódiame como cuando me tomaste por coraje,
ódiame como cuando me obligabas a seguirte... ódiame igual que cuando me salvaste.
– las lágrimas siguieron desbordándose por sus mejillas caudalosamente - ¿Tenias que
amarme para dejarme?... Porque yo te he odiado demasiado como para no amarte –
recargó su frente en sus rodillas y los espasmos cedieron – si esa es tu forma de amar,
te ruego que me odies.
Podemos recordar todos los eventos de nuestras vidas y decidir cargar con nuestros
pecados, al fin y al cabo los expiaríamos hasta el final de nuestras vidas... “Uno no
destruye lo que ama” muy cierto, por eso mismo, casi siempre lo que amamos–
sonríe– termina destruyéndonos.
Cap 29:
Sentir: Algo que aprender
Los rayos iluminaban la noche, algunos con sonido y otros carentes de él... A pesar de
ello no había una sola señal de la lluvia que debería estar acechando. La fachada de la
mansión estaba descuidada; los árboles no tenían una sola hoja, arbustos y flores
estaban completamente secos, el camino empedrado hasta la puerta estaba cubierto
de hierba silvestre. En la torre más alta y tal vez también la más escabrosa un leve
candor se vislumbraba.
Abrió la puerta lentamente, sus zapatos brillaron con la escaza luz mientras que la
puerta rechinaba. En medio de la habitación estaba la cama con grabados de madera
negra en un estilo bastante exuberante en el cual era difícil distinguir entre ángeles,
palabras en latín y gárgolas, a un lado de esta estaba una enorme vela sobre el buró
que era suficiente para dejar en penumbra la habitación. Cerró con un portazo, el
sonido no se escuchó debido a que fue opacado por un trueno que iluminó la ventana.
Él sonrió al verla, ella levantó su barbilla y dibujó una media sonrisa que a cualquiera le
hubiera escaldado la espina dorsal.
Era un hombre anciano con abundante cabello grisáceo peinado elegantemente para
atrás, su rostro era puntiagudo con rasgos afinados y piel pálida de ojos azules tan
oscuros que parecían negros. A pesar de la vejez guardaba los vestigios de un seductor
empedernido o tal vez un cazador hábil. Traía puesta una bata rojo oscuro que hacía
juego con sus sabanas de encaje de seda.
Al principio solo era un vacio oscuro y sin sentido en el que caía lentamente sintiendo
un mariposeo en su estomago al descender al abismo y en medio de la nada... escuchó
su voz con un eco extraño que le retumbo en los oídos...
–Siempre te amaré...
Con un brillante destello se esfumó.
Cayó de rodillas frente a su cama, golpeo el suelo con los puños mientras que apretaba
los dientes en un intento vano por contener su rabia. Las lágrimas brotaron
lentamente... no entendía porque aún podía escuchar sus palabras, sentir como se
desgarraba por dentro. Un gritó desgarrador retumbó en su habitación...
Lección I: Por lo general... todas las respuestas que deseamos, están donde menos
hemos pensando, en el ultimo rincón en que buscamos... ¿Y donde es ese lugar?; a un
lado de nosotros.
-¿Qué haces aquí?– dijo asomándose por la enorme puerta doble que llegaba casi
hasta el techo.
Él reconoció la voz de su madre y viró la cara para darle su perfil:
-¿No debo?
La mujer entró y cerró la puerta produciendo un fuerte sonido que retumbó en la alta
habitación. Se quedó recargada con las manos aun sosteniendo la perilla:
-Es tu hogar... puedes hacer lo que quieras.
Narcisa tomó asiento en un sillón negro frente a la chimenea cruzando su pierna por
debajo del aterciopelado y largo vestido negro que traía puesto y que a su vez
resaltaba la antaña perfección de su juventud perdida. Su mirada se quedó fija en el
rostro perfecto de su hijo, temía por él, ya que cada vez se parecía más a su padre.
Draco supo que ella lo miraba pero decidió ignorarlo, no quería verla con ese estúpido
luto que guardaba por respeto a sabia Merlín quien. Su padre no había sido alguien
digno de tanto respeto como su madre lo hacia parecer. Se tomó la libertad de
inspeccionar las pinturas de la habitación, las había visto antes, pero solo ahora
empezaba a notar que no eran fotografías con movimiento como las que había en el
pasillo a su habitación.
El Slytherin miró el fuego, lentamente fue levantando la cabeza hasta mirar la pintura
más grande de toda la habitación: había un hombre de cabello rubio hasta los hombros
con ojos grises y nariz puntiaguda que se asemejaba a su padre, pero el gesto que
tenía en el rostro era idéntico al que él solía hacer. Estaba ataviado con un traje verde
y antiguo acompañado de la camisa blanca y posaba frente a uno de los jardines.
Por primera vez inspeccionó con detenimiento, fijándose que aquel jardín era verde y
tenia flores... Cuando en su tiempo no había nada que se le asemejara y debajo de él...
en un listón dorado “De nada sirve ganar al mundo a cambio de perder tu alma” ¿A
caso estaba hablando en sentido figurado?
Se puso de puntas para tocar el relieve que enmarcaba la pintura, era una hipnosis
extraña, no sintió cuando uno de sus dedos tocó el fuego hasta que lo estaba
quemando, dio un salto perdiendo el equilibrio al instante, intentó sostenerse de la
pintura y calló de bruces en el suelo con el cuadro encima. De inmediato lo hecho a un
lado para revisar el pulgar de su pie derecho y lo sostuvo con su mano casi llevándolo
hasta su cara.
Después de unos minutos se puso en pie y tomó el enorme cuadro para volverlo a
colocar en su lugar, al levantarlo notó que una de las esquinas se había levantado...
Pero no era un fondo de tela lo que estaba debajo. Abrió un poco más y notó dos
fotografías viejas en blanco y negro pero que habían adquirido colores sepia. En la
primera había dos hombres con traje de gala oscuro, uno era su abuelo... su boca se
quedó abierta al notar que era un hombre idéntico a él, obviamente era mucho mas
joven que en la pintura, pero no sabia quien era el segundo hombre puesto que en
lugar de su rostro había un hueco que parecía que lo habían hecho con un cigarrillo. La
segunda estaba partida a la mitad y solo se mostraba Ethan joven abrazado de alguien,
hasta el pie se apreciaba lo que parecía la orilla de un vestido blanco...
Draco sacudió la cabeza un par de veces ¿Por qué estaban ocultas? ¿A caso su abuelo
estaba escondiendo algo?... Su madre le había dicho “Cuando volvió” ¿Por qué se
había marchado la primera vez? ¿Y porque volvió solo?... Dedujo entonces que aquel
chico sin rostro era aquel amigo que le habían mencionado y que por alguna razón le
era difícil asociarlo con un Lestrange, al menos solo faltaba su rostro... ¿Por qué en la
otra fotografía faltaba toda la mujer? ¿Quién era ella?... ¿Y porque la había
eliminado?... En el pie de la fotografía que compartía con otro hombre había una fecha
escrita a mano: “14 de febrero del año 1849” ... la otra no tenía fecha ¿Habrían sido
tomadas el mismo día?... ¿Qué paso el catorce de febrero de aquel año, que fuera tan
importante como para ocultarlo?...
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«14 de febrero del año de 1849, 9:00 hrs.»
Selena sonrió ampliamente y se puso de puntas para alcanzar sus labios, sin esperar un
segundó Ronald le correspondió con ansias, subiendo una mano a su espalda y
rodeando con un brazo su cintura mientras que ella enredaba sus dedos en el cabello
de fuego...
-Cada latido...– susurró a su oído con un jadeo y empezó a bajar lentamente trazando
un camino de besos a su cuello– te esta diciendo suavemente “Te amo” “Te amo” “Te
amo”
-Yo también te amo– dijo ella acunándolo en sus brazos.– me gustaría ir a la boda...
-El médico no lo autorizó... pero atormentare a Draco de tu parte.
-Ron.
-Estaba bromeando.
-Este día no lo fastidies.
-¿Y si me fastidia primero?
-Ustedes dos son como un par de niñitos.
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-¿No pudieron elegir día mas ridículo?– dijo Mir mientras seguía a Hermione.
-Eres una anti romántica...– respondió la castaña sonriendo.
-Claro que no... Yo soy muy romántica...
-Mir, quitarte la ropa y meterte en la cama de un hombre casado no es mi idea de
romanticismo...
-¡Hey! ¡Si que eres mala Hermione! ¡No vuelvo a contarte nada!
-Si, eso será lo mejor...
Ambas reían, dentro de Hermione había algo que no la dejaba tranquila un solo
minuto, era extraño... La primera vez que se había “casado” no había usado un vestido
blanco ni había jurado amor eterno y tenía que confesar que nada de eso le llamaba la
atención antes...
Toda la servidumbre estaba preparando cada detalle de la boda. Sería en el jardín; por
la tarde la ceremonia y al caer el sol todo estaría decorado por luces de colores y
melancólicas lámparas de papel.
La castaña saltaba como una niña pequeña rumbo al jardín, su rostro se bañó de sol en
cuanto cruzó la puerta, quedándose estática ante toda la servidumbre de un lado para
otro. Había una carpa blanca, sillas, el pasillo cubierto por rosas blancas por el que
pasaría y todo lo demás... de verdad estaba pasando.
Luna y Ron caminaban por los jardines del castillo ataviados con la vestimenta común
para volver a casa por las vacaciones; la rubia vestía un abrigo azul rey que le llegaba
hasta la mitad de las pantorrillas, mientras que el pelirrojo traía puesto uno de sus
característicos “sweaters Weasley”.
-¿No te sientes triste?– preguntó Ron.
-¿Porque lo estaría?
El chico se metió las manos a los bolsillos del pantalón y exhaló un vapor frió:
-Hoy es el último día que nos vemos...
-Eso que importa... Yo no te voy a extrañar.
Los ojos del pelirrojo se desorbitaron ¿Había escuchado bien?... ¿Ella le estaba
diciendo que no lo iba a extrañar? ¿Tan poco significaba él para Luna?
-¿Perdón?– inquirió el chico.
-Dije que yo no te voy a extrañar– repitió con una tranquilidad fría.
-Bueno, en ese caso lo mejor será que de una vez digamos adiós.– dijo y se viró de
vuelta al castillo.
La rubia no pudo evitar notar un deje de furia en su voz que le fue completamente
incomprensible:
-¿Dije algo malo?– preguntó ella.
El se viró para verla– No... Si en realidad es lo que sientes.
-Eso siento.
-¡Pero que te pasa! ¡Luna yo te amo! ¡Y estas últimas semanas me he estado muriendo
por saber como voy a vivir sin ti dos semanas!... ¡Y el último día que te veo me dices
que no me vas a extrañar! – ella le rodeo el cuello con ambos brazos y sonrió, mientras
el gesto del chico permanecía tan duro y molesto como antes - ¡NO ESTA BIEN!... ¡¿Tan
poco significo yo para ti?!
-Ron...
-¡Como puedes decir eso tan tranquilamente!
-Ron yo no te voy a extrañar porque no puedo.
-¿Qué?... ¿Es que no me amas?
-¿Sabes porque no puedo?– él negó con la cabeza- Porque no se puede extrañar lo que
no nos deja y tú no me dejaras mientras te lleve en mi corazón.
Lección II: Solo se extraña lo que nos abandona para siempre y ella nunca lo
abandono... Porque toda su vida, él la guardó en su corazón... hasta que volvió a
encontrarla.
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«14 de febrero del año de 1849, 15:00 hrs»
Ronald llegó a la mansión M&W, se sorprendió al ver la gran cantidad de sirvientes que
Draco había contratado. En el jardín central había una carpa color crudo debajo de la
cual estaban las sillas blancas para los invitados y una especie de Kiosco donde sería la
ceremonia, el camino entre los asientos estaba adornado con pétalos de rosas blancas,
el césped tenía un cuidado especial para ese día y pequeñas lámparas de piso se
encenderían durante la noche.
Draco rió y golpeó el hombro del otro chico quien lo tomó del cuello para revolverle el
cabello. Uno de los fotógrafos se acerco a ellos haciéndoles una seña con la cámara.
Ronald se acomodó abrazando al rubio y levanto el pulgar, Draco arqueó una ceja y
sonrió posando para la primera foto de aquel día... El día de su boda.
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-Creo que perdiste Zabini– dijo Ginebra sentada en la cama mientras que el moreno se
arreglaba el moño frente al espejo.
-¿Qué perdí Ginny?– inquirió sin perder concentración en su acción.
-A Draco... hoy se casa y seguramente se olvidará de sus “Planes de poder”– prosiguió
con un tono burlesco.
El chico sonrió mostrando su dentadura blanca reluciente por la piel oscura:
-Cuando un hombre está casado... es cuando ambiciona más el poder.
Ella bajó de la cama y caminó a él, sonrió con algo de malicia y poniéndose frente a él
atrapo sus labios de manera feroz.
El moreno salió al jardín en cuanto estuvo listo. A lo lejos miró como Ronald y
Hermione conversaban animadamente mientras que Draco daba órdenes al juez que
debía realizar la ceremonia. Él llego por detrás del rubio palmeándole el hombro, el
novio se viró para darle la mano y fundirse en un abrazado cálido y fraternal.
En ese momento Draco se volteó para ver como el pelirrojo tomaba a la gitana de la
cintura y la atraía contra él para susurrarle algo al oído que arranco una carcajada de
sus labios, hizo un gesto de rabia.
Lección III: Enamorarse es sentirse encantado por algo, y algo sólo puede encantar si es
o parece ser perfección...
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-¿Seguro?
-Si, si... seguro– suspiró.
Tocaron la puerta un par de veces y no recibieron respuesta así que decidieron entrar.
Su habitación estaba en penumbra y ella sentada en medio de su cama con las rodillas
encogidas hacia el pecho. Levanto la vista húmeda para mirarlos y de inmediato les
volteó el rostro. Harry cerró los ojos y respiró profundamente, no tenia ganas d
discutir. Ron sacó la rana de chocolate que traía en su bolsillo y con un gesto inocente
la dejo en un lado de la cama, la castaña se quedó mirando el paquete y después de
unos segundos decidió tomarlo; en cuanto lo abrió la rana saltó de su cama.
El azabache fue acercándose más a ella y se sentó del lado opuesto al de Ron para
después recostarse junto a ella, el pelirrojo hizo lo mismo. La chica los miró y sonrió.
Ellos tomaron asiento de nuevo y la abrazaron cálidamente recargándose en sus
hombros.
Draco notó que había conseguido una erección completa a pesar del agua fría que no
lo desalentaba en lo mas mínimo, solo su imaginación lo había provocado... aun así, el
daño estaba hecho y había que repararlo.
Tomó su miembro con una mano y lentamente empezó a acariciarlo, mientras con sus
ojos cerrados levemente seguía mirando a Hermione, lo primero que venía a su mente
era él hundiéndose poco a poco en su cálido cuerpo y después solo la tomaba de la
cadera acercándola lo más humanamente posible a él. Las caricias de su mano se
hicieron mas fuertes deslizándose desde la punta hasta la base y rozándose a si mismo
los testículos que sentía a punto de estallar, se apoyó de la pared con la mano libre
mientras el agua se deslizaba por su espalda, apretó los ojos fuertemente y en su
mente seguía mirándola cabalgarlo a un ritmo descontrolado mismo que seguía con su
propia mano, de igual forma apretó los dientes reprimiendo un gruñido que
amenazaba con desbordarse ferozmente de su garganta. Todo dentro de su cuerpo
empezó a arder hasta que se derramó... pensando que lo había hecho dentro de ella...
Una punzada le invadió cuando lentamente abrió los ojos y soltó su miembro flácido,
todo le dio vueltas y las lágrimas salieron involuntariamente, estaba furioso. Ese fuego
que le quemaba el pecho solo desaparecía con ella, no con su recuerdo, golpeó los
azulejos con los puños y decidió salir de la bañera.
Sonrió mientras se amarraba una toalla a la cintura ¿En verdad había esperado que ella
creyera eso?... Salió del cuarto de baño y agitó su varita para que las luces se
extinguieran, la aventó en algún lugar por el suelo y se sentó en el escritorio que
estaba frente a su ventana ¿Qué podía hacer? ¿Escribirle una carta a Hermione? ¿Para
que? ¿Para nunca tener el valor de entregársela?... NO. Humedeció la pluma en tinta y
escribió:
-Tu madre me dijo que podía subir...– dijo y entró quedándose a varios metros de él.
Pansy lo miró fijamente, su cabello rubio tenia destellos platinados por la luz de la luna
que se filtraba por la ventana... Draco era todo lo que ella quería y teniéndolo cerca...
sabía que nunca estaría más lejos como ahora. Él también la miró detenidamente;
vestía de negro una corta prenda parecida a una bata ceñida que le legaba hasta la
mitad de la pierna con zapatos de piso que la hacían ver más infantil todavía, también
era hermosa y le ofrecía absolutamente todo lo que podía necesitar... sin embargo no
era lo que deseaba...
Lección V: El amor consiste en sentir que el ser sagrado late dentro del ser querido.
Ella fue acercándose lentamente y lo tomó de la nuca para unir sus labios con los de él.
Draco quiso corresponderle, así que la tomó de la cintura y arqueo su espalda para
dejar que lo besara mejor... pero algo estaba mal, había algo que le gritaba por dentro
y sentía su corazón tranquilo, a diferencia de cuando estaba con Hermione. La lengua
de la chica penetró en su boca y se imaginó a si mismo con ella debajo de su cuerpo...
pero algo estaba mal... la abrazó mas fuerte tomándola de la espalda y sintiendo su
suavidad y el delicioso aroma que desprendía ¡Pero había algo mal!...
Sin decir nada la soltó... se deshizo de aquel profundo beso del que no estaba sacando
nada, al contrario; acumulaba mas miseria. Los ojos de la chica se llenaron de lágrimas
al instante.
-¿Qué pasa?
-Sabes lo que pasa...
Caminó al baño donde se vistió con una pijama negra, cuando salió la encontró en el
mismo lugar exactamente en la posición en que la había dejado.
Sin decir nada más Draco la soltó y caminó a la ventana. Su nariz se congestiono pues
unas inmensas ganas de llorar se apoderaron de él.
Las lágrimas rodaban por las mejillas de Pansy, miraba un punto fijo en la pared pues
no podía si quiera verlo a los ojos sabia que la molestaría demasiado, ya se había
humillado y había dejado que la humillara, no podía más.
Salió casi corriendo de su habitación, cuando azotó la puerta Pansy se derrumbo sobre
el suelo sin contener el feroz llanto de rabia.
-¿Eres feliz?
La voz de su madre lo sobresaltó. Él estaba sentado en las escaleras con la cabeza
gacha, mirado la nada, Narcisa no podía ver a su hijo así...
-No.– respondió Draco secamente.
La rubia bajó para sentarse a su lado acomodándose el vestido debajo de las piernas.
-¿Por qué no?
-Porque... hace tiempo... hice algo sin pensarlo, solo porque lo sentía y ahora que lo
pienso...
Ella sonrió– Raro y celestial don, el que sepa sentir y razonar al mismo tiempo... ¿Qué
necesitas para ser feliz?
-sacarme toda la sangre que llevo dentro...
-Tal vez... sientas que no es lo correcto... y puedes preguntarte ¿Cómo saber que
hacer?– lo tomó de la barbilla para levantarle el rostro y le aparto algunos cabellos de
la frente– El deber está en tu corazón.
-Pero mi corazón no esta aquí.
La rubia volvió a ponerse de pie y subió un par de escalones- ¿entonces que haces
aquí?... Ve a donde esté.
-Pero...– replicó el chico poniéndose de pie mientras su madre seguía subiendo.
-Hagas lo que hagas, estaré orgullosa de ti hijo mío– viró su rostro– encuentra tu
destino, aférrate de él y no lo sueltes nunca.
-¿Y si por seguir mi destino traiciono a toda la familia?
Se encogió de hombros:– la peor de las traiciones es si te traicionas a ti mismo.
El chico corrió para alcanzarla, ya era mas alto que ella y la rodeo con sus brazos,
Narcisa sonrió.
El pasado es la única cosa muerta cuyo aroma es dulce y solo en él está la historia del
futuro. . .En tres tiempos se divide la vida: en presente, pasado y futuro. De éstos, el
presente es brevísimo; el futuro, dudoso; el pasado, cierto... por tal motivo, debemos
conocerlo...
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«14 de febrero del año de 1849»
La boda:
Se veía hermosa, con su vestido largo idéntico al de una princesa... tal vez era una. Él
se quedó embobado en cuanto la vio caminar por el pasillo de la iglesia sosteniendo en
su mano un ramo de rosas blancas, era un ángel... o los mas semejante a uno...
Un suspiro no le fue desapercibido. Mir notó como el pelirrojo parecía haber viajado a
otro mundo mientras la ceremonia de la boda seguía con toda normalidad.
-¿Recordando?– inquirió la gitana.
Él sonrió y parpadeó un par de veces antes de mirarla a los ojos. Tomó una de sus
manos y le besó los nudillos:
-No soy muy afecto a las bodas..– dijo Ronald.
La chica bufó– Yo tampoco– dijo sobre su oído– pero es la boda de mi mejor amiga...
tenia que venir.
-Lo mismo digo... Pero... Hermione ya se había casado antes...
-Si, si... con Evans– rodó los ojos– nunca lo quiso realmente... Es extraño, nuestras
vidas han dado muchas vueltas.
-Entiendo... bajó la cabeza.
Mir lo tomó de la barbilla y lo obligó a mirarla– Pero cambió para bien... Mira, ella se
casa con él y tú... estas conmigo...
Se miraron fijamente unos minutos, Ronald se perdió en sus ojos oscuros... La gitana
era hermosa, mas que ninguna que pudiera conocer, aunado a eso la forma tan sutil de
mirarlo, de reírse por cualquier comentario que él hacia por mas tonto que fuera... ella
seguía enamorada...
–¿Ronald, tomas por esposa, a Lovegood; para amarla y respetarla hasta que la muerte
los separe?
-Acepto.– contestó fuertemente con una amplia sonrisa.
-¿Y tú Selena...?
-si quiero– respondió con su característica voz infantil haciendo reír a todos los
presentes... y logrando derretir a su casi esposo.
-Entonces los declaro: Marido y mujer
Los aplausos estallaron acompañados de un silbido que Ronald juraba que era de
Draco
La sorpresa:
Ronald llegó a San Mungo, la noche era fresca y aun así el sudor se escurría por su
frente. Traía el saco en la mano, la camisa con los puños desabrochados y remangada
hasta los codos...
A un paso de la puerta respiró agitado, el miedo se acumuló en su corazón y una
opresión en el pecho le impedía respirar correctamente. Se dispuso a tomar la
manija... el temblor de su mano se lo impidió, apretó el puño y golpeo la pared blanca
recargándose en ella y fue cayendo lentamente, apretó los ojos con fuerza y se quedó
inmóvil. Los pasos que parecían acercarse a él lo hicieron levantar el rostro.
Le extendió una mano que el pelirrojo tomó para levantarse, lo miró con desconcierto
ya que jamás lo había visto y si, era cierto que San Mungo era grande pero no tanto
como para no conocer a uno de sus colegas. Aquel doctor era de tez morena y cabello
café muy oscuro al igual que sus ojos, su rostro era cuadrado y tenía un semblante
severo que contrastaba con una enorme sonrisa blanca.
Con pasos temblorosos entró, cerró la puerta tras de sí y miró a su esposa... Al instante
sus ojos se llenaron de lágrimas, Selena le sonrió cálidamente extendiéndole los brazos
y como un niño en busca de su madre corrió a ella refugiándose en su pecho, cuando
sintió que sus cabellos se humedecían, levantó el rostro para mirarla...
El chico acunó su rostro con ambas manos y la besó en los labios, no pudo evitar que
las lágrimas se desplomaran por sus mejillas y sintió como la rubia sonreía, su corazón
palpito a una velocidad impresionante. El otro doctor sonrió y abrió la persiana que
cubría la enorme ventana, las luces de la calle se filtraron a través de esta en medio del
manto oscuro.
-Míralo... aquí está– dijo el doctor desconocido– Este es su hijo doctor Weasley...
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Noche de bodas:
Nunca había estado tan nervioso... y si lo pensaba ¿Nervioso de que? Después de todo
no era la primera vez que se encontraba en una situación así... bueno en realidad si lo
era; era la primera vez que estaría el resto de su vida con la mujer que amaba. Después
de varias respiraciones profundas salió del baño pensando en que Hermione estaría
sintiendo los mismos nervios que él...
La habitación estaba en penumbra total, sobre las lámparas de aceite había unos
pedazos de tela roja casi transparente que le daba un toque extremadamente
erótico... Sobre la amplía cama de sabanas blancas estaba la mujer mas perfecta que
en ese momento pudiera existir sobre la tierra.
Con paso tembloroso Draco aceptó aquella invitación, todo su cuerpo estaba a punto
de estallar en un mar de sensaciones internas con las que trataba de luchar, la peor de
ellas tal vez era el miedo... no podía perderla ¿Pero que lo hacia pensar eso?... Si se
habían encontrado no fue para separarse... ¿O si?...
Subió a la cama poniéndose de rodillas, ella le extendió los brazos para envolverlo muy
cerca de su cuerpo. La calidez de su aliento tibio le erizó la piel al chico y al instante
cerró los ojos levitando los labios sobre los suyos.
Entonces, unió sus labios con los de ella. La castaña correspondió de inmediato al
deseo de su esposo, abrió la boca para dejar que sus lenguas se encontraran
cálidamente y robarse el aliento del otro. Draco le sostuvo el rostro con una mano y
fue bajando por su contorno, tomó uno de sus muslos y lo elevó a la altura de su
cintura mientras bajaba por el escote, con sus dientes se deshizo del pequeño lazo que
lo mantenía unido y capturó uno de sus pechos meciéndose contra ella lentamente.
Hermione lo aprisionó su cabellera rubia contra ella mientras que la otra mano recorría
su espalda desnuda, cerró los ojos echando la cabeza para atrás ante el mar de
sensaciones que recorrían todo su cuerpo.
Él recorrió su cuerpo caliente y terso con ambas manos explorando cada hueco y
disfrutando una a una las curvas que palpaban sus manos, se hundió en su cuello
lentamente sin dejar de moverse contra ella. Hermione abrió ambas piernas
lentamente y lo miró a los ojos, el chico clavó sus ojos en los de ella y se acomodó listo
para fundirse en uno solo. En ese momento todo desapareció; la atmosfera, los olores,
los sonidos y sabores, su mente quedó en blanco al no poder pensar en otra cosa que
no fuera su gitana, hermosa y perfecta. Un gemido escapo de la boca de la chica
cuando sintió como entraba en ella lentamente y Draco lo atrapó haciendo que
retumbara en su garganta. Se entregaron a un profundo beso al tiempo que
empezaban a danzar el uno contra el otro sin dejar de sentirse...
Los cabellos del chico le rozaron la frente al tiempo que parecían librar una batalla
entre sus ojos.
Ella capturó su labio inferior con los dientes al sentir que se enterraba más dentro de
ella. Los gemidos del chico retumbaban en la habitación confundiéndose con los
agudos de ella, ambos cuerpos se encontraron bañados en sudor, sentían las puertas
del paraíso abiertas...
No les fue difícil llegar al éxtasis algunas horas después de haber empezado, fue como
una pequeña muerte que les encendió todo el interior con un salvaje espasmo de su
cuerpo... El rubio calló rendido sobre su pecho agitado y en su rostro se quedó una
sonrisa...
No lo considero destino... tal vez solo una agradable coincidencia... Puede ser que el
único propósito de aquel encuentro era que algún día y de alguna manera... alguien
contara su historia...
La sirvienta entró a la habitación sin hacer el mas mínimo ruido, se inclino del lado en
el que Hermione dormía profundamente, la lluvia golpeaba los cristales de la ventana.
-Señora– susurro
-Estoy despierta.– respondió sentándose suavemente en el borde de la cama.
-Esta todo listo, justo como lo pidió...
Sonrió y miró a su esposo del cual los ronquidos eran poco audibles:
-Perfecto... enseguida bajo.
Abrió la puerta dejando que la luz del pasillo entrara por unos segundos, caminó
tranquilamente por el pasillo hasta que un repentino mareo se apoderó de su cabeza,
todo empezó a verse borroso, se sostuvo en la pared y cuando sintió desvanecerse un
brazo le rodeó la cintura...
-¿estas bien?
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La rubia miró por la ventana el cielo gris y como la lluvia parecía ceder poco a poco,
aun así hacia un ruido algo molesto. Miró la vena de suero encajada en su mano y
suspiró haciendo que su flequillo rubio revoloteara sobre su frente.
El chico de ojos verdes tomó su varita y acercó el tablero junto a la cama mientras que
la rubia sobaba su vientre lentamente como solía hacerlo todo el día mientras que su
esposo no estaba con ella. Abrió el tablero y las piezas fueron a sus lugares
automáticamente.
Hermione cortaba un melón de forma extraña, Ronald estaba sentado en una silla
detrás de ella mirándola con cierto desconcierto.
Se viró en seco con una cara de espanto que era casi graciosa. Los ojos del pelirrojo
brillaban mientras la sostenía de la cintura, sus narices se rozaban confundiendo sus
respiraciones.
-¿Interrumpo algo?
Reaccionaron agitados con cierto temor que a Draco le fue sospechoso. De inmediato
Ronald soltó a la castaña y sus mejillas estaban encendidas.
-Para nada... no interrumpes...
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Hermione seguía a Draco con una toalla enredada de su cuerpo mientras que su
cabello goteaba. El rubio caminaba furioso frente a ella, la chica lo alcanzó antes de
que entrara a la habitación y tomándolo del hombro lo volteo.
Las lágrimas corrían por las mejillas de la chica... en la mirada del rubia había fuego,
era provocado por la ira, la impotencia, quería estallar en mil pedazos, desaparecer de
la tierra, desaparecerla a ella.
Draco bajaba las escaleras, cuando Ronald entró agitado cosa que alarmó al rubio.
-¿Le pasó algo a Selena?
-No, no... ¡Donde esta Hermione!... arriba... tomando un baño creo...
Sin esperar mas subió las escaleras a toda prisa, el rubio lo miró algo extrañado y casi
de inmediato subió tras él... ¿para que podría querer a su esposa?
Ya arriba Ronald tocó la puerta del baño y le entregó una prueba de embarazo cacera,
era algo parecido a un dulce color rojo, le explico que lo chupara una sola vez, si seguía
rojo no estaba embarazada, si se volvía rosa era una niña y azul era un niño. La primera
reacción de la gitana fue de extrañeza, en el mundo muggle hacer eso era casi
imposible...
Después de algunos minutos llamó al pelirrojo, él entró en el baño donde había una
gran ventana redonda debajo de la tina de peltre bañado en bronce, el sol entraba en
su máximo esplendor, la castaña estaba envuelta en una toalla blanca que cubría un
poco mas debajo de la cadera, suficiente para que no se viera nada. Emocionada,
todavía con los pies dentro de la tina le mostró el dulce azul al pelirrojo quien la abrazó
mojando un poco sus ropas.
Le extendió una mano para que saliera de la tina cuando la chica se resbaló, él alcanzó
a tomarla de la cintura pero se desequilibro con ella. Hermione calló de espaldas y
Ronald estuvo a punto de caerle encima pero alcanzo a sostenerse con las palmas
sobre el suelo, la toalla se corrió dejando el cuerpo de la chica expuesto, justo ene ese
momento Draco entró quedándose atónito...
Recargado en la puerta fue cayendo al suelo, las lágrimas rodaban por sus mejillas.
Levantó el rostro mirando a Sean que leía, lo primero que pensó fue decirle que hacía
ahí, pero ahora que caía en cuanta no estaba en su habitación. El moreno cerró el libro
y entabló un contacto visual más que agresivo con el rubio, ninguno hizo un gesto o
bajo la mirada hasta que Sean decidió reír.
Amor... amor... ¿Qué es el amor?... Sé que mucho se ha dicho del amor, sé que es
infinito, que se basa de sacrificio, que no tiene tiempo ni lugar. Pero si es tan grande,
¿Por qué no se aman todos por igual?
Los otros chicos hicieron un meloso coro que logró sonrojar al pelirrojo, pero no lo
suficiente como para que soltara los labios de la rubia.
Estaba de pie frente al pórtico de su casa. Era una hermosa residencia de color blanco,
todo estaba oscuro excepto por los faros de la calle y las lámparas sobre su cabeza. Un
viento ligero hizo sonar las campanillas en el jardín y sonrió al saber que todo era tal y
como lo vio la ultima vez... menos ella. Definitivamente ella misma no era como se vio
la ultima vez... tragó saliva y se decidió a tocar el timbre en el cual sonó una deliciosa
melodía de tres notas agudas que la hicieron sonreír, como desde pequeña que su
padre había instalado aquel timbre.
-Hace frío– dijo el señor Granger frotando los hombros de su hija– vamos adentro...
La residencia era tan blanca por dentro como por fuera; las paredes tenían molduras
de pino oscuro y el piso era blanco, con muebles que hacían armonía, al entrar estaba
el recibido y un pasillo largo que conducía hasta la sala, a los lados de este estaban la
cocina, el comedor y del otro lado un baño y una ante sala. La sala al final del corredor
era la habitación más grande y lo que la caracterizaba sin dudar era la enorme
chimenea de piedra blanca en forma de cono que estaba en una esquina.
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«1° de diciembre del año de 1849»
Cada tarde desde el invierno ella se sentaba en el estudio frente a la gran ventana a
tejer cosas que el rubio jamás les encontraba forma alguna. Él llegó como cada tarde y
le besó la frente acariciándole el vientre. Los últimos meses habían sido los mas
difíciles... recordarla llorando sobre sus rodillas... no podía negarle nada... ella lo
derretía, era el amor de su vida. Pensar vivir sin ella era la peor de las torturas.
-Draco...– escuchó como un lejano eco que cada vez se hacía mas presente– ¡Draco!
-¿Qué?– pregunto distraídamente.
Ronald sonrió palmeándole el hombro:- ¿Pero en donde andas?
-Nada... yo... solo... recordaba...
-¿Fue difícil?– dijo Ronald
-Algo... mi carácter ha cambiado... yo he cambiado... a veces creo que demasiado...
El pelirrojo sonrió, tenía razón. Suspiro profundamente y estiró los brazos hacia el
cielo.
Aquel cuarto vació era de color azul cielo con bordes de madera blanca y el piso de
mármol claro al igual que en el techo se veía el espacio con estrellas y cometas que
cambiaban. A Hermione le pareció el efecto más maravilloso en cuanto Ronald se lo
había mostrado, pero faltaba la aprobación del rubio. Habían acordado también que
sus dos hijos dormirían en la misma habitación hasta que fueran mayores y crecerían
como hermanos tal y como ellos...
Los otros chicos hicieron un meloso coro que logró sonrojar al pelirrojo, pero no lo
suficiente como para que soltara los labios de la rubia...
Algo se encendió en su interior, como un sentimiento de tristeza mucho mas allá de la
despedida momentánea, sentía que no la vería nunca mas...
El chico volvió a besarla, no le importaba que fuera correcto o no, dentro de él había
un gran vació que necesitaba ser llenado, era esa horrible sensación de gran tristeza
sin motivo alguno o que fuera aparente, necesitaba a su Luna y no sabía porque el solo
pensamiento de perderla le sacaba espesas lágrimas que no soportaba un segundo.
Ahora la tenía, estaba solo para él y él para ella, construían un mundo de fantasía
dentro de una nube dentro de la que podían quedarse plenamente dormidos.
Encontrarla fue lo mas asombroso que le pudo ocurrir... por lo que perderla, solo
significaría su muerte.
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Ya en la ducha cerró los ojos sintiendo el vapor meterse por su nariz, su cabello se
humedeció y al cerrar los ojos sintió claramente el aroma... ese aroma que estaba
impregnado a sus sentidos como si le perteneciera a su propio cuerpo. Era el olor de
Draco, sonrió sin abrir los ojos y pudo ver sus ojos claros fijos en ella, su sonrisa
misteriosa que le erizaba la piel e incluso ese aliento tibio al tiempo que su brazo la
sostenía de la cintura.
Una de sus manos fue descendiendo por todo su cuerpo hasta tocar los pezones que
palpitaban y la detuvo en su vientre plano. Volvió a sonreír... ¿Y si era verdad? ¿Si en
realidad estaba embarazada?... ¿El hijo de un mortífago?... Que importaba, no era el
hijo de un mortífago, era el fruto de ella y Draco y de su amor idiota. Sonrió mas
ampliamente a pesar de que tal vez le cambiaría la vida, era su “pecado” y al mismo
tiempo su cómplice y compañero.
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«3 de diciembre del año de 1849 _ 9:00 hrs»
-Gracias.
-No hay de que.
Se miraron fijamente sin escuchar nada mas a su alrededor, Ronald seguía evocando
entre sus recuerdos a su esposa, cuando alguna vez la sostenía de la misma manera en
un pasillo muy similar...
Draco lo soltó quedándose inmóvil unos segundos, miró la nada, Ronald y Mir lo
miraron fijamente quedándose completamente extrañados ante su actitud.
No existe el amor, sino las pruebas de amor, y la prueba de amor a aquel que amamos
es dejarlo vivir libremente.
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-¿Hermione?
Ella levantó la vista:- Doctor Sullivan...– se puso de pie.
La abrazó espontáneamente- ¡Por Dios! ¡Mírate! ¡Tenia tanto tiempo!... Ya eres toda
una señorita.
Ella correspondió al abrazo del hombre de piel negra y sin cabello del que su labio
inferior era increíblemente prominente.
-Pero... tus padres no me avisaron que vendrías.
-No... Es que... mi madre hizo una cita con un médico familiar pero yo... no creo
necesitarlo.
-Bien, bien... vamos a mi consultorio para que me expliques.
La castaña lo siguió en silencio por todo el hospital de color crudo caminando entre las
camillas y los pacientes que esperaban. Se robaba las miradas de chicos muggles de su
edad, después de todo el jean ajustado y la chaqueta deportiva le quedaban bastante
bien, pero había algo en ella que los llamaba... era su magia... Había leído que los
chicos muggles se sentían atraídos de sobremanera a las brujas, sentían la magia en su
sangre. Sus mejillas se sonrojaron cuando sin quererlo entabló contacto visual con uno
hasta que lo desvió de manera mas que obvia.
Firmó el último documento y levanto la cara con una amplia y enorme sonrisa:
-¿Y bien? ¿En que puedo servirte?
-En realidad... el servicio no es para mí– dijo apenada mirando el escritorio.
-¡No me digas! ¡Tendrás un hermanito!
Lo miró de frente– Es para mi hijo...
Al medico se le fue el color:- ¿Tu...?
Los ojos de la chica se llenaron de lágrimas– No lo sé- reconoció.– Pero por favor, no se
lo diga a mis padres.
-Pero... ¿Estás... completamente segura?
Negó con la cabeza.
-¿Por qué lo afirmas entonces?
-Tengo retraso y... antojos extraños– se mordió el labio inferior.
En el rostro del doctor se formo un inmenso gesto de ternura;
-Primero que nada– dijo empezó a llenar una forma– Irás al laboratorio, que te hagan
análisis de sangre... pueden ser otras cosas.– arrancó la hoja y se la entregó– En dos
días vuelve aquí y veremos que pasa. Hasta entonces procura estar tranquila...
-Y... mis padres...
-Mi ética profesional me impide revelar lo que tú no desees... Pero piensa... que la
situación será mas fácil si cuentas con ellos.
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«3 de Diciembre del año de 1849 _ 12:00 hrs.»
Corrían en la camilla a la sala de parto.
-Tengo miedo...– dijo la castaña.
El rubio le depositó un beso en la mano– Estoy contigo mi amor... aquí estaré.
-Draco no quiero...
-Hermione... hazlo por mí.
-Bien, bien... estamos listos...– dijo el medico y miró al rubio– bien... cuando lo sienta...
solo puje.
Un grito que desgarró al chico salió de la garganta de la gitana, el rubio estaba al borde
de las lágrimas... los ojos de la chica lagrimearon mientras apretaba los dientes. Le
sostuvo la mano, no pudo más y se desmayó... las enfermeras y el mismo ginecólogo lo
observaron un minuto junto a su asustada esposa.
-Pero que padre tan valiente– dijo el médico– no se preocupe señora, él estará bien.
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Ronald estaba en el cuarto de descanso, era una pequeña habitación con una ventana,
una litera de dos camas que además se usaba para guardar algunas medicinas o
instrumentos de cirugía. Estaba en penumbra, solo la luz del cuarto creciente reflejaba
en el piso la sombra de los barrotes de la ventana, al principio parecía la escabrosa
figura de manos pero después de un tiempo él se había acostumbrado.
Se incorporó en la cama abrazando sus rodillas mirando la ventana. Mir lo miró, como
siempre lo hacía, ese cabello rojo y sus claros ojos verdes, las “pecas de miedo” que le
había salido cuando lo había salvado del licántropo y sobretodo ese semblante
inocente, algunos cabellos le caían por la frente... y sin darse cuenta levitaban sus
rostros muy cerca uno de otro... El cerebro de la chica se hizo papilla, su respiración se
agitó al instante y lentamente llevó una de sus manos hasta la mejilla del chico y fue
acercándose a sus labios.
La tomó del rostro profundizando el beso y fue recostándose con ella encima sin dejar
sus labios, con un movimiento la dejó debajo de su cuerpo mientras una de sus manos
se perdía debajo de su falda para recorrer el largo de su muslo, fue bajando
lentamente por su cuello al tiempo que abrió sus piernas y estas lo envolvieron,
desabotonó los listones de la blusa y tomó con una mano uno de sus pechos, bajó
besando su cuello y se perdió en el abismo de sus gemidos...
Mir no vio el amor con el que veía a Selena, no se fijo en la lujuria con la que meses
antes la miraba a ella, su sangre corría a una velocidad impresionante poniendo su
cuerpo caliente... lo único que pudo ver en sus ojos fue una gran necesidad. Sintió
miedo, un terror interno porque sabía exactamente lo que pasaría, su don de adivina
le reveló el futuro, supo lo que él haría después y lo que ella misma haría... Sin
embargo...
Abrió sus piernas y hecho la cabeza hacía atrás, el chico entrelazó sus manos con las de
la besó al tiempo que lentamente penetraba su cuerpo...
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-¿Qué hacen?
-Estábamos aburridos y decidimos tomar las fotos familiares para organizarlas.–
respondió su padre.
Hermione sonrió y tomo asiento mirando como organizaban las fotografías por
personas, épocas, tamaños y demás... sus padres tenían una manera maniática de
imponer orden y se demostraba en la impecable apariencia de la residencia a pesar de
sus trabajos en el hospital. Tomó un álbum de color rosa con portada esponjosa
repleto de fotografías de ella, cuando tenía los dientes enormes y el cabello con la
forma de un arbusto, sonrió... en ese entonces no esperaba encontrar la magia...
Luna y Ron reposaban desnudos frente al fuego, no había un solo sonido. Estaban
tendidos a lo largo del sillón, ciertamente el pelirrojo conservaba una cara de idiotez
con la que solo la rubia tenia el placer de dejarlo. La miró a los ojos, no podía
acostumbrarse a la calidez que estos mismos le esbozaban.
A un lado del gran sofá de piel rojiza había un pequeño librero repleto de fotografías
con movimiento, la mayoría de color sepia y escala de grises. La chica se envolvió con
una manta de colores brillantes y se puso de pie para mirar con curiosidad todos los
pequeños marcos. Se mordió el índice como si buscara uno en especial. El pelirrojo se
puso de pie y la abrazó por detrás, justo en ese instante ella tomó una fotografía y
sonrió.
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«3 de Diciembre del año de 1849 _ 15:00 hrs»
Sería muy simpático que existiera dios, que hubiese creado el mundo y fuese una
benevolente providencia; que existieran un orden moral en el universo y una vida
futura; pero es un hecho muy sorprendente el que todo esto sea exactamente lo que
nosotros nos sentimos obligados a desear que exista.
Ronald despertó, abrió los ojos lentamente, sin decirle una sola palabra se levantó y
lentamente fue vistiéndose cuidando no mirarla. Mir lo sintió, que él no quería verla y
le dolió. El chico terminó de abotonarse la camisa y se hizo el cabello hacia atrás con
los dedos, se mordió los labios y caminó a la puerta. La luz del pasillo entró a la
habitación.
-Ron.– lo llamó.
-Que.– respondió secamente.
Los ojos de la gitana se humedecieron:
-Esto...
-Esto no es nada– la interrumpió– solo... finge que no ocurrió.
Ella se levantó- ¡Como quieres que haga eso!... ¡Ron... yo te amo!– corrió hasta él para
tomarlo por la espalda.
El pelirrojo cerró la puerta con violencia y la tomó de los brazos.
-¡No puedes amarme! ¡No lo entiendes!– apretó los dientes tomándola con mas
fuerza– Estoy casado, amo a mi esposa... ella, es mi razón de ser...– sus ojos se
llenaron de lágrimas– Por lo que mas quieras Mir... te suplico que no me ames, no
necesito tu amor, no lo quiero.
Las lágrimas salieron de los ojos de la chica y calló al suelo en cuanto la soltó. Él volvió
a abrir la puerta.
-Te quiero fuera de mi casa Mir.
Imposible una verdadera y continúa felicidad, sin sacrificio. Nuestros mayores goces no
resultan de los esfuerzos para procurarnos placeres personales, sino de los
espontáneos y amantes servicios a favor de otras vidas.
El pelirrojo sonrió, las enfermeras iban de un lado a otro mientras él como un zombi no
podía ni si quiera moverse... lo estaba perdiendo todo, no podía sufrir más. Selena
moriría de un momento a otro. Su cerebro quería estallar y al contrario su corazón
estaba palpitando mas lentamente que nunca, su respiración estaba acompasada con
sus latidos y las lágrimas se habían secado sobre sus mejillas. La bocina llamaba a los
doctores que él conocía a la perfección y sin embargo todos eran tan inútiles como él
mismo. Quería darle su sangre, pero ella no lo aceptaría y lo último que quería era
verla triste...
Una enfermera de uniforme azul se despojó del cubre-boca, sus ojos estaban llenos de
lágrimas, Ronald se puso de pie esperando lo peor, la miró suplicándole que no se lo
dijera, ella lo sabía.
-Su esposa...
-Cedió – susurró Ronald.
-No ha cedido, pero entró en crisis.– dijo con voz tan baja pero aun así fue audible.
-Gracias Lucy.
Ella asintió. La enfermera se retiró al tiempo que un cirujano llegaba por detrás, el
pelirrojo se incorporó sintiendo como sus manos temblaban, su boca estuvo seca. Miró
como Lucy partía y cerró los ojos, si el jefe de clínica estaba detrás de él significaba
solo una cosa.
A lo lejos Mir vio como el pelirrojo caía de rodillas en el suelo derramando gruesas
lágrimas y conteniendo un grito desgarrador. El medico le paso palmeando el hombro
del chico y se dirigió al pasillo donde la gitana observaba. Pensó en esconderse, pero
no, ella lo había visto y sabía lo que tenía que hacer.
El valor es como el amor: necesita una esperanza que lo alimente. El verdadero valor
consiste en hacer, sin testigos, aquello que serías capaz de hacer delante de todo el
mundo...
-¡Doctor Weasley!– gritó Lucy.
Él levantó el rostro, bañado en lágrimas- ¿Ya?
-Ya...
El llanto se hizo más fuerte pero siguió igual de silencioso.
-No, espere... dije ya porque encontramos un donador.
Ronald levantó el rostro- ¿Qué has dicho?
Corrió lo más rápido que pudo, la enfermera intentaba seguirlo sin comprender su
violenta reacción. Se detuvo en el pasillo. Eran dos habitaciones continuas con grandes
cristales a lo largo. En donde estaba Selena era de color azul cielo, donde se
encontraba Mir era blanca, las conectaba un enorme tubo que se encajaba
precisamente en el corazón de amabas chicas. El pelirrojo golpeo el cristal donde Mir
estaba y fue cayendo lentamente sin contener una vez mas su llanto.
Ronald entró y cerró la puerta sin producir ruido, la miró con la bata blanca y la piel
completamente pálida, el reloj de vida marcaba dos minutos con vida. La observó, y se
recargó en su abdomen, las lágrimas la humedecieron. No podía seguir un minuto más
ahí.
-Me quedaré en tu sangre Ron... y cuando vuelva a nacer– lo miró a los ojos– será solo
para pertenecerte, seré tuya... completamente... seré tu sangre... porque viviré en
ella...
-Mir...
-Mi mente me dice que me aparte, mientras mi corazón grita acercarte. Que hago con
este torbellino latente, que llevo dentro de mí, olvidarte o amarte. Que hago con este
amor, todo lo que haga será; por amor a ti...
-No...
-No puedo cuidarte más... pero... debes saber siempre... que todas las decisiones que
tomes... serán las correctas, no tengas miedo de dejar lo que conoces... porque lo que
estás por conocer será mejor...
-Gracias, Mir.
-Se feliz.
Cerró los ojos y todo su cuerpo quedó inmóvil y pesado. La ultima dosis de sangre se
deslizo a través del tubo que la conectaba con la rubia y su corazón se detuvo, el
pelirrojo se acercó y deposito un beso sobre sus labios inertes. Del otro lado Selena
tosió compulsivamente y de inmediato los especialistas corrieron a socorrerla. A lo
lejos Ronald escuchó que la transferencia había sido un éxito... pero se quedó al lado
de Mir.
¿Por qué nos obsesiona tanto el pasado? Simplemente porque nos ayuda a entender
lo que somos... Mir... – una lágrima recorre su mejilla – mi mejor amiga... ¿Tu que
sacrificarías por amor?
Nunca exijas nada a la vida... solo espera y te dará una sorpresa maravillosa...
dicen que el amor es dar todo a cambio de nada, se da todo por el todo sin recibir
nada a cambio, sin embargo, a mi me enseñaron que Amar... es el mas preciado regalo
que se puede dar, pero ser amado... es el mas hermoso que se puede recibir, porque
cuando mas se sufre por amor es cuando mas se quiere... ellos me lo han enseñado...
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«6 de Diciembre del año de 1849»
-*Porque a mí, porque a mí, porque a mí*- se repetía una y otra vez mientras
atravesaba el pasillo para bajar las escaleras y encontrarse con su madre.
Por algún extraño motivo, algo que siempre nos perseguirá, son los fantasmas del
pasado
La señora Granger notó algo en lo que desde hace algunos años se fijaba... No
entendía el rechazo de su hija a la fiesta que ofrecía el hospital, su mirada se
entristecía algunas veces, pero nunca como cuando se quedaba mirando un punto fijo
en la nada, sabía que pensaba... lo malo es que no tenía la menor idea de en que.
Antes de subir a la camioneta, la señora Granger saludó a uno de los médicos que
llevaba varios años siendo su vecino. La castaña notó la naturalidad con la que su
madre se desenvolvía ante la vida entera, sonriente, siempre con una broma para
compartir y animar cualquier lugar... Suspiró profundamente se dejó caer en el sillón
con pesadez. Se acomodó la bufanda de color violeta y cerró los ojos.
-Una... una... ¿Apuesta?– dijo sin poder creerlo. En ese momento su boca se secó, un
dolor agudo se apoderó de su pecho como si estuviera a punto de sufrir un infarto...
pero en lugar de que su corazón se detuviera latió con mas velocidad que nunca. – No
puede ser – dijo cuando sus ojos se llenaron de lágrimas.
-Entiendo, Hermione... Pero debes olvidarlo.
-¡Tu que sabes!– las lágrimas provocadas por la rabia habían salido de sus ojos.
Corrió, corrió lo más rápido que pudo, como un niño detrás del viento. Quería
perderse, hundirse o que se la tragara la tierra... ¿Había sido una apuesta? ¿él la había
apostado?... ¿Y le decían que lo olvidara?... ¿Cómo olvidarlo? si se había entregado a
él.
Un ruido extraño acompañado de una ráfaga de viento frío, hicieron que se
sobresaltase. Al abrir los ojos a se encontró con la figura borrosa de su madre que le
extendía una mano para que saliera del auto. Se deshizo del cinturón de seguridad y
tomo la mano fuerte de se madre para abandonar la camioneta. El sol había salido ya,
sus ojos reaccionaron al instante...
Cada año se celebraba un Banquete de navidad para el personal médico del hospital
general de Londres, donde sus padres trabajaban como dentistas. El salón elegido para
el evento era hermoso, de un color crudo por fuera y con lámparas de piso por todo el
camino, las fuentes estaban apagadas en los alrededores del bello jardín. El salón ante
ella aparecía como un hermoso castillo inglés... sin embargo ahí adentro no la
esperaba el príncipe azul.
Entró.
A pesar de todo sus labios temblaron, ahí estaban tantos colegas y amigos de su madre
y claro... sus hijo e hijas.
Ella no dijo nada, hasta que el chico bruscamente la tomó del brazo obligándola a que
lo mirara fijamente. Era idéntico a como lo recordaba; sus ojos oscuros haciendo juego
con su cabello y su piel pálida, rosados labios y un rostro que parecía esculpido en
granito puro. Sonreía descaradamente como si no supiera todo el dolor que le
provocaba su presencia.
Andrew sonrió:
- No me has olvidado– susurró lentamente regando un poco de su aliento sobre el
cuello de la chica– Yo te hice temblar antes que nadie...
Ella tragó saliva y apretó los dientes, era cierto. No podía negar que fue el primero en
causar sensaciones desconocidas en todo su ser, lo que conllevaba su cuerpo.... Pero el
chico cometió el error de buscarle la mirada hasta quedar frente a frente, observando
directo a sus ojos.
Sus palabras fueron tan frías que le secaron la boca al chico. La castaña hizo una mueca
extraña que resulto mas seductoramente de lo que había planeado. Se alejó de él mas
tranquilamente de lo que en realidad estaba.
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«10 de Diciembre del año de 1849»
Se movió sin cesar en su cama, pateando las sabanas. Soñaba: En sus sueños miraba el
fuego, escuchaba los gritos y podía oler las cenizas, detrás de gente corriendo estaba
Ron ¿Qué hacia él ahí? Con los ojos vidriosos.
-¡¿Morirás por ellos?!– gritó una voz con eco que no pudo distinguir.
El pelirrojo levantaba su rostro sucio - Ya lo estoy haciendo...
Ella ahogó un gritó y todo se borró como si la escena estuviera hecha de pintura fresca.
Miró un disparo y olió la pólvora, al instante algo se atoró en su garganta y solo veía
oscuridad, sentía frío, una mano huesuda la tocaba y distinguió que una vela se apagó
con un silbido aterrador...
Despertó.
-¡Un muggle!
-Draco...– dijo Hermione con un susurro lleno de pena.– No tiene nada de malo.
-¡No entiendes! ¡No tiene magia!
La castaña se puso de pie– en San Mungo dijeron que era un Squib...
-¡Es lo mismo Hermione! ¡No tiene Magia!
-¡Con magia o no es nuestro hijo!
El rubio se restiró los cabellos con furia y salió de la habitación de color celeste. La
castaña se dejó caer en la mecedora donde arrullaba a su pequeño. Era la viva imagen
de su padre, solo que tenía sus ojos, el pequeño tomó con su mano el dedo de su
madre y ella se enterneció por completo. Se acercó a su frente para depositarle un
tierno beso y una lágrima involuntaria se escapó de sus ojos.
-No sabes cuando me alegra que no seas un fenómeno– susurró con desprecio.
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Llevaba sentada varias horas mirando el fuego, tenía los pies recogidos sobre el sofá
blanco y la cabeza recargada en una mano. Podrían pensar que estaba triste, pero no.
No lo estaba, solo quería pensar... recordar y cada uno de sus pensamientos lo
ocupaba una cabellera rubia que brillaba con el sol y una piel pálida que se acentuaba
con el frío. La primera vez que se había enamorado nada fue bien, jugaron con ella y
pensó que nunca volvería a pasar... pero esta vez, fue diferente; Draco no jugó con
ella... el tiempo, el destino y la vida, eran quienes los habían manipulado tan vilmente,
como la corriente que empuja los barcos a la cascada.
Se levantó, la castaña abrazó sus rodillas y suspiró. Cada año las fiestas navideñas eran
lo mismo, sus padres envueltos en eventos de gala para ayudar al hospital. Miró una
vez mas con detenimiento, su madre traía puesto un vestido de corte recto, sencillo
pero elegante en color violeta metálico, el cabello castaño recogido con un tocado y un
mechón de cabello rebelde se paseaba por su rostro.
-Hoy, no puedo obligarte a que nos acompañes.– dijo La señora Granger apoyándose
con una mano en el marco de la puerta que daba al pasillo. – Pero sabes que mañana...
debes ir con nosotros, lo sabes ¿verdad?
Hermione guardo silencio.
La señora Granger suspiro- ¿Verdad Hermione?– enfatizó.
-Si mamá.
-Duerme temprano cielo.
No hay enfermedad por muy grave que sea, que el amor no sane. No hay puerta por
muy cerrada que esté, que el amor no abra, por tal razón debes amar el tiempo de los
intentos, debes amar la hora que nunca brilla y si no, no pretendas tocar los yertos
porque sólo el amor engendra la maravilla...
Siempre odió estar sola en casa y por alguna razón siempre terminaba sola... En más
sentidos de los que era captable. Las luces de la sala empezaron a parpadear, levantó
su cabeza con un sollozo de susto y al instante el fuego de la chimenea se extinguió
dejando una ligera hebra de humo sobre ella. Un escalofrío se extendió por su cuerpo
y se froto los brazos cuando unos terrones de carbón cayeron sobre la madera
calcinada, lentamente tocó la alfombra con un pie, sintió el cosquilleo que está
provocaba en su planta descalza y con una lentitud felina se fue acercando al hueco de
la chimenea.
Se lamió los labios, una ráfaga de viento frío entró haciéndola temblar, apoyó una de
sus manos en la piedra y el carbón dejó de caer, suspiró aliviada tocándose el pecho
donde su corazón parecía querer desbordarse. Sonrió al sentirse tonta por asustarse y
se puso de rodillas para encenderla de nuevo...
De pronto hubo un ruido extraño parecido a un cohete festivo que estalla en el cielo.
De su garganta salió un grito de espanto que se confundió con una toz extraña, cosa
que la espanto. Tomo el atizador con ambas manos y lo sostuvo como si se tratara de
un bate de beisbol. Una nube de humo se expandió por toda la sala.
Aquella nube empezó a difuminarse y una silueta se aproximo a ella. Hermione gritó,
gritó lo mas fuerte que pudo cuando él tomó el atizador con intención de quitárselo y
de inmediato le tapó la boca con otra mano, sus ojos casi se desorbitan al sentir la
brusca acción... ¿Quién era? ¿Un ladrón?... ¿Desde cuando los ladrones entraban por
las chimeneas?
-¡Granger cállate!
Su voz, era su voz... Y la nube de humo se esfumó. Ese tacto... cabello platinado... era
él, era él, era él.
Al instante dejó de hacer fuerza, soltó el atizador de hierro e incluso estuvo a punto de
dejar de respirar. Entonces lo miró: Sus ojos tenían algo diferente... una calidez
acompañada de un brillo que nunca había mirado en los ojos de Draco Malfoy.
Lo abrazó. Sin decir nada más, sin hacer una sola pregunta se arrojó a sus brazos
donde él la recibió acercándola mas contra él. Las lágrimas de la castaña brotaron
instantáneamente, se separo de él con los labios abiertos pues su nariz se había
congestionado, se lanzó de nuevo al rubio pero esta vez golpeando su pecho con los
puños con los puños cerrados... Draco rió, no podía evitarlo, lo estaba golpeando y sin
embargo las cosquillas inundaban su vientre...
La ternura de sus ojos vidriosos se hacia mas inmensa con cada pequeño golpe que ella
le proporcionaba en el pecho.
-¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te odio!– gritaba ella una y otra vez.
Draco la tomó de los brazos y silenció sus labios uniéndolos a los de él. Le acaricio
desde los brazos y subiendo por sus hombros hasta su cuello y sostuvo su rostro con
ambas manos. Sus labios eran la gloria entera después de tanto tiempo de amargura a
su lado. Hermione no dudó en corresponderle, mientras sus lagrimas siguieron
brotando, el chico rió entre sus labios sin abrir los ojos.
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«10 de Diciembre del año de 1849»
Draco salió a caminar por el jardín, su nariz se puso roja y abrió la boca para respirar.
Un vapor caliente salió con un suspiro y miró el firmamento en su totalidad estrellado.
No podía debatirlo, quisiera o no... Tenía razón. Era su hijo, su sangre... Pero no era un
mago, como lo era él y como lo había sido toda su familia...
El chico terminó y empujó el plato hacia el frente, la castaña lo recogió junto con el
vaso vacío y lo dejó en el fregadero, apagó la estufa y volvió a sentarse frente al chico.
-Te extrañaba tanto Hermione– le susurró al oído al tiempo que daba pequeños besos
a lo largo de su cuello.
La castaña se aferró a su espalda ahogando un gemido al apretar sus labios:
-Yo a ti Draco.
Sintió su erección a través de ajustado bóxer negro que usaba el chico y lo deseo como
nunca hasta ese entonces lo había hecho... hasta que una especie de “TIC” estalló
dentro de su pecho y abrió los ojos. El chico sintió la falta de respuesta y se apoyó con
las palmas en la cama para mirarla a los ojos.
-¿Qué?
-Solo...
¿Si estaba embarazada? ¿Si le hacia daño a su hijo?... ¿Draco tenía que saberlo?
Su mente viajó lejos, divagando entre sombras. Empujó al chico a un lado y se sentó en
una posición casi fetal abrazando sus rodillas, el rubio la miró con extrañeza. Los ojos
de la castaña se llenaron de lágrimas y volteó para mirarlo.
-¿Molesto?
-No
-Yo se que sí.
La miró– entonces porque que me preguntas...
-¿Es por el sexo?– en sus ojos mostraba dolor.
El rostro del rubio se suavizó y tomó una de las manos que lo rodeaban para depositar
un beso en la misma.
-No necesito de esto Hermione... con tenerte a mi lado me basta.
Ella lo arrastró debajo de las sabanas donde el chico quedó parcialmente recostado
encima de ella, siguieron besándose lentamente sin decir ninguna palabra. Draco podía
sentir que su corazón estaba a punto de estallar, solo se agitaba así cuando estaba
cerca de ella. En verdad que no sabía como pudo sobrevivir sin su aroma, sin sus
manos tocándolo, sin ella...
Me han dicho que nunca amamos a nadie, amamos solo la idea que tenemos de ese
alguien, es decir... a nosotros mismos... Tiene razón... Pero... si ese “alguien” tuviera
nuestra propia esencia escondida en su alma ¿No nos amaríamos a nosotros... Y al
mismo tiempo a él?... ¿Entonces que quiere decir? – Sonríe – que cuando se encuentra
el amor, se dejan de ser dos, para volverse uno solo, por lo tanto al amarnos, estamos
amando....
Por la mañana los padres de Hermione se llevaron una gran sorpresa al ver a su hija
desayunando con un completo desconocido que les parecía tan familiar. La chica les
explicó la “relación” que había estado llevando con el rubio, el padre de Hermione
sufrió un ligero desmayo al comprobar que se trataba del hijo de Malfoy, se repuso
casi de inmediato, mientras Draco intentaba reprimir las carcajadas por la reacción del
señor Granger... Al mirar detenidamente al padre de la castaña algo muy familiar
encontró en él, aunque no supo exactamente que.
-No se porque pero siento que me miran amenazadoramente– dijo el médico sin quitar
su vista del análisis. Levantó la cabeza para mirarlos.
-¿Y bien?– preguntó la castaña tímidamente.
-Si y no...
-¿Qué demonios? – dijo Draco.
-Si, tienes un “problema” nada que no se solucione con medicamento y no, no estás
embarazada.
-Notó que anhelabas demasiado ser padre – dijo el médico con un tono por demás
sarcástico.
-Bien, podemos irnos... – dijo el rubio.
Los jóvenes se levantaron.
-Esperen... antes de que se marchen... quisiera hablarles de algo muy importante...
-¿Qué puede ser tan importante? – dijo Draco.
La castaña miró al rubio y después al doctor Sullivan.
-¿Condones tal vez?
-¡Por Dios esta helando! – gritó Hermione amarrándose el abrigo, evidentemente tenía
un tono mucho mas relajado que antes.
-¡¿Esta helando?! – inquiero el rubio.
-¿Te pasa algo?
-Los muggles son asquerosos...
Una gran carcajada estalló de la boca de la castaña.
-Vamos Draco... No es para tanto...
-Sabes... después de todo– dijo Draco separándose apenas de ella y sin abrir los ojos –
tener un hijo contigo no parecía tan mala idea...
- Draco.– profesó la castaña
-Podemos volver a intentarlo.
-¡Estas loco!– gritó ella entre risas.
-Vamos. – intento convencerla, sin estar muy seguro de lo que estaba haciendo.
Hermione rió. Se sentía completa en sus brazos, al mirar sus ojos, al escuchar su risa,
estaba en el paraíso con aquel hombre que sin saber porque le había entregado su
corazón entero. Tenía miedo de romperlo... Pero no importaba, porque a pesar de su
miedo era mas las ganas que tenía de amarlo, amarlo hasta que le doliera el alma.
-¿Vamos a casa?
Draco sonrió– Vamos a casa...
No hay distancias, por muy extremas que sean, que el amor no acorte. No hay muro
por muy alto que esté, que el amor no derrumbe... No hay pecado por muy grave que
sea, que el amor no redima.... Por todo esto, si no conoces el amor no pretendas tocar
los yertos, porque si solo el amor engendra la maravilla, solo el amor consigue revivir
lo muerto.
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«15 de Diciembre del año de 1849»
De inmediato Frank se levanto de la silla y rodeo la barra para ir directo a ella, la silla
calló al suelo. Él se quedó de pie muy cerca de la rubia, la nieve empezó a caer
silenciosamente de nuevo y ellos la pudieron ver por las ventanas de la cocina y por la
puerta de cristal detrás del chico.
-El futuro no está escrito.– dijo Frank.– Nada de lo que puedas ver sucederá, las cosas
cambian su rumbo y estas a tiempo de cambiarlas... si es lo que quieres...
-¿Y si no?
-Es tu decisión.
Los ojos azules de la chica se inundaron– No puedo decidir... Es demasiado.
-Por lo tanto debes elegir con cuidado.
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-¡Ron por Merlín, es estúpido!– gritaba Draco siguiendo al pelirrojo de un lado a otro.
Ronald lo miró– si tan solo abrieras un poco tu mente...
-¡Son muggles!– Dijo y se dejó caer sobre la cama– estoy tan cansado de los muggles...
-Draco... tu es posa también es muggle.
-Eso no importa, no cambies el tema.
-nací para eso..
-¡No! ¡Naciste para curar MAGOS!
Ese día el cielo estaba completamente cerrado. No había sol y las nubes espesas
amenazaban con un clima bastante horrendo, a pesar de ello no hacía frío...
Por la mañana muy temprano hicieron sonar el timbre de la residencia Granger. Draco
se levanto descalzo, caminó hasta la ventana de la habitación de Hermione
asomándose para ver al repartidor que tocaba impaciente. No se puso las zapatillas
para no hacer ruido y colocándose la bata de dormir azul se encamino a la planta baja,
el frío de los azulejos le provoco un escalofrío que le llegó hasta la nuca. Se peinó el
cabello con los dedos y abrió la puerta. El repartidor se sobresaltó al ver al rubio.
-¿Señor Malfoy?– inquirió el hombre de traje rojo y con una enorme gabardina de piel
negra que iba mas allá de sus rodillas, tenía una enorme nariz puntiaguda y ocultaba
sus orejas grandes bajo un sombrero de copa negro, los dedos eran mas largos de lo
normal pero bien disimulados con guantes de piel negra.
Draco sonrió.
-Debe saber que me fue demasiado difícil encontrar la dirección,- prosiguió el
mensajero– nuestros rastreadores no funcionan tan bien con los lugares muggles.
-Su servicio postal necesita renovarse.– interrumpió el rubio
-pe, pe, perdón señor. No quise faltarle...
-¿Traes mi encargo?– lo tajó secamente Draco.
- O si, si– seguido sacó de una enorme bolsa de color café una caja que tenía tres
agujeros a los extremos, la destapó y le mostró el contenido al joven, él sonrió
maléficamente y con un cierto destello de inocencia lo que hizo notar al mensajero
que estaba conforme.
-Perfecto.– dijo Draco.
Pagó el envió y tomando la caja se dirigió a la sala. Dejó la caja en el suelo, se frotó la
barbilla examinándola escrupulosamente, sacó su varita del bolsillo interno de la bata,
haciendo un pase mudo la revistió con papel morado y brillante el cual tenía encima un
hermoso y enorme moño de color dorado, finalmente pudo poner el regalo debajo del
árbol de navidad.
El Slytherin se dispuso a subir las escaleras para volver a dormir. Se frotó ambas manos
para calmar su frío, subió apenas dos escalones cuando Hermione ya bajaba, levantó el
rostro bastante nervioso.
La chica siguió bajando las escaleras y caminó por el pasillo, Draco la siguió.
-Hoy es el baile de caridad del hospital. Mis padres van cada año y este año me obligan
a acompañarlos– bufó entrando a la concina.
El rubio tomó asiento en uno de los bancos del desayunador mientras la castaña se
acercaba a la nevera para sacar la jara de cristal con leche dejándola en la barra, abrió
la alacena y tomó una de las tantas cajas de cereal que había y empezó distraídamente
a servirse.
-¿Entonces?
Ella levanto el rostro- ¿Entonces que?
-Un baile y no se que...
-Ha, si. Bueno se hace en un salón de recepciones para recaudar fondos, todo el dinero
lo usan para dar tratamiento médico a los niños mas necesitados.
El chico bufó– suena asquerosamente compasivo y aburrido.
Una carcajada escapó de los labios de la chica:
-No lo es tanto. Solo que los únicos invitados son médicos y...– bajó la vista– sus hijos.–
dijo secamente casi en un susurro.
-Si claro, por tu tono debe ser ¡Súper divertido!
-Draco, despertarás a mis padres.
-Lo siento.
-¿Draco?
-¿Sí?
La gryffindor de mordisqueo la uña del dedo índice siendo incapaz de levantar el
rostro:
-Tú... ¿Me acompañarías al baile?– dijo al instante que su rostro adquiría un color rojo
y una temperatura bastante elevada.
-Wow, Hermione Granger me pide una cita– dijo el rubio mientras reía.
-¡No es una cita!
-Hermione... despertarás a tus padres– la imitó.
-Es solo... no quiero estar sola.
El chico se levanto lentamente y rodeó la barra para estar frente a ella quien no podía
levantar aún el rostro, él la tomó de la barbilla, los ojos de color chocolate estaban
llorosos, como si el peso de algo estuviera haciendo escapar su alma, Draco lo sabía,
percibía su dolor en su propia piel... como no podía saberlo.
-No me gusta bailar– dijo suavemente para seguido depositarle un beso en los labios.
-No hay problema– intentó sonreír.
El dolor es una de las pocas cosas que es casi imposible ocultar por lo tanto, en el
fondo de todos los corazones hay secretos ocultos... que solo el amor, puede revelar...
Después del improvisado desayuno de todos los días Hermione convenció a Draco para
que la acompañase al centro comercial a comprar un vestido nuevo, por orden de su
madre debía estar mas presentable que nunca para el primer año que iría a uno de los
bailes del hospital. El rubio acepto ir con ella a regañadientes.
-Se lo que piensas– dijo la chica caminando frente a él jugueteando entre sus dedos
con las llaves de la camioneta. Se detuvo y lo miró– Ni LO SUEÑES– dijo firmemente.
La sonrisa de Draco se ensancho- ¡Que!
-No pienso dejar que me veas desnuda.
El chico interrumpió sus palabras con una estruendosa carcajada que alertó al vecino
de al lado que en ese momento depositaba la basura en el contenedor, el rostro de la
castaña se encendió.
-Me refería... a la tienda, el probador.
Draco se acercó a ella – Entiendo.– le dio un beso en los labios y abrió la puerta del
chofer para que la chica pudiera subir.
Ciertamente el Slytherin no conocía un centro comercial de muggles, pero por lo que
se imaginaba no debía ser demasiado diferente a uno mágico. Llegaron al
estacionamiento donde la chica tomó uno de los boletillos. Se quitó el cinturón de
seguridad con una carcajada en la boca al ver como el chico quería arrancar el asiento.
-No es tan difícil, mira– de inmediato solo presionó el botón y él quedó libre.
-¡Merlín! ¡Odio estas malditas cosas de muggles!
La plaza comercial tenía una gran torre con ventanas de cristal verdosa a través de las
cuales se podían ver desde afuera los elevadores que subían y bajaban por los cuatro
pisos. Al entrar un empalagoso olor a perfumes hizo que la nariz de Draco ardiera por
lo que la arrugó tal y como lo hacía su madre, en el medio de la plaza había una
enorme pileta que tenía una fuente bastante grande en su centro con la forma de tres
delfines y algo parecido a un ángel malformado.
Ellos caminaron a través de las multitudes que iban y venían de un lado para otro con
paquetes, juguetes, piezas de cristal y grandes cajas envueltas en colores brillantes. El
ojigris los miraba atentamente, como si observara una manada de monos salvajes
balanceándose por las copas de los arboles, no podía evitar tener una sonrisa
arrebatadoramente seductora.
Pobre de aquel que conozca los secretos que oculta el silencio... porque el silencio es
como un cristal; cuando se rompe, puede herir a cualquiera, por tanto, procura que tus
palabras sean dignas del silencio que rompes...
Al virar el rostro para verlo, él estaba tres escalones mas abajo que ella. Draco tenía
una mano en el bolsillo del pantalón azul oscuro y con la otra agarraba el pasamanos
de la escalera mientras seguían subiendo. A la chica no le quedó más que suspirar
hondamente y hablar, después de todo... tenía derecho a saber.
El rubio capturó los labios de la castaña con los suyos, ella se viró para tomarlo del
cuello mientras él le acariciaba la cadera y subía por su cintura por debajo del abrigo.
Fue un beso lento y aun así mucho más pasional de lo que se nadie se podía imaginar.
La conexión entre ellos no había desaparecido, era mas fuerte, solo que eran capaces
de sentirse tanto el uno en el otro que ni si quiera tenían idea si era por el hechizo... o
por otra cosa...
Las escaleras llegaron a su fin y ellos descendieron sin dejar el beso que acariciaba
cada fibra de sus almas, despertaron los suspiros de cada persona y/o pareja que
pasaba frente a ellos, aún cuando soltaron sus bocas Draco acarició su nariz con la de
él sin abrir los ojos.
¿Cómo es que una persona puede encontrar todo lo que estaba buscando sin saber
que era eso que buscaba?... No es destino, yo le llamo suerte. Solo los superficiales
llegan a conocerse a sí mismos... también los que aman se conocen, pero a través del
ser amado, porque nuestro único deber con la historia es reescribirla.
Hermione se miraba al espejo del probador, Draco decidió esperarla en una banca
fuera de la tienda. La castaña miraba su reflejo ante los modelos que solía comprar,
eran ampones, de colores oscuros, algunos demasiado sencillos o con encajes... solo
que esta vez no quería ser ella misma o verse infantil... necesitaba lucir hermosa, no
sabia porque.
Después de varias horas eternas la leona ganó la batalla contra el espejo y salió al
encuentro de su rubio que la esperaba casi dormido en la banca de piedra frente a la
boutique.
Al regresar a casa ninguno de los dos dijo nada, el rubio se limito a mirar por la
ventana atentamente, no había nada más que decir. Ella tampoco quería hablar,
después de ver su deprimente figura en un espejo durante varias horas lo ultimo que
quería era deprimirse mas... claro, sabía que Draco nunca lo permitiría.
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«20 de Diciembre del año de 1849»
Los chicos soltaron a la castaña y él la tomó de ambos brazos, las lágrimas corrían
bravíamente por el rostro de la chica, respiraba por la nariz como si fuera un caballo
agitado.
El chico la soltó. Ella volvió a subir las escaleras de la misma manera rabiosa, Draco
golpeo la barandilla dejando escapar un grito desgarrador.
Se puso el vestido que había comprado y adornado su cabello con un bello tocado que
dejaba algunos mechones castaños regados por su rostro, se veía seguramente más
hermosa que nunca. Draco fingió estar dormido, la chica no quiso despertarlo y le dio
un beso en la mejilla arropándolo con la frazada. Su aroma lo volvió loco.
Al entrar al salón Hermione supo que no podía depender de Draco para enfrentar su
pasado, era una batalla solo de ella, en la esquina hablando con uno de los músicos
que tocarían esa noche estaba Andrew, con un traje gris claro y camisa rosa al igual
que la corbata, el cabello alborotado. El chico parecía no prestar atención a nada a su
alrededor y por alguna extraña razón se volteó para mirarla. Al instante la castaña
desvió la vista de él mirando a un lado, expuso su cuello sin adorno alguno, cosa que
éxito terriblemente al chico de la esquina.
Tomó asiento con sus padres quienes periódicamente saludaban a otros colegas
incluido entre ellos el Dr. Sullivan quien venía acompañado de su familia: Su esposa de
origen alemán y su hija que era su vivo retrato, de piel negra y cabello ondulado negro
al igual que sus ojos, con una profundidad impresionante. Traía puesto un vestido azul
rey de satín con mangas y un escote en “V”.
-Hermione.– saludo cordialmente la chica de no mas de quince años. Tenía una voz
dulce y femenina
-Vanessa.
-¿Cómo has estado? Tenía tiempo de no verte.
-Si, el colegio es absorbente...
-Oh claro, tu internado. Debes tener mil pendientes o... ¿Acaso hay un chico que te
quita el sueño?
La castaña no pudo evitar reír.
-¡Si, seguro eso es!– grito otra chica de voz chillona.
-Clarisa– susurró Hermione al reconocerla. Sus padres se pusieron de pie para bailar
por lo que la otra chica aprovechó para sentarse con ellas.
-Cuanto tiempo perdedora– dijo con su misma voz espantosamente molesta.
Clarisa era de piel exageradamente blanca y cabello rubio, sus pómulos estaban
hundidos, tenía la barbilla cuadrada y grandes ojos negros, lo que le daba un aspecto
muy parecido a un cachorro chihuahua. Traía puesto un vestido rosa pálido... como si
le hiciera falta palidez.
A lo largo de la noche Hermione solo veía que chica por chica salía a la pista, ella no
quería bailar, solo pensaba en salir de aquel espantoso lugar. Ver al que fue su primer
amor y que había jugado con ella junto con la que fue su única amiga y que la había
traicionado, se sentía estúpida en un lugar así, sentada con una pierna cruzada sobre la
otra y una sonrisa de muñeca hueca.
Del otro lado de la pista las más “hermosas” hijas de los médicos, cirujanos,
administrativos y claro la hija del jefe de clínica: Rachel. Hermione sabía que
murmuraban de ella. En general la compadecían.
Un enorme suspiro escapó de ella y al instante empezó aquel hombre a tocar con el
brillante saxofón color plata la misma melodía pero se escuchaba mucho más
hermosa, tan seductora, tan sensual...
Avanzaron a la pista, mágicamente las luces cedieron. Tomaron la posición típica como
cuando bailaban en Hogwarts, el rubio sonrió y tomó sus manos para llevarlas a su
cuello y él poder tomarla de la cintura, arqueo la espalda para recargar su frente
contra la de ella y lentamente empezar a balancearse de un lado a otro al compas de la
apasionante música que hacia que la sangre debajo de su piel corriera a una velocidad
impresionante. El corazón de Hermione estaba al máximo, creía que en ese preciso
instante iba a estallar, era como el mejor de sus sueños, solo que no estaba soñando.
Ambos estaban ataviados de negro. El vestido de Hermione tenía un escote con forma
de pétalo y toda su espalda estaba descubierta hasta la cadera, por atrás solo la
adornaban cuatro tiras que formaban una “X” en su espalda. El traje de Draco
constaba de un saco sencillo y el cuello de la camisa desabotonado, chaleco y
pantalón. Juntos parecían una sola cosa pues no se distinguía donde estaba el relieve
del uno y el contorno del otro.
Draco fue subiendo la mano que tenia en la cintura de la chica por toda su espalda y
tocando su contorno sin abrir los ojos la tomó del rostro uniendo sus labios
cálidamente a los de ella, no podía creerlo, estaba con la mujer que tanto amaba, su
mente le decía algo de un amor prohibido pero su corazón había decidido gritar.
-Te amo Hermione– susurró sobre sus labios justo antes que la música cediera por
completo.
Las luces se encendieron y anunciaron un pequeño receso para los músicos, el hombre
del saxofón sonrió y agradeció los aplausos a su alrededor.
La chica guió al rubio a una habitación de cristal que fungía como terraza, sin
necesidad de helarse.
-Nunca me hubiera imaginado que vinieras.– dijo Hermione sin poder disimular cierto
espasmo.
Draco sonrió– Yo tampoco... solo que... pensé...
No lo dejó terminar y se abalanzo para besarlo intensamente, él le correspondió.
-¡Granger tranquilízate!– gritó divertidamente– Se que soy irresistible pero no puedes
comerte el pie de un solo bocado.
Hermione sonrió con una ternura infinita, al instante una lágrima se deslizo por su
mejilla, Draco llevó sus labios hasta ella para secarla con su boca y después depositarle
un beso mas en los labios y abrazarla fuertemente.
A lo lejos la rabia invadió a Andrew, ella era suya... completamente suya. Nadie mas
podía tocarla, siempre se sintió seguro pues no le quedaba la menor duda que nunca
nadie podría fijarse en ella... ahora ¿Quién era ese idiota? ¿De donde lo había
sacado?... Y porque la estaba besando. Se abrió paso entre la gente, Rachel observó
divertida, seguramente Hermione no sabia que Andrew y ella habían terminado, por
una terrible obsesión que tenía el chico por la castaña...
-Así que... me olvidaste– dijo Andrew entrando a la habitación de cristal. Se metió las
manos a los bolsillos y avanzo a ella.
-Desde el primer momento en que te fuiste.
Draco sonrió.
-¿Y quién es él?
-Draco Malfoy. – se presentó él mismo.
Andrew le extendió la mano, el rubio levanto la barbilla y lo rechazó cosa que tomó
como una ofensa bastante personal.
-Veo que tus amantes no tienen educación Hermione.
-Veo que tú no tienes clase.
El chico de ojos oscuros sonrió. Draco sintió ganas inmensas de matarlo al percatarse
de la forma ansiosa en que miraba a Hermione, SU Hermione, era de él,
completamente.
Las lágrimas estaban a punto de salir de los ojos de la castaña una vez más y esta vez
era de rabia, él podía sentirlo, ahora con más fuerza que nunca.
Draco la tomó de los hombros haciéndola a un lado y entró al salón furioso, Hermione
no escucho nada... Hasta que los gritos femeninos le advirtieron que algo no andaba
bien, no se atrevió a entrar, el sonido siguiente fue como una mensa cayéndose y todo
rompiéndose al instante. Después de varios minutos el rubio regresó con ella, traía los
cabellos despeinados sobre la frente y el puño ensangrentado. Ella se echó a sus
brazos llorando abiertamente.
Cuando empezamos con la pasión llega un momento en el que decidimos que importa
y volvemos a caer de nuevo, todo esto nos da miedo pero no lo dejamos por el ansía
que nos provoca un nuevo encuentro, ese encuentro que nos rapta y a mismo tiempo
nos rescata aunque al final de la noche nos deje entre el cielo y el infierno, podemos
descubrir el lado humano de alguien siempre y cuando ocurra un mal momento
durante el cual aprenderemos de nuestro dolor y nos hará sentirnos de cierta manera
insignificantes ante todo, como una vil jugarreta de la vida. A lo largo de algún tiempo
que puede no parecer tanto, he descubierto una pasión mas viva que cualquier cosa y
esa es el odio... solo porque el odio... Radica en el amor.
Sonrió ampliamente, esa era una clara invitación a que la siguiera. No la encontró por
ninguna parte, con las manos temblorosas tomó la perilla de la habitación en la que
había estado durmiendo y tragó saliva. Estaba en penumbra y sobre la cama a lo largo,
mirándolo sugestivamente estaba ella... ¿Pero porque?
Hizo un ademan con su índice para que se acercase y sin dudarlo ni un segundo el la
obedeció. Hermione lo atrapó de la nunca para besarlo lenta y profundamente al
tiempo que se ponía de pie de nuevo. Desabotonó la camisa con una rapidez que
anonadó al rubio y le quito al mismo tiempo el saco, chaleco y camisa para que
cayeran en el suelo, Draco se deshizo de los zapatos y la tomó de la cintura acariciando
su relieve lentamente, tomó los senos de la chica con sus manos y subió hasta sus
hombros para deslizar los tirantes del vestido hacia abajo y dejar que este callera al
suelo.
De nuevo miró su torso desnudo como no lo había hecho hace mucho tiempo, empezó
a acariciar sus pechos lentamente escuchando los sonidos que salían de su garganta,
los cuales estaba seguro que se convertirían en gemidos, la castaña le desabrochó el
pantalón y bajo el cierre lentamente introduciendo su manos dentro para acariciarlo
por encima del bóxer ajustado.
Sin dejar sus labios fueron caminando hasta la cama donde Draco quedó envuelto
entre las piernas de la chica y fue bajando en línea recta por su cuello dando pequeños
mordiscos disfrutando cada vez mas las vibraciones de su garganta. Hermione tomó la
virilidad del chico con sus manos y empezó a acariciarla lentamente haciendo círculos
con el pulgar sobre la punta y recorriendo hasta la base con el resto de la mano, el
chico no fue capaz de reprimir un gemido ansioso y se separó de su cuello para gemir
al oído de la chica.
Aprovechando la ocasión la castaña se viró para quedar encima del rubio sin dejar de
acariciarlo, en pocos minutos estaban los dos completamente desnudos, Draco la
miraba expectante, nunca había notado a una mujer mas hermosa en toda su
existencia. Hermione siguió acariciándolo lentamente con la mano disfrutando los
gemidos que salían de la garganta del chico, se quitó el tocado dejando que su cabello
castaño callera por su espalda libremente haciendo que él quisiera estallar ante la
visión de aquella musa.
Ambos estuvieron listos: Hermione se aferró al miembro de Draco al tiempo que este
la tomaba de los muslos para dejarla caer sobre él. Ella gimió intensamente al sentirlo
dentro de nuevo. El chico se aferro de sus caderas entrando en ella hasta donde su
anatomía se los permitía. Levitaba su propia cadera embistiéndola lentamente al
tiempo que la chica lo cabalgaba, mantenían un movimiento lento y coordinado...
Hermione arqueó su espalda hacía atrás dándole oportunidad al rubio para que se
incorporara a besarle los pechos lentamente, recorrió uno de los pezones de la chica
con su lengua y con la misma lentitud tortuosa fue introduciéndolo a su boca para
succionarlo, ella se aferro de sus cabellos platinados y gimió lentamente. Se recostaron
de nuevo y rodando sobre la cama Draco quedó encima de ella y atrapó con su boca
todos los gemidos que estaban dispuestos a salir de la boca de la castaña mientras ella
se aferraba a su espalda sudorosa y los cabellos de él le rozaban la frente.
Después de algunos minutos mas manteniendo una danza horizontal mas coordinada
que un grupo de ballet clásico la chica sintió que Draco se derramaba dentro de ella
con otro gemido sordo pero que para ella era completamente audible en ese
momento...
La noche oscura se cernía, la tristeza les invadía, en el fondo de sus corazones lo
sabían, sabían que siempre se amarían. Orgullo y temor, palabras malditas, enemigas
del amor, de su inmenso amor. Una cálida noche, cuando la esperanza estaba perdida,
cuando sus heridas se curaban, bajo la luna se volvieron a ver... al fin y al cabo,
Simplemente amor.
CAP 33: Venganza
No sé que es preferible: El mal que hace bien... o el bien que hace mal.
Ella levanto su rostro al escucharlo, sus ojos brillaban como un par de faros en medio
de la penumbra que solo era interrumpida por la luna llena. Nadie comprendía su
sonrisa, excepto ella; una risa que dejaba ver su dentadura y parecía tétrica y
seductora al mismo tiempo, sin embargo, estaba vacía, detrás de ella no conllevaba
ningún sentimiento... Mucho menos algo que se asemejara a felicidad.
-Hay razones para sonreír.– respondió ella con la voz mas tétrica que alguien se
pudiera imaginar.
El mortío que había hecho la pregunta inicial no tenía más de veintisiete años, unas
ojeras pronunciadas, claros ojos azules y piel pálida. Sonrió:
-Se que las hay.– dijo al tiempo que se colocaba su capucha– Pero... ¿Cuáles son las
tuyas Parkinson?...– preguntó con un eco extraño por la mascara de metal.
Ella sonrió, la pregunta era tan estúpidamente irónica, que ni si quiera merecía una
respuesta:
-El tiempo... La vida... La muerte...
Una risa escapo de los labios del chico:- El tiempo; destruye todo. La vida; no es lo que
llevamos. La muerte... Nos persigue a cada instante... Lo malo, es que cuando nos
alcance, no será muy linda con nosotros...
-Depende de porque quieras morir.
-Solo por amor...
-El amor no existe.– dijo Pansy firmemente.
-Existe.
La Slytherin sonrió:- si existiera, no estarías aquí.
-Porque creo que existe, aquí estoy. Mi esposa es muggle, mis hijos mestizos... Si no
sirviera al señor oscuro, ellos morirían, vendí mi alma al diablo por amor Parkinson.
-Eres sangre pura... Pudiste casarte con cualquiera que fuera de nuestra clase.
-Pude...– la interrumpió– pero nadie de nuestra clase me llenó igual que ella.
El chico se alejó, el sobretodo negro ondeo elegante mente cuando se dio la media
vuelta rumbo a las afueras de aquel tétrico lugar. A pesar de la cruel realidad a la que
otro mortío inferior a ella le había mostrad, sonrió. Por algún motivo no podía dejar de
hacerlo ¿Por qué iba a morir ella?... ¿Por amor?...
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«25 de Diciembre del año de 1849»
Tragó saliva nerviosamente ¿Iba a decirle lo que en verdad planeaba? NO... No podía
permitir que alguien se enterara de su plan... Lo malo era que ese “Nadie” se trataba
de su mejor amigo.
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Despertó sin abrir los ojos. Tenía la nariz pegada a su hombro, el perfume natural de su
piel le inundó la nariz, depositó un beso sobre su espalda haciendo que ella se
removiera entre sus brazos. Hermione abrió los ojos lentamente, al principio todo eran
siluetas borrosas cuando una oleada de besos le asaltó el cuello, sonrió como una niña
pequeña.
-Buen día.– susurró la chica. Su voz estaba ronca y aguda, cosa que a los oídos de
Draco era la mejor música del mundo.
Él no respondió con palabras, si no con un tierno beso sobre los labios que los hizo
sonreír a ambos, la castaña le pasó una mano a lo largo de la espalda mientras la
besaba. Un escalofrío le recorrió la espina al chico, cosa que no pasó desapercibida
para ella.
Las mejillas de Hermione se encendieron, cosa que Draco aprovechó para besarle la
punta de la nariz. Ella hizo un movimiento con sus piernas para quedar encima de él,
dándole un beso en los labios empezó a mordisquearle el oído.
-¿Draco?
-mmm
Sonrió– Esta nevando.
Se miraron a los ojos fijamente.
-Feliz navidad.– dijo Hermione.
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«25 de Diciembre del año de 1849 [12:00 hrs]»
Draco estaba sentado con la silla al revés, tenía la cabeza baja y permanecía en
silencio. Al parecer Ronald había escuchado más de lo que a él le hubiera apetecido. En
los ojos del pelirrojo había fuego incandescente que solo quería usar para asesinar a su
amigo. Casualmente ambos vestían de negro ese día, como si supieran que era un día
de luto.
Los ojos del chico estaban llenos de lágrimas contenidas, la lluvia empezó a caer
violentamente. El silencio se apoderó de aquella sombría habitación ¿Quién era ese
hombre que tenía en frente?... Ese no era su amigo, no era Draco Malfoy; jovial,
alegre, despreocupado, aceptando cada cosa que la vida le diera en el instante... A su
mente vinieron un mar de recuerdos: ambos jugando en el fango, sus respectivas
bodas, el viaje a América...
-No se de que se trata Draco...– una lágrima escapó deslizándose por su rostro– Y te
juro que no quiero saberlo... Quédate con lo mío... ¿Quieres mas? Te regalo mi parte y
yo me largo.
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En su habitación parecía que la lluvia se violentaba más que en la planta baja. La rama
del árbol en su ventana golpeaba ferozmente haciendo un ruido desgarrador. Todo
estaba en plena oscuridad, a tientas se levanto de la cama sobándose el vientre que
parecía a punto de reventarse y tomó las zapatillas. Procuró no hacer ruido mientras
atravesaba la habitación con una bata blanca que ondeaba a su paso, se recogió el
cabello con un listón blanco y encendió una vela que dejó sobre la mesa de noche que
estaba frente a la ventana.
Abrió la puerta dejando entrar a Frank. El ojiverde le dio un beso en la frente y entró
temblando de los pies a la cabeza, miró la ventana y haciendo un pase con su mano la
lluvia cedió. Selena sonrió.
-¡No quiero!
Hermione lo jalaba de una mano obligándolo a bajar las escaleras.
-¡Es navidad!
-Nunca me gusto la navidad– dijo Draco con un tono de niño pequeño.
Ella se puso de puntas para darle un beso en los labios y le rodeo el cuello con lo
brazos:
-¿Ahora te gusta?
El rubio sonrió– Ahora me fascina.
Surgió un beso, el más tierno que se hubieran proporcionado hasta entonces... Solo
que Draco no resistió la tentación de deshacerle el nudo de la bata y meter sus manos
para tocar el contorno de la chica. Ella se deshizo de sus manos y corrió hasta el pino.
El chico la siguió sentándose en el sofá reclinable de cuero café. Ella se sentó en el piso
y empezó a ver los regalos.
Había uno, uno en especial, sin firma y envuelto de la manera más majestuosa que
jamás hubiera visto en su vida. Tenía una pequeña tarjeta colgando del enorme moño
dorado que decía; “Para Hermione”.
Dentro de la caja había un felino que parecía la replica pequeña de Crookshanks. Los
ojos de la castaña se humedecieron al sostener en sus manos al pequeño animal que
traía puesto un collar rojo vivo, como el de la casa de Gryffindor. La placa que parecía
ser de oro puro decía “Cosa 2, Propietaria: Hermione Granger”
-¿Cosa dos?– preguntó la castaña.
-Si, yo tengo a Cosa uno y tu a Cosa dos...– se acercó a su oído– Se complementan–
susurró.
-Aquí no hace frío Draco.– dijo la chica a su oído con la voz tan ronca, que le sacó un
leve gemido al rubio.
-Hermione...– articuló él con un susurro y en medio de un largo suspiro.
-¿Quieres ahora tu regalo de navidad Draco?
Fue descendiendo por su torso y su abdomen hasta llegar a abrir sus piernas.
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«25 de Diciembre del año de 1849 [16:00 hrs]»
-¡Amo Weasley!
Ronald levanto la vista, la mucama corría bajando las escaleras. Los ojos de la mujer
estaban brillosos y sin embargo su seño fruncido. No tenia más de veinte años, largo
cabello negro en una trenza y piel morena oscura. El pelirrojo se alarmó al instante...
ella estaba cuidando la salud de su esposa...
El chico no pudo hacer otra cosa que no fuera correr arriba. En ese momento no le
importaba aquella vida pequeña, solo quería que Selena, su Selena estuviera bien, no
quería pedir mas, pues no necesitaba otra cosa. Atravesó los pasillos, esquivando los
muebles, derribó un jarrón antiguo antes de llegar a su habitación nupcial.
La rubia estaba recostada con su camisón hasta las rodillas, el cabello esparcido por la
almohada y una delgada capa de sudor le cubría el rostro y sobreabundaba en al
frente. Los ojos de Ronald se llenaron de lágrimas.
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Draco respiraba agitado. Estaba completamente desnudo sobre el sillón y una capa
delgada de sudor le recorría el cuerpo entero. Hermione se acercó a él ofreciéndole un
vaso con agua fresca, le apartó los cabellos de la frente depositándole un tierno beso
en la misma, se quedó arrodillada al lado del sillón mirando a su pequeña Cosa dos,
verdaderamente era muy hermosa y era hembra.
La nieve caía con más fuerza, ellos se quedaron mirándola por la ventana, abrazados el
uno contra el otro. El rubio pensaba en las palabras de Hermione, como cuando dijo
que no lo podía amar. ¿Y si tal vez pudiera?...
-¿Hermione?
-¿si?– respondió ella con un tono adormilado.
-Te amo.– susurró a su oído apartándole algunos del cuello con la barbilla.
-¿Draco?
-Que...
-No solo te amo... Amo la manera en que me amas.
El chico se puso de pie dejándola en el sillón. Ella despertó completamente. Los ojos de
Draco estaban llorosos, se arrodilló de frente y la tomó de las manos. Hermione pudo
ver un gran dolor reflejado en él; le acarició el rostro con una mano sintiendo su
respiración agitada...
Hermione se fijó en sus ojos, brillaban con una intensidad tan grande como nunca. La
boca de Draco estaba completamente seca, le había dicho lo único que quería, el
problema era... que lo aceptara.
La mente de la castaña se hizo un mar de preguntas, algunas sin respuestas y otras que
más que no le apetecía saber ¿Realmente se atrevería a dejarlo todo?... ¿Todo por él?
-¿Draco?
-Que...
-Te sigo al fin del mundo.
Se unieron en un tierno beso, más cálido que ningún otro antes dado. Draco la tomó
de la espalda arqueándola hacia abajo mientras ella se aferraba de su nuca. Sus labios
se acariciaron lentamente, al poco tiempo sus lenguas empezaron a danzar juntas y
profundamente. Hermione sentía los latidos de del corazón del chico en sus oídos,
quería quedarse así para siempre...
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«25 de Diciembre del año de 1849 [20:00 hrs]»
Ronald estaba sentado en la mecedora y tenía en brazos a su pequeña hija, ella tenía
atrapado el dedo índice de su padre con su pequeña mano haciendo que él se sintiera
incapaz de poder soltarla.
La vela que ella había encendido por la tarde seguía ardiendo aunque parecía que el
fuego estaba a punto de extinguirse. Selena sopló a lo lejos como si intentara apagarla
de una buena vez, obviamente no podía conseguirlo.
Frank abrió la puerta y la sirvienta entró con la niña en brazos. Selena sonrió
ampliamente cuando le entregaron en brazos a su pequeña. La rubia meció en brazos a
la pequeña que al instante se quedó profundamente dormida, el chico la miró
tiernamente y una lágrima recorrió su mejilla.
Draco corrió, lo mas lejos y mas rápido que pudo. Tenía que encontrar a Ron, de
alguna forma, alguna manera... Debía confesarle todo; el plan de Sean y su
participación en él. Su amigo le diría lo que era correcto, lo apoyaría y tal vez dejaría de
lado toda su ambición. Las imágenes de ellos jugando, cuando eran niños, de
adolescentes y como adultos llenaban su cabeza. Necesitaba hablar con él y lo
necesitaba desesperadamente.
Solo alcanzó a ver la espalda de su amigo detrás de la puerta que se estaba cerrando.
Tropelló a uno de los sirvientes y abrió la puerta para ver el coche que partía. El rubio
se restiró los cabellos con fastidio y un grito de impotencia escapó desde su garganta.
Miró el cielo completamente cerrado por las nubes y respiró profundamente. Cerró la
puerta y caminó dentro de la casa.
De un tiempo a acá había dejado de pensar si todo lo que sentía era provocado por ese
maldito hechizo... que parecía estar dispuesto solo a unirlos ¿Quién querría algo así?..
¿Por qué?
-«Hermione...»- La llamaron.
La chica volteó en todas las direcciones posibles. Escuchó una risa infantil y macabra.
-¡¿Quién es?!– preguntó con la voz agitada.
-«Granger...»- volvió la misma voz a llamarla seguida de una risa aguda que le escaldó
la espalda.
Hermione corrió hasta la sala de su casa, atravesando el pasillo, bajó las escaleras
tropezando en el último escalón cuando la luz se extinguió repentinamente. Miró la
luna a través de la ventana que estaba en un lado de la chimenea. La luna llena si
filtraba iluminando un sillón reclinable en el cual había alguien, una sombre pequeña
que distinguió sonreír en la oscuridad...
Pansy avanzó hasta estar frente a frente con Hermione. La castaña intento correr a las
escaleras, debía encontrar su varita... solo que no tendría tiempo. La Slytherin la hizo
caer justo frente a las escaleras provocando que se golpeara la sien con el filo del
primer escalón. Un mareo se apoderó de la chica y todo dentro de ella tembló.
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«25 de Diciembre del año de 1849 [22:00 hrs]»
Se vistió de blanco completamente, dejó su largo cabello rubio suelto y lo adornó con
una corona de guirnaldas blancas, sus pies descalzos tocaban la madera mientras se
movía como una sombra a través del pasillo haciendo que su camisón blanco ondeaba
fantasmagóricamente.
Llevaba a su pequeña hija Tessi en brazos. Las luces de la habitación de la pequeña
estaban apagadas excepto por una lámpara con forma de oso que daba una atmosfera
cálida.
Dejó a la pequeña pelirroja sobre la cuna tarareando una dulce melodía, sonrió con
tristeza depositándole un beso en la frente.
-Mi niña.– susurró, una lágrima recorrió su mejilla.– Cuida mucho a tu padre...
-¿Selena?– dijo Frank quien permanecía recargado en el marco de la puerta.
-Voy.
-¿Cómo te sientes?
Selena sonrió– Peor que nunca.
Selena caminó hasta tomar su extraño diario entre manos. Ambos se sentaron en el
suelo, unieron sus manos repitiendo una extraña oración. Las manos de Frank
levitaban levemente sobre las de Selena, un relámpago iluminó la ventana y justo en
ese momento, entre el espacio que sobraba en la unión de sus palmas aparecieron dos
esferas; las dos eran completamente lisas, una parecía ser de madera mientras la otra
mas pequeña de cristal.
-¿Cuál guardaré yo?– dijo Frank.
-Esta.– Selena le entregó la pequeña de cristal.
-Parece una recordadora.– la examinó.
-Nadie te dirá nada por tenerla entonces.
-Bien ¿Cómo funcionará?
La rubia respiró profundamente:
-Cada una guardará los tiempos... esta– le mostró la de madera– contendrá nuestro
presente... la que tu tienes, será su futuro... Deben unirlas de nuevo y solo podrán
hacerlo si aprenden a sentir como el otro... Si lo logran: Nuestro presente tendrá una
oportunidad para redimirse...
-¿Y si no?
-Sobrevivirá... quien sea más fuerte.
Colocaron las esferas al centro entre ellos, recitaron de nuevo algo que estaba escrito
en el libro. Una tormenta se desató ferozmente, al instante toda la habitación estaba
iluminada con un resplandor como el sol naciente, aquel rezo se hizo mas intenso y las
esferas empezaron a brillar con intensidad. En la más grande se marcó la única pista
que tendrían... En letras resplandecientes, marcadas como con hierro candente se
marco la frase “Si me descifras eres libre”...
Todas las luces se fueron. Selena se desvaneció, la esfera en la que se habían marcado
las letras desapareció como si hubiera sido una burbuja. Frank se apresuró a guardar
su esfera de cristal en un bolsillo y tomó a la rubia para depositarla en la cama, le quitó
la guirnalda que adornaba su cabeza. Selena fue abriendo los ojos segundos después
de haberlos cerrado mientras el chico la arropaba, sonrió con tristeza, una lágrima se
escapó por los ojos de él.
-Frank...
-No digas nada.
-Debo decirlo...- su voz estaba extremadamente ronca y débil– Si él, no toma la
decisión de seguir– sonrió– el hechizo será anulado.
-Entonces esperemos que no la tome.– dijo Frank esperanzado mientras le acariciaba
la frente a la rubia.
Ella sonrió– Se que eso no pasará.
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Todo estuvo oscuro y revuelto, muebles rotos y pedazos de vidrio regados sobre el
suelo. Tragó saliva gritando su nombre, la llamo desesperadamente tan alto como su
garganta se lo permitió. Una opresión se apoderó de su pecho de inmediato, atravesó
el pasillo intentando respirar correctamente.
Sobre el escritorio de la sala, había una carta. Draco tomó el sobre enterrándose un
vidrió en la yema del dedo anular, empezó a sangrar provocando un ardor terrible, no
le importaba. Aquella carta tenía un olor increíble a rosas marchitas.
Draco:
Seguro ya lo has notado, me lleve a tu sangre sucia. ¿Cómo lo supe? ¿Sinceramente
crees que eso importa?
No le haré daño... al menos no hasta que te haya hecho daño a ti.
El amor de tu vida.
Arrugó el papel con ambas manos y un grito de rabia salió de su garganta. Si Pansy se
atrevía a hacerle daño a Hermione, por Merlín que la mataría. Sus ojos se llenaron de
lágrimas acompañadas de un fuego que lo estaba consumiendo... movería mar y
tierra... la encontraría... Por su vida que lo haría.
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«25 de Diciembre del año de 1849 [22:00 hrs]»
El hospital muggle estaba en llamas. Los gritos eran desgarradores, había lesionados
por todas partes, el fuego parecía ser inextinguible.
Ronald apareció con un pequeño en brazos y lo llevó a una camilla fuera del fuego, la
bata del pelirrojo estaba llena de hollín y su cabello revuelto. Por momento preguntas
atrofiaban sus pensamientos, recordaba su anterior odio a los muggles entonces ¿Por
qué estaba ahí?, sus manos temblaban mientras suturaba la pierna del pequeño donde
se había incrustado un pedazo de metal, lo cubrió con algunas gasas que no tardaron
en teñirse de rojo. Se quitó los guantes para cambiarlos por limpios y se puso de pie
para seguir a todos los cientos de camillas que había regadas por la calle.
-¡Ron!
Escuchó que lo llamaron pero estaba demasiado ocupado para concentrarse en quien.
Reviso la respiración de una chica e inyecto una formula en su cuerpo para detener las
convulsiones que habían surgido de pronto.
-¡Ron!
Esta vez el chico levanto la vista y miró a Draco. No le prestó atención, el rubio tragó
saliva y se abrió paso entre la gente, se detuvo un instante a ver el enorme incendio
que los muggles intentaban apagar. La lluvia se desplomo torrencialmente
empapándole las ropas y sorprendentemente no hacia que el fuego cediera. Miró a su
amigo, dando la vida por los muggles... ¿Por qué?
-¡Ron!
-¡Que quieres Draco!– dijo mientras curaba las quemaduras de un recién nacido.
-¡Necesito hablar contigo!
El pelirrojo lo miró– ¡Por si no lo has notado no es un buen momento!
-¡Por favor!– intentó tomarlo del brazo, pero él se soltó con un brusco movimiento.
-¡No vez que hay vidas en peligro!
-¡Son muggles!
Una mirada asesina se apoderó del pelirrojo:-¡Son personas! ¡Niños! ¡Mujeres!
-¡Siguen siendo muggles!– decía Draco intentando seguirlo.
El mareo se apoderó del cuerpo del pecoso, todo le dio vueltas al instante como si un
presentimiento perturbara en su pecho, contuvo la nausea y a lo lejos escuchó como el
jefe de la clínica muggle lo llamaba.
-¡Vámonos de aquí!
-¡Si quieres vete tú, yo no puedo!– se liberó del rubio.
-¡Ron puedes morir!
-¡No me importa Draco! ¡Nada me importa!
-Solo son muggles...– dijo Draco lentamente.– hace un par de meses los odiabas...
Los ojos de Ronald se humedecieron– Una muggle me salvó, una muggle salvó a mi
esposa y yo... se lo debo...
-¿Y ahora vas a morir por ellos?
Lo miró– Ya lo estoy haciendo.
El chico de ojos grises se congeló al instante mientras veía la espalda de su mejor
amigo alejarse. Algo dentro de él estalló en mil pedazos. Tragó saliva y sus ojos se
humedecieron. Caminó topándose con cualquier persona, un gesto duro se apoderó de
su rostro.
Draco se quedó inmóvil, viró su rostro lentamente para chocarse con el de Ronald. Un
bandido le apuntó al rubio...
Todo pasó en cámara lenta, escuchó el disparo, olió la pólvora... Y miró a su amigo
caer...
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La mansión Parkinson. El viejo abuelo de Pansy debería estar a punto de morir. Antes
de realizar cualquier ínfimo movimiento, no debía actuar por impulso pues se estaba
jugando la vida de Hermione. No sabía como usar en ese momento la conexión que lo
unía a ella, deseaba escucharla... pero tenía miedo de sentirla, si veía que alguien o
algo la lastimaba... Apretó los puños y los dientes conteniendo la rabia. Respiró
profundamente y tocó la puerta tres veces. El sonido fue muy fuerte y hueco sobre el
metal negro y viejo.
Un mayordomo abrió sin tocar la puerta, era larguirucho de nariz aguileña y piel de
tono sepulcral, mucho mas blanco que algo pálido, los labios los tenía encorvados
hacía abajo dándole un gesto de mala cara. Draco levantó su barbilla.
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«25 de Diciembre del año de 1849 [23:00 hrs]»
Hermione se levantó de la cama. Draco aún no había llegado... Pero ¿Desde cuando
llegaba temprano?, siempre discutían y no volvía hasta el amanecer. Tocaron el timbre
de la mansión insistentemente, nadie abrió, seguramente estaba a punto de ser la
media noche, los criados estarían dormidos. La castaña se vistió con una bata y bajo las
escaleras, la lluvia azotaba la puerta.
-¿Señora Malfoy?
-Si...
-Siento informarle... que su marido ha muerto, hubo un tiroteo en el hospital...
Todo se congeló para Hermione, dejo de escuchar las palabras de aquel hombre en
medio de la lluvia.
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La habitación del abuelo Parkinson tenía un olor a humedad. El viejo estaba sentado en
su cama, como siempre. Todo estaba revuelto y oscuro, excepto por la luz amarilla de
la vela, la cera derretida se había solidificado sobre el escritorio. Draco arrugó la nariz
al entrar, miró por la ventana que daba hacia el muerto jardín trasero y sonrió... Todas
las cosas se parecían a su dueño.
-¿Qué buscas Joven Malfoy?– preguntó el viejo de voz cada vez mas débil.
-¿No lo sabe señor?
Él sonrió.–Claro que lo sé, solo que nunca se pierde nada preguntando.
-Quiero...
-Querer– lo interrumpió– la vida se basa en deseos.- sonrió.
-¿Señor?
-Todo el mundo dice “quiero” o “Necesito”... ¿Por qué nadie pregunta que quieren los
demás?– suspiró- Buscas a Pansy.
-A si es.
-No fue pregunta Draco.
El rubio arqueó una ceja.– Esta vez no es por mí, ella tiene...
-Algo que te interesa. Es obvio, si no... No la necesitarías. ¿Alguna vez pensaste en el
daño que le hiciste?– Draco no respondió– Si no lo hiciste ¿Ahora porque piensas en el
daño que ella te hace?... Eso no es justo Malfoy.
Por algún motivo Draco supo que él tenía razón, lo supo siempre. Le hizo daño a Pansy,
era cierto, pero eso no le daba derecho a destruir la vida de Hermione, ella no le hizo
daño... Fue él. Respiró profundamente y se dio media vuelta.
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«25 de Diciembre del año de 1849 [24:00 hrs]»
-Que bueno que llegó– dijo el viejo médico familiar.
-¿Qué paso?– preguntó agitadamente, dejó todo en el suelo, hasta la chaqueta
empapada.
-No me lo explico. Perdió mucha fuerza...
Selena estaba sentada en el borde de la cama, se puso de pie con tanta dificultad como
un niño que aprende a caminar, dio un paso hacia su marido y las rodillas se
encorvaron. Ronald se apresuro a tomarla en brazos y se sentó en el sofá de color
blanco que había debajo de la ventana a un lado de la mesa que mantenía la vela
encendida a punto de consumirse.
Ronald la sostuvo como a un pequeño bebé acurrucándola con sus brazos y mirándola
a los ojos. Le apartó algunos cabellos del rostro y sonrió, no pudo evitar que una
lágrima recorriera su mejilla. Ella la retiró del rostro de su esposo de inmediato.
-No llores.– susurró.
-No quiero perderte, por lo que más quieras no Selena.– recargó su cabeza en el pecho
de la chica ya sin poder contener su llanto.
Ella le acarició la cabeza dulcemente depositándole un beso.
-Pase lo que pase... Siempre te voy a amar Ronald.
-Selena, no...
-debes vivir, cuidar a nuestra hija... vive mi amor... vive por ella. Te amo Ron.
El chico acercó sus labios a los de ella robándole un tierno beso lleno de impotencia al
no poder hacer nada mas, Selena respondió... Un viento helado entro a la habitación...
la vela se extinguió dejando su humo alzándose al cielo... la rubia cedió.
Ron la sostuvo contra su pecho conteniéndola fuertemente.
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«27 de Diciembre del año de 1849 [15:00 hrs.]»
El sol había salido, raramente, parecía un melancólico día de otoño. Las calles estaban
húmedas por la reciente lluvia. El aroma a tierra húmeda combinada con la tristeza del
ambiente, calaban hasta los huesos tortuosamente... Nadie reía, nadie lloraba, solo
silencio y nada más.
El chico se dirigió por los pasillos llevando amabas manos en los bolsillos, abrió la
puerta de la habitación donde su hija dormía, se arrodillo a un lado de la cuna y metió
los brazos entre los barrotes blancos para acariciarle la cabeza cubierta con pocos
cabellos rojizos. Los ojos del pelirrojo se humedecieron y sonrió intentando contener
las lágrimas... Escuchó un llanto; inmediatamente se puso de pie y miró al hijo de
Draco que también dormía apacible, miró en todas las direcciones, el sol entraba por la
ventana iluminando la habitación celeste... aquella habitación que había elegido en
compañía de él... su mejor amigo. Caminó atravesando el pasillo en dirección a donde
se encontraba el llanto y la encontró a ella.
-¿Hermione?
La castaña levantó su rostro bañado en lágrimas:
-Hola Ron.– dijo en un leve susurró.
Estaba sentada en una mecedora de madera blanca, mirando por la ventana hacia el
jardín trasero donde él le había propuesto matrimonio, sus ojos estaban llorosos y a
pesar de eso no tenían irritación alguna y sus labios secos. Ronald nunca la había visto
así; ataviada de negro desde los pies a la cabeza, con el cabello recogido severamente
y sin una sonrisa... ¿Quién sonreiría después de todo?
-¿Cómo estás?– se le ocurrió preguntar. Era una pregunta un poco tonta ¿No?
-Gracioso ¿verdad?– dijo con un hilo de voz que resultó sepulcral.
-No comprendo.
-Mi primer marido... Harry Evans, muggle, me adoraba– sonrió– y sin embargo jamás lo
amé, quería tener un hijo porque tal vez... así llegaría a sentir algo por él.– respiró
profundamente– Ahora mi segundo esposo... del que me enamoré perdidamente, del
que quise tener un hijo porque lo amaba con todo mi corazón...– el llanto le impidió
hablar.
-Harry murió con un disparo en la frente... Draco con uno en el corazón– articuló entre
sollozos.
-Esta bien Hermione, tienes a tú hijo– la miró a los ojos –él conservará el apellido
Malfoy.
La chica levantó la vista– No– dijo tajantemente.– Mi hijo no tiene magia, por eso
Draco nunca quiso reconocerlo.
-Pero Draco había dicho que...
-¿Que no tenía tiempo de ir conmigo?– sonrió– a mi también me lo dijo. La verdad
Ron, a él nunca le interesó darle su apellido a un muggle.
-¿Entonces...?
-Mi hijo llevará mi apellido, nada más. Crecerá sin saber quien fue su padre– sus ojos
volvieron a llenarse de lágrimas– tendrá una vida como muggle.– volvió su rostro
violentamente hacia la ventana apretando los ojos.
-No puedes negarle el derecho de saber lo que es...
Hermione se puso de pie violentamente:- ¡Y que es Ron! ¡¿Qué es?!... Un “Squib”...
algo que ni si quiera ustedes se explican... un fenómeno que será ridiculizado por
personas como tu hija, que tienen magia. No...– su voz se quebró– no lo permitiré. Nos
iremos de esta casa.
Antes de hablar, Ronald respiró profundamente– Has... lo que creas conveniente.–
finalizó.
El chico volvió a meterse las manos a los bolsillos... no podía con el argumento de ella.
Los magos no conocían a los Squibs, aunque no era algo raro, solo que las familias
solían esconderlos, de eso estaba seguro, porque era una “vergüenza” nacer sin magia.
Apretó los dientes sintiéndose completamente impotente. En ese momento quería
decirle que no hiciera eso, que todo estaría bien... pero no quería mentirle.
-La magia es un gen potente que se impone sobre muchos... algún día, algún
descendiente tuyo, la tendrá.– dijo al pequeño Ethan asomándose por su cuna
mirándolo dormir.
Su pequeña Tessi tenía los ojos abiertos, eran claramente azules e incluso un par de
pecas empezaban a dibujarse en su nariz, la tomó en brazos para llevarla a su
habitación. No había querido entrar a su cuarto nupcial donde todo le recordaba a su
esposa, ahí había pasado noches enteras riendo con ella o amándola... Respiró
profundamente dejando al bebé sobre la cama. Abrió el closet que estaba junto a la
puerta y bajó una valija color café, la puso sobre una silla y la abrió... algunas
mariposas blancas salieron inundando la habitación de un perfume mágico que solo le
correspondía a la piel de Selena. Dentro de la maleta, había un sobre amarillo que se
elevó por encima de él hasta sus ojos, lo tomó entre sus manos, al abrirlo apareció lo
que parecía un holograma azul y transparente... que tenía la forma de su esposa.
La figura se fue haciendo cada vez más pequeña, hasta que desapreció por completo,
el sobre se calcinó, las mariposas revolotearon por toda la habitación y una a una,
fueron saliendo por la ventana que Ronald se encargó de abrir. Cada pequeña
maravillosa creación de la naturaleza le recordaría a su esposa el resto de su vida y
viviría feliz, sabiendo que Selena no sufriría de dolor nunca más y siempre, siempre, los
estaría cuidando.
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El cementerio:
Todo estaba quieto, los largos campos de césped estaban más verdes que nunca. La
noche era alumbrada por la luna llena. Allá a lo lejos parecía un ángel sentado sobre su
propia tumba, era una estatua de un niño, bajo un gran roble estaba la cripta que
decía “Selena de Weasley. Adorada esposa, madre y compañera”
Algo perturbó la quietud, en medio de la noche una sombra se movía. Él, sudaba de los
pies a la cabeza, el búho cantó desde el roble haciéndolo saltar hasta que casi se le
desorbitaron los ojos. Miró rápidamente, se imaginó ver a una mujer sobre una tumba,
se talló los ojos con las manos temblando y se dio cuenta que solo era la figura de un
ángel, un ángel que estaba sonriéndole. Se apresuró, hizo crujir el césped bajo sus
pies... Se quedó de pie frente a lo que parecía una gran casa de mármol en la que
decía: “Cripta familiar Malfoy”
El chico sonrió secamente, lo había logrado. Entro, había un pasillo largo en el que se
fueron encendiendo antorchas a su paso, en el fondo, custodiado por dos águilas
estaba su tumba “Ethan Malfoy, junio 5 del año 1809 a diciembre 25 del año 1849”...
Pero dentro de aquella no había un muerto, estaba un vivo. Dos hombres se le unieron
al primero, traían palas y estaban ataviados de negro.
Los dos chicos obedecieron; tomaron el ataúd de ambos lados y lo jalaron contra ellos
dejándolo caer la piso, un sonido fuerte y hueco que espanto a las palomas que se
alojaban en el techo de la cripta haciéndolas volar se produjo retumbando en el centro
como si se trataran de dos platillos chinos. Se apresuraron a quitarle los cinturones a la
caja y la abrieron. No hubo mal olor y ahí estaba... ataviado completamente de negro,
los cabellos peinados hacía atrás. Tenía las manos puestas sobre el abdomen y su piel
estaba más pálida que nunca.
Sean sonrió. El moreno sacó de su bolsillo un frasco color oro tapado con un corcho de
madera, al abrirlo un olor a muerte les inundó la nariz a todo. Acerco el contenido a los
labios inertes del rubio abriéndole la boca dejó que un liquido verde y transparente se
resbala por su garganta.
No supo que hacer, ni que decir. Draco sentía su garganta imposibilitada para hablar,
escuchaba las risas de Frank, Vincent y... Sean, pero no le apetecía unírseles. Se quedó
mirando un punto fijo en el suelo.
El rubio se viró tan fuertemente a mirarlo que fue un milagro que no se le rompiera el
cuello. Ellos reían, cuando volvió a ver a Sean él también sonreía. Se apartó de él
bruscamente con una mirada que rallaba entre la extrañeza y el espanto.
Sonríe: Si hablamos de historias incompletas de las que falta mucho por contar, esta
sería un buen ejemplo.
Los ecos dentro de su cabeza empezaron a tomar forma, eran gritos, sollozos, solo que
nunca supo de quien. Empezó a volver a la realidad cuando sin abrir los ojos supo que
estaba despierta, una flema se atoró en medio de su garganta haciéndola toser
dolorosamente, al escupirla era sangre. El esfuerzo hizo que los pulmones estuvieran a
punto de reventársele, sintió el dolor de su cuerpo y una punzada en su cabeza, quiso
llevar una de sus manos para tocarse la herida que seguramente tendría en la nuca,
pero estaba atada. Las muñecas estaban a los lados de su cabeza sujetas por grandes y
oxidados grilletes negros.
Abrió los ojos repentinamente ¿Dónde estaba?... Aquella habitación tenía aspecto de
calabozo; Había una cama de madera con aspecto podrido, las ventanas estaban
sucias, el piso era frío y húmedo. Miró en todas direcciones, su garganta estaba
demasiado lastimada como para poder gritar. Recordó secuelas de su hogar, Pansy, un
hechizo y luego nada. El pánico se apodero de Hermione, ¿Dónde estaba Draco? ¿Le
habrían hecho daño? Su respiración empezó a agitarse, la única luz era la de la luna
llena que se filtraba a medias por los cristales. Intentó zafarse, era en vano, aquellas
cadenas eran más fuertes que ella.
-¿Estas molesta Granger?- sonrió- Es una pena... – caminó hasta la ventana y se detuvo
mirando el cielo.- Yo estuve molesta mucho tiempo. Amé a Draco, con todo mí ser
durante muchos años. Fui su mejor amiga desde que entramos a Hogwarts y nunca le
pedí nada más. Soporté muchos años sus desplantes, su carácter voluble y a todas las
estúpidas que lo perseguían- se viró. Sus ojos estaban brillosos y reflejaban rabia,
parecía sufrir una terrible agonía.- Un día como cualquier otro; me dijo que yo era la
criatura mas hermosa que existirá, que yo significaba mucho para él...- sonrió
vacíamente- mas de lo que me imaginaba. ¿Sabes para que lo hizo?... Para olvidarla a
ella, a esa de la que yo nunca supe su nombre, lo único que él siempre buscó fue un
reemplazo. Imaginé muchas veces lo hermosa e inteligente que podía ser una chica
para tener tan obsesionado al Príncipe de Slytherin... Hasta que supe que eras tú. Una
vil sangre sucia. Me ilusionó, engañó, humilló y después abandonó.
Pansy tenía un resentimiento mas profundo que él odio y que la carcomía. Sin pedir
nada lo había recibido todo para que al poco tiempo le fuera arrebatado. Ella no
odiaba a Hermione, aborrecía a Draco. Una parte de ella quería verlo sufrir al menos
un poco como ella lo había hecho.
-Yo nunca supe nada.- la voz de Hermione estaba quebrada- lo evité mil veces, cuando
él estaba contigo no estuvo conmigo... Pero nos necesitábamos, nunca quise...
-¡Cállate!- gritó la morena- Nunca quisiste, no supiste... Pero tampoco lo evitaste
Granger. Ahora, van a pagar.
-¡No! ¡Que vas a hacer con Draco!- gritaba la Gryffindor retorciéndose lo mas que los
grilletes se lo permitían.
-No tengo nada que hacer con él. Ahora debe estar muerto.
-¡NO! – gritó alargando la palabra desgarradoramente. Las lágrimas salieron de sus
ojos.
-Es un traidor Granger. Si no lo hacía yo, hubiera pasado.- dijo y sonrió maléficamente,
le apuntó con la varita directo al pecho- No te preocupes, pronto te reunirás con
él... Crucio
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Tragó saliva lentamente, los inferís rondaban a lo alto de aquella vieja torre que
parecía estar a punto de desmoronarse. Afuera había tres entradas, todas conducían a
donde mismo. Lo primero que debía hacer era infiltrarse, ¿Pero como? A estas alturas
todos sabrían que él era un traidor y lo más probable es que mataran a Hermione... Si
es que no lo habían hecho ya. Empuñó su varita con fuerza y avanzó entre los arbustos.
Por la primera entrada había cuatro custodios mortífagos, eran muy pocos. Recordó
entonces que de las tres entradas solo una estaba abierta siempre, no era posible.
Ante todo debía encontrar la correcta. Sin decir nada sintió un dolor que le atravesó
todo el cuerpo, calló de rodillas sosteniéndose con sus manos, encajó los dedos en el
barro... Era la maldición Cruciatus... Hermione estaba viva. La rabia le invadió todos los
sentidos, apretó los dientes conteniendo un grito que iba mucho más allá de la ira.
Advertidos por los gritos del chico inmovilizado, los otros tres empezaron a correr
hacía Draco. El Slytherin rápidamente acudió a la puerta, estaba cerrada. Maldijo una
vez antes de darse cuenta que debía salir de ahí. Pensó en hacerla estallar... Sabía que
esas puertas habían sido selladas por Lord Voldemort, nadie más que él las abriría. Un
relámpago estalló en el cielo y el torrente lluvioso se desplomó sobre él, se viró y otros
tres corrían hacía él, estaban dispuesto a matarlo y lo sabía, si así era... Moriría en el
intento. No le importaba.
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Hermione tosía en el suelo escupiendo sangre. Tenía las manos amarradas detrás de su
cuerpo y los tobillos juntos con una soga que cada vez que se movía cortaban su carne.
Pansy le apuntaba con la varita de la cual salía un extraño humo, como si fuera un
revolver acabado de disparar. La morena sonreía al verla sufrir ¿A caso estaría
sufriendo mas de lo que ella?...
La Slytherin no lo sabía, pero sí: Hermione en ese momento estaba sufriendo mas que
ella al pensar que Draco estaba muerto, nada le importaba, lo único que quería era
morir también.
Pansy respiraba agitadamente por la boca, a pesar de todo tenía una sonrisa en el
rostro. Escuchó algo parecido a una fuerte explosión, de inmediato se acercó a la
ventana donde golpeaba la lluvia, abajo había caos. La puerta fue abierta bruscamente,
un mortífago se asomo, lucía bastante agitado.
-¡Hay un intruso!
Hermione levantó la vista.
La morena avanzó hacía él - ¡Como que un intruso!- gritó con total histeria.
-Un chico, joven... No sé nada más.
-*Draco*- pensó Hermione. Estaba vivo, vivo...
-Mantente alerta y no sueltes a la sangre sucia.
Diciendo esto salió azotando la puerta. Hermione lloró. Se arrastró hasta un rincón y
juntó sus rodillas a su pecho, dejó caer su cabeza sobre estas y siguió con su llanto, en
silencio. Lo único que quería era que él estuviera bien; no le importaba que saliera de
ahí sin ella, simplemente que saliera vivo...
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Corría. Supo entonces que todos lo estaban buscando. No a “él” precisamente, pero sí
un intruso que no debería existir ahí en ese momento. La segunda entrada estaba
desierta... ¿Por qué no había nadie cuidándola?... Se acercó lentamente, aquella
entrada era de madera, la mas grande comparada con las otras dos. Tomó con su
mano izquierda la manija con forma de León que estaba en el centro mientras que con
la otra apretaba su varita... La abrió lentamente.
Entró en la torre, era inmensa. Pegadas a la pared y como era de esperarse, en forma
de caracol estaban los escalones. Avanzó un poco, estaba completamente empapado;
la camisa negra de botones estaba pegada a su cuerpo que se sentía pesado, se apartó
los cabellos de la frente y respiró. Una tristeza extraña le invadió el pecho. Cerró los
ojos; ella estaba sufriendo, pero Merlín que no le hicieran mas daño...
Una risa extraña llamó la atención del rubio. Arriba, en las escaleras divisó una sombre,
esa misma risa infantilmente macabra le invitaba a seguirla y así lo hizo.
El perdón es una decisión, no un sentimiento, porque cuando perdonamos no
sentimos más la ofensa, no sentimos más rencor. Perdona, que perdonando tendrás
en paz tu alma y la tendrá el que te ofendió.
Estaba muy cerca de la cúspide de la torre, tragó saliva. Había seguido esa figurilla
hasta lo que parecía un laberinto de puertas, se desorientó, alrededor había al menos
seis puertas en circulo. Si abría la incorrecta... Sería su fin. De pronto delante de él, por
la manija de la puerta pudo ver un brillo extraño. Respiro profundamente una vez más.
Una risa maléfica estalló, el chico no se movió, mantuvo los ojos cerrados y la puerta
se cerró firmemente detrás de él. Había una chimenea prendida y frente a esta un
sillón verde moviéndose de un lado a otro. Draco solo podía ver su respaldo, alzó la
barbilla. Divisó una copa llena de un licor oscuro, el sillón se viró.
-Te hice mal...- dijo Draco- No puedo hacer nada para remediar el pasado Pansy, si
pudiera te juro que lo haría. Cambiaría todo lo que te hice, te hubiera explicado que...
-Porque Draco... Porque la sangre sucia...
-Algo me unió a ella, no lo pude controlar y ahora...
-¿La amas?
Él guardo silencio. Ella sonrió:
-Solo contéstame eso... Tú ¿La amas?
-Con todo mi corazón.
-Nunca lo hubiera esperado... No de ti.
-Perdóname.
«Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor... si
perdonas... perdonarás con amor y cuando puedas perdonar; si corriges, corregirás
con amor...» Su abuelo se lo había dicho. Tal vez, era cierto.
La chica se puso de pie y fue hasta la chimenea, sobre ella estaba el cofre que su el
viejo Parkinson le había regalado: «MI regalo... para que salves tu alma... »
Dentro del cofre había una roca, sonrió y la tomó entre sus manos. Se aproximo de
nuevo a Draco. El chico la miró con desconcierto, ella se inclinó y golpeo sobre la
marca del rubio. Un resplandor brillante salió de la roca, él sintió como si le
acuchillaran donde tenía la marca, así pasaron varios segundos hasta que aquella
extrañeza se fundió en su piel... Todo el dolor se fue.
Se levantó, Draco lo hizo también. Hubo mucho ruido, ella caminó hasta una ventana;
todos los mortífagos se dirigían a atacar al intruso, la Slytherin sonrió, recogió la varita
de Draco y se la entregó.
-Te perdono. – dijo Pansy.
El rubio tomó su varita y acercó a la chica a su cuerpo tomándola por la cintura, la besó
en la frente. Por primera vez, la chica sonrió.
-Está un nivel mas arriba. Es la única Sangre... Es la única de los suyos, que sigue viva.
Tocaron la puerta con violencia. -¡Abran!- gritaron del otro lado.
-¡Vete!- gritó la Slytherin.
-¡No! ¡Ven conmigo!
-¡Draco vete! ¡Ahora!... Sálvala...
-Gracias Pansy.
-Usa la chimenea y lárguense de aquí.
-¿Qué pasará contigo?
Ella sonrió- Eso ya no importa.
El chico salió por donde había entrado. Justo cuando cerró la puerta escuchó como
derrumbaban la otra de donde había estado gritando, no supo quien lanzaba las
maldiciones y sinceramente no quería saberlo. Por algún motivo supo que Pansy
moriría en ese momento, había traicionado a todos, lo había apostado todo.
Corrió por las escaleras, sin importarle otra cosa que Hermione, todo dentro de él
estaba triste, no quería herir a nadie. Mientras subía, Draco juró al cielo que si tan solo
los dejaba vivir, se aseguraría que ella no sufriera mas, no pagara sus errores. Si
Hermione estaba ahí solo se lo debía a él y su estúpido egoísmo.
Llegó a donde debía. Su mano tembló mientras abría la nueva puerta esta vez mucho
mas gastada que cualquiera de las demás. El frío salió por debajo de la puerta y
entonces la abrió. Escucho un sollozo, ahí estaba. Hermione permanecía en el rincón
con la cabeza entre las rodillas. La miró.
Para terminar, debemos saber que perdonar es el valor de los valientes. Solamente
aquel que es bastante fuerte para perdonar una ofensa, sabe amar.
Empezar...
Desde cero, sin nada. Nada por perder, todo hay que ganar: Haríamos más si
lográramos entender el pasado, que si intentáramos olvidarlo.
La luz la incomodó, apretó los ojos para abrirlos lentamente. El sol entraba a través de
la cortina blanca que cubría la ventana de la torre, las lágrimas estaban secas sobre su
rostro, los ojos hinchados y tenía la boca seca. Un brazo aprisionaba su cintura
fuertemente y a su espalda pudo sentir el pecho de él mientras le respiraba en el
cuello. Aquella armoniosa brisa se convirtió de pronto en un dulce beso.
Draco rozó con su nariz por todo el cuello de la chica hasta su hombro donde depositó
otro beso. La castaña viró su rostro para encontrarse con los ojos claros del rubio y
sonrió. Él le dio un tierno beso sobre la punta de la nariz y ambos sonrieron.
Él salió de la sala común de Gryffindor, miró hacia ambos lados del pasillo resultando
que estaba desierto... Claro, aun faltaban algunos días para que volvieran de las
vacaciones de invierno. Sonrió aliviado pues había pensado que lo descubrirían.
Una profunda tristeza embargaba el pecho del chico, pensar perder a Hermione era un
golpe que seguramente lo arrojaría al abismo de la muerte. Cerró los ojos y recordó
aquella sensación en su pecho cuando ella estaba cautiva, sentir su dolor, su miedo y
su misma tristeza lo había estado consumiendo. No podía permitir que algo malo le
ocurriera, ni por el maldito hechizo ni por ninguna causa... Menos por él. Apretó los
dientes contuvo las lágrimas, siempre había sido bueno para esconder sus
sentimientos, ahora debía hacerlo mejor que nunca.
La chica sacó otra fotografía que se encontraba incompleta: Era una mujer de vestido
blanco, idéntica a Hermione pero con un gesto tan seductor que le resultaba atrevido.
Colocó la fotografía en la mesa, Draco recargó los codos sobre la mesa para mirar
atentamente, se quedó con la boca abierta mientras la castaña hablaba de su
tatarabuela… Madeleine…
Ahora que lo sé todo… Ahora que no tengo ninguna duda… Creo que al fin resolví el
enigma de sus vidas:
Ellos se conocieron en el pasado, no fue por un error, todo estuvo planeado. La historia
anterior no debía ser terminada nunca en su tiempo para ser terminada en el tiempo
de ellos, de Draco y de Hermione… pero ¿Cuál era el propósito de todo? Que yo lo
relatara, que escribiera sobre un amor imposible que venció la barrera del tiempo y del
espacio. Tal vez, solo tal vez de esta manera, cualquier persona que lea esta historia,
sepa que su amor tiene una esperanza por encima de de lo sublime…
Draco caminaba de un lado a otro como una fiera enjaulada, respiraba hondamente
por la nariz mientras su cabeza se hacía un mar de confusión ¿Eran los sangre sucia
una “falla” de los Malfoy? ¿A caso ellos se habían amado y odiado desde antes de
nacer? ¿Era su destino estar separados? ¿¡El mundo estaba en su contra!?
Mientras tanto Hermione hojeaba el libro que Luna le había prestado antes de las
vacaciones y que no había abierto mas que una sola vez.
Los recuerdos invadieron sus mentes, eran miles de escenas en las que estaban juntos,
en las que se despedían, cuando corrían peligro, cuando temieron perderse el uno al
otro… Esto solo hizo que la llama se encendiera aun más y profundizaron el beso
abriendo sus bocas completamente para sentirse. Draco empezó a desabotonarle la
blusa rápidamente, al terminar acaricio su abdomen y rodeo sus pechos carentes de
sostén o cualquier prenda que los cubriera, la chica le desabotono la camisa mientras
él masajeaba sus senos lenta y delicadamente. Se acariciaron lentamente
disfrutándose, sintiéndose…
_______________________________________
Para empezar, para ser, para aprender… tal vez, lo único que necesitamos, para crecer
y hasta para revivir… Es regresar…
Draco despertó con la luz del sol en su rostro, escuchando un cato familiar que veía del
cuarto de baño, se incorporó en la cama lentamente; estaba cubierto por sabanas
blancas y delgadas, su cabeza dio vueltas un momento hasta que tomó conciencia de
donde había pasado la noche.
Se levantó, sentía un dolor extraño en su espalda que le recorría toda la espina dorsal.
Fue directo al baño donde el vapor había dejado de salir, ahí estaba ella: Recargada en
el lavamanos cepillándose los dientes. Hermione escupió la pasta enjuagándose la
boca y sonrió mirando a Draco a través del espejo. Él se acercó a ella rodeándola con
sus brazos y depositando un suave beso en su cuello.
El rubio se limitó a aspirar fuertemente sobre su cuello, cada aroma de ella lo conocía a
la perfección. Su cuerpo tenía impregnado un aroma frutal como a manzana ya que le
encantaban, su cabello olía a rosas, pero no había nada como el sabor de su boca;
dulce y fresco. La volteó recargándola en el mármol blanco y arqueo su espalda para
besarla, sus manos encontraron alojo en su cintura, Hermione tenía sus brazos en el
aire, dejó caer el cepillo de dientes y tomó al slytherin del cuello al tiempo que él la
levantaba para sentarla en el lavamanos, ella lo envolvió al instante con sus piernas y
siguió besándolo con la misma intensidad.
¿Por qué? ¿Por qué simplemente no podía alejarse de ella y olvidarla? Sabía
perfectamente todo el daño que era capaz de provocarle, pero su amor era mas fuerte
que aquel sentimiento de miedo que se embargaba dentro de su ser.
-Si en mis manos estuviera quitar el dolor de tú alma, yo te juro que con gusto la
quitaba – dijo Hermione. Draco la miró a los ojos vacíamente. Ella sonrió.
-Quiero que sepas…
No lo dejó terminar y lo besó.
Yo creo que lo sueños se pueden hacer realidad
El chico se alejó, no tenía ganas de hablar con nadie, ni siquiera con él mismo. Justo en
ese momento había tomado una decisión. Una risa de niña lo sacó de sus
pensamientos, volteó y recargada en el pasillo estaba ella; con su larga cabellera rubia
echada a un costado. La miró fijamente. Le dio la espalada para seguir caminando.
Nunca es demasiado tarde, o demasiado pronto para ser quien somos. Una de las
misteriosas leyes de la vida es que descubrimos siempre tarde sus auténticos y más
esenciales valores: la juventud, cuando desaparece; la salud, tan pronto como nos
abandona, y la libertad, esa esencia preciosísima de nuestra alma, sólo cuando está a
punto de sernos arrebatada o ya nos ha sido arrebatada.
Luego de varios minutos, la gryffindor cerró uno de los gruesos libros fuertemente y
suspiró:
-Basta.- dijo Hermione- Esto no tiene caso ¡No encuentro nada!
El rubio se froto los ojos con el dedo índice y pulgar de una mano –Te dije desde un
principio que no encontrarías nada Granger…
-¡Pero ni si quiera existen antecedentes del hechizo!... – gritó. La chica se puso de pie
mirando hacia los estantes dándole la espalda al rubio
-Es otro tipo de magia- dijo Draco- no es algo que se haya estudiado y no creo que
quieran que lo aprendamos…
-¡A quien le impor…!- se viró – ta.
Ella hizo su rostro a un lado.- De, deberías alejarte. Todos están llegando y podrían…
vernos- dijo con tono nervioso.
El chico sonrió mas, estaba temblando y por alguna razón le gustaba, le gustaba
sentirla temblar ¿Después de todo lo que había pasado seguía nerviosa de él? ¿De su
contacto?... ¿De estar entre sus brazos? Era extraño y aún así le parecía encantador.
La tomó aún con más fuerza apoyando sus manos totalmente en su cintura levantando
un poco la blusa de botones, los labios de la chica estaban temblando y no dejaba de
mirarlo a los ojos. Él se consumía. Ya no tenía valor, no con ella, todo lo que había sido
alguna vez había quedado eliminado; ya no era fuerte, orgulloso, antes que vivía solo
para él, ahora moriría solo por ella.
-Hermione.- dijo Draco en un susurro suave humedeciendo con su aliento cálido los
labios de la castaña.
La chica se mordió el labio inferior lentamente empezando a respirar mas agitada.
Puso sus manos en el pecho de él y sintió su corazón que palpitaba desbocadamente,
le acarició los pectorales hasta enredar sus brazos en el cuello del rubio y terminar
sujetándolo de los cabellos con fuerza. La luz del sol que se filtraba por la ventana alta
destelló sobre sus rostros, se miraban a los ojos…
-¡Hermione!- gritaron.
Inmediatamente Draco la soltó de inmediato recargándose en la mesa. Un taconeo
fuerte se escuchó en la biblioteca.
-¡Ginny! – gritó la castaña al distinguir la cabellera pelirroja.
La gryffindor lo siguió con la mirada hasta que se perdió de su vista. Cuando volvió la
mirada se encontró con su amigo que apretaba un puño con fuerza y contenía la
respiración.
-Harry…
El chico levantó la vista.- Lo odio Hermione…
“Todos los hombres sueñan, pero no del mismo modo. Los que sueñan de noche en
los polvorientos recovecos de su espíritu, se despiertan al día siguiente para descubrir
que todo era vanidad. Más los soñadores diurnos son peligrosos, porque pueden vivir
su sueño con los ojos abiertos, a fin de hacerlo posible. - Lawrence de Arabia” – sonríe
– El sueño y la esperanza son los dos calmantes que la naturaleza concede al hombre,
después de todo… ¿Qué es la vida si no un sueño?
-¡Nevi!- le gritaron.
-¿Si?- contesto distraído.
-¿Me prestarías tu recordadora?- preguntó inocentemente.
El chico sacó el objeto de su bolsillo que estaba lleno de humo rojo.
-¿Ahora que olvide?- se dijo a si mismo golpeándose la frente. Ella sonrió. – Ten
cuidado ¿si? Es un recuerdo del abuelo…
-Lo se.- lo interrumpió.
Caminó fuera del castillo en medio de la oscuridad tarareando una cancioncilla lenta y
lúgubre, su cabello ondeo con el viento, sus ojos parecían faros claros en los que se
reflejaba la luna llena que se alzaba sobre el lago. Llego a la orilla, escuchaba el canto
de las sirenas, el viento golpeo una vez mas su rostro haciendo que su túnica se abriera
haciéndose hacía atrás violentamente, sonrió. Cerró los ojos sintiendo la brisa dulce
del agua.
De su bolsillo sacó la recordadora de cristal que seguía llena de humo rojo. La sostuvo
en su palma izquierda, alzó la palma derecha al cielo.
Extendió los brazos en forma de cruz y los alzó lentamente al cielo hasta juntarlos. Las
esferas resplandecieron y flotaron hasta juntarse en el aire haciendo un movimiento
como si danzaran en círculos. De pronto se juntaron una sobre la otra.
-Todo el dolor del presente fue curado- dijo ella- la única manera de redimir el pasado
es con el perdón y el perdón solo se engendra con la verdad, para descubrir esa verdad
deben regresar y tener otra oportunidad… La que no tuvieron… hace cien años.
-*solo estás soñando, solo estás soñando* - repetía dentro de su cabeza. Pero no, no
era un sueño.
Se levantó de la cama pisando con cuidado y se miró al espejo, no era ella. Parecía su
cuerpo pero estaba muy lejos de serlo… tenía sus ojos y sin embargo el fuego no los
consumía, miró todo a su alrededor inspeccionando los detalles de piedra de aquel
lugar y sonrió. Volvió a mirar el espejo y toco su rostro…
Luna pasó a la habitación donde la que parecía ser Hermione estaba a punto de
desmayarse. Se sentó en la cama inocentemente meciendo sus pies atrás y adelante
sonriendo.
Madeleine no comprendía muy bien que hacía en ese lugar, solo sabía que de nuevo
era culpa de la magia. Empezó a desnudarse quitándose el camisón blanco con el que
Hermione dormía. No podía dejar de ver su cuerpo, no era como el de ella a esa edad;
con senos perfectos, caderas pronunciadas y una cintura pequeña.
Se puso el uniforme de Hermione, cosa que le disgusto demasiado… había una sola
cosa que le gustaba de esa chica: Su cabello, de aroma a flores silvestres, alborotado,
resplandeciente a la luz del sol.
-Ronald- susurró.
El pelirrojo sonrió- ¡Hermione!- gritó. Corrió directo a ella abrazándola fuertemente
conteniéndola en sus brazos.
La chica se aferró a él:- Ronald, Ron.
Él la miró a los ojos, ella estaba llorando. Ron sonrió dulcemente:
-¿Qué pasa Hermi?
-*Hermi… Hermione*- retumbó en su cabeza. Él no era el amigo de Draco- Eres el
descendiente de Alexander- susurró.
-¿Qué dijiste?
-Que… Te extrañe- dijo suavemente y sonrió con dulzura- siento como si llevara toda
mi vida sin verte.
-Yo también te extrañe Hermione- susurró y le acarició el rostro suavemente.
Ahora que lo notaba no era igual a Ronald, sus ojos eran azules… Tenía los ojos como
Selena y poseía un semblante inocente y distraído del que su abuelo careció.
La castaña corrió hasta el chico de ojos verdes. Harry la sostuvo sin pensarlo, ella
lloraba abrazándolo lo mas fuerte que sus brazos se lo permitían. El moreno no
preguntó nada, no dijo nada, solo la abrazó. En el fondo Madeleine sabía que no era Su
Harry, el que había sido su esposo, aun así seguía teniendo los mismo ojos color de
esmeralda, el semblante misterioso y nunc se imagino la falta que le había hecho
abrazarlo.
-¿Perdido?- preguntó
-Para nada- respondió sonriendo.
-¿Quién eres?- preguntó de nuevo.
-Como si no lo supieras. ¿Tu quien eres?
-Mi nombre es Luna.
Él no estaba desorientado, sabía que hizo mal en algún momento por lo tanto supo
que algún día eso debía pasar. Ethan estaba en el cuerpo de Draco, no tenía miedo del
lugar en el que se encontraba, lo asustaba lo que había ahí para él.
-¡¿Qué pasa?!
Un brazo se enredo en la cintura de la rubia atrayéndola con fuerza.
-¡Ron!- gritó Luna.
-¡¿Qué haces con él?!
Ethan paró en seco, era su voz. Cerró los ojos pensando en la última vez que miró a su
mejor amigo. La respiración del rubio se agitó y conteniendo el miedo, con las piernas
temblando se viró lentamente. Tenía la cabeza abajo; fue levantándola
paulatinamente hasta encontrarse con los ojos de Ron. Sus ojos se humedecieron,
todo alrededor de él giró con locura, le asaltaron los recuerdos crueles: El hospital, el
fuego, los muggles… Aquel, su amigo que hubo despreciado a los muggles después
había intentado salvarlos.
El pecoso dejó de hacer fuerza y lentamente fue soltando a Luna, ella sonrió. Los ojos
de Ronald se iluminaron, ambos chicos se acercaron lentamente hasta fundirse en un
abrazo. Ethan no pudo evitar las lágrimas que se escaparon y recorrieron sus mejillas,
nunca fue tan fuerte como Ron y justo en este momento no le importaba: tenía a su
amigo, su hermano, la persona con la que creció. Recuerdos extraños llegaron a la
mente re Ron, como si hubiera olvidado toda una vida y ahora la recordaba, pero lo
mas fresco, doloroso y que nunca olvidaría, era su amigo en un ataúd.
Cuando los recuerdos nos consumen, es tiempo para liberarlos. Huir del pasado no es
la solución, enfrentarlo sí. No necesitamos varías vidas para aprender a vivir, la única
lección que necesitamos memorizar es que cuando nos caemos, debemos volver a
intentar, nunca se debe gastar toda nuestra energía en el primer intento, porque si
erramos, necesitamos la fuerza para volver a empezar.
La noche parecía más especial que nunca, las nubes cubrían la luna y el misticismo
reinaba… como siempre. Ethan y Ronald habían estado hablando toda la tarde. Ahora
estaban de pie mirando el horizonte del lago.
El rubio caminó alejándose de su amigo, el que iba a ser siempre su hermano porque lo
unía algo más fuerte que la sangre: El cariño.
Ronald se sentó mirando el agua del lago mecerse lentamente con un aroma a
humedad delicioso mientras la brisa le revolvía los cabellos. La pequeña rubia se sentó
a su lado, él quedó hipnotizado al instante. Luna no pudo evitar sonrojarse levemente
y sentir algo de pena,
Al otro lado del lago Ethan se acercaba cautelosamente, no podía distinguir nada a
causa de la falta de luz, de pronto con una fuerte ráfaga de viento las nubes se
dispersaron y en la orilla, había una silueta oscura con el cabello suelto que ondeaba
con el viento, tenía su perfume, pero si él no era realmente él… ella tampoco sería
realmente ella. La castaña se viró, el parecido lo impresionó, esos ojos que los
consumía el fuego, su rostro de muñeca… Era diferente, pero que importaba… era ella.
Corrió hasta la chica, ella no evitó su paso, la tomó del rostro con ambas manos y
recargó su frente con al de ella. Mantuvieron los ojos cerrados, Madeleine puso sus
manos encima de las de él y las lágrimas corrieron por sus mejillas, no podía ser cierto
se tenían de nuevo.
Ella no lo dejó hablar y se puso de puntas para alcanzar sus labios, los sostuvo de la
nuca y enredo sus dedos en los cabellos platinados del chico para besarlo lentamente.
Él no se separó, ni si quiera lo intentó, le respondió el beso aprisionándola contra él
sintiéndola en todo su cuerpo. Temblaba por dentro y por fuera al sentir su aliento
mezclarse con el suyo, la saboreo como el primer día que la conoció, el deseo recorría
su cuerpo entero, era el amor de su vida, la mujer de sus sueños, todo lo que buscó
siempre y la había abandonado por un sueño estúpido, por maldita ambición que con
el paso de los años no lo hicieron feliz y solo acentuaron su recuerdo.
Lo que redime todos los pecados; es el perdón. Ellos solo necesitaban perdonarse, solo
eso.
.CAP 39
...................................................................Adiós para siempre
Una mañana como cualquier otra, en una comunidad completamente muggle, el señor
y la señora Granger se levantaban a las seis en punto de la mañana para empezar sus
labores. Después del baño, vestirse y tomar el desayuno juntos se daban un beso dulce
y lleno de ternura se despedían en el pórtico para ir a seguir con su vidas.
Odio.- No
Rencor.- NO
Libertad.- Si
¿Sacrificio?- si
¿Por qué?- Por amor.
¿Amor?- si
¿Cómo? - no lo sé.
¿Cuándo?- sonrié.
Se levantó y caminó hasta el baño quitándose su pijama al paso, dejando sus prendas
regadas desde la cama hasta la ducha, recargó una de sus manos en la pared mientras
que con la otra abría lentamente el chorro de agua caliente. Al instante el vapor
inundo el cuarto de baño. Cada pensamiento que Draco tenía le recordaba a ella, su
piel ardía y sentía que el deseo le infectaba la sangre. Alzó la cara permitiendo que el
agua le bañara el rostro, con los ojos cerrados vislumbro la silueta de Hermione, su
sonrisa, el aroma de su piel le inundo la nariz y aspiro fuerte, las gotas de agua se
metieron por sus fosas nasales haciéndolo toser compulsivamente. De inmediato cerró
la regadera, envolvió una toalla alrededor de su cintura y salió; Su espalda atlética
tenía gotas recorriéndole.
-*Luz*- pensó.
Había electricidad y sonrió estando segura de que los cuadros no tenían movimiento,
las viejas hojas del periódico regadas solo tendrían tinta corrida por el tiempo. Pero
nada se movía, nada era mágico. Todo era tan...
-*Normal*- retumbo como un rayo esa palabra tan desconocida para ella y que a pesar
de todo la aborrecía. -*Porque me odia* - pensó sin poder evitar que una
imperceptible lagrima escapara por su mejilla. […]
Llegó al gran comedor y pasó lo que jamás pensó que pasaría, lo primero que hizo fue
mirar a la mesa de slytherin cuando antes intentaba ignorarla, ahí sentado él la estaba
observando con una media sonrisa dibujada en el atractivo rostro y los ojos brillantes
como un felino al acecho. Ella le sonrió ruborizándose ligeramente antes de sentarse
con sus amigos como a lo largo de siete años había acostumbrado.
Del otro lado como era obvio, él no podía dejar de mirarla; cuando se llevaba a la boca
algún pedazo de fruta, cada vez que daba un sorbo de jugo o como reía discretamente
a los comentarios absurdos de Weasley, era tan… Suya. Cerró lo ojos y así de la nada
recuerda la oscura y húmeda biblioteca: Recordaba sus labios rojos abiertos para
recibir un beso de él, sus cuerpos juntos, el calor que le proporcionaba a su fría
existencia…
El rubio se levantó. Como era obvio todos los slytherin lo miraron. Draco se peinó el
cabello con los dedos haciéndolo hacía atrás, sus ojos grises estaban fijos en un solo
punto en la mesa de Gryffindor: Levantó su barbilla y con paso decidido como era su
costumbre caminó hasta ella. Mientras tanto, Ron jugaba con la leona intentando
llenarla de una gelatina viscosa y mal oliente, sin darse cuenta de la serpiente que se
aproximaba a ellos.
Todos en las mesas miraban, como un Slytherin caminaba a gryffindor. La cabeza del
rubio daba vueltas e intentaba seguir respirando por la nariz sin detenerse, era una
humillación, pero no le importaba, la quería, la quería… La quería.
Esa voz: Fría, que daba miedo. Ella levanto la cabeza sin voltear, el pelirrojo movió la
cabeza arriba y abajo rápidamente. La castaña pudo sentir que él sonreía sobre su
cuello; Miró la mano blanca y perfecta de dedos largos y contorneados pasar por un
lado suyo y quitarle la cuchara llena de porquería a su amigo.
La castaña viró sus rostro, solo para sentir los labios de él pagados a los suyos, cerró los
ojos por inercia, instinto… O costumbre. Que importaba lo que era, no había nada
comparado con el sabor dulce de aquellos labios que siempre servían para lo amargo.
Mientras tanto en la mesa verde, Blaise bromeaba, hasta que escucho el barullo
extraño que solo podía ser provocado por algo inusual; levantó la vista y su enorme
sonrisa que dejaba ver sus dientes de perla se desvaneció para pasar a ser un gesto de
espanto, sorpresa… asco. Aunque muy en el fondo sabía que así era desde hacía ya
mucho tiempo…
-Ven conmigo- le susurró con esa voz a la que nunca se resistía a pesar de saber que
podía guiarla al infierno. Que importa, si él hacía eso, ella lo seguiría con gusto pues
sabía que se llegaba al averno, dentro de aquel sufrimiento… Conocería el paraíso.
Salieron, alejándose de todo. La puerta del gran comedor se cerró detrás de ellos, al fin
Draco la soltó. La castaña se recargó en la pared mirando el suelo y guardando
absoluto silencio ¿Por qué lo había hecho? El rubio sabía lo que ella preguntaría y para
ser sincero, no tenía la menor idea. Tal vez fue un capricho… ¡No! Nada que se tratara
de Hermione podía ser un capricho.
-¿Por qué…?
-Porque quise.- respondió secamente sin perder el tiempo en mirarla.
-¿Para que?
Draco sonrió. Al instante estremeció a la chica, era su sonrisa cruel sarcástica, que
utilizaba cada vez que la llamaba… Sangre sucia:
-¿Sirvió para que me siguieras no?- dijo él.
Ella levantó su rostro.- Un beso no significa nada.- dijo secamente.- te seguí porque
quise, pude no hacerlo… No me engatusas Malfoy.
Las manos de Draco suavizaron su tacto; le recorrió desde las muñecas, los brazos,
codos, ante brazos hombros y bajó delineando su figura hasta tomarla de la cintura y la
espalda fuertemente pero sin llegar a asfixiarla. Rozó sus labios y le acarició el rostro,
esperando… Tal y como lo planeaba, ella unió sus labios a los de él tirando las palabras
que acababa de decir por el suelo, humillándose a si misma, que importaba, sabía que
solo en aquel infierno podría conocer el paraíso. Se besaron de nuevo, dejando sus
mentes en blanco, disfrutándose como lo habían hecho los últimos meses de sus vidas,
que podían catalogar como los más felices.
Los ojos de ella se llenaron de lágrimas, viró su rostro para apartarse de sus labios:
-¿Qué quieres?
-*Decirte que no puedo vivir sin ti*- pensó- Nada que no me hayas dado ya.- dijo.
-Entonces… Déjame.- Lo empujó suavemente y se retiró.
El slytherin se quedó apoyado con una mano en la pared y la golpeo. Un fantasma del
castillo pasó por detrás de él haciéndolo sentir un escalofrío. Se sentó en el pasillo sin
decir nada, con los ojos inyectados de rojo mirando la nada, respirando con la boca
pues si nariz estaba congestionada…
El chico de ojos grises se recargó en la pared sin poder contener las lágrimas,
apretando los dientes con furia, soltando la varita que calló en el suelo, con los
cabellos rubios rosándole la frente. Estaba en una agonía terrible.
-Te voy a decir lo que Sean debió haberte dicho hace mucho tiempo…- dijo Blaise
mirándolo fríamente.
Draco levantó la vista.
-No la pierdas. Salva tu vida y tus hijos de la miseria de ser como tú.
-No debo amarla… Tenemos la misma sangre.
El moreno se metió ambas manos a los bolsillos y caminó por el pasillo perdiéndose
como una sombra que atravesaba el castillo. No debió decirle aquello a Draco, tal vez
no fue lo mejor, pero era lo único correcto. Una mujer morena de largo cabello oscuro
se le acercó abrazándolo con fuerza, él le correspondió el abrazo deteniéndose para
tomarla de la cintura. Le besó el cuello a aquella chica que tenía el uniforme el escudo
de Ravenclaw, sobre su hombro levantó la vista para ver como Hermione caminaba
con lágrimas en los ojos y un paso tan fuerte que parecía un casi desesperado intento
por huir. No le dijo nada, solo la observó hasta que logró perderse de su vista.
La castaña caminó sin intentar llegar a ningún rumbo, en ese momento desconocía
totalmente quien era ella misma; siempre decidida sabía donde ir y porque… pero
ahora, no tenía la menos idea ni si quiera de lo que estaba haciendo. Respiraba
profundamente, ya ni si quiera sentía las lágrimas rodar por sus mejillas sin embargo
allí estaban. Sin darse cuenta de nuevo estaba corriendo sin nada en las manos siendo
que antes traía libros que no tenía la menor idea de donde estaban ahora, si los había
aventado, dejado o lo que fuera.
Llegó a la salida del castillo donde se recargo en uno de los pilares cayendo al suelo
lentamente ¿Por qué a pesar de todo tenían que seguirse haciendo daño?... Lloraba
desconsolada, hasta que una mano suave la tomó de la barbilla, deseaba con todo su
corazón que fuera él, quería con su alma desgarrada que fuera él quien estuviera a
punto de salvarla… Pero no. Era Ginny: La pelirroja la tomó de la barbilla obligándola a
que la mirase, el día al instante empezó a tornarse sombría, la nubes ocultaron el sol
en cuestión de segundos.
¿Era capaz de creerse sus propias palabas? En verdad el amor no debería hacer sufrir…
¿Si así era? ¿Por qué no podía olvidar lo que mas dolor le causaba? Una lágrima se
deslizo por su mejilla, la retiró con su dedo índice dirigiéndose a su sala común.
El rostro de la pelirroja era diferente; frió, seco, sin vida, pero a pesar de todo…
Hermoso. Dijo la contraseña frente al viejo retrato de la señora gorda que a veces solía
cantar opera y entró. Harry estaba acostado en el suelo frente a la chimenea ojeando
una revista de quidditch, se acomodo los lentes al tiempo que la miraba entrar al
parecer furiosa.
La chica se sentó en el sofá detrás de él, se incorporó para quedar sentado en posición
de flor de loto frente a ella. Se fijó que estaba llorando, aunque sus lágrimas eran casi
imperceptibles él podía verlas, cosa que antes jamás hubiera ocurrido. ¿Preguntar o
no? ¿Le molestaría que él quisiera saber? ¿O al contrario sería de ayuda?...El moreno
ya no sabía como tratar a la que fue su amiga, novia, apoyo… su todo y ahora no era
nada.
Ginny estaba recargada en las barandilla mirando al vació como las otras escaleras
cambiaban su dirección, respiraba con la boca abierta, contenía su pecho agitado y sus
manos que temblaban. El moreno miró su largo cabello rojo como el fuego, se coloco
detrás de ella pegando su cuerpo a su espalda sin decir una sola palabra. La chica se
viró bruscamente.
No la dejó hablar más. La atrajo hacia su cuerpo tomándola de la cintura y la nuca para
besarla con una profundidad casi suicida, sobrevivieron respirando por la nariz
mientras sus bocas estaban fundidas. ¿A caso Ginny no podía comprender que todos
sus errores le habían hecho ver que ella era la única mujer de su vida? ¡No la merecía!
Y estaba consiente de ellos, pero que importaba, la amaba, su corazón se desbocaba al
sentirla pegada a su cuerpo y eso… era algo que no iba a cambiar.
Terminaron el beso de igual manera tan violenta y apasionada como empezó, sus
labios quedaron levitando muy cerca el uno del otro, hinchados y rojos de deseo. Ella
también lo amaba, aunque ese amor la halla estado destruyendo mucho tiempo.
-Te amo- dijo Harry suavemente- No lo entiendes con lo que hago, entonces intenta
entenderlo ahora que te lo estoy diciendo- tomó su rostro entre sus manos- Te amo
Ginebra Weasley, nunca lo dejé de hacer a pesar de todo.- sonrió como cuando era
niño, sus ojos vidriosos empañaron sus anteojos.
-Yo nunca dejé de amarte…- dijo Ginebra con la voz entre cortada.
La chica lo tomó del rostro poniéndose de puntas para besarlo suavemente, él puso
sus manos sobre las de ella cerrando los ojos para corresponderle con la misma
suavidad y lentitud que ella había marcado.
-¡Pero que lindooos! – gritó Ron en forma de mofa ganándose un codazo de Luna. -
¿¡Que!? Son lindos – dijo el pelirrojo riendo.
La escalera sobre la que estaban cambió de lugar llevándolos casi del otro lado del
castillo. Se apresuraron a subir antes de que cambiara de nuevo, sabían que ya no se
quedaría quieta.
Ambos se alejaron sin despedirse, Luna sonreía al verlos jugar de esa manera. Al virar
su rostro encontró que su novio miraba la nada apenas respirando, no dejó de sonreír.
Se acercó a él por detrás saltando para rodearlo con sus brazos. EL chico sonrió
tristemente y dejó que la chica asentara los pies en el suelo antes de virarse para
quedar frente a frente.
Bajaron las escaleras directo para salir del castillo. El sol había salido de nuevo, casi
todos los alumnos de séptimo curso se encontraban afuera emocionados por la
próxima cabalgata. Hagrid traía cuatro unicornios blancos sujetados con correas de
seda, las alumnas de todas las casas se acercaban para acariciarlos o solo observarlos.
Sonrió a donde estaba sentada Hermione debajo de un gran árbol junto al lago.
La castaña tenía un libro en manos y sin embargo no leía a pesar de que lo mantenía
abierto. Ron la miró a lo lejos, estaba a punto de caminar hacía ella con una enorme
sonrisa cuando Luna lo detuvo del pecho señalándole el lado contrario: Malfoy se
aproximaba también. El gryffindor respiro profundamente y cerrando los ojos dejó que
Draco llegará a ella, no se entrometería.
-¿Ahora que?- dijo Hermione. Su tono de voz parecía más cansado que molesto.
-Solo quiero… hablar- dijo el chico suavemente.
-Hablar… Por que no me voy a mover.- dijo cerrando el libro.
El rubio se sentó junto a ella, la sombra de árbol lo refresco al igual que la brisa y los
destellos de sol que lograban atravesar las espesas ramas. Ninguno de los dos se miró,
observaban la misma dirección respirando como podían. ¿Quién hablaría primero? ¿El
que pensaba hacer más daño? ¿O el que pensaba recibirlo?
-¿Llego algo interesante?- Pregunta la señora Granger al tiempo que su marido entra a
la casa.
-No, pero hay algo raro… un estudio de laboratorio.- dice el señor Granger con
desconcierto.
-uh, debe ser de Hermione, Antes de volver a Hogwarts dejó una muestra en el banco
de sangre.
-¡Que! – se exalta el señor Granger.
-Tranquilo querido, no debe ser nada serio.
-¡Nada serio! ¡Pero ella estaba enferma y nadie me lo dijo!
La señora Granger le soba la espalda a su esposo:
-No es nada, si quieres ábrelo tu mismo y compruébalo.
Si ella lo invita a hacer tal cosa es que está confiada en que tiene razón. Aún así se
atreve a abrirlo, no ve nada… Se pone sus lentes redondos y empieza a inspeccionar
desde el nombre de su hija la fecha que marcaba el 26 de Diciembre un día después de
la navidad. Sigue con su inspección dado por sentado que todo esta bien… Llega… hay
algo raro…
La señora Granger nota que su esposo pierde el color, no dice nada… de inmediato se
preocupa y se acerca a él. El señor Granger lo único que hace es darle la hoja de los
análisis y desmayarse.
Ella empieza a inspeccionar, leer, cautelosamente y… El señor Granger se vuelve a
levantar.
-Hermione está… - dice la señora Granger.
-Embarazada.- completa el señor Granger y se desmaya de nuevo.
Zabini llegó a donde Malfoy se encontraba sentado, le extendió una mano para que se
levantase y sonrió ampliamente. El rubio tenía el semblante triste, sin embargo era
algo que él no pensaba mencionarle. Se alejaron a donde estaban los demás igual de
impacientes por que empezara la cabalgata, era algo que nunca habían hecho. El
moreno lo guió hasta una chica de tez morena clara y cabello castaño oscuro liso que
le llegaba a media espalda. De inmediato el chico rubio pensó que era una de las
mujeres mas bellas que había visto en Hogwarts.
-Entonces… - susurró.
-Entonces, si no importa que te cases con tu hermana… ¿Qué mas da que se casen
familiares con los que no te emparentas en cien años?
Podía, podía, podía. Mil cosas se cruzaron por su mente. Volvió a mirar donde la chica
de cabello castaño sonreía cuando Ron le hacía cosquillas, la miró fijamente como un
halcón que ha elegido su presa y no piensa cambiar de opinión. Los ojos de Draco se
centraron en Hermione como hacía mucho tiempo lo había hecho. Entonces, mientras
recorría con sus ojos hambrientos aquella silueta cubierta por un espantoso uniforme,
llegó a su rostro y ella también lo estaba mirando.
El rubio hizo una reverencia… Y le sonrió.
Antes.
Epilogo: Antes
-«Tengo miedo» - dijo sin abrir los ojos mientras él la tomaba de los hombros para
hacer que se sentara en la cama.
-«Todas las cosas nacen, cuando te atreves a comenzar» - decía muy suavemente con
esa voz llena de ternura que solo ella podía despertar en él.
Como una niña pequeña lo abrazó, él no podía evitar reír. Era la primera vez que se
separarían en muchos años y ciertamente a él no le apetecía dejarla. La sacó de la
cama levantándola en sus brazos, ella apoyó su cabeza contra su hombro enterrando
la cara en su cuello y enredándolo con sus piernas de la cintura.
« cuando te atreves »
« a comenzar»
¿Lo dirá por experiencia propia? Tal vez tiene razón, no lo sé. Supongo que con el paso
del tiempo lo descubriré. Quiero volar, quiero sentir, quiero amar… Hoy he decidido…
Que voy a empezar.
Estaba sentada frente al tren que la llevaría Hogwarts ese año, con las rodillas
encogidas y temblando un poco. El silbato del tren sonó, levantó su rostro y el cálido
sol le bañó el rostro, abrió los ojos lentamente y sonrió… Era tan hermosa, llena de
vida. Miro a una castaña que se acercaba sonriente, vestida con un simple jean azul y
una blusa rosa de escote hermoso no muy pronunciado, su cabello estaba suelto como
acostumbraba desde su adolescencia, ella extendía una mano y un hombre rubio, alto,
apuesto la tomaba y así… tomados de la mano se acercaban a ella…
Su cabeza palpito, siempre lo hacía al verlos juntos, era como si recuerdos que no le
pertenecían estuvieran en ella y eran hermosos. Al menos algunos de ellos.
El rubio hizo una reverencia… Y le sonrió.
Al erguirse de nuevo mordió su labio inferior sin borrar esa sonrisa seductora y
ciertamente maquiavélica.
-« ¿Zabini? »- pregunto Draco.
-«¿Que? » - respondió el moreno distraídamente.
-« ¿Qué día es hoy?»
Blaise sonrió mostrando su dentadura blanca -« diez de enero »- dijo con algo de ironía
-« ¿Por qué? »
El slytherin no podía dejar de sonreír:
-« Por nada»
Se besaron frente a ella… ¿Por qué tenían que ser tan repulsivos? Pensaba mientras
sacaba la lengua en un claro gesto de asco infantilesco que lograba causarles mucha
gracia, no importaba, les daba igual; seguían demostrándose su amor con besos por
todo el rostro firmemente abrazados frente a ella… Hasta que se puso de pie y caminó
hacia ellos, cada uno de sus pasos era una nueva palpitación en su cabeza… Miró su
reloj de muñeca que tenía un hermoso oso dorado que bailaba, eran las cuatro de la
tarde.
Eran las cuatro de la tarde del mismo día, cuando todo parecía mas perfecto, el sol
iluminaba el lago tiñéndolo de hermosos colores, él lo decidió, tendría que ser suya…
No, no “tendría” que serlo. Ya lo era. Más suya que de nadie. Miro como la castaña
cabalgaba lentamente bordeando el lago, siguiendo la caravana de los demás alumnos
que estaban a su alrededor.
-« ¡Zabini! »- gritó Draco.
-« ¿Qué quieres Malfoy? »- respondió el moreno con fastidio.
-« ¿Los unicornios vuelan? »- preguntó.
El moreno puso los ojos en blanco.- « ¡Si Malfoy! ¡Si vuelan! »
De inmediato el rubio golpeo con sus talones las extremidades del animal negro que
cabalgaba y fue adelantándose a todo galope, escuchó el grito de Hagrid pidiéndose
que se detuviera… Sin embargo no lo haría, nada lo detendría. Así llego hasta donde
los gryffindor estaban reunidos cabalgando tranquilamente y de un arrebato tomó a
una castaña de la cintura para pasarla con un ágil movimiento a su unicornio, al
instante las alas del animal se extendieron elevándolos por los aires, ella gritó, lloró, le
temía a las alturas desde siempre y eso no había cambiado. Él rió, victorioso…
Se elevaron por el cielo azul, parecía que iban sobre el sol. Ella estaba demasiado
asustada como para ver lo hermoso que era todo, tenía los ojos cerrados, apretados
fuertemente con el seño fruncido, sus labios temblaban e intentaba morderlos para
contener el temblor de ellos. Hermione solo podía sentir su cabeza girar a una
velocidad impresionante y de pronto… todo se detuvo: No había más movimiento, sus
pies tocaron un suelo duro como de piedra, sintió su frente recargada contra el pecho
de Draco y fue abriendo los ojos lentamente.
La gryffindor levantó su cabeza lentamente y lo miró, los ojos grises del chico
expresaban ternura los de ella…
-¡Que demonios piensas!- gritó.
Expresaban rabia. Sin embargo el sonreía y dejaba que ella lo golpeara en el pecho.
-¡No se quien te has creído Malfoy…!
La besó. Fue cortó, suave, perfecto. Hermione dejos sus labios entre abiertos y lo miró
a los ojos, con una expresión de sorpresa que rayaba en el miedo.
Draco sonrió – Cásate conmigo.
Hermione tomó de la mano a su pequeña hija, que acababa de cumplir los once años.
Tenía la piel de porcelana de su padre, el cabello corto hasta los hombros, castaño
como el de su madre pero lacio en contraste con ella, sus ojos eran marrones con un
tono grisáceo que la hacía parecer una verdadera muñeca.
La pequeña temblaba mientras avanzaban al tren que cada vez hacía más ruido y
estaba mas lleno, tembló aún mas apretando la mano de su madre con fuerza al
tiempo que trataba de esconderse detrás de su espalda.
El pelirrojo tenía el cabello largo amarrado en una coleta y usaba unos lentes de media
luna sobre media nariz que le cubrían la mayoría de las pecas. Detrás de él se poso una
hermosa rubia, la edad había acentuado su belleza, ahora llevaba el cabello un poco
mas corto, pero sin duda seguía teniendo ese aire inocente que siempre la caracterizó.
-¿Cuántas veces te dije que no lo llames tío?- dijo el ex slytherin apartando a su hija de
los brazos del pelirrojo mientras que ella reía.
-Supongo que las mismas veces que le he dicho que no eres su padre…
-¡Ron!- gritó Luna- Compórtate. Hola a los dos.- saludó cordialmente.
La castaña se acercó a abrazarlos a ambos:
-¡Que gusto me da verlos! ¡¿Hace cuanto que no nos veíamos?
-La fiesta de año nuevo- dijo Ron- Si, aquella donde el hurón me convirtió en una
comadreja.
-Solo te recordé lo que eras…
-¡Draco compórtate!
Aquella chica levantó su rostro, tenía grandes ojos Azules y el cabello rubio platinado
tan claro que casi parecía blanco como pelo de oso polar. Era aun más hermosa que Su
madre: Luna Lovegood. Llevaba como nombre Mireya Weasley, por alguna razón el
nombre de Mir siempre le había gustado a Ron y Luna no se opuso a que lo llevara.
La rubia se acomodó en el sillón frente a la hija de Hermione a la que ella llamaba
Maddi.
Hubo un minuto de silencio, Maddi abrió de nuevo el libro casi en blanco que su madre
le había regalado minutos antes. Leyó algunas frases, versos que no tenían sentido ni
orden, el resto del libro estaba en blanco. Mir la observó con curiosidad.
-¿Qué haces?
-Mi madre me regaló esto… no sé para que.
-ah… ¿Y que vas a hacer?
La castaña sonrió- supongo que escribir una historia…- susurró.- solo espero que no me
tome mucho tiempo.
-¡Imagínate que pasaras los siete años que tenemos en Hogwarts escribiendo!
-No lo creo... Una historia no puede ser tan larga
Mir se encogió de hombros - Quien sabe Maddi, mamá dice que hay historias que
están condenadas a repetirse una y otra vez...
-¿Tu crees?
-¡Claro!... Si yo volviera a nacer me gustaría ser novia de mi papá...
Maddi rió - Quien sabe, tal vez lo seas...- se quedó pensando en las palabras de su
padre, ¿él querría que empezará a hacer eso?- *¿Lo dirá por experiencia propia? Tal
vez tiene razón, no lo sé.*- pensó
Hizo un movimiento con su mano apareciendo una pluma que no necesitaba tintero.
Su mano tembló en cuanto puso la punta sobre el papel, nunca había escrito nada y
ciertamente no sabía como hacerlo, sin embargo… Iba a intentar. Agacho la cabeza y
escribió:
Todo lo que voy a contar, sucedió antes: Porque el presente solo se forma del pasado y
lo que encontramos en el efecto, probablemente estaba ya en la causa
El tren empezó a avanzar lentamente. Ella miró sobre su hombro a la ventana donde
sus padres estaban abrazados:
- *¿Quien dice que no?* - hizo un ademán con la mano para despedirse de ellos y
sonrió.