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CONFLICTO,
GUERRA Y PAZ EN
EL PENSAMIENTO
POLÍTICO KANTIANO
Jefferson Jaramillo Marín
CONFLICTO, GUERRA Y PAZ
EN EL PENSAMIENTO
POLÍTICO KANTIANO
BIBLIOTECA MAGNA
Humanidades, filosofía y doxografía
J. F. Palma Arismendi
Director
Comité Editorial
Ángela C. Villate
J.F. Palma Arismendi
Gustavo Ibáñez Carreño
© Uniediciones
Imprenta: Carrera 69 Bis No. 36-20 Sur
Tels.: 2300731–2386035
Librería: Calle 12 B No. 7-12. L. 1
Tels: 2847524 – 2835194
Librería Teusaquillo: Calle 37 No. 19-07
Tels: 7025760 – 7025835
Bogotá, D.C. – Colombia
www.uniediciones.com
Queda prohibida la reproducción parcial o total de este libro por cualquier proceso
reprográfico o fónico, especialmente por fotocopia, microfilme, offset o mimeógrafo.
Ley 23 de 1982
ISBN: 978-958-5589-48-3
Primera edición
Colección: Biblioteca Magna
Agradecimientos ....................................................................... 13
Prólogo
Huellas de la indagación filosófica....................................
en la investigación sociológica ............................................. 15
Introducción ............................................................................... 19
1
Bobbio, N. El tercero ausente. Madrid: Ediciones Cátedra, 1997.
20 Jefferson Jaramillo Marín
2
Hassner, Pierre. “Immanuel Kant”. En: Strauss, L. Y Cropsey, J. Historia de la
Filosofía Política. Tercera reimpresión. México: F.C.E, 2001. p. 549.
3
Autores como Hassner son del parecer que Kant no fue un pensador político, aunque
presente “enseñanzas políticas” en algunas de sus obras; lo político siempre estaría
Introducción 21
discutiremos si lo fue o no; lo que diremos es que al entrar por los senderos
de algunas de sus obras de madurez es ineludible una reconstrucción
de sus principales postulados políticos, con la actualidad que ellos
puedan revestir en el análisis de situaciones que siguen perdurando.
Especialmente, a tenor de esa lógica, es que nos hemos dado a la tarea
de comprender, con sus luces y sombras, tres de esas problemáticas
que consideramos de raíz en el pensamiento kantiano, las cuales por
su puesto serán objeto de rastreo en los siguientes capítulos, a saber: el
conflicto y el antagonismo como elementos ineludibles y productivos
en la historia del género humano, la guerra como una situación de
exacerbación tanto del conflicto moral del género humano, como de
las relaciones jurídico-políticas entre los Estados y, finalmente la paz
como un proyecto ético-político, duradero y razonable, en el marco de
una organización y un orden cosmopolita social.
Como premisa inicial en este camino de indagación, diremos que
en obras como Ensayo Sobre la Paz Perpetua, Idea de una Historia
Universal en Sentido Cosmopolita, Fundamentación de la Metafísica
de las Costumbres y Metafísica de las Costumbres y otras adicionales
mencionadas en el camino4, existe una teoría del conflicto, de la guerra
6
Hemos seguido para estos textos las siguientes traducciones: Filosofía de la Historia.
Argentina: Editorial Lozada. 1958. Estudio preliminar y selección de textos realizada
por Estiú, Emilio. Filosofía de la Historia. Colombia: F. C. E, 1998, Segunda
reimpresión. Traducción y estudio Introductorio de Eugenio Imaz. Ensayo sobre la
Paz Perpetua. Madrid: Editorial Tecnos, 2001, Reimpresión. Traducción de Joaquín
Abellán y presentación de Antonio Truyol y Serra.
24 Jefferson Jaramillo Marín
7
La cita completa de Arendt es la siguiente: “Si es aniquilado un pueblo o un estado
o incluso un determinado grupo de gente, que –por el hecho de ocupar una posición
cualquiera en el mundo que nadie puede duplicar sin más– presentan una visión del
mismo que sólo ellos pueden hacer realidad, no muere únicamente un pueblo o un
estado o mucha gente, sino una parte del mundo – un aspecto de él que habiéndose
mostrado antes ahora no podrá mostrarse de nuevo. Por eso la aniquilación no lo es
solamente del mundo, sino que afecta también al aniquilador. La política, en sentido
estricto, no tiene tanto que ver con los hombres como con el mundo que surge entre
ellos; en la medida que se convierte en destructiva y ocasiona la ruina de éste, se
destruye y aniquila a sí misma”. Cfr. Arendt, Hannah. ¿Qué es la Política? Barcelona:
Ediciones Paidós, 1997 (Fragmento 3C: La Cuestión de la Guerra; pp. 117-118.
Introducción 25
Estado en guerra con otro debe permitirse utilizar instrumentos que hagan
imposible la confianza en la paz como los asesinos a sueldo, la traición,
el quebrantamiento de los pactos, etc.”. En ese artículo tal y como lo
discutiremos más adelante, Kant parte del hecho de asumir que desde
el interior de la guerra misma son necesarios unos mínimos y unas
condiciones de racionalidad moral y política para que ésta pueda cursar
dentro de marcos que hagan posible, alguna vez, su término y no su
continuación ad – infinitum.
Pero, puede surgir entonces un interrogante respecto de lo anterior:
¿de donde acá esa preocupación de Kant, de buscar la paz en medio del
conflicto, o al menos en medio del armisticio? ¿Por qué buscar la paz no
desde fuera de la guerra sino desde dentro de la guerra? Consideramos
hipotéticamente, algo que someteremos a reflexión posterior, que tanto
la primera como la segunda pregunta tienen denominadores comunes en
el pensamiento del filósofo, a saber: primero, el conflicto es connatural a
lo humano que se caracteriza por una “insociable sociabilidad humana”;
segundo, el conflicto es imposible eliminarlo o superarlo, tan solo
limitarlo y en especial el conflicto violento; tercero que la guerra, es un
tipo de conflicto a gran escala, que supone el choque de voluntades, en
este caso de colectividades organizadas políticamente, que se definen
a sí mismas como enemigas, que además supone ciertas modalidades
empleadas para dirimirlo, ciertos objetivos y estrategias construidas y
perseguidas por las partes y ciertas reglas de juego, esto último queriendo
significar que no existe frente a ella una zona de total despeje ético8.
Además, supone que, llegado el momento de un armisticio, de cese
8
Tomo estas condiciones de Papacchini, Angelo. Derecho a la vida. Cali: Editorial
Universidad del Valle / Colciencias, 2001. p. 293. Cfr. Ruiz Miguel, Alfonso. La
Justicia de la guerra y de la Paz. Madrid: Centro de Estudios Constitucionales, 1988.
Este autor trae a consideración una definición que complementa la de Papacchini
y amplia el horizonte de reflexión a la hora de pensar el problema desde la posición
kantiana, a saber: “ la guerra es una situación de hecho caracterizada por la existencia
de un conflicto desarrollado mediante la fuerza armada entre dos grupos diferentes y con
cierta similitud entre sí ”; pp. 49. Se puede considerar además que estas dos definiciones
también realizan moderadamente un contrapeso al realismo crudamente político de
la guerra como simple “acción violenta” que aparece, como veremos más adelante,
en algunos pasajes célebres de Maquiavelo; Hobbes; Hegel y Clausewicz. Este
último, recordemos aquí de pasada, reconoce a la guerra como una “acto de violencia
destinado a obligar al adversario a hacer nuestra voluntad”. Cfr. Clausewitz, Karl
Von. De la guerra. Editorial Zeta, 1972.
26 Jefferson Jaramillo Marín
9
Quede claro por ahora que Kant no era un defensor a ultranza de los armisticios;
antes por el contrario, los consideraba un “imperativo hipotético” de la política para
conseguir algo más duradero, razonable y moralmente aceptable como la paz futura
entre las naciones. Ello queda ratificado aún más cuando se refiere a la paz como “un
problema a resolver gradualmente”.
Introducción 27
11
Existe traducción al español Cfr. La guerra. Ediciones Oikostau, Colección ¿Qué sé?, 1971.
Introducción 29
1
Este capítulo fue publicado bajo el título “Ética, Política y Republicanismo en Kant”
en la Revista Praxis Filosófica. Departamento de Filosofía. Universidad del Valle, Cali,
Nueva Serie, No. 18, Enero – Junio 2004; pp. 101-114. Se han introducido algunos
cambios sustanciales considerados pertinentes.
2
Kant, E. Ensayo sobre la Paz Perpetua. Op. Cit; p. 46.
32 Jefferson Jaramillo Marín
período comprendido entre 1793 con la publicación de Sobre el refrán: lo que es cierto
en la teoría no vale para la práctica y 1798 con la obra El Conflicto de las Facultades.
Según Turró, en la primera obra condena explícitamente la legitimidad del proceso
revolucionario, asumiendo más tarde, con la segunda, el “ideal de concordancia
entre el estado surgido de la revolución y los máximos intereses de la humanidad”.
Cfr. Tránsito de la naturaleza a la historia en la filosofía de Kant. Barcelona: Editorial
Anthropos, En coedición con la Universidad Autónoma de Metropolitana, Iztapalapa,
México, 1996. pp. 266-271.
4
Cassirer, Ernest. Kant, Vida y Doctrina. Tercera reimpresión. México: F. C. E,
1978. p. 434.
5
Kant, E. Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres. Barcelona: Editorial
Ariel, 1996, Primera edición, Edición bilingüe y traducción de José Mardomingo;
p. 235; (452, 35). El texto que sirvió de base a la traducción es el publicado por Kant
en 1786 (al que se refieren siempre los estudiosos y editores como A2). En adelante
se citará la página de la traducción de Mardomingo, seguido (entre paréntesis) de
la numeración del texto alemán original (A2): FMC; p (página y párrafo).
34 Jefferson Jaramillo Marín
6
FMC; p. 155; (412, 25).
7
FMC; Ibíd.; (413, 30).
¿Primado o convergencia entre ética y política? 35
8
FMC; p. 223; (446, 5).
9
Aunque la distinción, reconoce Kant, es un poco grosera, el hombre puede considerarse
en todas sus acciones como perteneciente tanto al mundo de los sentidos, bajo el
gobierno de leyes naturales (empíricas), como al mundo inteligible, bajo leyes que,
independientes de la naturaleza, no son empíricas, sino que están fundadas meramente
en la razón; FMC. p. 235; (452, 25-30).
10
FMC; p. 225; (447, 5).
36 Jefferson Jaramillo Marín
11
FMC; p. 235; (452, 30 – 35).
12
FMC; p. 239; (454, 5).
13
FMC; p. 243; (456, 10-15).
14
FMC; p. 245; (456, 35).
15
FMC; p. 249; (459, 5).
¿Primado o convergencia entre ética y política? 37
16
FMC; p. 257; (462, 30-35).
17
Quesada Castro, Fernando. La filosofía política de Kant: el no lugar de la
política. (El nudo gordiano siempre estuvo roto). En: Suplementos Anthropos, No.
28, Barcelona, 1991. p. 35.
38 Jefferson Jaramillo Marín
18
Ibíd. p. 35.
19
No olvidemos incluso, que la necesidad de establecer las condiciones formales que
permitan el ejercicio concreto de la libertad tanto para los individuos está presente en
los principales postulados de teóricos más contemporáneos como Rawls y Habermas.
20
Villacañas, José Luis. Republicanismo en Kant o el Derecho sagrado de los hombres.
En: Del Renacimiento a la Ilustración. Vol. II. Edición de Javier Echeverría. Madrid:
Ed. Trotta, 2000.
¿Primado o convergencia entre ética y política? 39
21
Gómez Caffarena, J. “La conexión de la política con la ética. ¿Logrará la paloma guiar
a la serpiente? En Aramayo, R.R; Muguerza, J; Roldán, C (eds.), La paz y el ideal
cosmopolita de la Ilustración. A propósito del bicentenario de `Hacia la paz perpetua` de
Kant. Madrid: Editorial Tecnos, S.A, 1996. p. 65-67.
22
Kant, E. Ensayo sobre la Paz Perpetua. Op. Cit; pp. 48, 55-56. El filósofo es enfático
en rechazar ciertas máximas de habilidad política que no reconocen un deber moral
para con el otro y que instrumentalizan las relaciones políticas: “ fac et excusa”;
“Si fecisti, nega”, “divide et impera”; sin embargo, defendería ciertas máximas en
función de lo colectivo como las de la publicidad del derecho: “son injustas todas las
acciones que se refieran al derecho de otros hombres cuyos principios no soportan
ser publicados; así mismo defiende la máxima de los armisticios: mientras se logra la
paz se debe humanizar la guerra”.
40 Jefferson Jaramillo Marín
23
Bobbio, N. El tercero ausente. Op. Cit. p. 224.
24
Bobbio, N. Op. Cit. p. 225.
¿Primado o convergencia entre ética y política? 41
25
Papacchini, Ángelo. La ética ante el desafío de la guerra. Bogotá: Universidad Libre,
Ediciones Jurídicas Gustavo Ibáñez C, 2002. pp. 15-16.
42 Jefferson Jaramillo Marín
26
En el estudio preliminar de Adela Cortina a la Metafísica de las Costumbres se plantea
que esta obra es la única de las obras publicadas en vida de Kant en la que se plantea
¿Primado o convergencia entre ética y política? 43
con amplitud el problema de las relaciones entre el derecho natural y positivo y sus
relaciones con cuestiones como estado de naturaleza y estado civil, derecho privado
y derecho público, lo que en definitiva “constituye la clave de la doctrina jurídica
kantiana”. Lo interesante aquí es que Cortina discute el “posible iusnaturalismo
kantiano” a partir del malentendido de que Kant subordina el derecho positivo (que
procede de la voluntad del legislador y es estatutario) al derecho natural (basado en
principios a priori de la razón). Cortina sugiere, entre otras cosas, comprender que
el derecho positivo se ve orientado por el racional ya que este último le proporciona
criterio y legitimación, para que lo positivo no se instrumentalice, pues cada individuo
posee una libertad natural que a su vez necesita convertirse en una libertad positiva,
regida por una razón legisladora; esto último permite limitar entonces la posición de
iusnaturalista al estilo Hobbes o Locke. Cfr. Estudio preliminar de La Metafísica
de las Costumbres. Barcelona: Editorial Altaya, 1993. Traducción y notas de Adela
Cortina y Jesús Conill Sancho; pp. XLI-XLIV. La traducción de este texto se hace
siguiendo el texto de la Academia de Berlín, a cargo de P. Natorp que recoge la
primera edición de 1797 tanto de la Doctrina del Derecho como de la Doctrina de la
Virtud, así como los cambios de las variantes subsiguientes. Esta edición se referencia
como (VI, 203-493). En adelante se citará la página de la traducción de Cortina y
Conill Sancho, seguido (entre paréntesis) de la numeración del texto de la Academia
de la siguiente manera MC; p (p).
27
Bobbio, Norberto y Bovero, Michelangelo. Sociedad y Estado en la Filosofía Moderna.
El modelo iusnaturalista y el modelo hegeliano – marxiano. Primera reimpresión. Bogotá:
F. C. E, 1997.
44 Jefferson Jaramillo Marín
28
Bobbio, N. Op. Cit.
29
Una perspectiva sugerente frente al tema del contrato social se encuentra en Otfried
Hoffe quien lo desarrolla desde la noción de “metáfora” como “experimento mental”
que ha pasado ha significar en la filosofía política distintas cosas, “tanto en su contenido
como metodológicamente”. Más allá de que el interés de Hoffe es discutir el tema de
la justicia dentro del contrato, nos parece pertinente la forma como sintetiza los tres
principios básicos del contrato: a. Los implicados tienen libertad para suscribirlos
o no; b. Lo que se acuerda se refiere a la transferencia recíproca de determinados
¿Primado o convergencia entre ética y política? 45
32
Kant, E. En torno al tópico “tal vez eso sea correcto en teoría, pero no sirve para la
práctica” En: Teoría y práctica. Madrid: Tecnos, 1986 (1973). p. 37.
33
Op. Cit; p. 26; MC; p 139-140; 145-146; (311, 315-316).
¿Primado o convergencia entre ética y política? 47
34
Kant, E. En torno al tópico “tal vez eso sea correcto en teoría, pero no sirve para la
práctica”. Op. Cit. p. 37.
35
Bobbio, Norberto y Bovero, M. Sociedad y Estado en la Filosofía Moderna; Op. Cit;
p. 99; Cfr. Carracedo, José Rubio. El influjo de Rousseau en la Filosofía Práctica de
Kant. Op. Cit; pp. 54-70.
36
Sobre el giro radical de Kant a la fundamentación política del contrato liberal que
había propuesto Hobbes confrontar Cortés Rodas, Francisco. De la política de la
libertad a la política de la igualdad. Un Ensayo sobre los límites del liberalismo. Bogotá:
Siglo del Hombre Editores / Instituto de Filosofía de la Universidad de Antioquia,
1999. pp. 138-142.
48 Jefferson Jaramillo Marín
37
Incluyo aquí a Arendt, en tanto a la pregunta ¿Tiene la política todavía algún sentido?,
la autora responderá con una respuesta y concluyente: “el sentido de la política es la
libertad”. Arendt, Hannah. ¿Qué es la Política? Barcelona: Ediciones Paidós, 1997.
(Fragmento 3ª: Presentación: ¿Tiene la política todavía algún sentido?. pp. 61-62).
38
Kant, E. ¿Qué es la Ilustración? En: Kant, E. Filosofía de la Historia. Colombia: F.
C. E, 1998. Traducción y estudio Introductorio de Eugenio Imaz. p. 37.
¿Primado o convergencia entre ética y política? 49
primera se refiere a la forma como un Estado hace uso del poder a través de un
sistema constitucional que puede ser o bien republicano, o bien despótico. La segunda
hace relación a la persona que detenta el poder y que puede representarse de forma
monárquica, aristocrática o democrática. Cfr. Sobre la Paz Perpetua. Op. Cit. p. 18
50 Jefferson Jaramillo Marín
libertad de uno puede reunirse con la libertad del otro”40. La tesis, por
supuesto, concibe que el proceso de concordancia entre la libertad de
uno y la libertad del otro pasa necesariamente por una concordancia
entre el derecho natural y el derecho positivo, o lo que es lo mismo
por un proceso de legitimación política y moral, en el que la libertad
de todos y cada uno es garantizada por leyes legitimas que reclaman
obediencia incondicional41. Esto se concreta en una Constitución civil
que es la condición formal y suprema de todo contrato y de garantía
de la libertad en la esfera interna y externa.
El derecho es en esencia para Kant una ley universal de la libertad,
y en tal sentido, al igual que la moral, un hecho de la razón. De allí que
el derecho imponga obligaciones y deberes externos, que derivan del
deber moral interno (autolegislación), y que terminan por convertirse
en los deberes jurídicos de los sistemas políticos liberales, que en
esencia vienen a representar los derechos naturales de los individuos
que adquieren una categoría de juridicidad positiva en la medida en
que deben ser a toda costa defendidos y garantizados por el Estado:
libertad, igualdad y autonomía; derechos y deberes sobre los cuales
se soporta una Constitución o un Estado de derecho. En tal sentido,
como asegura Villacañas, “la piedra basal de todo derecho, en Kant,
es el deber natural que todo hombre tiene de defender políticamente, en el
seno de un Estado, su estatuto moral de ser su propio señor”42. Allí por su
puesto se ve la connotación moral del derecho, pues ese derecho innato
y natural tiene una estructura universalizable para todos. Además en la
medida en que se comprenda, como ya lo comentábamos anteriormente
en uno de los parágrafos, que es un deber político y no simplemente
un cálculo racional entrar en un Estado donde mi derecho natural y el
derecho natural del otro sea garantizado, se comprenderá la dignidad
del ser humano, que no renuncia jamás a su autonomía moral y
política, sino que por el contrario sólo obedece racionalmente a la ley
que él mismo se ha dado; es decir no solamente obedece a la coacción
40
MC. p 39; (230).
41
Kant divide la doctrina del derecho en natural y civil: al primero de los cuales se le
denomina derecho privado y al segundo derecho público. Cfr. MC. p. 54 (242). El
derecho público a su vez lo integran el político, el de gentes y el cosmopolita.
42
Villacañas, José Luis. Republicanismo en Kant o el Derecho sagrado de los hombres.
Op. Cit. p. 328.
¿Primado o convergencia entre ética y política? 51
43
Kant, I. Sobre la Paz Perpetua. Op. Cit. p. 16.
52 Jefferson Jaramillo Marín
44
Beck, Ulrich. Los padres de la libertad. En Beck, Ulrich (compilador). Hijos de
la libertad. Segunda Edición. México: F. C. E, 2002. p. 308. El republicanismo
moderno tiene otros exponentes diferentes a Kant. Para una mirada sobre el tema
en Maquiavelo, Rousseau y Spinoza, se recomienda Castro-Gomez, Santiago. El
Tonto y los canallas. Notas para un republicanismo transmoderno, Pontificia Universidad
Javeriana, 2019, Bogotá. Especialmente el capítulo 6 titulado “Republicanismo
Transmoderno” (pp. 153-211). Para una crítica de la versión republicana de la paz
liberal se recomienda Hans, Joas. Guerra y modernidad. Estudios sobre la historia de la
violencia en el siglo XX. Barcelona: Paidós, 2005. Especialmente el capítulo 1 titulado
“El sueño de una modernidad sin violencia”. (pp. 47-63).
¿Primado o convergencia entre ética y política? 53
45
Op. Cit; p. 312.
El conflicto y el antagonismo en la historia
humana: su regulación y su potencialización
1
Villacañas, José Luis. Kant. En: Camps, Victoria (ed). Historia de la Ética. Tomo 2:
La ética moderna. Barcelona: Editorial Crítica, 1999. p. 358.
56 Jefferson Jaramillo Marín
2
Kant, E. Idea de una historia Universal en sentido cosmopolita, En: Filosofía de la
Historia. Argentina: Editorial Lozada, 1958. Traducción y estudio introductorio de
Emilio Estiú. p. 39.
El conflicto y el antagonismo en la historia humana: su regulación... 57
3
Según Salvi Turró, en Idea de una historia Universal en Sentido Cosmopolita bajo esa
especie de “hilo conductor” la noción de libertad aparece condicionada totalmente por
una necesidad natural, es decir que el fin de la historia es el fin último de la naturaleza;
sin embargo, este problema es puesto en evidencia en otros textos posteriores como
Sobre el refrán: lo que es cierto en teoría no vale para la práctica, El Conflicto de las
Facultades y la Metafísica de las Costumbres en tanto se discuten los nexos entre
libertad externa e interna. Aquí los fines de la historia ya no son simplemente los que
define la naturaleza sobre el hombre sino los fines de la libertad como autoconciencia y,
por tanto, los fines del hombre y de todo el género humano. Cfr. Turro, Salvi. Tránsito
de la naturaleza a la historia en la filosofía de Kant. Barcelona: Editorial Anthropos,
En coedición con la Universidad Autónoma de Metropolitana, Iztapalapa, México,
1996. pp. 249-250.
58 Jefferson Jaramillo Marín
4
Kant; Op. Idea de una Historia Universal en sentido cosmopolita. Cit. p. 41.
5
Kant; Op. Cit.
El conflicto y el antagonismo en la historia humana: su regulación... 59
6
Zuleta, Estanislao. Elogio de la dificultad. Cali: Fundación Estanislao Zuleta, 1994.
7
Simmel, Georg. La lucha. En: Sociología 1, Estudios sobre las formas de socialización.
Madrid: Biblioteca de la Revista de Occidente, 1976; pp. 266, 283. Sin embargo,
Simmel comenta que una de las manifestaciones del antagonismo entre los individuos y
los grupos como es la lucha no tiene porque devenir en conflicto violento y aniquilación
del otro. En la lucha se puede buscar la superioridad y predominio de uno sobre otro,
pero en términos de habilidades y destrezas. De allí también la importancia de la noción
de juego que supone que los hombres en el reconocimiento mismo de la lucha siempre
acuerdan reglas y normas. Para una ampliación se recomienda Jaramillo, Jefferson. “La
sociología de Georg Simmel y la lucha como forma de socialización” En: Revista Pensar
la Uceva. Tuluá: Unidad Central del Valle del Cauca, No. 4. pp. 59-64.
60 Jefferson Jaramillo Marín
8
Algo parecido, creemos, asumirá Stefan Zweig. Se recomienda Jaramillo, Jefferson.
“Maurice Halbwachs y Stefan Zweig. Recuerdo, olvido y silencio de la Gran Guerra”.
En Revista Discusiones Filosóficas. Universidad de Caldas. Año 16. No. 26. pp. 89-106.
9
Kant, E. Idea de una historia Universal en sentido cosmopolita. Op. Cit; pp. 45-46. En
1915 Freud, anotaba que la creencia de que existe un exterminio total de las tendencias
agresivas era simple y llana ilusión, en tanto “no existe exterminio del mal”. En tal
caso las tendencias primitivas pueden ser controladas, sublimadas, inhibidas, dirigidas
hacia otros fines, pero siguen siendo imperecederas. De allí que Freud considerara en
plena Gran Guerra que la miseria anímica del europeo era la expresión del derrumbe
de la ilusión moderna: esperar más de los hombres de lo que ellos mismos prometían
a través de su condición humana. Sobre la guerra y la muerte. En: Freud, Sigmund.
El Malestar en la Cultura. Madrid: Alianza Editorial, 1992. Esta visión puede ser
ampliada en el texto de Sampson, Anthony. “Estado, violencia y guerra según Freud:
el impacto de la primera guerra mundial sobre el pensamiento freudiano”. En: Grupo
Praxis. Los filósofos, la guerra y la política. Santiago de Cali: Universidad del Valle.
Serie Lunes de Debate, 2002. pp. 143-168.
El conflicto y el antagonismo en la historia humana: su regulación... 61
10
Kant. E. Idea de una historia Universal en sentido cosmopolita. Op. Cit. p. 46.
11
Kant. Op. Cit. p. 31.
12
Obsérvese que en estas circunstancias la autoridad del Estado liberal parecería resultar
inevitable, pues tendría la misión de canalizar el conflicto, pero también excesivamente
peligrosa, pues al no ser controlado por una autoridad superior a él, sólo cabría esperar
que los propios gobernados, hayan desarrollado una conciencia democrática capaz
de cuestionar la legitimidad del poder que viole sus derechos e impida el despliegue
libre de las potencialidades humanas. Esa conciencia democrática, de reconocer la
regulación y el control, pero también de cuestionar el poder, quizá sólo sea posible en
sociedades maduras para asumir y potenciar el conflicto como forma de socialización.
Al respecto véase Zuleta, Estanislao. “Para una concepción positiva de la democracia”
En Zuleta, Estanislao. Colombia: Violencia, Democracia y Derechos Humanos. Cali:
Fundación Estanislao Zuleta, 1998. p. 98.
62 Jefferson Jaramillo Marín
13
Kant. E. Sobre la Paz perpetua. Op. Cit. p. 15.
14
Se recomienda a propósito de esta discusión Jaramillo, Jefferson. “Cosmopolitismo(s)
y Modernidad(es)” En: Revista Diálogo de Saberes. Bogotá: Universidad Libre, No. 29.
Julio-diciembre 2008. pp. 175-200.
El conflicto y el antagonismo en la historia humana: su regulación... 63
15
Cfr. Hassner, Pierre. “Immanuel Kant”. Op. Cit. p. 562.
16
Kant, E. Comienzo presunto de la historia humana. En: Kant, E. Filosofía de la
Historia. Segunda reimpresión. Colombia: F. C. E, 1998. p. 73.
64 Jefferson Jaramillo Marín
17
Kant. Op. Cit. p. 76.
El conflicto y el antagonismo en la historia humana: su regulación... 65
18
Op. Cit. p. 91.
66 Jefferson Jaramillo Marín
En relación con esto se sigue debatiendo dentro de los criterios de la guerra justa,
20
21
Hegel, G.W.F. Principios de Filosofía del Derecho o Derecho Natural y Ciencia Política.
Primera Edición. Barcelona: Editorial Edhasa, 1998. Traducción y prólogo de Juan
Luis Vermal. p. 410.
68 Jefferson Jaramillo Marín
22
Kant, E. Si el género humano se halla en progreso constante hacia mejor. En: Kant, E.
Filosofía de la Historia. Op. Cit. p. 98; En Kant es claro el problema del progreso
como parte de su filosofía de la historia y de su filosofía ético-político en general,
algo tan común a los pensadores de los siglos XVIII y XIX como lo fue el tema de la
naturaleza humana en los siglos XVI y XVII y como lo es el debate naturaleza-cultura
en el siglo XX. Sin pretender ahondar en el sentido que encierra el termino filosofía
de la historia es importante mencionar que desde esta óptica la historia es asumida no
como el curso azaroso y desconectado de datos y personajes, sino como un conjunto
de acontecimientos entrelazados que caminan hacia una finalidad o telos y que se le
revelan al “filósofo” o al historiador de oficio como “indicios” o signos de un proceso
global político, moral, social o cultural en una dirección determinada. Cfr. Bobbio,
N. El tercero ausente. Op. Cit. p. 156-157. Hemos acudido aquí a esta explicación
porque consideramos que no es posible comprender el problema del conflicto y el
antagonismo humanos sino en el marco de una noción de la historia humana como
la que plantea Kant.
El conflicto y el antagonismo en la historia humana: su regulación... 69
23
Cassirer, E. Kant, Vida y Doctrina. Op. Cit. p. 471.
70 Jefferson Jaramillo Marín
24
Kant, E. Si el género humano se halla en progreso constante hacia mejor. En: Kant, E.
Filosofía de la Historia. Op. Cit. p. 109.
25
Op. Cit. p. 121.
El conflicto y el antagonismo en la historia humana: su regulación... 71
Dicho sea de paso, Kant verá esto como una necesidad para poder
ir trazando el derrotero del progreso moral de las sociedades y evitar
así el estancamiento y la opresión. Ese progreso o ese avance dará sus
frutos a través de una constitución moral de las sociedades, que en un
futuro no necesitarían más legisladores que sus propios ciudadanos; sin
embargo, también es cierto que Kant, pese a su optimismo ilustrado no
se hacía muchas esperanzas que ello fuera logrado mediante la educación
moral, la instrucción doméstica, o la educación religiosa escolar. De
nuevo es del parecer que la educación debe ser regulada por el Estado
y para ello esta institución debe “reformarse a sí misma de tiempo en
tiempo”, al punto de entender que es un imperativo educar antes que
hacer la guerra. Y aquí de nuevo el tema de la guerra, al que repetidas
veces Kant va a considerar un obstáculo a la moral o lo que es lo mismo
al perfeccionamiento gradual del género humano26.
Aunque ya hemos anotado que frente al tema de la guerra Kant
parece tener posiciones encontradas en tanto la describe históricamente
como necesaria para el desarrollo de las sociedades, también es cierto
que la valora como un mal al que hay que buscarle gradualmente una
solución definitiva, dado que es la expresión máxima de la degradación
del conflicto humano. Uno de los mejores antídotos frente a esa
degradación en cadena pasa necesariamente por la emancipación del
género humano a través del ideario básico de la ilustración: atreverse a
pensar por sí mismo.
Frente al debate sobre si es posible un progreso moral y político del
género humano, tema por lo demás de una constante preocupación en
la obra ético-política de Kant, debemos señalar que este no se resuelve
como un asunto de necesariedad moral sino de condición de posibilidad;
es decir, la noción de progreso en Kant maduraría a través de la historia
y de acuerdo con la motivación racional de los hombres. Desde su papel
como filósofo, Kant les reprochó siempre a los políticos, especialmente
a los que gustaba llamar moralistas políticos (que utilizaban la moral de
manera siempre provisional y a conveniencia) su excesiva desconfianza
en el impulso moral de mejoramiento de los ciudadanos; por supuesto,
veía en ello la ocasión más expedita de una política malsana para
26
Op. Cit. p. 116.
72 Jefferson Jaramillo Marín
27
Beck, Ulrich. Op. Cit. p. 313-314. Para una discusión sobre el problema de la libertad
y la felicidad en Kant a partir del tránsito de una ética formal y monológica a una
ética de contenidos y fines materiales véase Herrera Restrepo, Daniel. Nosotros y la
ética material de Kant. En: Revista Praxis Filosófica. Cali: Departamento de Filosofía.
Universidad del Valle, Nueva Serie, No. 18, Enero-Junio 2004. pp. 39-56.
28
En esta misma óptica, sociólogos como Alain Touraine ponen de relieve en contextos
de transformaciones políticas y sociales la inquietante pregunta ¿Podremos vivir juntos?
La guerra como expresión de la
agudización del conflicto y el
antagonismo en la historia humana
1
Kant. Sobre la Paz Perpetua. Op. Cit. p. 23.
2
Bouthoul, Gastón. La Guerre. Presses Universitaires de France, 1953. En la misma
dirección apunta la sentencia historiográfica de Aron, Raymond que dice «la guerra es
de todos los tiempos y de todas las civilizaciones» Cfr. Paz y guerra entre las naciones.
Op. Cit. p. 197.
76 Jefferson Jaramillo Marín
3
Ruiz Miguel, Alfonso. La Justicia de la Guerra y de la Paz. Madrid: Centro de
Estudios Constitucionales, 1988. p. 57.
La guerra como expresión de la agudización del conflicto y el antagonismo... 77
4
Acudimos aquí a la noción de historia de las ideas de la guerra como dispositivo que nos
permite agrupar a un conjunto de interpretaciones filosóficas, sociológicas, históricas,
económicas y de otra índole sobre la guerra como fenómeno social presente en todos
y cada uno de los momentos de la historia del género humano y que como tal reviste
también una preocupación de orden filosófico. Para ello recomendamos y remitimos
al lector a las revisiones exhaustivas que de las mismas hacen Ruiz Miguel, Gastón
Bouthoul y Norberto Bobbio en los textos que a propósito citaremos constantemente
en este capítulo.
78 Jefferson Jaramillo Marín
5
Bobbio, N. El Tercero Ausente. Op. Cit. pp. 42-43.
6
En tal orden de ideas, valdría la pena mencionar que el texto de Walzer, Michael.
Guerras justas e injustas, uno de los que vuelve y recupera en el siglo XX este tema,
publicado por vez primera en 1977, volvió a ser reeditado por Paidós en el 2001. No
es gratuito incluso que su actualidad esté justificada también por los acontecimientos
que, desde el 2001, comenzaron a suscitarse y marcar las estrategias y horizontes
geopolíticos de la guerra en el mundo.
La guerra como expresión de la agudización del conflicto y el antagonismo... 79
7
Bobbio, N. Op. Cit. p. 33.
8
Cfr. Bouthoul. Op. Cit. pp. 12-13. Para una sugerente y crítica aproximación a estas
tres condiciones en Santo Tomás se sugiere la lectura de Papacchini, Angelo. La ética
ante el desafío de la guerra. Bogotá: Universidad Libre, Ediciones Jurídicas Gustavo
Ibáñez C, 2002. Hugo Groccio hablará al igual que Tomás de Aquino de tres causas
justas de la guerra: “defensa, recuperación de las cosas y castigo” Cfr. Del derecho de
la guerra y de la paz. Madrid: Editorial Reus, 1925. Tomo I. Libro 1º; Traducción
de Jaime Torrubiano Ripio. pp. 259-262. Cfr también Ruiz Miguel, Alfonso. La
Justicia de la Guerra y de la Paz. Madrid: Centro de Estudios Constitucionales, 1988.
pp. 103-107. Según este autor la teoría de la guerra justa hace parte de una corriente
amplísima de justificación de la guerra a la que se puede denominar belicismo relativo.
Esta corriente aceptaría la participación de los Estados en una guerra por razones de
legítima defensa, pero también por otras razones “adicionales” como la reparación
de un agravio, la reclamación de un derecho o la prevención de un ataque. Incluso
considera que la doctrina de la guerra justa se extiende más allá del cristianismo
teológico, avanzando por el iusnaturalismo de Groccio y Puffendorf, hasta tocar
las puertas del marxismo ortodoxo con la noción de guerra revolucionaria. El jurista
Hans Kelsen en un ciclo de conferencias dadas en 1941 en la Escuela de Derecho
de Harvard, publicadas bajo el título Derecho y Paz en las Relaciones Internacionales
aborda las que considera dos interpretaciones clásicas de la guerra: la primera que
considera que en el marco del Derecho internacional no sería ni sanción ni delito y la
que, considerándola delito, la excusaría en determinadas circunstancias; esta última
sería expresión de la denominada teoría de la guerra justa. La postura de Kelsen
intenta probar como la teoría de la guerra justa constituiría una base primigenia
importantísima del Derecho Internacional Positivo o al menos ello estaría reflejado
en Tratados como los de Versalles, el Convenio de la Sociedad de Naciones y el Pacto
Kellogg – Briand. Cfr. Derecho y Paz en las Relaciones Internacionales. México: F.
C. E, 1996. pp. 57-79. Ya hemos mencionado incluso que teóricos contemporáneos
como Michael Walzer han defendido también en cierta medida y bajo ciertos
atenuantes la noción de guerra justa. Cfr Guerras Justas e Injustas. Barcelona: Ed.
Paidós, 2001. Una aproximación crítica a la postura de Walzer aparece en Ruiz
Miguel, Alfonso. Op. Cit. pp. 105-106. De otra parte consideramos que frente a
la problemática de la globalización de los conflictos armados y la emergencia de la
estrategia política antiterrorista aliada (v. g después del 11 de Septiembre de 2001 con
la invasión y posterior destrucción de gran parte de Afganistán; o con la guerra contra
La guerra como expresión de la agudización del conflicto y el antagonismo... 81
9
Kant, E. Metafísica de las Costumbres. Op. Cit. 183-189; (344-349). Peñas, Francisco
Javier. (1997). Liberalismo y relaciones internacionales la tesis de la paz democrática y
sus críticos” En Revista Isegoría, No. 16. pp. 119-140. Aquí se analiza el sentido y los
límites de la tesis de la denominada “paz democrática” derivada de Kant y uno de cuyos
máximos exponentes es Michael Doyle. Esta tesis de forma básica considera que: 1.
Históricamente las democracias liberales nunca o casi nunca se han hecho la guerra; 2. Las
democracias liberales no son más propensas a la guerra que los Estados no democráticos,
pero tampoco lo son menos; 3. Aunque las democracias liberales no se hacen la guerra
entre ellas, sí han tenido conflictos armados con los Estados no liberales.
La guerra como expresión de la agudización del conflicto y el antagonismo... 83
10
Hassner, Pierre. Immanuel Kant. Op. Cit. p. 573.
11
Op. Cit; pp. 34-35.
84 Jefferson Jaramillo Marín
12
Hegel, G.W.F. Principios de Filosofía del Derecho o Derecho Natural y Ciencia Política.
Barcelona: Editorial Edhasa, 1998. Traducción y prólogo de Juan Luis Vermal.
Primera Edición. p. 410 Sería interesante realizar una lectura paralela entre lo que
propone Hegel de que los pueblos no sólo salen fortalecidos, sino que también
naciones conquistan con la guerra exterior la paz interna, con lo que ha ocurrido
en el caso colombiano. Pensemos específicamente lo que propuso en su momento el
historiador Malcolm Deas, cuando afirma, “comparándonos con otras naciones que
han padecido fenómenos de violencia, los colombianos se han peleado demasiado
entre ellos, porque no han tenido la oportunidad de pelearse con otros enemigos
externos”. Deas, Malcolm. “Canjes violentos: reflexiones sobre la violencia política
en Colombia”. En: Deas, Malcolm y Gaitán, Fernando. Dos ensayos especulativos
sobre la violencia en Colombia; Fonade – DNP. Bogotá: Tercer Mundo Editores, 1995.
Deas parecería, a nuestro juicio, estar del lado de Hegel, y esto sólo lo establecemos
como hipótesis, en el sentido que los momentos de paz interna en algunas sociedades
se han conquistado mediante las guerras externas. Colombia, podríamos decir que
no ha tenido mayores conflictos externos, a excepción del dividendo con Perú en los
años 30; pero de otra parte ha sido una nación con una intensidad alta en cuanto al
conflicto armado interno.
La guerra como expresión de la agudización del conflicto y el antagonismo... 85
13
Hegel, G.W.F; Op. Cit. p. 413.
14
Papacchini, Angelo. La ética ante el desafío de la guerra. Op. Cit. p. 44.
86 Jefferson Jaramillo Marín
15
Valdría la pena reflexionar desde esta óptica sobre lo que fue en Colombia el proceso
de justicia, verdad y reparación que se llevó a cabo en el marco de las desmovilizaciones
de grupos paramilitares en Colombia. Un proceso que se construyó instrumental y
procedimentalmente bajo una política de seguridad democrática como “bien último
para el país”. Este proceso, aunque tuvo algunos logros, facilitó, a nuestro juicio, una
“paz a cualquier precio”: con poca verdad, con poca reparación, con poca justicia.
Para un balance del tema recomiendo Jaramillo, Jefferson. “Reflexiones sobre los
“usos” y “abusos” de la verdad, la justicia y la reparación en el proceso de Justicia y Paz
colombiano (2005-2010)”. En: Revista Papel Político. Bogotá: Pontificia Universidad
Javeriana, Vol. 15, No. 1, 2010. pp. 13-46.
La guerra como expresión de la agudización del conflicto y el antagonismo... 87
19
Ruiz Miguel, Alfonso. La Justicia de la guerra y de la paz. Madrid: Centro de Estudios
Constitucionales, 1988. pp. 86-87.
90 Jefferson Jaramillo Marín
20
Bobbio, N. El Tercero Ausente. Op. Cit. pp. 37-38.
21
El tema del costo político y moral de la guerra para el progreso humano es reiterativo
en la obra de Kant al punto que, de manera muy jocosa, dice confiar en el remedio
heroico propuesto por Hume a este asunto: “Cuando veo ahora (nos dice Hume),
las naciones en guerra, se me figura ver dos borrachos que se pegan de golpes en una
cacharrería. Qué, además de tener que atender a la curación de sus chichones durante
largo tiempo, habrán de pagar todos los estropicios que hicieron en la tienda”. De
todas formas, consideramos que su postura Kant en esta cita habría que tomarla
históricamente con cautela por su excesiva ingenuidad, porque finalmente la historia
nos ha demostrado que los costes políticos y morales de las guerras no han terminado
pagándolos por igual los bandos en contienda, sino casi siempre los vencidos. Éste
ha sido el caso de Alemania tras la Segunda Guerra Mundial y es el caso reciente
de Irak, que termina pagando con sus propios recursos y vidas humanas su innoble
derrota a manos de los Estados Unidos y los países aliados. Incluso, para ser más
radicales, habría que decir que los costes los asumen siempre los sectores más
vulnerables dentro de la población: niños, mujeres, adolescentes.
La guerra como expresión de la agudización del conflicto y el antagonismo... 91
22
Cfr. Ruiz Miguel, A. Op. Cit. p. 58-59.
23
Ruiz Miguel, A. Op. Cit.
24
Bouthoul, G. Op. Cit. p. 27. Cfr. Bobbio, N. El tercero ausente. Op. Cit. p. 39.
92 Jefferson Jaramillo Marín
25
Kant, E. Comienzo presunto de la historia humana. Op. Cit. p. 85-86.
La guerra como expresión de la agudización del conflicto y el antagonismo... 93
26
Kant, E. Ensayo sobre la Paz Perpetua. Op. Cit. pp. 34-35.
27
Beck, Ulrich. Los padres de la libertad. En Beck, Ulrich (compilador). Hijos de la
libertad. Segunda Edición. México, F.C.E, 2002. p. 301.
94 Jefferson Jaramillo Marín
28
Por ejemplo, aantropólogos como Marvin Harris, muestran como la guerra ha
desempeñado una función crucial en la formación de jefaturas avanzadas y los Estados
primigenios. En tal sentido, el antropólogo norteamericano considera que la violencia
o la amenaza de violencia habrían sido utilizadas culturalmente contra la gente del
común con el fin de instituir y consolidar la hegemonía de las primeras clases dirigentes.
Sin embargo, también llama la atención en que lo anterior no querría decir que la
complejización de las sociedades sea el resultado exclusivo de la fuerza. Aquí habría
que evaluar otras formas de socialización como la redistribución, la reciprocidad, la
gestión común, etc. Cfr. Harris, Marvin. Jefes, Cabecillas y abusones. Madrid: Alianza
Editorial, 1993. pp. 46-47.
29
Desde luego la discusión sobre la relación entre guerra y cultura, va más allá de estos
autores y de las formas tradicionales de concebir la guerra. Las “nuevas guerras” tal
y como las denomina Mary Kaldor, ya no se desarrollan de forma regular sino
irregularmente, acudiendo a lógicas más calculadas y globales de exterminio del otro.
Tal es el caso de lo ocurrido en lugares como Serbia, Croacia, Bosnia, Ruanda, Angola,
Afganistán, Irak, Siria. Cfr. Kaldor. Las nuevas guerras. La violencia organizada en
la era global. Barcelona: Editorial Tusquets, 2001. Por su parte Michael Ignatief en
su libro El honor del guerrero. Guerra étnica y conciencia moderna. Barcelona: Taurus,
1999, aborda el tema de la situación de instrumentalización extrema de la violencia
con el “semejante” retomando a Freud desde El tabú de la virginidad, La psicología
del grupo y el análisis del Yo y El malestar en la cultura. El asunto desarrollado es lo
denominado por Freud “narcisismo de las pequeñas diferencias”. Con este concepto se
expresa que los sentimientos de extrañeza y hostilidad entre las personas y los grupos
aparecen y se exacerban con más frecuencia respecto a los elementos marginales y
menores de sus identidades que frente a los más comunes y esenciales. Otros autores,
situados más desde la orilla de la crítica a la convergencia entre guerra y cultura,
consideran que la racionalidad y el cálculo estratégico no desaparecen incluso en
situaciones de guerra total, de conflicto irregular, sino que por el contrario las lógicas
de destrucción, de aniquilamiento del otro, obedecen a situaciones donde impera el
cálculo, la estrategia, la anticipación de todos los actores en contienda, más en un
sentido político que cultural. Donde la banalización de la violencia no obedece a
factores culturales sino a maneras más heterogéneas y polivantes de manifestación del
poder. Cfr. Pécaut, Daniel. “De la violencia banalizada al terror: El caso colombiano”.
En Revista Controversia. No. 171. Dic/97. Bogotá: CINEP, Salazar, Boris; Del
Castillo, María del Pilar. La hora de los dinosaurios. Conflicto y depredación en
Colombia. Bogotá: CEREC / CIDSE, 2001.
La guerra como expresión de la agudización del conflicto y el antagonismo... 95
30
Aquí es interesante anotar cómo el fenómeno de la guerra, al menos entre los antiguos,
no carecería de moralidad absoluta; simplemente al decir de Papacchini, respondería a
patrones morales distintos, donde los valores exaltados serían “los del coraje, la entrega
a la patria, el sentido del honor o la lealtad con el cuerpo al que pertenecen”. Cfr.
Papacchini, A. La ética ante el desafío de la guerra. Op. Cit. p. 20. Por supuesto desde
la posición kantiana estos valores resultarían demasiado contingentes al momento de
evaluarlos con valores de más jerarquía moral como por ejemplo la dignidad humana
del vencido. No habría la posibilidad de equiparación tan siquiera.
31
Bouthoul. Op. Cit. pp. 9-11.
32
Bouthoul, G. Op. Cit. p. 18. Si revisamos el texto de Arendt, citado más arriba,
titulado ¿Qué es la Política?, específicamente el Fragmento 3c: La cuestión de la guerra,
notaremos cómo pese al belicismo imperial de los romanos, fueron ellos los que
comprendieron originalmente en la historia de la humanidad la importancia central
del tratado y la alianza como respuesta política a la cuestión de la guerra. Fueron ellos
los que acuñaron el concepto de “política exterior” y la noción de un “orden político
transnacional”. Además, en ellos, nos dice la autora, fue fecundo el concepto de ley,
como algo que instaura relaciones entre los hombres, acuerdos entre contrayentes. Y
la ley fue fundamental al momento de la guerra. La “lex” romana a diferencia de la
“nomos” griega, va más allá de la frontera de la polis y del legislador, es algo que permite
construir relaciones exteriores e incluso ser benévolos con el vencido. Desde luego que
la destrucción de Cartago por parte de los Romanos fue una objeción radical a este
La guerra como expresión de la agudización del conflicto y el antagonismo... 97
principio. Aún así, para Arendt, los romanos se caracterizaron en muchas ocasiones
por buscar en la victoria, perdonar y ser benévolos con los pueblos derrotados, no por
simple compasión para con ellos, sino “por costumbre del crecimiento de la ciudad,
que en el futuro debía también abarcar una alianza a los más extraños”. Arendt es
consciente que “en el caso de Cartago se demostró que el principio político romano del
tratado y la alianza no era universalmente válido, que tenía sus límites”. Los romanos
buscaron construir un sistema de alianzas con otros pueblos y países mediante tratados
transitorios y renovables, pero en la medida en que lo hacían, extendían también su
dominio imperial sobre ellos. Al encontrarse con Cartago, se encontraron con una
nación frente a la cual lo máximo que se podía esperar “era a un tratado entre iguales,
lo que desde luego quedaba fuera de las posibilidades del pensamiento romano”.
Finalmente, los romanos terminarían pagando el precio de su imperialismo, de su
crecimiento desmesurado y de su parcialidad política.
33
Bouthoul, G. Ibíd.
98 Jefferson Jaramillo Marín
34
Bouthoul, G. Op. Cit. p. 20.
35
Es interesante anotar como en el caso colombiano, un país con varias formas de guerra
desde el siglo XIX, este derecho ha sido muy poco estudiado. Esto ha sido señalado
por historiadores como Mario Aguilera y sociólogas como María Teresa Uribe. Para
un abordaje contemporáneo bien documentado sobre lo ocurrido con dos de las dos
contiendas bélicas decisivas en la segunda mitad del siglo XIX en el país: la guerra de
1876 a 1877 y la Guerra de los Mil Días, recomiendo el trabajo del profesor Guerrero
Apráez, Víctor. Guerras civiles colombianas: negociación, regulación y memoria. Bogotá,
Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2016.
36
Cfr. Kant, I. MC; pp. 181-182; 187-188 (343, 348).
La guerra como expresión de la agudización del conflicto y el antagonismo... 99
37
Maquiavelo, Nicolás. Parole da dirle sopra la provisione del danaio fatto un poco di
proemio e di scusa–el Discurso sobre la provisión de dinero, con un breve proemio
y justificación–citado por Papacchini, Ángelo. Maquiavelo y Kant: Dos formas
encontradas de concebir las relaciones entre ética y política; En: Teoría Jurídica,
Reflexiones Críticas. Bogotá: Siglo del Hombre Editores, 2003. p. 27; Cfr. Maquiavelo,
N. El arte de la guerra. México: Ediciones Fontamara, 1999.
100 Jefferson Jaramillo Marín
38
Aron, Raymond. Paz y guerra entre las naciones. Op. Cit. pp. 49-77.
39
Hegel, G. W. F. Principios de Filosofía del Derecho o Derecho Natural y Ciencia Política.
Op. Cit. p. 414.
La guerra como expresión de la agudización del conflicto y el antagonismo... 101
no hay sino una sabiduría negativa que pueda servirnos, a saber, la que
les obligue a (los estados) que la guerra, el mayor obstáculo de lo moral,
40
Para un debate entre el idealismo moderado de Kant y el realismo moderado de
Hegel Cfr. Papacchini, Ángelo. Kant y Hegel: posturas encontradas frente a la guerra.
Op. Cit. p. 100.
La guerra como expresión de la agudización del conflicto y el antagonismo... 103
pues no hace sino retrasarlo, se haga poco a poco más humana, luego menos
frecuente, y por último desaparezca como guerra agresiva 41.
41
Kant, E. Si el género humano se halla en progreso constante hacia mejor. Op. Cit. p. 116.
42
Kant, E. MC; 187 (347).
43
En el Informe Nacional de Desarrollo Humano, Colombia – 2003 se enfatizó en este
tema al mencionarse las dificultades operativas, políticas y sociales que subyacen a
la aplicación del DIH en un país de conflicto violento irregular como el colombiano
que estarían llevando gradualmente a impedir o hacer más lejano las propuestas
de humanización del conflicto. Frente al tema de la humanización este informe
señalaba que no habría que hablar solo de “actos humanitarios“ sino también de
compromisos humanitarios que “den lugar a asumir reglas de comportamiento para
regular situaciones futuras y que surjan de manifestaciones unilaterales o de acuerdos
bilaterales o multilaterales”; en tal sentido, se entiende lo humanitario como “un
proceso basado en la modificación (voluntaria, presionada, negociada o forzada) de
las actitudes violentas... que combina el realismo de la gradualidad con la permanente
104 Jefferson Jaramillo Marín
puesto que tendrán que decidir sobre las calamidades de la guerra que
recaerán sobre ellos (tales como combatir ellos mismos; costear con sus propios
medios los gastos de la guerra; reparar, penosamente, la devastación que
ella deja tras de sí, y, para colmo de males, hacerse cargo, finalmente ellos
mismos de la deuda que hará a la paz misma amarga, y que nunca podrá ser
saldada –a causa de próximas guerras, siempre renovadas–), reflexionarán
muy bien antes de comenzar una empresa tan terrible como ésta44.
exigencia de que los actores armados cumplan con la totalidad del DIH”. p. 200.
En el texto además se ofrecieron en su momento unas “rutas de humanización
gradual del conflicto” que complementarían lo que hemos venido esgrimiendo a
propósito de la propuesta kantiana. Cfr. Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo –PNUD. El Conflicto, callejón con salida. Informe Nacional de Desarrollo
Humano para Colombia– 2003. Bogotá, 2003. Segunda Edición. pp. 193-211. Para
una crítica del “lenguaje humanitario” y del registro moral que entraña la idea de
“humanizar la guerra” sería interesante revisar las aproximaciones antropológicas
de Didier Fassin y Liisa Malkki.
44
Kant, E. Ensayo sobre la Paz Perpetua. Op. Cit.
La guerra como expresión de la agudización del conflicto y el antagonismo... 105
45
Papacchini, Angelo. Kant y Hegel: posturas encontradas frente a la guerra. Op. Cit. p. 119.
Más allá de la guerra: hacia la paz perpetua
Tan amplias como discutidas han sido las definiciones de paz y las
de la guerra. Sin embargo, es posible descubrir dos grandes sentidos en
la amalgama de juicios sobre el concepto de paz. Uno es el descriptivo
y otro es el valorativo. El primero suele ser, comenta Ruiz Miguel
siguiendo a Bobbio, puramente negativo, al menos en sentido lógico, ya
que considera que el término fuerte en la pareja guerra-paz es el primero2.
La paz queda definida bajo una dicotomía simple y llana como ausencia
de guerra, en tanto lo que no es guerra es paz y lo que es guerra no es
paz. Quizá la posición más clásica a este respecto sea la expresada por
Hobbes en el capítulo XIII del Leviatán cuando refiere que: “la guerra
no consiste sólo en batallas, o en actos de lucha; sino en un espacio de tiempo
donde la voluntad de disputar en batalla es suficientemente conocida, [...]
Todo otro tiempo es de paz”3. Adicionalmente la mayoría de las posiciones
de belicismo absoluto, las cuales Ruiz Miguel referencia de manera
juiciosa, van a privilegiar un concepto de paz negativa4.
De otra parte, el sentido valorativo de paz enfatiza en el sentido
positivo y sitúa el término fuerte del binomio guerra-paz en el segundo
1
MC; 195; (354).
2
Ruiz Miguel, Alfonso. La Justicia de la guerra y de la Paz. Op. Cit. p. 50.
3
Hobbes, Thomas. El Leviatán. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 1992
4
Aquí cabrían las actitudes nihilistas, las providencialistas y las finalistas históricas.
Cfr. Ruiz Miguel. Op. Cit. p. 84-89.
108 Jefferson Jaramillo Marín
término. Sin embargo, dentro de este sentido que considera que la paz es
posible y necesaria, existen variantes significativas; están los que desde
una posición teológico-cristiana la consideran como un imperativo
divino que debe ser instaurado e institucionalizado en la tierra en tanto
manifestación del amor legado a los hombres por Dios; pero también
los que desde posiciones más racionalistas defienden la paz como un
estado de justicia social, política y económica, al estilo de lo que pueden
ser las aproximaciones de teóricos contemporáneos que se ubican dentro
de los denominados “estudios para la paz” (v.g Galtung)5. Habría que
decir que varias de las corrientes pacifistas que defienden la paz como un
valor prioritario estarían ubicadas dentro del sentido positivo de la paz6.
Tanto la noción negativa como la positiva de guerra son discutibles
y esto se deja entrever en el primer caso cuando se asume una visión
realista o pragmática del asunto haciendo de la paz una mera tregua o un
bien entre otros bienes, pero quizá no el más estimable; y en el segundo
cuando se toma partido por una visión idealista del asunto haciendo
depender la paz del logro de una serie de circunstancias o condiciones
políticas, jurídicas, sociales o económicas, y considerando además que
sólo puede existir un tipo de paz perfecta, excluyendo cualquier tipo
de paz inestable o parcial. Para algunos éste sería el caso de la postura
5
Para un balance general de estos estudios a nivel de sus desarrollos históricos y agendas
académicas y políticas se recomienda Checa Hidalgo, Diego. Estudios para la paz:
Una disciplina para transformar el mundo. Annals of the University of Bucharest /
Political Science Series, 16(1), 2014, 9-24.
6
Los pacifistas pueden ubicarse dentro, a riesgo de ser demasiado simplificadores,
en un rango que va desde un pacifismo pasivo, hasta un pacifismo activo. Cfr.
Ruiz Miguel. Op. Cit; pp. 90-97. Una interesante aproximación a la tipología de
pacifismos expuesta por Scheler y que ya citábamos desde el principio, se encuentra
en el texto de Aron, Raymond. Paz y guerra entre las naciones; Op. Cit; pp. 836-
839. Aquí Aron presenta, desde la tipología de Scheler, dos grandes bloques de
pacifistas; de un lado los que se rebelan contra la guerra, sin tener en cuenta una
teoría sobre las causas de la guerra, ni una doctrina sobre los medios de la paz y de
otro lado los que fundan sobre una teoría de la guerra, acciones pacíficas o bélicas
con miras a conseguir la paz. A la primera especie corresponderían los pacifismos
de la no-violencia, de la religión y de la cultura. A la segunda pertenecerían los
pacifismos económicos, jurídicos, marxistas, imperialistas y capitalistas. La visión
de Aron está, por supuesto, enlazada páginas más adelante con nuestra tesis, cuando
intenta ubicar los pacifismos en dos tipos de finalidad: los que defienden la paz por
el derecho apelando a la noción de federación o asociación de naciones y los que
defienden una paz imperialista e impuesta. Aunque Aron defiende la primera forma,
considera que el mundo ha derivado hacia la segunda. Cfr. p. 896.
Más allá de la guerra: hacia la paz perpetua 109
7
Dentro de estas condiciones estarían las que Bobbio llama también “negativas
y positivas”. En las negativas estaría por ejemplo, evitar entre estados y sujetos
“considerarse por siempre enemigos”. En las segundas estarían por ejemplo: pactos de
no agresión, pactos normativos para solucionar futuros conflictos y un poder común
que permita que entre dos partes en conflicto pueda existir un tercero que medie,
que arbitre o que juzgue. Bobbio llama a este el “tercero incluido”. Esta última es en
definitiva la condición más importante, e ideal, pues es la que garantiza la no violación
de los dos pactos anteriores. Cfr. Bobbio, N. El tercero ausente. Op. Cit; pp. 257-261.
8
Ruiz Miguel, Alfonso. Op. Cit. p. 54.
110 Jefferson Jaramillo Marín
9
Gallie, W.B. Filósofos de la Paz y de la Guerra. México: F.C.E. 1979.
10
Truyol, Antonio. A modo de Introducción: La paz perpetua de Kant en la historia del
derecho de gentes. En: Roberto R. Aramayo el al (editores) La paz y el ideal cosmopolita de
la Ilustración. A propósito del bicentenario de Hacia la paz perpetua de Kant. Editorial
Tecnos. Madrid, 1996. Bobbio ubica el proyecto de Kant, junto con los de Saint-
Pierre, Saint Simón y Thierry (1814) como los tres proyectos político-jurídicos
más importantes desde que las primeras guerras de equilibrio europeo junto con las
napoleónicas hicieron patente el problema de la eliminación de la guerra para garantizar
la convivencia. Cfr. Bobbio, N. El tercero ausente. Op. Cit. p. 185.
112 Jefferson Jaramillo Marín
del derecho entre las naciones. Había imaginado una gran alianza de
los príncipes y reyes cristianos de Europa a través de la cual podrían
renunciar a la guerra, establecer procedimientos para arbitrar disputas
y mantener una fuerza policial común. De acuerdo con Saint-Pierre,
los Estados europeos deberían acordar sobre cuatro puntos básicos:
crear un cuerpo ejecutivo, llamado Senado de Paz; cada Estado debía
proveer la renta necesaria para sostener un ejército internacional; en
caso de disputa entre dos Estados, los Estados en conflicto debían
buscar la reconciliación a través de una mediación comisionada por
los miembros de la gran alianza y en caso de fracaso, debían someter
la controversia al arbitraje final del Senado de Paz; en caso de que un
Estado rehusara consentir con la decisión de la alianza o del Senado,
un ejército internacional debía ser utilizado para forzar la sumisión11.
El proyecto de Saint-Pierre era un intento de crear una suerte de
gobierno europeo, independiente y superior a los estados individuales.
Con el fin de hacer que el sistema funcionara, cada Estado renunciaría
al derecho de manejar sus disputas internacionales abandonando el
mantenimiento de ejércitos nacionales. Pero el problema principal con
este proyecto era la dificultad de persuadir a los ambiciosos príncipes de
que se beneficiarían con el establecimiento de una federación soberana.
La respuesta de Saint-Pierre fue más bien ingenua: asumió que los
príncipes estarían de acuerdo en crear el sistema bajo la recompensa de
las inmensas ventajas que una certera paz traería a ellos y a sus casas
reales. Diferente a Saint-Pierre, Rousseau pensaba que la guerra era
simplemente demasiado provechosa como para que príncipes y reyes
la abandonaran tan fácilmente. El filósofo ginebrino no veía real la
posibilidad de que los estados europeos se sometieran a una regla federal.
De esa forma abandonó el problema como irresoluble.
Cuando Kant emprendió la tarea de escribir un ensayo político
acerca del problema de la paz, estaba atento no sólo a los ideales de
Saint-Pierre, sino también a la seria advertencia de Rousseau. Sin
embargo, a nuestro entender, abordó el problema desde un punto de
Cfr. Bouthoul, G. La guerre. Op. Cit. pp. 108-111. Este autor ubica al Abate Saint
11
Pierre dentro de la corriente de los que promulgan una paz jurídica, aquí ubica
también a Jeremías Bentham. Sin embargo, no menciona el trabajo de Kant en
cuanto a los proyectos de Paz del siglo XVIII.
Más allá de la guerra: hacia la paz perpetua 113
12
Hobbes reconoce que la mayor parte de los filósofos –en general todos los herederos
de la tradición aristotélica– evaluaron mal la naturaleza humana al creerla más cerca
de la socialización que del interés egoísta y calculador. Lo afirma en su texto De
Cive: “La mayoría de los que escribieron sobre política suponen, afirman o postulan
que el hombre es un animal nacido con disposiciones para vivir en sociedad [...] este
axioma aunque aceptado por la mayoría de los autores, no deja de ser falso y el error
proviene de un examen demasiado superficial de la naturaleza humana...(pues) toda
sociedad se forma por utilidad o por vanidad” En: Hobbes, T. Antología (De Corpore,
La naturaleza humana, Del ciudadano). Barcelona: Editorial Península, 1987. Editado
por Enrique Lynch. pp. 197-19.
114 Jefferson Jaramillo Marín
desde la óptica kantiana, no solo podía ser aplicado entre los hombres
sino también en las relaciones establecidas entre los Estados. A renglón
seguido pensaba Kant que frente al hecho que la paz internacional no
existiera como una realidad sino más bien lo contrario, no se seguía con
ello una imposibilidad para buscarla. Más bien, la paz internacional
era una condición necesaria y no simplemente práctica o de habilidad
política; un imperativo moral que conducía indefectiblemente a los
hombres a asociarse en una comunidad política ordenada con el fin de
superar el estado insoportable de guerra civil permanente.
Al diseñar un plan para la paz perpetua, Kant se dio a la tarea de
distinguir entre lo que se podía hacer transitoriamente mientras se
lograba la paz y lo que había que instaurar definitivamente a largo plazo
para consolidar cualquier proyecto cosmopolita entre las naciones. De
allí que haya dividido su tratado en dos secciones: la primera dedicada
a los “artículos preliminares” y la segunda a los “artículos definitivos”. La
obra pretendía abordar no sólo lo concerniente a la guerra y a la paz,
sino en general el problema de las relaciones morales y políticas entre
los Estados y gobiernos, de allí que el texto en su versión definitiva
haya integrado dos anexos o apéndices, el primero sobre la discrepancia
entre la moral y la política desde la perspectiva de la paz perpetua y el
segundo sobre la armonía de la política con la moral desde el concepto
trascendental de derecho público13.
En cuanto a los artículos preliminares que contienen las condiciones
primarias para alcanzar gradualmente la paz, Kant destacó en primer
lugar el principio de que “ningún tratado de paz que se haya celebrado en
secreto entre los estados debe considerarse como válido”14. Es decir, una paz
que se precie de ser duradera no puede celebrarse con base en políticas
secretas que “escondan” u “oscurezcan” motivos o “razones de estado”
para realizar la guerra después bajo cualquier pretexto. Además, una paz
ganada a ese precio sería sólo un armisticio o un cese de hostilidades, lo
que significaría que al menor descuido de una de las partes, la otra no
13
El texto a su vez está integrado por dos artículos suplementarios que abordan temas a
los que dedicamos parte de la reflexión y que tienen que ver con la garantía de la paz
perpetua y con la función de las máximas de los filósofos en asuntos de paz y guerra.
Cfr. Kant. Sobre la Paz Perpetua. Op. Cit. pp. 31-44.
14
Kant, I. Op. Cit. p. 5.
Más allá de la guerra: hacia la paz perpetua 115
15
Op. Cit. pp. 6-8.
16
Op. Cit. pp. 8-9.
116 Jefferson Jaramillo Marín
17
Op. Cit. p. 9.
18
Walzer. Guerras Justas e Injustas. Op. Cit; Para un análisis complementario de
la versión de Walzer Cfr. Jaramillo y Echeverri. Las teorías de la guerra Justa,
implicaciones y limitaciones. Op. Cit.
Más allá de la guerra: hacia la paz perpetua 117
19
A propósito de esta posición de respeto y confianza en el adversario, Bobbio en su
ya citado texto El tercero Ausente llama la atención sobre la necesidad de establecer
condiciones primarias para el establecimiento de una paz futura, más o menos en los
siguientes términos: “la paz sólo es posible entre dos sujetos que no se consideren enemigos...
mientras existe la relación amigo-enemigo, la paz es sólo una tregua”. Este llamado de
atención de Bobbio, hecho en pleno apogeo de la guerra fría, sigue teniendo sin duda
validez en tanto países como Estados Unidos siguen asegurando su posición de dominio
geopolítico y geoeconómico en el mundo, a través de la lógica amigo-enemigo. Esta
lógica, en el plano de las relaciones políticas internacionales, tiende a convertirse en lo
que Bobbio y Aron tan sabiamente llaman un equilibrio del terror cuyo fundamento
es una paz sustentada en el temor recíproco a la amenaza de cada uno de los países que
han pactado o se han visto obligados a pactar acuerdos de paz. Crf. El tercero Ausente.
Op. Cit. pp. 257, 261-262; Aron, R. Paz y Guerra entre las naciones. Op. Cit. Para la
ampliación de la visión de lo político en términos de la contraposición amigo-enemigo
habría que remitirse a Carl Schmitt quien considera que lo que está en juego en la
política internacional es saber tomar decisiones efectivas en situaciones de crisis. Saber
que existen amigos y enemigos y que llegado el caso de una confrontación absoluta o
“guerra total” podría traducirse en un exterminio existencial del otro. Desde la óptica
de Schmitt la fuerza política de un Estado estaría en su capacidad de defenderse y
no renunciar nunca a “estar alerta”. Un pueblo que lo hace, pensando que el mundo
puede ser benigno con él, pensando que existe respecto por la soberanía, está siempre
sujeto a desaparecer. Cfr. El Concepto de lo Político. Madrid: Alianza Editorial, 2002.
Para una revisión crítica de la versión moderada de Kant y la radical de Schmitt Cfr.
Beriain, Josetxo. Modernidades en disputa. Barcelona: Editorial Anthropos. 2005.
pp. 138-151. También Cfr Sampson, Anthony. Reflexiones sobre la violencia, la guerra
y la paz. En: Papacchini, Angelo et al (ed). Violencia, Guerra y Paz. Una mirada
desde las ciencias humanas. Cali: Facultad de Humanidades. Universidad del Valle,
2001; pp. 84-85. Sobre los conceptos de amigo, enemigo y guerra total, especialmente
esto último visto a la luz de la cruzada político-moral contra Ben Ladem y la red Al
Qaeda tras los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001, se plantea como ya lo
hemos citado en páginas precedentes en Rodríguez Woroniuk, Erik. Política y guerra
en el pensamiento de Carl Schmitt. Op. Cit; p. p 190 – 196. Cfr también el estudio de
Jürgen Habermas La idea Kantiana de paz perpetua. Desde la distancia histórica de
200 años. En: Habermas, J. La inclusión del otro: estudios de teoría política. Barcelona:
Paidós, 1999. Traducción de Juan Carlos Velasco Arroyo y Gerard Vilar Roca.
pp. 147-188.
118 Jefferson Jaramillo Marín
20
Arendt. ¿Qué es la Política? Op. Cit. pp. 129-130.
21
A propósito Papacchini comenta que pese al anhelo idílico de Paz, Kant –un pacifista
moderado– no era indiferente a la dificultad que encarnaba el encontrar a corto plazo
una alternativa viable a la práctica del enfrentamiento armado, “que se transforma en
Más allá de la guerra: hacia la paz perpetua 119
24
La idea de una “paz internacional” a nuestro juicio está en consonancia con lo que se
ha denominado “Paz democrática”. Uno de cuyos máximos exponentes es Michael
Doyle, quien considera que esta es un legado de la propuesta de Kant en Paz Perpetua.
Ver «Kant’s Liberal Legacies and Foreign Affairs». En: Philosophy and Public Affairs,
Vol. 12, No. 3 y 4, 1983. Según esta tesis: 1. Históricamente las democracias liberales
nunca o casi nunca se han hecho la guerra; 2. Las democracias liberales no son más
propensas a la guerra que los Estados no democráticos, pero tampoco lo son menos; 3.
Aunque las democracias liberales no se hacen la guerra entre ellas, sí han tenido conflictos
armados con los Estados no liberales. Para examinar el sentido y límites de esta tesis, se
recomienda Peñas, Francisco Javier (1997). Liberalismo y relaciones internacionales la
tesis de la paz democrática y sus críticos”. En Revista Isegoría, No. 16. pp. 119-140.
25
Op. Cit. p. 21. Para una versión sobre la forma cómo Kant fue pionero en la intuición
sobre el surgimiento de las Naciones Unidas Cfr el texto de Hoyos Vásquez, Guillermo.
Más allá de la guerra: hacia la paz perpetua 121
“Las Naciones Unidas a la luz del pensamiento de Kant. En: Revista Javeriana. Bogotá:
Pontificia Universidad Javeriana, Vol. 140, No. 704, mayo 2004. pp. 18-27.
26
Habermas, J. “¿Qué significa el derribo del monumento?”. El País, España, 20 de
mayo de 2003. Citado por Beriain, J. Modernidades en disputa.
27
Beriain, J. Modernidades en disputa. Op. Cit. p. 138. Uno de los críticos a esta noción
de hospitalidad global ha sido Michael Shapiro. “The Events of Discourse and the
Ethics of Global Hospitality” En Seckinelgin, Hakan and Shinoda, Hideaki Shinoda
122 Jefferson Jaramillo Marín
(eds). Ethics and International Relations, Palgrave Macmillan, 2001. pp. 110-131.
A su vez, una crítica a la crítica de Shapiro se puede leer en Harvey, David. El
Cosmopolitismo y las geografías de la libertad. Madrid: Akal, 2017.
28
Kant. MC; 192-193; (352-353).
29
Kant. Sobre la Paz Perpetua. Op. Cit. p. 31.
Más allá de la guerra: hacia la paz perpetua 123
30
Op. Cit.
124 Jefferson Jaramillo Marín
31
Op. Cit; p. 38.
Más allá de la guerra: hacia la paz perpetua 125
32
Habermas, Jürgen. La idea Kantiana de paz perpetua. Desde la distancia histórica de
200 años. Op. Cit. p. 148.
33
Habermas también trabajó en este texto las objeciones que se le han hecho a la
“hipocresía” del pacifismo jurídico kantiano desde autores como Carl Schmitt, así
como la metacrítica a sus argumentos. Aquí no abordamos el tema, o al menos no
directamente, por considerarlo fuera de nuestro alcance teórico.
34
El tema del “proyecto cosmopolita” ha sido ampliado y discutido por Habermas en
otros textos. Uno muy reciente en el que analiza la forma en que podemos volver a
conceptualizar el proyecto kantiano según las condiciones actuales, donde existe déficit
de legitimación de las formas de gobierno y una sociedad mundial de mercado es el
siguiente “¿Es posible una constitución política para la sociedad mundial pluralista?”
En Anales de la Cátedra Francisco Suárez, 50 (2016), 303-315. Una revisión básica pero
puntual sobre la literatura en torno al constitucionalismo global se puede encontrar
en Nuñez Donald, Constanza. “Habermas y el constitucionalismo cosmopolita:
una reconstrucción argumentativa. En Revista Anales de la Facultad de Ciencias
Jurídicas y Sociales. Universidad Nacional de La Plata. Año 15, Nº 48, 2018. Uno
de los investigadores que aborda el tema en el mundo hispanoparlante es el profesor
Juan Carlos Velasco. A propósito se recomienda darle una mirada a: http://ifs.csic.
es/es/personal/jc.velasco. Otros trabajos que debaten el tema a partir o más allá de
Habermas, son Cfr. Borradori, Giovanna. La filosofía en una época de terror: diálogos
con Jürgen Habermas y Jacques Derrida. Bogotá: Editorial Taurus, 2003; Beck La
mirada cosmopolita o la guerra es la paz. Barcelona: Ediciones Paidós, 2005; Held,
David. La democracia y el orden global: del Estado moderno al gobierno cosmopolita.
Barcelona: Paidós, 1997; Harvey, David. El Cosmopolitismo y las geografías de la
libertad. Madrid: Akal, 2017.
126 Jefferson Jaramillo Marín
35
MC; 185; (346).
36
Habermas llama la atención sobre la forma como la propuesta de Kant, aunque
limitada en su fuero internacional frente al problema de la “ius ad bellum”, se vio
impulsada tras la Segunda Guerra Mundial y el genocidio alemán, “a dar el tránsito
desde el derecho internacional al derecho cosmopolita”, limitando no solo los
crímenes de guerra sino considerado la guerra misma como un delito internacional,
y haciendo visibles los llamados “crímenes contra la humanidad”. Op. Cit. p. 161. Un
debate interesante sobre la condena jurídica de la guerra como crimen en los pactos
internacionales y la recuperación contemporánea sobre su licitud desde las teorías de
la justa causa lo encontramos en Ferrajoli, Luigi. Razones jurídicas del pacifismo
jurídico. Madrid: Editorial Trotta, 2004.
Más allá de la guerra: hacia la paz perpetua 127
37
Op. Cit. p. 152.
38
Ignatieff ha señalado hace algunos años en El horror del Guerrero el asunto de la
repugnancia moral que han producido en el mundo las llamadas zonas de seguridad
que la ONU instauró en regiones de conflicto armado irregular. Tal es el caso de
Srebrenica donde la misión Holandesa fue tomada como rehén por serbio-bosnios,
para después presenciar silenciosamente cómo hombres, mujeres y niños musulmanes
eran llevados al matadero. Este autor pone en duda la eficacia social de organismos
cosmopolitas como los de la Cruz Roja Internacional o la ONU que bajo los principios
de no violar la soberanía “al no tomar partido” –artículo 2.7 de la Carta de las Naciones
Unidas– han terminado por convertirse en los nuevos intervencionistas morales, pero
sin ningún efecto real y vinculante “en derecho” frente al terror. Op. Cit. pp. 73 ss.
128 Jefferson Jaramillo Marín
39
Habermas. Op. Cit. p. 154.
40
Aquí es más evidente lo que decíamos en una nota anterior sobre la denominada tesis
de la “paz democrática”.
Más allá de la guerra: hacia la paz perpetua 129
41
Op. Cit. p. 157.
130 Jefferson Jaramillo Marín
que la opinión pública sea menos ilustrada o más proclive a las “fake
news” frente a los asuntos fundamentales.
No obstante, Habermas reconoce que donde está la debilidad del
argumento de Kant sobre la publicidad, también se encuentra una
anticipación enorme a su época y es que esa esfera de opinión pública,
que por efecto de los cambios estructurales se ha vuelto global, posibilita
que los problemas fundamentales (pobreza, ecología, clima, salud,
guerra, paz) tengan un alcance e impacto planetario, al menos en lo
que concierne a “un llamamiento a la opinión mundial”. Esto último
además nos conecta con un tema que es importante en la óptica de
reformular la propuesta de Kant y es el del establecimiento de una
cultura política cosmopolita. Kant es consciente que la humanidad por
efectos del progreso humano tiende hacia un incremento cultural y hacia
su perfeccionamiento moral. Sin embargo, no es consciente que dicho
incremento cultural tenga sus raíces en comunidades específicas, donde,
como argumenta Habermas, no es tan fácil separar la esfera interna
(moral) de la externa (jurídica y política) y donde confluyen intereses
políticos y jurídicos con visiones morales y costumbres muy arraigadas.
Ahora bien, una vez esgrimidas desde Habermas las fisuras y
sombras de la propuesta de Kant, nos asalta la siguiente pregunta: ¿cómo
puede ser reformulada su propuesta, que por cierto no ha permanecido
quieta, en el marco de la situación mundial contemporánea? Intentando
dar respuesta parcial a ella y considerando que lo que digamos ahora
no es sino parte de unas “cavilaciones intelectuales” en tiempos tan
convulsionados, aventuraremos cuatro perspectivas.
En primer lugar, habría que considerar que la propuesta de Kant
de una asociación de naciones a largo plazo compatible con el respeto
absoluto por la soberanía interna de los Estados no es consistente
hoy frente al desolador panorama mundial. Para lograr efectividad
internacional –no la que hasta ahora han demostrado regulaciones
ambiguas y simbólicas como las de las Naciones Unidas que dependen
de la “cooperación voluntaria” de sus miembros– y evitar o hacer
menos probables los crímenes de lesa humanidad o los desmanes de las
llamadas zonas de seguridad es necesario que el derecho cosmopolita se
institucionalice, es decir que tenga efecto jurídico realmente vinculante
para cada Estado, sea el que sea. De nuevo aquí habría que sospechar de
Más allá de la guerra: hacia la paz perpetua 131
42
Habermas. Op. Cit. p. 166.
43
Op. Cit. p. 167.
132 Jefferson Jaramillo Marín
y sociales entre los países, que las luchas de clases se han polarizado en
unos más que en otros, que las sociedades del llamado tercer mundo están
amenazadas por conflictos irregulares que atraviesan lo étnico, lo religioso
o lo político; que los privilegios y desigualdades en la escena global se han
profundizado y ampliado; y que las del llamado “primer mundo” no son
tan democráticas en la solución de sus conflictos y en las de otros países
y que aunque, en algunos casos, son más conscientes de la concertación
y del respeto a la normatividad internacional, siguen jugando a la lógica
del expansionismo global y al despotismo democrático liberal.
44
Habermas. Op. Cit. p. 169. p. 170.
Más allá de la guerra: hacia la paz perpetua 133
45
Estas ideas son ampliadas por Habermas en el texto “¿Es posible una constitución
política para la sociedad mundial pluralista?” En: Anales de la Cátedra Francisco
Suárez, 50 (2016), 303-315.
46
Cfr. Borradori, Giovanna. La filosofía en una época de terror: diálogos con Jürgen
Habermas y Jacques Derrida. Bogotá: Editorial Taurus, 2003. El artículo al que nos
referimos aquí es ¿Qué significa el derribo del monumento?, publicado en El País (20
de mayo de 2003) y citado en Beriain, J. Modernidades en Disputa. Op. Cit. p. 150.
47
Cfr. Hoffe, Otfried. Epílogo “Quince años después (2002)” a su libro Justicia Política.
Fundamentos para una filosofía crítica del derecho y del Estado. Ediciones Paidós,
Barcelona, 2003. Traducción de Carmen Innerarity e Introducción del epílogo de
134 Jefferson Jaramillo Marín
50
Held, David. La democracia y el orden global. Buenos Aires: Ediciones Paidós, 1997.
pp. 283.
51
Held. pp. 320-334.
A manera de cierre
Obras de Kant
Aron, Raymond. Paz y guerra entre las naciones. Madrid: Alianza Editorial,
1985, (2V); Vol. 1: “Teoría y sociología”; Vol. 2: “Historia y Praxeología”.
Bauman, Zygmunt. Modernidad y Holocausto. Madrid: Editorial
Sequitur, 1997.
Beriain, Josetxo. Modernidades en disputa. Barcelona: Editorial
Anthropos. 2005.
Beck, Ulrich. Los padres de la libertad. En Beck, Ulrich (compilador).
Hijos de la libertad. Segunda edición. México: F.C.E, 2002.
Beck, Ulrich. La mirada cosmopolita o la guerra es la paz. Barcelona:
Ediciones Paidós, 2005.
Borradori, Giovanna. La filosofía en una época de terror: diálogos con
Jürgen Habermas y Jacques Derrida. Bogotá: Editorial Taurus, 2003.
Bouthoul, Gastón. La Guerre. Presses Universitaires de France, 1953.
Bobbio, Norberto. El problema de la guerra y las vías de la paz. Gedisa
Editorial, 2000.
———————————. El tercero ausente. Ediciones Cátedra,
Madrid, 1997.
Bobbio, Norberto y Bovero, Michelangelo. Sociedad y Estado en la
Filosofía Moderna. El modelo iusnaturalista y el modelo hegeliano –
marxiano. Primera reimpresión. Bogotá: F. C. E, 1997.
Cassirer, Ernest. Kant, Vida y Doctrina. Tercera reimpresión. México:
F. C. E, 1978.
Castro-Gomez, Santiago. El Tonto y los canallas. Notas para un
republicanismo transmoderno, Bogotá: Pontificia Universidad
Javeriana, 2019.
Checa Hidalgo, Diego. “Estudios para la paz: Una disciplina para
transformar el mundo” En: Annals of the University of Bucharest
/ Political science series, 16(1), 2014, 9-24.
Clausewitz, Karl Von. De la guerra. Editorial Zeta, 1972.
Bibliografía citada 145
Obras de Kant
ISBN:978-958-5589-48-3