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Enseñar responsabilidad

Qué cabe esperar a esta edad


Un niño en edad preescolar no tiene la capacidad de centrarse en la bondad o comprender su rol
en la familia y, menos aún, su rol en la sociedad (sí sabe, sin embargo, ¡que es el centro del
universo!). Tampoco está preparado para tareas complejas ni para marcarse su propia rutina.
Pero quiere estar tan ocupado y parecer tan importante como tú. Así que tómatelo a bien si tu
pequeño siempre está por medio cuando intentas hacer cosas. Su deseo de ayudar establece
buenos cimientos para convertirlo en un adolescente y en adulto responsable más tarde.

Qué puedes hacer


Escoge tareas apropiadas para su edad. Las tareas que son demasiado difíciles lo abrumarán.
Se sentirá agobiado si le pides que “ordene su dormitorio”, algo que seguramente a ti también te
resulta abrumador. “Por favor, pon tus zapatos en el armario”, es más sencillo. Te sorprenderá
el orgullo y la confianza en sí mismo que obtiene al realizar estas simples tareas.

Sé un buen ejemplo. La mejor (y seguramente más difícil) manera de enseñarle a ser


responsable es ser un buen modelo para él. Pon siempre tus llaves en el mismo sitio, en lugar de
dejarlas sobre la mesa del comedor. Ordena tus revistas en lugar de dejarlas tiradas en el sofá.
Entonces, cuando des a tu hijo sus pequeñas tareas, muéstrale exactamente cómo hacerlas.
Decirle: “Es hora de poner la mesa”, tiene menos sentido para él que una demostración de cómo
hacerlo, como: “Mira, se pone un plato delante de cada silla y las servilletas se ponen así,
¿quieres ayudarme a hacerlo?”. Si encuentras que pasas demasiado tiempo demostrando a tu
hijo cómo realizar una tarea, seguramente es demasiado compleja para él.

Lo primero es lo primero. Tu hijo a esta edad no es demasiado pequeño para aprender que hay
que trabajar antes de jugar. Entenderá el mensaje cuando le digas: “Sí quiero llevarte al parque,
pero primero tenemos que recoger la mesa”. Díselo en tono amable y admite que tú también
prefieres las cosas entretenidas; entonces comprenderá que no estás siendo mandona, sino que
sólo esperas que se comporte de manera responsable.

Convierte la tarea en un juego. Todos disfrutamos más de las tareas cuando son ocasiones
entretenidas y sociales. A tu hijo le hace feliz pasar tiempo contigo y no considera que vaciar la
secadora sea una tarea. Le resulta divertido sacar la ropa calentita de la secadora y ponerla en
una cesta. Pon música y baila con él mientras limpian el polvo, o hagan carreras para ver quién
guarda más bloques de construcción.
Establece una rutina. Tu hijo aprenderá hábitos de responsabilidad con mayor facilidad si
estableces una rutina desde el principio. Enséñale a guardar la ropa sucia en el lavadero y a
guardar sus juguetes después del baño. Aprenderá que las tareas forman parte del día a día, y no
son sólo algo que los adultos le obligan a hacer por capricho.

Exprésate de manera positiva. Aclárale que tu hogar tiene reglas que todos tienen que seguir,
pero establécelas de manera positiva. En lugar de darle un ultimátum ("Si no haces esto, no te
daré aquello"), adopta la actitud de "cuando hagas lo que tienes que hacer, entonces podrás
hacer lo que quieres hacer". Si tu hijo dice: “Quiero una galleta”, responde diciendo: “Cuando
te sientes a la mesa, podrás comer una galleta”. Decir "Si aseas tu habitación, te daré una
recompensa” es un soborno para que tu hijo haga lo que debería ser un comportamiento normal,
y además le da la opción de creer que puede vivir sin la recompensa, y así decidir no guardar
sus juguetes.

Dale espacio. Para ahorrar tiempo y esfuerzo, quizá te veas tentada a agarrar su plato y llevarlo
tú misma al lavaplatos. Intenta resistir esa tentación. En vez de eso, concéntrate más en los
esfuerzos de tu hijo y no en sus logros. Es posible que no haga una tarea de manera perfecta,
pero criticarlo o hacer tú sus tareas, sólo ahogará sus deseos de ayudar. Recuerda que con la
práctica se mejora. Procura hacer sugerencias positivas: “Has limpiado tu plato muy bien, pero
a mí me gusta poner los platos sucios en el lavaplatos y no en el armario”.

Prepárate para altibajos. Debido a su edad, tu hijo no puede hacerlo todo bien, siempre. Pero
normalmente obtendrás mejores resultados cuando se dé cuenta de que hay un patrón. Procura
no expresar enojo o desilusión si tiene un mal día. Sólo dile con tranquilidad: “Recuerda que
siempre hay que guardar los juguetes cuando termines de jugar con ellos”.

Alábalo mucho. El refuerzo positivo enseñará a tu hijo que sus esfuerzos son importantes y que
los aprecias. Sé específica cuando lo alabes: “Lo hiciste tan bien cuando pusiste la comida del
perro en su plato”, en lugar de decir “¡Bien hecho!”. Cuando proceda, dile cómo sus esfuerzos
han ayudado a los demás: “Ahora que has puesto las cucharas en la mesa podemos tomar la
sopa. ¡Sentémonos!”.

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