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Resucitar significa volver a la vida en el cuerpo después de la muerte. La muerte es la separación del alma y el cuerpo. En
consecuencia, la resurrección es la vuelta del alma al cuerpo, dándole vida nuevamente.
En la Resurrección de Jesús observamos los siguientes hechos, vividos y testificados directamente por los discípulos, y documentados
por el Nuevo Testamento:
Jesús murió realmente: Fue un hecho público, presenciado por numerosas personas y certificado por la autoridad romana: «Pilato se
sorprendió de que ya hubiera muerto y, llamando al centurión, le preguntó si efectivamente había muerto. Cerciorado por el
centurión, entregó el cuerpo a José » de Arimatea (Mc 15,44-45; cfr. Jn 19,30-37; Mc 15,33-41). Cristo experimentó la muerte humana. Y
si Crist oes el Hijo de Dios hecho hombre, cuando expiró Cristo no murió un simple hombre: murió Dios, murió el Hijo de Dios en su
naturaleza humana, en el modo de ser humano que el Hijo de Dios tomo para si en la Encarnación.
Jesús fue sepultado realmente Después de la muerte de Jesús, José de Arimatea «lo descolgó de la cruz, «lo envolvió en una sábana y
lo depositó en un sepulcro que estaba excavado en roca; luego, hizo rodar una piedra sobre la entrada del sepulcro» (Mc 15,46). Este
hecho ha sido confirmado por las autoridades religiosas de Israel, temerosas de que los discípulos robasen el cuerpo de Jesús del
sepulcro.Según Mateo, los príncipes de los sacerdotes y los fariseos fueron a Pilato para que asegurase el sepulcro de Jesús; Pilato
les dijo: « Ahí tienen la guardia; vayan y custodien como saben. Ellos marcharon y aseguraron el sepulcro sellando la piedra y
poniendo la guardia»
Jesús sufrió enteramente la suerte del hombre, hasta la sepultura que habitualmente sigue a la muerte. La sepultura de Jesús es,
pues, un hecho que expresa que el Hijo de Dios se hizo hombre y experimentó hasta el extremo la condición de todos los hombres.
El sepulcro vacío: Otro hecho histórico claramente documentado es que los discípulos encontraron el sepulcro vacío
(cfr.Catecismo,n.640). El día siguiente al sábado, María Magdalena fue muy de mañana,con otras mujeres, al sepulcro para
embalsamar el cuerpo de Jesús; y «vio quitada la piedra del sepulcro»; sorprendida y asustada fue corriendo a Pedro y Juan y les dijo:
«Se han llevado al Señor del sepulcro, y no sabemos dónde lo han puesto». Pedro y Juan fueron corriendo y comprobaron que el
sepulcro estaba vacío (Jn 20,1-10). Este descubrimiento fue el primer paso hacia el reconocimiento del «hecho» de la Resurrección
como una verdad que no podía ser refutada.
Resistencia de los discípulos: Inicialmente los discípulos se resisten a admitir el anuncio de la Resurrección; lo califican de«delirio»,
de «desatino». En concreto, el Evangelio según Lucas nos hace saber que cuando las mujeres, «al regresar del sepulcro, anunciaron
todas estas cosas [el sepulcro vacío] a los Once ya todos los demás... les parecían todas estas palabras como un delirio, y no les
creían»
No hay testimonio del momento de la Resurrección: El momento preciso de la Resurrección no fue presenciado por los discípulos:
Nadie vio elhecho en sí; ninguno fue testigo ocular del suceso; no hay testimonio de ello en los Evangelios
Jesús se apareció vivo, en persona: Jesús se apareció de modo sensible a los discípulos durante cuarenta días (cfr.Catecismo,nn.641-
644). En sus apariciones, Jesús se deja conocer en su identidad física: el rostro, las manos,el costado traspasado, la voz; aparece como
el mismo de antes de la muerte, aunque con algunas «transformaciones» que sorprenden a los discípulos. Por eso, Jesús les pide que le
palpen para comprobar que no es un fantasma, sino que tiene carne y huesos, y come delante de ellos, aunque no necesitaba alimento.
Jesús les lleva gradualmente al reconocimiento y a la fe. Entonces, una luz nueva ilumina sus ojos y comprenden el acontecimiento
de la cruz y de la muerte que concluye en la gloria de la vida nueva.
Las huellas de la crucifixión: El cuerpo vivo que se aparece a los discípulos tiene las huellas de la crucifixión que sufrió Jesús: las
heridas de los clavos en las manos y la lanzada en el costado. Este hecho manifiesta que el cuerpo vivo que se aparece a los discípulos
es el mismo que había sido martirizado y crucificado (Jn 20,20.27). Es decir, Jesús volvió a la vida con el mismo cuerpo que había sido
sepultado
Cuerpo glorioso: Los discípulos advierten que el cuerpo vivo de Jesús posee propiedades «nuevas»: Jesús entra en el Cenáculo estando
las puertas cerradas (Jn 20, 19); aparece y desaparece (Lc 24, 31); se puede afirmar que se ha «hecho espiritual» y «glorificado»; no está
sometido a las limitaciones habituales de los cuerpos humanos, ni a la muerte; pero, al mismo tiempo, es un cuerpo auténtico y real.
Jesús aparece como el mismo de antes, pero al mismo tiempo como otro: un Jesús «transformado». No es nada fácil para los discípulos
hacer la inmediata identificación;intuyen que es Jesús, pero al mismo tiempo sienten que Él ya no se encuentra en la condición
anterior a su muerte. En la identidad física del cuerpo de Jesús está la demostración de que ha resucitado (cfr. Lc 24,40-43; Catecismo,
nn. 645-647). Todos estos elementos del texto evangélico, convergentes entre sí, prueban el hecho de la Resurrección,que constituye
el fundamento de la fe de los Apóstoles y del testimonio que está en el centro de su predicación.