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Fundación Universitaria San Alfonso (FUSA)

Licenciatura en Teología
Escatología
Docente: Olga Consuelo Vélez C.
Estudiante: Jonathan Salamanca Castro

La resurrección de Jesús es el momento fundamental del cristianismo, sin embargo,


la resurrección no inicia en el Nuevo Testamento, es más, en el mensaje o anuncio de Jesús
el tema de la resurrección no ocupó el lugar central. Ahora bien, la concepción de la
resurrección de los muertos se halla en el Antiguo Testamento, en “la convicción de la fe
judía, de que Dios es más fuerte que la muerte, y que Él es un Dios que quiere la vida de la
persona, y no su muerte” (Blank, 2010, p. 7), en otras palabras, la resurrección surge de “la
confianza en un poder divino que se ejerce en beneficio de los hombres” (Alviar, 2007, p.
154), es el fundamento de la esperanza del creyente.

Cabe resaltar que, la idea de la resurrección de los muertos es algo tardío en el


Antiguo Testamento, teniendo su origen en los acontecimientos históricos del pueblo de
Israel como lo son: “(1) la entrada en crisis del esquema primitivo de retribución
(puramente terrenal); (2) y el desencadenamiento de la persecución religiosa bajo Antíoco
IV Epífanes en el siglo II a. C.” (Alviar, 2007, p. 155), esto hizo que la concepción de la
muerte cambie, pues concebían la muerte como un límite del espacio del poder de Dios
siendo el reino de los muertos, es decir, el sheol, como la tierra del olvido a cambiar por la
de: “Dios, que es fiel, justo y poderoso, el cual resucitará a los hombres en el último día,
para otorgar les retribución perfecta; creador y Señor de la vida; fiel a la alianza con su
pueblo.” (cf. Alviar, 2007, pp. 156-157).

Ahora bien, el apóstol Pablo toma la resurrección en punto clave de la predicción


cristiana, precisamente él por medio de sus epístolas, ayudará a vislumbrar que, por medio
de la resurrección se da la “garantía de la victoria sobre la muerte para sus discípulos; la
incoación de este triunfo en la vida terrenal, en la medida en que el individuo se incorpora
sacramental y eclesialmente al Resucitado” (Alviar, 2007, p. 158). Al igual que “el hombre
adquirirá cualidades que lo elevarán por encima de las contingencias de la vida mortal,
haciéndolo semejante a los habitantes del cielo; este salto de calidad en la existencia no
implica, sin embargo, una ruptura total con la historia presente ni con el cuerpo actual”
(Alviar, 2007, p. 160).

Por otro lado, desde la perspectiva joánica, se puede apreciar dos puntos
fundamentales que están paralelos con las enseñanzas de san Pablo en cuanto al
cristocentrismo y al inicio en el tiempo presente. De hecho, en el Evangelio de Juan,
Jesucristo esta como el protagonista de la resurrección: “Llega la hora en que todos los que
estén en los sepulcros oirán su voz y saldrán los que hayan hecho el bien para una
resurrección de vida, y los que hayan cometido pecado, para el oprobio” (Jn 5, 28- 29).

En cuanto a la resurrección de los muertos, el catecismo de la Iglesia católica


sostiene en los numerales 988-991 que "el Credo cristiano... culmina en el anuncio de la
resurrección de los muertos al final de los tiempos, y en la vida eterna. La "resurrección de
la carne" significa que, después de la muerte, no solo habrá vida para el alma inmortal, sino
que también nuestros ‘cuerpos mortales’ (cf. Rm 8, 11) recuperarán la vida. Creer en la
resurrección de los muertos ha sido un elemento esencial de la fe cristiana desde sus
orígenes” (cf. CEC 988-991).

Esta fórmula de la resurrección de los muertos fue usada en los orígenes de la


Iglesia para poder rechazar la tendencia de negar todo valor a la dimensión corporal, sin
embargo, esta fórmula se vio afectada por el dualismo de la filosofía griega. Precisamente
el papa Benedicto XVI en su libro Introducción al cristianismo, afirma que la expresión
“resurrección de la carne, la palabra carne significa el mundo de los hombres, en el sentido
que tiene, por ejemplo, la expresión bíblica toda carne contemplará la salvación de Dios”
(Ratzinger, s.f.).

Por su parte, K. Rahner argumenta que: la “resurrección de la ‘carne’, que es el


hombre, no significa resurrección del cuerpo que el hombre tiene como parte. Por tanto, si
el hombre afirma su existencia como permanentemente válida y que debe salvarse, y si no
se cae aquí en la errónea concepción de un dualismo antropológico platonizante, entonces
este hombre afirma —esperando— su resurrección” (Rahner, 1979, pág. 316).
En conclusión, la esperanza de la resurrección de los muertos se trata de algo más
que de una simple existencia en el más allá, se puede apreciar que esta esperanza está
íntimamente ligada con la esperanza en favor de este mundo y su historia, por tanto, “el
hombre debe esperar la resurrección, no como una mera glorificación del individuo o de un
pueblo, sino como forma cabal de unión e identificación con el Hijo divino, encarnado,
muerto, resucitado” (Alviar, 2007, p. 153).

Bibliografía
Alviar, J. J. (2007). Escatología. Navarra: EUNSA.
Blank, R. (2010). Creo en la resurrección de los muertos. Bogotá: San Pablo.
Rahner, K. (1979). Curso fundamental sobre la fer. Barcelona: Herder.
Ratzinger, J. (s.f.). Mercaba. Obtenido de Introducción al cristianismo:
https://mercaba.org/FICHAS/Religion/introduccion_cristianismo_12.htm

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