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ANTES

"Tuvo un mal momento y rompió las reglas.


Él le ofreció la aventura vulgar del enredo en un cuarto de hotel.
Amor no es literatura si no se puede escribir en la piel..."

Abrió los ojos repentinamente sin saber que había soñado pero estando segura de que
lo había hecho. El susurro de la lluvia tocaba sus sentidos con una leve caricia a su piel
que la erizaba. La niebla cubría su ventana amenazando con amanecer en cualquier
momento. Aunque aún no era tiempo. No se había quitado la ropa del día anterior y
ahora a pesar de su cansancio debía consumar esa tarea postergada durante el
preludio de la noche.

Se quedó mirando el ventilador con ambas manos sobre el estomago, hondeaba


lentamente con cada paso de los segundos y le producía cierto alivio que ni siquiera
ella podía explicarse a si misma. Era una chica rara. Se viró con un vació que llegó hasta
su estomago y no pudo explicarlo, a su lado encontró un libro a tan solo diez páginas
del final. Hizo una rabieta de furia cerrándolo con violencia, se levanto y lo aventó lo
mas fuerte que sus lánguidas manos se lo permitieron. No quería pensar, por primera
vez no quería hacerlo.

El foco a su lado desplegaba toda su luz vieja y amarilla, la hacía sentir en casa...

-*Luz* -pensó.

Había electricidad y sonrió estando segura de que los cuadros no tenían movimiento,
las viejas hojas del periódico regadas solo tendrían tinta corrida por el tiempo. Pero
nada se movía, nada era mágico. Todo era tan...

-*Normal* -retumbó como un rayo esa palabra tan desconocida para ella y que a pesar
de todo la aborrecía.

¿Qué era ser normal? ¿Resignarse a una vida aburrida y sin nada interesante?... Pues
entonces lo rechazaba, tanto como ser muggle. No quería serlo y se odiaba a si misma
por pensar así pues había nacido de dos...

-*Muggles* - palabra que no existía en el mundo en el que se encontraba.

Todo etiquetado para rellenar un espacio inservible y vació que la hacía sentir
miserable. Impuros; una palabra creada por mortífagos ¿Pero que eran los mortífagos?
-*Enemigos* - pensó y luego sonrío. Seres nefastos que solo creaban maldad, ¿Qué era
la maldad? -*Algo creado por el hombre*

El mismo que había descubierto algo tan maravilloso como la magia también había
creado, racismo, esclavitud, hambre destrucción. La maquina mas poderosa y letal del
universo... ¿Qué era el hombre?...

-*Algo creado por Dios*... - se viró de lado encogiéndose como una camarón, alzó su
brazo para desconectar la lámpara con violencia fijándose en que el reloj marcaba las
3:30 A.M.... Volvió a concentrarse en el susurro de la lluvia que invadió su cerebro -
*Porque me odia* -Pensó sin poder evitar que una imperceptible lagrima escapara por
su mejilla.

No era una pregunta y no era solo él. No tenía la culpa de ser lo que era, ¡No tenia la
menor idea de porque lo era!... Y lo cambiaría si en sus manos tuviese algo de poder
para hacerlo...

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No recordaba que su habitación fuera tan calurosa. Abrió los ojos bruscamente como
si algo dentro de él se negara a hacerlo, pero derroto esa vocecilla que se lo impedía,
así como siempre callaba su conciencia. Se incorporo con sobresalto y golpeo el pilar
de mármol que sostenía su cama. Intento respirar sin conseguirlo correctamente y se
tumbó de nuevo con ambos brazos extendidos en forma de cruz. Soplo hacía arriba y
los cabellos de su frente inundada de sudor revolotearon con la leve brisa que emanó
de sus labios. En unas horas tendría que volver a ese asqueroso colegio lleno de...

-*Sangres sucias* -pensó con una mueca natural de asco que estaba prendad a su
gesto.

Los odiaba a todos sin diferencia. Para él eran solo malditas escorias que ni si quiera
habían escuchado de Hogwarts hasta que recibieron su carta y eso lo enfermaba. Que
ellos tuvieran por "suerte" lo que a él le había tocado por destino. No tenían derecho a
nada y mucho menos a la magia. Todo lo contaminaban, todo era impuro solo porque
ellos existían, odiaba tener que seguir a uno de ellos. ¿A caso no era algo patético?...
Lord Voldemort solo era otro asqueroso impuro que debería vivir con los de su raza
trabajando para los que por derecho les correspondía el poder.

Sonrió con sarcasmo para si mismo al pensar que profesaban amor y unidad junto a los
traidores de la sangre. Amor...
-*No existe*... -no es su mundo al menos. Algo que no conocía. Solo tenia conciencia
de la dureza del acero y de la destrucción que la misma provoca.

Exhalo un aire caliente que casi le reventaba los pulmones y se volteó de espaldas. La
marca verde en su hombro derecho brillo como diciéndole "Estoy aquí", pero no
necesitaba que se lo recordara pues cada día era consiente de ello. Del orgullo de su
padre y de su fatal destino que encaminaría su alma directo a donde estaba el dolor.

Maldito fuera el primer sangre sucia y maldito fuera aquel que lo había ayudado a
tener magia.

Generalmente cuando alguien quiere hablar de personas incompatibles que por azares
del destino se encuentran todos suelen esperar una "Romántica y bella historia de
amor..." Yo no les voy a contar eso. Voy a decirles exactamente lo que vi... ¿O no lo
vi?... Bueno ni lo vi ni lo recuerdo, pero esta en mi mente como si lo hubiera vivido a
pesar de que nunca estuve ahí...

Ellos se aman tanto que no tienen la menor idea de que ese sentimiento existe y
sabemos que algo que crece algún día debe ser tan grande que ¡Termina reventando!
¡PUM!... ¿Pum?... Quiero un postre...
Están unidos por una delgada línea, sin el uno no existiría el otro pues, él no sería lo
que es sin conocerla a ella y ella no hubiera descubierto lo que es sin conocerlo a él.

La historia no empezó cuando tenían 11 años y se vieron por primera vez (O eso
creyeron), la historia, su historia en realidad comenzó muchos años antes. Cuando
quiso matarla...

Cap 01: Empezando


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«Inglaterra Año de 1829»

Era una lluviosa madrugada de junio, los relámpagos alumbraban de manera violenta
la gran ventana de bisel. Un dolor tan agudo como una cuchilla desgarró su estomago
cuando el mas grade de los truenos retumbo en el cielo alumbrando su rostro. Ella no
tenía más de 23 años, su cuerpo lánguido estaba adornado por un vientre bastante
crecido que ahora palpitaba. Recogió su largo cabello rubio y tomo asiento sobándose
el estomago, quería que terminara y acabar con la torturante agonía que estaba
sufriendo.

La comadrona llegó. Justo a tiempo pues su fuente se había reventado. Fueron cuatro
horas de sudor y un grito ahogado que se resistía a salir de su garganta. De pronto
hubo un silencio desgarrador que acabo con la tortura, un rayo lo iluminó y seguido de
un llanto fuerte marco su nacimiento. Fue envuelto en un manta de poliéster blanco y
limpiado con sumo cuidado para después entregárselo a su madre.

-¿Cómo se llamará? – preguntó la mujer que lo había traído al mundo.


La orgullosa madre lo miró con ternura y acaricio la cabeza calva –Míralo... Parece un
dragoncito... –musitó
-Seguro será un esplendido hechicero. Tiene la marca...

De verdad la tenía. Había nacido con los ojos abiertos, tan claros como el agua y aun
más transparentes, solo con un diminuto punto negro en el centro. Parecía examinar
todo cuanto veía con una curiosidad asombrosa para alguien de tan solo una hora de
vida.

-Será Draco. Draco Ethan Malfoy, como su padre... –dijo de nuevo la rubia que había
dado a luz
-Todo un dragón mágico...
[Ethan se pronuncia Itthen]

Fue el 5 de junio de 1829 que nació el primer Malfoy que marcaría para siempre el
destino del apellido que más tarde se convertiría en uno de los más poderosos dentro
del mundo mágico.
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«América Año de 1829»

En una calurosa tarde del 19 de septiembre, era un continente todavía nuevo y sin
mucha civilización. Era el día, el momento y el lugar preciso para que ella naciera. Su
llanto fue dulce y melodioso a pesar de las malas condiciones, era hermosa por
naturaleza, tanto como su madre castaña de ojos azules. Parecía ser una mas, pero era
diferente a todos. No tenía los ojos de su madre, los de ella eran castaños y grandes
como los de un venado. Iguales a los de su padre; un hombre casi calvo y de sobrepeso
considerable con alhajas colgadas de su cuello y vestimentas brillantes.

Su familia carente de magia y con la inocencia de creer que no existía eran gitanos
Zíngaros. Era la primera hija del patriarca, por lo que seria especial.
-Bien mujer, ganaste... Es una niña – dijo el patriarca a la madre mientras arrullaba a su
hija.
La mujer extendió los brazos para recibirla –Te lo dije. Mis cartas no me mienten.
Él rió -¡Cumpliré mi palabra! ¡Puedes nombrarla como quieras! – gritó.
-shhh -lo silenció ella –La despertarás... –susurró.
-Lo siento... ¿Y entonces?
-Hermione... – le dijo ella
-Pero ni si quiera es un nombre gitano... – replicó el padre sentándose entre telas
brillosas a su lado. Se ganó una mirada de replica de su mujer que lo derritió por
completo –De acuerdo, ¿Era Her que?
-Hermione...
El patriarca le besó la frente a ambas y las dejó en el remolque colorido.
Ella lo miró mientras se alejaba y le acarició la cabeza a la niña –Bienvenida al mundo...
Hermione Madeline Granger... –Dijo y la besó.

Sus vidas empezaron en distintos lugares en distintos momentos, pero mas tarde
serían unidos por la ambición del uno la misma que terminaría conquistada con el
amor del
otro. >>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>
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Draco acababa de salir de su primera clase de pociones. Bostezó con desgano


estirando su cuerpo para caminar lo mas lejos que pudiera de ahí. Estaba harto de
lidiar con los “sangres sucias” que cada vez era mas frecuente encontrarse en el
colegio. Decidió sentarse a la orilla del lago calmando la violencia de sus pensamientos
y empezó a leer tranquilamente de magia oscura como le era costumbre. Su mejor
amiga del colegio; Pansy Parkinson llegó por detrás de él y logro darle un beso en la
mejilla para luego sentarse a su lado con las rodillas encogidas sin decir una sola
palabra.

El Slytherin levantó la vista y le sonrió gesto que ella devolvió con agrado. Era perfecta
y sabía que estaba interesada en él, pero simplemente no tenia tiempo para esas
tonterías y eso era algo que la morena entendía. El chico Crabbe y el otro Goyle
llegaron entre risas tontas y la imitaron sentándose de frente al lago para lanzar
piedras a él.
Por otro lado Zabini pateo el pie de Draco quedándose parado frente a él. El rubio
sonrió sin prestarle atención cuando el atlético moreno se carcajeo sin aparente razón
alguna.

-¡Ya deja eso Malfoy! ¡Hay unas de primero buenísimas! –gritó Blaise ganándose un
pellizco de Pansy.
-Tienen, once, años... sátiro engendro – dijo la Slytherin.
-¿Y que? ¿Eso no les quita lo buenas? – dijo y bufó una vez. Se tumbó sobre el césped
con la cabeza en las piernas de Pansy quien empezó a hacerle mimos en la frente –En
serio Draco deja eso... me aburres...
-A alguien tendrás que copiarle Zabini... –le dijo Pansy
-Ha bueno... Es una mejor persona que yo... –contestó Blaise bostezando.

Draco no hablaba, se limitaba a escucharlos sin prestar más atención de la necesaria.


Fue en ese preciso instante en el que escucho su risa. Esa inconfundible y molesta voz
chillona que tanta repugnancia le producía. Al instante dejó de leer y solo observó las
líneas de las palabras sin poder hacer otra cosa. Fue levantando su rostro duramente y
la vio, sentada debajo del gran roble con el miope y el pobretón. Jugueteaban con las
hojas que Harry hacía caer con su varita y no pudo evitar sentir desprecio hacía ellos.

-¿Qué pasa Draco? –Inquirió Pansy inclinándose sobre él para después seguirle la vista
y descubrir lo que tan cuidadosamente observaba. –Weasley cada vez está más alto...
–Comentó
Blaise rodó por la hierba y luego se incorporo dejando sus piernas abiertas –Pues si
sigue creciendo dejará de ser un fenómeno de dos metros para ser un fenómeno de
tres.
Pansy sonrió con elegancia y se recogió su corto cabello en una coleta con una liga
negra -¿Si su familia es sangre limpia porque serán unos traidores?...

Hermione sintió que su sangre se congelaba sin una sola brisa y su piel se erizó
provocándole un escalofrió que le llegó hasta la nuca. Desvió su mirada de sus amigos
y se encontró con Malfoy que la miraba fijamente y sin embargo parecía no mirarla a
ella. Tragó saliva, Harry le siguió la vista y descubrió a la serpiente, el moreno hizo un
gesto duro y levanto a Hermione para retirarse de ahí. Draco los siguió con la vista
mientras se alejaban y se hizo la misma pregunta que Pansy había lanzado: ¿Por qué
los Weasley eran traidores de la sangre? ¿Qué eran antes de ser eso?

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«Inglaterra Año de 1844»

-¡Feliz cumpleaños Draco! –gritó Ronald Alexander Weasley abriendo bruscamente la


puerta de la habitación de Draco.

El rubio estaba acostado tapando su cara con una almohada. Su habitación estaba
completamente oscura de no ser por la luz del pasillo que se filtraba por la puerta
abierta. Ron dejó en la cama una gran caja morada con un enorme moño dorado y se
dirigió a la ventana que abarcaba casi todo el muro. Deslizo la cortina de terciopelo
negro y la luz iluminó toda la vieja y casi vacía habitación. El rubio se removió entre las
sabanas y gruñó apretando más la almohada contra su cara.

-Hay, tu y tus problemas para levantarte... Que tierno –dijo Ron mientras le jalaba
lentamente la sabana.
-Al menos provoco algo que no sea lastima... –dijo Draco aventándole una almohada y
tapándose bajo otra.
-O te levantas o te mojo... –advirtió el pelirrojo de estatura promedio, ojos verdes y
carente de pecas.

Draco accedió a levantarse estirándose con algo de flojera. Caminó al baño dejando la
puerta abierta. Ron se acomodó en la cama revuelta y miró el desgastado techo
poniéndose los brazos como almohadas.

-¡Ya estas viejo! –gritó el pelirrojo para que pudiera oírlo.


-Estoy creciendo –dijo Draco dándole un almohadazo en el estomago y rió. Se sentó a
un lado del relajado pelirrojo y miró el suelo fijamente.
Ron sonrió abiertamente y se sentó también –No se porque pero algo tramas...
-¿YOOOOO? –pregunto inocente.
-Nooooo Yo.... Seguro –dijo Ron provocando una sonrisa de Draco. –Ya confiesa. –
finalizó y se volvió a tumbar en la cama.

El cumpleañero dudó un minuto si contarle o no a su mejor amigo de toda la vida.


Aunque tal vez seria que no lo apoyara. Se viró y saltó emocionado.

-Quiero dinero Ron...


-ya se, yo también. Eso que ni que.
-Leí que en América se está formando un nuevo país independiente... Que tiene
yacimientos de oro... ¡Oro Ron!
El pelirrojo se carcajeo -¡No te creo ni la mitad! ¡Tú nunca lees!
Draco también rió –Bueno no lo leí, me lo contaron....
-¡Lo sabía!... Tu leer, que ridículo. Pero y eso que.
-Estoy cansado de esta maldita miseria...
-Yo también, por eso voy a ser Medimago.
-Fácil para ti ¡Tu tienes cerebro para eso!... Ambos sabemos que yo no.
Ron le palmeo el hombro –Draco, si tienes cerebro pero no lo usas... Recuerda que
tienes dos cabezas pero no tienes suficiente sangre para hacerlas funcionar al mismo
tiempo.

El chico de ojos color gris hizo una falsa mueca de indignación y comenzó a reír. Se
puso de pie y Ron lo abrazó como al hermano que hubiera querido tener, pues era el
único hombre y estaba harto de sus hermanas.

-Feliz cumpleaños Draco... –dijo Ron –Sabes que si vas por el Oro yo te sigo...
-hay ¿y ahora me vas a besar amor?...

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«Norte América año de 1844»

Su campamento estaba en una árida tierra pedregosa con vegetación seca. El calor era
insoportable a pesar de ser solo las nueve de la mañana. Los restos de una fogata, aun
humeaba con un caldero de peltre sobre ella. Hermione caminó entre los remolques,
pateó sin querer el caldero y siguió con su camino entre el susurro de sus brillosas
ropas de colores rojos y turquesas.

Como una espía se fijo en todas las direcciones que le eran posibles para procurar que
nadie la siguiera. Si su hermana Sasshenca se enteraba de lo que estaba haciendo de
seguro le diría a su padre. Tocó tres veces el remolque y la puerta se abrió como
“mágicamente”, todo estaba oscuro y caluroso por lo que camino a tientas intentando
no tropezar.

-Hasta que llegas mujer –dijo otra chica acercándose a ella.


Hermione encendió una vela y sonrió al ver a Mir; su mejor amiga desde su
nacimiento, de escultural y voluminoso cuerpo. Su cabello le rebasaba la cadera y era
tan negro como sus ojos y siempre alborotado de manera radical para los de su
cultura. Traía una especie de tiara alrededor de la frente hecha con monedas doradas
las cuales se creía estaban hechas con oro azteca.
-Te dije que vendría Mir. –dijo Hermione.

Mir era experta en la lectura de cartas y después de la muerte de la madre de


Hermione ella había tomado ese trabajo para la tribu. La castaña tomó asiento en la
pequeña mesa redonda, frente a ella se puso Mir y después de respirar profundo
Hermione extendió su mano, la morena la tomó y comenzó su inspección.

-¿Y bien, que vez? –inquirió la castaña ansiosamente.


-Espera... Veo... que te casarás
Hermione retiro su mano y refunfuñó con un fuerte suspiro para luego echarse apara
atrás en la silla –Seguro con Harry... Mi papá lo adora.
-¡¿El patriarca te quiere casar con Evans?! Pero que esta pensando como si fuera...
-¡Mir!
-Ha si, si... Lo siento – dijo Mir y volvió a tomar la mano de Hermione –Bueno este
chico es guapo ¡WOW!... muy, muy guapo – vio como Hermione entorno los ojos –Te
veo sufriendo, pero no eres tú... Es como algo tuyo porque tu sangre corre por sus
venas...
-¿Algo como mi hija?
-No, faltan muchísimos años para que nazca. Tal vez tu tataranieta... O algo parecido.
Lo que sea es tu retrato...
-¿Y porque sufre? ¿Qué le pasa?
-Parece que se convirtió en algo que no era... Que nadie de nosotros es...
-¿No es gitana?
Mir negó con la cabeza un par de veces –Es una Gadyé... Pero tiene...
-¡Que tiene!...
-M A G I A

[Así como entre los magos los “muggles” son personas no mágicas. Entre los gitanos,
los Gadyé son personas no gitanas (en la vida real)]

La chica volvió a entornar los ojos y soltó una carcajada. Seguramente Mir estaría
bromeando como era costumbre aunque nunca había hecho eso cuando leía las cartas
o la mano. Aun así el tono que usaba era demasiado perturbante, pero sabia que no
tenía que hacer mucho caso.

-Hay Mir, ya se te fundió el cerebro con el calor –dijo Hermione cruzándose de brazos
– Para que alguien de mi familia fuera un Gadyé, YOO tendría que casarme con uno y
primero muerta... Y eso no es tan ridículo ¡Pero magia! ¡Por favor!... Todos sabemos
que la magia esta comprobado que no existe...

Mir se levantó y miró muy seria a Hermione, la castaña hizo lo mismo y abrió la puerta
del remolque. Una brisa de aire caliente se coló produciéndole a la chica una sensación
de frescura y alivio, las gotas de sudor se escurrieron hasta su pecho. Extendió la mano
y Mir la tomó. Ambas rieron.
-Ya vámonos Mireya... –Dijo Hermione.
-¡Uy si estas ansiosa por tu cita con Harry Evans! –gritó ella y luego rió provocando que
Hermione también riera y salieron del caluroso remolque.

Cap 02: Que importa

Su aliento estaba caliente y salía de su boca para fundirse con el aire contaminado. El
solo pensar en que no debía estar ahí le llenaba los puños de furia que solo podía
desquitar contra el piso. En la clase de pociones le había tocado hacer equipo con
Blaise Zabini, una asquerosa serpiente como Draco. El imbécil hizo estallar una poción
culpándola a ella para después llamarla “Estúpida Sangre Sucia”... Snape había reído y
eso le hervía la sangre, la indignaba. Harry se enfureció y se abalanzo contra el
profesor quien lo había detenido con un hechizo paralizador... También se ganó un
castigo.

Hermione limpiaba. Perdió todas sus clases del día solo por terminarlo y para colmo el
profesor de pociones se había quedado con su varita. No iba a ponerle las cosas tan
fáciles. Se arrodilló para limpiar la mancha de sangre de Blaise, Ron le había partido la
cara dejándole un ojo cerrado cuando nadie lo veía. Sonrió al pensar que si estaba en
la enfermería era solo porque se lo merecía. A su lado estaba un balde de madera en el
cual sumergió un trapo blanco y viejo para restregar con fuerza el piso. Cerró los ojos
intentando controlar su rabia sin disminuir la fuerza cuando una imperceptible lágrima
rodó por su mejilla para morir en la comisura de sus labios.

-Que patético... –dijo una voz a su espalda.


Ella lo reconocía, sabía que era él y su recuerdo sonriente cuando Harry estaba
paralizado hizo que apretara el trapo hasta que sus nudillos se pusieron blancos –
Lárgate Malfoy –apretó los dientes.
Draco estaba recargado en el marco de la puerta con los brazos y pies cruzados. Rió –
Mas respeto Granger, podrías ganarte otro castigo –dijo con sorna y se aproximó a
ella.

La gryffindor escucho los zapatos del rubio mientras caminaba y como este sonido
retumbaba en sus sienes. El odio corrió por su ser y lo sintió inclinarse lentamente y
respirar a su oído. El aroma de él fue más de lo que pudo soportar y se viró
bruscamente con la intención de darle una bofetada. Él reaccionó demasiado pronto y
la tomó de las muñecas para levantarla bruscamente y luego la estampo en una de las
mesas de trabajo a su lado. La espalda de ella retumbo con el golpe y sintió un dolor
que le subió hasta la nuca, sus piernas quedaron flotando alrededor del cuerpo del
chico y ni si quiera sintió pena por la pose en la que la aprisionaba, lo miró con odio y
un gesto de altanería que según Draco no le correspondía llevar. ¿Quién era ella mas
que una sangre sucia?... Los ojos de Hermione se llenaron de lagrimas y mientras el
sonreía mostrando una perfecta dentadura blanca.

-Eres una insolente Sangre Sucia –dijo Draco con un tono moderado pero intenso. Se
levantó de ella y la tomó de una muñeca aventándola en el suelo. Hermione calló de
rodillas en el pasillo central a un lado del balde, justo donde la había levantado –Ahora
limpia –ordenó.
-El que debería limpiar es el idiota de Zabini.
El Slytherin encendió un cigarrillo y se aproximó a ella de nuevo –Todos los de tu clase
deberían estar así... Acostúmbrate.
-Puedes largarte al demonio

Draco se puso en cuclillas frente a la chica quien levantó su rostro para mirarlo de
frente, entonces él hecho el humo de su boca sobre el rostro de la gryffindor que ni si
quiera se molesto en toser como Draco lo había esperado. Absorbió el humo dejando
que contaminara sus pulmones y no debió la vista de los ojos de él.

-Más te vale terminar Granger –sonrió -¿O quieres que le diga a Snape que no haces
bien tu trabajo? Por cierto, – caminó a la salida deteniéndose en la puerta y tiró el
cigarrillo aplastándolo con la brillante suela de su zapato –aquí hay una mancha. –
finalizó y cerró la puerta.

Hermione aventó el trapo mojado contra la puerta y golpeo el suelo con los puños
cerrados gruñendo de coraje. No pudo evitar llorar con rabia. Sintió como su garganta
se desgarraba pero no le importo y gritó apretando los ojos. Malfoy se las iba a pagar y
muy caro.

Quién era ella mas que ¿una sangre sucia?... Ella era el amor de su vida, creo que sigue
siéndolo... Aunque ninguno de los dos lo recuerde.

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«Inglaterra, 15 de mayo del año 1846»

Era una mañana tan fría, de esas de las que ni el sol podía calentar a pesar de ser casi
el mediodía. En el mundo mágico había algo nuevo; Un hospital al que llamaban “San
Kentirgen”, un antiguo santo que había convertido a los escoceses al Cristianismo el
cual también era llamado “San Mungo”*. Por fuera lo muggles solo lo veían como dos
almacenes abandonados con el nombre de 'Purge y Dowse S.A.'.
Los magos eran perseguidos por los “No mágicos”, eran acusados de “Brujería”, lo peor
era que todos los que morían ni si quiera eran hechiceros, eran simples muggles como
todos los demás pero que hacían otras cosas como curar con hierbas o utilizar
medicina...

Ron se ponía su bata de medico frente al esplendoroso vitral de su habitación que


daba a la calle Brighton, tal vez el sitió mas muggle en toda Inglaterra. Se abotonó
cuidadosamente procurando no arrugarse y se pasó una mano por el cabello. Odiaba
los días con sol, le agradaba más el frío.

Draco entró corriendo y azotó la puerta contra la pared al abrirla, esta se quedo como
pegada a la pared y pelirrojo supo porque. Saco su varita negra y le apuntó
firmemente, hizo un pase y la puerta se cerró detrás del rubio. Ron había comprobado
su teoría, Un agujero en la pared por el impacto de la chapa. Con otro movimiento de
su mano la pared se reparó al instante y el chico volvió a su arreglo sin prestarle
atención a su amigo.

-Estoy harto de que todos los días vengas a arruinar mi departamento Draco. –Dijo Ron
-Olvídalo Ron –dijo el rubio aventando un Diario muggle llamado “Libertador” -Lee.
-¿Un periódico Muggle? –Ron lo tomó con desprecio –Dice que el nuevo país se
llamará Estados Unidos y que acaba de declararle la guerra a Me, ¿meccico?...
-¡México!
-ya, ya ¿Y eso que? – Continúo el pelirrojo devolviéndole el periódico.
-¡Te lo dije!
Ron tomó sus extraños instrumentos y empezó a meterlos en un maletín de cuero
negro mientras el cielo comenzaba a ponerse gris -¿A si? ¿Qué me dijiste?
-¡La guerra! ¡Si los Estados Unidos ganan se quedaran con el Oro!
El pelirrojo entornó los ojos – Otra vez con eso... Draco tenías como quince años... Ya
supéralo. Solo son estupideces.
Draco caminó a él y lo tomó de un hombro para voltearlo bruscamente -¡No son
estupideces!

Ron pareció encenderse, se llenó de coraje al pensar en el egoísmo de su amigo ¿A


caso no podía ver?... El chico hizo un gesto duro que logró intimidar a Draco Malfoy.

-Si son estupideces –dijo Ron con un tono calmado pero era evidente que estaba
furioso – Yo también quiero dinero tanto como tú pero soñar con “Otro país” lleno de
Oro no es precisamente mi idea de triunfo.
Draco miro el suelo -¿Entonces cual es tu “Idea”?
-Pues para empezar soy el nuevo jefe de San Kentirgen... –dijo señalando una placa en
su pecho.
-¡Pero si tienes diecisiete años!
-Lo se, pero no hay mas medimagos... –cerró su maletín. Draco tomó asiento en la
cama y él se dirigió a la puerta -¿Aceptas un consejo de tu mejor amigo?
-No...
-igual... ¡Ya madura! –gritó riendo y alcanzó a cerrar la puerta antes de que Draco le
aventara un pequeño florero de plástico.

Se levanto hacía la ventana y miró el cielo ya completamente gris con un olor a


humedad que detestaba. Ron estaba consiguiendo cierto prestigio y el aun no era
nada, no era nadie. Seguramente algún día los Weasley serian la familia más poderosa
del mundo mágico y él junto con su apellido serían unos miserables como ahora se
sentía. El rumbo que estaba tomando su vida no le gustaba nada... Quería poder pero
no tenia idea de cómo conseguirlo.

-Ron es un idiota –dijo ella con voz sensual. Estaba recargada en la pared con su
cabello rojo suelto sobre sus hombros, aun traía el escándalos pijama de pantalones
cortos completamente censurado en su época.
-Ginebra... –Draco estaba completamente embobado ante esa mujer hermosa de ojos
verdes y piel tan blanca como la porcelana.

Ella caminó hasta a él lentamente, mordiendo sus labios y jugando con su cabello.
Draco no se movió ni si quiera porque se trataba de la hermana menor de su mejor
amigo. El rubio se desabotono la camisa y la hecho a un lado, Ginebra correspondió al
juego quitándose la parte de arriba de su pijama dejando su torso desnudo. El chico la
miró asombrado de lo rápido que había crecido.

-Eres, una, niña –dijo él cuando tuvo sus pechos desnudos y de pezones erectos
rozándole el torso. Mentira que ni si quiera el mismo quería creer.
La pelirroja alcanzó a darle un leve beso en el cuello que le saco un gemido
involuntario al chico y no pudo evitar tomarla de la cintura. -¿Si? ¿Soy una niña?

Un relámpago estallo en el suelo cuando la chica logró capturar sus labios. Draco paseo
sus manos desde la cadera de ella hasta sus pechos masajeándolos con fuerza, bajó
hasta su cuello y después hasta su hombro derecho sobre el cual tenía un pequeño
lunar negro que logró encenderlo. La tomó del trasero y la levantó, las piernas de la
chica rodearon su cintura. Las manos de ella se encajaban en sus hombros y revolvían
su cabello, el rubio la puso encima de la cama si quitarse de en medio de ella cuando el
violento aguacero comenzó a caer y un trueno estremeció el vitral de la habitación.
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Ginny levantó su vista al escuchar el trueno de la lluvia que golpeaba la pequeña


ventana de su habitación. La pelirroja suspiro y cerró el libro que tenia entre sus
manos y lo dejó en la cama para bajar a su sala común.

Harry estaba en cuclillas frente a la chimenea avivando el fuego intentando calentar un


poco la estancia de fría piedra. Se puso de pie al ver a la pelirroja que bajaba las
escaleras con escrutinio, su mirada brilló al verla con el sweater que Ron había recibido
cuando estaban en primer curso. El azabache tragó saliva decidido a no sentirse tan
nervioso pero no podía, ella mantenía sus labios entre abiertos pero las palabras no
salían. Ginny se quedó en el último escalón dudando si debía o no subir de nuevo.

-¿Tienes frío? –preguntó Harry. Él si tenía.


-Un poco –dijo ella muy levemente. Su tono de voz hizo que al moreno se le helaran
los huesos.
Harry le extendió una mano –Ven... –dijo

Ella negó un par de veces con la cabeza por lo que el gryffindor decidió aproximarse a
ella. Alzó su cabeza para verle bien pues todavía seguía en el último escalón y le
llevaba altura. No dijo nada, se limito a mirarla con sus brillantes ojos verdes,
permanecieron en total silencio solo interrumpidos por el susurro de la lluvia. El chico
puso sus manos en la cintura de la pelirroja y empezó a sacarle es sweater hasta
quitárselo, la pequeña Weasley sonrío; solo que no era algo inocente, fue mas bien
seductor. Harry se sonrojó levemente debido al gesto de ella y puso sus manos sobre
su cadera.

-Harry... –musitó ella.

El ojiverde respondió con un leve siseo y atrapó sus labios sin pedir su permiso,
aunque ni si quiera le importaba hacerlo. La gryffindor respondió tomándolo del
cuello. ÉL la levanto del suelo y al instante sus piernas lo envolvieron como un reflejo
que no sabia de donde había adquirido pues nadie la había cargado así nunca. No
dejaron de besarse hasta que Harry la llevó hasta el sillón frente al fuego y se miraron
fijamente...
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-Puedes ir a dormir cuando quieras Ron –decía Hermione a su amigo pelirrojo al ver
que bostezaba.
El pelirrojo se estiro recargándose en sobre sus brazos en la mesa – Ya te dije que yo
me voy a dormir contigo.
La chica lo miró con una sonrisa algo indiscreta y una ceja arqueada, Ron captó el gesto
y de inmediato intervino -¡No! ¡Bueno, me refería a que yo!... ¡No, Tu y yo, mas bien
nosotros!... ¡No dormir juntos si no...!
-ya, ya... Entendí Ronald. D e s p r e o c u p a t e. –Enfatizó la castaña.

Hermione se fijo en la tormenta que azotaba las pequeñas ventanas de la biblioteca. La


vela de su mesa empezaba a consumirse por lo que comenzaba a pensar en retirarse,
mas por el bien de Ron que del de ella. Sus pensamientos divagaron un momento.

-¿Ron puedo preguntarte algo?


El chico volvió a estirarse y se recargo en la silla meciéndose hacia atrás –Mira, Luna
me gusta porque...
Hermione rió – No... No iba a preguntarte eso –dijo sin contener la risa.
-¡Ha! Entonces de seguro Harry te dijo de mi osito –gritó Ron riendo –Es que no puedo
dormir sin él porque desde que tenia cuatro años...
-¡No!... De hecho no lo sabía, pero gracias por el dato. –dijo Hermione y volvió a
concentrarse en su lectura.
El pelirrojo se quedo pensativo un momento -¿Entonces?
-¿Qué?
-Pues pregunta...
-Ha... Bueno –la castaña cerró el libro y lo dejó sobre el escritorio –Me preguntaba...
Porque tu familia, no odia a los... Que son como yo...
-¡Eso!... no tengo la menor idea... Creo que empezó hace muchos años con el
tatarabuelo Weasley. Era idéntico a mí, solo que tenía los ojos verdes, no era un
fenómeno de dos metros y sin pecas.... Además de guapo y exitoso...
-¡Ron!... El punto era.
-¡A si!... Que odiaba a los muggles.
Hermione rió -¿Yyyyyyy?
-lo siento. La verdad no lo se Hermione. Pero mamá siempre me ha dicho que la magia
es un Gen poderoso, alguien de tu familia hace muchos años debió ser mago o bruja...
No importa lo que paso antes, lo que importa es lo que pasa ahora... El pasado no se
repite.
La castaña sonrió, el pecoso le devolvió la sonrisa y volvió a bostezar –Creo que si
quiero saber porque te gusta la Lunática.
-¡LO SABIA!... Bueno te lo cuento pero después nos vamos a dormir...

El pasado no se repite, el futuro todavía no llega... Si pensáramos así no tendríamos


que preocuparnos nunca más. Prefiero la vida, porque aunque el pasado no se repita,
el presente depende solamente del pasado, aunque no tengamos la menor idea de lo
que pasó.

Cap 03: De nuevo

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«Inglaterra, 3 de febrero del año 1848»

Ronald se encontraba sentado en una de las mesas afuera de San Kentirgen. El intenso
sol entibiaba la fría mañana, que era común en Inglaterra. Estaba cansado y las ojeras
no lo disimulaban muy bien aunque él quisiera aparentar lo contrario. Amaba la
medicina más que nada pero en esas condiciones insufribles era imposible y menos
con un salario miserable. Comía con afán un sándwich de atún que en ese momento le
parecía la gloria aunque el pan estuviera remojado. Le dio un sorbo a su cerveza de
mantequilla cuando Draco llegó por su espalda y le golpeo el hombro haciendo que la
bebida subiera por su nariz y luego escurriera por ella. El rubio rió con agrado
sentándose frete a él al verlo toser.

-¿Qué haces perdedor? –preguntó Draco.


Ron tomó una servilleta para limpiarse su ahora sucio uniforme –Al parecer me ahogo
–respondió con dificultad
-Así que esto es San Kentirgen...
-Ahora se llama San Mungo.
El chico sonrió –pero que ridículo.
-Como si te importara Draco. –dijo Ronald volviendo a su aperitivo

El rubio sacó otra edición del diario El Libertador y la puso sobre la mesa. Buscó
durante unos segundos la noticia y sonrió doblando la página en la que se encontraba.

-No, no, no... Si quieres que lea estás loco.


-Ron,
-¡NO! Me muero de hambre y no se hasta cuando voy a tener otro descanso así que...
-Bueno, la guerra...
-¡Hay no! ¡Otra vez tus estúpidas fantasías muggles! –gritó el chico sin levantar el
rostro
-¡Los estados Unidos ganaron la guerra! ¡Ahora son un país independiente!
El pelirrojo puso los ojos en blanco y aventó su almuerzo a la mesa –Otra vez... Draco
si, lo acepto. Por alguna retrograda razón que no comprendo tuviste la razón, pero
eres mi amigo y debo decírtelo...
-¡Pero porque demonios no confías en esto! –Grito Draco, quien acostumbraba perder
la calma con mas facilidad que Ron -¡Es real!...
Su amigo se levantó bruscamente de la mesa -¡Draco por favor! ¡Mira a tu alrededor!...
Olvida tu estúpida guerra muggle. Están matando magos.... Ayer unos muggles de
treinta años tomaron a una niña que sin querer hizo un encantamiento con su varita.
La torturaron, la dejaron casi muerta solo porque querían sacarle al “Demonio”...
-Yo...
-¡No Draco! ¡Basta ya! ¡Tenemos nuestra propia guerra!... El ministerio de magia
propondrá una nueva ley de que nadie puede usar magia antes de los diecisiete años,
así tal vez evitemos este tipo de accidentes –dijo Ronald y caminó poniéndose de
frente con Draco.
-Los muggles se equivocan amigo. –dijo el rubio
-No... –Profesó Ron –Los muggles son la raza más asquerosa que haya habitado este
planeta... Aquí tenemos nuestra propia guerra Draco –finalizó apartando el Periódico
muggle del chico –Basta ya...
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«América, 3 de febrero del año 1848»

Hacía calor a pesar de estar en febrero, no un calor insoportable como el de junio o


agosto, pero aun así le quemaba la piel, aunque a ella le gustaba. La tierra aun era
nueva, tan salvaje y rural como cuando ella había nacido, no estaba segura si con el
paso del tiempo se hacia mas nueva y parecía que tenia muchos mas secretos, no
envejecía. Los gitanos habían llegado al Oeste del nuevo país al que llamaban Estados
Unidos de Norte América, la tierra más salvaje que había en todo el continente. Su
gente estaba en medio de una colonia de indios Navajo y la nada. En el gran cañón que
adornaba el paisaje los caballos salvajes corrían libres por los pastizales y las
montañas. Las águilas dominaban el cielo con su imponente vuelo y los búfalos
pasaban por el lago estremeciendo el suelo bajo sus pies. Adoraba esa tierra.

Hermione miraba la manada de caballos que estaba frente a ella a una distancia
considerable procurando no molestarlos. Traía un paño amarrado en la frente, el cual
se quitó para limpiar el sudor de su cuello y dejar su cabello castaño regado por sus
hombros desnudos. Un chico de cabello rojizo y brillantes ojos verdes se acercó a ella
tomándola de la cintura, la castaña sonrió cuando él le dio un beso en el hueco del
cuello y la hizo reír.

-¿Qué hace una mujer tan hermosa con un montón de caballos aburridos? –preguntó
Harry.
-Son hermosos...
-No tanto como tu mi amor. – le dio un beso en la mejilla.
Hermione se viró para quedar de frente a Harry y lo tomó por el cuello mirándolo de
manera juguetona –Harry... ahora que terminó la guerra y estamos mas tranquilos...
-¡Hermione no de nuevo! –gritó el ojiverde –Solo tenemos un año de casados amor
¿No crees que es muy pronto?
-Solo promete que lo intentaremos.
El chico depositó un beso en su nariz y la volteó de nuevo pegándola contra él –Lo
prometo... Tendremos un bebé... Algún día. –susurró.
-Te escuche. –dijo ella inclinándose hacia atrás.

La chica sonrió, amaba a su esposo como jamás se había imaginado que llegará a
pasar. Harry le tomó el rostro y fue acercándose lentamente a ella para capturar sus
labios de una manera intensa que la chica disfrutaba. Sus manos le recorrieron el
abdomen a la chica y subieron hasta sus hombros frotándolos con ansiedad suprema.
Él también la amaba.
Tomó a su esposa de la mano y la acompañó a sentarse en un tronco para mirar la
manada de equinos. Quedaron en silencio uno junto al otro sin moverse un centímetro
hasta que el ojiverde no aguanto mas sin tocarle que puso “Inocentemente” una mano
en la rodilla de ella y la fue subiendo a lo largo de su pierna.

-No hagas eso –dijo la chica con voz sensual.


-¿porque? –alcanzó a preguntar él acercándosele cada vez más
Ella se aproximó a su oído –Porque me gusta demasiado...
De pronto Harry se encendió, poniéndose de pie la tomó en brazos y le dio una vuelta
en el aire.
-¡Pero que haces! –gritó Hermione aferrándose a su cuello.
-¿Querías un bebé no? -dijo Harry -¡Pues vamos a hacerlo!...
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-¡CINCUETA PUNTOS MENOS PARA GRYFFINDOR! –gritó Snape acercándose a la mesa


de Hermione –Y la próxima vez le sugiero que cierre la boca señorita Granger. –dijo y
sonrió

Harry, quien estaba sentado con la castaña se inclinó hacia el profesor pero ella lo jaló
de la túnica antes de que pudiera hacer cualquier tontería por la que seguro seria
castigado (Otra vez). El gryffindor creía que sus dientes se iban a desgarrar de lo fuerte
que los mantenía apretados, sin saber porque viró su cabeza para mirar como Draco
sonreía en el rincón mas oscuro de la clase al verlo como se moría de coraje.

-Tranquilo Harry... –susurró Hermione al oído de su amigo.


-Odio esta estúpida clase –dijo el moreno.
-No es tan mala como la legeremancia ¿O si?
Harry sonrió –Obvio que no –abrazó fuerte de los hombros a la chica –Ya pasara Herm.

Ambos chicos decidieron seguir con su ensayo, lo menos que necesitaban era otra
reprimenda del “profesor”. Aunque lo odiaran tenían que hacer las cosas bien.
Trabajaron en silencio, el chico la miró de reojo y le pareció encantadora con su
cabello suelto y escribiendo afanosamente en el pergamino que él aun no podía ni si
quiera rellenar a la mitad, la luz del mechero le daba cierto aire místico a toda su
personalidad perfecta. Sonrió sin saber exactamente el porque e inconscientemente le
puso una mano sobre la rodilla que la castaña ni si quiera notó hasta que fue subiendo
por lo largo de su pierna. Tenía una piel sedosa, que le era agradable al tacto y no sabia
porque lo estaba haciendo...

-Harry... –susurró ella.


-¿Dime? –preguntó el en un tono muy inocente.
-No hagas eso –la chica se acercó a su oído.
El aliento de su amiga no supo porque pero en ese momento le erizó la piel. -¿Por qué
no?
-Me hace cosquillas...
El azabache le dio un beso atinando detrás de su oído y ambos sonrieron -¿Hermione
porque te quiero tanto?
-amm... No se... ¿Tal vez porque soy tu mejor amiga?
-Te juro que si no fuera por eso me enamoraría de ti.
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Luna y Ron caminaban por el bosque al atardecer. La rubia cargaba un libro de piel
contra su pecho. Hacia frio, pero a ella parecía no importarle. El pelirrojo estaba
fascinado con la delicadeza de ella, su cuello expuesto, todo le fascinaba, simplemente
no entendía como podía existir una combinación tan perfecta entre su extrañeza,
sensualidad y la ternura que reflejaba aunque la manera en que lo miraba no era
precisamente la de una niña.

-¿Escribes un diario, o algo así? –preguntó el chico al ver como revisaba


constantemente el libro que tenia entre manos.
Ella asintió –algo así...
El cuerpo del gryffindor comenzó a temblar al escuchar su suave voz... Una
momentánea brisa sacudió las copas de los arboles y sintió su sangre helada. Pero no
era el frio, era ella. Ella lo estaba congelando con cada gesto indiferente que él era
incapaz de soportar un minuto mas.
Sin pensarlo más la tomó de un brazo y la recargo lentamente contra un Olmo blanco.
La Ravenclaw no dijo nada, lo miró con sus ojos azul claro, Ron creyó volverse loco y al
instante la besó. Ella no cerró los ojos y se limitó a ver como él hacia su trabajo, era la
primera vez que alguien tocaba sus labios de esa manera y le gustaba, que fuera Ron el
primero. Fue cerrando sus ojos lentamente y le acarició con las manos la nuca y
después el cabello. Absorbieron sus alientos y jugaron entre sus bocas manteniendo
una batalla con sus lenguas hasta que se vieron obligados a separarse para poder
respirar.

-me gustas... –profesó Ron


La ojiazul sintió todo el cuerpo del pelirrojo sobre ella y se avergonzó sin encenderse –
Gracias. –respondió con dulce voz.
-¿Solo gracias?...
Luna sonrió –También me gustas.

El chico acunó su rostro entre sus manos y la volvió a besar bajando por el contorno de
su cuerpo y pegando sus caderas lo más que pudo, ella lo envolvió con sus piernas
mientras Ron sentía que todo lo helado de antes ahora comenzaba a hervir. Bajó
besando su cuello con desesperación cuando ella lo aparto.

-Ron...
-Dime –dijo dándole un beso en los labios.
-¿Desde cuando te gusto?
-Yo, No, Lo, Se... Creo que desde antes de nacer.
Luna sonrió –Ya lo sabia.

Él sabia que la amaba, solo porque la amaba desde antes de nacer. El amor empieza en
el pasado, pero el de Ronald Weasley sobrevivió a través de los años.
No te quiero, sino porque te quiero y de quererte, a no quererte llego,y de esperarte
cuando no te espero pasa mi corazón del frío al fuego.

________________________________________________
La noche cubrió los terrenos de Hogwarts, el húmedo manto oscuro asechó liberando
a todas las criaturas de que gobernaban la noche. Un aullido se escuchó a lo lejos pero
a él no le importo. Había una magia extraña en el ambiente. Draco Malfoy salió del
castillo y al instante una brisa fría le golpeo el pecho, no sabia que estaba haciendo ahí,
pero algo lo había impulsado, quería encontrar algo, aunque no estuviera seguro de
que...

Era el momento exacto para que comenzara a recordar...

El Slytherin encendió un cigarrillo mientras su sangre palpitaba. El frió había enrojecido


la punto de su fina nariz y una punzada leve le golpeo la cabeza. Caminaba
distraídamente cuando decidió pasar por la enorme sombra que proyectaba la luna en
el gran roble frente al lago. Siempre había odiado ese estúpido árbol ¿Entonces que le
hacia ir hacia él?

Así caminando, sin pensar en el porque de sus actos, tropezó. Algo invisible le golpeo
los pies y sintió su sangre arder ante su propia torpeza. Se levantó inmediatamente
gruñendo de coraje y tomó la muñeca del que estaba sentado donde no podía verle. La
muñeca era huesuda y pequeña así que por lógica debía ser una mujer. Sus ojos
brillaron en la oscuridad sin saber quien era y la arrastro al otro lado del tronco donde
la luna revelo su identidad.

-Asquerosa comadreja –le dijo a Ginny Weasley.

La pequeña pelirroja respiró agitada, no podía hablar y todo su cuerpo temblaba. Tenía
un miedo espantoso de lo que el rubio pudiera hacerle, no creía que le tendría
consideración por ser una mujer. Su mirada de hielo la congeló al instante
aterrorizándola.

Draco se limitó a mirarla fijamente sin profesar un solo insulto más. La luz de la luna
acrecentaba la palidez de la chica y su cabello rojizo brillaba con más intensidad. El
chico nunca había mirado unos ojos tan hermosos, como el color del mar, con una
mirada tan inocente, tan, tan... Un mariposeo le recorrió el estomago, sus labios
abiertos eran rojos y hermosos... Algo extraño sucedió en su mente, como si
abandonara su cuerpo se vio sobre ella, se movía, estaba desnudo y su cuerpo
sudando. La sentía derretirse de placer bajo su cuerpo, la sentía presionar sus hombros
y jadear en su oído. La gryffindor lo vio sobre ella y de pronto la miraba justamente
como lo hacía ahora. Ambos temblaron al mismo tiempo y en la misma forma, como si
no se tratara de ellos pero así era, compartían una misma fantasía que había salido de
la nada. Un deseo extraño les recorrió el cuerpo, era un sentimiento desconocido pero
que aun así ya habían sentido antes pues les era familiar. Y aunque tenían los ojos
cerrados estaban consientes de la presencia del otro y como inundaba cada uno de sus
sentidos...

El rubio abrió los ojos solo para darse cuenta de que la estaba besando con un ansia
suprema. Ella también los abrió al darse cuenta de que la besaba. Con un saltó hacia
atrás Draco cayó de espalda sobre el césped y se quedó mirándola con la misma
extrañeza que ella lo hacia. Levantándose torpemente huyó de ahí lo mas rápido que
sus piernas temblorosas se lo permitieron. ¿Qué hizo? ¿Por qué lo hizo?...

Ginny respiró profundamente y se derrumbo en el mismo lugar en el que él la había


besado... ¿Acababa de sentir deseo por alguien tan despreciable como Draco Malfoy?
Agitó su pecho y cerró sus ojos, las imágenes relucían frescas en su mente y podía
escuchar retumbando en sus oídos la voz grave de Draco... ¿Pero porque?

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«Inglaterra, 1° de enero del año de 1849»

Ginebra Weasley estaba desnuda sobre la cama de Draco. La chica cubría su pecho con
una sabana blanca hecha de poliéster. Habían pasado el año nuevo, teniendo su propia
“Celebración” ante la desaprobación de su hermano aunque acostumbrado a ser el
único hombre en una familia compuesta solo por mujeres no le dio mucha
importancia. El chico se subía los pantalones frente a la cama y los dejó
desabrochados, tomó la camisa arrugada de una silla y se la coloco dejándola abierta.
Había una maleta de cuero café sobre la misma silla donde arrojaba cosas con su varita
descuidadamente.

Ron entró corriendo de pronto aventando la puerta bruscamente -¡DRACO! ¡DRACO!


¡DRACO! –gritaba desesperadamente.
-Que, que, que... –dijo el rubio y suspiró -¿Qué quieres perdedor?
-¡LA FIEBRE! ¡ERA CIERTO!
-¿Pero, de, que, demonios, hablas? –dijo Draco abotonándose la camisa
-¡YO! ¡TU! ¡EL ORO!
Draco lo tomó de los hombros y lo movió con fuerza -¡Quieres calmarte! ¡Estas
hablando como imbécil!
-Si... lo siento... Es que, no se como voy a decir esto pero lo haré-
-¿Y bien?
-Tenias razón, empezó algo que llaman “La fiebre de Oro”, hay minas vírgenes en todas
partes.
-Ha, era eso...
-¡Pero que estas tan tranquilo! ¡Te estoy diciendo que tenías razón!
El rubio sonrió y cerrando su maleta la tomó con una mano –Siempre lo supe Ron. –
dijo tranquilamente y salió.

Al pelirrojo le tomó un podo de tiempo reaccionar. Él siempre supo que eso pasaría,
por eso no abandono sus “estúpidas fantasías”... Y ahora que iba a hacer él ¿Quedarse
a trabajar como Medimago mientras Draco se volvía rico?

-¡Draco espérame! –gritó Ron y salió tras él -¡LLEVAME CONTIGO!

Cap 04: Miedo

mi mente confusa
dando vueltas sobre si..
tras un velo se oculta
recordando un porvenir

como latidos llegan a mis oídos


el sonido de un triste cantar
melancólicos acordes perdidos...
que nunca podre olvidar...

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«2 de enero del año de 1849»

Ron y Draco miraban la el atardecer, el sol acariciaba el mar pintando el cielo color
anaranjado produciendo un arrullante susurro que era acompasado de la sonora
maquina en marcha del barco. El olor de agua salada era intenso pero ambos lo
disfrutaban. El pelirrojo estaba recargado en la barandilla del barco, le molestaba que
Draco estuviera tan tranquilo mientras que él se atormentaba con su futuro, sus
planes, lo que dejaba, lo que encontraría... Solo deseaba que todo terminara bien...
Aunque estando con Draco eso era demasiado pedir.

El rubio miró a su amigo y le sonrió- ¿Y que piensas hacer con mi hermana? –dijo Ron.
-Dime tú que vas a hacer con Lunita...– respondió Draco.
-Mi esposa se llama Selene y odia que le digan luna– dijo Ron volteándose.
Draco rió– Eres un imbécil, solo a ti se te ocurre casarte ¡Y con esa rara!
Ron también rió, aunque no le gustaba que llamaran rara a su esposa definitivamente
era una verdad irremediable– Es fascinante Draco... Cada día con ella es un mundo
completamente nuevo...
-hay pero que... cursi. Con respecto a tu hermana, no la amo...
-Ella tampoco.
-¿Cómo?
-No me digas que creíste que Ginebra se enamoraría de ti...– dijo el pelirrojo y se
encogió de hombros– Le prohibí que te viera o te hablara y como toda niña malcriada
solo quería contradecirme.
-Me alegro tanto– dijo el ojigris con un suspiro de alivio– Lo bueno es que a donde
vamos hay chicas muy lindas...
-Asquerosas muggles– reparó Ron– Aunque supongo que también habrá brujas o algo
con lo que puedas acostarte...
Draco dejó escapar una sonora carcajada- ¿Puedas? ¡Podamos querrás decir!
-no, no... A mi no me metas porque yo estoy C A S A D O– enfatizó el pelirrojo
mostrándole su argolla de matrimonio de oro.
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En la torre de adivinación reinaba el desastre. Las mesas estaban con las patas arriba e
incluso algunas partidas por la mitad, los velos de las cortinas y tapetes estaban
rasgados, había una ventana rota y los vidrios de la misma cubrían la superficie de
madera de pino. Draco Malfoy estaba en el escritorio del centro simplemente mirando
sin mover ni un dedo aunque sabia que debía limpiar no le interesaba, no había prisa.
Tomo una pedazo de taza rota que estaba en el escritorio y la aventó tan fuerte que
quedó encajada en la puerta.

-Estarás feliz Granger– dijo Draco.

Hermione no supo como se había enterado de que ella estaba allí, pero no le importó.
Salió de atrás de la puerta abriéndola lentamente, tomó el pedazo de vidrio que él
había lanzado e intentó retirarlo sin éxito, sorprendiéndose de la fuerza del rubio.
Fuerza que tal vez pudiera utilizar para dañarla, aunque se protegía con la idea de
jamás haberlo visto golpear a una mujer...

-Algún día me tocaba a mi verte limpiar– dijo ella cruzando los brazos y avanzando
hacia él con un aire de superioridad.
Draco sonrió -¿Y me estas viendo limpiar?... Porque yo no estoy limpiando.– respondió
sabiendo que la había molestado.
-Pues limpia ahora– Ordenó Hermione.
El rubio volvió a sonreír y se puso de pie, la castaña se intimidó ante su altura que
pasaba por mucho la de ella. Intentó no demostrar temor levantando su rostro para
mirarlo de frente- Que te quede claro algo Sangre Sucia Inmunda: nadie me ordena...
La gryffindor no soportó que el la llamara “Sangre sucia” una vez mas, su rostro se hizo
duro e intento darle una bofetada con todas sus fuerzas. El chico frenó la agresión
tomándola de la muñeca y aproximándola a su cuerpo dejando sus pies levitando
levemente, la arrastro hasta la ventana rota por donde el cielo empezó a cubrirse de
nubes grisces en un remolino de fría oscuridad y la tomó fuertemente del cabello, dejó
la mitad de su cuerpo expuesto al vacio rodeando con un brazo su cintura y acercando
su rostro al de ella restirando mas sus risos castaños, su risa tétrica de satisfacción le
helaba la sangre pero no permitiría que él lo notara... Nunca, que Draco Malfoy no
supiera que ella tenia miedo.

-Si supieras cuanto te aborrezco Granger– dijo Draco con un tono tan irónico, que
parecía casi gracioso.
Paradójicamente, ella sonrió– Supongo tanto como yo a ti...
-Puedo degollarte aquí mismo... En este instante tengo tu vida en mis manos, como
una insignificante larva a la que puedo aplastar...– intentó intimidarla la serpiente.
La gryffindor siguió sonriendo, aunque sus labios estuvieran temblando –Hazlo
Malfoy.– lo retó pensando en que podría matarla.

Siempre ha sido odiada la superioridad, y mas por los superiores...

Draco sintió su sangre hervir, en el fondo había esperado que ella tuviera miedo, en el
fondo solo quería asustarla ¿Pero porque no podía?, se sintió humillado, la volteó
tomándola de los hombros de una manera tan fuerte que Hermione sentía el dolos
hasta lo huesos, sus narices se rozaban confundiendo sus respiraciones en una sola, él
tragó saliva y ella levantó mas su rostro

-Eres un asqueroso cobarde– dijo la leona y le escupió en la cara para después salir
corriendo.

Al llegar a la puerta estaba cerrada ¡Pero como si ella no la había cerrado!, todo su
cuerpo empezó a temblar al ver como se acercaba a ella como un león al asecho
aventando todo lo que encontraba a su paso. La castaña sacó su varita y le apunto
haciendo que sonriera tétricamente, de pronto las ventanas se sellaron con una
cortina de hierro al igual que la puerta, todo quedó oscuro y una esfera brilló en el
centro de la torre...

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«6 de enero del año de 1849»

Ron y Draco arribaron en el muelle del nuevo estado de Florida, una zona cálida y al
mismo tiempo tropical que parecía un verdadero paraíso. Aunque el pelirrojo seguía
cuestionándose... Draco llevaba ropa al menos eso era algo, pero él no traía nada mas
que su bata de doctor un par de plumas sin tinta y cincuenta dólares.

Abordaron un tren que se supone los llevaría al punto cumbre donde se encontraba el
oro. No era muy lujoso pero era gratuito y muy practico. Tomaron asiento frente a una
ventana, sus asientos tenían una mesa en medio y estaban el uno frente al otro. Ver
por la ventana era algo fascinante, el paisaje cambiaba radicalmente de montes verdes
en los que podía ver osos y áridos cañones donde los caballos salvajes corrían. Se
sorprendió de que existieran criaturas sin domar, pues en Inglaterra, los caballos
salvajes eran cosa del pasado desde la edad media, con razón lo llamaban “Wild West”
(salvaje Oeste), se fijo curiosamente en como Draco miraba lo mismo que él pero
parecía en realidad no ver nada, aun así el rubio sonreía con extrañeza para
desconocida...

-Nunca te había visto tan feliz –Dijo Ron mirando por la ventana.
Draco lo miró– pase lo que pase, ¿Vamos a seguir siendo amigos verdad Ron?
-¿Pasa algo?– preguntó el pelirrojo
El chico negó con la cabeza– No pasa nada...
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-¡No pasa nada Granger!– gritó Draco exasperado al escuchar los gritos agudos de
Hermione.

La castaña lo miró distinguiendo a penas su silueta en la oscuridad mirando


inexpresivamente la esfera que resplandecía en color azul en el centro de la torre. El
Slytherin pareció reconocer aquella pieza aunque nunca en su vida hubiese mirado
algo que le fuera similar. Se aproximó al objeto y extendió una mano...

-¡NO!– grito Hermione horrorizada


Draco se volteo para mirarla- ¡No me digas que hacer!...
-«Silencio...»- retumbó una dulce voz con un eco igualmente familiar que parecía
emanar de dicha pieza – «El pasado... No se repite... Pero trastorna el presente,
enmendando tu antiguo error podrás seguir»

Después de un sonoro grito agudo como de sirena la esfera dejo de resplandecer y


Hermione la agarro entre sus manos, tenia el idioma de las runas por todas partes
además de emblemas que le eran completamente extraños. Ella se fijó en las letras
mas grandes que le daban una vuelta completa y parecían brillar.

-¿Qué es eso?– preguntó Draco acercándose a ella para mirar la esfera con curiosidad.
-"Si me descifras eres libre"...– leyó la castaña.

Al instante el terror se apoderó de ella, la última vez que había leído esa frase fue
cuando Snape la había encadenado a Neville. Ella conocía el hechizo, sabia que nadie
en el colegio lo dominaba y esta vez, aunque no hubiera cadena... estaba atada a él.

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«9 de enero del año de 1849»

El techo le fue desconocido en cuanto abrió los ojos, había una calidez que le era
desconocido. La cama estaba en el centro de la habitación, todo olía a madera
silvestre, como si los muebles no hubieran sido barnizados antes o no tuvieran un
hechizo que les dejara un olor constante a pino... Había algo diferente. Miro por la
ventana que estaba a su izquierda fijándose en un par de colinas sobre las cuales
estaba la puesta de sol...

-*Sol*- pensó.

Esa era la diferencia. De donde él venia ver una puesta de sol era mas raro que esperar
al cometa Halley, la carencia de frio era lo que le resultaba desconcertante y la forma
tan rural de los muebles e incluso la misma estructura de la habitación, no había metal
por ninguna parte. Tomo asiento con dificultad sobre la cama, se quejó al sentir una
punzada en su hombro derecho que estaba vendado y tenia una mancha de sangre. No
traía camisa y su mente empezó a confundirse.

-*¿Pero que pasa?*- se pregunto.


-¡Hasta que despiertas!– gritó Ron entrando a la habitación y emparejando la puerta.

Draco miro al pelirrojo que vestía con extrañeza; traía puestos unos vaqueros, camisa a
cuadros de color rojo, botas negras y un ridículo sombrero redondo que aplastaba su
cabello.

-¿Qué pasa? ¿Por qué te vistes así? ¿Cómo llegué aquí? ¿Por qué me duele todo?...
-hey, hey, hey... ¡Tranquilo! Una pregunta a la vez- dijo Ron y tomo asiento a un lado
de él –No pasa nada, me visto así porque aquí así visten los muggles ¡Soy todo un
Cowboy!... Y te sientes mal porque eres un idiota.
La mente del rubio no se aclaro en lo mas mínimo -¿Puedes decirme como llegamos
aquí?
-hay Draco –suspiro Ronald– En cuanto bajamos del tren buscamos unos caballos, se
supone que tenias que acercarte lentamente y el corcel te dejaría montarlo, pero un
muggle extraño no tuvo problemas... Tu te burlaste gritaste que si él podía tu también
y luego te acercaste diciendo algo como... “Hey tu asquerosa bestia deforme...” El
caballo se “molesto” y te golpeo con las patas en el hombro. Luego te desmallaste.
-Soy un idiota– dijo el rubio virando su rostro.
-Creo que eso ya lo habíamos aclarado... –dijo el pelirrojo y sonrió ante el gesto falso
de indignación de su amigo.

Una chica extraña de corto cabello negro entró a la habitación como un gato
escurridizo. Traía una bandeja de plata en manos sobre la cual cargaba un recipiente
con compresas frías y una jarra de peltre llena de agua. Draco creyó volverse loco al
conocer a la mujer mas hermosa que hubiese visto en su vida, no traía maquillaje y aun
así le pareció un perfecto ángel con sus ojos de un azul tan oscuro que parecían casi
negros, traía un vestido extraño que ocultaba las formas de su cuerpo pero aun así
distinguió que era bien proporcionado. Si Ginebra era como fuego esta mujer parecía
el hielo.

Ella dejo el recipiente con las compresas en un buró y vertió en él un poco de agua.
Sumergió las compresas y miró que el rubio la observaba cuidadosamente, entonces le
sonrió con un aire tan angelical que Draco se sintió excitado al momento.

-¿Se siente mejor?– preguntó ella. Por Merlín, su voz era hermosa.
-¡lo bueno es que despertó!– gritó Ron riendo.

Sin menor vergüenza la chica lo descubrió y empezó a quitarle el vendaje


ensangrentado, había una costura sobre su hombro que seguramente dejaría una
cicatriz, le puso una compresa sobre la herida haciendo que se estremeciera.

-Lo siento– se disculpo ella.


-¿Tu suturaste?– pregunto Draco a su amigo, pero este negó con la cabeza -¿Entonces
como...?
-Yo lo hice– dijo la chica– Espero que no le moleste.

Él no le respondió ni fue capaz de decirle nada más. Había algo en ella que le era
hipnotizante, sin mas se quedó en un rotundo silencio mientras ella terminaba con su
trabajo sorprendentemente sin lastimarlo ni un poco, era extraño, nunca había visto a
nadie actuar tan hábilmente sin varita.
-*¡Mi varita! *- pensó espantado. Se aproximo al oído del pelirrojo– Ron has visto mí...
-Por cierto su varita sufrió un pequeño daño, pero mi padre la esta reparando...
El chico se quedó con la boca abierta– Que no eres una...
Ron rió –Hay Draco.– dijo meneando la cabeza.
Ella hizo lo mismo y también sonrió– No soy muggle– dijo y clavo sus ojos en los de él-
¿Tan simplona me veo?– preguntó flotando a centímetros de sus labios –Mi nombre es
Pansy Orchid Parkinson.

Fue entonces cuando un hombre vestido de la misma manera de Ron entro en la


habitación, tenia bigote corto y café al igual que si cabello, sus ojos eran iguales a los
de su hija pero era mas pálido que ella. El pelirrojo se levantó para estrechar la mano
del hombre.

-Muchas gracias por todo señor Parkinson.– Dijo Ronald


-No tienes nada que agradecer hijo. Llámame Peter.– dijo él y se sentó en una silla
mecedora que estaba en un lado de la puerta– Es extraño encontrar a dos jóvenes
magos por aquí, aunque después de descubrir las minar hay de todo.

Pansy le ofreció una camisa de color azul cielo a Draco y él se levanto tomándola con
agradecimiento mientras el señor Parkinson encendía su pipa meciéndose
armoniosamente.

-Y cual es tu nombre hijo– dijo Peter dirigiéndose a Draco.


-Draco Ethan Malfoy, señor– respondió.
-Un placer Ethan... Y si no es mucha indiscreción ¿Dónde piensan pasar la noche?...
Pueden quedarse en la granja, a mi no me molesta.
-A mi tampoco– dijo Pansy –Seria un placer atenderlos.
-Gracias por el ofrecimiento Peter pero iremos al pueblo– dijo Ron.
Peter se levanto y caminó hasta él –Como gusten solo tengan mucho cuidado y
recuerden que si un muggle descubre que lo que son deben transfórmalo en piedra...

CAP 05: Primer encuentro

Hermione se apresuro a bajar las escaleras de la torre lo mas rápido que sus piernas se
lo permitieron conservando el cuidado de no caerse, lo último que necesitaba en este
momento era quedar inconsciente. Draco la siguió a toda prisa sin importarle un
comino que la torre siguiera sucia.

-¡Granger!- gritó intentando que ella se detuviera.

Draco la alcanzó en los jardines y la tomó de un brazo esta vez procurando no


lastimarla pues sabia que se asustaría mas de lo que seguramente ya estaba pues que
Hermione Granger corriera no era algo muy común. El chico clavo sus ojos en la mirada
asustada de ella.

-Dime que pasa...– alcanzó a decir justo cuando un extraño dolor se apoderó de su
hombro sin explicación aparente.

La castaña se espantó al ver como el se desvanecía en el suelo sin perder a conciencia.


Por un minuto no supo que hacer ni como reaccionar hasta que notó que el dolor
venia de su hombro por la forma en la que lo sostenía. Le bajó una parte de la túnica
solo para notar que su camisa estaba llena de sangre. Draco esta vez no le dijo nada
por el hecho de que ella lo estuviese tocando pues prefería cualquier cosa ha sentir ese
ardor insoportable que hacia temblar hasta su mandíbula. Hermione le desabotono la
camisa lo suficiente para descubrirle el hombro. La herida que se había hecho en
tercer curso supuraba como si estuviera fresca, miró con horror y así de pronto el
sangrado pareció reabsorberse y sanar dejando la vieja cicatriz que llevaba ahí ya un
par de años.

-Ahora, puedes decirme... Que diablos fue eso...– dijo Draco casi tan espantado como
ella
-No tengo la menor idea Malfoy– dijo Hermione con los ojos llenos de lágrimas
contenidas –Lo único que sé es que nos hechizaron...
-Que clase de hechizo.
Ella le volteó el rostro, el chico la tomó de la barbilla suavemente –Dije: que clase de
hechizo.
-El rebote. –Dijo la leona y las lágrimas empezaron a salir por si solas.
-Todo lo que tú sientas lo sentiré yo...– dijo Draco– Y todo lo que yo sienta lo sentirás
tú.

El rubio se levantó súbitamente y gruñó de coraje, de impotencia, de repulsión...


¿Quién podría hacer algo tan vil? ¿Por qué el afán de conectarlo con ella habiendo
tantas chicas en el colegio, tantos asquerosos sangres sucias? La gryffindor permaneció
arrodillada a su lado sin decir una palabra que pudiese inquietarlo, él la tomó de los
hombros sin consideración alguna.

-Dime como detenerlo– le dijo Draco.


Hermione respondió con un gesto de indignación ¿A caso no entendía que si supiera
como ya lo hubiera hecho desde hace mucho tiempo?, él no la odiaba tanto como ella.
–NO, LO, SE– dijo fríamente.
-PUES AVERIGUALO– dijo Draco y se aproximó a su oído– No por nada eres una come
libros.

El chico la soltó tan bruscamente que casi pierde el equilibrio. Un mareo asaltó su
cabeza y quiso desmayarse. A Draco no le importaba, ni ella ni nadie. Entró por uno de
los pasillos del castillo, un dolor demasiado leve para su gusto le acogió los brazos, aun
traía la camisa desabotonada por lo que no le tomó trabajo descubrirse el brazo, solo
para notar las marcas de sus dedos en sus propios brazos, en la misma forma en la que
había tomado fuertemente a la Sangre sucia Granger... La conexión había empezado.
_______________________________________________

Harry se paseaba de un lado a otro en la sala común gryffindoriana, no dejaba de mirar


el reloj con forma de búho que estaba en la pared con el péndulo balanceándose de un
lado a otro. Ginny tenia las piernas recogidas sobre el sofá largo que estaba frente a la
chimenea, leía tranquilamente y de vez en cuanto miraba de reojo a su novio por
encima de la lectura. El fuego ardía, ella cerró el libro y lo metió entre los cojines, el
azabache le dedico una nerviosa mirada que ella contrarrestó con una amplia y tierna
sonrisa. Harry se aproximó a ella y arrodillándose recargó su frente en el sillón donde
la pelirroja le acarició la cabeza tiernamente paseando sus dedos entre su oscuro
cabello.

-Tranquilo...– susurró tiernamente dándole un beso.

Ron tarareaba una cancioncilla alegre que todos conocían perfectamente porque la
había inventado Luna. El pelirrojo entró en su sala común dando un paso de baile sin
dejar la melodía pegajosa, inmediatamente el ojiverde se crispó de un salto
poniéndose de pie con la posición de un gendarme.

-¡Hasta que llegas!– gritó Harry cruzándose de brazos.


-Lo siento– dijo Ron con una sonrisa para la cual le hacia falta cara –Luna y yo...
-¡No me importa! ¿¡Tienes la menor idea de la hora que es?!– gritó el azabache
avanzando hacía él.
-Noooou, pero...
-¡Pues son las...! Las... he... Dile que hora es Ginny.
-Es la una treinta de la madrugada– dijo lapelirroja con un bostezo.
-¡Si!... ¿En serio? ¿Es tan tarde?– dijo Harry.
La pequeña Weasley arqueo una ceja y sonrió- Solo dile donde estabas Ron, porque
me muero de sueño.
-Fui con Luna a caminar y nos quedamos... conversando.
-!Ah! si, claro... Conversando– dijo Ginny y le sonrió a su hermano con complicidad.
-¡Pudiste decir eso desde un principio!– gritó Harry- ¡A si no tendríamos que estar
despertando a todo el mundo con esta ridícula discusión!
-¿Pero si yo no estoy gritando?– dijo el pelirrojo recargándose en la puerta cuando lo
empujaron con la misma.
Hermione entró en ese instante mucho mas relajada que antes, miró a sus amigos con
desconcierto y luego se fijó en el reloj notando que faltaban quince minutos para las
dos de la madrugada.
-¿Buenas noches?– dijo la castaña.
-¡Desvergonzada!– grito el ojiverde-¡Se puede saber donde estabas!
Ginny se levantó y abrazó al azabache dándole un beso en la mejilla– Ya tranquilo
amor, vas a despertar a todo el mundo.
-Estaba... terminando pendientes.
-¡Ha bueno, ustedes dos síganse divirtiendo mientras yo me muero de nervios!–
finalizó Harry y subió hacia el área de los chicos, Ginny puso los ojos en blanco y lo
siguió.

Ron y Hermione se miraron extrañados y después rieron sin poder evitarlo.


Definitivamente; o Harry era un excelente amigo... o se le estaba zafando un tornillo.

-Hasta mañana Ron– dijo la castaña.


El pelirrojo la tomó de la cintura y le dio un beso en la mejilla– Que descanses Herm.

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«9 de enero del año de 1849»

El par de magos Ingleses llegaron a un nuevo pueblo llamado Heal Valley, entraron en
un hotel que a primera instancia solo parecía una cantina y de hecho eso mismo era la
primera planta, un bar donde todos los vaqueros jugaban naipes y bebían licor. Aquel
lugar era llamado “Magi’s” en honor a su dueña Margaret, una mujer regordeta con el
cabello rojizo recogido en un alto peinado que dejaba caer algunos risos alrededor de
su regordete rostro.

Margaret los llevó a una de las habitaciones que habían decidido alquilar al menos
para pasar la noche. El edificio estaba oscuro y desgastado, además de que un
pestilente aroma a alcantarillado estaba en los pasillos. En la recamara había dos
camas individuales sin cabeceras y sobre las cuales había un par de ventanillas que
daban a la calle del centro donde había un farol encendido. Del lado derecho había un
closet que abarcaba toda la pared con tres enormes puertas corredizas de madera, en
el centro, separando las dos camas había una repisa de estantes separados del mismo
material y para finalizar al lado izquierdo de la puerta un escritorio sobre el cual había
un recipiente de porcelana blanca a su vez sobre este un espejo al que le faltaba un
pedazo y mostraba un reflejo estrellado.

-Es muy... rustico– dijo Ronald con un evidente seño fruncido.


Draco lo hizo a un lado y se adentró– Está horrible– dijo secamente.
Margaret rió ante el estilo del comentario del rubio, algo que esa mujer adoraba era la
sinceridad.
-Son veinte dólares la noche y se les incluye el desayuno– dijo ella.
-¡Pero como...!– gritó el pelirrojo
-Aceptamos.– finalizó Draco haciendo que Ronald pagará muy para su pesar.
EL chico entregó dos billetes de diez dólares cada uno:
–Gracias Margaret– dijo reverencialmente.
-¡Hay amor soy Magi!– gritó ella estrujándole las mejillas para seguido estamparle un
beso en los labios dejándole eun marca de labial rojo.

La mujer se retiró tomando el dinero y haciéndolo rollo para guardarlo entre sus
voluminosos pechos. Draco rió gustosamente al ver como Ronald tosía con repulsión y
parecía querer devolver las entrañas. El rubio se tiró en una de las camas, los resortes
crujieron al impacto chillando desgarradoramente, mientras el pelirrojo se sentaba a
su lado con un aire de preocupación que pasaba desapercibido para su amigo, se
miraron fijamente por un momento cuando abrieron con un empujón la puerta:
Ambos chicos reaccionaron exaltándose al instante. Era un chico de cabello negro y
ojos azul oscuro, traía puestos unos vaqueros negros al igual que su camisa a cuadros y
un chaleco grisáceo. Sostenía de la cintura a la que seguramente era una de las
bailarinas del bar que traía excesivo maquillaje. Sonrió despistadamente y se fijó en el
par de “niños” que ocupaban la habitación por lo que dedujo que no era la suya.

-he... Yo, lo lamento mucho– dijo el desconocido.– Siempre me equivoco.


-No hay cuidado– dijo Ronald levantándose.
-Ve a mi cuarto, luego te alcanzó– le dijo el desconocido a su amiga y le dio una
palmada en uno de los glúteos, ella respondió con un grito de risa y le dio un profundo
beso en los labios que escandalizó al pelirrojo.– Por un buen precio puedes contratar a
las mejores...
Ron asintió sin comprender una sola palabra– Me llamo Ronald Weasley– Dijo el
pelirrojo acercándose para estrechar su mano.– Y el que está haya es Draco Malfoy.
El rubio tenía una almohada sobre la cabeza como era su costumbre así que solo
levanto la mano haciendo una seña de saludo.
-Un gusto, mi nombre es Frank Longbottom... Ustedes dos...– dijo Frank de forma
insinuativa.
El pelirrojo comprendió perfectamente y se alarmó al instante -¡No!... e, él y yo solo
somos amigos. Yo estoy casado– rió tontamente al tiempo que enseñaba su anillo de
bodas.
-¿Y que hacen por estos rumbos?– preguntó mientras encendía un abano.
-Buscamos Oro– dijo Draco tomando asiento en la orilla de la cama.
-¡Pues nosotros también!– gritó Frank emocionado –Unos amigos y yo vamos a tomar
unos tragos en el bar y luego iremos a divertirnos a la feria que instalaron los gitanos
¿Nos acompañan?
-No creo que...
-¡Por supuesto!– gritó Draco y se puso de pie –Necesitamos diversión.
Frank le estrechó la mano con agrado: -Usted me agrada Señor Malfoy. ¡Está dicho!
¡Nos vemos en una hora!

Ronald cerró la puerta en cuanto el forastero salió seguramente a buscar a su vulgar


cortesana muggle. Se recargó en ella y fue cayendo hasta quedar sentado, se fijó en
que Draco lo miraba con una fastidiosa sonrisa que en ese momento quisiera
arrancarle de un solo puñetazo.

Pasados tres cuartos de hora decidieron bajar al bar donde el humo del tabaco lleno
sus pulmones, había varias mesillas redondas donde jugaban a los naipes, una barra de
licores extraños, dos ventanas largas una a cada lado de la puerta y por último una
tarima sobre la cual un hombre en pianola tocaba alegremente para que las mujeres
bailaran algo extraño que consistía en levantar sus faldas y mostrar ropa interior
demasiado extraña y atrevida para el gusto de Ronald mientras que para Draco parecía
ser el paraíso. El pelirrojo había comprendido al fin las palabras de Frank, esas mujeres
no solo bailaban, también ofrecían sus cuerpos al mejor postor... Para ellos.

-¿Le gusta el Can-Can amigo?– preguntó el cantinero con alegría– Es el baile de moda
por aquí.
-¡Claro que me gusta!– respondió Draco con una pervertida mirada.
-*Asquerosos Muggles*- pensó Ron.
-*Tranquila Comadreja*- dijo Draco usando su legirimancia.
-*¡Ya te he dicho que no hurgues en mis pensamientos!*
El rubio se rió con agrado-* ¿Hurgar en tus pensamientos?*

El cantinero los miró con desconcierto, después de todo dos chicos jóvenes, solos,
compartiendo una habitación y que se miraran tanto no era muy normal que digamos.
-¿Van a tomar algo?– preguntó
-Agua– dijo Ronald haciendo reír al hombre de la barra.
-¡Si quiere agua le sugiero que meta la cabeza en el abrevadero de los caballos!– dijo Y
puso una copa de cristal frente a Draco y otra frente a Ronald, seguido descorchó una
botella– Aquí tomamos Whisky.
-Pues bebamos– dijo Draco y bebió ambos tragos.
-Yo paso– dijo Ron
El ojigris siguió bebiendo con agrado, nunca había probado un Whisky que fuera tan
fuerte y raspara tanto a su garganta, ahora le parecía adictivo.
-*No te pases Malfoy*
-Tranquilízate comadreja, mejor diviértete– le dijo a Ron en cuanto percibió su
pensamiento.

Frank llegó por detrás de ellos palmeándoles los hombros y pidió un trago de la misma
botella que estaba tomando el rubio. La música siguió entre algunas peleas ocasionales
que se arreglaban a balazos, el chico marcaba el ritmo de la música con sus pies, las
mujeres seguían bailando de manera enérgica, atontando a cualquiera al enseñar sus
prominentes escotes en colores oscuros...

Después de un rato salieron del bar. La calle terrosa estaba oscura pues alguien había
apagado todos los faros, aún así distinguieron la peluquería y la tienda de armas. Los
esperaban dos chicos de más o menos veinticinco años de edad, de corpulencia
robusta y musculosa vestidos también de negro al igual que Frank.

-Señores, ellos son mis amigos; Gregory Crabbe y Vincent Goyle– los presentó Frank.
-Mi nombre es Draco Malfoy y el pelirrojo es mi amigo; Ronald Weasley.
-Un placer...– dijo Ron evidentemente molesto
-¡Entonces vamos a divertirnos!– gritó Gregory acomodándose en su corcel negro que
era idéntico al de los otros dos.

Ronald y Draco los imitaron. El caballo de Draco era café mientras que el del pelirrojo
era bayo con la creel negra.
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Hermione se había puesto una delgada bata color rozado haciéndose dos trenzas para
que el cabello no le molestara durante la noche. Los relámpagos iluminaban su
ventana sin producir un solo sonido, lo que solo indicaba que habría una tormenta. Se
preguntaba inquietamente que iba a hacer ahora, sabia que dependía de ella detener
lo ocurrido porque seguramente Malfoy no ayudaría de nada, pero para poder detener
el hechizo primero tenia que saber quien y porque lo había originado.

La esfera estaba en su mesa de noche junto a la lámpara de aceite a la derecha de su


cama, esa brillantes palabras le eran inquietantes «Si me descubres eres libre», ¿pero
que demonios era lo que tenía que descubrir?...

Entre sus muchas reflexiones y continuas inquietudes algo extraño sucedió la primera
vez que se le ocurrió pensar en el nombre de Draco Malfoy. Un sentimiento
desconocido se apoderó de ella, una corriente que le producía un fuego interno se
apodero de ella fundiendo todos sus órganos en una sola masa, era una ansiedad tan
grande que le parecía casi dolorosa y eso la incomodaba. Sintió un deseo supremo de
hacer no se que. Sintió como besos se regaban por todo su cuerpo enardeciéndolo aun
mas, tembló mientras sus labios se resecaban sin poder evitarlo.

-*Draco... *

Se levanto casi corriendo hasta el baño que era iluminado solo por el resplandor de la
luna, la sombra de la reja de la ventana se reflejaba en el piso de mármol, abrió la llave
de la tina y dejó que esta se llenara de agua fría. Se quitó la bata rosada debajo de la
cual nunca usaba nada y se sumergió completamente dejando sus ojos abiertos debajo
del agua. No escuchaba nada... Cuando ya no pudo respirar saco solamente su cabeza
y el fuego fue disminuyendo, aunque no fue apagado...
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Draco besaba a Pansy vehementemente, la Slytherin estaba semidesnuda debajo de él


envolviéndolo con sus piernas mientras el chico gemía sin poder contenerse
ahogándose en los laberintos de su cuello. Un primer escalofrío estremeció su piel
cuando ella paseo sus manos por toda su espalda y luego sostuvo su virilidad
palpitante que tanto anhelaba, era la primera vez que el rubio en verdad la deseaba, la
primera vez que la haría suya. El segundo escalofrió de Draco no fue igual, al contrario
de encenderlo pareció que le echaran sobre los pantalones un balde lleno de hielo y
con este último escalofrío se apago su deseo.

Se levando de ella temblando de coraje, asombro extrañeza... Respiró con dificultad y


golpeo con fuerza la pared al mismo tiempo que un rayo iluminó su rostro.

-¿Estas bien?– preguntó la morena acercándose a él e intento poner una mano sobre
su hombro.
-¡No me toques!– gritó Draco haciendo que ella diera un salto hacia atrás. –Solo vete...

La chica no dijo nada más y asintió tomando sus ropas que estaban regadas por la
habitación de Slytherin. El rubio tragó saliva con toda la dificultad del mundo, no supo
porque pero solo pudo pensar en una sola persona... No tuvo la menor idea ni el más
pequeño de los indicios, pero estaba seguro, ella tenia la culpa... Hermione Granger.

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«9 de enero del año de 1849»

Entre timbales de alegres ritmos y luces de colores que estallaban en el suelo llegaron
a la feria de los gitanos. Era un desfile interminable de carpas multicolores con
anuncios de letras extravagantes con títulos como: “Conozca su Futuro”, “Fenómenos
de la naturaleza”, “Solo para hombre”, “Mide tu fuerza”, etc., en una de las mas
concurridas había un titulo que decía “Telescopio: Magia o Ciencia”, Consistía en poner
a una gitana en un extremo de la feria mientras que del otro lado se ponía el
maravilloso artefacto y al asomarse por su lente podían ver a la mujer como si
estuviera a una palma de distancia. Ron se maravillo de nuevo con el ingenio de estos
muggles extraños.

En la carpa de mayor tamaño había un hombre parado en un par de zancos de madera


escupiendo fuego. Probablemente era el lugar mas concurrido de toda la feria. Frank
les sonrió y con una seña les indicó que era ahí a donde iban. No había una sola mujer,
todo el publico era masculino y al adentrarse mas en la concurrencia era obvio el
porque. En el centro había una pista de tierra dura, ahí estaban los hombre que
producían la música retumbante en todo el lugar.

Había dos mujeres de faldas brillantes y blusas atrevidas; una de ellas era de cabello
corto hasta la barbilla, negro y muy lacio, sus ojos eran verdes. La otra tenia la piel casi
negra con el cabello café oscuro y los ojos color aqua. La primera de ellas bailo
atrevidamente hasta donde se encontraba Frank Longbottom, subió y bajó por todo el
cuerpo del chico de la misma manera incitante mientras él se embobaba con el
contoneo de sus caderas.

-Hola Frank– dijo ella sin dejar su baile


-Gema...– profesó él intentando tomarla de la cintura pero la chica se escurrió entre
sus brazos.
Ella volvió al centro al lado de su amiga llamada Esmeralda, quien entre el atrevido
baile hizo una explosión que dejó un regadero de humo y ambas desaparecieron.
Silbidos se escucharon al instante al tiempo que pesetas y rosas caían en el
“Escenario”

Un hombre calvo con una argolla en la nariz a manera de toro se acerco hasta Frank.
-Por cuarenta pesetas puedo ofrecerle un espectáculo más privado– dijo con voz
carraspienta.
[Cuatro pesetas equivalen a un dólar]

El chico acepto encantado de la vida y lo siguió hasta un cuartillo de madera vieja que
tenía un huevo poco mas grande que el diámetro de su ojo donde pudo ver a Gema
desnudándose y tocando su cuerpo con una lujuria que parecía intencionalmente
planeada.

Draco y Ron permanecieron en la carpa mientras los otros se perdieron. Esa cultura era
un desfile interminable de mujeres hermosas, pero el rubio sabía que toda esa belleza
era peligrosa. Tuvo la suerte de mirar cuando as chicas bailaban alrededor de los
hombre no era para complacerlos o para recibir mas monedas, solo era una distracción
para robarles. Ni si quiera los mas ávidos se salvaban de ellas puesto que mientras una
bailaba a su frente y otra simulaba bailar a su espalda en realidad lo engañaban con
una astucia que era digna de todo el respeto de Draco. Tomaban todo lo que podían y
después lo dejaban sonriéndole con malicia y al mismo tiempo inocencia que les
robaba el aliento.

Un hombre de cabello rojizo y ojos verde brillante se puso en la puerta en el instante


que una chica de rebeldes risos marrones y grandes ojos exactamente del mismo color
que su cabello hacia su aparición en la pista, su atuendo era una variación de distintos
tonos de rojo, su abdomen y hombros estaban completamente descubiertos pues solo
un pedazo de tela cubrías sus pechos. Su baile empezó lento marcando cada
tamborazo con sus pies y después de hizo rápido, violento con vueltas incesantes y
veloces.

La castaña se acerco a Ron y bailo para él. Inmediatamente el rubio le clavo la vista
encima y para ella fue como si una cuchilla de hielo le atravesara la sien, pero sin darle
importancia se propuso a seducir al pelirrojo, aunque este no le presto atención Draco
se fijó en como hábilmente había logrado sacarle la sortija de oro blanco, algo se
enardeció en el y cuando ella volvió al centro de la pista agitando un par de velos él la
tomó del cabello mirándola con odio.
-Asquerosa muggle –Dijo el chico.
-¿Muggle? –repitió ella ante la extraña palabra.

El chico la tomó de la cintura cuando el hombre que se había parado en la puerta quiso
llegar hasta ella, solo que Vincent Y Gregory se lo impidieron tomándolo de los brazos
y apuntándole a la cabeza con un arma rudimentaria. Sin vergüenza alguna Draco
metió su mano en el escote de la castaña y sacó ante la vista de todos, el anillo de su
amigo.

-Esto no te pertenece– susurró a su oído sonriendo con un aire victorioso.

Entonces la alejó de él tan fuerte como la había tomado quedándose con uno de los
holanes de su falda y rasgándolos. Como de un doble fondo cayeron en el suelo
billeteras y joyas que cada uno reconoció como suyas. Inmediatamente todos se
abalanzaron a la pista por su dinero y tal vez por alguno demás. La gitana huyó, los
chicos soltaron a su marido y se metió entre la trifulca para buscarla.

Draco, Ron, Vincent y Gregory salieron de la carpa mientras una intensa batalla entre
muggles, casa fortunas y gitanos estallaba. Un disparo encendió toda la carpa con una
explosión que lanzo lejos a los cuatro magos que se alejaron, cuando pudieron
levantarse corrieron a toda prisa a donde estaban los caballos.

Por acto divino Frank logró alcanzarlos cuando desamarraban a los caballos, el chico
estaba sudoroso pero sumamente sonriente cosa que no paso desapercibida para
Draco.

-Donde estabas– dijo el rubio.


-¡En un espectáculo mas privado amigo!– respondió Frank.
Otra explosión los alertó entre gritos confundidos de mujeres y hombre.
-¡Vámonos de aquí!– gritó Frank seguido del sonido que hacia para que su caballo se
moviera.

Gregory saco su pistola y hecho unos cuantos disparos al aire gritando mientras se
alejaban de la feria gitana.
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-¡Asquerosa Sangre sucia!– gritó Draco completamente enardecido sosteniendo a


Hermione contra un muro.
-Tu mensaje decía que querías hablar conmigo– dijo ella empujándolo al otro lado del
pasillo
El Slytherin se aproximó a ella hasta quedar a milímetros de su rostro– Tú me
arruinaste la noche y quiero saber porque.
-Baja la voz– profesó la castaña

Draco la arrastro hasta el baño de mujeres donde extrañamente Mirtle la llorona no


estaba. La acorraló entre uno de los lavamanos encajando la porcelana en su espalda
que estaba algo arqueada.

-Suéltame Malfoy– le ordenó


El chico contrariamente se pego mas a su cadera Y si no quiero ¿Qué?– La retó.
-Pues todo lo que me pase a mi te pasará a ti...
-Ya lo se... Y créeme que nunca he estado tan tentado a suicidarme.

Por una extraña e incomprensible razón la vieja tubería se reventó justo de donde ellos
estaban, el chorro violento de agua golpeo la espalda del rubio provocando que se
pegara mas a ella y ambos perdieran el equilibrio. El baño se inundo, Hermione no
pudo evitar gritar cuando Draco cayó sobre ella, las pijamas de ambos se mojaron, la
bata de la Gryffindor se hizo transparente pegándose a su cuerpo y la tirantera gris del
Slytherin resaltaba cada uno de los músculos de su torso. Sin querer una de las manos
de Draco terminó en uno de los pechos de la castaña, sus piernas estaban enredadas.

Draco sintió su virilidad pegada al sexo de Hermione pues ella tenia la bata hasta la
cintura, acercó más su rostro al de ella quien tenia los labios entreabiertos, le
parecieron hermosos. A ella se le fue la respiración entre el sonido del agua y los
cabellos del chico goteando sobre su rostro.

-L e v a n t a t e.– enfatizó ella


-No.
-¿Qué?
-Dime como detener esto.– dijo Draco de forma tan firme que la molestó.
-¡Eres idiota o que! ¡Por Dios, si supiera como detener esto crees no crees que ya lo
hubiera hecho!– gritó levantando su cabeza.

Ron y Harry se quedaron de pie frente al baño. El agua llegó hasta los pies descalzos de
ron y le hizo una mueca al azabache para que mirara. El ojiverde empuño su varita y
empujaron la puerta silenciosamente. El pelirrojo abrió la boca, su ¿En verdad su
amiga estaba siendo manoseada por una estúpida serpiente?
-¡Suéltala!– gritó Harry y levantó a Draco de la camisa.
Hermione se levanto tambaleante-¡Harry, No me hizo nada!– gritó ella con horror
Draco estaba riendo mientras Ron lo amenazaba con su varita:
–Dile que no me toque– dijo Draco secamente sin dejar de sonreír.
-¡¡No te atrevas a hablarle!!– gritó el pelirrojo.
-¡RON NO!– Alcanzo a exclamar la chica.

En ese instante el chico Weasley golpeo a Draco en el estomago dos veces. La castaña
cayó en el suelo de rodillas escupiendo sangre. El azabache le reventó el labio
haciendo que callera en el agua, la chica lo vio como en cámara lenta mientras ella
perdía la conciencia.

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«10 de enero del año de 1849. 9:30 hrs.»

Draco despertó sin abrir los ojos como acostumbraba a hacerlo. Su cabeza dio vueltas
en cuando tuvo conciencia, tenía una horrorosa resaca, supo que había sol y eso le
molestaba. Después de un rato de estarse moviendo incesantemente sobre la cama
revolviendo todas las cobijas. Se puso de pie y caminó a tientas hasta el espejo y se
mojó la cara con el agua fresca que había en el recipiente de porcelana, al instante
notó como la barba le estaba creciendo y dando una inspección por la habitación notó
que Ronald no estaba. Seguro estaría en el bar, después de todo hoy partirían con
Frank y sus amigos hasta una mina.

-*Donde demonios está mi varita*- pensó y se puso a buscarla sin éxito alguno.-
¡Donde demonios está mi varita!
En ese preciso instante Frank asomó su cabeza por la puerta de la habitación -¿Una
varita?.
-¡No!... –Grito Draco-¡En realidad no es...!
-¿Eres un mago?
-¡Petrificus...!
Frank reaccionó desfundando hábilmente su varita del cinturón como su fuera una
pistola- ¡Expeliarmus!
La varita de Draco salió volando, el ojigris se quedó impávido mirando al chico de ojos
azules.
-El hechizo para convertir a los Muggles en piedra es Petraforma, no petrificus petra.–
dijo y se guardo de nuevo su varita.
-Tú también eres un mago...– profesó Draco.
Frank sonrió. No era una pregunta–Vincent, Greg y yo lo somos... Perdona que no te lo
dijera pero como tu amigo pelirrojo si lo notó, yo creí que... pues tú también. Bueno
solo quería avisarte que ya casi nos vamos y te recomiendo que bajes porque te
quedarás sin donas– finalizo sonriendo.
-¡Frank!– gritó Draco antes de que él saliera
-Dime Draco.
-¿Por qué si algún muggle descubre lo que somos tenemos que...?
-Porque no nos podemos arriesgar a que descubran lo que somos... Sabes que nos
matarían.
-Aun así... ¿Porque convertirlos en piedra?
-Mientras no se conozca un hechizo para desmemoriar no nos queda de otra– dijo
Frank encogiéndose de hombros y salió.

El rubio de ojos grises se puso de rodillas sobre la cama para mirar por la ventana
donde los muggles transitaban por la calle del centro. Ron aborrecía a los muggles por
considerarlos una raza inferior y llena de malicia, sin embargo sin saber nada de esos
chicos los había tratado amablemente sin una aparente razón. Solo que aunque él no
hubiera notado nunca, su amigo supo desde un principio que todos ellos tenían sangre
mágica... ¿pero como? Si se vestían, actuaban y por supuesto se divertían como
simples muggles... ¿En que consistiría el “sexto” sentido de Ronald?

Cap 06: Rapto

Despertó sin abrir los ojos como lo hacía siempre. El olor era diferente, como a vacio, a
limpio. No era un aroma que le fuera familiar, sus sentidos se exaltaron al momento, si
no podía reconocer esa esencia quería decir que no estaba en un lugar conocido o al
menos muy frecuente. Se incorporo de un solo golpe abriendo los ojos abruptamente,
el pañuelo húmedo que tenía en su cabeza cayó sobre sus manos y sin más vio que
Draco dormía a su lado, no estaban Harry ni Ron y el sol aun no salía. Seguro que sus
amigos estarían dormidos.

-Gracias a Merlín que despiertas Hermione – dijo madame Pomfrey aproximándose a


ella e inmediatamente le metió un termómetro a la boca.

Al instante Draco despertó sobresaltado como si hubiera tenido una pesadilla, el chico
tenía un vendaje alrededor de su abdomen y aunque supo perfectamente que la
sangre sucia estaba a su lado volvió a cerrar los ojos sin darle mucha importancia, cosa
que a ella le extraño por completo.

-Tienen que decirme quien les hizo esto– dijo Pomfrey con un tono de indignación,
-Si yo lo supiera ya lo hubiera asesinado– dijo Draco sentándose- ¿Dormiste bien
Granger?– pregunto con ironía.
-¿Por qué estas aquí?- Preguntó ella con tanta inocencia que a Draco le provoco risa.
-No te emociones...
-Cuando tus amigos te trajeron tenías golpes... Solo que en tu cuerpo no había nada, ni
sangrado, ni lesiones, ni si quiera un moretón. Luego llegó el joven Malfoy, entonces él
si tenía las lesiones y supe que si lo curaba a él te curaría a ti también. Es parte del
hechizo –Finalizó sentándose en la orilla de otra camilla a un lado de Hermione.
-Si, si, si. Lo que uno siente lo sentirá el otro y bla, bla, bla...- dijo Draco.
-¡No es solo eso!– de crispó la enfermera– !No se trata de sentir el mismo dolor!...
Ustedes ya no existen como personas individuales, su “yo” esta desapareciendo...
-¿A que se refiere?–intervino Hermione.
-En cuanto el hechizo avance sentirán todo, sus deseos, sus tristezas, en la etapa mas
avanzada podrán ver lo que ve el ojo del otro... Serán un solo cuerpo.
-¿Y luego que?– preguntó Draco.
Madame Pomfrey se puso de pie frotándose las manos con nerviosismo, les dio la
espalda y levantó su rostro –Y luego, el carácter del que sea más fuerte dominará
fundiéndose con el débil y este morirá.
-No es posible...– dijo Hermione
-Lo único que puedo hacer por ustedes es recomendarles que no se lo digan a nadie.
Les aconsejo que vayan donde la profesora Trelawney.

Pomfrey se retiró. Hermione hizo una rabieta pateando las cobijas mientras Draco se
levantaba sin decir una palabra, la chica sintió un dolor por el esfuerzo que encorvó al
rubio quien se detuvo con la esquina de la cama.

-¡Ten cuidado Granger!– gritó el chico.


Los ojos de Hermione se llenaron de lagrimas- ¿Lo hiciste a propósito verdad?
Draco rió -¿Qué?... ¿Dejar que me golpearan porque sabia que tu lo sentirías pero
como eres mujer te dolería mas que a mi?... Por favor Granger, no soy tan listo–
finalizó con un tono sardónico.

La leona se puso de rodillas en la cama y quiso golpear al rubio pero para su desgracia
este reaccionó demasiado rápido y en cuanto ella lo iba a tocar él se dio la vuelta
tomándola de una muñeca y la acerco tanto a su cuerpo que Hermione sintió que se le
iba el aliento, con la mano libre la sostuvo de la cintura notando al instante que era la
mas pequeña que había rodeado en mucho tiempo, sus narices quedaron rozándose
pero él no miraba nada mas que los grandes ojos marrones que parecían gritarle mil
cosas a la vez.

-No te atrevas a pasarte de lista...– dijo Draco.


En lugar de retroceder como se lo había propuesto Hermione se aproximó mas a él
hasta que sus labios se rozaron– Te diría que no te pases de listo, pero creo que eso
sería pedirte demasiado.
-MIDE TUS PALABRAS GRANGER... Todavía no me conoces...
-Al contrario, te conozco tan bien que te aseguro que Tú, eres que no sabe con quien
trata Draco Malfoy

«Draco Malfoy»... Esa palabra retumbó extraño en una parte del cuerpo que ni si
quiera sabia que para él funcionara; Su corazón. Hermione nunca le había dicho por su
nombre.
El rubio llevó la mano de ella hasta su cuello, aún traía el cabello húmedo con la
diferencia de que estaba suelto, la acercó mas a él pegando su frente a la de ella sin
dejar de mirarla, paseando el su vista hasta el escote de ella que brillaba por el agua
secándose, los listones del mismo estaban desatados mostrando el caminillo entre sus
pechos, subió por su cuello y volvió al encuentro con sus ojos en cuanto ella se sonrojó
escandalosamente y él le sonrió. ¿Qué estaba pasando?

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«10 de enero del año de 1849. 16:00 hrs.»

Por su rumbo no había nada más que desierto, el sol calentaba en su máximo
esplendor, remolinos de arena le bloqueaban la vista e irritaban sus ojos. Los zopilotes
volaban en círculos sobre el Gran Cañón, en un lugar tan seco el único aroma que se
percibía era el caldo caliente de la muerte que les ardía en la nariz.

Los cinco chicos cabalgaban tranquilamente. Draco estaba impactado por las
habilidades de mágicas de Frank Longbottom pues eran muchísimo mas desarrolladas
de las que él podría llegar a tener algún día. Se enteró de que él había nacido en
Francia, hijo de padres Ingleses que eran investigadores de la vida muggle así que por
tal motivo el pasaba desapercibido entre los “No mágicos”. Por otro lado Vincent y
Gregory habían crecido juntos en alguna parte e Canadá y al llegar a los Estados Unidos
habían fungido como guardaespaldas para Frank.

Frank sacó un paño de su bolsillo y se limpió el sudor, si había algo que odiaba era el
calor. Puso sus manos en forma de oración y diciendo una rima en un idioma extraño
un remolino de nubes grises cubrió el cielo. El chico miró contento de que su poder
aun funcionara, tomó una cantimplora de su caballo y bebió desmontando para estirar
las piernas.
-Con que eres un Shaman– dijo Ronald
El chico se limpió las gotas de agua que se escurrieron por sus labios y le aventó la
cantimplora al pelirrojo
-¿Sabes lo que somos?– preguntó Frank
-Pueden controlar la naturaleza entre otras cosas.– dijo Draco sentándose en la tierra.
-Mi esposa es una– finalizó el pelirrojo.
-Pues, si voy a Inglaterra será un honor conocerla.– dijo Frank amablemente
palmeándole el hombro como acostumbraba a hacerlo.

Un sonido no muy común en medio de la nada pero aun así casi imperceptible alertó el
oído de Frank. Caminó hasta el borde del cañón y miró el camino que estaba debajo,
sonrió con algo que intimidó demasiado a Draco, ese hombre era peligroso.

-Vincent...– dijo Frank


Al instante Este sacó un versión mas pequeña del telescopio gitano.
-Una carreta, conducida por dos mulas– dijo Vincent– Un hombre y una mujer.
Frank le arrebató el telescopio y miro– Gitanos...

Inmediatamente volvieron a los caballos, hizo un grito lanzando un disparo al aire con
un gozo perverso que Ronald no pudo evitar notar y al igual que Draco todo su ser se
intimido con la malévola mente de su guía.
Galoparon hasta interceptar la carreta de madera llena de baúles y telas multicolores,
los rodearon amenazadoramente y a ellos no les quedó más remedio que detenerse.

-Valla, valla...– dijo Frank sin bajar de su caballo– Que tenemos aquí.
-¿Qué se les ofrece caballeros?– dijo el hombre que conducía.

Draco los reconoció, ella era la gitanilla ladrona y él era aquel hombre en la entrada de
la carpa que Vincent y Gregory habían amagado.

-¿Qué hacen un par de gitanos Zíngaros por un camino tan transitado?– preguntó
Frank.
-Nuestra feria fue destruida señor...– dijo el chico que no era capaz no de mirarlo a la
cara
Gregory tomó a la castaña de las mejillas- ¡Pero quien es esta preciosura!– Gritó riendo
y todos los demás lo imitaron.
-¡Es mi esposa!– Grito Harry- ¡Déjela!... Por favor
-¡Greg!– Gritó Frank secamente– Suéltala.
-Como órdenes.
-¿Y ella que hace además de robar?– Pregunto Vincent.
-Malabares...– Susurro Harry.
-¿Disculpa?– dijo Frank
-Hace, hace malabares señor.
-Te dire algo; hoy me siento excesivamente bondadoso por lo que te propongo un
trato.
El ojiverde levantó su rostro por primera vez. Vincent tomó tres pelotas de la carreta,
azul, roja y verde y se las lanzó a la castaña.
-Si tu esposa puede mantenerlas en el aire durante cinco minutos... Les perdonaré la
vida– dijo Frank con un aire de Santo que a Draco le pareció ridículo y por demás de
cruel, como si en verdad les estuviera haciendo un favor.
Gregory sacó a la chica de la carreta bruscamente y la aventó en la tierra, ella levanto
su mirada de fuego y la clavó en Frank como dos cuchillas.
-Y si no lo hago que... Señor– dijo Hermione poniéndose de pie.
-Me quedo contigo.

El chico le hizo una seña a Vincent y este le lanzo las pelotas a Hermione, ella empezó a
malabarearlas en el aire con una agilidad que molestó a Frank pues supo que no
fallaría y él la quería. Entonces sacó su arma y la cargó apuntándole a ella con una
sonrisa para la que le faltaba rostro, dio un disparo a sus pies haciendo que saltara
pero sin tirar una sola, la segunda vez que lo hizo ocurrió lo mismo y empezó a
enfadarse. Cambió su táctica y esta vez le apunto a una de las pelotas y la de color azul
estalló en el aire regando un polvo como harina pero la chica no dejó caer las otras
dos, hizo lo mismo y esta vez su tino le dio a la de color verde. Hermione perdió el
equilibrio y dejó caer la última, se lanzó a la tierra tras ella pero no logro tomarla y solo
vio como en cámara lenta que retumbaba en la dura tierra mientras Frank se
carcajeaba. Levantó la vista fijándose en que el chico apuntaba a Harry mientras que
los otros dos volvían a sus caballos.

Frank disparo su ultima bala al ojiverde atinándole en la cabeza, la chica grito


horrorizada al ver como su marido sangraba por la boca y los oídos, no pensó en nada
mas que correr, correr lo mas fuerte que sus piernas se lo permitieran y alejarse, solo
que en cuanto avanzo unos cuanto metros el chico que siempre vestía de negro galopó
tras de ella y tomándola de la cintura la subió a su caballo.

CAP 07: Rescate

La profesora Sibyll Trelawney caminaba nerviosamente de un lado para otro, cargaba


esferas brillantes en los brazos y las guardaba cuidadosamente en un estante cubierto
por un velo rojo con lunas y estrellas doradas intentando ignorar a los jóvenes que
pedían su ayuda.
-No, no, se nada de, de eso... jóvenes– dijo Sibyll virándose para mirarles.
Hermione sacó de su túnica la extraña esfera con la que se había quedado y le
extendió la mano.- ¿Entonces puede decirme que es esto?

Ella se acomodó los lentes redondos y abrió la boca, inmediatamente se la arrebató de


la misma manera nerviosa y la llevó hasta una de las mesas poniéndola en lugar de una
esfera de adivinación. Miró fijamente entrando como en un trance extraño durante el
cual percibió a una mujer enferma con la misma esfera en las manos, aquella estaba
muriendo pues sintió la enfermedad en sus propios huesos, la chica en cuestión dijo
una oración en un idioma antiguo que ella si podía comprender mas literalmente no
tenia significado alguno. De pronto dio un pequeño salto para atrás y tosió
compulsivamente.

-No es magia de hoy, quien haya hecho esto lo hizo hace muchos años– dijo Trelawney
–Ustedes ya se conocían... Pero se hicieron daño. No se como ni porque... Solo veo la
necesidad de alguien de enmendar su viejo error, y, no se nada más. –Finalizó
entregándole a Hermione su esfera.

Los chicos salieron de la torre igual de confundidos como habían entrado, Draco traía
las manos metidas en la túnica e iba detrás de la castaña quien maldecía al viento para
ella misma, hasta que un gruñido gutural la delató

-¡Sabia que la clase de adivinación era estúpida!– gritó Hermione.


-Concuerdo contigo Granger– dijo Draco.
La gryffindor se volteo violentamente-¡pero que demonios pudiste hacerme Malfoy!
-¿Y porque asumes que fui yo?
-Porque eres una asquerosa rata y no creo que en otra época hayas sido algo
diferente.
Draco hizo un gesto duro y la tomó de la barbilla– Escúchame bien asquerosa sangre
sucia, vas a detener esto porque...
-¡Porque! –grito Hermione haciendo un brusco movimiento para que la soltara,
consiguiendo que se acercara mas a ella- ¡¿Qué demonios me puedes hacer Malfoy?!
¡Mátame! Porque moriría feliz sabiendo que te llevó conmigo.

El rubio sintió una furia tan grande ante su altanería que la estampo en el muro, para
su pesar sintió como el golpe retumbaba en su propia espalda además del mareo y
como este retumbaba en el centro de su nuca. Gruño de coraje al descubrir que no
podía lastimarla mas de lo que era capaz de lastimarse a si mismo.

-¡Crookshanks!– gritó Hermione al ver a su gato sentado en la salida de la torre. Como


Draco ya no hacia fuerza fue fácil empujarlo para correr tras su mascota y salir de la
torre.
El Slytherin la siguió agradeciendo que estuviera nublado miro a la chica que cargaba
armoniosamente a su gato y sonrió.
-¿Y tu que haces con esa cosa?–dijo el chico.
Ella puso los ojos en blanco– Es mi mascota Malfoy.
Draco rió- Le preguntaba a él.
-¡Eres un idiota!– gritó la castaña con una cara de indignación bastante divertida para
Draco.
-Gracias Granger, tu siempre tan amable.

El chico sonreía pues fastidiar a la gryffindor era bastante divertido, hasta que notó
como el gato parecía maullarle amenazadoramente.

-¿Qué le pasa a esa cosa Granger?


-No le gustan los hombres– respondió Hermione y lo miró de arriba abajo– O eso que
tu eres.
-Con razón se lleva tan bien con la comadreja y el pobretón...
-¡Púdrete Malfoy!– gritó la chica alejándose.

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«10 de enero del año de 1849. 23:00 hrs.»

Hermione terminó con las manos atadas y un pañuelo en su boca. Lagrimeaba en


silencio al recordar el cuerpo de Harry sangrando mientras ella se alejaba, si pudiera
volver el tiempo de seguro lo haría y esta vez no cometería tantos errores, como el de
haber ignorado a Mir, antes de cada función su amiga le leía las cartas y decía si debía
o no ir al trabajo, siempre le hacía caso pues nunca se equivocaba... Excepto esta ver,
Mir le dijo que no trabajara, que no se expusiera y si no podía evitarlo que esa noche
no robara, pero ella necesitaba el dinero. Lo peor fue cuando Mir le dijo que
encontraría el destino que la seguiría toda la vida ¿Y como respondió? «Encontramos
nuestro destino en el camino que escogemos para evitarlo...»... Ahora hasta le parecía
gracioso una respuesta tan estúpida, tal y como se consideraba...

-Tranquila preciosa– dijo Frank– te trataré bien.


La castaña lo miró con odio y él respondió con una cínica sonrisa.
Llegaron a una aldea de Navajos donde esperarían un par de días para reponer fuerzas
y provisiones, así se podrían encaminar a la mina donde era su objetivo. Ron asombró
ante la extraña cultura que vivían Tipis, raras tiendas de piel en forma de conos.

Dejaron los caballos en un corral rustico hecho de madera, les quitaron las sillas y los
guiaron hasta el agua.
-No entiendo porque hizo eso– dijo el pelirrojo mientras acariciaba a su caballo.
-No hagas drama Ronald– dijo Draco– Seguro así se manejan las cosas por aquí.
-Ahora no solo los muggles me dan asco- dijo Ron mirando como Frank se acercaba e
inmediatamente se retiró tratando de evitarlo.
Frank le palmeó el hombro a Draco y le sonrió a Ron, pero él no devolvió el gesto- ¿Tu
amiguito esta molesto?– preguntó.
A Draco no le pareció el tono de la palabra “Amiguito”.
-No le parece tu comportamiento– dijo quitándose la mano de Frank de su hombro–
Eso es todo.– Finalizó y se unió a Ron.

Los nativos danzaban alrededor de una enorme fogata en el centro de la aldea, con la
luna sobre ellos y un completo manto oscuro y estrellado parecía algo espectacular.
Arrojaban polvos al fuego y este se elevaba con formas de figuras, liebre, águila, árbol
y la última fue una hermosa mujer. No era magia, aun así era algo asombroso.

-¿Te gusta no?– dijo Draco al notar la enorme sonrisa de su amigo pelirrojo.
Ronald tenia los brazos cruzados, una hermosa nativa de cabello negro hasta la cintura
vestida con pieles ajustadas a su cuerpo les ofreció agua.
-Me gustaría mas saber tu nombre– dijo Draco.
Ella sonrió con ternura– Mi nombre es Moon– dijo ella.
-¿Para que hacen eso?– Pregunto Ronald.
-El Gran Jefe está enfermo y le pedimos a la madre luna que lo cure– dijo ella y se
retiró.
Draco dejó escapar una carcajada y arqueo una ceja– La luna.– se quedó embobado
con el contoneo de aquella chica. Hizo un siseo que Ron ya conocía.
-Ni lo pienses oxigenado.– dijo Ronald.
-¡¿Qué?! –grito el rubio inocentemente.
-Si le tocas la mano te tienes que casar con ella.– dijo el pelirrojo.

La música se hizo más fuerte y rápida. Los danzantes terminaron de pronto hincados
frente al fuego mientras uno de ellos movía algo parecido a una maraca y era el único
sonido antes del silencio. No se escucho nada hasta que fue interrumpido con un
aullido, Draco y Ron se miraron al escucharlo. Moon salió del tipi del Gran Jefe.

-No ha sanado– dijo ella


Ronald se rió y puso sus manos sobre su cintura. Draco lo miró y también sonrió, tenia
años sin ver reír a su preocupadizo amigo, le agradaba verlo contento como cuando
niños.

-Bueno, ya que la luna no lo quiere curar hay que recurrir a la medicina– dijo el
pelirrojo.
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En el jardín Luna estaba sentada sobre el césped con las piernas cruzadas, escribía
afanosamente en el viejo libro que solía cargar. Neville jugaba con su recordadora
sobre la banca que estaba frente a Luna.

-¿Qué escribes Looney?– preguntó el Gryffindor.


La rubia se coloco un mechón de cabello detrás de la oreja y sonrió– Cosas que
recuerdo– respondió- ¿Nevi, crees que tu podrías ser malo?
-He... Supongo que no. ¿Por qué?
-Nada, estaba pensando en...
-¡Neville!– gritó Hermione corriendo hasta ellos.–Te he estado buscando por todas
partes, ¡Mañana es el examen de pociones!... Quería saber si quieres estudiar
conmigo.
El chico palmeo su frente– Con razón el humo es rojo, ya no me acordaba.– dijo y
sonrió.

Luna sonrió tranquilamente y los miró alejarse entre bromas y abrazos mientras
conversaban animadamente.

Todo parecía ser igual y al mismo tiempo tan diferente

Ron llegó por detrás de ella y le dio un beso en la mejilla para después pasar a sus
labios y sentarse frente a ella.
-¿Otra vez con eso?- dijo el pelirrojo al notar que no soltaba ese raro libro.
-Debo terminar lo que empiezo– respondió Luna.
-Al menos deberías decirme si yo salgo en tu historia.
La Ravenclaw sonrió dándole un beso en la mejilla– Claro que si.

El pelirrojo dejó de mirarla a ella para pasar a ver a un grupo de Slytherin que se
relajaban. Draco jugueteaba con su amiga Pansy tomándola de la cintura, elevándola
en el aire y robándole fugaces besos en el cuello. Ron no supo porque lo estaba
mirando pero un deseo de estar ahí se apoderó de su pecho, dirigió su atención a
Zabini quien besaba a una chica de largo y lacio cabello rubio, por un minuto pensó en
que si el moreno no estuviera ahí, ese seria su lugar, pero esos pensamientos
quedaron en el olvido al momento. Le dio un beso en la frene a Luna levantándose y le
ofreció una mano para que ella se levantara también.

El chico la tomó de la cintura– Tengo que estudiar– dijo con pesar- ¿Te veo en la cena?
Ella asintió– Suerte.

La rubia se quedo pensativa un momento al ver como su novio se alejaba. Miro a


Draco y se encontró con la mirada de él antes de que entrara al castillo, le sonrió con
ternura y él le devolvió el gesto pues en realidad no tenia nada en contra de ella y
siguió su camino. La chica cerró sus ojos y suspiro.

-Ron te extraña Draco...

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«11 de enero del año de 1849 »

Draco despertó en su incomoda bolsa de dormir, se puso la camisa y salió. La fogata de


la noche anterior estaba humeando, Ronald tomaba café negro sentado en la mitad de
un tronco frente a los caballos, el rubio sonrió maliciosamente y se aproximó a él sin
hacer un solo ruido.

-Hasta que despiertas –Dijo Ronald sin inmutarse dándole un sorbo a su café.
-¿desde cuando te das cuenta de que te quiero asustar?– pregunto Draco sentándose
a su lado.
-Desde que te volviste predecible.
Draco bostezó- ¿Y que tenía el Gran Jefe?
-ha, solo una muela picada... Ahora cree que soy un enviado del sol o algo así...
-Hablando del sol... Mira
Ambos se fijaron en la majestuosidad que se alzaba sobre los cañones.
-Que hermoso– dijo Ronald.
-Si, en Inglaterra nunca se ve algo así.
Un grito agudo llamó su atención y se dirigieron al tipi de Frank. En dicho lugar Frank
se encontraba sobre la castaña intentando besarla mientras ella se defendía
ferozmente.

Longbottom le dio una bofetada que Logro voltearle el rostro -¡Escúchame estúpida!
¡Eres mía! –Le grito echando sobre ella algunas gotas de saliva.
-¡Frank!– grito Draco abriendo el tipi –Puedes venir.
-Volveré contigo– susurro.
El rubio miró a la gitana y cedió paso al chico para que saliera.
-Que quieres Draco... Es muy temprano– dijo Frank.
-Demasiado temprano diría yo– dijo Ron poniéndose detrás de su amigo.
-Yo voy a darme un baño– dijo Frank y se alejo de ellos.

Draco respiro profundamente apretando sus dientes, era evidente que lo que acaba de
ver le había molestado demasiado.

-¡Que demonios piensas Malfoy!– gritó Ronald exasperado.


-¡Quería abusar de ella!– se defendió Draco.
-¡Y a ti que!
-¡ES UNA MUJER!
-¡Es una muggle!

Hermione escuchaba la discusión desde el tipi, su blusa estaba rasgada y su rostro


completamente húmedo por las lágrimas derramadas y la saliva de los gritos, se asomó
cuidadosamente.
-¿Muggle?– repitió, esa extraña palabra que ya conocía mas su significado le era un
total secreto.

Ellos se quedaron el silencio cuando el viejo aullido de la noche anterior se escucho de


nuevo solo que esta vez retumbo más fuerte y aterrador. El cuelo fue cerrado casi
inmediatamente por nubes grises y en medio de relámpagos la tormenta empezó a
caer.
-No me digas que hicieron la danza de la lluvia –Dijo Draco.
-Sígueme.– dijo Ronald.

Ambos intentaron huir, hasta que algo feroz parecido a un enorme lobo que caminaba
erguido se alzó sobre Moon, la hermosa nativa. Ella no gritó, su rostro se pasmó
inmediatamente con su boca abierta que no profería sonido alguno, Ron miró a Draco
comprobando lo que la noche anterior habían sospechado, el aullido no era el de un
lobo o coyote, era de un licántropo, pero lo más sorprendente era que estuviera
transformado, sin luna. El pelirrojo corrió hasta ella y la hizo a un lado empuñando su
varita cosa que Hermione alcanzo a ver. El licántropo se alejó corriendo con un gruñido
feroz que le heló la sangre a Ron, quien no acostumbraba tener miedo.

La tormenta arreció empapando a todos y haciendo pesadas sus ropas, la chica lloró
abrazando al pelirrojo, él pudo sentirla temblar entre sus brazos, tenia tanto miedo
como él. Guardo su varita y se alerto ante un sonido desconocido, ella levanto su vista
sobre el hombro de él y lo jaló para que corrieran pues un fuerte cause de agua se
avecinaba. Se refugiaron subiendo a la cima de uno de los cañones donde estaba
Draco. Los tres miraron el rio improvisado que corría ferozmente debajo de ellos
destruyendo todo a su paso.

-¡Auxilio!– grito Hermione quien se ahogaba entre el agua.


Draco se deshizo del chaleco, el cinturón y las botas.
-¡Pero que haces!– gritó Ronald.
-¿Tienes una mejor idea?– dijo Draco
El chico enseño su varita.
-Ni si quiera lo pienses Ron.– finalizo y se lanzó tras ella con un clavado digno de una
medalla de oro.

Las cosas no resultaron como él lo esperaba pues las violentas olas lo zambullían
haciéndole perder el aliento mientras era arrastrado, golpeo su pie con una roca
desprendida y empezó a sangran pero el dolo en su talón no le importo y apoyándose
en un barril de madera movió sus piernas para llegar a ella.

-¡Toma mi mano!– le grito mientras ella peleaba contra la corriente.


Con un esfuerzo magistral la castaña lo alcanzó sintiéndose aliviada al instante.
-¡Draco al frente!– grito Ron.

El rubio miró la gran pared de piedra por debajo de la cual se filtraba el agua, mas todo
lo que no cabía era aplastado entre el muro y la intensa corriente. No pensó en el
peligro pues era humano ¿Un poco de agua no les aria daño o si?, mas todas sus idead
se esfumaron al ver un enorme tronco solido quedar reducido en astillas, empezó a
temblar. Inmediatamente se zambulló dejando sola a la chica quien lloró de espanto al
pensar que él la hubiera abandonado. El chico nadó hasta la orilla con todas sus
fuerzas y subió por las rocas corriendo hasta llegar a un lugar por donde la gitana
pasaría, cuando Hermione llegó a él, Draco la tomó de una mano con todas sus fuerzas
levantándola, el agua carcomió la roca de barro sobre la que ella estaba asentado y
mas tardo en subirla que en que volviera a caer quedando colgada. Lo único que la
separó de la muerte fueron las manos de Draco que la sostenían de un brazo.

-¡No te soltare!– gritó Draco- ¡Ayúdame, intenta subir!


Las lágrimas de desesperación corrieron por todo el rostro de la chica mientras perdía
toda esperanza de sobrevivir. Sin embargo sacando un coraje de quien sabe donde
balanceo su cuerpo hasta trepar por los brazos del chico y agarrándose de su espalda
él la tomó de la cintura y dio un fuerte salto hacia atrás cayendo en el suelo con ella
encima... La hizo a un lado y quedó inclinado sobre ella mientras ambos temblaban
respirando agitados...
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¿Conoces la diferencia entre salvar y rescatar?... Porque no es lo mismo, un rescate es


poner a salvo y la salvación es librar, no solo del peligro, no solo de la muerte...
También podemos salvar a alguien de si mismo. ¿Si tu le debieras la vida a alguien,
como se lo pagarías?... Hay personas que nos pueden salvar, de todas las formas
posibles que pueda esperar un ser humano e irónicamente esas personas tienden
estar a nuestro lado, aunque sean quienes más odiamos.

Hermione estaba pasmada, una manada de centauros iban directo a ella y sin embargo
sostenía un libro entre sus brazos sin mover un solo musculo. El suelo temblaba bajo
sus pies, no pensaba en la vida mas, lo único que quiso era morir, aunque ¿Por qué
había creído que leer en el bosque prohibido seria una buena idea?... Cerró los ojos y
apretó los dientes esperando recibir un dolor tan fuerte como nunca.

Como si nada él corrió hasta alcanzarla y arrebatándole fugazmente el libro de los


brazos la tomó de la cintura aventándola a un lado. La protegió con su cuerpo contra
un árbol mientras las criaturas pasaban destrozando el libro con sus patas. La miró a
los ojos, la castaña abrió la boca y miró a Draco, él pudo notar que su cuerpo temblaba
de no haber estado tan furioso.

-¡ESTAS LOCA O QUE!– grito el rubio dejándola libre pero tomándola de una muñeca.
-Me salvaste...– profesó ella.
-No Granger. Me salvé.
Hermione sonrió, la única persona por la que Draco Malfoy era capaz de hacer algo era
por si mismo.
-Como supiste que...
-Te vi pelear con unas mocosas de Gryffindor y te seguí... ¡Y me alegra haberlo hecho!
¡Imagínate si no!– grito fúrico.
Ella bajó su rostro, Draco tragó saliva dándose cuenta de que estaba siendo algo
injusto con ellas pues ciertamente no sabía que la había llevado hasta allí. La tomó con
delicadeza de la barbilla obligándola a mirarle a los ojos.
-El día que mi vida no dependa de la tuya has lo que quieras...

La gryffindor intentó caminar cuando su pierna se tensó con un calambre provocado


por una herida profunda a lo largo de su pierna. El chico se fijó en que su carne estaba
separada y había mucha sangre, toda la calceta de ella se había teñido de rojo. Se
arrodilló para examinarla completamente extrañado de esta vez no sentir su dolor,
pero la espesura del bosque combinada con lo nublado del cielo no le ayudó mucho,
intento levantarle la falda pero ella se lo impidió, ante esto él puso los ojos en blanco y
sin pedirle permiso la tomó en brazos notando que era la chica mas liviana que había
cargado en su vida, la llevó hasta una roca fuera del bosque

-¡No voy a dejar que me toques!– gritó ella aferrando su falda a sus rodillas.
-Bien. –Dijo Draco y tomó asiento junto a ella apretando los dientes pues recién
empezaba a sentir la punzada.
-¿Bien? ¿No me vas a grita?– se extraño Hermione.
-No, es tu pierna y si quieres desangrarte por mi está bien... Después de todo todavía
tienes otra pierna.
La castaña abrió la boca y quitó las manos de la falda levantando la cabeza– De
acuerdo, pero no lo disfrutes.
Draco sonrió, era bueno manipulando- No pensaba hacerlo.

Levantó la falda solo un poco y sonrió abiertamente al levantar la mirada y notar que
ella estaba sonrojada. La herida era bastante fea y llegaba más allá de la pierna casi
hasta el límite de su cadera. Lanzó un hechizo contra el dolor y otro para detener la
sangre y la volvió a tomas en brazos para llevarla a la enfermería.
___________________________________________________

Ginny lloraba desconsolada en su sala común, tenia la comisura de los labios morada.
Harry entró furioso y se arrodillo ante ella para mirarla a los ojos

-Lo siento...– Profesó la pelirroja.


Ron entró azotando la puerta- ¡Pues deberías sentirlo! ¡Estarás castigada hasta año
nuevo y para colmo también me van a castigar a mi por no cuidarte!
-¿Puedes decirme que paso?– pregunto Harry dulcemente.
-Lavender y Parvaty estaban molestando a Hermione.– dijo Ginny.
-¿Y que le decían?– pregunto el ojiverde.
Ron tomo asiento frente a la chimenea y Luna entró tarareando una canción
quedándose parada en la puerta mirándolos a todos.
-Hablaban del baile, a Hermi le tocó hacer equipo con ellas para un trabajo de Runas y
se molestó porque no estaban trabajando. Les dijo que si no podían hablar de algo
menos estúpido.
-¿Y luego?– pregunto Luna.
Ginny la miró– Después le gritaron que a ella no le interesaba el baile porque...
-¿Por qué Gin?– dijo Ron.
La pelirroja saltó del sillón y las lagrimas brotaron corriendo por todo su rostro-
¡Porque no es lo suficiente bonita! ¡Le dijeron que nadie se fijaba en ella por ser...!
-¡Una sangre sucia!– gritó Luna.
-¿Pero que les pasa a esas dos?- dijo Ron– Bueno y después que.
-Después Hermione se fue corriendo no se a donde y yo... y...
-¡Noqueaste a Lav-Lav y le arrancaste el cabello a Parvaty!- gritó Luna aparentemente
emocionada– Y yo que creía que era un rumor.
-Lo, lamento.
La Ravenclaw se acercó a Ginny abrazándola- Yo se lo mas que te debes estar
sintiendo... Pero te aseguro que mañana te sentirás mucho peor.
Harry y Ron sonrieron.
-Gra, gracias, em, Luna.– articuló la pelirroja.
______________________________________________

En la enfermería Hermione reposaba en una de las camillas mas alejadas de la puerta.


Draco estaba en una silla junto a ella con la pierna extendida sobre un pequeño banco
de madera. Al verla dormir no pudo evitas sentir algo de ternura por ella, se veía tan
inofensiva en ese instante con esos ojos llenos de soberbia cerrados y sus labios que
despedían insultos en silencio...

-¡Auxilio!–gritaba Hermione incorporándose bruscamente.


-¡Granger!– Se alarmo Draco.
La castaña se quedó en silencio mirando el horizonte rojizo y como el sol se metía,
luego miró a Draco.
-Soñé... Que me ahogaba– dijo.
El rubio sonrió-¿Cómo te sientes?
Hermione alzó una ceja y cruzo los brazos-¿Tu preguntándome como me siento?
-La verdad a mi ya no me duele tanto.
-Olvide que tu también lo sientes.
-Pues no lo olvides porque cuando te beses con Potter no quiero sentirlo.– Bromeaba.
-Eres un cerdo Malfoy –La chica lo miró dándose cuenta de que estaba en calzoncillos -
¿Se puede saber porque...?
-La herida que tenías estaba hasta la cadera, así que tuvieron que suturarte, para lo
cual te quitaron la ropa interior...
-¡QUE! ¡TU, TU ESTABAS AQUÍ!
-Al menos tú estabas inconsciente, yo soporte todo el dolor.
-¡PERO TU ME, ME VISTE!
Draco sonrió– No te preocupes, no lo disfruté– dijo con una inevitable carcajada.
-Si te atreves a decirle a alguien que...
-Hay Granger– dijo Draco con un tono de repulsión– A quien le interesaría que vi
semidesnuda a una Gryffindor sangre sucia, verdaderamente no conozco a nadie tan
suficientemente pervertido y morboso.

El chico se recostó en la camilla que estaba a un lado de ella tratando con máximo
cuidado su pierna pues si se lastimaba la lastimaría a ella.

-Por cierto Granger... Me encanta el lunar que tienes en la cadera –Dijo Draco y se
volteó de lado mientras el rostro de ella adquiría mil colores.

CAP 08: Entre el cielo y el Infierno

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«11 de enero del año de 1849»

Al caer el sol los nativos empezaron a rehacer su aldea después que toda el agua se
había evaporado con el apremiante sol del mediodía. Draco tenía solo los vaqueros
claros puestos mientras cepillaba a su caballo, Ronald estaba sentado junto a él
jugando con una pelota de piel rellena de harina. El aullido que ya reconocían se
escuchó de nuevo, el rubio aventó el cepillo al suelo y gritó al darse en un pie.

-¡Pero como demonios salen de día!– gritó Draco.


-Supongo que se adaptó. En Inglaterra casi nunca hay sol por lo que deduzco que
considerando el factor de...
-¿Ron?
-¿Dime Draco?
El rubio le sonrió– Cállate.– prosiguió -¿A caso sabrán lo que es...?
-Claro que lo sabemos– dijo la hermosa nativa que a Draco le encantaba, que Ron
había salvado y que se llamaba Moon.

Traía puesto algo parecido a una bata de delgados tirantes, estaba descalza y con su
cabello suelto, una banda roja que sostenía una pluma rodeaba su frente, el color de
su prenda era marrón lo que resaltaba de forma maravillosa su color oscuro rojizo de
piel. Ronald se puso de pie.
-Quería agradecerle al Cara pálida con cabello de fuego.– dijo Moon y se arrodilló
frente al chico.– Mi vida no tiene precio– prosiguió alzando la vista –Le pertenezco.

La chica se puso de pie y sin pudor alguno bajó los tirantes por sus hombros y el
“Vestido” callo en el suelo mostrando que estaba completamente desnuda. Draco
sonrió abiertamente aunque solo la estuviera mirando de espaldas, el pelirrojo la miró
de arriba abajo, era verdaderamente preciosa, se arrodilló ante ella y tomo la prenda
que se había quedado atrapada entre sus pies para volverla a subir y entregarle los
tirantes para que se los colocara, le dio un beso en la mejilla y le sonrió tiernamente.

-Estamos a mano.
-Pero...– replicó ella.
-No. Lo que has hecho es más que suficiente... Pero puedes ayudarme.
-¿Sabes que fue lo que te atacó?
Ella asintió– Es un hienandulcci. Verlo es un signo de mal augurio, solo aparece cuando
hay problemas.
El pelirrojo trago saliva– Muchas gracias Moon.

Ella hizo una reverencia y se retiró. Draco caminó hasta Ronald con la boca abierta y
los ojos llenos de lágrimas, extendió los brazos con una cara que decía No puedo
creerlo que al pelirrojo lo hacia reír. Ya era un “Dios” por curar al Gran Jefe y ahora era
un “Salvador” por rescatar a su hija, sintió un gozo extraño que se apodero de su
pecho, diariamente salvaba magos que ni si quiera le agradecían, claro que no tenia
que hacerlo porque para eso le pagaban pero... Se sentía realmente bien, aunque
Draco quisiera matarlo. Era la primera vez que conocía a un muggle humilde, de buen
corazón, agradecido... Tal vez no eran una raza tan deplorable después de todo.

-Eres, Un, I D I O T A– articuló Draco.


-Estoy C A S A D O– lo imitó Ronald -¿Que querías que hiciera oxigenado?
-¡Oye! Yo soy rubio natural, cabeza de zanahoria– dijo el chico pasándose una mano
por el cabello.
Ronald rió– Draco de donde venimos y aquí mismo una prostituta te cobra demasiado
por dejarte ver su cuerpo... Ella lo hizo gratis y lo mejor de todo es que tenemos la
suerte de que nadie más lo ha visto... La entrega y el valor que necesito para hacerlo,
es suficiente para mí.
-Al menos tu la viste de frente.
- Bueno, yo la salve.
-Pero yo también lo hice ¿Dónde esta mi hermosa nativa desnuda?
-Tú salvaste a una gitana que nos odia...
-ha si, esa es de Frank.
-Ya. Váaaamonos.
-¿Qué? ¿Pero a donde?
-A buscar al “hienandulcci”– dijo Ronald con un tono muy irónico marcando las
comillas con sus manos.
-ha... ¿Y para que?– preguntó el rubio mientras su amigo se alejaba
-Es un mago, hay que sacarlo de aquí.
-Ha si... oye Ron y como... ¿Ron?... ¡¿Ron espérame?!
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Frank estaba con Hermione de nuevo, la chica se cubría con una manta y temblaba,
seguro había pescado un resfriado por la mojada del día anterior. Tenía miedo, sabia
que no impediría mas tiempo que el la tomará...

-¿Por qué insistes en esto?– dijo Hermione reteniendo las lágrimas –Tu no me quieres.
El chico desabrochó su cinturón dejando su pistola a un lado y empezando a
desabotonar su camisa.
-Me excitas desde la primera vez que te vi en la feria, pagué un buen precio por Gema
y Esmeralda pero tu marido no quiso venderte... Y, es una pena que no esté aquí–
finalizó y se arrodillo gateando hacia ella.

La chica tomó una roca de barro del suelo, y la escondió en su espalda mientras él se
acercaba. No tenía miedo de nuevo, pero no iba a dejar que la tocara, había puesto el
dedo en la herida al recordarle a su esposo y eso no selo iba a perdonar.... Ella sonrió
seductoramente asegurándole la victoria mas cuando estuvo a punto de besar su
cuello ella lanzó un gritó ahogado y estrelló la roca contra su nuca, esta se desintegro
convirtiéndose en tierra al instante, el barro quedó regado en el suelo formando una
especie de lodo rojo entre el cual corría la sangre de Frank. Hermione lo empujó, su
mano estaba llena de sangre e intento correr más el vaquero la sostuvo de un tobillo
haciéndola caer de frente, siguió luchando arañando el suelo hasta que la fuerza de él
menguo y fue reemplazada por un grito desgarrador.

Hermione salió del Tipi y corrió unos cuantos pasos, tuvo una inquietud de saber que
demonios había pasado antes, gruñó de coraje contra ella misma por la estupidez que
iba a cometer pero volvió. Una cobra se deslizaba saliendo de la choza. La castaña
abrió la boca mirando como Frank se desangraba además de la nuca también de la
mano donde algo blanco un burbujeante emanaba de ella... Se arrodilló a un lado de él
¿Por qué no podía dejarlo morir y huir de ahí?... Entonces sacó una navaja del pantalón
de Frank y encendiendo un fosforo la calentó hasta que se puso al rojo vivo. Le puso
una mordaza en la boca y encajó la navaja en la herida haciéndola mas grande, luego
llevó sus labios hasta ella y chupó el veneno escupiéndolo en la tierra para eliminar el
veneno.
El chico estaba bañado en un sudor caliente y su rostro estaba húmedo por las
lágrimas derramadas, cuando ella termino e hizo un nudo sobre la cortadura. Al
instante él perdió la conciencia de si mismo, la gitana pensó que ya había cumplido,
pero si ahora no moriría por el veneno podría hacerlo por la temperatura o el
insoportable dolor... Entonces decidió quedarse.

Recordó el día que había recogido una de esas mismas serpientes en un camino, solo
que no tenia colmillos ni veneno, seguro los traficantes la habían dejado en aquel
estado, así que ella decidió quedársela ante la risa de Mir, ella se lo había dicho: []«Tu
bondad te destruirá Hermione. No dejarías morir ni a un asesino serial...»[/bi]

-*Me está destruyendo...*- pensó al verse sentada al lado de un asesino y


paradójicamente salvándole la vida.
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Draco y Ronald habían ido en busca del “Hienandulcci”, el rubio le tenia miedo a la
oscuridad del desierto por lo que decidió quedarse “Cuidándole la espalda” a Ronald
en un lugar de donde todavía se divisaba la aldea de los Navajo. Moon lo acompañaba
para guiarlos por si se perdían mas Draco la había convencido de quedarse con él y
gracias a eso se había olvidado de su amigo desde hace tiempo.

-Es hermoso– dijo Moon mirando la bóveda celeste.


El rubio sonrió maquiavélicamente y fingió interesarse –Lo es. Pero no se compara con
tu belleza –Dijo y le acarició el hombro con las yemas de los dedos –Podría mirarte
toda la noche.

La Nativa sonrió y casi inmediatamente su gesto se endureció de forma espectral que


logró asustar a Draco. De una atadura en su pierna saco una navaja de mango de
madera con un tótem tallado, tan filosa que brillaba por lo delgado de su hoja y la puso
justo sobre su campanilla. El chico en ese momento tuvo miedo de tragar saliva o de
hacer cualquier movimiento pues sabía que terminaría muerto.

-Baja eso...– articuló Draco haciéndola reír macabramente.


Ella hizo lo contrario y se aproximó mas a él– Tu eres un Gadyé muy diferente y puedo
sentirlo... Por tu culpa una raza entera penará.
-¿Que?– dijo Draco– Pero, pero de que hablas... Yo, yo soy una buena persona...
-No. Draco Malfoy. Tú. No eres el bueno de la historia...
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Ron estaba inmerso en la oscuridad, la luna estaba cubierta por las nubes dejando solo
un resplandor azul que lo iluminaba, sus ojos parecían dos antorchas encendidas
brillando. Todos sus sentidos estaba alerta, era consiente de cada uno de sus
movimientos y escuchaba perfectamente sus respiraciones. El aire que exhalaba era
caliente y lo hacía temblar aun más mientras que su sangre corría a una velocidad
impresionante. Piso una rama provocando un crujido que retumbó en su centro,
inmediatamente empezó a temblar y supo que no estaba solo, las nubes se
descubrieron y sintió otro aire caliente que no le pertenecía. Cerró los ojos y volteó. Un
rugido feroz lo hizo gritar y el licántropo se erguió totalmente frente a él en una
posición amenazadora.

EL pelirrojo corrió, pensando solo en que no quería morir. Se escudó con una roca
mientras el licántropo se aproximaba a él a una velocidad increíble, no solo había
adaptado su costumbre para transformarse de día sin no que también se había hecho
mucho más fuerte y ágil que cualquiera de los escuálidos que él había dominado
muchas veces. Quedó frente a él sin dejar de temblar por un momento hasta que sacó
su varita, quiso decir un hechizó pero la bestia fue mas rápida y dándole un manotazo
que hizo crujir todos sus huesos su única arma salió volando dejando su mano.

Pareció sonreírle como si tuviera conciencia plena de lo que estaba haciendo, no era
posible ¿En verdad la tenia?... Entonces usando su fuerza lo estampó contra la misma
roca que había estado usando de escudo y él cayó sentado estrellando su espalda.
Todo parecía perdido, Ronald hizo un gesto de dolor apretando sus ojos y virando su
rostro para no imaginarse lo que estaba a punto de suceder cuando detrás de él saltó
un jinete montado en un caballo de raza Shire, en color negro, un animal corpulento
con pelaje blanco en la ultima parte de sus patas. Alejaron al licántropo que salió
huyendo en cuatro patas.

El jinete desmonto y se arrodilló ante el chico quien temió por la apariencia


encapuchada del mismo hasta que ella corrió su capucha.
-¿Estas bien?– preguntó ella.
Ronald escucho su voz como un lejano eco, la empezó a ver doble y luego se desmayó.
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Para fortuna de Hermione las clases habían terminado. Los preliminares le habían
resultado bastante sencillos por lo que estaba segura que no tendría problemas para
cubrir su promedio. Notó que la ventana de la biblioteca se empezaba a cubrir de
nieve, exhaló de su boca el humo frio que se producía a tan baja temperatura, el mes
de Octubre estaba a punto de terminar y con él llegaría el baile de día de brujas.

Parecía que al fin y al cabo Lavender y Parvaty tenían razón. Nadie la llevaría al baile.
¿Aunque para que iba? ¿A ella que le importaba intentar encajar en una cosa tan
superficial y absurda? «Nadie con medio cerebro te invitaría Hermione...»... Cerró los
ojos con coraje contenido y gruño. ¿Por qué tenia que ser cierto? No era fea y sabia
que tampoco era hermosa pero su maldita reparación de “Aburrida, sabelotodo, ratón
de biblioteca” era como un repelente de chicos, pues hasta los mas decididos se
intimidaban ante ella.

-¿Qué haces aquí tan tarde?


Hermione abrió los ojos y respiro profundamente– Nada que te interese Malfoy –dijo.
Draco se sentó sobre la mesa ante la desaprobación de ella.
-Granger, Granger, Granger– dijo el chico meneando a cabeza.
-No me invoques Malfoy.
-No te invocaba, solo quería ver si desaparecías como en la película de BeatleJuice- dijo
Draco y le sonrió ante su cara de fastidio
La gryffindor arqueo una ceja- ¿Draco Malfoy menciono una película muggle? Creo que
voy a morir.
-Sin Promesas Hermione.
[*Beatle juice, es una película que trata de un demonio fantasmal que aparece con
decir su nombre tres veces y al hacerlo aparecer se puede devolver a su mundo
haciendo lo mismo.]

«Hermione» Retumbó como una flecha que atravesó su cerebro. No la llamo, Sangre
sucia, Ratón de biblioteca, aburrida sabelotodo, come libros o cualquier otro adjetivo
despectivo contra su persona. Nunca le había dicho por su nombre.

-¿Qué estas haciendo aquí?– preguntó ella con un tono tan dócil que logró
sorprenderla.
-Mi vida no te interesa.– respondió él.
-Lo mismo digo...
-¿Qué es lo que te pasa Granger?

Una segunda cuchilla se encajó en ella ¿Draco Malfoy interesándose? ¿Seria posible
que estuviera Ahí solo para saber de ella?

-¿Quién eres y que hiciste con mi serpiente fastidiosa?– pregunto ella.

« ¿Mi serpiente fastidiosa?» Se había referido a él como si fuera de su propiedad. La


chica también notó que había hecho esto y sin razón alguna pues él no pareció notarlo
sus mejillas se encendieron.

-No podía dormir y como no había ninguna razón aparente pensé en que tú tenías la
culpa...
-¡Porque siempre me culpas de todo!
-Baja la voz... Por si no lo sabias es una biblioteca.
-Y como demonios me encontraste...
-Hay Granger. Te juro que me aburres, solo pensé ¿Si yo fuera una insufrible reprimida
sabelotodo y me la pasara comiendo libros, donde estaría? Y mira, no me equivoque.
La castaña se cruzó de brazos- ¿Por qué de todos los insufribles niños pedantes de
Hogwarts...?
-¿...Me escogiste a mi para enamorarte?– concluyó Draco– Supongo que tienes buen
gusto.
-Malfoy no he tenido un buen día así que “Perdóname” si no me interesa si te dejo
dormir o no.
El chico se levantó de la mesa- ¡Hay Granger! ¡Tus desequilibrios mentales van a
terminar matándome!
-Me daría por bien servida.
Draco se recargo en la mesa y aproximó su rostro a ella– Me, Muero, De, Sueño– dijo
-Son, Las, Seis, De, La, Tarde.– lo imitó

El Slytherin se acerco al estante observando los libros hasta que tomó uno.

-Algunas personar necesitamos descansar antes de poder dormir.– dijo volviéndose


acercar a ella dejando su libro sobre la mesa. Hermione no pudo evitar mirarlo.
-¿Solo lees artes oscuras?
Draco puso los ojos en blanco- ¿Solo lees ridiculeces románticas?– la imitó
La Gryffindor rió al tiempo que se sonrojaba– Me gusta saber del amor, aunque no
pueda sentirlo.
-*Amor*- pensó Draco- ¿Has encontrado algo para deshacer el hechizo?
Ella notó la brusquedad con que cambió el tema –No...
-Bueno Granger lamento informarte que en una semana es el baile de día de brujas y si
no remedias esto me teme que tendré que hacer algo que la verdad no me apetece
demasiado.

El chico caminó a la salida dejando su libro de artes oscuras sobre el escritorio. Ella
hizo un gesto de enfado pero casualmente tenia una risa, entonces abrió su libro y
siguió leyendo: « Tuvo un mal momento y rompió las reglas. El le ofreció la aventura
vulgar del enredo en un cuarto de hotel...»... Escuchó los pasos de él que volvía, el
Slytherin puso una de sus manos en la mesa y otra en la pierna de ella. Respiró agitada
al sentir el rostro del chico sobre ella mientras sus alientos volvían a mezclarse. Draco
sonrió mostrando su perfecta dentadura.

-Amor no es literatura si no puede escribirse en la piel.– susurro sobre sus labios


humedeciéndolos con el vapor de su aliento. Se aproximó a su oído– Descansa come
libros.

El tono de él había sido diferente, tanto que ni si quiera logró fastidiarlo o enfurecerla.
Draco tomó su libro y sin dejar de sonreír fue de nuevo a la salida. Hermione se quedo
con un ansia de decirle algo, o de que no se fuera nunca de su lado, quería permanecer
con él y que le dijera come libros otra vez, mirarlo y que le volviera a decir come libros.
Se sonrojó ante sus propios pensamientos y volvió su vista a la lectura: «...La aventura
vulgar del enredo en un cuarto de hotel, amor no es literatura...»

La castaña levantó su rostro– Si no puede escribirse en la piel– dijo en voz alta,


exactamente lo mismo que Draco había dicho era lo que estaba escrito. ¿Cómo era
posible?

Draco salió de la biblioteca aventando ese estúpido libro que se sabia de memoria. Se
recargo en la pared mientras las antorchas se encendían, una punzada estaba pegando
en su cabeza. Cada palabra que ella leía le golpeaba el cerebro con las palabras de su
aburrido libro. Se desvaneció en el suelo con los ojos cerrados y sonrió al sentir la
reacción nerviosa de Hermione, lo hizo sentir bien el saber que él mismo la había
provocado. Le habían contado que sentían las chicas con su presencia pero nunca lo
había sentido. No le dijo lo del dolor que en primer lugar era lo que lo había llevado
hasta ella, porque sabia que aunque estaba cansada de leer era la única manera que
tenia para desahogarse.

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«12 de enero del año de 1849»

Frank despertó sobresaltado, había una ligera punzada en su mano y ella estaba
recostada a su lado profundamente dormida. Podía recordarlo todo, ¿Por qué lo había
salvado? ¿Por qué seguía ahí?... Se levanto procurando no despertarla pero fue en
balde. Ella se talló los ojos al despertar y lo miró, estaba demasiado cansada.

-¿Cómo te sientes?– pregunto con voz sumamente ronca.


-¿Por qué lo hiciste?– contrarrestó Frank la pregunta.
Silencio...
-No tengo la menor idea.– dijo ella.
Frank se puso de pie– Pudiste irte y dejarme morir.
Las lágrimas salieron de los ojos de Hermione– ¿Y a donde iría?... No tengo nada, ni
familia, ni hogar...
-Sígueme– La interrumpió Frank.

Un rayo de esperanza la cubrió, ¿Y si él la dejaba en un lugar seguro?, salió como una


liebre detrás de él. Frank la tomó de una muñeca y la atrajo contra su cuerpo
aspirando su aroma. Le sonrió y ella tuvo miedo e hizo fuerza para evitar que la llevara
a donde fuera que lo estuviera planeando, entonces técnicamente tuvo que
arrastrarla.

-No puedo pagarte que me salvaras– dijo Frank– Pero no pensarás que te dejaré libre,
así que solo me desharé de ti.

Draco escuchó como ella gritaba, reconoció que era ella pues había escuchado el
mismo grito pidiéndole ayuda dos días antes. Pensó entrometerse de nuevo mas
desistió de su idea al instante pues ya no quería ser responsable de otra vida o de otra
pelea. Solo entonces abrieron la puerta de su tipi dejando entrar la luz del sol. Frank
arrojó a la chica dentro y ella calló sentada.

-Te la regalo Malfoy– gritó el chico carcajeándose.


Al rubio le tomó unos minutos reaccionar, la miró a ella y después salió tras de Frank
solo para notar que subía a su caballo completamente cargado de provisiones al lado
de Vincent y Gregory.
-¡Pero que pasa!– grito Draco.
-Nos vamos Malfoy– dijo Frank
-¡Pero no podemos! ¡Ron esta herido!
-No, ustedes no pueden, nosotros si. Fue un placer conocerte y espero que tu amigo se
recupere... ¡VAMONOS!– dijo y galopo ¡ADIÓS DRACO! ¡Y NO TE PREOCUPES! ¡NO LA
TOQUE!

El chico sintió una ola de furia que le llenó los puños ¿Ahora que demonios iba a hacer
con una gitana y su mejor amigo en cama?
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Cuando Ronald reaccionó todo a su alrededor le dio vueltas, quiso levantarse pero el
mismo mareo se lo impidió. No tenia cerró los ojos poniéndose una mano sobre la
frente que tenia una compresa fría, no recordó muchas cosas y los pocos recuerdos de
los que era consiente estaban borrosos y en fragmentos separados. Un licántropo, la
oscuridad, el dolor, un caballo que nunca había visto y ella...

-*Ella*- pensó abriendo los ojos de pronto.


-Por Dios– Suspiró ella– Gracias a *Santa Sara que despiertas. ¿Cómo te sientes?
El pelirrojo miró su rostro como el de una muñeca, largas pestañas y ojos tan oscuros
como su cabello. Era la chica mas fascinante que había visto en toda su vida.
-Me llamo Mir– dijo ella- ¿Y usted?
-Ronald Weasley– dijo sentándose con ayuda de la chica– Gracias.
-Por nada, Ronald Weasley.– Respondió Mir y sonrió
[Santa Sara es La virgen en la que creen los gitanos]

El chico se quedó atontado con ella, nunca le había pasado algo así con ninguna mujer,
aunque en realidad nunca hubiera visto una igual. Parecía una hechicera con los labios
más apetecibles que un hombre pudiera anhelar a besar. Se fijó en sus ropas brillantes,
traía puesta una larga falda de holanes negros con colguijes de plata y una blusa de
botones blanca amarrada de tal manera que dejaba ver su abdomen con una argolla
en el ombligo. Sobre la cabeza algo parecido a una tiara pero esas monedas doradas...

-Galeones– susurró él.


-¿Qué?– dijo Mir despistadamente.
-Nada... Digo que eres una gitana.
-Así es– se enorgulleció ella.
-¿Sabes que es lo que traes en tu frente?
-Si... Es oro sagrado, muy común entre mi gente.
Ronald respiró aliviado, no estaba ni un poco cerca de saberlo- ¿Sabes lo que me atacó
ayer?
-Si, un hombre lobo. Aparecen cuando la luna se renueva...

Al instante Ronald dejó de escucharla, era como si esa extraña cultura conociera la
magia pero le diera su propio significado. Por ejemplo lo que en el mundo mágico era
dinero para ellos era oro sagrado, lo que para él era un licántropo para ella era un
Hombre lobo, algo que quien sabe porque se renueva junto con la luna. ¿Acaso esos
simples muggles tenían algo de magia?

-Por eso su sangre mantiene la juventud– finalizó Mir.


-Yo... No se como pagarte– dijo Ronald
-No necesitas hacerlo... Te encontré por suerte; Unos Gadyé destruyeron nuestra feria
y casas, así que nos separamos... ahora solo quiero empezar de nuevo...

El pelirrojo la miró fijamente y ella respondió haciendo lo mismo, él descubrió al


instante la profundidad de sus ojos. La chica abrió su boca y levitó sobre los labios del
extraño Gadyé con cabello de fuego.

-¡COMADREJA!– gritó Draco abriendo el tipi de repente- ¿Interrumpo?


-Disculpen...– dijo Mir saliendo.
Draco miró a su amigo con un aire de haber descubierto algo que no debía y sonrió
maliciosamente.
-Quita esa cara, no hacíamos nada.
-¡Te ibas a acostar con ella!
-Pero, que demonios... Hay Draco.– dijo Ron algo indignado
-Te iba a preguntar como te sientes pero... Supongo que bastante bien...
El rostro del Ron se hizo algo sombrío– Frank y los otros se fueron... Lo siento.
El rubio se sentó con las piernas cruzadas una sobre la otra frente a su amigo– No
importa, nos dejaron algo.
-¿Un mapa?
-No... Más grande, más castaño y de mejor uso.
Ron aqueo una ceja.
-Me dejaron a la gitana...
-¡QUE!
-No pienso quedármela. Estaba pensando que podemos devolverla a la feria y...
-Unos muggles la destruyeron.
-Bueno ya, nosotros no tenemos la culpa.
-Nosotros No. ¡Tu a tienes!– grito Ronald. Draco levantó las cejas y el chico intentó
calmarse– Siento mucho todo esto Draco.
El rubio suspiro –Ha, esta bien.
-¿Seguimos siendo amigos?
-¡Amigos nunca comadreja!– gritó el rubio– Eres mi hermano.– dijo y sonrió.
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La luna brillaba en su máximo esplendor, personalmente odiaba la noche y todo lo que


tuviera que ver con oscuridad. Se lamió los labios resecos y respiró profundamente sin
sentir alivio pues el aire no alcanzo a sus pulmones. Saco la mano de sus bolsillos pues
las sintió empapadas de sudor, lo que solo acrecentó su nerviosismo. Escucho unos
pasos y al instante su sangre se dilató.

-¡Haaa!- gritó Ron cuando tocaron su hombro y se volteó con un pequeño salto.
-Tranquilo– dijo ella con tierna voz. Al instante su tono lo hizo sentirse en las nubes y
abandonar todo de sí. Era como si ella solo tuviera que cuidarlo.
Ella lo había hecho en el pasado y se encargo de hacerlo en el futuro, que para ellos
era el presente.

-Ron, estas temblando– dijo la rubia cuando lo tomo de las manos- ¿Qué pasa?
El chico tragó saliva sin dejar de lado su temblorina– Te amo.
Ella sonrió, sus ojos se llenaron de lágrimas y se lanzo a sus brazos.
-Siento como si hubiera esperado medio siglo para escucharte decirlo– dijo Luna
completamente conmovida,

El gryffindor se quedó mirándola mientras la sostenía de la cadera. Su rostro era como


el de un ángel y si o pudiera tocarla pensaría que de verdad era uno.
Sin decir otra cosa Luna se puso de puntas y lo tomó del cuello para besarlo, aunque ni
estirándose lo mas posible lo alcanzaba el no hizo menos y la ayudó encorvándose
contra ella. Algo caliente pareció extenderse dentro del cuerpo del pecoso y por medio
de su boca le transmitió el calor a ella. Era una masa de temperatura desorbitante que
creció dentro del cuerpo de Luna y la hizo perder lo que llevaba guardando a lo largo
de toda su vida: Su inocencia.

Luna se separó bruscamente de su novio y con un pequeño saltó quedo a solo unos
metros de él. Su cabello estaba recogido con una mariposa que de la que ella se
deshizo al instante y extrañamente salió volando soltando los risos rubios y largos
sobre sus hombros. Dejo de lado el morral que siempre llevaba atravesando su cuerpo
y empezó a desabotonar su blusa lentamente.

Para ese entonces Ron había caído de espaldas sobre el césped húmedo, como si sus
piernas lo hubieran abandonado al dejar de responderle.

La rubia tenía un cuerpo hermoso, mucho mas que cualquier chica de su curso y esa
lista podría extenderse hasta las mejores de Gryffindor. Sus formas eran redondeadas
y aunque no fuera exuberante estaba bien proporcionada, demasiado hermosa para
él. Además de la palidez natural de su piel acompasada de sus risos rubios, ojos claros
con largas pestañas y labios rosados era más de lo que podía pedir. La Ravenclaw se
quedó solo con un bóxer muy ajustado de color negro que acostumbraba llevar debajo
de la falda en tiempo de calor, pues nunca usaba sujetador o perfume alguno. Se sentó
sin decir una palabra a horcajadas sobre Ron y le dio un beso en el cuello tan tierno
que al pelirrojo se le fue el aliento al instante.

Ron no dijo más y tomó para sí. La hizo suya desnudándose lentamente sin dejar de
tocar el cuerpo de la chica con la misma dulzura que lo hacia todos los días. Sintió que
había nacido solo para disfrutar de ese momento, su deseo iba mas haya de lo físico y
era completamente diferente a algo espiritual, simplemente era algo irresistible para
él.

Ella le pertenecía desde antes de nacer... Simplemente porque había nacido para
pertenecerle.
CAP 09: El lado humano de Draco (porque, por si no sabían, tiene uno)

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«13 de enero del año de 1849»

Todavía era de madrugada, una fría mañana contrastaba dramáticamente con el calor
de la tarde, era algo extraño, pero conocido. Ella estaba acostumbrada a aquello.
Hermione estaba envuelta en un cobertor de lana, sentada en un troco frente a lo que
fuera una gran fogata. Su mirada estaba perdida en la nada, cada noche era
atormentada por el recuerdo de su esposo muerto mientras ella era arrastrada en un
caballo, los brotes cristalinos salieron entre sollozos, agachando su cabeza se limpio las
mejillas con el mismo cobertor y alzo su vista al cielo, confortándose con la idea de que
él, donde quiera que estuviese la cuidaba. Pensó por un momento en que sería de su
vida, simplemente no tenía nada y seguramente nadie valoraría a una viuda, que fue
secuestrada y que han de pensar le hicieron de todo... Aunque ni si quiera la habían
tocado... Ya no le quedaba ni un poco de respeto hacia ella misma, lo único que podía
hacer ahora era seguir mirando el suelo.

Frente a ella había unas botas cafés que le provocaron nauseas. Draco se paró frente a
ella sin proyectar ninguna expresión en su rostro, mas bien lo único que era capaz de
sentir en ese momento era una lastima increíble ante la desdichada vida que llevaría
esa mujer, era bella y eso era lo peor pues la bellas solo podían dedicarse a una sola
cosa...

-Me vas a decir algo o te vas a quedar como estúpido ahí– dijo Hermione levantando
su rostro para mirarlo.
El rubio sonrió, su comentario le había hecho gracia y por Merlín que tenía la voz mas
femenina y llena de fuerza que hubiese escuchado – ¿Cuál es tu nombre? –Preguntó
cortésmente
Ella se puso de pie –Ninguno que te interese, asqueroso Gadyé inmundo– dijo y le
escupió en el rostro.

La chica volvió al tipi donde había estado durmiendo con Frank donde se tumbó a
llorar violentamente, ya no tenia porque vivir. ¿Qué podía hacer?, su único destino de
ahora en adelante podría ser el de cortesana, de todas maneras que importaba,
después de todo ya no podía sufrir mas.

Pobre... Y creía que estaba sufriendo...


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EL amanecer era fresco pero predecía un gran calor por la tarde, el olor a vida de la
mañana era increíble mientras el sol dominaba el gran cañón y parecía emerger de las
profundidades de la tierra.
Mir salió en cuanto vio el primer rayo de sol dirigiéndose directamente al establo
improvisado para ensillar su hermoso caballo. Ronald alcanzó a ver desde su tipi que
ella salía y decidió seguirla, siendo completamente cauteloso. Se sorprendió al darse
cuenta de la fuerza que tenía para ser una mujer que no pesaba mas de sesenta
kilogramos, sus manos eran delgadas y de largas uñas de colores como para pensar en
algo semejante. Tragó saliva muy nervioso y con paso lento decidió acercarse.

El oído de la chica se agudizó y saco una navaja escondida en el liguero de su pierna y


volteándose con velocidad lo amenazó con una velocidad tal que el pelirrojo no pudo
reaccionar.

-Ha, eres tú– dijo Mir al reconocerlo y volvió a guardar el filo.


-¿Te asuste?– preguntó Ronald tímidamente.
La gitana sonrió ante la ridícula idea de que un escuálido, paliducho y con cara de bobo
como él pudiera asustarla.
-Una chica debe estar prevenida– dijo ella volviendo a su labor.
-¿Puedo...?
-Claro, pregunta– dijo Mir antes de que el pudiera terminar su frase.
Ronald arqueo una ceja- ¿Cómo sabes...?
-Nací con el don de la adivinación... O algo parecido– lo interrumpió de nuevo– La
verdad no se porque me es fácil saber lo que la gente quiere de mi. El patriarca decía
que se necesita conocer mucho a una persona para anticipar sus movimientos... ¿Pero
que querías preguntar?
-Entiendo... Solo quería saber porque me salvaste.
La chica se viró contra él y le sonrió– Eres un ser humano... No podía hacer menos. ¿Tú
hubieras hecho lo mismo no?
El pelirrojo se quedó pensativo al respecto, ¿En verdad lo hubiera hecho? –Gra...
-Por nada.– le interrumpió de nuevo volviéndose hacia su caballo.
Ron sonrió– Podrías...
-Lo lamento pero dejar que las personas terminen sus frases es algo que se me
dificulta mucho.
-Creo que...
-¿Deberíamos descansar?... Si, yo estaba pensando lo mismo. Voy a ir a la mina
también y como el estúpido de Frank ya se fue yo puedo llevarlos si quieren.
-¿Pero acaso tu...?
-Si, Frank era un cliente de los mejores en nuestra feria. Pero era un completo idiota.
Ronald hizo un gesto de fastidió a su espalda ¿Por qué demonio no lo dejaba terminar
sus propias palabras? ¿Cómo demonios hacia para predecirlo todo?
-Vi eso Weasley.
-Pero como, no, tu, se supone que... ¡HAY!– grito con fastidió alejándose, ahora solo
faltaba que tuviera ojos en la nuca.

Mientras se alejaba volvió a voltear para verla por última vez mientras ella cepillaba a
su caballo. Sin que él se lo esperara la chica viró su rostro y le sonrió. El chico no pudo
evitar devolverle el gesto y al instante escucho claramente como algo dentro de su
pecho había estallado: Su coraza de hierro.
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En todo el colegio solo había un lugar que era el favorito de Luna, Neville, Harry, Ron y
Hermione para descansar. Era el gran roble frente al lago donde al caer la tarde les
gustaba ir a almorzar o simplemente a relajarse mirando la puesta de sol que teñía de
color naranja las aguas del lago. Ron estaba sentado detrás de Luna susurrándole cosas
secretas al oído que los hacían reír a ambos mientras la rubia no dejaba de escribir.
Hermione le lanzaba uvas a Harry y él terminaba atrapándolas con la boca, mientras
tanto Neville repasaba sus notas de pociones para lo exámenes de invierno y reía cada
vez que la castaña golpeaba al ojiverde en los ojos o la nariz y Harry exageraba los
golpes tirándose de espaldas o fingiendo que lloraba haciendo estallar en carcajadas a
la chica.

Draco se aproximaba a ellos con un paso fuerte y singular que era distintivo en su
persona, con su barbilla en alto y balanceando sus brazos. Aunque le dolía demasiado
la cabeza, lo mas seguro era que Hermione hubiera estado leyendo. Neville se retiró
sin notar la presencia del rubio mientras que Ron y Harry se pusieron frente a las
chicas con un aire protector que provoco risa en el Slytherin.

-¡Granger!– gritó Draco quedándose a un metro de ellos.


-Que quieres Malfoy – dijo Harry con un tono muy agresivo mientras Hermione se
ponía de pie detrás de ellos.
Draco miró a la castaña y después al ojiverde– El asunto no es contigo cegatón.
-Pues lo que quieras con ella tendrá que ser también con nosotros– dijo Ron que
estaba comenzado a molestarse.
-Creo que te faltan algunos... Requisitos, comadreja– dijo el rubio sin dejar de mirarla,
cosa que la hizo sonrojarse.
-¡Eres un hijo de...!
-¡Ron!– lo detuvo Luna y corrió a tomarlo de los brazos.
El rubio puso los ojos en blanco –Granger te necesito ahora.– finalizó y partió lejos de
ellos.

«Te necesito» Si no fuera por tal situación Hermione nunca en si vida hubiera esperado
que precisamente Draco fuera quien le dijera aquello... Aunque siendo sincera nadie se
lo había dicho nunca... ¿Y porque le estaba dando tanta importancia a lo que él
dijera?... Hizo un gesto de coraje para ella misma por reflexionar tanto con solo dos
palabras por demás de insulsas y vacías.

La gryffindor se dispuso a seguirlo cuando Harry la tomó de la túnica.


-No tienes que ir– dijo Harry.
Ella le acarició el rostro sonriendo– No te preocupes.
-¡Si te hace algo lo mato!– grito Ron.
-Tu no matas a nadie– dijo Luna–Ve Hermi, aquí te esperamos.

Hermione se despidió de ellos con una sonrisa que fue borrando a medida que se
acercaba al castillo. ¿Ahora que demonios podía querer Malfoy? (además de
fastidiarla, claro). Como el sol a penas se estaba metiendo los pasillos se mantenían en
penumbra por un instante en que ya era demasiado tarde para la luz natural y
demasiado temprano para las antorchas. Intentó mirar, sin conseguirlo como lo había
planeado y aun así decidió entrar. Lo primero que sintió fue una mano alrededor de su
brazo que la llevó hasta la pared estampándose justo en el momento que las antorchas
se encendieron por todo el pasillo. Intento gritar pero él había tapado su boca.

La castaña movió su cabeza hasta que logro liberarse de la mano que tapaba su boca-
¡No vuelvas a hacer eso!– grito Hermione.
El chico pegó mas su cuerpo al de ella y le mostro su mano extendida -¿Notas algo? –
Preguntó con ironía.
-¡NO! Y mi paciencia no esta para tus juegos– respondió acercando mas su rostro al de
él como siempre lo hacia.
Draco la estampó en la pared aprisionando sus manos sobre su cabeza sin importarle
su propio dolor.
-¡Mi anillo Granger! ¡Tu estúpida bestia se lo tragó!
-¡Estas demente! ¡Crookshanks no come porquerías!
-Donde, demonios, está, tu...
-¡Por Dios Malfoy! ¡Si no puedes articular una frase completa mejor no hables!...
Porque pareces retrasado cuando hablas así.
-Entonces Granger, pensaba dejarlo vivo, pero ya que no apelas a mi misericordia
tendré que abrirle el estomago para sacárselo.

«Misericordia» ¿Acaso él conocía el significado de esa palabra?... Ahora incluso era


gracioso.

Hermione temió por la vida de su mascota sin creer al cien porciento que Draco fuera
capaz de algo tan atroz. Lo vio sonreír y el gesto fue suficiente para helarle la sangre.
Incluso una sonrisa de la serpiente parecía macabra en este instante. El Slytherin notó
inmediatamente que ella temblaba debajo de su cuerpo y esto parecía agradarle cada
vez mas, su pudiera hacer algo la dejaría temblando junto a él.

El extraño gato maulló sentado en la orilla del pasillo a la entrada del castillo.
Hermione viró su rostro al mismo tiempo que Draco y quiso morirse en ese instante. El
chico sonrió con una malicia inocultable haciendo que el miedo de ella se acrecentará
aun mas. La soltó así de pronto y caminó cautelosamente al animal pero esté salió
corriendo repentinamente, Hermione se lo había dicho «No le gustan los hombres»
Por lo que el rubio tiró su túnica sobre el suelo y salió corriendo tras él.

-¡Malfoy NO!– gritó Hermione e intento seguirlo. Mientras pensaba en lo que pasaría si
acaso lo alcanzaba.

CONTINUACION DEL CAPITULO 09

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«15 de enero del año de 1849»

Mir acompañada de Ronald partieron hacia la mina, decidieron adelantarse ya que a


Draco le era imposible lidiar con su nuevo “regalo”. Mir solo sabía que al amigo del
chico pelirrojo le había regalado a un tipo de esclava, pero ignoraba que fuera su mejor
amiga. El chico acordó con Draco encontrarse en cierto punto del desierto cuando
supiera que hacer con la castaña desconocida pero por medio de sus mentes seguía en
contacto continuo.

Después de dos días Hermione y Draco estuvieron listos para partir, para le rubio
habían sido interminables. Cada vez que intentaba hablarle o al menos sentarse a su
lado recibía escupitajos, insultos y lo peor; miradas cargadas de odio que lo hacían
responsable siendo que era el más inocente en todo el asunto ¿A caso él tenia la culpa
de que fuera una ladrona provocadora?... A diario la escuchaba maldecir y aunque
dormían en el mismo tipi sabía que ella no se despegaba de la esquina con un cuchillo
de madera en la mano... Le temía, pero Draco jamás le haría daño.

-Ya tenemos que irnos– dijo Draco entrando al tipi repentinamente.


Hermione levantó su rostro y lo miró a los ojos, el rubio se acercó a ella y la tomó de la
barbilla.
-No tengas miedo...– continúo de la forma mas sutil que le fue posible.

Ella fingió una sonrisa y le escupió una vez más en la cara. El chico la sostuvo de ambas
manos acercándola contra su cuerpo, era la primera vez que tomaba a una mujer de
una manera tan anti caballerosa, pero ella le provocaba sentimientos de ira e
impotencia que ni si quiera él conocía... Después de todo, Draco Malfoy era uno de los
galanes mas codiciados por cualquier mujer que le pusiera los ojos encima ¿Qué
ocurría con esta muggle?

-Presta atención, tu aldea fue destruida, tus amigas ladronas encarceladas o están
cuatro metros bajo tierra, tu esposo por si no lo recuerdas esta muerto y tú eres una
muggle que no tiene nada mas de lo que trae puesto– dijo con un tono muy fuerte y
retador.– Te recomiendo que seas mas linda conmigo porque soy lo único que tienes y
puedo venderte a cualquiera que se me ponga en frente...
-Y si no quiero que... Señor. Usted lo ha dicho, mi vida ya no importa– dijo
retadoramente. Draco odiaba que lo retaran aunque nadie se había atrevido hasta la
fecha. Ella sonrió –Si me vende o me mata, da lo mismo... nadie notaría mi ausencia en
este enfermo planeta.
Sus palabras le dolieron a Draco. Cómicamente él sentía exactamente lo mismo. Aun
con su desplante le regalo una sonrisa que a la chica le extrañó por completo.
-Tengo un lado muy malo que no quieres conocer...
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-¡Mira un lago!– gritó Ronald bajando de su caballo torpemente.

Mir cabalgó un poco mas hasta llegar hasta él y con un salto grácil que lo dejó
impresionado. Miró el “lago” y sonrió estirándose. El pelirrojo no dejó de mirarla y ella
lo notó virándose para devolverle la vista, pero inmediatamente el volvió sus ojos en el
agua fingiendo una actitud indiferente, lo que la hizo sonreír. Era como un niño
pequeño.

-No es un lago muchacho...


-Ha pues yo veo A G U A...– dijo arrodillándose y mirando su reflejo, notando un
pequeño cambio en su rostro.
-Como estos son cañones hay muchos huecos que esperan ser llenados. Llueve una vez
y forman pequeños “Lagos”, pero ten cuidado, debajo de eso hay un cañón... Por la
oscuridad deben ser cinco o seis metros.
Ronald se miraba preocupado en su reflejo e intentaba tallarse muy fuerte con agua,
¿Qué había pasado?, Mir notó su angustia y se arrodilló a su lado para levantarle la
barbilla.
-¿Qué tienes?– pregunto.
-No se... Creo que es... No se– dijo Ron- ¿Pecas?
-No son pecas– dijo Mir– Los vasos sanguíneos de los pómulos se te reventaron... Tal
vez se te quiten en un par de días. No lo sabias y eso que eres medico.

Lo que no sabía era que mas tarde esas “Pecas” se quedarían impregnadas como parte
de su persona y serían heredadas a todos los Weasley habidos y por haber durante
muchas generaciones.

Instalaron un improvisado campamento. Como era de esperarse Ronald no tenia la


menor idea de cómo hacer nada sin una varita, pues la había usado desde que tenia
uso de razón, al atarse los cordones de los zapatos, al abotonarse la camisa y
obviamente para hacer el nudo de su corbata... Y ahora... ¿Cómo hacían los muggles
para vivir?
Intentó hacer una fogata con dos ramas secas y no obtuvo éxito alguno, en cambio Mir
tomo dos rocas y chocándolas hizo saltar chispas haciendo un esplendido umbral.
Después se dio a la tarea de instalar una casa de campaña y cazar un conejo para
comer... Inevitablemente el ahora pecoso estaba asombrado con la fuerza de esta
mujer. « Lo bueno es que tengo conmigo a un hombre» Le había dicho la chica con un
tono tan sarcástico de burla que hizo su sangre hervir, solo que era un ardor diferente
que no tenia absolutamente nada que vez con odio, ni si quiera coraje.

La noche empezó su acecho de cada día pintando de naranja y rozado el horizonte


sobre los cañones. El pelirrojo no podía dejar de pensar en ella, esa hechicera sin
magia que lo mantenía en un constante descubrimiento. No era una mujer común, o
solo era que él jamás había visto algo así, ni si quiera hubiera aspirado a tocarla de ser
una bruja o una enfermera de San Mungo... Y a propósito de ella ¿Dónde estaba?

Escucho de pronto el chasquido del agua como cuando se arroja una roca muy grande
y pensó en que estaba en peligro. Con la oscuridad podría haber caído o algo parecido.
Se levanto de la comodidad del fuego y corrió hasta el “lago” pensando en su
profundidad y la contaminación que podría haber.
Se asombro cuando al llegar lo único que pasaba era que ella estaba nadando ¡¿Pero
como se le ocurría?! No era seguro, él jamás en su vida se metería a un lugar así... Sus
pensamientos se esfumaron al notar que nadaba desnuda, la luna llena la reflejó
debajo del agua clara. Tragó saliva sin saber si aun respiraba. Ahora si que tuvo miedo
de que de verdad fuera un espejismo.

-Porque no entras– dijo ella con un tono tan ronco que le puso la piel de gallina. Sin
embargo ella no esperaba respuesta por eso no lo había dicho en forma de pregunta y
no obtuvo un solo sonido de su boca.

Ronald estaba hipnotizado al mirarla emerger mostrando su pálida desnudez de


manera tan natural como se muestra una rosa empapada de rocío. Mir rió y sin decir
una sola palabra empezó a desnudarlo con la misma fuerza que usaba para ponerle la
silla a su caballo o con la que realizaba todas las tareas que él debía hacer como su
papel de hombre. Lo llevó dentro del agua lentamente hasta que les cubrió hasta el
cuello no se besaron y en ningún momento cerraron los ojos, pero ella se dejó tocar. El
chico le acaricio desde el cuello, los hombros, descendió por su espalda y llegó hasta su
sexo donde la encontró lista para recibirle más sabia que él no lo haría. Flotaron, el
uno muy cerca del otro... Como dos entes sin vida que eran manipulados por el azar

Ríe. –Verdaderamente el deseo es algo perverso, muchas veces influenciado por un


capricho... ¿Sabes cual es la diferencia entre un capricho y una pasión eterna?... –
Vuelve a reír –El capricho dura mas –Cierra el relato y sigue riendo...
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Todo el cuerpo de Draco temblaba de coraje con Hermione siguiéndolo parecía


aumentar. La gryffindor temblaba, pero no por ella, sino por él... Su adorado
Crookshanks, si Malfoy le hacia algo...
Se adentraron en el boque, al rubio no le interesaba su compañera, lo único que
parecía estar en su mente era su anillo, aunque Hermione consideraba completamente
fuera de lugar su exagerada preocupación por algo material. No importaba, lo único
que ambos querían era encontrar al animal, aunque era más que claro que no tendría
el mismo fin si lo encontraba su dueña a si lo encontraba Draco.

La temperatura bajó drásticamente de un momento a otro, el aire se hizo húmedo y el


suelo fangoso, al chico le molestaba que se pegara a sus zapatos.

-Podrías tener mas cuidado Malfoy– dijo Hermione que con dificultad lo seguía.
El rubio sostuvo una rama que apartó de su camino– Si podría.– dijo secamente y soltó
la rama, nadie tenia que decirle que le había dado a la chica en el rostro, por lo cual
sonrió con gracia al no sentir el golpe. Ella había caído de espalda.
-¡Eres un imbécil!– grito.
-hay lo siento...– dijo con inocencia y la tomó de la muñeca.
-¡No me toques maldito hipócrita!– siguió gritando con aspavientos.
-Ha, como quieras– prosiguió Draco dejándola caer otra vez.

Aunque fastidiarla era un deporte bastante entretenido decidió dejarlo tan


repentinamente como lo había iniciado, para él era solo un juego... Verdaderamente
todo era solo un juego. Un extraño sonido capturó su atención momentáneamente,
exhalo y su aliento salió de color azul. En ese momento se olvido del gato.
Hermione seguía en el mismo camino sacudiendo su falda, alegremente su mirada se
iluminó al ver a Crookshanks a unos pasos de ella, sonrió.

Cuando La castaña se propuso a caminar tras de él una mano le rodeo la cintura


atrapándola, quiso gritar pero inmediatamente le taparon la boca, no tenia que
preguntarse... Era Draco. El chico pegó su espalda contra el tronco de un árbol y la
sostuvo muy fuerte. Hermione quiso soltarse pero él parecía cada vez sofocarla mas,
no cabía duda que era una serpiente. Inmediatamente todas las ganas de moverse.

Vio a dos que parecían mujeres desnudas, solo que no tenían nada en su sexo. Estaban
desnudas y su piel era de color lila. Tenían el cabello debajo de los hombros, era lacio y
de color morado brillante. Su rostro era asiático, con caras redondas, ojos oscuros y de
una belleza predominante. Pero seguramente lo que mas las distinguía eran sus orejas
Puntiagudas tan largas que les rebasaban la cabeza. Se comunicaban con ronroneos
solo pertenecientes a un felino y una de ella hizo un gesto atacante enseñando sus
colmillos, tal como una felina. Y tomaron al espécimen.

Los ojos de la gryffindor se llenaron de lágrimas y dejo escapar un grito ahogado por la
mano de Draco en cuanto desaparecieron con él. El rubio le destapo la boca y respiro
aliviado.
-¡Que demonios te pasa!– estalló ella al instante moviéndose entre sus brazos.
Él la volteó pero sin soltarla y la miró a los ojos –Eres una mal agradecida Granger Si las
Jettyas te hubieran visto...
-¡Que me importa si me hubieran visto!
-¡Se hubieran robado tu aliento!... Y eso es mas torturante y doloroso que un beso de
DEMENTOR
Hermione abrió la boca y dejo salir una lágrima- ... Se llevaron a Crookshanks– sollozó.

Draco puso los ojos en blanco. La soltó y se sostuvo las sienes y después los ojos,
definitivamente era una maldita manipuladora... Ni el peor de los Slytherin actuaba tan
bien.
-Tenían las iníciales CCM en la espalda...
-Si, si... Malfoy ya sabemos que acabas de aprender a leer- dijo irónicamente, pero no
alcanzó a ver que Draco había sonreído.
-Significa Control de Criaturas Mágicas. Vamos por tu estúpida cosa...
A Hermione se le iluminó el rostro y sin pensarlos saltó para abrazar por la cintura. El
chico mantuvo sus brazos en el aire mirándola, esa ya era una excelente actuación.
-Granger.– dijo Draco secamente, ella levantó sus ojos llorosos para mirarle–
Suéltame.
Obedeció sin que se lo repitieran dos veces.
-Es natural que te guste, pero no lo demuestres.– prosiguió el rubio.

¿Qué clase de ser Nefasto convertía el agradecimiento con atracción?... Para que se lo
preguntaba, ¿Era obvio no? Solo Draco Malfoy. Sonrió, hizo un gesto tierno y se
aproximo lentamente ante su mirada de extrañeza. Levanto su rostro sin dejar de
mirarlo, definitivamente la expresión del niño asustado que tenia en ese momento era
la mas seductora que había visto en Draco, en toda su vida. Puso sus manos sobre los
hombros del chico haciéndolo tragar saliva pero sin decirle una sola palabra, fue
poniéndose de puntas y cuando estaba a unos centímetros de su rostro elevó su rodilla
dándole una patada entre las piernas. Draco se arrodillo temblando de dolor.

-Se que me deseas...– dijo gimiendo en el suelo.


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El tercer piso ya no estaba prohibido, no por eso quería decir que tuviera mas visitas
de las que hace siete años. El cuarto que antes habitaba el pequeño Floffy ahora era un
recurso importante para los de séptimo año. Lo utilizaban para hacer fiestas secretas,
pero Harry no. Él al contrario lo decoraba con una cama cómoda, velas, aparato de
música entre otras comodidades y lo usaba cuando quería llevar a una de sus amigas,
en este caso a la oficial; Ginny Weasley, lo que la pequeña pelirroja no sabia era que no
era la primera que era engatusada por su novio para llegar hasta ahí.

Los jóvenes estaban envueltos en las sabanas blancas, el chico la abrazaba besándole
un hombro, era una sutil invitación a empezar otra vez ya que él era de los que se
cansaban rápido y aunque a ella nunca le había molestado a él si y mucho por lo que
necesitaba continuar para sentirse verdaderamente seguro. Aunque él creía
complacerla la realidad era que lo único que deseaba era complacerse a si mismo.

-¿Qué pasa Ginn?– pregunto con una molestia demasiado disimulada.


-Estoy preocupada...
-Se resolverá.– La tajó el chico.
Cualquier mujer con medio cerebro y no tan enamorada hubiera notado de inmediato
que a él no le apetecía que le contara, lo único que quería era encenderla de nuevo.
-Hermi no fue a clases desde la tarde... Y...
El chico se enderezó y empezó a besar su cuello –Ella no se dejaría tocar por el hurón,
no después de todo lo que pasó.

Ginny sonrió y lo besó en los labios, Harry se acomodó entre sus piernas, lo había
logrado otra vez...
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Gracias a un traslador improvisado que había quedado inservible con el brusco


aterrizaje llegaron al Centro de Control de Criaturas mágicas. La castaña había
guardado silencio durante el trayecto hasta la puerta de hierro, pareció una tortura
fatigante. De manera difícil se dio cuenta de que lastimar a Draco no había sido buena
idea, pues segundos después de haberlo pateado en su virilidad había sentido el golpe
y fue como una gran cuchilla que le atravesó desde la entrepierna hasta el estomago,
ahora comprendía lo que ninguna mujer podía entender en ninguna forma mas que de
esa, porque los hombre hacían tanto escándalo con un simple golpecito y si de algo
estaba segura era de que no lo volvería a hacer.

El lugar era extraño, al principio un pasillo alumbrado con faroles de papel y plantas
muertas. Por todas partes había Jettyas, lo mas raro era una que tocaba un
instrumento parecido a un banyo sentada sobre un cojín amarillo y otra recostada de
bruces la escuchaba atentamente. Verdaderamente eran seres hermosos, y la
hermosura era peligrosa, el recuerdo de que podrían robarle el aliento era aterrador.

Draco entro primero, era un gran edificio sin pintura con las paredes gruesas de
cemento, los pasillos tenían forma de caracol subiendo y subiendo, dejando un hueco
en el centro del edificio alrededor del cual había jaulas con muchos mas seres
extraños. Los trabajadores eran otros seres parecidos a mujeres pero asemejaban
arboles, Squibs que hacían el trabajo sucio y peligroso pues su vida no tenia mucha
relevancia, eran simples animales domésticos, expertos magos domadores y las
Jettyas, las mas peligrosas y útiles de todas. Hermione se quedó estática mirando
aquello de lo que Ron le había hablado pero su imaginación no llegaba a ser tan sádica
como para asemejarlo de tal forma, a su derecha había abierto una gran puerta del
mismo acero para que entrara un dragón enorme de color rosado mismo que arrojo
una llama contra su persona.

-¡Cuidado Granger!– gritó el chico tomándola de la cintura para evitar que fuera
fulminada.

Pasaron frente a una puerta que se veía aun mas pesada que las demás y estaba
oxidada, de esta salió un elfo con una mascarilla a través de la que se le veían los ojos
hinchados inyectados en sangre. Tomó una caja a la cual se le cayó la tapa y cabecillas
de cachorros parecidos a crías de San Bernardo se asomaron, a ella le parecieron
hermosos, entonces el elfo los volvió a tapar metiéndolos en la habitación, al instante
se lleno de un gas amarillo y Hermione supo que había sido intoxicados. Draco se
quedo mirando la misma escena cuando un chillido que le desgarro el alma a
Hermione salió del cuarto, eran los cachorros que morían. Por instinto la castaña se
acurruco en su pecho y el la tomó de la cintura sin oponerse a que lo hiciera.

-Como es posible...– musitó Hermione.


Un hombre poco mas alto que Draco de cabello corto peinado en pequeños picos, ojos
color verde azulado se aproximo mirando un formulario entre sus manos.
-No se aflija, son engendros– dijo él con voz terriblemente seductora, tanto como toda
su apariencia– Le parecieron hermosos porque no observo el cuerpo, era una masa
deforme que los mantenía unidos– cerró la libreta y le sonrió– Le decimos muerte
piadosa.
-Que haces aquí Justin– dijo Draco secamente y le extendió una mano para
estrecharla.
-Pediste hablar con el director y aquí me tienes.
-¡Ja! Un perdedor como tú el director ¿Cuántos años tienes catorce?– preguntó con
ironía, sin notar que la castaña lo mantenía fuertemente abrazado y él no hacia menos
con su cintura.
-¡Hay Draco!– dijo Justin jovialmente- ¡TU siempre tan...! tan... baboso.– finalizo con
un tono mas serió. Si querías hacerme perder el tiempo, lo lograste.
-¡Espera!... vengo a buscar un gato...
Justin rió -¿Y que piensas que va hacer un gato aquí?, ve a una tienda de mascotas.
-No es un gato– dijo Hermione levantando su rostro – Es una cruza de gato con
Kneazle.
-Ha, comprendo. Los muggles les llaman gatos Persas. Supongo que quieres uno para
tu novia...
-¡NO SOMOS NOVIOS!– gritaron al mismo tiempo y solo entonces se separaron.
-Es que... Como...– dijo haciendo una seña con los dedos pares– En fin, no creo
venderte...
-¡Tienes secas las neuronas o que! ¡Ese gato o lo que sea es mío! ¡Y dos de tus
fenómenos lo trajeron aquí!– grito Hermione impactando tanto a Draco como a ella
misma.
-De, a, cuerdo... Síganme.

Ambos jóvenes se adelantaron, como era costumbre del rubio dejarla sola no le
importo. Seco sus lagrimas ante la depresión que le mostraba el lugar tan tétrico y
masoquista, siempre odio los hospitales por su olor a medicina y muerte, aunque
ahora le parecían tan confortantes, cayendo en cuenta de que la belleza, fealdad o
incomodidad siempre es mucha o poca dependiendo con que la estemos comparando.

-¡Hagrid!– gritó con sorpresa al ver salir al gigante con lentes oscuros y un sombrero.
-Hermione... Pero, que sorpresa– dijo evidentemente incomodo.
-¿Qué haces aquí?– inquirió, aunque que mejor lugar para él que un refugio de
animales extraños.
-Hermione, te propongo algo; No le digas a nadie que me viste y yo no le diré a nadie
que son mas de las diez y estás fuera del colegio.
La chica asintió en silencio. Secreto por secreto era un buen trato.
-Eres una buena niña.– finalizó alejándose.

Después la chica caminó hasta donde Draco se encontraba junto a su amigo Justin. La
estancia era completamente blanca y perfectamente bien esterilizada, parecía mas
que nada un quirófano pero mas pequeño, su paso fue tembloroso, el olor a medicina
era inminente. El amigo del rubio se aproximó acariciando a Crookshanks.

-¿Este es?– pegunto con voz dulce.


-¡SI!– gritó la chica evidentemente emocionada tomándolo entre sus manos.
Completamente decidida a salir de ahí cuanto antes pero Draco la detuvo.
-Ya que estamos aquí... el pequeño ángel se trago un anillo y quisiéramos recuperarlo–
dijo el Slytherin.
-¿Cierto señorita?– preguntó Justin dudando de las palabras de Draco.
Hermione solo asintió y lo dejó en una mesilla con ruedas que estaba frente a ella.

Después de las pruebas se comprobó que el anillo inexplicablemente había llegado a


uno de sus pulmones, probablemente fue mal deglutido y se desvió en la tráquea. Los
animales mágicos son mucho mas complicados que los muggles, el anillo estaba
intacto y no le provocaba ningún daño... Solo que si se lo sacaban no tardaría ni medio
segundo en quedarse completamente sin sangre, como un globo que esta lleno de
agua y le encajamos la punta de un cuchillo... ¿Qué pensaba hacer? ¿Pagarle el anillo a
Draco?... La sola idea era estúpida... Acepto que sacrificaran a su mascota, no había
otra forma.

La entrada en ese lugar fue algo indescriptible; todos hablaban decidiendo su suerte;
todos decían que sí; pocos o nadie decía que no. Y, por fin, la suerte fue echada:
Hermione sentía que abandonaba a su único amigo en ese lugar.

¡Las puertas se abrieron! Directo a la sala quirúrgica mas especializada ella sintió el
miedo espantoso de su mascota. Sabia que él No quería entrar, y con la cola entre las
patas, maullaba, tratando de que ella, su ama, dieras marcha atrás y lo me llevara a
casa. Al parecer ella no entendías, no se dabas cuenta del enorme sufrimiento que le
causaba el pensar no verla nunca más.

Poco a poco Hermione trató de tranquilizarlo, y lo logró, porque su voz era para él
como un bálsamo capaz de calmar cualquier angustia. Le dijo que no tuviera miedo,
que ibas a regresar por él, y que nuevamente volverían a estar juntos. Entonces el
felino decidió dejar de oponerse para demostrarle a ella que confiaba en y que
valientemente esperaría el momento en que regresaría por él. Y así lo hizo.

Los ojos de Hermione se humedecieron completamente al ver como cargaban a un


perro con un cuerno en la frente lo llevaban de las cuatro patas, sangrando... inerte.

Miles de recuerdos se agolparon en su mente. Lo vio desde cachorro cuando ella, lo


recato de ese frio y húmedo lugar donde por ultima vez vio a la madre del pequeño,
muerta... Seguramente por traficantes Lo llevó a su casa donde sus padres lo
recibieron con cariño, ¡hasta lo subían a las camas! Y así fue creciendo rodeado de su
familia, ¡que era todo y lo único que él tenía! Y conoció con él la lealtad y la felicidad
de su compañía. Contándole cosas que ni a sus amigos les contaba, tantas que ni su
mismo diario tenía escritas.

La castaña pensó con la boca abierta en el cuarto frío y oscuro donde metían a tantos
otros animales que aullaban intentando escapar de la terrible tortura la que los iban a
someter. Se imagino su miedo, su angustia, la de tantos otros...

Justin llego con otra mesa mas pequeña de ruedas donde estaba, el bisturí, fórceps
para destrozar el pulmón y sacar el objeto, gasas y tantas, otras cosas... Las lágrimas se
deslizaron por el rostro de la chica frenéticamente. Draco temblaba, levanto su rostro
en cuanto una pequeña gota de sangre se deslizo por la herida que estaba a punto de
abrir.

-¡NO!– gritó Draco sosteniéndole la mano antes de que profundizara el corte– No, no
quiero un anillo que haya estado dentro de esa cosa...– su voz temblorosa y sonó
menos segura de lo que hubiera querido.
-No te preocupes, lo limpiaremos con... – dijo Justin
-Dije que no.
Inmediatamente la castaña tomó a su mascota y sollozo sobre él apretándolo muy
fuerte contra si.
Una asistente se acercó con un libro en manos.
-Disculpe señorita, pero no puede llevárselo.
-Porque no– se apresuro Draco secamente.
-Es que, no tiene licencia y necesita pagar...
El rubio se acercó al libro, tomó la pluma que estaba a un lado y rellenó algunos
espacios para seguido estampar su firma, sacó cinco galeones de su bolsillo y los dejó
sobre el libro.
-Algo más.
-he, no señor– dijo ella con voz mu tímida y tomó el dinero para retirarse.

El Slytherin miró a Hermione dándose la vuelta para salir casi corriendo de ahí. Estaba
temblando, el frio de la madrugada golpeo su rostro congestionando su nariz, podía
soportar todo el dolor al que ella lo sometiera y no le importaba, solo que esta vez fue
demasiado. Sentir como su corazón se desgarraba, temblar de miedo... Había percibido
cada uno de los pensamientos de Hermione y odió eso con todo su ser. Supo
inmediatamente que si moría ella se desgarraría e inevitablemente lo arrastraría a él.

-¡Draco!– grito La chica haciendo que se detuviera a unos metros de la puerta.


El chico paró en seco, pero no quiso voltear.
-No puedo pagarte... Tu anillo.– en realidad quería decir su gesto, solo que no quiso
herir su ego ya de por si lastimado.–Pórtate bien...– le susurró a Crookshanks y lo dejó
en el suelo.
La mascota fue donde el rubio y se froto en su pierna tiernamente con un maullido que
expresaba un claro hola.
-Granger
Hermione sonrió –Es la única forma en la que puedes tener tu anillo.
Draco sonrió, ella jamás lo había visto sonreír de esa manera, carente completamente
de maldad, se veía tan, tan... Bueno cualquiera que lo hubiese visto hubiera pensado
que era un humano con alma.
-Gracias.- dijo Draco.

Se quedaron así, el uno frente al otro separados por al menos tres metros de distancia,
la brisa fría revolvió los cabellos de ambos e hizo volar a un lado la falda de ella.
Probablemente era una distancia considerable pero en realidad nunca habían estado
tan cerca el uno del otro, precisamente como se sentían en este momento, mas unidos
que con un abrazo. Sin odio y al menos conectados por un gato. Sinceramente ella
nunca hubiera pensado que un gato le mostraría a que Draco tenía corazón.

-Mejor vámonos.– dijo Draco


-¿Qué?
-No quieres quedarte aquí o si
La chica corrió como una niña pequeña hasta él– Claro que no... De hecho quiero
olvidar que este lugar existe.
Hermione sonrió. Draco hizo lo mismo y volteo para ver a su nueva mascota.
-Vámonos cosa.– le dijo.
-Se llama Crookshanks.
-ha, si... cosa ahorra tiempo.
-¿Y que vas a hacer con él?
-No puedo ponérmelo en el dedo.

Y así por primera vez conversando simplemente como un par de personas normales,
sin casa, sin estados de sangre, sin apariencia ni nada, se dieron cuenta de que física,
emocional y psicológicamente eran opuestos, pero al menos por esta vez sus almas
habían sido iguales. Caminaron juntos, sin un solo insulto incluso olvidado que eran o
quienes eran Draco Malfoy y Hermione Granger vivieron el presente y solo la luna fue
testigo de la paz entre una serpiente y un León.

CAP 10: Un mal momento

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«16 de enero del año de 1849»

Ronald despertó acalorado y confundido... sobretodo confundido. No había hecho


nada malo... o al menos pensar en eso lo confortaba, su conciencia quería estallar al
recordar la noche anterior y paradójicamente cada recuerdo era revivir las sensaciones
nunca antes vividas, como el sentir su cuerpo hirviendo junto al de ella. ¿Cómo era
posible que la belleza la encontrara donde menos se propuso buscarla? ¿Cómo podía
existir una mujer tan hermosa completamente carente de magia?... Se quedó tumbado
con los ojos abiertos, no quería verla y parecía invocarla.

-¡Ronald! ¡Arriba!– gritó Mir asomándose a su tienda.


El pelirrojo se incorporó de inmediato y ella entró ofreciéndole una taza de café negro.
-Podremos encontrarnos con tus amigos del otro lado, si nos damos prisa llegaremos
en la madrugada y ellos estarán aquí mañana... siempre y cuando no pierdan el
tiempo– dijo tan rápidamente que a él le costó trabajo comprender claramente el
mensaje.
Dejó el café a un lado e inmediatamente se levantó tras de ella.
-¡MIR!– gritó
Ella se viró– Dime.– respondió cordialmente.
A Ronald le costó trabajo elegir las palabras correctas, ¿Qué iba a decirle? ¿Oye, ayer
te querías acostar conmigo?... Que estupidez...
-Anoche...– empezó tímidamente.
-Relajate, solo nos divertíamos– lo interrumpió guiñándole un ojo –No hicimos nada
malo, además que somos adultos... O al menos yo si ¿No me digas que abusé de ti?
Una carcajada escapó de la boca del chico– No, pero no quisiera que se repita... Digo,
no me mal interpretes, es solo que... tengo, algo que me lo impide.
-¡ERES GAY!
-¡¿QUE?! ¡NO!... Es que...*Estoy casado* Simplemente no es correcto.
La chica le acarició una mejilla– No va a pasar nada que tu no quieras que pase...
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Hermione y Draco llegaron a los vestigios del campamento en el que habían estado sus
amigos. El rubio había cabalgado toda la noche por lo que ella se había quedado
dormida en su espalda aferrándose a su cintura, cosa que no parecía molestarles
demasiado a ninguno de los dos.
El rubio le tomo una mano y deposito un tierno beso sobre ella. La castaña sonrió
abriendo los ojos al instante y de una manera muy brusca se separó de su cuerpo.
Draco no intentó hablarle, había decidido no hacerlo o de lo contrario exponerse a mas
escupitajos. Con cuidado bajó del caballo estirándose al ver los horizontes morados
por los cuales amenazaba en salir el sol.

La castaña examinó la bajada en todas las direcciones que le fue posible resolviendo
que no podía bajar.
-¿Me ayudas?– preguntó con timidez.
Su voz le provocó un escalofrió ante lo agudo y suave de su tono. No pronuncio una
sola palabra, simplemente se viró y tomándola de la cintura la puso en tierra firme.
-Gracias.
Él contesto con un movimiento de cabeza y tomó la rienda del caballo para amarrarlo a
un cactus cerca de donde se instalarían.

La gitana supo que antes de ellos había estado alguien ahí. El vestigio calcinado de la
fogata humeante le trajo el recuerdo de su aldea y recordó a su amiga Mir y la similar
forma de hacer fogatas que tenia. No se imaginaba que ella misma había hecho esta.

-Ron... Mi amigo, me informó que él y la guía nos esperarán del otro lado. Pasaremos
aquí la noche para de descanse el caballo y mañana los alcanzaremos. –Dijo Draco con
voz apagada y poco entusiasta.
Hermione rió y cruzándose de brazos avanzó a él -¿Cómo haces para comunicarte con
tu amigo?

Draco también rió con complicidad contra él mismo ¿Qué iba a decirle? “Nos
comunicamos con nigromancia, es el arte de leer la mente... ha cierto, es que olvide
decirte que soy un mago...”, sonrió mas abiertamente con su pequeño chiste privado.

-¿Qué es tan gracioso?– dijo Hermione. Sin darse cuenta le dio la oportunidad perfecta
para cambiar de tema.

El rubio se viró peinando su cabello hacia atrás con las dos manos. Se fue aproximando
a ella y sin querer llegó mas lejos de lo que hubiera planeado. La chica puso las manos
en su cintura y levantó su rostro. Quedaron a escasos milímetros el uno del otro
mientras el sol salía.

-Hermione...– profesó la chica de pronto-


-¿Qué?– dijo Draco.
-Mi, nombre es Hermione Madeleine Granger.
Draco sonrió– Madeleine es bonito ¿Pero Hermione? –Dijo e hizo una trompetilla-
¿Qué clase de nombre es ese? Es bastante raro.
-Pues yo lo he escuchado toda mi vida– se defendió -¿Y tu?
-Draco Ethan Malfoy.– Respondió orgullosamente.
-Ethan es lindo ¿Pero Draco, Que clase de nombre es ese?– lo imitó.
-Significa dragón en latín.
Una carcajada gutural escapo de la chica– Lo siento pero, todo el mundo sabe que los
dragones no existen.
-Si... Todo el mundo– dijo el chico riendo- *Tu mundo*
-* ¿Mi mundo que? *
-* ¿Quién te habla a ti comadreja?*
-*En primera no estas hablando, estas pensando idiota*
-¿De que te ríes D R A C O?– preguntó Hermione al mirarlo sonreír tan divertidamente.
El chico cortó el trance que había establecido con Ron y reaccionó sobresaltado.

La noche cayó entre aullidos y un cielo completamente tapizado de estrellas. Como


siempre Draco entró a la tienda y Hermione se quedó fuera esperando que él se
durmiera para entrar a dormir... ¿Qué pensaba hacer?, él no era una mala persona y
sin embargo su sangre seguía congelándose cada vez que lo tenía cerca. Su mirada de
hielo la aterraba, odiaba sentirse así, odiaba tener miedo... Ya no quería hacerlo. ¿Para
que necesitaba mas valor? ¿Para hacer lo que estaba a punto de hacer?... O para no
hacerlo...

Draco estaba acostado sin camisa esperando dormirse para al menos olvidarse del
asqueroso calor que tanto repudiaba. Por primera vez podía afirmar que extrañaba
Inglaterra. Se incorporó al ver que ella entraba lentamente envuelta en un cobertor,
solo que había algo extraño... sus hombros estaban desnudos ¿Cómo si el vestido que
siempre traía tenia mangas?, sin decir una sola palabra dejó caer la prenda que la
envolvía como un rollo. Estaba desnuda.

La castaña respiro profundo y levantó su barbilla. Quería entregársele para que la


dejara, quería que se le quitara la tentación de poseerla y así tal vez podría ser libre.
Draco abrió la boca al no poder respirar, se puso de pie aun con los labios abiertos.
Tenía un lunar ovalado en la cadera, no era muy grande pero le resultaba más
excitante que cualquier tatuaje que pudiera hacerse una mujer. Su cuerpo era
hermoso, el único y más bello que hubiera imaginado y verdaderamente su
imaginación estaba corta ante esta mujer.

Se aproximó a ella temblando del repentino deseo que había surgido dentro de su ser.
Ella no se movió, su mirada se llenó de miedo disfrazado de soberbia que él ni si quiera
notó. La abrazó. Depositó un beso en su hombro izquierdo y cerró los ojos. La chica
correspondió aferrándose a sus hombros y lloró de coraje, de impotencia, de miedo,
de todo.
Ninguno de los dos dijo nada, tal vez era porque no querían hacerlo o simplemente
porque no había palabras adecuadas en ese momento. El rubio se arrodillo para
levantar el cobertor y volverle a cubrir mirándola de una manera tierna y compasiva.
Le dio un ultimo beso en la frente y le retiró las lágrimas con los pulgares sonriendo.
Hermione hizo su rostro a un lado y salió corriendo.

Al sentir que la noche le golpeo el rostro se derrumbo fuera de la tienda y lloró. Sus
lágrimas morían en sus labios saliendo frenéticamente. Tuvo nauseas de su persona,
quiso deshacerse de todo; su miseria, su soledad, su agonía... La mirada compasiva de
él había sido lo mas humillante y doloroso que había tenido que soportar en toda su
vida. Quería acabar, y así lo haría...

El chico de ojos grises volvió a recostarse un tanto mas incomodo por lo que acababa
de presenciar, comprendía que en la situación de ella era lo más normal querer pagar
un precio por su libertad ¿Pero cual era ese precio? ¿Qué le pediría a cambio de
dejarla? ¿A caso le pediría algo?...

Sin querer entre sus meditaciones recordó la primera vez que se le habían abierto las
puertas del cielo: América Vicuña. La mujer más hermosa que creyó ver. Una niña de
escasos dieciséis años de cabello largo y lacio, cintura estrecha, caderas prominentes,
pechos firmes, piernas largas y el rostro más precioso que podía imaginar... Eso
después de hacerla suya. La sedujo y después de dos noches la llevó a su apartamento
donde a la princesa se le acabó el encanto después de la pasión. Sin el aro que le
rodeaba el vientre no tenia cadera, los pechos era casi inexistentes sin el relleno de
espuma, el vientre era flácido y abultado a falta del corsé, las piernas no parecían tan
largas sin los tacones ni las medias ajustadas, el cabello lucia graso y lo mas
repugnante era su cara llena de marcas de acné... Solo era otra chica artificial... En
cambio esa gitana, de piel bronceada, de cuerpo perfecto a la que jamás había visto
con una gota de maquillaje, con su cabello suelto y esponjado como la melena de un
león...
Escucho un sonido muy fuerte del agua. Algo pesado había caído... Se levantó para
correr y descubrió que en el agua había círculos que se extendían. Miró a todas
partes... Ella había saltado...
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Mirando sus posibilidades de volver al castillo solo había dos formas: Atravesar el
bosque prohibido y llegarían por la mañana o cruzar el lago en un bote encantado y
solo les tomaría un par de horas. En vista de que los nervios de Hermione estaban por
las nubes ambos convinieron que la mejor opción era el bote.

Draco tomó asiento en la proa con Crookshanks a un lado suyo, Hermione en la popa.
Ninguno de los dos dijeron nada, aunque no resultaba un silencio incomodo.

La gryffindor escuchó un pitido muy agudo dentro de su cabeza, como cuando muere
alguien y los signos vitales quedan en cero. No le dio importancia hasta que este
comenzó a provocar una punzada tan fuerte que la hizo gritar de dolor. Draco se
alarmó de inmediato y fue extraño que él no lo sintiera. En la cabeza de la castaña veía
imágenes desconocidas, como si fragmentos de fotos borrosas retumbaran; desierto,
sol, Draco, un lago, un caballo, Draco, Ella...

De pronto el dolor se fue... ella abrió sus ojos, al instante Crookshanks empezó a
atacarla como si no la conociera. Draco notó que su mirada estaba perdida, autista,
como si no fuera la misma porque ni si quiera su mascota la reconocía. Hermione se
puso de pie sin mirar a ninguna parte

-¿Granger?– preguntó Draco.

Ella no lo miró, parecía no notar su presencia, el felino parecía estar cada vez mas
alterado. El rubio se puso de pie en cuanto vio que Hermione se subía al borde del
bote con una risa macabra que le escaldo la espalda. Quería acercarse pro no sabia
como, no sabia porque, no sabia que hacer... sentía una impotencia enorme al no
poder detenerla.
Y como si nada, ella lo miró... Tétricamente, entonces sonrió susurrando algo que él no
comprendió. Saltó.

-¡Hermione! –Gritó arrodillado en el borde. Rápidamente se deshizo de su ropa y saltó


tras ella.

El agua estaba a punto de congelación, todos los poros de su cuerpo respondieron al


instante ante las agresivas cuchilladas que lo herían. A lo lejos la miró hundiéndose con
los ojos abiertos y una cara de tranquilidad perdida que logró perturbarlo, tenia que
sacarla...

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«16 de enero del año de 1849»

La había sacado, la había rescatado... otra vez. Solo que esta vez fue demasiado, su
actitud no era la comprensiva y divertida que siempre solía tomar, esta vez no. Su sola
presencia fue causa de miedo. Para él su sola presencia le causaba repugnancia. Quería
tratarla como se merecía, sin consideraciones, quería odiarla más que a nada.

-¡Estas loca!– gritó Draco aventándola a un rincón de la tienda. –Que demonios


pretendes...
La castaña levantó su rostro empapado lentamente –Mi vida no vale nada –Dijo sin
expresión alguna.
-¡Pero eso que! ¡No entiendes! ¡La vida de nadie vale nada...!
-¡Y ahora que!– se levantó -¡me vas a decir que tu me quieres cuidar!– dijo y rió– que
ahora soy tu responsabilidad y que te preocupas por mi... Pues déjame decirte algo
¡Prefiero cualquier cosa a quedarme con un asqueroso Gadyé inmundo como tu!
Draco la tomó del cabello acercándola a su rostro tirando fuertemente –Entonces
prefieres terminar de cantinera o prostituta. Pues hazlo y aléjate de mi –finalizó
soltándola.

Hermione corrió fuera y lejos de él. Lo que le había dicho era cierto, no quería
contaminar su sangre con sangre de Gadyé pero tampoco quería el destino fatal que le
aguardaba...
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Hermione tosía compulsivamente a la orilla del lago. Draco estaba arrodillado a su lado
con las palmas apoyadas en el suelo trataba de recuperar el aire mientras que el agua
escurría de sus ropas y su cabello. Una gota se deslizo por su nariz y levanto el rostro.

-¿Quieres, decirme, que, paso?– pregunto con dificultad.


-No lo se...– profeso Hermione– De pronto... sentí mucha tristeza y luego todo quedó
en blanco, sabia lo que estaba haciendo pero era como ver otro cuerpo...
Draco tosió violentamente, escupió agua y luego cayó de bruces sobre el suelo.
-¡Malfoy!– grito Hermione espantada volteándolo de espaldas, él no había perdido la
conciencia– Lo siento tanto...
-Esta bien...

El bote atranco en la orilla lo habían olvidado por completo. Crookshanks bajó de el


moviendo la cola tranquilamente y fue donde Draco, ya no estaba agresivo y eso era
algo bastante extraño. Ambos miraron al felino contoneándose naturalmente y
sonrieron al pensar que no tenia la menor idea de lo que estaba pasando. La chica dejó
de mira a la mascota y reemplazo esa imagen por la de Draco, sentado con un de las
rodillas encogidas y un brazo sobre esta y la otra pierna extendida, el cabello rubio se
le pegaba a la frente y había algunas gotas escurriendo por su cuello. Su perfil era
perfecto, recto y fino además con el resplandor de la luna en el lago producía una luz
azul que le daba a su piel una palidez sin defectos... Era la primera vez que Draco
Malfoy le parecía atractivo. El chico volteó a mirarla comúnmente, su sonrisa fue
reemplazada por un gesto tranquilo que era demasiado seductor.

El gato maulló de forma feroz, por lo que los chicos tuvieron que cortar su contacto
visual para mirarlo, él salió corriendo al parecer persiguiendo algo que ellos no
alcanzaron a ver así que solo lo siguieron. Hermione pensó en que se trataba de
Trevor, que generalmente Neville no sabia donde estaba, o de la nueva rata de Ron,
una lagartija o cualquier cosa, por lo que no le dio mucha importancia.

Entraron al castillo, al parecer se había metido en un salón de los de primer curso, pero
casualmente tenia las luces encendidas y no parecía haber nadie ¿Por qué tendría luz a
las tres de la mañana?

-No lo veo– dijo Draco.


-Juraría que entro aquí– dijo ella completamente extrañada.
-Pues cuidado Granger porque la miopía se pega.– Comento el rubio adentrándose en
el aula.

Draco se aproximo hasta el escritorio y ase arrodilló para revisar debajo de este
mientras Hermione abría los estantes que estaban detrás de este. Había pergaminos,
pociones, objetos, libros, pero nada de Crookshanks. Un repentino portazo los hizo dar
un salto de susto y corrieron a la puerta que se había cerrado. Draco tomó las manijas
y no pudo abrirla, la estrujó con violencia pero tampoco funciono así que termino
dándole una patada.

-¡Basta Malfoy!– gritó Hermione.– No es tu culpa...


-¡SI! ¡En eso tienes toda la razón!– gritó tomándola de una muñeca y la aprisiono
contra la puerta acercando su rostro al de ella–Todo esto es tu culpa.
-Pero como te atreves...
-¿Qué como me atrevo?... Si mal no recuerdo tú desordenaste la torre de adivinación
para que me culpara y ahí fue donde empezó toda esta estupidez...
-Estas demente, yo no hice absolutamente nada...
Hablaban entre susurros muy sutiles pero sus voces conservaban la misma energía que
les brotaba de los poros.

Hermione quiso alejarse pero él reacciono de inmediato y la aprisiono de ambas


manos llevándola a la pared para estamparla, curiosamente no lo sintió. Puso sus
manos encima de su cabeza, sus rostros estaban casi juntos y sus cuerpos
completamente pegados. Draco sintió una punzada que se extendió, cerro los ojos con
un claro gesto de dolor.

-¿Draco?– lo llamó Hermione.- ¿Qué te...?– no completo la frase porque a ella le


ocurrió lo mismo.
Contuvo la respiración. Ambos abrieron los ojos al mismo tiempo como sin vida
mientras el reloj de la clase daba las cuatro de la mañana...

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«17 de enero del año de 1849. 4:00 hrs.»

El insoportable calor empapó su cuerpo cansado de sudor, esa noche decidió dormir
desnudo, con la idea de que ella estaría tomando un camino lejano y que jamás la
volvería a ver... la idea lejos de entristecerlo lo perturbaba. Era la mujer mas hermosa
que hubiera visto, pero al fin y al cabo solo era un muggle más. Su cuerpo estaba
anestesiado pero sus sentidos estaban más alerta que nunca... sintió una daga
amagando su cuello, entonces abrió los ojos sin moverse, sin exaltarse. Ella se asusto
pero no retrocedió.

Se miraron fijamente con desafió pero Draco aun tenia un rostro sereno.
-Seria tan fácil...– susurró Hermione.
-Hazlo.– dijo Draco casi en tono de orden.

Pero ella no lo dañaría, por miso que se empeñase en ello pues lo único que tenia era
miedo. Draco le tomó la mano con la que sostenía la daga y la acerco a su cuerpo, la
chica de defendió y logró hacerle un rasguño con sus uñas en el brazo, pero eso no lo
lastimaba. Aventó el filo a un lado y todos los sentimientos guardados se hicieron
presentes. El odio, la frustración, el rencor, la humillación... el deseo.

La tomó del cuello encajándole los dedos y subiendo por su barbilla sosteniéndola
firmemente la volteo para que quedara debajo de su cuerpo, solo entonces, cuando la
tuvo completamente inmóvil la besó. La chica hizo una mueca de asco que se esfumo
al instante en que él le soltó el rostro para acariciarle los pechos por encima de la ropa
húmeda y pegada a su cuerpo. Algo dentro del cuerpo de la chica se resistía, pero le
era imposible detenerlo.

Draco abrió todos los botones del vestido y se sorprendió al notar que no usaba ropa
interior, pero no la necesitaba, en Inglaterra la ropa interior se usaba para mantener
firmeza o guardar olores, pero ella no. Las manos de Draco le recorrieron todo el
cuerpo de arriba abajo, su piel era tersa y de un color que él no conocía, brillante y
húmeda.

Los senos erectos de la chica golpeaban contra su torso mientras él se encargaba de


quitarle todo el aire que le fuera posible. La quijada le dolía por el beso, quería
arrancarle los labios, introdujo su lengua dentro de su boca, la chica se accionó, lo
tomó del cuello fuertemente y apretó su cara contra él correspondiéndolo y
moviéndose con furia, había descubierto una buena manera de hacer desaparecer su
coraje.

Ambos dejaron de pensar con sus cuerpos hirviendo entonces ella apoyó los pies en el
suelo y abrió las piernas quedando completamente expuesta a él. Draco bajo besando
su cuello y entro en ella lentamente. Era tal y como le gustaba una mujer; húmeda,
profunda y muy estrecha. Su humedad fue envolviéndolo como deleite entre ángeles.
Esa mujer era la tentación más deliciosa que había tenido en toda su vida, su cuerpo
perfecto, su carácter altivo, esos ojos llenos de soberbia que se cerraron con su beso...
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... Draco se movía sobre ella siendo completamente inconsciente de sus actos, la sentía
derretirse de placer restregándose debajo de su cuerpo y sudando juntó a él. Los
gemidos retumbaban en la puerta mientras la besaba haciéndola completamente suya.
Después de cierto tiempo a Hermione se le fue el aliento y levitando su cadera el
mundo se desintegró para ella.

Él tembló y calló sobre ella acariciando su piel, depositó un beso sobre su pecho y al
instante ambos perdieron la conciencia.

Siempre tenemos advertencias graduales hasta que llegamos al umbral del dolor. Hay
personas que reaccionan con la voz de su conciencia y hay otra que hacen oídos sordos
a todo y solo cuando están hundidos se dan cuenta de que es momento de hacer
algo...

CAP 11: Sobre el dolor

Su mirada estaba perdida, pero sus sentidos reaccionaban centrados en su presa ¿Era
un ángel?... Al diablo, era la criatura más hermosa que hubiera visto. Tenia el cabello
largo y de color castaño, brillaba con el sol... Sus ojos con un toque verdoso y
albergaban una energía que no había visto jamás, su perfil era fino y una sonrisa
perfecta y espontanea que lo volvió loco...

-¡Harry!– gritó Ginny tomándolo de la barbilla bruscamente -¡Mírame!


-he... si, si...–dijo distraídamente oyendo su voz como un lejano eco completamente
ajeno a él.
-¡No me estas escuchando!
-claro, que... te...
-¡ME QUE!
-... Que te escucho –Dijo de pronto mirándola con una nerviosa sonrisa –Me decías que
no has visto a Hermione desde ayer.
-Harry. Deje de hablarte de ella hace treinta minutos... Te decía del baile de día de
brujas. Es pasado mañana...

La pelirroja hizo una cara de fastidio al ver que la mirada de su novio volvía a perderse.
Decidió seguirle la vista hasta que la encontró... Como lo suponía estaba viendo a otra
de sus tipas. Su gesto se endureció al instante, le dio una bofetada obligándolo a
reaccionar al instante.

-¡Que te pasa!– grito el chico sosteniéndose el rostro ardiente.


Los ojos de ella estaban llenos de lágrimas - ¡Estas viendo a esa estúpida come libros!
-¿Hermione que?– dijo Luna que se acercaba a la mesa gryffindor de la mano de Ron.
El pelirrojo tomo asiento frente a ellos muy lentamente y ayudo a la rubia a sentarse
junto a él mientras empezaba a servir su abundante desayuno. Miró a su hermana y a
su amigo con algo de temor antes de decidirse a hablar, era obvio que discutían, el
dilema era ¿Por qué?...

-¿Puedo saber que pasa?– pregunto Ron tímidamente.


-Si Hermione que– continuo Luna.
-¿Hermione que?– repitió Harry.
-Bueno dijeron algo de una “Come libros”...
-¡Hermione nada! ¡Es esa estúpida de allá!– gritó Ginny haciendo un movimiento con
la cabeza.
La rubia viró su cuerpo para ver a su compañera de casa, la chica le sonrió y Luna
devolvió la sonrisa.
-¿Carito?– dijo Luna algo extrañada
-¡Valla! ¡Hasta nombre de zorra tiene!
-¡Ginny!– se escandalizó Ron casi atragantándose con una tostada.
Luna rió– No es una “Come libros”, en realidad es muy linda...
-¡¿La conoces?!– grito Harry
-¡Y eso que te interesa!– lo tajó Ginny.
-Es la prefecta de Ravenclaw, se llama Carolina Fudge, es la sobrina del ministro.
-Es linda...– profesó el ojiverde casi en un susurro inaudible
-¡Ya basta! –Ginny golpeo la mesa y al instante se levantó.
El azabache entorno los ojos–Nos vemos– se despidió para salir detrás de su novia.

El gryffindor estaba arto ¿Por qué siempre tenia que seguirla?... Era un imbécil, desde
que se la había llevado a la cama estaba mas sensible que de costumbre, y no es que
antes no lo estuviera... ¿Y porque le rogaba tanto? Ni que hubiera sido el mejor sexo
de su vida, además siempre...

-¡Lo siento!
Había chocado. Su sola voz le puso la piel de gallina, por dios, rogaba por que le
hablara solo una vez más. Aun no levantaba la vista, no se atrevía a hacerlo por miedo
a que fuera su subconsciente el que le estuviera jugando una cruel broma.
-¿No me digas que te cause un daño cerebral?– preguntó la chica sarcásticamente
mirando que el no levantaba la cara.
El sonrió dándose cuenta de que estaba babeando (no literalmente).
-Yo, Lo, La-amento- dijo pausadamente.
-Hay no también te atrofie el habla– siguió ella.
-Ya basta, no estoy descerebrado.
-En ese caso adiós.
Harry suspiro profundamente mientras ella se alejaba de sus manos, por primera vez
se lamentaba de haber dicho lo correcto. Tal vez si hubiera seguido hablando como
estúpido probablemente ella seguiría junto a él.

-¡Carolina!– le gritó.
Ella se viró para verlo- ¿Quién te dijo mi nombre.
El chico se acerco a ella de nuevo– Luna... Lamento mucho haber hablado como
retrasado.– se disculpó
La Ravenclaw abrazó los libros contra su pecho y arqueó una ceja.
-Es que, si supieras lo... perturbador que es para mi hablarle a la mujer mas hermosa,
inteligente y perfecta en todo el colegio...
-¿También te dijo que amo a los animales?– Inquirió ella de pronto.
-No lo creo.
-Entonces porque actúas como perro faldero.– dijo secamente. Puso una de sus manos
sobre sus cintura y tomó una posición amenazante –Potter, no creas que no he notado
que desde que empezaste a hablar no dejas de verme el escote.
-Yo no...
-Debo confesar que tienes unos ojos muy hermosos– prosiguió acercándose y lo tomó
de la barbilla con dos dedos –Vuelves a mirarme los pechos y tus lindos ojos van a
terminar de adorno en mi habitación, o claro... Puedo regalarle uno al tío Fudge.

La chica se alejo. El corazón de Harry daba tumbos contra su pecho violentamente. Esa
mujer era justo lo que no conocía, difícil y que pareciera una chica imposible era lo más
atrayente de ella. Nadie lo encaraba, nadie lo retaba, nadie lo contradecía... Pero ella...
A todo esto ¿Qué iba a hacer? ¿Por qué había salido del comedor?... Se encogió de
hombros y decidió entrar de nuevo, después de todo no lo recordaba.
_________________________________________________

La luz del sol entró por la ventana y le incomodo los ojos. Vio sus parpados de color
rojo, al instante tomó conciencia de estar despierto. Todo el cuerpo le dolía, el piso
estaba frio... Un momento ¿El piso? ¿Cómo que el piso?...
Abrió los ojos de par en par y apoyó sus palmas en el suelo ¿Pero que diablos...?

Tomo asiento y lo primero que vio fue a ella... Noto la imperceptible y casi inexistente
situación de que estaba desnudo... Y ella también. Al instante todo su cuerpo comenzó
a temblar, su mente estaba en blanco, no había recuerdos existentes. Se puso de pie
para colocarse los pantalones, incapaz de subirse el cierre debido a la temblorina de
sus manos. Sus dientes chocaban y sentía un nudo grande en la garganta...Cuando ella
despertó.

La gryffindor empezó a removerse mientras Draco de pie frente a ella la miraba con la
boca abierta. Hermione se sentó frotándose la cabeza, sintió su desnudez y al virar su
rostro vio a la serpiente con los pantalones desabrochados y sin camisa mirándola con
desconcierto. Paseo su vista por todo el salón de clases, sus ropas regadas, cerró los
ojos y las lágrimas se desbordaron por sus mejillas. Lo primero que hizo fue levantarse
y ponerse la túnica para que él ya no la siguiera mirando.

Draco se estiró el cabello.


-Granger...
La castaña sacó su varita que “mágicamente” había aparecido en el lugar en el que
anoche no estaba dentro de su túnica. Las lágrimas no cedieron incluso se hicieron mas
violentas.
-Espera...
-¡NO TE ACEQUES!– gritó histéricamente
El chico frunció el ceño con preocupación, definitivamente quería llorar. Cerró los ojos
y ella empezó a acercarse sin bajar la guardia, Draco tembló en cuanto la sintió cerca.
-Como pudiste...- profeso ella.
-¡NO! ¡GRANGER! ¡ESPERA YO NO...!
-¡ME VIOLASTE!

A él no le quedó mas que abrir la boca, las palabras le cayeron como un balde de agua
fría. ¿Y si en realidad eso hizo?... Ella aventó su varita a un lado, por primera vez él no
se defendió, una opresión estaba en su pecho, entonces ella lo golpeo frenéticamente
sin causarle daño. Su mente se nubló tomándola de las muñecas.

-¿A caso crees que necesito de una sangre sucia para acostarme?– preguntó sin
violento.

Hermione levantó su rostro y le dio dos bofetadas que le voltearon el rostro. Respiraba
por la boca, trago saliva y apretó los dientes, el chico comprendió lo erróneo de sus
palabras. Pero no se retracto.

-Quise decir que...

Cayó de rodillas en el suelo escupiendo sangre por la boca. Hermione tomó sus ropas y
salió corriendo. El dolor se esparció por todo el cuerpo del rubio, se sostuvo el
abdomen solo para notar que sangraba, ella le había encajado un triangulo delgado de
metal que usaban en clase de pociones. Apretó los dientes y con un gruñido intentó
retirar la pieza que cortaba su vientre desnudo, pero solo consiguió provocarse más
dolor que le provoco un leve vomito. Siguió temblando mientras perdía sangre, el olor
empezó a marearlo. La chica había olvidado su varita, la tomó para guardarla en el
bolsillo del pantalón y reuniendo todas sus fuerzas con un grito desgarrador se puso de
pie.

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«17 de enero del año de 1849 »

La mañana era fresca. Draco despertó con el canto de los gorriones, la cabeza le dio
vueltas y sintió un cuerpo caliente a su lado. Hizo un movimiento brusco con la cabeza
y la vio. Reposaba sobre su pecho con una mano rodeándole la cintura, la sabana les
llegaba hasta la cintura, sonrió volteándose contra ella para mirarle el rostro, De
verdad que era hermosa... Hermione empezó a moverse entre sus brazos, abrió sus
grandes ojos marrones y lo miró.

Lo primero que se le ocurrió pensar a él fue en el miedo... Esfumándose al instante en


que ella le besó los labios. Lo tomo del cuello enredando sus dedos en su cabello.
Draco se apoyó en el suelo para no aplastarla y seguirle besando.

-Buen día...– profeso el rubio sin muchos ánimos de separarse de ella.


La castaña sonrió- ¿Aun soy prisionera?– pregunto.
-Invitada– la corrigió Draco.
-En mi pueblo los invitados pueden irse...
El chico puso los ojos en blanco y se sentó– Pues vete– dijo secamente.
Hermione se puso de rodillas y lo abrazo por la espalda dándole un beso en su amplio
hombro.
-Ven conmigo– susurró subiendo por su cuello y termino mordiéndole el lóbulo de la
oreja.
-No puedo... Pero puedes irte... si quieres.

Ella sonrió, lo beso en los labios y fue recostándolo lentamente poniéndose sobre él
con las piernas abiertas, el rose entre sus sexos fue enloquecedor para Draco quien se
dejo besar y acariciar desde la cintura hasta el cuello, ella fue bajando por este y
termino aprisionando uno de sus pezones en una caricia sensual..

-Quiero quedarme contigo Draco... ¿puedo?

Al escucharla él se viró dejando su cuerpo debajo, la miro a los ojos con una risa para la
que no le alcanzaba el rostro, ni si quiera recordaba haberse reído tan abiertamente en
su vida.
-¿Por qué quieres estar con alguien como yo?
-Porque eres la persona mas valiente y noble que he conocido en mi vida –Dijo
acariciándole el rostro dulcemente.
-Hermione...
-Arriesgaste tu vida para salvarme, anoche quise matarme y lo volviste a hacer,
impediste que me violaran. Yo soy una ladrona; no valgo nada...
-Eres la mujer más hermosa y fuerte que he conocido...
-¿Lo vez?... Por eso me quedo contigo.

Draco siguió sonriendo. Le había dicho “Valiente y noble” cuando nadie lo bajaba de
vago irresponsable, el significaba mas para ella que para si mismo... Tenia que
conservarla a su lado, aunque los separara la vida entera.
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-No digo que lo que te pasó no te lo merezcas pero... No podemos permitirlo– dijo el
profesor “Ojo loco” Moody.

El rubio estaba en la enfermería con un vendaje alrededor de su abdomen. Guardaba


silencio mirando el vacio de. El directos Snape lo miraba fijamente al igual que la
preocupada Madame Pomfrey, obviamente un ataque de ese tipo era letal y no estaba
justificado bajo ninguna circunstancia. Él sabia que Snape odiaba a Hermione y
seguramente la correría del colegio... ¿Y si ella decía que la había violado?... Tal vez el
expulsado sería él. No iba a permitirlo.

-Ayer buscaba a mi mascota y algún payaso me encerró en un aula. Dormí ahí, por la
mañana me levanté y cuando di un paso resbale sobre la punta.
-¿Seguro? –Interrogó el siniestro profesor.

Draco levantó el rostro y lo miró a los ojos, Severus esperaba encontrar algún indicio
que lo hiciera saber que mentía... Pero si alguien era el mejor al engañar era él, la
serpiente mayor. Ni un solo titubeo, una mirada nerviosa o un temblor en los labios...
Nada.

-Bueno basta de esto– dijo la enfermera– El chico necesita descanso.


Los profesores se retiraron ante su insistencia. Después de cerrar la puerta ella caminó
hasta donde estaba Draco y dirigiendo una silla con su varita tomo asiento a su lado
mirándolo con dulzura.
-¿Qué?– dijo Draco.
-Donde esta Hermione...
El chico volteó la cabeza bruscamente– No lo se.
-Ella también podría estar herida...
Draco levanto la vista con los ojos llorosos–No sabe cuanto...
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Hermione estaba acostada en su cama revuelta, tenía la posición de un feto mientras


las lagrimas se deslizaban por su rostro. En las sabanas blancas había una gran mancha
de la sangre que había estado saliendo de su abdomen, ya no había dolor... solo quería
decir que él estaba bien.
Mordió la almohada con toda su fuerza, ahogando un grito que le salió desde el pecho.
El llanto cada vez se hacia mas histérico, en ese instante sentía el olor de Draco en
todo su cuerpo, lo que la hacia sentir asco hacia ella misma.

Se levantó quitándose la túnica que calló al suelo. Su cuerpo quedó desnudo al


instante pues no se había vestido ya que no quería que ese olor inundara sus demás
pertenecías, era demasiado tenerlo en su piel. Como un zombi entro en el baño, llenó
la tina de agua en punto de congelación, quería castigarse, lastimarse... Al sumergirse
el efecto fue contrario, lejos de torturarla le produjo una especie de anestesia
calmando los gritos de su adolorido cuerpo. Entonces se acostó quedándose con los
ojos abiertos, al instante una capa de hielo empezó a solidificarse sobre ella, elevó sus
manos para tocarla, era demasiado grueso como para que pudiera romperla. Sonrió.
Un ataúd de agua. Que ironía. Con una abnegación suicida cerró los ojos y se quedó
quieta, mientras un burbujeo escapaba de su boca al vaciarse el aire que le quedaba
dentro...
_______________________________________

Draco terminaba de vestirse en la enfermería, aunque la cabeza le daba vueltas quería


comer algo. Eran las doce del medio día, hora de la merienda. Se dirigió al comedor
escuchando con gracia como su estomago le exigía el alimento que tantas veces
rechazaba...
Se detuvo en seco. Sintió como sus pulmones se vaciaban, un nudo se le formó en la
garganta, la cual sintió cerrase al instante. Abrió la boca en un vano intento por
respirar desesperadamente... No tuvo éxito.

Un susurro familiar llegó hasta su oído «Míralo ahí esta, escuche que casi lo matan...»
Era la voz de Weasley que caminaba junto a Potter directo al comedor... En otra
ocasión tal vez hubiera devuelto el comentario con otro mas hiriente, solo que esta vez
no.
-¡DONDE ESTA GRANGER!– gritó Draco con todas sus fuerzas.
Se apresuró a tomar a Harry de la camisa y estamparlo en la pared, el azabache e
detuvo las manos- ¡Que te pasa idiota!
El chico estaba casi morado- ¡DIME!
-¡NO SE!...

El Slytherin dejó de hacer fuerza y se recargo en la pared en cuanto Harry lo empujó.


Siguió escuchando las murmuraciones de antes, pero de verdad no le importaba.
Apretó los ojos temblando de desesperación. Por el amor de lo que fuera, rogaba que
no hiciera una tontería...

-*Vamos Granger... Donde estas, dime donde...*- pensó con todas sus fuerzas
apretando los ojos. De pronto lo vio. Una tina, agua, estaba sumergida.... ¡Pero donde!,
su mirada se fijó en la cortina sobre la ventana, la figura de un león...

-*¡Su baño!*

Era un dolor conocido, pues lo había sentido ayer, obviamente era agua congelada.
Corrió lo más pronto que la asfixia y la punzada del frio se lo permitió. Al llegar la gorda
del cuadro que siempre odió le pidió la contraseña... ¿Pero como iba a saberlo?

-Pie de limón –Dijo sin tener la menor idea de porque y esta cedió el paso
cordialmente.

Entro, primero un pasillo oscuro y después la torre, con una ventana que daba al jardín
y posteriormente al lago, pero no tenia tiempo para criticar lo barato de la decoración,
subió por las escaleras, encontrándose en una puerta de madera que decía “Hermione
Granger. Prefecta”. Estaba entre abierta, miró en todas direcciones a punto de
desmayarse, el baño no tenía puerta y reconoció las imágenes que lo habían llevado
hasta ahí.

Fue presa de la desesperación al ver el hielo encerrándola, gritó y con los puños
cerrados golpeo más fuerte que el dolor de su abdomen se lo permitía. Usando la
misma fuerza con la que podía encajar el vidrio roto de una taza en la puerta de
madera tan solo aventándolo, imágenes de los últimos días sacudieron su memoria; las
veces que la aprisionaba contra los muros, la cercanía de su cuerpo cuando estaban
mojados, ella llorando.... No había una sola imagen en que su rostro no apareciera y
entonces el hielo se fracturo.

Lo primero que hizo fue levantarla, le puso dos dedos en el cuello... no había pulso,
tenia un color azul y estaba tan fría que le quemaba el tacto, sus parpados y labios
estaban completamente blancos. La sacó de la tina llevándola a la cama, al menos él ya
podía respirar, no entendía ella porque no Y recordó«El carácter mas fuerte se impone
sobre el débil... Uno tiene que desaparecer...» La recostó.

-*NO ¡NO!... vamos tu eres mas fuerte que yo ¡VAMOS! *- le puso las manos en el
pecho sobre el corazón, del cual el latido era casi imperceptible- *uno, dos, tres*-
apretó la nariz y soplo dentro de su boca... No hubo respuesta- *Granger no me hagas
esto... uno, dos tres*- repitió la acción y esta vez sintió un intercambio de aliento.

Con un movimiento sordo de su varita la sabana se calentó como si se tratará de una


manta eléctrica y la hizo rollo en ella. Al instante que la dejó cayó de rodillas en la orilla
de la cama con la cabeza abajo. Con el calor de la prenda la gryffindor empezó a
reaccionar lentamente... Draco levanto el rostro para ver como ella se sentaba.

-Malfoy...– profeso Hermione.


A Draco aun le costaba trabajo respirar– Eres una estúpida– dijo secamente con la voz
quebrada y bajando de nuevo la cabeza comenzó a llorar. Tenía los labios abiertos y el
rostro húmedo. En cuanto lo vio Hermione también lloró, él levantó su rostro y subió a
la cama sentándose en el filo de esta, al contrario de lo que el mismo hubiera pensado
abrazo al rollo gryfindoriano obligándola a mirarlo a la cara.

-Yo nunca, te hubiera hecho algo así– dijo Draco en el tono mas suave que le fue
posible –Soy todo lo que tu quieras, pero en mi vida, jamás haría algo tan atroz...
-Como puedo creerte...
-¡Porque salve a tu gato! ¡Porque me tire a un lago casi congelado para sacarte!...
Porque te salvé de que una manada de centauros te aplastará y te lleve a que te
curaran quedándome contigo... ahora casi me asfixio solo para salvarte...
Ella lo miró vacíamente– Lo hiciste por ti.
Paradójicamente él sonrió- ¿Crees que mi vida me importa?...– dijo y sonrió –Antes de
todo esto, del hechizo y eso... iba a suicidarme, por lo que tu podías morir y a mi no me
interesaría... Pero me di cuenta de que no tienes la culpa de mi vida...

¿Qué mas podía decirle? ¿Cómo podía demostrarle que no lo hacia por él? Quería que
le creyera, necesitaba que al menos por una vez en su vida le creyera, porque era la
primera vez que decía la verdad...

-Draco...– dijo ella.


-Cuando tu lees, a mi me da una migraña horrible– dijo y sonrió de nuevo – Siento en
mi mente cada palabra que lees y me golpea el cerebro... No te lo dije porque de
seguro hubieras dejado de hacerlo solo para no incomodarme y no puedo quitarte la
única manera en que te desahogas...– levantó la vista- ¿Crees que lo hice por mi?

Lagrimas empezaron a rodar por las mejillas de la castaña y sonrió, no eran de tristeza,
vacio o dolor... Nadie le había dado tal muestra de interés desde que sus amigos
arriesgaron su vida para salvarla de un troll hacia ya siete años ¿Cómo pudo soportan
un dolor tan agudo solo para dejarla leer?... El chico le sostuvo el rostro limpiándole las
lagrimas con los pulgares acunándolo entre sus manos de dedos finos y largos, un
tacto tan suave era raro en un chico...

-Necesito que me creas... Créeme Hermione.


La castaña se acaricio en su mano y puso una de las de ella sobre esta –Te creo.
-Yo nunca le aria daño a una mujer...– dijo el rubio y se le acerco al oído– O a eso que
tu eres.
Hermione reconoció sus propias palabras y se lanzó a abrazarlo con fuerza, Draco se
quedo impávido pero al instante cerrando los ojos le correspondió

Mientras mas incongruente parezca a los ojos humanos el dolor, mas fuerza vivificante
hay detrás de él, más trascendencia, mas respaldo de un bien mayor. Mucho que
sufren no lo comprenden, pero tampoco deben desesperarse tratando de hacerlo. La
confianza espiritual, mueve montañas...
CAP 12: Insignificante

Draco estaba atravesado en la cama de Hermione con los pies colgando. Ella se había
metido a ducharse, no si antes prometerle al chico no tocar la llave del agua fría. El
rubio cerró los ojos al escuchar el agua caer, sintió la misma calidez que ella y eso lo
confortó... La escuchó tararear «You look so dumb right now, standing outside my
house, trying to apologize. You’re so ugly when you cry… » Sonrió abiertamente con
una carcajada sin ánimos de abrir los ojos. De pronto dejó de ver sus parpados y la vio,
era ella, en el baño... Se enjabonaba. No supo porque pero era como si estuviera en
frente mirándola y seguía con su canto « Don’t tell me you’re sorry 'Cause you’re not.
Baby, when I know you’re only sorry You got caught. »… Las gotas tocaban su piel
dejando una huella de humo que él sentía en su propia carne deslizándose por su
cadera, incluso algunas eran atrapadas por su ombligo...

El Slytherin se sentó bruscamente mirando el suelo recargándose en sus rodillas con


los codos, abrió los ojos con un esfuerzo supremo y respiro agitado. Sintió su boca seca
¿Por qué la come libros lo perturbaba tanto?... Se frotó la cara con ambas manos...

-¿Estás bien?– dijo Hermione.


Él reacciono agitado– Si...– respondió casi sin aliento
-¿Pasa algo?– prosiguió la chica sentándose del otro lado de la cama.
-¿Qué tan fuerte crees que sea el hechizo?
-No lo se...
-Es que... Cuando venia para acá, no sabia la contraseña y dije dos palabras que no
recuerdo... No se como.
La castaña se recostó a los pies de la cama estirándose– No se... Probablemente... No,
no se.
Draco también se tumbo y ambos formaron una “L” con sus cabezas juntas. Hubo un
silencio pacifico que los dos necesitaban, estaban fatigados de tanto intentar matarse
mutuamente... lo único que querían en ese momento era dormir...
-Madame Pomfrey nos dijo que llegaríamos a ver como uno solo...– dijo Draco.
-A mi no me ha pasado ¿A ti si?
El chico sonrió –Para nada.– le respondió y trago saliva.
-Yo creí que al menos tú recordarías algo... De, lo que paso...
-No. Nada... ¿Cómo te diste cuenta de que...?– se interrumpió– Olvídalo, es obvio que
para una mujer...
Ella lo interrumpió con una carcajada y se sentó con un hábil movimiento.
-Yo no era virgen Malfoy... Así que lo que piensas no ha cambiado mucho.
Al Slytherin le costó trabajo cerrar la boca.- ¿Entonces como...?
-TU... eyaculaste dentro de mi- dijo mordiéndose el labio mientras su rostro se
encendía– Había residuos en mi ropa y... en mí.
EL rostro de Draco también se encendió.
-Además que despertar desnuda, sin recordar nada y lo primero que veo es a ti con el
pantalón desabrochado y parado enfrente de mí, no fue lo mas...
-¡Ya entendí!– gritó poniéndose de pie –Pero quien lo diría, La come libros resultó
mas... “Experimentada” de lo que parece. Déjame adivinar ¿Potter?
Hermione puso los ojos en blanco– Que idiota eres... No. Y no importa... ¿Y Tu?
-Eso que importa.

Hermione rodó en la cama quedando de rodillas frente a él, Draco levantó su barbilla
haciendo el gesto de superioridad de siempre. Ella hizo lo mismo con una ceja
arqueada ¿A caso no había entendido que no podía intimidarla?

-Que quieres Granger– dijo él secamente.


-Saber... Yo respondí algo... Merezco una respuesta– dijo con un tono ronco y muy
suave que él jamás se imagino que ella pudiera hacer.

Es bien sabido por todos que las palabras suaves son las que conquistan los corazones
duros...
-No importa.

El rostro del Slytherin estaba a pocos centímetros del de ella, tenia la cabeza arqueada
mirándose a los ojos. Era la posición perfecta para un beso, solo que ninguno de los
dos estaban dispuestos a cooperar para que aquello ocurriera. Hermione descubrió en
el mar grisáceo de Draco la perfección que había en este, pues era el único chico de
ojos Grises que había conocido en toda su vida y era el único que la había mirado tan
de cerca. Sus alientos parecían susurros silbantes que se mezclaban con cada
respiración

-Entonces al menos dime con cuantas habías estado antes de mí... No quiero que me
contagies nada.
Draco sonrió mostrando toda su perfecta dentadura sin separarse de ella. Al contrario
sus narices estaban juntas.
-No.– finalizó y caminó a la puerta.
-¡Eso no es justo!– gritó Hermione haciéndolo reír.
-La vida no es justa, acostúmbrate Granger.
-Déjame adivinar, te violaron... ¡O no! Mejor. Te humillaron por terminar pronto...
¿Dime estoy cerca?– dijo ella en un tono burlesco y fue acercándose de nuevo.

El rubio sintió cada uno de sus pasos, y cuando ella estaba a punto de tomarlo del
hombro él la tomó del brazo estampándola contra la puerta inmovilizándola
completamente. La miró a los ojos y dejo sus rostros a menos de medio centímetro.

-¿De verdad quieres saberlo?


-Si– respondió altivamente, aunque en realidad no estaba segura de ello.
Draco rió y se le aproximo al oído. Ella tembló con su aliento caliente en la oreja
cerrando los ojos ante la clara posibilidad de desfallecer en cualquier momento si él no
la soltaba.
-Fue en una clase vacía, con una gryffindoriana sangre sucia– La miró a los ojos– Y ni si
quiera lo recuerdo.

La hizo a un lado y salió azotando la puerta. Hermione cayó en el suelo


inmediatamente con la boca abierta...
_______________________________________

Luna estaba sentada debajo del gran roble frente al lago. El sol indicaba que eran casi
las seis de la tarde por lo que la rubia esperaba a sus amigos para comenzar su típico
día de campo y ver la puesta de sol. Escribía en su extraño diario que nunca soltaba
escuchando la tranquilidad. Miro una pareja de Hufflepuff recorriendo la orilla del lago
tomados de la mano y sonrió viéndolos demostrándose su afecto con miradas
profundas.
Harry llegó y se recostó poniendo su cabeza en las piernas de la rubia, ella lo miró por
el hueco que se formaba entre el libro y su cuerpo recibiendo una sonrisa
maliciosamente encantadora de parte del gryffindor.

-Ella no te haría caso Harry– dijo Luna cerrando el diario y dejándolo a un lado.
-Porque dices eso...
-Porque simplemente es diferente... A lo que estas acostumbrado.
El moreno sonrió- ¿Segura?
-No, pero... No la lastimes si lo intentas.
-Lo prometo.

Harry siguió sonriendo mostrándole sus dientes, Luna le quito los lentes y le dio un
beso en la frente haciéndole los cabellos hacia atrás.

-¡Harry! Ese lugar es mío– dijo Ron


El moreno no se movió– ¿Podemos compartirla?
_________________________________________

Draco entró en su sala común que estaba en penumbra... Recordó la enorme ventana
de los Gryffindor y sonrió. Sobre un mueble Crookshanks lo esperaba meneando su
cola. Zabini leía en el sofá de cuero negro que estaba en el centro de la estancia.

-Donde estabas– dijo el moreno.


-¿Alguna vez te he dado explicaciones? –Respondió Draco sentándose en el sillón
pequeño que en segundo curso usaba como “Trono”, el felino fue hacia él y subió al
brazo del sillón- ¿Tu que haces aquí?
-Llegó anoche– dijo Zabini– Pensaba en dárselo a la serpiente de Crabbe...
-Es mío y si lo tocas te asesino– dijo Draco secamente clavando sus ojos en él.
-Perdón... Debe tener hambre...
-¿Y que comen los gatos?– prosiguió el rubio completamente extrañado, nunca había
tenido ese tipo de mascotas.
-Pues comida para gatos...– dijo una chica de largo cabello rubio oscuro y ojos azul
claro- ¡Pero que cosa más hermosa!
-Maile ¿Tu tienes un gato no?– preguntó Zabini
-Si...
-Cuanto quieres por cuidarme a este– Draco fue directo al punto.
-Nada... Pero ¿Por qué no lo cuidas?...
Blaise se levantó y caminó hasta quedar frente a Draco, se puso de rodillas y observó a
Crookshanks, pero Maile lo tomó entre sus brazos.
-¡Puedes traumarlo con tu pervertida mirada Zabini!
El ojigris se carcajeó dejando su cabeza caer en el respaldo, Maile se apresuro y con
una mano le desató el nudo de la corbata para seguido desabotonarle los primeros dos
botones de la camisa y abrirla.
-Gracias...– profesó el chico que empezaba a quedarse dormido.
-¿Y como se llama?
-Cosa.
-¿Cosa? ¿Qué clase de nombre es ese para un gatito tan hermoso?
-Es el nombre que le pone un Malfoy a lo que no le interesa.– finalizo el moreno y se
perdió en la salida.

La chica de ojos azules y piel extremadamente pálida a la que apodaban “Chica de


hielo” ya que se caracterizaba por un tacto sumamente frio se acomodó sin soltar al
gato en el sillón que estaba Blaise.
-Confiesa Malfoy. De donde lo sacaste... ¿Creo que Hermione Granger tiene uno
igual?...
-Era de ella.
Maile abrió los ojos de par en par- ¡Y porque lo tienes!... ya de por si te odia, si
descubre que...
-Me lo dio.
-¿Por qué?
-Se tragó mi anillo, fuimos a CCM y la única forma de recuperarlo era matándolo.
Con esas palabras la chica de hielo apretó al animal contra su pecho.
-Y como no quería que muriera me lo dio– finalizó Draco y abrió los ojos para notar
que ella sonreía.- ¿Qué?
-¿Tú, compasivo?... No lo creo.
Draco sonrió– ¿Que estás pensando?
-Que te gusta Esa gryffindor.
-¡¿A mi?!... El frio ya te llegó al cerebro.
La chica sonrió y se puso de pie– Como digas.– finalizó y se fue a su habitación.

El rubio respiró profundo... ¿Quién podía pensar que él se fijaría en una sangre sucia?
De acuerdo, le había confesado que ella era la primera, pues antes de esa noche era C
O M P L E T A M E N T E virgen, si... Pansy lo había tocado un día de tantos, pero tanto
como llegar a acostarse con ella, nunca... Y el día en que pensaba hacerlo Granger se
había metido en una tina con agua fría impidiéndoselo. El único que sabía su secreto
era Blaise, porque medio colegio pensaba que era “El Dios del sexo”, había escuchado
rumores que iban desde “Dicen que es muy tierno.” Hasta “hace gozar horas
enteras”... Que estupidez.

Puso una de sus manos en su pierna derecha y descubrió una exaltación vertical.
Inmediatamente abrió los ojos... Solo era la varita de Hermione. Respiro
profundamente con fastidio, tenia que devolverla.
_________________________________________

La soledad no significa estar físicamente solo... Significa tener carencia de afecto.

Hermione caminaba con sus libros rumbo a la biblioteca, cuando Parvaty la intercepto.
La hermosa gryffindor se recargo en el pasillo con una burlona sonrisa.

-¿Qué quieres?– dijo la castaña


-Solo me dijeron que tenía que informarte...
-Hazlo y quítate de mi camino.
-Eres una fea.– prosiguió Parvaty en un tono inocente– Solo quería decirte que los
prefectos no pueden llevar pareja al baile de mañana.
-Gracias.

La castaña se alejó cuando una estrepitosa risa de la otra chica la hizo detenerse con su
sangre corriendo a una velocidad impresionante. Quería arrancarle su “Hermoso”
rostro del que tanto se vanagloriaba o raparle el cabello del que tan orgullosa se
sentía. Si pudiera le echaría acido en la cara para que quedara como monstruo. No era
envidiosa y mucho menos estaba en contra de la belleza, pero que la humillaran por no
ser alguien que quita el sueño le parecía estúpido. En su interior algo le gritaba que
siguiera, que la ignorara, pero no pudo.

-Que es gracioso– dijo virándose.


Parvaty se aproximo lentamente con un contoneo natural- ¿Estás feliz no?
-De que.
-Pues... Digo, ya no tienes que sufrir la humillación de ir sola. Puedes decir que como
prefecta no debías llevar pareja.
-¿Y tu tienes pareja? –Correspondió Hermione el sarcasmo enarcando una ceja.
-No. Pero mi pareja va ir solo y yo también.
-¿Y se puede saber quien es?
-Draco Malfoy.
Hermione ahogo una carcajada interna- ¿Y de casualidad él lo sabe?
-Vamos Hermione. Draco es un Dios en la cama, no va a perder la oportunidad de
experimentar con la más hermosa de Gryffindor... En cambio tu eres un
P E R D E D O R A, un patético ratón de biblioteca. Nadie se fijaría en ti, nadie te mirará
nunca. Seguro terminarás casándote con Ron, un pobretón traidor de la sangre y que
seguro lo tendrás que embriagar para embarazarte y amarrarlo porque de lo contrario
no conozco a alguien tan, pero tan ciego y estúpido.
Hermione no volvió a hablar. Lo que decía era cierto... Excepto lo de Draco como Dios
del Sexo... ¿Qué tenían todas en el cerebro a parte de aire caliente? Definitivamente
era cierto: Hormona mata neurona. La miró alejarse aun cuando la carcajada
retumbaba en el pasillo. Las antorchas se encendieron.

-¡Granger!– gritó detrás de ella. Pero no se movió– Olvide darte tu...

La Gryffindor se viró rápidamente y cuando lo tuvo cerca y usando todas sus fuerzas se
puso de puntas y tomándolo de la camisa atrapó sus labios con un movimiento salvaje.
Sin saber como, lo estampó contra la pared como tantas veces él lo había hecho con
ella. Se deshizo del morral que colgaba de su espalda tirando todos los libros y lo
condujo hasta la vacía biblioteca donde subiendo al primer escritorio lo aprisionó con
sus piernas. Empezó quitándole la corbata que colgaba deshecha a los lados de su
cuello y terminó de desabrocharle los botones de la camisa. Sus manos subieron por
todo su torso y terminaron enredadas en su cuello.

-Que haces...– susurró Draco tomándole las manos y retirándolas de él.


-No tengo la menor idea.– respondió la chica con el mismo susurro.
Draco miró a un lado, sacó la varita del bolsillo de su pantalón –Olvide dártela.
-gracias.
-¿Me sueltas? dijo señalándole las piernas.
Hermione deshizo el nudo con el que lo tenía aprisionado y su rostro se encendió al
instante.
-Que paso...– dijo Draco.
-Nada que te interese.
-¡Nada que me interese!... para tu información me trajiste a un lugar vacio ¿Quién es la
violadora ahora?
-¡Que! ¡Yo no puedo violarte!
-¿Solo porque eres mujer?... Te informo Granger que manosear a alguien y desnudarlo
en contra de su voluntad es indicio de violación.
-Tú lo has dicho CONTRA SU VOLUNTAD, no te vi muy en desacuerdo y... ¿Y que tanto
me miras?
-Me desvestiste.
-¿Y?
-Estoy esperando que me vistas de nuevo.
-¡Estas loco!
-O quieres que le cuente a tus amiguitos... Potter se pondría celoso.
-¡No te creerían!
-¿Quieres apostar?

La chica bajó de la mesa y retadoramente empezó abotonándole la camisa sin dejar de


mirarlo desafiantemente a los ojos. Cuando llegó al último botón él la tomó de la
cintura y la estampo en la pared.

-¿Verdad que duele que te estampen contra la pared?– dijo Draco.

Ella no contesto. El Slytherin le rozó los labios provocadoramente y paseó su nariz por
todo el cuello de la chica haciéndola cerrar los ojos. Paseo su lengua por el cuello de la
chica cuando ella quiso moverse aprisiono con una mano las manos de ella sobre su
cabeza y con la otra empezó a desabotonarle la blusa y fue bajando por la piel rugosa
de su pecho.

-¡NO!– gritó Hermione ferozmente ganándose que la estampara una vez mas.
-¡Como se llama el juego! ¡Hagamos lo que Granger quiere!– gritó el chico mirándola a
los ojos.

Draco la sostuvo lo más fuerte que pudo para morderle el cuello sacándole un gemido
de rabia y dolor. Succionó con todas sus fuerzas hasta que logró dejar una marca
morada en la piel palpitante.
Los ojos de la chica estaban llenos de lágrimas y despedían fuego. Él La soltó
ganándose una rápida bofetada que no pudo prever.

-¡No vuelvas a hacerlo!– gritó la chica.


El rubio la tomó de nuevo- ¡ENTOCES NO VUELVAS A TOCARME!– gritó– No creas que
porque fuiste la primera con la que estuve tienes derecho sobre mi, no necesito tu
maldita lastima.– finalizó.

Hermione lo vio salir de la biblioteca furioso y se derrumbó en el suelo llorando... ¿A


caso pensó que significaría algo para Draco haber perdido su virginidad con ella? ¿O
creyó que podría hacer cuanto quisiera con él pues no la lastimaría? Toco su cuello que
palpitaba, no lo había hecho por deseo...
De alguna manera El Slytherin quería marcarla a ella de una forma tan profunda como
ella lo había marcado a él, pero no podía…

Los amores que tienen la mayor posibilidad de perdurar no se hayan en los momentos
de inmadurez.
CAP 13: Truco o Trato

... Las personas se unen en amor verdaderamente solo cuando aprenden juntos;
cuando comparten asuntos trascendentes para ambos... y no cuando el uno le
demuestra al otro su experiencia...
Las clases habían sido suspendidas por el baile. Todo el colegio estaba en un estado
parecido a un punto medio entre el letargo y la euforia; era exasperante para las chicas
buscar un disfraz y para los chicos buscar pareja... Cuando eres niño la noche de brujas
es una ocasión divertida en la que vas de puerta en puerta gritando “¡Trick or treat!”
exigiendo dulces. Basta con ponerte una corona de papel y verte gracioso (a)...

Pero al crecer... Es diferente.


En el mundo de las chicas, la noche de brujas es la única ocasión en que puedes
vestirte como callejera sin temor a que alguien quiera pagarte por sexo. Basta con
lencería de encajes y orejas de animales... En Hogwarts NO. En el colegio de Magia y
hechicería la lencería esta prohibida... Pero nadie prohíbe los vestidos incitantes con
antifaces puritanos...

Ginny entro corriendo a la habitación de Hermione. No eran más de las nueve de la


mañana por lo que la gryffindor se encontraba profundamente dormida, sumergida
entre sueños confusos...

-¡Hermioneeeeeee!– gritó la escandalosa pelirroja.


-¿Qué, que?...– dijo Hermione despertando con dificultad.
-¡Mira, mira, miraaaaaa!
-¿Qué?... Que miro Ginny– se sentó en la cama sobándose la cabeza y miró a su
amiga...- ¿Ese, es tu... disfraz?
-SIIIIIIII

No era un disfraz. Un vestido de color pardo que se amarraba detrás del cuello con una
cinta plateada, tenia otra cinta de estas en la cintura y terminaba con picos irregulares
a la mitad de la pierna, además de un peculiar escote que mostraba unos pechos
mucho mas... Enormes de lo que en realidad eran.

-¿Imagino que te falta un antifaz?


-¡Claro!... Si no, no seria un disfraz.
-Es lindo Ginn.

La pelirroja dio tres saltos y salió corriendo tan apresuradamente como había entrado.
Hermione se quedó con una sonrisa al pensar que ni si quiera tenia un disfraz o un
vestido hermoso que lucir... Se levantó de la cama. No tenia animo como para un baile
en el que claro... Predominaba la belleza o las curvas espectaculares.

Decidió entrar a ducharse. Mientras lo hacia recordó la risa de Draco mientras ella
cantaba para burlarse de él y la forma en que lo había tratado... Besarlo solo por
coraje. Las palabras de Parvaty habían ardido dentro de ella y solo quería demostrarse
que al menos ella había tenia algo que todas desean... Aunque no lo recordaba. El agua
moldeó sus curvas relajándola. Tal vez lo que le había dicho era cierto, ahora ya no
tenía que preocuparse por ir sola al baile... Eso era lo que quería, un pretexto...

Salió rodeando su cuello con una toalla, con una esquina de esta se secaba el cabello
lacio y desordenado mientras su cuerpo permanecía goteando. Sintió la necesidad de
cubrirse cuando notó que Draco estaba ahí, en cuanto la miro completamente
desnuda excepto por el uno de sus senos que tapaba la toalla se viró con las mejillas
enrojecidas. Ella sonrió.

-Yo no tengo la culpa que en las mazmorras no haya ventanas, creo que ya te gustó mi
habitación –Dijo Hermione dejando de lado su intención de cubrirse.
- Mcgonagall... me, mandó, que te entregara... –Al chico le costaba trabajo respirar.
-¿No crees que ya me has visto muchas veces como para que te apene? –Lo
interrumpió.

La chica empezó a ponerse unas bragas blancas que se ajustaron a su cadera, Draco
quería que los ojos le dieran una vuelta completa para mirarla. Ante el desafió se viró,
ella se agarró el cabello con una pinza dejando su espalda descubierta, caminó y de un
cajón sacó el sostén sencillo blanco metiéndolo por sus brazos. Maldijo al no poder
abotonarlo a su espalda... Por eso odiaba los sostenes que tenían el broche en la
espalda, ella prefería los broches al frente. Completamente solicitó el rubio guardo la
invitación en su bolsillo y caminó hasta ella apartándole las manos para abrocharle el
sostén. Al hacerlo las manos la rodearon metiéndolas debajo del algodón acariciándola
con deleite erizándole la piel.

-¿Cómo se llama el juego? –Profesó Hermione -¿Hagamos lo que Malfoy quiere?


Él se le acercó al ido y sonrió quemándola con su aliento – Exacto.

Sus manos la recorrieron hasta sus hombros donde la volteó volviendo a bajar y
terminar muy cerca de ella sosteniéndola de la cadera. Su mirada se perdía con la de
ella. Hermione subió una de sus manos y aparto levemente el cuello de su camisa
notando una idéntica marca morada como la que ella tenía. Sonrió victoriosa
haciéndolo entornar los ojos.

-Si hubiera recordado que yo también la tendría no lo hubiera hecho– dijo Draco sin
soltarla.
-¿Qué estas haciendo?– susurro Hermione completamente debilitada.
-No tengo la menor idea...

Al chico le costó trabajo controlarse, era frustrante no recordarla, no tener idea de lo


que se sentía deleitarse con el sabor de su piel y saber que ya lo había hecho ¿Habrían
llegado al éxtasis? ¿Habría gemido con sus caricias?... ¡¿Qué paso?!

Tragó saliva– solo te traje tu invitación– dijo sacándola de nuevo del pantalón– Y, no
puedes llevar pareja...
-Ya lo sabía.
-¿Y también sabias que te toca decorar conmigo?
-¡Decorar!– gritó separándose de él y buscando su uniforme- ¿Y porque contigo?
-Unión típica; Hufflepuff y Ravenclaw, Gryffindor y Slytherin. Nos tocaron los jardines.
Hermione asintió. El rubio no dijo nada y salió de la habitación.
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Ron y Harry se presumían mutuamente sus disfraces, el del pelirrojo parecía un árbol
mientras que el de Harry solo era un traje negro con un antifaz rojo. Sonreían
alegremente en la habitación de chicos. El moreno no dejaba de pensar en Carolina,
seguro ella estaría en el baile con su novio... Un estúpido fortachón con el que medio
mundo la había visto pasearse durante mas de dos años , todos la habían visto besarse
apasionadamente con este chico demostrando a los cuatro vientos su
“Enamoramiento”. Si a eso se había atrevido en público no era difícil suponer lo que
había hecho con su ardoroso galán en la intimidad y por su vida que quería saberlo.

Ambos bajaron a la sala común con sus disfraces en bolsas de plástico negras flotando
detrás de ellos. Al instante las chicas los saludaron cordialmente excepto Parvaty que
estaba demasiado ocupada pensando en Draco Malfoy. Por dios que lo quería tener,
quería entregársele y esta noche lo haría.

Hermione bajó intentando no mirarla, inmediatamente Harry y Ron se le acercaron


como un par de guarda espaldas, la castaña sonrió y se limitó a guardar silencio, era
obvio que iban a decirle algo.

-Ginny nos dijo que no quieres ir al baile– dijo Harry


-¡NO nos puedes hacer eso!– gritó Ron.
La chica rió– Ni si quiera tengo disfraz...
-¡Claro que lo tienes!– dijo Ron y la llevó hasta el sofá donde había una caja blanca –Lo
mando tu mamá
-¡Ustedes abrieron mi correspondencia!
-¡NO!– gritó Harry– pero la etiqueta dice disfraz para Hermione– señaló el papel que
estaba pegado a la caja.
-Olvídenlo chicos... Tengo que irme.

La prefecta hizo un gesto de tristeza que sus amigos notaron. Salió de la sala común sin
el menor interés en ver el ridículo disfraz de mariposa, princesa o abeja que su madre
le pudo haber mandado.
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-ya esta listo.


-¿De que hablas Zabini?– dijo Draco mientras caminaban a los jardines.
-De Pansy, te va a esperar en tu habitación y te la tiras.
Draco puso los ojos en blanco– Otra vez con eso... A ti que te importa mi... Eso.
-¡Malfoy por favor!... Eres “El dios del sexo”... DEL S E X O... ¿Conoces a un dios del
sexo que no lo haya tenido?
-¿Y como me creaste esa “Reputación”?
-Le pague a una Hufflepuff para que esparciera un par de rumores... Y luego crecieron.
Mi favorito es el que dice que te acostaste con Mcgonagall- dijo Con una carcajada
ganándose un puñetazo en el estomago por parte del rubio.

El ojigris se quedo pensando en si en verdad sería lo correcto hacerlo con Pansy, ella
solo era su mejor amiga y no quería lastimarla no deseaba utilizarla... Tenia miedo de
lo que iba a pasar esa noche. Blaise seguía hablando de su experiencia. En todos los
relatos que había escuchado de otros Slytherin todos comentaban lo mismo; que al
terminar sus compañeras inexpertas solo expresaban un “Es todo” “Por eso tanto
escándalo” y terminaban con la moral terriblemente baja ante tal humillación... ¿Él
como iba a saber que hacer? Si nunca había tocado a una mujer... al menos
conscientemente... Besaba bastante bien por lo que cualquier chica que se deleitaba
con sus labios podía esperar una respuesta magnifica en la cama ¿Pero si no era así?...
Cuando reaccionó notó que otro chico se había unido a la plática.

-... entonces como vez el placer femenino esta conectado a su psique– dijo el chico.
Parecía estarle explicando algo a Blaise.
-y el masculino a su...
Los tres rieron ante la seña que hizo Zabini a sus pantalones.
-¿Ves Draco? No es tan difícil.
-¿Alguna vez te has preguntado que puede sentir ella? ¿Alguna vez has intentado
tratarla como algo mas que una muñeca de plástico?– prosiguió el chico
experimentado.
-Lo siento señores, pero tengo cosas que hacer– se despidió secamente el rubio.

A lo lejos se fijó en como Hermione intentaba decorar un árbol con telarañas que
salían de su varita. Sonrió acercándose a ella y de pronto sintió un estado de
melancolía que claramente emanaba de todo el ser de la castaña. Hizo cara de fastidio
al notar que ella veía a una pareja acaramelada caminando muy cerca y susurrándose
cosas al oído. El sentimiento creció cuando él de la nada sacó un ramo de flores
bastante sencillo para entregárselo recibiendo un beso como premio. Draco alcanzó a
sentir su suspiro largo y profundo.

-Pero que tierno es ver a una Sangre Sucia soñando– dijo a su espalda.
Ella puso los ojos en blanco– llegas tarde.
-¿Y que importa? A nadie le interesa la estúpida decoración.
-No te gusta el amor– dijo la chica sin dejar de mirar a la pareja.
-¿Amor?... una palabra de cuatro letras; dos vocales, dos consonantes y dos idiotas.–
dijo Draco.- No entiendo como alguien puede exhibirse asi...
La castaña se volteo para verle de frente - El amor es ciego
-De ese caso, la lencería esta sobreestimada… ¿Por qué no terminas?– dijo Draco.
-¡Se supone que es un trabajo en equipo!– gritó ella en total exasperación.- ¿Qué no
sabes lo que es eso?
-Si. Es la posibilidad de culpar a otros...
-¡NO TE SOPORTO!

La chica volvió a su tarea de las telarañas sin llegar muy lejos. Draco la tomó de la
cintura para elevarla y que la telaraña cubriera completamente el árbol, cuando la bajó
lentamente sus rostros fueron atraídos por una fuerza magnética que no les permitía
dejar de mirarse...
-¿Sabes lo que es un amigo?– dijo Hermione de pronto.
-Es alguien que tiene ese “No se que” que elimina toda la intención de acostarse con
él...

Hermione lo empujó lentamente, definitivamente había esperado otra respuesta o un


“no” para tener la oportunidad de explicárselo. Pero no. Draco Malfoy no le permitiría
a nadie traspasar esa coraza que con tanto sufrimiento se había formado... Él podía
recordar las palabras de su padre « Ninguna mujer amará nunca a alguien como tú. Lo
único a lo que nosotros podemos aspirar es que alguien se case con nosotros por
nuestro dinero y con el tiempo, si tienes suerte tal vez tengas un hijo que te
quiera...»... Tenia razón aunque le doliera, por eso había querido quitarse la vida, por
eso no quería un final de plástico como el de su padre... Se había casado con una mujer
hermosa y poderosa y sin embargo él, su hijo no sentía nada por su persona más que
desprecio.

La gryffindor seguía con la decoración, el Slytherin alcanzó a ver que tomaba una rosa
encajando una espina en su dedo. Inmediatamente se apresuró a “Socorrerla”.

-¿Te has lastimado?– preguntó


-Un poco... ¿Irás al baile?
-Tengo que.- respondió el chico secamente
-Me refiero a... si bailarás
-No lo sé… El baile solo es la frustración vertical de un deseo horizontal..

Draco le hizo una mueca antes de cogerle la mano y llevarse el dedo con una gota de
sangre a la boca. Atónita, no fue capaz de moverse mientras él le pasaba la lengua por
la sensibilizada piel de su dedo. A pesar del dolor de la herida, la sensación era muy
agradable. Muy, muy agradable.

- Eso no le viene bien a la herida—susurró.– Eres demasiado malicioso para ser un


buen murciélago.

Con el dedo aún en la boca, el rubio le dedicó una sonrisa traviesa. Hizo un círculo
completo con la lengua alrededor del dedo una vez más antes de abrir la boca y curarlo
con su varita.

-Yo decoro el otro lado del castillo–terminó diciéndole Draco.

Hermione quiso decirle que No. Que se quedara con ella, que no le molestaba, que por
piedad no la abandonara y siguiera con la acción de su dedo... Por dios, si eso hacia su
lengua en un dedo que tanto no haría dentro de su boca...

Gran Baile de Día de Brujas en Hogwarts

La banda sonora que se encargaba de hacer los hechizos de música se había retrasado.
Harry estaba en el baile desde temprano sin pareja completamente aburrido. Los que
tenían una chica al menos podían conversar con ella... Pero él no quería platicar, sus
técnicas de cazador estaban agudizadas a más no poder. De pronto una leve pieza
incitante empezó. Su mirada se clavo en la pista. Se hallaba hechizado por las bellas y
voluptuosas formas de Carolina, la miraba de hito en hito departir con sus amigas a
unos metros de distancia.

Ocasionalmente giraba la cabeza para asegurarse de que su corpulento galán no


llegara. Tal vez había terminado con él y ahora estaba disponible... Apretó la
mandíbula enérgicamente. No debía hacerse ilusiones. El hecho de que la chica más
agraciada de la escuela hubiera asistido sola a la fiesta de día de brujas y que por
coincidencia tampoco él fuese acompañado no significaba que el destino quisiera su
unión. Con todo, la ansiedad invadió su cuerpo, como me ocurría siempre que
vislumbraba la posibilidad de una aventura sensual... Llevaba un vestido de algodón
que rodeaba sus pechos y terminaba mucho mas arriba delamitad de la pierna y que
tenia una atadura en forma de collar alrededor de su cuello y con una mas que
atrevida abierta que ventilaba su abdomen plano.
Imaginarse su piel desnuda lo alteraba de forma ingente. Ella tenía el tipo especial de
cuerpo que él no había tocado jamás (muslos largos, senos grandes y firmes, caderas
prominentes, piel blanca), además de poseer otros elementos eróticos muy discretos:
tono de voz intimista, timbre sensual, mirada
displicente,seriedad altiva, movimientos felinos...

-¡Que haces!- gritó Alfred... Casualmente el único chico Slytherin que entablaba
amistad con cualquiera de otras casas, era sumamente apreciado por su conocimiento
sobre mujeres.- ¿Nueva presa?

Harry rió al por el comentario, y se fijó en como Ron y Luna entraban y detrás de ellos
Ginny. El Slytherin tenia los ojos color aqua y el cabello café muy oscuro con piel
blanca y claro, un rostro completamente dedicado para seducir. Era todo un cazador...
Tal como Harry.

-Oh, ya veo– prosiguió Alfred– Todo el mundo se pregunta si habrás vencido a la


puritana.
-Sí... —confesó titubeante—, fue una experiencia muy triste. Puso demasiadas
condiciones. Me da pena pues creo que en verdad me amaba.

Ron y Luna se unieron a la mesa. La chica se veía hermosa con un vestido ceñido de
color azul que resaltaba su cuerpo juvenil y su piel pálida, claro, sin faltar su respectivo
antifaz... Carolina desapareció para Harry, imaginó que debía estar en el baño, aunque
perderla de vista le molestó demasiado.

Draco entró poco después vestido con un traje que recordaba a The Phantom Opera,
excepto que sostenía el antifaz blanco en una mano sin la menor intención de
ponérselo, ya que le era sumamente incomodo. La luz tenue resaltaba su piel y sus
rasgos finos, si se hubiera vestido de blanco no hubiera habido una mujer en su sano
juicio que no lo hubiese confundido con un ángel.

A Parvaty se le iluminó el rostro al instante. La gryffindor traía un vestido parecido a los


que usan las bailarinas de ballet, solo que mucho mas ceñido en colores brillantes y
escandalosos. Su gesto risueño se hizo duró al ver que Pansy Parkinson entraba
haciéndole escolta al rubio, vestía de negro brillante atado a su cuello con una tira
dorada debajo de sus pechos. El vestido era de corte en pico hacia un lado bordeado
también con una ondulación dorada. Era la chica más hermosa de la noche y no habría
ninguna que pudiera opacarla... Por algo era la única que hablaba con Draco...
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Harry interceptó a Carolina justo cuando iba a entrar de vuelta al baile.
-¡Hola, qué sorpresa!— le dijo— Te ves muy hermosa esta noche
Ella enarcó una ceja– Si... Sorpresa
El chico Hizo un ligero reclinamiento de cabeza- ¿Me concederías esta pieza?
Carolina lo miró y sonrió alegre- Claro.
-¿Vienes sola?- le preguntó mientras se dirigían a la pista.
-Sí.
-¿Una chica como tú no debería tener un novio?
Sonrió tristemente:
-No es un aregla ¿O si?

El corazón le dio un vuelco. Quiso decir "lo siento", pero a cambio de ello el rostro se le
iluminó con una alegría nerviosa. Era demasiado bueno para ser verdad. Esa chica alta,
despampanante, ahora se hallaba repentinamente sin compromisos, bailando con él.
Por unos minutos no pudo decir nada. Analizó la situación mientras se movía al ritmo
de la música. Se advirtió tenso pero lleno de energía, como se siente un atleta a punto
de arrancar en la carrera para la que se ha preparado mucho.

-¿Te invito algo?- preguntó interrumpiendo el baile.


-¿Por qué no?
Se dirigieron a la barra pasando por en medio de la pista. Al caminar puso su mano
derecha sobre su espalda.
-Seguro debes de tener muchos pretendientes.
Se encogió de hombros. —No sé. Ni me importa.

Su respuesta lo puso demasiado nervioso. Era evidente que no seria fácil.

-¿Sabes? —le dijo—, a mí tampoco me ha ido bien en cuestión de amor últimamente.


Estoy muy decepcionado. ¿No te ha pasado que cuando más te interesa una persona y
le das lo mejor de ti es cuando más te desprecia...? La desilusión de haberte entregado
a alguien que no valía la pena es dolorosísima.

Levantó la vista y le escrutó con sus dulces ojos melancólicos. Al parecer el truco de la
lástima no había fallado esta vez

-¿Ya no sales con Ginny?


Movió la cabeza para decirle que no y sonrió atribulado.- Me da gusto poder platicar
contigo, Carolina... porque me siento más solo que nunca.

Las luces se apagaron parcialmente y se escuchó la dulce música romántica.


« Baby grind with me, relax your mind, take your time with me, I love you deeper if you
cry for me. Now come and kiss me till you body gets weak, Just grind with me baby »

La mayoría de los bailarines impetuosos se retiraron y sólo algunas parejas abrazadas


permanecieron en la pista balanceándose con la deliciosa cadencia de los compases
suaves. El corazón quiso salírsele de su sitio ante esa imperiosa e ineludible
oportunidad. Sin embargo, para su sorpresa, Carlina se le adelantó.

-¿Quieres bailar?
-Claro.

Le tomó de la mano y caminaros juntos colocándose en el centro de la oscuridad. La


abrazo por la cintura y ella acomodó sus manos alrededor de su cuello. Con la excusa
de hacer algunos comentarios, se acercó paulatinamente a su rostro hasta que la
distancia que los separaba se redujo al mínimo. Sus pies se movían lentamente y el
halo magnético del uno se había fusionado con el del otro, produciendo una reacción
más que excitante. No se necesitaban hablar mucho; sus cuerpos exhalaban una
química poderosa que nos hacía sentir entre nubes.

-¿Sabes, Carolina?- Susurró en su oído- yo siempre te he querido... en secreto.

No contestó, pero después de ese comentario se abrazaron totalmente. Calibró la


delgadez de su cintura con sus manos; sentir el contacto directo de sus partes íntimas
lo dejó sin aliento.

Hermione entró en ese preciso momento. Al instante la castaña se robó la mirada de


todos, extraños y conocidos. Sintió las miradas sonrojándose lentamente. Su vestido
era mucho mas que un disfraz. Cierto, su madre le había mandado un traje de
mariposa pero completamente diferente. Este era completamente blanco con un
generoso escote que llegaba mucho mas debajo de sus pechos y dejaba ver demasiado
de su cuerpo. Era de ceda delgada y casi transparente, los pezones se le notaban. El
corte era en pico desde su cadera hasta arrastrar en el suelo con una mariposa negra
casi transparente en el vientre. Se veía hermosa...

Uno de los que no pudo evitar mirarla fue Draco. Al igual que él la chica traía su antifaz
de mariposa en una mano, sin muchos ánimos de ponérselo. Se quedo viéndola
fijamente desde el rincón donde “cuidaba” el orden. Ella lo identifico desde la entrada,
sus miradas se clavaron y algo extraño sucedió...
Mientras la melodía avanzaba cada vez de forma más perversa e incitante
*« Staring in your eyes, I could see the fire, Got you hyptnotized. Do you feel the vibe...
» Draco se acercaba a ella con un cadencioso movimiento que lograba hipnotizarla con
todos sus sentidos. Su andar era lento pero a ella le impedía moverse en todo
momento...« Step one, You kissing on me » Entonces el chico la tomaba de la cintura
paseando su nariz por el cuello de la chica que nunca había visto tan descubierto,
subiendo desde el pecho por toda la vena « Step two, Girl you killin me softly » Ella
bajaba por su cuerpo y volvía a ascender con un sensual contoneo bordeando con sus
labios toda la masculinidad del rubio y atrapar su cuello con sus manos, mientras él la
miraba « Step three, Now you see why you chose me » El chico la volteaba pegando su
espalda a su torso y paseaba su lengua por la oreja de la chica sintiendo su escalofrío,
ella se volteaba mirándolo a los ojos con un deseo ardiente « Step four, And ooh you
vibing with me » y seguían bailando con el mismo movimiento erótico... *

«Baby grind with me, relax your mind take your time with me, I love you deeper if you
cry for me »

-¡Draco!– gritó Maile aventándose para abrazarlo por la espalda -¡pero si estas
ardiendo! –Grito preocupada al notar la alta temperatura del rubio.
El Slytherin reaccionó exaltado. Saliendo de todo su increíble trance... ¿Ella también lo
había visto?
-El que tu seas una ICEGIRL no quiere decir que los demás no tengamos pulso Maile– le
dijo Draco.
Ella sonrio- ha claro... será eso.

Hermione abrió la boca... ¿Qué había visto? ¿Una fantasía? ¿Un pensamiento de
Draco?... ¿Qué?
-¿Qué?– dijo la chica exaltada desviando su contacto visual con el rubio
-¿Qué si te sientes bien?– repitió Neville– Estás muy caliente.
-Yo...
-¡Hermione que te pasa!– grito Ron, asustado.
-Imagino que debes estarte resfriando... Eso pasa cuando atrapas un Snorkle de cola
dorada –Dijo Luna
La castaña sonrió– Si, debo tener un... resfriado– dijo distraídamente. Draco ya no
estaba.
-No te has bañado con agua fría ¿O si?– dijo Ron
-Claro... que, no...
-Mejor ve a la enfermería.– finalizó el pelirrojo y se perdió con la rubia.
- ¿Quieres que te acompañe?– dijo Neville.
-No... Estaré bien...
El chico se le acerco al oído -¿Los snorkles de cola dorada existen?– susurró.
-Claro que no Neville.

La música terminó. Harry y Carolina se quedaron enlazados mirándose a la cara. En el


rostro de la chica había un matiz carmín que la agraciaba aún más, y en el de él, la
mirada de un hombre que ha perdido los estribos por la emoción de esa rápida
aventura y el enorme deseo de llevarla hasta el final.

-¿Qué te parece si salimos de aquí?– propuso el moreno en voz baja- Me gustaría


mucho conocerte mejor.

No me contestó que sí, pero apenas salieron de la pista fueron a despedirse de sus
compañeros con excusas insulsas.
-¿Adonde vamos?- le preguntó Harry mientras caminaban por el pasillo.
Ella se encogió de hombros sin apartar su penetrante vista de su rostro -Adonde tú
quieras...

El moreno la llevó a su típico escondite: El tercer piso. En las escaleras Harry se detuvo
pues habían cambiado y tenían que esperarlas de nuevo. Ese era el único problema
con su lugar secreto. Después de unos minutos las esclaeras volvieron a su lugar, pero
el azabache no pudo moverse.

-¿Vamos?- sugirió carolina


-No tienes idea de cómo me gustas...– Balbuceó él. Estaban en la posición perfecta
para un beso que tanto anhelaba, pero ella no quiso levantar la cara.
-Vamos- repitió.
-*¡Maldición, vamos!* - pensó y empezaron a subir.

Cuando volvió a levantar los ojos, ella lo miraba muy fijamente con la boca
entreabierta en un gesto de ternura. Se me acercó despacio rozando con sus labios los
de ella. Apretó su boca contra la de ella para hallar la enloquecedora humedad de su
lengua. Fue un beso impetuoso, cargado de verdadera pasión. La abrazó fuertemente y
acarició su cabello, su espalda sintiendo el deseo crecer como un ente incontrolable y
cerró los ojos para entregarse por completo al movimiento sensual.

Cuando se separaron Carolina respiraba rápidamente y estaba encendida de un leve


rubor. Llegaron a la entrada del tercer piso. Apenas estuvimos juntos se volvieron a
entregar en un vigoroso y ardiente beso. Después de unos minutos Harry empezó a
recorrer su boca con sus labios, sus mejillas, su cuello, sus oídos. Al besar y
mordisquear su oreja izquierda le susurraba que estaba loco por ella, que le fascinaba,
que la idolatraba, que daría cualquier cosa por una noche a su lado... La Ravenclaw
mientras tanto le acariciaba los muslos. Subía su mano casi hasta su entrepierna y
volvía a bajarla en una cadencia dulce y acompasada... hasta que se dio cuenta del
lugar.

-¿A dónde me has traído?– pregunto con cierto tono de alarma


-No te ofendas, tranquilízate y confía en mí... Te prometo que sólo haremos lo que tú
quieras.
Y al decir esto último le acarició la barbilla con el índice y el pulgar...
-Estoy tan confundida y triste...
-Vamos, no pienses en nada. Sólo vive el presente y relájate.

Se acercó abrazándola nuevamente, Recargó su cuerpo contra el suyo para hacerle


percibir su masculinidad y esta vez paseó su lengua por su cuello y la introdujo
suavemente en su oído.
Se estremeció.
Miró el nacimiento de sus pechos sobre su generoso escote y quiso agacharse a
besarlo, pero no se atrevió. La deseaba demasiado para darse el lujo de mostrarse
impaciente. Carolina volvió a buscar su boca. Respiraba agitadamente y parecía
haberse decidido a olvidar precauciones y temores. Al besarle comenzó a desprender
uno a uno los botones de su camisa. Cuando llegó al pantalón jaló hacia arriba la tela
para que ésta quedara totalmente suelta. Luego le frotó el tórax y deslizó la prenda
hacia atrás, dejándolo semidesnudo.

Harry no podía dar crédito a lo que había hecho. El corazón le latía a mil por hora; con
la cabeza dándole vueltas y sus pies flotaban. Le enmarañó el cabello y buscando la
cremallera del vestido en su dorso: en cuanto la tuvo entre sus dedos inició un
movimiento lento para bajarla, sin lograr evitar el temblor de sus falanges y la
sudoración de sus palmas. Cuando el cierre no pudo descender más, sobé su espalda
con ardiente furor atrajo el vestido hacia adelante mientras le acariciaba sus hombros
desnudos. Entonces se descubrieron totalmente sus formas femeninas resguardadas
aún por la suave tela del sostén. Se separó un poco y rozó apenas con las yemas de los
dedos las marcadas puntas. Luego siguió la línea del sujetador hasta dar con el seguro;
lo destrabó sin ningún problema y ella, mirándolo fijamente, hizo un ágil movimiento
con los brazos para liberarse del incómodo ceñidor. A tal grado lo asombraron la
belleza de esos senos blancos, turgentes, cálidos, que en vez de tocarlos se limitó a
contemplarlos. Luego atrajo a la chica hacia él sintiendo una extraordinaria calidez al
momento en que sus pechos desnudos se aplastaban en su cuerpo.

Llevó lentamente las manos hacia su cintura y comenzó a buscar la forma de bajar por
completo el vestido de algodón.
-¿Vamos al cuarto? —sugirió ella
-Por supuesto...

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Hermione se encontraba en una vacía y oscura enfermería. Madame Pomfrey se había


ido a San Mungo aprovechando que casualmente a nadie se el ocurre enfermarse los
días en que hay fiesta en el colegio. Ella no se sentía demasiado bien como para volver
al baile pero tampoco estaba tan mal como para volver a su habitación a seguirse
lamentando. Seguramente a estas horas Draco ya estaría en la cama de Pansy o tal vez
de Parvaty en caso de que la chica hubiera tenido suerte... Ella estaba tumbada con las
manos sobre el abdomen, la luna entraba por la ventana... Al menos había un poco de
luz. Draco entro sin hacer ruido e intento emparejar la puerta para conservar el
silencio.

-No estoy dormida– dijo Hermione.

Draco azotó la puerta. ¿Por qué siempre hacia algo que él no podía prever? Desde
darle una bofetada, encajarle algún filo, estamparlo en una pared para besarlo o estar
despierta cuando él la creía dormida. Aún traía el vestido, ceñido y hermoso. Por
Merlín que se veía preciosa.

-¿Quién te mando?

Él se movió en la oscuridad si intenciones de responderle, a ella le dio igual y cerró los


ojos disfrutando del silencio. Hermione podía sentir los pasos de Draco cada vez mas
cerca y recordó la fantasía o lo que fuera que seguro habían compartido hace un
momento.

-¿También lo viste verdad?– intentó de nuevo la chica. Y de nuevo no hubo respuesta.

Abrió los ojos sobresaltada al sentir que él se sentaba a su lado quitándose los zapatos
y calcetines. Lo miró en medio de sombras sin poder concebir otra cosa más que sus
ojos claros que brillaban como si se tratara de las luces delanteras de un auto. Sintió
algo parecido al temor, solo que estaba muy lejano a serlo. De pronto el chico le tomó
las manos y las aprisiono contra el colchón.

-Que haces...– dijo Hermione en forma fuerte.


Draco sonrió– Quiero lo que es mío...
Ella levantó el rostro.
-Tú.

Al instante ella empezó a defenderse ferozmente tratando de quitárselo de encima


pero sin producir un sonido mas fuerte que pudiera confundirse con una melancólica
respiración. Trataba de desgarrarle los riñones con las rodillas, era una batalla a
muerte pero desprovista de toda violencia, con evasiones espectrales, lentas,
cautelosas. Hermione comprendió que su silencio podría despertar las sospechas de
cualquiera que los viera, después de todo él no le estaba tapando la boca. Ambos se
dieron cuenta de que eran adversarios y al mismo tiempo cómplices.

La defensa se convirtió en un sensual movimiento con la cadera y las agresiones se


convirtieron en caricias. Hermione abrió la boca, iba a gritar... ¿Qué? No importaba, tal
vez auxilio, quítate, largo, no... Lo que fuera, pero iba a gritar... Entonces Draco cubrió
su boca con la de ella introduciendo su lengua sin darle tiempo si quiera de respirar. La
castaña sintió una asfixia extrañamente placentera al sentir esa lengua jugueteando
casi hasta su garganta. Por Dios, si hubiera sabido que besaba así, definitivamente que
lo hubiera violado.

Él gruño al darse cuenta que no llevaba nada bajo del vestido mas que unas bragas
transparentes y delgadas casi inexistentes. La chica lo aferró de la cabeza mientras la
besaba, empezó a desabotonarse la camisa hasta que la dejó a un lado y trepó a la
cama quedándose en un lado de ella sin abandonar sus labios. La leona se extasió con
su torso y espalda mientras Draco le sostenía una pierna acariciándola desde el
comienzo hasta la rodilla... Sentía la piel caliente y húmeda de los muslos de Hermione
que encendían una hoguera en su interior que lo aterrorizaba.

No pudo evitar dar un respingo de satisfacción cuando la chica tomó su miembro con
una mano y con claras intenciones de bajarle los pantalones. Entonces él empezó a
subir el vestido casi desgarrándolo hasta que quedó sin él. Todo su cuerpo ardió de
deseo mientras ella lo acariciaba y se sentía mas rígido que nunca...

El movimiento de la mano de Hermione, que aferraba su miembro con delicadeza


deslizándose arriba y abajo, desde la punta hasta la base, le erizaba la piel y hacía que
le resultase muy difícil respirar. Sus dedos le rozaron los testículos, endureciéndolo
tanto que pensó que estallaría allí mismo.
Mientras tanto, él recorría el cuerpo femenino con las manos, disfrutando de cada
curva y cada hueco. Disfrutando del tacto suave de su piel. Le mordisqueó el cuello, la
piel de Hermione se erizó ante el contacto y el pezón que Draco acariciaba se
endureció aún más bajo su mano.

Abandonando su cuello con un gruñido, asaltó sus labios y la besó con ansia mientras
deslizaba la mano bajo la ropa interior, buscando los oscuros rizos de su entrepierna.
Cuando sintió el roce del vello sobre los dedos al apartar los húmedos labios y tocarla
allí por primera vez, no pudo reprimir un gemido.
La gryffindor se sobresaltó y dejó escapar un murmullo de satisfacción, aumentando el
ritmo de las caricias sobre su miembro. El rubio no podía creer que estuviese tan
preparada. Por los Merlín, cómo la deseaba. Quería saborear cada centímetro de su
cuerpo. Quería hundirse profundamente en ella y comprobar su salvaje pasión

-Sabes tan bien…- le susurró al tiempo que desgarraba las bragas y las hizo a un lado.
Al instante, trazó un sendero de pequeños besos desde el cuello hasta el pecho.

La chica se arqueó hacia él cuando la lengua y los colmillos de su propio cazador le


acariciaron el pezón. La sensación de sus dientes rozándole la piel la hacía derretirse
como lava ardiente.
De nuevo, Draco volvió a introducir la mano entre sus cuerpos y la acarició donde más
lo deseaba. Sus dedos comenzaron a trazar lentos círculos, enardeciéndola para al
instante reconfortarla, presionando para después acariciarla levemente, hundiéndose
en ella profundamente para que el fuego la consumiera aún más mientras él le hacía el
amor con la mano.

Draco acunó su rostro entre las manos y le dio un beso profundo al tiempo que la
tomaba de la mano y la guiaba hacia su hinchado miembro. Sin más palabras, ella
comprendió lo que quería. Alzó las caderas y lo guió hasta su interior, despacio,
centímetro a centímetro, hasta que todo su miembro la llenó por completo. Un
gemido escapó de su garganta al sentirlo dentro y observar el deseo voraz que
reflejaban sus ojos.
Hizo un intento de separar la mano pero él la detuvo cubriéndola con la suya. La
pasión de su mirada se hizo más patente.
-Quiero que me toques mientras estamos unidos, quiero que lo sientas —le dijo sin
aliento.
Hermione tragó saliva mientras Draco comenzaba a moverse entre sus dedos y la
penetraba aún más. Dentro y fuera. Era la experiencia más erótica e increíble que
había sentido jamás. Gimieron al unísono.
Vio la expresión satisfecha en el rostro de él mientras la embestía con toda la fuerza de
sus caderas.

-Malfoy —balbució.
Deteniéndose, la miró a los ojos.
-No es la serpiente de Slytherin la que esta dentro de ti Hermione. Soy yo, Draco.

Cuando comprendió lo que le estaba ofreciendo, se sintió en las nubes. La había


dejado penetrar en su coraza, del mismo modo que ella le había permitido que
penetrara su cuerpo. Alzando los brazos, le acarició las mejillas.

-Draco.- dijo, con un suspiro.

Tan pronto como dijo su nombre, sucedió algo extraño; algo despertó en su interior y
de repente se sintió sacudida por una descarga erótica.

-¡Dios mío! —jadeó.

¡Podía sentir el placer de Draco!, podía sentir cómo su vagina lo rodeaba. Como si
fuesen un solo ser, lo sentía dentro y, al mismo, tiempo alrededor.
Él se esforzó por respirar, sobrecogido ante la experiencia y sosteniéndole la mirada.
Hermione le acarició la espalda y sintió el roce de su mano en su propia carne. Era lo
más increíble que había experimentado jamás.
Draco aumentó el rimo de sus caderas mientras ella se aferraba a sus hombros, ambos
perdiendo todo rastro de cordura, inmersos en un estallido de deseo.
Se corrieron a la vez, compartiendo un sublime a la par que violento placer. El Slytherin
echó la cabeza hacia el frente y rugió mientras la penetraba una última vez. Ella gritó,
agitándose entre sus brazos. Cuando él se derrumbó sobre su cuerpo, Hermione lo
abrazó con fuerza, acunándolo mientras se recuperaba...

Espero que haya valido la pena... am, la cancion se llama Grind with
me http://www.youtube.com/watch?v=mma-c6oCN8U Aqui pueden escucharla...La
verdad a mi no me gusta mucho... Pero los pasos me encantaron jejeje Y con eso de
que hermi nunca se relaja y se la pasa estresada jajajajaja... Digamos que es tipo
Songfic

Baby grind with me Relax your mind take your time with me I love you deeper if you
cry for me Now come and kiss me till yo body gets weak Just grind with me baby.
Staring in your eyes I could see the fire Got you hyptnotized Do you feel the vibe
Step one: You kissing on me
Step two :Girl you killin me softly
Step three: Now you see why you chose me
Step four: And ooh you vibing with me

Cariño deja tu rutina para mi, relaja tu mente y tomate tu tiempo para mi, te amo
profundamente si tu lloras por mi, ahora ven y besame hasta que mi cuerpo este debil.
Solo deja tu rutina para mi bebé.
Fijandome en tus ojos puedo ver el fuego, he conseguido hipnotizarte, puedes setir al
maximo
Paso uno: Tus besos en mi
Paso dos: Niña puedes matarme con suavidad
Paso tres: Ahora puedes ver porque me elegiste
Paso cuatro: Y hu, tu sentiras al maximo conmigo

CAP 14: Desilución

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«19 de enero del año de 1849»

Draco se hizo cargo de instalar un campamento adecuado para cuatro. Hermione y él


habían llegado antes al destino final: La mina. La chica aun dormía plácidamente,
llevaban dos días como en una especie de letargo romántico que les era involuntario y
por lo tanto imposible de abandonar. Estaban seguros de no tener nada en común, al
contario, parecían como el fuego y el hielo. El uno tan fuerte como el otro y sin
embargo capaz de destruirse estando cerca. Lo que los hacia dudar... ¿Y si eso
hacían?... Destruirse...

Mientras el rubio miraba la imponente caverna que aparecía frente a él de la manera


más escabrosa y al mismo tiempo incitante, Ron y Mir llegaron en sus respectivos
caballos. A diferencia de Hermione y Draco, su amigo y la otra gitana sentían de todo
menos amor. Al pelirrojo le costaba trabajo luchar contra sus propios instintos y su
campaña de “No a los muggles” había quedado demasiado atrás ¿Cómo no sentir
afecto por ella? Si lo había salvado y le había permitido penetrar en el abismo de una
desnudez más que perfecta en la que deseaba embriagarse hasta sus últimas
consecuencias. Pero había un problema que era casi imperceptible... Estaba casado.

-¡Draco!– gritó el pelirrojo con una evidente alegría.


El ojigris se acerco para estrecharle la mano y abrazarlo con fuerza como si de verdad
se tratara de dos hermanos que tienen años sin verse.
-¡HUOU!- exclamó Mir con un suspiro al ver la entrada de la mina.
-¿Impresionante verdad?– dijo Draco.
Ella volteo para verle y sonrió– Oficialmente mucho gusto Draco– Saludó sonriente.
-¿Tu eres Mireya no?
-Mir – Le corrigió – Y Tú instalaste este campamento...
-Si.
-¡Vaya, yo pensaba que todos los ingleses eran tan inútiles como Ronald!
El rostro del Ronald se puso del color de su cabello. La gitana entró en la caverna sin
miedo alguno. Draco sonrió abiertamente burlándose de su agobiado amigo. Si ella le
decía inútil era porque obviamente no había usado magia, puesto que era bien sabido
que los antiguos magos sin varitas no eran nada. Eran incluso mas inútiles que los
hombres muggles.

-¿No has usado magia?– preguntó Draco


-NO.
-¿Por qué? Ellas creen que la magia no existe...
-Y es mejor que lo sigan creyendo...

El rubio estalló en una carcajada haciendo que Ronald levantara su apenado rostro
para mirarlo a la cara. La risa abrupta fue interrumpida ante el descubrimiento de que
su amigo tenia... ¿pecas?

-¿Qué miras?– preguntó Ronald.


Draco señaló a su cara– Tienes... Ah...
-Si, son pecas– reconoció algo turbado, ni el mismo se había acostumbrado a su nueva
apariencia.
-¿Pero si tu no tenias...?
-Me salieron después de lo del licántropo. Mir dice que se me reventaron los capilares
de las mejillas... Parecen pecas... Y no se quitan.– dijo agachando de nuevo el rostro.
El ojigris le palmeo el hombro– No te ves tan mal... Pareces idiota, pero no es que
antes no parecieras.
Ronald sonrió algo descontento- ¿Debo decir gracias?

La gitana salió entonces de la mina extendiendo sus brazos para respirar profundo
echando la cabeza hacia atrás. El aroma era salvaje y fresco. La mañana no era tan
calurosa, lo que indicaba que se avecinaba una de las raras tormentas del desierto. A
penas eran las diez de la mañana y el sol ya dominaba los cielos calentando la tierra
roja bajo sus pies. No había sonido más que el de la maleza silvestre que se mecía sin
necesidad de viento y los pasos cautelosos de los poco animales que soportaban el
calor del día, como camaleones, tarántulas y la destrucción de Hermione: Serpientes.

Que cruel. El destino siempre da advertencias de lo que nos lleva a la perdición. Una
serpiente mordió a Frank y ella por curarlo no había huido. Desde el pasado las
SERPIENTES fueron su perdición... ¿Quién diría que en el presente también seria una
serpiente?... Aunque estuviera presente en diferente forma, ahí estaba. ¿Cuál era la
diferencia entre un animal que se arrastraba y una serpiente de Slytherin?
-¡Y donde esta tu esposa Draco!– gritó Mir.
-¿Qué? Pero el que esta casado es...
Ron se apresuró a taparle la boca– No es su esposa– dijo el pelirrojo.
-Ha, ¿Entonces tu novia?
-No lo creo... Nos conocimos hace poco... Me imagino que no somos nada.
La gitana rió– Bueno yo siempre he dicho que el hombre soltero es Un animal
incompleto....
-Y el hombre casado es un completo animal– completó Draco haciéndola estallar en
una carcajada.
-Bueno pero los hombres solteros suelen desear estar casados...
-Y los casados suelen desear estar muertos. ¿Cuál es el punto?

De pronto el rubio y la gitana estaban demasiado cerca el uno del otro, diciendo
bromas y riendo. Aunque mas bien la actitud nerviosa y evidentemente coqueta de la
gitana era la más risueña de ambos. Al pelirrojo empezó a arderle la sangre. Si, Ronald
estaba celoso.

-Buen día...– saludo Hermione.


-Pues casi son las doce...– dijo Ronald.
Mir se viró bruscamente y fue un milagro que no se dislocara el cuello.- ¡¿Hermione?!
La castaña levanto la vista- ¡MIR!– gritó la castaña con más susto que entusiasmo.

Ron y Draco se acercaron mirando la escena con detalle. Bueno, ambas eran gitanas...
¿No era de extrañarse o si? El rubio se cruzó de brazos alzando su mentón,
evidentemente ambas eran hermosas, solo que nadie igualaba la belleza de Hermione.

-Te acostaste con ella verdad– dijo Ronald. No era pregunta.


-No puedes saberlo– contestó el rubio secamente si dejar de mirarlas como saltaban
emocionadas y reían.
Él sonrió antes de continuar– Por la forma en que la miras... Parece que la estás viendo
sin ropa...
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El sol la incomodó como hacia todas las mañanas. Reconoció el olor extraño de la
enfermería y sin quererlo recordó la vez que había despertado ahí después de una
paliza de sus amigos a Draco. Quiso voltearse de lado pero un candado de piernas
acompañado de otro en su cintura se lo impidió. Abrió los ojos... la sabana le cubría
hasta el pecho como acostumbraba dormir, la levantó para descubrir que Draco era
quien la abrazaba, con su mano rodeando su abdomen y la cabeza debajo de sus
senos. Se veía hermoso, con la luz del sol en su rostro, el cabello desordenado sobre la
frente, la posición que tenia le recordaba a un niño pequeño. No pensó en otra cosa
que no fuera en admirar su inocencia. En todas las novelas que leía las chicas se
refugiaban en los brazos de sus compañeros para que ellos las protegieran y en cambie
era ella quien lo tenia entre sus brazos, como si estuviera protegiéndolo, como si la
serpiente hubiera encontrado un refugio en su cuerpo.

Una sombra de temor le paso por los ojos al pensar que lo único que él quería era
dejar de ser virgen “Oficialmente”. Entonces lo volvió a cubrir con la sabana
paseándole una mano por toda la espalda, sin vellosidad alguna, sin lunares, de piel
blanca y con músculos bien formados, además de una piel tan tersa que solo
correspondería al trasero de un bebé. Sonrió pícaramente pensando en su propia
metáfora... No recordaba el trasero de Draco. Se sonrojó con algo de pena al recordar
los detalles...

-¿Aun te sientes mal?– preguntaba Ron entrando a la enfermería de la mano de Ginny.

Los ojos de la castaña se crisparon. Si Dios existía, definitivamente la odiaba... No


hablo. Limitándose a sonreír tímidamente sin perder la conciencia de que Draco estaba
debajo de la sabana junto a ella... Justo cuando Harry también entró entre risas...
Definitivamente, la odiaba.

-Hermi, sigues roja... ¿Te sientes mal?– inquirió el moreno acercándose a besarla en la
frente mientras ella aferraba con fuerza la sabana a su pecho.
-No me siento bien.... Digo. Que NO. No es que me sienta mal, al contrario me siento
bien, bueno mejor– contestó nerviosamente.
-¿Dormiste bien?– entró preguntando Luna.
La gryffindor sonrió como si disfrutara de un pequeño chiste privado– Muy, muy, bien.
-Si, se te nota. ¿Ron vamos a desayunar?
-¡Claro!... Ahora que lo pienso me muero de hambre.
Luna abrazó a su novio de la cintura y caminaron torpemente debido al abrazó.
-¡Ha casi lo olvidó!– se detuvo la rubia– Los prefectos van a desayunar en el jardín.
-¿Por qué?– se extraño Hermione.
-Unión de casas, me parece... Creo que el director quiere compensarlos por no
permitirles llevar pareja ayer.– finalizó.

Para Harry fue sumamente molesto continuar al lado de Ginny después de su abrupto
rompimiento. Así que empezó a sudar, le dio otro beso en la mejilla Hermione
apoyándose en su abdomen provocando que Draco se moviera. Ella disfrazo el
movimiento de él con uno suyo para no despertar sospechas. La pelirroja sobrante
tomó una silla y se sentó profiriendo un enorme suspiro mientras la castaña rogaba
porque también se fuera.

-Anoche te veías hermosa.– dijo Ginny.


-Mu, muchas, gracias Ginn... Tu, tu también.– respondió cordialmente aunque ni si
quiera la había visto.
-Supe que te pusieron a decorar los jardines con Malfoy... Pobre de ti... Mira que pasar
toda la tarde con ese tipo tan asqueroso. Yo me hubiera desmayado...
-No fue tan malo...
-¡Que! ¡Te gustó estar con él!
-¡NO!... ¡Y no vuelvas...! A repetirlo– se tranquilizó.
-Si, pero que cabeza la mía. Olvide que tú eres la que más lo odia...
-¿Ginny no tienes hambre?– la interrumpió abruptamente.
La pelirroja se puso de pie– Claro, ven. Te ayudo y vamos juntas.

En cuanto Ginny intentó descubrir a la castaña, esta la aferro fuertemente a su pecho


con una cara de espanto que era casi cómica para ella. Se habían bañado juntas
muchas veces, ¿Por qué de pronto le daba vergüenza que la viera en pijama, camisón o
ropa interior?

-¡Espera!– gritó Hermione– Es que... No traigo nada...


-¿Por la calentura?
Hermione rió– si... La calentura.... Digo, es que...
-¿Necesitabas que te la bajaran?
-Eh... Si...
-¿Y te la bajo?
-Ah... si...
Ginny sonrió con ternura– No te preocupes, no voy a ver nada que no vea cada vez que
me baño... ahora ven...

Inmediatamente tiró con fuerza de la delgada sabana bajándosela hasta la cintura. Al


instante Hermione se cubrió los pechos que se le endurecieron por el cambio drástico
te temperatura. La pelirroja soltó la prenda, tenia la boca abierta y no pudo ver otra
cosa que no fuera Draco Malfoy, quien empezó a moverse. Encajó el rostro en el
vientre de Hermione antes de depositar un beso sobre él y abrir los ojos. Se sentó.

-Hermione...– Profesó Ginny. La castaña se hallaba al borde de las lágrimas.


Draco se estiró- ¿Qué Weasley? ¿Nunca habías visto a un hombre despertar?– dijo y
rió– Lo siento. Me refería un hombre guapo, desde luego Potter no entra en la lista.
Dejó de verlo para ver a su amiga... Pero ella no le decía nada. Cerró los ojos y se fue
lentamente. El corazón de Hermione latió lentamente mientras su amiga se alejaba,
dejo caer su cabeza en la almohada, una lágrima iba a salir pero Draco la retiró con su
índice poniéndose de pie al instante. Hermione se mordió los labios. El rubio se puso
los pantalones dándole la espalda, el cabello le brillaba. La castaña se sintió un poco
mareada... claro, había olvidado respirar... Otra vez. El Slytherin se viro para tomar su
camisa cuando notó que ella lo miraba.

-¿Qué?
-¿No dices nada?– dijo Hermione.
-¿Debería?... No fue mi culpa que la enana me viera...
-De eso no...
El chico rió- ¿No me digas que esto significo algo para ti? –Dijo.
-¡Tuviste relaciones conmigo y no te importa!– gritó Hermione y se levantó rodeando
su cuerpo con la sabana.
-No fue el mejor sexo de mi vida Granger.
Paradójicamente, Hermione rió– Como si tuvieras un punto de referencia.– dijo con
algo de crueldad.

Él apretó los dientes, era cierto... Pero no tenía porque recordárselo. No podía pelear
con ella, no podía ganarle. La chica sabía más de él que cualquier otra persona y el que
sabe tiene el poder... Lo había visto llorar, lo había desvirgado. SU sangre corría a una
velocidad impresionante al darse cuenta de que ahora podía compararlo... O podía
decir que en realidad era pésimo en la cama... Porque demonios no lo había pensado
antes...

-Pues la verdad me he divertido mas masturbándome.


-No lo dudo... ¿Con razón la rapidez no?
-Habla claro Granger.
Hermione no había borrado su sonrisa. Lo haría pagar. –Bueno Malfoy, la verdad por
eso no me gusta desvirgar mocosos... No hacen nada bien.
-Anoche no te quejaste.
-Claro que no... Es que me diste lastima. Me dije: “Hermione, pobre. Ya tuvo su
primera vez y no lo recuerda. Mejor hazle el favor”

Ya no dijo más. Simplemente salió furioso... ¡Lo acababa de humillar!... Era una maldita
sangre sucia, la odiaba, la odiaba con todo su ser. Sus palabras le habían herido en una
profundidad que no comprendía. En cuanto salió Draco Hermione se derrumbo a llorar
sobre el suelo, humillarlo, maltratarlo, pisotearlo... no la hacia sentir mejor, aunque
hace algún tiempo hubiera vendido su alma al diablo contar de destrozarlo de la
manera en que lo acababa de hacer... Ahora vendería su alma por no haberlo hecho
nunca. Había sido la mejor noche de su vida... Una noche fenomenal con la que se le
había olvidado por completo la decepción del día siguiente.
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Ron estudiaba sus revueltas notas mientras caminaba con una agilidad sorprendente.
Harry no tenia la menor idea de cómo hacia para caminar sin ver por donde. El moreno
tenia una inquietud, necesitaba hablarle, necesitaba desesperadamente decirle, solo
que no sabia como... No sabia como empezar la conversación que no era adecuada
para su tipo de amistad. Eran confidentes en todo excepto en la forma en que llevaban
su intimidad. El ojiverde había empezado con sus aventuras sensuales solo con un beso
en cuarto curso. Aprendiendo –según él – técnicas cada vez mas complejas para
complacer a su pareja definitiva. Obviamente no quería llegar como un inexperto con
la mujer que pasaría el resto de su vida... Pero recordar la noche, a carolina.

Se habían introducido en una tina recorriendo sus formas el uno al otro, un perverso
juego que lo había llevado al éxtasis sin necesidad de entrar en su cuerpo.
Repentinamente su compañera de tina se puso de pie argumentándose muy
acalorada; se enredó una toalla en la cabeza y caminó hacia la cama; él la siguió de
inmediato envolviéndose, a su vez, con otra; la vio juguetear como un niño que mide la
elasticidad de un trampolín sentándose en la cama para, finalmente, echarse sobre ella
a descansar.

-Me ha entrado un sueño enorme- dijo carolina.


Y boca arriba, sin cubrir su voluptuosa desnudez, se fingió dormida. Él se acercó
parándose a un costado del colchón, tragó saliva y retiró con las yemas de sus dedos
algunas de las muchas perlas de agua que la cubrían. La luz estaba encendida y a ella
parecía gustarle que la admirara. Se dejó acariciar, contemplar, besar... Y él lo hizo
extasiado, con la efervescencia y fanatismo con la que sólo un brujo puede tocar la
estatuilla de su dios.
Todo cuanto venía a su mente era motivo de nueva excitación.

Seguía caminado escuchando los susurros de Ron. Harry meditaba que definitivamente
el sexo puede convertirse en un vicio incontrolable, pues el hombre, atrapado en tal
proceso creciente de adicción, se recrea con imágenes mentales llegando a creer que
la mujer existe sólo para satisfacerlo. Y esto no le ocurría sólo a él. Se consoló
razonando que le ocurría a muchos. ¡No a los maniáticos o degenerados, sino a
estudiantes de universidades, profesores, comerciantes, médicos, licenciados, poetas,
artistas y a miles de varones perfectamente normales y decentes...!

Resultaba interesante comprender que todos los hombres eran proclives a la


sexoadicción, y alarmante aquilatar que él era ya un esclavo de ella. Abrió los ojos
tratando de razonar mejor. Había otro detalle negativo que le causaba una
preocupación muy grande: no había satisfecho a carolina; no logró aguardar lo
suficiente; volvió a explotar demasiado rápido e inmediatamente después, exhausto,
se había echado a su lado a descansar.

Carolina se había quedado muda, con los ojos cristalizados de decepción, y permaneció
quieta al ver que él declaraba terminado el juego.
-¿Todos los hombres son igual de egoístas? —cuestionó.
Entonces hizo un esfuerzo incorporándose a medias queriendo satisfacerla. No se le
ocurrió preguntarle si sus caricias le gustaban.

-¿Tú te masturbas demasiado? –increpó la chica con un chispa de rencor que le fue
difícil no notar.
-¿Por qué me preguntas eso?
-Sólo pensaba...
-¿A dónde quieres llegar?
-¿Crees que la masturbación sea buena?
-Claro que sí. Es sencilla, rápida, gratis, exenta de largos cortejos hipócritas y de
peligros como el embarazo o los matrimonios forzados.
-De largos cortejos hipócritas —repitió enfatizando la última palabra—. Eso es cierto,
pero, ¿sabías que si los hombres la practican de modo abusivo, en forma rápida y
constante, les produce el reflejo de la eyaculación prematura?

Harry se quedó estático. Sentía un cubetazo de agua fría. ¿Habia sido reproche o
información? Sacudió la cabeza tratando de alejar esa nueva idea de tormento, pero
no pudo. Tomó asiento en la clase casi vacía, como Hermione no iría Ron se sentó
junto a él, sin embargo se sintió solo y recordando a su frustrada compañera
comprendió que el verdadero fracasado era él. Con tan intensa actividad estaba
perdiendo el control de sus instintos y quizá, en vez de adquirir destreza para
satisfacer algún día a su pareja definitiva, estaba acumulando disfunciones.

Después de un rato Carolina comentó:


-Es inútil... Creo que no voy a tenerlo.
-¿Alguna vez lo has tenido?
-Tal vez sí... aunque no estoy segura. Lo único que realmente sé es que cada vez que
hago esto me siento más sola y miserable.
Le invadió una gran tristeza por ella y una importante identificación. También se sentía
solo y miserable. La diferencia estribaba en que al menos yo sí había tenido un
momentáneo placer... Nunca se había preguntado su Ginny llegaba al éxtasis con él...
Pero en todo caso, si no lo hacia ¿Por qué seguía accediendo?... Tal vez la única
respuesta era porque en verdad ella lo amaba...
-¿No vas a estudiar?– preguntó Ron tranquilamente.
Harry negó.
-¿Qué te pasa?
-Puedo preguntarte algo– dijo con ojos dolidos.
-Claro.
-Pero... es demasiado personal.
El pelirrojo tragó saliva, pero el tono de Harry no parecía de muchos ánimos como para
recibir una negativa. Suspiro.
-De acuerdo. Dime.
-¿Has tenido relaciones?
-Si.
-¿Con Luna?
-Harry, al punto y sin detalles...
-¿Te han humillado? ¿Sabes si ella tiene un orgasmo? ¿Has terminado antes?...
-¡Hey!– grito llamando la atención y luego bajo la voz –Despacio... Si me han
humillado, Por no querer hacerlo. Si, se cuando ella llega al orgasmo y no lo se, jamás
me ha preocupado eso.... ¿Mala noche?
El ojiverde asintió con tristeza.
-siempre he creído que la forma en la que estas conociendo no es la correcta... Si una
mujer accede a las seducciones del hombre no por el placer FÍSICO mas bien por
cuestiones MENTALES: enamoramiento, deseo de ser aceptada, vanidad... ¡Qué sé yo!
A ellas les gusta sentirse admiradas, amadas, deseadas; les agrada que perdamos los
estribos por su causa, que las conquistemos y les demostremos cuánto estamos
dispuestos a hacer por poseerlas...
Harry levanto la cabeza -¿Cómo sabes eso?
EL pelirrojo rió y se encogió de hombros – No he tenido mucho sexo, pero ha sido
bueno
-Las mujeres no se dan cuenta de que a esta edad los jóvenes no buscamos relaciones
fijas; buscamos placer, diversión, aprendizaje; y que cuando sentemos cabeza
pensando en una relación formal desecharemos de inmediato a todas aquéllas con las
que nos divertimos para buscar a esa muchacha seria, ignorada en el ayer, que supo
darse a respetar.
-Es cierto —Lo interrumpió Ron—. Una cosa es tener novia para divertirte y otra muy
diferente es elegir a la madre de tus hijos... Supongo que siempre querrás a una joven
diferente, difícil de conseguir, no como la piedra pateada por decenas de hombres,
sino como el diamante intacto que sólo a ti te fue posible alcanzar.
-¡Eso es definitivo! ¡Obviamente si se desea aprender a manejar son preferibles los
carros usados... pero cuando se trata de escoger el automóvil fijo, para toda la vida,
hasta el más idiota preferiría uno nuevo...!
El pecoso sonrió con tristeza- Aunque hay algunos usados muy bonitos...
Harry no sabía que hacer, que decir, que pensar. Estampó su cabeza contra la mesa de
trabajo... Ron no era igual que él... Era mejor. No era extraño imaginarse que cualquier
chica que pasaba la noche con él llegaría al éxtasis porque hacia lo que al moreno
nunca se le había ocurrido: Tratar a sus compañeras como personas.

-Pídele disculpas...- dijo Ron mientras Ojo loco entraba– Te sentirás mejor...

CAP 15: Hielo Y Fuego

¿Quién es mas fuerte?... El que derrite o el que quema... Que es peor: Matar
lentamente o de un solo golpe. Muchos prefieren el fuego solo Porque no conocen el
hielo. Pero todos tenemos derecho a cambiar de opinión... Incluso aquellos a quien
todos juzgan de perfectos.

Era una maldita pesadilla. Después de acostarse y luego pelear, tener que convivir
como dos prefectos cualquiera. Al menos Carolina y Arthur estarían ahí. De todas
maneras la cercanía de él era algo que ya no quería experimentar. Ya se habían hecho
mucho, daño... Que Merlín se apiadara de ella.

Hermione llegó al lugar donde los cuatro prefectos tomarían un excelente desayuno,
se quitó la túnica dejándola a un lado. Frente al lago no había mesa, era un mantel de
cuadros con los cuatro colores de las casas divididos siempre por un cuadro blanco que
simbolizaba la paz entre ellas. Los recipientes de plata estaban todavía tapados. Había
que reconocer que era algo bastante agradable pues no hacia calor, el agua se mecía
suavemente y por su puesto, que la comida seria deliciosa. Sonrió y saco de su bolsillo
el libro de “Eclipse” que su madre le había mandado. Leyó la dedicatoria y después el
índice como siempre lo hacia... “Capitulo 22. Hielo y Fuego”... Que extraña paradoja, se
podían destruir mutuamente y sin embargo, coexistían. Abrió ese capitulo y se quedó
mirando el titulo.

-¿Hielo y Fuego Granger?

Porque. Porque. Porque él, porque el único, porque ahí, porque a ella... Solo cerró los
ojos centrándose en su respiración, sintió como se sentaba a su lado con las piernas
encogidas en la posición de la flor de Loto. Podía percibirlo claramente, su respiración
continua y algo agitada, los suspiros que producía con cada movimiento de su cuerpo,
el cansancio del mismo y algo dentro de él que no la incitaba a pelear.

-¿Y quien eres, el hielo o el fuego?


Hermione abrió los ojos, él destapaba la comida– El fuego.
-Huy, Granger quema.– dijo con una sonrisa pacifica verdaderamente irresistible.
Hubo silencio...
-TÚ eres el hielo.– dijo Hermione.
Draco dejó de ver los aperitivos y la miró- ¿A si?
-Si, eres frio, insensible, matas, lastimas... El hielo es molesto...
-Y me imagino que el fuego no.
-NO. El fuego es cálido, confortante... Útil.– Enfatizó la última palabra. ¿Entonces si él
era hielo era inútil?

El Slytherin se fijo por todas partes que no viniera nadie. Junto a él había una botella
de vino en un gran cáliz plateado enterrada en hielo. Tomo uno de los cubos y se
acercó a ella. Hermione traía una blusa de botones de manga corta. La chica no dijo
nada mientras el sonreía. Jugó con el cubo de hielo entre sus manos hasta que este
empezó a derretirse, entonces lo fue pasando por la muñeca de la chica y subiéndolo a
lo largo del brazo mirándola a los ojos, humedeciendo su piel. La gryffindor se erizó al
contacto, él le rodeo el codo y siguió metiendo el hielo debajo de la manga a lo largo
del ante brazo, hizo un circulo sobre su hombro y volvió a bajar hasta dejar la pieza ya
casi inexistente sobre su palma donde empezó a derretirse.

-El hielo cura, calma. No hace más daño del que no haría el fuego.
La chica acunaba el hielo en su palma donde ya había un pequeño brote de agua que
se deslizaba entre sus dedos. Draco le tomo la mano y succionó el agua que había en
su palma acariciando con la punta de su lengua el centro de esta, luego subió
succionando todas las perlas frías que había regado por su brazo término dándole un
beso detrás del oído. Ella volvió a temblar.
-Te aseguro que si hiciera esto con un fosforo encendido no seria tan agradable.–
finalizó suavemente y se aparto de ella.

La prefecta de Gryffindor tomo su túnica para limpiar la humedad, estaba temblando...


Nunca había percibido el hielo de una manera tan... Estilo Draco ¿A caso no había algo
en lo que él no la hiciera cambiar de opinión? Cuanto odiaba sentirse tan débil, cuando
odiaba que supiera engatusarla tan bien. Cuando odiaba a Malfoy.

Nunca te amará nadie si no te das la oportunidad de que algunos te aborrezcan...

Los otros dos prefectos llegaron cada uno por su lado. Primero la “Intachable” Ana
Carolina Fudge, la soberana de Ravenclaw. En apariencia la mas, seria, fuerte e
inteligente de todo el colegio... En apariencia. Luego estaba Arthur Hope, prefecto de
Hufflepuff, el más servicial tierno y caballeroso chico que se pudiera encontrar en el
castillo, no era guapo, no era rico, pero tenía una personalidad activa, servicial y
fascinante. En tercero Draco Malfoy, el príncipe de Slytherin, el chico mas guapo y
distintivo que se hubiera visto “El Dios de sexo”... Sin comentarios. Y por ultimo
Hermione Granger, la más lista, valiente. Una come libros reprimida sin experiencia...
Ellos No eran lo mejor de Hogwarts, eran lo peor, solo que disfrazados elegantemente.

-Siento el retraso– dijo Carolina– Mala noche.


Todos rieron– Si terrible, fue espantoso un baile tan divertido ¡Y sin pareja!- grito
Arthur
-A mi no me molestó eso- dijo Draco.
-Oh claro que no... Draco Malfoy, El Dios del sexo... Confiesa ¿A cuantas te llevaste a la
cama anoche?– lo interrogó la Ravenclaw.
Draco rió– Pues a ti no– dijo.
-ya, ya... Niños. ¿Qué hay de comer?– dijo Arthur y empezó a destapar los platillos.
-Adoro la pasta...– comentó el rubio ante el delicioso aroma de los tallarines.

Había toda clase de frutas tropicales, vino tinto, rozado, jugo de naranja fresco. Pie,
Flan de sabores, cereal, yogurt, Helado de vainilla, panes glaseados... Era un suculento
desayuno con suficientes porciones para cuatro.

-¿Cómo voy a comer tallarines sin pan?– dijo Carolina.


-¡Aleluya! ¿Vamos?– propuso Arthur. El chico se levanto y le extendió una mano.
-Claro. Ya volvemos.
Draco empezó a manosear el Pie, levanto la vista al ver que la prefecta de Ravenclaw
lo apuntaba con la varita.
-¡Lo tocas antes de que vuelva y te asesino!– dijo juguetonamente y se fue con Arthur.

Draco rió y se chupo la crema que había quedado en su dedo algo decepcionado ante
la advertencia. Hermione lo miró con algo de picardía.

-Anda Malfoy... Come tu pie.


Lo ignoró y empezó a servir los tallarines, ella bajó la cabeza y de pronto sintió que
mordisqueaba su oído.... Cuando le dijo “Come tu pie” no se refería a ella... aunque no
estaba tan mal.
-¡Draco!– grito haciendo un movimiento tan brusco que le golpeo la boca al chico
quien al instante se aparto de ella.

Draco abrió la boca y se tocó los dientes con el pulgar para comprobar si el golpe los
había aflojado.
Aquello fue peor aún para Hermione, puesto que no pudo evitar contemplar el roce de
su lengua sobre los dientes. Y la visión de esos blanquísimos dientes, increíblemente
rectos, que a ella le gustaría tener mordisqueándole…
-¿Qué quieres para desayunar?- le preguntó para alejarse un poco de sus
pensamientos.

La mirada de él descendió hasta el profundo escote en V. Siguiendo la dirección de sus


ojos, la castaña se dio cuenta de que, desde donde él estaba sentado, podría ver todo
su cuerpo. Antes de que pudiera moverse, el rubio tiró de ella, hasta sentarla sobre sus
muslos y reclamó sus labios.
La chica gimió de placer bajo el asalto de su boca, mientras su lengua le hacía las cosas
más escandalosas. La cabeza comenzó a girarle con la intensidad del beso y con el
cálido aliento de Draco mezclándose con el suyo.
Y pensar que nunca le había gustado besar…

-Compórtate.– le sentenció... Solo que era incapaz de respirar– Draco– gimió entre sus
labios mientras el chico exhalaba un aire caliente en su oreja, que la hizo estremecerse
más que con el hielo. Ahora era ella quien se derretía.

Se dio la vuelta con ella en brazos y la aprisionó contra el césped. Incluso a través del
uniforme, ella percibía su erección, su miembro duro y ardiente que presionaba sobre
la cadera, mientras con las manos le aferraba el trasero y respiraba entrecortadamente
junto a su oreja.

-Tienes que parar- consiguió decirle al fin con voz débil.


-¿Parar qué?- le preguntó- ¿Esto?- y trazó con la lengua el laberinto de su oreja.
Hermione siseó de placer.
Los escalofríos se sucedían y, como si se tratase de ascuas al rojo vivo, abrasaban cada
centímetro de su piel. Los pechos se hincharon aún más bajo el cuerpo de Draco
-¿O esto?- e introdujo una mano bajo su falda para tocarla donde más lo deseaba.

La prefecta se arqueó en respuesta a sus caricias y clavó los dedos en la túnica de él


ante la sensación de sus manos entre las piernas.
La punta de su miembro presionaba justo sobre el centro de su feminidad. Arqueó las
caderas acercándose aún más, aferrándose a sus amplios hombros. Deseaba sentirlo
dentro con una desesperación tal, que desafiaba a todo entendimiento.

-Am... Creo que mejor venimos en unas dos horas...– dijo Arthur.
Carolina traía la canasta con pan y la puso en el suelo– Aunque según dicen de Draco,
mejor dejamos esto para la cena.

El rubio sonrió con las mejillas sonrojadas y volvió a su plato de tallarines. Hermione se
sentó temblando, con la respiración agitada. Quería ser más fuerte. Guardo completo
silencio ¿Por qué a nadie parecía importarle mas que a ella?... Los demás empezaron
su desayuno tranquilo mientras ella deshacía uno de los suaves panes, no levantaba ni
si quiera la vista, no podía, no se atrevía. Se estaba contradiciendo... Hace horas le
había dicho mocoso, precoz e inexperto y ahora temblaba de pies a cabeza por el
simple hecho de tenerlo cerca. Como podía esperar a que la respetara si se
comportaba así...

Después de un rato decidió animarse y fingir que nada había pasado, después de todo,
era experta en eso.
-Anoche te veías hermosa Hermione –Dijo Arthur. Su comentario aligero el ambiente.
-Gracias...
-Es cierto ¿Dónde conseguiste tu vestido?, me gustaría un estilo parecido para el año
nuevo –Comento carolina.
-Me lo regaló mi madre...
-Es una pena, dos chicas hermosas como nosotras, nos veíamos espectaculares y sin
pareja...
-¿Qué no te liaste con “San Potter”?– preguntó Draco.

Ella hecho al aire una carcajada. Hermione la miró algo inquietada, era cierto, ella
anoche se había desaparecido con Harry, tomo una pequeña dona cubierta con azúcar
glas y aguardó su respuesta.

-Digamos que Potter, de Santo no tiene nada... Aunque claro, es fantástico en el


cortejo... Pero a la hora, carece de imaginación.
-Que zorra eres– dijo el Slytherin sin apremio alguno.
Ella rió– A si, tú eres un santo. Seguro terminaste enredado con Parkinson o Patil... Ya
que ella anda tras tus huesos desde hace meses o con cualquier otra de tus asquerosas
Zorras...

El tono de ella no fue en absoluto ofensivo, en cambio había parecido gracioso pues
todos rieron pero la palabra “Asquerosa Zorra” Le retumbó a Hermione en la cabeza.

-Tan solo mírate Malfoy, intentas seducir a la chica más decente del colegio– dijo
Arthur– Pero no o conseguirá ¿Verdad Hermione?

La castaña se ruborizó y sonrió con algo de timidez. Mordió la dona y levanto la cabeza
para ver a la serpiente que cada vez parecía estar mas cerca de ella. Antes de que
Hermione pudiera responder a la pregunta de Arthur, Draco le colocó las manos en la
cintura y la alzó hasta apoyarla sobre su pecho.
Se inclinó y atrapó su labio inferior con los dientes para, acto seguido, acariciarlo con la
lengua. A la leona comenzó a darle vueltas todo tras el tierno abrazo. Draco profundizó
el beso un momento antes de soltarla y alejarse de ella.

-Tenías azúcar- le explicó con una traviesa sonrisa.


Hermione parpadeó, sorprendida ante lo rápido que su beso había despertado su
pasión, y lo refrescante que parecía al mismo tiempo.
-Podías habérmelo dicho.
-Cierto, pero de este modo fue mucho más divertido.
Carolina rió- ¡Sin comentarios!

Draco siguió comiendo tomando vino de vez en cuando. Carolina se quedo mirándolo
fijamente, el chico comía con todas las normas de etiqueta, utilizando el tenedor para
enredar los tallarines y luego sostenerlos para llevarlos a su boca, luego daba un sorbo
a su copa y una gota morada se escapaba de la comisura de sus labios la cual era
retirada con la servilleta.

-¿Cómo haces eso Draco?– Preguntó la Ravenclaw


-¿Hacer que?
-Comer perfectamente, no logro mantener mis tallarines en orden ni por medio
segundo.

El rubio se levantó colocándose detrás de ella, la chica rió. Hermione clavó sus ojos en
ellos. Carolina sostuvo los cubiertos torpemente, el chico puso sus manos sobre las de
ella y empezó a envolver la pasta para dársela en la boca, lo hicieron tres veces antes
de que ella le cediera el mando completamente y dejara que la alimentara. Le gustaba
sentir el cuerpo de él a su espalda, la imagen que tenia de él y Hermione estaba fresca,
daría cualquier cosa por ser esa mojigata, seguro solo se divertía con ella.

El Slytherin enrollo otra porción, solo que esta vez en lugar de dársela se la llevo a su
propia boca.
-¡Oye eso es mío!– dijo Carolina riendo. Tomo su copa de vino y se la ofreció, él le dio
un tímido sorbo y algo del líquido callo en su barbilla.
-¿Me limpias?– le dijo Draco acercándose a su hombro. Obviamente se refería a que
con una servilleta.
La chica se aproximó a él y le lamio la barbilla antes de besarlo. Draco cerró los ojos
correspondiéndole.
-Creo que yo ya estoy llena– dijo Hermione y dejo caer su tenedor.– Fue un gusto.
Arthur se levanto– El gusto fue mío Hermione.– dijo y le beso la mano.
-Adiós, Carolina y... Malfoy.

Estaba furiosa... Demasiado, el haberlo visto besarla cuando a tan solo minutos había
tratado de acostarse con ella... ¿pero quien se creía? ¿Pero que demonios tenia en el
cerebro?

-Yo también me voy– dijo Draco levantándose.


-¿Qué le pasa a Hermione?– preguntó Carolina.
-Creo que ayer tenía temperatura...
-Pues... A mi también me da si te tengo cerca.
El gesto del rubio era serio– Bienvenida al club. Adiós Carito.

Estaba Feliz. Sentía su furia, sentía como la sangre le llegaba hasta el rostro, mas bien
estaba celosa. Eso era, Hermione Jane Granger se había puesto celosa de Carolina y
solo por eso lo había hecho, solo por eso había dejado que lo besara. No se comparaba
con ella, si Hermione supiera que ni Caro, ni Pansy, ni nadie le llegaba a la perfección
que aguardaba dentro de su ser. La deliciosa textura de su piel. El magnifico aroma de
su cabello, la forma en que respondía a sus inexpertas y tímidas caricias... Tenia que
aprender, tenía que saber... Quería que se tragara sus palabras...

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«19 de enero del año de 1849»

-Siento mucho lo de Harry– comento Mir


-No importa... Draco es lindo.– respondió Hermione.
-¿Y que? ¿Te gusta?
-Mucho...– Admitió– Y se que él también me quiere...
-Eso no es cierto.
-¿Qué?
La adivina dio un sorbo a su taza de café negro.

Ron y Draco habían entrado en la mina solos, después de todo ir aluzando con sus
varitas el camino seria algo extraño para sus muggles acompañantes. Tenían que trazar
una especie de plano con el cual se guiarían cuando sacaran el oro. Al pelirrojo le
costaba trabajo pensar que en tan solo dos días terminaría de verla, a ella, su
salvadora, su hechicera, su perfecta. Amaba a su esposa, pero esta mujer era...

-Es muggle...– dijo Draco


-¿Qué? –Se extrañó Ronald
-hasta acá oigo tus pensamientos comadreja.
-Lo siento... Es que... Estoy algo confundido.
-Obviamente. Te casaste con la primera mujer con la que te acostaste.

Siguieron caminando por la escabrosa caverna. Draco estaba hipnotizado con la belleza
de las piezas doradas que brillaban como estrellas sobre él y a su alrededor. Si pudiera
transportaría cada cosa a Inglaterra para quedarse con Todo.

-¿Y como vamos a hacer para llevarnos esto?– dijo Draco, ante su nuevo
descubrimiento.
-Un bolso de hoyo negro...
-¿Y eso es?
El pecoso le mostró un maletín parecido al de un doctor– Todo lo que metas,
aparecerá en mi departamento.
-Eres un genio
-Ha, ya lo se... ¿Y tú que piensas hacer con Hermione?
-No se... Darle algo de dinero y volver a Inglaterra.
-Bueno, ya tenemos todo. Ahora salgamos de aquí.

La castaña lloraba. Era cierto. Ella y Draco no eran nada como para que él admitiera
algún sentimiento por ella, la deseaba y eso había sido obvio desde el mismo principio,
pero jamás habían hablado de algo que fuera sentimental, no esperaba otra cosa... Mir
se había retirado, no quería estar cerca cuando ella estallara, porque de seguro lo
haría. Cuando ambos chicos llegaron Ron se perdió al instante en cambio Draco
camino hasta donde estaba su gitana. SU, porque era suya y de nadie mas.

Intento besarla pero recibió una bofetada.


-¡Eres un cerdo!– gritó Hermione.
Draco la sostuvo de los hombros- ¡Pero que demonios te pasa!
-¿Qué piensas hacer conmigo?
-No entiendo.
Ella se abalanzo golpeándolo en el pecho.-¡No Soy nada para ti! ¡Solo me usas! ¡Lo
único que querías era alguien que te entretuviera!

Al rubio le costo trabajó controlar su furia... De hecho le costaba trabajo controlar


cualquiera de sus emociones cuando la tenía cerca. La tomó de los brazos para
acercarla a su cuerpo y después rodeando su cintura la atrajo hacia él de una manera
posesiva y se hizo dueño de sus labios. La rabia de ella le encendía el pecho, era como
fuego que lo calcinaba por dentro y le llegaba hasta los huesos. ¿Cómo podía hacerle
entender que le pertenecía? Que ella no tenia nada que decirle porque simplemente el
era su dueño total, de su vida y de todo lo que ella era.
La soltó produciendo un sonido de succión – No somos nada, es cierto. Pero eso no
quiere decir que no signifiques nada para mí, eres la primera mujer por la que he
arriesgado mi vida, y la única que vale la pena.

La luna resaltaba el rojo de los labios hinchados de Hermione, a lo lejos un coyote aulló
mientras se miraban fijamente con las respiraciones exaltadas, No quería dejarla. No
podía hacerlo, se sentía su dueño pero la verdad era él quien le pertenecía a ella, por
el simple hecho de que no existía mujer mas cautivadora que esta.

-No me convences...
-No lo estoy intentando...

La chica lo empujó lentamente y caminó a la tienda. Su movimiento de caderas lo


exaltó, sintió su cuerpo endurecerse y miro a sus pantalones. Estaba completamente
rígido.

-¿Y tu no puedes comportante un minuto?– reprendió a su excitado miembro.


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Al otro lado de la mina, la las tinieblas parecían ser mas profundas. Todos los animales
salían de sus refugios, había zorros jugueteando, salamandras, lagartijas, serpientes
invisibles...

ÉL respiro profundamente, la maldad de sus rasgos era algo que cualquier humano
podía percibir. Sentía la fuerza mágica que emanaba de ellos y supo que los
encontraría de nuevo. El aire frio de la noche le congelo los pulmones sin provocarle
dolor. Estaba sobre su caballo mirando el llano sobre el que se alzaba la imponente
Luna llena.

-¿Algo nuevo Frank?– preguntó Vincent cabalgando hasta ponerse a su derecha.


No respondió pero una sonrisa descubrió sus empalmados dientes.
-Que tramas– dijo Gregory haciendo lo mismo que Vincent.
-Regalé a mi gitana... Creo que... La quiero de vuelta...
-¿Y como la vas a encontrar?– prosiguió Greg.
-Tengo, la... Ligera sospecha de que nos vamos a encontrar a nuestros amigos muy
pronto...

CAP 16: El héroe de Hermione (Les aclaro que es Harry)

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«20 de enero del año de 1849»

Tomaron todo el oro que les fue posible, el día era caluroso y la temperatura de la
mina seguramente estaba muy por encima de los 90°, el sudor les brotaba por todo el
rostro. Mir y Hermione no entendían porque ellos habían viajado tanto solo cargando
con una maleta pequeña maleta en la que no cabía absolutamente nada. Obviamente
no sabían el secreto e la magia.

Draco no había tocado a Hermione y eso lo ponía de mal humor, la necesitaba, su


cuerpo se le había vuelta un vicio para él. Solo que ella estaba demasiado herida como
para querer tener algo con él que no fuera una pelea. Salieron de la mina. La
temperatura de afuera incluso parecía demasiado fresca.

-¿Sigues molesta?– preguntó Draco intentando tocarla.


Ella le volteó el rostro.
-Lo siento...– dijo de una forma suave y lenta aproximándose cada vez mas a ella.
Hermione se volteo para mirarle.
El corazón del rubio dio un vuelco impresionante al instante, como era posible que una
sola emoción en el rostro de ella provocara muchísimas mas en él.

-¡Pero que ternura!– dijo Frank bajando de su corcel negro.


Draco se puso de pie con una posición desafiante –un gusto volver a verte.– dijo.
Frank sonrió– Lo mismo Digo... ¿Y como te va?
-Bien... Creo. ¿Sacarás oro?
-No... Nos quedaremos con la mina. SI no te molesta.
-Claro que no.

Del otro lado Vincent y Gregory instalaban una cadena entera de explosivos. Frank
Longbottom era demasiado ambicioso como para solo tomar un poco y dejar lo demás.
No. El quería todo o nada, llevaba mucho tiempo decidió a conquista r ese lugar. Tenía
una actitud desafiante que al rubio le molestaba demasiado, sabia que no tramaba.
Podía ver el veneno de una serpiente en su mirada...

Si Frank Longbottom hubiera conocido Hogwarts, ¿Habría sido Slytherin por


excelencia?... NO. Él era Gryffindor, un león, desde entonces... Pero necesitaba de
Draco para descubrirlo.

Le hizo una reverencia con la cabeza a Hermione y se retiro con las espuelas de sus
botas tintineando. Ella sintió miedo, no sabia porque. Supervisó los explosivos, todo
estaba listo... Mir caminaba emocionada de poder empezar tal vez su propia tribu con
la “Riqueza” que ahora tenía, llevaba en su mano un puñado de polvo dorado que le
había quedado de tanto excavar y moler la piedra. Entonces vio a los chicos, los
mismos que en el campamento le parecían serpientes venenosas.

-¿Frank le va a quitar a la gitana?– dijo Vincent a Gregory.


-Si... Pásame el cable rojo... La quiere de vuelta.
-¿Y para que?
-Supongo que solo quiere pasarla bien y después la matará.
Gregory rió– Solo espero que antes de matarla me la preste.

Mir hizo un sonido con la boca de susto ¿Querían matar a Hermione?, al instante se
puso ambas manos en la boca rogando que no la hubieran escuchado.

-¿Oíste?– dijo Vincent.


Gregory cargó su pistola– Si.

Ellos empezaron a caminar, la gitana se recargó en una roca. De manera nerviosa se


decidió a inspeccionar y como un pequeño topo asustado fue asomando la cabeza para
mirarlos. Solo que ellos no estaban, sacó el cuerpo completa de atrás de la roca,
seguro habrían pensado que era un animal y no le dieron importancia. Dio un paso
atrás.

-¡Pero que tenemos aquí!– gritó Gregory. El chico la estampo contra la roca y le encajo
el cañón de su arma en la mejilla respirando muy cerca de ella– Otra gitana.
Quiso gritar mas este le tapo la boca encajando los dedos en su mejilla.
-¿Y tú de donde saliste?– dijo Vincent.

Inmediatamente Mir le dio una patada en el estomagó y quiso correr, no contaba con
que Vincent estaba libre así que la alcanzó sin necesidad de mucho esfuerzo
tomándola de los brazos.

-¡Auxilio!– gritó.

Se defendía ferozmente en la tierra caliente. El chico le dio una bofetada mientras el


otro reía. Se puso encima de ella y levanto la falda para poder tocarle una pierna. Para
inmovilizarla se apoyo con las rodillas en sus brazos causándole un crujido espantoso.
Desabrochó sus pantalones...

-No.– dijo tranquilamente pero apuntando su escopeta de largo cañón a su barbilla y


levantándola.
-Frank– profesó sorprendido.
-No, no, no... ¿Qué les he dicho de tratar mal a las mujeres?– le extendió una mano.
Instintivamente la chica se refugió en sus brazos aun temblando- Señorita, me disculpo
por mis gorilas– su tono era casi cínico.- ¿Una gitana?
Ella respondió que si con un movimiento de su cabeza.
-ha, ya veo... ¿Y eres de Draco o de Ronald?
-¡Yo no soy de nadie!

Intentó entonces soltarse al darse cuenta de que él también tenia la mirada enfermiza
de serpiente que tenían los otros dos... Pero Frank no la soltó, era más fuerte que
Vincent y Gregory juntos, por lo que dominarla no le era difícil. La tomó de la cintura
mientras ella se movía como una lombriz que se ahoga. Aspiro sobre su cuello y la jaló
del cabello la cabeza hacia atrás.

-Entonces tú... Me vas a ayudar...


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-¿Qué te pasa Granger?... No me digas que sentiste celos– dijo Draco sardónicamente.
*-¡EN lugar de cerebro tienes moscas verdes o que!– gritó- ¿Yo? ¿Celosa? ¿De ti?... Ni
si quiera de Harry me encelo.
Draco la estampo contra la pared de los brazos- ¡No me vuelvas a comparar con
Potter!
-¡Nunca haría algo así! ¡Entre ustedes no hay comparación!– gritó con un tono más
que rencoroso.

El Slytherin guardó un solemne silencio mientras la miraba a los ojos pegando su


cuerpo a ella tanto como le era posible, en ese momento se dio cuenta de que ella en
realidad era fuego, lo desprendía de sus ojos y emanaba de todo su cuerpo como una
corriente eléctrica y magnética los unía. Ahora él empezó a temblar cuando ella sonrió,
tal y como lo hacia cada vez que lo humillaba, últimamente era demasiado vulnerable
ante ella.

Hermione tragó antes de hablar.


-Harry es mi héroe, lo admiro, lo respeto, confió en él... Pero claro, tú que vas a saber
de confianza.
-Solo se que es cuando se le da libertad a una persona para que cometa una seria de
tonterías...
-No. Te equivocas Malfoy, la confianza es el amor, saber que si me tiró a un barranco él
me seguiría...
-¡Hay pero que tierno!...– apretó los dientes sin querer– La sangre Sucia enamorada
del cegatón.

El tono de Draco no había sido el que pretendía. No quería parecer que competían,
pero así fue. La chica encontró una clara muestra de vulnerabilidad en el tema y
decidió usarlo... ¿Creía que se había puesto celosa?... No tenia la menor idea de lo que
eran los celos. Pero ella se lo haría saber.

-¿Celoso?
-¡JA! ¡YO! ¡DE TI! Pero que idea más... Estúpida. Solo se sienten celos de lo que
interesa... Como tu. Es obvio que me amas.
-¿Yo amarte? Ya te lo dije... lo único que siento por ti es lastima... Que patético, al
menos antes te odiaba.

Draco se pegó a su cuerpo sin dejar espacio alguno acercándose a su cuello para
respirar sobre ella y aspirar su aroma, quería que ese aroma se quedara prendado de
su memoria para siempre, pues sabia que nunca en su vida encontraría un perfume
que tuviera un olor tan exquisito. Ni los mejores de Francia se acercaban a ella. Tenía
unas inmensas ganas de saborearla. Hermione cerró los ojos disfrutando de su caricia,
sentir su cuerpo sobre él de ella, la enardecía de una manera inigualable, aunque
todavía estaba furiosa.

-Sabes Malfoy...– susurró a penas.


-Que –Contesto él con un leve siseo.
-Creo que tienes razón.

¿Tenia razón? ¿Al fin le había ganado?... Un minuto, en que tenia razón ¿En que estaba
celosa? ¿En que estaba enamora de él?... O en... No, que no se atreviera.

La miró a los ojos.


-Estoy enamorada de Harry– dijo Hermione con un tono dulce, sincero...
Exageradamente sincero.

Algo dentro de Draco se fracturo, La castaña lo sintió, le había dolido, pero su conexión
no le importaba. No le interesaba todo el desgarramiento moral que pudiera sentir,
quería que la odiara tanto como ella. Pero no iba a tener tanta suerte, no se iba a
quedar así, no iba a parar hasta que el se retorciera de celos.

-Él siempre ha estado conmigo, cuidándome, queriéndome... No pude evitarlo.–


prosiguió– Y en el colegio no hay ni habrá nadie que llegue a ser la mitad de lo que es
Harry...
Quería que se callara. Le estaba doliendo.– Hay que tierno... Imagino que no lo sabe...
-Si lo sabe– Interrumpió– Se lo dije justo antes de entregarme a él la primera vez.

Cubetazo de agua fría sobre Draco, la respiración se le fue... No, no podía ser...
Potter... Potter... ¿San Potter? ¿La había hecho mujer? ¿La había tocado antes que
él?... A caso era Potter quien dormía con ella... No, no era posible.

-Mientes...
-No... La verdad no te lo había dicho porque bueno... Harry y Yo lo mantenemos en
secreto, porque queremos casarnos en cuanto Hogwarts terminé.
-Eres... Eres una asquerosa Zorra...– dijo Draco estampándola de una manera tan
fuerte que él lo sintió pero no le importo la jaqueca de su cabeza.

Se fue furioso...

*[Este fue un argumento de Icegirl. Digamos que dejé que Hermi le transmitiera tu
idea XD]
________________________________________

En el salón de estudios Harry intentaba escribir una nota mientras Ron leía,
definitivamente Luna era una magnifica influencia para él. Pero así como las frases
venían a su mente, las anotaba para luego tacharlas. No sabía como escribirle a
Carolina. EL pergamino ya estaba completamente manchado de tinta, la frustración
que sentía hacia que arrugase la frente...

Ron sonrió haciendo que los hoyuelos en sus mejillas se marcaran –No te causes
derrame cerebral. Solo suelta la pluma –Dijo sin levantar su mirada del libro
percibiendo claramente la frustración de su amigo. Aunque se la merecía.

Harry levantó la mirada y la fijó en él. Como podía llegar a ser lo que era Ron. Con la
platica estaba claro que el pelirrojo tenia mucha mas experiencia o conocía mas del
tema de lo que él.

-*Entonces de que sirven tantas “Aventuras”* -Pensó... -¿Ron?


-No tengo idea Harry.
-Pero como...
El pelirrojo dejo el libro a un lado y suspiro– Harry, de verdad. No lo se.
-Y si tal vez lo sabes y no lo quieres compartir...
-No. En serio. Ni si quiera me di cuenta cuando aprendí, solo que cuando lo supe ya
estaba.
-¡Pero como hiciste!...– bajó la vos mientras Ron reía ante los muchos “Shh” que había
recibido– Sabes mas en materia de mujeres de lo que yo mira que he...
-Yo no aprendí “Practicando”. Necesitas entender que ellas no son cosas con las que
puedas practicar, te ayudan mucho... Pero, no puedes decir “Ahora soy experto”
porque son impredecibles y eso las hace maravillosas– dijo Con un suspiro.
-Lo ves ¿Cómo lo haces?
- ¡¿Hacer que Harry?!– recibió un “Shh”– hacer que.
-Eso... Con lo que dices cualquiera caería rendida a tus pies.
-Es que ese es el punto. No quieras que caigan rendidas a tus pies. Yo aprendí porque
me he enamorado y cada día descubro con ella la maravilla de una mujer, desde su
complejidad, sus pensamientos, su cuerpo, su esencia...
-¡Aja!... Lo sabia, te acostaste con luna.
Ron cerró los ojos y asintió.
-¿Pero como hiciste para...?
-No planee nada, no la engatuse... Simplemente se dio y cuando me di cuenta dormía
en su espalda. Una mujer que te ame, NUNCA te va a reclamar, al contrario te
comprenderá y ayudara. Así que con tus aventuras no ganas más de lo que pierdes...
San Potter...

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«20 de enero del año de 1849»

La tarde había caído. El horizonte naranja se impuso sobre el gran astro. No había nada
que perturbara la paz de ese instante... hasta ahora...

-¡Ya está todo listo!– gritó Ronald subiendo al caballo la ultima bolsa que llevaban.
Hermione se acercó a abrazar a Draco de la cintura sonriendo. Él le dio un beso en la
frente. Ronald se puso las manos en la cintura y los miro también con una sonrisa.
-¿Dónde esta Mir?– preguntó Hermione.
-No se... Estaba conmigo y...

Como si nada hubo una explosión detrás de la entra da de la mina que los sacudió.
Sobre la cueva estaba Frank, tenia agarrada a Mir por la cintura en una posición
amenazante de dejarla caer al vacio. El rostro de la gitana estaba húmedo y por él
corrían las lagrimas, sus manos estaban atadas con una cuerda de fibra y alrededor de
su boca había un pañuelo blanco que a Hermione le recordó la forma en la que él la
había atado.

-¡Suéltala!– gritó Ronald asumiendo una postura mas que amenazante.


-De acuerdo– blofeo Frank fingiendo que la dejaba caer al vacio. Eran al menos cinco
metros. Ella gritó aun con el paño, eso desgarró a Ron.
-¡NO!– gritaron los tres al unisonó haciéndolo reír y entonces apareciendo una
escalera con su varita empezó a bajar lentamente.

Hermione se quedó impávida al ver lo que hacia. Apuntaba la varita como si fuera un
arma y sabía que Ron y Draco también tenían objetos parecidos. Había visto la de Ron
cuando ella casi se ahora y en numerosas ocasiones se había fijado en que Draco la
usaba... Pero nunca se imagino para que.

Frank llegó a donde ellos.


-¡Frank! ¡La carga esta lista!– gritó Vincent
-¡Cállate!– le ordeno El vaquero mientras reía.

Mir lloraba, si seguía haciendo eso, Ron iba a matar a Frank. No quería que la
lastimara. Pero que estúpido. Como se le ocurría mostrar su varia así.
-Frank, guarda eso– dijo Draco apretando los dientes.
El chico hizo una risa estridente- ¡Vamos! ¡Como si supieran que son!... O tu...
Hermione ¿Sabes que es esto?
La castaña negó y miró a Mir.
-¡Lo ven!
-¡Que es lo que quieres!– dijo Ron
-Quiero a mi gitana...
Draco la hizo para atrás de su cuerpo– Ni lo sueñes
-Vamos Draco... ¿Vas a pelear solo por una Muggle?
-Muggle...– susurro Hermione. Otra vez esa estúpida palabra sin sentido ni significado.
-¿No me digas que te enamoraste de ella?
-¡¡Frank hay que irnos!! ¡YA!– grito Vincent

La mano de él temblaba con la varita en manos. Era negra con una raya blanca en la
punta... Draco estaba asustado, no quería que Hermione se enterara de lo que era.
Nunca en su vida se había avergonzado de ser un mago, jamás le había importado lo
que pensaran de él... Y ahora la sola idea de que ella se enterara de lo que era le ponía
la piel de punta. No quería que se alejara al saber que el era... Un fenómeno.

-Es fácil Draco. Tu Gitana... Y te daré esta.


El rubio escucho su voz como un lejano eco. Miraba todo moverse lentamente, los
amigos de Frank gritando que tenían que irse, Hermione temblaba a su espalda, sentía
el coraje de su amigo, el miedo de Mir, la decisión de Frank que al mismo tiempo se
confundía... ¿Frank le temía? ¿A el? ¿Por qué...?

-La quieres o no.


Draco negó lentamente
-Entonces que pena.
La quiso soltar pero Ron sacó su varita.– EXPELIARMUS– La varita del chico salió
volando, inmediatamente el aventó a Mir al suelo y sacando su pistola le disparo.
Draco sacó la suya.
-PETRIFICUS...

El aprovecho ese momento para tomar a Hermione y jalarla de la muñeca. Vincent le


dio un puñetazo al rubio que este devolvió dejándolo semi-incosiente. Draco se
revolcó en la tierra para levantarse con un leve mareo, chispas y fuego empezaron a
salir de la mina, las mechas de los explosivos acaban de ser prendidas y saltaban como
fuegos artificiales. Frank subió a la castaña a su caballo, ella se defendía.

-¡¡DRACO!!– lo llamaba. Se ganó una bofetada que la hizo sangrar del labio.

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Se sintió sobresaltada y levanto su cabeza- *Draco*- pensó sin estar muy segura
porque.

La cena, hora de la cena. Por primera vez en varios días Hermione asistió a todas sus
clases. Adoraba hacerlo, saciar su mente con conocimientos y lo mejor era que no tuvo
una sola clase con Slytherin, lo que significó todo un día sin verlo, sin Snape. Sin nadie
que pudiera perturbarla mas de lo normal. Era cierto, lo que dijo de Harry solo fue una
mentira pero no importaba, estaba decidida seguir con el plan. No pararía hasta verlo
retorciéndose.

-¡Hermione!– gritaron Ron y Harry haciéndole una seña para que se sentara junto a
ellos la chica les sonrió pero hubo algo. Él la estaba mirando. Podía sentirlo sin ni si
quiera mirarlo, sin estar segura de que estaba ahí.

Caminó hasta sus amigos y se sentó Entre Harry y Neville. Dándole un beso en la
mejilla a Neville... Y uno en el cuello a Harry. La mesa de Slytherin estaba frente a la de
Gryffindor, el estaba sentado del otro lado desde donde se podían ver de frente. El
moreno sonrió ante el extraño gesto.

-¿Y ahora?- dijo Harry.


-Estoy feliz. ¿No puedo? ¿O te molesta?
El moreno se acercó a su cuello– claro que no– susurró.
-¿Y que te dio por cenar aquí Luna?– pregunto Hermione
-Quería estas con Ron.

Hermione puso una mano en la pierna de su amigo y fue subiéndola suavemente, él


chico golpeo la mesa con su rodilla. Y la miro completamente extrañado pero sin dejar
de sonreír.
-¿Pasa algo?– preguntó Ron
-nada, solo le devolvía una broma a Harry.
-Ha ¿entonces solo me usas?– dijo el moreno con un tono de divertida indignación.
-Si, solo te uso– parecía una broma. Pero era la verdad.
El ojiverde la tomó de la cintura– Entonces úsame todo lo que quieras.
-De acuerdo. Harry, te ordeno que me des un beso.
Todos seguían riendo. El azabache obedeció y le dio uno en la frente recibiendo una
bulla de parte de sus amigos.
-¡Eso no fue un beso!– grito Luna y beso en los labios a Ron.
Risas y silbidos se produjeron al instante pues el rostro del chico se puso del color de
su cabello.
-¡Eso si que es un beso!– gritó Ginny.
-No importa. Yo ya cumplí. Ahora te toca a ti Hermione.

Ella se dio cuenta de que Draco ya no la miraba, entonces depositó un beso en la


mejilla de su amigo... Al instante gritaron “Otro, otro” y ella lo hizo en el cuello “Otro,
otro” Y esta vez fue en la nariz. Era una situación divertida, solo que él seguía sin mirar.

-¡EN LA BOCA!– gritó Ginny evidentemente divertida y emocionada apoyándose sobre


la mesa.
Ambos voltearon a verla, Harry dejo de hacerlo para mirar a su amiga. En cuanto Draco
escucho el grito volteo su rostro con suerte de no fracturarse el cuello. Pero ella ya
había dejado de mirarlo, ahora miraba a San Potter.

-*No lo hagas Granger*

Son los celos cierto temor, tan delgado y tan sutil, que si no fuera tan vil... Podría
llamarse amor.

Entonces la chica se puso de rodillas sobre la banca y tomándolo del rostro unió sus
labios a los suyos. Harry la tomó instintivamente de la cintura dejando que lo besara, el
cabello de ella los cubrió y pareció un beso mucho mas intenso de lo que en realidad
era.
Draco se levantó dándole un golpe a la mesa con los puños cerrados y sin decir nada
salió del Gran comedor. Hermione lo único que sintió fueron una grandes ganas de
llorar sobre el hombro de Harry.

-¡Ahora se lo que se siente besar a una hermana!– grito El moreno apartándole el


cabello entre risas.

El banquete apareció. El azabache notó que ella quería llorar. Pero no podía hacer
nada, porque simplemente no estaba seguro ya que sus ultima experiencias con
mujeres no habían sido de lo mejor, no quería cometer un error con ella.

La chica salió sin decir nada, a nadie. Simplemente casi huyendo del comedor. Harry la
siguió de inmediato encontrándola recargada en el pasillo con las lágrima cayendo de
su rostro. Era su amiga, no una mujer, casi su hermana... «No son objetos Harry» Le
había dicho Ron...

-¿Hermi?– ella levanto la mirada, el chico la tomó de una mano para levantarla- ¿Qué
pasa?
Pero la chica no respondía. No podía, lo único que quería hacer era llorar.
-Por favor, dime que pasa... Te juro que no te juzgare.
-Si yo... Hiciera algo malo...
-Tú nunca, harías nada malo... Y si lo hicieras, tendrías una razón que yo escucharía y
comprendería y...
-Te quiero tanto.– ella lo abrazó.

Él estaba parado frente a ellos, Lo sentía. Seguro tomaba conciencia de su presencia


por culpa del hechizo

-Que tierno. Siento interrumpir los besos, pero el director Snape quiere ver a Granger.
«El director Snape» Harry odiaba esa frase.
-Ve...– le sostuvo la barbilla y le dio un beso en la nariz.– No te preocupes.

Draco se perdió en el pasillo. Hermione caminó en la dirección que él llevaba. ¿Para


que la quería Snape?... Claro, para hacer su vida más miserable de lo que ya era, ¿No
era obvio?... El pasillo termino, tenia que virar a la derecha y lo sabia, pero porque
apresurar la tortura... Sin darse cuenta ya estaba estampada en la pared.

-Que demonios quieres– Dijo.


Él tenia su mirada fija, el fuego le recorría las venas al recordarla besando a Potter,
sonriendo, acariciando a su “Héroe”, cuanto la odiaba. Odiaba que lo admirara y lo
quisiera. Nadie había sentido ese tipo de cariño por él.
-Snape se va a molestar...
Sonrió –No te quiere ver... Yo si.

Guardó silencio, ¿Había mentido... Para verla? Estaba celoso.


Sus ojos se clavaban en ella como dos puñales de hielo, extrañamente cálidos. Lo había
puesto celoso y sin embargo no lo recordaba. Ahora tenía todo su cuerpo cerca de ella
y se sentía débil.

-No vuelvas a besar a Potter...


-¿Por qué?
-Porque besa muy mal. Al menos quiero disfrutarlo.

Ella cerró los ojos. Otra vez el maldito hechizo, no quería que besara a nadie
simplemente porque él lo sentía. Gruño de coraje. ¡Odiaba creer que le importaba!
¡Odiaba hacerse ilusiones sin razón!

-Quiero volver a la cena...– susurró y se alejó.

El Slytherin golpeo la pared pero esta vez sin pensarlos dos veces la siguió. Su sangre
corrió a una velocidad impresionante ante lo que iba a hacer, nunca lo había hecho
pero tampoco es que le importara su reacción o cualquier cosa que ella pudiera pesar.
Ahora solo le interesaba lo que había dentro de su cuerpo de hielo y eso era todo el
fuego que ella lograba regar en su ser. La alcanzó justo antes de que entrara en el
comedor de nuevo rodeando con su brazo el vientre de ella.

-Quiero ser tu héroe... –susurró en su oído con un siseo de sus labios.


La volteó sin soltarla pegándola a la pared de manera delicada junto a la gran puerta
de madera.
-Que haces...
-Shh... Si una vez, yo pudiera llegar a erizar de frio tu piel– paseo sus ojos por todo el
rostro de ella, sus labios estaban casi juntos, ella temblando de nuevo, Draco sonrió,
era algo delicioso tenerla completamente dominada para él– A quemar, que se yo...–
su índice se paseo desde su nariz hasta sus labios y siguió bajando– Tu boca.– Llegó a
su escote– Y morirme ahí, después.- Y si entonces, temblaras por mí– sonrió– llorarás
al verme sufrir, sin dudar, tu vida entera dar... Como yo la doy, por ti.
A Hermione se le fue la respiración, él continuó:
-Mmm, déjame tocarte, quiero acariciarte... Una vez mas... Lo que importa es que... Te
quiero.

En menos de un parpadeo, en cuanto Hermione se debilitó cerro los ojos y solo así
Draco tomó sus labios, tomo posesión de ella, su lengua le dio un suspiro cálido con la
boca, quería tenerla, sentirla, como lo había hecho. Al diablo con todo, la necesitaba.
La chica fue poniendo lentamente sus brazos alrededor de su niño, era de ella, aunque
lo negara, sin importar que ambos pudieran salir lastimados. Él le pertenecía y eso no
cambiaria nunca... Ni con la misma muerte. La separación estaba a punto de llegar.

-Espera... Ve a la biblioteca después de la cena– dijo ella.


-No puedo– respondió con un suspiro.
-Lo necesito.

Más allá de toda gloria, del orgullo y del valor el poder de un héroe está en su
corazón...
Cap 17: CHIMEL

-llegas tarde Malfoy.– el tono de Hermione no denotaba ninguna emoción.


-Dijiste que me necesitabas...
La castaña lo interrumpió con su risa– Yo nunca dije “Te necesito”... Yo dije LO
NECESITO, aprende a escuchar
-Bueno y que quieres.– le interrumpió, era obvio que no iba a seguir jugando.
-Hemos perdido mucho tiempo en estupideces y no nos concentramos en lo
IMPORTANTE. Detener el hechizo.

Ella se puso de pie y caminó entre los estantes. Se sintió estúpido, por estar ahí cuando
debería dormir, por ceder ante ella. Hermione buscaba un libro, Draco caminó
encontrándose a su paso con una novela erótica como las que ella leía
-¿Qué te parece éste?— le preguntó él, con la novela romántica en la mano.
Hermione soltó una risita nerviosa al ver a la pareja que se abrazaba medio desnuda en
la portada.
-¡Merlin!, me parece que no.
Él miró la portada y alzó una ceja.
-De acuerdo— dijo Hermione quitándole el libro de la mano—. Has descubierto mi más
profundo secreto. Soy una adicta a las novelas románticas, pero lo último que
necesitas es que te lea una apasionada escena de amor en voz alta. Muchísimas
gracias, pero no.
Draco le miró fijamente los labios.– Preferiría recrear una apasionada escena de amor
contigo— dijo en voz baja, acercándose a ella.

La castaña comenzó a temblar, por piedad no de nuevo. Tenía la espalda pegada a la


estantería y no podía retroceder más. El Slytherin colocó un brazo sobre su cabeza y
acercó su cuerpo al suyo, hasta dejarlos unidos. Entonces, bajó la cabeza y se acercó a
su boca. Hermione cerró los ojos. La presencia de Draco inundaba todos sus sentidos.
La rodeaba de una forma extremadamente perturbadora.
Por una vez, él mantuvo las manos quietas y se limitó a tocarla tan sólo con los labios.
Daba igual. La cabeza de ella comenzó a girar de todos modos. ¿Cómo podía rechazarlo
una mujer en su sano juicio? Este hombre era el paraíso.
Draco profundizó el beso, explorando su boca con la lengua. La chica sentía los latidos
de su corazón mientras él se acercaba aún más y sus músculos la envolvían.
Jamás había sido tan consciente de la presencia de otro ser humano. Él la ponía al
límite, le hacía experimentar sensaciones que no sabía que pudiesen existir.
Él se retiró un poco y apoyó la mejilla sobre la de ella. Su aliento caía sobre su pelo y le
erizaba la piel.

-Tengo unos deseos horribles de estar dentro de ti, Hermione— murmuró—. Quiero
sentir tus piernas alrededor de mi cuerpo, sentir tus pechos debajo de mí, escucharte
gemir mientras te hago el amor lentamente. Quiero que tu aroma quede impreso en
mi cuerpo y que tu aliento me queme la piel.
Todo su cuerpo se tensó antes de separarse de ella.
-Pero ya estoy acostumbrado a desear cosas que no puedo tener— susurró.
Ella le tocó el brazo. Draco cogió su mano, se la llevó a los labios y depositó un rastro
de pequeños besos sobre los nudillos. El deseo que se reflejaba en su apuesto rostro
hacía que a ella le doliera todo el cuerpo.
-Busca el libro y me comportaré.
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Harry estaba más nervioso que nunca, sabia que la sala común no era precisamente lo
más romántico del mundo pero lo último que ella necesitaba era una escena de
completa seducción para sentirse más humillada de lo que seguro ya estaba. En cuanto
apareció ante sus ojos supo que no podía haber chica más hermosa en el colegio. Ella
era pura, sin mancha y en ese momento el moreno hubiera vendido su alma al diablo
contar de poder llegar a su pureza que ni él mismo había podido arrancar, la
necesitaba, quería purificarse con ella.

-Vine en cuanto me llamaste...


-Shh–Le extendió una mano que a ella no le quedó mas remedio que aceptar -¿Lo
escuchas?
-Es el fuego...– respondió, era el único sonido– Grillos, no lo se...
-Mi respiración– Completó él.
Sus rostros estaban muy cerca, si, era su respiración que se mecía suavemente.
-¿Qué es lo que quieres?
-A ti.
-No...
-Perdóname... Ginny.
- ¡Harry no!– la pelirroja empezó a sollozar –Es que no puedo... Me usaste... Para
botarme como si fuera...
-No tengo excusa... Soy un idiota. Por eso quiero intentarlo de nuevo...
-¡Y que quieres!... ... ... ¿Embarazarme... otra vez?

En ese momento el azabache tuvo unas ganas terribles de meterse en su cama a llorar.
Era el más terrible de los secretos dentro de la “Hermosa y sana” relación de ellos.
Hace poco Harry había retirado una cantidad importante de su cuenta con la excusa de
necesitar nuevo aditamento para el Quidittch, pero no... Se lo había dado a Ginny para
que abortara un hijo suyo.

Sin tener la menor duda me atrevo a decir que el origen de todos los pecados del
hombre, está en la ignorancia. Pero el hombre no es malo cuando no sabe. Es malo por
ignorante...

Pero no había sido fácil. Durante noches enteras no conciliaba el sueño una profunda
depresión lo mantenía sudando, con pesadillas para después levantarse sobresaltado.
Su aspecto había cambiado desde entonces, debajo de sus ojos siempre había ojeras y
era más pálido que antes, además de que todo su dolor lo disfrazaba jugando “Al
enamorado”

-Perdóname... Yo se que tu puedes...


-Yo te perdone hace mucho tiempo.
Quiso sonreír, pero no podía.- ¿Y porque?... ¿Por qué lo hiciste?... Podías tenerlo si
querías, no tenias que obedecerme...
-Tú no querías un hijo, no querías atarte a mí y menos por algo así. Solo quería que
fueras feliz.
-Solo te lastime... ¿Por qué...?
-Porque te amaba... Te amo.
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Draco permanecía recargado en la mesa con una pose muy peculiar, sosteniéndose
con los brazos y “Ofreciendo” su masculinidad. Hermione no pudo evitar notarlo, pero
lo hizo a un lado haciendo que se sentara y aventando un grueso libro mientras él
prendía una vela.

-¡Soy una tonta!– exclamó Hermione con emoción.


-Completamente de acuerdo– murmuró Draco.
Ella lo escuchó mirándolo con fastidio, recibiendo una sonrisa que obviamente provoco
una acción de reflejo en ella pero al instante bajó la cabeza.
-*No, Hermione, NO*- pensó- *Concéntrate* Busque en libros de adivinación, pero No,
resulta que la esfera no tiene nada que ver con la Adivinación
-¿Trasladores? ¿Horcruxes?– se extraño Draco.– No creo que...
La chica abrió la página exacta haciéndolo callar.
-¡Es nuestra bola!– exclamó al ver la esfera de bronce con la que ella se había
quedado.
-Es algo parecido a un horcrux. Se llama Esfera de la redención: Se usa para corregir
sucesos del pasado, supone cuando dos personas dejan asuntos pendientes en sus
vidas, en este caso, sus reencarnaciones o descendientes directos comparten una
situación alineada a la anterior lo que los hace entrar en un trance de
“Compartimiento de culpa” con un hechizo complejo que los hace sentir como uno
solo.– leyó Hermione.
-¿O sea... que mi... algo, de mi familia tuvo algo que ver con alguien de la tuya y no
quedaron en buenos términos?– dijo Draco tratando de comprender.
-Eso creo.
-Bien y como se detiene.
-Ese era el punto...
-¿Qué pasa ahora Granger?
La castaña señaló el libro.– falta esa pagina.
-¡Genial! ¡El mundo está en mi contra!
-Alguien la arrancó recientemente porque antes de este año este libro estaba
completo.
-¡¿Y quien fue el maldito?!
-¡Deja de hacer preguntas estúpidas! ¡Si lo supiera no estaría aquí contigo!

El rubio se levantó casi arrancándose el cabello, o sea que no sabía como detenerlo...
En lugar de estar durmiendo ahora estaba en una oscura y hedionda biblioteca con una
maldita sabelotodo. La miró, era lánguida y nada bella, ¿Por qué la seguía tanto?,
escudriñando cada pagina con una devoción casi tan grande como la que profesaba
por Potter. Él, él era el príncipe de Slytherin, podría tener a cualquier chica en su
cama... Pero no. Estaba con ella... Tal vez eso necesitaba... Nuevas opciones.

-¿A dónde crees que vas Hurón descerebrado?


-A donde me de la gana Granger.– a divertirse por supuesto.

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«20 de enero del año de 1849»
-¡¡Draco!!– lo llamó ganándose una bofetada que le hizo una herida en la comisura del
labio.

El rubio casi inconsciente no podía perderla, no iba a dejar que algo la dañara, aunque
con eso tuviera que perderla para siempre. Frank Cabalgaba lo mas rápido que podía.
El chico ojigris convirtió su varita en una escoba y sin pensarlo dos veces subió a ella.
Hermione estaba atónita mirando lo que hacia ¿Era un... brujo o algo así?
Alcanzó rápido a Frank, rodeando el corcel para que este callera, empezaron a
forcejear entre la oscuridad de la noche, Frank calló del caballo junto a Hermione.
Draco aprovechó para golpearlo en la cara, pero era demasiado fuerte para sus dedos
flacos y huesudos, de un golpe Longbottom lo derribo mientras sangraba de el rostro,
no estaba seguro si de la nariz, la ceja, la boca o cualquier otra parte. Se puso de
rodillas sobre él y lo tomó de la camisa ya completamente roja por la hemorragia.

-Vas a morir...– dijo Frank con un tono de demencia.


Draco intentó mover su varita pero con un movimiento de su pesada bota, Frank le
fracturo la muñeca y la aventó lejos.
-Eres un estúpido... Morir por una asquerosa muggle.
El rubio le escupió sangre a la cara. –Prefiero morir por ella que morirme sin ella.
-Concedido...

Cerró los ojos, esperando el disparo. Frank calló inconsciente a su lado. Draco miró al
frente para ver a Hermione sosteniendo una roca, ella lo había noqueado. Sonrió
mirándola, ella le devolvió la traviesa sonrisa y le extendió una mano.

-¡CUIDADO!

No identificaron el grito pero era de pánico, los explosivos se habían consumido. Draco
tomó el corcel negro de Frank y subieron a él. El pánico se había apoderado de todo su
ser, no sabia donde estaba Ron, Mir o los amigos de Frank y al mismo tiempo se
preguntaba su este estaría muerto... Con un movimiento brusco de las correas el
caballo salió a toda velocidad, él se puso como si estuviera en una carrera, la chica lo
abrazaba fuertemente como si no quisiera perderlo nunca... Mientras se alejaban
Escucharon la explosión. La noche fue iluminada, una columna enorme de fuego se
alzo detrás de ellos sellando la mina, con un sonido estridente el fuego formo una bola
de energía enorme que se expandió hasta ellos aventándolos...
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-¿Donde habías estado?
No respondió.
-Lo que vi... Quería que me lo explicaras...– sonrió– Nadie lo sabe. No te preocupes.

Hermione se mordió el labio. Se había olvidado por completo de que Ginny la había
descubierto, además en la cena no le había dicho absolutamente nada que pudiera
recordárselo. Sintió el pesar que cayó en sus hombros, la pelirroja la miraba a los ojos
esperando una respuesta, pero ella no la tenia. Sabía que cualquier cosa ella le creería,
solo que no sabia que. No había una explicación coherente para explicarle que se
acostó con Malfoy... Porque... Porque... ¿Porque?

-Porque no subes y te tranquilizas... Así puedes pensar...


-Gracias Ginny. Pero me gustaría que habláramos.
-A mi también Hermi, pero relájate y... Después baja, yo aquí te espero.

La castaña acepto sonriente. Ginny era muy compresiva, incapaz de juzgar a nadie y
menos a ella que siempre había llevado una actitud incorregible ante todos, propios y
extraños.

Subió feliz a su habitación. Lo mejor era una ducha rápida y hablar con su amiga
cuanto antes, tal vez la aconsejaría de que hacer con Harry. Empezó a desabotonar su
blusa lo más rápido que le fue posible sin evitar arrancar algunos botones, pero que
importaba, ya los cosería mañana u otro día. Entró a la ducha, quiso apresurar el baño
solo que no podía apresurar las gotas de agua caliente que se deslizaban por su cuerpo
transportándola a otro mundo.

Hermione se estaba quitando el jabón de los ojos. Al abrirlos, se sobresaltó cuando vio
que Draco la observaba a través de la abertura de las cortinas de la ducha.
-¡Me has dado un susto de muerte!— exclamó.
- Lo siento.

Él permaneció al lado de la bañera de pie, tamaño extra grande, vestido sólo con los
boxers y apoyado sobre la pared, con la misma pose que tenía en la biblioteca: los
anchos hombros echados hacia atrás y los brazos relajados a ambos lados del cuerpo.

La chica se humedeció los labios al contemplar los esculturales músculos de su pecho y


de su torso. Espontáneamente, su mirada descendió hasta los boxers rojos y amarillos.

Y aquella sonrisa traviesa, medio burlona, que esgrimía en esos momentos, derretiría
el corazón de la más frígida de las mujeres. Ese hombre la ponía muy, muy...
¿Nerviosa?
Cayó en la cuenta de que estaba completamente desnuda delante de él.
-¿Necesitas algo?— le preguntó mientras se cubría los pechos con la manopla.

Para su consternación, él se quitó los boxers y se metió en la bañera con ella.


El cerebro de Hermione se convirtió en papilla, abrumada por la poderosa y masculina
presencia de Draco. Esa increíble sonrisa hacía que el corazón se le acelerara y que
comenzara a temblar.

-Sólo quería verte— dijo en voz baja y tierna—.¿Tienes idea de lo que me haces
cuando te pasas las manos por los pechos desnudos?
Apreciando el tamaño de su erección, Hermione tenía una idea bastante aproximada.
- Malfoy…
- ¿Mmm?

Olvidó lo que iba a decir cuando él acercó la cabeza hasta su cuello. Se estremeció por
completo al sentir que su lengua le abrasaba la piel. Gimió por la sobrecarga sensorial
que suponían las caricias de las manos de Draco, unidas a la sensación del agua
caliente de la ducha. Apenas si fue consciente de que él le quitaba la manopla que aún
cubría sus pechos, y se llevaba uno de ellos a la boca. Siseó de placer al sentir su
lengua girar alrededor del endurecido pezón, rozándolo levemente y haciéndola arder.
La echó hacia atrás, apoyándola en el respaldo. El contraste de la fría porcelana en la
espalda y del cálido cuerpo del chico por delante, mientras el agua caía sobre ellos, la
excitó de un modo que jamás hubiese creído posible. Nunca antes había apreciado el
enorme tamaño de la antigua bañera pero, en ese momento, no la cambiaría por nada
del mundo.

-Tócame— le dijo con voz ronca, cogiéndole la mano y acercándosela hasta su


hinchado miembro—. Quiero sentir tus manos sobre mí.

El slytherin se estremeció cuando ella acarició la dureza aterciopelada de su pene.


Cerró los ojos mientras las sensaciones lo abrumaban. Las caricias de ella no se
limitaban al plano físico, las percibía también a un nivel indefinible. Increíble. Quería
más de ella. Lo quería todo de ella.

-Me encanta sentir tus manos sobre mi piel— balbució mientras ella lo tomaba entre
sus manos
La deseaba tanto que le dolía todo el cuerpo. Cómo deseaba que, tan sólo una vez, ella
le hiciese el amor a él.
Que le hiciese el amor con el corazón. El dolor volvió a desgarrarlo. No importaba
cuántas veces tuviera relaciones sexuales, el resultado siempre era el mismo. Acabaría
herido. Si no se trataba de su cuerpo, era en lo profundo de su alma.

«Lo único a lo que podemos aspirar es que alguien se case contigo por tu dinero hijo
mío...»
Era verdad, y lo sabía. Hermione percibió su tensión.

-¿Te he hecho daño?— preguntó mientras alejaba la mano.

Él negó con la cabeza y le colocó las manos a ambos lados del cuello para besarla
profundamente. Súbitamente el beso cambió, intensificándose, como si estuviese
intentado probar algo ante los dos.
Deslizó la mano por el brazo de la gryffindor, hasta capturar la suya y enlazar los
dedos. Después, movió las manos unidas y la acarició entre las piernas.
Hermione gimió mientras él la tocaba con las manos entrelazadas. Era lo más erótico
que había experimentado jamás.
Temblaba de pies a cabeza mientras él aumentaba el ritmo de las caricias. Cuando
introdujo los dedos de ambos en su interior, gritó de placer.

-Eso es— le murmuró al oído—. Siéntenos a los dos unidos.

Sin aliento, Hermione se agarró al hombro de Draco con la mano libre y el cuerpo en
llamas. De pronto, él retiró las manos y le alzó una de las piernas para pasársela por la
cintura.
Hermione le dejó hacer, hasta que se dio cuenta de sus intenciones. Estaba
preparándose para penetrarla.

-Por favor no...– suplicó con la voz quebrada.


-Recuerda que siento lo que hay dentro de ti Hermione... Me deseas, tanto como yo a
ti...

Sin decir otra cosa la besó profundamente y fue bajando por su cuello. LA atrapo entre
el muro mientras mordía sus hombros con una pasión que le era difícil ocultar. Había
intentado experimentar con Pansy hace minutos y lo único que había conseguido era
arder con el recuerdo de Hermione, no quería un recuerdo, la quería a ella. ÉL se le
entregaba porque era la primera, la única... Porque solo ella lo conocía y sentía lo
mismo que él...

Le alzó la otra pierna y mientras le mordía el cuello entró en ella lentamente. Sintió la
descarga de placer de ella que le recorrió todo el cuerpo, Hermione no pudo evitar
gemir con toda su fuerza al sentirlo dentro de nuevo, el único chico que le pertenecía
por completo, no había parte de el que no fuera de ella... Incluso su alma.
La chica se aferró de él y con los ojos cerrados gimoteaba a su oído exhalando un aire
caliente que lo volvía loco mientras le acariciaba la espalda, el cabello, el cuello y todo
lo que pudiera tocar mientras el chico la envestía con fuerza.

Las manos del chico acariciaron su espalda antes de agarrarla por el trasero y acercar
más sus caderas, mientras su lengua seguía danzando en su boca. Su aroma inundaba
sus sentidos. Con el cuerpo derretido, exploró los duros y firmes músculos de su
espalda desnuda, mientras los largos mechones de él le rozaban las manos en una
erótica caricia.
Él sintió que su cabeza daba vueltas con el cálido roce de la chica, con la sensación de
sus brazos envolviéndolo mientras sus propias manos recorrían su suave y bronceada
piel, un deleite para el hambriento.
Cómo le gustaban los sonidos inarticulados con los que ella provocativamente le
respondía. Mmm, estaba deseando oírla gritar de placer. Ver cómo su cabeza caía
hacia atrás mientras su cuerpo se convulsionaba espasmo tras espasmo envolviendo su
miembro.

Entonces el agua se cortó. Casi había olvidado que después de treinta minutos de baño
el agua se iba, así no desperdiciaban nada en el castillo. Sin soltarla caminó apenas
hasta llevarla a la cama dejando un rastro húmedo a sus pasos, las cobijas
gryffindoriana empezaron a mojarse con la danza entre sus cuerpo empapados, los
cabellos de Draco goteaban sobre ella pero no podía dejarlo, no quería hacerlo. El
chico empezó a trazar un camino de besos por la orilla de su cuello, sosteniendo sus
hombros para besarlos posesivamente y claro, terminar con sus pechos. Probando esa
rugosa piel que ya conocía sin dejar de moverse.

A Hermione todo le dio vueltas y con un espasmo llego a su primer orgasmo. Draco
sonrió sin dejar su pecho.
-Quieres que me detenga...– preguntó apenas
-N... no... No, no.
Volvió a sonreír y empezó a succionar lentamente, usando su lengua...
-¡ah! ¡Oh!... ¡Draco!...

-Hermi Vine a ver porque te tardabas tan...to.

La castaña no la escuchó. Solo sintió el portazo de su recamara pero no abandonaría el


paraíso para descubrir quien había sido. Ahora no le importaba...
______________________________________

Harry estaba feliz, acababa de entregar su ensayo final y había empezado de nuevo
con Ginny con la única condición de no lastimarla y esta vez seria en serio pues
después de demasiadas humillaciones ella era la única mujer en la que confiaba como
pareja. Pero faltaba algo, tenia que disculparse con Carolina.

-¿Qué querías Potter?– dijo ella llegando por detrás de él.


Harry no se viró– Disculparme.
-¿Por qué?
Entonces volteó para verla...
-Po, por, porque...
-¿Volvio tu coagulo mental?
- Eres muy hermosa— susurró— Si me permites una confidencia y no me la tomas a
mal, te diré que no he conocido jamás una muchacha más bella y sensual. Sé que
estuve fatal, pero tenía las mejores intenciones. Me crees, ¿verdad?

Su comentario suavizó un poco sus facciones molestas. Otra vez recordé la plática con
Ron: La mujer accede a las seducciones del hombre no por el deleite físico que esto le
reporta sino por vanidad. A ella le gusta sentirse admirada, amada, deseada.

-¿Ya puedo irme?


-No...

El chico empezó a acercarse a ella, le metió la mano dentro de la túnica notando que
solo traía un negligé rosa con el que seguro dormía. Volver a sentir su cintura entre sus
brazos y comprobar la calidez que despedía su piel, lo enloquecía...

-¿Quieres otra oportunidad?


-* ¡NO! ¡Harry Potter! ¡Soy tu conciencia y te ordeno que le digas que no! ¡Pídele
perdón y lárgate! ¡Te dijo precoz, te insulto te humillo! ¡RESPETATE! ¡SALVA LO POCO
QUE QUEDA DE TU ORGULLO!*...– Su boca estaba seca– Si, quiero intentarlo, por
favor. Acababo de terminar con Ginny y ella... Me dejó un poco traumado con la forma
tan cruel como me trató...
-Shh...– Ella le rodeó el cuello acercándose provocativamente– Que mala...
-No quiero mentirte hay algo todavía más importante. Cualquier hombre, después de
acostarse contigo, se sentirá con ciertos derechos sobre tu persona, te verá un poco
como de su propiedad y, aun cuando ya no quieras saber nada de él, te seguirá
deseando y persiguiendo.- confesó
-¿Hablas de ti?
-Sí. Por desgracia- sonrío maliciosamente– Pero ahora ya lo sabes y estás a tiempo de
correr...
Lo rodeo con los brazos– Lo ultimo que quiero hacer es correr.
En cuanto ella lo besó no dudó en corresponderle, callando incluso a su propia
conciencia que le estaba gritando. Pero no oía ni sentía nada que no fueran los labios
de esa chica. La recargo lentamente en la pared levantándole una pierna para tocar
debajo de la delgada prenda. Su ropa interior era un pequeño hilo que lo volvió loco.

-Espera, no, aquí no... Mañana ¿Si? –Le propuso la chica.


-* ¡NO! ¡Que no sabes decir No o que, estas tarado!* Donde, cuando y como tu
quieras...
________________________________________________

Hermione se ató ceñidamente la bata de baño blanca, estaba muy nerviosa. Después
de secarse el cabello bajó descalza no sin antes apagar todas las luces de su habitación.
Sus piernas temblaban a cada paso, estaba casi segura que la situación no seria tan
fácil como hace rato.

-ya estoy lista, ahora podemos hablar.


Ginny miraba la humeante chimenea. Se levantó con los ojos húmedos.
-¿Qué pasa?
-¿Qué pasa?– repitió La pelirroja- ¿Qué pasa?... ¿Quien eres?
-Lo de Draco...
-¡Draco!... Desde cuando es “Draco”...
-¡Eso que importa Ginny!...
-¡Como que, que importa! ¡Hermione, te odia!.

La castaña se enfureció. Claro, ella era bonita, con muchos chicos para escoger en todo
el colegio, había tenido un romance con Harry y con otros antes que él. ¿Qué iba a
saber lo que se siente ser ignorada? ¿Qué iba a saber de vivir a su sombra? Se cruzó de
brazos y la miró altivamente, no iba a permitirle tratarla como la culpable.

-No lo conoces...
-¡Y tu si! ¡Solo porque te acuestas con él crees conocerlo!... ¡PERO QUE CLARE DE
RAMERA ERES!

La castaña le dio una bofetada que logró voltearle el rostro. Al instante encogió su
mano extrañada de lo que acababa de hacer, jamás había abofeteado a nadie que no
fuera Malfoy. La pelirroja se sostuvo la mejilla y volteo a mirarla, sus ojos estaban
cargados de lágrimas de furia, rabia... pero estaba sonriendo.

-Genial. En serio... ¿Ya no quieres vivir en mi sombra?... Pues quédate con Malfoy,
haber si él te saca de tu miseria.
Hermione tenia razón, acostándose con él no lo conocía. Pero sentía lo que tenia
dentro, su dolor, sus sueños, sus angustias. No había algo en Draco que no le
perteneciera, de lo que no se hubiera adueñado. Subió a su habitación corriendo
mientras las lágrimas se desbordaban de su rostro. Al llegar a su habitación se
encontró con la penumbra que había dejado, la luna se filtraba a través de la ventana,
Draco estaba frente a la cama abrochándose el pantalón, sin camisa, sin zapatos. El
rubio volteó en cuanto escucho la puerta.

-¿Qué pasa?
-Pelee con Ginny– dijo la chica sentándose en la orilla opuesta a la que estaba Draco.
El chico también se sentó dándole la espalda.- ¿Por qué?
-Quería... Saber... Porque...
-¿Le dijiste del hechizo?
-NO. Quería saber porque...
-Porque te acuestas contigo.

La misma pregunta se había hecho él desde hace tiempo. Pero nunca se atrevió a
formularla pues no estaba seguro de obtener una respuesta en la que no hubiera
violencia.

-Desearía que esto no hubiera pasado nunca –Dijo y se puso de pie rondando sobre la
sombra de la ventana en el suelo -¿Cuánto tiempo podremos estar así?
Draco sonrió y caminó hasta ella. Le rodeo la cintura por encima de la bata y ambos
miraron a la ventana
-Te preocupas por lo que fue y por lo que será... El pasado es historia, el futuro es un
misterio –La volteó para mirarla a los ojos –El HOY es un regalo... Por eso se llama
presente.– finalizó y la besó.

Todo dentro de la chica se derritió. Comprobado. Ella no era fuego, era el hielo en las
manos de Draco, él, era fuego completamente, tierra, serpientes... Fuego en toda su
esencia. Su forma de besar le hacia puré el cerebro, le desconectaba las neuronas,
siempre pensaba, calculaba, pero era imposible cuando él se empeñaba en tocarla así.

-Yo también quisiera saber... Porque lo haces– dijo el chico con un leve suspiro.
-Porque cada vez que me insultas y me humillas, me duele– levantó la mirada– Pero no
me duele tanto como ser yo cada día: Hermione Granger la sabelotodo, la come
libros... Al menos para ti no soy invisible porque me odias. Ya es algo.
Draco sonrió. Y le puso los dedos en la barbilla– Solo eres invisible para quien quieres
serlo.– finalizó depositándole un beso en la nariz.

Tomó su camisa y sus zapatos en manos dispuestos a irse. La chica lo miró, su espalda,
su cabello, era hermoso, perfecto.

-Quédate... Por, fa, vor.– Articuló.


-No puedo.
-Mañana es sábado... Quédate.

Ella corrió hasta él quitándole todo de las manos para abrazarlo de la cintura.

-Eres como una canción escrita por las manos de Dios... Una pieza que solo yo puedo
tocar– dijo Draco meciéndose suavemente
-¿Estas bailando?– se extraño Hermione.
-Eso creo.
-Pero dijiste que El baile era solo la frustración vertical de un deseo horizontal...
-Granger... Eso quiere decir que estoy frustrando mi deseo horizontal...

Creo que despues de todo... Algunas veces todos, necesitamos de la ternura que
aplaque nuestra necesidad de gozar y... En algunos casos, la lujuria.

Ella no dijo mas, sabia que se quedaria.

Cap 18: La realidad es...

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«21 de enero del año de 1849»

Sentía su espalda arder, en la cara se le encajaban las piedras. Un cosquilleo en su nariz


lo obligó a abrir los ojos, tosió al encontrarse de frente en la tierra caliente, era un
ratón que husmeaba la humedad de sus fosas. Puso las manos sobre el árido suelo
para levantarse y ver la nada rodeándolo ¿Dónde estaba?... El piso estaba duro y
fragmentado, era signo de que no había llovido en mucho tiempo. La cabeza le dio
vueltas mirando todo a su alrededor como un espejismo debajo del agua.
Su boca estaba seca y toda su ropa sucia, no contaba con nada que no fuera el dolor de
su cuerpo. El calor sofocante lo derrumbó de nuevo en el suelo.

-Draco...– escuchó un eco distorsionado, abrió los ojos– Draco, Draco. Soy yo... ¿Me
escuchas?

Él asintió. Ronald tomo agua del recipiente y se la hecho en la cara haciéndolo


reaccionar. Lo arrastró hasta la sombra de una roca ofreciéndole mas agua. El
refrescante líquido corrió por su garganta seca como un deleite entre ángeles, nunca
en su vida había apreciado un líquido tan vano.
-¿Qué paso?– preguntó el confundido rubio.- ¿Dónde esta Hermione?
-Tranquilo... Ayer después de la explosión nos separamos. Mir vio a Hermione y la
llevamos con nosotros porque no sabíamos donde estabas... ¿Estas herido?
-¿Mir? ¿Esta... viva?- era extraño él recordaba perfectamente que Frank le había
disparado al arrojarla al suelo.
-Si, la bala de Frank solo le rozó el hombro, pero ella no se movió para evitar que le
disparara de nuevo.
-¿Dónde están?
-En un pueblo que se llama “Peaceable Valley”... Vamos, tenemos que irnos.

Subieron ambos en el caballo de Mir, Draco reconoció al instante al peculiar animal,


sonrió al darse cuenta de que ellos estaban bien. Cabalgaron lentamente entre el árido
y deprimente paisaje que nunca se hubiera imaginado en su tierra de en sueño. Había
cadáveres de animales seguramente muertos por el calor y la falta de agua, huesos por
todas partes, cráneos, calaveras, moscas, zopilotes... Se le escabro la piel al ver tres de
estos volando en círculos sobre ellos. Era un nauseabundo mar seco en el que reinaba
el olor a muerte, la boca se le secaba de solo pensarlo.

De pronto Ronald se detuvo... había visto algo que lo hizo cambiar de dirección.

-¿Qué pasa?– inquirió el rubio.

Él no contestó, estaba examinando... Había caído en la trampa de los espejismos y no


quería hacerlo otra vez, solo que este era demasiado real para ser un simple
espejismo, aunque daría su vida por que lo fuera.
Se acercaron, parecía una carreta simple con una capa de manta, era de madera y le
faltaba una rueda. Pero no había nadie alrededor. Ronald bajó del caballo y al instante
tapó su boca con un paño rojo que colgaba de su cuello. El aroma era pestilente, a
carne podrida. Se asomó.

Draco vio su gesto de repulsión y como se apartaba para intentar contener su asco. El
ojigris bajó del caballo asustado, no se imaginaba lo que él pudo haber visto. Mas
tardo en acercarse que en imitarlo. Eran cuatro cuerpos desnudos extremadamente
delgados, se les veían los huesos de las costillas, los brazos, el fémur. Eran de piel
oscura y cabello chino negro, uno de ellos estaba en un estado de putrefacción
avanzado mientras que algunos zopilotes lo devoraban ferozmente, mientras que por
los ojos abiertos de otro salían gusanos.

-¡No se te ocurra volver a acercarte!– gritó Draco ante la clara intención de su amigo
de volver -¡RON NO!
Volvió a aquel lugar. El rubio no daba crédito como podía haber alguien tan
masoquista. Se quedó quieto recargado en el caballo esperándolo. Cuando de pronto
él salió de la nada con el cuerpo mas pequeño en brazos, Draco estaba boquiabierto.

-¿Qué haces?
-¡Esta vivo!– Ronald parecía casi furioso.
-Pero como...

El pelirrojo se quito la chaqueta y lo cubrió con ella, inmediatamente salieron a todo


galope. Draco estaba completamente extrañado ¿Cómo sabia que había uno vivo en
aquella escena de pestilencia?... Hasta hace unas semanas el pelirrojo profesaba un
repudio total a los muggles y ahora no había dejado morir a uno. Aunque claro, nadie
es lo suficientemente malo como para merecer la muerte aun así el cambio era
asombroso. Como su hermano sabia que ese sentimiento de desprecio seguía
inundándole la sangre...

Tal vez si dejáramos de etiquetar personas... Es decir, si tan solo por una vez dejáramos
de verlas como, muggles, magos, gitanos, mortíos, licántropos, etc., nos daríamos
cuenta de que mas allá de cualquier cosa todos tenemos algo en común, que tal vez no
sea mucho, pero es maravilloso: Somos humanos. ¿Qué importan los estados de la
sangre? Si al fin y al cabo la única verdad es que todos tenemos sangre.

La entrada del pueblo la marcaban dos pilares de madera muy altos que sostenían una
placa de aluminio cubierta por la tierra “Valle de la paz. Dios tenga piedad”. En cuanto
cruzaron Draco sintió un escalofrió en la espalda. Era una comunidad de gente negra
que los veía con cara de susto y a la vez odio sin saber por que, o podía confrontar a
esas personas de cabello rizado pegado a la cabeza, hinchados labios y grandes ojos
oscuros.

Ron amarro al caballo junto al abrevadero bajando con cuidado. Draco lo imitó al
instante, donde iban a entrar parecía una choza de madera que parecía
extremadamente frágil. Había un pórtico de color verde pistache bastante gastado por
el uso del tiempo, no había si quiera un poco de vegetación, la tarde no era roja como
en la hermosa tierra que había admirado, el cielo estaba nublado y un viento extraño y
frío lo que hacia pensar en un pueblo fantasma.

-¿Dónde estamos?– preguntó Draco.


-Esta es como... La clínica.– dijo un hombre de sotana blanca y con un enorme crucifijo
plateado colgado de su cuello, de piel oscura aunque evidentemente mas clara que la
el resto de los pobladores.– Mi nombre es Sean Zabini.
-¿Qué son ustedes?– dijo el rubio
-Draco.– lo codeo Ronald.
-EL famoso Draco Malfoy, tu amigo me ha contado de ti. Sincero, me lo dijo.– prosiguió
el hombre. SU tono de voz era terriblemente tranquilizante.
-Yo no dije sincero, dije impertinente– corrigió Ronald.
-Somos, un poblado de Dios. Es un milagro que nos encontraran. ¿Y quien es pequeño?
-¡Ah!... Lo encontré, toda su familia falleció.

Entraron, la primera habitación tenía huecos de lo mal alineada que estaba la madera,
la temperatura parecía incluso más fría que en el exterior, las corrientes de aire eran
demasiado evidentes. Las paredes que se caían a pedazos carecían de pintura y se
excedían en marcos con figuras religiosas que en Inglaterra se hubieran considerado
sacrilegio. Como una en especial en la que Jesús miraba la cruz en lugar de estar en
ella.

-¿Qué son?– susurró Draco a Ron.


-Somos un pueblo protestante– respondió Sean mientras pasaba un trapo húmedo por
el cadavérico cuerpo del niño– Muchos se pierden en el desierto buscando esta
comunidad...
Draco hizo un sonido que era casi como una risa– No veo porque...
-Porque somos el único pueblo en el que los negros pueden estudiar y aprender una
religión... No hay violencia y reina el amor y la unión...

Ahora lo comprendía “Dios tenga piedad”, no de ellos. De la sociedad exterior


pudriéndose día a día y la frase debajo del cuadro que a él le pareció sacrílego «Algún
día todos seremos libres e iguales»... Ahora que lo recordaba en el primer pueblo que
se habían quedado no había un solo afroamericano. Recordó que junto a las noticias
de Guerra entre México y EUA, había otras noticias de la trata de esclavos, el asesinato
masivo a todos ellos.

-¿Estas bien?– preguntó Sean a Draco poniendo una mano sobre su hombro.-
¿Cuántos años tienes Draco?
-El cinco de junio cumplo veinte.– respondió
-Valla. Diecinueve años... Que interesante. Todavía eres muy joven.
-Pues usted no se ve mayor que yo.
-Y no lo soy. Tengo dieciocho años.

El chico levantó una ceja. Había algo en su mirada que no lo convencía, tenía... La
mirada de serpiente, igual a la de él. Ronald parecía no desconfiar de un religioso, pero
Draco desconfiaría incluso de su propia madre, ese hombre le producía temor... Sabia
que era igual a él y por eso era peligroso.
-Ron... ¿Dónde esta Hermione?
-Draco, ella...
-Esta en la otra habitación.
_______________________________________________

La tarde había caído... Estúpidos. ¿Lo habían dado por muerto?... Él nunca moriría, no
sin antes vengarse. Frank Longbottom estaba vivo. Creían que había muerto con el
golpe en la cabeza y se eso no lo mató seguramente sería la explosión, pero no. Era
más fuerte que eso. Tosió moviéndose en el suelo. Sus amigos estaban en caballos
frente a él, les sonrió con victoria, pues ni la muerte podía contra su poder.

-¿Estas bien?– dijo Vincent


-La mina está deshecha, no podemos sacar nada... Lo mejor es largarnos al demonio–
comentó Gregory con un leve tono de rencor.

Frank se puso de pie apoyándose en uno de los caballos y sonrió.

-No.
-¡PERO QUE MAS ESPERAS!– gritó Gregory, era casi siempre el único que se atrevía a
replicarle. El chico bajó del caballo –Casi te mueres, la mina esta tapada... ¿Qué buscas
ahora?
Longbottom lo tomó de la camisa con una fuerza sorprendente- ¡Los quiero a ellos!

Quería que pagaran cada maldito rastro de su sufrimiento. De verdad que lo quería, en
su mente solo estaba la idea del sufrimiento, Draco estaba enamorado de la gitana, así
que por eso le obsesionaba, quería tenerla solo para que él no pudiera, iba a hacerlo
pagar... En su mente solo reinaba una palabra: Venganza.

-¿Tratar mal a las personas te hace olvidar tu miseria?– preguntó Vincent


-No... Pero al menos, hace que la olvide un rato...– rió macabramente.
_______________________________________________

Draco se arrodillo en la orilla de la camilla. Hermione estaba tendida con los ojos
cerrados. En ese instante todo dentro de él se derrumbo. Ronald se quedó en el marco
de la puerta mirando como todo dentro su amigo se debilitaba lentamente. Para el
rubio ella era la única que lo consideraba algo más que un holgazán, no podía perderla,
no quería hacerlo, la necesitaba para vivir. Le tomó una mano fría para besarle los
nudillos.

-¿Se repondrá?
Ronald se encogió de hombros.
-No lo se Draco. Hice todo lo que pude, la magia no siempre es la respuesta– dijo
Zabini
-¿A caso tu...?
-También es Medimago Draco.– le informo Ronald.
-Su pulso esta muy débil, estamos tratando con plantas medicinales. El desierto es muy
generoso en cuanto a la medicina natural... Imagino que si la trato unos dos días más
despertará.

Ronald y Blaise se retiraron. EL rubio siguió mirándola, no podía dejar de hacerlo. No


sabia porque, pero la sola idea de que ella pudiera morir lo aterraba.

-*Hermione no me dejes... No me dejes por lo que mas quieras... Te necesito...


Porque... Yo...* Te amo.
Ella empezó a moverse– Draco...– dijo entre sueños.
Él se acercó a ella poniendo su nariz contra la mejilla de la chica una lagrima surcó su
rostro sin querer.
-Aquí estoy mi amor...– susurró besándola cerca del oído –Por lo que mas quieras no
me dejes...
La castaña pareció sonreír.

A Draco no le importaba que ella pudiera despreciarlo por ser un mago. Ahora que lo
recordaba ella parecía haberlo descubierto, pero se lo explicaría. Le beso la mano,
curvándole el rostro con las yemas de los dedos.

-Eres como una canción escrita por las manos de Dios...


________________________________________________

Cruzando la calle estaba algo parecido a una pensión que ayudaba a los que no tenían
casa. Ronald estaba mas nervioso que de costumbre, habían sido idiotas al mostrar su
magia pero ¿Qué era mejor? ¿Qué los mataran o tomar ese riesgo?... Algo dentro de sí
le dictaba que Draco estaba enamorado, nunca lo había visto mirar a alguien como la
miraba a ella, nunca se había preocupado por otro ser humano (Ni si quiera por él que
era su mejor amigo) y ahora estaba con aquella castaña... Y pensar que la conoció solo
porque la había visto robando. Tal vez ese era su destino: Enamorarse de una muggle.
Ahora le tocaba a él enfrentar el suyo.

Quiso tocar la desgastada puerta detrás de la cual seguramente se encontraría Mir.


Pero no se atrevió, abrió lentamente, hubo un chillido de la madera vieja. Empezó
cautelosamente asomando su cabeza y no la mira. Entonces se deslizo lentamente
dentro de la habitación, por la gran ventana se deslizaban los rayos de sol de la tarde.
Ronald se quedo mirándola mientras estaba de espalda, sin blusa ni sostén y con una
falda amplia hasta la cintura, notó la presencia y al instante supo que era él. Se viro
lentamente para que pudiera mirar su torso desnudo. Pero lo que hizo mas que
mirarlo fue admirarlo, ella no le provocaba morbo ni nada que pudiera parecérsele, la
deseaba y eso estaba mas que claro ante los dos. Después de un rato la chica decidió
cubrirse con una blusa de botones que como siempre dejaba al descubierto su
abdomen.

-Hola...– profesó ella.


-Tu... ¿Sabes lo que soy?
-Si...– dijo mientras se acercaba lentamente– Eres... Mi salvador.

El sol se metió en ese instante. Una vela se prendió sola dentro de la habitación pues
todo había quedado en oscuridad, Mis no se extraño pero tampoco quiso
preguntárselo. Sabía que él era diferente, que tenia magia eso lo había percibido desde
la primera vez que lo había visto desnudo.

-Me salvaste de Frank...


El pelirrojo tragó saliva, ella estaba demasiado cerca –Nunca te hubiera dejado.
-¿Nunca me dejarás?
-No.
-¿Me lo prometes?
-Te lo juro.

La chica le acaricio el rostro dulcemente, entonces él la tomó de la cintura y fue


arqueando su espalda a ella, quería sentir sus labios solo eso. Su deseo empezaba a
desafiar su propio entendimiento, estaban flotando a milímetros el uno del otro
cuando algo parecido a un cañonazo ilumino la ventana con un resplandor dorado.

-¡Que fue eso!– gritó Mir.


Un grito de vaquero se escucho– Frank...– no podía ser nadie más que él.
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Draco estaba en su sala común tendido sobre el suelo, no traía camisa y tenia los
brazos por debajo de su cabeza mientras miraba el techo. En momentos así le gustaría
tener ventanas... Y recordó la torre de Gryffindor ¿Por qué no podía dejar de pensar en
Hermione? Cada cosa, situación, plática o lo que fuera estaba asociado con ella, con su
recuerdo. Había que admitir que nunca planeo la forma de perder su virginidad, pero si
lo hubiese hecho habría sido exactamente como fue. Con ella.

¿Qué podía esperar? Nadie la conocía mejor que él, incluso antes del hechizo sabía
todo de ella. Ahora que lo pensaba Hermione Granger siempre había sido su obsesión:
Noches enteras sin conciliar el sueño porque no lograba hacerla miserable...
Recordaba haberle puesto dientes enormes una vez... Rió sin poder evitarlo, torturarla
era una adicción.

Ahora que... poseerla, era una adicción mucho más grande. Si, tenía razón. Desde la
primera vez supo que estaba obsesionado por ella, por eso los insultos, por eso las
peleas... Le gustaba que lo retara, que le gritara, su negro sentido del humor lo
enloquecía. Había llegado un momento en que todas las discusiones en lugar de
exasperarlo y dejarlo completamente mal humorado lo hacían reír y sabia que a ella
también.

-Tengo la ligera sospecha que algo recuerdas.– dijo Pansy sentándose en el sofá largo
frente a él, recargando su barbilla en uno de los brazos.
El Slytherin se sentó en posición de flor de Loto– Porque lo dices...
-Nunca te había visto con una sonrisa tan grande.
-¿Por qué todo el mundo aquí sabe lo que pienso?
Blaise entro– Déjalo Pansy ¿No vez que Draco ya no es virgen?
-¡Que!– grito la chica y miró al rubio
-Yo no he dicho nada...
-Pero es más que obvio no. No llegas a dormir, te desapareces... Tienes que estar
teniendo sexo con alguien... El punto es ¿Con quien?– eL moreno se dejó caer en el
sillón reclinable.
Draco puso los ojos en blanco y volvió a tirarse.
-¿Es cierto?– dijo Pansy.
-si.
-Lo sabia– dijo Blaise riendo.
-¿Y se puede saber con...?
-No se puede.
-¿Por qué no? ¿Qué? ¿Es una gryffindoriana Sangre Sucia?
Inmediatamente abrió los ojos.- Ah, claro. Adivinaste– Trató de sonar sarcástico
-Draco, el sexo sin amor es una experiencia vacía...– dijo Pansy
-Pero como experiencia vacía es una de las mejores– interrumpió Zabini haciendo reír
al rubio– Vamos Pansy, solo existen dos cosas importantes en la vida: La primera es el
sexo y de la segunda no me acuerdo...
El ojigris se carcajeo con gusto
-Que pésimo sentido del humor tiene los dos...– dijo Pansy levantándose y pasando
por encima de Draco dándole una pequeña patada en las costilla que lo hizo reír mas.

¿Qué pasaría si lo sabían? Obvio no podrían correrlo de Slytherin y mucho menos del
colegio. Pero tal vez se quedaría sin amigos, sabia que Hermione no sentía nada por él
más que deseo... Así que si decidiera dejar de tener sexo con ella no le importaría
demasiado, pues podía ir con Potter... Apretó los dientes sin querer, la sola mención
de su nombre lo malhumoraba, recordarlo besándola en el gran comedor,
imaginárselo poseyéndola...

-Ahora que piensas Draco.– dijo Zabini.


El rubio se levantó con un ágil movimiento– Pienso que es sábado y no tengo nada que
hacer aquí– dijo mientras tomaba su camisa del respaldo del sillón.
-¿Vendrás a Dormir?
-Probablemente...- finalizó con una sonrisa y salió

-¡DRACO TU ASQUEROSA BESTIA...!– alcanzó a oír el gritó de Pansy. Seguro hablaba de


Crookshanks.
-Yo me largo– murmuró Zabini. Cuando Pansy se enojaba era mejor abandonar el
continente.

Aprendemos a amar no cuando encontramos a la persona perfecta, sino cuando


llegamos a ver de manera perfecta a una persona imperfecta... aunque es bien sabido
que cuanto mas se ama a un amante, mas cerca se esta de odiarle, pero contrario
odiar a alguien es darle demasiada importancia...

Hermione caminaba completamente distraída. El pasillo estaba solo, al parecer todos


estaban demasiado ocupados disfrutando de estar afuera del castillo como para
preocuparse por estudiar. Ella leía, tenia que deshacer el hechizo... Tal vez así podría
deshacerse de Malfoy... De sus besos, de las marcas que dejaba en su piel, de la forma
en que hacia estremecer su carne, del deseo de...

-* ¡Ya basta! *- pensó.

Se detuvo cerrando el libro del cual ya no comprendía ni media palabra por estar
pensando en estupideces... Y no es que Malfoy fuera una estupidez... Solo que...
Recordar la forma en que tocaba su cuerpo era algo que la hacia estremecerse, y así
fue. «Se lo que hay dentro de ti Hermione, me deseas tanto como yo a ti...» Recordó.
Era cierto que si bien despertaba un deseo bastante insano en ella debía reprimirlo o
mentirle, solo que no podía pues él sentía a la perfección todo lo que ella... Por lo que
si le decía que No y pensaba que Si, Draco lo adivinaría. Tal vez la solución era
convencerse a si misma antes de hablar.

Entonces chocó contra él. Era él, lo sabia, no había duda.

-Que quieres– dijo completamente fastidiada.


-Es sábado Granger...– dijo con un tono muy suave. Entonces la tomó de las muñecas
para estamparla en la pared como siempre lo hacia.
-A la mayoría de la gente no nos gusta que nos golpeen la espalda con la pared– dijo
Hermione– No es divertido.
-Para ti no, para mi si.
-Que quieres
Draco estaba riendo, como sucedía con cada una de las reacciones que ella tenia–
¿Tengo que querer algo?

De nuevo él estaba demasiado cerca de ella, otra vez podía sentirlo. La lujuria estaba
claramente reflejada en sus ojos, no podía evitarlo, esa manera de penetrarla con la
vista hacían que su mente se pusiera en blanco para que todos sus sentidos fuesen
inundados con una solo cosa: La imagen de Draco Malfoy. El chico le liberó amabas
manos, pero ella no se movió y antes de que fuera consiente Draco le acarició el labio
inferior con el pulgar y se inclinó para besarla. Atónita fue incapaz de moverse
mientras los labios del rubio separaban los suyos manteniéndola fuertemente
abrazada.

Draco abandonó sus labios y trazó una húmeda senda con la lengua desde la boca
hasta la oreja. Hermione sintió el roce de sus dientes sobre el cuello y se estremeció.
Sus pechos se hincharon, anhelando sus caricias. Y, mientras tanto, él no dejaba de
presionar un muslo entre sus piernas, haciéndola que ardiera aún más. Las rodillas se
le aflojaron de tal manera que tuvo que apoyarse por completo en él. Y así de pronto
Draco la soltó.

-Por Merlín, acabo de besar a un Slytherin en un pasillo de Hogwarts– dijo Para si


misma
-¡Por Merlín! Acabo de besar a una gryffindor en un pasillo de Hogwarts.
-¿Te estas burlando de mi?

El rubio sonrió mostrando el esplendor de su perfecta dentadura. Ella odiaba cuando él


reía así, porque sabía que no había mujer, animal o cosa que le negara algo solo por
ver esa hermosa sonrisa. EL Slytherin encajó su rostro en el cuello de la chica, al
instante Hermione empezó a empujarlo de los hombros, lo que lo obligo a aprisionar
sus muñecas de nuevo contra la pared, odiaba que se pusiera tan difícil, pero mas
odiaba no tenerla a su lado.

-Malfoy estamos en medio de un pasillo...– dijo Hermione levemente


Él enlazó sus manos con las de ella sin quitarlas de la pared –Sígueme...
-¿Qué? ¡NO!
-Granger, vamos a hacer esto por las buenas o por las malas.
-¡Por ninguna!

De acuerdo, había que admitir que adoraba su actitud de “Si quiero pero tienes que
obligarme”. Ya estaban un poco lejos el uno del otro, así que el chico dio un paso a ella
y ella retrocedió. De forma rápida Draco corrió detrás de Hermione, la alcanzó de la
forma mas fácil que le fue posible y por detrás de la cintura, la chica se carcajeo, la
verdad jamás había intentado huir, solo quería saber si Draco la perseguiría. Él la
levanto en brazos mientras que Hermione hizo una mueca de niña disgustada
cruzando los brazos. Obviamente cualquier otra le hubiese rodeado el cuello
embelesada, solo que ella no era “Cualquier otra”
_________________________________

-Harry no empieces de nuevo...– suplicaba Ron.


-Por favor ¿SI?
El pelirrojo estaba sentado junto al lago, detrás de él envolviéndolo con sus piernas
estaba Luna y claro Harry haciendo un mal tercio como últimamente estaba demasiado
acostumbrado a hacerlo. Su “Cita” con Carolina seria en un par de horas y si en ese
tiempo podía aprender lo aprovechara ¿Qué mejor maestro que Ron? ¿Por qué no lo
había pensado antes?

-Ayúdalo Ron.– dijo Luna a su oído mordiéndole el lóbulo –Hay que enseñar al que no
sabe.
-¡Vez! ¡Luna es una persona razonable!
El pelirrojo rió mostrando sus dientes– Esta bien– aceptó con fastidio– Que quieres...
Ahora.
-¡SI!– gritó el ojiverde con emoción– Bueno, yo se que el hombre es la mas elevada de
las criaturas...
-Pero la mujer es la mas sublime– lo interrumpió.

Luna sonrió y le depositó un beso en la mejilla haciéndolo reír.

-¿Vas a defender a las mujeres?– increpó Harry.


Ron levantó una ceja y asintió sin dejar de sonreír.
-¡Pero eres hombre!... No importa, los hombres somos mejores... El hombre, es como,
como El águila que vuela...
-Y la mujer es como el ruiseñor que canta
El azabache se carcajeo– Volar es dominar el espacio Ron...
-Cantar es conquistar el alma.

De acuerdo, marcador: Harry Potter 0, Ronald Weasley 1

-Están peleando– se acerco Seamus Finnigan curioso.


-Discuten– corrigió Luna
-¿Puedo quedarme?
-Depende ¿Estas de parte de los hombres o de las mujeres?– dijo Harry
-¡Hombres por supuesto!
-Entonces quédate– aceptó el moreno y prosiguió– El hombre es el cerebro.
-La mujer es el corazón.
-¡Corazón!– interrumpió Seamus– El cerebro ilumina
Ron sonrió- El corazón produce amor...
-¡Y eso que!– prosiguió Seamus– La luz fecunda.
-El amor resucita.

Una bulla estalló habían llegado mas chicas. Ron Weasley 2, Harry Potter 0.

-Bien, bien– dijo Harry– El hombre tiene la supremacía


-La mujer la preferencia
El azabache rió - ¿Y que con eso? La supremacía significa fuerza.
-La preferencia representa el derecho.

3-0

-No importa Ron– interrumpió Seamus de nuevo– El hombre es capaz de todos los
heroísmos
-La mujer es capaz de todos los sacrificios.
-Como si eso sirviera para algo, el heroísmo ennoblece
-El sacrificio sublimiza

4-0

El sol empezó a ocultarse, solo que los chicos no parecían muy dispuestos a dejar la
discusión hasta que demostraran porque los hombres superaban a las mujeres, solo
que eso era algo que Ron no permitiría.

-Hola Neville– saludó la rubia


-¿Qué hacen?– preguntó el gryffindor
-¿Estas de parte de los hombres o las mujeres?- dijo Seamus
-Ha... Los hombres. Creo.
-Entonces quédate– dijo Harry.– El hombre tiene el farol de la conciencia
-Ya basta, la mujer tiene la estrella de la esperanza...
-La conciencia Guía.
Ron guardó silencio ¡Al fin! Un punto para ellos...
-Pero la esperanza salva ¿No?
-¡Neville! ¡De lado de quien estas!– gritó Harry
-Lo siento.– se disculpó Neville.

5-0
-¡YA se!– gritó Seamus– ¡Lo tengo!... El hombre esta colocado donde termina la tierra.
Ron sonrió– Y la mujer done empieza el cielo.

De acuerdo. No lo tenía. El pelirrojo se levantó y le extendió una mano a Luna.

-De todas Formas, los hombres somos mejores al cien.


-¿Y cuantos de los que apoyan esa teoría tienen novia?– la respuesta era... Ninguno.
____________________________________________

Después de un rato Hermione accedió a caminar por voluntad propia. ¿Era la torre de
adivinación? Al parecer se dirigían allí, el sol empezaba a ocultarse no entendía para
que la llevaba ahí ¿Seria que había averiguado algo del hechizo?
Subieron en silencio, la castaña se puso nerviosa, el rostro inexpresivo de Draco podía
cambiar en cuestión de segundos, tal vez al fin quería matarla... Aunque era estúpido
pues no se mataría a si mismo. Al menos no ahora.
La clase estaba vacía y en perfecto orden. Él entró primero, sin saber porque tuvo que
seguirlo. Estaba cruzada de brazos y avanzaba lentamente mirando sin comprender.

-Por si no lo sabias yo ya conocía esta torre– dijo Con sarcasmo


-Te apuesto a que no– dijo Draco mirando por la ventana. Volteo para verla y sonrió.

Entonces abrió una puerta que era casi idéntica a la pared, Hermione nunca la había
visto. La luz del sol entro bañando el cabello de Draco y su rostro. Él le tendió una
mano que sin pensarlo dos veces ella tomó. Había unas escaleras de piedra que
seguramente llevarían a la punta. Así era. Aquella torre no terminaba en cono como la
de gryffindor o todas las demás, la superficie era plana con un pequeño bordado de
menos de medio metro. No pudo más que maravillarse ante lo que ella jamás había
visto, el atardecer naranja se miraba directamente, el sol acariciaba el lago como si
estuviera hundiéndose en el con los mágicos colores rosados y naranjas. El viento
cálido le golpeaba las mejillas mientras miraba embelesada.
-Pero que hermoso– dijo Hermione
-Aquí mi padre le propuso matrimonio a mi madre.
La castaña sonrió.

El Slytherin tenía las manos en los bolsillos embelesado con ella, su cabello reflejaba
destellos brillantes, adoraba que nunca trajera puesta la túnica, el sol hacia algo
transparente su blusa. Dejó de pensar, solo la imagen de esa chica se adueño de su
rostro. Se acercó a ella rodeándola con sus brazos mirando al horizonte, solo que
ningún espectáculo era mas placentero que sus gestos, sus facciones, su cuello... La
miró, ella pudo sentirlo así que viro su rostro para encontrarse frente a frente. Las
manos del chico estaban en su cintura, ella las cubrió con las suyas.

No existe nada más interesante, que la conversación de dos amantes que permanecen
callados. El odio y el amor no son ciegos, si no que están cegados por el fuego que
llevan dentro.

Sin decir otra cosa, sin cambiar de opinión se besaron. ¿Porque?... Quien sabe. Solo
eran consientes de que el sentir el uno lo del otro los hacia necesitarse, no querían
estar juntos, pero lo necesitaban. El odio no es nada mas que carencia de imaginación,
pues quien la tiene puede imaginarse amando a la persona que odia o que
paradójicamente la necesita. El beso era una danza entre sus almas que se mezclaban
con el roce entre sus labios, disfrutando los sonidos inarticulados. A Hermione le
gustaba la textura de las manos de Draco bajo las suyas; grandes y masculinas, pero al
mismo tiempo finas y suaves, de dedos largos y con una fuerza poderosa.

Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si
corriges, corregirás con amor, si perdonas, perdonarás con amor.

-¿Tu no me amas verdad Granger?– dijo De pronto


-No... Porque solo se ama lo que no se posee totalmente y tu... Aunque lo niegues eres
completamente mío.

¿Había alguna forma de debatir ese argumento?


La leona se viro entre sus brazos para volverlo a besar lentamente, Draco la sostuvo
como a un bebé y empezó a recostarla lentamente y él sobre ella, teniendo cuidado de
no aplastarla sin dejar sus labios. Hermione le saco la camisa del pantalón con un tirón
hacia arriba y empezó a desabotonarla sintiendo como él sonreía entre sus labios, sin
sacarle la camisa completamente empezó deslizando sus manos por todo el torso del
chico mientras él bajaba por su cuello.
Sentía la adoración de Draco que nunca antes había estado ahí, en ese momento el
chico no tenia la menor intención de acostarse con ella, pero por primera vez desde
que todo pasó Hermione quería que lo hiciera y lo deseo desde el fondo de su...
¿Corazón?... El rubio lo sintió, sintió que algo dentro de ella le gritaba que la poseyera,
otras veces sentía un deseo y una excitación que le erizaba la piel pero esta vez esos
sentimientos no estaban en ella, era algo mas que no quería descubrir, porque
empezaba a gustarle demasiado.

Lentamente fue desabotonando su blusa colocándose en medio de las piernas de ella


que estaban a cada lado de su cuerpo. Encontró un sostén de broche al frente por lo
que fue fácil descubrir sus pechos sin necesidad de quitarle prenda alguna, eran
perfectos, bronceados, de un tamaño perfecto para la mano de un hombre, para sus
manos. Puso una mano acariciando uno mientras que la otra la llevó debajo de su falda
despojándola por un lado de la ropa interior para no separarse mucho de ella. Su
calidez era algo maravilloso, con la misma mano libre se desabrocho el cinturón y bajo
el cierre de su pantalón. Solo fue un roce entre sus sexos el que los hizo arder en una
temperatura como el fuego. Draco se llevó uno de sus pechos a la boca haciéndola
arquearse contra él.

-Hazlo Draco... Te necesito– jadeo Hermione a su oído.

Había dicho TE NECESITO, esta vez no había escuchado mal, no había mal interpretado
nada, ella le estaba suplicando a su oído con un aliento caliente y un tono ansioso.
Entonces entró en ella. Lentamente disfrutando poco a poco como la calidez de ella le
daba una húmeda bienvenida y sin dejar de besarla de la manera más erótica y lenta
empezó a moverse dentro y fuera. Sin movimientos desesperados ni ansiosos, quería
disfrutarla, saborearla en todo su esplendor.

Draco tenia una necesidad de olvidar su yo en la carne extraña, eso, es lo que el


hombre llama noblemente necesidad de amar.

Después de un considerable tiempo termino dentro de ella, sus fluidos se mezclaron


con un grito espasmico que los llevo a ver luces de colores, la luz al final del túnel.
Ambos se quedaron inmóviles sintiendo sus mutuas respiraciones, en lugar se salir de
ella le abrió aun mas las piernas para sentir su profundidad.
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-¿A dónde me trajiste ahora?– dijo Carolina
Harry tiraba de la mano de ella que se resistía a seguir.– Solo es la torre de adivinación,
te va a gustar.

Abrieron la puerta de las escaleras, la oscuridad había acorralado el castillo por


completo. Era una noche negra sin estrellas, algo fría para jugar un poco, pero que
importaba. Todo el mundo sabe que los mejores placeres se encuentran en la noche.
Cuando llegaron a la cima Draco estaba de espaldas abotonándose la camisa. Los ojos
de la Ravenclaw brillaron con una intensidad casi maléfica que molesto al azabache.

-¿Haciendo justica con tu propia mano Malfoy?– dijo Harry.


El rubio se viro– Miren, Potter con una chica a la que no tiene que inflar.– dijo Draco.–
Hola caro.
-Largo Malfoy.– dijo Harry.
-Ya me iba Potter.

Hermione salió de espaldas de chico, haciendo que la sangre de Harry se congelara. En


ese momento el chico ni si quiera peso en que ella estaba con Malfoy. Solo podía
pensar en que él estaba con Carolina y acababa de volver con Ginny, no le importaba
lo que ella estaba haciendo. Le importaba lo que él estaba haciendo. Quería que la
tierra se lo tragara.

-No digo nada, si tu no dices nada Harry– propuso la castaña.

El azabache tragó saliva y asintió. Hermione tomó a Draco de la mano y bajaron.


Harry y Carolina se quedaron, se quedarían ahí un buen rato, aunque si se lo dijera a
carolina lo más probable es que se burlaría.

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-¡Hasta que llegas! ¡¿Dónde estabas y porque te ríes como idiota?!– gritó Zabini.

Draco acababa de entrar en su sala común con ambas manos en los bolsillos y como
dijo Blaise una sonrisa idiota.

-¿Alguien murió mientras no estuve?


-Solo tu estúpido gato.
-¡QUE!
-Ya, ya. Solo era una broma...
-¡Donde esta mi Cosa!
-En tu habitación. Lo salve de que Pansy lo despellejara.

El ojigris no dijo más y corrió hasta su habitación. Pansy se volvía loca cuando algo la
molestaba y claro que si Crookshanks hacia algo como triturar su diario y comerse las
paginas no pensaba dejarlo vivo. Al entrar se dio cuenta de que su “Cosa” estaba
intacta sobre la cama moviendo la cola alegremente con algunos pedazos de papel
sobre los bigotes. Sonrió, seguramente si le pasaba algo Hermione lo mataría...
Aunque era de él, así que podía hacerle lo que quisiera ¿NO?... Se acercó para quitarle
los trozos de papel y acariciarle el lomo lentamente...
Su sonrisa fue borrándose cuando Se fijó en el sobre dorado encima de su almohada,
sin dirección o remitente... las manos le temblaron al instante, al voltearlo estaba
sellado con el escudo Malfoy, era una carta de su madre. Respiró profundamente
mientras una pena lo invadía... Sabia que eso iba a pasar, pero jamás se imagino que
ahora.

Hijo:
A tu padre se le dicto sentencia de muerte, le comprobaron demasiados cargos de
algunos de ellos ni si quiera yo estaba enterada. Lo lamento. No te pediré que lo veas
porque estoy segura de tu respuesta. Sabes que ya no será seguro Hogwarts así que
como siempre lo has querido después de la navidad irás a Dumstrang. Te mando en un
paquete el cuenta tiempo para evitar retrasos. Ya sabes que hacer: Lo pones alrededor
de tu cuello el último día de clases y tendrás treinta minutos antes de desaparecer de
Hogwarts y aparecer en casa, si así lo deseas de lo contrario puedo hacer que
aparezcas en tu nuevo colegio, no quiero que tomes el expreso pues podría ser
peligroso.

Te ama, tu madre.

Draco apretó el papel entre sus manos casi rompiéndolo. Tenia que irse.

Cap 19: Una pasión mas viva.

La noche había sido lluviosa, extrañamente sin relámpagos ni exceso de ruido. Los
muros aun goteaban fuera del castillo. El sauce boxeador se sacudió tal y cual hace un
perro después de un baño. El lago estaba tranquilo y los pajarillos cantaban a pesar
que el sol no había salido, solo significaba que seguiría lloviendo, al menos la lluvia
regulaba la temperatura del castillo.

Ella no durmió en su habitación. Se había quedado en la sala común con lágrimas secas
esperándolo hasta que termino rendida por el sueño. La chimenea humeaba, en ese
momento lo odiaba con toda su alma, creerle, intentarlo, perdonarlo... ¿Para que? Al
incorporarse con el uniforme arrugado y el rostro hecho un desastre sus palabras
golpearon su cabeza «Solo iré con Ron, no tardaré...» Y dándole un beso en la frente
había salido. Sonrió al pensar que esa fue una mentira que no debió decir, ambos
sabían a donde iba.
-¿Te levantaste temprano?

La chica se puso de pie y lo miró. Como era posible que aun en su situación el corazón
le siguiera latiendo solo por oír su voz, esa voz que desde hacia mucho tiempo era su
perdición, estaba parado en las escaleras y aun traía puesta la pijama azul de camisa
afelpada de botones y el pantalón que le arrastraba. Se acercó para darle un beso,
pero no le importó.

-Anoche no quise despertarte porque llegue...


-Un poco tarde.– completó Ginny– Como siempre.
-¿Estas molesta?
Ella rió– No...– dijo en con un sepulcral suspiro- ¿Por qué me molestaría ser el
hazmerreír de Hogwarts?
-¿De que hablas?
Sin poder más, lo abofeteó con todas sus fuerzas y empezó a llorar de impotencia.
-¡Eres un asqueroso cerdo!– estalló- ¡¿Crees que no se que te revuelcas con medio
mundo?!
-¡Ginn eso no es cierto...!
-¡CALLATE! ¡ERES...! ¡Anoche te liaste con esa “Carolina”! ¿Crees que no lo se? ¡SI todo
el colegio lo sabe!

El se quedó sin palabras y ella lo supo. No podía discutir con eso pues ni si quiera él
mismo sabia porque lo hacia. Si, Carolina le gustaba pero tal vez no lo había hecho por
eso... La pelirroja lloraba derrumbada en el suelo, las manos pequeñas y pálidas le
temblaban cada vez que intentaba retirarse las lágrimas que parecían más fuertes que
ella. El corazón de Harry estaba al cien, verla sufrir era algo que no quería pues era
quien menos se lo merecía, no debía llorar, porque los ángeles no lloran. Quiso bajarle
el cielo pero no podía.

-Lo siento...– se arrodilló junto a ella, un brote salado le cruzó la mejilla. De verdad lo
sentía.
La tomó de la barbilla para que lo mirara, no podía decirle “Perdóname” pues no se lo
merecía, pero podía decirle que lo sentía, no tenía más.
-¿Por qué?– preguntó... Pero no esperaba una respuesta.
-No, lo, se.
La chica sonrió y le acarició la barbilla con una mano para acercar su rostro a él y
besarle– Te amo Harry. Por eso lo entiendo.
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«22 de enero del año de 1849»

Con un grito agudo y distorsionado que retumbo en cada parte del Valle de la Paz
empezó el horror, marcado por el caos total en el que acababa de estallar el pueblo.
Efectivamente, era Frank Longbottom, solo que no estaba con los dos estúpidos de
siempre, ahora además había al menos otros quince hombres en caballos robustos y
con paños negros que les cubrían todo el rostro, exceptuando los ojos. Un relámpago
sin iluminó la noche dejando marcado el único rostro descubierto del vaquero mas
robusto y siempre vestido de negro.

-¡No vallas!– gritó Mir. Pero él ya no la escucho.

Ronald salió a la calle en medio de la destrucción las viviendas estaban incendiándose


unos de los bandidos corrían agitando lumbreras grandes que usaban para prenderle
fuego a cuanto vieran a su paso. Niños lloraban arrinconados con los pies encogidos...
Pero su coraje estalló cuando a una mujer le arrebataron a su recién nacido para
echarlo sobre la hoguera donde se calcinó al instante. Él se quedo con la boca abierta,
el fuego se reflejo en la claridad de sus ojos y un coraje inmenso le invadió todo el
cuerpo. Que importaba ya...

-AVADAKEDRABRA– gritó. Una luz verde emanó de su varita y al instante el que había
matado al recién nacido se elevó como una alfombra flotante y retumbó en el suelo
con su caída.
-Crucio!!– gritó otro de los bandidos a espaldas de Ron.

El dolor lo hizo retorcerse como una lombriz mientras caía con el cuerpo
contorsionado de rodillas. No profirió ni un solo grito aun cuando la acción repetida le
provoco más dolor. Apoyado con las palmas en el suelo con los dientes apretados
contenía la rabia que le provocaban las risas de los bandidos.

-¡Detente ahora!– una voz imponente, fuerte, pacifica... Sean.

Frank alzó su cabeza con una sonrisa llena de sorna y bajo del caballo al ver que el
sacerdote estaba de pie en el pórtico de la clínica. Tenía las manos en el vientre y el
rostro relajado sin proyectar ninguna expresión que no se asociara con la misericordia.
Ron tuvo miedo, hasta él que siempre se consideró ateo y sin ningún temor por Dios lo
atemorizó la presencia imponente de Zabini.
Longbottom caminó decididamente hasta donde el “Sacerdote” se encontraba sin
quitar su sonrisa, ¿Cómo era posible que no le diera miedo?... Sacó su arma para
martillarla y se quitó el sombrero en señal burlesca de reverencia como se debe hacer
con cualquier sacerdote, solo que esto era el colmo del cinismo. Le apunto firmemente
con su brazo extendido.

-Sean Zabini. Que sorpresa– dijo Frank.– Veo que me recuerdas


Sin verlo Ron percibía la risa en sus palabras.
-Frank Longbottom– dijo Sean, su tono de voz había cambiado drásticamente.
El chico caminó rodeando al moreno hasta ponerse detrás de su oído, este no se movió
un solo milímetro.
-¿Te atreves a profesar amor Sean?– dijo Frank y sonrió- ¿Precisamente tu? ¿La
persona mas fría que existe?... Peor, amor a los muggles.

Sean cerró los ojos, una lagrima escapo deslizándose por su mejilla. Escuchaba la
destrucción a su alrededor, tembló de los pies a la cabeza. Frank tenía razón. Las viejas
heridas estaban abiertas, de pronto abrió los ojos ya no estaba en el pueblo:

La tarde era grisácea en el viejo poblado de Canadá. En ese entonces era un reverendo,
podía ver su sotana negra y su crucifijo plateado del que nunca se había deshecho.
Había guerra en ese entonces, pero lo peor eran los soldados con sed de sangre y
destrucción. Parecía que todo era en blanco y negro, per simplemente eran los colores
naturales de esa región en la que nunca salía el sol. Estaba en la plaza de piedra
rodeado de feligreses, la pobreza era tanta que muchos robaban para poder comer,
solo que el único castigo por el robo era la pena de muerte. Esa mañana quince
personas inidentificables habían robado una hogaza de pan.

Había tres soldados muggles que tenían el reflejo del diablo en los ojos y una sorna en
el tono de voz que era nauseabundo.

«Quince de estos son ladrones padre...»- dijo uno de los soldados -«Elíjalos.»
«¡QUE!»- gritó Sean
«No sabemos quienes son, así que lo dejaremos al azar...»
« ¡No podemos condenar inocentes!»
Los soldados rieron, uno de ellos amartillo su gran rifle de cazador- «Elije usted a los
quince o morirán todos.»- dijo este.

Eran más de cien, matar a cien o matar a quince... Ninguno de los dos era un trato
justo. Pero que sabía el de justicia más que la que hacia la mano del hombre puesto
que su Dios jamás se había bajado de la cruz para impedir que más mortandad se
siguiera llevando a cabo...
«No... No puedo...»- profesó Sean al fin.
«ELIGE!!!»- gritó el soldado con el arma mas grande, parecía estar histérico, los ojos
casi se le saltaban de la cara y sudaba con las fosas nasales dilatadas, tal como un
caballo que muere...

Entonces él tomó su crucifijo firmemente y alzando su dedo índice apunto al primero...


Una mujer en silla de ruedas de cabellos canos y una expresión sumamente dulce que
era casi ciega. Con un disparo en la cabeza el rojo de la sangre tiño el mundo de dos
colores en uno tercero que se regó por el piso de piedra lisa. Repitió la acción y esta
vez fue un niño con cáncer en la pierna, lo mismo ocurrió. Así seis veces... ¿Qué iba a
hacer? ¿Matar a todos los discapacitados?

«No, no, no... Padre, esto no es divertido. Uno que sea funcional, los discapacitados no
pudieron robar.»- dijo el soldado más alto de todos.
« ¡Que mas da!»- gritó Zabini.

En la mirada de ellos pudo ver que no bromeaban así que apuntó al niño de ojos
azules, estaba abrazado de su padre: Neville Longbottom. Un hombre amable y
servicial que había dedicado toda su vida a estudiar el comportamiento muggle, ahora
estaba a punto de ser asesinado por uno. En ese momento Frank supo que lo había
escogido a él...

«NO»– gritó Neville– «Mi hijo no... Yo fui uno de los que robó»- era mentira.
«Papi, tengo miedo»- dijo el pequeño Frank. Su padre se arrodilló ante él.
«Corre Frank, ve a casa y no te detengas. Dile a mami que tienen que irse y que nunca
vuelvan»- le dio un beso en la frente y sacó de su bolsillo una recordadora mágica para
entregársela- «Nunca me olvides hijo mío...»

El pequeño corrió y a lo lejos, solo escuchó el disparo.

Frank aventó a Sean al suelo, el moreno rodó por los tres escalones su labio de reventó
y escupió la sangre. Inmediatamente lo tomó del mismo crucifijo plateado que llevaba
aquella escabrosa tarde, lo levanto casi a su altura, la joya empezó a sacar gotas
espesas de su cuello, en una ardiente mezcla de sudor y sangre. Ronald se puso de pie
con dificultad y juraría ver como los ojos de Frank estaban llenos de lágrimas
contenidas. El vaquero le apuntó a Zabini con el arma, tenia los dientes apretados y
efectivamente las lágrimas se deslizaron por su rostro.

-¡Los miras a la cara y los señalas con el dedo para que los maten!– gritó Frank- ¡Como
puedes profesar la paz! ¡Maldito bastardo!– Lo golpeo en la mejilla con el arma,
cualquiera hubiese perdido la conciencia pero él no lo hizo.
-¿Torturar personas te aleja de tu miseria Frank?– dijo Sean aun en el suelo.
Frank se puso en cuclillas detrás de él– No, pero hace que la olvide un rato– se puso de
pie dispuesto a irse.
-¡Acaba con esto!– Sean se había puesto en pie de nuevo. Levantó la barbilla– Me
quieres a mi ¿Quieres venganza?... Anda, Mátame.
El vaquero le apuntó pero al dispara una mujer cayó a espaldas de Zabini quien miró
con horror.
-Matarte seria liberarte Sean y tu, no lo mereces. Tienes que vivir, para que cargues
con los remordimientos muchos años. Y si algún día eres lo suficientemente hombre,
tu mismo terminarás con tu vida pero para tu desgracia tus descendientes cargaran
con tus pesadillas...

Ronald se acercó a Sean sin decirle nada. Otro de los que tenia el rostro cubierto le
apuntó a Ronald. El blanco principal no era Sean, esa había sido una cruel coincidencia,
eran ellos. Draco, Hermione, Mir y él. Pero Ron sacó su varita y con un hechizo sordo lo
mandó lejos. Por detrás de el pelirrojo otro de los bandidos le apuntó con un rifle,
volteó demasiado tarde como para verlo y recibió un disparo en el hombro que lo hizo
caer de bruces.

Draco sacó a Hermione de la clínica, ella aun estaba inconsciente y según sabia no
despertaría en mucho tiempo. Miraba la destrucción que se llevaba a cabo, solo quería
sacarla de ahí, pero no se iría sin Ron, no podía abandonar a su hermano.

-¡A donde crees que vas!– gritó Sean siguiendo su paso apresurado.
-¡ME largo!
-¡No te la puedes llevar!
Draco paró en seco y se viró para mirarlo- ¡Porque no!
-¡La estoy tratando con plantas medicinales!
Volvió a caminar- ¡En San Mungo pueden hacer eso!
-¡Entiende que morirá!... Si no toma mi medicina día a día, a la hora minuto y segundo
exacto el remedio se convierte en veneno.
-Perfecto. Tú vienes conmigo.- dijo Y sonrió pero en sus gestos no había nada que
indicara gracia.

Ronald seguía en el suelo desangrándose, el mismo que le había disparado se acercó a


él tirando del pañuelo hacia abajo para descubrir su rostro, era un chico de cabello
castaño claro y ojos azules como el cielo, le recordó a su esposa como un ángel, solo
que en la mirada de este muggle no había ni una pizca de pureza. Le volvió a apuntar
directo a la cara, él solo cerró los ojos y tragó saliva oliendo la pólvora que emanaba
del cañón caliente...

El chico calló de espaldas. Ron abrió los ojos, era Mir. Sin decir otra cosa sacó su varita
y se curó la herida ante la gitana sin pensar en lo que hacia.

-Eres un mago...
Para el pelirrojo todo empezó a dar vueltas, todo estaba como en cámara lenta, solo
veía las siluetas borrosas de Draco que cargaba a Hermione sobre su hombro y con la
otra agarraba a Sean para que no escapara, Mir diciéndole que era un Mago.
«Conviértela en piedra»- decía Sean en el mismo eco que le retumbaba en la cabeza.
« ¡Ron, Ron! ¡Conviértela en piedra y vámonos!»- gritaba Draco.

Mir lo miraba ansiosa como si en verdad esperará que él la hiciera solo un trozo de
roca. Sabia su secreto, debía hacerlo, solo que las palabras de ella le retumbaban en el
cerebro « ¿Nunca me dejaras?...» Era una promesa, se lo había prometido... Ella calló
de rodilla.

-¡NO!– gritó Ronald desgarradoramente arrastrándose hasta ella.


La gitana quiso decir algo pero se desmayo. El chico la volteó, una bala estaba en su
pulmón... No podía curarla con Magia. Draco lo levantó de un brazo.
-¡VAMONOS!
-¡NO! No puedo dejarla.
-¡Entonces llévala contigo!
-¡No pueden!– se interpuso Sean– Mezclar Muggles con Magos no es bueno...
-¡TU cállate! ¡Crees que no vi tus recuerdos!– gritó Draco
-Legilimancia. Ahora nos ayudas a salir de aquí o tus recuerdos serán lo más grato que
vas a tener.
Sean tragó saliva– Podemos transportarnos con polvos Flu.
El rubio hizo un gesto de asco– Eres como un asqueroso perro...

-¿Perro yo?– dijo Blaise sentado en la sala común de Slytherin.


-Oh, claro que no– dijo Pansy pasándole una manos por el rostro– Decirte Perro seria
un insulto para toda la raza canina.
-Ja, ja. Que graciosa Parkinson.

Los ojos de la morena se desviaron hasta Draco. Vestía de negro listo para ir a
Hogsmeade. Su cabello estaba peinado hacia atrás y había un rastro de tristeza que
ensombrecía sus ojos, ella lo notó. Conocía mejor que nadie a Draco Malfoy, por algo
llevaba enamorada de él casi diez años, mas se conformaría con ser su amiga, como
hasta entonces.

-¿Pasa algo Draco?– Inquirió la chica cuando él se sentó a su lado recargando la cabeza
en el respaldo con un fuerte suspiro y se quedó mirando el techo.
-Nada.
-¿Qué tu juguetito sexual te dejo?– dijo Blaise.
Pansy lo miró con odio– No empieces.
-¿De que hablaban?– cambió el tema Draco.
-Le decía a Blaise que Parece como tu perro.
EL rubio sonrió– Con todo respeto a los perros.
-¿Vez? Lo mismo dije.

Draco miró a Pansy ¿Qué más podía pedir?, se iría de Hogwarts, ella era hermosa,
perfecta, completamente pura. Nadie la había tocado, incluso él le había dado su
primer beso, tenía un gesto de ternura del que muchas carecían y claro era su mejor
amiga. Tal vez la única persona en la que confiaba.

-¿Qué me ves?– dijo la chica


La mirada de él descendió hasta su escote– Eres la mujer mas hermosa que exista–
Mentira. Pero que importaba.
-Gracias... ¿A la chica con la que te acuestas le dices lo mismo?
-¿Eso es un reproche?
-A mi me suena a celos –Interrumpió Blaise, el moreno se levantó para estirarse– Bien,
yo voy por mi dinero antes de irnos, que bueno que está nublado...

De inmediato Draco se arrodillo ante ella tomándola de las manos. Que podía decirle.
Como podía explicarle que la Sangre Sucia no significaba mas en su vida de lo que
ella... Bueno tenía que empezar diciéndole que estaba atado a una Sangre sucia...
Seguro Pansy lo entendería... Solo que...

-Necesito que entiendas que significas mas para mí de lo que piensas


Ella le acarició el rostro– Lo se.
Se puso de pie y tiro de su mano atrayéndola contra su cuerpo sosteniéndola de la
cintura. La Perfecta Slytherin sonrió con inocencia.
-Pero que haces...

Le recordó a Hermione cuando él contestaba “No tengo la menor idea” Cuando él


preguntaba lo mismo y ella contestaba igualmente. No podía responderle lo mismo
que a Hermione simplemente por que no era igual a ella y no podía compararlas. Sin
decir nada la besó, fue un beso lento lleno de emociones entremezcladas que iban
desde la confusión, el coraje, la simpatía...

No hay incendió tan grande como la pasión, pero lo que Draco sentía por Pansy era
amistad. La amistad es una pasión fuerte, potente, ciclónica, viva... Pero todo el
mundo sabe que si hay una pasión más viva que la amistad, esa, es el odio.

-¿Te sientes bien?


Draco sonrió sin soltarla y le dio un beso en la frente–Si.

Otra mentira.

CAP 20: El hierro y el Imán

Yo me he puesto a analizar el amor y me di cuenta de que si lo juzgamos por la


mayoría de sus efectos, se parece mas al odio que a la amistad. Paradójicamente el
odio no se disminuye con odio, se disminuye con amor...

-¡Luna, vámonos!– gritó Ron.

La rubia cerró el diario en el que escribía y fue donde su novio. Ron la tomó de la mano
y juntos corrieron para ir a Hogsmeade.

Para desgracia de Zabini el sol había salido, bostezó con desgano estirando sus brazos y
cerrando los ojos esperó a sus amigos. Draco y Pansy llegaron tomados de la mano
entre risas y una conversación amena, el chico los miró arqueando una ceja mientras
cruzaba sus brazos.

-¿Ahora ustedes que?– preguntó el moreno


Pansy rió- ¿Nosotros que de que?
-Ah si... ¿Ya son novios o que?
Draco también rió y colocándose detrás de ella la tomó de la cintura acariciándole el
lóbulo de la oreja izquierda con el labio.
-No, somos amigos.– dijo Draco
-Hay, que tierno,- su tono fue demasiado sardónico– Yo quiero una amistad así.

Los tres se carcajearon y empezaron a caminar directo al pueblo de Hogsmeade... Eran


un trío cualquiera, menos famosos y mas glamurosos que el de “Trío de Gryffindor”,
pero que importaba. Ellos tenían poder, ambición y sobre todo: Sangre pura.
__________________________________

El “otro” trío de Hogwarts estaba llegando a Hogsmeade. La primera condición que


puso Ron fue no acercarse a más de diez metros de “La casa de los gritos”, odiaba ese
lugar más que nada, le traía malos recuerdos del tercer curso. Luna sonriendo había
aceptado separarse de Harry, Hermione y Ginny para que pudieran visitar todas “Las
cosas horrorosas” que quisieran y el pelirrojo encantado se había perdido con la rubia.

-Hola chicos– saludo Neville.- ¿Y Ron?


-Se fue con Luna...– respondió Hermione- ¿Qué traes en esa caja?
El Gryffindor miró el paquete blanco que traía entre sus manos y al instante frunció el
entrecejo.
-Es mi recordadora... Sin querer la “sobrecargué” de pendientes olvidados y ahora el
humo negro se volvió rojo– admitió con algo de pena sacándola del paquete para
mostrárselas.
Ginny rió- ¿Necesitas ayuda?
-¡Si!, me dijeron que por aquí había un lugar que arreglaba instrumentos mágicos...
Solo que, no se donde está.
-Seguro es Dervish y Banges– dijo Harry– Está al final de la calle justo por...
-Yo te puedo llevar– se ofreció Ginny bajando el dedo con el que Harry señalaba al final
del callejón.
-No quisiera molestar...
-¡No es molestia!– gritó amablemente– Los veo luego ¿Si?– dijo acercándose a Harry.
El azabache la besó tiernamente en los labios y dejo que se fueran.

Hermione miró el beso. Había sido demasiado tierno para la forma en que llevaban su
relación, obviamente Ginny no se había marchado por “Amabilidad” lo que la pelirroja
quería era alejarse de ella. Aunque no le hubiese dicho nada a nadie de su “Relación” o
lo que fuera que tenia con Draco ya no quería estar cerca de ella, claro, tenia que
seguir comiendo juntas, con platicas cordiales y tal vez saludos superficiales... Pero ya
no eran amigas, de hecho no sabia si alguna vez lo fueron.

-¿Qué te pasa Herm?– dijo Harry


-¿Qué?... Yo, nada– respondió algo abstraída
El ojiverde sonrió y la abrazó de los hombros.– ¿Qué tal si usted y yo señorita vamos
por una cerveza de mantequilla?
-De acuerdo– dijo Hermione entre risas.

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«23 de enero del año de 1849»
Cayeron por la chimenea humeante del barco que los llevaría hasta Inglaterra. Draco
había caído de pie con el máximo cuidado de no lastimar a Hermione, la tomó en
brazos saliendo del camarote. Mir cayó de bruces, inmediatamente Ronald la levantó.
Había dejado una marca espesa de sangre en el suelo. Al parecer ese era su camarote,
ahora no importaba, la llevó a la cama poniéndola de espaldas.

El chico estaba asustado ¿Y si no podía salvarla? ¿Y si lo hacia mal?... Le prometió que


nunca la abandonaría, tenia que salvarla, tenia que seguir con vida. Por él. Sean se
quedó al lado del pelirrojo mirando algo desconcertado, acababa de abandonar a su
pueblo, solo por el capricho de un mago para que esa gitanilla no muriera y ahora veía
a este otro intentando curar a su amiga, novia, esposa o lo que fuera ¿A caso había
huido? ¿Era esa la solución?

-Tú no deberías estar conmigo –Dijo Ron con la voz quebrada. Sus ojos estaban llenos
de lágrimas.
-¿Disculpa?
-Draco te trajo para que sigas con el tratamiento de Hermione... Deberías estar con
ella.
El moreno se puso de pie, tragó saliva y cautelosamente se acercó a Ronald.
-¿Me permitirías hacer algo por ti?– pregunto Sean.
El pelirrojo no comprendió pero sin pensarlo dos veces dio una respuesta afirmativa
utilizando su cabeza.

Sean lo hizo a un lado con el brazo y le rompió la blusa de Mir para dejar descubierta
su espalda. Entonces cerró los ojos y poniendo sus manos juntas flotando sobre la
herida, esta empezó a cerrar. El hueco de la bala sobre su pulmón se relleno
lentamente. Ronald miró azorado como los músculos y tejidos se recomponían ante
sus ojos como por arte de magia... Bueno, en realidad eso era ¿no?

Cuando terminó la volteó de espaldas para que descansara. Zabini la miró con una
ternura infinita reflejada en su rostro pacifico, cuando descubrió que el pelirrojo lo
miraba con curiosidad viró su rostro para verle de frente y le sonrió provocando en él
una sensación extraña de alivio.

-Dime– dijo Sean.


-Yo no...
-Vamos, se que quieres preguntar. Hazlo.– lo interrumpió y se sentó en el borde de la
cama a los pies de Mir.

Ronald tomó una silla que estaba en un lado de la cama y la puso frente a Sean. Un
murmullo salió de la boca de la gitana llamando la atención de ambos, pero solo fue
eso; un simple murmullo. El moreno sonrió como si lo hubiese entendido.

-¿Y bien?- animó Sean.


-Ah si... ¿Por qué Frank te conocía Zabini?
-Bueno Ronald... En el pasado me obligaron a hacer cosas...
-Pero te OBLIGARON– enfatizó
El moreno asintió.– Ronald, debes entender que nadie nos obliga a nada, todo lo que
hacemos es por voluntad propia... Siempre tenemos una segunda opción. Solo que yo
no la quise averiguar...
-Pero...
-No hay “peros”– el chico se levantó frotando sus manos– Nunca me he puesto a
pensar en el “Hubiera”, porque no tiene sentido. Lo único que puedo hacer es
enmendar el error que cometí.
-¿Tu no tienes dieciocho años verdad?– dijo el pelirrojo
Sean Sonrió– Si un vampiro te muerde y te deja vivo, estas muerto en vida, es como un
castigo... Cuando un Ministro hace algo “malo” pierde su alma... También morimos.
-¿Qué eres Zabini?
-Soy un humano... Que no puede envejecer. Tengo 27 años, Puedo morir de cien...–
hizo una pausa para respirar– Pero mi cuerpo seguirá igual.
-Hace nueve años, cuando mataron al padre de Frank... tenías dieciocho– dijo Ronald.
EL moreno asintió.- ¿Y Cómo hiciste eso?... Digo, lo de curar con la manos.
-Magia sin varita... Años de aprendizaje.

El chico caminó hasta la puerta de metal remachada con clavos de acero y en forma de
ovalo. Su semblante era tranquilo pero triste. Sabia que lo que Frank le había
sentenciado era verdad; la muerte no seria para el un castigo: Seria un premio. Estaba
destinado a cargar con la culpa de sus recuerdos y aun después de muchos años sus
familiares los heredarían, estaba condenado.
Abrió la puerta, la luz del pasillo entró junto con el olor fuerte de la marea salda.

-Tú no eres igual a Draco, Ronald. Él tiene algo de lo que tú careces.


-¿De que?
-Ambición.
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Hermione y Harry llevaban un par de minutos bromeando en Honeydukes. El olor de la


azúcar fundida era increíblemente fuerte. Había una gran fuente de Chocolate en la
que la castaña metió un dedo dejándole una marca a Harry en la nariz, él hizo lo mismo
dejándole un rastro café en la mejilla que los hizo reír a ambos.
Las campanillas de la puerta tintinearon. La pandilla de Slytherin había entrado.
Hermione centro su mirada en ellos, Draco abrazaba a Pansy de los hombros
protectoramente mientras que ella sonreía rodeándole la cintura con el brazo. Harry
seguía con las bromas solo que ella ya no lo notaba. Una rabia le invadió el cuerpo
¿Eran celos? NO. Ella no estaba celosa, era solo que su presencia la molestaba
demasiado.

-¿ya viste quien entró?– dijo Harry a su oído tomándola de la cintura.


-Ya ¿Quieres que nos vallamos?
-Seria lo mejor.

Se sonrieron mutuamente sin moverse durante un par de segundos. El azabache la


volteó y camino detrás de ella con su cabeza sobre el hombro de la chica y sin soltarla
de la cintura. Una corriente de electricidad le recorrió el cuerpo a Hermione cuando
pasó por detrás de Draco mientras él observaba las variedades de chocolate y sin
querer, pensando en su corriente eléctrica chocó con Astoria Greengrass, la mas
hermosa chica en toda la casa de Slytherin, procedente de quinto curso.

-¡Lo siento mucho!– gritó Hermione, la chica estaba en el suelo– Déjame ayudarte.

La castaña le extendió su mano pero ella haciendo un aspaviento la rechazó


descortésmente con una mirada de asco en su gesto. Al instante Hermione se
arrepintió de haberle ofrecido ayuda. A las serpientes no se les salva. Harry saco su
varita inmediatamente y le apunto a la chica que estaba en el suelo, Hermione lo frenó
tomándolo del pecho.

Casi de inmediato Draco estaba apuntando a Harry, el moreno levanto la vista y dirigió
su varita al rostro del rubio quien sonrió levantando su barbilla ante el desafío. Se
miraron fijamente sin un solo parpadeo y con un gesto casi idéntico en sus rostros de
superioridad. Cada movimiento de uno podía ser idéntico al del otro como si se
trataran de un espejo.
Pansy corrió hasta donde estaba el rubio y lo tomó del pecho tal y como Hermione
tomaba a Harry, miro a la castaña y fue bajando lentamente la varita del Slytherin.

-Basta Draco– dijo Pansy en un tono sumamente suave.


-Nunca apuntes, a un Slytherin y menos, por defender a una Sangre sucia– Miró a
Hermione de los pies a la cabeza.
El gryffindor se abalanzó contra él pero la castaña lo detuvo.
-No vuelvas a insultar a Hermione...
-¡Porque! JA San Potter siempre defensor de todos los Sangres sucias.
-¡Harry vámonos!

Las campanillas tintinearon con su salida. Astoria se puso de pie quejándose de un


fuerte dolor en el tobillo, se apoyó del hombro de Draco con la única intención de
poner sus manos sobre él. Cosa que no notó porque estaba demasiado ocupado
mirando como Granger se marchaba. Había sentido el coraje de ella ante el
enfrentamiento con Potter, su corazón había latido con fuerza ¿Y si todo lo que le
decía era cierto? Todos sus sentidos indicaban que ella daría su vida por Harry... Tal vez
si lo amaba.

-Gracias por defenderme– susurró la chica de quinto.


-¿Draco estas bien?– dijo Pansy.
-Ya vuelvo.

Hermione temblaba, al igual que Draco había sentido lo que ella, ella había sentido lo
que Draco. Su coraje, ira, rabia... Odio. Ron y Luna llegaron corriendo.

-Que... pas... en. La...con...- decía Ron agitado.


Los tres se quedaron mirándolo de forma extrañada. Obviamente todo el mundo sabía
que Ron no servía para correr, la rubia puso los ojos en blanco.
-¿Qué paso?– dijo Luna- Escuchamos algo...
-¡El imbécil de Malfoy!– gritó Harry pateando el bote de basura a su lado.
-La violencia no resuelve nada Harry– dijo Luna
El azabache asintió– Lo siento... ¡Pero me enferma que...!
-¡Harry basta!– gritó Hermione.
-Ya, ya... Mejor vamos a tomar algo– dijo Ron– Yo lo necesito.

Todos rieron. Harry abrazó a Hermione de inmediato solo que ella se libro de sus
brazos con una incomoda sonrisa.

-Vallan. Yo... Los alcanzo.

La castaña temblaba. Tenía unas inmensas ganas de llorar, los enfrentamientos con
Malfoy nunca le afectaban tanto solo que gracias de nuevo al hechizo se sentía mas
vulnerable que antes. Tragó saliva, el sol la empezó a incomodar así que se cubrió la
frente con una mano. Después de unas cuantas respiraciones estuvo lista para ir con
sus amigos.
Draco había salido por la parte de atrás de la tienda, la miró frente al callejón que se
formaba entre los dos locales así que se apresuró... Cuando la tomó del brazo
pegándola a la pared del callejón, ella reprimió un grito de susto que lo obligó a reír.
-Que quieres.

EL rubio no contestó, solo la miraba. La chica recargó su cabeza en la pared dejando


expuesto su cuello, estaba cansada de la tal situación. Para Draco fue como la
invitación a un suculento banquete, su garganta era algo que lograba tentarlo de
sobremanera, había comprobado su textura en distintas ocasiones, se aproximó a ella
rozándola con sus labios, solo que esta vez no percibió ninguna reacción.

-No cuides tanto a Potter– profesó Draco.


La gryffindor rió enderezándose para mirarlo a los ojos – ¿Que? ¿De nuevo con los
celos?
Draco la aprisionó de ambos brazos en cuanto intentó moverse.
-¿No será que la celosa eres tu?– intentó desafiarla.
-Yo no te traje a un callejón para estar cerca de ti Malfoy.

El sol le baño el rostro mostrando la claridad de sus ojos marrones y el tono rojizo de
sus labios entreabiertos que suplicaban por ser besados. Draco pegó todo su cuerpo al
de ella sin dejar un mínimo de espacio que los separará... Había tenido razón, Pansy y
Hermione no podían compararse... Cuanto odiaba eso, quería compararla, que fuera
igual a otras así tal vez no la necesitaría tanto. El corazón de Hermione latió muy cerca
del suyo, tan fuerte que podían casi palparse a través de la piel.

-Se acabó.– dijo Hermione.


-¿Qué acabo?
-Esto, lo que sea... Déjame.
Él apretó los dientes y al fin la dejó libre –Solo eso quería decirte Granger.– tragó
saliva– se acabó.

Así le dijo el hierro al imán: Te odio porque me atraes sin que poseas fuerzas
suficientes para unirme a ti.

Cap 21: Deseo de posesión

Prohibir algo, es despertar el deseo... ¿Qué será el deseo?, probablemente no lo se...


solo se que a cierta edad, un poco por amor propio y otro poco por picardía, lo que
mas deseamos es lo que fingimos no desear y también tengo la seguridad de que Amor
y deseo son dos cosas diferentes; porque no todo lo que se ama se desea, ni todo lo
que se desea se ama...

El sueño se esfumo, en medio de la oscuridad solo atinó abrir los ojos y esperar que se
acostumbraran a las tinieblas para distinguir aunque fuera un poco... ¿Qué necesitaba
distinguir? Si lo sentía respirando sobre su cuello con su torso duro pegado a su
espalda fina. El brazo masculino le rodeaba el abdomen y sus piernas se enlazaban con
las de ella, no podía más que sonreír. Un escalofrió extraño le erizó la espalda y él lo
sintió.

Despertó. Supo que ella también, sonrió rozando su espalda con los labios y subió para
besarle el hombro y después el hueco del cuello. La chica se viró para mirarle,
extrañamente el rubio sonreía. Draco se recostó sobre uno de los codos paseándole
una mano por los pecho pechos y se inclino para besarla en la frente y fue bajando por
el contorno de su mejilla haciéndola reír como una niña.

¿Cómo habían llegado hasta ahí? ¿A caso era posible que no se hubiera dado cuenta
antes? ¿Podía preferir a alguna otra chica en todo Hogwarts?... ¿Cómo, si no existía
nada mejor?

-¿Dormiste bien?– preguntó la chica


-Si...– respondió él con la voz ronca.
-¿Te incomodó que durmiera contigo?
-No.
-¿Quieres que me marche?

Esta vez no respondió y la besó en los labios colocándose entre sus piernas mientras
ella enredaba sus dedos entre los cabellos platinados del chico.

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«24 de enero del año de 1849»

El aroma del agua salada no había cedido, incluso podía sentirse latente en la pie. Las
olas rompían contra la proa del barco que ya estaba en marcha de vuelta a Inglaterra.
Draco miraba el atardecer, su semblante era tranquilo... Ya no esperaba nada ni a
nadie. Cerró los ojos e inspiro con fuerza extendiendo los brazos a la brisa marina que
le golpeo el pecho abierto, dispuesto a recibirla sobre su piel.

-Los Navajo decían que se puede escuchar cuando el sol toca el mar –dijo Ronald.
Draco abrió los ojos y relajó los brazos al oírlo, tal vez era cierto. El sol solo formaba un
medio círculo alzándose sobre el horizonte azul, pintándolo de colores dorados y el
cielo rojo, tal vez era cierto, podía escucharse como el astro rey iba entrando dentro
del agua, si, era verdad. El pelirrojo traía las manos metidas en los bolsillos delanteros
del pantalón café, los tirantes estaba restirados firmemente con la camisa de fuera de
los pantalones, era gracioso. Nadie se hubiera imaginado al Medimago Ronald Weasley
con un aspecto tan... humano.

-¿Parece un dejabú no?– prosiguió el pelirrojo acercándose a él.


El rubio solo sonreía, el dorado se reflejaba en sus ojos dándoles un aspecto de miel.
Entonces Ronald estaba a su lado.
-Hace mas de tres semanas estábamos aquí mismo, a esta hora... Lo único que cambió
es el rumbo, antes íbamos, ahora venimos –sonrió –Curioso.
-¿Cómo estas?– hablo al fin Draco.
-Bien... creo. La verdad no estoy seguro de si estoy.
Draco se carcajeo con la boca cerrada- ¿Cambiaste Ron?– volteó para mirarlo
recargando sus manos en la barandilla.
-Si, eso fue. Cambié.
-Yo también.
-¿Cómo esta Hermione?
Se encogió de hombros, antes de contestar– Sean dice que no sabe cuando ni como,
pero que despertará: Eso es seguro.
-¿Tu? ¿Esperar?– Ronald estaba riendo, ni él mismo creía lo que escuchaba– Tu nunca
esperas Draco...
-No me importa cuando... Tampoco me importa que me pueda odiar, solo quiero ver
sus ojos, escuchar su voz... Al menos una sola vez... Antes de que me deje por ser...
Esto.

Siempre he creído que todos los errores tienen su valor en algunas ocasiones...
Después de todo, no todos los que viajan a la India descubren América...

Ronald reposaba en su camarote oscuro, una línea de luz se filtraba por la puerta y su
mirada estaba fija en ella. Volvió a fijarse en el techo remachado de metal y un hondo
suspiro escapo de lo más profundo de su pecho, estaba cansado.
Cerró los ojos casi vencido por el sueño... Escuchó que abrieron la puerta, pero fue un
sonido tan discreto como el del viento mismo y al instante volvieron a cerrarla. Era
ella: Mir.
El pelirrojo abrió los ojos con toda la dificultad del mundo y la miró: traía puesta una
bata de una negrura transparente y hermosa, asemejaba la forma de una mariposa con
colores ocres decorándola. Entonces la chica subió a la cama sentándose a horcajadas
sobre su cintura sin que pudiera decirle nada y se despojó de la prenda deslizándola
desde sus hombros para después aventarla al suelo.

El chico no podía dar crédito a lo que sus ojos veían, tragó saliva lentamente sintiendo
la humedad de la chica aun a través de la sabana. Mir se inclino lentamente y en medio
de la calurosa oscuridad atrapó sus labios fundiéndose en un cálido beso que él
correspondió tembloroso. Sus grandes manos salieron de las cobijas para refugiarse en
el cuerpo de la gitana; empezó bordeando su cuerpo desde los hombros donde se
había deslizado la prenda hasta la espalda y más allá de la cadera.

El beso empezó a exigirles mas de parte de ambos y lo concedieron empezando a


explorar con sus lenguas los rincones mas profundos, la gitana bajó por el cuello con
leves besos igual de húmedos y luego recorrió su torno hasta llegar al bóxer con un
leve roce que lo endureció.

-E, espera, po, por, fa, fa vor– dijo sin voz


Ella volvió a subir esta vez usando su lengua y quedo en su rostro.
-Yo, Mir... eres la mujer mas hermosa que he visto en mucho, mucho tiempo, pero...
-¿Estas enamorado?– preguntó Mir que había pasado a su oído.
Ronald cerró los ojos y asintió.
-No me importa...– susurró ella– Déjame mostrarte que soy el amor de tu vida.

Era una oferta tentadora, demasiado para su gusto. Pero tenia que resistirlo si quería
demostrarse que valía algo. Asi que tomándola de los hombros para retirarla de él y la
sentó a su lado ofreciéndole la manta para que tapara su voluptuosa desnudez.

-¿Qué? ¿Ron, que pasa?... Te he dicho que nada me importa, déjame demostrarte que
yo soy...
-No... Mir, no eres la mujer de mi vida.
La chica miró al techo con la boca abierta- ¿Es porque soy gitana verdad?– sus ojos
estaban llorosos.
El pelirrojo esculcó debajo de su almohada– No es por lo que tu seas... Es por lo que
soy yo...
-¿Si eres gay?
-No, soy casado.– Ronald le mostró el anillo y luego lo coloco en su dedo anular.– La
mujer de mi vida ya existe y es el ángel más hermoso que puedes encontrar.
-Y... Porque...
-NO podía. Tal vez no quería– bajó el rostro.
Ella lo tomó de la barbilla y le dio otro beso en los labios, esta vez carente
completamente de erotismo. La decepción se le veía en los brillantes ojos y aun así
estaba sonriendo:
-Está bien– profesó.– Ella es... Afortunada por tenerte.
-No tanto, estoy en una habitación, con una mujer hermosa y desnuda.
Por primera vez, la gitana se sonrojó– Bueno, esta mujer desnuda no piensa tocarte...
¿Cómo se llama?
-Selena Lovegood.
-¿Cómo es?
-Tiene largo cabello rubio, ojos azules como el cielo y es... gentil, hermosa, perfecta...
mía.
-Y... ¿También es... mágica?
-¿Sabes lo que soy?– ella contesto asintiendo levemente– Si. También es “mágica”

Mir salto para sentarse en sus rodillas como una pequeña niña, los ojos le brillaban,
evidentemente estaba emocionada con el nuevo descubrimiento, se había tapado con
la sabana. Ronald arqueo una ceja y se cruzo de brazos mirándola reir.

-¿Ahora que?– dijo Ronald.


-¡Cuéntame!– gritó emocionada.
-¿Qué, que?
-¡SI! Dime quienes son, como son, que hay, que conoces...
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En la sala de estudio Ronald jugaba ajedrez con Harry, como siempre. El sol entraba
por las ventanas altas y aun así la tarde era fría. Hermione sintió el calor acogiéndole
en cuanto entró con sus amigos sentándose a un lado de Ron. Abrió su libro que llamo
la atención del moreno.

-¿Trasladores? ¿Horcruxes?– preguntó Harry.- ¿Desde cando te interesan?


-No lo se. Algún día podría servirme –respondió la castaña

Ambos chicos rieron y decidieron seguir con su juego. Justo detrás de Hermione
tomaron asiento dos chicas de Slytherin que no tuvo la menor idea de quienes eran.
Ambas gritaron con emoción a una tercera chica que leía.

-¿Qué les pasa?– dijo la chica que hasta entonces estaba tranquila
-¡No sabes la nueva Maile!– gritaron las dos a coro.
-No, ¿Cuál nueva?– respondió la chica a la que Draco llamaba “Chica de hielo”
-¡Atraparon a Draco!
Hermione levanto la cabeza inmediatamente y trago saliva estando a la escucha de lo
que sucedía a su espalda.

-¿Qué dicen par de descerebradas?– dijo Maile con tono indiferente.


-¡Si! Pansy Parkinson lo atrapó...– dijo una de las chicas
-Ayer Draco se le declaró.– completó la otra.
-Son el uno para el otro.– dijo Maile de nuevo– Al fin no me interesa. Draco solo es mi
amigo y cuido a su Cosa.
-¿A su que?...

La castaña se levantó sin decir cualquier otra cosa, alcanzó a escuchar la pregunta de
“¿A dónde vas?” pero no le importó, sentía que la respiración no le llegaba al pecho
¿Por qué?, bueno ella y Draco había terminado... Lo que fuera que tenían y aunque
aun le quedaba el hechizo sabía que él tenía cosas más “importantes” que hacer.

-*Como hacerse novio de una estúpida descerebrada*- pensó


_______________________________________________

-¡Weasley!– le gritaron.

Ginny estaba paseando por los jardines tranquilamente, el ocaso acechaba ya y su


mente estaba despejada hasta que escucho que la llamaban. Hizo cara de fastidio,
cuando le llamaban “Weasley” no era algo demasiado amistoso. Viró su cuerpo y la
vio. Sus entrañas crujieron: Carolina Fudge ¿Qué demonios quería?... Con todo su
fastidio puso un sonrisa más que amigable mientras la impresionante chica se acercaba
a ella.

-¿Que se te ofrece?– profeso con voz aguda y dulce.


La repuesta fue una carcajada algo más que perversa:
-Quería preguntarte... –puso su índice sobre su barbilla y fingió pensar- ¿Crees que tu
novio te quiere?
La pelirroja cerró los ojos– Eso a que viene, Carolina.
Volvió a reír –A nada, es solo que... no se, pensaba “Pedirte” que por tu bien dejes en
paz a Harry...
-¿Por mi bien? ¿O por el tuyo?– la interrumpió y se cruzo de brazos.
-Por el tuyo querida... O no, no lo dejes... A mi no me importa, pero creo que estas
humillándote demasiado es obvio que a él no le interesas y...
Una risa de Ginny interrumpió su discurso, la gryffindor empezó a rodearla:
-Veraz... Carito, yo no me humillo. En primera soy su novia casi desde que empezó el
curso y salimos desde hace un año. Si, tal vez a mi me señalan porque me “engaña” si
así lo quieres ver. Pero a mi parecer el ENGAÑO no viene del cuerpo... Ese sale del
corazón.
-¡Ese es tu mejor argumento comadreja!– gritó Carolina con un tono de burla.
-Si, ese es; por mi Harry puede hacer lo que quiera con quien quiera, no me interesa...
Pero se, que no se enamora de otras, se acuesta con medio mundo, pero a la única que
le pertenece realmente es a mí.– Tragó saliva victoriosamente– Entonces... Carolina,
ante todos YO soy la novia, A MI es a quien ama y conmigo es con quien terminará y tal
vez sea la madre de sus hijos, como dice mi hermano: Soy el Diamante intacto que solo
a él le fue posible alcanzar –miró a la Ravenclaw de arriba abajo– No la piedra pateada
por todos que esta utilizando.

La castaña estaba con la boca ligeramente abierta y con un gesto de disgusto que le
era difícil ocultar, Ginny la miró desafiantemente, ¿Podría debatir eso?, no lo creía.

A lo lejos se veían los enamorados el ocaso acariciando las aguas de lago como cuando
estuvieron en la torre. Una pareja en verde debajo del gran roble, Hermione los
miraba: Al principio Pansy traía una botella de jabón con la que hacia burbujas al estilo
muggle y Draco las reventaba con los dedos o la nariz hasta que el jabón pareció
acabarse, entonces el rubio metió su varita en el recipiente y al sacarla pronunciando
un hechizo que la castaña no comprendió de la punta salieron cientos de burbujas de
todos los tamaños, como si se tratara de una maquina especial, la hermosa Slytherin
reía atrapándolas con sus manos y lo mas increíble es que tardaban un par de minutos
en reventarse. A Draco le gustaba mirarla reír y eso era perfectamente captable con la
ternura que reflejaba su rostro para ella.

Hermione levanto la barbilla mirando, solo mirando. El chico tomo a su novia por
detrás rodeándola de la cintura e intento besarla, solo que ella se escurrió entre sus
brazos y con una actitud mas que provocadora lo incitó a que corriera tras de ella, pero
no lo hizo, agito su varita y la chica floto hasta caer en sus brazos entonces sujetándola
firmemente la besó.

-¡Hermione!– grito Luna a su espalda.


La chica se sobresalto
-¿Qué haces?– peguntó la rubia.
-Yo... miraba...
-¿El atardecer?– Hermione respondió asintiendo y ella continuó- ¿Es hermoso verdad?
-He visto mejores...– como cuando la llevaron a la cima de una torre...
Luna rió– Seguro que si... ¿Sabias que mañana hay un eclipse?
-¿De verdad?– miró a la Ravenclaw– No tenia idea.
-Si, me dijeron que lo vamos a poder ver desde los jardines, aunque podemos usar la
torre de astronomía.
-Sera... grandioso.

Ambas dieron media vuelta y decidieron entrar al castillo. Draco abrió los ojos
mientras besaba a Pansy, miró como la gryffindoriana sangre sucia se alejaba, con su
cabello suelto y rebelde como siempre, su andar natural y al mismo tiempo grácil...
terminó el beso y se recargo en el cuello de la Slytherin aspirando tan fuerte que la
hizo reír y como acto reflejo él también sonrió.

Tal vez en esta vida la primera obligación sea ser totalmente artificial y la segunda...
quien sabe, al fin y al cabo nadie la ha encontrado.

-Señorita Granger ¿Puede hacerme un favor?– le pidió Mcgonagall a Hermione.


La castaña respondió asintiendo.
-Busque al señor Malfoy y pídale que valla a la subdirección después de la cena.– dijo
dándose vuelta rumbo al comedor- ¡Casi lo olvido, por favor venga usted también!–
finalizó.

Fue como un balde de agua fría en medio de un campo nevado, ¿Por qué no le había
tocado otra casa? ¿Cómo Ravenclaw por ejemplo? Así tal vez seria responsabilidad de
la prefecta de Gryffindor...

Los celos son una mezcla explosiva de amor, odio, avaricia y orgullo. Todo el mundo los
sabe, claro; excepto los celosos... Dicen que un hombre pude ser feliz con cualquier
mujer, siempre y cuando no la ame.

Draco y Pansy estaban sentados en una banca frente a una de las fuentes de piedra en
forma de ángel, junto a ellos había un faro negro encendido que le daba una cierta
melancolía a la noche. La chica de corto cabello negro se veía tal vez más radiante que
nunca y llevar el titulo de “Su novia” era... ¿Importante? ¿Emocionante?... Que más le
daba a él, si el efecto seguiría siendo el mismo. La quería olvidar, borrar todo lo que
“Ella” le hubiera dejado. La hizo suya y en ella la veía ¿No era tonto y absurdo pensar
que con otro cuerpo la iba a olvidar?

-¿Que es eso?– preguntó Pansy.


El rubio sonrió mas que agradecido, estaba comenzando a pensar en cosas que no
debía. Sacó una caja aterciopelada roja:
-Es el anillo de compromiso de mi abuela. Se le cayó la piedra y en Hogsmeade lo
repararon– dijo mostrándole el pequeño estuche aun cerrado.
-¿Puedo verlo?
Él asintió. En cuanto abrió la caja se quedó boquiabierta con la hermosa joya de
diamantes grandes y completamente de plata. Se sostuvo el pecho con una mano.

-Es... bellísimo– exclamó. Hizo un intento por sacarlo pero solo consiguió tirarlo en el
césped, ante el incidente sus mejillas se encendieron.
Al Slytherin pareció no importarle por lo que se arrodillo a recogerlo, alzo su cabeza y
se puso sobre una rodilla sonriendo, tomó la mano izquierda de la chica.
-¿Quieres probártelo?– preguntó.

Ella asintió, se sentía emocionada. Draco le separó los dedos y puso el anillo en la
posición perfecta para colocárselo...

-¿Hay interrumpo?– su tono contenía un sarcasmo sádico.

Pansy levanto el rostro, Draco viro la mitad de su cuerpo y la observó, notando que
seguro de donde ella estaba mirándolos parecía cualquier cosa. Sonrió, casi había
olvidado que sentían igual... Era su imaginación o la escena le disgustaba.

-¿Los sangre sucia come libros no tienen vida propia?– dijo Draco.
-Mcgonagall quiere verte idiota– se limitó a responder Hermione y dio media vuelta.

Le sonrió a su novia. Los sentimientos de Hermione eran complicados y extraños para


Draco... Simplemente no podía comprender la manera en la que ella pensaba y
reaccionaba le eran completos misterios.

-Guarda el anillo y ve a cenar.– ordenó


La Slytherin asintió.

Algo interesante de jugar con el fuego es que algunas personas aprenden a no


quemarse...

La jefa de la casa de los leones los esperaba, para sorpresa de Draco y desgracia de
Hermione no estaban los otros prefectos, por lo que en su cerebro retumbaban las
palabras del rubio «Unión típica: Ravenclaw y Hufflepuff, Gryffindor y Slytherin...», en
definitiva, ella odiaba su unión. El despacho estaba decorado con los colores rojos y
dorados y junto al escritorio había una gran estatua de piedra con la forma de un león
con alas delgadas y una corona.
-Algo inusual pasara mañana jóvenes...– hablo la profesora– por primera vez desde
hace dieciocho años veremos un eclipse Lunar.
-¿Entonces es cierto?
-Efectivamente señorita Granger.- Minerva se viró– Es cierto.
-Sera impresionante...
-Ya lo creo. Les daremos un telescopio y podrán tomar fotografías...
-¿No podemos hacerlo separados?– interrumpió Draco.
-Me temo que no señor Malfoy, por alguna extraña razón desaparecieron dos
telescopios de esta intensidad, por lo que seria injusto poner a trabajar a solo dos
prefectos. Ya que son pesados pueden ayudarse...
-¿Y no puedo trabajar con algún otro prefecto?– dijo de nuevo el rubio.
-Por otra extraña razón los prefectos de Hufflepuff y Ravenclaw insisten en que deben
de trabajar juntos y los otros jefes de las casas los apoyan por lo tanto...
-No hay remedio– profesó Hermione.

La conciencia es la voz del alma... Las pasiones la del cuerpo, porque el amor como
ciego que es, impide ver a los amantes las divertidas tonterías que cometen...

La prefecta de gryffindor salió en cuanto la profesora se lo permitió, el solo hecho de


aspirar el aroma de él era torturante, no quería tenerlo cerca ni si quiera soportaba
sentirlo, cada roce de sus cuerpos, en cada ocasión que sus miradas se encontraban
era solo una delirante tortura para ella... Y pensaba que para él también, su único
propósito era acabar con todo y así podrían alejarse.

-¿Ahora que Granger?– preguntó.


Ella se detuvo, se recargo en la pared junto a una gran ventana con forma romboidea,
mirando el suelo. Intentaba respirar correctamente solo que no lo conseguía:
-Déjame tranquila Malfoy– pidió– de verdad, te juro que no estoy de humor para
soportarte...
Draco rió-¿Es que alguna vez lo estas?

Hermione levanto el rostro, el chico la miraba de frente... Era como si quisieran


gritarse lo mucho que se odiaban y se aborrecían, en sus mentes se veían lanzándose
el uno al otro dispuestos a matarse. Era un sentimiento mutuo, el odio estaba ahí, la
soledad, ira, tristeza y todo lo demás también, solo que esta vez había algo mas... Algo
tan fuerte que les provocaba rabia el solo hecho de saber que existía... Querían
gritarse lo mucho que se odiaban y se aborrecían, solo porque necesitaban decirse con
todas sus fuerzas precisamente eso, que se necesitaban...
El Slytherin desvió la vista, su perfil perfecto fue reflejado por la luz lunar. Se fijo en
como la chica parecía desvanecerse y de inmediato dio dos pasos para tomarla de la
cintura. Hermione se sostuvo en sus brazos y notó como el azul le daba una palidez
extraña acompasada de un cabello plateado en total desorden, tuvo miedo, pero lo
hizo; levantó su rostro lentamente y su nariz quedo rozando la del chico. Draco se
hundió en sus ojos marrones, como los de una muñeca con largas pestañas y que
esbozaban una calidez que no había visto nunca, estaban tan... llenos de fuego, si, eso
era, si tuviese que describir la mirada de Hermione seria así: Una mirada de fuego.

Sin decir nada más, cortaron la poca distancia entre ellos y se besaron. Esta vez fue un
acto mutuo, un reflejo exacto de movimientos coordinados. Unieron sus labios es con
una potente caricia que los obligo a aferrarse el uno del otro. Draco la recargo en la
pared aplastándola totalmente y Hermione arrugo si túnica con fuerza entre sus dedos
y fue subiendo por su cuello, no tocaron otra cosa que no fueran sus labios, para la
castaña todo le dio vueltas al instante y sentía que a él le ocurría lo mismo mientras
tocaba su cintura...

Nunca se desprende uno de lo que le pertenece, aunque lo tire o lo regale y cuanto


mas posee el hombre, menos se posee a si mismo... Ellos se poseían mutuamente, no
solo por el hecho de sentirse a si mismo en otra carne, si no porque compartían una
pasión: cuando las pasiones entre dos personas radican en el odio suelen volverse
como los vientos, que son necesarios para dar movimiento a todo, aunque a menudo
sean causa de huracanes. Eso son Draco y Hermione... Eso eran Ethan y Madeleine, al
menos por lo que sé.

-¡No!– grito Hermione aun con los ojos cerrados.


Draco se alejo.
-Esto se había acabado ¡Ya basta!– intentó huir.
El rubio alcanzó a tomarla del brazo violentamente y voltearla para sí:
-¡Que no entiendes que esto no se va a acabar! ¡Somos uno Hermione!
-¡Solo es un hechizo! ¡Yo voy a detenerlo!
-¡No me importa si lo detienes! ¡Eres la primera mujer de mi vida y eso no va a
cambiar, no puedes desaparecerlo!– la acercó mas contra él y su tono se suavizo- ¿A
caso no comprendes lo que quiero? Quiero marcarte de la misma manera que tu lo
hiciste conmigo, porque odio sentir que te pertenezco y por mas que lo intento no
puedo borrarlo... Al menos quiero que estemos a la par –la soltó –pero eso nunca va a
pasar ¿Verdad?
Ella respiró agitada ¿Le había dicho que la odiaba? ¿O que odiaba pertenecerle?
¿Entonces le había dicho que le pertenecía?... Su mente se hizo un mar de confusión,
lo miró alejarse con su andar característico. Los labios le palpitaban aun y se habían
vuelto mas rojos que de costumbre, también ella quería borrar la parte que le
pertenecía solo a él. Era ciento, nunca iba a pasar.

Donde acaba la posesión, empieza la necesidad, donde acaba la necesidad, empieza el


deseo y donde acaba el deseo empieza el amor y en mi mundo he aprendido, que tan
imposible es avivar la lumbre con nieve, como apagar el fuego del amor con palabras.
¿Por qué nunca nadie se los dijo?

CAP 22: Eclipse

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«26 de enero del año de 1849»

El barco tardó dos días en atrancar. Los dos días más tranquilos que pudiesen tener.
Reinó la esperanza de uno, la tranquilidad del otro, probablemente una curiosidad
ingenua o una inconsciencia de en sueño. Mientras todos dormían hubo uno en
especial que no podía conciliar el sueño, aunque claro, para él ese estado de insomnio
era algo normal que no desaparecería nunca... Prefería vivir en el sueño de la realidad
que dormir en la realidad de sus pesadillas.

Draco pasó cada segundo cuidando de su gitana, rogando al cielo que despertara,
noches enteras junto a ella tocando sus manos o aspirando el aroma de su cabello, tal
vez parecía muerta... pero su corazón latía de una manera intensa, hizo lo que jamás se
había atrevido; imaginar una vida entera a su lado, con la dicha suprema de sentirla y
el placer inmenso de adorarle. Se atrevió a pensar en la felicidad que desataba su
rostro y todo su ser se amargaba al recordar que sabía lo que era y por lo tanto podría
ser que no lo aceptara. ¿Por qué la quería? No tenia la menor idea, tal vez porque ella
le necesitaba o mejor dicho porque él la necesitaba a ella...

Los juegos eróticos, cedieron de intensidad. Ahora Ronald y Mir solo eran un par de
amigos platónicos, aunque la chica no podía disimular el encanto que le provocaba el
pelirrojo, lo peor era que ni si quiera sabia disimularlo. Cada tarde en punto de las seis
salían a caminar para ver la puerta de sol, ella se quedaba con la boca abierta cuando
el ocaso rojo hacia juego con su cabello, el viento lo movía y después él se viraba para
sonreírle... ¿Cómo podía tener un amigo al que... Amaba tanto? Peor, ¿Cómo no
amarlo? Se habían salvado, cuidado, protegido... ¿Amado?
Ahora Mir conocía la magia, Ronald había hecho un sinfín de trucos simples para ella;
como aparecer flores, luces de colores o comida... Cosas que hubieran sido útiles
cuando instalaban el campamento, pero la chica no se lo reprocho. Tenía miedo,
después de todo estaba a punto de conocer a su esposa.

-*Su esposa*- ¿Cómo es?... Tiene largo cabello rubio, ojos azules como el cielo y es...
gentil, hermosa, perfecta... mía– Suya– susurró, algo que ella jamás podría ser, ni si
quiera tenia magia.

Una lágrima se deslizo por su mejilla y tragó saliva con dificultad. ¿Y si su esposa la
despreciaba?... Que importa, amaba a Ronald como nunca lo había con otro mortal
que hubiese conocido, pero que importa... Su corazón tenia dueña y esa... No era ella.

El deseo nos fuerza a amar lo que mas nos hará sufrir. Cuando una persona se resigna
a perder lo que mas quiere puede que no deje de respirar, tal vez vuelva a enamorarse
y siga su vida... Pero la resignación, es el suicidio mas cotidiano, porque puede que no
mate al cuerpo, pero destruye el alma.

-¿Estas lista?– dijo Ronald entrando al camarote de la chica.


Ella asintió reverencialmente.

A pesar de todo Mir sonrió, ¿Por qué? La respuesta de siempre: No tenía la menor
idea, tal vez era el hecho de pensar que de alguna manera los astros se alinearían y de
alguna manera terminaría perteneciéndole a Ron.
-No estés nerviosa. Selena te va a adorar
-No estoy nerviosa...- ¿Era cierto?
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Toda la noche había estado lloviendo de forma ligera pero continua. No hubo más
sonido que el del agua cayendo sobre las torres y los relámpagos que iluminaban las
ventas. El sol calentó la mañana que era fresca y húmeda, al parecer los alumnos de
Hogwarts se relajaban con el fresco, porque el frio los deprimía.

Harry salió bajaba las escaleras furioso, por primera vez tenia ganas de degollar a
alguien y sabia precisamente quien era ese “alguien” ¿Cómo se atrevía a decirle a
Ginny que ellos tenían algo? Verdaderamente se sentía un estúpido por no haber
terminado hace tiempo ¿Es que como alguien puede caer tan bajo?, si había algo que
no soportaba era ver llorar a Ginny, ella era quien menos tenia por que llorar y mucho
menos por un ninfómana asqueroso como él. Sus ojos brillantes desprendían fuego.
Casi decapitado paseaba por el pasillo y lo saludó con una reverencia, pero el moreno
lo atravesó sin prestarle atención...

El sufrimiento...– ríe– es el medio por el cual existimos, porque es el único gracias al


cual tenemos conciencia de existir. Acabo de aprender lo peligroso que es escuchar. Se
corre el riesgo de que le convenzan; y un hombre que permite que le convenzan con
una razón, es un ser absolutamente irracional...

Aún sin avisarle sabía que ella lo esperaba. Carolina estaba recargada en la torre de
Ravenclaw, tenia un pie recargado en el muro y los brazos en la espalda, generalmente
siempre que quería ver a Harry solo permanecía ahí, con esa posición, sabia que él la
encontraría en cuanto empezara a necesitarla. Esta vez hubo algo diferente, cuando lo
miró... No traía la sonrisa de siempre o el lívido que hacia su mirada brillante, estaba
molesto y ella lo supo.

El gryffindor llegó hasta ella, sentía su sangre correr a una velocidad impresionante,
ella sonrió en cuanto lo tuvo en frente con su semblante duro, solo que su sonrisa
estaba muy lejos de asemejarse a la gracia. Levanto su barbilla y con un acto violento
Harry la tomó de los hombros y la estampo en la torre, de su nariz exhalaba un vapor
caliente que se asemejaba a la respiración de un toro. Carolina sonrió más
ampliamente.

-Hola mi amor– dijo Carolina con un tono de ira.


El chico se acercó a ella hasta que sus labios estaban a centímetros:
-Como te atreviste a hablarle a Ginny...
-¡Ja! Lo siento ¿Hice llorar a la pelizorra?
-¡No vuelvas a nombrarla!... Porque la única zorra aquí eres tú.

Un rayo de indignación se cruzo por los ojos de la chica, tal vez era cierto. Desde un
principio supo que Harry no buscaba en ella nada mas que su cuerpo solo que
necesitaba tanto sentirse protegida y valorada que había decidido engañarse a si
misma. Él estaba confundido, molesto ¿Qué había pasado con su princesa? Por aquella
chica de ensueño que lo hacia estremecerse con tan solo pasar a su lado, deseaba con
toda su alma volver al baile y suicidarse antes de salir con ella, no podía cambiar el
pasado... ¿Quién tenia la culpa? ¿Él por buscarla? ¿Ella por dejarse encontrar?... Tal
vez los dos. Pero de que le servía el remordimiento, solo era como la mordedura de un
perro en una piedra: Una tontería.
Los que más han amado al hombre le han hecho siempre el máximo daño. Han exigido
de él lo imposible, como todos los amantes... Yo creo que Harry aún tenía algo de Fe,
solo que pobre... No sabia que tener Fe significa no querer saber la verdad o como dijo
Manuel Vincet: El que busca la verdad corre el riesgo de encontrarla.

Sus alientos se mezclaban, los ojos de la chica se humedecieron mientras él la miraba


con desprecio. El sol se filtro en medio de ellos, ella se vio si misma en los lentes del
azabache y también se desprecio, cerró los ojos lentamente y su respiración cedió.

-Se acabo Carolina– habló al fin él.


La chica rió- ¿Qué acabó Harry?– pregunto, aunque en realidad lo menos que esperaba
era una respuesta.
-¡Esto! ¡No me importa! ¡Terminamos aquí!
Volvió a sonreír esta vez con una pequeña carcajada ¿Por qué no lo entendía? No
había acabado, era solo el principio.
La libero dispuesto a irse, le dio la espalda un segundo, tiempo suficiente para que ella
le diera una puñalada:
-Estoy embarazada.

Sus sentidos se paralizaron. La sangre le subió hasta la cabeza para provocar una
punzada y al instante abandonó su cuerpo dejándolo pálido, débil... Solo. Que había
hecho. Tenia razón, nunca te tantas veces que habían estado juntos había usado
protección alguna por temor a ser mal visto o anticuado.

-¿Y que dices?


Se viró y arremetió contra ella, esta vez lastimándola -¡Que desearía nunca haberme
enredado con una ramera como tú!
-¡Que! –Gritó Carolina, las lagrimas empezaron a salir -¡Soy una ramera! ¡Tú me
buscaste! ¡“Carolina no sabes lo mucho que me gustas”! ¡“Me siento mas solo que
nunca”! ¡Quiero otra oportunidad! ¿No te suena familiar Potter?

-Trágame tierra...

Cada vez que cometo un error me parece descubrir una verdad que no conocía, así
puedo tener experiencia, pero la experiencia no tiene valor ético alguno, simplemente
es el nombre que le damos a nuestros errores y ¿Qué es un error? –ríe –Solo es el
nombre que le damos a las estupideces que hacemos y pretendemos corregir. Cuando
crezcas, descubrirás que ya defendiste mentiras, te engañaste a ti mismo o sufriste por
tonterías. Si eres un buen guerrero, no te culparás por ello, pero tampoco dejarás que
tus errores se repitan.
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«26 de enero del año de 1849»

La casa no era muy grande, tenía un enorme pórtico blanco rodeado de robles y pinos.
La puerta principal era de madera oscura con un vitral de cristal verdoso, el sol
brillaba, el cielo era azul sin una sola nube. Lo primero que Mir extraño fue el calor de
su tierra. El aroma ahí era de humedad, el ambiente fresco... Tenía miedo.

En cuanto entraron en la casa un aire de desilusión le cruzo por el rostro, sonrió


tristemente, en realidad estaba a solo unos pasos de conocer a...

-¡RON! –grito la chica y se abalanzo abrazándolo. Con un salto enlazo sus piernas en la
cintura para darle frenéticos besos en la mejilla. -¡Te extrañe tanto, tanto, tanto! ¿Qué
me trajiste?...

Mir la miró era hermosa... ¿Qué no era rubia?, tenia corto cabello rojo y ojos iguales a
los de Ronald. EL pelirrojo notó la mirada de la gitana y al instante pudo adivinar lo que
pensaría, el hecho le provocó cierto grado de gracia.

-Es mi hermana– aclaró aun son la pelirroja sobre él.


-¿Y ella quien es?– preguntó Ginebra y bajó de su hermano.
-Ginny, ella es mi amiga Mir, será nuestra invitada...
-Genial, no me traes nada pero tu te traes a una...– miró a la gitana de arriba abajo–
Una... ¿Qué eres?
-Es un placer señorita, yo soy...
-¡Que importa! ¡Tengo que ir a ver a Draco!– dijo y corrió piso arriba.
-¡Ginn espera Draco tiene!...– intentó decir el pelirrojo.

La planta baja no era grande pero tenía una organización más que magnifica, todo era
blanco con molduras de pino negro en la base de las mismas, las escaleras eran negras,
imponentes, situadas en el medio del recibidor y se dividían en dos pasillos a la
derecha e izquierda, cabía mencionar que no faltaban las plantas en su máximo verdor
y las lámparas de cristal.

-No hagas caso... MI hermana esta loca


Ella sonrió con pesar.
-¿Estas bien?
Asintió– ¿Dónde está tu esposa?
-Ella debe...
-¡Aquí estoy!

Con todo el miedo que le causaba alzó el rostro para poder mirarle, estaba en el
comienzo de las escaleras con un vestido largo de seda blanca y el cabello rubio claro
recogido, tenia el fleco hacia un lado y algunos risos se escapaban de su peinado, no
traía maquillaje alguno. Su piel era blanca como la porcelana y sus ojos mas azules de
lo que se hubiera imaginado, era delgada y de una estatura un poco mas baja que
Ronald.

La rubia bajó lentamente sosteniendo una de las orillas del vestido dejando ver sus
zapatillas, antes de que llegara al ultimo escalón el pelirrojo caminó hacia ella
quedando un poco mas abajo, sonrió y puso sus manos atrás, ella lo tomó de las
mejillas dándole un profundo beso que el chico no dudó en corresponder con ansia
abrazándola con toda la fuerza que podía.

-Te extrañe tanto– profesó la rubia.


-No mas de lo que yo a ti.– le dijo Ronald– Te amo.
Ella sonrió- ¿Quién esta hermosa creatura?– preguntó con ternura.
Ron tomó de la mano a Mir y la acercó a su esposa– Mir, te presento a mi mujer.
-Selena de Weasley– dijo y la abrazó con ternura.

Mir solo atinó a sonreír. No había una sola mentira en las palabras de Ronald, era
hermosa, gentil pero sobre todo, suya.
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-¿A si que tienes que estar toda la tarde con la tonta Granger?
-Por desgracia.

Draco y Pansy caminaban hacia el jardín, el chico le rodeaba los hombros con un brazo
y ella hacia lo mismo con su torso. El rubio se hizo el cabelló hacia atrás con la mano
libre pero unos cuantos mechones rebeldes se deslizaron por su frente, Blaise corrió
hasta donde ellos estaban y con un salto se les adelantó. El chico de ojos color gris
miro el horizonte, el sol empezaba a meterse, en cualquier momento tendría que
encontrarse con Granger.
-¿Terminaste tu castigo?– preguntó Pansy al moreno.
-Si... hacen tanto escándalo por una tontería– resoplo el chico de mala gana.
-Te lo diré solo una vez Zabini– dijo Draco– vuelves a tocar a cualquiera de nuestra
casa y te juro que voy a hacer que te corran.
-¡Draco! ¡Solo era una broma! –se defendió el chico
-Blaise... levantaste la falda de una chica de cuarto curso, lo que sea, es acoso.–
intervino Pansy.
-bien, bien... no lo vuelvo a hacer– finalizo– ¿Y están listos para el eclipse?– cambió la
conversación.
-Draco y yo estábamos planeando un picnic a la orilla del lago– dijo la Slytherin.
El rubio la miró con una ceja arqueada- ¿A si?

La tarde cada vez se tornaba cada vez más oscura. En realidad Draco sabia
perfectamente lo que era un eclipse, pero si pensaba un momento había algo mas,
algo extraño que ni si quiera podría comprender. Sonrío al pensar que tal vez
Hermione también lo sabría, claro, era algo mas que obvio, lo sabia todo ¿No?

-¡Me desesperas Zabini!- grito Pansy sacando a Draco de sus reflexivos pensamientos.
El moreno rió– La verdad yo siempre creí que terminarías solterona Pansy... ¿Cómo la
atrapaste Draco?, hasta antier yo creí que eso era imposible.
-El mejor placer de la vida es hacer lo que la gente dice que no se puede– respondió el
rubio y se inclinó para besar a la chica en los labios.
Blaise estiró los brazos dejándolos detrás de su cabeza:
-¡Hay... que cursi!– Se mofó– es igual. Pongámoslo así; si Pansy fuera un bosque, yo
jamás me habría atrevido a entrar en él.
Una carcajada escapo de la boca de la chica –El amor haya sus caminos aunque sea a
través de senderos por donde ni los lobos se atreverían a seguir a su presa.– dijo ella.
Draco la miró ¿En verdad seria cierto?
-Hay Parkinson, deja de leer a Lord Byron porque...– de pronto guardo silencio, su boca
se quedo abierta unos segundos e hizo un sonido de repulsión– Que asco– dijo
señalando con la cabeza.
-Lo se, Granger es deplorable– dijo Pansy. La castaña se acercaba.
-Siempre he dicho que las supermodelos son la mejor prueba de que todas las demás
están mal hechas.– dijo Blaise y se carcajeo haciendo reír a la Slytherin. Curiosamente
el prefecto esta vez no los acompañó.

Hermione se quedó de pie a una distancia considerable, el sol había cedido en su


totalidad. Draco se despidió de su pandilla y dándole un último beso a su novia caminó
en dirección a la gryffindor. En cuanto lo miró ella dio media vuelta sin esperarlo, cosa
que le molesto de sobremanera.
Hace mucho tiempo alguien me dijo “Te amo”, entonces pensé “Que gran
coincidencia, yo también me amo”. Veamos: Lo primero que ocurrió fue que una
tubería se reventara en el baño para que terminaran mojados, golpeados y en la
enfermería, la pagina de un libro que los liberaría desapareció, por alguna extraña
casualidad las Jettyas fueron hasta el Bosque prohibido solo para capturar a
Crookshanks, en el baile de día de brujas a los prefectos se les prohibió llevar pareja,
dos de los telescopios que les permitirían estar separados desaparecieron, los dos
prefectos de Ravenclaw y Hufflepuff insistieron en trabajar en equipo sin darles mas
remedio que estar juntos, en Hogsmeade se encontraron en una tienda... La primera
vez podría ser coincidencia, la segunda; casualidad... La tercera yo le denominaría
acción hostil...-Sonríe - ¿Para que nos engañamos? No existen las coincidencias, solo
existe lo inevitable... Por todo lo demás, yo me hago responsable. ¿Si no, de que otra
forma podría unirlos?

-¡Granger!– Ella no se detuvo-¡Pero que demonios te pasa!


La gryffindor se volteó contra él echando fuego por los ojos, si hubieran sido puñales
era seguro que Draco ya no estaría vivo.
-¿Qué? ¿Ya te cansaste de decir estupideces con tu novia?– dijo con indiferencia
Draco sonrió mostrando sus dientes- ¿Es por lo que dijo Zabini?

Ella no se molesto en contestarle, sin saber porque el Slytherin seguía sonriendo, había
algo gracioso esta vez en su manera de reaccionar. Caminó detrás de ella hasta llegar a
la torre de astronomía donde debían recoger el telescopio, la oscuridad entonces era
total, solo el típico resplandor de la luna clara, cuando Hermione tomó la manija de la
pesada puerta para internarse Draco la tomó de la otra mano. La chica se movió tan
ferozmente para impedir que la acercara contra su cuerpo que a él no le quedo mas
remedio que estamparla de frente con la pared y pegarse a ella aprisionando sus
manos contra su espalda como si de un policía se tratará.

La chica volteó su rostro recargando su mejilla contra la piedra, él pego todo su torso a
la espalda de ella, no le gustaba la manera en la que la sujetaba pero no quedaba otra
opción.

-No me toques– dijo Hermione apretando los dientes.


Draco sonrió- ¿Quién te ha dicho que pretendo tocarte?
-¡Entonces suéltame!– Se removió contra la pared pero él la tenia demasiado bien
sujeta.
-Tranquila Granger- dijo Draco sobre su oído.
-¿Qué quieres?... ¿Recordarme que tu novia es perfecta y yo no? ¡Pues puedes
pudrirte con ella!– gritó.–Prefiero ser natural, quiero ser yo misma...
Al rubio le costaba trabajo controlarse, estar tan cerca de ella le producía una
sensación de placer extraña que ni si quiera el mismo podía explicarse y
paradójicamente eso lo lastimaba.

El sufrimiento más intolerable es el que produce la prolongación del placer mas


intenso... La naturalidad es la más difícil de todas las poses.

-La perfección es muerte; la imperfección es el arte–dijo Draco sobre su oído


apartando algunos cabellos con su barbilla.
Con un movimiento rápido la volteó sin separarse un poco de ella y siguió aplastándola
contra la torre:
Hermione sonrió vacíamente– De que sirve ser arte Malfoy... Los espejos se emplean
para verse la cara
Él la silenció con su índice– El arte se emplea para ver el alma.

La castaña cerró los ojos haciendo su rostro a un lado. No podía verlo a los ojos, no
quería ceder, por esta vez no le apetecía hacerlo. El Slytherin se pego aun más a ella y
encajó su rostro en el cuello expuesto de Hermione sin soltarle las manos, ella tragó
saliva y él sintió la vibración de su cuello. Escuchaba los latidos de su corazón, ella
también lo hacia, era como si tuvieran un mismo y fuerte palpitar ¿Por qué solo pasaba
eso cuando estaba juntos? ¿Por qué en ningún momento del día sentían su cuerpo
arder mas que cuando estaban juntos?

Fue abriendo los ojos lentamente sintiendo un nudo enorme en a garganta que le
provoco ganas de llorar, respiró el fresco de la noche notando que su nariz estaba
congestionada por lo que tuvo que abrir la boca con un melancólico suspiro para poder
respirar. Entonces al notar que ella no hacia fuerzas, Draco... La dejó libre, recargo su
frente en el muro aspirando el aroma que ella había impregnado.

Espero unos minutos antes de entrar a la torre para poder calmarse, respirando
profundamente tomó la manija de la puerta y esta hizo un estruendoso ruido cuando
la abrió. Lo primero que noto fue que había un círculo de luz en el centro y lo segundo
fue que Luna estaba sentada en el primer escalón con una edición de “El quisquilloso”
en sus manos. La rubia levantó la mirada sin modificar en lo mínimo su posición y le
sonrió al chico. A Draco le costo trabajo acostumbrarse a la picardía y malicia que ella
proyectaba con un gesto tan simple, decidió al fin ignorarla y empezó a subir. A penas
estaba dos escalones sobre ella cuando Luna habló:
-La virtud no consiste en abstenerse del vicio,– dijo la chica, él paró en seco sin
voltear– La virtud consiste en NO desearlo.
-No sabes nada de la vida Lovegood.– comento el chico y sintió como ella se ponía de
pie y miraba su espalda.
Luna sonrió– Solo los que conocen el pasado tienen derecho a juzgar el presente...
Buenas noches Malfoy.

Draco escucho la puerta cerrarse y cerró los ojos virándose para comprobar que se
había marchado, «No desearlo...» Retumbo en su mente... Su vicio.

La Ravenclaw caminó en medio de las tinieblas con el libro que siempre cargaba bajo el
brazo y el ejemplar de la revista en la mano. Miró a lo lejos a Carolina y Arthur riendo
porque el prefecto de Hufflepuff había dejado caer el telescopio al lago y luego había
saltado tras el mientras la chica lo recuperaba con un hechizo, ahora él estaba
exprimiendo su camisa.

-¿Se divierten?– pregunto la rubia


Carolina no podía dejar de reír –Demasiado Lovegood, ¿Fue buena idea hacer equipo
después de todo no, Arthur?
-Si tú lo dices– respondió él.

Luna se alejó de ellos con saltos gráciles tarareando una canción verdaderamente
pegajosa. Arthur observó a Carolina un momento, definitivamente tenia algo
diferente.

-¿Quién es el padre?– preguntó impertinentemente.


Ella hizo cara de espanto- ¿Perdón?
-¿Estas embarazada no?
-¡Estas loco o que!
El Hufflepuff rió– Bueno, tus pechos están más grandes...
-Existe algo que se llama sostén por si no lo sabias fenómeno amorfo.
-¿Y supongo que el rosado de las mejillas, que tienes duro el vientre, comes demás
últimamente, no sales del baño por estar vomitando, además de que casualmente no
te fajas la blusa también tiene que ver con el sostén no?
La chica se arrodilló para ajustar el telescopio– MI vida no te interesa Arthur...
-No. Pero tal vez al director Snape le interese...
-¡No!... Yo... no voy a tenerlo...

Es duro, es doloroso, no ser amado cuando se ama todavía, pero es bastante más duro
ser todavía amado cuando ya no se ama.
-¡Se como instalarlo Malfoy!– dijo Hermione manoteando al chico. –No estoy
estúpida...
-Pues parece...
-¡¿Qué?!– gritó levantándose-
-Que.... parece que va a llover– intentó decir.

La castaña volvió a arrodillarse para seguir ajustando la frecuencia. A Draco lo


exasperaba ¿Por qué siempre quería trabajar sola? Su complejo de autosuficiencia lo
irritaba demasiado, se resigno a dejarla tranquila y se alejo unos cuantos pasos de ella,
metió las manos en sus bolsillos y miró el cielo lleno de estrellas, en ese instante ella
volvió a ponerse de pie con una sonrisa de satisfacción que solía hacer cada vez que las
cosas resultaban como quería.

-¿Sabes lo que es el eclipse Granger?


Ella bufó– Si Malfoy, ya te dije que no estoy estúpida.
Draco sonrió, saco las manos de sus bolsillos y se aproximó a ella que estaba cruzada
de brazos mirando al frente.
-A puesto cualquier cosa a que no lo sabes...
Hermione se viró- ¡Si lo se!

Él seguía sonriendo, era encantadora cuando discutía con él... ¿A quien le importaba
que no pudiera abstenerse al vicio?

-No lo sabes– prosiguió Draco con un tono alargado y de total mofa.


-De acuerdo Malfoy... Dime que es.– dijo al fin, era obvio que el chico quería burlarse
de ella, si no es que humillarla.

Hermione solo rogaba por que Draco no la provocara porque como estaba ahora no
dudaría en lanzarle un crucio. Que le importaba a ella lo que él pudiera sentir...
Aunque claro, lastimarlo no era la mejor idea pues quería que sufriera él no ella...
¿Había alguna forma de lastimarlo sin lastimarse ella misma?... el rubio seguía
sonriendo, seguro ahora ella estaba pensando las mil y una formas de matarlo
lentamente...

El eclipse empezó. Pero ella no conocía su historia, él quería contársela:


-Cuando el sol y la luna se encontraron por primera vez, se apasionaron
perdidamente....– dijo Draco colocándose a espaldas de ella, pero dejando una
distancia considerable, mientras ambos miraban al cielo. Él prosiguió:
- Y a partir de ahí comenzaron a vivir un gran amor– ella sonrió– Sucede que el mundo
aún no existía y cuando Dios decidió crearlo, les dio entonces un toque final.
-El brillo– susurró Hermione.
Draco se acerco mas a ella y sonrió– Si, el brillo. Quedó decidido también, que el sol
iluminaria el día y que la luna iluminaría la noche. Siendo así, estarían obligados a vivir
separados, les invadió una gran tristeza y cuando se dieron cuenta de que nunca mas
se encontrarían, la luna fue quedándose cada vez mas angustiada...

Hermione dejó de sonreír ¿Seria a caso ella la luna? Draco continúo y se aproximo más
a su espalda:

-A pesar del brillo dado por Dios, fue tornándose solitaria. El sol, a su vez, había ganado
un titulo de nobleza: “Astro Rey”
-¿Eso lo hizo feliz?– preguntó la chica.
-No, tampoco. Dios viendo esto, les llamo y les explico: “No debéis estar tristes, ambos
ahora poseéis un brillo propio. Tu, luna; iluminaras las noches frías y calientes,
encantaras a los enamorados y serás frecuentemente protagonista de poesías. En
cuanto a ti, sol; sustentaras ese titulo, porque serás el mas importante de los astros,
iluminaras la tierra durante el día, proporcionaras calor al ser humano y tu simple
presencia hará a las personas mas felices. La luna se entristeció mas con su terrible
destino y lloró amargamente, el sol al verla sufrir tanto decidió que no podía dejar
abatirse mas, ya que tendría que darle fuerzas y ayudarle a aceptar lo que Dios había
decidido. Aun así, su preocupación era tan grande, que decidió hacer un pedido
especial a él...
-¿Pidió otra compañera no?
-“Señor, ayuda a la luna por favor. Es mas frágil que yo, no soportará la soledad” Y
Dios, en su inmensa bondad, creo entonces las estrellas para hacer compañía a la luna.
La luna siempre que está muy triste recurre siempre a las estrellas, que hacen de todo
para consolarla, pero casi nunca lo consiguen.

Hermione pensó en Harry y Ron, sus estrellas... Siempre hacían de todo para
consolarla... Pero casi nunca lo conseguían. Tal vez si, ella era la luna.

-Ahora, ambos viven así: Separados. El sol finge que es feliz y la luna, no consigue
disimular su tristeza. El sol, arde de pasión por la luna y ella vive en las tinieblas de su
añoranza... –él chico suspiro, estaba ahora sobre el oído de ella –Luna y Sol, siguen su
destino. Él; solitario pero fuerte. Ella; acompañada de estrellas pero débil... Los
hombres intentan constantemente conquistarla...
-Como si eso fuese posible– intervino
El rubio sonrió y le rodeo la cintura con ambos brazos– Algunos han ido hasta ella,
pero han vuelto siempre solos. Nadie jamás consiguió traerla hasta la tierra...
Realmente nadie consiguió conquistarla, por más que lo intentaron. Sucede que Dios
decidió que ningún amor fuera imposible, ni si quiera el de la luna y el sol. Fue
entonces, que él creo el eclipse. Hoy, sol y luna, viven esperando ese instante, esos
raros momentos que le fueron concedidos y que tanto cuesta sucedan.

La mitad de la luna ya estaba cubierta, pero ellos no la estaban mirando.

-Cuando mires al cielo a partir de ahora y veas que el sol cubre la luna, es porque se
acuesta sobre ella y comienzan a amarse...– al miso tiempo ambos miraron, la claridad
de los ojos de Draco se hizo mas visible- es a ese acto de amor, al que se le dio el
nombre de eclipse.– Hermione sonrió– Es importante, recordar que el brillo de su
éxtasis es tan grande, que se aconseja no mirar el cielo en ese momento, tus ojos
pueden cegarse al ver tanto amor.

La castaña viró su rostro para encontrarse con la mirada pacifica del chico, algo dentro
de ella se derritió: Su corazón.

-Tu ya sabias que en la tierra existían sol y Luna ¡Y también que existe el eclipse!... Pero
esta es la parte de la historia, que tu... No conocías.

Ella llevo una mano a la mejilla del chico y unió sus labios a los suyos. Draco la dejó
besarlo lentamente, ella se viró para rodearle el cuello con sus brazos. La oscuridad se
hizo total, el eclipse se completó. El rubio empezó a subir por su espalda debajo de la
blusa. Hermione se aferró a él como si su vida dependiera de ello, en realidad así era.
Sin dejar sus labios se acostó en el césped, sintiendo su piel estremecerse por el roció
nocturno. El Slytherin no la dejó un solo segundo, le acarició una pierna mientras que
la otra mano la mantenía debajo de su cabeza exigiéndole más.

Fueron desnudándose lentamente el uno al otro con movimientos iguales y


coordinados. Una lagrima escapo de los ojos cerrados de Hermione, lo mismo pasó con
Draco, la tristeza les invadió... Pero que importaba, se disfrutarían ahora. Eso eran
ellos; el sol y la luna, pues ahora... Estaban eclipsados. Por primera vez era algo más
que simple deseo, de simple pasión de cualquier cosa que resultara SIMPLE. Se
conocían tanto y sin embargo cada vez era algo todavía más nuevo. Compartieron un
amor desencadenado por los límites humanos del amor y del placer.

La oscuridad fue cediendo, el sol despejó la luna y ellos, reposaban desnudos cubiertos
con dos túnicas de colores opuestos. Podían prohibirles seguir su camino, podrían
intentar forzar sus voluntades. Pero en el fondo de sus almas, no podían impedirles...
Ser uno solo y elegirse cada vez que tenían que hacerlo.

¿Qué es el eclipse?... Un acto de amor.


CAP 23: El pacto

No existe nada bueno ni malo; es el pensamiento humano el que lo hace parecer así, la
vida es como un cuento relatado por un idiota; una historia llena de palabrería y
frenesí que no tiene ningún sentido. Que importa, lo peor del ser humano, es que en
nuestros locos intentos, olvidamos lo que somos... por lo que deseamos ser...

Como cada noche, el fuego ardía mientras todos recostados dormían. Después de una
oscuridad momentánea, la luz iluminó todo de nuevo restaurando el orden y el
equilibrio... Aquel que se pierde con las tinieblas y que tanto trabajo cuesta recuperar.

Luna y Ron estaban recostados en el sofá de la sala común gryffindoriana mirando el


fuego y manteniendo una conversación poco menos perceptible que el canto de un
grillo por la madrugada. A lo lejos escucharon el murmullo de la señora en el cuadro,
no tenían que asomarse para saber que Hermione había llegado.
La castaña entró retirándose con las manos las lágrimas secas estaban aun en sus
mejillas. Levantó el rostro para notar como sus amigos aun estaban despiertos, lo
primero que hizo fue mirar hacía el reloj de búho comprobando que era la media
noche ¿Qué hacia Luna ahí?

Los chicos se sentaron con un movimiento:


-¿Cómo te fue Herm?– preguntó Ron
La chica caminó hasta ellos haciéndose un hueco entre los dos, un exhalo un hondo
suspiro lleno de melancolía mientras miraba el fuego.
-¿Qué te pasa?– dijo Luna.
-Como que “Que le pasa” Por Dios Luna, es obvio... ¡Acaba de esta con Malfoy! –gritó
el pelirrojo levantándose -¡Que te hizo! ¡Dime para ir a partirle la cara!
-¡Ron!– grito la rubia.- ¿Qué paso Hermi?
-¿He?... Nada, solo... estoy cansada...

Ellos siguieron discutiendo, solo que Hermione ya no los escuchaba. Muy, muy, muy...
pero muy en el fondo algo le gritaba y era tan fuerte y desgarrador que creía casi
imposible que nadie mas lo escuchara. Cerró los ojos y al instante apareció su imagen
alumbrada por el reflejo azul de la luna, tal vez no podía amarlo porque creía que le
pertenecía ¿Y si era al revés? ¿Si tal vez era ella quien le pertenecía a él?... ¿Cómo
podría saberlo? Si algo deseaba Hermione en este momento era saber que quería
Draco de ella, aunque tenía una duda: ¿Si supiera lo que él quería, fuese lo que fuese
se lo daría?
La estrepitosa risa de Ron la sobresaltó sacándola al instante de sus pensamientos.
-¿Verdad que si Hermi?– dijo Luna.
-Yo, lo siento pero... no escuche– respondió la castaña.
Ron se tiró en un lado de ella- ¡El sol y la luna!– dijo entre risas.
-¡No te burles!– gritó Luna– Yo creo que es como una historia de amor, no lo se... Es
como si, el sol y la luna aprovecharan la oscuridad para hacer el amor...
Hermione casi se disloca el cuello al virarse para ver a la chica quien prosiguió:
-Son tan diferentes... Y al mismo tiempo son iguales, un amor prohibido pero que
existe...
El pelirrojo se acercó para besarla y le acarició la cabeza como si fuera una mascota:
-Mejor te llevo a tu cuarto...
-De acuerdo– aceptó ella y le sonrió a Hermione- ¡Hasta mañana Hermione!

La prefecta solo sonrió con desgano «Eclipse» Sol y luna, un acto de amor, oscuridad,
mentiras... «Se esconden para amarse»

Sonrió– Para amarse...

Conocer el amor de los que amamos, es el fuego que alimenta la vida. Yo no hablo de
venganzas ni perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón...

Su habitación no tenía fuego, ni si quiera luz, permanecía en penumbra y la piedra


caliza le daba un toque frío al que él estaba acostumbrado. Entró en total silencio pues
todos en su casa estaban dormidos, o al menos eso pensaba.
Pansy leía envuelta en las sabanas blancas de su cama cubiertas con el edredón verde
vivo que tenia una serpiente formando un “S” con su cuerpo. La morena le sonrío en
cuanto lo miró de pie en el marco de la puerta con un rostro inexpresivo, al instante
supo que algo andaba mal.

-¿Cómo te fue?– preguntó cándidamente ella.

Draco se paso una mano por el cabello y caminó lentamente hasta sentarse a los pies
de la cama, Pansy se incorporó mirando su espalda, él dejó la túnica en el suelo y
desabotono los puños de su camisa, no quería responderle... Aunque tarde o
temprano tenía que hacerlo ¿No?
La chica se puso de rodillas detrás de él depositándole un beso en la mejilla y le rodeo
el cuello con ambos brazos, él cerró los ojos y los recuerdos invadieron su mente de
manera tan maléfica que era casi torturante.
-Duerme en tu habitación– dijo Draco completamente impávido a sus caricias. Se puso
de pie y la miró arrodillada en la orilla de la cama con una clara muestra de decepción.
-Yo... quería dormir contigo...
-No estoy de humor Pansy, hasta mañana.

Pansy se bajo de la cama y abrochando su bata de seda casi transparente salió de la


habitación cabizbaja. Era obvio que él como hombre la deseaba, solo que no podía
poseer a Hermione para después hacerlo con Pansy ¿Qué se lo impedía? No tenía ni la
menor idea... Es que ella le dejaba su aroma y aún después sentía el contacto
palpitante entre sus pieles, sin darse cuenta sonrió al recordar el cuerpo de Hermione
debajo del suyo, sus túnicas cubriendo el movimiento rítmico en medio de la
oscuridad. Cuando la tiniebla empezó a ceder miró dentro de su mente el rostro de la
chica, con las mejillas sonrosadas y los labios ligeramente abiertos exhalando
murmullos calientes de satisfacción, al no poder resistirlo, había unido su boca a la de
ella para robarle el aliento...

Se puso de pie para quitarse la camisa en un intento vano por dejar de pensarla.
Acostarse con ella era la magia mas maravillosa que había descubierto en toda su vida,
trago saliva al pensar que no duraría mucho, él se iría de Hogwarts y tal vez con él
tiempo ella lo olvidaría, se casaría, tendría hijos y lo seguiría despreciando el resto de
su vida ¿Y porque no pensaba en si mismo? Tal vez también se casaría o terminaría en
azkaban por tener “La marca tenebrosa”... Escucho la puerta mientras se
desabrochaba el cinturón.

-Te dije que durmieras en tu habitación...


-¿No me dijiste nada?

Sonrió, no era Pansy. Maile se quedó estática al ver la musculosa espalda, el efecto fue
peor cuando el rubio se viro, por el cierre abierto se le veía el bulto en el bóxer
pequeño y gris, sus pectorales tenían un brillo extraño que solamente le podía dar el
sudor seco, el cabello esparcido por la frente acompañada de sus ojos claros... Era una
imagen tentadora para cualquier mortal femenina.

-¿Qué quieres?– preguntó Draco.


-¿No puedo babear un rato contigo?

El chico sonrió arrebatadoramente mostrando sus dientes, a los lados de su nariz se


marcaron las líneas de expresión de siempre que tal vez le daban un toque mas
seductor. La Slytherin hizo una seña con la mano a su espalda y “Cosa” entró a la
habitación dirigiéndose al rubio y frotándose melosamente contra su pantalón. Draco
lo miró un momento y suspiró.
-Me había olvidado de ti– le dijo a Cosa.
-¡Claro! Si no lo cuido yo el pobre no hubiera comido...– le reprocho Maile
Volvió a sonreír– He estado ocupado...
-Lo se Draco, pero si vas a tener una mascota al menos deberías cuidarla... El pobre de
Cosa te extraña.
-¿A mi?
-¡Si! ¡A ti!... Se deprime...

Draco volvió a sonreír, quien lo diría, siempre había querido que alguien lo extrañará o
le diera la bienvenida y ya lo tenia, aunque fuera solo... Una Cosa. Se puso en cuclillas
extendiendo los brazos y el gato subió a ellos aceptando el abrazo. Lo sostuvo con una
mano y caminó hasta el buró de tres cajones que estaba en un lado de su cama, del
cajón de en medio sacó un pequeño morral verde aterciopelado y sin revisarlo se lo
aventó a la chica que logró agarrarlo con una mano hábilmente, hizo un sonido
metálico y ella sonrió. Eran más de veinte galeones.

-No tienes que pagarme...


-La comida, el agua y tu tiempo– dijo Draco– Gracias por cuidar a Cosa.

Ella asintió y dio media vuelta caminando a la puerta. El prefecto dejo al gato en la
cama y se sentó a su lado para desabrocharse las agujetas de los zapatos empolvados,
la chica abrió la puerta produciendo un chillido y la dejo entre abierta sin soltarla.

-¿Algo mas Maile?– dijo Draco virándose para verle.


Ella no se viró –Te quería preguntar... ¿Por qué Granger te dio a su gato?
-Ya te dije que se trago mi anillo y...
-De todas formas– interrumpió y se volteó para verlo a los ojos– No se, ni me
importa... Pero algo te traes tu con la Sangre Sucia– finalizó.

El gesto que el chico de ojos color gris hizo ante tal afirmación la hizo sonreír y sin decir
nada más salió procurando no hacer más ruido al cerrar la puerta. A él se le fue el
aliento y se tumbo en la cama rebotando unos segundos, ¿A caso sería tan obvio? La
sola respuesta lo aterraba. Cosa subió a su abdomen quedándose sentado sobre él,
levantó la cabeza para mirarlo.

-¿Y a ti quien te dio permiso de subirte?... Eso es acoso...


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«26 de enero del año de 1849»

En el centro de Inglaterra la lluvia no había cedido, azotaba el gran ventanal del


departamento de Draco de forma violenta. Hermione estaba tendida en su cama con la
posición de un cadáver, Sean estaba sentado junto a ella leyendo una revista que
publicaba San Mungo cada mes y contenía los avances médicos y las noticias mas
relevantes del ministerio, el departamento estaba lleno de ellas en perfecto estado,
pues el rubio no las tocaba.

Un rayo iluminó la ventana, el moreno se levantó y fue hacia el vitral para mirar la calle
solitaria y fría que le recordaba al abandonado pueblo de Canadá, solo que no, esta vez
no tenía ganas de recordar. Sabía que en cuanto la Gitana se curara Draco se desharía
de él, tenia que buscar una manera de permanecer a su lado.

Ginebra entro la puerta en medio de la penumbra, traía puesto un impermeable


amarillo que resaltaba sus facciones ya de por si seductoras, se despojó de la pieza que
goteaba y entró corriendo. Una sonrisa se ensancho en su rostro puntiagudo al ver a
un hombre de espaldas con una mano en el bolsillo, ni si quiera notó la presencia de la
mujer dormida que reposaba en la cama...

-¡Mi amor!– gritó abalanzándose contra el chico y rodeándole el cuello cubrió sus
labios con los suyos.

Sean no respondió, mantuvo sus ojos abiertos ante la extraña sensación... su primer
beso y ni si quiera podía ver a quien se lo estaba entregando. Draco abrió la puerta del
baño de la cual salió un resplandor de luz amarilla, arqueo una ceja ante la amorfa
escena y sonrió con algo de picardía, con su varita dio un pase sordo y todas las velas
de la habitación se encendieron.

-No quisiera interrumpir– dijo el rubio.


La pelirroja se sobresalto con la voz de Draco, se volteo para míralo recargado en la
pared y luego viró su rostro para ver al hombre que había estado besando.
-¡Por Merlín! ¡Lo siento tanto!– se disculpo y avanzo a Draco– Mi amor yo...
-El es Sean.– la interrumpió el chico– Sean, ella es Ginebra, la hermana de Ron.

¿La hermana de Ron? ¿Qué no debió decir su novia?

-Un... placer... señorita– saludo Sean cordialmente.


La pelirroja se fijo en la gitana y la miró con desprecio, era de piel morena y cabello
castaño obviamente tenia que ser una india. Levantó el rostro con soberbia, había que
admitir que a pesar de todo no era fea, pero aun así, que demonios hacia en el
departamento de Draco...

-¿Y esta quien es?– pregunto Ginebra.


Draco hizo un gesto de molestia– Ella es Hermione y es mi novia...
-¡QUE HAS DICHO!- gritó mientras Sean se escurría a la puerta- ¡Pero como te atreves!
¡Tu novia soy yo!
-¡Tu nunca fuiste nada mío!– se defendió y se abalanzo contra ella para tomarla de
ambos brazos- ¿Crees que no se que solo fui tu capricho?... Nunca te interese...
-¡Como que no me interesaste! ¡Pero si me entregue a ti!
-¡Y crees que dejarme poseer tu cuerpo fue por amor!

Ella sentía un nudo en la garganta ¿Cómo podía creerla tan superficial? Le había dado
todo de ella y lo único que él hacia era traer a otra cualquiera para ocupar su lugar...

-¿Y si no me querías para que te acostaste conmigo?


-Ni lo intentes... Me sedujiste y por si no lo sabias soy hombre...
-¡Y a si te justificas! ¡Draco yo te amo!– apretó los dientes– No voy a permitir que me
dejes... menos por esta cualquiera.

Sin previo aviso la abofeteo haciéndola caer en el suelo para luego levantarla de los
hombros, en definitiva estaba furioso:
-No es una cualquiera... Y si no quieres que te mate mejor lárgate...
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Tal vez la única creatura que podía asemejar a Selena de Weasley era un ángel, todo
en ella era hermoso, hasta su voz de tono agudo y suave que usaba para entonar
canticos angelicales mientras cortaba las flores de jardín. Mis no podía dejar de mirarla
con una ligera chispa de rencor ¿Por qué tenía que se así?... Asomada por la ventana
de una de las habitaciones de la planta alta, sonrió cuando la rubia se viró para mirarla
y la saludo con un gesto de la mano. Selena no era tonta, sabía perfectamente que a
esa gitanilla le atraía su marido y claro que a él también le gustaba... Solo que el amor
de Ronald por ella era mucho mas fuerte que cualquier tipo de deseo que pudiese
sentir por alguna mujer ¿A quien le hacían daño los amigos platónicos?

-¿Cómo estas?– Ronald estaba de pie en la puerta de la habitación de Mir.


La chica se viró con una enorme sonrisa en el rostro al escuchar su voz. Ella traía
puesto uno de los vestidos de Selena, en colores claros y marrones de una seda ligera.
-Tu esposa es muy hermosa...
-Lo se– dijo y le tendió una mano que ella tomó encantada- ¿Cómo la conociste?
Ronald sonrió– Ella era enfermera en San Mungo...
-A si... Ese hospital mágico en el que trabajas ¿no?
Él asintió– Un día me fracture una mano y ella me curó, desde entonces no he podido
dejar de verla...
Mir lo miraba con una expresión tierna, el tono que usaba cuando se refería a su
esposa era sumamente melancólico y todo su rostro se iluminaba con la sola mención
de su nombre:
-Estoy convencido de que si vuelvo a nacer tiene que seguir siendo mía...

Selena subía las escaleras mientras ellos caminaban, era extraño que una mujer tan
pálida estuviese tan llena de vida. Al unirse a ellos la rubia tosió de manera violenta
cubriéndose la boca con una pañuelo blanco y se sostuvo el pecho con dolor pero
inmediatamente sonrió.

-¿Están listos?– pregunto Selena.


Ronald la abrazó con preocupación y le besó la frente– Si mi amor.– dijo.

Si, tenía algo extraño. La forma en que tosía dolorosamente, la melancolía de Ronald...
Como si nunca la fuese a ver. Estaba segura; Selena estaba enferma y seguramente no
era nada bueno. Llegaron hasta una habitación del otro lado de la casa que estaba
cerrada con cuatro candados de hierro forjado, Selena dio un pase con su varita y esto
se abrieron en cadena produciendo un sonido metálico y fuerte, el pelirrojo abrió la
puerta con una mano y le cedió el paso a Mir: Todo el oro estaba ahí, formando una
gran montaña brillante...
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Aunque era domingo, Hermione se levantó temprano así tendría tiempo de ducharse,
repasar sus notas, leer un rato y podría dedicarle el resto del día sus amigos... O a lo
que verdaderamente era importante, olvidándose de Malfoy, de sus caricias, de la
forma posesiva en que le rodeaba el vientre o la tomaba de la cintura, en como su piel
se estremecía...

-*¡Ya basta! ¡Deja de pensar en él!*- se reprochó a si misma. Entre mas quería
olvidarlo mas empezaba a recordarlo.

Puso su mente en blanco y dejó que la calidez del agua la relajara. EL día no tenía sol y
al parecer la mañana era fría, el vapor inundo el cuarto de baño... ¿Cómo esperaba
olvidar a Draco? Cada lugar del colegio estaba acompañado de un recuerdo de él,
incluso su misma piel estaba marcada por mordidas y besos. Sus ojos lagrimearon, al
recordar... Tal vez eso era lo único que podía quedarse con ella, los recuerdos, no tenía
su amor y no se sentía tan dueña de su cuerpo como antes, era igual: Al final, eso ni si
quiera importaba...

Su respiración era agitada y sentía como si corazón estaba a punto de estallar, recorrió
el pasillo oscuro que separaba la Sala común gryffindoriana del cuadro de la señora
gorda. La ventana estaba cubierta por un vapor frio y goteante, todo tenia su perfecto
orden, subió las escaleras de piedra hasta llegar a su puerta “Hermione Granger,
Prefecta de Gryffindor” una sonrisa maliciosa se dibujo en su rostro. Ahora le tocaba
hacerse la pregunta obligatoria «¿Qué estoy haciendo?» Sabiendo de antemano que
no obtendría respuesta, simplemente porque no la había...

Donde no hay lógica, no hay razón. Y donde no hay razón sobreabunda la locura... La
verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de
descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse
loca... Yo no creo que Draco estuviera falto de razón, puesto que en el amor siempre
hay algo de locura y en cada locura siempre hay algo de razón...

Salió del baño tranquilamente con una bata de baño de color rosa pálido atada
ceñidamente de su cintura, se cepillaba el cabello todavía húmedo. Al abrir la puerta el
vapor se escapo humedeciendo la habitación, al difumarse lo vio; estaba sentado en el
baúl que estaba a los pies de su cama con un semblante tan tranquilo solo comparable
con el de un condenado a muerte. En realidad que sabía ella de su dolor...

-No debes estar aquí– dijo la chica dejando el cepillo en el tocador


Él sonrió mirándola de los pies a la cabeza para terminar clavando su mirada en ella,
pero no contesto. Se puso de pie sin quitar su maliciosa sonrisa y avanzó a Hermione,
ella no le dio el gusto de retroceder.
-Si no te vas tendremos problemas –intentó de nuevo con tono firme y levantando su
barbilla.

Entonces el paso del rubio se hizo mas fuerte, ella no le temía pero había algo dentro
de él que no le gustaba, era como una tristeza muy profunda que no podía evitar
sentir. Empujándolo a un lado corrió con los pies descalzos a la puerta, abriéndola solo
un poco para volverla a cerrar fuertemente y con rostro pálido se recargo en ella.
Draco la aprisiono con ambos brazos.
-¿Por qué no huyes Granger?– preguntó– Si tanto me odias, corre, grita...
Ella cerró los ojos mientras sus labios temblaban.
-¡Hermione!– gritaron del otro lado- ¿Estas despierta?– era la voz de Ron.
Harry dio tres golpes que retumbaron en la espalda de la castaña:
-¡Ya te vimos! ¡No te escondas!– grito Harry- ¿Por qué no nos quiere ver?
El pelirrojo se encogió de hombros.
Draco sonrió -¿A si que era eso?– le dijo– Bien, dejemos entrar a Potter...
- no, por lo que más quieras– suplicó la chica
-¿Hay alguien ahí dentro? –dijo Harry.
-¡No!– respondió la chica– Yo... solo... estoy cansada.

El Slytherin empezó a besar su cuello lentamente mientras acariciaba su cuerpo por


encima de la bata, la sentía temblar de miedo ante la clara posibilidad de que sus
amigos pudiesen descubrirlos, lo que lo excitaba de sobremanera. Se pegó mas a ella
haciendo que la puerta se cimbrara.

-Malfoy no es correcto– profirió la chica con un leve siseo de sus labios e intento
separarlo de ella poniéndole las manos en los hombros, pero el chico las retiro
pegándolas a la puerta a cada lado de su cabeza sin dejar de besarle el cuello.
-¡Hermi, quería saber como te fue con el eclipse!– dijo Harry
-¡Bien! ¡Bien...mmm... si, muy bien!

El rubio no había cedido pero ella ya no se resistía, al menos no con tanto aplomo,
desabrocho el nudo de la bata y atrajo su cuerpo caliente de la cintura, la piel entera
de Hermione lo enloquecía, le recorrió el cuerpo con las manos solo pensando en lo
perfecta que la consideraba. Por eso no podía estar con Pansy después de ella,
simplemente porque la necesitaba, si era amor o no, era lo que menos le importaba.
La contemplo entera, tenía los pezones erectos por la reciente excitación, no había
suficiente dinero en el mundo que permitiera a un hombre gozar de tanta belleza.

Draco fue bajando lentamente hasta arrodillarse frente a ella la sujetó con delicadeza
por las caderas y le besó el vientre. Hermione le acarició el pelo con los dedos,
ligeramente asombrada de no sentir miedo. El chico deslizó sus manos hacia su trasero
y sus labios rozaron la parte superior de su vello púbico. Ella sintió cómo su cálido
aliento penetraba deliciosamente en su centro más sensible y gimió de deseo,
totalmente húmeda entre los muslos aunque su piel se estaba secando tras el baño.
Hizo un esfuerzo por mantener la cordura, consciente de que era una batalla perdida.

-¡Como que te tocó hacer equipo con Malfoy!– gritó Harry, pues mientras la prefecta
se derretía de placer, Ron y él hablaban afuera- ¡TE hizo algo el muy imbécil!
-he... No, no... ¡Ah, Malfoy!– gritó con un Gemido.
-Pobrecita, tiene gritar su nombre del coraje que le da– dijo Ron- ¿Mejor vámonos no?
-¡Hermi vamos a desayunar! ¡Nos vemos mas tarde!– dijo Harry.
-¡Si... Oh si!

Los chicos se fueron pensando en “El castigo” que pasaba la “Pobre” de Hermione al
tener que soportar a Draco tanto tiempo solo por ser prefecta.

-No hagas esto por lo que mas quieras– dijo ella débilmente.
-no quiero hacerlo Granger– le acariciaba el vientre con los labios– Déjame
saborearte...

Sin aguardar a obtener su permiso, Draco hundió la cabeza y le dio un atrevido beso en
el montículo haciéndola gemir. La tocó suavemente con el pulgar y luego la acarició
ejerciendo más presión, y justo cuando ella pensaba que no iba a poder soportar tanto
placer, el Slytherin siguió con la lengua. Ella ahogó una exclamación, extasiada.
Su beso erótico se volvió cada vez más profundo, recorriendo delicadamente su
pequeña y rígida protuberancia con la lengua. Ella deslizó los dedos entre su tupido
cabello claro en un violento arrebato de deseo y se serenó aferrándose a sus grandes
hombros, resbaladizos por el vapor.

Entonces Hermione desfalleció sobre el suelo, Draco se coloco en medio de sus piernas
y se saco el sweater negro aventándolo a un lado, la chica lo miraba, desabrocho sus
pantalones y bajó su ropa interior para quedar tan desnudo como ella. Luego se movió
entre sus piernas separadas e introdujo su lengua profundamente, La acarició primero
con la mano abierta e introdujo un dedo en su interior y gimió contra su vientre. Subió
hasta su oído sintiendo su cuerpo estallar.

-Tócame por lo que mas quieras Granger– dijo el chico.

Sin pensarlo dos veces ella obedeció deslizando sus manos por todo su cuerpo y
termino sosteniendo su erección aterciopelada acariciándola lentamente, todo
pensamiento se elevó y desapareció como una bandada de pájaros inquietos cuando él
introdujo dos dedos en su cavidad hasta que sus gemidos se convirtieron en gritos
salvajes en un progresivo crescendo. Se movió con él, haciéndose el amor con las
manos mutuamente, echando hacia atrás la cabeza, agarrándose a su miembro,
notando la inminente tormenta que se abría paso en su interior. Una intensa alegría la
invadió y sintió un escozor en el mismísimo cuero cabelludo. Los estremecimientos de
placer la sacudieron, y a continuación el estallido de gozo la atravesó como un
relámpago, cegándola con aquella gloriosa sensación. Hermione jadeó en estado de
delirio, y estuvo a punto de desplomarse sobre los hombros de Draco cuando él
absorbió su lluvia hasta que todas sus fuerzas la abandonaron, dejándola débil y
temblorosa. Se aferró a él porque estaba muy lejos de acabar

-La puerta no tiene hechizo... van a oírnos


Draco sonrió– Entonces cállate.

La besó lentamente apartando su mano para penetrarla, los gemidos de la chica


retumbaron en su garganta mientras el beso se volvía más feroz y necesitado, la leona
lo aferró del cabello y la espalda moviéndose contra él. Había escuchado antes de
caricias que hacían estremecer, pero nada mínimamente comparado con el placer que
estaba sintiendo, estando así sentía que podía abofetear a Dios con tal de permanecer
en aquel grado de éxtasis.
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Carolina esperaba a Harry con una mano extendida en la salida de la sala común, el
azabache le sonrió tristemente en cuanto la miró con una blusa ceñida del pecho pero
holgada del vientre de color azul rey, se veía preciosa con su cabello largo, lacio y
suelto además de las mejillas sonrosadas. Le dio un beso en la mejilla y se miraron
fijamente.
No hubo sonido algunos por unos segundos, hasta que un grito desgarrador la tiró al
suelo.

-¡Suéltame!– gritaba la prefecta de Ravenclaw.


Ginny estaba sobre ella jalándole el cabello, la pelirroja lloraba de furia. Harry la tomó
de la cintura levantándola sin dificultad para aventarla contra la pared y le extendió
una mano a carolina abrazándola con fuerza.
-¡Pero que pretendes!– gritó la pelirroja e intento abalanzarse contra la Ravenclaw.
Harry tomó a Ginny de los hombros y la estampo contra la pared:
-No vuelvas a tocarla– dijo el moreno aparentemente furioso.
Ella lloraba- ¿Por qué haces esto?
-Nunca lo entenderías Ginny.

El delito de los que nos engañan no está en el engaño, sino en que ya no nos dejan
soñar que no nos engañarán nunca.

Carolina y Harry se detuvieron frente a la enfermería, ella estaba nerviosa, asustada


seria el termino correcto. No estaba segura de lo que estaba a punto de hacer, solo lo
haría porque Arthur se lo había dicho.
Entraron. Madame Pomfrey los recibió con una tierna sonrisa, indicándole que se
recostara en una de las camillas, Harry se sentó en una silla a su lado, después de unos
minutos que se asemejaron a la eternidad la enfermera trajo consigo un monitor en un
carro de ruedas. La sangre de la chica corrió a una velocidad impresionante.

-No te dolerá, lo prometo–dijo Pomfrey.


Ella tragó saliva y asintió. Se levantó el blusón, un gel frio en el vientre le estremeció la
piel y luego con la sonda la figura del pequeño ser apareció en el monitor, madame
Pomfrey sonrió.
-Este es tu hijo– dijo.

Harry lo miró. Sus ojos brillaron humedeciéndose al instante con una sonrisa
involuntaria que escapo, nunca había visto algo tan hermoso, para la chica fue lo
mismo, Arthur se lo había dicho «Antes de hacer cualquier cosa te recomiendo que
mires a tu hijo y si después te quieres deshacer de él te comprenderé...» Como había
pensado en no tenerlo, ambos jóvenes se miraron mutuamente con una chispa
extraña de alegría.

-Es pequeño, pero se ve bastante bien...


-Mi hijo– profeso la chica.
Harry la miró– Nuestro hijo...
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-¿Ahora que te pasa Parkinson?– pregunto Blaise con desgano a la morena.


-Nada que te interese...
-¿Qué te hizo Draco?

Ella se quedo muda, ¿Era tan obvio que todo su pesar se debía a Draco? Miro un punto
fijo en el césped y de su boca exhalo un aire frio que salió en forma de humo blanco, se
acomodó la bufanda echándola para atrás de su cuello sin decir una sola palabra,
Blaise se encogió de hombros, no iba a rogarle que hablara, de todas maneras no
estaba de humor para escucharla.

-Mira– dijo el moreno señalando con la cabeza– hablando del rey de Roma.
La Slytherin desvió la mirada mientras su novio se acercaba a ella.
-Vamos Pansy, eres la reina... Confórmate con eso.
Se gano una mirada asesina –Nunca Blaise.
-¿Qué vas a hacer? ¿Matar a todas las chicas que les guste Malfoy?
Ella sonrió- ¿Por qué no?...

Draco tenía una combinación de perfumes extraños, como si hubiera estado


restregándose contra la ropa de otra mujer, además de un brillo en el rostro y los ojos
que le eran desconocidos. Pansy no tardó en notarlo haciendo un gesto duro pero
indignante, se sentía humillada.
-¿Por qué no me esperaron?– dijo Draco
-Fui a buscarte temprano pero no estabas– respondió la chica sin mirarlo.
-Ah. Tenía algo que hacer.
Pansy levanto el rostro y sonrió vacíamente –Si me amas, no me lo digas...– finalizó
levantándose y con paso fuerte regresó al castillo.
-¿Qué le hiciste?– pregunto el rubio mirando acusadoramente a Zabini.
El chico estalló en risas- ¡YO! ¡Mejor dicho, que le hiciste tu!
-¿Pero si yo no le he hecho nada...?
Zabini se puso de pie –Bueno, bueno –le palmeo el hombro –Soy tu amigo y por eso te
lo voy a decir: Pansy es tu novia, puede ser insoportable pero tú la escogiste, al menos
deberías respetarla...
-¿Qué?
-Draco se que tienes otras...
-¿Otras?
-Pero escóndelas mejor...

Al instante dejó de escucharlo, esconderla o dejarla... Ninguna de las dos opciones le


gustaba en lo mas mínimo; esconder a Hermione lo haría desearla mas y dejarla
simplemente acabaría con su vida... Tal vez si la dejaba ella podría ser feliz, así
acabarían con tanto dolor, la observó salir del castillo en compañía de Harry y Ron, por
un momento un sentimiento casi celoso se apoderó de él, sonrió pensando en lo irreal
que se vería él con una sangre sucia, paseándose por los pasillos... Que estupidez.

La castaña traía un racimo de uvas verdes en una mano y con la otra las arrancaba
cuidadosamente. Ron y Harry la miraron intrigados por tal acto, ella tomo asiento
frente al lago como siempre y ni si quiera se percató de que sus amigos la miraban
murmurando cosas que no entendía.

-¿Qué me ven?– inquirió Hermione.


-¿Te sientes bien?– dijo Harry.
-¿Por qué me veo mal?
-No... Bueno es que... a ti no te gustan las uvas.– comentó Ron, era cierto.

Luna llegó sentándose inmediatamente atrás del pelirrojo para rodearlo con sus
piernas, el chico viró su rostro para besarla y volvió a fijar su vista en la castaña, al
instante las mejillas de ella se encendieron, ahora que lo pensaba ¿Por qué estaba
comiendo uvas? Nunca le habían gustado...

-¿Qué pasa?– preguntó la rubia.


-Ha... Nada, que aquí los señores no me dejan comer fruta– respondió Hermione con
un tono de reproche.
Luna sonrió– A mamá tampoco les gustaban las uvas... Papá me dijo que solo las comía
cuando estaba embarazada...

La uva se le quedó en la garganta. No, no era cierto o posible... Aunque si hacia


cuentas ¿Hace cuanto que no...? La palidez se apoderó de su rostro... quería
desfallecer ahí mismo, si lo estaba no era de nadie mas que de...

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«27 de enero del año de 1849»

Ronald había regresado a su trabajo en San Mungo, estaba acostado a lo largo de una
banca de cemento frente a un gran árbol sin hojas lo que le daba paso a el sol, la
mañana era fría como siempre y él no podía contener las inmensas ganas de llorar.
Una sombra le impidió el reflejo cálido, sin abrir lo ojos supo que se trataba de Draco.

-Que quieres Malfoy– dijo Ronald.


-¿Cómo esta Mir?– preguntó el chico.
-Bien... ella y Selena se entienden...
-Y... ¿Cómo esta Selena?

El pelirrojo se sentó haciéndole espacio a su amigo para que también se sentase. Su


rostro pecoso se volvió gélido mientras las enfermeras iban de un lado a otro, algunas
paseaban a los recuperados en sillas de ruedas mientras el viento ligero les golpeaba
las mejillas. El mismo, sacudió sus cabellos hacia un lado dándole un aire aun más
melancólico.

-Esta empeorando... Cada día me dice que se siente mejor, pero no... No hay cura...
-Lo siento... ¿Cómo se llama eso?
-Tisis, en la última etapa toserá sangre... será el final– levanto el rostro para sonreírle a
Draco- ¿Y Hermione?
-Inconsciente. A veces pienso si en realidad quiero que despierte.
Ronald le palmeo el hombro –Voy a comprar la mansión que está al oeste en Wiltshire.
-Ahora puedes hacerlo Ron...
-¿Quieres vivir conmigo?
El rubio lo miró- ¿Cómo?
-Bueno, es muy grande y... nuestras dos familias pueden vivir juntas...
-¿Y en la noche vas a engañar a Selena metiéndote a mi cuarto?
El pelirrojo le golpeo el hombro- ¿Quieres vivir con nosotros o no?
-mmm... no lo se– se fingió pensativo– te voy a dar el placer de mi compañía
Weasley...
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-¡Weasley!– le gritaron.
Ronald se dio media vuelta con un semblante exasperado:
-¿Qué quieres Malfoy?

Hubo algo familiar en aquella respuesta, algo cálido que ninguno de los dos entendió.

-Donde esta la sangre... Granger.– corrigió justo a tiempo.


-No se, no acostumbro cuidarla...
-Seguro se esta revolcando con Potter...

Ron apretó los puños y sin decir nada mas intentó golpear al chico, solo que Luna se lo
impidió. Con un grito de espanto la rubia corrió hasta él para desviar el golpe.

-¡Pero que haces!– grito asustada.


Ron bufaba– considérate afortunado Malfoy... La próxima lo lamentaras.

Draco hizo un gesto amargo cerrando los ojos para respirar profundamente
¿Considerarse afortunado? Que estupidez, algo dentro de él se movió completamente
como si ese “Algo” lo incitara a estar cerca de la comadreja, odiaba ese sentimiento
que le provocaba un vació tan terrible que lograba confundirlo. Antes de desaparecer
Ronald se viró sobre su hombro y entablo contacto visual con Draco, sintió el instinto
de sonreírle, sentimiento que contrastaba gravemente con las ganas de asesinarlo...

Las palabras están llenas de falsedad o de arte; la mirada es el lenguaje del corazón...

Ginny lloraba recargada en uno de los pasillos, los brotes cristalinos humedecían sus
mejillas sin poder evitarlo ¿Ahora que? ¿Qué iba a decirle? Ya no podía mas con el
sentimiento de tristeza que se agolpaba en su pecho, como odiaba eso, sentir que
odiaba a Harry querer aborrecerlo con todo su corazón y en el fondo no poderlo odiar
¿Ahora que?

-Nunca quise lastimarte– al oír su voz levanto el rostro.


-Que quieres Carolina...
-No fue mi intención que sufrieras. Cuando salimos me dijo que no tenía nada
contigo...
-Era cierto, pero después volvimos ¿Por qué no lo dejaste?
Carolina sonrió– Porque él nunca me lo dijo, al contrarío me pidió otra oportunidad–
bajo el rostro– y yo por estúpida se la di...
-Ya es tarde... Pero aún puedes dejarlo...
-No puedo. Voy a tener un hijo de él.

Una desilusión inmensa cubrió los ojos de la pelirroja, como si el truco de magia
hubiera sido revelado sin el menor de los encantos. Cerró los ojos aspirando con la
boca, ella estaba embarazada ¿De Harry?... Su imaginación la llevo a pensar que tal vez
esta ocasión haría lo mismo que con ella...

-¿Vas a tenerlo?
Asintió– Pensaba en que no... Pero... lo vimos y...
-¿Vimos? ¿Harry lo sabe?
-Si, fuimos juntos a verlo...– sonrió– es bellísimo y él quiere que lo tenga.

Al paso del tiempo he aprendido varias lecciones, una de ellas es que hay dos cosas
infinitas: El universo y la estupidez... aunque del universo sigo dudando.

No la había encontrado en la biblioteca después de todo, no tenia porque estar ahí. La


vio recargada en el gran roble frente al lago donde recordó alguna vez haber besado a
Ginebra, una memoria mucho mas que desagradable. Ella lo esperaba, con la mirada
perdida en el horizonte, sonrió malévolamente al verlo acercarse. Draco le extendió
una mano para que se pusiera de pie, inmediatamente se separaron sin mas deseos de
establecer cualquier clase de contacto físico.
Al instante notaron lo mismo, tal vez querían despedirse sin ganas de hacerlo...

Cuando la edad enfría la sangre y los placeres son cosa del pasado, el recuerdo más
querido sigue siendo el último, y nuestra evocación más dulce, la del primer beso

-Me buscabas ¿verdad?– dijo Hermione


-Como lo sabes.
Ella sonrió– Sentí que me necesitabas... solo que no se para que...
-¿No adivinas?
-Se acabo. ¿De nuevo verdad?
Draco tragó saliva, estaba a menos de un metro de ella y sin embargo sentía como su
piel le chocaba el alama ¿Qué no entendía? Quería dejarla para siempre.
-No puedes Malfoy...– le dijo la castaña– No quieres... Ya no se como pedírtelo, como
decirte que me dejes, que te apartes... ya no se...
El chico avanzó a ella- ¿Por qué si tanto lo deseas no dejas de responderme
Hermione?
-¡Que quieres que haga! ¡Solo estoy esperando que te alejes!
-Pues no esperes de mí, lo que no puedo darte.
Los ojos de Hermione se humedecieron, las nubes cubrieron la luna menguante
dejando una momentánea y fría oscuridad:
-Tengo que confiar en ti...– dijo ella.
-¡Es que no lo entiendes!... No confíes en mis palabras, no siempre digo lo que pienso,
ni pienso lo que digo– unió su cuerpo contra el suyo en un cálido abrazo– no sueñes
una mañana junto a mí tomados de la mano. Mañana, tal vez, no existirá el mañana...
No quieras arreglar tu vida contando con mi ayuda. Necesito todas mis fuerzas para
arreglar mi vida, no me tendrás a tu lado cuando te sientas sola, yo me he sentido solo
y no es el fin del mundo.

Lo que estaba diciendo era verdad, no quería atreverse a hacerlo porque sabía
perfectamente que ellos no tenían nada en común mas que un hechizo y un odio
mutuo que no desaparecía. El mañana no existía en esa locura estúpida a la que no
podían llamarle amor porque simplemente ni si quiera ellos sabían lo que era. Una
lágrima escapó involuntariamente de los ojos de la chica, no pudo evitar aferrarse a su
espalda para seguir sollozando.

-Hermione no quiero verte triste, apenas soporto mi tristeza.


-Draco...– profirió ella– Yo soy...
Él le tapó la boca con el dedo índice –No me digas quien eres ni como eres, todavía se
muy poco de mi mismo y eso me preocupa.

La gryffindor asintió, si él no quería saber nada de ella, ella no se opondría a tal hecho.
Se liberó de sus cálidos brazos y caminó de vuelta al castillo, pero Draco no quería
perderla, en verdad no lo deseaba. Lo que él quería era conservarla a su lado, solo que
en esas condiciones era casi tan imposible como ver el sol de noche.

-¡Hagamos un pacto!– le gritó.


Ella paró en seco y se viró con los labios entreabiertos.
-Un pacto de caballeros... a pesar que eres la más linda de las mujeres.
-¿Pacto? ¿Qué pacto?
El rubio sonrió– cuando estamos juntos no me preguntes nada y yo no te daré ninguna
respuesta que pueda lastimarte. No me hables de futuro, no menciones proyectos...
-Ese no es el plan de la vida Draco...

El chico estaba de nuevo muy cerca de ella, no sabia como hacia para acercarse tanto
sin darse cuenta, le tomo las manos llevándolas a rodear su cuello para luego sujetarla
de la cintura dejando que sus alientos se mezclaran a tan poca distancia, las nubes
descubrieron la luna y todo fue iluminado por un reflejo azul.

-No me importa el plan de la vida Granger. Mi único plan es amarte cada vez que
quiero, cada vez que quieres, cada vez que podamos, no importa cómo, no importa
dónde, no importa la razón; no siempre hay una razón para cada cosa.
-¿Eso será suficiente?
-Entiende Hermione: Antes de amarnos no hay nada que nos una, después de amarnos
tampoco, así de simple; lo único que quiero de ti es que me ames, con toda la
profundidad del mar, con todo el vuelo de los pájaros, con toda la sensualidad de la
vida, no quiero otra cosa ni creo que me puedas dar otra cosa; si estás de acuerdo,
seguimos adelante.

Sin decir nada mas se besaron, ese era el pacto: No lastimarse. La única regla impuesta
era solo necesitarse sin la necesidad de amarse. Hermione disfruto los labios del rubio
lentamente sintiéndose desfallecer entre sus brazos ante el contacto de su torso duro
contra ella. La idea de mantener una relación superficial era demasiado tonta, porque
nada que estuviera dentro de ellos era así...

Lo extraño de las relaciones ilícitas es que se tienen que poner reglas que de ser dos
novios formales no existirían, aun mas extraño es la forma tan cándida en que
terminan rompiendo lo acordado. Bien es cierto que solo el que conoce las reglas
puede tener derecho a romperlas...

Draco volvió a su sala común, Pansy como siempre lo esperaba, con los pies recogidos
sobre el sofá y un semblante tranquilo, era obvio que si él no se había acostado con
ella ayer lo haría esa noche, pues así funcionaba. En cuanto entró se fijo en esa silueta
de mujer perfecta que cada noche lo aguardaba dispuesta a soportarlo.

-¿Dónde estabas?
-Podría decirte tantas mentiras...– dijo Draco y sonrió –algunas tontas, otras no tanto...
otras piadosas y las ultimas muy lindas y algunas mas para quedar bien... Y tu igual que
siempre me creerías... porque me amas.

Caminó hasta el sofá y se sentó a su lado. Viró un poco su rostro para que la chica
alcanzara a ver su perfil, él quería mirarla a la cara, solo que de verdad no le apetecía.
La Slytherin encogió las rodillas abrazándolas a la espera que el continuara.

Se puso de pie con los brazos cruzados sobre el pecho y la barbilla en alto:
-Pero esta vez... sinceramente... quiero que sepas, que te fui infiel.– le declaró.
Los ojos de Pansy se humedecieron, los de Draco también.
-¿Qué hice Draco?– dijo ella.
Él sonrió– puedo decirte que fue tan solo una aventura de mi cuerpo, que fui una
victima del frío de la noche, que al fin y al cabo... soy un hombre como tantos... –dijo y
se estiró los cabellos con amabas manos– ¡Puedo decirte tantas mentiras!– gritó al fin–
Pero no... Esta vez, sinceramente... quiero que sepas...– levantó la cara para mirarla a
los ojos– que me enamoré.

Sonríe –Encontramos nuestro destino, en el camino que escogemos para evitarlo,


pobres incautos aquellos que piensen que pueden salvarse de enamorarse ¿Cuándo
van a entender que el amor solo llega cuando queremos ignorarlo? Porque querer, no
es lo mismo que poder.
Cap 24: Mas ayá del bien y del mal

En medio de la espesa oscuridad se movía despacio calculando cada doloroso paso.


Seguro la temperatura estaba varios grados bajo cero. La neblina rodeaba el suelo...
Todo era perfecto. Traía puesto un sobretodo negro que le cubría de los pies a la
cabeza y tenía miedo, tanto que le congelaba la espina dorsal, las lagrimas se habían
secado en su rostro pero el sentimiento que mas palpitaba dentro de ella era una
mezcla de decepción, odio, venganza y tal vez... amor. Si, lo amaba.

Los robles formaban un circulo oscuro que solo era iluminado por apenas el leve
reflejo del cuarto menguante. Miro en todas direcciones y a pesar de no ver a nadie
supo que era el lugar correcto así que se arrodillo. La sangre le palpito en los oídos al
instante en que lo hizo, ya no había marcha atrás. De pronto quince encapuchados con
mascaras de hierro aparecieron de la nada haciendo un circulo perfecto a su alrededor
y frente a ella sentado en algo muy parecido a un trono casi corroído apareció él...
Aquel que no debe ser nombrado.

Su respiración se hizo mas agitada mientras exhalaba fuertemente por la nariz


imitando la respiración de un caballo agitado. Sentía los latidos de su corazón
pensando en el arrepentimiento de lo que estaba haciendo, pero no había marcha
atrás, si se arrepentía esta vez sabría que no podría salir, al menos no con vida. Lo
estaba haciendo por amor.

El señor oscuro sonrió mostrando su dentadura blanca con colmillos afilados y sin
ninguna división notable entre sus dientes, el miedo de su nuevo discípulo le llegaba a
los huesos haciéndolo sentir el ser más supremo en la tierra... tal vez lo era.

-Ponte de pie...– dijo.

No se levantó, solo la miraba despectivamente sin borrar una media sonrisa que
estaba impregnada en su rostro. La chica no supo si lo había escuchado o no, pero su
voz le retumbó en los oídos de una forma tan grave y parecida a un siseo. La piel se le
erizó y tuvo que abrir la boca para seguir respirando, un nudo se le atravesó en la
garganta mientras se ponía en pie con la cabeza abajo.

Él se puso de pie, era mucho mas alto que ella y con un movimiento de su mano
provocó un viento helado que hizo la capucha hacia atrás. Era hermosa, con su corto
cabello y sus facciones eran las de una niña delicada, pero él sabia que no lo era pues
lo que tenía dentro estaba muy lejos de asemejarse a inocencia infantil.
Sacó su varita dando tres pasos a ella con la cabeza muy en alto y le levantó el rostro
con la punta de esta, cuando Pansy lo miró a la cara la sonrisa de él se hizo mas amplia.
Los ojos de la Slytherin estaban llenos de lágrimas contenidas, por Merlín que tenía
miedo.

-Mi señor...– profesó la chica casi sin voz volviendo a agachar la cabeza.
Aquel que no debe ser nombrado respondió con una risa- ¿Por qué has venido hoy
hasta mí?
-Quiero... servirle...
-Descúbrete– ordenó.

Así lo hizo; su torso quedo semidesnudo pues no traía nada encima además del sostén
blanco y la falda escolar que le tapaba el ombligo. Levantó de nuevo su rostro sin
mirarlo a la cara cosa que al señor tenebroso le agradó demasiado, era altiva pero no
tanto como para ponerse sobre él. Nagini se escurrió entre sus pies con un siseo que
no la exalto en lo mas mínimo.

-En cuanto tengas mi marca... No podrás renunciar, serás mía.– le advirtió.


Pansy no dibujo una sola emoción en su rostro y por primera vez levantó la vista.
-¿A caso no tienes miedo?
-No señor. Vine hasta aquí buscándole, no me arrepentiré ahora porque...
-Correcto.– la interrumpió.

Sin aviso previó descargo un hechizó en su cuerpo. Una luz verdosa emanó de la varita
de Lord Voldemort y la hizo caer al suelo húmedo del bosque prohibido, se retorció de
dolor ante la sensación de tener el brazo dentro de una hoguera, las lágrimas
contenidas salieron de sus ojos, el sudor se le apoderó de la frente y un choque de
electricidad le recorrió la espina dorsal como si estuvieran destrozándole las
vertebras.

Después de varios segundos de dolor que le resultaron una eternidad quedó de frente
contra el fango, las lagrimas seguían saliendo a pesar de que el dolor disminuyera de
forma gradual y ya no la quemaba, la sangre fluía a una velocidad impresionante
debajo de su piel. Apoyando las manos en el suelo se puso de rodillas lentamente
sintiéndolo a su espalda, Lord Voldemort estaba de pie detrás de ella.

-Eres hermosa, tienes la sangre más pura que haya visto en mi vida, eres la creatura
más perfecta que pueda existir y dentro de ti hay algo que palpita venganza...

Tenía razón, todo dentro de su cuerpo le reclamaba venganza. El señor tenebroso se


inclinó para llegar al oído de ella.

-Ahora eres mía...– siseó con aliento frió.

Pansy sonrió.

Ella había amado demasiado a mí... A Draco, como para darse el lujo de no odiarlo;
Solo quien ha amado con todas sus tiene el derecho de odiar...

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«29 de enero del año de 1849»

Compraron una mansión nueva al oeste de Inglaterra, en Wiltshire. Era nueva, tenía
olor a pintura fresca, los muebles aun estaban tapados con sabanas blancas y el piso
brillaba reflejándolos casi tanto como un espejo. A simple vista no miraban sus
horizontes, la vegetación era fresca y había cientos de rosas que perfumaban toda el
área. Era el lugar mas feliz que su pudiera ver en mucho tiempo.
Ronald y Draco tenía la ilusión de ser ricos y ahora vivirían juntos, tendrían hijos y sería
seguramente la “gran familia feliz”... Sin embargo a pesar de tofo los ojos del joven
pelirrojo se nublaban al ver como si esposa no podía cargar una simple caja con sus
lánguidas y pálidas manos.

-Doctor Ronald Alexander Weasley, se le solicita en quirófano treinta y tres –vociferó


con voz gangosa través de la bocina.

Al escucharlo él se apresuró con paso veloz. Un Dragón en pleno entrenamiento había


escapado y ahora había caos total, toreaba entre heridos, camillas, mutilados y gritos.
Los pasillos blancos ahora estaban teñidos de un rojo oscuro y seco que le revolvió el
estomago y entonces al mirar a un niño que le faltaba un brazo se detuvo... Y chocó
contra su cuerpo, ella estuvo a punto de caer con la bandeja de utensilios en manos
cuando él se apresuró a tomarla de la cintura y quedó semi-arqueada, una de las
camillas con todo el equipo de cirujanos a su alrededor se apresuraba a ellos por lo
que el chico la recargo contra la pared protegiéndola con su cuerpo... En ese instante
sus oídos se taparon y dejó de escuchar cualquier cosa que no fuera la continua
respiración de ese hermoso ángel de ojos, cabello y piel claros, con labios rosados y
entreabiertos...

-¡Doctor Weasley! ¡Lo necesitamos!– gritó uno de los cirujanos que arrastraba la
camilla que acababa de pasar.

Ronald entonces tragando saliva la soltó lentamente y sin decirse nada caminó detrás
del equipo. La rubia lo miró sosteniendo la bandeja contra su pecho y fijándose en
como la bata blanca ondeaba a su paso fuerte y decidido.
Desde entonces ambos se robaron el sueño mutuo y cuando lo conciliaban era solo
para verse en secreto dentro de la fantasía de Morfeo. Los días siguientes se buscaron
entre los jardines, calles y quirófanos con las miradas, encontrándose sin hallarse. Uno
de tantos ella lo miró y la mirada le correspondió, Ronald supo al instante que la vida
le había regalado una compañera para sus juegos...

-No deberíamos seguir haciendo esto...– le susurró ella con voz aguda y ronca.

Algo dentro de él se derritió lentamente, era como una invitación a seguir sin
esconderse... se dio por enterado que estaba enamorado de ese precioso ángel...

-¿Qué te pasa?– dijo Draco, pero su amigo no le prestó atención- ¡Ron!


-¿Que?– respondió distraídamente.
Después busco a su esposa con la mirada de nuevo y se dio cuenta de que Mir se
acercaba para ayudarle. Tragó saliva y miró a su amigo.
-Nada... Estoy bien...
-Ron, no tienes que mentirme...– insistió colocándole una mano en el hombro.
El pelirrojo tomó una de las cajas que estaban en el suelo.– Te dije que estoy bien.–
dijo secamente y se alejó subiendo las escaleras encontrándose en el camino con Sean.

El moreno bajó con las manos en los bolsillos y una media sonrisa bastante extraña
que denotaba una completa intranquilidad. Draco se acercó hasta el recargándose en
la barandilla de las escaleras, Sean se veía extraño sin la toga negra que usaba como
sacerdote, traía puesto un pantalón negro y una camiseta azul.

-Instale a Hermione en la habitación... falta poco.


-¿Y si no despierta?...
El moreno sonrió –si no despierta después del tratamiento no despertará nunca
Draco...
Draco levantó el rostro -¿Puedo saber que te hace tanta gracia?
La sonrisa de él se ensancho aun mas -¿Por qué son amigos?... tú y... él, no tienen nada
que ver Draco...
-Lo se, siempre lo he sabido, desde que estábamos en la escuela... Ron es inteligente y
últimamente noble. Yo soy mas impulsivo... ya lo se.– dijo y empezaron a bajar las
escaleras.
-¿No has pensado en separarte de él?...
El rubio paro en seco y miró amenazadoramente al moreno:
-Si vas a decir algo mejor habla claro.
-Pues... Ronald es inteligente y tu... solo eres tu, digo ¿Vivirás a su sombra siempre?–
sonrió con malicia– piénsalo. No eres igual a él... tienes ambición y ese sentimiento,
ese anhelo te puede dar todo Draco; prestigio, mas dinero, que tiemblen al oír tu
apellido...
-Lo he pensado, pero necesito a Ron, él hace los planes y yo me arriesgo a ellos...
somos una balanza...
-La balanza se puede inclinar de tu lado...

El chico solo miró el techo y subió de nuevo las escaleras. No respondió, por lo que el
moreno supo que lo había hecho dudar. Draco sabía que nunca sería más que Ron y no
quería serlo... Pero tal vez... No, era su hermano, su único amigo, la única persona en
la que confiaba.

Mi... Draco, siempre ha adorado la traición pero odia al traidor ¿Quién lo diría?... Si hay
algo que ningún Malfoy soporta es verse traicionado.

La puesta de sol entró por las ventanas. Sean estaba en la que sería su habitación, miro
la ventana a su izquierda cubierta por una delgada cortina blanca y se sintió miserable,
la noche estaba a punto de llegar una vez mas, respiro profundamente y se quito la
camiseta azul...

-No deberías estar aquí– le dijo.


Ella sonrió, el moreno se volteo para mirarla; estaba recargada en el marco de la
puerta abierta con los brazos cruzados sobre el pecho, los estiró hacia arriba dejando
ver su abdomen momentáneamente y cerrando la puerta avanzó al chico.
-No intentes separar a Draco de mi hermano...– dijo Ginebra con sorna –Nunca
funcionaría.
Él miró para abajo, era mucho mas baja que él– ¿De donde has sacado esa idea?
-No me engaña Sean, usted busca algo... lo último que le interesa es ayudar a esa
repugnante muggle.

Estaba tentadoramente a pocos centímetros de ella, su cuerpo pequeño era redondo y


curvas muy pronunciadas. Traía puesta su “escandalosa” pijama de ceda roja de dos
piezas, su cabello ondulado le caía por los hombros tan rojo como la tarde y tenía una
sonrisa de malicia como una pequeña comadreja. Tragó saliva empezando a sentirse
muy nervioso.

-¿Qué quieres de mi?– dijo él.


La chica sonrió- ¿Debo querer algo?– respondió tentadoramente y le rodeo el cuello
con ambos brazos poniéndose de puntas.
-No debes hacer esto...– su voz sonó entre una suplica y un gemido.
-Pues que pena– susurró la chica y unió sus labios a los suyos.

Sean no dudó un solo momento en corresponder a ese beso que tanto necesitaba.
Nunca había sentido las caricias de una mujer y ahora esta se le ofrecía en bandeja de
plata sin razón alguna. La levando a su altura y la pelirroja lo envolvió con sus piernas.
Fue llevándola a la cama donde desesperadamente la siguió besando, Ginebra le
revolvía los cabellos con ansias, alzó la cabeza dejando expuesto el cuello, el moreno
aprovecho para bajar besándola húmedamente al tiempo que se colocaba entre sus
muslos.

-No me hagas esto.– suplico ella...


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-¡Porque haces esto!


-¡Cállate estúpida comadreja!

El chico la arrastro de la muñeca hasta una clase vacía, en cuanto estuvieron dentro la
estampo contra la puerta sosteniéndola de una manera mas que bruta.

-¡Tu eres el que le hace las bromas a la profesora Mcgonagal!– grito la pelirroja.
-Eso a ti no te interesa enana estúpida.– dijo el Slytherin riendo.
-No lo voy a permitir...
-¿Y que vas a hacer? ¿Ir a llorar con la comadreja mayor?... O no, ya se... le dirás a tu
amado Potter.

Al escuchar la mención su nombre Ginny le escupió en la cara. Blaise gruñó de coraje y


la levanto para estamparla esta vez en el suelo quedándose encima de ella y pegando
sus muñecas al piso, respiraba agitadamente. La chica intentó golpearlo entre las
piernas pero solo consiguió que él se pusiera en medio de ellas y pegara sus caderas.

-Suéltame.– ordenó ella.


El Slytherin sonrió con malicia y acercó su rostro al de ella:
-¿Y si no quiero? ¿Qué?

Había que aceptar algo; era una simple y pobretona comadreja... Pero el aplomo con el
que lo afrontaba era digno de admiración. Tenia los labios más rojos y deseables que le
hubiera visto en toda su vida y ver esos oscuros ojos azules que despedían fuego lo
hizo temblar y ella lo sintió.

-¿Me tienes miedo Zabini?


-Weasley... La que debería temblar eres tú...
-¿Por qué? ¿Qué serías capas de hacerme?

Su mirada era retadora y quiso apagar el fuego de sus ojos besándola.

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-¡Como que estas enamorado!– gritó en total histeria.

Él no le respondió, ¿Cómo que estaba enamorado?... Las palabras que habían salido de
su boca hace minutos no eran algo que hubiese planeado. Sabia que debía negar ese
estúpido y absurdo sentimiento.

-¡Respóndeme!– exigió una vez mas.


Pansy se levanto del sillón y caminó hasta donde él estaba. Las lágrimas le brotaron
deslizándose silenciosamente por el contorno de sus mejillas una tras otra, algo en su
pecho estaba duro y le impedía respirar. Draco la miró sintiéndose peor que antes.

-No puedes hacerme esto... Yo te amo... – dijo recargándose en su pecho


-¡Pero yo a ti no! ¡Entiéndelo!
-¡Y si no me amabas porque te acostaste conmigo!
La tomó de los brazos- ¡Porque quería olvidarme de ella!

Abrió los ojos repentinamente, estaba demasiado agitado... «Eres un idiota... El amor
no existe ¡Porque no lo entiendes!»... Pansy no había reaccionado nada bien y no es
que esperara otra cosa, por primera vez estaba asustado, sentía ganas de llorar... Pero
los hombres no lloran, o al menos lo que quedaba de ese hombre, ella se lo había
llevado todo, era papilla en sus manos. No podía saberlo, Hermione no debía sabes
cuan vulnerable lo volvía cada una de sus caricias, los roces accidentales cuando
pasaban el uno muy cerca del otro y la multitud parecía empujarlos el uno al otro.

Tomo asiento y la cabeza le dio vueltas extrañamente, sin darle mas importancia se
puso de pie en cuanto un espasmo le sacudió el estomago corrió al baño.

-¿Draco?... Perdón que me meta, solo vine por Cosa– Maile entró a la habitación, tocó
la puerta del baño un par de veces- ¿Escuchaste lo que dije?... ¿Malfoy?
El rubio estaba inclinado en el retrete devolviendo el estomago.
-¡Por Merlín Draco! ¡Que tienes!

Draco se levantó a medias, estaba temblando, jaló la palanca y fue hacia el lavabo. Se
mojó la cara y tomo un poco de agua, al mirarse al espejo vio su propio reflejo de
manera borrosa.

-¿Pero que te pasa?


-No se... algo, algo me hizo daño.– dijo con la cabeza gacha.
-¿Cómo que?
-No se.
-No se, no se– lo imitó con voz chillona– solo falta que estés embarazado– rió.
De inmediato se le fue todo el color, volvió a levantar el rostro y la miró:
-Solo era una broma... todo el mundo sabe que los hombres no se embarazan– finalizó
y salió del baño- ¡Ha! ¡Me voy a llevar a Cosa!

Él ya no la escucho, si, no podía embarazarse... Al menos él no, pero si ambos estaban


conectados y podían sentirse mutuamente... la única razón lógica era que ella
estuviera...

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«30 de enero del año de 1849»

Odio el tiempo, me parece cobarde... Mi padre insiste en que el tiempo es el mejor


autor; siempre encuentra el final perfecto, me gustaría creerlo pero el pasado ha
huido, lo que esperas está ausente... Sin embargo el futuro es tuyo, algunos le temen,
cierto. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los
valientes es la oportunidad... tomémosla.

El día fue agitado, lleno de preparativos; los jardines fueron arreglados, los pisos
limpiados y la servidumbre contratada. Draco había supervisado personalmente cada
arreglo de la casa, quería un espacio lleno de rosas, pues solo pensaba en que
Hermione lo viera. Ron por otro lado había pasado todo el día recorriendo los rincones
de la mansión Malfoy con su esposa que cada vez tosía mas violentamente y temblaba.
Mir, suspirando; a veces caminaba detrás de ellos, otras simplemente los observaba
desde las ventanas y todo el mundo se le iluminaba con diez segundos que el pelirrojo
le dedicaba distraídamente... Sean, planeaba, observaba... si, eso hasta que llegaba
Ginebra a interrumpirlo con provocaciones eróticas por las cuales terminaban
enredados en la biblioteca, el jardín, el baño o la cocina... El día fu agitado.

La tarde fue simple; Ronald, Luna y Draco habían hecho un día de campo en el primer
jardín que estuvo listo.

Y la noche... La noche, estaba llena de sorpresas...

Su habitación era la más hermosa de toda la casa, se había esmerado en que así fuera.
Ciertamente verla en su estado de inconsciencia lo único que hacía era deprimirlo, así
que lo evitaba, pues sabía que si algún día no despertaba lo único que podría hacer era
morir a su lado.

Hay algo tan evidente como la muerte... La vida.

Despertó. En medió de una habitación oscura abrió los ojos repentinamente, luchando
contra el inmenso deseo de quedarse dormida. Su respiración estaba agitada y la
pupila se le dilató al instante, no pensó en nada, al instante lo primero que hizo fue
incorporarse completamente, poco a poco se sentó en borde de la cama sintiendo los
latidos de su corazón en los oídos. A ciegas encontró unas zapatillas y notó que traía
puesto un camisón rosado.

Salió desesperadamente de la recamara con el cuerpo entumecido, por Dios mismo


que estaba confundida, además que él dolor de cabeza la mareaba de una forma
terrible... primero recorrió toda la planta alta hasta que después de dar incesantes
vueltas como en un laberinto encontró las escaleras. Bajó lo mas apresuradamente
que sus torpes pasos se lo permitieron y sonrió con animo al ver la puerta principal,
solo que estaba cerrada.

Desesperada Hermione no supo más que hacer, se estiro el cabello y sollozó en


silencio ¿Por qué estaba ahí? ¿Dónde estaba?... LO único que podía recordar eran un
montón de explosiones ¿Y si la habían capturado y vendido? ¿Cuánto tiempo había
pasado desde entonces? Corrió en busca de otra salida y llegó a la cocina, donde la
puerta de cristal que daba al oscuro jardín también estaba cerrada.

Incapaz de poder soportar toda la presión de su cuerpo y su cabeza se recargo en la


barra con mosaico colorido y sobre la cual había varias ollas y sartenes de mangos
redondos colgados, a su derecha había un trozo de madera con cuchillos de diferentes
tamaños.

-¿Hermione?– preguntó.

No era posible. ¡Estaba ahí! ¡De pie! ¡Viva!... La castaña levanto el rostro al oírle, su
voz: Draco Malfoy. No había sido un sueño de su inconsciencia, de verdad lo había
conocido. Se viró con lentitud, las lágrimas se desbordaron.
Los ojos del chico se humedecieron al mirarla al fin con el tono rosado en sus mejillas,
no supo que hacer, como reaccionar, había esperado tanto ese día que ni si quiera
notó como se estaba acercando.

-Hermione...– profesó de nuevo.

El chico tiró la caja de madera que traía en las manos y avanzó a ella. La gitana se
apresuró a tomar uno de los cuchillos que estaba a su espalda y aun con las lágrimas
rodándole por las mejillas abrió la boca sin poder evitar tragar algunas.

-Tranquila...
-Porque, estoy, aquí...– dijo pausadamente apretando los dientes.
-Estás asustada, lo entiendo. No temas... Baja eso y hablaremos.
-¡No me digas que hacer!– Gritó de pronto y apretó con mas fuerza el cuchillo, esta vez
su pecho estaba mas agitado exhalando violentamente– Te vi... vi lo que haces... ¿Qué
clase de fenómeno eres?
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Sin previo aviso la tomó de la cintura jalándola al pasillo.


-¿Qué haces?– le dijo ella con un tono de susto evidente.
-Solo quería saludar...
-Puedes ir a saludar a tu...
-¡Weasley!... esa boquita...

Sin saber porque desde aquella noche había empezado a desearla... si; Blaise Zabini
deseaba a la comadreja pobretona. Ese beso había encendido algo en él, tal vez era el
reto: ella sentía que nunca caería ante él y sin embargo ahí estaba ahora, pegada a la
pared con todo el cuerpo del chico sobre ella.

Ginny anhelaba una caricia. Para Harry tal vez ya no valía nada, entonces que mas daba
de quien proviniera ese gesto de importancia ¿Y si era Zabini?... A quien le importaría.
La pelirroja levantó la mirada para encontrarse con los ojos oscuros del chico y sin
decir nada levanto el rostro y cerró los ojos, era una clara invitación.

Blaise sonrió ampliamente, creía que ella estaba “rendida” a sus pies como cualquier
otra, solo que no sabia que la única razón por la que ella permitiría aquella desgracia
sería muy diferente a cualquier cosa que pudiera imaginarse... el único hundido en ese
juego sería él, aunque ambos acabarían perdiendo. Sin esperar mas la besó, esta vez
no fue a la fuerza y ninguno de los dos se resistió a lo que probablemente sería el inicio
de una nueva tragedia.

La calidez de sus labios resultaba extraordinaria, ella jamás pensó que alguien la
pudiera besar así, al chico le dio vueltas el mundo entero cuando ella lo tomó de la
nuca aferrándolos a ella, nadie lo había tocado así nunca.

-¿Interrumpo?– su voz resultó sardónica.


Ellos se separaron de un solo golpe, la pelirroja miró a Draco y apartando al moreno de
sí corrió lo mas rápido que pudo. El rubio sonrió y se recargo en la pared con los brazos
cruzados mientras su amigo tenia la frente recargada en la misma.
-De ti hubiera esperado cualquier cosa... menos esto Blaise...
El moreno levantó el rostro y lo miró:
-Solo es un juego Malfoy.– dijo y caminó.
-Ten cuidado Zabini, te puedes quemar.
-Gracias.

Siguió su camino tranquilamente. Draco sonrió, parecía en realidad que solo era un
juego... Pero que extraño, el había empezado jugando y ahora todas las circunstancias
jugaban con él, lo peor de todo era que las apuestas corrían en su contra, recargo la
cabeza en el muro y suspiro hondamente, podría desear que aquel siniestro juego
terminará, solo que... no estaba seguro de quererlo.

-¿Malfoy suspirando?... quien lo hubiera dicho.


Ella recargo el hombro en la pared, traía los libros abrazados contra el pecho. Él rubio
sonrió al reconocer su voz, no cambió su posición, no si quiera abrió los ojos. A la chica
le pareció demasiado tentador su cuello expuesto con la manzana bien marcada, sintió
el impulso de acercarse para besarlo justo ahí.
-¿No deberías estar comiendo libros Granger?– preguntó.Al fin abrió los ojos
estirándose para luego poner las manos a su espalda y mirarla.
-Puedo comer libros donde sea Malfoy– respondió imitando su tono.

Se miraron fijamente, ambos tenían el rostro sereno y una media sonrisa en el mismo.
Así recargados en la pared sin decir una sola palabra compartía un momento
demasiado íntimo del que seguramente casi ninguna pareja podría gozar, solo ellos.
Era un contacto casi tan erótico como hacer el amor.

-No la molestes Malfoy– él estaba a su espalda.


El chico entornó los ojos– Potter– dijo y se viró- ¿No crees que Granger esta grandecita
para defenderse sola?
-Escúchame bien Malfoy...
-Harry esta bien... No, ni si quiera lo había visto– se interpuso Hermione entre ellos.
-¿Algún problema?– dijo Ron.
-Nada que te interese comadreja
-¡Eres un...!
-¡Ya basta!– grito la chica.
-Tranquila Granger... No los voy a lastimar. Que bueno que tienen a la sabelotodo para
que los defienda– les dijo y se fue, pasó por un lado de Hermione guiñándole un ojo.

Ella tragó saliva tratando de tranquilizar a Harry. El moreno se airaba demasiado tan
solo al recordar todas las veces que Malfoy los había humillado, le había llamado
“Cabeza rajada” “Cegatón” o cualquier estupidez que se le ocurriera... Apretó los
puños y dientes, tal vez solo era que necesitaba desquitarse con alguien.
-La paternidad no te siente bien– dijo Luna.
Los tres gryffindor la miraron con espanto, en especial Hermione y Ron.

La mayor declaración de amor es la que no se hace; el hombre que siente mucho,


habla poco.

Después de un largo discurso lleno de “no importa” y “juro que se lo que hago”
Hermione decidió seguir con sus clases. ¿Pero que se creía Harry?...Ahora pensaba en
la pobre de Ginny, no se habían hablado desde que descubrió lo de Malfoy... ¿Por qué
de alguna manera siempre terminaba recordando a ese? Suspiro y abrió el cuaderno
de notas para revisa por enésima vez su perfecto ensayo.

-Así que la comadreja y el pobretón me reclaman por mirarte...


Ella cerró la carpeta y levanto la mirada:
-No les llames así.
Draco sonrió– No quieren que vuelva a estar cerca de ti... Granger, por ti la vida me
van a quitar...
La castaña no pudo evitar sonreír con ternura infinita:
-ven...– susurró Draco en su oído.

Como un zombi Hermione lo siguió, él la tomaba de la mano y sin decir nada mas la
arrastró hasta una clase vacía. Llegaron hasta el escritorio donde Draco la hecho para
atrás y se monto sobre ella, el corazón de la chica latió a una velocidad impresionante
cuando la besó, sus lenguas se encontraron por primera vez en mucho tiempo, ambos
exhalaban por la nariz agitadamente.... Hasta que estrujaron la puerta.

-Al demonio.– susurró Draco levantándose.


Hermione se apoyó con los codos y ambos miraron a la puerta que estaba siendo
forzada. Draco bajó del escritorio y la levantó:
-No podremos salir– dijo Hermione.

Escucharon como se ponía en posición para lanzar un hechizo. Estaban tomados de la


mano y temblaban como uno solo, Draco ni si quiera se había percatado de que no la
había soltado, miraron en todas direcciones, el chico se fijo en el closet que usaban
para guardar pociones y haciéndole una seña con la cabeza ambos entraron. Snape
abrió las puertas de la clase con violencia y empuñando su varita avanzó fuertemente
por el pasillo.
Draco se odió en ese momento, odiaba tener que esconderse pero lo que mas odiaba
era no poder resistirse a estar a su lado. Hermione miraba por el hueco que quedaba
entre las dos puertas... Pero el rubio dejó de ocuparse del profesor y la miró a ella...
Después de merodear por un rato, el profesor Snape salió cerrando fuertemente las
puertas al convencerse de que no había nada raro. La castaña suspiró aliviada.

-Lo mejor será irnos.– dijo sosteniéndose el pecho, él no respondió- ¿Me escuchaste?–
Insistió.

Cuando viró su rostro se encontró con el de Draco que estaba demasiado cerca de ella.
El Slytherin le depositó un beso detrás del oído y la viró para recargarla en uno de los
“muros” de madera y la tomó de la cadera.

-Si piensan asustarme para que te deje... eso nunca nadie lo podrá lograr– susurraba
con voz ronca mientras la besaba– Yo seré tu dueño aunque no lo quieras.

Se miraron a los ojos ¿Qué tan cierto era?... Sin decir nada mas se besaron de nuevo
lentamente. Draco la levanto por detrás y las piernas de ella lo envolvieron, una risa
pequeña escapo de la boca de ambos cuando Hermione se golpeo la cabeza con el
“techo” del closet, pero eso no les impidió seguir. Ella le desabotonó la camisa
lentamente paseando las manos por todo su torso. A él lo volvía loco su cintura, la
tocaba toda por encima de la blusa y metía sus manos debajo de esta para acariciarle
la espalda...

Sonríe– Es extraño, muy extraño... Cada día los miró y pienso que deberían estar a
cada lado del planeta sin saber que el otro existe... ¿A caso no sabían que desde el día
en que nacieron estaban condenados a odiarse? Una pasión así, no se puede ocultar
¿Cómo lo lograban?

En clase de transformaciones tuvieron que compartir una mesa de trabajo, ante todos
parecía que estaban lo mas lejos posible el uno del otro, cada uno haciendo
afanosamente su ensayo... si, eso en apariencia; pero por debajo de la mesa todo
cambiaba, él acariciaba el muslo de la castaña hasta llegar a su entrepierna, ella hacia
lo mismo con su torso y espalda... y el juego duró toda la clase...

Cuando el sol cedió pintando de naranja todos los horizontes se escurrieron hasta el
lago. A orillas del bosque prohibido jugaron. Hermione recordó haber mirado alguna
vez a Draco haciendo burbujas de jabón para Pansy y eso la entristeció, sus ojos se
llenaron de un recuerdo amargo que fue disuelto por los labios de él... Ese era el pacto.
Al parecer ese había sido... Cada vez que estaban juntos no hablaban de nada que no
fuese ellos mismos y el momento en el que vivían, sin amigos, sin escuela, sin
hechizo... Solo juntos, así tal vez no se lastimaban. Draco solo quería amarla cada vez
que pudiera, sin preguntas que al fin y al cabo no tenían respuesta.

Sin decir nada se desnudaron el uno al otro y lentamente se metieron en el lago hasta
que el agua les llego hasta el cuello, sonrieron al darse cuenta de la estupidez que
estaba haciendo, después de todo no era tonto tener sexo en el lago, era tonto
simplemente tenerlo... ¿Antes de amarse no había nada? ¿Después de amarse
tampoco? Pues al parecer ellos no estaban de acuerdo, había algo mas que los unía, no
era solo el hecho de que al momento de estar juntos dejaban de sentirse en su propia
carne para ser uno solo. En ese instante de plenitud era donde no había odio ni amor,
no había nada mas que un sentimiento que creaban con la mezcla de sus seres ¿Qué
era ese sentimiento?... No tenían idea, pero era algo tan inimaginable, fuera de la
carne humana que jamás habían experimentado.

¿Por qué se complican tanto la vida?... Yo solo le hubiera dicho amor.

-¿Qué haces Parkinson?


Pansy sonrió, tenía la mirada perdida y vidriosa, como desde hacía mucho tiempo.
-Te acuestas con la pobretona.– dijo ella
Blaise sonrió– todavía no.
-¿Y piensas hacerlo?
Se encogió de hombros– Quien sabe.

La hermosa pero sombría Slytherin se puso de pie acomodando su pequeña falda que
dejaba al descubierto gran parte de sus perfectas y bien torneadas piernas. Se arrodillo
ante Blaise que estaba sentado en el sillón reclinable y sonrió.

-¿Qué te pasa?– preguntó el moreno.


Ahora ella se encogió de hombros– lo hice– susurró.
El chico se puso de pie crispado y la levantó de la muñeca, el contacto le quemó la
mano y entonces volteándole el brazo miró la marca tenebrosa.
-¡Estas loca!
Ella respondió con una sonrisa... en verdad tal vez lo estaba.

Draco entró silbando a la sala común donde ellos dos discutían, los miró y ellos se
miraron. Pansy sintió que algo dentro de ella se estremecía con la presencia del rubio,
algo hacia ella había cambiado; ya no era la manera tierna y protectora con la que
alguna vez le dijo que era la mujer mas hermosa del mundo. Tal vez no la veía con
desprecio pero tampoco con simpatía... había sido su mejor amiga, su confidente...
ahora no era nada.
El chico saludó con la cabeza dibujando una media sonrisa y fue directo a su
habitación. La Slytherin apretó los dientes y de su boca salieron algunas burbujas
parecidas a la rabia que se deslizaron hasta el suelo, luego ella se derrumbo de rodillas
llorando amargamente.

-¿Lo hiciste por él?– inquirió el moreno.


Ella asintió– Si no me pertenece... Draco Malfoy no le pertenecerá a nadie.
Blaise hecho una carcajada- ¿Y que vas a hacer Pansy? ¿Matarlo?– preguntó y se metió
las manos a los bolsillos para ir al área de hombres.
Cuando el chico desapareció de su vista ella sonrió:
-A Draco no... –susurro.

Todo lo que se hace por amor; Está más allá del bien y del mal.

CAP 25: Quédate conmigo

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«30 de enero del año de 1849»

Lloraba...

Mir la abrazaba tiernamente sin decirle una sola palabra que en el fondo sabía que
podría confundirle. La gitana miró por la ventana oscura y suspiró profundamente, la
verdad es que nunca la había visto así. Hermione jadeaba compulsivamente al no
poder controlarse. La castaña no tenía la menor idea de que había estado pasando,
todo lo que podía recordar era a Draco haciendo algo sumamente extraño como si
fuera brujería ¿Qué era?... No tenía la menor idea y no quería saberlo.

Después de unos minutos mas, logró tranquilizarse y miró a su amiga, dio gracias en
ese momento de que ella estuviese a su lado. La miró a los ojos extrañada de
encontrarla tan tranquila... Bueno, Mir siempre había sido demasiado extraña, con su
“magia” y sus dones para adivinar sentimientos y ver el futuro, pero aún así no había
lógica en nada de lo que estaba ocurriendo. Por primera vez examinó la habitación en
la que se encontraba; era blanca y espaciosa, toda la madera tenía un aroma fresco de
pino, la cama era grande y suave completamente con ajuar blanco...
-No son fenómenos Hermione.– susurró Mir.
La castaña levantó la vista- ¿Qué esta pasando?... Son...
-Son magos.
-¡Mir, por Dios!– se crispó la chica- ¡Podrían ser peligrosos!
La gitana se levantó de la cama- ¡Como te atreves a decir eso! ¡Arriesgaron su vida por
nosotras! ¡Simples muggles que no valemos nada en sus vidas!
-¡MUGGLES! ¡Que demonios es eso!
Mir sonrió– Así les dicen a las personas sin magia... muggles...
Hermione la miró completamente incrédula– Te acostumbraste a ellos... Siempre
fuiste demasiado extraña... Pero esto es el colmo, hasta para ti ¿No lo entiendes? No
pertenecemos aquí.
-¡Huy! ¡Eres una testaruda!– caminó hasta sentarse en el borde de la cama junto a la
castaña– Hermione... Son maravillosos, hacen cosas increíbles con su varita y...
-¿Su varita?– dijo con un tono sardónico.
-Si, VARITA– enfatizó– Draco... él, de verdad te quiere...
Ella se puso de pie violentamente– No me importa.– sonrió

La puerta rechinó lentamente mientras la abrían con cautela, amabas gitanas miraron
al ángel que asomaba la cabeza por ella, Hermione no tuvo la menor idea de quien
podría ser aquella mística mujer. Selena traía una bandeja en manos con un coctel de
frutas, entró con una amplia y tranquila sonrisa que recordaba las maneras de una
madre, dejó la cena en un baúl que estaba al pie de la cama y cruzo las manos sobre su
vientre.

-¿Te sientes mejor?– pregunto.


Su voz fue tan dulce que le erizó la piel a Hermione.
-Muchas gracias...
-¡Hermione! ¡Ella es Selena Weasley!...
La castaña la miró a los ojos- ¿La esposa de Ronald?
Selena asintió– Me alegra que hayas despertado... Sinceramente yo empezaba a
dudarlo.

Sin decir otra cosa se acercó a ella y la envolvió en un cálido abrazo, Hermione no pudo
evitar aferrarse a ella con fuerza y derramar todas las lágrimas que le quedaban.
Selena sonrió cerrando los ojos y frotándole la espalda suavemente.

-Ya mi niña... todo saldrá bien... No somos “fenómenos”, somos personas normales
Hermione– la miró a los ojos– Con la diferencia que tenemos un don maravilloso.

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Un gruñido escapo de su boca al tiempo que golpeaba el escritorio de madera clara
con el puño cerrado. El cabello rubio le caía sobre la frente mientras estaba recargado
con la cabeza hacía abajo, las antorchas daban una luz muy tenue a la estancia. Sus
palabras le habían herido los mas profundo de su ser «¿Qué clase de fenómeno eres?»
retumbaba en su mente con un golpe palpitante, su sangre fluía a una velocidad
impresionante.

-No lo tomes tan a pecho...


-Un fenómeno...– dijo y sonrió. Levantó el rostro– Un fenómeno Ron... Eso soy para
ella...
-Draco...
-¡Un maldito Fenómeno!– Volvió a golpear el escritorio tres veces con los puños
cerrados- ¡Arriesgue mi vida por ella! ¡La traje a mi mundo! ¡¡Y cuando despierta es lo
primero que dice!!

Si, solo era eso y él como un perfecto estúpido se había enamorado de ella. Tal vez ella
nunca lo amo, solo quería el oro que conseguirían, pero ni la mujer mas perfecta del
mundo valía una humillación de esa manera, por Merlín que no. Apretó los dientes lo
más fuerte que le fue posible hasta que sintió como se le desgarraban. Ronald solo lo
observó, había visto a Draco furioso muchas veces, pero ninguna que se le pareciera a
esta en lo mas mínimo, cerró los ojos respirando profundamente, quería encontrar las
palabras adecuadas pero... Un minuto... el último sollozo no había sido nada parecido
a un gruñido. Levantó los ojos para encontrarse con el rubio que lo miraba fijamente,
al pelirrojo no se le ocurrió otra cosa que acercarse para envolverlo en un fuerte
abrazo...

-Ella te amará... Estoy seguro de eso Draco...


El chico tragó saliva y asintió.

Hay amistades tan grandes, que la única manera que encuentran para sobrevivir es
estar lejos una de la otra...

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El amor más grande, el que suele ser verdadero es doloroso... Al igual que la amistad,
la única manera que encuentra para sobrevivir es buscando la felicidad especifica de
una de las dos partes que lo conforma... Porque cuando es amor, con la felicidad de
uno sobreviven ambos. Solo que hay un pequeño error, ¿A caso no comprenden que
no pueden ser felices de otra manera mas que estando juntos?

Por un minuto la oscuridad le causó confusión, sabía que algo andaba mal, porque su
habitación generalmente era alumbrada por la luna que se filtraba entre las cortinas
transparentes de la ventana... si, algo andaba mal, no estaba en su habitación. Abrió
los ojos y pestañó un par de veces antes de sentirlo respirar sobre su estomago. La
sabana le cubría hasta la cadera y él seguía en medio de sus piernas, profirió un
profundo suspiro que logró despertarlo.

Sintió el cuerpo caliente de la chica y movió la cabeza para besarle el abdomen


tiernamente. Alzó el rostro para mirarla y descubrir esos ojos cálidos que lo sacaban
del mundo real para transportarlo al paraíso, le sonrió mostrando su dentadura,
haciendo que su rostro se suavizara aún mas, cosa que él no podía creer. Ella era ya
demasiado maternal como para poder serlo todavía más... sin embargo lo conseguía.

Draco la tomó de la cadera y siguió depositando tiernos besos alrededor del ombligo:
-¿Dormiste bien?– susurró con los ojos entrecerrados.
La piel de ella se erizó al sentir su aliento caliente.– Mucho– dijo con voz ronca y le
pasó una mano por la espalda.– Aunque extraño la luz...
-El amor es el único deporte que no se interrumpe por falta de luz...
Una carcajada escapó desde su garganta.
-¿Y eso es bueno?

Él chico respondió con una juguetona sonrisa, dibujo un circulo alrededor de su


ombligo usando su lengua y fue subiendo lentamente marcando con sus manos las
curvas tersas, lamió el caminillo entre sus pechos acariciándolos y llegó hasta su frente
donde depositó un beso y volvió a bajar por el contorno de la mejilla hasta llegar a sus
labios.
Se miraron en la oscuridad que parecía ser mas clara solo para ellos. Sonrieron
reflejándose en los ojos del otro...

-*te amo*- pensó con tanta fuerza, que casi juró que ella pudo escucharlo.

Quería gritarlo, que ella supiera que dentro de él había despertado sensaciones que no
sabia que pudiesen existir; él no creía en el amor y sin embargo ahí estaba... amándola
con todas sus fuerzas. Era su estúpido pacto superficial el que no lo dejaba admitirlo,
gritárselo en la cara mientras su mirada de fuego lo consumía lentamente.
Volvió a besarla y sus lenguas se encontraron al instante, Hermione enredo sus dedos
en los cabellos rubios, agarrándolo de la nuca para responder aquel beso que le había
sido otorgado, sonrió para sus adentro y Draco pudo sentirlo. La chica abrió las piernas
dándole paso para entrar una vez mas y él como un obediente Slytherin lo hizo y fue
penetrándola centímetro a centímetro hasta que la llenó. En respuesta la leona se
arqueó contra él y lentamente disfruto la suave embestida que entraba y salía de su
cuerpo con una ternura que le era desconocida.

Draco estaba extasiado con todas las sensaciones que lo sobrecogían en ese momento,
desde el placer de la chica que ya le era familiar y el suyo propio que se hacía mas
intenso al descubrir en ese abismo que estaba perdidamente enamorado... le besó la
garganta y el lóbulo del oído escuchándola jadear rítmicamente en su oído, hasta que
un sonoro gemido se le escapó de los labios a la chica y fueron cubiertos
inmediatamente por los de él.

-Cállate Granger– gruñó Draco.


Ella se aferró mas a él– No, no, no puedo... Hum... evitarlo– respondió mordiéndose
los labios, en un intento vano por no hacer ningún sonido.
-Me vuelves loco... –le dijo él mientras le besaba y mordía sus hombros.

Después de un par de horas Hermione sintió la puerta del paraíso mirando luces de
colores, al mismo tiempo Draco se derramó dentro de ella con una profunda
embestida y un gemido que ahogo con sus labios.

Tengo entendido que los placeres violentos terminan de manera violenta...

-Mas te vale que sea algo importante– dijo apretando los dientes.– no quiero perder
mi tiempo

Él sonrió descaradamente y la tomó de una muñeca acercándola contra su cuerpo. Por


alguna razón su sangre hervía al escucharla hablarle con ese tono tan soberbio y por
otra razón todavía mas extraña, aquello le gustaba. La tomó de la cintura para
estamparla en la pared y tomar su rostro con dos dedos, Ginny cerró los ojos al
instante.

-Entiende algo comadreja, tú no eres nada, no eres nadie.– su voz era como un grito
silencioso– Nadie te quiere, a nadie le importas... tu novio prefirió enredarse con otra
a estar contigo, tu hermanito esta muy ocupado acostándose con la rara y no tienes
amigos– se acercó a su oído– lo único que puedes tener, es un poco de compasión de
mi parte.
La pelirroja abrió los ojos, se encontró con su oscura mirada, inmediatamente viró la
cabeza pegando su mejilla a la piedra de la pared. El rostro de Blaise no reflejaba esa
sonrisa de burla que siempre tenía, ahora parecía molesto por algo que ella no
alcanzaba a comprender. Tenía razón... no había nadie y lo único que podía esperar de
una persona era probablemente un poco de lastima que dejara de herirla tanto.
El moreno volvió a sonreír, esta vez mostrando sus dientes que parecían mas blancos
con el color oscuro de su piel, en sus ojos hubo una chispa al pensar lo que seguía.

-Supongo... que, por no tener a nadie... debo estar contigo– dijo Ginny y rió en forma
de burla, volvió a encararlo– que iluso eres Zabini...
-¿A, si? ¿Y a “quien más” podrías acudir Weasley?– se aproximó a su rostro, sus narices
se rozaron fundiéndose en una sola respiración– No tienes a nadie...
-¿Yo te necesito?– levantó la barbilla- ¿O tu a mí?

La respiración del Slytherin se volvió mas agitada todavía y una de sus manos
descendió de la cintura de la chica donde la sostenía, por el contorno de su cuerpo y se
metió debajo de su falda acariciando el largo de su pierna, ella se mordió el labio
inferior y recargo la frente en el hombro del chico. Blaise siguió su recorrido con la
mano hasta el trasero, la cadera y después el monte de Venus, sonrió y empezó a
acariciar la cara interna del muslo, le rozó el cuello con su nariz aspirando.

-Nunca había olido algo con tanta intensidad– le susurró al oído.

Lentamente introdujo dos de sus dedos dentro de ella, estaba tan estrecha como una
virgen, estaba húmeda, lista para recibirlo, era tal como se la había imaginado. La
gryffindor se aferro de sus hombros y levantando una pierna jadeó a su oído
apretando los dientes para no emitir más sonidos.

-¿Te gusta Weasley?...

En respuesta recibió un desesperado, repentino y ardiente beso, el chico respondió


con su lengua metiéndola en la boca de la chica encontrándose así con la de ella. Fue
como una danza y al mismo tiempo un masaje relajante que le estremeció la espina
dorsal y ella pudo sentirlo, bajó desde sus labios desesperadamente para chuparle el
cuello blanquecino, sacó la mano dentro de ella y empezó a desabotonarle la blusa con
impaciencia al tiempo que levantaba la otra pierna a la altura de su cintura y recargaba
su pelvis con la de ella, aún a través del pantalón Ginny pudo sentir su erección.

-E, estamos, en un pasillo– jadeó ella.


-No me importa.
Lo aferró mas fuerte de la cabeza que estaba enterrada en su cuello y bajó sus manos
para desabotonarle la camisa y aferrarse a su espalda desnuda, el chico succionaba su
cuello, era algo ciertamente placentero pero sabía que dejaría una marca.
Desesperadamente haciendo su ropa interior a un lado el chico entró en ella de una
sola envestida, gimió a su oído haciendo que el sonido se asemejara más a un gruñido
felino.

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«30 de enero del año de 1849»

Los gemidos retumbaban en la habitación, desde hace algún tiempo se habían


olvidado de cuidar ciertos detalles como la DISCRECIÓN, después de todo, ya no era un
secreto para nadie lo que entre ellos dos pasaba.
Ella se movía de manera amazónica sobre su cuerpo, con la espalda erguida
absorbiéndolo lo mas profundamente que le era posible, él la sostenía de la cadera con
una mano y con la otra acariciaba un de sus pechos disfrutando su movimiento. Una
capa de sudor los cubría a ambos...

-Ya no aguanto– anunció el chico.


-Espera solo un poco... ya casi...– dijo ella con la voz cortada.
Sin embargo la presión fue tanta para él que se derramo dentro de ella sin esperar a
que consiguiera su orgasmo, la pelirroja se derrumbo sobre su pecho sintiendo las
exhalaciones del mismo, a pesar de no haberse satisfecho estaba sonriendo. El moreno
le acarició la cabeza y bajó la mano a la espalda.
-Lo siento...– dijo Sean agitado.
Ella sonrió y le dio un beso en el pecho– Está bien... ya lo haremos mejor.
Una carcajada escapo de los labios del chico.

Ginebra se incorporo de nuevo y lentamente descendió de él sentándose en un lado


de la cama. Miró la ventana cubierta por una cortina blanca casi transparente que
reflejaba un resplandor brillante provocado por la luz de la luna y el resplandor de las
lámparas de papel que eran colgadas en el jardín. Hizo un movimiento con el cuello de
manera que este tronara quedó mirando de perfil.

-Escuche cuando venía que la gitana despertó...– dijo Ginebra. Tenía un aire
decepcionante que él percibió.
El chico puso los brazos detrás de su cabeza y respiro profundamente, una sonrisa
forzada, mas de coraje que de gracia se dibujó en su rostro.
-Algún día tenía que pasar...– suspiró.
Los ojos de la pelirroja se llenaron de lagrimas– si... tenía que.– empezó a respirar por
la nariz.
El moreno se incorporo a medias para besarle el hombro con dulzura y acariciarle
ambos brazos.
-¿Quieres a Draco verdad?
Ella viró su rostro para verle la cara sobre su hombro– si...
-Si lo separas de la gitana, será tuyo...
-Eso nunca pasaría, según él está enamorado de... esa...
Sean sonrió– Hay cosas mas fuertes que el amor Ginny.
Fue extraño, nadie nunca la había llamado “Ginny”
-¿Cómo que?
-La ambición– susurró y la tomó de la barbilla para besarla en los labios.
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-¿Y ahora?
-Ahora que...
-Ahora que vas a hacer.
-¿Tengo que hacer algo?
-Ya te acostaste conmigo... ¿Eso querías no?...

Estaban en una clase vacía, se habían arrastrado hasta ahí para seguir desatando su
pasión sin temor a que Filch los viera, reposaban desnudos boca arriba, Zabini fumaba
pausada mente mirando el techo, viró su rostro para ver como la pelirroja se levantaba
para vestirse. Era cierto, quería acostarse con ella y estaba seguro de que no le
interesaba nada más que su cuerpo... Al menos hasta ese instante, parecía una
muñeca, con el cuerpo delgado y esbelto, además de varios lunares cafés y pequeños
por toda su espalda, era lo más hermoso que había visto en mucho tiempo.

La forma en que habían hecho el amor le fue totalmente desconocido, generalmente


las chicas lo tomaban de los hombros y se quedaban inmóviles bajo su cuerpo, pero
ella no... Hasta en eso tenia que ser diferente acariciándolo de una manera ansiosa,
restregándose debajo de él y mordiendo sus labios... Ahora solo quedaba una pregunta
¿Quién había utilizado a quien?
-¿Por qué lo hiciste?
-No te importa...
Su respuesta no supo porque, pero le dolió... tal vez no esperaba que respondiera tan
secamente.
-No te involucres demasiado... Blaise.– dijo y abrió la puerta.
-No lo haré... Ginny.

Su nombre sonó extrañamente familiar dicho por él, como si nunca nadie le hubiera
dicho de aquella manera... Hasta que él lo hizo, su tono de voz fue conocido, parecía
que todos los días Blaise Zabini la hubiera llamado así; Ginny...

El recuerdo es el perfume del alma y al mismo tiempo el vecino del remordimiento... Si


todo se recordase, entonces la vida sería imposible. El secreto está en saber elegir lo
que debe olvidarse. Dicen que los recuerdos llenan nuestra soledad... al contrario, la
hacen mas profunda.

La mañana ya era fresca, el viento de invierno les partía las mejillas, aunque lo
enamorados... o los que esperaban algo, parecían no notarlo.
Carolina y Harry paseaban por los pasillos de Hogwarts, eran... algo parecido a una
pareja “normal”. Al parecer todo estaba en calma, Hermione seguía con su extrañeza
habitual, Luna por alguna extraña razón había dejado la suya para acoplarse más con
Ron. Los chicos caminaban, él la sostenía por detrás abrazándole el vientre ya mucho
mas duro y abultado que antes.

-¿Cómo quieres que se llame?


El ojiverde sonrió- ¿No es algo pronto para eso?... Primero tendríamos que saber que
es ¿No?
-Pues si... ¿Entonces que te gustaría que fuera?
-Am... No lo se... Sería complicado que fuera niño, aunque me gustaría... pero una niña
también seria lindo...
-¿Y a quien quieres que se parezca?
-Si es niño a mí y si fuera niña... también a ti.

El chico recibió una juguetona palmada en el hombro de parte de Carolina, no sabía


porque pero ese bebé era algo que lo llenaba, el poderse llamar a si mismo “papá” lo
ilusionaba de sobremanera, tal vez era por pensar que a diferencia de él, su hijo
tendría un padre que se encargaría de amarlo y de asegurarse que no cometiera los
mismo errores que él... aunque, si lo pensaba, gracias a un error lo había concebido...
el mejor error de su vida.
-Buen día– saludó la pelirroja que salía de su primera clase.
Harry bajó la mirada y Carolina sonrió.
-Buenos días– dijo la chica alegremente.
-Em... hola... Ginny.
Carolina sonrió y se deshizo del abrazo de Harry:
-Debo irme– dijo y bufó– Imaginó que los veo luego.– finalizo y le dio un beso en la
mejilla al chico.
La pelirroja tragó saliva mientras ella se alejaba – he... como has... estado (¿?)
-Yo... bien, creo.
-Caro se ve linda... el bebé esta creciendo...
-Si, es... muy hermoso, desearía que se pareciera a ella...
-Si yo fuera la madre... Digo, creo, que Carolina... A ella le gustaría que tuviera tus
ojos...

Ginny le puso una mano en la mejilla que lo hizo sonreír abiertamente mostrando sus
dientes y cerrar sus ojos para sentirla, llevo una de las suyas para ponerla sobre las de
ella, se acercó a él lentamente y poniéndose de puntas le dio un beso en la mejilla.

-Serás un papá excelente Harry –susurró a su oído.

El azabache sintió como el calor de ella se alejaba hasta que se convirtió en frío, sus
ojos se pusieron vidriosos cuando la miró alejarse con su contoneo leve, quería mucho
a Carolina y estaba seguro de que su hijo se volvería una adoración... pero a la única
que amaba, era a Ginny Weasley.

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«31 de enero del año de 1849»

-¿Cómo dormiste?

No le respondió... Ginebra dirigía la cuchara del café en círculos con su dedo, e ignoró
la descortesía del rubio.
Draco no había dormido, cada segundo que pasaba pensando en que ella estaba a su
lado, despierta... Pero odiándolo como al fenómeno que lo consideraba era
perturbador, doloroso... sentía... ¿Odio?, pero como, si nunca en su vida había odiado
a nadie ¿Cómo podía odiar a la mujer que mas había amado en toda su vida?
La cocina estaba perfectamente iluminada, por el sol que se filtraba por la ventana que
estaba sobre el fregadero y la puerta de cristal que se alineaba al desayunador de
donde ella había sacado un cuchillo hace unas horas para amenazarlo.

-Hermione, baja eso...- dijo Draco con voz tranquila intentando calmarla.
Ella tenía los ojos desorbitados y las lágrimas salían con una velocidad dolorosa de sus
ojos mientras que la mano con la que sostenía el cuchillo.
-Eres un fenómeno...
-No.– susurró.

Una nota alegre los distrajo a ambos y miraron en la misma dirección, el agua empezó
a caer en ese mismo momento y golpeo con violencia la puerta.

-¿Qué pasa Draco...?– intentó decir, su voz se fue disminuyendo y tiró el florero con
rosas blancas que traía en las manos. Corrió a ella, lágrima salieron sin que se diera
cuentan. Mir le quitó el filo de las manos y la arrojó al suelo, hubo un sonido metálico
fuerte y la abrazó casi fundiéndose con ella.

La otra gitana correspondió el abrazo:- ¿Qué esta pasando?– preguntó Hermione entre
lagrimas- ¿Qué hacemos aquí Mir?

-¿te sientes bien?– preguntó y le palmeo el hombro.


Draco le dio un sorbo a su café y asintió.
-Mentiroso– dijo Ronald y sirvió un poco de té.
El rubio sonrió– Eres como mi hermano, comadreja.
-Si... tú también eres como el hermano que nunca desee.
-¿Ya no me deseas?– dijo el chico. Obviamente la intensión de esa pregunta iba mas a
broma que a otra cosa. Recargó su frente en el hombro del pelirrojo y abriendo su
boca suavemente le mordió un hombro.
-Draco.
-¿Qué?– respondió levantando el rostro.
-Si me marcas, te desaparezco los dientes.
-Es que eres tan deseable Ron– ironizó subiendo para morderle el lóbulo del oído.
-¡Malfoy!– lo reprendió.

Un gritó de pánico esta vez alarmo a los dos pelirrojos y al ojigris, corrieron hasta el
recibidor, donde por las escaleras Mir bajaba junto a Hermione implorándole algo en
un idioma que ellos no comprendían. Ginebra se acomodo el tirante de la blusa que se
había resbalado por su hombro. Draco miró con temor cada una de las cosas; En
primera, Hermione estaba viva y mirarla de nuevo con las mejillas sonrosadas y los
ojos abiertos no tenía ningún precio, en segunda Mir, quien parecía suplicar y por
ultimo una valija café que arrastraba con dificultad...
Esa era la clave, si no se equivocaba Hermione quería irse.

La castaña bajó los escalones dejando la valija en paz, quería salir de ahí lo más rápido
posible. Corrió empujando a Draco a un lado para alcanzar la puerta que estaba abierta
de par en par. Mir corrió tras de ella, el rubio se apresuró y salió tras Hermione, Ronald
impidió que la otra gitana los siguiera tomándola de la cintura y volteándola contra su
pecho. Ella no se resistió a tal acto y le rodeo los el cuello con ambos brazos para llorar
abrumadoramente... Entre toda su tristeza algo que no podía pasar desapercibido era
su aroma.
Selena se paró en el centro de las escaleras y lo vio, sonrió. Era hermoso verlos así...
Ron necesitaría una compañera.

Draco alcanzó a Hermione tomándola de un brazo bruscamente. El sol le golpeo el


rostro y sintió el olor a humedad del jardín que había arreglado para ella... que ahora
quería huir. La chica tenia en su rostro la expresión clara del pánico, él se sintió
miserable, no quería que lo odiara, no quería que le temiera y sin embargo a pesar de
todo era lo único que había conseguido. Deseaba con toda su alma que volviera a
sentir...

-Déjame ir Draco...– dijo ella.


-¿Por qué? ¿Por qué Hermione?...
-¡Somos diferentes! ¡Yo no pertenezco aquí!
-¡Y a donde perteneces entonces! ¡¿A donde ya no vales nada?! ¡AHÍ QUIERES
VOLVER!– gritó.
-Prefiero ser una prostituta que un fenómeno.
-¡No soy fenómeno Hermione! ¡Soy un...!
-¡Un mago!– la chica se soltó de él– Tal vez a Mir le parece fascinante o lo que
quieras... Pero a mi no.

Las lágrimas salieron de nuevo. Ninguno de los dos quería lastimarse, pero
simplemente no podían hacer otra cosa estando juntos.

Hay personas que no nacen para estar juntos... Y a pesar de todo se encuentra... Y
encontrarse no tiene nada de malo... hasta que empiezan a quererse.
-¿Por qué no dejas eso ya?... Se hace tarde...
Levantó la vista y sonrió: Después de querer sigue amar.

El tono de Draco se hizo mas suave, estaba terriblemente asustado, pero después de
todo a quien le importaba... Iba a hacer lo que nunca creyó posible...
-Por favor quédate– dijo y tomó su mano para llevarla a su propia mejilla– Yo te
cuidaré, me ocuparé de ti, te haré feliz... nada te faltará.
Los ojos de la chica se llenaron de lágrimas– Quiero ser normal.
-¿Hermione, que es ser “normal”? ¿A caso cuando lo eras, eras feliz?... Mira lo que te
estoy ofreciendo– hizo una seña para la mansión y los jardines- Seré tu siervo, tu
criado, cubriré de rosas nuestra cama te vestiré y te desnudare y te hare el amor si
tienes ganas, si no tienes ganas no te tocare, me atare las manos esperare paciente,
como quien espera una limosna... pero por favor quédate.
-No... ¡No puedo!... Draco entiéndeme, no pertenezco aquí...– bajó el rostro ya
azotado por gruesas lagrimas.
Con la mano libre el chico le levantó la barbilla para mirarla a los ojos.
-Nadie hará más por ti, nadie te dará más... porque nadie te amara más. Seré lo que tú
quieras, como tú quieras
Negare mi fe, te levantare un altar me arrodillare ante ti y te rezaré. Cambiaré mi
nombre si no te gusta, cada deseo tuyo lo cumpliré, lo que pidas lo conseguiré a nada
te diré que no... Pero por favor, quédate. No se vivir sin ti...
-Déjame ir...– lloraba– no lo hagas mas difícil...
Llevó sus labios a los nudillos de su mano – si te vas... perderé todas las batallas, me
rendiré sin condición, estaré a merced de la humillación, desapareceré en mi propia
sombra, me convertiré en mi propia lapida...
-Nunca me dijiste lo que eras...
-¡Tenia miedo!... ¿No entiendes?... estaba evitando que pasará esto
-¿Cómo puedo creerte?
-La única forma en la que puedes saber que lo que te estoy diciendo es cierto... Es
quedándote.

EL rostro inocente del chico, con la frente arrugada por levantar los ojos y los cabellos
rubios en forma de corazón rozándole la frente... No pudo resistirlo. Lo tomó del cuello
para unir sus labios de gitana a los suyo, que importaba que fuera un fenómeno... Era
el fenómeno mas lindo que existiera. Draco no dudo en corresponderle tomándola de
la cintura y la ventándola a su altura. Ronald sonrió mientras miraba abrazado de
Selena, por el meloso espectáculo no dudo en besar en los labios a su esposa.

-Creo que si es la dirección correcta...– dijo el chico.


-Tal parece.
Draco dejó de besar a Hermione para mirarlos.
-Hola Malfoy...– Saludo Gregory Crabbe.

El pelirrojo inmediatamente sacó su varita, Draco hizo lo mismo haciendo a Hermione


para atrás de él con un brazo y los apunto. Ambos chicos pusieron sus manos en forma
defensiva.

-¡Hey! ¡Tranquilos! ¡No venimos por nada malo!– gritó Vincent Goyle.
-Que hacen aquí asquerosas ratas.– dijo Ronald.
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Desde la tarde las nubes tomaron el cielo como presa, ocultaron el sol antes de tiempo
pintando toda la tarde de un gris melancólico y deprimente. Por la noche, el viento
producía un silbido aterrador que se filtraba entre las ramas secas de los árboles, el
cielo estaba completamente oscuro y había un olor a humedad fría que calaba en la
nariz...

-¿Qué paso?– entró agitado aventando las puertas de par en par.

Madame Pomfrey estaba en un lado de la camilla, Draco se arrodillo para tomar sus
manos, todo el día había estado fuera y en cuanto llegó lo primero que se fijo era que
encima de su cama había una nota “urgente” de la enfermera... Su primer
pensamiento fue Hermione, como solía serlo últimamente; Pues bien, esta vez para su
desgracia había acertado.
La miró, sintiendo de inmediato unas inmensas ganas de llorar por ella... No quería
perderla, la necesitaba.

Se sentó en la orilla de la cama acercándose para darle un dulce beso en la frente y le


quemó los labios, su temperatura era demasiado elevada y una ligera capa de sudor le
cubría al parecer todo el cuerpo. El chico levantó la vista para mirar a la enfermera con
un brillo interrogante.

-Hermione...– dijo Draco.


-Hermione...– repitió exactamente igual la chica.
-No me dejes, por lo que mas quieras...
-No me dejes por lo que mas quieras.

Una mirada de extrañeza lo hizo mover la cabeza, ella repetía cada cosa que él decía
¿Por qué?

-Ella... eres tú... No piensa más que tú... Joven Malfoy, se los dije... El carácter mas
débil debe ceder, Hermione está cediendo– dijo Poppy- ¡Que han estado haciendo!
¡Deberían detener este monstruoso hechizo!– gritó con la voz quebrantada.
-Yo... ¿Yo soy el mas fuerte?– se preguntó- ¿Por qué?

Si se ponía a pensarlo... ella había intentado matarse en algunas ocasiones, en lugar de


pelear valientemente como toda una leona de Gryffindor y siempre había mantenido
un “miedo” a amarlo, a entregársele completamente... Sucumbía más fácil ante él que
él mismo ante ella...

Se necesita mas valor y fortaleza para aceptar que se está enamorado, que para
negarlo. Creo que Draco era cien porciento más fuerte que Hermione... Después de
todo él lo acepto primero, aunque los dos los descubrieron al mismo tiempo... Ese
Draco, siempre dice que el sufrimiento es lo mejor, porque nos sirve para aprender, en
cambio del miedo nadie saca nada. Pero Hermione me recuerda que aunque la
fortaleza es buena, el miedo nos hace humanos... Son un par de pesas iguales y
diferentes, la balanza perfecta.

El chico sollozó y se recostó junto a ella por encima de la sabana. Los espasmos
sacudían el cuerpo de la chica debido a la temperatura. Draco le besó la frente, una
lágrima se deslizo desde su mejilla y sintió algo duro en la garganta.

-*Granger... eres... mas fuerte que yo, lo sé*- pensó con fuerza mientras lloraba
espásticamente apretándola mas contra su pecho. Quiso cerrar los ojos, solo que sabía
que recordaría, ¿Qué era peor? Tener recuerdos que los lastimaban, o el presente que
lo atormentaba...

-No tienes que estar aquí...


Su voz sonaba melodiosa entre todo el caos, el sol brillaban en su máximo esplendor
reflejándose en sus lentes negros que escondían aunque fuera un poco su rostro. Que
mas daban, era inútil esconderse si era su vivo retrato.
Narcisa traía puesto un vestido de terciopelo verde oscuro con gorro, asemejándose a
un sobre todo. De perfil, Draco solo podía ver algunos mechones rubios de su madre
mientras caminaba firmemente junto a ella. El chico estaba vestido de negro hasta el
cuello con una gabardina larga que acrecentaba más su palidez, después de todo, iba a
un funeral... o algo parecido.

Entraron. EL chico pareció molestarse mas que su madre que ni si quiera se inmuto
ante el tumulto de reos andrajosos que golpeaban los barrotes gritando obscenidades
y silbando a los pasos de la bella mujer, acabada por los años. No había estado
presente en la sentencia de su padre, pero de ante mano sabia que no le darían el
beso... Había sido la horca.
-¿Quieres ver a tu padre?
Solo asintió. Narcisa cerró los ojos y asintió también.

Draco fue guiado por un dementor hasta donde se encontraba su padre: en una de las
celdas mas aisladas, miró a su derecha donde había sido la celda de su tía Bellatrix,
quien ahora debería estar a la diestra de... Sacudió la cabeza y miró a su padre... Su
padre... Su padre... ¿Quién era ese hombre? ¿Dónde estaba el altivo de mirada
soberbia al que hace apenas unos años le temía? ¿Qué habían hecho con aquel que lo
había obligado a marcarse por “honor”?... Ahora mirarlo ahí; flaco, mas pálido, con el
cabello corto casi a rapa y cicatrices en la cara, harapiento y con la mirada vidriosa... a
pesar de todo, sus ojos eran idénticos a los suyos y era algo con lo que cargaría el resto
de su vida, ver el reflejo de ese hombre al verse a si mismo... El rubio no pudo sentir
otra cosa que asco.

-Hijo mío...– su voz estaba carraspienta, como si tuviera un gran ardor en la garganta,
tal vez así era, él no podía saberlo.
-Lucius.
-Soy tu padre Draco.
Sonrió– Donde has estado todo este tiempo... padre. Cuando yo sufría, cuando mamá
lloraba. TU no eres mi padre– dijo y levantó el rostro.
-¿Qué va a ser de tu vida?...
-NO te importa.
Los ojos de Lucius Malfoy se llenaron de lágrimas, sin un solo gesto en su rostro.
-Eres tan patético– dijo Draco.
-¡Acabó el tiempo!

Un hombre de voz gruesa y fuerte hizo que su grito retumbara en todo el lugar de
piedra sombría, abrió la reja que hizo un sonido metálico fuerte al chocar con la piedra
y levantó al preso del brazo. Traía las muñecas esposadas a la espalda, caminó
torpemente.

El Slytherin volvió al lado de su madre, en la plaza no había nadie más que el ministerio
y el verdugo encapuchado. Hubo silencio total, el sol seguía brillando y un viento
valiente le rozo el rostro ondeando su cabello y el vestido de su madre. Trajeron a
Lucius, el ministro sacó un pergamino y leyó los cargos resumidos por los que había
llegado hasta ahí, la lista era demasiado larga como para mencionar con detalles uno a
uno... O demasiado escabrosa.
El sentenciado susurró algo, y sin desatarlo lo llevaron hasta Draco. El chico levantó el
rostro cuando tuvo a lo que quedaba de aquel hombre frente a frente.

-Algún día tendrás que tomar una decisión, elige bien...


-Elegiré, lo que me convenga.

Volvieron a llevarlo, hasta su “pedestal” era un marco de madera que tenía olor a
pino... que monstruoso, cortar la mejor madera para asesinar a alguien, que la muerte
fuera “Estética”, el mundo estaba podrido. Subieron a Lucius a un tronco justo debajo
del nudo, Draco y Narcisa se pusieron en frente de él.

-La perfección y el poder se sobrestiman hijo mío. Algo sabio, es escoger la felicidad y
el amor. –alcanzó a decir antes de que le cubrieran la cabeza con una especie de bolsa
de tela negra. Le colocaron por encima el nudo circular y después de largos segundos
de tensión, el tronco que lo sostenía fue retirado.
La soga se tensó al instante, Draco volteó el rostro para no ver y cuando volvió, los pies
estaban inertes.

El rubio lloraba, había abierto los ojos de nuevo para ver a su inerte amor... ambas
situaciones le dolían en lo mas profundo de su ser.

-Perdoname– susurró- No puedo protegerte... Solo soy un niño, un niño que no puede
hacer otra cosa que protegerse a si mismo. Pero si pudiera el poder para cuidar de
alguien... Seria todo ese poder lo usaría para ti, no puedo protegerte Hermione...

Minimizó todo lo que había dentro de él, sucumbió ante todo su dolor, quería ser
débil, si tenia que sufrir mas lo haría... solo para que ella viviera...
-Draco...– susurró Hermione.
El chico se sobresalto– Hermione... estas...
-Estoy bien– dijo con voz ronca.
Una carcajada escapo de su rostro y le besó la frente:
-A donde fuiste hoy...
La miró a los ojos– a ninguna parte...
-¿Estás... llorando?
-No... claro que no.
-¿Puedo hacer algo por ti?- dijo Hermione con el mismo tono débil acurrucándose en
su pecho
Draco sonrió -Solo quédate conmigo.

De regreso iban en un lujoso carro negro jalado por unicornios.


-¿Cómo estas?– preguntó Narcisa.
-Bien.– respondió secamente mientras miraba por la ventana.
-¿Quieres... ir a casa?... No tienes que volver a Hogwarts- dijo poniendo una mano
sobre su rodilla.
Él la retiró– Quiero ir al colegio.
Narcisa sonrió– de acuerdo... recuerda que no será por mucho tiempo, después de la
navidad iras a Dumstrang ¡Como siempre quisiste!– intentó sonar animada.
Draco dibujo una media sonrisa y asintió levemente.

La rubia se dio por vencida. Draco encontró un pedazo de pergamino en cuanto su


madre atinó a guardar silencio y apareciendo una pluma con su varita comenzó una
carta. Sin pensar en nadie, como si fuera una especia de diario, solo que lo primero
que se apoderó de su mente fue el recuerdo de la castaña dormida profundamente
boca abajo en su habitación, de donde él había salido para ir a ese terrible lugar:

Acabo te tenerte entre mis brazos, acabo de sentirte completamente mía y me duele
aceptar que después de todo estaré mas lejos de ti que nunca.
No sabes cuanto me gustaría decirte que eres lo más importante en mi vida, no
puedo... Porque no lo eres; no eres lo más importante en mi vida, eres simplemente lo
único. Me mantienes vivo, si hace algunos años vivía para odiarte ahora solo puedo
vivir para amarte.

Quisiera decirte que te amo, pero la única verdad es que necesito amarte. Te necesito
desesperadamente porque al estar contigo formo parte de ti, eres mi escapatoria a lo
que no quiero ser y es cada día seguir siendo yo, descubrir esto me ha lastimado...
Sientes como yo y eso lo sé, por eso lastimarme a mi mismo es lastimarte a ti y nada
en este mundo compensaría una lagrima tuya que derramaras por mi causa. Deseo con
toda mi alma que seas feliz, porque si tu lo eres yo también lo seré.

He descubierto que te amo Hermione... Solo espero que tú nunca lo sepas.

Draco Malfoy.
Cap 26: Si quieres prueba.

El hombre estaba ataviado con un traje gris claro de corte recto que parecía ser de
poliéster barato ya que lucía bastante áspero y un sombrero redondo de color negro
brillante que hacia juego con los zapatos de charol. Sonrió acercándose al chico, coloco
la sombrilla negra debajo de su axila derecha, el bigote pequeño se curvo de manera
graciosa haciéndolo sonreír también a él. La mañana era completamente gris, el cielo
estaba blanquecino como si una tormenta de nieve se avecinara, el viento frio les rozo
las mejillas y a pesar de que el hombre sintió un escalofrío... él no se inmutó.
Se aclaró la garganta antes de hablar y extendió su mano.
-Es un placer conocerle al fin...
-Me dijeron que tenías lo que busco.
Sonrió– Igual que su padre, siempre al punto...
-No vuelva a mencionarlo si desea obtener respuesta.
-Lo siento mucho.– de inmediato chasqueo los dedos y un elfo se acercó hasta él con
un paquete de envoltura amarillenta.– Aquí lo tiene.– dijo y rompió el papel.

Lo que quedó era una bolsa de terciopelo azul oscuro de la cual sacó lo que parecía ser
un libro, tenia bordes metálicos y grabados medievales de pastas duras. Draco sonrió
mostrando sus dientes y tomó en sus manos aquel ejemplar, lo abrió para ojearlo;
estaba en blanco.

-Tal como lo pidió, puse especial atención en los detalles: molduras de la mejor plata
que encontré, grabados hechos a detalle y hojas de papiro grueso... ¿Le molesta
algo?...
-Es... Perfecto.– dijo con un suspiro.
-Le aseguro que la señorita que lo reciba estará encantada. No es común recibir un
regalo tan costoso y mandado a hacer especialmente para una dama.
El chico levantó la vista, de su túnica sacó un costal verde y se lo entregó. El hombre lo
sacudió escuchando el sonido metálico de las monedas golpeándose.
-¿Quiere contarlo?– espetó Draco.
-No es necesario señor– inmediatamente lo guardó en una de las bolsas dentro de su
saco y le entregó la cubierta aterciopelada a Draco.– Confío en usted.
El Slytherin se viró tomando aquel libro en blanco entre sus manos.
-¡Disculpe Joven Malfoy!– gritó haciendo que el rubio se detuviera- ¿Por qué comprar
una pieza tan cara? ¿Piensa escribir una historia?

Draco sonrió.

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«1° de febrero del año de 1849»

-¿Qué demonios tienes en el cerebro?... A parte de cosas raras...


Ella sonrió– tenían hambre, si hay algo que no soporto es ver a alguien con hambre.
-¡Ron no te lo dijo! ¡Ellos son...!
-Lo se. Draco, lo se. Ellos son los amigos de ese tal Vincent
Draco la tomó de ambos hombros sacudiéndola de atrás a adelante:
-¡Me haces cosquillas!– grit[o la rubia.
-Malfoy, no le hagas cosquillas...– dijo Ronald y se sirvió una taza de café, tomó el
diario y terminó dándole un beso en la mejilla a su esposa. Miró al rubio –S U E L T A L
A.
El chico rodó los ojos– Tu esposa esta loca.
-ah, eso ya lo sabia– dijo el pelirrojo encogiéndose de hombros.– Entonces, ustedes
dos ¿Qué paso exactamente?

Ambos chicos dejaron las cucharas de plata y levantaron la mirada tímidamente.


Vincent se mordió los labios cuando temblaron al intentar hablar, miró a su
compañero y ambos volvieron al contacto con el pelirrojo.

-Después... ... ...


Draco golpeo la mesa- ¡Después de que!
-Malfoy.– susurró Ronald.
-¡Que! ¡Estos malditos ayudaron a aquel imbécil a medio matarnos!
-Lo sentimos.– dijo Vincent.
-Pues no es suficiente.– dijo el rubio cruzándose de brazos.
-Draco, pareces un niño malcriado– lo reprendió Selena. Ronald rió.
-¡Me dijo niño malcriado!– pareció sorprendido- ¡Ron! ¡Dile algo! ¡Me dijo niño!... ¡Y
mal criado!
-Ya cállate oxigenado.
-¡Oxigenado! ¡Oxigenado yo!...– tomó uno de sus cabellos- ¡Esto es natural!
-¿Los vas a dejar hablar o no?– dijo Ronald. El rubio natural al fin decidió guardar
silenció.

Con un gesto les indicó a ambos chicos que prosiguieran, ellos empezaron a sudar
como si fueran uno solo. Gregory tragó saliva con dificultad y se quedó mirando un
momento la mantequilla que flotaba en el plato de avena a punto de derretirse.
Levantó la vista para encontrarse con Vincent quien le hizo una seña para que hablara.

-Después de lo del pueblo perdimos a Frank.– Respiró hondo– Estuvimos en prisión de


un pueblo... Porque...
-No importa el porque– interrumpió Selena y puso su mano sobre la de él- ¿Cómo
llegaron aquí?
-En barco...
-Eso es obvio estúpido.– dijo Draco.
-¿Por qué vinieron?– Insistió la rubia.
-Nos deportaron de América– intervino Vincent– no queríamos volver a Canadá así que
dijimos que éramos Ingleses y nos mandaron aquí...
-La pregunta es: ¿Por qué fastidiar a Malfoy y a Weasley?
-Draco basta ya.– dijo Selena
-No, esta bien... sabemos que no debimos buscarlos pero... no sabíamos que hacer.–
dijo Gregory.
-Bien, fue un “gusto” verlos otra vez. Ya conocen la salida.
-¿Tienen a donde ir?
-NO... SELENA NOOOOOO
Ella sonrió y le pasó una mano por la mejilla dulcemente– Si, Draco SIIII
-¿Por qué tenernos que ayudarlos? Ojo por ojo...
-Ojo por ojo, el mundo acabará ciego.

La rubia lo derretía, no existía nadie que se pudiera resistir al encanto de Selena de


Weasley. Tal vez por eso su amigo, el que era incansable había sucumbido ante ella
desde la primera vez en la que habían sido empujados el uno contra el otro. Ronald
miraba como “discutían” las dos personas mas importantes en su vida y una sonrisa
involuntaria se dibujaba en sus rostro, pero lo que mas llamaba su atención era ella; su
perfección sobrepasaba los limites humanos en todos los aspectos, ella era mas, que el
aire, que la vida, que todo... No supo en que momento la “discusión” había terminado
alegremente y Draco se había acercado para besar en la frente a la chica.

-Entonces– dijo Ronald con un profundo suspiro- ¿Cómo quedamos?


Selena sonrió– Bueno, el señor Crabbe y el señor Goyle se quedarán en la casa para lo
que se necesite... hasta que consigan un trabajo.

Draco salió de la cocina, segundos después fue seguido por los robustos chicos. Selene
llevó los platos al fregadero y dejó correr el agua, Ronald aprovechó el momento para
rodearla de la cintura y soplar levemente sobre su cuello haciéndola reír, ella viró el
rostro para besarlo dulce y suavemente. Entonces se separaron. Selena desfalleció en
el suelo sin llegar a perder la consciencia y empezó a toser compulsivamente, Ronald
atrajo con su varita unos pañuelos blancos y una jarra de agua que se sirvió sola en un
baso transparente, la chica sacó el pañuelo que siempre traía con ella, cuando el
pelirrojo se lo quitó para ofrecerle agua se dio cuenta con horror que estaba cubierto
de sangre, inmediatamente lo guardo en su pantalón y le dio uno nuevo besándola en
la frente. Sus ojos se llenaron de lagrimas, la tos había cedido, la rubia también
lloraba... ambos lo sabían.
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Despertó, no había sol... seguro por eso había dormido de mas y si su instinto no le
fallaba era mas del medio día. Llevó una mano a su pecho, su corazón estaba exaltado,
parpadeo varias veces repetidamente. Se sentó y apoyó los pies en la alfombra, corrió
por completo las cortinas azules atándolas con un listón plateado.
Había tenido esa pesadilla de siempre que se asemejaba más a un recuerdo. Todavía al
despertar sentía la muerte que le calaba hasta los huesos, otra noche más en la que
había visto a esa mujer que era su reflejo, pero con una espiritualidad que desconocía
en si misma pero que era igual a la de su madre, solo que aquella mujer que sufría no
era su madre...

La única manera de ser feliz es que te guste sufrir. El verdadero amor no se consigue
con la satisfacción de un deseo físico ni con la necesidad de compañía de un espíritu,
se logra con respeto, conocimiento y sobre todo: elecciones difíciles. A veces hay que
sacrificar lo que mas amamos y si ese sacrificio se hacer por amor, es seguro que solo
nos dará la felicidad de lo que amamos.

-¡Que demonios pasó!


-Solo se resbaló...– respondió con un hilo de voz.
La tomó de los hombros con violencia- ¡Que le hiciste!
-¡Te juró que nada!... ¡Me lastimas!
Agarró su barbilla con dos dedos haciendo una presión exorbitante hasta que las uñas
se le pusieron blancas.
-Si le pasa algo, te juro que te va a pesar.

En cuanto la soltó respiró por la boca y se recargo en la pared derrumbándose


lentamente. Las lágrimas salieron de nuevo ¿Cómo podía ser tan cruel?... levantó la
mirada esperando alguna reacción ante esos ojos miel bañados en lágrimas, solo que
él por alguna razón ya no sentía ni si quiera ternura hacía ella, mucho menos en este
tormentoso momento. Entró en la enfermería azotando la puerta, el llanto de la
pelirroja se volvió espásmico.

Era demasiado tarde, no podía dormir... Pero ¿Ella que hacía ahí?, bueno era prefecta
y tenía que hacer una ronda antes de dormir, así que por lo tanto era de lo mas
normal. La pelirroja estaba sentada en posición fetal en uno de los pasillos que estaba
frente a las escaleras. De pronto escuchó un taconeo excesivo, seguro que había
empezado a correr por algo que a ella no le importaba, aún así levantó la vista.

Carolina bajó corriendo miraba hacía atrás pero no como si la vinieran persiguiendo,
mas bien como si acabara de ver algo que seguramente sería de gran valor. Un grito
hizo que Ginny levantará la vista solo para ver como la Ravenclaw caía escalón tras
escalón.

Su sangre dejó huellas en toda la piedra de los escalones, ella se quedó estática
mientras rodaba sin profesar un solo grito. Cuando salió se su asombro corrió hasta
quedar frente al cuerpo que parecía inerte, había perdido la conciencia y estaba
envuelta en un charco pegajoso de sangre...

Los ojos de Harry estaban llenos de lágrimas al verla, se quedó de pie frente a la
camilla que tenía las sabanas empapadas en sangre, aspiro con su nariz congestionada
y levantó la vista para mirar a Madame Pomfrey quien tenia la cabeza baja, se miraron
a los ojos y la enfermera sacudió la cabeza.

-Tiene un derrame interno.


-¿Por qué no la llevamos a San Mungo?
-Harry si se mueve no resistirá.
-Pero... Mi hijo.
-Tu hijo ya está muerto.

Cerró los ojos al oír las monstruosas palabras a las que deseaba resistirse, la enfermera
bajó la cabeza tristemente y abandonó la enfermería. Harry se derrumbo en el piso de
madera a un lado de la camilla, las lágrimas se deslizaron por debajo de sus lentes
haciendo diminutos charcos salados, se oprimió el pecho con fuerza y respiró por la
boca intentando mantenerse consciente. Sintió como una mano se posaba en su nuca
e inmediatamente se incorporó sentándose en la camilla para mirarla.

-¿Qué paso?– preguntó con la voz quebrada.


-Perdóname... Yo...– la tos le impidió hablar.
-Esta bien, esta bien...
-Nuestro hijo.

Harry la abrazó mientras sollozaba, al levantarla una la sobrecama se quedó pegada a


su espalda por la sangre y lentamente fue apartándose dejando un rastro rojo y
chicloso. Recargó la frente en el hombro del azabache y cerró los ojos.

-¿A dónde vas Carolina?


-buff... Malfoy, se que soy irresistible pero no me sigas.
El rubio sonrió– No te sigo Carolina.
Era hora de las rondas nocturnas con las que se aseguraban de que todos los
estudiantes estuvieran dormidos. Ambos chicos caminaron en direcciones opuestas,
Draco se perdió por el pasillo.
Estaba oscuro, sintió que alguien caminaba, empezó a respirar por la boca. El aliento le
salió caliente y avanzó para internarse en la oscuridad, estaba muy cerca demasiado...

-LUMUS
-LUMUS

Al instante se topó con ella. Hermione casi cae de espaldas cuando chocho contra el
torso duro de Draco al mismo tiempo que hacían el hechizo para alumbrarse, el rubio
la sostuvo de la cintura mientras con su otra mano en alto alumbraba el pasillo, ella
hizo cara de espanto cuando lo tuvo en frente.

-Granger– dijo Draco.


-Malfoy.
-Siempre haciéndome perder el tiempo...
-Disculpe su “alteza Serenísima”, pero esta es mi zona
-Yo hago lo que quiero.
-NO en MI zona Malfoy...
-Donde sea Granger, tu zona o no, hago lo que QUIERO.
Una carcajada escapó de la garganta de la chica. –Malfoy, siempre alardeando...
-¿No me crees?
Ella negó.
-No me retes Granger...
-Huy el que le tiene miedo a los retos.

El rubio sonrió y la acorraló contra la pared aspirando sobre su rostro, ella se


estremeció. Sus labios se rozaron, ese era el juego, solo tentarla, divertirse un rato...
Solo que no podía. Las manos de Hermione soltaron la varita y hubo un sonido agudo
cuando cayó en el suelo, se apoyó en su pecho y fue subiendo lentamente hasta
envolverlas en su cabello y atrayéndolo contra ella para besarlo. El chico pegó todo su
cuerpo al de ella tomándola de la cintura para así poder robarle la respiración.

Carolina los vio. Había llegado hasta ahí por el sonido de una varita que caía e
imaginándose lo peor decidió investigar, cual sería su sorpresa que al ver a ambos
chicos una sonrisa se ensanchó en su rostro. La sangre sucia y el mortífago juntos, sin
hacer un solo sonido corrió en dirección contraría a las escaleras, tenia que contárselo
a alguien.
Abrió los ojos una vez mas y una lagrima se deslizó por sus mejillas, a ella que
demonios le importaba aquello, porque había corrido... por estúpida.
-Harry...
-Carolina, no pasará nada, yo te juro.
-No– susurró– no jures nada... Eres, lo mejor que me ha pasado, te entregué mi cuerpo
porque no había nada mas de mí que tuviera valor...
Harry la sostenía con fuerza recargándola en su hombro, las lágrimas se deslizaban por
sus lentes más ferozmente que antes. Todo su cuerpo empezó a temblar.
-No quiero morir...– dijo Carolina- ¡No quiero!
-¡No! –gritó Harry intentando corresponder al grito de la chica.
Su llanto se hizo mas violento– Harr...– fue interrumpida, una tos con sangre salió de
su boca y manchó el hombro de la camisa blanca del chico, era la prueba de que su
derrame interno estaba a punto de colapsar.

El gryffindor la apretó mas contra su cuerpo sintiendo los espasmos que recorrían a la
chica, el viento con tierra golpeo las ventanas altas de la enfermería en ese momento y
los oídos de él se taparon sin poder escuchar nada, solo sentía sus respiraciones.

-¡Carolina!
-Harr...
Y el cuerpo de la chica cedió. Quedó flácida como una muñeca de pesada de plástico,
sollozó fuertemente sintiéndose incapaz de soltarla.

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«1° de febrero del año de 1849»

Miraba su reflejo, pero era incapaz de reconocerlo, de reconocerse. Su cabello suelto


caía rebelde sobre sus hombros, cuando el de todas las mujeres lucía estirado y
recogido en peinados altos. Draco se quedó mirándola en el marco de la puerta, la
chica lo vio a través del espejo y sus ojos se fundieron los unos con los otros.
Hermione se puso de pie virándose lentamente para verlo de los pies a la cabeza, traía
un traje sencillo de color negro que definitivamente le sentaba mejor que las ropas de
vaqueros.

Él la miró de los pies a la cabeza, traía un vestido en color rojo sangre ajustado de la
cintura pero con una amplia crinolina en la falda, dejaba al descubierto sus hombros.

-No te ves especialmente feliz.– dijo Draco metiendo una mano en su bolsillo y
acercándose a ella
-No quiero ir a esa reunión de f... – mir[o el suelo y apretó los labios– Magos.
El rubio la tomó de un brazo y la jaló contra sí– Nosotros lo FENOMENOS somos mucho
mejores que cualquiera de los asquerosos muggles inmundos a los que perteneces.

La chica le dio una bofetada que logró voltearle el rostro, el chico gruñó con fuerza y la
estrujó entre sus brazos. Ella ahogó un grito de dolor y sorpresa que llegó hasta el
fondo de su garganta

-¡Draco!– gritó Ronald asomándose por la puerta abierta mientras se abrochaba los
puños de la camisa- ¿Pasa algo?
El rubio soltó a la gitana y ella salió corriendo de la habitación, el pelirrojo se hizo a un
lado para no impedirle el paso, el chico de ojos grises volvió a gruñir
-No es manera de tratarla...
-¡No te metas!
-¡Draco, ella esta asustada! ¡No es para que te pongas a...!
-¡NO LA DEFIENDAS RON!
-¡No te voy a permitir que la maltrates!

Ronald salió de la habitación cerrando la puerta delicadamente, la chica estaba en un


pasillo abrazando sus rodillas y sollozaba, levantó la vista en cuanto sintió que alguien
se había parado frente a ella, lo miró. El pelirrojo le extendió una mano con una
sonrisa compasiva y ella la tomó levantándose con un grácil movimiento.

-¿Estas bien?– preguntó Ronald.


Ella asintió.
-¿Te hizo daño?
Ella negó.
-Se que... Draco es impulsivo, pero solo lo hace porque le interesas... Nunca lo había
visto así...
-Eso no lo disculpa– levantó su vista.
Ronald se sorprendió del fuego que había dentro de su mirada y sonrió con ternura,
lentamente la acercó a él para darle un beso en la frente.
-¿Por qué haces esto?
-Hermione, le importas a Draco... Nunca le ha importado nada, lo máximo que duró
cuidando a otro ser vivo han sido dos días y era una planta...
La castaña rió.
-No lo abandones...
Draco los miraba desde lejos, abrazados... ¿Por qué se dejaba tocar por él?
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Toda la tarde había estado llorando, por Merlín que ella no se merecía aquel
desprecio. Estaba sentada en el tronco de un árbol que había sido cortado
recientemente, lentamente se recostó y sintió como la aspereza de la madera le calaba
la espalda, pero no le importo. Suspiró el aire frió y abrió los ojos para ver el cielo
cubierto de nubes negras que hacían todavía mas oscura la noche, la lámpara de papel
apenas alumbraba y aun así preferiría la penumbra total. Volvió a cerrar los ojos para
seguir fantaseando que ella no estaba ahí y eso no estaba pasando.

-¿Qué haces aquí?– su voz sonó mas dulce que de costumbre.


Sonrió, aunque no lo esperaba por alguna razón guardaba la esperanza de que la
encontrará.
-Déjame adivinar: Potter.
Se sentó inmediatamente, su piel pálida resaltó con el leve fuego de la lámpara
amarillenta.
-¿Estás bien?– ella no respondió- ¿Quieres que me valla?
-No.– contestó la pelirroja con un hilo de voz.
-¿Quieres que me quede?

Ginny se encogió de hombros. Blaise se sentó en un lado de ella a varios centímetros,


suficientes como para que no pudieran tocarse, la chica lo miraba fijamente y él no
supo que hacer, sus ojos de oro lo intimidaban, por Merlín que sí. Quería que los
cerrara, no sabía porque, entonces se acercó más a ella y la abrazó, involuntariamente
las lágrimas de la chica empezaron a brotar seguida de espasmos y se aferró a su
espalda encajando su rostro en él.

-No se porque sufres tanto Weasley– susurró– Tu inocencia es la que te hacía ser
“Feliz”, el mundo siempre ha sido como lo es ahora, solo que antes nunca lo viste.
Tienes a tu familia perfecta, a tu novio maravilloso y todo lo que querías, eso nunca fue
real... llora Ginny, llora... siempre ha sido así, solo que nunca lo habías visto.
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Caminó con paso fuerte a través de la oscuridad, el viento frió seguía ahí y las nubes no
se había apartado, estaba casi seguro de que ya no lo harían. Resopló un momento
pasándose una mano por la frente, a pesar de todo estaba sudando, sus manos
temblaban y su corazón estaba acelerado, bueno... siempre lo estaba cuando se
trataba de ella. El no saber como reaccionaria, el no pensar en nada mas en lo
impredecible que le resultaba le dificultaba la respiración.

Al llegar ella lo esperaba, como siempre. Estaba con los brazos cruzados sobre el pecho
y la mirada fija en el lago tranquilo. Sin saber porque llegó para tomarla de la cintura y
depositarle un beso en el cuello. De inmediato la chica se separó de él.

-Me asustas– susurró.


Draco tragó saliva y no le dijo nada más.
Hermione sonrió con algo de sarcasmo– Déjame adivinar: quieres terminar otra vez.

Su comentario lo lleno de algo parecido al coraje y muy cerca de la exasperación solo


que, no era... se asemejaba más al dolor profundo que provocaba su incomprensión.
Él estaba sufriendo, verla inconsciente pensando en que nunca despertaría lo había
llenado de rabia... Si, rabia, pues se había dado cuenta de lo mucho que la necesitaba.

-No puedes depender tanto de mi Malfoy.- dijo Hermione- Lo que me pase a ti no te


importa...
Draco la tomó de los brazos con violencia- ¡¡Porque todavía no lo entiendes Granger!!
¡¡Si yo, tú! Si caes, yo contigo, y nos levantaremos juntos en esto unidos...

La castaña se fijó en sus ojos con un pequeño grito que no pudo evitar reprimir, los
ojos de Draco estaban llenos de lagrimas y en su rostro había una desesperación que le
era desconocida. Él prosiguió:

-Si me pierdo, encuéntrame. Si te pierdes, yo contigo, y juntos leeremos en las estrellas


cuál es nuestro camino. Y si no existe, lo inventaremos. Si la distancia es el olvido, haré
puentes con tus abrazos, pues lo que tú y yo hemos vivido
no son cadenas... ni siquiera lazos: es el sueño de cualquier amigo es pintar un te
quiero a trazos, y secarlo en nuestro regazo...
-No entiendes que nos estamos haciendo daño?- dijo la chica, al parecer estaba al
borde del llanto.
-Si dudas, te entiendo. Si callo, escucha mi mirada. Si callas, leeré tus gestos. -el rostro
de Draco se suavizó y la soltó lentamente- Si yo, tú, Hermione. -finalizó

La gryffindor no pudo responder, tenía razón, no era una cadena lo que la mantenía
unida a él ni un lazo no era nada más que un sueño del que no quería despertar nunca.
Lo vio alejarse... ¿A quien engañaba? No podía ni engañarse ella misa, ¿A caso creía
que alguien mas se tragaría la historia?... También lo amaba y eso la aterraba en una
forma profunda, él la podía lastimar y sabía que ella acabaría lastimándolo.

-¡¡Si tú, yo también!!- gritó. Corrió hacia el chico y lo abrazó por la espalda.- Si lloro,
ríeme. Si ríes, lloraré, pues somos el equilibrio, dos mitades que forman un sueño.
Draco se viró para verla. Un rayo en el cielo los iluminó a ambos seguido del estruendo
que no los inmutó.
-Si me dejas, mantendré viva la llama hasta que regreses, y sin preguntas, seguiremos
caminando. Y sin condiciones, te seguiré perdonando. Si te duermes, seguiremos
soñando, que el tiempo no ha pasado y el reloj se ha parado. -dijo ella.
-Y si alguna vez la risa se te vuelve dura, se te secan las lágrimas y la ternura, estaré a
tu lado. Pero jamás te cures de quererme, Quiéreme en mi locura, pues mi camisa de
fuerza eres tú, y eso me calma, y eso me cura...

Sus rostros estaban a milímetros, cada roce de sus narices era doloroso en lo mas
profundo para ambos, sus brazos estaban entrelazados y se miraban fijamente.
Hermione sintió el aliento cálido de Draco sobre sus labios, nadie tenia una aliento así
y un tacto tan suave que parecía suavizarse mas al contacto con su piel. Al mismo
tiempo cerraron los ojos y se unieron en un beso con el que desaparecieron todo a su
alrededor, un segundo estruendo los iluminó y el agua se desplomo sobre ellos.
Las lágrimas salieron de los ojos de Hermione y se confundieron con la lluvia fría, se
aferró mas al chico arrugándole la camisa mojada y transparente, el chico la sostuvo de
la espalada y rodeo su cintura, lentamente fue bajando desesperadamente hasta su
cuello y ahí se quedo.

Amar no es mirarse el uno al otro, es mirar juntos en la misma dirección

-Si yo, tú- dijo Hermione besándolo en la frente.


Draco sonrió- Si tú, yo.
-Sin ti, nada...
-Sin mí- la interrumpió y la miró a los ojos- si quieres, prueba...

CAP 27: Siempre

El futuro nos tortura y el pasado nos encadena. He ahí porque se nos escapa el
presente...

Se movió nerviosamente y sin él saber porque, empezó a patalear aventando la sabana


a sus pies. Él tuvo miedo de moverla o despertarla, se quedó a su lado mirando las
convulsiones extrañas de su cuerpo y el sudor que le empapaba la frente, algo
parecido a una chichilla le atravesó el corazón y una fantasía salida de quien sabe
donde se apoderó de su mente: La veía a ella, solo que no era...
De pronto la rubia se incorporo sobresaltada. La cortina azul alrededor de su cama
estaba cerrada, como hacia siempre que Ron se quedaba con ella... Ron... viró su
rostro temerosamente para encontrarse con el pelirrojo que no dejaba de verla
fijamente.

-Tus pesadillas otra vez...– dijo el chico.


Luna asintió– Lo lamento– profeso lentamente. Sus ojos se llenaron de lágrimas:- Ron,
yo...
-shh, esta bien. No pasa nada– la abrazó muy cerca.
-No puedo detenerlo...
-Y... ¿Qué sueñas?...
-A ti, a mi...
El pelirrojo la miró a los ojos y sonrió mientras le sostenía el rostro en las grandes
palmas de sus manos:
-Lo que sea. Solo es un sueño... – dijo tiernamente y volvió a abrazarla.
La rubia se aferro de su espalda mirando por la ventana que estaba a la cabeza de su
cama:
-*eso quisiera*- pensó- *Solo un sueño...*

Los que no pueden recordar el pasado... patéticamente están condenados a


repetirlo...

El frío lo hizo despertar, por la oscuridad de la habitación no vio nada, pero sentía un
brazo delgado rodeando su cintura. La delgada mano se movió de su abdomen para
recorrer su pecho y esto lo hizo sonreír, la tomó y depositó un beso en ella.
Lentamente fue virándose para no romper aquel abrazo en el que estaba preso y entre
la penumbra su pupila se dilató provocando que pudiera verla; dormía profundamente
como una ángel a su lado, su cabello rojizo estaba esparcido por su almohada y tenía
los pechos desnudos descubiertos por la sabana.

No pudo resistirlo y se inclinó para besarle la mejilla y después los labios, ella
correspondió el beso, la verdad era que nunca había sido despertada de forma tan
dulce y el frío ni si quiera se sentía. Blaise sonrió sobre sus labios haciendo que ella
también riera y enredara sus brazos alrededor de su cuello.

-¿Mejor que anoche?– preguntó el moreno.


-Mucho mejor– respondió Ginny con una sonrisa imborrable.
-Me alegra...
-nunca hubiera podido dormir sin ti...
Él reprimió una carcajada– Pues, no dormimos precisamente...
-Sabes a lo que me refiero.
-lo se... lo se.– la besó.

Zabini empezó a bajar para encajar sus dientes en la piel blanquecina de ella que le
encantaba, su cuello era tan pequeño que sentía que si la mordía muy fuerte podía
extraerle toda la sangre... Ginny no estaba muy segura de porque permitía aquello, al
principio estaba claro que lo único que quería era un poco de “cariño” pero ahora... lo
que Blaise le entregaba en cada dura palabra era como si la dejara descubrir una parte
de su esencia, y ella deseaba poder dejarlo descubrir en ella, solo que siempre
aparecía el fantasma de Harry en su camino. Tal vez si se deshacía de ese cruel
recuerdo podría entregarle todo a él...

No existe el presente: lo que así llamamos solo es un punto de unión entre el pasado y
el futuro.

Ella bostezó al sentir un beso que se depositaba dulcemente en su hombro. Sonrió y


lentamente fue virándose sin abrir los ojos hasta que sintió perfectamente como él la
miraba. Draco estaba recargado en un de sus codos sosteniendo la cabeza con una
mano mientras que la otra la mantenía en la cintura de la castaña, se aproximó para
besarla pero ella lo esquivo abriendo los ojos con una enorme sonrisa que dejaba ver
sus dientes.

-¿Qué hora será?– preguntó Hermione volteándose de lado.

El rubio se encogió de hombros y se pegó a su espalda abrazándola, volvió a cerrar los


ojos dispuesto a seguir durmiendo. Había que admitir que nunca se había sentido tan
cómodo y menos durmiendo en gryffindor. Cuando Hermione lo arrastró
exclusivamente para DORMIR con ella le había molestado, solo que ahora se sentiría
un estúpido si no hubiera aceptado, sonrió sobre él hombro de ella.

-¿Qué te causa gracia?– preguntó la chica.


-Sigues vestida.
Ella rió– y eso que.
-nunca habíamos estado tanto tiempo juntos con ropa.

Si es que a aquello podía llamársele ropa; Draco traía puesto un bóxer pequeño y
ajustado en color negro y Hermione optó por un camisón rosa pálido semitransparente
de delgados tirantes que le llegaba hasta los tobillos.

-¿Qué hora será?


-Quieres dejar de preguntar eso... debe ser temprano, todavía no sale el sol.

La castaña abrió los ojos de par en par, la habitación estaba perfectamente alumbrada
y ¿Todavía no amanecía? Hizo el brazo del chico a un lado y se sentó en el borde de la
cama para ponerse las zapatillas de felpa, caminó recargándose en la ventana, el cielo
estaba completamente blanco por lo que el día era gris.

-¡Esta nevando!– gritó

Draco sintió el frió rozar su torso desnudo y de mala gana se levantó tras ella. La
habitación estaba casi congelada y una delgada capa de hielo cubría la ventana. Sus
pies calientes tocaron el suelo haciendo que se estremeciera, se quedó sentado unos
segundos frotándose los ojos y después caminó hasta pararse detrás de la chica.

-Huy, que emocionante– dijo con una sonrisa en los labios y puso su barbilla en el
hombro de la chica.
-¿No te gusta la nieve?
-Me da igual...
Ella bufó– Malfoy ¿A ti que no te da igual?
El chico sonrió– Tú por ejemplo– dijo y le dio un beso en el cuello apartándole el
cabello.
-Draco... no, no empieces...
-Me debes un orgasmo.
-¡Merlín! ¡No digas eso!
-Granger, ¿De cuando acá tan pudorosa?– preguntó arqueando una ceja.

Hermione estaba a punto de responder cuando él le plantó un beso profundo que la


tomó por sorpresa, le tomó amabas manos guiándolas para que acariciara su torso de
arriba abajo, había que admitir que no era del todo desagradable así que decidió
hacerlo por ella misma. El chico empezó a bordear su cuerpo con sus manos,
acariciándola desde las piernas hasta los pechos por encima del camisón y luego
volviendo a bajar esta vez desde su espalda sin romper el beso.

-Si que hace frió– susurró Draco.


-Bueno, es normal que en las Torres haga frío.
Sonrió– mejor me visto y me voy antes de que me de pulmonía.

La gryffindor lo tomó de una mano y le impidió moverse, él la miro con algo de


extrañeza y recibió una seductora sonrisa que lo obligó a tragar saliva nerviosamente.

-¿Qué tramas Granger?


Ella empezó a caminar jalándolo de una mano – que mejor manera de quitar el frío que
con una ducha caliente.

Entraron al cuarto de baño y el vapor salió.

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«1° de febrero del año de 1849»

La música era alegre y entre globos negros y plateados bailaban al compás de las
diferentes melodías. El salón era espacioso y rodeado de grandes cristales que
llegaban hasta el alto techo e infinidad de terrazas adornadas de la manera más
exquisita posible. Parecían adineradas personas normales, y lo eran, con la apenas
perceptible diferencia que en su sangre palpitaba la magia.

Draco y Hermione bajaron de un lujoso carro negro tirado por cuatro caballos, la
gitana había recogido su cabello y aunado con el vestido elegante de color rojo sangre
nadie sospecharía de su sangre muggle. En cuanto bajaron el rubio se sintió celoso de
las miradas de todos los hombres hacía su gitana, solo que sobre todo aquello tenía un
orgullo propio pues no hay hombre que no sintiera orgullo de su obra; la iba a pulir
para él.

Al entrar la castaña quedó deslumbrada por el lugar enorme, una sonrisa involuntaria
escapó de ella. Su mesa era un sillón semi redondo de color rojo a la orilla de una
ventana donde los esperaban Selena y Ronald. La rubia llevaba un vestido de corte
recto en terciopelo negro que delineaba a la perfección su delgada figura, el cabello
estaba completamente suelto formando a su vez algunas ondulaciones con un
flequillos grueso peinado a un lado que le cubría parte de la frete. Y escandalosamente
entró Ginebra con un vestido azul oscuro con muchos holanes y dos pequeñas mangas
transparentes que se deslizaban suavemente por sus hombros, Draco pensó en lo
hermosa que se veía y en que esa era el tipo de prenda que a él le encantaría
quitarle... Sean entró detrás de ella con un traje completamente blanco que resaltaba
su color oscuro de piel.

-¿Estas bien?– preguntó Hermione a Selena.


La rubia asintió– No te preocupes– dijo con un hilo de voz.

Hay veces en las que haces algo por capricho, pero ese algo parece ser lo único
correcto. Hablar del amor, para mí, es solo tiempo perdido... Que mas da ¿Sigo aquí
no?...

Ronald le colocó una orquídea en el pecho a Hermione y la sacó a bailar ante la


devoradora mirada de su amigo, la castaña reía con el pelirrojo mientras daban alegres
vueltas alrededor de la pista que hacían que su vestido ondeara, por primera vez se
estaba divirtiendo. Al chico la preocupación por el estado de su esposa se le veía en los
ojos, pero sabia que no debía entristecerse pues la pondría peor.

Después de una larga pieza Ronald salió a la terraza para respirar el frío de la noche
notando que parecía estar a punto de nevar, sonrió y decidió entrar de nuevo. Antes
de cruzar la puerta dos pequeñas manos lo atraparon de los hombros acorralándolo
contra la pared, unos labios carnosos se presionaron contra los suyos insistentemente
y por pura inercia correspondió tomando esa cintura breve y enredándose con su
lengua. Sabía que era Mir.

-¿Qué haces?...

Abrió los ojos para mirarla fijamente; su vestido era rojo de la parte de arriba de
mangas que le llegaban hasta los codos mientras que la falda ampona de crinolina era
negra con algunos picos en blanco, se veía hermosa, mucho mas que cuando estaba
ataviada como gitana, ni la vestimenta mas simple le quitaba ese aire de misticismo
que siempre tenía. No supo porque pero la atrajo con un brazo de la cintura para
volverla a besar profundamente. Mir pegó su espalda a la pared fría y sintió todo el
cuerpo del pelirrojo encima, sus manos se encontraron entrelazándose al mismo
tiempo que lo hacían sus lenguas, el chico bajó besando la curva de su cuello sin
soltarle la cintura y las manos de ella se enterraron en su cabello... Un gruñido escapo
de Ronald.

-Perdóname – le susurró con los ojos llenos de lágrimas.


-¡Ron donde te metiste!

El gritó de Draco irrumpió mientras ellos seguían en la misma posición. Él estaba


confundido y el amor sano que Mir le ofrecía era lo mejor que tenía en ese preciso
momento, solo que no podía, no podía corresponderle... porque estaba enamorado.
-Ron, por Merlín... Ven– dijo Ginebra asomándose a la terraza.

Había varias personas rodeando la mesa de ellos, Selena había desfallecido. Ronald la
tomó en brazos, la chica estaba pálida y lacia como si ya no tuviera vida... el
pensamiento le humedeció los ojos y subieron al carro para ir al hospital. Durante el
camino el chico no pudo evitar soltar involuntariamente algunas lágrimas.

-Selena, no me dejes...– le susurraba – por favor, yo todavía te necesito... Eres mi


luna...
-Yo también te necesito...
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-¡Buen día!– gritó Arthur, el prefecto de Hufflepuff a lo lejos. Terminó de dar una
indicación a los de primer curso y se aproximo a ellos. Draco y Hermione se soltaron de
la mano en cuanto lo vieron acercarse. – Ya saben lo que vamos a hacer hoy...
-Si– interrumpieron los dos al unísono.
El prefecto rió- ha... que bueno, lo malo es que esta nevado...
-Lo sabemos– dijeron de nuevo al mismo tiempo. Esta vez se miraron el uno al otro y
se sonrieron.
-¿Qué durmieron juntos o que?
Recibió una mirada asesina de parte del rubio:
-Tranquilo Malfoy, solo era una broma.
-Lo que digas... ¿Se supone que me tocó con Caro no?– dijo Draco.
-Em... es que, pues... Caro...
-¿Pasó algo?– preguntó Hermione.
-Es que, ella iba a tener un hijo y...
-¡¿Cómo que iba?!– se alarmó la castaña.
-Pues... tuvo un accidente, se resbaló por las escaleras y sufrió un derrame interno que
ahogo al bebé y ella...
-¿falleció?– dijo Draco.

El Hufflepuff asintió. La castaña se tapó la boca con ambas manos y sus ojos se
llenaron de lágrimas, apenas ayer la había visto mientras hacían las rondas nocturnas.

-*Harry*
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Su corazón latía a un ritmo casi imperceptible, su nariz se había congestionado por las
lágrimas que no dejaban de salir, así que había decidió respirar por la boca «Respirar»,
sonrió cuando la palabra retumbo en su cabeza... para que seguir respirando si ya no
tenía nada. Apretó la alfombra roja con los puños al mismo tiempo que sus dientes
haciéndolos rechinar dolorosamente, el sabor salado y dulce de sus lágrimas le llegó a
los labios para escaldarle la lengua.
Ginny entró y su corazón al fin se detuvo. La pelirroja se fijó en la ventana que había
empezado a nevar de nuevo y luego volvió la vista al azabache que estaba tirado en
frente de la chimenea apagada. Abrió los labios y salió un vapor frio debido a la baja
temperatura en la torre, algo se le atoró en la garganta al verlo en ese cruel estado,
pues no había otra forma de definir lo que quedaba de Harry Potter mas que como una
Monstruosa paradoja que rallaba en la crueldad masoquista.

-Lo... lo siento.– dijo levemente.


Fue directo a las escaleras– Tu no tuviste la culpa– interrumpió su paso la voz de Harry.
Ginny se viró lentamente a espaldas de Harry, el azabache no se había movido ni
medio milímetro, su voz estaba casi irreconocible.
-Perdóname– dijo él levantando el rostro.

Ahí estaban de nuevo, frente a frente después de todo el daño, después de las peleas,
de andar corriendo y de ERRAR, se encontraban como en un principio: Solos y tan
necesitados de cariño que...

-Yo la llevé a la enfermería– susurró Ginny, sus ojos estaban empapados– hice todo lo
que pude, la hubiera salvado si en mis manos...
-Lo sé.

Se arrodillo ante él y se fundieron en un cálido abrazo que tanto habían deseado. Ya no


había nada entre ellos, Ron, Carolina, un hijo, inmadurez... nada que los mantuviera
separados. Ginny le secó en rostro con su propia blusa y lo sostuvo de las mejillas para
besarlo lentamente. Sus labios se encontraron al compás de un roce exquisito y lento.

-Te amo tanto.– susurró la pelirroja sobre sus labios

No todos aprendemos del error, no todos maduramos... ni a todos nos perdonan. Si


hay alguien quien te ha perdonado por equivocarte, ten en cuenta de lo mucho que ha
de haber sufrido cuando le fallaste, así que no lo tomes a la ligera y si algún día tienes
que perdonar, hazlo... recuerda lo bien que sentiste cuando te perdonaron a ti...
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«2° de febrero del año de 1849»

La nieve había cubierto toda la fachada de la mansión Malfoy Weasley, la temperatura


de adentró era cálida ya que las chimeneas habían sido prendidas y Draco odiaba el
frío. Sean aún estaba en pijama, llegó hasta la amplia sala de estar en donde el rubio se
encontraba frente a una ventana mirando los copos caer lenta y tediosamente.

-¿Te divertiste anoche?– preguntó el rubio.


El moreno sonrió– Mucho, nunca había asistido a una de esas fiestas...
-Me alegra.
-Hermione está bien, la revisé y...
-Me alegra.

Zabini se sentó frente a él en el marco de la enorme ventana. Cruzó los brazos por
encima de su pecho y sonrió, el rubio levantó la vista para verlo a los ojos e hizo un
gesto duro que al moreno le provocaba algo de risa, solo que contuvo la carcajada que
se agolpo en su garganta.

-¿Qué te pasa Draco?


«Draco»- Nada
-Vamos, te conozco...
«Te conozco»- ¿Por qué crees que me conoces Sean?

Lo había conseguido, había hecho que le hablara por su nombre, si se familiarizaban


todo sería mas fácil. Hasta ahora estaba resultando. Sonrió para sus adentros, tenia
que ganarse la confianza de Draco, tenía que hacerlo.

-Porque soy igual a ti.


-Eso quisieras...
-Si... quisiera ser como tú, quisiera ambicionar todo el poder que tú ambicionas... Solo
que desconozco tu plan...
Arqueó una ceja– Yo no tengo plan...
-Ha, si... olvide que Weasley es el que los hace... Aunque claro, esta muy ocupado
jugando con las muggles.
-Quien lo diría– dijo riendo– hasta hace poco no soportaba nada que no tuviera magia
y ahora...
-seduce a tu gitana.
El ojigris le lanzó una mirada asesina.
-Solo era una broma.
-Ahórratelas... a menos que planees no usar la lengua en mucho tiempo.

Los que ambicionan tienden a olvidar la diferencia entre la cumbre y el precipicio, por
lo que en cualquier momento pueden caer. Algo que Sean sabía es que el poder sin
unión es débil, por eso necesitaba de Draco... Por eso lo necesitó siempre, hasta que
fue demasiado tarde para él, tanto en el pasado... como en el futuro. Hay que
recordar, que el hombre más poderoso, es el que se posee a si mismo.

-¡Ya volví!– gritó Ginebra.

Ambos chicos se exaltaron, Sean dejó escapar una maldición, esas irrupciones no le
venían nada bien.

-Creo que ella querrá verte– dijo Draco.


-No hemos terminado esta conversación.
-Entonces hagámoslo ahora. ¿Qué estas buscando?
-Todo... Que el mundo mágico tiemble al escuchar mi nombre... ¿Tú no?
-En realidad nunca lo había pensado.
El moreno se puso de pie y metió las manos en la sudadera gris que traía puesta:
-Entiendo, a algunos el poder les queda grande.– dijo con malicia.

Caminó lentamente, esperando la reacción del rubio. Un balde de agua fría le cayó
encima, ¿Estaba insinuando que tenía miedo? ¿O que no era capaz de obtener tal
“poder”?

-¡Sean!
-¿Dime Draco?– respondió tranquilamente.
-Si sabes que hacer... solo dime...
Sonrió– Claro que lo haré.
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El olor a medicina y a limpio nunca le había molestado, de cierta manera había


aprendido a aceptarlo, pero esta vez era demasiado. No quería pensar en nada, su
esposa, el amor de su vida estaba en una habitación delante de él y ni toda la magia
del mundo podía salvarla, ahora que al fin podría darle todo, esa maldita enfermedad
estaba empeñada en apartarla de su lado.
Ronald estaba sentado en el pasillo blanco frente a la puerta de la habitación de
Selena. Las lágrimas se habían secado sobre sus mejillas. Aun traía puesto el smoking
negro de camisa brillante de seda blanca, solo que en total desorden, el cabello lo
tenía completamente revuelto y respiraba por la boca, tal vez lo que mas le pesaba era
el remordimiento de su conciencia. Amaba a su esposa, más que a nada en el mundo
y... ahora se sentía el ser más despreciable del mundo.

El doctor salió de la habitación cerrando la puerta con cuidado. Él levanto la vista para
verlo e inmediatamente se puso de pie, era el nuevo jefe de San Mugo, porque él
había sido reemplazado por un Medimago con más experiencia. Aquel hombre era casi
calvo y el poco cabello que le rodeaba la cabeza empezando desde las orejas era de
color gris.

-Un placer conocerlo doctor Weasley– saludó estrechando su mano.– soy Calvert.
-Como esta mi esposa...
-Tiene un grado muy... avanzado, es casi imposible predecir lo que puede pasar...
Sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas– No se puede hacer nada en absoluto
-No lo creo.
-Gracias.

Entró a la habitación donde la descolorida rubia tenía los ojos algo abiertos. Sintió un
profundo pesar al ver el semblante triste de su esposo, a pesar de todo el pelirrojo
intentó sonreír.

-¿Cómo te sientes?– preguntó Ronald.


-¿Cómo te sientes tu?
-Mi amor, la que esta en la cama eres tú... yo no importo– dijo sentándose muy cerca
de ella.
-Daría mi vida entera porque no pasaras por esto Ron.

El pelirrojo se recostó a su lado y recargo la cabeza en su pecho, las lágrimas salieron


involuntariamente y una especie de hipo lo invadió. Ella le dio un beso en la frente y le
acarició los cabellos. Su corazón estaba a punto de estallar en mil pedazos, no quería
que Ron sufriera, no su Ron... Era demasiado inmaduro como para afrontar una
muerte, no podía estar solo...

Abrieron la puerta– Lo siento mucho...


Ronald tuvo que incorporarse limpiándose torpemente el rostro.
-¿Qué pasa Calvert?
-Hay un proceso... es experimental...
-¡De que se trata!– gritó levantándose por completo.
-Es una esperanza... Una infusión de sangre...
Le mostro algunos estudios, que el pelirrojo desaprobó con la mirada.

-¿Es una broma?– dijo Ronald. El doctor negó– Pero es que... se trata de... una locura...
-En realidad no, la sangre de tu esposa se sustituiría con sangre limpia, si resulta la
enfermedad de esfumaría.
-Pero no es seguro, además si queda medio milímetro de sangre infectada sería lo
mismo.
-Bueno es un riesgo que tendríamos que correr...
Miro a Selena y luego volvió a mirar a Calvert:
-¿Y de donde sacaríamos semejante cantidad de sangre compatible...?
-Ese es otro problema: Toda la infusión se debe obtener de la misma fuente...
-No hay problema– interrumpió el pelirrojo– tómala toda de mi.
-Ron, una transfusión así te mataría... No se trata de cuatrocientos o quinientos
mililitros, se trata de la sangre de un cuerpo completo, son de cuatro a seis litros de
sangre...
-¡No!– gritó Selena
-¡No me importa! ¡Si tienes que matarme hazlo!
-¡No!
-No puedo hacer eso... Está penado por la ley.

La muerte no nos roba a los seres amados, al contrario; nos los guarda e inmortaliza en
el recuerdo... La vida si que nos los roba y muchas veces definitivamente...

Las calles estaban congeladas y la nieve seguía cayendo esta vez más fuerte, en el
horizonte no se distinguía nada por causa de la niebla alta. Llevaba las manos dentro
de los bolsillos del pantalón mientras sollozaba. Selena nunca lo dejaría morir para que
ella se salvara y él no le veía caso a morir si no era con ella, no podían estar lejos...
tenia que haber algo, un milagro... un ángel...

Con una bocinilla pitaron frente a él, a través de la espesura no pudo ver nada.
Escuchó el galope de los caballos que seguro se dirigían a él. Se impulsó hacía el otro
lado de la calle, había olvidado que la maya de contención había sido retirada y de ese
lado de la acera solo estaba el barranco. Rodó raspando sus rodillas y solo sintió su
cuerpo colgar como un péndulo, se sostuvo de la raíz de un árbol que quedaba salida y
con las yemas de los dedos se aferraba al pavimento húmedo y resbaladizo, la tierra se
deslavo donde quiso apoyar un pie y entro en pánico.

En un momento pensó en soltarse... dejarse caer y que Merlín no se apiadara de él


para dejar todo a un lado y descansar en paz. Así... al menos si su esposa moría él ya
estaría esperándola... entonces una mano tomó la suya y con fuerza lo jaló de nuevo al
pavimento.

-Ten cuidado.
Levantó la vista- ¿Frank?
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Hermione estaba sentada sobre la nieve, Arthur y ella se habían puesto a hacer
ángeles y a reír mientras que Draco los reprendía por su comportamiento de niños de
cinco años, aunque sin borrar una sonrisa que le provocaba la ternura de aquella
castaña que lo mantenía extasiado. Ellos comparaban algunas notas de trabajo
mientras que el rubio permanecía de pie mirándolos, bueno, en realidad solo miraba a
la chica... cuando se mordisqueaba el dedo índice, cuando sus labios se movían para
hablar o cuando se colocaba un mechón de cabello detrás del oído...

Arthur se levantó pronto y despidiéndose de ambos caminó hacia el castillo. El


Slytherin sonrió ampliamente y se recostó recargando su cabeza en las piernas de la
chica con los ojos cerrados.

-¿Te sientes bien?– preguntó Hermione.


-Acaríciame.
Ella arqueo una ceja- ¿Qué te pasa Draco?
Él abrió los ojos, el reflejo de la nieve los hacía más claros y empalidecía su piel, a la
chica le gustaba.
-No lo se...– susurró.

Estaban cuerpo a cuerpo mientras el agua caliente caía sobre ellos, todo el cuarto de
baño estaba completamente lleno de vapor, los cristales y espejos estaban
empañados.

Draco acariciaba todo el cuerpo de Hermione y ella hacía lo mismo con él. No dejaron
de tocarse y de palparse en tanto duró el agua tan caliente como a ellos les gustaba...

-«No me dejes Draco, no me dejes nunca»- jadeo a su oído.

-¿Estas molesto por el sexo?


El rió- ¿Sexo? ¿No querrás decir la falta de?- a pesar de la ducha no habían llegado a
nada.
-Entonces, si es eso...
-No.

Se inclinó sobre él, al rubio le costo un trabajo controlarse al sentir sus pechos
recargados contra su torso, el dosel oscuro que les proporcionaba su cabello y sus
labios rojos por el frío muy cerca de los suyos. La mano de la chica le recorrió el pecho
y encontró un objeto metálico parecido a su gira tiempo.

-¿Qué es esto?– dijo sosteniendo la pieza dorada, colgada de una cadena.


-¿Granger no sabe?– ella hizo una mueca que a su vez lo hizo sonreír– es un Cuenta
Tiempo...
-¿Y para que lo traes puesto?
Draco tomó asiento sin separarse mucho de ella.
-Casi lo olvido– dijo y le entregó el libro en blanco.
Hermione lo sacó de la bolsa de terciopelo azul y miró el hermoso grabado de aquel
libro.
-Es precioso.– exclamó y lo hojeó– pero... esta en blanco.
El chico se puso de rodillas– Pues llénalo...
-¿Cómo que lo llene?
-No lo se Granger– dijo Draco y bufó– hecha a volar tu imaginación
La castaña sonrió y se quedó mirándolo completamente extrañada. Draco mostró su
dentadura con una mística sonrisa y se inclino contra ella muy cerca de su cuello,
aspiro el aroma de su cabello, esto la hizo sonrojarse.
-Feliz Navidad Hermione– susurró a su oído y le depositó un tierno beso en la mejilla.

El Slytherin se puso de pie y guardó su Cuenta Tiempo dentro de la camisa y tuvo


mucho cuidado en no volver a ver a Hermione a los ojos. Ella estaba mas que
sorprendida, volvió a abrir aquel diario en blanco... Un minuto, no estaba
completamente en blanco; en la primera página con una caligrafía envidiable de un
chico había tres líneas:

"El mar se mide por olas, el cielo por alas, nosotros por lágrimas.
El aire descansa en las hojas, el agua en los ojos.
Draco Malfoy."

Aquellas letras la hicieron sonreír, sus ojos se humedecieron al pensar... ¿Qué podría
escribir ella en un libro tan hermoso? Tal calidad de papel y de portada, merecían una
excelente historia digna de relatarse... Pero ella nunca había escrito nada que no fuera
de un libro de estudio ¿Qué escribir? ¿Cómo saber?
Sacó la pluma y el tintero de su portafolio.

"Déjame descubrir las palabras escondidas, que abruman tu alma, y ser la razón para
que abras tu corazón, al amor que calma."

Se mordió la uña frunciendo el seño, bueno, era una línea... al menos ya no estaba del
todo en blanco.

-¡Hermione! ¡Que haces ahí, te puedes resfriar!


Levantó la vista– Ya voy Ron...
_______________________________________

Draco:
Quiero agradecerte el regalo.
Ve a mi habitación esta noche.
También tengo un regalo para ti.

La nota tan breve hizo que el corazón le palpitara a una velocidad impresionante, tragó
saliva... Hoy era el último día que pasaría en Hogwarts, por eso traía puesto el cuenta
tiempo, debía poner ciertos minutos y después se esfumaría como una burbuja que
hace explosión... pero al parecer ella no lo sabía y él no podía decírselo. Sus palabras le
retumbaban en el cerebro siéndole imposible pensar en otra cosa que no fuera ella...

_______________________________________

Harry tenía tomada a la pelirroja de la cintura a la salida del Gran Comedor, ella lo
tenía abrazado fraternalmente y parecían decirse cosas en secreto, el azabache la
engañó para poder robarle un beso en los labios y se perdió por el pasillo. Ginny lo
miró alejarse y un suspiro involuntario escapó de su boca.

-¡Bravo!
Ella lo reconoció.
El chico aplaudía sarcásticamente acercándose a ella – Felicidades Weasley...
-Veta a demonio Blaise.
Zabini la tomó de una muñeca y la recargó contra la pared dejando sus rostros
separados por milímetros.

-Eres una estúpida.


-A ti no te importa.
-¡Que no me importa!... Te saqué del lodo y no lo hice para que te vuelvas a revolcar
con ese bastardo
Ella le dio una bofetada- ¡¿Ese bastardo?! ¡Harry es el amor de mi vida!...
-Claro, el amor de tu vida que te hizo sentir peor que basura...
-Todos cometemos errores...
-¡Esos no son errores! ¡Es estupidez deliberada!
-¡Basta!

La chica intento soltarse pero el la tenía demasiado firmemente acorralada, al


contrario provocó que sus cuerpos se pegaban mas. A Blaise le costaba trabajo
contener el coraje que le provocaba golpearla y aun peor, contener el deseo que le
provocaba sentirla, estaba loco por esa inmunda comadreja.

-Creo que no es necesario decirte que esto termino...– dijo Ginny.


-¿Cómo que término?
La gryffindor arqueo una ceja– no... ¿No me digas que tu...? ¿Te enamoraste de mí?
-Si.
-Pierdes tu tiempo Zabini.
-No me digas que tú no sientes nada– se acercó mas a ella– cuando te toco siento
como tu sangre palpita y corre a una velocidad muy grande, tu respiración se corta
cuando se funde con la mía... No te soy indiferente Weasley, eso lo sé... Cada vez que
te hago mía te estremeces entre mis brazos...
-¿Quién podría amar a alguien como tú?– dijo mirándolo a los ojos.– No vales nada
Zabini, si antes al menos tenias tu “orgullo” ahora lo acabas de perder... eres patético.
_______________________________________

-¿Tienes todo listo?


Asintió.
-¿Hoy te vas?
Volvió a asentir.
-Imagino que te veré después... Y... ¿Te vas ya?
-No... Tengo que despedirme de alguien.
-¿Tienes?
Asintió de nuevo.
-Imagino que es Pansy... ¿Te llevaras a Cosa?
-No y si.
-Bueno... entonces no hagas sufrir mucho...
-¿A mi cosa?
-No – profesó – A Hermione...
Él nunca supo como la chica a la que llama “Ice Girl” y que cuidaba a su “Cosa” se dio
cuenta de que era Hermione. Tal vez era porque para un buen observador era casi
imposible poder negar que estaba enamorado, aunque era lo mas extraño pues ni él
mismo quería aceptarlo. La única función del tiempo es consumirse, porque arde sin
dejar cenizas... Dicen que el tiempo fortalece la amistad y debilita el amor... Ellos;
Draco y Hermione me han demostrado que es al contrario, el tiempo fortalece el amor,
y lo hace de una manera tan esplendorosa que sobrevive a través de la sangre y
después de los años, rompiendo las barreras del olvido...

Sus rodillas temblaron cuando estuvo frente al retrato de la señora gorda, sin
necesidad de contraseña se abrió y pudo entrar a la torre de Gryffindor, sabía que no
era su deber estar ahí... Pero ya todo le era demasiado familiar, la chimenea
encendida, las ventanas de las que su sala común carecía, el decorado de madera de
pino y colores rojizos que le daba un toque cálido y aquel reloj de péndulo que se
escuchaba en toda la torre haciendo eco.
Volvió a sacar el Cuenta tiempo y lo ajusto, se dio a si mismo treinta minutos... aunque
sabía que podía poner varia horas no quería, ya era demasiado doloroso todo aquello
para seguirlo prolongando.

Se recargo en el pasamanos que lo llevaba a la habitación de Hermione y a su mente


vino el recuerdo de la primera vez que había recorrido esos escalones para salvarla de
una tina helada, quien lo diría, la primera vez fue para salvarse a si mismo y esta vez lo
iba a hacer para destruirse de la manera mas masoquista y dolorosa que se le hubiera
ocurrido. Solo que sería la ultima vez...

Empezó a subir y con el corazón en la garganta se dio cuenta de que a penas podía
respirar. ¿Por qué tenía que ser así? Una carcajada se le escapo... había hecho tantas
veces esa maldita pregunta con la respuesta más obvia del mundo; Porque él era
sangre pura y ella no.

Al entrar en la cálida habitación lo primero que notó fueron las cortinas rojo
transparente que decoraban las ventanas y las sabanas rosas que estaban en la cama a
su vez rodeada con una cortinilla de la misma ceda. El aroma a rosas era evidente
además de las decenas de velas que decoraban la habitación. Tragó saliva y se sentó en
la cama, sobre el escritorio estaba el diario en blanco que le había regalado esta
mañana, por curiosidad lo abrió dándose cuenta de que al menos había escrito ya una
línea... humedeció el la pluma en el tintero:

" Perdóname por todas las cosas que no te he dado,


y por todas las veces que te he fallado. "
Una lágrima involuntaria hizo que la tinta de la última palabra se corriera un poco, dejó
todo tal y como estaba y miró el techo intentando retener el llanto y cuando se viró vio
a Hermione.

La chica traía solo una bata verde transparente sin nada debajo, todo su cuerpo a la luz
de las velas era apreciado por él, y simplemente esa mujer no tenia explicación alguna.
Era lo más irracional que existiera, todo en ella era perfecto al menos para sus ojos, su
vientre plano, sus caderas no muy pronunciadas y sus senos redondos de pezones
rosados. El cabello lo traía suelto como siempre.

-Que bueno que viniste...– susurró la chica sobre sus labios y rápidamente le
desabotono la camisa para aventarla a un lado de la habitación.

Permaneció inmóvil con los ojos cerrados mientras ella se ponía de puntas para
besarle el cuello y le pasaba las manos por el torso haciendo que se estremeciera. Lo
llevó hasta la cama donde él abrió aquella delgada prenda de gasa que tenia el color
vivo de su casa y la observó completa, como nunca, sin resistirse le entregó un
profundo beso que hizo que uno de sus gemidos retumbara en su garganta y fue
bajando hasta llevarse un de sus pechos a la boca. Mientras succionaba con dulzura
una lágrima que no sintió se escapo de nuevo y recargo su frente en el caminillo entre
sus dos senos. Abandonarla lo destrozaría.

-¿Qué te pasa?...– susurró la chica con un jadeo


-Debo irme Hermione... tengo que hacerlo...– respondió besando debajo de su oído.
La castaña lo abrazo fuertemente por la espalda:
-No te vallas Draco... No me dejes por lo que más quieras– le imploró.

Con mucha ternura le acarició el rostro guardando en su memoria cada detalle. Era
preciosa, jamás la olvidaría y no porque no quisiera... no podía. Le separó los muslos
con las rodillas y se estremeció al sentir su piel desnuda debajo de la suya... Y en ese
momento cometió el error de mirarla a los ojos. Lo único que supo fue que no podía
apartar la mirada de esos ojos de fuego... volvió a besarla en un momento de
desesperación con todo el dolor que hizo que le ardiera cada parte de su piel. Y bajó
una mano para tocarla entre los muslos.

-¿Sabes lo que mas voy a extrañar de ti?– susurró con voz muy ronca.
Hermione tenía los ojos cerrados y las manos envueltas en su cabello– No...–
murmuró.
El Slytherin sonrió– El aroma de tu cabello cada vez que entierro mi rostro en él... el
sonido de tu risa, los gestos que haces cuando te enojas o finges enojarte – esto la hizo
reír sin abrir los ojos- Y sobre todo, tu imagen al despertar cada mañana y cuando el
sol te baña el rostro... ¿Recuerdas cuando te llevé a la torre para ver el atardecer?
-si...
-Nuestro pacto, el eclipse, la fiesta de Halloween, el día que me regalaste a
Crookshanks... nunca podré olvidarlo...
Unas inmensas ganas de llorar se apoderaron de Hermione.
Draco le mordisqueó la oreja donde susurraba y lentamente le acarició el clítoris con el
pulgar haciéndola gemir, aquel sonido se impregno a su memoria y estaba seguro que
nunca iba a salir de ahí.
Sonrió y respiró profundamente:
–Siempre te amaré...

Con un brillante destello se esfumó. De inmediato Hermione se incorporó, su cuerpo


estaba temblando y quería despertar... solo que ella no estaba dormida y aquel no era
un sueño. Las lágrimas salieron desesperadamente y se levanto de la cama mirando
ansiosamente por toda la habitación que empezó a dar vueltas a su alrededor...

-Draco... Draco... ¡DRACO!– gritó con desesperación justo antes de derrumbarse en el


suelo- ¡No quiero vivir sin ti! ¡No quiero!

Se había ido... Para siempre... Por eso el Diario, por eso su ternura... Todo, era la
ultima vez que la vería y por eso traía puesto desde la mañana el Cuenta tiempo. A su
lado encontró la camisa que le había quitado y la abrazó contra su pecho mientras
lloraba sin importarle ya nada.

-No quiero vivir sin ti... No puedo...

Sonrió tristemente – nacer, crecer, morir, vivir, errar y aprender... Pasado, presente y
futuro... Todo se liga con una palabra: Siempre.

Cap 28: Vivir sin ti

-«No le gustan los hombres» –Respondió Hermione y lo miró de arriba abajo – «O eso
que tu eres.»
-«Con razón se lleva tan bien con la comadreja y el pobretón... »
-«¡Púdrete Malfoy!» – gritó la chica alejándose.

Sonrió y una nueva lágrima escapo de su mejilla.

-«Créeme Hermione... Necesito que me creas...»


-¡Hermione!

Draco sonrió– «Quiero lo que es mío...»

-¡Hermione por favor!– se escuchaba el eco detrás de la puerta al tiempo que


golpeaba insistentemente.

-«¿Y quien eres, el hielo o el fuego?...»


-«Huy, Granger quema. »– dijo con una sonrisa pacifica verdaderamente irresistible.

-¡Por favor! ¡Ábreme!


Harry llegó- ¿Sigue sin salir?
El pelirrojo asintió.
-¿sabes que pasó?
-No Harry, no tengo la menor idea...

-«Quiero ser tu héroe...»– susurró en su oído con un siseo de sus labios.

-¿Hermi no sale?– dijo Luna


-¿Tu no sabes que tiene?– le preguntó Harry.
-¿Cómo voy a saberlo?
-¡Porque demonios se puso así!– gritó Ron.

-«Recuerda que siento lo que hay dentro de ti Hermione... Me deseas, tanto como yo a
ti...»

Cerró los ojos haciendo una rabieta mientras las lágrimas se las arreglaron para
escapar por los parpados cada vez mas apretados. Había dormido en el suelo con la
camisa de él entre sus brazos, tenía su olor impregnado de una manera tan fuerte,
como su piel.

-«¿Tu no me amas verdad Granger?» – dijo de pronto


-«No... Porque solo se ama lo que no se posee totalmente y tu... Aunque lo niegues
eres completamente mío.»

Golpeo su cabeza contra el piso, estúpida, estúpida, estúpida...


-*Él nunca fue tuyo, porque no lo entendiste. Tú le perteneces, jamás lo poseíste tanto
como él a ti. No eres nada sin él, porque no lo entiendes, porque... Porque eres una
estúpida*
Las lágrimas siguieron saliendo humedeciendo la alfombra fría, había dejado de
respirar con la nariz desde hace tiempo y de su boca escapaban profundos sollozos que
hacían temblar su cuerpo

-«¡No me importa si lo detienes! ¡Eres la primera mujer de mi vida y eso no va a


cambiar, no puedes desaparecerlo! –La acercó mas contra él y su tono se suavizo -¿A
caso no comprendes lo que quiero? Quiero marcarte de la misma manera que tu lo
hiciste conmigo, porque odio sentir que te pertenezco y por mas que lo intento no
puedo borrarlo... Al menos quiero que estemos a la par –la soltó –pero eso nunca va a
pasar ¿Verdad? »

No, nunca iba a cambiar, no podía desaparecerlo... Si quería marcarla de alguna


manera... lo había hecho, algo dentro de ella crecía, que era completamente de los
dos, algo formado por ambos... Y no era precisamente un sentimiento.
Apoyó sus manos en el suelo para levantarse débilmente, los brazos le temblaron y las
lágrimas siguieron resbalando desde un ángulo diferente.

-«Dios decidió que ningún amor fuera imposible, ni si quiera el de la luna y el sol...»

Mentira. Si así fuese él nunca se hubiera ido. ¿Por qué tenía que ser así?... No podía ser
de otra forma.
Se puso una bata de baño y miró la ventana que el sol había salido y la nieve empezaba
a derretirse, las imágenes de él la atormentaron de nuevo; su rostro, cuando la besaba,
cuando estaba junto a ella... sonriendo, enojado, posesivo... él en todo su esplendor,
con todas sus fases solo para ella, mostrándose tal y cual era sin una sola pose. Nunca
le había mentido y tal vez por eso le había hecho más daño...

-«Si piensan asustarme para que te deje... eso nunca nadie lo podrá lograr – susurraba
con voz ronca mientras la besaba– Yo seré tu dueño aunque no lo quieras...»

Maldito, era su dueño, en eso no se había equivocado... Apretó los dientes haciendo
un sonido rabioso y golpeo con ambos puños el escritorio frente a la ventana, la
madera se estremeció y aquel diario en blanco calló en el suelo abierto por la mitad. Se
puso en cuclillas para recogerlo y cuando estaba a punto de cerrarlo un viento de
quien sabe donde dejó la página exacta:

Perdóname por todo lo que no te he dado


Y por todas las veces que te he fallado.
Se llevó una mano a la boca, seguramente lo había escrito mientras ella estaba todavía
en el baño. La tinta estaba corrida en la palabra “fallado”... Anoche Draco estaba
llorando y no pudo comprenderlo, no supo descifrar su dolor a tiempo. Cerró el libro y
lo llevó a su pecho abrazándolo, un papel de deslizó a través de las hojas. Con algo de
miedo se atrevió a levantar el papel que estaba doblado de tal manera que no
necesitaba un sobre, con impaciencia empezó a leerlo, sus manos temblaron con esa
carta y la última frase le escaldó la espalda: “He descubierto que te amo Hermione...
Solo espero que nunca lo sepas”... Un gritó desgarrador hizo que sus amigos tocaran la
puerta mas fuerte, la castaña arrugó la carta entre sus manos...

-¡Nunca debiste decírmelo!– gritó y volvió a cerrar los ojos.

-«Nuestro pacto, el eclipse, la fiesta de Halloween, el día que me regalaste a


Crookshanks... nunca podré olvidarlo...»

-¡Ron eres una desgracia como mago!– gritó Harry. El moreno lanzó un hechizo que
abrió la puerta violentamente y ambos entraron...
Al instante permanecieron estáticos al ver que su amiga estaba recargada con los
puños en el escritorio y mantenía los ojos firmemente cerrados.
-¿Hermione?– dijo Harry.
-¿Hermi?– dijo Ron.
Ella abrió los ojos.

–«Siempre te amaré...»

La castaña se volteo para verlos y sonrió:


-Estoy bien...

Hay un dicho que dice: Cuando la vida te de mil razones para llorar, demuéstrale que
tienes mil mas para reír. Dentro había algo, se había enamorado de ella... Y esa, era
una gran victoria, porque nunca dejaría de sentirlo. La vida no es una serie de
colisiones con el futuro, ni es la suma de lo que hemos sido... solo es lo que anhelamos
ser...

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«3° de febrero del año de 1849»
-¡Que está haciendo aquí!
-Shh, tranquila
-¡Y porque lo alimentas!
-¿Recuerdas a Selena?
Asintió.
-Pues es lo que ella haría.

Volvió a la cocina, el sol había salido y se filtraba por todas las ventanas, tal vez hacía
aun mas frío que cuando nevaba pero dentro de la casa no se sentía. Ronald miraba a
Frank engullir la sopa de tomate acompañada de las galletas saladas, ya no traía puesta
la ropa negra de vaquero; vestía un pantalón de vestir café claro y una camisa blanca
con una enorme gabardina negra y un sombrero de copa.

-Siento la pésima comida...


-Gracias.
El pelirrojo se cruzó de brazos- ¿Qué haces aquí?
Frank se limpió la boca con la servilleta y la dejó a un lado:
-Tengo que ver a una amiga.
-... ¿Qué pasó contigo?
-Después de salir del pueblo... Supe que no podía mas, recordar a mi padre, ver a ese
maldito– hizo una mueca de furia como si le estuvieran acuchillando el estomago- Fui a
una cantina hasta que perdí la conciencia... luego de unos días de congestión
alcohólica, desperté en un hospital muggle, cuando estaba ahí recibí una carta... Solo,
tenia que venir...
-Perdóname Frank, pero que te sientas “mal” por todo lo que hiciste, me parece algo
estúpido...
-No me sentí mal por eso... los recuerdos me atormentaron, solo quería olvidar...
-¿Y lo conseguiste?
-Eso estoy tratando.

La vida es un negocio, en el que no se obtiene ninguna ganancia que no valla


acompañada de una pérdida.
Aquel que tiene un “porque” para vivir, se puede enfrentar a todos los “cómos”...

Draco leía en el estudio alumbrado por la luz natural de una enorme ventana que iba
desde el piso hasta el techo con un vitral transparente. Su vista se distrajo en un
pequeño árbol que acababa de ser sembrado en el jardín, sonrió y un enorme suspiro
se escapó de sus labios...
-Vas a tirar la casa.

Él sonrió, sentía que ella lo miraba, pero no se quiso virar a verla. La chica fue
acercándose lentamente hasta quedar en frente del escritorio, entonces él volteó el
sillón giratorio y la miró de los pies a la cabeza, traía puesta una blusa sin mangas que
dejaba al descubiertos sus hombros de un azul fuerte y una falda ampona del mismo
color, podía ver todo su abdomen. Sin proponérselo tragó saliva, nunca una mujer
había logrado ponerlo tan nervioso con su sola presencia.
Le hizo una seña para que se acercara a él y recibió una inocente negativa con la
cabeza.

-¿Por qué no?


La gitana se encogió de hombros haciendo que la sonrisa del rubio dejara ver su
dentadura. Ella paseo las yemas de sus dedos por el contorno del escritorio y con un
sensual contoneo fue acercándose a él lentamente, mientras el chico la esperaba con
los brazos abiertos.

-Hola.– susurró Draco.

Hermione puso sus manos en el rostro de él y se inclinó para rozar sus labios
levemente sonriendo sobre ellos cuando el ojigris se estremeció. Se miraron a los ojos
muy de cerca, hasta que la chica se sentó a horcajadas sobre sus piernas, el chico
volvió a tragar saliva haciéndola sonreír aun más, ella era consiente de la manera en
que lo perturbaba y sin embargo le importaba un comino.

-¿Estás bien?– preguntó la castaña.


-Si.– mintió. ¿Cómo era posible estar bien con ella encima?
-Me alegro.

Acunó el rostro del chico entre sus manos y le dio un profundo beso mientras
meneaba sus caderas adelante y atrás de una manera descaradamente seductora. Sus
manos empezaron a descender por el torso desabrochando los botones de la camisa
uno a uno hasta que el pecho de él quedo expuesto para ella. Acarició los fuertes
pectorales y el torso bien formado... bajó de sus labios besando su cuello haciendo que
el rubio echara la cabeza para atrás.
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-Viniste...– dijo con un débil susurro.

Él cerró la puerta tras de sí. Tragó saliva al verle, ella le extendió los brazos haciendo
que sonriera, corrió hasta enredarse en esas cálidas manos que tanto extrañaba
mientras que el sol que entraba por la ventana le bañaba el rostro y calentaba aquella
fría habitación.

-Mírate... estás mas pálida... pero que te ha pasado.


-No me curé– le dijo mirando el suelo.
Él tomó su rostro lentamente para levantarlo– Te curarás... lo sé...
-¿Cómo lo...?
-Yo tengo tu salvación...– susurró y se llevo sus manos a la boca para depositar tiernos
besos.
Ella le acarició los cortos cabellos– No importa Frank... estás aquí...
-¿Por qué me necesitas Selena?
La rubia sonrió.
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El viento era helado, pero parecía no importarle aunque la punta de su nariz y sus
mejillas... el dolor de su rostro no estaba comparado con la opresión que sentía en la
garganta y en el pecho, sus lágrimas brotaban sin que él las sintiera por el anestésico
helado que lo había entumecido, tal vez si hubiera... «Hubiera» ¿Por qué pensaba en
eso?
Con las mangas de la túnica se limpió el rostro húmedo y aspiró con la boca
lentamente, al exhalar un humo frió salió de ella y encogiendo las rodillas dejó su
cabeza sobre estas. Una corriente húmeda y todavía mas fría le revolvió el cabello
negro...

-¿Qué te pasa?
Levantó el rostro para mirarla:
-Era mi hijo– dijo con voz casi inexistente.
Ginny se sentó a su lado abrazándolo con fuerza ¿Cuánto tiempo mas ese fantasma
estaría atormentándolo?... tal vez para siempre, tal vez Harry ni si quiera volvería a ser
el mismo de antes, no es que en ese entonces fuera muy bueno...
-Lo se... Lo siento...
-Yo debía cuidarlos... eran... mi responsabilidad...

Entonces su voz se quebró completamente, no articulo una sola palabra mas porque
abrió su boca para respirar porque las lágrimas habían comenzado de nuevo su cauce
violento. La pelirroja lo acunó entre sus brazos meciéndolo lentamente como a un
pequeño niño... tal vez él tenía la culpa, pero de que demonios le servía descubrirlo.
Era obvio que eso no lo haría sentir mejor, ¿acaso se merecía sentirse mejor? ¿Ella
merecía morir?... Solo cerró los ojos controlando su respiración.

Los sentimientos de culpa son muy repetitivos, se repiten tanto en la mente humana
que llega un punto en que te aburres de ellos. Hay un remedio para las culpas;
reconocerlas

Hermione hizo su maleta, solo que nunca había sido tan doloroso como esta vez: Lo
primero eran sus ropas que tenía impregnado el perfume de Draco, los libros que él
había escuchado en su mente mientras ella leía, los apuntes de un eclipse que ninguno
de los dos había visto y ahora... La camisa que le había quitado la noche anterior. Con
especial cuidado la abotonó y doblo perfectamente sosteniéndola entre sus manos...

-¿Estas bien?– preguntó Ron asomando su cabeza tímidamente por la puerta.


Asintió– estoy bien.– respondió guardando la prenda entre sus cosas.

¿Cuánto tiempo mas tenía que mentir? Con un hechizo hizo que la maleta color crudo
se cerrara y colocara en el suelo, invoco “accio” para atraer su diario en blanco y
dejarlo sobre la misma.

-*Crookshanks*- pensó e inspeccionó toda la habitación antes de sonreír; había


olvidado que ella ya no lo tenía.

Antes de bajar se miró al espejo por última vez haciendo su cabello para atrás, era
inútil tratar de borrar con una sonrisa lo que sus ojos develaban al instante, era
absurdo tratar de contener con profundas respiraciones los sollozos que venían desde
su pecho... pero tenía que hacerlo.

-¿Hermi?– la llamó Ron de nuevo.


-¿si?– inquirió ella sin dejar de ver su reflejo.
-¿Vas a... bajar?
-Si.

El amor ahuyenta el miedo y, recíprocamente el miedo ahuyenta al amor. Y no sólo al


amor el miedo expulsa; también a la inteligencia, la bondad, todo pensamiento de
belleza y verdad, y sólo queda la desesperación muda; y al final, el miedo llega a
expulsar del hombre la humanidad misma.
La sala común de Slytherin estaba más oscura que de costumbre, ya casi no quedaba
nadie, más que los hijos de mortífagos encarcelados o sentenciados. Él... estaba solo,
nunca le había importado, pues era un estado al que estaba patéticamente
acostumbrado, tenía a sus seguidores y a todas con las que quisiera pasar la noche y
ahora, sentado en un sillón de cuero negro solo deseaba tenerla entre sus brazos una
vez mas... no le importaba que ella no lo amará, tampoco le importaba a amarla, pero
el que no le importará no significaba que no le doliera...

Dio otro sorbo a su trago, era bueno para aparecer el licor. Al instante le desgarró la
garganta lentamente como una llamarada, pero no le importó, de verdad que no.
Apretó los dientes conteniendo un dolor mucho mas allá de lo físico pues el pecho
estaba a punto de reventarle, lágrimas brotaron sin que él pudiera percibirlas,
inmediatamente se puso de pie para mirarse en uno de los espejos que había en la
pared y solo pudo reconocer lo que quedaba de su retrató, no era el mismo; orgulloso,
galante, engreído, con el mundo a los pies... ahora se arrastraría por un último beso...

-Si que eres patético.

Su voz desde la oscuridad, haciendo eco en la vacía habitación le erizo la espalda. De


las tinieblas salió ella, tan hermosa como siempre, pero igualmente sombría como
nunca... cerró los ojos y respiro profundamente dejando la copa sobre una mesa.

-Que...
-No quiero nada– lo interrumpió la chica. Bajó los tres escaloncillos que se necesitaban
para la sala común y tomó asiento en el largo sofá negro.

Él la miró, recargada hacia atrás con los ojos cerrados como si así esperara descansar...
se quitó la túnica lentamente dejándola caer en el suelo sin hacer un solo sonido y
sacó su varita del bolsillo del pantalón... para apuntarse en la sien.

-¡Pero que diablos haces!– gritó Pansy corriendo para de un manotazo lanzar lejos la
varita.
-¡Déjame!
La chica lo tomó del rostro con una fuerza impresionante. Se miraron a los ojos, ella
sonrió con un aire burlesco y levantó su barbilla.
-¿Te dejo la pobretona?– preguntó.
Él tragó saliva– Vete al demonio– dijo haciendo su rostro a un lado.
-Esa no es la forma Blaise...
-¡Y cual es! ¡Perdí! ¡Y con una asquerosa comadreja de Gryffindor!
Pansy aferró su rostro con ambas manos acercándolo contra el de ella hasta que sus
narices quedaron rosándose y sus labios a milímetros.
-Véngate.– su voz había sido fuerte y tentadora, tocó una fibra dentro del
subconsciente del moreno estremeciéndolo.
Zabini sonrió, tomo las manos que estaban en su rostro para retirarlas y sujetó a la
chica de las muñecas.
-Hazla desear su muerte... Si Potter te la quitó, elimínalo...
-De que me sirve– la interrumpió– Verla sufrir no me hará feliz... Si Potter no existe ella
no correrá a mis brazos... No me eligió Pansy y eso lo respeto.
-Eres un idiota.
-Si... me enamoré de quien no debía y solo por que la deseaba... Fui el peor de los
idiotas.– Ella tenía un amplia sonrisa, él también sonrió – Pero no soy mas estúpido
que tú... Porque al menos, yo si me atrevía a amar...

La risa estúpida de la Slytherin fue borrándose lentamente. Zabini la soltó dejándola


caer en el sofá, caminó a la salida e inmediatamente la chica se puso de pie.

-Yo no soy cobarde– dijo Pansy, él le daba la espalda– Amo a Draco...


-¡Tu no amas a nadie!– gritó virándose- ¡Eso es enfermizo!
-¡Si lo amo! ¡Como puedes dudarlo!
-Si, de verdad la amo, dejaré que sea feliz... No se como pero...
-Es un sacrificio inútil si no consigues nada...
-El amor se trata de sacrificios inútiles.
-¡No! ¡Es tener lo que quieres!
Zabini sonrió y abrió la puerta– uno no destruye lo que ama.
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-¿Dónde se supone que estaban?


-Secuestre a Harry para abusar sexualmente de él... Pero no te preocupes, lo disfrutó
mucho.
Las orejas del pelirrojo se pusieron del color de su cabello– Eso no es gracioso...
-Oh, claro que lo es– dijo Luna.
-¿De lado de quien estas?– dijo Ron.
-Del mío.

Harry sonreía abrazado a los hombros de Ginny, su mirada aun estaba vidriosa pero
había una tranquilidad dentro de él que le era desconocida. La miró y se sonrieron
mutuamente para darse un pequeño beso en los labios, Luna y Ron los imitaron, justo
en ese momento Hermione bajó las escaleras mirando a las dos parejas; una parada en
la puerta y la otra recostada en el sofá frente a la ardiente chimenea. La castaña sonrió
dulce y a la vez tristemente, cerró los ojos y pasando saliva por su reseca garganta
respiró profundamente y bajó.
-¡Hasta que te vemos!– gritó Luna.
-¿Te sientes... bien?– dijo Ginny con algo de duda, ella y Hermione no estaban en el
mejor momento.
Asintió– solo... fue depresión, por que terminamos... un curso y...
-Como digas, ahora siéntate– dijo Luna.

Hermione tomo asiento en el otro extremo del sofá, con un largo suspiro su mirada se
quedó en el fuego. Recargó su cabeza en el brazo del sofá dejando caer uno de sus pies
y sin querer pateo con su talón el bolso de Luna.

-Lo siento mucho...– dijo Hermione y se arrodilló para recoger las plumas, pergaminos
y...- ¿Qué es... esto?
La rubia se arrodilló junto a ella y le sonrió tiernamente– Es un libro...
La gryffindor sonrió– si, si... digo, lo se... pero... – paseó sus dedos por todo el contorno
de la portada en cuero con molduras plateadas y una pasta gruesa y muy dura que
parecía tener una capa de pelo.
Luna terminó de recoger las cosas y volvió a sentarse junto a Ron. Hermione no podía
dejar de mirar aquella extrañeza.
-Si quieres ábrelo– dijo Luna.

Ella levantó el rostro y le sonrió en forma de agradecimiento y cruzando las piernas


sobre la alfombra lo abrió lentamente; estaba escrito completamente a mano, con
tinta azul en una caligrafía femenina y perfecta, además tenia dibujos y hechizos de
magia muy antigua.

-¿Tu lo escribiste – preguntó Hermione.


-No... Ha estado en mi familia durante años.
-¿Podrías prestármelo?
-Claro, llévatelo durante las vacaciones de navidad, solo cuídalo mucho ¿Si?
Asintió. Quiso volver a abrirlo cuando la voz de Harry llamó su atención:
-Que bien, vacaciones al fin.– bufó el ojiverde.
-Creo que por primera vez las merezco– dijo Ron– Soportarlos a ustedes dos, no es
nada fácil.
-¡Oye!– gritaron Harry y Hermione al unísono.

Todos rieron, Hermione volvió al sofá largo mientras que Harry y Ginny se sentaban en
el sillón reclinable. El único sonido que se escuchó fue el fuego consumiéndose. Los
tres se miraron un momento, suspiraron de manera idéntica exactamente al mismo
tiempo y las otras dos chicas rieron.
-Hasta parecen hermanos– dijo Ginny.
-Lo somos ¿No?– dijo Ron.
-Si.– finalizó melancólicamente Hermione.
-Bien, bien... veamos el lado bueno; el año siguiente nos graduamos y será la época
mas tranquila de nuestras vidas– comentó Harry.
Luna rió- ¿Y que te hace creer eso?
-En primera que... a... ¡Ya se! Escuche que el idiota de Malfoy se fue a Dumstrang.
-¡En serio!– gritó Ron.
-Si ¿No es genial?... No vamos a tener que soportarlo mas, ese estúpido no nos va a
seguir molestando.
Hermione abrió la boca para respirar- No lo nombres.– dijo.
-Lo siento– se disculpó el azabache– Se que nadie mas que tú tuvo que soportarlo solo
por sus tonterías de “prefectos” –bufó – imagino lo fastidiada que has de estar por...
-Deja de hablar de él... por favor.– sus ojos se humedecieron.

La castaña se puso de pie dejando el libro en el sofá y fue hasta la ventana para ver el
sol que se metía, una lágrima se resbaló por su mejilla y mas tardó en salir que en ser
retirada con un imperceptible movimiento. Se cruzó de brazos y así se quedó.

-Hermi...– dijo Harry. Se puso de pie– Ese idiota ya no te hará mas daño...
-Deja de nombrarlo– dijo ella apretando los dientes.
-Harry ya basta de hablar de... tu sabes– intervino Ginny.
-¿De “yo se”?... ¿Porque no lo nombras? Solo es Malfoy...
-No creo que sea correcto decir su nombre...
-¡Porque no!... ¿Qué tiene el nombre de ese imbécil?

Hermione apretó los dientes con fuerza haciendo que crujieran, sus ojos se
humedecieron completamente, abrió la boca para respirar a pesar que el dolor en su
pecho la estaba matando, un sollozo involuntario escapo de sus labios abiertos y llevo
ambas manos hasta ellos para reprimir los demás.
El ojiverde se acercó a ella acariciándole los brazos.

-Lo siento... Olvídate ya de aquel inútil...


Ella se soltó de su abrazo y se viró mirándolo con ferocidad- ¿Imbécil? ¿Inútil?... ¿Por
qué es un imbécil Harry?... A caso Draco embarazo a una chica... ¡O no!... Seguro él se
enredo con cuanta se le puso en frente...
-¿Draco? ¿Hermione, a que viene todo esto?... Ese estúpido...
-¡No es un estúpido!– gritó y empezó a avanzar hacia el moreno que a su vez
retrocedía– No te atrevas a nombrarlo, porque tú el “famoso Harry Potter” nunca
serás la mitad de lo que es Draco, él a diferencia de ti es un hombre completo.
-Hermione...
-¡Porque no necesitó equivocarse para descubrir que estaba enamorado, porque
nunca necesito hacer estupideces catastróficas para ser valiente! ¡Y tú! ¡Tú solo eres
un maldito cobarde...!– las lágrimas salieron rabiosamente.
-¡Pero como te atreves!– gritó Harry tomándola de ambos brazos- ¡Malfoy toda su
asquerosa vida te ha humillado! ¡Y ahora de la nada resulta que es mejor que yo!
¡Porque me dices todo esto! ¡Como te atreves a defenderlo!... ¡¡No!! ¡Porque
demonios lo defiendes!
-¡Porque lo amo!...– calló en el suelo– Y me ama.

La soltó. Todo su cuerpo empezó a temblar, su boca permaneció abierta ¿En verdad lo
había dicho? No... Hermione no pudo decir eso, ella... No, no, no...
Ron se puso de pie lentamente, Hermione lloraba con el rostro tapado por ambas
manos y el cabello sobre la cara. Harry estaba frente a ella, el pelirrojo se acercó muy
lentamente para mirarlos a ambos, el azabache no había mentido, Malfoy si era un
idiota y... seguramente Hermione tampoco.

-Co... Como pudiste– profesó Harry. Ella no respondió así que se apresuro a levantarla
de ambos brazos- ¡Como pudiste!... ¡Seguramente ese maldito te...!
-¡No te atrevas a maldecirlo!– gritó con voz ronca.
-¡No me digas como decirle a ese maldito bastardo!
Recibió una bofetada que logró voltearle el rostro provocando que el chico la tomara
con más fuerza.
-Estuvo conmigo siempre... Y me hizo sentir hermosa... me tocó y... acarició...
-¡Ya cállate!
-Me entregue a él Harry... Lo hice. Yo rompí las reglas.

Ron se apresuró para abrazarla antes de que fuera presa de la furia de Harry. El
azabache cayó de espaldas en el suelo temblando completamente, recargó su frente
en sus manos y se quedó inmóvil.

-Ya acabó Hermi...– profesó Ron acariciando su espalda dulcemente– Tienes que
olvidarlo...
La castaña se liberó de su abrazo y caminó a las escaleras– No... No puede acabar. No
voy a olvidarlo... Porque me dejó algo...
-Lo que sea, deshazte de eso.
-No puedo.
-¡Porque no!– gritó Harry.
Sonrió– porque estoy embarazada...

El secreto de la existencia no consiste solamente en vivir, sino en saber para que se


vive porque el verdadero dolor, el que nos hace sufrir profundamente, hace a veces
serio y constante hasta al hombre irreflexivo; incluso los pobres de espíritu se vuelven
más inteligentes después de un gran dolor.

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«3° de febrero del año de 1849»

Ella traía puesto un largo vestido blanco brillante que se sujetaba detrás de su cuello y
dejaba toda su espalda desnuda excepto por la espesa capa de cabello que le llegaba
un poco mas abajo de los hombros, la prenda ondeaba con el viento lentamente... El
jardín tenía un camino de piedra entre arboles, arbustos y flores de colores, las
lámparas de papel le daban un toque melancólico acompañado de la luna llena que los
miraba. Él vestía de negro completamente y traía metidas ambas manos en los
bolsillos del pantalón.

Draco la miraba caminar frente a él contoneándose graciosamente con esa maravillosa


prenda que no la hacía más hermosa de lo que ya era. Solo podía describirla de una
sola manera; Perfecta, no había otra explicación para esa mujer.

-¿Qué te pasa?– preguntó.


-Nada...
-Vamos Draco, se que te pasa algo.– le extendió una mano.
Él la tomó– estoy bien.
-¿Si?
-No
Hermione rió- ¿Qué pasa?

Tomaron asiento en una banca de mármol que estaba en medio de dos arbustos con
flores extrañas de color blanco y azul muy claro al tiempo que las luciérnagas volaban
sobre ellos. El corazón del chico se desbocó sin poderlo evitar y sintió que todo a su
alrededor le daba vueltas.

-Madeleine...
-Odio ese nombre...
-Lo siento... Hermione...
-Dime, Ethan.
Draco sonrió– Odio ese nombre. Se que, esto es nuevo para ti... Aceptar lo que soy,
este país y... todo.
-¿A dónde quieres llegar?
Sacó un estuche rojo aterciopelado y lo miró unos segundos:- Compré esto, pensaba...
esperar, pero no quiero.
-Draco...– profesó la gitana.
-He visto a Ron y a Selena, ahora que ella está enferma he comprendido que toda mi
vida me la he pasado esperando. Hace años esperaba una guerra, después esperé que
brotara oro y ahora... tengo a la mujer de mis sueños frente a mí y no quiero perderla
por seguir esperando...– abrió el estuche mostrando el anillo de plata con un diamante
gigante y perfecto que brillaba con intensidad.
Ella se tapó la boca con ambas manos mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.
-¿Tu... quieres casarte conmigo?– preguntó Hermione.
El rubio sonrió– La pregunta es al revés, ¡Yo soy el que te lo está pidiendo a ti!...
Espera, estoy haciendo esto mal.
Al instante se arrodillo haciendo que una carcajada escapara de la gitana:
-No me culpes, es la primera vez que lo hago, nunca me he arrodillado a una mujer asía
que disfrútalo porque no lo volveré a hacer– respiró profundamente y se acomodó la
corbata– Hermione ¿Te casarías conmigo?

Hermione asintió frenéticamente y expuso su dedo donde lentamente el anillo entró,


era mucho mas grande pero mágicamente se ajusto a una medida perfecta, el acto la
sorprendió a la vez que la emocionó, después de todo se estaba acostumbrando a
aquello de la magia.
Compartieron un dulce beso durante el cual Draco la elevó abrazándola con mucha
fuerza, era la mujer que nunca había esperado y que ni si quiera se propuso buscar... la
vida lo unió a ella y se la regaló. No podía renunciar a ella, tal vez era el primer mago
que contraería matrimonio con una muggle y a pesar del miedo no le importaba,
mientras estuviera con ella, todo estaría bien...
_______________________________________

-Espera... déjame... entender


Frank sonrió– A mi me impresiona mas que a ti Weasley...
-¿De donde se conocen?
-Es complicado... De alguna manera, todos los que nacemos como Chamanes nos
conocemos.– volvió a sonreír– bueno, me había dicho que tu esposa era una... jamás
me imaginé que sería Selena.
-No entiendo nada de esto Frank.
-En realidad no hay nada que entender. Solo somos viejos amigos.

Ronald sintió una desesperación muy grande ¿El tipo que había intentado matarlos
tantas veces era el mejor amigo de su esposa? ¿Pero como era posible?
-Señores, ya pueden pasar.– dijo el médico que había examinado a Selena.

Ambos jóvenes entraron, los labios de la rubia estaban mas secos y llagados, debajo de
sus claros ojos azules había surcos oscuros que los hacían parecer más grandes y
hundidos y sus manos estaban huesudas; tenía el aspecto de la muerte.

-Mi amor...– dijo el pelirrojo.


Selena le extendió los brazos para abrazarlo, Ronald contuvo las lágrimas, ahora mas
que nunca debía demostrar que era fuerte, porque ella se alimentaba de su fortaleza.
-Ya conoces a Frank...
-si he... ¿Recuerdas el Frank que nos quiso matar?
La rubia sonrió– estoy segura de que lo siente– dijo con voz ronca y lo miró- ¿Verdad?
Él chico se sentó en un sillón reclinable junto a la ventana por la cual se podían ver las
luces de la ciudad.
-Claro, siento no haberlos matado.
Ronald hizo cara se impacto.
-Está bromeando– dijo la rubia.– Frank fue siempre mi mejor amigo y en cuanto tú me
contaste... supe que era él.

Ambos se miraron fijamente, el chico de cabello castaño no pudo soportar por mucho
tiempo su contacto visual por lo que girando los ojos se puso de pie y se volteo a la
ventana. Ella sonrió.

-Draco le iba a pedir matrimonio a Hermione hoy


Selena sonrió– Es lo apropiado, ellos se aman...– se quedó pensativa unos minutos.
-¿Pasa algo Sell?
-Ron... ¿Me traerías un postre por favor?
-Claro que sí... ¿Me la cuidas?
Frank asintió.

El pelirrojo no estaba conforme del todo, pues no podía confiar en ese tipo de un día
para otro... Pero el criterio de su esposa nunca le había fallado antes y estaba seguro
que no comenzaría ahora. Después de todo, cualquier persona que tratará con Selena
debía tener algo de bondad dentro de sí.

-Acércate...– él obedeció sentándose en el borde de la cama - ¿Lo trajiste?


Asintió y de su saco extrajo aquel curioso libro. La rubia sonrió ampliamente al
reconocer su diario en el que había hecho cientos de anotaciones y hechizos, algunos
incluso con ilustraciones.
-¿Qué pasa Selena?
-¿Por qué?
-Dijiste que todo lo que habías anotado ahí nunca lo usarías...
Ella volvió a cerrarlo– Tuve un sueño...
-Conoces las reglas... Si vez algo del futuro tienes prohibido impedirlo...
Sus ojos se humedecieron- No quiero que sufra, él no merece sufrir...
El chico colocó sus manos sobre las de ella y le limpió una lagrima– nadie lo merece,
pero no quiere decir que tengamos que evitarlo. A veces tenemos que aprender del
dolor. No lo hagas, sea lo que sea.

Después de unos segundos afirmo con la cabeza sin quitar la mirada del índice de su
diario. Frank sabía que esa forma de ver no correspondía a una “Mirada perdida” o
“ausente” ella estaba buscando algo en particular, cosa que le preocupó demasiado.
De pronto, la rubia sonrió con una aire tan maquiavélico que le recordó a la vieja
abuela Tituba Lovegood que se la pasaba mezclando plantas en un caldero negro, en el
año de 1693... La primera “Bruja de Salem”, aquella mujer escalofriante era la viva
imagen de Selena y aunque él siempre se resistió a creerlo, ahora lo estaba
comprobando.

-¿Selena?
Ella seguía sonriendo mostrando sus dientes– No tengo permitido impedir el futuro...
Pero puedo volverme parte de él.
Sopló de manera extraña sobre el diario y este quedo en la página exacta, se lo mostró
a Frank. Al chico se le puso la piel de gallina en cuanto vio el hechizo referido.
-Cambiar el pasado es un error, impedir el futuro un sacrilegio... Pero alinear dos
tiempos, es simplemente cruel...
-¿Me ayudarás o no?
-Nunca te he negado nada.
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«El hijo de un mortífago ¿No comprendes lo que le espera?»

«Lo mejor será que no lo tengas»

«¡Es una vida!»

« ¿En que estabas pensando? »

«Yo se que harás lo correcto»


Aventó la puerta con toda la fuerza que su cuerpo cansado por el llanto se lo permitió.
Todos juzgando siempre, Draco era un mortífago y ella lo sabia perfectamente ¡Pero
eso no lo hacia malo! Y menos condenaba a su hijo. Todo su cuerpo tembló antes de
derrumbarse sobre su cama a llorar espásticamente. Se abrazó de su vientre con para
luego arrugar la sobrecama gryffindoriana con rabia...

Todas las palabras creaban confusión dentro de sí, pero si había algo que retumbaba
con fuerza era que él la amaba, ahora todo dejaba de tener valor, incluso su mismo
pacto pues él mismo lo había roto al confesarle lo que no debía...
La había dejado porque la amaba, si, eso era. Ahora lo creía: Draco Malfoy en verdad la
amaba.

Paradójicamente sonrió. Se sentó en la cama con las rodillas encogidas y miró la luna
que ya había llegado hasta su ventana, ahora que lo recordaba ella era la luna, sola de
nuevo.

-No me ames Draco– susurró– Ódiame. Ódiame como cuando me tomaste por coraje,
ódiame como cuando me obligabas a seguirte... ódiame igual que cuando me salvaste.
– las lágrimas siguieron desbordándose por sus mejillas caudalosamente - ¿Tenias que
amarme para dejarme?... Porque yo te he odiado demasiado como para no amarte –
recargó su frente en sus rodillas y los espasmos cedieron – si esa es tu forma de amar,
te ruego que me odies.

Podemos recordar todos los eventos de nuestras vidas y decidir cargar con nuestros
pecados, al fin y al cabo los expiaríamos hasta el final de nuestras vidas... “Uno no
destruye lo que ama” muy cierto, por eso mismo, casi siempre lo que amamos–
sonríe– termina destruyéndonos.

Cap 29:
Sentir: Algo que aprender

Los rayos iluminaban la noche, algunos con sonido y otros carentes de él... A pesar de
ello no había una sola señal de la lluvia que debería estar acechando. La fachada de la
mansión estaba descuidada; los árboles no tenían una sola hoja, arbustos y flores
estaban completamente secos, el camino empedrado hasta la puerta estaba cubierto
de hierba silvestre. En la torre más alta y tal vez también la más escabrosa un leve
candor se vislumbraba.

Abrió la puerta lentamente, sus zapatos brillaron con la escaza luz mientras que la
puerta rechinaba. En medio de la habitación estaba la cama con grabados de madera
negra en un estilo bastante exuberante en el cual era difícil distinguir entre ángeles,
palabras en latín y gárgolas, a un lado de esta estaba una enorme vela sobre el buró
que era suficiente para dejar en penumbra la habitación. Cerró con un portazo, el
sonido no se escuchó debido a que fue opacado por un trueno que iluminó la ventana.

Él sonrió al verla, ella levantó su barbilla y dibujó una media sonrisa que a cualquiera le
hubiera escaldado la espina dorsal.

-¿Así que te estas muriendo?– preguntó con ironía.


Él le extendió una mano en señal que la quería mas cerca:
-Es natural mi niña– hablo como si le respondiera a un enfermo mental, cosa que
disgustó a la chica– Soy viejo...
-Uno muy molesto.
Sonrió– No dejó de ser tu abuelo Pansy.
Ella arrugó la nariz.

Era un hombre anciano con abundante cabello grisáceo peinado elegantemente para
atrás, su rostro era puntiagudo con rasgos afinados y piel pálida de ojos azules tan
oscuros que parecían negros. A pesar de la vejez guardaba los vestigios de un seductor
empedernido o tal vez un cazador hábil. Traía puesta una bata rojo oscuro que hacía
juego con sus sabanas de encaje de seda.

-Eres más hermosa de lo que te recordaba...


-Lo se.
-e igual de vanidosa que cada mujer Parkinson que exista.
-¿Te vas a morir o no?– preguntó la Slytherin con algo de impaciencia.
Sonrió– ¿Por qué la prisa?... acabas de llegar y tenemos que hablar... pero si te
interesa, si: voy a morir.
-Me alegra.
La morena sonrió y tomó asiento en un sofá que estaba a un lado de la cama. Cruzó la
pierna sobre la otra y llevó un cigarrillo a su boca donde elegantemente intento
encenderlo, mas el filtro se partió en dos y el encendedor voló lejos de su mano. Pansy
volteó su rostro para ver a su abuelo y él le sonrió.

-Fumar es un hábito denigrante.


Pansy rodó los ojos– Dime que quieres o me largo.
-Tu siempre tan impaciente... Vete si lo deseas– ella se puso de pie y después de
mirarlo con desafió, camino a la puerta. Él sonrió– pero de antemano te aviso... que se
que no te irás.
Pansy cerró los ojos con rabia, como odiaba que el anciano lo supiera todo.
-Bien... entonces, ven aquí.
Ella solo obedeció.
-Buena niña. Sabes, conseguí todo lo quería desde pequeño... Y ahora que estoy a un
paso de la muerte pienso que debí pasar más tiempo enriqueciendo mi alma que mi
vida... ¿No es lindo?
-Es patético.
Sonrió– como digas Pansy. Mira...
A un lado de él había un pequeño cofre de bronce armado con clavos de hierro y en la
tapadera una esponja de color rojo, se lo mostró a la chica:
-hay algo de lo que me siento orgulloso... de no servir a nadie...
La marca tenebrosa palpito en su brazo- ¿Cómo lo...?
-Cuando tú vas yo vengo y estoy a punto de volver a ir.– sonrió maliciosamente– este
es mi ultimo intento por salvarte...
-No necesito que me salves...
-No he dicho lo contrarío– su voz fue ronca y apacible pero manteniendo cierto grado
de crueldad.– El amor... implica sacrificios...
-¡Yo no quiero hacerlos!
-Porque no amas... eres una niña caprichosa, es todo... Ábrelo.
Lo hizo, su primera reacción fue un gesto de extrañeza ante la extraña roca que había
dentro del cofre, de un color verdoso y deslumbrante:
-¿Qué es?
-MI regalo... para que salves tu alma...
-No lo entiendo.
-Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor... si
perdonas... perdonarás con amor y cuando puedas perdonar; si corriges, corregirás
con amor...
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Al principio solo era un vacio oscuro y sin sentido en el que caía lentamente sintiendo
un mariposeo en su estomago al descender al abismo y en medio de la nada... escuchó
su voz con un eco extraño que le retumbo en los oídos...

«No quiero vivir sin ti... No puedo...»

Se incorporó bruscamente sobre su cama. Su respiración estaba demasiado agitada,


miró en todas direcciones, las velas estaban encendidas dándole una iluminación
amarillenta a su habitación. Se restiró el cabello con algo de coraje y lo peinó hacia
atrás con sus dedos para intentar despejar su frente, hizo la sabana a un lado y se
levantó; su espalda desnuda y ancha brilló con la penumbra, el suelo estaba frió y
parecía estar extrañamente húmedo.
Tomó decididamente la perilla de su habitación y antes de girarla miró hacia atrás
donde había caído la noche anterior...

–Siempre te amaré...
Con un brillante destello se esfumó.
Cayó de rodillas frente a su cama, golpeo el suelo con los puños mientras que apretaba
los dientes en un intento vano por contener su rabia. Las lágrimas brotaron
lentamente... no entendía porque aún podía escuchar sus palabras, sentir como se
desgarraba por dentro. Un gritó desgarrador retumbó en su habitación...

Sacudió su cabeza de un lado a otro intentando esfumar los pensamientos que lo


atormentaban. Por alguna razón sabía que ya no se trataba del hechizo, ellos estaban
conectados por algo más... él podía sentirla en su propia piel de una manera muy
diferente al principio cuando percibía su dolor físico...
Salió a un oscuro pasillo tapizado con alfombra roja y grabados dorados. Las
fotografías en las parees estaba empolvadas; era como un recorrido por su vida, desde
que era bebé y su madre lo mecía suavemente, sus primeros pasos, el primer día en
Hogwarts, su primer partido... En ese momento Draco deseo tener una fotografía de
Hermione, tal vez cuando estuviera escribiendo distraídamente o dormida en su lecho,
el pensamiento absurdo lo hizo sonreír. Se estiró con pereza y siguió su camino.

Lección I: Por lo general... todas las respuestas que deseamos, están donde menos
hemos pensando, en el ultimo rincón en que buscamos... ¿Y donde es ese lugar?; a un
lado de nosotros.

-¿Qué haces aquí?– dijo asomándose por la enorme puerta doble que llegaba casi
hasta el techo.
Él reconoció la voz de su madre y viró la cara para darle su perfil:
-¿No debo?
La mujer entró y cerró la puerta produciendo un fuerte sonido que retumbó en la alta
habitación. Se quedó recargada con las manos aun sosteniendo la perilla:
-Es tu hogar... puedes hacer lo que quieras.

Las antorchas se encendieron junto con la chimenea dando luz a la estancia en su


totalidad. Era una especie de estudio combinado con una estancia y algo de biblioteca:
las ventanas eran gigantes, cubiertas por cortinas de terciopelo grueso y verde que no
daban paso a ningún tipo de luz que proviniera del exterior, una de las paredes estaba
tapizada por cientos de libros de colores y pastas vistosas, en el centro estaba la
chimenea de mármol negro y un escritorio frente a una de los ventanales con
pergaminos sobre este y los tinteros secos.

Narcisa tomó asiento en un sillón negro frente a la chimenea cruzando su pierna por
debajo del aterciopelado y largo vestido negro que traía puesto y que a su vez
resaltaba la antaña perfección de su juventud perdida. Su mirada se quedó fija en el
rostro perfecto de su hijo, temía por él, ya que cada vez se parecía más a su padre.

Draco supo que ella lo miraba pero decidió ignorarlo, no quería verla con ese estúpido
luto que guardaba por respeto a sabia Merlín quien. Su padre no había sido alguien
digno de tanto respeto como su madre lo hacia parecer. Se tomó la libertad de
inspeccionar las pinturas de la habitación, las había visto antes, pero solo ahora
empezaba a notar que no eran fotografías con movimiento como las que había en el
pasillo a su habitación.

-¿Pasa algo Draco?


Negó.
-¿Seguro?
Él miró el suelo y después levantó el rostro para encontrarse con los ojos de su madre:
-Estaba notando... Olvídalo, es una tontería.
Ella sonrió – nada que tu me digas puede parecerme una tontería.
-En realidad... solo había notado que es la única habitación de la casa en la que hay
pinturas en lugar de fotografías.
Narcisa sonrió.
-Te dije que era una tontería madre.
-No rio por eso... es que... te has vuelto muy observador hijo mío. Me pregunto que te
habrá pasado – el semblante de Draco se lo dijo todo. – Bueno, no estoy muy segura...
cuando me mudé aquí después de casarme con tu padre la mansión no era como la
conoces... Me parece que la única habitación que ha permanecido idéntica a lo largo
de los años es esta.
El rubio se sentó en el suelo en posición de la flor de loto y la miró atentamente.
-¿Por qué?– preguntó.
-Ni si quiera cuando eras pequeño hacías tantas preguntas– respondió Narcisa
arqueando una ceja.
El chico imitó su gesto y sonrió tiernamente, cosa que sabía derretía a su madre.
-En fin– profirió con un largo suspiro.
-¿Esta mansión la compró un Malfoy, no?
-No... La compro un amigo de tu tatarabuelo Ethan, se llamaba... Alexander...– se
sostuvo la cien– no recuerdo su otro nombre ni su apellido... seguramente era un
Lestrange. No importa. El punto es que la compró y luego el abuelo Ethan y él vivieron
juntos un tiempo... hasta que ambos la abandonaron y luego el que volvió por ella
fue...
-Mi abuelo... ¿Qué paso con su amigo?
-No tengo idea mi amor...– se puso de pie, Draco la imitó– ahora vuelve a la cama ¿si?–
finalizo acariciándole el rostro tiernamente y le depositó un beso en la mejilla.

El Slytherin miró el fuego, lentamente fue levantando la cabeza hasta mirar la pintura
más grande de toda la habitación: había un hombre de cabello rubio hasta los hombros
con ojos grises y nariz puntiaguda que se asemejaba a su padre, pero el gesto que
tenía en el rostro era idéntico al que él solía hacer. Estaba ataviado con un traje verde
y antiguo acompañado de la camisa blanca y posaba frente a uno de los jardines.
Por primera vez inspeccionó con detenimiento, fijándose que aquel jardín era verde y
tenia flores... Cuando en su tiempo no había nada que se le asemejara y debajo de él...
en un listón dorado “De nada sirve ganar al mundo a cambio de perder tu alma” ¿A
caso estaba hablando en sentido figurado?

Se puso de puntas para tocar el relieve que enmarcaba la pintura, era una hipnosis
extraña, no sintió cuando uno de sus dedos tocó el fuego hasta que lo estaba
quemando, dio un salto perdiendo el equilibrio al instante, intentó sostenerse de la
pintura y calló de bruces en el suelo con el cuadro encima. De inmediato lo hecho a un
lado para revisar el pulgar de su pie derecho y lo sostuvo con su mano casi llevándolo
hasta su cara.

Después de unos minutos se puso en pie y tomó el enorme cuadro para volverlo a
colocar en su lugar, al levantarlo notó que una de las esquinas se había levantado...
Pero no era un fondo de tela lo que estaba debajo. Abrió un poco más y notó dos
fotografías viejas en blanco y negro pero que habían adquirido colores sepia. En la
primera había dos hombres con traje de gala oscuro, uno era su abuelo... su boca se
quedó abierta al notar que era un hombre idéntico a él, obviamente era mucho mas
joven que en la pintura, pero no sabia quien era el segundo hombre puesto que en
lugar de su rostro había un hueco que parecía que lo habían hecho con un cigarrillo. La
segunda estaba partida a la mitad y solo se mostraba Ethan joven abrazado de alguien,
hasta el pie se apreciaba lo que parecía la orilla de un vestido blanco...

Draco sacudió la cabeza un par de veces ¿Por qué estaban ocultas? ¿A caso su abuelo
estaba escondiendo algo?... Su madre le había dicho “Cuando volvió” ¿Por qué se
había marchado la primera vez? ¿Y porque volvió solo?... Dedujo entonces que aquel
chico sin rostro era aquel amigo que le habían mencionado y que por alguna razón le
era difícil asociarlo con un Lestrange, al menos solo faltaba su rostro... ¿Por qué en la
otra fotografía faltaba toda la mujer? ¿Quién era ella?... ¿Y porque la había
eliminado?... En el pie de la fotografía que compartía con otro hombre había una fecha
escrita a mano: “14 de febrero del año 1849” ... la otra no tenía fecha ¿Habrían sido
tomadas el mismo día?... ¿Qué paso el catorce de febrero de aquel año, que fuera tan
importante como para ocultarlo?...

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«14 de febrero del año de 1849, 9:00 hrs.»

-Pareces un príncipe– dijo con un tono de orgullo mientras ajustaba la corbata.


Ronald depositó un beso en su frente para acto seguido abrazarla lo mas fuerte que
podía sin llegar a lastimarla, Selena rió.
-¿Qué es divertido señora de Weasley?– le preguntó.
-Escucho tu corazón... late con fuerza.
-Siempre es así cuando estoy contigo.

Selena sonrió ampliamente y se puso de puntas para alcanzar sus labios, sin esperar un
segundó Ronald le correspondió con ansias, subiendo una mano a su espalda y
rodeando con un brazo su cintura mientras que ella enredaba sus dedos en el cabello
de fuego...

-Cada latido...– susurró a su oído con un jadeo y empezó a bajar lentamente trazando
un camino de besos a su cuello– te esta diciendo suavemente “Te amo” “Te amo” “Te
amo”
-Yo también te amo– dijo ella acunándolo en sus brazos.– me gustaría ir a la boda...
-El médico no lo autorizó... pero atormentare a Draco de tu parte.
-Ron.
-Estaba bromeando.
-Este día no lo fastidies.
-¿Y si me fastidia primero?
-Ustedes dos son como un par de niñitos.
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-¿No pudieron elegir día mas ridículo?– dijo Mir mientras seguía a Hermione.
-Eres una anti romántica...– respondió la castaña sonriendo.
-Claro que no... Yo soy muy romántica...
-Mir, quitarte la ropa y meterte en la cama de un hombre casado no es mi idea de
romanticismo...
-¡Hey! ¡Si que eres mala Hermione! ¡No vuelvo a contarte nada!
-Si, eso será lo mejor...

Ambas reían, dentro de Hermione había algo que no la dejaba tranquila un solo
minuto, era extraño... La primera vez que se había “casado” no había usado un vestido
blanco ni había jurado amor eterno y tenía que confesar que nada de eso le llamaba la
atención antes...

Toda la servidumbre estaba preparando cada detalle de la boda. Sería en el jardín; por
la tarde la ceremonia y al caer el sol todo estaría decorado por luces de colores y
melancólicas lámparas de papel.

La castaña saltaba como una niña pequeña rumbo al jardín, su rostro se bañó de sol en
cuanto cruzó la puerta, quedándose estática ante toda la servidumbre de un lado para
otro. Había una carpa blanca, sillas, el pasillo cubierto por rosas blancas por el que
pasaría y todo lo demás... de verdad estaba pasando.

-¿Nerviosa?– le pregunto Draco rodándole la cintura con un brazo y depositándole un


beso en la mejilla que la hizo sonreír.
Ella se viro y le rodeo el cuello con los brazos:
-Aterrada... esa sería la palabra correcta
-No pasará nada.
-Draco yo creo que...
-Shh– se acercó a su oído– si lo arruinas te juro que te mato Hermione– dijo y sonrió.
-Si muero tienes que morir conmigo Ethan.
-Claro... ¿Acaso hay otra forma?... Aunque si morimos...
-Volveríamos a nacer para estar juntos
Draco sonrió– pues yo te amaría desde el primer segundo en que te viera...
-Eso es seguro.
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Luna y Ron caminaban por los jardines del castillo ataviados con la vestimenta común
para volver a casa por las vacaciones; la rubia vestía un abrigo azul rey que le llegaba
hasta la mitad de las pantorrillas, mientras que el pelirrojo traía puesto uno de sus
característicos “sweaters Weasley”.
-¿No te sientes triste?– preguntó Ron.
-¿Porque lo estaría?
El chico se metió las manos a los bolsillos del pantalón y exhaló un vapor frió:
-Hoy es el último día que nos vemos...
-Eso que importa... Yo no te voy a extrañar.
Los ojos del pelirrojo se desorbitaron ¿Había escuchado bien?... ¿Ella le estaba
diciendo que no lo iba a extrañar? ¿Tan poco significaba él para Luna?
-¿Perdón?– inquirió el chico.
-Dije que yo no te voy a extrañar– repitió con una tranquilidad fría.
-Bueno, en ese caso lo mejor será que de una vez digamos adiós.– dijo y se viró de
vuelta al castillo.
La rubia no pudo evitar notar un deje de furia en su voz que le fue completamente
incomprensible:
-¿Dije algo malo?– preguntó ella.
El se viró para verla– No... Si en realidad es lo que sientes.
-Eso siento.
-¡Pero que te pasa! ¡Luna yo te amo! ¡Y estas últimas semanas me he estado muriendo
por saber como voy a vivir sin ti dos semanas!... ¡Y el último día que te veo me dices
que no me vas a extrañar! – ella le rodeo el cuello con ambos brazos y sonrió, mientras
el gesto del chico permanecía tan duro y molesto como antes - ¡NO ESTA BIEN!... ¡¿Tan
poco significo yo para ti?!
-Ron...
-¡Como puedes decir eso tan tranquilamente!
-Ron yo no te voy a extrañar porque no puedo.
-¿Qué?... ¿Es que no me amas?
-¿Sabes porque no puedo?– él negó con la cabeza- Porque no se puede extrañar lo que
no nos deja y tú no me dejaras mientras te lleve en mi corazón.

El chico sonrió, sus ojos se llenaron de lágrimas y acunando el rostro pequeño de la


rubia entre sus manos unió sus labios a los de ella. Luna correspondió colgándose de
su cuello mientras que las manos fuertes del pelirrojo se aferraban a su cintura.

Lección II: Solo se extraña lo que nos abandona para siempre y ella nunca lo
abandono... Porque toda su vida, él la guardó en su corazón... hasta que volvió a
encontrarla.

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«14 de febrero del año de 1849, 15:00 hrs»
Ronald llegó a la mansión M&W, se sorprendió al ver la gran cantidad de sirvientes que
Draco había contratado. En el jardín central había una carpa color crudo debajo de la
cual estaban las sillas blancas para los invitados y una especie de Kiosco donde sería la
ceremonia, el camino entre los asientos estaba adornado con pétalos de rosas blancas,
el césped tenía un cuidado especial para ese día y pequeñas lámparas de piso se
encenderían durante la noche.

-Te vez terrible...


El pelirrojo se viró– Gracias Draco...
El rubio traía puesto su traje negro de cola larga con el chaleco plateado al igual que el
pañuelo debajo de este, su cabello estaba (extrañamente) peinado hacia atrás.
-¿No podías elegir un día mas meloso?– preguntó Ronald.
-Me recuerdas a Mir... ella dijo lo mismo.
Las mejillas del pelirrojo se encendieron levemente.
-En fin, me hubiera gustado que viniera Selena...
-Claro, para que te defendiera ¿no?

Draco rió y golpeó el hombro del otro chico quien lo tomó del cuello para revolverle el
cabello. Uno de los fotógrafos se acerco a ellos haciéndoles una seña con la cámara.
Ronald se acomodó abrazando al rubio y levanto el pulgar, Draco arqueó una ceja y
sonrió posando para la primera foto de aquel día... El día de su boda.

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-Creo que perdiste Zabini– dijo Ginebra sentada en la cama mientras que el moreno se
arreglaba el moño frente al espejo.
-¿Qué perdí Ginny?– inquirió sin perder concentración en su acción.
-A Draco... hoy se casa y seguramente se olvidará de sus “Planes de poder”– prosiguió
con un tono burlesco.
El chico sonrió mostrando su dentadura blanca reluciente por la piel oscura:
-Cuando un hombre está casado... es cuando ambiciona más el poder.

Ella bajó de la cama y caminó a él, sonrió con algo de malicia y poniéndose frente a él
atrapo sus labios de manera feroz.

-Ahora no pequeña– dijo Sean con un jadeo– debo hacer cosas.

El moreno salió al jardín en cuanto estuvo listo. A lo lejos miró como Ronald y
Hermione conversaban animadamente mientras que Draco daba órdenes al juez que
debía realizar la ceremonia. Él llego por detrás del rubio palmeándole el hombro, el
novio se viró para darle la mano y fundirse en un abrazado cálido y fraternal.

-Me alegra que hayas decidido dar este paso– mintió


-Lo se...
-Aunque...– lo interrumpió– Espero que Madeleine sea una buena esposa– dijo Sean y
señalo a donde Ronald y ella conversaban– no es que desconfié de Ronnie pero...
olvídalo.
-Pero que.
-Olvídalo Draco, es tu día y no sería bueno que te amargará con estupideces.
-Dilo.
-Ya que insistes– se encogió de hombros inocentemente– ella es una mujer... hermosa
y claro, no sería extraño que cualquiera pudiera desearle– dijo con malicia.

En ese momento Draco se volteó para ver como el pelirrojo tomaba a la gitana de la
cintura y la atraía contra él para susurrarle algo al oído que arranco una carcajada de
sus labios, hizo un gesto de rabia.

Lección III: Enamorarse es sentirse encantado por algo, y algo sólo puede encantar si es
o parece ser perfección...
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-¿Seguro?
-Si, si... seguro– suspiró.

Tocaron la puerta un par de veces y no recibieron respuesta así que decidieron entrar.
Su habitación estaba en penumbra y ella sentada en medio de su cama con las rodillas
encogidas hacia el pecho. Levanto la vista húmeda para mirarlos y de inmediato les
volteó el rostro. Harry cerró los ojos y respiró profundamente, no tenia ganas d
discutir. Ron sacó la rana de chocolate que traía en su bolsillo y con un gesto inocente
la dejo en un lado de la cama, la castaña se quedó mirando el paquete y después de
unos segundos decidió tomarlo; en cuanto lo abrió la rana saltó de su cama.

-¡Ron atrápala!– gritó Harry.

Corrieron por toda la habitación intentando atrapar el dulce y después de varios


intentos (fraudulentos) Hermione reía sin poder evitarlo, mas cuando Harry quedó
encima de Ron y creyeron que tenían la rana debajo de ellos, la chica tomó su varita y
con un hechizo la petrificó haciéndolos quedar como un par de tontos.

-Esto... no resulto... como... debería... haber...


-Entiendo– dijo Hermione.
Poco a poco ambos fueron acercándose hasta quedar de pie frente a la cama. La
castaña sintió que algo dentro de ella explotaba, eran sus mejores amigos, los únicos
que tenía y ahora...

-¿Por qué?– dijo Harry.


-No tienes que...
-Está bien– interrumpió a Ron y levantó la vista– Solo puedo responderte... que no
tengo la menor idea. Fue... tanto, tantas cosas... como si la vida entera me quisiera a
su lado y lo se: Es estúpido, ilógico, absurdo– sonrió al tiempo que su voz se
quebrantó– pero así parece.
-Te obligo a...
-No... Nunca hice nada que no quisiera y cada momento estaba consiente de lo
erróneo de todo, pero simplemente... no quería detenerme.
Ron se sentó junto a ella en el borde de la cama- ¿Por qué nunca nos dimos cuenta?–
susurró para si mismo.
-Tal vez no quisieron...
-O tal vez confiábamos tanto en ti que pensar en que tú harías algo “malo”... era
imposible.– dijo Harry.
-¿Me odias?
-Nunca podría odiarte... Pero me decepcionaste... y lo merezco. Se que no soy nadie
para pedirte un comportamiento impecable...

El azabache fue acercándose más a ella y se sentó del lado opuesto al de Ron para
después recostarse junto a ella, el pelirrojo hizo lo mismo. La chica los miró y sonrió.
Ellos tomaron asiento de nuevo y la abrazaron cálidamente recargándose en sus
hombros.

-¿Y como le vamos a poner?


-Ron, no es un perrito
-bueno Harry yo no le quiero decir “Malfoycito”
Hermione rió- ¿Están hablando de mí...?
-Si, si... tu hijo... o hija... Lo que sea– dijo Ron.
-Todavía ni si quiera se si estoy...
-Lo que sea– dijo Harry– estaremos contigo y... con él...
-O ella– completo Ron
-¿Qué obsesión tienes con las niñas?
-¿Qué problema tienes con la niñas?...

Lección IV: La incomprensión, más que la imposibilidad de comprender, es la


imposibilidad de sentir y la manera más profunda de sentir una cosa es sufrir por ella.

El calor de la nueva noche lo invadió de nuevo, se metió en la regadera esperando que


el agua se llevara el fuego interno del que deseaba escapar. Como siempre ella lo había
torturado en sus sueños, solo que cada vez era mas real... Hermione caminaba hasta el
pie de su cama y se desnudaba solo para él quien se hipnotizaba por ese cuerpo
hermoso del que era preso, luego ella subía sobre su cadera y lo cabalgaba
lentamente...

Draco notó que había conseguido una erección completa a pesar del agua fría que no
lo desalentaba en lo mas mínimo, solo su imaginación lo había provocado... aun así, el
daño estaba hecho y había que repararlo.
Tomó su miembro con una mano y lentamente empezó a acariciarlo, mientras con sus
ojos cerrados levemente seguía mirando a Hermione, lo primero que venía a su mente
era él hundiéndose poco a poco en su cálido cuerpo y después solo la tomaba de la
cadera acercándola lo más humanamente posible a él. Las caricias de su mano se
hicieron mas fuertes deslizándose desde la punta hasta la base y rozándose a si mismo
los testículos que sentía a punto de estallar, se apoyó de la pared con la mano libre
mientras el agua se deslizaba por su espalda, apretó los ojos fuertemente y en su
mente seguía mirándola cabalgarlo a un ritmo descontrolado mismo que seguía con su
propia mano, de igual forma apretó los dientes reprimiendo un gruñido que
amenazaba con desbordarse ferozmente de su garganta. Todo dentro de su cuerpo
empezó a arder hasta que se derramó... pensando que lo había hecho dentro de ella...

Una punzada le invadió cuando lentamente abrió los ojos y soltó su miembro flácido,
todo le dio vueltas y las lágrimas salieron involuntariamente, estaba furioso. Ese fuego
que le quemaba el pecho solo desaparecía con ella, no con su recuerdo, golpeó los
azulejos con los puños y decidió salir de la bañera.

-«No fue el mejor sexo de mi vida Granger.»


-«Como si tuvieras un punto de referencia. »
-«Pues la verdad me he divertido mas masturbándome.»

Sonrió mientras se amarraba una toalla a la cintura ¿En verdad había esperado que ella
creyera eso?... Salió del cuarto de baño y agitó su varita para que las luces se
extinguieran, la aventó en algún lugar por el suelo y se sentó en el escritorio que
estaba frente a su ventana ¿Qué podía hacer? ¿Escribirle una carta a Hermione? ¿Para
que? ¿Para nunca tener el valor de entregársela?... NO. Humedeció la pluma en tinta y
escribió:

Si pudiese ver tus ojos, ver la expresión de ellos al reír


Ver como eres vida y sentir como la vida se me va de los dedos
Sentir el despojo de tu ser, que yace lejos de mi alma
Lejos de mis manos... Lejos de mi vida.
Y a la vez cerca, muy cerca de mi corazón
Si esto no es soñar, si esto no es extrañar con cada palpitar de mi corazón
Si esto no es ahogarse en un silencioso llanto
Si esto no acelera mi respiración, si nada de esto es...

Alzó su cabeza al escuchar que la puerta de su habitación se abría, hizo el pergamino


una bola entre sus manos y la arrojo a un lado poniéndose de pie. Una cabellera negra
se asomo cautelosamente y después reveló su rostro angelicalmente perfecto con un
destello sombrío.

-Tu madre me dijo que podía subir...– dijo y entró quedándose a varios metros de él.

Pansy lo miró fijamente, su cabello rubio tenia destellos platinados por la luz de la luna
que se filtraba por la ventana... Draco era todo lo que ella quería y teniéndolo cerca...
sabía que nunca estaría más lejos como ahora. Él también la miró detenidamente;
vestía de negro una corta prenda parecida a una bata ceñida que le legaba hasta la
mitad de la pierna con zapatos de piso que la hacían ver más infantil todavía, también
era hermosa y le ofrecía absolutamente todo lo que podía necesitar... sin embargo no
era lo que deseaba...

Lección V: El amor consiste en sentir que el ser sagrado late dentro del ser querido.

-Debes irte... Te lo pido.– dijo Draco.


La morena sonrió– No– contestó con un deje de voz que logró helarle el cuerpo al
chico.

Ella fue acercándose lentamente y lo tomó de la nuca para unir sus labios con los de él.
Draco quiso corresponderle, así que la tomó de la cintura y arqueo su espalda para
dejar que lo besara mejor... pero algo estaba mal, había algo que le gritaba por dentro
y sentía su corazón tranquilo, a diferencia de cuando estaba con Hermione. La lengua
de la chica penetró en su boca y se imaginó a si mismo con ella debajo de su cuerpo...
pero algo estaba mal... la abrazó mas fuerte tomándola de la espalda y sintiendo su
suavidad y el delicioso aroma que desprendía ¡Pero había algo mal!...

Sin decir nada la soltó... se deshizo de aquel profundo beso del que no estaba sacando
nada, al contrario; acumulaba mas miseria. Los ojos de la chica se llenaron de lágrimas
al instante.

-¿Qué pasa?
-Sabes lo que pasa...

Caminó al baño donde se vistió con una pijama negra, cuando salió la encontró en el
mismo lugar exactamente en la posición en que la había dejado.

-Sabes que no te amo...


-Claro... Nunca se me olvidará el día que me lo restregaste después de revolcarte con
la Sangre Sucia.
Fue un milagro que Draco no se dislocara el cuello a voltear para verla ¿Cómo...?
Pansy sonrió:
-Sabía que algún día me lastimarías, que llegaría perderte por otra chica... Nunca
imagine que sería tan cruel.
-Nunca fui cruel.
-No... Yo fui cruel...
-¿¡NO!? ¡Yo era tu amiga! ¡Nunca te pedí nada!...– las lágrimas se desbordaron por su
marmolado rostro– Y de un día para otro me dices que me quieres, me necesitas...
-Lo sé... Y me arrepiento
-¡Espera! ¡Es tarde para arrepentirte!... Yo te necesito como un corazón al latido, te
ame con todo mi fuego y tu dices... ¡Me arrepiento!... ¡Todo por una Sangre sucia!
-¡No te atrevas a llamarla así!– dijo tomándola de los brazos.
-Eso es...

Sin decir nada más Draco la soltó y caminó a la ventana. Su nariz se congestiono pues
unas inmensas ganas de llorar se apoderaron de él.

-¿Por qué la amas?... A pesar del dolor.


-Cuando estoy con ella soy un hombre libre, digo lo que pienso hago lo que quiero,
nadie me censura, nada esta prohibido, cruzo mil fronteras... porque no conozco el
miedo....– guardó silencio cuando su voz empezó a menguar.
Volvió a sonreír– Termina.
-No... Te lastimaría...
-Lastímame entonces.– levanto su barbilla– porque en un futuro no tendrás la
oportunidad de hacerlo y cuando llegue el momento, seré yo quien tenga el placer de
destruirte...
Draco se viró para verla de frente:
-Cuando estoy con ella lo demás no importa, lo demás no cuenta, la moral no existe, la
experiencia es vana, el orgullo es cuento, el dolor se olvida, el deber no sirve... Cuando
estoy con ella soy tan diferente... Soy, lo que soy, lo que quiero ser, digo tonterías
como cualquier hombre... Como cualquier hombre... Que ama a una mujer – finalizó.
Toda la opresión dentro de su cuerpo se fue.

Las lágrimas rodaban por las mejillas de Pansy, miraba un punto fijo en la pared pues
no podía si quiera verlo a los ojos sabia que la molestaría demasiado, ya se había
humillado y había dejado que la humillara, no podía más.

-¿A dónde vas?– preguntó cuando lo vio caminar a la puerta.


-A... donde sea.

Salió casi corriendo de su habitación, cuando azotó la puerta Pansy se derrumbo sobre
el suelo sin contener el feroz llanto de rabia.

Lección VI: La mayoría de nuestras equivocaciones en la vida nacen de que cuando


debemos pensar, sentimos, y cuando debemos sentir, pensamos.

-¿Eres feliz?
La voz de su madre lo sobresaltó. Él estaba sentado en las escaleras con la cabeza
gacha, mirado la nada, Narcisa no podía ver a su hijo así...
-No.– respondió Draco secamente.
La rubia bajó para sentarse a su lado acomodándose el vestido debajo de las piernas.
-¿Por qué no?
-Porque... hace tiempo... hice algo sin pensarlo, solo porque lo sentía y ahora que lo
pienso...
Ella sonrió– Raro y celestial don, el que sepa sentir y razonar al mismo tiempo... ¿Qué
necesitas para ser feliz?
-sacarme toda la sangre que llevo dentro...
-Tal vez... sientas que no es lo correcto... y puedes preguntarte ¿Cómo saber que
hacer?– lo tomó de la barbilla para levantarle el rostro y le aparto algunos cabellos de
la frente– El deber está en tu corazón.
-Pero mi corazón no esta aquí.
La rubia volvió a ponerse de pie y subió un par de escalones- ¿entonces que haces
aquí?... Ve a donde esté.
-Pero...– replicó el chico poniéndose de pie mientras su madre seguía subiendo.
-Hagas lo que hagas, estaré orgullosa de ti hijo mío– viró su rostro– encuentra tu
destino, aférrate de él y no lo sueltes nunca.
-¿Y si por seguir mi destino traiciono a toda la familia?
Se encogió de hombros:– la peor de las traiciones es si te traicionas a ti mismo.

El chico corrió para alcanzarla, ya era mas alto que ella y la rodeo con sus brazos,
Narcisa sonrió.

-Gracias mamá.– dijo y volvió a correr. Sabia donde estaba su lugar.


-¡Draco!... No te olvides de comprarle un regalo de navidad.
-claro que no.– volvió a sonreír mostrando su dentadura.

Mi padre siempre me ha dicho que todo lo que tengo que aprender no me lo


enseñarán en el colegio... La vida está llena de lecciones que nos enseñan las personas
mas importantes que pasan por nuestro camino y estas siguen renovándose
continuamente a lo largo de nuestro sendero... cada vez que aparece una nueva,
siempre nos recuerda... que toda nuestra existencia, tendremos algo que aprender.
Capitulo especial: PASADO

El pasado es la única cosa muerta cuyo aroma es dulce y solo en él está la historia del
futuro. . .En tres tiempos se divide la vida: en presente, pasado y futuro. De éstos, el
presente es brevísimo; el futuro, dudoso; el pasado, cierto... por tal motivo, debemos
conocerlo...

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«14 de febrero del año de 1849»

La boda:

Se veía hermosa, con su vestido largo idéntico al de una princesa... tal vez era una. Él
se quedó embobado en cuanto la vio caminar por el pasillo de la iglesia sosteniendo en
su mano un ramo de rosas blancas, era un ángel... o los mas semejante a uno...

Un suspiro no le fue desapercibido. Mir notó como el pelirrojo parecía haber viajado a
otro mundo mientras la ceremonia de la boda seguía con toda normalidad.
-¿Recordando?– inquirió la gitana.
Él sonrió y parpadeó un par de veces antes de mirarla a los ojos. Tomó una de sus
manos y le besó los nudillos:
-No soy muy afecto a las bodas..– dijo Ronald.
La chica bufó– Yo tampoco– dijo sobre su oído– pero es la boda de mi mejor amiga...
tenia que venir.
-Lo mismo digo... Pero... Hermione ya se había casado antes...
-Si, si... con Evans– rodó los ojos– nunca lo quiso realmente... Es extraño, nuestras
vidas han dado muchas vueltas.
-Entiendo... bajó la cabeza.
Mir lo tomó de la barbilla y lo obligó a mirarla– Pero cambió para bien... Mira, ella se
casa con él y tú... estas conmigo...

Se miraron fijamente unos minutos, Ronald se perdió en sus ojos oscuros... La gitana
era hermosa, mas que ninguna que pudiera conocer, aunado a eso la forma tan sutil de
mirarlo, de reírse por cualquier comentario que él hacia por mas tonto que fuera... ella
seguía enamorada...

–¿Ronald, tomas por esposa, a Lovegood; para amarla y respetarla hasta que la muerte
los separe?
-Acepto.– contestó fuertemente con una amplia sonrisa.
-¿Y tú Selena...?
-si quiero– respondió con su característica voz infantil haciendo reír a todos los
presentes... y logrando derretir a su casi esposo.
-Entonces los declaro: Marido y mujer
Los aplausos estallaron acompañados de un silbido que Ronald juraba que era de
Draco

A su alrededor todos aplaudieron y él hizo lo mismo poniéndose de pie mientras


Madeleine y su amigo se fundían en un tierno beso.
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La sorpresa:

Ronald llegó a San Mungo, la noche era fresca y aun así el sudor se escurría por su
frente. Traía el saco en la mano, la camisa con los puños desabrochados y remangada
hasta los codos...
A un paso de la puerta respiró agitado, el miedo se acumuló en su corazón y una
opresión en el pecho le impedía respirar correctamente. Se dispuso a tomar la
manija... el temblor de su mano se lo impidió, apretó el puño y golpeo la pared blanca
recargándose en ella y fue cayendo lentamente, apretó los ojos con fuerza y se quedó
inmóvil. Los pasos que parecían acercarse a él lo hicieron levantar el rostro.

-¿Doctor Weasley?– preguntó el hombre de bata blanca y gafas de cuadro.


-Soy yo.– dijo con un hilo de voz.

Le extendió una mano que el pelirrojo tomó para levantarse, lo miró con desconcierto
ya que jamás lo había visto y si, era cierto que San Mungo era grande pero no tanto
como para no conocer a uno de sus colegas. Aquel doctor era de tez morena y cabello
café muy oscuro al igual que sus ojos, su rostro era cuadrado y tenía un semblante
severo que contrastaba con una enorme sonrisa blanca.

-Disculpe doctor... es que... yo...– dijo Ronald.


Él rió – No me conoce ¿Cierto?– preguntó con júbilo.
El pelirrojo negó.
-No se preocupe Doctor Weasley... es normal que no me conozca, usted trata muy
distintos “padecimientos”...
-No comprendo...
El moreno abrió la puerta y le dio el pase:
-En unos segundos entenderá.

Con pasos temblorosos entró, cerró la puerta tras de sí y miró a su esposa... Al instante
sus ojos se llenaron de lágrimas, Selena le sonrió cálidamente extendiéndole los brazos
y como un niño en busca de su madre corrió a ella refugiándose en su pecho, cuando
sintió que sus cabellos se humedecían, levantó el rostro para mirarla...

-¿Pero... porque lloras?– preguntó Ronald.


-perdóname...– contestó ella.

El chico acunó su rostro con ambas manos y la besó en los labios, no pudo evitar que
las lágrimas se desplomaran por sus mejillas y sintió como la rubia sonreía, su corazón
palpito a una velocidad impresionante. El otro doctor sonrió y abrió la persiana que
cubría la enorme ventana, las luces de la calle se filtraron a través de esta en medio del
manto oscuro.

-Bien... empecemos.– dijo.


Ronald asintió.
-Tengo miedo.– dijo Selena.
Él la tomó de una mano y la sostuvo fuertemente:
-no pasará nada... lo prometo.

La chica se recostó y levantaron su blusa, un escalofrío le recorrió la espina dorsal al


sentir el gel frío en su vientre. Ronald sonreía, simplemente no podía evitarlo.

-Míralo... aquí está– dijo el doctor desconocido– Este es su hijo doctor Weasley...
_______________________________________

Noche de bodas:

Nunca había estado tan nervioso... y si lo pensaba ¿Nervioso de que? Después de todo
no era la primera vez que se encontraba en una situación así... bueno en realidad si lo
era; era la primera vez que estaría el resto de su vida con la mujer que amaba. Después
de varias respiraciones profundas salió del baño pensando en que Hermione estaría
sintiendo los mismos nervios que él...

La habitación estaba en penumbra total, sobre las lámparas de aceite había unos
pedazos de tela roja casi transparente que le daba un toque extremadamente
erótico... Sobre la amplía cama de sabanas blancas estaba la mujer mas perfecta que
en ese momento pudiera existir sobre la tierra.

La castaña lo miraba intensamente de los pies a la cabeza, estaba recostada de lado


con las piernas juntas una sobre la otra, vestía un negligé negro, era la prenda mas
corta y transparente que Draco hubiese visto en toda su vida, era de encaje con un
generoso escote. Ella le hizo una seña para que se recostara a su lado y se tumbó de
espaldas mirando el techo.

Con paso tembloroso Draco aceptó aquella invitación, todo su cuerpo estaba a punto
de estallar en un mar de sensaciones internas con las que trataba de luchar, la peor de
ellas tal vez era el miedo... no podía perderla ¿Pero que lo hacia pensar eso?... Si se
habían encontrado no fue para separarse... ¿O si?...

Subió a la cama poniéndose de rodillas, ella le extendió los brazos para envolverlo muy
cerca de su cuerpo. La calidez de su aliento tibio le erizó la piel al chico y al instante
cerró los ojos levitando los labios sobre los suyos.

-Te amo Madeleine...


Ella rió- ¿No habíamos aclarado que odiamos esos nombres?
El chico bajó a su cuello lentamente solo levitando sus labios a milímetros de su piel
sintiendo como se erizaba de bajo de su cuerpo.
-No me importa tu nombre... no me importa quien eres ni como eres...– la miró a los
ojos y sonrió– solo me interesa que eres mía, completamente mía.

Entonces, unió sus labios con los de ella. La castaña correspondió de inmediato al
deseo de su esposo, abrió la boca para dejar que sus lenguas se encontraran
cálidamente y robarse el aliento del otro. Draco le sostuvo el rostro con una mano y
fue bajando por su contorno, tomó uno de sus muslos y lo elevó a la altura de su
cintura mientras bajaba por el escote, con sus dientes se deshizo del pequeño lazo que
lo mantenía unido y capturó uno de sus pechos meciéndose contra ella lentamente.
Hermione lo aprisionó su cabellera rubia contra ella mientras que la otra mano recorría
su espalda desnuda, cerró los ojos echando la cabeza para atrás ante el mar de
sensaciones que recorrían todo su cuerpo.

El rubio sonrió abandonando su pecho y comenzando a descender por todo su cuerpo,


abrió la prenda oscura incorporándose sobre ella y miró su cuerpo desnudo y perfecto
con los pezones erectos y las piernas abiertas solo para él. Algo se incendió dentro de
su pecho, tuvo la extraña sensación de llorar que se desvaneció en el instante en que
la chica se incorporó para capturar sus labios y recostarlo de nuevo sobre ella.

Él recorrió su cuerpo caliente y terso con ambas manos explorando cada hueco y
disfrutando una a una las curvas que palpaban sus manos, se hundió en su cuello
lentamente sin dejar de moverse contra ella. Hermione abrió ambas piernas
lentamente y lo miró a los ojos, el chico clavó sus ojos en los de ella y se acomodó listo
para fundirse en uno solo. En ese momento todo desapareció; la atmosfera, los olores,
los sonidos y sabores, su mente quedó en blanco al no poder pensar en otra cosa que
no fuera su gitana, hermosa y perfecta. Un gemido escapo de la boca de la chica
cuando sintió como entraba en ella lentamente y Draco lo atrapó haciendo que
retumbara en su garganta. Se entregaron a un profundo beso al tiempo que
empezaban a danzar el uno contra el otro sin dejar de sentirse...

-Te amo tanto Hermione.– susurró a su oído.

Los cabellos del chico le rozaron la frente al tiempo que parecían librar una batalla
entre sus ojos.
Ella capturó su labio inferior con los dientes al sentir que se enterraba más dentro de
ella. Los gemidos del chico retumbaban en la habitación confundiéndose con los
agudos de ella, ambos cuerpos se encontraron bañados en sudor, sentían las puertas
del paraíso abiertas...

No les fue difícil llegar al éxtasis algunas horas después de haber empezado, fue como
una pequeña muerte que les encendió todo el interior con un salvaje espasmo de su
cuerpo... El rubio calló rendido sobre su pecho agitado y en su rostro se quedó una
sonrisa...

-Yo también te amo Draco... y siempre te amaré...

No lo considero destino... tal vez solo una agradable coincidencia... Puede ser que el
único propósito de aquel encuentro era que algún día y de alguna manera... alguien
contara su historia...

«30 días después


16 de marzo del año 1849»

La sirvienta entró a la habitación sin hacer el mas mínimo ruido, se inclino del lado en
el que Hermione dormía profundamente, la lluvia golpeaba los cristales de la ventana.

-Señora– susurro
-Estoy despierta.– respondió sentándose suavemente en el borde de la cama.
-Esta todo listo, justo como lo pidió...
Sonrió y miró a su esposo del cual los ronquidos eran poco audibles:
-Perfecto... enseguida bajo.

La sirvienta salió de la habitación de la misma forma cautelosa. La castaña sonrió


poniéndose de pie tomando la bata rosa y amarrándola ceñidamente a su cintura,
rodeó la cama y se inclinó sobre su esposo, le apartó algunos cabellos de la frente...

Abrió la puerta dejando que la luz del pasillo entrara por unos segundos, caminó
tranquilamente por el pasillo hasta que un repentino mareo se apoderó de su cabeza,
todo empezó a verse borroso, se sostuvo en la pared y cuando sintió desvanecerse un
brazo le rodeó la cintura...

-¿estas bien?
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-Gane de nuevo– dijo un deje de aburrimiento perfectamente comprensible.


-¿Cómo lo haces?
-entiende... jugaba mucho en los bares de Norteamérica– respondió sonriendo al
tiempo que recogía los naipes.
Ella se cruzó de brazos– A veces me gustaría predecir el futuro...
Él rió– Eso no sería demasiado agradable...

La rubia miró por la ventana el cielo gris y como la lluvia parecía ceder poco a poco,
aun así hacia un ruido algo molesto. Miró la vena de suero encajada en su mano y
suspiró haciendo que su flequillo rubio revoloteara sobre su frente.

-¿Te pasa algo Selena?


-Me gustaría salir de aquí.
-Saldrás– comentó Frank con una sonrisa.
Ella arqueo una ceja- ¿Cómo lo sabes?
-Confía en mí... Entonces... ¿juegas de nuevo?
-¡NO!... siempre me ganas... ¿Y si jugamos ajedrez?
-Sabes que nunca fui bueno para eso.
-¡Vamos! Yo enseñe a jugar a Ron... tu también puedes aprender.

El chico de ojos verdes tomó su varita y acercó el tablero junto a la cama mientras que
la rubia sobaba su vientre lentamente como solía hacerlo todo el día mientras que su
esposo no estaba con ella. Abrió el tablero y las piezas fueron a sus lugares
automáticamente.

-Em... Selena... respecto al hechizo...


-¿Que?
-No estoy seguro de poder hacerlo...
Ella levantó el rostro y clavó sus ojos claros en los de él:
-Yo tampoco...
Su voz le erizó la piel...
_______________________________________

Hermione cortaba un melón de forma extraña, Ronald estaba sentado en una silla
detrás de ella mirándola con cierto desconcierto.

-¿Qué pasa Ron? – preguntó sin dejar su tarea.


-Nada...
-Siento que me miras Weasley... dime que pasa...
-¿Segura que estas bien?...
Ella se viró – Segura – tomó una servilleta para limpiarse las manos - ¿Cómo está
Selena?
El pelirrojo se puso de pie y caminó hacia ella.
-Esta bien... muy contenta por el bebé...
-si, solo lo siento por Mir...
Ronald bajó la vista – Nunca fue mi intención herirla.
-Claro que no, Nunca es tu intención... Pero lo haces.
-Eres peor que Draco ¿Lo sabias?
La castaña sonrió y se volteó para seguir cortando vegetales:
-Lo se... Y me encanta.
El chico la abrazó tiernamente de la cintura... – No debería encantarte, no es algo
bueno.
-¡Quien lo dice!– gritó riendo.
-Yo lo digo... y tienes que cuidar mucho a ese bebé para que no saque su feo carácter.

Se viró en seco con una cara de espanto que era casi graciosa. Los ojos del pelirrojo
brillaban mientras la sostenía de la cintura, sus narices se rozaban confundiendo sus
respiraciones.

-¿Qué dices?...– preguntó con un hilo de voz.


-Ese mareo no fue algo espontaneo Hermione.
-No... No puede ser...

Se miraron fijamente... ahora que lo pensaba...

-¿Interrumpo algo?
Reaccionaron agitados con cierto temor que a Draco le fue sospechoso. De inmediato
Ronald soltó a la castaña y sus mejillas estaban encendidas.
-Para nada... no interrumpes...

_______________________________________

«20 de marzo del año 1849»

-¡No es lo que piensas!

Hermione seguía a Draco con una toalla enredada de su cuerpo mientras que su
cabello goteaba. El rubio caminaba furioso frente a ella, la chica lo alcanzó antes de
que entrara a la habitación y tomándolo del hombro lo volteo.

-¡No me toques!– gritó tomándola de las muñecas.


-¡Draco escúchame!
-¡Eres una sin vergüenza!
-¡NO!...– se encogió en sus brazos recargando su cabeza contra el pecho del chico.
-Aléjate de mí.
-Draco... estoy embarazada...
Levantó su mano en posición para darle una bofetada, Ronald lo tomó de la mano
deteniendo el golpe.
-No te atrevas a tocarla.

Las lágrimas corrían por las mejillas de la chica... en la mirada del rubia había fuego,
era provocado por la ira, la impotencia, quería estallar en mil pedazos, desaparecer de
la tierra, desaparecerla a ella.

-No es mi hijo.– dijo secamente


-¡Pero eres mi esposo!
La tomó de los brazos, miró a Ronald con una furia que parecía crecer.
-Y seguramente será pelirrojo.

La soltó. La castaña golpeó la puerta incesantemente.

-No hagas eso– dijo Ronald abrazándola por detrás.


-No quiere escucharme...
-Hermione, le hará daño al bebé.
- Es que... como puede pensar eso...

Draco bajaba las escaleras, cuando Ronald entró agitado cosa que alarmó al rubio.
-¿Le pasó algo a Selena?
-No, no... ¡Donde esta Hermione!... arriba... tomando un baño creo...

Sin esperar mas subió las escaleras a toda prisa, el rubio lo miró algo extrañado y casi
de inmediato subió tras él... ¿para que podría querer a su esposa?

Ya arriba Ronald tocó la puerta del baño y le entregó una prueba de embarazo cacera,
era algo parecido a un dulce color rojo, le explico que lo chupara una sola vez, si seguía
rojo no estaba embarazada, si se volvía rosa era una niña y azul era un niño. La primera
reacción de la gitana fue de extrañeza, en el mundo muggle hacer eso era casi
imposible...
Después de algunos minutos llamó al pelirrojo, él entró en el baño donde había una
gran ventana redonda debajo de la tina de peltre bañado en bronce, el sol entraba en
su máximo esplendor, la castaña estaba envuelta en una toalla blanca que cubría un
poco mas debajo de la cadera, suficiente para que no se viera nada. Emocionada,
todavía con los pies dentro de la tina le mostró el dulce azul al pelirrojo quien la abrazó
mojando un poco sus ropas.

Le extendió una mano para que saliera de la tina cuando la chica se resbaló, él alcanzó
a tomarla de la cintura pero se desequilibro con ella. Hermione calló de espaldas y
Ronald estuvo a punto de caerle encima pero alcanzo a sostenerse con las palmas
sobre el suelo, la toalla se corrió dejando el cuerpo de la chica expuesto, justo ene ese
momento Draco entró quedándose atónito...

Recargado en la puerta fue cayendo al suelo, las lágrimas rodaban por sus mejillas.
Levantó el rostro mirando a Sean que leía, lo primero que pensó fue decirle que hacía
ahí, pero ahora que caía en cuanta no estaba en su habitación. El moreno cerró el libro
y entabló un contacto visual más que agresivo con el rubio, ninguno hizo un gesto o
bajo la mirada hasta que Sean decidió reír.

-¿Problemas maritales?– preguntó con algo de ironía.


Draco volteó el rostro.
-Piénsalo Draco... Cambiarias todo lo que te ofrezco por esto... ¿por una ramera que te
engaña con tu “mejor amigo”?
-No te atrevas a llamarla así.
-Eso es... ¿o no?...
El moreno se levantó y se arrodillo frente al rubio. - ¿Por qué no lo piensas?... ¿Tu, yo...
y el mundo a nuestros pies...?...
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El destino no reina sin la complicidad secreta del instinto y de la voluntad... No creo en


la casualidad ni en la necesidad; mi voluntad es el destino... Y la de Ethan, también lo
fue.

Cap 30: Por amor a ti

Amor... amor... ¿Qué es el amor?... Sé que mucho se ha dicho del amor, sé que es
infinito, que se basa de sacrificio, que no tiene tiempo ni lugar. Pero si es tan grande,
¿Por qué no se aman todos por igual?

En la fría mañana de diciembre el sol brillaba en su máximo esplendor, extraño para un


día de despedida en el que solo esperaban que las nubes lo cubrieran. El viaje terminó.
-¿Prometen que me escribirán?– preguntó Hermione abrazando a Ron y luego a Harry.
-Lo prometo– dijo el azabache.
-Sabes que yo no escribo...– comentó Ron ganándose un codazo del ojiverde - ¡Auch!...
esta bien, lo intentaré...
-¿A mi me escribirás?– dijo Luna abrazándolo de la cintura.
El pelirrojo la miró a los ojos y la tomó de la barbilla.
-Cada hora que este despierto... y si duermo te hablaré en mi sueños– dijo
tiernamente y la besó en los labios.

Los otros chicos hicieron un meloso coro que logró sonrojar al pelirrojo, pero no lo
suficiente como para que soltara los labios de la rubia.

-¿Estás bien? – preguntó Harry abrazándola por detrás y recargando su barbilla en el


hombro derecho de la castaña.
Ella sonrió regalándole un beso en la mejilla que hizo sonreír al azabache:
-Estoy bien.
-Mira... volvimos a como estábamos en el principio.– dijo Harry.
-Eso parece...
El ojiverde la volteó para tomarla de ambas manos.
-Hermi... con todo esto de tu hijo... quiero que sepas... que siempre estaré aquí... para
ti– tragó saliva– y... y, si necesitas... un apellido... yo...
-Harry...
-Yo, te ofrezco el mío.
Sus ojos se humedecieron y sonrió emotivamente, de inmediato lo abrazó:
-Gracias– lo tomó de las mejillas y lo miró a los ojos– Pero mi hijo tiene un padre...

-*Un padre*- pensó.

Estaba de pie frente al pórtico de su casa. Era una hermosa residencia de color blanco,
todo estaba oscuro excepto por los faros de la calle y las lámparas sobre su cabeza. Un
viento ligero hizo sonar las campanillas en el jardín y sonrió al saber que todo era tal y
como lo vio la ultima vez... menos ella. Definitivamente ella misma no era como se vio
la ultima vez... tragó saliva y se decidió a tocar el timbre en el cual sonó una deliciosa
melodía de tres notas agudas que la hicieron sonreír, como desde pequeña que su
padre había instalado aquel timbre.

-¡mi niña!– gritó la señora Granger abrazándola.

Hermione soltó su maleta y correspondió al abrazo ansioso de su madre, al instante el


señor Granger se unió al abrazo. La castaña no pudo evitar que unas cuantas lágrimas
rodaran hasta el hombro de su madre, se sentía débil y en aquellos brazos cálidos su
debilidad la derrotó, nunca había llorado, pero esta vez no podía evitarlo... No era la
misma, le dolía todo el cuerpo como si el cansancio de los últimos meses hubiera
recaído al fin en su cuerpo.
Su madre le limpió las lágrimas que interpretó como felicidad por volver a casa y la
miró cálidamente como solía hacerlo. Hermione era una replica casi idéntica de su
madre, con el cabello en elegantes ondulaciones castañas, una piel de color cobrizo y
brillante, sin embargo, sus ojos eran iguales sin duda a los de su padre; grandes y de
color chocolate.

-Hace frío– dijo el señor Granger frotando los hombros de su hija– vamos adentro...

La residencia era tan blanca por dentro como por fuera; las paredes tenían molduras
de pino oscuro y el piso era blanco, con muebles que hacían armonía, al entrar estaba
el recibido y un pasillo largo que conducía hasta la sala, a los lados de este estaban la
cocina, el comedor y del otro lado un baño y una ante sala. La sala al final del corredor
era la habitación más grande y lo que la caracterizaba sin dudar era la enorme
chimenea de piedra blanca en forma de cono que estaba en una esquina.

No pudo disimular su amplia sonrisa... Su hogar... estaba en casa... estaba a salvo.

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«1° de diciembre del año de 1849»

Su vientre había crecido a dimensiones “exorbitantes” comparados con su cuerpo


natural. A Draco le parecía la cosa mas graciosa en el planeta pues seguía conservando
su apariencia femenina de hombros pequeños y piernas bien torneadas, la única
deformación era el gran bulto en su cintura.

Cada tarde desde el invierno ella se sentaba en el estudio frente a la gran ventana a
tejer cosas que el rubio jamás les encontraba forma alguna. Él llegó como cada tarde y
le besó la frente acariciándole el vientre. Los últimos meses habían sido los mas
difíciles... recordarla llorando sobre sus rodillas... no podía negarle nada... ella lo
derretía, era el amor de su vida. Pensar vivir sin ella era la peor de las torturas.

-Draco...– escuchó como un lejano eco que cada vez se hacía mas presente– ¡Draco!
-¿Qué?– pregunto distraídamente.
Ronald sonrió palmeándole el hombro:- ¿Pero en donde andas?
-Nada... yo... solo... recordaba...
-¿Fue difícil?– dijo Ronald
-Algo... mi carácter ha cambiado... yo he cambiado... a veces creo que demasiado...

El pelirrojo sonrió, tenía razón. Suspiro profundamente y estiró los brazos hacia el
cielo.

-¿Entonces que te parece?


El rubio se frotó la barbilla:
-¿No es algo... clara?
-¡Vamos! ¡Es una habitación para bebés!

Aquel cuarto vació era de color azul cielo con bordes de madera blanca y el piso de
mármol claro al igual que en el techo se veía el espacio con estrellas y cometas que
cambiaban. A Hermione le pareció el efecto más maravilloso en cuanto Ronald se lo
había mostrado, pero faltaba la aprobación del rubio. Habían acordado también que
sus dos hijos dormirían en la misma habitación hasta que fueran mayores y crecerían
como hermanos tal y como ellos...

Se miraron fijamente, ahora que lo pensaban eran completamente diferentes, tal y


como todos les habían dicho desde siempre... No solo sus físicos, sus formas también
eran polos opuestos... Draco era impulsivo, tonto, ambicioso; Ronald al contrario era
calculador, inteligente y agradecido con su presente, sin preocuparse demás por el
futuro... Todo eso hasta que había conocido a Mir... de la cual no tenía idea de su
apellido.

-¿Te sonrojaste Weasley?– dijo Draco.– Me imagino en que pensabas...


-Yo no...
-Fantaseas con Mir... acéptalo.
-¡Draco!...
-No seas infiel Ron... Selena tendrá un bebé...
El pelirrojo no pudo evitar reír – hay Malfoy... no se de donde sacas tantas tonterías.
Sonrió, tampoco él lo sabía. Pasó por su lado acariciándole la cabeza como si fuera una
mascota y avanzó a la puerta.
-La habitación está bien... – dijo con un sonoro suspiro.
-Malfoy – lo llamó antes de que saliera.
Él se detuvo y Ronald prosiguió:
-¿Cómo... Como supiste que era tu hijo?
Sonrió de nuevo – No lo supe... – dijo e intento avanzar.
-¿Entonces?
Se viró para verlo – Entonces... la amo demasiado Ron, la respuesta la encontré dentro
de mí.
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-Me alegra que estés aquí – dijo y le besó la frente.

«¿A mi me escribirás?» – dijo Luna abrazándolo de la cintura.


El pelirrojo la miró a los ojos y la tomó de la barbilla.
«Cada hora que este despierto... y si duermo te hablaré en mi sueños» – dijo
tiernamente y la besó en los labios.

Los otros chicos hicieron un meloso coro que logró sonrojar al pelirrojo, pero no lo
suficiente como para que soltara los labios de la rubia...
Algo se encendió en su interior, como un sentimiento de tristeza mucho mas allá de la
despedida momentánea, sentía que no la vería nunca mas...

-¿Qué te pasa?– inquirió Luna.


-Es que... la última vez que nos vimos...
-¿Esta mañana?– interrumpió arqueando una ceja.
El pelirrojo rió– Bueno si, esta mañana... creí que no volvería a verte... no se porque
pero... me sentí mas triste que nunca.
Ella lo besó en los labios– Yo también... pero como te dije... no te puedo extrañar,
porque te llevo en mi corazón.
Ron la besó ansiosamente y fue recostándola en el sofá llenándola de besos cálidos
que se esparcían desde sus mejillas hasta su cuello.
-Ron... espera... Mi... Mi...– intentó decir la rubia.
-¿Tu que?
-Mi padre... está abajo con tu familia... no es correcto...

El chico volvió a besarla, no le importaba que fuera correcto o no, dentro de él había
un gran vació que necesitaba ser llenado, era esa horrible sensación de gran tristeza
sin motivo alguno o que fuera aparente, necesitaba a su Luna y no sabía porque el solo
pensamiento de perderla le sacaba espesas lágrimas que no soportaba un segundo.
Ahora la tenía, estaba solo para él y él para ella, construían un mundo de fantasía
dentro de una nube dentro de la que podían quedarse plenamente dormidos.
Encontrarla fue lo mas asombroso que le pudo ocurrir... por lo que perderla, solo
significaría su muerte.
_______________________________________

-Olvidaba decírtelo, mañana es tu cita con el doctor– dijo la señora Granger


Hermione casi se atraganta con los fideos cuando su madre dijo aquello.
-¡Mamá!
-Si hija, comentaste que no te sentías bien así que te hice una cita en el hospital.
Suspiró aliviada– ah... era eso... esta bien, iré mañana– se levantó de la mesa– gracias
por la cena.

Ya en la ducha cerró los ojos sintiendo el vapor meterse por su nariz, su cabello se
humedeció y al cerrar los ojos sintió claramente el aroma... ese aroma que estaba
impregnado a sus sentidos como si le perteneciera a su propio cuerpo. Era el olor de
Draco, sonrió sin abrir los ojos y pudo ver sus ojos claros fijos en ella, su sonrisa
misteriosa que le erizaba la piel e incluso ese aliento tibio al tiempo que su brazo la
sostenía de la cintura.

Una de sus manos fue descendiendo por todo su cuerpo hasta tocar los pezones que
palpitaban y la detuvo en su vientre plano. Volvió a sonreír... ¿Y si era verdad? ¿Si en
realidad estaba embarazada?... ¿El hijo de un mortífago?... Que importaba, no era el
hijo de un mortífago, era el fruto de ella y Draco y de su amor idiota. Sonrió mas
ampliamente a pesar de que tal vez le cambiaría la vida, era su “pecado” y al mismo
tiempo su cómplice y compañero.

-Te amo Draco...– susurró casi en medio de un silencio que la consumía.

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«3 de diciembre del año de 1849 _ 9:00 hrs»

Ronald lloraba amargamente sentado fuera de la puerta de la habitación de su esposa.

-« Doctor Weasley... este embarazo está poniendo en riesgo la vida de su esposa» -


dijo el ginecólogo.
-« Pero si la gestación está casi a su termino... » - respondió el pelirrojo conteniendo el
llanto.
-« Es la vida de su esposa... o la de su hija»

No podía elegir... pero tampoco quería preguntarle a su esposa porque conocía la


respuesta, Selena se sacrificaría por el amor a su hija, pero no quería perderlas a
amabas. Se humedeció los labios e intento contener las lágrimas, una mano se tendió
frente a él, alzo la cabeza y se encontró con el hermoso rostro de Mir, sin proponérselo
sonrió, Por primera vez aunque fuera solo un poco una parte de él deseo haberse
quedado en el desierto de los Estados Unidos para estar con esa maravillosa mujer. Se
permitió pensar en la vida junto a ella y que tal vez esto no estaría pasando, tomó su
mano y se levanto tomándola por la cintura y atrayéndola muy cerca de su cuerpo.

-Todo saldrá bien.– susurró la chica sobre su oído.

-« ¡Que no entiendes que puedes morir! »- le gritó


-« Lo entiendo»- dijo Selena con voz pausada y dulce.
-« Selena... no quiero elegir »- los ojos del chico estaban llenos de lágrimas.
-« No te pido que elijas Ron...»
Se arrodillo en el borde de la camilla, las lágrimas salieron sin proponérselo:
-« No quieres a nuestro hijo...»- susurró la rubia.
De inmediato él se sentó con ella abrazándola contra su pecho.
-« Nunca digas eso, tenerte es lo mas maravilloso que me puede haber pasado... y este
bebé es... mi todo... pero entiende por lo que mas quieras, no puedo perderte...»
-« Lo que mas amo eres tú... y nuestro hijo...»- lo tomó del rostro- « Te amo Ron...
pero sabemos que voy a morir...»
-« ¡No! ¡Selena, tu no te vas a morir!»
Ella sonrió- « Quiero ponerme gorda... tener un gran vientre en el que te puedas
recargar... en lugar de quedar flaca y pálida... »
-« Pones en peligro tu vida...»
-« Ningún sacrificio es demasiado... si es por amor a ti »

El pelirrojo siguió divagando entre la sombra de su subconsciente, en su mete vio


como la besaba y se sumergía en ese cuerpo cálido y terso que había tocado mucho
tiempo antes, solo que al instante toda ella tomó la forma de su esposa, abrió los ojos
para mirarla.

-Gracias.
-No hay de que.

Se miraron fijamente sin escuchar nada mas a su alrededor, Ronald seguía evocando
entre sus recuerdos a su esposa, cuando alguna vez la sostenía de la misma manera en
un pasillo muy similar...

-¡Que demonios es una contracción!– gritó sosteniéndolo de los hombros.


-Yo creí que los... muggles eran inútiles, pero resulta que hasta los magos lo son.– le
dijo Mir.
-¿Contracciones?... ¿Qué haces...? ¿no me digas que Hermione...?
-¡SI! ¡Le dolía! ¡Dicen que tiene contracciones!... ¡Que demonios es eso!– gritaba Draco
al borde de la histeria.
-Eso quiere decir que tu hijo va a nacer.– dijo Ronald.

Draco lo soltó quedándose inmóvil unos segundos, miró la nada, Ronald y Mir lo
miraron fijamente quedándose completamente extrañados ante su actitud.

-Ron... – dijo Draco.


-¿Si? – respondió él.
-Me voy a desmayar...– y así fue.

No existe el amor, sino las pruebas de amor, y la prueba de amor a aquel que amamos
es dejarlo vivir libremente.

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-¿Hermione?
Ella levantó la vista:- Doctor Sullivan...– se puso de pie.
La abrazó espontáneamente- ¡Por Dios! ¡Mírate! ¡Tenia tanto tiempo!... Ya eres toda
una señorita.
Ella correspondió al abrazo del hombre de piel negra y sin cabello del que su labio
inferior era increíblemente prominente.
-Pero... tus padres no me avisaron que vendrías.
-No... Es que... mi madre hizo una cita con un médico familiar pero yo... no creo
necesitarlo.
-Bien, bien... vamos a mi consultorio para que me expliques.

La castaña lo siguió en silencio por todo el hospital de color crudo caminando entre las
camillas y los pacientes que esperaban. Se robaba las miradas de chicos muggles de su
edad, después de todo el jean ajustado y la chaqueta deportiva le quedaban bastante
bien, pero había algo en ella que los llamaba... era su magia... Había leído que los
chicos muggles se sentían atraídos de sobremanera a las brujas, sentían la magia en su
sangre. Sus mejillas se sonrojaron cuando sin quererlo entabló contacto visual con uno
hasta que lo desvió de manera mas que obvia.

-Por aquí.– le indicó el doctor Sullivan abriendo la puerta y dándole el paso.

Se sentó en la silla detrás del escritorio revisando unos expedientes, la castaña se


sentó en uno de los dos sillones que había en frente, la ventana estaba cerrada por lo
que la neblina característica de la zona no se veía. El consultorio era de color rosado
casi blanco y en todas las paredes había bocetos y placas del cuerpo humano junto con
los reconocimientos y diplomas que lo acreditaban como ginecólogo, cosa que la puso
mucho mas nerviosa.

Firmó el último documento y levanto la cara con una amplia y enorme sonrisa:
-¿Y bien? ¿En que puedo servirte?
-En realidad... el servicio no es para mí– dijo apenada mirando el escritorio.
-¡No me digas! ¡Tendrás un hermanito!
Lo miró de frente– Es para mi hijo...
Al medico se le fue el color:- ¿Tu...?
Los ojos de la chica se llenaron de lágrimas– No lo sé- reconoció.– Pero por favor, no se
lo diga a mis padres.
-Pero... ¿Estás... completamente segura?
Negó con la cabeza.
-¿Por qué lo afirmas entonces?
-Tengo retraso y... antojos extraños– se mordió el labio inferior.
En el rostro del doctor se formo un inmenso gesto de ternura;
-Primero que nada– dijo empezó a llenar una forma– Irás al laboratorio, que te hagan
análisis de sangre... pueden ser otras cosas.– arrancó la hoja y se la entregó– En dos
días vuelve aquí y veremos que pasa. Hasta entonces procura estar tranquila...
-Y... mis padres...
-Mi ética profesional me impide revelar lo que tú no desees... Pero piensa... que la
situación será mas fácil si cuentas con ellos.

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«3 de Diciembre del año de 1849 _ 12:00 hrs.»
Corrían en la camilla a la sala de parto.
-Tengo miedo...– dijo la castaña.
El rubio le depositó un beso en la mano– Estoy contigo mi amor... aquí estaré.
-Draco no quiero...
-Hermione... hazlo por mí.

Entraron en la sala esterilizada, Draco temblaba más que su esposa... la respiración


empezaba a faltarle. El partero entró con las manos a la altura del pecho y la boca
cubierta, el rubio sintió las piernas temblar. Acomodaron a la chica en la camilla con las
piernas abiertas.

-Bien, bien... estamos listos...– dijo el medico y miró al rubio– bien... cuando lo sienta...
solo puje.

Un grito que desgarró al chico salió de la garganta de la gitana, el rubio estaba al borde
de las lágrimas... los ojos de la chica lagrimearon mientras apretaba los dientes. Le
sostuvo la mano, no pudo más y se desmayó... las enfermeras y el mismo ginecólogo lo
observaron un minuto junto a su asustada esposa.

-Pero que padre tan valiente– dijo el médico– no se preocupe señora, él estará bien.
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Ronald estaba en el cuarto de descanso, era una pequeña habitación con una ventana,
una litera de dos camas que además se usaba para guardar algunas medicinas o
instrumentos de cirugía. Estaba en penumbra, solo la luz del cuarto creciente reflejaba
en el piso la sombra de los barrotes de la ventana, al principio parecía la escabrosa
figura de manos pero después de un tiempo él se había acostumbrado.

-¿Estás aquí?– dijo con voz suave.


-Aquí estoy– le respondió sin moverse- ¿Cómo está Hermione?
-Sigue en labor de parto... y me llegó el rumor que Ethan se desmayó.
No pudo evitar reír– Que padre tan valiente – dijo con sarcasmo.
-¿Y estás bien?– dijo y se sentó en el borde de la cama.
-Lo estoy Mir... Al menos sigo vivo.

Se incorporó en la cama abrazando sus rodillas mirando la ventana. Mir lo miró, como
siempre lo hacía, ese cabello rojo y sus claros ojos verdes, las “pecas de miedo” que le
había salido cuando lo había salvado del licántropo y sobretodo ese semblante
inocente, algunos cabellos le caían por la frente... y sin darse cuenta levitaban sus
rostros muy cerca uno de otro... El cerebro de la chica se hizo papilla, su respiración se
agitó al instante y lentamente llevó una de sus manos hasta la mejilla del chico y fue
acercándose a sus labios.

El cuerpo de Ronald tembló al instante pero no la detuvo. Era un roce demasiado


cálido como para dejarlo, Selena estaba encerrada en una sala esterilizada. No podía
tocarla, en cambio a Mir la tenía ahí, solo para él... No sabia como ni porque pero en
algún momento sabia que debía detenerse...

La tomó del rostro profundizando el beso y fue recostándose con ella encima sin dejar
sus labios, con un movimiento la dejó debajo de su cuerpo mientras una de sus manos
se perdía debajo de su falda para recorrer el largo de su muslo, fue bajando
lentamente por su cuello al tiempo que abrió sus piernas y estas lo envolvieron,
desabotonó los listones de la blusa y tomó con una mano uno de sus pechos, bajó
besando su cuello y se perdió en el abismo de sus gemidos...

La chica se aferró a él y le desabotonó lentamente la camisa extasiándose con su torso,


una fina capa de sudor lo cubría. Lo sintió temblar y palpitar entre sus brazos como si
fuera la primera vez que descubría a una mujer. Lo ayudó a bajarse los pantalones
hasta que su cuerpo quedó desnudo. El chico la recorrió con ambas manos desde los
muslos, las caderas, el vientre y los pechos, con su lengua saboreo la sal de su cuello y
la miró a los ojos.

Mir no vio el amor con el que veía a Selena, no se fijo en la lujuria con la que meses
antes la miraba a ella, su sangre corría a una velocidad impresionante poniendo su
cuerpo caliente... lo único que pudo ver en sus ojos fue una gran necesidad. Sintió
miedo, un terror interno porque sabía exactamente lo que pasaría, su don de adivina
le reveló el futuro, supo lo que él haría después y lo que ella misma haría... Sin
embargo...

Abrió sus piernas y hecho la cabeza hacía atrás, el chico entrelazó sus manos con las de
la besó al tiempo que lentamente penetraba su cuerpo...
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-¿Cómo te fue con el doctor?– preguntó la señora Granger.


-Bien... me mandaron a hacer análisis... pero estoy bien– intento sonar animada.
-Me alegra mucho– dijo el señor Granger con una enorme sonrisa.
La castaña se fijo en el revoltijo de libros y fotografías que había sobre la mesa del
comedor.

-¿Qué hacen?
-Estábamos aburridos y decidimos tomar las fotos familiares para organizarlas.–
respondió su padre.

Hermione sonrió y tomo asiento mirando como organizaban las fotografías por
personas, épocas, tamaños y demás... sus padres tenían una manera maniática de
imponer orden y se demostraba en la impecable apariencia de la residencia a pesar de
sus trabajos en el hospital. Tomó un álbum de color rosa con portada esponjosa
repleto de fotografías de ella, cuando tenía los dientes enormes y el cabello con la
forma de un arbusto, sonrió... en ese entonces no esperaba encontrar la magia...

Volvió a ver otro más y se encontró con fotos viejas:


-¿Quién es él? – dijo señalando la fotografía de un hombre idéntico a su padre.
-Era mi padre...
-ha, el abuelo Marcus.– cambió la pagina- ¿Y ella?
El señor Granger se acomodó los lentes– Ese era mi abuela, se llamaba Rose... Sabes es
extraño... Mi padre siempre me contaba las historias que a él le contaba mi
bisabuelo... decía que mi abuela tenía una especie de “don” extraño, como para
conseguir cosas que estaban en repisas altas.
-*¿Cómo yo?*
-Cuando no quería ir al colegio empezaba a llover o a nevar sin razón alguna.
-*Igual que a mí* - siguió hojeando pagina a pagina.
-El era mi tatarabuelo– dijo antes que la castaña preguntara– Ethan Granger
Justo en ese momento llegó a la fotografía partida a la mitad donde se veía una mujer
que podría ser su vivo retrato.
-*Ethan...*
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Luna y Ron reposaban desnudos frente al fuego, no había un solo sonido. Estaban
tendidos a lo largo del sillón, ciertamente el pelirrojo conservaba una cara de idiotez
con la que solo la rubia tenia el placer de dejarlo. La miró a los ojos, no podía
acostumbrarse a la calidez que estos mismos le esbozaban.

-Me alegra que todos se hallan ido– dijo Ron.


-Ron... Eso no se dice.– dijo Luna sentándose.

A un lado del gran sofá de piel rojiza había un pequeño librero repleto de fotografías
con movimiento, la mayoría de color sepia y escala de grises. La chica se envolvió con
una manta de colores brillantes y se puso de pie para mirar con curiosidad todos los
pequeños marcos. Se mordió el índice como si buscara uno en especial. El pelirrojo se
puso de pie y la abrazó por detrás, justo en ese instante ella tomó una fotografía y
sonrió.

-Si ya se... se parece a mi.


-No... él es mas guapo
-¡oye!... aunque tienes razón– se encogió de hombros– es el tatara... tatara... tatara...
¿cuantos tataras eran? No lo recuerdo, es el abuelo Weasley...
-Y porque tiene los ojos verdes...
Ron se encogió de hombros– En algún momento los ojos de los Weasley debieron
volverse azules...

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«3 de Diciembre del año de 1849 _ 15:00 hrs»

Lo miró en la oscuridad, él estaba profundamente dormido, al fin había sido suya... ¿O


él había sido de ella? Era difícil descubrir quien había tomado a quien, solo sabían que
ambos se necesitaban.

Sería muy simpático que existiera dios, que hubiese creado el mundo y fuese una
benevolente providencia; que existieran un orden moral en el universo y una vida
futura; pero es un hecho muy sorprendente el que todo esto sea exactamente lo que
nosotros nos sentimos obligados a desear que exista.

Ronald despertó, abrió los ojos lentamente, sin decirle una sola palabra se levantó y
lentamente fue vistiéndose cuidando no mirarla. Mir lo sintió, que él no quería verla y
le dolió. El chico terminó de abotonarse la camisa y se hizo el cabello hacia atrás con
los dedos, se mordió los labios y caminó a la puerta. La luz del pasillo entró a la
habitación.

-Ron.– lo llamó.
-Que.– respondió secamente.
Los ojos de la gitana se humedecieron:
-Esto...
-Esto no es nada– la interrumpió– solo... finge que no ocurrió.
Ella se levantó- ¡Como quieres que haga eso!... ¡Ron... yo te amo!– corrió hasta él para
tomarlo por la espalda.
El pelirrojo cerró la puerta con violencia y la tomó de los brazos.
-¡No puedes amarme! ¡No lo entiendes!– apretó los dientes tomándola con mas
fuerza– Estoy casado, amo a mi esposa... ella, es mi razón de ser...– sus ojos se
llenaron de lágrimas– Por lo que mas quieras Mir... te suplico que no me ames, no
necesito tu amor, no lo quiero.
Las lágrimas salieron de los ojos de la chica y calló al suelo en cuanto la soltó. Él volvió
a abrir la puerta.
-Te quiero fuera de mi casa Mir.

Imposible una verdadera y continúa felicidad, sin sacrificio. Nuestros mayores goces no
resultan de los esfuerzos para procurarnos placeres personales, sino de los
espontáneos y amantes servicios a favor de otras vidas.

«3 de Diciembre del año de 1849 _ 20:00 hrs»

-« Doctor Weasley...»- el jefe del hospital se puso frente a él.


-« Calvert... »- susurró Ron.
-« Lo siento... La enfermedad de tu esposa ha llegado a su límite»
-« No puede ser... »- sus ojos se encontraron al borde del llanto. Se dejó caer en un
sillón y sostuvo su cabeza con ambas manos.
-« Si detenemos la gestación ahora...»
-« ¡NO! ¡¿Cuanto tiempo tendría?!... dos meses más... llenos de tortura... »- las
lágrimas salieron.
-« Ronald... »
El pelirrojo levantó su vista- « Si haces eso... te pido que me mates primero... Porque
no puedo verla sufrir...»

El pelirrojo sonrió, las enfermeras iban de un lado a otro mientras él como un zombi no
podía ni si quiera moverse... lo estaba perdiendo todo, no podía sufrir más. Selena
moriría de un momento a otro. Su cerebro quería estallar y al contrario su corazón
estaba palpitando mas lentamente que nunca, su respiración estaba acompasada con
sus latidos y las lágrimas se habían secado sobre sus mejillas. La bocina llamaba a los
doctores que él conocía a la perfección y sin embargo todos eran tan inútiles como él
mismo. Quería darle su sangre, pero ella no lo aceptaría y lo último que quería era
verla triste...

Una enfermera de uniforme azul se despojó del cubre-boca, sus ojos estaban llenos de
lágrimas, Ronald se puso de pie esperando lo peor, la miró suplicándole que no se lo
dijera, ella lo sabía.

-Su esposa...
-Cedió – susurró Ronald.
-No ha cedido, pero entró en crisis.– dijo con voz tan baja pero aun así fue audible.
-Gracias Lucy.

Ella asintió. La enfermera se retiró al tiempo que un cirujano llegaba por detrás, el
pelirrojo se incorporó sintiendo como sus manos temblaban, su boca estuvo seca. Miró
como Lucy partía y cerró los ojos, si el jefe de clínica estaba detrás de él significaba
solo una cosa.

-Ron...– respiro profundamente.


Él se viró con una lentitud sepulcral:- si.
-El pulso de tu esposa esta en cero.

A lo lejos Mir vio como el pelirrojo caía de rodillas en el suelo derramando gruesas
lágrimas y conteniendo un grito desgarrador. El medico le paso palmeando el hombro
del chico y se dirigió al pasillo donde la gitana observaba. Pensó en esconderse, pero
no, ella lo había visto y sabía lo que tenía que hacer.

-¡Disculpe!– interceptó al doctor.


-¿Dígame?
-Como... ¿Cómo esta la señora Weasley?– preguntó con algo de timidez.
-Sigue viva por gracia divina.– intentó caminar pero la gitana se lo impidió.
-Pero... había un tratamiento...
-Señorita, su esposo es incompatible con ella...
-Y... ¿Cuál es el precio, de que ella se salve?

El valor es como el amor: necesita una esperanza que lo alimente. El verdadero valor
consiste en hacer, sin testigos, aquello que serías capaz de hacer delante de todo el
mundo...
-¡Doctor Weasley!– gritó Lucy.
Él levantó el rostro, bañado en lágrimas- ¿Ya?
-Ya...
El llanto se hizo más fuerte pero siguió igual de silencioso.
-No, espere... dije ya porque encontramos un donador.
Ronald levantó el rostro- ¿Qué has dicho?

Corrió lo más rápido que pudo, la enfermera intentaba seguirlo sin comprender su
violenta reacción. Se detuvo en el pasillo. Eran dos habitaciones continuas con grandes
cristales a lo largo. En donde estaba Selena era de color azul cielo, donde se
encontraba Mir era blanca, las conectaba un enorme tubo que se encajaba
precisamente en el corazón de amabas chicas. El pelirrojo golpeo el cristal donde Mir
estaba y fue cayendo lentamente sin contener una vez mas su llanto.

-Fue extraño.– dijo Calvert – Simplemente se ofreció y firmo la forma...


-¡No debiste... permitírselo!– dijo Ronald.
-Está consiente... puedes...– abrió la puerta.

Ronald entró y cerró la puerta sin producir ruido, la miró con la bata blanca y la piel
completamente pálida, el reloj de vida marcaba dos minutos con vida. La observó, y se
recargó en su abdomen, las lágrimas la humedecieron. No podía seguir un minuto más
ahí.

-No llores...– dijo ella.


Con los ojos llenos de lágrimas respiró profundamente con la boca pues su nariz ya no
se lo permitía:
-Perdóname.
-no... Fue, es y ha sido siempre mi culpa...
-No, Mir tu no...
-En la feria... Yo vi que Ethan y Madeleine se encontrarían, ella no quiso actuar esa
noche y yo insistí porque quería que se encontraran, le sugerí el camino donde Frank la
secuestró... pero supe que te conocería...– respiró.
-No hables más...
-Ron... yo sé todo... Sabía lo que me dirías después de hacer el amor... lo supe todo.
-¡Entonces no lo hubieras hecho!– gritó con voz gangosa.
Ella sonrió débilmente– Si... no lo hiciera... Selena hubiera muerto... Tú te hubieras
casado conmigo, hubiéramos tenido seis hijos y... abandonarías la magia, porque
ninguno de nuestros hijos sería mágico...
-¿Qué dices?– preguntó completamente extrañado.
-Lo sé todo... Y ¿sabes porque no lo hice?... porque ante todo deseo con toda mi alma
que seas feliz, tienes un don maravilloso...
-¡De que me sirve la magia si no he podido salvar a Selena!... De que me sirve si no
puedo salvarte a ti... ¿Por qué lo hiciste?
-Porque te amo.

Un cosquilleo subió desde su estomago hasta su pecho y su garganta provocando un


gran dolor que le impidió el habla totalmente, ella sonrió.

-Me quedaré en tu sangre Ron... y cuando vuelva a nacer– lo miró a los ojos– será solo
para pertenecerte, seré tuya... completamente... seré tu sangre... porque viviré en
ella...
-Mir...
-Mi mente me dice que me aparte, mientras mi corazón grita acercarte. Que hago con
este torbellino latente, que llevo dentro de mí, olvidarte o amarte. Que hago con este
amor, todo lo que haga será; por amor a ti...
-No...
-No puedo cuidarte más... pero... debes saber siempre... que todas las decisiones que
tomes... serán las correctas, no tengas miedo de dejar lo que conoces... porque lo que
estás por conocer será mejor...
-Gracias, Mir.
-Se feliz.

Cerró los ojos y todo su cuerpo quedó inmóvil y pesado. La ultima dosis de sangre se
deslizo a través del tubo que la conectaba con la rubia y su corazón se detuvo, el
pelirrojo se acercó y deposito un beso sobre sus labios inertes. Del otro lado Selena
tosió compulsivamente y de inmediato los especialistas corrieron a socorrerla. A lo
lejos Ronald escuchó que la transferencia había sido un éxito... pero se quedó al lado
de Mir.

¿Por qué nos obsesiona tanto el pasado? Simplemente porque nos ayuda a entender
lo que somos... Mir... – una lágrima recorre su mejilla – mi mejor amiga... ¿Tu que
sacrificarías por amor?

Cap 31: Inesperado

Nunca exijas nada a la vida... solo espera y te dará una sorpresa maravillosa...

Tic, toc, tic, toc, tic, toc

No paraba de moverse en la cama, revolviendo las sabanas y dando sonoros suspiros


de desesperación. Abrió los ojos y encendió la lámpara que estaba a la derecha de su
cama, esa misma que daba una luz amarilla debido al foco viejo, pensó en la luz y
recordó cuando miraba el ventilador que ahora permanecía apagado, hacia casi medio
año que no estaba ahí, en su habitación. Aquella madrugada en que decidió pensar
porque la odiaba... ahora solo podía pensar en el porque la amaba, sonrió... ¿A caso no
era estúpido? ¿Ella pensando en el amor? ¿Pensando en que la amaba? ¿Pensando en
que ella también lo amaba?

Se viró de lado acomodándose con la sabana a la mitad de su pierna.... ¿A eso le


llamaban amor? Su sonrisa se ensancho y tocó su vientre de nuevo, si eso era, ella...
Hermione Granger, estaba enamorada... de la persona que mas la había odiado, de la
que mas la había herido, de quien la había humillado... Pero del que más la hubo
amado.

dicen que el amor es dar todo a cambio de nada, se da todo por el todo sin recibir
nada a cambio, sin embargo, a mi me enseñaron que Amar... es el mas preciado regalo
que se puede dar, pero ser amado... es el mas hermoso que se puede recibir, porque
cuando mas se sufre por amor es cuando mas se quiere... ellos me lo han enseñado...

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«6 de Diciembre del año de 1849»

-Gracias a Merlín que hoy volvemos a casa.


-Si...– respondió el pelirrojo cabizbajo.

Draco le palmeo el hombro haciendo que levantara la cabeza, el pelirrojo se quedó


mirando un punto en la nada, sus ojos se llenaron de lágrimas, sin pronunciar una sola
palabra el rubio se abalanzo para abrazarlo fraternalmente. Ronald lloró en el hombro
de su amigo aferrándose a él.
Después de unos segundos Ronald se fijó en la posición en la que se mantenía y lo
alejó lentamente, el rubio sonrió al darse cuenta en las mejillas rosadas de su amigo, le
dirigió una picara mirada algo insinuante para dos chicos, provocando así que el
pelirrojo se encendiera aun mas.

-¡Que desagradable eres!– gritó Ronald.


-¡Vamos Ronnie!– dijo Draco con sarcasmo intentando abrazarlo de nuevo.
-¡Malfoy deja de jugar!– gritaba el pelirrojo entre manoteos y risas.
-Debería darles vergüenza...– dijo Selena tranquilamente cruzándose de brazos frente
a ellos.
Ambos chicos la miraron.
-¿Quieren dejar el jugueteo homosexual para después?– dijo la rubia.
Las palabras aquellas le parecieron completamente familiares al pelirrojo, pero no en
su esposa... aquel tono adjunto con el sarcasmo que conllevaba... solo le recordaban a
Mir.
-¿Ya... estás lista?– pregunto Ronald.
-¡Si! ¡Muero por salir de aquí!– gritó con el mismo entusiasmo y el tono dulce de
siempre.
-Pues vamos. Te veo en casa Draco.
-Espera...– dijo Selena– Quería preguntar... Draco ¿Cómo está tu hijo?
El rubio se encogió de hombros:- Lo tienen en observación.
-¡Pero como!– gritó Ronald– Le pasó algo...
-No, no... No te asustes... nació con algo raro.
Selena hecho la cabeza para un lado- ¿Cómo que “algo raro”?
-Dicen que es...– Draco se frotó la barbilla– Squib... algo así.
-¿Y que es eso?
-No lo sé... por la tarde me lo explicaran...
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-*Porque a mí, porque a mí, porque a mí*- se repetía una y otra vez mientras
atravesaba el pasillo para bajar las escaleras y encontrarse con su madre.

Con un suspiro enorme se recargó en el perchero y descolgó el abrigo negro que le


llegaba hasta las rodillas. Bajó las escaleras, su madre la aguardaba.
El rostro de la castaña denotaba mucho menos que alegría...

Por algún extraño motivo, algo que siempre nos perseguirá, son los fantasmas del
pasado

-¿De verdad te gusto?


-Como nunca me había gustado alguien... Hermione, eres la chica mas especial que
haya conocido en mi vida...

Sus mejillas se sonrojaron, automáticamente un calor le invadió el rostro y llevo una de


sus manos para tocarse. Al cerrar los ojos unas manos se posaron en su rostro y los
labios de él se posaron en los suyos, ¿Eso era besar?... la respiración se fue y su
corazón se agito con el cálido roce... después de algunos segundo que le parecieron
una eternidad el chico soltó sus labios...

-vámonos parece que lloverá...

-¡Hermione!– gritó la señora Granger.


La castaña se sobresaltó- ¿Qué?... Yo... lo siento.– contestó bastante distraída.

La señora Granger notó algo en lo que desde hace algunos años se fijaba... No
entendía el rechazo de su hija a la fiesta que ofrecía el hospital, su mirada se
entristecía algunas veces, pero nunca como cuando se quedaba mirando un punto fijo
en la nada, sabía que pensaba... lo malo es que no tenía la menor idea de en que.

Hermione sonrió algo distraída luchando con el remolino de sensaciones desastrosas


que un recuerdo tan breve le habían provocado. Su madre le hizo una señal y ella la
siguió por el pasillo, antes de salir se puso el abrigo y caminó hacía afuera con un
aplomo casi envidiable. Al cruzar la puerta una ráfaga de viento le congeló el rostro,
haciendo que un escalofrío le bajara desde la espina dorsal; se ató ceñidamente el
abrigo a la cintura y caminó a la camioneta verde lo mas pronto que sus piernas le
permitieron.

Antes de subir a la camioneta, la señora Granger saludó a uno de los médicos que
llevaba varios años siendo su vecino. La castaña notó la naturalidad con la que su
madre se desenvolvía ante la vida entera, sonriente, siempre con una broma para
compartir y animar cualquier lugar... Suspiró profundamente se dejó caer en el sillón
con pesadez. Se acomodó la bufanda de color violeta y cerró los ojos.

-Una... una... ¿Apuesta?– dijo sin poder creerlo. En ese momento su boca se secó, un
dolor agudo se apoderó de su pecho como si estuviera a punto de sufrir un infarto...
pero en lugar de que su corazón se detuviera latió con mas velocidad que nunca. – No
puede ser – dijo cuando sus ojos se llenaron de lágrimas.
-Entiendo, Hermione... Pero debes olvidarlo.
-¡Tu que sabes!– las lágrimas provocadas por la rabia habían salido de sus ojos.

Corrió, corrió lo más rápido que pudo, como un niño detrás del viento. Quería
perderse, hundirse o que se la tragara la tierra... ¿Había sido una apuesta? ¿él la había
apostado?... ¿Y le decían que lo olvidara?... ¿Cómo olvidarlo? si se había entregado a
él.
Un ruido extraño acompañado de una ráfaga de viento frío, hicieron que se
sobresaltase. Al abrir los ojos a se encontró con la figura borrosa de su madre que le
extendía una mano para que saliera del auto. Se deshizo del cinturón de seguridad y
tomo la mano fuerte de se madre para abandonar la camioneta. El sol había salido ya,
sus ojos reaccionaron al instante...

Cada año se celebraba un Banquete de navidad para el personal médico del hospital
general de Londres, donde sus padres trabajaban como dentistas. El salón elegido para
el evento era hermoso, de un color crudo por fuera y con lámparas de piso por todo el
camino, las fuentes estaban apagadas en los alrededores del bello jardín. El salón ante
ella aparecía como un hermoso castillo inglés... sin embargo ahí adentro no la
esperaba el príncipe azul.

Entró.

A pesar de todo sus labios temblaron, ahí estaban tantos colegas y amigos de su madre
y claro... sus hijo e hijas.

-¡Jane Granger!– gritó un hombre de cabello castaño y voz melosa– ¡¿Vienes a


registrarte?!
La señora Granger sacó una especie de boleto de su bolso y se lo entregó al hombre:
-Si, este año asistiremos.– respondió la Señora Granger.

Hermione se alejó mientras su madre terminaba de registrarse para asistir al baile de


gala. Miró el gran salón donde se llevaría a cabo el baile... Tenía algo de tiempo sin ir a
uno y olvidarse de todo. El gran salón era de color crudo, el piso tenia un hermoso
mosaico liso que formaba una gran estrella en el centro que se iba extendiendo por
toda la superficie, había algunas terrazas con vista a bellos jardines, pero lo que mas
llamaba la atención era el inmenso vitral que dejaba entrar la luz del sol desde un
costado o el techo de cristal que dejaba que se iluminara perfectamente. Cerró los ojos
dejando que el sol bañara su rostro... Extendió los brazos a ambos lados y sonrió
echando la cabeza para atrás, comenzó a dar vueltas en medio del gran salón sin dejar
de sonreír.

Toda la mente de Hermione quedó en blanco mientras sentía la calidez invadir su


rostro, no supo porque aquel lugar tan común la hizo sentirse bien... de pronto sintió
como si una cuchillada le traspasará las sienes, abrió los ojos... Ese olor, le era tan
familiar. Un brazo le rodeo el vientre y sonrió sobre su oído. La chica intentó virarse
entre sus brazos pero él se lo impidió, todo dentro de ella se había congelado.
-Hermione.– susurró en su oído haciéndola temblar.

Ella no dijo nada, hasta que el chico bruscamente la tomó del brazo obligándola a que
lo mirara fijamente. Era idéntico a como lo recordaba; sus ojos oscuros haciendo juego
con su cabello y su piel pálida, rosados labios y un rostro que parecía esculpido en
granito puro. Sonreía descaradamente como si no supiera todo el dolor que le
provocaba su presencia.

- Andrew.– dijo la castaña.


El chico sonrió tan arrebatadoramente que la hizo temblar, le mostró sus dientes
perfectos y blancos.
-Veo que... me recuerdas.– su voz era grave e increíblemente ronca.
La chica apretó los dientes: - Eres el recuerdo más asqueroso que tengo... algo
inolvidable.
-¡Vamos Hermione! ¡La pasábamos bien!– dijo al tiempo que la tomó de la cintura.

La repulsión se apoderó de ella...

-¡Mírame!– gritó una vez más.


Las lágrimas corrían por sus mejillas mientras intentaba golpearlo en el pecho con toda
la desesperación que su tristeza le permitía.
-Hermione basta... nunca te mentí... si me gustabas... Solo que, apareció la apuesta y
necesitaba el dinero...
-¡Apuesta! ¡Al menos niégalo! ¡Haz algo!– lo abofeteó– ¿Mi castidad fue una apuesta
para ti?
Él sonrió – Relájate... al menos... ¿Te hice un favor no?

Las lágrimas se deslizaron a través de sus mejillas y lo abofeteó volteándole el rostro,


dentro del chico se encendió un fuego arrasador que pudo ver a través de sus ojos
irritados por la rabia. La agarró de las muñecas y la atrajo mas contra él aprisionándola
con sus brazos. Todo en ella seguía tan intacto como hace un año; el aroma natural
que desprendía, aquel cuerpo lánguido y bien formado que había conocido, su mirada
de fuego que lo consumía... Pero algo había cambiado, algo dentro de ella que no era
capaz de ver pero podía sentirlo como nunca. Su sangre corría a una velocidad
impresionante y tenía la vena del cuello saltada.

Andrew sonrió:
- No me has olvidado– susurró lentamente regando un poco de su aliento sobre el
cuello de la chica– Yo te hice temblar antes que nadie...

Ella tragó saliva y apretó los dientes, era cierto. No podía negar que fue el primero en
causar sensaciones desconocidas en todo su ser, lo que conllevaba su cuerpo.... Pero el
chico cometió el error de buscarle la mirada hasta quedar frente a frente, observando
directo a sus ojos.

-¿No me digas que ya no me amas?


El silencio se apodero de sus labios enmudeciéndolos de un momento a otro... Y
sonrió, alzó su barbilla. Pudo distinguir una fugaz ráfaga de intimidación en los ojos del
chico... que le dio fuerzas.
-La pregunta no es si todavía te amo...– dijo Hermione y sonrió mostrando su
dentadura, se acerco a sus labios– Mejor pregúntate... Si alguna vez te amé.

Sus palabras fueron tan frías que le secaron la boca al chico. La castaña hizo una mueca
extraña que resulto mas seductoramente de lo que había planeado. Se alejó de él mas
tranquilamente de lo que en realidad estaba.

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«10 de Diciembre del año de 1849»

Se movió sin cesar en su cama, pateando las sabanas. Soñaba: En sus sueños miraba el
fuego, escuchaba los gritos y podía oler las cenizas, detrás de gente corriendo estaba
Ron ¿Qué hacia él ahí? Con los ojos vidriosos.
-¡¿Morirás por ellos?!– gritó una voz con eco que no pudo distinguir.
El pelirrojo levantaba su rostro sucio - Ya lo estoy haciendo...

Ella ahogó un gritó y todo se borró como si la escena estuviera hecha de pintura fresca.
Miró un disparo y olió la pólvora, al instante algo se atoró en su garganta y solo veía
oscuridad, sentía frío, una mano huesuda la tocaba y distinguió que una vela se apagó
con un silbido aterrador...

Despertó.

-¡Selena!– gritó Ronald.


La rubia abrió los ojos.
-Ya mi amor, estabas soñando. dijo el pelirrojo acunándola contra su pecho.

Selena tembló, todo dentro de ella se estremeció al sentir la calidez de su esposo,


junto con el bebé que pateaba en su vientre. Se moría de miedo. Su sueño no había
tenido sentido y a pesar de todo tenía todo el sentido del mundo... solo que aún no
descubría porque.
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-¡Un muggle!
-Draco...– dijo Hermione con un susurro lleno de pena.– No tiene nada de malo.
-¡No entiendes! ¡No tiene magia!
La castaña se puso de pie– en San Mungo dijeron que era un Squib...
-¡Es lo mismo Hermione! ¡No tiene Magia!
-¡Con magia o no es nuestro hijo!

El rubio se restiró los cabellos con furia y salió de la habitación de color celeste. La
castaña se dejó caer en la mecedora donde arrullaba a su pequeño. Era la viva imagen
de su padre, solo que tenía sus ojos, el pequeño tomó con su mano el dedo de su
madre y ella se enterneció por completo. Se acercó a su frente para depositarle un
tierno beso y una lágrima involuntaria se escapó de sus ojos.

-No sabes cuando me alegra que no seas un fenómeno– susurró con desprecio.

Cierto, su hijo, aquel pequeño... no tenía magia.

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Llevaba sentada varias horas mirando el fuego, tenía los pies recogidos sobre el sofá
blanco y la cabeza recargada en una mano. Podrían pensar que estaba triste, pero no.
No lo estaba, solo quería pensar... recordar y cada uno de sus pensamientos lo
ocupaba una cabellera rubia que brillaba con el sol y una piel pálida que se acentuaba
con el frío. La primera vez que se había enamorado nada fue bien, jugaron con ella y
pensó que nunca volvería a pasar... pero esta vez, fue diferente; Draco no jugó con
ella... el tiempo, el destino y la vida, eran quienes los habían manipulado tan vilmente,
como la corriente que empuja los barcos a la cascada.

-¿Hija?– profesó la señora Granger.


Hermione levantó la vista apaciblemente, sus mejillas estaban sonrosadas. Su madre
se acercó a ella y tomó asiento a su lado. No dijo nada, cosa que hizo sonreír a la chica,
tomó la posición de flor de loto sin dejar de mirar el fuego. La señora Granger sonrió
después de profesar un sonoro suspiro.

-¿Mamá?– dijo Hermione.


-Dime, cielo.
-¿Pasa...?
-No Hermione– se acercó a besarle la frente– No pasa nada. Solo... no quiero dejarte
sola.
-Mamá, sabes que debes ir... ¿Y papá?
-Tu padre me esperará allá, no te preocupes por eso.

Se levantó, la castaña abrazó sus rodillas y suspiró. Cada año las fiestas navideñas eran
lo mismo, sus padres envueltos en eventos de gala para ayudar al hospital. Miró una
vez mas con detenimiento, su madre traía puesto un vestido de corte recto, sencillo
pero elegante en color violeta metálico, el cabello castaño recogido con un tocado y un
mechón de cabello rebelde se paseaba por su rostro.

-Hoy, no puedo obligarte a que nos acompañes.– dijo La señora Granger apoyándose
con una mano en el marco de la puerta que daba al pasillo. – Pero sabes que mañana...
debes ir con nosotros, lo sabes ¿verdad?
Hermione guardo silencio.
La señora Granger suspiro- ¿Verdad Hermione?– enfatizó.
-Si mamá.
-Duerme temprano cielo.

No hay enfermedad por muy grave que sea, que el amor no sane. No hay puerta por
muy cerrada que esté, que el amor no abra, por tal razón debes amar el tiempo de los
intentos, debes amar la hora que nunca brilla y si no, no pretendas tocar los yertos
porque sólo el amor engendra la maravilla...

Siempre odió estar sola en casa y por alguna razón siempre terminaba sola... En más
sentidos de los que era captable. Las luces de la sala empezaron a parpadear, levantó
su cabeza con un sollozo de susto y al instante el fuego de la chimenea se extinguió
dejando una ligera hebra de humo sobre ella. Un escalofrío se extendió por su cuerpo
y se froto los brazos cuando unos terrones de carbón cayeron sobre la madera
calcinada, lentamente tocó la alfombra con un pie, sintió el cosquilleo que está
provocaba en su planta descalza y con una lentitud felina se fue acercando al hueco de
la chimenea.

Se lamió los labios, una ráfaga de viento frío entró haciéndola temblar, apoyó una de
sus manos en la piedra y el carbón dejó de caer, suspiró aliviada tocándose el pecho
donde su corazón parecía querer desbordarse. Sonrió al sentirse tonta por asustarse y
se puso de rodillas para encenderla de nuevo...

De pronto hubo un ruido extraño parecido a un cohete festivo que estalla en el cielo.
De su garganta salió un grito de espanto que se confundió con una toz extraña, cosa
que la espanto. Tomo el atizador con ambas manos y lo sostuvo como si se tratara de
un bate de beisbol. Una nube de humo se expandió por toda la sala.

-¡¿Quién es?!– gritó con horror.

Aquella nube empezó a difuminarse y una silueta se aproximo a ella. Hermione gritó,
gritó lo mas fuerte que pudo cuando él tomó el atizador con intención de quitárselo y
de inmediato le tapó la boca con otra mano, sus ojos casi se desorbitan al sentir la
brusca acción... ¿Quién era? ¿Un ladrón?... ¿Desde cuando los ladrones entraban por
las chimeneas?

-¡Granger cállate!

Su voz, era su voz... Y la nube de humo se esfumó. Ese tacto... cabello platinado... era
él, era él, era él.
Al instante dejó de hacer fuerza, soltó el atizador de hierro e incluso estuvo a punto de
dejar de respirar. Entonces lo miró: Sus ojos tenían algo diferente... una calidez
acompañada de un brillo que nunca había mirado en los ojos de Draco Malfoy.

Lo abrazó. Sin decir nada más, sin hacer una sola pregunta se arrojó a sus brazos
donde él la recibió acercándola mas contra él. Las lágrimas de la castaña brotaron
instantáneamente, se separo de él con los labios abiertos pues su nariz se había
congestionado, se lanzó de nuevo al rubio pero esta vez golpeando su pecho con los
puños con los puños cerrados... Draco rió, no podía evitarlo, lo estaba golpeando y sin
embargo las cosquillas inundaban su vientre...
La ternura de sus ojos vidriosos se hacia mas inmensa con cada pequeño golpe que ella
le proporcionaba en el pecho.

-¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te odio!– gritaba ella una y otra vez.
Draco la tomó de los brazos y silenció sus labios uniéndolos a los de él. Le acaricio
desde los brazos y subiendo por sus hombros hasta su cuello y sostuvo su rostro con
ambas manos. Sus labios eran la gloria entera después de tanto tiempo de amargura a
su lado. Hermione no dudó en corresponderle, mientras sus lagrimas siguieron
brotando, el chico rió entre sus labios sin abrir los ojos.

-Eres un idiota – dijo ella.


-No sabes cuanto te amo...

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«10 de Diciembre del año de 1849»

Draco salió a caminar por el jardín, su nariz se puso roja y abrió la boca para respirar.
Un vapor caliente salió con un suspiro y miró el firmamento en su totalidad estrellado.

-Un muggle... lo siento– dijo una voz desde las sombras.


Alzó la cabeza– No es un muggle... Zabini
-Llámale como quieras Malfoy... no tiene magia.
El moreno se acercó al rubio, fumaba un cigarrillo café que a Draco siempre le había
provocado nauseas. Sean lo sabía, por lo que lo echó al suelo y lo plasto con su zapato,
después sonrió.
-¿No le darás tu apellido... o si?
-Es mi hijo...
-Pero no es mágico.
Draco se puso de pie- ¡Es mi hijo!– gritó.
-Pero no es uno de los tuyos.

No podía debatirlo, quisiera o no... Tenía razón. Era su hijo, su sangre... Pero no era un
mago, como lo era él y como lo había sido toda su familia...

-Había pensado... Ya tengo mi plan– dijo Sean y sonrío.


Draco lo miró- ¿Y cual es?
-No importa... mientras estemos aquí, no puede funcionar– dijo con sorna y se miró las
uñas– Para llevarlo a cabo, tendríamos que volver a América...
-Y como pretendes que salga de aquí Zabini.
El moreno sonrió– Adivina– dijo.
Un escalofrío recorrió el cuerpo del rubio.
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Hermione lo miraba atentamente, no podía creerlo, estaba ahí... en su hogar,


comiendo sopa de tomate. Lo miró mientras devoraba el improvisado alimento, algo
que tampoco podía dejar de hacer era dejar de mirarlo, no sabía porque, simplemente
le era imposible.

El chico terminó y empujó el plato hacia el frente, la castaña lo recogió junto con el
vaso vacío y lo dejó en el fregadero, apagó la estufa y volvió a sentarse frente al chico.

-¿Qué haces aquí?– preguntó Hermione.


-¿Por qué me golpeaste?– dijo Draco mas divertido que enfadado.
-¿Por qué?... Por abandonarme.– sus ojos se llenaron de lágrimas de nuevo.
-Te extrañaba...

Ella levantó el rostro, no podía creer que precisamente él le estuviera diciendo


aquello... aunque desde hacía varios meses había dejado de pensar en lo que tal vez
podía ser racional. Se levantó acomodando la silla y se quedó de pie frente a ella, sin
decirle una sola palabra la tomó de las manos y las guió hasta su cuello pegando su
frente con la de la chica, cerró los ojos y aspiro ese aroma que le era ya tan familiar y
sin embargo lo había extrañado con toda su alma.

Hermione lo agarró de la nuca y lo besó profundamente, tanto como su boca


completamente abierta entregada a la de él se lo permitía. Draco la levantó por las
caderas mientras le acariciaba la cintura.

Sin tener conciencia de cómo llegaron a la habitación de la castaña entre correteos,


risas e intensos besos que los dejaban sin aliento. La chica abrió la puerta de su
habitación mientras Draco se desabotonaba los primeros botones de la camisa,
Hermione terminó de desabotonarla y la jaló arriba del pantalón para aventarla a un
lado.

Entraron en la habitación, el rubio no podía evitar tocarla con una ansiedad


predominante que se esparcía por todo su cuerpo al reconocer cada ropa. Antes de
que pudiera notarlo sus pantalones se encontraban en el suelo y las piernas de la
castaña a su alrededor, la recostó lentamente en la cama apartando algunos cojines y
muñecos a su paso. No dejó de besarla mientras se posicionaba encima de ella. Le
desabrocho la bragueta del jean que traía puesto y empezó a bajarlo mientras
acariciaba sus muslos lentamente.

-Te extrañaba tanto Hermione– le susurró al oído al tiempo que daba pequeños besos
a lo largo de su cuello.
La castaña se aferró a su espalda ahogando un gemido al apretar sus labios:
-Yo a ti Draco.

Sintió su erección a través de ajustado bóxer negro que usaba el chico y lo deseo como
nunca hasta ese entonces lo había hecho... hasta que una especie de “TIC” estalló
dentro de su pecho y abrió los ojos. El chico sintió la falta de respuesta y se apoyó con
las palmas en la cama para mirarla a los ojos.

-¿Qué?
-Solo...

¿Si estaba embarazada? ¿Si le hacia daño a su hijo?... ¿Draco tenía que saberlo?
Su mente viajó lejos, divagando entre sombras. Empujó al chico a un lado y se sentó en
una posición casi fetal abrazando sus rodillas, el rubio la miró con extrañeza. Los ojos
de la castaña se llenaron de lágrimas y volteó para mirarlo.

-¿Hermione?– la llamó el rubio.


-Tú...– viró su rostro.
El rubio arrugó la frente y la tomó de la barbilla:- ¿Yo que?– profirió suavemente.
-¿Por qué?
Sonrió- ¿Por qué que Hermione?
-Porque me amas.
El rubio bajó la cabeza, los cabellos rubios le rozaron la frente y sonrió de nuevo muy
levemente.
-¿Tu no me amas?– preguntó.
-Esa no es una respuesta.
El chico guardó silencio.
-¿Cambiaria algo si te digo que no?– preguntó Hermione.
-No– profeso apenas audiblemente el Slytherin– No... Porque te amo para amarte, no
para ser amado.
La gryffindor sonrió fue algo más parecido a un bufido que a una risa:
-No entiendo tu forma de amar Malfoy... No tiene lógica... ¿No tienes nada mas que
decir?
-Amo como ama el amor. No conozco otra razón para amar que amarte. ¿Qué quieres
que te diga además de que te amo, si lo que quiero decirte es que te amo?
Draco se acomodó sobre la cama descansando los codos sobre las rodillas encogidas,
se hizo el cabello para atrás. La luz de la calle iluminó su rostro y su mirada vidriosa.
Tenía impregnado un gesto duro que solía hacer cada vez que estaba disgustado. La
castaña se puso de rodillas y lo abrazó por la espalda, depositó un beso en el hueco
que se formaba entre el musculo del cuello y el hombro, el chico le volteo el rostro.

-¿Molesto?
-No
-Yo se que sí.
La miró– entonces porque que me preguntas...
-¿Es por el sexo?– en sus ojos mostraba dolor.
El rostro del rubio se suavizó y tomó una de las manos que lo rodeaban para depositar
un beso en la misma.
-No necesito de esto Hermione... con tenerte a mi lado me basta.

Ella lo arrastró debajo de las sabanas donde el chico quedó parcialmente recostado
encima de ella, siguieron besándose lentamente sin decir ninguna palabra. Draco podía
sentir que su corazón estaba a punto de estallar, solo se agitaba así cuando estaba
cerca de ella. En verdad que no sabía como pudo sobrevivir sin su aroma, sin sus
manos tocándolo, sin ella...

-¿Draco?– pregunto la castaña cuando ambos estaban al borde de caer en brazos de


Morfeo.
-mmm
-Mañana... ¿irías conmigo al médico?
El chico le besó la mejilla:- si– susurró antes de quedar profundamente dormido.

Me han dicho que nunca amamos a nadie, amamos solo la idea que tenemos de ese
alguien, es decir... a nosotros mismos... Tiene razón... Pero... si ese “alguien” tuviera
nuestra propia esencia escondida en su alma ¿No nos amaríamos a nosotros... Y al
mismo tiempo a él?... ¿Entonces que quiere decir? – Sonríe – que cuando se encuentra
el amor, se dejan de ser dos, para volverse uno solo, por lo tanto al amarnos, estamos
amando....

Por la mañana los padres de Hermione se llevaron una gran sorpresa al ver a su hija
desayunando con un completo desconocido que les parecía tan familiar. La chica les
explicó la “relación” que había estado llevando con el rubio, el padre de Hermione
sufrió un ligero desmayo al comprobar que se trataba del hijo de Malfoy, se repuso
casi de inmediato, mientras Draco intentaba reprimir las carcajadas por la reacción del
señor Granger... Al mirar detenidamente al padre de la castaña algo muy familiar
encontró en él, aunque no supo exactamente que.

La chica pidió prestada la camioneta para ir al hospital con el pretexto de continuos


dolores de cabeza que sus padres creían que era migraña por tanto leer. Draco se
asombró de la habilidad de la castaña al volante, tan solo se asombro de la manera tan
extraña para los muggles de transportarse y tan fastidiosa cuando todos tocaban la
molesta bocina de la cosa que se movía, la cual no podía recordar su nombre.

Al llegar al hospital se asombró aún mas de lo primitivo de los instrumentos y lo


fastidioso de llevar todo manualmente o lo simple de las enfermedades que
desarrollaban los muggles.

-Creo que a tu madre no le agrado demasiado.


-No, es solo... que nunca le había contado cosas muy buenas de ti– respondió distraída
mientras avanzaba por el pasillo tan rápidamente como sus piernas le permitían.
-Nunca había estado en un hospital muggle.
-Pues bienvenido y no es nada lindo.
El arqueo una ceja.

Hermione se detuvo y se froto ambas manos, respiró profundamente y siguió


avanzando. Draco la abrazó por detrás en cuando se detuvieron frente a una
ventanilla, este acto la puso mucho más nerviosa de lo que ya estaba; las rodillas
empezaron a temblarle ¿Algún día tenia que darse cuenta no?

Una enfermera de cabello cobrizo y voz extremadamente dulce se aproximo a ellos:


- señorita Granger, la estábamos esperando.
Hermione sonrió.
-El ginecólogo estará aquí en unos minutos.
La chica se aterró ante la mención de la especialidad del doctor, Draco arqueó una ceja
como si fuera un niño pequeño.
-¿Qué es un Gene... que?
-Ginecólogo.
-Eso.
Ella se viró en sus brazos y se separó de él.
-Un... es...
Sus palabras fueron interrumpidas por la enfermera:
-Aquí están sus análisis, al entrar se los muestra al doctor Sullivan; están las pruebas
hormonales y el análisis de embarazo.
El mundo se congeló para el rubio ante la palabra... de acuerdo, no sabia lo que era un
gine... eso pero sabía lo que era un embarazo. La castaña tomó el paquete naranja
entre sus manos y volteó para mirar al rubio quien veía todo en cámara lenta, estaba
más pálido que de costumbre y al tocar una de sus manos su tacto era demasiado frío.

-Draco...– sus ojos se llenaron de lágrimas.


-Dime que no es cierto...– dijo a penas.
-Es que...
-Hermione no puedes estar...
-tengo un retraso... y el mareo... las uvas...
-¡No puede ser!– gritó.-¡No puedes estar embarazada!
-¿No puedo?
-No, no es que no puedas... es que, no... No puedo ser... ¿papá?

Sintió un mareo increíble, las paredes de color celeste se desvanecieron a su alrededor


y recordó sus propias nauseas, los mareos que había sentido... No... no era posible.

-¡Buen día!– gritó el doctor Sullivan.


Hermione se acercó para saludarlo.
-¡Veo que ya tienes los resultados!– ella asintió. El doctor dirigió una mirada de
extrañeza y diversión al hiperventilado rubio que se apoyaba con una mano en la
pared– Por tu cara de felicidad, debes ser el padre.
«Padre» retumbó en sus oídos provocando un zumbido que le recorrió hasta el
estomago. Él no podía... no ahora...

Entraron en el consultorio. Draco no podía dejar de ver el suelo mientras intentaba


calmarse. El médico revisó los análisis cuidadosamente, mientras ambos jóvenes no
podían quitarle la mirada de encima.

-No se porque pero siento que me miran amenazadoramente– dijo el médico sin quitar
su vista del análisis. Levantó la cabeza para mirarlos.
-¿Y bien?– preguntó la castaña tímidamente.
-Si y no...
-¿Qué demonios? – dijo Draco.
-Si, tienes un “problema” nada que no se solucione con medicamento y no, no estás
embarazada.

Un suspiro profundo escapo de la garganta de Draco.

-Notó que anhelabas demasiado ser padre – dijo el médico con un tono por demás
sarcástico.
-Bien, podemos irnos... – dijo el rubio.
Los jóvenes se levantaron.
-Esperen... antes de que se marchen... quisiera hablarles de algo muy importante...
-¿Qué puede ser tan importante? – dijo Draco.
La castaña miró al rubio y después al doctor Sullivan.
-¿Condones tal vez?

Acerca de amar... lo único que nos deberían enseñar... es a no temer...

-¡Por Dios esta helando! – gritó Hermione amarrándose el abrigo, evidentemente tenía
un tono mucho mas relajado que antes.
-¡¿Esta helando?! – inquiero el rubio.
-¿Te pasa algo?
-Los muggles son asquerosos...
Una gran carcajada estalló de la boca de la castaña.
-Vamos Draco... No es para tanto...

Al llegar al estacionamiento Hermione ya estaba harta de los quejidos que el chico


profería contra la breve clase de protección que habían tenido que soportar.
Obviamente ella sabia todo eso... solo que nunca se imagino que de verdad llegará a
utilizarlo.

Las llaves se le resbalaron, Draco se apresuró a recogerlas, miró hacia arriba


obligándola a tragar saliva de manera nerviosa y fue subiendo dejando su cuerpo muy
cerca del de ella, sus labios levitaban sobre los de la castaña, sin darle tiempo de
pensar le entregó un tórrido que logró marear a la chica. Hermione se apresuró a
tomarlo de la nuca, no quería que la soltara nunca...

-Sabes... después de todo– dijo Draco separándose apenas de ella y sin abrir los ojos –
tener un hijo contigo no parecía tan mala idea...
- Draco.– profesó la castaña
-Podemos volver a intentarlo.
-¡Estas loco!– gritó ella entre risas.
-Vamos. – intento convencerla, sin estar muy seguro de lo que estaba haciendo.

Hermione rió. Se sentía completa en sus brazos, al mirar sus ojos, al escuchar su risa,
estaba en el paraíso con aquel hombre que sin saber porque le había entregado su
corazón entero. Tenía miedo de romperlo... Pero no importaba, porque a pesar de su
miedo era mas las ganas que tenía de amarlo, amarlo hasta que le doliera el alma.
-¿Vamos a casa?
Draco sonrió– Vamos a casa...

No hay distancias, por muy extremas que sean, que el amor no acorte. No hay muro
por muy alto que esté, que el amor no derrumbe... No hay pecado por muy grave que
sea, que el amor no redima.... Por todo esto, si no conoces el amor no pretendas tocar
los yertos, porque si solo el amor engendra la maravilla, solo el amor consigue revivir
lo muerto.

Cap 32: Simplemente amor.

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«15 de Diciembre del año de 1849»

Gritó alegremente, cosa que una vez más le causó risa.


La mañana era fresca y la nieve había caído la noche anterior, aún así no hacia tanto
frío. A ella no le gustaba el frío, le recordaba la muerte.

Selena y Frank estaban sentados en la barra de mármol negro del desayunador,


jugaban a los naipes como cada día desde que ella estaba en el hospital, solo que esta
vez... algo había cambiado. Por alguna razón Selena estaba ganando ¡Ganándole a
Frank!, cada vez el chico reía mas con las reacciones de la rubia cada vez que tenía una
mano perfecta como una flor imperial o póker de Ases.

-¿TU si sabias jugar o yo soy un excelente maestro?– inquirió Frank recargándose en el


la silla alta y suspiro hacia arriba haciendo que algunos cabellos revolotearan en su
frente.
La rubia rió y se frotó el enorme abdomen:- Vamos Frakie, no seas un mal perdedor.
-Es que no lo entiendo Selena, juego a los naipes desde que tengo once años... es
imposible que puedas ganarme.
-¿Eso es algo machista no?
-Es que es raro... como si supieras exactamente las cartas que tengo, los movimientos
que pienso hacer.– se encogió de hombros– En fin. Que importa... Reparte.
-¿Frank? – dijo la chica.
-¿Qué?
Los labios de Selena estaban secos de un momento a otro ¿Debía decírselo?
-¿Sell?– insistió el chico.- ¿Qué pasa?
Ella levantó el rostro– Veo cosas... y no se porque están ahí... como recuerdos o
pesadillas... A veces, siento que no soy yo, que lo que digo es un reflejo de otra
persona a través de mí, como si estuviera poseída o algo por el estilo.
Frank guardó silencio.
-¿Es raro?– preguntó Selena, su voz estaba quebrada.
-No– respondió él en casi un susurro.– Siempre... hemos sido “especiales” por ser
Shamanes– la miró a los ojos y puso una de sus manos sobre la de ella, sonrió– Tienes
la Sangre de Mir, algo de ella vive en ti Sell. No tengas miedo.
-No tengo miedo de mí – lo interrumpió – tengo miedo de lo que veo... porque si es
real...

De inmediato Frank se levanto de la silla y rodeo la barra para ir directo a ella, la silla
calló al suelo. Él se quedó de pie muy cerca de la rubia, la nieve empezó a caer
silenciosamente de nuevo y ellos la pudieron ver por las ventanas de la cocina y por la
puerta de cristal detrás del chico.

-El futuro no está escrito.– dijo Frank.– Nada de lo que puedas ver sucederá, las cosas
cambian su rumbo y estas a tiempo de cambiarlas... si es lo que quieres...
-¿Y si no?
-Es tu decisión.
Los ojos azules de la chica se inundaron– No puedo decidir... Es demasiado.
-Por lo tanto debes elegir con cuidado.
_______________________________________

-¡Ron por Merlín, es estúpido!– gritaba Draco siguiendo al pelirrojo de un lado a otro.
Ronald lo miró– si tan solo abrieras un poco tu mente...
-¡Son muggles!– Dijo y se dejó caer sobre la cama– estoy tan cansado de los muggles...
-Draco... tu es posa también es muggle.
-Eso no importa, no cambies el tema.
-nací para eso..
-¡No! ¡Naciste para curar MAGOS!

El pelirrojo escuchaba a su amigo prestando atención aunque pareciera todo lo


contrario, mientras tanto caminaba de un lado a otro dejando los instrumentos
mágicos en el armario y sacando los más comunes para su nuevo puesto en el hospital
Thomason. Un hospital muggle al que había accedido desde hace varios días. Se acercó
a la ventana e hizo un nudo en la cortina de modo que quedara la ventana descubierta,
notó la nieve que caía silenciosa y sonrió, se quedó mirando el cielo cerrado a través
de la enorme ventana mientras tanto Draco se posiciono detrás de él y lo rodeo
lentamente con sus brazos, Ronald al darse cuenta entorno los ojos.
No hay nada mas importante que la amistad que perdura... en un mundo que se
empeña en cambiar

-Malfoy.– dijo el pelirrojo.


-Hace un par de meses odiabas a los muggles Ron...
-Lo sé y no es algo de lo que me enorgullezca... ¿Ahora me sueltas?
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Ese día el cielo estaba completamente cerrado. No había sol y las nubes espesas
amenazaban con un clima bastante horrendo, a pesar de ello no hacía frío...

Por la mañana muy temprano hicieron sonar el timbre de la residencia Granger. Draco
se levanto descalzo, caminó hasta la ventana de la habitación de Hermione
asomándose para ver al repartidor que tocaba impaciente. No se puso las zapatillas
para no hacer ruido y colocándose la bata de dormir azul se encamino a la planta baja,
el frío de los azulejos le provoco un escalofrío que le llegó hasta la nuca. Se peinó el
cabello con los dedos y abrió la puerta. El repartidor se sobresaltó al ver al rubio.

-¿Señor Malfoy?– inquirió el hombre de traje rojo y con una enorme gabardina de piel
negra que iba mas allá de sus rodillas, tenía una enorme nariz puntiaguda y ocultaba
sus orejas grandes bajo un sombrero de copa negro, los dedos eran mas largos de lo
normal pero bien disimulados con guantes de piel negra.
Draco sonrió.
-Debe saber que me fue demasiado difícil encontrar la dirección,- prosiguió el
mensajero– nuestros rastreadores no funcionan tan bien con los lugares muggles.
-Su servicio postal necesita renovarse.– interrumpió el rubio
-pe, pe, perdón señor. No quise faltarle...
-¿Traes mi encargo?– lo tajó secamente Draco.
- O si, si– seguido sacó de una enorme bolsa de color café una caja que tenía tres
agujeros a los extremos, la destapó y le mostró el contenido al joven, él sonrió
maléficamente y con un cierto destello de inocencia lo que hizo notar al mensajero
que estaba conforme.
-Perfecto.– dijo Draco.

Pagó el envió y tomando la caja se dirigió a la sala. Dejó la caja en el suelo, se frotó la
barbilla examinándola escrupulosamente, sacó su varita del bolsillo interno de la bata,
haciendo un pase mudo la revistió con papel morado y brillante el cual tenía encima un
hermoso y enorme moño de color dorado, finalmente pudo poner el regalo debajo del
árbol de navidad.

El Slytherin se dispuso a subir las escaleras para volver a dormir. Se frotó ambas manos
para calmar su frío, subió apenas dos escalones cuando Hermione ya bajaba, levantó el
rostro bastante nervioso.

-¿Qué haces levantado tan temprano?– inquirió la castaña jovialmente.


-He... Iba, bueno en realidad fui a... no quería... y... estaba...
Ella rodó los ojos– ya entendí– dijo con algo de sarcasmo.
-¿Tu que haces levantada?
-Iba a desayunar.
-¿Tan temprano? ¿Por qué?

La chica siguió bajando las escaleras y caminó por el pasillo, Draco la siguió.

-Hoy es el baile de caridad del hospital. Mis padres van cada año y este año me obligan
a acompañarlos– bufó entrando a la concina.

El rubio tomó asiento en uno de los bancos del desayunador mientras la castaña se
acercaba a la nevera para sacar la jara de cristal con leche dejándola en la barra, abrió
la alacena y tomó una de las tantas cajas de cereal que había y empezó distraídamente
a servirse.

-¿Entonces?
Ella levanto el rostro- ¿Entonces que?
-Un baile y no se que...
-Ha, si. Bueno se hace en un salón de recepciones para recaudar fondos, todo el dinero
lo usan para dar tratamiento médico a los niños mas necesitados.
El chico bufó– suena asquerosamente compasivo y aburrido.
Una carcajada escapó de los labios de la chica:
-No lo es tanto. Solo que los únicos invitados son médicos y...– bajó la vista– sus hijos.–
dijo secamente casi en un susurro.
-Si claro, por tu tono debe ser ¡Súper divertido!
-Draco, despertarás a mis padres.
-Lo siento.
-¿Draco?
-¿Sí?
La gryffindor de mordisqueo la uña del dedo índice siendo incapaz de levantar el
rostro:
-Tú... ¿Me acompañarías al baile?– dijo al instante que su rostro adquiría un color rojo
y una temperatura bastante elevada.
-Wow, Hermione Granger me pide una cita– dijo el rubio mientras reía.
-¡No es una cita!
-Hermione... despertarás a tus padres– la imitó.
-Es solo... no quiero estar sola.

El chico se levanto lentamente y rodeó la barra para estar frente a ella quien no podía
levantar aún el rostro, él la tomó de la barbilla, los ojos de color chocolate estaban
llorosos, como si el peso de algo estuviera haciendo escapar su alma, Draco lo sabía,
percibía su dolor en su propia piel... como no podía saberlo.

-No me gusta bailar– dijo suavemente para seguido depositarle un beso en los labios.
-No hay problema– intentó sonreír.

El dolor es una de las pocas cosas que es casi imposible ocultar por lo tanto, en el
fondo de todos los corazones hay secretos ocultos... que solo el amor, puede revelar...

Después del improvisado desayuno de todos los días Hermione convenció a Draco para
que la acompañase al centro comercial a comprar un vestido nuevo, por orden de su
madre debía estar mas presentable que nunca para el primer año que iría a uno de los
bailes del hospital. El rubio acepto ir con ella a regañadientes.

A Draco siempre le aburrieron las compras, como cuando su madre lo llevaba al


callejón Diagon para abastecer la lista de Hogwarts... claro siempre obtenía una
recompensa por las largas horas de aburrimiento. Sonrió con malicia al imaginarse un
helado de zarzamora y frutas silvestres... ahora su recompensa, sería mirar a Hermione
probarse vestidos distintos.

-Se lo que piensas– dijo la chica caminando frente a él jugueteando entre sus dedos
con las llaves de la camioneta. Se detuvo y lo miró– Ni LO SUEÑES– dijo firmemente.
La sonrisa de Draco se ensancho- ¡Que!
-No pienso dejar que me veas desnuda.
El chico interrumpió sus palabras con una estruendosa carcajada que alertó al vecino
de al lado que en ese momento depositaba la basura en el contenedor, el rostro de la
castaña se encendió.
-Me refería... a la tienda, el probador.
Draco se acercó a ella – Entiendo.– le dio un beso en los labios y abrió la puerta del
chofer para que la chica pudiera subir.
Ciertamente el Slytherin no conocía un centro comercial de muggles, pero por lo que
se imaginaba no debía ser demasiado diferente a uno mágico. Llegaron al
estacionamiento donde la chica tomó uno de los boletillos. Se quitó el cinturón de
seguridad con una carcajada en la boca al ver como el chico quería arrancar el asiento.

-No es tan difícil, mira– de inmediato solo presionó el botón y él quedó libre.
-¡Merlín! ¡Odio estas malditas cosas de muggles!

La plaza comercial tenía una gran torre con ventanas de cristal verdosa a través de las
cuales se podían ver desde afuera los elevadores que subían y bajaban por los cuatro
pisos. Al entrar un empalagoso olor a perfumes hizo que la nariz de Draco ardiera por
lo que la arrugó tal y como lo hacía su madre, en el medio de la plaza había una
enorme pileta que tenía una fuente bastante grande en su centro con la forma de tres
delfines y algo parecido a un ángel malformado.

Ellos caminaron a través de las multitudes que iban y venían de un lado para otro con
paquetes, juguetes, piezas de cristal y grandes cajas envueltas en colores brillantes. El
ojigris los miraba atentamente, como si observara una manada de monos salvajes
balanceándose por las copas de los arboles, no podía evitar tener una sonrisa
arrebatadoramente seductora.

-¿Qué te divierte Malfoy?


-Los muggles son tan... muggles.– dijo con un tono divertido.
-Wow, que descubrimiento– dijo ella con un tono sardónico.
-Siempre corriendo, preocupados por el tiempo... Son extraños.
-Bueno Draco, no tienen magia. Nosotros al menos podemos resolver mil cosas con
magia, ellos tienen que lidiar con sus problemas cotidianos y arreglárselas para
sobrevivir sin una varita.
-Pobres engendros patéticos.
Ella arqueó una ceja– ¿Nosotros hacemos magia y ellos son los engendros?
El rubio no pudo evitar reír el tono indignado y divertido de Hermione era demasiado
encantador.
-Bien, ¿Nos vamos a mover o no?

Pobre de aquel que conozca los secretos que oculta el silencio... porque el silencio es
como un cristal; cuando se rompe, puede herir a cualquiera, por tanto, procura que tus
palabras sean dignas del silencio que rompes...

-Por cierto– habló Draco- ¿Qué es lo que tienes?


-¿A que te refieres?– inquirió la chica mientras subían por las escaleras eléctricas.
-Porque pensabas que estabas embarazada...
-Es una tontería.
-Dime entonces la tontería.

Al virar el rostro para verlo, él estaba tres escalones mas abajo que ella. Draco tenía
una mano en el bolsillo del pantalón azul oscuro y con la otra agarraba el pasamanos
de la escalera mientras seguían subiendo. A la chica no le quedó más que suspirar
hondamente y hablar, después de todo... tenía derecho a saber.

-Cuando empezamos a... su rostro se encendió.


-Si el sexo, entiendo.
-Si, el sexo. Cuando empezamos con eso nunca nos cuidamos y... yo odio las uvas–
Draco arqueó una ceja– un día quise comer uvas. Luna me dijo que su madre solo
comía uvas cuando estaba embarazada, después tuve retraso...
-¿De casualidad te gustan las pasas?
Hermione arqueó una ceja – Si... eso que tiene que ver con...
-Yo las odio y un día me levante con ganas de comer pasas... que por cierto me
hicieron vomitar, fue horrible porque cuando estaba...
-¡Malfoy! ¿El punto es...?
-Ah si, Hermione yo adoro las uvas. Imagino que mientras yo las comía tu las comías
también, o al menos eso me paso a mi con las pasas... Lo que no entiendo es el
retraso.
-Según el médico solo fue estrés.
El rubio sonrió– después de todo... la idea de ser padre no me desagradaba tanto.–
dijo casi en un susurro.
La gryffindor no sonrió esta vez.
-¿Qué pasa?
-¿No has pensado que tu hijo sería un mestizo?
-No... Porque él no sería un mestizo.
-¡Pero yo soy...!– bajó la voz– hija de muggles.
El chico le rodeo la cintura con un brazo quedándose detrás de ella, al instante a la
castaña sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo.
-No me importa si eres hija de muggles Hermione... Yo purificaré tu sangre.– susurró
con voz en extremo ronca sobre su oído.

El rubio capturó los labios de la castaña con los suyos, ella se viró para tomarlo del
cuello mientras él le acariciaba la cadera y subía por su cintura por debajo del abrigo.
Fue un beso lento y aun así mucho más pasional de lo que se nadie se podía imaginar.
La conexión entre ellos no había desaparecido, era mas fuerte, solo que eran capaces
de sentirse tanto el uno en el otro que ni si quiera tenían idea si era por el hechizo... o
por otra cosa...

Las escaleras llegaron a su fin y ellos descendieron sin dejar el beso que acariciaba
cada fibra de sus almas, despertaron los suspiros de cada persona y/o pareja que
pasaba frente a ellos, aún cuando soltaron sus bocas Draco acarició su nariz con la de
él sin abrir los ojos.

-Como llegamos a esto– susurró Hermione.


-No lo se Hermione, no entiendo como llegaste a ser la mujer que toda la vida pedí..

¿Cómo es que una persona puede encontrar todo lo que estaba buscando sin saber
que era eso que buscaba?... No es destino, yo le llamo suerte. Solo los superficiales
llegan a conocerse a sí mismos... también los que aman se conocen, pero a través del
ser amado, porque nuestro único deber con la historia es reescribirla.

Hermione se miraba al espejo del probador, Draco decidió esperarla en una banca
fuera de la tienda. La castaña miraba su reflejo ante los modelos que solía comprar,
eran ampones, de colores oscuros, algunos demasiado sencillos o con encajes... solo
que esta vez no quería ser ella misma o verse infantil... necesitaba lucir hermosa, no
sabia porque.

Después de varias horas eternas la leona ganó la batalla contra el espejo y salió al
encuentro de su rubio que la esperaba casi dormido en la banca de piedra frente a la
boutique.

Al regresar a casa ninguno de los dos dijo nada, el rubio se limito a mirar por la
ventana atentamente, no había nada más que decir. Ella tampoco quería hablar,
después de ver su deprimente figura en un espejo durante varias horas lo ultimo que
quería era deprimirse mas... claro, sabía que Draco nunca lo permitiría.

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«20 de Diciembre del año de 1849»

Hermione corría con los ojos llorosos hacia afuera de la casa.


-¡Vuelve aquí!– gritaba Draco evidentemente furioso.
Vincent miraba al pie de las escaleras como la gitana corría, hizo una seña con la
cabeza a Gregory y ambos se apresuraron a interceptar a la castaña, la tomaron de
ambos brazos deteniéndola, dándole tiempo al rubio para que pudiera alcanzarla.

-Aquí está– dijo Gregory.


-¿Gracias?– les dijo el rubio algo extrañado.

Los chicos soltaron a la castaña y él la tomó de ambos brazos, las lágrimas corrían
bravíamente por el rostro de la chica, respiraba por la nariz como si fuera un caballo
agitado.

-Nunca me dejes hablando solo– dijo Draco fríamente.


-Estoy harta de que no quieras ni acercarte a nuestro hijo... y más que lo insultes por
se un muggle... yo también lo soy...
-¡Es que entiende! ¡Ya hablan de nosotros! ¡Que será cuando crezca!
Ella le dio una bofetada que logró voltearle el rostro:
-Que importa lo que digan, es nuestro hijo.

El chico la soltó. Ella volvió a subir las escaleras de la misma manera rabiosa, Draco
golpeo la barandilla dejando escapar un grito desgarrador.

-¿Estás bien?– pregunto Gregory tímidamente.


-Si– respondió el chico secamente aspirando los más profundo que pudo.- ¿Por qué la
detuvieron?
-Estamos para servirte– dijo Vincent.
-¿Para servirme?– repitió Draco arqueando una ceja.

Ambos asintieron. El rubio levantó la vista al reconocer el paso fuerte de Ronald, el


pelirrojo bajaba las escaleras aparentemente indignado.

Draco se viró con algo de fastidio– Ahora que.– dijo


-¡Porque no puedes dejar de pelear con Hermione!
-¡Yo! ¡Pero si es... ella, siempre...! ¡Porque siempre te pones de su lado!
-¡Draco no tienes cinco años! ¡No estoy del lado de nadie!
-¡Es que no entiendes!
-¡No entiendo que Malfoy! ¡No debes tratarla así! ¡Es tu esposa! ¡LA MADRE DE TU
HIJO!
El ojigris lo empujo con ambos brazos- ¡Tu que demonios sabes de eso!... Mi maldita
esposa muggle y mi maldito hijo muggle.
Ronald lo abofeteo.– No te atrevas a maldecirlos.
Algo dentro del rubio se encendió, ese fuego se vio reflejado en sus ojos; sus globos
oculares se saltaron al instante y lanzo un puñetazo contra el rostro de su amigo.
Cayeron los dos en el suelo, Draco se le fue encima e intentaba golpearle el rostro, era
más rápido que Ronald, pero no era más fuerte. El pelirrojo le sostenía los puños hasta
que lo volteó con el pecho al suelo sosteniéndole las manos por detrás y se levanto. El
rubio respiraba como un toro en pleno rodeo, se quedó de boca al suelo unos minutos.
El pecoso se acomodó los cabellos y se sostuvo el rostro, sin decir nada se retiro.

Vincent y Gregory se apresuraron a levantar al rubio de ambos brazos, a lo lejos Sean


les hizo una seña para que se alejasen.

-Weasley no te entiende Draco– dijo el moreno ofreciéndole un pañuelo blanco.


El rubio sonrió– y supongo que me dirás que tu si.
-No... Porque no me imagino lo... DENIGRANTE que debe ser tener una familia
muggle...
-Soy un idiota.
-Si me preguntas– lo interrumpió Sean– La comadreja se lo merecía, porque... es tu
familia y puedes hacer lo que quieras con ella. Claro él es médico, su esposa es bruja...
no solo es una Shaman y probablemente su hijo...
-hija– lo corrigió Draco.
-Hija... será muy poderosa... si, Ronald tiene la vida perfecta y tú... seguirás por
siempre a su sombra.– dijo Sean y se coloco a espaldas del rubio- ¿De verdad quieres
que sea así Draco?
-No.
-Lo supuse.– sonrió.
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Se puso el vestido que había comprado y adornado su cabello con un bello tocado que
dejaba algunos mechones castaños regados por su rostro, se veía seguramente más
hermosa que nunca. Draco fingió estar dormido, la chica no quiso despertarlo y le dio
un beso en la mejilla arropándolo con la frazada. Su aroma lo volvió loco.

Al entrar al salón Hermione supo que no podía depender de Draco para enfrentar su
pasado, era una batalla solo de ella, en la esquina hablando con uno de los músicos
que tocarían esa noche estaba Andrew, con un traje gris claro y camisa rosa al igual
que la corbata, el cabello alborotado. El chico parecía no prestar atención a nada a su
alrededor y por alguna extraña razón se volteó para mirarla. Al instante la castaña
desvió la vista de él mirando a un lado, expuso su cuello sin adorno alguno, cosa que
éxito terriblemente al chico de la esquina.

-Hija, por aquí– la llamó Su madre.

Tomó asiento con sus padres quienes periódicamente saludaban a otros colegas
incluido entre ellos el Dr. Sullivan quien venía acompañado de su familia: Su esposa de
origen alemán y su hija que era su vivo retrato, de piel negra y cabello ondulado negro
al igual que sus ojos, con una profundidad impresionante. Traía puesto un vestido azul
rey de satín con mangas y un escote en “V”.

-Hermione.– saludo cordialmente la chica de no mas de quince años. Tenía una voz
dulce y femenina
-Vanessa.
-¿Cómo has estado? Tenía tiempo de no verte.
-Si, el colegio es absorbente...
-Oh claro, tu internado. Debes tener mil pendientes o... ¿Acaso hay un chico que te
quita el sueño?
La castaña no pudo evitar reír.
-¡Si, seguro eso es!– grito otra chica de voz chillona.
-Clarisa– susurró Hermione al reconocerla. Sus padres se pusieron de pie para bailar
por lo que la otra chica aprovechó para sentarse con ellas.
-Cuanto tiempo perdedora– dijo con su misma voz espantosamente molesta.

Clarisa era de piel exageradamente blanca y cabello rubio, sus pómulos estaban
hundidos, tenía la barbilla cuadrada y grandes ojos negros, lo que le daba un aspecto
muy parecido a un cachorro chihuahua. Traía puesto un vestido rosa pálido... como si
le hiciera falta palidez.

-¿Así que un chico?


-Vanessa solo bromeaba– dijo Hermione con un tono seco.
-Claro, supuse que después de lo de Andrew nadie se más se había atrevido...
La rubia guardó silencio dándole espacio a la chica de ojos marrones para pensar que
al fin cerraría la boca y la dejaría sola como deseaba estarlo en ese momento... pero no
sucedió.
-¡Rachel! ¡Por aquí!– gritó Clarisa haciendo una seña con la mano.

«Rachel» retumbo dentro de su cerebro, se puso pálida al instante aferrándose a la


mesa intento respirar, a lo lejos escuchó la voz de Vanessa como la de un ángel
«¿Hermione estas bien?» preguntaba la morena, pero solo era capaz de escuchar un
eco. En cuestión de segundos una mujer de su misma edad, tenía los cabellos del color
de la miel y rasgados ojos de un verde esmeralda muy intenso, traía puesto un vestido
blanco que se amoldaba perfectamente a su cuerpo sin mangas y desde los pechos
hasta la cadera después suelto en varios pliegues de distintos tamaños.

-Hermione.– dijo alargando el nombre en una manera muy melosa.


-Rachel... Te vez increíble.– comento Hermione.
-Como siempre – completó Clarisa.
- Yo creía que nunca te vería por aquí otra vez... Después que Andrew me pidió que
fuera su novia no te volví a ver– dijo Rachel. En su tono había cierta melodía seductora
y humillante que le recordaba desagradablemente a Pansy Parkinson. La chica de
cabello miel sonreía de esa manera, humillante.
Hermione levantó la cabeza– él no es el único hombre de la tierra.
-¿Qué ya no te gusta?– interrumpió la rubia.
-Nunca me ha gustado... digamos que tengo malos ratos, no malos gustos.– finalizó y
sonrió tan hipócritamente como todas las presentes.
-Por supuesto.– dijo Rachel.

A lo largo de la noche Hermione solo veía que chica por chica salía a la pista, ella no
quería bailar, solo pensaba en salir de aquel espantoso lugar. Ver al que fue su primer
amor y que había jugado con ella junto con la que fue su única amiga y que la había
traicionado, se sentía estúpida en un lugar así, sentada con una pierna cruzada sobre la
otra y una sonrisa de muñeca hueca.

Del otro lado de la pista las más “hermosas” hijas de los médicos, cirujanos,
administrativos y claro la hija del jefe de clínica: Rachel. Hermione sabía que
murmuraban de ella. En general la compadecían.

El saxofonista subió al escenario, acomodándose: era un hombre alto y delgado


vestido de negro, el cabello lo tenía completamente en risos largos agarrado en una
coleta y un sombrero de Dandi adornaba su cabeza. Sonrió, no había nada que la
relajara más que la música del saxofón. Empezó una melodía deliciosamente lenta con
flauta, la castaña se quedó hechizada con el encanto de aquella melodía tan hermosa.

Un enorme suspiro escapó de ella y al instante empezó aquel hombre a tocar con el
brillante saxofón color plata la misma melodía pero se escuchaba mucho más
hermosa, tan seductora, tan sensual...

-Tus pensamientos pervertidos pueden matarme– susurró a su oído.


Ella se sobresalto y viró su rostro, sus ojos se llenaron de lágrimas, no sabía porque.
-¿Quieres bailar?– preguntó y le extendió una mano.
-A ti no te gusta bailar– dijo ella tomando su mano.
Draco hizo un movimiento de modo que la tomó de la cintura y sus narices quedaron
rozándose, casi juntas.
-Pero a ti si.

Avanzaron a la pista, mágicamente las luces cedieron. Tomaron la posición típica como
cuando bailaban en Hogwarts, el rubio sonrió y tomó sus manos para llevarlas a su
cuello y él poder tomarla de la cintura, arqueo la espalda para recargar su frente
contra la de ella y lentamente empezar a balancearse de un lado a otro al compas de la
apasionante música que hacia que la sangre debajo de su piel corriera a una velocidad
impresionante. El corazón de Hermione estaba al máximo, creía que en ese preciso
instante iba a estallar, era como el mejor de sus sueños, solo que no estaba soñando.

Ambos estaban ataviados de negro. El vestido de Hermione tenía un escote con forma
de pétalo y toda su espalda estaba descubierta hasta la cadera, por atrás solo la
adornaban cuatro tiras que formaban una “X” en su espalda. El traje de Draco
constaba de un saco sencillo y el cuello de la camisa desabotonado, chaleco y
pantalón. Juntos parecían una sola cosa pues no se distinguía donde estaba el relieve
del uno y el contorno del otro.

Draco fue subiendo la mano que tenia en la cintura de la chica por toda su espalda y
tocando su contorno sin abrir los ojos la tomó del rostro uniendo sus labios
cálidamente a los de ella, no podía creerlo, estaba con la mujer que tanto amaba, su
mente le decía algo de un amor prohibido pero su corazón había decidido gritar.

-Te amo Hermione– susurró sobre sus labios justo antes que la música cediera por
completo.

Las luces se encendieron y anunciaron un pequeño receso para los músicos, el hombre
del saxofón sonrió y agradeció los aplausos a su alrededor.

La chica guió al rubio a una habitación de cristal que fungía como terraza, sin
necesidad de helarse.

-Nunca me hubiera imaginado que vinieras.– dijo Hermione sin poder disimular cierto
espasmo.
Draco sonrió– Yo tampoco... solo que... pensé...
No lo dejó terminar y se abalanzo para besarlo intensamente, él le correspondió.
-¡Granger tranquilízate!– gritó divertidamente– Se que soy irresistible pero no puedes
comerte el pie de un solo bocado.
Hermione sonrió con una ternura infinita, al instante una lágrima se deslizo por su
mejilla, Draco llevó sus labios hasta ella para secarla con su boca y después depositarle
un beso mas en los labios y abrazarla fuertemente.

A lo lejos la rabia invadió a Andrew, ella era suya... completamente suya. Nadie mas
podía tocarla, siempre se sintió seguro pues no le quedaba la menor duda que nunca
nadie podría fijarse en ella... ahora ¿Quién era ese idiota? ¿De donde lo había
sacado?... Y porque la estaba besando. Se abrió paso entre la gente, Rachel observó
divertida, seguramente Hermione no sabia que Andrew y ella habían terminado, por
una terrible obsesión que tenía el chico por la castaña...

-Así que... me olvidaste– dijo Andrew entrando a la habitación de cristal. Se metió las
manos a los bolsillos y avanzo a ella.
-Desde el primer momento en que te fuiste.
Draco sonrió.
-¿Y quién es él?
-Draco Malfoy. – se presentó él mismo.
Andrew le extendió la mano, el rubio levanto la barbilla y lo rechazó cosa que tomó
como una ofensa bastante personal.
-Veo que tus amantes no tienen educación Hermione.
-Veo que tú no tienes clase.

El chico de ojos oscuros sonrió. Draco sintió ganas inmensas de matarlo al percatarse
de la forma ansiosa en que miraba a Hermione, SU Hermione, era de él,
completamente.
Las lágrimas estaban a punto de salir de los ojos de la castaña una vez más y esta vez
era de rabia, él podía sentirlo, ahora con más fuerza que nunca.

-¿Quién era ese?– pregunto el Slytherin despectivamente mirándola a los ojos.


Ella bajó el rostro. Al instante Draco abrió la boca.
-¿Él era...?
Hermione asintió.
-Entonces, no fue Potter...
Negó.

Draco la tomó de los hombros haciéndola a un lado y entró al salón furioso, Hermione
no escucho nada... Hasta que los gritos femeninos le advirtieron que algo no andaba
bien, no se atrevió a entrar, el sonido siguiente fue como una mensa cayéndose y todo
rompiéndose al instante. Después de varios minutos el rubio regresó con ella, traía los
cabellos despeinados sobre la frente y el puño ensangrentado. Ella se echó a sus
brazos llorando abiertamente.

-Nadie te va a lastimar mientras yo esté aquí... NADIE.

Cuando empezamos con la pasión llega un momento en el que decidimos que importa
y volvemos a caer de nuevo, todo esto nos da miedo pero no lo dejamos por el ansía
que nos provoca un nuevo encuentro, ese encuentro que nos rapta y a mismo tiempo
nos rescata aunque al final de la noche nos deje entre el cielo y el infierno, podemos
descubrir el lado humano de alguien siempre y cuando ocurra un mal momento
durante el cual aprenderemos de nuestro dolor y nos hará sentirnos de cierta manera
insignificantes ante todo, como una vil jugarreta de la vida. A lo largo de algún tiempo
que puede no parecer tanto, he descubierto una pasión mas viva que cualquier cosa y
esa es el odio... solo porque el odio... Radica en el amor.

Llegaron a la residencia Granger, a pesar de no haber fuego estaba caliente, como


nunca lo había estado la mansión Malfoy desde que él lo recordaba. Por una extraña
razón Draco se sentía en casa, tal vez no era por la comodidad, era por Hermione, ella
era su templo. En cuanto puso un pie dentro la chica se deshizo del abrigo colgándolo
en el perchero y se quitó los zapatos dejándolos a un lado, el rubio la miró extrañado y
aun mas cuando ella se fue corriendo por el pasillo.

Sonrió ampliamente, esa era una clara invitación a que la siguiera. No la encontró por
ninguna parte, con las manos temblorosas tomó la perilla de la habitación en la que
había estado durmiendo y tragó saliva. Estaba en penumbra y sobre la cama a lo largo,
mirándolo sugestivamente estaba ella... ¿Pero porque?

Hizo un ademan con su índice para que se acercase y sin dudarlo ni un segundo el la
obedeció. Hermione lo atrapó de la nunca para besarlo lenta y profundamente al
tiempo que se ponía de pie de nuevo. Desabotonó la camisa con una rapidez que
anonadó al rubio y le quito al mismo tiempo el saco, chaleco y camisa para que
cayeran en el suelo, Draco se deshizo de los zapatos y la tomó de la cintura acariciando
su relieve lentamente, tomó los senos de la chica con sus manos y subió hasta sus
hombros para deslizar los tirantes del vestido hacia abajo y dejar que este callera al
suelo.

De nuevo miró su torso desnudo como no lo había hecho hace mucho tiempo, empezó
a acariciar sus pechos lentamente escuchando los sonidos que salían de su garganta,
los cuales estaba seguro que se convertirían en gemidos, la castaña le desabrochó el
pantalón y bajo el cierre lentamente introduciendo su manos dentro para acariciarlo
por encima del bóxer ajustado.

Sin dejar sus labios fueron caminando hasta la cama donde Draco quedó envuelto
entre las piernas de la chica y fue bajando en línea recta por su cuello dando pequeños
mordiscos disfrutando cada vez mas las vibraciones de su garganta. Hermione tomó la
virilidad del chico con sus manos y empezó a acariciarla lentamente haciendo círculos
con el pulgar sobre la punta y recorriendo hasta la base con el resto de la mano, el
chico no fue capaz de reprimir un gemido ansioso y se separó de su cuello para gemir
al oído de la chica.

Aprovechando la ocasión la castaña se viró para quedar encima del rubio sin dejar de
acariciarlo, en pocos minutos estaban los dos completamente desnudos, Draco la
miraba expectante, nunca había notado a una mujer mas hermosa en toda su
existencia. Hermione siguió acariciándolo lentamente con la mano disfrutando los
gemidos que salían de la garganta del chico, se quitó el tocado dejando que su cabello
castaño callera por su espalda libremente haciendo que él quisiera estallar ante la
visión de aquella musa.

Ambos estuvieron listos: Hermione se aferró al miembro de Draco al tiempo que este
la tomaba de los muslos para dejarla caer sobre él. Ella gimió intensamente al sentirlo
dentro de nuevo. El chico se aferro de sus caderas entrando en ella hasta donde su
anatomía se los permitía. Levitaba su propia cadera embistiéndola lentamente al
tiempo que la chica lo cabalgaba, mantenían un movimiento lento y coordinado...

Hermione arqueó su espalda hacía atrás dándole oportunidad al rubio para que se
incorporara a besarle los pechos lentamente, recorrió uno de los pezones de la chica
con su lengua y con la misma lentitud tortuosa fue introduciéndolo a su boca para
succionarlo, ella se aferro de sus cabellos platinados y gimió lentamente. Se recostaron
de nuevo y rodando sobre la cama Draco quedó encima de ella y atrapó con su boca
todos los gemidos que estaban dispuestos a salir de la boca de la castaña mientras ella
se aferraba a su espalda sudorosa y los cabellos de él le rozaban la frente.

-Te amo Hermione– le dijo al oído– Te amo con toda mi alma.


La leona lo miró a los ojos y capturó su labio inferior entre sus dientes, no dijo nada, no
respondió. Solo siguió haciéndole el amor con el mismo ímpetu de siempre y de
nunca.

Después de algunos minutos mas manteniendo una danza horizontal mas coordinada
que un grupo de ballet clásico la chica sintió que Draco se derramaba dentro de ella
con otro gemido sordo pero que para ella era completamente audible en ese
momento...
La noche oscura se cernía, la tristeza les invadía, en el fondo de sus corazones lo
sabían, sabían que siempre se amarían. Orgullo y temor, palabras malditas, enemigas
del amor, de su inmenso amor. Una cálida noche, cuando la esperanza estaba perdida,
cuando sus heridas se curaban, bajo la luna se volvieron a ver... al fin y al cabo,
Simplemente amor.
CAP 33: Venganza

No sé que es preferible: El mal que hace bien... o el bien que hace mal.

-¿Por qué sonríes?– le preguntó con voz grabe.

Ella levanto su rostro al escucharlo, sus ojos brillaban como un par de faros en medio
de la penumbra que solo era interrumpida por la luna llena. Nadie comprendía su
sonrisa, excepto ella; una risa que dejaba ver su dentadura y parecía tétrica y
seductora al mismo tiempo, sin embargo, estaba vacía, detrás de ella no conllevaba
ningún sentimiento... Mucho menos algo que se asemejara a felicidad.

-Hay razones para sonreír.– respondió ella con la voz mas tétrica que alguien se
pudiera imaginar.
El mortío que había hecho la pregunta inicial no tenía más de veintisiete años, unas
ojeras pronunciadas, claros ojos azules y piel pálida. Sonrió:
-Se que las hay.– dijo al tiempo que se colocaba su capucha– Pero... ¿Cuáles son las
tuyas Parkinson?...– preguntó con un eco extraño por la mascara de metal.
Ella sonrió, la pregunta era tan estúpidamente irónica, que ni si quiera merecía una
respuesta:
-El tiempo... La vida... La muerte...
Una risa escapo de los labios del chico:- El tiempo; destruye todo. La vida; no es lo que
llevamos. La muerte... Nos persigue a cada instante... Lo malo, es que cuando nos
alcance, no será muy linda con nosotros...
-Depende de porque quieras morir.
-Solo por amor...
-El amor no existe.– dijo Pansy firmemente.
-Existe.
La Slytherin sonrió:- si existiera, no estarías aquí.
-Porque creo que existe, aquí estoy. Mi esposa es muggle, mis hijos mestizos... Si no
sirviera al señor oscuro, ellos morirían, vendí mi alma al diablo por amor Parkinson.
-Eres sangre pura... Pudiste casarte con cualquiera que fuera de nuestra clase.
-Pude...– la interrumpió– pero nadie de nuestra clase me llenó igual que ella.
El chico se alejó, el sobretodo negro ondeo elegante mente cuando se dio la media
vuelta rumbo a las afueras de aquel tétrico lugar. A pesar de la cruel realidad a la que
otro mortío inferior a ella le había mostrad, sonrió. Por algún motivo no podía dejar de
hacerlo ¿Por qué iba a morir ella?... ¿Por amor?...

-No... No voy a morir, mucho menos por él...

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«25 de Diciembre del año de 1849»

-¿Seguro que estaré bien?– inquirió el chico de cabello rubio


-Claro Malfoy, confía en mí.– dijo él con una enorme sonrisa en su oscuro rostro
-Pero abandonarla...

Ambos se sobresaltaron. El sonido fuerte de una maleta en el suelo hizo un eco en la


cocina vacía. Draco se quedó estupefacto al ver como Ronald estaba de pie en el
centro de la entrada, tenía la boca abierta y los miraba a ambos con cierto despreció,
el rubio jamás había visto esa expresión en el rostro de su amigo, al menos no dirigida
a él, su corazón se aceleró de forma excesiva ¿había escuchado algo?...

-¿Abandonarla?– dijo con un tono mas que atónito.


Draco se puso de pie al instante:- Ron, no es lo que...
-¡Que demonios está pasando!
-Nada que te importe Weasley– se interpuso Sean.
-¡Draco, que demonios está pasando!

Tragó saliva nerviosamente ¿Iba a decirle lo que en verdad planeaba? NO... No podía
permitir que alguien se enterara de su plan... Lo malo era que ese “Nadie” se trataba
de su mejor amigo.
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Despertó sin abrir los ojos. Tenía la nariz pegada a su hombro, el perfume natural de su
piel le inundó la nariz, depositó un beso sobre su espalda haciendo que ella se
removiera entre sus brazos. Hermione abrió los ojos lentamente, al principio todo eran
siluetas borrosas cuando una oleada de besos le asaltó el cuello, sonrió como una niña
pequeña.

-Buen día.– susurró la chica. Su voz estaba ronca y aguda, cosa que a los oídos de
Draco era la mejor música del mundo.

Él no respondió con palabras, si no con un tierno beso sobre los labios que los hizo
sonreír a ambos, la castaña le pasó una mano a lo largo de la espalda mientras la
besaba. Un escalofrío le recorrió la espina al chico, cosa que no pasó desapercibida
para ella.

-Estás temblando... – susurro Hermione.


-Hace frío Granger... Como tú estas abajo no lo notas.

Las mejillas de Hermione se encendieron, cosa que Draco aprovechó para besarle la
punta de la nariz. Ella hizo un movimiento con sus piernas para quedar encima de él,
dándole un beso en los labios empezó a mordisquearle el oído.

-¿Draco?
-mmm
Sonrió– Esta nevando.
Se miraron a los ojos fijamente.
-Feliz navidad.– dijo Hermione.

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«25 de Diciembre del año de 1849 [12:00 hrs]»

Draco estaba sentado con la silla al revés, tenía la cabeza baja y permanecía en
silencio. Al parecer Ronald había escuchado más de lo que a él le hubiera apetecido. En
los ojos del pelirrojo había fuego incandescente que solo quería usar para asesinar a su
amigo. Casualmente ambos vestían de negro ese día, como si supieran que era un día
de luto.

-Como es posible...– susurraba el pelirrojo paseándose de un lado a otro frente a su


amigo.
Ronald se restiró el cabello con algo de furia ahogando un grito de rabia. Alzó la
cabeza, sus ojos estaban llenos de lágrimas. Draco alzó la barbilla soberbiamente, hizo
un gesto con la cara como si algo oliera mal debajo de su nariz cosa que nunca antes
había hecho...

-Dilo– dijo Draco en forma de orden.


-No– respondió el chico en un apenas perceptible susurro.
El rubio se levanto aventando con su mano la silla de madera que se estrelló contra el
piso provocando un estruendo:
-¡Dímelo Ron! ¡Que demonios piensas!
-¡Que eres un idiota!... Como... ¿Como puedes pensar en abandonar a Hermione y a tu
hijo?
-¡No sabes nada!
-¡Entonces dime Draco! ¡Que quieres que sepa!
-¡Quiero más Ron! ¡Entiende!
El pelirrojo lo tomó de los hombros:- ¿Quieres más? ¡Quédate con todo lo mío
entonces!
-Ron... no se trata de eso...

Los ojos del chico estaban llenos de lágrimas contenidas, la lluvia empezó a caer
violentamente. El silencio se apoderó de aquella sombría habitación ¿Quién era ese
hombre que tenía en frente?... Ese no era su amigo, no era Draco Malfoy; jovial,
alegre, despreocupado, aceptando cada cosa que la vida le diera en el instante... A su
mente vinieron un mar de recuerdos: ambos jugando en el fango, sus respectivas
bodas, el viaje a América...

-No se de que se trata Draco...– una lágrima escapó deslizándose por su rostro– Y te
juro que no quiero saberlo... Quédate con lo mío... ¿Quieres mas? Te regalo mi parte y
yo me largo.
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En su habitación parecía que la lluvia se violentaba más que en la planta baja. La rama
del árbol en su ventana golpeaba ferozmente haciendo un ruido desgarrador. Todo
estaba en plena oscuridad, a tientas se levanto de la cama sobándose el vientre que
parecía a punto de reventarse y tomó las zapatillas. Procuró no hacer ruido mientras
atravesaba la habitación con una bata blanca que ondeaba a su paso, se recogió el
cabello con un listón blanco y encendió una vela que dejó sobre la mesa de noche que
estaba frente a la ventana.

Abrió la puerta dejando entrar a Frank. El ojiverde le dio un beso en la frente y entró
temblando de los pies a la cabeza, miró la ventana y haciendo un pase con su mano la
lluvia cedió. Selena sonrió.

-¿Segura?– dijo Frank con la voz entre cortada.


Ella asintió con tristeza.
-¿Por qué ahora?– preguntó él.
-Porque todo lo que se desune por amor... debe ser unido con el mismo.

La rubia se aproximo a un cajón donde pronunciando tres palabras en un idioma


extraño este se abrió, sacó su extraño diario con mil anotaciones de hechizos extraños
y casi incomprensibles. Dejó el diario sobre la cama, Frank se acercó:

-¿Unir tiempos verdad?– dijo el chico.


Ella asintió. Dio un pase con su mano y el libro se abrió en la página exacta.
-¿Esferas?
-No. Esferas de tiempo.
-Nunca he hecho eso Sell...
-Funcionan como relojes, una encima de la otra, en un momento se separan y los
hechizados están destinados a unirlas de nuevo.
-Como un reloj de arena o... – susurró Frank.
-O una bomba– completó ella.
-El punto es ¿Dónde explotará esto?
-Si ellos no pueden perdonarse...
-Selena... ¿Cómo sabrán cuando hacerlo?
La rubia sonrió– Nosotros les diremos.
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-¡No quiero!
Hermione lo jalaba de una mano obligándolo a bajar las escaleras.
-¡Es navidad!
-Nunca me gusto la navidad– dijo Draco con un tono de niño pequeño.
Ella se puso de puntas para darle un beso en los labios y le rodeo el cuello con lo
brazos:
-¿Ahora te gusta?
El rubio sonrió– Ahora me fascina.

Atravesaron el pasillo y bajaron las escaleras. Ambos estaban envueltos en batas de


colores opuestos, la de él era azul fuerte y la de ella era rosa, como si fueran una
pareja de jóvenes casados. En cuanto llegaron a la Sala el árbol de navidad estaba
encendido. Draco sacó su varita y lanzó una pequeña flama a la chimenea.

-¡No hagas eso!– gritó Hermione.


Draco sonrió:- No entiendo ¿Por qué nunca usas tu varita?– dijo arqueando una ceja.
-Está en un cajón, porque aquí no la necesito.
El rubio le rodeo la cintura con un brazo– Y si entrará algún rubio dispuesto a
secuestrarte– susurró a su oído- ¿Cómo te defenderías Granger?
Ella se viró en sus brazos– ¿De verdad crees que opondría resistencia?– le dijo
arqueando una ceja.

Surgió un beso, el más tierno que se hubieran proporcionado hasta entonces... Solo
que Draco no resistió la tentación de deshacerle el nudo de la bata y meter sus manos
para tocar el contorno de la chica. Ella se deshizo de sus manos y corrió hasta el pino.
El chico la siguió sentándose en el sofá reclinable de cuero café. Ella se sentó en el piso
y empezó a ver los regalos.

Había uno, uno en especial, sin firma y envuelto de la manera más majestuosa que
jamás hubiera visto en su vida. Tenía una pequeña tarjeta colgando del enorme moño
dorado que decía; “Para Hermione”.

-¿Es para mí?– dijo la chica en voz alta.


-Claro que no... Debe ser para la OTRA Hermione que vive aquí– dijo Draco con algo de
sarcasmo.
Ella sonrió– Gracias Draco.
-Espera, ¿Por qué asumes que es de mi parte?
Sonrió aun mas– Mis padres acostumbran firmar las tarjetas.
El chico abrió los ojos y se inclinó contra ella:
-Es para ti.– dijo dulcemente recibiendo un beso en los labios.

La chica se apresuró a abrir aquel hermoso paquete.

-No, puede, ser...– articulo con asombro.– ¿Es enserio?


Él asintió.
-¡Oh por Dios!– gritó con una carcajada incontenible lanzándose a los brazos de Draco.

Dentro de la caja había un felino que parecía la replica pequeña de Crookshanks. Los
ojos de la castaña se humedecieron al sostener en sus manos al pequeño animal que
traía puesto un collar rojo vivo, como el de la casa de Gryffindor. La placa que parecía
ser de oro puro decía “Cosa 2, Propietaria: Hermione Granger”
-¿Cosa dos?– preguntó la castaña.
-Si, yo tengo a Cosa uno y tu a Cosa dos...– se acercó a su oído– Se complementan–
susurró.

Hermione lo empujó al sillón de nuevo. Ella se sentó sobre él y rápidamente se deshizo


del nudo de su bata, bajó besando su cuello, las manos de la chica recorrieron su torso
lentamente haciéndolo temblar.

-Aquí no hace frío Draco.– dijo la chica a su oído con la voz tan ronca, que le sacó un
leve gemido al rubio.
-Hermione...– articuló él con un susurro y en medio de un largo suspiro.
-¿Quieres ahora tu regalo de navidad Draco?
Fue descendiendo por su torso y su abdomen hasta llegar a abrir sus piernas.

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«25 de Diciembre del año de 1849 [16:00 hrs]»

-¡Amo Weasley!

Ronald levanto la vista, la mucama corría bajando las escaleras. Los ojos de la mujer
estaban brillosos y sin embargo su seño fruncido. No tenia más de veinte años, largo
cabello negro en una trenza y piel morena oscura. El pelirrojo se alarmó al instante...
ella estaba cuidando la salud de su esposa...

-La señora Weasley...– dijo agitadamente

El chico no pudo hacer otra cosa que no fuera correr arriba. En ese momento no le
importaba aquella vida pequeña, solo quería que Selena, su Selena estuviera bien, no
quería pedir mas, pues no necesitaba otra cosa. Atravesó los pasillos, esquivando los
muebles, derribó un jarrón antiguo antes de llegar a su habitación nupcial.

La rubia estaba recostada con su camisón hasta las rodillas, el cabello esparcido por la
almohada y una delgada capa de sudor le cubría el rostro y sobreabundaba en al
frente. Los ojos de Ronald se llenaron de lágrimas.
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Draco respiraba agitado. Estaba completamente desnudo sobre el sillón y una capa
delgada de sudor le recorría el cuerpo entero. Hermione se acercó a él ofreciéndole un
vaso con agua fresca, le apartó los cabellos de la frente depositándole un tierno beso
en la misma, se quedó arrodillada al lado del sillón mirando a su pequeña Cosa dos,
verdaderamente era muy hermosa y era hembra.

-¿Estás bien?– preguntó la castaña.


-Si.– contestó él con voz entre cortada.
Ella se fijó en la marca que había en su hombro y la acarició con la mano tiernamente.
-Soy un mortífago Hermione.– dijo Draco.
Sonrió– Lo sé...

La nieve caía con más fuerza, ellos se quedaron mirándola por la ventana, abrazados el
uno contra el otro. El rubio pensaba en las palabras de Hermione, como cuando dijo
que no lo podía amar. ¿Y si tal vez pudiera?...

-¿Hermione?
-¿si?– respondió ella con un tono adormilado.
-Te amo.– susurró a su oído apartándole algunos del cuello con la barbilla.
-¿Draco?
-Que...
-No solo te amo... Amo la manera en que me amas.

El chico se puso de pie dejándola en el sillón. Ella despertó completamente. Los ojos de
Draco estaban llorosos, se arrodilló de frente y la tomó de las manos. Hermione pudo
ver un gran dolor reflejado en él; le acarició el rostro con una mano sintiendo su
respiración agitada...

-No volveré a Hogwarts... Entraré a Dumstrang.– dijo Draco.


La gryffindor se mordió el labio:- Lo sé –sus ojos se llenaron de lágrimas.
-Eres... muy importante para mí– dijo acariciándole el rostro– Nunca sabrás cuanto... Si
no fuera por ti jamás habría conocido tantas cosas...
Ella se sonrojó.
-No Hermione, no se trata solo de eso... Al conocerte a ti pude conocerme a mi
mismo... No sabes cuanto te agradezco eso.
-¿Es la despedida?– preguntó con miedo a la respuesta.
-¿Quieres volver a Hogwarts? – respondió Draco.
-No, yo no entiendo que...
El chico tragó saliva:- Vámonos.
Hermione mantuvo su boca abierta.
-Huye conmigo– le propuso– lejos, no se a donde... Pero juntos... Nada te faltará a mi
lado Hermione, te daré todo lo que necesites.
-¿Ir? ¿Pero no podemos...?
-Si, vamos lejos, donde nadie te conozca ni me conozca. Donde nada nos impida estar
juntos.
-Draco...

Hermione se fijó en sus ojos, brillaban con una intensidad tan grande como nunca. La
boca de Draco estaba completamente seca, le había dicho lo único que quería, el
problema era... que lo aceptara.
La mente de la castaña se hizo un mar de preguntas, algunas sin respuestas y otras que
más que no le apetecía saber ¿Realmente se atrevería a dejarlo todo?... ¿Todo por él?

-¿Draco?
-Que...
-Te sigo al fin del mundo.

Se unieron en un tierno beso, más cálido que ningún otro antes dado. Draco la tomó
de la espalda arqueándola hacia abajo mientras ella se aferraba de su nuca. Sus labios
se acariciaron lentamente, al poco tiempo sus lenguas empezaron a danzar juntas y
profundamente. Hermione sentía los latidos de del corazón del chico en sus oídos,
quería quedarse así para siempre...

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«25 de Diciembre del año de 1849 [20:00 hrs]»

-¿Señor Weasley?– se asomó tímidamente una de las sirvientas a la habitación color


celeste.

Ronald estaba sentado en la mecedora y tenía en brazos a su pequeña hija, ella tenía
atrapado el dedo índice de su padre con su pequeña mano haciendo que él se sintiera
incapaz de poder soltarla.

-¿Cuál será su nombre señor?– pregunto la misma sirvienta.


Él sonrió– Tessi. Tessi Weasley.
Ella sonrió también– Señor, hay problemas en el hospital muggle. Acaba de llegar un
criado... está abajo.
El chico entregó a su hija a los brazos de la mucama:
-En cuanto mi esposa se sienta bien... llévasela.
-Si señor.
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La vela que ella había encendido por la tarde seguía ardiendo aunque parecía que el
fuego estaba a punto de extinguirse. Selena sopló a lo lejos como si intentara apagarla
de una buena vez, obviamente no podía conseguirlo.

-Deja de jugar con eso Sell...


Alzó la vista y sonrió.- ¿Dónde estabas?
-Por ahí... Tu hija llora demasiado fuerte.
-Claro, ella será fuerte... Más fuerte que yo.– dijo. Sus ojos se oscurecieron.

Frank abrió la puerta y la sirvienta entró con la niña en brazos. Selena sonrió
ampliamente cuando le entregaron en brazos a su pequeña. La rubia meció en brazos a
la pequeña que al instante se quedó profundamente dormida, el chico la miró
tiernamente y una lágrima recorrió su mejilla.

-¿Qué te pasa Frank?


-No lo hagas.
Ella sonrió y le acarició la mejilla tiernamente.
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-¿Te estas acobardando Draco?


-¡No! – Gritó exasperadamente - ¡Solo que no pienso que sea lo correcto!

Draco corrió, lo mas lejos y mas rápido que pudo. Tenía que encontrar a Ron, de
alguna forma, alguna manera... Debía confesarle todo; el plan de Sean y su
participación en él. Su amigo le diría lo que era correcto, lo apoyaría y tal vez dejaría de
lado toda su ambición. Las imágenes de ellos jugando, cuando eran niños, de
adolescentes y como adultos llenaban su cabeza. Necesitaba hablar con él y lo
necesitaba desesperadamente.

Llegó hasta las escaleras.


-¡Ron!- gritó.

Solo alcanzó a ver la espalda de su amigo detrás de la puerta que se estaba cerrando.
Tropelló a uno de los sirvientes y abrió la puerta para ver el coche que partía. El rubio
se restiró los cabellos con fastidio y un grito de impotencia escapó desde su garganta.
Miró el cielo completamente cerrado por las nubes y respiró profundamente. Cerró la
puerta y caminó dentro de la casa.

-¿Señor Malfoy?– preguntó el mayordomo.


Draco se viró- ¿A dónde fue Ron?– pregunto con la voz ronca.
-El señor Weasley fue solicitado en el Hospital donde trabaja desde hace un par de
meses.
-*El hospital muggle*- pensó Draco.

El chico tomó su gabardina negra de uno de los percheros y salió.


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Draco había salido. El plan estaba hecho... iban a escaparse.


La maleta de Hermione con algunas cosas estaba lista mientras ella aguardaba en la
sala. Sus manos temblaban. La nota de despedida para sus padres estaba pegada con
un imán en la nevera, justo en el lugar que su madre pegaba las notas para recordar
cosas... Supo que les dolería en el fondo de su corazón, pero si no podía detener el
hechizo y de todas formas iba a morir... quería hacerlo al lado de Draco.

De un tiempo a acá había dejado de pensar si todo lo que sentía era provocado por ese
maldito hechizo... que parecía estar dispuesto solo a unirlos ¿Quién querría algo así?..
¿Por qué?

-«Hermione...»- La llamaron.
La chica volteó en todas las direcciones posibles. Escuchó una risa infantil y macabra.
-¡¿Quién es?!– preguntó con la voz agitada.
-«Granger...»- volvió la misma voz a llamarla seguida de una risa aguda que le escaldó
la espalda.

Hermione corrió hasta la sala de su casa, atravesando el pasillo, bajó las escaleras
tropezando en el último escalón cuando la luz se extinguió repentinamente. Miró la
luna a través de la ventana que estaba en un lado de la chimenea. La luna llena si
filtraba iluminando un sillón reclinable en el cual había alguien, una sombre pequeña
que distinguió sonreír en la oscuridad...

-¿Quién eres?– pregunto la Gryffindor.


Jugueteaba con un objeto entre sus manos, volteó el sillón y la luz de la luna iluminó su
rostro. Tenia los ojos fijos en ella, el cabello recogido y todo su cuerpo estaba cubierto
con el sobre todo negro.
-Sangre sucia.– dijo con la misma risa tonta y macabra.
-Pansy...
-Feliz navidad.

Ella empezó a retroceder en cuanto la morena se puso de pie y avanzó empuñando su


varita. Pansy sonreía...

-¿Y donde esta Draco?


-No te importa... ¿Qué estas haciendo aquí?
-Si yo fuera tú, lo dejaría... Me hice Mortífaga por él, dejé mi mundo entero por él...
era como su pequeña grabadora... ¿Y sabes como me pago? ¡Quiere saber como!– le
aventó una de las figuras de cristal, la castaña alcanzó a esquivarla. Los ojos de la chica
se llenaron de lágrimas y su voz se quebró– Me abandonó por una asquerosa Sangre
sucia...

Pansy avanzó hasta estar frente a frente con Hermione. La castaña intento correr a las
escaleras, debía encontrar su varita... solo que no tendría tiempo. La Slytherin la hizo
caer justo frente a las escaleras provocando que se golpeara la sien con el filo del
primer escalón. Un mareo se apoderó de la chica y todo dentro de ella tembló.

La mortía la tomó del cabello levantándola lentamente, la estampó en la pared,


sonreía. La sangre de Hermione le escurrió por los dedos haciéndola sonreír mas
ampliamente. La castaña no gritó, apretó los dientes con fuerza levantando su
barbilla... No le demostraría que tenía miedo, la varita de Pansy estaba encajada en su
cuello.

-¿Tienes miedo Granger?


Cerró los ojos– No.
-Que pena...
-¿Por qué me odias?
-No te odio a ti pequeña sangre sucia...– su gesto se hizo duro– lo aborrezco a él, mi
cuenta no es contigo...
-¿Vas a matarme?
Pansy sonrió.– Nunca haría eso– le apuntó a la sien con la varita – Desmaius...

Hermione perdió la conciencia...


La venganza es el manjar más sabroso condimentado en el infierno, porque si una
persona quiere venganza, es porque mantiene sus heridas abiertas...

Cap 34: Respuestas

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«25 de Diciembre del año de 1849 [22:00 hrs]»

Se vistió de blanco completamente, dejó su largo cabello rubio suelto y lo adornó con
una corona de guirnaldas blancas, sus pies descalzos tocaban la madera mientras se
movía como una sombra a través del pasillo haciendo que su camisón blanco ondeaba
fantasmagóricamente.
Llevaba a su pequeña hija Tessi en brazos. Las luces de la habitación de la pequeña
estaban apagadas excepto por una lámpara con forma de oso que daba una atmosfera
cálida.
Dejó a la pequeña pelirroja sobre la cuna tarareando una dulce melodía, sonrió con
tristeza depositándole un beso en la frente.

-Mi niña.– susurró, una lágrima recorrió su mejilla.– Cuida mucho a tu padre...
-¿Selena?– dijo Frank quien permanecía recargado en el marco de la puerta.
-Voy.

La rubia arropó a la pequeña pelirroja y caminó a donde estaba el chico. Frank la


recibió con un cálido abrazo besándole la frente.

-¿Cómo te sientes?
Selena sonrió– Peor que nunca.

Caminaron en silencio recorriendo los oscuros y fríos pasillos de la mansión, el chico le


pasaba un brazo por los hombros protectoramente. Llegaron a la habitación, Frank
abrió la puerta cediéndole el paso, ella atinó a sonreír débilmente. Las manos del chico
empezaron a temblar, la vela que Selena había encendido de por la mañana estaba a
punto de consumirse.

Selena caminó hasta tomar su extraño diario entre manos. Ambos se sentaron en el
suelo, unieron sus manos repitiendo una extraña oración. Las manos de Frank
levitaban levemente sobre las de Selena, un relámpago iluminó la ventana y justo en
ese momento, entre el espacio que sobraba en la unión de sus palmas aparecieron dos
esferas; las dos eran completamente lisas, una parecía ser de madera mientras la otra
mas pequeña de cristal.
-¿Cuál guardaré yo?– dijo Frank.
-Esta.– Selena le entregó la pequeña de cristal.
-Parece una recordadora.– la examinó.
-Nadie te dirá nada por tenerla entonces.
-Bien ¿Cómo funcionará?
La rubia respiró profundamente:
-Cada una guardará los tiempos... esta– le mostró la de madera– contendrá nuestro
presente... la que tu tienes, será su futuro... Deben unirlas de nuevo y solo podrán
hacerlo si aprenden a sentir como el otro... Si lo logran: Nuestro presente tendrá una
oportunidad para redimirse...
-¿Y si no?
-Sobrevivirá... quien sea más fuerte.

Colocaron las esferas al centro entre ellos, recitaron de nuevo algo que estaba escrito
en el libro. Una tormenta se desató ferozmente, al instante toda la habitación estaba
iluminada con un resplandor como el sol naciente, aquel rezo se hizo mas intenso y las
esferas empezaron a brillar con intensidad. En la más grande se marcó la única pista
que tendrían... En letras resplandecientes, marcadas como con hierro candente se
marco la frase “Si me descifras eres libre”...

Todas las luces se fueron. Selena se desvaneció, la esfera en la que se habían marcado
las letras desapareció como si hubiera sido una burbuja. Frank se apresuró a guardar
su esfera de cristal en un bolsillo y tomó a la rubia para depositarla en la cama, le quitó
la guirnalda que adornaba su cabeza. Selena fue abriendo los ojos segundos después
de haberlos cerrado mientras el chico la arropaba, sonrió con tristeza, una lágrima se
escapó por los ojos de él.

-Frank...
-No digas nada.
-Debo decirlo...- su voz estaba extremadamente ronca y débil– Si él, no toma la
decisión de seguir– sonrió– el hechizo será anulado.
-Entonces esperemos que no la tome.– dijo Frank esperanzado mientras le acariciaba
la frente a la rubia.
Ella sonrió– Se que eso no pasará.
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Todo estuvo oscuro y revuelto, muebles rotos y pedazos de vidrio regados sobre el
suelo. Tragó saliva gritando su nombre, la llamo desesperadamente tan alto como su
garganta se lo permitió. Una opresión se apoderó de su pecho de inmediato, atravesó
el pasillo intentando respirar correctamente.
Sobre el escritorio de la sala, había una carta. Draco tomó el sobre enterrándose un
vidrió en la yema del dedo anular, empezó a sangrar provocando un ardor terrible, no
le importaba. Aquella carta tenía un olor increíble a rosas marchitas.

Draco:
Seguro ya lo has notado, me lleve a tu sangre sucia. ¿Cómo lo supe? ¿Sinceramente
crees que eso importa?
No le haré daño... al menos no hasta que te haya hecho daño a ti.

El amor de tu vida.

Arrugó el papel con ambas manos y un grito de rabia salió de su garganta. Si Pansy se
atrevía a hacerle daño a Hermione, por Merlín que la mataría. Sus ojos se llenaron de
lágrimas acompañadas de un fuego que lo estaba consumiendo... movería mar y
tierra... la encontraría... Por su vida que lo haría.

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«25 de Diciembre del año de 1849 [22:00 hrs]»

El hospital muggle estaba en llamas. Los gritos eran desgarradores, había lesionados
por todas partes, el fuego parecía ser inextinguible.

Ronald apareció con un pequeño en brazos y lo llevó a una camilla fuera del fuego, la
bata del pelirrojo estaba llena de hollín y su cabello revuelto. Por momento preguntas
atrofiaban sus pensamientos, recordaba su anterior odio a los muggles entonces ¿Por
qué estaba ahí?, sus manos temblaban mientras suturaba la pierna del pequeño donde
se había incrustado un pedazo de metal, lo cubrió con algunas gasas que no tardaron
en teñirse de rojo. Se quitó los guantes para cambiarlos por limpios y se puso de pie
para seguir a todos los cientos de camillas que había regadas por la calle.

-¡Ron!

Escuchó que lo llamaron pero estaba demasiado ocupado para concentrarse en quien.
Reviso la respiración de una chica e inyecto una formula en su cuerpo para detener las
convulsiones que habían surgido de pronto.
-¡Ron!

Esta vez el chico levanto la vista y miró a Draco. No le prestó atención, el rubio tragó
saliva y se abrió paso entre la gente, se detuvo un instante a ver el enorme incendio
que los muggles intentaban apagar. La lluvia se desplomo torrencialmente
empapándole las ropas y sorprendentemente no hacia que el fuego cediera. Miró a su
amigo, dando la vida por los muggles... ¿Por qué?

-¡Ron!
-¡Que quieres Draco!– dijo mientras curaba las quemaduras de un recién nacido.
-¡Necesito hablar contigo!
El pelirrojo lo miró– ¡Por si no lo has notado no es un buen momento!
-¡Por favor!– intentó tomarlo del brazo, pero él se soltó con un brusco movimiento.
-¡No vez que hay vidas en peligro!
-¡Son muggles!
Una mirada asesina se apoderó del pelirrojo:-¡Son personas! ¡Niños! ¡Mujeres!
-¡Siguen siendo muggles!– decía Draco intentando seguirlo.

El mareo se apoderó del cuerpo del pecoso, todo le dio vueltas al instante como si un
presentimiento perturbara en su pecho, contuvo la nausea y a lo lejos escuchó como el
jefe de la clínica muggle lo llamaba.

-¡Doctor Weasley!– grito el médico.


-¡Ron te necesito ahora!– dijo Draco y lo tomó del brazo.
-¡Ahora no puedo Draco!

Una explosión iluminó el cielo.

-¡Vámonos de aquí!
-¡Si quieres vete tú, yo no puedo!– se liberó del rubio.
-¡Ron puedes morir!
-¡No me importa Draco! ¡Nada me importa!

Draco lo soltó. Su amigo, lo único que le quedaba... le había dado la espalda.

-Solo son muggles...– dijo Draco lentamente.– hace un par de meses los odiabas...
Los ojos de Ronald se humedecieron– Una muggle me salvó, una muggle salvó a mi
esposa y yo... se lo debo...
-¿Y ahora vas a morir por ellos?
Lo miró– Ya lo estoy haciendo.
El chico de ojos grises se congeló al instante mientras veía la espalda de su mejor
amigo alejarse. Algo dentro de él estalló en mil pedazos. Tragó saliva y sus ojos se
humedecieron. Caminó topándose con cualquier persona, un gesto duro se apoderó de
su rostro.

A lo lejos Ronald escucho disparos... No supo porque pero la preocupación lo invadió,


levantó la vista para ver como Draco se alejaba con paso duro por la calle, tres
bandidos cubiertos con un pañuelo negro cabalgaban aventando disparos al aire,
arrollaron a una mujer. El pelirrojo corrió a la calle para socorrerla, el caballo había
logrado patearle el rostro y su ojo tenía una hemorragia. Levantó su rostro...

Draco se quedó inmóvil, viró su rostro lentamente para chocarse con el de Ronald. Un
bandido le apuntó al rubio...

-¡NO!– gritó Ronald.

Todo pasó en cámara lenta, escuchó el disparo, olió la pólvora... Y miró a su amigo
caer...
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La mansión Parkinson. El viejo abuelo de Pansy debería estar a punto de morir. Antes
de realizar cualquier ínfimo movimiento, no debía actuar por impulso pues se estaba
jugando la vida de Hermione. No sabía como usar en ese momento la conexión que lo
unía a ella, deseaba escucharla... pero tenía miedo de sentirla, si veía que alguien o
algo la lastimaba... Apretó los puños y los dientes conteniendo la rabia. Respiró
profundamente y tocó la puerta tres veces. El sonido fue muy fuerte y hueco sobre el
metal negro y viejo.

Un mayordomo abrió sin tocar la puerta, era larguirucho de nariz aguileña y piel de
tono sepulcral, mucho mas blanco que algo pálido, los labios los tenía encorvados
hacía abajo dándole un gesto de mala cara. Draco levantó su barbilla.

-Señor Malfoy.– dijo el mayordomo con tono reverencial.


-Laplace.- dijo Draco.
El mayordomo asintió, señaló la entrada para que el rubio entrara.
En el centro del recibidor había una gran lámpara de cristal adornada con velas que
desplegaban una luz amarillenta en toda la estancia haciendo parecer la casa vieja y
pequeña. Alineadas justo frente a la puerta unas imponentes escaleras que se dividían
a la mitad las cuales tenía un aspecto sucio y corroído.

-Venga por aquí– dijo Laplace– El señor Parkinson lo espera.

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«25 de Diciembre del año de 1849 [23:00 hrs]»

Hermione se levantó de la cama. Draco aún no había llegado... Pero ¿Desde cuando
llegaba temprano?, siempre discutían y no volvía hasta el amanecer. Tocaron el timbre
de la mansión insistentemente, nadie abrió, seguramente estaba a punto de ser la
media noche, los criados estarían dormidos. La castaña se vistió con una bata y bajo las
escaleras, la lluvia azotaba la puerta.

-¡Ya voy!– gritó la castaña.

Terminó de bajar y se apresuró a abrir, un escalofrió le recorrió la espalda al ver al


hombre de negro que sostenía una paraguas.

-¿Señora Malfoy?
-Si...
-Siento informarle... que su marido ha muerto, hubo un tiroteo en el hospital...

Todo se congeló para Hermione, dejo de escuchar las palabras de aquel hombre en
medio de la lluvia.
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La habitación del abuelo Parkinson tenía un olor a humedad. El viejo estaba sentado en
su cama, como siempre. Todo estaba revuelto y oscuro, excepto por la luz amarilla de
la vela, la cera derretida se había solidificado sobre el escritorio. Draco arrugó la nariz
al entrar, miró por la ventana que daba hacia el muerto jardín trasero y sonrió... Todas
las cosas se parecían a su dueño.
-¿Qué buscas Joven Malfoy?– preguntó el viejo de voz cada vez mas débil.
-¿No lo sabe señor?
Él sonrió.–Claro que lo sé, solo que nunca se pierde nada preguntando.
-Quiero...
-Querer– lo interrumpió– la vida se basa en deseos.- sonrió.
-¿Señor?
-Todo el mundo dice “quiero” o “Necesito”... ¿Por qué nadie pregunta que quieren los
demás?– suspiró- Buscas a Pansy.
-A si es.
-No fue pregunta Draco.
El rubio arqueó una ceja.– Esta vez no es por mí, ella tiene...
-Algo que te interesa. Es obvio, si no... No la necesitarías. ¿Alguna vez pensaste en el
daño que le hiciste?– Draco no respondió– Si no lo hiciste ¿Ahora porque piensas en el
daño que ella te hace?... Eso no es justo Malfoy.

Por algún motivo Draco supo que él tenía razón, lo supo siempre. Le hizo daño a Pansy,
era cierto, pero eso no le daba derecho a destruir la vida de Hermione, ella no le hizo
daño... Fue él. Respiró profundamente y se dio media vuelta.

-¿Por qué te iniciaste Draco?– preguntó el viejo.


Él se detuvo frente a la puerta sin voltear –Mi padre lo quería.
-¿Buscabas algo?
-No.
-¿Ganaste algo?
-No
Sonrió- ¿Acabas de perder algo?
-Si.
-¿Algo como tú alma?
Tragó saliva:- No perdí mi alma, me robaron a la dueña de ella.
Una carcajada salió de los labios del viejo, fue seguida de una carraspienta tos:
-Si quieres encontrarlas, porque imagino que están juntas... Solo debes ir a donde
inició todo.

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«25 de Diciembre del año de 1849 [24:00 hrs]»
-Que bueno que llegó– dijo el viejo médico familiar.
-¿Qué paso?– preguntó agitadamente, dejó todo en el suelo, hasta la chaqueta
empapada.
-No me lo explico. Perdió mucha fuerza...

Ronald empezó a temblar, subió apresuradamente las escaleras gritando su nombre.


La frente le sudó, sus ojos se llenaron de lágrimas. Al llegar a la puerta blanca de su
habitación nupcial recargó la frente en ella controló su llanto; abrió delicadamente
intentando hacer el menor ruido posible, la puerta rechinó.

-Pasa.– dijo ella.


-Mi amor... – quiso aparentar una voz fuerte, pero su sufrimiento lo estaba delatando.

Selena estaba sentada en el borde de la cama, se puso de pie con tanta dificultad como
un niño que aprende a caminar, dio un paso hacia su marido y las rodillas se
encorvaron. Ronald se apresuro a tomarla en brazos y se sentó en el sofá de color
blanco que había debajo de la ventana a un lado de la mesa que mantenía la vela
encendida a punto de consumirse.

Ronald la sostuvo como a un pequeño bebé acurrucándola con sus brazos y mirándola
a los ojos. Le apartó algunos cabellos del rostro y sonrió, no pudo evitar que una
lágrima recorriera su mejilla. Ella la retiró del rostro de su esposo de inmediato.
-No llores.– susurró.
-No quiero perderte, por lo que más quieras no Selena.– recargó su cabeza en el pecho
de la chica ya sin poder contener su llanto.
Ella le acarició la cabeza dulcemente depositándole un beso.
-Pase lo que pase... Siempre te voy a amar Ronald.
-Selena, no...
-debes vivir, cuidar a nuestra hija... vive mi amor... vive por ella. Te amo Ron.

El chico acercó sus labios a los de ella robándole un tierno beso lleno de impotencia al
no poder hacer nada mas, Selena respondió... Un viento helado entro a la habitación...
la vela se extinguió dejando su humo alzándose al cielo... la rubia cedió.
Ron la sostuvo contra su pecho conteniéndola fuertemente.
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Supo donde estaba. Draco se sintió completamente impotente, no podía presentarse


en aquel infierno sin morir antes. Caminaba por la calle cuando la lluvia se desplomó
sobre él.
¿Dónde todo había empezado? Era obvio que hablaba del lugar donde se inicio,
aquella tarde en que juró odiar a los muggles. Fue en el verano, justo antes de volver a
Hogwarts, esa noche había pensado porque odiaba tanto a los Sangre Sucias, su misma
existencia le causaba malestar y ahora... Iba a dar su vida por esa, la mujer que mas
había despreciado en su vida, esa inmunda Sangre Sucia a la que había humillado
tantas veces. Su peor error, había sido enamorarse de ella.

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«27 de Diciembre del año de 1849 [15:00 hrs.]»

El sol había salido, raramente, parecía un melancólico día de otoño. Las calles estaban
húmedas por la reciente lluvia. El aroma a tierra húmeda combinada con la tristeza del
ambiente, calaban hasta los huesos tortuosamente... Nadie reía, nadie lloraba, solo
silencio y nada más.

Ronald entró en la casa, estaba ataviado completamente de negro. La mirada del


pelirrojo estaba apagada, completamente vacía... ahora solo tenía a su hija y su
pequeña solo lo tenía a él. Entró a la casa, dejó la gabardina negra en el perchero junto
a la puerta, se peino los cabellos con una mano y respiró profundamente, se quedó
mirando las escaleras, puso una de sus manos en la barandilla... De inmediato los
recuerdos asaltaron su mente violentamente, series de escenas como si viera los
cortos de una película de la cual ya conocía el final vinieron a su memoria... Cerró los
ojos, respiro profundamente conteniendo las lágrimas y al fin... subió.

El chico se dirigió por los pasillos llevando amabas manos en los bolsillos, abrió la
puerta de la habitación donde su hija dormía, se arrodillo a un lado de la cuna y metió
los brazos entre los barrotes blancos para acariciarle la cabeza cubierta con pocos
cabellos rojizos. Los ojos del pelirrojo se humedecieron y sonrió intentando contener
las lágrimas... Escuchó un llanto; inmediatamente se puso de pie y miró al hijo de
Draco que también dormía apacible, miró en todas las direcciones, el sol entraba por la
ventana iluminando la habitación celeste... aquella habitación que había elegido en
compañía de él... su mejor amigo. Caminó atravesando el pasillo en dirección a donde
se encontraba el llanto y la encontró a ella.

-¿Hermione?
La castaña levantó su rostro bañado en lágrimas:
-Hola Ron.– dijo en un leve susurró.

Estaba sentada en una mecedora de madera blanca, mirando por la ventana hacia el
jardín trasero donde él le había propuesto matrimonio, sus ojos estaban llorosos y a
pesar de eso no tenían irritación alguna y sus labios secos. Ronald nunca la había visto
así; ataviada de negro desde los pies a la cabeza, con el cabello recogido severamente
y sin una sonrisa... ¿Quién sonreiría después de todo?

-¿Cómo estás?– se le ocurrió preguntar. Era una pregunta un poco tonta ¿No?
-Gracioso ¿verdad?– dijo con un hilo de voz que resultó sepulcral.
-No comprendo.
-Mi primer marido... Harry Evans, muggle, me adoraba– sonrió– y sin embargo jamás lo
amé, quería tener un hijo porque tal vez... así llegaría a sentir algo por él.– respiró
profundamente– Ahora mi segundo esposo... del que me enamoré perdidamente, del
que quise tener un hijo porque lo amaba con todo mi corazón...– el llanto le impidió
hablar.

Ronald se acercó a abrazarla fuertemente conteniéndola contra su cuerpo. Ambos


habían perdido sus vidas enteras en la misma noche y casi de la misma manera.

-Harry murió con un disparo en la frente... Draco con uno en el corazón– articuló entre
sollozos.
-Esta bien Hermione, tienes a tú hijo– la miró a los ojos –él conservará el apellido
Malfoy.
La chica levantó la vista– No– dijo tajantemente.– Mi hijo no tiene magia, por eso
Draco nunca quiso reconocerlo.
-Pero Draco había dicho que...
-¿Que no tenía tiempo de ir conmigo?– sonrió– a mi también me lo dijo. La verdad
Ron, a él nunca le interesó darle su apellido a un muggle.
-¿Entonces...?
-Mi hijo llevará mi apellido, nada más. Crecerá sin saber quien fue su padre– sus ojos
volvieron a llenarse de lágrimas– tendrá una vida como muggle.– volvió su rostro
violentamente hacia la ventana apretando los ojos.
-No puedes negarle el derecho de saber lo que es...
Hermione se puso de pie violentamente:- ¡Y que es Ron! ¡¿Qué es?!... Un “Squib”...
algo que ni si quiera ustedes se explican... un fenómeno que será ridiculizado por
personas como tu hija, que tienen magia. No...– su voz se quebró– no lo permitiré. Nos
iremos de esta casa.
Antes de hablar, Ronald respiró profundamente– Has... lo que creas conveniente.–
finalizó.
El chico volvió a meterse las manos a los bolsillos... no podía con el argumento de ella.
Los magos no conocían a los Squibs, aunque no era algo raro, solo que las familias
solían esconderlos, de eso estaba seguro, porque era una “vergüenza” nacer sin magia.
Apretó los dientes sintiéndose completamente impotente. En ese momento quería
decirle que no hiciera eso, que todo estaría bien... pero no quería mentirle.

-¿Y tú Ron?– preguntó Hermione antes de que el chico abandonara la habitación.


El pelirrojo sonrió:
-Yo... donaré todo mi dinero al hospital muggle que quedó en ruinas. Dejaré el dinero
de Malfoy en una cuenta de banco, por si algún día quieres...
-Puedes ahorrarte la molestia.
Respiro profundamente– Como desees Hermione.

Finalmente salió de la habitación, claramente escuchó como ella volvía tumbarse en la


mecedora para seguir llorando desconsoladamente. Pensó en muchas cosas, una de
ellas fue que abandonaría esa enorme mansión, otra que Ethan no llevaría el apellido
“Malfoy” si no el “Granger” y que nunca sabría que en su sangre corría un gen
mágico... Pero... ¿Y si algún día Ethan tenía un hijo y ese gen mágico se revelaba?,
sonrió al pensar que tal vez, la magia no estaría perdida nunca, algún día, en algún
momento ese don surgiría y probablemente sería mas fuerte que cualquier otro.

-La magia es un gen potente que se impone sobre muchos... algún día, algún
descendiente tuyo, la tendrá.– dijo al pequeño Ethan asomándose por su cuna
mirándolo dormir.

Su pequeña Tessi tenía los ojos abiertos, eran claramente azules e incluso un par de
pecas empezaban a dibujarse en su nariz, la tomó en brazos para llevarla a su
habitación. No había querido entrar a su cuarto nupcial donde todo le recordaba a su
esposa, ahí había pasado noches enteras riendo con ella o amándola... Respiró
profundamente dejando al bebé sobre la cama. Abrió el closet que estaba junto a la
puerta y bajó una valija color café, la puso sobre una silla y la abrió... algunas
mariposas blancas salieron inundando la habitación de un perfume mágico que solo le
correspondía a la piel de Selena. Dentro de la maleta, había un sobre amarillo que se
elevó por encima de él hasta sus ojos, lo tomó entre sus manos, al abrirlo apareció lo
que parecía un holograma azul y transparente... que tenía la forma de su esposa.

-Selena...- susurró Ronald.


-«No soy yo Ron... es mi forma la que estas mirando. Elegí esto porque sabía que el día
de mi muerte no podría decirte todo lo que quiero... Supe que tarde o temprano
abrirías esta maleta, es tu favorita»- sonrió con un deje de ternura increíble, Ronald
intentaba contener las lágrimas- «Seguramente, estarás triste, lo sé porque me amas.
Solo quiero pedirte que no llores, yo siempre reí aunque la enfermedad de mi cuerpo
me estuviera consumiendo, por eso te pido que rías, ríe para mí, porque eso te
enseñe. No me extrañes nunca Ron, mientras me recuerdes siempre estaré contigo...
Solo se extraña lo que se deja para siempre y yo nunca te abandonaré, mientras me
lleves en tu corazón. Te amo.»

La figura se fue haciendo cada vez más pequeña, hasta que desapreció por completo,
el sobre se calcinó, las mariposas revolotearon por toda la habitación y una a una,
fueron saliendo por la ventana que Ronald se encargó de abrir. Cada pequeña
maravillosa creación de la naturaleza le recordaría a su esposa el resto de su vida y
viviría feliz, sabiendo que Selena no sufriría de dolor nunca más y siempre, siempre, los
estaría cuidando.
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«27 de Diciembre del año de 1849 [24:00 hrs.]»

El cementerio:
Todo estaba quieto, los largos campos de césped estaban más verdes que nunca. La
noche era alumbrada por la luna llena. Allá a lo lejos parecía un ángel sentado sobre su
propia tumba, era una estatua de un niño, bajo un gran roble estaba la cripta que
decía “Selena de Weasley. Adorada esposa, madre y compañera”

Algo perturbó la quietud, en medio de la noche una sombra se movía. Él, sudaba de los
pies a la cabeza, el búho cantó desde el roble haciéndolo saltar hasta que casi se le
desorbitaron los ojos. Miró rápidamente, se imaginó ver a una mujer sobre una tumba,
se talló los ojos con las manos temblando y se dio cuenta que solo era la figura de un
ángel, un ángel que estaba sonriéndole. Se apresuró, hizo crujir el césped bajo sus
pies... Se quedó de pie frente a lo que parecía una gran casa de mármol en la que
decía: “Cripta familiar Malfoy”

El chico sonrió secamente, lo había logrado. Entro, había un pasillo largo en el que se
fueron encendiendo antorchas a su paso, en el fondo, custodiado por dos águilas
estaba su tumba “Ethan Malfoy, junio 5 del año 1809 a diciembre 25 del año 1849”...
Pero dentro de aquella no había un muerto, estaba un vivo. Dos hombres se le unieron
al primero, traían palas y estaban ataviados de negro.

-Que imbéciles son.– dijo el primero.


-Solo queríamos ayudar– dijo uno de los otros dos.
-Son una vergüenza como magos.– sacó una varita larga y de color rojo intenso
resplandeciente, apuntó a la cripta y haciendo un movimiento sordo, está se abrió.–
Sáquenlo.– ordenó.

Los dos chicos obedecieron; tomaron el ataúd de ambos lados y lo jalaron contra ellos
dejándolo caer la piso, un sonido fuerte y hueco que espanto a las palomas que se
alojaban en el techo de la cripta haciéndolas volar se produjo retumbando en el centro
como si se trataran de dos platillos chinos. Se apresuraron a quitarle los cinturones a la
caja y la abrieron. No hubo mal olor y ahí estaba... ataviado completamente de negro,
los cabellos peinados hacía atrás. Tenía las manos puestas sobre el abdomen y su piel
estaba más pálida que nunca.

Sean sonrió. El moreno sacó de su bolsillo un frasco color oro tapado con un corcho de
madera, al abrirlo un olor a muerte les inundó la nariz a todo. Acerco el contenido a los
labios inertes del rubio abriéndole la boca dejó que un liquido verde y transparente se
resbala por su garganta.

-Hora de despertarse Julieta... No te pienso besar– dijo sonriendo.


Gregory y Vincent rieron tontamente.

Draco se incorporó bruscamente tosiendo de manera compulsiva, todo a su alrededor


le dio vueltas y sintió asco justo en la boca del estomago que le subió a la garganta.

-¿Debería decir Milagro?– dijo Sean.


El rubio lo miró asesinamente.
-Oye, después de todo, ¿Cuántos pueden revivir a un muerto?– prosiguió con una
carcajada de alegría incontenible.

No supo que hacer, ni que decir. Draco sentía su garganta imposibilitada para hablar,
escuchaba las risas de Frank, Vincent y... Sean, pero no le apetecía unírseles. Se quedó
mirando un punto fijo en el suelo.

Estaba en el hospital, el impacto había tocado su hombro derecho, no su corazón. Su


mirada perdida en el suelo, tenía una venda que le atravesaba todo el brazo. Tragó
saliva, sabía que estuvo a punto de arruinar el plan.

-El maldito plan...- susurró, sus ojos se humedecieron.


Sean entró por la ventana, se quitó el paño de la cara bajándolo a su cuello y miró a
Draco con un deje de odio.
-¿Qué planeabas Malfoy?– preguntó con irá. Draco guardó silencio.- ¡Casi lo arruinas
todo!
-¡No quiero esto!
-¡Es demasiado tarde!
-¡No entiendes! ¡Le haremos daño a muchos!
El moreno lo sostuvo de ambos hombros acrecentando el dolor de su herida:
-¡Es la única manera! ¡No entiendes! ¡Te harías pasar por muerto y abandonaríamos
todo mas fácilmente!
-No quiero dejar a Hermione...- respiró profundamente, su voz estaba quebrada.– Y
Ron... él es... mi mejor amigo.
Sean sonrió- ¿Tu mejor amigo?... ¿Después de cómo te trató hoy seguirá siendo tu
mejor amigo? No te escuchó Draco, prefirió a los inmundos muggles a que ti, “Su
mejor amigo”... Yo salve a la mujer que amas, te salve de Frank cuando quiso matarte y
ahora... Ahora estoy aquí contigo.
El rubio levantó el rostro.
-¿Entonces Malfoy, seguimos con el plan?

-¿Qué se siente estar muerto por un día?– preguntó Sean.


Reaccionó, lo miró a la cara sin ninguna expresión en su rostro.
-¿Qué? ¿Te comieron la lengua las ratas de ahí dentro?– dijo y rió.
-No es tan malo. Soñé más de lo que había soñado toda mi vida.– dijo Draco y sonrió–
solo que la manera de despertar es algo... amarga.
-¿A caso querías un beso?- No recibió respuesta. Tragó saliva y habló de nuevo:-
Entonces... ¿Ahora que haremos?
Draco bajó del ataúd y se puso de pie, sus piernas entumecidas tambalearon por lo
que se apoyó en el hombro de Sean, este lo ayudo sosteniéndolo con un brazo.
-Volveremos a América, quiero mas oro y sin el estorbo de Frank será mucho más
fácil...
-Ron es tan estúpido que puso todo lo tuyo en una cuenta de banco– lo interrumpió
mientras reían.– Podremos usar tu dinero para ir y venir sin problemas.
«Ron...»- retumbó dentro de su mente- ¿Y que hizo él con lo suyo?
-Pues lo donó todo para ese estúpido hospital muggle que se incendió.
-¡Incendiamos!– gritaron Vincent y Gregory al unísono.

El rubio se viró tan fuertemente a mirarlo que fue un milagro que no se le rompiera el
cuello. Ellos reían, cuando volvió a ver a Sean él también sonreía. Se apartó de él
bruscamente con una mirada que rallaba entre la extrañeza y el espanto.

-No queríamos que Ronnie se interpusiera así que... decidimos mantenerlo


“ocupado”– dijo Sean.– Solo que, el plan falló un poco.
Todos rieron.
-¿Tienes miedo Draco? ¿O crees que fue cruel?
El chico levantó su barbilla– Hicieron lo correcto.– dijo.
-Todos abandonaran la Mansión.
-¿Ron no se quedará con ella?
-No. Selena murió, así que dijo una tontería... como que quiere empezar desde cero y
esta vez hacerlo “honestamente” que se yo.
Una carcajada estalló.
-Después de ir a América podríamos regresar a la mansión y vivir juntos.– comentó
Sean con un tono presuntuoso poniendo una de sus manos en el hombro del rubio.
Otra carcajada resonó, solo que esta vez... fue de Draco. Se deshizo de la mano de
Zabini y habló:
-Nunca, compartiría una casa contigo. Mi mansión es MÍA así que yo volveré a
habitarla... tú– sonrió– puedes hacer lo que quieras de tu vida.
-NO te abandonaré Malfoy... Soy y seré siempre tu único amigo.
Sonrió – si.
-¿Y tu hijo que...?
-¡Yo no tengo hijos!– gritó él.
Sean rió sonoramente –Tienes uno, se llama Ethan, pero... no tiene apellido– su tono
era sardónico en extremo.– así que Tu hijo...
-Mi hijo... Tiene la sangre sucia.
-¿Sangre sucia?– repitió Sean- ¡Hey! ¡Sangre sucia!... buen término– dijo con tono
animado– Nosotros somos Sangre Limpia... no, no, mejor; SANGRE PURA.
Draco sonrió:- Sangre pura... debemos mantenerla así... Para siempre.
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Sonríe: Si hablamos de historias incompletas de las que falta mucho por contar, esta
sería un buen ejemplo.

Cap 35: Perdón

Los ecos dentro de su cabeza empezaron a tomar forma, eran gritos, sollozos, solo que
nunca supo de quien. Empezó a volver a la realidad cuando sin abrir los ojos supo que
estaba despierta, una flema se atoró en medio de su garganta haciéndola toser
dolorosamente, al escupirla era sangre. El esfuerzo hizo que los pulmones estuvieran a
punto de reventársele, sintió el dolor de su cuerpo y una punzada en su cabeza, quiso
llevar una de sus manos para tocarse la herida que seguramente tendría en la nuca,
pero estaba atada. Las muñecas estaban a los lados de su cabeza sujetas por grandes y
oxidados grilletes negros.

Abrió los ojos repentinamente ¿Dónde estaba?... Aquella habitación tenía aspecto de
calabozo; Había una cama de madera con aspecto podrido, las ventanas estaban
sucias, el piso era frío y húmedo. Miró en todas direcciones, su garganta estaba
demasiado lastimada como para poder gritar. Recordó secuelas de su hogar, Pansy, un
hechizo y luego nada. El pánico se apodero de Hermione, ¿Dónde estaba Draco? ¿Le
habrían hecho daño? Su respiración empezó a agitarse, la única luz era la de la luna
llena que se filtraba a medias por los cristales. Intentó zafarse, era en vano, aquellas
cadenas eran más fuertes que ella.

-Así que despertaste.

Su voz ronca, femenina e increíblemente sensual tenía un todo de jovialidad que le


escaldó la espalda. La figura de Pansy apareció cruzando la puerta, traía el sobretodo
de los mortífagos y botas grandes como de guerra de color oscuro, el cabello recogido
con un listón negro y un flequillo, que la hacía parecer extremadamente infantil.
La castaña levantó la barbilla al verla entrar, lo que provoco furia en la Slytherin.
Estaba en sus manos, podía matarla si le apetecía en ese mismo instante, ella no era
nada ni nadie para tener ese gesto de soberbia.

-¿Qué quieres de mí?- preguntó Hermione.


Pansy rió en voz alta- No se trata de lo que YO quiera de TI, se trata de lo que tú tienes,
que me pertenece.
-¡Yo no tengo nada que te pertenezca!
La mortífaga se acercó hasta ella dándole una bofetada que le volteó el rostro
haciéndola que estampara su mejilla contra la pared, una mancha de sangre quedó
impregnada.
-No vuelvas... A gritarme. Asquerosa Sangre Sucia.- dijo con desprecio.

Hermione respiró profundamente. No comprendía el “porque” de su maldad. Tanto


odio no era concebible.

-¿Estas molesta Granger?- sonrió- Es una pena... – caminó hasta la ventana y se detuvo
mirando el cielo.- Yo estuve molesta mucho tiempo. Amé a Draco, con todo mí ser
durante muchos años. Fui su mejor amiga desde que entramos a Hogwarts y nunca le
pedí nada más. Soporté muchos años sus desplantes, su carácter voluble y a todas las
estúpidas que lo perseguían- se viró. Sus ojos estaban brillosos y reflejaban rabia,
parecía sufrir una terrible agonía.- Un día como cualquier otro; me dijo que yo era la
criatura mas hermosa que existirá, que yo significaba mucho para él...- sonrió
vacíamente- mas de lo que me imaginaba. ¿Sabes para que lo hizo?... Para olvidarla a
ella, a esa de la que yo nunca supe su nombre, lo único que él siempre buscó fue un
reemplazo. Imaginé muchas veces lo hermosa e inteligente que podía ser una chica
para tener tan obsesionado al Príncipe de Slytherin... Hasta que supe que eras tú. Una
vil sangre sucia. Me ilusionó, engañó, humilló y después abandonó.

Pansy tenía un resentimiento mas profundo que él odio y que la carcomía. Sin pedir
nada lo había recibido todo para que al poco tiempo le fuera arrebatado. Ella no
odiaba a Hermione, aborrecía a Draco. Una parte de ella quería verlo sufrir al menos
un poco como ella lo había hecho.

-Yo nunca supe nada.- la voz de Hermione estaba quebrada- lo evité mil veces, cuando
él estaba contigo no estuvo conmigo... Pero nos necesitábamos, nunca quise...
-¡Cállate!- gritó la morena- Nunca quisiste, no supiste... Pero tampoco lo evitaste
Granger. Ahora, van a pagar.
-¡No! ¡Que vas a hacer con Draco!- gritaba la Gryffindor retorciéndose lo mas que los
grilletes se lo permitían.
-No tengo nada que hacer con él. Ahora debe estar muerto.
-¡NO! – gritó alargando la palabra desgarradoramente. Las lágrimas salieron de sus
ojos.
-Es un traidor Granger. Si no lo hacía yo, hubiera pasado.- dijo y sonrió maléficamente,
le apuntó con la varita directo al pecho- No te preocupes, pronto te reunirás con
él... Crucio
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Se agazapó. Aquel lugar estaba rodeado de dementores, custodiado por mortífagos.


Era el infierno. El miedo le subió por la espalda y terminó estallando en su garganta.
Era una vieja torre abandonada, donde él se había iniciado. Recordó el dolor de su
cuerpo cuando la marca apareció; sus fosas nasales se expandieron intentando
contener la rabia que los recuerdos le provocaban, pero no... Ahora no tenía algo más
importante que hacer: Recuperar a Hermione.

Tragó saliva lentamente, los inferís rondaban a lo alto de aquella vieja torre que
parecía estar a punto de desmoronarse. Afuera había tres entradas, todas conducían a
donde mismo. Lo primero que debía hacer era infiltrarse, ¿Pero como? A estas alturas
todos sabrían que él era un traidor y lo más probable es que mataran a Hermione... Si
es que no lo habían hecho ya. Empuñó su varita con fuerza y avanzó entre los arbustos.

Por la primera entrada había cuatro custodios mortífagos, eran muy pocos. Recordó
entonces que de las tres entradas solo una estaba abierta siempre, no era posible.
Ante todo debía encontrar la correcta. Sin decir nada sintió un dolor que le atravesó
todo el cuerpo, calló de rodillas sosteniéndose con sus manos, encajó los dedos en el
barro... Era la maldición Cruciatus... Hermione estaba viva. La rabia le invadió todos los
sentidos, apretó los dientes conteniendo un grito que iba mucho más allá de la ira.

Draco se levantó lentamente. Estaba vestido de negro, cosa que le ayudaría a


camuflajearse con la noche. Había un mortífago que se quitó la mascara de hierro que
usaban siempre para no ser reconocidos. Él lo conocía, era un chico de su casa con el
que tal vez jamás había hablado. Trató de no hacer ruido, se acercó lentamente, el
muchacho fumaba un cigarrillo distraídamente, el rubio estuvo detrás de él mirándolo
fijamente. Aquel chico se viró y empuñó su varita con un grito de espanto... Pero él fue
más rápido y lo inmovilizó.

Advertidos por los gritos del chico inmovilizado, los otros tres empezaron a correr
hacía Draco. El Slytherin rápidamente acudió a la puerta, estaba cerrada. Maldijo una
vez antes de darse cuenta que debía salir de ahí. Pensó en hacerla estallar... Sabía que
esas puertas habían sido selladas por Lord Voldemort, nadie más que él las abriría. Un
relámpago estalló en el cielo y el torrente lluvioso se desplomó sobre él, se viró y otros
tres corrían hacía él, estaban dispuesto a matarlo y lo sabía, si así era... Moriría en el
intento. No le importaba.
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Hermione tosía en el suelo escupiendo sangre. Tenía las manos amarradas detrás de su
cuerpo y los tobillos juntos con una soga que cada vez que se movía cortaban su carne.
Pansy le apuntaba con la varita de la cual salía un extraño humo, como si fuera un
revolver acabado de disparar. La morena sonreía al verla sufrir ¿A caso estaría
sufriendo mas de lo que ella?...

La Slytherin no lo sabía, pero sí: Hermione en ese momento estaba sufriendo mas que
ella al pensar que Draco estaba muerto, nada le importaba, lo único que quería era
morir también.

Pansy respiraba agitadamente por la boca, a pesar de todo tenía una sonrisa en el
rostro. Escuchó algo parecido a una fuerte explosión, de inmediato se acercó a la
ventana donde golpeaba la lluvia, abajo había caos. La puerta fue abierta bruscamente,
un mortífago se asomo, lucía bastante agitado.

-¡Hay un intruso!
Hermione levantó la vista.
La morena avanzó hacía él - ¡Como que un intruso!- gritó con total histeria.
-Un chico, joven... No sé nada más.
-*Draco*- pensó Hermione. Estaba vivo, vivo...
-Mantente alerta y no sueltes a la sangre sucia.

La chica se viro gritando fuertemente, las lágrimas salieron de su rostros. Se recargó en


la puerta rechinando los dientes y apretando los ojos en un intento vano por seguir
respirando. Era él, había venido por ella... Se levantó lentamente y observó como la
castaña lloraba, esta vez no era de dolor y lo sabía. Lanzó un hecho que le provocó a
Hermione una parálisis extraña que adormeció todo su cuerpo con una sensación de
asfixia, como si estuviera siendo apretada por una serpiente. Ella gritó en medio de la
confusión total provocada por sensaciones tan extrañas.
Era una mortífaga, estaba en su territorio... Draco no podría ganar. Se arrodilló y sujetó
del cabello a la chica arrastrándola hasta la ventana, sonrió sobre su oído, apuntaba
con su varita al cuello de Hermione. No la iba matar... Todavía.

-Si Granger... Está vivo.- dijo Pansy.


-Eres una...- intentó decir cuando la otra chica le estiró mas el cabello.
-Es un idiota, mira que meterse a la boca del lobo solo por ti... Por una inmunda Sangre
sucia.- Pansy esperaba herir a Hermione. Sucedió lo contrario.
La castaña sonrió –Me busca porque me ama. A él no le importa mi sangre...
Los ojos de la Slytherin se oscurecieron, sabía que a pesar de todo tenía razón. La dejó
caer aventándola contra el suelo.
-¡Entonces... lo esperaré y verá como te mato! ¡¿Eso quiere?! ¡Entonces que así sea!...
Va a presenciar tu muerte.

Diciendo esto salió azotando la puerta. Hermione lloró. Se arrastró hasta un rincón y
juntó sus rodillas a su pecho, dejó caer su cabeza sobre estas y siguió con su llanto, en
silencio. Lo único que quería era que él estuviera bien; no le importaba que saliera de
ahí sin ella, simplemente que saliera vivo...
_______________________________________

Corría. Supo entonces que todos lo estaban buscando. No a “él” precisamente, pero sí
un intruso que no debería existir ahí en ese momento. La segunda entrada estaba
desierta... ¿Por qué no había nadie cuidándola?... Se acercó lentamente, aquella
entrada era de madera, la mas grande comparada con las otras dos. Tomó con su
mano izquierda la manija con forma de León que estaba en el centro mientras que con
la otra apretaba su varita... La abrió lentamente.

Entró en la torre, era inmensa. Pegadas a la pared y como era de esperarse, en forma
de caracol estaban los escalones. Avanzó un poco, estaba completamente empapado;
la camisa negra de botones estaba pegada a su cuerpo que se sentía pesado, se apartó
los cabellos de la frente y respiró. Una tristeza extraña le invadió el pecho. Cerró los
ojos; ella estaba sufriendo, pero Merlín que no le hicieran mas daño...

Una risa extraña llamó la atención del rubio. Arriba, en las escaleras divisó una sombre,
esa misma risa infantilmente macabra le invitaba a seguirla y así lo hizo.
El perdón es una decisión, no un sentimiento, porque cuando perdonamos no
sentimos más la ofensa, no sentimos más rencor. Perdona, que perdonando tendrás
en paz tu alma y la tendrá el que te ofendió.

Estaba muy cerca de la cúspide de la torre, tragó saliva. Había seguido esa figurilla
hasta lo que parecía un laberinto de puertas, se desorientó, alrededor había al menos
seis puertas en circulo. Si abría la incorrecta... Sería su fin. De pronto delante de él, por
la manija de la puerta pudo ver un brillo extraño. Respiro profundamente una vez más.

Tomó la manija y abrió...

Una risa maléfica estalló, el chico no se movió, mantuvo los ojos cerrados y la puerta
se cerró firmemente detrás de él. Había una chimenea prendida y frente a esta un
sillón verde moviéndose de un lado a otro. Draco solo podía ver su respaldo, alzó la
barbilla. Divisó una copa llena de un licor oscuro, el sillón se viró.

-Pansy...- exclamó Draco.


Ella sonrió- ¡Veo que aún sabes mi nombre!- gritó poniéndose de pie- ¡Salud mi amor!-
brindó con él antes de beber todo el contenido de la copa y aventarla avivando el
fuego.
-No hay nada que festejar...
-¿No? ¡Vamos Draco! ¡Estas aquí!- sonrió vacíamente, sus ojos se llenaron de lágrimas-
Estamos juntos.
Draco levantó la barbilla- No debiste hacer esto- dijo empuñando su varita.
-¿Vas a matarme?- preguntó con inocencia y se aproximo a él- Hazlo, hazlo... ¡Hazlo
maldita sea!- él no se movió- Eres un cobarde Draco Malfoy. Un despreciable traidor...
-¡NO tan despreciable como tú!- la tomó de los hombros fuertemente.

Un resplandor envolvió a la Slytherin y algo parecido a un campo de fuerza aventó al


rubio hasta golpear su espalda en la pared. Su varia calló lejos y él quedó un poco
aturdido. Cuando Draco levantó la cabeza, miró doble. Pansy lo apuntaba con la varita
y sus ojos llenos de tristeza estaban por aniquilarlo.

-Puedo acabar contigo ahora mismo- su voz estaba quebrada.


-Entonces hazlo Pansy. Demuéstrame que no eres cobarde como yo- la voz de Draco
también se quebró.
La chica le abrió la camisa, casi arrancándola de su pecho, lo miró con desprecio:
-No eres digno de llevar esa marca en tú piel...
-Entonces quítala- la interrumpió- No la quiero.
Se miraron a los ojos fijamente, Pansy abrió la boca para respirar. Draco levantó su
barbilla, de pronto ella cerró los ojos y calló de rodillas frente a él, lloró. Lo apunto con
la varita mientras sus lágrimas corrían violentamente por sus mejillas. Los recuerdos
azotaron al chico; ella, su mejor amiga, confidente, única compañía... Ahora estaba
frente a él llorando de despecho, ira, rabia y sobre todo dolor... Mucho dolor. Se sintió
el ser mas miserable de la tierra al haberle robado toda su inocencia para después
aventarla como si no valiera nada.

Le quitó la varita y solo entonces la abrazó. Se fundió en sus brazos, a ella no le


importaba que la estuviera empapando o estar llorando con la persona que tal vez mas
odiaba en el mundo, sí... Pero su odio no podía rebasar su amor, aquel que seguía
sintiendo en lo más profundo de su interior.

-Te hice mal...- dijo Draco- No puedo hacer nada para remediar el pasado Pansy, si
pudiera te juro que lo haría. Cambiaría todo lo que te hice, te hubiera explicado que...
-Porque Draco... Porque la sangre sucia...
-Algo me unió a ella, no lo pude controlar y ahora...
-¿La amas?
Él guardo silencio. Ella sonrió:
-Solo contéstame eso... Tú ¿La amas?
-Con todo mi corazón.
-Nunca lo hubiera esperado... No de ti.
-Perdóname.

«Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor... si
perdonas... perdonarás con amor y cuando puedas perdonar; si corriges, corregirás
con amor...» Su abuelo se lo había dicho. Tal vez, era cierto.
La chica se puso de pie y fue hasta la chimenea, sobre ella estaba el cofre que su el
viejo Parkinson le había regalado: «MI regalo... para que salves tu alma... »
Dentro del cofre había una roca, sonrió y la tomó entre sus manos. Se aproximo de
nuevo a Draco. El chico la miró con desconcierto, ella se inclinó y golpeo sobre la
marca del rubio. Un resplandor brillante salió de la roca, él sintió como si le
acuchillaran donde tenía la marca, así pasaron varios segundos hasta que aquella
extrañeza se fundió en su piel... Todo el dolor se fue.

-¿Qué hiciste?- preguntó azorado.


-No sirvas a nadie. – dijo ella.

Se levantó, Draco lo hizo también. Hubo mucho ruido, ella caminó hasta una ventana;
todos los mortífagos se dirigían a atacar al intruso, la Slytherin sonrió, recogió la varita
de Draco y se la entregó.
-Te perdono. – dijo Pansy.
El rubio tomó su varita y acercó a la chica a su cuerpo tomándola por la cintura, la besó
en la frente. Por primera vez, la chica sonrió.
-Está un nivel mas arriba. Es la única Sangre... Es la única de los suyos, que sigue viva.
Tocaron la puerta con violencia. -¡Abran!- gritaron del otro lado.
-¡Vete!- gritó la Slytherin.
-¡No! ¡Ven conmigo!
-¡Draco vete! ¡Ahora!... Sálvala...
-Gracias Pansy.
-Usa la chimenea y lárguense de aquí.
-¿Qué pasará contigo?
Ella sonrió- Eso ya no importa.

«El amor... implica sacrificios»

El chico salió por donde había entrado. Justo cuando cerró la puerta escuchó como
derrumbaban la otra de donde había estado gritando, no supo quien lanzaba las
maldiciones y sinceramente no quería saberlo. Por algún motivo supo que Pansy
moriría en ese momento, había traicionado a todos, lo había apostado todo.

Corrió por las escaleras, sin importarle otra cosa que Hermione, todo dentro de él
estaba triste, no quería herir a nadie. Mientras subía, Draco juró al cielo que si tan solo
los dejaba vivir, se aseguraría que ella no sufriera mas, no pagara sus errores. Si
Hermione estaba ahí solo se lo debía a él y su estúpido egoísmo.

Llegó a donde debía. Su mano tembló mientras abría la nueva puerta esta vez mucho
mas gastada que cualquiera de las demás. El frío salió por debajo de la puerta y
entonces la abrió. Escucho un sollozo, ahí estaba. Hermione permanecía en el rincón
con la cabeza entre las rodillas. La miró.

-¡Hermione!- gritó Draco. Sus ojos se llenaron de lágrimas.

De inmediato se aproximo a ella para desatarla, los brazos de la chica lo envolvieron y


se aferró a él desesperadamente. Draco la contuvo en sus brazos aferrándola a su
pecho, la chica intentó ponerse de pie solo que su dolor se lo impidió. El rubio la tomó
entre sus brazos y avanzó hasta la enorme chimenea de piedra que estaba apagada y
sucia. Se acomodaron en ella, los mortífagos entraron, el Slytherin sacó los polvos flu e
invocó una palabra extraña...
No hace falta saber cómo perdonar. Basta estar dispuesto a hacerlo, del cómo ya se
ocupará el universo porque debemos perdonar siempre, recordando que nosotros
mismos hemos necesitado el perdón. Tenemos necesidad de ser perdonados mucho
más a menudo que de perdonar.

Cayeron en la chimenea de la sala común de Gryffindor. Draco dejó caer su cabeza en


la piedra, la chica lloró fuertemente sobre su pecho.

-Te amo tanto...- dijo Hermione.


-No mas que yo- dijo Draco agitadamente- Te juro que no mas que yo.

Para terminar, debemos saber que perdonar es el valor de los valientes. Solamente
aquel que es bastante fuerte para perdonar una ofensa, sabe amar.

CAP 36: Regreso

Empezar...
Desde cero, sin nada. Nada por perder, todo hay que ganar: Haríamos más si
lográramos entender el pasado, que si intentáramos olvidarlo.

La luz la incomodó, apretó los ojos para abrirlos lentamente. El sol entraba a través de
la cortina blanca que cubría la ventana de la torre, las lágrimas estaban secas sobre su
rostro, los ojos hinchados y tenía la boca seca. Un brazo aprisionaba su cintura
fuertemente y a su espalda pudo sentir el pecho de él mientras le respiraba en el
cuello. Aquella armoniosa brisa se convirtió de pronto en un dulce beso.

Draco rozó con su nariz por todo el cuello de la chica hasta su hombro donde depositó
otro beso. La castaña viró su rostro para encontrarse con los ojos claros del rubio y
sonrió. Él le dio un tierno beso sobre la punta de la nariz y ambos sonrieron.

-¿Cómo estas?- preguntó él. Su voz estaba ronca.


Ella le acarició el rostro de una manera muy dulce:
-Estoy bien.- respondió.
El Slytherin le dio un beso en la frente y se levantó cuidadosamente, le extendió una
mano para que se levantara, la chica se sentó y fue rodeada inmediatamente por los
brazos del rubio.
-¿Quieres dejar de protegerme ya?- preguntó con una risita en los labios.
Draco se acercó a su rostro- Ni en tus sueños Granger- dijo sonriendo, haciendo que la
chica sonriera también.
Hermione suspiró-Se supone que debes ir a Dumstrang ¿No?
-No. Quiero quedarme en Hogwarts.
-¿Por qué?
-¡Por que quiero!- el chico se levantó bruscamente y permaneció en silencio.
-¿Te das cuenta lo que estuvimos a punto de hacer?
Él asintió levemente.- Una locura- dijo fríamente.

Los ojos de la castaña se humedecieron. Respiró profundamente intentado controlarse


¿Qué habría pasado si hubieran conseguido fugarse?... La actitud repentina de Draco le
fue completamente desconcertante, sin embargo sabía que dentro de él había una
profunda tristeza que no sabía como explicar; algo que rayaba entre el miedo y la
decepción.

-Que te parece si te cambias de ropa y nos vemos en la biblioteca.- dijo Draco.


-¿Para que?
-Bueno Hermione, yo personalmente ya me cansé de sentir lo mismo que tú.
La chica agachó la cabeza al tiempo que sus mejillas se encendían.
-Averigüé algunas cosas con mi madre, supongo que eso nos puede servir para...
-De acuerdo.- lo tajó fríamente.

Él salió de la sala común de Gryffindor, miró hacia ambos lados del pasillo resultando
que estaba desierto... Claro, aun faltaban algunos días para que volvieran de las
vacaciones de invierno. Sonrió aliviado pues había pensado que lo descubrirían.

Una profunda tristeza embargaba el pecho del chico, pensar perder a Hermione era un
golpe que seguramente lo arrojaría al abismo de la muerte. Cerró los ojos y recordó
aquella sensación en su pecho cuando ella estaba cautiva, sentir su dolor, su miedo y
su misma tristeza lo había estado consumiendo. No podía permitir que algo malo le
ocurriera, ni por el maldito hechizo ni por ninguna causa... Menos por él. Apretó los
dientes contuvo las lágrimas, siempre había sido bueno para esconder sus
sentimientos, ahora debía hacerlo mejor que nunca.

La amargura es un camino oscuro en el que las espinas acostumbran al dolor y el


abandono a la soledad, por ello el corazón tan duro de muchos seres

Él la esperaba sentado en un rincón. Su silla estaba contra la pared, la mesa quedaba a


su costado, tenía un codo sobre la mesa y la otra mano tirada sobre su pierna, su
mirada estaba perdida. Cuando Hermione entró en la biblioteca, cargaba libros
apretados contra su pecho con las dos manos, lo miró fijamente ¿Qué pensaría Draco
Malfoy en ese momento?
La castaña se acercó a la mesa, dejó con suavidad los libros sobre ella haciendo una
que una pequeña nube de polvo se elevara a la luz del sol que se filtraba por las
ventanas altas. Tragó saliva con mucha dificultad. Draco la miró fijamente, ¿Por qué le
importaba tanto?... Ella no soportó el contacto y viró su rostro a un lado cerrando los
ojos.

-¿Qué pasa Granger?- inquirió el rubio.


-¿Granger?... ¿Cuándo volví a ser “Granger?
-Ese es tu apellido… O quieres que…
-No importa MALFOY- dijo ella evidentemente molesta, enfatizando el apellido del
chico.
El slytherin sonrió, cada gesto de molestia que hacia era tan encantador como la
sonrisa de un recién nacido…
-*Deja de pensar estupideces*- se reprochó a si mismo.
-Cuando estuve en casa, vi los retratos familiares y encontré algo que me pareció
extraño- habló la chica sacándolo de sus pensamientos.- Al parecer mi familia no ha
sido completamente muggle desde hace tiempo- dijo mordiéndose el labio inferior con
algo de pena.
-¿A que te refieres?
La Gryffindor llevaba varias fotografías en sus manos, dejó la primera: una mujer
hermosa y elegante.
-Ella era la abuela de mi padre, su nombre era Rose Granger… era… bueno parece
que… - suspiró.- cuando yo era pequeña podía desear algo y se concedía, cuando
estaba muy enojada siempre pasaba algo como que se cayeran las cosas de los
estantes, los cristales estallaran sin razón…
-Desde pequeña eres un fastidio Granger- dijo Draco sonriendo.
-El punto es, que a Rose le pasaba lo mismo que a mi- levantó la vista- No era una
muggle cualquiera…

La chica sacó otra fotografía que se encontraba incompleta: Era una mujer de vestido
blanco, idéntica a Hermione pero con un gesto tan seductor que le resultaba atrevido.
Colocó la fotografía en la mesa, Draco recargó los codos sobre la mesa para mirar
atentamente, se quedó con la boca abierta mientras la castaña hablaba de su
tatarabuela… Madeleine…

-Granger… - dijo Draco.


-… Entonces no se porque se separó de su esposo, del cual no sabemos nada en la
familia y crió sola a su hijo Ethan.- Hermione miró la fotografía y sonrió- Desde que vi
esta fotografía no se porque me llamó tanto la atención, como si escondiera algo… Me
pregunto ¿Por qué la habrán cortado?
-Los magos no deben casarse con muggles…- habló el rubio.
-¿Qué has dicho?

El chico sacó la miró fijamente. Del bolsillo de su pantalón sacó la fotografía de su


tatarabuelo Ethan Malfoy, estaba doblada en cuatro pedazos, con las manos
temblorosas la extendió al lado de la fotografía de la mujer. Ella abrió la boca, las dos
fotografías embonaban como si fueran una sola a pesar que faltaba otro pedazo mas
que ahora no importaba.

La leona sacó su varita del bolsillo de su túnica:


-Reparo.- susurró.
Los dos trozos se unieron como si fueran uno solo que nunca fue cortado… Y ahí
estaban, felices, rebosantes… Dos novios el día de su boda.

Ahora que lo sé todo… Ahora que no tengo ninguna duda… Creo que al fin resolví el
enigma de sus vidas:
Ellos se conocieron en el pasado, no fue por un error, todo estuvo planeado. La historia
anterior no debía ser terminada nunca en su tiempo para ser terminada en el tiempo
de ellos, de Draco y de Hermione… pero ¿Cuál era el propósito de todo? Que yo lo
relatara, que escribiera sobre un amor imposible que venció la barrera del tiempo y del
espacio. Tal vez, solo tal vez de esta manera, cualquier persona que lea esta historia,
sepa que su amor tiene una esperanza por encima de de lo sublime…

Draco caminaba de un lado a otro como una fiera enjaulada, respiraba hondamente
por la nariz mientras su cabeza se hacía un mar de confusión ¿Eran los sangre sucia
una “falla” de los Malfoy? ¿A caso ellos se habían amado y odiado desde antes de
nacer? ¿Era su destino estar separados? ¿¡El mundo estaba en su contra!?
Mientras tanto Hermione hojeaba el libro que Luna le había prestado antes de las
vacaciones y que no había abierto mas que una sola vez.

-Basta Draco. – dijo Hermione tranquilamente.


-¡Basta! ¡Basta!... ¡Granger no lo entiendes!- gritó furioso y la tomó de los hombros,
levantándola para que lo mirara fijamente- Podríamos ser familia…- dijo con un
doloroso susurro.
-No lo creo.- respondió ella con el mismo tono de voz.
-¿No te importa?
-Aunque así fuera… No puedo cambiar el pasado…
El rubio la recargo en la pared haciendo que la chica tirará el libro de sus manos para
sostenerse en el cuerpo de Draco, los cabellos platinados bañados de rayos de sol le
rozaban la frente mientras sus labios levitan a milímetros de su rostro, solo un suspiro
los separaba en ese instante.
-¿Cambiarias el pasado Hermione?- preguntó el chico acercándose cada vez mas a ella.
-No… -respondió con un susurro.
-¿Por qué no?
-Si no fuera por el pasado no te hubiera descubierto…

Entonces el chico la besó profundamente. La tomó de la cintura introduciendo sus


rodillas en medio de las piernas de la chica dejando sus pies levitando. Hermione sintió
que no podía respirar correctamente, Draco la tomaba de la cintura con tanta fuerza
que la hacía exhalar continuamente debido a la falta de aire, además succionaba todo
el aire de sus pulmones.

Sus cuerpos estaban completamente pegado en ese momento, la serpiente no sabía


porque necesitaba fundirla con él, hacerse una sola carne, tal y como lo sentían desde
hacía ya bastante tiempo. El chico empezó acariciándola por encima del uniforme sin
dejar de besarla con la misma pasión que lo estaba consumiendo. Las manos de ella lo
aferraban de la nuca con tanta fuerza que sus nudillos estaban blancos.

Los recuerdos invadieron sus mentes, eran miles de escenas en las que estaban juntos,
en las que se despedían, cuando corrían peligro, cuando temieron perderse el uno al
otro… Esto solo hizo que la llama se encendiera aun más y profundizaron el beso
abriendo sus bocas completamente para sentirse. Draco empezó a desabotonarle la
blusa rápidamente, al terminar acaricio su abdomen y rodeo sus pechos carentes de
sostén o cualquier prenda que los cubriera, la chica le desabotono la camisa mientras
él masajeaba sus senos lenta y delicadamente. Se acariciaron lentamente
disfrutándose, sintiéndose…
_______________________________________

Un quejido se escuchaba en los jardines de Hogwarts, al parecer alguien se resistía a


entrar…
-¡Solo dime porque tuvimos que volver antes! – gritaba Ronald mientras Luna
intentaba arrastrarlo adentro del castillo.
-Vamos Ronie, hay cosas que hacer… además no hay nadie, todos vuelven mañana
temprano… - decía ella con voz dulce.
-¡Por que! ¡Por que! ¡Por que!
Ella se detuvo y lo miró severamente.- ¿Tal vez porque me amas?
El chico dejó de hacer fuerza permitiendo que ella lo guiara.
-Te juro que a veces por mas que intento no logro comprenderte…
-No intentes entenderme, solo ámame.- contesto ella sonriendo.
-Eso no lo dejaría de hacer nunca…
_______________________________________
Draco se movía lentamente dentro de la castaña, envistiéndola a un ritmo armonioso
para ambos. Bajó de sus labios besando su cuello y después hasta sus pechos
succionando con dulzura… Estuvieron así unos minutos mas, gozando de su amor con
la misma lentitud que había comenzado, ¿A quien le importaba en que el futuro solo el
recuerdo de ese amor apasionado y loco les quedara?... al menos tendrían un
recuerdo, para el resto de sus vidas. La besó por ultima vez, pues sabía que no se
atrevería a hacerlo una vez mas en mucho tiempo… tal vez en toda su vida. Terminó
dentro de ella, la chica se estremecía con sus caricias lentas, le besó el hombro
lentamente y sonrió con una mueca vacía…

Para empezar, para ser, para aprender… tal vez, lo único que necesitamos, para crecer
y hasta para revivir… Es regresar…

Cap 37: La madeja

Hoy me despido. Soy una persona satisfecha si algo de mi has aprendido, si en ti


queda algo de lo que escribí. ¿Alguna vez te preguntaste quién narra esta historia? –
sonríe – Yo soy… simplemente yo.

Oscuridad, recordaba la torre vieja rodeada de mortífagos. Hechizos y sangre


derramada por sus manos, gritos cadavéricos de muerte, ojos saltones inundados de
miedo, pero en ese momento solo podía pensar en el dolor que estaba sintiendo; ese
nudo en la garganta que le impedía respirar… El escenario cambiaba: Ahora veía el
estudio elegante con el fuego ardiendo, la sonrisa de Pansy acompañada de su mirada
vacía que le calaba hasta el alma. Tragaba saliva y la miraba fijamente, entonces ella
abría sus labios y de su boca emanaba un ronco «Te amo» seguido de una carcajada
macabra, ella se levantó de frente a él:
«Que tranquilidad saber que lo nuestro fue una mentira-sonrió- que tus dulces
palabras no fueron mas que palabras sin sentido. Lo que alguna vez fue dulce hoy será
amargo. ¿Me juzgas por caminar en el sendero oscuro?... » De pronto estallaba en una
carcajada, los mortífagos entraban tomándola de los brazos y entre risas desaparecía
todo…

Draco despertó con la luz del sol en su rostro, escuchando un cato familiar que veía del
cuarto de baño, se incorporó en la cama lentamente; estaba cubierto por sabanas
blancas y delgadas, su cabeza dio vueltas un momento hasta que tomó conciencia de
donde había pasado la noche.

Se levantó, sentía un dolor extraño en su espalda que le recorría toda la espina dorsal.
Fue directo al baño donde el vapor había dejado de salir, ahí estaba ella: Recargada en
el lavamanos cepillándose los dientes. Hermione escupió la pasta enjuagándose la
boca y sonrió mirando a Draco a través del espejo. Él se acercó a ella rodeándola con
sus brazos y depositando un suave beso en su cuello.

-Buen día.- dijo Hermione.

El rubio se limitó a aspirar fuertemente sobre su cuello, cada aroma de ella lo conocía a
la perfección. Su cuerpo tenía impregnado un aroma frutal como a manzana ya que le
encantaban, su cabello olía a rosas, pero no había nada como el sabor de su boca;
dulce y fresco. La volteó recargándola en el mármol blanco y arqueo su espalda para
besarla, sus manos encontraron alojo en su cintura, Hermione tenía sus brazos en el
aire, dejó caer el cepillo de dientes y tomó al slytherin del cuello al tiempo que él la
levantaba para sentarla en el lavamanos, ella lo envolvió al instante con sus piernas y
siguió besándolo con la misma intensidad.

¿Por qué? ¿Por qué simplemente no podía alejarse de ella y olvidarla? Sabía
perfectamente todo el daño que era capaz de provocarle, pero su amor era mas fuerte
que aquel sentimiento de miedo que se embargaba dentro de su ser.

-Si en mis manos estuviera quitar el dolor de tú alma, yo te juro que con gusto la
quitaba – dijo Hermione. Draco la miró a los ojos vacíamente. Ella sonrió.
-Quiero que sepas…
No lo dejó terminar y lo besó.
Yo creo que lo sueños se pueden hacer realidad

Draco salía de la casa de Gryffindor abotonándose la camisa, tenía una mueca de


felicidad vacía en su rostro que desde hacía mucho no parecía querer cambiar. Escuchó
a lo lejos un ruido como risas tontas… Los alumnos empezaban a llegar de nuevo. Bajó
la cabeza, ya no vería a Pansy nunca más, ¿La extrañaba? Tal vez.

-¡Draco! – gritó Blaise.


El moreno estaba vestido con un traje negro y un sweater de cuello alto color azul
marino que hacía lucir su oscura piel. El rubio lo miró diferente a como nunca lo había
hecho, además de que parecía mas musculoso que antes, había algo en se esencia que
había cambiado; se veía feliz.
-¿Cuándo llegaste? – preguntó el moreno con una enorme sonrisa que dejaba ver la
blancura de sus dientes.
-Ayer por la tarde…
-¡Creí que no te vería más!...

El chico se alejó, no tenía ganas de hablar con nadie, ni siquiera con él mismo. Justo en
ese momento había tomado una decisión. Una risa de niña lo sacó de sus
pensamientos, volteó y recargada en el pasillo estaba ella; con su larga cabellera rubia
echada a un costado. La miró fijamente. Le dio la espalada para seguir caminando.

-¡Draco! – lo llamo la Ravenclaw y él se detuvo sin voltear – Recuerda que en la


oscuridad, la luz brilla más.
Él levanto la vista y se viró bruscamente, ella ya no estaba.

Nunca es demasiado tarde, o demasiado pronto para ser quien somos. Una de las
misteriosas leyes de la vida es que descubrimos siempre tarde sus auténticos y más
esenciales valores: la juventud, cuando desaparece; la salud, tan pronto como nos
abandona, y la libertad, esa esencia preciosísima de nuestra alma, sólo cuando está a
punto de sernos arrebatada o ya nos ha sido arrebatada.

De nuevo en la biblioteca, la sangre palpitaba en la cabeza de Draco, cuando todo


parecía mas claro se volvía más confuso. Libros, anécdotas, fotografías y un sinfín de
secretos que cada vez los alejaban de la verdadera razón de todo. ¿Cómo? ¿Quién?...
¿Por qué?
Hermione mordisqueaba su dedo índice pasando pagina tras pagina las docenas de
libros que tenía sobre la mesa. El rubio no se cansaba de mirarla, como se exaltaba y
enrojecía, a veces hacía rabietas y murmuraba moviendo los labios a penas
perceptiblemente, cosa que le provocaba una risa disimulada. Ella lo alcanzaba a
escuchar y lo miraba con fuego en los ojos, cosa que encendía otro tipo de fuego en el
slytherin.

Luego de varios minutos, la gryffindor cerró uno de los gruesos libros fuertemente y
suspiró:
-Basta.- dijo Hermione- Esto no tiene caso ¡No encuentro nada!
El rubio se froto los ojos con el dedo índice y pulgar de una mano –Te dije desde un
principio que no encontrarías nada Granger…
-¡Pero ni si quiera existen antecedentes del hechizo!... – gritó. La chica se puso de pie
mirando hacia los estantes dándole la espalda al rubio
-Es otro tipo de magia- dijo Draco- no es algo que se haya estudiado y no creo que
quieran que lo aprendamos…
-¡A quien le impor…!- se viró – ta.

Las palabras se fueron de la boca de la castaña, el chico estaba completamente pegado


a ella y la sostenía de la cintura firmemente mientras la miraba a los ojos. No pudo
evitar sonrojarse cosa que causo gracia en el chico y sonrió mostrando su dentadura
perfecta.

Ella hizo su rostro a un lado.- De, deberías alejarte. Todos están llegando y podrían…
vernos- dijo con tono nervioso.

El chico sonrió mas, estaba temblando y por alguna razón le gustaba, le gustaba
sentirla temblar ¿Después de todo lo que había pasado seguía nerviosa de él? ¿De su
contacto?... ¿De estar entre sus brazos? Era extraño y aún así le parecía encantador.
La tomó aún con más fuerza apoyando sus manos totalmente en su cintura levantando
un poco la blusa de botones, los labios de la chica estaban temblando y no dejaba de
mirarlo a los ojos. Él se consumía. Ya no tenía valor, no con ella, todo lo que había sido
alguna vez había quedado eliminado; ya no era fuerte, orgulloso, antes que vivía solo
para él, ahora moriría solo por ella.

-Hermione.- dijo Draco en un susurro suave humedeciendo con su aliento cálido los
labios de la castaña.
La chica se mordió el labio inferior lentamente empezando a respirar mas agitada.
Puso sus manos en el pecho de él y sintió su corazón que palpitaba desbocadamente,
le acarició los pectorales hasta enredar sus brazos en el cuello del rubio y terminar
sujetándolo de los cabellos con fuerza. La luz del sol que se filtraba por la ventana alta
destelló sobre sus rostros, se miraban a los ojos…

-¡Hermione!- gritaron.
Inmediatamente Draco la soltó de inmediato recargándose en la mesa. Un taconeo
fuerte se escuchó en la biblioteca.
-¡Ginny! – gritó la castaña al distinguir la cabellera pelirroja.

La pequeña corrió a abrazarla, gesto que inmediatamente fue respondido. Hermione


levantó la vista para mirar a Harry recargado en uno de los estantes, con ambas manos
en los bolsillos, la camisa algo desabotonada y la mirada vidriosa clavada en el chico
rubio que estaba recargado en el escritorio. La leona se viró para encontrar a Draco
correspondiendo a la desafiante mirada del moreno. El slytherin hizo un gesto altivo y
lleno de repulsión a la vez. La pequeña Weasley se alejó de un salto al ver a la
serpiente detrás de su amiga, de inmediato el moreno caminó hasta ella sujetándola
de los hombros. El rubio se acercó a la castaña, la tomó del rostro con ambas manos y
la besó suavemente.

-Hasta más tarde.- susurró sonriendo sobre sus labios.

La gryffindor lo siguió con la mirada hasta que se perdió de su vista. Cuando volvió la
mirada se encontró con su amigo que apretaba un puño con fuerza y contenía la
respiración.
-Harry…
El chico levantó la vista.- Lo odio Hermione…

“Todos los hombres sueñan, pero no del mismo modo. Los que sueñan de noche en
los polvorientos recovecos de su espíritu, se despiertan al día siguiente para descubrir
que todo era vanidad. Más los soñadores diurnos son peligrosos, porque pueden vivir
su sueño con los ojos abiertos, a fin de hacerlo posible. - Lawrence de Arabia” – sonríe
– El sueño y la esperanza son los dos calmantes que la naturaleza concede al hombre,
después de todo… ¿Qué es la vida si no un sueño?

-¡Nevi!- le gritaron.
-¿Si?- contesto distraído.
-¿Me prestarías tu recordadora?- preguntó inocentemente.
El chico sacó el objeto de su bolsillo que estaba lleno de humo rojo.
-¿Ahora que olvide?- se dijo a si mismo golpeándose la frente. Ella sonrió. – Ten
cuidado ¿si? Es un recuerdo del abuelo…
-Lo se.- lo interrumpió.

Él le sonrió y se alejó perdiéndose en el oscuro pasillo de piedra, ella acurrucó la esfera


contra su pecho y luego la acarició con su mejilla como si de un pequeño se tratara.

-Como olvidar a Frank- dijo en un susurro.

Caminó fuera del castillo en medio de la oscuridad tarareando una cancioncilla lenta y
lúgubre, su cabello ondeo con el viento, sus ojos parecían faros claros en los que se
reflejaba la luna llena que se alzaba sobre el lago. Llego a la orilla, escuchaba el canto
de las sirenas, el viento golpeo una vez mas su rostro haciendo que su túnica se abriera
haciéndose hacía atrás violentamente, sonrió. Cerró los ojos sintiendo la brisa dulce
del agua.

De su bolsillo sacó la recordadora de cristal que seguía llena de humo rojo. La sostuvo
en su palma izquierda, alzó la palma derecha al cielo.

En la habitación de Hermione la esfera de madera con letras en runas resplandeció


mientras la castaña dormía, mágicamente la esfera salió del bolsillo y atravesó la pared
para flotar hasta la mano de la rubia y caer suavemente en su palma.

Luna rió infantilmente, sus ojos brillaron:


-Creo que ya aprendieron demasiado.- dijo suavemente. Las dos esferas brillaron-
Cómo que, ¿Qué aprendieron? Lo que una vez los separó ahora los unió… Su sangre.
Aprendieron a perdonarse, se aceptaron tal y cual eran… Aprendieron a amarse ¿No es
eso suficiente?- el resplandor cedió. Ella sonrió.

Extendió los brazos en forma de cruz y los alzó lentamente al cielo hasta juntarlos. Las
esferas resplandecieron y flotaron hasta juntarse en el aire haciendo un movimiento
como si danzaran en círculos. De pronto se juntaron una sobre la otra.

-Todo el dolor del presente fue curado- dijo ella- la única manera de redimir el pasado
es con el perdón y el perdón solo se engendra con la verdad, para descubrir esa verdad
deben regresar y tener otra oportunidad… La que no tuvieron… hace cien años.

Entonces las esferas resplandecieron, se fundieron la una en la otra…


_______________________________________

Despertó, la mañana era fresca… ¿Qué sería? No era el aroma de su hogar y


definitivamente no parecía ser la mansión Malfoy… Malfoy… Malfoy. Se incorporó
bruscamente sus ojos casi se desorbitan, ¿Qué pasaba? Volvió a recostarse
cubriéndose hasta la cabeza con las mantas y se meció de un lado a otro.

-*solo estás soñando, solo estás soñando* - repetía dentro de su cabeza. Pero no, no
era un sueño.

Tragó saliva lentamente y respiro profundamente, al descubrir su cabeza todo estaba


igual. ¿Por qué?
Suspiro.- ¿Ahora que?- dijo con pesar.

Se levantó de la cama pisando con cuidado y se miró al espejo, no era ella. Parecía su
cuerpo pero estaba muy lejos de serlo… tenía sus ojos y sin embargo el fuego no los
consumía, miró todo a su alrededor inspeccionando los detalles de piedra de aquel
lugar y sonrió. Volvió a mirar el espejo y toco su rostro…

-¿Quién eres?- dijo al espejo.- No eres yo.

Tocaron la puerta fuertemente haciendo de que exaltara ¿Debía abrir?... se acercó


lentamente recargando ambas manos en la puerta de madera.

-¿Quién… es?- preguntó con voz temblorosa.


-Ábreme.- respondieron dulcemente del otro lado.
Ella se recargó en la puerta su respiración estaba agitada. Todo le dio vueltas, no sabía
que hacer. Cerró los ojos y tomó la perilla girándola lentamente, asomo su cabeza por
la puerta.
-¡No es posible! – gritó con alegría abrazando a la rubia. -¡Estás viva!
-No.
-¿pero…?- La castaña se tapó la boca con ambas manos- Tú no eres Selena.- susurró.

Luna pasó a la habitación donde la que parecía ser Hermione estaba a punto de
desmayarse. Se sentó en la cama inocentemente meciendo sus pies atrás y adelante
sonriendo.

-¿Quién eres tú?- inquirió la castaña.


-Yo se quien soy… ¿Quién eres tú?- respondió la Ravenclaw.
-Yo soy… soy… Madeleine Granger.
-¿Sabes donde estás?
-No.
La rubia siguió sonriendo, se puso de pie y encaminó a la castaña hasta el espejo:
-¿Quién es ella?- inquirió Madeleine.
-Tú nieta- dijo Luna- Hermione Granger. Bienvenida al futuro…

Cap 38:Como hace cien años

El mareo de Madeleine disminuyó conforme pasaban los segundos. Estaba sentada en


el marco de la ventana mirando hacía abajo, podía apreciar a todos los niños con
túnicas negras y bufandas de diferentes colores. AL parecer en el “futuro” la magia
había evolucionado de cierta forma. Luna le contó del hechizo, que ella era la
descendiente de Selena y que el gen mágico de su hijo había resurgido en una de sus
nietas. Le explico los problemas por los que había pasado para llegar a ese punto…

-Más magia.- dijo Madeleine.


Luna sonreía.
-La magia arruinó mi vida nena.
-La magia es un don maravilloso…- dijo Luna.
La interrumpió: -Hablas igual que Selena… ¿Qué eres de ella?- preguntó con extrañeza.
-No estoy segura, solo se que tengo dentro mío muchos recuerdos que no me
pertenecen…
-Lo siento por ti- interrumpió de nuevo- muchos no podemos con nuestros propios
recuerdos.- sus ojos se llenaron de lágrimas. Suspiró.- Entonces ¿Qué se supone que
tengo que hacer?
-Salir, ser Hermione…
-¿Qué hago aquí Luna?
-No estoy muy segura. Solo sé que debes fingir ser Hermione. Yo mientras, iré a buscar
a Ethan.
-¡Ethan está aquí!- gritó con un deje de furia mirando desconcertadamente a la rubia.
-Si tu estas aquí- la rubia miró el suelo- supongo que él también…
-¿Y Dónde esta ella?... ¿Hermione?
-Ahora está en un profundo sueño. Dos esencias no pueden ocupar un mismo cuerpo.-
dijo la rubia y caminó a la puerta.
-¡Espera!- la detuvo Madeleine- ¿Algo más que deba saber?
Meditó un momento.- Nada es lo que parece, nadie es quien conoces ni quien te
conoce.
-Aja… si… ahora lo entiendo todo- dijo arqueando una ceja.
La rubia sonrió.

Madeleine no comprendía muy bien que hacía en ese lugar, solo sabía que de nuevo
era culpa de la magia. Empezó a desnudarse quitándose el camisón blanco con el que
Hermione dormía. No podía dejar de ver su cuerpo, no era como el de ella a esa edad;
con senos perfectos, caderas pronunciadas y una cintura pequeña.
Se puso el uniforme de Hermione, cosa que le disgusto demasiado… había una sola
cosa que le gustaba de esa chica: Su cabello, de aroma a flores silvestres, alborotado,
resplandeciente a la luz del sol.

Empujó la puerta de madera lentamente, asomándose con cautela, parecía no haber


nadie. Bajó la escaleras hasta la sala común donde un aroma extraño la invadió, la
madera, el fuego y los tapices tenían una esencia familiar. Sonrió acariciando el bordé
del sillón frente a la chimenea.
La puerta retumbó con un portazo provocando que Madeleine se sobresaltara… No era
posible; esos ojos, el cabello, las pecas.

-Ronald- susurró.
El pelirrojo sonrió- ¡Hermione!- gritó. Corrió directo a ella abrazándola fuertemente
conteniéndola en sus brazos.
La chica se aferró a él:- Ronald, Ron.
Él la miró a los ojos, ella estaba llorando. Ron sonrió dulcemente:
-¿Qué pasa Hermi?
-*Hermi… Hermione*- retumbó en su cabeza. Él no era el amigo de Draco- Eres el
descendiente de Alexander- susurró.
-¿Qué dijiste?
-Que… Te extrañe- dijo suavemente y sonrió con dulzura- siento como si llevara toda
mi vida sin verte.
-Yo también te extrañe Hermione- susurró y le acarició el rostro suavemente.
Ahora que lo notaba no era igual a Ronald, sus ojos eran azules… Tenía los ojos como
Selena y poseía un semblante inocente y distraído del que su abuelo careció.

-¡Ron! ¡Te estaba buscando!


Esa voz… la castaña levantó la vista para fijarla en el marco de la puerta donde se
distinguía una figura esbelta con cabello azabache.
-Harry… Harry… ¡Harry!- gritó con fuerza.

La castaña corrió hasta el chico de ojos verdes. Harry la sostuvo sin pensarlo, ella
lloraba abrazándolo lo mas fuerte que sus brazos se lo permitían. El moreno no
preguntó nada, no dijo nada, solo la abrazó. En el fondo Madeleine sabía que no era Su
Harry, el que había sido su esposo, aun así seguía teniendo los mismo ojos color de
esmeralda, el semblante misterioso y nunc se imagino la falta que le había hecho
abrazarlo.

-Puedo preguntar ¿Qué pasa?- inquirió el chico en tono divertido.


-Te extrañaba- dijo ella sin poder salir de su asombro.
-Pero me viste esta anoche…
-Si pero… soñé que te perdía.
El silencio los envolvió por un momento, lo miró a los ojos… Era increíble.
-¡¿Para que me buscabas?!- gritó Ron.
El moreno se sobresalto:- ah si… eh… Luna te estaba buscando, dijo que tenía algo
urgente que decirte.
-Entonces voy a buscarla- se acercó para besar en la mejilla a la castaña- nos vemos en
el almuerzo.
La castaña no podía dejar de ver a Harry:
-¿Quieres que vallamos a Desayunar Hermi?
-Me encantaría.
_______________________________________

-¿Perdido?- preguntó
-Para nada- respondió sonriendo.
-¿Quién eres?- preguntó de nuevo.
-Como si no lo supieras. ¿Tu quien eres?
-Mi nombre es Luna.

Él no estaba desorientado, sabía que hizo mal en algún momento por lo tanto supo
que algún día eso debía pasar. Ethan estaba en el cuerpo de Draco, no tenía miedo del
lugar en el que se encontraba, lo asustaba lo que había ahí para él.

-Madeleine también está aquí.- dijo Luna.


El nombre de Madeleine retumbó en sus oídos, él nunca había dejado de amarla ¿Sería
capaz de volver a verla? ¿Cómo seria? ¿Ella lo odiaría?... No lo sabía, de lo único que
siempre había estado seguro es que su amor había sido eterno. Ethan siguió a Luna, en
cuando la miró supo que era algo de Selena, tenía toda su esencia impregnada en la
sangre, además de tener la luz del cielo reflejada en los ojos.

-¡¿Qué pasa?!
Un brazo se enredo en la cintura de la rubia atrayéndola con fuerza.
-¡Ron!- gritó Luna.
-¡¿Qué haces con él?!

Ethan paró en seco, era su voz. Cerró los ojos pensando en la última vez que miró a su
mejor amigo. La respiración del rubio se agitó y conteniendo el miedo, con las piernas
temblando se viró lentamente. Tenía la cabeza abajo; fue levantándola
paulatinamente hasta encontrarse con los ojos de Ron. Sus ojos se humedecieron,
todo alrededor de él giró con locura, le asaltaron los recuerdos crueles: El hospital, el
fuego, los muggles… Aquel, su amigo que hubo despreciado a los muggles después
había intentado salvarlos.

El pecoso dejó de hacer fuerza y lentamente fue soltando a Luna, ella sonrió. Los ojos
de Ronald se iluminaron, ambos chicos se acercaron lentamente hasta fundirse en un
abrazo. Ethan no pudo evitar las lágrimas que se escaparon y recorrieron sus mejillas,
nunca fue tan fuerte como Ron y justo en este momento no le importaba: tenía a su
amigo, su hermano, la persona con la que creció. Recuerdos extraños llegaron a la
mente re Ron, como si hubiera olvidado toda una vida y ahora la recordaba, pero lo
mas fresco, doloroso y que nunca olvidaría, era su amigo en un ataúd.

-¿Qué hiciste?- pregunto Ronald con la voz quebrada.


-Ya no importa- dijo Ethan sin poder contener el llanto.
-Creí que nunca te vería…

Cuando los recuerdos nos consumen, es tiempo para liberarlos. Huir del pasado no es
la solución, enfrentarlo sí. No necesitamos varías vidas para aprender a vivir, la única
lección que necesitamos memorizar es que cuando nos caemos, debemos volver a
intentar, nunca se debe gastar toda nuestra energía en el primer intento, porque si
erramos, necesitamos la fuerza para volver a empezar.

La noche parecía más especial que nunca, las nubes cubrían la luna y el misticismo
reinaba… como siempre. Ethan y Ronald habían estado hablando toda la tarde. Ahora
estaban de pie mirando el horizonte del lago.

-¿Tuviste una buena vida no?- dijo Ethan.


-Después de todo… sí.- contestó Ronald secamente. El pelirrojo no podía creer todo lo
que Draco había hecho por culpa de su ambición.- ¿Y tú? ¿Valió la pena… todo?
El rubio miró el suelo –No vale la pena perder tu alma.
-No la perdiste…
-Perdí al amor de mi vida, no hay dinero en el mundo que pueda darte el placer que te
da amar y ser amado… Eso no se compra con nada…
-¿Ethan?- lo llamó Luna.
-Voy…- respondió él y se encaminó a donde ella estaba.
-¡Espera!- gritó Ronald.- Aunque fuimos diferentes, siempre fuiste como mi hermano…
El chico de ojos grises se devolvió para abrazarlo fuertemente:
-Y tu siempre fuiste mi mejor amigo Ron y lamento mucho haberte defraudado.
-Te perdono- dijo Ronald.
-No pedí perdón Ron… No lo merezco…
-Para eso es la familia Draco y yo lo hago: Te perdono.
-Gracias.

El rubio caminó alejándose de su amigo, el que iba a ser siempre su hermano porque lo
unía algo más fuerte que la sangre: El cariño.
Ronald se sentó mirando el agua del lago mecerse lentamente con un aroma a
humedad delicioso mientras la brisa le revolvía los cabellos. La pequeña rubia se sentó
a su lado, él quedó hipnotizado al instante. Luna no pudo evitar sonrojarse levemente
y sentir algo de pena,

-Lo siento…- susurró Luna.- Yo no soy…


-Lo sé… reconocería a mi hermosa Selena donde fuera.
La rubia agachó la cabeza, él la tomó de la barbilla para mirarla a los ojos.
-La belleza del corazón es lo que me hace reconocerla y aunque no seas ella, tú
también eres bonita.
Una lágrima se deslizó por el rostro de la rubia.
-Selena me dijo que cuando naciéramos de nuevo, ella nacería para pertenecerme.-
Luna rió- Nunca le creí, hasta ahora que veo a Ron… Espero que te ame tanto como yo
la amé a ella.
-Estoy segura de que lo hace…
-Y… ¿Qué es lo que tenías que descubrir?... Sé que Selena hizo el hechizo, no tengo
idea de para que.
-La sangre limita los sentimientos, él la odiaba, simplemente porque jamás pensó que
podría amarla, empezó a quererla porque la necesitaba y se fue entregando hasta
enamorarse, era lo único que necesitaban descifrar… Que se necesitaban…

Al otro lado del lago Ethan se acercaba cautelosamente, no podía distinguir nada a
causa de la falta de luz, de pronto con una fuerte ráfaga de viento las nubes se
dispersaron y en la orilla, había una silueta oscura con el cabello suelto que ondeaba
con el viento, tenía su perfume, pero si él no era realmente él… ella tampoco sería
realmente ella. La castaña se viró, el parecido lo impresionó, esos ojos que los
consumía el fuego, su rostro de muñeca… Era diferente, pero que importaba… era ella.

Corrió hasta la chica, ella no evitó su paso, la tomó del rostro con ambas manos y
recargó su frente con al de ella. Mantuvieron los ojos cerrados, Madeleine puso sus
manos encima de las de él y las lágrimas corrieron por sus mejillas, no podía ser cierto
se tenían de nuevo.

-Yo…- susurró Ethan.

Ella no lo dejó hablar y se puso de puntas para alcanzar sus labios, los sostuvo de la
nuca y enredo sus dedos en los cabellos platinados del chico para besarlo lentamente.
Él no se separó, ni si quiera lo intentó, le respondió el beso aprisionándola contra él
sintiéndola en todo su cuerpo. Temblaba por dentro y por fuera al sentir su aliento
mezclarse con el suyo, la saboreo como el primer día que la conoció, el deseo recorría
su cuerpo entero, era el amor de su vida, la mujer de sus sueños, todo lo que buscó
siempre y la había abandonado por un sueño estúpido, por maldita ambición que con
el paso de los años no lo hicieron feliz y solo acentuaron su recuerdo.

-Por que…- dijo Madeleine en un susurró- Te amaba… YO te amaba Draco- su voz


estaba quebrada…
-Porque soy un idiota, porque no supe ver lo maravillosa que pudo ser mi vida- recargó
su frente con la de ella- Siempre te amé Madeleine, siempre me importaste, no podía
verlo, no quería, pero siempre, toda mi vida fuiste lo único que realmente amé…
-No…- susurró de nuevo haciendo su rostro a un lado.
El la obligó a mirarlo:
-Dime que dejaste de amarme, dime que alguna vez me olvidaste, dime que lo único
que deseabas era desaparecer mi recuerdo ¡Dímelo! ¡Grítame cuanto me odias!
-¡No! ¡No podría odiarte!- lloró- ¡Te amo!... te amé siempre.
Él también lloró- Perdóname- dijo lentamente.
-Te perdono…

Se fundieron en un nuevo beso, luces de colores se encendieron el cielo, una ráfaga de


viento los envolvió a ambos… Se amaban, se amaron siempre, él la tomó en brazos
sosteniéndola, no pensaba dejarla nunca más.
Luna miraba del otro lado del lago, tenía la cabeza de Ron en sus piernas pues el
antiguo Ronald se había quedado dormido soñando con su amada Selena ¿Por qué
Selena no había vuelto como todos los demás?, se preguntaba la rubia en medio de
reflexiones continuas ¿A caso ya habría terminado todo?

-Ella confiaba en que harías un buen trabajo.


-Hola Nev… ¿Frank, Cierto?
Asintió. El chico estaba de pie junto a ella con amabas manos en los bolsillos mirando
el lago fijamente:
-Hiciste un buen trabajo Luna- dijo el chico sentándose junto a ella.
-Gracias.
-Yo era su mejor amigo, su confidente… No dude en apoyarla para esta locura.
La chica le extendió la recordadora, el la tomó.
-¿Sabes como acabar definitivamente con esto?- preguntó la rubia.
Él sonrió- Depende ¿Crees que necesiten algo mas que aprender?
-No
-¿Crees que aprendieron algo?
-Si
-Entonces sí, sé como acabar con esto- sonrió. Agarró con una mano la recordadora y
la apretó con fuerza- “El odio se fue, la luz llegó y si no necesitan nada mas… El hechizó
terminó. Porque solo el amor, engendra al amor”
La esfera estalló, los pedazos del cristal quedaron en sus manos, el sopló los cristales y
estos resplandecientes se expandieron al horizonte…
-Se acabó.

Lo que redime todos los pecados; es el perdón. Ellos solo necesitaban perdonarse, solo
eso.

Separaron el beso lentamente, él la fue dejando en el suelo… Eran ellos de nuevo.


Hermione lo miró fijamente sonriendo, a pesar de saber que no tenían hechizo aún
podía sentirlo. La conexión que habían establecido era demasiado grande e igual de
intensa, iba mas allá de la magia, era otro tipo de magia… Era amor. Draco la tomó de
la cintura y la besó de nuevo suavemente.

-Se acabó Hermione


-Lo sé.
Se abrazaron fuertemente, él la acurrucó contra su pecho y así se quedaron mirando el
horizonte.
El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional. Se habrán dicho muchas cosas,
se habrán escrito muchos libros, pero mientras tu corazón no lo sienta, nada sabrás del
amor verdadero.

.CAP 39
...................................................................Adiós para siempre

Una mañana como cualquier otra, en una comunidad completamente muggle, el señor
y la señora Granger se levantaban a las seis en punto de la mañana para empezar sus
labores. Después del baño, vestirse y tomar el desayuno juntos se daban un beso dulce
y lleno de ternura se despedían en el pórtico para ir a seguir con su vidas.

Odio.- No
Rencor.- NO
Libertad.- Si
¿Sacrificio?- si
¿Por qué?- Por amor.
¿Amor?- si
¿Cómo? - no lo sé.
¿Cuándo?- sonrié.

Sus brazos, sus caricias en medio de la oscuridad. Respiraba agitada al compás de su


vaivén prohibido, había descubierto que la necesitaba. Después venía la sangre, el
llanto. Ella lo cambió, pero… ¿Cuánto tiempo más duraría ese cambio?
La rutina empezaría de nuevo, solo que esta vez sería más dolorosa. Siempre había
dolido, solo que ahora era peor, todas sus costumbres habían cambiado para girar en
torno a la misma persona.

Se levantó poniendo los pies en el suelo, sentándose a la orilla de la cama. Miró el


techo exhalando por la boca al tiempo que pasó sus manos por su sedoso cabello rubio
peinándolo hacía atrás, sus ojos se humedecieron y sonrió ¿Por qué?... A quien le
importaba, quería sonreír y eso es todo. Ella no debía notarlo mal, por ahora.

Se levantó y caminó hasta el baño quitándose su pijama al paso, dejando sus prendas
regadas desde la cama hasta la ducha, recargó una de sus manos en la pared mientras
que con la otra abría lentamente el chorro de agua caliente. Al instante el vapor
inundo el cuarto de baño. Cada pensamiento que Draco tenía le recordaba a ella, su
piel ardía y sentía que el deseo le infectaba la sangre. Alzó la cara permitiendo que el
agua le bañara el rostro, con los ojos cerrados vislumbro la silueta de Hermione, su
sonrisa, el aroma de su piel le inundo la nariz y aspiro fuerte, las gotas de agua se
metieron por sus fosas nasales haciéndolo toser compulsivamente. De inmediato cerró
la regadera, envolvió una toalla alrededor de su cintura y salió; Su espalda atlética
tenía gotas recorriéndole.

Sus ojos estaban apagados, se miró al espejo un momento:


-¿Quién eres?- preguntó.
Ahora Draco era incapaz de reconocerse ¿Dónde estaba aquella mirada llena de
soberbia? ¿Qué había pasado con el mentón altivo? ¿Por qué había olvidado su gesto
de asco?... Aquel que estaba ahí a su frente no era él; La serpiente, el príncipe… No.

Salió de su habitación directo a la sala común de la casa de las serpientes. Respiró


profundamente mientras terminaba de abotonarse la camisa, de pronto escuchó un
tarareo bastante jovial que lo hizo arquear una ceja y asomarse al sillón en el que
estaba aquel tarareo.

-¿Zabini?- inquirió con cierto asombro.


-¡Malfoy!- gritó el moreno.
-¿Estás… cantando?
-No, si… yo…
El rubio sonrió.- ¿Quién es?- preguntó.

Blaise se puso de pie con un salto y sonrió ampliamente mostrando su perfecta


dentadura blanca que relucía entre su piel negra. Traía puesto el uniforme con la
camisa completamente desabotonada y la corbata desecha, debajo una camiseta de
tirantes negra que resaltaba cada uno de los músculos de su abdomen además del
cabello sumamente corto. Tenía un brillo en los ojos antes desconocido para
cualquiera.

-No te imaginas… Es la mujer más maravillosa que vi en mi vida…


-¿Cómo se llama?
-Sabrina.
Draco arqueó una ceja- ¿Sabrina?... ¿Ravenclaw?
-¿La conoces?
-Blaise, Blaise, Blaise… ¿Quién no conocería a la mejor alumna de Ravenclaw?
_____________________________________

-*Luz*- pensó.

Había electricidad y sonrió estando segura de que los cuadros no tenían movimiento,
las viejas hojas del periódico regadas solo tendrían tinta corrida por el tiempo. Pero
nada se movía, nada era mágico. Todo era tan...
-*Normal*- retumbo como un rayo esa palabra tan desconocida para ella y que a pesar
de todo la aborrecía. -*Porque me odia* - pensó sin poder evitar que una
imperceptible lagrima escapara por su mejilla. […]

Despertó sobresaltada incorporándose de inmediato en la cama… Ese recuerdo… Su


cabeza punzó un momento antes de que abriera los ojos. Respiró con profundidad
dejando que el aire llenara sus pulmones entrando por su boca para después salir por
su nariz suavemente. Sonrió. Era tan extraño; Hace casi seis meses estaba
lamentándose por que la llamaban “Sangre sucia”, ahora él mismo había reparado las
llagas de su corazón ofendido, él la había curado.

Hermione se levantó prontamente, después de ducharse y vestirse corrió al comedor.


Tenía una gran sonrisa en el rostro mientras atravesaba los pasillos del castillo, en cada
rincón había un recuerdo diferente de Draco.

Llegó al gran comedor y pasó lo que jamás pensó que pasaría, lo primero que hizo fue
mirar a la mesa de slytherin cuando antes intentaba ignorarla, ahí sentado él la estaba
observando con una media sonrisa dibujada en el atractivo rostro y los ojos brillantes
como un felino al acecho. Ella le sonrió ruborizándose ligeramente antes de sentarse
con sus amigos como a lo largo de siete años había acostumbrado.

Del otro lado como era obvio, él no podía dejar de mirarla; cuando se llevaba a la boca
algún pedazo de fruta, cada vez que daba un sorbo de jugo o como reía discretamente
a los comentarios absurdos de Weasley, era tan… Suya. Cerró lo ojos y así de la nada
recuerda la oscura y húmeda biblioteca: Recordaba sus labios rojos abiertos para
recibir un beso de él, sus cuerpos juntos, el calor que le proporcionaba a su fría
existencia…

-¡Draco!- gritó Blaise.


-Que…- dijo el rubio con desgano.
-¿Escuchaste algo de lo que dije?- preguntó el moreno al tiempo que se llevaba una
salchicha entera a la boca.
-No- respondió como un zombi.
-¿Malfoy?

El rubio se levantó. Como era obvio todos los slytherin lo miraron. Draco se peinó el
cabello con los dedos haciéndolo hacía atrás, sus ojos grises estaban fijos en un solo
punto en la mesa de Gryffindor: Levantó su barbilla y con paso decidido como era su
costumbre caminó hasta ella. Mientras tanto, Ron jugaba con la leona intentando
llenarla de una gelatina viscosa y mal oliente, sin darse cuenta de la serpiente que se
aproximaba a ellos.
Todos en las mesas miraban, como un Slytherin caminaba a gryffindor. La cabeza del
rubio daba vueltas e intentaba seguir respirando por la nariz sin detenerse, era una
humillación, pero no le importaba, la quería, la quería… La quería.

-¡Ron dije que basta! – gritó Hermione.


Ante su grito el chico pelirrojo abrió los ojos haciendo que casi se le desorbiten.
Hermione pensó que tal vez lo había asustado ¿En realidad al fin uno de sus gritos
había servido para silenciar al pelirrojo?... No. El chico no la estaba mirando a ella.
-¿Te gusta tener mano Weasley?

Esa voz: Fría, que daba miedo. Ella levanto la cabeza sin voltear, el pelirrojo movió la
cabeza arriba y abajo rápidamente. La castaña pudo sentir que él sonreía sobre su
cuello; Miró la mano blanca y perfecta de dedos largos y contorneados pasar por un
lado suyo y quitarle la cuchara llena de porquería a su amigo.

-Si quieres conservar tu linda mano.- dijo tranquilamente- NO, TE ATREVAS, A


TOCARLA- enfatizó

La castaña viró sus rostro, solo para sentir los labios de él pagados a los suyos, cerró los
ojos por inercia, instinto… O costumbre. Que importaba lo que era, no había nada
comparado con el sabor dulce de aquellos labios que siempre servían para lo amargo.

La mano del chico se enredo en su cuello sosteniéndola, le depositó un beso en dos


tiempos; primero dulce y después brusco, a fondo. Era exhibicionista, inmaduro,
ostentoso y fastidioso dado que todos sabían quienes eran ellos. Harry no apartaba su
mirada de la mesa conteniendo un asco que le salía desde el estomago, Ron estaba del
color de su cabellera como si fuera el mismo quien padecía aquel beso.

Mientras tanto en la mesa verde, Blaise bromeaba, hasta que escucho el barullo
extraño que solo podía ser provocado por algo inusual; levantó la vista y su enorme
sonrisa que dejaba ver sus dientes de perla se desvaneció para pasar a ser un gesto de
espanto, sorpresa… asco. Aunque muy en el fondo sabía que así era desde hacía ya
mucho tiempo…

-Ven conmigo- le susurró con esa voz a la que nunca se resistía a pesar de saber que
podía guiarla al infierno. Que importa, si él hacía eso, ella lo seguiría con gusto pues
sabía que se llegaba al averno, dentro de aquel sufrimiento… Conocería el paraíso.

El slytherin la tomó de la cintura protegiéndola bajo su brazo mientras abandonaban el


comedor. Harry gritó golpeando violentamente la mesa y apretando los dientes, Ron
se quedo con la cara caliente mirando la nada… ¿Los demás? Entre el desconcierto y la
locura comenzaron a hablar en voz tan alta que enloquecieron a Zabini y se levantó de
la mesa.

Salieron, alejándose de todo. La puerta del gran comedor se cerró detrás de ellos, al fin
Draco la soltó. La castaña se recargó en la pared mirando el suelo y guardando
absoluto silencio ¿Por qué lo había hecho? El rubio sabía lo que ella preguntaría y para
ser sincero, no tenía la menor idea. Tal vez fue un capricho… ¡No! Nada que se tratara
de Hermione podía ser un capricho.

-¿Por qué…?
-Porque quise.- respondió secamente sin perder el tiempo en mirarla.
-¿Para que?
Draco sonrió. Al instante estremeció a la chica, era su sonrisa cruel sarcástica, que
utilizaba cada vez que la llamaba… Sangre sucia:
-¿Sirvió para que me siguieras no?- dijo él.
Ella levantó su rostro.- Un beso no significa nada.- dijo secamente.- te seguí porque
quise, pude no hacerlo… No me engatusas Malfoy.

Él se aproximo velozmente a ella aprisionándola contra el muro, la miraba secamente y


sabía que la chica no podía contener las ganas de llorar, quería que no le importara y le
dolía en el alma, no iba dejar que ella lo notara.

-¡¿No?! … ¡No Granger!


-¡Suéltame! – gritó con dolor.
El chico la tenía sujeta de las muñecas contra el muro y todo su cuerpo sobre ella:
-¿No te engatuso? ¿No caes ante mi como lo hacen T O D A S? ¡Entonces porque has
estado conmigo todo este tiempo!
-¡Por que quise!... Por que se me dio la gana, no por que no pudiera estar sin ti.- dijo
con furia.
Draco sabía que sus palabras eran falsas… pero se escuchaban tan reales.
-Un beso no es nada Malfoy.- le dijo y tragó saliva.

Las manos de Draco suavizaron su tacto; le recorrió desde las muñecas, los brazos,
codos, ante brazos hombros y bajó delineando su figura hasta tomarla de la cintura y la
espalda fuertemente pero sin llegar a asfixiarla. Rozó sus labios y le acarició el rostro,
esperando… Tal y como lo planeaba, ella unió sus labios a los de él tirando las palabras
que acababa de decir por el suelo, humillándose a si misma, que importaba, sabía que
solo en aquel infierno podría conocer el paraíso. Se besaron de nuevo, dejando sus
mentes en blanco, disfrutándose como lo habían hecho los últimos meses de sus vidas,
que podían catalogar como los más felices.
Los ojos de ella se llenaron de lágrimas, viró su rostro para apartarse de sus labios:
-¿Qué quieres?
-*Decirte que no puedo vivir sin ti*- pensó- Nada que no me hayas dado ya.- dijo.
-Entonces… Déjame.- Lo empujó suavemente y se retiró.

El slytherin se quedó apoyado con una mano en la pared y la golpeo. Un fantasma del
castillo pasó por detrás de él haciéndolo sentir un escalofrío. Se sentó en el pasillo sin
decir nada, con los ojos inyectados de rojo mirando la nada, respirando con la boca
pues si nariz estaba congestionada…

-Eres una decepción para todos nosotros.


No respondió, sabía que tenía toda la razón.
Sonrió - ¿Granger?
-Cállate.
-Es que… - rió irónicamente- De todas las sangres sucias… ¿¡Tenia que ser Granger!?
El chico se levantó inmediatamente, acorraló al moreno contra la pared apuntando
amenazadoramente a su cuello. Lo miró lleno de furia:
-No vuelvas a llamarla de esa manera… Por que te juro que aunque seas mi amigo… Te
mato.
Blaise sonrió- No soy tu amigo Malfoy… Nunca lo fui y lo sabes. Nos unió nuestra
soledad y en el pasado la ambición.
La cara del rubio reveló el gran impacto- ¿Tú…?
-Cada detalle. El abuelo Sean tenía una especie de castigo mágico… Todos sus
descendientes estamos condenados a pagar por sus errores y yo no soy la excepción.
Recuerdo su vida y en su vida… Te recuerdo a ti.
-¡¿Por qué nunca me lo dijiste?!
-¡Por que ya eras demasiado miserable!- gritó soltándose de él.

El chico de ojos grises se recargó en la pared sin poder contener las lágrimas,
apretando los dientes con furia, soltando la varita que calló en el suelo, con los
cabellos rubios rosándole la frente. Estaba en una agonía terrible.

-Te voy a decir lo que Sean debió haberte dicho hace mucho tiempo…- dijo Blaise
mirándolo fríamente.
Draco levantó la vista.
-No la pierdas. Salva tu vida y tus hijos de la miseria de ser como tú.
-No debo amarla… Tenemos la misma sangre.

El moreno se metió ambas manos a los bolsillos y caminó por el pasillo perdiéndose
como una sombra que atravesaba el castillo. No debió decirle aquello a Draco, tal vez
no fue lo mejor, pero era lo único correcto. Una mujer morena de largo cabello oscuro
se le acercó abrazándolo con fuerza, él le correspondió el abrazo deteniéndose para
tomarla de la cintura. Le besó el cuello a aquella chica que tenía el uniforme el escudo
de Ravenclaw, sobre su hombro levantó la vista para ver como Hermione caminaba
con lágrimas en los ojos y un paso tan fuerte que parecía un casi desesperado intento
por huir. No le dijo nada, solo la observó hasta que logró perderse de su vista.

La castaña caminó sin intentar llegar a ningún rumbo, en ese momento desconocía
totalmente quien era ella misma; siempre decidida sabía donde ir y porque… pero
ahora, no tenía la menos idea ni si quiera de lo que estaba haciendo. Respiraba
profundamente, ya ni si quiera sentía las lágrimas rodar por sus mejillas sin embargo
allí estaban. Sin darse cuenta de nuevo estaba corriendo sin nada en las manos siendo
que antes traía libros que no tenía la menor idea de donde estaban ahora, si los había
aventado, dejado o lo que fuera.

Llegó a la salida del castillo donde se recargo en uno de los pilares cayendo al suelo
lentamente ¿Por qué a pesar de todo tenían que seguirse haciendo daño?... Lloraba
desconsolada, hasta que una mano suave la tomó de la barbilla, deseaba con todo su
corazón que fuera él, quería con su alma desgarrada que fuera él quien estuviera a
punto de salvarla… Pero no. Era Ginny: La pelirroja la tomó de la barbilla obligándola a
que la mirase, el día al instante empezó a tornarse sombría, la nubes ocultaron el sol
en cuestión de segundos.

-¿Hasta cuando Hermione?- preguntó la pequeña Weasley


-Yo…
-Es por Malfoy ¿Verdad?... ¡Hasta cuando! Te lo dije desde la primera vez y te lo voy a
decir siempre: Él no te ama, no siente nada por ti, te usa y te ha usado siempre… ¡Pero
anda! ¡Sigue permitiendo que te trate como la nada que te considera!
-¡NO entiendes nada Ginny!
-¡Tal vez no!... Solo entiendo que el “amor” no debería hacerte sufrir…- dijo secamente
y se alejó.

¿Era capaz de creerse sus propias palabas? En verdad el amor no debería hacer sufrir…
¿Si así era? ¿Por qué no podía olvidar lo que mas dolor le causaba? Una lágrima se
deslizo por su mejilla, la retiró con su dedo índice dirigiéndose a su sala común.

El rostro de la pelirroja era diferente; frió, seco, sin vida, pero a pesar de todo…
Hermoso. Dijo la contraseña frente al viejo retrato de la señora gorda que a veces solía
cantar opera y entró. Harry estaba acostado en el suelo frente a la chimenea ojeando
una revista de quidditch, se acomodo los lentes al tiempo que la miraba entrar al
parecer furiosa.

La chica se sentó en el sofá detrás de él, se incorporó para quedar sentado en posición
de flor de loto frente a ella. Se fijó que estaba llorando, aunque sus lágrimas eran casi
imperceptibles él podía verlas, cosa que antes jamás hubiera ocurrido. ¿Preguntar o
no? ¿Le molestaría que él quisiera saber? ¿O al contrario sería de ayuda?...El moreno
ya no sabía como tratar a la que fue su amiga, novia, apoyo… su todo y ahora no era
nada.

-Es una estúpida. –dijo con un tono lleno de rencor.


-¿Por qué?- inquirió el moreno. No preguntó “quién” pues sabía que ella se encargaría
de decírselo.
-¡Como puede sufrir por alguien que no la valora!- En ese momento Ginny no supo si
hablaba de Hermione o de ella misma.- La exhibe, la aleja de todo… es, es…
-¿Está enamorada?
-El amor viene de dos personas… No de una sola.
-¿Cómo puedes saber tú que él no la ama?
-¡Por que Malfoy no es capaz de amar a NADIE!
Harry sonrió, estaba de acuerdo en eso aunque confiaba en Hermione y si ella sabía
que Malfoy la “amaba” a él no le quedaba más remedio que creerle.
-Yo confió en Hermione…

La pelirroja hizo un gesto duro levantándose caminó de nuevo a la salida. El chico de


ojos verdes y cabello despeinado se limitó a ponerse de pie y observarla salir, alejarse
de él. No supo exactamente que, pero estaba seguro de haberla herido una vez mas
como lo venía haciendo desde hace bastante tiempo, respiró profundamente… Con las
piernas temblando salió tras ella.

Ginny estaba recargada en las barandilla mirando al vació como las otras escaleras
cambiaban su dirección, respiraba con la boca abierta, contenía su pecho agitado y sus
manos que temblaban. El moreno miró su largo cabello rojo como el fuego, se coloco
detrás de ella pegando su cuerpo a su espalda sin decir una sola palabra. La chica se
viró bruscamente.

-Lo lamento- dijo Harry.


Ella sonrió vacíamente – Como puedes confiar en ella, después de que nos mintió,
engañó, oculto…
-Es mi amiga.- interrumpió- la mejor amiga que he tenido desde que tengo once años,
solo quiero que sea feliz… No me importa como yo…
-¿Por qué te preocupas tanto por ella?- después de segundos, no recibió respuesta así
que sonrió al tiempo que sus ojos se llenaban de lágrimas- ¿Por qué?... A veces parece
que la amas y…

No la dejó hablar más. La atrajo hacia su cuerpo tomándola de la cintura y la nuca para
besarla con una profundidad casi suicida, sobrevivieron respirando por la nariz
mientras sus bocas estaban fundidas. ¿A caso Ginny no podía comprender que todos
sus errores le habían hecho ver que ella era la única mujer de su vida? ¡No la merecía!
Y estaba consiente de ellos, pero que importaba, la amaba, su corazón se desbocaba al
sentirla pegada a su cuerpo y eso… era algo que no iba a cambiar.

Terminaron el beso de igual manera tan violenta y apasionada como empezó, sus
labios quedaron levitando muy cerca el uno del otro, hinchados y rojos de deseo. Ella
también lo amaba, aunque ese amor la halla estado destruyendo mucho tiempo.

-Te amo- dijo Harry suavemente- No lo entiendes con lo que hago, entonces intenta
entenderlo ahora que te lo estoy diciendo- tomó su rostro entre sus manos- Te amo
Ginebra Weasley, nunca lo dejé de hacer a pesar de todo.- sonrió como cuando era
niño, sus ojos vidriosos empañaron sus anteojos.
-Yo nunca dejé de amarte…- dijo Ginebra con la voz entre cortada.

La chica lo tomó del rostro poniéndose de puntas para besarlo suavemente, él puso
sus manos sobre las de ella cerrando los ojos para corresponderle con la misma
suavidad y lentitud que ella había marcado.

-¡Pero que lindooos! – gritó Ron en forma de mofa ganándose un codazo de Luna. -
¿¡Que!? Son lindos – dijo el pelirrojo riendo.

Harry no había soltado a Ginny, al parecer no tenía intención de hacerlo. Ron le


extendió un pergamino a su amigo mientras se recargaba en el hombro de la rubia de
mirada tranquila.

-¿Qué es esto?- preguntó Harry.


-Me lo dio McGonagall- respondió Ron.
-Al parecer organizan una especia de evento…- dijo Luna.
-¿Qué clase de “evento”?- preguntó Ginny.
-Una cabalgata en Unicornios para los alumnos de último curso…
-¡Pero podemos llevar un acompañante de cualquier otro curso! – interrumpió Ron.
Ginny suspiró profundamente.
-¿Qué te pasa Gin? – pregunto el pelirrojo. Harry cerró los ojos sin decir nada.
-Es Hermione- dijo seguido de otro suspiro- Y Malfoy…

La escalera sobre la que estaban cambió de lugar llevándolos casi del otro lado del
castillo. Se apresuraron a subir antes de que cambiara de nuevo, sabían que ya no se
quedaría quieta.

-Ahora que lo pienso ¿A quien llevare conmigo?- dijo Harry.


-¡Oye!- lo codeo Ginny.
-¡Estaba bromeando! – dijo El moreno sonriendo.

Ambos se alejaron sin despedirse, Luna sonreía al verlos jugar de esa manera. Al virar
su rostro encontró que su novio miraba la nada apenas respirando, no dejó de sonreír.
Se acercó a él por detrás saltando para rodearlo con sus brazos. EL chico sonrió
tristemente y dejó que la chica asentara los pies en el suelo antes de virarse para
quedar frente a frente.

-¿No me preguntas que pasa?- dijo Ron.


-¿Cuándo he necesitado preguntar para saber que te pasa?- contesto tranquilamente
con esa voz de ángel que la caracterizaba.
Él suspiró- Tienes razón… Pero me, molesta… que ella no pueda dejar algo que le hace
daño, no puedo creer como…
La rubia lo silencio con su dedo índice- Todo parece lo que en realidad no es Ron. Ellos
van a tener lo que merecen y lo que quieren, solo deja que el tiempo pase.
-El tiempo no arregla nada y lo sabes.- dijo Ron.
-El tiempo… Es el dueño de la vida, del destino y siempre, tarde o temprano… Pone las
cosas en su lugar.- dijo ella. El pelirrojo no dijo nada, se limitaba a mirarla con una
enorme sonrisa. -¿Qué?- dijo la rubia.
-¿Por qué siempre tienes la razón y la respuesta para todo?- pregunto el Gryffindor.
-Por que soy Ravenclaw- respondió ella orgullosamente mostrando el águila sobre su
túnica.
Ron puso los ojos en blanco- eso lo explica todo.- dijo y la besó.

Bajaron las escaleras directo para salir del castillo. El sol había salido de nuevo, casi
todos los alumnos de séptimo curso se encontraban afuera emocionados por la
próxima cabalgata. Hagrid traía cuatro unicornios blancos sujetados con correas de
seda, las alumnas de todas las casas se acercaban para acariciarlos o solo observarlos.
Sonrió a donde estaba sentada Hermione debajo de un gran árbol junto al lago.

La castaña tenía un libro en manos y sin embargo no leía a pesar de que lo mantenía
abierto. Ron la miró a lo lejos, estaba a punto de caminar hacía ella con una enorme
sonrisa cuando Luna lo detuvo del pecho señalándole el lado contrario: Malfoy se
aproximaba también. El gryffindor respiro profundamente y cerrando los ojos dejó que
Draco llegará a ella, no se entrometería.
-¿Ahora que?- dijo Hermione. Su tono de voz parecía más cansado que molesto.
-Solo quiero… hablar- dijo el chico suavemente.
-Hablar… Por que no me voy a mover.- dijo cerrando el libro.

El rubio se sentó junto a ella, la sombra de árbol lo refresco al igual que la brisa y los
destellos de sol que lograban atravesar las espesas ramas. Ninguno de los dos se miró,
observaban la misma dirección respirando como podían. ¿Quién hablaría primero? ¿El
que pensaba hacer más daño? ¿O el que pensaba recibirlo?

Respiro profundamente - ¿Sabes lo que quiero verdad?- dijo.


-Si.- respondió cerrando los ojos.
-¿Qué es lo que quiero?
-Que deje de estorbar en tu vida.
-*Te equivocas*-pensó- Exacto.
-¿Vas a sacarme así nada mas?
-*No, no quiero* Si.
Ella sonrió- Puedo preguntar ¿Por qué?
-*Por que no te merezco, porque eres demasiado para mi, por que no quiero que
sufras* Hay tantas razones y de todas solo hay una importante.
-¿Cuál es?
-*Por que llevas mi sangre y a pesar de todo te amo* Nuestros mundos- rió- son tan
absurdamente diferentes.
-Lo entiendo. Pero… ¿Qué hice?- dijo Hermione con su voz temblando muy
suavemente.
-*Iluminar mi vida de la manera mas maravillosa que nada ni nadie lo hizo, hacerme
amarte, amarme…*- Respiró profundamente unos minutos- Nada Hermione, así tiene
que ser.
-Entiendo.
-*No lo entiendas, no quiero que lo entiendas. Dime una sola palabra y te juro que me
podría a tus pies*- las lagrimas estaban a punto de salir de sus ojos claros-
¿Entonces…?
La gryffindor se levantó apretando su libro contra su pecho:
- Entonces yo me voy, no quiero llegar tarde.- dijo y sonrió.- ¿Así tenía que ser no?
El rubio asintió.
-Adiós Draco.- dijo y sonrió de nuevo- Lo siento… Malfoy.- se alejó.
Respiró profundamente:
-Adiós para siempre… Hermione.

La castaña se alejó. A pesar de todo se sentía tranquila. Sus amigos formaban un


círculo esperando que le entregaran sus unicornios. Ella no puedo evitar pensar ¿Qué
harían sus padres en ese momento?
Una tarde como cualquier otra en la que el señor y la señora Granger vuelven de su
trabajo, como siempre él, revisa el buzón que tiene la palanca roja hacía arriba
indicando que llegó algo nuevo. Abre el buzón y revisa carta por carta, algunas son
cuentas, otras invitaciones e incluso la revista medica de Inglaterra en una edición
especial.

-¿Llego algo interesante?- Pregunta la señora Granger al tiempo que su marido entra a
la casa.
-No, pero hay algo raro… un estudio de laboratorio.- dice el señor Granger con
desconcierto.
-uh, debe ser de Hermione, Antes de volver a Hogwarts dejó una muestra en el banco
de sangre.
-¡Que! – se exalta el señor Granger.
-Tranquilo querido, no debe ser nada serio.
-¡Nada serio! ¡Pero ella estaba enferma y nadie me lo dijo!
La señora Granger le soba la espalda a su esposo:
-No es nada, si quieres ábrelo tu mismo y compruébalo.

Si ella lo invita a hacer tal cosa es que está confiada en que tiene razón. Aún así se
atreve a abrirlo, no ve nada… Se pone sus lentes redondos y empieza a inspeccionar
desde el nombre de su hija la fecha que marcaba el 26 de Diciembre un día después de
la navidad. Sigue con su inspección dado por sentado que todo esta bien… Llega… hay
algo raro…

La señora Granger nota que su esposo pierde el color, no dice nada… de inmediato se
preocupa y se acerca a él. El señor Granger lo único que hace es darle la hoja de los
análisis y desmayarse.
Ella empieza a inspeccionar, leer, cautelosamente y… El señor Granger se vuelve a
levantar.
-Hermione está… - dice la señora Granger.
-Embarazada.- completa el señor Granger y se desmaya de nuevo.

Zabini llegó a donde Malfoy se encontraba sentado, le extendió una mano para que se
levantase y sonrió ampliamente. El rubio tenía el semblante triste, sin embargo era
algo que él no pensaba mencionarle. Se alejaron a donde estaban los demás igual de
impacientes por que empezara la cabalgata, era algo que nunca habían hecho. El
moreno lo guió hasta una chica de tez morena clara y cabello castaño oscuro liso que
le llegaba a media espalda. De inmediato el chico rubio pensó que era una de las
mujeres mas bellas que había visto en Hogwarts.

-Malfoy ella es Sabrina, mi pareja.- la presentó Blaise.


-Encantado y si me permites decirte algo… Lo siento por ti.
-¡Draco! – gritó el moreno.
El rubio le guiñó un ojo a la Ravenclaw y ella sonrió:
-Si me permites decirte algo, pienso que Blaise es encantador.
-Estoy de acuerdo, tan encantador como nadar con pirañas carnívoras.- respondió él
rubio sin dejar de mirar al circulo de gryffindor en donde se encontraba Hermione.
-Malfoy basta.- dijo el chico al tiempo que se quitaba la corbata.- Yo que pensaba
ayudarte.
Draco se viró para mirarlo:- ¿Ayudarme?
-Sabrina está en Ravenclaw…
-Si no es por la corbata azul y el cuervo en la túnica no lo hubiera notado nunca.
-Es un águila, - dijo la chica arqueando la ceja.
-La casa de Ravenclaw se caracteriza por su inteligencia.
-El punto es…
-El punto es que Sabrina y yo discutíamos sobre los genes mágicos y le conté que
quería casarme con mi Prima… pero no me dejaron, porque éramos familia.
El rubio sonrió –Zabini tus perversiones familiares no me interesan.
-¿No?... es que descubrí que si podría casarme con un familiar mío.
-No entiendo- dijo Draco con un tono casi sepulcral.
El moreno sonrió ampliamente.
-Es muy simple- dijo la Ravenclaw mientras se quitaba la túnica mostrando un cuerpo
voluptuoso y perfecto- Los genes de los brujos son diferentes a los de los muggles, a
diferencia de ellos, si los nuestros se mezclan no pasa nada, por eso los Sangres Puras
acuerdan matrimonios entre primos y muchas veces… Entre hermanos.

Era cierto… El sol le iluminó el rostro.

-Entonces… - susurró.
-Entonces, si no importa que te cases con tu hermana… ¿Qué mas da que se casen
familiares con los que no te emparentas en cien años?

Podía, podía, podía. Mil cosas se cruzaron por su mente. Volvió a mirar donde la chica
de cabello castaño sonreía cuando Ron le hacía cosquillas, la miró fijamente como un
halcón que ha elegido su presa y no piensa cambiar de opinión. Los ojos de Draco se
centraron en Hermione como hacía mucho tiempo lo había hecho. Entonces, mientras
recorría con sus ojos hambrientos aquella silueta cubierta por un espantoso uniforme,
llegó a su rostro y ella también lo estaba mirando.
El rubio hizo una reverencia… Y le sonrió.

Antes.

Epilogo: Antes

-«Tengo miedo» - dijo sin abrir los ojos mientras él la tomaba de los hombros para
hacer que se sentara en la cama.
-«Todas las cosas nacen, cuando te atreves a comenzar» - decía muy suavemente con
esa voz llena de ternura que solo ella podía despertar en él.

Como una niña pequeña lo abrazó, él no podía evitar reír. Era la primera vez que se
separarían en muchos años y ciertamente a él no le apetecía dejarla. La sacó de la
cama levantándola en sus brazos, ella apoyó su cabeza contra su hombro enterrando
la cara en su cuello y enredándolo con sus piernas de la cintura.

«Todas las cosas nacen, cuando te atreves a comenzar»

« cuando te atreves »

« a comenzar»

¿Lo dirá por experiencia propia? Tal vez tiene razón, no lo sé. Supongo que con el paso
del tiempo lo descubriré. Quiero volar, quiero sentir, quiero amar… Hoy he decidido…
Que voy a empezar.

Estaba sentada frente al tren que la llevaría Hogwarts ese año, con las rodillas
encogidas y temblando un poco. El silbato del tren sonó, levantó su rostro y el cálido
sol le bañó el rostro, abrió los ojos lentamente y sonrió… Era tan hermosa, llena de
vida. Miro a una castaña que se acercaba sonriente, vestida con un simple jean azul y
una blusa rosa de escote hermoso no muy pronunciado, su cabello estaba suelto como
acostumbraba desde su adolescencia, ella extendía una mano y un hombre rubio, alto,
apuesto la tomaba y así… tomados de la mano se acercaban a ella…

Su cabeza palpito, siempre lo hacía al verlos juntos, era como si recuerdos que no le
pertenecían estuvieran en ella y eran hermosos. Al menos algunos de ellos.
El rubio hizo una reverencia… Y le sonrió.
Al erguirse de nuevo mordió su labio inferior sin borrar esa sonrisa seductora y
ciertamente maquiavélica.
-« ¿Zabini? »- pregunto Draco.
-«¿Que? » - respondió el moreno distraídamente.
-« ¿Qué día es hoy?»
Blaise sonrió mostrando su dentadura blanca -« diez de enero »- dijo con algo de ironía
-« ¿Por qué? »
El slytherin no podía dejar de sonreír:
-« Por nada»

Se besaron frente a ella… ¿Por qué tenían que ser tan repulsivos? Pensaba mientras
sacaba la lengua en un claro gesto de asco infantilesco que lograba causarles mucha
gracia, no importaba, les daba igual; seguían demostrándose su amor con besos por
todo el rostro firmemente abrazados frente a ella… Hasta que se puso de pie y caminó
hacia ellos, cada uno de sus pasos era una nueva palpitación en su cabeza… Miró su
reloj de muñeca que tenía un hermoso oso dorado que bailaba, eran las cuatro de la
tarde.

Eran las cuatro de la tarde del mismo día, cuando todo parecía mas perfecto, el sol
iluminaba el lago tiñéndolo de hermosos colores, él lo decidió, tendría que ser suya…
No, no “tendría” que serlo. Ya lo era. Más suya que de nadie. Miro como la castaña
cabalgaba lentamente bordeando el lago, siguiendo la caravana de los demás alumnos
que estaban a su alrededor.
-« ¡Zabini! »- gritó Draco.
-« ¿Qué quieres Malfoy? »- respondió el moreno con fastidio.
-« ¿Los unicornios vuelan? »- preguntó.
El moreno puso los ojos en blanco.- « ¡Si Malfoy! ¡Si vuelan! »

De inmediato el rubio golpeo con sus talones las extremidades del animal negro que
cabalgaba y fue adelantándose a todo galope, escuchó el grito de Hagrid pidiéndose
que se detuviera… Sin embargo no lo haría, nada lo detendría. Así llego hasta donde
los gryffindor estaban reunidos cabalgando tranquilamente y de un arrebato tomó a
una castaña de la cintura para pasarla con un ágil movimiento a su unicornio, al
instante las alas del animal se extendieron elevándolos por los aires, ella gritó, lloró, le
temía a las alturas desde siempre y eso no había cambiado. Él rió, victorioso…

Se elevaron por el cielo azul, parecía que iban sobre el sol. Ella estaba demasiado
asustada como para ver lo hermoso que era todo, tenía los ojos cerrados, apretados
fuertemente con el seño fruncido, sus labios temblaban e intentaba morderlos para
contener el temblor de ellos. Hermione solo podía sentir su cabeza girar a una
velocidad impresionante y de pronto… todo se detuvo: No había más movimiento, sus
pies tocaron un suelo duro como de piedra, sintió su frente recargada contra el pecho
de Draco y fue abriendo los ojos lentamente.

La gryffindor levantó su cabeza lentamente y lo miró, los ojos grises del chico
expresaban ternura los de ella…
-¡Que demonios piensas!- gritó.
Expresaban rabia. Sin embargo el sonreía y dejaba que ella lo golpeara en el pecho.
-¡No se quien te has creído Malfoy…!
La besó. Fue cortó, suave, perfecto. Hermione dejos sus labios entre abiertos y lo miró
a los ojos, con una expresión de sorpresa que rayaba en el miedo.
Draco sonrió – Cásate conmigo.

-¿Por qué nos miras así?- preguntó su madre divertida.


-Eso es asqueroso- respondió ella.
-Lo se hija… pero con el tiempo te das cuenta que besar a un hurón no es tan malo-
respondió sonriendo.
-Claro, nada puede ser tan malo como besar a una come libros- intervino el rubio.
Ambos rieron.

Hermione tomó de la mano a su pequeña hija, que acababa de cumplir los once años.
Tenía la piel de porcelana de su padre, el cabello corto hasta los hombros, castaño
como el de su madre pero lacio en contraste con ella, sus ojos eran marrones con un
tono grisáceo que la hacía parecer una verdadera muñeca.

La pequeña temblaba mientras avanzaban al tren que cada vez hacía más ruido y
estaba mas lleno, tembló aún mas apretando la mano de su madre con fuerza al
tiempo que trataba de esconderse detrás de su espalda.

-¿No me digas que tiene miedo?- dijo una voz familiar.


-¡Tío Ron!- gritó.
-¡Pequeña!- gritó el pelirrojo poniéndose en cuclillas para acogerla en sus brazos.
-¡Weasley!- gritó Draco imitándolos a ambos en tono sardónico al extremo.

El pelirrojo tenía el cabello largo amarrado en una coleta y usaba unos lentes de media
luna sobre media nariz que le cubrían la mayoría de las pecas. Detrás de él se poso una
hermosa rubia, la edad había acentuado su belleza, ahora llevaba el cabello un poco
mas corto, pero sin duda seguía teniendo ese aire inocente que siempre la caracterizó.
-¿Cuántas veces te dije que no lo llames tío?- dijo el ex slytherin apartando a su hija de
los brazos del pelirrojo mientras que ella reía.
-Supongo que las mismas veces que le he dicho que no eres su padre…
-¡Ron!- gritó Luna- Compórtate. Hola a los dos.- saludó cordialmente.
La castaña se acercó a abrazarlos a ambos:
-¡Que gusto me da verlos! ¡¿Hace cuanto que no nos veíamos?
-La fiesta de año nuevo- dijo Ron- Si, aquella donde el hurón me convirtió en una
comadreja.
-Solo te recordé lo que eras…
-¡Draco compórtate!

La niña reía, le hacía gracia escucharlos discutir.

-¡Pequeña bribona! ¡Deberías subir ya al tren en lugar de burlarte de mí!

La castaña tomó de la mano a la pequeña para encaminarla a donde abordaría el tren,


notó que su hija llevaba el seño fruncido y una expresión de total aflicción:
-¿Qué pasa?
-¿Y si quedo en Gryffindor?...- preguntó con total preocupación. El silbato del tren
sonó otra vez.
-¡Te desheredo! – gritó su padre a lo lejos.
-¡Draco cállate! – le gritó Hermione.
-Era broma cielo- dijo mientras se acercaba con ambas manos en los bolsillos. Depositó
un beso en la frente de su hija- Pero en serio, no lo hagas.
-No tiene nada de malo querida, yo estuve ahí.
-Si… nada de malo- dijo él poniendo en.- Pase lo que pase estaremos orgullosos de ti.
Las palabras de sus padres parecieron tranquilizarla.
-¿Draco? ¿Nos das un minuto?
El rubio no dijo nada, solo le dio un beso en la frente a su hija y se alejó dispuesto a
seguir peleando con Ron.
De su bolso sacó una especie de diario viejo y se lo entregó.
-¿Qué es?
-Me lo regaló tu padre hace muchos años… Nunca pude escribir algo decente en él…
Tal vez tú puedas hacerlo.
Lo tomó apretándolo contra su pecho:- Gracias mamá.
-Suerte hija.

Después de un beso y un fuerte abrazó subió al tren. Buscó un compartimiento vació,


él único que quedaba. Se sentó tranquilamente pensando en todo lo que sabía. Las
anécdotas que le habían contado sus padres a lo largo de sus once años de vida y
claro… lo que recordaba por su propia cuenta y no sabía por que pero no le importaba,
ni le molestaban los hermosos recuerdos que amor que se incrustaban en su mente sin
haberlos vivido nunca.

Un gritó la sobresaltó sacándola de sus pensamientos, una chica había caído en el


pasillo.
-¡Por Merlín!- gritó la castaña.
-Estoy bien Maddi, bien, bien, bien.
-¡Eres una tonta Mir!- volvió a gritar riendo ayudándola a que se levantara.

Aquella chica levantó su rostro, tenía grandes ojos Azules y el cabello rubio platinado
tan claro que casi parecía blanco como pelo de oso polar. Era aun más hermosa que Su
madre: Luna Lovegood. Llevaba como nombre Mireya Weasley, por alguna razón el
nombre de Mir siempre le había gustado a Ron y Luna no se opuso a que lo llevara.
La rubia se acomodó en el sillón frente a la hija de Hermione a la que ella llamaba
Maddi.

-¿Qué tal el verano?- preguntó Maddi.


-Igual que todos… Sobreviviendo a la comida de papá.
-Vamos el tío Ron no cocina tan mal.
Mir rió –El día que aceptes una invitación a comer a casa, hablamos de eso.
-¿Al menos se le pasó la histeria que tenía?
-¿Qué histeria?
-No sé Mir, en una de tus cartas me contaste que quería matar a alguien…
-Ah, eso… Solo se puso así cuando supo que la tía Ginny se iba a casar con el tío Harry
por que estaba esperando un bebé.
-¡Tendrás un primo!
-Eso parece- dijo con mucho desgano.

Hubo un minuto de silencio, Maddi abrió de nuevo el libro casi en blanco que su madre
le había regalado minutos antes. Leyó algunas frases, versos que no tenían sentido ni
orden, el resto del libro estaba en blanco. Mir la observó con curiosidad.

-¿Qué haces?
-Mi madre me regaló esto… no sé para que.
-ah… ¿Y que vas a hacer?
La castaña sonrió- supongo que escribir una historia…- susurró.- solo espero que no me
tome mucho tiempo.
-¡Imagínate que pasaras los siete años que tenemos en Hogwarts escribiendo!
-No lo creo... Una historia no puede ser tan larga
Mir se encogió de hombros - Quien sabe Maddi, mamá dice que hay historias que
están condenadas a repetirse una y otra vez...
-¿Tu crees?
-¡Claro!... Si yo volviera a nacer me gustaría ser novia de mi papá...
Maddi rió - Quien sabe, tal vez lo seas...- se quedó pensando en las palabras de su
padre, ¿él querría que empezará a hacer eso?- *¿Lo dirá por experiencia propia? Tal
vez tiene razón, no lo sé.*- pensó

Hizo un movimiento con su mano apareciendo una pluma que no necesitaba tintero.
Su mano tembló en cuanto puso la punta sobre el papel, nunca había escrito nada y
ciertamente no sabía como hacerlo, sin embargo… Iba a intentar. Agacho la cabeza y
escribió:

Todo lo que voy a contar, sucedió antes: Porque el presente solo se forma del pasado y
lo que encontramos en el efecto, probablemente estaba ya en la causa

-¿Terminaste?- preguntó Mir algo impaciente.


-Pero si acabo de empezar.- contesto la castañita riendo.
-¡Yo quiero un pie!
-Yo también- dijo Maddi sobándose el estomago- Muero de hambre…
-¡Entonces vamos a conseguir algo de comer!
-Pero…
-¡Vamos! ¡Tienes siete años para escribir!
-Y muchas otras vidas también.- susurró.
-¿Y si no terminas?
-hum, pondré un hechizo para que mi tataranieta lo recuerde todo y tenga que
escribirlo...
-¡Estas loca! - gritó Mir riendo - Como si eso se pudiera.

El tren empezó a avanzar lentamente. Ella miró sobre su hombro a la ventana donde
sus padres estaban abrazados:
- *¿Quien dice que no?* - hizo un ademán con la mano para despedirse de ellos y
sonrió.

Tuvo un mal momento y rompió las reglas,


Él le ofreció la aventura vulgar del enredo en un cuarto de hotel...
Amor no es literatura, si no puede escribirse en la piel.
Madeleine Malfoy Granger.
Fin.

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